!hazme Sentir! - Christine Tales

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SERIE D1V1NAS

HAZME SENTIR

CHRISTINE TALES
Copyright2021©christinetales
Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser
reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio,
electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier
sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del
propietario del copyright. Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido
con la realidad es mera coincidencia. Todos los personajes, nombres,
hechos, organizaciones y diálogos en esta novela son o bien producto de la
imaginación del autor o han sido utilizados en esta obra de manera ficticia.

Los personajes, eventos y sucesos presentados en esta obra son ficticios,


Cualquier semejanza coincidencia
Diseño Portada: @myradera12
Revisión y Corrección: dache correcciones
Maquetación: @christine_Tales
Un día despertarás y descubrirás que no tienes
más tiempo para hacer lo que soñabas. El momento
es ahora. Actúa.
PAULO COELHO
Agradecimientos
En primer lugar, antes de que podáis comenzar a leer este libro, quisiera
agradecerte que hagas descargado o bien adquirido este libro. Espero que
disfrutes de esta historia de Paula.
A los primeros que quiero agradecer su apoyo es a mí a mi familia, sé
que están cansados de mis largas tardes en el ordenador, o como ellos la
llaman, mi consola.
También querría agradecer a Myra Reda, por estar en mi vida en los
buenos y los malos momentos, siempre has estado conmigo, ya sea por
WhatsApp o por videollamada.
Por otro lado, querría agradecer todo su apoyo a mi Gemela digital,
Shelly Kengar, por estar siempre hay para todo lo que necesito y viceversa.
Agradecer al grupo de WhatsApp de Las únicas, porque siempre han
estado a mi lado, ayudando en este camino. Y lo más divertido que si un día
no os escribo, ya estáis llamando a esos GEOS. Sois terribles.
A todas las lectoras 0, que han podido ayudarme, y darme la opinión
sobre las cuestiones referentes a la historia.
@loslibros_delaura, @estebecca_libros @aldarita75,
@los_libros_de_encarni, @estilobels y @book.spoiler.reviews por leerse
de cabo a rabo la historia, varias veces desde que comencé está. Y por esas
tertulias que tenemos desgarrando las situaciones. Desde que os conocí por
las redes, me habéis ayudado con vuestro apoyo incondicional. Solo
agradecer haber podido contar con vuestra colaboración.
@los_libros_de_encarni, tú y yo somos tan iguales que es una lástima que
estes tan lejos.
@anitadevoradoradelibros, que decirte mi niña, estoy encantada con todo
el apoyo que me has brindado desde el minuto uno que te dije que iba a
iniciar esta carrera de fondo. Porque desde que nos reencontramos aquel día,
te has convertido en una de mis mejores amigas. Mil gracias, amiga por todo
tu apoyo.
Además, he de agradecer también a @myrareda12 por la pedazo portada
de mi tercera novela. ¡Me encanta! No hace eso, de enviar la portada cuando
estoy en un directo.
A mi “vecini” @Nuriaforever por apoyarme con todo nuestro grupo de
Zumba
A @l4ur4_imparable, hembra mía eres toda una inspiración, me encanta
tu forma de ser, ¡no cambies nunca!
Tampoco he de olvidarme del maravilloso prologo que me ha regalado
mi gran amiga @myrareda12, es un honor que me lo hayas escrito.
A las autoras @mari.csan y @ Bellsdevis por siempre estar a mi lado
apoyándome en todo lo que las pido. Sois un apoyo constantes, sois como mi
familia.
No puedo olvidarme de @prieta0517, que desde que leyó mi primera
novela está apoyándome, y sé que ahora se lo está pasando en grande
leyendo ¡Hazme sentir! A cuatro días vista de su lanzamiento. Sobre todo,
con ese café con pipi. Además de esa pedazo de entrevista que me hizo
recientemente.
A mi familia digital de @clubtintayletras, chicas sois mi estímulo para
seguir cada día al pie del cañón.
Además, quiero dar las gracias a varias bookstagramer que me han
brindado su apoyo incondicional, entre ellas puedo mencionar a:
@romanticbooksgram
@nladevoralibros
@alexandra_star_jaithiale
@books.spoiler.reviews
@estilobells
@anitadevoradoradelibros
@aldarita75
@los_libros_de_encarni
@leyendoconestrella
@thebooks_stars
@loslibros_delaura
@estebecca_libros

Espero que disfrutes de la historia de Paula, la cual me costó tanto de


escribir.
Mis más sinceros agradecimientos por darle la oportunidad a la historia

Christine Tales
Sinopsis
Paula es una mujer sencilla y conformista que intenta sobrevivir día a día
en la vida.
¿Qué hacer si te imponen un viaje en avión y te da pánico volar?
En ese viaje su telar de su destino se comenzará a enredar en el momento
que puso un pie en Sao Paolo.
Una vez allí, tendrá que lidiar con el jefe de la otra empresa, un tipo que
corta la respiración, pero cargado de manías, reacio a trabajar con personas
estresadas.
La magia de esa ciudad caerá en la cuenta de que necesita un cambio en
su vida.
Una jefa estirada con el síndrome de Peter Pan que se parece a la
mismísima hermana de Cruela de Vil, la cual disfruta haciéndole la vida
imposible a todo el que puede.
Unos sucesos de situaciones que colocaran a Paula en jaque.
Amor, injurias y mentiras juegan en el mismo bando

¿Conseguirá Paula dejarse llevar?


¿Superará todos los obstáculos que encontrará en el camino?
Lo descubrirás en ¡Hazme sentir!
Prólogo
Queda prohibido llorar sin aprender,
levantarte un día sin saber que hacer,
tener miedo a tus recuerdos…

Queda prohibido no sonreír a los problemas,


no luchar por lo que quieres.
abandonarlo todo por miedo,
no convertir en realidad tus sueños, …

Queda prohibido no intentar comprender a las personas,


pensar que sus vidas valen menos que la tuya,
no saber que cada uno tiene su camino y su dicha…

Queda prohibido no crear tu historia,


no tener un momento para la gente que te necesita,
no comprender que lo que la vida te da también te lo quita…

Queda prohibido, no buscar tu felicidad,


no vivir tu vida con una actitud positiva,
no pensar en que podemos ser mejores,
no sentir que sin ti, este mundo no sería igual…

Pablo Neruda

Después de estos versos del maestro os quiero hacer reflexionar. En el


poema se habla de ser valiente a pesar de las dificultades, pero ¿cuánto
puede un suceso cambiar a una persona? Se habla también de que cada uno
tiene que escribir su propia historia, pero ¿puedes vivir sin vivir? Se habla
de sentir, pero como hacerlo ¿cuándo esa capacidad te la han arrebatado?
Durante mucho tiempo ha vivido sin sentir, se convirtió en mujer sin
quererlo, vivió situaciones que ninguna mujer debería pasar, sin embargo,
toda persona tiene un límite y por ello quiso tirar la toalla, pero por suerte
no lo consiguió.
Unos años después, las sonrisas volvieron a su cara y pensó que sería
capaz de vivir de ese modo. El mundo empezó a girar de nuevo como cuando
todo tenía sentido. Empezó a vivir, se propuso superar sus miedos, sus
limitaciones, pero nunca logró una cosa; sentir.
¿Habéis reflexionado? ¿Os he llegado hasta vuestro corazón?
Pues dejarme deciros que esa chica, soy yo.

Myra reda
Capítulo 1

Mi último aliento
Paula
El tiempo pasaba incluso aunque pareciera imposible, los movimientos
del reloj seguían corriendo, cada hora, cada minuto, cada segundo y dolían
como si fueran un látigo que azotaba sin tregua mi corazón.
Los días se sucedían de manera desigual, con saltos extraños y treguas
insoportables, pero pasar, pasaban. Incluso para mí
Inspiré cogiendo aire, todo el aire que podían mis pulmones, pero la
ansiedad de todo lo acontecido hacía que con cada inspiración me doliera el
pecho al respirar.
Me asomé por mi ventana, el sol volvía a salir como cada mañana, sin
embargo, en mi pecho todo, todo era oscuridad. Notaba como la brisa
acariciaba mi piel. Intentaba pensar en los momentos en los que había sido
feliz antes, pero mi mente estaba bloqueada ante la brutalidad de lo que
había sufrido.
En ese momento, creí lo fácil que sería asomarme un poco más a la
ventana y caer despeñada, así dejaría de sufrir. En aquel instante, pensé que
si moría de esa manera dejaría destrozada a mamá.
Cuando la miré esa misma mañana, mis ojos desbordaban despedida,
aunque ella solo viera tristeza. En los suyos observé la ignorancia, ajena a
mi decisión de lo que sucedería hoy.
Observé como el sol daba los últimos destellos del día, a mi madre
todavía le quedaban unas horas para llegar. Por lo cual el tiempo jugaba a mi
favor. No podía tirarme, pero si podía ingerir más pastillas de las que
toleraría mi estómago.
Por lo que fui al armario de las medicinas, cogí la caja de paracetamol y
con decisión conté las quince pastillas que iba tomarme. Ingerí la primera,
luego una segunda y así sucesivamente hasta que empezaran los efectos
secundarios de una sobredosis, miré el precioso atardecer, ya que serían las
últimas imágenes que quedarían grabadas en mi retina.
Desde que pasó todo, ya no poseía ningún lugar que fuera mi refugio,
estaba totalmente perdida, era incapaz de seguir con mi vida después de todo
lo sucedido. Había vuelto a mi casa, a mi vida, con mi madre. Ya no se
encontraba mi monstruo físicamente. Pero sí que volvía cada noche a
atormentarme. No podía más
Ya llevaba siete pastillas.
Confesaba, que había intentado vivir esta nueva realidad, sin embargo, no
ayudaba que todo el mundo supiera lo sucedido. Las miradas de mis
vecinos, colmadas de pena y compasión oprimían mi pecho a diario. Todo el
mundo me miraba con pena y compasión. No las soportaba. En mi mente
seguía navegando entre mis pesadillas y las miradas de la gente del pueblo
de Pedrera.
Me encontraba sumida en mi particular cuento de terror, del cual no podía
despertarme. Por ello seguía tomando los paracetamoles.
Ya llevaba diez pastillas.
Creía poder olvidarme de todo y de todos. Quería partir en un viaje sin
retorno, para que todo llegará a su fin.
Estaba diciendo adiós a mi vida, una lágrima de pena descendió por mi
mejilla. Mi Paula interior, la niña de ocho años que vivía con ilusión lloraba,
no obstante, la necesidad de morir era mayor.
Comencé a escribir una nota a mi madre:

Para Mamá:
Lo siento, sé que el suicidio no es la respuesta, pero no puedo más. En
esta casa, sigo recordando el miedo, el pánico y la confusión en mi cabeza.

Hasta siempre Tuya

Paula

Exhalé una de mis últimas respiraciones, ya que el contenido de la tableta


de paracetamol se estaba acabando. Dediqué mis últimos momentos de vida
a seguir admirando la belleza del sol.
Me estaba entrando sueño, sentí la imperiosa necesidad de estirarme
sobre mi cama, podía sentir que la vida comenzaba a agotarse… Pero no
llegué. Empecé a notar unas convulsiones, y perdí el equilibrio, y caí,
percibiendo el frío suelo de mármol, esa sensación provocó que mi piel se
pusiera de gallina. Quería desmayarme, pero no perdí la conciencia. Las
oleadas de dolor barrieron mi mente, hundiéndome con su fuerza para ya
nunca más pudiera salir a la superficie
Sin embargo, desperté de mi letargo a pesar de que no quería vivir.
Al abrir los ojos, observé a mi madre con una mirada inquisidora, me
devastó ver su angustia y lo enojada que estaba por mí. En ese momento supe
que a alguien le importaba y que debía comenzar a luchar. Porque el único
sol en mi vida era mi madre.
Mi madre me pegó un bofetón.
—¡Ya vale, Paula! La próxima te ingresaré en un hospital de dementes.
No puedes volver a hacerme esto. —comentó con lágrimas en los ojos
Estaba horrorizada por cómo le sentó a mi madre.
—No mamá, —expuse horrorizada.
—Hija, si no me das otra opción, no me quedará de otra que hacerlo. —
aclaró mamá
La observaba, ella estaba muy pero muy enojada conmigo con mi
comportamiento. Tenía que intentar suicidarme no era la mejor conducta del
universo, después de lo que había pasado hacía meses.
Mamá me contemplaba y escuché su suspiro
—Paula, desde que pasó aquello ya no sales con nadie. Te has abstraído
en ti misma. Nunca sales de casa.
—¿Acaso prefieres que me meta en problemas? — le ladré. Estaba
intentando prestarle toda mi atención, no era fácil mantenerme cuerda. —. Y
más cuando todos en este pueblo me miran como si fuera la peste, como si yo
fuera la culpable. Por eso no quiero seguir viviendo, vivo en una pesadilla
constante despierta o dormida.
—Pues preferiría que te metieras en problemas- —expuso de mala gana
—. Sería mucho mejor, porque estarías… Porque estarías haciendo algo con
tu vida. Tienes que superarlo. — Ladró mamá.
Su manera de decirme las cosas me dolía. Había intentado superarlo, tras
esa imposibilidad, porque todos en el pueblo me recordaban todo lo que
había sucedido, con su mirada de menosprecio. Tan solo había visto esa
salida.
—Lo siento, mamá — esa disculpa sonó sin un ápice de sentimiento.
—No tienes porqué disculparte, con que no lo vuelvas a hacer me vale.
Cariño, no eres la única que ha sufrido momentos traumáticos.
—Lo sé, mamá —comenté inexpresiva.
—Cariño, necesitas un cambio y ayuda.
—¿Cambio o ayuda?
—Creo que te iría bien hablar con un profesional al respecto. —la oí
respirando hondo.
—¡¡No!! No quiero —grité.
—Cariño quizás comenzar con una terapia te puede ayudar. He pensado
que sería lo mejor —me observaba fijamente —. Sabes qué sería lo mejor
para ti.
—¿Me estás diciendo que vaya a un loquero? — Mi voz sonaba en una
octava más alta.
—Podría ayudar a superar esta situación. — declaró mi madre.
—Y también podría ser una pérdida de dinero. — reproché
Yo era una enana y no sabía cómo un loquero iba a poder ayudarme.
Sabía que no podía hablar al respecto de lo sucedido, por lo que especulaba
que no iba a funcionar. Y si eso llegaba a pasar, seguro que el loquero me
iba a querer meter de cabeza en un psiquiátrico a la más mínima
oportunidad.
—Quizás… pueda haber otra solución, tal vez si cambiamos de casa, de
ciudad, no te sientas tan mal con la gente de alrededor.
Fingí no escucharla y clavé la vista en el suelo.
—No entiendo, mamá. Primero me regañas y ahora comentas la opción
de trasladarnos... — comentaba frustrada.
—Paula, solo quiero que seas feliz. Mi intención como madre es que no
te sientas tan desgraciada y si para que comiences de nuevo hemos de
cambiar de casa lo haremos. — declaró preocupada.
De mis ojos comenzaron a caer lágrimas tras las palabras de mi madre.
En mí se encendió una chispa de remordimiento por lo que había intentado
hacer.
—¿Por qué mamá? — pregunté con los ojos humedecidos.
—Las dos sabemos, ¿lo que pasó en esa casa? Ya no es buena para ti —
suspiró —. Han pasado varios meses desde que se acabó toda aquella
pesadilla. No puedes seguir así.
Observé a mi madre, era la primera vez durante todo este tiempo que me
fijaba realmente en ella. Su cara era de preocupación y se la veía agotada
psicológica y físicamente. Entonces claudiqué en el hecho de cambiarnos.
Sé que, en los últimos años, mi comportamiento se había transformado en
antisocial, me enfurruñada en mí misma. No era fácil hablar con otras
personas desde que todo pasó. Pero por mamá iba a intentar cambiar.
Entonces me propuse que en la nueva ciudad comenzaría algún tipo de
contacto social.
Mi intento de suicidio ocasionó que mi madre vendiera la casa y que nos
trasladáramos a otra ciudad donde nadie nos conociera y que nadie supiera
lo que había vivido. Eso le aconsejaron los psicólogos a mi madre.
Con el traslado a Barcelona, debía enfrentarme a mi nueva vida, por las
mañanas tenía una vida medianamente normal y por las noches mi mente
seguía llevándome a aquellos momentos que me torturaran de por vida.
Una vez en Barcelona, decidí emprender mi día a día, diferente, viviría
como si cada día fuera el último. No podía volver a tener una sobredosis,
porque se lo había prometido a mamá. Así que Barcelona para mí fue un
bálsamo.
Al haberme sacado del pueblo, de esa realidad donde todo el mundo
miraba con pena y compasión. Pude alcanzar durante el día a día el sueño de
seguir adelante. Aunque por las noches continuarán mis pesadillas.
Cuando me tocó empezar el instituto, una panda de frikis se me acercaron,
para que me uniera a su panda. Pero si lo hacía tenía que seguirlas como los
borregos. Estas frikis, ¿se pensaban que eran el culo del mundo y que las
tenía que seguir? Que por ir con ellas tenía que fumar porros. Porque ellas lo
decían. Anda y que se fueran a la mierda.
A lo lejos observaba a dos chicas, una pelirroja y otra rubia. No se
acercaban al grupo de frikis por lo que decidí presentarme.
—Hola soy Paula ¿Y vosotras sois?
—Yo soy Dianne y ella Carol—. contestó la rubia. La pelirroja puso
mala cara—. Carol deberías ser más considerada, te recuerdo que el año
pasado también fuiste nueva
—Hola Paula, encantada. — soltó al fin.
—Chicas me gustaría que fuéramos grandes amigas, yo no quiero
acercarme a aquella panda de esnobs. Además, me expresaron que, si no
hacía o vestía igual que ellas, como por ejemplo fumar porros a la salida del
instituto, no me admitirían en su panda. ¡Pues que no me admitan!
Durante esa conversación con Dianne y Carol, algo ocurrió con ellas dos;
entre nosotras se comenzó a forjar una conexión que iba más allá de la
amistad.
Esa tarde al salir de clase me acerqué a Carol y Dianne
—¡Hola, chicas!
—Paula, ¿necesitas ayuda con los deberes de mates? — Expuso Carol en
modo reproche.
Observé que Dianne la miraba mal.
—No. Solo es que me gustaría, si a vosotras os apetece es si podemos ir
al cine esta tarde. Acaban de sacar Titanic en cine. Esa que sale Leonardo
DiCaprio. Ya sabéis, una salida solo de chicas— mi voz sonó como con
miedo al rechazo.
—Nos encantaría. —soltó Dianne sin pelos en la lengua. —. Estábamos
pensando en ir a verla, ¿verdad Carol?
—Sí. —Había un tono de voz como de celos.
Dianne y Carol me sonreían, mientras caminaban hablando, yo iba por
detrás de ellas, como con miedo. Pero Dianne se percató de la situación y
me sujetó de la mano y atrayéndola hasta donde estaba ella.
Entonces quedamos para el miércoles, el día del espectador, en el que la
entrada era algo más barata.
Al llegar el día, que habíamos quedado para ir al cine, primero íbamos a
ir a casa a dejar los trastos del instituto. Teníamos el centro comercial Las
Glorias muy cerquita a diez minutos caminando.
Me cambié de camiseta un poco más mona, para no desentonar con las
chicas y un bolso un poco viejito, pero ya valía.
Tenía prisa, casi era la hora que habíamos quedado. Me miré al espejo,
era la primera vez que me quería mirar cómo estaba. Esbocé una sonrisa e
intenté poderla conservar durante toda la tarde.
Al llegar al punto de encuentro, las chicas ya se encontraban esperando.
—Gracias por acompañarme al cine esta tarde—admití con tono de
agradecimiento.
Fuimos dando un paseo hasta el centro comercial.
Al llegar a los cines, Dianne miró su reloj y se percató que la película le
faltaba treinta minutos para comenzar. Una vez compramos entradas y dentro
Dianne comentó.
—Voy a comprar palomitas. ¿Os apetecen? —preguntó—. Simplemente
por comprar el bol XXL y compartirlo.
Yo me quedé pensativa, no sabía qué decir.
—Vale —comentó Carol
—Entonces Paula, ¿te apuntas? — asentí,
Estábamos en los tráileres, y Dianne y Carol no paraban de hablar.
Alguien de atrás nos mandó callar desde la fila de atrás. Entonces hice algo
que nunca pensé que haría.
—¡Oiga se quiere callar! La película todavía no ha comenzado. Así que
no toque las narices.
Dianne y Carol se quedaron impresionadas por lo que acababa de
suceder.
En la película, pudimos ver como Jack un joven artista, gana en una el
pasaje jugando a las cartas. También a Rose una joven de una buena familia
adinerada que está prometida a Cal, un millonario engreído que es un
interesado, ya que solo le interesa por el prestigioso apellido de su
prometida. Durante la película podemos ver como Jack salva a Rose de
tirarse por la borda y ese simple contacto hace que se enamoran, pero Cal no
permitirá que la relación pueda llegar a buen término. Mientras, el
gigantesco y lujoso transatlántico choca con un inmenso iceberg.
Lloré como una niña, por Jack, porque Rose haya tenido que vivir su vida
sin él. Me quedé con la frase de Jack, “Haz que cuente”
Pude ver que podía ser yo misma, la Paula rota, pero podía ser yo con
ellas. Finalmente, se convirtieron en mis amigas. Reconozco que tenerlas
como amigas al principio se me hizo raro, si me pellizcan para poder
creerlo. Yo teniendo unas amigas normales y que quisieran estar conmigo.
No les conté nada de mi vida pasada, me daba miedo que me juzgaran y que
dejaran de ser amigas mías.
Capítulo 2.
Salida de chicas

Actualidad Paula

Pasamos una buena velada en compañía de Dianne y Carol en el


restaurante Il Mercante Di Venezia, especialista en comida italiana, ya que
nos encanta la pasta.
Al acabar la cena, nos fuimos al pub de moda del momento a quemar
todos los hidratos de carbono que habíamos engullido…
Aquella noche, es la primera que Dianne sale después de mucho tiempo.
La única petición que nos inquirió fue que esa noche no interferirá Rabos.
Cuando ya nos encontramos dentro del Pub fuimos a bailar, pero cuando
estuvimos derrotadas nos apalancamos[1] unos sofás, ir con taconazo duele.
Encima tenemos un Lorito[2], qué frescor nos da el jodio.
Cómo me reí con Carol por esa situación, nosotras esa noche fuimos
buenas… Pero Dianne no lo pudo remediar, y se marcó un beso de película
con un puñetero desconocido, eso sí, delante del apollardao[3] de su ex. Y
eso que ella ha dicho que no quiere rabos esa noche. Interiormente yo me
descojone. Incluso lo invitó a sentarse con nosotras, bueno el bonico[4] de
Eros, se sentó junto a Dianne. ¡Qué listillo!
Carol y yo que somos unas lagartas, como no podemos alcahuetar[5]
sobre el beso porque el susodicho se encontraba de cuerpo presente,
comenzamos a largar por el móvil.
Observamos como Dianne que suelta el móvil y comienza a hablar con su
bonico. Obviamente, nosotras, ¿qué vamos a hacer en toda esa
conversación? pues lo que hacemos siempre; alcahuetear.
Escuchamos toda la conversación de principio a fin. Hasta incluso Eros
la invito a un baile,
«Oooooh, — algodonoso. — que bonico que es, hay que me lo como»
pensé.

Carol, la muy lagarta cuando oyó que Eros está proponiendo ir a la pista
de baile con Dianne y esta corrió a hablar con el DJ a pedir la canción
Ghost Unchained Melody. Por lo que veo, Eros puede ser muy persuasivo o
Dianne no le puede decir que no. Porque los veo cómo se encaminan hacia la
pista y cuando llegan, justo en ese momento empieza a sonar la canción que
Carol ha ido a pedir.
—Miarma, ¿tú estás viendo la cara de Dianne?
—Si, hija sí, yo creo que esta, ya está enconejada, pero no se lo digas a
Dianne, con lo que nos vamos a reír. —suelta Carol
—¡Ay, virgencita! Que Cupido ya está haciendo de las suyas con Dianne.
— termine carcajeando
Comenzamos a estar en nuestro rollo tomando nuestras copas cuando
vuelve Dianne y…
—Chicas, para mí ya es tarde. Me marcho. Me apetece meterme al sobre.
Lo siento, pero mi noche de chicas considero que la daré ya por concluida.
Si no os importa volveré a casa en taxi. Nenas hay que repetirlo de nuevo
otro día. —comenta con pesar.
Yo tampoco tardaré mucho en marcharme, empiezo a estar cansada, pero
no quiero ser la primera.
—Eros, la compañía es grata, pero me retiro a descansar. Ha sido un
placer conocerte.
Los observamos como se dan dos castos besos, pero Dianne deja escapar
un suspiro involuntario. Recogió sus cosas y se marcha.
Al minuto, Carol me incita a espiar, qué es lo que Eros está haciendo,
puesto que se ha marchado al minuto de irse Dianne y el malaje no se
despidió de nosotras.

«Que desgraciado» pienso

—Tía, ven ... — me estira de la mano Carol, sin dejarme hacer otra cosa.
—¿Dónde quieres ir? —la cuestiono.
—Viste, ¿qué Eros, se fue sin despedirse, y en la dirección de Dianne?
Vamos en misión sigilosa, como si fuéramos una de las Sailoor Scout. Yo
soy Sailoor Mart y Carol Sailoor Júpiter, y estamos en misión para
resguardar la integridad de nuestra Sailoor Moon.
Los encontramos en la zona de guardarropía, y posteriormente vemos
como Dianne se sube en la moto de Eros.

«¡¡OMG!! ¿En serio que se ha ido con el tal Eros?»


«Será golfilla»

—Viste siquilla, se fue con Eros... Esta noche habrá merengue. —


observe divertida
—Aquí va a ver tomate, pero un buen tomate. —declaro una Carol
pícara.
Tan pronto como vemos la estela de la moto, comenzamos a decir cosas
obscenas que va a pasar esta noche en casa de Dianne.
Entonces después de reírnos mucho, decidimos hacer una videollamada a
Dianne, imaginamos que ya habrán llegado.
Nos explica que lo ha subido. Pero que no va a suceder nada.

«Ya claro y yo me chupo el dedo, santa inocencia»

Aquella noche, me fui a casa de Carol a dormir, para poder llamar a


Dianne aquella misma mañana.
Nos levantamos hacia las doce, desayunamos unas tostadas con
mermelada y un café con leche, porque Carol es adicta al café, obvio.
Observamos el móvil y no habíamos recibido ningún mensaje,
Así que comenzamos a divagar en el chat de las D1v1nas:
Entonces en ese instante nos hizo una videollamada. Nos explicó que
vieron la película de Hasta que la boda nos separe, y que no la acabaron
porque se quedaron dormidos. Que está pendiente de que Eros vuelva, que él
la ha propuesto cocinar algo de su tierra y que por la noche la ha invitado a
cenar como amigos, puntualiza.
En mi mente no podía parar de reír, esa noche era probable que sucediera
algo, ¡ay virgencita!, que inocente que es nuestra Dianne.
Dianne colgó la videollamada, no pudimos hacer otra cosa que
troncharnos de la risa. No puede más. Es que Dianne es inocente, quedamos
esa noche como amigos. ¡Ya, claro! Es la artimaña más vieja que he oído.
Carol y yo comemos unos pescaitos empanaos de esos que están tan
buenos, en el bar de la esquina de su casa. Porque Carol es una perrilla y no
le apetecía invitarse a comer y cocinar.
Cuando acabamos de comer, me fui a mi casa, que tenía que estudiar el
plan de marketing de la empresa Que en breve iba a viajar a Brasil para ver
qué propuesta sería la idónea para el producto que todavía no nos habían
desvelado a las empresas, que participábamos en el sorteo.
Mercedes, la idiota de mi jefa, días antes para poder darme toda la
información de la empresa, me hizo firma unos papeles de confidencialidad
y protección de datos. Aunque sinceramente no entendí ni torta porque están
en portugués. Confié en lo que Mercedes dice.
El domingo, fue muy, pero muy aburrido. Dianne no soltó prenda alguna,
así que como no alcahuetear. Nada mi domingo, seguí estudiando el plan de
marketing de la empresa a la que habría de volar el martes. ¡Dios que pavor
me da volar!
Estoy muy nerviosa, cuando me siento de esta manera, necesito drogas
para poder dormir así que me tome unas pastillas de pasiflora de la farmacia
naturales para poder dormir algo y relajarme.
Capítulo 3.
La Preparación.

Paula
Es lunes por la mañana y todavía no hemos recibido ni un triste mensaje de
Dianne, joder con el bonico, las debe matar callando, si Dianne no ha tenido
tiempo a llamarnos o enviarnos un triste mensaje.
Mi jefa me dijo que, si no consigo ese contrato de Brasil, no hace falta
que volviera.
No me queda de otra, que claudicar en localizar un vuelo para al día
siguiente. Aunque a mí volar no me gusta, me da pavor. Encima hay
previsión de tormenta.

«Que divertida voy a estar mañana»

Menos mal que Dianne nos ha contactado porque necesita hablar esta
noche con nosotras.
Carol y yo hemos logrado salir pronto del trabajo porque al día siguiente
voy a pasar horas en un avión así que la bruja de mi jefa me deja salir antes.

«Qué considerada» pienso.

En la oficina la llamamos, la lagarta, porque eso es lo que es.


Carol y yo quedamos a las siete de la tarde y nos tomamos algo antes de
ir en dirección a casa de Dianne.
Cuando suponemos que es más o menos la hora de que llegue Dianne, nos
dirigimos hacia su casa. Una vez allí la tenemos que esperar en el portal ya
que la llamar el interfono nadie nos contesta. En cuanto la vimos a lo lejos,
que iba llegando. Nos acercamos a ella.
—¡¡Buenas chicas!! ¿Qué hacéis aquí tan pronto? — exclama Dianne
extrañada
—Pues nena, no podíamos esperar a las 21:30 para que nos expliques esa
cosa tan importante que nos tienes que explicar—ríe Carol.
—Eso, miarma. Nos tienes en ascuas. — comento con disimulo
—He encargado pizza. ¿Os apetece? Sois tan veletas… — propone
Dianne
— Nos da igual. No seremos tiquismiquis. Comeremos cualquier cosa.
—dice Carol.
—Miarma, habla por ti. Yo quiero una Hawaiana. —indico con retintín
sacando la lengua a Carol
—Estoy deseando saber por qué un lunes nos invitas a cenar a tu casa—
increpa Carol.
—¿Recordáis que la noche del sábado cenaba con Eros? — Nos comenta
Dianne
—¿Cómo no? —Carol levanta una ceja—. Desde ese día que no nos
explicas nada. Nos tienes en ascuas. ¿Nos vas a contar que ya le has echado
varios pinchitos? —Entonces Carol se abraza a sí misma y comienza a hacer
movimientos de cadera y a hacer ruido de besos. — Vamos que ya te ha dado
a probar su salami…
—Carol, eres imposible. ¿Cómo llegas a ser tan pervertida? — interpreta
colérica.
—Miarma, deja que hable. —insisto en tono conciliador.
—Pues practicando mucho—expone con sorna.
—Pues Eros me llevó a la playa a cenar. Allí me pidió tiempo para
conocerle y se lo di. Nos besamos y punto pelota. —Carol y yo emitimos
chillido que dejamos sorda a Dianne, no, lo siguiente.
—No puedo dejar de preguntarme ¿cómo lo has conseguido pillar?
Porque el cuerpo de Eros exhuma sexo por todas partes. Seguro que es una
máquina en la cama, ¿eh?
—No pienso ni responderte. Le pedí ir despacio. Quiero conocerlo antes
de tener sexo con él.
—¡Zorra con suerte! —suelta Carol.
En ese momento, observo como Dianne mira el móvil y la vemos con
cara bobalicona.
—Era Eros, ¿no? — Es que justo has cambiado la expresión y se te ha
quedado cara de tonta.
—Carol, como me conoces…— Hemos visto cómo le ha cambiado su
expresión a una cara de tonta.
Observamos que Dianne guarda su móvil.
—Chicas, os tengo que contar una cosa, que no me apetece hacer, la inútil
de mi jefa, la lagarta me ha enviado por trabajo a Brasil, sabiendo que odio
volar, vamos que me da pavor. Y lo peor es que hasta que el acuerdo no esté
cerrado no podré volver a Barcelona, si no me despide.
—Que desgraciada, la Sir Jefaza
—Ya te digo. ¿Y por qué no envía a otra? — reclama Dianne
—Las demás no han querido marchar, algunas porque tienen situaciones
familiares, que les es imposible pasar más tiempo del necesario fuera de
casa. Otras porque son muy putas y les pusieron una excusa. Y yo soy la
última mona.
—Sabes, llévate una petaca con Bourbon y pásate todo el vuelo
bebiendo…— suelta Carol a lo bestia, partiéndose la caja.
—Miarma, lo que no voy a estar todo el vuelo potando en el cuarto de
baño del avión.
—Paula ¿y que harás en Brasil tú en tus horas libres?
—A ver si allí encuentras a un tipo sabrosón. —Carol y sus ocurrencias
—. Sí, con ojos seductores y excitantes— se mofa
—Que va miarma. Tan solo iré a trabajar.
—Claro, ¿y no tendrás tiempo libre para bajar a cenar y conocer a un
empotrador brasileño? —sigue Carol—. Conocerás a tu Espartaco brasileño
particular que te hará ver las estrellas—. puntualiza.
—Algo de tiempo libre tendré, pero para descansar.
—Preciosa, ya descansaremos cuando estemos muertas. Has de buscar tu
salami particular. —Carol continúa mofándose.
—Chiquilla, tú siempre estás pensando en lo mismo.
A las diez y media de la noche nos marchamos, primero porque mañana
salía mi vuelo y segundo porque tendría que descansar algo para soportar el
vuelo a Brasil.
Capítulo 4.
Las Turbulencias

Paula
Llega el martes. Estoy aterrada por tener que hacer un largo viaje. Porque
si cae un rayo al avión, y si nos estrellamos en el mar. Por favor, tengo que
dejar de ver películas donde suceden catástrofes. No me ayudan.
El avión despegara a las ocho y cuarto de la mañana por lo que he salido
de mi casa a las cinco y media de la mañana, para tomar un taxi dirección al
aeropuerto.
Cuando el taxi está esperando debajo de mi casa, está diluviando, por lo
que me he mojado enterita hasta llegar al vehículo.
He llegado al aeropuerto, he ido a abrir la maleta y toda mi ropa esta
mojada, ya que mientras el señor taxista abría el maletero y metía la maleta
con mis cosas con su lentitud pues la lluvia ha bañado mis cosas igual que a
mí...
No me queda otra que ir con mi ropa empapada o bien pasar por una de
las tiendas del aeropuerto y comprar ropa. Finalmente, me decido a comprar
en una de las tiendas desigual una blusa de treinta y cuatro euros más una
falda sesenta y cuatro euros.

«Todo sea para que no me ponga mala en el avión», pienso.


Ya seca, decido entrar a unos de los bares y pedirme un Martini.

«Sí un Martini para cuando esté en el avión vaya tan ciega que no me
entere de que estoy volando», me carcajeo por mi propia ocurrencia.

Me tomo dos y me llevo otro para llevar, en un vaso camuflado de café.


Son las ocho menos cuarto y la puerta de embarque está a petar,
cualquiera diría que es una competición para ver quién entrar antes al avión.

«Maricón el último», como decía mi padre que en paz descanse.

Si los asientos están numerados qué más da ser la primera que la última,
si finalmente me sentaré en el asiento 43 B.
Me siento en la sala de espera hasta que las azafatas me digan que ya
podemos embarcar. Miro por la ventana, el cielo a pesar de que hace horas
que debería verse el sol está oscuro, y sigue diluviando.

«Por favor, que todo vaya bien»

Comienzo por encontrarme mal, no sé si serán los tres Martinis que ya a


las ocho de la mañana, los nervios o una combinación de ambas.
Oigo que los pasajeros con destino Brasil ya pueden embarcar. Yo espero
un rato hasta que la cola baje, porque ya me dirás lo divertido que es
pasarme treinta minutos para que me dejen acceder a la pasarela de
embarque.
Por ello me quedo mirando el cielo. Continúa negro y sigue lloviendo a
mares.

«¿En estas condiciones piensan despegar? ¿Es seguro? ¡Ay, virgencita de


trina, espero que de esta salgamos!»

Tan pronto como la cola de embarque se disipa un poco, me acerco a las


azafatas,
—Hola— saludo
—Hola—comenta la azafata—. ¿Qué tal?
—Tengo el 43 B.
—Hoy no está siendo un buen día para usted, ¿verdad? — pregunta la
azafata.
—No, no lo está siendo.
—¿Desea viajar en primera clase en vez de en el número 43? — pregunta
y me quedo asombrada.
—¿En serio? —. cuestiono con sorpresa.
—Sí, quedaron libres varios. ¿Quiere cambiar sin ningún coste?
—¿En serio?
—Sí. —asiento—. Está libre el asiento 5 A, de primera.
—Gracias. — me expreso con agradecimiento.
De modo que me encamino hacia el asiento, que me ha sugerido la azafata
tan simpática. Aposento mi culo, de ahí nadie me va a mover hasta que
lleguemos a nuestro destino. A no ser que tenga que ir al urinario.
Por lo cual, antes de que el avión empiece a despegar me pongo un
antifaz y unos cascos para que no ver ni oír nada. Así no me enteraré del
despegue el avión o sí.
—Estimados pasajeros, bienvenidos al vuelo con destino Sao Paolo, en
breves instantes despegaremos.
Escucho el rollo de abróchense los cinturones, donde se encuentran las
salidas de seguridad bla, bla, bla, bla. Antes de despegar me quedo
totalmente frita.
Despierto al cabo de unas horas. Observo que hay un chico con gorra en
el asiento de al lado. Joder el bonico está, de hecho, está tremendo y me
sonrojo al mirarlo. ¿Cómo no lo vi antes? ¡Ah!, ya recuerdo me quede
amorrinada[6]. Lo miro con detenimiento.

«¡Ay, virgencita! Pero si es un bomboncito de café con leche. Con lo que


a mí me gustan»

Entonces oigo que está hablando por el móvil. ¡Ufff!, que aburrimiento
—¿Una copa de champán? —pregunta
—Si por favor. — Agradezco
No sé cuántas llevo, a pesar de que no he comido nada. Pero da igual lo
necesito.
Al cabo de un rato traen la comida, y comí la comida de avión, en teoría
estando en primera clase, pensé que la comida sería mejor, pero es una
bazofia igual.
A mí me siguen trayendo copas de cava, incluso llega la cena y ya estoy
chiripitiflautica[7]. Ceno tranquilamente a las ocho de la noche. Al azafato
ya le he dicho que cada treinta minutos me trajera una copa que no me
permitiera que me quedara seca.
Cuando comenzamos a oír ruidos raros.
—¡Ay, virgencita de Triana! ¿Eso es normal? ¿Hemos chocado con algo?
Entonces oímos por los altavoces:
—Abróchense los cinturones, estamos entrando en una zona de
turbulencias
Entonces notamos muchos movimientos. Oigo en los asientos traseros
gritos de varias mujeres.
Aparecen todos los cacharitos del avión para circunstancias de
salvamentos. Esta situación me está aterrando.
—Por favor abróchense bien los cinturones. — oigo decir a una azafata
que estaba caminando por el pasillo.
—No pienso morir en esta lata de sardinas en escabeche.
Estoy nerviosa e hiperventilando por la situación
—Tranquila solo son unas turbulencias. — expresa el bonico de al lado.
—Bonico, no me jodas vamos a morir. ¿Crees que me chupo el dedo? El
comandante del avión no va a decir que vamos a caer en picado al mar, no
únicamente que estamos entrando en una zona de turbulencias. Porque así la
gente se pondría histérica perdida, ¡esto es el fin! —grito desesperada—. No
he hecho nada en mi vida… No he ido al Everest a escalar, ni he hecho
puénting, ni siquiera he ido a Andorra a esquiar. No he pensado en tener un
hijo, no me he atrevido nunca a hacerme un tatuaje. Además, no consigo
confiar en los hombres por ello no follo, —suelto sin pelos en la lengua, ya
que, qué más da, vamos a morir—. Sí follo siempre es encima del tío.
—¿Perdona?
—Es psicológico, pero necesito tener el control en el sexo. — Quedo
extrañada por esa afirmación—. ¿He dicho eso? —me pregunto a mí misma,
nunca he tenido la valentía de soltar mi mierda, se ve que cuando vemos la
muerte cercana ya da igual. A la mierda voy a contarlo todo. VAMOS A
MORIR.
—Tranquila, sigue comentando…
—Mi jefa es una hija de puta, sabe que tengo pavor a volar y mira donde
estoy, y encima con tormenta. ¡Será desgraciada! — expreso en tono de queja
—. Estoy aquí por trabajo y si no consigo que el cliente acepte nuestra
propuesta me despedirá.
Aja
—Si hasta Dianne tiene más suerte que yo. ¡Es una zorra con suerte! El
viernes conoció a un bomboncito y tuvo la suerte que está loco por ella y
esta le ha pedido ir despacio y el chico en cuestión se lo ha aceptado. Por
no hablar de Carol, mi otra amiga, es una puñetera vividora folladora. Se tira
a cualquier tío bonico que se presenta delante de ella y se lo pincha, como
ella dice. Y luego, si te he visto no me acuerdo, incluso ha tenido
experiencias con dos tíos. Yo no podría, tener a dos hombres a la vez,
porque no tendría el control de la situación y me daría pavor. Así que aquí
me tienes en mis últimos momentos explicándote mi vida. —suspiro.
Observo al chico mirándome, pero no dice nada, parece que este
esperando a que yo continúe hablando. Pues nada, acabo de abrir la caja de
pandora.
—Como ya te he dicho mi jefa es una zorra, la muy puta, se tira a todos
los bomboncitos que entran a la oficina se los beneficia un ratico y luego los
despide para que no tenga problemas. Además, mi vida en esa empresa da
pena, no me valoran como deberían coño que tengo el puto grado en
marketing y publicidad, y solo me ha dado esta oportunidad porque la
imbécil de Jaqueline no ha querido venir a Brasil a ofrecer un vínculo con
otra empresa. Y obviamente, por más que me esfuerce la muy zorra nunca me
ascenderá en su puñetera vida. Porque hubo un puesto vacante, si lo hubo ¿y
sabes qué? Yo estoy más cualificada para el puesto, llevo más tiempo
trabajando en la empresa, le dieron el ascenso a la pedorra de Patricia
porque es muy amiga de la zorra de mi jefa, vamos que le chupa el chumino,
es decir, en esa empresa existen favoritismos. Así que cuando se da la
vuelta, le escupo a su café con leche e incluso en alguna ocasión oriné en una
botella de agua, y llegué a poner un poco de mi orina en su café calentito y
encima se lo bebió. —En un momento mientras lo cuento me estoy
desternillando al recordar la situación vivida, incluso a él lo sorprendo con
el tema—. Me gustaría probar a mear de pie como un hombre. Si alguna vez
soy valiente hacer un trío teniendo yo el control, obviamente. Ya no
hablamos de tener pareja, no aguanto a un hombre más de un mes con él.
Nunca he tenido una relación por así decirlo con un hombre. Cada vez que
veo el Diario de Noah lloro.
—¿Qué? —pregunta sorprendido por mi afirmación.
—¿Sabes? —comento en tono lloroso, voy a soltarlo, si total voy a morir
de un momento a otro. —Con todos los hombres con los que he estado nunca
he llegado a los fuegos artificiales, siempre he fingido. Tengo veintiocho
años y nunca me he enamorado. ¿Tengo algo malo?
—No. — expresa moviendo la cabeza haciendo el gesto de negación.
—¡Y ningún hombre me ha llegado a querer de verdad! lamento entre
sollozos. — y en este momento pienso que quiero llegar a vivir un pedazo de
amor increíble, de esos que nos enamoren como las películas… Nunca me he
enamorado de nadie, ¿Es tan malo querer tener un amor de esos de películas
Disney?
—¿Disculpa? — comenta tocándome el brazo e interrumpiendo el
monólogo de mi vida.
—¡Qué! — exclamo enojada por haberme interrumpido.
—Es que ya hemos llegado a Brasil, lo siento me tengo que marchar. —
Se muestra arrepentido.
—¿Cuándo han acabado las turbulencias?
Yo me quedo pasmada, porque en ningún momento he notado que las
putas turbulencias pararan. Estoy flipando en colores.
—Pues sencillamente hace un rato— informa mofándose.
—¿Y por qué no me has avisado? —pregunto enojada.
—Es que parecía que necesitabas sacar todo lo que llevabas adentro…
—¡Que fuerte hemos llegado sanos y salvos!!! —Salto divertida del
asiento dando aplausos.
—Hasta la próxima. Ha sido una conversación muy entretenida. Nos
vemos por Brasil.
Lo observo marchar, y le miro ese culito que tiene. Si alguien me
observará vería como pongo ojos de loba.

«Y ahora que pienso he contado a un desconocido cosas que nadie sabe.


¡Dios que he hecho! Bueno a este hombre nunca más lo volveré a ver... ya no
importa»

Me dirijo a la sección donde hay que recoger mi maleta. Una vez la veo
aparecer, la cojo. Con decisión salgo del aeropuerto para ir a la parada de
taxi. Estoy esperando a que un taxi llegue, observo que se aproxima uno a lo
lejos, estoy contenta de que podré ir al hotel a descansar, después del casi el
asesinato sufrido en la lata de sardinas.
Cuando estoy recogiendo mi maleta para ir en dirección al taxi y meterla
en el maletero. Aparece de la nada un tipo.
—Disculpe estaba yo primero. —reclamo enfurecida.
—Lo siento, tengo mucha prisa por llegar a mi destino. — suelta con cara
de guasón.
—Pero…ese es mi taxi. — Le reprocho.
—Lo lamento, pero lo necesito, he de llegar a mi …— y ya ha cerrado la
puerta
Quedándome anonadada, el bonico del avión me ha churrimangado el
taxi.
—¡Gilipollas! — grito a los cuatro vientos.
—Le ha quitado el taxi en las narices, menudo listo. — comenta uno que
está en la cola. —Ese tío tiene más cara que espalda.
Por lo que no me queda que resignarme a esperar a que otro taxi se digne
a aparecer y que no haya otro listillo, con ambición de un taxi que no le
pertoque.
Capítulo 5.

La llegada
Paula
—Hola, hola, soy la Srta. Pieldelobo, vengo del Grupo Verdugo.
El chico que me atiende, veo que no entiende español. Así que digo lo
mismo, pero esta vez en inglés. No obstante, no lo entiende. Cojo el móvil y
voy a Google al traductor y el móvil comienza a hablar en su lengua.
El chico me hace el gesto de un minuto con su dedo y coge un teléfono y
observo que habla con alguien.
En cinco minutos aparece otro hombre, joder que bonico que esta, habría
que ponerle un monumento. Un, olé por él.
—¿Usted es la española del Grupo Verdugo, que venía a proponer una
fusión con nuestra empresa? —dice en un perfecto inglés.
—Sí señor.
—Vengo desde Barcelona para hablar con el Señor De Carvalho
—Sígame. — me ordena
—¿Usted es? — pregunta
—Soy Paula Pieldelobo.
—¿No tenía que venir Jacqueline? — interroga.
—Si, pero en el último momento hubo unos cambios y finalmente
decidieron que viniera yo. Solo he de decir que estoy muy ilusionada de
estar aquí, y poder crear una unión entre las dos empresas.
—Pues es una lástima, que no sepas portugués.
—¿Perdón? Aquí si no dominas el portugués, no conseguirás nada en esta
empresa. ¡Es un problema!
—En el avión leí un libro como aprender portugués en 3 días
—¿Y qué aprendiste?
—¿Qual é o seu nome? o Desculpe, eu não ouvi o que você disse o Bem,
obrigado.
—Mejor no intentes esforzarte, para lo que vas a estar en este convento.
Dudo que acepten nada. —comenta con sorna.
—¿Qué? —pregunto desconcertada.
—En fin, mucha mierda con ellos. En este momento, el Señor De
Carvalho está ocupado en este momento, quédese aquí y le atenderá en
cuanto pueda.
—Oh Paolo, te presento a la española que quiere ofrecernos un negocio.
Él es uno de los socios de esta empresa.
—¡¡¡Oh!!! Soy Paula — le doy la mano firmemente. — encantada.
Entonces Paolo se acerca a mí y me da dos besos.
—Encantado, bienvenida a Sao Paolo. ¿Ya le ha dado tiempo a ver la
ciudad y su encanto? — pregunta en confianza—. —¿Has venido a
enseñarnos cómo manejar nuestra empresa?
—Pienso que aprenderemos mutuamente. —comento en tono seguro.
—Pero ¿tú no tienes experiencia en fusiones?, ¿Cómo puedo confiar en tu
empresa?
—Cierto, la mayor parte de mi experiencia es teórica, no me han dado la
oportunidad hasta hoy en poder desarrollar mi magia. — De golpe corta la
conversación, cambiando de tema.
—Estuve una vez en Barcelona y comí esa comida tan famosa. ¿Cómo
era?, — se queda pensativo. —¡Calçots!
—Es una de nuestras verduras estrellas en Barcelona. Aunque he de
decir que yo nací en Andalucía, pero llevo la mitad de mi vida en esa
ciudad, a la que la quiero con locura.
—Asqueroso. — comenta el otro hombre que no se había identificado.
— Bueno lo dicho: siéntate en esta silla y espere.
No me queda otra que esperar. Señor de Carvalho sabe que tenemos una
cita hoy, pero porque todavía no me ha atendido. Tenemos una cita a las
nueve y media; ya son las diez y cuarto y todavía estoy esperando.
Ya estoy comenzando a estar nerviosa por la situación. Son las once y
nadie ha venido en mi búsqueda. Así que cojo mi móvil, abro la aplicación
Amazon Music y reproduzco la música de Avril Lavigne. Así la espera será
más corta.
Al pasar un rato, una chica muy mona se acerca a mí, y me expresa
—Puede pasar al despacho. — Haciendo un gesto con la mano.

«Pero ¿si no ha salido nadie del despacho?» pienso.

Al entrar cuál es mi sorpresa. Paolo está dentro del despacho y el chico


del avión.
—¿Usted? — indica el chico del avión.

«¡Ay, virgencita! Esto no puede ser, ayer expliqué media vida, un chico
que trabaja en la empresa con la que tengo que trabajar estos días y
convencer de que es una buena idea que fusionen su empresa con la empresa
a la que trabajo. Encima despotriqué de mi jefa y dije que no valoraban a sus
empleados. ¡Tierra trágame!

—¿Se conocen? —comenta Paolo


—Sí, nuestros caminos se cruzaron ayer. — aclaro avergonzada por la
situación.
—¿Cómo fue que me llamo ayer por la noche, en la parada de Taxi,
¿GILIPOLLAS?
—Lo siento, no, no sabía … —Mierda estoy en una encrucijada, ahora
como salgo de esta, ya sé, me van a despedir justo en este momento.
—No, tranquila, yo debo disculparme, te robé el taxi. — comenta
mofándose. — usted ¿es?
— Soy Paula Pieldelobo, vengo de la empresa del Grupo Verdugo, para
la fusión.
—¿Ah? Es verdad, ¿es hoy la reunión? — pregunta haciéndose en tonto.
—Sí, eso parece. — manifiesto un poco enojada por la larga espera.
Finalmente, Paolo sale de la sala y nos deja solos.
—Señor. De Carvalho perdoné por todo lo que le dije ayer en el avión.
—Llámame Tiago, somos aproximadamente de la misma edad. No me
hagas sentir viejales. Dime Paula, ¿qué puede hacer su empresa por
nosotros? — pregunta.
—¿Puede borrar cualquier cosa de lo que dijera ayer? — pregunto
nerviosa mientras estoy tocándome las manos hipertensas por la situación.
—¿De qué me está hablando? —pregunta chistoso.
«Menos mal que decide olvidar el tema»

—Bien, somos expertos en el marketing digital. Hoy en día, cualquier


empresa tiene que estar en la ola de la información, piense que las vacas
flacas pueden llegar en cualquier momento. Su empresa únicamente trata a
los clientes físicos. No tiene una web interactiva, necesita modernizarse en
aquellos aspectos. También darse a conocer en las redes sociales como
Instagram, Facebook, Twitter, LinkedIn. Espero ser una parte esencial de la
fusión para que las dos empresas sean una. —comento vomitando todo lo
que tenía en el tintero.
—Ay dios, nos quieren meter en las TIC’s. — proclama mofándose
—Vale lo estudiaremos. — declara.
—Mañana quiero que vengas y nos aportes cifras de cómo mejoraría la
situación con dicha fusión.
—Los traigo ahora. — afirmo cogiendo mi bolso y sacando de él, el
dosier.
—¡No puedo quedarme más! — asevera—. Mi horario hoy ya ha
finalizado. —dice jocoso —. ¿Sabes dónde comer?
—No. No conozco aún la ciudad de Sao Paolo. — atestiguo.
—Si me prometes no hablar de la fusión o no me hablas de temas de los
del avión te enseño un poco la ciudad y comemos juntos.
Indecisa, por la proposición que me ha hecho el Señor. De Carvalho, ¡uy
perdón!, Tiago. No sé qué hacer. Puede tratarse de una encerrona, pero
después del numerito de ayer en el avión no me queda otra que claudicar
para que coja confianza conmigo. Por lo que opto por dejarme llevar por la
corriente.
Por consiguiente, nos dirigimos hacia el ascensor, y esperamos a que
llegue para bajar a la planta baja, hasta tener acceso a la calle.
En cuanto estuvimos fuera de las oficinas, empiezo a oler aromas
peculiares de Sao Paolo, que en su momento por nerviosismo no me di
cuenta.
No puedo creerme que esté en ese momento en Sao Paolo, Brasil. Donde
hacen todas aquellas fiestas de carnaval tan tremendas. He conseguido cruzar
el gran charco del Atlántico. Esta ciudad parece tan diferente a Barcelona.
Nunca me imaginé que llegaría a viajar a Brasil teniendo en cuenta el pavor
a volar que tengo. En ninguno de mis sueños me imaginé haber cruzado el
charco.
—Buenas tardes, Sr De Carvalho. ¿Va a querer un taxi en este momento?
—comenta el portero del edificio de oficinas
—No, hoy no, gracias igualmente por preguntar. —expone amablemente.
Me quedo embelesada como trata al portero. Como de tú a tú. Igual que
en mi empresa.
Entonces él comenzó a caminar.
—¿Vamos? — pregunta.
—Sí. — si afirmo.
De alguna manera comencé a sentir la armonía de las calles de Sao
Paolo. Admiró los edificios y a las personas que han caminado en aquellos
momentos. No son tan diferentes a nosotros en Barcelona, sin embargo, pude
comprobar que todas aquellas personas desprenden tranquilidad, de aquello
que en Barcelona todos carecemos. Por ello suspiro, confío que algún día
pueda llegar a sentir esa tranquilidad.
En aquella ciudad me siento una impostora. No soy yo quien debería
haber venido. Pero ya que estoy aquí no queda de otra que hacer la función
que me ha encomendado la zorra de Mercedes.
Comenzamos callejeando, durante un rato caminamos. Tiago no habla, ni
yo tampoco, después de todo lo que solté ayer me da pánico cagarla y que
por este motivo no suelto prenda. Voy como si tuviera un palo en el culo.

«¡Ay, virgencita! Que me entra el nervio y si me entra puedo


transformarme en la niña del exorcista»

Entonces me mantengo callada, vaya a ser que la lie pollito.


—No puedes decir que has venido a Sao Paolo y no conocer sus calles,
nos estamos dirigiendo al barrio de Vila Madalena en dirección del callejón
de Batman.
—¿Cómo?
—Estamos yendo a uno de los barrios más variopinto de la ciudad de
Sao Paolo. — comunica Tiago.
—Ajam.
—Estamos llegando al barrio de Vila Madalena, donde encontraremos el
mejor museo de arte moderno. Se dice que este barrio es la cuna de los
grafitis en la ciudad, así que es de visita obligada… El barrio tiene una de
las calles más famosas, el “Beco do Batman” aquí hay muchas de obras de
arte urbano, entre murales y grafitis siendo junto con el “Beco do Aprendiz”
uno de los emblemas del arte urbano. Así que no puedes marcharte sin que lo
veamos. — explica.
En cuanto empecé a ver los primeros grafitis, mi mal humor cambió. El
palo en el culo fue relajándose.
Los autóctonos de la ciudad paseaban por esas calles. Ese barrio, lo veo
tan familiar y cómodo, como cuando yo vivía en Pedrera, en aquel
pueblecito de Sevilla. Con toda esta situación, y los recuerdos de antes de
todos aquellos abusos que sufrí, sabiendo que era inútil recordar momentos
frustrantes, me centro solo en los momentos bonitos y alegres que viví en mi
infancia y cómo me sentía entonces. Así que empiezo a pugnar una sonrisa.
Me alegra poder sonreír de nuevo por las pequeñas cosas. Sin que mis
dos mejores amigas estén presentes, esa situación me deja impresionada.
En aquel momento, echo la vista hacia atrás en busca de la mirada de
Tiago, al ver mi sonrisa, y tira de mí para que conozca todas las calles de
aquel barrio.
Recorremos cada calle, cada esquina, mi mirada se fija en cada grafiti, y
finalmente saco el móvil para hacerme un selfi con un grafiti a lado.
—¡Dámelo! —exclama— ya te lo hago yo.
—Espera, —Hago un gesto con la mano— ¿Sal conmigo en la foto? —
pido tímidamente—. Por favor. —acabo rogando
—¿Estás segura? —me increpa—. Recuerda que soy el GILIPOLLAS
que te robo el taxi anoche. —comenta con sorna
—Por favor, —vuelvo a rogar—, sí no, mis amigas no se creerán que he
salido del hotel.
—¿Tus amigas piensan que eres aburrida? — pregunta el muy
graciosillo.
—¡NO! —ladro—. Pero cuando estoy trabajando no hago cosas de estas.
—intento suavizar —. ¡Mi jefa me mataría! — exclamo.
—Pues, dile que has estado hablando sobre la fusión en estos momentos.
Que yo estaba agobiado de estar en la oficina. — recalca Tiago, mofándose
de mí.
—Le diré la verdad. — me mantengo en mis trece.
—¿No puedes ser tan ingenua? Si es como me la pintaste, porque no
endulzar la verdad un poquito, y hacerla sufrir… ¿Qué me dices? —
pregunta.
No estoy segura de que contestar. Siempre he sido una niña buena. No
destaco por hacer este tipo de cosas.
—Mañana tendremos una comida de trabajo... Y te llevaré a comer cosas
típicas de Brasil. — manifiesta.
—Imagino, ¿qué tampoco trabajaremos? — increpo.
—Exacto. Tómatelo como unas vacaciones. —suelta sin pelos en la
lengua—. Creo que incluso te irá bien. Solo llevas un rato, entre estas calles
e incluso has cambiado la expresión que tenías, como si tuvieras un palo de
escoba metido por el culo. —expresa con sorna— Te veo más relajada. De
ese modo, nadie puede trabajar. Por lo que solamente aceptaré escuchar la
propuesta cuando te vea que estás viviendo la vida.
—¿Qué? — Estoy sorprendida por todo lo que me acaba de soltar.
—¿Cómo en algún momento oigas algo relacionado con la fusión? ¡Te
juro que el trato se rompe en este momento! — expone de Tiago en tono
severo.
—¿De qué estás hablando? —Me hago la tonta. completamente, quiere
jugar a este juego, pues juguemos.
—¡Bien, así me gusta! —manifiesta.
—Si vamos a ir así, déjame pensar entonces quiero que salgas conmigo
en los selfis, —aclaro—, que si no voy a poder realizar la labor para la que
me han enviado al menos seas tú quien esté conmigo y me dejes conocer esta
ciudad, en tu compañía. Porque si no, ¡no hay trato!
—Trato hecho.
Todas esas calles tienen una magia increíble, en cada grafiti me detengo
y nos hago fotos haciendo los payasos, vamos que estamos disfrutando del
momento, veo el grafiti de Batman, de Pelé, los quise ver todos... Parezco
una niña pequeña con un juguete nuevo, el cual no quiero soltar. Por lo que
creo que vale la pena recorrer estas calles.
De golpe nuevos olores impregnan mis fosas nasales parece comida. De
tanto caminar ya tengo hambrecita y con aquellos aromas, aún más todavía, a
lo lejos observo un camión ambulante de comida mexicana.

«¿En serio? Imagino que por aquí serían cosas típicas de Brasil y no
tacos y burritos calientes.»

—¿Qué quieres? Invito yo. Bueno realmente lo hará la empresa. Pero es


un secreto.

«Será golfillo, se nota que él disfruta de cada momento vivido»

—Quiero uno de esos Tacos.


—Pónganos dos.
Cuando están listos, Tiago tira de mí para llevarme a un sitio específico.
Hay un chico que ya está preparando una de las paredes para comenzar su
lienzo. Allí justo no aparece que haya ningún banco. Observo que Tiago con
el traje de chaqueta se sienta en el suelo. Y me hace una señal con el dedo
haciendo que vaya hasta donde se encuentra él, para que me siente en el
suelo, a su lado.
—¡No! Que me ensuciaré el vestido — expreso en tono repugnante
—¿Y qué? — pregunta—. Ya se lavará…
Estoy dubitativa. No estoy acostumbrada a sentarme tal cual en el suelo
sin ningún foulard ni nada. De golpe observo como Tiago se levanta y me
obliga a sentarme en el suelo. Así que no me queda otra que claudicar.
En aquel momento, nos miramos a la vez a los ojos, y pude notar que me
está calando. Quedo impactada con esa mirada. Que consigue dejarme sin
respiración. Tiago ha conseguido que baje la guardia y todos mis escudos.
No sé cómo lo ha conseguido. Noto un magnetismo hacia él. Nunca me ha
pasado realmente con un hombre y eso me asusta.
Mientras comemos, sigo embelesada pensando en él. No lo miro porque
siento vergüenza. En mi mente recuerdo cómo va vestido con un traje negro,
con una camisa de vestir blanca, con una buena combinación de una corbata
roja. No le importa mancharse un poco la ropa.
Tiago, se encuentra sentado a mi lado; desde mi posición, me embarga su
olor, huele divinamente. Ese olor ya lo desprendió ayer en el avión. No es
una colonia especial. Si no que huele a limpio, a su gel de baño. Es un olor
peculiar. Tiago está para mojar pan con tomate.
Ya hemos acabado los tacos, puede observar cómo Tiago se levanta, e
intenta sacarse el polvo de su pantalón. Con un gesto de galantería me tendió
la mano. Me quedo mirando con la mente aturdida. Al ver que no reacciono,
Tiago se agacha, cogió mi mano y tira de mí hasta que tengo un encontronazo
contra su pecho. Ese roce hizo que se erizará mi piel. Durante lo que duro
esa fracción de segundo, solo puede relamer los labios por la sensación.
Finalmente, se mueve y tira de mí para que me ponga a su vera y continúanos
con el paseo.
Mi mente maquiavélica comienza a procesar todo lo que estoy sintiendo
por el ladrón de taxi. Mientras caminamos, vamos manteniendo el contacto
visual, ya que no hay forma de apartar la mirada de sus ojos. Pienso este
chico diría que no tiene más de treinta y cinco años a ojo de buen cubero.
Es raro, es la primera vez en toda mi vida, que siento este tipo de
atracción por un hombre. Mi cabeza, por todo este atolondramiento que
experimento, no sabe cómo reaccionar. Solamente puedo opinar que este
prototipo de hombre es… es cautivador. Puedo decir que es la clase de
hombre que hace que una mujer moje las bragas. Hasta que mi mente
calenturienta nos ve echando un pinchito como siempre dice Carol, de una
manera salvaje.

«¡Cipote[8]! ¿Qué estoy pensando? ¡Qué mente tan calenturienta tengo en


este momento! OMG»

En ese instante, suspiro lo cual consigue libérame del atolondramiento,


que me está provocando Tiago.

«¿Por qué me está pasando?? ¡Cipote, vaya mierda de atontaá que


estoy!»
Por fin consigo, que mi mente deje de dar rienda suelta a chorradas
calenturientas, ni que fuera la de Carol. Mi mente comienza a desternillarse
de la risa y en ese momento aparece una sonrisa en mi cara.
Cuando acabamos de ver todos los grafitis, me pregunta cuál era el hotel
en el que me hospedo, acompañándome hasta la puerta como un galán.

«Qué bonico que es Tiago.»

—Bueno, Paula pues hoy ha sido una negociación dura. Mañana te espero
en el vestíbulo del hotel a las once, tengo que hacer una diligencia de la
empresa. Pero a esa hora estaré aquí. ¡No te escapes! Porque puedo
averiguar en qué habitación duermes, y querer azotarte entonces… —
expresa riendo por lo último que acaba de mencionar.
—¿Qué? — Pero me dejo con la palabra en la boca. Ya me lo hizo en el
avión y ahora va y lo mismo. Como odio que me hagan esto.
Aparto de mi cabeza todo lo relacionado con Tiago, porque es pensar en
él y mi mente se perturba. Para mi sorpresa y total desconcierto es la
primera vez que me siento feliz, sin estar con mis D1v1nas.
Fui a cenar al buffet del hotel. Al acabar, subí a la habitación a hacer un
Netflix y vi un par de capítulos de Sobrenatural, me concentré en Dean y
Sam... Oh por favor que bonicos que son ambos. Hasta que quedé frita en la
cama.
Capítulo 6.

El Diablo.
Paula
Dejo a Paula en su hotel. Me hubiera gustado llevarla a mi local de
samba favorito, pero he recibido un mensaje de João que necesita ayuda
urgentemente. He quedado con él en mi apartamento para hablar.
Cuando oigo sonar el timbre, abro la puerta.
Una vez dentro, lo abrazo, observo que João tiene muy mala cara, ¿qué le
habrá pasado?
—¡Ey tío!
—¿Qué sucede tío? — pregunto dándonos un abrazo sin mariconadas.
—Pues nada que el idiota de mi padre me ha echado de su casa.
—¿Y eso por qué? — interrogo sorprendido.
— Paranoias de mi padre. Ya lo conoces. — comenta João.
Nos quedamos hablando de cosas banales. Hasta que suelto.
—¿Sabes que hoy vino la persona que debía que venir de Barcelona? —
explico.
—¿Era hoy? — pregunta sorprendido— Búa vas a tener unos días muy
aburridos dándote la chapa para que fusionéis.
—Pues no lo creo. A esta chica, la conocí en el avión. Vino sentada a mi
lado. En un principio pensé que era frívola, porque no paraba de tomar
copas de cava todo el rato. Pero al final descubrí que era porque tenía miedo
a volar. —me carcajeo por la situación—. Puedes creértelo amigo, que hubo
unas simples turbulencias, y se pensó que íbamos a caer empicados y me
contó toda su vida. Todavía me río al recordar que me explicó que recogía
su orina y se lo ponía a su jefa en el café. — me desternillo.
Entonces los dos pasamos un rato riendo por lo que acabo de mencionar.
—Incluso si tiene una amiga que es una vividora folladora, te iría genial
a ti. Que no hay forma de que encuentres a una chica. Ella solo busca sexo.
Por lo que seguramente ya te iría bien.
—Tío, ahora no tengo el cuerpo para mirar a una mujer. Después de que
mi padre me haya largado de su casa no tengo adónde ir.
—Eso es mentira. Aquí tienes un techo con dos habitaciones. Ya tienes
donde vivir.
—Tiago, ¿no tendrás intimidad? — observa apesadumbrado.
—Para lo que últimamente hago con las chicas, no la necesito. Hace
mucho que no estoy con una.
—Pero ¿Y la chica del avión? Esa, te atrae, ¿no? —pregunta.
—Pues sí la verdad. Aunque hay algo en ella, que me indica que necesita
tiempo. No es como una cualquiera que te enrollas con ella y ya está. Hoy le
he enseñado el barrio de Vila Madalena, con todos sus grafitis. Y le gustó.
—¡Me alegro! —expresa João—. Menuda cara de tonto que se pone al
hablar de ella. Eso es que te gusta y mucho.
—No que va. No quiero ningún lío de faldas, por ahora. — manifiesto,
aunque es mentira.
—¡Ya! Lo que tú digas. — dice João mofándose de mí.
—¿Pedimos unas pizzas esta noche? — propongo.
—¡Venga!
La noche estuvo bien. La paso con João jugando a la Play al juego de
Diablo II. Lo pasamos en grande matando a los malos.
Capítulo 7.
Encuentros casuales

Paula
Al día siguiente después de desayunar, salgo del hotel, necesito localizar
una tienda de ropa, pero una normal, no una de estirados.
Entonces, doy con una tienda cercana al hotel, y compro cinco vestidos,
informales. Ya que según Tiago no íbamos a trabajar, por lo que no debo
vestir demasiado profesional.
Cuando, regreso a la habitación, me siento feliz y orgullosa con las
compras. Así que me visto con un vestido y unas bambas cómodas para
caminar, ayer mis pies acabaron hechos trizas, por llevar taconazo. Recojo
mi pelo largo azabache, en un moño, porque de esa forma no me molestara
durante la jornada.
Ya es casi la hora que Tiago concretó, decido bajar al hall del hotel para
seguir conociendo la cultura de Sao Paolo.
Aun habiéndome vestido de forma casual, me siento que estoy demasiado
arreglada. Y los nervios por ver de nuevo a Tiago no ayudan. Sé que, es
estar a su lado y su mirada consigue calentarme el alma.
Pongo rumbo al hall del hotel, y consigo llevarme una grata sorpresa.
Pues es antes de la hora pactada Tiago ya se encuentra sentado en uno de los
sofás esperando mi llegada.
—Hola, Paula. — saluda al verme.
Me fijo que hoy él tampoco va vestido formal, lleva una camiseta y unos
jeans. Tiago es Mulatito, pero es un hombre seguro de sí mismo, y si ayer
estaba tremendo, hoy está para mojar pan con tomate. Al final como siga así
de bonico, va a conseguir que lo coma mejor.

«¡Ay, virgencita que estoy pensando!, desde que he conocido a Tiago mi


mente está cada día más calenturienta».

—Hola, Tiago. ¿Hoy qué haremos? — pregunto y él planta dos besos.


—¿Vamos? —contesta con evasivas.
Le sigo por las puertas giratorias del hotel, reflexionando nuevamente en
que debo controlar mi mente encendida, ya que Tiago es un cliente para mí.
Uno de los requisitos en mi empresa es que no se permiten las relaciones de
ningún tipo extra-laboral ni con compañeros y menos aún con clientes
Observo que señala un coche que está aparcado en doble fila cerca de la
entrada al hotel. Es un Ford Focus último modelo, de color rojo.

«Si hubiera un toro por aquí nos estaría empotrando directamente»


pienso. Dios porque no paro de pensar en empotrármelo.

—Pensé que vendrías con taconazo y no te apetecería andar tanto. —


comenta en un tono conciliador.
—Pues ya ves que te has equivocado. —explico con sorna.
Entonces nos dirigimos hacia su coche, y con galantería abre la puerta del
copiloto para que entre.

Mientras mira cómo me abrocho el cinturón sonríe


—¿Has dormido bien esta noche? — pregunta.
Esa pregunta consigue pillarme por sorpresa. No estoy acostumbrada que
un hombre le interese cómo estoy, pero me gusta esa deferencia hacia mi
persona.
Hoy es la tercera vez que tengo el placer de disfrutar de su compañía.
—Sí, estupendamente, me quedé dormida viendo una serie.
—¿Cuál?
—Sobrenatural. Voy por la temporada 4 capítulo 3.
—Hablas de los hermanos Winchester, son la caña. Aunque sinceramente
deberían de parar de intentar salvarse cada vez la lían más…
No puedo más y empiezo a reír sin parar.
—¿He dicho algo gracioso? — pregunta sin comprender que me estoy
riendo.
—Es que la relación de Dean y Sam es increíble. No pueden dejar
marchar al otro y han de hacer lo increíble para que estar juntos... Si no se
intentan proteger el uno al otro no valdría la pena la serie. Además, los dos
protas están tremendos. ¡Quien los pillará!

«Cipote, ¿he dicho eso?»

—Por cierto, ¿eres de Barcelona?


—Sí y no. Yo vivía en un pueblecito de Sevilla, Andalucía cuando nos
trasladamos a Barcelona cuando yo tenía trece años. Llevo más de la mitad
de mi vida en Barcelona, pero el salero y mis expresiones sevillanas, no me
las quita ni Dios.
—¿Lo echas de menos? — prosigue con el interrogatorio.
—Lo único que echo de menos es el aire limpio de mi tierra. —sonrío—.
Aunque me costó acostumbrarme a la ciudad. Sin embargo, si no hubiera
sido por Carol y Dianne. Mi vida hubiera sido un infierno en Barcelona.
Ellas me acogieron como una más. —afirmo—. Son mis mejores amigas, son
más que eso, ellas son como las hermanas que nunca tuve. — Como
agradezco aquellos momentos, y la piña que hicimos cuando éramos unas
enanas.
—Pues el otro día, las pusiste finas… —comenta con una sonrisa ladina.
—Bueno les tengo cierta envidia. Han tenido sus problemas, pero eso no
les impide seguir adelante. Yo en cambio a pesar de intentarlo no levanto
cabeza.
—¿Qué te pasó? —pregunta.
—Es algo personal y no me gusta recordarlo. — explico para que no
indague en el tema
—¿Fue muy malo? —insiste.
—Mucho—afirmo
El resto del trayecto, lo pasamos en silencio, que preguntara: ¿qué pasó?
Provoco que los sucesos en los que siempre intento no pensar volvieran a
mí. Creo que se percata, porque mi cara cambia a compungida.
Aparca el coche en un parking de la zona y propone ir a uno de los
parques más populares de Sao Paolo, llamado Parque Ibirapuera. Informa
que no lo acabaremos porque es muy grande y tiene reserva para comer a las
catorce horas. Tenemos dos horas para pasear por el parque. Los museos ya
iríamos en otro momento.
Nos hacemos muchos selfies con mi móvil. Estos momentos los voy a
atesorar.
Encantada con el paseo llegamos frente a uno de los lagos, al llegar allí
comenta la posibilidad de sentarnos en la zona de césped y admirar la
belleza. La situación me embarga. El poder disfrutar de aquel instante. El no
tener prisa. El no pensar en el trabajo. Por lo que me estiro y me quedo
hipnotizada mirando a las nubes. El momento en que me encuentro, es un
estado de calma, es lo que estoy experimentando. Siento relajación y
plenitud en este mi corazón.
Estos dos días están siendo un bálsamo para mi espíritu. Desde que era niña
no he conseguido experimentar este reposo, esta apacibilidad… Por esta
razón, disfruto del momento de la serenidad…
De repente, suena el móvil. Me desperezo y voy a ver quién es. Se trata
de un WhatsApp de audio Carol

Caroloca: Buenas, buenaaaaaaasssss, aquí tu hembra al aparato. Solo


contacto contigo para saber qué tal va la fusión de tu empresa. ¿Ah? Ya
llevas dos días allí. Por lo que cabe decir, anoche debiste salir y encontrar
a un maromo brasileño que te echará un pinchito a lo salvaje…
Comienza a gesticular como si estuviera dándose besos con otra persona.
¡Ay diosito! Lo que hay que oír de labios de esta loca.
Observo la cara de Tiago y se está riendo con la alocada de mi amiga y
yo lo sigo. Que bien sientan estas risas
Entonces vuelve a entrar otro audio.
Caroloca: no estás contestando, eso quiere decir que te quedaste
anoche en la habitación, muy mal. Eres una niña muy mala. Cuando
vuelvas a Barcelona tendré que darte con mi látigo, para que aprendas a
hacer lo que te dicen tus mayores. Y lo que dijimos Dianne y Yo el lunes,
era que no te pasarás el día en la habitación, fuera del horario de curro.
Como esta noche me entere yo que la pasas en la habitación netflixeando a
tu vuelta tendrás doble castigo. ¿Ah? Esta noche móntatelo con un
bomboncito autóctono. ¡Dios solo de pensarlo ya estoy mojada!

Entonces, lo miro y al oír dicho audio, los dos no podemos parar de reír.
De hecho, se me están cayendo las lágrimas.
De golpe Tiago, sustrae de mis manos mi móvil y se pone a enviarle un
audio a Carol.

Yo: Hola, Carol, un placer conocerte por audio. Eres un encanto. Tu


hembra está muy bien. Ayer no la saqué de paseo porque creí que estaría
agotada. La tuve todo el día haciendo de turista. Consideré que era mejor
dejarla descansar. Hoy no ha ido a la oficina. Está paseando conmigo.
Está noche si se deja la llevaré a Bailar Samba. Allí si ella quiere puede
encontrar a algún brasileño que la monte.

Caroloca: Uy cabrona sí que te ha cambiado la voz… ahora irás a


decirme mejor las cosas marranas. Jajajajaja. Fuera de coña ¿Y tú quién
eres?

Yo: Soy el jefe de la otra empresa. Bonita cuando quieras vienes y te


como mejor…
Caroloca: Pues no la dejes trabajar mucho, tiene que aprender a vivir,
que la vida son dos días. Te hago una proposición indecente… Hazte de
rogar, no aceptes la fusión al momento. Sé un niño travieso y reprocharle
cada argumento que te dé.

«Será cabrona la tía, no va y le dice que me lo ponga difícil»

Yo: tranquila que esa era la intención, porque por lo que he podido
comprobar le hace falta relajarse, tiene demasiada tensión acumulada. Yo
no acepto ningún contrato ni fusiones con gente en tensión. Ese es uno de
mis lemas. O se destensa o la destenso yo.

Caroloca: pues chico te autorizo a que entonces le des con el látigo por
mí. ¿Ah? Y si es necesario échate un pinchito, dale a lo salvaje… Hasta
luego Lucas.

Estoy atónita, perdona, están hablando de mí y yo delante. Tiago ha sido


medianamente correcto. Pero telita con Carol. Cuando la vea, ¡la mato! La
descuartizaré y tiraré su cuerpo al mar rollo Dexter, para que se la coman los
tiburones.
—Tengo una duda sobre una de las cosas que ha comentado tu amiga,
¿qué es echar un pinchito?
Entonces no puedo más que troncharme de la risa, no puedo más.
—¿Cuál es el chiste? — no consigo parar de reír, — en serio, ¿dime cuál
es el chiste?
Lo veo tan, pero tan serio que no puedo controlarme, tengo un ataque de
risa.
—Te lo cuento, pero no te rías de mí. —comento todavía riendo. — para
ella echar un pinchito quiere decir tener sexo.
—Sí que es pervertida tu amiga. ¿Esta es la vividora folladora?
—Sí. —confirmo.
—Tiene gracia tu amiga. Le iría bien a mi amigo João.
—Carol, es un alma libre. No ha habido hombre que la consiga hacer
sentar la cabeza. Pero dejemos de hablar de Carol. Cuéntame algo sobre ti.
Por ejemplo, ¿qué edad tienes? Porque creo que eres de mi quinta, pero ya
estás de jefazo en una empresa. Eso es estar muy bien
—¿Cuántos años me echas? — contesta con evasivas
—Máximo unos treinta y dos.
—Eeeeccccc error. ¡Joder! ¿Qué tan viejo parezco?
—¿Treinta?
—Eeeecccc error. Te estás acercando.
—¿Veintiocho?
—¡Bingo!
Después de la intromisión de Carol, aún me siento más relajada. Verle tan
relajado a mi lado, es increíble. Tiago llama mi atención de una forma que
ningún hombre ha atraído nunca de esta manera. Tengo ganas de hacer algo
inesperado, sin embargo, reprimo ese pequeño impulso por tocarlo. Todo de
él, desprende atracción, ya sea como el hombre de negocios que vi ayer o
como el hombre que estoy conociendo ahora.
El estar tan cerca el uno del otro, produce un hormigueo en mi piel. El
hechizo es demasiado poderoso para resistirme a él. Parece un imán que me
estuviera atrayendo hacia él
—¿Te está gustando este parque? — pregunta despertando de mi
ensueño.
—¡Si! Está siendo un día fantástico. Antes del audio de Carol he
conseguido realmente quedar en paz y armonía, ser uno con la naturaleza.
—Me alegra escucharlo. — comenta poniéndose de pie. — venga arriba
que nos vamos a comer. —Me da las dos manos para ayudarme a levantarme
y tira de mí, pegando su cuerpo al mío.
Esa fracción de segundo que estuve tan cerca del cuerpo de Tiago, puedo
inspirar su aroma de nuevo, intento que su proximidad no me desconcentrará.
¡Pero lo hizo! Mis pensamientos se desmelenan y fantasean con su cuerpo sin
ropa, incluso en esa fracción de segundo mi mente piensa en como la tendría,
si estaría bien dotado.
—¡Vamos! O llegaremos tarde al restaurante. — indica.
Me siento extraña, como cuando era una niña y me quitaban mi juguete
favorito.
En ese momento, Tiago acerca su mano a mi parte dorsal y dirigiendo mi
paso hacia donde se encuentra el coche aparcado.
Capitulo. 8.
La enfermedad

Tiago
Desde que la vi en ese avión, Paula llamó mi atención, y ahora pasando
tiempo juntos más aún... En cada acercamiento que hemos tenido, he
comprobado que ella no ha hecho nada que implique que le gusto. Sí que sé
que la pongo nerviosa.
Pero ella es la única mujer que he comprobado que no sería capaz de
tirarse a mis brazos sin pensarlo. Por ese motivo, ayer le propuse enseñarle
la ciudad yo mismo. Sí, sé que mentí anoche a João, no soy capaz de sacarla
de mi cabeza.
Cuando sale del ascensor, ya huelo su fragancia. Y al verla a lo lejos ya
consigue que sonría como un tonto.
‹‹Su olor, su cercanía, su forma de mirarme… ››suspiro.
La manera de ser de Paula me atrae, aunque creo que se contiene, que me
está evitando por alguna razón.
Noto la impaciencia crecer en mi interior por volver a verla y esa
situación logra sorprenderme. Al divisarla a lo lejos me sorprende notarla
más relajada que ayer. Lleva un vestido y unas bambas.
La di dos castos besos en sus mejillas cuando nos saludamos. Noto como
Paula se estremece ante mi contacto
¡Maravilloso!
Hechizado por ese roce mi mente empieza a enumerar anhelos, como la
necesidad de poseerla, de saborear todo su cuerpo.
«Pero ¿por qué me ocurre esto con Paula? No sé porque extraña razón no
quiero apartarme de ella.»
Cuando estamos en el parque, ella se relaja. Yo no puedo parar de pensar
en las cosas que podríamos hacer juntos.
En el momento en que su amiga le envía esos mensajes y le quito el móvil
de las manos para contestar. La escucho resoplar. Esa actitud me resulta
graciosa, la verdad. Mientras hablo con la tal Carol, la sigo con mi mirada.
Su cara es de enfado, me recuerda a mi madre cuando se enfada. Lógico, las
dos son españolas.
Se aproxima la hora que tengo reservada para la comida. Nos
encaminamos hacia el coche.
Otra vez en el interior de mi coche, Paula está en silencio. No está
comunicativa. Para romper el mutismo, pongo la radio del coche.
Llegamos al restaurante Coco Bambú JK, ya que es acogedor y allí se
come muy bien.
El camarero nos lleva a la mesa que tengo reservada, con galantería le
retiro la silla para que se siente. Observo como ella mira todo el restaurante
con curiosidad.
Le pido al camarero dos Walls y para comer camarones al coñac y pulpo
para compartir entre los dos.
Cuando el camarero nos trae todo, me quedo ensimismado viendo como
Paula lo prueba.
—¿Te gusta? — pregunto dubitativo
—Sí, está todo tremendo. Gracias por la invitación — expresa con
agradecimiento.
Me alegra oír que he acertado con la comida. No sé porque tengo la
necesidad de que cualquier cosa que haga o la invite, le guste.
Hablamos de la universidad, ella me explica cómo quiere a sus dos
amigas. Y yo la escucho. La miro boquiabierto. Considero que esta mujer va
a ser mi perdición.
Por la noche la llevaré al local de samba como le prometí a Carol por
WhatsApp. Así que supongo que esta tarde la dejaré descansar y esta noche
la volveré a recoger.
Capítulo 9.
Taller de chapa y pintura

Paula
Al terminar de comer, me trae de vuelta al hotel.
—Descansa, Paula. Te recojo a las ocho y media de la noche, e iremos a
un local de Samba. Allí encontraremos a mis amigos. No cenes allí puedes
comer lo que quieras.
Esa tarde, echo la siesta, me doy un baño de espuma relajante.
Ya he pasado por mi taller de chapa y pintura. Me miro al espejo y con
este vestido me veo alucinante. Según Carol, así vestida rompería algún
corazón.
Por lo que me hago un selfi y paso mi foto al grupo de mis D1v1nas, para
que vean que hoy voy de devoradora.
Paso la foto de lo sensacional que estoy en este momento.
Una vez preparada para la ocasión.
Al bajar al hall, antes de la hora, cuál es mi sorpresa, que Tiago ya se
encuentra allí, de nuevo con antelación. Subimos de nuevo en su coche, pero
le trayecto lo realizamos en silencio. Yo estoy nerviosa porque voy a
conocer a los amigos de Tiago.
Observo que el local es el Bar Samba, que se encuentra en R. Fradique
Coutinho.
—El local es muy conocido por su buena música, no te defraudara. —
comenta Tiago.
Aunque llegamos pronto, el local se empieza a animar cerca de las once
de la noche. La gente rápidamente sale a la pista a bailar y a cantar sambas.
Tiago y yo nos sentamos en una mesa grande, ya que vienen también sus
amigos. Pero no quiso esperarlos porque suelen ser unos impuntuales y tiene
hambre.
El camarero se acerca, y no entiendo ni torta.
—Comenta, ¿qué quieres cenar?
—No entiendo ni torta, lo que pone en la carta. —Cambio mi expresión y
pongo ojos del Gato de Sherk—. Sorpréndeme.
Comienza a hablar con el camarero, pero no entiendo ni la mitad de lo
que ha comentado.
— Cuando hayamos cenado, podemos ir a bailar y los chicos y yo te
enseñaremos a bailar la samba—afirma jocoso.
—¿En serio? —pregunto—. Yo es que no se moverme demasiado.
—Tranquila, tendrás muchos profesores donde elegir. — Pone mirada
picarona

«El que me gustaría eres tú, pero no puedo»

Nos sirven dos platos y dos copas.


Me encanta el hecho de que haya pedido por mí. Era la primera vez que
dejo que un hombre tenga el control…
—¿Preparada para probar los dos platos? Los pondré en medio para que
pruebes dos sabores. De beber pido Caipiriña. —comenta.
—¡Si! — manifiesto.
Me insta a que fuera yo la primera en probar cada plato. Y diga que me
parecen los platos que ha pedido.
—Mmmmm que rico.
—Esto es galinhada es un plato tradicional. Es un delicioso guiso hecho
con arroz y pollo. Este plato se suele hacer en reuniones familiares. Lo he
pedido porque mi madre siempre me lo hacía cuando vivíamos juntos. Este
otro es Vatapa, es otro guiso brasileño que tenemos, está cocinado con
camarones. Su textura es cremosa y es un plato delicioso acompañado con
arroz.
Cuando terminamos de comer, empezaron a llegar sus amigos. El primero
fue João, al rato André y por último Sebastião.
Nunca he visto bailar samba antes en directo y me impresiona el
ambiente tan íntimo. Según me voy acercando a la pista de baile, estoy
aterrada, ante la sola idea de probar mi ignorancia bailonga en la samba,
frente a bailarines muy cualificados. Me estoy fijando, que hay más personas
como yo que tampoco tienen un gran conocimiento con el baile de la samba,
en mi caso es nulo.

El local comienza a estar lleno de gente feliz y de buen humor y nadie


parece darse cuenta de que en mi caso no tengo ni idea de qué hacer con mis
pies.

Los cuatros proponen que vayan a bailar, yo hago un gesto de negación


con la cabeza, pero Tiago tira de mí, a este chico no puedo negarle nada.
João, Sebastião y André, están a mi lado intentando enseñarme algunos
pasos de samba, cuesta conseguirlo, sin embargo, logro pillar varios pasos
sencillos.
Continúo en la pista bailando con los tres amigos. Busco a Tiago por la
sala, finalmente lo encuentro en la barra mirando, se ha desbancado y ha
dejado paso a sus amigos para que estén conmigo, vamos de niñeras,
mientras tanto él se encuentra hablando con otra chica, una rubia, con buen
cuerpo de ojos azules y encima tiene su mano en su espalda.
Tras esa visión, tengo sentimientos encontrados, estoy cabreada, lo veo
hablando con esa pelandrusca y lo veo sonreír como me ha sonreído estos
días a mí. Se está cachondeando de mí. Solo me trajo por la promesa que le
hizo a Carol que hoy me sacaría y tendría posibilidad de conocer a más
gente por si me lo quería montar.
En ese instante, sale en mí la bruja que llevo dentro, aquella que pone
pipi al café. Me aproximo a André, le sujeto por la camisa, lo atraigo hacia
mí y lo beso. Lo hago con rabia, dentro de mi alma siento furia, porque con
quien yo quiero estar bailando es con Tiago y no con sus tres amigos.
Obviamente, el atontao del André no me rechaza, mira que los hombres
pueden llegar a ser facilones.
Mientras el beso continúa, únicamente puedo pensar que los hombres
están apollardaos. Porque Tiago se porta bien conmigo para luego darme de
lado. Tan pronto como se separa me suelto de André.
«Ala la Carol podrá estar contenta. Ya le metí a un hombre la lengua
hasta la campanilla», pienso

—Os dejo un momento, voy al servicio.


Al salir del excusado, no tengo ganas de más fiesta, estoy majarón[9]. No
quiero a ningún tío a mi lado en este momento. Por lo que voy al guardarropa
recojo mis cosas, salgo de la sala y allí mismo veo pasar un taxi, le enseño
la tarjeta del hotel diciendo que quería ir allí.
Si el taxista me hizo la ruta turística por Sao Paolo, no tengo ni idea. Pero
ahora mismo me da lo mismo. Quiero llegar a la habitación para lamerme las
heridas.
Al llegar al hotel, bajo del taxi, Tiago me envía un mensaje.
Capítulo 10.
La Sorpresa.

Tiago
La vuelvo a ver, esta preciosa, lleva un vestido muy sexy.
La observo nerviosa, por mi presencia. Me encanta el perfume que
desprende.
No lo puedo negar más, Paula me gusta.
Sé que esta mujer tiene algún problema, por lo que comentó en el avión,
así que intento reprimir mis ansias, por hacerla mía.
Por lo que nos dirigimos hacia el local.
Una vez allí, Pido cosas que realmente creo que le van a gustar. Me
apasiona ver cómo cambia su cara al notar como prueba la comida que he
escogido.
Mi corazón se acelera al oírla hablar de cómo le encanta comer.
Mis amigos hacen la aparición, por fin. Le decimos de ir a bailar y la
enseñamos. Estamos los cuatro a su alrededor.
Está preciosa, tentadora con ese vestido. Noto que sobro, mis amigos
están todos intentando que aprenda a bailar y yo me desbanco.
En la barra veo a mi prima y me pongo a hablar con ella, pido una copa.
Observo a Paula besarse con André.
Sorprendido por lo que acaba de hacer, me quedo de piedra, creía que le
gustaba.
Ese beso acaba de partirme todos los esquemas. La veo que se separa de
mi amigo y se dirige hacia el baño. En cuanto salga tengo la necesidad de
hablar con ella.
Paciente, espero que salga, pero no vuelve, pienso en entrar al servicio
de chicas o no. Al final entro y no la encuentro.
Al salir del lavabo salgo con la cara descompuesta. Sin saber que hacer
voy hasta donde están los chicos.
—¿Habéis visto a Paula? —pregunto nervioso
André se apresura a contestar.
—¿Tu amiga? Tío no veas como besa esa mujer.
Según comenta esto, le doy un puñetazo en toda la nariz. Cabreado, no
quiero discutir.
—Desde que se fue al lavabo no sabemos nada de ella— comenta un
João preocupado por mí.
A continuación, camino hacia la salida de la sala, malhumorado.
Le escribo unos WhatsApp, y me contesta que está en el hotel.
Ya en la calle, voy a donde aparqué mi coche y decidido me dirijo hacia
el hotel de Paula. No puedo parar de pensar en esa morena tímida, que me ha
sacado de mis casillas besando a mi amigo.
Capítulo 11.
La verdad

Paula.

Pienso en cómo ha ido la noche, y ha sido una mierda. El inicio ha sido


alucinante. Pero desde que llegaron sus amigos, me sentí desplazada. Yo
quería bailar con él. No con los atontaos de sus amigos.
Comienzo por quitarme el maldito vestido, quería verme guapa a los ojos
de Tiago y me he sentido poco valorada. Tal cual sale de mi cuerpo lo tiro a
la basura de la habitación. Las lágrimas empiezan a caer sobre mis mejillas.
Decido ponerme mi pijama de camiseta y pantalón de Bunny de Pooh.
Para no verme la cara manchada, comienzo a desmaquillar el primer ojo,
cuando oigo golpear mi puerta. Voy a medio desmaquillar, echa un nervio,
cuando abro la puerta.
—¿Quién mierdas toca los cojones a estas horas? — ladro
Ante mí se encuentra Tiago, con un semblante colérico.
—¿Por qué te marchaste sin esperarte a que te llevara? Habíamos venido
juntos. Aunque le metieras la lengua a André hasta la campanilla. — me
regaña.
—¿De qué te quejas? —reclamo—. Si tú estabas muy bien acompañado.
Tengo mi más certera percepción que hay otras féminas que te querrán en su
habitación. Ya sabes que hacer, corre detrás de la rubia de bote
despampanante, o cualquiera de las mujeres de aquella sala, ya te digo que
cualquier desearía estar contigo esta noche. No sé para qué has venido, si ya
te he dicho que estaba en mi habitación. — grito colérica.
Entre nosotros después de todo lo que hemos mencionado hay mucha
tensión acumulada. Lo miro con ojos encolerizados. No estoy dispuesta a
caer en sus redes, por mucho que tenga está atracción sorprendente por él.
—¿Has llorado? — pregunta.
Resoplo. Menuda bronca vamos a tener.
—¡Y a ti que te importa! —manifiesto como si no me importara su
presencia en mi habitación.
Entonces veo que empuja la puerta y entra de malas formas. No muevo un
ápice de mi cuerpo y me enfurruño y pongo los brazos cruzados.
—¿Qué has venido buscando Señor De Carvalho? — pregunto en tono
apático.
—Te dije que me llamarás Tiago. —expresa.
— ¿Quieres salir de mi habitación por las buenas o llamaré a los de
seguridad Señor De Carvalho? No eres nadie para irrumpir en mi habitación
sin ser invitado. — comento furiosa.
Oigo que comienza a hablar en otra lengua. Seguro que se estaba
acordando de toda mi familia. Por si acaso ‹‹tú más››. Pienso
—Estaba preocupado, Paula. —expresa con preocupación
—¿Y?
—¿Estás celosa? — pregunta.

«No tengo el chichi para farolillos en este momento»

—No estoy de humor para hablar de chorradas. —comento colérica


—Yo puedo conseguir que estés de mejor humor, si me dejas. —afirma.
—No me interesa tenerte con el calentón de la rubia de bote. — ladro
intentando que mis palabras consigan el efecto que se marche de mi
habitación. Pero ni con esas se marcha.
—Paula, no mientas. Sé que te gusto. — afirma.
—¿Te has metido algo? —pregunto—. En el rato que me dejaste con tus
niñeras para irte con la rubia de bote. — le grito.
Se acerca, poniéndose a un milímetro de mí.
—Sientes algún tipo de atracción hacia mí. Lo he notado. Yo siento lo
mismo.
—¿Y qué me atraigas? Supongo que tienes a todas las mujeres
comiendo de tu mano. —suelto sin filtros.
—Creo que la atracción que sientes es…— le corto.
—Crees que por esa atracción —hago gestos de comillas. — ¿Vas a
meterte en este momento en mi cama?
Noto como se aproxima más a mí, coge mi mano y la pone en su paquete.
—Esto es por ti, no por la rubia.
—No me interesa. — intento soltar su agarre.
—Discutámoslo. — retrocedo.
—Tiago, lárgate. — suelto sin más
—Sí tocará dentro de tus bragas, seguro que estarías empapada. —
expresa sin filtros.
Tiago, se separa de mí, y se dirige al minibar.
—Ven siéntate en la cama, tomemos algo, y hablemos.
—No, gracias, ya bebí suficiente. Déjame tengo que dormir y mañana iré
a tu empresa a renunciar. Mañana llamaré a la mía que no hay fusión porque
no hay forma de hablar seriamente contigo. — manifiesto porque es
imposible tener una conversación seria con él.
—¡Siéntate! Quieres resolver el tema de la fusión, habla conmigo y
después explícame todo lo que ayer no quise escuchar y si es viable ahora
mismo lo firmo.
—¿Qué? — Estoy flipando en colores. — ¿Crees que las cosas se
resuelven así?
Como sigo en plan estatua refunfuñando. Observo como se acerca a mí y
me sujeta en volandas y sentándome a los pies de la cama. Yo intento luchar
para que me deje en paz, pataleo como una niña pequeña.
—Ya es momento de que hablemos. La rubia de bote que has mencionado
es mi prima.
—¿Qué? — cuestiono intentando poner espacio entre nosotros.
Me pongo en pie. Para alejar nuestros cuerpos todo los posible. Tiago,
me sujeta por la mano.
—¿Ya hemos terminado? — interrogo.
Por lo que tira de mí, para qué me vuelva a sentar en la cama.
—No hemos terminado. ¿Por qué lo besaste? ¿Y luego te marchaste sola?
Comienzo a estar más encolerizada, y a la vez vulnerable por su
presencia.
No sé qué contestar. Mi humor se había desvanecido cuando vi a la rubia
de bote y resulta que era su prima. Al no recibir una pronta respuesta, los
ojos de Tiago cada vez están más coléricos.
—Contéstame y mi actitud déspota desaparecerá. — grita.
—Ahora mismo no quiero que hagas una mierda. Yo vine a este país a
trabajar. No a disfrutar de unas puñeteras vacaciones. —grito fuera de mis
casillas, levantándome y alejándome de él.
Se acerca y aprisiona mi cuerpo contra la pared, sujetándome por las
muñecas para que no pudiera moverme lo más mínimo. En ese momento, en
vez de miedo por estar en esa situación descontrolada, siento lujuria por
Tiago. Noto como mi voluntad empieza a flaquear. Supongo que noto como
mi cuerpo se contrae con su roce.

«¿Cómo este hombre puede ponerme de cero a cien en tan solo un


segundo?»

Lo estoy deseando, pero en esa situación está estimulando la parte más


salvaje de mí. Está despertando del letargo a la Paula que no he permitido
que saliera, porque no quiero volver a sentir aquel dolor de cuando era
pequeña.
Además, no puedo tener un encuentro con él, está prohibido por contrato.
Si dejo volar la lujuria que siento en ese preciso instante me voy a joder la
vida entera.
—Sé que ocultas algo, te hicieron daño, mucho daño. — roza mi oreja
con sus labios. Este gesto provoca que me estremezca. — Por tu mirada,
debió de ser horroroso. — Estamos tan cerca que me cuesta respirar.
Una de las manos que me está sujetando las muñecas, abandona la
sujeción y luego la otra, y las pone sobre mis caderas.
—¡Deja ya las suposiciones Tiago! — exclamo.
En ese momento, desearía que me besara. No iba a ser yo la que diera el
paso. Y más cuando sé que esa situación no me convenia a nivel laboral.
Suspire y apoye mi cabeza en la pared.
—Tiago, será mejor que te marches. — expreso con desolación.
—Que bien, ya dejé de ser el Sr. De Carvalho, esto ya es un gran paso.
—¡Márchate! Por favor. — ruego.
Decepcionada porque la situación no va a más, sigue sujetando mis
caderas. Sus ojos clavados en los míos con una mirada penetrante.
—No quiero. —Sigo temblando—. Yo… Yo… No puedo
—¿¡¿Qué?
Creo que él puede ver mi interior y sabe lo que necesito.
—¡Dime que quieres que haga y lo haré! — murmura en voz baja en mi
oreja.
¿Por qué estoy así desde que él está cerca? ¿Por qué mi cuerpo no se
mueve? ¿Por qué sigo con mi autocontrol? Cuando lo que deseo es besarlo…
Pero no quiero sentir su rechazo…
—¿Qué quieres, Paula? —cuestiona.
Aprieto mis manos y lo miro a los ojos. Somos dos potencias luchando
porque el otro reaccione. ¡Yo no quiero que pase nada! Porque eso quiere
decir que perderé mi trabajo.
Sigo temblando. ¿Qué es lo que realmente quiero? Nunca he sentido nada,
por el roce de un hombre y en cambio, con Tiago, siento todo.
Tiago me mira suplicante.
—¡Dime que es lo que quieres! — exclama.
—¿Lo que estás deseando es besarme? — le pregunto.
—¿Ahora me estás tomando el pelo?
Tardo un segundo, intentando descifrar qué es lo que está preguntándome,
y lo que realmente ansía mi corazón, lo que está implorando desde que lo
conocí. Tan pronto acepto mi reacción al respecto, digo las palabras que
necesito para que se haga realidad, sin pensar que es lo que deparará a mi
situación laboral.
—Bésame, Tiago.
Sus ojos denotan sorpresa por mis palabras.
—Bésame…— ruego.
No tengo ni idea cuál va a ser su siguiente paso.
Ante mi petición, lo percibo vacilante… A lo mejor piensa que no sería
capaz de pedir que me besara.
Me quedo quieta esperando alguna reacción por su parte.
—Bésame…— vuelvo a rogar.
Cuando acerca sus labios a los míos. Sorprendida por la acción que
acaba de realizar, quedo totalmente paralizada.
—Bésame—me ordena. —Ahora no seas mala, solo te pido un beso.
Cuando se lo he pedido yo, no ha hecho nada. Ahora quiere que yo mueva
ficha. ¡Ja! Siento ira por la pasividad ante mi ruego y su impasividad.
Lo ignoro e, intento que me deje ir, pero no es posible luchar con él,
porque sinceramente es más fuerte.
Sorprendida, por su mirada suplicante, me dejo llevar y lo beso. Él
ahonda más en ese beso. Su boca me devora con seguridad, pero a la vez
posesividad. Una mano acaricia mi cabello y con la otra se aferra a mi
cintura arrastrándome hacia su cuerpo.
Durante todo lo que dura la posesión de sus apasionados labios de los
míos, provoca que vibre cada fibra de mi cuerpo. En una fracción de
segundo nuestros cuerpos ardientes desean ahondar en la lujuria.
—Paula, creo que puedes hacerlo mejor —susurra— déjate llevar.
Esas palabras consiguen que mi cuerpo se estremezca.
—Paula, necesitas soltarte. —cuchichea—. Suéltate y disfruta del
momento.
—Tiago, ¡hazme sentir! —ruego—. ¡Hazme sentir algo! ¡Ayúdame a que
desaparezca el frío que siento en mi interior!! ¡Hazme…!
Tiago vuelve a besarme. Su boca presiona la mía de manera
devastadora… Estoy notando como ese beso consigue estimularme y
ocasionando que mi cuerpo reaccione por primera vez en cuestión de
segundos. Tiago profundiza el beso agresivamente. Como sus labios asedian
mi boca como si esta fuera una ciudad por conquistar sin darle tregua.
Yo no espero notar todas estas sensaciones tan solo con un beso de Tiago.
Le he pedido que me haga sentir, en ningún momento esperaba esa reacción
en cadena, por los labios de Tiago. ¡Es sorprendente!
Respondo con pasión al beso que Tiago se está marcando conmigo. Justo
en ese instante me entran ganas de comérmelo enterito como si fuera un
helado. Mi piel se eriza, mi clítoris clama por recibir sus atenciones.
Cuando me doy cuenta ya estoy tumbada en mi cama, y él comienza a
besar mi cuello y con una mano acaricia mi pecho por dentro del pijama.
—Paula, menos mal que no trabajas en mi empresa. —murmura en mi
oreja. — No podría trabajar en ningún momento.
Apollardaa por la confesión, separo mis piernas, ya que clamo por ser
acariciada.
—No pares, por favor… —imploro tras comenzar a besar su cuello.
Inhalo su perfume, ese que tanto me atrae. En aquel instante puedo sentirme
en casa por primera vez en la vida.
Mi vagina esta palpitante y preparada para recibir a Tiago. Mi cuerpo
está vacío y está exigiendo que él lo llene y creo que por primera vez puedo
sentir. Abro mi boca y le doy un lametón sexual por todo su cuello
—Joder… ¡Paula! —exclama acercando su erección.
No puedo entender que mi cuerpo esté reaccionando a él, de esta manera,
por un simple beso y cuatro caricias mal contadas.
De repente, se separó de mí.
Yo quedo estupefacta, por la separación de nuestros cuerpos. Ya que yo
ya estoy jadeante, húmeda, deseosa y dispuesta a todo.
Estira de mí, para pegar nuestros cuerpos de nuevo y besarme, pero
entonces le hago la cobra.
—No. — Esta negativa es mi ramalazo. El rechazo me sobrepasa por
completo.
—Paula, sé por tu verborrea del avión que tus relaciones no han durado
demasiado, y no quiero ser uno más en esa lista. Prefiero ir paso a paso y no
correr.
Lo miro con cara qué va a arder Troya del cabreo que llevo. Tendría que
haberme resistido más, ahora ante él siento vulnerabilidad y a la vez alegría
por haber conseguido sentir. Sin embargo, ahora que sus labios ya no me
tocan vuelvo a no sentir nada.
Mi celebro va a toda pastilla, y se está haciendo miles de preguntas
¿Por qué Tiago ha parado? O que es lo peor, ¿qué no encontrará deseo en
mí? ¿Qué está significando Tiago para mí? Y ya la pregunta del año, ¿Por
qué mi cuerpo reacciona solo a él?
Considero que a todas esas preguntas sé la respuesta. Desde el preciso
instante que callejeando note la electricidad entre nosotros.
Opino que Tiago tiene razón. Siempre la ha tenido. Cuando dijo que no
estoy relajada, y cuando las dos situaciones se han unido. He podido sentir
solo con él.
—¿Estás bien?
—No. Me pones cachonda, ¿y me vas a dejar así? — reclamo.
—A ver Paula, sé que estás para que te eche un polvo. Ahora mismo te
deseo, incluso me duelen los huevos. Si no fuera por todo lo que dijiste en el
avión, ahora mismo te haría mía.
Mis piernas parecen flanes, apretando mis manos, intento huir de él, pero
me acorrala.
—Pero primero, ¿quiero saber por qué besaste a mi amigo?
—Me entró el nervio, al verte con la rubia de bote y se me fue la olla.
—¿Vamos que estabas celosa? — pregunta con retintín.
—¡Si! — confieso.
—Yo te vi muy complacida con las atenciones de mis amigos.
—Son buenos chicos, pero no me interesan en ese plano. — confirmo.
—¿Y por qué elegiste a André? —pregunta.
—El primero que pillé. Aunque al segundo de besarlo me arrepentí. Por
eso me fui, no quería seguir. No quería mirarte a la cara.
Mientras hablamos, Tiago sigue pegado a mí. Después de saber que besé
a su amigo por despecho.
—Por cierto, mañana no te puedo acompañar a visitar la ciudad, he de ir
a la empresa sí o sí. Lo siento.
Entonces suspiro y con toda tranquilidad, me besa de nuevo. Pero este
beso, me transmite dulzura.
—Debería de marcharme. — afirma.
No comprendo por qué esa aseveración, está haciendo estragos en mí.
Debería de estar contenta porque me respete. Pero tal cual estoy, mi cuerpo
clama todas sus atenciones.
Lo observo, tiene un gesto firme. Mi cuerpo se sacude por toda la
situación. Sé que esa batalla no la voy a ganar.
—Te veo el sábado, en cuanto termine el trabajo. — comenta con una
sonrisa ladina y sus labios rozan con suavidad los míos, dejándome sola y
desamparada.
Se marcha, y mi cuerpo queda con un ansia viva de ser tocado por aquel
hombre. Tal cual, parecía que se iba a convertir en mi droga. Pero él se trata
del fruto prohibido para mí.

«Mierda, pero que he hecho, a lo hecho pecho.»

Voy al lavabo a terminar de desmaquillarme. Miro mi cara en el espejo, y


sonrío al recordar cómo me había devorado la boca Tiago.
No tengo sueño, lo que ha sucedido en esa habitación me ha desvelado.
Por lo que cojo el portátil y continúo con la serie Sobrenatural, con mis
Winchester.
En ese momento, yo sigo con mi calentón, entonces dirigiéndome hacia mi
maleta cojo mi vibrador. Cuando voy a ponerme a jugar, recibo un mensaje.
Entonces inicio mi juego con mi AP, comienzo a sentir placer, y gimo. Así
que aumento la velocidad, acariciándolo entre mi envergadura. Continúo
estimulándome, disfrutando cada roce cada arqueo obnubilada por mi propio
placer... Ese momento hago algo que no he hecho nunca, pensar en un hombre
mientras juego con mi AP, y en Tiago ¡Qué hombre!
Segundos más tarde mi cuerpo se arquea en la cama, saliendo por mi
boca unos gemidos muy elevados. En el momento que llega mi anhelado
orgasmo… Me quedo laxa sobre el colchón satisfecha.
Mi respiración queda acelerada por el momento. Solo opino que, si no se
hubiera ido, nuestra noche hubiera sido apoteósica.

«Ay, virgencita, no sé qué me ha pasado con Tiago, pero si dejo que la


situación siga, creo que perderé la cordura por él.»
CAPÍTULO 12.
La llamada

Tiago
Estoy hipercabreado, por ello fui hasta su habitación para que
habláramos, mientras voy conduciendo en dirección hacia su hotel, me dije
muchas cosas a mí mismo. Como por ejemplo porque me aparté de Paula si
lo que yo quiero es estar con ella.
Entonces, me convencí de que no queda de otra que ir en su búsqueda,
para hablar. Yo que nunca seguía a una mujer.
Pero, el influjo de esta mujer me dejo Knock out. Mi problema es que he
esperado demasiado. La miré demasiado, desde la perspectiva de la barra
yo la admiré, porque ella parece una diosa con ese vestido que lleva puesto
esta noche.
Una vez en su habitación, discutimos y mucho. Paula es un buen hueso
duro de roer.
Sin embargo, con ese beso mi polla despierta, la veo disfrutando del beso
que nos estamos dando. Le acaricio su pelo y luego voy bajando hasta llegar
a sus tetas. Ahondo más en el beso y mi lengua baila con la suya. La noto
cómo va palpando por mi pantalón, percibo cómo se abre de piernas, ve
como quiere ser tomada.
Llevo tiempo sin estar con una mujer, y con Paula no quiero que, por
primera vez, sea después de un calentón por una pelea. Así que no me queda
de otra que pararla y me marcho dejándola con ganas.
Al llegar a casa, le mando unos WhatsApp, y ella me dice que va a jugar
con su consolador. Si lo sé no me habría marchado.
Una vez en mi cama, sueño con Paula, con su boca, con aquellos besos
cargados de pasión y desenfreno que sentí con ella. Mientras empiezo a
bombear mi pene hasta correrme debajo de la ducha.
A la mañana siguiente tenía que ir a trabajar. Un día repleto de reuniones,
que aburrimiento, como preferiría estar disfrutando de un momento con
Paula.
Llaman a mi teléfono, era de la clínica donde está ingresado mi padre,
me indican que mi padre tiene septicemia[10]. La chica que me llama me
comenta que lo ha cogido a tiempo, porque si llega pasar unas horas más mi
padre no lo cuenta.
Por lo que me veo obligado a dejar mis quehaceres por ir a ver a mi
querido progenitor. No me queda de otra que esperar a ver a Paula el lunes.
CAPÍTULO 13.

El encuentro.
Paula
A la mañana siguiente, me levanto tarde. La noche anterior había
trasnochado. La imagen de Tiago inunda mi mente desde que he despertado.,
Confieso que he soñado con él. Tiago me tiene trastornada. Soy consciente
que cuando estuvimos ayer en el parque tuve el impulso de besarlo, no
obstante, me retuve. No estoy segura de por qué me siento así. Pero me
siento cautivada.
¿Sería, de esta manera como Dianne se sintió cuando conoció a Eros?
Fue de esta forma como la marcó. Estoy estresada porque realmente no sé lo
que siento por él. Lo único que sé, es que me gusta pasar tiempo con él. Y
sobre todo me encantó como me comió anoche la boca, como me acarició.
Nunca un hombre había conseguido besarme desde arriba.
Estoy reflexionando, creo que él se siente igual que yo. Mejor no hacerme
ilusiones porque ya sabemos que las relaciones es como cambiarse de
bragas. Los hombres no buscan una relación duradera. No voy a hacerme
falsas esperanzas. Como dice Carol hay que disfrutar de lo que te trae la
vida, no mires al futuro.
En ese instante me viene a la cabeza una cita de la película de Kun Fu
Panda del maestro Oogway:

El ayer es historia, el mañana es un misterio


el hoy es un regalo, por eso se llama presente.

Decido que es hora de darme una ducha. Permanezco bajo el agua todo
cuanto puedo, relajándome. Quiero notar como el agua cae por mi piel.
Donde el agua me diera un poco de confianza, para tomar las riendas con
Tiago. La ducha no calma, sigo nerviosa por lo que me hace sentir estar
cerca de Tiago.
Al salir de la ducha, me pongo el albornoz y observar de nuevo la
habitación, los recuerdos de lo sucedido con Tiago la noche anterior me
embargan.
Tengo el día libre, hoy Tiago no puede estar conmigo. Hoy será un día de
relax.
Estoy indecisa de llamar a mis hembras y hablar de lo que pasó anoche.
Puedo hablar, pero no puedo mencionar lo que quería sentir, ellas no saben
que nunca he tenido un orgasmo con un hombre, que al final siempre los he
acabado fingiendo. Solo los tengo con mi AP.
Decido hacerlo más tarde, me visto y bajo al buffet a desayunar, bajo mi
Tablet para pasar el rato mientras desayuno. Me deleito con los batidos de
frutas frescas.

«¡Ay, virgencita! Qué bueno que están, a esto puedo acostumbrarme


rápido.»
Mientras voy desayunando, aprovecho el rato para leer a una de mis dos
escritoras favoritas, hoy se me antojó leer a Myra Reda, con uno de sus
primeros trabajos La Princesa de la moda, tengo que decir que es una gran
escritora. Me ha encantado como desarrolla a los personajes. Este fue su
tercer libro ya lleva trece libros ya escritos, desde que la conocí, por
primera vez en las redes sociales, con su primer libro la Fuerza del destino.
De hecho, me identifico con la historia de su cuarta novela. Lorena es como
yo, ha sufrido lo insufrible. Pero al final vio la luz, espero que yo pueda
superarlo algún día.
Subo a la habitación y continuó con el libro. Estoy enganchadísima,
aunque ya lo leí hace mucho tiempo, pero este tipo de historias siempre me
gusta volver a releerlas, cuando tengo tiempo libre como es el caso. Hasta
que no acabé la historia no paré de leer para bajar a comer.
Regreso a la habitación y enciendo el portátil y se me antoja cambiar de
serie, una donde los vampiros y los lobos predominen. Hoy toca crónicas
vampíricas, donde Elena se enamora de Steffan Salvatore y su hermano es un
malaje, Damon es un porculero[11]. Disfruto como una enana con esta serie.
Al final, cerca de las cinco de la tarde, me duermo. Sueño cuando era
pequeña, cuando todo era bonito, cuando me divertía con mis Barbies.
Cuando con un simple gesto por parte de mi madre era feliz. Sin embargo, en
aquel momento una sombra se cernió en mi sueño, intenté huir, corría y
corría; pero la sombra iba detrás de mí. Cuando ya estaba a punto de
pillarme me desperté de la pesadilla.
Son las nueve de la noche, miro por la ventana, puedo admirar el paisaje
que desprende Sao Paolo. Miro al cielo y se ve de diferentes tonalidades de
color naranja, amarillo y rosado. Cojo el móvil y hago una foto desde mi
ventana al atardecer, y otra haciendo un selfie. Esa foto la paso al grupo de
las D1v1nas.
En ese momento, sola en la habitación, me siento vacía por haber
enterrado mis secretos en la profundidad de mí misma.
Tiago, después de lo sucedido anoche, no se ha puesto en contacto
conmigo en todo el día. Me pregunto si realmente le gustaré como note por
sus besos anoche. O nada más vino porque sabe que nunca he conseguido
correrme con un hombre y tan solo soy un reto para él. Mi soledad hace que
esté escuchando el dolor del mi corazón.
El sonido del móvil hace que despierte de mi atolondramiento. Es Carol
que llama a través de una videollamada grupal. Descuelgo.
Caroloca: Buenas, buenas hembras mías.
Yo: Hola Carol
Dianne: Hola flores mías
Caroloca: Esto no puede ser, soy unas perras, la una con el jefazo y la
otra con el griego y yo aquí a dos velas.
Yo: Miarma, porque no quieres, porque tienes tu chorbo agenda, y te sale
un plan de debajo de las piedras
Dianne: Eso, que eres tú muy pendona.
Caroloca: Churris, me estáis poniendo fina filipina, cualquiera diría que
me tiro a cualquier hombre que se me pone a tiro.
Yo: Miarma, pues es lo que haces.
Dianne: Ya te digo. O ves a alguno de esos locales, que me llevaste
cuando estuve desmadrada. �� ��
Yo: Eso Carol tienes muchas opciones.
Caroloca: No sé, no me apetece pincharme hoy a un completo
desconocido.
Yo ¡Ay virgencita! ¿Qué nuestra Carol está madurando?
Caroloca: Joder tías dejarme en paz. Por cierto, Paulita, ¿qué tal con el
bomboncito?
Yo: Ya sabía yo que no me iba a escapar de tus preguntas…
Caroloca: Obvio que no. ������
Dianne: Un cotilleo, cuenta, cuenta. ¿Qué paso?
Yo: Os explico, no sé qué magia causa Tiago en mí, pero me tiene
aletargada. Anoche nos besamos, pero ¡que beso! ¡ay diosito que hombre!
Dejo mis bragas chorreando con tan solo sus besos. Todo quedo en eso. Yo
quedé con los dientes largos, tuve que utilizar a AP, para satisfacer mi deseo
que tenia de él.
Caroloca: Estoy demasiado desesperada, únicamente con tu descripción
de la situación ya estoy cachonda.
Yo: Hoy esperaba verlo, pero me dijo que tenía que estar en su empresa
y que no podía escaquearse más esta semana. Hoy llevo el día aburrida
como una ostra en la habitación.
Caroloca: ¿En serio? Que porque él no te venga a ver o sacar del hotel
no saldrás de esas cuatro paredes a disfrutar del Carnaval —expresa en tono
jocoso—. Arréglate, y sal de esa habitación.
Yo: ¿Pero yo sola? Uuuuuf que pereza. —puse ojos en blanco.
Caroloca: A ver niña, que no venga este chico no quieres decir que te
quedes metida en esas cuatro paredes. Puedes disfrutar de la noche, sin él.
Yo: Pero…
Caroloca: Ni, pero ni leches, que salgas de una vez… Te pones mona
como ayer y sal.
Yo: Vale
Caroloca: ¡Esa es mi chica!

Nos despedimos hasta otro día.


‹‹Las echo de menos, eso de tenerlas tan lejos...›› suspiro,
Asumo que tengo que salir, no es necesario salir a encontrar un hombre, a
pesar de que Carol insistiera en ello. Para Carol, es imprescindible siempre
salir de casa, yo era más una chica que prefería la tranquilidad de mi hogar,
a no ser que saliera con mis chicas.
Entonces, cojo la bolsa de ropa que había comprado ayer, el vestido que
me puse no era tan despampanante como el del día anterior, pero igualmente
me veo tremenda. Me maquillo un poco para realzar mis facciones.
Decido cenar en el local que Tiago me llevó anoche, Bar Samba.
Salgo del hotel, y tomo un taxi del que acaba de salir gente. Por lo que
aprovecho y subo y le pido al taxista que me lleve hasta el local Bar Samba.
Allí me encuentro yo, delante de la puerta del local, con un vestido bonito
de color negro hasta la rodilla, que me queda tremendamente bien, subida en
mis tacones. Con esta imagen, me siento segura de mí misma. Sé que no voy
a salir a bailar, solo he ido para cenar y mirar cómo la gente baila. Ya que no
sé bailar tan bien como ellos.
Entonces entro, y escojo una mesa un poco apartada de la pista de baile
para que nadie intente hacer que salga a bailar. El camarero se acerca, al no
saber que debo pedir en inglés le digo que me sorprenda.
El camarero trae el plato y mi caipiriña, no sé qué estoy comiendo, pero
está divino.
Empiezo a preguntarme que estará haciendo Tiago... Entonces decido
coger mi móvil y enviarle un mensaje.
Guardo el móvil en mi bolso, y decido marcharme, pero un chico me
sujeta de la mano y tira de mí en dirección a la pista. Me habla en portugués
y no entiendo ni torta. Así que prueba en inglés.
—¿Bailas? — expresa en inglés
—No, —me observa con mala cara— no sé bailar.
—Tranquila yo te enseño. —manifiesta con autosuficiencia.
—No creo.
—Soy muy buen profesor, además no está bien que estés sola en una
mesa. — Pone ojitos de pena.

«Oh por favor no puede ser.»

Entonces levanto la vista y observo a João a lo lejos


—Lo siento, ya acaban de llegar por fin mis amigos, que llegaban tarde.
— Que bien que puedo escaquearme de este tío.
Inspiro aire, y me acerco a João, le doy dos besos
—¿Qué te paso ayer? Desapareciste cuando fuiste al lavabo. — comenta
extrañado de volver a verme.
—Me sentí mal. — confieso.
Después de preguntarme que pasó ayer, comenzamos a hablar de cosas
banales, como por ejemplo que estudios tengo, cuantos años tengo y porque
había viajado a Sao Paolo y la última …
—¿Paula estás saliendo con alguien? — pregunta João.
—¡No! Pero existe alguien que me gusta y mucho. — confieso.
—Él ha movido ficha, porque si esa persona no ha hecho nada, déjame
porque estás divina, y cualquier hombre querría una mujer como tú.
Me ruborizo a consecuencia de sus palabras. Entonces tira de mi otra vez
hacia la pista de baile.

«Que manía tenían todos los hombres con que saliera a bailar esa noche»

João tuvo mucha paciencia para que consiguiera hacer varios pasos más
que el día anterior. Quise esforzarme, para que si un día tengo la oportunidad
de volver con Tiago y demostrarle mis pequeños avances.
—Paula, tengo una pregunta, si dices que no quieres nada con nadie ¿Por
qué besaste a André?
—Quería probar si sentía algo al estar con otro, pero siempre me pasa lo
mismo.
—¿Perdón?
—Por favor, no le cuentes a nadie… —suplico—. Cuando era pequeña
sucedió algo malo que me hizo no sentir nada cuando estoy con un hombre.
No sé porque extraña razón te lo he contado, eres la primera persona que he
sido capaz de contarle en una situación en calma. Ni siquiera a mis dos
mejores amigas he sido capaz de explicarlo.
Continúo intentando bailar junto a João.
—Te haces un selfi conmigo en la pista de Baile, es para demostrar a mis
amigas que esta noche salí.
—Sin problema.
En el momento, de la foto, João se hizo una foto dándome un beso en la
mejilla. Comenzamos a hacer el burro mientras nos hacemos las fotos.
Le hago una señal con la mano pidiendo un minuto. A continuación, le
envió la foto donde João me da un casto beso en la mejilla, al grupo de las
D1v1nas y aprovecho también a Tiago. Luego en la habitación contestaré a
mis perrillas y a Tiago si dijeron algo.
Sigo aplicándome para seguir las clases de João, es un chico
excepcional, me siento tan cómoda hablando con él. Que incluso podría
llegar a ser un buen amigo.
Son las cuatro de la mañana cuando mis pies ya no aguantan más.
—João, lo siento, pero mis pies ya no aguantan más con estos tacones.
Creo que me recogeré e iré ya al hotel.
—Menina, yo te acompaño. — dicen galán—. No está bien dejar a una
Dama marcharse sola.
Tomamos un taxi, hasta el hotel. Durante el trayecto de regreso.
—Paula, te puedo pedir un favor, no lo pediría si no me quedara de otra,
existiría la posibilidad de subir a tu habitación, tranquila no te haré nada,
pero es que no puedo volver a casa y Tiago está desaparecido, y estos días
atrás dormía en su casa.
Ya hemos bajado del taxi y pregunto
—¿Puedes contarme que pasó? —interrogo en tono conciliador—.
Tranquilo puedes venir conmigo.
— Te lo explico, porque antes me comentaste algo que no has contado a
nadie, y porque siento que puedo confiar en ti. — confiesa.
—Gracias.
Estamos esperando al ascensor para llegar a la planta donde está mi
habitación.
—Me encantan las mujeres como a cualquier hombre, pero también me
van los hombres. — Lo veo dudar en pronunciar, lo que creo que está
pensando—. Paula soy bisexual. Me gustan los hombres y mucho.
—Me parece bien. ¿Y tus amigos saben tu orientación? — pregunto.
—No, me da miedo al rechazo. En mi casa se supo mi orientación y mi
padre me echó como a un perro por descarrilado.
—Tienes algo en común conmigo. A mí también me da miedo a que me
rechacen si alguna vez cuento cuál es mi gran problema.
—Pues tú y yo haríamos buena camarilla. Lo intuí ayer cuando te conocí.
Puedo hacerte una pregunta.
—Dispara.
—¿El hombre por el que te sientes atraída es Tiago?
—¿Supongo que quieres la verdad? —Lo observo que asiente—. Sí. Es
la primera vez que tan solo con un simple roce me siento así con un hombre.
—Y si te gusta él, ¿Por qué ayer besaste a André? — pregunta.
—Es simple, la bruja que hay en mí, ayer cuando estaba con vosotros,
intentando aprender mis primeros pasos de samba, lo busqué y cuando lo
encontré, se estaba hablando con una rubia. Eso hizo que mi bruja interior,
esa que casi nunca sale, hiciera arder Troya por todo su cuerpo, y lo besará
en venganza. Luego me marché porque sentí vergüenza por el acto que hice.
—Lo puedo comprender. A veces podemos hacer cosas completamente
locas por llamar la atención del otro. ¿Sabes que lo conseguiste?
—¿El que? — me cuestioné.
—Que Tiago te prestará atención. Cuando desapareciste de la pista, te
fue a buscar a los lavabos de mujeres y al no encontrarte decidió ir a
buscarte al hotel. — relata cómo fue la noche al salir del local.
—¿En serio que se tomó la molestia de entrar al lavabo? —pregunto
atónita por la confesión de João
—Sí. A mí me daría vergüenza entrar. ¿Qué le diste? Nunca lo he visto
así por una chica.
—Yo nada. Hasta donde yo sé no somos nada. — explico.
—Paula, casi sin conocerme de nada, me has abierto un lugar donde
poder dormir esta noche. Gracias.
—João, gracias a ti por salvar esta noche. Había uno que era muy
cansino, dando la brasa. Si mañana lo necesitas vuelve, Tiago me comentó
que no volvería hasta la madrugada del domingo.
—Gracias. — expuso con agradecimiento—. Dormiré en esa butaca.
—¡No! Duerme conmigo en la cama. Pondremos entre nosotros un cojín,
esa cama es enorme podremos dormir juntos.
—¿Por qué el cojín? — pregunta con sorpresa.
—Nunca he sido capaz de dormir con un hombre, quiero poner una
barrera.
—Paula, ¿abusaron de ti? — interroga.
—Sí. —admito por primera vez.
¿Cómo he podido decir esto? Nunca lo había confesado. ¿Cómo lo he
podido confesar?
—Ahora comprendo, tu forma de ser tan cautelosa cuando, te tocábamos.
No hace falta que me cuentes. Imagino que no estás preparada para hablarlo.
—Imaginas bien. Nunca he podido hablar con nadie de ello. En el
momento que comienzo a intentarlo, entro en pánico. No quiero que nadie me
rechace por ese motivo. Yo no lo busqué, como decía la gente. —confieso.
—Lo entiendo. Hay gente muy mala en esta vida y por hacer daño pueden
decir cosas feas. Bueno vamos a dormir, mañana será otro día. Como te debo
una, mañana pasaremos el día juntos.
—Me parece bien. Gracias por no rechazarme. — expreso con
agradecimiento.
—Gracias a ti Paula por todo. — comenta con gratitud.
Yo me puse mi pijama en el lavabo y él se quitó los pantalones. Entonces
João y yo dormimos juntos en la misma cama, pero no revueltos.
Estoy ilusionada, es la primera noche que he conseguido dormir, si
dormir al lado de un hombre, vale sé que es bisexual, sé que le gustan tanto
las mujeres como los hombres y esa situación consigue que esté relajada.
Capítulo 14.
Pretty Woman

Paula
Al despertar por la mañana, João sigue durmiendo, yo me levanto con mi
pijama. Y voy a alcahuetear el móvil. Observo que mis d1v1nas han
contestado y Tiago.
Abro el mensaje de Tiago
Entonces abro el Whatsapp de las D1v1nas
Entonces levanto la mirada del móvil y observo como João, me está
mirando desde la cama. Parece que se está mofando de mí.
—Buenos días.
—Buenos días, João.
—¿Porque ponías esa cara? —inquiere.
—Mis amigas que son lo que no hay. ¿No te crees que les digo que estas
en mi cama y lo primero que han pensado es que tú y yo?
Lo oigo reír, es una risa sincera, esa que nace desde lo más profundo de
su ser.
—Y tendría algo de malo que tú y yo…
—No, pero que, me estaban llamando abusona porque yo tenía a dos y
Carol a ningún en este momento. Ella que es una vividora folladora. Jajaja
—Entonces lo que tiene es envidia.
Ese día es sábado, João y yo vamos a pasar el fin de semana juntos.
Me lleva de shopping, dice que tenía que cambiar mi forma de vestir
formal, para llamar más la atención de los hombres.
—João, pero lo que menos quiero es llamar la atención. No quiero que
se fijen en mí.
—Menina, ¿todavía no sabes cómo funciona los negocios?
—Incluso si cambias de modo de vestir, en tu empresa te tendrán más en
cuenta. He visto la ropa que tienes en la maleta y sinceramente no me gusta.
—Pues yo me siento cómoda.
—Pues cuando yo te vista, sí que estarás Divina.
Dicho y hecho, estuvimos toda la mañana probándome ropa. Me sentí
Julia Roberts en la película de Pretty Woman.
—La ropa que trajiste tírala. Bueno no lo hagas de momento viste delante
de Tiago con tu ropa y el día que hagas la presentación en su empresa ves de
esta guisa. Verás que todos los hombres y mujeres te miraran.
—Hay que vergüenza. — expreso ruborizada.
—Disfrutar de tu belleza, no tiene que darte vergüenza.
Llevamos todas las bolsas al hotel. Y salimos a dar un paseo para comer
por la zona.
—Menina, esta noche volvemos a ir al bar de anoche y seguimos
practicando, verás que lo acabarás pillando.
—A mí dime que te baile unas sevillanas y ahora mismo te lo hago, pero
me cuesta salirme de mi zona de confort.
—Sabes, menina creo que es lo que siempre has hecho, quedarte en esa
zona de confort, donde te sientes bien y no has conseguido disfrutar del
momento. ¡Diviértete! No pienses en el pasado, no pienses en el futuro,
piensa en el ahora, en que has pasado una mañana divina, al lado de un
hombre. —le escucho reír,
—Creo que parte de razón tienes. Sí que he tenido relaciones sexuales
con hombres después de que abusaran de mí. Pero nunca he conseguido
llegar al orgasmo. Siempre me viene a la cabeza la situación que viví.
Intento ser yo la que esté arriba porque me da miedo sentirme indefensa en
otra situación.
—Paula, antes de nada, opino que sería bueno que se lo contaras a Tiago.
—Él sabe de mi impotencia de no llegar al orgasmo. Desconoce cuál es
el motivo. Nunca he sido capaz de comentarlo antes. Siempre que lo
intentaba entraba en un ataque de pánico. Estoy contenta de que de momento
no me haya dado. Y yo estoy alucinada, porque he logrado ser capaz de
dormir por primera en una cama con un hombre, a pesar de tu orientación
sigues siendo un hombre.
—Oh, eso es un gran paso, pues esta noche y mañana si me dejas
seguiremos haciendo terapia.
—Pues claro, lo que necesites miarma.
Esa noche, volvemos al local de samba, João se encarga de pedir la
comida, oye todo está muy delicioso. Al acabar de comer, João me invita a
bailar de nuevo. Practico y por fin me sale perfecto el paso de la
sambinha[12]. Intento aprender algún paso más
—El siguiente paso que has de hacer ahora es practicar esos reflejos.
Ahora has de intentar seguir los pasos de la persona que guía, en este caso
mis pasos. Debías hacer una versión reflejada de la pareja que guía. Prueba
a seguir los pasos que hago ahora.
—Son un poquito difícil, pero lo conseguiré.
Al final de la noche los pasos que ejecuta João casi los haga a la
perfección…
Volvemos al hotel y dormimos exactamente igual, como el día anterior.
Al día siguiente, João quiso obsequiarme llevándome a un lugar por
sorpresa, se alquiló un coche por 150 reales. No es una maravilla, pero tiene
cuatro ruedas y funciona.
Al cabo de dos horas, aparca y me dice que esperara en el coche que
tiene que hacer una diligencia. Espero por veinte minutos, llego con una
mochila. Tomamos el coche de nuevo y a los cinco o diez minutos
aproximadamente.
Cuando bajamos del coche, estoy impresionada, donde estamos.
—Hemos venido a la playa a relajarnos, y a dormirla un rato.
—¡Ay virgencita de Triana! Pero como me traes a un sitio así y sin
bañador.
—Menina, tranquila está todo controlado
—No me dirás que se trata de una playa nudista. No fastidies. —comento
con mis ojos fuera de órbitas.
—Tranquila, en la mochila tenemos todo lo que necesitamos. —De allí
saca un bikini de los más sexy y rojo—. Póntelo dentro del coche que no se
te ve nada.
—Vale. —Cuando salgo con el bikini y el pareo que me ha acertado en la
talla.
—¡Hazte una foto, y mándasela a Tiago! — comenta para provocarle—.
Que vea lo que se está perdiendo. —apunta en tono humor.
Me hace una foto de cuerpo entero, no se la mando a Tiago que me da
vergüenza que me vea de esta guisa. A quien si la envió es a mis niñas que
tanto quiero. Que vean que estoy disfrutando del tiempo que hace en Brasil
—¿Dónde me has traído? — pregunto.
—A la playa de Itamambuca. — afirma.
—Madre mía, esta playa se trata de un lugar de postal, perfecto de
imaginarse en esta zona durante uno o dos semanas de vacaciones tropicales,
la arena es blanca y fina, encontramos palmeras, vendedores ambulantes
vendiendo agua de coco recién exprimida del fruto.
—João esta playa es idílica. Además, para los deportistas hay gente que
está haciendo Surf.
—Bueno también veremos a gente que dice que está haciendo surf y solo
vienen para ver si ligan. — explica con retintín.
—Esta playa que me trajiste es una maravilla. — expreso con ilusión en
mis ojos.
Gracias a João ahora sé que los habitantes de río se llaman Cariocas.
Además, ahora sé cómo he de invitar a alguien a bailar conmigo, tendría que
decir:
¿
VOCÊ GOSTARIA DE DANÇAR COMIGO? SI LO SÉ QUIZÁS ME LA ESTOY
FLIPANDO, PERO ME GUSTARÍA DECÍRSELO A TIAGO CUANDO ESTEMOS EN EL
LOCAL DE SAMBA.

Nos estiramos en un foulard que ha traído João. Me pongo crema por


todo el cuerpo, vaya a ser que me queme. De mi bolso saco mi tablet,
mientras estoy tomando el sol boca abajo, me pongo a leer un poco.
Entonces de mi repertorio elijo a otra de mis autoras favoritas. Shelly
Kengar, hoy quiero una historia movidita, así que escojo Atrapada. ¡Dios
santo, esta historia me está encantando!
João está impresiona, porque no dejo el libro llevo dos horas con esta
historia, pero Amazon ya me marca que voy por el setenta por ciento del
libro.
João me obliga a ponerme boca arriba porque comenta que me voy a
quemar y si me quemo es posible que le corten las pelotas por traerme a la
playa
Aquí João que es muy previsor, ha comprado también unos bocadillos
para comer. ¡Qué detallista!
—Si no fuera porque sé que eres bisexual, te diría que vinieras a
Barcelona y te presentaría a mi amiga Carol que no tiene novio, es un alma
libre. Y tan libre... —carcajeo al pensarlo.
—Es una lástima que estemos tan lejos. Porque la haría ver maravillas.
—Mira como a mí. —suelto mofándome.
—Ves nos gustan las mismas cosas. —Se carcajea.
Que cachondo es João. Realmente se está metiendo dentro de mi
corazoncito y se está ganando mi amistad. De hecho, ya se la ganó el día
anterior cuando conseguí por fin, explicar a alguien lo que me pasó. No he
explicado más porque me da miedo seguir y se me vaya de las manos.
Dicho esto, me levanto del foulard y corro hacia el agua. En el momento
que entro en el agua, siento la paz en mi interior, esa que llevo tiempo
buscando y nunca la encuentro. Es tan fácil como cambiar de continente y
conocer gente nueva.
João lo ha logrado lo que pretende, que consiguiera relajarme del todo,
me paso los siguientes treinta minutos en el agua haciendo el muerto, es tan
relajante dejarse mecer por las olas del mar.
Al salir del agua tomo un poco más de sol, ya no estoy blanco nuclear,
tengo un poco más de color en mi piel. Decidimos volver para Sao Paolo.
João quiere llevarme de nuevo al local de Samba.
A las seis de la tarde nos encaminamos hacia el hotel. Dos horas más
tarde llegamos, y nos duchamos, obviamente por separado, para sacar toda
arena posible.
Una vez llegamos al local de Samba, João eligió la comida, obviamente
su elección fue correcta, la comida esta de vicio. Cuando terminamos se me
antoja hacer una pregunta.
—¿
VOCÊ GOSTARIA DE DANÇAR COMIGO?
—Se, eu quiser dançar com Você.
Me lo paso en grande, intentando seguir aprendiendo. João es un gran
maestro. Yo continué practicando para que los pasos comenzarán a salir a la
perfección e intento aprender alguno más.
Estuvimos bailando hasta las cuatro de la madrugada que volvemos al
hotel para dormir. En todo el rato no estoy pendiente del móvil.
Cuando llego al hotel, una vez en la habitación, entro al lavabo y miro el
móvil. Se trata de Tiago, me había mandado unos mensajes.

Me siento en el WC con la cabeza entre las manos, farfullando mientras


me estoy cambiando y poniendo el pijama. Soy horrible, el me vino a visitar
y yo bailando.
Cuando João me observó al salir del lavabo
—¿Qué ha pasado? — cuestiona.
—Que cerca de la una Tiago ha estado aquí y se marchó
aproximadamente a las tres.
—Tú contéstale que te obligué a salir esta noche y que te he hecho bailar
hasta ahora que llegas. Que has tenido escolta.
—Jajajajaja. ¿Tu mi escolta? ¿En serio?
—Si obvio, ¿verdad que ningún moscardón te ha entrado? Estoy
salvaguardando el honor de la Dama Paula. Que bebe los vientos por mi
querido amigo Sir Tiago El Grande.
Entonces ya no puedo más y los dos comenzamos a troncharnos de la risa.
Ya no puedo más. Es que este chico es la monda lironda.
Nos echamos a la cama y nos dormimos.
Capítulo 15.
La Ilusión

Tiago
Cuando me dijeron en el hospital que mi padre ha salido de peligro me
alegre porque tengo la posibilidad de volver a mi vida.
Tomo mi coche en dirección a Sao Paolo, llego como a las doce de la
noche, paso por casa y me ducho.
Una vez, limpio tengo la necesidad de volver a ver a Paula. Por lo que
me visto y voy a su hotel a verla.
Estoy nervioso. Con ella vuelvo a sentir el hombre que fui, cuando la
idiota Carine me dejo por uno con un alto poder adquisitivo.
Solo el poder pensar en ver a Paula esta noche, dibuja una sonrisa en mi
boca, al ver su imagen.
Cojo el coche para dirigirme a su hotel. No tengo remordimientos por
tener que despertarla. Debe de estar durmiendo desde hace una hora o aún
esté despierta viendo Netflix.
He de suponer que somos dos adultos que se sienten atraídos el uno por
el otro. Ahora reflexiono, soy consciente que debo ser diferente con ella.
Salgo del auto, me pongo bien la ropa, al aparcar el coche. Al llegar a la
habitación de ella, nadie abre la puerta. Estoy desanimado, porque imaginé
que la encontraría en su habitación. No he supuesto que quizás ella estuviera
con João y él se la llevaría de paseo esta noche.
Bajo al hall, a esperarla.
Hubo un momento que escuche el resonar de unos tacones, creí que
podría ser ella, entonces la sonrisa se ensanchó cuando me gire y vi una
rubia despampanante.
Al darme cuenta, que son las tres de la madrugada, asumo que ella
tardará mucho más en llegar a la habitación, por no hundirme decido
marcharme a casa y mañana será otro día.
Conduzco hasta casa y allí abro la cama fría y me acuesto solo… Me
tumbo, suspirando por no haber podido ver a Paula.
CAPITULO 16.
Encuentro fortuito

Paula
A la mañana siguiente, nos levantamos casi a las diez... Otra noche he
vuelto a soñar con él. Tiago consigue tener mi mente alocada. Al menos
ahora ya no eran pesadillas.
Decido que debo darme otra ducha, anoche sudé mucho bailando Samba
con João. La ducha no calma, estoy nerviosa por lo que me hace sentir la
proximidad con Tiago.
Al salir de la ducha y entrar en la habitación, los recuerdos de lo
sucedido con Tiago aquella noche me embargan.
Me dirijo hacia la maleta y me pongo una de mis vestimentas de trabajo,
además de ir de nuevo al lavabo a ponerme maquillaje suave. Tiago comentó
la posibilidad de que fuera a su empresa y me presentará con el pretexto de
seguir con la reunión.
También debo guardar las apariencias con mi empresa. Tengo que
esforzarme la verdad con este acuerdo. Aunque el único inconveniente es
que yo también quiero que se alargue el asunto. Quiero entender de qué se
trata antes de acabar aquí.
Ahora le toca el turno del lavabo a João. Mientras se asea, yo continúo
poniéndome uno de esos vestidos que vinieron de Barcelona. Cuando me
brinden la posibilidad de explicarlo todo entonces cambiaré mi forma de
vestir. Para impresionarlos a todos.
Al salir del hotel, tomamos un taxi en dirección a la empresa donde Tiago
trabaja. No me queda otra que enmascarar mis sentimientos. Con un aspecto
increíble, nos encaminamos en dirección a su empresa.
Una vez cerca del trabajo de Tiago, en el bar de las esquinas tomamos un
café con leche y un bocadillo. Cuando terminamos ya son las doce y media
del mediodía. Allí, es donde me despido de João. Le doy mi número de
teléfono por si necesita algo, que allí estaré y nos iremos viendo por el local
de samba.
Entro por las puertas giratorias de la entrada del edificio. Una vez dentro,
me acerco a la secretaria,
—Tengo que ver urgentemente al Sr. De Carvalho— le expreso.
—Se encuentra en una reunión importante. — se excusa.
Insisto que le pasen un mensaje, que necesito explicarle unas gráficas que
acabo de recibir de España, con respecto a la negociación.
No tengo más opción que esperar, pero es compresible, si está en una
reunión no le pasaran el recado ipso facto.
De repente veo aparecer a Paolo, que sale con dos personas más,
observo que se separa de ellas y se acerca a mí.
—Paula, ¿Tú por aquí? — me encojo de hombros—¿Y esa mala cara?
—Bueno anoche salí a un bar de samba a conocer un poco su ciudad...
—¿Entonces estarás agotada? —manifiesta.
Asiento como puedo, y Paolo me dedica una sonrisa cálida.
—Si quieres bailar Samba, esta noche te llevo yo a un local. — comenta
haciendo gesto de bailar samba.
—Pienso que esta noche, mejor me quedo en la habitación estoy muerta.
Llevo desde el jueves saliendo a bailar cada noche.
—¿Conociste algún brasileño durante estas noches?
—Sí. Varios— observo a Paolo que está calibrando mientras me repasa
de arriba abajo—. Y he entablado amistad con ellos.
Hasta que de pronto oigo una voz que parece que sea una melodía para
mis oídos
—Buenos días, señorita… como era su apellido, uy no lo recuerdo. —
dice con una sonrisa ladina.
—Buenos días, por favor llámeme simplemente, Paula. —consigo
comentar —. Siento molestarle Sr. De Carvalho, pero tengo unas gráficas
que enseñarle que el jueves no tenía disponibles y no pude mostrárselas. Las
enviaron recientemente y quería que le echara un vistazo para ver si así
podría decidir si hay viabilidad o no.
—Si yo he de llamarla Paula, por favor, haga el favor de llamarme por
mi nombre Tiago. Paolo, solo quería decirte que de todo lo que Paula me ha
llegado a comentar estoy impresionado con la labor que hacen en su
empresa. —Sonríe pícaramente. —En realidad hacen un gran trabajo y Paula
es realmente magnífica detallando gráficas y sus explicaciones son sublimes.
—Estoy asombrada, si no me deja decir ni una palabra, ¡qué fuerte! —. Lo
que me gustaría que me diera permiso para ver cómo es esa empresa en
España antes de decidir. Espero que no haya ningún empleado que se queje
sobre la empresa. Porque como tú sabes el empleado para nosotros es lo más
importante.
—Tiago me parece genial. Que te explique lo que sea. La comida de
negocios puedes dejarla estar. Ya te comentaré a través de un correo
electrónico.
—Perfecto. Paula acompáñeme. Dicho esto, — se queda mirándome—.
me gustaría invitarte a comer, para que me expliques, — Paolo todavía
sigues escuchando nuestra conversación. —¿Qué me dices?
Vaya paripé se está montando Tiago para escaquearse de una comida
aburrida. Si Paolo supiera la verdad.
—Por supuesto que acepto, agradezco la invitación— intentando
disimular mi entusiasmo por disfrutar un ratito de Tiago.
—¡Genial! Espérame aquí voy a buscar mis cosas y ahora vuelvo. No
sabía que habías venido. — comenta, aunque yo tengo la cabeza en otros
menesteres. La idea de disfrutar un rato con Tiago me emociona… entonces
mi mente vuela al momento que vivimos hace algunas noches en mi
habitación y me sonrojo.
—¿Te encuentras bien? — pregunta Paolo, poniendo cara de
preocupación, por mi cara.
—Sí, sí, tranquilo solo es que en este momento tengo mucho calor y a
veces mi piel cambia por los estados temporales. —Para salirme por la
tangente.
—Pues ya sabes que tienes que hacer quitarte la americana y deja que
veamos esas curvas que Dios te dio.
—¿Qué?
—Moça, deberías lucir más tu cuerpo. Estás desperdiciando tu juventud.
—¿Por qué cree eso? Estoy en el trabajo, ¿qué le hace pensar que yo
fuera soy igual que en este momento? —sonrío.
Paolo se ha quedado noqueado a causa de mi pregunta.
—¿Antes no has aceptado, mi proposición para salir esta noche, pero y
que tal mañana? — se está insinuando—. Incluso podríamos hacer otras
cosas mucho más interesantes.
Tiago se queda escuchando a hurtadillas.
—Lo siento Paolo, pero es que mañana también ya he quedado. Lo
siento.
—Jolines, ese chico que conociste debe ser muy bueno para no querer
venirte conmigo, que estoy de buen ver.
Que creído se lo tiene, que poco me gustan esas actitudes así.
—¿Nos vamos? — pregunta Tiago.
—Paolo gracias por esta grata conversación, nos vemos en otro ratito. —
le agradezco haber aguardado conmigo.
Sigo a Tiago, al parking de la empresa, no hemos hecho nada por
tocarnos. Cuando hemos estado en el ascensor, esos segundos, quede
ensimismada en mis recuerdos. Sin embargo, cuando oigo la campana del
ascensor indicando que ya hemos llegado al piso. Intento recomponer lo
suficiente para seguir caminando en dirección a donde Tiago tiene aparcado
su coche.
Al llegar, suena mi móvil, se trata de la bruja de mi jefa. Hago un gesto a
Tiago de llamada y con la mano gesto de silencio, entonces la cojo.
—¿Sí?
—Paula, ¿Cómo va la conversación con el Sr. De Carvalho? — nada que
la bruja como siempre, ni hola ni buenos días, como va por Brasil, nada de
preocuparse por mí. Aquí la bruja va al puto grano.
—¿La verdad o la mentira?
Estoy esperando la reacción, en esa pregunta solo veo el peligro
inminente de mi despido.
—La verdad obvio. —afirma
—El Sr. De Carvalho, no lo veo por la labor, necesito unos días más
para explicarle mejor todo, no están en la onda de las TIC. Déjeme unas
semanas más y tendrá el acuerdo firmado por favor.
—Por supuesto Paula, si consigues ese acuerdo, será millonario, y tú te
llevarás una buena comisión por ello. Espero tus noticias en unas semanas.
Adiós
—Adiós.
Cuando ya he colgado el teléfono suelto.
—Es que no la aguanto, tiene que controlarme en cada cosa que hago.
Uuuuuf por favor la odio. Esa mujer es superior a mí.
Como hizo el día anterior me abre la puerta, de lo que he refunfuñado no
comenta lo más mínimo de la idiota de mi jefa.
Durante el trayecto fue un momento frío, ninguno de los dos hablamos, yo
porque la inepta Mercedes me ha jorobado el humor y Tiago simplemente
este callado concentrado en la carretera.
Lo único que me apetece es gritar a pleno pulmón hasta que me duelan las
cuerdas bucales.
Ahora mismo daría cualquier cosa, por retroceder en el tiempo, hasta el
momento que las chicas y yo nos graduáramos en la universidad y haber
seguido el consejo de Carol, que decía que siguiera buscando que a lo mejor
hubiera encontrado algo mejor.
Yo sigo pensativa mientras Tiago conduce, pero con todo lo que está
pasando no sé si finalmente me arrepentiría de haber entrado en esta
empresa. A fin de cuentas, me trajo hasta este momento de mi vida.
No sé cuánto tiempo ha pasado, Tiago sigue conduciendo, yo he estado
demasiado abstraída en mis pensamientos. Miro por la ventana y el paisaje
de la ciudad ha cambiado, no tengo ni idea donde tiene pensado ir Tiago.
—¿Adónde me llevas? —pregunto.
—¡Hombre! Si vuelves a hablar... Suponía que se te había comido la
lengua el gato. —expresa divertido
—Pues va a ser que no. —digo un pelín cabreada por sus palabras
envenenadas.
—Vamos a uno de mis lugares favoritos. —afirma.
—Y eso se encuentra en… —comento para averiguar hacia dónde vamos
—No tienes por qué enterarte de todo. —expone con sorna.
Pongo los ojos en blanco.
—No pienso decírtelo, hasta que estemos allí— comenta con una sonrisa
ladina—. Tranquila que llegaremos en breve.
Tras esa mini conversación, consigo relajarme de la conversación con la
idiota esa. Continúa conduciendo, no habla. Aunque sí que le observo
sonreír, me encanta la tranquilidad que tiene al conducir, la gracia con que
mueve el volante.
Observo que se sale de la carretera para ir a un camino de montaña.
Escucho el crujido de las ruedas cuando entran en contacto con la gravilla.
Nos encontramos en medio de la montaña. Estamos en una zona solos.
Totalmente, solos. Mi cara cambia completamente.
—No te preocupes, no te he traído aquí para violarte—expresa en
broma.
Con esa broma mi cara cambia a descompuesta. En ese momento, vienen
a mi mente mis pesadillas. Noto que frena en seco el coche para mirarme.
—Tranquila, Paula que no haremos nada que tú no quieras. Te he traído
aquí porque es un sitio mágico. — exterioriza tan tranquilo.
Dudo que sea consciente de como temo que me vuelva a suceder esa
situación.
Vuelve a conducir un ratito más. Veo que detiene el coche. Observo por
la ventanilla y únicamente veo vegetación. Algunas flores silvestres que
huelen fenomenal. Abro la puerta del coche, e inspiro el aire limpio de la
montaña. No lo voy a negar que es un sitio encantador. Pero me pregunto por
qué me ha traído aquí.
—¿Qué hacemos aquí y con estas pintas? — le interrogo mientras se
acerca a mí.
—Lo de las pintas lo arreglamos ahora, tira para el maletero. —ordena
cogiéndome de la mano.
—Empecemos. Te traje ropa deportiva. No sabía si ibas a venir así que
cogí lo primero que encontré en mi armario y unas bambas te quedaran
grandes, pero es lo que hay. Sabía que si venias serias con pintas formal. —
comenta chistoso.
Suspiro.

«Porque me habrá traído a la montaña con estás pintas»

—Venga que daremos un paseo y comeremos aquí. Traje bocatas por si


acaso decidías aparecer… Va cámbiate, no miro —y se separa de mí para
darme intimidad.
Él coge ropa también para él y se cambia, desde mi posición veo como se
queda en calzoncillos, observo como se le marca las curvas de su culo.
«¡Ay, virgencita! Que hago mirándolo el culo, si yo no soy así. Esa es
Carol»

Cuando ya he terminado de cambiarme, me acerco a él.


—Demos un paseo. — Va hasta su maletero, coge una mochila de
senderismo, y cierra el coche.
Comenzamos a caminar, el uno junto al otro, pero en silencio. La verdad
es que me da vergüenza hablar con él en este momento después de lo
sucedido en mi habitación.
Entonces mi atención la pongo en el lugar donde nos encontramos, y
empiezo a quedarme absorta por la belleza de este lugar. No sé todavía
dónde estoy, pero me da igual es una belleza.
—Por aquí.
Nos desviamos del sendero oficial y descendemos por una zona llena de
árboles, llegamos hasta lo que parece un río, seguimos caminando por la
cercanía del río, no tengo ni idea de donde nos encontramos, pero cada vez
que andamos más se oye como cae el agua. Continuamos el sendero, hasta
que llegamos a una cascada, donde hay una zona de agua profunda.
Tiago, comienza a quitarse la camiseta, los pantalones y las bambas.
Observo fascinada como se queda tan solo en ropa interior. Su cuerpo es
todo fibroso.

«¡Ay, virgencita! ¡Qué cuerpo más imponente tiene este bonico!»

—¿A dónde piensas ir tal cual?


—A bañarme— Señala en dirección a esa laguna que hay bajo la
cascada.
—¿Y piensas nadar? —Sigo marcando el agua extrañada.
—Obviamente, y tú también entrarás. Aquí no entrará nadie excepto tú y
yo. —le observo reír.
—No voy a meterme, no traje el bañador. — No me importa el hecho de
bañarme en la laguna, parece un sitio especial, aunque no me meteré en ropa
interior ya que luego estará empapada.
—Va venga métete. El agua esta buena y es relajante.
—Podrías haber dicho que vendríamos a un lugar como este y me
hubiera traído el bañador tan sexy que me regalo João ayer. —reclamo.
—¿Cómo que un bañador sexy?
—Sí, ayer João me llevo a la playa Itamambuca... —Lo oigo suspirar.
—¿Y a él le dejaste verte en bañador sexy y a mí no me dejas verte en
ropa interior? Ni siquiera me enviaste una foto.
—¿Para qué querrías una foto mía y más en bañador? — le hago esa
pregunta para averiguar hasta donde quiere llegar conmigo
—Porque tú tienes algunas donde salgo yo y yo no.
—¿Y? Nunca las pediste. Bueno tienes la foto donde João me da un beso.
—Bueno, ¿Y no puedes meterte en ropa interior? Al fin y al cabo, el
bikini es como una braguita y un sujetador. Además, ¿si João te ha visto en
bikini porque no yo? —comenta con una sonrisa ladina.

«Esta de coña, en serio piensa que me quitaré la ropa delante de él»

Tan solo de pensar en la situación de quedarme en ropa interior delante


de Tiago, hace erizar mi piel
—Eres un pervertido, tú solo quieres verme sin ropa. — Así que
aposento mi culo en una rama mirando como nada. En cierto modo me da
envidia.
Veo cómo sale del agua y se acerca a mí. Se me abren los ojos como
platos al verlo, como resbalan las gotas de agua por su cuerpo. Al
contemplarlo, algo en mi parte de baja se remueve, únicamente de pensar en
estar nadando con él.
Tiago pone una cara de malicioso, me sujeta de las caderas y me coge a
peso y me lanza al agua. Tal cual, con ropa y zapatos. Él se vuelve a meter
en el agua y está a mi lado, con una sonrisa que cualquier mujer desearía
contemplar en este momento.
En ese instante, intento ser más valiente, y en venganza le hago una
ahogadilla. En cuanto sale, comenzamos a salpicarnos con el agua.
Contemplar nuestros cuerpos nadando en esta laguna.
—Paula, —me mira con cara de travieso—, deja de pensar y haz lo que
te venga de gusto.
Me doy la vuelta y hago cuatro brazadas en dirección opuesta a él. Hago
algo que me encanta hacer en la playa cuando las olas me mecen, pongo mi
cuerpo boca arriba y me paso así cinco minutos. El agua me da paz, esta
calentita y es agradable notar la leve corriente en mi cuerpo.
Hasta que de pronto me hundo de golpe. Cuando salgo del agua estallo en
llamas. Me levanto para volver a hacer una ahogadilla, pero esta vez no se
deja, desplaza sus manos hasta mi cintura. De pronto se echa a reír. La
camiseta que llevo puesta se sube como un globo.
—Quítatela estarás más cómoda— comenta con una sonrisa de diablo.
Esa cercanía hace que mi cuerpo quiera que me toque.

«¿Porque mi cuerpo necesita ser tocado por él?, no lo comprendo»

Yo sacudo mi cabeza por el aturdimiento que me ha quedado, y lo salpico


separándome de nuevo de él.
Intento escabullirme nadando, sin embargo, él es más rápido. Cuando me
alcanza tira de mí hacia él. Entonces vuelve a sujetarme de las caderas, noto
su erección. He de admitir que cuando me dijo que viniera a interrumpir su
trabajo durante el día, no pensé que tendría pensando un rato así. Sería una
cita muy diferente, si se puede llamar cita. No lo sé. Entonces comienzo a
sonreír.
—¿Y ahora que te hace gracia? —comenta riéndose.
—Es que creo haber notado algo, quizás sea algún animal. No sé.
—¿En serio? — pregunta preocupado.
—Sí, algo me ha rozado, no serán serpientes o anacondas por aquí. —
comento riendo.
Entonces se queda pensativo, valorando lo que acabo de decir, entorna
los ojos de forma maliciosa y entonces creo que acaba de pillar mi
referencia.
—Puede ser, en esta laguna cuenta la leyenda, que hay una anaconda, que
se come a dulces mujeres indefensas.
—Estás seguro. Pues yo no estoy indefensa, te tengo a ti para que me
defiendas de cualquier peligro ¿no?
—¿Yo? Pobre de mí, si soy un debilucho… — comenta mofándose de
mí.
En esa ocasión, vuelvo a intentar hacer una ahogadilla, dándome impulso
con su cuerpo, y veo que pierde el equilibrio y yo voy detrás, porque me
sujeta para que caiga con él.
Al salir del agua, algo se apodera de mí, y mis piernas se envuelven a su
cintura con mis muslos. Noto que él me agarra, pero ya no de la cintura, sino
que de mis nalgas. No sé cómo llamarlo, pero hay algo en él que me atrae.
Llámalo magia, hay una extraña energía que me hace no querer separarme de
él. Por lo que le rodeo con mis manos su cuello.
—Paula, porque me haces esto, quería ir despacio y… —comenta
mientras una mano deja mi culo y me acaricia mis labios dulcemente.
—Tiago, no sé lo que haces, pero mi cuerpo responde cuando estoy
contigo. —comento con sinceridad.
—¿Lo pasaste bien la otra anoche con tu AP? —pregunta con curiosidad.
—Sí, aunque hubiera preferido otra cosa. — confieso.
—Y estos días con João, ¿Lo pasaste bien?
—¡Si! Es un gran chico. — confieso de nuevo.
—¿Te gusta como yo? — interroga.
—¿Qué? — Suena por encima de ocho octavas
Lo miro a sus ojos, y los veo cargados de lujuria. Sin darle tiempo a
reaccionar, pego más a mi cuerpo al suyo, notando por completo su erección.
—João tan solo es un amigo. Con él no siento nada.
No tengo ni idea de que es lo que va a pasar entre nosotros en este
momento, sin embargo, rozo mis labios con los suyos y comienzo a mover
mis caderas suavemente, con ese roce, gimo por el placer de notar su
erección.
—Tiago— digo su nombre a la vez que sale un gemido de mi boca.
Sus manos avariciosas entran por debajo de la camiseta y me acarician
mis pechos, a la vez que comienza a devorarme la boca.
—Paula, si quieres seguir quiero que me dejes el control. Dame esa
posibilidad y te prometo que verás esos fuegos artificiales que comentaste en
el avión. — Sus palabras suenan cargadas de deseo a la vez que piden mi
aceptación.
No puedo negar nada a la petición de Tiago. Así que asiento.
—Necesito que lo digas, Paula. —Vuelvo a sentir. — Necesito que
utilices las palabras, preciosa, quiero saber qué es lo que estás esperando de
mí en este momento.
—Confió en ti, Tiago. —comento y empieza a besar mi cuello.
Noto como va subiendo la camiseta y me la retira completamente.
—¿Estás ansiosa? —continúa devorándome mis labios.
No contesto. Su cuerpo desprende tal calor, que quiero quemarme con él.
Todo lo que está haciendo me vuelve loca. De pronto nos saca del agua,
coge la camiseta mojada y la extiende en el suelo de la montaña.
—¿Tienes un condón? — le pregunto por mi aceptación.
—En este momento no voy a follarte, Paula. — Mi cara cambia de golpe.
—Per…— siento una presión en mi pecho. No me permite hablar, me
devora mi boca.
—Tranquila, que no haya penetración no quiere decir que no vaya a…
perdona por ser tan brusco. — lo veo intentando calibrar las palabras— Hoy
no es necesario. Existen muchas cosas a hacer primero que la penetración.
Me tumba sobre la camiseta y se aproxima a mi cayendo gotas de agua
sobre mi cara
—No me creo que nunca te hayas corrido con un hombre— susurra en mi
oreja, provocando que a mi cuerpo lo atraviese un escalofrío.
Su mano acaricia mis senos, justo por encima de mi ropa interior
empapada.

«¡Ay, diosito! No sé qué es lo que piensa hacerme, pero estoy muy


excitada, estará pensando en algo de sado, empiezo a tener algo de miedo en
esa afirmación confió en ti»

Noto como sus manos descienden hasta debajo de mis braguitas. La


emoción por ser tocada por ese hombre, de esta forma, estoy alucinado en
colores.
—¿Te está gustando? — pregunta en mi oreja.

«Relájate, Paulita, tan solo te está acariciando, ¿Por qué esta caricia me
está gustando tanto? Nunca me sentí así cuando un hombre tocó esa zona.
Bueno ya sé por qué nunca confié tanto en un hombre como para dejarle
hacer.»

—¿Mejor que tu AP?


Que es lo que está preguntando, he perdido el hilo de la conversación.
—¿Perdón?
—¿Mejor que tu AP? —insiste. — Venga dime...
—Es muy diferente. — consigo comentar, estoy perdiendo el control de
mi mente.
—En qué sentido. Cuando estas con tu AP, ¿te tocas como te estoy
haciendo yo? —sonríe con sonrisa pícara. El tono que está utilizando es
libidinoso. — Estás reaccionando a mis caricias, me encanta, lo húmeda que
estás por mí. — comenta. Y yo no paro de gemir.
No puedo contestar a su pregunta, ya que sus caricias comienzan a
arquear mi espalda. Sigue besando mi boca para luego descender por mi
cuello hasta llegar a mis senos, comiéndoselos. Estoy notando un ardor en mi
vientre y está siendo una experiencia divina. Muerdo mi labio inferior por la
excitación que me sobrecoge. Mis piernas son flanes en este momento.
—Venga Paula regálame tu primer orgasmo.
Sus palabras hacen que pierda el control. Noto como va al otro seno y se
lo come. Tiago consigue que estalle en su mano.
Mi respiración está sobresaltada. Pero nunca me he sentido tan relajada
como en este momento.
—Te dejo que te recuperes. — comenta con una sonrisa de satisfacción.
Ha sido el mejor momento de mi vida. Pero estoy extrañada porque
observo a Tiago vestirse, poniéndose los pantalones y me lanza la camiseta
que él lleva puesta para que me la ponga.
—¿Qué nos vamos? — pregunto dubitativa, porque no hemos terminado.
Quiero tocarlo, hacerle sentir como me ha hecho sentir a mí con todas
aquellas caricias.
—No, pero no es necesario que estemos en ropa interior.
—Pero tú no quieres…— No sé cómo decirle que yo también quiero.
—Tranquila, quizás en otro momento. Por ahora me ha encantado que te
corras con mi toque. Estoy satisfecho con haberte conseguido un orgasmo.
Cuando se pone sus bambas tira de mí, y me vuelve a besar. De la mano
nos dirigimos hacía a una pequeña zona, cogiendo su mochila. Nos sentamos
allí. Saca de la mochila dos bocadillos y me da uno y una botella de agua.
—¿Cómo sabías que al final vendría? — pregunto sorprendida.
—Era una posibilidad, ¿Por qué lo preguntas? — Está mirándome
directamente a los ojos.
—No sé, no habíamos quedado en nada…—suelto sin filtros.
—Te propuse que vinieras a lo largo de la mañana y me interrumpieras
mis quehaceres. ¡No sabes cuánto deseaba que vinieras! Así poder
escaquearme del trabajo. — expresa chistoso.
—¿Ah? Solo querías que viniera por una distracción. — reprocho.
—No, no. Pero has ayudado. Además, he disfrutado como un loco ver
cómo te contraías con mi toque.
Estoy boquiabierta ante lo que me acaba de soltar, mi cara esta como un
tomate.

«Este hombre no para de sorprenderme.»


—¿Eh? Con respecto a eso. No me ha gustado que nos vistiéramos—
suelto sin filtros, sincerándome. —esto me hace sentir como quisiera probar
algo y ahora que lo has conseguido seré como un juguete olvidado.
—¡No será así! —exclama por mi reproche—. Quiero ir poco a poco.
Quiero que confíes en mí. Ha habido un momento que te he visto dudar,
aunque te has dejado llevar. Cuéntame, ¿de qué tienes tanto miedo Paula?
—¿En serio quieres saber lo que paso? — pregunto dubitativa, porque
no me gusta hablar del tema—. No te muevas por favor, la que se mueve en
este momento seré yo.
—Estás muy seria Paula, es algo muy feo. —Asiento.
Entonces me aparto más de él y me abrazo a mis piernas, aparte de
aquella vez en el hospital, y con João, nunca lo he vuelto a mencionar. Se
intenta acercar para abrazarme, sin embargo, no lo dejo.
—Te lo contaré, —intento apartar sus brazos— desde los trece años,
aparte de la asistenta social, mi madre y João el sábado, nadie más sabe
realmente lo sucedido en mi infancia. —Respire hondo antes de seguir
hablando, el intentar hablar del asunto se me aceleraba el pulso. — Mi Padre
murió cuando yo era pequeña, tenía cuatro años, solo sé de él, por fotos, no
recuerdo mucho más. Mi madre, tras su muerte según me cuenta estuvo fatal,
sin embargo, a mis seis años conoció a un hombre y se fueron a vivir juntos.
Esos años fueron buenos, pero se acabaron cuando cumplí los 9 años, tras mi
comunión todo cambio. Fue cuando comenzaron a abusar de mí por primera
vez, —El rostro de Tiago se descompone con esta afirmación. — y todo
acabo cuando yo tenía trece años. — Las manos me tiemblan por solo hecho
de pensar en ello.
—¿Cuántas veces pasó? ¿Y cómo acabó todo? —pregunta.
No podía mirarlo me daba vergüenza explicar todo aquello. Rememorar
algo que había sucedido hacía tanto.
—Perdí la cuenta. —suspiro por la situación—. Todo acabó, el día que
mi madre creyó que por primera vez me vino la menstruación. Pero esa
primera vez fue extremadamente dolorosa y sangraba mucho. Por lo que se
asustó y me llevó al hospital. Cuando los médicos me auscultaron, y
dictaminaron un aborto. Pusieron mi caso, en manos de los servicios
sociales. No me dejaron estar al lado de mi madre. Hasta que averiguaran
quien había abusado de mí, ya que había traumatismos vaginales y anales.
Estuve hablando con una psicóloga de asistentes sociales, la cual me
convenció de decir quien fue el causante de mis violaciones y confesé que
fue el novio de mi madre, Paco. —trague saliva, era la primera vez que
explicaba lo sucedido después de tanto tiempo. A João solo le expliqué el
hecho, pero no todo lo que te estoy contando a ti.
—Durante todo ese tiempo que abusó de ti, ¿Nadie supo? ¿Hablaste con
tu madre?
—¡Él me amenazo! —tarde un segundo que, a mí, me pareció la vida. —
que si hablaba nos mataría a mi madre y a mí.
—No sé por qué, pero cuando te vi por primera vez, algo me decía
cuando contaste todo en el avión, que había algo más detrás de todo eso. —
confiesa.
—Siento haberte contado esta mierda. —Susurré, en ese momento al
recordar la situación ahora me siento sucia, asqueada de todo. — Necesito
tener el control, porque cuando se ponen encima de mí, vuelvo a revivir el
momento en que me violaron. Aunque estando arriba tampoco llego al
orgasmo porque me bloqueo igual. Así que, si quieres irte, todos se aburren
de mí. Por eso no me duran las relaciones. No dejo que me conozcan, cuando
llegan a verme en la cama al día siguiente desaparecen. Si te vas, lo
comprenderé.
—¿He dicho yo eso? —pregunta enfadado por lo que acabo de
mencionar.
—No. Pero soy complicada. —revelo.
Lo miro a sus ojos. Su mirada desprende pena y dolor por lo escuchado.
Yo tengo una pesadilla reticente. En la que encuentro a un chico bueno, nos
queremos y un día le explico lo sucedido y huye de mí. Si ahora Tiago se
queda a mi lado es por pena.
—Quiero irme. —proclamo —. Quiero estar sola
—¿Por qué? — no podía mirarle lo que veía era pena—. ¿Irte? Lo
estábamos pasando bien.
—Tú quisiste saber, yo ahora necesito estar sola. — expreso desolada.
—Paula, has dado un paso al contarlo, al sacarlo de dentro. No creo que
sea bueno quedarte sola, volverás al pasado y puede ser desgarrador.
—No puedo, — El corazón se me acongoja por la situación— me estás
mirando con pena.
—A ver Paula, ¿te piensas que uno es de piedra? —ladra—. Me
preocupas.
Las emociones vuelven a mí, recordando cada momento doloroso, y eso
hace que se me esté desgarrando el alma. Si encima, lo miro y únicamente
veo compasión en sus ojos.
Con lágrimas en los ojos, suelto.
—Quiero irme, te miro y solo veo compasión en tu mirada. — insisto.
—¿Cómo quieres que te explique que no siento compasión? — me
pregunta.
—¿Qué quieres de mí? —ladro y lloro desconsolada.
—Quiero ayudarte. ¡Estar aquí para ti! — comenta con ternura intentando
acariciarme la mejilla, aunque no lo dejo...
Lo observo sonreír. Esa sonrisa es lo que hizo que cayera en su embrujo
aquel día, sin embargo, en este momento la siento vacía. Como me gustaría
aferrarme a las esperanzas de que realmente estuviera interesado en
ayudarme, no obstante, mi mente sigue negándose.
—¿No ves que quiero estar sola? No quiero que estés en este momento
aquí. Solamente nos hemos enrollado un par de veces, no significa que esto
vaya a ser algo más.
Mi voz está cargada de ponzoña, de dolor e incluso resentimiento. Al
parecer aquel sufrimiento, que tenía guardado en mi fortaleza está luchando
por salir y tomar el control Sorprendentemente, en mi mente se sucede la
imagen de cuando era pequeña y abusaron de mí. Estoy hiperventilando,
me está dando un ataque de ansiedad. Rememorando la situación que viví
durante aquellos terribles años
—Sé que lo último no lo dices en serio. Estoy aquí porque quiero
ayudarte.
Intento recuperar la calma. Sigo las indicaciones que en una ocasión me
recomendó el médico, cuando me daban estos brotes. Inspira y expira.
—¡Déjame en paz! — grito.
—¿Qué crees que estás haciendo? — pregunta
Camino para poder alejarme de él. Necesito distancia para intentar
respirar. Mi hiper respiración provoca que me falte el aliento y Tiago no me
deja espacio. Ya he expresado mi deseo de estar sola y no lo está haciendo.
Observo que sigue detrás de mí, sin embargo, de pronto lo tengo enfrente
de nuevo.
—¿Adónde vas? — pregunta a unos centímetros de mí.
Su voz intenta sonar lo más calmada posible, porque intenta que me
relaje.
—¿Por qué querías ayudar a una completa desconocida? Que conociste
en un avión— interrogo.
—Simplemente, en el avión te escuché y no te envié a la mierda porque
me gustaste mucho y realmente creo que te mereces que alguien te ayude. —
replica. Tal cual estoy, tendría que estar diciendo gilipolleces. Gritar cosas
hirientes, pero estoy viendo que quizás es lo que está buscando. Para que me
desahogue. Ha provocado todo esto para que saque de dentro de mí, toda
esta mierda.
En mi afán de relajarme sigo inspirando, reteniendo y exhalando. Intento
hacer algo que los médicos me aconsejaron como buscar un lugar seguro o
tararear mi canción favorita, algo que estimule mi cerebro de forma positiva.

Desesperada me aparto completamente de Tiago.


—Cien —cuento
Mi intención es concentrarme en mi respiración, inspiro de nuevo,
retengo y exhalo.
—Noventa y siete—continúo mi cuenta atrás— noventa y uno.
Mis manos están temblorosas. Camino sin rumbo.

«¡NO! Por favor ahora no»

—Ochenta y tres.
Cada vez respiro con más dificultad, incluso me siento mareada.
—Setenta y uno.
Tengo que hacer algo, porque si continúo de esta manera acabaré
desmayada.
—Sesenta.
Cojo mi teléfono, marco el número de mi madre, siempre que me ha
pasado ha estado a mi disposición, sea la hora que sea.
—Por... —mi voz se entrecorta—. Por favor, mamá—ruego
Mis manos siguen temblando, un tono, dos tonos, tres tonos,
—Mueve los dedos Paula—suelto— respira, respira.
Pero salta el contestador.
—Mamá, —no puedo seguir— ¡llámame! — ya estoy llorando también
— me está pasando otra vez.
Cuelgo el teléfono.
Vuelvo a tenerlo detrás de mí.
—Paula, ¡relájate! Vamos a hacer una lista, Dime quien te cae peor en
esta vida. ¿Empiezas tú?
—¿Ahora o antes? —
—Ambos. Tampoco es tan difícil, en el avión me diste algunos detalles.
—Ahora —intento respirar— la idiota de mi jefa —inspiro—y antes
quien estuvo —exhalo— con mi madre cuando yo era pequeña.
—¿Qué tipo de Café te gusta más de todos?
—El … el de latte y muy caliente, y con un vaso de hielo
—¿Sí? — pregunta con sorpresa—. ¿Ósea que te gusta quemarte y luego
chupar el hielo? — expresa divertido.
—Eso parece— comento aún con dificultad para respirar—. Hay alguien
a quien tengo que tolerar, pero que es insoportable.
—¿Sí? No me digas que soy yo porque estarías matándome. — confiesa
juguetón.
—Veo… Insoportable a alguien —tartamudeo por el ataque de ansiedad
— de tu empresa, Paolo lo he observado y creo que es un prepotente.
—¿Y eso por qué? — sigue preguntando.
—Porque no ve más allá de él y su gordo culo. —afirmo con un poco
menos de dificultad.
—No se lo digas. —manifiesta —. No le gusta que le digan las verdades
a la cara— expresa mofándose.
Veo lo que está intentando hacer Tiago, quiere que no piense en mi
respiración, y creo que está funcionando. Empiezo a sentirme algo más
relajada creo.
—Venga sigue diciendo cosas. ¿Dime lo mal que me he portado contigo?
Exprésalo. —río— sé que estás deseando ponerme verde, desde el mismo
momento que te robe el taxi. ¡Venga puedes hacerlo mejor! Y si recordamos
cuando estuvimos en tu habitación lo enfadada que estabas conmigo porque
considerabas que esa noche me iba con la rubia —comienzo a reír de nuevo
— ¡y la que liaste después que te besaste con André por celos! Te escapaste
del local y te fuiste al hotel.
No puedo más y sonrío a pesar de mi dificultad al respirar.
—Te busqué, ¿Recuerdas que discutimos? —asiento—. Jolines si eres
dura, confieso que me ha costado mucho que cedieras el terreno, y me
dejarás acercarme a ti.
Veo como se está aproximando más a mí.
—Hasta que nos besamos, ¿Recuerdas? —vuelvo asentir, mi respiración
se está normalizando—. También recuerdas, ¿qué me dejaste los huevos
doloridos?
—Porque quisiste. —expreso en tono colérico, porque en aquel momento
quería algo más que a mí AP.
—Es verdad, quise ser un caballero, y me hiciste el salto con tú AP. Yo
tuve que darme una ducha de agua fría.
Ríe, si ríe mientras está describiendo aquella noche.
—¡Si! Eso es, bien... Ya está, ya está tranquila. Ya ha pasado ¿vale?
Sigue respirando profundo.
Entonces inspiro y expiro.
—Emmmm… ¿Cómo sabías que hacer?
—Mi padre sufría ataques de pánico antes de que mi madre lo
abandonará. — comenta con satisfacción al poder haberme ayudado.
—Oooh.
—Imagino que es lo que te ha pasado ¿no? —pregunta—. Si me dejas
siempre estaré a tu lado.
No me creo lo que acaba de decir.
En ese momento suena mi móvil, es mi madre
—Hola mama, no, no, estoy bien. —declaro—. En serio mamá te lo
prometo. Aja. Si, me ayudo un amigo aquí en Brasil. Ahora vuelvo a mi
habitación de hotel. Si mamá yo también te quiero.
Cuelgo la llamada. Las manos todavía las tengo sudadas del ataque, pero
parece que estoy algo más relajada.
—¿Me llamaste amigo?
—Es más rápido que decir “el tío que me robo el taxi o el tío al que
expliqué todas mis mierdas”. — suelto con una sonrisa de oreja a oreja
mientras él también me está mirando con una sonrisa bobalicona.
—¿Estás mejor? —. pregunta Tiago preocupado.
Yo lo miro con cara de malas pulgas por el momento que estoy pasando.
La verdad, que todavía no he superado toda la situación que sucedió
cuando era una niña. Cierro los ojos, inspiro, retengo y exhalo, otra vez lo
necesito, así varias veces más hasta que consigo relajar mi respiración.
Noto que alguien acaricia mi cara.
—¿Estás bien?
Abro mis ojos de nuevo y tengo a Tiago a mi lado.
—Paula, ahora que estás más relajada, ¿podemos hablar? —pregunta.
Sé que en este momento no es el más conveniente para hablar y menos
detrás de la crisis que acabo de tener. Pero finalmente claudico.
—¿Qué ha sido lo que te acaba de pasar? — pregunta.
—Nada. — contesto sin querer dar más explicaciones al respecto.
—El que nada no se ahoga. Por lo que me estás contando la verdad. Ven
siéntate y me cuentas. —tirando de mí de la mano.
Ese contacto, cuando me toca, siento electricidad. Estas sensaciones con
él me van a volver loca, literalmente. Al final me encerrarán en un
manicomio.
—¿Tu mente donde te había llevado? —. pregunta en tono exigente.
No contesto, no me salen las palabras, me coge de la mano y da un casto
beso en el dorso de la misma.
—¿Y Bien? ¿Qué dónde estabas? —. indaga en un tono frío.
Inspiro de nuevo, me acaricio mi larga melena azabache.
—Primero de todo, ahora que estoy algo más relajada, lo siento. —
intenta que lo mire, no puedo apartar la mirada y fijarla en el paisaje.
Sé que por decir lo siento, no olvidará que le hable mal. Mi
comportamiento fue de una niña malcriada. Pero no puedo olvidar las cosas
horribles que me hizo Paco. Al explicarlo provocó que reviviera el momento
—Eres una persona difícil— se apoya contra el árbol —. Pero me da
igual.
—¿Difícil? — inquiero—. Venga no me jodas. ¿Qué esperabas después
que te explicará mi mierda? Lo que me sucedió marcó un antes y un después
en mí.
No quiero llorar, ya monté un numerito, y no pienso volver a montarlo y
menos hoy.
—No pretendo hacerte daño, solo ayudarte.
Tengo un nudo en la garganta, comienzan a darme ganas de llorar.
—Y ¿Por qué no me das de lado? Eso sería lo más fácil para ti, ¿y a ti
que más te da? Seguro que no quieres verte envuelto con una persona
patética y difícil.
—Difícil sí, pero no patética.
Entonces me incorporo, no quiero seguir escuchando tonterías.

«No sé qué estoy haciendo aquí yo vengo a trabajar, no a enrollarme con


Tiago en Brasil››.

—¡Se acabó! Tengo que irme. — expongo.


—No, ¡Paula quédate! — exclama.
—Ya no me miras como antes, cuando tus manos tocaban mi piel. En tu
mirada había deseo, y ahora nada. —Ahora estoy enfadada, no respeta mi
petición de estar sola.
—Me estás tomando el pelo. — Cuando me mira, siento como si fuera la
Hydra de Hércules de siete cabezas. Estoy loca al mencionar todo lo que
estoy sintiendo en realidad—. Creo que no has notado que solo tú me has
hecho sentir el deseo salvaje por un hombre. —me encogí de hombros. Esa
afirmación me hace sentir vulnerable, desnuda a los ojos de Tiago. Me
levanto del suelo y pongo dirección al lugar donde está el coche aparcado.
Si no quiere llevarme de vuelta, haré autostop.
—¿Qué haces? — pregunto.
—Es simple, me marcho, te explico mi deseo de que quiero marcharme,
y tú no haces nada, pues es simple me voy sola. — manifiesto.
—Paula, yo…— su voz se quiebra.
—¡Ni Paula, ni leches, ni que ocho cuartos! —exclamo enfurecida—.
Antes me has hecho sentir hermosa, de hecho, ha sido la primera vez desde
los nueve años que me he sentido viva. Si esto va a seguir así, no quiero
estar contigo ni un momento más.
—Intento respetarte, he intento ir despacio contigo. Porque la ansiedad
que tuviste en el avión me dio a entender que había algo más que te oprimía
el corazón. Quiero que sepas una cosa, mira—coge mi mano y me hace tocar
su paquete por encima del pantalón. De este modo estoy desde que hemos
estado en la laguna. No quiero hacer nada más, porque antes de hacer nada
quiero que confíes realmente en mí. Quiero que sepas, que no pienses que
por un momento voy a decir que no te deseo. ¡Porque sería mentira! Es estar
a tu lado y ya estoy duro, desde que te vi entrar por mi oficina aquel día,
estoy inestable.
Entonces mis manos se lanzan a su cuello.
—Demuéstrame, como me deseas. ¡Hazme sentir! —le suelto,
encendiéndome de nuevo.
Lo veo apretar las manos, está calibrando en ese preciso instante si
dejarse llevar. Valorando lo que acabo de suplicar.
Cuando me acerco a él, sujeto su mano y la meto dentro de mis braguitas,
para qué me acaricie y mi mano se me antoja tocarle a él también.
—Demuéstrame como me deseas y córrete para mí.
En ese momento, los dos estamos inmersos en una oleada de placer, nos
vamos dando placer de un modo perfecto, estamos llegando al frenesí tan
solo acariciándonos. Noto como esta duro, comencé a masajear con más
ritmo. Estamos jadeando, por lo que ambos aceleramos el ritmo para que el
otro llegue al orgasmo.
Un grito más elevado, cuando mi cuerpo comienza a temblar de placer, el
orgasmo se extiende por nuestras manos. Hasta que noto como su simiente
sale y se derrama en mis manos.
Nos quedamos abrazados, un rato, no recuerdo cuanto tiempo, pero me da
igual. Me encuentro a gusto. Y este hombre en un ratito ha conseguido que
tuviera dos fenomenales orgasmos.
—Tiago, esta noche quédate conmigo. —suplico—. Por favor.
—Vale. — acepta.
Me abraza.
No puedo hacer otra cosa que mirarlo, como he conseguido un chico así y
encima que me aceptará. Esta situación me cuesta asimilar que podría ser
cierto. No me lo puedo creer, que haya tenido tanta suerte.
—Vamos a darnos una ducha y pensar que hacemos el resto de la tarde
noche. ¿Te parece? —.me pregunta, acariciándome la mejilla. —Si me dejas,
me gustaría que tuviéramos una cita formal.
—Perdón, ¿y esto que fue? — pregunto incrédula por su afirmación.
—Un encuentro fortuito. —suelta con una sonrisa ladina.
—Voy un momento al riachuelo a limpiarme esta mano, y marchemos a
esa ducha.
Una vez limpia, comenzamos el viaje de retorno hasta el coche, todo el
camino de vuelta Tiago me sujeta de la mano, ese contacto hace que mi
corazón maltrecho, parezca sanar en una milésima.
Capítulo 17.
La vuelta

Tiago
Una vez ya en el coche de camino a Sao Paolo, mientras conducía, voy
todo el camino con mi mano en su muslo.
—¿Por qué sigues en una empresa donde no te valoran? —pregunto
—En su momento, comencé en la empresa para adquirir experiencia,
luego me acomodé y ya después me dio una pereza increíble volver a buscar
trabajo. —confieso avergonzada.
—¿Te conformaste?
—Se puede llamar así. — revela.
—¿Qué planes tendrás al acabar este viaje? —interrogo porque quiero
tener una oportunidad con ella.
—¿Quieres saber la verdad? O prefieres la mentira. — le respondo con
otra pregunta.
—Siempre la verdad por favor. —le pido.
—Simplemente, no tengo ni idea. De momento nunca he pensado en el
futuro. Solo pienso en lo que me depara el día a día. No tengo planes.
Detengo la marcha y aparco, justo cerca de un bar de carretera.
—Vamos a tomar algo. —comento y saliendo del coche.
Me dirijo al maletero, para ponerme de nuevo la ropa de esta mañana y
pido que se cambie de ropa. Observo a Paula desconcertada por tener que
cambiarse al aire libre. Yo estoy quitando la camiseta cuando la veo
embelesada admirándome. Tengo que carraspear para que vuelva de sus
mundos de yupy.
Le lanzo la ropa a las manos.
—Sí, sientes pudor por desvestirte en la calle, entra al coche y cámbiate.
¡Corre! — ordeno.
Entra en la parte de atrás del coche, y no le queda de otra que quitarse la
ropa.
Al salir del coche la admiro con la ropa de esta mañana como si lo de la
laguna ya no hubiera pasado.
Entramos al local, nos lleva a una zona del local más íntima. La camarera
se acerca para ver que vamos a tomar y entregarnos los menús.
—Tomaremos dos menús número tres. De beber dos Coca Colas. —
ordeno a la camarera sin dejarla hablar.
Nos da tiempo a la camarera a hacer nada. Confió que haya anotado bien
el pedido.
Comienzo a preguntar por su vida en Barcelona, fuera de la empresa.
Tengo curiosidad por saber cómo es la vida de Paula a parte del tema
laboral.
Le pregunto por su relación con sus amigas. confesó que a pesar de que
ellas tienen sus dramas, son felices tal cual, pudieron seguir adelante.
Hubo una pausa en la conversación, ya que la camarera trae los platos.
Tiene un aspecto delicioso.
Una vez nos deja solos, observo como Paula le da un mordisco a mi
hamburguesa.
—¿Cómo está? — pregunto.
—¿De qué es? Porque no me sabe a carne normal.
—Es vegana. La pedí de verduras.
—Pues está exquisita.
Me limpio la boca con la servilleta, la noto como cogiendo un poco de
valentía se aproxima más a mí.
—Tiago, ¿puedo hacerte una pregunta?
—Dispara.
—¿Cómo sabes hablar tan bien el español? —le pregunto
—La verdad, es que mi madre es española, —. Me ha sorprendido, me
imagina cualquier cosa menos esa confesión. —cuando vuelvas a Barcelona
te acompañaré y la visitaré de nuevo, le hará ilusión que vuelva tan pronto.
Contenta por lo que acaba de comentar, que no solo se quedara en el
tiempo que dure mi visita a Brasil. Por lo que aparece una sonrisa en mi
cara.
—¿Pasaste un buen rato hoy? — interroga.
Sorprendido, Paula me besa. Solo con ese contacto noto como me estoy
poniendo duro, mi mástil vuelve a querer jugar. La veo envalentonarse y
sentarse encima de mí y me abraza. Observo como me acaricia a través de su
camisa resigo su torso.
Su lengua y la mía se sumergen en un baile al son la una con la otra. No
aguanto más, además no me gusta dar un espectáculo en este tipo de locales.
—Tendríamos que marcharnos—. Comento en tonto cortante.
Me acerco a la camarera a pagar y cuando vuelvo, veo una Paula
avergonzada.
—Tiago, ¿no te estaba gustando el beso? — pregunto.
—¿Qué? ¿Por qué preguntas eso? — Estoy sorprendido por esta
pregunta. ¿No has notado como he crecido?
—Simplemente, porque has interrumpido el beso. —reprocha.
—Nada menos, pero si sigues así no voy a poder controlarme, no pienses
nada extraño. Estamos en un sitio público y no me gusta dar muestras de
afecto tan excesivo. —confieso.
La veo asentir por lo que acabo de mencionar, la sujeto de la mano para
ir al coche de nuevo.
Nos metemos en el vehículo en dirección a Sao Paolo. Vuelvo a poner mi
mano sobre su pierna mientras conduzco.
CAPITULO 18.
La Samba

Paula
Una vez llegamos a la habitación del hotel, es mi zona de confort, me
quedo parada mirando la cama.
—¿Qué haremos en este momento?
—Lo que llevo deseando hacer desde hace días.
Mi cuerpo está deseando sentir sus manos sobre mí, otra vez, en este
momento me gustaría poder practicar sexo con Tiago a expensas de saber
que con ese acto nunca he conseguido llegar al orgasmo.
Noto que se acerca a mí, apartando el pelo de mi cuello y lo besa. En su
mirada observo un fuego salvaje.
Mi niña interior me habla y me dice que me aparte de Tiago, que es mejor
no hacer nada, que en este momento tiene miedo de lo que pueda pasar, que
no quiere sentir dolor.
Suspiro e intento relajar a mi voz interior, esa vocecita que ahora me dice
que huya de esta situación, que si me quedo lo único que voy a conseguir es
que Tiago me haga daño. Vuelvo a suspirar y acallo esa voz.
Tiago tiene sus ojos fijos en mí en ellos puedo ver la danzarina llama del
deseo consumiéndolos. Me ofrece una mano y tira de mí, hasta tener nuestros
cuerpos pegados el uno al otro. Mantengo mi espalda extremadamente tensa.
—Tranquila.
Ya he estado varias veces con un hombre en este tipo de circunstancias.
¿Por qué me siento tan nerviosa?
Tiago me lleva en dirección a la cama. Continúo nerviosa por lo que me
hace sentir.
—¿Estás bien? —pregunta acariciando mi cara, hasta colocar su pulgar
en mis labios.
—Nada… es que no sé cómo actuar contigo. — admito.
—Haz lo que te apetezca. Relájate y disfruta del momento.
Entonces le retiro su camisa y la tiro al suelo. Pego mis manos a su pecho
y mis dedos acarician su piel. Observo que su expresión es calmada, en
cambio, su pecho parece agitado.
Estoy un poco descontrolada, cuando he estado con otros hombres nunca
había hecho algo así.
Mi mano agasajando, se introduce por debajo de sus prendas y vuelvo a
sujetar su miembro como hice antes. Tiago suspira y sigue esperando que
continúe, la actitud de Tiago ha cambiado, está proporcionándome el control.
Oigo como un gemido se escapa de su boca. Lo sujeto con más ímpetu,
quiero oírlo. Lo miro y por su cara imagino que le gusta.
—Me encanta lo que estás haciendo. — afirma.
Esas palabras provocan en mí, que me desmelene, buscando el botón de
sus pantalones para quitárselos junto a sus calzoncillos. Observo como su
mano asciende hacía mi mejilla y la acaricia con ternura. Ese gesto
estremece todo mi cuerpo. Entonces me pego a su erección.
—¡Hazme sentir! —ruego.
Necesito que me toque.
—¿Qué quieres hacer, Paula? — pregunta con voz ronca
—Lo que sea, pero haz algo— suelto así sin mas
No sé por qué, pero siento que con él podría hacer cualquier cosa.
—Cuidado con lo que deseas, porque lo que sea puede implicar muchas
cosas.
Lo veo que me da la vuelta, y me baja la cremallera de la falda. Cuando
la falda cae al suelo, su erección la restriega por mi culo. Desde su postura
noto como comienza a desabrochar mi camisa.
Mi mente vuela y me veo cabalgando a Tiago.
Incapaz de contenerse, baja la mano y desliza por debajo de mis braguitas
y acaricia mi sexo.
—Joder, que mojada que estás. — se humedece los labios.
El deseo domina su expresión, me gira y clava su mirada en la mía.
—¿Qué quieres que hagamos, ahora? —pregunta y se le escapa un
gemido.
—Tiago por favor, ya te lo dije antes— ruego.
La expectación por saber que pasará me está poniendo frenética. Ojalá
tuviera una bola de cristal para saber qué esperar de este momento.
—Voy a hacerte disfrutar y mucho. —murmura—. Túmbate en la cama
Hago lo que me pide. Noto como mi ritmo cardiaco va a mil.
—Paula, por favor ábrete de piernas. —susurra.
Me retira las braguitas. Estoy de los nervios porque en este momento me
encuentro abajo. La situación hace algo que me descoloca. Me besa justo en
el ombligo. Su lengua camina por mi piel, bajando en dirección a mi clítoris.
Cuando llega me estremezco al sentir su lengua acompañada de acaricias con
su dedo.
Tiago sin previo aviso introduce su dedo dentro de mí y comienza a hacer
ligeros movimientos en círculo. Mi cuerpo se arquea.
—¿Todo bien? — Sale un poco de entre mis piernas para saber que de
momento no hay ningún problema.
Asiento, no soy capaz de articular palabra. Las sensaciones que estoy
experimentando son extasiantes. Gimo
—Tiago— siseo más alto mientras él está con la intromisión con su dedo
y lengua.
Nunca habría pensado que encontrar el hombre adecuado conseguiría
sentir, logrando que esas sensaciones me encantaran. Estos estremecimientos
que estoy sintiendo son muy placenteros, vuelvo a mira a Tiago lo veo entre
mis piernas.
—¿Quieres que haga que te corras ya? — pregunta.
Asiento de nuevo, lo observo sonreír con sonrisa ladina
Estoy comenzando a perder el control, mi mente se está nublando por
completo. Tiago acelera el ritmo de su lengua. Segundos después noto un
hormigueo por todo mi cuerpo, y grito, si grito de desesperación por lo que
me acaba de hacer sentir. Mi estado en este momento es de euforia.
No me di cuenta, pero ya estamos los dos estirados en mi cama de nuevo.
Me permite unos segundos para recomponerme.
—¿Cómo ha estado? —pregunta preocupado.
No contesto, todavía estoy intentando recuperar el aliento, estoy sin
palabras. Ahora entiendo a Carol el afán por querer echar pinchitos. Oh por
favor, ¡ha sido increíble!
—¿Mejor?
—Ha sido sublime.
Él sonríe, y observo que se hincha como un gallo.
Pego mi cuerpo al suyo, y me apoyo en su pecho.
Ojalá no tuviéramos que movernos nunca.
—¡Ahora faltarías tú! — manifiesto.
—Ignorarla.
Refunfuño.
No me apetece moverme de la cama en ese momento.
—Cinco minutitos más.
Nos quedamos un ratito más en la cama, pero nos quedamos un ratito
dormidos.
Me despierta dándome un beso en la nariz
—Dúchate y luego iré yo. Iremos un rato al local de samba. Que estos
días me has estado dando el salto con João. — expresa divertido.
Mascullo un rato porque me apetecía seguir con él en la cama. Voy a la
ducha, me pongo el primer vestido que lleve aquel primer día que me llevo
al local, le pido que me suba la cremallera. Me hago un recogido
revolviéndome el pelo
—No me mires de esa manera, me estás poniendo de los nervios. —le
espeto.
Cuando acabo del lavabo, va él. En su mochila trae ropa para ponerse
ahora.
Mientras está en la ducha me quedo mirando la puerta.
Pienso que no sé cómo Tiago ha conseguido introducirse en mi sistema,
por más que en un primer momento haya intentado negarlo, porque no lo
tengo permitido por contrato. Pero en este momento el contrato me da lo
mismo. Oigo el ruido de la puerta, y dejo de estar en mis mundos de yupy, lo
observo salir tan solo en calzoncillos, haciendo que me quede embelesada.
Todavía sigo sorprendida, que un hombre como Tiago se haya fijado en
mí. Lo más sorprendente es que con él estoy descubriendo los fuegos
artificiales que tanto he anhelado.
Cogemos un taxi para llegar al local. Por una parte, estoy ansiosa por
demostrar las enseñanzas de João durante estos días que él no ha estado
aquí. Obviamente, no soy una profesional, pero ya hago algún pinito.
Al llegar al local, nos sentamos en una de las mesas, hace lo mismo que
el otro día, pide por mí, al no entender ni torta la carta.
Nos traen platos, con una pinta tremenda y dos caipiriñas, él sabe que esa
bebida el otro día me encantó, y estos días también la seguí tomando.
Al acabar de comer, tengo una mirada perversa y le suelto
—¿
VOCÊ GOSTARIA DE DANÇAR COMIGO?
—pregunto.
Tiago se queda noqueado por la pregunta. No contesta.
—¿
VOCÊ GOSTARIA DE DANÇAR COMIGO?
— Vuelvo a formular la pregunta.
Entonces le oigo que se aclara la voz
—¿Cómo sabes hacer esa pregunta? —contesta con evasivas.
—Pues es simple. Quería sorprenderte y averigüé. ¿
VOCÊ GOSTARIA DE DANÇAR COMIGO?
—Se, eu quiser dançar com Você.
Salimos a la pista con las manos entrelazadas
—Hoy estás que te sales Paula. — confiesa por la sorpresa.
Una vez en la pista, comienzo a bailar y lo miro como si en ese momento
yo no supiera qué hacer. Y entonces comienza una nueva canción y comienzo
a moverme junto a él, con los pasos que me enseñó João estos días.
Él me contempla con ojos como platos, por los movimientos que estoy
haciendo, está sorprendido ya que la última vez aún no dominaba los pasos.
—¿Desde cuándo sabes moverte así? — pregunta atónito por cómo me
estoy moviendo—. El otro día, estabas aprendiendo el paso básico y hoy no
paras de sorprenderme…— manifiesta.
—Es lo que tiene desaparecer, que a veces al volver pueden haber
cambiado muchas cosas. —suelto sin filtros—. Ostras, ¿aquella no es Patry?
—¿Quién? — pregunta.
—Una amiga de la universidad. Dame un minuto. — Le hago el gesto con
la mano.
Me acerco hasta la que creo que es Patry. Como está aquí, si lo último
que sé, es que estaba viviendo en Londres por el Erasmus, pero ya no
volvió.
—¿Patry? — se gira por oír su nombre. La contemplo sorprendida.
—¿Paula? — pregunta incrédula por encontrarme en un sitio así. No es
muy típico en mí, en aquella época, ni en esta.
—¡¡Hola miarma!! ¿Tú por aquí? — pregunto.
—Si Tía, hemos venido con unos amigos de mi prometido de vacaciones
a Brasil.
—Felicidades. Y él está aquí. Si está allí con sus amigotes, —señala a
un grupo de chicos— pidiendo sus copas.
Al ver que tardo en volver, Tiago se acerca a mí.
—Menina, ¿Todo bien?
—Si Tiago, es ella. Te presento es Patry una compi de la universidad.
Patry él es Tiago, un amigo. —les presento.
Tiago me mira con una mirada incendiaria por las palabras que he usado,
a ver en ningún momento hemos definido lo que existe entre nosotros. Por lo
que la palabra amigos me parece bien.
Ellos se dan dos besos. Entonces observo que un chico grandote todo
fibrado, moreno y con penetrantes ojos marrones.

«Ay, virgencita, como puede estar tan bonico su pareja.»

Tiago observa la mirada lasciva que le brindo a este chico, que se acerca
a Patry y la devora en ese momento, ahuyentando a los moscardones que no
se acerquen a ella, que ya está pillada.
Observo como Tiago se ríe por el espectáculo que están dando estos dos.
Patry se aclara la voz, por la demostración de cariño que acaba de dar su
prometido.
—Paula, Tiago este es Dylan, mi prometido. — nos presenta con un tono
de voz de rubor por lo que acaba de pasar.
—Encantada— le doy dos besos.
—Encantado— Tiago le da la mano.
—Tía, mañana podríamos ir un rato a pasear juntas, un momento de
chicas y nos ponemos al día.
—Miarma, eso sería genial, pero yo he venido a este país a trabajar y no
estoy de vacaciones.
—Paula, si quieres mañana no habría problema, de igual manera no te
darán una contestación hasta la semana que viene al respecto. —manifiesta
—. Si quieres quedar con ella podrías. Yo si es así intentaré adelantar mi
faena así cuando estés libre podamos vernos un rato. — espeta Tiago.
Nos damos los teléfonos y mañana quedamos que nos llamaremos por la
mañana.
—Chicos os dejamos que disfrutéis de la noche, voy a seguir bailando
con Tiago. Buenas noches.
Cuando estamos alejados de ellos. Percibo el rostro Tiago ofuscado,
demasiado quizás lo cual me extraña.
—¿Qué te pasa? —pregunto.
—Lo que me pasa, es que dijiste que tan solo soy un amigo. — Hace un
gesto de comillas con sus dedos.
—¿Acaso hemos definido lo que es esto? NO, ¿verdad? Llamarlo
follaamigos tampoco me gusta la palabra. Porque yo no quiero únicamente
los beneficios de tener pareja, pero poder estar con otros. Pero no es una
conversación que se tenga en caliente y en una pista de baile.
Está sorprendido por las palabras que he empleado en este momento y
sobre todo el tono que he usado.
—Tampoco quiero descubrir porque no quiero verte con otras. Pero es
como me siento. En este momento quiero vivir el momento. Y no pensar en
esta cabeza loca que tengo.
—Me parece bien, no compartirte con nadie más. Pero tampoco con
João.
—¿Qué?
—No definamos nada si no quieres, yo no quiero estar con otra. Por lo
que yo tampoco quiero que estés con otro.
A lo lejos aparece João en la sala y se nos acerca a saludar.
—Buenas Paulita, ¿Tu por aquí y con mi amigo Tiago? — pregunta en
tono de mofa.
Entonces me río, porque este sabe lo que siento por Tiago, y está
haciéndose el tonto, para hacerlo rabiar un poco.
—Menina, esta noche extrañaré tu cama. — comenta con sonrisa de
bribón.
En ese momento Tiago lo mira con malas pulgas.
—Hola Tiago.
—Hola João. —saluda Tiago en tono irritado.
—Paula, ¿
VOCÊ GOSTARIA DE DANÇAR COMIGO?
— me pregunta, antes que conteste, pregunta a Tiago—. ¿Me la prestas un
ratito?
No dejo contestar a Tiago y digo.
—Se, eu quiser dançar com Você.
Mientras bailamos un baile lo regaño por cómo se ha comportado con su
amigo.
Tiago me está contemplando, supongo que está viendo mi cara con João
de cabreada. Ahora mismo le estoy leyendo la cartilla por provocarlo así.
—Tranquila que solo quería pincharle un poco. —afirma—. Para qué
demostrará posesividad contigo.
Entonces paro el baile en ese momento, porque comienzo a estar
cabreada.
—¡Pero no le dejaste! — manifiesta
—A mí no me gustan los comportamientos de macho alfa. —confieso.
Observo como Tiago se acerca y oye nuestra conversación.
—A ti no bonita, pero a mí me pone perro que un hombre o una mujer
marqué su territorio en mí. —suelta sin pelos en la lengua.
—¿Perdona que has dicho? —pregunta a Tiago.
Mierda, Tiago ha oído lo que ha mencionado João.
—Pues que a mí me ponen los hombres y las mujeres por igual. Tiago
soy bisex. —confiesa.
Dios que João acaba de abrir la caja de pandora. No sé cómo
reaccionará Tiago ante esta confesión.
—Tiago, di Algo. — está en silencio, no abre la boca—. Ves Paula esta
es la típica reacción que temo al explicar mi orientación. Es mejor que esto
que soy, no salga a la luz.
Entonces oigo como Tiago se aclara la garganta
—Perdona tío, es que nunca hubiera imaginado que el tiarrón más macho
de la jungla le fueran tanto los hombres como las mujeres. —observo que
João asiente—¿Por eso el nazi de tu padre te echó?
—Sí. Tío si te gusta Paula conmigo no debes tener celos. Es la primera
persona que se ha comportado bien conmigo desde que sabe la verdad. De
hecho, ahora me está leyendo la cartilla.
—Jajajajaja. Es que Paula es mucha Paula. ¿Esta noche necesitas un
lugar donde dormir?
—Sí. Ya sé que la cama de Paula que es muy cómoda. Mejor que la de
invitados de tu casa. — se carcajea.
—¿Hola? Que estáis hablando de mí y de mi cama. No sé si os habéis
dado cuenta de que estoy presente. — comento cruzada de brazos y
enfadada.
—Si, tranquila, menina, —se acerca a mí y me besa delante de su amigo.
—No decías que las demostraciones excesivas en público, ¿no te iban?
Observo a João riendo por la escenita que estamos dando.
—Os dejo que disfrutéis de vuestro momento de intimidad. —suelta
riendo— Paulita mañana te llamo y si tu señor acompañante tiene trabajo
salimos un ratito. Podemos hacer algo como el sábado.
—Mañana lo dudo, justo mañana tiene que hacer una presentación en mi
oficina.

«¿Qué? ¿Cómo? Desde cuando es la primera noticia que tengo al


respecto»

—¿Y eso a quien se lo dijiste? Porque que yo sepa dijiste a Patry que
podíamos quedar por la mañana.
—Cambio de planes.
—Y si hay cambio de planes, ¿no crees que antes debería saberlo yo?
Porque puede ser que no esté preparada para ello. — reclamo en tono de
reproche.
—Tú naciste preparada— expresa con confianza.
João ya se ha marchado, tras el nuevo acercamiento de Tiago hacia mí,
cogiéndome de las caderas moviéndolas en círculos, mientras vuelve a
besarme. Acercando sus manos a mi culo. A pesar de que los nervios
vuelven a adueñarse de mí, la sensación ante su roce me encanta.
—¿Nos vamos? — él asiente.
Entonces salimos de la local y tomamos un taxi. De camino a mi hotel me
quedo absorta en mis pensamientos. Y él no dice nada.
Ya me tiene otra vez con ganas de él, ahora me muero por abrazarlo,
perderme en su aroma, perderme en sus labios, en estos momentos que siento
el fuego que hay en mi interior.
Con Tiago esa valentía capaz de abrir las puertas y vencer con él esa
tormenta que acecha siempre en mi cabeza. Quiero hacer crecer estos
sentimientos que provoca Tiago. Espero que la relación que se ha creado
entre nosotros siga surgiendo como hasta ahora. Y así se aparte el miedo, de
revivir mi pasado.
Ahora mismo, cualquiera que me conozca, pensaría que estoy loca. Por
involucrarme tan intensamente con alguien, que casi no conozco. Sin
embargo, desde que Tiago ha entrado en mi vida, vuelve a salir la luz del sol
en mi vida.
—¿En qué estás pensando? —pregunta.
—En que me estoy volviendo loca. — confieso.
—¿Y eso?
—Pues que desde que entraste en mi vida, es la primera vez que me
siento envalentonada para abrir esa puerta, y no quiero esconder esas
heridas, como he hecho siempre. Quiero poder superarlo junto a ti.
Le impresionan las palabras mencionadas y me abraza más fuerte.
Una vez ya en mi habitación, me acerco a él
—Te deseo. Más de lo que he deseado a nadie, en toda mi vida— le
aparto la mirada porque el insinuar esas palabras, hace que sienta vergüenza.
Encojo mis hombros porque Tiago no está reaccionando a las palabras.
Nada que no voy a seguir con la insistencia, pero estaría bien que
sucediera.
Cuando al fin veo que comienza a moverse. Pega sus labios a mi cuello.
Yo cierro mis ojos extasiada al completo por el cosquilleo y el anhelo que
despiertan sus besos.
—Tiago…—susurro.
Noto como sus manos acarician mi cuerpo; con una mano, baja la
cremallera de mi vestido. Mi pulso se acelera y mis piernas flojean. Mi piel
arde en deseos por ser tocada de nuevo.
Me alegro de haber dado el paso.
Tiago me da la vuelta y quedo de espaldas a él. Su erección presiona con
anticipación contra mí. Desabrocha mi sujetador y cae al suelo.
Giro la cara para mirarle, sus ojos están ensombrecidos, va trazando
lentamente sobre mi piel desnuda. Esa sensación me pone la carne de
gallina.
—Es maravilloso ver como reaccionas cuando te toco— susurra.
Estoy deseando lo que va a venir en este momento y estoy enloquecida e
impaciente.
Contemplo desde mi perspectiva a Tiago, y se saca la camiseta. Los dos
tenemos nuestras respiraciones aceleradas. Entonces me sonríe
—Aún no hemos comenzado nada y ya estás gimiendo. — suelta sin
pelos en la lengua—. Tu poca experiencia relacionada con el sexo me
desconcierta. Y, dicho esto, estoy alucinando que, con mis caricias, esté
siendo la única persona con la que te hayas corrido.
Voy a admitir que es un alivio. Saber de ante mano que no tengo nada
malo, por mi ausencia de lograr de llegar al clímax. Desde que estoy Tiago,
ya me ha regalado unos cuantos.
Necesito procesar todo lo que está pasando en este momento. Él continúa
devorando mi cuello, primero lentamente y luego avariciosamente. Mi
cuerpo arde por todo lo que me está haciendo Tiago.
Ya lo estoy necesitando, así que muevo mis caderas, y consigo volverlo
loco.
«Ojalá podamos tener sexo en este momento, lo deseo con ahínco y así
sentirlo contra mi piel» me expreso a misma mentalmente. Estoy asombrada
por la osadía que tiene mi mente.

—¡Joder, Paula! —exclama—. Como sigas haciendo este movimiento


conseguirás que me corra tal cual. — vuelve a gemir y yo paro de moverme.
Me separo de él, un poco y le retiro su pantalón y sus calzoncillos,
dejando su miembro liberado por fin.
Abro mis ojos como platos al ver lo cachondo que lo veo a, tras quedar
al descubierto toda su masculinidad.

«Ostras es enorme, ¿y eso va a entrar dentro de mí?»

—¿Por dónde quieres comenzar? —pregunto.


—¿Confías en mí? —me contesta con otra pregunta.
—Sí, confió en ti. —afirmo.
Se separa de mí y se acerca a sus jeans y coge su cartera. De allí saca un
condón y rasca su envoltorio y enfunda su miembro.
Nos encaminamos hacia un mueble, no sé qué quiere hacer.
—Vas a estar arriba, tendrás el control de todo. Aunque sea yo quien se
mueva. Si en algún momento sientes ansiedad o necesitas que pare, dímelo y
pararé.
Respiro hondo y la introduce en mi envergadura. Solo la ha metido un
tercio. Suspiro y noto que pone sus manos en mi culo.
—¿Estás bien? — asiento con la mirada—. Paula voy a comenzar a
moverme en tu interior, lo dicho si necesitas que paré, ¡lo haré!
Entonces noto como comienza a taládrame con fuerza, sus caderas
empujan hacia adelante. Lo observo y en este preciso instante tiene la mirada
cargada de lujuria. Quiero probar lo que ha comentado Tiago hace unos
minutos.
—¡Para! Por favor. — suplico.
Para en seco sus embestidas. Entonces su mirada es de preocupación a
causa de mi petición.
—¿Todo bien? — pregunta preocupado.
—Sí. Únicamente te estoy poniendo a prueba. —expreso divertida.
Alzo la vista y entonces veo poner los ojos en blanco. Por lo tanto, me
sujeto de su pelo y lo atraigo hacia mí para devorar su boca. Sus caderas
vuelven a moverse de nuevo, pero esta vez lento.
—¡Joder Paula! Estoy a puntito de caramelo—consigue decir entre
gemidos—. ¿Tu cómo vas? — pregunta seductor
Estoy perdiendo el control de mi cuerpo. Arqueo mi espalda, estoy
eufórica, ¡estoy notando que por fin mi orgasmo está comenzando a llegar!
Los dos estamos llegando al mismo tiempo porque los gemidos parecen
intensificarse.
Cuando hemos acabado, nos quedamos abrazados unos minutos en esa
postura. Estamos intentando que el ritmo de nuestras respiraciones se relaje.
Desde esa postura acaricio sus musculoso y fibroso torso. Seguimos todavía
unidos, estoy disfrutando de esta situación a más no poder.
—¿Quieres que durmamos juntos esta noche? —pregunta nervioso.
—Si por favor. — suplico.
Percibo en su mirada ternura.
Mi corazón no para de latir del nerviosismo que siento. Como diría
Dianne creo que estoy enconejada de Tiago. Entonces mi mente se descojona
de mí y en mi cara comienza a salir una sonrisa.
—¿Y esa sonrisa? De que se trata, cuenta.
—Es que en mi mente se acaba de acordar de una conversación que tuve
con Dianne, y me ha venido a la mente.
—¿Has pensado en una conversación con Dianne justo después de haber
tenido sexo conmigo?
—Sí, pero no es lo que parece. Es que Dianne hace un tiempo dijo que
no quería estar enconejada de un hombre. Y me he acordado de esa
referencia, porque supongo estarlo de ti. —manifiesto.
—¿De verdad?
—Sí. —confieso.
—¿Te quedarás esta noche? —le pregunto—. Me gustaría que te
quedarás.
—Vale, me quedaré— expone—. Con una condición.
—Dispara, ¿De qué se trata esa condición? — pregunto.
—Que me dejes darte un besito de buenas noches. — comenta guasón.
Desde esa postura, me lleva en volandas a la cama, y me deja caer con
suavidad.
—Trato hecho.
Se saca el condón y lo tira a la basura del lavabo. Me pongo el pijama y
él se pone los calzoncillos y una camiseta.
Pasamos el resto de la velada mirando Netflix, vemos la película Misión
Imposible 2 de Tom Cruise.
Tiago se duerme sobre mi pecho mientras yo voy aprovechando para
acariciarle su pelo. Intento no moverme para no despertarlo. No pensé que
ese contacto, me pudiera hacer tan, pero tan feliz. Yo también acabo
sucumbiendo en los brazos de Morfeo a pesar de estar eufórica porque por
primera vez he podido tener sexo con un hombre y por fin llegar al orgasmo.
Capítulo 19.
Elevator picth

Paula
A la mañana siguiente, despierto entre los brazos de Tiago.
—¿Qué vas a hacer? —pregunta.
—Pues es simple voy a la ducha. — afirmo.
—¿Dúchate conmigo esta vez? —expone tan tranquilo.
—¡Va a ser que no! — No creo que sea conveniente ducharme con él—,
me da vergüenza que me veas tal que así.
—A ver que lo entienda. Ya te he visto desnuda por completo y tú a mí.
¿Qué problema le ves al respecto?
—Ya sé que anoche me viste como mi madre me trajo al mundo, pero no
sé si estoy preparada para esa intimidad. Ya sé lo que hicimos, pero no sé si
seré capaz.
—Vale tu misma, ves tu primero y luego yo.
Le sonrió con dulzura, me desvisto delante de él. En ese momento con su
mirada repasa todo mi cuerpo, puedo verlo por el rabillo del ojo, pero lo
ignoro y entro directa al lavabo...
Cuando salgo del baño, Tiago, se encuentra en la cama mirando la
televisión de la habitación. Mientras me estoy maquillando y poniéndome
formal, pero con la ropa que compré el día que fui con João de compras,
para la reunión que comentó anoche Tiago. Por lo que una vez arreglada, se
acerca a mí, Tiago está impresionado con la nueva ropa. Una vez
vestido, vamos hasta su coche y paramos en un bar a desayunar algo.
Cuando acabamos miro el reloj, ¿Ya es tarde? Yo normalmente que tengo
un horario marcado y aquí Tiago trabaja cuando quiere.
Volvemos a estar en su coche en dirección hacia su empresa.
—¿Tienes pensado lo que vas a explicar a la Junta? — pregunta
—¡Si! Nací preparada— expuse con decisión.
Ese día me he arreglado, mi apariencia debe contribuir en causar una
grata impresión a toda la sala de juntas. Ya que es como si también me
estuvieran comprando a mí.
Al salir del coche de Tiago, me aliso la falda negra de tubo que marca
mis curvas y estiro los puños de mi blusa azul cielo de seda. Qué casualidad
que la blusa es de mismo color que la corbata que lleva Tiago.
‹‹No existen las casualidades. ›› esa frase se cuela de improvisto en mi
cabeza.
Tiago, me dirige por el ascensor y en ningún momento me dice que
fuéramos por separados para no denotar ningún vínculo entre nosotros.
Cuando llegamos a la planta correspondiente, Tiago me acompaña hasta la
sala de juntas.
Una vez dentro, Paolo me ofrece un café que rechazo con educación.
.
Todos los presentes en la sala ocupan sus lugares, sonrío de forma
radiantes antes de comenzar mi presentación.
—Buenos días a todos. Estoy segura de que la vida me puso en esta
tesitura porque yo lo valgo— Todos me miran con cara de incrédulos ante
mis palabras. — Mi nombre es Paula me gradué en doble titulación en la
“Universitat Oberta de Cataluña” en el Grado de Marketing y Publicidad.
Desde bien pequeña, me fascinó como la publicidad podía mover a la gente
de sus sofás para que nuestro público objetivo sienta la motivación y quieran
adquirir nuestros productos y servicios.
Voy a hacer algo que no se esperan, preguntaré cosas que no tienen que
ver con la empresa para descolocar con mi Speech.
—¿Saben ustedes que 6000 niños mueren por falta de agua? O ¿Saben
cuánto dinero hace falta para crear todos los maletines que ustedes llevan en
este momento? ¿Con los accesorios adecuados podríamos resaltar mucho
más el estilo de las dos empresas?
—No lo sabía. —confiesa Paolo.
—Quiero que sepan que he dedicado mis estudios a lograr profundizar el
comportamiento y la total dedicación al momento de hacer una compra y he
ideado un método de persuasión efectivo que logrará aumentar hasta un 35%
en las ventas directas. Si me dan la oportunidad podría mostrarles mejor lo
que estoy comentando para la empresa. — expongo con seguridad.
Todos los presentes en la sala de juntas muestran una cara de sorpresa a
los datos que acabo de mencionar.
—Vamos a construir la unión. Necesitamos que todos trabajemos unidos
y precisamente por este motivo, hemos de ser uno. Y como menciona Wayne
W. Dyer, la fusión de dos personas en una da como resultado dos medias
personas.
Observo a toda la sala expectante ante mis palabras. Ya que literalmente
estoy vendiendo a mi empresa para que accedan a fusionar al cincuenta por
ciento.
—Yo no os voy a decir por qué deben fusionarse, porque imagino que la
teoría al respecto se la saben al dedillo. Pero tienen que ver lo que van a
ganar en el proceso de hacerlo con nosotros. — suelto con seguridad.
Miro a todos a los ojos y los veo sorprendidos, es que soy la bomba y
nunca me permiten hacer mi magia.
—Aquí tienen mi tarjeta y en estos dosieres que los he preparado,
pueden apreciar todo nuestro trabajo en la empresa y pueden acceder a las
redes sociales y observar cómo trabajamos. — comento dando por
finalizada toda la presentación.
Entonces miro a Paolo directamente a los ojos
—Me presentaré en una semana para que me den la respuesta al
respecto. Con lo que me digan tanto si es favorable como no, volveré a
Barcelona. Entiendo que lo tengan que discutir y consultar entre todos. Aquí
les dejo los documentos para que los revisen.
Noto la intensidad de las miradas de los asistentes en mí, es punzante.
Pero yo me salí con la mía y había hecho mi monólogo elevator picth[13] .
Me dirijo en dirección a la puerta de salida con elegancia.
Encaminándome hacia los ascensores para salir de esa oficina.
No he hablado con Tiago de si nos viéramos después de la reunión, por
lo que decido marcharme a dar una vuelta sola por Sao Paolo.
Cojo un taxi y se me antoja ir al parque aquel que me llevó Tiago hace
casi una semana. Quiero sentir aquella paz que experimenté aquel día.
Al llegar, fui a la misma zona cerca del lago y me tumbo a pesar de la
ropa formal, no me importa. Quiero percibir la suave brisa, como la hierba
toca mi piel, como el sol ilumina mi piel. Parece que el sol vuelve a brillar
en mi vida.
Al cabo de un rato, mi estómago ruge de hambre. Como no conozco la
zona, decido regresar al hotel y comer la comida del restaurante.
Tome otro taxi, para llegar hasta mi hotel. Quede pensativa admirando el
cielo mientras el taxi me lleva de vuelta.
Ya en el hotel, me percato que en el hall se encuentra Tiago. Con cara de
pocos amigos.
—¿Dónde rayos te habías metido? —pregunta colérico.
—¿Por qué quieres saberlo? —pregunto—. Si no habíamos quedado.
—Vengo a buscarte al hotel, y me encuentro que no hay nadie en tu
habitación. Pensaba que te podía haber pasado algo— comenta histérico.
—¿En serio? — pregunto sorprendida.
—¡Si! ¿Dónde estabas? —interroga.
—Al salir de vuestra empresa, me encontraba algo nerviosa y necesitaba
estar en paz y armonía por lo que fui al parque del otro día. Y me quede
dormida tumbada en el césped.
Los ojos de Tiago muestran con claridad lo enfadado que está Parece al
pitufo enfadadico. En mi mente me carcajeo y, y lo miro intentando retener
una sonrisa que pugna por salir
—¿Y ahora porque te ríes?
Entonces no puedo más, mi cabeza me juega una mala pasada y no puedo
hacer otra cosa que romper en carcajadas.
—¿Me explicas el chiste? —pregunta con cara de tonto.
—Mi mente que está muy perturbada.
—¿Perdón?
—Nada cosas mías. — comento divertida.
—Cambiando de tema. Quiero que sepas que tu exposición en la reunión
ha dejado a la junta impresionada. La reunión tan solo ha durado tres
minutos, ellos contaban que estarías allí hablando sobre el motivo del
porqué y vas y les dices que tú no vas a explicar el motivo de la fusión. Le
diste la vuelta a la tortilla. Si me dejarás incluso te contrataría para nuestra
empresa para qué llevarás el departamento de marketing y publicidad.
—¿No estarás hablando en serio? — pregunto con incredulidad.
—Y tanto. — afirma.
—Si no fuera porque estoy en la otra empresa y está muy mal visto
quizás lo haría. — confieso.
—Piénsalo.
—Entonces ¿dijeron algo? — pregunto.
—¡No! Nos reuniremos el viernes para deliberar el tema — afirma—.
Con la respuesta te citarán para el jueves de la semana que viene.
—Pero estamos a martes, les dije una semana. — protesto,
—Aquí no somos tan puntuales. Además, no creo que el lunes pueda ir a
trabajar. Prefiero pasar el rato con una belleza.
—Zalamero. — dije con sorna.
—Por cierto, ¿y este traje?, es diferente a los que te he visto
anteriormente? — pregunta.
—Es nuevo. El sábado João me llevo de tiendas y compré varios
modelitos.
—¿Así que tú y João habéis hecho cosas juntos?
—Sí. Es un buen chico. Y lo está pasando mal, él necesitaba a una
amiga. Alguien que escuchará sus mierdas.
—¿Tengo que estar celoso? a pesar de que ya sé que es bisex. —
interroga con una expresión inescrutable,
—Obvio. He dormido más con él que contigo. —indico riendo por lo
que he dicho.
—Eso podemos arreglarlo.
Entonces mi móvil suena, es Patry
—Buenas, miarma— saludo.
—Buenas, Paula.
—¿Qué haces ahora? —pregunta.
—En este momento estoy entrando en el hotel, acabo de hacer una
presentación a ver si la empresa quiere fusionarse con la empresa para la
que trabajo. Tienen una semana para que decidan si quieren ser uno con la
fuerza. — Entonces me rio. Esa risa fácil que tengo en ese momento suena
increíble.
—Entiendo, ¿Qué ahora tienes una semana de vacaciones? — pregunta.
—Se puede llamar así…
—¿Quieres que quedemos? Eso sí, vendrá conmigo Dylan, tráete a ese
amigo tuyo, con el que te besabas anoche, creo que sois… ¿Algo más que
amigos?
—Eso parece…— comento nerviosa.
Tiago está escuchando mi conversación
—Vale lo traigo. Espera que le comento a él. Tiago, ¿Dónde podemos
quedar con Patry y Dylan para comer?
—Hay una pizzería que se come muy bien, está cerca del Parque Da
Agua Branca, se llama Pizzaria Veridiana Perdizes, tienen un buen servicio y
la calidad es de primera. Encima allí podemos disfrutar de música en vivo,
ya que tocan el piano. Asimismo, se puede comer otras cosas que no son
pizza. Además, bajo mi punto de vista es un buen ambiente para ir en pareja.
—afirma.
—Pues iremos donde dice Tiago, la dirección es Turiassy 98 Perdizes.
Lo poneis en Google Maps y lo encontraréis en un momento.
—Vale, nos vemos allí en una hora aproximadamente.
Subimos a la habitación no quiero ir tan formal a una comida con Patry.
Tiago se enciende la tele, y comienza a desvestirse allí tal cual. Yo me
quedo embelesada como va quitándose capas, es un placer verlo desnudarse.
Como se quita la corbata, la americana, la camisa, esos pantalones de vestir
negro y ajustados que le hacen un buen culo. De la mochila saca la camiseta
de ayer y sus jeans.
Se acerca a mí, y me abraza,
—Este vestido te queda tremendo, quiero que te pongas esta ropa cada
día, no vuelvas a la antigua. Te hace realzar tu cuerpo. Te queda … muy sexi
Paula.
—Gracias.
Estar así, a su lado, me hace sentir a gusto.
—Tiago, me gustaría conocerte mejor.
—Ya me conoces como soy.
—Lo que quiero decir es —se me entrecorta la voz—. que quiero
conocer todo te ti.
Él conoce a Paula. No a la Paula que conocen todas mis amigas, incluso a
mi madre no me conoce igual. Se piensa que estoy de lujo, cuando por dentro
estoy hecha una mierda. Tiago sabe cosas que nadie ha escuchado por mi
boca ni mi madre sabe lo que realmente pasó durante años con Paco. Ella
tampoco conoce mi situación con los hombres. Con nadie hasta ahora he sido
capaz de comentarlo.
Observo a Tiago complacido, ya que está sonriendo.
Decido cambiarme yo también, quiero un vestido menos formal.
Salimos del hotel, en dirección a su coche. El trayecto hacia el
restaurante es rápido, Tiago pone su mano en mi pierna, como el día anterior.
Casi sin darnos cuenta ya estamos aparcando el coche.
En la entrada del restaurante, estamos allí esperando a que Patry y Dylan
hagan aparición.
Cuando los vemos llegar a lo lejos, caminan pegados, besándose y
dándose carantoñas. Esa situación me da envidia. A Tiago lo veo tan
cauteloso conmigo, aunque al mirarlo a sus ojos, veo que sonríe y eso me
relaja. Se acerca a mí y me abraza. Creo que ha podido descifrar lo que
estoy pensando.
—Buenas, chicos— comenta Patry—. Un placer el volver a veros
—Miarma, no seas tan políticamente correcta. Con un hola es suficiente.
—Buenas Patry y Dylan, ¿Cómo acabo la noche en la sala? — pregunta
Tiago.
—Tremenda. Os vimos marchar pronto anoche.
—Sí, estaba cansada del día y además hoy tuve una reunión mi
importante y tú sabes que a mí me encanta estar preparada y no me gusta ir
cansada porque no rindo.
—Ya sé cómo eras en la Universidad, eras muy, pero muy estricta en eso.
Deberías ser algo más laxa en esa actitud tuya. Tienes que relajarte algo más.
Y más teniendo a un chico a tu lado. Como dice tu amiga Carol este
bomboncito.
Joder con la Patry, me está haciendo sacar los colores, y miro a Tiago y
se le está escapando una sonrisita.
—Patry tranquila, desde que la conozco, estoy intentando inculcarle esa
actitud más laxa que comentas. Si no la conociera, diría que hace semanas
iba con un palo en el culo y que le costaba divertirse. Creo que ayer estaba
desatada. Porque incluso bailó samba conmigo. Este tiempo en Brasil la está
haciendo cambiar. —manifiesta—. O eso opino.
No me está gustando lo que Tiago ha comentado al principio, decidí
seguir escuchando antes de soltarle un moco.
El camarero llega, intenta hablar con nosotros, pero no le entendemos ni
torta. Por lo que Tiago nos hace de interprete.
—Tiago, ¿te parece que compartamos un calzone grande?
—Perfecto, ¿Cuál es que te apetece?
—Quiero probar Sapore di Parma Grande, este que pone que lleva
presunto parma, ricota fresca, mozarela y molho de tomate.
—Me parece perfecto, ¡pidámoslo! — exclama.
Patry se pidió un crostini, y Dylan cogió Melanzane Parmigiana. Para
beber pedimos una botella de vino Talise Brut de Rio Grande do Sul,
Brasil.
A la vuelta del camarero, nos sirve todo lo que hemos pedido junto con la
botella de vino.

«¡Ay, virgencita este vino está tremendo!»

Empiezo a beber el vino, es exquisito, pero sube que no veas, estoy muy
contenta en este momento. Aunque tengo que comer más porque si no me
subirá mucho.
Mientras me como mi mitad del calzone, ahora mismo me importa un
chomino, los demás en este momento, me siento feliz, de estar al lado de un
chico que me ha comprendido desde un primer momento. He recobrado la
amistad con Patry. Y comienzo a mirar por la ventana, me quedo embelesada
mirando el horizonte.
—¿Estás bien, Paula?
Tiago me saca de mi ensimismamiento.
—Oh, sí perdona miarma. Me he quedado en mis mundos de Yupy—
sonrió disculpándome de mi actitud.
—¿Es por la fusión?
—En parte, si no decidís que aceptáis me quedaré sin trabajo. —
comento en tono derrotado.
—¿Dónde ves el problema? Si te despiden te contrato yo aquí en Brasil.
—Pero mi vida está allí, en Barcelona con mi madre y mis chicas. —
reprocho.
—Que venga cuando quieran. — expresa.
—¡No! Ahora no es el momento, ni siquiera hemos hablado de que
somos. Únicamente hemos estado juntos… estamos pasando tiempo juntos.
—Paulita, aunque no lo hayáis hablado, creo que él tiene muy claro lo
que quiere— expresa Patry.

«¿Quién le ha dado vela en este entierro?»

«¿Por qué rayos ha de sacar este tema de conversación en este momento?


—Tiago, es demasiado pronto para hablar de esto, casi no nos
conocemos. Y lo sabes…
Lo miro, parece que a Tiago mis palabras le han hecho daño.
Necesito ir al baño, quiero estar sola. ¿Dónde ha quedado el hecho de ir
despacio? Mientras estoy de camino al lavabo miro hacía tras y veo a Tiago
cabizbajo, en la mesa.
Al volver a la mesa, siento mucha ansiedad.
—Me voy a dar una vuelta, necesito un poco de aire.
—¿Qué pasa? — pregunta.
—Nada, es que el vino me ha subido mucho… necesito un poco de aire.
—Suspiro—. Necesito aire fresco, estoy un poco mareada. —mascullo —.
Vuelvo en un momentico.
Marcho, para que Tiago no se ofrezca a acompañarme a esta vueltita.
Pero es que realmente necesito estar sola.
En la puerta me auto pregunto

«Pero ¿Qué rayos me pasa?»

Tiago se preocupa por mí y sé que le gusto, si no hace días que hubiera


dejado de irme detrás. Camino alrededor de la entrada de la pizzería…
respiro hondo para coger fuerza para volver dentro.
Una vez sentada de nuevo en la mesa.
—Perdonad, necesitaba ese aire, estoy menos mareada ahora, jolines
como sube este vino—miento y vuelvo a sentarme.
—Paula ya hemos pedido el postre, yo pedí por ti un Petit Gateau de
Chocolate. ¿Pensé que te gustaría?
—Vale.
Nos comemos el postre.
—Tiago, podemos irnos no me siento bien. — Vuelvo a mentir.
—Sí, claro vamos.
Nos levantamos y me tiende la mano. Se la acepto y caminamos
agarrados. Miro en busca de los tortolitos
—Nos vamos, creo que el vino no me sentó muy bien.
—Paula, si esta noche estás mejor nos vemos donde anoche si vais. —
asiento.
Cuando ya estamos fuera de la pizzería, y subidos en su coche.
—¿Dónde quieres ir? ¿Quieres volver a la habitación de tu hotel o
prefieres conocer mi casa?
—Tu casa puede estar bien.
Durante el trayecto, no puedo evitar imaginarme la cara que antes puso
Tiago. Pero él hace lo de siempre pone su mano en mi pierna, ese acto es un
bálsamo.
Capítulo. 20.
LA CASA DE TIAGO.

Tiago
Mi casa está cerca, ya que en menos de diez minutos estamos llegando.
Al entrar observo como se sorprende. Mi casa es pequeña, no obstante,
humilde, pero destaca por estar siempre ordenada y limpia.
Le ofrezco un vaso de agua, para ayudarle con el mareo por el vino.
La veo dirigirse al sofá y se sienta.
Cuando traigo dos vasos de agua, me siento a su lado y la rodeo con mi
brazo.
—¿Vives Solo? —pregunta.
—Sí y no. — respondo.
—¿Y eso? —Interroga.
—Suelo vivir solo, pero ahora tengo un ocupa hasta que se estabilice su
situación.
En este instante, la noto rara, no está en su zona de confort y creo que está
nerviosa.
—Tiago, necesito hablar contigo. — me pide.
—¿Para qué? Si ya lo dijiste todo en la comida. —replico.
—Pues que ese tema a mí no me gusta hablarlo delante de gente, además
quizá deberíamos haber dejado claro cómo llamar a lo nuestro. No tenemos
todavía etiqueta para lo que somos. No puede ser que esa conversación salga
delante de una amiga que hace milenios que no la veía. Es como obligarme a
algo.
—No lo había pensado así.
—Además, no quiero correr. Tú ya sabes que mi vida no fue un camino
de rosas. No quiero precipitarme— suplica, y se aparta de mi cercanía.
—Perdóname. —me acerco a ella —. No pensé. Sé que lo que somos, —
hace gesto con los dedos—, no está definido que todavía no tengo derecho a
pedirte lo que te pedí en la pizzería. — expreso humildemente.
—Quiero opinar que, por fin, tengo un poco de suerte —responde—.
Vivamos el momento. —señala—. Paso a paso. Por f…
La corto pegando sus labios a los míos. Sus besos son apresurados.
Nuestros cuerpos ya están recorriendo toda esa electricidad que sentimos el
uno por el otro.
—¿Estás preparada?
Observo como cierra los ojos y expresa.
—¡Si!
Me encanta que pueda confiar en mí. Que sea el único que la haga vibrar
de esta manera.
La abrazo por la cintura de tal forma que no queda espacio entre
nosotros.
Quiero ir lentamente, no quiero asustarla, aunque necesite tomarla duro
en este instante, debo ser precavido.
Sus manos se hunden en mi pelo, es agradable notar su caricia.
Noto a través de la ropa como sus pezones están duros.
Continúo devorando su boca, oigo como se le escapa un gemido y gruñe
en mi boca.
Nos levantamos un momento del sofá.
—Te quiero tomar de nuevo. —expreso.
Respira agitadamente, mientras le quito los tirantes del vestido
—Uy, se cayó— comento mofándome.
Y el vestido queda en el suelo, quedándose en ropa interior.
Mi mano se desliza por su vientre metiéndola entre sus braguitas.
— ¡Oh! Si ya estás así de preparada para mí. Ya te echo de menos. —
expreso.
En mis encuentros sexuales, me gusta ser yo el que mande, dirigir en el
sexo, pero por ella soy capaz de dejarle el mando momentáneamente, para
que se sienta segura.
—¿Qué es lo que te apetece? —susurro en su oreja.
—A ti— responde con valentía.
Disfruto de todo lo que estamos haciendo. Mis dedos entran en su interior
con gran facilidad.
—¡Oh me encanta ver como tu cara cambia por mi toque! —dice.
Observo que ya no tiene capacidad de hablar por el placer que está
teniendo. Únicamente gime.
Le quito las bragas, y la hago estirarse en el sofá. Con alguna protesta por
su parte.
—¿Seguro que confías en mí?
—Seguro. —afirma.
Su olor me vuelve loco. La abro de piernas y me deslizo hasta su
envergadura. Aprieto mi boca contra ella. Mi lengua inquieta va
introduciéndose en ella a la vez que también voy succionando su hinchado
clítoris. Oigo como sus jadeos van incrementándose.
Paula grita al llevar al orgasmo, clavándome las uñas en mis hombros.
—Paula, abre las piernas para darme acceso.
Veo como lo hace, la noto temblar.
—Tiago, hazme sentir de nuevo— ruega.
Sin tiempo que perder a causa de su exigencia, y como estoy de excitado.
Me subo encima de ella, solamente estoy besando su cuerpo. Sin
embargo. estar en esta posición puede darle pavor.
Pero observo que su cuerpo comienza a temblar por la situación y no por
la excitación.
—Paula, ¿Estás bien? — pregunto preocupado.
—Sí, pero no quiero seguir experimentando en esta postura… por favor
—ruega—. No me estoy sintiendo bien.
—Tranquila poco a poco. Hay muchas más posturas que el misionero.
Solo te estaba besando.
Primero, nos estiramos en el sofá de lado, la cojo por su cabeza y la
beso. Nada más rozar su piel arquea su espalda y gimotea.
Me encuentro duro y dispuesto a seguir dando placer a Paula. Sentir su
pecho desnudo sobre el mío, me está sobreexcitando. El contacto de nuestras
pieles es abrasante.
De pronto, oigo como alguien está abriendo la puerta de la entrada. Y me
levanto de golpe del sofá. El que entra en la casa era João.
—Tío, ¿podrías picar antes de entrar? — reclamo.
—A ver siempre os habéis ido a su habitación en el hotel. Y yo qué sé
que estáis hoy aquí… —exclama divertido.
—Anda date la vuelta por favor. —pido.
Voy en busca del vestido de Paula y la ayudó a ponérselo
—Ahora que no soy una tentación. —Comenta con picardía—. ¿Cómo
estás, João?
—Bien, estoy intentando encontrar una casa, buena, bonita y barata.
Porque para una persona es difícil tener estos gastos y disponer de dinero.
— expone.
—Tío sabes que puedes quedarte en la otra habitación libre que tiene mi
casa. — le digo para que no busque más, yo estoy a gusto con él en casa.
—Lo sé, pero te privo de la intimidad. — confiesa.
—No estábamos haciendo nada. Estamos hablando. ¿Verdad? —
comento.
Observo como Paula tiene cara de pocos amigos.
—Se trata de una conversación muy interesante, —comenta en tono
burla, intentando ponerse bien el cabello.
Esa noche no salimos, pedimos comida china y cenamos en mi casa, los
tres juntos.
Lo que sí que aprendimos es que mejor, dejar volar esa pasión en mi
habitación.
Capítulo 21.
La respuesta.

Paula
Pasa la semana de plazo que les ofrecí, así que no me queda otra que
regresar a la empresa.
Durante aquella semana había visto en repetidas ocasiones a Patry, las
dos solas, con Dylan y Tiago. Fue divertido mientras duro.
Le propuse que cuando pudiera, ella y su prometido viajaran a Barcelona
y que nos viéramos con Carol y Dianne. Patry dijo que intentaría convencer a
Sara para que también fuera a visitar su ciudad natal. Así que quedamos de
esa manera.
Aquel martes, Tiago dijo que sus colegas y él ya han deliberado con
respecto a mi propuesta.
Nos encontramos todos en la sala de reuniones y yo a expensas de saber
la resolución al respecto.
—Srta. Pieldelobo, primero de todo la presentación del otro día nos dejó
a todos impresionados, no pensé que usted, fuera a maravillarnos con sus
palabras— comenta un señor que no tengo identificado—. En siguiente lugar,
nos interesan los números que usted comentó, que conseguiremos a raíz de
esta fusión. Además, Tiago comenta maravillas de usted.

“No sé porque Tiago explicará maravillas de mí...” pienso con sorna.


—Sin embargo, para que nosotros finalmente decidamos fusionarnos con
su empresa, es necesario que sigan nuestro compromiso con el empleado.
Para nosotros el empleado es lo primero. Hemos decidido, que Tiago viaje
con usted a Barcelona, a partir de mañana, que le enseñe la empresa que
pueda trabajar desde allí y que viva el día a día allí.
—¿Qué? — suena como una octava.
—¿No le parece bien? —pregunta mirándome raro
—No es eso, es que opino que entonces no confían en mí. — expreso con
decepción.
—No es que desconfiemos de usted, no dudamos de sus habilidades, sino
que dudamos que tengan el mismo compromiso con el empleado. —afirma.
—Se hará cómo ustedes quieran…— manifiesto con un poco de
desilusión.
Salgo de la sala de reuniones decepcionada. Debido a que no dijeron SI.
Fue un sí, pero, y ese, pero yo sé que no llegará a buen cauce.
—Bueno Paula, teniendo en cuenta cómo ha ido la reunión, supongo que
pasaremos mucho rato juntos en el avión. Espero que no sea un rato aburrido
para usted mi compañía. — expresa Tiago con sorna.
—Ni mucho menos, si llega el caso que me aburra, cogeré mis cascos y
veré una película. ¿Ah? Tengo que confesar que tengo miedo a volar, porque
lo que si observa que duermo todo el vuelo no se lo tome mal, porque antes
de subir tomo somníferos y alcohol para dormir una larga siesta. — comento.
Toda esta conversación transcurre en voz alta y Paolo la escucha. No
puede evitar reírse por lo que acabo de mencionar.
—¿Te estás burlando de mí? ¿Por mi pavor a volar? — reclamo.
—No que va, es solo que me parece curioso que entonces te enviaran a
ti. Además, hay muchas horas dentro del avión y puede haber turbulencias.
Qué pena que no pueda ser yo quien este allí arriba, te haría perder el miedo
a volar de un plumazo.
—En ese caso, si tú estuvieras a mi lado, te aseguro que le pediría a la
azafata que me cambiará de sitio porque no estaría a gusto a tu lado. Por
pervertido — expreso con sonrisa ladina.
Cada vez le tengo más asquito a este ser.
—Bueno, os dejo que debo preparar mi maleta y hablar con mi empresa
para gestionar mi billete.
—Tranquila Paula, nosotros nos encargamos de los costes de tu billete.
Cuando mañana te encuentres con Tiago en el aeropuerto él mismo te dará el
tuyo. —expresa Paolo.
—Perfecto, entonces lo tenéis todo controlado. ¡Qué bien podré ver a mi
madre! — expreso con ilusión—. Es la vez que he pasado tanto tiempo sin
ella. Bueno me voy al hotel —comentó en alto, para que Tiago se percate y
cuando pueda, venga en mi búsqueda—. Chaito a todos, ha sido un placer
conocernos.
Salgo de ese edificio, sé que voy a extrañar este país, ha sido el lugar
donde, pude conocer a Tiago, el cual ha conseguido que pueda relajarme y
ser un bálsamo para mi corazón y mis sentimientos.
Estas semanas han sido para mí, ¡increíbles! A pesar de que me dé miedo
a volar, pienso que me gustaría poder volver a visitar esta ciudad cuando
tenga posibilidad en el trabajo.
Tomo un taxi y voy al hotel, comienzo a hacer la maleta. Al terminar,
decido darme un baño en esa pedazo bañera. Por lo que la lleno de agua
caliente. Cuando estoy a punto de entrar, pican a la puerta. Cojo una toalla y
me enrollo en ella para abrir, imagino que es Tiago
—¿Quién es? —pregunto
—Soy yo, ¡abre! —Escuchar esa voz me hace mucha ilusión.
Abro la puerta, Tiago pasa a la habitación, cerrando la puerta a su paso.
Lo abrazo y lo beso. Pero la sujeción de la toalla se suelta quedando
totalmente en el suelo.

«Cipote, se va a pensar que le estoy esperando de esta guisa para


provocarlo»

Tiago pasa su lengua por mi labio inferior provocadoramente. Sus manos


ya están viajando en dirección a mi culo.
—Tiago, iba a bañarme justo cuando has llegado. Tengo la bañera
preparada— expreso entre risas.
—Me gustas tal cual, aún hueles a mí.
Su sonrisa me embelesa, pero pienso que el agua que he preparado se
enfriará y tendré que volver a llenarla. Comienza a acariciar mi cuerpo, este
acto hace que mi respiración se entrecorte.
—¿Crees que puedo hacerte compañía? —Sonríe.
—¡No podemos bañarnos juntos! ¡No cabemos!
El poder ver a Tiago totalmente desnudo, hace estragos en mi mente y mi
piel se estremece por ese pensamiento.
—Vale—supongo que ha aceptado mi negativa, cuando—. Entraré yo
primero entonces.
Observo como se está quitando rápidamente toda la ropa mientras yo lo
miro embobada.
Mientras va en dirección al baño, veo como su piel desnuda, es tersa.
Tiago se gira y recorre con su mirada lasciva mi cuerpo del mismo modo que
hago yo. Entonces lo veo entrar y sentarse en la bañera. No doy crédito a lo
que acaba de hacer.
—¿No crees que un baño tras el trabajo es lo mejor? —expresa con
sorna.
—¿Sabes? No tengo suficiente con que me robes el taxi, que ahora
también me robas mi bañera —protesto por su actitud pueril y lo escucho
reírse
—Te faltó decir que el ladrón está desnudo y es tremendamente sexi—
me provoca—. Anda, entra que aquí cabemos los dos y el agua está calentita.
—Yo…— me da pudor entrar y bañarme con Tiago.
—Venga, menina— ruega— Es solamente un baño. Por favor…

Finalmente acabo claudicando. Mis ojos desde donde estoy examino su


torso y las gotas que resbalan por sus fuertes hombros.
—Vale—digo en susurro.
No sé cómo ponerme. Estoy dentro de la bañera, estoy nerviosa porque
nunca me he bañado con un hombre y no sé qué esperar. Tiago me ofrece su
mano para ayudarme a sentarme a su lado y recostarme sobre su pecho.
Es relajante estar así. Sus fuertes brazos rodean mi cuerpo. Mi corazón
me expresa que deje a Tiago que haga lo que quiera conmigo. Pero mi niña
interior comenta que tenga mucho cuidado. Que puede ser un arma de doble
filo.
Seguimos en esa postura hasta que el agua se queda fría y nuestras manos
se arrugan como pasas. Observo que se levanta coge la esponja y él echa el
gel de baño. Ofrece su mano para ayudar a levantarme y hace algo fuera de
lo normal, enjabonarme. Me estremezco cuando pasa por mis zonas
sensibles.
—Te propondría que me enjabonaras—comenta—. Pero el problema
sería que no te dejaría salir de la habitación. Para tu último día en Sao Paolo
quisiera llevarte al local de samba.
Sé que lo sensato sería hacerle caso, pero tenerlo desnudo delante de mí
hace que sea poco responsable. Acercando a su cuerpo, cojo la esponja que
tiene en su mano, lo enjabonó. Cuando está completamente blanco de jabón
me pego a él, y masajeo su pene.
—Paula— gime.
No lo suelto, sigo oyendo como gime por cada caricia. Es adorable los
ruidos que salen de su boca.
Su mirada de lujuria me pone un poco nerviosa, intento relajarme
apretando los dientes. Mi intención es darle placer como él me lo ha dado a
mí durante todos los días que llevamos juntos.
—Menina, voy a correrme…
Siento como está llegando al orgasmo.
Al acabar, siento pudor por como he actuado y no soy capaz de levantar
la mirada
Noto que se acerca a mí, y me devora la boca.
—Alucinante, Paula— susurra y vuelve a besarme.
Una vez limpia, me pongo el vestido a la velocidad de la luz, y el
vestido, para ir al local que comenta Tiago. Me seco un poco el pelo y me
hago un moño despeinada.
Miro a Tiago detrás de mi vistiéndose. Esta tremendamente y encima es
mío.
—Este vestido, te queda muy sexy.
Marchamos del hotel, tomamos un taxi en dirección al local.
Al entrar, me doy cuenta de que a lo lejos están João, André, y Sebastião.
Caminamos de la mano. A mí me da vergüenza por mi actuación la última
vez. A Tiago no parece importarle que le vean de mi mano.

«Como la lie parda aquella noche, y me marché sin despedirme, que


modales los míos.»

—Hombre el desaparecido. ¿Y seguro que tú tienes la culpa? —comenta


entre risas Sebastião.
Suspiro por lo que me están reclamando.
—Pues si— suelto sin pelos en la lengua.
—¡Qué gran noticia! —exclama André.
—Ya te han pillado tío — expresa Sebastião con retintín.
Nos sentamos los cinco en la mesa. Pasamos toda la cena con las manos
sujetas por debajo de la mesa. Nunca pensé en estar en una situación así y
sentirme tan a gusto.
´Tiago me saca a la pista de baile. Mientras bailamos existe una pequeña
distancia entre nuestros cuerpos. La cual, con un poco de valentía de mi
corazón, acorto, para pegarme a él y besar su boca.
Se escucha a sus amigos haciéndole vítores, intento no escucharlo y
profundizar más en el beso.
Viene a mi cabeza la idea que realmente yo pueda ser lo que Tiago
necesite. Este hecho hace que sea real, y que sienta que desee tener una
relación con él.
Aquella noche fue mágica para mí. Pude ser la chica que tanto había
querido ser desde que llegué a Barcelona y nunca conseguí ser hasta hoy.
Sabiendo que Tiago me ha aceptado tal cual soy, no como espera que deba
de ser.
Capítulo 22.
La vuelta a casa

Tiago
A la mañana siguiente, me levanto observo a una Paula aterrada por él
vuelo.
Pongo todos mis esfuerzos en tranquilizarla, espero que el vuelo no sea
tan divertido como la vez pasada que me explicó toda su vida a un completo
desconocido.
—¿Estás nerviosa por él vuelo? — pregunto y se acurruca en mi pecho.
—¡Si! Bueno no. Estoy nerviosa, pero hoy no diluvia, no creo que justo
hoy vayamos a morir— responde con sorna.
—Paula, tengo que ir a mi casa a hacer la maleta. ¿Te importaría
acompañarme? —pregunto.
—Vayamos entonces. —afirma
Eran las diez y media cuando entramos a casa, y vemos a un João
aparecer en calzoncillos.
—¡Tío, pero que haces en calzoncillos por la sala de estar! — reclamo.
—¡Pero si no estabas! —expresa divertido
—Tiago da igual, si los días que no estuviste, durmió así cuando se alojó
conmigo. — comenta Paula.
—¿Qué?
—Yo no tenía un pijama de hombre de repuesto para darle. — se mofa
de mi João
Ahora estoy cabreado, por tal familiaridad que hay entre ellos dos.
—¿João cómo pudiste? — reclamo.
—Tío, recuerda que soy bisex, que tanto me va la carne como el
pescado. —comenta con sorna.
—Pero puedo estar igual de celoso, ¿No crees?
Somos dos potencias en esta discusión, aunque João pase de ello.
—Tiago no es para tanto. Solo dormimos recuerdas— comenta Paula
para relajar mis ánimos.
Ella está detrás de mí, y agarra mi mano para que me gire a mirarla
—¿Cómo que no es para tanto? — prosigo.
—¡Tiago tú te estas oyendo! No te imaginas lo ridículo que suenas... —
replica—. Si yo te quiero a ti.
—¿Qué has dicho? — pregunto sorprendido por lo que acaba de
mencionar.
—Repítelo— exijo.
—Que solo te quiero a ti.
Mi cara cambia de enfadado a contento. Hace unos instantes estaba
discutiendo con Joao y ahora mismo ni siquiera recuerdo el motivo. En ese
momento tiro de ella y la beso, contento con su confesión.
—Te quiero —. confieso, susurrando en su oído, por primera vez
también.
—Creía que ibas a salir corriendo tras mi confesión— Observa
sonriendo y apoya su frente junto a la mía
—Pues ya ves que vas mal encaminada— replico.
—No quiero que peleemos— revela.
Es sorprendente lo fácil que resulta estar con Paula.
La relación con ella va bien, parece que hace siglos que cogimos aquel
avión para llegar a Sao Paolo y donde ella me explicó todo lo que tiene
interiorizado y que no había contado a nadie hasta la fecha.
Ya comienza a hacerse tarde, por lo que intento terminar la maleta, sin
embargo, ella no aparta la mirada de mí.
Mis ojos tampoco se contienen y desde mi posición la estoy repasando de
arriba y abajo, por lo que pensar en ella me pone duro. Le hago un gesto con
la cabeza para decirle que salgo, porque si no, no respondo de mis actos.
—Tenemos que irnos. Quedan tres horas para que salga el vuelo—
apresura a decir—. Espero que no haya tráfico hasta el aeropuerto y nos
quedemos en tierra.
—Tienes que tranquilizarte, menina. Te veo hecha un manojo de nervios.
—susurro al oído.
—No puedo evitar, estar nerviosa, me da pavor volar. — menciona con
la cara compungida.
Veo cómo va a toda pastilla. Por el hecho de tener que volar.
—No estés nerviosa, estarás conmigo—expreso dándole besos por su
cuello.
—Estaré bien. —suspira.
—Ven aquí que te relajaré en un momento para que estés tranquila—
pongo voz seductora—. O puedo relajarte en el momento del despegue, ¿Qué
prefieres?
—¿Qué? — pregunta sorprendida por mis palabras.
—Dame cinco minutos— suplico.
—No déjate de tonterías y vamos que luego no llegaremos. — replica.
—No lo creo, pero como veas—susurra en mi oído.
Se coloca su pelo por detrás de mi oreja. Ella sujeta mi mano y tira de mí
para irnos de mi apartamento, no le gusta llegar tarde a los sitios...
Cogemos un taxi en dirección al aeropuerto de Sao Paolo-Guarulhos.
Cuando ya estamos montados en el avión en dirección al aeropuerto de
Barajas, Madrid. Ella se sienta junto a la ventana y yo a su lado.
—Me encanta tu nueva forma de vestir, estás muy provocativa
últimamente. — manifiesto con una mirada lobuna.
Me acerco a ella, y la beso. A la vez, mi mano entra dentro de sus bragas;
allí en medio del avión. Mis dedos están fríos del aire acondicionado. Por
ello observo que se sobresalta por mi contacto
—Estamos en el avión. — reclama.
—Te di a elegir, o te relajaba en mi apartamento o aquí, preferiste en el
avión. —Sonrío ladinamente.
En ese momento, la noto muy excitada por mis caricias y además por
donde las está recibiendo.
En ese momento en su cara puedo ver como se refleja la excitación por
mis toqueteos, sin embargo, no solo por eso. Creo que saber que estamos
rodeados de gente está ayudando a elevar su morbo. Reconozco que incluso
a mí me sobrexcita la posibilidad de ser descubierto mientras la masturbo.
Beso, su cuello con suavidad y a la vez deslizo un segundo dedo dentro
de ella.
El avión inicia el despegue, pero Paula, no está prestando atención a ello,
si no a lo que mis dedos le están haciendo. Voy notando como se va
moviendo para sentir mejor mi caricia. Observo como está intentando
contener los gemidos, para que no la oigan lo que está pasando aquí y ahora.
Observo por la ventanilla que ya estamos en el aire.
Estoy a su lado, veo como se está deshaciendo por mis caricias.
—Eso es, menina— Noto como se le nubla la vista
—Tiago—susurra mi nombre.
—Venga Paula, dame uno de tus fuegos artificiales.
Está a puntito, su mente se está nublada por la excitación. La beso para
ahogar ese gemido en mi boca, y beberme su orgasmo. Saco mi mano de sus
braguitas como si aquí no hubiera pasado nada. Más que ahora Paula tiene su
semblante teñido de rubor.
—¿Ves? Como ahora estás más relajada, necesitabas mi toque... —
comenta mofándose.

«Estoy contento de que no haya notado que estamos ya en el aire.»

—La verdad es que sí. Pero tengo que decir que me ha dado mucha
vergüenza.
Veo que coge su bolso y saca su Kindle.
—¿Qué lees? — pregunto para entablar algo de conversación.
—Leo un libro de Shelly Kengar.
—No la conozco. ¿De qué trata?
—Ayleen va de viaje a casa de su amiga, pero Adrién su persona
prohibida en el mundo, lo tuvo relegado al olvido hasta que su mejor amiga
la invita a celebrar su compromiso. Y se vuelve a encontrar a Adrién. Una
noche todo cambia para ellos. Ya se sabe que del odio al amor hay un paso.
—expreso divertida.
—Veo que esta autora te gusta.
—Me encanta, —comenta eufórica— comenzó publicando cuatro libros
el primer año. Y ahora lleva cuarenta y dos libros publicados. Además,
como se expresa, como describe las situaciones, ¡es una pasada!
—Veo, ¿qué es una autora que te apasiona?
—La adoro. Y ya ni te cuento cuando habla de momentos intensos… —
digo riendo—. Hace volar mi imaginación y como transmite la historia creo
que soy yo la que está participando en todas las situaciones. —comento
ruborizada por lo que estoy diciendo—. Es más fácil vivir a través de los
libros que la vida real. Es mi gran aliciente. Los libros de mis autoras
favoritas.
—Tú también puedes vivir esas historias intensas como la llamas. —
afirma con mirada pícara.
No contesta a mi proposición indecente, en ese instante la miro con una
mirada lasciva. Noto que, ante mi mirada, siente vergüenza porque no es
capaz de mirarme. No quiero forzar la situación, por lo que nos mantenemos
en silencio durante un rato.
—Tengo que ir al baño— comenta al rato de nuestro silencio.
—Quieres que te acompañe...
Pone los ojos en blanco y la observo con se dirige el aseo, mientras yo le
hago un repaso de arriba abajo.
Se toma su tiempo en el baño del avión. Sé que todavía nos quedan largas
horas de viaje.
La observo volver, hacia su asiento.
Están comenzando a poner la película Dos rubias de pelo en pecho. Pedí
a la azafata dos cascos para que veamos la película. Dios, como nos reímos
con estas dos tías, bueno realmente eran dos policías infiltrados que se
hacían pasar por dos gemelas muy populares. Hubo un momento, en que me
percaté que Paula esta relajada porque no puede parar de reír y hasta se le
cayeron las lágrimas de la risa.
Trajeron la cena, fue igual de mala que a la ida. Pero qué le vamos a
hacer.
Nos quedamos dormidos y nos despertamos una vez ya hemos aterrizado.
Paula esta desconcertada porque no se ha enterado prácticamente del
vuelo.
Eran las seis de la mañana, el siguiente vuelo para Barcelona no sale,
hasta las once. Paula me convenció para ir a la puerta de Atocha y coger un
tren hasta Barcelona. Del aeropuerto a Atocha no hay tanto, el próximo Ave
sale a las siete y media, cuando el avión a Barcelona sale a las nueve de la
noche.
Decidimos coger el Ave, tan solo cuesta cuarenta y cinco euros y nos
ahorramos tiempo muerto en el aeropuerto.
Subimos a las siete y veinte al Ave. Saca su portátil y ponemos una
película de Amazon Prime, Ni una palabra se trata de un thriller de un
loquero que tiene que hacer una carrera de fondo para sonsacar información
a una chica, que tiene unos números en su cabeza. Lo que más gracias me
hizo es que la protagonista le diga al loquero “Tú quieres lo que ellos,
¿verdad?… Nunca os lo diré… a ninguno de vosotros”. La pobre chica
esta desquiciada.
Al acabar la película, comentamos sobre la película. Ella está
impresionada como al final el loquero saca a la chica del psiquiátrico y
consigue que le dé el número que tanto quieren los secuestradores que tienen
retenida a su hija.
Finalmente llegamos a Sants Estació. Ya estamos en Barcelona. Y nos
hemos ahorrado la larga espera hasta que saliera el avión a Barcelona y a
ella la veo feliz por no haber tenido el suplicio de subir al avión. Aunque no
creo que este viaje tenga mucha queja.
Estoy pensando si me voy a casa de mi madre o bien me cojo una
habitación en un hotel, cuando Paula me pregunta:
—Tiago, no me he acordado de preguntar ¿Dónde dormirás?
—No lo he pensado. —afirmo.
—¿Si quisieras podrías venir a mi casa? —me está invitando —.
Llevamos todos estos días durmiendo juntos, que simplemente no pensé en
ello.
—Vale, voy contigo.
Cogemos el metro en dirección a su casa.
Capítulo 23.
Hogar dulce, hogar.

Paula
En un momento cojo mi móvil y escribo un mensaje a mis chicas.
Estamos llegando a mi edificio, estoy a punto de abrir la puerta de mi
casa, cuando los ojos pardos de Tiago quedan impresionados con mi casa, es
mucho más espaciosa que la suya en Brasil. Pero a mí eso me da igual. Qué
tipo de casa tengamos.
Sé que por mi situación vivida cuando era una niña, Tiago se está
controlando desde que me conoció, sé que ha intentado ir despacio por mí.
Aunque ya hayamos practicado alguna vez. Siento que puedo sentirme segura
con él.
Una hora más tarde, ya nos hemos duchado y relajado un poco.
—¿Qué quieres hacer?
—Sé que deberíamos o bien a salir a comprar o comer fuera— le digo
abrazándolo.
—No es porque quiera dejar de abrazarte, pero necesito hacer pis—
comenta guasón—. Si quieres lo guardamos en una botella de plástico para
echárselo a tus compañeras de oficina mañana.
Lo dejo levantar, pero antes le doy un azote en su culo
—¡Ay! —se queja
—Oppsss, se me ha escapado. —pongo carita de ángel—. Anda ve a
hacer pis, que no quiero que este sobre mis hombros, que te orines encima
por mi culpa.
Ahora que estoy solita, estos segundos, me pregunto si estas, me vieran,
se darán cuenta de algún cambio en mi semblante.
Solo pienso en lo mucho que con Tiago estoy sintiendo, cada vez que toca
mi piel. Ahora puedo comprender un poco más a Carol cuando le da tanta
importancia en su vida al sexo.
Durante estas semanas en Sao Paolo, algo ha cambiado en mí, lo noto.
Siempre estoy sonriendo, ya no se me ve el palo en el culo. Pero espero que
el día que vea a las chicas no se percaten de las circunstancias.
—¿Has pensado que quieres hacer para comer? ¿Comemos fuera o hago
algo rápido aquí? —sugiero.
—Vamos fuera, ya compraras la compra luego.
Me pongo unos vaqueros y una blusa endemoniadamente sexy, la cual
tiene un bonito escote y ayuda a realzar un busto. Todo gracias a João.
—Venga, vamos…
Vamos sujetos de la mano, comemos algo en uno de los restaurantes
cercanos. Pedimos una paella para dos y una botella del vino de la casa.
—Tiago, tengo que pedirte algo.
—Dispara.
—En mi oficina, ¿podemos esconder que hay algo entre nosotros? — veo
como tiene intención de replicar, cuando le tapó la boca—. No está bien
visto en mi oficina liarse con los compañeros y menos con un posible
cliente. ¿Podemos seguir en la misma dinámica que en Brasil en tu oficina?
—Vale. Pero lo estamos mencionando de una manera muy frívola. —
expresa despectivo.
—Lo siento, pero pensar en volver, me da repelús, más teniendo en
cuenta que para mí en Sao Paolo prácticamente no he trabajado. Ahora tengo
síndrome posvacacional.
—Tranquila, es que has disfrutado de la ciudad.
Me acerco a él y le doy un casto besito. Terminamos de comer y
volvemos a mi casa para coger un carro de la compra y coger lo que se
necesite para lo que queda de semana.
Mientras estamos comprando me imagino el hecho, de que los dos
tuviéramos la oportunidad de compartir una casa.
Para cuando estamos en el hogar, coloco todo lo que hemos comprado en
los armarios y la nevera.
Me guiña un ojo y me ofrece una mano para ir juntos al sofá un ratito y
descansar del vuelo que hemos tenido.
Aquella noche fue increíble, así podría pasar tantas noches junto a él.
A la mañana siguiente, me despierto sobresaltada. No sonó el
despertador. ¡Mierda!, me olvide de activar la alarma del móvil.
No me apetece salir corriendo, me visto a la carrera, para volver a mi
respectivo trabajo, y encima ir a buscar un café a mercerías.
—¿Dónde vas tan pronto? —pregunta un Tiago desconcertado por mi
actitud.
—Pues yo entro a trabajar a las nueve de la mañana y son las ocho. Si no
salgo ya, llegaré tarde. Y le daré un pretexto a la cabrona de mi jefa para a
amonestarme.
—¿Tan estricta es? —pregunta.
—No te lo puedes ni imaginar. Tengo que irme. —digo dándole un beso.
—Dame cinco minutos y salimos juntos.
—Date prisita que no quiero que Mercedes me dé con el látigo.
Me da un beso primero y lo veo vistiéndose a la velocidad de la luz.
Ojalá continuáramos en Sao Paolo, me muero por volver a la cama y
quedarme con él.
Le observo y ya está vestido se ha puesto un traje azul marino con una
corbata roja. Se engomina un poco el pelo, solo de mirarlo pierdo la noción
del tiempo.
Paso todo el trayecto en mis mundos de yupi, no digo nada. Estamos en el
ascensor de la oficina a punto de cerrarse las puertas cuando Jaqueline pica
al ascensor interrumpiendo el cierre de puerta.

«Cipote, como puedo odiar tanto a una persona», pienso que incluso
Tiago se ha dado cuenta que puse mala cara.
—Hola— comenta acercándose a mí.
Se fija que a mi lado esta Tiago, entonces se acerca a él.
—¿Eres el chico nuevo de la oficina? — pregunta, sujetándose de su
brazo.
—¡No! —digo con frialdad—. Es uno de los jefes de la empresa de
Brasil.
—¿Entonces eres uno de los jefazos? —se ríe.
—Sí. — afirma.
Yo estoy flipando con la cara que tiene esta tipa, ya le está tirando los
tejos y todavía no hemos llegado a la empresa.
—Yo quería haber viajado y hacer yo la presentación, pero por
problemas personales no pude ir. — se excusa.
—Pues que bien que no viniste porque pudimos ver lo bien que trabaja la
Srta. Pieldelobo. ¿Cómo dijo que se llamaba? — pregunta indagando.
—Soy Jaqueline— Se presenta intentando dar dos besos, pero observo
como Tiago no la deja y le da la mano como todo un profesional. En mi fuero
interno me rio porque Jaqueline no haya podido acercarse a Tiago.
—¿Ah? Paula me hablo de su gran compañera. —explica con sorna.
Si de las que le pongo sal siempre a su café y alguna ocasión pipi. Mi
mente perturbada comienza a reírse, y me giro para que no me vean que me
estoy descojonando en silencio.
—Oye si no tienes a nadie que te enseñe la ciudad, yo podría hacerlo. —
lo invita.
—Tranquila, Paula ya se ofreció a hacerlo en Brasil. Y sinceramente,
creo que su compañía es muy grata.
—Es que Paula es una gran chica aquí donde la ves— comenta en sorna.
—Aja— expreso. Ya que no me quiero meter en esa conversación tan
peculiar—. Eso hice.
—Bueno, Tiago nos vemos por la oficina — le guiña el ojo.
En la recepción, se encuentra Carla, la única persona en la empresa que
trago. Me sonríe y me desea que tenga un buen día. Comenta que hoy
Mercedes sorprendentemente ha encargado desayuno para todos por nuestra
gran labor a lo largo de los años.

«¡Ja! No puedo hacer otra cosa que descojonarme de nuevo. La primera


vez desde que estoy en esta empresa que se preocupa por su empleado»
—¿Qué pasa? —pregunta Tiago.
—Nada cosas mías. Tu pasa a la sala que opino que todo este tinglado es
por ti.
Entro en la sala de reuniones. Saludo a los compañeros. Cojo un café con
leche y unos donuts de esos de pastelería y me dirijo a mi cubículo, es decir
a mi despacho.
Comienzo por trabajar mientras que le doy un mordisco a mi querido
donut, voy a necesitar mucho azúcar para seguir trabajando.
Al llevar media mañana, mi estómago empieza a rugir, pero no le hago
caso. De pronto suena el teléfono de mi despacho.
—Buenos días Srta. Pieldelobo al aparato, ¿en qué puedo ayudarle?
—Srta. Pieldelobo, ¿sabe que tiene una voz muy sexi al teléfono? — me
comentan a través del teléfono. Es Tiago
— Sr. de Carvalho, por favor que estamos en horario de trabajo
contrólese. ¿Qué necesita de mí?
—Tengo hambre. No sé dónde comer, ¿Podrías llevarme a algún sitio
que se coma bien?
—De acuerdo Señor de Carvalho, le llevaré, pero recuerde que tan solo
tengo dos horas para comer. Que yo no puedo escaquearme del trabajo como
hacia usted en Brasil. Mi hora de salida es a las catorce horas. Nos vemos
en los ascensores.
A llegar las catorce horas ya estoy en el ascensor esperando, junto a
Jaqueline.
—Paulita, ¿dónde vas?
—Salgo a comer, el Sr de Carvalho me ha pedido si puedo llevarlo a
algún sitio a comer.
—Puedo unirme a vuestra comitiva no he traído comida
—¿Desde cuándo quieres venir a comer conmigo? Nunca te has dignado
a hablar más de cuatro palabras, y hoy es diferente, porque el cliente es un
bonico. Venga tía no me jodas. Si querías estar con un chico así a ver ido tú
al viaje. —le reprocho.
—Paulita, creo que te estás pasando— amonesta.
—A mí no me llames Paulita, para ti soy Paula. —ladro. ¡Que confianzas
son estás!
—Paula, cálmate que te estás poniendo en evidencia en la empresa y
delante del cliente.
—Sabes Jaqueline, me importa una mierda quien esté cerca. ¡Y no!
Obviamente no quiero comer contigo.
Observo como Tiago se acerca a mí.
—Hola, ¿va todo bien? — comenta cuando se encuentra cerca de mí.
—Sí, ¿Jaqueline ya se iba verdad? —sonríe, dándose la vuelta.
—Perfecto, pues entonces marchémonos— expreso un poco mal
humorada.
Cuando ya hemos salido del edificio.
—Menina, ¿estamos bien no? — pregunta.
—Sí, ¿por qué motivo piensas que pueda pasar algo? —cuestiono su
pregunta.
—Es que te he mandado varios mensajes antes de llamarte al teléfono de
la empresa, pero no he recibido contestación— comenta Tiago.
—¿Te soy sincera? — asiente—. No he mirado el móvil desde que entré
a las nueve. Yo no estoy, pero mi trabajo se queda acumulado en mi mesa,
eso sí se va Jaqueline y ese trabajo pasa a mi mesa. — expreso en tono de
reproche.
—Perdona por la pregunta, pero supuse que te habrías arrepentido de lo
que seamos. —observo que agacha la cabeza.
Entonces mi humor cambia por completo y mi sonrisa pugna por salir por
poder pasar este rato con él.
—Pues es un alivio— lo veo suspirar.
—Entonces, ¿me llamaste porque estabas inseguro?
—Si eso parece. También quería invitarte a comer, por ahorrarme coger
durante este tiempo una habitación de hotel.
Caminamos en dirección al restaurante, un poco alejado del trabajo,
porque lo que me apetece es besarlo
Al llevar tres manzanas, lo cojo de la mano y andamos por la acera. La
gente nos mira, sé que es diferente a mí. Pero precisamente por eso me gusta.
Llegamos a restaurante Oishii Ramen Street que se encuentra en la calle
Sant Pere, pero oye se come de muerte.
—Yo vengo a este local, porque hay de todo, desde Ramen a Yakisoba,
tienes donde elegir, yo un día como ramen y otro cojo varios entrantes.
Depende del humor que este. Yo voy a pedir Tonkotsu Ramen.
—Pues si vas a comer Ramen, haré lo mismo. Pediré Set Chicken Fried
Rice. Tiene Buena pinta la foto del menú.
Pasamos la comida, riendo y disfrutando del momento de calma.
Miro el reloj y veo que son las tres y media, pido al camarero la cuenta
porque tengo que volver al tajo. Quiero pagar yo, pero Tiago no me lo
permite.
Una vez en la oficina, me sumerjo en la montaña de papeles.
Capítulo 24.
Tiempo juntos

Tiago.
Al salir del trabajo ese viernes, Paula me lleva a un restaurante NBA
Café Barcelona, pedimos una mesa para dos. Todo está ambientado en
jugadores de básquet. Incluso el camarero nos acompaña a la mesa botando
una pelota de básquet y te da la opción por si quieres jugar un rato con la
pelota.
—Paula deja de jugar— comento riéndome de ella.
Pero antes de dejar la pelota, observo que hay una canasta de camino a la
mesa y la veo tirar a canasta y hace un mate. Celebra como si hubiera ganado
el partido.
—Voy— musita, como si nada.
Pedimos unas hamburguesas con patatas fritas y dos Coca Colas.
— Miarma, ¿cómo ha ido tu día en esa oficina? — pregunta.
—Normal, aunque Mercedes ha estado muy pendiente de mí. —
manifiesto.
—Que sepas que esta te quiere echar el lazo. —Añade.
—¿Por qué piensas eso? —pregunto.
—Porque simplemente es su modus operandi. Cualquier chico bonico
que entra a la oficina se lo quiere beneficiar.
—Yo se lo puedo poner muy difícil. — expreso carcajeando por la
situación.
—No hagas nada, porque le dará la vuelta para que quedes como el
malo. Muchos los ha despedido por acoso hacia su persona. Mientras estés
alejado de ella, mejor.
Nos sirven las hamburguesas, son enormes, pero tienen una pintaza
tremendas.
Cuando terminamos de comer, esta vez quiere pagar ella, ayer no la dejé,
finalmente discutimos por pagar la cuenta, pero vuelvo a ganar la dura
batalla contra el lado oscuro de la fuerza. No como Anakin Skywalker.
—Ya me lo pagarás luego en especies—. comento con cara de
pervertido.
Al acabar de comer, damos un paseo por la Rambla de Cataluña, vamos
viendo todos los puestecitos hasta que llegamos a la zona de Drassanes. Ella
propone la posibilidad de ir al museo de cera, es impresionante allí
podemos estar al lado de 120 figuras de cera famosas.
Paula iba a discreción haciendo selfi con cada figura. Como, por
ejemplo: con Messi o con el payaso de It o incluso con John Nieve de Juego
de Tronos y Jack Sparrow.
En este último, hizo una foto juntos y otra por separado, y vi cómo se
puso a toquetear el móvil.
Nos cansamos de dar vueltas por las celebridades, salimos y me lleva a
tomar algo al Bosque de las Hadas, nos incursionamos en un lugar mágico,
donde nos envolvió todo su hechizo. Fue sorprendente y curioso cómo voy
admirando todo lo que nos rodeaba, fue muy divertido picar algo allí, sí que
el precio fue algo elevado, pero tomar algo junto a unos duendes y hadas es
algo fuera de lo común…
Continuamos con nuestro paseo hasta que llegamos al centro comercial el
maremágnum que está ubicado en el puerto junto al paso del mar. Es muy
bonito pasear por la zona del puente móvil, sobre todo las vistas son
impresionantes.
Ya comienza a anochecer, y decidimos cenar en el Racó Maremagnum,
nos dieron la posibilidad de cenar en la terraza o dentro, los dos preferimos
fuera que era más romántico, teníamos la estufa al lado para calentarnos y si
no ya la caliento yo. Nos atendió Rodrigo el encargado, el trato fue
inigualable, nos aconsejó risotto de verduras con queso de cabra, está
exquisito.
Mientras estamos comiendo el risotto, pregunto a Paula.
—Menina, ¿lo estás pasando bien?
—¿Contigo? Siempre.
—Me gusta verte así.
—¿Cómo?
—Pareces feliz en este momento.
—Lo soy. Dame cinco minutos y vuelvo, necesito ir al servicio
—¿No te escapas?
—Nunca lo sabrás… —digo con el tono de la chica de la película del
otro día.
Al acabar la cena volvimos a casa de Paula, y seguimos la noche en su
casa, para mí que no estoy acostumbrado a seguir su ritmo, estoy agotado.
Ese finde semana, no nos movimos de su casa sin salir, ya comienza a
hacer fresco en Barcelona. Nos lo pasamos entre su cama, el sofá y la ducha.
Disfrutando el uno del otro.
Capítulo 25.
La tempestad

Paula
El fin de semana pasa demasiado rápido y cuando me quiero dar cuenta
tenemos que volver a la rutina
Me encuentro en mi despacho, llevo un cabreo que lo flipas. Aquí todo el
mundo puede enviarme trabajo a desarrollar para sacarse el muerto de
encima y yo no puedo quejarme. Estoy hasta el potorro de todo.
—Paula, a mi despacho. — suelta Mercedes.
Como un robot, entro al despacho de la muy zorra de mi jefa. Seguro que
va a reprocharme que no trabajo lo suficiente o que no llego a tiempo a
alguna de sus peticiones, pero es que hoy en día todo el mundo en esta
oficina se cree con derecho a que le tenga que hacer su trabajo.
—Lo acabo de saber, pero tengo que decirte que me parece terrible lo
que hiciste por la empresa.
—¿Qué? — contesto sin saber de lo que está hablando.
—¿Cómo pudiste robar a nuestra empresa? — reprocha.
¿Esta tía es atontada o qué? ¿Yo? ¡Robar! ¡En serio! Si no he matado
nunca ni a una mosca.
Pero la prepotente de Mercedes sigue con sus palabras hirientes.
—Entonces, ¿Me vas a negar que no robaste de la cuenta en tu viaje a
Brasil? — No respondo, pero ella sigue echando mierda sobre mi tejado—.
¿De verdad pensaste que no nos íbamos a enterar?
Sigo sin responder. Hoy no tengo el chichi para farolillos y menos para
aguantar esta mierda. Pero ella continua. Y lo mejor de todo está disfrutando
de lo lindo.
—Paula, prepárate para ir a la cárcel. Porque el dueño de la empresa te
está denunciando ahora mismo por el desfalco de miles de euros. No podrás
volver a trabajar en marketing y publicidad nunca más.
Parezco una olla a presión, que está a punto de estallar. Ya no puedo
echar marcha atrás.
Nunca he estado a gusto en esta puñetera empresa. Siempre fui discreta
con esta señora. Por ello y porque imagino que como supuestamente soy una
ladrona qué más da, que sea una mal educada verdad. Por lo que doy un
manotazo sobre la mesa de esta zorra con patatas y entonces replico.
—Todos pensaréis que soy una ladrona, —expreso a gritos—. Pero
nunca robé ni un céntimo de esa cuenta. ¡Además, entre tú y yo! Aquí la única
que hace cosas que en contrato están prohibidas, ¡eres tú bonica! — va a
abrir su boquita de piñón, pero no la dejo— Si, lo sé todo. ¿A caso crees
que no te he visto lo que haces con todos los bonicos que han entrado a
trabajar y pocos meses después los despides?
—¡No te permito que hables así de mi persona! No tienes pruebas.
—No me permites, ¿Qué? — la interrumpo antes que vuelva a hablar—
Si eres una guarrilla de playa. Siempre he omitido todo, porque quise ser
buena. ¡Pero basta ya! De opresiones. Como considero que desde el
comienzo de esta conversación ya no pertenezco a esta empresa porque
habéis considerado que he robado. Me la sopla todo, — desde este despacho
imagino que se oyen gritos porque la estoy liando parda, pardísima—. Por lo
que, si tú me faltas al respecto llamándome ladrona, yo también te puedo
insultar que eres una mala pécora desde siempre. Yo saldré de esta empresa
y quedaré mi Sant Benito por siempre. Si embargo, jamás he robado, pero tu
reinona de pacotilla serás la guarrilla de playa que se tira a todos los
bonicos de la empresa y cuando ya no los puedes utilizar los despides por
bajo rendimiento. Claro porque pasados ese cierto ya no te sirven, ya no
quieren arrejuntarse más contigo y tú les despides.
—Paula, ¡Quieres no gritar!
No puedo parar de reír estoy, muy nerviosa. No obstante, reconozco que
me ha sentado de maravilla soltar todo lo que llevo dentro. No tengo curro,
pero menudo subidón. He de marcharme porque como me dé el bajón me
echaré a llorar como una madalena.
—Y ahora, mala pécora, ya estás llamando a personal y diles que me
marcho que no quiero ninguna miseria que me vayáis a dar. Porque imagino
que no habrá finiquito. Que sepáis que tendréis tanto tú, como esta empresa
noticias mías por injuria. ¡Y os destruiré a todos! — grito carcajeando a lo
Harley Quinn.
Una vez abierta la puerta.
—¡No te consiento que me hables así! —. grita la mala pécora.

—Espera que lo oigan todos, lo pedorra que eres. Prepárate zorra, yo


seré la puta ladrona, pero tú será la más guarrilla de esta oficina.
Sinceramente, no me dais pena, hace tiempo tendría que haberme marchado.
Así que jodeos — me voy haciendo la peineta a todos.
He dicho todo lo que ha pasado por mi mente. Salgo de esa oficina.

«¡Ay, cipote! Pero que a gusto que me he dado.»

Todos los que están cerca del despacho, incluso Tiago que me ha oído,
han escuchado mis gritos.
Tiago me observa, pero no se mueve para ir a mi encuentro. Imagino que
ha escuchado mis chillidos. Está bloqueado por todo. No creo que esperara
que hoy lunes sucediera este pollo. Sin mirarlo, voy a mi mesa y recojo mis
pertenencias.
Al salir del despacho, una sonrisa fría e impersonal aparece en mi cara.
Miro en dirección al ascensor, no pienso dejar que me vean llorar.
Noto que todo el mundo, tiene su mirada clavada en mí. Seré la próxima
ladrona de guante en blanco de esta oficina, ya no me importa.
Abandono esta empresa para nunca volver. Eso si lo que me llevo
conmigo es todo mi mala leche. Ese carácter que nunca había conseguido
sacar.
“Olé, olé y olé por mi”

Tras marchar de aquella miserable oficina, tengo la necesidad de llegar a


mi casa urgentemente. Todo se ha ido a la mierda. Espero que lo que hay
entre Tiago y yo no se vaya también a la mierda detrás de mi trabajo.
CAPÍTULO 26
La tormenta

Tiago
Una vez llego a casa de Paula, el corazón me da un vuelco por verla. Mis
manos me sudan, por todo lo que Mercedes me ha explicado y las pruebas
incriminatorias que me enseñó. Mi conclusión resquebraja mi alma porque
es ella, si Paula la chica sencilla que conocí y por este sentimiento defendí
que fusionáramos nuestras empresas, es una mentirosa de primera. Voy a su
habitación, a recoger mis cosas, pero ella me sigue.
Paula se aproxima a mí por detrás.
—Me alegro de que vuelvas. — menciona Paula nerviosa.
—Vine a recoger mis cosas. Me vuelvo a Brasil. —expreso autoritario.
—Tiago, por favor escúchame. —suplica.
La estoy observando, la manera que me mira, la noto nerviosa.
—Claro, explícame, ¿cómo me has utilizado para conseguir robar en tu
empresa? Por eso me explicaste toda tu mierda y yo te creí como un necio.
—ladro colérico.
—Tiago, por favor puedes hacer el favor de escucharme. — implora.
Ella no se baja de sus trece. No se mueve de donde esta e insiste en que
la escuche. Ya no la creo.
—Me marcho. Mi vuelo sale en cuatro horas. —expresa Tiago sin
cambiar su gesto—. ¡Déjame salir!
Oigo como Paula está cuchicheando algo en voz baja. Estoy muy molesto
por que me haya mentido, porque me haya utilizado.
—Miarma, ¿dame unos minutos? Y luego si quieres lárgate.
Ella no se mueve ni un milímetro de donde está, impidiendo que siga mi
camino, para poder irme y no regresar nunca.
—Paula, ¡que no te estás dando cuenta que no quiero escucharte! —
expreso dando un puñetazo contra la pared.
No entiendo tanta insistencia para que la escuche. Estoy harto. No
aguanto más, me quiero largar.
—¡Me vas a escuchar, aunque sea lo último que haga en mi maldita vida!
—grita.
No digo nada. Sigue insistiendo para que la escuche. ¿Para qué? si todas
las pruebas indican que es culpable.
—A ver Tiago soy inocente, yo no he robado nada.
Hay algo en mí que me hace dudar por sus palabras, pero al final
recuerdo toda la documentación que me enseñó Mercedes.
—Paula, ¡venga no me jodas! He visto cuentas con tu nombre con el
dinero robado.
—¿Qué?
La fulmino con mis ojos coléricos.
—Entiendo, ¡que te crees la mentira! —Su respiración comienza a
agitarse.
Sus palabras hacen mella en mí. La observo como a cada minuto va
poniéndose más nerviosa y recuerdo otra situación en la que también le pasó
eso, el día del lago. Sin embargo, ya no me importa lo que le suceda.
—¿Por qué tengo que creerte a ti? — pregunto con incredulidad.
—Porque pienso que ya que me conoces mejor que incluso que mis
mejores amigas. Yo no soy una mentirosa. Sí que puedo tener mis defectos.
Pero que yo sepa nunca te he mentido. Y antes de que vuelvas a faltarme al
respecto diciendo que soy una ladrona. Que sepas que estoy dolida porque
pienses que realmente he podido hacer yo algo así. Yo te quería, estabas
consiguiendo por primera vez que confiará en un hombre. Por lo que te digo
que me has destrozado el corazón.
Sus palabras atraviesan mi mente y siento como mi pecho duele, mientras
nuestros ojos se miran con fijación. Ni ella ni yo hablamos.
Algo dentro de mí, grita que la crea, que dice la verdad, que no me ha
utilizado. Pero hay otra parte que me insta para que me vaya y no me fie de
sus engaños. Que Paula no vale la pena.
Entonces es ella quien da un puñetazo a la pared. Antes de comenzar a
hablar, cierra los ojos y suspira
—Perfecto, señor de Carvalho, si eso es lo que opina de mí, lo nuestro
se ha acabado. ¡Alégrese, señor de Carvalho, la zorra de Mercedes está
ganando! Si sale por esa puerta lo nuestro ha acabado.
Me quedo paralizado por las palabras tan frías que ha mencionado Paula.
Su tono voz transmite que no está bien.
En ese instante ya no veo a la chica que conocí en Sao Paolo. Algo en
ella ha cambiado. No sé qué es. Pero en ningún momento la he visto
amilanarse, ni con su superior en la oficina ni conmigo. Se ha defendido a
capa y espada. Sin embargo, las pruebas están ahí.
Sujeto mi maleta con fuerza y me encamino hacia la puerta sin mirar
atrás.
Capítulo 27
La Calma

Paula
Al oír el sonido de la puerta de mi casa. Las manos me tiemblan.
Necesito salir de esta casa. Comienzo a tener un ataque de ansiedad.
Empiezo a caminar por las calles de mi Barcelona. Camino sin rumbo
fijo. Jamás me imaginé que la muy zorra de mi jefa me echará de la oficina
de malas maneras y encima envenenará la cabeza de Tiago.
Nunca he sentido nada, por un hombre, el único diferente él, con el que he
podido sentir. Y él muy atontado se está creyendo la mentira. Que me echen
del trabajo me ha jodido. Pero lo que me ha acabado de destrozar ha sido
romper con Tiago.
Ya no me queda nada. He perdido al único hombre que ha conseguido que
sienta mariposas y que durante el poco tiempo que hemos durado, he llegado
a ser feliz.
Sigo caminando. Por la ciudad, ¿cómo pueden decir que yo he robado?
Si yo no hice nada en Brasil. Da igual han querido poner un cabeza de turco
y la culpable soy yo. Hipotecaré la casa, pero por mi padre, lucharé por
limpiar mi nombre, lo juro.
Sigo caminando, por las calles del centro de Barcelona. Cuando de
pronto observo delante de mis narices un local llamado Barcelona Comedy
Club. Al entrar escucho a un hombre haciendo un monólogo, me siento en
una de esas mesas.
—Buenas noches, ¿Qué le pongo?
—Tráigame cinco chupitos de tequila.
—Marchando.
El camarero tarda extremadamente poco en traerme los chupitos. Los
cinco me los tomo en tan solo tres minutos.
Le pido que me traiga cinco chupitos más.
Sigo escuchando los monólogos.
Hasta que me da un pronto y me subo quitando el puesto a la persona que
está en el escenario y cojo el micro.
—De modo que esto, este es vuestro sueño. Subir a este sucio y pegajoso
escenario y decir lo primero que se os pasa por la cabeza. Sabéis he estado
con tíos, y nunca me ha importado que nuestra relación se rompiera. Hoy ha
sido la primera vez que eso cambió. Tiago se ha marchado. Hizo su maleta
para nunca más volver. Sabéis tengo un montón de preguntas dando vueltas
en mi cabeza. Por ejemplo: ¿Cómo han podido descubrir que yo soy una
ladrona? Cuando yo no he robado nada. ¿Por qué yo he tenido que ser la
cabeza de turco? ¿Por qué se ha creído las mentiras de la zorra de mi jefa?
¿Tú lo sabes?
—¡No! —comenta alguien del público.
—Y una pregunta tonta al arquitecto que diseño este local. ¿Y por qué
pusieron los servicios tan cerca del escenario? Pensaréis porque, pues para
no tener que oír el ruido constante de los lavabos que son tan insufribles. En
serio se oye todo. Siento lo que digo supongo que estoy algo borracha. Se
acabó, todo lo que me importa se fue.
Entonces sale alguien del servicio.
—¿Eh? ¿Te sientes mejor ahora? —todo el mundo se ríe—. Como ya os
he contado mi vida se ha ido al carajo hoy. He comentado, ¿qué mi chico se
ha ido? — se vuelve a reír—. Vale os he dicho que me ha dejado porque se
supone que he estafado a mi ex empresa la cual presuntamente he hecho un
desfalco de miles de euros. ¿Tú has visto ese dinero? Porque yo no. —
comienzo a andar con el micro por el escenario—. Yo consideraba que
Tiago quería una relación duradera conmigo. Creía que confiaba en mí. Pues
he llegado a pensar que le gustaban los retos y yo fui eso para él un reto.
Sabéis os voy a contar un secreto, nunca me he llegado a correr con un
hombre, perdón estoy mintiendo sí que he llegado a tener un orgasmo con un
hombre, pero solo lo he conseguido con Tiago. Disculparme que os haya
mentido. Es que estoy tan acostumbrada a pensar que nunca lo había
conseguido y esta situación cambió recientemente.
Entonces veo que alguien se levanta en dirección al lavabo.
—Tío, ¿en serio? Después de lo que he mencionado del baño te dignas a
ir, venga por favor, ahórrame escucharte.
El hombre se vuelve a su mesa.
—Qué vergüenza. —reclamo a este hombre, y vuelvo con lo mío—. Yo
lo quería y se lo demostré. ¿Sabéis las gilipolleces que dicen que las
mujeres podemos hacer en la cama? ¡Todo es mentira! Sabéis yo no puedo
hacer el misionero. Tengo que estar arriba, me gusta controlar y poder
cabalgar. ¿He dicho yo eso? Bueno da igual, os cuento. No acabo de
creérmelo que lo haya perdido todo, porque yo sea una ladrona. ¿Yo? En
serio. —señalo alguien del público— ¿Tú me ves con pinta de robar?
—No. — comenta una chica del público.
—La culpable es Mercedes, ni que fuera un BMW. Sabéis Mercedes
lleva puesta piel de cordero, pero cuando se deshace de esa piel sale a flote
la hiena. Ese es su nombre Mer – cedes, es horrible Mer – cedes aterrador,
¿verdad? Me ha estado volviendo loca, para que no me despidan y va la muy
zorra se saca de la manga que he robado, ¡zorra! La situación es perfecta,
ahora estaré sola toda mi vida y loca. ¡La famosa ladrona y loca de
Barcelona de la zona de Encantes! —comento carcajeándome de lo que
acabo de mencionar.
—¿Ah? Yo también vivo por esa zona. — expresa alguien del público.
—¿Sabéis que en la oficina pillé a Mercedes dos veces con la camisa
del revés? Y no se lo dije, para que toda la oficina se riera de ella. ¡DOS
VECES! Una, — hago gesto que estoy pensando— vale, quizás se ha
levantado tarde y puede ir con el cohete en el culo, para darle la vuelta a la
camisa, ¿pero dos? Tienes el talento justo para hacer la O con un canuto.
Oigo que la gente se sigue riendo de mí o conmigo, me da igual, me siento
de lujo despotricando de la zorra de Mercedes.
—Y lo peor del caso y apenas tiene importancia, sé que lo que voy a
comentar es algo frívolo, pero ni siquiera es tan guapa.
—¿Eh? — dice alguien del público.
—Sí, tiene igual de anchos los tobillos que las pantorrillas. Vosotras
opináis que eso es antiestético, pero para gustos colores. Bueno hasta aquí
os puedo contar hoy dejo paso a los siguientes.
Salgo del local, preguntándome como estoy tan loca de haber subido al
escenario despotricando sobre mi vida.

«Cipote, que bien me he sentido explicando toda mi frustración a unos


desconocidos. Como cuando se lo expliqué a Tiago en aquel avión»
reflexiono conmigo misma y veo que me he sacado un pequeño peso de
encima.
Capítulo 28.
La vuelta a casa

Tiago.
Tras el vuelo a Sao Paolo, he llegado a mi casa en ese momento João está
fuera. Las horas en el avión fueron horrorosa, no pude dejar de pensar en
ella, como se ha burlado de mí.
No sé cómo Paula ha podido utilizarme de esa manera. Estoy cabreado
conmigo mismo por dejarme enredar por sus armas de mujer.
¡No pienso permitir que me utilicen y me humillen a la vez!
Evito mirar el móvil, por no ver las imágenes que nos tomamos juntos.
El dolor que siento tras todo lo descubierto sobre Paula, me está
matando. Soy consciente que me dejé llevar por lo que sentí por Paula.
Me asomo a una de mis ventanas, con vistas a la ciudad de Sao Paolo.
De pronto, irrumpe mis pensamientos João
—¡Ey tío! Ya volviste tan pronto. — expresa João—. ¿Y Paula?
—Hola tío, se quedó en España. Lo hemos dejado. Ella me utilizo para
conseguir robar miles de euros en su empresa
—¿Paulita? —pregunta desconcertado—. Lo dudo.
—He visto pruebas tío. — manifiesto.
—¿Sabes que las pruebas se pueden manipular? —pregunta João. — y
los días que la conocí no hizo nada extraño. Estuve todo el tiempo con ella y
no parece el tipo de mujer que robaría en su empresa.
—Tío, dejemos de hablar del tema, que es muy violento para mí.
—Tiago. — expresa mi nombre como si quisiera sermonearme.
—No emplees mi nombre así.
—Y cómo quieres que me dirija a ti. —Se mofa João
—No me hables de Paula, por favor. — suplico.
—Vale no quieres que te hable de ella. Pero si te digo que te estás
equivocando con ella. Yo la vi buena persona y sincera. Por lo que voy a
coger mis ahorros y me voy con ella. Seguro que lo debe estar pasando
realmente mal y tú la dejaste tirada como una colilla. — me reprocha.
—La verdad, es que Paula ya no me importa lo más mínimo.
Es mentira, ella me importa, pero me ha usado para conseguir sus fines.
No quiero que una persona, de esta forma a mi lado.
—No te creo. Tiago, ¿Tú te estás oyendo? Como puedes pretender que
Paula haya hecho lo que mencionas, si era una mujer que no es capaz de
explicar sus intimidades a sus mejores amigas. A mí me las conto porque le
explique mi orientación. Lo tuyo es de juzgado de guardia. ¡Por dios como
puedes ser tan estúpido!
—Sin faltar João, que te estas alojando en mi casa.
—Tiago, te hago una pregunta ¿Dónde demonios vas a encontrar a una
mujer como Paula? — pregunta.
No contesto y él va a su habitación recoge sus cosas y desde la puerta me
dice.
—Me voy a ayudarla, ¡lo que tendrías que estar haciendo tú! Mándame
su dirección por WhatsApp es lo único que te pido. ¿Sabes qué? Ahora
mismo no me das pena. Bueno, en realidad, sí. Me das pena porque podrías
estar siendo feliz con Paula. Pero al abandonarla estás perdiendo al amor de
tu vida, estarás solo. Yo seguiré adelante, sé que mi orientación sexual no
debe ser fácil, yo intento encontrar a alguien ya sea mujer o hombre. Pero
busco la felicidad no la rechazo. Ya te digo te vas a arrepentir de todo, toda
tu vida.
Capítulo 29.
Recuerdo.

Paula
Han pasado varios días desde la marcha de Tiago. ¿Comer? Como poco,
lo que si es que me trinco varias botellas de vino al día
Esa noche vuelvo al local del otro día Barcelona Comedy Club, iba
como una moto, observo que justo el chico que está hablando acaba de
terminar su monólogo
Por lo que decido volver a subir al escenario, trinco el micro y comienzo
a hablar.
—Alea iacta est, Alea iacta est es latín, para aquellos que no lo sabéis,
yo estudie latín en bachillerato y eso eran una de las frases que aparecían.
De todo lo que estudié de esa asignatura, solo recuerdo estas palabras Alea
iacta est que significa la suerte está echada. Tiene gracia, porque yo tenía
un trabajo y un novio hasta hace apenas setenta y dos horas. Y ahora no tengo
nada. Desde hace setenta y dos horas no tengo nada. ¿Tú sabes por qué?
—No. — suelta alguien del público
—Mi vida se fue al carajo. Os diré por qué. Veréis mi exjefa me ha
echado porque presuntamente tienen pruebas que yo he robado en mi
empresa. Aquella que me da comer. ¿En serio? Esas situaciones salen en las
películas. Yo no sabría por dónde comenzar para robar miles de euros de la
cuenta de la empresa. Ya lo sé. — hago un silencio —no es divertido, lo sé,
es terrible. Cambiemos de tema. Yo tengo una relacion con Adam y yo
represento la figura de Eva. Nos encontramos en el paraíso. Y un día Adam
me deja porque nuestro señor ha creado a otros hombres y mujeres. Está
nueva mujer, siente celos, por lo que tengo con Adam y decide hacer un
boicot contra mí para quedarse con Adam. Yo me quedo desolada. Como no
me enteré de que algo se está cociendo contra mí. ¡¡Basta de tontería!!
Sabéis que cuando estamos en pareja, nos creemos todo lo que nos dicen
nuestros chicos. Y nosotras como lerdas nos las creemos. Yo confié en él. O
cuando somos pequeñas nos pensamos que todas esas pamplinas de las
películas Disney y pensamos que un príncipe nos va a poder rescatar de
nuestra mierda de vida. Para poder vivir felices por siempre. Yo pensaba
que era Rapunzel y él era mi príncipe encantador y que me rescataría de las
garras de mi malvada madrastras, en este cuento mi madrastra es la odiosa
de Mercedes. En un principio parecía que la situación era plausible. — hago
un gesto lo comprendo— te lo compro. Pero luego llegan los problemas y
obviamente el príncipe desconfía de ti. — tengo la necesidad de seguir
bebiendo—. Necesito un trago, quiero un vodka. Camarero por fa un vodka.
—hago señales al camarero para que me atienda—. Me hace tanta falta en
este momento que me vendo por un trago, ¿NO juzguéis?
—No. — dice alguien del público.
—Pues es la verdad. Total, casi nunca disfruto del sexo qué más da. Lo
siento si os estoy ofendiendo con mis palabras. Yo normalmente no me suelo
expresar de esta manera. Lo siento. Sé que os parecerá que estoy un poco
furiosa con la vida. ¡Y lo estoy! Me gustaría pegar una patada en los huevos
a quien esté jugando con mi telar del destino —oigo que se ríen por fin—. Y,
sobre todo, a todas las malas pécoras en el mundo y los gilipollas que
desconfían a la primera de cambio. Lo siento, soy una señorita, y las
señoritas no hacen estas cosas. Aquí acaba mi historia por hoy os dejo paz...
Me marcho del escenario. Decido que, tras tomar la última copa, irme
para casa.
Esa noche, el viento silba entre las ramas. Ya llevo andando como unos
quince minutos, cuando advierto que una bola de pelo corre hacia mí. Huyo
por el pavor que me da y que además estoy borracha. En ese momento, me da
miedito cualquier cosa que me siga.
De pronto soy consciente que yo soy más grande que el bicho que me está
siguiendo. Por lo que me freno a encarar a esa cosa.
La cosa se pone de pie y me araña las piernas. Del susto que me da
tropiezo y me caigo de culo.

«Cipote vaya culetazo que me acabo de dar»

En la caída, me raspo las manos, ya que han ayudado a amortiguar mi


caída. Estoy temblando de miedo ya estoy en el suelo. Y entonces veo a esa
cosita ahora que lo tengo tan cerca.
Es un perro, un cachorro.
El cachorrito me ignora como me siento. Se acerca más a mí, y antes de
que me dé cuenta está dándome lametazos por toda mi cara.
—¡Que susto me diste! — le hablo
Me levanto para seguir mi camino a casa. Pero el perro sigue sin apartase
de mí, me sigue.
Mientras camino me está olfateando los tobillos.
—Buen chico. — me agacho y lo acaricio con cuidado—. ¿No tienes
dueño? —. Miro si tiene puesto algún collar, pero no hay nada alrededor de
su cuello.
Nunca he tenido miedo a los perros, pero el alcohol ya ha hecho estragos
en mi mente. Pero que algo te persiga en la noche y borracha pues da un poco
de canguelo. El perro me chupa la mano y eso me hace cosquillas.
—Andando, te llamaré —hago un silencio mientras pienso que nombre le
pondré— Recuerdo, en honor a todo lo que tengo que olvidar. — Explico,
aunque sé que no debo dar explicación porque no me entiende.
Recuerdo, me sigue, no sé por qué lo he acogido, un perro es una
responsabilidad. Pero sé que será un amigo fiel que nunca me abandonará a
la primera de cambio.
Hace unos días que llevo en esta ola de autodestrucción, quizás gracias a
Recuerdo encauce de nuevo mi vida. Puede que será mejor que las cosas
fluyan y dejarme llevar por la corriente sin oponer resistencia. Dejando que
todo el mundo me crea culpable.

«Si al menos tuviera la pasta.»

Tras estar llegando al portal, la oscuridad se cernió en mi pobre corazón.


Estoy buscando las llaves en mi bolso, si no atino a encontrar las llaves,
tienen que estar en el bolso, porque siempre las dejo allí. Cada vez más
nerviosa por no encontrar las llaves, al fin las encuentro, se han metido por
el forro del bolso.
Cuando estoy abriendo el portal del edificio, alguien me llama.
—¿Paula?
Tardo una fracción de segundo en darme la vuelta y me encuentro
enfrente mí, a João. Le miro dubitativa, no sé si abrazarlo o echarme a llorar
como una niña. Creo que es una ilusión, ya sabemos que a veces las
ilusiones engañan como decía mi filosofo favorito Platón.
—¿No te alegras de verme? — pregunta.
Me tiende la mano, sigo dubitativa. Pero esta vez le doy la mano y tira de
mí y me abraza.
—Tienes mala cara, seguro que llevas llorando desde que él se fue
¿Verdad? —solo puedo asentir— ¿y quién es está bola de pelo?
—Lo acabo de acoger en mi casa. Le llamé Recuerdo. Por todas las
cosas en mi vida que quiero olvidarme— le explico.
—Te entiendo. Yo también querría olvidarme de él, si me dejará en esa
situación. Aunque te aconsejo que lo llames y le expliques como te sientes.
— aconseja.
—Ni loca. Le dije que si salía por esa puerta sin escuchar mi versión
que no volviera. —replico.
En mi mente viene una frase de uno de mis autores favoritos:

“No pierdas tu tiempo con explicaciones: la gente sólo escucha lo que


quiere escuchar” Paulo Coelho.
Subimos a mi casa, João permanece a mi lado, en silencio, observando
cómo es mi casa. De hecho, me doy cuenta de que mi casa parece una
pocilga comparada como era la casa de Tiago. Estos días no he limpiado,
toda la basura va al suelo.
—Voy a quedarme contigo, Paula. Quiero escuchar todo lo que tengas
que contar. Y si puedo te ayudaré en lo que sea. — confirma.
Me encojo de hombros y comienzo a llorar, es lo único que llevo
haciendo, que una persona, venga y quiera que le explique mi versión, hace
mella en mí.
João me abraza de nuevo. Observa que llevo unas copas de más por lo
que me lleva a la habitación a dormir la mona.
Capítulo 30
Las explicaciones.

Paula
Me despierto en la cama, no recuerdo el final de la noche, recuerdo haber
vuelto a subir a aquel escenario.

«¡Por dios que vergüenza!»

Parpadeando no entiendo que es lo que pensé las dos veces para subir a
ese escenario.
De pronto una bolita se me acerca y comienza a lamerme la cara.
Entonces recuerdo que acogí a Recuerdo en mi casa.
Estoy martirizando por todo lo que me ha sucedido, como me dejé
engatusar por Mercedes y por Tiago, entonces recordé la frase de Gabriel
García Márquez

«Recordar es fácil para quien tiene memoria. Olvidar es difícil para


quien tiene corazón»

Vuelve a mi mente todo lo acontecido en Sao Paolo, solo de pensarlo se


me revolvió mi estómago. Pensar en Tiago, en él que di mi confianza y a la
primera de cambio desapareció.
Salí al comedor, al oír ruidos por la cocina me asusté,
—¿Paula?
—Sí. Hola, João. —lo saludo al verlo...
Vino a abrazarme y al acabar cogió mi mano, tiro de mí, y me condujo
hacia la mesa.
—¡A desayunar! — exclama.
—No tengo hambre. — expreso.
—Vas a comer, porque ya he visto cuál ha sido tu dieta los últimos días.
Estoy callada, no sé qué decir, mi casa ya no es la misma, esta toda
limpia. Creo que João se ha pasado toda la noche limpiándola, ha recogido
la basura, en mi casa ya no parece que vivan vampiros, ya que entra un sol
espectacular y puedo notar como su brillo acaricia mi piel.
—Paula, ¿confías en mí? — pregunta.
Entonces me viene a la mente la película de Aladdín, cuando él le dice
dos veces a la princesa que confíes en él, una para huir de los guardias y otra
para subir a la alfombra voladora.
João me ve pensativa no contestó, así que…
— ¿Confías en mí? — Vuelve a formular la pregunta
Por lo que salgo de mi embelesamiento de la película de Aladdín, me
gustaría tener al genio de la lampara y pedir tres deseos.
—¡Si! — expreso con confianza a él. João nunca me ha decepcionado.
—Paula, he de confesarte que en un primer momento la única en la que
pude confiar fue mi madre, antes de ti. —afirma—. ¿Les explicaste la
situación a tus amigas? — interroga
—No. —niego con la cabeza.
—Te entiendo perfectamente que no quieras hablar con tus amigas.
Aunque considero que deberían saber. ¿Y tu madre?
—Tampoco se lo he explicado. Me da vergüenza. — expreso con rubor.
—Pues yo daría cualquier cosa por tenerla conmigo. La mía murió de
leucemia. Paula te entiendo, tú y yo somos muy diferentes al resto. Yo no sé
cómo hablar de lo mío con la gente. Lo de Tiago fue una casualidad. Tu
forma de ser me dio confianza en su momento.
—Tranquilo João, no tendrás que preocuparte más, estamos juntos en
esto. Por cierto, no me menciones a ese indeseable.
—Paula, tengo que explicarte una cosa que no viene a cuento. Pero en
Sao Paolo, trabaje en una empresa de ciberseguridad. —asegura.
—Ajam.
—Que protege a una corporación… quiero decir que yo puedo conseguir
información a la inversa.
—¿Qué quieres decir con esto? — pregunto sorprendida por sus
palabras.
—Quiero decir que puedo hackear tu empresa, lo que no puedo hacerlo
desde tu portátil directamente, ya que puedo dejar rastro…
—¿Perdona? — pregunto incrédula de mí.
—Para mí, el hecho de hackear es fácil, puedo conseguir datos de tu
empresa y tu jefa. Conseguiré un portátil y lo haré. Buscaré cualquier cosa
que consiga hacerte inocente.
—¿De esa zorra?
—Exatamente— expresa en portugués—. Te voy a confesar mi secreto,
espero que de aquí no salga. Siempre busco lo peor de quien hackeo. No se
lo he confiado a nadie. Sabes Paula, cuando conocí a Tiago, André y
Sebastiao, los hackeé, por si acaso. Quería conocerlos antes y saber cómo
eran antes de entablar una amistad.

«¿En serio?»

—¿Me investigaste a mí? — interrogo con preocupación.


—Sim— expresa en portugués—. Desde aquella noche que besaste a
André y Tiago te siguió, te investigué. No quería que otra mujer le hiciera
daño a Tiago.
—¿Por qué lo haces? — sigo interrogando.
—Es que la sociedad es una mierda. Sabemos que todas las empresas o
al menos la mayoría utiliza mano de obra de niños desfavorecidos. O puede
que todos nuestros héroes sean un fraude. Para mí el mundo es una gran
mentira. ¿Sabes? Que unos a otros nos vamos boicoteando, nuestra red social
suele mostrar algo sobre nosotros mismos. Todos sabemos por qué hacemos
lo que hacemos. Si no por qué resulta doloroso fingir porque la gente es una
cobarde. La sociedad hoy en día es una mierda.
—João, no debes frustrarte.
—¿Por qué? — me increpa João.
—Tú y yo, somos diferentes. Somos supervivientes. Lo estamos
intentando. Tú al menos lo entiendes.
—Menina, dime, ¿qué es lo que entiendo?
—Lo que es sentirse solo, comprender el dolor, quieres protegerte de
sentir ese dolor al rechazo. Por eso te respecto João.
—¿Por qué piensas que sé sentirme solo?
—Pues es simple, te observé que eres como yo. Tienes amigos, pero
realmente no les dejas conocerte. Ellos no saben esa parte de ti.
—Cambiando de tema Paulita, ¿de dónde venías anoche?
—Pues anoche me emborraché. —confesé.
—Lo noté.
—Bueno, te explico, ya me ha pasado dos veces. Desde que echaron de
mi trabajo, camino y camino sin rumbo fijo y las dos llegué a local
Barcelona Comedy Club. En un primer momento, entre para beber y
olvidarme de mis mierdas. Una vez allí, observé que hay un escenario. Las
dos veces que he ido, acabe subiendo a ese escenario dos veces. —confieso.
—¿En serio? — pregunta.
—Si miarma, no sé cómo lo hice, pero al bajar me quedé tan tranquila de
despotricar de todo. De todo, quiere decir todo lo que paso en mi empresa.
De lo que sentía y la gente se río. Ayer no tanto porque lo que dije era
deprimente, pero cuando bajo del escenario me he quitado un peso de
encima.
—Me alegro por ti, que ese un medio de escape. — expresa con cariño.
—Por cierto, te busqué en Facebook y en Instagram. Eras lo único que
conocí en Sao Paolo que no deseo olvidarme. Pero no sé por qué no te he
encontrado.
—Lo odio. — expresa con mala cara—. Por eso no tengo.
Quiero cambiar de tema no me apetecía seguir indagando del tema.
—¿Qué quieres hacer hoy? —pregunta.
—¿Vemos una peli? —propongo.
—Venga.
Enciendo la tele y abro la aplicación de Netflix. Pasamos el día
tranquilamente, entre risas. Pero sobre todo super a gusto.
Capítulo 31
La melancolía

Tiago.
Llevo días sin ir a trabajar, solo puedo pensar en que ella, me engañó
para hacer un desfalco en su empresa.
Ahora recuerdo la mirada reprobatoria de João al marcharse, sé qué se
marchó enfadado conmigo, y sus brazos cruzados, plantado en el umbral de
mi casa diciendo que me voy a arrepentir de haberla dejado sola
Eso es lo único que puedo recordar de la marcha de João.
Lucho contra el impulso de llamarle y preguntarle por ella. Me paso los
dedos por mi pelo y no puedo hacer otra cosa que sentir dolor.
Paula, entro en mi sistema desde el mismo momento que la conocí en
aquel avión, cuando me explicó su supuesta vida. Ahora dudo si eso era
verdad o lo que quería era utilizarme.
Entonces acabo sucumbiendo, llamando a João. Pero cuelgo
automáticamente arrepentido de haber intentado llamar. Maldita sea, soy un
imbécil integral por preocuparme por una persona que no me quiso, sino que
me usó.
Intento controlar mis sentimientos, pero están siendo devastadores, doy
un manotazo a mi cara para intentar secar las lágrimas que está saliendo. Si,
caen implacables por mis mejillas. Estoy completamente abatido.
Esta es una manera muy estúpida de pasar los días, pensando en ella.
Entonces vuelve de nuevo a mi cabeza todo lo que João me dijo:
«Pero al abandonarla estás perdiendo al amor de tu vida, estarás solo.
Yo seguiré adelante, sé que mi orientación sexual no debe ser fácil, yo
intento encontrar a alguien ya sea mujer u hombre. Pero busco la felicidad no
la rechazo. Ya te digo te vas a arrepentir de todo, toda tu vida.»

Esas palabras, resuenan en mi cabeza sin cesar desde que se fue. Sé que
parte de razón tiene João, desearía no sentirme tan mierda. Nunca me ha
importado tanto una mujer. Sé que por sus mentiras se acabó todo.
Al cabo de un rato, me rindo y no puedo hacer otra cosa que mirar la
galería de imágenes del móvil. Donde estamos juntos.
Voy al armario de los licores, voy a ver que encuentro, aún no he
decidido si voy a beber o no. Finalmente, derrotado por todo, abro la botella
de Bourbon que tengo sin empezar. Tengo en este momento la necesidad de
pillar un buen pedo y así olvidarme de todo, suena genial el poder olvidar
durante un rato.
Cuando ya llevo más de la mitad de la botella, la rabia inunda todo mi
cuerpo, así que comienzo a pegar puñetazos contra la pared, uno detrás de
otro. Me imagino a Paula burlándose de mí, y aun pego más fuerte. La sangre
cubre mi mano.
Entonces lanzo un grito de dolor ahora también tengo dolor físico. Por lo
que me estiro en el sofá y me duermo.
Cuando me despierto, la cabeza me da vueltas y sé que está mal beber
para olvidar, pero no he podido evitarlo.
Decido ignorar todos mis sentimientos. Como si Paula nunca hubiera
existido para mí. Así que intento ir hoy al trabajo, pero mi humor es de
perros todos allí lo ven, pero intento ignorar a todos. De este modo, sigo
durante semanas.
Capítulo 32.
El otoño

Paula
El otoño llegó a Barcelona, últimamente el sol ya no sale siempre está
nublado o lloviendo. Al igual que en mi vida ya no hay sol, el otoño lo mató,
aunque estamos en octubre yo siempre sueño con el sol. El otoño lo ha
devastado todo, incluso al sol.
Aquel día una temporal arreciaba Barcelona, llevamos varios días igual.
Según los meteorólogos de la tele dicen que duraría todavía varios días.
Os he de confesar algo, cuando me siento con este estado de ánimo, me
encanta la lluvia. Porque no hace falta que salgamos de casa. Puede
quedarme en mi hogar a regodearme de mis heridas, y llorar. Si quiero reír.
Lo que quiero ponerme es una peli de Netflix deprimente, quiero ver la
película de Netflix Yo antes de ti. Hice un bol de palomitas y le di al play.
En ese instante João entra a casa, ya lo consideró como parte de mi
familia.
—¿Te apuntas a una película? — propongo para que me acompañe.
—Hoy Tienes un algo diferente Paula— me comentó João mientras yo
volví a poner el play a la película.
—Me gusta la lluvia, con ella no tengo que obligarme a salir. — expreso.
—Paula, la vista se está acercando, te vi con la carta el otro día y entré
en tu habitación y miré la carta. Queda extremadamente poco y tú estás sin
abogada.
—¿Me has espiado? —pregunto.
—¡Si! — confirma sin pelos en la boca.
—Bueno no me extraña si cuando me conociste me hackeaste.
—¿Por qué sonríes? — me interroga—. Escupe, ¿qué ha pasado para que
sonrías así? ¿Has conocido a un chico es eso? ¿Te lo chingaste?
—¡NO! — niego— no que va no tengo el chichi para farolillos en este
momento.
—¿Entonces?, ¿te compraste un Satistyer? —Entonces sigue con la
interrogación.
Me levanto del sofá, para coger de la nevera dos latas de Coca-Cola y
ofrecerle una a João.
—João, —hago un silencio— estoy bien estando sola, no depender de
nadie. Esta situación me está haciendo feliz, esto me hace sentir dueña de mí
misma.
—Vale no diré más. He mirado esta abogada, tiene buena reputación.
Ella ganará tu caso, con mi astucia. Únicamente has de pagar en caso de
perder. Pero ella no pierde nunca. Es como una Allie Mcbeal.
Él acaba convenciéndome de coger a esta chica. Me explica que la ha
hackeado y deduzco que es una buena candidata.
Capítulo 33
La culpabilidad

Tiago
Todo lo que escucho a mi alrededor, es ruido. Tanto que es imposible
concentrarse en mi trabajo. Escucho lo que cuchichean alrededor mío. En
referencia a Paula. Donde especulan como debió de hacer para sacar tanto
dinero sin que se dieran cuenta hasta que se llevó tal cantidad.
Por otro lado, dentro de mí, estoy totalmente roto por cómo me engañó
Paula, como me utilizó contándome todas esas chorradas de sus abusos. Yo
la creí.
Indudablemente, no quiero parar de trabajar, se dice que mientras más
trabajas menos piensas en tus problemas.
Ahora que observo desde otra perspectiva todo lo sucedido, puedo
comprender que la historia que pudo haber entre nosotros era desacertada.
Mi cabeza quiere volver a los momentos que vivimos en aquella
habitación de hotel, incluso en mi lugar favorito, donde terminé acariciando
su cuerpo y dándole placer.
Me avergüenzo, que mi mente no pueda olvidar lo que pasó con ella. Solo
llevábamos un mes de relación y ya estoy colgado por esta chica que se río
de mí en mi cara.
Pero aquellos momentos vividos con ella, fue como viajar a otro lugar
feliz. Sin embargo, en voz alta desde mi despacho emito un pequeño grito
para dejar mi embelesamiento. Por lo que todo dejo de oírse ruidos. Intento
dar carpetazo a la historia con Paula, es la mejor opción.
Me arriesgue con ella.
Al salir de su casa, con mi maleta en mano, me quedé hecho una mierda,
viendo su cara, cuando salí de allí, sin mirar atrás.
Supongo que pensé que en esta ocasión no iba a perder la partida. Debo
de ser masoquista siempre caigo en la misma pierda. Opino que simplemente
hemos de vivir la vida como viene, y cuando la vi en aquel avión y luego en
mi oficina determiné que el destino la puso en mi camino. Por eso me
arriesgué.
Ahora lo único que necesito es conseguir mi estabilidad.
Encontrar de nuevo mi tranquilidad. El poder estar en casa apaciblemente
sin pensar en ella.
Lástima que todo se derrumbó tras la llamada de João, donde me dijo que
Paula estaba derrotada cuando la encontró.
No quiero escuchar, no quiero saber nada más de ella. No es por ella,
sino por mí, por mi felicidad.
En aquel instante João, me gritó diciendo varios improperios, que
prefiero no mencionar.
Incluso llegó a explicarme que creía que existía un complot contra Paula,
y que él lo iba a demostrar y colgó la llamada.
Durante aquellos días, le di vueltas a la posibilidad que realmente João
estuviera en lo cierto. Si es verdad lo que supone, yo lo hice todo mal,
porque llegados a este punto, mi gran error fue no escucharla cuando ella lo
pidió.
La sensación de culpa es enorme. Esa culpa palpita en mi corazón. Esa
culpabilidad me fue arraigando más en mí mismo. Es como una ponzoña que
va envenenado mi corazón día a día.
La gente en mi oficina me rehúye, mi manera de ser se ha vuelto
demasiado gruñona.
Capítulo 34
La Despedida

Paula
Pasaron días y semanas, incluso más de un mes, sin darme cuenta. Mi
mente está muy espesa por todo lo acontecido con en los últimos meses. Casi
no hablo con mis niñas, ni las veo porque me da pavor que me rechacen y
piensen que de verdad he podido robar en la empresa.
Hasta que un viernes Carol, envía un mensaje reprochador a Dianne que
por culpa de Eros no nos vemos. Carol nos propone ir a Trabanqueta bar
pub, es un karaoke. Acepto porque me parece buena idea, después de tanto
tiempo no haberlas visto todavía.
Además, ese día, venía Patry y Sara de Londres a vernos, no les dije nada
porque será una sorpresa. Mañana tendré que ponerme una máscara para que
no vean lo echa mierda que estoy.
En un arrebato, recuerdo el correo del señor de Carvalho, por lo que
decido enviarle un correo electrónico antes del juicio. Necesito despotricar
de todo lo que aquella noche no me dejo. Por lo que abro mi ordenador y
entro en mi correo electrónico.
********

de:
Paula Pieldelobo <paula_pieldelobo@gmail.com>
a: tiagodecarvalho@gmail.com
fecha: 15 de oct. 2017 10:18
asunto: Que te den
Buenas días, Sr. de Carvalho
Un día el destino hizo que nos conociéramos por casualidad en aquel
avión y te contara toda mi mierda
Como por otra casualidad al día siguiente nos volviéramos a encontrar en
aquella oficina. Cuando tú eras mi ladrón de taxi.
Los dos caminamos en el mismo sentido, y no hablo de la dirección
errante en nuestros pasos, creo que el universo conspiró para que
estuviéramos juntos.
Entonces los dos nos convertimos en amantes, eso es todo lo que fui para
ti.
En su momento supuse que el destino te puso en mi camino, porque serías
mi príncipe azul. Crucé la línea que nunca había cruzado laboralmente,
porque además tenía prohibida por contrato. Aun así, valoré que prefería mi
felicidad o mi infelicidad. Aposté por ti. Nunca había sentido tanto miedo en
mi vida. Pero me dejé llevar, pensé que sentías algo por mí.
Decir que he podido comprobar que todo fue un error. Si tuviera
disponibles los tres deseos del genio de la lámpara de Aladdín, te aseguro
que el primero sería borrar todo lo vivido contigo en Sao Paolo.
Ya sé, Carol siempre dice antes de encontrar a un príncipe azul hay que
besar a muchas ranas, es lo que me faltó, necesito más ranas para
encontrarlo, y eso estoy comenzando a hacer.
La noche se hizo de día, van pasando noches, y más noche y al fin
comprendí la poca confianza que tenías en mí.
Al no poder borrar lo sucedido, solo te diré que me quedaré con el
tiempo que viví en Sao Paolo con João, los atesoraré. Porque con él todo fue
perfecto, ¡él es una bella persona! No desconfió de buenas a primeras. ¿Ah?
Según él ha habido una conspiración en contra mía.
Ahora, ya no me importa nada. Gracias a ti, ya no creo en el amor. Estoy
super agradecida, porque ahora podre buscar únicamente en un hombre, mi
propio deseo.
He de confesarte que confiaba en ti. Pero llegué a ver qué seguirte es
como seguir a los puntos finales, a todas las situaciones suicidas que llegan a
su fin.
Me voy a callar porque ganó la calamidad. Pero pase lo que pase yo
seguiré adelante.
Quiero decirte que tuve un golpe de suerte y conocí a otro. Ahora es él
quién me acompaña. Es muy bueno conmigo y siempre con él siento esas
cosquillas.
Por lo que deduzco que si has llegado hasta esta parte del correo estás
leyendo mis palabras.
Y ahora te digo, y hasta siempre Sr. de Carvalho.

Srta. Pieldelobo
********

Cuando termino, y suspiro porque este correo está cargado de


sentimientos y palabras hirientes. Estuve considerando si enviar este correo,
no lo pensé y clique a la opción de enviar porque si no, le doy en un
arrebato, no lo envío.
En ese momento reflexiono en lo que le acabo de escribir que existe otro
con el que siento cosquillas, obviamente es una mentira piadosa, pero es
verdad Recuerdo, me las hace sentir.
«¡Qué se joda!» me carcajeo.

Salgo al salón y veo a João con un mega ordenador con varias pantallas.
—¡Préstame tu portátil! —exige—. Debería haberlo hecho hace días,
pero no encontraba un pc idóneo para gestionar lo que necesito y lo tuve que
comprar por Allí Exprés y tardo un huevo.
Observo como comienza a mirar las pantallas, se estuvo un buen rato,
tecleando, no decía nada.
—João, mañana he quedado con las chicas para ir a un Karaoke, ¿te
apetecería venir?
—Vale.
—También vienen dos amigas de Londres, y no podremos ir juntos,
¿podríamos vernos allí?
—Sin problemas.
Observo que finalmente pone una cara rara.
—Y esa cara, ¿Qué pasa? —pregunto.
—¡Tienes que verlo! —afirma João.
—Espero que no hayas encontrado por la red una foto mía desnuda,
porque que yo sepa no tengo nada de eso en mi portátil— comento en broma.
—Parece que en tu portátil tuviste un ciberataque.
—¿Qué?
—Desde hace más de tres meses han estado extrayendo información de tu
Pc, ya sea cualquier conversación de correo electrónico, cualquier
búsqueda. Sé ve qué cuando estuviste en Sao Paolo alguien se conectó a tu
Pc por VPN, desde tu empresa.
—¿Eing?
—Vamos que han podido acceder a tu pc desde tu empresa y dijeron que
la ladrona eras tú mediante esta artimaña.
—¿Qué dices? ¿Puedes conseguir alguna opción para que todo lo que me
estás explicando sea una prueba para el juicio del próximo miércoles?
¿Sabes exactamente desde donde salió el ciberataque?
—¡Si! Pero necesito unos días. Este Pc, no es como el mío que es más
potente, pero bastara para pillar a quien sea con las manos en la masa.
—Yupi— Aplaudo por el gran trabajo que está desarrollando João.
—Ahora mismo no puedo deducir desde donde se originó el hackeo,
pero esto deduzco que es algo interno en tu empresa
—Dirás ex empresa —puntualizo—. Porque ni loca volveré a esa
empresa.
—¿Tienes algún problema con algún compañero? — interroga.
—Problemas directamente no. Allí nadie me cae bien, todos son unos
lameculos de mierda y yo no. Creo que ese es mi problema. Te haré una lista
de todos los compañeros que tengo alrededor.
Lo dejo seguir trabajando con su mega portátil potente. Para seguir
indagando con el tema.
Capítulo 35
La prueba primordial

Tiago
Un día tomo la decisión de llamar a João para saber si había encontrado
algo. Dijo que ha estado trasteando el portátil del Paula y los indicios son
que ha sido pirateado, y que la ruta viene directamente de la empresa. Que
sería necesario que alguien fuera al banco y pidiera como favor la
documentación de Paula, compulsada, porque entre en su base de datos y la
documentación que hay está a su nombre, pero no es la foto de ella. Que me
envía una petición de la abogada de Paula para que pueda solicitar en su
nombre ese expediente.
Yo estoy atónito ante lo que me explica João. Si me pinchan no salen
sangre, como alguien puede estar haciendo esto a Paula.
Entonces yo voy a ser quien le lleve una prueba crucial a Paula. Por lo
que me concentro en hacerlo lo mejor posible. Es importante poderlo
conseguir. Estoy harto de sentirme mal por lo que podía haber pasado y no
pasó.
Me dirijo al banco do Brasil, aún estoy a tiempo de solicitar la
documentación y viajar a Barcelona.
Una vez allí, con una petición a nivel judicial por parte de la abogada no
hubo ningún problema, me la dieron sin ninguna objeción al respecto.
Volví a la oficina, y Paolo se me acerca.
—Hola Tiago, ¿cómo estás?
—Pues normal.
—Tiago, he recibido muchas quejas de tu actitud. — manifiesta.
—Lo siento, últimamente tengo problemas personales. — confieso.
—Pues te aconsejo que esos problemas los resuelvas y vuelvas.
—¿Qué quieres decir al respecto? — cuestiono sus palabras.
—Pues es simple, que te tomes unas vacaciones y cuando estés mejor
vuelvas.
Eran las cinco de la tarde cuando recogí mis cosas y me fui de la
empresa.
No le di más vueltas, sé que tengo que hacer ahora. Y más sabiendo
realmente que la documentación que he recogido no es exactamente de Paula,
sí que aparecen sus datos, pero no es su cara.
Note que me estoy desbordando, porque no sé si Paula será capaz de
perdonarme.
En aquel momento me hice una pregunta a mí mismo:

«¿Por qué fui tan gilipollas y no escuché?

En mi habitación, recogiendo mis cosas, admitiendo por fin que mi


marcha de la casa de Paula fue un completo error. Porque si me hubiera
quedado aún habría un nosotros. Lo he jodido todo.
Toda mi frustración provoca que tire todo lo que hay en el mueble de
decoración.
En aquel momento, tengo la imperiosa necesidad de llamarla. Mi cabeza
lleva semanas pensando en hacerlo, pero no reúno la valentía suficiente, para
que nada más descolgar oiga todos sus reproches. Acabo claudicando.
No hay día, desde que João me llame y me dijo que creía que todo era
una patraña y la habían inculpado a ella. Por ello desde aquel momento me
culpo por no ser yo quien la apoyara.
Paula fue mi luz y quiero que lo vuelva a ser. He decidido no vivir sin
ella. La quiero.
En esa ocasión, comprendo, los impactos negativos que ha habido en mí
desde que me alejé de ella. Mi carga de conciencia es el no confiar en todo
lo que mencionó Mercedes, por lo que se me corta incluso la respiración,
dando un ataque de pánico. La he perdido por mi culpa. Yo nos he jodido a
ambos. ¿Cómo estará Paula? Mis sentimientos ahora me dan igual solo
quiero saber cómo se siente ella. Sé que lo estropeé yo solito con mi actitud
eché a perder todo incluso su confianza.
La pena me sobreviene entonces al recibir un correo de Paula, voy
leyendo palabra a palabra que menciona, echándome a llorar. Al leer sus
palabras, llenas de veneno, al sentir que ella se me escapa todavía más de
entre mis manos.
Un llanto sordo empieza aún más cuando leí que ahora hay otro que le
hace sentir cosquillas. A causa de este mail me estoy muriendo de pena al
respecto.
Noto que me falta algo, lo que le falta a mi vida es la luz que desprende
Paula.
Cojo el móvil, y busco algunas fotos que ella me envió de los selfis que
hicimos juntos. Las miro con nostalgia en todo su esplendor, sin adulterios.
Una tristeza taimada.
Paula es muy bonita por fuera y por dentro, aunque a ella misma le cueste
sacarse partido. Creo que ese es su encanto, ser una chica sencilla. Su forma
de ser fue lo que me atrapó por completo. Que en el avión cuando tuvo pavor
por las turbulencias, me explicara todo. En ese momento la vi tan frágil, la
verdad.
Llego a una conclusión durante esas semanas que no he movido ficha, que
mi infelicidad es debido a mi apatía. En mi cabeza suena la canción de Luis
Miguel de, La canción de una historia de amor.
Esa noche no hago más que regodearme en mi miseria.
Capítulo 36
Noche de chicas.

Paula.
El avión con destino a Barcelona llegó hiper tarde, tenía que llegar como
a las ocho de la noche y son las diez y estamos de camino a mi casa para
dejar sus pertenencias para ir al karaoke con las chicas. Al acabar cogerán
sus cosas e irán a su hotel.
Una vez en mi casa, se cambian de ropa, Sara y Patry se ponen monas
para salir de marcha y volver a ver a estas.
«Oye, porque todas tienen suerte y conocen a sus príncipes azules y yo
no.»

Son las once pasadas cuando salimos de mi casa. Vamos muy, pero muy
tarde. Pero bueno no es culpa mía esta vez.
A lo lejos veo a Carol, y echa a correr, yo sinceramente paso, no con
estos tacones no me apetecen lo más mínimo.
Cuando nos acercamos a Dianne y Eros, Carol y un bonico que la mira
posesivamente...
«Oh por favor porque todo el mundo tiene tan buena suerte»

Cuando me estoy acercando oigo la conversación.


—¿Sabes algo de Paula? —pregunta Dianne.
—Sabes que ella siempre llega tarde—. Expone Carol con sorna.
—¡Pues como tú! —recrimina Dianne.
—Bueno, yo llego algo tarde, ella extremadamente tarde—. Noto como
Carol intenta excusarse.
—¿Quién dice que llego extremadamente tarde? —reclamo—. Serás puta.
Si se ha lanzado a la carrera cuando me ha visto unas calles más atrás para
llegar antes que yo— continúo divertida mi exposición—. He tenido suerte
de que yo no quisiese correr con los taconazos. Yo tengo excusa para haber
llegado tarde. Detrás de mí os tengo una sorpresa, que por eso me he
retrasado. El avión aterrizó con retraso y tuvimos que pasar por mi casa a
dejar las maletas y que pudiesen asearse un poco.
Dianne y Carol las observo con los ojos como platos.
—¡Aquí tienes tu sorpresa! — grita al fin.
Cuando mis chicas ven quien tengo detrás, las observo emocionadas
porque estén en este momento Patry y Sara con nosotras. Dan un grito y se
abalanzan sobre ellas para Sara sin filtros preguntando a Dianne. abrazarse,
después de tanto tiempo.
Junto a ellas vienen dos chicos que en cuanto Dianne y Carol se separan,
vuelven a estar con ellas haciendo posesión para que ningún chico piense
que están solas.
—Que ilusión, me hace volveros a ver. — expresa Dianne.
—Chicas, este rubio que está conmigo es Gage, mi novio—. Comenta
Sara
—Él es Dylan, mi prometido—. Se dan dos besos.
—Felicidades, chicos. Yo os presento a mi pareja, Eros—exclama
Dianne.
Noto como Carol esta extraña ante todos y se marcha sin presentar a su
acompañante

«Que mal educada» pienso.

—¡Dios, niña! ¿De dónde has sacado este ejemplar de revista? —


exclama Sara sin filtros preguntando a Dianne.
Estamos caminando de camino a donde se fue Carol, para ir entrando al
local.
—¿Ya estamos todos no? —pregunta Dianne
—¡Si miarma! Mi amigo nos espera dentro—. comentó con una sonrisa
de oreja a oreja
—¿Mi amigo? —Dianne se para en seco.
—Esta espera tener un pinchito esta noche—. Comenta Carol
carcajeándose.
—Ese amigo le dará salami— suelta Dianne sin filtros.
—¡Siquillas, sois insufribles! — me quejo por todas las chorradas que
están soltando. Espero que dentro no saquen sacos y culebras
—Donde las dan las toman. Como os metisteis conmigo al principio,
puedo y seré insufrible. La venganza se sirve en un plato frío. No sabes él
por culo que os voy a dar esta noche — expone Dianne mirándome a mí y a
Carol.
—¡Ay, Virgencita de Triana! Ocúpate de coger tu salami y no tener tanta
venganza. La venganza es mala.
—Si neni, la venganza solo te llevará al lado oscuro de la fuerza—.
Expresa Carol carcajeándose
Las tres nos destornillamos por las chorradas que decimos las tres. Todos
los presentes están asombrados por nuestra amistad.
Al entrar al local Trabanqueta bar pub y nos pillamos unos sofás.
João aparece en el local y hago señas para que se acerque a nosotros. Me
da dos besos al acercarse a mí.
Todos vamos subiendo al escenario, incluso yo. Subí en varias ocasiones,
canté corazón partió de Alejandro Sanz, o también 19 días y 500 noches de
Joaquín Sabina. Sinceramente, lo de cantar canciones alegres, pues
francamente no me apetece.
Observe que Carol subió y cantó una canción de Chenoa.

«Oooooh por favor, esta canción creo que se la ha dedicado al bonico de


Bryan porque lo mira de una forma que no he visto nunca que ha mirado a un
hombre. Como mira, Recuerdo a sus pelotas.» Me carcajeo de mi
ocurrencia.

—Paula, —Llama mi atención João, despertándome de mi embalsamiento


por pensar que Carol y su compañero de trabajo, puede haber algo entre
ellos— He descubierto algo hoy, por eso llegué algo tarde.
—Dispara. — lo aliento a que me explique lo que pasa.
—En los servidores de tu empresa, los han hackeado hoy. Pero yo ayer
les puse un parche por si alguien volvía a conectarse para trincarle
infraganti. — Se expresa con cara picantona.
—Oh... —expreso con sorpresa.
—Me marché dejando un proceso de rastreo para encontrar la ubicación,
porque la señal iba de un país a otro. Rusia, México, Japón, Ucrania. La
persona que está en esto es buena, pero yo lo soy más— expresa con sorna.
—Pregunta tonta João ¿Quién es? —pregunto.
—No lo sé aún, dame esta noche y mañana y lo descifraré. Ayer puse una
píldora envenenada en el sistema por si volvían a entrar al sistema. Y son
tan tontos que volvieron a entrar. Por lo que por mi madre que en paz
descanse te juro que antes del juicio tienes tus pruebas.
—Entonces, ¿Lo tendremos para la vista? —interrogo con miedo de lo
que me pueda pasar.
—¡Si! — afirma—. Este trabajo está siendo muy divertido para mí.
Volver a tocar el mundo del hackeo. Lo que tanto me gusta. Ahora Paula toca
soñar en lo que harás cuando hayamos pateado el culo a tu ex empresa y la
persona que te ha metido en esta situación.
—Creo que montaré una empresa. —confieso—. ¿Te gustaría ser mi jefe
informático?
—Sería un placer. — revela.
—Gracias por tu ayuda João sin ti, no lo hubiera conseguido— declaro
con agradecimiento y a la vez lo abrazo.
—Para eso estamos los amigos. — manifiesta João.
Mantenemos pues lo que dura el abrazo pues sinceramente, estuvimos
como más de cinco minutos.
Entonces oigo que Carol dice que va al lavabo, miro a Dianne y nos
vamos con ella.
Le hacemos un tercer grado para saber que hay entre ese bonico y ella.
—¡Carol suéltalo ya! —. inquiere Dianne.
—Ay, Diosito, no puede ser que Carol se haya encoñado—. Suelto a
pelo.
—Suéltalo. Pero mira como viene vestida—. comenta con sorna Dianne.
—Pillada, si me gusta y mucho—. afirma Carol.
—¿Se lo has dicho? —. interroga Dianne.
—¿Tú qué opinas al respecto? —las dos se enzarzan en una discusión de
miradas— pues no le dije nada. Estoy dejando que pase lo que haya de
surgir. No quiero forzar nada. — expresa Carol. No me lo creo de ella.
—Pues reina, él te mira como si fueras suya. Creo que te ve como una
posesión. Miarma, estar con un tío así, estaría caliente todo el rato—.
declaro.
—Carol, ¿realmente te gusta Bryan? —pregunta Dianne— Te he
observado, y ya con cómo te pusiste antes, comportado esta noche con
respecto a él. De esa forma tan posesiva
—Sí que me apetece un gran pinchito con él. Solamente él — confiesa
Carol.
—¡No jodas! Entonces, ¿te has enconejado? —. Interrogo y la observo
asentir.
—¿Te los has pinchado? —. inquiere Dianne.
—No todavía, no por falta de ganas, pero no quiero correr. Quiero
conocerlo y que me conozca, un poco antes de pinchármelo. Por favor no
digáis nada, me cuesta hasta pensar que quiero algo con él. — expresa
Carol.
—¿Y tú Paulita? ¿Qué tienes con ese chocolate andante? Uuuuuf si yo no
estuviera enconejada te aseguro que ese chocolate sería mi juguetito. —
expresa divertida Carol
—Ese chico y yo solo somos amigos. Me está ayudando. ¿Sabéis que por
fin me fui de la empresa?
—¡No jodas! — exclama Dianne
—Sí, estoy reflexionando en abrir mi propia empresa. Pero he de crear
mi propio plan de empresa y marketing.
—¡Como molas, como molas Paulita, te mereces una Ola! —suelta
Dianne sin filtros.
—No pensaba que te pondrías tan contenta porque dejará la empresa. —
comento con sorna
—Pues es simple tía, esa empresa te amargaba la existencia. Te felicito
por el paso que diste. Me alegro un momento.
—¡Anda y yo! Esa empresa era dañina, te hacían ir siempre con un palo
en el culo, no te dejaban ser tú misma. Es decir, no te dejaban brillar ¡Esta es
mi niña! — afirma Carol.
Las tres nos abrazamos en un abrazo de todo el amor que sentimos las
unas por las otras. Debería contarles por qué no sigo en esa empresa. Pero
no puedo, me da pavor que realmente se crean la mentira como lo hizo
Tiago, así que decido no explicar mi incursión en esta vida maleante que es
inventada.
Hicimos nuestras necesidades, llevamos demasiado rato, y nuestros
acompañantes iban a preguntar qué pasa.
João subió también a cantar, la canción de mosa mosa así voce me mata
de M Teló. Este hombre revolucionó la sala con su canción. Entre lo bueno
que esta y el morbo que da un chico como él, de color chocolate.
De todo el grupo que somos faltaba Dianne, Eros y Bryan por subir a
cantar. Acabamos entre todos convenciendo a Dianne y canto lo que soy de
Demi Lovato. Detrás subió Eros con I’ll Never Break your Heart del grupo
Backstreet Boys.
Tras la canción del bonico de Eros, Dianne esta superemocionada y se lo
come a besos. Eso sí, no pasan de la primera base.
Entonces tras el tercer grado de Carol y lo que me ha comentado João,
decido volver a subir y canto la canción de Nuria Fergó de Brisa de
Esperanza.
En ese momento me siento, como lo que dice la canción de Nuria, porque
mi alma se quema por dentro, por toda la desconfianza de Tiago. Por lo que
llega una brisa donde todo lo malo iba a desaparecer. ¡Por lo que ya sufrí
bastante! Pensar en él ya no vale la pena, le di esa confianza que no valoro.
Pues ahora soy libre de buscar a un hombre que me queme con la tentación y
sobre todo que tenga paciencia conmigo. Ahora con todo lo que João ha
contado, tengo esperanza que una parte del dolor que tengo desaparezca.
La noche acaba, y cada uno nos vamos a nuestras respectivas casas. Sara
y Patry con sus parejas nos acompañaron a mi casa a recoger sus maletas y
machar al hotel.
Capítulo 37
Misión recuperarla

Tiago
Al despertar, algo en mí estalla en mil pedazos, como si algo devastara
todo a su paso. Y la única opción que tengo es salir de mi casa en dirección
a Barcelona.
Pasa un día hasta que decidí salir e ir en busca de Paula. Porque ya no
soporto más mi desidia, de no estar con ella.
¿Por qué cojones no he hecho nada? Tendría que haberla llamado.
En ese momento empezó a sonar el móvil, João quiere saber cómo le voy
a enviar los documentos para que lleguen para el juicio. Le digo que hoy
mismo volaré para llevárselo en mano.
—¿Crees que me perdonará? —pregunto.
—¡No! — me increpa—. Pero seguro que, si insistes, puede que te
perdone. Sin embargo, opino que es cabezota.
—Tío, me culpo por dejarla sola. Por mirar a otro lado y no haber
indagado. Por haber confiado en mi cabeza y no en mi corazón algo raro
había. Me deje influenciar por Mercedes, con su envenenamiento y me nubló
el juicio y no supe ver más allá de mis narices
—Solo tienes dos salidas, primero no hacer nada y seguir como hasta
ahora. La segunda arrodillarte, tragarte tu orgullo ante ella, buscando su
perdón. — expresa con sorna.
Entonces apoyó la cabeza en la pared reprochándome toda mi actitud
durante este tiempo. Escondo mis ojos y estallo en llanto por todo.
—Todo me sobrepasa, João. —expreso.
—Tranquilo tío, todo pasará.
Nos despedimos y colgamos el teléfono.
Fui a mi habitación y hago la maleta, sé que Paula no me va a poner las
cosas fáciles, me tendré que llevar varias mudas para tener ropa de
recambio.
Agarro la maleta, una chaqueta, junto con mis llaves, desde el umbral de
mi casa, me permito a despedirme del Tiago en soledad, del Tiago que la ha
cagado. Me despido, de la ciudad de Sao Paolo que ha vivido nuestro amor,
donde fuimos totalmente felices. Con decepción en mi mirada salgo de mi
casa para al aeropuerto.
Capítulo 38
Que nervios

Paula.
El día antes del juicio, llueve de nuevo. A este paso me entra el nervio y
me convertiré realmente en la niña del exorcista. Tengo un dolor de cabeza
insoportable.
Cuando de pronto tocan a la puerta, quien será un martes por la tarde.
Al abrir me encuentro con el careto de Tiago. Yo debo hacer una
fotografía mental de toda mi estancia, porque justo ahora estoy consiguiendo
no verlo en todos los lugares de mi casa. Mi hogar vuelve a desprender los
ecos de los que fuimos, de su olor.
Intenté cerrar la puerta, pero no me lo permitió. Lo observé que está
mojado, se ha mojado con la lluvia de hoy.
«Que se joda»

Miré hacia las ventanas, y me percaté que diluvia por qué las ventanas
están salpicadas de gotas. ¿Quién podría pensar que Tiago picara a mi
puerta?
Lo reconozco, una pequeña parte de mí y no sé cuál intensa es aún, tuvo al
verlo un subidón de adrenalina. Que hizo que la situación fuera todavía más
intensa para mí, de lo que quiero mostrar. El sonido de la lluvia suena en el
rechinar de la barandilla de las ventanas.
Estoy sorprendida de tenerlo en mi puerta. Puedo esperar a cualquier
persona picando a mi puerta menos a él.
Observo como me enfrenta la mirada, justo está a cuatro pasos de mi
vera. No hubiera imaginado nunca tenerlo de nuevo en el umbral de mi casa.
Si he soñado, en alguna ocasión, que venía a pedir perdón.
No sé a qué ha venido, solo quiero ser fuerte, y sobre todo no quiero
acercarme más a él. En ese momento desee que no me importase lo más
mínimo. Que fuera un hombre más en mi lista. Pero él nunca lo será.
Lo miro colérica, no lo veo sonreír. Para que sonreír si él fue quien
rompió contacto conmigo.
El solo hecho de tenerlo de nuevo tan cerca hizo que mi pulso se acelera
por momentos y mi pecho sube y baja por la sorpresa. No puedo decir ni una
palabra, tras encontrarlo en mi puerta
—Olá Nossa. —sigo en silencio, no sé qué decir—. ¿Paula?
—¿Qué rayos haces aquí? — reclamo encolerizada.
Aparto mi mirada de la suya, y cuando vuelvo a la carga se la devuelvo
cargada de frialdad.
—Necesito hablar contigo. — manifiesta.
Hago el intento de marcharme y dejarle con la palabra en la boca, no
obstante, Tiago me sujeta del brazo para retenerme. Ese solo roce hizo que
se pusiera mi vello de gallina. Aunque yo no noto lo que sucede, porque me
retire de ese contacto.
—No voy a tener esta conversación, otra vez— lo corto—. Te dije que si
salías por esa puerta no volvieras. ¿Y qué estás haciendo en este momento?
Volver. ¿En serio? — suelto más irritada de lo que pretendo en un primer
momento.
Le observo que tiene una mirada contrariada por mi reacción.
—Lo siento Menina, de verdad. Tendría que haberte escuchado. Pero ...
—¿Qué quieres Tiago?
—Te quiero a ti. — afirma.
—La Paula que conociste ya no existe. Has de asumirlo. La Paula que
buscas la dejaste echa una mierda en este salón cuando te fuiste. —hago un
silencio—. ¿Y ahora que te ha hecho cambiar de opinión? — pregunto.
Observo que llega João a casa.
—Mejor vuelvo en un rato y os dejo solos para hablar — expresa
poniendo ojos que él no ha matado a nadie.
—¡Tú! Le explicaste algo. —pregunto.
—Si Paulita, él me preguntó, si yo no le hubiera explicado nada sobre ti.
—confiesa.
—¿Tío te quedas a cenar? —pregunta João.
Yo lo miro con mirada incendiaria por preguntar algo que debería de ser
yo quien preguntara. Creo que Tiago se dio cuenta de mi negativa por mis
gestos.
—Mejor me voy. Paula estoy aquí para que hablemos. ¡No me iré sin ti a
Sao Paolo de nuevo!
—Cuando los sapos bailen flamenco. — expreso con sorna como dice la
canción de ella baila sola.
Entonces allí en medio de la entrada de mi casa, Recuerdo va a saludar.
—¿Quién es esta cosita tan mona? —pregunta.
—Es mi nuevo perro. —dije y me marché sin soltar ni una palabra más,
como una maleducada.
—Tío, no sé lo tomes a mal, está muy enfadada. Y no sé lo discuto. A mí
me haces eso y no te vuelvo a hablar en la vida.
Tiago no merece que piense en él. Cuando mi vida parece que se encauza,
quiere volver a mi vida.
Estoy en mi cocina y lo oigo hablar con João. Además, observo que
Tiago le da unos papeles a João, que extraño.
Tiago se marcha y al cabo de una hora, João se acerca a mí y me dice.
—Aquí tienes tus pruebas que te declaran inocente.
—¿Crees que todo esto podrá ayudarme? —pregunto dubitativa
—Obvio.
Comienzo a leer todas las hojas que João me ha dado y he podido ver
quien es quien me ha incriminado.
«¡Dios santo, como puede haber en el mundo gente tan desgraciada!»

Cuando llega el juicio, quedamos con la abogada como dos horas antes,
para darle las nuevas pruebas para que se preparara para la vista. Me quedo
perpleja cuando leo todo lo que hay entre esas hojas.
—¿Crees que podrás utilizar estas pruebas hoy? — le pregunto mientras
seguía leyendo todos los documentos que le acabo de aportar, en conjunto
con João.
—Seguro, con esto lo tenemos ganado y tanto tú como yo ganaremos
mucha pasta por injuria.
Asiento dejando a mi abogada sola, para que continuara estudiando los
documentos.
Varias horas después, me despedí de João para estar sentada en el lugar
de los culpables.
Empieza el juicio, pero los abogados comenzaron a hablar con tanto
tecnicismo que no pillo ni torta.
—La información aportada, la entrego alguien de la empresa. — expresa
el abogado contrario.
—Es la única prueba que se puede alegar al respecto— incide mi
abogada.
—Gracias, ¿puedo seguir con mi argumentación?
—Oh, lo siento no pensé que usted pensara tanto. —comento con sorna.
—La información dada por mi cliente a la Empresa Verdugo, puesto que
la Srta. Pieldelobo abrió una cuenta en Sao Paolo. Al día siguiente que llegó.
Donde la acusada aquel día hizo un desfalco de 250.000€. —indica a toda la
sala.
—La información dice que hubo un robo a la empresa. Obvio, pero puedo
discrepar que mi cliente haya sido quien sustrajo todo ese dinero. —comenta
con paciencia.
—Si usted pudiera admitir o demostrar que la Srta. Pieldelobo, en todos
los documentos aparece su nombre. No puede un jurado con esta
documentación la declaración culpable, guiándose por toda la
documentación.
—¡Protesto! —expresa mi abogada.
—Entiendo que proteste. —indica el juez—. Estará de acuerdo que lo
que alegue el abogado defensor con respecto a la acusada puede ser
relevante para el caso. — enuncia en tono tajante.
—También es perjudicial para la acusada.
Entonces me hacen subir al estrado.
—Jura decir la verdad y nada más que la verdad y solamente la verdad—
pregunta el alguacil.
—Lo juro. — manifiesto.
—¿Cuánto tiempo lleva en la empresa? —interroga mi abogada.
—Llevo tres años trabajando.
—Durante ese tiempo ha intentado que la asciendan y nunca lo ha
conseguido ¿Diría que en su empresa hay favoritismo?
—¡Si! —afirmo.
—¿Y usted quería ir a Brasil? — pregunta
—¿La verdad?
—¡Sí! por favor. — expresa mi abogada.
—Pues sinceramente, ¡No! Se lo expresé a mi jefa, Mercedes, que yo
tengo pavor a volar. Pero ella le dio igual. Me obligo a ir si no iba, estaba
despedida, al igual que si no conseguía llevar a cabo el acuerdo, me
despedía.
— Por lo que podemos o decir ¿qué fue coaccionada para ir a Sao
Paolo? — interroga.
—¡Si! — afirmo.
—¿Puede decirnos que es lo que hizo el primer día cuando estuvo en Sao
Paolo? —Sigue con el interrogatorio
—Pues es simple. Pase parte de la mañana en la otra empresa. Intentando
hablar con el Sr. de Carvalho. Luego con él fue imposible hablar y me hizo
pasear por la ciudad de Sao Paolo.
—¿Él puede corroborarlo?
—¡Si! Estuve con ella. —oigo que alguien habla por detrás.
—Entonces yo me pregunto, ¿cómo la Srta. Pieldelobo pudo estar en dos
sitios a la vez? — se hace pregunta a ella misma—. Y ahora la pregunta que
todos, en esta sala están esperando, ¿Usted tocó el dinero de esa cuenta?
Vamos que ¿si lo robo?
—No y no. — expreso negando con la cabeza.
—De momento, no tengo más preguntas a mi cliente.
Se acerca a mí el abogado contrario.
—Pero hay documentación a su nombre incluso hay documentos firmados
con su puño y letra. — comenta el otro abogado.
—Si, Mercedes me engaño para qué los firmará. Me dijo que eran los
contratos de confidencialidad de la otra empresa, yo no entendía ni torta, ya
que estaban en portugués. Firme, ¡Si! ese fue mi error. Fui una ingenua
confiando en ella.
—Aquí tengo esa documentación datada hace más de dos meses. ¿Quién
es el autor de la firma?
—¡Yo! — exclamo.
—Quiere hacer el favor de leer el documento. —ordena.
—No puedo, no entiendo, ni sé leer este documento— manifiesto.
—¡Eso no es una excusa! — dice el abogado contrario
—¡Protesto! — expresa mi abogada.
—¿Cómo se siente usted al haber sido engañada? — interroga mi
abogada.
—Dolida— declaro.
El abogado contrario se acerca a mí.
—¿Cree usted que no debería haber firmado? —sondea.
—Creo —hago un silencio— que no debería haber firmado ahora que sé
que era para fines ilegales. —declaro.
—Entonces, entiendo que está mal firmar algo sin leer.
—Si, me fie de Mercedes—confieso.
—¿Las decisiones de robar o no robar son cosa suya? — interpela el
abogado.
—¡No! Yo no hice tal cosa. — proclamo algo enfadada porque sus
palabras hacen daño.
—El morbo de hacer algo prohibido a todos nos atrae, ¿no es verdad? —
pregunta.
—No a mí no me atrae. Yo no lo necesito, pero eso no justifica despedir
a alguien y señalarla con el dedo diciendo que es una ladrona, demostrando
con información fidedigna. — despotrico—. Verá, yo no fui la ladrona, tengo
la conciencia tranquila. Yo puedo encontrar información que demuestra mi
inocencia y donde pueden ver que la culpable de todo este enrollo es
¡MERCEDES! —grito con satisfacción—. Yo seguí en esta empresa porque
creí que había confianza entre ambas partes. Tenía un deber de buena fe y
respeto. Pero en el momento que esta señora me despidió faltándome al
respecto, pues sinceramente, el respecto lo perdió. Abogada por favor
entregue las pruebas que nos envió el banco, y la documentación que le
entregue esta mañana...
Mi abogada se acerca al estrado y entrega las nuevas pruebas al juez
donde aparecen mis credenciales, pero la foto no es la mía sino la cara de
Mercedes.
—Además, tengo pruebas que ella misma pirateo mi portátil y que ella
desde su ordenador de la empresa hizo todas las transferencias conectándose
por VPN a mi portátil personal. A ver MERCERIAS deberías hacer mejor
los deberes de hacker para la próxima vez— me río con cara de mala.
Desde fuera, los de la porra, la sujetan para que no se escape y la acercan
y forcejeando.
—¡Eso es mentira, zorra! — reclama chillando como una posesa
—A ver bonita de cara, yo he jurado decir toda la verdad y nada más que
la verdad. Así que ahora mismo, monada no puedo mentir. Como tampoco te
has tirado a todos los bonicos que entran a la empresa y luego los despiden
por bajo rendimiento.
—Entonces a causa de las nuevas pruebas, y todos los prejuicios de mi
cliente, pedimos que la abonen por parte de la Empresa Verdugo una suma de
500.000€ por daños y perjuicios. Y por parte de Mercedes por injuria aboné
a mi cliente 100.000€.
—Entonces, ¿has creado pruebas para imputarme a mí? — ladra
Mercedes.
—Perdona, bonita la prueba del banco está compulsada por el propio
banco. —expongo con tranquilidad
—Usted es quien ha gestionado todo, para que mi cliente sea la que robo
cuando en realidad fue usted. Cuando existen pruebas con la identificación
con tu cara. — Mi abogada es la bomba, incluso la está señalando con el
dedo. — La que se infiltro en el ordenador de mi clienta e hizo todo esto
para que la acusaran a ella.
Entonces el jurado se reunió para deliberar sobre la decisión al respecto.
Una vez vuelven con una decisión.
—¿El jurado tiene su veredicto? —pregunta el juez.
—Si, en ese caso contra la Srta. Pieldelobo contra la Empresa Verdugo,
fallamos a favor de la demandante, es decir es INOCENTE. Además,
consideramos a la tal Mercedes es culpable de todos los actos. Por otro
lado, pedimos a la empresa Verdugo una compensación económica de
730.000€ y a Mercedes 250.000€. Además, pedimos quince años de cárcel
para la Sra. Mercedes.
—¡¡Oooooh!! — grito por la sorpresa, no espere tanta gita[14].
Al acabar el juicio, João y yo decidimos ir a tomar algo. Se que Tiago
está en la sala, pero paso completamente de él. Como si no existiera.
—João, podemos ir a la sala que tanto me gusta últimamente, necesito
sacar el estrés que llevo dentro y poder poner verde a MERCERIAS. —
expreso carcajeándome.
—Venga así te puedo ver en acción.
Observo que mientras hablamos en un momento se pone a hablar con
alguien por WhatsApp, me da igual. Hoy tengo que celebrar que ya no soy
una Ladrona de Guante Blanco.
Capítulo 39
Sacar toda la mierda

Paula.

Una vez allí, João y yo nos sentamos a oír a la gente como va subiendo.
Fui a hablar con la persona que selecciona quien sube, y comento que quería
subir.
—¿Hombre, toda la sala y decir que la ladrona será la primera vez que
lo preguntas? — pregunta con sorna.
—Si, — expreso con rubor—. Necesito subir y explicar mi mierda.
—¿Pero será como el primer día o como el segundo? — pregunta.
—Espero que sea como el primero, porque hoy estoy de subidón. —
afirmo.
—Vale, pues subes en quince minutos. —
Esperamos mi turno, hasta que el chico me señala que me toca subir.
—Hoy tenemos a una chica muy singular, tenemos a la Srta. Pieldelobo.
— Todo el mundo aplaude, para que suba al escenario.
Una vez estoy arriba, miro hacia donde está João sentando y yo comienzo
con mi monólogo.
—Haber no sé qué contaros hoy, estoy viviendo un momento muy ñoño en
este instante. ¡Espera! ¿Os acordáis de que os había contado que mi jefa
decía que había robado en mi empresa? Pues, la muy desgraciada, ¡fue ella!
La que hizo todo, para que me cayera el marrón a mí. ¿¿Os lo podéis creer??
¿En serio? ¿Nadie puede? Pues así os encantará la historia. Resulta que mi
jefa me pirateo mi portátil, de hecho, podía ver cualquier correo, cualquier
conversación que mantuviera por mi ordenador. Yo, no me enteré de nada,
obviamente. ¿Quién iba a pensar? Que Mer - cedes, dios sigue siendo
aterrador, iba a hacer tal calamidad. Bueno lo que os iba contando, me
pirateo mi portátil, ¿cómo? Pues no lo sé, porque yo no sé manipular un
ordenador como un hacker, pero tengo un amigo que sí. Sin embargo, ella
entró en el mío. Por lo que vi, falsifico mi DNI, y puso su geto[15] en la
identificación con mi nombre, para luego sacar toda la pasta. Mer - cedes se
ha enterado que hemos descubierto todo el pastel y… —hago un silencio—
estaba que echaba serpientes y culebras por la boca, en la vista. Como he
tenido el valor de descubrirla atente toda la sala y decir que la ladrona de
guante blanco no era yo sino ella, y enseñe toda la documentación que había
recaudado. Ella respondió, que le parecía cruel por mi parte y vengativo por
decir que la ladrona de guante blanco era ella y no yo. Mer - cedes es la jefa,
bueno supongo que ahora ya no lo es. Ella ha tenido que trabajar muy duro
para llegar a ser jefa— hago gesto de que estoy comiendo una polla, la gente
se ríe por el hecho—. Es muy difícil meterse en un camino de hombre, con
vagina. Ya claro, como que no se tira a cualquier bonico que haya por
delante para conseguir sus objetivos. Si, cierto es una vagina de categorité.
Para mí es algo muy bajo, conseguir un puesto así gracias a su virtud. Si
puede ser atractiva, pero ya os digo que no llegaría a Miss Universo, ¡ni de
coña! Por cierto, en el juicio se presentó con su vagina, esperando que me
imputaran y me metieran a la cárcel. Me gritó diciendo: “¿Que como había
conseguido todas esas pruebas? Que son ilícitas que son pruebas
fraudulentas”. Y yo le dije: “igual que tu bonita de cara.” — todo el mundo
se puso a reír por la situación—. Siguió gritándome: “que era yo la ladrona,
y mentirosa.” Yo no me quede callaita, nooo… ¿Para qué? la dije: “no es
verdad ¡que la única ladrona en la sala eres tú! Que mis pruebas eran
fidedignas y que yo las tengo compulsadas”. Y ella me dijo: “¡serás puta!” Y
yo la dije “¡A mucha honra!” — todo el mundo se sigue riendo —. Y yo me
pregunto ¿Fue justo no sacar las pruebas hasta estar delante del juez? Con la
astucia de atraer a la zorra de Mer – cedes, ¡dios sigue siendo espantoso su
nombre! Creí estar en mi derecho de desvelar la verdad y toda la verdad
delante del juez, porque me hicieron jurar que diría la verdad. Bueno no dije
que durante mi viaje a Sao Paolo me tiré a uno de los trabajadores de la otra
empresa, que por contrato no podía. —exprese sin ningún tipo de
miramientos al respecto—. Pero nadie pregunto. — se siguen riendo con mis
ocurrencias—. Y ahora que hablamos de los hombres. Siempre pensé que
conocería a un hombre y me casaría con él. Perdón ahora no va así, ahora
conoces a un hombre te lo tiras, no te gusta pues lo tiras a la papelera y a por
otra cosa mariposa. Pim Pam Pim Pam tíos vienen tíos van… ¡Vamos de la
fiestaka! ¡Vamos que nos vamos! Pim Pam, Pim Pam culos vienen culos van.
— la gente la oigo desternillarse de risa—. Sabéis tengo una amiga que ella
no busca a su príncipe azul, algún día llegará, dice que hay que besar a
muchas pero muchas ranas para encontrarlo. Yo creo que el otro día en el
karaoke ella lo encontró. Pues sabéis considero que haré lo mismo. Vosotros
sabéis que cuando llega el anillo, solo tendréis sexo exclusivo, saber que es
tuyo, es algo que tienes seguro y ahora reflexiono, ¿para qué? Lo divertido
que es ir probando de flor en flor. — la gente se ríe—. Yo tuve una persona
así. Pero ¿sabéis qué? Al saber que yo era una ladrona de guante blanco ¡me
dejo! ¿Os lo podéis imaginar? ¡No! No pudo esperar al juicio, ¿para qué?
Para juzgarme si las pruebas eran ilícitas, claro es más fácil opinar lo que
dicen los demás que a mí. ¿Cierto? Y ahora quiere volver. Cuando le dije
que si salía por esa puerta no volviera. Ahora después de dos meses se cree
con derechos. ¡Anda ya! De esta manera van las cosas, yo soy lerda y no me
leí la letra pequeña de una relación, donde indica que si soy imputada por
algo siempre seré ¡culpable! Es obvio. ¿Tú sabes cuáles son las reglas,
joder? ¡Putas reglas, joder! No las de joder, esas me las conozco al dedillo.
¿Quién tiene ahora preferencia para joder? Pues yo, porque ahora quiero
joder, con cualquiera… porque soy libre obviamente. Porque quien me
encuentra, me pueda joder, obvio. Vuelvo a decir, ¡soy libre! Como dice Elsa
de Frozen, libre soy, libre soy, tengo libertad sin vuelta atrás, qué más da, ya
se descubrió déjalo escapar… — en tono de la canción de Suéltalo de
Frozen—. Pues eso, ¡que soy libre! Ya os digo que no volveré a ser la lerda
de ayer. El temor de ser la nueva Paula, nunca más me dará por volver a ser
esa chica de ayer. Ya no me impondré más reglas ¡Por fin soy Libre! ¡Que la
diversión reine ya! Sé fue la chica ideal de antaño. Os digo que no volveré a
llorar por un hombre. Aquí estoy yo y estaré para el tío que quiera pinchar
esta noche. Como siempre dice Carol. Que sepáis que soy exigente. jajaja—
expreso carcajeándome.
Entonces un hombre me habla.
—¿Eh? Vete a casa a limpiar— indica un tío chulo.
—Ya lo hice ayer. —pongo un dedo de modosita en mi boca—. Hoy soy
libre. —la gente se ríe
—Las tías no tenéis gracia en el escenario. ¡Pírate! — reclama el mismo
hombre de entre el público
—¿Está casado? Seguro que no, y seguro que las mujeres no lo aguantan,
porque usted no tiene sentido del humor ¿verdad? Además, seguro que lo ven
desnudo y se espantan — la gente se ríe. —. Seguro que su pene es
chiquitito, le he mirado el dedo pulgar y según Carol, a los hombres se les
puede medir el pene por su dedo pulgar y yo creo que es así. Y el suyo debe
ser microscópico. —la cara del tío es colérica por todo lo que estoy
diciendo— Lo siento consideré que estábamos diciendo lo que pensábamos
el uno del otro.
—¡Eres una Zorra! — exclama.
—¿Eh? — grito en modo mofa—. ¿Quién se lo ha chivado? — siguen
riendo.
—¡Que te jodan!
—Yo ya he jodido esta mañana a Mercedes. —la gente no para de reír
con mis ocurrencias. Por cierto, estoy abierta a cualquier proposición tíos.
Ya lo sabéis chicos, — guiño el ojo a un chico buenorro de primera fila—
Chicas, contaros todos los tíos que quizás valen la pena están pillados. Lo
siento tantísimo, el último se lo llevo mi amiga Dianne, ¡que cabrona! Lo
digo porque ahora no me escucha. Hoy han sido un público alucinante,
gracias y buenas noches.
Bajo del escenario, para sentarme junto a João, pero al fondo observo
que están Carol y Dianne, acompañadas de Eros y Bryan, estoy sorprendida
de que se encuentren en el local. Y un poco más apartado está Tiago.
Camino en su dirección, Tiago se piensa estoy caminando hacia él porque
le veo con cara de asombro por mi acercamiento. Cuando me paro antes de
llegar a él y hablo con mis amigas.
—¿Chicas qué hacéis aquí? — pregunto sorprendida.
—Hace una hora me llego un mensaje muy raro citándonos aquí. —
explica Dianne—. Que estarías aquí y necesitabas nuestra ayuda.
Pongo cara de pensativa por el hecho, entonces supongo que mi amigo
hacker y pienso que fue él quién envió los mensajes.
—¡Estoy muy enfadada contigo, Paula! — se expresa Carol con ojos
coléricos—. Como has podido ocultarnos que tu empresa decía que habías
robado y que ese malnacido te dejo por eso.
—Supuse que me daríais de lado, como hizo Tiago — lo señalo, y luego
miro al suelo por la reprimenda que me está dando Carol.
Observo como Dianne se acerca y lo mira con cara de malas pulgas. Así
que hace algo inesperado. Se acerca a Tiago y le coge de las pelotas.
—¡Tú eres el malnacido del que ha hablado antes una de mis mejores
amigas! Espero que no estés aquí para volver a hacerla daño. Porque por mis
mejores amigas MA-TO. Como dice la Belén Esteban. — estoy atónita por
la actitud de mi amiga ante Tiago.
No puedo hacer otra cosa que reír de lo que ha dicho y hecho mi querida
amiga.
—¿Por cierto Paulita, te vas a unir a mi club de las vividoras folladoras
ahora? — parece que lo dice bien alto para que Tiago lo escuche.
—¡Sí! —afirmo sin contemplación.
—Pues te he de decir que yo me acabo de desapuntar. Bryan y yo hemos
comenzado algo, estamos comenzando a conocernos. Lo siento, esta vez no
podré ser tu compinche. Pero puedo adiestrarte en qué locales están los tíos
más buenorros —Creo que lo está diciendo por qué reconoció la voz de
Tiago cuando hablo con él.
Y Carol se acerca a él, y le hace una seña para que se acerque más a ella.
Bryan mira mal porque no quiere a nadie cerca de su chica.
—¡No vuelvas a hacer daño a mi hembra! — ladra Carol, y
automáticamente le da un puñetazo en su ojo. — Como me enteré yo que
vuelve a llorar por ti. Tú y yo la tendremos. No será un pinchito
precisamente. Si no un combate de boxeo donde yo seré la que gane y me
meriende tus pelotas. — expresa carcajeando a lo Harley Quinn.
—Cambiando de tema, — comenta Dianne, dejando que Tiago tenga
protagonismo de la situación— ¿Cómo te has atrevido a subir al escenario?
— pregunta.
—Pues es la tercera vez que subo. — a punto—. La primera fue el día
que mi vida se jodió y despotrique de todo. El segundo iba un pelín borracha
y creo que lo que expresé fue un pelín deprimente. Pero hoy estaba de
subidón. — comento feliz por lo que he soltado, y me reí de toda la situación
que me estaba sucediendo en aquel momento.
—Hembra mía, —expresa Carol— pienso que después que nosotras se
la liemos a este energúmeno, deberías hablar con él. Os dejamos a solas un
momento.
—No tengo nada de qué hablar con él.
—Por tu mirada, considero que tenéis muchas cosas que deciros.
¿Quieres que te espere y esta noche tú y yo hacemos una fiesta de pijamas
para despotricar de Tiago? A no ser que termines haciendo un pinchito en tu
casa. — expresa divertida.
—Miarma, no tengo el chichi para farolillos
—Yo aún chico así, le echó un pinchito de esos de «te odio, pero a la vez
te quiero» — comenta Carol en tono libidinoso, y Bryan la mira con una
mirada de reprimenda.
Entonces me acerco a él y le cojo del brazo para irnos a un lado del
local.
—Te quiero, Paula. Quiero que me creas cuando te lo digo. —Asiento,
pero no me creo ni la mitad de lo que él me diga—. ¿Lo sabes verdad?
—No, no te creo. — expreso con la voz ronca y me aclaro la garganta.
—Quiero explicarte que nunca he querido a alguien de esa manera
irracional— expresa intentando acercarse un poco más a mí, en plan
seductor—. Este tipo de situaciones a veces me hace ser impulsivo y no
pensar las cosas. Antes de conocerte a ti, conocí a otra chica y ella se rió de
mí. Opiné que me estaba volviendo a pasar— confiesa
No pensaba que Tiago estuviera desvelando sus sentimientos de ese
modo.
Aunque en ese momento, doy un paso atrás, porque no quiero su contacto.
Lo observo y es el primer momento que me fijo realmente en él. Tiene barba
desde hace cinco días que no se afeita, su sonrisa es tal como la recuerdo.
¿Cómo pudimos acabar de esta manera? Cuando lo conocí y nos besamos
por primera vez, puse todas mis esperanzas en que lo que fuéramos, fuera
ese amor que tanto esperé encontrar. Resulta que intentar ser feliz es
doloroso.
Se acerca más a mí, para abrazarme, pero no le dejo. Por mi mente, se
pasan imágenes de los momentos vividos con él. Como hací preste más
atención a toda esa documentación que me a vibrar mi corazón, solo con el
roce, de aquel primer día. Pero también recordé la mirada que tuvo aquella
tarde que se marchó para nunca volver. Lo volví a mirar y ahora esa mirada
ya no era de odio, si no de arrepentimiento.
Una parte de mí está contenta porque haya vuelto, es una pequeña parte
que realmente no quiero reconocer. Llevo desde que se marchó con la
esperanza que un día volvería. Sé que ese pensamiento es una idiotez por mi
parte. Pero sé que lo he echado de menos, más de lo que asumo. Sin
embargo, no lo reconoceré en la vida.
Inspiro y exhalo para seguir conversando con Tiago. Quiero contestarle.
Pero no soy capaz. No me siento culpable, por no dejar que se acerque a mí.
Entiendo, cuáles son sus intenciones. Yo ahora soy libre, no quiero ser un
angelito precisamente.
Antes de que le dé demasiadas vueltas a lo que voy a contestar tras su
revelación.
—Tiago, ahora mismo no tengo cabeza para una relación exigente
contigo. No eres tú, soy yo. — me repito en mi cabeza, porque no quiero
caer en su influjo—. Ahora mismo necesito conocerme a mí misma. Por lo
que en este momento no quiero una relación con nadie.
Mis palabras al pronunciarlas me están revolviendo internamente. Pero
tengo razón, no quiero a nadie que me exija en este momento. Es cierto lo
que he mencionado en el escenario.
—Paula, ¿hay algo de veracidad en referencia a lo que has mencionado
en el escenario? — pregunta.
—¿Qué cosa? —respondo con otra pregunta.
—Has comentado lo nuestro como algo despectivo. Para mí no fue así.
—Bueno, ¿y cómo quieres que lo comenté? Si la persona que en ese
momento más me importaba, va y me deja de esta manera, sin más. Tendrías
que haber oído los demás monólogos que hice. — me carcajeo—. Es una
lástima que no te quedarás a ver la mierda que dejabas atrás y que tuvo que
recoger tu amigo João. Él es una bellísima persona.
—Entonces, ¿no fui una aventura más? Quiero saberlo. — reclama Tiago.
—¿Y eso para qué?
—Pues es simple, la vida sin ti no es vida. Te pido un favor, voy a
decirte unas cosas y déjame hablar — lo observo que inspira hondo—. Te
debo una disculpa, sin duda una extremadamente grande— su voz denota
nerviosismo—. Porque creí las palabras de esa idiota. Debo admitir que
preste más atención a toda esa documentación que me enseñó Mercedes. No
tenía ni idea, no obstante, tendría que haberte escuchado. Me di cuenta
cuando hace semanas João me contó que sospechaba que tenías pirateado el
ordenador, pero necesitaba uno más potente, para cerciorarse. Yo comencé a
atar cabos. Supongo que como ya había tenido un desengaño reciente, confíe
en las palabras de Mercedes. Paula, lo siento, me fui y dejé que pasaras esto
sola — expresa con decepción—. Obvio, no tengo excusa para dejarte así,
todo lo que escuche en aquella oficina, vuestra pelea, los documentos que
afirmaban que habías sido tú. Todo ello, me hizo sucumbir al lado oscuro de
la fuerza. Cuando João me contó, la decepción me invadió en mi cuerpo, y
me nublo mis sentimientos. He de decirte que desde que me marche mi
actitud ha cambiado. Incluso Paolo me ha pedido que me tome unas largas
vacaciones, porque no estoy siendo una persona grata en estos momentos.
Por favor créeme cuando te digo que te quiero, al pensar en mi
comportamiento, se me remueven las tripas, y más ahora habiendo escuchado
el monólogo y habiendo estado en el juic…
—A ver Tiago, ¡Haz el favor de parar! —ladro.
Lo observo con una mirada cargada de sufrimiento y yo procuré escoger
las palabras adecuadas, para marchar sin remordimientos. Yo quiero libertad
como he dicho en el monólogo. Ahora mismo necesito estar sola. No puedo
dejarme llevar por las palabras que pueda decir Tiago.
—Tiago, — comencé mi reproche a lo que él me ha dicho. Sé que lo
quiero, pero necesito estar sola y quererme a mí misma. Necesito antes de
nada sacar el horrible agujero que llevo acarreando desde niña por culpa de
todo lo sucedido en mi pasado. He de quitar esa tirita para poder tener una
vida plena, en el escenario lo he comprendido. Que mientras más me mofo
de mi situación más recuperada me siento— lo que crees que es lo nuestro,
nunca llego a buen término. No teníamos claro a dónde íbamos. Por lo que
esto que existe entre nosotros es atracción.
—¿Me estás tomando el pelo? Para mí lo fuiste todo.
—Pues te fue extremadamente sencillo salir por esa puerta sin hablar
conmigo. — reprocho llena de ira
Me quede observando la cara de Tiago, se hizo el silencio, su respuesta
a mi reproche que no llegó.
—Pero ¡cómo pudiste considerar que yo te había utilizado para robar ese
capital a mi empresa! Teniendo en cuenta que te dije que te quería.
¿Cómo pudieron las palabras de Mercedes y esos puñeteros documentos
destrozar tu fe en mí? ¿Cómo? — grito con lágrimas en los ojos.
Estoy helada, al seguir sin obtener respuesta, entonces como si su
silencio fuera como si me estuviera escupiendo a la cara reproche...
—Cuando viniste a mi casa a recoger tus cosas, vi cómo te creías esa
verdad, que realmente yo era una ladrona. Realmente hubo un momento que
pensé mandarlo todo a la mierda y dejar que dijeran que realmente era una
ladrona, la idea más absurda que te creyeras que yo había robado en mi
empresa y sobre todo que te utilicé.
En ese instante, se ha vuelto a abrir la caja de Pandora, porque ya estoy
sollozando por recordar toda aquella situación. Las lágrimas están nublando
mis ojos. Por lo que decidí marcharme de allí, no quiero que me vean más
llorar
—¡Lo sabía que te ibas a creer la mentira! ¡Lo sabía! — sollocé
marchándome del local.
Se cual es el camino a casa, ya he hecho el recorrido en varias ocasiones.
—¡Paula! Espérame… —ruega Tiago
Me giro para encararlo con toda la cara manchada, por el rímel corrido.
Seguro que parezco un oso panda.
—¿Para qué? Si esa es la confianza que tienes en mí, apaga y vámonos.
¡Qué idea más absurda y ridícula! ¡En algún momento, en Sao Paolo viste
que te utilizará! ¿No verdad?
Entonces tiro de mí, para abrazarme, noto que también está llorando.
Pasamos así, varios minutos, sin decir nada, sin ningún reproche.
—Paula, me he dado cuenta de que estoy enamorado de ti. Al estar
enamorado, sé que he hecho cosas de las que no estoy orgulloso de mí. No
me perdono el haberte dejado sola con toda esta situación. — Veo que va a
hacer un intento de besarme.
—Por favor no lo hagas— ruego.
Se queda helado le suplique que no lo hiciera.
— Paula, necesito saberlo, ¿todavía me quieres? — me pregunta
Esa pregunta es cómo si me dieran un puñetazo en la boca de mi
estómago. ¿Quererlo? Yo quiero aquel que me obligó a vivir. Aquel chico
que me llevo a la laguna. El que se ganó mi confianza. El que rompió todos
mis esquemas y me ayudo a dejarme llevar. Y yo me pregunto ¿no habría
idealizado la idea de aquel chico que me enamoró? Ese chico ya no se
encuentra. Ya no es el mismo, no después de pisotear mi corazón como si no
valiera nada.
—¿Qué clase de pregunta es esa?
—Sé que te he hecho daño y mucho. ¿Acaso ahora ya es demasiado
tarde? Solo dime si todavía me quieres— murmura.
No cesa con sus preguntas, entonces la rabia también empieza a apoderar
de mí y se resquebraja la coraza para que no note que me afecta.
—¿Por qué lo quieres saber? — pregunto con ira.
—Limítate a responder mi pregunta por favor. — suplica.
—Aunque me de rabia confesarlo, todavía te quiero. ¡Odio sentir eso por
ti! Después de lo que me hiciste.
En aquel momento, su boca tomo la mía, no pude quejarme por aquel
beso descontrolado. No pude luchar más, mi voluntad queda aplacada con
aquel beso.
Con ese beso a Tiago le proporciona esperanza, pero a mí en cambio
desesperación.
Soy yo la que interrumpe ese beso que está devastando todo en mi
interior. Tiago se quedó mirando y aparta un mechón de pelo de mi cara.
Entonces piensa en dejarme llevar una vez más, sé que no es sensato
teniendo en cuenta cuál era mi decisión…
Sé que la opción más lógica sería hablarlo con él. Sin embargo, tenerlo
tan cerca me hace perder la razón.
Dejo de pensar, porque mi corazón y mi cabeza van por libre, por lo que
hago un esfuerzo por sentir como él me acaricia y dejarme envolver por esos
sentimientos que hace despertar en mí.
Escucho como Tiago suelta un suspiro entre beso y beso. Noto como solo
con sus labios posados en los míos, mis pezones están duros como piedras.
Desde mi posición noto como el beso tampoco deja a Tiago indiferente,
estoy notando su falo a través de sus jeans.
—Paula, estoy esforzándome lo que puedo por no desnudarte ahora
mismo, aquí en la calle. Que sepas que ahora mismo estoy demasiado
descontrolado. Sería bueno que nos fuéramos.
—¿Dónde te hospedas? No me digas que en casa de tu madre.
—¡No! Cogí una habitación de hotel. ¡Pero como me hubieras hecho
esperar obviamente tendría que ir a su casa! — expresa.
—¿Vamos entonces? — contesta la Paula valiente, la que no tiene miedo
a subir a un escenario.
Mi cuerpo clama por ser acariciado una última vez. Me he dado cuenta de
que necesito irme, necesito reconciliarme conmigo misma. Por lo que cuando
estuve en el escenario decidí hacer un viaje para reconciliarme con mi niña
interior.
Tiago tira de mí, para ir a una calle transitada y tomar un taxi. Noto como
va jugueteando con mis dedos. Ese simple contacto hace que se me erice mi
vello.
Tomamos el taxi, estoy sentada a su lado, me encuentro nerviosa. Mi
respiración va a mil por hora, y no precisamente por pánico, sino de mi
propia excitación por volver a tenerlo y sobre todo que ahora ya no hay
ningún contrato que me prohíba tener SEXO CON ÉL.
Al mirarlo a los ojos, lo observo mientras tiene una mirada libidinosa yo
hago algo que delante de la gente no suelo hacer, pero divertida por ese
hecho introduzco mi mano dentro de sus calzoncillos y lo comienzo a
masajear.
Estamos dando un espectáculo al taxista, pero qué más da no lo
volveremos a ver de nuevo.
Que poca fuerza de voluntad que tengo, finalmente gano el deseo a mi
necesidad de encontrarme conmigo misma.
Una vez llegamos al hotel, subimos hasta su habitación.
—Paula, ya no me puedo contener más. Te pienso montar. Es lo que están
pidiendo tus ojos. — expresa lívidamente.
No seré yo quien niegue esta afirmación. Ya que ahora mismo lo DESEO
y mucho.
Con estas palabras consigue desatar toda la lujuria que llevo reprimiendo
desde hace meses. Nos enlazamos en un beso que me hace perder el sentido.
Como es el último día, no desaprovecharé cada momento que pueda disfrutar
del Tiago.
Entonces comienza a quitarme la ropa y yo hago lo mismo con él. En ese
momento no podía estar más excitada, con Tiago el sexo es subir el listón
muy alto. Él me tiene al borde del colapso.
—Menina, estoy muy cachondo. En el taxi me has puesto a mil por hora.
Le acaricio su pectoral y me dejo llevar por cualquier cosa que quiera
hacerme Tiago. Hacía meses que no sentía nada y en este momento quiero
sentir de nuevo.
Teníamos tal necesidad, uno del otro, se separa de mí, saca su cartera de
sus jeans, de allí saca un condón que rasga y se lo pone.
—En este momento, estoy descontrolado, ahora te lo haré duro, pero
luego repetiremos y lo haremos lento. Pero en este instante, no puedo
controlarme, han sido muchos días sin ti.
Me sienta en un mueble, se introduce dentro de mi envergadura y empieza
a taladrarme, sujetándome a mis caderas. Estoy oyendo sus gemidos y los
dos culminamos a la vez.
Sin salirse de dentro de mí, nos estira en la cama quedando de lado y
abrazados. Esperando que nuestras respiraciones se relajaran para volver a
la carga, cuando de tal alivio nos quedamos dormidos.
Capítulo 40
El despertar

Tiago
Cuando despierto, me fijo que me está mirando. Yo no puedo hacer otra
cosa que llenar mis pulmones de júbilo y disfrutar del momento junto a ella.
La vi moverse y cerró sus ojos y se apoyó sobre mi corazón. Apretando
su mejilla contra mi pecho, sentí su textura en mi piel desnuda de mi pecho.
Pude aspirar su aroma.
Pasamos una media hora en silencio desde que nos despertamos. Para mí
es un triunfo haber conseguido que ella me escuchara, aunque no lo hiciera
bien en el pasado.
Quiero volver a construir un nosotros, quiero arreglar todo lo que rompí
por dejarme llevar por Mercedes.
Hubo un momento, en que la miro a sus ojos y están cargados de tristeza.
Intuyo que ella está intentando tomar decisiones acertadas con respecto a
nosotros.
Y despertándome de mis pensamientos:
—Tiago, tenemos que hablar. — expone Paula.
—¿Qué?
—Tiago te lo dije anoche, ¡No eres tú, soy yo! —dice
—No te entiendo. —Estoy atónito por sus palabras.
—Ahora mismo no puedo quererte como tú deseas. Sigo rota por dentro
y vuelvo a decir que no es por ti, sino por mí. Sigo rota desde los nueve años
cuando aquel desagraciado me violó continuamente hasta los trece años que
se descubrió el pastel. Necesito tiempo para reconciliarme con mi niña
interior. —ahora todo cobra sentido—. Necesito que me respetes, porque si
no, no puedo crecer y sentirme mejor conmigo misma. Tengo que averiguar
dónde está mi espacio, de hecho, he de conseguir vivir, lo que llevo
haciendo desde los trece años es sobrevivir día a día, eso no es sano— yo
sigo escuchando su explicación—. Solo te pido tiempo para reconciliarme
conmigo misma.
—¿Y de cuánto tiempo estamos hablando? — pregunto.
—No lo sé— expone apenada.
—No entiendo que para poder estar contigo, te tenga que perder ahora
mismo.

La miro a sus bonitos ojos. Yo quiero recomponer esta relación y ella


comenta que quiere irse a vivir, ¡sola, sin mí!
—¡Vale! Entonces entiendo que a pesar de que te haya hecho el amor ¿no
me estás perdonando? — digo con resentimiento.
—¡Yo no he dicho eso!
Respiro profundamente.
—Lo que entiendo con tus palabras es que no me quieres.
—Tiago, me duele decirlo, pero es algo que he comprendido en el
escenario. Nunca he podido estar con un chico porque nunca he confiado en
él. Contigo fue diferente, con un profesional al respecto confié en ti. Y tiraste
por tierra toda mi confianza. Pero eso no quiere decir que no podamos
volver. Si no que necesito conectar conmigo, ¡recuperarme de lo sucedido!
Si lo acaecido de niña marcó a la mujer que soy hoy. Te prometo que cuando
me haya encontrado, hablaremos.
—De acuerdo, no me queda de otra que aceptar tu decisión. No sé cuánto
tiempo estarás fuera— Voy a decir algo más cuando me interrumpe con un
beso apasionado que consigue que pierda el hilo de la conversación.
Al separar sus labios de mí, se vuelve a acurrucar en mi pecho. Mi
cabeza empieza a maquinar. Cuando será la próxima vez que la viera o si
tras su búsqueda de ella misma se daría cuenta qué ya no hay sitio para mí a
su lado.
Me confiesa que quiere hacer un viaje que ahora que no le ata ningún
trabajo era el momento. Que tenía que haberlo hecho caso a su madre cuando
le dijo que debería haber hablado con un profesional al respecto, incluso con
alguna persona que hubiera sufrido abusos. Que llevaba tanto tiempo
ignorando todo que eso ha sido para ella una losa sobre su espalda.
Entonces recordé una frase de Tolsói:

«El único conocimiento absoluto que puede alcanzar el hombre es que la


vida no tiene sentido» ¡Qué razón tiene!

En este momento no le encuentro sentido a las palabras de Paula, pero he


de admitir que, si es lo que ella necesita, habré de claudicar.
Capítulo 41
Hasta pronto.

Paula
Es momento de explicarlo todo, todos mis sentimientos para que
comprenda cómo me sentí y a causa de todo. Con trece años me intenté
quitarme la vida y desde el momento que desperté nunca más fui aquella niña
de nueve años risueña y con ganas de comerme el mundo. Lo único que he
intentado es seguir sobreviviendo hasta que Tiago me obligo a vivir. Por ello
quiero hacerlo por mí misma, sin que sea por una obligación.
Por todo lo que ha sucedido considero que he de buscar mi camino en la
vida.
Además, no confió en mí, en que pueda mantener a mi lado a una persona
como él. Por lo que mi decisión es hacer un viaje para conocer a mi niña
interior.
Sé que esta situación puede dar miedo. Sentir que lo pierdo de nuevo es
una sensación espeluznante. Yo no quería ser como Recuerdo un perrito
rescatado de la calle al que ganarme todo su cariño con mimos y chuches.
Soy una mujer, que está haciendo un salto de fe para encontrarme a mí
misma.
Sé que no lo deje de querer a pesar de haberme abandonado por aquella
mentira.
Estoy pensando cuál será mi siguiente movimiento, ahora mismo no tengo
ni idea cuál será el siguiente paso en mi camino. Ya sé que estoy mintiendo,
sé cuál es lo primero que debo hacer. Lo primero es la despedida inminente.
Debería marcharme y despedirme de él. Decir un “hasta luego”, que al
volver a tener esta intimidad me va a ser más difícil separarme de él.

«Ahora puedo entender por qué la gente odia las despedidas». Pienso

Le comento que tengo que decidir cuál será mi siguiente movimiento,


pero que solo se trata de logista
Pero hoy no será el día que decida ese destino. Hoy he decidido disfrutar
de Tiago, porque no sé cuándo lo volveré a ver si o si habrá próxima vez.
—¿Qué quieres hacer ahora? — me pregunta.
—¿En este momento? —lo veo asentir— ahora quiero disfrutar del
momento que el destino ha interpuesto en mi paso.
Esa afirmación lo sorprendió, creo que pensó que me marcharía con esa
pregunta. Por ello lo besé descontroladamente. Yo me dejé hacer lo que él
quisiera.
Hicimos el amor de nuevo, fue un momento increíble dejar todo el
control a él. Lo que tuvimos aquel día no fue únicamente sexo, si no él hizo
el amor, con toda su pasión y veneración.
Llegamos al clímax conjuntamente. Envueltos entre besos, caricias.
Nos quedamos dormidos abrazados.
Al despertar a los veinte minutos, vi su semblante relajado. No quise
despertarlo. Tampoco quería una despedida emotiva. Sé que es de cobarde
por mi parte, pero quiero que mi último recuerdo con él sea cuando me hizo
el amor.
Algo en mí, dice que este es el momento perfecto para marcharme.
Entonces del bolso saco un papel y boli y dejo una nota.
Salgo por la puerta de ese hotel pensando que nunca más estaré en esa
habitación con él. Espero volver a verlo cuando me haya reconciliado
conmigo misma.
Capítulo 42
Ya no está.

Tiago
Despierto y no la encuentro en mi cama, pero sí que ha dejado una nota en
la almohada. La Leo
Esperaba que la despedida no fuera así. Ahora se ha ido, noto como mi
corazón vuelve a nublarse.
Entonces, recuerdo cómo me dejó completamente el control y la amé
como nunca lo había hecho. Me reconforto con verla disfrutar del momento,
puedo ver cómo se conseguía desinhibir de sus fantasmas.
Alcanzo el móvil y le escribo:
Entonces quedo sorprendido por las palabras que estoy leyendo, porque
en ningún momento lo hemos hablado.
No puedo seguir con la conversación porque ya estoy llorando. Esta
conversación se me está haciendo difícil, el dejarla marchar que esto es lo
correcto. Al cabo de un rato conteste.
Deje de escribir porque ya se ha ido de mi vida. Tan solo quedará una
conversación de amigos a través del móvil o verla por Instagram. En fin,
ahora me siento un pagafantas.
Capítulo 43
Olga.

Paula
El escribir que lo nuestro está roto me dolió y más cuando comencé a leer
el hecho de acostarnos con otras personas ya me puso de mala leche. Pero
cuando leí que él no lo haría que me esperaría, un rayo de sol cubrió mi
corazón. Él no sabía cuánto.
Me encuentro en casa haciendo la maleta para irme en dirección a Italia,
quiero conocer Roma. Su gastronomía. Mi ilusión es visitar las ciudades
emblemáticas como, por ejemplo: Roma, Milán, Verona y más ciudades de
alrededor.
Hable con João, le ofrecí mi casa, si se quería quedar el único requisito
es que cuidará de Recuerdo el tiempo que estuviera ausente. Además, le
comenté la posibilidad que si podía ir haciendo el plan de empresa para
nuestro nuevo proyecto. Comenté que seríamos socios a cincuenta, por
ciento. Que empezará sin mí que a mi vuelta estaría al cien por cien.
Llamo a mis chicas y les explico mi decisión, que necesito este viaje para
encontrarme conmigo misma. Comento que será como en la película come,
reza, ama. Aunque sin rezar. Jajaja, yo lo transmutaré por un come, vive
conseguiré todos mis propósitos y cuando crea oportuno amaré. Ellas
estuvieron de acuerdo, y que me lo merezco. Que no me arrepintiera de la
decisión que había tomado. Qué es lo correcto.
Por lo que una vez echa mi maleta, tome un taxi con dirección al
aeropuerto del Prat, con intención de superar mis miedos.
Llego al aeropuerto, facturo mi maleta, entro en una de las tiendas para
hacer tiempo. Tuve la necesidad de comprar un libro. Allí encontré “la jefa
eres tú” de Olga Jiménez. Opino que ese libro me ayudara a no
boicotearme a mí misma.
En la sala espera leí la introducción del libro que decía:

“Existe un mapa del tesoro para que mande en tu vida seas tú” esas
palabras me impresionaron.

En ese momento, mi yo interior empieza a reírse de esas palabras. Sigo


leyendo el siguiente párrafo aún rio todavía más, porque Olga me decía que
hay una vocecita, que puede tocar las narices por así decirlo.
No pude hacer otra cosa que seguir leyendo porque todo lo que
comentaba era lo que estoy pensando. Me ordeno que la mande callar.
Mi voz interior me está diciendo que este viaje es un error, que debo
volver con Tiago. Qué pasará si al volver esta con otra y si ya no me quiere.
Se me está haciendo una bola. Por lo que finalmente hice caso a Olga y la
mandé callar. Esta es mi decisión y no la cambiaré.
Quiero darles una bofetada a todos mis miedos, no quiero que vuelvan a
dejarme como siempre con mis ataques de ansiedad.
Olga me está diciendo que todo es posible, que puedo superar cualquier
cosa, es decir que puedo superar los abusos sufridos y seguir adelante con
mi vida
Ella explica que he de pensar en mí misma y eso estoy comenzando ahora
mismo
Mi primer objetivo es superar mi miedo a volar.
Sigo leyendo y Olga en su libro dice que existen dos enfermedades que
me están impidiendo resurgir, la ysitis y la esquesitis. Por lo que cuando me
hizo callar esa voz ya está «y si», o «es que». A partir de ahora prohibido
usar estas palabras.
Ahora necesito hablar con mi yo de niña interior y entenderla, he de
intentar ser una con ella, sé que duele porque fue ella quien sufrió todos los
abusos, entonces decido darle mi apoyo y algo en mí ha comenzado a
cambiar, si me mirará a un espejo estoy sonriendo y mi niña interior también.
Están comenzando a llamar a los pasajeros con destino Roma vaya a su
puerta de embarque. Espere cinco minutos a que la gente con ganas de subir
al avión ya estuviera dentro y no tener que esperar una larga cola.
En el momento que me siento en el avión, yo sigo leyendo el libro, Olga
comenta que le da miedo es desaprovechar la vida, por lo que quiso
aprovechar cada instante, ya que nuestro futuro puede ser incierto. En eso le
doy la razón. Como mencionó Jack en la película de Titanic a Rose:

«¡Haz que cuente!»

Olga me explicó que es necesario un porque para lograr superarme, yo


quiero ser una chica normal que pueda no tener miedo a nada. Y entonces
decidí ponerme un objetivo, para yo también tener libertades. Ser mi propia
jefa. Como hemos quedado João y yo abrir nuestra empresa. Nota mental al
bajar del avión le pediré a João que vaya mirando donde se va a sentar
oficialmente la sede central, para cuando vuelva que lo pongamos en marcha.
O si no delegar en otras personas el mando.
Cuando me di cuenta, el avión ya había despegado y ha pasado una hora
de trayecto, y yo sigo con el libro ya voy por la página cincuenta.
Durante todo el trayecto continúo con mi lectura. Olga sigue diciéndome
lo que hacer, ella me dijo que para seguir con mis sueños había de coger un
boli y un papel y escribirlo, que no juzgará cuáles eran mis objetivos, solo
que las nombrará, ella dice como si tuviéramos al genio de Aladdín y
fuéramos pidiendo deseos, que escribiéramos cualquiera cosa que quisiera
en la vida.
Alcanzo mi bolso, allí siempre llevo una libretita para anotarme las cosas
más importantes y no olvidarme de nada. Por lo que empiezo:
Entonces comenta que al tener propósitos va a darle sentido a mi vida.
Que cada objetivo me acerca más a mi meta, ahora tengo que lograr mis
veintidós objetivos a largo plazo, aunque más de la mitad los pienso hacer
en breve. Ir consiguiéndolos conseguirán en mí tener más confianza en mí
misma
Entonces oigo que alguien me habla.
—¿Disculpe?
—¿Sí? — pregunto porque la azafata se está dirigiendo a mi
—Ya hemos llegado, todos los pasajeros han salido del avión menos
usted. — afirma.
—¿Perdón? Ya hemos llegado, si no me he enterado del vuelo.
Me levanto del avión, quedándome perpleja, que el libro la jefa eres tú,
me ha tenido enganchada todo el vuelo, y necesito seguir leyéndolo. Tengo
hambre. Decido irme directamente al hotel, y comer en el restaurante de allí.
Luego iré a dar una vuelta. Durante la noche seguiré leyendo para acabar el
libro.
Una vez en el hotel, dejo la maleta y comienzo a desnudarme, para
cambiarme de ropa. Y salir a buscar un restaurante y deleitarme con la
comida italiana.
El primer día callejeando, vi que hay una tienda de tatuajes, ese es uno de
mis objetivos y se me antojo entrar y alcahuetear los dibujos.
Un chico me habla, pero no entiendo ni torta lo que dice
—No te entiendo. — parece que oye que hablo en español y dice
—Hola, ¿en qué te puedo ayudar?
—Me gustaría un tatuaje, algo que diga que, aunque estoy jodida, estoy
saliendo.
—Yo te aconsejaría un ave fénix, que es conocido por ser esa criatura
que supuestamente renace de sus propias cenizas. El mito, entonces, asocia a
esta criatura con la capacidad de resiliencia que muchas personas tienen; esa
habilidad para encontrar soluciones a situaciones adversas que les presenta
la vida y, al igual que el ave Fénix, renacer de las cenizas que les dejó ese
problema.
—¡Házmelo! —exijo—. Lo quiero en el hombro.
—¿Ahora?
—¡Si! —afirmo.
—Te lo hago porque no tengo clientes, pero hoy no lo podré acabar,
necesitaría que vinieras mañana para acabarlo.
—Perfecto. Estaré más tiempo en roma. — manifiesto.
Me siento en una silla mientras el chico comienza a dibujar sobre mi
hombro.
—¿Conoces la ciudad? — pregunta.
—No. Llegue hace un rato. Y callejeando decidí hacerme un tatuaje, algo
que significaran algo para mí.
—Yo me llamo Giorgio. — se presenta.
—Yo soy Paula encantada.
—Si quieres, esta noche te llevo a conocer Roma de noche.
—Gracias, pero no. Si este viaje fuera con otro propósito seguro. Pero
en este momento necesito encontrarme conmigo misma, es un rollo raro,
como una especie de retiro.
—Comprendo.
Ya no hablamos más, durante lo que estuvo trabajando en el tatuaje.
—Vuelve mañana por la mañana y durante el día te lo acabo, verás que te
encantara como queda el ave fénix en blanco y negro.
Al día siguiente a las diez, ya estoy en la tienda para que acabe este
dibujo. Estoy muy ilusionada porque me esté haciendo este tatuaje.
Giorgio acabo el dibujo. Me explica como tengo que ir cuidándomelo y si
observo algo raro que vaya a urgencias que puede que la piel se esté
infectando.
También le pido que me escriba con una letra chula en el brazo la
siguiente frase “love yourself first”. Para que cada día lo recuerde y nunca
más me olvide. Nada eso tarda tan solo cinco minutos. Como estamos a
mediados de noviembre no le dará el sol.
Intenta invitarme a comer aquel día, y esa tarde había otro tatuador, que
podía enseñarme la ciudad. No me pareció nada malo aceptar esa invitación
y dar un paseo por la ciudad, pero le recalco que será como amigos, que no
pensará nada raro.
Obviamente, antes de tapar el dibujo Giorgio me hace una foto desde mi
móvil de cómo ha quedado. Indudablemente, fue una de mis primeras fotos
de este viaje que subo a Instagram, “uno de mis propósitos hechos, soy como
un Ave Fénix que resurgirá de sus cenizas”.
Todo el mundo me felicita porque el Ave Fénix que está chulísimo.
Incluso Tiago contesta a ese post “tremendo, deseando que vuelvas
Menina”
Ahora no me voy a sentir mal por pasar el rato con Giorgio. Porque no
voy a hacer nada malo. Asimismo, cuando marcho, le dejé claro a Tiago, que
lo que estamos haciendo es una ruptura. No obstante, no tengo el chichi para
farolillos.
—¿Cuántos días estarás en Roma? —pregunta Giorgio.
—Tenía pensado estar tres días más— afirmo.
—Pues si quieres déjame ser tu guía, por favor, mantendré las manos
quietas a no ser que tú me lo pidas. — pone ojos de salido con esa
afirmación.
—Si prometes no propasarte, acepto.
—Vale
Me llevo a comer a un restaurante que la comida esta alucinante.
Empezamos la tarde por todo lo alto visitando los lugares más
emblemáticos que ver en Roma en 3 días. A primera vista fue Fontana di
Trevi para ver la fuente más famosa. Cuando llegamos está llena a rebosar
todas horas. Giorgio me explica que los turistas tiran una moneda de
espaldas a la fuente para “VOLVER A ROMA”.
Posteriormente visitamos el Palatino, el Foro Romano y el Coliseo. Estos
monumentos están consiguiendo transportarme a la época de gladiadores. Me
está recordando la peli de Gladiator. Recordé la frase que dice Maximiliano
“Lo que hagamos en la vida, hará eco en la eternidad.” O “resiste un poco
más incluso la peor tormenta tiene su final.”
¡El Coliseo me impresiono por su grandeza! Me enseñó Foro Romano,
todo el monumento se encuentra actualmente en ruinas. Giorgio explica los
templos y edificios que había antiguamente. Lo estoy disfrutando a lo grande,
y más porque estos lugares se gozan más si tienes a alguien que te relate su
historia y te recrea en la época.
Estoy agradecida a Giorgio, porque haya querido ser mi guía en Roma.
Al siguiente día, Giorgio me lleva al Vaticano, comenta que la visita nos
llevará toda la mañana.
Me sorprende la gran cantidad de oro que hay por todas partes. Los
Museos del Vaticanos son majestuosos. Por suerte Giorgio va parándose en
cada escultura y cuadro dando una pedazo de explicación al respecto. Las
explicaciones ideales, pude entender mucho más la historia del Vaticano.
¡Llegó el gran momento de entrar a la Capilla Sixtina! Giorgio me explica
que no puedo sacar ninguna foto dentro de la Capilla Sixtina que están
prohibidas.

Al salir de los Museos Vaticanos, visitamos uno de los sitios que ver en
Roma que más me impactó; fue la basílica de San Pedro. ¡Sus dimensiones
son alucinantes! Esta es una de las iglesias más espectaculares que he visto
nunca. Una vez más, las explicaciones de Giorgi fueron increíbles, porque
me hacen disfrutar al máximo

Al acabar, la visita, bajamos a ver las tumbas de los Papas y subir a la


cúpula de San Pedro.

Después de esta visita, empieza a entrarme hambrecita.

—¿Comemos?? — pregunto—. Ya tengo el estómago en los pies—


expreso riendo.

—¿Te hace un bocadillo? — cuestiona.


—Lo que sea.

Vamos a un bar cercano y compramos dos bocadillos. Giorgio me explica


que en la zona del Vaticano los restaurantes son especialmente caros.

Nos sentamos en un banco, y nos comemos los bocadillos. Al acabar, nos


dirigimos hacia el castillo de Sant’ Ángelo. Ese castillo es genial, me
parece tremendo. Me acompaño al hotel y nos despedimos hasta la próxima
jornada.

Tercer día, vino a recogerme al hotel de nuevo. Me lleva al mercado de


alimentos en la plaza Campo de Fiori. Pude descubrir lo productos locales y
poder comprar algún souvenir.
Estuve alcahueteando todo. Cuando ya me cansé, me llevo a la Plaza
Navona, me explico que es otra de las más famosas. Lo más bonito son sus
increíbles fuentes.
Después me comento que vamos en dirección al Panteón, una de las
joyas de Roma que data de 123 d.C. Que en ese edificio podremos ver las
tumbas de los principales reyes de Italia incluso.
Ya es hora de comer y compramos otro bocadillo para comer mientras
continuamos nuestra marcha.
Nos dirigimos hacia la Plaza España, subimos la escalinata y llevamos a
la plaza del Popolo y el parque de Villa Borghese donde puede hacer muchas
fotos y subirlas a Instagram. Paseamos por estos lugares hasta que nos
cansamos y me acompaño al hotel
—¿Te gustaría esta noche conocer los monumentos de noche? Podrías
hacer unas fotos espectaculares para subirlas a Instagram
—No sería buena idea. — expreso
Entonces lo observo que se acerca a mí y me besa, estoy sorprendida por
esa acción.
—Lo siento, no me pude estar.
—Te dije que yo no busco nada. —ladro.
—Lo sé, pero tenía que intentarlo, realmente me gustas. —confiesa.
—A mí me gustas como amigo, no como algo más te lo dije ... —
reclamo y me voy sin despedirme.
Hago mi maleta y la preparo para al día siguiente marchar a mi siguiente
destino.
En Milán me hago un sol en la parte baja de la espalda
Capítulo 44
Equivocaciones.

Tiago
Al cabo de un rato, la esperanza que obtuve tras tenerla entre mis brazos
empieza a diluirse. La vida es una mierda. ¿Cómo pude equivocarme tanto?
¿Por qué no puede escucharla?
Tuve que ir a la ducha, necesito estar solo. Ahora esta soledad me ha de
reconfortar hasta que Paula vuelva y quiera hablar conmigo.
Me visto, y salgo de la habitación del hotel, necesito pasear y pensar en
que voy a hacer mientras Paula viaja. No puedo seguir pagando una
habitación de hotel más tiempo si quiero esperarla. Quizás debería pedirle a
mi madre que me acogiera durante un tiempo.
Debo reconocer que sentir que vuelves a la normalidad está
sobrevalorado. ¿Por qué? Es sencillo, una parte de mí se la llevó ella,
cuando se fue. Es posible que aquellos besos, las caricias que nos
procesamos me hacen sentir apego por lo que podemos haber sido y no
somos por mi culpa.
No sé, pero quizás estoy dándole demasiadas vueltas al tema, no quiero
olvidarme de Paula, sé que la quiero. No obstante, tengo que dejar de
obsesionarme con ella.
João me llama para quedar y hablar, en ese momento encuentro una
excusa para no ir a su encuentro.
Ya sé, debo mantener mi mente ocupada, pero no me apetece tener una
conversación trascendental con João sobre mis cagadas. Es por la tarde y
seguramente Paula ya ha llegado a su nuevo destino.
Mi mente, me lleva al momento donde mis dedos pudieron seguir toda su
piel. Donde con su marcha me ha dejado un mal sabor de boca, ya que su
explicación puede ser plausible, no obstante, mi corazón no admite su huida.
Capítulo 45
Conociendo Italia

Paula
Visito la Toscana, Venecia, Florencia, y Milán. Todas esas ciudades
tienen cosas increíbles. Incluso en Milán pude sacarme uno de mis objetivos,
estuve unos días en los Alpes y pude medio aprender a esquiar.
En aquel momento, me encuentro en un helicóptero conociendo la ciudad
desde los aires es impresionante.
Desde aquella perspectiva pienso que por más ciudades que visite e
intentar no pensar en los “y si y es que”, que puedo pensar siempre están ahí
recordándome lo que dejé en Barcelona y lo que puedo perder, si sigo con
este camino.
Sé que, en este momento, no me fio de Tiago, quien me dice que volveré
con él y no volverá a hacer lo mismo y dejarme tal cual. Tengo una razón
imperiosa que me hacen reflexionar en todo ello. Intento dejar de meditar
sobre este tipo de cosas, porque si no el problema vendrá en que no
disfrutaré de este tiempo sabático y de conseguir mis objetivos por mí
misma.
Desde que terminé la facultad nunca me paré a considerar que es lo que
quiero para mi vida, solo pensé en encontrar un trabajo acorde a mis
posibilidades, bueno un trabajo de mierda, todo he de decir. Pero ¿podemos
llamarlo vida?
Cuando tuve cinco años me preguntaron ¿Qué quería ser de mayor? Yo
respondí princesa. A los diez volvieron a preguntarlo, muchos dijeron
bombero, astronauta, pero yo no contesté yo en aquel momento tenía la mente
aturdida por todo lo que sucedió en aquellos momentos. Ahora quiero una
respuesta en condiciones, pero sinceramente quien demonio sabe, lo que
seremos la vida es cambiante.
Yo sé que no debo tomar una decisión rápida con respecto a Tiago. Sé
que tengo que cometer mis errores, de subir en el tren equivocado y
perderme. De poder enamorarme perdidamente de alguien.
De cambiar de idea continuamente porque hoy en día no hay nada seguro
y permanente. Como por ejemplo veamos las tecnologías cada día hay
avances nuevos. Sé que he de cometer errores en estos momentos y algún día
sabré lo que quiero de verdad. Puede que con estos errores lo pierda, pero
sabré que he vivido la vida acorde a mis necesidades y no podré
arrepentirme.
Desde el helicóptero y viéndose la ciudad de Milán, pedí a otros turistas
que me hicieran una foto, donde pudiera verse un poco la ciudad, y de allí la
subí a Instagram.
Tiago siempre que subo algo siempre me da “like” contesta con algo. Es
tan mono. El primer comentario fue de él “mataría por acompañarte”.
Cada foto que voy subiendo, más pronto más tarde contesta. Suele incluso
enviarme algún día un WhatsApp deseándome buenos días y que espera que
mi siguiente jornada sea igual que la anterior, a lo que todo esto me hace que
lo tenga que contestar.
Yo tanto contacto con él, me siento tentada en muchas ocasiones en
llamarle y oír su voz. Pero he sido yo, quien se alejó de él. Y pedí tiempo
para conocerme.
Cuando acabamos las conversaciones, siempre son secas, ni yo ni él
decimos lo que sentimos, ni nos mandamos besos, ni me dice que me echa de
menos ni tengo ganas de ti.
En las redes está más parlanchín y menciona otras cosas, como lo que
expreso cuando estuve en el helicóptero.
Una vez bajo de él, ese es el último día que estaré en Milán.
También entre en su perfil, no hay nada reciente, por lo que no pude
alcahuetear.
Esa noche tengo que descansar, porque ya sé dónde quiero ir mañana.
Quiero conocer la casa de Julieta, y toda la ciudad de Verona donde acogió
toda la trágica historia de Romeo y su bella Julieta.
CAPíTULO 46
Oh romeo

Paula
Ese día viaje a Verona, pase parte del día de viaje, pero me dio igual
porque quiero conocer la ciudad que acogió la historia de Romeo y Julieta.
Aquel día solo pude pasear por las calles, y cenar en el hotel que me
hospedo aquella noche.
Al despertar, únicamente quiero vestirme rápido, ir a desayunar y
comenzar mi nueva visita.
Estamos a nueve de diciembre, tengo que pensar que haré por Navidad.
Cuando me encuentro a punto de salir para el desayuno del hotel para ir a
ver el balcón de Julieta, cuando mi móvil sonó. Se trata de Carol.
—Hola preciosa. — saluda ella.
—Hola miarma, ¿cómo vas?
—Paula, tenemos que hablar, así que necesito que te sientes por favor. —
exige
—¡Ay virgencita de Triana! No me asustes… —exclamo.
—Sigues de pie Paula, no declaré hasta que estés sentada— Expresa, ya
me está asustando.
—Ala ya estoy sentada, a ver dispara con que me tengas que contar. —
requiero.
—Lo que tengo que explicarte no se lo digas a nadie, bueno a Dianne sí
que me ha estado consolando. — confiesa.
—Escucha chiquilla, ¿y por qué Dianne lo sabe ya y yo no? —reclamo.
—Pues porque últimamente estás muy ocupada con tu viaje. Y casi nunca
estás por Barcelona últimamente o me equivoco
—Pillada, lo siento es que esté retiro me está absorbiendo. Bueno esta
conversación no va sobre mí, sino de ti, así que dispara.
—¡Estoy embarazada! — exclama con decepción.
—¿Qué? —. Chillo sorprendida por lo que acaba de mencionar.
—Ayer me hice la puñetera prueba y pone que estoy de más de cuatro
semanas
—¿Y de quién es? Es del chico del karaoke, ¿al final te lo pinchaste no?
— intento confirmar el hecho.
—Sí. —confiesa—. Pero el problema es que discutimos y se fue a
Londres. — comenta con decepción.
—Hay mi niña, tienes que contárselo. — lo expreso haciendo entender
que ha de explicarlo al padre.
—Ya lo sé, pero no acabamos bien. Y no sé cómo va a reaccionar.
—Miarma, piensa en positivo y no en negativo. Y si no se responsabiliza,
tranquila que voy a Londres y le estrujo de los cojones... hasta que se
responsabilice.
—Preciosa, gracias por estar ahí y escucharme.
—De nada flor. Sabes que eres una de mis mejores amigas y por ti haría
cualquier cosa. Incluso cargarme a ese, pisha. — comenta en tono mafiosa.
—Por cierto, ¿cómo va tu viaje? — pregunta Carol.
—Estoy disfrutando a más no poder, sería más divertido si lo pudiéramos
disfrutar juntas, a ver si un finde os podéis escapar y venir conmigo. —
comento.
—¿Dónde estás hoy?
—En Verona, ahora voy a desayunar e iré a hacer el burro en el balcón de
Julieta. — comento divertida.
—Tranquila que ya te veré en Instagram.
—Cuídate y Llámame cuando consigas hablar con Bryan.
—Un beso, hembra mía y disfruta tu momento.
Por ello bajé al restaurante del hotel donde tienen montado por la mañana
el buffet para el desayuno. Ese día escogí un cappuccino y ciambelle.
Una vez lo he comido todo, me fui en dirección a la casa de Julieta, y mi
objetivo lo tengo claro es asomarme al balcón desde donde Julieta recito sus
versos a su Romeo. Quiero sentirme Julieta por cinco minutos, no quiero
vivir su trágica historia de amor.
Cuando llego en el balcón, cojo mi palo selfie y comienzo a grabar. Así
que empiezo a decir:
—Oh, Romeo, Romeo, donde estas que no te veo — así que no pude más
y comienzo a carcajearme—. Venga ahora lo hago bien… — hago un
silencio, cierro los ojos y empiezo de nuevo—. ¡Ay de mí! ¡Romeo! ¡Romeo!
—expreso teatral—. ¿Por qué eres tú, Romeo?… Reniega de tu padre, adjura
de tu nombre, y si no quieres hacer eso, jura que me amarás, y yo cesaré de
ser Julieta Capuleto. Tú no eres mi enemigo; lo es tu nombre, tu nombre solo.
Tú eres tú y no eres un Montesco. ¿Qué es un Montesco? Esos brazos, esa
cabeza, esos cabellos no componen un Montesco…Todo eso te compone a
ti… ¡Cambia de nombre! ¡Un nombre no es nada! Demos a una rosa otro
nombre, y no por ello dejará de agradarnos; su perfume no será por eso
menos suave. Si Romeo tuviese otro nombre, toda su gracia y su perfección
quedarían en él, que es a quien yo amo. ¡Borra tu nombre! oh, Romeo, ese
nombre que no es nada, ¡ese nombre que no constituye tu ser! ¡Bórralo y
tómame a mí en cambio, a mí toda entera!

Al acabar el video lo subo a Instagram para que todos mis seguidores


vean como hago el ganso.

Dianne dice que ella quiere a un romeo que muera por ella. A lo que yo
le contesto: “no te quejes qué tienes al griego que suspira por ti.”
Carol comenta: “te bajaría el sol, pero me quemo como antorcha mejor te
bajo el pantalón y te beso la panocha. ��” a lo que respondí: “que estás
más salida, que el palo de una mesa”
A lo que Tiago contesta: “Te cojo la palabra, Julieta. Dime tan solo:
“¡Amado mío!, dame ese nuevo bautismo, y nunca, ¡oh!, nunca volveré a ser
Romeo.” A él no supe que contestarle, porque para él seguro que puede tener
una connotación diferente
Tuve multitud de contestaciones de gente que ni conocía porque puse que
estoy en esta ubicación.
Lo que quedo del día fui a visitar varios monumentos de la ciudad, como:
La Arena de Verona, la Basílica de San Zenon, la Piazza dei Signori y el
Teatro Romano.
Considero que el día fue muy productivo, y me fui haciendo fotos la cual
hice un collage y el video que duró veinticinco segundos y lo subí como un
reels a Instagram sobre mi día en Verona.
Capítulo 47
La conversación

Tiago
Cada día entro a su Instagram, con el único propósito de saber de ella,
cuando abro los ojos, lo primero es entrar a Instagram y ver la última foto
que tenga colgada, quiero ver su semblante. Necesito verla, aunque sea a
través de la pantalla del móvil.
Cuando veo que está en el balcón de Julieta y que ha colgado un video en
el que recita los versos de Julieta. No puedo hacer otra cosa que contestar a
esos versos. Lo único que quiero es saber si queda alguna oportunidad para
que haya un nosotros.
Leo que ha contestado a las ocurrencias de sus amigas y cosas que le han
escrito sus seguidores. Pero a mí no me contesto. Por lo que ese hecho me
puso nervioso.
A lo que no me quedo de otra que contactarla por WhatsApp. Aunque me
prometí dejarla un viaje sin molestarla, pero no pude.
Miré el móvil con ojos tristes por lo que Paula está escribiendo, entonces
tuve la imperiosa necesidad de poder hablar con ella a través de
videollamada de WhatsApp, así que tomé la decisión de llamarla.

—Hola Menima.
—Hola. —solo saluda, inexpresiva.
—¿Cómo vas?
—Ir voy bien, mañana cambio de ciudad, hoy ya estuve en Verona,
cuando salga del Hotel decidiré, cuando esté en la estación cuál será mi
siguiente ciudad.
—Veo que lo estás pasando en grande. Conociste a alguien en estas
ciudades.
—Sí, he ido conociendo personas, si te refieres a eso.
—Me refiero si has conocido a alguien que te guste.
—No
—Sabes, cada día pienso en ti y mucho. En cada momento. ¿Cuándo crees
que podremos vernos?
—Pronto, iremos hablando.
—Cuanto es pronto. Me dan ganas de viajar a Italia y buscar en que
ciudad estás en Instagram y encontrarte y hacerte mía.
—¿Y por qué no lo has hecho? —cuestiona.
—Porque no estaría bien, porque pediste tiempo. Lo prometí.
—¡Gracias Tiago! — expreso con agradecimiento.
—Me gusta ver que estás consiguiendo tus objetivos, está bien ver cómo
vas avanzando, hasta que un día me permitas que volvamos a hablar.
—Tiago, es que…
—¿Qué pasa? — pregunto si pelos en la lengua— ¿a qué tienes miedo?
—No se trata de miedo, Tiago. Se trata de que antes de volver a verte
quiero haber cumplido gran parte de mi lista de propósitos que me marqué
en el avión. Por cierto, ¿sabes que cuando viajé a Roma no me enteré de que
estaba volando? Antes de subir al avión me compré un libro de la autora
Olga Jiménez, y muchos se sus consejos los estoy siguiendo. Sé que mi lista
hay algunos objetivos que son a largo plazo, pero hay otros como subir en un
helicóptero o esquiar que los estoy haciendo. Por favor, Tiago ten un poco de
paciencia. No quiero morir y pensar que mi vida no ha valido la pena.
—Menina, no tardes mucho, porque no sé si tendré mucha más paciencia
de estar separado de ti. Me paso el día pensando en ti, Paula.
La escucho bufar.
—Quiero saber una cosa— hace un pequeño silencio, pero prosigue con
su discurso—, ¿solo me llamaste porque no te conteste en Instagram? Dime
la verdad por favor.
—Si, no podía soportar que a todos les contestaras sus comentarios y a
mí no.
—Quería contestarte, pero primero de todo quiero conseguir mis
objetivos y cuando los haya hecho, te prometo que hablaremos y si no te has
olvidado de mí dialogaremos de sí todavía existe un nosotros. Por cierto,
has mencionado que piensas en mí, todos los días. ¿Por qué hoy es diferente
del resto y me has llamado?
—¿Simplemente? Cada día que pasa tengo más miedo a que no quieras
volver. Que conozcas a un italiano y quieras quedarte allí. Porque ya no
aguantaba más sin escuchar tu voz.
—¿Te preocupa que conozca a alguien? —pregunta
—Sí. — confieso
—Te dije que en este viaje no busco a nadie, busco encontrarme conmigo
misma, reconciliarme. Porque si no, no puedo avanzar, ¿recuerdas?
—Si, lo recuerdo. Pero no puedo hacer otra cosa que echarte de menos.
Hay días que no le encuentro sentido a esta separación, y casi he precitado
una llamada, para simplemente oírte. Sé que quiero estar a tu lado. Entiendo
los motivos por los que te marches y sé que estás poniendo de tu parte para
sanar.
—Miarma, ojalá todo fuera tan fácil, como respirar. Que sepas que,
aunque lo estoy pasando en grande conociendo ciudades nuevas, te extraño
—Podríamos vernos un día si quieres…
—Es mejor que hasta que no me encuentre segura de mí misma, no lo
hagamos.
—¿Por qué no? Si no quieres hacer nada te juro que no te tocaré. Pero me
apetece verte por otro medio que no sea por la pantalla del móvil a través de
Instagram.
—Porque necesito sanarme y tengo que quererme más a mí misma, antes
de verte de nuevo. Valorarme como mujer. Siempre podemos seguir con las
llamadas.
—Me gustaría que yo fuera suficiente para ti. —confieso.
—Cuando esté bien lo podrás ser, pero ahora. Necesito continuar con mi
camino y tú el tuyo. Te recuerdo que tú tienes un trabajo en Brasil.
—Es que no quiero, si tú no estás a mi lado.
—A ver no puedes depender de que yo vuelva o no vuelva contigo.
Debes volver al trabajo, de algo tienes que vivir. ¿Y si tardo dos años? Olga
Jiménez dice que has de mirar por ti mismo y hacer lo que te gusta. Si ese
trabajo te llena, recuerda que pudiste trabajar a distancia, hazlo. Gánate la
vida. Para cuando vuelva haya una vida, a donde volver. Yo, aunque este
viviendo la vida, también he pensado lo que haré cuando acabe con esto. De
momento, João y yo vamos a montar un negocio juntos al cincuenta por
ciento, aunque yo pongo el capital. Él ahora mismo está montando un plan de
empresa y está mirando lugares donde asentara la ubicación.
—¿Vas a dejar que él decida el sitio donde instaléis la sede?
—Obviamente no, alguna noche comentamos cosas. — afirma
—¡Qué cabrón! Esto no me lo ha contado— expreso porque no sé nada al
respecto.
—Esta asociación lo hablamos semanas antes del juicio. Además, no
tiene por qué contarte esto. Es algo entre Él y yo. — comenta
Finalmente, nos despedimos, sin besos, solo con un hasta luego.
Capítulo 48
Montepulciano

Paula
Al colgar la conversación con Tiago, me dirijo a la habitación para
cambiarme de ropa para cenar, aunque fuera sola pero cada vez me gusta
más arreglarme un poco más. Cuando he terminado, veo un atardecer desde
la terraza de mi habitación, me hago un selfie con ese atardecer. La subo a
Instagram con doble intención «disfrutando de este bonito atardecer, e
intentando llegar a mí misma.»
Decido ir a un restaurante tremendo de allí, exquisitamente.
Mientras espero el postre cogí la lista de objetivos y quería ver qué es lo
que me falta por completarla
Tengo diez objetivos veinte, no está mal. Hay cuatro no las conseguiré a
no ser que sea a largo plazo.
Me falta montar en camello, entonces quise viajar a Egipto, a navegar por
el río Nilo, poder ver las pirámides, e ir a Hurghada a descansar. Para
rematar ese viaje, invitar a mi madre a pasar las navidades juntas, e iniciar
en año allí. Puesto que las navidades están a la vuelta de la esquina.
Por lo que la llamó y le digo que en el correo tiene mi regalo y que la
espero allí a partir del día dieciséis de diciembre.
—Hija que esto, es mucho. — reclama.
—Mamá, este es tu regalo de Navidad y Reyes. Sobre todo, quiero
agradecerte el apoyo que me has dado durante estos años y no rendirte nunca,
cuando supiste lo que pasó con Paco.
—¡Ay, virgencita! — La oigo que se está poniendo melancólica— mi
niña, no puedes gastarte ese dinero. Yo lo hice porque eres mi hija y te
quiero.
—Y yo te hago este regalo, porque no fui una buena hija. Y quiero
compensarte. —afirmo—. Mamá te espero en el aeropuerto de Luxor, yo
estaré también viniendo en otro avión. Recuerda que llevo meses viajando
por Italia.
—¿Tú en avión? ¿En serio? — pregunta mamá incrédula.
—Si, al fin comienzo a superar mis miedos. —confieso—. Bueno
mamuchi te veo en el aeropuerto. Besos.
Me despido, preparo mis cosas y las dejos dentro de la maleta porque
mañana tengo que partir.
Me voy a dormir y mañana será otro día.
Al despertar estoy muy ilusionada por la decisión que he tomado, para
que mamá y yo pasemos las navidades juntas.
Me encuentro en la estación, hay varias opciones para visitar, pero ese
día decido que mi próxima ciudad de Montepulciano, allí es donde se
rodaron las escenas de la película Luna Nueva de la saga de Crepúsculo.
Sé que esta visita es una fricada, sin embargo, me declaro fan de esas
novelas. Sé que la autora dijo que la ciudad donde sucede todo es Volterra,
pero los productores de la película se tomaron sus licencias y rodaron la
escena en la ciudad de Montepulciano.
Al llegar, cogí un hotel en el centro de la ciudad. Dejé mi maleta y solo pude
que hacer perderme entre la multitud y caminar por aquella ciudad toda llena
de magia.
Fui atravesando las calles y viendo como Bella corre por aquellos
parajes, con la única intención de salvar al amor de su vida, y tras salvarlo
dejarlo marchar. Porque Eduard quiere morir por sentirse culpable de una
supuesta muerte de Bella. Así que la veo correr por todas esas calles.
Además, en ese momento saco mi Kindle y compro la historia de Luna
Nueva, porque en casa tengo el ejemplar. Entonces busco el momento en que
Bella baja del coche de Alice. Palabra a palabra la autora nos hace recorrer
la ciudad y sentirla. Bella, sé va haciendo paso entre las calles, hasta la
plaza central, allí se encuentra que está llena hasta los topes, es la fiesta de
San marcos.
Se va abriendo paso como puede, incluso empujando a la gente para
poder pasar, hasta que comienza a oír como las campanadas de las doce del
mediodía comienzan a tocar y ella todavía no ha llegado hasta Eduard.
Esos momentos, en aquel instante los estoy viendo en mi mente. Incluso
los estoy viendo como están pasando ante mis ojos. Como Bella grita el
nombre de Eduard, que está ido y no consigue oírla.
Entonces en su última carrera, Bella se da cuenta a pesar de que hubieran
estado separados siete meses, de las palabras que Eduard le dijo en el
bosque, ella no podría querer a otro. Que, a él, es el amor de su vida.
Hasta que ella llega hasta él y consegue que se mueva y se esconden del
sol. Incluso pude ver la conversación que mantuvieron entre las sombras en
la versión de la película, donde ella le dice “tenías que verme una vez más,
tenías que saber que estaba viva, que no tenías que sentirse culpable y ahora,
ahora ya puedo dejarte ir.” Y lo que me enamoró más de Eduard fue su
contestación: “Nunca me he sentido culpable, no podía vivir en un mundo
donde tú no existieras” siguieron con sus discrepancias hasta que finalmente
se besaron. Fue un beso descontrolado, apasionado hasta que los Vulturis
los interrumpieron.
Vaya por Dios sí que son corta royos. Ya te digo está ahí Dianne y les
dice a los Vulturis “que les corten la cabeza”. Aunque antes la malota de
Jane la diría “solo te dolerá un poquito: ¡dolor!”.
Cuando acabo de revivir toda la historia que pasó entre estas calles, tuve
una epifanía, sobre Tiago y yo, el poder revivir todo lo que les paso a Bella
y Eduard me hizo darme cuenta, que, a pesar de haberme dejado de esa
manera, de negarse a escuchar mis palabras. De haber pasado aquel tiempo
sin él, la verdad se abre a pasos agigantados en mi cabeza, aunque me
empeñe no podré querer a nadie que no sea él.
Aunque me doy cuenta de ello, de momento no quiero cambiar nada.
Porque ansío pasar las navidades junto a mamá, al acabar creo que volveré a
Barcelona.
Mis tripas suenan señal de que empiezo a tener hambrecita, así que me
dirijo a una pizzería ubicada en la plaza central de la ciudad que descubro
por casualidad.
Nada más acercarme a la puerta huele divinamente. Por lo que se me
antoja comer aquel día en Re Al Quadrato.
La pizza que devoro está sublime, la atención del camarero Pasquale es
tremenda. Si esta noche no tengo donde cenar es muy probable que repita.
Continúo paseando, viendo todas las iglesias, hasta la hora de la cena que
fui de nuevo a este restaurante que tanto me gusto al medio día.
Estamos a día once de diciembre, he quedado con mamá el día trece. Por
lo que decido ir ya a la ciudad donde saldrá el día trece mi vuelo.
Vuelo a Milán. Así podré ir a dar una vuelta y de compras. La anterior
vez fui de tiendas, pero me quedé con las ganas de comprar, pero es que, si
no tengo que cargar con dos maletones y en cambio, ahora llevo una maleta
normal.
Voy directamente a la estación rumbo hacía esa ciudad para ya estar
dispuesta para ir al aeropuerto cuando me tocara.
Al llegar a Milán, me registro en el mismo hotel de la última vez, la
verdad que me encantó y sobre todo está cerca del centro.
Por la tarde cuando salgo del hotel, voy a quemar mi visa.
Primero paseo por la calle Corso Vittorio Emanuele II, al igual que
Piazza del Duomo, como Via Torino. Me compro vestidos nuevos, tanto de
verano o como de invierno, tejanos, camisa. He pensado que toda la ropa
que tengo menos la que vino de Brasil va a ir a la basura en cuanto llegue.
Lo que estoy haciendo es que la antigua Paula va a desaparecer por
completo. Voy a comenzar a sacar beneficio a mi aspecto. Quiero sentirme
bien conmigo misma y hoy he comenzado con mi aspecto.
Acaba el día y estoy cansada de tanto trajinar.
Al despertar me lo tomo de descanso después de todos estos días non
stop. Por lo que me paso el día en la habitación relajándome.
Capítulo 49
El reencuentro con mamá

Paula
Ya estoy de camino a mi próximo destino, estoy volando sola y estoy
tranquila leyendo mi nueva adquisición a través del Kindle el primer libro
de Bells Devis sobre su libro Más allá de las almas. Me tuvo enganchada a
todo el vuelo.
Al llegar tengo que esperar una hora a que el avión de mamá llegue. Pero
no es problema, ya que estoy deseando verla y poder darle un achuchón.
Para hacer tiempo, continúo leyendo el libro para así poderlo acabar.
Está muy bien, me encanta. Como Olivia llega a las conclusiones.
“Oooh yo amo a Nate. Ya te digo que me encanta vivir la vida a través de
los libros. La vida es más sencilla y menos dolorosa.
Al rato, observo que en las pantallas pone que él vuelo de Barcelona a
Luxor está desembarcando. Por lo que tengo unas ganas locas de ir a la
puerta de desembarque a recoger a mamá.
Sé que desde que nos trasladamos a Barcelona he sido una persona,
extremadamente cautelosa. Sobre todo, con lo ocurrido con Paco. Siempre
ocultándole información sobre lo ocurrido porque nunca he podido comentar
lo que pasó con exactitud.
No siempre he fui de esa manera. Paco destruyó a esa chica loca, y
risueña, que vivía en aquel pueblito, él me arrebató mi inocencia, y las ganas
de vivir.
Mamá al enterarse de mis abusos, removió cielo y tierra, y me
sobreprotegió hasta el punto de trasladarnos de casa, y tener que empezar de
nuevo en una ciudad nueva. Ella siempre se mostró preocupada por mí.
Con el paso de los años, yo misma me obligué a nunca pensar en lo que
me pasó en Pedrera.
Al fondo la vi a lo lejos aproximarse hacia mí, maleta en mano. Ella
cruza el espacio que hay entre nosotras con su taconazo, una mujer para la
que es imposible no destacar en el medio de toda esa multitud. Ella misma
llama la atención de todos los hombres a su alrededor. Sé que es una
cincuentona, pero su forma de vestir es increíblemente sexy.
Ella se dirige hacía mí y yo le extiendo la mano, y nos fundimos en un
abrazo con mucha fuerza. La he extrañado tanto en este viaje.
Yo aspiro el perfume de mamá, tan familiar, este abrazo me transmite paz.
Aunque solo sea momentáneamente.
—¡Hola, mamá! — saludo.
—Hola miarma, ¿estás bien? — se aparta para mirarme a la cara.
—Sí, ¿Por qué esa pregunta?
—Porque no estoy acostumbrada a verte tan bonita. —afirma
—Ah. —la observo cautelosa—. He decidido renovar todo mi armario, y
antes de venir, en Milán quemé la tarjeta. — me río por la situación.
—Pues que sepas que estás de rechupete. Cualquier tío querría acostarse
contigo.
Ahora mismo, no quiero a cualquiera, sino que en caso de querer algo,
únicamente querría con Tiago.
Observo como mamá me admira con una amplia sonrisa.
Con aquel abrazo, pensé que, si mi madre muriera en este instante, tengo
muchas cosas que agradecerle, como por ejemplo cómo luchó por mí, como
hizo que yo quisiera sobrevivir. Sentía haber sido tan desconsiderada con
ella cuando fui pequeña, mis ojos me escocían y unas lágrimas ruedan por
mis mejillas...
—¿Qué pasa mi niña? —pregunto desconcertada por mis lágrimas.
He pasado tanto tiempo intentando no recordar lo que pasó en aquel
pueblo, que hasta ahora he estado reprimiendo todos esos sentimientos que
guardé en mi interior. Ahora que los lamentos han vuelto los agradezco. En
lo más profundo de mi ser se está abriendo la puerta.
—No llores, miarma— Vuelve abrazarme, y siento que estoy en ese hogar
que perdí de pequeña, tan solo al aspirar el perfume que lleva mamá.
—Mamá, siento mi comportamiento, siento haber intentado suicidarme,
ahora estoy comprendiendo que no fue una solución. Cuando me encontraste
y salvaste la vida, únicamente estuve intentando sobrevivir durante todo este
tiempo. Quiero darte las gracias por estar siempre a mi lado, aunque no me
lo mereciera.
Me inunda la felicidad, poder devolver un poco de tranquilidad de la
cual le arrebaté, cuando fui una pitufa a causa de la violación de Paco. Me
complace poder compartir este viaje con ella y transmitirle como me siento,
que se convenza de que estoy mucho mejor.
—Me alegro de que te des cuenta, y que estés cambiando. Me tranquiliza
saber lo que piensas.
—Sí, bueno… este último año, me dieron por todas partes y me hicieron
replantearme la vida. ¿Te crees que la idiota de mi jefa me acuso de
LADRONA? Cuando fue ella quien robo. — expreso con desagrado—. Tuve
que tocar fondo, para descubrir cuáles era mis prioridades.
—Entiendo.
Me detuve en las puertas para dejarla pasar primero a mi madre. Al salir
del aeropuerto. Una ráfaga de calor nos golpeó en la cara. Obviamente, no
estamos en Italia que hace frío en diciembre, pero en Egipto este diciembre
están en unas máximas de 21 a 24 grados.
—Además, el chico con él que estaba me dejo porque realmente se creyó
la mentira, ¿sabes que antes del juicio se presentó en mi casa pidiendo
perdón?
—No me digas — comenta en tono sorprendida porque hablara más de
cinco palabras seguidas.
—Si, mamuchi. Quiere que le dé una segunda oportunidad, pero también
sé que estoy resentida. No es fácil perdonar.
—Miarma, yo estuve resentida contigo por quererme abandonar cuando te
intentaste suicidar.
—¿En serio? —pregunto sorprendida.
—Si mi niña, no podía comprender que me quisieras dejar sola
completamente. Es difícil para una madre asumir todo lo que te sucedió
durante todos aquellos años y no saber absolutamente nada. Además, sé que
debió ser difícil para ti vivir aquellos años recluida. —la observo llorar—.
Me reprochó por no haber sido consciente de las señales que desprendías,
del miedo en tu mirada cuando comíamos los tres. — La veo limpiarse las
lágrimas. para llegar al alojamiento y dejar las cosas y visitamos el
majestuoso Templo de Fila, la Alta
A la salida del aeropuerto, nos espera el traslado al crucero Presa, y el
Obelisco inacabado. Que es una de las curiosidades, como pudieron
construir todo esto, es flipante.
Iremos al barco para tomar comer a bordo. Durante la tarde, hicimos una
excursión opcional al Pueblo de Nubia donde subimos en camello para
llegar. Allí conocimos a la gente autóctona, me hice una foto cogiendo a un
cachorrito de cocodrilo. Volvimos en camello al crucero, ya era casi la hora
de cenar.
Desde el crucero, pudimos ver un precioso atardecer juntas. Nos hicimos
un selfi juntas y lo subí a Instagram, “disfrutando de un magnífico atardecer
junto a mamá”.
Al día siguiente, fuimos al más asombrante el Templo de Abu Simbel o
Templo de Ramsés II, que está declaro Patrimonio de la Humanidad. Mamá
se le salen de las órbitas ver todos estos monumentos. Son alucinantes verlos
en directo.
Además, súper cerquita tenemos el templo de Nefertari, aunque es más
pequeño que el anterior, sigue siendo impresionante.
Desde allí, también hice fotos que las subí a mi Instagram.
Nos devolvieron al crucero, para descansar y que comiéramos. Tuvimos
un ratito el poder relajarnos en las hamacas de la piscina del crucero. Ya que
hemos de navegar hasta el Templo de Kom Ombo
Una vez llegamos a la siguiente parada que era Templo de Kom
Ombo, El guía nos explica que el templo está dedicados a dos dioses
distintos Horus que representa al Halcón y Sobek que representa los
cocodrilos.
Allí vemos las dos salas hipóstilas y dos sanitarios.
Aquella noche después es la última, en el crucero después de la cena,
hicieron una fiesta específica egipcia, donde nos dan la posibilidad de
comprarnos unas túnicas y disfrutar de la noche, una para cada una.
Aquella noche disfrutamos de la música y bailes egipcios. Algunos
hombres solteros se acercaron a mamá, pero ella no acepto bailar con
ninguno.
Después de todo lo que mamá y yo hemos visto, no podemos dejar de
visitar las siguientes paradas del crucero por el Nilo. Lo primero que
hicimos el tercer día fue atravesar la Esclusa de Esna. Nos queda llegar a
Luxor, según nuestro guía allí también podemos guardar recuerdos bonitos.
Una vez llegamos, visitamos el Valle de los Reyes, se trata de un lugar
que se encontró enterrado, es del Imperio Nuevo. El guía nos indicó que
como su nombre dice es un valle y estuvo escondido y por ello se
salvaguardó.
En la entrada podemos ver una maqueta de todo el sitio es impresionante.
Donde podemos ver donde se encuentra situadas las tumbadas de cada
faraón.
Yo para variar, no puedo dejar de hacerme fotos con mi madre. Ahora
tengo compinche de viaje. Al menos disfrutaré que no estamos solas. A las
fotos más chulas las voy subiendo a Instagram, para variar.
Me hice fotos incluso con las tumbas de Tutankamón, Ramsés IX y
Ramsés III.
Además, muy cerquita se encuentra el Templo de Hatshepsut. Según
comenta el guía fue el templo funerario de la reina del faraón Hatshepsut.
Guau las tres terrazas eran impresionantes.
Volvimos al barco, para comer y descansar un ratito.
Cuando llegaron las cinco de la tarde, fuimos a ver los Colosos de
Memnón, que son dos gigantescas estatuas de piedra que representa al faraón
Aquella noche, cenamos y nos fuimos a dormir estamos molidas. Estoy
ansiando llegar a Hurgada para descansar.
Al día siguiente tomamos un coche con destino al hotel de El Cairo.
Al llegar al hotel, estoy agotada del trayecto, mamá y yo tenemos
modorra y decidimos echar la siesta hasta la hora de comer. Las pirámides y
la esfinge tendrán que esperar a mañana.
Cuando salimos de la habitación para tomar un taxi, mamá me comenta.
—Una de las dos ha de llevar la ropa que nos la laven en este hotel—
comenta mamá
—¿Por qué?
—Porque me olvidé de que este viaje iba a ser tan largo y no me acordé
de lavar más bragas antes de marchar. Sólo traje tres braguitas.
—¿Y qué llevas puesto debajo de ese vestido, mamá?
—Voy sin nada—la veo reír
—¡Mamá! — expreso en tono replica.
—Es agradable, hay mucha brisa allí abajo.
—¡Qué ejemplo me estás dando!
—¿A ti todavía no se te han acabado aún? — pregunta mamá.
—No. —muevo la cabeza negándolo— Antes de venir a Egipto, estuve
en una tienda en Milán y compré mucha ropa interior.
—A pues déjame algunas— suelta sin filtros y yo la miro con poniendo
ojos en blanco.
—O podemos ir ahora, y compramos algunas en la ciudad.
Comienza a mirarme mal.
—Vale, ya te prestaré algo. No quiero ser la hija a la que apedrean por
una madre tan descocada.
Aquella tarde, fuimos a visitar el Museo Egipcio, impresionante todo lo
que vimos allí, incluso las momias egipcias. Yo no paro de hacernos fotos a
discreción.
Al salir, necesitamos despejarnos un poco, y paseamos por las calles de
la ciudad de El Cairo, allí encontramos el Café de los Espejos. Allí nos
hicimos otra foto donde nos miramos al espejo haciendo un poco el burro, mi
madre es tan pueril a veces. Pero me gusta.
Aquella noche, se nos antoja, cenar en un restaurante con vistas a las
pirámides, es tremendo de ver de lejos las magníficas vistas. Luego nos
volvimos al hotel. No encontramos una tienda de ropa interior que le
agradara a mamá así que tengo que prestarle de las mías.
Al día siguiente, nos dirigimos a las Pirámides de Giza. Tomamos un taxi
para llegar a la zona.
Al llegar, me emociono como una niña a ver las pirámides que en
multitud de ocasiones solo he visto en películas, y un millar de fotos
graciosas, como besando a la esfinge, o como si estuviera aguantando el
peso de la pirámide entre mis brazos. Esa mañana me divierto y mucho.
Incluso compramos entradas para entrar dentro de las pirámides de Kefrén y
Keops. Mi madre iba acongojada a ver si alguna momia le sale al paso, en
plan la película de la momia. Yo me destornillo con ella.
No queríamos acabar de disfrutar la una de la otra. Así al día siguiente
nos dimos un tute en coche para que nos llevaran a Alejandría, aquel día
descansamos, estamos muertas de tanto cambio.
Al día siguiente, fuimos a conocer la ciudad, y también aprovechamos
para ir a la biblioteca tan famosa de la antigüedad. Yo que soy una forofa de
los libros no pare de pasear por todos los pasillos.
Al salir de la biblioteca, fuimos al Faro de Alejandría que es una de las
siete maravillas del mundo.
Mi madre y yo, ya necesitamos un descanso, ya no apetece, días de sol,
playa y descanso. Ya sé que los sitios visitados son alucinantes, pero antes
de acabar con estas vacaciones completas con Egipto, nos faltan días de
descanso de las vacaciones.
He contratado que el fin de las vacaciones van a ser en Hurghada, a la
mañana siguiente volaremos hasta allí.
Aquel día tomamos un nuevo avión en dirección Hurghada. Allí tenemos
contratado un resort con todo incluido.
Nos pasamos todo el día en la piscina del hotel, relajándonos.
Sinceramente, esos van a ser los próximos días hasta el día de Reyes.
Disfrutar del sol y playa. Alguna salida, no obstante, toda la navidad la
pasaremos en el resort.
Para los turistas el resort hizo una iniciativa para que Navidad no pasará
de largo y si tenemos algún regalo, pues lo diéramos al hotel y el día de
navidad, Papa Noel nos dará los regalos a cada uno.
Noche buena el hotel montó una gran fiesta. Esa noche conocimos a
varias parejas y no tantas parejas.
Cuando amanecimos, mamá y yo fuimos a desayunar a buffet libre, allí
hay de todo tiempo de comida, estos días en Egipto me estoy poniendo hasta
el culo de comer, espero que no se queda toda esta comida en mis glúteos.
A posteriori, mi madre y yo nos intercambiamos regalos, eso de que Papa
Noel nos dé los regalos, pues como que no
Yo le regalé a mamá una pulsera de zafiros que compré en Milán para
ella.
Ella me regalo un colgante en forma de corazón. Que mona, es el símbolo
de todo lo que me quiere.
Pasaron varios días, y lo único que hacemos es ir a la piscina, incluso,
contratamos a unos chicos egipcios que están pidiendo dinero delante de la
puerta del hotel, para no tener que movernos.
—Entiendo que quieran refrescarse, porque hace mucho calor— comenta
mi madre en tono de reproche,
—¡Es obvio, mamá hace mucho calor hoy! —expreso abanicándome con
la mano.
—Pero para llegar hasta la piscina desde sus habitaciones, deben
caminar bajo el sol abrasador.
—Hace que verlos tengas aún más calor.
—No tiene sentido— critica mamá.
—Ya te digo.
—Es una aberración. Menuda barriga lleva ese.
—¡Ay virgencita! Mamá no hables tan alto que todo el mundo te escucha,
y muchos de ellos también te entienden. — reprocho.
—Vale vuelvo a la conversación principal, la idea es refrescarse en el
agua.
—Mami, comparto lo que vas a decir.
—Miarma, si lo que quieres es estar fresquito porque no se quedan en la
habitación con el aire acondicionado.
—¿Y qué se den un baño con agua fresquita?
—¿Obvio? — cuestiona mamá.
—¡Ay virgencita de Triana! — me ruborizo y me intento tapar con el
pareo.
—Es que estas chicas de hoy en día no tienen vergüenza. ¡Lo están
enseñando todo! Así no dejan cavida para la imaginación de los hombres.
Bueno en este caso tú llevas un bikini muy sexy mi niña, pero tú no enseñas
tanto, llevas un pareo que te ayuda a que no se vea tanta carne.
—Mamuchi, no critiques que yo también voy enseñando— la reprendo.
—Miarma, no tanto. Volviendo al tema de antes, porque querrán venir si
está el agua llena de productos químicos.
—¿Ah? Y no te olvides de esos fluidos corporales que no pienso
nombrar— explico.
—Si ya lo sé el pis de aquellos niños que están en la piscina o de
aquellas yayas. —comenta con repulsión.
—¡Mamá, que no quería pensar en ello! —sermoneo.
—Ahora mismo, supongamos que lo están haciendo. ¿Tú lo has pensado?
— pongo los ojos en blanco—. Litros y litros de pis, aaaaasc, solo de
pensarlo ya me da repelús y toó.
—Ya lo se mamá, y toda esta bebida gratis del resort no ayuda.
—Miarma no mires.
—¿Qué? —pregunto.
—¡Ay virgencita! Es … José — veo que se le pone la piel de gallina,
pero del asco—, aquel que lleva todo el tiempo tirándole la caña —las dos
nos giramos la cabeza porque mamá no quiere tener nada que ver con ese
tipo.
Si este bonico tuviera otro carácter al igual que a mamá le gustaría, sin
embargo, es el típico viejo verde que prueba con todas.
Nos tuvimos que marchar, porque este Sr. se puso pesaito con mamá.
Nos fuimos a la playa, los chicos nos acompañan llevando nuestros
trastos.
Pasaron los días, y fuimos a la playa del resort, aquellos chicos, nos
llevan nuestros bolsos, con el móvil, el Kindle, la crema solar y cualquier
cosa que vayamos a necesitar.
—Vaya, hoy sí que hace un calor extremo. — expreso.
—Incluso comentaría que es sofocante.
—Chico por favor puedes ir a buscarme al bar un Manhattan y pídete lo
que quieras para ti.
—Sí, voy
—Espera, — comenta mamá—, a mi tráeme un sexo en New York.
—Sí.
—Este chico me vuelve loca… me encanta, no tener que moverme hasta
el chiringuito. — expreso.
—Ya te digo mi arma. Por cierto, hoy has visto, ¿qué hay muchos
hombres buenorros para ti?
—¡¡Cipote, si allí hay uno que está de rechupete!! — se me salen los ojos
de órbitas.

“Ya sé que en Barcelona me espera Tiago. Hasta ahora que yo sepa mirar
todavía no es pecado” me carcajeo.

—Srta. aquí tiene sus bebidas.


—Gracias, chico.
—Mamá habrá que darles más propina a estos chicos son muy
serviciales. — comentó a mamá
—Mi niña mira, allí está el de la tableta de chocolate uno y dos. Dime,
¿Por qué mi querida hija no se acerca a ninguno de estos machotes y disfruta
de una noche loca con ellos?
—¡Mamá! — aclaro en tono sermón—. ¿Recuerdas que te comenté que
estoy enamorada?
—Sí y que también cortaste con él antes de iniciar este viaje, porque no
querías ningún compromiso. Además, ese bonico también puede estar con
otras.
—Lo sé mamá. Pero prometió que me va a esperar.
—¿Y vas a dejar que tu chomino tenga telarañas hasta que lo veas?
—Pienso que sí, mamá — pongo los ojos en blanco.
—Menudo estropicio, si yo fuera tú, este descanso —Hace comillas con
los dedos — lo estaría disfrutando de lo lindo
Esa palabra, descanso me recuerda a la serie de FRIENDS, cuando
Rachel le pide a Ros un descanso y aquella noche se lía con la de la
fotocopiadora y ese acto hace que su relación ya no se puede recuperar
durante muchas temporadas. Por lo que prefiero no provocar nada que luego
me pueda arrepentir.
—Mamuchi, tengo sueño, voy a echarme una siestecita, que tengo
modorra.
—Buenas noches miarma
—Hasta de aquí un rato, mami
Me duermo un buen rato, cuando despierto nos fuimos a la habitación a
duchar. Para la cena.
Es el último día del año, queríamos hacer algo diferente a estar tumbadas
en una hamaca en la piscina o en la toalla en la playa.
Aquel último día, decidimos ir a navegar por el Mar Rojo.
Aprovechamos y nos compramos unos paraguas la mar de bonitos para
taparnos un poco del sol. Fuimos paseando hasta el punto de encuentro para
salir a la excursión contratada.
Hasta que Lola nos interrumpe el paseo.
—¡Ey Cayetana! ¿Dónde iréis hoy? — pregunta Lola, otra turista del
hotel
—Me iba de excursión con mi hija, vamos a navegar por el mar rojo, con
mi hija Paula, ¿la recuerdas?
—Hola. — saludo
—Hola. ¿Mañana podríamos hacer algo juntas?
—Lo siento, Paula y yo hemos venido a este viaje juntas. Así que no
podrá ser.
—¡Oh que bonito! Ojalá alguno de mis hijos quisiera hacer algo así
conmigo.
Navegar, navegamos, sí, pero también nos mareamos de tanto movimiento
de barco. Lo divertido fue poder nadar y hacer snorkel en la zona de alta
mar, donde nos permitieron nadar y disfrutar de las aguas cristalinas del Mar
Rojo.. Eso si mamá no se atrevió a meterse, le dio miedo a que viniera un
tiburón y la comiera.
Ella desde el barco me hizo fotos en el mar, que una vez subimos las fui
subiendo a Instagram.
Aquella noche lo pasé en grande disfrutando de mi madre. Tomamos las
uvas juntas, lo malo es que me atragante con la uva diez. Pero igualmente las
doce uvas me las meto en la boca, parecía un pez globo, a lo que mi madre
aprovecha para hacer una foto.
Los siguientes días hasta el día seis de enero lo pasamos entre playa y
piscina, de relax. Porque en cuanto volviera a Barcelona, tengo que coger el
toro por los cuernos. Sé lo que tengo que hacer para avanzar he de
explicarles a mis amigas todo, y cuando digo todo quiere decir todo. No
puedo aguantarlo más. Si me dan de lado, eso quiere decir que nunca han
sido mis amigas.
Cuando lo haya explicado, solo entonces podré ir a hablar con Tiago,
mientras no lo haga no podré avanzar en mi vida.
Capítulo 50
Desvelando verdades.
Paula
El último penúltimo en Hurghada recibí un mensaje de las D1v1nas, era
Dianne quiere una reunión para demonizarla e infundirla valor para por fin
tener el merengue de su bonico de Eros.
Carol comenta que aún no ha sido capaz de ir a visitar a Bryan y
explicarle todo el pastel.
Y yo también necesito explicar algo. Es mi último propósito antes de ir a
ver a Tiago. Necesito sacarme la última losa que tengo en mis hombros.
Cuando nos encontramos, todas estuvimos de acuerdo que queríamos
tomar un poco de sol, por esta razón buscamos el lugar idóneo. Nos
acoplamos en un foulard que trajo Dianne en la zona verde, entre la zona de
la cascada y el lago.
Así que en nuestro aquelarre hicimos un círculo, nos dimos la mano y
cerramos los ojos. Comenzamos a pronunciar al salmo
Al acabar el salmo, nos quedamos calladas. Implorando que el canto
llegará a las altas esferas. Estuvimos así cinco minutos rogando a Iaveh, que
nos escuchará.
Las tres notamos un escalofrío por nuestra columna, dejándonos la piel de
gallina. Eso quería decir que Iaveh nos había escuchado.
—Creo que Iaveh ha escuchado nuestra súplica—. exclama Dianne.
—Yo opino igual. Algo nos ha escuchado, he notado algo, me ha hecho
poner la piel de gallina—. profiera.
—¡Ay, virgencita! —exclamo—. Será verdad que nos habrán escuchado.
—Bueno Dianne, ¿por qué nos hemos reunido aquí? —cuestiona Carol
—Pues es simple aquí tenemos, varias fuerzas ancestrales, tenemos el
agua, tenemos la vida de los árboles. Y una nueva vida que se está formando
en el interior de Carol. Pensé que a lo mejor si lo hacíamos aquí
obtendríamos respuesta. Y como habéis dicho habéis notado algo, espero
que ayude con nuestros propósitos. — explica.
—Chicas mirad, quiero poder tener sexo con Eros, pero cuando estoy a
punto me acojono. El día de noche buena le hice una paja, pero luego me
bloqueé y no puede continuar. Tías ¿Qué me pasa?
—Dianne no pienses—. Expresa Carol—. Tía déjate llevar. Vive el
momento con tu griego que él está cañón y encima se le ve enamorado de ti.
Yo soy él, Dianne y te juro que no tengo tanta paciencia. Pero Eros ha sabido
esperar, cuando llegue el momento creo que vuestro encuentro sexual será
apoteósico.
—Miarma, piensa que la sagrada familia, no se construyó en dos días...
— sentencio.
—Chicas, yo no soy capaz de ir a ver a Bryan —comenta Carol—, y
contarle todo el pastel. Tengo pavor de pedirle otra oportunidad y que me
rechace a mí y al bebé. El fruto del amor que tuvimos—. Explica
lloriqueando
—Tía, yo pienso que Bryan, estaba enamorado de ti, el día del Karaoke,
en cuanto te vea no te va a dejar escapar. Y si te deja es un GILIPOLLAS de
cuidado. —explica Dianne.
—Ya te digo, niña…—. exclamo Paula.
Entonces observo como Carol coge su móvil y compra un billete de ida a
Londres
—Chicas, gracias por infundirme el valor para comprar los billetes. —
agradece Carol—. A ver Paula, ¿a ti que te pasa?
—Yo…—se le entrecorta la voz—. Tengo un problema con los hombres,
no soy capaz de mantener una relación con ellos. Además, os confieso que
nunca he conseguido llegar al orgasmo con ningún exceptuando Tiago. —
Estoy nerviosa por desvelar una parte de mí que nadie sabe—. No sé por
qué no consigo confiar en los hombres. —explico—. Y cuando una relación
me intimida corto por lo sano.
—Tía tendrías que hablar con el chico en cuestión, hablar con él sobre lo
que te pasa y afrontarlo juntos.
—Si, a Tiago lo conocí en un avión de camino a Brasil, aunque también
se trata del jefe de la otra empresa. Me gusta de verdad, pero no soy capaz
de dejarme llevar— confieso. —Le confesé que me cuesta confiar en los
hombres y que mis relaciones no duran más de dos meses y no huyo se quedó
conmigo. Pero ahora, hemos discutido por un tema de la empresa.
—Habéis pensado en terapia de pareja, si le gustas tanto, será capaz de ir
a terapia por ti.
—Sería una opción para que el terapeuta me ayude con mis miedos y los
afronte.
—Exacto— exclamo.
Entonces comenzamos a comer las cosas que trajimos y hablamos de
nuestras cosas banales. Cuando al cabo de un rato les pido:
—Chicas, ¿me podéis acompañar a un sitio antes de separarnos hoy? —
pregunto nerviosa, pero necesito ir
—¿Dónde quieres que vayamos? —interroga Carol.
—Chicas, podéis confiar en mí, es algo que necesito hacer, ¿podéis
simplemente acompañarme y escuchar? — ruego
—Paula, ¿estás bien? —pregunta Dianne preocupada.
—Miarma, mejor que bien, pero necesito hacerlo, debería haberlo
hecho hace tanto. — confieso.
Antes de quedar con las chicas entré en la página web Psicoveritas
donde hay un grupo de apoyo para situaciones como la mía. He reservado
cita para las diecisiete horas.
Las vi asombradas por entrar a un centro de abusos sexuales, pero no
dijeron nada. Las comenté que se quedaran a un lado del círculo y que
escucharan por favor.
Cuando llevo un rato escuchando las historias de otras personas, el
mediador me hizo una señal indicándome que es mi turno, por lo que
comencé a explicar mi historia:
Mi nombre es Paula, y fui violada cuando tenía 9 años.
Todo comenzó, después que hiciera la comunión, a finales del mes de mayo.
Yo era una niña feliz hasta aquel día que mi madre llego tarde del trabajo y
mi padrastro abuso de mí sexualmente.
¿Cómo empezó todo? ¿Cómo fue el inicio de aquella pesadilla? ¿Y cómo
mi madre no se enteró de nada?
Pues simplemente comenzó una tarde que mi madre llegó más tarde de
trabajar en su tienda de novias. ¿Qué le habría pasado por la cabeza? Yo era
la hija de su pareja, en mi cabeza no concibo porque abusó de mí, porque yo
era una niña adorable.
Yo estaba en mi habitación tranquilamente haciendo deberes del colegio,
hasta que irrumpió en mi habitación Paco, así es como se llamaba la pareja
de mi madre.
—Hola, preciosa.
—Hola Paco. ¿Qué necesitas?
—Tu madre, acaba de llamar comenta que acaba de entrar una clienta a la
tienda a última hora y que se queda un rato más para atenderla.
No sé cómo pasó que estaba tan cerca de mí, oliendo mi pelo. De pronto,
ya me encontraba echada encima de mi cama boca abajo, sin mis pantalones
de pijama ni mis braguitas y él encima de mí. No podía escapar.
—Paco, ¿Qué estás haciendo? —le cuestiono.
—Tranquila solo vamos a jugar a mamás y a papás. — me soltó el muy
desgraciado, exclamo sollozando.
En una milésima de segundo, el gesto de su cara se había transformado.
Siempre había sido amable conmigo, y en aquel instante se convirtió en una
persona que nunca había visto. Sentí un miedo atroz. Su mirada y su gesto
estaba denotando que estaba pensando en hacerme algo malo, pero me
tranquilice porque era el novio de mi madre. No quería estar en esa situación
con Paco. Así que intento moverme, pero no me deja.
—Paco, déjame ir…—le pido sollozando,
—Eres una niña buena y te vas a estar quieta. —comentó retintín
Comencé a decirle que me soltara. Cuando ya no tenía nada de mi ropa y me
empujó a la cama con agresividad haciéndome daño entre mis piernas.
Aguante la fuerza excesiva que hacía para movería y él se introdujo aún más
hondo
—Si te relajas te dolerá menos y te gustará— comentó el muy desgraciado.
Estas palabras me producen terror, además del dolor que estaba sintiendo
en mi interior.
—Por favor, para, —rogué. — no aguanto este dolor. —intente resistir, pero
él era más fuerte.
No contestó. Solo le oía gemir. Y yo solamente gritaba de dolor, solo
espera que esta situación acabará. Cuando terminó todo, se vistió.
—De esto no digas ni una palabra a tu madre u os mataré a ambas. —
Entonces decidí por el bien de mi madre y mío guardar silencio. —y se
marchó de mi habitación
Al salir Paco por la puerta de mi habitación, sentí miedo por lo que me
acababa de suceder y un gran alivio por haberme liberado. Yo seguía
temblando, por el miedo había sufrido, no podía parar de llorar.
Fueron unos años terribles, todas las noches que mamá llegaba tarde Paco
irrumpía en mi dormitorio y abusaba de mí. Le pedía que parraa, nunca lo
hizo. Por mi cara siempre caían un mar de lágrimas, cuando Paco marchaba.
Nunca comprenderé porque nunca mi madre llegaba y lo pillaba en esta
situación.
Mis profesores comenzaron a ver que me aislaba en las clases. Yo era
una alumna aplicada y atenta, entregaba mis deberes cuando tocaba. Desde
que Paco comenzó a abusar de mí, no tenía energía para llevar a cabo mis
tareas, las clases que impartía los profesores ya casi nunca prestaba
atención, y mis calificaciones bajaron de sacar notables o excelentes a
suficientes.
Así pasaron los años y cumplí trece, no me había bajado todavía mi
período. Pero la primera vez que vino, me asusté mucho y se lo conté a
mamá. Era muy pero muy doloroso. Por lo que mi madre me acabó llevando
de urgencias al hospital. Los médicos me examinaron y dictaminaron que
había sufrido un aborto. Mi madre estaba sorprendida por la situación,
porque hasta donde ella sabía yo era virgen. A lo que los doctores la
contestaron:
—Su hija posee traumatismo vaginal y anal. Por lo que nos vemos en la
tesitura de avisar a los servicios sociales del menor. Ya que la Ley de
Protección de la Niñez y Adolescencia recoge como una garantía procesal el
evitar que las niñas, niños y adolescentes sean revictimizados.
Observaba como mamá estaba nerviosa por la situación, porque ella no
tenía en conocimiento que hubieran abusado de mí. Estaba asustada, porque
en este proceso podían intentar quitarle la custodia. La veía enojada,
frustrada y a la vez temerosa por lo que pudiera pasar... No entendía como
yo había sido víctima de una violación si yo iba de casa al instituto y del
instituto a la casa.
Entonces, me dejaron en una habitación con una psicóloga, tenía miedo de
que nos pasar algo a mamá y a mi si explicaba quien fue mi agresor. Así que
la psicóloga me dijo:
—Querida Paula, has de denunciar a tu agresor, ya estás con nosotros y
procuraremos que esta persona no se vuelva a acercar a ti. Tu caso está
siendo trasladado a la fiscalía de boca del Monte Sevilla. Y si todo esto
pasa te van a separar de tu madre.
En consecuencia, de sus palabras no me quedaba de otra que cantar, no
quería separarme de mi madre. Por lo que lo conté todo. Explique que mi
agresor fue Paco, mi madre estaba horrorizada por todo lo que estaba
contando, no se esperaba que el bueno de Paco, cuando ella no estaba me
hiciera todas esas calamidades.
A Paco lo mandaron a la cárcel por violación entre cinco y diez años de
cárcel, dependiendo de la buena conducta.
Mama y yo tuvimos que trasladarnos a Barcelona porque mis fantasmas
continuaban en esa casa, ya que intenté suicidarme.
Una vez comencé el instituto en Barcelona conocí a dos fantásticas
amigas que fueron un bálsamo para mí. Ellas consiguieron curar una parte de
mí que pensé que no volviera a recuperar, pero hasta hoy ellas nunca han
sabido lo que me sucedió durante mi niñez.
Me giro a mirarlas y las veo llorando por todo lo que estoy explicando.
—De hecho, hoy es la primera vez, que he contado toda la situación con
pelos y señales, ha habido dos personas que conté que sufrí abusos, pero
nunca supieron cómo pasó porque había provocado a Paco, ellos, siempre
que pensaba en hablarlo cuando era pequeña tenía ataques de pánico, porque
en mi cabeza volvía a revivir todo. Por lo que decidí no hablar nunca del
tema. Toda la situación la dejé relegada. Pero hace unos meses comprendí
que no debería hacer eso, porque tenía que reconciliarme conmigo misma
para poder ser completamente feliz. Además, que desde mis trece años solo
me dedique a sobrevivir día a día. Decidí que tenía que vivir, por ello me fui
de viaje a vivir. Intentar superar todos mis miedos. Porque no quería morir,
sin haber aprovechado mi vida. No quería pensar que la semana que viene
fuera a morir y hubiera desaprovechado la vida. Por eso hice un retiro come,
vive, ama. Ahora me falta la última parte. Ya he comido, comidas exquisitas,
he vivido cosas que no pensé vivir y ahora me falta la última parte. Sé que
mi futuro es incierto, pero no quiero seguir malgastando instantes, para
sentirme satisfecha conmigo misma.
Entonces me sorprendí con la gente que hay a mi alrededor que está
aplaudiendo por lo que estoy mencionando.
—Paula, ¡estamos muy orgullosos!, que tú hayas conseguido todo esto
sola y que hayas venido a compartirlo con nosotros hoy. — comenta el
mediador de la reunión.
Al acabar la reunión, me acerqué a mis chicas, y lo único que hicieron fue
abrazarme. Yo necesito ese abrazo tanto como ellas. Estuvimos fundidas en
ese abrazo una vida.
—¿Por qué no nos lo explicaste? — pregunto Dianne
—Siempre tuve miedo de que me dierais de lado. En el pueblo donde
vivía todo el mundo me señaló como la culpable, porque había provocado a
Paco, ellos no conocían la verdad.
—Tía, ¿tú eres tonta? — reprocha Carol—. ¿Cómo vamos a darte de
lado? Somos tus mejores amigas.
—Ya, pero siempre he vivido con ese miedo hasta hoy. Necesitaba sacar
esa espinita en mi corazón.
—Aunque sea tarde, ¡Paula estamos muy orgullosas de ti! — expresa
Dianne con orgullo en sus ojos.
Entonces no pude estar más contenta de haber elegido a mis chicas como
mis mejores amigas. No pude dejar de llorar, pero de felicidad por tenerlas
a mi lado.
Dianne comentó que se tiene que machar que tiene una cita con su griego
y si no se va ya llegará tarde.
Me quede un rato más con Carol. Ella tiene pendiente pasar por su
oficina y quiere presentar la carta de dimisión. La acompañe.
Estoy prolongando el ir al encuentro de Tiago. Me da pavor que me diga
que después de estos meses que encontró a otra.
Acompaño a Carol hasta su casa, y me dice que suba a tomarnos algo,
ella algo sin alcohol y yo lo quería.
Una vez dentro de su casa, comenzamos a hacer el burro, haciéndonos
selfis yo antes no era la que comienza a hacerlo. Pero hoy se me antojo. Y lo
subí a Instagram. Diciendo:

«Hoy ha sido un día muy entretenido con mis chicas en la ciudadela,


luego he conseguido por primera vez abrir mi corazón a la gente y explicar
mi mierda. Y ahora divirtiendo con una de mis mejores amiga»

Ahora ya no estoy dentro de la rueda de hámster que dice Olga en su


libro. Estoy viviendo mi vida tal y como quiero.
Además, como dijo he de dejar de tener miedo y encararlo. Así que me
vienen una frase a la cabeza del rey león.

«Me rio en la cara del peligro jajaja»

Carol y yo seguimos riendo y haciendo el burro, yo no quise tomar nada


con alcohol por ella. Por lo que ambas tomamos zumos de naranja.
En ese momento, recibí la primera llamada de Tiago, estamos Carol y yo
juntas, y en este momento me apetece darle toda mi atención a ella. Ya
hablaremos mañana.
Cuando paso un rato, la observe un poco cansada, por este motivo la deje
tranquila que se fuera a la cama, que mañana tiene un viaje importante.
Espero que todo salga bien para Carol y Bryan la de otra oportunidad.
Mientras, caminé en dirección a casa, llamé a João, para comentar que
esa noche, cenaremos juntos, y que hablaremos de comenzar ya con toda la
empresa y que ya no ha de estar solo.
Recorrido el trayecto al hogar, pensando ¿Cómo me llegue a acostumbrar
a todo este ruido? Pues sencillamente me acabe acostumbrado.
—Hola João, ya estoy en casa.
—¿Te lo pasaste bien con tus amigas? — pregunta
—Mucho, esta mañana lo he pasado en grande, no te creerás lo que
hemos hecho, ya lo hacíamos cuándo éramos jóvenes, pero hoy leímos un
salmo a Iaveb, nada es una chorrada que encontramos por internet, para
infundirnos valor a lo que tenemos que hacer cada una. Dianne, porque
quiere por fin tener sexo con el griego, Carol porque ha de viajar a Londres
a explicarle la bomba. Espera que no te lo he contado todo, ¿sabes que Carol
está embarazada del chico del Karaoke? Y yo que necesitaba infundirme
valor para explicarles a ellas lo mío.
—¿Lo hiciste? — interroga.
—Técnicamente no. Pero anoche estuve mirando una asociación contra
abusos y me apunté a una reunión de esas y pedí que me acompañaran y que
no preguntaran nada. Y allí delante de desconocidos y mis dos amigas,
explique todo.
—¡Estoy muy orgulloso de ti! — exclama
—Y yo también, no pensé que sería capaz de explicarlo sin ponerme
nerviosa. Pero lo hice. El viaje me sentó muy bien.
—Bueno, veo que estás mejorando adecuadamente. ¿Has hablado con
Tiago? —cuestiona
—No, —niego—, no podía hablar con él, tenía la imperiosa necesidad,
antes de reencontrarme con él, incluso de hablar con él, explicar mi mierda a
mis amigas, y estar relajada. Ahora después de cenar lo llamaré para quedar
con él mañana.
—Esa es mi chica. —afirma—. ¿Qué harás?
—El primero en saber está decisión será él. Así que nunca lo sabrás,
hasta mañana. — me rio
—Vale te lo acepto, no es asunto mío y no voy a fisgonear. ¿Sabes que te
querré igual tanto si vuelves con él o no verdad? —pregunta—. Voy a hacer
la cena. — manifiesta.
La sinceridad de João hizo que comenzaran a brotar mis lágrimas. Yo le
he cogido mucho cariño, fue el único que me ha apoyado en los malos
momentos, y quien me ayudo a salir del pollo en que me metió Mercedes,
solo de pensar en ella me dan escalofríos.
—Lo sé. —sonreí con pesar—. Te prometo que serás el primero en
saberlo cuando él sepa. — vi cómo me devolvió una sonrisa.
Me quedo mirando la tele, hasta que me interrumpieron mi descanso, el
timbre de mi casa. Fui a abrir, a ver quién era, cuál fue mi sorpresa se trata
de Tiago.
—¿Ah hola? — saludo
Capítulo 51
El reencuentro.

Tiago
Tengo en conocimiento por João que Paula está en Barcelona desde ayer,
hoy está ahora con sus amigas, de hecho, subió en Instagram una foto al
respecto.
Desde que se marchó, solo existen momentos en el día que siento
felicidad, cuando entro en Instagram y la veo. Sé que tengo que dejarla
espacio y aguardar que ella a lo largo de hoy se ponga en contacto conmigo.
Estuve esperando a que llamará o se comunicará de alguna manera. Saber
que se encuentra tan cerca de mí, y que ella no se haya puesto en contacto, es
horrible, este silencio hacia mi persona me mata.
No lo hizo en todo el día, volví a ver que, hacia las seis de la tarde,
continúa con una de sus amigas, Carol.
Siento miedo, abandono. Decidí ir a verla para poner fin a esta
incertidumbre. Estoy abrumado por todo este sentimiento. Si realmente no
quiere nada conmigo, poder pasar página.
Estoy en casa de mamá. Por alguna razón, no quiero olvidarla. Sé que en
el pasado la he cagado y bien cagada. Pensé que ella siente lo mismo. Pero
no fue así.
La llamé en varias ocasiones durante el día, pero no me cogió el teléfono.

«¡Maldita sea! Haz el favor de coger el teléfono


Son casi las siete de la tarde, cuando me encamino a la papelería de
debajo de casa, compro siete cartulinas y un rotulador negro, para escribir
unas notas.
Cuando estoy preparado me dirigí a la casa de Paula, sé por João que
ella ya se encuentra en su hogar por lo que fui, a decirle lo que pienso.
Un vecino entra por el portal, y yo entré detrás. Estoy delante de su
puerta, nervioso por volver a verla. Respire e inspire para relajarme, y
piqué.
Cuando abro la puerta la sorprendí, no se lo espera que este delante de su
puerta
—¿Ah hola? — saluda.
Le hago un gesto de que no hable y le señalo las cartulinas, saco el móvil
y pongo música romántica.
Cuando le dejo leer cada una de las cartulinas. Nos quedamos mirando El
uno al otro, pero ninguno se mueve, ni dice nada. Por lo que no queda otra
que marcharme, ella no ha hecho nada, ni el más mínimo movimiento.
Sigue sin hablar, parece que me esté castigando por haberme marchado y
dejarla atrás. El corazón me duele, por tenerla tan cerca y a la vez tan lejos.
Parece imposible poder soportar tal dolor, no obstante. No ha dicho nada
por lo que me giro y me marcho en dirección hacia las escaleras.
Entonces, Paula vino hacia mí, me sujeto la mano con la suya, para que
parara. El roce me quema, mi corazón vuelve a latir con más ansiedad por
este leve contacto.
Ella da un paso más hacia mí, la observo como ladea su cabeza y se
acopla sobre mi boca. Introdujo la lengua y empezaron a danzar juntas.
Gemimos por el placer de volver a tener ese contacto. Lo que están haciendo
nuestras lenguas es como si estuvieran haciéndose el amor, con toda la
pasión.
Solo con ese contacto me siento eufórico, como si hubiera estado
bebiendo varias copas.
Se separa de mí. La observo y la veo respirar temblorosa. La deseo, pero sé
que necesitamos conversar.
—Tiago… —menciona.
Entonces la abrazo
—No sabes— suspiro y con ganas de llorar— cuanto te he echado de
menos estos meses.
A pesar de estar conversando, la mano que me sujeto al principio, no nos
soltamos, ni me dejo de acariciar.
—¿Quieres que hablemos en este momento? — la veo asentir.
Suelta mi mano y va en dirección a dentro de su casa, no me ha invitado a
entrar por lo que me quedo esperando.
Sale de nuevo, no sé porque extraña razón a entrado.
—Tenemos quince minutos. — expresa Paula
—¿Y por qué tan solo quince minutos? — pregunto incrédulo de mí
—Simplemente porque es lo que tarda João en hacer la cena. —expresa
divertida.
Nos sentamos el uno frente al otro en las escaleras de su edificio. No sé
por dónde empezar a hablar.
—¡Que sepas que todavía sigo resentida contigo! — menciona.
—Lo sé y lo siento.
—Sin embargo, no puedo hacer nada por remediarlo porque estoy
completamente enamorada de ti.
Permanecimos sentados, me acerque a ella y le pase un brazo por sus
hombros. Me permitió que se lo pusiera y ella se acomodó sobre mi cuello.
Al acurrucarse oí un suave gemido.
—Si sientes esto por mí, porque no viniste a verme.
—Porque tenía una imperiosa necesidad de estar con mis amigas y sobre
todo explicarles lo que me sucedió cuando yo era pequeña— manifestó sin
miedo.
—¿Lo hiciste?
—¡Si! Si era el último propósito de mi lista. Que puedo hacer sola. Ellas
son mis mejores amigas y tienen que conocer esa parte de mí. —expresa—.
Además, cuando picaste estaba con el móvil en la mano, a punto de enviar un
WhatsApp para quedar mañana.
—¿Y cómo quieres que lo hagamos? —pregunto.
—Esta noche de momento está bien, que hayas venido y que estemos
hablando. Es un buen primer paso.
—Pues entonces continuemos dando pasos juntos.
—De acuerdo, tú lo has querido, si quieres que esto funcione, creo que
deberíamos hacer terapia de pareja. — iba a protestar por lo que está
diciendo—. No es por ti, sino por mí. Recuerda que soy una mujer
complicada, estoy asumiendo las cosas que pasaron en mi niñez, ni siquiera
puedo decir que esté completamente superado.
Resulta extraño, que esté hablando sobre este tema y que ella este tan
tranquila, parece que ese viaje que ella hizo y que pública en sus redes come
y vive le sirvió de algo. Para mí en este momento no solo quiero tener una
relación, quiero una reconciliación en toda regla y dos veces. Quiero que
compartamos piso, empezar una vida junto a ella. Para lograr eso he de
acatar sus normas.
—Eres sorprendente. La última vez que mencionaste algo de lo que te
sucedió te dio un ataque de pánico y ahora estás tan tranquila. Fascinante.
—¿Vendrás conmigo a una terapia de pareja? — interroga
—Lo que necesites menina. — acepte con ganas de poder seguir
disfrutando de estar a su lado—. ¿Mañana te gustaría venir a comer
conmigo?
—Sí. — afirma—. ¿Podríamos quedar también un día de estos con
Dianne y Eros? Con Carol no, porque espero que mañana tenga suerte. Y
Bryan le dé una segunda oportunidad, ya que ahora es un Kínder bueno.
Ahora lleva sorpresa
—Explícate, por favor— pido
—Carol, está embarazada, por eso me quedé más tiempo con ella porque
no se encontraba bien, para irse sola a presentar la carta de dimisión a su
empresa. Quiere recuperar a Bryan, a toda costa.
Permanecimos allí sentados y abrazados. Cuando se levantó y dijo:
—Ya han pasado los quince minutos. —informa.
—Pues me iré a casa.
—¿Y eso por qué? —cuestiona.
—Pues es simple, solo me diste quince minutos. — expreso.
—Anda no seas tonto, que João ha echado un poco más a la comida para
que te quedes.
En ese instante, si me hubieran observado, tengo una cara de tonto. No
volveré a perderla, he consiguido una nueva oportunidad para intentarlo de
nuevo.
Capítulo 52
Marcase un Dianne.

Paula

Cenamos los tres juntos, les explico mis hazañas, que he hecho diversas,
cosas, que en el avión no he pasado miedo, mi ayuda es un buen libro que me
ayuda a no prestar atención.
Les enseño, los dos tatuajes, el ave fénix es impresionante sexy dijo
Tiago.
Lo observo desde mi posición, tan alto y fuerte. Ese día viste unos Jeans
y una camiseta. Tal cual va vestido en este momento, si me dijeran que es
uno de los directivos de una empresa de Sao Paolo, ahora mismo no me lo
creería. Es imposible reconocer a un directivo con estas pintas.
A pesar de lo que hemos pasado, Tiago me ha demostrado que por volver
conmigo hará cualquier cosa, incluso acompañarme a terapia de pareja. Lo
cual me produce seguridad.
Al acabar de cenar João se retiró a su habitación y nos dejó solos. Tuve
que hacer acopio a la fuerza de voluntad que tuve durante todo mi viaje, para
no volver a él. No quiero caer en el mismo error de siempre, comprendo el
deseo que hay entre nosotros, por lo que trace una línea divisoria entre Tiago
y yo.
Sé que Tiago está super arrepentido, de dejarme sola. En el ahora veo
amor. Sin embargo, este viaje me ha demostrado que me he de valorar a mí
misma.
—Gracias, Tiago—. Mis dedos acarician sus mejillas, únicamente este
contacto sentí un hormigueo al tocar su piel—. Por venir a buscarme, por
aguantar esta separación, para darme la oportunidad de cumplir mis
propósitos por mis medios.
—Por ti Paula, iría al fin del mundo por estar contigo— esa promesa.
En ese instante, él me envolvió en su cuerpo, donde puede sentir el
perfume que tanto me gusta. Entre sus brazos, pude sentir la sensación de
seguridad.
—¿Te quedas a dormir? —pregunto.
—Sí quieres.
—Tú mismo, dormirás en el sofá
—¿Qué?
Voy a Marcarme un Dianne, durante un corto tiempo.
—Que de momento no vamos a tener sexo, por lo que no podrás entrar en
mi habitación todavía. — lo estoy poniendo a prueba
—Paula, no puedes pedir que mantenga las manos quietas. Estoy
deseando demostrarte cuanto te he echado de menos
—Tiago, por favor te lo estoy pidiendo, porque no quiero comenzar la
casa por el tejado. Vayamos poco a poco.
Admire como la expresión de Tiago se endureció por mis palabras.
—Paula no me hagas esto.
—Tiago, si me quieres y quieres que volvamos, no puedes negarme esto.
— refunfuñe a la vez que mi corazón va a mil por hora.
—Quizás en un principio fuimos demasiado rápido y hemos cometido
errores. Entiendo que me hayas echado de menos. No obstante, creo que
durante un breve período nos convendría.
—¿Breve período? — me aparto de él para poder encararlo.
—Tiago, sé que puede ser duro estar sin sexo este período. Pero así
también me demuestras lo comprometido que estas con la relación.
—No es justo, llevo tanto tiempo esperándote. —protesta
—Yo tampoco. Sin embargo, considero que es una gran idea. Ya sé que
posponerlo es anticuado. Pero no te estoy pidiendo esperar a la noche de
bodas. Tan solo te pido un breve período. Pienso que merece la pena el
esfuerzo.
Lo observé negar con la cabeza, sé que así él puede tener la sensación de
pérdida del control. De esta manera verá cómo me siento yo cuando el
control no está a mi disposición.
—Paula, durante este retiro tuyo, ¿no echaste de menos nuestra
intimidad?
Me estremecí con sus palabras e hizo que sonriera.
—NO. Porque tuve conmigo a mi AP— carcajeé—, Por favor, inténtalo.
Por mí. No te estoy pidiendo esperar a casarnos, sino un breve período.
—Joder, Paula— lo volví a escuchar protestar y separarse de mí.
Por mucho que lo deseará, sé que esto es importante para mí. Como lo
debió ser para Dianne mantener al griego a raya.
—Un par de días sería considerables, pero no estás mencionando un
tiempo exacto sino un breve período.
—Miarma… —comente con una sonrisa en mi cara— ¿ya estás
enfadado? Que bonico que eres— me acerco a él y lo beso en la mejilla.
—Aceptaré porque quiero estar contigo. ¿Y hasta cuándo? —pregunta
—Hasta Sant Valentín. ¿Qué te parece que sea yo tu regalo? Con un lazo
en la cabeza completamente desnuda.
—¿Qué tiene que ver Sant Valentín en esto?
—Pues es muy buena fecha, es el día de los enamorados, si aguantas
hasta esa fecha el premio seré yo en la ciudad del amor, Paris. Por cierto,
ese es otro propósito que quiero sacarme, pero esa ciudad no se puede
visitar sola, y la quiero compartir contigo.
Me paso su mano por mi pelo, lo que consiguió acelerar mi pulso.
—Así, podemos celebrar Sant Valentín y ese momento será apoteósico.
Solamente habrás de esperar treinta y siete días, tampoco es para tanto. —
expreso.
Yo quiero comenzar de cero, como en el juego de la oca, en la casilla de
salida, sé que nuestra relación tiene un rodaje. ¿Cómo cuándo fue tan
gilipollas de no escucharme y si a las evidencias que Mercedes le enseño?
Su gesto se relajó y su mirada se suavizó.
—Quiero que seamos un equipo, seamos uno, no solo en la cama, sino
externamente, quiero lo que tiene Dianne con su bonico de Eros. Pero
tampoco quiero esperar lo que ella ha esperado para mantener relaciones
íntimas con el griego.
—No puedo resistirme a tu petición, yo también quiero eso. —
manifiesta.
—Pues hagámoslo—respondí—. Hoy daremos comienzo a algo nuevo.
—Seré bueno. Dormiré en el sofá, y así podré verte al despertar, a pesar
de que me prives de admirarte desde la cama.
Una vez en mi habitación, sola. Mi cabeza comenzó a pensar, y sé que me
conozco bien, en ese momento supone que algo nuevo en mi comienza a
aparecer. Una nueva Paula. Note que después de tanto tiempo, hay fuego en
mi interior.
Capítulo 53
La llamada sorpresa de Eros

Paula
Pasaron tres semanas, Tiago y yo quedamos, damos paseos, me invita a
comer o cenar.
Ese día hemos quedado para desayunar juntos churros con chocolate, él
trae los churros y yo pongo el chocolate. Esperar todo este tiempo que he
impuesto yo se me está haciendo difícil y más teniendo en cuenta que sobrará
mucho chocolate.
Cuando Tiago ha llegado, comenzamos a desayunar. De pronto suena el
móvil, que raro, me está llamando Eros. Cogí la videollamada preocupante
él nos explica a Carol y a mí que han tenido una fuerte pelea y que le
ayudáramos. El griego nos hizo viajar a Las Vegas.
Tuve que separarme de Tiago, al menos pasaran días para poder aguantar
este tiempo de celibato que le propuse.
Una vez allí, nos citó en una calle de la ciudad. Cuando los vimos, Carol
y yo estamos muy cabreadas, porque se fueran a casar y nadie nos avise.

«¿Tú crees que tenemos que venir de esta guisa? Lo suyo es avisar para
que vengamos bonicas. Que nos dejaran hacerle una fiestuqui a Dianne, esto
es fugarse. Bueno se lo paso porque el bonico de Eros nos avisó.»

Dianne nos explica lo sucedido desde el momento que nos despedimos,


aquel día siete de enero. Y los acompañamos a casarse. Todo es surrealista,
les casa Elvis.
Al finalizar la boda, Eros descubre que solo están casados en el estado
de Nevada, por lo que voy bien van al consulado a legalizar el matrimonio y
eso es tremendamente lento o se vuelven a casar en España. Dianne comentó
que entonces volverían a casarse de nuevo una vez volvieran.
Carol y yo pasamos una semana con ellos, pero Carol tiene mucha prisa
por volver, al igual que yo quiero regresar con Tiago. Sobre todo, porque se
está acercando la fecha de Sant Valentín, y si no estoy junto a él en esa fecha
creo que Tiago me matara, pero a polvos cuando me vea.
Así que dejamos a la parejita recién casada unos días solos en Las Vegas,
para que sigan consumando a gustito.
Cuando llegué al aeropuerto de Barcelona, Tiago me está esperando para
volver juntos a mi casa.
Cogemos el tren de cercanías para bajarnos en la parada del Clot y
cambiar al metro para una parada, si no fuera porque estoy agotada del viaje
lo haría caminando.
Una vez llegamos a mi portal
—Subiré un ratito para estar contigo— contesto Tiago, mientras me
acaricia mi culo con su mano.
Con tan solo esa simple caricia, yo comencé a notar el descontrol y tuve
que hacer un esfuerzo sobrehumano para no abalanzarme sobre él. Esta
situación no hacía más que ponerme difícil aguantar hasta Sant Valentín.
—Lo siento miarma, pero hoy mejor que nos despidamos aquí. —repuse.
—Paulita…
—A ver en este momento no tengo esa fuerza de voluntad, si subes no
podré esperar— confesé, todo él, cada día es más difícil no tirarme a sus
brazos. Es algo que comenzó así en Sao Paolo y que ahora no hay forma de
cambiar—. Sinceramente, tú y yo, solos en mi casa, creo que no es buena
idea.
Lo observo sonreír ladinamente, por mis palabras.
—Solo te digo, —acercándome más a él hasta pegar completamente—,
que estoy contando los días hasta que llegue Sant Valentín. Y que sepas que
esta semana en Las Vegas te he echado de menos
—Porque quisiste, porque te comenté que te acompañaba.
Note que la conexión física con Tiago era tan fundamental para mí como
para parte emocional, por ello estoy haciendo que pasemos por este mini
infierno. Porque lo único que me apetece es sepultarme entre sus musculosos
brazos.
—Miarma, te parece, bien que mañana miremos de contratar el viaje a
Paris y estemos cuatro días en la ciudad del amor... —hago un silencio y con
una mirada libidinosa suelto—. Aunque no se si te dejaré salir de la
habitación.
Una sonrisa apareció en Tiago y su mirada se volvió ansiosa.
—Anda tira, que como estés más tiempo aquí, no vas a conseguir
separarte esta noche de mí. — afirma. — mañana vengo a desayunar.
La felicidad me invade y sale por cada poro de mi piel. Inmediatamente
después de poner la llave en la cerradura de mi casa, abro la puerta, me
sorprendió el olor peculiar de la cocina, huele a pastel recién cocinado y a
algo que no sé distinguir.
En ese momento, sé que me encuentro en mi hogar, no obstante, me falta
algo, realmente el hogar no son cuatro paredes si no donde se encuentra
nuestra felicidad.
Mi felicidad se está yendo para casa. En aquel momento, tuve la
impresiona necesidad de pedirle a Tiago que viniera a vivir conmigo y así
compartir los días juntos.
João mientras estuve en Las Vegas me comentó la posibilidad de asentar
la empresa en su tierra natal, no tuve objeción, la única era Recuerdo, que
me sabe que lo tengan que dormir para las horas de vuelo. Aun así, sé que el
cambio me hará muy feliz.
—¡Miarma, ya estoy en casa! — grité al entrar en casa, como Pedro
Picapiedra.
—Ey hola, vente al sofá justo acabo de comenzar una peli. ¿No te iba a
buscar Tiago? —pregunta
—Si y me acompaño hasta casa, per… —me interrumpió
—¿El royo ese vuestro hasta Sant Valentín? — yo asiento—. Joder
menina, deberías dejaros ya de cuentos, estáis casi llegando a la fecha, iros a
la cama de una vez. Que ahora mismo, los ojos que tienes son de: uy si lo
pillará.
—Pues es simplemente por eso. Porque quiero esperar a ese día.
Aquel día comimos juntos. Ha preparado unos macarrones tremendos y
un bizcochito para darme la bienvenida.
Pasar unos días y Dianne me llamo para darnos la buena nueva que se van
a casar el día diecinueve de febrero, y que quería el día dieciocho para
nosotras tres juntas como despedida de soltera.
Ese día fuimos a ver una peli al cine, mientras está en la taquilla me
aferre a esa visión que tengo. En este momento soy feliz, y ser feliz es
esencial para mí.
Se gira a mira, mientras espera que le den las entradas para entrar al cine.
—¿No me estarás mirando mi culo?
—Mmmmm — hago un silencio mientras, pongo cara de niña buena—
pues ahora que lo comentas. — comienzo a reír.
—¿Sabes que desde que volviste de tu viaje estás mucho más traviesa
que antes? ¿Y sabes que tengo una cura para lo que necesitas?
Nos salimos de la cola mientras él me suelta todo eso.
Me acerco a él y arrejunto todo mi cuerpo al suyo.
—Y dime, ¿Qué es lo que crees que necesito? —pregunto con una
mirada ladina
—¡Necesitas que te dé con mi manguera! —exclama.
—¡Serás pervertido! —expreso
—Mucho me tienes a pan y agua desde que te marchaste de viaje.
—¿No lo dirás en serio?
—¿No estuviste con ninguna mujer durante ese tiempo? —interrogo.
Lo miró fijamente a sus bonitos ojos.
—¡No! — niega.
Al escuchar la respuesta de sus labios, me relajé.
—Pero no significa que en mi cabeza no tuviera sueños tórridos.
—¿Con quién? ¿Alguna modelo?
—Contigo. —confiesa.
—Bésame. — le exigí, allí en un lado de la entrada al cine, nuestros
labios se fundieron con fuerza y el ansia del deseo.
Mientras continúa el beso, entreabrí un ojo y lo miré. Observe en él el
brillo en su mirada.
Cruzamos la entrada del cine, comprar un bol XXL de palomitas y dos
bebidas XXL y sentarnos en nuestros asientos para comenzar a ver la peli en
una pantalla grande.
Estamos esperando que la nueva peli de Star Wars comience. En la
butaca que estamos podemos subir el reposabrazos para estar abrazados y
comiendo palomitas.
Tiago está estando cómodamente con las piernas separadas. Yo en
cambio estoy lo más arrimadita a él que puedo, acurrucada en él, con la
cabeza sobre su hombro.
Una vez empieza la peli comenzamos a engullir palomitas.
Disfrutamos de la peli. Y Tiago me acompaño a casa.
A la mañana siguiente, me levanté y como hablamos iremos a París del
trece al dieciocho de febrero y la vuelta será pronto, porque Dianne pidió
que ese día estuviéramos con ella.
Capítulo 54
París

Tiago
Aquel trece de febrero, nuestro avión despega con destino la ciudad del
amor a las ocho de la mañana, así disfrutamos del día allí, ya que llegamos a
Paris a las diez.
Al llegar al hotel, nos comentaron que la habitación no esta lista, que si
queremos irnos a dar una vuelta nos guardan las maletas.
Por lo que las dejamos con el recepcionista y nos fuimos de paseo. El
hotel lo cogimos en el centro de la ciudad.
Nuestro paseo empezó por la Plaza de Trocado, donde pudimos disfrutar
de las vistas de la torre Eiffel. Paseamos por los jardines de Trocado hasta
llegar a la entrada de la Torre Eiffel, Paula se anticipó y ya en Barcelona
compro las entradas para poder subir y no perder el tiempo en niñerías.
Las vistas desde la Torre Eiffel de Paris son espectaculares. Allí nos
hicimos alguna foto y como hizo en su retiro, la foto la subió a Instagram
“disfrutando de la ciudad del amor”
Al acabar con la torre, seguimos con el paseo al campo de Marte, para
dirigirnos al Arco del Triunfo, donde subimos a las terrazas y vimos otras
excelentes vistas de Paris.
Continuamos callejeando, para conocer Paris bajando por la avenida
Campos Eliseo hasta llegar a la Plaza de la Concordia, donde pudimos ver
“le Petit Palais, el Grand Palais o el bonito Puente Alexandre III”.
También dimos otro agradable paseo hasta el Jardín de las Tullirías,
donde Paula comentó que quería comer en Le Souffle que dicen por internet
que se come extremadamente bien.
Al acabar de comer, continuamos nuestra visita a la ciudad cruzando el
Pont des Ars y el Pont Neuf, para llegar a la bonita Isla de la Cité. Allí
visitamos la vamos a catedral de Notre Dame, Paula está encantada, parece
una niña pequeña viendo todo, ni que nunca haya ido de vacaciones antes de
su retiro.
Pudimos visitar la iglesia de Sainte Chappelle, Paula la observo
disfrutar, y no me ha soltado la mano en ningún momento.
Al atardecer, fuimos al Barrio Latino, allí Paula se metió en la librería de
Shakesperare and Company, no me di cuenta de que le encanta leer hasta ese
momento.
En aquel barrio, Paula quiso que cenáramos en Souriem. Cenamos
tremendamente bien. De hecho, quedo lleno.
Paula comentó que está excesivamente cansada de andar, que otro día
volverán a la Torre Eiffel para verla iluminada.
Cuando llegamos al hotel, todavía estamos a día trece quedan una hora y
media.
—¿Quieres que lo comencemos a celebrar?
—¿Qué?
Se aproximó a mí, y en ese instante ya se puso dura por su cercanía.
La mirada de Paula se oscureció y acarició mi erección a través de mis
Jeans.
—No puedo esperar a que llegue las doce de la noche, te quiero aquí y
ahora. —susurro en mi oreja—. Quería que llegará las doce de la noche,
para que fuera técnicamente Sant Valentín, pero qué más da un par de horas.
Te necesito.
Me quedo embelesado mirándola.
Ella me mira con una mirada libidinosa.
Paula huele maravillosamente. Un olor absolutamente sensual. Froté mi
miembro duro contra ella y sentí su calor a través de mis tejanos. Note, como
se derrite por mí y lo excitada que se encuentra.
La mire a sus bonitos ojos y lo único que vi fue una mirada cargada de
deseo, la escuche respirar agitadamente. Se estremeció de nuestro contacto.
Saber que me desea, a pesar de pedirme que esperáramos hasta Sant Valentín
en un primer momento me cabreo, pero entendí por qué lo hizo.
Sus manos se sujetaron a mi cintura.
—Vamos — susurro en la oreja a la vez que se la lamo.
Note como sus músculos se estremecen. Paula emitió un ronroneo de
placer. La levanté en volandas en dirección a la cama.
La escuché jadear por la expectativa, el corazón a los dos nos va a toda
velocidad. Mis manos avariciosas recorren todo su cuerpo.
Quiero notar la piel con piel con ella, hace tanto tiempo que no la noto.
Me separo de ella para poder sacar toda la ropa que lleva. Yo ya observo
desde mi posición y cada segundo que más se me nubla la mente al verla
desnuda.
Mientras la quite toda la ropa, preste atención a Paula parece que se esté
controlándose. En cuanto la dejé completamente desnuda, se aproximó a mí,
primero que quito la camiseta de manga larga que llevo, y siguió por mis
Jeans y calzoncillos. Me obligo a no tocarla en ese momento, lo estoy
deseando, pero como me saca la ropa fue tan sexy que quise que ella tuviera
el control en ese momento.
Durante estos meses, la he echado tanto de menos, y desde que volvió
añore tanto poderla tener entre mis brazos, que ahora que la tengo enfrente de
mi creo que va a ser una ilusión.
Me percaté que al sacarme los calzoncillos se detuvo frente a mí y me
acaricio mi pectoral con sus tetas. Ese contacto ya me volvió loco.
Un gemido ronco salió de mi garganta. La desesperación por
introducirme en su envergadura cada vez era más salvaje.
—Quiero decir que eres exactamente lo que necesito, tal como eres, y te
quiero mucho.
Puse mi pene justo en su envergadura.
—Tiago—gemí.
Noto como el líquido preseminal sobresalía por el ancho del capullo.
La admiro como se lame los labios humedeciéndolos. Aquella visión de
ella me hace querer ser salvaje con ella. Pero sé que he de controlarme por
ella.
Me separé un instante, para ir a la cartera, coger un condón y rasgar el
envoltorio, para ponérmelo.
Volvió a pegarme a ella, agarré mi erección y acaricié con mi glande toda
su extensión antes de introducirme.
—Soy tuya— expreso—. ¡Hazme sentir!
En ese momento no quiero correr tan solo quiero disfrutar del momento
que está sucediendo. Inclino mi cabeza y beso uno de sus pezones.
—Por favor, Tiago —rogué—. ¡Haz algo, pero ya!
Entonces, desde esa posición me cogió en volandas, me introduje en ella
con fuerzas, las embestidas son profundas y rápidas, moviendo
frenéticamente.
Pude oler la estancia a lujuria que estamos desprendiendo. Noté como
ella se mueve dándome a entender que necesita más, la percibo la exigencia
y como se derrite por mí.
Yo he luchado por volver a estar con ella. Sí que fui engañado por
Mercedes, pero luego quise rectificar a mi error. Sé que Sao Paolo nos
vinculamos el uno a otro. Ella sé que es mía, al igual que yo soy suyo.
Ella quiso, no tener sexo hasta Sant Valentín, a pesar de las ganas que
aquella noche tuve de unirme a ella. Sé que no puedo alejarme de ella, la
quiero.
—No pares, por favor— vuelve a rogar.
Introduje una de mis manos en su pelo.
—¡Fóllame! No te controles por mí.
Esas palabras fueron música para mis oídos, normalmente Paula no
utiliza este tipo de vocablo. Pero eso a mí me puso a cien.
La baje de mis caderas, la di la vuelta, y la lleve a la cama. La hice
ponerse de cuatro patas.
—¿Puedo? —pregunte mientras la acaricio a la espera de una
contestación.
—¡Si por favor! — quiero que sepa que no ha perdido el control a pesar
de estar en este tipo de posturas. Por si acaso.
Me volví a clavar en ella, la sujeto por sus caderas. Ella gritó de placer.
—¿Todo bien? — pregunté, ella me miro y asiente. —me encanta lo
húmeda que estas.
Continúe invadiendo su espacio, taladrándola con mi pene. Acaricie su
clítoris y la note como arqueo la espalda de placer.
Al percibir como se está corriendo, mi orgasmo estalla sobre ella.
Me salí de ella, y retiré el condón. Y volví a la cama junto a Paula.
Todavía seguía con su respiración acelerada.
Nos tumbamos juntos. Se acurruca sobre mi pectoral.
El olor de aquella habitación ahora es delicioso. Huele a pecado a sexo
con Paula.
—¿Sigue todo bien? —pregunté algo nervioso.
—Me has hecho desearte tanto— la miré como sonreí por tal afirmación.
—¿No habré sido demasiado brusco? — volví a formular la pregunta
con otras palabras—. ¿Has sentido miedo?
—¡Mmmmm! ¿Tú crees que he podido sentir miedo? — responde con
una cara picarona.
Se acerca a mis labios y los devora de nuevo.
—¿Quieres que seas sincera? —asiento—. Me ha encantado cuando has
perdido el control. Me ha excitado. — suspire al oír de sus labios la
confesión.
Allí nos quedamos dormidos acaramelados, esperando que el nuevo día
amaneciera.

Al despertar de aquel maravilloso encuentro que tuvimos anoche.


Acaricié su espalda y pasé los labios por su suave cuello. Paula con su
forma de ser, ya se ancló a mi corazón cuando la conocí en aquel avión,
aunque ninguno supiera que posteriormente nos fuéramos a reencontrar en mi
oficina.
Paula se despertó por mis besos.
—¿Todo bien, menina? —murmuro con voz ronca
—Sim, tudo bem— respondió en mi idioma
Levante la cabeza, por la sorpresa.
—¿Qué has dicho? — La mire con diversión y alegría, porque este
hablando en mi idioma natal.
Paula se ruborizó por la mirada que le hice.
—Pues es simple en mis ratos libres, he ido intentando aprender el
idioma. La verdad es que no he aprendido gran cosa. He estado estudiando
por un curso por internet.
—Me estás dejando atónito—pegué su frente a la mía—. ¿Lo estás
estudiando por mí?
—No. No únicamente por ti, quiero saber lo que dices cuando
refunfuñas. Además, si Joao y yo pondremos la sede central en Sao Paolo, he
de saber deliberar con vosotros en vuestro idioma, no todo el mundo habla
en español. No tendré tanta suerte.
—Di la verdad. — la exigí.
La empecé hacer cosquillas, y ella se rio y pataleo, intento escapar de
mí, pero no la deje. Ya estoy encima de ella.
—Vale, vale confesaré Sr. Caravaho, lo hice principalmente por ti.
—Menina, que sepas que nunca tendré suficiente de ti.
La observé como se mordió el labio.
—Eso espero. —susurro en mi oreja.
—Deberíamos levantarnos e ir a desayunar—apunté
—Yo ya tengo el desayuno en la cama, ahora mismo no quiero nada más.
—observo en su mirada libidinosa—. Ahora, déjame darte los buenos días
en condiciones. — comenta con una sonrisa ladina.
Estoy sorprendido del cambio que ha dado Paula desde que la conocí en
Sao Paolo. Ese viaje parece que le ha hecho mucho bien.
Aquella mañana sucumbimos a los placeres de nuestros cuerpos.
Nos duchamos juntos, nos fuimos haciendo carantoñas.
Al salir de la ducha, nos pusimos los albornoces, en un momento, me
acerqué a ella y metí las manos por dentro del albornoz y acariciando sus
pechos.
La admiré como se sonrojó.
—¡Contrólate! — me exigió—. Que todavía nos queda mucho por
conocer de Paris.
—Menina, me pides algo imposible. — acercando más a ella.
—Miarma, ¿Nos hemos de centrar un poco en este viaje? Si no, no
saldremos de la habitación.
Le empecé a retirar la bata, hasta que pude verla totalmente desnuda.
—Ábrete para mí, menina— le ordené.
Paula ya está sonriendo por mi petición. Mientras yo estoy acariciando
sus preciosos pechos.
La sujete en brazos y la lleve a la cama. Me interné en ella, oí como dio
un gritó sorprendida por mi intromisión, yo me quedé quieto esperando a que
se relajará.
Por nada en el mundo, quiero hacerle daño y que sienta miedo por mí. Sé
que ella confía en mí y no voy a romper nunca la confianza que me he
ganado.
—¿Todo bien? — la voy besando por el cuello, para ir excitándola—.
Dime que sí, y seguiré.
—Tiago, ¡no pares! — exige.
—Que sepas que eres toda mía. No habrá otro hombre en tu vida a partir
de ahora. — la expresa
Con esa promesa, inicie los movimientos de cadera
—¡Ay virgencita! —murmuro. Agarrándose a mí—. No te detengas. —
exige.
En aquel momento, la poseí como un salvaje. Aquella habitación, está
siendo observadora de cómo nos estamos amando el uno al otro.
Los dos llegamos al éxtasis juntos de nuevo.
Nos abrazamos, estoy contento, de poder compartir estos momentos con
ella. Que por fin se haya abierto a mí al cien por cien. Emocionado por la
entrega de Paula, ya que se ha entregado a mí sin condiciones.
—Quiero decirte que te volvería a elegir todos los días de mi vida. — la
expreso—. He aprendido que no hay que despreciar los momentos.
Paula sonrió por lo que he mencionado y me rodeo el cuello
—Menina, ¿Te acuerdas qué el día que iba a viajar a Madrid, me dijiste
que me querías? Pero no lo has vuelto a hacer
—Ya... — comento en susurro—. Lo dije impulsivamente por la
discusión que estabais comenzando tú y Joao
—Necesito decirte que te quiero, Paula.
Observe como Paula se quedó sin respiración. Cuando volvió en si me
abrazo y me beso, entregándose en aquel beso.
—Te quiero, Tiago— expresa con los ojos medio llorosos por la
felicidad.
—Supuse que no lo volvería a oír más— reconocí en tono atormentado
—. Menina, te quiero con todo mi corazón, siento que me nublaran la mente.
Tu… —se hace un silencio de un segundo— haces que mi vida sea mejor.
Solo te ruego que te quedes conmigo por siempre.
Paula tomo mi cara y emocionada por mis palabras
—Tiago… mi amor… Estaré contigo, a pesar de todo lo sucedido en el
pasado. Me quedaré contigo porque aquí está mi hogar. — puso su mano
sobre mi corazón—. Además, tú pudiste amar a una mujer difícil y
complicada como yo. También puede haber espacio al perdón.
—¿Entonces ya te puedo llamar mi novia? —pregunto entre lágrimas.
—¿Y qué hemos sido durante este mes? — pregunta.
—Pues también es verdad.
Nos dimos un beso lleno de entrega por ambas partes. Un beso cargado
de pasión.
Y así, esa habitación de hotel en París pudo ser partícipe de aquella
reconciliación, donde los dos pudimos unirnos por fin en uno.
Epílogo:

A la vuelta de nuestro viaje a París, Tiago y yo estamos hiper felices, por


toda nuestra situación.
Aquel día, tuve que despedirme de él, porque tenemos que hacer un día
de chicas, y así hacer un funeral a ACT de Dianne (su amigo capitán
travieso), Dianne comenta que ya no lo va a necesitar más—. comenta que
Eros es un Dios en la cama. Además de un pícnic.
Al acabar, decidimos ir a un Karaoke y liarla cantando las tres juntas,
como por ejemplo sobreviviré de Mónica Naranjo, I Will survive de Gloria
Gaynor o Livin la vida loca de Ricky Martin. Fue una tarde sublime.
Aquella noche fuimos a dormir las tres a casa de los padres de Dianne.
Su madre preparó la habitación de ella para que pudiéramos dormir las tres
juntas.
A la mañana siguiente nos despertamos con un subidón. ¡Dianne se casa
nuevamente con Erosito!
En aquel momento me siento pletórica, teniendo al amor de mi vida al
lado, a mis mejores amigas. Lo tengo todo. El poder de la vida y la alegría
me hace sentir eufórica, cuando vi llegar a Tiago a la casa de la Juani, me
abalancé sobre él apasionadamente.
Toda la boda fue preciosa, cuando estamos en el momento de los votos,
Dianne la veo muy emocionada, pero allí entro el padre de griego, que la
acabo liando Parda. Dianne pendiendo de un hilo para sobrevivir. La
llevaron en ambulancia al hospital. Tras muchas horas de espera un doctor
nos comunica que está fuera de peligro.
Carol y yo estuvimos unos días a su lado, pero finalmente cada uno
debemos volver a nuestras vidas.
Dianne nos cuenta que le dieron el alta y que su griego no quiere tocarla.
Erosito también se marcó un Dianne.
Pasan varias semanas, Carol nos comenta que lleva un niño y se llamará
Gideon. Que está muy contenta de que tendrá un chicote igual de guapo que
su padre.
Por otro lado, Dianne explica que ya ha pillado cacho con Eros, que es un
facilón. Además, que se va a Italia, con Enzo, que es de un grupo de mafioso
italiano que podrán protegerlos de Leandro.
Unas semanas después, me encuentra, al lado de Tiago, ya estamos en
Sao Paolo junto a Recuerdo, estamos sentados en su sofá. ¿Se puede ser más
feliz?
Al día siguiente, me llamo Dianne, rogándome que fuera a Sicilia, que se
ha fugado y dejado a Eros plantado. No me quedo de otra que ir en búsqueda
de mi gran amiga.
Cuando llegue, traje croasanitos, Dianne me explicó que está embarazada
de Erosito. Y que no le quiere ver ni en pintura.
Carol propuso, que tuviéramos un día de chicas para animar a Dianne y
que recapacitara.
Pero ella tiene pensado otras cosas, por el día sí que tuvimos en un hotel
y diferentes profesionales pasaron a hacernos un taller de chapa y pintura.
No obstante, por la noche quiso ir de fiesta.
Esa noche Dianne y Carol tuvieron un encontronazo, discutieron, se
dijeron cosas muy feas y Carol se marchó.
Yo la eché la bronca por lo que dijo a Carol, que este de mal humor por
culpa de Eros, no tiene que comportarse como una mala pécora con nosotras,
que somos sus mejores amigas.
Fuimos en búsqueda de Carol, porque Dianne quiere pedirla disculpas
por su comportamiento. Por ello, nos dirigimos al apartamento donde se
encuentra Bryan.
Nuestra sorpresa fue cuando Bryan nos comentó que no ha llegado.
Entonces Dianne se puso muy nerviosa por la falta de noticias sobre Carol.
En aquel instante recibió una llamada peculiar, se trata de Leandro, este
le dice que tiene a nuestra Carol secuestrada. No obstante, Dianne se está
muy nerviosa por la conversación, aunque finalmente, llego a un acuerdo
para que la dejarán libre
—Leandro, me cambio por ella. —afirma Dianne
—¡Hecho! — expreso Leandro en la llamada
Fuimos hasta el punto de encuentros, el cual nos especificaron en la
llamada, donde se realizaría el intercambio de rehenes.
La decisión de Dianne fue simplemente que, por su culpa, Carol esta
secuestrada y separada de la persona que más ama. Ella quiere desaparecer,
para nunca más volver a ver a Eros.

FIN
Glosario:
Apalancao: sin ganas de moverse. “estoy apalancao”

Lorito: Ventilador pequeño.

Apollardao o atontado, dicho de una persona que no sabe qué hacer.


“Estás apollardao, no te enteras de ná”.

Bonico/a: se usa para indicar que un objeto, persona o animal es lindo,


bello o agradable. Ejemplo: ¡qué bonica estás con esa falda!
Alcahuetas: procurar que dos personas se relacionen amorosa o
sexualmente Celestina alcahueteaba para Calisto. 2. contar chismes acerca
de la vida de los demás Alcahueteaba sobre sus familiares con sus amigas.

Chiripitifláutico es sinónimo de payasada, una cosa seria que acaba


siendo una payasada.

Cipote: como decir ostia

Septicemia: Es la presencia de bacterias en la sangre (bacteriemia) que a


menudo ocurre con infecciones graves. También conocida como sepsis,
la septicemia es una respuesta grave y potencialmente mortal a una infección
que empeora de forma muy rápida

Porculero: Se refiere a alguien que es muy pesado y da mucho por culo

sambinha : Se trata de un paso básico de la samba


elevator picth: es un discurso, breve y conciso, que tiene como objetivo
presentar un proyecto, un producto o cualquier emprendimiento. Su misión es
conseguir persuadir a la audiencia (inversores, clientes, superiores, etc.) en
el tiempo que dura un viaje en ascensor: es decir, entre 45 segundos y 2
minutos.
Geto: su cara
Bibliografía:

Christine Tales es el seudónimo bajo el cual se esconde Cristina Jiménez


Rueda. Nació en Barcelona en mayo de 1984. En la adolescencia descubrió
por primera vez esa inquietud por escribir, tanto prosa como poesía,
quedándose esos borradores durante años en un cajón olvidados. Mas
adelante cuando estaba embarazada de su primera hija descubrió su pasión
como lectora de la mano de @lenavalenti y su título del Libro de Jade.
Gracias ella afloró su pasión por la lectura. Sin embargo, decidió estudiar
Grado de Turismo y tuvo que dejar a un lado su amor por la lectura y
escritura para dedicarlo a graduarse. Una enamorada de los viajes le
encantaría poder transmitir esa ilusión a la gente.

Felizmente casada y con dos hijos (de diez y ocho años). Estoy dividida
entre mi trabajo actual, la lectura de entre dos y cuatro libros a la semana y
mi inicio por la pasión por escribir.
No puede pasar sin tomar un café al día.
Mi primera novela autopublicada en septiembre de 2021, Siempre seré
sincero
Mi segunda novela autopublicada en septiembre de 2021, Hilo rojo,
Los podéis encontrar en Amazon.
Si queréis conocer un poco más sobre mí, podéis localizarme a través de
mis redes sociales:
https://www.instagram.com/christine_tales
https://facebook.com/christinetales
https://twitter.com/christine_tales
[1] Apalancao: sin ganas de moverse. “estoy apalancao”
[2] Lorito: Ventilador pequeño.

[3] Apollardao o atontado, dicho de una persona que no sabe qué hacer. “Estás apollardao, no te
enteras de ná”.

[4] Bonico/a: se usa para indicar que un objeto, persona o animal es lindo, bello o agradable.
Ejemplo: ¡qué bonica estás con esa falda!

[5] Alcahuetas: procurar que dos personas se relacionen amorosa o sexualmente Celestina
alcahueteaba para Calisto. 2. contar chismes acerca de la vida de los demás Alcahueteaba sobre sus
familiares con sus amigas.

[6] Amorrinarse: adormilarse

[7] Chiripitifláutico es sinónimo de payasada, una cosa seria que acaba siendo una payasada.

[8] Cipote: como decir ostia

[9] majarón : Cabreada.

[10] Es la presencia de bacterias en la sangre (bacteriemia) que a menudo ocurre con infecciones
graves. También conocida como sepsis, la septicemia es una respuesta grave y potencialmente mortal
a una infección que empeora de forma muy rápida

[11] Se refiere a alguien que es muy pesado y da mucho por culo

[12] Se trata de un paso básico de la samba

[13] es un discurso, breve y conciso, que tiene como objetivo presentar un proyecto, un
producto o cualquier emprendimiento. Su misión es conseguir persuadir a la audiencia (inversores,
clientes, superiores, etc.) en el tiempo que dura un viaje en ascensor: es decir, entre 45 segundos y
2 minutos.

[14] Gita es Dinero.


[15]
Books By This Author
siempre seré sincero
Dianne está intentando superar su reciente ruptura con Marc. En el camino,
comete demasiados errores y excesos que le pasan factura a su autoestima.
Por lo que, se promete a sí misma, no tener otra relación con ningún hombre.
Una vez recuperada, decide retomar su vida social con su grupo de amigas.
En ese preciso momento, Eros se cruzará en su camino rompiendo todos sus
esquemas.
¿Será capaz Dianne de no enamorarse de nuevo?
Superar todos sus miedos mientras se resiste a los encantos del griego, le
supondrá una batalla durísima.
¿Conseguirá Dianne dejarse llevar por su corazón?
La amenaza de los secretos que el griego mantiene encerrados los colocará
en una situación muy peligrosa.
¿Lograrán mantenerse unidos y superar los obstáculos?
Descúbrelo en, Siempre seré Sincero.
Books By This Author
Hilo Rojo
Cualquier mujer quiere poder amar y ser amada. Pero Carol es diferente, ya
que en su vida pasaron diferente circunstancias, además de una conversación
con su padre de la cual dedujo que el amor tiene fecha de caducidad.
Carol es una persona impulsiva, independiente, desinhibida, una mujer que
vive el momento sin importarle lo que puedan pensar los demás sobre ella.
Solo ha abierto su corazón a sus amigas Dianne y Paula; que son sus
D1v1nas, en ellas es en el único lugar donde dejo entrelazar su hijo rojo de
la amistad.
Pero el abuelo luna tiene pensado un giro en su historia, ya que el hilo del
destino de Carol estaba entrelazado con ella desde el mismo momento que
nació. Así que se encontrará con alguien del que se empeñará en huir...
Luchar contra el hilo rojo no es sencillo, pero Carol está dispuesta a
resistirse con uñas y dientes por su independencia.
¿Conseguirá el abuelo luna, que Carol ceda a sus sentimientos?

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