Ensayo Humanístico de Natalia García Dorado

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«La guerra es la paz. La libertad es la esclavitud. La ignorancia es la fuerza.

Por Aramis

El eterno debate que enfrenta la palabra libertad contra la de seguridad parece que,

lejos de desaparecer en una sociedad con tantos recursos como la nuestra, vuelve a

estar sobre la mesa de muchos de nuestros representantes políticos. Surgen las

amenazas y casi a la vez surge la necesidad de sentirnos seguros. De cerrar

fronteras, de legislar nuevas leyes, de implementar más controles, porque al parecer

cuantas más metralletas en manos de militares veamos al pasear por Sol más

cómodos nos sentiremos. Pero… ¿existe una verdadera seguridad?

Primeramente, he de decir que quizás (y solo quizás) no se puede hablar de libertad

y seguridad a la vez. O porque no son compatibles, o porque se sabe que nunca se

llegará a un acuerdo, o porque, como muchos opinan, sencillamente la libertad no

existe. ¿En mi opinión? Pues que todo aquel que dice que la libertad no existe,

miente. La libertad la define la RAE como la «facultad natural que tiene el hombre

de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus

actos» y a mí me gustaría incidir en el concepto facultad natural y lo que significa.

Sin duda, hace referencia a lo mencionado con anterioridad: La libertad existe

porque forma parte del hombre. Cuando perdemos nuestra libertad -ya sea porque

nos esclavizan, o porque nos esclavizamos nosotros mismos- perdemos parte de

nuestra humanidad. Se puede comprobar la veracidad de dicho ejemplo gracias a la

tendencia cada vez más común de los algunos adolescentes, a los que la tecnología

les esclaviza hasta el punto de no poder separarse de su móvil o consola y a los que

cuando le separas del objeto de su deseo, se vuelven huraños, antipáticos y todo

les parece aburrido. El ser humano está hecho para ser libre y cualquier cosa que le

incapacite a serlo hará que no pueda desarrollarse, e incluso, que retroceda.


Pues, con el concepto de libertad clarificado, sabiendo que es algo existente, en

segundo lugar pasaré a hablar de su relación con la idea de seguridad: Una

conexión que la veo perfectamente compatible. Así pues, aunque nos parezca que

la seguridad y la libertad convivan es algo imposible teniendo el terrorismo de por

medio, no veo ningún problema en que nosotros no podamos desarrollarnos como

personas porque la vigilancia se insentifique: Ni porque en los aeropuertos

tengamos más controles, ni porque se efectúen registros policiales con más

frecuencia. Nuestros derechos civiles se podrían recortar pero nunca hasta el

extremo de impedir nuestro desarrollo.

Aún así, en relación con el punto anterior, en tercer lugar he de decir que la

vigilancia tiene que tener un límite. Sobra decir que somos el bando de una guerra,

y que si otros nos ven como los enemigos no será sino porque (exceptuando las

pobres víctimas inocentes de manera individual) nuestros gobiernos y nuestras

políticas son perfectas y completamente buenas. Por tanto, al exponer que libertad y

seguridad son compatibles, hay que hacer la anotación de que el poder tiene que

estar en buenas manos. Como claro ejemplo de un poder mal utilizado tenemos el

hilo central de la novela 1984 de George Orwell: Sucede que un partido político

toma el poder y lleva a cabo una serie de reformas tan restrictivas para los

ciudadanos que, pasadas unas generaciones, a las personas parece darle igual que

el Gran Hermano (el presidente) les vigile con cámaras y que en ningún momento

de su vida dejen de ser observados. No hay ningún libro que hable mal del Gran

Hermano, no hay nadie que esté en contra de ellos, y existe incluso una palabra

para llamar los malos pensamientos en contra del Partido: crimental. Incluso la frase

«la guerra es la paz, la libertad es la esclavitud, la ignorancia es la fuerza» aparece

escrita en carteles por las calles y les resulta normal. Los personajes de la novela se
sienten perfectamente seguros porque parece que no hay ninguna amenaza ni nada

que atente contra su libertad y se sienten completamente independientes, cuando

realmente no disponen de nada de autosuficiencia. Parece un extremo, pero en la

actualidad tenemos el claro ejemplo de Corea del Norte. Un país hermético que

controla la información y sus ciudadanos desmesuradamente, hasta el punto de que

no conocemos el límite de los controles que sufren sus habitantes, pero nos

imaginamos lo peor por las pocas pero impactantes noticias que nos llegan.

En resumen, la libertad no es algo de lo que tengamos que privarnos para sentirnos

más seguros. Mientras las personas puedan ser ellas mismas y no estén

esclavizadas u oprimidas por algo exterior, no hay nada que temer. Recortar

derechos civiles solo significaría algunas incomodidades que no llegarían nunca a

anularnos como persona. Así se conoce una verdad indiscutible: Que a pesar de las

guerras y el odio que emana de ellas, el ser humano es perfectamente capaz de

desarrollarse. La libertad es un don inmerecido que hemos recibido para desarrollar

hasta las últimas consecuencias, convirtiéndonos así, gracias a ella, en la mejor

versión de nosotros mismos.

Solo hay que quererla.

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