Haraway-La Promesa de Los Monstruos-C
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PROMESAS
DE LOS
MONSTRUOS
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(Espacio real) (Espacio exterior) (Espacio real) (Espacio exterior)
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11 1 1 1 t 111 hw derechos de esta edición
11 1 1 1 111t 1tllc1lunes 2019 - Saturnalia y Rosa Atómica S. L., Barcelona, España
I " 1, t rn.f11 . •· 11 «» Jorge Fernández Gonzalo 2019
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11111111•1111•11 h111trenta Kadmos S. C. L., Salamanca, España.
MONSTRUOS
Feminist Diffractions in Science Studies», en The Disunity of Science: Boundaries,
Contents, and Power, Peter Galison y David Stump eds., Stanford, Cal., Stanford
University Press, 1996};
- «Teddy Bear Patriarchy: Taxidermy in the Garden of Eden, New York City, 1908-1936»
(de la versión revisada para Primate Visions, 26-58, 385-388, Donna Haraway, Nueva.
York, Routledge, 1989; originalmente publicado en Social Text, n. 11, invierno, 1984-
1985): © Donna Haraway, The Haraway Reader, Routledge, 2004. Reproducido con ENSAYOS SOBRE CIENCIA, NATURALEZA
permiso de Taylor & Francis Group, LLC, una división de Informa PLC.
-«Otherworldly Conversations; Terran Topics; Local Terms» (Science as Culture, n. 1,
vol. 3, pp. 59-92, Londres, 1992) y «Cyborgs, Coyotes, and Dogs: A Kinship of Feminist Y OTROS INADAPTABLES
Figurations» (Kvinder Kr1m og Forskning, vol. 2, pp. 6-15, 2000): © Donna Haraway,
Science as Culture, 1992 / © Donna Haraway, Kvinder Kr1m og Forskning, 2000.
Reproducidos por cortesía de Donna Haraway.
www.edlclonesholoblonte.com
odlclonosholoblontolilodlclonesholoblonte.com
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN: UNA FAMILIA DE FIGURACIONES FEMINISTAS 15
2 TESTIGO_MODESTO@SEGUNDO_MILENIO 125
l. Testigo modesto// 125
II. Segundo milenio// 155
siempre más generosos, más espaciosos que las ideologías; por Cada ser en cuestión constituye una complejidad de historias
ello, constituyen una de mis esperanzas más firmes. Quiero saber en formación (de todas ellas), así como cualquier genoma que
cómo habitar en las historias y en los relatos, en lugar de renegar merezca la pena decantar implica un encuentro de todos los
de ellos. Quiero saber cómo vivir críticamente tanto en los nuevos acontecimientos infecciosos congregados en las criaturas provi-
parentescos como en los heredados, de un modo que no sea con- sionales y emergentes que los occidentales llamamos individuos,
denatorio ni celebratorio. Quiero saber cómo ayudar a construir pero que los melanesios, quizá de modo más profético, llaman
relatos en marcha antes que historias cerradas. En este sentido, dividuos. Tal vez todo esto sea la causa por la cual, antes de que
mis reflexiones sobre el parentesco versan sobre cómo mantener concluya esta introducción, acabaré regresando a los perros y
en marcha los linajes, incluso a pesar de que sus miembros se sentenciada de por vida. 2
desfamiliaricen y las líneas se conviertan en redes, los árboles en En ocasiones, al volver a leer los ensayos que componen este
explanadas, las genealogías en grupos de afinidad. volumen, siento que he escrito el mismo artículo una veintena
Mis parentescos están formados por floridas entidades ma- de veces. Cada uno de estos trabajos aborda algún aspecto de los
quínicas, orgánicas y textuales con las que compartimos la tie- dualismos heredados por las culturas occidentales. Tales dualis-
rra y nuestra carne. Dichas entidades están rebosantes de vida, mos escapan del confinamiento filosófico o del ritual religioso
y sería un grave error considerarlas desde una perspectiva para acabar integrados en armas, estados, economías, taxono-
principalmente antropomórfica o antropocéntrica. No todas las mías, parques nacionales, exposiciones de museos, prácticas ín-
intervenciones y no todos los actores son humanos. De hecho, si timas corporales y muchas otras cosas. Todo lo que escribo se
Bruno Latour me convenció de que «nunca hemos sido moder- entrega al viraje y al tropiezo con estas trampas bipartitas, dua-
nos», creo firmemente que nunca hemos sido humanos, y mucho listas, en lugar de intentar revertirlas o disiparlas en totalidades
menos hombres. Ésta es una de las razones por las que me gusta aparentemente más amplias. Estos artículos están plagados de
explorar las representaciones que no se resuelven en los rasgos tropos. Lo cual seguramente se deba a que guardo un amor per-
específicos del hombre, incluso cuando parecen haber nacido verso hacia las palabras, que siempre he tenido por suculentos
para ello. seres físicos. Pero los tropos hacen algo más que complacer el
No obstante, y desde mi punto de vista, las personas son hu- paladar del amaneramiento del siglo xxr. Los tropos constituyen
manas en al menos un importante sentido. Somos miembros de un desvío: aplazan lo literal (para siempre, si somos afortunados)
una especie biológica, el Homo sapiens. Eso nos coloca de ma- y dejan claro que, si queremos dar con el sentido, debemos estar
nera ineludible dentro de la ciencia, la historia y la naturaleza; siempre preparados para el viaje. Los tropos son modos de virar
justo en el corazón de las cosas. Además, estoy profundamente sobre una cultura que desafía a la muerte, y que al mismo tiempo
enamorada de la biología (del discurso y de los seres, de lama-
nera de conocer y del mundo conocido a través de tales prácti- 2. La autora alude aquí a s u conocida tesis sobre los animales de com-
cas). La biología es histórica hasta la médula, inevitablemente. pafifa, según la cual tanto los amos como sus mascotas participan en
No hay una frontera en donde la evolución acabe y la historia lo elaboración de relatos conjuntos que ambos acaban encarnando en
ou convivencia intima. Ver en este volumen: «Cfborgs, coyotes y perros:
comience, en donde los genes se detengan y el medioambien-
Una familia de figuracion es feministas (enttevista)11. Y también: Donna
te inicie su marcha; en donde la cultura mande y la naturaleza J Inrnwoy, '/110 Compnoio11 Spocias M nni/vr;to: JJoos, People, and Signiñ-
obedezca, o viceversa. En su lugar, hay tortugas y más tortugas (,' flJll Otll('m ntw (r.hfcnrio, Univ0rnity o! Chien¡¡o l 11·1 11n, ?.003). Traducción
apiladas sobre tortugas de naturol eza/cultura hasta el infinito. n1oo pn f\ol dn J1111h11J Mn 11(11 1• Mm 1íliN1ltJ r/11 /1111 r'tl/ mt ·t' 111 tlt' oom pm1fa (Vi-
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16
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LASPROMESAS DE LOS MONSTRUOS llHRODUCCIÓH: UNA FAMILIA OEFIGURACIONESFEMINISTAS
la venera al empeñarse en una guerra total; porque los tropos Muchas de las entidades que reclaman mi atención en este
sirven para recordarnos (en una realidad semiótico-material) lo libro fueron concebidas a través de aparatos reproductivos de
frágiles, mortales y sustanciosos que somos realmente. guerra. 3 «Las promesas de los monstruos» siembra el caos en
El metaplasmo es en estos momentos mi tropo preferido. una de las más sofisticadas tecnologías de los análisis estructu-
Significa rernodelado o rernodelación. Pretendo que mis escri- ralistas y postestructuralistas: el cuadrado semiótico. Atravesan-
tos sean leídos corno una práctica ortopédica para aprender a do el espacio real, el exterior, el interior y, finalmente, el espacio
rernodelar los vínculos familiares y así contribuir a la creación virtual, el viajero de este ensayo aprende, en palabras del relato
de un mundo más amable e insólito. Fue Shakespeare quien me breve de ciencia-ficción firmado por John Varley, que para te-
mostró el juego, a menudo violento, entre clase y parentesco en ner una oportunidad en un mundo inconcluso, en un relato en
los albores de la «modernidad». Y es mi extraña familia de fe- marcha, hemos de «pulsar intro» («Press Enter», 1986). Debemos
ministas, antirracistas, científicos, investigadores, roedores de introducirnos en cada una de las numerosas conexiones y cate-
laboratorio genéticamente modificados, cíborgs, testigos mo- gorías subversivas para completar el sentido. Mejor paranoica
destos, escritores, moléculas y simios vivos y disecados la que por un exceso de conexiones, que muerta por carecer completa-
me enseña el modo de ubicar mi clase y mi parentesco, aquí y mente de ellas.
ahora, cuando todas las correspondencias cósmicas (según Sha- «Testigo_Modesto@Segundo_Milenio» recuerda cuán impor-
kespeare, ilegibles para los modernos) pueden ser rastreadas en tante es el conocimiento acumulativo, secular, revisable, vaci-
geometrías no-euclidianas por aquellos que nunca han sido mo- lante y honesto para todo aquello que me interesa, y cuán «im-
dernos ni humanos. parcial» pero «situado» es este conocimiento en realidad.4 Por
Los artículos en este libro a menudo se enfurecen con aque-
llo que amo. Todos ellos insisten en que la ciencia y el feminis- 3. Quizá la más conocida de todas sea el cíborg. El Manifiesto Cíborg no
mo, el antirracisrno y los estudios sobre ciencia, la biología y la fue sólo el primer artículo que escribí en un ordenador, sino también un
teoría cultural, la ficción y los hechos, cohabitan (y deben co- intento desesperado, durante los primeros años de la era Reagan, por
habitar) estrechamente. Mi ira no es hacia el relativismo, en el reunir en un mismo lugar una serie de cuestiones imposibles, a la vez
sentido de que los hechos o las ficciones constituyan cuestiones ciertas y necesarias. Riéndose y lamentándose de la cibernética, el Ma-
nifiesto fue una tentativa por crear una especie de protocolo-informáti-
de «opinión personal» o de «diferencia multicultural». Todo lo
co-loco para tiempos peligrosos. Muchas personas, olvidando el compo-
contrario. Los dualismos epistemológicos y colonialistas, tanto nente de arnor y rabia del que antes hablaba, leyeron el Manifiesto corno
del relativismo corno del realismo, requieren llevar a cabo vira- el delirio tecno-conejo de una fernbot extasiada, pero, para mí, se trataba
jes metafóricos con una dosis de amor y rabia. Los anarquistas de un sobrio alegato sobre el feminismo socialista. Escrito para la Socia-
sabían esto perfectamente; ellos llevaron a cabo duras reivin- Jist Review, la idea era reflexionar sobre córno seguir haciendo crítica,
dicaciones gnoseológicas, no insípidas treguas. A pesar de los sobre los peligros de la guerra y sus nostalgias, sobre córno conciliar el
ecoferninismo con la tecnociencia de manera camal, y, de forma más
muchos problemas existentes, necesitamos practicar diciendo:
amplia, sobre la posibilidad de escapar a los orígenes. Desde entonces,
«ninguno de los anteriores». Puede existir otro lugar, no corno son muchos los que han usado la figura mutada y contradictoria del cí-
una fantasía utópica o una vía de escape relativista, sino nacido borg del Manifies to para desarrollar sus propias investigaciones en el
de la dura (y a veces gratificante) labor de permanecer juntos en campo de las representciones artís ticas, los estudios s obre la ciencia o
un grupo de parentesco que incluya a cíborgs y diosas trabajan- lo teoría fcminioln.
do conjuntamente por la supervivencia cotidiana. '1 . ¡.:¡ cono<pttl dn 1<1m11oc:lml1 nton oitunclot111 11 "U1.mt1(.)lm l1 nton localiza-
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LAS PROMESAS DE LOS MONSTRUOS INTRODUCCIÓN: UNA FAMILIA DE FIGURACIOtlES FEMltliSTAS
ello, este ensayo se ocupa de los aparatos de producción de «tes- ticas que, actuando en sintonía, constituyen formas de conoci-
tigos» en la tecnociencia con el fin de defender a los testigos mo- miento cargadas de poder (y productoras de poder).
destos mutados, aquellos más prevenidos ante cuestiones como «Conversaciones de otro mundo» constituye una pieza confe-
la construcción del género y la raza en las potentes tecnologías sional en donde se identifican las raíces de mi deseo erótico por
del estilo de vida experimental. las fusiones auguradas en la biología celular molecular; asimis-
«El patriarcado del osito Teddy» reflexiona sobre las prácti- mo, también quiero ofrecer algunas de las herramientas analí-
cas científicas sobre el estudio de otros primates, especialmente ticas necesarias para reconsiderar la naturaleza individual -tal
los grandes simios. En museos, laboratorios y espacios natura- como aparece, por ejemplo, en la Mixotricha paradoxa, un incon-
les, los estudios sobre primates han constituido medios decisi- cebible parásito múltiple que vive en el intestino delgado de la
vos a la hora de construir y refutar las categorías populares y termita del sur de Australia. Mis conocimientos situados tienden
profesionales de naturaleza y cultura. Es imposible estudiar las a recurrir frecuentemente a la biología, por lo que ni siquiera
ciencias sobre primates sin tener en cuenta que, gracias a estas estoy segura de qué es una metáfora y qué no.
prácticas de conocimiento, los humanos de este planeta sabe- El libro termina literalmente en la caseta del perro, donde
rnos mucho más que antes sobre nuestros parientes biológicos el eslogan «¡Cíborgs para la supervivencia cotidiana!» convive
más cercanos. «Progreso» no es una mala palabra; pero el nue- con dos nuevos lemas nacidos de mi historia de amor con estos
vo conocimiento supone un logro frágil y preciado. Además, en animales: «¡Corre rápido, muerde fuerte!» y «¡Calla y entrena!».
cada capa de la cebolla, el conocimiento científico, corno cual- Estos lemas deberían servir para sobrellevar los agresivos años
quier otro tipo de saber, sigue siendo constitutivamente históri- del mandato Bush. Pero mi verdadero interés, en estos textos
co y nada inocente. Todos los actores, humanos y no-humanos finales, consiste en explorar las diferentes capas de significa-
por igual, se sitúan en estas prácticas de conocimiento dentro de ción en la coexistencia histórica entre especies de compañía (en
densas redes cotidianas. Las ciencias sobre primates (tanto lo varias de sus acepciones ontológicas, tanto orgánicas corno in-
que se conoce como el modo en que se crea el conocimiento) son orgánicas). Las especies de compañía me proporcionan no sólo
naturoculturales hasta el fondo. De igual modo, el conocimiento una forma distinta de pensar en los grupos de parentesco y sus
progresivo no se precipita nunca fuera de la mezcla viscosa de fi guraciones feministas, sino también una manera de vivir con
las configuraciones cotidianas. Esto quiere decir que los discur- ellos. El pensamiento feminista, antirracista y socialista ha ar-
sos conjugados racialmente, basados en la clase social y satura- ¡~umentado siempre en favor de las prácticas colectivas si lo que
dos de género, a menudo son mucho más que pseudociencias, se quiere es tener cualquier esperanza por un mundo habitable.
pero también significa que categorías corno raza, género y clase 1:n ese sentido, como el Manifiesto Cíborg, el desplazamiento ha-
podrían ser incorrectas a la hora de establecer alianzas y prác- cia un Manifiesto de las Especies de Compañía es un esfuerzo
por hacer una labor socialista/feminista/anti-belicista una vez
de Donna Haraway. Por «conocimientos situados» la autora entiende más. Al final sí será cierto que el mismo artículo necesita ser
aquellos saberes connotados por las experiencias particulares (de gé- escrito continuamente.
nero, raza o clase) de quienes los generan y construyen. Asimismo, Ha- Katie King me enscí'\ó que la 1:scril ura con stituye siempre
raway ironiza con su propia teoría sobre los «conocimientos parciales»
(Cfr. Donna Haraway: «Conocimientos situados: la cuestión científica
111rn 1·ccnologru pnrn la constn11:rl í1n d1•l mund o de múltiples
en el feminismo y el privilegio de la perspectiva parcial»; en Ciencia, l'onn;1s. su a cl tllll proyQt:lo <11 llll1·n. 1"•111(11 /'l lllfl y tecnologías de
1
cyborgs y mujeres: La reinvención rle la naturaleza, Madrid, C-:1ílodra, 1·sc:rlt111 ·r1(f't!111f11/t-1 111 all(/ Wl'lt/11,1( 'J'tt1 •/11111/1111l1·1).1•xplor·11 las capas
1995). [N. del T.)
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LAS PROMESAS OE LOS Mot4STRUOS
l-i. Noví'lo ulouódw1clu lh'/fl oocrito por John ll11nym1 < n donde se relata el
<JU1t1hio do h1l11lr1Plfi11 y pnt11twitml'lmim1t o mornl ele t111¡uot n~¡onista, de
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LAS l'ROMlSAS Of 1OS MONSIHUOS LAS PROMESAS OE LOS MOllSTRUOS: UNA POLITICA REGEtlERATIVA PARA LOS INAOAPTADOS/ABLES OTROS
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ciénaga del abatimiento y los infectos pantanos de la nada para tas. 7 Sostengo que la vista puede ser reconfigurada en beneficio
alcanzar entornos más saludables. 6 La teoría está destinada a de los activistas comprometidos con el ajuste de filtros políticos
orientar, a proporcionar los más intrincados bocetos para el via- que permitan percibir el mundo en tonalidades rojas, verdes,
je, moviéndose dentro de y a través de un implacable artefactua- ultravioletas;ª esto es, desde las perspectivas de un socialismo
lismo (el cual impide cualquier avistamiento o emplazamiento todavía posible, un ecologismo feminista y antirracista, y una
de/en la naturaleza), hacia un lugar de ciencia ficcional, especu- ciencia para el pueblo. Asumo como una premisa evidente que
lativo-factual; es decir: un lugar «SF» [science fictional, speculati- «la ciencia es cultura». 9 Ciñéndome a tal premisa, este ensayo
ve factual] denominado, sencillamente, un lugar-otro. Al menos constituye una contribución al heterogéneo y agitado discurso
para aquellos a quienes va dirigido este ensayo, la «naturaleza» contemporáneo sobre los estudios científicos en calidad de estu-
fuera del artefactualismo no es tanto un lugar como un no-lugar; dios culturales. Por supuesto, aquello que la ciencia, la cultura o
un problema totalmente distinto. Por supuesto, un artefactualis- la naturaleza (y sus respectivos «estudios») significan está lejos
mo reflexivo ofrece provechosas esperanzas analíticas y políti- de ser evidente.
cas. Pero la teoría de este ensayo es modesta. No se trata de un La naturaleza es para mí, y me atrevería a decir que también
inventario sistemático, sino de un pequeño dispositivo de obser- para muchos de nosotros (fetos planetarios gestándose en los
vación en una larga línea de herramientas de trabajo. Es sabido efluvios amnióticos del industrialismo terminal),10 una de esas co-
que tales dispositivos tienen el poder de reconfigurar mundos
para quienes observan con ellos (y también para quienes se opo-
nen a los mismos). Los instrumentos ópticos son modificadores 7. Sally Hacker, en un artículo escrito justo antes de su muerte («The Eye
del sujeto. Y, como bien sabe la Diosa, el sujeto a finales del siglo of the Beholder: An Essay on Technology and Eroticism», manuscrito,
xx ha sido inexorablemente alterado. 1989), proponía el término «pornotécnica» para referirse a la encarna-
ción de relaciones de poder perversas en el cuerpo artefactual. Hacker
Las características de mi reductora teoría óptica están dise- insistió en que en el corazón de lo pornotécnico se encuentra el milita-
ñadas para producir no efectos de distanciamiento, sino efectos rismo como institución, con sus profundas raíces y su amplio alcance
de conectividad, de personificación y de responsabilidad para un dentro de la ciencia, la tecnología y el erotismo. La «excitación técnica»
imaginario lugar-otro en el que aún podamos aprender y cons- es extraordinariamente erótica; la unión de sexo y poder constituye una
truir. Conviene recordar aquí la visión de los tecnopornógrafos, característica del diseño. Técnica y erotismo se entrecruzan en el dis-
positivo óptico destinado a escanear los campos de habilidad y deseo
aquellos teóricos de las mentes, los cuerpos y los planetas que (véase también Hacker, 1989). Partiendo de los argumentos de Hacker,
insisten efectivamente (es decir, en la práctica) en que la vista creo que el control sobre la técnica es la práctica que posibilita la su-
es el sentido idóneo para realizar las fantasías de los falócra- premacía de clase, género y raza. El núcleo de una práctica antirracista
y feminista, así pues, debe consistir en realinear la vinculación entre lo
técnico y lo erótico (Cfr. Haraway, 1989b; Cohn, 1987).
O. Respectivamente, los colores de la literatura socialista (rojo), ecolo-
6. «Se acercaron a un Cenagal Fangoso ... El nombre de esta Ciénaga gista (verde), y científica (ultravioleta). [N del T.]
[«Slow»] era Abatimiento [«Dispond»]» (John Bunyan, El progreso del pe-
regrino, 1678, citado en el Oxford English Dictionary). La peculiaridad en 9. Véase la provocativa publicación que reemplazó a Radical Science
la pronunciación de tales términos {«Slow» en lugar de «Slough»; «Dis - Journal, Scien ce ns C11lture (Free Association Books, 26 Freegrove Rd.,
pond» en lugar de «Despond») debería remarcar también, al comienzo Londres N7 9l1Q, lnf1 lnwrro).
de «Las promesas de los mons truoo», lo condición pmvocntivn <lt) Jos 10. J :ata nulo h 1011h11ct i()11 omno Jetos plrm oturion n o co exac tamente lo
palabras al margen de las tecuolo¡¡lnn 1'of¡11l ndorno do lo oocri l11111 mimno q11n 111 n111l 11111w 11 y 11111 polll icu11 i·op1·ochic lfv11 11 1111 lno socieda-
28
70
1AS l'HOMI SAS llf 1a~ MnNqRllll 1 1A·. l'HllMI SAS Ul 111. Mll!l'1I"""' lllfA '111111 AMt !ti HI MAllVA l'AHA 1 11~ INAllAl'IAOOS/Allll surnas
sas imposibles definidas por Gaya tri Spivak como oqucllo que 110 11n1l 111 y, por lo ll\ 11111, 111> 111'\'l' Sllu ser revelada. No constituye
podemos no desear. Terriblemente conscientes de la constitución 1111 L 'xto para ser lcfd(J seg i'm los códigos de la matemática y la
discursiva de la naturaleza como «lo otro» en las historias de co- hln 1""C"tcdicina. Y tampoco es lo «otro» que ofrece origen, reabas-
lonialismo, racismo, sexismo y dominación de clase de todo tipo, 1<' ·¡ iento y servicio. Ni madre, ni enfermera, ni esclava; la na-
encontramos, no obstante, algo de lo que no podemos prescindir t Lll'íl.leza no es una matriz, un recurso o una herramienta para la
pero que tampoco llegamos nunca a «tener» en la larga trayecto- ropr-oducción del hombre.
ria de este concepto problemático, etnoespecífico y móvil. Hemos La naturaleza es, por el contrario, un topos, un lugar, en
de encontrar otra relación con la naturaleza además de la reifica- •I sentido de lugar retórico, o un tópico para la consideración
ción y de la posesión. Se han consumido ingentes recursos para ele temas comunes; estrictamente, la naturaleza es un lugar co-
estabilizar y dar forma a la naturaleza, vigilando y manteniendo mún.. Volvemos a un tópico para ordenar nuestro discurso, para
a raya sus fronteras, con el fin de afianzar su «realidad» esencial, corn.poner nuestra memoria. Desde esta perspectiva, el tópico
y siempre con resultados decepcionantes. Así, los esfuerzos para «na turaleza» también remite a los «topick gods» que, en el siglo
viajar hasta el interior de la «naturaleza» se convierten en excur- xvn inglés, designaban a las deidades locales, dioses específicos
siones turísticas destinadas a recordarle al viajero el precio de ta- de las ciudades y los pueblos. Necesitamos estos espíritus, en
les desplazamientos: uno paga para verse grotescamente reflejado un sentido retórico, al menos, si no es posible tenerlos de otro
en un espejo de feria. De igual modo, los esfuerzos por preservar modo. Los necesitamos con el fin de rehabitar, precisamente,
la «naturaleza» en parques naturales quedan fatalmente pertur- los lugares comunes (lugares ampliamente compartidos, inevi-
bados en su origen por la huella imborrable de la expulsión de tablemente locales, cosmopolitas, encantados por espíritus); es
sus habitantes (no como cándidos seres en un jardín paradisíaco, decir, tópicos. En este sentido, la naturaleza es el lugar desde
sino como personas para quienes las categorías de naturaleza y donde reconstruir la cultura pública. 11 La naturaleza también
cultura no eran importantes). Los costosos proyectos para alma- constituye un trópos, un tropo. Es figura, construcción, artefac-
cenar y capitalizar la diversidad de la «naturaleza» no parecen to, movimiento, desplazamiento. La naturaleza no preexiste a
producir otra cosa que moneda sin valor, semillas empobreci- su construcción, la cual se basa en un tipo particular de movi-
das y reliquias polvorientas (como ocurre con la hipertrofia de miento (un trópos o «re-torno»). De acuerdo al griego antiguo, la
los bancos, la naturaleza que alimenta dichos almacenamientos naturaleza como trópos tiene que ver con un viraje, un cambio.
«desaparece»). Los informes del Banco Mundial sobre destruc- A través de los tropos, re-tornamos a la naturaleza como si fuera
ción ambiental son ejemplares en este sentido. Finalmente, los la tierra, la materia prima (geotrópica, fisiotrópica). Mediante
proyectos para representar e imponer la «naturaleza» humana tópicos, viajamos a la tierra, a un lugar común. Al debatir sobre
son conocidos por su dimensión imperialista, reencarnada en la naturaleza, nos alejamos de Platón y de la estrella cegadora
nuestros días en el Proyecto Genoma Humano. de su hijo heliotrópico para ver algo m ás, otro tipo de figura.
La naturaleza, en definitiva, no es un lugar físico al que uno En definitiva, no renuncio a la visión, pero busco en estas ob-
puede acudir, ni un tesoro para confinarlo o acumularlo, ni una
esencia para ser salvada o corrompida. La naturaleza no está 11. Tomo aquí prestado el maravilloso proyecto de la revista Public
Culture {Bulletin of the Center for Transnational Cultural Studies, The
des postindustriales, posmodernas u otros «post», pero las similitudes University Museum, University of Pennsylvania, Philadelphia, PA
se harán más evidentes a medida que avance este ensayo. Los fines de 19104). En mi opinión, esta revista encarna los mejores impulsos de los
unas y otras están interconectados. estudios culturales.
30 31
LAS PROMESAS DE LOS MONSTRUOS LAS PROMESAS DE LOS MOflSTRUOS: UNA POL(TJCA REGrnERATIVA PARA LOS INADAPTADDS/ABLES OTROS
servaciones sobre los estudios científicos vistos corno estudios la descontextualización tecnológica constituye una experiencia
culturales algo distinto a un esclarecimiento. La naturaleza es habitual para cientos (si no miles) de millones de seres huma-
un tópico del discurso público sobre el cual orbitan muchas co- nos, así corno para otros organismos. Sugiero que no se trata
sas, incluida la Tierra. tanto de una desnaturalización como de una producción parti-
En el periplo de este ensayo hacia un lugar-otro, he prometi- cular de la naturaleza. Y la preocupación por el produccionisrno
do metaforizar la naturaleza a través de un implacable artefac-
tualisrno. Pero ¿qué hemos de entender aquí por artefactualis-
mo? En primer lugar, significa que la naturaleza para nosotros ca distinta a la ciencia. La ciencia podría, por sí sola, resaltar los bienes
se construye tanto en forma de ficción corno de hecho real. Si los de la naturaleza mediante la revelación y la vigilancia de sus encarna-
ciones desregularizadas. Por lo tanto, los estudios científicos, centrados
organismos son objetos naturales, es crucial recordar que los or- en el edificante objeto de la práctica científica «moderna», parecían ser
ganismos no nacen: están construidos en un mundo cambiante inmunes a las infecciones contaminantes de los estudios culturales,
de prácticas tecnocientíficas por un colectivo de actores particu- pero seguramente no lo eran del todo. Rebelarse o perder la fe en el ra-
lares, en temporalidades y localizaciones específicas. En el vien- cionalismo y la Ilustración (el estatus de infidelidad de los modernistas
tre del monstruo local/global en el que me estoy gestando, a me- y los posmodernistas, respectivamente) no es lo mismo que mostrar que
nudo denominado el mundo posmoderno, 12 la tecnología global el racionalismo era el emperador que caminaba desnudo, que nunca fue
tal, y que por tanto nunca existió tampoco su contrario (hay aquí una
aparece para «desnaturalizado» todo, para hacer de cualquier confusión terminológica casi inevitable entre modernidad, lo moderno,
asunto una cuestión maleable, de decisiones estratégicas y pro- y modernismo; utilizo modernismo para referirme al movimiento cul-
cesos de producción y reproducción móviles (Hayles, 1990). Pero tural que se rebeló contra las premisas de la modernidad, mientras que
el posmodernismo se refiere menos a la rebelión que a una pérdida de
fe, no dejando nada contra lo que rebelarse). Latour denomina su po-
12. Tengo mis reservas ante la etiqueta «posmoderno», ya que, gracias sición como amoderna, y argumenta que la práctica científica es y ha
a Bruno Latour, estoy convencida de que en el interior de los dominios sido amoderna, una observación que hace desaparecer la línea entre la
históricos, donde se ha construido la ciencia, lo «moderno» nunca exis- ciencia verdadera (de Occidente) y la etnociencia y otras expresiones
tió, si por moderno entendemos la mentalidad racional e ilustrada (suje- culturales (todo lo demás). La diferencia reaparece, pero con una geo-
to, mente, etc) que en realidad procede de un método objetivo que busca metría significativamente diferente: la de las escalas y volúmenes, esto
representaciones adecuadas, en ecuaciones matemáticas si es posible, es, las diferencias de tamaño entre entidades «colectivas» formadas por
del mundo objetual (es decir, «natural»). Latour sostiene que la Críticade humanos y no-humanos, más que en términos de una línea divisoria
Kant, que sitúa en polos extremos las cosas-en-sí y el Ego trascendental, entre la ciencia racional y la etnociencia.
nos hizo creer que éramos «modernos», con crecientes y nefastas con- Este modesto giro o cambio trópico no elimina el estudio de la
secuencias para el repertorio de posibilidades explicativas de la «natu- práctica científica de la agenda de los estudios culturales y de la inter-
raleza» y la «Sociedad» en los estudiosos occidentales. La separación vención política, sino que la ubica en la misma de m anera decisiva. Lo
de estos dos trascendentales, el polo del objeto y el polo del sujeto, es- mejor de todo es que el enfoque se fija claramente en la desigualdad,
tructura «"la Constitución política de la Verdad". Yo lo llamo "moderno", jus to donde ésta encaja con los estudios científicos. Además, la suma de
definiendo la modernidad como la separación completa de la represen- d .cn cia y de estudios culturales no deja intactas las nociones de cultura,
tación de las cosas -ciencia y tecnología- de la representación de los oociedad y politica, ni mucho menos. En concreto, n o podemos llevar a
humanos -la política y la justicia» (Latour, 1993). CllÚO una critica de Ja cien cia y de sus construcciones de Ja n aturale-
Aunque una imagen así de la actividad científica parezca desestabi- ;~11 basada en w in crotmcia vigen te en Ja cultura o Ja sociedad. Según
lizadora, ha guiado la investigación en diferentes disciplinas (his toria, hw convencioMn d<•l oonntruccionismo oocinl, on tn creencia ha funda-
filosofía, sociología, antropologia) al hacer ciencia con una onpoc:io de 11u11Hmlo ln <1ntrn t(lo i11 p d nr:ipol do lou roclwn l111 ti< 111 1;JMoia feminista,
venganza pedagógica y profilñr:tlc:11, y 1w1mlliondo que lo 01111111 11 p11111z . 111 111tmcln t11y1 ln l~q111!11d ru1 No oh11 tr111l (I, 11111 111111!11111 11111111 11111·11t onio im-
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LAS PROMESAS DE LOS MONSTRUOS LAS PROMESAS DE LOS MOflSTRUOS: U!lA POLITICA REGEtlERATIVA PARA LOS ltlAOAPTADOS/ABLES OTROS
que ha caracterizado gran parte de las prácticas y del discurso extraña, ajena a los arrogantes estragos de nuestra civilización
provinciano de Occidente parece haberse hipertrofiado en algo tecnofílica (en la cual fuimos educados, después de todo, empe-
absolutamente sorprendente: el mundo entero se reconfigura a zando por los heliotropismos de los proyectos ilustrados para
imagen de la producción mercantil. 13 dominar la naturaleza con la luz cegadora de la tecnología ópti-
¿Cómo, frente a esta maravilla, puedo insistir en que ver la ca)?15 ¿Acaso no han empezado a convencernos las ecofeminis-
naturaleza como un artefacto constituye efectivamente un posi-
cionamiento opositivo, o mejor dicho, diferencial? 14 ¿No hemos 15. Mi deuda en estos párrafos es extensiva a la impresionante crítica
de ver en esta concepción de la naturaleza como artefacto una de Luce Irigaray a la alegoría de la caverna en Espéculo de la otra mu-
prueba más del alcance de la transgresión de una naturaleza jer(Speculum de l'autre femme, 1974). Lamentablemente, Irigaray, como
casi todos los europeos y estadounidenses blancos después de la con-
solidación, a mediados del siglo x1x, del mito de que «Occidente» fue
plica persistir en el deslumbramiento ante la ideología de la Ilustración. originado en una Grecia clásica no corrompida por raíces semíticas o
No bastará con acercarse a la ciencia como una construcción cultural africanas -por trasplantes, colonizaciones y préstamos-, no ha cues-
o social, como si la cultura y la sociedad fueran categorías trascenden- tionado nunca el estatus «original» de la paternidad de Platón de la filo-
tales, más aún que la naturaleza o el objeto. Más allá de las premisas de :;ofia, la Ilustración y la racionalidad. Si Europa hubiera sido colonizada
la Ilustración (es decir, de lo moderno), los pares binarios de cultura y primero por los africanos, este elemento narrativo cambiaría la histo-
naturaleza, ciencia y sociedad, lo técnico y lo social pierden su cuali- ria del nacimiento de la filosofía y de la ciencia de Occidente. El libro
dad co-constitutiva y oposicional. Ningún elemento puede explicar al extraordinariamente importante de Martin Berna!, Atenea negra (Black
otro. «Pero en lugar de proporcionar una explicación, la Naturaleza y la l\thena, Vol.1, The Fabrication oíAncient Greece, 1785-1985, 1987), inicia
Sociedad se consideran ahora consecuencias históricas del movimien- una innovadora reevaluación de las premisas fundadoras del mito de
to de lo colectivo. Todas las realidades interesantes ya no pueden ser In excepcionalidad y autogeneración de la cultura occidental, incluidas
capturadas en los extremos, sino que se encuentran en la sustitución, los cimas de la autoconcepción del Hombre, la ciencia y la filosofía. El
el cruce, los trasvases mediante los cuales los actantes cambian sus trabajo de Berna! constituye un informe del papel determinante del ra-
competencias» {Latour, 1990: 170). Cuando se desestima la devoción por dsmo y del Romanticismo en la fabricación de la historia de la racio-
la creencia en lo moderno, ambos polos de los pares binarios colapsan nalidad occidental. Quizá por una ironía del destino, Martin Bernal es el
el uno en el otro como en un agujero negro. Pero lo que les ocurre en el hijo de J. D. Bernal, el principal bioquímico marxista británico anterior
agujero negro es, por definición, in visible para el terreno compartido por n la Segunda Guerra Mundial, cuya obra en cuatro volúmenes Science in
la modernidad, el modernismo y el posmodernismo. Realizaré un viaje I Jistoryargumentaba conmovedoramente la superior racionalidad de la
SF superlumínico hacia un lugar-otro para encontrar nuevos puntos de c:lcncia liberada de las cadenas del capitalismo. La ciencia, la libertad y
observación. Donde Latour y yo estamos fundamentalmente de acuerdo Pl socialismo tenían que ser, finalmente, el legado de Occidente. Aun con
es en que en ese pozo gravitacional, dentro del cual la Naturaleza y la nus imperfecciones, ¡eso habría sido seguramente mejor que la versión
Sociedad desaparecieron en cuanto que conceptos trascendentales, se ele Reagan y Thatcher! Véase Gary Wersky, The Invisible College: The
encuentran actores/actantes de muchos y maravillosos tipos. Sus rela- Collective Biograpliy oí British Socialist Scientists in the 1930s (1978).
ciones constituyen el artefactualismo que trato de esbozar. Famoso ya en su generación por sus apasionados escarceos hetero-
llPxuales, J . D. Berna!, la viva imagen de ese segundo nacimiento de la
13. Para una visión de «producción» y «reproducción» muy diferente de
lhtutración tan irrisoriamente expuesto por Irigaray, escribió su propia
la recogida en tanta teoría política y económica (y feminista) occidental,
violón clel futuro en El mundo, IR ca.m e y el diablo como una especu-
véase Marilyn Strathern (1988: 290-308).
ll H:ión de bono cienlffica en In que lon nPr(l11 humanos evolucionaban
14. Chela Sandoval desarrolla las distinciones entre conciencia oposi- lw 11 1r11:onvrr1irnc on in tcli(IC'11Cinn hicm pl'> w 1111 1:11 011 manuscrito «Tal-
cional y diferencial en su tes is doctoral «Dis-illusionment and the Poe- lt111q nhout ~iC: iC'nr.11 in Throc Colorn )1(•111111 11 11d <:1•11d11 r Polllics in the
try of the Future», Universidad de California, Santa Cru:t., 100!1 (véase llrH:tril St11<l l1111 of ~i t: i11110<• 11, ti< 11111yo <le • 1111111, 111l111y 111111c1 di nontc esta
también Sandoval, 1990). lu111 1111 ln y ll ll l11111111 l l ll ll'lll Pll l 11 "111 1•111111•111, 111 p 11lltl 1 11 V 11111 11l l111H:i Ofl».
1A\ PRflMI 'iAS 111 1OS MONSTRUOS LAS PROMESAS DE LOS MONSTRUOS: UNA POLITICAREGEtlERATIVA PARA LOS l!IAOAPTAOOS/ABLES OTROS
tus y olros rn dlco lcs multi/interculturales de que la naturaleza nismo rechaza la ingeniosa intervención de todos los actores ex-
prccü;an1cnlc 110 puecle ser vista bajo la apariencia del antropo- cepto Uno; y, por ello, se trata de una peligrosa estrategia (para
centrismo y del produccionismo eurocéntrico, que han amena- todos). El naturalismo trascendental, por su parte, reniega de un
zado con reproducir, literalmente, todo el mundo con la mortal mundo habitado de voluntades cacofónicas y se decanta por una
imagen de lo Mismo? semejanza especular que sólo pretende ser diferente. En cambio,
Considero que la respuesta a esta seria cuestión política y el «lugar común» de la naturaleza que busco, el de una cultura
analítica radica en dos cuestiones entrelazadas: 1) estar en guar- pública, tiene muchas casas con muchos habitantes capaces de
dia ante los relatos de adoración solar que nos hablan de la his- repensar la tierra . Quizá esos otros actores/actantes, aquellos
toria de la ciencia y la tecnología como paradigmas del raciona- que no son humanos, constituyan nuestros topick gods, nuestros
lismo; y 2) repensar a los actores involucrados en la construcción «dioses locales», orgánicos e inorgánicos. 17
de las categorías etnoespecíficas de naturaleza y cultura. Los ac- Este reconocimiento, apenas admisible, de los extraños tipos
tores no somos sólo «nosotros». Si el mundo existe para nosotros de agentes y actores que debemos aceptar en la narración de la
como «naturaleza», esto designa un tipo de relación, un logro vida colectiva (incluida la naturaleza) nos lleva en primer lugar
entre diversos actores, no todos ellos humanos, no todos ellos a rechazar decididamente las premisas modernas y posmoder-
orgánicos, no todos ellos tecnológicos. 16 En sus manifestaciones nas derivadas de la Ilustración sobre la naturaleza y la cultura,
científicas, así como a través de otras formas, la naturaleza está lo social y lo técnico, la ciencia y la sociedad, etc; y, en segun-
construida por seres humanos, si bien no completamente; se tra- do lugar, nos salva del letal punto de vista del produccionismo.
ta de una construcción entre humanos y no-humanos. Es éste un El produccionismo y su corolario, el humanismo, se reducen a
enfoque muy diferente de la observación posmoderna de que la línea argumental de «el hombre hace que todo, incluido él
todo el mundo está desnaturalizado, reproducido en imágenes o mismo, salga del mundo, y que éste sólo pueda servir como re-
replicado en copias. Pero este tipo específico de artefactualismo
violento y reductor, en la forma de un hiperproduccionismo am-
pliamente extendido en la actualidad, puede volverse cuestiona-
ble en la teoría y en otros tipos de prácticas, sin recurrir por ello
a un renovado «naturalismo trascendental». El hiperproduccio- 17. Los actantes no son lo mismo que los actores. Como señaló Teren-
ce Hawkes (1977: 89) en su introducción a Greimas, los actantes operan
J. D. Bemal apoyó también activamente a mujeres científicas indepen- al nivel de la función, no del personaje. Varios personajes en un relato
dientes. Rosalind Franklin se mudó a su laboratorio después de que su pueden con stituir un único actante. La estructura del relato genera sus
trabajo sobre la cristalografía del ácido nucleico fuera robado por el he- actantes. Al considerar qué tipo de entidad podría ser la «naturaleza»,
roico y extravagantemente sexista James Watson en su camino hacia la estoy buscando un coyote y una gramática histórica del mundo en don-
fama eterna y luminosa de la Doble Hélice durante los cincuenta y los de la estructura profunda pueda constituir, de hecho, una sorpresa, una
sesenta, y su replicante en los ochenta y noventa, el Proyecto Genoma verdadera embaucadora. Los no-humanos no son necesariamente «ac-
Humano. El relato del ADN ha constituido un cuento arquetípico sobre lores» en un sentido humano, pero forman parte del colectivo funcional
la cegadora Ilustración moderna y los orígenes ilimitados, descamados que cons tituye un actante. La acción no es tanto un problema ontoló-
y autóctonos. Véase Ann Sayre (1975), Mary Jacobus (1982) y Evelyn Fox f)ico como semiótico. Ésta es quizá, en la medida en que resulta válida
Keller (1990). Lonto para los humnnoa como para los no-humanos, una forma de ver
loo cosas que• 1n1<1(lP p1 oporc:ionar s alidas al individualismo metodoló-
16. Para una defensa de la naturaleza como actor social, véase 1:Jiznbcth nico, ClllP<' t ntlo 1111 llj111 0 0 111ll l ll'\IOJncnte qnl(inon non loa agentes Y los
Bird (1987). nc toron d 1'11cl n 111 11111111 1111 Hv11 cl 11 11111 trorfrin lilw111l1'11 11olm lu voluntad.
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LAS PROMESAS DE LOS MONSTRUOS: UNA POLITICA REGENERATIVA PARA LOS lllAOAPTADOS/ABLES OTROS
1·111·m 1 y p11l 1' 111 l11 11111•11 Hll proyecto y su voluntad activa». 18 Este Veamos más de cerca esta afirmación con la ayuda del con-
p m<l 111·1·lrn il· 1111 1 111• 111• q 11ü ver con el hombre hacedor y usuario cepto de aparato de producción corporal. 19
d1• l1111-r111 11 l!'111 111-1, 1•11yn niuyor producción técnica es él mismo;
1•s dt•l'1r: PI 111·11 1111w11 10 del f'alogocentrismo. Él logra acceder a
t•stM n111rn vl ll os11 t<•t•nolog!a mediante una entrada en el lengua- EL APARATO DE PRODUCCIÓN CORPORAL
jt'. lri lu z y lu ley; •ntnida que constituye al sujeto, lo pospone y
In osci nclc. Cegaclo por el sol, esclavo del padre, repetido en la Los organismos constituyen encarnaciones biológicas; en cuan-
1111ilgc11 sacrallzucla de lo Mismo, su recompensa consiste en ha- to que entidades técnico-naturales, no son plantas, animales, or-
llcrsc étUtoengendrado: una copia autotélica. He aquí el mito de ganismos protistas, etc, preexistentes, con límites ya establecidos
In troscendencia ilustrada . y a la espera de un instrumento idóneo para ser registrados co-
Volvamos brevemente a mi comentario de que los organismos rrectamente. Los organismos emergen de un proceso discursi-
110 noccn, sino que son fabricados. Además de parafrasear la ob- vo. La biología es un discurso, no el mundo viviente como tal.
H('l'Vt1 ción de Simone de Beauvoir de que no se nace mujer, ¿en Pero los humanos no son los únicos actores en la elaboración de
q11 é ayuda esto en el propósito de nuestro ensayo por articular las entidades de un discurso científico específico; las máquinas
1111 i in placable artefactualismo diferencial/opositivo? He escrito (delegados capaces de producir sorpresas) y otros compañeros
q11c tos organismos están confeccionados como objetos de conoci- (no objetos «pre-» o «extra-» discursivos, sino compañeros) son
1111 •11tu en un mundo cambiante de prácticas del discurso cientí- también constructores activos de objetos científicos naturales.
llrn, todo ello gracias a actores particulares y siempre colectivos, i\l igual que otros cuerpos científicos, los organismos n o son me-
t •n 1oni poralidades y localizaciones específicas. ras construcciones ideológicas. El verdadero problema sobre la
construcción discursiva es que no tiene que ver con la ideología.
J.os cuerpos, siempre radical e históricamente específicos, siem-
pre vivos, presentan diferentes tipos de especificidad y efectivi-
111 1:11 on le relato produccionista, las mujeres hacen bebés, pero esto es dad, por lo que invitan a diferentes modalidades de compromiso
1111 1111111iluto pobre, aunque necesario, para el fenómeno real de Ja repro- e intervención.
r/111·1·i1fo: el segundo nacimiento a través de la autoconcepción, la cual En otro lugar he utilizado el término «actor semiótico-ma-
wq11 ioro ele la tecnología obstétrica de la óptica. La relación del Uno 1·erial» para resaltar el objeto de conocimiento como una parte
1m 11 ('l falo determina si uno se da a luz «a sí mismo» a un precio razo-
nctiva del aparato de producción corporal (sin que ello impli-
Hnhlc, o si s irve, a un precio aún mayor, como conducto o pasaje para
qu e, en ningún caso, la presencia inmediata de tales objetos; o,
ut¡ucllos que entrarán en la luz de la autoconcepción. Para una estimu-
loutc demos tración de que las mujeres no hacen bebés en todas partes, ln que es igual, su determinación final o única de lo que se puede
vóuuc Marilyn Strathern (1988: 314-318). [La autora desarrollará su con- c.:onsiderar como conocimiento objetivo de un cuerpo biológico en
c:c•plo de «segundo nacimiento», o «autoconcepción», en otros lugares una coyuntura histórica específica). Al igual que ocurre con los
rlo este libro y con distintas denominaciones, como «autoconcepción obj etos de I<atie I<ing denominados «poemas» (lugares de pro-
innoculina», «segundo nacimiento heliotrópico», e incluso como
c<ominismo cósmico». Haraway entiende por este concepto un determi-
nndo tipo de perpetuación de los es tándares culturales, patronímicos 111. Tomo aquí prootnclo ln noción el.o Knli <' l<i'no dPI «nparato de produc-
y normntivos, a través de ln r0111·0(1\ HJ(;ión del género y de la heterose- c~ l ón li l ' rnrln », on rl c:nnl ol poomn q11<1rl11 0011o nlmlo Pl\ In intersección
x11nlidnd obligo toria; c:omo id<111t ldrt<I, oomo sujeto «auto-idéntico», «lo (l llfl'(I n OfJOcion, 1111 (' y Ir e1wlooin (v(l111u1I<¡ 1111, 1!lllll, v 11111111 1(111 Donna Ha-
MlllUIO», r Le. N. (/(.'/, 'f'J 111w11y, ltl9 1: 1:11pfl11 l1111 11 10)
:111 :111
LAS PROMESAS DE LOS MONSTRUOS: UNA POLITICA REGEllERATIVA PARA LOS lllAOAPT~OOS/1\BLES OTROS
- -- - --------- -
ducción J1t on1rl111 111 tl o1tt h· 11l l1•11guaje es también un actor), los Los diversos cuerpos biológicos contendientes emergen de la
cuerpos, en c1111111u q1 w ollll'l tHl tic con ocimiento, constituyen intersección entre la escritura, la publicación y la investigación
nodos genern tivos :w111 l<itlrn 11111I C'rlal es. Sus fronteras se mate- biológica: la medicina y ot ras prácticas empresariales; produc-
rializan en la in tcrm:rlóu H1H'l1il t:nl r c humanos y no-humanos, ciones culturales de todo tipo, incluyendo las metáforas y na-
incluidas las m áquh ws y ot ros 1nst rumentos que participan en rrativas disponibles; y la tecnología, como los mecanism os de
los intercambios entre int·erf'u · ' S cr uciules y que operan como
delegados para las funciones y propós itos de otros actores. Los
«objetos», como los cuerpos, no preexisten en cuanto tales. De que explique la ciencia y viceversa, sino a causa de sus heterogéneos
manera semejante, la «naturaleza» no puede preexistir, pero su actores/actantes. No sólo todos estos actores/actantes no están com-
puestos exclusivamente de personas, sino que estoy convencida de que
existencia tampoco es ideológica. La na turaleza es un lugar co- hay también una sociología de las máquinas. Pero esto no es suficiente;
mún y una poderosa construcción discu rsiva, generada a través n o todos los demás actores/ actantes fueron construidos por personas
de las interacciones entre actores semiótico-materiales, huma- (y el «Colectivo» artefactual incluye un ingenioso actor que en otra par-
nos y no-humanos. La ubicación/observación de tales identi- te h e denominado coyote). Las interfaces que constituyen lo «colecti-
dades no constituye un descubrimiento desinteresado, sino el vo» deben incluir aquellas entre humanos y artefactos (instrumen tos y
resultado de correr riesgos, de delegar competencias, de una m áquin as) en un paisaje genuinamente social; pero las interfaces entre
m áquin as y otros no-human os, así como las interfaces entre humanos
mutua y generalmente desigual estructuración. 2º y quienes n o son humanos ni máquinas, también deben ser tenidas en
con sideración. Los animales son actores bastante obvios, y sus inter-
20. Bruno Latour ha desarrollado el concepto de delegación para refe- faces con personas y máquinas son fáciles de admitir y teorizar (véase
rirse a los trasvases e intercambios entre personas dedicadas a la cien- Donna Haraway, 1989a; Barbara Noske, 1989). Paradójicamente, desde la
cia y sus máquinas, actuando como «delegados» en un amplio abanico perspectiva del tipo de artefactualismo que trato de esbozar, los an ima-
de formas. Marx consideraba que las máquinas constituían «trabajo les pierden el estatus de objeto que los había reducido a la condición
muerto», pero esta noción, aunque sigue siendo necesaria para algunos de cosas en gran parte de la filosofía y la praxis occidental. No habitan
aspectos cruciales de delegación forzada y reificada, es demasiado tí- en la naturaleza (como objetos) ni en la cultura (como sustitutos huma-
mida a la hora de entender las diferentes formas en que las máquinas nos), sino que habitan de hecho en una zona denominada Jugar-otro. En
forman parte de las relaciones sociales, «a través de las cuales los ac- palabras de Noske (Ibíd.: xi), hay otros «mundos, cuyas particularidades
tantes cambian las competencias» (Latour, 1990: 170; véase también La- extrañas n o deben ser desencantadas ni reducidas a nuestra medida,
tour, 1994). Latour, sin embargo, así como la mayoría de los académicos sino respetadas por lo que son». Los animales, sin embargo, n o agotan
establecidos en los estudios sociales sobre ciencia, acaba utilizando un el «mundo coyote» de quienes no son humanos ni máquinas. El domi-
concepto demasiado restringido de «lo colectivo»: uno construido ex- nio de las má quinas y de los que no son ni humanos ni máquinas (los
clusivamente con máquinas y científicos, considerados en un marco no-humanos, en nuestra terminología) une a las personas en la cons-
espaciotemporal muy estrecho. Pero la circulación y delegación de ha- trucción de un colectivo artefactual llamado naturaleza. Ninguno de es-
bilidades toma giros inesperados. Con la excepción de los importantes tos actantes puede con siderarse como un simple recurso, fundamento,
trabajos de Latour en colaboración con la primatóloga Shirley Strum matriz, objeto, m aterial, instrumento, trabajo congelado; todos son más
(quien ha luchado con denuedo en su profesión por el reconocimiento desconcertantes que eso. Quizá m i planteamiento podría equipararse a
de los primates como actores sociales inteligentes), Latour presta muy Ja reinvención de una vieja opción dentro de una tradición occiden tal
poca atención a los otros no-humanos y no-máquinas en sus interaccio- no eurocéntrica, en deuda con el hermetismo egipcio, que insiste en la
nes (véase Strum, 1987). cualidad activa dol mundo y su materia «animada» (véase Martin Ber-
El «colectivo» (del cual la «n aturaleza» supone, de alguna manera nnl, 190'/: J?.HW; l 'rnnoon Yntes, 1964). Mundnnn y vivaz, la «naturaleza
y desde mi punto de vista, un buen ejemplo) con stituye siero¡)1'11 1m nr- ooyolr » Qll oolrn:tlv11, 1111 mtrfnclo cornno1n1JI 111 olnbornclo on narra tivas
tefacto; es siempre social, poro no rlohirlo 11 olgún Soci.nl 111111wu1d111111 ll(Jll llC: lrll ll f• ll h ll (fllU(l(H l llOll
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LAS PROMESAS 01 1OS MllN~THllOS LASPROMESAS DELOS MONSTRUOS: UNA POLiTICA REGE!lERATllJA PARA LOS lllAOAPTADOS/ABLES OTROS
visualización que tru cn a los libros de arte en papel satén y a los trua acaben transformándose. De este modo, mientras que el
informes cientíOcos representaciones de células T asesinas con sistema inmunitario de finales del siglo xx, por ejemplo, supone
colores acentuados, as! como fotografías íntimas del feto en de- una construcción de un elaborado aparato de producción cor-
sarrollo. Otro invitado a entrar en este nodo de intersección es poral, ni el sistema inmunitario ni ninguno de los demás cuer-
el equivalente a las lenguas vivas que se entrelaza activamente pos cambiantes del mundo de la biología (como un virus o un
en la producción de valor literario: el coyote y las personificacio- ecosistema) constituyen una ilusión fantasmal. El coyote no es
nes proteicas de un mundo como ingenioso agente y actor. Qui- un fantasma; simplemente se trata de un embaucador proteico.
zá, tras concebir el mundo como un programador bromista con Este breve resumen de la artefactualidad de la naturaleza
el que hemos de aprender a conversar, nuestras esperanzas de y del aparato de producción corporal nos ayuda a encarar otro
responsabilidad por la tecnobiopolítica en el vientre del mons- importante punto: la corporeidad de la teoría. La teoría es, de
manera apabullante, corporal y literal. La teoría no trata de
Pero hay una segunda manera en la que Latour y otras figuras im- jan>las relaciones sociales. Desde mi punto de vista, sin embargo, tales
portantes en los estudios científicos trabajan con un «colectivo» empo- transferencias o delegaciones de competencias no tienen nada que ver
brecido. A fin de evitar una explicación «social» de la práctica «técnica» con reflejos o ecos de la organización social y de las cosmologías, como
que pudiera hacer estallar por los aires los binarismos, estos estudiosos la «ciencia moderna». Su prejuicio aún no analizado, persistente y de-
tienden a re introducir de manera encubierta los binarismos al privilegiar fensivo, parece en consonancia con la interpretación sorprendentemen·
únicamente uno de los términos, el «técnico». En concreto, las conside- te errónea que hace Latour (1990: 164-169) de varios pasajes del texto de
raciones relativas a asuntos como la supremacía masculina, el racismo, Sharon Traweek Beam Times and Lite Times: The World of High Energy
el imperialismo o las estructuras de clase resultan inadmisibles porque Physi cists (1988). Véase también «Science in Three Colours: Bernal and
reavivan los viejos fantasmas «sociales» que bloquean la explicación real Gender Politics in the Social Studies of Science», de Hilary Rose (manu-
de la ciencia en la práctica (véase Latour, 1987). Como apunta Latour, Mi- scrito inédito, 2 de mayo de 1990).
chael Lynch es el más radical defensor de la premisa de que no existe una El mismo punto ciego (una lesión retiniana del heliotropismo falogo-
explicación social de la ciencia, sino lo técnico satisfecho de sí mismo. El céntrico que Latour sí supo evitar en otros contextos; por ejemplo en su
argumento de Lynch incluye sin duda interacciones en el laboratorio de inordaz crítica de lo moderno y lo posmoderno) parece responsable del
personas entre sí y con sus máquinas, pero asimismo excluye una gran nbyecto fracaso de los estudios sociales sobre ciencia a la hora de tener
cantidad de interacciones que yo circunscribiría a lo «técnico» de Ja pro- en cuenta los últimos veinte años de investigación feminista. Lo que se
pia ciencia, si de verdad uno quiere eludir el binarismo sin exaltar uno considera «técnico» y lo que se considera «práctica» debería estar lejos
de sus viejos polos (Lynch, 1985; Latour, 1990: 169). Coincido con Latour de ser evidente para la ciencia aplicada. Con toda su extraordinaria crea-
y Lynch en que la práctica crea su propio contexto, pero ambos dibu- tividad, hasta ahora los mapas de la mayoría de los investigadores de
jan una sospechosa línea alrededor de lo que puede considerarse como los estudios s ociales sobre ciencia han encallado en las temibles aguas
«práctica». Ellos nunca se preguntan cómo las prácticas de supremacía en donde las prácticas mundanas de desigualdad cubren las orillas, se
masculina, o muchos otros sistemas de desigualdad estructural, quedan infiltran en los estuarios y establecen los parámetros de reproducción
insertas en las máquinas de trabajo. Cómo y en qué direcciones operan de la práctica científica, los artefactos y el conocimiento. Si sólo fuera
estas transferencias de «competencias» debería ser un aspecto en el que una cuestión de reflejo entre las relaciones sociales y las construcciones
centrar nuestra atención. Los sistemas de explotación podrían ser partes cienlfficas, ¡qué fácil sería realizar una inves tigación «política» sobre la
cruciales del ~<contenido técnico» de la ciencia. Pero los investigadores ciencia! Tal vez el obstinado prejuicio de los profesionales en los estu-
de los estudios sociales sobre ciencia tienden n dc11cnrtm· tri11111 pl'11qun· dios sociolou oolll(I t:i(•ncin sea el castigo por la Ilustración trascenden-
tas afirmando que éstas nos devuelven n 1011 t111nthlo11 ti1111q11111 d111111111f10, 1111, por ol p1 ot1101111 l uno do lo social, que equipó nl rnoionalismo de las
cuando los radicales reivlncl k nh1111 111 0111111•111 11 t1npl1~1111111 11 11111 11 •1111111· p1htwrn11 01111111111 111111111 111 11 11 1111n cl'iticn mdknl fl11 In donr.io y que es
LAS PROMESASDE1OS MOHSl RUOS LAS PROMESAS DE LOS MONSTRUOS: UNA POLfTICAREGENERATIVA PARA LOS INAUAPTADOS/ABLES OTROS
cuestiones distantes para el cuerpo viviente; todo lo contrario. se presentan de muchas y maravillosas maneras. Y lo mejor de
La teoría es cualquier cosa menos incorpórea. Las más fantasio- todo es que la «reproducción» (o, dicho de forma más precisa, la
sas declaraciones sobre la descontextualización radical, como la generación de nuevas formas) no debe concebirse a través de los
forma histórica de la naturaleza en el capitalismo tardío, son pesados términos bipolares de los homínidos. 21
metáforas para la corporeidad, la producción, la literalización Si los relatos sobre el hiperproduccionismo y la Ilustración
de la experiencia en esta modalidad específica. No es una cues- han versado sobre la reproducción de la imagen sacralizada de lo
tión de reverberación o de correspondencias, sino de tecnolo- Mismo -de la única copia verdadera, mediada por las tecnologías
gía, donde lo social y lo técnico implosionan uno sobre otro. La luminosas de la heterosexualidad obligatoria y la autoconcepción
experiencia es un proceso semiótico, una semiosis (De Lauretis, masculina-, entonces el artefactualisrno diferencial que trato de
1984). Las vidas se construyen; así que más nos vale llegar a ser concebir podría dar paso a algo más. El artefactualismo se desvía
buenos artesanos en colaboración con otros actantes del rela- del produccionismo; los rayos de mi dispositivo óptico se difractan
to. Hay muchísimo por delante que reconstruir, empezando por en lugar de reflejarse. Estos rayos difractivos componen patrones
más exploraciones mediante dispositivos ópticos provistos de interferenciales, no imágenes reflejadas. El «efecto» de esta tec-
filtros rojos, verdes y ultravioletas. nología generativa, el resultado de un embarazo rnonstruoso,22
Con anterioridad hemos hablado de figuras sobre el emba- podría emparentarse con el de los «inadaptados/ables otros» de
razo y la gestación. Zoe Sofoulis (1984) me enseñó que toda tec- la cineasta y crítica feminista Trinh Minh-ha (1986/?b; 1989).23
nología es una tecnología reproductiva, y ambas hemos querido
expresar esto literalmente. Las formas de vida están en juego 21. Véase Lynn Margulis y Dorion Sagan (1986). Este maravilloso
en la cultura de la ciencia. No obstante, me gustaría desplazar libro presenta la biología celular y la evolución para una multitud de
la terminología de la reproducción por la de la generación. Muy inadaptados/ables otros. En su dedicatoria, el texto afirma que «las
combinaciones sexuales y parasexuales que nos obligan a salir de
rara vez se reproduce exactamente algo; lo que tiene lugar es nosotros mismos, nos convierten en algo más de lo que éramos solos»
algo mucho más polirnórfico que eso. En verdad, las personas no (Ibíd.: V). Esto es lo que los estudios científicos, en cuanto que estudios
se reproducen, a menos que sean clonadas, lo cual será siempre culturales, deberían hacer, al mostrar cómo visualizar los curiosos co-
bastante más caro y peligroso, por no decir aburrido. Incluso lectivos de humanos y no-humanos que conforman la vida naturosocial
la tecnociencia debe hacerse dentro de un modelo paradigmá- (en una sola palabra). Para enfatizar en qué medida todos los actores en
tico de discusión y controversia, no de aislamiento. Esto impli- estos colectivos generativos, dispersos y estratificados carecen de for-
ma y función humana (y por lo cual no deberían ser antropomorfizados),
ca conocer cómo operan los agentes y actantes del mundo, de
recuérdese que la hipótesis de Gaia con la que se asocia a Margulis tiene
qué manera nosotros y ellos venirnos al mundo, y cómo somos/ que ver con el tejido del planeta como una entidad viviente, cuyo meta-
son modificados. La ciencia se convierte así no en el mito de lo bolismo e intercambio genético se efectúa a través de redes de proca-
que escapa a la voluntad y la responsabilidad en un mundo sin tlolas. Gaia es una sociedad; Gaia es naturaleza; Gaia no leyó la Crítica.
fricciones, sino más bien en el mito de la responsabilidad por Pl'obablemente, tampoco lo hizo John Varley. Véase su hipótesis de Gaia
pn el libro de ciencia-ficción Titán (1979). Titán es un alienígena que, al
las traducciones y solidaridades que unen las visiones cacofó-
nicas y las voces visionarias que caracterizan los saberes de los 1nlr.mo tiempo, es un mundo.
cuerpos marcados de historia. Los actores, así como los actantes, ?.?.. nccordemos que m on s truo tiene la misma raíz que demostrar, los
1110 110 lruos s ign i fwnn.
todavía muy común. ¡Que escoger los dioses locales nos salvo t1111to d<' lo 1.:1. Tilnh T. Mh 1h h11,11d , f tUHi/'/b, .S'h l', 1111' J1111ppwpi11t11rl 0 //11'r(véase tam-
técnica reificada como cto lo nociril t1·rwc:'1ndrntol! 1!1(111 Wrm u111, N11/tvr•, rnllr•1 W11ti11r1 /'0111 1;0Jm1111/t1y 111u-l l 't •111i11iom, 1989).
4li
LAS PROMESAS DE LOS MONSTRUOS LAS PROMESASDE LOSMONSTRUOS: UllA POL(TICA REGEllERATIVA PARA LOS INADAPTADOS/ABLES OTROS
INADAPTADOS/ABLES OTROS recursos. Sus metáforas también sugieren el duro trabajo inte-
lectual, cultural y político que estas nuevas geometrías requeri-
Al designar las redes de actores multiculturales, étnicos, racia- rán. Si las narrativas patriarcales de Occidente han dicho que el
les, nacionales y sexuales que emergen a partir de la Segunda cuerpo físico es la consecuencia del primer nacimiento, mientras
Guerra Mundial la expresión de Trinh refiere el posicionamien- que el hombre constituye el producto del segundo nacimiento
to histórico de aquellos que no pudieron adoptar la máscara del heliotrópico, tal vez una alegoría feminista diferencial y difrac-
«YO» ni la del «otro» brindadas por las modernas narrativas oc- tiva pueda servir para que los «inadaptados/ables otros» emer-
cidentales relacionadas con la identidad y la política anterior- jan en un tercer nacimiento dentro de un «mundo SF» llamado
mente dominantes. Ser «inadaptado/able» no quiere decir «no un lugar-otro (un espacio elaborado a partir de patrones inter-
entablar relaciones con» (es decir, permanecer en un tipo espe- l'erenciales). La difracción no produce «lo mismo» desplazado,
cial de reserva, con el estatus de autenticidad, de intocabilidad, como hacen la reflexión y la r efracción. La difracción es una car-
en la condición alocrónica y alotópica de la inocencia). Ser un lOgrafía de la interferencia, no de la réplica, la reverberación o
«inadaptado/able otro» significa más bien estar en una relacio- lu reproducción. Un patrón difractivo no cartografía el lugar en
nalidad crítica, deconstructiva; una r(el)acionalidad difractiva ol que surgen las diferencias, sino el lugar donde los efectos de
antes que reflexiva, como forma de establecer conexiones po- di ferencia hacen su aparición. Metafóricamente, y con respec-
tentes que excedan la dominación. Ser inadaptado/able supone 1o a las promesas de los monstruos, lo primero invita a la ilu-
no encajar en el taxón, estar desplazado de los mapas disponi- sión de la posición esencial, fija, mientras que lo segundo nos
bles que especifican tipos de actores y de narrativas, no estar prepara para una visión más sutil. La ciencia-ficción se ocupa
originalmente fijado en la diferencia. Ser inadaptado/able no es por lo general de la interpenetración de fronteras entre yoes
ser moderno ni posmoderno, sino insistir en lo amoderno. Trinh problemáticos e inesperados otros, así como de la exploración
estaba buscando una forma de cifrar la «diferencia» como una de mundos posibles en un contexto estructurado por la tecno-
«diferencia crítica interna», y no como una taxonomía especial cicncia transnacional. Los sujetos sociales emergentes deno-
que establezca la diferencia como un apartheid. Ella escribía so- 111 lnados «inadaptados/ables otros» habitan tales mundos. El
bre personas; yo quiero preguntarme si estas mismas observa- Higno «SF» (science fiction, speculative futures, science fantasy,
ciones podrían aplicarse a los humanos y a los no-humanos, tan- s¡Jeculative fiction) es especialmente indicado para dirigir una
to orgánicos como tecnológicos. l11 vcstigación sobre lo artefactual como tecnología reproducti-
El término «inadaptados/ables otros» puede provocar una v11 que puede dar lugar a algo diferente de la imagen sacrali-
revisión de la relacionalidad social dentro de la naturaleza arte- z11da de lo Mismo, algo inadaptado, fuera de lugar, y, por tanto,
factual (la cual es, podría decirse, la naturaleza global en los no- 111 I vez, inapropiado.
venta). Las metáforas de Trinh Minh-ha sugieren otra geometría Dentro del vientre del monstruo, incluso los inadaptados/
Y otra óptica para considerar las relaciones de diferencia entre 11 hl cs otros parecen ser interpelados, llamados, a través de la
personas -así como entre humanos, máquinas y organismos-; l111crrupción, a un lugar particular que denomino posición de
unas relaciones de diferencia, por tanto, distintas a las de la do- s11jet o cf/Jo1'g.21
minación jerárquica, la incorporación de partes en totalidades,
la protección paternalista y colonialista, la asimilación simbió- ~'1 lnl<'rpclor: )11000 oon In dcfmición de Alth11 nr10r oobrc cda llamada»
tica, la oposición antagonis1·n o h1 prnclucción ins1·1·111111•111111 el e 0011 10 prod11oc; 1ó 11cl11l 1111jn to <'n In icl<o1on111 /\lth111J1 111r t 11tñ refiriéndose,
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4/
LASPROMESASDELOS MONSTRUOS lASPROMESAS DELOS MONSTRUOS: UNA POLITICA REGEflERATIVA PARA LOS INADAPTADOS/ABLES OTROS
LA POSICIÓN DE SUJETO CÍBORG no han sido fijados aún en este sistema reproductivo) nos da la
espalda. Sus patas se apoyan en un teclado, ese residuo inercial y
Permítanme continuar este viaje y estas pesquisas por el arte- pasado de moda de las máquinas de escríbir que confiere a nues-
factualismo con una lectura ilustrativa de la naturaleza de los tras computadoras cierta naturalidad, cierta ergonomía para el
cíborgs tal como aparecen en los anuncios de Science, la revista usuario, por así decirlo. 25 Pero el teclado es engañoso: no se trans-
de la Asociación Estadounidense por el Avance de la Ciencia. Es- fiere ninguna letra a través de una tecla mecánica hasta una su-
tas imágenes publicitarias nos recuerdan la corporalidad, la ma- perficie sólida expectante. La interfaz ordenador-usuario opera
terialidad mundana y la literalidad de la teoría. Estas imágenes de forma diferente. Incluso si no entiende las implicaciones de
comerciales cíborg nos cuentan qué puede ser considerado
como naturaleza en los mundos tecnocientíficos. Sobre todo, nos
muestran la implosión de lo técnico, textual, orgánico, mítico y
político en los pozos gravitacionales de la ciencia práctica. Estas
imágenes son nuestros monstruos de compañía en el progreso
del peregrino de este ensayo de viajes.
Consideremos la imagen 1.1: «Unas palabras sobre reproduc-
ción de un reconocido experto en este campo», reza el eslogan
publicitario del sistema de duplicación de software de la empresa
Logic General Corporation. El impacto inmediato visual y verbal
incide en lo absurdo de separar los hilos técnicos, orgánicos, míti-
cos, textuales y políticos que constituyen el entramado semiótico
del anuncio y del mundo en el que éste adquiere sentido. Bajo el
logotipo de la Logic General, con sus colores apagados en forma
de arcoíris (desde el naranja terrestre hasta el amarillo solar), di-
cho conejo blanco biológico (¿o tal vez coneja? El sexo y el género
concederle un voto de confianza. Los siguientes anuncios, que veremos clC'I ferrocarril mantenía la aparien cia de un carruaje tirado por caballos,
en este capítulo, nos interrumpen. Reclaman una explicación en un jue- n pcoar de los diferentes requisitos funcion ales y posibilidades de la
go de confianza; fuerzan un reconocimiento sobre cómo se realizan las lll H'VU tccnologfu. Prn tc•nrlfn ilustrar que la evolución biológica es igual-
transferencias de competencias. Una posición de sujeto cíborg resulta 111 p11to c0Jw< 11vrn lo111, t:1m1111wtrllgicnpor lnn vi(ljuu y fllrniliares formas,
de y conduce a la interrupción, la difracción, la reinvención . F.n 1wli gro· lrHJ 01 H1lc 111 Jl t)ll IC 11lll lw d 11 11 pm 11 111 HIVOl l pJ't>p <111 i ln 11 c:1d 11 1lc1l In ln primera
sa y está repleta de promesas de loo mons truos . In l('n/1111:11 •11111h 1
LASPROMfSASUL LOSMONSl RUOS LASPROMESAS OE LOS MOtlSTRUOS: UNA POLITICAREGEllERATIVAPARALOSINADAPTADOS/ ABLES OTROS
este falso teclado, la coneja blanca se encuentra en su hábitat na- Con la Logic General no estamos, obviamente, en un labora-
tural; ella es completamente arte/actual, en el sentido más literal torio biológico. La coneja orgánica escudriña su imagen, pero la
posible. Del mismo modo que las moscas de la fruta, la levadura, imagen no constituye su reflejo; de hecho, destaca precisamen-
los ratones transgénicos y un simple gusano nemátodo, Caernor- te por no serlo. Éste no es el universo de espejos de Lacan; la
habditis elegans, 26 el relato evolutivo de esta coneja sucede en el identificación primaria y la madurada sustitución metafórica
laboratorio: el laboratorio es su nicho apropiado, su verdadero se producirán a través de otras técnicas, otras tecnologías de
hábitat. Tanto como sistema material como en calidad de símbo- inscripción. 27 La coneja blanca será reinterpretada, su potencia-
lo de una medida de fecundidad, este tipo de conejo no aparece lidad y capacidades reubicadas radicalmente. Las entrañas del
en ningún otro espacio natural que no sea el laboratorio, escena- ordenador producen otro tipo de producto visual distinto a los
rio preeminente para las prácticas de reduplicación. reflejos distorsionados y autogenerados. La coneja simulada otea
en primer lugar nuestros rostros. Ella es quien fija su mirada en
26. Para una visión de la manufactura de organismos particulares como nosotros. Tiene también las patitas sobre una cuadrícula, una que
sistemas de modelos flexibles dentro de un universo de práctica inves- ya apenas recuerda a una máquina de escribir, sino más bien a
tigadora, véase Barbara R. Jasny y Daniel Koshland Jr., eds., Biological un viejo icono de la tecnociencia: el sistema cartesiano de coorde-
Systems (1990). Como afirma la publicidad del libro, «La información
nadas que sitúa el mundo en los espacios imaginarios de una mo-
presentada será especialmente útil para los estudiantes licenciados y
para todos los investigadores interesados en conocer las limitaciones dernidad racional. En su hábitat natural, la coneja virtual está en
y ventajas de los sistemas biológicos actualmente en uso», Science, 248 una grilla que persiste en la noción del mundo visto como un jue-
(1990: 1024). Como todas las muestras de protoplasma recogidas en el go desarrollado sobre un tablero de ajedrez. Esta coneja insiste
mundo extra-laboratorio e introducidas hasta el nicho tecnocientífico, en que los actores verdaderamente racionales se reduplicarán
la coneja orgánica (por no hablar de la simulada) y sus tejidos tienen un u sí mismos en un mundo virtual en donde el principal jugador
destino probable muy particular: como mercancía. ¿Quién debería «po-
no será el Hombre, aunque pueda persistir (como el carruaje
seer» tales productos evolutivos? Si la semilla de protoplasma se reco-
lecta en los terrenos de los campesinos de Perú y luego se utiliza para la tirado por caballos que dio paso al vagón de tren, o como la má-
producción comercial de cultivos valiosos en el laboratorio del «Primer quina de escribir que ofreció su ilusoria forma a la interfaz del
Mundo», ¿las cooperativas de campesinos o el estado peruano tienen ordenador). El significante funcional privilegiado no será tan fá-
derecho para reclamar las ganancias? Un problema relacionado con los ci1mente confundido en este sistema con el órgano copulativo y
intereses de propiedad en la «naturaleza» obstaculiza el desarrollo de la urinario de ningún primate macho. La sustitución metafórica y
industria biotecnológica de líneas celulares y otros productos derivados
otros desplazamientos en el dominio mismo del material simbó-
del tejido humano eliminado, por ejemplo, como resultado de una ciru-
gía en una operación de cáncer. La Corte Suprema de California aseguró lico serán preferiblemente efectuados por un ratón competente.
recientemente a la industria biotecnológica que un paciente, cuyo bazo J.a feminidad dudosa de ambas conejas, por supuesto, no ofrece
canceroso constituía la materia prima de un producto (Colony Stimula- la certeza de que los nuevos jugadores, distintos al Hombre, se-
ting Factor), no tenía derecho a los beneficios producidos por la patente rún mujeres. Lo más probable es que la coneja que ha sido ínter-
resultante, la cual produjo acciones en una compañía valoradas en cerca
de tres millones de dólares para el científico que desarrolló el producto.
La propiedad del yo, ese eje de la existencia liberal, no parece referirse ?.'f . Tanto en este punto como a lo largo de este ensayo, jugueteo con la
a la misma cuestión cuando hablamos de los derechos de propiedad del lectu ra que h ace I<nli<' King del libro De l a gr am s tol ogfa, de Jacques De-
cuerpo propio o de sus productos, como fetos u otras líneas celulares, 1 ricio (vóm10 Klng, J'lt)O: y tnmbién ol monu ucrilo do King •Feminism and
sobre los cuales los tribunales m11nr.tran intereses regulaclor0n (véAse Wriling To<;hnolot¡ln1111, llinponihlC' on ·Ji1111 1111 nl oJI f(:) wob do King de la
Marcia Barinaga, 1990: ?.39). l lltlv111 11lrlrHI dt1 Mm yh111tl)
50 111
LAS PROMESAS DE LOS MONSTRUOS LAS PROMESASDE LOS MOflSTRUOS: UNA POLITICA REGENERAl lVA PARA LOS INAOAPTAOOS/ABLES OTROS
62 63
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tremezclados en cascadas de signos jerárquicos nos guían a través nismo. Las conejitas extrañamente duplicadas podrían resistir
de este icono mítico, orgánico, textual, técnico y político.2s su interpelación lógica y, en lugar de ello, insinuar una neonata-
lidad de los inadaptados/ables otros, en donde el bebé resultante
ya no será parte de la sacralizada imagen de lo Mismo. Cambian-
do de forma, estos entrometidos cíborgs podrán elaborar una
lógica difractiva de la semejanza y la diferencia, y pronunciar
así una palabra sobre la reproducción y sobre el nexo entre la
ciencia y el mañana distinta a la de los actores convencionales
en estos campos.
60 111
LASPROMESAS DElOS MONSTRUOS LAS PROMES.~S DE LOS MONSTRUOS: UflA POLITICAREGE!IERATIVA PARA LOS ltlAOAPTAOOS/ABLES OTROS
manos. Tampoco lo moderno será reemplazado o filtrado a tra- no-A) Espacio Virtual o Mundo SF, al margen de los dominios
vés del posmodernismo, porque creer en algo concebido como de lo imaginario, lo simbólico y lo Real (Imagen 1.6).
moderno era ya en sí núsmo un error. En cambio, lo amoder-
no se refiere a una perspectiva de la historia de la ciencia como
A B
cultura que insiste en la ausencia de comienzos, ilustraciones y
finales: el mundo ha estado siempre en medio de las cosas, en Espacio real: Espacio exterior:
Tierra lo extraterrestre
una conversación funcional e indisciplinada, lleno de actividad
y estructurado por una sorprendente variedad de actantes y de •Comprender lo es todo• •La elección es el universo o n ada•
neo-natología de lo colectivo neo-natologia de E.T.'s y terrícolas
colectivos desiguales interconectados. La muy criticada incapa- Gombe Un pequeño pa so ...
cidad de los dispositivos estructuralistas para proporcionar una salvar la naturaleza HAM y las cosas bien h echas
Amazonia Ama a tu madre
narrativa de la historia diacrónica, de progresión a través del eje naturaleza social Tierras de la Western Shoeshone y
temporal, será la mayor virtud de nú cuadrado senúótico. La for- el estado de Nevada
68 uu
LAS PROMESAS DE LOSMONSI RUOS
LAS PROMESAS OE LOS MONSTRUOS: UNA POLITICA REGENERATIVA PARA LOS lllADAPTAOOS/ABLES OTR~~
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LAS PROMESAS DE LOS MO!lSTRUOS LAS PROMESAS o~_os MONSTRUOS: UNA POLITICAREGENERATIVA PARA LOS ltlAOAPTllDOS/ABLES OTROS
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te «desde la curiosidad a la observación, el aprendizaje y el en- a la Segunda Guerra Mundial, los simios plantan cara a la extin-
tendimiento».31He aquí el relato de una idílica asimilación. ción biológica; el planeta entero afronta su aniquilación nuclear
Pero hay también otro tipo de mensajes ocultos en el anun- y ecológica, y Occidente sufre la expulsión de sus antiguas po-
cio, ligados a la raza y al imperialismo, mediados por los dra- sesiones coloniales. Si tan sólo pudieran establecerse comunica-
mas del género y la especie, de la ciencia y la naturaleza. En el ciones, parece decirnos, la catástrofe podría ser evitada. Como
relato de National Geographic, «Jane» ingresó en el jardín pa- insiste la petrolera Gulf: «Nuestro objetivo es provocar la curio-
radisíaco «sola» en 1960 para buscar a los parientes más cer- sidad acerca del mundo y de la complejidad frágil de su orden
canos del «hombre», con el objetivo de establecer una vía de natural; satisfacer dicha curiosidad mediante la observación y
conocimiento a través de los abismos del tiempo. Está en juego el aprendizaje, facilitar la comprensión del lugar del hombre en
una familia natural: los especiales de la cadena pública PBS do- la estructura ecológica y su responsabilidad ante ella, desde la
cumentan una suerte de terapia familiar ínter-especies. «Jane», sencilla tesis de que nadie capaz de pensar puede tomar parte
al disminuir la distancia entre especies mediante una conducta en la destrucción de algo cuyo valor comprende.» Progreso, ra-
paciente (según la cual los animales podían reconocerla prime- cionalidad y naturaleza se unen en el gran mito de la moderni-
ro únicamente por su rastro y sus llamadas, después por avis- dad, el cual se halla completamente amenazado por una docena
tamientos fugaces y, finalmente, por la invitación del animal a de apocalipsis en ciernes. La novela familiar trans-especies pro-
través del contacto directo, gracias a lo cual ella pudo darles mete evitar la amenaza de destrucción.
un nombre), fue por fin admitida como «delegada» de la huma-
nidad dentro del Edén. La sociedad y la naturaleza habían he-
cho las paces; la «Ciencia moderna» y la «naturaleza» podrían
coexistir. La Doctora Goodall/Jane fue representada casi como
un nuevo Adán, autorizada a nombrar no por la mano creadora
de Dios, sino por el toque transformador del animal. La gente de
Tanzania desaparece de una historia en donde los actores son
los simios antropomorfos y una joven mujer blanca británica,
comprometida en un drama sacralizado (pero también secular)
absolutamente moderno. Los chimpancés y Goodall quedan así
envueltos en un relato de peligro y salvación: en la era posterior
31. Para una lectura extensa de los relatos de la National Geographic so-
bre Jane Goodall, siempre en conflicto con otras versiones de Goodall y
los chimpancés de Gombe, véase Haraway, «Apes in Eden, Apes in Spa-
ce», en Primate Visions (1989a: 133-195). Nada en mi análisis debe servir
como base para oponerse a la con servación de los primates o para rei-
vindicar otras Janes Goodall; son éstas cuestiones complejas que m e-
recen su propia consideración me ticulono, centrada en cuestiones m a- h1111H1111 1 I
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G u lf
teriales. Mi interés se enfoca c1n m111 c:w1 11pmiólicos y politicoo den tro
de los cuales ac tores goopolft 11:11 1111111 t11ti if 1111111t:indor. podrl011 11ho1dur r l
trabajo de s uporviv<'ncm
LAS PROMESAS OELOSMONSTRUOS LAS PROMESAS DE LOS MONSTRUOS: UNA POLITICA REGEtlERATIVA PARA LOSlt~AOAPTAOOS/ABLES OTROS
La comunicación y el entendimiento, inaudibles en la ver- una mujer blanca y de un simio africano sin evocar la historia
sión de la Gulf y de National Geographic, van a emerger en la de la iconografía racista en la cultura popular europea y esta-
comunión entre la Doctora Goodall/Jane y el chimpancé espon- dounidense. La mano del animal encarna metonírnicarnente al
táneamente confiado, justo en el momento histórico en que do- chimpancé individual, a todas las especies amenazadas, al Ter-
cenas de naciones africanas han logrado su independencia na- cer Mundo, a la gente de color, a África, a la tierra en peligro eco-
cional (quince sólo en 1960, el año en el que Goodall parte para lógico ... Todo firmemente ligado al reino de la Naturaleza, todo
Gornbe). Aquello que desaparece de esta novela familiar son ello representado en la curtida mano que estrecha la de la chica
los propios tanzanos. Los pueblos africanos buscan establecer blanca bajo el logotipo del sol de la empresa Gulf, centelleando
la hegemonía sobre las tierras en que viven; para ello, deben sobre el compromiso de las Siete Hermanas con la ciencia y la
ser omitidas las historias de la presencia natural de los colonos naturaleza. El espontáneo gesto de contacto en las salvajes tie-
blancos, por lo general mediante narraciones nacionalistas ex-
tremadamente complejas y peligrosas. Pero en «Comprender la iconografía racista subyacente. Paula Treichler me mostró la ima-
lo es todo», el metonímico «gesto espontáneo de confianza» de gen más brutalmente racista: un anuncio en Minneapolis dirigido a los
la mano animal hacia la mano blanca oculta una vez más los médicos por la Organización para el Mantenimiento de la Salud (HMO,
en inglés), aparecido en American Medica] News (agosto, 7, 1987). Un
cuerpos invisibles de las personas de color, que nunca han sido
hombre blanco con bata blanca y el estetoscopio alrededor del cuello,
tenidas en cuenta en la iconografía de Occidente a la hora de poniendo su anillo de bodas en la mano de una gorila hembra sucia y
representar la humanidad. La mano blanca será el instrumento muy negra, ataviada con un vestido blanco de novia. ¡La ropa blanca no
para salvar la naturaleza (al mismo tiempo que, durante el pro- s ignifica lo mismo para diferentes razas, especies o géneros! El anun-
ceso, acabará salvándose a sí misma de una ruptura total con la cio proclama: «Si te has embarcado en un compromiso médico nefasto,
naturaleza). Al cerrar las grandes brechas abiertas, los trascen- quizá nosotros podamos ayudarte.» El médico (un humano macho) liga-
do a la negra paciente (un animal hembra) en los pauperizados centros
dentales de la naturaleza y la sociedad se reúnen aquí en la ima-
urbanos debe ser liberado por las prácticas de marketing de la HMO en
gen metonímica de unas manos enlazadas desde dos mundos, relación a las pólizas Medicaid [programa estadounidense de cobertu-
cuyo inocente vínculo depende de la ausencia de «otro» mundo, ra sanitaria para personas con bajos ingresos o discapacidad]. No hay
el «Tercer Mundo», donde sucede realmente el drama. ninguna mujer en este anuncio; lo que hay es una amenaza oculta dis-
En la historia de las ciencias biológicas, la gran cadena del frazada de mujer simio, vestida como la novia vampiresa de la medicina
ser que nos lleva desde las formas de vida «inferiores» hasta las científica (un único diente blanco brilla amenazadoramente en los ne-
oros labios de la sucia novia); otra ilusión, si es que necesitamos alguna,
«superiores» ha desempeñado un papel crucial en la construc-
do que la mujer negra no tiene el estatus discursivode una mujer huma-
ción discursiva de la raza corno un objeto de conocimiento, y no en la cultura blanca. «A lo largo de todo el país, los médicos que algu-
del racismo como fuerza activa. Después de la Segunda Guerra no vez tuvieron la esperanza de contraer un hermoso matrimonio con
Mundial y de la eliminación parcial del racismo explícito en la ln HMO han descubierto que su luna de miel ha terminado. En lugar de
biología evolutiva y en la antropología física, una buena parte una atención de calidad y una base de pacientes fiscalmente solvente,
del discurso racista y colonialista ha permanecido proyectán- terminan aceptando tarifas reducidas y mayores riesgos.» Los códigos
oon transparentes. La medicina científica ha sido engañada por la unión
dose sobre «los parientes más cercanos al hombre»: los simios
1;0 11 los vampiricas pacientes de condición pobre y negras. Qué riesgos
antropoides. 32 Es imposible imaginarse las manos enlazadas de nu corren y o qui('non ne deja sin examinar. Las manos entrelazadas lle-
vo u en ente mumdu 1111 Jil<'n onjc nuperf1cial muy diferente del anuncio
32. Mis archivos están repleten d(I J111 ri11P111• t1 11• nl c•11los ele novelas fami- tlp In G111(, ¡w1 o 111111 1111111 m t111r111 m mióticun c: mnpill'lN1 demasiadas ca-
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LAS PROMESAS DE LOS MONSTRUOS LAS PROMESAS DELOS MONSTRUOS: UNAPOLITICA REGEllERATIVA PARA LOSltJf\OAPTADOS/ABLESOTROS
rras de Tanzania permite dar paso a toda una doctrina sobre la Orson Welles al hablar de la búsqueda solitaria del contacto con
representación. Jane, como la Doctora Goodall, está autorizada la naturaleza). En uno de los informes publicados por Goodall
a hablar en nombre de los chimpancés. La ciencia habla por la sobre los primeros días en Gombe, nos enteramos de que ella y
naturaleza. Respaldada por este contacto voluntario, la dinámi- su madre, de camino a la reserva de chimpancés, se detuvieron
ca de la representación toma el relevo, dando paso al reino de la a orillas del lago Tanganica, en la ciudad de Kigoma, frente al
libertad y de la comunicación. Es ésta la estructura del discur- hasta hace poco denominado Congo Belga, cuando el movimien-
so experto en despolitización, crítico con las míticas estructuras to uhuru («libertad») estalló por toda África. Goodall y su madre
políticas del mundo «moderno» y con la mítica desesperación prepararon dos mil bocadillos de fiambre para fugarse con los
política de gran parte del «posmodernismo», acosada por el pá- belgas antes de embarcarse hacia «las tierras salvajes de Tanza-
nico ante el colapso de la representación. 33 Desafortunadamen- nia» (Goodall, 1971: 27). Es posible reconstruir una historia de
te, la representación, sea o no fraudulenta, constituye una prác- Gombe como lugar de investigación científica durante los seten-
tica muy adaptable. ta. Uno de los puntos destacados de esta reconstrucción es que el
Las manos aferradas del anuncio de Gulf son semióticamen- personal de investigación y sus familiares (africanos, europeos
te similares al pico de elución en el anuncio de la empresa Vega y norteamericanos) superaba considerablemente al número de
(imagen 1.5): «Garantizado. Puro»; «Comprender lo es todo». No chimpancés durante los años de más intenso trabajo científico.
hay interrupción en estas historias de comunicación, progreso J.a Naturaleza y la Sociedad se encontraron en un relato concre-
y salvación a través de la ciencia y la tecnología. La historia de to; en otro, la estructura de la acción y de los actantes adopta
Jane Goodall en Gombe, sin embargo, puede servir para mostrar una forma muy diferente.
sus condiciones de posibilidad: incluso en las secuencias de los Es difícil, no obstante, despojar a la historia de Jane Goodall
especiales de National Geographic, vemos a la mujer en lo alto y los chimpancés salvajes de su mensaje «moderno» sobre «sal-
de una montaña, de noche, comiendo una lata de carne de cerdo var la naturaleza», en ambos sentidos de la expresión (tanto en
con judías, signo de la civilización industrial determinante en el sentido de naturaleza salvífica como en el que emplean los
la historia del colonialismo en África (como dice la voz en off de científicos al hablar por la naturaleza y preservarla en un drama
de representación). Dejemos, pues, este relato para pasar a otro
lugar tropical colonizado en el cuadrante Real/Tierra del cuadra-
33. En la presentación oral de estas páginas durante la conferencia cto semiótico: la Amazonia. Para recordar que todos los lugares
sobre «Estudios Culturales ahora y en el futuro», Gloria Watkins «bell
colonizados tienen, por decirlo eufemísticamente, una relación
hooks» llamó la atención sobre el doloroso discurso actual de Estados
Unidos en relación a los hombres afroamericanos como una «especie especial con la naturaleza, estructuremos esta historia con el fin
en peligro de extinción». Elaborar esta horrible metáfora constituye una de contar algo amoderno sobre naturaleza y sociedad (y quizá
reiterativa historia de animalización e infantilización política. Al igual nlgo más compatible con la supervivencia de todos los actantes,
que otras «especies en peligro», estas personas no pueden hablar por sí humanos y no-humanos, conectados en la red). Para contar esta
mismas, sino que otros deben hacerlo por ellas. Deben ser representa- 11 istoria, debemos descreer tanto de la naturaleza como de la so-
dos. ¿Quién habla por el hombre afroamericano como <<Una especie en
dcdad, y resistir ante los imperativos asociados a las mismas para
peligro de extinción»? Nótese también cómo la metáfora aplicada a los
hombres negros justifica la retórica antifeminista y misógina de la po- 1·cprcscntnr, rcíl cjnr, reverberar y actuar como un ventrílocuo
lítica hacia las mujeres negras. En realidad, ellos se convierten en una c«lcl otro». l.i1 Clll'Stl ón principal es que no habrá ningún Adán (y
de las fuerzas, si no en la principnl nnwnn ~n. (111 pone en peligro a los ningunu )111w) q111• 11 111111• 11 nomurnr tmlos los st•res en el jardín
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hombres afroamericanon.
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del Edén. La razón es sencilla: no hay ningún jardín, y nunca lo ha parada navideña de diciembre de 1989 (un modesto acto de po-
habido. Ningún nombre, ningún contacto es original. La pregunta lítica cultural que no debe menospreciarse), Hecht y Cockburn
que mueve esta narración difractiva, este relato basado en peque- presentan un objetivo central: ambos insisten en deconstruir la
ñas diferencias, es también muy sencilla: ¿hay una diferencia sig- imagen de la selva tropical, especialmente la Amazonia, como
nificativa entre una semiótica política articulatoria y una política un «Edén tras una vitrina». La finalidad de ello es insistir en la
semiótica representativa? responsabilidad y el fortalecimiento en las actuales luchas con-
El número de agosto de 1990 de la revista Discover incluye servacionistas en estas localizaciones, de cuyo resultado depen-
un relato titulado «Tecnología en la jungla». Una foto en color den la existencia y las formas de vida de la gente y de muchas
de página y media de un indio kayapó, vestido con ropas indíge- otras especies. En particular, ellos apoyan una política no de
nas y utilizando una videocámara, acompaña teatralmente los «salvar la naturaleza», sino de «naturaleza social»; no de par-
párrafos iniciales. El pie de foto nos cuenta que el hombre «gra- ques nacionales y reservas amuralladas (lo que responde a una
ba a los hombres de su tribu, que se han reunido en la céntrica solución técnica según la cual cualquier peligro por sobrevivir
ciudad brasileña de Altamira para protestar contra los planes de parece inevitable), sino de una organización diferente del terri-
una presa hidroeléctrica en su territorio» (Zimmer, 1990: 42-45). torio y las personas, en donde la práctica de la justicia reestruc-
Todas las pistas del artículo de Discover nos invitan a leer esta tura el concepto de naturaleza.
foto como una teatralización del encuentro entre lo «tradicio- Los autores trazan la implacable historia de una «naturaleza
nal» y lo «moderno», escenificado en esta popular publicación social» de muchos cientos de años, en cada momento conforma-
norteamericana para un público interesado en dar credibilidad ua por humanos, territorios y otros organismos en coexistencia.
a estas categorías. Nosotros tenemos, sin embargo, como parte Por ejemplo, la diversidad y características de tres especies ar-
desconfiada de este público, una responsabilidad política y se- bóreas de la selva no pueden explicarse sin las prácticas delibe-
miótica diferente, facilitada en este caso por otra publicación, radas y ancestrales de los kayapó y de otros grupos (los cuales
El destino de la selva (The Fate ofthe Forest, 1989; ver también T. son descritos por Hecht y Cockburn, evitando milagrosamente
Turner, 1990), de Susanna Hecht y Alexander Cockburn, a través su novelización, como «consumados científicos medioambienta-
de la cual propongo establecer articulaciones y solidaridades les»). Hecht y Cockburn rechazan la idealización novelesca por-
con la práctica fllmica del hombre kayapó, en lugar de interpre- que ellos no invocan la categoría de lo moderno como un ámbito
tar sufotografla, la cual no se reproduce en este ensayo. 34 1
sencial de la ciencia. Por lo tanto, no tienen que navegar entre
En su libro, deliberadamente compilado, publicado y comer- lns tupidos bancos de peces de las comparaciones amenazado-
cializado en un formato propicio para llegar a tiempo a la tem- rns de, según el gusto de cada uno, la simple o maravillosa «et-
nociencia» y la verdadera o repugnante «ciencia moderna». Los
34. Cometiendo un único pecado venial neoimperialista en una nota, 11111'ores insisten en visualizar la selva como el resultado diná-
cedo mínimamente a la tentación voyerista: en Discover. la videocáma- m leo ele la historia y la biología humana. Sólo después de que
ra y el «nativo» muestran una relación simétrica a la de las manos de lns densas poblaciones indígenas (que sumaban de seis a doce
Goodall y el chimpancé. Cada una de estas fotos representa un modo
n1 ll'l ones en 1492) hubieran sido enfermadas, esclavizadas, ase-
de contacto a través del tiempo y del espacio, de la política y la historia,
para contamos un relato de salvación sobre Gil hombrn y la naturaleza. 1l1wd.as o desplazados de los mtirgenes ele los ríos, los europeos
En esta versión de narrativa clborg, p ] flo11t nr. tn qw une la tecnología p11<llPro11 roprc•sc• n1111· In l\rmizoniu como «vncfn» de expresiones
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culturales, como «naturaleza» o, en términos posteriores, como han estado en conflicto con los pueblos indígenas por los recursos
una entidad «puramente» biológica. y por sus formas de vida. Su presencia en la selva podría ser el
Pero, por supuesto, el Amazonas no estaba y no llegó a estar fruto de las fantasías coloniales de los bandeirantes, románticos,
vacío, aunque la «naturaleza» (al igual que «el hombre») sea una curadores, políticos o especuladores; pero su destino se entrelaza
de esas construcciones discursivas que opera como una tecnolo- íntimamente con el de otros sempiternos habitantes históricos en
gía para hacer que el mundo aparezca a su imagen y semejanza. este mundo duramente disputado. De entre esta gente desespera-
En primer lugar, hay pueblos indígenas en la selva, muchos de los damente pobre, concretamente de la unión de resineros de cau-
cuales se han organizado en los últimos años en un sujeto mun- cho, surgió la figura de Chico Mendes, el activista que cambió el
dialmente histórico y regionalmente arraigado, preparado para mundo y murió asesinado el 22 de diciembre de 1988.36
interacciones locales/globales o, dicho en otros términos, para Un punto crucial de la visión de Mendes, por la cual fue ase-
construir nuevos y poderosos colectivos a partir de humanos y sinado, fue la coalición de los extractores y de los pueblos indí-
no-humanos, de lo tecnológico y de lo orgánico. Con todo el poder genas de la selva corno (según sostienen Hecht y Cockburn) los
para reconstituir la verdad implícita en la construcción discursi- «verdaderos defensores de la selva». Su posición corno defenso-
va, los Pueblos Indígenas del Amazonas, conformados por grupos res no deriva de la concepción de la «naturaleza bajo amenaza»,
nacionales y tribales de Colombia, Ecuador, Brasil y Perú, se han sino más bien de correspondencia con «la selva como cobertura
convertido en un nuevo sujeto/objeto colectivo, con alrededor de de su propia lucha elemental por sobrevivir» (Ibíd.: 196). 37 En
un millón de personas, los cuales se han articulado a su vez con otras palabras, su autoridad no deriva del poder para representar
otros grupos organizados de pueblos de las Américas. Además, en la distancia, ni de su estatuto ontológico natural, sino de la re-
en la selva hay alrededor de veinte mil personas de ascenden- lacionalidad social constitutiva en la cual la selva se integra como
cia mixta, parcialmente solapadas con la población indígena. un compañero más, parte de una incorporación natural/social.
Su pasado corno pequeños recolectores de oro, nueces, caucho 1:n sus exigencias de control sobre el destino de la selva, las po-
y otros productos forestales del Amazonas se remonta a muchas blaciones residentes articulan una entidad colectiva social entre
generaciones, dentro de otra historia compleja de explotaciones humanos, otros organismos y otros tipos de actores no-humanos.
extremas. Además, estas poblaciones están amenazadas por los
últimos proyectos de los bancos mundiales y por las capitales
nacionales desde Brasilia hasta Washington. 35 Durante décadas, venga de Brasilia o de Washington y como bueno todo lo relacionado
con los residentes de la selva (una posición claramente falsa). Tampoco
ougiero que quien no proceda de una familia que haya vivido en la selva
35. Es importante, no obstante, señalar que el actual responsable de los durante generaciones pueda ocupar un lugar en los «colectivos huma-
asuntos medioambientales del Amazonas en el gobierno brasileño ha nos y no-humanos» crucial para la supervivencia de las vidas y formas
adoptado posturas firmes y progresistas sobre la conservación, los de- de vida en el Amazonas y en cualquier otra parte. Antes bien, la cuestión
rechos humanos, la destrucción de las poblaciones indígenas y el vín- cu la autoconstitución de los pueblos indígenas como los principales
culo entre ecología y justicia. Por otra parte, las corrientes y propuestas 11c lorcs y agentes, con quienes los otros deben interactuar, ya sea en
políticas actuales, como el plan gubernamental denominado Nossa Na- c:oulición o conflic lo, y no al contrario.
tureza, alguna ayuda internacional, actividades de organizaciones para
:1G. Pnrn conocor ln h ir.toria del Lrabajo de Mondes y s u asesinato por
la conservación y el apoyo de los ecologir.Lnn, t irnr n mucho que decir al
t111i<'IHH1 rw oponlnn n 111111 r<'IH rvn <'Xlrnctiv1111l nuu·qc'n de la tala indis-
respecto. Además, a menos que mi m10011111•11111111l11•p1111uuo todo límite,
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difícilmente podría yo nc:lnnr 0011111 1111•1' 11 11 11 111111111 om11plcjos cucsLio-
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Los pueblos indígenas se resisten ante una larga historia la condonación de la deuda de los peones, y protección policial
de «tutelaje forzoso», con el fin de enfrentarse a las poderosas y legal. Hecht y Cockburn llaman a esto una «ecología de la jus-
representaciones de los ecologistas, banqueros, promotores y ticia» que rechaza una solución tecnicista, sea beneficiosa o per-
tecnócratas nacionales e internacionales. Los extractores y re- niciosa, para la destrucción del medioambiente. La Alianza de
sineros de caucho, por ejemplo, están también articulando de los Pueblos de la Selva no rechaza los conocimientos y saberes
manera independiente su punto de vista colectivo. Ningún gru- prácticos, tanto científicos como técnicos, propios o impropios;
po está dispuesto a ver la Amazonia «salvada» por su exclusión en lugar de eso, rechazan la «moderna» política epistemológica
y sujeción permanente a fuerzas económicas y políticas de do- que otorga jurisdicción sobre la base del discurso tecnocientífi-
minación histórica. Como Hecht y Cockburn señalan, «los cau- co. La cuestión fundamental es que la bioesfera amazónica es
cheros no arriesgaron sus vidas por reservas de extracción de una entidad colectiva humana/no humana irreductible. 38 No ha-
recursos para poder vivir en ellas como peones endeudados» brá naturaleza sin justicia. Ambas, naturaleza y justicia, objetos
(Ibíd.: 202). «Cualquier programa para el Amazonas comienza discursivos cuestionables y encarnados en un mundo material,
con los derechos humanos básicos: el fin de la servidumbre de se extinguirán o sobrevivirán unidas.
la deuda, de la violencia, de la esclavitud y de los asesinatos co- La teoría aquí es extremadamente corporal, y el cuerpo un co-
metidos por aquellos que quieren apoderarse de las tierras que lectivo, un artefacto histórico constituido por actores humanos,
los pueblos de la selva han ocupado durante generaciones. Las orgánicos y no-humanos. Los actores son entidades que hacen
poblaciones de la selva buscan el reconocimiento legal de las cosas, producen efectos, construyen mundos en concatenación
tierras nativas y de las reservas de extracción de recursos bajo el con otros actores diferentes.39 Algunos actores, por ejemplo los
principio de propiedad colectiva, trabajadas como parcelas indi- específicamente humanos, pueden tratar de reducir a otros ac-
viduales con rendimientos individuales» (Ibíd.: 207). tores a la condición de recursos (meros terrenos y matrices para
En el segundo encuentro nacional brasileño de la Alianza de
los Pueblos de la Selva celebrado en Río Blanco en 1989, poco 38. Problemas similares son los que enfrentan a los habitantes del Ama-
después de que el asesinato de Mendes elevara el interés por el zonas en otros países además de Brasil. Por ejemplo, Colombia posee
parques nacionales en los cuales los nativos han sido vetados en sus
caso y lo catapultara a los medios internacionales, se formuló un
propios territorios, pero a los cuales tienen acceso las compañías ma-
programa en oposición con las últimas políticas estatales brasi- dereras y petroleras amparadas por una política de usos múltiples del
leñas, denominadas como Nossa Natureza. Al articular una no- parque. Esto también debería sonar familiar a los norteamericanos.
ción muy diferente de la relación en primera persona del plural
39. Revisando y trasladando sus declaraciones, dialogo aquí nuevamen-
con la naturaleza o el entorno natural, la base del programa de te con Bruno Latour, quien insistió en el estatus social tanto de actores
la Alianza de los Pueblos de la Selva consiste en el control por y humanos como no-humanos: «Empleamos el término actor para refe-
para las poblaciones autóctonas. Los problemas centrales son el rirnos a cualquier cosa que haya sido hecha por otro actor como efecto
control directo de las tierras indígenas por las poblaciones n ati- de una acción. Esto no se restringe de modo algun o a los humanos. No
vas; reformas agrarias dirigidas por un programa medioambien- implica voluntad, voz, autocon sciencia o deseo.» Latour señala el punto
crucial de que «representar» (verbalmente o de otro modo) a los actores
tal; desarrollo económico y tecnológico; instalaciones sanitarias;
no-humanos como si fueran personas constituye una operación semió-
aumentos salariales; sistemas de comcrctolizn ció n controlados tica. Las carncteriznd<;>Hcs no figurativas son perfectamente válidas. La
localmente; el fin de los inccn t ivos flsrn IPll p 111· 1 lo· 11111 prc:mrios ncmcjonzn o d11 11Pml'j1111w de lo A actores cons tituye un interesante pro-
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LAS PROMESAS DE LOS MONSTRUOS LAS PROMES~S DELOS MOllSTRUOS: UNA POLITICfl REGENERflTIVfl PARA LOS IHAOAPTAOOS/ABLES OTROS
su actividad); pero este movimiento es cuestionable, no consti- mí me importa la supervivencia del jaguar, y del chimpancé, y
tuye la forma de relación necesaria de la «naturaleza humana» de los caracoles terrestres hawaianos, y del búho moteado y de
con el resto del mundo. Otros actores, humanos y no-humanos, muchos otros seres terrícolas. Me importan mucho; de hecho,
se resisten normalmente a los reduccionismos. Los poderes de considero que mis grupos sociales y yo somos, particular pero no
dominación fallan a veces en sus proyectos de derribar a otros exclusivamente, responsables de que los jaguares y otras formas
actores; la gente puede esforzarse para mejorar la relevante pro- de vidas humanas y no-humanas perecieran. Pero la pregunta de
porción de fracasos. La naturaleza social es el nexo que he de- I<ane parecía equivocada en un aspecto fundamental. Entonces
nominado naturaleza artefactual. Los humanos «defensores de comprendí por qué. Su pregunta era precisamente como aque-
la selva» no viven ni han vivido nunca en un jardín paradisíaco: lla otra que formularon algunos grupos pro-vida en los debates
articulan sus demandas a partir del nudo siempre histórico y sobre el aborto: ¿quién habla por el feto? Entonces, ¿qué ocurre
heterogéneo del nexo de la naturaleza social. O, quizá, yo misma con ambas preguntas? Y ¿cómo se relaciona esta cuestión con los
y otra gente como yo narramos desde el interior de este nexo estudios sobre ciencia y los estudios culturales?
una posible política articulatoria antes que representativa. Es ¿Quién habla por el jaguar? ¿Quién habla por el feto? Am-
nuestra responsabilidad averiguar si los habitantes de la Ama- bas cuestiones descansan en una política semiótica de la repre-
zonia desean conectar con una ficción así en aras de una alianza sentación.41 Permanentemente mudos, dependiendo en todo
para defender la selva tropical y sus formas de vida humanas y momento de los servicios de un ventrílocuo, no forzando nunca
no-humanas, ya que sin duda los norteamericanos, los europeos un voto de réplica, en cada caso el objeto o motivo de repre-
y los japoneses, entre otros, no podemos vigilar en la distancia sentación constituye la realización del sueño más preciado del
como si no fuéramos actores, lo queramos o no, en las luchas por representante. Como dijo Marx en un contexto algo diferente,
la vida y la muerte en el Amazonas. «ellos no pueden representarse a sí mismos; deben ser represen-
En una reseña de El destino de la selva, Joe Kane, autor de otro tados».42 Pero para una política semiótica de la representación,
libro sobre la selva tropical aparecido justo a tiempo para las na- la naturaleza y los fetos nonatos son incluso mejores, en térmi-
vidades de 1989 -la travesía de aventuras Recorriendo el Amazo- nos epistemológicos, que los humanos adultos subyugados. La
nas (Running the Amazon, 1989)- ,40 planteó este último asunto de efectividad de dicha representación depende de las operaciones
una manera que me servirá para dar forma y claridad a mis ob- de distanciamiento: los representados deben estar desconecta-
jeciones al argumentar en contra de las políticas de representa- dos del entorno y constituir nexos discursivos y no discursivos,
ción en general, y en relación con cuestiones medioambientales así como estar reubicados en el dominio autoral del represen-
y conservacionistas de manera específica. La naturaleza social tante. De hecho, el efecto de esta operación mágica consiste en
y la ecología social sonaban demasiado parecidas a las políticas
multiuso en los bosques nacionales de Estados Unidos (que han
41. Mi discusión sobre las políticas de representación del feto se basa en
dado como resultado una ávida explotación de la tierra y de otros veinte años de discurso feminista sobre el reparto de responsabilidades
organismos); en este contexto de preocupación, Kane proponía durante el embarazo, sobre la libertad reproductiva y sobre la coacción
una simple pregunta: «¿Quién habla en nombre del jaguar?» A en general. Para disponer de argumentos particularmente importantes
para este ensayo, véor.c Jcnnifer Terry (1989), Valerie Hartouni (1991) Y
40. La reseña de Kane apareció en Voim• 1111•1111 y .'o'11¡1p/1•111t•11t (febrero Hosalind Polloc:l<\'ntc:hP nlcy (ICJ07).
de 1990), y Hecht y Cockburn rc•npm H111111111 ll11j11 ,, 1 1111 tlo ~( :ntt ing IJis to- '1 ?.. /;'/ 181/1 1111 11111t1rlr•111111 llrm11¡mrtf•, i:ilndo c•n J:dwnrd Snid (1978: xiii)
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LAS PROMESAS DELOS MONSTRUOS
doble estructura de representación a través de la cual los cientí- para los nombres, sino como referentes completamente pre-com-
ficos establecen el estatus objetivo de su conocimiento. Primero, partimentados. Otros actores, sin embargo, actúan más como em-
las operaciones moldean y alistan nuevos objetos o aliados a tra- baucadores: los límites o fronteras toman una forma provisional,
vés de monitores visuales u otros medios denominados dispositi- nunca completamente acabada, a través de las prácticas articula-
vos de inscripción. En segundo lugar, los científicos hablan como torias. Y el potencial para lo inesperado de estos desnaturalizados
si fueran portavoces para los objetos mudos a los que acaban de actantes humanos y no-humanos involucrados en las articulacio-
dar forma y de inscribir como aliados en un combativo campo nes (es decir, el potencial para la generación) permanece tanto
denominado ciencia. Latour define al actante como aquello que para problematizar como para potenciar la tecnociencia. Los filó-
es representado; el mundo objetivo se presenta como actante sofos occidentales se percatan a veces de la inadecuación de los
únicamente en virtud de las operaciones de representación (La- nombres al enfatizar la «negatividad» inherente a toda represen-
tour, 1987: 70-74, 90). La autoría descansa en el representante, tación. Esto nos remite al comentario de Spivak citado al inicio
incluso cuando reclama el estatus de objeto independiente para de estas páginas sobre las cosas importantes que no podemos no
lo representado. En esta estructura redoblada, es evidente la desear, pero que nunca podemos poseer (o representar, ya que
ambigüedad de la representación simultáneamente semióticay la representación depende de la posesión de un recurso pasivo,
política. Primero, una cadena de sustituciones, operando a tra- es decir, el objeto mudo, el despojado actante). Quizá podamos,
vés de dispositivos de inscripción, reubica el poder y la acción sin embargo, «articular» con humanos y no-humanos una rela-
en «Objetos» separados de toda contextualización contaminante, ción social, la cual está siempre mediada para nosotros por el
y denominándolos de forma abstracta («el feto »). Entonces, el lenguaje (entre otras mediaciones semióticas, es decir, «signi-
encargado de leer las inscripciones habla en nombre de su dó- ficantes»). No obstante, para nuestros dispares compañeros la
cil electorado: los objetos. No se trata de un mundo demasiado acción es «diferente», quizá «negativa» desde un punto de vista
animado, y al final no tiene mucho que ofrecer a los jaguares, en lingüístico, pero crucial para la creatividad de lo colectivo. No es
cuyo interés supuestamente operaba todo el aparato. sino el espacio vacío, la indecibilidad, la astucia de otros actores,
En este ensayo he estado argumentando a favor de otra for- la «negatividad», lo que me lleva a confiar en la realidad y, por
ma de ver a actores y actantes y, en consecuencia, otra forma de tanto, en la irrepresentabilidad última de la naturaleza social -al
trabajar para situar a la ciencia y a los científicos ante importan- mismo tiempo que me hace sospechar de las doctrinas sobre la
tes retos que tienen lugar en el mundo. He destacado a los actan- objetividad y la representación.
tes como entidades colectivas que hacen cosas en un campo de Mi caracterización en crudo no termina con un «mundo obje-
acción estructurado y estructurante; he situado el problema en tivo» o una «naturaleza», sino que ciertamente insiste en el mun-
términos de articulación antes que como r epresentación. Los se- do. Dicho mundo debe estar siempre articulado, desde el punto
res humanos usan nombres para señalarse unos a otros y a otros ele vista de las personas, a través de «Conocimientos situados»
actores, y además confunden fácilmente el nombre de las cosas. (Haraway, 1988: 1991). Estos conocimientos se llevan bien con
Estos mismos humanos también creen que las huellas de los ins- la ciencia, pero no proporcionan ninguna base para aquellas in-
trumentos de inscripción funcionan como nombres (indicadores versiones que se escapan de la historia o para la amnesia sobre
de las cosas), ya que inscripciones y cosns p11Pdl'11 l111irrtarse en cómo se const ruycn lns urticulaciones (sobre su semiótica políti-
dramas de sustitución e inversión . Pl'rn lr111 1•11 111¡, •11 1111'111 mi pun- cn, si se c¡ui< r!'). P l1•11 1w q111• precisamenl'c nquell o que se pierde
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LAS PROMESAS DE 1OS MONSTRUOS LASPROMESAS DE LOSMONSTRUOS: UNA POLITICAREGEtlERATIVA PARALOS lllADAPTADOS/ABLESOTROS
es el mundo como tal. Rechazo la pregunta de Joe Kane porque Occidente en nuestros días. Esta práctica de construcción de
me preocupo de los jaguares, entre otros actores, incluyendo saberes podría articularse mediante otras prácticas «pro-vida»
los grupos superpuestos, pero no idénticos, denominados pue- diferentes a las que tornan al feto o al jaguar como fetiches de
blos de la selva y ecologistas. Algunos estudiosos de la ciencia la naturaleza, y diferentes también a las del experto visto en
han temido poner en duda sus formulaciones constructivistas calidad de ventrílocuo.
porque la única alternativa parecía ser algún tipo de retrógrado Preparados tras este largo rodeo, podernos volver al hom-
«retorno» a la naturaleza y al realismo filosófico. 44 Pero estos bre kayapó que grababa en vídeo a los miembros de su tribu
estudiosos deberían saber que términos como «naturaleza» y mientras protestaban por una nueva presa hidroeléctrica en su
«realismo» son precisamente las consecuencias de prácticas re- territorio. La sociedad National Geographic, la revista Discover
presentacionales. No hemos de movernos hacia un «retorno» a y la petrolera Gulf (y mucha filosofía y ciencias sociales) podrían
la naturaleza, sino hacia un lugar-otro, a través y al interior de hacernos ver su práctica corno un doble cruce entre lo primitivo
una naturaleza social artefactual, que estos mismos estudiosos y lo moderno, en donde su práctica de representación, caracteri-
han ayudado a hacer expresable en la práctica académica de zada por el uso de tecnología punta, lo ubicaría en el ámbito de
lo moderno. El hombre kayapó estaría, de ese modo, atrapado en
44. Sobre la expresión «retorno a la naturaleza», véase el boletín de oto-
una curiosa contradicción: la preservación de una forma de vida
ño de 1990 de la Society for the Social Study of Science, Technoscien- no moderna con la ayuda de tecnología moderna incongruente.
ce (número 3, pp. 20, 22). Una sesión del 4° Encuentro de Octubre se Pero, desde la perspectiva de una semiótica política de articu-
titulaba «Back to Nature» («retorno a la naturaleza»). El resumen de la lación, el kayapó bien podría haber forjado un colectivo espon-
conferencia de Malcolm Ashmore, «With a Reflexive Sociology of Ac- táneo de humanos y no-humanos (en este caso, compuesto por
tants, There Is No Going Back», ofrece «Un seguro absolutamente com- los mismos kayapó, videocámaras, territorio, plantas, animales,
pleto contra la posibilidad de volver atrás», en lugar de otras maneras
menos efectivas de otros competidores de «retornar a la Naturaleza (o
público cercano y distante y otros constituyentes), sin que nin-
a la Sociedad, o al Yo)». Todo esto ocurre en el contexto de una crisis de guna violación de los límites entre en juego. Su modo de vida no
confianza entre muchos académicos de esta cuarta sesión que veían es no-moderno (más cercano a la naturaleza); la cámara no es
cómo sus programas de investigación más fructíferos durante los úl- moderna o posmoderna (en la sociedad). Estas categorías debe-
timos diez años estaban yendo a un callejón sin salida. Así es. Me abs- rían dejar de tener sentido. Donde no hay naturaleza ni socie-
tendré de comentar la flagrante misoginia en el terror textualizado de dad, no es placentero ni interesante representar la transgresión
los académicos occidentales por «retornar» a una naturaleza fantástica
(representada por la crítica científica como «objetiva»; los académicos
de fronteras que las separan. Una lástima para las revistas sobre
literarios plantean los mismos terribles peligros de forma ligeramente naturaleza, pero un gran logro para los inadaptados/ables otros.
diferente; para ambos grupos, tal naturaleza es definitivamente pre-so- La práctica de grabación en vídeo no se vuelve de este modo
cial, monstruosamente no-humana, y una amenaza para sus carreras). inocente o falta de interés, sino que sus significados han de ser
La madre naturaleza siempre espera, en los relatos de estos muchachos abordados de forma distinta, en función de los tipos de acción
adolescentes, asfixiar al héroe recién individualizado. Él olvida que esta colectiva que tienen lugar y de las interpelaciones que hacen a
extraña madre es su propia creación; el olvido, o la inversión, es fun-
ol ros (como a nosotros, los que no vivimos en el Amazonas). To-
damental para las ideologías que hablan de uno objr t ividad científica
o que ven la naturaleza como un «F.d<"n t rnn 111rn vil 1h111 11 1:nto también dos est(11110s en una c•n t:rncijada fronteriza, en áreas liminales en
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LAS PROMESAS DI 1OS MONSIHUOS LAS PROMESAS DE LOS MONSTRUOS: ur1APOLITICA REGENERATIVA PARA LOS INAOAPTAOOS/ABLES OTROS
porta la cámara ele vf deo está fraguando, moral y epistemológi- Los ecologistas indígenas también serían reconocidos no por su
camente, una dema nda práctica hacia nosotros, así como hacia pintoresca «etnociencia», sino por su conocimiento.
otras poblaciones autóctonas, a quienes mostrará la cinta para Nada en esta estructura de acción descarta las articulacio-
consolidar la defensa de la selva. Su práctica invita a una mayor nes de científicos u otros norteamericanos preocupados por los
articulación, en los términos establecidos por los pueblos de la jaguares o por otros actores, pero los patrones, flujos e intensi-
selva. Éstos ya no serán representados como Objetos, no porque dades de poder cambian completamente. Eso es lo que hace la
hayan cruzado una línea para representarse a sí mismos como articulación: se trata siempre de una práctica discutible, nada
Sujetos en términos «modernos», sino porque forman parte de inocente; los compañeros nunca se establecen de una vez para
colectivos fuertemente articulados. siempre. No hay ventriloquía aquí. La articulación es una labor
En mayo de 1990, se llevó a cabo un encuentro de una sema- y, por tanto, puede fallar. Todas las personas implicadas cog-
na en !quitos, una ciudad situada en la Amazonia peruana en nitiva, emocional y políticamente articulan su posición en un
otro tiempo próspera gracias al caucho. La Coordinadora de las campo limitado por una nueva entidad colectiva, formada por
Organizaciones Indígenas de la Cuenca del Amazonas (COICA) pueblos indígenas y otros actores humanos y no-humanos. El
reunió a poblaciones de la selva (de todas las naciones consti- compromiso y la responsabilidad ante un colectivo emergente,
tuyentes de la Amazonia), grupos ecologistas de todo el mundo y no su invalidación, son las condiciones para unirse a las prácti-
(Greenpeace, Amigos de la Tierra, Rain Forest Action Network, cas generadoras de conocimiento y de construcción del mundo.
etc) y medios de comunicación (la revista Time, CNN, NBC, etc) Se trata de un conocimiento situado en un Nuevo Mundo, basa-
con el fin de «encontrar una vía en común para poder traba- do en lugares comunes, y que a menudo toma giros inesperados.
jar por la preservación de la selva amazónica» (Arena-DeRosa, Hasta ahora, un conocimiento de este tipo no ha sido patrocina-
1990: 1-2). La protección de la selva tropical se formuló como una do por las principales corporaciones petrolíferas, por bancos e
cuestión necesariamente conjunta sobre la ecología y los dere- intereses en la explotación maderera; he aquí precisamente una
chos humanos; la demanda fundamental de los pueblos indíge- de las razones por la cual hay tanto trabajo por hacer para nor-
nas era que ellos debían formar parte de todas las negociaciones teamericanos, europeos y japoneses, entre otros, en relación a la
internacionales relacionadas con sus territorios. La propuesta articulación con aquellos humanos y no-humanos que viven en
de intercambio «deuda por naturaleza» constituyó un particular la selva tropical y en muchos otros lugares del espacio semiótico
foco de controversia, especialmente cuando los grupos indígenas llamado Tierra.
terminaron peor que con acuerdos previos con sus respectivos
gobiernos como resultado de la negociación entre bancos, grupos
externos de conservación y estados nacionales. La controversia B. ESPACIO EXTERIOR: LO EXTRATERRESTRE
generó una propuesta: en lugar de un canje de deuda por natu-
Dado que hemos invertido tanto tiempo en la Tierra, un ejercicio
raleza, los pueblos de la selva accedieron a canjear deuda por el
profiláctico para los residentes del alienado «Primer Mundo»,
control sobre los territorios, en los cuales los ecologistas no in-
pasaremos rápidamente a través de los tres cuadrantes restan-
dígenas podrían representar «Un nuevo papel para ayudar al
tes del cuadrado semiótico. Nos movemos de un tópico lugar co-
desarrollo del plan de administración por 111 l'lllllH'l' Vll('iÓn de las
rnún a otro, clr 111 'l'irrrn ni espacio, para ver qué rumbo podrían
regiones particulares de la sclvn trnplrnb~ (/\1•1•11 11 l)c •Hmm, '1990).
to mur mwst 1·0 11 vl11JP11 l111<·i11 un lugar-otTo.
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LAS PROMESAS DI: LOSMONSTllUOS LAS PROMESAS DE LOS MONSTRUOS: UllA POLÍTICA REGE!IERATIVA PARA LOS lllAllAPTAllOS/ABLES OTROS
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Un ecosistema es siempre de un tipo determinado; por ejem- hijo menor de Noé, el único negro [Caro en español, Ham en in-
plo, una pradera templada o una selva tropical. En la iconogra- glés]. Pero el nombre de este chimpancé proviene de un tipo de
fía del capitalismo tardío, Jane Goodall no acudió a este tipo de texto muy diferente. Su nombre era el acrónimo de la institución
ecosistema. Ella fue a «las tierras vírgenes de Tanzania», un científico-militar desde donde despegó, Holloman Aero-Medical,
ecosistema «mítico», con reminiscencias del jardín original del describiendo un arco que trazó el camino del nacimiento de la
que su especie había sido expulsada y al cual retornaba para ciencia moderna: la parábola, la sección cónica. La trayectoria
comunicarse con los habitantes de la jungla, y así aprender a parabólica de HAM es rica en evocaciones de la historia de la
sobrevivir. Estos parajes se asemejaban a una suerte de espacio ciencia occidental: la trayectoria de un proyectil que no escapa
onírico, dado que las tierras inhóspitas de África aparecen codi- de la gravedad, la parábola, constituye la forma tan profunda-
ficadas como densas, húmedas, corporales y llenas de criaturas mente estudiada por Galileo, en el origen mítico de los albores
sensuales. Por su parte, el espacio extraterrestre está codificado de la modernidad, cuando las propiedades sensoriales no cuan-
para ser completamente genérico; hace referencia a la salida de tificables de los cuerpos fueron separadas para el conocimiento
los límites del planeta tierra para adentrarse en un anti-ecosis- científico de las propiedades matemáticamente computables.
tema denominado, simplemente, espacio. Este espacio no trata Describe el camino de las armas balísticas, y, entre los escritos
sobre los orígenes del «hombre» en la Tierra, sino sobre «SU» fu- existencialistas de los años cincuenta, era la metáfora perfecta
turo, siendo ambos tiempos alocrónicos clave en las historias de para los malogrados proyectos del «hombre». La parábola des-
salvación. El espacio y los trópicos constituyen figuras tópicas y cribe la trayectoria del Hombre Cohete al final de la Segunda
utópicas en los imaginarios occidentales, y sus propiedades dia- Guerra Mundial, en la novela de Thomas Pynchon El arco iris de
lécticamente opuestas significan los orígenes y el destino para gravedad (1973). HAM, un mero reemplazo del hombre, alcanzó
una criatura cuya vida mundana está supuestamente fuera de los límites del espacio solo, en un vuelo suborbital, y no recibió
ambos extremos: el hombre moderno o posmoderno. su nombre hasta regresar a tierra. Antes de su exitoso vuelo,
Los primeros primates en acercarse a este lugar abstracto había sido conocido únicamente como Número 65. Y, si la mi-
llamado «espacio» fueron monos y otros simios. El mono rhe- sión hubiera sido «abortada» -según el lenguaje burlón sobre la
sus sobrevivió a un vuelo a 133.500 metros de altitud en 1949. natalidad usado de manera oficial durante la Guerra Fría-, las
Jane Goodall llegó a «tierras salvajes de Tanzania» en 1960 para a utoridades seguramente no habrían querido que el público se
encontrar y nombrar a los famosos chimpancés del río Gombe, preocupara por la muerte de un astronauta famoso y con nom-
presentados a los televidentes del National Geographic en 1965. bre, incluso si éste no era del todo humano. De hecho, Número
Sin embargo, otros chimpancés rivalizaban por ser el centro GS sí tenía un nombre entre sus entrenadores, Chop Chop Chang,
de atención a principios de los años sesenta. El 31 de enero de •vocando el sorprendente racismo que predominaba en el uso
1961, como parte del programa hombre-en-el-espacio de Esta- 1le estos primates. 45 El hijo suplente de la carrera espacial era un
dos Unidos, el chimpancé HAM, entrenado para llevar a cabo
su cometido en la base aérea de Holloman (a veinte minutos
en coche de Alamogordo, en Nuevo México, r.C'l'ca de la ubica- t!G. 1i'me, 10 de febrero de 1961, página 58. El pie de foto de la fotografía
ción en donde tuvo lugar la cxplo ~ Mn d1° 111 pr1n1<'l'!I bomba ch IIJ\M reza: «De Chop Chnn aa Número 65 y a un papel pionero.» Para
fi l vuelo de Ill\M y 111 11nl r<'nr1micnto de los chimpancés de Holloman,
atómica en julio de 194·5), 1'111• 11111 :1.111111 11 11 1111 v1111l11 11111>orhit·a1 vf11 11J1• W( uv111· (1%1) y l 1/11 Mrt(lt1d11f'(JO clr fohroro do 1061). Lil e titula:
(Figura 1.8). F.l noml>n• rlP l IAM 1111111'11111, l1111vl111 lll t1 in1•11t< ni
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LAS PROMESAS DE LOS MOtlSTRUOS: utlA POLÍTICA REGEllERATIVA PARA LOS ltlAOAPTAOOS/ABLES OTROS
«reen1p.la zo llcl hombre en la conquista del espacio» (Eirnerl y fallos.» 47 A su vez, los primates soviéticos a ambos lados de la
Devore, 1965: 173). Y sus primos homínidos trascenderían esta línea de hominización compitieron con sus hermanos estadou-
figura parabólica cerrada, primero con la elipse del vuelo orbi- nidenses en la carrera orbital extraterrestre. Las naves espacia-
tal, luego en las trayectorias abiertas de escape de la gravedad les, las tecnologías de grabación y de rastreo, los animales y los
terrestre. seres humanos se unieron corno cíborgs en un teatro de guerra,
HAM, sus primos humanos y sus colegas simios, y su tecnolo- ciencia y cultura popular.
gía abarcadora e interactiva, estuvieron implicados en la recons-
titución de la masculinidad durante la Guerra Fría mediante los
lenguajes propios de la carrera espacial. La película Elegidos
para la gloria (The Right Stuff, 1985) muestra a la primera tripu-
lación de astronaut/das46 que lucha contra su orgullo herido tras
descubrir que sus tareas fueron competentemente realizadas
por sus primos simios. Tanto ellos como los chimpancés quedan
atrapados en el mismo escenario de la Guerra Fría, en donde las
heroicidades masculinistas, desafiantes y habilidosas de los an-
tiguos pilotos de pruebas en aviones a reacción se vuelven obso-
letas, reemplazadas por los conocidos despliegues publicitarios
sobre los proyectos Mercury, Apolo y sus secuelas. Después de
que el chimpancé Enos completara un vuelo orbital totalmen-
te automatizado el 29 de noviembre de 1961, John Glenn (que
sería el primer astronauta humano estadounidense en orbitar
la Tierra) miró al futuro y en tono defensivo afirmó su creencia
en «la superioridad de los astronautas sobre los chirnpanautas».
Newsweek anunció el vuelo orbital de Glenn el 20 de febrero de
1962 con el titular: «}ohn Glenn: una máquina que funciona sin
OG
"'
IASl'RUMl ' A'illl 111 Mllk'.IMU11 LAS PROMESAS DE LOS MOtiSTRUOS: UNA POL[TICA REGEtlERATIVA PARA LOS INADAPTAOOS/ABlES OTROS
un hombre huma uo blnnrn y con l>nlll de lélboratorio lo liberan apropiadas para este marco de guerra en estado puro (Vir ilio y
de su cabina acolchíldtl, esclur ' CÍU el sistema de significados que Lotringer, 1983).4 9
une a humanos y simios a 1lnalcs del siglo xx (Weaver, 1961). Como consecuencia de la Guerra Fría, no nos enfrentamos
HAM es el bebé perfecto, rena cido en la fria matriz del espacio. al final del período nuclear, sino a su diseminación. Incluso sin
La revista Time describía al chimpanauta Enos en su «cabina conocer su destino último como chimpancé adulto enjaulado,
acolchada y a medida, parecida a una cuna con adornos elec- la fotografía de HAM deja rápidamente de divertirnos, y much o
trónicos» .48 Enos y HAM son cíborgs neonatos, nacidos del cruce menos de ser edificante. Por lo tanto, echemos un vistazo a otra
entre los sueños sobre un autómata tecnológico y la autonomía imagen cíborg para imaginar las posibles emergencias de los in-
masculina. No podría haber nada más icónicamente cíborg que adaptados/ables otros y desafiar así a nuestros exultantes her-
un chimpancé en sustitución del hombre, implantado con tele- manos míticos, los posmodernos hombres del espacio.
metría y proyectado desde la Tierra por el programa espacial, A primera vista, la camiseta usada por los manifestantes
mientras que su congénere en la jungla abrazaba, «en un gesto antinucleares el Día de la Madre y de las Otras de 1987, en el
espontáneo de confianza», la mano de la mujer científica llama- emplazamiento de pruebas nucleares de Nevada, Estados Uni-
da Jane en el anuncio de la petrolera Gulf, en el cual se mos- dos, parece ser una réplica simple a la cuna electrónica de HAM
traba «el lugar del hombre en la estructura ecológica». De un (Imagen 1.9). Pero al apartar las primeras capas se muestra cla-
lado, el chimpancé de los parajes inhóspitos servía de modelo ramente la prometedora complejidad semiótica y p olítica tanto
comunicativo para el hombre moderno estresado, ecológica- de la imagen de la camiseta como de la acción de los manife s-
mente amenazado y amenazador. Del otro lado, el chimpancé tantes. Cuando se confeccionó la camiseta, el nombre del acto
«E.T.» [extraterrestre] hacía las veces de modelo para los siste- aún era «Acción del Día de la Madre», si bien no mucho después
mas de comunicación cibernéticos, técnicos y sociales que per- algunos de los organizadores se opusieron. Para muchos, el Día
miten al hombre posmoderno escapar tanto de la jungla como de la Madre era, en el mejor de los casos, una fecha ambivalente
de la ciudad, en un impulso hacia el futuro hecho posible gracias para la acción de las mujeres. La compleja codificación de gén e-
a los sistemas sociotécnicos de la «era de la información», en ro de la cultura nuclear patriarcal convierte con demasiada fa-
el contexto global de la amenaza de la guerra nuclear. La ima- cilidad a las mujeres en las únicas responsables de la paz, mien-
gen final de un feto humano arrojado al espacio en 2001: Odi- tras los hombres trapichean tranquilamente con sus peligrosos
sea del espacio (1968), de Stanley Kubrick, completó el viaje de juguetes bélicos, sin ningún tipo de disonancia semiótica . A
descubrimiento iniciado por los simios empuñando sus armas causa de su comercialización, y del refuerzo a muchos niveles
durante el fascinante comienzo de la película. Era el proyecto/ de la reproducción heterosexual obligatoria, el Día de la Ma-
proyectil del hombre renacido, hecho a sí mismo, en el proceso de dre tampoco es para muchos su fiesta feminista preferida. Para
quedar extasiado ante la historia. La Guerra Fría había simulado otros, el intento por reclamar esta festividad para diferentes ti-
la guerra definitiva; los medios y las empresas de publicidad de la pos de significados (madres, pero también mujeres en gen eral)
cultura nuclear produjeron en los cuerpos de los animales (nati- constituye un compromiso específico a la hora de proteger a los
vos paradigmáticos y alienígenas) las imágenes tranquilizadoras niños y, por lo tanto, a la Tierra de la destrucción militarizada.
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La tierra es, para ellos, metafóricamente la madre y el hijo, y, en esto, incluso para el más devoto creyente. Esta particular ima-
ambas imágenes, un sujeto ele crianza y nacimiento. Sin embar- gen de la Tierra, de la Naturaleza, sólo puede existir si una cá-
go, esto no vale para la actividad de todas las mujeres (y mucho mara de satélite ha tornado la fotografía, lo cual, por supuesto,
menos de todas las madres), aunque fueran mujeres quienes lo es precisamente el caso. ¿Quién habla por la Tierra? En el obje-
organizaron y le dieron forma. De esta disputa surgió la designa- to mundo que designamos con el nombre de naturaleza, esta fo-
ción de «Acción del Día de la Madre y de las Otras». Pero enton- tografía familiar y aburguesada de la madre Tierra resulta tan
ces algunos pensaron [ante la ambigüedad genérica del inglés inspiradora como una entrañable tarjeta de felicitación del Día
«Others»] que eso significaba madres y hombres. Hizo falta un de la Madre. Y, sin embargo, es hermosa, y es nuestra; debería
ejercicio de memoria en análisis feministas para reintroducir por tanto ser enfocada desde una perspectiva diferente. La ca-
en la conciencia colectiva la idea de que madre no equivale a miseta, asimismo, forma parte de una compleja entidad colec-
mujer, y viceversa. Parte del propósito del día era recodificar el tiva que incluye muchos circuitos, delegaciones e intercambios
Día de la Madre para apuntar las obligaciones de los hombres de competencias. Sólo en el contexto de la carrera espacial, en
en el mantenimiento de la tierra y de sus hijos. En el espíritu de primer lugar, y de la militarización y mercantilización de toda
este conjunto de cuestiones, en un momento en que Baby M y la Tierra, tiene sentido reubicar esta imagen como signo espe-
sus muchos (y desigualmente posicionados) padres en disputa cífico de una política antinuclear, antimilitarista y preocupada
aparecían en las noticias y en los tribunales, 50 el grupo de afi- por el planeta. La reubicación no cancela sus otras resonancias:
nidad exclusivamente femenina al que me uní tomó el nombre se disputa su resultado.
de las Sustitutas Otras. Estas sustitutas no eran los reemplazos
del hombre, sino que estaban gestando otro tipo de surgimiento.
Desde el comienzo, el encuentro fue concebido como un acto
que vinculaba la justicia social y los derechos humanos, la eco-
logía, el antimilitarismo y las reivindicaciones antinucleares. En
la camiseta encontramos, de hecho, el icono perfecto de la unión
de todos estos temas bajo la rúbrica del ecologismo: «Toda la
Tierra»; el hermoso planeta azul envuelto en nubes es, simultá-
neamente, una especie de feto flotando en el cosmos amniótico y
una madre para todos sus habitantes, germen del futuro, matriz
del pasado y el presente. Se trata de un globo perfecto, que une
la materia cambiante de los cuerpos mortales y la eterna esfera
ideal de los filósofos . Esta instantánea vendría a resolver el di-
lema de la modernidad, la separación de Sujeto y Objeto, Mente
y Cuerpo, etc. Sin embargo, hay una nota discordante en todo
50. La autora se refiere a un cas o es pocinhn<'n l<' n11Hl iñ ll<:o en EE.UU. l111nrio11 1.9. Ca111lsolaelelaacción.
durante los años ochenta; Baby M <'rtl c1l n 11111l íl 11l11111 d11 llll IH bé fru to de !:1 ,mlirn nNnnl St11rnoo11110r la
un embarazo subrogado y cuy11 p11 111111ld111l 11 11111 111v1 1q111 11 111olvors e en li1ln111111nló11v 1111~llsls.
los juzga dos. [N. r/(I/ 7.1
UIJ UI
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He leído el lema de la acción medioambiental, «Toda la Tie- un acto de solidaridad con las criaturas del desierto que excavan
rra», como signo de una irreductible naturaleza social artefac- túneles, las cuales compartían sus nichos subterráneos con las
tual, corno la Gaia del escritor de ciencia-ficción John Varley y cámaras de la zona de pruebas. Este sucedáneo de nacimiento
la bióloga Lynn Margulis. Reubicada en esta particular camise- no tenía que ver, definitivamente, con el de la heterosexualidad
ta, la Tierra vista desde un satélite provoca una versión irónica obligatoria de la familia nuclear, que se reproduce a sí misma
de la cuestión: ¿quién habla por la Tierra (por el feto, la madre, compulsivarnente en el útero del Estado, con o sin los servicios
el jaguar, el objeto mundo de la naturaleza, y por todos los que mal pagados de los úteros de las «madres sustitutas». El Día de
deben ser representados)? Para muchos de nosotros, la ironía las Madres y de las Otras mejoraba por momentos.
permite la participación (participar, de hecho, corno ecofemi- Al adentrarse en el territorio proscrito, los activistas se soli-
nistas completamente comprometidos, si bien semióticamente darizaron no sólo con los organismos no-humanos del desierto .
ingobernables). No todos en el Día de la Madre y de las Otras Desde el punto de vista de los manifestantes, estaban en el lado
estarían de acuerdo; para muchos, la imagen de la camiseta sig- de la zona de pruebas de manera legal. Esto no tiene que ver
nifica lo que dice: ama a tu madre, que es la Tierra, la defensa con el sentido «abstracto» de que la tierra pertenece al pueblo
de lo nuclear es misoginia, etc. Pero el horizonte de lecturas en y de que había sido usurpada por un Estado belicoso, sino con
conflicto también es parte de la cuestión. El ecoferninismo y el una razón más «Concreta»: todos los manifestantes habían com-
movimiento de acción directa por la no violencia se han basado pletado los permisos necesarios para estar en la zona, permisos
en luchas por las diferencias, no por la identidad. Si prevalecie- firmados por el Consejo Nacional de los Shoshoni Occidentales.
ra la igualdad, apenas serían necesarios los grupos de afinidad y El Tratado del Valle Ruby de 1863 reconocía el derecho de los
sus interminables procesos. La afinidad no es exactamente iden- Shoshoni Occidentales a este territorio ancestral, incluida la
tidad; la imagen sacralizada de lo Mismo no se está gestando en tierra invadida ilegalmente por el gobierno de Estados Unidos
el Día de la Madre y de las Otras. Literalmente, al adscribir la para construir su instalación nuclear. El tratado nunca ha sido
cámara del satélite y la acción pacífica de Nevada dentro de un modificado ni abolido, y los esfuerzos de Estados Unidos en 1979
nuevo colectivo, esta imagen de Ama a tu Madre se basa en la di- por comprar la tierra (a 15 centavos por acre) fueron rechaza-
fracción, en el tratamiento de mínimas pero consecuentes dife- dos por el único organismo con capacidad de decisión, el Consejo
rencias. Este tratamiento de las diferencias, la acción semiótica, Nacional de los Shoshoni Occidentales. El sheriff del condado y
trata sobre las diferentes formas de vida. sus ayudantes, representantes del poder federal, estaban irrum-
Las Sustitutas Otras organizaron una ceremonia de nacimien- piendo discursiva y físicamente de manera ilegal. En 1986, los
to en Nevada, y además fabricaron un canal de parto (un gusano Shoshoni Occidentales empezaron a conceder permisos a los ma-
de cuatro metros y medio de largo y medio metro de ancho, cu- nifestantes antinucleares como parte de una coalición que unía
bierto de flores de poliéster y con adorables ojos de dragón). Se reivindicaciones antinucleares y derechos territoriales indíge-
trataba de una bestia agradablemente artefactual, lista para la nas. Es difícil, por supuesto, hacer que los ciudadanos arresten
conexión. El gusano-dragón fue puesto bajo un alambre de espi- a la policía cuando es ésta la que los tiene esposados y cuando
no para señalar el límite entre la zona en la que los manifestan- los tribunales están de su parte; pero es posible unirse a estas
tes podrían situarse legalmente, y llt zona <•11 111 rnul serían arres- luch as en march11. que son tan «de casa», y articularlas con la
tados de inmediato. Algunas rlC' PSI1111 S11 111111 1" 01 r1111 p nsaron defensa del Am11 z111111s . llnn articulación que requiere colectivos
en arrastrarse a t'rnvés cl<'I 11111111 1111 1111>1111 11l l11cl11 p1•ollll1ldo ·orno ele 11c1on•s ll11111 1111w1y 110 h1111111n os de tocio 1ipo.
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Hubo muchos llpos de «ncciones simbólicas» en la zona de entidades son especialmente interesantes para nuestro ensa-
pruebas durante ese clfn de 1987. Los disfraces de ayudantes del yo: el feto y el sistema inmunitario, ambos enredados en deci-
sheriff, con esposas de plástico incluidas, constituían también siones sobre lo que puede considerarse como natural y como
una acción simbólica (una acción simbólica eminentemente físi- humano, como objeto n atural autónomo y como sujeto jurídi-
ca). El «acto simbólico» de un arresto limpio, suave y eficiente es co. Ya hemos analizado brevemente algunas de las bases del
asimismo algo muy distinto de las condiciones «semióticas» bajo discurso sobre el feto en la discusión de la Tierra (¿quién habla
las cuales muchas personas en Estados Unidos, especialmente por el feto?) y el espacio exterior (el planeta flota libremente
gente de color y mendigos, son encarcelados. La diferencia no como un germen cósmico). Me centraré ahora en las respues-
es la presencia o ausencia de «simbolismo», sino la fuerza de los tas de lo que es considerado como un yo y como un actor en el
respectivos colectivos (humanos y no-humanos, personas, otros discurso actual sobre el sistema inmunitario.
organismos, tecnologías, instituciones ... ). No es que estuviera La equiparación del Espacio Exterior y el Espacio Interior,
impresionada por el talento dramático de las Sustitutas Otras y de sus discursos conjuntos sobre lo extraterrestre, las últimas
y de otros grupos afines (ni, desafortunadamente, por la acción fronteras y la guerra con tecnología punta, es literal en la historia
en sí misma), pero me tomo en serio el trabajo de reubicación y oficial que se conmemora en los cien años de la Sociedad Natio-
difracción de los significados así personificados; es un trabajo nal Geographic (Bryan, 1987). El capítulo que relata la cobertura
crucial que debe hacerse para gestar un nuevo mundo .51 Se trata de la revista de las misiones Mercury, Gemini, Apolo y Mariner se
de política cultural, y de política tecnocientifica. La tarea pen- titulaba «Espacio» y estaba presentado bajo el siguiente epígra-
diente consiste, pues, en construir colectivos más poderosos en fe: «La elección es: el universo o nada. » El capítulo final, lleno de
tiempos peligrosamente poco prometedores. impactantes imágenes biomédicas, se tituló «Espacio interior», y
se presentaba bajo el epígrafe «La materia de las estrellas sigue
viva». 52 La fotografía convence al espectador de la relación fra-
N0-8. ESPACIO INTERIOR: EL CUERPO BIOMÉDICO ternal entre el espacio interior y exterior. Pero, curiosamente, en
el espacio exterior podemos ver hombres del espacio acomoda-
El alcance ilimitado del espacio exterior, unido a la Guerra Fría
dos en una nave de exploración o flotando corno fetos cósmicos
y a la tecnociencia nuclear de los años posteriores, parecen am-
individualizados, mientras que en el supuesto espacio terrestre
pliamente alejados de su opuesto: las oscuras y cerr adas regio-
de nuestro interior vemos extraños no-hurnanoides que sirven
nes del interior del cuerpo humano, dominio de los aparatos de
como medio para que nuestros cuerpos sostengan nuestra inte-
visualización biomédica. Pero estas dos áreas de nuestro cua-
gridad e individualidad, e incluso nuestra humanidad de cara al
drado semiótico están unidas de diversas formas con los hete-
mundo de los otros. Parece que estamos invadidos no sólo por
rogéneos aparatos de producción corporal de la tecnociencia.
los amenazantes «no-yoes» contra los que nos protege el sistema
Como apunta Sarah Franklin: «Las dos nuevas fronteras de la
inmunitario, sino más fundamentalmente por nuestros propios
inversión financiera, el espacio exterior y el interior, compiten y extraños componentes.
por el mercado de futuros. » En este «mercado de futuros», dos
51. Para acceder a los indispensohl<'n 111101i1u11 (t 11rn fl l 'cmn y do observa· 62. Para una dir.cuoión mñs completa sobre el sistema inmunitario, véa-
ción participante) sobre ecofcmhil1111111, 11111v1111l11111111 111!:!11 loo y acción n' Ilurn wny, cd .11 hiopolll k:n ck los cucrpon ponrnorl. mnon», en Ciencia,
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Las fotografía s de Lcnnart Nilsson, en el tomo de lujo ilus- muerto; las células cancerígenas están rodeadas por letales es-
trado The Body Victorious (l 987), así como en muchos textos cuadrones en movimiento de células T asesinas que arrojan sus-
médicos, constituyen hitos en la fotogral'ía de los habitantes tancias químicas venenosas dentro de las malignas células que
alienígenas del espacio interior (imagen 1.10). 53 Las escenas han traicionado al yo ...
impactantes, las texturas suntuosas, los colores evocadores y En un reciente manual sobre inmunología, un diagrama de
los monstruos extraterrestres del paisaje inmunitario simple- la «evolución de los sistemas de reconocimiento» muestra clara-
mente están ahí, dentro de nosotros. Un rizo expulsado por un mente la intersección de los temas de la diversidad literalmente
macrófago pseudópodo atrapa a las bacterias; los montículos «maravillosa» (la complejidad creciente, el yo como una fortifi-
de cromosomas yacen aplanados en un paisaje lunar de tonos cación defensiva ...) y las condiciones extraterrestres del espacio
interior (imagen 1.11). Bajo el diagrama que culmina en la apa-
rición de los mamíferos, representada sin comentarios por un
ratón y un astronauta completamente equipado, aparece esta
explicación: «Desde la humilde ameba en busca de comida (arri-
ba a la izquierda) hasta el mamífero con sus sofisticados meca-
nismos inmunitarios celular y humoral (abajo a la derecha), el
proceso de "reconocimiento del yo frente al no-yo" muestra un
desarrollo constante, al mismo ritmo que la necesidad creciente
de los animales por conservar su integridad en un medio hostil.
La cuestión sobre en qué punto apareció la "inmunidad" es una
decisión puramente semántica» (Playfair, 1984, destacado en el
original). Éstas son las «Semánticas» de la defensa y la invasión.
La perfección del yo «victorioso», completamente defendido, es
una fantasía espeluznante, que une a la ameba fagocítica con el
viajero espacial que canibaliza la tierra en una teología evoluti-
va del extraterrestralismo postapocaliptico. ¿Cuándo es un yo lo
Imagen 1.1 O. Portada del libro de Lennart Nilsson. suficientemente yo para que sus fronteras se vuelvan centrales
en los discursos institucionalizados de la biomedicina, la guerra
azulados de algún otro planeta; una célula infectada hace bro- y los negocios?
tar miríadas de partículas de virus mortales en los confines Las imágenes del sistema inmunitario como un campo de
del espacio interior, donde más células serán convertidas en batalla abundan en las secciones sobre ciencia de los periódicos
victimas; una cabeza femoral devastada por una dolencia au- y las revistas populares; por ejemplo, el gráfico de 1984 de la
toinmune resplandece contra una puesta de sol en un mundo revista Time sobre la «invasión» del virus del sida en una célu-
la vista como una fábrica. El virus es un tanque, preparándose
desde las células expropiadas como líneas de infantería. Por su
53. Recordemos que Nilsson filmó las famosas y controvertidas fotogra-
parte, el National Ceowaphic hace un juego de palabras explí-
fías de fetos (en realidad, abortos) como universos resplandecientes y
a contraluz que flotaban libremente en el «medioambion l11 m11tornal» <.: il'o sobre! 1.r1 .i:111•n·<1 <I<' fC/S gala xias al denominar a su gráfico
(Nilsson, 1977).
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lizadoras de mitos, como Washington D. C. 55 El Met Life advierte a gritos una visualización «amigable», pero la batalla no es el
a quienes se embarcan en «Las guerras del cuerpo» que pueden único modo de representar el proceso de la vida mortal. Quie-
experimentar vértigo extremo por la simulación de movimien- nes se enfrentan al virus del VIH a menudo suelen declarar que
to. ¿Es eso también una mera «acción simbólica»? ellos conviven con el sida, en lugar de aceptar su condición de
En las zonas semióticas corporalizadas de la Tierra y el es- víctimas (¿o de prisioneros de guerra?). De manera similar, algu-
pacio exterior, vimos que los patrones de difracción eran posi- nos científicos de laboratorio han elaborado a su vez programas
bles gracias a las tecnologías de recomposición visual, circuitos de investigación basados en personificaciones relacionales no
resituados de competencias que prometían ser más ergonómicos militarizadas, más que en las capacidades de defensa del yo de
para los inadaptados/ables otros. De este modo, los espacios in- individuos atomizados. Todo ello con el fin de construir articu-
teriores del cuerpo biomédico son también emplazamientos de laciones basadas en el SI (Sistema Inmunitario) de manera más
importantes contiendas tecnocientíficas, es decir, de la ciencia en efectiva, no para ser gente encantadora con metáforas pacifistas.
cuanto que cultura en el marco amoderno de la naturaleza social. Permítanme intentar describir la esencia de ese objeto físi-
De estos procesos surgen nuevos colectivos de aliados humanos y co artefactual llamado sistema inmunitario humano, a partir de
no-humanos sumamente interesantes. Esbozaré brevemente dos los principales manuales e informes de investigación publicados
zonas en donde los monstruos prometedores padecen simbiogé- en la década de los ochenta. Sus caracterizaciones forman parte
nesis en los medios de comunicación de los que se nutre el traba- de diversos sistemas de trabajo que interactúan con el sistema
jo tecnocientífico: 1) en las teorías sobre la función inmunitaria inmunitario en diversas áreas prácticas, tales como los experi-
basadas en la investigación de laboratorio; y 2), en los nuevos mentos de laboratorio, la medicina clínica y las decisiones em-
aparatos de producción de conocimiento elaborados por Person presariales. Con aproximadamente 1012 células, el SI posee un
with AIDS (PWAs, personas con sida) y sus heterogéneos aliados. número de células con dos ceros más que el sistema nervioso.
Ambos grupos de monstruos generan puntos de vista difractivos Las células del SI se regeneran durante toda la vida a partir de
del yo, comunes en las creencias y en las prácticas relacionadas células madre pluripotentes. Desde su vida embrionaria hasta
con la vulnerabilidad y la mortalidad. la etapa adulta, el sistema inmunitario se encuentra en varios
Al igual que la acción directa no violenta en el ecologismo, tejidos y órganos morfológicamente dispersos, incluyendo la
los discursos sobre el sistema inmunitario tratan sobre las op- glándula timo, la médula ósea, el bazo y los ganglios linfáticos;
ciones asimétricamente distribuidas entre la vida y la muerte. pero una gran parte de sus células se encuentran en los sistemas
Dado que la enfermedad y la mortalidad se sitúan en el centro circulatorios sanguíneo y linfático, y en los fluidos y cavidades
de la inmunología, no es sorprendente que las condiciones de corporales. Si alguna vez hubo un «sistema distribuido», éste es
batalla prevalezcan. Morir no es una cuestión sencilla que pida sin duda uno de ellos. También constituye un sistema de comu-
nicación altamente adaptable con numerosas interfaces.
55. Ramona Fernandez, en su «Trickster Literacy» (examen de califi- Existen dos linajes celulares principales en el sistema:
cación, Historia de la Conciencia, UCSC, 1990), escribió extensamente
sobre Disney World y las múltiples alfabetizaciones culturales reque- 1) El primero es el de los linfocitos, el cual incluye distintos
ridas y enseñadas in situpara moverse con éxito por este lugar. Su en- 1ipos de células T (auxiliares, supresoras, asesinas y variacio-
sayo describía la colaboración de la tecnologin rlo vir.11nlización con la n es de todas ellas) y las células B (que, dep endiendo de a qué
escuela médica en su desarrollo y \.160. Vr n111 .tm1111/I/ of tlw America11 ¡¡n 1po p1~ r1·1•11Pzrnn. só lo pueden prnclu cir 1111 único tipo den-
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2.776-2.783).
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LAS PROMESAS or 1os MDNSIRUOS LAS PROMESAS DE LOS MOllSTRUOS: UNA POLITICA REGENERATIVA PARA LOS INADAPTAOOS/ABLES OTROS
ción). Las células T y J3 tienen la particularidad de poder re- difiere de otras concepciones en inmunología porque dota al
conocer casi cualqutcr formación molecular de determinado sistema inmunitario de la capacidad de regularse exclusiva-
tamaño que pueda existir (por muy inteligente que sea la mente por sí mismo» (Golub, 1987; Jerne, 1985).56 Jerne pro-
química industrial). Es to es posible gracias a un barroco me- puso que cualquier molécula de anticuerpo debe ser capaz de
canismo de mutación somática, a la selección clonal y a un actuar de manera funcional como anticuerpo para algún antí-
receptor poligénico o sistema indicador. geno y, además, como antígeno para la producción de un anti-
2) El segundo linaje de células inmunitarias es el sistema de cuerpo contra sí mismo, en otra región del «individuo mismo».
fagocitos mononucleares, que incluye los polifacéticos ma- Estas regiones han adquirido una nomenclatura lo bastante
crófagos, los cuales, además de sus habilidades de reconoci- desalentadora como para frustrar la comprensión popular de
miento y sus conexiones, también parecen compartir recep- la teoría, pero su concepción básica es simple: la concatena-
tores y algunos materiales péptidos hormonales con las ción de respuestas y reconocimientos internos continuaría
células neuronales. Junto al compartimento celular, el siste- indefinidamente, en una serie de reflejos sobre moléculas in-
ma inmunitario comprende una amplia gama de materiales munoglobulinas, de modo que el sistema inmunitario estaría
acelulares circulantes, como anticuerpos, linfoquinas y com- siempre en un estado de respuesta interna dinámica. Nunca
ponentes complementarios. Estas moléculas participan en la permanecería pasivo, «en reposo», a la espera de un estímulo
comunicación entre diversos agentes del sistema inmunita- activador proveniente de un exterior hostil. En cierto sentido,
rio, pero también entre el sistema inmunitario y los sistemas no podría haber una estructura antigénica ex terior, ningún
nervioso y endocrino, conectando así las múltiples localiza- «invasor», que el sistema inmunitario no hubiera «Visto» y re-
ciones y funciones de control y coordinación del cuerpo. La flejado ya internamente. El yo y el otro pierden su cualidad
genética de las células del sistema inmunitario, con sus altas opositiva racionalista, sustituida por sutiles juegos de lectu-
tasas de mutación somática, reorganizaciones de material ras y respuestas semi reflejadas. Una concepción radical de la
genético y empalmes para confeccionar receptores y anti- conexión surge inesperadamente en el núcleo del yo auto-de-
cuerpos de superficie, se burla de la noción de un genoma in- fendido . Nada en este modelo impide la acción terapéutica, si
mutable incluso dentro de «Un» único cuerpo . El cuerpo jerar- bien las entidades que aparecen en el drama poseen diferen-
quizado de antaño ha dado paso a un cuerpo en red de tes tipos de interfaces con el mundo. Finalmente, es poco pro-
asombrosa complejidad y especificidad. El sistema inmuni- bable que las lógicas terapéuticas se graben en la carne viva
tario está en todas partes y en ninguna. Sus particularidades según los modelos de los últimos tanques de alta tecnología y
son indefinidas, si no infinitas, y surgen por azar; sin embar- los misiles inteligentes.
go, estas extraordinarias variaciones constituyen los medios Algunas de estas lógicas están siendo elaboradas en y por
fundamentales para mantener la coherencia corporal. los cuerpos de personas con sida y CRS (Complejo Relacionado
con el Sida). En su labor por mantener la vida y aliviar el dolor
A principios de la década de los setenta, Niels Jeme pro- en el contexto de una enfermedad mortal, las PWAs participan
puso una teoría de la autorregulación del sistema inmunita-
rio, denominada la teoría de la red (logrando rl Prrrni o Nobel 56. Cons truyendo 1111 int':ipcrndo colectivo, Jem e (1985) se basó directa-
por ello), la cual se desviaba ra dirnlmc •11111 de • 1111 1111c·ion cs del mente en Inri 11 0 1111 1tln N11111n Chom sky sobre lingüística estructural. El
cuerpo victorioso y del yo aulo clc•l¡•111l ld11 •• l .11 l1 •11 d 11 clc• In red r. uorpo nP 1111() 1111t1 kll 111 11 111ll :t.m lo11 no e n n ocla nuevo a finales del siglo xx,
IPNO lo qun 1 i11 1p111 l111111 11111 tipo di' l<'><l11nlid11clC1:: ni' p c:>11<' n en juego!
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en muchos procesos de construcción de conocimiento. Estos Así pues, si no se puede prohibir el árbol del conocimien-
procesos requieren de un intrincado intercambio de códigos, to, todos deberíamos aprender a comer y a alimentarnos mu-
puentes entre lenguajes y alianzas entre mundos que previa- tuamente con un poco más de sentido común. Ése es el difícil
mente se mantenían separados. Estas «gramáticas generati- proceso en el que participan las PWAs, Project Inforrn, ACT UP,
vas» constituyen asuntos de vida o muerte. Corno dijo un acti- los Institutos Nacionales de Salud (NIH en inglés), los profesio-
vista, «el humor de ACT UP no es un chiste» (Crirnp y Rolston, nales clínicos y muchos otros actores que intentan elaborar me-
1990: 20; véase también Crirnp, 1983). La Coalición Sida para canismos responsables para producir saberes efectivos en la
Desencadenar el Poder (AIDS Coalition to Unleash Power, ACT epidemia de sida. 57 Incapaz de vigilar las fronteras mismas que
UP, literalmente «portarse mal») es un colectivo formado a par- separan lo interior de lo exterior, el mundo de la investigación
tir de diversas articulaciones entre diferentes tipos de actores; biomédica nunca volverá a ser igual. Los cambios abarcan los
por ejemplo, activistas, máquinas biomédicas, burocracias gu- dominios epistemológicos, comerciales, jurídicos y espirituales.
bernamentales, mundos gais y lesbianos, comunidades de co- Por ejemplo, ¿cuál es el estatus de este nuevo saber lábil dentro
lor, con ferencias científicas, organismos experimentales, alcal- del diseño experimental y que desafía a las convenciones de las
des, redes de acción e información intern acional, condones y investigaciones precedentes? ¿Cuáles son las consecuencias de
profilácticos bucales, ordenadores, doctores, consumidores de estos desafíos al monopolio de los saberes expertos, en paralelo
droga por vía intravenosa, compañías farmacéuticas, editores,
componentes víricos, consejeros, prácticas sexuales innovado- 57. Véase, por ejemplo, la reciente fusión de Project Inform con la
ras, bailarines, tecnologías de medios de comunicación, clubes Community Research Alliance para acelerar las pruebas basadas en la
de compra, artistas gráficos, científicos, amantes, abogados y comunidad de medicamentos prometedores (y los esfuerzos de NIH por
otros. Los actores, no obstante, no son todos iguales. ACT UP afrontar estos avances, en PI Perspective, mayo de 1990). Nótese ade-
posee un centro de dinamización, las PWAs, que se preocupan más las diferencias entre el Secretario de Salud y Servicios Humanos
del presidente Bush, Lewis Sullivan, y el Director del Instituto Nacional
por el daño producido por el sida y por la labor de restaurar la de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NIAID), Anthony Fauci, sobre
salud de todo el mundo, corno los pueblos indígenas del Ama- el trato con activistas y PWAs. Después de las acciones de ACT UP con-
zonas con la destrucción de los bosques y el medio ambiente. tra las políticas de Bush durante el discurso del s ecretario en la confe-
Éstos son los actores con los que los otros deben articularse. rencia sobre sida en San Francisco en junio de 1990, Sullivan dijo que no
Tal estructura de acción es una consecuencia fundamental del volvería a tener nada que ver con ACT UP e instruyó a los funcionarios
aprendizaje para visualizar el cuerpo h eterogén eo y artefac- gubernamentales para limitar sus contactos (Bush había sido invitado
a pronunciar un discurso en la conferencia internacional de San Fran -
tual que con stituye nuestra «naturaleza social», en lugar de cisco, pero su agenda no lo p ermitía: estaba en Carolina del Norte re-
reducir nuestra visión a cuestiones corno «Salvar la naturale- caudando dinero para el senador ultra reaccionario Jesse Helms en el
za» y repeler a los invasores alienígenas de un edén orgánico mismo momento de la conferencia). El 1 de julio de 1990, en el noveno
concebido corno yo autónomo. Salvar la naturaleza es, defini- encuentro del Grupo de Ensayos Clínicos sobre el Sida (ACTG), en el que
tivamente, un proyecto moribundo . Éste se basa en perpetuar participaron pacientes activistas por primera vez, Fauci dijo que traba-
la estructura de la violación de fronteras y en la emoción fal- jaría para incluir a la población con s ida en todos los niveles del proceso
NIAID de ensayos clínicos. Instó a los científicos a que desarrollaran las
samente liberadora de la transgresión. f ,o que sucedió en el competencias necesarias para discutir libremente en estos contextos
primer Edén deb ería haber dej11rlo C'l111·n l'Htl 1 11111110 . (vóas e <<Fauci», l<JCJO). 1,Por qué la construcción de este tipo de articula-
dón es «mílo 111111v11o1'l l >ojo ln respues ta n la informada imaginación de
lou l< <~ lon•11 w 1w 1 1 u1 11 d1,1•1 ul1111 <l<' l< orfn Í<'mini otn
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con las demandas por la mejora del conocimiento biomédico y de los cineastas de ciencia-ficción y de los biólogos. En inglés
por la distribución equitativa de sus frutos? ¿Cómo cohabitarán antiguo, articular significaba llegar a un acuerdo. Quizá debe-
los híbridos claramente amodernos de estas prácticas sanitarias ríamos vivir de nuevo en un amoderno mundo antiguo. Articu-
en el cuerpo social emergente? Y ¿quién vivirá y morirá como lar es significar. Es armar cosas, cosas espeluznantes, arriesga-
resultado de estas prácticas nada inocentes? das, contingentes. Yo quiero vivir en un mundo articulado.
Articulamos, luego existimos. Quién sea «yo» es una cuestión
muy limitada a la perfección monótona de la auto-contempla-
NO-A. ESPACIO VIRTUAL: SF58 ción clara y nítidamente distinguida. De manera injusta, como
siempre, pienso en esto como la pregunta psicoanalítica para-
La articulación no es una cuestión sencilla. El lenguaje constitu- digmática. «¿Quién soy yo?» se refiere a la (siempre irrealizable)
ye el efecto de la articulación, así como los cuerpos. Los articula- identidad; ésta todavía pivota, siempre tambaleante, sobre la ley
dos son animales ensamblados; no se trata de seres regulares del padre, la imagen sacralizada de lo Mismo. Y dado que soy
como los animales perfectamente esféricos de la fantasía origi- una moralista, la verdadera cuestión debería tener más enjun-
naria que relata Platón en el Timeo. Los articulados están unidos dia: ¿quiénes somos «nosotros»? He aquí una pregunta intrínse-
apresuradamente. Ésta es la condición para estar articulado. camente más abierta, preparada en todo momento para las arti-
Confío en los articulados para insuflar vida en el cosmos artefac- culaciones contingentes y generadoras de fricción. Se trata de
tual de monstruos en el que este ensayo h abita. La naturaleza una pregunta desaprobatoria.
puede estar desprovista de palabras, sin lenguaje, en un sentido En óptica, la imagen virtual está formada por la convergen-
humano; pero la naturaleza se articula elocuentemente. El dis- cia aparente, pero no real, de los rayos. Lo virtual parece ser la
curso es sólo uno de los procesos de articulación. Un mundo ar- falsificación de lo real; lo virtual tiene efectos de semejanza, no
ticulado posee una cantidad indecidible de modos y lugares para de identidad. Tal vez por eso la «Virtud» aún esté recogida en
establecer conexiones. Las superficies de este tipo de mundo no los diccionarios para referirse a la castidad de las mujeres, que
son planos curvados sin fricción. Cosas diferentes pueden en- siempre debe permanecer en duda para la ley óptica patriar-
samblarse (y cosas diferentes pueden ser separadas), y vicever- cal. Pero entonces, la «virtud» solía significar el espíritu varonil
sa. Llenas de sensilias, evaginaciones, invaginaciones y hendi- además del valor, e incluso Dios nombró a una orden de ánge-
duras, las superficies que me interesan están diseccionadas por les como Virtudes, aunque sólo ostentasen un rango intermedio.
bisagras. Invertebrados segmentados, los articulados son insec- Aun así, no importa cuán grandes sean los efectos de lo virtual;
toides y anélidos, y ellos conforman la imaginación encendida parecen carecer de algún modo de una ontología adecuada. Los
ángeles, el valor masculino y la castidad de las mujeres en ver-
58. Este cuadrante del cuadrado semiótico está dedicado al texto de dad constituyen, en el mejor de los casos, una imagen virtual
A E. van Vogt Players oí Null-A (Los jugadores de no-A, 1974), por sus desde el punto de vista de los «posmodernos» de finales del siglo
aventuras no aristotélicas. Una versión temprana de «Las promesas de xx. Para ellos, lo virtual no es exactamente lo real; he ahí la razón
los monstruos» tenía puesta la imaginación en el espacio virtual, pero
de que a los «posmodernos» les guste la «realidad virtual». Les
no en términos de ciencia-ficción. Estoy en deuda con un interlocutor
que insistió en que la imaginación era una fncult11fl dc-1 siglo XIX que parece transgresora. Sin embargo, no puedo olvidar que un sig-
se opone política y epistemológicamcn l<' 0011 lu111 11q11111t111t o11 que trato nilicado obsolrln d<• c<virtual» era tener virtud, es decir, el poder
de formular. Como estoy intentncln t'll v1111n Pli11ll1 111 p11100111u'l lloio, debo inhcrento f H11'11 p1•11d1wl1· C'f'cctos. «Virtu», después de todo, sig-
también bordear el conognl d11111 h11 1111il1111 11111 1111111i11t11 11
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nifica excelencia o mérito, y todavía hoy un significado común «Si desea saber más, pulse intro» (Ibíd.: 286). 6º
de virtud hace referencia a tener eficacia. La «virtud» de algo Con esta fatal invitación comienza y termina la historia pro-
constituye su «Capacidad». La virtud de (algunos) alimentos es fundamente paranoica de Varley. En ella, el Árbol del Conoci-
que nutren el cuerpo. El espacio virtual parece ser la negación miento es una red, un vasto sistema de conexiones de ordenador
del espacio real; los dominios de la ciencia-ficción parecen la ne- que genera, como una propiedad emergente, una nueva entidad
gación de las regiones terrenales. Pero tal vez sea esta negación colectiva terriblemente no-humana. El fruto prohibido es el co-
la verdadera ilusión. nocimiento sobre el funcionamiento de esta poderosa Entidad,
«El ciberespacio, al margen del fulgor de su tecnología pun- cuya esencia mortal es una conexión extravagante. Todos los per-
ta, es la idea de una comunidad consensual virtual... Una comu- sonajes humanos llevan el nombre de computadoras, programas,
nidad virtual es, ante todo, una comunidad de creencias.»59 Para prácticas o conceptos (Víctor Apfel, el detective Osborne y los hac-
William Gibson (1986), el ciberespacio representa una «alucina- kers Lisa Foo y Charles Kluge). El relato trata de un misterioso ase-
ción consensuada experimentada diariamente por miles de mi- sinato: Kluge ha sido hallado muerto por su vecino, Apfel, con una
llones ... Una complejidad impensable.» El ciberespacio parece dudosa nota de suicidio que aparece en la pantalla de una de las
ser así una alucinación consensuada de demasiada complejidad, docenas de ordenadores personales de su casa (que además está
demasiada articulación. Constituye la realidad virtual de lapa- llena de barriles de drogas ilegales) tras ejecutar el comando «pul-
ranoia, una región abarrotada en el último tercio del segundo se intro». Apfel es un solitario epiléptico de mediana edad que,
milenio cristiano. La paranoia es la creencia en una densidad tras haber sido prisionero de guerra y torturado en Korea, adole-
ininterrumpida de conexiones que requiere, si uno pretende so- ce severos traumas psicológicos entre los que se incluye el miedo
brevivir, retirarse o defenderse hasta la muerte. El yo auto-de- y el odio hacia los «orientales». Cuando los hombres del inspector
fendido resurge en el corazón de la relacionalidad. Paradójica- de homicidios Osborne, de Los Ángeles, demuestran ser totalmen-
mente, la paranoia es la condición de imposibilidad de seguir te ineptos para descifrar el sofisticado software que ejecutan las
articulado. En el espacio virtual, la virtud de la articulación (es máquinas de Kluge, Lisa Foo, una joven inmigrante vietnamita,
decir, el poder de producir conexiones) amenaza con abrumar ahora ciudadana estadounidense, es requerida desde el Cal Tech
y finalmente engullir toda posibilidad de acción efectiva para (California Institute of Technology), pasando a desempeñar el
cambiar el mundo. papel de un Sherlock Holmes para Lestrade/Osborne. La historia
Entonces, si en estos viajes al espacio virtual queremos está narrada desde el punto de vista de Apfel, pero Foo constituye
emerger de nuestro encuentro con lo articulado artefactual a un el centro del relato y, añado, su actor/actriz fundamental.
lugar-otro habitable, necesitamos una figura que sirva de guía Insistiendo en este punto, quiero tomarme la licencia propia
para navegar por la ciénaga del abatimiento. Lisa Foo, el perso- de las convenciones de lectura antielitista de las culturas popu-
naje principal en el relato breve de John Varley (1986) galardo- lares SF. Las convenciones de la science-fiction invitan (o, cuanto
nado con los premios Hugo y Nébula, será nuestra improbable menos, lo permiten más fácilmente que los protocolos de consu-
Beatrice a través del Sistema. mo respetuoso promovidos por la academia en relación con la
literatura) reescribir lo que uno lee. Se trata de libros baratos que
108 IUD
LAS PROMESASDl LO~ MOll\IN~D LAS PROMESAS DE LOSMONSTRUOS: UNA POLITICA REGENERATIVA PARA LOS lflADAPTADOS/ ABLES OTROS
no permanecen hnprcso::i c•11 ¡l(•1•i'( 1l'lns condiciones durante mu- como Foo decía, «no creo haber estado tan contenta con nada
cho tiempo. Entonces, ¿,por q11 é no roosrrlbirlos cuando se están que haya comprado antes, ni siquiera con el coche [su Ferrari]»
leyendo? La mayoría de la cicmclu-11 ·ción con la que disfruto me (Ibíd.: 263). Desde la perspectiva de la niñez de Foo, «Occidente
empuja a involucrarme act ivarncnl'C con imágenes, tramas, figu- [es] el lugar donde puedes comprar tetas» (Ibíd.).
ras, dispositivos, intereses lingüísticos... En resumen: con mundos, Cuando Foo y Apfel se hacen amantes, en una de las relacio-
no tanto para procurar que funcion en de forma «Correcta», como nes heterosexuales e interraciales más sensiblemente estructu-
para hacerlos moverse de manera «diferente». Estos mundos me radas que jamás se hayan escrito, descubrimos también que el
motivan para poner a prueba su virtud, para comprobar si sus cuerpo de Foo estaba complejamente conformado por la historia
articulaciones funcionan (y para qué funcionan). Puesto que la SF del sudeste asiático. Varley le dio su nombre como una versión
permite identificarnos con un personaje principal (un consuelo «orientalizada» del término de informática «fubar» (fucked up
dentro de un mundo obviamente construido), o tener una actitud beyond all recognition; «jodido hasta volverse irreconocible»). Su
relajada hacia el lenguaje (por ejemplo, hacia las arriesgadas es- abuela china había sido violada en Hanoi por un soldado de la
trategias de lectura), el lector probablemente sea más generoso y ocupación japonesa en 1942. En el Vietnam de la madre de Foo,
más suspicaz (tan generoso como suspicaz, exactamente la postu- «ser china era bastante malo, pero ser medio china y medio japo-
ra receptiva que busco por lo general en la semiosis política). Se nesa era aún peor ... Mi padre era medio francés y medio anami-
trata de una estrategia estrechamente alineada con la conciencia ta. Otra mala combinación» (Ibíd.: 275). Su madre fue asesinada
oposicional y diferencial teorizada por Chela Sandoval y por otras en la ofensiva del Tet cuando Foo tenía diez años. La niña se
feministas que han insistido en navegar entre aguas discursivas convirtió en una ladrona callejera y una prostituta menor de
plagadas de minas. edad en Saigón, en donde fue «la protegida» de un oficial blanco
Nuestro primer encuentro con Lisa Foo es a través de los ojos estadounidense y pedófilo. Al rehusar irse de Saigón con él, des-
de Apfel, y para él, «quitando el bigote, era la viva imagen de pués de que Saigón «cayera», Foo terminó en la Camboya de Pol
una caricatura de Toja. 61 Tenía sus mismas gafas, orejas y dien- Pot, donde apenas logró sobrevivir en los campos de trabajo de
tes. Pero llevaba un corrector dental, como teclas de un piano los jemeres rojos. Escapó a Tailandia y «cuando finalmente logré
atrapadas por un alambre de púas. Medía 1,65 o 1,70 y no podía que los estadounidenses se percataran de mí, mi oficial todavía
pesar más de cincuenta kilos. Habría dicho 45, pero añadí dos me estaba buscando » (Ibíd.: 276). Enfermo de un cáncer termi-
kilos y medio por cada uno de sus pechos, tan improbablemente nal, que pudo haber contraído como resultado de su presencia
grandes para su figura escuálida que todo lo que pude leer en en las pruebas atómicas en Nevada al inicio de su carrera, cos-
el mensaje de su camiseta fue "POCK LIVE". Sólo cuando se giró teó el viaje de Foo a Estados Unidos. Su inteligencia y descaro
hacia los lados pude leer lo que ponía antes y después» (Ibíd.: le permitieron obtener aquellas «tetas Michelín» (Ibíd.: 275), un
241-242). El personaje inmensamente culto de Foo se comunica Ferrari y estudios en el Cal Tech. Foo y Apfel luchan juntos con-
constantemente a través del surtido interminable de camisetas, tra sus respectivos legados de abusos múltiples, sexuales y de
utilizando esos mensajes de entre otros muchos idiomas a su otros tipos, y sus racismos recíprocos. Ambos eran polifacéticos,
disposición. Sus pechos resultaron ser implantes de silicona, y pero tenían cicatrices. Eran supervivientes. Este relato, la figura
central y su narT;1 clor, no nos permitirán esquivar los temibles
61. Hideki Tojo, destacado militar jnpon<"n d111 1111t11 111 p1 inwrn mitad del problemas solll'<' 1·11z11/l'acismo, género/sexismo, la tragedia his-
siglo xx, famoso por aliarse con 111 Al11111r11d11 1111•1 1 y n i 1t11¡J111 Pn fnncis ta lórlca y ln s c·11c 111l l11111 111 dc• tecnociencia inherentes al segmento
italiano. [N. del r.J
110 111
lAS PROMESAS DE LOSMONSTRUOS LAS PROMESAS DE LOS MOUSTRUOS: UllA POLI TI CA REGENERATIVA PARA LOS mAOAPTAOOS/ ABLES OTROS
de tiempo que hemos denominado educadamente como «finales truida. No sólo de forma violenta, sino de forma excesiva, sin
del siglo XX». No hay ningún lugar seguro aquí; hay, eso sí, múlti- límites. Creo que una lectura así fuerza seriamente los sutiles
ples mapas de posibilidades. tejidos de la escritura del relato. De cualquier manera, «Pulse
Existen, decididamente, demasiadas conexiones en el relato intro» me induce, tanto a mí como a otras mujeres y hombres
«Pulse intro», y esto es sólo el principio. Foo está profundamente que han leído la historia conmigo, a un estado de dolor y furia
enamorada de los sistemas de saber-poder a los que sus habili- irreconciliables: Lisa Foo no debería haber sido asesinada de
dades le dan acceso. «Esto es dinero, Yank, dijo ella, y sus ojos esa forma . Algo no anda bien aquí: el texto y el cuerpo pierden
resplandecieron» (Ibíd.: 267). Mientras rastrea entre fascinantes toda distinción. Me caigo del cuadrado semiótico y me preci-
webs y en sus bloqueos de seguridad (que comenzaron en pro- pito al círculo vicioso de la cosa-en-sí. Más que cualquier otra
yectos informáticos militares, pero que han ido adquiriendo por cosa, esta muerte pornográfica, cargada de matices de géne-
su cuenta una vasta vida no-humana), su amor y sus habilidades ro y de raza, esta destrucción excesiva de su cuerpo, esta total
la sumergen en las conexiones infinitamente densas del Sistema, desaparición de su ser (con esa extravagante conexión final),
en donde ella, como le ocurrió a Kluge con anterioridad, acaba sobrepasa los límites del placer en las convenciones de la fic-
siendo detectada. Foo intenta escapar, pero es demasiado tarde. ción paranoica y provoca la necesidad de reescribir activamen-
Poco después, aparece una nota de suicidio claramente falsa en te lo leído. No soy capaz de leer esta historia sin reescribirla;
la camiseta que cubre su cuerpo destrozado. La investigación de- he aquí una de las lecciones de una «alfabetización feminista
mostró que había reconectado el microondas de la casa de Kluge transnacional» e intercultural. Y la conclusión obliga a reescri-
para eludir los controles de seguridad. Metió la cabeza en el mi- bir no sólo la historia misma, sino a todo el colectivo humano
cro y falleció poco después en el hospital, con los ojos y el cerebro y no-humano que es Lisa Foo. El objetivo de la reescritura dife-
coagulados y sus pechos horriblemente derretidos. La promesa rencial/oposicional no es hacer que la historia se vuelva «ade-
de su nombre, «fubar», se cumplió de forma demasiado literal: cuada», sea cual fuere. La cuestión es rearticular la figura de
jodida hasta volverse irreconocible. Apfel, que había vuelto a ar- Lisa Foo para desestabilizar las lógicas reductoras de una letal
ticularse con la vida gracias a su amor por Lisa Foo, da marcha misoginia racista. La articulación debe permanecer abierta, y
atrás, quitando de su casa todo el cableado y cualquier forma de sus densida des accesibles a la acción y la intervención. Por el
contacto con las tecno-redes de un mundo que ahora ve, en tér- contrario, cuando el sistema de conexiones se pliega sobre sí
minos completamente paranoicos, como una conexión infinita y mismo, cuando la acción simbólica se vuelve perfecta, el mun-
alienígena. Finalmente, el yo auto-defendido se oculta, solo, del do se congela en una danza mortal: el cosmos está completo,
Otro alienígena de forma permanente. y es Uno. La paranoia es la única posición posible; la piadosa
Es posible leer «Pulse intro» como un romance hetero- sospecha se consuma. «Pulsar intro», en esa clase de mundo,
sexual convencional, una ficción detectivesca burguesa, una supone un terrible error.
fantasía tecnofóbica-tecnofílica, como el relato de una Dama Sin embargo, toda la argumentación de «Las promesas de
Dragón y, finalmente, como un relato masculinista cuya condi- los monstruos» se basa en que «pulsar intro» no es un error fa-
ción de posibilidad estriba en el acceso al cuer po y la mente de la 1, sino una posibilidad ineludible para cambiar los mapas del
una mujer por parte de un hombre blanco, especia lm ente una mundo, construir nu evos colectivos a partir de lo que no repre-
mujer del «Tercer Mundo», quien, nquf rnmo c•n cualquier otra sc nln mñs q1111 1111 11 pl r torn ele actores humanos y no-humanos.
parte en la cultura misóginn y r 11('!•1111, 1111 vln l1•111 11 mc n1·c des· MI ap 11e Hl11 p111· 111 1111111'11 ll' x l1111l ele l ,isa l'oo, y ele muchos de
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LAS PROMrSAs ur 1os MONSTRUDS LAS PROMESAS DE LOS MOtiSTRUOS: UNA POLITICAREGEtlERATIVA PARA LOS INAOAPTADOS/ ABLES OTROS
los actores en lu clcnclu-1ict:ión de Varley, es especialmente alta. una rica topografía de posibilidades combinatorias. Esa posibi-
Construida a partir de múltiples interfaces, Foo puede servir de lidad se llama Tierra, aquí, ahora, este lugar-otro en donde los
guía a través de los territorios del espacio virtual, pero sólo si espacios exterior, interior, real y virtual implosionan. La pintu-
las finas líneas de tensión en las redes articuladas que cons- ra de Randolph cartografía las articulaciones entre el cosmos,
tituyen su ser permanecen en juego, abiertas a la realización el animal, el ser humano, la máquina y el paisaje en sus recu-
inesperada de una improbable esperanza. No es el «final feliz» rrentes esqueletos siderales, óseos, electrónicos y geológicos.
que necesitamos, sino un final abierto. Es por ello por lo que no Su lógica combinatoria está encarnada; la teoría es corporal; la
sirve ninguna de las narrativas del Apocalipsis masculinista y naturaleza social está articulada. Los estilizados interruptores
patriarcal. El Sistema no está cerrado; la imagen sacralizada de DIP (Dual-in-Line) de la placa de circuito integrado en el pecho
lo Mismo no ha llegado. El mundo no está completo. de la figura humana son dispositivos que establecen los valo-
res por defecto a modo de intermediarios entre el control del
cableado y el control de software, algo no muy diferente de la
mediación entre la anatomía estructural-funcional del felino y
las extremidades superiores del homínido, especialmente las
flexibles y homólogas manos y patas. El cuadro está repleto de
órganos de contacto y mediación, así como de órganos de vi-
sión. Directos a la mirada del espectador, los ojos de la mujer
y el felino centran toda la composición. El esqueleto en espiral
de la Vía Láctea, nuestra galaxia, aparece detrás de la figura
del cíborg en tres pantallas gráficas diferentes que son posibles
gracias a aparatos de visualización de tecnología punta. En el
lugar del espacio virtual en mi cuadrado semiótico, el cuarto
recuadro es una imagen del pozo gravitacional de un agujero
negro. Nótese el dibujo de las tres en raya, que se juega aquí
con los signos astrológicos europeos para lo masculino y lo fe-
menino (Venus ganó esta partida); justo a la derecha hay algu-
Imagen1.12. Lynn Randolph, Cyborg. Foto de D. Caras. nos cálculos que pueden aparecer en la matemática del caos.
Ambos conjuntos de símbolos están situados debajo de un cál-
La imagen final de este excesivo ensayo es Cyborg, una pin- - - - -- -
tura de Lynn Randolph de 1989, en donde los límites de un mun- estaba en el Bunting Institute y lo exhibió allí en una exposición indi-
do fatalmente transgresor, regido por el Sujeto y el Objeto, dan vidual durante la primavera de 1990, titulada «A Return to Alien Roots»
paso a zonas fronterizas, h abitadas por colectivos humanos y («Retorno a las raíces alienígenas»). El espectáculo incorporó, a partir
de fuentes variadas, «imágenes que empoderaban a las mujeres, m ag-
no-humanos (Imagen 1.12). 62 Estas zonas fronterizas sugieren
nificaban sus sueños y atravesaban barreras raciales, de género y de
edad» (folle to cl t• In t•xhibición). Randolph, que vive y pinta en Texas, fue
62. óleo sobre lienzo, fotografía de 9J,'1'1 cm poi '11,1/. 1 111 d1 1), C:nras. En organizadorn d(' In l lo1 1111<m Area Arlists' Call Against U.S. Intervention
diálogo con el ensayo de 1985 «J:I 11111111 !11111 111 11111 11 1 •vlimmn• (1<1\ Mnni- in Centrnl /\1 1111 111•11 1:l 111111lPlo humano para Cybo1·0 fue Grace Li, de Bei-
festo for Cyborgs>•, en Ilnrnwny, 11111 1), lh1111l1tl pl1 111111 11 r y/1mr1 1nlon trn s jlno. q11J11 11 n 11 lll Vll l' ll 11l lhtllllll fj Jn ntiluW C'l Ílltf(lioo 111 O (lo 1989.
114 llU
LAS PROMESAS DE LOS MONSTRUOS
culo encontrado en los papeles de Einstein. Las matemáticas y cada imagen. La pintura podría estar encabezada por: «Unas
los juegos son como esqueletos lógicos. El teclado está unido al palabras sobre la articulación de los actores en este campo.» En
esqueleto del planeta Tierra, sobre el cual se eleva una pirámi- honor a sus matices rojos, verdes y ultravioletas, quiero leer el
de, al centro a la izquierda. La pintura entera tiene la cualidad Cyborg de Randolph dentro de una semiótica política multico-
de ser un dispositivo de mediación. El enorme felino se aseme- lor destinada a los astutos estudios transnacionales de tecno-
ja a un espíritu animal, quizá un tigre blanco. La mujer, una ciencia como son los estudios culturales.
joven estudiante china en Estados Unidos, representa aquello
que es humano, universal, genérico. La «mujer de colon>, una
identidad colectiva reciente muy particular y problemática, re-
suena con sus conversaciones locales y globales. 63 En esta pin-
tura, ella encarna los estados simultáneos, aún contradictorios,
de mujer, persona del «Tercer Mundo», humana, organismo,
tecnología de comunicación, matemática, escritora, trabajado-
ra, ingeniera, científica, guía espiritual, amante de la Tierra.
Éste es el tipo de «acción simbólica» que el feminismo transna-
cional ha hecho legible. Él/la no está concluido/a.
Hemos completado el círculo en el escandaloso mecanismo
del cuadrado semiótico volviendo al principio, donde encon-
tramos las imágenes comerciales cíborg habitando mundos
tecnocientíficos. Las conejas extrañamente repetidas de la
Logic General, con sus patitas sobre los teclados prometiendo
mediar en la replicación y la comunicación, han dado paso a
diferentes circuitos de competencias. Si el cíborg ha cambia-
do, también debería hacerlo el mundo. El cíborg de Randolph
está conversando con el inadaptado/able otro de Trinh Minh-
ha, el ser personal y colectivo a quien la historia ha prohibido
la estratégica ilusión de la identidad propia. Este cíborg carece
de una estructura aristotélica, y no hay dialéctica amo/esclavo
que resuelva las luchas de recursos y productos, de pasión y
acción. Él/la no es utópico/a ni imaginario/a, es virtual. Gene-
rado, junto con otros cíborgs, por el colapso entre lo técnico, lo
orgánico, lo mítico, lo textual y lo político; él/la está constitui-
do/a por articulaciones de diferencias críticas dentro y fuera de
63. Tomo prestada esta acepción el<' !!<X>11vn1 urw1ti 11 11 y 111 11oc: ió n ele «al-
fabetización feminista transnnnlon11I• 1h•l 1111111111111 dn l<11 l i< [(ing 110Ino
las mujeres y las teCnOlOflf lHI cln lil 11111 11111 111( Y• 10111 1111 111 n )
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Traweek, Sharon (1988): new11 '1'11111". r1111/ /,f/1 //1111".: 'l'/w Worlrl of I Tigll
1
l. TESTIGO MODESTO
El testigo modesto es quien envía y recibe los mensajes de mi
dirección de correo electrónico. Investiguemos, por tanto, cómo
se entreteje esta posición de sujeto en las redes aquí desplega-
das. El testigo modesto constituye una figura en la red narrativa
de estas páginas, que trata de refigurar los sujetos, los objetos y
el comercio comunicativo de la tecnociencia dentro de diferen-
tes tipos de vinculaciones. 64 Me obsesiona el proyecto de la refi-
guración materializada; considero que esto es precisamente lo
que está ocurriendo en los proyectos globales de la tecnociencia
y del feminismo . Una figura une a las personas, da cuerpo a los
significados compartidos a través de relatos que habitan entre
su público. Tomo el término testigo modesto del importante li-
bro de Steven Shapin y Simon Schaffer, El Leviathany la bomba
de vacío: Hobbes, Boyley la v ida experimental (1985). Para que la
modestia a la que se hace referencia en el epígrafe superior se
171¡
LAS PROMESAS DE LOSMONSTRUOS TESTIGO_MODESTO@SEGUNDO_MILEfl lO
vuelva visible, el hombre (el testigo cuyos informes reflejan la dos gracias a una vigorosa capacidad para definir los hechos. 66
realidad) debe hacerse invisible, es decir, un habitante de la po- Los relatos se convierten en nítidos espejos, espejos totalmente
tente «categoría no marcada», construida mediante extraordi- mágicos, sin apelar en ningún momento a lo trascendental o a
narias convenciones de invisibilidad autoinducida. En los térmi- la magia. A continuación, me gustaría cuestionar [queerizar] la
nos maravillosamente sugerentes de Sharon Traweek, dicho confianza, construida y preservada con tanto esmero, de este
hombre debe habitar el espacio percibido por sus habitantes hombre cívico y racional con el fin de presentar un modelo de
corno «la cultura de la no cultura» (1988). 65
Estarnos ante una cultura en la cual los hechos contingentes 66. Por supuesto, aquello que se entiende como garantía de desinterés o
(los casos reales sobre el mundo) pueden ser establecidos con de imparcialidad varía históricamente. Shapin (1994: 409-417) enfati}<l
toda la autoridad de la verdad trascendental, pero sin ninguno la diferencia entre las fórmulas caballerescas estandarizadas del cm{a a
de sus problemas. Tal invisibilidad autoinducida es la forma cara para evaluar la veracidad en la Inglaterra del siglo xvn, y las prác-
específicamente moderna, europea, masculina y científica de ticas científicas anónimas, justificadas institucional y profesionalmen-
la virtud de la modestia. Se trata de una modalidad de modestia te, en el siglo xx. En laboratorios reales, sin embargo, Shapin sugiere
que los miembros de una comunidad basada en las interacciones cara a
que paga a sus intérpretes con la moneda del poder social y cara continúan evaluando la credibilidad mediante fórmulas perfecta-
epistemológico; una de las virtudes fundadoras, en definitiva, mente comprensibles para Robert Boyle. Parte del problema al que los
de lo que llamarnos modernidad. Estarnos, pues, ante la virtud científicos se enfrentan hoy es la legitimación de sus criterios a ojos de
que garantiza al testigo modesto actuar corno legítimo ventrílo- «los de fuera». Uno de mis objetivos en estas páginas consiste en pro-
cuo del mundo objetual, sin agregar nada de su propia cosecha, blematizar sobre qué se considera de dentro y qué de fuera al establecer
de su corporeidad tendenciosa. De tal modo que se le confiere los estándares de credibilidad y objetividad. No puede permitirse que el
término «imparcial» acabe significando «descontextualizado»; es decir,
el extraordinario poder de establecer los hechos. Él da testimo- irresponsable o inconsciente ante las complejas capas de la contextua-
nio: es objetivo, garantiza la claridad y pureza de los objetos. Su lización histórica colectivo-personal en los aparatos de producción de
subjetividad es su objetividad. Sus narraciones poseen un po- conocimiento. Tampoco puede permitirse que lo «políticamente com -
der mágico: han perdido todo rastro de su pasado como relatos prometido» sea sinónimo de «parcialidad». Se trata de una distinción
particulares, corno productos de proyectos sesgados o repre- delicada, pero fundamental para las esperanzas de una ciencia demo-
sentaciones cuestionables, en tanto que documentos elabora- crática y creíble. Etzkowitz y Webster (1995) discuten cómo han variado
durante el siglo xx en Estados Unidos las <<normas de la ciencia», a sí
como todo lo considerado como objetivo. Por ejemplo, en biología mole-
cular, los investigadores universitarios que antes hacían «Ciencia pura»
65. Traweek estudió a los hijos legítimos de Robert Boyle; los dispositi- gracias a becas y fundaciones (lo que garantizaba semióticamente su
vos detectores de estos físicos son también descendientes mecánicos credibilidad e imparcialidad), acabaron vinculándose mucho más estre-
de la bomba de vacío. Humanos y no-humanos tienen su progenie en las chamente a las empresas, en donde implosionaron la propiedad intelec-
peculiares prácticas reproductivas, exclusivamente masculinas, de la tual y la ciencia, a medida que la economía de subvenciones se erosio-
tecnociencia. «He presentado el relato sobre cómo los físicos de la alta nó. Tal vez parte de la preocupación sobre la objetividad en las «guerra s
energía construyen su mundo y lo representan para sí mismos exen- científicas» (en donde los investigadores de estudios sobre ciencia, los
to de su propia intervención~cripción (tan consistente como me ha teóricos feministas y similares eran percibidos como una amenaza a la
sido posible) de una cultura extrema de la objetividad; una cultura de la creencia generalizada en la credibilidad y la objetividad científica por
no cultura, que anhela apasionadamente un mundo sin cabos sueltos, su irresponsable «pcrnpectivismo» y «relativismo») pueda remontarse a
sin temperam ento, género, nacionalismo u otras fuentes de desorden; la transfonnncl6n tl 11 Ion estándares de imparcialidad entre Jos p ropios
un mundo fuera del espacio y del tiempo human os» (Traweek, 1988: 162). ci<mt/flooo(vt11111111111 p111 •t11lm.f'nte los ataques de Gross y Levitt, 1994).
l?O IZ7
LAS PROMESASDE LOS MONSTRUOS TESTIGO_MODESTO@SEGUllDO_MILElllO
testigo modesto rni1s corporal, flexible y ópticamente opaco la bomba de vacío adquirió el asombroso poder de establecer
(por no decir menos elegante) ante los hechos emergentes en el los hechos independientemente de las interminables contiendas
entorno tecnocientífico. entre la política y la religión. Estos hechos contingentes, tales
Robert Boyle (1627-1691) es recordado en los relatos de la «conocimientos situados», fueron construidos con la demoledo-
Revolución Científica y en la Sociedad Real de Londres para el ra capacidad de instaurar el orden social de forma literalmen-
Avance de la Ciencia Natural (la Royal Society) como el padre de te objetiva. La separación del conocimiento experto de la mera
la química y, lo que es más importante aún, corno el padre del opinión, percibido corno conocimiento legitimador de modos de
estilo de vida experimental. Boyle, por una serie de circunstancias vida sin apelar a una autoridad trascendental o a una certeza (
cruciales y que tuvieron lugar en la Inglaterra de la Restauración abstracta de cualquier tipo, constituye un gesto fundacional de
posterior a la guerra civil, durante las décadas de 1650 y 1660, lo que llamarnos modernidad; un gesto, por tanto, de la separa-
desempeñó un papel clave en la elaboración de tres tecnologías ción entre lo tecnológico y lo político mucho más esencial que la
constitutivas de esta nueva forma de vida: «una tecnología mate- existencia o no del vacío, que las demostraciones de la bomba
rial involucrada en la construcción y operación de la bomba de de Boyle ponían sobre la mesa. Como señalan Shapin y Schaffer,
vacío; una tecnología literaria por medio de la cual los fenóme- «los hechos pueden servir como fundamento del conocimiento
nos producidos por la bomba eran dados a conocer a aquellos y asegurar aceptación en la medida en que no son vistos corno
que no habían sido testigos directos; y una tecnología social que producto de los hombres. Cada una de las tres tecnologías de
incorporaba las convenciones que debían usar los filósofos ex- Boyle trabajaba para alcanzar la apariencia de los hechos corno
perimentales al tratar con los otros y para considerar los enun- elementos dados. Es decir, cada tecnología funcionaba corno
ciados cognoscitivos» (Shapin y Schaffer, 1985: 25). 67 La filosofía un recurso objetivante» (1985: 77). Las tres tecnologías, metoní-
experimental (la ciencia), de este modo, sólo podía extenderse a rnicamente integradas dentro de la propia bomba de vacío (un
medida que lo hacían sus prácticas materiales. No se trata aquí «instrumento neutral»), descartaban la intervención humana
de una cuestión de ideas, sino de aparatos de producción sobre del resultado. El filósofo experimental podía aducir: «No soy yo
aquello que podía considerarse corno conocimiento. quien lo dice; es la máquina» (Ibíd.: 77). «Debía ser la naturaleza,
En el centro de este relato hay un instrumento, la bomba de no el hombre, la que forzara la aceptación» (Ibíd.: 79). El mundo
vacío. Incrustada en las tecnologías sociales y literarias sobre de los sujetos y los objetos estaba en su sitio, y los científicos
la veracidad de los testimonios, y sustentada por la labor subte- quedaban del lado de los objetos. Al actuar como portavoces
rránea de su elaboración, mantenimiento y puesta en marcha, transparentes de los mismos, los científicos se granjeaban los
más poderosos aliados. Como hombres cuyo único rasgo visible
67. Shapin (1994) escribe de manera casi exclusiva sobre la tecnología era su intachable modestia, habitaban la cultura de la no cultura.
social para garantizar la credibilidad. El autor analiza la transferencia El resto, por su parte, permanecía en el dominio de la cultura y
del código de honor caballeresco, basado en la independencia del caba- de la sociedad.
llero (ese hombre de recursos que no se debe más que a la verdad), desde Existían, sin embargo, condiciones precisas para poder esta-
las regiones sociales establecidas hasta un nuevo conjunto de prácti-
blecer estos hechos de forma creíble. Para aumentar su efectivi-
cas (la ciencia experimental). La contribución más original de Shapin
y Schaffer (1985) es su análisis del entrnmndt> rl<' lno tres tecnologías y, dad, el testimonio debía ser público y colectivo. Un acto público
especialmente, del corazón del cutil t> tl11 vtd11 Pxpt11 l11wnlnl (el apara to ha de prnri11rlrsc en un lugar semióticamente aceptado como
sociotécnico que construyó y 11m11nv11 l11 l111111l n1tln vrni!o, y que yo recu· públit:o. y nn 1·01110 privado . Pero para el estilo de vida experi-
pero aquí como m o toni1r1i11rlnl 1111111 11 111 lnt 111 1111 11111l1 •1111110111wrnl).
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mental, un «espacio público» tenía que ser rigurosamente defi- eran sus hombres: le habían vendido a él su fuerza de trabajo;
nido: no todos podían asistir, y no todos podían ser testigos creí- no eran independientes. «Como un caballero que actuara libre-
bles. Qué considerar como privado o como público era algo muy mente, [Boyle] fue autor de su trabajo. Habló por ellos y trans-
discutible en la sociedad de Boyle. Sus adversarios, especialmen- formó su fuerza de trabajo en su verdad» (Shapin, 1994: 406).
te Thomas Hobbes (1588-1679), repudiaban el estilo de vida ex- Desenmascarar este tipo de autoría, creíble y unificada, del es-
perimental precisamente porque su conocimiento dependía del fuerzo requerido para producir un hecho daba pie a la posibili-
testimonio de una comunidad específica, como podría serlo la de dad de una explicación discordante del hecho mismo (algo de lo
los clérigos o los abogados. Hobbes veía a los experimentalistas que se percató el famoso oponente de Boyle, Thornas Hobbes).
como parte de un espacio privado, o incluso secreto, y no como Asimismo, los que se hallaban físicamente presentes en el pro ce-/
parte de un escenario civil y público. El «laboratorio abierto» de so nunca podían ser tan numerosos como aqu ellos virtualmentE{
Boyle y de sus seguidores evolucionó como un «espacio público» presen tes a través del dispositivo literario del informe escrito.
muy peculiar, con elaboradas restricciones sobre quién podía Por tanto, la retórica del testigo modesto, la «manera desnuda
ocuparlo legítimamente. «Lo que resultaba de hecho, por así de- de escribir», sin adornos, factual, convincente, fue concienzuda-
cirlo, era un espacio público con acceso restringido» (Shapin y mente fabricada. Sólo a través de esta escritura desnuda se po-
Schaffer, 1985: 336). dían resaltar los hechos no enturbiados por las florituras de un
En efecto, incluso hoy, en circunstancias especiales, es po- autor humano cualquiera; tanto los h echos como los testigos ha-
sible trabajar en un laboratorio militar de alto secreto comuni- bitan en las zonas privilegiadas de la realidad «objetiva» gracias
cándose exclusivamente con aquellos que tengan permisos de a poderosas tecnologías de escritura. Y, por último, únicamente
seguridad similares, y al mismo tiempo permanecer epistemo- a través de la normalización y la institucionalización de las tres
lógicamente en público, llevando a cabo ciencia de vanguardia, tecn ologías para establecer hechos se podría lograr, de manera
cómodamente aislada de las infecciones ven éreas de la política. fiable, la «transposición a la naturaleza real del cono cimiento
Desde la época de Boyle, solamente aquellos capaces de desapa- experimental» (Shapin y Schaffer, 1985: 79).
recer modestamente pueden, a la hora de la verdad, actuar como Todos estos criterios de credibilidad se entrecruzan con la
testigos autorizados en lugar de como mirones entrometidos. El cuestión de la modestia. La transparencia, por su parte, consti-
laboratorio debía estar abierto, constituir un teatro de persua- tuye un tipo peculiar de modestia. Elizabeth Potter, filósofa de
sión y, al mismo tiempo, ser uno de los espacios más altamente la ciencia del Milis College, me dio la clave de este episodio en
regulados de «la cultura de la no cultura». Manejar la distinción su artículo «Construir el género/Construir la ciencia: la ideología
público/privado ha sido una de las cuestiones fundamentales de género y la filosofía experimental de Boyle» (2001). 68 Shapin y
para la credibilidad del estilo de vida experimental. Esta nove-
dosa forma de vida requería una comunidad especial, delimita- 68. «Making Gender/ Making Science: Gender ldeology and Boyle's
da. Yla reelaboración de dicho espacio (material y epistemológi- Experimental Philosophy» (Potter, 2001). Al escribir este capítulo, tra-
co) es el núcleo de lo que aún a finales del siglo xx determina lo bajé a partir de una versión manuscrita temprana del artículo de Potter
que puede ser considerado corno la mejor ciencia posible. en el que discutía la controversia hic mulier/haec vir(mujer m asculina/
hombre femenino) desde la década de 1570 hasta 1620 en el contexto de
Por otra parte, el esfuerzo emp1cado r11 PI proceso compro- las evidentes preocupaciones de género entre los escritores del Renaci-
metía el estatus de las personas i1npll('11d 1111. l.os ho mbres que miento in.nlr11, q1111 n<-:nhnron extendiéndose h asta Boyle y otros autores
hacían funcionar los fuc ll t•s <'11 PI 111 11111 11!11 lo l ' l l Nl'l'O flc noyle do lo pon ll o 11t 11111 1w lo 11 No doy, por tan to, número de páginas. Potter se
b1HJ111J11 11111 1 VP 1. " '' W1 1111 lh1 le lo< (19011).
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TESTIGO_MODESTO@SEGUrmo_MILENIO
LAS PROMESAS DE l.DS MOtlSTRUOS
69. En relación a este temn, vónon ii1•h inlll11(jt'I (1•11111) y l.nqll( m (1.990). Y.o
diferencia sexual ccbiol<'> oh:n» 1•1H11il t111 y11 1111 11n l11 11 11 111, poi mi plll'l<', un '10. Vóuuo M11 11 •l111111 (1111111)y1 :11:1Ion (1900).
concepto anac rónico
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LAS PROMESAS DE LOS MONSTRUOS TESTIGO_MODESTO@SEGUNDO_MILENIO
que, después de mediados de siglo, si no antes, los sabios caballe- ascendencia o color, junto con las formas históricamente espe-
ros lucharan para disociarse de todo lo femenino, incluidas las cíficas en que operaban la semiótica y las psicodinámicas de la
oximorónicas mujeres independientes. diferencia sexual, lo que impuso marcas de género particulares
Shapin (1994: xxii) simpatiza abiertamente con los esfuerzos en el estilo de vida experimental.
por poner de relieve las voces e intervenciones de los excluidos Mi pregunta es: ¿qué importancia tuvo todo esto para aquello
y silenciados de la historia, pero insiste en la legitimidad a la que podía considerarse como conocimiento en la rica tradición
hora de hacer historia de lo que denomina, medio en broma, que conocemos bajo el nombre de ciencia? El género es siempre
los «Hombres Blancos Europeos Muertos»; legitimidad en la relacional, no una categoría prediseñada de seres o algo que uno
cual sólo tienen importancia efectiva (y no solamente para ellos pueda poseer. Tampoco pertenece más a las mujere'S--que a los
mismos) sus actividades y formas de conocimiento. Coincido hombres. El género representa la relación entre varias catego-
plenamente con la insistencia de Shapin en centrar la atención rías constituidas de hombres y mujeres (y de tropos dispuestos
sobre los hombres, de la categoría que sean, cuando son sus de forma variada), diferenciados por nación, generación, cla-
acciones las que realmente importan. La autoridad masculina, se, ascendencia, color y muchas otras características. Shapin y
incluida la cultura caballeresca del honor y la verdad duran- Schaffer reunieron los ingredientes suficientes para hablar so-
te el siglo xvn, ha sido ampliamente considerada como legítima bre cómo el género constituye uno de los productos de la bomba
tanto por hombres como por mujeres, a través de muchos tipos de vacío, pero en el camino de su análisis se interpuso el punto
de diferenciación social. De nada serviría al feminismo ocultar ciego derivado del hecho de concebir el género como mujeres en
este problema. No creo que Shapin, en solitario o conjuntamen- lugar de como relaciones. Quizá Shapin esté en lo cierto en su
te con Schaffer, haya escrito sus libros para hablar sobre las último libro al señalar que nada interesante le ocurrió al género
mujeres; además, Shapin (1994) tiene muchas cuestiones inte- durante el encuentro entre cortesía y ciencia en el estilo de vida
resantes que decir en relación a las intervenciones, entre otras, experimental, con sus prácticas testimoniales. Pero sospecho
de la hermana piadosa y aristócrata de Boyle en los ámbitos que el modo en que formuló sus preguntas sobre las categorías
doméstico y religioso. Sin centrarse en los «Hombres Blancos excluidas impidió tener mucho más que decir sobre dos cuestio-
Europeos Muertos», sería imposible entender el género en su nes que me molestan especialmente: 1) ¿De qué modo se esta-
totalidad, en la ciencia o en cualquier otra parte. No obstante, ba construyendo el género en el estilo de vida experimental? 2)
lo que considero que Shapin no cuestiona en sus formulacio- ¿Tuvo esto importancia o no, y en qué medida, en lo que podría
nes es precisamente si el mundo de los caballerosos científi- considerarse como conocimiento fiable para la ciencia durante
cos era decisivo, y cómo lo fue, tanto para mantener los viejos y después del siglo xvn? ¿Cómo acabó convirtiéndose la cons-
estilos de vida como para construir otros nuevos «de género». trucción del género en parte de las negociaciones en la frontera,
En la medida en que los estilos de vida experimentales cimen- siempre controvertida, entre el «interior» y el «exterior» de la
tan la exclusión de la mujer real, así como las prácticas cul- ciencia? ¿Cómo se relaciona la construcción del género con el
turales y los símbolos entendidos como femeninos, en lo que estable cimiento de lo que se considera objetivo y subjetivo, polí-
podría considerarse como la verdad e11 la ciencia, la bomba tico y técnico, abstracto y concreto, creible y ridículo?
de vacío constituiría una tecnologfn etc• ¡{(•n<·ro si1·uada en el El result:Hclo de Ja falta de un análisis tal pasa por tratar la raza
corazón del conocimiento ri<1 111 !lkn. 1'1111 111 11ww 1H·iu general y el género,"'' 11l 111l'jor ele los casos, como una mera cuestión de
(y no la presencia oc11sin11111) dt • l1P11111111 1 11"1 d1 • rnnlcpli<'r t:lnsc, seros P111pl1•l1 •11 1 p1•11dl 11 11111los, presentes o ausentes en el lugar
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LAS PROMESAS DE LOS MOllSTRUOS TESTIGO_MODESTO@SEGUNDO_MILEtllO
de la acción, pero no genéricamente constituidos en las prácticas el género manifestada por los escritores de la modernidad tem-
coreografiadas de los nuevos teatros de persuasión. Es ésta una prana, Potter pregunta cómo Robert Boyle (cosmopolita, célibe
extraña aberración analítica, cuanto menos, en una comunidad y cortés) evitó el destino de ser etiquetado como un haec vir, un
de académicos jugando al juego de la gallina epistemológica en hombre femenino, ante su insistencia en la virtud de la modes-
sus intentos por atizar al otro y demostrar cómo, en la tecnocien- tia. ¿Cómo la práctica masculina de la modestia, ll~a a cabo
cia, todas las entidades están constituidas durante el acto de pro- por caballeros apropiadamente corteses, enaltecía la voluntad,
ducción de conocimiento, y no antes de que comience la acción.11 epistemológica y socialmente, cuando la modestia impuesta a (o
La aberración tiene importancia porque, corno argumenta David abrazada por) las mujeres de la misma clase social las dejaba,
Noble en su análisis sobre los efectos de la cultura clerical cris- sin más, al margen de la acción? ¿De qué modo los hombres
tiana. en la cultura y la praxis científica, «cualquier preocupación se volvieron transparentes, invisibles, testigos legítimos de los
genuma sobre las implicaciones de una civilización basada en hechos, mientras la mayoría de los hombres y todas las mujeres
un~ ciencia distorsionada culturalmente, o sobre el papel de la fueron invisibilizados sin más, sacados de escena, ya fuera tra-
mu1er en ella, exige una explicación. Porque la identidad mascu- bajando en los fuelles que evacuaban la bomba bajo el escena-
lina de la ciencia no es un mero artefacto de una historia sexista· rio, o completamente tras bambalinas? Las mujeres perdier on
durante la mayor parte de su evolución, la cultura de la cienci~ muy pronto sus pases de seguridad en los relatos de la ciencia
no ha ~xcluido sin más a las mujeres: ha sido definida a pesar de de vanguardia.
las mu1eres y su ausencia ... ¿Cómo surgió una cultura científica Por supuesto, sobra decir que las mujeres estaban literalmen-
tan extraña, una que proclamó tan atrevidamente el poder de la te fuera de escena en el teatro inglés de la modernidad tempra-
especie mientras que, al mismo tiempo, se estremece de espanto na. La presencia de actores masculinos en papeles de mujeres
ante la otra mitad?» (1992: xrv). supuso la ocasión idónea para llevar a cabo una profunda explo-
Elizabeth Potter, por su parte, muestra tener buen ojo a la ración y restauración de las fronteras sexuales y de género en
hora de percibir cómo los hombres se realizaron como tales du- los marcos fundacionales del teatro inglés de los siglos XVI y XVII.
rante la práctica del testimonio modesto. Su preocupación era Como nos ha explicado la investigadora literaria afroamericana
el proceso de construcción masculina, y no los hombres 0 las Margo Hendricks (1992, 1994y1996), la condición inglesa estaba
muj eres ya constituidos. El género estaba en juego durante el también en juego en este período, por ejemplo, en El sueño de
c~ tilo el~ vida experimental, señala la autora, no corno algo pre- una noche de verano, de Shakespeare. 72 Y, añade, el relato de lo
clel'crrnmado. Para desarrollar esta sospecha, recurre a los de- inglés formaba parte del relato de las modernas formaciones de
hurcs del siglo XVII inglés sobre la proliferación de géneros en la género y raza, enraizadas aún en la ascendencia, la cortesía y
prílclica del travestismo. En un contexto de preocupación sobre la nación más que en el color y la fisonomía. Pero los discursos
de la «raza» que se estaban cocinando en este caldero, en donde
'/ 1. El ju~~o de la gallina, originado en la cultura automovilística, es uno cuerpos y naciones se unificaban en discursos sobre la ascenden-
co1~pe llc16n en la que dos jugadores tienen que aguantar conduciendo cia, fueron más que útiles a lo largo de los siglos siguientes para
hac1~ s u oponente el mayor tiempo pos ible uin frenar o apartarse dol delimitar los cuerpos diferencialmente sexuados de los pueblos
c?mmo [N. del r]. Vé~se la serie de C'1rnny<w y cont rncns ayos que eni «de color » a través de todo el mundo, local y globalmente, a par-
¡nczo con el texto «Ep1stemol0Hicnl C hi olw11 ~, 1111 (:ollil'w y Yearley (199~
301·3?.6?· Bruno Latom, Stov<1 Wnol\1111 v MI• l11d (:rdlon fueron Jos otmri
t:ombntwnton, olriunou oon 11111f111 11111111111¡11111111 1111 1.11 0 11 pnlfón nqu1 c•ru 72. Hendric lrn (l!)Olt y 101)11) 1:1 suolio e/o u11 a n och e ele vernno fue com-
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1:10 13/
LAS PROMESAS DE LOS MONSTRUOS TESTIGO_MODESTO@SEGUflDO_MILEHIO
tir de las posiciones subjetivas (siempre consolidadas de manera ta que Boyle, en sus tecnologías literarias y sociales, contribuyó
inestable) de los corteses investigadores invisibilizados. 73 El gé- a construir nuevos hombres y mujeres que se adaptaran al estilo
nero y la raza nunca existieron por separado y nunca versaron de vida experimental y a su producción de hechos fehacientes.
sobre sujetos preestablecidos dotados con divertidos genitales y «El nuevo hombre de ciencia tenía que ser~n hombre casto, mo-
colores curiosos. Raza y género son categorías relacionales en- desto y heterosexual que desea, al rnismo\tiempo que evita, a
trelazadas, apenas separables analíticamente, altamente protei- una mujer sexualmente peligrosa, pero a la vez casta y modesta»
cas. Las formaciones de raza, clase, sexo y género (y no las esen- (2001). 75 La modestia femenina pertenecía al cuerpo; la nueva
cias) constituirían, desde el principio, desvencijadas y peligrosas virtud masculina tenía que ser de la mente. Esta modestia consti-
máquinas para proteger las principales ficciones y poderes de tuiría la clave de la honradez de los caballerosos científicos; éstos
la masculinidad cortés europea. Ser afeminado es ser descortés; informaban sobre el mundo, no sobre sí mismos. El sobrio «esti-
ser oscuro es ser rebelde: estas metáforas han tenido una impor- lo masculino» se convirtió entonces en el estilo nacional inglés,
tancia desmesurada en la constitución de aquello que puede ser una señal de la progresiva hegemonía de la incipiente nación
entendido como conocimiento. inglesa. Boyle, un hombre soltero en la Inglaterra puritana, que
Veamos más de cerca el relato de Potter. La virtud secular valoraba encarecidamente el matrimonio, prosiguió su discurso
masculina en el Medievo (el noble valor varonil) requería pala- sobre la modestia en el contexto de las polémicas controversias
bras y actos heroicos manifiestos. El hombre modesto constituía hic mulier/haec vir (mujer masculina/hombre femenino) de fina-
una figura problemática para los europeos de la modernidad les del XVI y principios del XVII. En este preocupante discurso, en
temprana, que todavía pensaban la nobleza en términos de dis- donde las características de género eran transferidas de un sexo
putas bélicas por las armas y por las palabras. 74 Potter argumen- a otro, los escritores temían que se crearan tres o cuatro tipos de
sexos, proliferando más allá de los límites de Dios y de la Natura-
73. Al explorar cómo se construyó la «raza» en la temprana moderni- leza. Boyle no podía arriesgarse a que su testigo modesto fuera
dad inglesa, Boose (1994) nos previene sobre el hecho de interpretar un haec vir. ¡No quiera Dios que el estilo de vida experimental
significados sobre el color pertenecientes al siglo xx en los escritos de tuviese unos cimientos «raritos» [queer] !
los siglos XVI y XVII. Boose argumenta que la narrativa casi irrepresen-
Existen además dos orígenes adicionales para la masculini-
table del amor y de la unión sexual entre una mujer negra africana y
un hombre inglés, ligada a cuestiones patriarcales sobre el linaje y la dad propia del tipo de modestia establecida por Boyle: los relatos
fidelidad en la transmisión de la imagen del padre, constituía un impor- sobre el Rey Arturo y la tradición cristiana monástica. Bonnie
tante nodo de producción del discurso racial moderno. Influido también Wheeler (1992) argumenta que la primera referencia a la figura
por el discurso sobre los judíos y los irlandeses, las constituciones in- del rey Arturo en el siglo VI lo describía corno un vir modestus,
glesas sobre la raza estaban evolucionando a lo largo del siglo XVII, sin y este adjetivo acompañó a Arturo a través de sus muchas en-
desvincularse del hecho de que, desde mediados de siglo, «Inglaterra
carnaciones literarias. Dicha tradición estaba con probabilidad
estaba compitiendo con los holandeses por la dudosa distinción de ser
el mayor tratante de esclavos del mundo» (1994: 40). Estos temas han disponible para Boyle y sus colegas en su búsqueda de nuevos
sido escasamente estudiados en las consideraciones sobre las formas
adoptadas por la ciencia de la modernidad temprana. sobre la naturaleza e importancia de la cortesía para establecer la re-
velación de la verdad.
74. Las ambigüedades y tensiones entre la cortesía y la virtud heroica
(las dos características principales de lo ariu locrt'llico y lo caballeres - 75. Debido a que los números de página diferirán en la publicación, omi-
co) deberían ser examinadas en el conWxlti dnl nnlllo de vida expe- to referenci11n 11 ln pr1oinación tanto del manuscrito de Potter como del
rimental en este período. Sh apin (ll)tJ4) 1111111 11 1111111l 1r111 convincentes fu turo nrtl~}11l11
1311 130
1A'l l'kllMI A 111 1ns MllN'ilHIJllS TESTIGO_MODESTO@SEGUllDO_MILErllO
y eficientes modelos de razón masculina. Modestus y modestia plo, leyendo los Nuevos experimentos físico-mecánicos referentes
h acen referencia a la mesura, la moderación, la diligencia, el a la elasticidad del aire, en donde describe experimentos con la
equilibrio estudiado y la reticencia al mando. Esta constelación bomba de vacío, Potter relata una deñlt>.stración a la que asistie-
se mueve a contracorriente de la línea dominante del heroísmo ron muj eres de la alta sociedad en la que unas pequeñas aves
occidental, que enfatiza la autoglorificación del héroe guerrero. eran asfixiadas mediante la evacuación de aire en la cámara que
El vir modestus se caracterizaba por un alto estatus y por su dis- las contenía. Las damas interrumpieron el experimento exigien-
ciplinada contención ética. La modestia se vinculaba a la clase do que se volviera a introducir aire para rescatar a los pájaros
alta, al poder efectivo y al género masculino. Wheeler encuentra en peligro. Boyle cuenta que, para evitar tales contratiempos, a
en la figura del rey Arturo «Una norma alternativa de masculini- partir de entonces los hombres se reunieron por la noche para
dad fuerte p ara la cultura postheroica» (1992: 1). llevar a cabo el procedimiento y certificar los resultados. Potter
David Noble destaca la reapropiación del discurso clerical en señala que los nombres de las muj eres nunca se incluyeron en la
una Royal Society sancionada por la Corona y por la Iglesia. «A lista de quienes acreditaban la veracidad de los informes expe-
modo de retiro exclusivamente masculino, la Royal Society repre- rimentales, estuvieran presentes o no. Varios historiadores des-
senta la continuación de la cultura clerical, reforzada ahora por lo criben el tumulto causado en 1667 en la Royal Society cuando
que podría denominarse ascetismo científico» (Noble, 1992: 231). Margaret Cavendish (1623-1673), duquesa de Newcastle, gene-
La renuncia al género propio practicada en este dominio mascu- rosa patrona de la Universidad de Cambridge y una importante
lino acentuaba la potencia epistemológica y espiritual. A pesar de escritora de filosofía natural que pretendía ser tomada en serio
la importancia del matrimonio en el ataque de la Reforma Pro- por la sociedad de su tiempo, solicitó permiso para asistir a una
testante a la Iglesia católica, el celibato fue elogiado en el estilo sesión de trabajo de la institución, toda ella formada por hom-
de vida experimental por los puritanos laicos de la Restauración bres.76 Para no ofender a una figura pública tan relevante, «los
tempran a, y especialmente por Robert Boyle, quien sirvió como líderes de la asociación finalmente accedieron a su pedido, or-
modelo del nuevo científico. Potter cita el elogio de Boyle a la cas- ganizando su visita a varias demostraciones científicas de, entre
tidad masculina, en el que alude al derecho a asumir un celibato otros, Hooke y Boyle» (Noble, 1992: 231). No hubo nuevas visitas:
arraigado en la razón y el conocimiento del mundo natural. Como casi trescientos años después de la aparición no bienvenida de
apunta Potter, la castidad femenina se sometía a la castidad mas- Cavendish, cuando el consejo de abogados por fin dejó claro que
culina, lo que permitía a los hombres servir a Dios sin distracción su exclusión era ilegal, las primeras mujeres entraron en la Ro-
alguna a través de la ciencia experimental. Para Boyle, «el labora- yal Society. Corría el año 1945. 77
torio se convirtió en un lugar de culto; el científico, en un sacerdo- Los hombres modestos, que reforzaban su intervención gra-
te; el experimento, en un rito religioso» (Potter, 2001). cias a su virtud masculina ejercida en espacios «públicos» cuida-
Según las convenciones sobre la revelación modesta de la dosamente regulados, debían volverse invisibles, transparentes,
verdad, las mujeres podían ver una demostración, pero no te- para que sus informes no estuvieran contaminados por la cor-
nían derecho a atestiguarla. Las demostraciones definitivas del poralidad. Únicamente de este modo podrían dar credibilidad a
funcionamiento de la bomba de vacío debían darse en el espacio
civil público adecuado, incluso si eso signillca bn ll evar a cabo
una demostración importante a all'ns hor11 1-1 111• 111 11or h c con el fin 76. Sch iebinger (HlOCJ: ?.5-26); Noble (1992: 230-231); Potter (2001).
de excluir a las mujeres de su <'l1H11•. 1•1111111 li lw lloyl<J. Por ejem- 77. Véoso Hnri11 (1'11)11 1lll 135) para la his toria de las mujeres en la Royal
Socio ly d11 !1111 11111111 11
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LAS PROMESAS DE LOS MONSTRUOS TESTIGO_MODESTO@SEGUNDO_MILEtllO
sus descripciones sobre otros cuerpos y minimizar la atención La transparencia y la invisibilidad autoinducida del testigo
crítica hacia los suyos. He aquí un movimiento epistemológico modesto en la versión de Boyle - esto es, la «independencia» ba-
crucial en la elaboración de siglos de discursos sobre la raza, el sada en el poder y en la invisibilidad de otros, quienes realmen-
sexo y la clase vistos como informes científicos objetivos.18 te sustentan la vida y el conocimiento de uno- constituyen el
Todos estos discursos ampliamente eficaces se nutren de las foco central de la crítica feminista y multicultural de finales del
convenciones de la modestia científica masculina, cuyo género se siglo xx hacia la práctica tecnocientífica y sus sesgadas y limi-
hizo paulatinamente más invisible (transparente) en la medida en tadas formas de «objetividad», en la medida en que se produce
que su masculinidad se asemejaba, cada vez más, a la naturale- a sí misma como «la cultura de la no cultura». Los estudios de
za de un relato desinteresado y objetivo de la verdad. La nueva ciencia feministas y antirracistas revisan lo que significaba (y
ciencia redimió al hombre sacro-secular, no castrense y célibe de significa) el «amparo» del testimonio modesto por parte de otros
Boyle ante cualquier posible confusión o multiplicidad de género, y que, debido a su particular condición virtuosa, son ellos mis-
y lo convirtió en un testigo modesto como prototipo de heroicidad mos transparentes. «Al comienzo», la exclusión de las mujeres
moderna, de acción (mental) masculina. Privadas de capacidad y hombres trabajadores fue fundamental a la hora de gestionar
de intervención epistemológica, las mujeres modestas debían ha- el límite crucial entre ver y testimoniar, entre ser un científico
cerse invisibles para los demás en el estilo de vida experimental. y no serlo, entre cultura popular y hechos científicos. No estoy
El tipo de visibilidad reservada a las mujeres (relacionada con el diciendo que las actividades de Boyle en la Royal Society consti-
cuerpo) se desplazó y pasó a ser percibida como «subjetiva», esto tuyan el relato completo de la elaboración de la ciencia moderna
es, destinada a informar sobre el yo de manera sesgada, opaca, experimental y teórica; esto sería ridículo. Además, por mi parte
no objetiva. La intervención epistemológica de los caballeros estoy tan comprometida con la necesidad de estabilizar hechos
involucraba un tipo especial de transparencia. Las personas de contingentes para fundamentar afirmaciones serias como cual-
color, sexuadas o de clase trabajadora todavía tenían mucho que quiera de los hijos de la Revolución Científica. Utilizo la historia
hacer para volverse lo suficientemente transparentes como para de Boyle y del estilo de vida experimental como metáfora de la
participar en calidad de testigos modestos y objetivos del mundo, tecnociencia; la historia simboliza más de lo que aparentemente
en vez de guiados por su «parcialidad» o sus «intereses particula- denota. Mi reclamación, pues, es doble: 1) Han existido legados
res». Ser el objeto de la mirada, en lugar de su origen «modesto»
e invisible, implica estar privado de capacidad de intervención. 79
tas revelados por las exploraciones del siglo xvm. La naturaleza ha de
ser vista y legitimada; no es testigo para sí misma. Este punto de par-
78. «Desde tal perspectiva, el campo apropiado de la ciencia y el género
tida epistemológicamente narrativo forma parte del aparato destinado
se convierte en el análisis de la red de fuerzas que sostiene la conjun-
a la colocación repetida de mujeres «blancas» y «personas de color» en
ción histórica de ciencia y masculinidad, y la disyunción igualmente
la naturaleza. únicamente pueden entrar en la ciencia como objetos;
histórica entre ciencia y feminidad. Esto es, en una palabra, la creación
su única subjetividad en la ciencia se denomina parcialidad e interés
conjunta de "hombres#, "mujeres# y "ciencia"» (Keller, 1990: 74). No po-
particular, a menos que se conviertan en «hombres honorables hono-
dría estar más de acuerdo, siempre y cuando «género» signifique aquí
1·arioS>>. Estamos ante una historia etnoespecífi.ca de representación,
«tipo», y por tanto se incluya constitutivamente la ascendencia com-
que requiere ventriloquía y subrogación como parte de su tecnología.
pleja de las formaciones raciales, sexuales, nacionales y de clase en la
El agente autónomo que es el testigo modesto constituye también un
producción diferenciada de hombres, mujC'l'C'íl y (;i1•ncin.
«agente» on nt 1o onnt1rln (como delegado de la cosa representada, como
79. Recuérdese la metáfora del ojo rlo IJ1110 1111 111 vltil1! 11 dn r.111110 0 del se- su portoV(W, y 1111 1111111 111•11L11ntc). La agentividad, la óptica y las tecnolo-
gundo Adán como designador lnnlll1111111 11 11 111 11111 1v1111 111l11rnlN: y plan· ofan d< 1 !Jl ni 1111 11'111 111111 v l11 f111 OUlll1)0fiCl'On de Cíllnl\.
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l AS l'RUMISAS lll lOS MONSTRUOS TESTIGO_MODESTO@SEGUNDO_MILEtllO
prácticos sometidos a reconfiguraciones diversas, pero que si~ Steve Woolgar (Science, the Very Ideal, 1988), se ilumina de mane-
guen siendo válidos; y 2) los relatos de la Revolución Científica ra implacable a este ser modesto, el «caso más duro» o el «yo in-
conforman una narración sobre la «objetividad» que continúa sensibilizado» que garantiza de manera encubierta la verdad de
interponiéndose en el camino de una tecnociencia más adecuada una representación -la cual deja mágicamente de tener el estatus
y autocrítica, comprometida con conocimientos situados. Toda- de representación para emerger simplemente como el hecho en
vía está en juego la importante práctica del testimonio creíble. cuanto tal. Esta crucial aparición, en las grandes narraciones del
Hay otro aspecto central que requiere un somero comenta- estilo de vida experimental, depende de varios tipos de transpa-
rio: la estructura de la acción heroica en la ciencia. Varios in- rencia. Latour y otros rehúyen la insistencia tenaz de Woolgar en
vestigadores han comentado la proliferación de la imaginería la reflexividad, que parece no ser capaz de ir más allá de sí misma
violenta y misógina en algunos de los principales documentos como remedio para la invisibilidad autoinducida. Si lo que busca-
de la Revolución Científica. 80 El hombre modesto tiene, como mos es otro modelo de mundo y de experiencia, la enfermedad y
mínimo, un gusto metafórico por la violación de la naturaleza. la cura parecen ser prácticamente la misma cosa. La difracción,
Hacer ciencia suponía des-hacer la naturaleza, por adornar las la producción de patrones diferenciales, podría ser una metáfora
metáforas de Bruno Latour en su importante Ciencia en acción más útil que la reflexividad para el trabajo pendiente.
(Science in Action, 1987). La tímida resistencia de la naturaleza Latour está por lo general menos interesado que su colega
era parte del relato, y hacer que la naturaleza revelara sus se- en obligar al Mago de Oz a verse a sí mismo como eje funda-
cretos representaba el anhelado premio para el valor masculino mental de la tecnología de la representación científica. Latour
(todo ello, por supuesto, en términos de mero valor intelectual). pretende analizar la acción de la ciencia en pleno proceso. De
Cuanto menos, el encuentro del testigo modesto con el mundo manera perversa, sin embargo, la estructura de la acción heroi-
constituía una dura prueba de fortaleza. Al desbaratar varios re- ca no hace más que intensificarse con este procedimiento, tanto
latos convencionales de la objetividad científica, Latour y otros en la narración de la ciencia como en el discurso del investi-
han revelado magistralmente al invisibilizado hombre modesto. gador de los estudios sobre ciencia. Para Latour, en Ciencia en
Se trata, al menos, de un giro interesante con respecto a la direc- acción, la tecnociencia es en sí misma una guerra, el demiurgo
ción habitual de los discursos reveladores y las eróticas episte- que hace y deshace mundos. 82 Al privilegiar la cara más joven
mológicas heterosexuales. 81 En Ciencia: abriendo la caja negra, de
80. Merchant (1980); Easlea (1980); Keller {1985); Jordanova (1989); Noble han empleado mucho tiempo en estos temas. Por su parte, los investi-
(1992); Schiebinger (1989). gadores de estudios científicos deberían dedicar un poco más de tiempo
a la narratología feminista y poscolonial, así como a la teoría fílmica.
81. El velo es el principal elemento epistemológico en los sistemas
orientales de representación, incluyendo también gran parte de la tec- 82. Recuérdese que el autor es una ficción, una posición, una función
nociencia. El objetivo de este velo es prometer que hay algo detrás del asignada. Y escribir es dinámico: las posiciones cambian. Hay otros La-
mismo. El velo garantiza el valor de la búsqueda más que el valor de lo tours, dentro y fuera de la página impresa, que ofrecen un kit de herra-
encontrado. El sistema metafórico de descubrimiento, que tan crucial mientas metafóricas mucho más rico que el de Ciencia en acción. En
es para el discurso sobre la ciencia, depende de quo haya cos as ocul- concreto, en escritos y conferencias de mediados de los noventa, Latour,
tas por descubrir. ¿Cómo puede uno avanzor lli no hoy l'( nis loncia, si no
1
así como Wooloor y muchos otros investigadores, muestran un interés
existe una prueba para la resolución y virl1111 clnl lll" on'l I:1t•xplorador es serio, y non 111 <111!11nnivn, en relación con los estudios feministas sobre
un héroe, otro aspecto del valor epio1<1111olou11 111111u11 1ill11n t•11 l.oo relatos cioncin, i11c:l11y1111d 11 111 c:ilt lcu h acia sus propias estrategias investiga-
de la tecnociencia (véase Yegcnonl11, 1'1111) l 11u 11111111l i'ilo(j 1111 l11 in iui.oton clomn y 111 liill1 •1111 1111 11111 1wl111111n l:n or. tr. r.npf111lo 111< arn lro en CiQncia
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l AS PROMLSAS DE LOS MONSTRUOS TESTIGO_MODESTO@SEGUNDD_MILENIO
de la ciencia en proceso, Latour adopta como metáfora de sus Steven Shapin comenzara su revisión de este libro con el saludo
argumentos la doble faz del dios romano Jano, quien, al mirar del gladiador: «Ave, Bruno, morituri te salutant» (1988: 533).
en ambas direcciones, preside el comienzo de las cosas. Jano es Por tanto, desde el punto de vista de algunos de los mejores
el portero de la entrada al cielo, y las puertas de su templo en el trabajos dentro de los estudios de la ciencia dominante de finales
foro romano siempre estuvieron abiertas en tiempos de guerra, de los años ochenta, la «naturaleza» multiplica la hazaña del hé-
y cerradas en tiempos de paz. La guerra es la gran creadora y roe, más de lo que lo hizo para Boyle. En primer lugar, la natura-
destructora de mundos, la matriz para el nacimiento masculi- leza es una fantasía materializada, una proyección cuya solidez
no del tiempo. La acción en la ciencia en proceso, por su parte, está garantizada por el representante invisibilizado. Al desen-
es todo proezas y pruebas de fuerza, acumulación de aliados, mascarar esta metáfora, aquél o aquella que no se deje engañar
forja de mundos a partir de la fuerza y el número de aliados so- por las afirmaciones del realismo filosófico y por las ideologías
metidos. Toda acción es agonística; la abstracción creativa es al de la incorpórea objetividad científica temerá «retornar» a la
mismo tiempo imponente e insensiblemente convencional. Las naturaleza, la cual desde el principio no era más que una pro-
pruebas de fuerza deciden si una representación se cumple o yección. No obstante, la proyección funciona metafóricamente
no. Punto. Para competir, uno debe tener un contralaboratorio como una peligrosa mujer amenazando a los hombres sabios.
capaz de ganar en estas arriesgadas pruebas de fuerza o desistir Por tanto, de las pruebas de fuerza, y también fruto de la acción
en sus sueños de crear mundos. Las victorias y las actuaciones del héroe, resultará otro tipo de naturaleza. Finalmente, el in-
constituyen la acción trazada en este influyente libro. «La lista vestigador debe trabajar también como un guerrero, poniendo
de pruebas se convierte en una cosa; ésta es literalmente reijica- a prueba la fuerza de sus oponentes y forjando lazos entre alia-
da» (Latour, 1987: 92). dos, humanos o no-humanos, como hace el científico-héroe. La
Este poderoso sistema retórico actúa como arenas movedi- dimensión autosuficiente de todo esto es apabullante. He aquí
zas. Ciencia en acción funciona mediante una mímesis impla- el poder autosuficiente de la cultura de la no cultura en cuanto
cable, incesante. La historia contada es contada por la historia tal, donde todo el mundo está reducido a la imagen sacralizada
misma. El objeto estudiado y el método de estudio se copian el de lo Mismo. Esta estructura narrativa constituye el corazón del
uno al otro. El analista y el analizando son ambos la misma cosa, potente relato moderno de los orígenes europeos.
y el lector es absorbido por el juego. Éste es el único juego imagi- ¿En qué explica esta intensa determinación a la modestia vi-
nado. El objetivo del libro pasa por «penetrar en la ciencia des- ril? Tengo dos propuestas. En primer lugar, al no tener en cuenta
de el exterior, siguiendo las controversias y acompañando a los el punto de vista de la semiótica, de la cultura visual y la práctica
científicos hasta el final, siendo guiado lentamente más allá de la narrativa (provenientes de manera específica de las contestata-
ciencia en proceso» (Ibíd.: 15). Al lector se le enseña ahora cómo rias teorías feministas, poscoloniales y multiculturales), muchos
resistir los tonos de reclutamiento tanto de los científicos corno investigadores de la ciencia examinan insuficientemente sus
de los falsos estudios sobre ciencia. El premio es no quedar atra- metáforas y relatos básicos. En concreto, las narrativas sobre el
pado en el laberinto, sino salir vencedor del espacio de la tec- «autoengendramiento del hombre», «la guerra como su órgano
nociencia mediante el relato más fuerte. No es de extrañar que reproductor» y «la óptica del auto-origen», que tan profunda-
mente arraigadns están en la filosofía y la ciencia occidentales,
permancct' n 111'111 t•n t•I mism.o lugar, mientras que otras muchas
en acción porque este libro f11r n 111pl i111111111t " 11tn1·1,11d o (In loo cstudiou hun sido t1 x 11111l1111d 11 •1 d1• 1111111 c ru ex itosa. Por otrn parte, muchos
científicos (véase Woolgnr, ¡qq¡¡, 1 11 11 1111, 111•111)
1~0
1AS l'ROMI SAS DI 1OSMOM\IRUOS TESTIGO_MODESTO@SEGUHDO_MllEfllO
estudiosos do In c.: lc11cia, como Latour, en su enérgico rechazo a jos descorteses de finales del siglo xx engendrados por el haec vir
las explicaciones sobre la naturaleza apelando a la sociedad, o y la hic mulier de la modernidad temprana.
viceversa, han confundido otros relatos de acción sobre la pro- Al igual que Latour, la filósofa feminista de la ciencia Sandra
ducción de conocimiento científico con narraciones funcionalis- Harding se interesa por la fuerza, pero de un orden diferente y en
tas que apuntan, según las viejas y gastadas modas, a categorías un relato distinto. Harding (1992) desarrolla un argumento para
sociales prediseñadas como género, raza y clase. O los principa- lo que ella denomina «objetividad fuerte», con el fin de reempla-
les investigadores de los estudios culturales antirracistas y femi- zar los débiles estándares para el establecimiento de hechos ins-
nistas sobre ciencia y tecnología no han sido lo suficientemente taurados por las tecnologías literarias, sociales y materiales he-
claros sobre la formación racial, la construcción del género, la redadas de Boyle. Examinar qué constituye la «independencia»
formación de clases y la producción discursiva de la sexualidad resulta fundamental aquí. «Una noción más fuerte y adecuada
a través de las prácticas constitutivas de la propia producción de de objetividad requeriría métodos para examinar sistemática-
la tecnociencia, o los investigadores de estudios científicos no los mente todos los valores sociales que configuran un proceso par-
han leído ni escuchado (o ambas cosas). Para los teóricos de crí- ticular de investigación, no sólo aquellos que difieren entre los
tica contestataria, tanto los hechos como los testigos se constru- miembros de una comunidad científica. Las comunidades socia-
yen en los encuentros que conforman la práctica tecnocientífica. les, no los individuos, o "no uno de entre todos ellos", deben ser
Tanto los sujetos como los objetos de la tecnociencia se forjan y se considerados corno los "conocedores" de las afirmaciones del sa-
enmarcan en el crisol de prácticas específicas localizadas, algunas ber científico. Las creencias de la cultura global que no son exa-
de las cuales operan globalmente a pesar de su ubicación preci- minadas críticamente dentro de los procesos científicos acaban
sa. En el fragor del fuego, sujetos y objetos a menudo se funden funcionando como prueba a favor o en contra de las hipótesis»
entre sí. Ya es hora de poner fin al fracaso de los investigadores (Harding, 1993: 18).
científicos (de las corrientes dominantes y de las opositoras) en su Harding sostiene que los proyectos y motivos que impulsan
afán por comprometerse mutuamente. Modestia aparte, creo que a la democracia son más propicios a realizar los rigurosos cri-
el fracaso de unos y otros no ha sido simétrico. terios para la producción de saber científico fiable, con reflexi-
Quiero concluir esta meditación (acerca de las figuras capa- vidad crítica incluida. Esto ofrece una esperanza frente a los
ces de otorgar un testimonio creíble a los hechos) preguntando (cuanto menos discutibles) hechos probados. Una esperanza que
por el modo de cuestionar/queerizar al testigo modesto, de tal debe hacerse realidad mediante el trabajo práctico. Esta labor
suerte que esta vez logre construirse en el horno de la práctica reconstituiría las relaciones que llamamos género, raza, nación,
tecnocientífica corno un verdadero HombreMujer83 antirracista, especie y clase de maneras impredecibles. Dicha práctica semió-
responsable y consciente de sí mismo/a; uno de los múltiples hi- tica, técnica y social reformada podría denominarse con el tér-
mino que emplea Deborah Heath (1997) para los prometedores
cambios en los estándares de elaboración de conocimiento en la
biología molecular, estudiada desde una perspectiva etnográfi-
83. Referencia a la obra original donde apareció publicado este capítulo:
ca: «intervenciones modestas».
Modest_ Witness@Second_Millenium.Femal eMantfJ_Meets_ OncoMou-
se "': Feminism and Technoscience (Londrcu y N1wvn York, Routledge, Así pues, al aceptar la ciencia como resultado de prácticas
1997); traducción al español de Helcnn 'f'm 1 "º I <'lll lt/O Morlosto@Segun · situadas crt lodos los niveles, Harding coincide con Woolgar en
do_Milenio.Homb1·eHembra~- Cmw r·1 1 n111·u11'''111 '" I i •111111i:m10 y tecno- que la rt 1 llt 1xlvld11d t1s 11rn1 virtud que el testigo modesto necesita
ciencia (Barcelona, Univornitril Oh111 l11dn1 11l r1hu1y1 1, íllllM) IN. t/<111.1
MO l~!l
LAS PROMESAS OE LOS MONSTRUOS TESTIGO_MODESTO@SEGUHDO_MILEHIO
cultivar. Pero su sentido de reflexividad está más cerca de mi y la localización; antes bien, esto es la condición de su articula-
sentido de difracción y de las intervenciones modestas de Heath ción, encarnación y mortalidad. Lo técnico y lo político actúan
que de la obstinada resistencia de Woolgar a la hora de h acer como lo abst racto y lo concreto, el fondo y la figura, el texto y
afirmaciones contundentes sobre el conocimiento. La cuestión el contexto, el sujeto y el objeto. Como nos recuerda Katie King
es marcar una diferencia en el mundo, implicarse con unos mo- (1993), siguiendo a Gregory Bateson, éstas son cuestiones de es-
dos de vida y no otros. Para hacerlo, es preciso entrar en acción, quematización, no de diferencia ontológica. Los términos pasan
ser finito y sucio, no trascendente y limpio. Las tecnologías de de u no a otro; constituyen sedimentacion es movedizas de un as-
fabricación de conocimiento, incluyendo la elaboración de po- pecto fundamental del mundo: la relacionalidad. Cur iosamen-
siciones de sujeto y las formas de h abitar tales posiciones, de- te, la relacionalidad inherente representa la profilaxis tanto del
ben ser inevitablemente visibles y abiertas a la intervención relativismo como de la trascenden cia. Nada llega sin su mundo
crítica. Al igual que Latour, Harding está comprometida con la propio; por lo tanto, tratar de entender tales mundos es funda-
ciencia en proceso. Pero a diferencia de la Ciencia en acción de mental. Desde el punto de vista de la cultura de la no cultura,
Latour, ella no confunde las prácticas constituidas y constitutivas donde el muro entre lo político y lo técnico se mantiene a toda
que generan y reproducen sistemas de desigualdad estratificada costa, y la interpretación es asignada a un lado y los hechos a
(lo que da lugar a cuerpos proteicos históricamente específicos, otro, tales m undos no pueden nunca ser investigados. La obje-
marcados por la raza, el sexo y la clase) por categorías funciona- tividad fuerte insiste en que tanto los objetos como los sujetos
listas prediseñadas. No comparto su terminología ocasional de la de las prácticas de construcción de conocimiento deben estar
macrosociología y su identificación demasiado autoevidente de situados . La localización no es una lista de adjetivos o la asign a-
lo social. Pero considero que su argumento básico es primordial ción de etiquetas tales como raza, sexo y clase. La localización
para establecer un programa sólido y diferente en los estudios no es lo concreto frente a lo abstracto de la deslocalización. La
científicos, uno que realmente no se aparte del ambicioso pro- localización es siempre parcial, siempre finita, siempre en un
yecto de simetría comprometido tanto con conocer a las perso- tenso juego entre el fondo y la figura, el texto y el con texto, que
nas, a las posiciones de las cuales puede proceder el conocimien- constituye la investigación crítica. Sobre todo, la localización no
to y hacia las cuales está dirigido, como con la disección de las es transparente o autoevidente.
condiciones de producción de saber. La localización también es parcial en el sentido de servir
La reflexividad crítica, o la objetividad fuerte, no eluden las para unos m undos y no para otros. No hay forma de que la ob-
prácticas creadoras de mundo, empleadas para forjar conoci- jetividad fuerte evite este criterio contaminado. La socióloga y
mientos que albergan diferentes oportunidades de vida o muer- etnógrafa Susan Leigh Star (1991) explora la posibilidad de im-
te. Todo lo que la reflexividad crítica, la difracción, los conoci- plicarse de tal modo que los investigadores de estudios cientí-
mientos situados, las intervenciones modestas o la objetividad licos sean más receptivos que a través del vocabulario :filosó-
fuerte «esquivan» es el dios bifronte de rostros idénticos de las fico convencional de Harding. A Star le interesa posicionarse
culturas trascendentales de la no cultura, por un lado, y de los ron determinados actores en las inscripciones y formaciones de
sujetos y objetos exentos de la finitud permanente de la inter- 1tliunzas que constituyen una gran parte de la acción tecnocien-
pretación implicada, por otro. Ninguna cu pa en la cebolla de In 1ffka. Su punl'o ele pnrt·ida son las modalidades de investigación
práctica tecnocientífica está fuerc1 dril alrn 111·c de tus tecnologfml
1
l1•111inista y d<' lnt c1 n 11Ti(lll simbólica que privilegian el tipo de
de interpr etación e indagari(111 rrlt k 11•ioli1•11 111 posl(' ionn.m icn to lt•s tlgo pnsllll1 dPi.rw 1•1 p111110 el e visto de q11i r.nes padecen el
1
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trauma de no poder cumplir los estándares. No encajar en ellos mundo convencionalmente establecida. Creo que este amparo
implica otra forma de transparencia o de invisibilidad oximoró- revela la estructura gramatical de «género», «raza» y «clase», así
nicamente opaca: Star trata de ver si este modelo es adecuado como otros intentos torpes y categóricos para nombrar la expe-
para confeccionar un mejor testigo modesto. No amoldarse a la riencia del mundo de los no-estandarizados - que, sin embargo,
norma no significa lo mismo que existir en un mundo sin nor- son cruciales para las tecnologías de estandarización y la fácil
mas. Consciente de los tipos de multiplicidad que resultan de la adaptación de otros.
exposición a la violencia, de quedar fuera de una norma incues- En el relato de Star, todos somos miembros de diversas co-
tionable, más que de posiciones de independencia y poder, Star munidades de prácticas. La multiplicidad está en juego con estas
se ve atraída por el punto de partida del monstruo, de lo que está problemáticas sobre la estandarización, y nadie es estándar o
exiliado del yo claro y liviano. Y así es como ella sospecha que inadaptado en todas las comunidades de prácticas. Algunos ti-
«las voces de quienes sufren los abusos del poder tecnológico pos de estandarización importan más que otros; pero todos ellos
se encuentran, desde una perspectiva analítica, entre las más funcionan produciendo a otros que no encajan tan bien como
poderosas» (Star, 1991: 30). aquellos que sí lo hacen. La investigación sobre tecnociencia
La persistente alergia de Star hacia las cebollas, así como planteada por Star desde el punto de vista de los monstruos no
la reveladora dificultad de convencer a los empleados de los se centra necesariamente en aquellos que no se han adaptado,
restaurantes de que dicha condición es real, constituye su par- sino, por el contrario, en las articulaciones semiótico-materiales
ticular recurso narrativo dentro de las problemáticas sobre la contingentes que configuran y sustentan tales posiciones desaco-
estandarización. Para abordar las preguntas sobre el poder en pladas. Los monstruos de Star también preguntan de manera
la ciencia y la tecnología, Star analiza cómo los estándares pro- bastante descortés cuánto cuesta, y quién paga, para que unos
ducen un tipo de trabajo invisible para unos, mientras despejan sean testigos modestos en un régimen de producción de cono-
el camino para otros, y cómo las identidades consolidadas para cimiento, mientras otros se limitan a mirar. Y los monstruos de
unos producen situaciones marginales para otros. Star adopta lo un escenario determinan la norma en otros: la inocencia y la
que denomina un punto de vista «cíborg»: su «cíborg» represen- transparencia no están disponibles para los testigos modestos
ta «la relación entre tecnologías estandarizadas y experiencia feministas.
local», donde uno cae «entre categorías y, al mismo tiempo, en La visión doble es crucial para investigar los estándares y
relación con ellas» (Ibíd.: 39). las relaciones de poder ubicadas en el corazón de los proce-
Star considera que «es más interesante desde el punto de sos de formación del sujeto y del objeto de la tecnociencia. Por
vista analítico, y más justo políticamente, comenzar con la pre- dónde empezar y en qué basarse son las preguntas fundamen-
gunta cuí bono ["¿Quién sale ganado?"] que hacerlo con una ce- tales en un mundo en el que «el poder trata sobre a quién per-
lebración de la mezcolanza humano/no-humano» (Ibíd.: 43). La tenece la metáfora que reúne los mundos» (Star, 1991: 52). Las
autora no cuestiona el hecho de la implosión de categorías con- metáforas son herramientas y tropos. La cuestión es aprender
tradictorias; está interesada en quién vive y muere en los cam- a darnos cuenta de que podríamos haber sido de otra manera,
pos de fuerza que así se generan. La estabilidad «pública» para y que de hecho atín podríamos serlo. Tener alergia a las cebo-
algunos constituye sufrimiento «privado» pnni otros; la invisibi- llas representn 11nn moles ta e irritante metáfora sobre la ten-
lidad autoinducida de unos sucedí' 11 "'11H11di'111 l11visibilidad pú- ta ción el e los 11c·1ul (•11liws a olvidar su propia complicidad con
blica de otros. Aquéllos csló11 u11111p11111d11 111 11111· 111111 verclacl del los np11rn1,111tln 11 xl'ltl'ilí111 constil"ul'ivos de Jo qu e consideramos
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de la ciencia, siempre queda la promesa de una cura para el pro- lo apocalíptico, el gen y la computadora funcionan ambos como
blema en cuestión. Esta promesa justifica el estatus sagrado de cronotopos a través del Testigo_Modesto@Segundo_Milenio .
los científicos, incluso, o especialmente, fuera de sus dominios Así, cargado de tales costes, el Segundo Milenio representa
periciales. De hecho, la promesa de la tecnociencia es, podría en este ensayo una máquina de espacio-tiempo; la máquina que
decirse, la principal causa de su éxito social. Las promesas des- hace circular las figuras del testigo modesto, el HombreMujer y
lumbrantes han constituido en todo momento el contrapeso de el OncoRatón en una narración común. La bomba de vacío es en
la actitud engañosamente sobria de la racionalidad científica Y sí misma un cronotopo estrechamente relacionado con nuestra
del progreso moderno en la cultura de la no cultura. Ya sea la dirección mecánico-milenaria. Ambas máquinas tienen que ver
energía ilimitada y limpia del pacífico átomo, la inteligencia ar- con un marco narrativo espacio-temporal asociado con las espe-
tificial sobrepasando lo meramente humano, un impenetrable ranzas milenaristas de nuevas construcciones. La bomba de va-
escudo del enemigo interno o externo o la prevención del enve- cío constituyó un actor esencial en el escenario de la Revolución
jecimiento algún día materializada, todo ello resulta mucho me- Científica. La potente intervención del dispositivo en asun tos
nos importante que perseverar en el huso h orario de las prome- civiles, así corno su capacidad de dar testimonio, excedían a la
sas increíbles. En relación con tales sueños, la imposibilidad de de la mayoría de los humanos que asistían a sus demostraciones
la materialización ordinaria es intrínseca a la potencia de la pro- y supervisaban su funcionamiento. Aquellos humanos, a quie-
mes a. El desastre alimenta una esperanza radiante y una deses- nes se les podría atribuir un poder de voluntad similar al de la
peración sin fondo, y yo, por mi parte, ya estoy harta. Pagamos bomba de vacío y su descendencia durante los siglos venideros,
un alto coste por vivir dentro del cronotopo de las amenazas Y tuvieron que disfrazarse a sí mismos corno sus ventrílocuos. Su
las promesas definitivas. subjetividad tenía que convertirse en objetividad, garantizada
Literalmente, cronotopo significa tiempo tópico, o un topos por su estrecho parentesco con sus máquinas. Al habitar en la
a través del cual la temporalidad se organiza. Un tópico es un cultura de la no cultura, estos testigos modestos actuaron corno
lugar común, un recurso retórico. Al igual que el lugar y el es- portavoces transparentes, puros médiums que transmitían la pa-
pacio, el tiempo nunca es «literal», como algo que estuviera sim- labra objetiva encarnada en hechos. Estos humanos eran testi-
plemente ahí; chronos siempre se entrelaza con topos, cuestión gos invisibilizados para los hechos, garantes del nuevo mundo
ampliamente teorizada por Bajtín (1981) en su concepción del de objetividad. Los marcos narrativos de la Revolución Científica
cronotopo como figura organizadora de la temporalidad. Tiem- supusieron una especie de máquina del tiempo que situaba a los
po y espacio se establecen en relaciones variables que muestran sujetos y los objetos en pasados, presentes y futuros dramáticos.
cómo cualquier reclamo de totalidad, sea el Nuevo Orden Mun- Si la fe en la separación estable entre sujetos y objetos en el
dial S.A., el Segundo Milenio o el mundo moderno, con stituyen estilo de vida experimental supuso uno de los estigmas definito-
un gambito ideológico implicado en las luchas para imponer una rios de la modernidad, la implosión de sujetos y objetos en las
organización corporal, espacial y temporal. El concepto de Bajtín entidades que pueblan el mundo a finales del Segundo Milenio
nos exige entrar en la contingencia, el espesor, la desigualdad, (y el amplio reconocimiento de esta implosión en las culturas
la inconmensurabilidad y dinamismo de los sistemas culturales populares y en la técnica) constituye el estigma de otra confi-
de referencia a través de los cuales las pcn;onu s se integran unas guración his1·óricf1. Much os h an llamado a esta configuración
a otras en sus realidades resperiiv11s. l{l' plt'tos de amenazas y «posmocll'r11 ld11cl11, /\1s11¡{c rir en su lugar la noción de «metamo-
1
promesas definitivas, ernp11p11do11 1•1111 1111 111111111 d<' lo cómico y clcrn iclnc l» 1H11 11 1•1 1110111t1111n prese nt e, 1'1111 1 RNbl now ('l 992) re-
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chaza la etiqueta «posmoderna» por dos razones primordiales: encuentren el uno al otro y se descubra su parentesco. Bruno
1) los tres ejes de la episteme moderna de Foucault (vida, trabajo Latour (1993) sugirió la versátil noción de amoderno para las zo-
y lenguaje) están aún demasiado presentes en las configuracio- nas subterráneas en donde se gestan las mezcolanzas realmente
nes actuales de saber-poder; y 2) el colapso de los metarrelatos, interesantes de humanos y no-humanos. Pero, para mi gusto, ve
que supuestamente constituía el diagnóstico del posmodernis- aún demasiada continuidad con las prácticas de Boyle a finales
mo, no es ahora visible ni en la tecnociencia ni en el capitalis- del siglo xx. Creo que en el mundo está sucediendo algo comple-
mo transnacional. Rabinow está en lo cierto sobre estos dos tamente diferente de los acuerdos constitucionales que estable-
importantes puntos, pero no presta suficiente atención, para mi cieron la separación entre naturaleza y sociedad propia de la
gusto, a la implosión de sujetos y objetos, cultura y naturaleza, «modernidad», tal como los primeros europeos modernos y sus
en los campos volubles de la biotecnología, las comunicaciones descendientes entendieron esta configuración histórica; y la tec-
y las ciencias computacionales actuales, así como en otros do- nociencia reciente está en el corazón de esta diferenciación. En
minios destacados de la tecnociencia. Esta implosión, emitida lugar de nombrar dicha diferencia (posmodernidad, metamo-
en un maravilloso bestiario de cíborgs, es diferente del cordón dernidad, amodernidad, modernidad tardía, hipermodernidad,
sanitario erigido entre sujetos y objetos por Boyle y reforzado o simplemente de forma genérica modernidad fantástica), doy
por Kant. No se trata sólo de que los objetos y la naturaleza ha- al lector una dirección de correo electrónico, si no una contrase-
yan demostrado estar cargados de trabajo, una visión en la que ña, para situar las cosas en la red.
Marx insistió profusamente el siglo pasado, incluso si muchos Pero, obviamente, no he nombrado mi dirección de e-mail
investigadores de los estudios de ciencia actuales h an olvidado de forma inocente. Estoy apelando a la historia, de dudosa repu-
aquí la importancia de esto mismo. Más significativamente, en tación, del realismo cristiano y sus prácticas de representación;
la matriz de la tecnociencia, así como en los estudios científicos y apelo además a la relación amor-odio hacia los relatos apoca-
posfetales, mezcolanzas de humanos y no-humanos, máquinas lípticos de desastre y salvación que conservan los herederos de
y organismos, sujetos y objetos, representan los puntos de paso las prácticas del realismo cristiano (aunque no todos sean cris-
obligatorios, las encarnaciones y articulaciones a través de las tianos, ni mucho menos). Al igual que las personas alérgicas a la
cuales los viajeros deben pasar para llegar a casi cualquier lugar cebolla que comen en McDonald's, nos vemos obligados a vivir,
del mundo. El chip, el gen, la bomba, el feto, la semilla, el cere- al menos en parte, en sistemas semiótico-materiales bajo el in-
bro, el ecosistema y la base de datos constituyen los agujeros de flujo del Segundo Milenio sin importar si encajamos o no en el
gusano que lanzan a los viajeros modernos hacia los mundos relato. Siguiendo los argumentos de Erich Auerbach en Mímesis
contemporáneos. Estas mezcolanzas no son primos carnales de (1953), considero que las representaciones constituyen ficciones
la bomba de vacío, aunque la bomba de vacío sea uno de sus potentes, corporeizadas (encarnadas, si se prefiere), que congre-
antepasados lejanos. gan a la gente en una historia que tiende a la complacencia, a un
En lugar de ello, entidades como el chip, el gen, la bomba, final que redime y restaura el significado de una historia salvífi-
el feto, la semilla, el cerebro, el ecosistema y la base de datos ca. Después de las heridas, después del desastre, llega la culmi-
se asemejan más al OncoRatónTM. Y quienes hoy testimonian los nación, el final para los elegidos; tal cosa ha prometido el chivo
hechos se parecen menos al hombrl' n111Cl1•s 111 de Doyle que al expiatorio de Dios. Creo que la tecnociencia contemporánea en
HombreMujer©. Conoceremos 11 l'1llrn1 d1111 H'l'l' H l{m16ticomen-
te extraños, inflexibl es y pd1 xl 111 111111111l1• ¡11 111 111l 11flo¡¡ (!lllllldo se
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LAS PROMESAS DE LOS MONSTRUOS TESTIGO_MODESTO@SEGU!lDO_MllEtllO
popular y oficial sobre el Proyecto Genoma Humano, y su inten- «hechos» sobre el mundo actual, el cual está implicado con la
ción de mapear y secuenciar todos los genes de los 46 cromoso- tecnociencia, con sus amenazas y sus prom esas. No hay forma
mas humanos: de racionalidad para los mundos realmente existentes fuera de
«Dormirse sobre el Libro de la Vida», «El Arca genética», los relatos, al menos no para nuestra especie. Este texto, como
«Revisando los genes: una oportunidad para mapear el futuro todos mis escritos, rebosa inquietudes antes que optimismo. No
de nuestro cuerpo», «Génesis, la secuela», «James Watson y la estoy abogando por un poco de complacencia cuando repaso la
búsqueda del Santo Grial», «Una guía del ser humano», «Hue- configuración narrativa de amenazas y promesas, sólo para to-
llas en nuestra arcilla», «En el principio estaba el genoma», «Un mar en serio que n adie existe en una cultura de la no cultura,
gusano en el corazón del Proyecto Genoma», «Genética y teo- incluidos los críticos y profetas, así como los técnicos. Podría-
logía: ¿una complementariedad?», «Un enorme proyecto. Obje- mos aprender provechosamente a dudar de nuestros miedos y
tivo: Nosotros mismos», «La iniciativa genoma: cómo deletrear certezas sobre desastres tanto, como de nuestros sueños de pro-
"humano"», «Plan de acción para un ser humano», El código de greso. Podríamos aprender a vivir sin los reconfortantes discur-
los códigos, Sueños genéticos,]uegos de generación, Mapeando el sos de una historia de salvación. Existimos en un océano de po-
código, Genoma y, finalmente, en los canales de televisión BBC y derosas historias; éstas son las condiciones de una racionalidad
Nova, «Descodificando el Libro de la Vida». finita y de historias personales y colectivas. No hay forma de
Los genes son algo así como la eucaristía de la biotecnología. salir de los relatos, pero no importa lo que diga el Padre-Tuerto;
Tal vez esta idea me haga ser más respetuosa hacia la comida h ay muchas estructuras narrativas posibles, sin mencionar los
modificada genéticamente ... contenidos. Cambiar las historias, tanto en un sentido material
La evocación de un tiempo de tribulaciones inminentes es como semiótico, constituye una intervención modesta que vale
intrínseca al hecho de colocar a mis testigos modestos en una la pena emprender. Salir del Segundo Milenio hacia otra direc-
máquina milenarista convencional. No hay escasez de narracio- ción de correo electrónico es todo lo que deseo para los testigos
nes apocalípticas en las culturas técnicas y populares de la tec- modestos mutados.
nociencia. La máquina del tiempo del Segundo Milenio produce
en masa expectativas de catástrofe nuclear, colapso económico
global, pandemias planetarias, destrucción del ecosistema, fin
de los apoyos familiares, propiedad privada de los bienes comu-
nes del genoma humano, y muchos otros tipos de «primaveras
silenciosas».84 Por supuesto, al igual que en cualquier otro siste-
ma de creencias, todas estas cuestiones parecen absolutamente
reales, absolutamente posibles, quizá incluso inevitables, una
vez que habitamos en el cronotopo que relata la historia del
mundo de ese modo. No estoy diciendo que tales amenazas no
sean ciertas. Trato simplemente de localizar el poder de tales
1G2
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100 1111
EL PATRIARCADO DEL OSITO TEDDY:
3
TAXIDERMIA EN EL JARDÍN DEL EDÉN.
CIUDAD DE NUEVA YORK, 1908-1936
l. EXPERIENCIA
En el corazón de la ciudad de Nueva York se encuentra Central
Park, el jardín urbano diseñado por Frederick Law Olmsted
para aliviar al estresado o decadente urbanita con una profilác-
tica dosis de naturaleza. Al otro lado del p arque, el monumento
a Theodore Roosevelt preside el edificio central del Museo Ame-
ricano de Historia Natural, una gigantesca reproducción del Jar-
dín del Edén. 87 En el Jardín, el «hombre» occidental puede in i-
ciar de nuevo el viaje primigenio, el nacimiento desde el interior
del santuario de la naturaleza. Fundado justo después de la Gue-
inn
LAS PROMESAS DE LOS r40tlSTRUOS EL PATRIARCADO DEL OSITO TEDDY
rra de Secesión y dedicado a la divulgación popular y a la inves- y hoy República Democrática del Congo). Para aparecer en este
tigación científica, el Museo Americano de Historia Natural es el monumento de Akeley a la pureza del medio natural, el gorila
lugar indicado para emprender esta génesis, esta regeneración. fue asesinado en 1921, el mismo año en que el museo organizó el
Al pasar desde el atrio del monumento a Roosevelt hasta la Sala Segundo Congreso Internacional de Eugenesia. Akeley elaboró
África, inaugurada en 1936, el ciudadano de a pie entra en un algo más refinado que un organismo vivo a partir del cadáver
espacio-tiempo privilegiado: la Era de los Mamíferos en el cora- del primate: alcanzó su verdadera meta: una nueva génesis. La
zón de África, el escenario de nuestros orígenes. 88 Hay algo espe- qecadencia (la amenaza de la ciudad, la civilización, la máqui-
ranzador implícito en cada detalle arquitectónico: tal vez el fu- ~) quedaba en suspenso ante las políticas eugenésicas y el arte
turo pueda enmendarse gracias a la contemplación directa de de la taxidermia. El museo cumplió su propósito científico de
los orígenes. Al rescatar el comienzo, el fin puede ser alcanzado conservación, preservación y producción de permanencia. La
y el presente trascendido. La Sala África ofrece una comunica- vida se transfiguraba en la principal arena cívica de la teoría
ción única con la naturaleza en su momento álgido y, al mismo política occidental: el cuerpo natural del hombre. 89
tiempo, más vulnerable: el momento de conexión entre la Era de Detrás de cada animal preparado para su exposición, de
los Mamíferos y la Era del Hombre. Esta comunión se muestra al cada escultura de bronce o de cada fotografía, se halla una pro-
sentido de la vista mediante la técnica de la taxidermia. Su mo- fusión de objetos e interacciones sociales entre personas y otros
mento más espléndido y virtuoso une al simio y al hombre en un animales, la cual puede ser recompuesta con el fin de contar una
abrazo visual. biografía que abarque los principales motivos del siglo xx esta-
La restauración de los orígenes, el trabajo de higienismo ge- dounidense. Pero la recomposición produce una historia taci-
nético, se logra en la Sala África de Carl Akeley mediante una turna, incluso muda, sobre África. H. F. Osborn, presidente del
muestra artística que comenzó para él en la década de 1880 con Museo Americano desde 1908 hasta 1933, consideraba a Akeley
el rudimentario relleno de Jumbo, el elefante de P. T. Barnum como un biógrafo de África. Si bien, en un sentido más extre-
arrollado por un ferrocarril, emblema de la Revolución Indus- mo, Akeley es en realidad un biógrafo de América, o al menos de
trial. El final de su tarea sobrevino en los años veinte, con su parte de Norteamérica. Akeley pensó que el visitante de la Sala
exquisito montaje del Gigante de Karisimbi, un solitario gorila África experimentaría la naturaleza en su momento de mayor
macho de lomo plateado que domina el diorama en el que se re- perfección. Pero jamás soñó con haber participado en la crea-
presenta la ubicación de la tumba del propio Akeley, en la mon- ción de los medios necesarios para experimentar una historia
tañosa selva tropical del Congo (más tarde conocido como Zaire, sobre la raza, el sexo y la clase en la ciudad de Nueva York; una
historia que acabaría llegando hasta Nairobi.
88. H. F. Osborn creía que el «hombre» había surgido en Asia, por lo que Para acceder al monumento a Theodore Roosevelt, el visitan-
lideró varias expediciones al desierto del Gobi en nombre del Museo du- te debe pasar frente a una estatua ecuestre elaborada por James
rante los años veinte, en un intento por demostrar esta tesis. Sin embar· Earle Fraser, con Teddy majestuosamente a caballo, como padre
go, África poseía aún una connotación especial como núcleo de la cultu·
ra primitiva y como origen, en el sentido de restauración potencial; una
reserva de las condiciones originales donde sobrevivían los «auténticos 89. La teoría feminista privilegia el cuerpo como construcción política
primitivos». África no se establecerá como escenario de la emergenciu generativa (Hartsock, 1983; Moraga, 1983; de Lauretis, 1984, 1987; Martín,
original de nuestra especie hasta mucho cl<1111)11{1n <lo los afios treintu. 1987; Moragtt y /\nwldúa, 1981; Hartouni, 1987; Spillers, 1987). Véase tam-
Pietz (1983) especula con la idefl dr Ar1 tcri 0 1111111h 111111· cln lnocripción dol bi.én Ja rnvi1ll r1,• ,' t1rlfl1l ll1•!JOBrcl1(invierno,1974, ensayos de la New School
deseo capitalista a lo larno <lfl In ht 1111111 11 for Soci11! ll1 wr•mr•ft. •Co11 f11n•Hcio sobre el significado de la ciudadanía»).
170 171
LAS PROMESAS DELOS MOtl STRUOS
- - - - -El--
PATRIARCADODEL OSITO TEODY
-
y protector erigiéndose entre dos hombres «primitivos»: un in- Justo al pasar el pórtico, el visitante accede al espacio sagrado
dio americano y un africano, ambos de pie y vestidos corno «Sal- en donde comenzará la transformación de su conciencia y su rno-
vajes». La fachada del monumento, de estilo clásico, fue finan- ralidad. 91 Las paredes están plagadas de citas de Roosevelt bajo los
ciada por el Estado de Nueva York y concedida en 1923 al Museo títulos de Naturaleza, Juventud, Virilidad y Estado. Las pesquisas
Americano de Historia Natural mediante concurso público. En del visitante comienzan en la Naturaleza: «No hay palabras que
ella aparecen cuatro columnas jónicas de 16,5 metros de altura, puedan describir el espíritu oculto de la tierra salvaje, que pue-
coronadas por las estatuas de los grandes exploradores: Boone, dan revelar su misterio [...]. Un país se comporta correctamente
Audubon, Lewis y Clark. En los paneles frontales están estampa- si trata sus recursos naturales corno activos que debe legar a la ge-
dos los medallones de bajorrelieve, con sellos de Estados Unidos neración siguiente incrementando y no disminuyendo su valor.»
y de la Campana de la Libertad. Inscritas en la parte superior, La naturaleza es misterio y recurso: una unión determinante en
aparecen las palabras VERDAD, CONOCIMIENTO y VISIÓN, y la la historia de la humanidad. El visitante (necesariamente un chi-
dedicatoria a Roosevelt corno «gran líder de la juventud de los co blanco concienciado moralmente, sin importar a qué acciden-
Estados Unidos; en energía y fortaleza de la fe de nuestros pa- tes de la biología o del género social y la raza se atenga antes de
dres, en defensa de los derechos de las personas, en el amor y su excursión al museo) avanza hacia la Juventud: «Quiero ver a
conservación de la naturaleza y de lo mejor en la vida y en el los chicos jugando [...]inocentes y alegres [...]. El coraje, el trabajo
hombre». La juventud, la atención paternal, la defensa viril de duro, el autodominio y el esfuerzo intelectual son esenciales para
la democracia y la intensa conexión emocional con la naturaleza una vida exitosa.» La Juventud se refleja en la Naturaleza, su pa-
constituyen sus inconfundibles rnotivos. 9º reja al otro lado de la estancia. La siguiente etapa es la Virilidad:
El edificio se presenta a sí mismo desde perspectivas varia- «Sólo son aptos para vivir quienes no temen a la muerte, y no son
das. Es a la vez un templo griego, un banco, una institución de aptos para morir quienes se encogen ante el júbilo y el deber de
investigación científica, un museo popular, un teatro neoclásico. la vida.» Al frente queda su pareja espiritual, el Estado: «La lucha
Nos introducirnos en un espacio que sacraliza la democracia, el en érgica por lo justo es el deporte más noble que el mundo per-
cristianismo protestante, la aventura, la ciencia y el comercio. mite [... ]. Si tuviera que elegir entre la justicia y la paz, yo elegiría
Sabernos, al ingresar en las instalaciones, que en su interior se la justicia.» Las paredes del atrio están llenas de murales que re-
representará una obra de teatro. La experiencia en este monu- presentan la vida de Roosevelt, ilustración perfecta para sus pala-
mento público será de una intensidad personal; se trata de uno bras. Su vida está inscrita en piedra de una forma particularmen-
de los espacios de Norteamérica destinados a la conciliación en- te literal, apropiada para este museo. Podernos verlo practicando
tre comunidad e individuo. la caza mayor en África, asumiendo tareas diplomáticas en Filipi-
nas Y China, ayudando a niños y niñas exploradores, recibiendo
90. La comunión visual, una forma de fusión erótica en cuestiones re· honores académicos y presidiendo el Canal de Panamá («La tierra
lacionadas con los actos de heroísmo, especialmente con la muerte, dividida, el mundo unido»).
persiste en las ideologías científicas modernas. Su papel en la episte· Por último, en el atrio se encuentran las sorprendentes escul-
mologia masculinista de la ciencia, con sus políticas de renacimiento, luras de bronce a tamaño natural creadas por Carl Akeley. Se trata
es absolutamente fundamental. La teoría feminista ha prestado has ta
ahora más atención a la división genérica entre sujeto y objeto que al
amor en la construcción de la dominación crnpocular de la naturaleza y !H. La conferencia por diapositivas del profesor William Pietz de la Uni-
sus hermanas (Merchant, 1980; I<olloi:, 1()!lfi, J<11ll<'r y Grontkowsld, 191l:~; vorsidacl ele Cnlifot nin on Santa Cruz, en el Museo Field de Chicago, ana-
Sofoulis, 1988). 1lznbn on 1 qn:11011 111111111<~ n c;omo escenarioo do tra nofonnoción ritual.
172 113
LAS PROMESAS DE LOS MOHSlRUOS EL PATRIARCf\00 DEL OSITO TEOOY
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de un conjunto de lanceros nandi del este de África durante una La unión de la vida y la muerte en los símbolos sobre los via-
cacería de leones; estos hombres africanos y el león al que matan jes de Roosevelt, así como en la arquitectura de su monumento
simbolizan para Akeley la esencia de la caza, de lo que más tarde en piedra, anuncia la verdad moral determinante en el museo.
se llamaría «el hombre cazador». Al hablar sobre los alanceado- Ésta es la verdad efectiva de la virilidad adulta, el estado con-
res de leones, Akeley siempre se refirió a ellos como hombres. En ferido al visitante que supera con éxito la prueba del museo: el
cualquier otra circunstancia, aludía a los hombres adultos africa- cuerpo puede ser trascendido. Estamos ante la lección que Simo-
nos como chicos. Roosevelt, el moderno cazador y el «primitivo» ne de Beauvoir nos recordaba tan dolorosamente en El segun-
nandi comparten la verdad espiritual de la virilidad adulta. Las do sexo, y es que el hombre representa el sexo que arriesga su
nobles esculturas expresan el gran amor de Akeley por Roosevelt, vida y que, al hacerlo, alcanza la existencia. En el mundo al revés
su amigo y compañero de armas en África durante la cacería, en del Patriarcado del Osito Teddy, la vida se construye mediante
1910, de uno de los elefantes que Akeley montó para el museo. el oficio de matar, no en el accidente del nacimiento personal
Akeley declaró que seguiría a Roosevelt a cualquier parte debido y material. Roosevelt constituye el perfecto Geni~ loci para la
a su «sinceridad e integridad» (Akeley, 1923: 163). tarea de regeneración en el Museo de un público urbano diverso
En la tienda del museo, durante los años ochenta, podía ad- e incoherente, amenazado por la decadencia genética y social,
quirirse el libro Theodore Roosevelt Campeón de la ardua vida (T. por los fecundos cuerpos de los nuevos inmigrantes, por el fallo
R.: Champion ofthe Strenuous Life), una biografía fotográfica del de su virilldad.93
vigésimo sexto presidente de Estados Unidos. Todos los requisi- La Sala África de Akeley es en sí misma un lugar muy extra-
tos para el cumplimiento de una virilidad adulta aparecen aquí ño y, de manera simultánea, una experiencia habitual para (li-
representados; incluso la muerte es etiquetada como «La gran teralmente) millones de norteamericanos durante más de cinco
aventura». Nos enteramos de que Roosevelt, después de su de- décadas. El modelo de exhibición de esta sala se extiende por
rrota en la campaña presidencial de 1912, emprendió la explora- todo el país, e incluso por todo el mundo, en parte debido a los
ción del afluente amazónico, el «río de la duda» (río da Dúvida), artesanos entrenados por el propio Akeley. En los ochenta, el
bajo los auspicios del Museo Americano de Historia Natural y sacrilegio es tal vez más evidente que la experiencia liminal de
el gobierno de Brasil. Fue un viaje perfecto. Los exploradores la naturaleza. ¿Cuál es la experiencia de los niños de las calles
casi mueren, el río nunca antes había sido contemplado por el de Nueva York conectados a sus walkmans y pasando las tardes
hombre blanco, y el gran torrente, ya sin atisbo de duda, fue re- de los viernes frente al diorama del león? Éstos son los niños que
nombrado como río Roosevelt por el estado brasileño. En la bio- vinieron al museo para ver las películas de tecnología punta de
grafía ilustrada, que incluye una fotografía de los aventureros Natur e-Max. Pronto, sin embargo, empieza a tomar forma otro
remando en su primitiva canoa fabricada a partir de un tronco tiempo distinto para todos aquellos que n o están físicamente
hueco (suponemos que antes de que la inanición y la fiebre de la conectados mediante un sistema de comunicación a finales del
selva atenuaran el ardor del fotógrafo), el expresidente de una
de las mayores potencias industriales explicaba así su regreso a incursión en Brasil, véase Defert (1982). El viaje como búsqueda científi-
la naturaleza salvaje: «Tenía que ir. Era mi última oportunidad ca y heroica se alinean.
de ser un niño» (Johnson, 1958: 138, 126-127).'11. 93. Las mujoron ernn quienes tenían a todos esos aterradores bebés, un
detalle br'lnicm pm 11 1111 11 victos como inmigrantes en una sociedad racista
92. Véase también McCullough (l'ltl l}, n1111 iql ll (1%11) ! :01>1 n <') vioje y la (Gordon, J')'fl1, l\11l'd, l'l'/11; MoCann, 1987). El di scurso de 1905 de Roose-
construcción del yo occidt'l1 t11l 1110111111111, 11111111111111111111 11111111 Pl11t:i611 u 1.n vrll pop11ll11i ~ti 1 11 111111 111 11 1f111ii<:i.di.o nlcinl».
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lASPROMI SAS 111 IOS MUNSIRUOS ELPATRIARCADO DELOSITO TEODY
siglo xx. La Sala Ál'rica estaba destinada a ser una máquina del teral, un escenario, un jardín virgen en la naturaleza, un hogar
tiempo, y eso fue lo que ocurrió (Fabian, 1983: 144). El indivi- para la familia. Y, a la manera de los altares, cada diorama cuen-
duo se introduce de este modo en la Era de los Mamíferos. Sin ta un fragmento de una historia de salvación; cada uno con sus
embargo, aquí se entra solo, cada alma de una en una, como emblemas característicos para indicar virtudes particulares. Invi-
parte de una comunidad previa inestable y sin confianza en la tando al visitante a compartir su revelación, todos ellos cuentan
sustancia de su cuerpo, con el fin de ser recibido dentro de una la verdad. Cada uno ofrece una visión. Cada uno representa una
comunidad salvífica. Se empieza en el caos amenazador de la ventana hacia el conocimiento. (
ciudad industrial, como parte de una horda, pero aquí se aca- Un diorama es principalmente un k lato, parte de la historia
ba por pertenecer, por encontrar la esencia. No importa cuántas natural. El relato se cuenta en las páginas de la naturaleza, leí-
personas se agolpen en el Gran Salón, la experiencia es la de una das a simple vista. Los animales en estos grupos de hábitat son
comunión individual con la naturaleza. La eucaristía será pro- capturados por la visión del fotógrafo y del escultor. Se trata de
mulgada para cada adorador. Tal naturaleza no se constituye actores en una obra moral sobre el escenario de la naturaleza,
desde un cálculo probabilístico. Éste no es un mundo sin rumbo, en el cual el ojo representa un órgano fundamental. Cada dio-
popularizado por los cíborgs de finales del siglo xx (para quienes rama contiene pequeños grupos de animales en primer plano,
la amenaza de decadencia constituía el recuerdo nostálgico de rodeados de reproducciones exactas de plantas, insectos, rocas,
un pasado orgánico borroso), sino el momento original en que suelo. Las pinturas, que recuerdan a un decorado artístico de las
la naturaleza y la cultura, lo privado y lo público, lo profano y lo películas de Hollywood, se curvan en la parte posterior del gru-
sagrado se encuentran (un momento de comunión en el encuen- po y llegan hasta el techo, creando una amplia visión panorámi-
tro del hombre y el animal). ca sobre una escena en el continente africano. Cada pintura es
La Sala está oscura, iluminada desde las vitrinas que se ex- minuciosamente.detallada para los animales del primer plano.
tienden a los lados de la espaciosa estancia. En el centro hay un Entre los veintiocho dioramas en la Sala, quedan representadas
grupo de elefantes tan realista que un mínimo de fantasía basta- todas las principales áreas geográficas del continente africano,
ría para hacer surgir el presagio de su movimiento, tal vez una así como la mayor parte de los grandes mamíferos.
furiosa embestida por culpa de nuestra intrusión. Los elefantes Paulatinamente, el espectador comienza a articular el con-
se yerguen como un altar mayor en la nave de una gran catedral. tenido de la historia . La mayoría de los grupos están formados
Esta impresión se ve reforzada por el descubrimiento gradual de únicamente por unos pocos animales, por lo general un macho
los dioramas que se alinean a ambos lados del salón principal grande y vigilante, una o dos hembras, y una cría. Puede que
y de la espaciosa galería superior. Iluminados desde el interior, haya otros animales, quizá un macho adolescente, pero nunca
los dioramas contienen grupos detallados y realistas de grandes una bestia vieja o deforme. Los animales en grupo forman series
mamíferos africanos (diversión para los acaudalados cazadores en desarrollo, de modo que el grupo pueda representar la esen-
de Nueva York que financiaron esta experiencia). Denominados cia de la especie como una totalidad dinámica, viva. Los princi-
con la expresión grupos de hábitat, constituyen la culminación del pios del organicismo, esto es, de las leyes de la forma orgánica,
arte de la taxidermia. Akeley se refería a ellos como «una mirilla rigen la composición. 95 No es necesario multiplicar los especíme-
para ver la jungla»;91 cada diorama se mu<'st r11 como un altar la-
OO. Sobro Ion prinwlplou compooitivoo: Clorlc (1 O:l6); '11Jo Mrm tor (enero,
94. Akeley a Osborn, ?.9 <ln 111 111 i',o d n 11111 (1111t<.,111111dy, 1%11 1136). IC)?.ó); Nn/111 11 / l l wtm v(11rn ro, l'1:líi). l.ow< (lfllliQ nol111 n Ion fP116monos de
170 11/
LAS PROMESAS DE LOS MOllSTRUOS EL PATR l ~RCADO DEL OSITO TEOOY
nes porque la serie constituye una biografia auténtica. Cada ani- Pero hay una nota curiosa en esta historia, que acaba domi-
mal representa un organismo, y el grupo entero es también un nando al visitante a medida que, escena tras escena, es atraído
organismo. Cada uno de estos organismos encarna un momento a través de los ojos de los animales en las diferentes composi-
significativo en la narración de la historia natural, condensando ciones.98 Cada diorama ofrece, al men os, un animal que atrapa
el paso del tiempo en una forma armónica y en desarrollo. Los la mirada del espectador y lo mantiene en comunión. El animal
grupos son pacíficos, serenos, iluminados (en «el África más bri- está aler ta, preparasio para hacer sonar la alarma ante la intru-
llante»).96 Cada grupo forma una comunidad estructurada me- sión del hombre, ifero preparado también para conservar por
diante una división natural de sus funciones; cualquier animal siempre la mirada de este encuentro, el momento de la verdad,
de cualquier grupo personifica la verdad de la naturaleza. En el reconocimiento originario. Dicho momento parece frágil: los
estos grupos de hábitat está encarnada la división fisiológica del animales al borde de su desaparición, la comunión a punto de
trabajo que ha analizado la historia de la biología; en ellos se resquebrajarse; la Sala amenaza con disolverse en el caos de la
habla de comunidades y familias ordenadas de forma pacífica Era del Hombre. Pero no lo hace. La mirada se mantiene, y el
y jerárquica. La especialización sexual de la función (lo corpo- cauteloso animal sana a aquellos a quienes mira. No hay b a-
ralmente orgánico y la división del trabajo de manera social y rreras para esta visión, no hay mediación. La vitrina de cristal
sexual) se muestra sutilmente omnipresente, de forma incues- del diorama impide la entrada física, pero la mirada invita a
tionable, exacta. El búfalo africano, los rinocerontes blancos y su inmersión visual. El animal está congelado en un momento
negros, el león, la cebra, el niala, el okapi, todos se encuentran de vida suprema, y el hombre queda paralizado. Ningún orga-
en su sitio en la distinguida y creciente armonía de la naturale- nismo vivo podría lograr este trance. El intercambio especular
za. Los escalones que conducen a la edificación misma anuncian entre el hombre y el animal, en la conexión de dos etapas evo-
ya la división racial del trabajo, la progresión familiar desde el lutivas, se completa. Los animales de los dioramas han trascen-
joven nativo hasta el adulto hombre blanco; el plan original de dido la vida mortal y mantienen su p ostura eternamente, con
Akeley para la Sala África incluía esculturas en bajorrelieve de los músculos tensos, los h ocicos temblorosos, las venas marca-
todas las «primitivas» tribus de África complementando a las de- das de la cara, los delicados corvejones y los pliegues de la piel
más historias de vida salvaje natural. Las jerarquías orgánicas flexible representados de forma prominente. Ningún visitante
están personificadas en cada órgano destinado a la articulación que esperase encontrar un África meramente física podría ver
en el museo del orden natural.97 estos animales. Estamos ante una visión espiritual hecha posi-
ble exclusivamente por su muerte y su re-presentación literal.
Sólo entonces podría estar presente la esencia de la vida. Sólo
producción del sujeto trascendental a partir de las relaciones estructu-
entonces la higiene de la naturaleza podría curar la visión enfer-
rales de los aparatos humanos visuales/subjetivos/técnicos. ma del hombre civilizado. La taxidermia cumple el fatal deseo
ele representar, de estar completo; se trata de una política de la
96. Para una genealogía del África más oscura, véase Brantlinger (1985).
reproducción.
97. Las estatuas de hombres y mujeres africanos en bronce, elaboradas
por Malvina Hoffman para esta sala, asi como s us bustos de africanos
a la entrada de la sala, testimonian una lw ll p;.:11 humana p refabricada,
no una historia de primitivos nol111·11l1111 : :0111 11 ni (ltJÍIHHi\O fallido de Os· 913. Esta pern¡1nc liv11 fno propiciada por el agudo ojo de James Clifford.
born para reclutar a I-Ioffmt1111•11 111 1 p1 nyu1 •l1111, v1'11111 Portcr (s in fec ho) Véase J.nn d1111 (1'1111, l'lUll) nohre los textos evolulivos entendidos como
y Taylor (1979). nmrrwlm 11 •11
170 1111
LAS PROMESASDELOS MONSTRUOS EL PATRIARCADO DEl OSITO TEDDY
Hay un diorama que destaca sobre los demás, el de la ma- encuentro; Akeley y el gorila se vieron por primera vez entre
nada de gorilas. No se trata simplemente de que este grupo esté los numerosos volcanes de África central. Esta mirada resultó
situado en una de las cuatro grandes esquinas. Hay algo especial mortal para am~ al igual que el encuentro entre Víctor von
en la pintura, con el volcán humeante al fondo y el lago Kivu de- Frankenstein y su criatura los suspendió en una dialéctica de
bajo; algo sobrecogedor en el gesto del enigmático gran simio de la inmolación. Pero si bien Frankenstein probó el amargo fra-
lomo plateado alzándose sobre el resto y golpeándose el pecho caso de su paternidad en sí mismo y en la muerte de su criatura,
en señal de alarma, con una inolvidable mirada (a pesar de tra- Akeley, por su parte, dio vida a su criatura, convirtiéndose en
tarse de ojos de cristal). La destreza del pintor es aquí especial- autor de la misma, tanto en el refugio del Pare Albert como en la
mente lograda al transmitir una sensación de visión ilimitada, Sala África del Museo Americano de Historia Natural. El relato
una panorámica sin fin alrededor del exuberante jardín verde de Mary Shelley puede leerse como una disección de la letal
en su punto focal de visión. Ésta es la escena a la que Akeley an- lógica de la concepción en el patriarcado durante los albores de
helaba regresar. Ahí es donde murió, sintiendo que estaba como la era de la biología; su relato constituye una pesadilla sobre el
en ningún otro lugar del planeta: en casa. Ahí es donde mató fracaso aplastante del proyecto del hombre. Pero el taxidermis-
por primera vez a un gorila y sintió el encanto de un Edén per- ta trabajó para restaurar la virilidad en el cruce entre la Era de
fecto. Después de su primera visita, en 1921, se vio con ánimos los Mamíferos y la Era del hombre. Akeley alcanza la plenitud
suficientes para convencer al gobierno belga de convertir esta como cazador en el Patriarcado del Osito Teddy -murió como
área en el primer parque nacional africano en garantizar un re-
fugio de gorilas. Pero el espectador no repara en estas cuestiones
cuando observa a los cinco animales en un entorno de aparien-
cia natural. Es obvio que está mirando a una familia de parientes
cercanos al hombre, pero la esencia de este diorama no reside
aquí. El espectador ve que los elefantes, el león, el rinoceronte
y el conjunto de pozas y charcas (con su pacífico panorama de
todas las especies de la pradera, incluidos los carnívoros, captu-
rados en el momento anterior a la Caída) han sido sometidos a
una suerte de organización, no tanto para la manada de gorilas
como para el Gigante de Karisimbi. Este doble del hombre se en-
cuentra en una individualidad personal única, con su inmutable
rostro moldeado para siempre gracias a una máscara mortuo-
ria elaborada a partir de su cuerpo por un taxidermista, en las
montañas de Kivu. He aquí el «hombre natural», inmediatamen-
te reconocible. Su imagen se puede comprar en una postal en el
mostrador del atrio de Roosevelt (Imagen 3.1).
Imagen3. 1. El GigantedeKarisirnbi. Negativo número
Habría sido inapropiado toparse con el gorila en cual- 315017.
quier otro lugar que no f11 e rn Pn 111 11w11t11íl11. l'rankenstein P111llh:;11ln oun1101111lso del Ooparlmnonlo doServicios
y su monstruo tuvi eron l'I M1111t 1111111· 1'U1\111 t•1wPn11rio de su rl11 lllhll11111u11, M11soo /\111orlr.m10 finlllslo1ln N11l11111I.
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El PATRIARCADODEL OSITO TEDOY
tal, y su sepulcro fu e nombrado después de él como la Sala Afri- inmensos nudillos ahí donde el gorila h abía posado su mano en
cana Akeley. el suelo. No hay en todo el mundo una huella como ésa; no existe
El gorila representa la más importante presa en la vida de en ningún otro sitio una mano tan grande [... J. Mientras seguía
Akeley como artista, científico y cazador, pero ¿por qué? Él mis- este rastro, perdí la fe con la que había hecho traer a mi equipo a
mo dijo (a través de su negro de escritor, la invisible Dorothy África. Instintivamente, cogí mi arma de uno de los porteadores»
Greene): «Para mí, el gorila constituye una captura mucho más (Akeley, 1923: 203). Más tarde, Akeley contó que la huella de la
interesante que leones, elefantes o cualquier otra presa, porque mano le produjo un entusiasmo mayor que la contemplación de
el gorila es aún, en comparación, un desconocido» (Akeley, 1923: su rostro. El rastro de parentesco, escrito de forma tan evidente y
190). Pero también lo es el mono colobo o cualquier otro de una terrible en aquella mano, afectó al artesano profundamente.
larga lista de animales. ¿Qué condiciones llevaron a convertir a Pero entonces, el primer día en que acamparon en el te-
un animal en un «trofeo»? Una posible respuesta es su similitud rritorio de los gorilas, Akeley se encontró cara a cara con uno
con el hombre, la presa definitiva, un oponente al fin digno. La de ellos, la criatura que había buscado durante décadas (un
presa ideal es el «Otro», el ser natural. Ésta es la razón por la triunfo del que había sido privado anteriormente por un a em-
cual Víctor Frankenstein necesita dar caza a su criatura. Caza- bestida de elefante, millonarios tacaños y el estallido de la Pri-
dor, científico y artista buscaron en el gorila la revelación de su mera Guerra Mundial). Pocos minutos después de este primer
propia naturaleza y del futuro de la virilidad. Akeley comparó vistazo al rostro del animal que tanto había ansiado, Akeley
y contrastó su búsqueda del gorila con la del franco-estadouni- lo mató, no en una confrontación cara a cara, sino a través de
dense Paul du Chaillu, el primer hombre blanco en matar en una densa pantalla de árboles en donde el animal se guareció
1855 a un gorila, ocho años después de ser «descubierto» por apresuradamente, sacudiendo las ramas tras de sí. Con toda
la ciencia. El relato de Du Chaillu sobre el encuentro se ofrece seguridad, el taxidermista no quería arriesgarse a p erder el
como el retrato clásico de una bestia depravada y viciosa asesi- espécimen, porque tal vez no volvería a encontrar otro. Sabía
nada durante un peligroso lance heroico. Akeley, poniendo en que el príncipe de Suecia acab aba de dejar África tras disparar
duda estas descripciones, contaba a sus lectores en cuántas oca- a catorce grandes simios en la misma región. Los animales es-
siones los propios editores de Du Chaillu le hicieron reescribir tarían prevenidos ante nuevos cazadores; cobrarse una pieza
su texto hasta que la bestia pareciera lo suficientemente feroz . podría resultar una tarea extremadamente complicada.
Von Frankenstein se tapó los oídos en lugar de escuchar a su Sea cual fuere la lógica que rigió el primer disparo, aloja-
hijo reclamar un alma amable y pacífica. Akeley estaba seguro do con precisión en la aorta, la tarea subsiguiente (desollar al
de que encontraría una bestia igualmente noble y pacífica, por lo animal y transportar varios de sus restos hasta el campamen-
que llevó sus armas, sus cámaras y a su mujer blanca de caza has- to) fue ciertamente ardua. El cadáver había quedado encajado
ta el Jardín del Edén, mientras se preguntaba cuál sería la distan- casi milagrosamente en el tronco de un árbol sobre un pro-
cia necesaria para medir su coraje al encarar las embestidas de fundo desfiladero. Como resultado de un trabajo hercúleo, que
este alter-ego animal. incluía el modelado de la máscara mortuoria representada en
Akeley, al igual que Du Chaillu, se topó con el rastro del animal Leones, gorilas y s us vecinos (Lions, Gorillas and their Ne igh-
antes de encontrarse con él cara a cara: una pisudtt en el caso del bors, Akeley y /\keley, 1922), el cazador-artesano estaba pre-
franco-estadounidense, una huelln d1 1 l11 1111111n1 111 PI rn so de Al<eley. parado pn n 1 su próx imn cacería de gorilas dos días después
«Nunca lo olvidaré. En aqul'l lu d 111'.11 I 1 1lr1' u1111 111 11 11 11T1tll ele cuatrn
11
ele h nbc•r d h1 p r11·11d11 11 1 primer simio. n ri.trno qu e se imponía a
102 111'1
LASPROM~SAS DE LOS MONSTllUOS EL PATRIARCADO DELOSITO TEODY
sí mismo era agotador, peligroso para un hombre muy debili- rila. Su principal propósito al llevar mujeres blancas hasta la
tado por las fiebres tropicales. «Pero la ciencia es una amante región de los gorilas dependía del cumplimiento de este com-
celosa que no tiene demasiado en cuenta los sentimientos del promiso: «Corno naturalista interesado en preservar la vida sal-
hornbre. »99 La segunda incursión dio corno resultado la huida vaje, me complace hacer lo que sea necesario para que matar
y pérdida de dos machos, una hembra abatida y su asustada animales resulte menos atractivo.» 1º1 El mejor modo de reducir
cría alanceada por los guías y porteadores. Akeley y su equipo el potencial de la presa para la caza heroica era demostrar que
habían matado o intentado matar a todos los simios con los que mujeres inexpertas podrían hacer lo mismo con total seguridad.
se habían topado desde su llegada a la zona. Si la ciencia había dado ya el primer paso, las mujeres podrían
En su tercer día, Akeley tornó sus cámaras y ordenó a los ser las siguientes.
guías que lo condujeran hasta una región más practicable. Con Dos días más de caza sirvieron para que Herbert Bradley dis-
una cría, una hembra y un macho podría confeccionar un grupo parara contra un gran ejemplar de lomo plateado, que Akeley
completo, aunque no dispusiera de más especímenes. Ahora era comparó con el boxeador Jack Dernpsey, y que le serviría para
el momento de cazar con la cárnara. 100 «Casi antes de darme cuen- hacer la instalación en la Sala África del macho solitario de Kari-
ta, estaba accionando la manivela de la cámara ante dos gorilas sirnbi. Ahora era posible admitir otro grado de emoción: «Míen-
a plena luz del día, con un hermoso escenario detrás de ellos. No
creo que en ese momento me diera cuenta de estar haciendo algo 101. Akeley (1923: 226). Bradley (1922) escribió la versión de la mujer
que nunca antes había hecho» (Akeley, 1923: 221). Pero el foto- blanca de este viaje. La joven, hija de Mary Hastings y Herbert Bradley,
génico conjunto de una cría y su madre, acompañados por un se convirtió en James Tiptree Jr., el escritor de ciencia-ficción. Al pre-
pequeño grupo de gorilas, se volvió tedioso después de sesenta sentar Mundos cálidos y otros ( Warm Worlds and Otherwise, Tiptree,
metros de película, por lo que Akeley se puso de pie para poner 1975), Robert Silverberg utilizó a Tiptree (más tarde se supo que era la
doctora Alice B. Sheldon) como ejemplo de elegante escritura mascu-
en marcha una secuencia de acción. Esto resultó interesante du-
lina que había sido producida por un «auténtico» hombre. Sheldon ob-
rante al menos un rato. «Finalmente, considerando que ya tenía tuvo su doctorado en psicología experimental a la edad de cincuenta y
todo lo que podía esperarse de esta manada, torné lo que creí que dos años, y posteriormente comenzó su carrera como escritor de cien-
era un macho inmaduro. Le disparé y lo maté, y muy a mi pesar cia-ficción. Silverberg comparaba a Tiptree con Hemingway, aducien-
descubrí que se trataba de una hembra. Sin embargo, resultó ser do «que la masculinidad prevalecía sobre ambos» (Silverberg, en Tip-
un ejemplar tan grande y espléndido que mis remordimientos tree, 1975: xv). La ficción de Tiptree se inspiró profundamente en sus
viajes con sus padres naturalistas por África e Indonesia. Triptree, que
disminuyeron considerablemente» (Akeley, 1923: 222).
escribía como Racoona Sheldon cuando deseaba ser identificada como
Satisfecho con los triunfos de su pistola y de su cámara, mujer, mantuvo oculta su identidad de género «real» hasta 1976, a las
Akeley decidió que era hora de pedir al resto de su equipo, que puertas de la publicación de su primera novela, En la cima del mundo
esperaba en el campamento ladera abajo, que lo acompañaran ( Up the Walls oí the World, 1978). En ella an aliza una especie alienígena
a cazar gorilas. Estaba cada vez más enfermo y temía no poder en la cual los machos amadrinan a los jóvenes. Tanto la ficción de Tip-
cumplir la promesa que hizo a sus amigos de entregarles un go- tree como sus prácticas de publicación sirven para cuestionar el género:
hombre y m adre, científico y escritor de cien cia-ficción, mujer y autor
masculino, Tiptree se muestra a sí misma como una figura oximorónica
99. Akeley (1923: 211). La imagen de la amanto color.o en un elemento re-
que reconstruyo lns 1mbjetividades sociales más allá del pasado colonial
currente en los escritos sobre la tennr.l<lr1d cln c:ifl lll lftoor. m asculinos en
de su infonc in y d11n1rn rlc un h orizonte poscolonial de múltiples posi-
relación a las preocupacioner. d0 f¡ (l1w1 0 11111111110111111 i111nn (I<oller, 1905).
bilidnd!ln. Co111 11111 1111liul11wt:nri o, Tiptrec se suicidó junto a su anciano
100. Nesbit (19?.6); G11ool 11lln10 (1()'/ I) mmi.do 1111 11111 /, 1111 m11•11 11 1d11 Vf1íJillill.
184 IHU
LAS PROMESAS DE LOS MONSTRUOS El PATRIARCADO DELOSITO TEDDY
tras estaba acostado a los pies de un árbol, hice acopio de toda tado, se hace urgente la conservación. Pero tal vez ésta llegue
mi pasión como científico para evitar sentirme como un asesino. demasiado tarde ...
Se trataba de una magnífica criatura con el rostro de un gigante A continuación tuvo lugar el regreso a Estados Unidos y el
amistoso que no haría daño a nadie, excepto tal vez para defen- arduo trabajo para la creación de un completo refugio de gorilas
derse a sí mismo o a su familia» (Akeley, 1923: 230). Si hubiera provisto de instalaciones para la investigación científica. Akeley
tenido éxito en su malograda cacería, Victor Frankenstein po- temía que el gorila acabara extinguiéndose antes de ser debi-
dría haber suscrito estas líneas. damente estudiado por la ciencia (Akeley, 1923: 248). El cono-
La fotografía en el archivo filmográfico del Museo America- cimiento científico cancelaba la muerte; ésta sólo era definitiva
no que muestra a Carl Akeley, Herbert Bradley y Mary Hastings antes del conocimiento, un acto fallido en la historia natural del
Bradley, alzando entre todos la cabeza del gorila y su cadáver progreso. Con su salud debilitada pero con su espíritu en todo su
para ser registrados por la cámara, constituye una imagen inol- apogeo, Akeley vivió lo suficiente para regresar a Kivu y prepa-
vidable.102 El rostro del gigante muerto evoca la concepción del rar las pinturas y otros materiales destinados a la elaboración
dolor en El Bosco, con la mandíbula inferior colgando, sostenida del diorama del grupo de gorilas. Recreó entre 1921 y 1926 estos
por la mano de Akeley. El cuerpo aparece hinchado y pesado. preciosos ejemplares, confeccionando el extraordinario simio de
Mary Bradley mira sonriente hacia los rostros de los cazadores lomo plateado cuya mirada domina la Sala África. Cuando volvió
masculinos, apartando sus propios ojos de la cámara. Akeley y a Kivu en 1926, se encontraba tan exhausto por el exceso de tra-
Herbert Bradley miran directamente al objetivo con un inque- bajo al tratar de alcanzar sus metas que acabó falleciendo el 17
brantable gesto de aprobación de sus actos. Dos africanos, un de noviembre de 1926, casi inmediatamente después de que él y
muchacho y un hombre joven, están encaramados a un árbol su equipo llegasen a la ladera del monte Mikeno, «la tierra de sus
detrás de la escena, uno mirando a la cámara y otro a la comiti- sueños» (Mary J. Akeley, 1929b: capítulo XV).
va de caza. El contraste de esta mortífera escena con el diorama La ciencia de Akeley estaba dedicada, literalmente, a la pre-
que encuadra al Gigante de Karisimbi montado en Nueva York vención de la decadencia, de la descomposición biológica. Su
es absoluto; en este último, el animal vuelve de nuevo a la vida, tumba fue construida en el corazón de la selva tropical, en el vol-
esta vez de forma inmortal. cán, allí donde «todas las cosas silvestres del bosque tienen u n
Ya no había más necesidad de matar, por lo que la última refugio perpetuo» (Mary J. Akeley, 1940: 341). Mary Jobe Akeley
captura fue realizada con la cámara. «Las armas se colocaron dirigió la excavación de una cúpula de dos metros y medio en
detrás y la cámara al frente, y tuvimos la extrema satisfacción roca y grava volcánica. El nicho estaba revestido con vigas de
de ver desaparecer, sobre la cresta de una cordillera frente a madera cuidadosamente fijadas. El ataúd fue elaborado allí mis-
nosotros, a la manada de gorilas, sin rasguño alguno tras ha• mo mediante sólida caoba autóctona, y revestido con el acero
berse topado aquella mañana con los hombres blancos. Fu ~ galvanizado de las cajas destinadas a almacenar los especímenes
un final maravilloso para una maravillosa cacería de gorfütl\)> para protegerlos de los insectos y otras eventualidades. Después,
(Akeley, 1923: 235). Una vez que la dominación se ha compl<• el ataúd fue tapizado con mantas de acampada. Se colocó sobre
ln tumba una losa de cemento de tres por tres metros y medio y
cloce centímetros de esp esor, y se inscribió el nombre y la fecha
102. El Museo Americano rechazó ol 11<:1111i1m pum publicar esta foto ele la muerl'c cl t•I pndre de la caza. El cemento había sido trans-
grafía, reservándola sólo para \ WO l 11t 111no 1.! in111111 (1 niondo un temu t1111 por111do 1oclo <•I rn rnl11 0 cm lus espaldas el e los porteadores desde
sensible después de sesentll y ut•h r1111111 11
190 '"1
LASPROMl:SAS Ul 1OSMONSTHUOS EL PATRIARCADO DEL OSITO TEODY
la fuente más cercana en I<ibale, Uganda. Los hombres abando- Quiero mostrar cómo los asombrosos animales del sueño de
naron la primera carga ante los tortuosos senderos; fueron en- Akeley, cumplido al fin en la Sala África, son el resultado de tec-
viados de vuelta en un segundo intento. Alrededor de la tumba nologías específicas, es decir, de técnicas de producción de
se construyó una empalizada de dos metros y medio de altura significado.
para disuadir al búfalo y al elefante de profanar el lugar. «Der-
scheid, Raddatz, Bill y yo trabajamos durante cinco días y cinco
noches para ofrecerle el mejor hogar que podíamos construir; RELATOS VITALES
fue enterrado como creo que le hubiera gustado, con una cere-
monia sencilla y una oración» (Mary J. Akeley, 1929b: 189-190). En consonancia con las tramas argumentales frecuentes en la
La tumba quedaba así intacta, y la reencarnación del yo natural historia de Estados Unidos, es necesario que Carl Akeley (1864-
sería inmortalizada en la Sala África. En 1979, «unos asaltadores 1926) naciera en una granja de Nueva York de orígenes pobres,
de tumbas, cazadores furtivos congoleños, profanaron el lugar y pero ancestrales y vigorosos (y blancos; el único rasgo que no
se llevaron el esqueleto [de Akeley]» (Fossey, 1983: 3). hacía falta citar). La época de su nacimiento, cerca del final de la
Guerra de Secesión, supuso en numerosos aspectos un cierre y
un nuevo comienzo para Norteamérica, incluidas la historia de
11. BIOGRAFÍA la biología y las distribuciones de riqueza y clase social. Akeley
aprendió a ser autosuficiente, así como el manejo de herramien-
Para esta imagen falsa, Akeley sustituye a un tas y maquinaria, en una infancia caracterizada por el duro tra-
verdadero gorila (Osborn, en Akeley, 1923: xu).
bajo en la granja. Pasaba largas horas solo, observando y cazan-
De los dos, yo era el salvaje y el agresor
(Akeley, 1923: 216). do la fauna de Nueva York. Pero a la edad de trece años,
estimulado por un libro sobre el tema que le habían prestado,
Akeley pretendía crear una vida verdadera, una vida única. La Akeley se entregó a su vocación como taxidermista. La bibliogé-
vida en África se convirtió en su vida, su telos. Pero resulta im- nesis de su vocación parece también ordenada en conformidad
posible contar sus peripecias desde un único punto de vista. Nos con la trama. A esta edad (o a los dieciséis, según algunas versio-
en contramos con una polifonía de historias, inarmónicas entre nes), tenía ya impresa una tarjeta de presentación. Ningún chico
sí. Cada fuente destinada a contar la vida de Akeley habla con yankee podría pasar por alto la conexión entre las metas p erso-
conocimiento de causa, pero me veo obligada a comparar las nales y los negocios, aunque el joven Carl apenas creía ser capaz
distintas versiones y a presentar la historia de Akeley de un de ganarse la vida con semejante oficio. Tomó mien tras tanto
modo irónico (quizá el registro menos deseable para este asun- lecciones de pintura, ya que así podría ofrecer fondos realistas
to). Akeley quería presentar una visión inmediata; por mi parte, para los pájaros que disecaba sin descanso. Desde el principio, la
me gustaría diseccionar y hacer visible las diferentes capas de vida de Akeley había tenido un único objetivo: recuperar y re-
mediación. Pretendo mostrar al lector cómo la experiencia del presentar la naturaleza que veía. En este punto, todas las versio-
diorama surgió a partir del safari en un tiempo y espacio especí- nes de la vida de Akeley coinciden.
ficos, cómo la cámara y la pistola constituyen los conductos para A la edad de diecinueve años, después de la época de reco-
el comercio espiritual entre el hombre• y 111 1111t111·11 leza, cómo lo lección de 111 cnsochn, Akeley abandonó la granja de su padre
biografía se entrelaza a partir ril' y lrr11'1n 111111 1jlcl11 polfti co-sociu l. «con el fin d1· 11 l1111'< ·r11· n1 rns cnmpos» (Akclr.y, 1928: ·1). F.n primer
h1¡{r11·, ))11111•(11r11ll11j111 ·n11 1111 plnt·or y cl1!C01'1l(lo1· cl1 1 i1Hnl'i ores lo-
'IAO 11111
LAS PROMESAS DE LOS MOHSTRUOS El PATRIARCADO DELOSITO TEOOY
cal, cuya afición era la taxidermia; fue este hombre quien dirigió Canadá para resolver el caso. Seis carniceros de una localidad
al chico a una institución que cambiaría su vida: la Fundación cercana ayudaron con el cadáver en rápida descomposición. Lo
Ward de Ciencias Naturales en Rochester, en donde Akeley pa- que aprendió Akeley de taxidermia a partir de la experiencia
saría cuatro años y entablaría una amistad decisiva para la in- con aquel inmenso mamífero sentó las bases para sus posterio-
cipiente ciencia de la ecología, tal corno sería puesta en práctica res innovaciones revolucionarias en la confección de paquider-
en las exposiciones museísticas. La Fundación Ward proporcio- mos más ligeros, fuertes y realistas. La prensa popular siguió
naba especímenes disecados y colecciones de historia natural el monumental montaje, y el día que Jumbo fue propulsado
para prácticamente todos los museos del país. Muchos impor- post-mortem desde su propio vagón hacia la carrera, la mitad de
tantes hombres en la historia de la biología y la museología en la población de Rochester fue testigo de la resurrección.
Estados Unidos pasaron por esta curiosa institución, incluyendo En 1885, Wheeler regresó a Milwaukee para enseñar en una
a Williarn Morton Wheeler, amigo de Akeley. Wheeler cursó la escuela de secundaria, y pronto tornó una curaduría en el Mu-
carrera de entomología en Harvard; fue fundador de la ciencia seo de Historia Natural de Milwaukee. Wheeler instó a su amigo
de la ecología animal (que él denominó etología: la ciencia sobre a que fuera con él, con la esperanza de continuar sus clases y
el comportamiento de la naturaleza) y mentor de los grandes asegurar al museo las comisiones de Akeley por los especíme-
organicistas y de los filósofos sociales conservadores en la insti- nes. Los museos carecen por lo general de sus propios departa-
tución de biología y medicina de Harvard (Russett, 1966; Evans y mentos de taxidermia, aunque alrededor de 1890 la técnica de
Evans, 1970; Cross y Albury, 1978). Wheeler era por aquel enton- la taxidermia había florecido notablemente en Gran Bretaña y
ces un joven naturalista de Milwaukee formado en la «Kultur» en Estados Unidos. Akeley abrió su negocio en la propiedad de la
alemana, que comenzó a dar clases particulares al pueblerino familia Wheeler, y el naturalista y él pasaron largas horas discu-
Akeley para que éste ingresara en la Escuela Científica Sheffield, tiendo sobre historia natural, concluyendo que coincidían tanto
de Yale. Sin embargo, once horas de taxidermia al día y largas en lo relativo a las exposiciones del museo corno en sus ideas
sesiones de estudio acabaron siendo demasiado; la enseñanza sobre el carácter de la naturaleza. El credo más importante para
superior fue, por tanto, temporalmente postergada (después lo ambos era la necesidad de desarrollar el conocimiento científico
sería de forma permanente) para seguir su verdadera vocación: de todo lo animal en el conjunto de la naturaleza (es decir: eran
leer directamente del libro de la naturaleza. organicistas comprometidos). Wheeler pronto se convirtió en el
Akeley estaba decepcionado con la Fundación Ward porque director del Museo de Milwaukee y le brindó a Akeley un signi-
las exigencias empresariales no daban margen alguno para ficativo apoyo. Akeley había concebido la idea de los grupos de
mejorar la taxidermia. Sentía que los animales eran «tapiza- hábitats, y deseaba montar una serie que ilustrase los animales
dos» sin más. Mientras desarrollaba sus propias habilidades y con pelaje de Wisconsin. Su grupo completo de ratas almizcle-
técnicas (a pesar de la falta de estímulo y de dinero), tuvo la ras (1889), sin los fondos pintados, fue probablemente el primer
oportunidad de ser reconocido públicamente cuando el famoso grupo de hábitats de mamíferos del mundo.
elefante de P. T. Barnum fue atropellado en 1885 por una loco- Gracias a la recomendación de Wheeler, el Museo Británico
motora en Canadá. Barnum no quería renunciar a la fama y a invitó en 1894 a Akeley para poner en práctica su oficio en esta
las ganancias que le procuraría continun r r xh ihienclo al gigante institución mundialmente reconocida. De camino a Londres,
(muerto al tratar de salvar<.\ unn nf11 ll fl fl l1 1l11 111t1, di ce n), por lo Akeley visitó <'l Musco Field de Historia Natural de Chicago, co-
que Akeley y un co111pnílrrn 111 111•011 flll V l111 l w1 ll11m lfl ltnrlw st·c r a noció 11 1)11111111c:lr1111d1 :11iot y aceptó su oferta de preparar una
100 101
LAS PROMl:SAS UE LOS MONSTRUOS EL PATRIARCADO DEL OSITO TEOOY
amplia colección de especímenes que el museo había comprado Durante la guerra, su trabajo dio lugar a varias patentes a su
de la Fundación Ward. En 1896, Akeley llevó a cabo su primera nombre. El motivo de Akeley como inventor recorre constante-
expedición de recolección de ejemplares en África, en la Soma- mente el relato de su vida. En su listado de inventos (algunos de
lia británica, durante un viaje que abriría un nuevo mundo para los cuales permitieron un desarrollo comercial posterior), se en-
él. Éste sería el primero de sus cinco safaris a África, cada uno de cuentran una cámara cinematográfica, una pistola de cemento y
los cuales afianzó su creencia en la pureza de la vida salvaje en nuevos procedimientos en taxidermia.
extinción del continente, y la convicción de que el significado de Con el final de la guerra, Akeley concentró su energía en lo-
su vida pasaba por preservarla mediante la transformación de grar el r espaldo necesario para la Sala África. Necesitaba más
la taxidermia en un arte. En 1905 fue enviado de nuevo a África de un millón de dólares. Una gira de conferencias, artículos di-
por el Museo Field junto con Delia, su esposa exploradora/aven- versos, un libro y una promoción interminable lo pusieron en
turera/escritora, para recolectar ejemplares de elefantes en el contacto con los principales magnates del mundo de la caza de-
África oriental británica. Durante este viaje, Akeley escapó con portiva en Nueva York, pero no logró el suficiente compromiso
vida después de matar a un leopardo en un combate cuerpo a financiero. En 1921, tras asumir él mismo la mitad de los costes,
cuerpo. Akeley partió a África, esta vez acompañado de su esposa, su hija
Akeley pasó cuatro años en Chicago, en gran medida gracias de cinco años, su institutriz y la sobrina adulta de Akeley, a quien
a sus ahorros, preparando sus dioramas merecidamente famo- había prometido llevar de cacería a África. En 1923, en Nueva
sos sobre ciervos, la serie titulada Las cuatro estaciones. En 1908, York, Carl y Delia se divorciaron (un acontecimiento no regis-
y por invitación del nuevo presidente, H. F. Osborn (ansioso por trado en las versiones de su vida; Delia simplemente desaparece
ratificar su cargo con el descubrimiento de nuevas e importan- de las narraciones). Un año después, Akeley se casó con Mary L.
tes leyes científicas, así corno con el despegue en la exposición Jobe, la exploradora/cazadora/escritora que lo acompañaría has-
museística y la educación pública), Akeley se mudó a Nueva York ta su última aventura, la expedición Akeley-Eastman-Pomeroy
y al Museo Americano de Historia Natural con la esperanza de para la Sala África, que recolectó ejemplares para diez dioramas
preparar una gran colección de grandes mamíferos africanos. del Gran Salón. George Eastman, de la fortuna Eastman-Kodak, y
Desde 1909 hasta 1911, Carl y Delia recolectaron especímenes en Daniel Pomeroy, los benefactores, acompañaron al cazador-taxi-
el África oriental británica, un viaje caracterizado por una cace- dermista para recolectar sus especímenes. Eastrnan, a sus seten-
ría con Theodore Roosevelt y su hijo Kerrnit, quienes se encon- ta y un años de edad, acudió con su propio médico y realizó parte
traban cazando para el Museo Nacional de Washington. El safari del recorrido en un ferrocarril de su propiedad.
tuvo una «trastabillada» conclusión cuando Carl fue embestido En el camino a África, los Akeley fueron recibidos por el
por un elefante, lo que postergaría su sueño de dar caza a un go- conservacionista y héroe de guerra el rey Alberto de Bélgica. Se
rila. Su plan de una Sala África tomaría forma hacia 1911, y esto trataba del hijo del infame Leopoldo II, cuyo rapaz control per-
determinaría su comportamiento a partir de entonces. En la Pri- sonal del Congo con fines lucrativos fue arrebatado y entregado
mera Guerra Mundial fue ingeniero asistente civil de la Sección al gobierno belga en 1908 por mediación de otras potencias eu-
de Mecánica y Dispositivos del ejército. Se dice que rechazó un ropeas. Leopoldo II había financiado las exploraciones de Henry
ascenso con el fin de salvaguardar su libc1tacl para hablar sin St·émley en el Congo. Akeley, por su parte, es descrito como al-
tapujos sobre cualquier otro, sin lmpor1111· l'I rnrgo militar. r.1 1icn a 111 nltu rn de los grandes explora dores Stanley y Livings-
10 1w. (lPl'CI 1111111>! (1 11 rnn 10 ol hombre q1w d1o l'l•slimnnio y ayudó
102 llltl
LAS PROMESAS DE LOS MONSTRUOS EL PATRIARCADO DEL OSITO TEODY
a nacer a una nueva y «luminosa» África. El «ilustrado» Albert, inequívoca de la perfección orgánica. Literalmente, Akeley «ti-
inspirado por el punto de vista de Akeley sobre los parques na- pificó» la naturaleza: hizo que la naturaleza fuera fiel a su proto-
cionales durante una visita a Yosemite, confirmó los planes para tipo. La taxidermia trata sobre una historia única, sobre la uni-
el Parque Albert y les encargó a él y a su esposa que prepararan dad de la naturaleza, el espécimen inmaculado. La taxidermia
mapas topográficos y descripciones del área en cooperación con se convirtió en el arte más adecuado para la posición epistemo-
el naturalista belga Jean Derscheid. No había espacio en Europa lógica y estética del realismo. El poder de este posicionamien-
para un gran parque destinado a los belgas, así que se estableció to reside en sus efectos mágicos: lo que está tan dolorosamen-
uno «natural» en el Congo. Con el fin de proteger a los pigmeos te construido aparece sin esfuerzo, hallado espontáneamente,
de las fronteras del parque, éste tendría que estar provisto de descubierto, simplemente ahí con sólo mirarlo. El realismo no
un refugio para los «primitivos naturales», al mismo tiempo que parece ser un punto de vista, pero se muestra como una «mirilla
debía fomentar el estudio científico mediante el establecimiento para ver la jungla», desde donde la paz puede ser testimoniada.
de instalaciones de investigación permanentes. Después de me- La epifanía llega como un don, no como fruto del mérito o del
ses de cacerías, Carl y Mary Jobe partieron para el bosque Kivu, trabajo, manchados por la mano del hombre. Arte realista en su
el corazón del África virgen, en donde él murió y fue enterrado faceta más profundamente mágica sobre la revelación. Arte que,
«en un terreno que la mano del hombre nunca podrá alterar o por otro lado, recompensa con trascendencia el trabajo bien he-
profanar» (Mary J. Akeley, 1940: 340). cho. No debe extrañarnos que el realismo artístico y la ciencia
biológica actuaran como hermanos gemelos en la fundación del
orden cívico de la naturaleza en el Museo Americano de Histo-
TAXIDERMIA: DEL TAPIZ ALA EPIFANÍA ria Natural. También es natural que la taxidermia y la biología
dependan fundamentalmente, en una jerarquía de los sentidos,
Ante él un África transplantada se yergue:
el resultado del sueño de Akeley. de la visión; se trata de herramientas para la construcción y el
descubrimiento de la forma.
(Clark, 1936: 73).
Los ocho años de Akeley en Milwaukee, desde 1886 hasta
La visión que contemplaba Carl Akeley era la de una jungla en 1894, fueron cruciales para el desarrollo de sus técnicas, que le
paz. Su búsqueda por materializar esta visión le permitió justifi- serían de utilidad el resto de su vida. La culminación de este
carse a sí mismo sus cacerías, convirtiéndolas en una herramien- período fue la cabeza de un ciervo macho de Virginia que ganó
ta científica y artística, el escalpelo que revelaba la armonía de un el primer puesto en el primer Sportman's Show (Espectáculo de
mundo orgánico y articulado. Sigamos brevemente a Akeley a Caza Deportiva) 103 en la ciudad de Nueva York, en 1895. El juez
través de sus contribuciones técnicas a la taxidermia con el fin de
comprender mejor las historias que él necesitaba contar sobre la 103. En este punto, hacemos hincapié en la utilización de determina-
biografía de África, la historia vital de la naturaleza. dos conceptos del texto original cuya polisemia escapa a la traducción.
El término sport, habitualmente traducido como «deporte», se emplea
Se trata de un cuento sencillo: la taxidermia se convirtió en
durante el capítulo en otra de sus acepciones, refiriéndose a las acti-
un sirviente de lo «real». Los hijos artefactuales, superiores a los vidades de caza regidas por unos códigos específicos sobre el valor, la
vivos, fueron engendrados a partir de rn111 c ri11 muerta (Sofoulis, cortesía, la virilidocl, etc, de ahí que en ocasiones se haga referencia
1988). La vocación de Akeley, y s 11 n1 frltn, t11lll'lh11bo en la pro- al sport111f111 nrnt10 «Onznclor», pero también como «caballero». De igual
ducción de un oficio org11111:t.11Clo p 11 rn t 111111111 11• 111111 <•xpel'i enciu modo, 1>1 l(•rnii1111 m1111r•, c:nyn acepción principal es «juego», significa
doulro cln 1111 11 1t1111 11111 tn 1<p111r11rn o •< trofoo11, <'Jll(lll.dido como pieza obte-
104 IOb
LllS PROMESl\S DE LOSMONSTRUOS EL PATRIARCADO DEL OSITO TEDDY
de esta competición nacional fue Theodore Roosevelt, a quien de vegetación, así como un sistema de producción organizado.
Akeley no conocería hasta entablar amistad durante un safari Contrató a operarios hombres y mujeres por horas para que
por África en 1906. La cabeza, titulada «El desafío», representa- produjeran de una en una las mil h ojas necesarias para vestir
ba a un ciervo «en pleno auge de su virilidad, mientras emitía los árboles en las escenas. Charles Abel Corwin pintó los lien-
el desafiante bramido de la temporada de celo Oa llamada a un zos que sirvieron para el fondo en sus estudios en las Montañas
combate feroz)» (Mary J. Akeley, 1940: 38). La paz de la jungla no de Hierro de Michigan, donde los animales fueron capturados.
era una cuestión pasiva, desprovista de marcas de género. Akeley patentó su proceso para elaborar la vegetación, pero
La cabeza fue realizada en un periodo de experimentación otorgó derechos de libre uso para el Museo Field en Chicago.
que condujo a la producción del grupo Las cuatro estaciones, Permitió además el uso gratuito en todo el mundo de sus mé-
instalado en Chicago en 1902.1 º4 En la elaboración durante cua- todos patentados para producir maniquíes ligeros pero resis-
tro años de estos grupos de hábitats, Akeley desarrolló su téc- tentes en papel maché a partir de modelos exactos en arcilla
nica de los maniquíes, el modelado de arcilla, moldes de yeso y y moldes de yeso. La cooperación en el desarrollo museístico
constituía un valor fundamental para Akeley, quien no ganó
nida por una cacería según los códigos de la caza deportiva. En nuestra mucho dinero con su trabajo pero cuyas invenciones fueron
traducción hemos optado por simplificar la polisemia y emplear el cam- cruciales para su supervivencia económica.
po semántico del deporte, la caza o la caballerosidad según el contexto, Akeley continuó haciendo mejoras en su técnica taxidérmica a
si bien cuando nos ha sido posible hemos tratado de añadir algún tipo lo largo de su vida, y enseñó a otros importantes trabajadores, in-
de marca que resalte la pluralidad de acepciones. [N del T]
cluido James Lipsitt Clark, quien fuera el Director de Artes, Prepa-
104. Frank Chapman, del Departamento de Ornitología y Mamiferología, ración e Instalación en el Museo Americano después de la muerte
estaba trabajando en los grupos de hábitat de aves de América del Norte, de Akeley, cuando la Sala África fue finalmente construida. Pese
instalados para el público en una gran sala en 1903. En la década de 1880,
los trabajadores del Museo Británico introdujeron métodos innovadores
a que Akeley trabajaba largas horas solo, la taxidermia que él h a-
para montar aves, incluyendo la confección de vegetación extremada- bía ayudado a desarrollar no era un arte solitario. Ésta requiere
mente realista. El Museo Americano fundó su propio departamento de de un sistema complejo de coordinación y división de tareas, em-
taxidermia en 1885 y contrató a dos taxidermistas londinenses, Henry pezando por el trabajo de campo durante la caza de animales, y
Mintorn y la señora E. S. Mogridge, hermanos entre sí, para enseñar cómo culminando en el diorama final. Una escueta lista de trabajado-
montar los grupos. Joel Asaph Abel, director del Departamento de Orni- res en un proyecto cualquiera de Akeley incluía taxidermistas,
tología y Mamiferología, contrató a Frank Chapman en 1887. Chapman, la
principal figura en la historia de la ornitología estadounidense, influyó
cazadores, artistas, anatomistas y «hombres accesorios» (Mary
desde sus inicios (los años treinta) en el campo de la primatología. Los J. Akeley, 1940: 217). Las fotografías del trabajo en los estudios
grupos de aves del Museo Americano confeccionados alrededor de 1886 de taxidermia del museo mostraban a diferentes hombres (va-
fueron muy populares. «Los cazadores adinerados, en concreto, comenza- rones, usualmente blancos) curtiendo pieles, trabajando en
ron a hacer donaciones al museo.» Este punto de inflexión en sus fondos modelos de arcilla de mamíferos de tamaño considerable (in-
fue decisivo para el movimiento de conservación de Estados Unidos. El cluso elefantes) o con moldes de yeso, ensamblando esqueletos
Departamento de Ornitología y Mamiferología mejoró significativamen-
te la reputación científica del Museo Americano a fmoles de la década
y estructuras de madera, consultando la escala de los modelos
de 1800 (Kennedy, 1968: 97-104; Champan, 19?.9, 19:1:1: C:hn11man y Palmer, en la exposición planificada, haciendo labores de carpintería,
1933; folleto del Museo Field Columbio <lc1 Chírn100, liHl'.i., ~orhc Fom Sea- confecc10111111tlo lo vcr,etación de los escen arios, dibujando bo-
sons»; «The Work of Carl E. Akc.loy l11 11111 l'i1 1ld M111m11111 or Nntmal His- cct·os, r t1·. <'111 l'I< l11 l'or1110 que entre 1926 y ·1 9~6, cuando la Sala
tory», Chicago: Museo Fl11Jd, 11')?.'f)
100 IO/
LASPROMESAS DE LOS MONSTRUOS EL PATRIARCADO DEL OSITO TEDDY
África aún inacabada abrió sus puertas, el personal del proyecto jerárquica del trabajo percibida como n atural y, por tanto, pro-
empleaba aproximadamente cuarenta y cinco hombres. Pintar ductora de unidad. La unidad debe ser instaurada en el sistema
los fondos era la principal especialización artística, y los artistas mítico judea-cristiano; de igual modo que la naturaleza posee un
basaban sus panorámicas finales en numerosos estudios hechos Creador, también debe tenerlo el organismo o el diorama realis-
en los emplazamientos originales durante la recolección de es- ta. El creador debe ser concebido como algo mental, frente al
pecímenes. Sobre el terreno, el éxito de la operación residía en cuerpo que realiza una acción. Akeley trataba de no mentir en
las tareas de organización del safari, una compleja institución su trabajo; su labor consistía en contar la verdad de la n aturale-
social en donde raza, sexo y clase se unían intensamente. De- za. Había un único modo de lograr tal verdad: los designios de
sollar un animal grande podía requerir cincuenta trabajadores la mente se enclavan en los llamados de la experiencia. Todo el
durante varias horas. Las fotografías, el registro de imágenes en trabajo debía ser hecho por hombres que cazaran y estudiaran
movimiento, las máscaras mortuorias, las extensas mediciones in situ porque «de otro m odo, la exposición es una farsa y colo-
anatómicas, el tratamiento inicial de la piel y los bocetos mante- carlo en una de las principales instituciones educativas del país
nían ocupados a los trabajadores de campo. La elaboración del sería prácticamente un crimen» (Akeley, 1923: 265). Una mente
diorama moderno implicaba el trabajo de cientos de personas única inspiraba una experiencia colectiva: «Si una sala de ex-
en un sistema social que comprendía estructuras de habilidad y posiciones debe acercarse a su ideal, su programa debe ser el
liderazgo a escala mundial. de una mente maestra, cuando en realidad es el resultado de la
¿Cómo puede un sistema así confeccionar una biografía uni- interacción de muchas mentes y manos» (Akeley, 1923: 261) . La
ficada de la naturaleza? ¿Cómo es posible referirse a la Sala Áfri- «mente» es, en cierto modo, espermática.
ca de Akeley cuando ésta fue construida después de su muerte? Pero, más que nada, esta manera de contar una historia real
A nivel ideológico, la respuesta a estas cuestiones conecta con la se basa en la selección de animales individuales, la formación
concepción dominante del organicismo: una jerarquía orgánica de grupos de especímenes «prototípicos». ¿Cuál era el significa-
concebida como el principio estructurador de la naturaleza. Clark do de «prototípico» para Akeley y sus contemporáneos en los
destacaba la importancia de la «Composición artística», y descri- departamentos de biología del Museo Americano de Historia
bía el proceso corno una «recreación» de la naturaleza basada en Natural? ¿Cuáles son los contenidos de tales historias, y qué hay
los principios de la forma orgánica. Este proceso requería una que hacer para ver estos contenidos? Con el fin de obtener una
base de «experiencia personal», preferiblemente la presencia respuesta, hemos de acompañar a Carl Akeley sobre el terreno
real en África, en el lugar en donde el animal vivió y murió. Con y verlo seleccionar los animales para la exposición. No debemos
frecuencia se piensa que las artesanías técnicas estaban subordi- exagerar la concentración de Akeley a la hora de encontrar el
nadas a la idea artística dominante, que en sí misma estaba arrai- espécimen, grupo o escena prototípicos. Pero ¿cómo podía sa-
gada de manera autoritaria en la propia vida natural. «Este tipo ber qué era lo prototípico, o si determinado estado de existencia
de cosas deben ser sentidas, absorbidas y asimiladas y, más tarde, era realmente cierto? Este problema había sido fundamental en
con comprensión y entusiasmo, entregadas paulatinamente por la historia de la biología; un intento de solucionarlo se halla en la
el creador[... ]. Por lo tanto, nuestros grupos están a menudo con- Sala África.
cebidos en la misma guarida de los animales» (Clark, 1936: 71). En primer 11tgAr, el concepto incluye la noción de perfección.
Los credos del realismo y el 0 1w 11lici s nw se inl'errelacionan; T.a gran jintl'tt 111111'110 1•n el grupo de charcas en la Sala África fue
ambos constituyen sisl'emt1s d1 1 01•¡111 11 lw l'l1'll1 :wl{t'1n una división el r csul111dn d1· 111111 1·111·11rfu en 1921· de muchas jornadas de du-
10A 11111
LAS PROMESAS DE LOSMONSTRUOS EL PATRIARCADO DEL OSITO TEDDY
ración. Varios animales fueron desechados por ser demasiado nas y arriesgar el éxito de la empresa entera para encontrar a la
pequeños o por no presentar una tonalidad lo suficientemente hembra perfecta. Existía la representación de un animal que de
llamativa. Recordar los trofeos obtenidos por anteriores cazado- algún modo constituía la encarnación del gorila o del elefante.
res minaba el orgullo propio cuando se capturaba un espécimen Este tono particular de perfección sólo podía ser escuchado en
de menor tamaño en las escasas manadas de jirafas de una natu- la escala de lo masculino. Se componía de cualidades físicas y
raleza africana cada vez más mermada. Cuando por fin lograron espirituales concebidas corno auténticas por el científico-artista
capturarla haciendo gala de una sorprendente habilidad y auda- en la plenitud de su exp eriencia directa. La perfección estaba
cia, los detalles de su conservación y recreación fueron descritos marcada por medidas cuantitativas exactas, pero aún más por
con afecto y minuciosidad. la vitalidad viril conocida por el científico-cazador mediante su
De forma semejante, el objetivo central del safari durante comunión visual. La perfección se establecía mediante relacio-
dos años enteros (de 1910 a 1911) fue la caza de un gran elefante nes naturales de parentesco: prototipo, clase y familia definidos
macho. A pesar de contar con un imponente tamaño, se rechazó mutua y seminalmente entre sí.
un ejemplar simplemente por sus colmillos asimétricos. El ca- Akeley cazaba con la intención de formar una serie o un gru-
rácter, así corno la apariencia física, era fundamental a la hora po, no sólo muestras individuales. ¿Cómo supo cuándo debía de-
de juzgar la idoneidad de la presa. Una actitud cobarde obligaría jar de cazar? Dos grupos muestran sus criterios de unificación: el
a descartar a la bestia más fascinante y proporcionada. Lo ideal grupo de gorilas capturados en 1921 y el grupo original de cua-
era que la muerte tuviera lugar en un acto de deportividad. La tro elefantes, montados por el propio Akeley después del safari
perfección se intensificaba si la caza sucedía en igualdad de con- de 1910y 1911. Akeley disparó en cierta ocasión a un gorila cre-
diciones. Había, por tanto, una jerarquía en las presas en fun- yendo que era una hembra, pero descubrió que se trataba de un
ción de la especie: leones, elefantes y jirafas estaban muy por macho joven. Esto lo desconcertó, puesto que pretendía matar el
encima de los asnos salvajes o del antílope. El gorila representa- menor número de animales posible, y creía que la familia natural
ba el logro supremo, casi la definición exacta de perfección en el de gorilas no contenía más de un macho. Cuando, posteriormen-
corazón del Edén durante el momento originario. La perfección te, contempló una manada formada por varios machos y hem-
era inherente al propio animal, pero la perfección en un sentido bras, dejó de cazar aliviado, confiando en que podría contar la
pleno se situaba en el encuentro entre el animal y el hombre, verdad a partir de los especímenes disponibles. Además, la foto-
en el momento de una visión perfecta, de un renacimiento. La grafía de Akeley del grupo original de cuatro elefantes mostraba
taxidermia era el oficio que evocaba esta experiencia plena. El inconfundiblemente a una familia ideal. Como unidad biográfica
realismo constituía el mayor logro del arte artificial de la memo- de la naturaleza, el grupo reproductivo ostenta un estatus moral
ria, un triunfo retórico crucial en la fundación de la ciencia de y epistemológico capaz de referir la verdad.
Occidente (Fabian, 1983: 105-141). La memoria constituía, por Akeley quería ser artista y científico. Tras renunciar a su plan
tanto, el arte de la reproducción. inicial de obtener un título en la Escuela Científica Sheffield, de
Existe otra cualidad esencial para alcanzar la expresión per- Yale, y convertirse luego en escultor profesional, combinó arte y
fecta en el animal prototípico: éste debe ser un macho adulto. ciencia mediante la taxidermia. Como este arte requería que él
Akeley describe la caza de muchas hembras pequeñas, cómo también fuera un escultor, contó algunas de sus historias en es-
cuidó de sus pieles y de otros dcttt llrH dc 1 111 t'N:onstrucción gra- tatuas de hro111 ·11, ndcmás de en dioramas. Su criterio era seme-
cias a sus habilidades. Pero 1111111·11 !111 1 11111 11111111·10 Pmplcar somo· juntc: Alwl11y l1 111f11 11l\ll' hü s histori.as que contar, pero todas ellas
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LAS PROMESAS DE LOSMOllSTRUOS El PATRIARCADO DEL OSITO TEDDY
expresaban la misma visión crucial de un escenario amenazado tiempo que esta visión particular era mostrada como la totali-
y en extinción. En su determinación por esculpir al «prototípi- dad de los hechos (Kennedy, 1968: 204). Pero Akeley fue técnica
co» león alanceado por los nandi, Akeley utilizó como modelo y espiritualmente un maestro en el perfeccionamiento del ojo
numerosos dibujos, fotografías y «una selección prototípica de de la cámara. La taxidermia no estaba alzada en armas contra
negros americanos que utilizaba para asegurarse figuras perfec- el futuro del medio fílmico, sino que congelaba el fotograma de
tas» (Johnson, 1936: 47). La variedad de la naturaleza tenía un una comunión visual mucho más intensa para ser consumada
propósito: alcanzar el descubrimiento del prototipo más perfec- en imágenes virtuales. Akeley ayudó a producir el armazón (y el
to de cada especie en la vida salvaje, incluidos los seres huma- armamento) que avanzaría hacia el futuro.
nos al margen de la «civilización».
Además de la escultura y la taxidermia, Akeley perfeccionó
otra herramienta narrativa: la fotografía. Todos sus instrumen- FOTOGRAFÍA: CAZANDO CON LA CÁMARA
tos narrativos se basaban principalmente en la visión, pero cada
Las armas se han transformado en cámaras en
uno captaba y retenía manifestaciones de la historia natural esta comedia formal, el safari ecológico, porque
ligeramente distintas entre sí. Como arte visual, la taxidermia la naturaleza ya no es lo que siempre había sido:
ocupaba para Akeley un punto intermedio entre la escultura y algo de lo cual la gente necesitaba protegerse.
Ahora la naturaleza (domesticada, amenazada,
la fotografía. Tanto una como otra constituían medios subordi- frágil) necesita ser protegida de la gente. Cuando
nados al cumplimiento de la escena taxidérmica final. Pero la sentimos miedo, disparamos. Pero cuando senti-
fotografía también representaba el futuro, mientras que la es- mos nostalgia, hacemos fotos (Sontag, 1977: 15).
cultura hacía referencia al pasado. La práctica fotográfica de
Akeley estaba suspendida entre el contacto manual de la escul- Akeley y sus compañeros temían por la desaparición de su mun-
tura, que producía un conocimiento de la vida en los fraternales do, de su universo social, a causa de la nueva inmigración poste-
discursos de la biología organicista y el arte realista, y el contacto rior a 1890 y la disolución resultante de la vieja e «higiénica»
virtual de la cámara, que había regido nuestra comprensión de la América imaginaria preindustrial. La civilización parecía una
naturaleza desde la Segunda Guerra Mundial. El siglo x1x produ- enfermedad en forma de progreso tecnológico y de vasta acu-
jo obras maestras de animales en bronce habitando los museos mulación de riqueza en la práctica del capitalismo monopolista,
del mundo. La taxidermia de Akeley de principios del siglo xx, llevada a cabo por los cazadores acaudalados que actuaban
aparentemente tan sólida y material, se ofrece como un breve como benefactores del museo y patrocinadores de la Sala África
segmento temporal congelado en la encarnación del arte y la de Akeley. Los directivos del Museo Americano temían por su
ciencia, antes de que la cámara pudiera técnicamente pervertir salud; es decir: su virilidad estaba en peligro. Theodore Roose-
su singular sueño en una realidad fílmica polimórfica, absurda- velt conocía la cura para este malestar histórico específico: el
mente íntima, que damos por sentada. Los críticos acusan a la verdadero hombre es el auténtico cazador ceñido a los códigos
taxidermia de Akeley, así como a la costosa política del Museo de la caballerosidad. Cualquier ser humano, independientemen-
Americano para la construcción de grandes salas de exposición te de su raza, clase y género, podía participar espiritualmente en
en los años anteriores a la Segunda Guerra Mundial, de consti- el estado moral de la san a virilidad en democracia, incluso si
tuir un armazón contra el futuro, o tl1 ll11IH r flj1:1clo en pieclni,
1 1 únicarncn l c1 11 nos pocos (anglosajones, heterosexuales, protes-
literalmente, el modo de vrr 1111 111oi111• 111 0 ltl•ll c'lrh.:o, al mi ::in10 tn ntcs, 1101111>1·1'11 lísln 1mcnte robustos y econ ómicamente aco-
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LASPROMESAS OE LOS MOllSTRUOS EL PATRIARCADO DELOSITO TEODY
formas. Desde aproximadamente 1890 hasta la década de 1930, War en el conjunto de carreras denominado Triple Corona, en
el Museo constituyó un vasto programa público de educación e 1920; además, la innovadora lente del teleobjetivo de su cámara
investigación para producir potentes experiencias que permitie- captó la batalla de los pesos pesados Dempsey contra Carpentier.
ran inducir el fecundo estado de la virilidad. El Museo, a su vez, La primera prueba de la cámara de Akeley sobre el terreno tuvo
supuso el producto ideológico y material de la vida caballerosa y lugar en la selva Kivu, en 1921. En pocos días, Akeley disparó a
deportiva. Como Mary Jobe Akeley sabía, «[el auténtico cazador sus primeros gorilas tanto con la pistola como con la cámara:
deportivo] ama a su presa como si fuera un padre para ella» (M. él mismo vio en aquella experiencia la culminación de su tra-
J. Akeley, 1929b: 116). Carl Akeley creía que la máxima expre- yectoria vital. Galardonado por su invento con la medalla John
sión de caballerosidad y deportividad consistía en cazar con la Price Wetherhill del Instituto Franklin en 1926, Akeley triunfó
cámara: «Además, de acuerdo con cualquier concepción de la orgullosamente ese año gracias a la filmación del león africano
caza deportiva (la destreza, la ·audacia y la resistencia para so- alanceado, justo en el mismo safari en el que George Eastman
breponerse a las dificultades), la caza con la cámara requiere de Rochester, de la fortuna Eastman-Kodak, participaba como
una doble dosis de hombría que la caza con armas» (Akeley, ca-patrocinador y cazador-coleccionista.1º5
1923: 155). El verdadero padre de la caza ama la naturaleza a El trabajo de Akeley está surcado por la ambigüedad entre
través de la cámara; a través de ésta adquiere el doble de hom- el arma y la cámara. Estamos ante una figura de transición en
bría, mientras que los «hijos» permanecen en la imagen perfecta la imagen occidental de África, que va de lo más oscuro a lo más
fijada por el objetivo. El ojo es infinitamente más potente que la claro, de una naturaleza que provoca el temor masculino a otra
pistola. Pero ambos dejan en evidencia (reproductivamente ha- necesitada de cuidados maternales. Aún faltaba medio siglo
blando) a la mujer. para la imagen de la mujer científica y madre de simios huér-
Durante el primer safari de Akeley, en 1896, las cámaras fue- fanos, popularizada por la revista y las películas de la Sociedad
ron un estorbo prácticamente inútil, incapaces de capturar el National Geographic en la década de los setenta. Con Akeley, la
objetivo de la cacería: la vida. Según Akeley, los primeros caza- virilidad se ponía a prueba a sí misma ante el miedo, incluso
dores importantes en África que utilizaron cámaras aparecie- cuando el anhelo por una selva en paz mantenía el dedo en el
ron alrededor de 1902, empezando por Edward North Burton. gatillo lo suficiente para tomar la foto, e incluso cuando creció
Los primeros libros, como el de Burton, se basaban en fotogra- la certeza intelectual y mítica de que la auténtica bestia salva-
fías fijas; las imágenes de la vida salvaje en movimiento, debido je en la selva era el ser humano (en concreto, el ser humano
en gran medida a la propia cámara de Akeley, no se lograron industrializado). George Eastman, el ejemplo de empresario
antes de los años veinte. En su safari al este de África entre 1910 industrial en el terreno con Akeley, constituía una muestra
y 1911, con el mejor equipo disponible en la época, Akeley in- empírica del temor del monopolio capitalista a la decadencia
tentó filmar al león alanceado por los nandi. Su fracaso, debi- social (mucho más que a la muerte). El relato dibuja a un East-
do a cámaras inadecuadas y descrito con una gran intensidad man septuagenario que obtiene un primer plano fotográfico a
emocional, lo llevó durante los siguientes cinco años a diseñar la tan sólo seis metros de un rinoceronte a la carga, dirigiéndose
cámara Akeley, ampliamente utilizada por el Cuerpo de Señales h acia su cazador blanco cuando éste disparaba el arma, mien-
del Ejército durante la Primera Guerra Mundi1:11. Formó luego la tras el médico personal observa la escena. «Con esta aventura,
Compañía de Cámaras Akeley pan1 flf• :-i11 1·mll11r 1l ll invento, que
recibió su bautizo civ il ul flln111r 111 vl1•1111•l11 tl1•I rnlJttll o Man o'
105. Mmy , f J\ltnlny (1'1'..l.'1h: 127·130; 1910: 115).
?06
LAS PROMESAS DE LOS MONSTRUOS EL PATRIARCADO DELOSITO TEDDY
Mr. Eastman comenzó a disfrutar a fondo de África[ ... ]» (Mary hacerlo, a menos que en ese momento sea víctima de incli-
J. Akeley, 1940: 270). naciones suicidas» (Akeley, 1923: 197). Akeley escribió estas
Incluso a nivel meramente físico, «para alguien familiari- palabras antes de haber visto un gorila salvaje. ¿Cuáles eran
zado con los viejos diseños de cámara, la Akeley se parecía los límites del coraje? ¿Cuánta protección necesitaba la natu-
tanto a una ametralladora como a una cámara» (Akeley, 1923: raleza o el h ombre? ¿Y si el gorila nunca atacaba, incluso si
166). Akeley dijo que se había propuesto diseñar una cámara era provocado? ¿Y si el gorila era un cobarde (o una hembra)?
«con la que puedas apuntar [...] con la misma facilidad con la ¿Quién estaba realmente amenazado en el drama de la his-
que puedes disparar con una pistola» (Akeley, Ibíd.). Disfru- toria natural durante las primeras décadas de presencia del
taba contando una y otra vez la historia apócrifa de los siete monopolio capitalista en África y América?
alemanes que se entregaron por error ante un estadounidense Consciente del potencial perturbador de la cámara, Akeley
cuando se toparan de frente con una Akeley. «La diferencia se opuso a las falsificaciones. Embalsamó el elefante Jumbo
fundamental entre la cámara de cine Akeley y las demás es un de Barnum, pero no quería participar de aquel arte popular
dispositivo panorámico que permite girarlo completamente, estadounidense que con tanto éxito había cultivado el gran
como si se tratara de una pistola giratoria, siguiendo la línea magnate del circo: el fraude (Harris, 1973). Sin embargo, éste
natural de visión» (Akeley, 1923: 167). Akeley bromeaba con se extendía sin remedio en la temprana fotografía de la vida
un conocido juego de palabras sobre la invasión penetrante y salvaje (y en la fotografía antropológica). En concreto, Akeley
fatal de la cámara, al llamar a una de sus máquinas «El Gori- asistió a las manipulaciones de la naturaleza de hombres sin
la». «"El Gorila" había tomado noventa metros de película del escrúpulos con el objetivo de contar la historia de un África fe-
animal, que nunca antes había sido retratado vivo en su hábi- roz y salvaj e, lo que se vendería con facilidad en los emporios
tat natural por ninguna otra cámara [... ].Yo estaba satisfecho cinematográficos de Estados Unidos. La taxidermia siempre
(más satisfecho de lo que un hombre debería estarlo), por lo había amenazado con pasar del arte al engaño, de la vida a
que me recreé en aquella sensación». 106 una muerte tapizada como vulgar trofeo de caza. La fotografía
El taxidermista, convencido de la tranquilidad esencial del también estaba llena de filisteos capaces de corromper el pro-
gorila, se preguntaba cuánto debía dejar aproximarse a un yecto entero de la naturaleza, las condiciones del Museo en su
macho a la carga antes de abandonar la cámara para sacar trabajo educativo a principios del siglo xx. El Museo constituía
la pistola. «Espero tener la valentía suficiente para permitir un entretenimiento público (lo que hizo que los administrado-
que un gorila, aparentemente en actitud ofensiva, se acerque res presbiterianos se resistieran a abrir los domingos duran-
a una distancia razonable antes de disparar. Dudo en este mis- te la década de 1880, a pesar del gran potencial educativo de
mo momento sobre qué considero una distancia razonable. este día para los nuevos católicos inmigrantes, que trabajaban
Me sentiría muy satisfecho si pudiera obtener una fotografía seis días a la semana); pero el entretenimiento sólo tenía valor
a seis metros. Estaría orgulloso de mi valor si fuera capaz de si servía para comunicar la verdad. Por tanto, Akeley alentó
mostrar una fotografía a tres metros, pero no creo que pueda una asociación entre el Museo Americano y los fotógrafos de
la vida salvaje Martín y Osa Johnson, que parecían dispues-
106. Akeley (1923: 223-224). Akeley reconoció In u lilidad que podía ofre- tos y lo sufi cientemente capacitados para producir películas
cer el teleobjetivo de su cámara pnm lo11111111opt'l loqnu por hacer «imáge· populares q111• 1;u1Hnsen la historia de la paz en la jungla. En
nes en movimiento do n.ntivoo p10011d111111111 11 11 p 11h111:1 1ncivllbmdos oin un foll<•lo d11 1'1 1.:l p11nt el Museo Americano, Johnson declaró
que se percatarnn11 (Alwlny, 11W'I 1ti11)
'ºº 'º'
lASl'~OML SAS UE LOS MONSTRUOS EL PATRIARCADO DEL OSITO TEDDY
que «La cámara no puede ser engañada, por lo tanto posee un yos libros y películas registrarían con tanta exactitud (junto
enorme valor científico» .1º7 con la obra de Tarzán) el dilema de la virilidad a principios del
El entretenimiento estaba interrelacionado con la ciencia, siglo xx. El poema de Lewis Carroll La caza del Snark anticipa
el arte, la caza y la educación. Las estafas de Barnum ponían paródicamente la revelación de hombres como Johnson, Lon-
a prueba la astucia, la perspicacia científica del observador, don y Akeley:
en una república en la que cada ciudadano tenía en su mano
la posibilidad de descubrir la desnudez del emperador y sus En un momento he visto lo que hasta ahora ha estado
oculto en un absoluto misterio
incoherencias. Esta democracia de la razón siempre tuvo algo y ahora te daré, libremente y sin cargo adicional,
de peligrosa. Existe una tradición de participación activa en el una lección de historia n atural.
corazón de la ciencia de Estados Unidos que hace que los re- (Carroll, 1971: 225)
latos sobre la naturaleza estén siempre a punto de estallar en
forma de políticas populares. La historia natural puede ser, y lo De 1908 a 1913, Johnson puso en funcionamiento cinco pro-
ha sido a veces, un medio para la esperanza ante el cambio de ductoras cinematográficas en Kansas. Osa y él viajaron a ubica-
milenio y la agitación pública. El propio Akeley es un excelente ciones aún misteriosas e inexploradas para filmar la «vida nati-
ejemplo de hombre hecho a sí mismo que aprovechó los recur- va»: Melanesia, Polinesia, Malakula, Borneo y la Kenia colonial.
sos míticos de la visión honesta del hombre independiente, el En 1922, los Johnson pidieron la opinión de Akeley de su nueva
llamamiento para experimentar un testimonio por uno mismo. película, Tras la pista de los animales salvajes africanos (Trailing
Él vio directamente al Gigante de Karisimbi. La cámara, una African Wild Animals). Akeley estaba encantado, y el Museo fun-
máquina eminentemente democrática, había sido crucial en la dó una compañía especial para financiar a los Johnson en un safa-
elaboración de relatos en la biología. Su control ha eludido al ri cinematográfico de cinco años por África. Tenían planeada una
profesional y al moralista, al científico oficial. Con Martín J ohn- película sobre las «Crías africanas»: «Mostrará crías de elefantes,
son, sin embargo, Akeley esperaba haber encontrado al hom- de león, de cebra, de jirafa, y bebés negros [... ] revelando que en
bre capaz de domesticar el entretenimiento especular y conse- los animales salvajes los juegos y los cuidados maternos son una
guir, de este modo, la mejora social prometida por la ciencia. peculiar e interesante faceta de la vida.» 1º8 La vida humana afri-
En 1906, Martín Johnson embarcó junto con Jack London cana ostenta el estatus de vida salvaje en la Era de los Mamíferos.
en un viaje de dos años por los Mares del Sur. El barco, el Se trataba de una lógica «proteccionista»: la justificación definiti-
Snark, representaba una especie de Beagle para el fotógrafo. va para la dominación. He aquí una crónica de la paz de la selva.
Difícilmente podían haber elegido un mejor nombre para una Los Johnson también proyectaron un gran largometraj e de
embarcación encargada de transportar a dos aventureros cu- animales. El museo alabó tanto los valores comerciales como los
educativos. Osborn estaba entusiasmado: «El doble mensaje de
este tipo de fotografía es, en primer lugar, que pone la influencia
107. Octubre de 1923, prospecto, Museo Americano de Historia Natural; ética y estética de la naturaleza al alcance de millones de personas
Johnson (1936); Mary J. Akeley (1929b: 129; 26 de julio de 1923, memorán-
[... ].En segundo lugar, difunde la idea de que nuestra generación
dum de Akeley sobre la Expedición Filmográfica Martin Johnson, mi-
crofilms 1114a y 1114b). Las películas de los John non Nnn Simba, realiza- no tiene derecho a destruir lo que pueden disfrutar las generado-
da en la expedición Eastman-PomNoy, y '() 11lt11(1 /\l 11tw 1 Wild Animals.
La película Camlibal of tbf' Stm th .' t'1•111ll1n1 11111111111 Vt'11H111 f' l tbrilleJ'dC 108. Oc ll1h1n, lllí'' I (p1onp1 c lo del Museo Americano de Historia Natural,
Osa Johnson (1940) r.ohm 111111 vlcl1111 1nic:rnnt111 1111111)
200 ?Otl
LASPROMESAS DELOS MOllSTRUOS ELPATRIARCADO DEL OSITO TEDOY
nes futuras.» 1º9 Johnson confiaba en que su enfoque, basado en sión para un aspecto de la realidad continuamente mermado. La
combinar verdad y belleza sin engaños, sería, en última instancia, imagen y lo real se definen mutuamente, ya que en la cultura del
comercialmente superior, al mismo tiempo que científicamente capitalismo tardío la realidad toda desea convertirse en imagen
preciso. «No hay límites para el dinero que puede recaudarse[ ...]. para su propia seguridad. La realidad está asegurada, certifica-
Mi experiencia anterior, mis conocimientos sobre el mundo del da, por la imagen, y no hay límites para la cantidad de dinero
espectáculo, unido al conocimiento científico que he absorbido que puede recaudarse con ello. La cámara es sup erior a la pistola
posteriormente y al maravilloso equipo fotográfico [...] me per- por controlar la temporalidad; de igual modo, los dioramas de
miten asegurar que este Gran Largometraje va a producir más Akeley, con su visión fotográfica, el toque del escultor y la soli-
dinero del que se haya puesto nunca en circulación, pues no dez de la taxidermia, versaban sobre el fin del tiempo (Sontag,
hay duda de que será el último gran largometraje que se haga 1977).
sobre África, y será tan espectacular que no correremos el pe-
ligro de que otra película similar compita con él. Por todo ello,
producirá ingresos de por vida.» 11 º África siempre había pro- 111. CONTANDO HISTORIAS
metido oro.
La ciencia «a simple vista» defendida por el Museo Ameri- La sintética historia contada hasta aquí ha bebido de tres fuentes
cano se adaptaba perfectamente a la cámara, definitivamente principales y de muchas otras de menor relevancia. Contar una
superior al arma a la hora de poseer, producir, conservar, con- vida de forma sintética silencia los tonos inarmónicos que sur-
sumir, vigilar, apreciar y controlar la naturaleza. La ideología gen entre las distintas versiones. La biografía singular, la unidad
estética de Akeley, centrada en producir realismo, era parte de lograda por la Sala África, puede ser desenmarañada para atar
su esfuerzo por suturar las profundas brechas abiertas en un sus cabos en un imaginario relato heteroglósico de la naturaleza
yo amenazado. Producir una imagen exacta permite protegerse aún por escribir. Tal historia polifónica aguarda por una historia
contra la desaparición, canibalizar la vida hasta que acabe con- social que la sustente. Para indagar más profundamente en el
virtiéndose, de forma certera y permanente, en una imagen es- tejido de significados y m ediaciones que hacen posible la expe-
pecular, un fantasma. La imagen detenía la descomposición. Por riencia del espectador de los dioramas de la Sala África, me gus-
eso mismo, la fotografía de la naturaleza es tan hermosa y llena taría desentrañar las fuentes del mayor acontecimiento en la
de religiosidad (poderoso indicio de un futuro apocalíptico). La vida de Akeley: la embestida de un elefante en el África Oriental
estética de Akeley combinaba lo instrumental y lo contemplativo Británica, en 1910. Este acontecimiento me permitirá desarrollar
en una tecnología fotográfica que suponía una suerte de transfu- mi relato sobre las estructuras y funciones de la biografía en la
construcción de un orden de primates durante el siglo xx, con sus
multiformes jerarquías de raza, sexo, especie y clase. ¿Qué histo-
109. Octubre, 1923 (con la aprobación de Osborn, Museo Americano de rias aparecen y desaparecen en la red de prácticas sociales que
Historia Natural, microfilm 1114a).
constituyen el Patriarcado del Osito Teddy? Las cuestiones sobre
110. Martín Johnson (26 de julio de 1923, borrador del prospecto, micro· la escritura de autor, impuestas por las prácticas de publicación
film 1114a). La expectativa de que una película (Simba), realizada en la y en relación al trabajo no acreditado (nunca se llega a ser el pa-
década de los años veinte, supusiera el último espectáculo de la vida
salvaje resultó una maravillosa declnrnr.ión rl<' q110 ln nnturaleza existía,
dre de la pr0.s11}, conforman mi relato. 111
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LAS PROMESAS OE LOS MOtlSTRUOS El PATRIARCADO DEL OSITOTEDDY
112
LAS PROMESAS DE LOS MONSTRUOS EL PATRIARCADODEL OSITO TEDDY
La apariencia física de los libros constituye por sí misma él y a Delia, a pesar de que dispararon a su cabeza alrededor de
una elocuente historia. El sello de aprobación de personalidades trece veces cada uno . En este capítulo, el taxidermista aparece
como H. F. Osborn a través de un solemne prefacio, la presen- cazando junto a su mujer, ambos retratados como iguales. No
cia de hermosas fotografías, una casa editorial preocupada por oculta, por su parte, los episodios que podrían parecer sórdi-
acaudalados cazadores ... Todos estos son elementos que confor- dos o plagados de bravuconería; al contrario, su «nobleza natu-
man la autoría de los libros. Las portadas funcionan como ico- ral» baña todas estas anécdotas, particularmente destinadas a
nos ortodoxos: la historia entera puede ser leída en ellos. En Leo- una audiencia de posibles benefactores para la Sala África, que
nes, gorilas y sus vecinos (Lions, Gorillas and their Neighbors), podrían imaginarse a sí mismos disparando en una expedición
publicado para jóvenes, la portada muestra a un envejecido Carl de caza mayor por África.
Akeley en su estudio, mirando fijamente a los ojos de una más- Su encuentro casi fatal con un elefante tuvo lugar cuando
cara mortuoria en yeso del primer gorila con el que se topó. La Akeley salió sin Delia a tomar unas fotografías, llevando consigo
madurez en el encuentro con la naturaleza es anunciada así. Por «raciones para cuatro días, pistoleros, porteadores, técnicos de
su parte, el libro La naturaleza salvaje revive (The Wilderness cámara, y así hasta quince hombres en total» (Akeley, 1923: 45).
Lives Again), biografía que resucitó a Carl a través de la autoría Estaba siguiendo la pista a un elefante cuyo rastro estaba aún
vicaria de su esposa, muestra en la parte frontal a un joven Carl muy fresco, cuando de repente se percató de que el animal se
con los brazos y las manos vendadas, de pie frente a una tienda estaba girando directamente hacia él:
de campaña y junto a un leopardo muerto, suspendido por sus
Desconozco cómo se produjo la advertencia [... ]. Sólo sé que,
patas traseras. El pie de página reza: «Carl Akeley, cuando aún cuando levanté mi arma y di media vuelta, traté de tirar del
era un veinteañero, estranguló hasta la muerte a ese furioso leo- cierre de seguridad hacia adelante. Éste se negó a ceder [...]. Mi
pardo herido con sus manos desnudas, mientras éste lo atacaba siguiente recuerdo es el de un colmillo directo a mi pecho. Lo
con intención de matarlo.» agarré con la mano izquierda, el otro con la derecha, y balan-
ceándome sobre ambos fui a caer de espaldas al suelo. Este ba-
La historia de Akeley sobre su encuentro con el elefante lanceo entre los colmillos fue algo automático. Era el resultado
que lo embistió está en un capítulo titulado «Amigos y enemi- de haber imaginado numerosas veces, mientras seguía un ras-
gos de los elefantes». Las lecciones de moral impregnan todo el tro, que yo mismo era atrapado por la estampida de un elefan-
te, planeando qué hacer en ese momento. Una muy provecho-
capítulo, principalmente aquéllas sobre la ignorancia humana sa planificación, por otra parte: estoy convencido de que si un
ante los grandes animales (en parte porque los cazadores sólo hombre imagina una crisis de este tipo y prevé cómo actuar,
buscan marfil y trofeos, de modo que su conocimiento se limi· hará de manera automática, cuando la ocasión sobrevenga, lo
que tenía previsto [... ] El elefante dirigió sus colmillos al suelo,
taba al rastreo y a dar muerte a los animales, no a sus vidas y a cada uno de mis flancos (Akeley, 1923: 48-49).
costumbres), al mismo tiempo que se daba buena cuenta de
la diferencia marcada por Akeley (debido a su especial cerca- Akeley cuenta que estuvo inconsciente durante horas y sin
nía con la naturaleza, encarnada en los magníficos elefantes). que nadie se atreviera a tocarlo, porque sus hombres pensa-
Akeley fue testigo de cómo dos elefantes ayudaron a un compa· ban que estaba muerto, y provenían de tribus que se negaban
ñero herido a escapar del escenario de la masacre, lo que ins a tocar un cadáver. Cuando volvió en sí, gritó hasta conseguir
piraría una de las estatuas de bron ce clcl tnx idermista. Pero (•I llamar su atención. Akeley cuenta que para entonces se había
lector también ve a Akeley fahrirn11do 111111111Ps11 el ocho plazas .informado 11 111 sPílorn Akeley, en el campamento base, quien va-
con las orejas de un cs pc\: lill('ll d( 1 1111'1 11111 1 q111• rnsl los mntu 11 licntenw11l (1 1111 1111(11111 op(•rut·ivo de resca te en mitad de la no che
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LAS PROMESAS DE LOS MONSTRUOS EL PATRIARCADO DEL OSITO TEDDY
contra la voluntad de los guías, a quienes había perseguido has- verdadero significado: los relatos de un hombre puro para quien
ta sus chozas para obligarlos a cooperar. Éstos la advirtieron de los peligros durante la persecución de una noble causa lo ponen
los peligros de viajar de noche a través de la maleza, pero eso en comunión con la naturaleza a través de las bestias que mata.
no impidió que Delia lograra llegar hasta el lugar del accidente Esta naturaleza es una digna compañera del hombr e, un estima-
al amanecer, tras enviar un mensaje al puesto gubernamental ble complemento para su virilidad. El elefante de Akeley resulta,
más cercano para que mandaran un médico. Akeley atribuyó su por su parte, profundamente masculino, singular y representati-
recuperación a la rauda acción de Delia, y más aún a la llegada vo de la posibilidad de nobleza. Todo lo referente a la embestida
de un médico escocés novato, quien corrió a través de la jungla constituyó una emocionante historia, respaldada por la inter-
para ayudar al hombre herido, en cierta medida por desconocer vención de diversos actores, incluida Delia, pero el encontronazo
la imprudencia que suponía apresurarse para socorrer a alguien con la muerte y los detalles del rescate se relatan con el humor
arrollado por un elefante (este tipo de hombres no sobrevivían fresco de alguien preparado para la muerte; una muerte propi-
lo suficiente como para pagar por la rapidez del servicio presta- ciada por su noble amigo y hermano, así como su mejor enemigo:
do). El médico jefe, más experimentado, llegó considerablemen- el objeto de su curiosidad científica. El supuesto comportamiento
te más tarde. de los «chicos» subraya el enfrentamiento entre el viril hombre
El resto del capítulo relata las conversaciones de Akeley con blanco y la noble bestia. «Nunca obtuve mucha información por
otros veteranos de África que habían sobrevivido a embestidas parte de aquellos chicos de lo que había ocurrido, ya que no es-
de elefantes. El tono, semejante al que cruzaba sus pensamientos taban orgullosos de su participación en la aventura [... ]. Es razo-
mientras se balanceaba en los colmillos gigantes, es juicioso, cien- nable asumir que se habían desperdigado [por la zona que había
tífico, centrado en el comportamiento y el carácter instructivo de pisoteado el elefante] corno una bandada de pájaros ... » (1923:
la conducta del animal. Una extensa moraleja concluye el capítulo: 49). El racismo informal e institucional realza el relato vital del
hombre adulto. La acción en la historia de Akeley se sitúa en el
Si bien el elefante es un terrible oponente cuando se ve atacado centro de la escena, en el encuentro entre el hombre y el animal.
por el hombre, ésta no constituye su principal característica.
Las cualidades que permanecen en mi memoria son su saga- El acompañamiento es inaudible, invisible, excepto por el alivio
cidad, su adaptabilidad, y una cierta camaradería que nunca cómico y las anécdotas sobre la vida nativa. En la representación
he percibido en igual grado en otros animales [... ]. Me gusta de Akeley, fortalecida por la clase y la raza, la mujer blanca se
recordar el día en que vi al grupo de crías de elefantes jugando
con una gran bola de barro cocido[ ... ]. Salvo por el ser humano, sitúa sin muchos detalles en una posición moral semejante a la
carecen de depredadores, y entre ellos viven en armonía. Espe- del h ombre blanco: una cazadora, una adulta.
ro perpetuar en el grupo central de la Sala Africana Roosevelt a Mary Jobe Akeley publicó en 1940 su biografía sobre su es-
mi amigo el elefante [...). Queremos que esto sea un monumen-
to eterno al África que existió, al África que está rápidamente poso, La naturaleza salvaj e revive, cuatro años después de que la
desapareciendo; mi intención es colocar al elefante sobre un Sala África de Akeley fuera abierta al público. Su propósito era
pedestal en el centro de la sala, el lugar legítimo para el más promover la conservación y cumplir el proyecto de su marido
sobresaliente de todos (Akeley, 1923: 54-55). Carl. Ella se presentó corno la inspirada escriba del relato de su
marido. Mediante su autoría vicaria, y a través de la Sala África
Akeley se ve a sí mismo como un defensor de la «naturale-
y el Parque Albert, no sólo la naturaleza salvaje, sino también el
za», en la que el «hombre» con st·irnyc• 11n rnrmlgo, un intruso,
propio AIWl<'y (rnyo propósito era conservar dicha naturaleza)
el mensajero de la muert·c. Swi h11 w i,11 :1 !1111·11 111! 1 In:-: c<.1ccrías lo
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LAS PROMESAS DE LOS MONSTRUOS El PATRIARCADOOELOSITO TEODY
Mary Jobe no permaneció siempre entregada a un marido. 112 bre kikuyu, Wimbia Gikungu, apodado «Bill»; un porteador de
Exploradora desde 1913, había completado diez expediciones armas de Akeley y compañero de varios safaris. Bill despertó a
para estudiar y cartografiar la naturaleza salvaje de la Columbia los reacios guías y advirtió al puesto gubernamental, trayéndose
británica, razón por la cual el gobierno canadiense designó a consigo a toda prisa al médico escocés (Mary J. Akeley, 1940: cap.
un pico con el nombre de Monte Jobe. Mary relata la escena de IX). La larga cita de Car! en donde se relata la historia entera
la muerte de Carl, y cómo aceptó su encargo de vivir a partir simplemente omite la mención a su anterior esposa.
de ese momento con el único objetivo de completar su obra. El Mary Jobe cuenta una secuela de la embestida que no se en-
libro entero está plagado de referencias positivas a su entrega a cuentra en las anteriores narraciones publicadas sobre Akeley,
esta tarea. Sorprende por su entusiasmo esta autoconstrucción y que aparentemente está tornada de sus diarios de campo o de
que hace como «la otra». La historia de la embestida del elefante sus conferencias. Puesto que no era infrecuente que un hombre
lleva implícitas interesantes enmiendas para suavizar su propia perdiera los nervios después de una embestida y declinara salir
destreza. Hay que leer este libro con cuidado, ya que las pala- a cazar elefantes nuevamente, era necesario para Akeley plan-
bras de Carl en sus diarios de campo y otras publicaciones están tarles cara lo antes posible. De nuevo, lo primero que hemos de
plasmadas con todo lujo de detalles, sin diferencias tipográficas advertir es una ausencia: no se cuestiona en ningún momento
con el resto del texto. En ningún momento la esposa cita una que tal valor pueda ser recobrado, si bien el relato explícito n o
fuente para las palabras del esposo; éstas deben provenir de ennoblece para nada a Akeley. Éste se encontraba siguiendo las
conversaciones, de conferencias o de cualquier otra parte. Pero huellas de un elefante antes de estar recuperado por completo,
esto carece de importancia, ya que ambos eran uña y carne. Los por lo que necesitaba que sus «chicos» cargaran con una silla
relatos de Carl y Mary Jobe se entremezclan imperceptiblemen- durante el viaje para sentarse cuando se cansaba demasiado; el
te, hasta que el lector empieza a comparar otras versiones de los elefante había sido herido con disparos precipitados y «poco de-
«mismos» incidentes, incluso aquellas escritas aparentemente portivos», sin lograr dar con él antes de que cayera muerto. Si la
en palabras del auténtico, aunque ausente, autor-marido. nobleza de Akeley quedaba restaurada con esta historia, ello se
Pero hay otra enmienda clave, y que tiene que ver con una debía a su humildad: «Todo aquello había sido estúpido y antide-
ausencia: en toda la biografía de Carl Akeley firmada por Mary portivo» (Mary J. Akeley, 1940: 126).
Jobe Akeley no se menciona ni una sola vez el nombre o la pre- Mary Jobe se retrata a sí misma como la pareja y alma ge-
sencia de Delia. Su papel en el rescate corre a cargo de un horn- mela de Carl, pero no como su compañera de aventuras o de
armas, salvo por una excepción. Mary Jobe realizó dos disparos
112. Mary Jobe Akeley (1878-1966), de extracción inglesa por ambas par- en África, y mató a un magnífico león macho: «Una hora más
tes, nació en Ohio, en donde cursaría estudios universitarios. La familia tarde, nos encontrarnos con un león viejo y majestuoso, una bes-
de su padre había vivido en Estados Unidos desde la época colonial. tia espléndida, dijo Carl, y lo suficientemente buena para que yo
Mary Jobe estudió inglés e historia durante dos años en la escuela de le disparase. Y por eso disparé [...]. Carl lo consideró un espéci-
posgrado en Bryn Mawr; obtuvo una maestría en Columbia en 1909, y men valioso; pero yo estaba preocupada principalmente de que
estuvo en la Universidad Hunter College hasta 1916. Era propietaria y di-
cumpliera las expectativas de Carl y de que yo hubiera matado a
rectora de un campamento de verano para niñas de clase alta en Mystic,
Connecticut, entre 1916 y 1930, donde Martin y Ono Johnson relataron un león limpiamente, sin ayuda» (Mary J. Akeley, 1940: 303). La
sus aventuras. Casada con Carl Akol<'Y<11 ltJ?.I\, d11iuu'> 111111 propias expe- autorld11cl de• M11ry Jobe como biógrafa no depende de que ella
diciones en 1935y19'17. Su folO!Jl'llfh1dn111vlcl 11111 ilv11¡11 d11l11 aproxima-
damente de 1914 (Mcl<ny, 1flflO)
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LASPROMESAS DE LOS MONSTRUOS El PATRIARCADODEL OSITO TEDDY
fuese una cazadora, pero, no obstante, su estatus se vio reforza- tiones de vida salvaje. De hecho, ella insistió en varias ocasiones
do con esta ansiada experiencia transformadora. en hablar de «el África más oscura» a lo largo de su libro.
Delia Akeley se imagina a sí misma como una cazadora di- Delia puso de relieve su prestigio a expensas de la nobleza
chosa y contumaz; no obstante, con la publicación de Retratos de oficial de su marido. Sus lectores descubren frecuentemente
la selva, en 1930, la figura de su marido recibió algunas pegas. un Carl enfermo en su tienda de campaña, un inválido peligro-
Delia no poseía la imagen de autoridad moral del artista-cien- samente cerca de la muerte, mientras su valerosa esposa caza
tífico Carl Akeley, o el estatus social de su segunda esposa. Los animales no sólo para alimentar a todo el campamento, sino
relatos de Delia clarifican el tipo de biografía que sería supri- también como especímenes científicos que les permitan salir de
mida en la Sala África. En la historia de Delia sobre el rescate, aquel peligroso continente antes de que éste los reclame para sí.
«Bill» aparece también, y lo hace actuando correctamente. Pero En la cacería del elefante en donde tuvo lugar la embestida, Carl
su heroísmo al enfrentarse a las supersticiones de los «chicos» todavía estaba tratando de restaurar su «confianza» amenaza-
y al salvar a su marido en peligro de muerte constituye el relato da. Pero en esta ocasión su esposa era también su compañera,
central: «Examinar y limpiar las heridas del señor Akeley fue mi en lo que se ha descrito como una arriesgada batida que termi-
primera preocupación[...]. El hecho de que estas heridas fueran nó con una sorprendente pieza, episodio caracterizado por la
atendidas tan rápidamente previno la infección, y sin duda sal- peligrosa carga del animal. La historia de Delia cuestiona quién
varon su vida» (D. Akeley, 1930: 249). realizó el fatal disparo, ya que «la fatiga y el deseo de asegurar
Delia tuvo un fuerte impacto en los hechos biográficos, en con- su disparo hizo que Akeley se demorara en poner su pistola en
tra de las historias oficiales; ella mostraba el desbarajuste que se posición» (D. Akeley, 1930: 93).
oculta detrás de la «verdad unificada» de los museos de historia Delia publicó una extraordinaria fotografía de un apuesto
natural. Delia se ocupó de las enfermedades y las lesiones de los Carl Akeley fumando en pipa y reclinándose sobre el cuerpo de
primeros cazadores y exploradores; se detenía en detalles como un gran elefante abatido; su pie de foto rezaba: «Carl Akeley y el
los insectos, el cansancio y el fracaso de épocas anteriores frente primer elefante al que disparó después de resolver su problema
a la experiencia brindada al visitante del museo, al turista y al de confianza.» El lector no encontrará esta particular fotografía
viajero de aquel entonces (hablamos de 1930). Puso en primer de Akeley en ninguna otra publicación que no sea la de Delia.
plano a las devotas y poco valoradas esposas que cuidaban del Además, mis pesquisas en el archivo del Museo para encontrar
campamento en la selva y del hogar en la casa. La esposa-agente la imagen de Akeley recostado a horcajadas sobre su presa co-
de los safaris de Carl, consciente de las condiciones materiales en gían a Delia en una mentira (¿un fraude?) en relación al elefan-
la búsqueda de virilidad y verdad natural, mostraba su resenti- te. Pero esta mentira revelaba otra verdad. El resto de las fotos
miento ante toda la atención prestada a su marido-científico: «La del archivo sugieren una versión de la realidad, una biografía
emocionante historia del accidente y su milagrosa huida de una de África que el museo y sus representantes oficiales no querían
muerte espantosa había sido contada muchas veces por él mis- exponer en sus salas y publicaciones educativas.
mo desde el atrio de conferencias. Pero un relato personal de mi Las imágenes del archivo fotográfico del piso superior asedian
emocionante viaje nocturno para rescatarlo, a través de una de al espectador cuando éste se sitúa ante el grupo de elefantes en la
las selvas más densas e infestadas de elefantes en el continente Sala África. l~n primer lugar, el elefante en el que se apoyaba Carl
africano, no es tan conocido» (D. Akr lry. 111:10: t.:J:l). No estamos no pudo lwlwr Mido 11hat ido en el momento que describe Delia. El
ante una esposa cons a~rucln n In 11111111f1 111 1 • " 111nl'icl o en cues- elenco di' 1u•rru 11111¡( :l 11p1111t11 n un uf\o dlfcrc::n1·c·; \111{1f'otor,rufü1 to-
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LASPROMESAS DE LOS MONSTRUOS El PATRIARCADO DEL OSITO TEOOY
SAFARI: UNA VIDA DE ÁFRICA acreditado como acción, corno inteligencia o como forma. El tra-
bajo era el cuerpo marcado.
Ahora bien, con muy pocas excepciones, nues- Los libros de Carl y Mary Jabe Akeley aclaran la organización
tros salvajes de Kivu, más bajos en la escala de del safari durante un periodo de treinta años. Las solemnes fo-
la inteligencia que cualquier otro que haya visto
en el África ecuatorial, demostraron ser hombres tografías de africanos en un semicírculo alrededor del núcleo de
bondadosos[ ... ]. ¡Cuán profundamente me afectó personal blanco, con coches, cámaras y abundante equipaje al
su simpatía! Cuando pienso en ellos, me acuerdo fondo, es suficientemente elocuente por lo que respecta a cues-
siempre del único compañero de juegos de mi
temprana infancia, un perro collie [...] (Mary J. tiones de raza, género y colonialismo. Los capítulos discuten los
Akeley, 1929b: 200) conflictos a la hora de cocinar, las tareas de un líder, la profu-
sión de idiomas -que ninguna persona blanca hablaba duran-
Las grandes salas del Museo Americano de Historia Natural no te el viaje-, el número de porteadores (alrededor de treinta en
existirían sin el trabajo de los africanos (o sudamericanos, o ir- el viaje de 1926, muchos más en 1895), así como los problemas
landeses y negros en Norteamérica). Los Akeley serían los pri- para mantenerlos a todos, la cooperación contradictoria de los
meros en reconocer este hecho, pero sostendrían que el princi- líderes locales africanos (a menudo llamados «sultanes»), la di-
pio de organización provenía de los gerentes blancos de los ficultad de proporcionar café y brandy a los blancos en un área
safaris, el científico-cazador y su esposa administradora del salvaje «incorrupta», la jerarquía de escalas salariales y racio-
campamento, quienes supervisaban su puesta a punto. Desde el nes de alimentos para el personal del safari, el comportamiento
safari de 1895, dependiente de los viajes a pie y de las fuertes de los porteadores de armas y el castigo por las falta s percibidas.
espaldas de los «nativos», hasta los safaris motorizados de la dé- Los capítulos retratan un organismo social ordenado según los
cada de los años veinte, la supervivencia diaria sobre el terreno principios de una forma orgánica: división jerárquica del traba-
de europeos y norteamericanos dependía del conocimiento, jo bajo el nombre de cooperación y coordinación. El safari, en
buen juicio, trabajo duro y subordinación forzosa de aquellos a su delimitación científica del cuerpo por su eficiencia funcional,
quienes los blancos insistían en mostrar como niños perpetuos o en su lógica de distinción entre mente y cuerpo, constituía el
como parte de la vida salvaje. Si una persona negra lograba al- símbolo de cualquier empresa (Sohn-Rethel, 1978; Young, 1977b;
guna excepcional hazaña de inteligencia o audacia, la explica- Rose, 1983). En las descripciones occidentales sobre la raza, fue-
ción era que él (¿o ella?) había estado inspirado, literalmente ron otros los que escribieron el relato de la vida de los africanos,
movido, por el espíritu del amo. Tal como explicó Mary Jobe obj etos pasivos al margen de toda autoría.
(1929b: 199) con sus despreocupadas palabras coloniales, «era Muy pocos nombres de entre el personal negro aparecen
corno si el espíritu de su amo hubiera descendido hasta él, otor- citados con biografías individuales en la literatura de safaris,
gándole la capacidad de llevar a cabo un esfuerzo trascenden- pero hay excepciones, casos prácticos o historias vitales tip o-
tal». Esta explicación era aún más pertinente si el cuerpo del grafiadas. Los africanos son representados corno «corruptos » o
amo estaba físicamente lejos, a causa de la muerte o de su resi- «incorruptos», del mismo modo que la n aturaleza que personi-
dencia transatlántica. Aristóteles estaba tan presente en el safa- ficaban. La naturaleza corrupta no mitigab a la decadencia, el
ri como en los estudios taxidérmicos c 11 N11 ev11 York o en las di- malestar del imperialista y del habitante urbano, sino que sólo
mensiones fisiológicas de los or¡t1111l11111n11. 1:1 tl'll h11jo no estaba presenl'aba prncbas del contagio de la misma, el germen de la
civ1ll zul'lc'111, In l11l'Pcci ón que estaba des truyendo la Era de los
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LAS PROMESAS DE LOS MONSTRUOS EL PATRIARCADO DEL OSITO TEDDY
Mamíferos. Y con el fin de esa época llegó el fin de la esencia do se lo pidieron, «arguyendo que debía recibir la orden de su
de la virilidad: la caza. Pero el África no corrompida, como el propio bwana. Había sido insolente, y tenía que ser castigado;
propio bosque Kivu, constituía una prueba sólida de los recur- el castigo no fue severo, pero viniendo de mí fue duro para él, y
sos para restaurar la virilidad en la saludable actividad de la tuve que darle una charla paternal para evitar que se marcha-
caza deportiva. En alusión a la compleja relación entre amo y ra» (Akeley, 1923: 134). El «padre de la caza» reclamó para sí la
esclavo en la búsqueda del conocimiento científico a través del más alta presa de la historia del colonialismo: la sumisión del
safari, la historia es narrada desde el punto de vista del hom- hombre. Más tarde, el hombre kikuyu disparó a un elefante que,
bre blanco. Wimbia Gikungu, el kikuyu conocido como Bill que según él, corría hacia un desprevenido Akeley. Akeley había vis-
en 1905 se unió a Carl Akeley en el África Oriental Británica, to al animal, pero ignoraba que su «pistolero» se había percata-
a los treinta años de edad, no escribió (o delegó en otro) mis do de ello. Akeley abofeteó a Gikungu «porque había roto una de
fuentes. Él no era el autor de su cuerpo, sino el «nativo» favo- las primeras reglas de la caza, en la cual el chico negro no debe
rito de los Akeley. nunca disparar sin que se lo ordenen, a menos que el amo esté
Bill comenzó como asistente del chico encargado de la tien- a merced de una bestia». Al percatarse de su error, «mis discul-
da de campaña de Delia Akeley, pero se lo describe como al- pas fueron inmediatas y tan humildes como la dignidad de un
guien que aprendió rápidamente todo lo que había que saber hombre blanco lo permitía» (Mary J. Akeley, 1940: 132). El afri-
sobre el safari merced a su incansable diligencia y su inclina- cano no podía cazar con un arma de forma independiente en
ción por agradar a los demás. Se decía que albergaba una inte- presencia de un hombre blanco. Toda la lógica de restauración
ligencia y espíritu extraordinarios, pero padecía de una resis- de la amenazada masculinidad blanca dependía de esta regla.
tencia crónica a la autoridad, junto con cierta dificultad para La caza era algo mágico; el disparo bienintencionado (y bien
conservar sus ganancias. «Posee una independencia que con dirigido) de Gikungu suponía la contaminación, la usurpación
frecuencia lo mete en problemas. No le gusta recibir órdenes de la madurez. Por último, Akeley mandó que lo encarcelaran
de nadie de su mismo color» (Akeley, 1923: 143). Bill sirvió en durante el safari de 1909 a 1911, cuando «Bill» se negó enérgi-
los safaris de Akeley en 1905, entre 1909 y 1911, y en 1926, au- camente a someterse porque Carl «consideró necesario arres-
mentando su autoridad y poder a lo largo de los años, hasta tarlo por un leve castigo» ante otro rechazo a las órdenes de un
que no hubo ningún africano al que Carl Akeley respetara más hombre blanco relacionadas con el equipaje (Akeley, 1923: 144).
por su conocimiento y su buen juicio en labores de rastreo. Bill Gikungu pasó dos semanas en una celda; la diligencia paternal
se metió en problemas sirviendo en el safari de Roosevelt, por del hombre blanco podía constituir un gran problema.
lo que fue despedido e incluido en una lista negra. No obstante, Akeley confió en las habilidades y el conocimiento de Gikun-
Akeley lo volvió a contratar inmediatamente, asumiendo que gu. En todo momento, sus acciones fueron atribuidas a su lealtad
había tenido un estallido de rabia en gran medida inocente (es hacia su amo. Recolectar marfil de un elefante abatido, organi-
decir, no dirigido hacia una persona blanca) por sus discrepan- zar el rescate después de la embestida del elefante, asistir a Mary
cias con la autoridad (Akeley, 1923: 144). Jobe Akeley después de la muerte de Carl... todo ello suponía la
Akeley describe tres ocasiones en las cuales «castigó» a Gi- manifestación de su amor subordinado. No hay ningún indicio
kungu; episodios especialmente representa tivos de la ideología de que Gikungu pudiera tener otros motivos (tal vez una com-
paternalista de Akeley. En cierta ocusi611, 11111 se negó a entre- pasión no iw rvil hncia una viuda blanca en medio de una selva
gar las llaves del baúl de Cnrl 11 011 •11:1 p111'•111111 1-1 l>l:in cns cuan- tropi rnl, 111 1 111t11('0111p l 11n~ ncia en sus excelentes habilidades, los
220
LAS PROMESAS DE LOS MOtlSTRUOS EL PATRIARCADO DEL OSITO TEDDY
complejos tratos políticos con otros grupos africanos, o incluso de la experiencia museística, una de las razones por las que uno
un odio superior hacia sus amos), y atribuir oscuras intenciones tiene, se quiera o no, el estatus moral de un joven iniciándose a
a «Bill» está fuera de toda sospecha. El africano desempeñó su través de la experiencia visual. El museo constituye una tecnolo-
papel en el guión del safari como un niño no suficientemente gía visual. Funciona gracias a un deseo de comunión, no de sepa-
domesticado, pero bueno en el fondo. Podemos pensar que Bill ración, y uno de sus productos es el género. ¿Quién necesita de
había sido visibilizado; otros africanos permanecieron en gran la infancia en la familia nuclear cuando renacemos en los espa-
medida invisibles. La ceguera voluntaria del amante blanco de cios rituales del Patriarcado del Osito Teddy?
la naturaleza continuó siendo una característica de los científi- Las relaciones sociales de dominación están construidas so-
cos que acudirían al Jardín del Edén para estudiar a los primates bre las lógicas y el soporte físico de las tecnologías, produciendo
y conocer los orígenes, hasta que comenzaron a aparecer grietas la ilusión de un determinismo tecnológico. La naturaleza es, «de
en esta imagen alrededor de 1970. hecho », construida como una tecnología a través de la praxis
social, y los dioramas son máquinas de significación. Hemos de
ver las máquinas como mapas de poder, instantes detenidos
INSTITUCIÓN de relaciones sociales que, a su vez, amenazan con gobernar lo
Hablar a la tierra te enseñará (Job, 12:8)113 viviente. Los dueños de las grandes máquinas del capital mo-
Cada espécimen es un hecho permanente.111 nopolista fueron, con una excelente razón, a la vanguardia de
los trabajos sobre la naturaleza, ya que ésta constituía uno de
Entre 1890 y 1930, el «Movimiento por la Naturaleza» estaba en los medios de producción de raza, género y clase. Para ellos, la
su apogeo en Estados Unidos. La convencional ambivalencia de «ciencia a simple vista» podía ofrecer una visión directa de la paz
Occidente sobre la «civilización» nunca fue tan acusada corno social y del progreso, frente a las apariencias de la lucha de clases
durante las primeras décadas de formación del capitalismo mo- y la decadencia social. Necesitaban una ciencia que «instaurase»
nopolístico (Marx, 1964; Nash, 1982). Los males de la «civiliza- la paz en la jungla; por eso mismo acabaron comprándola.
ción» a menudo se atribuían a la tecnología, concebida como «la Este discurso científico sobre los orígenes no salió barato, y
Máquina». La naturaleza constituye un potente símbolo de ino- los servidores de la ciencia, humanos y animales, no siempre
cencia, en parte porque «ella » es percibida corno carente de tec- fueron dóciles. Pero las relaciones de conocimiento y poder
nología. El hombre no está en la naturaleza, debido en gran me- en el Museo Americano de Historia Natural no deben ser na-
dida a que no se lo ve, no es parte del espectáculo. Un significado rradas como un cuento de malvados capitalistas conspirando
determinante del género masculino es para nosotros el de pasar desde las alturas con el único fin de ocultar la verdad. Todo lo
desapercibido, ser el autor, el ojo (el «yo», según la homofonía contrario: el cuento debe tratar sobre progresistas comprome-
anglófona entre eye y I), un Linneo que hace las veces de padre tidos que luchan por disipar la oscuridad mediante la inves-
para el orden de los primates. Esto forma parte de la estructura tigación, la educación y la reforma. Los capitalistas no están
en lo alto; se hallan a pie de calle, armados con el Evangelio
de la Riqueza. 115 También estaban a menudo armados con una
113. Grabado en una placa en la entrada de la Sala de His toria de la Tie- pistola para elefantes y con la cámara Akeley. Las ciencias se
rra, Museo Americano de Historia Natural.
114. H. F. Osborn, 54 Informe Amml 1111 /\tl111t11l1111111lo11 11 (p. ?., Museo 115. Cmi w¡¡ln (111110), DoJllhoff (1987); I<olko (1977); Welns tein (1969); Wiebe
Americano de His toria Nnluml) (196b), 11011111111 li! t ( l!J I! ), : :t11 u· (198?.); Olonon y Vonn (lt)'f'l); N1oloon (1972).
""
LAS PROMESAS DE LOS MOllSTRUOS EL PATRIARCADODELOSITO TEODY
entretejen con las relaciones sociales a partir de sus muchos en la tasa de reproducción diferencial de las mujeres anglosajo-
cabos sueltos. El concepto de relaciones sociales debe incluirse nas frente a las mujeres inmigrantes «no blancas». La lucha de
en la compleja totalidad de interacciones formada por perso- clases, un antagonismo patológico entre grupos funcionalmente
nas, objetos (incluyendo los libros), edificios y rocas (y tam- relacionados en sociedad, parecía inminente. Ylas mujeres blan-
bién animales). 116 cas de clase media con acceso a la enseñanza superior podían
Una franja en el espectro de relaciones sociales (las acti- poner en peligro su salud y su función reproductiva. ¿Habían
vidades filantrópicas de los hombres en el Museo Americano sido desexualizadas para desviar las limitadas reservas de ener-
de Historia Natural, que fomentaron la exhibición - edu cación gía orgánica hacia sus cabezas en estos momentos orgánicos
pública y recolección científica incluidas-, así como la con- cruciales? La enfermedad pulmonar (recuérdese el asma de Te-
servación y la eugenesia) constituye el techo óptico (o co lículo ddy Roosevelt), la enfermedad sexual (¿qué no era enfermedad
superior) de la «ciencia a simple vista», es decir: los órganos sexual por aquel entonces, cuando la lepra, la masturbación y la
neuronales de integración e interpretación. Después de la in- necesidad de escribir de Charlotte Perkins Gilman se tipificaban
mediatez de la experiencia y de las mediaciones de la biografía de este modo?), y la enfermedad social (como las huelgas y el
y la n arración de historias, ahora debemos prestar atención feminismo), todas revelaron ontológica y epistemológicamente
a cómo los órganos sintéticos de construcción social se unen desórdenes similares a las relaciones entre naturaleza y cultura.
para formar una institución.117 La decadencia amenazaba de dos formas interconectadas, am-
La decadencia social supuso una amenaza contra la cual bas relacionadas con los sistemas productivos de energía limi-
fueron dirigidas la exposición, la conservación y la eugenesia tada (uno artificial, otro orgánico). La máquina amenazaba con
como remedios para un cuerpo político moribundo. El museo consumir y desgastar al hombre. Y la economía sexual parecía
constituía una tecnología médica y una intervención higiénica, vulnerable tanto al agotamiento como a la precipitación en un
y la patología una enfermedad orgánica potencialmente mortal exceso ingobernable y primitivo. Los administradores y funcio-
tanto del cuerpo individual como del colectivo. La decadencia narios del Museo fueron los encargados de promover la salud
supondría una enfermedad venérea propia de los órganos de re- pública en tales circunstancias.
producción social y personal: sexo, raza y clase. Desde el punto Tres actividades públicas del Museo se dedicaron a preservar
de vista del Patriarcado del Osito Teddy, el suicidio racial repre- la virilidad en peligro: exposición, eugenesia y conservación. La
sentaba una manifestación clínica cuyo mecanismo se basaba exposición era una práctica para producir permanencia, para
detener el deterioro. La eugenesia constituía un movimiento
116. Latour (1988); Latour y Woolgar {1979); Knorr-Cetina y Mulkay {1983). para preservar el patrimonio hereditario, asegurar la pureza
117. Sobre la decadencia y la crisis de la virilidad blanca: F. Scott Fit- racial, prevenir el suicidio racial. La conservación suponía una
zgerald, El gran Gatsby {1925); Henry Adams, The Education oí H enry política de preservación de los recursos, no sólo para la indus-
Adams (impreso en secreto, 1907); Ernest Hemingway, Verdes colinas tria, sino también para la formación moral, para el triunfo de la
de África {1935). Sobre la historia de la conservación: Nash {1977; 1982); virilidad. Las tres actividades fueron prescritas contra la deca-
Hays {1959). Sobre eugenesia, doctrinas raciales e inmigración: Higham
dencia social, la terrible enfermedad de la cultura imperialista,
(1975); Haller {1971); Chase {1977); Ludmerer {1972); Pickens {1968); Gould
{1981); Chorover {1979); Cravens {1978); Kevles (1985). Sobre sexualidad,
capitalista y blanca. Las formas de enseñanza y la ciencia esta-
higiene, decadencia, control de na talicl rtd 11 inv11 nt i ~¡nci ón sexual en los ban 1·umhir n n111y cerca de la práctica religiosa y médica. Estas
primeros años de la década de J<JOO C'll 111 1 c•ln11t•i111 11m:l111< n y de la vi.da: tTcs 11c1lvl d11d( 1H wnm ron sobre la trascendencia de la muerte,
Rosenberg (1982); McCm m (t'lll'/), !:11yci1 11 (11111 )
130
LAS PROMESAS DE LOS MONSTRUOS El PATRIARCADO DELOSITO TEDDY
personal y colectiva. Trataron de asegurar la conservación sin naturaleza, las acampadas y la vida al aire libre; Teddy Roose-
fijación ni parálisis, frente a los extraordinarios cambios en las velt encarnaba sus políticas y sus valores. El padre de Theodore
relaciones de sexo, raza y clase. Roosevelt fue uno de los socios fundadores del Museo en 1868.
Su hijo, Kermit, fue administrador durante la construcción de la
Sala África. Otros nombres en esta cohorte de administradores
EXHIBICIÓN fueron J. P. Margan, William K. Vanderbilt, Henry W. Sage, H. F.
Osborn, Daniel Pomeroy, E. Roland Harriman, Childs Frick, John
El Museo Americano de Historia Natural era (y es) una institu- D. Rockefeller III y Madison Grant. Patronos de la ciencia, eran
ción «privada» cómo sólo en Estados Unidos podía ser definido lo también líderes de movimientos por la eugenesia, la conserva-
privado. En Europa, los museos de historia natural representa- ción y la gestión racional de la sociedad capitalista.
ban órganos estatales, íntimamente conectados con el destino de La primera sala de dioramas fue la Sala Frank Chapman de
las políticas de cada país (Holton y Blanpied, 1976). El desarrollo Aves Norteamericanas, abierta en 1903. Akeley, contratado para
de los museos de historia natural de Estados Unidos estuvo liga- preparar la cacería africana, principalmente de elefantes, conci-
do a los orígenes de la gran clase capitalista después de la Guerra bió la idea de la Sala África durante su primer viaje para recolec-
de Secesión (Kennedy, 1968). El destino social de esta clase era tar especímenes para el Museo Americano. Osborn esperaba (y
también el destino social del Museo: sus reestructuraciones y de- llegó a lograrlo) una Sala de Mamíferos Norteamericanos y Asiá-
bilidades durante los años treinta se reflejaron a través de varias ticos después de la africana. Los administradores más jóvenes
crisis en el Museo, en términos ideológicos y organizativos. El en los años veinte formaron un Club de Caza Mayor Africana,
Museo Americano, relativamente vulnerable al depender de las que invitó a cazadores acaudalados a unirse con especímenes
fortunas personales de unos pocos hombres acaudalados, sirve y subvenciones para la Sala África. Los años veinte fueron es-
como mirilla para espiar a los ricos en sus encarnaciones ideales. pecialmente prósperos para estos hombres, que realizaron ge-
En cierto modo, ellos realizaban dioramas de sí mismos. nerosas donaciones. En esta década, tuvieron lugar más de cien
Las grandes expediciones científicas de recolección de mues- expediciones sobre el terreno destinadas a llevar a cabo descu-
tras del Museo Americano comenzaron en 1888 y se extendieron brimientos para el Museo Americano (Kennedy, 1968: 192).
hasta la década de los treinta. Hacia 1910 habían ganado el pres- Hubo también una expansión significativa de los esfuerzos
tigio científico en campos selectos, especialmente en paleonto- educativos del museo. Más de un millón de niños por año en
logía, ornitología y estudio de mamíferos. El Museo contaba en Nueva York habían visto las «Vitrinas de la naturaleza» en el Mu-
1910 nueve departamentos científicos y veinticinco científicos. seo y las exhibiciones de alimentos que circulaban a través del
La antropología también salió beneficiada: la mayor expedición departamento de salud pública. Charlas de radio, artículos de
jamás montada por el Museo fue la expedición Jesup al Pacífi- revista y libros cubrieron las actividades populares del Museo,
co Norte durante la década de 1980, especialmente importan- lo que parecía constituir en muchos aspectos una ciencia para
te para la carrera de Franz Boas (Kennedy, 1968: 141 y ss.). Los el pueblo, como el National Geographic, que enseñaba a los esta-
patrocinadores del Museo querían una ciencia capaz de regis- dounidenses republicanos sus responsabilidades para con el im-
trar los hechos de manera segura, y veían con buenos ojos la perio después de 1888. Tanto la Natural History, la publicación
popularidad que habían adquirido <11111·1· 1•1 pi'll11l co las nuevas del Mwwo, rnmo l'I Natio11al Geographic se basaban en gran me-
exposiciones. Muchas pcrs0111111 11111 111· 1• , p1111l "lill11t!'s y el e clase dicln 1 11l11111w11 (111. l l11hn un grnn proycct·o arqu it'cctónico entre
1
1909y1929, y el Informe Anual del Museo de 1921 citó la estima- blanco Madison Grant, autor de El paso de la gran raza (The Pas-
ción de su director de que el Museo y su programa de extensión sing of the Great Race), fue un exitoso abogado sindical, adminis-
educativa alcanzaron a dos millones y medio de personas. trador del Museo Americano, un organizador de apoyo para la
Osborn resumió las grandes esperanzas de otros educado- Sala de Norteamérica, cofundador de la Liga de California Salve-
res corno él al afirmar que los niños que pasan por las salas del mos las Secuoyas, activista por la declaración como parque natu-
Museo «Se vuelven más respetuosos, más sinceros y más inte- ral del monte McKinley y las tierras aledañas, y poderoso secre-
resados en las leyes simples y naturales de su existencia, y en tario de la Sociedad Zoológica de Nueva York. Para él, preservar
convertirse en mejores ciudadanos del futuro con cada visita». la naturaleza y el germoplasma constituía una misma tarea.
Sostenía que el libro de la naturaleza, escrito sólo a partir de Grant no era un charlatán o un extremista. Representó a un gru-
hechos, constituía la prueba del fracaso de otros libros: «Las po de opinión progresista aterrorizado por las consecuencias
anarquías francesa y rusa estaban basadas en libros y en una del capitalismo monopolista desregularizado, incluida la impor-
oratoria que desafiaba todas las leyes de la naturaleza.» 118 Más tación de clases trabajadoras no-blancas (corno los judíos y los
allá de una piadosa esperanza, Osborn tenía el poder de construir europeos del sur), que por lo general tenían mujeres más fecun-
la Sala de la Era del Hombre para hacer explícitas las lecciones das que «las viejas reservas estadounidenses». Los principales
morales de la jerarquía racial y del progreso, y que no se perdie- hombres de las fundaciones científicas estadounidenses partici-
ran al contemplar a los elefantes. Replicó a quienes criticaron las paron en la creación del Parque Albert en el Congo, una impor-
salas y el trabajo educativo por requerir demasiado tiempo y tante empresa de cooperación científica internacional: John C.
dinero, en lugar de emplearlo directamente en la propia ciencia. Merriarn del Instituto Carnegie de Washington, George Vincent
«Las exposiciones en estas salas son criticadas por quienes ha- de la Fundación Rockefeller, Osborn del Museo Americano. El
blan sin saber. Todas ellas tienden a demostrar el lento ascenso primer usuario significativo del refugio sería enviado por el
y las luchas del hombre desde las etapas más bajas a las más al- «padre» de la prirnatología en Estados Unidos, Robert Yerkes,
tas física, moral, intelectual y espiritualmente. Examinadas con para un estudio de la psicobiología de los gorilas salvajes. Yer-
respeto y cuidado, elevan al hombre hacia un futuro superior y kes era un líder en los movimientos de higienización social, la
mejor, y lo alejan del estado de vida puramente animal.» 119 Éste categoría en que encajan eugenesia y conservación. Y todo ello
es el Evangelio de la Riqueza, respetuosamente examinado. estaba al servicio de la ciencia.
El Segundo Congreso Internacional de Eugenesia se llevó a
cabo en 1921 en el Museo Americano de Historia Natural, mien-
PROFILAXIS tras Akeley se encontraba recolectando gorilas e iniciando sobre
el terreno la planificación del Parque Albert. Osborn, un ardien-
La eugenesia y la conservación estaban estrechamente vincula- te eugenista, creía que era «tal vez el encuentro científico más
das en la filosofía y en el propio personal del Museo, así corno en importante jamás celebrado en el Museo». Las principales uni-
la exposición y la investigación. Por ejemplo, el supremacista versidades e instituciones estatales de Estados Unidos enviaron
a sus r epresentantes, y había además muchos delegados extran-
118. Museo Americano de Historia Natural: Osborn, ~The American Muse- jeros em inentes. Los actas se reunieron en un volumen titulado
um and Citizenship» (53, Informe Anunl, JC)?.?., p. ?.). Poro un vis tazo a su Euge1wsl<1 <'11 ICI /(11111/ia, la raza y el Estado (Eugenics in Famíly,
trabajo, véase Osborn (1930).
uare, 1111rl S 111ftt). Lw: logisl udores estadounidenses constituían
119. Osborn, «Citizen ship» (Jl i )
234
LAS PROMESAS DE LOS MONSTRUOS El PATRIARCADO DELOSITO TEDDY
una audiencia previsible. «El apartado de la exposición sobre Los primeros líderes del Museo Americano de Historia Natu-
inmigración fue luego enviado a Washington por el Comité de ral habían insistido en que estaban tratando de conocer y salvar
Inmigración del Congreso, cuyos miembros hicieron varias visi- la naturaleza, la realidad. Y la realidad era sólo una. La ontolo-
tas al Museo para estudiar el encuentro. Al principio, la prensa gía explícita fue el holismo, el organicismo. Entre 1890 y 1930, la
se inclinó por tratar el trabajo del Congreso [de Eugenesia] a la estética apropiada para la exposición, la conservación y la euge-
ligera [...] pero la influencia del Congreso creció y se abrió paso nesia sería el realismo. No obstante, en la década de los veinte
en las noticias y columnas editoriales por toda la prensa de Es- los surrealistas ya sabían que tras el día sobrevenía la noche del
tados Unidos.» 12º En 1923, el Congreso de Estados Unidos aprobó terror sexual, de los desmembramientos, de la falta de orden; en
leyes de restricción de la inmigración con el fin de proteger la resumen, la castración y la impotencia del cuerpo seminal que
Raza, la única de todas ellas que necesita ir en mayúsculas. durante siglos había pronunciado todas las grandes palabras, el
Los años treinta supusieron un punto de inflexión para el Mu- gran padre blanco, el cazador blanco en el corazón de África. La
seo. La Gran Depresión condujo a una disminución de las contri- prueba más sólida de que no se equivocaban, según hemos visto
buciones, y las ideologías y políticas básicas se vieron alteradas. en este capítulo, n o es otra que una lectura literal de los artefac-
Los cambios no fueron abruptos, pero incluso las doctrinas ra- tos y las prácticas realistas y organicistas del Museo Americano
ciales defendidas tan abiertamente por el Museo fueron pública- de Historia Natural. Tanto su práctica como la mía han sido lite-
mente criticadas en la década de los cuarenta, aunque no antes. rales, sumamente literales.
La conservación se llevó a cabo con diferentes justificaciones po-
líticas y espirituales. Estaba gestándose una biología diferente,
esta vez en manos de la Fundación Rockefeller y en una matriz
social distinta. El problema era la biología molecular y otras for-
mas de biología cíborg post-orgánica. La amenaza de decadencia
dio paso a las catástrofes de la obsolescencia del hombre (y de
toda la naturaleza orgánica) y a la enfermedad del estrés, realida-
des vehementemente anunciadas después de la Segunda Guerra
Mundial. Surgirían diferentes formas de racismo y capitalismo
patriarcal, encarnadas en una versión remodelada de la natu-
raleza. La decadencia es una enfermedad de los organismos; la
obsolescencia y el estrés, de los sistemas tecnológicos. La higiene
daría paso a la ingeniería de sistemas como base de las prácticas
narrativas médicas, religiosas, políticas y científicas.
120. Osborn, 53 Informe anual (1921, pp. 31-32). Ethel Tobach me ayudó
a encontrar material sobre las redes de lrobojo clc1 l Museo Americano
de Historia Natural, la eugenesia, el rnclnmo y 111 11Pxi111 11 0 . Las reunio-
nes de organización de la Sociodud (111111111 lru1f 1111 l111111r < n In casa do
Osborn.
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CONVERSACIONES DE OTRO MUNDO:
4
TÓPICOS TERRÁQUEOS,
TÉRMINOS LOCALES
l. TRES HISTORIAS121
Cuando crezca, o como solíamos decir, después de la revolución,
tengo claro qué me gustaría hacer. Quiero encargarme de los
relatos de animales en el diccionario Reader's Digest, para poder
llegar a veinte millones de personas al mes en más de una doce- coritar historias en Estados Unidos sobre la naturaleza, sea
na de idiomas. Me gustaría escribir relatos sobre perros moral- cual se8 el tipo de categoría problemática de la misma, sigue su-
mente sagaces, criaturas en peligro de extinción, esclarecedores ponien6º una importante práctica para expresar y establecer
escarabajos, microbios maravillosos y espacios cohabitables de significa,dos básicos. La profusión de programas de televisión
düerencias. Quiero escribir, junto a mis amigos, la historia natu- sobre 18 naturaleza constituye una suerte de Tratados Bridgewa-
ral al final del segundo milenio cristiano para ver si otros relatos ter en forma de vídeos colectivos, que producen en el seno del
son posibles, unos que no se basen en la división entre naturale- capitaliGmo tardío una teología natural secularizada.124 Una vi-
za y cultura, querubines armados y heroicas búsquedas de los sita reciente al zoológico de San Diego me sirvió para reafirmar-
secretos de la vida y de la muerte. 122 me en _rTtis convicciones: las personas refuerzan muchas de sus
Siguiendo a Ursula K. Le Guin, e inspirada en algunos de los creencii;is sobre los demás, y sobre qué tipo de planeta puede ser
capítulos de la historia de la evolución referentes a la mujer re- la Tierri;l, contándole a otros lo que creen estar viendo cuando
colectora, pretendo participar en una práctica narrativa de la observ8 n a los animales. Por ello, me gustaría comenzar esta
transportadora . Según esta práctica narrativa, los relatos no re- reflexiótl sobre tres libros (de Robert Young, Barbara Noske y
velarían secretos descubiertos por héroes en pos de luminosos Naomi iv1itchison) 125 con algunas historias que revelan varias de
objetos a lo largo y ancho de la trama generatriz del mundo. las propuestas que traigo para leer sus obras.
Por el contrario, la narración de la transportadora o vagabunda Hace algunos años me encontraba en Milwaukee, Wiscon-
[bag-lady] procedería poniendo parejas inesperadas y detalles sin visitando a una amiga del instituto que vivía ahora con su
irreductibles en una bolsa deshilachada y astrosa. Junto con las es;oso y sus tres hijos, de dieciséis, catorce y once años de edad.
conversaciones del camino, los elementos así reunidos tendrán Durante el fin de semana, a cada rato los dos chicos mayores se
el poder de transformar y redistribuir los detalles, así como a metían el uno con el otro de forma despiadada. La razón: un bai-
todos los implicados. Las historias carecen de principio y final; le de instituto cercano, por lo que trataban de sacarse de quicio
tienen continuaciones, interrupciones y reformulaciones (justo mutuarriente mediante constantes provocaciones de género. En
el tipo de relatos de supervivencia que podríamos usar en estos aquella comunidad estadounidense blanca y de clase media, su
días). Tal vez por ello mi arranque con la Teoría de la Ficción de patente :nerviosismo hacia las citas con chicas se manifestaba a
la Transportadora, 123 de Le Guin, metamorfoseada en una práctiM través de insultos «en broma» referidos a las identidades y filia-
ca vagabunda de narración de historias, pueda recordarnos que
el dilema que acecha a todos estos cuentos es la completa falta de 12 4 . La avtora hace referencia a un conjunto de tratados sobre teología
un hogar, de un espacio común, junto con la desintegración de la n atural flpanciados por Francis Henry (1756-1829) y editados por la Ro-
yal Socie-fY de Londres. [N del T]
cultura pública.
. En ctmcreto, este capítulo es una reflexión sobre tres obras: La
125
metáfora de Darwin: El lugar de Ja naturaleza en Ja cultura victoriana
(Darwin'G Met~phor: Natu~e 's Pla~e in Victorian Culture, por Robert M.
122. Véase Evelyn Fox Keller, «From secrets of life to secrets of dealh,. Young, C&'mb~1dge'. Cambn~g~ Umversity Press, 1985); Humanos y otros
(en Mary Jacobus, E. F. Keller y Sally Shuttleworth, eds., Body/Politic11 animales-' mas alla de Jos Jm11tes de la antropología (Humans and Other
Women and the Discourses oí Science, Nueva York, Routledge, 1990, pp AnimaJs: .Beyond the Boundaries oí Anthropology, por Barbara Noske,
177-191). Londres fluto, 1989); Memorias de una mujer del espacio (Memoirs oí a
123. Ursula K. Le Guin, «Tlw C11111n1 111111 'l'llno1 y of l'lc tion » (en)) 11\1 Spacew~/flllJI, pm· Nuomi Mitchison, Londres, The Women's Press, 1976
Pont, ed., Wom1m of Vi11irm, N1111v11 Yn111 , ',¡ M111 t111 '11 1'1 nnn, 1'1Wl, J)p 1 11) /.]; lrnfht1Jc•ic'11 1 1l11víd l\onombaum, Barcelona, Bruguera, 1982).
1196
LASPROMESAS DELOS MONSTRUOS
CotlVERSACIONESDEOTRO MUNDO
ciones del género del otro, aún no enteramente consolidadas. zaba no conocer su especie. Sabía que los patos merecían nues-
Con gestos confusos, pero desgraciadamente muy habituales, se tro reconocimiento en relación a sus culturas no-humanas (sus
acusaban entre sí de ser, al mismo tiempo, una chica y un mari- subjetividades, sus historias y sus vidas materiales); y, además,
ca. Desde mi punto de vista, estaban llevando a cabo un ineludi- los patos ya tienen suficientes problemas con los metales pesa-
ble rito de paso dentro de la heterosexualidad obligatoria de mi dos y los disolventes orgánicos del lago como para tener que
cultura y la suya. tomar partido en nuestras luchas ideológicas. Forzados a vivir
Por lo que a mí respecta, la escena me resultó dolorosa por en nuestras construcciones etnoespecíficas de la naturaleza, las
varias razones, principalmente por los malos modales y la falta aves no podrían permitirse el lujo de enredarse en lo que sus
de respeto consentida por los padres, sabedores de la conforma- vecinos entienden como «natural».
ción gay, lesbiana y bisexual de mi vida, familia y comunidad: Enfrentados unos con otros, mis amigos y yo estábamos con-
mi mundo está sustentado por confederaciones queer. Desorien- vencidos de nuestras respectivas afirmaciones, cada vez más
tada y sin el coraje suficiente, le confesé a mi amiga al acabar el tajantes e interesadas, sobre los patos. Después de todo, podía-
fin de semana lo que pensaba que estaba ocurriendo. Sorpren- mos ver lo que estaban haciendo: se encontraban justo al otro
dida, replicó que los chicos eran demasiado jóvenes para ense- lado del lago, por lo que teníamos un conocimiento certero de
ñarles algo sobre homosexualidad y homofobia, y que en cual- ellos. Eran objetos actuando en nuestro escenario particular,
quier caso lo que estaban haciendo era normal. A pesar de ser la también conocido como naturaleza. Nos habíamos apropiado de
madrina del chico mayor, me callé, no sin cierto sentimiento de ellos para nuestra vergonzante riña en diferido, que tenía lugar
culpa, dejando su educación moral a la incuestionable sensibili- ahí donde antes habíamos sido demasiado «gallinas» para ha-
dad de su entorno más cercano. blar directamente sobre la homofobia, la heterosexualidad obli-
Ese mismo día, conocedores de mi interés por otros medios gatoria y otros compromisos adquiridos destinados a regular y
naturales, y con la esperanza de paliar nuestras diferencias me- normalizar tipos particulares de familias en nuestras vidas. De
diante un terapéutico viaje cultural «fuera de la civilización», este modo, evitamos construir entre nosotros los conocimientos
mi amiga y su marido me llevaron a un hermoso y pequeño lago situados necesarios, en disputa, por medio de la cosificación de
en el interior de una zona boscosa. De forma animada, pero con la naturaleza (una vez más, en formas históricamente sanciona-
escasa erudición zoológica, comenzamos a hablar sobre algunos das por la clase media en las culturas anglosajonas).
de los patos que surcaban el lago. Pudimos verlos muy poco, y Los artículos científicos más sofisticados sobre el compor-
era aún menos lo que sabíamos de ellos. En tono solidario, mi tamiento animal, así como los documentales popularizados a
amiga y su esposo comentaron que los cuatro patos que estaban través de las más caras series de la televisión pública, h acen
a la vista formaban dos parejas reproductivas heterosexuales. exactamente lo mismo. Pero no siempre; en ocasiones, con es-
Al momento, esto sonó como si aquellas aves tuvieran una mo- casa frecuencia pero de forma maravillosa, nosotros (aquellos
desta hipoteca sobre los humedales del lago y estuvieran a pun- de nosotros que nos gestamos en los medios tecnocientíficos)
to de enviar a sus patitos a una buena escuela para consolidar nos las ingeniamos para contar historias nada ingenuas sobre
su apuesta reproductiva. Me revolví y murmuré algo sobre la los animales, e incluso con ellos, en lugar de hablar sobre nues-
complejidad y la especificidad del comportamiento animal y so- tra propin <<Condición natural». Por otra parte, aún estoy segura
cial. Yo sostenía, de hecho, que los p111011 vlvP11 <'11 comunidades de q110 11•11í11 111íls razón que mis amigos sobre aquellos patos,
queer. Lo tenía claro; sabfo qu<' p1·1111¡1ttlm,11111111111 1 llHl uvcrgon- indep1•111lll'1tl1'l1tc'ltl<1 de a qué especie perten ecieran. Y, aunque
160 1b1
LAS PROMESAS DE LOS MONSTRUOS CONVERSACIONES DE OTROMUNDO
las agresiones a todo lo queer siguen constituyendo un deporte a las conexiones que hacen posibles las prácticas de producción
muy popular, todavía me duele y reconozco mi complicidad en de saber de la tecnociencia y sus narraciones constitutivas. No es
la educación natural de aquellos muchachos. ninguna sorpresa: ¿acaso el amor y el conocimiento fueron algu-
Una segunda historia: en cierta ocasión, al inicio de mis cla- na vez no-constitutivos? Me negué, entonces y ahora, a desechar
ses en la escuela de posgrado en biología a mediados de los años el placer experimentado durante aquel paseo como mero sado-
sesenta, me conmovió enormemente, en términos intelectuales masoquismo epistemológico, como algo nacido de la alienación y
y emocionales, una conferencia común y corriente sobre las en- la cosificación del reduccionismo científico -o de nuestra tenden-
zimas del «sistema de transporte de electrones» (ETS). Estas ca- cia a renegar de las terribles historias de dominación elaboradas
talizadoras biológicas están involucradas en el procesamiento a partir de aquello que educadamente denominamos «ciencia
de la energía en células lo suficientemente complejas para ela- moderna». No estaba experimentando un momento de rapto
borar orgánulos (pequeños órganos) en el interior de la barrera romántico posmoderno a través de lo sublime tecnológico. Má-
membranosa, con el fin de repartir y ampliar sus actividades. quina, organismo y corporalidad humana se habían articulado
Mediante el empleo de novedosas técnicas, el proceso podía ser para formar una particular relación mutuamente constitutiva,
estudiado experimentalmente in vitro en compuestos estructu- compleja, que me llevó a reconocer una práctica histórica es-
rales y funcionales de subunidades membranosas preparadas a pecífica y unificada sobre el amor, el poder y el conocimiento.
partir de orgánulos celulares, denominados mitocondrias. Las A través de estas condiciones restrictivas (es decir, a través de
subunidades de membranas se desmontaban y se volvían a en- la práctica de laboratorio en biología celular), se hacía posible
samblar para ser analizadas mediante microscopía electrónica y la conjunción de tipos de subjetividades desiguales y encarna-
bioquímica. El resultado era una impresionante representación ciones sistemáticas artefactuales, de las cuales debían hacerse
visual y narrativa de los compuestos estructurales/funcionales, cargo los seres y personas mundanos.
del tipo que siempre me ha hecho ver la biología, incluida la bio- Este tipo de amor, así entendido, no puede ser inocente; n o
logía molecular, como una hermosa disciplina científica. El apa- tuvo su inicio en el Jardín del Edén, ni se originó con la expulsión
rato de producción de estos relatos orales y escritos, y de estos del Jardín. Tampoco trata sobre los secretos de la vida o la muer-
artefactos visuales, es rigurosamente analítico y biotecnológico. te; tomó forma en una relación o «conversación» histórico-so-
No hay manera de evitar la elaborada intermediación maquí- cial muy concreta, que se produjo entre máquinas, personas,
nica, completada gracias a todas sus capas de trabajo anónimo, organismos y partes de organismos. Todas aquellas feministas
con sus delegaciones intencionales y no intencionales, sus inter- como yo que aún siguen en el armario (es decir, aquellas que to-
venciones inesperadas y sus historias sociotécnicas pasadas y davía no han salido a confirmar el placer viscoso, físico y erótico
presentes, todas ellas plagadas de esfuerzo. del que tanto se hablaba en ciertos grupos locales de concien-
Después de la conferencia, durante un paseo por la ciudad, ciación a principios de los años setenta) podrían experimentar
sentí un subidón repentino. Árboles, maleza, perros, parásitos una sensación de auto-reconocimiento al pensar en el sistema
intestinales invisibles, personas ... todos parecíamos unidos por de transporte de electrones. Nuestros deseos son realmen te he-
los tejidos ultraestructurales de nuestro ser. Lejos de sentirme terogéneos; tanto, de hecho, como lo son nuestras corporalida-
alienada por las técnicas reduccionistas de Ja biología celular, des. Puede que no seamos patos, si bien, corno constructos terrá-
me di cuenta, en parte para mi vcrgilc•n:r.n, 1><•ro prin cipalmente queos t'é rn irn-1rn1 ural cs, sin duda somos extraterrestres.
para mi propio goce, de que es111l 111 1·1111p1111dl1 11do a6tlcc1111e11 te
1
262
LAS PROMESAS DE LOS MotmRUOS CONVERSACIONESDE OTRO MUNDO
Yuna última historia: cuando Alexander Berkman y Sojour- te responsable para hablar de los relatos protagonizados por
ner Truth (mi perro labrador y el de mi pareja) tenían poco más adiestradores y animales de compañía, como caballos y perros.
de un año, acudimos a un entrenamiento de obediencia canina La autora estaba convencida de que las relaciones durante el
en un pequeño pueblo al norte de California. Aunque habíamos adiestramiento constituyen una relación moral que exige que
discutido un año entero sobre el entrenamiento con perros re- todos sus participantes posean el estatus de «persona». Pero,
curriendo a libros de la biblioteca, ninguno habíamos estado aunque Hearne no llega a afirmar tal cosa, la relación moral
antes en un curso de adiestramiento, esa increíble institución no puede sustentarse en un estatus de persona antropomórfica
que domestica a las personas y a sus compañeros caninos para para ambos. Sólo algunos de los participantes son personas, y la
hacer coexistir importantes relatos particulares por la paz co- forma de vida que construyen los implicados n o es totalmente
lectiva. Era demasiado tarde para que buscásemos un entre- canina ni totalmente humana. Además, el estatus de persona re-
namiento de obediencia oficial. Uno de nosotros mostraba ya presenta sólo una forma local, aunque siempre históricamente
signos delictivos, o cuanto menos marcas de haber compartido importante, de ser sujeto. Y, como la mayoría de las relaciones
una relación ambigua con la autoridad, de las que pueden dar morales, ésta tampoco puede sustentarse en un desconocimien-
lugar al caos o a desagradables multas para los humanos y sen- to de la radical heterogeneidad que subyace a la igualdad vista
tencias de muerte legalmente obligatorias para perros. Es de- como semejanza. Pese a esto, animales y personas construyen
cir, uno de nosotros parecía tener la intención de asesinar a sus una forma de vida históricamente específica a través de las rela-
congéneres (otros perros) en cualquier circunstancia, y el resto ciones de adiestramiento, y por lo tanto están elaborando un len-
de nosotros estábamos manejando la situación de forma erró- guaje; se empeñan en hacer efectivos determinados significados
nea. En varios momentos relevantes durante los años ochenta, en lugar de otros. El universo ético de Hearne ofrecía premisas
en California, parecía que ninguno de los cuatro habláramos del tipo de: los perros no son responsables de las consecuen-
el mismo idioma, ya fuera dentro o fuera de los límites entre cias de sus actos, y ser mordido (por el perro) constituye una
especies. Necesitábamos ayuda. Así que entablamos una rela- respuesta a una autoridad incompetente (del humano). Tal vez
ción comercial y pedagógica con otro conjunto variopinto de Hearne imaginaba determinados derechos civiles, como los que
mamíferos (de los que han compartido historias biológicas y disfrutan los perros lazarillo y sus personas, para otros perros y
sociales durante decenas de miles de años); se trataba de un pe- personas que han alcanzado un excepcional control sin depen-
rro, Goody-goody, y de su humano, una mujer llamada Perfec- der de una correa.
tion, quienes parecían tener controlado el problema político de Tengo mis reservas respecto al análisis de estos temas en tér-
saber prestarse atención el uno al otro. Aquella pareja parecía minos de control de los perros por parte de las personas; no tan-
tener una historia que contarnos. to por un miedo fetichista al control y a definir quién lo ejerce
En su análisis sobre los juegos del lenguaje empleados du- sobre quién, sino por el modo en que los lenguajes de que dis-
rante el adiestramiento, Vicki Hearne citaba la sentencia de pongo a la hora de discutir el control y su direccionalidad des-
Wittgenstein según la cual «imaginar un lenguaje es imaginar figura las formas de atención y respuesta logradas por perros y
una forma de vida». 126 Adiestradora profesional e intelectual in- entrenadores críticos. Con «desfigurar» no me refiero a «tergi-
corregible, Hearne estaba buscando un lenguaj e filosóficamen- versar», sin o, más críticamente, a que el lenguaje unidireccio-
nal de «lns hum anos controlan a los perros» es fundamental-
126. Vicki Hearne, Adam 's Trwk Cn//111n 1\ 1111111//11 /ly N t111111 (Nueva York. men tP p111•1i1 !111 111 producción de una relación incoherente (e
Knopf, 1986, p. 4).
264
LAS PROMESAS DE LOS MOtlSTRUOS CONVERSAClotlES OEOTRO MUNDO
incluso peligrosa) que no favorece la concordia dentro de cada Mis sospechas de que nuestra confusión no hacía más que au-
especie y entre ellas. De todos modos, como escéptica convenci- mentar con este intento de adiestramiento alcanzaron su punto
da ante las ideologías de representación, no me interesa preo- álgido durante la graduación, cuando Goody-goody y Perfection
cuparme demasiado por el retrato riguroso de las relaciones de demostraron cómo un humano podía examinar, si fuera nece-
adiestramiento. Me preocupa mucho más la instrumentalidad sario, cualquier punto del cuerpo del perro. Este ejercicio sería
de las lenguas, ya que éstas constituyen formas de vida. crucial en una emergencia, cuando el dolor y las lesiones del pe-
Sojourner, Alexander (la reencarnación canina del anar- rro pueden poner en peligro tanto a humanos como a animales.
quista y pareja de Emma Goldman que disparó a Frick en 1892, La clase estuvo especialmente atenta. Cuando Perfection tocaba
después de la huelga de Homestead), Rusten y yo hablábamos a Goody-goody en todas las zonas inimaginables, abriendo y ce-
seriamente sobre el adiestramiento, pero no éramos demasia- rrando orificios, y demostrando que por lo general no existen
do expertos. Tal vez deberíamos haber conocido a Vicki Hearne, muchos límites cuando hay confianza y una buena autoridad,
pero en ese momento sólo la teníamos en el New Yorker. Necesi- me pareció que los dos estaban involucrados en una compleja
tábamos un mayor conocimiento sobre el terreno. relación de gestos, contacto, expresiones faciales, tonos de voz
Volviendo al lago, nos habíamos enfangado en una desas- y otras muchas formas de interacción. Sin embargo, mientras
trosa conversación en la que aquellos patos percibidos como agarrábamos una pata y la sosteníamos para poder examinarla,
heterosexuales se veían afectados por el lenguaje humano. En lo que Perfection trataba de decirnos era algo así como: «¿Ves
el caso de Perfection y Goody-goody, si uno no reparaba en el esa pata? Puede parecer la pata de Goody-goody, pero realmente
idioma que empleaba para explicar a otros humanos lo que es- es mía. Soy dueña de esta pata, y puedo hacer lo que quiera con
taba pasando, y sólo se atendía a los procesos paralingüísticos ella. Si eres capaz de hacer lo mismo, debes aceptar también esta
como la gestualidad, el tacto y las órdenes verbales en bruto, forma de apropiación del cuerpo de tu perro.»
se podría decir que ella y Goody-goody construían un buen re- Mi impresión de aquel día (y aún lo sigue siendo) fue la si-
lato sobre muchos acontecimientos ordinarios de la vida entre guiente: si lo que Perfection sugería fuese realmente cierto, no
especies. Pero, al igual que muchos de los que llevan una vida pasaría nada. Pero su otro diálogo desmentía el discurso que im-
acomodada, no se les daba bien tratar con anarquistas y delin- partía a los alumnos de la clase. Si mi pareja y yo hubiésemos
cuentes; se basaban, o al menos así le ocurría a Perfection, en un estado más atentos a esta otra conversación, habríamos podido
uso creciente de la fuerza y en lenguajes de sumisión elemental. avanzar en nuestro diálogo ineludible con Alexander y Sojour-
El resultado fue una notable escalada de violencia hacia nuestro ner sobre cuestiones peliagudas. Se nos daba bien el juego de
perro. El diálogo fluía de forma desastrosa. Posteriormente, nos lenguaje sobre el examen físico, pero en nuestra tarea más im-
encontramos con unos adiestradores humanos y unos perros portante (la relacionada con la tendencia de nuestro perro a ata-
lazarillo que nos enseñaron cómo trabaj ar la obediencia de for- car a sus congéneres, con su hermana apoyándolo y azuzándo-
ma responsable en circunstancias difíciles (como ante la mera lo) fuimos disuadidos por las imprecisas palabras que Perfection
existencia en el mundo de otros perros). No obstante, nuestro no cumplía en su trato cotidiano con Goody-goody, y que impuso
primer encuentro con un entrenamiento de obediencia planteó, en las relaciones tanto físicas corno verbales con al menos varios
de manera contundente, la posibilidad rl <' q111 ~ ln s f'ormas de vida perros y personas. Quizá ella sólo tenía ese problema con cri-
doméstica entre especies pu.d'iPrn11s11llr111111. mina les, 1111nrq11islns y socialistas (una población que es, h emos
de rl<1<·l1·l11, 1 11 1 11 111111~ 1 1111mcrosn). De manero poco alentadora, los
760 '11'
CONVERSACIONES DE OTRO MUNDO
LAS PROMESAS DE LOS MOHSTRUOS
dos entidades preconstituidas, opuestas entre sí, ni separadas sociales» (1985: 122). Para entender los debates del siglo XIX que
por una conjunción engañosa. La expresión tampoco debería te- Young estaba explorando (y, de forma más general, para abor-
ner sentido en la década de los noventa, aunque por motivos di- dar cualquier tema importante en la historia de la ciencia vista
ferentes a los que atañen al mundo de Darwin. Mi humilde obje- corno cultura), hay que entender que, para él, aislar el debate
tivo de acabar escribiendo relatos de animales para el Reader's científico de las cuestiones sociales, políticas, teológicas y econó-
Digest debería ser visto en el contexto de un escenario y una res- micas suponía falsificar todas las partes implicadas, «mistificar
puesta social muy diferente a la que podrían haber tenido en el la opresión en forma de ciencia» (Ibíd.: 192).
siglo XIX, si hubieran oído hablar de significados compartidos e Durante los años setenta, el punto de partida de Young era
historias habitables. En aquellos días felices, podría haber aspi- el debate existente en la historia de la ciencia sobre los enfo-
rado a escribir para el Edinburgh Review. ques «internalistas» frente a los «externalistas» que llevaron a
La insistencia fundamental de Young es que indagar a fondo cabo los académicos a lo largo de la década. ¿Se puede entender
en un debate científico conduce inexorablemente hasta las más que la ciencia posee un «interior» y un «exterior» que justifica
amplias problemáticas de una cultura. Si preguntamos con su- separar los «contenidos del descubrimiento científico» de «los
ficiente insistencia (si nos tomamos en serio los estudios cultu- contextos de su construcción»? Todos los ensayos de Young cons-
rales), «podemos aprender algo sobre la naturaleza de la ciencia tituyen objeciones rigurosas y ejemplarizantes a esta dicotomía
en sí misma y, de ese modo, iluminar la forma en que las so- vista como ofuscación académica y mistificación política. En
ciedades establecen agendas en su cultura general, incluyendo 1992, todavía era difícil recomendar un ensayo más ricamen-
la ciencia, como parte de la búsqueda de valores y prioridades te argumentado que proclamara e invitase al trabajo académi-
co holístico y políticamente comprometido que el publicado en
1973 por Young, «Los contextos historiográficos e ideológicos del
pecialmente en «Los contextos historiográficos e ideológicos del debate
debate del siglo XIX sobre el lugar del hombre en la naturaleza».
del siglo XIX sobre el lugar que ocupa el hombre en la naturaleza»; se
trata de un verdadero tesoro, con el cual mantengo una deuda política y Descubrí en la década de los setenta, y aún sigo viéndolo así, que
profesional, a la hora de tener más en cuenta la teoría feminista en este la convicción de Robert Young sobre la necesidad de confrontar
campo. Debido a la exhaustividad de sus notas, me permito criticar la el contenido de las ciencias con un análisis socio-histórico y no
poca atención prestada a las reformulaciones feministas de los debates reduccionista, así corno de evitar respuestas fáciles a las relacio-
sobre estudios científicos (véase la nota 174.2 en la página 273; aquí ha- nes entre ciencia e ideología, era indispensable para todos mis
bría tenido una gran oportunidad para hacerlo).
proyectos como crítica intelectual.
Las notas de Robert Young me ayudaron a entrenarme en la historia
de la ciencia; por eso me decepciona este aspecto de sus revisiones para Esta convicción es ciertamente necesaria para entender la
la edición de 1985. El compromiso pendiente hacia el patriarcado en los ciencia como cultura, en lugar de la ciencia y la cultura. Young
principales textos de la historia de la ciencia contra la que Young reac- apuntó, mucho antes que otros autores citados en los estudios
cionó en Cambridge siguió presente en gran parte del movimiento cien- científicos para cuestiones similares (pero sin su crucial sesgo
tífico radical y en sus obras. El mismo compromiso hacia el patriarcado político), que «Nada es, en última instancia, contextual; todo
es evidente en los textos canónicos de los actuales estudios sociales
es constitutivo, otra forma de decir que toda relación es dia-
ortodoxos sobre la ciencia, por ejemplo, en los importantes libros de Ste·
ve Shapin y Simon Schaffer El LeviatJwn y Jo bomba de vacío: Hobbes, léctica » (Jbíd. : 241). Siguiendo una tradición marxista, espe-
Boyle y Ja vida experimental, y de Bruno J.nlm11· Cit•1u:in l'l1 ncción. No se cialm cnl C' a pnr1·ir de la obra de Georg Lukács, «cuyo análisis
puede permitir que este problemo 1wrrd11 t11111111l 111ovt111 IP1Ho clcdi.cado a de In 1·11 lf il'ndci 11 proporcion a las h erramientas para obs ervar
abordar la ciencia como cull11m, <lnl 1 11111 Vt 11 111 1111 11 1111 ollqtnnl referente.
260 701
LAS PROMESAS DE l.OS MONSIHUOS
CONVERSACIOtlESDEOTRO MUNDO
creativa de Dios y las leyes de la naturaleza, y entre el hombre y explorase más a fondo las relaciones sociotécnicas de las bibliote-
la naturaleza, la mente y el cuerpo, se resolvió mediante el com- cas físicas para secuenciar datos; esta exploración nos mostraría
promiso hacia el principio de uniformidad de la naturaleza y el algo sobre el «contexto común» de finales del siglo xx en relación
naturalismo científico. Según la ley fundadora del Padre, las ca- a los debates sobre la delimitación entre «naturaleza», «hombre»
pacidades de la naturaleza y las leyes de la naturaleza se tornan y, si no Dios, al menos el ingeniero supremo. La «realización»
idénticas. En términos narrativos, esta identificación conlleva del valor del genoma requiere su completa materialización en
un aumento de control a través de los interminables relatos una forma histórica concreta. El instrumentalismo y el construc-
sobre «transgresiones de los límites prohibidos»: el estremeci- tivismo pleno no son conceptos etéreos. Crear y almacenar el ge-
miento erótico de los proyectos de trascendencia del hombre, noma implica apropiárselo como un tipo específico de entidad.
incluidos de forma prominente en la tecnociencia. «La ciencia Esto constituye históricamente la autoproducción humana y la
no reemplazó a Dios: Dios acabó identificándose con las leyes autoposesión o apropiación intelectual.
de la naturaleza» (Ibíd.: 240). La larga tradición de individualismo metodológico y de li-
Dios no interfirió en Su obra, ni siquiera en esos depósitos bertad basada en la apropiación del yo llega a un tipo particu-
para Sus intenciones, anteriormente de fiar, denominados diseño lar de realización en este discurso. Para patentar algo, uno debe
biológico y función cognitiva. Pero el profundo compromiso eu- poseer la clave para producirlo. Eso es lo que otorga el dere-
ropeo monoteísta, patriarcal y cultural a la hora de relacionarse cho jurídico de apropiación privada del producto, no como algo
con el mundo tal como está hecho, diseñado y estructurado por simplemente dado, sino como tecnológicamente reduplicado, su
las prohibiciones de la ley, se mantuvo. Un elemento reciente en «naturaleza». En el Proyecto Genoma Humano, el genérico «lu-
estos relatos, el progreso, se insertó en el cuerpo de la naturaleza gar del hombre en la naturaleza» realmente se convierte en el
y se vinculó profundamente con un tipo particular de concepción universal «lugar humano en la naturaleza» de una forma muy
de la uniformidad de la naturaleza como producto. A finales del particular: la existencia de la especie como proceso y produc-
siglo xx, muy pocas fisuras podrían mostrarse, de hecho, en el só- to totalmente delimitado. El cuerpo constituye una matriz, un
lido complejo cultural del construccionismo PHCB. obstáculo, algo superfluo; el software es el premio. En esta na-
En marzo de 1988, Charles Cantor, entonces jefe del Centro rración heroica y cambiante, pero todavía masculinista, la rela-
Genoma del Departamento Energético de Estados Unidos en el ción entre sexo y género constituye uno de los muchos mundos
Laboratorio Lawrence Berkeley, aclaró estas cuestiones en su transformados en este particular proyecto sociotécnico puesto
charla en el Instituto Nacional de Medicina titulada «El Proyec- en marcha desde Europa, Japón y Estados Unidos.
to Genoma Humano: problemas y perspectivas». En aquel mo- Al igual que ocurre con los juguetes en otras actividades lú-
mento, se trataba de explicar los diferentes modos materiales de dicas, los Genes'R'us 128 y «nosotros» (¿quiénes?) somos dueños
existencia de varios tipos de mapas genéticos (mapas de enlaces de nuestros propios productos en esta apoteosis del humanis-
genéticos, mapas físicos almacenados en bibliotecas de Cromoso- mo tecnológico. Hay un único Actor, y somos nosotros. La na-
mas Artificiales de Levadura [CAL] o «bibliotecas de cósmidos», turaleza se transforma en su opuesto binario, la cultura, y vice-
e información secuencial de base de datos que sólo existe en los versa, de tal modo que desplaza la dialéctica naturaleza/cultura
ordenadores y en sus copias impresas). 1:n <'Slt' rnn1·cxto, Cantor (y la de sexo/género) mediante un nuevo campo discursivo, en
señaló por qué era tan importan l'c l< 1w1· lw 11111p11s físi cos: «De
1 1
este modo, tú posees el gcnon111. » M1• 1111111111 111111111110 que Can1·or l?.B. J:11 1n l111c1111J111 11 Jn conocida morco de jugue tes Toys'R'us (literal-
m< lllC', • l11 1 111111111' P l IH HIHHl nonoll'()O>•). [N. (/(•/ '1.1
204
LAS PROMESAS DE LOS MOllSTRUOS CONVERSACIOllES DEOTROMUNDO
el que los actores relevantes son sus propias cosificaciones ins- mana) es la medida de todas las cosas» (Ibíd.: 241). Por mi parte,
trumentales. El contexto se contenta con una venganza. La na- profundamente influida por las prácticas de un ecologismo an-
turaleza es el software; nosotros lo reduplicamos; lo poseemos; tiimperialista que une justicia y ecología, y por un feminismo
somos ella. La naturaleza y la cultura colapsan mutuamente multicultural que insiste en una imaginería diferente de la re-
y se desvanecen en el agujero negro resultante. El hombre se lacionalidad (movimientos sociales que arraigaron más profun-
crea a sí mismo, por tanto, mediante un onanismo cósmico. La damente después de que Young escribiera su ensayo), considero
transferencia, durante el siglo XIX, del papel creativo de Dios a que la acción humana formulada de este modo es precisamente
los procesos naturales, dentro de una cultura industrial multi- parte del problema.
forme y estratificada, comprometida con el constructivismo in- En 1973, Young buscó un marco teórico para las mediacio-
cesante y el produccionismo, fructifica en una extensa cosecha nes entre la naturaleza y el hombre. Pero la naturaleza seguía
biotecnológica, en la cual el control del genoma constituye el siendo un producto de la praxis humana (el estado de la n atu-
control del juego de la vida (legal, mítica y tecnológicamente). raleza como transformación de la historia de las personas y de
La cuestión aquí estriba en las desiguales opciones de vida o los acontecimientos), o bien una categoría presocial aún no im-
muerte en el planeta. Sinceramente, no creo que a Darwin le plicada en la relación transformadora del trabajo humano. Lo
hubiera gustado esto. que la naturaleza no podía ser en estas formulaciones de los
Volvamos a la afirmación de Young respecto a la proposición humanismos marxistas era un compañero social, un agente so-
lukácsiana de que la naturaleza constituye una categoría social. cial con una historia, un interlocutor en un discurso en el cual
Ante la implosión que describíamos más arriba, esta fórmula «nosotros» no somos todos los actores. No basta con una teoría
parece inadecuada por una sencilla causa. Durante la incursión de las «mediacion es». Si «la acción humana es la medida de
científica del marxismo radical en los años setenta, Young for- todas las cosas», entonces la conversación y sus formas de vida
muló el problema en los siguientes términos: «En el siglo xrx, los suponen un problema para el planeta. Y, de forma menos conse-
límites entre la humanidad y la naturaleza estaban en disputa. cuente para otros pero especialmente grata para mí, nunca ten-
Por lo general, la naturaleza salió victoriosa, lo que significa que dré una conversación coherente con mi perro mestizo anarquis-
ganó la reificación. Y aún lo sigue h aciendo, si bien algunos ex- ta, Alexander Berkman. Según el relato de Lukács y de Young en
tremistas tratan de hacer retroceder los límites del cientificismo la década de los setenta, la naturaleza sólo podía ser matriz o
reificante tan lejos como pueden, y un estudio crítico del desa- producto, mientras que el hombre tenía que ser el único agente,
rrollo de los modelos que subyacen a las racionalizaciones de exactamente la misma historia patriarcal de la historia humana,
la reíficación puede serles de utilidad al comenzar a ubicar la incluidas las versiones que describen tanto la siembra como la
ciencia en la historia (la historia de las personas y de los aconte- cosecha del darwinismo.
cimientos)» (1985: 246). Preferiría decir que la «naturaleza» no Nos encontramos en aguas turbulentas, pero no estamos to-
ganó, sino que el juego hombre/naturaleza es el problema. Pero talmente a la deriva con nuestros instrumentos de análisis euro-
de momento ésta no es más que una pequeña pega en mi análi- peos, por no mencionar otras tradiciones. Sin embargo, el ani-
sis; Young y yo coincidimos al identificar las partes cruciales de mismo tiene una mala reputación en los juegos del lenguaje que
la estructura de reificación. como crítica intelectual necesito introducir en los mundos de la
Para oponerse a la reificación, Yo11 11H 111wl11 11 11n11 mod ifica- tecnoC'ic•1wi11. /\demás, el animismo es evidentemente un tipo de
ción marxista de la premi:;n «1:1 h11111h1 11 (1 11 ll1 wlr, 111 ucrlón hu-
1
pnkl irn r11p1•1·:1P1llor!om11 humana. Por otra parte, los esfuerzos
26U
'º'
LAS PROMESAS DE LOS MONSTRUOS CotlVERSACIOHES DE OTRO MUNDO
por representar el mundo en términos dinámicos invaden el occidentales que analiza. Según las formulaciones marxistas,
hermetismo en la temprana modernidad europea, y algunos im- la reificación hace referencia a la re-presentación para los tra-
portantes trabajos feministas y de compromiso político han tra- bajadores humanos del producto de su trabajo (es decir, de los
tado de recuperar esta tradición. Realmente, no hay mucho que medios a través de los cuales se fabrican a sí mismos histórica-
pueda sernos de ayuda en esta historia, me temo. No obstante, mente) de forma hostil y particular. En las relaciones de produc-
creo que debemos involucrarnos con formas de vida no-huma- ción capitalista, la actividad humana encarnada en el producto
nas (tanto máquinas como organismos), en términos más diná- del trabajo se congela, se incauta, y se hace resurgir como Cosa,
micos que los proporcionados por los frutos del darwinismo o mercancía que domina y distorsiona la vida social. En ese marco,
del marxismo. La reconfiguración de conversaciones con aque- la reificación no es un problema sobre los animales domésticos,
llos que no somos «nosotros» debe ser parte de este proyecto. sino, por ejemplo, sobre los granjeros arrendatarios, quienes co-
Hemos de entablar una conversación coherente en donde los sifican su trabajo en la producción ganadera y luego ven cómo
humanos no sean la medida de todas las cosas, y en donde nadie otro se apropia del fruto de ese trabajo, haciendo que el trabaja-
reclame una conexión no mediada a ningún otro. Los humanos, dor lo perciba como mercancía. Más concretamente, el granjero
al menos, necesitamos otro tipo de teoría de las mediaciones. acaba representándose a sí mismo en forma de mercancía. La
reificación paradigmática en el núcleo del análisis marxista ver-
sa sobre el trabajador en cuanto tal, cuya actividad creadora de
111. CONVERSACIONES DE OTRO MUNDO, vida, su fuerza de trabajo, es arrancada y simbolizada en forma
de mercancía coercitiva. Él acaba convirtiéndose en Cosa.
Éste es el proyecto que anima el libro de Barbara Noske Los hu- Noske pretende dar con un sentido diferente de la cosifica-
manos y otros animales: Más allá de los límites de la antropolo- ción. Para ella, el análisis marxista es incapaz de hablar de los
gía. Noske transforma concienzudamente el campo de los r ela- animales. Desde esa perspectiva, los animales carecían de his-
tos humanistas sobre la naturaleza y la cultura. Su situación toria; eran matrices o materia prima para la auto-superación
como intelectual comprometida en Occidente a finales de los humana, lo que podía torcerse, por ejemplo, en las relaciones
ochenta -donde el feminismo, las reivindicaciones antinuclea- de producción capitalista. Los animales no eran en absoluto par-
res y los movimientos por los derechos de los animales y por el te de las relaciones sociales; nunca tenían un estatus distinto al
medioambiente reestructuran el patrimonio intelectual y moral de no-humanos; nunca eran sujetos, y por lo tanto se percibían
de la izquierda- contrasta históricamente con el de Young una como objetos.
década antes. La discusión de Noske sobre el darwinismo es mu- Sin embargo, eso de «ni sujetos, ni humanos, y por lo tanto
cho más pobre académicamente en comparación con el detalla- objetos» que definía la condición de los animales no se corres-
do análisis de Young, pero ella fija su atención sobre un proble- ponde tampoco con el estatus que ocupaban las mujeres en las
ma político, epistemológico y moral clave que no creo que Young lógicas y relatos patriarcales. El análisis feminista que afirma o
pudiera abordar en sus ensayos. Y si hubiera llegado a afrontar se resiste a la identificación de las mujeres con los animales en
el problema de nuestra relación con otros organismos en los tér- calidad de naturaleza o de objetos tampoco ha sabido captar la
minos en los que lo hace Noske, seguramente no h abria logrado cuestión, desde el provocador punto de vista de Noske. Para una
resolver la cuestión como lo hace r lln. import11ntr rorricn te de la teoría anglo-feminista, la mujer como
Noske está obsesionada ro11 l'I P1wtí 11ll1tl11 1p1t1 m1punc hnpo- ta1no 1rn l1•1• l11 re.¡ fl rn r i c'm según el modo en que el marxismo des-
ner a los animales el os1111w1d1 11111111111t11111111111111111'1 1111 y c11lturns
208
'ºº
LAS PROMESAS DE LOS MOtlSTRUOS CONVERSACIONES DE OTRO MUHDO
cribe el proceso para el trabajador.129 En las categorías sexuales Pero no importa hasta qué punto se reestructure; este drama
masculinistas, la mujer no es un sujeto separado del producto de familiar humano no es el resultado de haber restablecido los tér-
su actividad de formación de vida; su problema es mucho peor. minos de relación que conciernen a los animales. Lo último que
Ella constituye una proyección del deseo del otro, que luego per- ellos «necesitan» es un estatus de sujeto humano, en cualquiera
sigue al hombre corno su Otro siempre huidizo, seductor y poco de sus formas histórico-culturales. He aquí el problema en gran
fiable. La mujer corno tal es una suerte de proyección ilusoria, parte de los discursos sobre los derechos de los animales. Lo me-
mientras que las mujeres soportan el violento borrado de ese jor que pueden sacar en claro los animales de este enfoque es el
movimiento configurador de la historia. No hay nada de lo que «derecho» a ser representados permanentemente en el discurso
ella pueda reapropiarse; es tan sólo un objeto, en el sentido de humano corno seres humanos inferiores, como por ejemplo en
constituir el proyecto de otro. la ley: los animales pueden obtener el derecho a ser permanen-
El tipo de cosificación de los animales que Noske está tra- temente «orientalizados». 131 Como sentenció Marx en otro con-
tando de entender tampoco se asemeja a la historia de la cosi- texto y para otros seres distintos: «no pueden representarse a sí
ficación racial en Occidente, aunque el estatus de la esclavitud mismos; deben ser representados». Muchos discursos ecológicos
en el Nuevo Mundo estuvo vertiginosamente cerca de imponer bienintencionados, pero en último término imperialistas, toman
a los esclavos el mismo tipo de estatus de objeto animal que las esta forma. Sus voces resuenan en la cuestión pro-vida/antiabor-
bestias, y que la naturaleza en general, dentro de las lógicas co- to. «¿Quién habla por el feto?» La respuesta es: cualquiera menos
lonizadoras. En la esclavitud afroamericana, por ejemplo, los es- la mujer embarazada, especialmente si esa persona es un experto
clavos constituían una propiedad completamente alienable. Las legal, un médico o un científico. O un padre. Frente a la cosecha
mujeres esclavas no eran como las mujeres blancas (las portado- del darwinismo, no necesitamos un discurso interminable sobre
ras de la propiedad a través del matrimonio legítimo).13º Tanto quién habla por los animales, o por la naturaleza en general. Ya
los esclavos hombres como las mujeres constituían una propie- hemos tenido suficientes juegos de lenguaje relacionados con la
dad en cuanto tal. Esclavos y esclavas sufrieron la cosificación paternidad. Necesitamos otros términos de conversación con los
sexual y racial de una manera que transformó a ambos, pero animales, una tarea mucho menos prestigiosa. La cuestión no
con todo su situación n o era como la de los animales no-huma- son las nuevas representaciones, sino las nuevas prácticas, otras
nos. La liberación de esclavos pasaba por hacer de la subjetivi- . formas de convivencia que reúnen a humanos y no-humanos.
dad humana de los esclavos un logro histórico efectivo. En ese Entonces, en las frustradas relaciones humano-animal, las
proceso de reconstrucción histórica fue radicalmente reestruc- analogías con otras cosificaciones, invocadas a menudo en el dis-
turado aquello que entendemos corno humano, esto es, el relato curso políticamente comprometido, se rompen sistemáticamente.
del «hombre». He aquí la belleza del argumento de Noske. Tenemos por delante
un trabajo específico si queremos iniciar una forma de conviven-
cia, una conversación, con otros animales. «Puede que todo se re-
129. Estoy en deuda con Catharine Mackinnon y su artículo «Feminism
duzca a una forma de colonización antropocéntrica, donde todos
Marxis'm, method and the state: an agenda for theory» (en Signs 7, 3'.
1982, pp. 515-544).
y todo siguen siendo comparados por una vara de medir huma-
130. Aquí confío en gran medida en Hazcl C11rhy y 1111 lthrn nocon struc-
ting Womanhood(Nueva York, Oxfo1·<l lllllv1111 lty J11 .. n11, l'lll'/) y en el ar- 131. RcJornnc ln nl libro de Edward Said Orientalism (1978); traducción al
tículo de Hortense Spillern, «M111n11'11 l111hy, 1'11p11'11 11111ylln 1111 Americ an espaflnl d1 M11 J.111tm Fuentes, Ol'ientalismo, Random House Mondadori,
grammar boolc» (en JJincriflr •11 I'/, 'i., 1111 11, pp 1111 11 1) 200?. 1N 1lt•I 'f 1
?70
LASPROMESAS DE LOS MONSTRUOS CONVERSACIONES DEOTROMUNDO
na y occidental. En nuestros sistemas legales, los animales están obligados a «especializarse» en una «tarea» con cr eta con el fin
obligados a aparecer como subalternos humanos. Sin embargo, de aliviar los procesos más severos del trabajo humano no cuali-
los animales no son inferiores a los humanos; son otros mundos, ficado. «El tiempo de vida del animal se ha convertido realmente
cuya otra mundanidad no debe ser desacreditada y medida por en "tiempo de trabajo": en producción ininterrumpida las vein-
nuestros raseros, sino que debe respetarse por lo que es» (1989: ticuatro horas del día» (Ibíd.: 17). El diseño de animales como
xi, la puntuación es mía). Genial, pero ¿cómo? Y ¿cómo, sobre modelos de investigación de lab oratorio es uno de los ejemplos
todo, si no hay afuera de los juegos del lenguaje? más extremos de domesticación. No sólo el animal ha sido total-
Percatándose de esto, Noske señala cuatro factores de especial mente incorporado a la tecnología humana; se ha convertido en
interés. En primer lugar, comienza formulando la historicidad de un producto diseñado p or la misma.
todos los participantes en los relatos. Los animales han partici- Noske no cuestiona la ingeniería genética, p ero su argumen-
pado activamente en sus relaciones con los humanos, no sólo a to se adaptaría fácilmente a la obsesión por remodelar a los ani-
la inversa. La domesticación, un foco importante en la discusión males (y a los humanos) para propósitos productivos. Desde el
de Noske, resulta paradigmática para su argumentación. Aunque punto de vista de las narraciones dominantes sobre la iniciativa
supone una relación asimétrica, la domesticación implica bidirec- genoma humano, los mismos humanos constituyen las tecnolo-
cionalidad. Se refiere a la situación en que las personas fuerzan gías de lectura y escritura de sus propios genes, como así ha ocu-
activamente los cambios en los ciclos de subsistencia estacionales rrido. La naturaleza es una tecnología, y esto representa un tipo
de los animales para hacerlos coincidir con necesidades huma- muy particular de categoría social materializada. «Nosotros»
nas concretas. Al enfatizar el aspecto activo y las ecologías cam- (¿quiénes?) nos hemos convertido en un ejemplo de <<nuestra»
biantes y específicas de ambas especies, la definición que Noske (¿de quién?) tecnología. El «Libro de la Vida» (el genoma, según
emplea insiste en una continuidad histórica dinámica de las re- el título de una metáfora empleada por un programa de la te-
laciones de domesticación humano-animal. Desde este punto de levisión Nova, «Descodificando el Libro de la Vida», 1988) es la
vista, la captura, la domesticación y la reproducción en cautiverio ley de la vida, y la ley constituye de forma paradigmática una
suponen desarrollos relativamente recientes. cuestión técnica. Noske está de acuerdo con el filósofo holandés
En segundo lugar, Noske formula un concepto muy útil en Ton Lemaire en que esta cosificación plena de la «naturaleza»
su análisis sobre la domesticación contemporánea de animales sólo puede completarse con la plena «autonomización» del suje-
de granja: el «complejo animal-industrial». 132 Los animales son to humano. Autonomía y autómata representan más que meros
juegos de palabras. Completamente cosificados, somos en última
132. En mi opinión, sobre este tema, como en cualquier otro punto de su instancia sujetos completos (o somos completados como sujetos).
interesante y fecundo libro, Noske realiza generalizaciones extensas y El mundo de los sujetos «autónomos» es el mundo de los objetos,
no se cuestiona con suficiente cuidado cómo deben limitarse o modi- y este mundo funciona por la ley de la aniquilación de los yoes
ficarse sus afirmaciones. Su discusión sobre la historia de la «Cosifica- auto-defendidos implosion ando con sus fatales proyecciones.
ción» de la ciencia occidental está en este sentido particularmente este- Noske, Young y yo estamos inmersos aquí en la misma con-
reotipada. Otras discusiones, como las de la historia de los estudios del
versación. La noción de «complejo animal-industrial» permite
comportamiento de primates, son mucho mejores. Pero estos aspectos
constituyen mínimas objeciones en relación al proy<c lo fundamental discutir cómodamente algunos temas cruciales. Las consecuen-
y sintético de su libro, que sigue siendo ú 11 lrio 1111 11111 li lnrnturns verde
(ecologista), roja (socialista), p ú rp11 1·11 (lc1111h1 ti1111) y 11l1 111v 10IN11 (cientí· con 1011 111 11v1111 l111 1t oi1 :mcioles y las ciencias n aturales sobre el difícil
fica). El libro de Noske enlrí H11 n .. 11 11•11l 11 t111,.111 11í1 11 1•11 1111 d lli lo110 t:rítico p rnbJ1111 ir1 tl1tl 1111l1 o ¡m t11•11t1 ím11 0.
272
LAS PROMESAS OE LOSMONSTRUOS COtlVERSACIOtlES OEOTRO MutlOO
cias de estas formas de relación residen en humanos y animales, cluso en los relatos menos extremos, como los cuentos de hogares
pero de diferente manera. Cuanto menos, debe admitirse que de funcionarios blancos de clase media que conviven con simios
«la explotación animal no puede tolerarse sin dañar el princi- jóvenes y niños humanos, los niños experimentan la asimilación
pio de intersubjetividad» (1989: 38). Aquí estamos llegando al de la cultural animal, y viceversa. Para Noske, estas situaciones
núcleo del asunto. ¿Qué es la intersubjetividad entre tipos de sugieren no tanto la comunicación «humano-animal» como la co-
sujetos radicalmente diferentes? La palabra sujeto es engorrosa, municación «animal-humano». Ninguno de los participantes será
pero también lo son las alternativas, como «agente», «compa- después el mismo.
ñero» o «persona». ¿Cómo designamos la otredad radical en el El cuarto logro de Noske para mí fue su utilización del libro de
corazón de las relaciones éticas? Se trata de un problema que Sandra Harding La cuestión científica en el feminismo (The Science
rebasa la dimensión de lo humano; como veremos, es intrínseco Question in Feminism) para cambiar el enfoque hacia «la cuestión
a la historia de la vida orgánica en la Tierra. animal en el feminismo» (Ibíd.: 102-116). Noske insiste en que la
El tercer logro de Noske consiste, por tanto, en afirmar inequí- identificación positiva de algunas feministas con los animales, in-
vocamente que una conversación coherente entre personas Y cluida la aceptación de nuestra propia feminidad, así como la re-
animales depende de nuestro reconocimiento de su estatus de sistencia de otras feministas a ese supuesto esencialismo biológico,
sujetos «de otro mundo». Noske señala en una discusión sobre son ambas desacertadas siempre que los términos de la conflicti-
algunos conceptos de cultura en antropología y biología que va relación de «mujer y naturaleza» sean vistos dentro del marco
ambas tradiciones sólo pueden ver el comportamiento animal etnocéntrico sujeto/objeto heredado que genera el problema del
como resultado de mecanismos. No pueden tener en cuenta a reduccionismo biológico. Noske defiende una posición feminista
los animales que construyen socialmente sus mundos, y mucho vis a vis con los animales que postule la continuidad, la conexión
menos construyendo los nuestros. La biología, en particular, no y el diálogo, pero sin el marco que inexorablemente conduce al
tiene la equipación metodológica necesaria p ara reconocer «las «esencialismo». El «esencialismo» depende de la identificación re-
cuestiones creadas social y culturalmente y que a su vez dan ductiva, en lugar de la relación ética, con otros mundos, incluso
forma a sus creadores» (Ibíd.: 86). con los nuestros. Ésta es la paradoja de la continuidad y de la rela-
En su capítulo final, «Encuentro con el Otro: hacia una antro- ción extraterrestre que mantiene la tensión en el libro de Noske y
pología de los animales», Noske describe la historia de los escritos ·en su acercamiento al feminismo. Una vez que el mundo del sujeto
occidentales acerca de los «niños lobo», niños muy pequeños que y del objeto es puesto en tela de juicio, la paradoja concierne a la
presumiblemente se extraviaron de las comunidades humanas, diversidad, o a la curiosa confederación que es el yo, así como a las
fueron criados por otros animales sociales y luego encontrados relaciones del yo con los otros. El diálogo, esa prometedora forma
por personas. La autora muestra interés en cómo escuchar las his- de vida, desafía la auton omía del yo y la cosificación del otro.
torias de y sobre niños adoptados por animales. Se pregunta en-
tonces si, en lugar de preguntar si es posible «des-animalizar» a los
niños restaurándolos o enseñándoles por primera vez un lenguaje IV. CHARLA DE VIAJE
completamente humano, podemos preguntar qué tipo de vínculo
social se abre paso cuando un niño humano adquiere una socia- La ciencia-ficción ofrece una práctica de escritura útil para abor-
lización específica no-humana. Noslw irrH1¡th 111 q111• los niños no se dar los Ht'Hlllfü'ntos ele Noske. Reeditado en Londres por The Wo-
hicieron «humanos», sino qur sr n111 vli 1lp1•11111•11 1p1•1•s sociulcs. In- me11 's P1·1•,w1, 1111 111\ co 11tcxto explícitamente feminista (el año
1!l8!i), /\111•111111 '''" ' ' ' ' """ w;trm1c111tc1 es ln primcru novrln SI ' escrita
1111
LAS PROMESAS DE LOS MONSTRUOS COflVERSACIOllES DEOTRO Murrno
por Naorni Mitchison. El relato sobre la exploración espacial, na- ¿Cómo podría tener lugar un diálogo, del tipo que sea, si la re-
rrado desde el punto de vista de Mary, una xenobióloga y experta gla de no intervención fuera interpretada de forma estricta? La
en comunicación, fue editado por primera vez en 1962, cuando la cuestión del poder no se puede evitar, y menos aún en la «comu-
autora tenía sesenta y tres años y se encontraba en medio de una nicación». Éste era el problema moral del mundo de Mary: «Los
extensa carrera como escritora y activista política nacional e in- humanos empezaron a agotar los problemas morales serios
ternacional. Sus ideas en la década de 1960 versaban sobre una cuando empezó realmente la exploración del espacio» (1976:
generación cuyas consideraciones sobre la ciencia y la política de 16). Pero nada más.
las mujeres eran distintas a las que se figuraban futuros editores La regla de no intervención no era interpretada de manera es-
y lectores. Hija de un importante fisiólogo británico, J. S. Halda- tricta, desde luego; por lo que el relato podía continuar. Los deli-
ne, y hermana de uno de los artífices de la moderna síntesis evo- cados visos de interferencia resultaron ser lo realmente relevante
lutiva, J. B. S. Haldane, Mitchison difícilmente podría haber evi- en términos narrativos. «La dificultad parece radicar en el hecho
tado su interés por las formas de vida orgánica. Ella venía, en de que dentro del mundo guardería creemos ser personalidades
resumen, del mundo social que produjo a los Darwin y a los estables, completamente seguras. No podemos pensar en una
Huxley, esos familiares árbitros de la autoridad terráquea y las eventual desviación, en que la interferencia puede constituir
conversaciones de otro mundo. La experimentación sexual, el una tentación» (Ibíd.: 19). Cada explorador descubría bastante
radicalismo político, la alfabetización científica sin trabas, la au- rápido lo contrario. Por lo tanto, el imperativo de no intervención
toconfianza literaria, una gran visión del universo desde una cul- constituía la ley, la matriz simbólica dentro de la cual los sujetos
tura intelectual rica e imperialista: ésta era la herencia de Mitchi- podían ser llamados a «conversar». Obedecer la ley fundadora es
son. Escribiría dicho legado en sus memorias de astronauta. siempre imposible; ése es el inconveniente en el tragicómico pro-
Al poner en primer plano el problema del imperialismo, ceso de convertirse en un sujeto social entrelazado con otros. No
que constituía el eje silencioso pero profundamente central en comer del árbol de la vida en el libro de Mitchison implica no co-
los debates victorianos sobre «el lugar del hombre en la na- nocer la necesaria e imposible situación de la tarea del comunica-
turaleza», Mitchison asignó a su xenobióloga una interesante dor. La comunicación, incluso con nosotros mismos, es xenobioló-
tarea: contactar con «otros mundos», ajustándose a una sola gica: conversaciones de otro mundo, tópicos terráqueos, términos
restricción importante en el despliegue de sus habilidades psi- locales, conocimientos situados. «Todo se logra al final, pero el im-
cológicas, lingüísticas, físicas y tecnológicas: la no interven- pacto de los otros mundos sobre esta estabilidad aparentemente
ción. El conocimiento no provendría del desapego científico, inamovible llega como una sorpresa. Nadie disfruta sus primeros
sino a partir de un contacto científico. Al explorar el jardín cambios de personalidad» (Ibíd.: 19). Tampoco, presumiblemente,
de las delicias, Mary, la mujer del espacio, tenía que obedecer lo hacen aquellos con quienes se produce el contacto.
sólo a esta pequeña restricción. Los «contactos» podían tomar En un sentido althusseriano, los sujetos en Memorias de una
cualquier tipo de forma: lingüística, sexual, emocional, cogni- astronauta son interpelados o llamados a convertirse en un mun-
tiva, matemática, estética, mecánica o, en principio, de prácti- do donde la ley no es el «¡eh, usted!» de la policía o el «no debes sa-
camente cualquier otro tipo. Las fusiones eróti cas, los extraños berlo» del padre, sino un mandato moralista engañosamente más
emparejamientos y la curiosa descendcncin C'St rncluran tanto el suave: «Sed fecundos y multiplicaos; uníos en conversación, pero
humor de la novela como su pnl't<' 111IÍ H Mt'rl11. 1,11 1·11111unicación, sabed Qll<' no sois los únicos sujetos. Al conoceros entre vosotros,
naturalmente, tiene que v¡•r 1·1111 t• I dt" 1111: 111• 111lf ¡•I pl'obl cmu. vucst rrni 1111111tlll11 11111H'11 volverán a ser los mismos». La interfe-
770
LAS PROMESAS DE LOS MOtlSTRUOS COtlVERSACIONES DE OTRO MUNDO
rencia no es estática, ruido, interrupción en la comunicación; y, por Margulis y Sagan sobre los orígenes promiscuos de las célu-
sin embargo, la interferencia, producida por el contacto, es una las con orgánulos134 trata sobre el trabajo con metáforas. Llevar a
condición implícita para dejar el mundo guardería. «Aunque, por cabo tal trabajo es parte de mi vocación a la hora de preparar mis
supuesto, esperaba ansiosamente, como es lógico entre humanos, colaboraciones para el Reader's Digest después de la revolución.
dedicarme a la exploración, descubrí que mi primer mundo era Considero que este tipo de labor con metáforas podría decirnos
extraño y desconcertante [... ]. Es solamente en circunstancias algo interesante sobre las herramientas metafóricas que «noso-
como ésta cuando nos damos cuenta de que estamos construidos tros» (¿quiénes?) podríamos necesitar a la hora de confeccionar
bilateralmente, siguiendo principios selectivos. Peces más que una teoría útil sobre el sujeto al final del segundo milenio cristiano.
equinodermos[... ]. Resultaba bastante problemático comunicar- Considérese entonces el siguiente mensaje, gracias a la exis-
se con esos seres radiales» (Ibíd.: 19, 20, 23). La acción producto- tencia, en el intestino delgado de la termita australiana moderna,
ra de sujetos (y de un universo moral) realmente comienza una de una criatura llamada Mixotricha paradoxa -un trozo micros-
vez que las entidades bilaterales y radiales establecen contacto. Y cópico de «pelo» o tricoma (del griego trichos) entremezclado y
esto es sólo el principio: «Pienso en mis hijos, pero pienso menos paradójico (Imagen 4.1)- . Esta pequeña criatura filamentosa deja
en mis queridos cuatro seres normales que en Viola. Y pienso en en ridículo la noción de un yo delimitado, auto-protegido y singu-
Ariel. Y en el otro» (Ibíd.: 16). lar que trata de poner a buen recaudo sus inversiones genéticas.
El problema que presenta este mensaje es sencillo: ¿Qué consti-
tuye la Mixotricha paradoxa? ¿Dónde acaba el protista135 y dónde
V. TRES MIL MILLONES DE AÑOS empieza algo diferente en el repleto intestino del insecto? Y ¿qué
nos dice esta individualidad paradójica acerca de los orígenes?
Pero ¿y si volviéramos a otro comienzo, a los primeros días de la
vida orgánica en la Tierra, hace unos pocos miles de millones de
años? Ése parece un buen lugar para concluir esta reflexión so-
bre el diálogo natural como interrelación heterogénea. ¿Podrían
esos patosyuppies de Wisconsin tener después de todo un origen
queer, y podría haber una base material apreciable para mi pla-
cer sexual con las enzimas respiratorias mitocondriales? Recu-
rriendo al libro de Lynn Margulis y Dorion Sagan Los orígenes
del sexo: Tres mil millones de años de recombinación genética133
como guía, contaré una historia final muy diferente de la ver- Imagen4.1. Mixotricha paradoxa.
Dibujode Christie Lyons; foto cortesía de Lynn
sión de Cantor sobre el proyecto genoma humano o de la cose-
Margulis.
ch a del darwinismo de la biotecnología corporativa.
Como en otras partes, la biología en mi narración supone tam-
134. Estas células se denominan eucariotas; tienen un núcleo delimita-
bién un rico campo de metáforas para cuestiones culturales y po-
do por una membrana y otras estructuras internas diferenciadas. Los
líticas etnoespecíficas. Mi versión vagabunda del relato firmado procariotas o las bac terias no tienen un núcleo para albergar su mate-
rial IJC'n(l tico, nino que mantie nen s u ADN des nudo en la célula.
133. Margulis, L. y Sagan, D., Oti{lltw t1/ h'1• 'l'/111''' 1111/10 11 Y1•111:: o! Genet- 1315. 1111 pio t 111111 011 111 1 111í<~ rooro nn imno eucoriótico unicelular, como la fa-
ic Recombination (NC'w 1!11v1•11, ( :<t: V11l n ll111 vn 11111 y 111111111, l'lllh), 11ilh111 11111111111 liJl\11 11111, 1111l11111IC111 y honoon d<'OC:il'n ch' H <Ir <'Ol<
' com ienzo.
11U
LAS PROMESAS DE LOSMOHSTRUOS CONVERSACIONES DEOTRO MUllDO
Por último, ¿cómo podrían estas formas de vida ayudarnos a ima- las estructuras de la membrana, probablemente se unieron de
ginar un lenguaje útil? este modo a lo que hoy constituyen las células modernas.
La Mixotricha paradoxa es un microbio con núcleo celular
Con el transcurso del tiempo, los enemigos internos de la pre-
y varios tipos de simbiontes procarióticos internos y externos, sa se convirtieron en huéspedes microbianos y, finalmente, en
que incluyen dos tipos de espiroquetas móviles, las cuales vi- serviciales parientes adoptivos. Debido a una gran cantidad de
ven en diversos grados de integración estructural y funcional. pruebas biológicas y bioquímicas moleculares que respaldan
estos modelos, las mitocondrias de hoy son vistas preferible-
Todas las criaturas asociadas habitan en una especie de confe- mente como descendientes de células que evolucionaron den-
deración obligatoria. Desde el punto de vista «simbiogenético» tro de otras células (Margulis y Sagan, Ib(d.: 71).
de Margulis y Sagan, este tipo de confederación es fundamental
en la historia de la vida orgánica. Tales asociaciones surgieron La historia de las asociaciones heterogéneas en varios nive-
probablemente en reiteradas ocasiones. Los vínculos a menudo les de integración se ha repetido incontables veces a través de
implican intercambios genéticos o recombinaciones que tienen diferentes grados y escalas.
a su vez una larga historia, la cual se remonta a las primeras
Los clones de células eucariotas en formas de animales, plantas,
bacterias obligadas a sobrevivir en un ambiente de luz ultravio- hongos y protoctistas parecen compartir una misma h istoria
leta perjudicial para el gen antes de que existiera una atmósfera simbiótica[ ... ]. Desde un punto de vista evolutivo, los primeros
de oxígeno capaz de protegerlas. eucariotas fueron confederaciones de bacterias que, con una
integración continua, se volvieron reconocibles como células
Es evidente que la recombinación genética comenzó como par- protistas, eucariotas unicelulares [... ]. Los primeros protistas
te de un enorme sistema de traspaso de salubridad a moléculas probablemente fueron más parecidos a comunidades bacteria-
de ADN viejas. Una vez que los recombinantes saludables fue- nas [...]. Al principio, cada comunidad autopoiética [autosufi-
ron producidos, éstos conservaron su capacidad de recombinar ciente] r eplicó su ADN, se dividió y se mantuvo en contacto con
genes de diferentes fuentes. Mientras la selección actuara sobre otros miembros de manera bastante informal. Informal hace
los recombinantes, la presión selectiva mantendría también el referencia aquí al número de compañeros en estas confedera-
mecanismo recombinatorio (Margulis y Sagan, 1986: 60). ciones, que podía ser variable (Margulis y Sagan, lbíd. : 72).
Me gusta la idea del intercambio de genes como un tipo de En efecto, éstas variaban. Entonces, al hablar como una con-
protección primigenia contra los rayos del sol. Esto pone en federación multicelular, eucariota y simétricamente bilateral,
perspectiva al Occidente heliotrópico. pretendo aprender a entablar relaciones interesantes con posi-
Protistas como la Mixotricha paradoxa parecen enseñarnos bles sujetos sobre mundos habitables. Para la ley burguesa de Es-
los acontecimientos ubicuos y cambiantes que llevaron a las tados Unidos en el siglo XIX, tales actos sexualmente sospechosos
bacterias móviles, capaces de procesar oxígeno o de hacer la se denominaban «criminal conversation» (adulterio). Algo que la
fotosíntesis, a asociarse con otras células (tal vez en un inten- astronauta de Mitchison había entendido a la perfección: «Aun-
to originario por buscar alimento o un medio seguro para sus que, por supuesto, esperaba ansiosamente, como es lógico entre
transacciones metabólicas). Sin embargo, algunos depredadores humanos, dedicarme a la exploración, descubrí que mi primer
se establecieron en el interior de sus presas y entablaron una mundo era extraño y desconcertante[ ... ].»
conversación. Las mitocondrias, orgánulos que procesan el ox(-
geno con las estimulantes enzimas rnsplrnl nrlus int'cgradas en
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REFERENCIAS
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Cornell University Press. -(1969): «Malthus and the Evolutionists: The Common Context of
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LAS PROMESAS DE LOS MONSTRUOS CIBORGS, COYOTESYPERROS
más allá de la ciencia-ficción convencional definida por el hom- era lo que despertaba mi interés del cíborg. Hay muchos niveles
bre. El cíborg es, por otro lado, parte de un proyecto militar, par- posibles en esto, por ejemplo las características del proceso de
te de la carrera extraterrestre del «hombre-en-el-espacio». Pero trabajo: la forma particular en que las mujeres (mujeres de clase
también hay otras áreas en las que los cíborgs son femeninos, trabajadora, mujeres de color, mujeres de países y r egiones del
por ejemplo en la cultura popular y en ciertos tipos de cultura Tercer Mundo que atraen el capital internacional para la indus-
clínica. En ellas, los cíborgs aparecen como pacientes, como ob- tria micro-electrónica) están implicadas en la cadena de produc-
jetos de erotismo, como «fembots» (la doncella de hierro, la ción que da lugar al cíborg. Las mujeres han ocupado toda clase
hembra robotizada, maquínica y pornográfica). Pero la figura de lugares en estos mundos, en la biomedicina, en las ciencias de
del cíborg en sí me parecía mucho más interesante que todo eso. la información... (también como científicas, aunque en relativa
Asimismo, era un intento por tomar partido en un proyecto tec- minoría) pero sobre todo como una fuerza de trabajo preferente
nocientí:fico, simbólico y político de un modo radical y directo. para el capital transnacional. Las estrategias de trabajo flexibles
En la figura del cíborg confluían muchas cosas, pero, sobre han involucrado a mujeres y hombres donde antes sólo tenían
todo, el modo en que las culturas tecnocientíficas posteriores a cabida géneros históricamente específicos. El cíborg se tornó así
la Segunda Guerra Mundial estuvieron profundamente consti- una figura para tratar de entender el lugar de la mujer en el
tuidas por las ciencias de la información y las ciencias biológi- «circuito integrado» (una expresión creada por las feministas
cas; por la implosión de la biología y la informática -que ya esta- socialistas) [Haraway, 1991].
ba en marcha hacia finales de la guerra, y que no ha hecho más En cierto modo, el cíborg era un lugar para indagar y exami-
que ahondarse en los últimos cincuenta años, transformando nar la cultura popular, incluida la ciencia-ficción, y en particu-
las condiciones de vida. Éstas no son cuestiones que uno pueda lar la ciencia-ficción feminista. Una novela como Superluminal,
elegir, ni tampoco cuestiones sujetas a determinismo. Se trata de Vonda Mclntyre, 136 por ejemplo, hacía un uso importante de
de profundas materializaciones de relaciones sociotécnicas muy la imaginería del cíborg en numerosos aspectos que eran casi
complejas. Lo que me interesaba era la manera de concebirnos feministas. Las ficciones de la «hermana clan» de Joanna Russ
a nosotros mismos como sistemas de comunicación, ya sea como a mediados de los setenta137 y, particularmente, el trabajo de Oc-
seres animados o inanimados, animales o plantas, seres huma- tavia Butler138 me interesaron mucho en esa época. Por aquel
nos o el planeta Gaia, o corno máquinas de cualquier índole. Mi entonces había un gran movimiento en torno a las produccion es
atención se centraba en esta forma habitual de teorizar la exis-
tencia, la común ontología del todo como un sistema de control
de comunicación. Lo cual me enfurecía y me inquietaba a partes 136. Vonda Mcintyre, Superluminal (Boston, Houghton Mifflin, 1983).
iguales, pero también me parecía muy interesante en otros sen- Traducción al español de Francisco Javier Arellano (Superl uminal, Bar-
tidos. Sobre todo por cierta cualidad inconsciente y parecida al celona, Acervo, 1985).
sueño. No sólo pretendía afirmar el aspecto humano-máquina 137. Joanna Russ, The Female Man (Nueva York, Bantam Books, 1975).
de los cíborgs, sino el grado en que los seres humanos y otros Traducción al español de Manuel Figueroa: El hombre hembra (Buenos
organismos poseen ciertas características comunes entre sí den- Aires, Ultramar Editores, 1987).
tro de los «mundos cíborg». La implosión conjunta ele humanos 138. Octavia Butler; Dawn (1987); Adulthood Rites (1988); !mago (1989);
y máquinas, por un lado, y de hum anos y tl (' lll lÍli rnw inismos, publicados como la trilogía Xenogenesis, Nueva York, Warner Books.
por el otro (junto a una especie clr rnm111tl1·1wl1' 11 p1•nlllt'ntlÍl'ica), (11'Arlur.ción al españ ol de Luis Vigil, Buen os Aires, Ultramar Editores,
1t)f\0 1111!0 )
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LASPROMESASOE LOS MONSTRUOS CÍBORGS, COYOTES YPERROS
culturales feministas, que trabajaban con el cíborg de diversas y En cierto modo, ya sabes, me dedico a realizar estos análisis
fascinantes maneras. sobre los significados implícitos al cíborg de una manera retros-
El cíborg me parecía una figuración especialmente inte- pectiva. ¡Casi no puedo creer que imaginara todas esas cosas en
resante por su reticencia a ser abordada de forma fácil por el 1983! [risas]. Es divertido volver a pensar en algo que en reali-
psicoanálisis. Sin embargo, en contra de lo que mucha gente ha dad empecé a escribir hace diecisiete años ...
argumentado, no concibo al cíborg como desprovisto de incons- E.: Por favor, cuéntanos más sobre la historia del Manifiesto Cí-
ciente, aunque tampoco se trate de un inconsciente freudiano. borg, que ha tenido una trayectoria tan poco frecuente entre los
Lo que tenemos aquí es un tipo distinto de trabajo del sueño; no académicos.
es una cuestión ética, ni edénica, ni referida a los relatos origina-
les ... Se trata de un conjunto diferente de narraciones, figuracio- D. H.: Empecé a escribir el Manifiesto en 1983. La revista Socia-
nes, ensoñaciones, formaciones del sujeto y trabajo del incons- list Review quería feministas socialistas estadouniden ses para
ciente. Esta clase de figuraciones no excluyen algunos tipos de que escribieran acerca del futuro del feminismo socialista, en el
labor psicoanalítica, pero no son lo mismo. Para mí era impor- contexto de los primeros años de la era Reagan y del retroceso
tante establecer una manera de gestionar las figuraciones de la de la izquierda que se vivía en esa época. Fueron invitadas a
tecnociencia que no habían sido hegemonizadas por el psicoa- contribuir muchas investigadoras y autoras, entre ellas Barbara
nálisis, tal como las encontraba a mi alrededor en lugares muy Ehrenreich y yo misma. Frigga Haug y el colectivo feminista del
vívidos del trabajo cultural feminista -como por ejemplo en la periódico socialista Das Argument, de Alemania Occidental, me
teoría cinematográfica. Muchos grandes trabajos han tenido lu- pidieron que escribiera sobre las tecnologías de reproducción, y
gar en este campo gracias al análisis freudiano y posfreudiano, el cíborg es sin duda un lugar obvio para reflexionar sobre la
pero estos últimos seguían siendo inadecuados para el análisis tecnologificación de la reproducción. Por entonces, un grupo po-
de la tecnociencia. De manera que me enfoqué en la literatura, lítico de izquierda en Yugoslavia estaba organizando una confe-
así como en la biología y la filosofía, y la cuestión de las figura- rencia y yo fui una de las invitadas norteamericanas en repre-
ciones tenía un papel relevante en todo ello. sentación de la Socialist Review. Escribí una versión del
Los cíborgs son también lugares donde la ambigüedad entre Manifiesto Cíborg para la ocasión, aunque en realidad no llegué
lo literal y lo figurativo está presente. Cuando se trata de cíborgs, a distribuir mi texto en esa conferencia. En lugar de ello, un pe-
nunca sabes si tornar algo de forma literal o .figurada. Siempre es queño grupo de nosotras hicimos una exposición sobre la divi-
una y otra, y ambas al mismo tiempo. Es esta indecibilidad entre sión del trabajo (una división que históricamente ha invisibiliza-
lo literal y lo figurado lo que me atrae de la tecnociencia. Me pa- do a las mujeres mientras se visibiliza el trabajo de los hombres);
rece un buen lugar en el que habitar. En cierta manera el cíborg así que, ya desde sus comienzos, puede decirse que el Manifiesto
está relacionado con un carácter fí.sico innegable, que es profun- Cíborg tuvo una fuerte conexión socialista y europea.
da e históricamente específico. Sería posible hacer extensiva la E.: ¿Dónde leíste por primera vez la palabra «cíborg»? ¿Lo
imagen del cíborg a otras configuraciones históricas, alegórica recuerdas?
o analógicamente, pero me parece que aquéJla tiene un surgi-
D. H.: No lo recuerdo. Cierta vez que me paré a pensar en ello,
miento histórico muy particular. Pueclr,s wmrli1 p11rn 1111alizar
tuve la sensación de que yo misma h abía inventado la palabra,
otras formaciones históricas, prro poH(lc• 11 11 1 1p1•1 llld11d prnpia .
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1A'• l'lllJMI \A~ 111 1 11~ MOf111l llllll'1 CIBORGS, COYOTES YPERROS
después de haber escrito el Manifiesto, y por tanto tampoco sa- circunstancias muy afortunadas, y las técnicas de lectura que
bía de su fabulosa conexión entre la psiquiatría, la ingeniería de demanda de sus lectores son muy exigentes. Fui consciente de
sistemas y los manicomios. Fue uno de mis estudiantes de pos- esto a partir de ciertas respuestas que tuvo el Manifiesto. Sin
grado, Chris Gray, quien me habló del «artículo cíborg» de Cly- embargo, ¡la gran mayoría de mis lectores han tenido esos mis-
nes y Kline [Clynes y Kline, 1960]. mos privilegios! [risas].
E.: ¿Cómo te ves a ti misma tras la destacable trayectoria del También hubo lectores a quienes les interesaba el Manifiesto
Manifiesto? ¿Cómo evalúas la recepción que ha tenido, en térmi- por su análisis tecnológico, pero minimizaban su contenido fe-
nos de respuestas positivas y negativas? minista. Mucha gente de los estudios sobre ciencias (que todavía
se muestra sorda al feminismo) hizo esto. En general he podido
D. H.: Estoy muy asombrada, pero para responder a tu pregunta, comprobar que muy pocos han asumido realmente todos sus as-
puedo decirte que las réplicas fueron desde el principio muy va- pectos. He visto a algunos, como los lectores de Wired Magazine,
riadas. En la Socialist Review el Manifiesto estaba considerado debatiendo y escribiendo sobre el Manifiesto desde lo que antes
como algo muy controvertido. En la delegación de la revista de he llamado una posición de «euforia tecno-sublime».
la Costa Este desaprobaban su contenido político y no quisieron Pero afortunadamente también tuvo una acogida muy inte-
publicarlo. Pero sí lo hizo la delegación de Berkeley, y fue Jeff resante por parte de jóvenes feministas, una acogida que adoro
Escoffier, un historiador y teórico del mundo gay muy interesan- y agradezco. Ellas han abrazado la figura del cíborg del Mani-
te, quien lo editó y se mostró muy entusiasta con el artículo. Así fiesto y la utilizan para perseguir sus propios fines, a pesar de
que desde el principio el Manifiesto fue muy problemático. que puedan tener unas historias totalmente diferentes de la mía,
Hubo incluso quien lo tachó de profundamente anti-feminista, del estado particular del socialismo democrático y del socialis-
como si fomentara una especie de euforia tecno-sublime. Estos mo feminista en el momento en que fue escrito (el momento de
lectores no comprendieron bien toda la crítica que hay en el Ma- transición de los años ochenta que se relata en el Manifiesto).
nifiesto; debieron de leer aquello que para mí estaba lleno de Ésta no es del todo su historia, ya que tienen una relación com-
ironía y de enfado como si se tratara de mi opinión literal -como pletamente diferente con las producciones culturales, con el ac-
si yo estuviera afirmando y abrazando lo que apenas alcanzaba ceso a los medios de comunicación, con el uso de ordenadores
a describir con una furia irónica contenida. en la creación artística, con la música tecno y otros aspectos ...
Aquellas lecturas me echaron para atrás desde el primer mo- Para mi placer y mi asombro, el Manifiesto Cíborg ha sido útil
mento, y aprendí que la ironía es una estrategia retórica muy para la investigación de la sexualidad queer, así como p ara cier-
peligrosa. Además, me di cuenta de que no es un tipo de retórica tas ramas de la teoría queer que trabajan con la tecnociencia.
aconsejable, porque tiene efectos sobre los lectores que no son En estos casos, yo soy la espectadora. Me veo a mí misma como
siempre honestos. Cuando usas la ironía, estás asumiendo que una lectora más del Manifiesto, n o como su autora. Yo no escribí
tus lectores han leído o tenido las mismas experiencias que tú, el Manifiesto, pero me encanta leerlo [risas]. Porque estas jóve-
lo cual no es así; estás asumiendo técnicas de lectura que al fin nes feministas verdaderamente reescribieron el Manifiesto de
y al cabo hay que admitir que son excepcionales y a menudo maneras que no estaban previstas en mi plan original, aunque
personales o privadas. El Manifiesto reunía un compendio de pueda ver cuál es su intención. Creo que son lecturas legítimas,
conocimientos que son el resultado de estwllns C'11 lil<'l'fltura, y me gustan, pero realmente no es lo que yo escribí. Así pues, la
biología y ciencias de la informnd6n, dt• 111111H 1 r11• 1111 v l11l('S y de gen te• IN' 11 V<~ces el Manifiesto de maneras que me sorprenden
una costosa y pri.vilegiaclíl rc lt1('/l( ' l1'111 1111 1 1111 111l lt nin1 1111T lt11 t' ll
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LAS PROMESAS DE LOS MotlSTRUOS CÍBORGS, COYOTES YPERROS
muy gratamente, y otras veces, por el contrario, resulta algo an- Éste es un sentido de la crítica que no es necesariamente ne-
gustiante. Es un texto difícil de leer. Pero, por otra parte, juro gativo - excepto por la forma de ver la crítica que tenía la Escue-
que he conocido a personas sin estudios académicos que cogían la de Fráncfort; una forma de ver, por cierto, que considero que
el Manifiesto y no podían parar de leer; personas que leen el hay que recordar y tener muy presente, según la cual las cosas
Manifiesto por lo que ellos quieren, sin preocuparse mucho por podían ser de otra manera. Hay muchos aspectos de la Escue-
la dificultad. la de Fráncfort que no comparto, pero ese sentido de la crítica
E.: Por mi experiencia laboral, he tenido que enseñar tecnocien- como un proyecto de libertad es importante. Había, en efecto,
cia y estudios de género a personal médico y de enfermería, y, un montón de trabajo por hacer (y todavía lo hay) en ese pro-
para muchos de ellos, el Manifiesto había sido una revelación. yecto de libertad que los cíborgs combativos o críticos pueden
Les ayudó a ver su actividad bajo una nueva luz, y a no caer en llevar a cabo; pero estoy de acuerdo en que esto es mucho menos
la trampa de tener que elegir entre un humanismo escéptico ha- cierto ahora que en 1983. Precisamente por la clase de restric-
cia la tecnología y las visiones acríticas o autocomplacientes del ciones que ahora hay a nuestro alrededor, por ejemplo en inter-
progreso. Tu cíborg supuso para esas personas una herramienta net. Precisamente porque nos encontramos en la matriz de un
crítica, un lugar desde el cual podían volver a concebir su iden- proceso implacable, es más necesario aún el trabajo metafórico
tidad profesional de manera diferente. de una figura como el cíborg.
Me tomo muy en serio las figuraciones y lo que éstas pue-
D. H.: Esto es muy interesante. Creo que una parte del argumen- den hacer; casi como una especie de práctica para entender
to feminista del Manifiesto apunta exactamente en esa direc- lo que afecta a la vida y a la muerte de las personas. Me pare-
ción. No se trata de ser tecnofóbico o tecnofílico, sino de interro- ce que necesitamos toda una familia de figuraciones a modo
garse críticamente sobre la experiencia de la tecnociencia. Se de figuras críticas; y en este sentido creo que las figuraciones
trata de explorar qué lugar ocupan las personas reales en los cíborg pueden proseguir el trabajo crítico. Es cierto: el cíborg
sistemas semiótico-materiales de la tecnociencia, y dilucidar así puede convertirse rápidamente en algo banal, confortable y
qué tipos de responsabilidad, placer, trabajo o juego están o de- mainstream; puede ser o bien una coartada que haga de la figura
berían estar implicados. tecnocientífica burguesa algo amable, o bien una figura absolu-
E.: ¿Cómo evalúas el peligro de que el cíborg pierda su potencial tamente crítica.
crítico y se convierta en una figura comercial, cercana a ciertas E.: Has dicho que es necesaria unafamilia de figuraciones ...
narrativas mainstream, dado que hoy en día (y mucho más aho-
D. H.: Sí [risas], compañeros de camada, una caseta de animales,
ra que cuando empezaste a escribirlo en 1983) se ha convertido
un grupo ...
en una parte de la cultura tan inevitable y obvia?
D. H.: Creo que como figura combativa el cíborg ha tenido una
E.: Eso me lleva a otra de las figuras que ha aparecido en tus
corta vida [risas]; y, por supuesto, para la gran mayoría de per- textos: el coyote. Interpreto al coyote como una figuración nece-
sonas, las figuraciones del cíborg (tanto en la cultura técnica saria en tu trabajo debido a tu compleja aproximación a la de-
como en la cultura popular) no han sido nunca cnrnbt1tivas, ni construcción de la dicotomía entre «naturaleza» y «Cultura»; y
liberadoras, ni han tenido una dimen sió11 <Tfl lrn ( 11 l'I sn nt'iclo
1
entiendo, asimismo, que esto implica renunciar a la idea de la
que yo hago de la crítica (por Oj('mpln. 11 11 l'I 11 111111111 dt • q1w los naturaleza no-humana como una simple materia estúpida y sin
cosas podrían ser de olrn rn11111•1•11}. alma. El coyote encarna un empeño por encontrar nuevas ma-
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LAS PROMESAS DE LOS MONSTRUOS CÍBORGS, COYOTES YPERROS
neras de entender el fenómeno que denominamos «naturaleza». do dinámico en términos que no están bajo el control del ser
Pero ¿por qué elegiste esa figura en concreto? humano; aunque, por otra parte, tampoco tiene que ver con la
partición entre el «ser humano» y la «naturaleza». Si bien hay
D. H.: En parte es por una cuestión regional. Ya sabes, soy una
una comunicación entre lo que llamamos «naturaleza» y «cul-
occidental; no sólo en el sentido de contener tradiciones occi-
tura», lo cierto es que, para el mundo donde el «coyote» consti-
dentales, sino que además soy estadounidense. La figura delco-
tuye una categoría relevante, la «naturaleza» y la «cultura» no
yote es importante para los nativos americanos en muchos luga-
suponen categorías de interés. Por eso es por lo que el coyote
res de Norteamérica, incluyendo a varios grupos al suroeste de
perturba las categorías ontológicas naturaleza/cultura.
Estados Unidos. Cuando uso la figura del coyote, se pone en jue-
Por último, elegí el coyote, y no a Spiderwornan, por ejemplo,
go un doble sentido. En primer lugar, mi uso del coyote está
debido a las abundantes apropiaciones feministas que ya hay
marcado por la apropiación feminista, de clase media blanca, de
sobre este tipo de figuras. Y, más concretamente, porque el coyo-
los símbolos nativos americanos (de la cual una debe desconfiar
te no es necesariamente hembra.
en grado sumo). Existe una forma muy específica por la cual la
espiritualidad feminista opera (de forma más bien colonial) den- E.: ¿Es, entonces, una figura post-género?
tro de las prácticas nativas americanas. De h echo, tengo una D. H.: No soporto el término «post-género». Nunca me ha
concepción bastante escéptica sobre mi propio uso de la figura gustado.
del coyote, aunque sin deslegitimar por ello el uso que otros teó-
ricos y yo hacemos de los símbolos nativos. Lo único que quiero E.: Pero es un término que empleaste en el Manifiesto: «El cíborg
es reclamar cierta cautela, porque las figuraciones son itineran- es una criatura en un mundo post-género.»
tes, a menudo viajan fuera de sus lugares de origen, y lo cierto es D. H.: Sí, lo hice, ¡pero no imaginaba que iba a convertirse en un
que algunas figuras como la del coyote o el cazador funcionan nuevo «ismo»! [risas] Te confieso que no he vuelto a usar el tér-
tanto en la cultura anglosajona como en la nativa americana. mino desde entonces. Porque «post-género» es un término que
Vivimos en un mundo constituido según una compleja red de acaba teniendo los más variopintos significados. Para mí, «géne-
capas locales y globales, y ¿quién puede decir que los símbolos ro» funciona antes corno un verbo que como un sustantivo. El
nativos americanos son menos globales que los anglosajones? género siempre tiene que ver con la producción de sujetos en
¿O quién puede decidir que un conjunto determinado de símbo- relación a otros sujetos, y en relación a los artefactos. El género
los tien e que ser local mientras que otro forma parte de la, así está relacionado con las producciones semiótico-materiales de
llamada, globalización? Entonces, creo que hay una manera en dichos ensamblajes (esos ensamblajes humano-artefacto que
la que este diálogo cruzado entre figuraciones puede ser políti- son las personas). Las personas están siempre en ensamblaje
camente provechoso, aunque no sea nada inocente. con otros mundos. Los seres humanos son una diversidad de co-
El coyote es una figuración específica. No se refiere a la «na- sas que no somos nosotros. No somos auto-idénticos. El género
turaleza» en un sentido occidental, ni tampoco es un recurso con es específicamente una producción de los hombres y las muje-
los que habitualmente construimos la cultura. Además, el coyote res. Es una distribución obligatoria de los sujetos según una re-
tampoco es una figura muy amable. Se trata de una figura astu- lación desigual, en la cual unos tienen propiedad sobre otros. El
ta y embaucadora, y, en concreto entre lels flg111·11rll11ws de los género es una producción específica de sujetos en formas sexua-
navajo, el coyote está asociado con 1'1111·11111 11• p 111 trn t11\1{11ílosus lizadas, en las que unos tienen derech os sobre la reproducción,
y más bien angustiaill'es. l:I t'Oyot11 1l 11 111 1 11111 ~ v 111 1·1111 1111 nnm- la sexualidad y demás modos de ser en el mundo. De manera
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LAS PROMESAS DE LOS MOflSTRUOS CÍBORGS, COYOTES YPERROS
que el género es un sistema de un tipo específico, pero no una herramienta muy útil cuando se trata de desplazar los tradicio-
constante a lo largo de la historia. Es necesario que las cosas nales límites entre naturaleza y cultura y crear nuevas maneras
sean de otra manera, y en este preciso sentido (el que pone el de entender los cuerpos, así como la dicotomía sexo/género.
acento en una relación crítica con el género, como ocurre en la ¿Cómo valoras tu papel en lo referente a esta conexión entre el
teoría crítica moderna), en el sentido de hacer saltar por los ai- «aparato de producción corporal» y el derrumbamiento de la
res el género, apruebo el término «post-género». Éste no es un dicotomía sexo/género?
uso utópico, ni tampoco algo que se sitúe más allá de lo masculi-
D. H.: La teoría sexual y de género es un instrumento analítico
no y lo femenino, como se suele creer. Se trata, antes bien, de
deudor de una manera de hacer las cosas en el mundo, y que
hacer saltar por los aires la necesidad; de la no-necesidad de se-
funcionaba a partir de las categorías de materia y forma. Es una
guir haciendo las cosas como hasta ahora.
dicotomía profundamente aristotélica, la cual opera mediante la
E.: Volviendo con el coyote y tu elección de incluirlo en tu fami- apropiación cultural de la naturaleza para los fines teleológicos
lia de figuraciones potencialmente críticas, en vez de incluir a de la mente. Ha contaminado terriblemente las raíces. Sin em-
Spiderwoman o diosas, ¿no tiene esto algo que ver con el post-gé- bargo, también fue una herramienta muy útil a la hora de anali-
nero en el sentido que acabas de describir? zar el sistema sexo/género. En este sentido, supuso un logro ra-
D. H.: ¡Claro que sí! Tiene mucho que ver con el post-género en el dical en cierto momento de la historia. Pero el trabajo analítico
sentido de demoler la escandalosa situación de los géneros; y con fue confundido con la cosa en sí misma; la gente realmente creía,
un tipo de feminismo que no abraza una figura idealizada de la y todavía cree, en el sexo y el género como si fueran cosas. Se
Mujer, sino que está hecho para las mujeres. Este tipo de post-gé- trata del error de perder de vista lo más concreto. En cambio,
nero involucra poderosas teorías de intersección desarrolladas sería importante recordar la contaminada tradición filosófica
en las últimas décadas (teoría poscolonial, teoría feminista hecha que nos ha ofrecido ese tipo de herramientas. A fin de hacer un
por mujeres de color), y que han sido muy abundantes, aunque mundo distinto del platónico y del aristotélico, a fin de poder
no las únicas, entre personas oprimidas colonial y racialmente. salir del mundo hecho según aquellas nociones de materia y for-
Estas voces críticas han insistido en una implacable interseccio- ma (o de producción y materia prima), me siento más cercana a
nalidad que rehúsa todo análisis de género asentado en sí mis- maneras de estar en el mundo como un verbo; maneras que n os
mo, y en este contexto, como digo, creo que el término «post-gé- arrojan dentro de mundos en marcha y aparatos de producción
nero» tiene sentido. Entonces, el «post-género» podría leerse corporal -sin las categorías de materia y forma, sexo y género ...
como una especie de entendimiento crítico intensificado sobre las E.: Y sin reducirlo todo a puras construcciones sociales o puras
numerosas ataduras y formas de producción desigual. cosas naturales ...
E.: Ahondando un poco más en tu deconstrucción de la dicoto- D. H.: Exacto. No soy una naturalista y tampoco una constructi-
mía naturaleza/cultura, me gustaría preguntarte sobre tu con- vista. Ni lo uno ni lo otro. Mi trabajo no trata de constructivismo
cepto del «aparato de producción corporal». 139 Al igual que las social, pero tampoco de determinismo biológico o tecnocientífi-
figuraciones del cíborg y el coyote, este concepto representa una co. No es naturaleza. No es cultura. Se trata, en realidad, de un
serio esfuerzo histórico por llegar a un lugar-otro.
139. Ver en este libro: «Las prom0111111 díi 1011 11111111111111111 111111 p11lll ic:11 re· E.: Recientemente has incluido una nueva figura en tu familia
generativa para los inndnp111clo11/111ilc11111111 111• de fifturaciones críticas: el perro. ¿Por qué?
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LASPROMESAS DE LOS MONSTRUOS CIBORGS, COYOTES YPERROS
D. H.: Los perros son muchas cosas, y ocupan diversas catego- D. H.: Sí, aunque la noción de «Compañía» es una manera dema-
rías: camadas, poblaciones, plagas, personajes, sabuesos, masco- siado moderna de ver a los perros. La noción de animal de com-
tas, trabajadores, portadores de la rabia, el perro cantor de Nue- pañía, y no de simple mascota, es un invento bastante reciente.
va Guinea, los dingos, etc. Constituyen multitud de entidades. La Necesariamente tenemos que relacionarnos de una forma «éti-
ontología de los perros es verdaderamente enorme, y están todos ca» con los perros, ya que son vulnerables a nuestra crueldad de
esos nombres caninos que se identifican con variados modos de muchas maneras, o a la falta de cuidado, o a la estupidez huma-
relacionarse. Una de esas formas de interacción, sin duda una na. De manera que los perros constituyen lugares de interroga-
casi obligatoria, es la relación con los humanos. Estar en relación ción y de cuestionamiento. Interrogación ética, interrogación
con los humanos es algo que prácticamente define a los perros, ontológica, interrogación sobre la naturaleza social, interroga-
aunque no necesariamente en torno a la palabra «domestica- ción sobre la pedagogía, el adiestramiento y el control, interro-
ción». «Domesticación» es una palabra muy poderosa, pero no gación sobre el sadismo, sobre el autoritarismo, sobre la guerra
está del todo clara. De hecho, probablemente no sea cierto que (recordemos la relación entre la infantería y los perros-soldado
los humanos domesticaron a los perros. Desde una perspectiva a lo largo de la historia militar), etc. Los perros se revelan bue-
histórica y evolutiva, parece posible que hayan sido los perros nas figuras con las que pensar en todo tipo de situaciones. Tene-
los primeros en dar el paso en esta simbiosis. Hay múltiples his- mos por ejemplo el desarrollo de los perros de asistencia, el pe-
torias sobre comportamiento biológico que apuntan en esa di- rro guía o lazarillo, y todos los demás. Las múltiples maneras en
rección. Se trata de historias mitad constatables, mitad no cons- que los perros son puestos en relación con las necesidades y los
tatables. Así pues los perros tienen ese largo historial de posibles deseos humanos. Hay perros como juguetes, perros de juguete,
ontologías que versan sobre relaciones, y, de manera considera- perros ganaderos o pastores, protectores contra lobos, osos, co-
ble, sobre relaciones con los humanos en las más variadas situa- yotes, etcétera. Los perros trabajadores me interesan mucho, así
ciones históricas. Para las personas, los perros realizan una tre- como las relaciones entre humanos y perros en los deportes.
menda cantidad de trabajo semiótico; trabajan para nosotros no También existen casos de dependencia, aunque los perros no
sólo cuando vigilan el rebaño de ovejas, sino que también lo ha- son sustitutos de los niños. Los perros son adultos, y los adultos
cen como figuraciones, y la figura del perro respalda muchos no deberían ser infantilizados. Cuando vives con un perro vives
aspectos importantes para los humanos. con otro adulto que no es de tu especie. Encuentro todas estas
Son incontables las razones por las que me interesan los relaciones de compañía ínter-especies sumamente provechosas,
perros. Por ejemplo, el hecho de que los perros no son nosotros. y las cuestiones sobre la otredad que participan en ellas. Los pe-
Los perros figuran un no-nosotros. Los perros tampoco son úni- rros nos confrontan con un tipo particular de otredad que susci-
camente bonitas proyecciones, puesto que no representan un ta muchas preguntas no sólo éticas, sino también ontológicas y
espejo-de-mí. Los perros representan otra especie, pero otra políticas, cuestiones sobre el placer y la personificación, etc.
especie viviendo en una relación muy cercana, para la cual la E.: ¿De qué manera se relaciona el perro con el cíborg y el coyo-
división naturaleza/cultura constituye un problema insalvable te? ¿Se trata de una figura intermedia en la familia de
al tratar de entenderlas. Pues los perros no son ni n aturales ni
figuraciones?
culturales: no son ni lo uno, ni lo otro, ni ambns cnt< 11{odns al
mismo tiempo ... sino algo totaJmcnt<' dis1l111n. D. H.: Respecto a eso, sabes, tengo la sensación de haber escrito
sobre un montón de entidades que n o son naturaleza ni cultura.
E.: Entiendo que la noc1ón dt• t< t'nrllp 111111.. 10¡ 1111111111 11 111 11 1q11 f.
1:1 dhrn·11 <'s una entidad de es te tipo, nsf co mo el coyot·c. Y taro-
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LAS PROMESAS DELOSMDllSTRUOS
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COLECCIÓN ANTEFUTUROS
El antefuturo es una temporalidad dislocada.
No está prefigurado por las coordenadas de un
discurrir positivo o geométrico. Conecta con el
sueño profético y con la pesadilla retroactiva, y
se lo reconoce en las historias sin principio ni
fin. Por ello, la colección Antefuturos se abas-
tece de aquellas obras que fueron pioneras del
nuevo paradigma (y del que aún ha de llegar):
obras de tecnopensamiento, biocircuitos, me-
tanarrativas, protoficciones y cronoteorías que
se anticiparon a nuestra época.