#1 - Cristina Pujadas - Elektrica
#1 - Cristina Pujadas - Elektrica
#1 - Cristina Pujadas - Elektrica
Me desperté un poco resacosa. Creo que se nos fué un poco la mano ayer,
entre tanta risa y tantos nervios. Logan supo mantenerse a la altura. Seguía
teniendo ese punto un poco hosco, que desgraciadamente le daba un toque
misterioso y bastante sexy, a mi pesar. Más que nada porqué las bandidas se
había estado riendo a mi costa durante la cena, sacando trapos sucios de mi
pasado, ante la divertida mirada de Logan. Había sabido manejarlas con
demasiada facilidad. Casi me sentía como si me hubieran traicionado un
poco, lo ideal sería que le hubieran hecho un tercer grado a él. No a mí. Pero
desde luego yo era más accesible que Logan y si tenían que hurgar en
historias pasadas, casi mejor que se centraran en las mías. Porqué empezar a
hablar con ellas de la realidad de Logan era como para volverse loca.
Conmigo no había mucho problema, porqué al fin y al cabo yo ya estaba más
para allí que para aquí. Total, estaba colgada por alguien que no era ni
humano del todo. Y lo divertido del caso es que ni me importaba. No
habíamos cerrado las persianas, y me escondí durante un par de minutos
debajo de la almohada, para que el sol no empeorara mi ascendente dolor de
cabeza. Suspiré. Logan no estaba en la habitación, recordaba vagamente que
me había metido en la cama, aunque no estaba segura de si se había acostado
en mi habitación o no. Caí rendida. Tanto estrés la noche anterior, no me
había ayudado lo más mínimo. Su primera noche en mi casa y había acabado
medio comatosa, parcialmente bebida, con un aspecto más que deplorable,
durmiendo probablemente sola. Desde luego, yo tenía un máster de seducción
con aprobado justo. La culpa la tenían mis amigas. Siempre me liaban.
Sonreí. ¿Y lo bien que me lo había pasado? Olvidando por un rato todo lo
otro. Eso no tenía precio. Me levanté de la cama y me dirigí al baño. Entré,
sin pensarlo mucho. Quizá tendría que ser un poco más cuidadosa con esas
cosas. Especialmente cuando Logan ya me había dicho de su intención de
quedarse aquí. Pero no, no se me había ocurrido preguntar. Podría habérmelo
encontrado sentado en la taza del váter, no sé. Pero no, tenía que estar allí
totalmente desnudo, en mi ducha, con el agua corriendo por su cuerpo como
si le acariciara con una intimidad que no me importaría para nada tener.
Porqué ese cuerpo era para mirarlo, para soñar con él. Y con un poco de
suerte disfrutarlo. Aunque solo fuera un poquito. Sus ojos oscuros se clavaron
en los míos y su mirada no parecía para nada avergonzada, sinó más bien
divertida. Intensidad, pasión. El calor subió por mis mejillas mientras su
cuerpo reaccionaba ante mi insistente mirada, mostrándome todos sus
encantos en pleno esplendor. Tierra trágame. Fuego devórame. Pero haz algo
vamos. Porqué me estaba muriendo de vergüenza allí en medio, que pese a
ser muy bocas, solo he intimado en mi vida con dos personas y vamos, Logan
parecía realmente de otra especie. Bajé mi mirada, con cierta vergüenza, para
encontrarme una gran cantidad de vendajes en el suelo, empapados de un
líquido de color oscuro, reseco. Sangre. No era la opción más digna del
mundo, desde luego. Pero no es como que pudiera evitar aquello. Sentí que la
cabeza se me empezaba a nublar y perdí el conocimiento, allí en medio del
baño, como si tal cosa. Con el hombre de mis sueños completamente desnudo
frente a mí. Olé yo. Y luego mi padre seguía insistiendo en por qué no había
estudiado medicina, el muy guasón.
Cuando recuperé el conocimiento, me desperté en la cama de mi
habitación. Logan estaba a mi lado, parcialmente inclinado sobre mí, y me
miraba con expresión preocupada. Me sonrió, creo que aliviado y divertido a
la vez. Hice una mueca, antes de sonreírle. Todo parecía estar en su sitio, así
que al menos no me había dado ningún golpe demasiado horroroso.
-Que yo sepa, eres la primera mujer que se desmaya al verme desnudo. -
me dijo con una sonrisa divertida.
-Se supone que la graciosilla soy yo. -le contesté haciendo una mueca y
decidí defenderme. -Tengo un problema al ver sangre, desde pequeña. Suelo
desmayarme, casi por costumbre.
-Así que no tenía nada que ver conmigo. -me contestó él con mirada
oscura, demasiado sugerente.
-No te tengas en tanta estima abuelete. -le contesté con una sonrisa de
oreja a oreja, mientras intentaba incorporarme un poco. Error. La cabeza me
latió un poco y volví a tumbarme. Logan me miró con cierta preocupación.
- ¿Necesitas algo? -preguntó finalmente, esta vez con una voz sin tanto
fondo irónico. Aprendía rápido a devolvérmelas, el tío.
-Si te vistes quizás ayudaría un poco. -le contesté, sin poder evitar mirar
sus torso desnudo, demasiado cerca del mío. No quería mirar más abajo. Por
mi propio bien.
-Me habías dicho que no era nada respecto a mi desnudez. -me contestó
con una sonrisa traviesa, mientras se acercaba a mí y empezaba a besarme
con suavidad, haciendo que me estremeciera. Puse mis manos sobre su
espalda, mientras él se colocaba ligeramente sobre mí. Aún estaba
parcialmente mojado y yo, mareada y todo, no podía negar que tenía ganas de
darle algún que otro mordisquito. Suspiré deseosa. Logan se separó
ligeramente de mí, divertido. Sus ojos me miraban con diversión y
curiosidad.
-No creo que sea el mejor momento, te acabas de desmayar. -me dijo él
con una sonrisa.
-No me vengas ahora con eso. -le contesté haciendo una mueca y
poniendo morritos.
-Eso mismo te decía yo ayer. -me contestó él divertido.
-No te sostenías apenas. -le dije haciendo un gesto disconforme y añadí
mirándole. -¿Es normal esto?
-Solo cuando estoy cerca tuyo. -me dijo él con sonrisa divertida, mientras
acercaba su cuerpo a mí y notaba una notable erección. ¿Sería capullo?
-Me refería a las heridas. -le contesté empujándolo levemente para evitar
perder el hilo de la conversación pensando en esa parte concreta de su
anatomía masculina.
-Curamos rápido, aunque esta vez me ha sorprendido incluso a mí. -dijo
él finalmente, encogiéndose de hombros. -Por la heridas que tenía, calculaba
estar tres o cuatro días sin poder ir de caza.
-Ni siquiera te han quedado cicatrices. -le dije mientras me permitía el
lujo de tocar su hombro y su brazo. Sin evitar mirar su torso, intentando
especialmente no mirar allí abajo.
-La sangre del cazador tiene sus ventajas. -dijo Logan con una sonrisa,
mientras cerraba los ojos y yo seguía acariciándole, con suavidad. -Esto es
una tortura. Una dulce tortura.
-Me gusta tu piel. -le dije con una mirada divertida, viendo como su
rostro se tensaba ligeramente, mientras yo insistía en mi contacto, suave, sin
prisas. Me acerqué a él y empecé a morderle con suavidad el cuello. Un
pequeño gemido me confirmó que mi contacto no le dejaba para nada
indiferente. Aguantó apenas unos minutos, dejándome el control de la
situación, antes de colocarme debajo suyo con un movimiento un tanto
brusco.
-Quiero probar la tuya. -me dijo en un susurro sobre la oreja, mientras
empezaba a morderla con suavidad. Suspiré, divertida con su juego. Sus
manos empezaron a buscar mi piel, debajo de mi camisa. Un mordisco un
poco más intenso, sobre mi cuello, hizo que me arqueara. El timbre de la
puerta. Más insistente que nunca. -Voy a matar a alguien.
Logan se levantó de la cama de un salto, completamente desnudo. Le cogí
de la mano justo antes de que saliera de la habitación.
-Estás desnudo. -le dije entre risas, mientras me levantaba y empezaba a
caminar hacia la puerta, dejándolo en mi habitación, gruñiendo por lo bajo,
enfadado con esa nueva interrupción. La verdad es que yo me lo tomaba
mucho mejor, dentro de que la situación daba de sí. Usé la mirilla para
encontrarme con Anthony fuera, rodeado por varias maletas. ¿De qué iba
eso?
-Yo de ti no iría a la habitación, Logan está algo irritable. -le dije con una
sonrisa mientras abría la puerta y mirando las maletas le pregunté ladeando la
cabeza. -¿Te vas de viaje?
-No. -me dijo con una sonrisa divertida, mientras Logan aparecía a mi
lado, vestido solo con unos pantalones, el torso completamente descubierto. -
Te he traído lo que me pediste.
-Gracias hermano. -le dijo Logan y se cogieron de los antebrazos, de
forma familiar, su expresión era más neutra que cuando había sonado el
timbre. Era un exagerado.
-No estáis hablando en serio. -dije mirando las tres maletas y luego
mirándolos a los dos.
-Ya te dije que la condición de que te pudieras quedar aquí es que yo me
instalaba contigo. -me dijo Logan con mirada divertida, alzando una ceja.
-Esto es peor que una pesadilla. -le dije mirándole con expresión
enfadada. Mi intimidad. Mi casa. Y Logan instalándose así sin más. Que no
es que no me gustara la idea de tener a Logan en casa, a ratitos. Pero
compartir mi espacio. Eso era otra cosa. -¿Hacía falta traer la casa entera?
-Una maleta es de ropa. -dijo Anthony divertido, mientras entraba en el
piso. -Las otras dos están repletas de armas.
-¿Armas? -le dije poniendo los ojos como dos platos y sintiéndo que mi
corazón se encogía. Logan empezó a reír y se acercó a mí, cogiéndome por la
cintura.
-Bromea. -me dijo en un susurro sobre la oreja y mi humor empeoró
todavía más.
-¿Has recogido las vendas del baño? -le pregunté a Logan, ignorando a
Anthony y su sarcástico sentido del humor. Logan me hizo un gesto
afirmativo con la cabeza. -Voy a darme una ducha. Y cuando salga me da
igual lo que hagas con ello, pero no quiero ver las maletas.
Vacié el cajón con la ropa del chico y coloqué parte de la ropa que había
traído Anthony, mientras él me miraba divertido. El ruido de la ducha de
fondo me hacía pensar en Elena, desnuda allí dentro. Lo mío no era normal
para nada. Pero no me importaba. Ella había sido capaz de aceptar mi
realidad, mi mundo. Me había pasado aquella primera noche encerrado en
nuestra guarida pensando en cómo Elena afrontaría aquello. Su reacción me
había sorprendido. Y me sentía extraño. ¿Feliz? Sí, algo así.
-Te veo muy hogareño. -dijo finalmente, apoyado sobre el marco de la
puerta de la habitación de Elena.
- ¿Noto un punto de sarcasmo? - le contesté mientras le miraba con un
bostezo.
-Te has curado más rápido que de costumbre, te hubiera ido bien estar
unos días encamado para no tener tanta tendencia a meterte en problemas. -
me dijo Anthony con mirada dura y añadió finalmente, con un tono algo
preocupado. - ¿Hasta cuando vas a quedarte aquí?
-Hasta que tengamos claro que ella no corre peligro. -le contesté con
mirada firme.
-Te importa realmente. -me dijo Anthony, con mirada inteligente,
silenciosas preguntas en ella.
-Extrañamente, sí. -le dije sentándome a los pies de la cama. -Creo que
tengo un problema.
-En eso estamos de acuerdo. -me dijo con una sonrisa divertida.
-Joder Anthony, no me ayudes. -le contesté finalmente. -Antes he estado
a punto de morderla.
- ¿Morderla? -me preguntó Anthony con mirada curiosa y haciendo una
mueca, empecé a pensar en Elena dentro de la ducha y la respuesta fue
espontánea. Le mostré a Anthony mis pequeños colmillos asomando de
forma indiscreta.
-Realmente tienes un problema. -me dijo Anthony divertido, mientras yo
me sentía un poco confuso con todo aquello. Los colmillos formaban parte
del cazador. Una parte no muy útil, todo sea dicho. En situaciones de estrés,
especialmente en el calor de la batalla, solían mostrarse. Pero el resto del
tiempo se mantenían retraídos, perfectamente ocultos dentro de las encías,
como en un humano. Nada que ver con la imagen del cine de sanguinarios
vampiros. Es cierto que en el proceso de conversión a cazador debíamos
beber sangre de un cazador. Y que la forma usada habitualmente para
desgarrarse uno mismo la muñeca y darle de beber al humano moribundo
solía ser mediante los propios colmillos. Pero aparte de eso, no nos
alimentábamos de sangre, ni nada por el estilo. Pero de aquí a desear morder,
morder de verdad… era algo extraño incluso para mí. Todo aquello hacía que
me sintiera extraño con la forma en que mi cuerpo reaccionaba con Elena. Al
menos esa parte de mi cuerpo. Del resto era perfectamente consciente y lo
único que me preocupaba era cuando conseguiría su objetivo. Sin nuevas
interrupciones. Pero lo de los colmillos me tenía preocupado. Sabía que era
perfectamente capaz de controlar ese instinto, pero el hecho de tenerlo no era
normal.
- ¿Nunca te ha pasado? -le pregunté esperanzado, Anthony era más joven
que yo, pero él había sido más propenso a buscar mujeres. Al menos en los
últimos siglos.
-Nunca. -me dijo él con aspecto divertido. -Aunque no te negaré que
estoy convencido de que tu chica si se lo propone puede llegar a ser irritante.
Hace mucho que no buscabas una mujer, que no reclamabas a alguien con
quien estar un tiempo. Quizás sea por eso.
-Quizás. -le dije haciendo una mueca, para nada convencido con aquello.
-Se me hace extraño que sepa de nosotros. -me dijo Anthony finalmente,
mientras salíamos de la habitación y le acompañaba a la puerta del piso, sin
poder dejar de pensar en la ducha que se oía de fondo. Tentador.
-No pensaba que lo fuera a llevar tan bien. -le dije finalmente, con un
gesto afirmativo.
-Realmente no crees que esté en peligro. -me dijo Anthony con una
sonrisa divertida y añadió en un susurro. - ¿Crees que sabiendo todo lo
nuestro va a querer acostarse contigo después de todo?
-Eso espero. -le dije con mirada divertida, mientras Anthony reía por lo
bajo mientras marchaba del piso de Elena, con las maletas parcialmente
vacías. Excepto por los restos de ropa que el chico tenía en el piso. Saber que
no quedaba nada de él, o al menos nada de su ropa, tras vaciar cajones y un
par de piezas de hombre que había en el armario, me hacía sentir satisfecho.
Me quedé varios segundos frente a la puerta del baño, sin tener claro si entrar
y continuar en el punto que estábamos cuando mi hermano había venido. Era
tentador. Cerré los ojos, relajándome, cuando sentí mis colmillos emerger de
nuevo. Sería mejor que fuera a mirar que podía encontrar por la cocina.
Quizás debería decirle a Elena sobre mis colmillos, no fuera que entregados
el uno en el otro, los viera y se asustara. No tenía intención de morderla.
Ganas sí. Pero no haría algo así. Era una idea extraña, aberrante. Y sin
embargo, no podía evitar sentir una extraña excitación al pensar en ello.
Deseo. Del que te empalma rápido. El que se tendría que dar una ducha, de
agua bien fría, era yo. Y pronto.
Trabajar en la óptica era como vivir un mundo en paralelo. A ver, que ese
había sido mi mundo durante más años de los que debería admitir. Por
comodona, vamos. Pero después de ser la mujer rayo, vivir con cazadores de
demonios y estar en pie de guerra con mi supuesta alma gemela cósmica,
pasarme el día montando cristales y revisando la graduación de los abuelos
del barrio era como un… ¿En serio? Vacaciones. Eso sí que pintaba bien.
Aunque fuera en Londres, donde me esperaban días más grises y más
lluviosos que los de aquí. Tendría que hablar con mis padres. Porqué si por
una de esas casualidades del universo me los encontraba por allí y no les
había dicho que estaría en Londres, podía convertirse en el diluvio universal.
Mi madre era propensa a las lágrimas. Tenía que hablar con Logan. Aunque
me daba un poco de rabia eso de tener que hablar con él para todo. Era el jefe
de la familia. Mi nueva familia. Supongo que tenía que ir mentalizándome.
No estaba tan mal, después de todo. Llegaron a la hora, incluso Aria.
Preocupadas era poco, vamos. Anthony fue el encargado de pasarnos a
buscar. Melanie le lanzó una sonrisa radiante que él respondió con una
elevación de ceja creo que a punto de entrar en pánico. El resto reímos por lo
bajo, mientras entrábamos en el coche. Melanie los tenía muy bien puestos,
seamos sinceras. Ya les había informado que había conseguido que Logan
nos autorizase a quedarnos en el búnker, como yo había apodado a mi nuevo
hogar. Aria había traído dos bandejas de hojaldre con chocolate y Nora un
paquete para hacer chocolate a la taza. Ellas sí que sabían cómo sortear una
época de crisis. Nos apoderamos del sofá con todo el chocolate posible y
pusimos una de esas series clásicas de romances imposibles pero que
acababan con un final feliz. Ojalá el mío fuera de esos. Porqué en serio, lo
necesitaba. Aira habló de sus avances con el sustituto y Melanie simplemente
lanzaba obscenidades de tanto en tanto para hacernos reír. Era terapéutico.
Los cazadores fueron desfilando por el comedor a lo largo de la tarde, aunque
tan pronto nos veían solían desaparecer escaleras abajo. Logan no dió señales
de vida y no tenía claro si estaría abajo o simplemente no estaba en el búnker.
- ¿Y Logan? -preguntó Nora cuando ya se empezaba a hacer tarde.
- ¿Se esconde de nosotras? -preguntó Melanie con mirada traviesa,
claramente divertida.
-Es posible. -le contesté riendo. -Aunque también es posible que me evite
a mí.
-Él se lo pierde. -me dijo Nora con mirada divertida, cargada de algo que
no podía ser bueno. Me las quedé mirando, mientras ellas reían por lo bajo.
Sabían que Logan quería mantenerse a distancia de mí desde la fiesta de
Halloween. No hacía falta ser muy listas para saber qué se debía a mi radiante
aparición estelar como mística. Lo de la ley se lo había explicado en el coche.
Bajo la silenciosa mirada de Anthony. Super motivador explicar las penas de
una con ese al volante. En fin. Nada que no supiera, realmente. Así que esas
miradas cómplices, no tenían para nada buena pinta. Llamadme desconfiada.
-Sí. -dijo Aria con una sonrisa generosa. -Porqué te vemos muy estresada.
-Mucho. -dijo Melanie haciendo un gesto afirmativo con la cabeza.
-Te hemos reservado para mañana una sesión de dos horas de balneario,
con masaje de media hora incluido en el sitio más cool de la ciudad. -dijo
Nora sacando un paquete de su bolso y tendiéndomelo.
- ¡La madre! -les dije mirando el lujoso paquete y las fotografías que
había en el panfleto. Ambientado como antiguos baños termales, un spa de
lujo iluminado únicamente con la luz de suaves velas. Se me hacía la boca
agua solo de pensarlo. Y un masaje. Sí que estaba realmente contracturada,
ahora que lo decían.
-Es para dos personas. -dijo Melanie con un ronroneo peligroso. -
Nosotras ese día tenemos compromisos, pero siempre puedes pedirle a uno de
tu guardaespaldas que te acompañe.
Las miré entrecerrando los ojos, mientras ellas empezaban a reír. Eran lo
peor. Pero no podía negar que era una jugada magistral. A su lado yo era una
mera principiante.
-Sois las mejores. -les dije entre abrazos, poco antes de finalmente
despedirnos. Iker subió a preparar la cena y como estaba ociosa, me decanté
por ayudarle. Dejé con toda la mala intención posible el pack que me habían
regalado en la mesita que había frente a los sofás, encarada hacia la
televisión. Logan apareció acompañado por Anthony y Nicholas poco
después, acabado de salir de una ducha rápida de la sala de entrenamiento.
Logan se acercó a nosotros y miró dentro de la cazuela donde se cocía una
gran cantidad de espaguetis mientras Iker preparaba en una paella algo
parecido a un sofrito. Se les daba bien la cocina. En esos momentos yo estaba
con un refresco en mano, simplemente haciendo soporte moral.
- ¿Cómo ha ido? -me preguntó Logan mirándome solo de pasada,
mientras cogía una cerveza de la nevera.
-Súper bien, gracias. -le dije con una sonrisa. -Lo necesitaba.
-Me alegro. -dijo fijando finalmente sus ojos en los míos durante algo
más de una fracción de segundo. Nicholas se había sentado en el sofá y miró
con curiosidad el paquete. Hice como que no me daba cuenta de aquello.
- ¿Y esto? -dijo alzando el paquete al aire.
- ¡Mío! -dije a voz de grito, sonrisa radiante en la cara. -Las chicas me
han regalado un pack de balneario y masaje para mañana a la tarde, dos
entradas para que pueda venir quién le toque hacer de canguro.
Nicholas me miró alzando una ceja con aspecto preocupado mientras
dejaba la caja encima de la mesa como si aquello quemara al tacto. Fui hasta
allí para coger el paquete entre saltitos. Cuando me giré, la mirada de Logan
era oscura.
-No me mires así. -le dije con aspecto inocente. -El sitio es ideal. Y
realmente necesito relajarme un poco. Se lo han currado mucho.
-Conozco el sitio. -dijo Iker desde la cocina viendo mi preciado tesoro
desde la distancia. -Está ambientado en baños árabes, hay una zona de
piedras calientes para descansar, infusiones mantenidas por velas y el ruido
de las cascadas de agua de acompañamiento. El aforo está limitado y la
verdad es que es bastante íntimo.
- ¡Perfecto! -le dije a Iker. -Ya sabemos quién vendrá mañana.
-No. -dijo Logan con voz ronca, su mirada era dura pero había ese
destello de hambre que ya conocía perfectamente. Eran unas brujas y la
habían clavado. La vena del cuello le palpitaba a Logan.
-No creo que fuera muy adecuado. -dijo Iker con una sonrisa divertida,
mirando como Logan se me comía con los ojos. -Supongo que Logan tendrá
que asumir la guardia de mañana a la tarde.
-Eso sería una buena idea. -dijo Anthony con mirada divertida, desde una
de las sillas del comedor.
-La opción menos mala de todas. -dijo Nicholas con una sonrisa divertida.
-Iremos. -me dijo Logan mirándome con intensidad, mientras yo evitaba
ponerme allí en medio a dar saltitos de felicidad, aunque la mayoría de los
cazadores reían por lo bajo mientras ponía la mesa. No sé si a costa mía o de
Logan. O de los dos.
Comimos todos juntos, como una gran família. El chico se había ido a
casa de sus padres y tengo de admitir que quitarmelo un rato de encima era
un alivio. Se estaba adaptando con demasiada facilidad a nosotros y pensar en
una eternidad con él cerca, me hacía volver irritable. Especialmente si estaba
cerca Elena. O la miraba. Lo que fuera. Sabía que podía confiar en Anthony
para entrenar a Elena, o lo que hubieran estado haciendo abajo durante media
mañana. Se la veía contenta, y eso ya había hecho que la angustia valiera la
pena. Supongo que ella también necesitaba canalizar su energía y el deporte
era la mejor vía. Podía entenderla. Aunque de allí a pretender que la
entrenáramos para luchar era pasar de cero a cien. Muy propio de ella,
realmente. Pensar en ella junto a un humano enseñándole lucha cuerpo a
cuerpo, enfundada en esos pantalones que parecían una segunda piel, era
peor. Sabía que Anthony tendría cuidado, pero era el único al que ella aún
tenía un poco de respeto. Hubiera hecho lo que le hubiera dado la gana con
Iker y con Nicholas. Y conmigo, seamos sinceros. Sonreí al verle levantar
con dificultad la garrafa de agua. Iker en seguida la ayudó sin que ella se lo
pidiera. Era así de orgullosa. No pensaba darle tregua con aquello, era la
forma más rápida de quitarle aquella idea de la cabeza. Al menos mañana
tendría a sus amigas para entretenerse un rato y nos dejaría un poco más
tranquilos. Porque pensaba vetar al resto el acceso a nuestra sala y
conociéndola, eso haría que se quedaran arriba. Tras la comida se disculpó y
se fue a descansar un rato. Cogí un café solo que me tendía Nicholas,
mientras teníamos una sobremesa como las de antes. Aunque la ausencia de
Quin se notaba. Mucho. Podría haber sido peor. Siempre he mirado hacia
adelante. Pero no puedo evitar recordar a todos los hermanos que hemos ido
perdiendo con los años. Los más ancianos, pero también muchos jóvenes. Es
una mierda de vida. Anthony se sentó a mi lado y me miró con una de esas
expresiones que reserva cuando quiere decir algo pero no sabe si es oportuno.
Elevé el mentón mientras mis ojos se quedaban fijos en los suyos. Hizo una
sutil mueca. Anthony no solía tener dudas. Lo que me hacía suponer que
fuera lo que fuera, tenía que ver con Elena.
-Suéltalo. -le dije finalmente.
-No se puede negar que tiene determinación. -me dijo valorando cómo
continuar mientras mi mirada dura no perdía detalle. -Su equilibrio no está
mal, pero el resto es pésimo.
- ¿No creerás realmente que vamos a dejarla luchar algún día, verdad? -le
pregunté con gesto interrogativo.
-No. -dijo Anthony con una sonrisa divertida por primera vez. -Pero no
puede negarse que somos pocos. Quizás no es del todo mala idea que al
menos sea capaz de usar una arma.
-No me gusta la idea. -le dije con expresión seria.
-Ni a mí ser yo quien tenga que instruirle. -me contestó él con una mueca.
-Pero después de un rato, tengo que admitir que tiene un instinto o algo para
anticiparse a los movimientos.
- ¿Qué quieres decir? -le pregunté sin acabar de comprender.
-Al principio no me había dado cuenta, porque era absolutamente
patética, con todos mis respetos. -admitió Anthony con aspecto cansado. -
Pero a medida que ha empezado a trabajar los movimientos, tengo la
sensación de que es capaz de predecir la trayectoria del golpe. No creo que
eso pueda ser muy útil a nivel ofensivo, pero si no me equivoco, podría llegar
a ser potable a nivel defensivo sin demasiado esfuerzo. Si consigue ganar
algo de fuerza.
- ¿Esa capacidad de anticiparse crees que tiene que ver con lo de ser una
mística? -le pregunté con curiosidad.
-No tengo ni idea. -me dijo tras unos segundos de guardar silencio. -Pero
no es normal. Supongo que tiene que tener relación.
- ¿Se lo has dicho? -le pregunté tras meditar su respuesta.
-Para nada. -me dijo Anthony con una sonrisa. Le hice un gesto
afirmativo, mientras me levantaba de la mesa. Tendría que pensar en todo
aquello. Mañana.
Que John hubiera clavado sus colmillos en mi vena, como si tal cosa, me
dejó parcialmente en estado de shock, por todo lo que eso implicaba. Joder,
me había metido en un buen lío. Y la culpable de todo acababa de soltar un
suspiro que me hizo volver a otra realidad, y no únicamente a lo que me
estaba por caer encima. Sangre. Desde luego como mística no sé, pero como
guerrera no tenía mucha salida. Me solté del agarre de John para coger a
Elena entre mis brazos antes de que se escurriera de la silla, como si fuera
gelatina, y acabara en el suelo. Tendría que empezar a recordar su aversión a
la sangre. Especialmente si se suponía que tenía que vincular a otras familias
a mi sangre. A la sangre de Elena. Mis hermanos habían tenido razón desde
el principio, poco a poco las piezas empezaban a encajar. Miré a John, que
me miraba por primera vez con gesto sorprendido y casi diría preocupado.
Elena estaba inconsciente entre mis brazos, su cabeza reposando en mi pecho.
-¿Está bien? -me preguntó con un hilo de voz. Casi era divertido ver su
preocupación, genuina. Era un buen tipo. Con todo.
-Se desmaya al ver sangre. -le dije con una sonrisa divertida mientras sus
pupilas se dilataban ante esa información.
-No lo dices en serio. -me dijo mirándome con desconfianza, como si
estuviera burlándome de él.
-Ya la ves. -le dije haciendo una mueca, divertido. John ahora formaba
parte de mi familia. Tardaría un tiempo en confiar en él, pero su vinculación
conmigo era la más firme promesa de su compromiso conmigo, y con mi
actual causa. Que fuera él quien lo hubiera organizado todo era otro tema.
Creo. Aún no lo tenía del todo claro. Su cerebro trabajaba en varias
dimensiones en paralelo, desde que le conocía. Quizás por ser hijo de sus
padres. Quizás simplemente había nacido superdotado, sin más.
-Ven. -dijo levantándose y caminamos por el pasillo hasta llegar a una
puerta tras la que encontramos una gran habitación decorada con muebles de
otra época. Recuerdos de mi pasado. Fugaces. -Lo siento mucho, no tenía ni
idea de eso.
-No te lo tendrá en cuenta. -le dije mientras dejaba a Elena con cuidado
en la cama, parecía un ángel en un profundo sueño. Era preciosa. Creo que
John pudo detectar parte de mis emociones en mi mirada, una sonrisa que no
era prepotente, sino dichosa, apareció en su cara. Se sentó en un sofá a pocos
metros de la cama, mientras yo me sentaba junto a Elena, para velar su sueño
y su despertar.
- ¿Cómo lo hacéis, entonces? -me dijo después de un rato, con aspecto
divertido, intrigado.
- ¿Hacer el qué, exactamente? -le pregunté alzando una ceja, a modo
interrogativo.
-Vuestro vínculo implica sangre, no solo sexo. -me dijo él haciendo una
mueca. Me quedé durante unos segundos pensando, antes de contestar. No es
que me gustara hablar de aquello en concreto con nadie, no me sentía
orgulloso de ello, incluso sabiendo ahora que era algo natural en el despertar
de una mística. Mentalmente aún no estaba del todo preparado para admitir el
placer que sentía al hacerlo. Me seguía pareciendo algo poco natural. Pero no
podía controlarlo.
-La primera vez la mordí sin ser apenas consciente, cuando me di cuenta
me separé de ella, parcialmente horrorizado. -le dije recordando su mirada de
pánico y odio cuando me vio con su sangre sobre mi boca. -Pasó a odiarme
una buena temporada, casi tanto como yo a mí mismo.
-Es algo natural. -me dijo John mirándome como si yo fuera un niño
pequeño al que su padre le explica una lección vital de algo duro pero
inevitable, como la propia muerte. -Ella estaba enamorada de ti y eso hacía
que su sangre te llamara.
-Jodido chupasangre, creo que fue como ella me llamó después de eso de
lo enamorada que estaba de mí en esos momentos. -le contesté con una
mueca, mirando después a Elena, dejando que las emociones que ella
despertaba en mí acudieran. -Es irracional. Creo que empezamos a asumirlo,
pero el hecho de que Elena se desmaye al ver sangre no ayuda especialmente.
Para nada.
-Puedo imaginármelo. -me dijo con una sonrisa divertida. -Su sangre y el
poder que contiene sólo es capaz de despertar en ti, desde el momento en que
tú también la amas. Por eso sospeché que te habías vinculado a ella cuando
me llamaste preguntando sobre el origen de nuestras armas invocadas.
Supuse que tarde o temprano ella mostraría su poder, si habías bebido de ella,
bien debías haberte acostado también.
- ¿Y ahora qué? -le dije mirándole y sintiéndome extrañamente tranquilo.
John podía ser muy pesado, cuando se lo proponía, pero no podía negar que
era un aliado muy poderoso. Y ahora formaban parte de mi familia. Tenía que
irme mentalizando en eso.
-Pues a esperar que se despierte la bella durmiente, supongo. -dijo él con
una sonrisa divertida. -Y a ver cómo lo lleva el resto. Nos vienen tiempos
difíciles.
X
Me desperté en una cama con dosel de fina gasa blanca. A mi lado estaba
sentado Logan, mirándome con aspecto divertido. Había un sofá al lado de la
mesita de noche, donde John me miraba con gesto culpable. Hice una mueca
mientras intentaba incorporarme, Logan me ayudó mientras la cabeza aún me
daba vueltas. Me besó con suavidad la frente, ignorando que John estaba
frente a nosotros. Antes de hablar, me quedé parcialmente abrazada, sobre su
pecho. Mi corazón parecía relajarse con la proximidad del suyo.
-Lo siento. -me dijo John desde la silla, con aspecto compungido.
-No pasa nada. -le dije haciendo una mueca, con aspecto divertido. -Creo
que esta semana aún no había perdido el conocimiento, estaba bajando mi
media.
- ¿Estás bien? -me dijo Logan mientras yo me acercaba para sentarme a
su lado, con las piernas colgando, sin soltarme de su abrazo.
-Sí. Aunque ayudaría un poco que dejarais de morder todo lo que pilláis
por el camino, para variar. -le contesté haciendo una mueca y él sonrió
divertido. Miré a John con curiosidad - ¿A qué venía eso?
-Un pacto de sangre. -dijo John haciendo una mueca. -Tu sangre corre por
Logan. Ahora vuestra sangre corre por mí. Mis hermanos beberán de mí, para
reafirmar ese pacto.
-El cazador que te despierta te da de beber de su sangre. -me dijo Logan
mientras yo hacía un gesto afirmativo. -Eso hace que te conviertas en su
discípulo, su hijo, su protegido, como quieras llamarlo. Algunas familias
descienden de un mismo cazador, de forma que esa autoridad no puede ser
discutida. Otras como la nuestra, están formadas por varias líneas de un
cazador antiguo. Mi autoridad sobre Anthony y Nicholas es por hermandad o
por amistad como quieras llamarlo, pero no por sangre. De hecho Anthony
podría haber creado su propia familia, si hubiera deseado, junto a Nicholas
que es su discípulo. Cuando tu creador muere, tienes la capacidad de elegir.
Ahora John tiene ese vínculo conmigo.
-¿Por qué lo has hecho? -le pregunté a John con curiosidad.
-Creo en vosotros. -nos dijo con una sonrisa. -Creo en el amor. Y en el
poder que hay en él. Lo que va a venir, va a ser complicado. Hemos de estar
unidos. Unidos de verdad. Y esta es la mejor manera de que Logan sea
consciente de que puede confiar en mí.
-Yo confío en tí. -le dije tras hacer una mueca divertida, John parecía casi
un niño y sin embargo había una madurez en él que hablaba de su larga vida.
El viejo. Había cierto sarcasmo en aquello.
-Súper. -me dijo y añadió con una sonrisa traviesa. -Pero tienes prohibido
entrar en el sótano, tenemos todo un sistema informático bastante completo,
está preparado para asumir alguna descarga eléctrica externa, pero desde
dentro no hay manera de poder bloquear tu poder.
-Así que ahora juegas a los ordenadores. -le dijo Logan con mirada
divertida.
-Hago mucho más que eso, jefe. -le dijo con una sonrisa divertida. -
Después de la comida si quieres te lo enseño. Voy a reunir a los míos.
- ¿Cuántos sois? -le pregunté con curiosidad.
-Tres. -dijo John tras hacer una mueca. -Contándome a mí. Pero son casi
tan viejos como yo, y eso tiene su peso en oro.
Logan me ayudó a levantarme y empezamos a caminar en dirección a la
sala donde estaban el resto. Les habían traído varias bandejas con comida,
aunque todos estaban de pie, hablando en pequeños grupos. Pude ver al
hombre que nos había abierto la puerta hablar con Anthony, junto a otro
hombre que no reconocí. Todos ellos eran increíblemente apuestos. Fer
estaba junto a Iker y Nicholas, su mirada parecía un poco tensa, cuando me
miró parcialmente sostenida por Logan, y yo le sonreí para confortarle. Me
encontraba bien, pero no podía negar que un poco de contacto nunca sobraba.
¿Qué quizás hacía un poco de cuento? Puede. Pero a ver, después de jugar a
darse mordisquitos, bien podía tomarme esa licencia, ¿no? Además, el viejo
ya sabía nuestra historia.
-A todo esto. -le dijo John mirando a Logan con curiosidad, tras
percatarse de la silenciosa conversación que habíamos mantenido Fer y yo. -
¿Quién es él?
-Un grano en el culo. -dijo Logan haciendo una mueca, pero con una
pequeña sonrisa mientras yo le empujaba intentando defender a Fer que se
había puesto levemente pálido, aunque aguantaba su gesto pese a todo. -Un
amigo de Elena.
-Su pareja. -dijo Fer alzando el mentón mientra John elevaba una ceja
entre divertido y confuso.
-Ex-pareja. -dijo Logan con mirada dura y fría, sin piedad alguna en él. -
Les atacaron un grupo de dumas y decidí interferir. Sabe lo nuestro. Al
principio pensamos que era un ataque contra él, que tenía potencial de ser un
cazador, así que nos lo llevamos a casa para enseñarle a defenderse.
- ¿Y ahora? -le preguntó John a Logan, bajo la atenta mirada de los
hermanos de Logan, sorprendidos de que diera toda aquella información.
-Quiere ayudar. No tiene mal fondo. Era una tapadera. -dijo Logan tras un
bostezo.
- ¿Querías que se hiciera pasar por su pareja, para desviar la atención de
tu persona? -le preguntó John con curiosidad y una gran sonrisa.
-Algo así. La idea no fue mia. -dijo Logan haciendo una mueca, no
demasiado convencido con todo aquello.
- ¿No te has planteado qué serías capaz de arrancarle la cabeza por los
celos? -le preguntó John con una sonrisa claramente divertida.
-Era una posibilidad. -contestó Logan encogiéndose de hombros mientras
yo hacía una mueca y Fer mantenía una tonalidad blanquecina para nada
favorecedora.
-Elektrika, te presento a Tim y a Jason, mis hermanos. -me dijo mientras
los dos hombres se acercaron a mí, con una mirada inteligente, exenta de
sorpresa. Ambos me hicieron una reverencia formal, bajo la mirada atenta de
Logan. -Anthony, Iker y Nicholas, somos ahora hermanos vuestros. Nuestra
familia se ha unido a la vuestra. La magia del cazador, y de su mística, corre
por mis venas. Hemos de cambiar el mundo. Nuestro mundo. Se acerca un
nuevo alzamiento. Pero le haremos frente, como una única familia.
La mirada de mis supuestos hermanos era todo un poema. Especialmente
Anthony, que parecía mirar a John y a Logan alternativamente, sin tener para
nada claro si creer aquello o no.
-No mires. -me dijo Logan mientras me acercaba a él, abrazándome para
que mi cara quedara enterrada en su pecho. Vi como John alzaba sus brazos y
sus dos hermanos caminaban hacia él con una sonrisa en la cara, para nada
sorprendidos con todo aquello. Cogieron una muñeca cada uno y miraron a
Logan, haciendo un gesto de cabeza que tenía cierta solemnidad. Cerré los
ojos, quedándome atrapada entre los brazos de Logan mientras suponía había
más intercambios de fluidos. Puaj. ¿No podían darse un apretón de manos?
La voz de Logan me hizo volver a escuchar lo que me rodeaba, sin dejar que
me perdiera en mis propios pensamientos. -Iker.
Sin dejar de apretarme contra él, uno de sus brazos se alejó de mi cuerpo
y sentí la presencia de alguien aproximarse. Supuse que era Iker, incándole el
diente a Logan. Todo eso me lo pensaba cobrar en especias esa noche. Lo de
ser mística no pintaba mal del todo. Pero esos jueguecitos de los cazadores y
sus lazos de sangre serían mucho más bucólicos si fuera teóricos, y no tan
verídicos.
- ¿Qué se supone que significa todo esto? -dijo Anthony acercándose a
nosotros y finalmente salí de mi calentito escondite para mirarle.
-La sangre de Elena despierta en mí con su magia. -dijo Logan
finalmente, con mirada calmada. -Y por lo que John sabe, mi sangre puede
despertar en vosotros, como en un iniciado. No voy a pedirte que bebas de
mí, Anthony. Eres mi hermano. Mi igual.
-Esa debería ser mi elección. -le dijo Anthony con mirada dura. -En mi
corazón no hay dudas de que somos una única familia, siempre lo hemos
sido. Y siempre lo seremos. Aunque a veces eres un poco estúpido.
-Necesito alguien que sepa ponerme en mi sitio, cuando sea necesario. -le
dijo Logan con mirada dura, pero una sonrisa divertida ante las palabras de
Anthony.
-Para eso ya tienes a tu chica. -le dijo Anthony con una mirada divertida.
-Cuenta conmigo. Con nosotros. Hagámoslo.
Anthony alzó una mano y Logan se la cogió en el aire. Anthony la volteó
ligeramente, para dejar expuesta la zona donde hundir sus colmillos, que ya
asomaban, con mayor facilidad. Me miró durante unos segundos, con aspecto
divertido. Hice una mueca y volví a esconderme con los ojos cerrados, en el
pecho de Logan. Era todo un detalle por parte de Anthony, porque estaba tan
emocionada con todo aquello que me había olvidado de la sangre que podía
aparecer ante mis ojos. Y casi que no hacía falta desmayarme en medio de
todos esos hombres, como una tierna flor en medio del desierto. Una mujer
fuerte. Llena de poder. Lo teníamos crudo si se suponía que yo tenía que
decantar de alguna forma la balanza en la eterna guerra entre el bien y el mal.
Pero no era el momento de cortarles el rollo. Hasta una insensible friki como
yo, podía entender que aquello que había pasado era importante. Al menos
para ellos. Anthony llamó a Nicholas y supuse que con aquello acababa su
macabro ritual. Supuse que ellos no debían ser sensibles a pillar una hepatitis
o algo chungo de eso, teniendo en cuenta que eran centenarios. Tantas
campañas publicitarias sobre enfermedades de transmisión sexual, en el
póntelo-pónselo y en la importancia de evitar la jeringuilla del vecino para
acabar rodeada de unos chupasangres sin demasiadas manías, por decirlo de
alguna manera. Mi família.
-Creo que sería más cómodo para todos que os instalarais aquí. -dijo John
al poco rato, mientras yo ya me había separado del posesivo abrazo de Logan
y los miraba sin encontrar pruebas del delito que me hicieran volver a quedar
frita durante un ratito.
-Tenemos una sala de entrenamientos completa. -dijo Jasón con una
sonrisa amigable.
-Y algunos juguetes. -añadió Tim. -La mayoría son prototipos, pero
pueden ser realmente útiles.
- ¿De qué hablas? -le preguntó Anthony con mirada desconfiada.
-Sensores de vibraciones y cosas de esas. -dijo John con una mirada
divertida al ver la sorpresa en el rostro de la mayor parte de los presentes. La
mía no es que hubiera cambiado mucho. -Hemos estado diseñando prototipos
de cascos para enfrentar a las sombras. Nuestra armas dependen de la magia,
pero nunca está de más una ayuda extra.
-Una sala repleta de ordenadores y prototipos de cascos con sensores de
vibraciones. -dijo Logan con mirada divertida. -Ya decía yo que en el último
siglo has estado más callado que de costumbre.
-No hay más libros para estudiar. -dijo John con una mirada divertida,
pareciendo realmente un chico de poco más de quince años, de nuevo. -Algo
tenía que hacer para pasar el tiempo.
- ¿Por qué lo de matar dumas? -le dijo Anthony con mirada divertida y un
poco de sarcasmo en sus palabras. Supuse que John no solía combatir. Su
constitución era delgada, pero no tenía muy claro si subestimarlo era algo
inteligente.
- ¿Y dejar a Tim y Jason sin diversión? -dijo John con una sonrisa, para
nada ofendido.
-Su misión era sobrevivir. -dijo Jasón con una sonrisa, mientras ponía una
mano sobre el hombre de John, con una familiaridad que me hizo pensar que
aquellos dos llevaban juntos muchos siglos. -Encontrar a la mística que
despertaría tras varios siglos de silencio.
-Y guiaros para crear un nuevo linaje. -añadió Tim con una sonrisa, como
si se sintiera feliz de que ese día ya hubiera llegado. -Ha habido épocas que
no ha sido fácil tenerlo encerrado en casa.
- ¡Eh! No hace falta sacar los trapos sucios. -dijo John haciendo una
mueca, con una sonrisa en la cara. Esa familiaridad me recordó la de nuestra
propia familia. John era su líder, pero había amistad entre ellos. Complicidad.
Como verdaderos hermanos.
-Vamos por pasos. -dijo Logan con mirada divertida. - ¿Hay más familias
en Londres actualmente?
-Los Williams. -dijo Jasón con gesto afirmativo. -Ocho en total, aunque
son bastante jóvenes. Nos evitan un poco, pero no puedo criticarles.
-Son los que velan realmente por la ciudad. -dijo Tim con un gesto
afirmativo. -Creo que nos consideran unos marginados académicos, o algo
así.
- ¿Ese no es el pensamiento colectivo? -dijo Iker con una sonrisa
maliciosa. Creo que si no hubiera habido lo de los vínculos de sangre esos
hacía un momento, un comentario así no hubiera sido tomado como una
broma.
-Vamos de caza juntos esta noche y mañana me cuentas. -le contestó Tim
con aspecto orgulloso y una sonrisa prepotente en la cara. - ¿Cuántos siglos
dices que tienes?
-Desde luego, parecéis hermanos realmente. -dije haciendo una mueca,
recordando las tarde de canguro con tres chicos que siempre estaban
discutiendo a ver quién meaba más lejos. Cosas de machos, supongo.
Brillante idea cuando no se les ocurrió hacer la prueba, en medio del pasillo,
mientras yo calentaba la cena. Odiosos mocosos. Los dos me miraron con
una sonrisa, para nada incómodos.
-Premio. -dijo Logan. -Vosotros dos a buscar nuestras cosas. Nos
instalaremos aquí al menos esta semana mientras nos organizamos.
- ¿Os quedaréis en Londres? -dijo Jason con mirada esperanzada.
-Al menos unos días. -le contestó Logan.
-Yo tengo dos semanas de vacaciones, luego tengo que volver que
trabajo. -dije haciendo una mueca.
- ¿Trabajas? -me preguntó John con aspecto sorprendido.
-Pues sí, ya sabes, dos manos, una boca. -le contesté sin poder evitar un
tono irónico, algunos de los cazadores reían por lo bajo a mí alrededor.
-Espero que Logan sepa qué hacer con ellas. -dijo Tim con una mirada
divertida, un poco insolente. Logan no parecía para nada enfadado con aquel
comentario.
-Otro listo. -dije con un suspiro cansado, mirando el techo de la sala y
clamando paciencia a los cielo. -Te advierto que en esto de ser mística soy
nueva, pero en lo de pillar un buen cabreo tengo un máster. Y si me enfado,
no me controlo. Pregúntale a Anthony sinó.
-Me lanzó varios metros por el aire. -dijo él con una sonrisa divertida. -
Aunque quizás sería buena idea que Tim pasara a entrenarla para el combate.
- ¿De qué estás hablando? -dijo Tim abriendo los ojos como platos y
dando un paso hacia atrás.
-No es mala idea del todo. -dijo Logan con una sonrisa mientras añadía
con mirada dura y expresión fría. -Pero si le haces un solo rasguño,
responderás ante mí.
-No lucho contra mujeres. -dijo Tim mirándolos como si se hubieran
vuelto locos.
-Pues mala suerte, porqué yo disfruto dando palizas a los hombres que no
saben callar según que comentarios. -le contesté alzando el mentón. A ver,
que era consciente que en el tema del combate era un cero a la izquierda, pero
Tim no tenía por qué saberlo y el sabor dulce del pánico en su cara no tenía
precio. Sonreí y Logan me cogió por la cintura, aproximándome más a su
cuerpo. Creo que estaba divertido. No tenía claro si realmente tenía intención
de que Tim me entrenara o no. Pero me había dado la opción de burlarme un
poco de él. Y eso estaba bien.
-Iker y Tim, largo. -dijo Logan finalmente, con una sonrisa en la cara.
-Va a ser fácil. -dijo John, colocándose al lado de Logan, al poco de salir
los dos cazadores. - ¿Quieres que solicite una entrevista con el jefe de los
William?
- ¿Crees que se unirán a la causa? -le preguntó Logan con mirada
tranquila.
-Es posible. Si no se unen al menos la apoyaran, son buena gente. -dijo
John con gesto afirmativo. -En Cardiff hay una familia pequeña que hace lo
que puede, pero van bastante desbordados. Los que se han instalado en
Manchester creo que no son de fiar. Bastante radicales, rallando el fanatismo
sanguinario.
-Conozco algunas familias así. -dijo Logan sin poder olvidar la sombra de
Rolan y su aparición en su territorio, demasiado reciente.
-Más al norte tenemos buena relación con los Fergusson instalados en
Cork y con los MacBean de Inverness. En Dublín hay dos familias, pero son
muy jóvenes y apenas he tenido contacto con ellos. -añadió John pensando en
voz alta. -Provienen del viejo Gordon que murió en el último alzamiento.
-Lo conocí, era un buen tipo. -dijo Anthony añadiéndose a la
conversación.
-Ya veo que os vais a poner a recordar batallitas como los viejos. -les dije
con mirada angelical.
-Cómo que tú no lo haces con tus amigas. -contraatacó Logan con una
sonrisa mientras yo hacía una mueca. Tocada y hundida. -Quizás estaría bien
que miráramos lo últimos registros que tengas y los pongamos en comun con
los nuestros, John. Si ha de haber un nuevo alzamiento estaría bien advertir al
resto.
- ¿Un nuevo alzamiento? -dijo Nicholas acercándose a nosotros, dejando
a Fer solo en el sofá, con mirada preocupada.
-Así es. -dijo John. -Es una antigua profecía de una mística.
-No estamos en condiciones de pasar por aquello otra vez. -dijo Anthony
con mirada firme, sin mostrar miedo pero sin perder la realidad de la cabeza.
- ¿Cuántos dumas nos atacaron aquella noche? -fue la respuesta de Logan
a su afirmación. -Perdimos a Quin, uno de los nuestros. Pero la realidad es
que deberíamos haber muerto todos, esa noche.
- ¿Os atacaron? -preguntó John con mirada sorprendida, cuando su rostro
se volvía serio sí que parecía mucho más anciano, más sabio, de lo que su
cuerpo aparentaba. - ¿Qué pasó?
-Elena. -dijo Nicholas con media sonrisa y todos me miraron a mí de
nuevo.
-Descubrimos que era una mística. -le contesté a John haciendo una
mueca.
- ¿Eran muchos? -dijo John pensando en voz alta y al ver el gesto
afirmativo del resto, añadió. -Eso no me gusta. ¿Fue cuando atacaron también
al chico?
-No, aquello fue una avanzadilla. Cinco dumas. -dijo Logan sin darle más
importancia. -Lo otro se plateó como una masacre. Por lo menos habría
treinta de ellos.
-Eso significa que de alguna forma son capaces de sentirla. -dijo John con
mirada analítica. -Eso no puede ser bueno.
-Desde el incidente hemos estado muy tranquilos. -dijo Nicholas.
-No me extraña, debisteis dejar la zona limpia. -dijo John. -Londres no es
para nada una área bien controlada. Será mejor que doblemos la vigilancia a
la noche y hablemos pronto con los William para coordinarnos.
-Dame un par de días para pensar cómo gestionar esto. -le contestó Logan
con un gesto afirmativo.
-Eres consciente que no puede mantener a Elena al margen de esto,
¿verdad? -le dijo John haciendo una mueca.
-Lo sé. -le contestó Logan mientras su mirada se quedaba fija en la mía y
sentía un algo dentro de mí, como si pudiera sentir de alguna forma su miedo.
-Pero no tengo claro de que quiera que los cazadores tengan la información al
completo.
- ¿Qué información? -dijo Anthony alzando una ceja.
-Qué las místicas se despiertan al enamorarse de un cazador. -dijo John
sin reparos. -Y que su magia, y nuestra magia, está forjada en un ritual de
sexo y sangre.
- ¿No hay formas de explicarlo con un poco más de tacto? -le pregunté yo
arrugando la nariz.
- ¿Por eso sentías ese instinto de morderla desde el principio? -le
preguntó Anthony y Logan hizo un gesto afirmativo. -Y su sangre despertó
tus alfanjes. Había una conexión en eso, era algo que no podía ser de otra
manera.
-Y el amor de Logan activó la magia de Elektrika. -dijo John con una
sonrisa mientras Logan no parecía demasiado cómodo de que el resto hablara
de sus sentimientos de aquella forma. Sonreí parcialmente divertida y creo
que él pudo sentirlo, porqué me miró entre divertido y enfadado. Mi sonrisa
se ensanchó y su mirada parecía resignada. Supongo que decirme que me
quería era una cosa. Pero que el mundo entero fuera consciente de la
profundidad de sus sentimientos, podía ser un poco incómodo.
-Súper bonito, vamos. -dijo yo haciendo una mueca. - ¿Dónde está la
cocina?
-Tenemos cocinero. -dijo John con una sonrisa.
-Eso no está mal. -le dije con una sonrisa claramente complacida. - ¿Y
que se supone que hago yo de mientras habláis de vuestras batallitas?
-Podrías entrenarte. -dijo John con una sonrisa maliciosa.
-Antes me voy de compras. -le dije haciendo un mueca. -O a ver a mis
padres.
- ¿Crees que eso es buena idea? -dijo Fer desde el sofá.
- ¿Lo de ir de compras o lo de mis padres? -le pregunté con mirada
desafiante.
- ¿Las dos cosas? -me dijo Fer mientras se levantaba del sofá y se
acercaba a nosotros haciendo una mueca.
-Es probable. -dije con un suspiro cansado, Fer me conocía demasiado
bien. Tenía razón de que en esos momentos sería capaz de fundirme la mitad
de mi mensualidad en cualquier cosa, solo por calmar el estrés que crecía
dentro de mí. Pero tenía ganas de ver a mis padres. Todo aquello de ser una
mística era un lastre. Y no tenía muy claro hasta qué punto mi vida podía
verse comprometida. Mi antigua vida. La sorpresa de John al saber que
trabajaba. Cómo si aquello fuera parcialmente incompatible con lo de ser
cazador, o lo de ser mística. -Pero tengo ganas de ver a mis padres. Con todo
esto no sé cuándo volveré a estar con ellos. No es que quiera despedirme.
-Pero quieres pasar tiempo con ellos. -dijo Fer con un suspiro casi
vencido, mirando a Logan.
-Hazlo, no sabemos qué responsabilidades tendremos mañana. -dijo
Logan mirándome con expresión tranquila. -Es posible que tengamos que
reunirnos con los William. Pero Jason te acompañará. Y si puedes, saca a
pasear a Fer.
-Siempre tan atento. -dijo Fer con una mueca, pero sin mostrarse enojado.
-Venid antes de que oscurezca. -dijo Logan mirando a Jason con
expresión firme y éste hizo un gesto afirmativo con la cabeza. Logan me miró
y me acerqué a él, me cogió de la cintura y me rodeó con sus brazos. -Tendré
el teléfono encima, por si hay cualquier cosa.
-Me llevo un guardaespaldas y vendremos pronto. -le dije haciendo una
mueca. -Estate tranquilo.
Su mirada era todo menos tranquila, así que me puse de puntillas para
darle un suave beso en sus labios, que creo que lo tranquilizó un poco.
Aunque no parecía contento con lo de que me fuera de la seguridad de esas
paredes. De la seguridad de tenerme a su lado.
Jason siguió mis indicaciones mientras se mantenía en silencio al volante.
Fer se había sentado detrás y yo miraba las calles de Londres, reconociendo
algunas parcialmente. Aparcamos en una parking del centro, cerca de la casa
de mis padres. Quizás debería haber llamado para avisarles. No solían salir
fuera los fines de semana, pero era la ley de Murphy que justo fuera en plan
sorpresa y no estuvieran. Pensaba en aquello, seguida de Fer y Jason, cuando
llamé al interfono de su piso. La voz de mi madre sonó en un inglés perfecto,
preguntándome quien era.
- ¡Sorpresa! -dije al aire con una sonrisa divertida mientras mi madre
lanzaba un pequeño chillido y la puerta de entrada se abría. Sonreí mientras
me dirigía al ascensor seguida por mis dos guardaespaldas. La mirada seria
de Jason, tan diferente a la expresión casi jovial que había mostrado en su
casa, me hizo sentir como si realmente estubiera en una misión real. Al
menos el resto hacían como que no les importaba pasar el tiempo conmigo.
Incluso Anthony era un poco más expresivo. -Relájate Jason. A Anthony
también le da mil patadas quedarse a mi cargo, si te sirve de consuelo.
-Puedo imaginármelo. -me dijo él con mirada seria pero una chispa de
diversión en su mirada quizás era algo del carácter inglés que les venía de
serie.
-Una noche se quedó a cargo nuestro mientras montábamos una fiesta
pijama con unas amigas. -le dije haciendo una mueca divertida, recordando la
música reggaetón y todo el jaleo que montamos. Y la resaca. Sonreí y como
si pudiera ver en mis propios recuerdos, una pequeña sonrisa se formó en su
cara. Parecía un poco menos tenso. Algo era algo.
Cuando la puerta del ascensor se abrió, mi madre me esperaba en el
descansillo con una sonrisa en la cara y un gran abrazo. Desde que vivía en
Londres sus curvas se estaban acentuando, supongo que por la comida
rebozada que zampaban a diario. O por los pasteles. Algunos de ellos eran
también mi perdición.
-Elena, Fer. -nos dijo mientras pasaba a abrazarnos del uno al otro. -
Cómo me alegro de veros. ¡Menuda sorpresa!
-Mamá, te presento a Jason, un amigo. -le dije a mi madre cuando su
mirada se fijó en él. Qué pensó mi madre al ver aquel tiarrón de metro
noventa, anchas espaldas y aspecto de hombre que ha visto a mundo, fue todo
un misterio. Entramos en el piso y mi padre vino a saludarnos mientras mi
madre nos invitaba a comer, con total naturalidad. Jason se mantuvo un poco
al margen de todo aquello, pero sin llegar a ser descortés.
-Tenía ganas de veros. -le dije a mi madre, sintiéndome cansada de todo
lo que me había pasado en los últimos días.
-Bueno, ¿cuándo es la boda? -dijo mi padre con mirada traviesa,
mirándonos por encima de sus gafas. Fer se quedó quieto, mirándome con las
pupilas dilatadas, mientras Jason inclinaba levemente la cabeza, mirándome
con aspecto analítico.
- ¿En serio? -le dije a mi padre mirándole mientras hacía una mueca.
-Hace meses que no vienes. -dijo mi padre sin intimidarse. -Y aparecéis
los dos de la nada. Sabemos que estáis viviendo juntos.
-Eso no puede negarse. -dijo Fer mirándome con una sonrisa divertida
mientras yo le miraba con ganas de asesinarlo y Jason nos miraba a unos y
otros sin acabar de saber si tomárselo a broma o si debía salir a protegerme
como era su deber para con Logan. Cazadores.
-No hemos llegado a ese punto. -le dije a mi padre, sin poder evitar mirar
a Fer para que me siguiera el juego y no me lo pusiera aún más difícil. -Y
vivimos en un piso compartido, no es como que vivamos juntos como pareja.
-Perdona el malentendido, Elena. -dijo mi madre intentando hacer de
intermediaria, mientras mi padre me miraba dándome su opinión de todo esto
sin palabras.
-No pasa nada. -les dije con un suspiro ignorando la sutil crítica presente
en la expresión de mi padre con todo aquello de que viviera en pecado.
Tiempos modernos. Padres clásicos. Gajes del oficio.
-¿Eres de aquí Jason? -le preguntó mi madre para intentar cambiar de
tema y desviar la atención de nosotros.
-Nací en un pueblo cerca de Bristol. -dijo él finalmente, sin demasiado
interés de entrar en la conversación.
-¿De que os conocéis? -preguntó mi padre mirando a Jason con interés,
tenía ese aura de cazador que hacía que destacara.
-Somos de la família. -dijo él encogiéndose de hombros mientras yo
empezaba a sonrojarme. May day.
-No sabía que tuvieras família en Londres. -le dijo mi madre a Fer con
una sonrisa, y él le devolvió una de esas hermosas expresiones suyas neutras.
Fer no tenía, para nada, família en Londres. -¿Cómo estan las chicas?
-Bien, vinieron al búnker el fin de semana pasado. -le dije de forma
automática. Pero mi padre había captado la única palabra que no era
necesaria en la que fijara su atención.
-¿Búnker? -preguntó mirándome con curiosidad.
-Ya sabes que tengo un sentido del humor un poco cínico. -le dije
haciendo una mueca. -Es como llamo al piso.
-Un nombre bastante acertado. -dijo Jason participando por primera vez
de forma activa en la conversación, con lo que podría ser una sonrisa y
supuse que había estado alguna vez en casa de Logan.
-Ni que lo digas. -añadió Fer haciendo una mueca y Jason sonrió ante su
expresión.
-¿Dónde estáis alojados? Sabes que podéis venir a casa, si queréis. -me
dijo mi madre mientras nos sentábamos ya a la mesa a comer sopa y carne
empanada.
-Estamos en casa de John, un amigo. -dije sintiéndo que volvía a estar
sobre arenas movedizas.
-De la família. -dijo Jason mirándome como si quisiera darme ánimos a
su manera.
-Quizás podríamos hacer algo un día todos juntos. -dijo mi madre
mirando a Fer, cómo si la idea de conocer a sus parientes ingleses fuera
estupenda. Y a mí que me parta un rayo. Bueno, no literal, no sea que la
monte gorda en casa de mis padres.
-Eso estaría genial. -le contestó Fer y añadió al momento, antes de que yo
lo estrangulara ya de forma irremediable. -Aunque estos días están muy
liados con temas de trabajo, creo que sería mejor dejarlo para la próxima vez.
-Lo que veáis. -le dijo mi madre con una sonrisa, rendida bajo el influjo
de la simpatía de Fer. Los tenía conquistados. Traidor.
Pese al tercer grado y las mentiras que fuimos acumulando a lo largo de
la comida, estuvo bien. Nos fuimos de allí tras la promesa de que
volveríamos antes de que nos marcháramos. Ojalá pudiera cumplir esa
promesa. Pero tenía esa extraña sensación, ese presentimiento, de que no los
volvería a ver en tiempo. Mucho tiempo. Y eso que yo no era una mística del
futuro. Lo que aún me daba más mala espina.
XI
Tenía que admitir que el juguete de John estaba bien. Una vez te
acostumbrabas a él. Era capaz de detectar las vibraciones de los dumas antes
de que se materializasen, de forma que no tenías que ir sondeando de forma
constante a tu alrededor y podías centrarte en los que ya estaban en el plano
físico. A los que podías intentar eliminar mientras otros puntos amarillos
aumentaban de intensidad hasta convertirse en puntos rojos, ya presentes en
el plano físico. Cómo había conseguido desarrollar una tecnología así, era un
misterio. Pero no podía negarle su utilidad. Lamentaba haberme burlado de
aquello al principio. Más por la costumbre de provocarle, especialmente
después de uno de sus magistrales discursos teórico-científico del que había
desconectado a los pocos minutos. En condiciones normales, no hubiera
tenido ninguna duda de que no salíamos de ésta. Los puntos calientes
aumentaban de forma descontrolada. No valía la pena contarlos.
Cuando salí al exterior una pequeña chispa de esperanza podía verse en la
silenciosa lucha que se había empezado a desarrollar allí. Iker y Nicholas
habían sido pareja de armas durante mucho tiempo y sabían luchar juntos ya
de forma casi instintiva. Tim estaba en el otro lateral del edificio, conteniendo
con sus dos cimitarras a tres dumas al mismo tiempo. No tengo claro si eso
hubiera sido posible en otras condiciones. Pero John tenía razón, una vez
más. La sangre de Elena, su magia, se había vuelto viva en sus armas
invocadas. Fina luz azul en su filo y su capacidad de paralizar a los dumas,
aunque fuera durante unos segundos, nos daba una oportunidad en lo que de
otra forma habría sido una masacre segura. Jason me miró y le hice un signos
afirmativo para que fuera a apoyar a su compañero de lucha natural. Eso a mí
me dejaba solo, pero aunque sospechaba que John tenía que ser un luchador
mucho más apto de lo que se suponía, jamás hubiera dejado a Elena con tan
poca cobertura. Anthony era la opción obvia. Mi vida había estado en sus
manos más de una vez y nunca me había fallado. Era la única persona con la
que sería capaz de dejar a Elena en una circunstancia así. Porqué aunque
deseaba estar junto a ella en el tejado, ésta era ahora mi familia y el lugar de
su líder era en la primera línea de combate, donde más riesgo de sufrir bajas
podíamos tener. Íbamos a tener, posiblemente. Todos éramos conscientes de
ello. Solo esperaba que Elena pudiera estar lo suficientemente lejos, lo
suficientemente protegida. Era la única baja que no estaba dispuesto a
aceptar. Aunque para ello mi vida se perdiera en esas calles. Mis alfanjes
respondieron a mi llamada y entré en combate en una área caliente, donde los
puntos amarillos empezaban a intensificar su color. Siete. Ocho. Esto era una
locura. Mis alfanjes se movían casi sin que yo fuera consciente de ello. Una
mirada fugaz hacia el tejado me dio la tranquilidad de ver que John y
Anthony ya habían asegurado el perímetro, aunque puntos amarillos
empezaban a dibujarse de nuevo en él. Me centré de nuevo en la calle, en los
dumas que poco a poco tomaban consistencia a mi alrededor. Sentí un dolor
intenso en la pierna cuando uno de ellos me alcanzó, pero al menos no fue lo
suficientemente profundo como para que perdiera la estabilidad. O la
capacidad de mantenerme en pie.
-Logan no aguantaremos. -la voz de Nicholas era serena, partida entre su
agitada respiración.
-Un poco más, van a venir refuerzos. -le dije con voz cargada de
confianza mientras conseguía rotar sobre mí mismo y decapitar a un duma
que a punto estuvo de alcanzarme por la espalda. Era consciente de que si la
otra familia no venía pronto o Elena volvía a explotar en miles de mágicos
rayos, lo teníamos complicado. Por no decir imposible.
Seguimos manteniendo nuestras posiciones, con dificultad. Jason y Tim
eran jodidamente buenos. Tendrían por lo menos cinco siglos, que no es
poco, pero su forma de luchar era sorprendente. Solo esperaba que John
estuviera a la altura, porque en el tejado volvía a haber multitud de puntos
luminosos. Muchos incluso para Anthony. Con su mandoble revienta cráneos
paralizante incluida.
- ¿Pero a quien coño habéis cabreado? -soltó un cazador que apareció
saltando de un barco que se había aproximado por el río a toda velocidad,
mientras entraba en combate a pocos metros de mí.
-Solemos hacer amigos allí donde vamos. -le dije lanzando uno de mis
alfanjes a un duma que acababa de materializarse a su lado sin que él fuera
del todo consciente de ello. El cazador se quedó mirando mi brillante arma
clavada en el pecho del duma, mientras éste parecía congelado en el tiempo.
La magia de Elena irradiando de mi espada sobre la carne putrefacta de la
criatura. Dudó apenas unos segundos y con una hacha a dos manos lo
decapitó mientras yo reclamaba de nuevo mi arma invocada junto a mí.
- ¿Y eso? -me preguntó mirándome con curiosidad en esa pequeña
fracción de tiempo que habíamos ganado de calma al entrar en combate el
resto de los cazadores de su familia.
-Una larga historia que tendré el placer de explicarte si salimos con vida
de ésta. -le dije mientras volvía a entrar en el combate y añadía a los recién
llegados. -Cubrir los espacios libres. Su objetivo es el tejado.
-Hacedlo. -dijo el cazador que había llegado a mi lado a voz de grito. Sus
armas vinculadas no eran nada en comparación a las nuestras, pero sabían
usarlas. Era una familia joven, la mayoría de las caras me eran desconocidas,
pero luchaban dignamente y no podía negarse el esfuerzo que estaban
realizando.
- ¿Cómo vais por arriba? -pregunté tras lanzar mi alfanje contra un duma
que a punto estuvo de llegar hasta uno de aquellos jóvenes cazadores. Una
fracción de segundo de reconocimiento en su mirada antes de rematar la
faena que le había dejado en bandeja. No había tiempo para gratitud. Un
chillido de rabia en el otro extremo me hizo ser consciente que ya había la
primera baja. Mierda.
-Controlado. -me dijo la voz firme y segura de Anthony. Al menos me
quedaba eso.
-Aguantad. -dije con voz firme mientras Jason y Tim ampliaban su área
para aproximarse a la pareja del cazador caído y darle soporte. -Quiero tres
grupos, los jóvenes de soporte, nosotros en primera línea.
Iker y Nicholas se avanzaron en su posición para dejar a los cazadores
más jóvenes y peor armados cubriendo su espalda mientras ellos asumían el
grueso de la avanzadilla. De forma natural, Jason y Tim hicieron lo mismo
mientras el jefe de familia y yo hacíamos lo propio en la zona central. Se
esforzaba, pero era consciente que ni mi flanco ni mi espalda estaban
asegurados con aquellos jóvenes cazadores. Una mierda en resumen. Aunque
mejor eso que nada.
- ¡Iker! -el grito de Nicholas me hizo buscar su posición y sentir la rabia
surgir dentro de mí al ver como un duma había alcanzado a Iker y su garra le
atravesaba por completo desde la espalda. Bloqueé un ataque, intentando
liberar alguna de mis espadas para lanzarla en aquella dirección, antes de que
mi hermano, mi amigo, mi hijo, se convirtiera en polvo. El brillo de un filo
metálico cruzó el aire y la cabeza del duma que tenía a Iker se desprendió del
resto de su cuerpo. El cuerpo de Iker cayó al suelo, a los pies del chico. Fer.
Nicholas llegó hasta él y supe que poco más podíamos hacer por él. Al menos
aún no estaba muerto. Me centré en la lucha que había a mi alrededor. En
aquellos escasos segundos uno de los jóvenes de mi grupo había caído. Polvo
al polvo.
-Mételo en la casa. -la voz de Nicholas era firme, dura. No perdió más
tiempo en aquello y continuó su propia lucha, en parte por nuestra sagrada
obligación y en parte por pura supervivencia. Como todos.
-Empiezan los fuegos artificiales. -la voz de John parecía alegre, mientras
nuestras armas empezaban a palpitar y su luz tomaba mayor intensidad si
cabe.
- ¿Qué está pasando? -me dijo mi provisional compañero de armas,
viendo como los dumas parecían dudar por momentos, mientras nuestras
armas destellaban, como si sintieran el poder de Elena aumentar por
momentos.
- ¿Has visto alguna vez la magia de una mística? -le dije con mirada
cargada de significado mientras los primeros rayos empezaban a iluminar el
negro cielo de Londres. No necesitó responderme, sus negras pupilas
dilatadas, entre incredulidad y esperanza en ellas. Una lluvia de rayos azul
brillantes empezó a caer a nuestro alrededor. Los que impactaban en un duma
parecían explotar y dirigirse zigzagueantes, a otros dumas próximos. -
Acabemos el trabajo.
Los filos de mis alfanjes empezaron a recorrer la carne podrida de
aquellos dumas, iluminados con el resplandor de la magia de Elena,
dejándolos temporalmente paralizados. Los jóvenes tardaron escasos
segundos en seguirnos los pasos, pese a su desconcierto. Aquello quizás no
era una lucha heroica. Ni justa. Pero ellos no parecían tenerlo en cuenta
cuando su número nos superaba de forma exponencial y habían hecho caer a
varios de los nuestros. Poco a poco las luces que iluminaban los cuerpos
parpadeantes de los dumas fueran disminuyendo, hasta que quedamos en
completa oscuridad.
-Tim, Nicholas, asegurad la zona. -les dije y me hicieron un gesto
afirmativo. -Recoge a tus hombres dentro. Jason, ocúpate de los heridos.
- ¿Crees que van a venir más? -me preguntó el jefe de familia mirándome
con un respeto que supongo a esas alturas me había ganado. O se habían
ganado mis alfanjes, más que yo mismo.
-Nunca des una batalla por concluida. -le dije con mirada serena. -Aunque
muchos más no pueden quedar en esta zona.
Hizo un gesto afirmativo mientras se acercaba a ayudar a algunos de sus
hombres heridos. La puerta del edificio estaba abierta. Entré en él para
encontrarme a Fer junto a Iker. Su piel había tomado un color grisáceo. Iker
estaba tendido, con varias compresas apretadas a ambos lados de su cuerpo.
Aún no estaba fuera de peligro. Y los dos lo sabíamos. Mis colmillos
crecieron mientras me desgarraba la muñeca y me acercaba a mi hermano.
-Sigue luchando. -le dije más como una orden que otra cosa, mientras
acercaba mi muñeca a su boca y él bebía de mí. Había perdido mucha sangre.
Jason llegó con varias bolsas de sangre.
-Humana. -me dijo con gesto interrogante. -Para casos extremos puede
ser de ayuda.
-Hazlo. -le dije con un gesto afirmativo. Lo que fuera. Miré al chico
sentado junto a él, parcialmente apoyado sobre la pared. Había tenido agallas.
Ni siquiera me había planteado que saliera al exterior en medio de aquel caos.
-Bebe.
Había duda en su mirada. Sabía mejor que nadie que no tenía otra opción.
Y también que no existía certeza alguna de que saliera adelante. Que
soportara el cambio. Mi mirada no se suavizó y finalmente bajó levemente la
cabeza, en un signos de sumisión. Le acerqué mi muñeca y bebió de ella.
Esperaba que saliera adelante. Aunque en más de una ocasión mis celos
hubieran deseado que desapareciera, sin más. Había intentado salvar a Iker,
arriesgando su propia vida. Era el instinto de ayudar a un hermano. Podría ser
un buen cazador.
-Logan, tenemos un problema. -la voz de Anthony me despertó del trance
en que un flujo de pensamientos me invadía viendo a los heridos, pensando
en los que habían caído fuera.
-Elena. -mi voz fue apenas un susurro, pero toda mi sangre se congeló por
una fracción de segundo mientras mi cuerpo se tensaba de forma
anticipatoria. Corrí en dirección a las escaleras ignorándolo todo a mi paso.
-Exacto. -dijo John en un susurro respetuoso, dentro de mi cabeza.
- ¿Qué ha pasado? -les dije mientras subía los escalones de tres en tres,
llegando en apenas un susurro hasta el último piso.
-Esto. -dijo Anthony mirándome mientras salía como si me persiguiera el
diablo, por la puerta del terrado. Me quedé quieto. Elena estaba a un par de
metros de altura del suelo, con los ojos abiertos de un azul brillante que era la
esencia pura de la magia que poseían nuestra armas vinculadas. A su
alrededor había una esfera de electricidad que producía pequeños destellos de
forma aleatoria.
- ¿Elena? -le dije buscando un resquicio de ella en aquella esfera de
magia en estado puro. Sus ojos no me buscaron. Parecían mirar en dirección
al infinito. Su mente estaba lejos. Muy lejos. - ¿Hace cuánto que está así?
-Desde que ha empezado a invocar los rayos. -dijo Anthony y mientras yo
me acercaba, añadió. -Yo de ti no haría eso.
-Joder. -le dije mientras la esfera eléctrica me lanzaba una descarga al
acercarme a ella y me lanzaba a un par de metros de distancia.
-Por eso. -me dijo Anthony haciendo una mueca. Supuse que no era el
único que había intentado sacarla de allí dentro, despertarla o lo que fuera.
Miré a John, con pánico en mi corazón.
- ¿Ideas? -le dije con expresión dura, intentando no dejar que mi miedo se
apoderase de mí por completo.
-Ninguna más. -me dijo él finalmente, haciendo una mueca. -Tenía la
esperanza de que te reconociera a ti.
-Joder, tu madre era una mística. Algo habrá que podamos hacer. -le dije
con cierta rabia, pero no me contestó. La energía recorría el cuerpo de Elena
con pequeñas ondulaciones, como si se tratara de las delicadas caricias de un
amante. Recordé ese cuerpo entre mis brazos, cómo complementaba al mío.
Sentí algo dentro de mí. Elena permanecía allí, con la mirada perdida. Y sin
embargo. Había algo. De alguna forma podía sentirlo. La miré con atención,
dando un paso en su dirección. Su boca buscando la mía. Su sonrisa. Esa
forma de sonreírme que tenía, cuando estaba llevándome la contraria o
intentando burlarse de mí. Sentí de nuevo esa sensación de reconocimiento.
Elena entre mis brazos. Aquella primera vez que habíamos bailado en un
local perdido en ninguna parte. La forma en que todo parecía encajar cuando
ella estaba entre mis brazos. En cómo conseguí arruinar ese precioso
momento. Una pequeña sonrisa apareció en el rostro de Elena. Busqué entre
mis recuerdos. Nuestro primer beso. La ansiedad que me había creado desear
su sangre de aquella forma, de haberla mordido. Su enfado. Su indiferencia.
El miedo a perderla. Porqué desde el principio, de alguna forma poco
racional, había sentido que ella era mía. Y yo era suyo. No habría sido capaz
de alejarme de ella. Incluso cuando ya había despertado como mística.
Aunque lo había intentado. Pero ni la determinación del cazador era capaz de
aquello. La amaba. Y ese sentimiento nos conectaba. Pude sentirlo. Llegué
hasta ella antes de que golpeara contra el suelo, cuando su magia desaparecía
a su alrededor. Sonreí mientras la apretaba contra mi pecho con infinito amor.
Desmayada de nuevo entre mis brazos, casi ya como si aquello se hubiera
convertido en una costumbre. Sentí una dicha extraña dentro de mí. Elena
había vuelto y podía sentir que estaba bien. Necesitaba descansar, como
todos. Sabía que todo aquello solo había empezado, pero no podía evitar
sentir una cierta emoción de victoria mientras los primeros rayos de sol
iluminaban el lejano horizonte.
Querid@s lector@s,
Tenía ganas de escribir un libro con el que pasar un buen rato. Mujeres fuertes y
poderosas pero del montón a la vez, como todas nosotras ;) Los libros de la Saga Cazadores
Oscuros serán independientes aunque iremos encontrando los personajes que ya conocemos
de este primer volumen en los próximos. Espero que os enganche. Mil gracias a Marta
Sarmiento, la súper ilustradora de portada por todo su esfuerzo (e ilusión) en este
proyecto… ya se sabe que lo bueno se hace esperar. Txipi-style forever ;)
Si no los habéis leído todavía, os hago una cuña publicitaria con otros títulos que tenéis
disponibles. ;p
La historia de los cinco hermanos mitad demonio y mitad ángeles que encuentran, a
veces sin buscarlo, a su pareja en la Saga Ángeles Caídos (Luz, Adam, Dan, Ricard y
Sonia) y la Saga Lobos de Dóen en los que iremos descubriendo las historias de varios
personajes alrededor de la vida de Amanda, una estudiante de veterinaria que durante las
prácticas de verano conocerá a Lucas, un atractivo pero temperamental veterinario que vive
en un pueblo perdido a los pies de las montañas (La Chica Lobo, El Cazador Cazado y Una
Loba Solitaria).
En breve sacaré el primer volumen de una nueva saga, Duales. Su protagonista, Sophie,
empezará la universidad lo más lejos posible de su casa para alejarse del mundo en el que
creció, marginada por escuchar una voz desde niña dentro de su cabeza por la que fue
medicada durante años sin conseguir acallarla del todo. Con el único soporte de su família
y aún alejándose de ellos, decide empezar de cero en un ambiente que no la acose por el
hecho de ser diferente. Allí hará por primera vez amigas y descubrirá mucho sobre lo que
significa el amor, la atracción, la lealtad y el sacrificio.
También encontraréis las dos primeras entregas de la Trilogía Instintos (El despertar del
Lobo y el Ascenso del Vampiro), la historia de Atlantic una chica humana que intenta
encontrar su lugar en un mundo donde hombres-lobo y vampiros viven integrados en la
sociedad, con sus rencillas, y una cierta supremacía sobre la raza humana y el primer
volumen de la Trilogía Pueblos Perdidos (La Hija Maldita) ambientada en un mundo
dominado por tres razas antiguas con magia en el que descubriremos la historia de Aina,
una joven dorada maldita cuyo pasado y su futuro parecen enlazarse mientras descubre el
misterio de su nacimiento y la profecía que la condena a que perder a su ser amado si se
entrega a él. Rodeada por antiguos y nuevos amigos, emprenderá una larga búsqueda junto
a un joven explorador por el que su corazón suspira.
Feliz lectura.
Cristina
01/2019