La Psicología Como ciencia-Burgos-Velasco
La Psicología Como ciencia-Burgos-Velasco
La Psicología Como ciencia-Burgos-Velasco
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Colección: Albatros
Director de la colección: Juan Manuel Burgos
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1.1. La psicología como ciencia
a) ¿Qué es la ciencia?
No es fácil responder a esta pregunta porque es un concepto complejo, pero
podemos empezar diciendo que, generalmente, por ciencia se entiende el saber empírico
que usa el método experimental para obtener sus conocimientos. Esta ciencia nace en
Europa de dos presupuestos fundamentales:
1) La razón griega frente al emotivismo oriental. Los griegos fueron el único pueblo
de la antigüedad que comenzó el análisis exclusivamente racional de los problemas; de
allí nació la filosofía en Occidente y con el tiempo se crearon las condiciones para que
pudiera surgir el método experimental que se basa exclusivamente en la comprobación
de lo que observamos.
2) La desacralización cristiana de la naturaleza. Todos los pueblos antiguos
consideraban que, en la naturaleza, había fuerzas, dioses y propiedades mágicas que
influían en la vida de los hombres. Tal creencia, lógicamente, era incompatible con un
análisis científico de la naturaleza. El cristianismo, por el contrario, como ha recordado
el teólogo y físico Stanley Jaki (1924-2009), considera que Dios es el único Ser Supremo
que ha creado todo lo que existe. Por tanto, en la naturaleza no hay dioses ni espíritus ni
propiedades mágicas, sino seres con una estructura determinada y específica que se
pueden estudiar e investigar. De este modo, la «desacralización del mundo» llevado a
cabo por el cristianismo creó un presupuesto indispensable para la investigación
científica.
Estos hechos son condiciones o preámbulos, necesarios pero no suficientes para que
surgiera la ciencia. El nacimiento, en sentido estricto, se produjo a partir del siglo XVI,
cuando se aplicaron las matemáticas a la ciencia y se desarrolló el método experimental
capaz de producir conocimientos ciertos y seguros. Es entonces cuando apareció el
concepto moderno de ciencia, cuyo paradigma inicial fue la física.
Simplificando mucho podemos decir que las características del método científico
son las siguientes: 1) Observación; 2) Hipótesis o teoría; 3) Comprobación experimental;
4) Confirmación o rechazo de la teoría. Todos estos pasos tienen el objetivo de
establecer leyes seguras y universales, regidas por leyes deterministas expresadas en
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fórmulas matemáticas. El ejemplo más famoso son las leyes descubiertas por Isaac
Newton (1643-1727): las leyes de la dinámica, de la gravitación universal, etc. Un
ejemplo reciente y espectacular de este procedimiento lo encontramos en la moderna
astrofísica. Los astrofísicos que desarrollaron la teoría del Big-Bang afirmaron que, si su
teoría era cierta –y hay que tener en cuenta que esa teoría habla de lo que sucedió hace
quince mil millones de años–, tenía que existir en el espacio una radiación isotrópica con
una determinada longitud de onda. En ese momento nadie había detectado ni pensado en
la existencia de semejante radiación, pero años más tarde, en 1962, Penzias y Wilson la
descubrieron, lo que les valió el premio Nobel. Pero lo más importante era que la teoría
del Big-Bang quedaba demostrada científicamente gracias a la comprobación
experimental de un hecho predicho por la teoría.
K. Popper (1902-1994)
Frente a la visión tradicional que mantiene la completa neutralidad de la ciencia,
Popper sostiene que esta no comienza con observaciones absolutamente imparciales,
sino con una elección personal sobre lo que hay que observar. Hay demasiadas cosas en
el mundo y demasiadas perspectivas desde las que mirarlas, por lo que hay que empezar
eligiendo. Para ejemplificar su posición solía recordar una clase en la que dijo a sus
alumnos: miren alrededor, observen cuidadosamente y anótenlo. Rápidamente, estos le
preguntaron: ¿Qué es lo que hay que observar? Popper concluía: la sola observación no
basta.
Una de las aportaciones más conocidas de Popper a la epistemología de la ciencia es
su teoría de la falsación, según la cual, un conocimiento solo puede considerarse
científico cuando puede ser refutado, es decir, cuando hay experimentos o predicciones
que, de confirmarse, irían en su contra[9]. Cuando cualquier tipo de resultado apoya una
teoría, esto significa que no es científica en sentido estricto. En otros términos, si
cualquier tipo de hecho sostiene una teoría es equivalente a decir que ninguno la
sostiene, lo cual no implica necesariamente que esa teoría no pueda tener interés o valor
cultural o de otro tipo, pero sí que no es científica en el sentido técnico del término.
Según Popper esto es, justamente, lo que ocurre con el psicoanálisis, puesto que tanto
una respuesta como la contraria confirman sus postulados (cfr. cap. 9.3.d).
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T. S. Kuhn (1922-1996)
Insistió sobre todo en la influencia de la
sociedad en la configuración de la ciencia. El
científico no es un ser aislado que construye una
ciencia perfectamente racional y abstracta, sino una
persona que vive en una determinada sociedad y en
una comunidad científica específica que influyen en
su manera de entender la ciencia y de elaborarla. El
famoso libro en el que desarrolló sus ideas es La
estructura de las revoluciones científicas (1962).
Su concepto básico es el de paradigma, que se
define como el punto de vista compartido por
muchos científicos al estudiar una materia. El
paradigma determina lo que constituyen los
problemas legítimos (y los ilegítimos) y la
metodología adecuada para resolverlos.
En concreto, Kuhn dice que todas las ciencias
siguen el siguiente esquema evolutivo:
Estado preparadigmático: lo considera
precientífico y sucede solo una vez, cuando existen
grupos o escuelas que compiten por imponer su
versión de un determinado problema científico.
Estado paradigmático: cuando se impone uno de
ellos, establece un paradigma, es decir, un
determinado modo de ver las cosas, de analizar los
problemas, de resolverlos, etc. Comienza entonces
el período de elaboración de lo que Kuhn llama
ciencia normal o básica, es decir, investigaciones no
particularmente creativas que se adaptan a los
moldes del paradigma y permiten a la ciencia ir
avanzando.
Estado revolucionario: Empiezan a aparecer anomalías y problemas que no se
explican por el paradigma dominante. Al principio no se les presta atención pero van
creciendo en número y en importancia hasta que un grupo considera que el paradigma
antiguo ya es insuficiente para entender los problemas y propone uno nuevo. Según
Kuhn este cambio puede ser muy dramático y hasta revolucionario por la inercia que se
tiene a seguir pensando del mismo modo. Pero, al final, el nuevo paradigma, si es válido,
se impone y acaba sustituyendo al antiguo. El ejemplo clásico de cambio de paradigma
es la sustitución del sistema ptolemaico por el heliocéntrico. Lógicamente, este proceso
puede repetirse y el nuevo paradigma asentado ser sustituido por otro con el paso del
tiempo.
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Al principio, Kuhn extremó mucho la importancia de estos cambios, sosteniendo
que eran muy radicales y que desde las premisas del nuevo paradigma no se podía
entender el antiguo. Posteriormente, admitió posturas más moderadas y esa versión se ha
hecho cultura popular en la expresión de «cambio de paradigma».
Algunos han afirmado que la psicología sería una ciencia preparadigmática porque
no hay ningún enfoque psicológico que tenga un dominio absoluto sobre los demás, pero
sería más justo decir que es multiparadigmática; es decir, que hay varios paradigmas
científicos psicológicos que conviven al mismo tiempo. Esto no es necesariamente
negativo y se debe a que la complejidad del hombre implica que ninguno de ellos pueda
convertirse en un criterio de explicación exhaustiva de la realidad de la persona.
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ejemplo, la libertad humana, está inevitablemente sometida a la visión que tengamos de
ella.
El conductismo, por ejemplo, niega la libertad. Entiende al hombre como una
máquina de estímulos-respuesta y, por lo tanto, considera que su comportamiento se
puede explicar satisfactoriamente a través de un método científico idéntico al de las
ciencias empíricas. La libertad, como tal, no constituye para ellos tema de estudio porque
no existe. El psicoanálisis tampoco apuesta por la libertad humana y explica los procesos
voluntarios a través de la regulación externa de las pulsiones inconscientes
comprendidas desde la categorización psicoanalítica de la estructura del yo. Las
psicologías humanistas, por el contrario, creen en la libertad y en el carácter trascendente
de la persona, por lo que estiman que estos rasgos no son reducibles a un análisis
empírico-matemático y se deben estudiar desde otra perspectiva. El método
experimental, las estadísticas, pueden aportar elementos valiosos para la comprensión de
la libertad, pero siempre estarán alejados de su núcleo último. Esta diferencia de
perspectivas tan importante hace que no sea posible llegar a un acuerdo total entre las
diferentes escuelas psicológicas ni sobre el sentido y valor de grandes temas humanos ni,
por tanto, sobre el método con que deben ser estudiados.
Como conclusión podríamos afirmar que: la psicología tiene vocación de ciencia y,
por lo tanto, siempre debe emplear el método científico. Ahora bien, este método no es
completamente unívoco y varía según el ámbito de realidad que se estudie. En realidades
cuantificables y matematizables es posible aplicar un método estrictamente experimental
y la psicología también lo hace, pero en ámbitos de conocimiento menos ligados a la
materia –libertad, emociones, conocimiento, etc.– este método no puede ser ni exclusivo
ni dar resultados completamente satisfactorios, porque no es adecuado para el objeto de
estudio. Por eso, sin despreciar su validez en estas áreas, debe utilizarse un método más
reflexivo-filosófico que, si bien alcanza resultados menos precisos y más discutibles, es
el adecuado para este tipo de realidades.
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NOTAS