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Resumen de “Hable con soltura”

por Alan Garner


Un camino seguro para el triunfo social

Escrito por Bookey


Sobre el Libro
¿Qué podemos hacer si no somos buenos
manteniendo una conversación? Casi todo el
mundo ha experimentado la vergüenza de no saber
cómo charlar con los demás. Muchas personas se
esfuerzan por mejorar su capacidad de
conversación pero no logran captar los propósitos
principales detrás de una conversación. En este
libro, el autor utiliza un lenguaje cotidiano y
ejemplos enriquecedores que te ayudarán a
aprender habilidades de conversación y convertirte
en un hábil conversador.
Sobre el Autor
Como reconocido experto en comunicación, el
estadounidense Alan Garner tiene 20 años de
experiencia docente en su campo. Se dedica a
ayudar a las personas a superar sus problemas de
conversación mediante habilidades y técnicas
sencillas. Ha realizado diversos talleres en Estados
Unidos para “hablar con soltura” que han atraído a
decenas de miles de personas. Este libro ha sido
traducido a varios idiomas y goza de popularidad
mundial.
Capítulo 1: Introducción
Hola, bienvenido a Bookey. Hoy desvelamos las
claves del libro Hable con soltura. En 2018, un
joven emprendedor llamado Michael Hood le
preguntó a Buffett en qué habilidades deberían
centrarse los jóvenes. Buffett respondió: “invierte
en ti mismo. La única manera fácil de llegar a valer
al menos un 50 % más de lo que vales ahora es
perfeccionando tus habilidades comunicativas,
tanto escritas como verbales. No poder comunicarte
es como guiñarle el ojo a una chica en la oscuridad:
nunca va a pasar nada. Puedes tener toda la
capacidad intelectual del mundo, pero tienes que
ser capaz de transmitirla”. Mucha gente piensa
que algunos nacen con el talento de ser excelentes
interlocutores y otros no. De hecho, no existe el
don de ser bueno manteniendo una conversación.
Las personas que son buenas hablando tan solo
conocen algunas habilidades simples que todos
pueden aprender. En Hable con soltura, Alan
Garner utiliza un lenguaje cotidiano y ejemplos
enriquecedores para ayudarnos a aprender estas
habilidades de conversación y así ganar ventaja en
situaciones sociales. El autor de este libro, Alan
Garner, es un reconocido experto en comunicación
estadounidense que cuenta con 20 años de
experiencia docente en su campo. Se dedica a
ayudar a las personas a superar sus problemas de
conversación mediante habilidades y técnicas
sencillas. Ha realizado diversos talleres para
“hablar con soltura” que han atraído a decenas de
miles de personas. Este libro ha sido traducido a
varios idiomas y goza de popularidad mundial. A
continuación, dividiremos las ideas clave de Hable
con soltura en tres partes. Con este libro aprenderás
a preparar y dominar las habilidades básicas y, si
aplicas estas teorías, al final mejorarás
significativamente tus habilidades de conversación.
Parte 1: preparándonos para una conversación.
Parte 2: dominando las habilidades básicas para
una conversación eficaz. Parte 3: haciendo frente
a los desafíos en la comunicación interpersonal.
Capítulo 2: Preparándonos para
una conversación
Comencemos con la parte 1: preparándonos para
una conversación. A las personas sociables les
encanta incorporar a otros a sus vidas. Este tipo de
gente a menudo hace dos cosas: tomar la iniciativa
de hablarle a las personas que quieren conocer e
invitarlas a salir para conocerse mejor. Sin
embargo, la mayoría de la gente está acostumbrada
a esperar pasivamente a que los demás noten su
presencia e inicien una conversación, lo cual
significa que otras personas también esperan lo
mismo de nosotros. De esta forma, todos
terminamos sintiéndonos decepcionados. Por eso,
cuando uno se queja de que su vida social es
demasiado aburrida, debe reflexionar sobre lo poco
que ha intentado tomar la iniciativa. Entonces,
¿cómo tomamos la iniciativa de hablar con los
demás? En realidad, la conversación será fácil si
antes desarrollamos algunas habilidades. Primero,
cuando busques con quién iniciar una conversación,
elige a alguien que esté solo e inactivo. Después de
una sonrisa y un contacto visual, puedes iniciar una
conversación. No tienes que decir algo profundo o
sabio, solo necesitas decir algo informal basado en
el entorno en el que se encuentren, como algún
asunto de actualidad o alguna característica que
compartan con la otra persona. También puedes
hacer preguntas y expresar tu opinión sobre un
tema. Por ejemplo, supongamos que tú y la otra
persona están en el mismo salón de clases o se
unen a la misma asociación: puedes buscar temas
en los que ambos parezcan estar interesados o que
les generen curiosidad. Por ejemplo, puedes
preguntar: “¿qué opinas de este maestro?”. Después
de plantear una pregunta, escucha atentamente la
respuesta de la otra persona para poder continuar
con la conversación. También puedes decirle
directamente qué aspecto de ella te interesa, como
por ejemplo: “te ves bien con ese vestido, ¿dónde
lo compraste?”. Por lo general, pocas personas
hablan primero de sí mismas ya que esto dificulta
el interés de los demás. Aun así, existen algunas
excepciones. Alan Garner comparte una forma
divertida que un hombre llamado Art Lange usa a
menudo para iniciar una conversación: “¡Hola!
¡Soy arte! ¿Te gusto hasta ahora?”. Después de
esta conversación inicial, si quieres llegar a
conocer mejor a la persona, puedes invitarle a salir.
¿Y cómo se aumenta la tasa de éxito de una
invitación? Lo más importante es tener una
perspectiva dual y considerar las preferencias de
ambos lados. Puedes preguntarle qué actividades le
gustan y luego proponer hacer algo relacionado con
ellas, como ir al cine, ver una obra de teatro o
practicar un deporte. Puedes ser directo y decirle a
la otra persona cuál es la actividad, la hora y el
lugar específicos, pero tu actitud no debe ser
demasiado rígida. A veces es mejor ser informal y
proponer salir a un ambiente relajado y agradable.
La invitación inicial puede surgir a partir de
pequeñas cosas. Si recién conoces a la otra persona,
puede que sea más fácil proponerle tomar una taza
de café que invitarle a una comida elegante, y si la
otra persona rechaza tu invitación, puede ser que no
le gusta la actividad que sugeriste o no tiene tiempo.
En este caso, puedes sugerirle reprogramar o
modificar el evento después de que se aclare el
motivo del rechazo. Si la otra persona se niega y no
ofrece ninguna explicación, vuelve a intentarlo en
otro momento o con otra actividad, pero si vuelve a
rechazar la oferta y no explica por qué, significa
que no está interesada en ti. No es necesario
preguntar por qué, simplemente discúlpate
cortésmente. Puede que algunas personas se
sientan muy nerviosas y tengan miedo de tomar la
iniciativa. Antes de resolver este problema,
pensemos en la razón por la que nos sentimos así.
Algunas personas parecen estar nerviosas ante la
idea de iniciar una conversación, pero, ¿es porque
la conversación en sí misma les pone nerviosos?
Por supuesto no. Alan Garner señala que son
nuestras creencias las que nos hacen sentir de esa
manera. Los investigadores han dividido las
creencias falsas que ponen nerviosas a las personas
en cuatro tipos: afrontamiento, catastrofismo,
generalización excesiva y exigencia excesiva.
Todos estos tipos de creencias son irracionales y
erróneas. El primer tipo es el afrontamiento de las
cosas, lo que significa que culpamos a nuestra
ansiedad de cosas externas en lugar de a nuestras
creencias. Puede que te preguntes: “¿existe alguna
evidencia que sugiera que estas cosas me ponen
nervioso?”. Encontrarás que la respuesta es no.
Como dijo el antiguo filósofo griego, Epicteto, “los
hombres se molestan, no por las cosas, sino por las
opiniones que tienen de ellas”. El segundo tipo de
falsas creencias es el catastrofismo. Es cierto que a
veces las cosas no salen como esperábamos, sin
embargo, si tienes la creencia de que una vez que
se salgan de control todo será aterrador, terrible y
atemorizante, entonces todo se volverá catastrófico.
Alan Garner da un ejemplo de sí mismo en el libro.
Una vez invitó a cenar a un profesor y a su esposa.
Unos días antes de la fiesta, comenzó a imaginar
todo tipo de cosas malas que podrían suceder y
estaba tan preocupado por el miedo a comportarse
de manera inapropiada que terminó empeorando su
desempeño. Entonces, ¿qué debemos hacer si nos
enfrentamos a una situación similar? Podemos
empezar preguntándonos qué posibilidades hay de
que sucedan todas las cosas terribles que
imaginamos. Si no es muy probable, debes ser
consciente de ello. Puedes reírte de tus miedos y
decirte a ti mismo: “es poco probable que suceda,
me estoy asustando a mí mismo”. Si la
probabilidad de un evento negativo es mayor,
puedes continuar preguntándose: “si fracaso, ¿qué
es lo peor que puede pasar?” Después de una
cuidadosa consideración, encontrarás que el peor
resultado no es tan terrible como crees. Aparte de
este enfoque de autocuestionamiento,
investigaciones psicológicas han encontrado que
usar palabras menos emocionales para describir
catástrofes, como el hundimiento del Titanic y los
ataques del 11 de septiembre, puede aliviar
efectivamente la ansiedad. Por ejemplo, podemos
reemplazar adjetivos como “horror” u “horrible”
por “mala suerte”. El tercer tipo de falsa creencia
es la generalización excesiva, o en otras palabras,
basarse en experiencias pasadas para asumir lo que
sucederá en el futuro. El libro denomina a esto
como fijar etiquetas. Por ejemplo, puedes
etiquetarte a ti mismo como “tímido” porque lo
fuiste en el pasado o pensar que no puedes hacer
amigos porque otros te rechazaron antes. A menudo
nos etiquetamos a nosotros mismos en función de
un desempeño social deficiente del pasado, pero
aceptar estas etiquetas solo nos impedirá mejorar
nuestras habilidades sociales. Por lo tanto, cuando
te etiquetes negativamente a ti mismo o a otros,
primero trata de encontrar evidencia que indique lo
contrario, puede que descubras muchos hechos
diferentes. Por ejemplo, si crees que uno de tus
colegas es malo, intenta encontrar pruebas de que
es generoso. Una vez que encuentres la evidencia,
puedes preguntarte si la etiqueta que le habías
puesto es completamente correcta. El cuarto tipo
de creencia falsa es la exigencia excesiva. Un
proverbio judío dice: “lo excelente es enemigo de
lo bueno”. Este dicho implica que insistir en la
perfección disminuye la posibilidad de obtener un
resultado favorable. En el contexto de la
socialización, significa que algunos de los
requisitos estrictos que tienes para ti mismo pueden
estar debilitando tus habilidades sociales. La
exigencia excesiva no solo limita tu conducta, sino
que también hace que los demás sientan que es
difícil acercarse y llevarse bien contigo. Por lo
tanto, mantener una actitud demasiado exigente
puede construir un muro entre tú y los demás.
Pregúntate quién estableció estos estándares, si esta
actitud no te funcionó en el pasado, ¿por qué
continuar haciéndolo? Una vez que te das cuenta de
que no hay evidencia de que tú o cualquier otra
persona deba hacer las cosas de cierta manera,
serás capaz abandonar estos pensamientos
irracionales y hacer que ambas partes se sientan
relajadas. Eso es todo sobre cómo prepararse para
una conversación. Primero, debemos ser más
activos y tomar la iniciativa. Invita a salir a
aquellos a quienes desees conocer en profundidad
para comenzar a construir relaciones y conectar con
más gente interesante. Además, reemplaza las
creencias falsas con una forma racional de pensar
haciéndote las preguntas correctas. Todo esto te
ayudará a reducir la ansiedad social innecesaria y
dar con valentía el primer paso para convertirnos
hábiles conversadores.
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