Gramatilandia M L Nesbitt

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Material traducido y adaptado a la gramática española del libro “Grammar Land” de M.L.

Nesbitt

GRAMATILANDIA
¿Qué es Gramatilandia? ¿Dónde está el país de la Gramática? ¿Habéis estado
alguna vez en Gramatilandia?
No encontraréis Gramatilandia marcado en el globo terráqueo. Nadie ha visto,
de hecho, un mapa de este país, pero ¿quién ha visto un mapa del país de las
hadas? Y sin embargo habéis oído hablar de él y puede que sepáis mucho de las
hadas que allí habitan.
Bien, pues Gramatilandia es un país tan real como el país de las hadas, pero
mucho más importante.
La reina de las hadas está muy bien, y es seguro una gran reina; pero el juez
Gramático, el gran, sabio y viejo Juez Gramático, es mucho más poderoso que
cualquier reina de las hadas, porque él gobierna sobre los reyes y las reinas reales
aquí abajo en la Tierra material.
Nuestros reyes y reinas, emperadores y presidentes, todos, tienen que obedecer
las leyes del juez Gramático, ellos hablarían con una mala gramática; y luego,
incluso sus propios súbditos se reirían de ellos y dirían: “¡Pobrecitos! Cuando
eran niños, y estudiaban en la escuela, nunca fueron llevados a Gramatilandia!
¿Cómo es posible?"
Pero eso no ha ocurrido nunca realmente, porque ningún rey o reina tiene mala
gramática al hablar.
¡Oh! Me encantaría que pudierais verlo, al gran juez en su trono, en su corte, y
dando órdenes sobre sus preciosas palabras, que son las riquezas de
Gramatilandia.
Porque el Juez Gramático dice que todas las palabras que se pueden decir le
pertenecen realmente a él, y él puede hacer lo que quiera con ellas; dice que es,
de hecho, como un rey, en Gramatilandia.
Así que como antiguamente, cuando un rey conquistaba unas tierras y las dividía
entre sus caballeros a cambio de que le obedecieran y le ayudaran en sus guerras
y conquistas. Como por ejemplo Guillermo el Conquistador cuando conquistó
Inglaterra. Fue algo muy parecido lo que ocurrió cuando el Juez Gramático tomó
posesión de Gramatilandia.
Él dio todas sus palabras a sus nueve seguidores, siempre y cuando estos le
obedecieran. A estos nueve seguidores los llamó las nueve claves del discurso,
y a cada uno de ellos les asignó un símbolo y un tipo de palabras de
Gramatilandia.

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Estas nueve partes del discurso son seguidores entusiastas del Juez Gramático.
Podemos encontrar al rico Sr. Sustantivo, y su útil amigo el sr. Pronombre,
también al pobre Artículo, y al hablador Adjetivo, al ocupado Dr. Verbo, al
Adverbio, y la diligente Preposición, también al conveniente sr. Conjunción y la
tediosa Interjección, el más extraño de todos ellos.
Ahora bien, algunas de estas claves del discurso son más ricas, es decir, tienen
más palabras que los demás y como todos ellos les gusta tener tantas como
puedan conseguir, sucede que, es una pena decirlo, pero a menudo se meten en
peleas y discusiones; y fue así, justamente, que sucedió un día, cuando comienza
mi historia, que hubo tanto ruido de gritos y discusiones en la corte, que
despertaron al Juez Gramático de su larga y cómoda siesta.
—¿De qué va todo este jaleo? –gruñó, con rabia el juez Gramático–
Sargento Análisis. Doctor Sintáctico, ¡vengan aquí de inmediato!

En un instante los dos consejeros del juez estuvieron a su lado, el sargento


Análisis tiene una nariz afilada, ojos brillantes, lleva una peluca blanca con una
coleta, y no se separa nunca de sus gafas. Él es muy rápido y astuto en averiguar
quiénes son las personas y lo que quieren decir, haciéndoles decir siempre “la
verdad, toda la verdad y nada más que la verdad”. No se puede decir “No lo sé”
con el sargento Análisis. Él te sigue haciendo preguntas hasta que de una forma
u otra consigue descubrirlo todo.
Cuando digo que hace preguntas, me refiero por supuesto a las piezas clave del
discurso, porque ese es su trabajo, y para eso el Juez Gramático lo contrató.
Cada vez que hay algún alboroto en Gramatilandia, el sargento Análisis debe
enterarse de todo lo que ocurre, y después el Dr. Sintaxis tiene que decir lo que
está bien o mal, de acuerdo con la ley.
—Sargento Análisis —dijo el juez Gramático— Este altercado debe ser
detenido. ¿Por qué siguen peleando? Dividí las palabras con claridad
suficiente, una vez entre los nueve partes del discurso. ¿Por qué no pueden
mantener la paz de una vez por todas?
—Mi señor, —respondió el sargento Análisis — el hecho es que hace ya
un largo que tiempo desde que dividió las palabras entre las partes del discurso.
Algunos de ellos son codiciosos, y han robado palabras a sus vecinos. Algunos
de ellos se han apoderado de nuevas palabras, mientras que los otros dicen que
no tenían derecho a hacerlo. E incluso algunos se han atrevido a sugerir que el
Dr. Sintaxis está anticuado y pasado de moda, y que no deben obedecerle. De
hecho, a menos que su señoría intervenga en este asunto, me temo que los
buenos y antiguas leyes de la gramática en Gramatilandia quedarán totalmente
destruidas.

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—Eso no puede ocurrir nunca —dijo el juez Gramático, moviendo


solemnemente su peluca— Nunca debe ocurrir. Debemos detenerlo de
inmediato. Ve y convoca a toda mi corte ahora mismo.
—Por supuesto mi señor – contestó el sargento Análisis—, ¿pero puedo
preguntar si hay alguna parte del discurso que desee que interrogue en
particular?
—Deseo que todos y cada uno de ellos sean interrogados —respondió el
juez.— Se les interrogará y se les hará decir lo a qué palabras tienen derecho;
y luego, si hay algún desacuerdo entre ellos, yo mismo resolveré el asunto de
una vez por todas.
—De inmediato mi señor –dijo el sargento Análisis. — ¿Y he de invitar
a nuestros amigos de la escuela pública?
—¿Nuestros amigos en de la escuela? Por todos los medios, ¡qué
vengan! —respondió el juez.— Si queremos tener paz entre las partes del
discurso, que es lo más importante para Gramatilandia, ellos deben
acompañarnos. Solicite que vengan, y que traigan sus pizarras y lápices con
ellos, para que puedan mantener un control de lo que hacemos.
Se marchó entonces el sargento Análisis, tan rápido como el pensamiento, y
pronto toda la corte fue organizada. Se colocó el Juez Gramático en su trono,
con su peluca larga y sus ropas preciosas. En la mesa, a su lado, se sentaron sus
dos consejeros, el sargento Análisis y el Dr. Sintaxis.
El Dr. Sintaxis es muy alto y delgado y de piel oscura. Tiene un cuello largo y
delgado cubierto con un lazo negro rígido, como una pajarita. Cuando habla se
pone de pie, mira directamente a través de sus gafas, y dicen que su voz es una
voz ronca y melancólica, como si estuviera repitiendo una lección. Él es el terror
de todos los niños pequeños, ya que nunca, nunca, nunca sonríe, y es muy, muy
mayor. Algunas personas dicen que nunca fue joven, que cuando fue un bebé,
que siempre lloraba en griego, y que su primer intento de hablar fue en latín.
Como quiera que sea, se sentó allí, al lado del Sargento Análisis, mientras que
el equipo de la escuela pública, preparados con pizarras, cuadernos y bolígrafos,
se dispuso a escuchar el juicio que iba a tener lugar, y las nueve partes del
discurso, (juntos y sentados al otro extremo de la sala, esperaban a ser llamados
por sus nombres.

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EL CUENTO DEL SR. SUSTANTIVO


En la primera parte del juicio se llamó a declarar al Sr. Sustantivo. Un caballero,
muy bien vestido, al que no le importaba aparentar lo rico que era. Llevaba un
traje de chaqueta gris, y en la solapa un triángulo bordado de color negro, que
destacaba claramente cuando caminaba.
Cuando el Sr. Sustantivo se acercó al estrado, el sargento Análisis colocó su
pluma sobre la mesa, arregló sus papeles y mirando al Sr. Sustantivo por encima
de sus gafas, le preguntó:
—¿Cuál es su nombre?
—Nombre – respondió el Sr. Sustantivo.
—Sí, su nombre.— repitió el sargento Análisis.
—Nombre. –respondió de nuevo el Sr. Sustantivo.
—No bromee señor –dijo el juez con severidad—, ¿cuál es su nombre?
Responda ahora mismo y con sinceridad.
—He respondido con la verdad –contestó el Sr. Sustantivo.— Mi nombre
es Nombre, porque Sustantivo significa Nombre. El nombre de todo lo que me
pertenece, por lo que me puede llamar Sr. Nombre o Sr. Sustantivo, que
significan absolutamente lo mismo, y todas mis palabras se denominan
sustantivos.
—¿El nombre de todo lo que le pertenece a usted?— preguntó el sargento
Análisis, sorprendido.
—Sí —respondió el Sr. Sustantivo—, el nombre de todo, de cualquier
cosa.
—¿Qué? ¿Se refiere que está afirmando que el nombre de todas las cosas
que puedo ver a mi alrededor ahora mismo es una de sus palabras y que se
llaman sustantivos?
—Lo afirmo, de hecho.—dijo el Sr. Sustantivo.— El nombre de cada cosa
que usted puede ver, o tocar, o saborear, u oler, u oír, me pertenece.
—¿Qué? –dijo el sargento Análisis— ¿es esta mesa suya entonces, y la
tinta y la pluma y la ventana?

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—Las palabras que está nombrando son todas mías —dijo el Sr.
Sustantivo.— Por supuesto, no tengo nada que ver con las cosas. Ningún
caballero en Gramatilandia tiene nada que ver con las cosas, sólo con las
palabras; y le aseguro Sargento que no se puede nombrar cualquier cosa que se
pueda ver, o tocar, o saborear, u oler, u oír, sin utilizar de alguna manera una
de mis palabras: escritorio, pluma, tinta, ventana, agua, vino, fuego, humo, luz,
rayos, truenos, un sabor, un olor, un ruido,… todas estas palabras me
pertenecen, y se llaman sustantivos.
—Ya veo –dijo el sargento Análisis— usted puede oír el trueno, y oler el
humo, y probar el vino, y supongo que la cena y el té ¿son también suyos?
—Ciertamente, las palabras de desayunos, cenas y té, son mías —respondió
el Sr. Sustantivo. —Las cosas son lo que las personas aprenden en la escuela,
pero no pueden nombrar lo que comen sin usar mis palabras. La sirvienta
tendría que hacer signos para que la gente supiera que la cena está lista, pero
yo le permito usar mi sustantivo “cena”.
—Bueno —dijo el sargento Análisis—, si tiene el nombre de todo lo que
podemos ver, tocar, probar, oler, u oír, todo lo que puedo decir es, espero que
esté satisfecho, y que no reclame más palabras.
—Lo cierto —respondió el Sr. Sustantivo, irguiéndose con orgullo—, es
que no he mencionado casi todas mis palabras. Le he dicho al principio que
tengo el nombre de todo, y esto abarca un montón de cosas, incluso las que no
se pueden ver o tocar, o saborear u oler u escuchar. Por ejemplo, el amor o la
ira, o la felicidad. Usted puede sentirlas en su corazón, y saber que están ahí,
aunque no se las puede tocar con los dedos, o saborear con la lengua, o notar
con alguno de los sentidos.
—¿Se está refiriendo usted —preguntó el sargento Análisis,— a palabras
como cuando un niño se siente travieso en su corazón?
El señor Sustantivo alzó la cabeza con soberbia.
—“Maldad”, sí, es mía —dijo el Sr. Sustantivo—. La palabra maldad, es
el nombre de eso que hace que el niño se porte mal.
—¿Y cuando el niño es bueno?
—La “bondad”, efectivamente también es mía, ya que es el nombre de
ese algo agradable y bueno que siente en su corazón. De hecho muchas más
palabras que terminan en —AD, y que son nombres de cosas abstractas, es
decir que se pueden sentir y de las que podemos hablar, pero que sin embargo
no se puede decir qué forma o color, u olor u sabor tienen, son mías, como: la
humildad, lealtad, libertad, sinceridad o caridad.

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—A ver —dijo el sargento Análisis— No se puede saber qué forma o


color tiene la sinceridad, pero pronto se puede saber si un niño tiene algo de
ella según las mentiras que diga cuando se le pregunta si ha estudiado sus
lecciones.
—Sí —dijo el Sr. Sustantivo.— Y, precisamente, los nombres de sus
lecciones son míos también, porque las lecciones son cosas abstractas de las
que se puede aprender como: historia, geografía, matemáticas, literatura,…
Todos estos nombres me pertenecen.
—Realmente señor Sustantivo —dijo el sargento Análisis— no hace
más que reclamar la mayoría de palabras como suyas. Si sigue así va a hacer
que los nombres de las personas también le pertenezcan.
—Y lo hacen —respondió el Sr. Sustantivo. No importa qué personas
son, sus nombres me pertenecen. Tengo el nombre de cada persona del mundo,
desde la buena reina Victoria en su trono al niño mendigo de la calle. No hay
un niño en la escuela, cuyo nombre no sea un sustantivo. Y no tengo solo los
nombres de la gente, sino de todos los perros, gatos, pájaros, caballos o conejos
como: Fido, Tobby, Tiny, Pelusa o Blanquita. Y cualquier otro nombre de
animales domésticos que se pueda imaginar. De hecho, yo soy muy exigente
con estos nombres. Los llamo Nombres Propios, y espero que siempre sean
escritos con una letra mayúscula.
—¿Nombres propios? –repitió el sargento Análisis.— Entonces, ¿cómo
se denominan todos los otros nombres?
—Son sólo nombres comunes —respondió el Sr. Sustantivo con
desgana.
—¿Me está diciendo que todos los nombres son nombres comunes,
excepto los nombres de personas o animales, ¿verdad? –preguntó el sargento
Análisis.
—No, no, no—dijo el Sr. Sustantivo de bastante mal humor—. El
nombre de un animal no es un nombre propio, a menos que sea el propio
nombre especial del animal, que le diferencia de otros animales de la misma
especie. Perro es el nombre dado a todos los perros, tiene ese nombre en común
con todos ellos; pero Toby es el nombre de un perro en particular, su nombre
propio por el cual su amo lo llama. Así perro es un nombre común, pero Toby
es un nombre propio.
—Oh, ya veo. —dijo el sargento Análisis.— Es decir, el nombre
particular de cualquier persona o animal es un nombre propio, y todos los otros
nombres son nombres comunes.
—¡Nunca he dicho eso! —exclamó el Sr. Sustantivo—. No me está
entendiendo, señor mío. Nunca he dicho que el nombre particular de un lugar

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o una cosa no sea un nombre propio también. Cada nombre particular y


especial, ya sea de una persona, un animal, un lugar, o una cosa, es un nombre
propio. Cada lugar tiene su propio nombre propio, o debería tenerlo. Cada país
y cada montaña y el río y las ciudades en Europa tienen un sustantivo propio.
¿Cómo podría llamar a Inglaterra un nombre común? Hay un montón de países
en el mundo, pero sólo hay un país que se llame por el nombre propio de la
vieja y querida Inglaterra. País es un nombre común, todos los países tienen
ese nombre en común, pero cuando se quiere hablar de algún país en particular
utilizamos los nombres propios: Inglaterra, Escocia, Irlanda, Francia, etc., etc.
"
—Bueno, creo que podemos entender que los nombres particulares de
los lugares son los nombres propios —dijo el sargento Análisis—; Pero usted
hablaba de cosas también. ¿Acaso las cosas no tienen nombres propios? ¿Usted
no da nombres a las sillas y mesas, y los llama el Sr. Apoyo o Sra. Caoba? "
—No exactamente —respondió el Sr. Sustantivo—, no nombramos
sillas y mesas con nombres propios, ¿pero respecto a las casas? Son cosas,
¿verdad? Y es posible que haya oído hablar de nombres tales como Casablanca,
Casal Solleric, o la Casa Batló".
—Bueno, digamos entonces que no hay otras cosas, además de las casas,
que tengan nombres propios, ¿verdad? —dijo el sargento Análisis.
—Los libros son cosas —dijo el Sr. Sustantivo—, y todos ellos tienen
nombres propios. También algunos barcos (como los de Cristóbal Colón
cuando llegó a América: La Pinta, la Niña y la Santa María). También he oído
hablar de una campana en la catedral de Mallorca que fue llamada Eloi, y usted
debe saber que a la espada del rey Arturo se la llamaba Excalibur. De hecho,
se puede dar un nombre propio a lo que quiera que desee distinguir de otras
cosas del mismo tipo.
—Y todos esos nombres propios, o sustantivos propios o, como se les
llame, ¿deben escribirse con mayúscula? Quiero decir, si son los nombres de
personas, animales, lugares o cosas, ya sean grandes o pequeñas?
—Señor —respondió el Sr. Sustantivo—, pequeñez o grandeza no hacen
ninguna diferencia. Si usted tenía una mascota mosca, y la llamó Plata,
entonces su nombre debe ser escrito con una P mayúscula, porque es un nombre
propio.
—Pues bien, Sr. Sustantivo, —dijo el sargento Análisis—, sus ideas de
los nombres propios me parecen bastante peculiares, pero supongo que el
doctor Sintaxis no tiene ninguna objeción, así que voy a añadir nada más.
El doctor Sintaxis en silencio inclinó la cabeza.
A continuación habló el juez Gramático.

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—Sr. Sustantivo, ha reclamado un gran número de palabras, y queda por


ver si todas las otras partes del discurso están de acuerdo con sus declaraciones.
Con el fin de averiguar si lo hacen o no, voy a pedir a nuestros amigos de la
escuela pública que nos escriban, cada uno de ellos, una lista de veinte
nombres, los nombres de cualquier cosa que puedan ver, oír, tocar, probar, oler
o pensar, o los nombres propios de las personas, animales, lugares o cosas que
sepan, y cuando volvamos a vernos voy a leer lo que han escrito, y vamos a ver
si alguien tiene una buena razón para afirmar que no deben ser llamados
sustantivos.
Entonces, el juez se levantó de su asiento, y levantó la sesión.

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EL CUENTO DEL PEQUEÑO


ARTÍCULO

Cuando el Juez Gramático se sentó de nuevo en el tribunal, el sargento


Análisis le entregó una serie de hojas llenas de palabras con el título
“Sustantivos”.
—Son las listas de nombres mi señor –dijo el sargento Análisis–, las que
los alumnos de la escuela pública han escrito para usted.
—Muy bien –dijo el juez–, voy a leer algunas de las palabras en voz alta,
y si alguien considera que no son sustantivos que se acerque y lo diga.
Y entonces empezó a leer:
—El jardín, la casa, el cielo, un libro, un pájaro, un tejado.
De repente fue interrumpido por el sonoro ruido de un llanto muy
amargo.
—¿Qué sucede? ¿Quién se atreve a interrumpirme?
—Es este pequeño artículo tedioso, su señoría –dijo el sargento Análisis,
empujando hacia adelante a un pequeño y harapiento chico, que se frotaba con
los puños los ojos mientras lloraba. —Dice que está siendo engañado, mi señor,
que tiene sólo dos palabras de su propiedad en toda Gramatilandia y que se
utilizan en estas listas como si pertenecieran al Sr. Sustantivo.
—Que comparezca ante mí –dijo el juez.
Y el sargento puso ante el tribunal al pequeño jovenzuelo.
—¿Cuál es su nombres señor?
—Mi nombre es Artículo, o también me conocen como determinante,
pero casi siempre como Artículo – respondió el chico con voz temblorosa.—
Poseo solo dos palabras en toda Gramatilandia: un y el. Yo se las presto al Sr.
Sustantivo cada vez que me las pide, pero, su señoría, ¡esto es muy duro!— Y
entonces empezó a llorar de nuevo. —Hace un momento las estaba leyendo
como si pertenecieran al señor Sustantivo, cuando él es tan rico, tan opulento
y yo soy tan pobre, tan desgraciado.

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— ¿Esto que dice el muchacho es cierto Sargento Análisis? —preguntó


el juez— ¿El pequeño Artículo está siempre dispuesto a ayudar al señor
Sustantivo prestándole sus palabras?
—Muy cierto, señoría —respondió el sargento Análisis Sintáctico. —
Cada vez que vea “el” o “un”, es posible que el sr. Sustantivo tenga alguna
palabra suya muy cerca de allí. El uso principal de las palabras del pequeño
Artículo es precisamente anunciar la presencia de un sustantivo. Así que sí,
puede estar bien seguro de que si se puede poner “el” o “un” antes de una
palabra, esa palabra es un sustantivo, como por ejemplo el cielo o un pájaro.
—¿Y también los usa antes de los nombres propios como los nombres de las
mascotas? –inquirió el juez Gramático al Sr. Sustantivo que también estaba
presente en la sesión.
—No, su señoría. —respondió el Sr. Sustantivo–. No lo hago. De hecho,
no puedo negar que este pequeño artículo es de mucha utilidad para mí en
cualquier momento; pero en realidad es él quien tiene la vieja costumbre de
venir conmigo a donde quiera que yo vaya, y bueno cuando no tengo a nadie
más, reconozco que no me importa que venga conmigo.
—Entonces —dijo el juez Gramático—, si va con usted, debe tener
cuidado de utilizarlo bien. Sargento Análisis informe a los niños de la escuela
que no pongan artículos en los listados de palabras del señor Sustantivo.
—De inmediato mi señor —dijo el sargento Análisis— pero antes tengo
algunas preguntas que hacer. Este pequeño artículo ha dicho que tenía sólo dos
palabras en toda Gramatilandia, “el” y “un”. Quisiera preguntarle… ¿Y cuándo
se dice una manzana o las mesas? Sin duda “una y las” también le pertenecen.
Es decir sus palabras tienen formas masculinas y femeninas y también plurales
y singulares. Pero ahora me pregunto, ¿qué diferencia hay entre el/la y un/una,
cuándo hay que usar cada tipo de artículo?
El artículo empezó a responder cuando de repente se detuvo, se puso
pálido, y empezó a temblar, parecía como si le hubiesen entrado escalofríos de
terror.
Entonces el doctor Sintáctico lentamente se puso en pie, tan alto e
imponente, y habló con una voz muy severa diciendo:
—Hay dos tipos de artículos: determinados e indeterminados. Los
determinados son el/la y sus plurales y acompañan a sustantivos conocidos.
Los artículos indeterminados son un/una y sus plurales y acompañan a
sustantivos no conocidos.
—¡Ah! —dijo el sargento Análisis, asintiendo con agradecimiento—
Gracias. Ahora, pequeño Artículo, dinos lo que tengas que decir.

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—No tengo más que decir —respondió el artículo, aunque tras un


segundo tomó aire y dijo finalmente— Un y una son realmente la misma
palabra, igual que el y la, por eso no las contaba. Y los plurales se
sobreentienden, casi todas las palabras del señor sustantivo también pueden
tener plurales. Y todo el mundo sabe que estoy precisamente obligado a que
mis artículos concuerden con el sustantivo que acompañen, es decir, que tengan
el mismo género y número. –dijo mirando hacia el doctor Sintáctico.
Éste levanto una ceja y el pequeño artículo añadió.
—Está bien. Para ser exactos hay alguna excepción. Cuando el
sustantivo que me toca acompañar es femenino y empieza por “a” o “ha”
tónicas y es además singular, entonces utilizo un artículo masculino. Por
ejemplo: el hacha, un ala, el hada. Pero cuando es en plural ya no es así: las
hachas, unas alas, las hadas.
Todo el mundo le escuchó con mucha atención.
—¿Y sabes lo que es una “a” o “ha” tónica?—quiso saber el juez
Gramático.
—¡Oh sí mi señor! Se refiere a que tiene el acento léxico, esto es que es
la sílaba más fuerte de la palabra.
El juez Gramático asintió y volvió a preguntarle.
—¿Y estás seguro de que no posees más palabras?
—Sí, mi señor —dijo el pequeño artículo—ya se lo he dicho antes.
El doctor Sintáctico, provocando un silencio en la sala, volvió a
levantarse y de forma solemne y seria habló:
—Los demostrativos, los posesivos, los numerales y los indefinidos,
también se les conoce como determinantes.
—¡Pero no son artículos! –protestó el pequeño artículo.
El doctor Sintáctico volviendo a tomar asiento le miró con cara de
reprobación.
—Explíquenos a qué se refiere el doctor Sintáctico —exigió el juez
gramático.
El pequeño artículo resopló, cansado ya del interrogatorio.
—Los demostrativos (este, ese, aquel) indican la distancia del hablante
respecto al sustantivo. Los posesivos expresan a quien pertenece el sustantivo
(mi, mío, tu, tuyo, su, suyo, nuestro o vuestro). Pero insisto que se les llame
determinantes no significa que sean artículos y que me pertenezcan.
—¿Y qué hay de los numerales? –dijo el Juez Gramático.

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Artículo levantó una mano y empezó a levantar los dedos a medida que
iba contando.
—Uno, dos, tres, cuatro, cinco… ¡Se refiere a los números! Todo el
mundo sabe que los números también pueden ir delante de un sustantivo. Ya
sea en su versión cardinal u ordinal, estos últimos son los que indican un orden
(primero, segundo, tercero…).
Y respecto a los indefinidos –suspiró—, son como los números pero más
imprecisos.
—¿Nos das algunos ejemplos de palabras que tengan estos
determinantes indefinidos?
El pequeño Artículo hizo una mueca de cansancio y empezó a recitar:
—Alguna manzana, ningún buey, muchos pesados, y otro viejo, feo, y
desagradable juez que me tiene aquí tanto tiempo respondiendo preguntas.
Entonces el pequeño Artículo se echó a correr tan rápido como sus
piernas le permitieron y desapareció de la sala.
El sargento Análisis que no tuvo tiempo a reaccionar, dijo que el artículo
se había comportado tan mal, que esperaba que el juez le diera un severo
castigo.
—Ciertamente lo haré—dijo el juez Gramático—. Solicito que cada uno
de ustedes escriba diez nuevos nombres, y utilice un determinante antes de cada
uno de ellos indicando de qué tipo se trata. Y no solo eso, quiero que averigüen
también los sustantivos y determinantes que aparecen en las siguientes líneas:

Había una vez un niño pequeño, con el pelo rizado y los ojos verdes. Un
niño que siempre decía la verdad, y nunca, nunca había dicho ni una mentira.

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¡Atención! Falta revisar la adaptación a la gramática española.

EL SEÑOR PRONOMBRE
Cuando el tribunal se reunió de nuevo, el juez leyó en alto todos los
nombres y los artículos de la lista, lanzando una mirada severa hacia Pequeño
Artículo al pronunciar cada un, una, los o las, para demostrar que los pusieron
a modo de castigo por el comportamiento imprudente que mostró el día
anterior.
El pobre Pequeño Artículo no dijo nada y como nadie había hecho
objeciones a las palabras de la lista, el juez Gramático dijo:
— Sr. Sustantivo y Artículo, como nadie tiene problema con las palabras
que reclaman como suyas, declaro que legalmente les pertenecen. Ahora,
retírense y permitan que se acerque el Señor Pronombre.
Al oír estas palabras, el señor pronombre se colocó frente al juez.
El Sr. Pronombre se parece un poco al Sr. Sustantivo solo que más
delgado y con aspecto de ser un trabajador aplicado.
— ¿Señor pronombre? — dijo el sargento Análisis, incorporándose para
empezar su interrogatorio.
Sr. Pronombre hizo una reverencia.
— ¿Por qué le llaman Pronombre, señor? y ¿cuáles son las palabras que
posee? — preguntó el sargento Análisis.
— Me llaman Pronombre porque a menudo hago el trabajo de mi rico
vecino, el Sr. Sustantivo. Pero significa en lugar de, así que pronombre
significa en lugar del nombre y mis palabras se llaman pronombres porque
ocupan el lugar de los nombres. Al Sr. Sustantivo, aunque es muy rico, no le
gusta que usen sus palabras una y otra vez. Dice que se gastan, así que para
ahorrarle problemas yo pongo mis cortas palabras en su lugar, pues funcionan
igual de bien — dijo el Sr. Pronombre.
— ¿Y usted no tiene miedo de que se gasten sus palabras? — preguntó
el juez Gramático.
— ¡Por Dios, no! Yo creo que mis palabras son como los raíles en las
vías de tren, cuanto más se usan más brillantes lucen. Únicamente las flojas se
oxidan y se echan a perder y le puedo asegurar que pocas de mis palabras se
oxidan, mi señor. El sargento Análisis sabe bien el lío que se hizo al intentar
cantar Dr. Faustus sin mis palabras. Si fuera tan amable de intentarlo de nuevo,
se lo enseñaría. — dijo el Sr. Pronombre.

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INCISO: ésta es la canción de Dr. Faustus:


Doctor Faustus was a good man, He whipt his scholars now and then;
When he whipt he made them dance Out of England into France; Out of France
into Spain, And then he whipt them back again
Así que el sargento Análisis dijo:
— Doctor Fausto era un buen hombre; Doctor Fausto azotaba los
alumnos de Dr. Fausto de vez en cuando; Cuando Dr. Fausto azotaba los
alumnos Dr. Fausto hacía bailar los alumnos Desde Inglaterra hacia Francia.
— ¡Ahí lo tiene! Intente que alguien cante la canción sin mis palabras y
verá que complicado es. Ahora, si usted usa mi pequeño él o sus en lugar de
repetir Dr. Fausto o les en lugar de repetir los alumnos tantas veces, sonará
mucho mejor. Escuche. Por favor, sargento Análisis, ¿podría cantarla de nuevo
y ésta vez haré acto de presencia cuando se requieran mis palabras? — dijo Sr.
Pronombre.
Así, el sargento Análisis repitió:
— Dr. Fausto era un buen hombre;
— Él azotaba sus alumnos — añadió el Sr. Pronombre.
— Él azotaba sus alumnos de vez en cuando. — prosiguió el sargento
Análisis.
— Cuando…
— Él les azotaba — añadió el Sr. Pronombre de nuevo.
— Cuando él les azotaba, — continuó el sargento Análisis.
— Él les hacía bailar, — gritó el Sr. Pronombre.
— Cuando él les azotaba, él les hacía bailar, desde Inglaterra hacia
Francia — recitó el sargento Análisis.
INCISO: EL DIÁLOGO SE TIENE QUE SUSTITUIR POR UNA
CANCIÓN CON RIMA QUE TENGA SIGNIFICADO EN ESPAÑOL
— Ah… ¡sí! realmente suena mejor así. — dijo el juez Gramático
— Las palabras del Sr. Sustantivo no se usan tan a menudo y todas las
partes están contentas con ello. Así, su y sus son pronombres, pues ocupan el
lugar de nombres. Ahora, explíquenos qué otras palabras posee Sr. Pronombre.
— Primero señor, tengo palabras que se usan en lugar de nombres de
personas cuando hablan de ellas mismas, como yo, me. Cuando una persona
habla de sí misma, no repite su nombre una vez tras otra. En su lugar dice yo o
me, excepto los niños muy pequeños que dicen “Bebé quiere más” o “Bebé

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gusta pan”en lugar de “Yo quiero más” o “Me gusta el pan”. — contestó el Sr.
Pronombre.
— Pero la Reina dice nosotros cuando habla de ella misma — remarcó
el juez.
— Sí señor, — respondió el Sr. Pronombre — a la Reina se le permite
usar nosotros o nos cuando quiere hablar de ella misma pero el resto de la gente
no usamos nosotros o nos a menos que hablemos de más de una persona.
— Entonces, — preguntó el sargento Análisis — yo, me, nosotros, o nos
son pronombres que se usan en lugar de los nombres de las personas cuando
hablan de ellas mismas, ¿verdad Sr. Pronombre?
— ¡Cierto! — respondió el Sr. Pronombre — y las palabras que se usan
en lugar de los nombres de las personas a las que estás hablando son te, le, os.
Cuando hablo con usted sargento Análisis, yo digo: te hablo. No digo: hablo a
sargento Análisis.
— Efectivamente… — respondió el sargento Análisis — pero, ¿por qué
no dice usted: os hablo?
— Pues porqué te y le se usan al hablar de una sola persona mientras que
os hace referencia a más de una. Aunque, hace mucho tiempo, la gente pensaba
que sería muy educado hablar a una sola persona como si fuera al menos tan
buena como dos. Es muy vulgar y corriente ser una única persona, pero ser dos
personas en una parecía realmente grandioso. Pero un día, cuando un hombre
habló con un vecino distinguido, le dijo le en lugar de os, y el vecino quedó tan
satisfecho que se puso de moda usar le o te a todo el mundo y el os se dejó
aparte— explicó el Sr. Pronombre.
** Aquí tengo un pequeño conflicto pues en inglés habla de los
pronombres thee y thou (que sustituiríamos por un te y tú en español) pero que
se usaban como un “usted” para ser más formal. En español tenemos el le para
el usted (haría falta añadir alguna frase en el diálogo para explicar cuando se
usa el le en lugar del te). También tenemos muchos más pronombres… En fin,
que me centro en traducir pero hará falta revisar bien la gramática española!
También, hemos estado usando el usted pero en este diálogo se dice que el
thou/thee ya no se usa y que el tú es adecuado para todo el mundo, me he
saltado esta frase. Sobretodo, comprobar que en las traducciones no esté
confundiendo determinantes posesivos con pronombres posesivos!
— Y, ¿ya no se usa el os? — preguntó el sargento Análisis.
— Oh, sí, se usa. Pero sólo para hablar de más de una persona. —
respondió el Sr. Pronombre.

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— Bien, — prosiguió el sargento Análisis — nos ha enseñado que yo,


me, nosotros, nos, te, le y os son todo palabras suyas. ¿Tiene usted otras?
— Muchísimas más. — respondió Sr. Pronombre
— Tengo él, ella, ello, ellos, ellas, vosotros, ustedes, lo, las, se y ambos,
** aquí en español tenemos muchísimos más que en inglés, creo que me
dejo algunos y no sé si estoy mezclando... que se usan en lugar de las personas
o las cosas de las que estás hablando.
*** sustituir por una rima española
Tom llevó a María hacia el lago helado; el hielo se rompió y ella cayó al
agua; Él cogió una cuerda y en un santiamén él la sacó de nuevo hacia fuera.
Si ellos se hubieran hundido juntos, La gente habría dicho: “Te lo dije”
Aquí ella hace referencia a María, él a Tom, ellos a Tom y a María juntos
así que puedes ver claramente cómo ella, él y ellos son pronombres.
— No creo que nadie pueda negarlo. — dijo el sargento Análisis. —
¿Alguna palabra más?
— ¡Por supuesto! respondió el Sr. Pronombre — Hay muchísimas
palabras más que ocupan el lugar de nombres. Mi, tu, su, nuestro/as, vuestro/as,
mis, tus, sus, nuestros/as, vuestros/as, suyo/a, suyos/as que se usan para
explicar que algo pertenece a la persona a la que hacen referencia las palabras.
Así, en lugar de decir: “los alumnos de Dr. Fausto”, podemos decir “sus
alumnos”. ** en este ejemplo es un determinante posesivo, no un pronombre,
¿verdad? Y, si hablo con usted juez Gramático, no debo decir: “la peluca del
juez Gramático” sino “ su peluca”. ** otra vez es un determinante posesivo, no
un pronombre, ¿verdad? Podríamos cambiarlo por “la peluca es del juez
Gramático” y “la peluca es suya”
— No hace falta hablar de mi peluca. — dijo el el juez Gramático, algo
irritado
— Vigila sus palabras señor, y explíquenos cuáles más posee.
— Tengo que, quienes, el cual y cuales, **aquí de nuevo, en español
tenemos montones de pronombres relativos — respondió el Sr. Pronombre —
En lugar de decir: “He conocido un hombre, el hombre no tenía ojos”, decimos:
“He conocido un hombre que no tenía ojos”. Aquí, mi pequeña palabra que nos
ahorra el repetir la palabra hombre, propiedad del Sr. Sustantivo. En lugar de
decir: “Te voy a explicar un cuento, el cuento es muy divertido”, decimos: “Te
voy a explicar un cuento, el cual es muy divertido”. Dónde el cual se usa en
lugar de cuento.
— Entiendo… — dijo el juez — No más cuentos por hoy, por favor.
¿Supongo que no tiene más palabras? — En efecto, tengo más mi señoría. —

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respondió el Sr. Pronombre — Éste/a, ese/a, aquél/la, y aquello **también los


plurales de los pronombres demostrativos son pronombres. Cuando usted dice:
“Mira ésto”, usted quiere decir una foto, una suma o cualquier otra cosa que
pueda sustituirse por ésto. Cuando usted dice: “Tome aquella”, aquella hace
referencia a una nota, una moneda o cualquier otra cosa que usted esté dando
en ese momento. Y si usted le canta a un niño, si su señoría le canta a los niños,
cosa que parece poco probable… — Controle sus palabras señor. — dijo de
nuevo el juez Gramático — Si yo canto, ¿qué? — Si usted canta “Ésta es la
forma en que la señorita se mueve,” ** sustituir por cancioncilla española
entonces ésta hace referencia al movimiento de su rodilla arriba y a bajo,
moviendo al infante. — De veras Sr. Pronombre, es usted muy infantil. — dijo
el juez — La gente del gremio educativo deben estar avergonzados de usted.
No vamos a pedirle que nos enseñe más de sus pequeñas palabras puesto que
podemos encontrarlas fácilmente. — Todas las palabras que se usan en lugar
de nombres son mías. — dijo el Sr. Pronombre — pero encontrarlas no es tan
fácil como usted supone. Las que hacen referencia a personas como yo, tú , él,
ella, nosotros, vosotros, ellos y ellas, son fáciles de identificar. Le he hablado
de algunas más y si el sargento Análisis desea descubrir el resto por su cuenta..
— ¡Si! Lo desea señor. — interrumpió el juez, que empezaba a estar cansado
y algo hambriento — Puede retirarse. Únicamente voy a pedirle que asista a
nuestros amigos del gremio educativo a leer correctamente los siguientes
versos. Ellos leen ahora de forma extraña, pero si usted puede ayudarles, creo
que podemos estar de acuerdo en que todo lo que ha dicho hasta el momento
es cierto. Entonces el juez Gramático les deseo a todos muy buenos días y se
fue a desayunar sobre unas páginas del diccionario. Aquí están los versos:
Había un hombre, el hombre no tenía ojos, Y el hombre se fue a contemplar el
cielo; El hombre vió un árbol con manzanas, El hombre no cogió manzana
alguna y no dejó ninguna en el árbol. ** esta es la adivinanza en inglés: Riddle:
There was a man who had no eyes. He went outside to see the sky. He saw a
tree with apples on it. He took no apples off. He left no apples on. How is that
possible. Want To See The Answer For There was a man who had no eyes. He
went outside t… riddle? He only had 1 eye. So that's how he saw the sky. The
tree had two apples. He took 1 off and left 1 on.

contra usted…- empezó a decir el Dr. Verbo


-Espere un minuto, Dr. Verbo” - interrumpió el Juez- Déjeme
asegurarme que entendemos bien este caso. Usted dice que hay un verbo en
cada oración.
- Ciertamente, señoría - dijo el Dr. Verbo.

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- Y hay un nominativo en cada oración.


- Exactamente señoría - contesto el sargento Análisis.
-Y este nominativo puede ser un Sustantivo o un Pronombre - continuo
el Juez
- Puede, señoría - dijeron el Sr. Sustantivo y el Sr. Pronombre a la vez
- ¿Y el verbo tiene que ponerse de acuerdo con este Nominativo, le guste
o no? -pregunto el Juez
Ante esa pregunta el Dr. Sintaxis salto de su asiento y poniéndose muy
derecho dijo “Un verbo tiene que concordar en número y persona con su
nominativo. Un verbo tiene que concordar en número y persona con su
nominativo” Y después de decir esto, volvió a sentarse en su asiento.
-Ah! - dijo el Juez - Muy bien. Entonces mire usted Dr. Verbo, cuando
tenga una frase como „los patos nadan en el lago“ primero tiene que buscar su
verbo „nadan“ luego ponga qué o quién delante. ¿Qué nada? O ¿quién nada?
La respuesta sera „Los patos“, el nominativo. Entonces tiene que asegurarse
que el verbo concuerda con él. Tiene usted que decir “Los patos nadan” y no
“Los patos nada”, ya que patos es tercera persona plural, “nadan” tendrá que
ser tercera persona plural.
-Con permiso, señoría dijo Pronombre - cuando soy nominativo muy
raramente hace falta que se haga ninguna pregunta para encontrar el
nominativo, ya que la mayoría de mis palabras muestran inmediatamente que
caso son. Yo, tu, el, ella, nosotros y ellos, no dejaran que nadie les use si no es
como Nominativo. Nacieron nominativos, dicen y no se degradaran siendo
ninguna otra cosa. Están bastante indignados con usted por dejar que la gente
use “su” como les da la gana, pero es un muchacho alegre y a él no le importa
el caso, ni ser llamado singular cuando realmente es plural. Pero Yo, tu, el, ella,
nosotros y ellos son muy especiales y siempre son y serán nominativos, por lo
que no necesita ninguna pregunta adicional si les ve en una oración.
-Se puede hacer de todos modos una regla de preguntar quién o qué en
cada oración, para encontrar el nominativo” dijo el Sargento Análisis -es una
forma tan sencilla de encontrarlo que hasta un bebe podría entenderlo.
-Ja, ja, ja- rió de nuevo la Interjección. -Por favor, estese callada dijo el
Sargento Análisis -y señoría, si a los caballeros y damas de la Escuela condado
quisieran encontrar los nominativos en estos versos…
“Si, demelos hermano. No, no Dr Verbo no empiece otra vez, no más
quejas por hoy. Y recordad amigos, que en estas líneas cada verbo tiene que
tener un nominativo a no ser que este en infinitivo, en cuyo caso no tiene que
concordar con nadie. Y recuerden también que cada nombre o pronombre en

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caso nominativo debe ser indicado de modo particular en sus hojas. Les deseo
una buena mañana, caballeros.
Y diciendo así el juez se levantó. Las hojas con los versos fueron
repartidas y la sesión terminó.
Los versos del sargento análisis:
La gallina cuida bien de sus pollitos
La vaca es bonachona
El castor construye con barro y palos
El ganso granza encantado
En Alemania cazan al jabalí
La abeja trae miel a casa
La hormiga guarda provisiones para el invierno
El oso come miel
Yo perdí mi muñequilla
Mientras jugaba en el parque
Lloré por ella más de una semana
Pero nunca volví a encontrarla
Las chicas rieron, los niños jugaron
Los muchachos cortaron alcaparras
Mientras la tía hablaba con la sirvienta
Y el tío leía las cartas

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Capitulo V

El Sr Adjetivo

La siguiente parte del discurso llamado, antes del Juez Gramática fue
el Sr. Adjetivo.

"Mi joven amigo de la escuela Condado” dijo el sargento Análisis,


"debe conocer bien al Sr. Adjetivo. Él es el más charlatán y el más
chismoso que haya existido. Usted nunca en toda su vida, mi señor,
ha conocido a nadie que pueda decir tanto sobre una cosa como el Sr.
Adjetivo. El Sr. Sustantivo no puede mencionar una palabra, pero el
Sr. Adjetivo está listo para contarle todo acerca de él, ya sea pequeño
o grande, azul o verde, bueno o malo, y todo sobre las travesuras que
él hace en la escuela Condado. Por ejemplo, Si Sustantivo menciona
el bolígrafo de Willy –„desagradable, balbucea, una plumilla,‟ susurra
Adjetivo, Willy piensa que es por eso que escribió una copia tan mala,
y no puso el punto en su es. Si el Sr. Sustantivo señala la gatita, que
está entrando en la habitación, ronroneando y frotando la cabeza
contra la pierna de cada silla a medida que pasa, Adjetivo susurra que
ella es una „querida, dulce, suave, cálida, pequeña mascota,‟ así que
Milly deja sus sumas para recogerla y jugar con ella.

Ann, la criada, encuentra marcas de botas sucias en sus bonitas


escaleras limpias, y tan pronto como ella ve a Tom le dice que él es
„pesado, desordenado, desobediente, y un niño travieso,‟ sin saber
que el Sr. adjetivo estaba susurrando todas esas palabras en su oído.

De hecho, el Sr. adjetivo causa más peleas en el colegio Condado, y


en otros lugares también, de lo que nadie puede decir. Sólo ayer, Jane
y Lucy, tuvieron una pelea, he oído que fue porque Jane sacó el brazo
de la muñeca de Lucy. Si adjetivo no hubiera puesto en la cabeza de
Lucy, llamar a Jane traviesa y cruel, Jane no habría contestado que
Lucy era cruzada y desagradable. Lo más probable es que ella
hubiera dicho „te ruego me perdones, no quise hacerlo,‟ y
directamente hubieran vuelto a ser amigas. Mira cuantas travesuras
son causadas por el charlatán y chismoso Mr. Adjetivo.”

“En serio, Sr. Análisis,” comentó Adjetivo, ahora hablando él por


primera vez, “Has hecho un largo discurso para mostrar lo travieso
que soy. Ruego, ¿no tienes nada que decir sobre el bien que hacen
mis amables y amorosas palabras?”

“Oh, ciertamente, mi querido señor,” dijo el sargento Análisis, de


repente cambiando su tono. “Cuando le gusta alguien, es muy amable
y puede decir todo tipo de cosas dulces. Le oí en colegio Condado,
decirle a Mary que su mamá es la más querida, amable, y la madre
más dulce. También le oí que este es un lindo y hermoso bebe, que
Fido es un perrito bueno y fiel, y que esta casa es el lugar más feliz en
el mundo entero.

“Oh, sí,” - continuó el sargento Análisis, -“usted puede llamar a las


personas con buenos y malos nombres.”

“Yo no llamo a las personas por nombres, “dijo Adjetivo, indignado. “


“Yo los califico. “ – “Podría calificarlo, Sr. Análisis, y decir que usted es
impertinente, rudo…”

“Eso servirá, Sr. Adjetivo”- interrumpió el Juez. “Nosotros entendemos


que quiere decir calificar. Pero díganos, están sus palabras colocadas
antes de los sustantivos?”

“Oh, no, mi señor,” contestó Adjetivo. “Pueden, casi todos ellos,


usarse antes que un sustantivo, pero a menudo se usan después de
este, de esta manera:-

- El cielo es azul
- El sol es brillante
- Mis palabras son verdaderas
- La nieve es blanca

“También podrías decir, cielo azul, sol brillante, palabras


verdaderas, nieve blanca, pero no suena tan bien, creo. Y cuando
aparece un pronombre en lugar de un sustantivo, y mis palabras lo
califican…”

“Oh, usted califica pronombres y sustantivos, verdad?” preguntó


sargento Análisis.

“A veces, estoy obligado a hacerlo” dijo el Sr. Adjetivo, bastante


malhumorado. “No usaré mis palabras antes de un pronombre, ya
que están antes de un sustantivo. Puedes decir: -
- Yo estoy bien, y tú estás equivocado
- Es tarde, y nosotros somos fuertes

Pero no debes decir: correcto yo, mal tú, tarde es, o fuertes
nosotros.”

“Yo creo que no,”- dijo sargento Análisis, riendo.

“Entonces debemos entender que los adjetivos se utilizan para


calificar los sustantivos y los pronombres, y que pueden ser
utilizados antes de un sustantivo o después de él, pero no antes de
un pronombre”.

“Hasta ahora, muy bien,” – dijo Mr. Adjetivo; “Pero puedo hacer
otras cosas además de calificar sustantivos.”

“ Qué puedes hacer?”

“Puedo decir cuántos nombres de sustantivos hay, uno, dos tres,


cuatro, y así sucesivamente. Y si la cosa en la primera, segunda,
tercera, cuarta, y así sucesivamente. Y si hay algunas cosas, muchas
cosas, pocas cosas, más cosas, no hay cosas.”

“ Y todas estas palabras son adjetivos, verdad?”

“Si”- contestó Adjetivo. “Todas las palabras que se pueden poner


antes de cosa o cosas son adjetivos.”

“Una cosa, la cosa”.- comentó pequeño Artículo, mirando a Adjetivo


con una sonrisa astuta. “Una y la, son artículos.”

“Una y la, no cuentan, por supuesto”- dijo Adjetivo, impaciente.


“Además, según dice la gente, una vez fueron adjetivos, pero se
gastaron por el uso, y dejé que mi pequeño primo harapiento Artículo,
los tuviera. Pero excepto Una y La, no hay palabra que puedas poner
antes de cosa o cosas que no sea un adjetivo. Una cosa hermosa,
una cosa fea, cosas malas, cosas buenas, cosas verdes, cosas
amarillas, cosas grandes, cosas pequeñas; y entonces puedes decir,
una cosa, dos cosas, algunas cosas, cualquier cosa; y también, esta
cosa, esa cosa, estas cosas, esas cosas.”
“Esa parece una forma muy fácil de averiguar un adjetivo,” – comentó
el Juez. “Espero que sea una forma correcta.”

“De hecho lo es, mi señor”- contesto formalmente, Adjetivo,

“Mire, puedo darle muchos más ejemplos.

- Una cosa preciosa, agradecida y hermosa-


- Una cosa útil, hogareña y obediente
- Cosas necias, infantiles e inútiles
- Cosas hermosas, ricas e invaluables

“Mi señor”. – dijo el Sr. Sustantivo, viniendo adelante, y hablando con


voz solemne, “Acuso al Sr. Adjetivo de robar, y deseo que sea enviado
a prisión.”

“En efecto.”- Dijo el Juez; “pero primero debe ser juzgado, y debes
probar que es culpable antes de que lo castigue. ¿Qué dices que ha
robado?”

“Mi señor, constantemente está robando mis palabras, y justo ahora


las está usando sin mi permiso en la Corte: amor, gracia, belleza, uso,
hogar, deber.”

“Suficiente.” – dijo el Juez. “Ciertamente, ahora le he oído usar


algunas de esas palabras. “Críticos", llamó a los policías, porque ese
es el nombre que tienen en Grammar-land. – “Apresad al Sr Adjetivo y
mantenedlo a salvo hasta que la corte se reúna de nuevo para ser
jugado por robo.” - Luego, dirigiéndose a la gente de escuela
Condado, el juez continuó, - “Mis amigos, estaré muy agradecido si
miran la siguiente historia y tachan todas las palabras que pertenecen
al Sr. Adjetivo. No puedo permitir que permanezcan lado a lado con
otras palabras, hasta que se demuestre que el Sr. Adjetivo no es
culpable de robarlas.”

El juez se levantó, y el pobre Sr. Adjetivo fue llevado fuera de la corte,


con las manos atadas.

Lo que sigue es la historia que el juez envió a la gente de escuela


Condado.
EL PRINCIPE DONCELLA

Hace mucho, mucho tiempo, vivía en un viejo castillo gris, una reina
viuda, que tenía un único hijo, un hermoso chico. “Mi esposo fue
asesinado en la terrible guerra,” dijo la tímida reina, “y si mi querido
hijo crece para ser un hombre fuerte, me temo que también irá a
guerras crueles y será asesinado. Así que no aprenderá nada sobre la
guerra, sino que será criado como una simple doncella.” Así que ella le
enseñó todos los deberes de una doncella, girar, tejer, coser…, y la
reina pensó que era demasiado simple y tranquilo para desear ir a la
guerra; pero un día llegó a la gran puerta del castillo un noble
caballero montando un elegante corcel. “Ven”-grito el caballero al
joven príncipe. – “Ven, sígueme. Cabalgo para luchar contra los
malvados y fuertes que oprimen a los débiles y pobres.” Y en un
momento, surgió el joven justo, arrojando a un lado su trabajo de niña,
y apoderándose de la vieja espada de su padre, saltó a la silla detrás
del noble caballero. “Adiós, querida madre”- gritó, “no más trabajo de
niña para mí. Debo ser un hombre valiente, como lo fue mi padre, y
vencer o morir en la causa justa.” Entonces la tonta reina vio que era
inútil tratar de convertir a un chico valiente en una tímida doncella.
Material traducido del libro “Grammar Land” de M.L. Nesbitt por Alai Urrutikoetxea
¡Atención! Falta revisar la adaptación a la gramática española.

EL SEÑOR ADJETIVO INTENTA ROBAR

Al día siguiente, había una gran emoción en la corte; cuando todos


estaban reunidos, excepto Adjetivo, el juez dijo: “Traed al prisionero”; y el
pobre Adjetivo, con las manos atadas a la espalda, fue conducido entre dos
Críticos ante el juez.
El Sargento Análisis se levantó y comenzó a interrogarle.
“¿Es su nombre Adjetivo?” pregunto. “Lo es,” respondió Adjetivo.
“¿Es usted dueño de todos los adjetivos de Gramatilandia?”
“Lo soy.”
“¿Qué es un adjetivo?
“Una palabra que se utiliza para calificar un nombre.”
“¿Qué es un sustantivo?”
“Perdón señoría, ¿he de responder a esa pregunta?” preguntó Adjetivo.
“Ciertamente,” respondió el Juez.
“No es justo,” dijo Adjetivo; “los sustantivos no son mis palabras.”
“Pero usted debe saber qué es un sustantivo para poder usar
correctamente sus adjetivos.”
“Por supuesto que sé lo que es un sustantivo – es un nombre, el nombre
de cualquier cosa.”
“Por lo tanto, ¿sabe usted la diferencia entre un sustantivo y un
adjetivo?” Preguntó el Sargento Análisis.
“Ciertamente. Un sustantivo es el nombre de una cosa. Un adjetivo te
dice algo sobre la cosa que ha nombrado el sustantivo; si es grande o pequeño,
o de qué color es, o qué cantidad hay, o si hay muchas o pocas cosas, o algo
por el estilo.”
“Así es; pero ¿es usted capaz, sin pensarlo demasiado, de averiguar de
inmediato si una palabra es un sustantivo o un adjetivo?”
“Si se puede poner un artículo delante de una palabra, entonces es un
sustantivo,” respondió Adjetivo; “como en el caso de, un hombre, el perro.”

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“Por lo tanto, cuando yo digo, ‘compadezca al pobre,’ pobre es un


sustantivo, ¿correcto?”
“No,” dijo adjetivo rápidamente; “pobre es una de mis palabras, lo sé
porque se puede decir pobre niño, una pobre cosa. ‘Compadezca al pobre’
realmente significa, ‘Compadezca a la gente pobre;’ pero el Sr. Sustantivo es
tan tacaño, que cuando considera que la frase se entenderá sin su palabra,
simplemente no la incluye, y en este caso, la gente dice que el sustantivo se
sobreentiende.”
“Exactamente; pero, como puede ver, su forma de descubrir un
sustantivo no funciona ya que la primera vez que la pongo a prueba, usted me
dice que la palabra que he encontrado es un adjetivo.”
“Siempre funciona excepto si hay una palabra que se sobreentiende,”
respondió Adjetivo, “y en ese caso, funciona si usa la razón ya que todos saben
que no se te pide que compadezcas a una cosa llamada pobre, sino que
compadezcas a la gente pobre. Pero no es justo mi señoría,” continuó Adjetivo
dirigiéndose al Juez. “Aquí estoy yo, un pobre prisionero, injustamente
acusado de robar, y el Sr. Análisis intentando confundirme tanto como puede.”
“En absoluto,” respondió el Sargento Análisis. “Únicamente quiero que
usted esté seguro de tener clara la diferencia entre un sustantivo y un adjetivo.”
“La tengo,” respondió Adjetivo, “bien clara.”
“De acuerdo, entonces, responda esta pregunta. ¿Qué es la palabra
beauty?”
“¿Beauty?” repitió Adjetivo sonrojándose; “beauty es un sustantivo.”
“Si,” dijo el Sargento Análisis; “y grace, y home, y duty?”
“Todos son sustantivos,” respondió Adjetivo algo incómodo.
“Sí, ahora, otra pregunta. ¿Qué es beautiful?”
“¿Beautiful?” repitió Adjetivo completamente rojo; “beautiful es un
adjetivo.”
“Muy bien. Ahora, Sr. Adjetivo,” dijo el Sargento Análisis, “dígame
amablemente ¿cómo consiguió el adjetivo beautiful?”
“Lo hice yo,” respondió Adjetivo con la vista fija en el suelo.
“¿Cómo lo hizo usted?
“Pegué ful a beauty. Cuando quiero decir que una cosa está llena de
beauty, la llamo beautiful.”
“Y entonces, ¿cómo consiguió usted beauty si le pertenece al Sr.
Sustantivo?” preguntó el Sargento Análisis.

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“La cogí,” respondió Adjetivo mirando al suelo.


“Lo que quiere decir que usted la robó. Está bien claro que la robó, igual
que hizo con grace, home, duty, y otras, para hacer graceful, homely, dutiful,
y el resto. Señoría, creo que no he de añadir nada más: el propio prisionero
admite haber cogido estas palabras; únicamente queda que usted le ponga un
castigo.”
El juez estaba muy serio, y justo cuando comenzaba a decir, “Sr.
Adjetivo, siento mucho-” el Sargento Análisis le interrumpió y dijo:-
“Si me disculpa su señoría, ahora a me posicionaré en el otro lado.
¿Podría usted llamar a declarar al sr. Sustantivo?”
“Ciertamente,” dijo el juez; y el Sr. Sustantivo se acercó.
“¿Sr. Sustantivo?” Preguntó el Sargento Análisis.
“El mismo, señor,” respondió el Sr. Sustantivo; “todos los sustantivos
me pertenecen.”
“¿Usted reconoce un sustantivo cuando lo ve?”
“Por supuesto que conozco mis propias palabras”
“¿Y reconoce un adjetivo?”
“Si; un adjetivo es una palabra que dice algo sobre uno de mis
sustantivos.”
“Muy bien. Ahora, ¿podría usted decirme si happy es un sustantivo?”
“Desde luego que no. Es un adjetivo. Se puede decir un niño feliz, una
cosa feliz.”
“Exacto. Ahora, ¿podría usted decirme que es happiness?”
“Happiness,” repitió el Sr. Sustantivo enrojeciendo inesperadamente al
intuir lo que vendría a continuación; “happiness es un sustantivo, me
pertenece.”
“¡Oh!” Dijo el Sargento Análisis; “¿cómo la consiguió?”
“La hice yo.”
“¿Cómo?”
“Uní happy y ness”
“¡Mmm!” dijo el sargento Análisis. “No le preguntaré dónde encontró
una palabra tan absurda como ness, pero usted acaba de decir que happy
pertenece al Sr. Adjetivo, por lo tanto la obtuvo de él.
El Sr. Sustantivo no respondió, pero bajó la mirada al suelo,
extremadamente rojo e incómodo.

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“Mi señoría,” dijo el Sargento Análisis dirigiéndose al Juez, “no tengo


nada más que añadir”. El Sr. Sustantivo, quien encarcelaría al Sr. Adjetivo por
robo ha estado haciendo exactamente lo mismo. Happiness, prettiness,
silliness, cleverness, y prácticamente todas las palabras que terminan en ness,
son sustantivos creados a partir de adjetivos. Si el Sr. Sustantivo estuviera
dispuesto a renunciar a todas ellas, no me cabe la menor duda que el Sr.
Adjetivo renunciaría a beautiful, useful, graceful, y otros adjetivos creados a
partir de un sustantivo.”
“No, no,” dijo el Juez; “No aceptaré ninguna renuncia. Una vez se crea
un palabra, se crea para siempre, y considero que se habría de felicitar a
aquellos que toman las palabras de sus vecinos para crear palabras propias, en
lugar de culparlos. Crítico, suelte las manos del Sr. Adjetivo. Sr. Adjetivo, me
alega mucho saber que usted es tan ingenioso creando nuevas palabras, y le
concedo total permiso para crear tantas como le sea posible, tomando prestadas
palabras tanto del Sr. Sustantivo como de cualquier otra clave del discurso.
¿Tiene usted algún otro sufijo además de ful?”
“Mi señoría,” dijo el Sr. Adjetivo con las manos desatadas, libre y
erguido frente al Juez, “mi señoría, tengo todas una sarta de colas listas para
crear adjetivos. Estas son algunas de ellas: ful, like, ly, y, ous, less, en, y ern; y
esta la manera en que yo las uno: beautiful, ladylike, manly, dirty, poisonous,
careless, golden, western, y con el beneplácito de su señoría, crearé esas
palabras tan a menudo como me sea posible.”
“Hágalo,” respondió el Juez. “Y usted, Sr. Sustantivo, recuerde que debe
permitir al Sr. Adjetivo tomar prestadas sus palabras siempre que las necesite
ya que debe saber que las palabra en Gramatilandia no son como los céntimos
de la Tierra material. Allí, si alguien le roba un céntimo, él lo tiene y usted no;
pero aquí, en Gramatilandia, cuando alguien toma una de sus palabras para
crear nuevas, él se enriquece, pero usted no empobrece por ello. Usted tiene
beauty, a pesar de que el Sr. Adjetivo ha creado beautiful; y tiene lady, y man,
y gold, aunque el Sr. Adjetivo haya hecho ladylike, y manly, y golden. Usted
debería haber sabido esto, Sr. Sustantivo, y no haber acusado al Sr. Adjetivo
de robo. Por lo tanto, como castigo, usted ha de enviar a nuestros amigos de la
escuela una lista de sustantivos que pueden transformarse en adjetivos al
añadirles una de las colas del Sr. Adjetivo.”
A continuación el juez abandonó la corte, y esta es la lista que el Sr.
Sustantivo envió a los alumnos de la escuela.

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Cuando el Juez Gramático se sentó de nuevo en el tribunal, el sargento


Análisis le entregó una serie de hojas llenas de palabras con el título
“Sustantivos”.
—Son las listas de nombres mi señor –dijo el sargento Análisis–, las que
los alumnos de la escuela pública han escrito para usted.
—Muy bien –dijo el juez–, voy a leer algunas de las palabras en voz alta,
y si alguien considera que no son sustantivos que se acerque y lo diga.
Y entonces empezó a leer:
—El jardín, la casa, el cielo, un libro, un pájaro, un tejado.
De repente fue interrumpido por el sonoro ruido de un llanto muy
amargo.
—¿Qué sucede? ¿Quién se atreve a interrumpirme?
—Es este pequeño artículo tedioso, su señoría –dijo el sargento Análisis,
empujando hacia adelante a un pequeño y harapiento chico, que se frotaba con
los puños los ojos mientras lloraba. —Dice que está siendo engañado, mi señor,
que tiene sólo dos palabras de su propiedad en toda Gramatilandia y que se
utilizan en estas listas como si pertenecieran al Sr. Sustantivo.
—Que comparezca ante mí –dijo el juez.
Y el sargento puso ante el tribunal al pequeño jovenzuelo.
—¿Cuál es su nombres señor?
—Mi nombre es Artículo, o también me conocen como determinante,
pero casi siempre como Artículo – respondió el chico con voz temblorosa.—
Poseo solo dos palabras en toda Gramatilandia: un y el. Yo se las presto al Sr.
Sustantivo cada vez que me las pide, pero, su señoría, ¡esto es muy duro!— Y
entonces empezó a llorar de nuevo. —Hace un momento las estaba leyendo
como si pertenecieran al señor Sustantivo, cuando él es tan rico, tan opulento
y yo soy tan pobre, tan desgraciado.
— ¿Esto que dice el muchacho es cierto Sargento Análisis? —preguntó
el juez— ¿El pequeño Artículo está siempre dispuesto a ayudar al señor
Sustantivo prestándole sus palabras?
—Muy cierto, señoría —respondió el sargento Análisis Sintáctico. —
Cada vez que vea “el” o “un”, es posible que el sr. Sustantivo tenga alguna
palabra suya muy cerca de allí. El uso principal de las palabras del pequeño
Artículo es precisamente anunciar la presencia de un sustantivo. Así que sí,

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puede estar bien seguro de que si se puede poner “el” o “un” antes de una
palabra, esa palabra es un sustantivo, como por ejemplo el cielo o un pájaro.
—¿Y también los usa antes de los nombres propios como los nombres de las
mascotas? –inquirió el juez Gramático al Sr. Sustantivo que también estaba
presente en la sesión.
—No, su señoría. —respondió el Sr. Sustantivo–. No lo hago. De hecho,
no puedo negar que este pequeño artículo es de mucha utilidad para mí en
cualquier momento; pero en realidad es él quien tiene la vieja costumbre de
venir conmigo a donde quiera que yo vaya, y bueno cuando no tengo a nadie
más, reconozco que no me importa que venga conmigo.
—Entonces —dijo el juez Gramático—, si va con usted, debe tener
cuidado de utilizarlo bien. Sargento Análisis informe a los niños de la escuela
que no pongan artículos en los listados de palabras del señor Sustantivo.
—De inmediato mi señor —dijo el sargento Análisis— pero antes tengo
algunas preguntas que hacer. Este pequeño artículo ha dicho que tenía sólo dos
palabras en toda Gramatilandia, “el” y “un”. Quisiera preguntarle… ¿Y cuándo
se dice una manzana o las mesas? Sin duda “una y las” también le pertenecen.
Es decir sus palabras tienen formas masculinas y femeninas y también plurales
y singulares. Pero ahora me pregunto, ¿qué diferencia hay entre el/la y un/una,
cuándo hay que usar cada tipo de artículo?
El artículo empezó a responder cuando de repente se detuvo, se puso
pálido, y empezó a temblar, parecía como si le hubiesen entrado escalofríos de
terror.
Entonces el doctor Sintáctico lentamente se puso en pie, tan alto e
imponente, y habló con una voz muy severa diciendo:
—Hay dos tipos de artículos: determinados e indeterminados. Los
determinados son el/la y sus plurales y acompañan a sustantivos conocidos.
Los artículos indeterminados son un/una y sus plurales y acompañan a
sustantivos no conocidos.
—¡Ah! —dijo el sargento Análisis, asintiendo con agradecimiento—
Gracias. Ahora, pequeño Artículo, dinos lo que tengas que decir.
—No tengo más que decir —respondió el artículo, aunque tras un
segundo tomó aire y dijo finalmente— Un y una son realmente la misma
palabra, igual que el y la, por eso no las contaba. Y los plurales se
sobreentienden, casi todas las palabras del señor sustantivo también pueden
tener plurales. Y todo el mundo sabe que estoy precisamente obligado a que
mis artículos concuerden con el sustantivo que acompañen, es decir, que tengan
el mismo género y número. –dijo mirando hacia el doctor Sintáctico.
Éste levanto una ceja y el pequeño artículo añadió.

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—Está bien. Para ser exactos hay alguna excepción. Cuando el


sustantivo que me toca acompañar es femenino y empieza por “a” o “ha”
tónicas y es además singular, entonces utilizo un artículo masculino. Por
ejemplo: el hacha, un ala, el hada. Pero cuando es en plural ya no es así: las
hachas, unas alas, las hadas.
Todo el mundo le escuchó con mucha atención.
—¿Y sabes lo que es una “a” o “ha” tónica?—quiso saber el juez
Gramático.
—¡Oh sí mi señor! Se refiere a que tiene el acento léxico, esto es que es
la sílaba más fuerte de la palabra.
El juez Gramático asintió y volvió a preguntarle.
—¿Y estás seguro de que no posees más palabras?
—Sí, mi señor —dijo el pequeño artículo—ya se lo he dicho antes.
El doctor Sintáctico, provocando un silencio en la sala, volvió a
levantarse y de forma solemne y seria habló:
—Los demostrativos, los posesivos, los numerales y los indefinidos,
también se les conoce como determinantes.
—¡Pero no son artículos! –protestó el pequeño artículo.
El doctor Sintáctico volviendo a tomar asiento le miró con cara de
reprobación.
—Explíquenos a qué se refiere el doctor Sintáctico —exigió el juez
gramático.
El pequeño artículo resopló, cansado ya del interrogatorio.
—Los demostrativos (este, ese, aquel) indican la distancia del hablante
respecto al sustantivo. Los posesivos expresan a quien pertenece el sustantivo
(mi, mío, tu, tuyo, su, suyo, nuestro o vuestro). Pero insisto que se les llame
determinantes no significa que sean artículos y que me pertenezcan.
—¿Y qué hay de los numerales? –dijo el Juez Gramático.
Artículo levantó una mano y empezó a levantar los dedos a medida que
iba contando.
—Uno, dos, tres, cuatro, cinco… ¡Se refiere a los números! Todo el
mundo sabe que los números también pueden ir delante de un sustantivo. Ya
sea en su versión cardinal u ordinal, estos últimos son los que indican un orden
(primero, segundo, tercero…).
Y respecto a los indefinidos –suspiró—, son como los números pero más
imprecisos.

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—¿Nos das algunos ejemplos de palabras que tengan estos


determinantes indefinidos?
El pequeño Artículo hizo una mueca de cansancio y empezó a recitar:
—Alguna manzana, ningún buey, muchos pesados, y otro viejo, feo, y
desagradable juez que me tiene aquí tanto tiempo respondiendo preguntas.
Entonces el pequeño Artículo se echó a correr tan rápido como sus
piernas le permitieron y desapareció de la sala.
El sargento Análisis que no tuvo tiempo a reaccionar, dijo que el artículo
se había comportado tan mal, que esperaba que el juez le diera un severo
castigo.
—Ciertamente lo haré—dijo el juez Gramático—. Solicito que cada uno
de ustedes escriba diez nuevos nombres, y utilice un determinante antes de cada
uno de ellos indicando de qué tipo se trata. Y no solo eso, quiero que averigüen
también los sustantivos y determinantes que aparecen en las siguientes líneas:

Había una vez un niño pequeño, con el pelo rizado y los ojos verdes. Un
niño que siempre decía la verdad, y nunca, nunca había dicho ni una mentira.

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LA DISPUTA ENTRE EL SR.


ADJETIVO Y EL SR. PRONOMBRE, Y
LA PEQUEÑA INTERJECCIÓN.

Es triste contar que prácticamente lo primero que el Sr. Adjetivo


hizo tras ser liberado, fue tener una discusión con el Sr. Pronombre.
Cuando el Juez entró en la corte al día siguiente, encontró a
ambos muy alborotados.
—Es mío, sé que lo es —dijo Pronombre.
—Y yo sé que es mío —gritó el Adjetivo—. Se lo preguntaré al
Juez.
—Yo también se lo preguntaré —dijo Pronombre—. Su señoría
—prosiguió, acercándose—, “nuestro” es mío, y Adjetivo quiere
quitármelo. Pero antes, cuando lo reclamé en la corte, él no dijo nada.
—Lo pensé —replicó Adjetivo—, pero supuse que renunciarías
a ello sin montar todo este revuelo en la corte.
—De buena gana te lo cedería si fuese tuyo —dijo
Pronombre—, pero no lo es.
—Sí lo es —gritó Adjetivo furioso—, te digo que sí lo es.
—¡Silencio! —dijo el Juez severamente—. Sargento Análisis,
sea tan amable de interrogar a Adjetivo y Pronombre, así sabremos la
causa de esta disputa, y oiremos lo que cada uno tiene que decir.
—Desde luego, su señoría —respondió el Sargento Análisis—.
Adjetivo, ¿qué palabras reclama?
—Mi, tu, su, nuestro, nuestra, vuestro, vuestra, mis, tus, sus,
nuestros, nuestras, vuestros y vuestras —contestó Adjetivo.
—Bien, Sr. Pronombre, díganos por qué cree que son suyas.
—Muy sencillo —contestó Pronombre—. Estas palabras
sustituyen al sustantivo, y por lo tanto, tienen que ser pronombres. Su
señoría, cuando dice “mi pulgar”, se refiere al pulgar del Juez, así que
mi sustituye al sustantivo Juez. Y cuando dice “La pastorcilla ha
perdido sus ovejas”, se refiere a las ovejas de la pastorcilla, por lo que
sus sustituye a la pastorcilla. Así que mi y sus son claramente
pronombres, y tu, su, nuestro, nuestra, vuestro, vuestras, mis, tus,
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¡Atención! Falta adaptarlo a la gramática española.

nuestros, nuestras, vuestros y vuestras, se usan de la misma manera,


por lo que tienen que ser pronombres.
—Eso podría parecer —dijo el Juez—. ¿Qué tiene el Sr.
Adjetivo que decir a eso?
—Ahora mismo se lo cuento, su señoría —contestó Adjetivo—
. Estará de acuerdo conmigo en que un adjetivo es una palabra que
acompaña al sustantivo para decir algo sobre la cosa designada por él.
Se dice que si puedes añadir “cosa” o “cosas” antes o después de una
palabra, esa palabra (sin contar un, una, unos, unas y el, la, los, las,
por supuesto) es un adjetivo; como por ejemplo cosa buena, cosa
mala, cosas grandes, cosas pequeñas… Bien, estoy seguro de que
usted puede decir, mi cosa, tu cosa, su cosa, nuestra cosa, vuestra cosa,
mis cosas, tus cosas, sus cosas, nuestras cosas y vuestras cosas. Luego,
mi, tu, su, nuestro, nuestra, vuestro, vuestra, mis, tus, sus, nuestros,
nuestras, vuestros y vuestras, tienen que ser adjetivos.
—¡Hum! Está muy bien decir “tienen que” —observó el Juez—
, pero entonces Pronombre también dice que “tienen que” ser
pronombres. ¿Hay alguna otra palabra suya, Sr. Pronombre, que
Adjetivo reclame?
—Su señoría —respondió Pronombre—, él reclama todas mis
palabras que puedan acompañar al sustantivo. Por ejemplo, este, ese,
aquel, esta, esa, aquella, estos, esos, aquellos, estas, esas, aquellas.
—Por supuesto que sí —dijo Adjetivo—, como cuando dices
este pájaro, ese caballo, estos conejos, aquellas personas... Este, ese,
aquel, esta, esa, aquella, estos, esos, aquellos, estas, esas y aquellas,
claramente se usan junto con un sustantivo, pero no lo sustituyen.
—¡Ah! —dijo Pronombre—, pero cuando dices “mira esto”,
“coge eso”, “trae aquello”; esto, eso y aquello no acompañan a un
sustantivo, sino que claramente lo sustituyen, por lo tanto son
pronombres.
—Me parece a mí —dijo el Juez, para sí mismo—, que a veces
son adjetivos, y otras veces son pronombres.
—Eso es justo lo que yo digo, su señoría —gritó Adjetivo—, y
si me lo permite, se me ocurre una manera de poner paz entre nosotros.
Permítanos llamarlos adjetivos-pronombres y compartirlos. Cuando
se usen, no junto a un sustantivo, sino para sustituirlo, entonces
Pronombre se los quedará; pero cuando se usen como adjetivos,
acompañando al sustantivo, entonces los compartiremos y los
llamaremos adjetivo-pronombres.
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—Eso parece muy justo —contestó el Juez—, y sin duda lo


permitiré. Sr. Pronombre, sea tan amable de proporcionarnos una lista
de sus palabras, y el Sr. Adjetivo señalará aquellas que puedan usarse
como adjetivos-pronombres.
Así que el Sr. Pronombre comenzó a recitar: “Yo, tú, él, ella,
nosotros, nosotras, vosotros, vosotras, ellos, ellas; mío, mía, tuyo,
tuya, suyo, suya, nuestro, nuestra, vuestro, vuestra, míos, mías, tuyos,
tuyas, suyos, suyas, nuestros, nuestras, vuestros, vuestras y mi, tu, su,
nuestro, nuestra, vuestro, vuestra, mis, tus, nuestros, nuestras,
vuestros y vuestras”
—Esos trece últimos son de los dos —dijo Adjetivo—, porque
todos ellos pueden acompañar al sustantivo.
—Me, te, se, nos, os —dijo Pronombre, sacudiendo la cabeza—
, ésos, al menos, son todos míos, Sr. Adjetivo.
—Continúe recitando sus palabras, caballero —dijo el Juez
severamente—, no deje de hablar.
—Este, ese, aquel, esta, esa, aquella, estos, esos, aquellos, estas,
esas, aquellas —continuó Pronombre.
—Adjetivos-pronombres, todos esos —puntualizó el Sr.
Adjetivo—. Ya lo hemos demostrado.
—Uno, otro, ninguno, alguno… —continuó Pronombre.
—Pare —dijo el Juez—, esas palabras aún no habían aparecido.
Debe aportarnos algunas frases para demostrar que son pronombres.
Pronombre contestó:
Dos gorriones se pelearon,
Ambos deseaban coger el gusano;
Uno y otro del gusano tiraron,
Pero ninguno lo entregó a su hermano.
De haber renunciado alguno de ellos por fin,
Su hermano habría ganado el festín;
Pero mientras luchaban, un mirlo llegó,
Y con el gusano lejos voló.
—Ahí tiene, su señoría —continuó Pronombre—, las palabras
ambos, uno, otro, ninguno y alguno sustituyen a gorrión en esos
versos, y como gorrión es un sustantivo, tienen que ser pronombres.
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¡Atención! Falta adaptarlo a la gramática española.

—Son adjetivo-pronombres a veces —puntualizó el Sr.


Adjetivo—, ya que se puede decir “ambos chicos”, “otro día”, “algún
lado”, “ningún sitio.
—Desde luego —dijo el Juez—. ¿Tiene alguna más, Sr.
Pronombre?
—Qué, cuál, quién—continuó Pronombre.
—Tiene que demostrar que son pronombres —dijo el Juez.
—“Aquí está el hombre que rescató al tigre”—dijo
Pronombre—. “Hay dos manzanas, ¿cuál eliges?”, “No sé quién está
ahí”. Que sustituye al hombre, porque se podría decir, “aquí está el
hombre; el hombre rescató al tigre”. Cuál sustituye a una de las
manzanas, y quién a la persona que está ahí, sea quien sea.
—Sí —dijo el Sargento Análisis—. Pero si quién y qué se usan
para preguntar, como en “¿quién está ahí?”, “¿qué es eso?”. ¿Entonces
a qué sustituyen?
—Si usted responde a las preguntas, y me dice quién estaba allí,
y qué era eso, entonces le diré a qué sustantivos sustituyen quién y
qué; pero si usted no conoce la respuesta a sus propias preguntas,
entonces claro que no puedo decirle a qué sustantivo sustituyen mis
pronombres; sólo puedo decirle que sustituyen a algo, y por lo tanto,
son pronombres.
—Qué a veces acompañan al sustantivo —replicó Adjetivo—:
“¿qué sonido es ese?”. Por lo tanto, también es adjetivo-pronombre.
—De todos modos —dijo Pronombre, de manera arrogante—,
quién es completamente mío, puesto que no se puede decir, “quién
dirección”, “quién libro”, “quién hombre”… ni nada por el estilo.
—¡Jo, jo, jo! ¡Ja, ja, ja! ¡Je, je, je! —chilló una voz entre la
multitud—. ¡El viejo Adjetivo ha sido vencido! ¡Hurra! ¡Bravo!
Todos en la corte miraron a su alrededor para ver de dónde
provenían esos extraños sonidos.
—Es la Interjección —dijo el Sargento Análisis, furioso,
zambulléndose entre la multitud mientras intentaba agarrar a alguien.
—Críticos —gritó el Juez—, cojan a ese sujeto y tráiganlo aquí.
Pero eso era más fácil decirlo que hacerlo, ya que la pequeña
Interjección era más rápida y activa que cualquier muchacho en todo
Londres. Esquivó a las otras claves del discurso y se escabulló entre
unos y otros hasta que se tropezó con el Sargento Análisis, que la
sujeto rápidamente hasta que los Críticos llegaron. Es una criatura tan
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extraña, que difícilmente podría ser descrita. Tan pronto está llorando
amargamente, como le dan ataques de risa; al mirarla nuevamente
quizás esté chillando de miedo, y al minuto haciendo el pino de
alegría. Le gusta tanto hacer el pino que cuentan que quiso que la
retrataran así una vez (!), y por eso se coloca un signo de exclamación
(!) tras sus palabras; pero son tonterías, por supuesto.
—¡Interjección! —dijo el Juez severamente—, usted es la
última de las claves del discurso, y no tiene derecho a interrumpir la
sesión. No quiero volver a oírla hasta que llegue su turno.
—¡Ay, pobre de mí! —gritó Interjección, retorciéndose las
manos—. El Sargento Análisis dice que sólo soy una humilde
intercalación (eso es lo que significa mi nombre, intercalación) para
expresar sorpresa o miedo, alegría o tristeza. Cuando la gente no sabe
qué decir, alguna de mis pequeñas palabras hace aparición, y el pobre
Sr. Análisis se desespera sin saber qué hacer con ellas. ¡Ay! ¡Ay!
¡Fuera! ¡Fuera! —gritó, cambiando el tono mientras se zafaba de los
brazos del policía—. ¡Largo! ¡Largo! —gritó brincando hacia la
puerta—; y antes de que pudiesen cogerla ya estaba lejos, todo lo que
oyeron fue su “¡ja, ja, ja!” desvaneciéndose en la distancia.
El Sargento Análisis se dirigió a los muchachos de la escuela
pública, y les pidió que dividiesen, una hoja de su cuaderno, en zonas
para el Sr. Sustantivo, el Sr. Pronombre, el Sr. Adjetivo y el pequeño
Artículo, dejando en una esquina a la tediosa Interjección; y que
mientras él leía, pusieran una marca a cada clave del discurso que
reconociesen.
—Y cuando reconozcáis a un adjetivo-pronombre que
acompañe a un sustantivo —continuó el Sargento Análisis—, poned
una marca entre las zonas del adjetivo y del pronombre; como un
hombre que está sentado en un muro, con una pierna colgando hacia
Pronombre y otra hacia Adjetivo. Claro, que cuando sustituya al
sustantivo, y no lo acompañe, entonces el Sr. Pronombre será el que
se lleve la marca. La clave del discurso que tenga más marcas, gana
el juego.
Esto es lo que el Sargento Análisis leyó:
—¡Ay! ¡Ay! Qué niño más travieso —dijo la madre de Harry,
mientras esperaba a que regresase del colegio—. Debe de haber ido a
jugar con los otros niños al estanque y se habrá caído. Seguro que han
intentado pisar la capa de hielo y todavía es muy fina para soportar su
peso. ¡Oh, mi pobre y querido hijo! ¿Qué debo hacer? Si se cae a ese
estanque profundo y gélido, seguro que se ahoga. ¡Mi adorado Harry!
¡Ay! ¿Por qué no vuelve a casa? Si yo pudiese enviar a alguien… Aquí
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¡Atención! Falta adaptarlo a la gramática española.

llega, cargado de naranjas. ¡Oh! ¡Este niño travieso! Le daré una


buena regañina. ¡Por asustarme y mantenerme en vilo mientras él
estaba comprando naranjas! Harry, eres un desastre, travieso,
descuidado… ¡Qué! Y me besas, pequeño pícaro, para que me calle.
¡Para! ¡Para! No me tires del pelo y nunca vuelvas a dar un susto así
a tu madre; y ahora ven y mira el bonito regalo que tengo para ti.
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EL DOCTOR VERBO
La siguiente parte de la oración en ser llamado ante el Juez para su
defensa fue el Dr. Verbo, que se acercó al estrado con aires de grandeza.
‘Señoría, mi nombre es Verbo. Me llamo así porque verbo significa
palabra, y el verbo es la palabra más importante en todas y cada una de las
frases’
‘la palabra más importante!’ gritó el Sr. Sustantivo ‘Señoría, dice que el
verbo es la palabra más importante de cada frase! Explíqueme porqué, Dr.
Verbo, si usted sabe que no puede nombrar ni una sola cosa porque todos los
nombres son sustantivos y me pertenecen! Qué el verbo es lo más importante,
dice, si yo tengo los nombres de todo!’
‘Lo sé’ respondió el Dr. Verbo ‘sé perfectamente que cuando alguien
quiero nombrar una cosa tiene que usar un sustantivo. Pero usted cree que
cuando se nombra algo se construye una frase? Claro que no, para hacer una
frase hay que decir algo de la cosa que se está nombrando, como lo que hace o
lo que tiene, por ejemplo: el hielo está frío, los gatitos tienen cola, los pajaritos
cantan. Está, tiene, cantan, son verbos, al igual que las palabras que se refieren
a estar, hacer o tener. Y sin ellas por supuesto que no se puede construir una
frase’
‘Eso es lo que afirma usted, Dr. Verbo’ Dijo el Juez ‘pero necesito que
lo pruebe. Hermano Análisis, le ruego llame a otras partes de la Oración para
que intenten hacer una frase sin el Dr. Verbo’
‘Ahora mismo Señoría’ contestó el Sargento Análisis ‘Sustantivo,
Adjetivo y Artículo, sean tan amables de acercarse al estrado y de decir cada
uno una palabra’
‘Sol’ dijo el Sr. Sustantivo
‘Brillante’ dijo el Adjetivo
‘El’ dijo el pequeño Artículo
‘Muy bien’ dijo el sargento Análisis ‘ahora las juntaré: ‘sol brillante
el’…’el brillante sol’…’el sol brillante’…umm…no parece que se pueda hacer
una frase completa, Señoría’
‘Claro que no’ interrumpió el Dr. Verbo ‘Porque cuando decimos ‘el sol
brillante’ que es lo que mejor suena de los tres, aún no tenemos la frase, porque
no hemos hablado de si el sol brillante está en el cielo, o si puedes verlo o no,

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o lo que hace; ‘el sol brillante’ sin más no tiene sentido, pero si decimos ‘es sol
es brillante’ y ya estás hablando de una realidad del sol, y ya tendrás una frase
que mostrar a su Señoría’
‘Que el Sr. Sustantivo lo intente una vez más, colega Análisis’ pidió el
Juez Gramático ‘Quizás pueda usar una palabra más apropiada’
El Sargento Análisis se volvió de nuevo al Sr. Sustantivo para pedirle
una palabra.
‘Hipopótamo’ respondió el Sr. Sustantivo. Y el Sr, Adjetivo agregó
‘gordo’
‘Ahora, pequeño Artículo, podría prestarme ‘un’’ dijo el Sargento
análisis ‘Y los juntaré: ‘Hipopótamo gordo un’…’un gordo hipopótamo’…’un
hipopótamos gordo’…ummm…aún suena raro’
‘un hipopótamo gordo no suena mal’ señaló el Sr Sustantivo
‘No es que suene mal’ respondió el Dr. Verbo ‘puedes mencionar un
hipopótamo gordo, si quieres, o cualquier otro animal, pero si no cuantas algo
de él, no has construido una oración. Añade por ejemplo que es, o que tiene, o
que hizo algo para hacer una Oración como ‘un hipopótamo gordo está aquí’ o
‘un hipopótamo tiene el cuerpo gordo’ o ‘un hipopótamo gordo me comió’ o
‘se fue nadando’ o algo así. Por fin tendrás una Oración, pero siempre tendrás
que utilizar verbos para construirlas, porque está, tiene, comió, nadó son todos
verbos, son palabras que se refieren a estar, tener o hacer.’
‘Pero como podemos adivinar si una palabra es un verbo?’ preguntó el
sargento Análisis
‘Seguro que es un verbo si termina en -ar, -er o -ir’ contestó el doctor
Verbo ‘ser, estar, tener, hacer, comer, beber, nadar, volar, hablar, pensar,
correr, bailar, jugar, cantar, dormir, salir, reir, llorar, caer, llamar…’ y el Dr.
Verbo paró, porque se quedó sin respiración
‘Ah, pues entonces es muy fácil’ dijo el sargento Análisis ‘voy a
intentarlo con las palabras que usted ha dicho que son verbos ‘eser, tiener,
comir, nadandoar’
‘Pare, pare, pare por favor’ exclamó el Dr. Verbo ‘No es asi! No se puede
añadir -ar, -er, -ir detrás de cualquier verbo de la Oración así como así. Es
forma parte del verbo Ser, y tiene del verbo Tener.
‘Es, parte del Verbo Ser?’ exclamó el Sargento Análisis ‘eso que quiere
decir, si son palabras distintas? Puede explicarlo mejor?’
‘Lo intentaré. Es y Ser son palabras distintas pero significan lo mismo.
Por ejemplo, cuando alguien que no sabe bien nuestro idioma dice ‘el niño ser

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valiente ‘ quiere decir que ‘el niño es valiente’ o si dijera por ejemplo ‘Yo estar
cansado’ entendemos que significa ‘Yo estoy cansado’.
Según las leyes de Gramatilandia, deberían usarse las palabras ‘es’ y
‘estoy’ en estos ejemplos en vez de ser o estar, por eso son formas de estos
verbos y se llaman formas verbales. Igual que ‘tiene’ forma parte del verbo
tener, ‘comió’ del verbo comer y ‘nadó’ del verbo nadar’
‘Debo decirle que lo que acaba de explicar es muy instructivo’ dijo el
Sargento Análisis ‘Pero le pediría por favor que nos indicara cómo podemos
adivinar que ‘soy’ forma parte del verbo ser, pues ambas palabras se parecen
poquísimo…’
‘Es que no se trata de adivinar, de ninguna manera’ contestó
malhumorado el Dr. Verbo ‘Yo nunca he dicho tal cosa!. Hay que usar la
cabeza para averiguar que se refieren a lo mismo. O, si preferís, podemos
aprender la canción que el señor Pronombre y yo nos hemos inventado para
juntar a las diferentes partes del verbo’
‘Una canción?’ el Juez estaba muy sorprendido ‘no sabía que supiera
usted cantar, Dr. Verbo, pero desde luego que vamos a escucharle’
‘Si no me interrumpe, Señoría, empezaré con tres versos de mi canción’
aclaró el Dr. Verbo
‘Descuide, no le interrumpiremos’ prometió el Juez. Asi que el Doctor
Verbo empezó a cantar:
‘La canción del Verbo SER
Tiempo Presente
Yo soy Nosotros somos
Tu eres Vosotros sois
Él/Ella es Ellos son
Tiempo pasado
Yo era Nosotros éramos
Tú eras Vosotros erais
Él/Ella era Ellos eran
Tiempo Futuro
Yo seré Nosotros seremos
Tu serás Vosotros seréis
Él/Ella serán Ellos serán’

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Cuando terminó, todo el mundo empezó a reírse


‘y esto le llama canción, Dr. Verbo?’ dijo el Juez
‘El Dr. Sintaxis, allí presente, me parece que lo llama Conjugaciones’ se
disculpó el Dr. Verbo ‘Pero llamarlo canción me resulta más bonito y más
cómodo’
‘Pero no se parece en nada a una canción’ dijo el Juez a punto de reírse
otra vez del pobre Verbo ‘No tiene melodía, ni ritmo’
‘Pronombre y yo no hemos podido hacerlo mejor los dos solos’ contestó
el Dr. Verbo muy enfadado ‘Podríamos darle ritmo si otras partes de la Oración
nos ayudaran. Escuchen:
Yo soy un chico feliz y contento
Tú eres extranjero llegado de lejos
Él es un niño empobrecido
Nosotros somos todos iguales
Vosotros sois bienvenidos
Ellos son geniales, vamos todos a jugar chavales!’

‘Es suficiente por hoy’ le interrumpió el Juez ‘mañana querría saber que
significa tiempo presente, tiempo pasado y tiempo futuro, y porqué tienes seis
formas en cada verbo. Ah, y si es posible conjugar otros verbos de la misma
forma’
‘Puedo contestarle desde ya que si, Señoría’ dijo rápidamente el Dr.
Verbo ‘De hecho, hay verbos que incluso cambian menos que el verbo Ser, así
que son más fáciles de conjugar, como por ejemplo Tener: yo tengo, tu tienes,
el tiene, nosotros tenemos vosotros tenéis, ellos tienen. O Vivir: Yo vivo tu
vives él vive, nosotros vivimos, vosotros vivís, ellos viven’
‘Basta por hoy Dr. Verbo’ interrumpió de nuevo el Juez ‘escucharemos
sus explicaciones otro día. Mientras tanto, como tendremos que volver a
examinar el Verbo SER, me gustaría que mis amigos de la clase lo copiaran en
su cuaderno y lo trajeran mañana. También les pediría que me buscaran todos
los verbos que hay en estos versos:
Sentaos a estudiar, dijo el papá
Ni jugar ni alborotar
Y cuando la lección bien os sepáis
Os iréis a pasear

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El papá se marchó, los niños se sentaron


Todos en los deberes enfrascados
Pero el más chico, Gullermito
De tonterías empezó a hablar
Mi pelota se ha perdido!!!’ empezó a gritar
Habéis visto mi pelotaaa?’
Gullermito, a estudiar’ le riñó su hermano
Que si no, no saldremos a jugar!
La Asamblea se levantó.

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LOS TRES TIEMPOS DEL DOCTOR


VERBO, EL NÚMERO Y LA PERSONA

Nada más comenzar la Asamblea al día siguiente, el Juez Gramático se


dirigió al Dr. Verbo
‘Hemos examinado detenidamente lo que usted llama la ‘Canción del
verbo Ser’
‘Conjugación, si lo prefiere’ apuntó el Dr. Verbo, haciendo una
reverencia.
‘Si que lo prefiero’ contestó el Juez ‘Conjugación es una palabra más
apropiada que canción, es más respetable y más larga, y sin duda encaja mejor
en Gramatilandia. Le ordeno pues que nos explique la conjugación del verbo
Ser.
‘Con mucho gusto, Señoría. Verá, se divide en tres Versos…’
‘Versos?’ exclamó el Sargento Análisis ‘Se supone que no es una
canción ni un poema, Doctor Verbo’
‘De acuerdo, de acuerdo’ dijo el Dr. Verbo, haciendo otra reverencia.
‘Está bien, los llamaremos entonces Tiempos Verbales. Se dividen
principalmente en tres: Presente, Pasado y Futuro, porque hablan del tiempo
presente, el tiempo que ha pasado y al futuro que vendrá.
Como bien sabe su Señoría, siempre nos referimos a un momento
presente, o a uno que ya ha pasado, o que vendrá. Es como cuando se lee un
libro: hay una parte que ya has leído, que es el pasado; la parte que vas a leer,
que es el futuro, y la parte que estás leyendo ahora mismo, que es el presente.’
‘Eso podemos entenderlo’ dijo el Juez Gramático ‘pero explíquenos
exactamente porqué divide usted sus verbos en esas tres partes’
‘Precisamente cambian para expresar que se habla del presente, del
pasado o del futuro. Le pongo un ejemplo: el verbo ser cambia a soy para el
presente, era para el pasado y seré para el futuro. Yo soy ahora mismo el que
habla con su Señoría en el presente. Yo era en el pasado el que hablaba con su
Señoría. Yo seré en el futuro el que hable con usted.’
‘Espero que no’ suspiró el Juez, llevándose las manos a las orejas ‘Ojalá
que no siga usted hablándome para siempre, ya he oído su voz durante

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demasiado tiempo. Retírese, y permita que el Sr. Pronombre ocupe su lugar y


nos explique el resto de las conjugaciones’
‘Permítame decir una última cosa’ pidió el Dr. Verbo ‘Sr. Análisis, por
favor, tenga en cuenta que las conjugaciones a veces incluyen otro verbo para
ayudar a construir los tiempos verbales’
‘Le rogaría que me pusiera un ejemplo’ pidió el Sargento Análisis un
poco agobiado ‘creo que no lo entiendo muy bien’
‘Me refiero a los tiempos verbales compuestos, que están formados por
dos verbos, por ejemplo: he comido o había luchado. Las palabras ‘he’ y
‘había’ forman parte de los verbos comer y luchar. Por supuesto que en origen
son variaciones válidas y respetables del verbo haber, pero en estos casos
forman parte de otro verbo, que es el principal’
‘Gracias, lo recordaré’ le sonrió el Sargento Análisis. ‘Ahora, por favor,
retírese y permita que responda el Sr. Pronombre: Señor Pronombre, puede
usted explicarnos porqué utiliza específicamente estas palabras: ¿Yo, Tu, El,
Nosotros, Vosotros y Ellos para construir los tiempos verbales?’
‘Uso el Yo y el Nosotros para la primera persona’ contestó el Sr.
Pronombre ‘el Tú y el Vosotros para la segunda persona, y él/ella y ellos/ellas
para la tercera persona’
‘Qué quiere usted decir con Primera persona?’ preguntó el sargento
Análisis.
‘Señoría’ continuó el Sr. Pronombre, dirigiéndose al Juez Gramático,
‘permítame preguntarle: quién es la primera persona en Gramatilandia?
‘Yo, por supuesto’ contestó el Sr. Juez.
‘Exactamente, eso es lo que responden todos mis amigos’ dijo
Pronombre ‘cuando les pregunto quién es el más importante, la primera
persona para ellos, todos dicen: Yo; así que el Yo se refiere a la persona que
está hablando sobre sí mismo, y la llamo primera persona’
‘y Quien sería la segunda persona entonces?’ preguntó el Juez
‘Tú, mi señor’ contestó Pronombre, haciendo una respetuosa reverencia
‘Si acabas de decir que Yo soy la primera persona!’ dijo el Juez.
‘Si, mi señor’ replicó el Sr. Pronombre, poniendo las manos sobre el
pecho ‘Yo, primera y Tú segunda’
‘pero debería ser Yo la primera, y Tú la segunda’ dijo el Juez enfadado
‘Eso es exactamente lo que le acabo de decir, mi señor’ repitió
Pronombre ‘Yo la primera y Tú, la segunda’

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El Juez se estaba enfadando tanto que los amigos de Pronombre


empezaron a temer por su cabeza, menos mal que el Dr. Sintaxis se puso en pie
y exclamó: ‘la primera persona es siempre la que habla, y la segunda es la
persona a la que se le habla. Así pues, que todos en la Sala digan: Yo soy la
primera persona, y de esta forma todos quedaremos satisfechos’
‘Yo primera, Nosotros primera!!!’ gritaron todos ‘Y Tú, Vosotros solo
segunda!!!’
El ruido era tremendo, y el Juez, a pesar de que había sido el causante
del alboroto, tocó fuerte las palmas para que hubiera silencio y habló:
‘pero si somos todos primeras y segundas personas, quién demonios es
la tercera persona?’
‘Ah! Pues la Tercera persona es sobre la que hablamos’ dijo el
Pronombre desdeñosamente ‘puede que ni siquiera esté aquí, así que no
importa que la llamemos solo Tercera persona’
‘Y para qué se usan los pronombres en los tiempos verbales?’ preguntó
el sargento Análisis
‘El Dr. Verbo y yo decidimos adaptar las palabras de acuerdo a la
persona a la que se refieren’ explicó el Sr. Pronombre
‘Cuando mi pronombre es la primera persona, el Dr. Verbo tiene que
cambiar su verbo a la primera persona también. Tiene que decir soy cuando
pongo el Yo, y sois cuando pongo el Nosotros. Si dijéramos Yo es, o nosotros
sois, el Dr. Sintaxis se enfadaría muchísimo, verdad?’
‘Si que se enfadaría, si’ replicó el Juez ‘Ya lo conocemos muy bien’
‘Sin duda, Señoría, y no me estoy quejando de él’ dijo Pronombre ‘solo
digo que es lo que pasaría. De hecho, me gusta se adapten los verbos a mis
palabras. Mis pronombres se refieren a las personas (por eso se llaman
Pronombres personales, como usted sabe) y por eso el Dr. Verbo tiene que
conseguir que concuerden con las suyas’
‘Eso está muy bien!’ exclamó el Sargento Análisis. ‘Pero, dígame Sr.
Pronombre, si hay sólo tres personas, por qué se mencionan seis en los tiempos
verbales?’
‘Tres son para los pronombres en singular y se refieren a una sola
persona: Yo, Tu, Él/Ella. Y los otros tres son para el plural, se refieren a dos o
más personas: Nosotros, Vosotros, Ellos.’
‘Singular sólo uno. Yo, tú él o ella. Plural más de uno: Nosotros,
Vosotros, Ellos. Es así, verdad, Sr. Pronombre?’ preguntó el Sargento Análisis.

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‘Sí señor’ respondió el Sr. pronombre ‘exactamente así, no podría


haberlo explicado mejor. Y según sea el número de personas, así debe ser el
verbo’
‘Quiere usted decir, que cuando el pronombre se refiere a una sola
persona o cosa, tanto el pronombre como el verbo que lo acompaña deben ser
en singular, verdad?’ preguntó el Sargento Análisis.
‘Exacto Sr. Análisis’ dijo encantado el Dr. Pronombre ‘el verbo tiene
que adaptarse al pronombre tanto en número como en persona. Si mi
pronombre se refiere a una sola, tanto éste como el verbo se denominan
singular.; pero si mi pronombre menciona a más de una, ambos se denominan
plural. Lo ha entendido usted muy bien, estimado Sr. Análisis, y estoy seguro
de que cuidará de que el verbo siempre concuerde conmigo en persona y
número’
‘Siempre que sea lo apropiado, lo haré’ replicó el sargento Análisis muy
serio.
‘Pero es que siempre deben estar de acuerdo todas las palabras cuando
se conjuga un verbo’ dijo Pronombre bastante alterado. ‘Esta es la verdadera
razón de conjugar los verbos. En todos los tiempos verbales están la primera,
segunda y tercera persona del singular; y primera, segunda y tercera persona
del plural. Por eso el verbo siempre se adapta al pronombre.’
‘No es exactamente así en todos los casos’ interrumpió el Dr. Verbo ‘en
los tiempos verbales compuestos de los que hablamos antes, que están
formados por el verbo haber acompañando al verbo principal, sólo cambia el
verbo haber:
Con comer: Yo he comido, Tú has comido, El/Élla ha comido; Nosotros
hemos comido, Vosotros habéis comido, Ellos/Ellas han comido.
Con Tener: Yo he tenido, Tú has tenido, Él/Ella han tenido, Nosotros
hemos tenido, Vosotros habéis tenido, Ellos/ellas han tenido
Con vivir: Yo he vivido, Tú has vivido, Él/Ella han vivido, Nosotros
hemos vivido, Vosotros habéis vivido, Ellos/ellas han vivido
Con cantar: Yo he cantado, Tú has cantado, Él/Ella han cantado,
Nosotros hemos cantado, Vosotros habéis cantado, Ellos/ellas han cantado.
Con correr: Yo he corrido, Tú has corrido, Él/Ella han corrido, Nosotros
hemos corrido, Vosotros habéis corrido, Ellos/ellas han corrido.
‘Gracias, es suficiente Dr Verbo’ exclamó el Juez ‘Ya le hemos oído
hablando del pasado, no queremos que nos hable del tiempo presente, y si le
necesitamos en el futuro, le llamaremos de nuevo. Ahora, en vez de quedarse
aquí, lo mejor será que vaya a la clase y ayude a los niños a escribir tiempos

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verbales en presente, pasado y futuro. Use los verbos que nos ha mencionado:
Tener, Vivir, Cantar, Llamar. Y enseñe a los niños como sus verbos se adaptan
no sólo a los tiempos verbales sino también a los pronombres en número y
forma’
‘Lo haré encantado, Señoría’ dijo el Dr. Verbo ‘pero el Señor Pronombre
debe venir conmigo a ayudarme’
‘Con mucho gusto, estimado amigo’ dijo el Pronombre alegremente ‘No
hay nadie en Gramatilandia con quien trabaje mejor, porque siempre estás de
acuerdo conmigo’
Así que, tras hacerle una reverencia al Juez, el Dr. Verbo y el Sr,
Pronombre se retiraron juntos, canturreando el tiempo presente del verbo Ser.
Y los alumnos de la clase, con su ayuda, fácilmente escribieron todas las
conjugaciones de los verbos explicados: Tener, Vivir, Cantar y Llamar.

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Capitulo X

Sargento Análisis en Escuela Condado, otra vez

Antes que el tribunal se reúna otra vez, el sargento Análisis, realizó otra visita a
Escuela Condado.

“Mis queridos jóvenes amigos,”- dijo él, “Si son tan amables de coger sus
pizarras y dividirlas en cuatro partes, escribiendo en la parte superior de cada
una, el nombre del Sr. Sustantivo, Señor Pronombre, el Sr. Adjetivo y el Dr.
Verbo. Después corten dos esquinas por algún lado, para el pequeño artículo y
la interjección. Después escuchen la siguiente historia, y cuando oigan una
palabra que conocen, marquen la parte del discurso a la que pertenece. Si
llegas a un adjetivo-pronombre, por supuesto debes poner a un pequeño
hombre a horcajadas entre el suelo del Sr. Pronombre y el del Sr. Adjetivo; y
cada vez que veas un verbo, por favor, indica si está en presente, pasado o
futuro. Cuando lo hayan hecho, los contaremos y veremos que partes del
discurso tiene más marcas.

“Esta es la historia.-

LOS DOS VECINOS

“Un hombre vivía de su trabajo, y cómo tenia brazos fuertes y un corazón


valiente, mantenía fácilmente a su mujer, sus pequeños hijos y a sí mismo.
Pero la hambruna llegó a la tierra y el trabajo empezó a faltar. El hombre gastó
todo el dinero que tenía ahorrado, hasta que no le quedó un penique para
comprar comida para sus hijos.

Después él fue con un vecino rico y le dijo:- “Mis pequeños hijos lloran de
hambre, y no tengo pan para darles. Ayúdame”

Y el hombre rico le contestó: - “Yo soy un hombre justo, y siempre pago mis
deudas. Pero yo no te debo dinero, Vete!!! No te voy a dar limosna.”

Después el hombre pobre fue con otro vecino, más pobre que el mismo,

“Dame comida para mis pequeños hijos”: Le dijo.

“Hermano”:- le dijo el vecino pobre, “no tenemos mucho, pero vamos a


compartir con vosotros mientras quede un trozo de pan”.

Ellos dividieron la poca comida que tenían, y esa comida duró hasta que los
malos tiempos pasaron.
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EL CASO NOMINATIVO (O SUJETO)


Al día siguiente el Dr. Verbo irrumpió en la corte, con aspecto muy
enfadado y pidiendo a gritos justicia.
-¿Qué ocurre? – Preguntó el Juez – Exponga su caso con tranquilidad.
-No es mi caso, es el caso del Pronombre el que hay que atender. –
contesto el Dr. Verbo- Aunque no digo que sea su culpa. Nos llevaríamos muy
bien si cada uno solo se ocupara de sus propios asuntos.
- Si no me explica las circunstancias del caso con claridad, no puedo
ayudarle. - dijo el Juez
- Verá usted, señoría, si me escucha durante un minuto, intentaré
explicarlo de modo que todos puedan entenderlo. Como usted bien sabe, yo
estoy constantemente poniéndome de acuerdo con el señor Pronombre. Ya le
he mostrado como cambio para adaptarme a su número y persona, por tanto es
justo que a veces sea él quien cambie para adaptarse a mí. Solo coincido con el
cuando él está en el caso nominativo.
Ante las palabras caso nominativo hubo un auténtico grito de horror en
la sala por casi todas las personas presentes. Parecía que todas se habían vuelto
interjecciones del ruido que hacían.
-¡Caso nominativo! (o sujeto) Gritó el Sr. Sustantivo- ¡vergüenza,
vergüenza!
- ¡Vergonzoso! ¡Indignante! ¡Escandaloso! – gritó el Sr. Adjetivo
- Oh! Oh! Oh! – gritó la Sra. Interjección y dio tres vueltas de campana
- Le ruego no utilice esas palabras, Dr. Verbo- dijo el Juez Gramática-
sino explíquenos que es lo que quiere decir.
- Realmente señoría - dijo el Dr. Verbo - no quería ocasionar ningún
alboroto. Nominativo no es una palabra tan larga, para que la gente se
escandalice así. Estoy seguro de que los caballeros y damas del jurado no
estarán enfadados conmigo por usarla.
- Eso dependerá de cómo lo explique usted dijo el Juez- ¿Qué significa?
- Es la persona o cosa que es o hace lo que mi verbo expresa. Por ejemplo
El gato ronronea. Es el gato el que hace lo que indica el verbo. Solo tiene que
poner quien antes del verbo en cualquier oración y la respuesta dará el
nominativo. ¿Quién ronronea? La respuesta es el gato, y por tanto el gato es el

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nominativo para la forma verbal ronronea. Es la manera que utilizo para ver a
quien tengo que adaptar mi verbo.
-¿Es esa su manera, hermano Análisis?- pregunto el Juez.
–Sí, señoría - contestó el sargento Análisis - Esa es mi manera, y por lo
tanto también la mejor manera. Mi manera es siempre la mejor manera. Aquí
tengo una oración lista para ustedes: Mi manera es siempre la mejor manera.
Encontrare el nominativo antes de que les dé tiempo a poner el punto a la i.
¿Qué es siempre la mejor manera? Respuesta: Mi manera es siempre la mejor
manera, por tanto mi manera es el nominativo.
- Pero preguntaste que no quien, hermano Análisis - observó el Juez.
- Porque manera es una cosa, no una persona, señoría. Si hablamos de
cosas preguntamos Que en lugar de quien. Si usted hubiera dicho La sopa
hierve en la cazuela yo tendría que preguntar Qué hierve Y no quién hierve
porque espero que nunca se le ocurría meter a una persona en una cazuela, a
no ser que usted fuera el gigante en el cuento de Juan y las habichuelas mágicas.
“Pim, pam, pum” dijo la interjección, haciendo el pino sobre la cabeza y
juntando sus talones en el aire.
-¡Silencio! - gritó el Juez - Hermano Análisis, por favor no empiece
hablar de gigantes mientras todavía tenemos cosas pendientes con el caso
nominativo. ¿Algún caballero más en la sala tiene algo que decir al respecto?
-Por favor, su señoría - dijo el pronombre- El Dr. Verbo se queja de que
tiene que adaptarse a mí cuando yo estoy en caso nominativo, pero también
tiene que adaptarse al Sr. Sustantivo. No importa que parte del discurso sea el
nominativo en una oración, el Dr. Verbo debe siempre adaptarse al nominativo,
sea quien sea, así que no tiene que gruñirme más a mí que al resto.
- Yo no gruño contra usted…- empezó a decir el Dr. Verbo
-Espere un minuto, Dr. Verbo” - interrumpió el Juez- Déjeme
asegurarme que entendemos bien este caso. Usted dice que hay un verbo en
cada oración.
- Ciertamente, señoría - dijo el Dr. Verbo.
- Y hay un nominativo en cada oración.
- Exactamente señoría - contesto el sargento Análisis.
-Y este nominativo puede ser un Sustantivo o un Pronombre - continuo
el Juez
- Puede, señoría - dijeron el Sr. Sustantivo y el Sr. Pronombre a la vez

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- ¿Y el verbo tiene que ponerse de acuerdo con este Nominativo, le guste


o no? -pregunto el Juez
Ante esa pregunta el Dr. Sintaxis salto de su asiento y poniéndose muy
derecho dijo “Un verbo tiene que concordar en número y persona con su
nominativo. Un verbo tiene que concordar en número y persona con su
nominativo” Y después de decir esto, volvió a sentarse en su asiento.
-Ah! - dijo el Juez - Muy bien. Entonces mire usted Dr. Verbo, cuando
tenga una frase como „los patos nadan en el lago“ primero tiene que buscar su
verbo „nadan“ luego ponga qué o quién delante. ¿Qué nada? O ¿quién nada?
La respuesta sera „Los patos“, el nominativo. Entonces tiene que asegurarse
que el verbo concuerda con él. Tiene usted que decir “Los patos nadan” y no
“Los patos nada”, ya que patos es tercera persona plural, “nadan” tendrá que
ser tercera persona plural.
-Con permiso, señoría dijo Pronombre - cuando soy nominativo muy
raramente hace falta que se haga ninguna pregunta para encontrar el
nominativo, ya que la mayoría de mis palabras muestran inmediatamente que
caso son. Yo, tu, el, ella, nosotros y ellos, no dejaran que nadie les use si no es
como Nominativo. Nacieron nominativos, dicen y no se degradaran siendo
ninguna otra cosa. Están bastante indignados con usted por dejar que la gente
use “su” como les da la gana, pero es un muchacho alegre y a él no le importa
el caso, ni ser llamado singular cuando realmente es plural. Pero Yo, tu, el, ella,
nosotros y ellos son muy especiales y siempre son y serán nominativos, por lo
que no necesita ninguna pregunta adicional si les ve en una oración.
-Se puede hacer de todos modos una regla de preguntar quién o qué en
cada oración, para encontrar el nominativo” dijo el Sargento Análisis -es una
forma tan sencilla de encontrarlo que hasta un bebe podría entenderlo.
-Ja, ja, ja- rió de nuevo la Interjección. -Por favor, estese callada dijo el
Sargento Análisis -y señoría, si a los caballeros y damas de la Escuela condado
quisieran encontrar los nominativos en estos versos…
“Si, demelos hermano. No, no Dr Verbo no empiece otra vez, no más
quejas por hoy. Y recordad amigos, que en estas líneas cada verbo tiene que
tener un nominativo a no ser que este en infinitivo, en cuyo caso no tiene que
concordar con nadie. Y recuerden también que cada nombre o pronombre en
caso nominativo debe ser indicado de modo particular en sus hojas. Les deseo
una buena mañana, caballeros.
Y diciendo así el juez se levantó. Las hojas con los versos fueron
repartidas y la sesión terminó.
Los versos del sargento análisis:
La gallina cuida bien de sus pollitos

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La vaca es bonachona
El castor construye con barro y palos
El ganso granza encantado
En Alemania cazan al jabalí
La abeja trae miel a casa
La hormiga guarda provisiones para el invierno
El oso come miel
Yo perdí mi muñequilla
Mientras jugaba en el parque
Lloré por ella más de una semana
Pero nunca volví a encontrarla
Las chicas rieron, los niños jugaron
Los muchachos cortaron alcaparras
Mientras la tía hablaba con la sirvienta
Y el tío leía las cartas

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EL ADVERBIO

-Dr. Verbo – dijo el Juez Gramática el día siguiente – Estoy listo para
escuchar cuál es su gran queja contra el Sr. Pronombre.
-Oh, señoría, cuando él se encuentra en el caso Objetivo (o complemento
directo)….
-Objeción, objeción - exclamó el Juez, mientras un murmullo de
desaprobación se extendía por la sala. – No, no, ya hemos tenido bastante con
el caso nominativo, no admitiremos ahora otro caso. Debería avergonzarse de
sí mismo, hacernos perder el tiempo con sus tonterías acerca de un caso
objetivo cuando su fiel amigo el Sr. Adverbio espera ser escuchado. Siéntese y
deje hablar al Sr. Adverbio
-Fiel amigo! – farfulló el Dr. Verbo mientras obedecía. -Con seguridad
muchas veces me gustaría que me dejara en paz. Se me pega tanto en ocasiones
que parecemos uno en lugar de dos, y es un buen peso que cargar. Además
siempre bromea preguntado porque, y cuando y como se hace cada cosa.
Amigo en efecto!
Pero el Sr. Adverbio no escuchó los murmullos del Dr. Verbo. Se
adelantó, haciendo una reverencia y frotándose las manos, como si se las
estuviera lavando.
-Muy agradecido – dijo con suavidad – muy amable de parte de mi amigo
el Dr. Verbo el dejarme hablar. Típico de él.
-Parece tenerle más aprecio que el que él le tiene a usted – señalo el Juez
– Díganos, porque le sigue con tanta cercanía
-Me gusta escuchar lo que dice e indicar a otros cuan bien se expresa
contesto el Sr. Adverbio
-Siempre exagera mi palabras – gruñó el Dr. Verbo si digo que me gusta
una cosa, el adverbio siempre añade muchísimo o extremadamente o alguna
tontería similar. O si esta de mal humor, me contradice y dice no, o nunca. Si
yo digo haré, el añade no y lo transforma en no haré, si digo podré, en no podré,
hasta uniéndose a mí para que parezcamos uno. A veces es todavía peor.
Incluso se atreve a cambiar mi palabra y pega su coletilla cambiando no puedo,
no debo… a “can”t “shan’t” y así sucesivamente. “ca’” y “sha” es todo lo que
me deja y en “n’t” es suyo.
-¿Le ha tratado siempre de esta manera? - preguntó el Juez.

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-Desde que puedo recordar, señoría- contestó el Dr. Verbo -por eso
cuando íbamos juntos al colegio los chicos le llaman adverbio porque siempre
adicionaba sus palabras a las mías. Y ha mantenido ese nombre desde entonces.
-Su señoría debe recordar- señaló el Sr. Adverbio en tono suave, todavía
frotándose las manos- que el Dr. Verbo está bastante disgustado esta mañana y
por lo tanto quizás no esté siendo demasiado justo. Indudablemente es un hecho
que yo hago sus palabras mucho más valiosas de lo que serían en otro caso.
Además trato al Sr. Adjetivo del mismo modo y él no se lamenta. -Es cierto-
dijo el Sr. Adjetivo adelantándose, encantado de tener una oportunidad de
intervenir
-Es cierto que el Sr. Adverbio dice tanto de mis palabras como las del
Dr. Verbo. Siempre está poniendo “muy”, “bastante”, “más” “sumamente” y
palabras similares delante de mis adjetivos exagerándolas como en “muy
bonito, bastante encantador, más obstinado y sumamente provocador y yo no
me quejo de el por eso. Pero de una cosa si me quejo, señoría, de que el Sr.
Adverbio coge mis palabras, preciosos y perfectos adjetivos, les pone -mente
al final y les llama adverbios. Por ejemplo toma brillante pone mente
resultando brillantemente, toma exacto y hace exactamente toma perfecto y
hace perfectamente toma agradable y hace agradablemente.
Al oír esto el Juez Gramática alzó su dedo y solemnemente sacudió la
cabeza hasta casi perder la peluca.
-Sr. Adjetivo- dijo -me sorprende. Se queja del adverbio por hacerle la
misma cosa que usted hace. Todos sabemos que tiene los bolsillos llenos de
coletillas que poner a las palabras de sus vecinos (en inglés ful, ous, able, like,
ly) y muchas más y que las usa tan a menudo como puede con las palabras de
otros. Pero el Sr. Adverbio usa su -mente con sus palabras e inmediatamente
se pone en guardia. Aun sabiendo bien que según las normas de Gramatilandia
cualquier parte del discurso puede crear tantas palabras nuevas a partir de viejas
como quiera, y debe ser admirado y no criticado por hacerlo. El adverbio puede
poner su -mente en tantas de sus palabras como quiera sin que usted tenga
derecho a encontrarlo mal. Me sorprenden tanto usted como el Dr. Verbo.
Ambos deberían ponerse mejor de acuerdo con el Sr. Adverbio.
-Ninguno de nosotros se pone de acuerdo con él -señaló el Sr. Pronombre
-y tampoco él con nosotros.
-Ciertamente no tiene número, ni persona, ni caso- contestó el Juez -pero
no es peor por ello. Da al Sargento Análisis menos trabajo que algunos de
ustedes. ¿Qué es lo que dijo sobre hacer preguntas, Sr. Adverbio?”
-Enseño el juego de cómo, cuándo y dónde contesto el adverbio cómo,
cuándo y dónde son todas palabras mías, al igual que sus respuestas

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¿Cómo le gusta? ¿Me lo podría decir?


No mucho, extremadamente bien
Cuando le gusta, dígame cuando”
Hoy, mañana, ahora y entonces”
¿Dónde le gusta? Y contésteme bien
Aquí y allí, y por todos los lados

-Todas estas palabras que responden a como, cuando y donde con mías,
- continuó el Sr.Adverbio - como lo son sí y no.
-Ah, pero blanco, negro y gris son mías - interrumpió el Sr. Adjetivo -y
por favor señoría, se ha equivocado diciendo que el Sr. Adverbio solo tiene una
coletilla -mente que poner a palabras de otros. ¿Qué me dice de “hacia arriba”,
“hacia abajo”, “hacia adelante (en inglés upwards, downwards, forward)?
-Sí, son ciertamente adverbios” contestó el Juez -y se podría decir que
wards y ward han sido las coletillas que el Sr. Adverbio a añadido a arriba,
abajo, adelante”, pero esas no son palabras suyas, Sr. Adjetivo, así que no tiene
derecho a inmiscuirse.
-Bueno señoría contestó el Sr. Adjetivo -en cualquier caso tengo derecho
a hablar de una vez, dos veces, tres veces (en inglés once, twice…) porque el
Sr. Adverbio las ha robado de mis uno dos y tres.
-Una vez, dos veces, tres veces- repitió el Juez- ¿es eso todo?
-No tiene una palabra para cuatro veces - respondió el sr. Adjetivo -una
vez, dos veces, tres veces, es todo lo que puede decir.
- Entonces tengo que concluir - dijo el Juez - que debería avergonzarse
de quejarse cuando usted tiene uno, dos, tres y tantas más como pueda contar,
además de primero, segundo, tercero, cuarto y toda esa lista. No me gustan sus
maneras avariciosas y como castigo hará una lista de adjetivos que puedan ser
transformados en adverbios. Nuestros amigos lo podrán llevar a la Escuela-
condado y poner -mente a cada uno de ellos, entonces serán adverbios y
responderan a una de las palabras del Sr. Adverbio, como, cuando o donde.
Esta es la lista que hizo el Sr. Adjetivo:
Rápido repentino bonito Brillante tardío apetitoso Blando puntual
divertido Fuerte normal gratis Distinguido listo feliz Claro astuto horrible
Limpio falso Afilado verdadero

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LA PREPOSICIÓN

-Desde, de, para, sobre, bajo, en, cerca, a, por, entre, antes, detrás, arriba,
abajo… ¿quién es el dueño de todas estas pequeñas criaturas?– dijo el Juez
Gramática el día siguiente -Sr. Nombre, ¿son suyas?
-No señoría, contestó el Sr. Nombre -No son los nombres de nada que
yo haya jamás escuchado
-Dr. Verbo, ¿son suyas?”
-No me opondría a tenerlas señoría - contestó el Dr. Verbo - si pudiera
usarlas para algo, pero no me parece que sean o hagan o padezcan ninguna…
-Suficiente- interrumpió el Juez, temiendo que el Dr. Verbo iniciara uno
de sus interminables discursos. - -Sr. Adjetivo, ¿las reclama usted?”
-No califican nada, señoría -contestó el adjetivo -de hecho me parecen
pobres, inútiles, tontas, pequeñas…
-No necesitamos que las califique, gracias- dijo el Juez -pero díganos si
son suyas. Sabemos que artículos no pueden ser. Sr. Pronombre, ¿son acaso
suyas?
-No señoría - contestó el sr. Pronombre -Al igual que el Sr.. Nombre no
tiene nada que decirlas, no lo tengo tampoco yo. No van en lugar de ningún
nombre
-Bien,- dijo el Juez” sabemos que no pertenecen a la pequeña y molesta
interjección. ¿Son suyas Sr. Adverbio?”
-Estaría extremadamente gustoso de tenerlas, señoría -contestó el sr.
Adverbio frotándose las manos como era habitual. -No dudo de que podría
hacerlas increíblemente útiles…
-Eso no es lo que he preguntado- dijo el Juez- ¿son suyas?
-No puedo decir que sean exactamente mías - dijo el Adverbio - pero…
-Eso es todo lo que necesito saber- interrumpió el Juez y alzando la voz
continuó -si hay alguien en la sale a quien estas palabras “a, desde, de, para,
etc, pertenezcan que se adelante.
Ante estas palabras, un muchacho elegante, pequeño y moreno se
adelantó y mirando a la corte con aire triunfal dijo -Me pertenecen a mí.

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-¿Y quién es usted?


-Sr. Preposición, señoría- Mi posición es justo delante de un nombre o
un pronombre. Mis palabras les indican la posición correcta. Mantengo las
cosas en orden.
-¿Las mantiene en orden?” inquirió el Juez Gramática, mirándole a
través de sus gafas -¿cómo puede un pequeñín como usted mantener en orden
al Sr. Nombre?”
-Pequeño o grande, señoría, eso es lo que hago- respondió en Sr.
Preposición “determine la posición de todos y de todo y les indico si deben
estar en o sobre, hacia o desde, arriba o abajo.
-Perdone que le interrumpa- dijo el sr. Adverbio adelantándose -debo
indicar que arriba y abajo son mis palabras.
-¿Cómo decide usted eso? – pregunto el juez.
-Se lo mostraré directamente, señoría- contestó el sr. Adverbio - a través
de la ayuda de mis preguntas como, cuando y donde, las que como usted bien
sabe, solo yo puedo responder. Si usted dice “siéntese arriba” Yo pregunto
“¿cómo debo sentarme?” La respuesta es “Arriba”. “Túmbese abajo” ¿Cómo
debo tumbarme? “Abajo” Arriba y abajo por tanto responden a mi pregunta
cómo y por tanto me pertenecen.
Deténgase un instante- dijo el Sr. Preposición, -Yo también puedo
responder a sus preguntas de como cuando y donde. Escuche.
¿Cómo le gusta? Dígame la verdad
Hecho de azúcar, vestido de azul
¿Cuándo le gusta? Respóndame
En mi cena, después del te
¿Dónde le gusta? Diga si puede
¿En mi regazo o bajo la mesa?
-Realmente- dijo el sr. Adverbio sonriendo educadamente -estoestá
hecho astutamente, pero déjeme que haga solo una observación. No ha
contestado ni una sola de las preguntas sin ayuda de otras partes del discurso.
El Sr. Nombre le ha ayudado con azúcar, cena, te, regazo, mesa. El Sr. Adjetivo
le ha prestado azul. El Sr. Pronombre mi y así sucesivamente. Yo, sin ninguna
ayuda, puedo responder a las preguntas solo.
-No puede pretender que un muchacho como yo esté solo- dijo el sr.
Preposición -No pretendo hacerlo. Ya dije al principio que mi posición es antes
de un nombre o pronombre o palabra similar. Todo lo que quiero decir es que

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yo ayudo a responder preguntas que el sr. Nombre o el sr. Pronombre no


podrían responder sin mí.
-¿Es eso cierto hermano Análisis?- preguntó el Juez.
-Bastante cierto, señoría- contestó el Sargento. -Cuando encuentro
preguntas como ¿cómo? ¿Cuándo? O ¿dónde? contestadas por una sola
palabra, anoto esa palabra como Adverbio. Pero si las encuentro respondidas
por el Sr. Nombre o el Sr. Pronombre ayudado por alguna otra pequeña palabra,
entonces sé que esa otra pequeña palabra pertenece al sr. Preposición.
-Así es señoría- continuo el sr. Preposición -así que si usted dice
“escalera arriba” o “colina abajo” “arriba y abajo, le muestran la posición en la
escalera o en la colina, son las pequeñas preposiciones puestas antes de las
palabras del sr. Nombre, escalera o colina. Pero por supuesto si usted
preguntara ¿cómo voy a moverme arriba o abajo? El Sr. Adverbio podría
intervenir y decir que arriba y abajo son adverbios porque se añaden al verbo
moverse y no tienen nada que ver con un nombre o un pronombre.
-Exactamente- dijo el sr. Adverbio- mi amigo el sr. Preposición es
perfectamente correcto. Le admiro inmensamente mi joven amigo, aunque no
se mueva en un círculo tan selecto como el mío.
-¿No lo hago?- dijo el sr. Preposición con un pequeño gesto de
asentimiento. -Creo que el Sr. Nombre es tan buena compañía como el Dr.
Verbo. Además hasta el gran Dr. Verbo es feliz de tener mi pequeño „de“ (en
inglés „to) que poner ante sus verbos. Cuando elabora sus canciones como las
llama el, siempre pone mi pequeño „de“ (en inglés to) antes del nombre en la
parte superior. Está contento de tenerlo para señalar sus verbos y no me
desprecia en absoluto, aunque yo no me pego a él como una sanguijuela, como
hacen otros” y el Sr. Preposición asistió con la cabeza con velocidad y muchas
veces al Sr. Adverbio.
-El Dr. Verbo no está de acuerdo con eso- dijo el Sr. Pronombre.
-No- dijo el sr. Preposición -Yo no cambio para él, ni el para mí. Pero
tampoco se pone de acuerdo con el Sr. Adverbio. Pobre Sr. Adverbio, no se
pone de acuerdo con nadie y nadie se pone de acuerdo con él, y además el pobre
no puede mandar tampoco sobre nadie. Yo mando sobre cada nombre o
pronombre a quien antecedo, ya que yo les pongo en caso objetivo.
-Protesto- dijo el Juez -No permitiré esa palabra en esta corte. Dije no
antes y lo repito ahora. El caso nominativo es suficientemente malo, pero el
caso objetivo es bastante para convertir una peluca marrón en blanca en una
sola noche. Disolvamos la corte. Críticos, dejen la habitación.
Y el Juez Gramática se levantó rápidamente de un asiento y abandonó
furiosamente la sala, mientras el resto de las partes del discurso se miraban

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entre sí sin saber que decir, hasta que llego la policía, desalojo la sala y cerró
las puertas. Pese a las prisas el sargento Análisis logro dar a la gente de la
Escuela-condado los siguientes verbos, rogando que los caballeros y damas
encontraran las preposiciones que había en ellos, contando cuantas líneas había
sin preposición.
En una campanilla junto al brezo
Entre flores moradas
Un hada vivía y se escondía bajo
Las hojas en el tiempo ventoso
Bebía las gotas de Rocío de los tallos
Miraba dentro de las flores
Y entonces iba a dar un paseo
O a montar durante media hora
Montaba en la espalda de un grillo
Venia a ver a la reina
La reina hada con toda su corte
En la verde foresta
Todos tuvieron un baile en la hierba
Hasta que cantaban las alondras
Y allí donde bailaban, como todos sabéis,
Dejaran un circulo de hadas
O bonitas hadas, porque no quedarse,
Para que os podamos ver
Porque solo bailáis y jugáis
Cuando estamos casi dormidos

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LOS VERBOS TRANSITIVOS


GOBIERNAN EL CASO ACUSATIVO

—Y ahora, caballeros —dijo el Juez Gramático cuando se reunieron de


nuevo—, pero, ¿qué ocurre, doctor Verbo? ¿Qué quiere decir esto? —
preguntó interrumpiéndose porque el doctor Verbo se había arrodillado ante
él mientras le tendía un documento.
—Una petición, su señoría —dijo el doctor Verbo muy solemne—, pido
justicia. No, Preposición, no sirve de nada que intentes detenerme, ni que
susurres que su señoría se enojará. A ti te han otorgado tus derechos y yo
voy a exigir los míos. Señor, le pido el derecho de obtener un punto extra
cada vez que una de mis palabras gobierne un sustantivo o un pronombre en
el Caso acusativo, es decir, el objeto directo.
Al oír las palabras “Caso acusativo” todos los presentes en el tribunal
contuvieron la respiración esperando que el Juez estallara con ira y,
ciertamente, se le encendió la cara y hasta se le erizaron hasta las raíces de
la peluca. Durante un momento se quedó sentado en silencio, con los labios
apretados, luego, alzando la cabeza con altanería, dijo:
—No se disculpe, doctor Verbo, lo perdono, pero con una condición, que
nos enseñe claramente ahora mismo cómo podemos descubrir un Caso
acusativo que esté gobernado por un verbo.
—Por supuesto, señor, es lo más sencillo del mundo. Al igual que se
pregunta “¿quién?” o “¿qué?” antes del verbo para saber cuál es el
Nominativo, se tiene que preguntar “¿a quién?” o “¿qué?”detrás del verbo
para averiguar el Objeto Directo; ya que el nominativo dice quién hizo la
cosa y el objeto directo dice a quién se le hizo la cosa. Por ejemplo: “Paco
golpeó un gato”. Si preguntamos “¿quién golpeó?” para saber el nominativo,
la respuesta es Paco. Y si preguntamos “¿Paco golpeó qué?” para encontrar
el objeto directo, la respuesta es un gato. ¿Queda claro?
—El gato desde luego que tendría algo que objetar directamente—dijo
el Juez entre dientes—, aunque supongo que no es esa la razón de que se
llame objeto directo ya que si el verbo hubiera sido alimentó, gato también
habría sido objeto directo. Bien, Sargento Análisis —prosiguió en voz alta
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—, ¿ha explicado el asunto claramente el doctor Verbo? ¿Podría encontrar


el objeto directo de esta manera?
—Desde luego, señor —contestó el Sargento Análisis inmediatamente—
. Le pondré un ejemplo para demostrarlo. “Juan comió ensalada.” Encuentro
el nominativo al preguntar “¿quién comió?”, respuesta: Juan. Y encuentro el
objeto directo preguntando “¿Juan comió qué?”, respuesta: ensalada; y
ensalada es claramente el objeto directo, ya que es directamente el objeto por
el que Juan se sentó a comer.
—¿Y a todos los verbos debe seguirles un objeto directo? —preguntó el
Juez.
—No, todos no pueden gobernar el objeto directo —comenzó el Sargento
Análisis cuando de repente le interrumpió una solemne voz cerca de él. El
doctor Sintaxis se puso en pie y dijo:
—Los verbos transitivos gobiernan el objeto directo, los verbos
transitivos gobiernan el objeto directo —y se volvió a sentar.
—Yo sé lo que quiere decir con eso —dijo el doctor Verbo—. Los verbos
transitivos son aquellos cuya acción pasa o “transita” a alguien o a algo,
como en la frase “Paco golpeó un gato”, la acción de golpear pasa al pobre
gato; y en la frase “Juan comió ensalada”, la acción de comer pasa y consume
la ensalada. Así pues, tanto “golpear” como “comer” son verbos transitivos
y gobiernan el objeto directo.
—Bien, entonces —dijo el Juez—, ¿todos los verbos transitivos deben
tener un objeto directo?
—Deberían tener uno, señor, si quiere hacer una frase completa. Debe
darles un objeto para que su acción transite y pase a algo. Si es un verbo
transitivo, siempre podemos poner a alguien o algo tras el verbo, como
comer algo, beber algo, ver algo, querer a alguien.
—¿Y si el verbo no es transitivo? —preguntó el Juez.
—En ese caso normalmente hay una preposición entre el verbo y el
sustantivo o el pronombre que aparece después, como en “pienso en ti”. Y la
preposición recibe todos los honores y consigue un punto extra.
—Bien —dijo el Juez— lo ha explicado con gran claridad. Supongo que
debo permitirle tener un punto extra por cada verbo que gobierne el objeto
directo.
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—Pero, por favor, señor —dijo el señor Sustantivo mientras se


acercaba—, supongo que el Pronombre y yo no perderemos un punto cuando
una de nuestras palabras esté gobernada por un verbo, eso sería muy duro.
—No, no —dijo el Juez—. No es una deshonra ser gobernado por un
verbo transitivo, solo cuando os dejéis gobernar por una pequeñina como
Preposición, es cuando perderéis un punto.
—Nos dejemos gobernar —refunfuñó el señor Sustantivo—, como si
pudiéramos hacer algo una vez que el Doctor Sintaxis ha puesto una norma.
—Sargento Análisis —dijo el Juez—, dénos una frase para “analizar”,
como usted dice, en la que veamos claramente cómo sería.
—Por supuesto, señor —dijo el Sargento Análisis mientras miraba sus
papeles—. Aquí hay una frase perfecta o, mejor dicho, dos frases, ya que hay
dos verbos: “Inmediatamente Jaime dio un fuerte grito, ya que, ¡caramba!,
un tigre apareció ante él”. Ahora dejemos que cada Parte del Discurso
reclame sus palabras mientras leo la frase. Inmediatamente.
—Sin lugar a dudas, inmediatamente, es mía —dijo el Adverbio con
mucha labia.
—Jaime —dijo el Sargento Análisis.
—Mía —dijo el señor Sustantivo—, Jaime es un nombre propio.
—Dio —dijo el Sargento Análisis.
—Dio es mía —dijo el doctor Verbo — y concuerda con su nominativo
Jaime dio, así que Jaime es el nominativo y, por favor, señor Sustantivo,
¿qué número y persona es Jaime?... ya que dio debe ser igual.
—Jaime es número singular, por supuesto —dijo el señor Sustantivo—,
ya que solo se menciona a un Jaime, y es tercera persona, ya que habla de él,
no a él y, por supuesto, él no habla sobre sí mismo, mis palabras nunca hacen
eso.
—Bien —dijo el doctor Verbo—, entonces ¿Jaime es tercera persona de
singular?, luego dio también es tercera persona de singular y es un verbo
transitivo y tiene un Objeto Directo. “¿Jaime dio qué?”, un grito, grito es el
objeto directo, gobernado por el verbo transitivo dio; eso significa que tengo
un punto extra, por favor, Sargento Análisis.
—De acuerdo —dijo el Sargento—. Un es la siguiente palabra.
—Mía —dijo el pequeño Artículo.
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—Fuerte —prosiguió el Sargento Análisis.


—Fuerte es mía —dijo el Adjetivo—, cualifica a grito, dice qué tipo de
grito dio.
—Bien —dijo el Sargento Análisis—, ahora grito.
—Mía —dijo el señor Sustantivo—, un nombre común esta vez que es
Objeto Directo, pero no pierdo un punto ya que está gobernado por un verbo
transitivo y no por una preposición.
—Ya que —prosiguió el Sargento Análisis.
—Mía, señor —dijo la Conjunción—, une las frases. “Jaime dio un fuerte
grito, ya que, ¡caramba!, un tigre apareció ante él”.
—¡Caramba!, ¡caramba!, ¡caramba!, esa es mía —gritó la pequeña
Interjección antes de que el Sargento Análisis tuviera tiempo de continuar.
—Un —dijo el Sargento sin prestarle atención.
—De nuevo un artículo —dijo el pequeño Artículo.
—Tigre —continuó el Sargento Análisis.
—Mía —dijo el señor Sustantivo—, un nombre común, pero nominativo
esta vez del verbo apareció.
—No debería usted decir mis palabras, señor Sustantivo —dijo el Doctor
Verbo—. Por favor, señor, apareció es un verbo, no transitivo porque no
dice que el tigre apareció algo, apareció ante alguien y esa pequeña
preposi…
—Ahora usted, doctor Verbo —gritó la Preposición—. Por favor, señor,
ante es mía, una preposición mostrando la posición del tigre con respecto al
pobre Jaime y gobernando el Complemento Circunstancial.
—Una última palabra —dijo el Sargento Análisis—, él.
—Él es mía —dijo el Pronombre con tristeza—, es un pronombre
personal de tercera persona y número singular, que sustituye al nombre
Jaime, pero —añadió con lágrimas en los ojos— no tiene sentido darme un
punto por ella, ya que lo pierdo al estar gobernado por la preposición ante —
y el Pronombre se giró sollozando.
—Bien, caballeros —dijo el Juez Gramático—, ya saben lo que el docto
Sargento quiere decir con “analizar”. Dejemos que nuestros amigos escolares
analicen unas cuantas frases de la misma manera para que estén bien
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preparados para el gran juicio que se acerca. Compañero, ruego les dé


algunos ejemplos.
Luego, apartando su reloj, el Juez continuó:
—Caballeros, veo que el tiempo presente pronto será pasado y podemos
adentrarnos en el futuro si nos alargamos mucho más, por lo tanto, debo
posponer hasta nuestro próximo encuentro el anuncio que les iba a hacer hoy.
Entonces el Juez dejó la bancada y el Sargento preparó las siguientes
frases para analizar:
Dimos un paseo por el jardín.
Veo una abeja en tu sombrero.
La paloma se comió una palometa.
Nunca has visto una rosa azul.
¡Anda! Tengo un hueso en la pierna.
Montaré detrás de ti en tu caballo.
Tomás cogió una flor para mí.
Guillem está en el caballito balancín.
Una araña tiene ocho patas.
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naranjas! Harry, eres un desastre, travieso, descuidado… ¡Qué!


Y me besas, pequeño pícaro, para que me calle. ¡Para! ¡Para! No me
tires del pelo y nunca vuelvas a dar un susto así a tu madre; y ahora
ven y mira el bonito regalo que tengo para ti.

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