Bolilla 8

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BOLILLA 8

Derechos económicos, sociales, culturales y ambientales (DESCA).

¿Qué son los DESCA?


Los Derechos Económicos, Sociales, Culturales y Ambientales (DESCA) son los derechos
humanos relativos a las condiciones sociales y económicas básicas necesarias para una vida en
dignidad y libertad, y hablan de cuestiones tan básicas como el trabajo, la seguridad social,
la salud, la educación, la alimentación, el agua, la vivienda, un medio ambiente adecuado y
la cultura.
Los derechos humanos proporcionan un marco común de normas y valores universalmente
reconocidos, y establecen obligaciones del Estado para actuar de determinada manera o de
abstenerse de ciertos actos. Constituyen una herramienta importante para asegurar la rendición de
cuentas de los Estados y cada vez más actores no estatales que han cometido violaciones, y
también para movilizar los esfuerzos colectivos para desarrollar comunidades y marcos globales
que conduzcan a la justicia económica, el bienestar social, la participación y la igualdad. Los
derechos humanos son universales, inalienables, interdependientes e indivisibles.
1. La evolución de los derechos: hacia la exigibilidad de los DESCA.
Reiteramos lo sucedido después de la 2GM, el establecimiento de la ONU en 1945, con la Carta
de las Nac. Unidas que en su preámbulo establece que los ESTADOS DEBEN REAFIRMAR LA
FE EN LOS DERECHOS DEL HOMBRE y promover al PROGRESO SOCIAL con el más alto
concepto de LIBERTAD, con COOPERACIÓN.
Debemos destacar que en el 1946 se instituyó una COMISIÓN encargada de realizar un
anteproyecto y un CONSEJO encargado de adaptarlo, a los derechos del hombre y libertades
fundamentales, lo que concluyó EN LA DECLARACIÓN UNIVERSAL de 1948, adoptada por
la Asamblea Gral. ONU como un IDEAL COMÚN, por el que los pueblos deben esforzarse para
la efectiva garantización de los derechos c p e s c, que están vinculados entre sí y condicionados
mutuamente.
En cuanto al PACTO DERECHOS SOCIALES, ECONÓMICOS Y CULTURALES, fue
redactado, preparado, realizado por distintos órganos trabajando en conjunto, fue aprobado por la
Asamblea Gral. En 1966 y puesto en vigencia en 1976 cuando 35 Estados ratificaron.
El hecho de dictarse dos instrumentos no crea subgrupos de derechos, sino que ha tendido a
enfatizar la unidad del sistema sobre la identidad en la caracterización y estructura de los derechos
que lo componen.
El fin del PIDESC, ES ASEGURAR LOS DDHH OBLIGANDO A LOS ESTADOS A
PROTEGER, RESPETAR Y CUMPLIR LOS DERECHOS E-S-C, alentando a los estados a
tomar medidas políticas, financieras, legislativas, judiciales CON EL FIN DE
GARANTIZARLOS efectivamente con el pleno ejercicio, el órgano de control de ellos es el
Comité de DESC que vela por la protección de estos derechos, solicitando informes, examinando
denuncias, brindando asesoramiento, trabajando junto a organismos es pos de
GARANTIZARLOS.
Estos elementos son considerados documentos de carácter políticos, a diferencia de los de
derechos civiles y políticos que son obligaciones jurídicas del Estado, siendo estos últimos los
únicos que tienen capacidad para ser exigibles.
Pero ello no es así, todos estos derechos son exigibles judicialmente, son obligaciones de hacer
para el Estado a través de medidas positivas, como asegurar la educación, sostener el patrimonio
cultural y proveer salud.
La estructura de los DESC puede ser caracterizada como un complejo de obligaciones negativas
y positivas del Estado, como obligación de abstenerse actuar y la de realizar distintas funciones.
Según Van Hoof hay cuatro niveles de obligaciones: RESPETAR – PROMOVER – PROTEGER
– GARANTIZAR, no distingue entre obligaciones positivas o negativas. Sino que los cuatro se
complementan.
También se entendió, que los mismos no serían exigibles por depender de la disponibilidad de los
recursos que tenga el Estado como un condicionante económico. Lo cual no puede advertirse,
porque cada derecho contiene un abanico de posibilidades que eviten su vulneración.

DERECHOS CIVILES Y POLÍTICOS: art 2 PIDCP // DD ECONÓMICOS, SOCIALES


Y CULTURALES: art 2 PIDESC (ambos pactos son de 1966).
Artículo 2 PIDESC
1. Cada uno de los Estados Partes en el presente Pacto se compromete a adoptar medidas,
tanto por separado como mediante la asistencia y la cooperación internacionales, especialmente
económicas y técnicas, hasta el máximo de los recursos de que disponga, para lograr
progresivamente, por todos los medios apropiados, inclusive en particular la adopción de medidas
legislativas, la plena efectividad de los derechos aquí reconocidos.
2. Los Estados Partes en el presente Pacto se comprometen a garantizar el ejercicio de los
derechos que en él se enuncian, sin discriminación alguna por motivos de raza, color, sexo,
idioma, religión, opinión política o de otra índole, origen nacional o social, posición económica,
nacimiento o cualquier otra condición social.
3. Los países en desarrollo, teniendo debidamente en cuenta los derechos humanos y su economía
nacional, podrán determinar en qué medida garantizarán los derechos económicos
reconocidos en el presente Pacto a personas que no sean nacionales suyos.

En el PIDCP los E sí se comprometen a lograr el efectivo cumplimiento de los derechos y en


el PIDESC se dispone que los E deberán cumplir en la medida de los recursos disponibles.
Es decir, en un pacto sí se compromete y en el otro se comprometen hasta el máximo de los
recursos disponibles.
Hay que hacer referencia también aquí a la DOCTRINA DE LOS CARACTERES DE LOS
DDHH COMO LA UNIVERSALIDAD, INTERDEPENDENCIA E INDIVISIBILIDAD.
Según esto, podemos llegar a la conclusión de que los Derechos Civiles y Políticos y los Derechos
Económicos, Sociales y Culturales son simplemente un conjunto de derechos y que no
corresponde diferenciarlos en en base a esos caracteres: universalidad, interdependencia e
indivisibilidad.

FALSA DICOTOMÍA (falsa división) entre derechos civiles y políticos – derechos económicos,
sociales y culturales: para algunos DD había intervención y para otros había una abstención.

Cuando hablamos de DCyP, el rol que tiene el E, las obligaciones que asumía eran obligaciones
de NO HACER. Encontramos un E abstencionista. (Esto era lo que se sostenía)

A diferencia de los DESC, lejos de una no intervención por parte del Estado, lo que se
pretendía era una fuerte intervención, es decir que haya una presencia del E para garantizar
estos derechos.
En realidad es una falsa dicotomía porque todos van a generar obligaciones, al Estado, tanto de
hacer como de no hacer.
Por ejemplo en materia de DCyP: TODAS LAS ACCIONES QUE REALIZA EL E PARA
GARANTIZAR EL ACCESO AL SUFRAGIO.
Por ejemplo en materia de DESC: ABSTENERSE DE NO DAÑAR LA CULTURA.
No podemos decir que los DCyP y los DESC son opuestos, sino que a partir de estar características
de universalidad, interdependencia e indivisibilidad de los DDHH, son TODOS DDHH.
Existen obligaciones comunes tanto para los DCyP como para los DESC: obligaciones positivas
de hacer e intervenir como acciones negativas de abstenerse.
OBLIGACIONES COMUNES de los E: 1- RESPETAR / 2- PROTEGER / 3- GARANTIZAR
/ 4- PROMOVER.

¿Dónde se establecen los DESC?

En 1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó la Declaración Universal de los
Derechos Humanos (DUDH), en la cual se establecen los derechos civiles, culturales,
económicos, políticos y sociales fundamentales de los que deben disfrutar todas las personas. En
1966, los DESC quedaron reflejados como derechos legales en el Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC) - que junto con la DUDH y el Pacto Internacional
de Derechos Civiles y Políticos forman la denominada Carta Internacional de Derechos Humanos
- y en otros tratados universales y mecanismos regionales. Hasta la fecha, más de 160 Estados
han ratificado el PIDESC. Asimismo, numerosos países han articulado su compromiso con los
DESC por medio de sus constituciones nacionales y legislación nacional.

REGULACIÓN INTERNACIONAL:

- Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos - Pacto Internacional de Derechos


Económicos, Sociales y Culturales – PIDESC 1966
- Carta de la OEA – 1948
- Convención Americana de DDHH - 1969
- Protocolo Adicional de San Salvador – (1988 – 1999 – 2003)
(Contexto de la firma de los pactos de 1966 – Plena Guerra Fría (Rusia y EEUU) – 3 años después
se firma la CADH, la cual contiene un solo art sobre DESC que en realidad no habla de ningún
DESC).

PACTO INTERNACIONAL DE DERECHOS ECONÓMICOS, SOCIALES Y


CULTURALES: (Sistema universal)
(ESTADOS PARTE: 171 – SIGNATARIOS: 4 – SIN ACCIÓN: 22)
DERECHOS: a trabajar; condiciones de trabajo equitativas, higiene laboral, igual remuneración
por igual tarea, descanso; fundar sindicatos, afiliarse al de su elección, derecho a huelga; derecho
a la seguridad social; protección de la familia, madre y el niño; derecho a la alimentación, vestido
y vivienda adecuada, protección contra el hambre; derecho al más alto nivel de vida posible, salud
física y mental, ambiente sano (DESCA); derecho a la educación primaria, accesible y obligatoria,
progresivamente secundaria y superior; obligatoriedad y gratuidad de la educación primaria;
participar de la vida cultural, desarrollo y difusión de la ciencia y cultura.
2. Entre las medidas que habrá de adoptar cada uno de los Estados Partes en el presente Pacto
para lograr la plena efectividad de este derecho deberá figurar la orientación y formación
tecnicoprofesional, la preparación de programas, normas y técnicas encaminadas a
conseguir un desarrollo económico, social y cultural constante y la ocupación plena y
productiva, en condiciones que garanticen las libertades políticas y económicas fundamentales de
la persona humana.

Artículo 7: Los Estados Partes en el presente Pacto reconocen el derecho de toda persona al goce
de condiciones de trabajo equitativa y satisfactoria que le aseguren en especial:
a) Una remuneración que proporcione como mínimo a todos los trabajadores:
i) Un salario equitativo e igual por trabajo de igual valor, sin distinciones de ninguna especie; en
particular, debe asegurarse a las mujeres condiciones de trabajo no inferiores a las de los hombres,
con salario igual por trabajo igual;
ii) Condiciones de existencia dignas para ellos y para sus familias conforme a las disposiciones
del presente Pacto;
b) La seguridad y la higiene en el trabajo;
c) Igual oportunidad para todos de ser promovidos, dentro de su trabajo, a la categoría superior
que les corresponda, sin más consideraciones que los factores de tiempo de servicio y capacidad;
d) El descanso, el disfrute del tiempo libre, la limitación razonable de las horas de trabajo y las
vacaciones periódicas pagadas, así como la remuneración de los días festivos.

Artículo 8: 1. Los Estados Partes en el presente Pacto se comprometen a garantizar:


a) El derecho de toda persona a fundar sindicatos y a afiliarse al de su elección, con sujeción
únicamente a los estatutos de la organización correspondiente, para promover y proteger sus
intereses económicos y sociales. No podrán imponerse otras restricciones al ejercicio de este
derecho que las que prescriba la ley y que sean necesarias en una sociedad democrática en interés
de la seguridad nacional o del orden público, o para la protección de los derechos y libertades
ajenos;
b) El derecho de los sindicatos a formar federaciones o confederaciones nacionales y el de éstas
a fundar organizaciones sindicales internacionales o a afiliarse a las mismas;
c) El derecho de los sindicatos a funcionar sin obstáculos y sin otras limitaciones que las que
prescriba la ley y que sean necesarias en una sociedad democrática en interés de la seguridad
nacional o del orden público, o para la protección de los derechos y libertades ajenos;
d) El derecho de huelga, ejercido de conformidad con las leyes de cada país.
2. El presente artículo no impedirá someter a restricciones legales el ejercicio de tales derechos
por los miembros de las fuerzas armadas, de la policía o de la administración del Estado.
3. Nada de lo dispuesto en este artículo autorizará a los Estados Partes en el Convenio de la
Organización Internacional del Trabajo de 1948 relativo a la libertad sindical y a la protección
del derecho de sindicación a adoptar medidas legislativas que menoscaben las garantías previstas
en dicho Convenio o a aplicar la ley en forma que menoscabe dichas garantías.
Artículo 9: Los Estados Partes en el presente Pacto reconocen el derecho de toda persona a la
seguridad social, incluso al seguro social.
Artículo 10: Los Estados Partes en el presente Pacto reconocen que:
1. Se debe conceder a la familia, que es el elemento natural y fundamental de la sociedad, la
más amplia protección y asistencia posibles, especialmente para su constitución y mientras sea
responsable del cuidado y la educación de los hijos a su cargo. El matrimonio debe contraerse con
el libre consentimiento de los futuros cónyuges.
2. Se debe conceder especial protección a las madres durante un período de tiempo razonable
antes y después del parto. Durante dicho período, a las madres que trabajen se les debe conceder
licencia con remuneración o con prestaciones adecuadas de seguridad social.
3. Se deben adoptar medidas especiales de protección y asistencia en favor de todos los niños
y adolescentes, sin discriminación alguna por razón de filiación o cualquier otra condición. Debe
protegerse a los niños y adolescentes contra la explotación económica y social.
Su empleo en trabajos nocivos para su moral y salud, o en los cuales peligre su vida o se corra el
riesgo de perjudicar su desarrollo normal, será sancionado por la ley.
Los Estados deben establecer también límites de edad por debajo de los cuales quede prohibido y
sancionado por la ley el empleo a sueldo de mano de obra infantil.
Artículo 11: 1. Los Estados Partes en el presente Pacto reconocen el derecho de toda persona a
un nivel de vida adecuado para sí y su familia, incluso alimentación, vestido y vivienda
adecuados, y a una mejora continua de las condiciones de existencia. Los Estados Partes tomarán
medidas apropiadas para asegurar la efectividad de este derecho, reconociendo a este efecto la
importancia esencial de la cooperación internacional fundada en el libre consentimiento.
Artículo 12: 1. Los Estados Partes en el presente Pacto reconocen el derecho de toda persona al
disfrute del más alto nivel posible de salud física y mental.

Artículo 13: 1. Los Estados Partes en el presente Pacto reconocen el derecho de toda persona a la
educación. Convienen en que la educación debe orientarse hacia el pleno desarrollo de la
personalidad humana y del sentido de su dignidad, y debe fortalecer el respeto por los derechos
humanos y las libertades fundamentales.

Artículo 14: Todo Estado Parte en el presente Pacto que, en el momento de hacerse parte en él,
aún no haya podido instituir en su territorio metropolitano o en otros territorios sometidos a su
jurisdicción la obligatoriedad y la gratuidad de la enseñanza primaria, se compromete a
elaborar y adoptar, dentro de un plazo de dos años, un plan detallado de acción para la
aplicación progresiva, dentro de un número razonable de años fijado en el plan, del principio de
la enseñanza obligatoria y gratuita para todos.

Estándares internacionales sobre Derechos económicos, sociales, culturales y ambientales.


Los derechos económicos, sociales y culturales están protegidos bajo múltiples tratados
internacionales y regionales así como en las constituciones nacionales. El Pacto Internacional
sobre Derechos Económicos, Sociales y Culturales es el tratado más exhaustivo que estipula la
protección de dichos derechos a nivel internacional.
¿Cuáles son los principios fundamentales relativos a los DESC?
El PIDESC esboza una serie de principios importantes para la realización de los DESC que, a
menudo, están incluidos también en otros tratados relacionados con los DESC. Bajo el PIDESC,
un Estado tiene la obligación de tomar medidas progresivas “con el máximo de sus recursos
disponibles” hacia la plena realización de los DESC. En concreto, un Estado (incluidos sus niveles
subnacionales) tiene las siguientes obligaciones:
● Respetar los DESC (abstenerse de violarlos)
● Proteger los DESC (impedir que otros los violen)
● Cumplir los DESC (tomar las medidas necesarias para hacerlos efectivos, como aprobar
legislación, disponer partidas presupuestarias y otros procesos administrativos)
● Buscar y proporcionar asistencia y cooperación internacional en la realización de los
DESC.
Los Estados deben evitar la discriminación en el acceso a los DESC basada en motivos
especificados en el PIDESC, incluyendo la raza, el color, el sexo, el idioma, la religión, la opinión
política o de otra índole, el origen nacional o social, la posición económica y el nacimiento. En
su trabajo, el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (CESCR) de la ONU ha
identificado motivos adicionales para prohibir la discriminación, como la discapacidad, la edad,
la nacionalidad, el estado civil y la situación familiar, la orientación sexual e identidad de género,
el estado de salud, el lugar de residencia y la situación económica y social. La eliminación de la
discriminación y ciertas obligaciones mínimas identificadas por el CESCR en algunas de
sus observaciones generales, no están sujetas a una realización progresiva, sino que son
obligaciones inmediatas.
El preámbulo de la Declaración Universal de Derechos Humanos confirma que “todo individuo
y órgano de la sociedad” actuará para promover el respeto a los derechos humanos y para
“asegurar su reconocimiento y aplicación universal”. Esto se extiende a las empresas, las
organizaciones internacionales y multilaterales y otros actores no estatales.
¿Por qué son importantes los DESC?
La articulación de los DESC en el derecho internacional se produjo tras años de demandas de
estos derechos básicos en todo el mundo, y refleja la preocupación por la vida de todas las
personas, en particular las más vulnerables, tal como aparece expresado en numerosas tradiciones
filosóficas, religiosas y demás.
En una era de creciente globalización económica y desigualdad dentro y entre los Estados, existe
una urgente necesidad para que los grupos de base, las ONG, los académicos y otras
organizaciones y personas se unan para reconocer las conexiones existentes entre luchas continuas
y localizadas, y para realizar en la práctica los derechos humanos para todas las personas. Al
plantear los casos y los patrones de la pobreza y la privación como violaciones de los DESC – en
lugar de meras circunstancias desafortunadas y fuera del control humano, o como resultado de
carencias individuales – se le impone la obligación al Estado y, cada vez más, a las empresas y
otros actores no estatales, de prevenir y reparar estas situaciones.
En todo el mundo, el marco de los DESC es utilizado para fortalecer acciones por la justicia y
contra la opresión, y para amplificar alternativas progresivas para mejorar el ejercicio de los
DESC. Los activistas han presentado casos legales frente a los órganos de tratado de la ONU,
tribunales y otras instituciones de resolución de disputas para exigir cambios; documentaron y
publicaron violaciones recurrentes, movilizaron comunidades, desarrollaron legislación,
analizaron presupuestos nacionales y tratados de comercio internacional para garantizar el respeto
por los derechos humanos, y generaron solidaridad y formaron redes entre comunidades en el
ámbito local y en todo el mundo. Los DESC unen a hombres y mujeres, migrantes e indígenas,
jóvenes y ancianos, personas de todas las razas, religiones, orientaciones políticas y orígenes
económicos y sociales en una realización común de la libertad y dignidad humana universal.

Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales.


El Consejo Económico y Social era el encargado de controlar los informes -sobre medidas
adoptadas para proteger los desc- primero se conformó un grupo de trabajo por 15 miembros
expertos, que se transformó posteriormente en el Comité DESC -no se creó a través de un
instrumento jurídico convencional- es un órgano SUBSIDIARIO del Consejo, ahora integrado
por 18 expertos en ddhh, entre ellos se elige al Presidente, tres vices y un relator.
La distribución geográfica de los miembros se distribuye de manera equitativa, duran 4 años en
el cargo y pueden ser reelegidos.
Su función principal es VIGILAR LA APLICACIÓN DEL PACTO, fomenta el diálogo entre
Estados y estudia si los mismos aplican debidamente las normas. Analiza los informes y desarrolla
informes generales.
Los informes de los Estados se presentan al año de la adhesión, y posteriormente cada 5 años,
deben detallar todo tipo de medida adoptada para el cumplimiento del pacto, los progresos
realizados y dificultades que surjan, con un análisis exhaustivo de su legislación.
El Comité también realiza OBSERVACIONES GENERALES sobre diversos art y disposiciones,
con miras a prestar asistencia a los Estados en cumplimiento de sus obligaciones. Han
realizado 21 observaciones, la 1ra FIJA LOS OBJETIVOS DE LOS INFORMES.
El Comité se creó en virtud de la Resolución ECOSOC 1985 para llevar a cabo las funciones de
seguimiento asignadas al Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas (ECOSOC)
en la Parte IV del Pacto. A diferencia de las otras Convenciones se creó por resolución
dentro de la misma, y no como apartado.
El Comité examina cada informe y expone sus inquietudes y recomendaciones al Estado parte en
forma de “observaciones finales.”
Además del procedimiento de presentación de informes, existe el Protocolo Facultativo del
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, que entró en vigor el 5
de mayo de 2013, y que otorga al Comité la facultad de recibir y examinar las comunicaciones
de personas que denuncian la violación de derechos amparados por el Pacto.
El Comité puede también, en determinadas circunstancias, llevar a cabo investigaciones sobre
vulneraciones graves o sistemáticas de cualquier derecho económico, social o cultural
enunciado en el Pacto y examinar las denuncias entre Estados.
El Comité se reúne en Ginebra y habitualmente celebra dos períodos de sesiones al año, que
consisten en una sesión plenaria de tres semanas y en un grupo de trabajo previo de una semana.
El Comité publica también su interpretación de las disposiciones del Pacto, conocida como
observaciones generales.

El Sistema Interamericano de Derechos Humanos: el artículo 26 de la Convención


Americana y el Protocolo de San Salvador.
Es el único art. que tiene la CONVENCIÓN AMERICANA SOBRE DERECHOS HUMANOS
en materia de DERECHOS ECONÓMICOS, SOCIALES Y CULTURALES y trata el Desarrollo
Progresivo.
Los Estados Partes se comprometen a adoptar providencias, tanto a nivel interno como
mediante la cooperación internacional, especialmente económica y técnica, para lograr
progresivamente la plena efectividad de los derechos que se derivan de las normas
económicas, sociales y sobre educación, ciencia y cultura, contenidas en la Carta de la
Organización de los Estados Americanos, reformada por el Protocolo de Buenos Aires, en la
medida de los recursos disponibles, por vía legislativa u otros medios apropiados.”

RESERVA DE ARGENTINA AL RATIFICAR LA CONV AMERICANA: El gobierno


argentino establece que no quedarán sujetas a revisión de un Tribunal cuestiones inherentes
a la política económica del gobierno.
Tampoco considerará revisable lo que los Tribunales nacionales determinen como causas de
‘utilidad pública’ e ‘interés social’, ni lo que estos entiendan por indemnización justa.

El Protocolo Adicional a la Convención Americana sobre Derechos Humanos en materia de


derechos económicos sociales y culturales, conocido como Protocolo de San Salvador, es un
instrumento vigente en nuestro país con jerarquía superior a las leyes.
Su incorporación en el año 2003 implicó la recuperación y ampliación de derechos económicos
sociales y culturales que habían sido consagrados en el breve período de vigencia de la
Constitución de 1949.
Se trata de una herramienta que amplía el campo de acción de la justicia social en la actualidad.
En los últimos años se ha producido un gran avance en materia de derechos económicos, sociales
y culturales. Vale resaltar que estos derechos tuvieron su aparición a nivel internacional en el
primer instrumento: la Declaración Universal de los Derechos Humanos en 1948, como un claro
reconocimiento a la dignidad de la persona de carácter general y universal.

Este instrumento ha sido adoptado por la OEA en 1988 y entró en vigencia en 1999 cuando
alcanzó la cantidad requerida de once Estados que lo ratificaran. Su principal objetivo es ampliar
los derechos económicos, sociales y culturales para consolidar en América el respeto a la
integridad de las personas, tal como lo señala su Preámbulo. Como toda herramienta
internacional es necesaria la cooperación de los Estados partes para lograr de manera
progresiva la plena efectividad de esos derechos reconocidos de acuerdo a la situación y
normativa interna de cada uno de los Estados.
El instrumento surge como respuesta a una necesidad de ampliar de manera más concreta a los
derechos económicos, sociales y culturales de los ya plasmados en el Pacto de San José de Costa
Rica. Establece dos formas de garantizar el cumplimiento, por un lado asegura el debido proceso
para peticiones individuales y por el otro obliga a los Estados al compromiso de presentar
informes periódicos ante el Secretario de la Organización de Estados Americanos.

El preámbulo del Protocolo reconoce expresamente un bloque entre estos derechos y los civiles
y políticos: "la estrecha relación que existe entre la vigencia de los derechos económicos,
sociales y culturales y la de los derechos civiles y políticos, por cuanto las diferentes
categorías de derechos constituyen un todo indisoluble que encuentra su base en el
reconocimiento de la dignidad de la persona humana, por lo cual exigen una tutela y promoción
permanente con el objeto de lograr su vigencia plena, sin que jamás pueda justificarse la violación
de unos en aras de la realización de otros".
En cuanto a derechos expresamente protegidos por el instrumento internacional: derecho al
trabajo, condiciones justas, equitativas y satisfactorias, protección a la actividad sindical; derecho
a la seguridad social; derecho a la salud; derecho a la educación; derechos a los beneficios de la
cultura; derecho a la protección de la familia; derecho de la niñez, protección de los ancianos y
minusválidos.
Un plus de estos derechos que plantea el Protocolo, es contemplar por un lado el derecho de la
persona a un medio ambiente sano y contar con servicios públicos. Por el otro, a nuestro modo
de ver el más sensible de todos, el derecho a la alimentación, sin dudas de carácter inalienable del
ser humano, imprescindible para luchar contra el flagelo de la desnutrición en todas las edades.

Impone como obligaciones de los Estados:

● Obligación de adoptar medidas inmediatas: (la falta de recursos nunca puede servir
como pretexto de incumplimiento). Que acarrea Adaptar el marco legal vigente.
● Relevar información y formulación de un plan de acción.
● Proveer recursos efectivos.
● Obligación de garantizar niveles esenciales: (se centra en la planificación de políticas
públicas) a través de un relevamiento del problema y
● Formulación de un plan de acción para la implementación progresiva.
● Obligación de progresividad y prohibición de regresividad.
● La prohibición de regresividad como complemento al control de razonabilidad. Inversión
de la carga probatoria, determina una presunción de invalidez o de inconstitucionalidad,
transfiriendo al Estado la carga de argumentar a favor de la racionalidad de la legislación
propuesta.

JURISPRUDENCIA RELEVANTE (apunte Carmela):

CIDH - CASO García Fajardo: Derecho laboral. Trabajadores aduaneros habían sido
despedidos por realizar una huelga considerada ilegal. Aunque los trabajadores obtuvieron ante
la justicia sentencias favorables que ordenaban su reintegro, el gobierno incumplió esas
sentencias.
Para apoyar su razonamiento, la Comisión acudió a la CADH y al Protocolo de San Salvador.
La CIDH considera que los derechos económicos de los trabajadores aduaneros entran en el marco
de la protección de los derechos económicos, sociales y culturales tutelados por la Conv.
Americana en su art 26… las violaciones por parte del E de Nicaragua determinan los perjuicios
económicos y postergan los derechos sociales de los peticionarios…

CIDH - CASO Miranda Cortez: El E habría violado el derecho a la salud de las presuntas
víctimas, afectadas de VIH/SIDA, por no haberles suministrado los medicamentos que integran
la triple terapia necesaria para impedir su muerte y mejorar su calidad de vida.
El art 26 CADH puede ser invocado para proteger el derecho a la salud – es decir, que se deriva
de las normas económicas, sociales y sobre educación, ciencia y cultura contenidas en la Carta de
la OEA.

CIDH – CASO Asociación Nacional de Ex servidores del Instituto Peruano de Seguridad


Social: los peticionantes alegaban que una reforma constitucional que tuvo lugar en Perú había
convalidado reducciones en niveles de pensiones ya otorgados, siendo violatoria de la prohibición
de regresividad o retroceso contenida en el art 26 de la CADH.
Analizó separadamente la aplicabilidad del art 26 al derecho de pensión en vejez, el contenido de
la prohibición de regresividad o retroceso contenida en el art 26, y la aplicación de esos principios
al caso.
‘El derecho a la seguridad social es uno de los derechos cuyo desarrollo progresivo prescribe el
art 26 de la CADH’.

JURISPRUDENCIA ANTE LA CORTE IDH:


CASO Comunidad Indígena Yakye Axa vs. Paraguay (2005): Art 26 como referencia para la
INTERPRETACIÓN DE LAS OBLIGACIONES POSITIVAS del E necesarias para
garantizar el derecho a la vida digna.
CASO de las niñas Yean y Bosico vs. República Dominicana (2005): Menciona el art 26 al
interpretar el alcance de las medidas debidas a los niños, en relación al acceso a la educación.
CASO Cinco Pensionistas Vs Perú (2003): ‘Los DESC tienen una ‘dimensión tanto individual
como colectiva’. Su desarrollo progresivo, sobre el cual ya se ha pronunciado el Comité de DESC
de Naciones Unidas, se debe medir ‘sobre el conjunto de la población’, teniendo presentes los
imperativos de la equidad social, y no en función de las circunstancias de un muy limitado grupo
de pensionistas no necesariamente representativos de la situación general prevaleciente’

CRÍTICA DE LA DOCTRINA A LOS PRIMEROS PRONUNCIAMIENTOS DE LA CORTE


IDH:
- La única forma de evaluar el cumplimiento de las obligaciones emergentes es en relación
al conjunto de la población (no afectaciones personales).
- No capta adecuadamente la doctrina del Comité DESC respecto de la noción de
progresividad.
- El análisis de violaciones de DESC a una escala colectiva choca con falta de su
competencia para analizar informes sobre situaciones de los derechos en países o regiones.
No era necesario, pero así lo había determinado la Corte IDH, la exigencia de demostrar la
relevancia colectiva del planteo como si fuera que esos DESC pertenecieran a un grupo y no a
una persona individual entendida como tal.

JURISPRUDENCIA POSTERIOR DE LA CORTE IDH:


CASO Acevedo Buendía y otros vs. Perú (2009): El tribunal es COMPETENTE para entender
alegadas violaciones al art 26.
El art 26 consagra OBLIGACIONES LEGALES en materia de DESC.
Las obligaciones de los arts 1.1 y 2 de la CADH SON APLICABLES a los derechos consagrados
en el art 26.
Recuerda la interdependencia existente entre derechos civiles y políticos y DESC, la ausencia de
jerarquía entre ambas categorías de derechos y su plena exigibilidad ante las autoridades
competentes.
La noción de ‘desarrollo progresivo’ no impide la rendición de cuentas y la eventual exigibilidad
de los derechos ante las instancias llamadas a resolver violaciones.
De la noción de ‘desarrollo progresivo’ se desprende un deber condicionado de no regresividad,
que requiere del E una justificación estricta en caso de adopción de medidas regresivas. Tal deber
también es justiciable – es decir, susceptible de control a través de mecanismos jurisdiccionales.

La Opinión Consultiva de la Corte IDH OC-23/17 regula OBLIGACIONES ESTATALES


EN RELACIÓN CON EL MEDIO AMBIENTE EN EL MARCO DE LA PROTECCIÓN
Y GARANTÍA DE LOS DERECHOS A LA VIDA Y A LA INTEGRIDAD PERSONAL.
El 14 de marzo de 2016 la República de Colombia, con fundamento en el artículo 64.11 de la
Convención Americana y de conformidad con lo establecido en el artículo 70.1 y 70.22 del
Reglamento, presentó una solicitud de Opinión Consultiva sobre las obligaciones de los
Estados en relación con el medio ambiente en el marco de la protección y garantía de los
derechos a la vida y a la integridad personal a fin de que el Tribunal determine “de qué forma
se debe interpretar el Pacto de San José cuando existe el riesgo de que la construcción y el uso de
las nuevas grandes obras de infraestructura afecten de forma grave el medio ambiente marino en
la Región del Gran Caribe y, en consecuencia, el hábitat humano esencial para el pleno goce y
ejercicio de los derechos de los habitantes de las costas y/o islas de un Estado parte del Pacto, a
la luz de las normas ambientales consagradas en tratados y en el derecho internacional
consuetudinario aplicable entre los Estados respectivos”. Asimismo, el Estado solicitante busca
que la Corte determine “cómo se debe interpretar el Pacto de San José en relación con otros
tratados en materia ambiental que buscan proteger zonas específicas, como es el caso del
Convenio para la Protección y el Desarrollo del Medio Marino en la Región del Gran Caribe, con
relación a la construcción de grandes obras de infraestructura en Estados parte de estos tratados y
las respectivas obligaciones internacionales en materia de prevención, precaución, mitigación del
daño y de cooperación entre los Estados que se pueden ver afectados”.
FIJA LAS OBLIGACIONES DE LOS ESTADOS:
● DEBER DE PREVENCIÓN
● TUTELA JUDICIAL EFECTIVA
● DEBER Y DERECHO DE INFORMACIÓN.

2. Responsabilidad de los poderes del Estado en el cumplimiento de los DESC: Obligación


de adoptar medidas inmediatas: a) Adecuación del marco legal.
B) Relevamiento de información, vigilancia efectiva y formulación de plan.
C) Provisión de recursos efectivos. Obligación de progresividad y prohibición de
regresividad.

LAS OBLIGACIONES DE LOS ESTADOS.


Además de las disposiciones pertinentes a la Declaración Universal de Derechos Humanos,
aplicables a todos los Estados en tanto que norma consuetudinaria internacional, tal como lo
sostuviera la Corte Internacional de Justicia, al 29 de Junio de 2005, 151 Estados son parte del
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, por lo que para ellos rigen
también estas normas convencionales.
Las obligaciones de los Estados en relación con los derechos humanos son –respecto de todos
ellos-, las de respetarlos y garantizarlos así como la de adoptar las medidas necesarias a tales
fines. Estas obligaciones se adecúan a la distinta naturaleza de los derechos.
En materia de DESC, los Estados deben adoptar medidas tanto de orden interno como mediante
la asistencia y la cooperación internacionales, especialmente económica y técnica, hasta el
máximo de los recursos disponibles, a fin de lograr progresivamente, por todos los medios
apropiados, inclusive en particular la adopción de legislación interna, la plena efectividad de los
derechos reconocidos.
Se trata de obligaciones de comportamiento y de resultado que son frecuentemente opuestas a la
tríada de obligaciones básicas que surgen de los tratados relativos a derechos civiles y políticos
como argumento para sostener la exigibilidad inmediata de éstos por oposición a la no-
exigibilidad de aquellos. ELLO NO ES ASÍ.
De lo que se trata es de avanzar hacia el logro de los DESC, lo que no puede entenderse ubicando
a estos derechos y sus correlativas obligaciones para el Estado en un limbo jurídico.
Las obligaciones de los Estados, tienen en cuenta los recursos disponibles y sus fuentes, incluida
la cooperación internacional. La reconocida progresividad que caracteriza a la concreción de
estos derechos debe entenderse como una política de avance claro hacia su logro.
Así, la CIDH se preocupó de resaltar que progresividad no significa postergación sine die (sin
plazo) sino, por el contrario, la posibilidad prevista normativamente de ir logrando la meta por
etapas. Así, expresó que:
“el carácter progresivo del deber de realización de algunos de estos derechos, según lo reconocen
las propias normas citadas, no implica que Colombia pueda demorar la toma de todas aquellas
medidas que sean necesarias para hacerlos efectivos. Por el contrario, Colombia tiene la
obligación de iniciar inmediatamente el proceso encaminado a la completa realización de los
derechos contenidos en dichas normas. Bajo ningún motivo, el carácter progresivo de los
derechos significa que Colombia puede diferir indefinidamente los esfuerzos desplegados para
su completa realización.” (En esta oportunidad haciendo referencia al caso del estado de
Colombia).
En este sentido, el Estado tiene la obligación de actuar expeditamente y con eficacia hacia la
meta de la realización de los derechos que trata y a tal fin es capital que se les asigne prioridad
previendo para ello los recursos necesarios en cada ocasión y a la luz de las disponibilidades. No
es realista pensar que sólo los Estados con recursos suficientes tienen obligaciones en esta materia
o que sólo cuando los Estados reúnen los recursos suficientes comienzan sus obligaciones. Se
trata de incluir a los DESC en todas las políticas nacionales, de avanzar inexorablemente y
de evitar toda medida de regresión que, en su caso, debe ser justificada.
El texto (del Protocolo de San Salvador) es claro en señalar la responsabilidad primaria del Estado
en la garantía de estos derechos. Se trata de “adoptar medidas (…) inclusive en particular la
adopción de medidas legislativas”. El enfoque es coherente con la responsabilidad que cabe a
todo Estado de garantizar los derechos humanos de sus habitantes. No hay dispensa por razón de
pobreza, carencia o desastre. Entiéndase bien, no se trata de pedir a quien no tiene, para ello hay
previsiones respecto de la asistencia y la cooperación internacionales, sino de poner en cabeza del
Estado iniciativa y responsabilidad. Su plan de acción debe incluir las gestiones necesarias para
completar sus carencias.
En cuanto a la obligación de avanzar sostenidamente, es ilustrativo el Plan de Acción de Viena
de la Conferencia Mundial de Derechos Humanos en cuanto expresa que:
“Para fortalecer el disfrute de los derechos económicos, sociales y culturales, deberían
examinarse otros métodos, como un sistema de indicadores para medir los avances hacia la
realización de los derechos enunciados en el Pacto Internacional de Derechos económicos,
sociales y culturales. Debe hacerse un esfuerzo concertado para garantizar el reconocimiento de
los derechos económicos, sociales y culturales a nivel nacional, regional e internacional.”
Se ha sostenido con razón que “los medios apropiados” para cumplir con las obligaciones del
Estado incluyen a las instituciones nacionales de derechos humanos. Ellas están en condiciones
de promover programas educativos e informativos con el fin de aumentar la conciencia de los
derechos económicos, sociales y culturales en la población en general y en grupos específicos, de
controlar la compatibilidad de la legislación vigente con los DESC así como de proponer nuevas
normas, de asesorar técnicamente al poder público, de identificar los criterios para medir los
progresos, llevar a cabo investigaciones, controlar el cumplimiento de las obligaciones del Estado,
de recibir, y en su caso, tramitar denuncias sobre los DESC.
Hay varias organizaciones internacionales que vigilan que los Estados cumplan sus obligaciones
de proteger los derechos económicos, sociales y culturales. En el módulo anterior, se analizó la
competencia en ese tópico por parte de los órganos del Sistema Interamericano. En Naciones
Unidas, hay mayor diversidad de órganos –normalmente denominados “Comités”- que reconocen
y supervisan la protección de los derechos humanos en todo el mundo, sobre la base de
presentación de informes de países que hay ratificado los Pactos o Convenciones específicas, o
bien, por medio del análisis de quejas o peticiones individuales cuando los tratados así lo
permiten.
El Comité DESC recibe informes periódicos de los Estados sobre los derechos económicos,
sociales y culturales, y los estudia con profundidad, tanto como obligaciones internacionales que
son, como parámetro de seguimiento y progresividad.
Luego de analizar cada informe, el Comité le presenta al Estado examinado una lista de temas
que le preocupan y éste debe responder esas inquietudes por escrito. Una vez recibidas las
respuestas del Estado, las personas expertas que componen el Comité hacen una audiencia pública
en la sede de Naciones Unidas, donde el Estado tiene que presentarse a responder otras preguntas
del Comité, generándose una discusión sobre si los Estados están cumpliendo sus obligaciones
como corresponde.
¿Qué hacen las organizaciones y grupos de derechos humanos en este procedimiento? Los
grupos de derechos humanos de los países, las organizaciones que trabajan para que se protejan
mejor los derechos económicos, sociales y culturales, suelen presentar informes con datos,
estadísticas, relatos, que dan cuenta de violación de los derechos económicos y sociales. Esos
informes se conocen como “informes alternativos” o “informes sombra”.
Ello sirve a las expertas y expertos del Comité para preguntar sobre estas situaciones en las
audiencias públicas con los gobiernos y para escribir sus conclusiones.
Las organizaciones que presentan información ante los Comités de Naciones Unidas son:
● Entidades ambientalistas
● Organizaciones de defensa de derechos de niños y niñas
● Organizaciones de defensa de derechos de mujeres
● Representantes de pueblos indígenas
● Cualquier otra entidad que tenga interés

En consecuencia, actualmente los Estados se encuentran realmente vigilados por órganos


internacionales frente a violaciones a los derechos humanos; las sociedades y organizaciones
locales deben conocer que pueden dar información a todos estos órganos internacionales para que
los gobiernos cumplan sus obligaciones en materia de derechos humanos.
En la mayoría de los casos deberán adoptarse medidas legislativas o de otro carácter que fueren
necesarias para hacer efectivos los derechos. Es ésta una obligación de resultado, exigible a
partir de un plazo razonable desde la entrada en vigor del tratado. Se trata de un deber que no está
limitado por ninguna consideración que, además, requiere de la formalización y concreción de
medidas económicas y técnicas que permitan el ejercicio efectivo de los derechos protegidos. La
cuestión radica en poner en marcha programas que conduzcan a la efectividad de los derechos
económicos, sociales y culturales. Las medidas, pues, deben ser deliberadas, concretas y
orientadas lo más claramente posible hacia la satisfacción de las obligaciones reconocidas en el
Pacto.
Más allá de ello, la práctica del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales señala que las disposiciones relativas a la igualdad de hombres y mujeres, el derecho
a salario equitativo, los derechos sindicales, la protección de los niños y los adolescentes, la
enseñanza primaria obligatoria, la libertad de elegir la educación de los hijos, las instituciones
religiosas de enseñanza y la libertad de investigación científica y de creación, son intrínsecamente
operativas.
Más recientemente, la CIDH ha considerado que “con el transcurso del tiempo se ha ido
reconociendo la indivisibilidad e interdependencia entre los derechos económicos, sociales y
culturales, y los derechos civiles y políticos. Teniendo en cuenta esa indivisibilidad de los
derechos humanos, la Comisión desea puntualizar que la violación de los derechos económicos,
sociales y culturales generalmente trae aparejada una violación de derechos civiles y políticos. En
efecto, una persona que no recibe adecuado acceso a la educación puede ver mermada su
posibilidad de participación política o su derecho a la libertad de expresión. Una persona con
escaso o deficiente acceso al sistema de salud verá disminuido en diferentes niveles, o violado del
todo, su derecho a la vida. Esta situación puede darse en diferentes grados, según la medida de la
violación de los derechos económicos, sociales y culturales, pudiendo sostenerse en términos
generales que a menor disfrute de los derechos económicos, sociales y culturales, habrá un menor
disfrute de los derechos civiles y políticos. En este contexto, una situación de máxima violación
de los derechos económicos, sociales y culturales significará una máxima violación de los
derechos civiles y políticos. Es lo que sucede cuando nos encontramos con una situación de
pobreza extrema. El tema está presente en el instrumento relativo a los DESC: La Comisión
resaltó asimismo que el preámbulo del Protocolo Adicional a la Convención Americana sobre
Derechos Económicos, Sociales y Culturales, “Protocolo de San Salvador” reconoce en forma
expresa:
“La estrecha relación que existe entre la vigencia de los derechos económicos, sociales y
culturales y la de los derechos civiles y políticos, por cuanto las diferentes categorías de derechos
constituyen un todo indisoluble que encuentra su base en el reconocimiento de la dignidad de la
persona humana, por lo cual exigen una tutela y promoción permanente con el objeto de lograr
su vigencia plena, sin que jamás pueda justificarse la violación de unos en aras de la realización
de otros.”

EL PRINCIPIO DE PROGRESIVIDAD EN MATERIA DE DESC:


El proceso de codificación que condujo a la Convención Americana sobre Derechos Humanos
(CADH) priorizó los DCyP y acotó los DESC a una norma caracterizada como de “desarrollo
progresivo”, cuya formulación responde al artículo 2 del Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC), adoptado pocos años antes.
El artículo 26 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos dispone que: Los Estados
parte se comprometen a adoptar providencias, tanto a nivel interno como mediante la
cooperación internacional, especialmente económica y técnica, para lograr progresivamente la
plena efectividad de los derechos que se derivan de las normas económicas, sociales y sobre
educación, ciencia y cultura, contenidas en la Carta de la Organización de los Estados
Americanos, reformada por el Protocolo de Buenos Aires, en la medida de los recursos
disponibles, por vía legislativa u otros medios apropiados.
Por su parte, el artículo 1º del Protocolo de San Salvador establece que:
Los Estados parte en el presente Protocolo Adicional a la Convención Americana sobre Derechos
Humanos se comprometen a adoptar las medidas necesarias tanto de orden interno como
mediante la cooperación entre los Estados, especialmente económica y técnica, hasta el máximo
de los recursos disponibles y tomando en cuenta su grado de desarrollo, a fin de lograr
progresivamente, y de conformidad con la legislación interna, la plena efectividad de los
derechos que se reconocen en el presente Protocolo.
A partir de lo expuesto en el acápite precedente, cobra relevancia el principio de progresividad.
Como podrá apreciarse a continuación, en doctrina existe cierto consenso en los aspectos
genéricos o generales de dicho principio.
Como sostienen Londoño-Toño, Figueredo-Medina y González-Acosta, “El principio de
progresividad es de gran importancia en la protección de los derechos colectivos como derechos
humanos al interior de la jurisdicción, además se encuentra consagrado en el Protocolo de San
Salvador (art. 4°). En virtud de los mandatos constitucionales, las instituciones del Estado deben
buscar el desarrollo y el fortalecimiento de los recursos de los que disponen los ciudadanos para
ver materializados los deberes y las obligaciones del Estado frente a ellos, a través de medios
eficaces y eficientes, con un enfoque progresista en lugar de una regresividad en la
implementación de mecanismos de protección, que garanticen un acceso a la jurisdicción y un
fallo judicial efectivo.
Señala Pinto que “La reconocida progresividad que caracteriza a la concreción de estos derechos
debe entenderse como una política de avance claro hacia su logro. De lo que se trata es de avanzar
hacia el logro de los DESC, lo que no puede entenderse ubicando a estos derechos y sus
correlativas obligaciones para el Estado en un limbo jurídico”.
La propia CIDH se ocupó de resaltar que progresividad no significa postergación sine die sino,
por el contrario, la posibilidad prevista normativamente de ir logrando la meta por etapas. Por
ello, la cuestión radica en poner en marcha programas que conduzcan a la efectividad de los
DESC. Las medidas deben ser deliberadas, concretas y orientadas lo más claramente posible hacia
la satisfacción de las obligaciones reconocidas en el PIDESC.
El Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de las Naciones Unidas (Comité
DESC) ha interpretado la mención a obligaciones de carácter progresivo en el artículo 2.1 del
PIDESC como una fuente de obligaciones directas e inmediatas de los Estados. Dicho comité ha
sostenido que, si bien el logro de la plena efectividad de los derechos puede ser realizado
progresivamente, existen obligaciones con “efecto inmediato”, entre las cuales pueden señalarse
como principales: 1. garantizar que los derechos pertinentes se ejercerán sin discriminación (art.
2.2, PIDESC); y 2. adoptar medidas (art. 2.1, párr. 1, PIDESC), compromiso que no queda
condicionado ni limitado por ninguna otra consideración.
De este modo, cuando el PIDESC refiere “adoptar medidas”, si bien reconoce que la total
efectividad de los derechos puede ser alcanzada en forma paulatina, impone a los Estados la
obligación de implementar, en un plazo razonablemente breve a partir de su ratificación, actos
concretos, deliberados y orientados lo más claramente posible hacia la satisfacción de la totalidad
de las obligaciones.
El principio de progresividad se aplica, en general, a todos los derechos del Pacto Internacional
de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC), por cuanto reconoce el hecho de que
la plena efectividad de estos derechos, en general, no podrá lograrse en un breve período de
tiempo.
En consecuencia, los Estados asumen el compromiso de garantizar estos derechos de modo
progresivo, y es justamente ese compromiso internacional del que deriva la obligación de no
regresividad, que veda –en principio– retroceder en el grado de realización alcanzado de un
determinado derecho.
Es importante advertir, sin embargo, que hay algunas obligaciones en materia de derechos sociales
que no son progresivas sino inmediatas, como el deber de no discriminar o la garantía de ciertos
contenidos mínimos. En estos casos –tal como ocurre frente a DCyP–, si el Estado no adopta de
modo inmediato medidas para prohibir la discriminación en el acceso a los derechos, incurre en
responsabilidad internacional. Por otro lado, al margen del principio general receptado en el
artículo 2, el PIDESC menciona expresamente el desarrollo progresivo para ciertos derechos en
particular. Nos referimos, por ejemplo, al derecho de acceso a la educación superior, en tanto el
Pacto establece el deber de los Estados de apuntar a la mayor accesibilidad posible y de forma
explícita determina la implementación gradual de medidas de gratuidad, con el objetivo de evitar
retrocesos sobre los niveles alcanzados. En este supuesto, los Estados parte del PIDESC que no
han instaurado la educación superior gratuita no incurren en responsabilidad internacional; no
obstante, si una vez ratificado el Pacto no implementan medidas graduales o, si una vez que
avanzan luego retroceden, entonces sí se incurre en violación al PIDESC, por mandato de la
prohibición de regreso.

SUBPRINCIPIO DE NO REGRESIVIDAD:
En el acápite precedente analizamos el principio de progresividad en su aspecto positivo, es decir,
la obligación del Estado de lograr la plena efectividad de los DESC. De modo paralelo, el Estado
también asume una obligación de naturaleza “negativa” –principio de no regresividad– que
consiste en una prohibición de adoptar normas jurídicas cuya aplicación afecte el nivel de
protección ya adquirido.
Abramovich y Courtis señalan que desde el punto de vista conceptual, la obligación de no
regresividad constituye una limitación que los tratados de derechos humanos pertinentes y,
eventualmente, la Constitución imponen sobre los poderes legislativo y ejecutivo a las
posibilidades de reglamentación de los derechos económicos, sociales y culturales. La obligación
veda al legislador y al titular del poder reglamentario la adopción de reglamentación que derogue
o reduzca el nivel de los derechos económicos, sociales y culturales de los que goza la población.
Desde el punto de vista del ciudadano, la obligación constituye una garantía de mantenimiento de
los derechos económicos, sociales y culturales de los que goza desde la adopción del PIDESC, y
de su nivel de goce, a partir de dicha adopción y de toda mejora que hayan experimentado desde
entonces. Se trata de una garantía sustancial, es decir, de una garantía que tiende a proteger el
contenido de los derechos vigentes al momento de la adopción de la obligación internacional y el
nivel de goce alcanzado cada vez que el Estado, en cumplimiento de su obligación de
progresividad, haya producido una mejora.
En consecuencia, la obligación asumida por el Estado al respecto es de no regresividad, es decir,
la prohibición de adoptar medidas y, por ende, de sancionar normas jurídicas que empeoren la
situación de los DESC de los que gozaba la población al momento de adoptado el tratado
internacional respectivo, o bien en cada mejora “progresiva”. Bajo tal prisma, Karpiuk ha definido
la no regresividad como la obligación mínima “de abstenerse de adoptar políticas y medidas que
empeoren la situación de los derechos económicos, sociales y culturales vigentes al momento de
adoptar el tratado internacional”.
Los supuestos en los que se aplica el principio de no regresividad son aquellos en los que la
normativa no impone al Estado el deber de asegurar un determinado derecho de manera inmediata,
sino gradual y progresivamente. En estos casos, entonces, en un determinado momento –etapa
inicial– puede no considerarse violatorio del tratado no haber alcanzado cierto grado de
realización de ese derecho, pero en otro momento, si se logra alcanzar un nivel de realización
mayor, sí puede considerarse violatorio, pues se impone el deber correspondiente de no regresar
al estadio previo.
Como se advierte, en el caso de los derechos fundamentales que aceptan una realización gradual,
nos enfrentamos con un problema complejo: una misma conducta estatal puede ser válida en un
escenario temporal e inválida en otro. Lo que determina la violación del tratado no es el contenido
de la política pública per se, sino precisamente el retroceso injustificado desde una situación
alcanzada.
Ahora bien, cuando el derecho internacional de los derechos humanos impone obligaciones
graduales, el mayor nivel de realización alcanzado no equivale técnicamente a un derecho
adquirido ni absolutamente irreversible. Lo que se establece en estos supuestos es un examen
agravado de razonabilidad de la norma o la práctica cuestionada como regresiva.
Este examen de razonabilidad sobre la política regresiva consta de dos pasos. En el primero se
determina si la norma cuestionada es regresiva respecto de la anterior. En este punto, lo que se
analiza es si la norma cuestionada reduce el grado de realización o goce alcanzado por ese derecho
en particular. Este examen no es teórico o formal sino fáctico o real. El estadio óptimo que sirve
de parámetro para medir si hay o no retrocesos debe ser una norma ejecutada o implementada que
haya impactado o afectado realmente el ejercicio o goce de un determinado derecho.
Superado ese nivel –o sea, solo si se concluye que efectivamente la norma es más restrictiva en
el alcance del derecho–, se realiza un examen estricto de razonabilidad de esa norma, en el que el
Estado tiene la carga de la prueba: es el Estado quien debe demostrar su razonabilidad.

3. El acceso a la justicia como garantías de los DESCA. La exigibilidad de los DESCA en la


Argentina: Derecho a la salud. Derecho a la vivienda. Derecho al alimento. Derecho al agua.
Derecho a la educación. Derecho a la cultura. Derechos de los pueblos indígenas.

ACCESO A LA JUSTICIA COMO GARANTÍA DE LOS DERECHOS ECONÓMICOS,


SOCUALES Y CULTURALES. ESTUDIO DE LOS ESTÁNDARES FIJADOS POR EL
SISTEMA INTERAMERICANO DE DERECHOS HUMANOS (Informe de la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos) RESUMEN EJECUTIVO:
El derecho internacional de los derechos humanos ha desarrollado estándares sobre el derecho a
contar con recursos judiciales y de otra índole que resulten idóneos y efectivos para reclamar por
la vulneración de los derechos fundamentales. En tal sentido, la obligación de los Estados no es
sólo negativa --de no impedir el acceso a esos recursos-- sino fundamentalmente positiva, de
organizar el aparato institucional de modo que todos los individuos puedan acceder a esos
recursos. A tal efecto, los Estados deben remover los obstáculos normativos, sociales o
económicos que impiden o limitan la posibilidad de acceso a la justicia.
En los últimos años, el Sistema Interamericano de Derechos Humanos (en adelante "SIDH" o
"Sistema ") ha reconocido la necesidad de delinear principios y estándares sobre los alcances de
los derechos al debido proceso judicial y a la tutela judicial efectiva, en casos que involucran la
vulneración de derechos económicos, sociales y culturales ("derechos sociales" o "DESC").
Un primer aspecto del derecho de acceder a la justicia en materia de derechos sociales, es la
existencia de obstáculos económicos o financieros en el acceso a los tribunales y el alcance de la
obligación positiva del Estado de remover esos obstáculos para garantizar un efectivo derecho a
ser oído por un tribunal. De esta manera, numerosas cuestiones vinculadas con el efectivo acceso
a la justicia --como la disponibilidad de la defensa pública gratuita para las personas sin recursos
y los costos del proceso-- resultan asuntos de inestimable valor instrumental para la exigibilidad
de los derechos económicos, sociales y culturales. En este sentido, es común que la desigual
situación económica o social de los litigantes se refleje en una desigual posibilidad de defensa en
juicio. Al respecto, el SIDH ha establecido la obligación de remover aquellos obstáculos en el
acceso a la justicia que tengan origen en la posición económica de las personas.
Del mismo modo, el SIDH ha establecido que los costos del proceso, sea éste judicial o
administrativo, y la localización de los tribunales, son factores que también pueden redundar en
la imposibilidad de acceder a la justicia y en la consecuente violación del derecho a las garantías
judiciales. Los órganos del SIDH han determinado que un proceso que demande excesivos costos
para su desarrollo, vulnera el artículo 8 de la Convención Americana. La Comisión ha expresado
sobre el particular que el recurso judicial que se establezca para revisar el actuar de la
administración, no sólo debe ser rápido y efectivo, sino también "económico" o asequible.
Un segundo aspecto a considerar es la existencia de un derecho al debido proceso en la esfera
administrativa y su extensión o contenido preciso. En la esfera administrativa se dirime la mayoría
de las adjudicaciones de prestaciones sociales. En este orden de ideas, el SIDH ha fijado posición
sobre la vigencia de las reglas del debido proceso legal en los procedimientos administrativos
vinculados a derechos sociales. Al mismo tiempo, ha establecido la obligación de los Estados de
establecer reglas claras para el comportamiento de sus agentes, a fin de evitar márgenes
inadecuados de discrecionalidad en la esfera administrativa, que pudieran fomentar o propiciar el
desarrollo de prácticas arbitrarias y discriminatorias.
De este modo, en el examen de casos que involucran, entre otros, derechos económicos, sociales
y culturales, derechos de los pueblos indígenas, derechos de los inmigrantes y derechos
vinculados a la protección del ambiente, tanto la CIDH como la Corte IDH han gestado un claro
estándar relativo a la plena aplicabilidad de la garantía del debido proceso legal en los
procedimientos administrativos. Así, ambos órganos han establecido que el debido proceso legal
debe ser respetado en todo procedimiento tendiente a la determinación de los derechos y
obligaciones de las personas.
La CIDH y la Corte también han puntualizado, como elementos que integran el debido proceso
legal, el derecho a contar con una decisión fundada sobre el fondo del asunto y la necesidad de
garantizar la publicidad de la actuación administrativa. Otro elemento de la garantía del debido
proceso legal en sede administrativa que ha tenido desarrollo en el SIDH, es el derecho a la
revisión judicial de decisiones administrativas. Al respecto, la CIDH ha determinado que toda
norma o medida que obstaculice el acceso a los tribunales, y que no esté debidamente justificada
por las razonables necesidades de la propia administración de justicia, debe entenderse contraria
al artículo 8.1 de la Convención.
Un tercer aspecto examinado en la jurisprudencia del SIDH es la existencia de criterios claros
sobre el debido proceso legal en sede judicial, en aquellos procesos dirigidos a determinar
derechos económicos, sociales y culturales. En este sentido, la jurisprudencia del SIDH ha trazado
un estrecho vínculo entre los alcances de los derechos consagrados en los artículos 8 y 25 de la
Convención Americana. De esta manera, se ha establecido que los Estados tienen la obligación
de diseñar y consagrar normativamente recursos efectivos para la cabal protección de los derechos
humanos, pero también la obligación de asegurar la debida aplicación de dichos recursos por parte
de sus autoridades judiciales, en procedimientos con las garantías adecuadas.
La Corte ha establecido que la desigualdad real entre las partes de un proceso determina el deber
estatal de adoptar todas aquellas medidas que permitan aminorar las carencias que imposibiliten
el efectivo resguardo de los propios intereses. La Comisión Interamericana también ha remarcado,
que las particulares circunstancias de un caso, pueden determinar la necesidad de contar con
garantías adicionales a las prescritas explícitamente en los instrumentos de derechos humanos, a
fin de asegurar un juicio justo. Para la CIDH, esto incluye advertir y reparar toda desventaja real
que las partes de un litigio puedan enfrentar, resguardando así el principio de igualdad ante la ley
y la prohibición de discriminación.
El derecho a contar con una decisión fundada relativa al fondo del asunto también ha sido
reconocido por la CIDH y por la Corte como elemento integrante del debido proceso legal en este
tipo de procedimientos judiciales. El derecho al plazo razonable del proceso es otro de los
componentes de la garantía del debido proceso legal en sede judicial que resulta particularmente
relevante en materia del resguardo de derechos sociales. La CIDH y la Corte IDH han identificado
ciertos criterios con miras a evaluar la razonabilidad del plazo de un proceso. Se trata de: a) la
complejidad del asunto; b) la actividad procesal del interesado; y c) la conducta de las autoridades
judiciales; d) la finalidad del procedimiento judicial respectivo; e) la naturaleza de los derechos
en juego.
Un cuarto aspecto analizado por el SIDH es el derecho a la tutela judicial efectiva de los derechos
sociales. Este derecho exige que los Estados brinden mecanismos judiciales idóneos y efectivos
para la protección de los derechos sociales, tanto en su dimensión individual como colectiva.
Tradicionalmente las acciones judiciales tipificadas por el ordenamiento jurídico han sido
pensadas, para la protección de los derechos civiles y políticos clásicos. En ocasiones, ello sucede
por la limitación en la posibilidad de accionar de grupos o colectivos de víctimas afectadas por
las violaciones, o por las demoras burocráticas en los procedimientos judiciales que les hacen
perder efectividad. También se han verificado en algunos casos problemas para acceder al
ejercicio de estas acciones, porque se excluye la tutela de algunos derechos sociales que no se
consideran derechos fundamentales, o porque se les impone requisitos procesales excesivos para
su admisión. El artículo 25 de la Convención establece el deber estatal de crear un recurso sencillo,
rápido y efectivo para la protección y garantía de los derechos humanos. Así, los órganos del
SIDH han comenzado a delinear estándares en relación con los alcances de tal obligación en
materia de derechos económicos, sociales y culturales. En este sentido, tanto la CIDH como la
Corte IDH han identificado la necesidad de proveer medidas procesales que permitan el
resguardo inmediato e incluso cautelar o preventivo de los derechos sociales, a pesar de que el
fondo de la cuestión pueda llegar a demandar un análisis más prolongado en el tiempo.
Así, ha postulado que debe tratarse de recursos sencillos, urgentes, informales, accesibles y
tramitados por órganos independientes; que deben poder tramitarse como recursos individuales y
como acciones cautelares colectivas a fin de resguardar los derechos de un grupo determinado o
determinable; que debe garantizarse una legitimación activa amplia a su respecto; que deben
ostentar la posibilidad de acceder a instancias judiciales nacionales ante el temor de parcialidad
en el actuar de la justicia local y, por último, que debe preverse la aplicación de estas medidas de
protección en consulta con los afectados. 30. En este punto, la CIDH ha destacado que al tratarse
de acciones de protección de derechos fundamentales en casos que requieren de una respuesta
urgente, la formalidad de la prueba no debe ser la misma que aquella que se demanda en los
procesos ordinarios. Esto pues, la idea que subyace a esta tutela de tipo cautelar es que en el corto
plazo se adopten las provisiones necesarias para la protección inmediata de los derechos en juego.
Por último, vale mencionar que en los últimos años el Sistema ha dado pasos importantes en el
trazado de estándares sobre la obligación estatal de instaurar mecanismos que aseguren la efectiva
ejecución de las sentencias que dicta el Poder Judicial de cada Estado. La CIDH ha sostenido en
diversas oportunidades que el incumplimiento de una orden judicial firme configura una violación
continuada del artículo 25 de la Convención Americana. En este punto, la Comisión
Interamericana incluso ha trazado un incipiente estándar por el que ha postulado que el
incumplimiento de fallos judiciales que tutelan derechos sociales tales como el derecho a la
seguridad social, puede llegar a caracterizar también una violación del artículo 26 de la
Convención Americana.

JUDICIABILIDAD – EXIGIBILIDAD DE LOS DESC: Posibilidad de reclamar ante el juez


o tribunal el cumplimiento de algunas obligaciones que constituyen objeto de este derecho.
EXIGIBILIDAD DIRECTA: reclamar la vigencia directa de un DESC.
EXIGIBILIDAD INDIRECTA: en vez de reclamar la vigencia de un DESC directamente
(alegando la privación a alguno de esos derechos), indirectamente citamos un derecho civil y
político para reclamar un DESC.
a) Obligaciones positivas en materia de DCyP en virtud del contexto económico y social.
b) Derecho a no ser discriminado como forma de judicializar los DESC.
c) Garantía del debido proceso medio alternativo de protección de los DESC.
d) Los DESC como límite al ejercicio de los derechos civiles.

MECANISMOS DE EXIGIBILIDAD EN NUESTRO ÁMBITO INTERNO:


En primer lugar debemos advertir que en nuestro país la regulación del derecho procesal es de
competencia local, por lo que la cantidad y tipo de mecanismos existentes pueden variar según la
jurisdicción que se analice. En virtud de ello el siguiente análisis da cuenta de los mecanismos
existentes en el ámbito de la justicia nacional.
1) Control de Constitucionalidad:
En nuestro país, el sistema de control de constitucionalidad es de carácter judicial y difuso, de
carácter ex post y limitado en cuanto a procedencia y alcance a un caso concreto. Para el ejercicio
del control de constitucionalidad no se ha regulado ningún recurso específico, su carácter difuso
implica que cualquier juez se encuentra facultado para declarar la inconstitucionalidad de una
norma inferior si considera que no se conforma al texto constitucional, siendo, en principio el
único límite a esta facultad, el requisito de que dicha contrastación le sea solicitada en un caso
concreto.

2) Acción para demandar la responsabilidad patrimonial del Estado:


No existe en nuestro ordenamiento procesal nacional para demandar la responsabilidad
extracontractual del Estado una acción o recurso específico. La demanda se entabla como
cualquier acción de responsabilidad civil, presentando sí algunas características particulares en
cuanto a los casos en los que procede (la jurisprudencia es reticente a aceptar las responsabilidad
estatal por actuación de los poderes legislativos y judicial), la extensión de la responsabilidad que
se reconoce (fundamentalmente cuando se demanda por actuación lícita del Estado) y el modo de
ejecución de sentencia (el cobro de la indemnización dentro del año que corre cuando se dicta la
sentencia depende de la existencia de partida presupuestaria suficiente para hacer frente a la
condenas, en caso contrario el acreedor deberá esperar hasta el ejercicio presupuestario siguiente).
No conocemos pronunciamientos judiciales que mediante este tipo de acción hayan impuesto
responsabilidad patrimonial al Estado por incumplimiento de sus obligaciones en materia de
DESC. Si bien la acción de amparo parece ser más idónea a la hora de obligar al Estado a actuar
en determinado sentido o a cesar en una actividad lesiva, creemos que esta acción de
responsabilidad bien podría ser utilizada ante un hecho consumado de violación de los DESC que
ocasiones daños.
3) Acción declarativa de Certeza:
Esta acción se encuentra regulada en el art. 322 del Código Procesal Civil y Comercial de la
Nación y tiene por objeto despejar el estado de incertidumbre existente respecto a una relación
jurídica por medio de una decisión que con la sola declaración de derecho, otorgue a las partes la
certeza requerida.
Ha sido utilizada con éxito en diversas materias que no requerían de un análisis de hecho sino la
determinación del derecho y éste se presentaba como relativamente claro; aunque procede
también sobre materias de hecho que requieran un pronunciamiento simple.
Como características relevantes de esta acción pueden mencionarse las siguientes:
i) Presenta dos vertientes, acciones positivas y acciones negativas de certeza, ii) Tiene carácter
preventivo, su finalidad es eliminar la inseguridad que supone la amenaza potencial de un daño,
como así también (en el supuesto de consumación del daño) el cese de la actividad o el desarrollo
de la misma según corresponda, iii) Abarca tanto las relaciones jurídicas de derecho privado como
las de derecho público.
De la práctica jurisprudencial se pueden extraer los siguientes principios sobre el funcionamiento
y procedencia de esta acción: i) En el orden federal es admisible la acción declarativa de certeza
para plantear una acción de inconstitucionalidad y alcanzar una acción declarativa de
inconstitucionalidad; ii) No existe acción declarativa de inconstitucionalidad pura en el orden
federal para impugnar normas generales; iii) El control de constitucionalidad es compatible con
la acción declarativa de certeza.
La Acción declarativa a diferencia del amparo, es un juicio de conocimiento y requiere para su
ejercicio que exista un estado de incertidumbre sobre la existencia, alcance o modalidades de una
relación jurídica. De aquí se sigue que la incertidumbre puede versar sobre la existencia misma
de una relación jurídica, pero también sobre el alcance o modalidad de una relación jurídica.
Por último debemos mencionar que la Corte admitió que el derecho previsto en el art. 43 de la
Constitución Nacional puede ejercitarse tanto por la vía del amparo como por la acción
declarativa, al extender la legitimación ampliada para la tutela de derechos colectivos a los juicios
de conocimiento. En tal sentido se afirma que la legitimación activa para el ejercicio de un derecho
de incidencia colectiva no está restringida al ámbito de la acción de amparo, sino que puede
ejercerse en cualquier vía procesal idónea para la protección de esos derechos. “Si se entiende
que la actora se encuentra legitimada para iniciar una acción de amparo, no se advierte, que el
hecho de que se haya dispuesto la tramitación de la causa mediante las reglas de un juicio de
conocimiento más amplio tenga influencia sobre la aptitud de la recurrente para estar en juicio
como parte actora a fin de lograr una sentencia sobre el fondo o mérito del asunto.
Este pronunciamiento constituye un precedente de superlativa importancia en lo que a
justiciabilidad de los DESC se refiere. En efecto, bien interpretado, abriría la posibilidad de que
las características de legitimación amplia y de canal adecuado para la defensa de derechos de
incidencia colectiva que presenta la acción de amparo colectivo prevista en el art. 43 de la CN, se
extiendan a otros mecanismos procesales que pueden resultar más adecuados en muchas
oportunidades para la protección de los DESC en tanto no presentan limitaciones sobre la
amplitud del debate y prueba, no exigen la inminencia y palmaria manifestación de la lesión que
se intenta impedir y no exigen la demostración de la inexistencia de recursos judiciales más
idóneos.

4) Acción de Amparo:
Con la Reforma Constitucional de 1994, se incorporaron a nuestro sistema jurídico dos
herramientas, que bien interpretadas, pueden resultar muy valiosas para la exigencia de la efectiva
vigencia de los derechos humanos tanto de los civiles y políticos, como de los económicos,
sociales y culturales. Nos referimos principalmente al art. 75 inc. 22 que otorga jerarquía
constitucional a once instrumentos internacionales de derechos humanos y al art. 43 que amén de
dar una protección mayor a dos garantías que ya existían previamente como el habeas corpus y el
amparo individual, suma dos nuevos instrumentos de exigibilidad de derechos: el habeas data y
el amparo colectivo.
El nuevo texto constitucional recepta los dos tipos de amparo ya regulados en nuestra legislación,
es decir, el previsto contra todo acto u omisión proveniente de autoridad pública y el previsto para
hacer cesar o prevenir actos y omisiones de particulares. Para su procedencia ahora se exige la
inexistencia de otro medio judicial más idóneo para hacer cesar la violación, restricción ilegítima
o peligro que impida el goce y ejercicio de un derecho, y no se menciona el requisito del previo
agotamiento de la instancia administrativa. Además se ha ampliado el espectro de relaciones
jurídicas protegidas por la acción, pues, en el texto de la ley 16.986 se protegía a los derechos o
garantías explícita o implícitamente reconocidos en la Constitución y, actualmente es procedente
para la protección de derechos no solo de jerarquía constitucional, sino también de los
contemplados en tratados internacionales o aún en leyes comunes.

5) Amparo Colectivo:
Esta modalidad de la acción de amparo está consagrada en el art. 43 de la Constitución Nacional,
segundo párrafo que dice así: “Podrán interponer esta acción contra cualquier forma de
discriminación y en lo relativo a los derechos que protegen al ambiente, a la competencia, al
usuario y al consumidor, así como a los derechos de incidencia colectiva en general, el afectado,
el defensor del pueblo y las asociaciones que propendan a esos fines, registradas conforme a la
ley, la que determinará los requisitos y formas de su organización”
La norma del art. 43 que hemos transcripto avanza sobre la regulación legal de la acción de
amparo y en consonancia con el reconocimiento de derechos efectuado por los arts. 41 y 42 (a un
medio ambiente sano y equilibrado y el de los consumidores y usuarios a la protección en la
relación de consumo), amplía el ámbito esta garantía para que sea utilizada en la defensa del
medio ambiente y el consumidor, junto a los restantes derechos que persiguen la defensa de
intereses difusos y/o de carácter colectivo, incluyendo asimismo en su ámbito de cobertura la
problemática de la discriminación.
Con relación a la legitimación activa, el término "afectado" es el que plantea mayores dificultades
y da lugar a posiciones divergentes a la hora de su interpretación. La visión restringida estima por
afectado a aquel que es titular de un derecho subjetivo. La postura amplia, piensa que una
interpretación conjunta de los términos “afectado” y “derechos de incidencia colectiva en
general”, “permite suponer una legitimación para actuar, a cualquier afectado en reclamo de
derechos colectivos”. Afortunadamente, la jurisprudencia en esta materia, iniciada con acciones
de amparo interpuestas en defensa del ambiente, ha sido generalmente de avanzada y la
interpretación amplia del término "afectado" ha posibilitado la efectiva protección de intereses
que se encuentran en cabeza indistintamente y en partes iguales de una pluralidad de sujetos. En
este sentido, debemos decir que la interpretación amplia de la calidad de “afectado”, así como la
legitimación en cabeza del Defensor del Pueblo o las asociaciones, repercute indiscutiblemente
en las potencialidades del ordenamiento jurídico para la protección de los derechos económicos,
sociales y culturales.
Como precedente de vanguardia respecto de la interpretación amplia del término “afectado”, se
debe mencionar el caso "Schroeder, Juan c/ Estado Nacional s/amparo". En el caso, se reconoció
legitimación activa al Sr. Schroeder, vecino de una localidad en la que se construiría una planta
de tratamiento de residuos peligrosos, para interponer acción de amparo con el objeto de que se
decretara la nulidad del concurso público convocado para la selección de proyectos de inversión,
instalación y operación a tal fin. Para así decidir y en forma resumida sostuvo el tribunal que
“según el artículo 43 de la Constitución, cuando se trata de la protección de los derechos relativos
al ambiente, la acción podrá ser interpuesta por el afectado. Esta condición se encuentra
debidamente cumplida con el interés personal y directo que, en el caso, ostenta el actor. Máxime
si se tiene en cuenta que dedujo una pretensión exclusivamente anulatoria con la cual no pretende,
además, el reconocimiento de una situación jurídica individualizada y su eventual
restablecimiento".

Conclusiones:
Como se ha podido observar, el único mecanismo previsto expresamente en nuestro ordenamiento
jurídico para la tutela de derechos de incidencia colectiva, como son la mayoría de los derechos
económicos, sociales y culturales, es el amparo colectivo regulado en el art. 43 de la Constitución
Nacional al que, por no haber sido aún objeto de adecuada regulación, se le aplican
subsidiariamente las disposiciones de la antigua ley que regulaba el amparo individual. Ello
demuestra que su exigibilidad judicial todavía encuentra importantes obstáculos procesales
derivadas del hecho de que las acciones judiciales tipificadas por el ordenamiento jurídico han
sido pensadas para la protección de los derechos individuales. Para verificarlo basta señalar
algunos ejemplos:
i) El problema de legitimación activa que se presenta en virtud del carácter difuso o
colectivo de los derechos económicos, sociales y culturales, no se limitan a la etapa de
formulación de la acción, sino que se prolongan a lo largo del proceso ante la inexistencia
de mecanismos de participación adecuada de los sujetos colectivos o de grupos
numerosos de víctimas en las diferentes diligencias e instancias del proceso
(notificaciones, audiencias, etc.),
ii) Si bien el amparo colectivo o las medidas cautelares se han presentado como
herramientas en principio idóneas de protección de tales derechos, también se verifican
obstáculos que les hacen perder virtualidad: las violaciones a los derechos económicos,
sociales y culturales requieren al mismo tiempo satisfacción urgente y amplitud de
prueba, pero estas dos cuestiones son excluyentes para la elección de tales mecanismos
de tutela. El amparo requiere un derecho líquido y la cautelar un derecho verosímil y en
ambas acciones el ordenamiento y la jurisprudencia restringen al mínimo el marco
probatorio del proceso,
iii) Las sentencias que condenan al Estado a cumplir obligaciones de hacer no cuentan con
resguardos procesales suficientes y resultan por ello de dificultosa ejecución.

¿Qué puede hacer una persona frente a una violación de derechos económicos, sociales y
culturales?
Muchas veces, ni siquiera las entidades que trabajan en derechos humanos conocen exactamente
qué pueden efectivamente exigirle a los Estados y cómo presionar y llevar adelante una tarea a
efectos de que la comunidad internacional tenga más herramientas para vigilar el comportamiento
de los gobiernos. Para ello, es importante, en primer lugar, conocer los derechos que los Estados
deben respetar y garantizar. Para ello, debe, en primer lugar, examinarse el texto de la
Constitución Nacional.
También es importante conocer el contenido del Pacto Internacional de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales, porque ese instrumento es de cumplimiento obligatorio para todos los
Estados de América Latina, ya que lo han ratificado o se han adherido a él.
Debe examinarse luego, si el Estado ha ratificado otros instrumentos; por ejemplo, si nuestro
interés es trabajar o abordar algún caso de posible violación de derechos económicos, sociales o
culturales de las mujeres. Además, debe observarse si nuestro país ha ratificado la Convención
sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer u otros tratados
específicos según sea el tema y la población afectada.
Para ello es muy importante que las personas que trabajan en asistencia social, servicios jurídicos,
organizaciones no gubernamentales, defensorías públicas y otras entidades, dentro o fuera del
Estado, posean capacitación debida en derechos humanos y en las obligaciones que asumieron
los Estados.
Los derechos humanos contenidos en los instrumentos internacionales son exigibles ante los
tribunales de justicia internos, en cada país; si luego no se obtiene respuesta favorable en el
reclamo interior, puede llevarse el asunto ante algún foro internacional de manera subsidiaria.

¿Ante quién se hace un reclamo internacional por un caso individual por violación de
derechos económicos, sociales y culturales? Un reclamo internacional se puede hacer ante
alguno de los Comités de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, siempre que el Estado haya
aceptado la competencia de los mismos, y que se soliciten cuestiones relacionadas con la labor
que ese comité desempeña.

Denuncias ante el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales. El 10 de diciembre


de 2008 fue aprobado en la Asamblea General de las Naciones Unidas el Protocolo Facultativo
anexo al Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Este instrumento
jurídico es muy importante, porque entre otras cosas, permite presentar denuncias a las personas,
ante el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, por violaciones a los derechos
contenidos en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales.

¿Quién puede presentar una denuncia en esos casos?


• Una persona o grupo de personas contra un Estado parte que haya ratificado o adherido al
protocolo,
• Esa persona o grupo de personas, deber ser víctima de una violación a cualquier derecho
contenido en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (o representar
a la/las víctimas)
• Hay que, primero, acudir a la justicia del país antes de intentar una denuncia internacional
(agotamiento de los recursos internos).
• Una vez que no se obtuvo justicia en el país, hay un año de plazo para llevar el asunto ante el
Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales.
• La denuncia no puede ser anónima. Si hay circunstancias de extrema dificultad que puedan
causar daños irreparables a las personas, el Comité de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales puede pedirle al Estado que tome medidas provisionales para proteger los derechos de
la o las víctimas. Una vez dictaminado un caso, el Comité de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales supervisa las medidas que los Estados vayan tomando para remediar la situación
evaluada.
Los derechos económicos, sociales y culturales, como ya se ha señalado, son derechos humanos,
y los Estados están obligados a respetarlos y protegerlos para todas las personas. Ante situación
de violación de los derechos económicos, sociales y culturales, hay que acudir a entidades
gubernamentales que ofrezcan y brinden soluciones. Algunas de esas entidades dependen
directamente de los gobiernos, y se llaman secretarías, direcciones, ministerios, que se ocupan de
salud, trabajo, vivienda, educación, bienestar social, etc.
Pero también hay entidades que nos deben ayudar a reclamar y a plantear nuestras denuncias: las
defensorías del pueblo o las comisiones de derechos humanos. En todos los Estados de América
Latina existen defensorías del pueblo o comisiones locales o nacionales de derechos humanos;
ellas están obligadas a recibir denuncias y ayudar en los trámites para las personas que sufren
violaciones a los derechos humanos, sean estos derechos civiles y políticos o económicos, sociales
y culturales.

En materia de justiciabilidad de los DESC es posible sostener, entonces que, “aunque no


existan mecanismos que acepten la presentación de denuncias individuales, las mismas
conclusiones son aplicables cuando el mecanismo de contralor del cumplimiento consiste en el
análisis de los informes estatales por parte de un órgano especializado, como es el caso del
PIDESC. En efecto, dado que la interpretación del alcance y significado de los derechos y
obligaciones establecidas por el pacto corresponde en última instancia a la autoridad designada
por el propio Pacto-el Consejo Económico y Social de Naciones Unidas, que a su vez delegó esa
facultad en el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales-, los jueces nacionales
deben tener en cuenta esa interpretación ante una controversia en sede interna, so consecuencia
de provocar, en caso contrario, una opinión negativa sobre el cumplimiento de las obligaciones
del estado en sede internacional.”

DERECHO A LA SALUD:

“Los Estados Partes en el presente Pacto reconocen el derecho de toda persona al disfrute del
más alto nivel posible de salud física y mental”. Artículo 12 del Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales.

Toda persona tiene derecho a la salud. Se refiere tanto al derecho de las personas a obtener un
cierto nivel de atención sanitaria y salud, como a la obligación del Estado de garantizar un cierto
nivel de salud pública con la comunidad en general.

La Organización Mundial de la Salud define el derecho a la salud como “un estado de completo
bienestar físico, mental y social” y no meramente la ausencia de enfermedad o dolencia. Los
Estados deben asegurar ambas libertades y derechos. Lo anterior incluye el derecho al control de
la salud y el cuerpo de cada uno, incluyendo la libertad sexual y reproductiva, y la libertad de
interferencias como la tortura, el tratamiento médico no consentido y la experimentación. Los
derechos incluyen el acceso a instalaciones sanitarias adecuadas y servicios, así como a medidas
apropiadas de los Estados en relación con determinantes socioeconómicos de la salud, tales como
la comida, el agua y el saneamiento, las condiciones de trabajo seguras y saludables, la vivienda
y la pobreza.

El derecho a la salud está estrechamente interconectado con numerosos otros derechos humanos,
incluidos los derechos a la alimentación, el agua, la vivienda, el trabajo, la educación, la vida, la
no discriminación, la privacidad, el acceso a la información y la prohibición de la tortura, entre
otros.

El Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de la ONU ofrece una orientación


detallada a los Estados en relación a sus obligaciones de respetar, proteger y cumplir el derecho
a la salud. El Comité también indica que el derecho incluye los siguientes estándares esenciales e
interrelacionados:
● Disponibilidad. Los Estados deben asegurar la provisión de una infraestructura
suficiente válida de salud pública e individual en todo su territorio, así como instalaciones
de agua y saneamiento seguras, personal capacitado y adecuadamente compensado y
todos los medicamentos esenciales.

● Accesibilidad. El acceso a la salud consiste en cuatro elementos clave: la no


discriminación, la accesibilidad física, la accesibilidad económica y la accesibilidad de la
información. Las instalaciones y servicios de salud deben ser accesibles a todos,
especialmente a los más vulnerables, sin discriminación de ningún tipo. Las instalaciones
y servicios, así como los factores determinantes básicos de la salud, tales como los
servicios de agua y saneamiento, deben ser accesibles físicamente. Las infraestructuras
de salud, bienes y servicios deben estar al alcance de todos, y cualquier pago debe estar
basado en el principio de equidad para que las familias más pobres no soporten una carga
desproporcionada de los gastos relacionados con la salud. Los Estados deben garantizar
que toda persona tiene el derecho a buscar, recibir y difundir información sobre la salud,
en equilibrio con la confidencialidad de la información médica.

● Aceptabilidad. Las infraestructuras de salud deben ser respetuosas con la ética médica y
la cultura de los individuos y las comunidades, así como prestar atención a los requisitos
de géneros y relativos al ciclo de la vida.

● Calidad. Las infraestructuras de salud deben ser científica y médicamente apropiadas y


de buena calidad. Entre otras cosas, esto requiere la provisión de medicinas y equipos
necesarios, profesionales médicos formados y el acceso a agua y saneamiento.

El derecho a la salud tuvo reconocimiento explícito en el ordenamiento jurídico argentino a partir


de la reforma constitucional de 1994. Entre los artículos que incorporó esta reforma, el 41 se
refiere al vínculo entre salud y medio ambiente, el 42 al vínculo entre la salud y la relación de
consumo y de usuario de servicios públicos. Sin embargo, es el art. 75, inc. 22 el que dio jerarquía
constitucional a los tratados internacionales de derechos humanos suscriptos por la Argentina,
reconociendo, de esta manera, el derecho a la salud en forma amplia.

En consecuencia, se reconoce el derecho de toda persona al disfrute del más alto nivel posible de
salud física y mental (art 12 PIDESC). Asimismo, el art. 75, inc. 23 se refiere a las medidas de
acción positiva que debe adoptar el estado para garantizar el pleno goce de los derechos para
ciertos grupos vulnerados.

La Argentina ha establecido un sistema tripartito de salud, compuesto por un subsistema privado


(de medicina prepaga), uno público (financiado mediante el sistema impositivo) y uno de obras
sociales (generado a partir de los aportes de trabajadores registrados y sus empleadores). Se
encuentra regulado por la ley N° 23.661 que crea el Sistema Nacional de Salud, y establece el
marco de un “sistema de cobertura universal, estructura pluralista y participativa y administración
descentralizada”. Así, el Poder Ejecutivo de la Nación ha establecido el Plan Médico Obligatorio
(PMO) que conforma "un conjunto de servicios de carácter obligatorio como piso prestacional
por debajo del cual ninguna persona debería ubicarse en ningún contexto" que es actualizado en
forma constante por vía legislativa, resolutiva o incluso judicial.
DERECHO A LA VIVIENDA:

"Los Estados Partes en el presente Pacto reconocen el derecho de toda persona a un nivel de
vida adecuado para sí y su familia, incluso alimentación, vestido y vivienda adecuados, y a una
mejora continua de las condiciones de existencia.” Artículo 11(1) del Pacto Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales.

Toda persona tiene derecho a la vivienda. Una vivienda adecuada, como parte de un nivel de vida
adecuado, es fundamental para el disfrute de todos los derechos económicos, sociales y culturales.
No debe entenderse como limitada solamente a una vivienda básica. En su Observación General
4, el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de la ONU (CDESC) proporciona
una guía detallada a los Estados con respecto a sus obligaciones de respetar, proteger y realizar el
derecho a una vivienda adecuada. El Comité también resalta que el derecho incluye las siguientes
siete características esenciales e interrelacionadas:

● Seguridad jurídica de la tenencia. Cada persona debe tener un nivel de seguridad en su


situación de vivienda para estar protegido frente al desalojo forzoso o arbitrario, el
hostigamiento u otras amenazas. Dicha protección puede adoptar diversas formas, tales
como la propiedad legal, el alquiler o una cooperativa de vivienda.

● Disponibilidad de servicios, materiales, instalaciones e infraestructura. Los Estados


deben garantizar que las viviendas ofrecen las instalaciones necesarias para la salud, la
seguridad, la comodidad y la nutrición. Esto incluye el acceso permanente a recursos
naturales y comunes, el agua potable, la energía para cocinar, la calefacción e
iluminación, las instalaciones sanitarias y de aseo, el almacenamiento de alimentos, la
eliminación de desechos, el drenaje y los servicios de emergencia.

● Asequibilidad. La vivienda y los costos relacionados con la vivienda deben ser


proporcionales a los niveles de ingresos, y en un nivel que no comprometa otras
necesidades básicas. Los Estados deberían crear subsidios de vivienda para los que no
pueden costearse una, poner en marcha protecciones para los inquilinos frente a los
alquileres no razonables, y asegurar la disponibilidad de materiales naturales en las
sociedades donde estos recursos sean las principales fuentes utilizadas para la
construcción de viviendas.

● Habitabilidad. La vivienda adecuada debe proporcionar a sus habitantes un espacio


suficiente, ser segura para vivir y dar protección contra el frío, el calor, la lluvia y otros
elementos de la naturaleza y riesgos estructurales. Los Estados deben prestar especial
atención a la relación entre la vivienda inadecuada y las amenazas a la salud.

● Accesibilidad. Todo el mundo debe tener acceso a una vivienda adecuada, especialmente
los más vulnerables. Los Estados deben ofrecer vivienda prioritaria a los grupos
desfavorecidos, incluyendo, entre otros, los ancianos, los niños, las personas con
discapacidad, los enfermos terminales y las víctimas de desastres naturales. Los Estados
deben elaborar planes de viviendas apropiadas para aumentar el acceso a la tierra de las
personas sin hogar o los sectores empobrecidos de la sociedad.

● Ubicación. En muchos casos, tanto en las ciudades como en las zonas rurales, el
transporte puede ser costoso y consumir mucho tiempo. La vivienda adecuada debe estar
en un lugar que permita el acceso a las opciones de empleo, servicios de salud y educación
y otros servicios sociales. Las casas no deben construirse en lugares peligrosos o
contaminados.

● Adecuación cultural. Los materiales de construcción de las viviendas deben estar


conectados con la expresión de la identidad cultural y la diversidad de la vivienda, según
corresponda a las comunidades dentro del contexto particular. Los esfuerzos para
modernizar la vivienda deben tener adaptarse a las creencias y necesidades de los
habitantes.

En su Observación General 7, el CDESC confirmó que los desalojos forzosos sólo pueden
justificarse en las circunstancias más excepcionales y de conformidad con los principios
pertinentes del derecho internacional (Principios Básicos y Directrices Sobre los Desalojos y el
Desplazamiento Generados por el Desarrollo). Entre otras cosas, los Estados deben asegurar las
garantías jurídicas, incluida la no discriminación, la no arbitrariedad, el debido proceso y la
equidad procesal, junto con la consulta y la participación en la toma de decisiones, el acceso a los
recursos, la compensación y el realojamiento adecuado.

El derecho a la vivienda digna y adecuada se encuentra reconocido en el texto constitucional y en


los tratados de derechos humanos a los que se le ha otorgado jerarquía constitucional. Sin
embargo, y pese a este reconocimiento, el desarrollo de sus alcances por parte de la CSJN aún es
limitado.

DERECHO A LA ALIMENTACIÓN:

“Los Estados Partes en el presente Pacto reconocen el derecho de toda persona a un nivel de
vida adecuado para sí y su familia, incluso alimentación, vestido y vivienda adecuados... Los
Estados Partes en el presente Pacto, reconociendo el derecho fundamental de toda persona a
estar protegida contra el hambre, adoptarán, individualmente y mediante la cooperación
internacional, las medidas, incluidos los programas concretos, que se necesitan…” Artículo 11
del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales.

Toda persona tiene derecho a la alimentación. El derecho a la alimentación es esencial para una
vida digna y es vital para la realización de muchos otros derechos, como los derechos a la salud
y a la vida. La alimentación es importante no sólo para sobrevivir, sino también para el pleno
desarrollo de las capacidades físicas y mentales.

Los Estados están obligados a desarrollar, individualmente y mediante la cooperación


internacional, una serie de medidas de producción, conservación y distribución de alimentos para
asegurar que todas las personas sean capaces de acceder a alimentos suficientes para estar
protegidas contra el hambre y la desnutrición. En su Observación General 12, el Comité de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales de la ONU (Comité DESC) proporcionó orientación
detallada a los Estados con respecto a sus obligaciones de respetar, proteger y realizar el derecho
a una alimentación adecuada. El Comité también destacó que el derecho incluye las siguientes
características esenciales e interrelacionadas:

● Adecuación. El alimento disponible para el consumo debe ser apropiado en el contexto


social, económico, cultural y medioambiental prevalente.

● Disponibilidad. Toda persona debería ser capaz de obtener suficiente comida de calidad,
ya sea a través de los sistemas de mercado o directamente de la tierra y otros recursos
naturales. Las dietas deben contener una mezcla de los nutrientes necesarios para una
vida sana y las necesidades fisiológicas, durante todo el ciclo de vida y de acuerdo al sexo
y la ocupación. Los alimentos deben estar libres de sustancias nocivas y ser culturalmente
apropiados.

● Accesibilidad. El acceso a los alimentos consiste en tres elementos clave: la no


discriminación, la accesibilidad económica y la accesibilidad física. El acceso a la
alimentación debe ofrecerse sin discriminación sobre la base de cualquier fundamento
prohibido. El precio de los alimentos debe estar a un nivel que no suponga un riesgo para
la consecución de otras necesidades básicas. Esto puede requerir programas especiales
para los grupos vulnerables. La accesibilidad física significa que todos deben tener acceso
a los alimentos, en particular los grupos vulnerables, como los niños, las personas con
discapacidad, los ancianos y las personas afectadas por un desastre natural o un conflicto.

● Sostenibilidad. Los Estados deben garantizar, mediante el desarrollo de medidas


adecuadas y la regulación de los actores privados, que las prácticas que influyen en la
alimentación, la tierra o los recursos naturales no ponen en peligro la disponibilidad de
los alimentos a largo plazo ni su accesibilidad.

DERECHO AL AGUA:

El agua es un recurso natural limitado y un bien público fundamental para la vida y la salud. El
derecho humano al agua es indispensable para vivir dignamente.

Observación General 15 del Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de la ONU.

Toda persona tiene derecho al agua. El derecho al agua es imprescindible para una vida digna y
es vital para la realización de muchos otros derechos, tales como los derechos a la salud, a la vida
y a un nivel de vida adecuado. Aunque no se menciona explícitamente en el Pacto Internacional
de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, es una parte esencial de la realización del
derecho a un nivel de vida adecuado, y ha sido reconocido en un amplio rango de instrumentos
internacionales de derechos humanos.

Todas las personas deben tener acceso a una cantidad suficiente de agua potable para prevenir la
deshidratación y mantener la salud básica, con especial atención a los más vulnerables de la
sociedad. Si bien los Estados deben dar prioridad a garantizar el suministro de agua para uso
personal y doméstico, también se deben tomar medidas para garantizar la disponibilidad y la
sostenibilidad del agua para la producción de alimentos, la higiene ambiental, la seguridad de los
medios de subsistencia y el disfrute de las prácticas culturales pertinentes. La adecuación del agua
dependerá de la prevalencia de las condiciones sociales, económicas, culturales, climáticas y
ecológicas, ya que el agua debe ser entendida como un bien social y cultural más que
fundamentalmente como un bien económico.

En su Observación General 15, el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de la


ONU (CDESC) proporciona una guía detallada a los Estados con respecto a sus obligaciones de
respetar, proteger y garantizar el derecho al agua. El Comité también destaca que el derecho
incluye las siguientes características esenciales e interrelacionadas:

● Disponibilidad. Toda persona debe tener acceso a la cantidad de agua necesaria para
satisfacer sus necesidades básicas. Mientras que la cantidad mínima de agua requerida
variará dependiendo del contexto (incluyendo el estado de salud, el clima y las
condiciones de trabajo), los usos personales y domésticos ordinarios del agua
generalmente incluirán el consumo, el saneamiento, el lavado de la ropa, la preparación
de alimentos y la higiene personal y del hogar.
● Calidad. El agua para uso personal y doméstico debe estar libre de sustancias nocivas
tales como microorganismos, sustancias químicas o radiactivas. Su olor, color y sabor
deben ser aceptables para el consumo humano.

● Accesibilidad. El acceso al agua se basa en cuatro elementos clave: la accesibilidad


física, la accesibilidad económica, la no discriminación y el acceso a la información. El
agua, así como las instalaciones y los servicios relacionados, deberán estar al alcance
geográfico de todas las personas, sin discriminación ni prohibición de ningún tipo. Deberá
ser posible tener acceso al agua dentro o cerca de cada hogar, centro educativo y lugar de
trabajo. Los Estados deben garantizar que las instalaciones y servicios de agua sean
seguros para el acceso, y atender las necesidades de género, cultura, ciclo de la vida y
privacidad. Los costos y cargos directos e indirectos asociados con el consumo del agua
o su uso deben estar al alcance de todas las personas, y no deben poner en peligro la
consecución de otros derechos humanos. Toda persona tiene derecho a buscar, recibir y
difundir información relativa a los asuntos relacionados con el agua.

DERECHO A LA EDUCACIÓN:

“Los Estados Partes en el presente Pacto reconocen el derecho de toda persona a la educación.”
Artículo 13 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales

En su parte dogmática la Constitución garantiza en su art. Art. 14 a todos los habitantes el derecho
de enseñar y aprender. Complementariamente, en el art. 75 inc. 19 se establece como atribución
del Congreso Nacional la de "sancionar leyes de organización y de base de la educación que
consoliden la unidad nacional respetando las particularidades provinciales y locales; que aseguren
la responsabilidad indelegable del Estado, la participación de la familia y la sociedad, la
promoción de los valores democráticos y la igualdad de oportunidades y posibilidades sin
discriminación alguna; y que garanticen los principias de gratuidad y equidad de la educación
publica estatal y la autonomía de las universidades nacionales."

Toda persona tiene derecho a la educación. Los objetivos de la educación incluyen el pleno
desarrollo y la dignidad de cada persona, la capacidad de participar de manera efectiva en la
sociedad y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos. La educación es importante en
sí misma y a menudo es también un derecho humano “multiplicador”, del mismo modo en que el
grado de acceso a la educación influye en el nivel de disfrute de otros derechos humanos.

El derecho a la educación implica requisitos específicos en los diferentes niveles de educación.


La enseñanza primaria debe ser obligatoria y gratuita para todos, lo que implicará consideraciones
de costos directos e indirectos relacionados con la educación. La naturaleza obligatoria de la
enseñanza primaria protege contra violaciones de este derecho por parte de los padres o de los
gobiernos, elimina la discriminación basada en los ingresos y acaba con los incentivos para la
falta de asistencia. Los Estados deben elaborar un marco nacional que amplíe y mejore
progresivamente el sistema educativo y que sucesivamente introduzca la educación gratuita en
los demás niveles, como el secundario, superior y educación fundamental.

Todo Estado debe respetar el derecho a la libertad de enseñanza. Esto incluye el respeto a las
convicciones religiosas y morales de los niños y los padres, el derecho de los padres o tutores
legales de escoger escuelas privadas para sus hijos, y la libertad para establecer instituciones
educativas privadas, siempre y cuando se ajusten a las normas nacionales de planes de estudio y
admisiones.
En su Observación General 13, el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de la
ONU (CDESC) proporcionó directrices detalladas a los Estados con respecto a sus obligaciones
de respetar, proteger y garantizar el derecho a la educación. El Comité también señaló que el
derecho incluye las siguientes características esenciales e interrelacionadas:

● Disponibilidad. Los Estados deben garantizar la provisión de suficientes infraestructuras


educativas (instituciones y programas) para todas las personas. Estas deben estar
equipadas con todos los materiales y las instalaciones necesarias para funcionar
adecuadamente en el contexto específico, tales como edificios, equipos didácticos y
materiales, personal capacitado y adecuadamente remunerado, protección ante elementos
naturales, instalaciones sanitarias para ambos sexos y agua potable.

● Accesibilidad. El acceso a la educación consiste en tres elementos clave: la no


discriminación, la accesibilidad material y la accesibilidad económica. Las instituciones
educativas deben ser accesibles a todas las personas, especialmente a los más vulnerables,
y nadie puede ser objeto de discriminación sobre la base de, entre otros motivos, el sexo,
el origen étnico, la ubicación geográfica, la situación económica, la discapacidad, la
ciudadanía o el permiso de residencia, la pertenencia a un grupo minoritario, la religión,
la detención o la orientación sexual. Las escuelas deben estar a una distancia segura y
razonable de las comunidades o, para las zonas remotas, accesibles a través de tecnología
moderna. La educación debe ser asequible para todas las personas, y los Estados deben
incorporar progresivamente la enseñanza gratuita en todos los niveles.

● Aceptabilidad. Sujetos a los objetivos generales de la educación y a las normas


educativas mínimas establecidas por el Estado, los programas de estudio y de enseñanza
deben ser aceptables para los estudiantes y, en los casos apropiados, para los padres. Esto
significa que la educación debe ser relevante para el contexto, las necesidades y las
capacidades evolutivas del niño, y debe ser de buena calidad y culturalmente apropiada.

● Adaptabilidad. La educación debe ser lo suficientemente flexible para adaptarse y


responder a las sociedades cambiantes y las necesidades de los estudiantes dentro de
entornos sociales y culturales diversos.

En Argentina la educación ha sido reconocida desde la Constitución histórica (1853/60) sin


embargo, adquiere el rol de derecho humano recién con la reforma del año 1994 y principalmente
con la incorporación de los tratados internacionales de derechos humanos, específicamente
mediante el art. 13 del PIDESC, los arts. 28 y 29 de la CDN, entre otros.

DERECHOS CULTURALES:

Los Estados Partes en el presente Pacto reconocen el derecho de toda persona a: a) Participar en
la vida cultural; b) Gozar de los beneficios del progreso científico y de sus aplicaciones; c)
Beneficiarse de la protección de los intereses morales y materiales que le correspondan por razón
de las producciones científicas, literarias o artísticas de que sea autor". Artículo 15 del Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales.

Toda persona tiene derechos culturales, el derecho a la ciencia y el derecho a la protección de los
intereses de autoría. Estos garantizan el derecho a participar y disfrutar de los beneficios de la
cultura y la ciencia, y se refieren a la búsqueda del conocimiento, la comprensión y la creatividad
humana. Estos derechos son una parte importante de la armonía social y están estrechamente
relacionados con los derechos a la educación y a la libertad de pensamiento, de conciencia y de
religión. Los derechos culturales no pueden, sin embargo, ser utilizados como justificación de
prácticas que discriminen a grupos específicos o violen otros derechos humanos.

Derechos Culturales

La Declaración de la UNESCO sobre la Diversidad Cultural establece que “la cultura debe ser
considerada el conjunto de los rasgos distintivos espirituales y materiales, intelectuales y afectivos
que caracterizan a una sociedad o a un grupo social y que abarca, además de las artes y las letras,
los modos de vida, las maneras de vivir juntos, los sistemas de valores, las tradiciones y las
creencias”. El derecho a participar en la vida cultural tiene elementos tanto individuales como
colectivos. Pueden ejercerse como un individuo, en asociación con otros, o dentro de una
comunidad o grupo. En su Observación General 12, el Comité de Derechos Económicos, Sociales
y Culturales de la ONU (CDESC) proporcionó orientación detallada a los Estados con respecto a
sus obligaciones de respetar, proteger y garantizar el derecho a participar en la vida cultural. El
Comité también destacó que el derecho incluye las cinco siguientes características esenciales e
interrelacionadas:

● Disponibilidad. Los bienes y servicios culturales deben estar disponibles para que todos
puedan disfrutar y beneficiarse de ellos, incluidas las instituciones y los eventos (como
bibliotecas, museos, teatros, cines y estadios deportivos), los espacios abiertos
compartidos y los bienes culturales intangibles (tales como los idiomas, las costumbres,
las creencias y la historia).
● Accesibilidad. El acceso a la cultura consiste en cuatro elementos clave: la no
discriminación, la accesibilidad física, la accesibilidad económica y la accesibilidad de la
información. Los Estados deben asegurar que todas las personas tengan oportunidades
concretas, eficaces y asequibles para disfrutar de la cultura sin discriminación. Este
acceso debe extenderse a las zonas rurales y urbanas, con especial atención a las personas
con discapacidad, las personas mayores y las personas en situación de pobreza. Los
Estados deben garantizar que toda persona tiene el derecho a buscar, recibir y difundir
información sobre la cultura en el idioma de su elección.
● Aceptabilidad. En relación con las medidas para hacer realidad los derechos culturales,
los Estados deberían mantener consultas con las personas y comunidades involucradas
para asegurar que estas aceptan las medidas para proteger la diversidad cultural.
● Adaptabilidad. Los Estados deben adoptar un enfoque flexible a los derechos culturales
y respetar la diversidad cultural de los individuos y las comunidades.
● Idoneidad. La realización de los derechos culturales debe ser adecuada en el contexto
pertinente, con especial atención por parte de los Estados a los valores culturales
relacionados con, entre otras cosas, los alimentos y su consumo, el uso del agua, la
provisión de servicios de salud y educación, y el diseño y construcción de viviendas.

El derecho a la ciencia

El derecho a disfrutar de los beneficios del progreso científico y de sus aplicaciones abarca no
sólo los resultados científicos y sus consecuencias, sino también el proceso científico, sus
metodologías y herramientas. La ciencia puede ser entendida como la investigación práctica y
teórica y el examen en todos los campos de investigación, incluidas las ciencias sociales.
El derecho a la protección de los intereses morales y materiales de los autores

Cuando una persona produce cualquier obra científica, literaria o artística, tiene derecho a
beneficiarse de la protección de los intereses morales y materiales que le correspondan.

En su Observación General 17, el CDESC proporcionó orientación detallada a los Estados con
respecto a sus obligaciones de respetar, proteger y garantizar el derecho a la protección de los
intereses morales y materiales relacionados con la autoría. El Comité también destacó que el
derecho incluye las siguientes características esenciales e interrelacionadas:

● Disponibilidad. Los Estados deben promulgar leyes y reglamentos adecuados, así como
los recursos correspondientes, para proteger los intereses de los autores.

● Accesibilidad. El acceso a los recursos para la protección de los intereses de los autores
consiste en tres elementos clave: la accesibilidad física, la accesibilidad económica y el
acceso a la información en relación con dicho marco de recurso.

● Calidad de la protección. Los Estados deben garantizar que los procedimientos para la
protección de los intereses de los autores se administran de manera competente y
expeditiva por parte de la autoridad competente.

DERECHOS DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS – DECLARACIÓN DE LOS DERECHOS


SOBRE LOS PUEBLOS INDÍGENAS:

El art. 75 inc. 17 de la CN establece que corresponde al Congreso de la Nación "reconocer la


preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos. Garantizar el respeto a su
identidad y el derecho a una educación bilingüe e intercultural; reconocer la personería jurídica
de su comunidades, y la posesión y propiedad comunitarias de las tierras que tradicionalmente
ocupan; y regula la entrega de otras aptas y suficientes para el desarrollo humano; ninguna de
ellas será enajenable, transmisible ni susceptible de gravámenes o embargos. Asegurar su
participación en la gestión referida a sus recursos naturales y a los demás intereses que los afecten"
se ocupan de los derechos de los pueblos indígenas por medio de convenios como el Convenio
169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y el Convenio sobre la Diversidad
Biológica (Artículo 8).

¿Qué derechos garantiza la Declaración? La Declaración aborda, entre otros, los derechos
individuales y los derechos colectivos, los derechos culturales y la identidad, y los derechos a la
educación, la salud, el empleo y el idioma. En virtud de este derecho pueden determinar
libremente su condición política y perseguir libremente su desarrollo económico, social y cultural.
Los pueblos indígenas tienen derecho a conservar y reforzar sus propias instituciones políticas,
jurídicas, económicas, sociales y culturales, manteniendo a la vez su derecho a participar
plenamente, si lo desean, en la vida política, económica, social y cultural del Estado.

Elementos notables de la Declaración:

● Diecisiete de los 46 artículos de la Declaración se refieren a la cultura indígena y a cómo


protegerla y promoverla, respetando el aporte directo de los pueblos indígenas en la toma
de decisiones y asignando recursos a la educación en idiomas indígenas y a otras esferas.
● Quince de los 46 artículos de la Declaración se refieren a la participación de los pueblos
indígenas en todas las decisiones que afectan a sus vidas, incluida la participación efectiva
en un sistema de gobierno democrático.
● La Declaración confirma el derecho de los pueblos indígenas a la libre determinación y
reconoce los derechos relacionados con los medios de subsistencia y el derecho a las
tierras, territorios y recursos.
● La Declaración reconoce que los pueblos indígenas desposeídos de sus medios de
subsistencia y desarrollo tienen derecho a una reparación justa y equitativa.
● Esencialmente, la Declaración prohíbe la discriminación contra los pueblos indígenas y
promueve su participación plena y efectiva en todos los asuntos que les conciernen, así
como su derecho a seguir siendo diferentes y a perseguir su propia visión del desarrollo
económico y social.

¿Qué importancia reviste la Declaración? Muchos de los derechos consagrados en la Declaración


exigen nuevos enfoques con respecto a las cuestiones mundiales, como el desarrollo, la
descentralización y la democracia multicultural. Para lograr el pleno respeto de la diversidad, los
países deberán adoptar enfoques participativos de las cuestiones indígenas para los que hará falta
celebrar consultas efectivas y establecer alianzas con los pueblos indígenas.

DERECHO HUMANO A UN AMBIENTE SANO Y SALUDABLE:

“Toda persona tiene derecho a vivir en un medio ambiente adecuado para su salud y su
bienestar” Resolución de la Asamblea General de la ONU A/RES/45/94.

Toda persona tiene derecho a un medio ambiente adecuado. Un medio ambiente adecuado se
considera una condición previa para la realización de otros derechos humanos, incluidos los
derechos a la vida, la alimentación, la salud y un nivel de vida adecuado. Existe una referencia
parcial a esto en el derecho a la salud establecido en el Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC), que señala que los Estados deben cumplir con el
derecho a la salud mediante, entre otras medidas, la mejora de todos los aspectos de la higiene
ambiental. También se ha reconocido en una amplia gama de instrumentos regionales de derechos
humanos, tales como el Protocolo de San Salvador, así como a través del establecimiento de
un mandato de los procedimientos especiales de la ONU sobre los derechos humanos y el medio
ambiente en 2012.

Toda persona debería ser capaz de vivir en un ambiente propicio para su salud y bienestar. Los
Estados deben tomar medidas concretas y progresivas, individualmente y en cooperación con
otros, para desarrollar, implementar y mantener marcos adecuados para habilitar todos los
componentes necesarios para un ambiente saludable y sostenible, que abarque todas las partes del
mundo natural. Esto incluye la regulación de las empresas y otros actores privados en sus
operaciones nacionales y extraterritoriales.

De acuerdo con principios bien establ|ecidos de derecho internacional, incluidas las disposiciones
del PIDESC, la cooperación internacional para el desarrollo y para la realización de los derechos
humanos es una obligación de todos los Estados. Tal colaboración y apoyo, especialmente por
parte de los Estados capaces de ayudar a los demás, es particularmente importante para abordar
los impactos transnacionales sobre las condiciones ambientales tales como el cambio climático.

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