Bolilla 8
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FALSA DICOTOMÍA (falsa división) entre derechos civiles y políticos – derechos económicos,
sociales y culturales: para algunos DD había intervención y para otros había una abstención.
Cuando hablamos de DCyP, el rol que tiene el E, las obligaciones que asumía eran obligaciones
de NO HACER. Encontramos un E abstencionista. (Esto era lo que se sostenía)
A diferencia de los DESC, lejos de una no intervención por parte del Estado, lo que se
pretendía era una fuerte intervención, es decir que haya una presencia del E para garantizar
estos derechos.
En realidad es una falsa dicotomía porque todos van a generar obligaciones, al Estado, tanto de
hacer como de no hacer.
Por ejemplo en materia de DCyP: TODAS LAS ACCIONES QUE REALIZA EL E PARA
GARANTIZAR EL ACCESO AL SUFRAGIO.
Por ejemplo en materia de DESC: ABSTENERSE DE NO DAÑAR LA CULTURA.
No podemos decir que los DCyP y los DESC son opuestos, sino que a partir de estar características
de universalidad, interdependencia e indivisibilidad de los DDHH, son TODOS DDHH.
Existen obligaciones comunes tanto para los DCyP como para los DESC: obligaciones positivas
de hacer e intervenir como acciones negativas de abstenerse.
OBLIGACIONES COMUNES de los E: 1- RESPETAR / 2- PROTEGER / 3- GARANTIZAR
/ 4- PROMOVER.
En 1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó la Declaración Universal de los
Derechos Humanos (DUDH), en la cual se establecen los derechos civiles, culturales,
económicos, políticos y sociales fundamentales de los que deben disfrutar todas las personas. En
1966, los DESC quedaron reflejados como derechos legales en el Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC) - que junto con la DUDH y el Pacto Internacional
de Derechos Civiles y Políticos forman la denominada Carta Internacional de Derechos Humanos
- y en otros tratados universales y mecanismos regionales. Hasta la fecha, más de 160 Estados
han ratificado el PIDESC. Asimismo, numerosos países han articulado su compromiso con los
DESC por medio de sus constituciones nacionales y legislación nacional.
REGULACIÓN INTERNACIONAL:
Artículo 7: Los Estados Partes en el presente Pacto reconocen el derecho de toda persona al goce
de condiciones de trabajo equitativa y satisfactoria que le aseguren en especial:
a) Una remuneración que proporcione como mínimo a todos los trabajadores:
i) Un salario equitativo e igual por trabajo de igual valor, sin distinciones de ninguna especie; en
particular, debe asegurarse a las mujeres condiciones de trabajo no inferiores a las de los hombres,
con salario igual por trabajo igual;
ii) Condiciones de existencia dignas para ellos y para sus familias conforme a las disposiciones
del presente Pacto;
b) La seguridad y la higiene en el trabajo;
c) Igual oportunidad para todos de ser promovidos, dentro de su trabajo, a la categoría superior
que les corresponda, sin más consideraciones que los factores de tiempo de servicio y capacidad;
d) El descanso, el disfrute del tiempo libre, la limitación razonable de las horas de trabajo y las
vacaciones periódicas pagadas, así como la remuneración de los días festivos.
Artículo 13: 1. Los Estados Partes en el presente Pacto reconocen el derecho de toda persona a la
educación. Convienen en que la educación debe orientarse hacia el pleno desarrollo de la
personalidad humana y del sentido de su dignidad, y debe fortalecer el respeto por los derechos
humanos y las libertades fundamentales.
Artículo 14: Todo Estado Parte en el presente Pacto que, en el momento de hacerse parte en él,
aún no haya podido instituir en su territorio metropolitano o en otros territorios sometidos a su
jurisdicción la obligatoriedad y la gratuidad de la enseñanza primaria, se compromete a
elaborar y adoptar, dentro de un plazo de dos años, un plan detallado de acción para la
aplicación progresiva, dentro de un número razonable de años fijado en el plan, del principio de
la enseñanza obligatoria y gratuita para todos.
Este instrumento ha sido adoptado por la OEA en 1988 y entró en vigencia en 1999 cuando
alcanzó la cantidad requerida de once Estados que lo ratificaran. Su principal objetivo es ampliar
los derechos económicos, sociales y culturales para consolidar en América el respeto a la
integridad de las personas, tal como lo señala su Preámbulo. Como toda herramienta
internacional es necesaria la cooperación de los Estados partes para lograr de manera
progresiva la plena efectividad de esos derechos reconocidos de acuerdo a la situación y
normativa interna de cada uno de los Estados.
El instrumento surge como respuesta a una necesidad de ampliar de manera más concreta a los
derechos económicos, sociales y culturales de los ya plasmados en el Pacto de San José de Costa
Rica. Establece dos formas de garantizar el cumplimiento, por un lado asegura el debido proceso
para peticiones individuales y por el otro obliga a los Estados al compromiso de presentar
informes periódicos ante el Secretario de la Organización de Estados Americanos.
El preámbulo del Protocolo reconoce expresamente un bloque entre estos derechos y los civiles
y políticos: "la estrecha relación que existe entre la vigencia de los derechos económicos,
sociales y culturales y la de los derechos civiles y políticos, por cuanto las diferentes
categorías de derechos constituyen un todo indisoluble que encuentra su base en el
reconocimiento de la dignidad de la persona humana, por lo cual exigen una tutela y promoción
permanente con el objeto de lograr su vigencia plena, sin que jamás pueda justificarse la violación
de unos en aras de la realización de otros".
En cuanto a derechos expresamente protegidos por el instrumento internacional: derecho al
trabajo, condiciones justas, equitativas y satisfactorias, protección a la actividad sindical; derecho
a la seguridad social; derecho a la salud; derecho a la educación; derechos a los beneficios de la
cultura; derecho a la protección de la familia; derecho de la niñez, protección de los ancianos y
minusválidos.
Un plus de estos derechos que plantea el Protocolo, es contemplar por un lado el derecho de la
persona a un medio ambiente sano y contar con servicios públicos. Por el otro, a nuestro modo
de ver el más sensible de todos, el derecho a la alimentación, sin dudas de carácter inalienable del
ser humano, imprescindible para luchar contra el flagelo de la desnutrición en todas las edades.
● Obligación de adoptar medidas inmediatas: (la falta de recursos nunca puede servir
como pretexto de incumplimiento). Que acarrea Adaptar el marco legal vigente.
● Relevar información y formulación de un plan de acción.
● Proveer recursos efectivos.
● Obligación de garantizar niveles esenciales: (se centra en la planificación de políticas
públicas) a través de un relevamiento del problema y
● Formulación de un plan de acción para la implementación progresiva.
● Obligación de progresividad y prohibición de regresividad.
● La prohibición de regresividad como complemento al control de razonabilidad. Inversión
de la carga probatoria, determina una presunción de invalidez o de inconstitucionalidad,
transfiriendo al Estado la carga de argumentar a favor de la racionalidad de la legislación
propuesta.
CIDH - CASO García Fajardo: Derecho laboral. Trabajadores aduaneros habían sido
despedidos por realizar una huelga considerada ilegal. Aunque los trabajadores obtuvieron ante
la justicia sentencias favorables que ordenaban su reintegro, el gobierno incumplió esas
sentencias.
Para apoyar su razonamiento, la Comisión acudió a la CADH y al Protocolo de San Salvador.
La CIDH considera que los derechos económicos de los trabajadores aduaneros entran en el marco
de la protección de los derechos económicos, sociales y culturales tutelados por la Conv.
Americana en su art 26… las violaciones por parte del E de Nicaragua determinan los perjuicios
económicos y postergan los derechos sociales de los peticionarios…
CIDH - CASO Miranda Cortez: El E habría violado el derecho a la salud de las presuntas
víctimas, afectadas de VIH/SIDA, por no haberles suministrado los medicamentos que integran
la triple terapia necesaria para impedir su muerte y mejorar su calidad de vida.
El art 26 CADH puede ser invocado para proteger el derecho a la salud – es decir, que se deriva
de las normas económicas, sociales y sobre educación, ciencia y cultura contenidas en la Carta de
la OEA.
SUBPRINCIPIO DE NO REGRESIVIDAD:
En el acápite precedente analizamos el principio de progresividad en su aspecto positivo, es decir,
la obligación del Estado de lograr la plena efectividad de los DESC. De modo paralelo, el Estado
también asume una obligación de naturaleza “negativa” –principio de no regresividad– que
consiste en una prohibición de adoptar normas jurídicas cuya aplicación afecte el nivel de
protección ya adquirido.
Abramovich y Courtis señalan que desde el punto de vista conceptual, la obligación de no
regresividad constituye una limitación que los tratados de derechos humanos pertinentes y,
eventualmente, la Constitución imponen sobre los poderes legislativo y ejecutivo a las
posibilidades de reglamentación de los derechos económicos, sociales y culturales. La obligación
veda al legislador y al titular del poder reglamentario la adopción de reglamentación que derogue
o reduzca el nivel de los derechos económicos, sociales y culturales de los que goza la población.
Desde el punto de vista del ciudadano, la obligación constituye una garantía de mantenimiento de
los derechos económicos, sociales y culturales de los que goza desde la adopción del PIDESC, y
de su nivel de goce, a partir de dicha adopción y de toda mejora que hayan experimentado desde
entonces. Se trata de una garantía sustancial, es decir, de una garantía que tiende a proteger el
contenido de los derechos vigentes al momento de la adopción de la obligación internacional y el
nivel de goce alcanzado cada vez que el Estado, en cumplimiento de su obligación de
progresividad, haya producido una mejora.
En consecuencia, la obligación asumida por el Estado al respecto es de no regresividad, es decir,
la prohibición de adoptar medidas y, por ende, de sancionar normas jurídicas que empeoren la
situación de los DESC de los que gozaba la población al momento de adoptado el tratado
internacional respectivo, o bien en cada mejora “progresiva”. Bajo tal prisma, Karpiuk ha definido
la no regresividad como la obligación mínima “de abstenerse de adoptar políticas y medidas que
empeoren la situación de los derechos económicos, sociales y culturales vigentes al momento de
adoptar el tratado internacional”.
Los supuestos en los que se aplica el principio de no regresividad son aquellos en los que la
normativa no impone al Estado el deber de asegurar un determinado derecho de manera inmediata,
sino gradual y progresivamente. En estos casos, entonces, en un determinado momento –etapa
inicial– puede no considerarse violatorio del tratado no haber alcanzado cierto grado de
realización de ese derecho, pero en otro momento, si se logra alcanzar un nivel de realización
mayor, sí puede considerarse violatorio, pues se impone el deber correspondiente de no regresar
al estadio previo.
Como se advierte, en el caso de los derechos fundamentales que aceptan una realización gradual,
nos enfrentamos con un problema complejo: una misma conducta estatal puede ser válida en un
escenario temporal e inválida en otro. Lo que determina la violación del tratado no es el contenido
de la política pública per se, sino precisamente el retroceso injustificado desde una situación
alcanzada.
Ahora bien, cuando el derecho internacional de los derechos humanos impone obligaciones
graduales, el mayor nivel de realización alcanzado no equivale técnicamente a un derecho
adquirido ni absolutamente irreversible. Lo que se establece en estos supuestos es un examen
agravado de razonabilidad de la norma o la práctica cuestionada como regresiva.
Este examen de razonabilidad sobre la política regresiva consta de dos pasos. En el primero se
determina si la norma cuestionada es regresiva respecto de la anterior. En este punto, lo que se
analiza es si la norma cuestionada reduce el grado de realización o goce alcanzado por ese derecho
en particular. Este examen no es teórico o formal sino fáctico o real. El estadio óptimo que sirve
de parámetro para medir si hay o no retrocesos debe ser una norma ejecutada o implementada que
haya impactado o afectado realmente el ejercicio o goce de un determinado derecho.
Superado ese nivel –o sea, solo si se concluye que efectivamente la norma es más restrictiva en
el alcance del derecho–, se realiza un examen estricto de razonabilidad de esa norma, en el que el
Estado tiene la carga de la prueba: es el Estado quien debe demostrar su razonabilidad.
4) Acción de Amparo:
Con la Reforma Constitucional de 1994, se incorporaron a nuestro sistema jurídico dos
herramientas, que bien interpretadas, pueden resultar muy valiosas para la exigencia de la efectiva
vigencia de los derechos humanos tanto de los civiles y políticos, como de los económicos,
sociales y culturales. Nos referimos principalmente al art. 75 inc. 22 que otorga jerarquía
constitucional a once instrumentos internacionales de derechos humanos y al art. 43 que amén de
dar una protección mayor a dos garantías que ya existían previamente como el habeas corpus y el
amparo individual, suma dos nuevos instrumentos de exigibilidad de derechos: el habeas data y
el amparo colectivo.
El nuevo texto constitucional recepta los dos tipos de amparo ya regulados en nuestra legislación,
es decir, el previsto contra todo acto u omisión proveniente de autoridad pública y el previsto para
hacer cesar o prevenir actos y omisiones de particulares. Para su procedencia ahora se exige la
inexistencia de otro medio judicial más idóneo para hacer cesar la violación, restricción ilegítima
o peligro que impida el goce y ejercicio de un derecho, y no se menciona el requisito del previo
agotamiento de la instancia administrativa. Además se ha ampliado el espectro de relaciones
jurídicas protegidas por la acción, pues, en el texto de la ley 16.986 se protegía a los derechos o
garantías explícita o implícitamente reconocidos en la Constitución y, actualmente es procedente
para la protección de derechos no solo de jerarquía constitucional, sino también de los
contemplados en tratados internacionales o aún en leyes comunes.
5) Amparo Colectivo:
Esta modalidad de la acción de amparo está consagrada en el art. 43 de la Constitución Nacional,
segundo párrafo que dice así: “Podrán interponer esta acción contra cualquier forma de
discriminación y en lo relativo a los derechos que protegen al ambiente, a la competencia, al
usuario y al consumidor, así como a los derechos de incidencia colectiva en general, el afectado,
el defensor del pueblo y las asociaciones que propendan a esos fines, registradas conforme a la
ley, la que determinará los requisitos y formas de su organización”
La norma del art. 43 que hemos transcripto avanza sobre la regulación legal de la acción de
amparo y en consonancia con el reconocimiento de derechos efectuado por los arts. 41 y 42 (a un
medio ambiente sano y equilibrado y el de los consumidores y usuarios a la protección en la
relación de consumo), amplía el ámbito esta garantía para que sea utilizada en la defensa del
medio ambiente y el consumidor, junto a los restantes derechos que persiguen la defensa de
intereses difusos y/o de carácter colectivo, incluyendo asimismo en su ámbito de cobertura la
problemática de la discriminación.
Con relación a la legitimación activa, el término "afectado" es el que plantea mayores dificultades
y da lugar a posiciones divergentes a la hora de su interpretación. La visión restringida estima por
afectado a aquel que es titular de un derecho subjetivo. La postura amplia, piensa que una
interpretación conjunta de los términos “afectado” y “derechos de incidencia colectiva en
general”, “permite suponer una legitimación para actuar, a cualquier afectado en reclamo de
derechos colectivos”. Afortunadamente, la jurisprudencia en esta materia, iniciada con acciones
de amparo interpuestas en defensa del ambiente, ha sido generalmente de avanzada y la
interpretación amplia del término "afectado" ha posibilitado la efectiva protección de intereses
que se encuentran en cabeza indistintamente y en partes iguales de una pluralidad de sujetos. En
este sentido, debemos decir que la interpretación amplia de la calidad de “afectado”, así como la
legitimación en cabeza del Defensor del Pueblo o las asociaciones, repercute indiscutiblemente
en las potencialidades del ordenamiento jurídico para la protección de los derechos económicos,
sociales y culturales.
Como precedente de vanguardia respecto de la interpretación amplia del término “afectado”, se
debe mencionar el caso "Schroeder, Juan c/ Estado Nacional s/amparo". En el caso, se reconoció
legitimación activa al Sr. Schroeder, vecino de una localidad en la que se construiría una planta
de tratamiento de residuos peligrosos, para interponer acción de amparo con el objeto de que se
decretara la nulidad del concurso público convocado para la selección de proyectos de inversión,
instalación y operación a tal fin. Para así decidir y en forma resumida sostuvo el tribunal que
“según el artículo 43 de la Constitución, cuando se trata de la protección de los derechos relativos
al ambiente, la acción podrá ser interpuesta por el afectado. Esta condición se encuentra
debidamente cumplida con el interés personal y directo que, en el caso, ostenta el actor. Máxime
si se tiene en cuenta que dedujo una pretensión exclusivamente anulatoria con la cual no pretende,
además, el reconocimiento de una situación jurídica individualizada y su eventual
restablecimiento".
Conclusiones:
Como se ha podido observar, el único mecanismo previsto expresamente en nuestro ordenamiento
jurídico para la tutela de derechos de incidencia colectiva, como son la mayoría de los derechos
económicos, sociales y culturales, es el amparo colectivo regulado en el art. 43 de la Constitución
Nacional al que, por no haber sido aún objeto de adecuada regulación, se le aplican
subsidiariamente las disposiciones de la antigua ley que regulaba el amparo individual. Ello
demuestra que su exigibilidad judicial todavía encuentra importantes obstáculos procesales
derivadas del hecho de que las acciones judiciales tipificadas por el ordenamiento jurídico han
sido pensadas para la protección de los derechos individuales. Para verificarlo basta señalar
algunos ejemplos:
i) El problema de legitimación activa que se presenta en virtud del carácter difuso o
colectivo de los derechos económicos, sociales y culturales, no se limitan a la etapa de
formulación de la acción, sino que se prolongan a lo largo del proceso ante la inexistencia
de mecanismos de participación adecuada de los sujetos colectivos o de grupos
numerosos de víctimas en las diferentes diligencias e instancias del proceso
(notificaciones, audiencias, etc.),
ii) Si bien el amparo colectivo o las medidas cautelares se han presentado como
herramientas en principio idóneas de protección de tales derechos, también se verifican
obstáculos que les hacen perder virtualidad: las violaciones a los derechos económicos,
sociales y culturales requieren al mismo tiempo satisfacción urgente y amplitud de
prueba, pero estas dos cuestiones son excluyentes para la elección de tales mecanismos
de tutela. El amparo requiere un derecho líquido y la cautelar un derecho verosímil y en
ambas acciones el ordenamiento y la jurisprudencia restringen al mínimo el marco
probatorio del proceso,
iii) Las sentencias que condenan al Estado a cumplir obligaciones de hacer no cuentan con
resguardos procesales suficientes y resultan por ello de dificultosa ejecución.
¿Qué puede hacer una persona frente a una violación de derechos económicos, sociales y
culturales?
Muchas veces, ni siquiera las entidades que trabajan en derechos humanos conocen exactamente
qué pueden efectivamente exigirle a los Estados y cómo presionar y llevar adelante una tarea a
efectos de que la comunidad internacional tenga más herramientas para vigilar el comportamiento
de los gobiernos. Para ello, es importante, en primer lugar, conocer los derechos que los Estados
deben respetar y garantizar. Para ello, debe, en primer lugar, examinarse el texto de la
Constitución Nacional.
También es importante conocer el contenido del Pacto Internacional de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales, porque ese instrumento es de cumplimiento obligatorio para todos los
Estados de América Latina, ya que lo han ratificado o se han adherido a él.
Debe examinarse luego, si el Estado ha ratificado otros instrumentos; por ejemplo, si nuestro
interés es trabajar o abordar algún caso de posible violación de derechos económicos, sociales o
culturales de las mujeres. Además, debe observarse si nuestro país ha ratificado la Convención
sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer u otros tratados
específicos según sea el tema y la población afectada.
Para ello es muy importante que las personas que trabajan en asistencia social, servicios jurídicos,
organizaciones no gubernamentales, defensorías públicas y otras entidades, dentro o fuera del
Estado, posean capacitación debida en derechos humanos y en las obligaciones que asumieron
los Estados.
Los derechos humanos contenidos en los instrumentos internacionales son exigibles ante los
tribunales de justicia internos, en cada país; si luego no se obtiene respuesta favorable en el
reclamo interior, puede llevarse el asunto ante algún foro internacional de manera subsidiaria.
¿Ante quién se hace un reclamo internacional por un caso individual por violación de
derechos económicos, sociales y culturales? Un reclamo internacional se puede hacer ante
alguno de los Comités de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, siempre que el Estado haya
aceptado la competencia de los mismos, y que se soliciten cuestiones relacionadas con la labor
que ese comité desempeña.
DERECHO A LA SALUD:
“Los Estados Partes en el presente Pacto reconocen el derecho de toda persona al disfrute del
más alto nivel posible de salud física y mental”. Artículo 12 del Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales.
Toda persona tiene derecho a la salud. Se refiere tanto al derecho de las personas a obtener un
cierto nivel de atención sanitaria y salud, como a la obligación del Estado de garantizar un cierto
nivel de salud pública con la comunidad en general.
La Organización Mundial de la Salud define el derecho a la salud como “un estado de completo
bienestar físico, mental y social” y no meramente la ausencia de enfermedad o dolencia. Los
Estados deben asegurar ambas libertades y derechos. Lo anterior incluye el derecho al control de
la salud y el cuerpo de cada uno, incluyendo la libertad sexual y reproductiva, y la libertad de
interferencias como la tortura, el tratamiento médico no consentido y la experimentación. Los
derechos incluyen el acceso a instalaciones sanitarias adecuadas y servicios, así como a medidas
apropiadas de los Estados en relación con determinantes socioeconómicos de la salud, tales como
la comida, el agua y el saneamiento, las condiciones de trabajo seguras y saludables, la vivienda
y la pobreza.
El derecho a la salud está estrechamente interconectado con numerosos otros derechos humanos,
incluidos los derechos a la alimentación, el agua, la vivienda, el trabajo, la educación, la vida, la
no discriminación, la privacidad, el acceso a la información y la prohibición de la tortura, entre
otros.
● Aceptabilidad. Las infraestructuras de salud deben ser respetuosas con la ética médica y
la cultura de los individuos y las comunidades, así como prestar atención a los requisitos
de géneros y relativos al ciclo de la vida.
En consecuencia, se reconoce el derecho de toda persona al disfrute del más alto nivel posible de
salud física y mental (art 12 PIDESC). Asimismo, el art. 75, inc. 23 se refiere a las medidas de
acción positiva que debe adoptar el estado para garantizar el pleno goce de los derechos para
ciertos grupos vulnerados.
"Los Estados Partes en el presente Pacto reconocen el derecho de toda persona a un nivel de
vida adecuado para sí y su familia, incluso alimentación, vestido y vivienda adecuados, y a una
mejora continua de las condiciones de existencia.” Artículo 11(1) del Pacto Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales.
Toda persona tiene derecho a la vivienda. Una vivienda adecuada, como parte de un nivel de vida
adecuado, es fundamental para el disfrute de todos los derechos económicos, sociales y culturales.
No debe entenderse como limitada solamente a una vivienda básica. En su Observación General
4, el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de la ONU (CDESC) proporciona
una guía detallada a los Estados con respecto a sus obligaciones de respetar, proteger y realizar el
derecho a una vivienda adecuada. El Comité también resalta que el derecho incluye las siguientes
siete características esenciales e interrelacionadas:
● Accesibilidad. Todo el mundo debe tener acceso a una vivienda adecuada, especialmente
los más vulnerables. Los Estados deben ofrecer vivienda prioritaria a los grupos
desfavorecidos, incluyendo, entre otros, los ancianos, los niños, las personas con
discapacidad, los enfermos terminales y las víctimas de desastres naturales. Los Estados
deben elaborar planes de viviendas apropiadas para aumentar el acceso a la tierra de las
personas sin hogar o los sectores empobrecidos de la sociedad.
● Ubicación. En muchos casos, tanto en las ciudades como en las zonas rurales, el
transporte puede ser costoso y consumir mucho tiempo. La vivienda adecuada debe estar
en un lugar que permita el acceso a las opciones de empleo, servicios de salud y educación
y otros servicios sociales. Las casas no deben construirse en lugares peligrosos o
contaminados.
En su Observación General 7, el CDESC confirmó que los desalojos forzosos sólo pueden
justificarse en las circunstancias más excepcionales y de conformidad con los principios
pertinentes del derecho internacional (Principios Básicos y Directrices Sobre los Desalojos y el
Desplazamiento Generados por el Desarrollo). Entre otras cosas, los Estados deben asegurar las
garantías jurídicas, incluida la no discriminación, la no arbitrariedad, el debido proceso y la
equidad procesal, junto con la consulta y la participación en la toma de decisiones, el acceso a los
recursos, la compensación y el realojamiento adecuado.
DERECHO A LA ALIMENTACIÓN:
“Los Estados Partes en el presente Pacto reconocen el derecho de toda persona a un nivel de
vida adecuado para sí y su familia, incluso alimentación, vestido y vivienda adecuados... Los
Estados Partes en el presente Pacto, reconociendo el derecho fundamental de toda persona a
estar protegida contra el hambre, adoptarán, individualmente y mediante la cooperación
internacional, las medidas, incluidos los programas concretos, que se necesitan…” Artículo 11
del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales.
Toda persona tiene derecho a la alimentación. El derecho a la alimentación es esencial para una
vida digna y es vital para la realización de muchos otros derechos, como los derechos a la salud
y a la vida. La alimentación es importante no sólo para sobrevivir, sino también para el pleno
desarrollo de las capacidades físicas y mentales.
● Disponibilidad. Toda persona debería ser capaz de obtener suficiente comida de calidad,
ya sea a través de los sistemas de mercado o directamente de la tierra y otros recursos
naturales. Las dietas deben contener una mezcla de los nutrientes necesarios para una
vida sana y las necesidades fisiológicas, durante todo el ciclo de vida y de acuerdo al sexo
y la ocupación. Los alimentos deben estar libres de sustancias nocivas y ser culturalmente
apropiados.
DERECHO AL AGUA:
El agua es un recurso natural limitado y un bien público fundamental para la vida y la salud. El
derecho humano al agua es indispensable para vivir dignamente.
Toda persona tiene derecho al agua. El derecho al agua es imprescindible para una vida digna y
es vital para la realización de muchos otros derechos, tales como los derechos a la salud, a la vida
y a un nivel de vida adecuado. Aunque no se menciona explícitamente en el Pacto Internacional
de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, es una parte esencial de la realización del
derecho a un nivel de vida adecuado, y ha sido reconocido en un amplio rango de instrumentos
internacionales de derechos humanos.
Todas las personas deben tener acceso a una cantidad suficiente de agua potable para prevenir la
deshidratación y mantener la salud básica, con especial atención a los más vulnerables de la
sociedad. Si bien los Estados deben dar prioridad a garantizar el suministro de agua para uso
personal y doméstico, también se deben tomar medidas para garantizar la disponibilidad y la
sostenibilidad del agua para la producción de alimentos, la higiene ambiental, la seguridad de los
medios de subsistencia y el disfrute de las prácticas culturales pertinentes. La adecuación del agua
dependerá de la prevalencia de las condiciones sociales, económicas, culturales, climáticas y
ecológicas, ya que el agua debe ser entendida como un bien social y cultural más que
fundamentalmente como un bien económico.
● Disponibilidad. Toda persona debe tener acceso a la cantidad de agua necesaria para
satisfacer sus necesidades básicas. Mientras que la cantidad mínima de agua requerida
variará dependiendo del contexto (incluyendo el estado de salud, el clima y las
condiciones de trabajo), los usos personales y domésticos ordinarios del agua
generalmente incluirán el consumo, el saneamiento, el lavado de la ropa, la preparación
de alimentos y la higiene personal y del hogar.
● Calidad. El agua para uso personal y doméstico debe estar libre de sustancias nocivas
tales como microorganismos, sustancias químicas o radiactivas. Su olor, color y sabor
deben ser aceptables para el consumo humano.
DERECHO A LA EDUCACIÓN:
“Los Estados Partes en el presente Pacto reconocen el derecho de toda persona a la educación.”
Artículo 13 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales
En su parte dogmática la Constitución garantiza en su art. Art. 14 a todos los habitantes el derecho
de enseñar y aprender. Complementariamente, en el art. 75 inc. 19 se establece como atribución
del Congreso Nacional la de "sancionar leyes de organización y de base de la educación que
consoliden la unidad nacional respetando las particularidades provinciales y locales; que aseguren
la responsabilidad indelegable del Estado, la participación de la familia y la sociedad, la
promoción de los valores democráticos y la igualdad de oportunidades y posibilidades sin
discriminación alguna; y que garanticen los principias de gratuidad y equidad de la educación
publica estatal y la autonomía de las universidades nacionales."
Toda persona tiene derecho a la educación. Los objetivos de la educación incluyen el pleno
desarrollo y la dignidad de cada persona, la capacidad de participar de manera efectiva en la
sociedad y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos. La educación es importante en
sí misma y a menudo es también un derecho humano “multiplicador”, del mismo modo en que el
grado de acceso a la educación influye en el nivel de disfrute de otros derechos humanos.
Todo Estado debe respetar el derecho a la libertad de enseñanza. Esto incluye el respeto a las
convicciones religiosas y morales de los niños y los padres, el derecho de los padres o tutores
legales de escoger escuelas privadas para sus hijos, y la libertad para establecer instituciones
educativas privadas, siempre y cuando se ajusten a las normas nacionales de planes de estudio y
admisiones.
En su Observación General 13, el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de la
ONU (CDESC) proporcionó directrices detalladas a los Estados con respecto a sus obligaciones
de respetar, proteger y garantizar el derecho a la educación. El Comité también señaló que el
derecho incluye las siguientes características esenciales e interrelacionadas:
DERECHOS CULTURALES:
Los Estados Partes en el presente Pacto reconocen el derecho de toda persona a: a) Participar en
la vida cultural; b) Gozar de los beneficios del progreso científico y de sus aplicaciones; c)
Beneficiarse de la protección de los intereses morales y materiales que le correspondan por razón
de las producciones científicas, literarias o artísticas de que sea autor". Artículo 15 del Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales.
Toda persona tiene derechos culturales, el derecho a la ciencia y el derecho a la protección de los
intereses de autoría. Estos garantizan el derecho a participar y disfrutar de los beneficios de la
cultura y la ciencia, y se refieren a la búsqueda del conocimiento, la comprensión y la creatividad
humana. Estos derechos son una parte importante de la armonía social y están estrechamente
relacionados con los derechos a la educación y a la libertad de pensamiento, de conciencia y de
religión. Los derechos culturales no pueden, sin embargo, ser utilizados como justificación de
prácticas que discriminen a grupos específicos o violen otros derechos humanos.
Derechos Culturales
La Declaración de la UNESCO sobre la Diversidad Cultural establece que “la cultura debe ser
considerada el conjunto de los rasgos distintivos espirituales y materiales, intelectuales y afectivos
que caracterizan a una sociedad o a un grupo social y que abarca, además de las artes y las letras,
los modos de vida, las maneras de vivir juntos, los sistemas de valores, las tradiciones y las
creencias”. El derecho a participar en la vida cultural tiene elementos tanto individuales como
colectivos. Pueden ejercerse como un individuo, en asociación con otros, o dentro de una
comunidad o grupo. En su Observación General 12, el Comité de Derechos Económicos, Sociales
y Culturales de la ONU (CDESC) proporcionó orientación detallada a los Estados con respecto a
sus obligaciones de respetar, proteger y garantizar el derecho a participar en la vida cultural. El
Comité también destacó que el derecho incluye las cinco siguientes características esenciales e
interrelacionadas:
● Disponibilidad. Los bienes y servicios culturales deben estar disponibles para que todos
puedan disfrutar y beneficiarse de ellos, incluidas las instituciones y los eventos (como
bibliotecas, museos, teatros, cines y estadios deportivos), los espacios abiertos
compartidos y los bienes culturales intangibles (tales como los idiomas, las costumbres,
las creencias y la historia).
● Accesibilidad. El acceso a la cultura consiste en cuatro elementos clave: la no
discriminación, la accesibilidad física, la accesibilidad económica y la accesibilidad de la
información. Los Estados deben asegurar que todas las personas tengan oportunidades
concretas, eficaces y asequibles para disfrutar de la cultura sin discriminación. Este
acceso debe extenderse a las zonas rurales y urbanas, con especial atención a las personas
con discapacidad, las personas mayores y las personas en situación de pobreza. Los
Estados deben garantizar que toda persona tiene el derecho a buscar, recibir y difundir
información sobre la cultura en el idioma de su elección.
● Aceptabilidad. En relación con las medidas para hacer realidad los derechos culturales,
los Estados deberían mantener consultas con las personas y comunidades involucradas
para asegurar que estas aceptan las medidas para proteger la diversidad cultural.
● Adaptabilidad. Los Estados deben adoptar un enfoque flexible a los derechos culturales
y respetar la diversidad cultural de los individuos y las comunidades.
● Idoneidad. La realización de los derechos culturales debe ser adecuada en el contexto
pertinente, con especial atención por parte de los Estados a los valores culturales
relacionados con, entre otras cosas, los alimentos y su consumo, el uso del agua, la
provisión de servicios de salud y educación, y el diseño y construcción de viviendas.
El derecho a la ciencia
El derecho a disfrutar de los beneficios del progreso científico y de sus aplicaciones abarca no
sólo los resultados científicos y sus consecuencias, sino también el proceso científico, sus
metodologías y herramientas. La ciencia puede ser entendida como la investigación práctica y
teórica y el examen en todos los campos de investigación, incluidas las ciencias sociales.
El derecho a la protección de los intereses morales y materiales de los autores
Cuando una persona produce cualquier obra científica, literaria o artística, tiene derecho a
beneficiarse de la protección de los intereses morales y materiales que le correspondan.
En su Observación General 17, el CDESC proporcionó orientación detallada a los Estados con
respecto a sus obligaciones de respetar, proteger y garantizar el derecho a la protección de los
intereses morales y materiales relacionados con la autoría. El Comité también destacó que el
derecho incluye las siguientes características esenciales e interrelacionadas:
● Disponibilidad. Los Estados deben promulgar leyes y reglamentos adecuados, así como
los recursos correspondientes, para proteger los intereses de los autores.
● Accesibilidad. El acceso a los recursos para la protección de los intereses de los autores
consiste en tres elementos clave: la accesibilidad física, la accesibilidad económica y el
acceso a la información en relación con dicho marco de recurso.
● Calidad de la protección. Los Estados deben garantizar que los procedimientos para la
protección de los intereses de los autores se administran de manera competente y
expeditiva por parte de la autoridad competente.
¿Qué derechos garantiza la Declaración? La Declaración aborda, entre otros, los derechos
individuales y los derechos colectivos, los derechos culturales y la identidad, y los derechos a la
educación, la salud, el empleo y el idioma. En virtud de este derecho pueden determinar
libremente su condición política y perseguir libremente su desarrollo económico, social y cultural.
Los pueblos indígenas tienen derecho a conservar y reforzar sus propias instituciones políticas,
jurídicas, económicas, sociales y culturales, manteniendo a la vez su derecho a participar
plenamente, si lo desean, en la vida política, económica, social y cultural del Estado.
“Toda persona tiene derecho a vivir en un medio ambiente adecuado para su salud y su
bienestar” Resolución de la Asamblea General de la ONU A/RES/45/94.
Toda persona tiene derecho a un medio ambiente adecuado. Un medio ambiente adecuado se
considera una condición previa para la realización de otros derechos humanos, incluidos los
derechos a la vida, la alimentación, la salud y un nivel de vida adecuado. Existe una referencia
parcial a esto en el derecho a la salud establecido en el Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC), que señala que los Estados deben cumplir con el
derecho a la salud mediante, entre otras medidas, la mejora de todos los aspectos de la higiene
ambiental. También se ha reconocido en una amplia gama de instrumentos regionales de derechos
humanos, tales como el Protocolo de San Salvador, así como a través del establecimiento de
un mandato de los procedimientos especiales de la ONU sobre los derechos humanos y el medio
ambiente en 2012.
Toda persona debería ser capaz de vivir en un ambiente propicio para su salud y bienestar. Los
Estados deben tomar medidas concretas y progresivas, individualmente y en cooperación con
otros, para desarrollar, implementar y mantener marcos adecuados para habilitar todos los
componentes necesarios para un ambiente saludable y sostenible, que abarque todas las partes del
mundo natural. Esto incluye la regulación de las empresas y otros actores privados en sus
operaciones nacionales y extraterritoriales.
De acuerdo con principios bien establ|ecidos de derecho internacional, incluidas las disposiciones
del PIDESC, la cooperación internacional para el desarrollo y para la realización de los derechos
humanos es una obligación de todos los Estados. Tal colaboración y apoyo, especialmente por
parte de los Estados capaces de ayudar a los demás, es particularmente importante para abordar
los impactos transnacionales sobre las condiciones ambientales tales como el cambio climático.