13 - Historia Argentina Kapeluz - Unidad 13

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INDICE: CAPITULO 13

13. Dictadura, apertura económica y terrorismo de Estado (1976-1983). Página 375.

1. LIBERALISMO ECONÓMICO Y ESTADO TERRORISTA. EL GOLPE MILITAR DE MARZO DE


1976. PÁGINA 376.
La apertura de la economía y un nuevo régimen de acumulación. Página 376. Las transformaciones en el Estado y la
política cambiaria. Página 377.
El auge de la “plata dulce. Página 377. La política financiera. Página 378.
Cambios en el capital y el trabajo industriales. Página 379. La inversión extranjera y la industria. Página 379.
El endeudamiento externo. Página 380. Privatizaciones y Estado. Página 380.
La crisis económica de 1980. Página 381.
Los cambios en el gobierno militar. Página 381.
El disciplinamiento social, político e ideológico. Página 382. Las metas del terrorismo de Estado. Página 382.
Represión y genocidio. Página 383.
Los “grupos de tareas” y los centros clandestinos de detención. Página 383.

2. LA SOCIEDAD ARGENTINA FRENTE A LA DICTADURA.


Los sectores medios y la dictadura. Página 384. El movimiento obrero y la represión. Página 384. La Iglesia frente
a la dictadura. Página 385.
La “otra” Iglesia. Página 385.
Los grandes grupos económicos y el apoyo a la dictadura. Página 386. El conflicto con Chile. Página 386.
Las pequeñas y medianas empresas. Página 387.
La desestructuración de la producción industrial y sus efectos sociales. Página 387.

3. PARTIDO MILITAR Y POLÍTICA: DE VIOLA A BIGNONE.


El gobierno de Viola y la crisis económica. Página 388.
La Multipartidaria, el partido militar y la crisis política. Página 388. El gobierno de Galtieri y la deuda privada. Página
389.
Aumento de la conflictividad social e internacional. Página 389. El deporte y la política. Página 390.
El Mundial de Fútbol. Página 390.
La represión en el deporte. Página 391.
El Arte, la Historia y la gente: El humor gráfico: la resistencia desde el papel . Página 392-393.

4. RESISTENCIA SOCIAL Y CRISIS DE LA DICTADURA.


El movimiento de derechos humanos: las Madres de Plaza de Mayo. Página 394. Las Abuelas de Plaza de Mayo y los
otros organismos de derechos humanos. Página 394.
La Comisión Interamericana y el Premio Nobel de la Paz. Página 395. La lucha por los derechos humanos. Página 395.
La resistencia de las organizaciones sindicales. Página 396.
Los planes de lucha de la CGT y las reivindicaciones gremiales. Página 396. Las organizaciones guerrilleras: resistencia
y aniquilamiento. Página 397.
La contraofensiva de 1979. Página 397.
Los cambios sociales y culturales. Página 398. La educación durante la dictadura. Página 398.
La represión en las escuelas y las universidades. Página 399. El Operativo Claridad. Página 399.
Los medios de comunicación gráficos y la televisión. Página 400. El Comité de Censura y Argentina Televisora Color.
Página 400.
Los medios y la difusión de los valores de la dictadura. Página 401. El monopolio del papel: el caso de Papel Prensa.
Página 401.
Ideas en debate: Los lugares de la resistencia cultural. Página 402-403.
El cine, una industria nacional: Censura y prohibiciones en el cine nacional. Página 404- 405.

5. GUERRA, MOVILIZACIÓN POPULAR Y RETIRADA MILITAR. LA GUERRA DE MALVINAS: LA


OCUPACIÓN. PÁGINA 406. Estrategia militar y triunfalismo. Página 406.
La renuncia de Galtieri y la retirada militar. Página 407. La convocatoria a elecciones. Página 407.
En palabras de… Página 408-409. Actividades. Página 410.
PÁGINA 375.
CAPÍTULO 13. DICTADURA, APERTURA ECONÓMICA Y TERRORISMO DE
ESTADO (1976-1983).
El 24 de marzo de 1976, un golpe de Estado terminó con la etapa democrática iniciada en 1973. Esta nueva dictadura,
que se autodenominó “Proceso de Reorganización Nacional”, contó con el apoyo de sectores empresariales y parte de
los sectores medios. Impulsó el disciplinamiento social, a través de la creación de un Estado terrorista, y promovió una
apertura indiscriminada de la economía, que culminó con la desindustrialización y el endeudamiento externo del país.

PÁGINA 376.
1. LIBERALISMO ECONÓMICO Y ESTADO TERRORISTA.
El golpe militar de marzo de 1976.
El 24 de marzo de 1976, un golpe militar puso fin al gobierno constitucional de María Estela Martínez de Perón.
Inmediatamente, una Junta de Comandantes, integrada por las tres Armas: el general Jorge Rafael Videla (Ejército), el
almirante Emilio Massera (Marina) y el brigadier Orlando Agosti (Fuerza Aérea), asumió de facto el gobierno del país.
El nuevo régimen dictatorial se autodenominó “Proceso de Reorganización Nacional” y proclamó la necesidad de llevar
a cabo profundas transformaciones en la sociedad argentina.
A través de un Acta y un Estatuto, la dictadura presentó a la sociedad los objetivos y el funcionamiento del nuevo
gobierno. La Junta Militar destacó la instauración del “orden”, enfatizando la lucha contra la guerrilla, para lo que
estableció la prohibición de toda forma de actividad política. Los sindicatos y todos los partidos políticos fueron
intervenidos, además, se eliminaron las formas de acción parlamentaria y judicial, propias del Estado de derecho. La
creación de organismos asesores, formados por militares o profesionales afines, formó parte también de las medidas que
contribuyeron a suspender la vigencia de la Constitución nacional.
Los objetivos económicos que formuló la nueva gestión se basaron en la enunciación pública de criterios
modernizadores y de expansión del aparato productivo. El ministro de Economía, Alfredo Martínez de Hoz, en uno de
sus primeros discursos, mencionó que debía resolver lo que denominaba “los tres incendios”: la inflación, la deuda
externa y la recesión. Para controlar la inflación, que había alcanzado niveles crónicos de hiperinflación desde mediados
de la década de 1970, el plan económico se basó en la estrategia de provocar una disminución en el poder adquisitivo
de los salarios. Por eso, una de sus primeras medidas fue el congelamiento de los haberes por el término de tres meses,
lo que significó una pérdida de más del 30% de los salarios reales y, consecuentemente, un fuerte descenso del consumo.

La apertura de la economía y un nuevo régimen de acumulación.


El modelo económico que caracterizó la dictadura fue el liberalismo ortodoxo inspirado en las políticas de los
organismos internacionales, con fuerte influencia norteamericana. A partir de la instauración de la dictadura, los grupos
capitalistas formados por los grandes empresarios desarrollaron una nueva estrategia de acumulación de capitales,
diferente de las formas industrialistas que habían sostenido en las décadas anteriores.
Una de las metas de estos grupos fue obtener rentabilidad a partir del desarrollo del sector financiero; por eso, apostaron
a la movilidad cambiaria y a la regulación de tasas de interés financiero elevadas. Esto se tradujo en el desarrollo de un
nuevo régimen de acumulación de capitales basado en una reforma de toda la estructura económico-social del país. La
valorización de las actividades financieras de una parte del excedente capturado por el capital concentrado, conseguido
a partir de la obtención de activos financieros, como depósitos, bonos o títulos, significó amplios beneficios económicos
y sociales para los sectores empresariales, en detrimento de los trabajadores.

Nota del corrector: El texto original presenta el siguiente contenido a través de una tabla de datos con el siguiente
título “Presidentes de facto (1976-1983)”. Fin de la nota.
 Desde Marzo de 1976 a marzo de 1981 presidencia de facto de Jorge Rafael Videla. Desde Marzo a diciembre
de 1981 presidencia de facto de Roberto Viola.
 Desde Diciembre de 1981 a julio de 1982 presidencia de facto de Leopoldo Fortunato Galtieri.
 Desde Julio de 1982 a diciembre de 1983 presidencia de facto de Reynaldo Benito Bignone.

Nota del corrector: El texto original contiene una fotografía con el siguiente epígrafe “El 24 de marzo de 1976, el
general Videla juró como presidente, acompañado por los otros integrantes de la Junta Militar”. Fin de la nota.

PÁGINA 377.
Las transformaciones en el Estado y la política cambiaria.
Las medidas de restricción salarial fueron acompañadas por otras acciones que iban a provocar un mayor
disciplinamiento de los trabajadores. En este sentido, el gobierno tomó la decisión de disolver la CGT, prohibir el
derecho de huelga y suspender las convenciones colectivas de trabajo. El ministro de Economía justificaba estas acciones
alegando que el costo laboral era excesivamente alto y que el nivel de conflictividad alteraba las metas productivas.
Además, se tomaron medidas de reducción de los gastos del Estado y se eliminó el sistema de control de precios, con la
finalidad de que fuera el mercado el que los estableciera. Para reestructurar el Estado, se redujo el presupuesto de gastos
y se congelaron los salarios de la administración pública.
Otra medida fundamental para este modelo económico de corte neoliberal fue el anuncio de un plan de privatizaciones
de las empresas estatales. Los criterios de aplicación comprendían la selección de un conjunto de empresas promovidas
para ser entregadas al sector privado, mientras que, según afirmaba Martínez de Hoz, aquellas consideradas de interés
estratégico quedarían bajo el control del Estado. Respecto de la política financiera, se establecieron precios fijos para el
dólar, según dos tipos de cambio para esa moneda extranjera: el dólar financiero y el dólar comercial. El equipo
económico señalaba que estas medidas eran transitorias, ya que el objetivo final era la creación de un mercado financiero
totalmente desregulado. Sin embargo, a comienzos de 1977, debido a un alza inflacionaria, decidió mantener estos
controles. En otras áreas, el Estado aplicó la desregulación sin atenuantes; por ejemplo, cuando eliminó los derechos
que pagaban las exportaciones y, además, suprimió la intervención estatal en las diferentes Juntas Reguladoras.
En base a estas concepciones, la gran burguesía financiera y productiva impuso a la sociedad argentina una reforma
económica cuyo aspecto central fue el nuevo papel asignado al Estado. Esto significó la aprobación de los procesos de
valorización financiera y la adquisición estatal de diferentes activos financieros, como bonos, títulos o depósitos.

El auge de la “plata dulce”.


La política financiera que impulsó el equipo económico de Martínez de Hoz alentó un proceso especulativo sin
precedentes. Debido a las altas tasas de interés del período, los grandes empresarios multiplicaron sus ganancias.
Asimismo, parte de los sectores medios vivió la ilusión de que su dinero podía multiplicarse rápidamente al comprar
dólares y colocarlos en entidades financieras. La sobrevaluación del peso y las ganancias fáciles alentaron un proceso
de consumo creciente. Los sectores más beneficiados por la especulación realizaron viajes al exterior, especialmente a
Miami y el Brasil, de los que regresaban con artículos importados, por ejemplo, televisores color, que eran la novedad
tecnológica del período.
Ante el auge de este proceso de especulación y consumismo exacerbado, numerosas publicaciones y filmes de la época
popularizaron la expresión “plata dulce” para referirse a la manera en que había afectado a la vida cotidiana la política
económica de la dictadura. Destacaban los rasgos consumistas de una parte de la sociedad y describían críticamente los
numerosos negocios especulativos, el vaciamiento de las pequeñas o medianas empresas y la complicidad de la Justicia
con el poder económico.
Nota del corrector: El texto original contiene el afiche de difusión de una película e incluye el siguiente epígrafe “La
película Plata dulce, de 1981, representa diferentes aspectos de la sociedad y la economía de entonces, como la
especulación, el consumismo y la corrupción”. Fin de la nota.

PÁGINA 378.
La política financiera.
La combinación del aumento inflacionario con el tipo de cambio provocó altos rendimientos que favorecían a los
inversores del exterior. Los diversos grupos inversores y algunos sectores de la población percibieron que la política
financiera implementada les otorgaba grandes ventajas a corto plazo. De esta manera, comenzaron a aumentar
considerablemente los niveles de inversión en el sector financiero, por lo que esta práctica se convirtió en poco tiempo
en una actividad claramente especulativa, a la que se conoce como la “bicicleta financiera”. Así, la compra y venta de
dólares provocó la existencia de un mercado “negro” paralelo de divisas. Algunas instituciones, como la Bolsa de
Comercio, reflejaron con un clima de euforia esta actividad.
Las acciones de las diversas empresas subían y bajaban sus cotizaciones de manera sorprendente, en una dinámica
marcadamente especulativa. Esta creciente actividad financiera fue aprovechada por las grandes empresas, que, al cabo
de un tiempo, obtuvieron una beneficiosa transferencia de ingresos de los ahorristas hacia sus propios negocios. La
dinámica que utilizaban estas corporaciones se basaba en intervenir y controlar, debido a su poder económico, el valor
de las diferentes acciones, con la finalidad de obtener ventajas en este proceso especulativo.
El equipo económico continuó tomando medidas que tenían como objetivo profundizar la liberalización del mercado
financiero; por ejemplo, redujo plazos mínimos permitiendo a las autoridades financieras tomar depósitos ingresados,
así como alentó el libre ingreso y salida de capitales extranjeros. También modificó las pautas monetarias que fijaban el
llamado “encaje financiero”, es decir, disminuyó el porcentaje de fondos que las entidades financieras debían tener como
reserva. Esta medida trajo como consecuencia un desmedido aumento de las entidades financieras.

Cambios en el capital y el trabajo industriales.


El plan económico de la dictadura implicó reformas estructurales en el sector industrial, entre las cuales el rasgo saliente
fue la desindustrialización de la pequeña y mediana industria. El eje del nuevo modelo económico desplazaba en
importancia la producción de bienes industriales y, por lo tanto, retrocedía el valor del mercado interno en favor de
grupos económicos oligopólicos. Así, se dio lugar a un proceso de reconversión industrial en favor de las empresas
concentradas locales, en alianza con el capital extranjero. La característica de estas firmas era la concentración
tecnológica y de capital, y su meta, la exportación de productos, como autopartes o insumos para la construcción.
Como consecuencia de la valorización del sector financiero, se produjeron cambios profundos en las relaciones entre el
capital y el trabajo. De esta manera, el salario dejó de ser un factor económico central para asegurar niveles importantes
de demanda y para la obtención de excedentes. El trabajo pasó a ser considerado como un costo de producción que debía
ser mantenido en sus mínimos valores, a fin de permitir a los capitalistas producir con costos competitivos para facilitar
la comercialización de sus productos en el mercado internacional.

Nota del corrector: El texto orinal contiene una imagen con el siguiente epígrafe “Tapa de la revista Humor, en la
que se satiriza el estado de la industria nacional, a través de la representación de Videla atacado por las “pirañas de
la importación”. Fin de la nota.

PÁGINA 379.
Apertura económica y devaluaciones.
Tras dos años de gobierno, la aplicación del plan económico no logró controlar el proceso inflacionario; por ello, en
diciembre de 1978, Martínez de Hoz y su equipo presentaron un nuevo plan, que contenía la profundización y el ajuste
de su propuesta.
Entre las primeras acciones de este plan se hallaba promover un cambio en los valores financieros y la relación entre el
peso y el dólar, que significaba el comienzo de un proceso de devaluación del peso. Para ello, Martínez de Hoz creó una
herramienta que denominó la “tablita”, mediante la cual por un período determinado se estipulaba el valor creciente del
dólar y se señalaban los valores de devaluación de la moneda argentina. A pesar de estos controles, la inflación continuó
aumentando más que los valores estipulados y programados de devaluación.
Bajo estos mecanismos regulatorios, el Estado también fijó los salarios y las tarifas de las empresas públicas. Otra
decisión fundamental fue la reducción de aranceles para la importación de un amplio rubro de productos. Esta medida,
considerada por el equipo económico como “la apertura de la economía”, significaba promover el ingreso de productos
importados, aunque muchos de esos bienes se produjeran en el país. Con esta medida se esperaba controlar el aumento
de los precios de los productos nacionales, y de este modo, lograr el descenso de la inflación.
La inversión extranjera y la industria. La política industrial de la dictadura eliminó las restricciones a las inversiones
extranjeras, por lo que quedaron atrás los modelos industrialistas del peronismo, e incluso del desarrollismo. Según el
economista Jorge Schvarzer, la dictadura eliminó los controles sobre remisión de divisas en concepto de regalías. Esta
situación era considerada por el equipo económico como altamente favorable, ya que esos últimos compromisos –
valores de tecnología y marcas– habían aumentado de manera considerable entre 1976 y 1979.
Durante estos años, las industrias sufrieron diferentes embates y modificaciones. Mientras los grupos locales vinculados
con actividades diversificadas –que incluían la inversión financiera– aumentaban sus beneficios, los vinculados con la
economía de producción se retraían o, en el caso de las empresas multinacionales, se retiraban del mercado local.
Entre las ramas que sufrieron mayores cambios se encontraba la automotriz. Grandes firmas, como la General Motors,
Citröen, Peugeot y Chrysler, decidieron irse del país, dado que no se ofrecían políticas compensatorias para el sector y
existía una fuerte retracción del mercado interno. Las únicas firmas automotrices que continuaron radicadas en el país
fueron Ford, Volkswagen, Renault y Sevel. Al cabo de unos años, el mercado de este sector se había reducido de manera
considerable y, además, generaba saldos negativos para la economía argentina sobre otros indicadores, como la
producción, la ocupación y las inversiones.

Nota del corrector: El texto original contiene una ilustración con el siguiente epígrafe “Martínez de Hoz había sido
funcionario en la “Revolución Libertadora” de 1955 y, en 1963, ministro de Economía durante la gestión de Guido.
Caricatura en la revista Mercado, 1977, que, por debajo, lleva este texto: “Es una avivada pedir un aumento para el
alimento. Yo no como nada y estoy muy contento”. Fin de la nota.

PÁGINA 380.
El endeudamiento externo.
El conjunto de medidas económicas tomadas provocó un fuerte endeudamiento externo e incentivó las operaciones
financieras de corto plazo, altos beneficios y escaso compromiso productivo. Esta situación dio origen a cambios
sustanciales en la economía argentina, ya que en poco tiempo comenzaron a ingresar al país capitales extranjeros que
aspiraban solamente a la obtención de beneficios inmediatos, pero sin radicarse con inversiones productivas, ni generar
puestos de trabajo.
Mediante el nuevo esquema económico, el Estado promovió medidas que favorecían el movimiento internacional de
divisas, transformando sus políticas en un conjunto de normas que simplificaban los mecanismos de transferencias de
recursos al sector privado. En algunos casos, el propio Estado era el garante de los créditos solicitados por las empresas
a los mercados internacionales. En términos de poder económico, esto implicó que un pequeño sector social corporativo
–las grandes entidades que controlaban el sistema financiero– dispusiera de porciones considerables de capitales, lo que
le otorgaba una influencia estructural sobre el funcionamiento de la economía, y por lo tanto, sobre el conjunto de la
sociedad argentina.
Durante la gestión de Martínez de Hoz, el endeudamiento externo, tanto del sector público como del privado, se
incrementó notablemente. Sumados ambos sectores, en 1976 la deuda llegaba a 9.739 millones de dólares; en 1981,
había ascendido a 35.671. Privatizaciones y Estado.
La política económica de la dictadura promovió como estrategia privatizadora la realización de negocios vinculados con
el Estado, una manera de evitar posibles resistencias del conjunto de la sociedad que, en su mayoría, no había aprobado
este tipo de políticas durante los años previos. Algunos economistas especializados en el período llaman “privatización
periférica” a esta estrategia de vinculación entre el Estado y algunos monopolios privados.
Las empresas le vendían al Estado servicios y actividades que suponían importantes ganancias, sostenidas con recursos
públicos. Estas actividades no pasaban por ningún tipo de licitación o concurso abierto de empresas, sino que formaban
parte de concesiones que el gobierno entregaba discrecionalmente. Así, por ejemplo, el gobierno militar promovió la
privatización de la recolección de la basura, financiada en ese entonces por el estado municipal, sostuvo la provisión de
servicios al Estado y la instalación de la infraestructura necesaria para los organismos públicos por parte del sector
privado. Estas transferencias creaban mercados en los que había compradores o vendedores únicos y contratos a largo
plazo que otorgaban garantías de rentabilidad y continuidad a las empresas privadas que participaban.
En poco tiempo, un buen número de grandes empresas descubrieron que les resultaba más seguro y rentable realizar
negocios con el Estado que arriesgar en inversiones industriales. Entre los beneficiados se hallaban el grupo Pescarmona,
que aunque era una gran empresa metalmecánica obtuvo la concesión estatal para construir la Terminal de Ómnibus de
Buenos Aires, y el grupo Macri, poseedor de una importante firma constructora y la empresa automotriz Sevel, que, a
poco de iniciada la dictadura, tomó a su cargo la concesión para la recolección de la basura de la ciudad de Buenos
Aires.

Nota del corrector: El texto original contiene la fotografía de una edificación e incluye el siguiente epígrafe “El
gobierno militar concesionó la realización de la Terminal de Ómnibus de Buenos Aires, como parte de su proyecto
de modernización de la ciudad que sería sede del Mundial de Fútbol en 1978”. Fin de la nota.

PÁGINA 381.
La crisis económica de 1980.
La política financiera de la dictadura había alentado el crecimiento desmedido de entidades bancarias y crediticias, en
el marco de normativas de escasa regulación que permitían a los grupos capitalistas la realización de negocios lucrativos
en períodos breves. Sin embargo, desde 1979, comenzaron a profundizarse los enfrentamientos entre los representantes
de estas entidades y los integrantes del equipo económico.
A comienzos de 1980, estalló una crisis financiera, que se inició con la caída de la Compañía Financiera Promosur e,
inmediatamente, la del Banco de Intercambio Regional. Para tratar de detener este proceso, el Banco Central intervino
los bancos de los Andes, Internacional y Oddone, y otras entidades menores, porque no podían responder al reclamo de
los depósitos por parte de los inversores y ahorristas. Estos hechos generaron una fuerte desconfianza en los mercados
– provocando la fuga de capitales al exterior–, así como en el conjunto de la población.
En poco tiempo fueron retirados millones de pesos de las entidades financieras, que el Banco Central debió respaldar y
garantizar con fondos propios. La crisis de las entidades bancarias se produjo porque la mayoría de ellas no estaba en
condiciones de responder a retiros masivos de divisas. A poco de iniciado 1981, en el marco de una profunda crisis, el
gobierno decidió aplicar una devaluación y anunciar cambios políticos y económicos en la gestión nacional.

Los cambios en el gobierno militar.


Conforme a lo estipulado por la Junta Militar, a partir de los primeros años comenzaron a realizarse reemplazos entre
los comandantes en jefe de las distintas fuerzas. Sin embargo, Videla fue confirmado como presidente a pedido de las
tres fuerzas para un nuevo mandato de tres años de duración. La confirmación de Videla implicaba la continuidad de
Martínez de Hoz, a pesar de que ya en 1978 algunos comandantes militares – entre ellos, Massera – habían planteado
críticas a la política económica, sobre todo por las dificultades para controlar la inflación. Las diferencias y tensiones
también se manifestaron entre los diferentes integrantes del equipo económico; por ello, en esta etapa hubo numerosas
modificaciones en las secretarías del área.
En 1981, el general Roberto Viola reemplazó a Videla como presidente de la República. La nueva gestión sumó a su
gabinete figuras del liberalismo que habían sido críticas con la gestión anterior y reemplazó a Martínez de Hoz por
Lorenzo Sigaut. La dictadura eligió a Viola porque consideraba que era el indicado para promover alguna forma de
diálogo político parcial, ya que durante este período eran evidentes los signos de desgaste y los reclamos, no solo en la
alianza de gobierno, sino en numerosos sectores de la sociedad, como los organismos de derechos humanos, los partidos
políticos y el movimiento obrero. Para dar respuesta al descontento de los grupos capitalistas, Viola designó a Eduardo
Oxenford como ministro de Industria y a Gabriel Frugoni como ministro de Justicia, quienes representaban a los sectores
críticos de la gestión anterior, a la que acusaban de desarticular el aparato productivo del país.
Nota del corrector: El texto original contiene una imagen con el siguiente epígrafe “Caricatura del general Viola,
revista Humor, septiembre de 1980”. Fin de la nota.

PÁGINA 382.
El disciplinamiento social, político e ideológico.
En marzo de 1976, la sociedad argentina interpretó el golpe de las Fuerzas Armadas como una intervención más de las
que se habían sucedido desde 1930. La mayor parte de la población pensó que el golpe tenía como finalidad controlar
las instituciones del Estado y reorientar el proceso político, al que los militares consideraban producto de desviaciones
del “orden y la civilidad”. Sin embargo, el papel de las Fuerzas Armadas en 1976 tuvo características sustancialmente
diferentes, ya que implicó la elaboración de nuevas formas de caracterizar la política, las relaciones sociales y la cultura.
El conjunto de las instituciones del Estado fue dirigido a controlar y establecer nuevos patrones de comportamiento
político dentro de la sociedad, mediante la aplicación de acciones y estrategias de terror sobre buena parte de la
población. Por eso, al Estado gestó en esos años se lo denomina Estado terrorista. Para llevar a cabo su política represiva,
las Juntas Militares utilizaron, además de las instituciones que garantizan el monopolio estatal de la fuerza,
organizaciones clandestinas, preparadas especialmente, a las que consideraban más eficaces.

Las metas del terrorismo de Estado.


Los grupos económicos y las Fuerzas Armadas organizaron el Estado terrorista para poder aplicar el modelo de apertura
económica de tipo neoliberal. Por ello, el objetivo de esta política fue el aniquilamiento de las organizaciones guerrilleras
y la represión de las organizaciones obreras y populares. En la práctica, el Estado se transformó en un mecanismo de
disciplinamiento social, cuya política de terror provocó la paralización y la despolitización de gran parte de la población.
Las organizaciones empresariales, los grupos políticos y el propio gobierno militar interpretaban que las causas de la
crisis económica, social y política del país eran la “subversión” y la gestión del peronismo en el gobierno de 1973, sobre
todo por la presencia e influencia de los sectores identificados como la izquierda peronista. En este escenario, el conflicto
de las Fuerzas Armadas contra la guerrilla no tuvo las características de una guerra, tal como sostenían los sectores
partidarios de la represión, dado que no se expresó cabalmente en enfrentamientos militares que afectaron una sociedad
dividida en dos, sino por la aplicación desde el Estado terrorista de secuestros, desapariciones, torturas y asesinatos. La
política de terror estatal tuvo un alcance tal que afectó a múltiples sectores de la sociedad, de diferentes edades,
profesiones y credos religiosos. El carácter sistemático, metódico y clandestino de su aplicación generaba una
permanente sensación de terror, ya que nunca quedaban explicitados los motivos de los secuestros y desapariciones,
más que en genéricas expresiones, como “eran terroristas” o, simplemente, “algo habrán hecho”. Estas modalidades
represivas se sustentaron en la Doctrina de la Seguridad Nacional, impulsada por los Estados Unidos, a partir de cuyos
principios y metodologías se habían formado muchos militares argentinos durante la década de 1960.

Nota del corrector: El texto original contiene la fotografía de un grupo de militares armados requisando a un hombre.
Esta imagen incluye el siguiente epígrafe “Las razias en los lugares públicos fueron escenas habituales en los años
de la dictadura militar. El auto Ford Falcon de color verde, utilizado por los represores, se convirtió en un símbolo
de la represión”. Fin de la nota.

PÁGINA 383.
Represión y genocidio.
Una vez que tomaron el gobierno, los militares evaluaron la alternativa de que la llamada “lucha antisubversiva”
asumiera un carácter público y se realizara bajo ciertos criterios legales. Sin embargo, desecharon esta opción y
decidieron seguir los principios y la formación obtenidos en los cursos de capacitación dictados por oficiales de
inteligencia de los Estados Unidos y Francia, que habían luchado en las guerras de Vietnam y Argelia, respectivamente.
Además, consideraron que la represión ejercida por el general Augusto Pinochet en Chile desde 1973, que incluyó
detenciones masivas, incluso en estadios de fútbol, tuvo como consecuencia un fuerte rechazo por parte de la comunidad
internacional. Por eso, los militares argentinos eligieron la estrategia del terrorismo, basada en los secuestros y asesinatos
clandestinos, que implicaban procedimientos sistemáticos para evitar su conocimiento público.
Las fuerzas militares argumentaban la necesidad de “aniquilar” a sus oponentes, debido a que eran irrecuperables para
la vida “civilizada”. El resultado de la aplicación de esta metodología por parte de las Fuerzas Armadas y policiales fue
un genocidio, concretado a través del secuestro, la tortura y el asesinato de miles de personas. Los militares no
reconocieron la existencia de víctimas; por ello, las organizaciones que reclamaban por los derechos y la aparición con
vida de los secuestrados o detenidos ilegalmente empezaron a denominarlos “desaparecidos”.

Los “grupos de tareas” y los centros clandestinos de detención.


La metodología represiva de la dictadura se basó en un esquema que respondía a una cadena de mandos, en la que la
mayor responsabilidad cabía a la Junta de Comandantes. Sin embargo, por la naturaleza clandestina de la represión, las
bandas organizadas por las tres armas, denominadas “grupos de tareas”, actuaron con una relativa autonomía.
La dinámica de estos grupos represores se basaba en el secuestro de las personas que los servicios de inteligencia
identificaban como “guerrilleros” o “activistas sindicales”. Los capturaban y los apresaban en un centro de detención
clandestino, que, por lo general, se trataba de una comisaría, una institución militar o un galpón donde se los torturaba
para obligarlos a dar información que permitiera realizar nuevas detenciones.
Los centros clandestinos, que fueron más de 500 en todo el país, funcionaron como campos de concentración y
exterminio. Muchos de los detenidos fueron asesinados y sus cadáveres, ocultados en una fosa común o quemados. A
muchos detenidos se los hizo “desaparecer”, arrojándolos vivos al Río de la Plata o al océano desde aviones, luego de
administrarles narcóticos para inmovilizarlos.

Nota del corrector: El texto original contiene la imagen de una obra de arte e incluye el siguiente epígrafe “Enigma
doloroso, de Antonio Berni, 1981. La madre embarazada y su hijo observan sobre una puerta la figura del padre,
“desaparecido” por la dictadura”. Fin de la nota.

1. Caractericen el modelo de apertura económica aplicado por la dictadura de 1976.


2. Comparen los objetivos del golpe de Estado de 1976 con el de 1966.
3. Establezcan las relaciones entre la aplicación del modelo económico de la dictadura y la conformación del
Estado terrorista.

PÁGINA 384.
2. LA SOCIEDAD ARGENTINA FRENTE A LA DICTADURA.
Los sectores medios y la dictadura.
Las reacciones de la sociedad argentina frente a la dictadura fueron diversas. Una parte de los sectores medios, entre los
que había profesionales, comerciantes y empleados, vieron en la dictadura la oportunidad de recuperar el “orden social”
y la seguridad que creían perdidos a principios de la década de 1970. La moderación y el conservadurismo ganaron a
un segmento considerable de la sociedad que acompañó y apoyó los anuncios del gobierno militar, creyendo que era
necesario aplicar medidas duras a fin de garantizar el orden social.
A este proceso contribuyeron la disminución de las expectativas que los sectores medios tuvieron con el regreso de
Perón en 1973 y la crisis del gobierno peronista en 1975. Los conflictos entre la izquierda y la derecha peronista fueron
interpretados por buena parte de los sectores medios como la representación del desorden y la conflictividad social.
Solo unos pocos integrantes de estos sectores relacionaron esta avanzada militarista con una ofensiva del autoritarismo,
que se desarrollaba no solo en la Argentina, sino en todo el continente.
Sin embargo, no todos los integrantes de los sectores medios se plegaron a la dictadura. Miles de estudiantes,
profesionales y trabajadores del Estado resistieron en sus lugares de trabajo y estudio, por lo que fueron perseguidos por
el gobierno de facto.
Nota del corrector: El texto original presenta el siguiente contenido a través de una tabla de datos con el siguiente
título “Porcentajes de desaparecidos entre 16 y 30 años sobre el total”. Fin de la nota.
1. El 10,61% de desaparecidos es de 16 a 20 años.
2. El 32,62% de desaparecidos es de 21 a 25 años.
3. EL 25,90% de desaparecidos es de 26 a 30 años.
Fuente: conadep, Nunca más.

El movimiento obrero y la represión.


El proceso de disciplinamiento social llevado a cabo por la dictadura tuvo como objetivo central reprimir y debilitar el
movimiento obrero. Para ello se aplicaron numerosas medidas restrictivas para la vida sindical, además de acciones
represivas sobre los trabajadores y sus organizaciones sociales, sindicales y políticas. La Junta Militar prohibió toda
actividad gremial, así como el derecho de huelga y otras conquistas históricas de los trabajadores. Asimismo, el gobierno
militar advirtió que la simple agitación o incitación a adherir a huelgas o protestas iba a ser considerada pasible de
muerte, tal como ocurrió con numerosos delegados gremiales.
La dictadura declaró ilegales a la cgt y a los sindicatos, y los conminó a respetar los lineamientos políticos, económicos
y sociales de la dictadura. Para asegurarse de que estas medidas fueran cumplidas, amenazó con la aplicación – y en
numerosos ocasiones lo hizo – de la Ley de Prescindibilidad, que facultaba al Estado a dejar cesante a cualquier
empleado sin justificación alguna, y, mucho menos, apelación jurídico-laboral por parte del afectado.
La mayoría de los trabajadores y muchos de sus dirigentes fueron duramente hostigados y perseguidos por la dictadura.
Se les aplicó distintos tipos de sanciones según sus orientaciones y prácticas: a los más activos se los asesinó o torturó
salvajemente, mientras que a los más moderados o “negociadores”, al decir de los propios sindicalistas, se los encarceló
y luego se los liberó bajo determinadas condiciones.

Nota del corrector: El texto original presenta el siguiente contenido a través de una tabla de datos con el siguiente
título “Distribución de los desaparecidos según profesión u ocupación”. Fin de la nota.

 Los obreros significan el 30% de los desaparecidos.


 Los estudantes significan el 21% de los desaparecidos.
 Los empleados significan el 17.8% de los desaparecidos.
 Los profesionales significan el 10.7% de los desaparecidos.
 Los docentes significan el 5.7% de los desaparecidos.
 Los autónomos y varios significan el 5% de los desaparecidos.
 Las amas de casa significan el 3.8% de los desaparecidos.
 Los Conscriptos y personal subalterno de las fuerzas de seguridadsignifican el 2.5% de los desaparecidos.
 Los periodistas significan el 1.6% de los desaparecidos.
 Los actores, artistas significan el 1.3% de los desaparecidos.
 Los religiosos significan el 0.3% de los desaparecidos.

Fuente: conadep, Nunca más. Página 385.


La Iglesia frente a la dictadura.
La posición de la Iglesia católica frente a la dictadura cobra relevancia debido a la importancia que esta institución tiene
para una parte considerable de la sociedad argentina. Muchos de los familiares de personas desaparecidas o encarceladas
durante la dictadura acudieron a sacerdotes y obispos para solicitar ayuda en la búsqueda de sus familiares queridos y
también para obtener algún apoyo espiritual. Son numerosos los testimonios de personas que recuerdan su insistencia
en solicitar entrevistas con miembros de la Curia a fin de expresar su desesperación y solicitar colaboración para
encontrar salida a la situación penosa por la que atravesaban. Frente a estos hechos, son coincidentes los testimonios de
los organismos de derechos humanos que afirman que los más altos representantes eclesiásticos no brindaron el apoyo
requerido por los familiares, e incluso se mostraron esquivos ante sus requisitorias y sugerencias respecto de tener una
actitud más firme que enfrentara a la violencia de la dictadura.
La mayoría de los obispos tuvo una actitud pasiva frente al régimen militar y, en muchos casos, de complicidad o apoyo
a los militares. Los sacerdotes castrenses, vinculados a las Fuerzas Armadas, no solo apoyaron a la dictadura con
declaraciones públicas en las que condenaban y responsabilizaban al “marxismo” y a la “guerrilla” como generadores
del “caos”, sino también en sus homilías públicas manifestaron que con los militares se impondría un nuevo estado de
orden y autoridad.
Por testimonios de numerosos detenidos durante esos años se conocen casos de sacerdotes, como monseñor Bonamín,
que celebraron misas, en complicidad con los militares, para los detenidos en la Escuela de Mecánica de la Armada y
en otros centros clandestinos de detención.

La “otra” Iglesia.
Durante estos años existió un sector de la Iglesia, compuesto por numerosos sacerdotes que provenían de la tradición
del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo que combatió a la dictadura con denuncias públicas y acciones de
apoyo a los familiares de desaparecidos. Muchos de ellos se convirtieron también en víctimas de la represión del Estado
terrorista, como ocurrió con el obispo de La Rioja Enrique Angelelli, los curas palotinos y las monjas francesas Alice
Domon y Léonie Duquet.
El 4 de julio de 1976, tres sacerdotes y dos seminaristas de la orden de los palotinos fueron asesinados en la llamada
masacre de San Patricio, en la iglesia de ese nombre, en el barrio de Belgrano de la ciudad de Buenos Aires. Pese a los
claros indicios de que habían sido asesinados por un grupo represor ligado al gobierno militar, este atribuyó el hecho a
“elementos subversivos”. Al mes siguiente, el padre Angelelli, un ferviente defensor de las personas más humildes, que
desplegaba una importante tarea social en su provincia, murió en un accidente automovilístico, que no fue otra cosa que
un asesinato encubierto. Las monjas francesas, por su parte, fueron activas luchadoras por los intereses de los
trabajadores. Alice Domon había participado en Corrientes en la búsqueda de los obreros de las Ligas Agrarias
desaparecidos durante estos años. Ambas religiosas fueron secuestradas por integrantes de la Marina, junto a otras
personas ligadas a la organización de derechos humanos Madres de Plaza de Mayo, en diciembre de 1977. Se las recluyó
en la Escuela de Mecánica de la Armada, donde fueron torturadas y, finalmente, asesinadas.
Otros sacerdotes, como los obispos Jorge Novak, de Quilmes, Miguel Hesayne, de Viedma, y Jaime de Nevares, de
Neuquén, colaboraron activamente con los familiares de desaparecidos en la búsqueda y la lucha por la aparición de sus
seres queridos, por lo tanto, fueron firmes opositores a la dictadura.

Nota del corrector: El texto original contiene la fotografía de un integrante de la iglesia católica e incluye el siguiente
epígrafe “Jaime de Nevares, obispo de Neuquén”. Fin de la nota.

PÁGINA 386.
Los grandes grupos económicos y el apoyo a la dictadura.
Las principales asociaciones que nucleaban a los grandes capitalistas apoyaron a la dictadura y justificaron sus políticas
represivas. Numerosos integrantes de los grupos económicos se sumaron a la gestión del nuevo gobierno y le dieron
apoyatura ideológica de carácter neoliberal. Estos funcionarios entendían que la crisis económica de la Argentina,
además de resolverse mediante la represión y el disciplinamiento de las clases populares, necesitaba también del
ordenamiento de los grupos empresariales. Por ello, algunas de las corporaciones empresariales más concentradas
promovieron y apoyaron la disolución de las organizaciones que reunían a los empresarios pequeños y medianos.
En 1979, ante la imposibilidad de controlar la inflación y la profundización del proceso recesivo, aumentaron las pujas
dentro de los propios grupos empresariales en el gobierno, como la uia, la sra, la Bolsa de Comercio y la Asociación de
Bancos de la República Argentina. Estas discrepancias se debían, principalmente, a que cada una de estas fracciones
capitalistas deseaba transferir más recursos económicos a su propio sector. Se consolidó, así, un proceso de
concentración económica, por el cual un grupo reducido de empresas, mayoritariamente de capital nacional asociado a
capitales extranjeros, ganó posiciones en el mercado local e internacional. Al cabo de unos años, a partir de los favores
y los vínculos con el gobierno militar, estas empresas obtuvieron notables ventajas económicas. Entre las más
beneficiadas se encontraban Pérez Companc, Acindar, Ledesma, Macri, Techint, Clarín y Loma Negra, que se
constituyeron en empresas oligopólicas, ya que fueron absorbiendo y desarmando a las pequeñas y medianas empresas
de diferentes sectores económicos. Algunas de estas corporaciones llevaron adelante una centralización de capitales,
que les permitió diversificar sus inversiones financieras y controlar áreas clave de la economía, como el petróleo, la
siderurgia, el papel y el cemento.

El conflicto con Chile.


El gobierno de Videla mantenía relaciones con la dictadura chilena de Augusto Pinochet, con la que coordinaba acciones
represivas en América del Sur a través del llamado Plan Cóndor, del que también formaban parte las dictaduras de
Bolivia, el Uruguay, el Paraguay y el Brasil. Sin embargo, en 1978, un diferendo histórico por problemas limítrofes en
la zona del canal de Beagle generó un conflicto entre ambos países.
La dictadura argentina rechazó el fallo a favor de Chile, emitido por un tribunal arbitral británico. Aunque Videla y
Pinochet se reunieron en Mendoza para tratar de llegar a un acuerdo, la tensión fue en aumento hasta que ambos países
comenzaron a hacer aprestos bélicos. El tema de una posible guerra constituyó un medio político para ambas dictaduras,
que enarbolaron la cuestión de la soberanía como “causa nacional”.
Finalmente, la intervención del papa Juan Pablo II, representado en las negociaciones por el cardenal Antonio Samoré,
evitó la guerra. Tras arduas negociaciones, se estableció la concesión a Chile de sus reclamos territoriales y el meridiano
del cabo de Hornos como línea divisoria entre los mares territoriales de ambos países.

Nota del corrector: El texto original contiene una fotografía con el siguiente epígrafe “El dictador argentino Jorge
R. Videla y el dictador chileno Augusto Pinochet”. Fin de la nota.

PÁGINA 387.
Las pequeñas y medianas empresas.
En los primeros años del golpe, la política de alianzas de la dictadura con los empresarios intentó sumar también a la
llamada “burguesía nacional”. Este sector volvió a repetir su comportamiento histórico desde 1955 al plegarse al nuevo
régimen político. En cambio, los pequeños y medianos empresarios fueron el sector de la producción más afectado por
las políticas económicas de la dictadura, que se hicieron sentir tanto en la actividad productiva como en la persecución
y las prohibiciones de sus organizaciones gremiales.
Frente a esta situación, hacia fines de 1978, algunos sectores de los pequeños empresarios y cooperativistas comenzaron
a hacer oír su voz. Denunciaron que el plan económico de la dictadura estaba paralizando la estructura productiva del
país, que se veía perjudicada la rentabilidad de las empresas de origen nacional y que el salario de los trabajadores estaba
en franco retroceso. También criticaron la fuga de capitales, el crecimiento de una economía especulativa y la reducción
del mercado interno. Pese a las amenazas y advertencias de los militares, se organizaron en la llamada Convocatoria
Nacional de Empresarios (conae), desde la cual realizaron actos y emitieron documentos de difusión sobre la situación
económico- social del país.
La desestructuración de la producción industrial y sus efectos sociales.
Hacia fines de 1980, las contradicciones dentro del bloque capitalista comenzaron a expresar signos de fragmentación.
La sobrevalorización financiera por sobre la actividades industriales generó progresivamente un proceso de dispersión
de los intereses productivos. En un acto realizado el 2 de septiembre, Día de la Industria, el interventor de la uia, Eduardo
Oxenford, formuló críticas a las políticas de Martínez de Hoz y reclamó mayor apoyo al sector industrial. Estas críticas
fueron parte de un proceso de quiebre y distanciamiento del sector industrial de la alianza que sostuvo inicialmente al
régimen de 1976.
Según el investigador Carlos Acuña, entre 1975 y 1982 la caída del producto industrial fue de un 20% y la ocupación
del personal de producción se redujo en un 35%, con la expulsión de unas 400.000 personas. Por su parte, los niveles
de inversión en equipos durables de producción disminuyeron considerablemente y la participación de los asalariados
en los ingresos cayó del 49% en 1975 al 32,5% en 1982.
Estas tendencias confirman la desestructuración del sector productivo industrial y los efectos sociales que trajo aparejada
la fragmentación del mercado laboral, con el incremento de manera indirecta del cuentapropismo, el trabajo precario y
la desocupación progresiva. Este proceso fue la cara económica del disciplinamiento social de los grupos productivos y
la clase obrera industrial.

Nota del corrector: El texto original contiene la fotografía del interior de una fábrica en desuso. Esta imagen incluye
el siguiente epígrafe “Durante el período de la dictadura, el 20% de las fábricas de mayor tamaño cerró sus puertas”.
Fin de la nota.

1. ¿Por qué el movimiento obrero fue el principal blanco de la represión del gobierno militar de 1976?
2. Identifiquen las posiciones de los sectores medios frente a la dictadura.
3. ¿Por qué los grandes grupos económicos apoyaron la dictadura militar?

PÁGINA 388.
3. PARTIDO MILITAR Y POLÍTICA: DE VIOLA A BIGNONE.
El gobierno de Viola y la crisis económica.
A pesar de los intentos de realizar cambios y de cierta apertura política, la presidencia de Viola estuvo signada por la
crisis económica iniciada en 1980 y por el creciente deterioro de la dictadura frente al conjunto de la sociedad. La crisis
económica continuó, sobre todo a partir del quiebre del sector financiero y el notable aumento del endeudamiento
externo, llevado a cabo para rescatar a los grupos y entidades financieras afectadas por la inestabilidad económica. Pese
a esta situación, el equipo del ministro Sigaut mantuvo la libre realización de operaciones en el mercado financiero, por
lo que el Banco Central debía responder con reservas a la creciente demanda de divisas y el Estado seguía tomando
préstamos del exterior, con el consecuente aumento de la deuda externa.
Hacia finales de 1981, el aumento del endeudamiento externo era cuatro veces la deuda del sector público respecto de
1979. El origen de esta situación fue diverso, aunque, en gran medida se debió a las especulaciones financieras, fraudes
y préstamos realizados por los grandes grupos económicos locales, bajo garantía pública. Durante este período, la
dictadura comenzó a desplegar diferentes mecanismos para transferir la deuda del sector privado al sector público. Estas
medidas generaron una mayor resistencia de la sociedad y profundizaron el descrédito del nuevo gobierno militar. Ante
el evidente desgaste de la gestión militar, Viola intentó mostrar señales de apertura política, para lo cual inició contactos
con diferentes partidos políticos. Sin embargo, los resultados de estos encuentros no fueron los esperados por los
militares.

La Multipartidaria, el partido militar y la crisis política.


En 1981, el Partido Justicialista, la Unión Cívica Radical, la Democracia Cristiana, el Partido Intransigente y el
Movimiento de Integración y Desarrollo crearon una alianza política denominada la Multipartidaria. Sus objetivos eran
dar cuenta de los múltiples reclamos existentes y constituirse en un interlocutor válido ante la dictadura. Ricardo Balbín
y Felipe Bittel se erigieron como los referentes del radicalismo y el justicialismo, respectivamente. Por su parte, en este
nuevo marco político, algunos sectores militares, como el conducido por el almirante Emilio Massera, quien creó el
Partido para la Democracia Social (PDS), pretendían organizar un movimiento de opinión nacional que los representara.
Para sumar gestos a la etapa de apertura política, el gobierno de Viola liberó a la ex presidente María Martínez de Perón,
detenida por los militares desde el 24 de marzo de 1976. Sin embargo, estos intentos de promover medidas de diálogo
político no satisficieron a una parte de los integrantes de las Fuerzas Armadas, quienes consideraban que estas decisiones
presentaban ciertos riesgos para el régimen. Esta situación generó mayores controversias dentro del poder militar, que,
sumadas al ascendente proceso de resistencia social, terminaron provocando una crisis política, que tuvo como
consecuencia la renuncia de Viola y la elección del general Leopoldo Fortunato Galtieri como presidente provisional.

Nota del corrector: El texto original contiene una fotografía con el siguiente epígrafe “Representantes de distintos
partidos políticos en una reunión de la Multipartidaria”. Fin de la nota.

PÁGINA 389.
El gobierno de Galtieri y la deuda privada.
Ante la profundización de la crisis política, el nuevo gobierno, encabezado por Galtieri, intentó presentarse ante la
sociedad como un gobierno fuerte. Los militares afirmaban que aún no era tiempo de hablar de elecciones y que debían
atravesar diferentes etapas de reordenamiento social para que ello ocurriera. La crítica situación económica era uno de
los frentes que mayor preocupación le generaba al régimen, ya que, hacia 1982, la inflación no cedía, y la recesión, los
quiebres de las entidades financieras y el aumento de la deuda externa constituían indicadores negativos. A su vez, los
grandes grupos económicos presionaban para consolidar posiciones políticas que les brindaran garantías suficientes para
mantener sus lucrativos negocios.
A comienzos del gobierno de Galtieri, el Ministerio de Economía quedó a cargo de Roberto Alemann y, posteriormente,
en julio de 1982, de Dagnino Pastore; como presidente del Banco Central asumió Domingo Cavallo. Todos estos
funcionarios eran economistas liberales con buenas relaciones con los grupos económicos locales más concentrados y
con el mercado internacional.
Durante la gestión de Cavallo se tomó una de las medidas más controvertidas del período militar: la estatización de la
deuda privada a través del llamado Régimen de Seguros. Esta norma permitió la incorporación a las cuentas del Estado
de las deudas contraídas por las grandes empresas, originadas por préstamos del exterior. Numerosos investigadores
consideran que el endeudamiento del sector público forma parte de la “deuda ilegítima y fraudulenta” que asumió el
Estado argentino a favor de los grandes grupos empresariales.

Aumento de la conflictividad social e internacional.


El año 1982 estuvo signado por los conflictos sociales e internacionales. Desde los inicios de la dictadura, las
organizaciones populares, los gremios, las entidades de derechos humanos y otros colectivos sociales asumieron un
proceso de resistencia a la defensiva contra la dictadura. Aunque las políticas represivas, el despliegue del Estado
terrorista y sus efectos provocaron una fuerte contracción y temor en el conjunto de la sociedad, las instancias de
resistencia no se detuvieron.
En la etapa comprendida entre 1981 y 1982, las expresiones de descontento comenzaron a tener mayor estado público.
La capacidad de movilización de las organizaciones sociales fue en aumento y los reclamos por poner fin a la dictadura
y recuperar la democracia comenzaron a hacerse más evidentes. Los reclamos sindicales a través de la cgt, que realizó
una importante marcha el 30 de marzo de 1982, las protestas de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo y los otros
organismos de derechos humanos, y el accionar político de la Multipartidaria comenzaron a cercar a la dictadura.
En este contexto de problemas económicos, sociales y políticos, el gobierno de Galtieri decidió, el 2 de abril de 1982,
la ocupación de las islas Malvinas. Así, se dio inicio a una guerra con Gran Bretaña, que trajo como consecuencia una
etapa de tensión internacional que incluyó a las principales potencias y a América latina.

Nota del corrector: El texto original contiene una fotografía con el siguiente epígrafe “Galtieri afirmó ante la
sociedad argentina que durante su gestión se mantendrían estrechos vínculos con los Estados Unidos”. Fin de la
nota.

PÁGINA 390.
El deporte y la política.
La popularidad del fútbol en la Argentina se presentaba para la dictadura instaurada en 1976 como una herramienta de
manipulación política y difusión propagandística del régimen. Esta actividad deportiva estaba políticamente potenciada
en esos años por la realización en 1978 del Mundial de Fútbol, organizado por primera vez en el país, a partir de una
decisión tomada con anterioridad por la Federación Internacional de Futbol (fifa) y la Asociación del Fútbol Argentino
(afa).
Este acontecimiento iba a colocar a la Argentina en el centro de la atención internacional, dada la popularidad de este
deporte. Por eso, la dictadura entendió que era una buena oportunidad para demostrar al mundo sus intenciones políticas
y responder a las críticas que se realizaban por las violaciones a los derechos humanos. A medida que se acercaba la
fecha de inicio del campeonato, en Europa aumentaron las denuncias sobre la política represiva del gobierno militar.
Este, alarmado por la posibilidad de que la difusión de sus acciones represivas arruinara la organización del Mundial,
comenzaron a difundir la idea de que existía una “campaña antiargentina”. En este sentido, los principales medios de
comunicación colaboraron activamente en la difusión de consignas como “los argentinos somos derechos y humanos”.
Periodistas radiales afines al régimen militar, como José María Muñoz, expresaron fuertes críticas a los organismos de
derechos humanos, a los que responsabilizaban por la supuesta campaña contra el país, y destacaron el orden y la
disciplina que debían imperar en la Argentina, incluso en el fútbol.

El Mundial de Fútbol.
La realización del Mundial de Fútbol de 1978, que, finalmente, consagró a la selección nacional como campeona del
mundo por primera vez en su historia, fue un acontecimiento teñido por la situación política. El éxito deportivo fue
rápidamente aprovechado por la dictadura para asociarlo con sus propios logros.
En ese momento de victoria deportiva convivían dos situaciones en la Argentina: los festejos por el campeonato, que,
dada la popularidad de esta actividad deportiva, se extendieron por todo el país y los momentos de mayor represión
sobre buena parte de la sociedad. La euforia en la cancha de River Plate, en el barrio de Núñez de la Capital Federal,
donde se realizó la final, contrastaba con la tragedia que se vivía en la Escuela de Mecánica de la Armada, situada a
pocas cuadras de ese estadio. Numerosos testimonios de detenidos en ese centro clandestino describen con desgarradores
relatos el contraste entre euforia y dolor que se vivió en ese lugar.
El Mundial fue un extraordinar io negocio para las grandes empresas y, a la vez, tuvo un elevado costo para el Estado
nacional. La Argentina debió gastar unos 517 millones de dólares, 400 más que los pagados por España en la siguiente
celebración de este acontecimiento deportivo, en 1982. Los responsables de la gestión de este evento, encabezados por
el contraalmirante Lacoste, jamás presentaron un balance: las cuentas del Mundial constaban en apenas siete carillas
que, según este marino, no valía la pena difundir.

Nota del corrector: El texto origina contiene imágenes de la portada de tres medios de comunicación distintos. Todos
ellos presentan noticias sobre la victoria del equipo de fútbol argentino. Esta imagen incluye el siguiente e epígrafe
“Los festejos del Mundial sirvieron a la dictadura para ocultar por un tiempo más los horrores de la represión
clandestina”. Fin de la nota.

Página 391.
La represión en el deporte.
El deporte, como muchas otras actividades laborales y profesionales, no fue la excepción para las políticas represivas;
prueba de ello son los numerosos deportistas víctimas del Estado terrorista. Según estudios realizados por especialistas
en deportes, contrariamente a lo que podría pensarse, no fue el fútbol sino el rugby el deporte con mayor número de
desaparecidos durante la dictadura militar. En el libro Deporte, Desaparecidos y Dictadura, escrito en 2006 por el
periodista Gustavo Veiga, se describe la historia de casi una veintena de rugbiers del Club La Plata, todos desaparecidos,
presumiblemente y según argumentos de los represores, por su compromiso social y político: algunos simplemente por
trabajar en barriadas pobres y otros, por haber elegido la vía armada.
Otra víctima de la represión fue el atleta Miguel Sánchez, de 25 años de edad, que desapareció en enero de 1978,
secuestrado de su casa en la ciudad de Buenos Aires, pocos días después de haber participado en la tradicional maratón
de San Silvestre en Brasil. Era un atleta federado en el Club Atlético Independiente, militaba en la Juventud Peronista
y trabajaba socialmente en barrios populares. Según relatos de otros detenidos se cree que estuvo confinado en el centro
clandestino conocido como “El Vesubio”.
Entre los desaparecidos también figuran el tenista Daniel Schapira, quien llegó a estar entre los diez mejores del ranking
juvenil argentino, que fue secuestrado en abril de 1977, y Adriana Acosta, integrante de la selección argentina de hockey
sobre césped, secuestrada en mayo de 1978.
Entre los jugadores de fútbol también hubo secuestrados y desaparecidos. El futbolista Carlos Alberto Rivada fue
secuestrado en febrero de 1977, apenas horas después de jugar para Huracán de Tres Arroyos. Más suerte tuvo su colega
Claudio Tamburrini, que era arquero suplente del club Almagro cuando fue secuestrado el 23 de noviembre de 1977.
Tamburrini, hoy filósofo en Gotemburgo, Suecia, escapó de su prisión el 24 de marzo de 1978, como lo cuenta en su
libro Pase Libre: la fuga de la Mansión Seré, llevado al cine por Adrián Caetano bajo el nombre de Crónica de una fuga.
A diferencia de Tamburrini y otros deportistas víctimas de la dictadura, Claudio “el Gato” Andrada, quien llegó a ser
arquero de la selección nacional, fue acusado por numerosos organismos de derechos humanos de integrar los “grupos
de tareas”, responsables de la represión militar.

Nota del corrector: El texto original contiene dos imágenes que representan el logo del mundial 78 en Argentina y
una transposición del mismo. Estas imágenes presentan el siguiente epígrafe “La dictadura mandó diseñar un logo
oficial para el Mundial 78. A partir de las formas de ese diseño, en Francia se hizo un afiche que censuraba la
política represiva del gobierno militar, denunciaba la existencia de campos de concentración y llamaba a boicotear
la realización del Mundial”. Fin de la nota.

1. Realicen un texto explicativo acerca de los factores que provocaron la crisis política de la dictadura en 1981.
2. ¿Por qué se produjo una crisis política durante el gobierno de Viola? ¿Qué función cumplió la Multipartidaria
en ese período?
3. ¿Qué relaciones pueden establecer entre el deporte y la política durante el desarrollo del Mundial de Fútbol de
1978?

PÁGINA 392.
EL ARTE, LA HISTORIA Y LA GENTE.
El humor gráfico: la resistencia desde el papel.
De la tradición a la rebeldía. La historieta argentina funcionó desde sus orígenes como un espacio donde la sátira política
convive con el humor más ingenuo. Quizás es esta la característica que le permite mantenerse viva hasta nuestros días,
en un nivel que la ubica entre las mejores del mundo y, sin duda alguna, como la más importante de América latina.
Si bien la época dorada de la historieta argentina se dio entre 1940 y 1960, no menos original y valioso fue el período
que abarcó el final de la década de 1970 y los primeros años de la de 1980. Pese a la decadencia productiva originada
por el cierre de revistas, la importación de material mexicano y el impacto del fenómeno televisivo, dibujantes y
guionistas de gran prestigio y creatividad continuaron trabajando. Por estos años, la historieta y el humor gráfico se
convirtieron en un reservorio de la rebeldía y la originalidad frente al proceso militar. Ejemplos de aquellos creadores
son: Caloi (Carlos Loiseau, 1948-2012), Roberto Fontanarrosa (1944-2007), y los historietistas y humoristas de la revista
Humor, que se editó en el país entre 1978 y 1999.

De fútbol, gauchos y otras yerbas.


Más allá del perfil paródico con que se maquilló la fuerte crítica a la situación política del país, el humor gráfico
desarrolló diversas vertientes. Tal es el caso del humor del “Negro” Fontanarrosa, dibujante y escritor, cuyos personajes
de historieta, como el gaucho Inodoro Pereyra y el matón Boggie, el aceitoso, se hicieron populares dentro y fuera del
país. Inodoro Pereyra, parodia y exageración de los giros del ambiente campestre, nació en 1972 y antes de alcanzar la
gran popularidad que le daría su paso por el diario Clarín, era un hombre solitario que andaba siempre con su perro
Mendieta. Más tarde, llegaron a acompañarlo otros personajes, como su mujer, Eulogia Tapia. Por otro lado, la pasión
de Fontanarrosa por el fútbol se plasmó en sus personajes, como así también en los argumentos de sus libros.
Alejandro Dolina, que con el regreso de la democracia se hizo famoso por sus programas radiales, comenzó a trabajar
en la revista Humor en 1978. Desde esa publicación, perfiló una serie de héroes y antihéroes, melancólicos y
enamoradizos, que conformaron una mitología del barrio porteño de Flores. Allí apareció El ángel gris, la más famosa
y emblemática de sus creaciones, quien, entre otros tantos portentos, era capaz de elegir los sueños que soñarían los
habitantes del barrio.

Nota del corrector: El texto original contiene una historieta. Fin de la nota.

Viñeta 1. ¡Que lindo quedó el estadio de river! ¡Y que hermosos que son todos los otros! Viñeta 2.
Viñeta 3. Que maravilla pero que lástima ¿No?...
Viñeta 4. Porque si venden a todos los jugadores ¿A quién vamos a ver jugar ahí adentro después del mundial?

Según Caloi, Clemente no es exactamente un pájaro. No tiene alas ni brazos, pero puede volar. Su lengua filosa y la
expresión de sus ojos son las armas principales con las que se hace entender.

PÁGINA 393.
El desafío que ganaron los papelitos.
Clemente, el personaje que Caloi creó en 1973, es un auténtico hincha de fútbol. Este pájaro sin pico y sin alas, amante
de las aceitunas, siente una pasión irrefrenable por Boca, su equipo, y también por el seleccionado nacional. En la
historieta, su sueño recurrente era meter el gol definitorio en un partido importante. Sin embargo, el triunfo de Clemente
no fue ficticio, sino que se dio en una cancha real.
Durante el Mundial de 1978, el gobierno militar pidió que las hinchadas no tiraran papelitos al aire, porque podía afear
el espectáculo. El vocero de aquella consigna fue el locutor de radio Rivadavia, José María Muñoz. Caloi no estaba de
acuerdo con romper una tradición futbolística tan afianzada en nuestro medio; por eso, emprendió una cruzada contra
aquella prohibición y contra su adalid, a quien llamó en su historieta “Murioz”. Para ello, usó como principal portavoz
a su personaje más querido, Clemente, quien desde la contratapa de Clarín, invitaba diariamente a tirar papelitos. En
esta puja entre la visión del orden procesista, fundado en concepciones de limpieza moral y obediencia, y la convocatoria
a la desobediencia para mantener una tradición futbolera, la gente adhirió al pedido de Clemente.
El aliento fervoroso de una hinchada nacional que no quiso rendirse ante las imposiciones de un gobierno autoritario se
vio reflejada en los miles y miles de papelitos que tapizaron las canchas de Rosario y la del Monumental, en la ciudad
de Buenos Aires, en los últimos partidos del Mundial 78.

TIC.
Busquen en Internet información sobre la segunda época de la historieta de ciencia ficción El Eternauta (1969), creada
por Héctor Oesterheld e ilustrada por Francisco Solano López. Analicen las representaciones políticas y sociales que
aparecen en la obra y reflexionen acerca de las razones que llevaron al gobierno militar a considerar esta historieta como
material “subversivo”.
Lean las páginas de esta sección y observen las imágenes.
1. Busquen en Internet información sobre la historia del humor gráfico y la historieta en el país. Realicen una
presentación de power point sobre el humor gráfico en la Argentina.

2. Observen las caricaturas tomadas de publicaciones humorísticas que ilustran los capítulos de este libro. Luego
respondan.
a. ¿Qué personajes eran caricaturizados en esas publicaciones en los distintos períodos de la historia
argentina?
b. ¿Cuál es la relación entre ese tipo de humor y la política?
c. ¿Por qué creen que mediante el humor se puede desarrollar una forma de resistencia?
d. ¿De qué manera representó la historieta de Clemente la resistencia a la dictadura militar?

PÁGINA 394.
4. RESISTENCIA SOCIAL Y CRISIS DE LA DICTADURA.
El movimiento de derechos humanos: las Madres de Plaza de Mayo.
El 30 de abril de 1977, catorce mujeres, cuyos hijos habían sido detenidos ilegalmente, se reunieron en la Plaza de Mayo
para solicitar una audiencia con el general Videla.
Aunque Videla no accedió a su pedido, esta acción fue el origen de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, que nucleó
a personas que reclamaban la aparición con vida de sus familiares detenidos-desaparecidos.
Frente a la pregunta de estas madres por el destino de sus hijos, ni la Justicia, ni la Iglesia ni el poder militar dieron
respuesta. Entonces, estas mujeres comenzaron a construir su identidad, identificándose con un pañal en sus cabezas –
que luego pasó a ser el característico pañuelo blanco–, y, tempranamente, desafiaron al gobierno militar realizando
rondas alrededor de la Pirámide de la Plaza de Mayo, como una manera de hacer público su reclamo. De este modo,
dieron origen a uno de los movimientos sociales que resistió de manera notable a la dictadura militar.
Algunas de estas madres pagaron con su propia vida atreverse a desafiar a la dictadura, como ocurrió con Azucena
Villaflor, una de las fundadoras de la organización Madres de Plaza de Mayo. Villaflor fue secuestrada por la Marina y
recluida en la esma, luego de que el marino Alfredo Astiz se infiltrara en la organización Madres de Plaza de Mayo.

Las Abuelas de Plaza de Mayo y los otros organismos de derechos humanos.


Además de las Madres, se fueron conformando otras organizaciones que lucharon por la aparición de sus familiares.
Entre ellas se destacaron las Abuelas de Plaza de Mayo, quienes desarrollan hasta el presente una incansable lucha por
la recuperación de sus nietos. Muchos de ellos nacieron en cautiverio o directamente fueron robados a sus madres.
Inicialmente, la tarea de esta organización fue sumamente compleja, porque a veces no contaban con elementos para
identificar a los niños, sobre todo aquellos que habían nacido en cautiverio. Para ello recorrieron centros científicos de
todo el mundo, lo que les permitió, años después, organizar un Banco Nacional de Datos Genéticos, en el que quedaron
archivados los mapas genéticos de todas las familias que tienen niños desaparecidos. Después de muchos años, esta
lucha continúa en plena vigencia, y hacia el año 2012 las Abuelas de Plaza de Mayo lograron restituir la identidad de
107 nietos secuestrados por la dictadura.
Durante el período de la dictadura, a las acciones de las Madres y las Abuelas se sumaron las de otros organismos que
contribuyeron a dar forma a un movimiento en defensa de los derechos humanos. Entre estas organizaciones se hallaban
algunas ya existentes, como la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH), la Liga Argentina por los
Derechos del Hombre y el Servicio de Paz y Justicia (CERPAJ) y otras de origen posterior, como el Centro de Estudios
Legales y Sociales (CELS), fundado en 1980. En todas estas organizaciones participaban personas de diversas
procedencias: profesionales, amas de casa, intelectuales y religiosos, con diferentes ideas políticas. También se sumaron,
con una activa colaboración, organizaciones internacionales, e incluso los gobiernos de algunos países, que dieron a
conocer el horror que se estaba viviendo en la Argentina en aquellos tiempos.
Nota del corrector: El texto original contiene la fotografía de un grupo de integrantes de Madres de plaza de Mayo.
Esta imagen incluye el siguiente epígrafe “El 22 de agosto de 1979 fue creada formalmente la Asociación Madres
de Plaza de Mayo, presidida por Hebe de Bonafini”. Fin de la nota.

PÁGINA 395.
La Comisión Interamericana y el Premio Nobel de la Paz.
En medio del clima triunfalista generado por el Mundial de Fútbol, la Junta Militar autorizó la visita de la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos, dependiente de la Organización de Estados Americanos (oea), que realizaría una
investigación sobre este tema en la Argentina. De esta manera, los militares esperaban mejorar su imagen internacional.
Los integrantes de la Comisión arribaron el 6 de septiembre de 1979 (un día antes de la final del Mundial de Fútbol
Juvenil, que se jugaba en el Japón) y, pese a los intentos del gobierno militar por ponerles condiciones, visitaron
prisiones y cementerios y entrevistaron a familiares de detenidos- desaparecidos, quienes dieron su testimonio a riesgo
de su propia vida. Al día siguiente, mientras los familiares de los desaparecidos hacían cola para denunciar la situación
frente a los organismos internaciones en la sede de la OEA, miles de argentinos pasaban por la puerta de la sede para
dirigirse hacia la Plaza de Mayo, a festejar el triunfo del seleccionado juvenil en el Japón. El resultado de esta visita fue
un durísimo informe que dejaba en evidencia la política represiva de la dictadura, por lo que esta no lo hizo público.
Otro duro golpe para el gobierno militar fue la designación de Adolfo Pérez Esquivel, perteneciente al Servicio de Paz
y Justicia, una asociación vinculada a sacerdotes tercermundistas que luchaba por los derechos humanos, como Premio
Nobel de la Paz, el 13 de octubre de 1980. Este reconocimiento a un integrante de los organismos de derechos humanos
colocó el problema ante la mirada internacional y contribuyó a desenmascarar a la dictadura.
Las lucha por los derechos humanos.
Hacia 1981, los organismos de derechos humanos fueron coordinando su lucha y coincidiendo en acciones y consignas,
entre las que se destacaba la de “Aparición con vida”. Esta consigna sintetizaba el sentido de la lucha de los organismos,
que consideraban que sin el esclarecimiento de las desapariciones no había posibilidad de recuperar plenamente el
Estado de derecho. La tarea de estas entidades también posibilitó que al cabo de un tiempo pudieran conocerse en la
Argentina los efectos sociales de la dictadura y la verdadera naturaleza del Estado terrorista. A la vez que diseñaban
sobre qué pilares debía erigirse el futuro democrático, exigían el juicio y castigo a los culpables por los crímenes que
provocaron la desaparición forzada de más de 30.000 personas.
Ese mismo año, la Multipartidaria comenzó a incorporar en sus documentos los reclamos de los organismos de derechos
humanos. Estas acciones sirvieron para difundir entre el conjunto de la sociedad lo que estaba ocurriendo en el país en
materia de derechos humanos. Además, algunas publicitadas desapariciones de personas vinculadas al propio gobierno,
como la de la funcionaria Helena Holmberg, hicieron que los medios, habitualmente moderados o cómplices de la
dictadura, prestaran mayor atención al tema. Asimismo, el hallazgo de fosas comunes con personas asesinadas y sin
identificación, a las que los medios policiales y periodísticos llamaron NN, también contribuyeron a dar cuenta de lo
que estaba ocurriendo. Progresivamente, gran parte de la sociedad comenzó a mostrar su adhesión a la lucha por los
derechos humanos. El reclamo “con vida los llevaron, con vida los queremos” se constituyó en la consigna para exigir
por el esclarecimiento de las desapariciones.

Nota del corrector: El texto original contiene una fotografía con el siguiente epígrafe “La decisión de distinguir a
Pérez Esquivel con el Premio Nobel de la Paz fue una victoria de los organismos de derechos humanos, en momentos
en que libraba una lucha desigual contra la dictadura”. Fin de la nota.

PÁGINA 396.
La resistencia de las organizaciones sindicales.
A comienzos de la dictadura, los trabajadores llevaron a cabo huelgas en los lugares de trabajo y tomaron medidas de
oposición y denuncia de las políticas del gobierno militar. Sin embargo, a diferencia de etapas anteriores, pronto
advirtieron que la dureza de la represión solo les permitiría desplegar una resistencia defensiva, es decir, tratar de
mantener sus puestos de trabajo y evitar mayores medidas represivas contra los sindicatos y el creciente deterioro de sus
ingresos.
Durante 1976, numerosos sindicatos desarrollaron medidas de lucha; por ejemplo, las huelgas de los trabajadores de la
industria automotriz y de los de Luz y Fuerza. En enero de 1977 se produjo un activo proceso de resistencia gremial,
expresado en una serie de huelgas, la movilización callejera del gremio de Luz y Fuerza y acciones de sabotaje en los
lugares de trabajo. Inmediatamente, los trabajadores bancarios, petroleros, ferroviarios, telefónicos y los empleados del
Estado se unieron a los reclamos. La respuesta de la dictadura fue la profundización de las medidas represivas, el
secuestro, la tortura y la desaparición de numerosos dirigentes gremiales.
Pese a la represión y la prohibición de la cgt, los gremios continuaron con su resistencia organizada en la clandestinidad
y formaron dos nucleamientos: la Comisión de los 25 y la Comisión de los 20. La Comisión de los 25, representada por
dirigentes como Saúl Ubaldini, Roberto Digón y Ricardo Pérez, de los sindicatos de cerveceros, del tabaco y de
camioneros, respectivamente, expresó la posición más combativa frente a la dictadura. La Comisión de los 20, conducida
por Jorge Triaca y Oscar Lescano, de los gremios del plástico y Luz y Fuerza, respectivamente, mantuvo una posición
dialoguista con el gobierno militar.

Los planes de lucha de la CGT y las reivindicaciones gremiales.


En 1977, más de 70 sindicatos presentaron a la Junta Militar un conjunto de reivindicaciones del movimiento obrero
argentino. Reclamaban la recomposición del salario, la realización de convenciones colectivas de trabajo y el
levantamiento de la suspensión de la actividad sindical. También pedían la libertad de los presos gremiales, exigían la
publicación de las listas de los detenidos por el gobierno, la derogación de la legislación persecutoria aplicada sobre los
trabajadores y la implementación de cambios en la política económica del país, que permitieran recuperar la plena
ocupación y el concepto de justicia social. El 27 de abril de 1979, la Comisión de los 25 convocó a la primera huelga
contra la dictadura. Para impedir la realización de esta medida, el gobierno encarceló a los dirigentes sindicales. Sin
embargo, los trabajadores organizaron un comité de lucha clandestino que impulsó la concreción de esta medida de
fuerza.
En 1980, pese a las prohibiciones y persecuciones de la dictadura, por impulso de la Comisión de los 25 se logró
reorganizar la CGT, la que fue conocida como CGT Brasil, por el nombre de la calle donde se hallaba su sede. A partir
de entonces, el secretario general de esta entidad, Saúl Ubaldini, condujo un proceso de protestas, cuyo punto más alto
fue la movilización nacional del 30 de marzo de 1982. Bajo el lema “Paz, pan, trabajo”, la CGT logró una masiva
protesta en todo el país, que fue duramente reprimida por el gobierno, con el saldo de miles de detenidos, cientos de
heridos y una persona muerta en la ciudad de Mendoza.

Nota del corrector: El texto original contiene la fotografía de una multitud desarrollando una manifestación. Esta
imagen contiene el siguiente epígrafe “La masiva movilización convocada por la cgt el 30 de marzo de 1982 fue el
comienzo de una serie de protestas contra la dictadura que se extendió a partir de ese año. Pese a la represión, la
sociedad se animó a expresar sus demandas”. Fin de la nota.

PÁGINA 397.
Las organizaciones guerrilleras: resistencia y aniquilamiento.
El golpe militar de 1976 y el derrocamiento del gobierno de Isabel Perón tuvieron diferentes evaluaciones por parte de
las organizaciones guerrilleras en la Argentina. Según el investigador británico Richard Gillespie, la organización
peronista Montoneros interpretó el golpe del 1976 como una “ofensiva generalizada sobre el campo popular” para
inmovilizar a los trabajadores y aniquilar a las fuerzas revolucionarias, apoyada por “la oligarquía, los monopolios
imperialistas y la alta burguesía nacional”, que además contaba con el consenso de buena parte de la clase media.
Completaban su análisis afirmando que el avance de los militares había sido facilitado por la crisis del movimiento
peronista y por la “traición de Isabel Perón y López Rega”.
Frente a estos acontecimientos, los Montoneros entendían que debían prepararse para una defensa activa, destinada a
evitar la consolidación de la dictadura, y para una eventual contraofensiva popular. Esto implicaba la realización de
ataques armados contra lugares estratégicos, como instalaciones clave y personajes políticos destacados del gobierno
militar, con la intención de mostrar la vulnerabilidad del régimen y facilitar la lucha de los trabajadores. Si bien estos
atentados mostraban aún cierto accionar de la guerrilla montonera, la respuesta represiva del gobierno militar se fue
intensificando.
Los Montoneros también llevaron a cabo medidas que buscaban el apoyo de los trabajadores y sus sindicatos, como el
secuestro de empresarios o los sabotajes en algunas firmas extranjeras de relevancia. Sin embargo, esas medidas no
encontraron el apoyo o la coordinación esperada por parte de los sindicatos. En marzo de 1976, Montoneros trató de
integrase a la lucha junto con los trabajadores y creó la Confederación General del Trabajo de la Resistencia (cgtr), pero
esta decisión no fue asumida por los trabajadores, ya que algunos gremios interpretaron que era una forma de sustituir
a la CGT tradicional.
A pesar de estas dificultades para la coordinación de la resistencia, tanto el Ejército Revolucionario del Pueblo (erp)
como los Montoneros coincidieron en que el golpe militar potenciaría los conflictos sociales y les permitiría ver con
más claridad “al verdadero enemigo de los trabajadores”. Esta interpretación de los acontecimientos políticos, les
impidió comprender el verdadero alcance y las dimensiones del proyecto represivo de la dictadura militar.

La contraofensiva de 1979.
El contexto de huelgas obreras y resistencia sindical de 1978 animaron a los dirigentes montoneros a lanzar una
“contraofensiva estratégica”. Según su interpretación, en aquel momento había reales posibilidades de que los
trabajadores tomaran las calles y obligaran a la dictadura a retirarse del gobierno. En este marco, desarrollaron
numerosos atentados armados y acciones de agitación, así como impulsaron el retorno de militantes que se hallaban en
el exilio.
La reacción de las Fuerzas Armadas fue contundente: muchos dirigentes intermedios de Montoneros fueron asesinados
y la represión se profundizó sobre vastos sectores de la militancia social. Ante esta situación se produjeron divisiones
dentro de la organización Montoneros; dos sectores, uno liderado por Miguel Bonnaso y el otro, por Jaime Dri, se
alejaron del grupo que conducía Mario Firmenich.

Nota del corrector: El texto original contiene la fotografía de un grupo de hombres reunidos. Esta imagen presenta
el siguiente epígrafe “Conferencia de prensa de Montoneros en el exterior. La contraofensiva de 1979 generó
numerosas controversias entre la militancia peronista de izquierda”. Fin de la nota.

PÁGINA 398.

Los cambios sociales y culturales.


Las políticas de la dictadura provocaron profundas transformaciones en la estructura social y cultural de la Argentina.
La política económica, que a nivel mundial comenzaba a definirse como neoliberal, produjo cambios en las relaciones
sociales y laborales; entre ellos, una fuerte disminución de la clase obrera industrial, el aumento del cuentapropismo, la
fragmentación de los sectores medios y una creciente desocupación. Este proceso fue acompañado por la introducción
de los valores propios del capitalismo neoliberal, que ganaban sustento y presencia en el mundo, en particular en
América latina. Nociones como las de individualismo, competencia, pragmatismo y eficiencia comenzaron a instalarse
en las relaciones cotidianas. Los problemas laborales eran explicados por los nuevos economistas – muchos de ellos
formados en universidades norteamericanas como la de Chicago – como éxitos o fracasos particulares, de modo tal que
la pobreza era presentada como una derrota personal más que como un efecto o consecuencia del sistema capitalista. La
difusión de muchas de estas ideas neoliberales o “doctrinas shock”, como las denominó la investigadora Naomi Klein,
se deben a la activa tarea que los principales centros de formación norteamericanos venían promoviendo desde fines de
los años sesenta a través de convenios, becas y diferentes tipos de intercambio con muchos países latinoamericanos y a
la permeable decisión de estos países en acordar estas articulaciones culturales sin condicionamientos. De allí que
muchos de los intelectuales formados en estos ámbitos académicos luego cumplieran destacados roles en los Ministerios
de Economía de las dictaduras de sus respectivos países de origen, como ocurrió en la década de 1970 en Chile, el Brasil
y la Argentina. Otro aspecto de este proceso fue la sobrevaloración del consumismo por buena parte de los sectores
medios. La política de Martínez de Hoz provocó cambios culturales en relación con el mercado, por los que la condición
de los sujetos comenzó a ser valorada según su capacidad de consumo. Este proceso formó parte de una redefinición de
las empresas respecto de la difusión de valores universales y globalizantes conforme a la perspectiva de consumo
capitalista.

La educación durante la dictadura.


La implementación de políticas neoliberales basadas en un modelo de apertura económica y en la aplicación de medidas
de corte monetarista significó para América latina y, en especial, para la Argentina, la profundización de las
desigualdades existentes. Como consecuencia de ello, un creciente sector de la población comenzó a quedar excluido
del acceso al empleo, al consumo, e incluso a la educación.
En el plano educativo, la aplicación de las reformas impulsadas por la dictadura provocó transformaciones, que, como
ocurrió en las otras dimensiones de la sociedad, comenzaron por la aplicación de duras políticas represivas. En este
terreno, la dictadura se propuso desplegar una “estrategia global contra la subversión”, ya que entendía que las
instituciones educativas habían sido un ámbito fértil para el crecimiento del terrorismo.

Nota del corrector: El texto origina contiene la imagen de una portada con la siguiente leyenda “las clases comienzan
en su casa. Su casa: escuela número 1”. Esta imagen incluye el siguiente epígrafe “Numerosas publicidades oficiales
o de entidades que apoyaban a la dictadura insistían en el tópico de la familia como custodia de los valores morales
y hacían responsables a los padres por la conducta de sus hijos”. Fin de la nota.

PÁGINA 399.
La represión en las escuelas y las universidades.
El Ministerio de Educación, en principio bajo la gestión de Pedro Bruera y, luego, a cargo de Pablo Burundarena, creó
una dependencia denominada Recursos Humanos. En esta nueva oficina participaban agentes de inteligencia vinculados
al Servicio de Inteligencia del Estado, cuya función era organizar las tareas de seguimiento, identificación y detención
de estudiantes y docentes de las escuelas, los profesorados y las universidades nacionales del país. Bajo los principios
de la Doctrina de la Seguridad Nacional, la Junta Militar interpretaba que la “guerra contra la subversión” tenía como
blanco especial estos centros de formación, porque allí se producía el reclutamiento de integrantes de organizaciones
políticas y sociales. Como consecuencia de ello, durante los años de la dictadura, muchos estudiantes que militaban en
agrupaciones secundarias y universitarias fueron secuestrados y, en muchos casos, asesinados.
La desaparición de jóvenes militantes tuvo numerosos episodios, entre ellos, uno de los más tristemente recordados por
su violencia fue el de la denominada “Noche de los Lápices”, ocurrido entre el 15 y el 21 de septiembre de 1976. En
esas acciones, siete jóvenes de un colegio secundario de La Plata fueron secuestrados por un “grupo de tareas” del
Ejército y llevados a un centro clandestino denominado el Pozo de Bánfield, dirigido por el general Ramón Camps. Solo
uno de ellos sobrevivió a las torturas y la matanza. La mayoría de estos alumnos participaba del Centro de Estudiantes
y militaba en la Unión de Estudiantes Secundarios, de orientación peronista.

El Operativo Claridad.
Como parte de su política, la dictadura impulsó lo que llamaba una “limpieza ideológica” de las escuelas y universidades
del país. Para ello, llevó a cabo un plan que consistió en realizar tareas de inteligencia, es decir, “infiltrar” las escuelas,
los profesorados y las universidades con agentes de las fuerzas de seguridad. La finalidad era identificar a los estudiantes,
profesores y maestros considerados “subversivos” y luego, volcar el aparato represivo sobre ellos. Este plan se denominó
Operación Claridad.
Para desarrollar este operativo, las Fuerzas Armadas contaron con la colaboración de rectores, directores de colegios y
preceptores afines a sus ideas. Los diferentes ministros de Educación de la dictadura se dirigieron al conjunto de la
población para alertarlos sobre los peligros que podían sobrevenir sobre sus familias si no delataban a los sospechosos
de ser “subversivos”. Al mismo tiempo, realizaron recomendaciones explícitas sobre los libros de texto y sacaron de
circulación los materiales que consideraban que difundían ideas y valores contrarios a los principios “occidentales y
cristianos” o, simplemente, los que en sus contenidos no “enaltecían” los valores éticos de la familia tradicional.

Nota del corrector: El texto original contiene la imagen de una obra de arte. Esta imagen incluye el siguiente epígrafe
“Mural del artista César López Claro, en homenaje a las víctimas de la “Noche de los Lápices”, 1995”. Fin de la nota.

PÁGINA 400.
Los medios y la difusión de los valores de la dictadura.
Los medios de comunicación también fueron el vehículo para difundir las propagandas oficiales, que se emitían
sistemáticamente en diferentes programaciones y bandas horarias. El discurso oficial de la dictadura caracterizaba el
compromiso político de los jóvenes como el resultado del descuido o la poca atención de su familia; por eso, había
publicidades dirigidas especialmente a los padres, apelando a su responsabilidad por las acciones de sus hijos, mediante
frases repetidas hasta el hartazgo como: “¿Usted sabe dónde está en este momento su hijo?”. También se alertaba a los
padres por las amistades de sus hijos, previniéndolos acerca de la supuesta cercanía de “subversivos” que pudieran
captarlos para sus ideas.
Los jóvenes fueron un objetivo habitual de las redadas de la policía y los militares: no contar con el documento de
identidad podía significar la prisión, o pasar por situaciones poco deseadas en el trámite de averiguación de antecedentes.
En los lugares públicos, las fuerzas de seguridad examinaban con desconfianza a los jóvenes con cabellos largo o barba,
e incluso en los colegios se establecieron normas que impedían usar el cabello “más allá del cuello de la camisa”.
Las revistas de mayor difusión del período, como Para ti, dirigida al público femenino, se hicieron eco de las
disposiciones de control sobre los jóvenes a través de artículos, entrevistas o consejos de especialistas en temas de
familia.

El monopolio del papel: el caso de Papel Prensa.


El manejo del papel como insumo fundamental para la producción de periódicos y revistas constituye un factor clave
para la industria gráfica. De manera que obtener el control de la producción de papel fue una histórica aspiración de las
grandes empresas de diarios en el país. Hasta 1976, el grupo Graiver era el propietario de la empresa que se dedicaba a
esta actividad, Papel Prensa S. A.; sin embargo, desde el inicio de la dictadura, los grupos interesados en su control
comenzaron a desplegar diferentes maniobras y presiones para apropiarse de ella.
Estos grupos económicos concentrados, como Clarín, La Nación y La Razón, se aliaron con los militares para eliminar
a los que se oponían a sus intereses. La dictadura, por su parte, necesitaba de medios de comunicación que apoyaran sus
políticas. A mediados de 1977, el Grupo Graiver fue despojado ilegalmente de Papel Prensa S. A., mediante una
operación en la que la dictadura utilizó la violencia y la represión. Como resultado de esas acciones, el gobierno traspasó
el manejo por partes de Papel Prensa S. A. a las empresas Clarín, La Nación y La Razón. Por ello, el investigador
Eduardo Anguita afirma que durante la dictadura, los dueños y directivos de los tres diarios más importantes de la
Argentina se apropiaron, en complicidad con el Estado terrorista, de la empresa que les sirvió para monopolizar la
producción del papel de diario.

Nota del corrector: El texto original contiene una fotografía con el siguiente epígrafe “El general Videla, acompañado
por los dueños y los directivos de los principales diarios del país, en la inauguración de la planta de Papel Prensa”. Fin
de la nota.

1. Expliquen las diferentes etapas de organización del movimiento de derechos humanos.


2. Identifiquen el diagnóstico que realizó la dictadura sobre el campo educativo. ¿Cuáles fueron los objetivos y las
acciones del Operativo Claridad?
3. ¿Cuáles fueron las razones económicas y políticas por las que se dio una fuerte puja en torno a la producción de
papel? Expliquen el caso de Papel Prensa S. A.

PÁGINA 402.
IDEAS EN DEBATE.
Los lugares de la resistencia cultural. Prohibiciones y censura en el ámbito cultural.
Los documentos oficiales del período de la dictadura expresaban que era necesario infundir en los ámbitos de estudio la
recuperación de valores como la disciplina, el orden, la espiritualidad y el amor a la patria. Por eso, a su política represiva
de eliminación física de personas, sumaron una estricta censura en los programas de estudio de las escuelas y las
universidades, la expulsión de profesores considerados “subversivos”, y la prohibición de libros, revistas, y otros
materiales de estudio y difusión cultural.
Muchas obras clásicas, como El Capital de Karl Marx y El Principito de Antoine Saint Exupéry, fueron censuradas y
retiradas de las librerías o de las casas de estudio, ya que eran consideradas peligrosas. También se prohibieron textos
escolares, entre ellos los de la llamada “matemática moderna” (de hecho, se había prohibido la enseñanza de la teoría
de los conjuntos porque según los censores era una manera de incitar a las relaciones de tipo comunista, en perjuicio de
la formación del individuo), e incluso obras de literatura infantil. Asimismo, debido a la persecución de que eran objeto,
muchos intelectuales y artistas locales debieron exiliarse o dedicarse a otras actividades, lo que implicó una contracción
de la vida cultural.
Sin embargo, la actividad cultural continuó a través de diversas formas de resistencia. De manera clandestina, los centros
de estudiantes continuaron en ámbitos externos a las escuelas y las universidades. También de manera clandestina se
editaron publicaciones de difusión, escritos académicos y artísticos, que eran distribuidos de “mano en mano” y/o
camuflados para evitar la censura. Algunos intelectuales y artistas desarrollaron sus actividades en diferentes países del
mundo, e incluso volcaron su producción al servicio del esclarecimiento y la denuncia de la violación de los derechos
humanos en la Argentina. Diferente destino tuvieron reconocidos y comprometidos escritores, asesinados por las fuerzas
represivas, como Haroldo Conti y Paco Urondo.

Teatro Abierto.
Entre las formas más destacadas de resistencia del mundo del arte se encuentra la experiencia de Teatro Abierto. Esta
iniciativa logró reunir a numerosos artistas de teatro, directores, actores y técnicos, que se oponían a la dictadura. Teatro
Abierto presentó obras que denunciaban y criticaban al gobierno militar de manera sutil. Para llevar adelante este
proyecto, en 1981, más de 20 dramaturgos, a los que se sumaron otros tantos directores, invitaron a más de 150 actores
para crear un festival, compuesto por más de una veintena de obras de teatro de no más de media hora de duración cada
una. Luego de una semana de representaciones, el teatro Picadero, la sala donde se llevaban a cabo las representaciones,
fue incendiada intencionalmente. Inmediatamente, al menos 17 salas se propusieron para continuar con esta propuesta.
Algunos investigadores consideran que Teatro Abierto demostró que se puede resistir a un régimen autoritario a través
de las emociones estéticas, abriendo la posibilidad de la participación y la representación política para defender la
libertad de expresión.

Afiche que promocionaba Teatro Abierto como una forma de lucha contra la censura.

PÁGINA 403
El rock nacional y la política.
A partir de 1979, en el contexto del retorno de varios músicos que se encontraban en el exilio, el rock nacional comenzó
a tener mayor presencia, sobre todo por la realización de recitales y el lanzamiento de nuevos discos.
Algunos músicos, como León Gieco y Charly García, compusieron tempranamente canciones que contenían claros
mensajes de repudio o denuncia a las acciones de la dictadura, por lo que sufrieron prohibiciones. Sin embargo, la mayor
presencia del rock nacional comenzó a partir de la guerra de Malvinas, cuando los medios privilegiaron la música local.
Durante esa etapa se realizó el Festival de la Solidaridad Latinoamericana, en el que los asistentes expresaron el apoyo
a la causa de Malvinas pero, a la vez, la oposición a la dictadura. Al mismo tiempo, entre los jóvenes que asistían a los
recitales se fueron generalizando consignas de repudio al gobierno, entre las que se destacaba la que expresaba “Se va
a acabar…se va a acabar…la dictadura militar…”.

El periodismo comprometido: Rodolfo Walsh.


En marzo de 1977 desapareció Rodolfo Walsh, uno de los periodistas y escritores más destacados del país. Durante el
período de la “Revolución Libertadora” inició el periodismo de investigación, con sus obras Operación masacre, sobre
los fusilamientos de civiles durante el levantamiento peronista de 1956, y ¿Quién mató a Rosendo?, acerca de la
burocracia sindical. Entre 1968 y 1970, dirigió el periódico de la combativa cgt de los Argentinos. En 1973, ya
incorporado al peronismo revolucionario, participó en la dirección del diario Noticias.
Walsh entendía que su labor como periodista y escritor estaba ligada al compromiso social y político. Por este motivo,
luego de producido el golpe de estado de 1976, escribió una Carta Abierta a la Junta Militar. En ella, presumiblemente
difundida el mismo día de su desaparición, responsabilizaba a la dictadura por la política represiva que comenzaba a
aplicarse en el país. También condenaba la naturaleza del proyecto económico de los militares, que juzgaba contraria a
los intereses del país y de los trabajadores. La perspectiva periodística que dejó Rodolfo Walsh sigue vigente en la
actualidad, en circunstancias en las que se debate acerca de la importancia de un periodismo comprometido con las
causas sociales, independiente de los grupos económicos y del poder político.

EL DEBATE CONTINÚA.
1. ¿Qué formas asumió la organización escolar y universitaria en la Argentina de la dictadura de 1976? Comparen
con la situación actual.
2. Investiguen cuáles fueron los músicos censurados en los años de la dictadura. ¿Cuál es la situación actual de
algunos de sus músicos? Comparen sus producciones actuales con las de la época de la dictadura.
3. ¿Por qué creen que actualmente se encuentra en debate el papel social y cultural del periodismo? ¿Qué papel
juegan las grandes empresas en este debate? ¿Cuál creen que debe ser el lugar del Estado?

PÁGINA 404.
EL CINE, UNA INDUSTRIA NACIONAL.
Censura y prohibiciones en el cine nacional. El exilio de Gardel.
El golpe de Estado de 1976 terminó de consolidar el dominio de la censura sobre el cine nacional. La confirmación de
Miguel Tato al frente del Ente de Calificación Cinematográfica profundizó las medidas represivas. A partir de ese año,
muchos artistas fueron prohibidos y debieron marchar al exilio, como los cantantes Piero y Mercedes Sosa, y el actor
Federico Luppi. También realizadores tan importantes como Pino Solanas y Octavio Getino se radicaron en el exterior;
otros, como Raymundo Gleyzer, Pablo Szir y Enrique Júarez, corrieron peor suerte, ya que fueron secuestrados y
desaparecidos durante el primer año de la dictadura.
Como los guiones debían ser aprobados por el Ente de Calificación, muchos proyectos se frustraron. Según Tato, el cine
nacional debía estar dirigido hacia la familia, la moral y las buenas costumbres; por lo tanto, se debían prohibir tanto las
películas nacionales como las extranjeras que atentasen contra esos valores. El número de películas estrenadas descendió
de 41 en 1973 a 21 en 1976. No solo fue una caída en cantidad sino en calidad, ya que a notables producciones de años
anteriores, como La Patagonia rebelde (1973), de Héctor Olivera, o La tregua (1974), de Sergio Renán, le sucedieron
filmes de escasos valores artísticos. Algunos fueron concebidos con fines propagandísticos, como Dos locos en el aire
(1976) y Brigada en acción (1977), ambos dirigidos por Ramón “Palito” Ortega. Las medidas económicas
implementadas por Martínez de Hoz atentaron contra la industria cinematográfica, con el agravante de que en 1980 el
Instituto de Cine perdió su autarquía financiera debido a la generalización del impuesto al valor agregado (iva).
A pesar de este panorama desalentador, algunos destacados realizadores lograron estrenar nuevas películas, como
Leonardo Favio con Soñar Soñar (1976). Sin embargo, al poco tiempo, Favio debió partir al exilio, ya que pasó a integrar
la lista de artistas prohibidos. Otros aportes del período fueron Piedra libre (1976), de Leopoldo Torre Nilsson, quien
sufrió la persecución de la censura antes del estreno, Allá lejos y hace tiempo (1977), de Manuel Antín, y Crecer de
golpe (1977), de Sergio Renán. Durante este oscuro período debutó el director Adolfo Aristarain, con La parte del león
(1978). En dos de sus obras posteriores, Tiempo de revancha (1981) y Últimos días de la víctima (1982), Aristarain
logró una ajustada descripción de la sociedad argentina de esos años.
A partir de 1980, el cine documental volvió a tener protagonismo y algunos grupos, como Cine Testimonio, pudieron
exhibir trabajos sobre las culturas marginadas. Al año siguiente, el retorno de la democracia trajo aparejado un cambio
fundamental: la eliminación de la censura.
Nota del corrector: El texto original contiene la fotografía de un director de cine en su espacio de trabajo. Esta
imagen incluy el siguiente epígrafe “En 1976, con el estreno de Piedra libre, se cerró la producción de uno los más
grandes directores de la historia del cine argentino, Leopoldo Torre Nilsson”. Fin de la nota.
Nota del corrector: El texto original contiene una imagen con el siguiente epígrafe “Afiche de La tregua, película
nacional nominada al Oscar”. Fin de la nota.

PÁGINA 405.
Solo frente al peligro.
Tiempo de revancha es una película escrita y dirigida por Adolfo Aristarain, estrenada el 30 de julio de 1981 y producida
por Aries Cinematográfica. Obtuvo numerosos premios, tanto nacionales como internacionales. En el orden local fue
distinguida con varios Cóndor de Plata otorgados por la Asociación de Cronistas Cinematográficos, entre ellos los
concedidos al mejor guión, mejor actor, mejor película y mejor director. En el ámbito internacional obtuvo premios en
los festivales de La Habana y Montreal.
Este filme cuenta con la actuación protagónica de Federico Luppi, a quien, en 1981, las autoridades de la dictadura
militar habían quitado de las listas negras de artistas prohibidos. Luppi encarna a Pedro Bengoa, un trabajador minero y
ex sindicalista, que es contratado por una empresa extranjera radicada en la Patagonia que utiliza métodos de explotación
peligrosos para los trabajadores. Allí se reencuentra con su antiguo compañero Bruno Di Toro, quien le propone simular
un accidente, del que supuestamente sale mudo, para cobrar una millonaria indemnización. Pero algo sale mal y Bengoa
debe llevar adelante, con la ayuda del inescrupuloso abogado Larsen, un complicado juicio contra la corrupta empresa,
que no dudará en usar todo tipo de métodos para lograr sus objetivos.
A pesar de su temática, que representa la cara más siniestra de la sociedad de entonces, con alusión a las prácticas
violentas de la dictadura militar, esta película fue autorizada por la censura sin corte alguno. Sin embargo, a los dos días
del estreno, hubo una amenaza de bomba en el cine Ambassador, y tanto Aristarain como el productor Héctor Olivera
fueron intimidados telefónicamente.
Gracias a su excelente guión, que se evidencia en la tensión creciente de la historia, y a las brillantes interpretaciones
actorales, Tiempo de revancha fue un inmediato éxito de público y volvió a posicionar al cine argentino en la
consideración mundial.

Nota del corrector: El texto original contiene el afiche de una película que incluye la siguiente leyenda “Tiempo de
revancha”. Fin de la nota.

Ficha técnica.
Título: Tiempo de revancha. Año: 1981. Director: Adolfo Aristarain. Guión: Adolfo Aristarain. Actores: Federico
Luppi, Julio De Grazia, Ulises Dumont, Haydeé Padilla.
Propuesta de análisis de la película.
1. Reflexionen acerca de las convicciones personales del personaje protagónico, Pedro Bengoa, y su relación con
la sociedad del período de la dictadura. Describan la escena en la que sus ideas se ponen de manifiesto con más claridad.
2. Analicen la relación que se establece en la película entre las multinacionales y el poder político.
3. ¿Por qué creen que las principales acciones de la película se desarrollan en una mina, con explosiones
descontroladas, desmoronamientos y víctimas inocentes?
4. Relacionen el silencio que debe asumir Pedro Bengoa para cumplir su objetivo de justicia con la represión
impuesta por la dictadura militar.
5. Analicen la visión que presenta la película sobre la justicia a través del personaje del abogado Larsen y sus
motivaciones.
6. Describan las escenas más significativas que relacionan el filme con las prácticas políticas y represivas de la
dictadura militar.

PÁGINA 406.
5. GUERRA, MOVILIZACIÓN POPULAR Y RETIRADA MILITAR.
La guerra de Malvinas: la ocupación.
El 2 de abril de 1982, la Junta militar sorprendió a la ciudadanía con la noticia de que “la Argentina había recuperado la
soberanía de las Islas Georgias, Sandwich del sur e Islas Malvinas”. Cerca de cinco mil efectivos desembarcaron en
Puerto Argentino. Con estas acciones se recuperaba parte del territorio nacional usurpado por Gran Bretaña en 1833.
Desde entonces, la Argentina había hecho innumerables reclamos por la soberanía de Malvinas, con momentos de
avance y retroceso diplomático.
La decisión de recuperar las islas se tomó en un contexto de debilidad interna del gobierno de las Fuerzas Armadas,
caracterizado por los conflictos entre las tres armas y un alza creciente de la protesta y resistencia social, por lo que
muchos especularon, con acierto, que se trataba de una salida desesperada del gobierno por recuperar la iniciativa y
lograr apoyo por medio de una reivindicación históricamente sensible a los argentinos. Los militares especulaban que
Gran Bretaña no tomaría represalia alguna, dada la lejanía de las islas y el poco interés que, según su opinión, habían
demostrado por el archipiélago. A esto se sumaba que el gobierno del general Galtieri había proclamado desde su
asunción que existía una política de buenas relaciones con los Estados Unidos, por lo cual, el gobierno militar entendía
que, a lo sumo, este país iba a ser neutral en la contienda con los ingleses.
Al poco tiempo, todas las especulaciones y análisis realizados por la Junta Militar fueron rebatidos por la realidad. La
ciudadanía, si bien apoyó masivamente la llamada “gesta de Malvinas”, siempre supo diferenciar la adhesión a la
recuperación de su rechazo al gobierno, como quedó de manifiesto en numerosos actos públicos. Por su parte, Gran
Bretaña reaccionó de manera diferente a la esperada por los militares argentinos, ya que inmediatamente decidió el envió
de tropas a las islas. La primera ministra Margaret Thatcher, al igual que Galtieri, necesitaba de un respaldo a su
gobierno; por ello, utilizó la guerra como medio para obtener ventajas políticas.

Estrategia militar y triunfalismo.


A poco de iniciada la guerra y descartadas las especulaciones acerca de las intenciones británicas, un ascendente clima
de triunfalismo se fue extendiendo por todo el país, especialmente promovido por la Junta Militar. Los medios de
comunicación radial, gráfica y televisiva colaboraron en la transmisión de esta euforia social y reprodujeron sin críticas
los innumerables mensajes del gobierno de Galtieri.
Las operaciones militares comenzaron con la llegada de las fuerzas militares británicas a las islas y los primeros
enfrentamientos con las tropas argentinas. Al poco tiempo, comenzaron a llegar noticias no muy alentadoras. La
colaboración de los Estados Unidos con Gran Bretaña a través de la entrega de información satelital permitió que los
ingleses derribaran fuera de la llamada zona de exclusión al crucero General Belgrano, hecho que provocó la muerte de
más de 300 hombres, y cientos de heridos y desaparecidos. La Argentina, por su parte, con el accionar de la aeronáutica,
logró impactar en varias naves británicas, como el destructor Sheffield. Sin embargo, los enfrentamientos que se
sucedieron fueron ampliamente favorables a Gran Bretaña.

Nota del corrector: El texto original contiene la portada de un afiche con la siguiente leyenda “¡Ya estamos ganando!
¡Argentinos a vencer!”. Esta imagen presenta el siguiente epígrafe “Propaganda oficial del 4 de mayo de 1982. Los
pulgares en alto expresan la campaña exitista desplegada por la dictadura respecto de la guerra de Malvinas”. Fin
de la nota.

PÁGINA 407.
La renuncia de Galtieri y la retirada militar.
Cuando el triunfo inglés era inminente, a fin de preparar a la población para la derrota, llegó a la Argentina el papa Juan
Pablo II. El 14 de junio de 1982, el gobernador de las islas Malvinas, Benjamín Menéndez firmó la rendición
incondicional de las tropas argentinas. La guerra dejó algo más que un sabor amargo: más de 700 muertos y más de mil
heridos, entre los argentinos. Muchas de esas víctimas eran jóvenes, que, como se supo al tiempo, estaban pésimamente
armados, mal alimentados y con sus jefes militares fuera del escenario de batalla. Luego de 72 días de guerra, la
rendición generó una enorme indignación popular, que recayó sobre el gobierno de Galtieri. A los pocos días de la
derrota, después de masivas protestas en las que se exigió la retirada de los militares del gobierno, Galtieri presentó su
renuncia.
A partir de este desenlace, el desprestigio de las Fuerzas Armadas fue en ascenso. La resistencia popular se expresó en
constantes reclamos, marchas locales y movilizaciones llevadas a cabo por los organismos de derechos humanos y por
la Multipartidaria. En un contexto de crisis económica, social y política, el conjunto de la población creyó que las
Fuerzas Armadas estaban en retirada. Sin embargo, los militares presionaron a los grupos políticos de la oposición con
una serie de temas y condicionamientos antes de aceptar el retorno a la “institucionalización” del país. Entre las mayores
preocupaciones de los militares se hallaba la cuestión del tratamiento que los partidos y las organizaciones le iban a dar
a la lucha contra la “subversión”, la deuda externa, la guerra de Malvinas y los desaparecidos. Al mismo tiempo, se
produjeron enfrentamientos entre las tres armas, que culminaron con el retiro de la Armada y la Fuerza Aérea, por lo
que la Junta Militar se disolvió y solo el Ejército quedó en posición de nombrar al sucesor de Galtieri.

La convocatoria a elecciones.
Finalmente, el general Reynaldo Bignone fue designado como presidente provisional para la transición, con la misión
de negociar la salida democrática con los partidos y las organizaciones. Los meses siguientes estuvieron caracterizados
por un alto nivel de movilización popular, ante la evidencia de que los días de la dictadura estaban contados. Finalmente,
la convocatoria a elecciones nacionales para diciembre de 1983 aumentó la movilización de gran parte de la población,
que se expresó en las calles, en las numerosas marchas convocadas durante este período.
El escenario político pre-electoral fue hegemonizado por los principales partidos nacionales, la ucr y el pj. También se
destacaron el Partido Intransigente (pi), encabezado por Oscar Alende, una de las alternativas de izquierda que sumó a
buena parte de los jóvenes, y la derecha liberal, representada por la denominada Unión de Centro Democrático (uCeDé),
cuyo candidato fue el ingeniero Álvaro Alsogaray.

Nota del corrector: El texto original contiene la fotografía de una mujer con una niña en brazos manifestándose.
Esta imagen incluye el siguiente epígrafe “La Marcha convocada por la Multipartidaria, el 16 de diciembre de 1982,
fue masiva y contó con la participación de los partidos políticos, los sindicatos y las organizaciones de derechos
humanos”. Fin de la nota.

1. ¿Qué relaciones pueden establecer entre la ocupación de Malvinas y la situación política de la Argentina?
¿Que sectores sociales apoyaron la guerra? ¿Por qué?
2. ¿Por qué la Argentina fue derrotada? ¿Cuáles fueron las consecuencias de la guerra?
3. Expliquen la situación política del país a partir de la convocatoria a elecciones.

PÁGINA 408.
EN PALABRAS DE…
En palabras de un diario.
“La Argentina es un país occidental y cristiano, no porque esté escrito así en el aeropuerto de Ezeiza; la Argentina es
occidental y cristiana porque viene de su historia. Es por defender esa condición como estilo de vida que se planteó esta
lucha contra quienes no aceptaron ese sistema de vida y quisieron imponer otro distinto [...] consideramos que es un
delito grave atentar contra el estilo de vida occidental y cristiano queriéndolo cambiar por otro que nos es ajeno, y en
este tipo de lucha no solamente es considerado como agresor el que agrede a través de la bomba, del disparo o del
secuestro, sino también aquel que en el plano de las ideas quiera cambiar nuestro sistema de vida a través de ideas que
son justamente subversivas; es decir subvierten valores [...]. El terrorista no solo es considerado tal por matar con un
arma o colocar una bomba, sino también por activar, a través de ideas contrarias a nuestra civilización, a otras personas”.
La Prensa, 18 de diciembre de 1977.

En palabras de un ministro de Educación.


“Considerando: Que es materia fundamental del aludido propósito la erradicación de la subversión en todas sus formas.
Que entre los objetivos básicos a alcanzar se encuentran la vigencia de los valores de la moral cristiana, de la tradición
nacional y de la dignidad del ser argentino y la conformación de un sistema educativo acorde con las necesidades del
país, que sirva efectivamente a los objetivos de la Nación y consolide los valores y aspiraciones culturales de esta.
Que para el cumplimiento de esta alta misión le cabe al Ministerio de Cultura y Educación una responsabilidad de
especial significación.
Que el personal docente y directivo de establecimientos educacionales es el que, en definitiva, en forma directa, ejercita
la transmisión de conocimientos y la conducción de los respectivos ámbitos. Que por tal motivo resulta necesario proveer
a dicho personal de la mayor información para el cumplimiento de sus funciones y la delicada labor a su cargo.
Por ello, el Ministerio de Cultura y Educación resuelve: Primero. El folleto titulado ‘Subversión en el ámbito educativo
(Conozcamos a nuestro enemigo)’ se distribuirá en todos los establecimientos educacionales [...]”.
Resolución 538/77, firmada por el ministro de Educación Juan José Catalán, Propósitos y Objetivos Básicos del
Proceso de Reorganización Nacional, 1977.

En palabras de el general Videla.


“Nuestra Nación culminaba en marzo de 1976 una de las crisis mas hondas de su existencia y, sin duda, la más grave
de su historia contemporánea. Crisis total, cuya vertiente más aguda era la quiebra del sistema institucional, pues el
poder había alcanzado una fase de disgregación que configuraba el cuadro de una Argentina feudalizada y en vías de
extinción [...]. Concientes de que debemos aún afirmar y perfeccionar los logros obtenidos como asimismo una dinámica
singular, se echarán las bases de la revitalización y recomposición institucional y política del país. De esta forma se
habrán de erigir los pilares sobre los que se asentará una Argentina renovada [...]”.
Discurso del general Videla en el primer aniversario del golpe de Estado, 24 de marzo de 1977.

PÁGINA 409.
En palabras de el gobierno militar.
... “Economía lo mas abierta posible que permita ejercitar nuestra capacidad de competencia, no solo en el mercado
local sino en el mercado mundial. Para ello será necesario transformar en eficientes todas aquellas empresas que aún
condicionan la eficiencia global de la economía. Esta sociedad ha estado signada por la presencia de caudillos que
coartan la movilidad política y se convierten por lo tanto en factores de inestabilidad alimentando, con su actitud
demagógica, falsas expectativas. En lo sindical presenta análogas características de estratificación poco propicias para
una adecuada movilidad vertical, lo que obstruye el acceso de nuevos dirigentes y crea frustraciones. […] Será
incompatible la actuación política de los dirigentes gremiales. Salvo cuando a través del sistema institucional previsto
sean elegibles para participar en la actividad política. Deben dictarse las leyes fundamentales de Asociaciones Gremiales
de Trabajadores [...] Los conductores políticos y sindicales tienen que ser renovados y reemplazados por nuevos
protagonistas más jóvenes, compenetrados con los propósitos y objetivos del Proceso de Reorganización Nacional”.
Documento de trabajo del gobierno de Videla, Bases Políticas para la Reorganización Nacional, 1977.

En palabras de las Madres de Plaza de Mayo.


“Declaración de principios: Las madres firmantes hemos resuelto constituir la Asociación Civil Madres de Plaza de
Mayo. Esta determinación de fundarla es consecuencia de los encuentros que realizamos, durante más de dos años, en
la Plaza de Mayo de la Capital Federal y en otros lugares de esa ciudad y del interior del país.
Dichas reuniones comenzaron espontáneamente con motivo de las gestiones que centenares y luego miles de madres
argentinas efectuamos en la Casa de Gobierno de Buenos Aires en procura de conocer el paradero de nuestros hijos,
detenidos por representantes de las Fuerzas Armadas y de Seguridad a partir de 1976 y cuyo destino desconocemos.
Somos madres de detenidos desaparecidos y representamos a muchos millares de mujeres argentinas en igual situación.
No nos mueve ningún objetivo político. Nadie nos ha convocado, ni nos impulsa o instrumenta. Estamos contra la
violencia y contra todo tipo de terrorismo, privado o estatal. Queremos la paz, la fraternidad y la justicia. Anhelamos
para la Argentina la vigencia de un sistema democrático, respetuoso de los derechos fundamentales de la persona
humana.
Creyentes o no, adherimos a los principios de la moral judeo-cristiana. Rechazamos la injusticia, la opresión, la tortura,
el asesinato, los secuestros, los arrestos sin proceso, las detenciones seguidas de desapariciones, la persecución por
motivos religiosos, raciales, ideológicos o políticos. No juzgamos a nuestros hijos detenidos y desaparecidos. Ni siquiera
pedimos su libertad. Solo pretendemos que se nos diga dónde se encuentran, de qué se los acusa y que se los juzgue de
acuerdo con las normas legales y con el legítimo derecho de defensa, si se considera que han cometido algún delito. Que
no se los torture. Que se los mantenga en condiciones decorosas. Que podamos verlos y asistirlos. ¿Puede haber una
súplica más simple, más elemental, más correcta, más humana, más cristiana?”.
Acta fundacional de la Asociación Civil Madres de Plaza de Mayo, 22 de agosto de 1979, La Plata.

PÁGINA 410.
Actividades. Voces en diálogo.
1.
a. Describan los objetivos políticos de las Fuerzas Armadas al producir el golpe de Estado de 1976.
b. Relacionen estos objetivos con el fragmento del dictador Jorge R. Videla citado en la página 408. Analicen
los argumentos con los que justificaba la decisión de intervención de las Fuerzas Armadas.
2. Busquen en el sitio www.educ.ar el video “La dictadura de 1976” y luego respondan.
a. Caractericen las etapas de la dictadura entre 1976 y 1983.
b. Relacionen el contenido del video con el fragmento del documento sobre economía y sociedad citado en la
página 409.
3.
a. Describan la alianza social que impulsó el golpe de estado en 1976. ¿Qué papel cumplieron los empresarios
en esa alianza?
b. Analicen las diferentes respuestas de los sectores medios frente a los cambios políticos de la etapa de la
dictadura. Relaciónenlas con el contenido del fragmento del diario La Prensa citado en la página 408.
Nota del corrector: El texto original contiene la portada de una revista con la siguiente leyenda “Prohibido mirar,
hablar, escuchar”. Fin de la nota.
4. Observen la siguiente caricatura publicada en la revista Humor. Luego respondan:
¿por qué la caricatura alude irónicamente a la cuestión de la libertad de expresión? Relacionen esta caricatura con el
papel que cumplieron los medios de comunicación durante la etapa de la dictadura.
5.
a. Realicen una red conceptual titulada “La política económica de la dictadura”.
b. Lean el tema correspondiente en este capítulo y respondan: ¿cuáles eran los núcleos principales del
desarrollo para este modelo económico? ¿Por qué planteaba una política de desindustrialización de la
pequeña y mediana empresa? ¿Qué grupos económicos resultaron beneficiados? ¿Por qué?
6. Analicen el acta de constitución de la Asociación Madres de Plaza de Mayo citado en la página 409. ¿Cuáles
eran sus objetivos? ¿Cuáles eran sus principales reivindicaciones y consignas? ¿Qué relaciones mantuvo esta
organización con los partidos políticos y los sindicatos en la lucha por sus reclamos?
7.
a. Expliquen qué evaluación realizaron los militares respecto de Gran Bretaña y los Estados Unidos antes de
ocupar las islas Malvinas.
b. Identifiquen los factores militares, políticos y económicos que explican la derrota.
8. Relean el tema correspondiente a la política educativa de la dictadura y relaciónenlo con el documento firmado
por el ministro de Educación citado en la página 408.
a. ¿Cuáles fueron las metas educativas del período?
b. ¿Qué objetivos perseguía el Operativo Claridad?
c. ¿Por qué los militares prestaron particular atención al campo educativo?
9.
a. Elaboren una línea de tiempo correspondiente al período 1976-1983.
b. Relean la información de este capítulo.
c. Marquen sobre la línea los períodos presidenciales y las principales medidas económicas, el Mundial de
Fútbol, los conflictos sociales y la guerra de Malvinas.
d. Identifiquen cada período con dos conceptos que representen la posición del gobierno militar en materia de
política económica, social e internacional.

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