Apuntes Teóricos de Feldenkrais

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FELDENKRAIS

Este método es un sistema funcional único porque suscita en el cerebro cambios en un nivel que
hasta ahora se consideraba inasequible por cualquiera de las técnicas conocidas: modifica
realmente la tonicidad muscular, aumenta la amplitud de movimientos, los coordina mejor e
intensifica la eficiencia y el bienestar general del funcionamiento muscular.
El autor de éste sistema general de enseñanza y reacondicionamiento neuromotores es el
científico israelí Moshé Feldenkrais, nacido en 1904, doctor en física y director del Instituto
Feldenkrais de Tel Avid.
Este sistema representa una manera de enseñar a las personas a acrecentar tanto su conciencia
física como su conciencia mental con el fin de que puedan explotar al máximo el potencial
inherente a cada una.
El cerebro humano, que está lejos de ser utilizado en toda su capacidad, puede efectuar
aprendizajes sorprendentes. Si a una persona se le enseña a diferenciar entre pautas de acción y a
cambiarlas se pueden aumentar su eficacia, su comodidad y su bienestar. Esa persona aprende a
aprender. Y alguien que llega a elaborar su actitud consciente ante esas posibilidades es capaz de
programar y reprogramar sus acciones de acuerdo con las circunstancias cambiantes.
Este sistema comprende dos técnicas:
◦ Autoconciencia por el movimiento, corresponde a sesiones de taller en grupo donde se
ejercitan lecciones, el facilitador guía verbalmente cómo ejecutar ciertos movimientos, a que
sensaciones se debe prestar atención y cómo lograr un mejor funcionamiento motor, una
conciencia más amplia de sí mismo y una autoimagen más exacta.
◦ Integración funcional, es una técnica manipuladora individual, mediante la cual el facilitador o
compañero puede manipular en forma suave el cuerpo del participante, adquiriendo conciencia de
las peculiaridades del funcionamiento neuromotor. Una manipulación adecuada imparte
información al alumno para que tome conciencia de esas peculiaridades y le hace conocer formas
alternativas de controlar las funciones motrices. El efecto de éstas lecciones es el mejoramiento
del bienestar y la vitalidad, así la facilidad y eficacia del funcionamiento motor.

LA AUTOIMAGEN.

Actuamos de acuerdo con nuestra autoimagen. Esta, que a su vez gobierna cada uno de nuestros
actos, es condicionada en grado variable por tres factores: herencia, educación, y autoeducación.
La parte hereditaria está conformada por el patrimonio biológico de la persona, es decir, la
forma y capacidad de su sistema nervioso, estructura ósea, músculos, tejidos, glándulas, piel,
sentidos, etc. Es determinada por su herencia física mucho antes que el ser humano posea
identidad. Su autoimagen se desarrolla a partir de sus acciones y reacciones en el curso normal de
la experiencia. La herencia hace de cada uno de nosotros un individuo único por su estructura
física, su aspecto y sus acciones.
La educación determina el propio lenguaje y crea un patrón de conceptos y reacciones común a
una sociedad dada y procura hacernos tan parecidos como sea posible a todo otro miembro de esa
sociedad. Instala en nosotros una pauta de conductas, valores, lenguaje y comunicación, incluso
manera de vestirnos. El propósito de la educación es ayudar a formar personas satisfechas,
capaces, educados, felices y creativos.
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La autoeducación de una persona es clave en su desarrollo personal, está influenciada por la


educación exterior, esta progresa a medida que el organismos infantil crece y se estabiliza. La
persona desarrolla su capacidad de optar y elegir de acuerdo a su propia naturaleza.
De los tres factores activos que intervienen en la formación de la autoimagen, sólo la
autoeducación está, en cierta medida, en nuestras manos. Recibimos la herencia física sin haberla
pedido, la educación nos es impuesta, y ni siquiera la autoeducación es por entero voluntaria en
los primeros años, sino que es decidida por la relación de las fuerzas de la personalidad heredada,
las características individuales, el funcionamiento eficiente del sistema nervioso y la intensidad y
persistencia de las influencias educacionales. La herencia hace de cada uno de nosotros un
individuo único por su estructura física, su aspecto y sus acciones. La educación hace de cada
uno de nosotros un miembro de una sociedad humana particular, y procura hacernos tan
parecidos como sea posible a todo otro miembro de esa sociedad. Esta dicta nuestra manera de
vestirnos, por lo que nuestra apariencia es similar a la de otros. Al darnos un lenguaje, la sociedad
nos hace expresar en la misma forma que otros. Instala en nosotros una pauta de conducta y
valores, y trata de que también nuestra autoeducación influya de manera tal que deseemos
parecernos a todos los demás.
Como consecuencia, incluso la autoeducación, es decir, la fuerza activa que pugna por abrir paso
a lo individual y llevar al campo de la acción la diferencia hereditaria, tiene en gran medida a
poner nuestra conducta en concordancia con la de los otros.
Nuestra autoimagen consiste en los cuatro componentes que intervienen en toda acción:
movimiento, sensación, sentimiento y pensamiento:
El movimiento incluye todos los cambios temporales y espaciales del estado de vigilia y las
configuraciones del cuerpo y sus partes, tales como los que opera al respirar, comer, hablar,
circular sangre.
La sensación incluye los cinco sentidos conocidos y el sentido cenestésico, que comprende el
dolor, la orientación en el espacio, el paso del tiempo y el ritmo.
El sentimiento comprende las conocidas emociones de alegría, tristeza, ira y otros, respeto de sí
mismo, sentimientos de inferioridad, supersensibilidad y otras emociones concientes e
inconscientes que tienen nuestras vidas.
El pensamiento abarca todas las funciones del intelecto, tales como entender, clasificar,
reconocer reglas, imaginar, saber que es lo que se siente, recordar lo anterior, etc.

Para tener una sensación visual, auditiva, táctil, la persona debe interesarse o sorprenderse por
algún hecho que le concierne, o tener conciencia de éste. Es decir, debe moverse, experimentar
un sentimiento y pensar.
Cuando alguno de esos componentes de la acción disminuye casi hasta el punto de desaparecer,
la vida misma puede correr peligro. Es difícil sobrevivir sin efectuar movimiento alguno. Un ser
privado de todos sus sentidos carece de vida. Es el sentimiento lo que nos impulsa a vivir.
En nuestra realidad, nuestra autoimagen nunca es estática, cambia de una acción a otra, pero tales
cambios poco a poco se transforman en hábitos, las acciones asumen un carácter fijo.
Corregir los movimientos constituye el mejor modo de mejorarse a sí mismo, donde la principal
ocupación del sistema nervioso es el movimiento.

Cómo se forma la autoimagen.- Por estar el instinto, el sentimiento y el pensamiento


conectados con el movimiento, el papel que cumplen en la creación de la autoimagen se revela
por sí solo cuando consideramos el papel que corresponde en ella al movimiento.
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Contacto con el mundo externo.- El contacto del infante con el mundo exterior se establece
principalmente por intermedio de los labios y la boca; por medio de ellos reconoce a su madre.
Cuando utiliza las manos para tocar desmañadamente y ayudar en la tarea de la boca y los labios,
conoce por el tacto lo que ya conoce con los labios y la boca. A partir de allí progresará
gradualmente hacia el descubrimiento de otras partes de su cuerpo y sus relaciones mutuas, de
donde resultarán sus primeras nociones de distancia y volumen. El descubrimiento del tiempo
empieza por la coordinación de los procesos de respirar y tragar, conectados ambos con los
movimientos de los labios y la boca, el maxilar inferior, las ventanas de la nariz y la zona
circundante.
La imagen muscular de la corteza motriz es única para cada individuo.- En el curso de
mucha experimentación, los fisiólogos han establecido que, por lo menos en lo que concierne a
los movimientos básicos, las células que intervienen en ellos se conectan en la corteza motriz del
cerebro de manera tal que configuran una forma parecida a la del cuerpo humano, a la que le
dieron el nombre de homúnculo. El concepto de autoimagen tiene, pues, una base válida, por lo
menos en lo que se refiere a los movimientos básicos. No hay prueba experimental similar en
relación con la sensación, el sentimiento o el pensamiento.
La corrección sistemática de la imagen es más útil que la corrección de acciones aisladas: La
corrección sistemática de la imagen constituye un método más rápido y eficaz que la corrección
de las acciones y los errores aislados que presenta la conducta y cuyo número aumenta cuanto
más pequeños son. Establecer una imagen inicial más o menos completa, aunque aproximada,
posibilitará mejorar la dinámica general, en vez de enfrentar fragmentariamente las acciones
aisladas.

NIVELES DE DESARROLLO

Primera etapa: la actitud natural


En toda actividad humana pueden distinguirse tres etapas de desarrollo. Los niños hablan,
caminan, pelean, bailan y descansan. También el hombre prehistórico hablaba, caminaba, corría,
peleaba, bailaba y descansaba. Al principio esas actividades se ejecutaban “naturalmente”, es
decir, en la misma forma en que los animales hacen lo que necesitan para vivir. Aunque tales
acciones se presentan en nosotros naturalmente, no son en modo alguno simples. Incluso la más
simple de las actividades humanas es tan misteriosa como el retorno de la paloma al palomar
desde largas distancias o la construcción de la colmena por las abejas.
La segunda etapa es individual
En las épocas y lugares donde se ha operado una evolución siempre encontramos una etapa
especial, individual. Esto significa que ciertas personas establecieron su forma propia y especial
de ejecutar las actividades naturales. Una puede haber dado con su manera particular de
expresarse, otra con una forma singular de correr, de tejer o confeccionar cestos, en suma, con un
estilo individual, que difiere de la manera natural, de ejecutar esta o aquella actividad. Cuando
este método personal demostró poseer ventajas decisivas fue adoptado por otros.
Tercera etapa: método y profesión
Cuando cierto proceso es susceptible de ejecutarse en varias formas, alguien puede advertir la
importancia del proceso mismo, con prescindencia de la forma en que lo ejecute este o aquel
individuo. Discernirá algo en común entre las actividades individuales y definirá el proceso como
tal. En esta etapa, que es la tercera, el proceso se consuma de acuerdo con un método específico
que resulta del conocimiento y deja de ser natural.
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Corregir los movimientos constituye el mejor modo de mejorarse a sí mismo


Se ha señalado que cualquiera de los cuatro componentes del estado de vigilia influye
inexorablemente sobre los restantes. La elección del movimiento, uno de dichos componentes,
como principal medio de mejoramiento se basa en las siguientes razones:
1. - La principal ocupación del sistema nervioso es el movimiento
El movimiento constituye la principal ocupación del sistema nervioso porque no podemos
ejercitar los sentidos, el sentimiento ni el pensamiento en ausencia de una serie de acciones
polifacéticas y sutiles que el cerebro ejecuta para sostener el cuerpo contra la fuerza de gravedad;
necesitamos saber al mismo tiempo dónde estamos y en que posición. Para conocer nuestra
posición, dentro del campo de gravedad, en relación con otros cuerpos, o para modificarla,
debemos recurrir a nuestros sentidos y a nuestras facultades del sentimiento y el pensamiento.
Hacer intervenir activamente todo el sistema nervioso en el estado de vigilia, constituye parte de
todos los métodos de mejoramiento de sí mismo, incluso de aquellos que afirman ocuparse en
sólo uno de los cuatro componentes de la vigilia.
2. - La cualidad del movimiento es más fácil de distinguir
Tenemos un conocimiento más claro y seguro de la organización que tiene el cuerpo contra la
tracción de la gravedad que sobre la ira, el amor, la envidia e incluso el pensamiento. Es
relativamente más fácil aprender a reconocer la cualidad del movimiento que la cualidad de los
otros factores.
3. - Tenemos una experiencia más rica del movimiento
Todos tenemos más experiencia del movimiento que del sentimiento y el pensamiento, y mayor
capacidad para aquél. Muchas personas no diferencian entre sobreexcitabilidad y sensibilidad y
consideran como una debilidad una sensibilidad altamente desarrollada. Suprimen todo
sentimiento perturbador y evitan las situaciones que pueden provocarlo. Muchas personas
restringen o dislocan en forma similar el pensamiento. Se considera que pensar libremente
significa desafiar normas de conducta aceptadas, no solo en lo religioso sino también en
cuestiones conectadas con las relaciones sociales, la economía, la moral, el sexo, el arte, y hasta
la ciencia.
4. —La capacidad para moverse influye mucho sobre la propia valoración
Es probable que para la autoimagen de una persona su contextura física y su capacidad de
moverse sean más importantes que cualquier otro factor. Las dificultades de movimiento socavan
y deforman el respeto por sí mismo e imponen una conducta que interfiere en el desarrollo según
las inclinaciones naturales.
5. - Toda actividad muscular es movimiento
Toda acción se origina en la actividad muscular. Ver, hablar e incluso oír exigen acción
muscular. En cualquier movimiento no sólo tienen importancia la coordinación mecánica y la
exactitud temporal y espacial; también es importante la fuerza. Por efecto de la relajación
permanente de los músculos la acción se torna lenta y débil; por efecto de su tensión excesiva y
permanente, se torna brusca y angular.
6. - Los movimientos reflejan el estado del sistema nervioso
Los músculos se contraen por efecto de una interminable serie de impulsos que provienen del
sistema nervioso. Tal es la causa por la cual el patrón muscular de la posición vertical, la
expresión facial y la voz reflejan el estado del sistema nervioso. Como es obvio, ni la posición, ni
la expresión, ni la voz, pueden modificarse sin que el sistema nervioso se opere un cambio que
desencadene los cambios exteriores y visibles.
De esto podemos extraer una conclusión que a primera vista resulta paradójica: el mejoramiento
de la acción y el movimiento sólo puede expresarse después de haber producido un cambio
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previo en el cerebro y el sistema nervioso. O sea que un perfeccionamiento de la acción corporal


refleja un cambio en el control central, que es la única autoridad.
7. - El movimiento constituye la base del conocimiento
La mayor parte de lo que sucede dentro de nosotros permanece apagado y oculto hasta que llega a
los músculos. Si bien se necesita muy corto tiempo para organizar la expresión muscular de la
respuesta interna, o sentimiento, todos sabemos que es posible controlar la propia risa antes de
que otros la adviertan. En cambio, no podemos impedirnos expresar visiblemente el miedo y
otros sentimientos.
En definitiva, de la mayor parte de lo que sucede en nuestro interior nos damos cuenta
principalmente por intermedio de los músculos. Una parte menor de esa información nos llega
por intermedio de la envoltura, es decir, la piel del cuerpo entero, las membranas que revisten el
tracto digestivo y las membranas que encierran y revisten los órganos de la respiración, así como
las superficies internas de la bocas, la nariz y el ano.
8. - Respiración es movimiento
Nuestra respiración refleja todo esfuerzo emocional o físico, así como cualquier trastorno.
También es sensible a los procesos vegetativos.
Solo se logra reorganizar la respiración en la medida en que se logra, para aquel fin, perfeccionar
la organización de los músculos esqueléticos para mejorar la postura y el movimiento.
9. - Los goznes del hábito
La corteza motriz del cerebro, donde se establecen las pautas o patrones que activan los
músculos, se encuentra sólo a pocos milímetros por encima de la capa cerebral donde se operan
los procesos de asociación. Todos los sentimientos y sensaciones que un hombre a experimentado
se vincularon, en algún momento, con los procesos de asociación mental.
El sistema nervioso posee una característica básica: no podemos ejecutar una acción y, al mismo
tiempo, la acción contraria.
Un cambio fundamental que se opere en la base motriz, dentro de cualquier patrón de integración,
puede fracturar la coherencia del conjunto y, en consecuencia, liberar el pensamiento y el
sentimiento de las ataduras que lo sujetan a los patrones de sus rutinas establecidas. En esta
situación es mucho más fácil efectuar cambios en el pensamiento y el sentimiento, puesto que la
parte correspondiente a los músculos, por intermedio de la cual el pensamiento y el sentimiento
llegan hasta nuestra conciencia, ha cambiado y ya no expresa más las pautas que nos eran
familiares. El hábito ha perdido su principal sostén, que son los músculos, y se ha tornado más
dócil al cambio.

EXTRUCTURA Y FUNCIÓN

La abstracción es exclusivamente humana


Si bien cabe admitir que en los animales superiores se pueden observar algunas chispas de algo
similar al pensamiento, no hay duda que la abstracción es territorio exclusivo del hombre. El
cerebro y el sistema nervioso humanos poseen además, en cierta parte de su estructura, una
peculiaridad que la diferencia por completo de la estructura de otras partes del cerebro, parecidas
en general a las que poseen otras criaturas vivas. Aquí no hay espacio para el análisis detallado de
las diferencias anatómicas y fisiológicas; deberá bastar, pues, una descripción general de la
estructura.
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La parte estrictamente individual del cerebro


El cerebro necesita, para subsistir, cierto ambiente químico y cierta temperatura. Y todo cuerpo
vivo contiene un grupo de estructuras que dirigen y regulan la química y la temperatura del
conjunto de modo tal que éste pueda sobrevivir. Ese grupo de estructuras constituyen el sistema
Rínico; atiende requerimientos internos individuales de cada organismo vivo. Si esas estructuras
son defectuosas, el organismo queda lisiado o deja de ser viable. Son simétricas y hereditarias en
todos los detalles de su posición y funcionamiento.
Impulsos internos periódicos
La necesidad de sustentar el cuerpo y el sistema Cínico crean impulsos internos que se expresan
hacia el ambiente. Esto es cumplido por el sistema Límbico, grupo de estructuras que tiene a su
cargo todo cuanto concierne a los movimientos del individuo en el campo de gravedad y la
satisfacción de todos los impulsos internos, como el hambre, la sed y la eliminación de los
productos residuales. En resumen, atiende a todas las necesidades internas, que se intensifican
cuando no son satisfechas, y disminuyen o desaparecen cuando lo son, hasta que la necesidad
aumenta y el ciclo empieza de nuevo.
Los albores de la capacidad de aprender
Los instintos no son tan estacionarios y definitivos como a menudo pensamos; varían y presentan
pequeñas diferencias entre individuo y otro. En ciertos casos el instinto es débil y su acción
necesita ser provocada por cierta cantidad de experiencia individual. En otros casos el instinto
permite un considerable grado de ajuste a circunstancias, y allí se encuentra el primer indicio de
aptitud para cambiar de acuerdo a los cambios del ambiente; en síntesis, el nacimiento o albor de
la capacidad de aprender.
La diferenciación fina es una prerrogativa humana
Un tercer grupo de estructuras cerebrales se ocupa en las actividades que diferencian al hombre
de los animales. Se trata del sistema Supralímbico, mucho más desarrollado en el hombre que en
cualquiera de los animales superiores.
El sistema Supralímbico imparte igual sensibilidad a los músculos de la boca, la garganta y el
aparato respiratorio. Análogamente, el poder de diferenciación multiplica en este caso el número
de patrones sonoros que es posible producir, de lo cual resulta la creación de centenares de
lenguajes y gran variedad de maneras de cantar y de silbar.
Experiencia individual contra herencia
La experiencia personal del individuo se convierte en un factor que determina el desarrollo
estructural en medida no menor que los factores hereditarios mismos. Se trata de una peculiaridad
única.
El concepto de opuestos deriva de la estructura
La actividad del tercer sistema es asimétrica, el lado derecho difiere del izquierdo, a diferencia de
la simetría que impera en los otros dos sistemas. Sobre esa asimetría se funda la distinción entre
derecho e izquierdo. Cuando la mano derecha es la dominante, el centro del lenguaje se forma en
el lado izquierdo del cerebro, e inversamente. Se considera que esta oposición primaria entre
derecho e izquierdo constituye la base de nuestro concepto de opuestos en general.
Fenómenos reversibles y fenómenos irreversibles
El nexo de este tercer sistema con los centros de la emoción es considerablemente más débil que
los fuertes nexos que tienen con dichos centros los dos sistemas anteriores. Las emociones
fuertes, como la ira o los celos, interfieren en el funcionamiento de este delicado sistema y
confunden el pensamiento. Pero el pensamiento que carece de toda conexión con el sentimiento,
no tiene nexo alguno con la realidad. La cerebración misma no tiene compromisos, es neutral, y
puede ocuparse con igual eficacia en enunciados contradictorios. Para decidirse por un
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pensamiento y no por otro, es preciso por lo menos sentir que ese pensamiento es “acertado”, o
sea, que corresponde a la realidad.
Si se trata de la pura cerebración, la mayor parte de los procesos pueden ser tanto reversibles
como irreversibles. En la realidad, la gran mayoría de los procesos son irreversibles, es decir,
pueden volver a tras de modo que se restablezcan las condiciones existentes antes del proceso.
La cerebración desconectada de la realidad no constituye pensamiento, las contracciones
musculares al azar no representan acción o movimiento.
La base la de la conciencia en la demora entre pensamiento y acción
Las vías nerviosas del tercer sistema cerebral son más largas y más complejas que las de los otros
dos sistemas. La mayor parte de las operaciones del tercer sistema se ejecutan por intermediación
de los otros dos, aunque existen vías que permiten a aquél ejercer un control directo sobre los
mecanismos ejecutores. El proceso indirecto demora la acción misma, de modo que eso de
“pensar primero y hacer después” no es un mero decir.
Entre lo que se genera en el sistema Supralímbico y su ejecución hay una demora.
La posibilidad de aplazar la acción, de prolongar el período que separa la intención de la
ejecución, permite al hombre aprender a conocerse. Y es mucho lo que hay que conocer, pues los
sistemas que llevan a cabo nuestros impulsos internos actúan automáticamente, como en le resto
de los animales superiores.
Hacer no significa conocer
Que ejecutemos una acción no prueba en modo alguno que sepamos, así sea superficialmente,
qué estamos haciendo o cómo lo hacemos. Si intentamos consumar una acción en forma
consciente, es decir, seguirla en todos sus detalles, pronto descubrimos que la más simple y
común de las acciones, como la de levantarse de una silla, constituye un misterio, pues no
tenemos idea alguna de cómo lo hacemos.
Así aprendemos que al autoconocimiento no se llega sin considerable esfuerzo y que incluso
puede interferir en la realización de acciones. El pensamiento y el intelecto que sabe son
enemigos de la acción automática, habitual.
El conocimiento hace coincidir la acción con la intención
A menudo, a un hombre que está haciendo algo le basta preguntarse qué hace para que se sienta
confundido y no pueda continuar. En tal caso, ese hombre ha comprendido de pronto que la
ejecución de la acción no se corresponde con lo que él pensaba que hacía. Si nuestra conciencia
está despierta, hacemos lo que los sistemas cerebrales más antiguos hacen a su propia manera,
aunque la intención de obrar provenga del tercer sistema, superior a ellos.
El conocimiento no es indispensable para la vida
En el mayor número de personas, los dos sistemas antiguos, el Cínico y el Límbico, se ajustan
armoniosamente entre sí. Ambos sistemas pueden satisfacer las necesidades humanas básicas y
ejecutar casi todas las acciones del hombre, incluso las que atribuimos a la inteligencia. El
sistema Supralímbico, tan desarrollado como se encuentra en el animal humano, ni siquiera es
indispensable para la vida social. Abejas, hormigas, monos y animales gregarios viven en
sistemas sociales sin tener conciencia de ello.
El conocimiento es una etapa nueva de la evolución
El sistema superior, más desarrollado en el hombre que en cualquier otro animal, torna posible el
conocimiento, es decir, la identificación de las necesidades orgánicas y la selección de los medios
adecuados para satisfacerlas. Por su índole misma, ese sistema nos da capacidad para juzgar,
distinguir, generalizar, formular pensamientos abstractos, imaginar, y mucho más aún. Conocer
los propios impulsos orgánicos constituye la base del autoconocimiento humano. Comprender la
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relación entre esos impulsos y su origen en la formación de la cultura humana ofrece al hombre
un medio, en potencia, para dirigir su vida, cosa que pocas personas han logrado hasta ahora.

Conviene señalar que hablamos de la ejercitación del poder de la voluntad y del autocontrol, pero
no con el fin de adquirir dominio sobre nosotros mismos o sobre otros. Hemos empleado aquí los
conceptos corrección de sí mismo, mejoramiento, ejercitación del conocimiento, y otros, para
describir diferentes aspectos de la idea de desarrollo.
El desarrollo se centra en la coordinación armoniosa de la estructura, función y resultado. Y una
condición básica de la coordinación armoniosa consiste en estar completamente libre tanto de
autocompulsión como de compulsión por otros.

Mejoramiento de la capacidad
Estas lecciones tienen por fin mejorar la capacidad, o sea, expandir los límites de lo posible:
convertir lo imposible en posible, lo difícil en fácil y lo fácil en agradable. En efecto, sólo
aquellas actividades que son fáciles y agradables se convertirán en parte de la vida habitual del
hombre y le servirán en todo momento.

Capacidad y fuerza de voluntad


En la medida que aumenta la capacidad, disminuye la necesidad de esfuerzo consciente. El
esfuerzo necesario para acrecentar la capacidad proporciona ejercicio suficiente y eficaz a nuestra
fuerza de voluntad.
La persona que confía sobre todo en su fuerza de voluntad desarrolla su aptitud para esforzarse y
se acostumbra a aplicar enorme cantidad de fuerza a acciones que podría ejecutar con energía
mucho menor si la dirigiera y graduara en forma adecuada.

Para entender el movimiento debemos sentir, no esforzarnos


Para aprender necesitamos tiempo, atención y discriminación; para discriminar necesitamos
sentir. Esto significa que para aprender debemos aguzar nuestras facultades de sentir y que si
intentamos hacer la mayor parte de las cosas por pura fuerza lograremos precisamente lo opuesto
a lo que necesitamos.
Mientras aprendemos a actuar debemos contar con la libertad necesaria para prestar atención a lo
que sucede en nuestro interior, pues en ésas condiciones nuestra mente está clara, la respiración
será fácil de controlar y no habrá tensión creada por el esfuerzo.

Aguzar la discriminación
Si un hombre no siente, no puede notar diferencias y, desde luego, no es capaz de distinguir entre
una acción y otra. Sin esa capacidad para diferenciar no puede haber aprendizaje, ni puede por
cierto aumentar la capacidad de aprender. La cuestión no es simple, porque los sentidos humanos
se relacionan con los estímulos que los ponen en acción, de modo que cuando el estímulo es más
pequeño la discriminación es más aguda.

La fuerza del hábito


Corregir una postura o un movimiento defectuoso habitual es sumamente difícil, aun después de
haberlo descubierto. En efecto, es preciso corregir tanto el defecto como la forma en que se
presenta en la acción. Y para movernos de acuerdo con lo que sabemos, en vez de hacerlo de
acuerdo al hábito, necesitamos gran persistencia y conocimiento suficiente para ello.
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Es imposible modificar el hábito a partir de la mera sensación. Es preciso efectuar algún esfuerzo
mental consciente hasta que la posición ajustada deja de parecer anormal y se transforma en
hábito. Cambiar un hábito es mucho más difícil de lo que pueda parecer a primera vista; todos los
que lo intentaron lo saben.

Pensar al actuar
En éstas lecciones, el estudiante aprende a escuchar las instrucciones al mismo tiempo que
ejecuta el ejercicio, así como a efectuar las modificaciones necesarias sin detener el movimiento.
En esta forma, aprende a actuar mientras piensa y a pensar mientras actúa. En comparación con el
hombre que detiene el pensamiento mientras hace algo y detiene la acción cuando quiere pensar,
esto constituye un peldaño más arriba en la escala de la capacidad.

Ritmo de la respiración durante los ejercicios


Al término de una lección ejecutada correctamente, el alumno se sentirá fresco y relajado como
después de haber dormido bien o haberse tomado un día de descanso. Si así no ocurre,
probablemente se deba a que los movimientos se han efectuado con excesiva rapidez y sin prestar
atención a la respiración.
La velocidad del ejercicio debe ajustarse siempre al ritmo de la respiración. A medida que la
organización del cuerpo se perfecciona empieza a ajustarse automáticamente a los varios
movimientos.

Preparado por: Carlos Godoy


Facilitador

Lectura sugerida: Autoconocimiento por el movimiento


Moshe Feldenkrais
Ediciones Paidós
Barcelona, Buenos Aires, México.

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