12.-El Acompañante de Emaús
12.-El Acompañante de Emaús
12.-El Acompañante de Emaús
HORA SANTA
“EL ACOMPAÑANTE DE EMAÚS”
12-2024
GUÍA: Comenzamos esta Hora Santa fijando la mirada en Aquel que nos acompaña en todos los
momentos de nuestra vida: Jesús. Él sale a nuestro encuentro, suscitando en nosotros un
sentimiento nuevo, renovado, que nos llena de esperanza y que nos anima a caminar junto a Él,
escuchándole, contemplándole y viviéndole.
Son muchos los pasajes de los evangelios que podríamos utilizar para ver en Jesús esta
dimensión de acompañamiento, para con nosotros, y para aprender cómo nosotros también
debemos acompañar a otros en el encuentro con Él, “lo que gratis habéis recibido, dadlo gratis”
(cf. Mt 10, 8).
En esta ocasión nos centraremos en el pasaje del “relato de Emaús” (Lc 24, 13-35). A través de
este texto nos acercaremos al acompañamiento como un camino de crecimiento en el seguimiento
de Jesús, quien, a través de la experiencia de estos discípulos, nos volverá a interpelar en nuestro
propio camino de fe. En este tiempo de Pascua, después de haber acompañado a Jesús en su
Pasión ¿Cómo me sitúo? ¿Permanezco escondido como los discípulos? ¿Con dudas e
inseguridades? ¿Me he alejado y no he experimentado el gozo de verlo resucitado? O
simplemente, ¿regreso decepcionado porque todo sigue igual? (reflexionemos).
GUÍA: Nos ponemos de rodillas para realizar en silencio de manera personal e interior nuestro
acto de adoración inicial.
CANTO
CANTO
“Ese mismo día, dos de los discípulos iban a un pequeño pueblo llamado Emaús, situado a unos
diez kilómetros de Jerusalén. En el camino hablaban sobre lo que había ocurrido. Mientras
conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió caminando con ellos. Pero algo
impedía que sus ojos lo reconocieran. Él les dijo: “¿Qué comentaban por el camino?”.
Ellos se detuvieron, con el semblante triste, y uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: “¡Tú
eres el único forastero en Jerusalén que ignora lo que pasó en estos días!”. “¿Qué cosa?”, les
preguntó. Ellos respondieron: “Lo referente a Jesús, el Nazareno, que fue un profeta poderoso en
obras y en palabras delante de Dios y de todo el pueblo, y cómo nuestros sumos sacerdotes y
nuestros jefes lo entregaron para ser condenado a muerte y lo crucificaron. Nosotros
esperábamos que fuera él quien librara a Israel. Pero a todo esto ya van tres días que sucedieron
estas cosas. Es verdad que algunas mujeres que están con nosotros nos han desconcertado: ellas
fueron de madrugada al sepulcro y al no hallar el cuerpo de Jesús, volvieron diciendo que se les
había aparecido unos ángeles, asegurándoles que él está vivo. Algunos de los nuestros fueron al
sepulcro y encontraron todo como las mujeres habían dicho. Pero a él no lo vieron”. Jesús les dijo:
“¡Hombres duros de entendimiento, ¡cómo les cuesta creer todo lo que anunciaron los profetas!
¿No era necesario que el Mesías soportara esos sufrimientos para entrar en su gloria?” Y
comenzando por Moisés y continuando en todas las Escrituras lo que se refería a él. Cuando
llegaron cerca del pueblo adonde iban, Jesús hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos le
insistieron: “Quédate con nosotros, porque ya es tarde y el día se acaba”. El entró y se quedó con
ellos. Y estando a la mesa, tomó el pan y pronunció la bendición; luego lo partió y se lo dio.
Entonces los ojos de los discípulos se abrieron y lo reconocieron, pero él había desaparecido de
su vista. Y se decían: “¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos hablaba en el camino y nos
explicaba las Escrituras?”. En ese mismo momento, se pusieron en camino y regresaron a
Jerusalén. Allí encontraron reunidos a los Once y a los demás que estaban con ellos, y estos les
dijeron: “Es verdad, ¡el Señor ha resucitado y se apareció a Simón!”. Palabra del Señor.
TODOS: Gloria a Ti Señor Jesús.
Pero también son ejemplo de la actitud con que muchas veces nos enfrentamos a todas aquellas
cosas que nos superan. Necesitaban apoyar sus dudas, inseguridades y su decepción, en las
dudas, inseguridades y decepción del otro, para lograr así la “falseante” seguridad de una vida
vivida con los ojos cerrados.
Evangelizar es, entre otras cosas, transmitir a otros la experiencia de Cristo Resucitado, que cada
uno tenemos, fundamentada en la experiencia de la propia Iglesia. Estos discípulos tuvieron
experiencia de Jesús, pero les faltaba que Él les acompañara en la fe, les abriera el camino de la
fe, de una confianza nueva, fundamentada en Su Palabra y en la Eucaristía. Jesús les acompañó
en este camino de fe. Para eso estamos nosotros aquí este día. Para fortalecer nuestra
experiencia de fe y descubrir que solo desde esta fe regalada, personal y eclesial, podemos ser
acompañados y acompañar correctamente a otros, que necesitan, también, ser acompañados.
TODOS: ¡Señor, me preguntas por que surgen pensamientos tristes en mi corazón si soy
cristiano, si como dice san Pablo llevo cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo!
¡Señor, no permitas que me atrinchere en mis propias ideas y creencias, no dejes que mis
pensamientos se conviertan en una obsesión que te oculte a Ti y haga sufrir a quienes me rodean!
¡No permitas, Señor, que mis razonamientos sean una barrera que me separe de Dios y me
entregue a mí mismo! ¡No dejes, ¡Señor, que, en lugar de vivir libres en Ti, sea esclavo de mis
propias ideas, retenido y arrastrado por ella!
¡Hazme consciente, ¡Señor, del camino para la liberación es llevar la vida sabiendo cargar la cruz!
¡Señor, el camino a veces es difícil e incierto, pero es más fácil cuando lo recorro a tu lado, porque
¡Acepta, Señor, compartir mi hogar, mi familia, mi lugar de trabajo, mi mesa, porque tengo hambre
de tu Palabra, tengo hambre de tu pan de vida, de tu alegría, de hacer fecunda la vida; muéstrame
como ser alimento para mi prójimo como Tú lo eres para todos! ¡Dame, ¡Señor, vida interior para
llevar a mi prójimo tu Buena Nueva!
CANTO
En el camino recuerdan, discuten sobre todo lo sucedido a Jesús. Han perdido ya la esperanza,
pero no han perdido el amor. Están en el Viernes Santo, no han pasado aún a la Pascua de la
Resurrección. - - - - - ¿Qué imagen tenían estos discípulos de Jesús? ¿Qué esperanza tenían en
Él? Y, ¿por qué la han perdido? ¿cómo y cuándo la recuperan? ¿Qué imagen tenemos nosotros
de Jesús? ¿Quién es Él para nosotros? ¿Qué esperanza encontramos en Él? Cuando me siento
derrotado ¿actúo como los discípulos retirándome cabizbajo o dejo que caminen junto a mí para
acompañarme en ese momento? “Nuestra vida está, como la de los discípulos, cargada de
contrariedades y de conflictos. Pero lo importante en la vida es caminar, continuar el camino,
aunque nos dé la impresión de estar caminando hacia atrás” ¿Qué aporta aquí el
acompañamiento, personal y grupal? ¿Podemos reconocer hoy a estos discípulos de Emaús? ¿en
quién?..
1.-Aquí estoy, Señor Jesús, 2,- Quiero ser hombre de espíritu que luche
a la vera del camino, sin camino; contra la carne y que haga del amor la la
mis pasos buscan tus huellas donde Ley fundamental de tu Reino, abierto al
poner mis pisadas, la vida y la muerte corazón vivo en desafío radical, una a una,
están ante mí como un reto; el bien y el de tus Bienaventuranzas.
mal se cruzan en mi corazón que sin
descanso busca, pide y llama. 4.-No me dejes caminar por el camino de
Caín, que lleva sangre; y que a cada paso
3.-Yo quiero ser dichoso, Señor Jesús, deja las señales del que mata; no quiero
hombre en camino; yo quiero ser libre ser como paja que lleva el viento y hace de
con la libertad de tu Evangelio; libre en ella un juego fácil entre sus alas.
opción sincera y decidida a tu Palabra.
Quiero dejar atrás las llamadas opresoras 6.-Quiero ser desde mis raíces y mi historia
del dinero, del poder, del placer, de lo de ilusiones y fracasos, desde mis luchas y
que en el fondo es nada. mis crisis un camino de esperanza abierto
hacia la Vida eterna, donde Tú moras y
5.-Quiero hacer de tu Evangelio norma donde esperas con un corazón de amigo,
de vida y escucharlo día y noche hasta mi llegada. Tú eres, Señor Jesús, el camino
que penetre el fondo del alma. Quiero de un corazón vivo; el camino de Abel, el
ser, Señor Jesús, como el árbol que camino de la vida en la cruz entregada por
crece junto al río y bebe en profundidad y la salvación del hombre, de todo hombre
hondura en las corrientes del agua. que busca en Ti la respuesta cierta y
segura en la encrucijada.
7.-Quiero dar en su tiempo frutos de paz 8.- Señor Jesús, contigo se hace el
y bien, y dejar que las semillas que has camino suave y ligero, al llevar entre tú y
sembrado en mí se abran. No dejes yo los dos juntos- esta pesada carga.
jamás, Señor, que se marchiten mis Quiero ser discípulo tuyo, y aprender de
hojas verdes, ni que el viento las Ti, Maestro, a ser libre como el viento, en
arranque, una a una, de sus ramas. tu Espíritu, que guía y salva.
Quiero seguir el camino del hombre
nuevo, del hombre que dice sí a la vida y
con tesón la guarda.
GUÍA: Estos discípulos, quizá desorientados, han huido, se han alejado de la comunidad. Pero
Jesús le salió al encuentro en el camino, porque sabe que necesitan quien les acompañe. Ellos no
le conocen, pero Él les regala su presencia y su palabra. No les reprende por su desilusión o por
su desánimo, sino que se interesa por la situación que están viviendo. Se pone al servicio de sus
sentimientos. Parte de la vida, de su realidad, de lo que han vivido y viven los discípulos.
“Pero estaban cegados y no podían reconocerlo”. Jesús ilumina los acontecimientos desde la
Historia de la Salvación, centrada en Moisés y los profetas. La expresión “estar cegado” indica
precisamente eso: no haber llegado a captar el hondón de la realidad. La inteligencia es la que
busca, pero el que encuentra es el corazón. Los discípulos han visto a Jesús realizando
numerosos prodigios, pero no han llegado a comprender con el corazón el auténtico significado de
los acontecimientos”4. La presencia se hará clara y consciente. Poco a poco va cambiando algo
en sus vidas. Les arde el corazón cuando le escuchan. Se encariñan poco a poco con el
compañero de camino. Le invitan a su casa y comparten después del camino el pan y la paz de la
mesa. Una nueva forma de presencia y una nueva forma de comunidad.
GUÍA: Vamos a tomar nuestras (2) dos huellas de cartulina y escribe en una huella las
desesperanzas experimentadas y los duelos sufridos, enojos, tristezas más significativas para ti;
en la segunda huella escribe tus esperanzas o experiencias positivas vividas o cosas que has
descubierto al acercarte y encontrarte con Jesús.
CANTO
Cuando los discípulos reconocieron a Jesús en la fracción del pan, sus sufrimientos, sus
racionalismos y sus decepciones fueron superados ante una común convicción: ¿No ardían
nuestros corazones cuando nos hablaba en el camino? Lo hemos visto, lo hemos reconocido era
Él, tantas horas compartiendo por el camino, y no hemos sido capaces de verlo. Su fe se puso a
prueba inmediatamente porque tuvieron que empezar a creer sin ver, sin poder confirmar, tuvieron
que empezar a transmitir sin tener más prueba que su propio testimonio. Como los discípulos de
Emaús también nosotros hemos de pasar de la decepción al convencimiento; durante esta Hora
Santa hemos experimentado el diálogo con Jesús, que produce transformación. No es posible
encontrarse con Él y que no haya cambios, la luz de la fe y la esperanza que Él siembra en
nuestros corazones nos debe llevar a ser sus testigos en el mundo, no olvidemos que los dos eran
discípulos de Cristo, que habían presenciado su vida pública y seguramente presenciaron muchos
de sus milagros, escucharon sus enseñanzas y vivieron su amor al prójimo de manera inmediata.
Meditemos en las siguientes preguntas y tratemos de experimentar la presencia del Señor que
está entre nosotros.
¿Cuántas veces hemos compartido con Jesús en la mesa de la Eucaristía con verdadera fe?
¿Qué experiencia hemos tenido al compartir la mesa Eucarística en nuestra comunidad?
¿Nuestro corazón arde de verdad cuando escuchamos su Palabra?
¿Creemos que Jesús está presente verdaderamente en la Eucaristía?
Jesús desaparece, pero queda para siempre en los corazones de sus discípulos. Lo importante de
la vida se atesora en el corazón. Se aparta de su vista para cimentarse dentro de cada uno.
Aquellos discípulos se sintieron acompañados. Enseguida desanduvieron el camino del
desencanto y, llenos de alegría y esperanza, recuperaron el sentido de la vida.
Vuelven donde comienza a vivirse esta esperanza, a la Iglesia, y comparten la novedad de sus
vidas: “El Señor en verdad ha resucitado”. Se convierten, y, junto a otros hermanos, comienzan a
anunciar la gran experiencia que ha transformado sus vidas: “Y ellos contaron lo que les había
pasado en el camino y cómo le reconocieron en la fracción del pan”.
Jesús es el acompañante. Ahora se tiene la certeza de que Jesús siempre sale al encuentro del
ser humano, y que se le puede encontrar en el camino de la vida, en la Escrituras y en la fracción
del pan.
CANTO
1. ¿Cómo reorganizar nuestra vida familiar, laboral, social, espiritual, de iglesia desde esta
invitación del Señor a ser instrumentos de comunión, participación y corresponsabilidad?
2. ¿Qué desafíos me plantea reconocer a Jesús en mi caminar, en la Palabra, en la
Eucaristía?
3. ¿Qué necesito cambiar?
4. ¿Qué debo asumir?
GUÍA: Ahora ora en silencio dando lectura a tu oración, medítala, habla con Jesús vivo y cuéntale
como ha sido tu encuentro con Él.
TODOS: Al llegar al momento final de la Hora Santa de este día queremos darte las gracias Señor
por todos tus beneficios, especialmente el de habernos permitido estas aquí delante de Ti, te
pedimos Señor nuca permitas nos separemos de Ti, abre nuestros ojos para poder reconocerte,
abre nuestros ojos para poder experimentar tu presencia que es vida y es verdad, como lo
discípulos de Emaús también nosotros queremos experimentar el ardor de tu palabra en nuestros
corazones y especialmente el latir de nuestro corazón por estar junto a Ti, te amamos Señor y
nuestro corazón late sin cesar de amor por Ti, permite que al alejarte de nuestra vista, podamos
quedarnos con tu presencia grabada en nuestra mente y en nuestro corazón para llevarte a los
demás, a aquellos que nos esperan en la casa o en el trabajo, en la calle o aquí mismo en la
Iglesia, que después de haberte contemplado y adorado en este Sacramento admirable de tu
amor y de nuestra fe, demos testimonio de lo que Tú eres capaz de hacer por nosotros.
Te lo pedimos a Ti que junto al Padre y al Espíritu Santo eres Dios y vives y reinas por los siglos
delos siglos. Amén.
CANTO Y RESERVA