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Revista de

SOCIOLOGÍA
Publicación del Departamento de Sociología de la Universidad de Nariño

ISSN 1900-5547
Vol. 8 - Año 2024
FUNDADA EN 1904
FUNDADA EN 1904

FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS Y SOCIALES


Departamento de Sociología

Revista de

SOCIOLOGÍA

Volumen 8 - Año 2024


ISSN: 1900-5547
Revista de Sociología
Universidad de Nariño
Departamento de Sociología
Observatorio Social

Volumen 8 - 2024
Portada: Arte Naif, República Dominicana, año 2023
Fotografía: Ricardo Oviedo Arévalo
Diseño: Armando Montenegro G.
Impresión: Graficolor Pasto SAS
Calle 18 No. 29-67
Tel. 602 741 4684
graficolorpasto@hotmail.com

Fecha de Publicación: Mayo 2024


San Juan de Pasto - Nariño - Colombia

Prohibida la reproducción total o parcial, por cualquier medio o con cualquier propósito, sin la
autorización escrita de los autores o del Departamento de Sociología, Universidad de Nariño.
Volumen 8 - Año 2024

FUNDADA EN 1904

Rectora Universidad de Nariño


Martha Sofía González Insuasti

Vicerrector Académico
Giraldo Javier Gómez Guerra

Vicerrector de Investigaciones e Interacción Social - VIIS


William Albarracín Hernández

Decano Facultad de Ciencias Humanas y Sociales


Gloria del Pilar Londoño Martínez

Directora Departamento de Sociología


Alba Jackeline Ruano Jiménez

Director - Editor
Ricardo Oviedo Arévalo

Corrección de estilo
Gonzalo Jiménez Mahecha

Corrección Normas APA


Daniela Chaves Córdoba

COMITÉ EDITORIAL

Ernel González Mastrapa


Universidad de La Habana, Cuba

Sergio Gustavo Astorga


Universidad Nacional de Cuyo, Argentina

Edemir Carvalho
Universidad de Sao Paulo, Brasil

José Antonio Figueroa Pérez


Universidad Central del Ecuador
CONTENIDO

EDITORIAL: COLOMBIA ENTRE CRONOS Y SU VORÁGINE SOCIAL . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7


Ricardo Oviedo Arévalo

CRISIS DEL SISTEMA DE GOBIERNO EN LAS UNIVERSIDADES PÚBLI-


CAS COLOMBIANAS. APORTES A UNA SOCIOLOGÍA DEL PODER EN LAS
UNIVERSIDADES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
Víctor Manuel Gómez Campo

GUERRA PRIVATIZADA, CAPITALISMO LUMPEN Y RACISMO EN LA


FRONTERA ECUADOR-COLOMBIA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 34
José-Antonio Figueroa Pérez

LA IMAGEN COMO REFERENTE EN LA INVESTIGACIÓN SOCIAL REGIONAL.


SIMBOLOGÍA DEL PASADO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49
Ricardo Oviedo Arévalo

VIOLENCIA E INSEGURIDAD, ABORDAJE TEÓRICO-CONCEPTUAL PARA EL


CONTEXTO DE LA CIUDAD LATINOAMERICANA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 72
Vicente Fernando Salas Salazar

CUATRO ASPECTOS CLAVES DE LAS TRANSICIONES DEMOCRÁTICAS Y EL


VIRAJE A LA IZQUIERDA EN AMÉRICA LATINA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 94
Blas Zubiría Mutis

MIGRACIONES INTRADEPARTAMENTALES EN NARIÑO: ANÁLISIS DE


LAS INMIGRACIONES DE LOS MUNICIPIOS DE IPIALES Y TÚQUERRES
EN LOS CENSOS 2005 Y 2018 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 117
José David Velasco Villota; Ángela Valeria Cerón Rosero

PROYECTO DE NACIÓN INDIA EN LIMA VIRREINAL . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 132


Valentin Chillihuani Ttito

[4] Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2023, Vol. 7 - pp. 5-6. ISSN 1900-5547
Contenido

SOCIOLOGÍA DEL CONSUMO CULTURAL. PRINCIPALES ASPECTOS RACIALES


EN SANTIAGO DE CUBA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 150
Karelia Fernández Aguilera

CONTEXTOS, TEORÍAS Y AUTORES DE LA SOCIOLOGÍA DEL TRABAJO. UNA


SÍNTESIS DE DIVERSOS PUNTOS DE VISTA SOBRE UN MISMO FENÓMENO:
LA SALUD OCUPACIONAL . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 162
Francisco Javier Villamarín

INTERCULTURALIDAD, DISCURSOS DEL PODER, CIUDADANÍA Y CONTROL


SOCIAL EN EL ECUADOR . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 193
Xavier Garaicoa Ortiz

TRABAJO, CULTURA DEL TRABAJO Y ORGANIZACIÓN DEL TRABAJO


(Algunos elementos de reflexión) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 218
Pompeyo José Parada Sanabria

ASOCIACIÓN COLOMBIANA DE SOCIOLOGÍA. PEREGRINACIÓN EN POS DE


OMEGA: MEMORIAS DE UNA NUEVA RUTA LIBERTADORA POR LA PAZ, LA
EDUCACIÓN Y LA CULTURA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 245
Gabriel Restrepo

NUESTRA COMUNIDAD: MUJER, GÉNERO Y DERECHOS HUMANOS.


APUESTAS POR DINAMIZAR . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 267
Daniela Chaves

RESEÑA BIBLIOGRÁFICA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 269


Ricardo Oviedo Arévalo

Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 5-6. ISSN 1900-5547 [5]
EDITORIAL

COLOMBIA ENTRE CRONOS Y SU VORÁGINE SOCIAL

Ricardo Oviedo Arévalo1

A
finales del siglo XIX, el poeta irlandés Oscar Wilde, decía que la realidad
superaba la ficción, teniendo en cuenta las complejidades y vericuetos
de la realidad frente a la construcción simple de la ficción, que tiene
como base lo cotidiano. Uno de los ejemplos mediáticos mas importantes en
la literatura colombiana (denominada después como el realismo mágico), es la
edición de la novela La Vorágine (Rivera, 1924, 103), escrita por José Eustasio
Rivera (1988-1928), abogado, político y diplomático huilense, que en medio de
sus funciones como cónsul en Manaos, considerada para comienzos del siglo XX,
la capital del caucho y también un centro de difusión de las infaustas noticias de
los abusos cometidos contra las poblaciones originarias del amazonas de parte
de las llamadas casas caucheras, dirigidas por inescrupulosos comerciantes del
ansiado látex, entre ellas la infausta Peruvian Amazon Company (1907), más
conocida como la peruana Casa Arana.
Rivera construye una realidad que, aunque evidente, el país político le
daba la espalda y no le sobraba razones, estos sangrientos hechos sucedían
en la mitad de un territorio ignoto y desconocido, donde el Estado y sus
instituciones aun no llegaban e incluso donde los mojones de la frontera eran
difusos y porosos, lo que el poeta Aurelio Arturo (1906-1974), llamó “Morada
al sur” y que representa casi la mitad del extenso territorio nacional, donde
la floresta amazónica se representaba como un gran y enmarañado desierto
verde poblado por salvajes que se habían resistido al sometimiento de las
comunidades religiosas, que luchaban por su conversión espiritual, como lo

1. Profesor titular, editor/director de la Revista de Sociología y coordinador del Observatorio Social


Udenar-Tumaco.

Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 7-10. ISSN 1900-5547 [7]
Ricardo Oviedo Arévalo

relata Víctor Bonilla es su clásico estudio antropológico de “Siervo de Dios y


amos de indios “ (1968), el mismo que estudia el accionar de la comunidad de
padres Capuchinos en el alto y medio Putumayo, donde según el autor, estos
crearon un Estado dentro del Estado.
La Vorágine, antes que una novela de ficción, es un relato escueto y duro
sobre la conformación de un Estado nacional inconcluso, que como nos decía
el iniciador de la sociología en Colombia, Luis López de Mesa, que aun bien
entrado el siglo XX, la nación aún vivía fervientemente su vida en el siglo XIX,
representada por una inmóvil clase señorial que había heredado el poder y
los privilegios coloniales españoles, uno de sus representantes más activos
fue el presidente Rafael Reyes, (1841-1924), fue un explorador, comerciante,
abogado, político, diplomático y militar, miembro del partido Conservador, él y
su familia estuvieron desde muy temprano vinculados a explotar las riquezas
de la selva, comerciantes de quina y posteriormente del caucho, además fue el
primer presidente de Colombia después de la trágica y violenta hecatombe que
fue la llamada guerra de los mil días, su elección fue cuestionada desde el inicio
por un posible fraude electoral realizado en la actual Guajira.
Por su vinculación comercial y familiar con Popayán, capital del
departamento del Cauca, el general Reyes, como parte de sus promesas de
la campaña electoral, a las victoriosas élites conservadoras del Distrito sur
caucano, creó el Departamento y la Universidad de Nariño, región que conocía
por sus exploraciones comerciales a la alta y media amazonia, donde pudo
comprobar la incesante colonización de los nariñenses en la exploración de ese
territorio, su gran conocimiento en las bondades herbolarias de sus bosques
y en la necesidad de fundar centros urbanos siguiendo el modelo colonial de
dominar este inhóspito territorio fundando pequeños centros urbanos. Más
tarde el huilense Rivera, en su novela, construye un personaje como el migrante
y “sabedor” de la selva, el pastuso don Clemente Silva, que busca incesantemente
a su hijo que huye con unos caucheros por la selva, convirtiéndose en los ojos
del citadino Arturo Coba, protagonista de esta aventura.
Los ojos de Silva, que son los del novelista, son la retina que ausculta lo
desconocido y peligroso y demuestra las bondades de la selva golpeada por
ambición del hombre:
Nadie ha sabido cuál es la causa del misterio que nos trastorna cuando vagamos
en estas selvas. Sin embargo, creo acertar en la explicación: cualquiera de estos
árboles se amansaría, tornándose amistoso y hasta risueño, en un parque, en
un camino, en una llanura, donde nadie lo persiguiera ni lo sangrara; más aquí
todos son perversos o agresivos o hipnotizantes.

[8] Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 7-10. ISSN 1900-5547
Editorial: Colombia entre cronos y su vorágine social

En estos silencios, bajo estas sombras, tienen su manera de combatirnos: algo


nos destempla, algo nos toca, algo nos oprime, y viene el mareo de las espesuras,
y queremos huir y nos extraviamos, y por esta razón miles de caucheros no
volvieron a salir nunca. Yo también he sentido la mala influencia en distintos
casos, especialmente en Yaguanarí. (Ojo Cita)

De esta manera, don Clemente es el espíritu chamánico y animista de la


verde floresta donde la ambición del hombre solo ve utilitarismo y peligros a su
desmedida búsqueda de la riqueza, él humaniza el supuesto peligro, valorando
su componente ecológico del reencuentro con la naturaleza, los pobladores
construyen el mito de don clemente como conocedor de estos secretos y hasta
cierto punto el rival del protagonista del relato, Arturo Coba.
De esta manera, Rivera nos lleva un siglo después de la publicación de su
novela a reflexionar sobre la sobrevivencia de las élites políticas y económicas
del país, construyendo su riqueza al filo de la ilegalidad, la codiciada savia del
caucho, destruyó miles de vidas indígenas y fue el combustible para la llamada
guerra contra el Perú, pero paradójicamente también ayudó a la creación del
departamento de Nariño y de su universidad.
En la actualidad el blanco látex, es reemplazado por la sabia de otra
planta amazónica, la nívea coca, que como en vorágine del abogado José
Eustacio, es volver a monetarizar las virtudes herbolarias de la floresta, con
sus Arturos Coba, aranas y escasos Silvas, pero con una mayor interacción
entre el hatunllacta (En quichua, tierra de los mayores) y los centros urbanos,
pero también en la intervención de las potencias mundiales, reproduciéndose
nuevamente este triángulo vicioso de poder y ambición, de esta vorágine que
aun el país no ha podido superar y que como decía el presidente Alfonso López
Michelsen, “Colombia es un país por conquistar”. y por su quietud social que
han creado verdaderas castas políticas y económicas, el “Tíbet de Suramérica”.
Después de un siglo, vemos como el poblamiento del país aún está marcado
por economías basadas en el extractivismo “verde”, el cual conmociona los
cimientos del Estado, en la actualidad con el surgimiento de actores armados
ligados a grandes nichos de economías ilegales, de elites políticas y económicas
permeadas por el tráfico de narcóticos, como lo denuncian permanentemente
los medios de comunicación, que como nos dice Fals Borda en su libro La
violencia en Colombia, estos actores armados irregulares, tienen un propósito
conservador y reaccionario frente a los cambios que requiere Colombia, como
lo podemos ver actualmente donde grupos armados ilegales, que cada vez más,
están sumidos en la dinámica y en la vorágine de estas economías ilegales,
que horadan las bases de gobernabilidad de gobiernos progresistas como el
actual, justificando de esta manera, la permanencia de tendencias militaristas

Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 7-10. ISSN 1900-5547 [9]
Ricardo Oviedo Arévalo

y reaccionarias en la política colombiana, dándoles la espalda a las grandes


reformas sociales y políticas que requiere la sociedad colombiana.
Este octavo número de la Revista de Sociología, publica artículos de
profesores e investigadores importantes del Ecuador, como las de: José Antonio
Figueroa, Xavier Garaicoa y Dalton Espín del Ecuador, donde explican la
encrucijada por la que atraviesa este país hermano.
Del Perú, el profesor, Valentín Chillihuani, nos expone el proyecto nacional
del Perú indiano. El artículo de la profesora Karelia Fernández Aguilera, sobre
aspectos étnicos y antropológicos de la república de Cuba.
Temas sobre la crisis de la educación en Colombia del sociólogo Víctor
Manuel Gómez Campo, las transiciones democráticas en América Latina del
profesor Blas de Zubiría, los profesores Pompeyo José Parada y Francisco
Villamarín, escriben sobre la importancia de la sociología del trabajo en
estudios de caso, Ricardo Oviedo Arévalo, sobre los aportes de la imagen en la
conformación del sentimiento regional y Vicente Salas Salazar, sobre violencia
e inseguridad en el contexto de la ciudad latinoamericana.
Los estudiantes: José David Velasco Villota y Ángela Valeria Cerón, sobre
la importancia de las migraciones en el departamento de Nariño.
Además, de nuestra sección sobre la sociología de la sociología, con la
colaboración del profesor Gabriel Restrepo y sus aportes en una nueva ruta
liberadora de paz y cultura y la reseña de los libros más destacados de nuestra
disciplina durante este primer semestre de 2024.

[ 10 ] Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 7-10. ISSN 1900-5547
CRISIS DEL SISTEMA DE GOBIERNO EN LAS UNIVERSIDADES
PÚBLICAS COLOMBIANAS.

APORTES A UNA SOCIOLOGÍA DEL PODER EN LAS


UNIVERSIDADES1

Víctor Manuel Gómez Campo2

RESUMEN

U
no de los grandes temas en la sociología de la educación superior es la
‘sociología del poder’ en las instituciones, cuya principal expresión es
el gobierno institucional, entendido como el conjunto de normas que
definen y regulan tanto los órganos de toma de decisiones y su relación jerárquica,
como la participación y representación de diversos grupos, estamentos
y sectores de la sociedad en dichos órganos. Dado que en las universidades
públicas colombianas el principal órgano de gobierno es el Consejo Superior
Universitario (CSU), reglado en la Ley 30 de 1992, se define como un importante
objeto de estudio sociológico la composición del CSU, el origen de sus
miembros y sus respectivas filiaciones, lealtades y grupos o sectores sociales
que representa. Este análisis permite comprender la naturaleza democrática de
la composición del CSU, el alcance y los límites de la representatividad de sus
miembros, así como la legitimidad de las decisiones que este órgano supremo

1. Este artículo presenta los resultados de un estudio realizado en diversas universidades públicas
colombianas sobre la composición del CSU, las limitaciones de la representación unipersonal
de profesores y estudiantes, y otros temas de gobierno universitario. Aunque este trabajo fue
publicado en el año de 2012, por su actualidad y con permiso del autor, lo publicamos en el día
de hoy por su gran actualidad en el debate que se lleva a cabo para la reforma de la Ley 30 de
educación superior y como insumo de reflexión para la elección de autoridades universitarias,
que se aproximan, en la Universidad de Nariño
2. Sociólogo, Doctor en Educación, University of Massachusetts. Profesor asociado de la Universidad
Nacional de Colombia.

Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 11-33. ISSN 1900-5547 [ 11 ]
Víctor Manuel Gómez Campo

de gobierno toma, todo lo cual configura las posibilidades y los límites de la


‘democracia universitaria’.
Palabras clave: Democracia universitaria, gobierno institucional,
órganos de gobierno, universidades públicas.

ABSTRACT
One of the great issues in the sociology of higher education is the ‘sociology
of power’ in institutions, a power whose main expression is the institutional
government, understood as the set of rules that define and regulate both the
decision-making bodies and their hierarchical relation and the participation
and representation of diverse groups, states, and sectors of society in said
bodies. Given that the main governing body in Colombian public universities
is the Higher University Council (CSU, according to its acronym in Spanish),
regulated by Law 30 of 1992, the composition of the CSU, the background and
allegiances of its members, and the social sectors it represents are an important
object of sociological study. This analysis makes it possible to understand the
democratic nature of the composition of the CSU, the scope and limitations
of the representativeness of its members, and the legitimacy of the decisions
made by this high governing body, all of which shapes the possibilities and
boundaries of ‘university democracy’.
Keywords: Governing bodies, institutional government, public universities,
university democracy.

RESUMO
Um dos grandes temas da sociologia do ensino superior é a ‘sociologia do
poder’ nas instituições, cuja principal expressão é a governação institucional,
entendida como o conjunto de normas que definem e regulam tanto os
órgãos de decisão como a sua relação hierárquica, tais como a participação e
representação de diversos grupos, classes e setores da sociedade nos referidos
órgãos. Dado que nas universidades públicas colombianas o principal órgão de
governo é o Conselho Superior Universitário (CSU), regulamentado pela Lei 30
de 1992, a composição do CSU, a origem dos seus membros e as suas funções
são definidas como um importante objeto de estudo sociológico. Respectivas
filiações, lealdades e grupos ou setores sociais que representam. Esta análise
permite-nos compreender o carácter democrático da composição da CSU,
os alcances e limites da representatividade dos seus membros, bem como a
legitimidade das decisões que este órgão supremo de governo toma, o que
molda as possibilidades e limites da “democracia universitária”.

[ 12 ] Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 11-33. ISSN 1900-5547
Crisis del sistema de gobierno en las universidades públicas colombianas.
Aportes a una sociología del poder en las universidades

Palavras chave: Democracia universitária, governo institucional, órgãos de


governo, universidades públicas.

Hace ya veinte años, en el proceso de elaboración de la Ley 30, las universidades


públicas colombianas optaron por ‘más de lo mismo’ en lo referido a sus
formas de gobierno interno. No hubo cambios significativos entre las formas
de gobierno estipuladas en el Decreto 080 de 1980 y las de la Ley 30 de 1992.
En esencia, es la misma forma de gobierno vigente desde 1980, con algunas
pequeñas modificaciones en la composición de los miembros del Consejo
Superior Universitario (CSU). Es la misma forma de gobierno basada en un
CSU en el que participa el Gobierno, el sector productivo, representantes
unipersonales de docentes, estudiantes, egresados y del Consejo Académico
—y en algunas universidades— representantes de los exrectores, en el que
la toma de decisiones se basa en la votación mayoritaria de unos sobre otros.
Nada novedoso, nada sobre otras opciones de composición de los miembros
del CSU; nada sobre el fortalecimiento de órganos colegiados de docentes y
estudiantes (como la forma de ‘Senados’ para cada uno de estos estamentos);
nada sobre otras formas de definir la figura y las funciones del Rector (como
las figuras de ‘presidente’ o ‘chancellor’, vigente en muchas universidades); y
nada sobre formas alternativas de dirección y gestión de la vida cotidiana en las
universidades, las que forman parte esencial del gobierno de las universidades.

COMPOSICIÓN DEL CSU EN LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA


En el caso de la Universidad Nacional de Colombia el CSU está conformado por
ocho (8) miembros con derecho a voto, así: 1. El Ministro de Educación Nacional
o el Viceministro, quien lo presidirá; 2. Dos (2) miembros designados por el
Presidente de la República, uno de ellos egresado de la Universidad Nacional
de Colombia; 3. Un exrector de la Universidad Nacional de Colombia que haya
ejercido el cargo en propiedad, elegido por los exrectores; 4. Un miembro
designado por el Consejo Nacional de Educación Superior, CESU, de terna
presentada por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología; 5. Un miembro
del Consejo Académico, designado por este; 6. Un profesor de la Universidad,
que tenga al menos la categoría de asociado, elegido por el profesorado; 7. Un
estudiante de pregrado o de posgrado, elegido por los estudiantes; 8. El Rector
de la Universidad, quien será el Vicepresidente del Consejo, con voz pero sin
voto.
¿Esta ausencia de innovación, de renovación en el sistema de gobierno,
indica un alto grado de inercia y conservadurismo institucional? ¿De ausencia

Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 11-33. ISSN 1900-5547 [ 13 ]
Víctor Manuel Gómez Campo

de ideas sobre mayor y mejor democracia universitaria? O ¿de satisfacción con


las formas de gobierno vigentes?
En el proceso de elaboración de la Ley 30, ni la Universidad Nacional
de Colombia, en uso de su estatuto de autonomía, pudo proponer formas
alternativas de gobierno, de mayor democracia universitaria, de formas
alternativas de organización, participación y representación de los estamentos.
Como si el sistema vigente de gobierno, desde 1980, fuera el mejor y la única
posible forma de gobierno.
Hay temor de que una situación similar se presente en la actual discusión
de la reforma a la educación superior, la que se ha centrado en temas de
financiación, dejando de lado temas tan importantes como el de las formas de
gobierno en las universidades públicas.
Para cualquier estudioso de la educación superior colombiana se hace
evidente la gran crisis de gobierno en las universidades públicas; en los ultimos
años varios rectores han sido detenidos y destituidos por acusaciones de
corrupción, peculados, contratos irregulares, malversación de fondos públicos;
otros rectores se han hecho reelegir por 2 y 3 veces mediante su influencia
en el CSU y a espaldas de o en contra de la comunidad universitaria; en otras
universidades los CSU han sido dominados ya sea por grupos paramilitares
(Mancuso) o por intereses de grupos políticos locales ávidos del botín económico
y de puestos en las universidades públicas; en otras muchas universidades el
nombramiento de rectores ha sido considerado como ilegítimo por parte de
la comunidad universitaria, generando graves problemas de gobernabilidad e
inestabilidad en las instituciones.
Como un aporte a la necesaria discusión que debe realizarse sobre
gobierno universitario en la reforma a la Ley 30, se presentan aquí los principales
resultados de un estudio realizado entre Ascun y el Departamento de Sociología
de la Universidad Nacional de Colombia, con apoyo de Colciencias, resultados
que continúan vigentes a pesar del tiempo (Gómez, 2004).
Estos resultados se presentan organizados en los siguientes temas:
la composición del CSU, su eficacia y legitimidad; miembros y cualidades
requeridas; participación de representantes gubernamentales, del sector
productivo, de exrectores, egresados, docentes y estudiantes; criterios y
procedimientos de elección de Rector y sus consecuencias sobre la vida
universitaria; conceptos de ‘democracia universitaria’ y reformas propuestas al
CSU, a su composición y al proceso de elección de Rector.
La Universidad Surcolombiana, en Neiva, ha tenido ocho (8) rectores en
los últimos diez (10) años.

[ 14 ] Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 11-33. ISSN 1900-5547
Crisis del sistema de gobierno en las universidades públicas colombianas.
Aportes a una sociología del poder en las universidades

CRÍTICA A LA ACTUAL COMPOSICIÓN DEL CSU, A SU EFICACIA Y


LEGITIMIDAD COMO PRINCIPAL ÓRGANO DE GOBIERNO UNIVERSITARIO
Con relación a la composición de los miembros del CSU se señala la
‘sobrerrepresentación’ del sector gobierno, tanto de nivel nacional como
regional, lo cual tiene importantes implicaciones sobre el grado de control
gubernamental de las instituciones y las consiguientes limitaciones a la
autonomía universitaria.
En el caso de la Universidad Nacional de Colombia participan tres
miembros del Gobierno; dos representantes del Presidente y el Ministro de
Educación; representación que es considerada redundante y desproporcionada.
En otras universidades departamentales participan un representante del
Presidente, otro del Ministro de Educación y el Gobernador. En ambos casos el
sector Gobierno participa con tres miembros en un total de ocho con voto que
conforman el CSU.
De aceptarse la importancia de la participación del Gobierno en las
principales decisiones de cada universidad, cuestionada por algunos como
negativa e innecesaria como será analizado más adelante, esta participación
podría darse eficazmente a través de un solo representante, a condición de
altas cualidades intelectuales y académicas que le otorguen legitimidad y
comunicabilidad vis-a-vis los pares académicos, y de claridad y organicidad
en la política gubernamental sobre educación superior. La reducción a un solo
representante gubernamental en el CSU permitiría, además, mayor diversidad
y riqueza en la composición de los miembros de este órgano de gobierno y
reduciría los recelos acerca de la sobrerrepresentación y el exceso de poder
gubernamental en las universidades.
Es importante el debate sobre la deseabilidad de la participación
gubernamental en las decisiones institucionales. Para algunos, esta
participación limita significativamente la autonomía universitaria, es una
forma de control gubernamental directo sobre las universidades públicas,
adicional a otras diversas formas de control que ejerce por medio de la asignación
presupuestal, regulaciones, evaluaciones e indicadores de desempeño. En lugar
de esta participación directa en decisiones de gobierno institucional, es necesario
fortalecer, más bien, la capacidad estatal de evaluación del desempeño y aporte
social de las universidades, lo cual corresponde a la tendencia de superación
del papel tradicional de Estado controlador a Estado evaluador (Dale, 1997).
El escenario deseable es una universidad autónoma pero sujeta a criterios y
procedimientos de evaluación y rendimiento de cuentas (accountability).
En Colombia, la participación del Gobernador en el CSU de universidades
departamentales ha sido comúnmente justificada bajo el supuesto de que esta

Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 11-33. ISSN 1900-5547 [ 15 ]
Víctor Manuel Gómez Campo

redundará en mayor compromiso e interés de la administración departamental


por el adecuado financiamiento de la universidad. Se argumenta que esta
participación será cada vez más necesaria debido al proceso de descentralización
administrativa, una de cuyas posibles implicaciones futuras será la financiación
de la educación superior mediante las transferencias, lo que requerirá mayor
conocimiento y compromiso con la situación de la universidad regional.
Los críticos de esta posición señalan que el compromiso económico con la
universidad pública regional no depende del funcionario de turno sino de un
complejo conjunto de factores socioeconómicos y culturales, siendo uno de ellos
la percepción social de la gobernabilidad de la institución, y de la pertinencia
de la oferta educativa, además de la situación económica regional. Otros
importantes actores intervinientes son la Asamblea Departamental y líderes
cívicos y políticos. Por estas razones se cuestiona el supuesto de la necesidad de
participación del Gobernador en el CSU, a favor de otras modalidades de mayor
y más cualificada participación de la comunidad regional en la definición de las
políticas institucionales.
Por otra parte, respecto a las ‘cualidades’ de los representantes del sector
gobierno, se presenta comúnmente el problema de que su legitimidad es solo
de índole formal-burocrática, derivada de la ley, pues no necesariamente estos
representantes son personas de altas cualidades intelectuales y académicas,
con conocimiento y experiencia cualificada sobre los complejos asuntos de la
vida académica, y con capacidad real de contribuir eficazmente al gobierno
institucional, por lo que su participación, en muchas ocasiones, es negativa
para el desarrollo de la institución.
Lo anterior se evidencia en la participación de los gobernadores (o sus
delegados) en el CSU. A estos cargos se accede mediante la acción político-
electoral, la que tiene poco que ver con las cualidades intelectuales y académicas
requeridas para tratar complejos asuntos académicos. Así mismo, los ministros
o viceministros de turno proceden de decisiones y trayectorias de índole
política y comúnmente desconocen o conocen solo superficialmente la compleja
problemática de la universidad pública, por lo que no pueden desempeñarse y
comunicarse como ‘pares’ de sus colegas de origen académico en el CSU.
Igual afirmación es válida, en general, para los diversos representantes del
Presidente. ¿Cuáles son los criterios y procedimientos para el nombramiento
de estos representantes? ¿Quién y cómo evalúa su desempeño? En algunas
universidades se han nombrado representantes presidenciales, en gran medida
ignorantes de su objeto de representación y de las leyes, normas, valores y
criterios pertinentes, lo que los hace ilegítimos e ineficaces en el desempeño
de su función; en otras, se han dado casos de representantes que han pasado

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Crisis del sistema de gobierno en las universidades públicas colombianas.
Aportes a una sociología del poder en las universidades

mucho tiempo, inclusive años, sin interlocución con el o los presidentes o


ministros de turno, sin orientaciones y parámetros de política universitaria.
En otras, se presentan incongruencias, contradicciones y conflictos entre
las decisiones del representante y las políticas o estrategias del Gobierno.
Estos últimos dos casos implican que la función de representación se realiza
de manera unipersonal, subjetiva y arbitraria (por el carácter subjetivo y
particularista de esta representación), lo cual genera importantes problemas
de legitimidad y gobernabilidad. El significado de estas situaciones es la gran
debilidad, arbitrariedad e ilegitimidad de esta función de representación, lo
que pone nuevamente en tela de juicio la validez y deseabilidad de la actual
composición de los CSU en las universidades públicas.
La Ley 30 no define ‘cualidades’ específicas, de índole intelectual y
académica para ser miembro del CSU, legitimando así la participación no-
cualificada, pero con legitimidad formal (legal, burocrática).
En muchos departamentos, la participación del Gobernador en el CSU y
las consiguientes posibilidades y tentaciones de control sobre una institución
de gran importancia económica, burocrática y simbólica, ha generado diversas
manifestaciones negativas de clientelismo, corrupción, violencia física y
simbólica, luchas partidistas en la institución, su manipulación con fines
electoreros; nombramientos políticos de miembros del CSU, vicerrectores y
decanos, y la consiguiente subordinación y/o impotencia del Rector; todo lo cual,
ha tenido profundas consecuencias negativas sobre el desarrollo académico de
las instituciones, su calidad y pertinencia, y sobre la imagen social que se forma
de la universidad pública.
Dada la poca legitimidad intelectual y académica de muchos representantes
gubernamentales, y su escaso conocimiento y experiencia sobre el objeto de su
representación, es evidente la debilidad e incapacidad intrínseca del CSU para
la toma de decisiones estratégicas en beneficio de la universidad pública. Este
factor de ineficacia e incompetencia, derivada de la actual composición del CSU
es un poderoso argumento a favor no solo de una nueva composición de este
órgano de gobierno sino de alternativas a él.
En la mayoría de las regiones del país la universidad pública es la principal
institución social, en términos de empleos, presupuesto y poder simbólico. En
algunos departamentos, el presupuesto de la universidad pública regional es
mayor que el presupuesto departamental, por lo cual la búsqueda del control
sobre la universidad se constituye en importante objetivo de diversos intereses
políticos regionales, en los que tiene escasa importancia la función educativa y
académica de la universidad.

Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 11-33. ISSN 1900-5547 [ 17 ]
Víctor Manuel Gómez Campo

Este es un tema de creciente importancia para el futuro de la universidad


pública, pues el continuo deterioro de su imagen legitima las políticas
gubernamentales de reducción del subsidio a la oferta, a favor de mayores
subsidios a la demanda y de mayor competencia por recursos públicos entre
universidades públicas y privadas.
Finalmente, es importante preguntarse sobre la evaluación del
desempeño de estos representantes gubernamentales. ¿Son evaluados? ¿Quién
y cómo los evalúa? ¿Ante quién son responsables por sus acciones u omisiones?
¿Hay responsabilidad social o impunidad en el ejercicio de la representación?
Es claro, al respecto, que la comunidad universitaria, principal víctima
o beneficiaria del desempeño de determinado representante, carece tanto de
autoridad formal como de procedimientos de seguimiento, evaluación y control
del desempeño de estos miembros decisorios de política universitaria. Esta
carencia es una afrenta vergonzosa a la construcción de gobierno democrático
en la universidad, pues gobierno sin rendición de cuentas (accountability)
individual y colectiva, no es democrático. Con este propósito, es necesario que
las sesiones del CSU sean abiertas a la comunidad universitaria con las actas
disponibles oportunamente y que, como es común en Congresos y Parlamentos,
se apliquen procedimientos de seguimiento y evaluación del desempeño
de cada miembro del CSU: propuestas, iniciativas, trayectoria y perfil de su
votación, etc.
Respecto a la participación de representantes del llamado ‘sector
productivo’, se encuentra un gran consenso sobre la naturaleza inorgánica
y altamente heterogénea de los diversos y numerosos tipos de empresas e
intereses económicos, genéricamente cobijados bajo el término impreciso
y carente de significado concreto, de ‘sector productivo’. En este contexto, es
altamente arbitraria e ilegítima la representación de un sector que, por su
inorganicidad y heterogeneidad interna intrínsecas, no puede ser representado.
Para los supuestos ‘representantes’ de la actividad económica se aplican
plenamente los conceptos anteriores sobre la necesidad de mayores cualidades
intelectuales y académicas, de conocimiento y experiencia sobre la especificidad
de la universidad pública, y de evaluación de su desempeño.
Aun bajo el supuesto, altamente improbable, de que un sector tan
heterogéneo y en el que existen grandes divisiones, contradicciones y luchas
internas generadas por la competencia en el mercado, pudiera generar una
visión estratégica sobre la universidad pública que sirviera de marco de
referencia para su representación en la toma de decisiones en el CSU, dicha
visión no legitimaría su participación decisoria en políticas universitarias que
deben estar siempre referidas a criterios y objetivos de índole universalista.

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Aportes a una sociología del poder en las universidades

En algunas universidades esta representación se le otorga, arbitrariamente,


a determinado gremio o subsector, como el industrial, por ejemplo, excluyendo
o ignorando a otros diversos subsectores o actividades de la vida económica,
como el agropecuario, los servicios modernos, el comercio, las pequeñas y
medianas empresas, etc.
Sin embargo, es fundamental la función consultiva y propositiva que
diversos tipos de empresas y subsectores productivos pueden ofrecer a la
universidad. En la experiencia internacional, al respecto existen diversos
esquemas y modalidades a través de los cuales la universidad puede consultar
y recibir, tanto de la actividad económica como de otros sectores sociales, ideas,
propuestas, solicitudes, convenios, proyectos conjuntos, etc. Lo importante es
fortalecer la función consultiva y propositiva de diversos sectores, gremios y
empresas de la vida económica, en lugar del actual esquema de representación
selectiva, arbitraria y subjetiva en el máximo órgano decisorio de política
universitaria.
Referente a la participación de exrectores y egresados, ninguno de estos
grupos tiene organicidad y coherencia internas. Entre los exrectores pueden
encontrarse grandes diferencias y contradicciones sobre diversos temas de
política universitaria. ¿A quién representa el exrector de turno en el CSU? ¿A sí
mismo, a su posición particular, a sus aliados internos, aprovechando su cuarto
de hora? ¿Cuáles son los criterios y procedimientos para la designación del
exrector representante de turno? ¿Qué esquemas y procesos de seguimiento,
evaluación y control existen sobre su desempeño? ¿A quién le rinde cuentas?
¿Ante quién es, finalmente, responsable de su desempeño?
Problemas e interrogantes similares son válidos para el representante de
los egresados, de quienes se espera y requiere un alto grado de participación,
de índole consultiva y propositiva, sobre todos los asuntos de la universidad,
pero cuya participación decisoria en el CSU es arbitraria e ilegítima por las
razones ya planteadas.
Los principales estamentos de la comunidad universitaria (estudiantes
y docentes) participan en las decisiones de política institucional a través del
sistema de ‘representación’ en el CSU: un representante de cada uno de estos
estamentos. La calidad y legitimidad de esta representación son, entonces,
esenciales en la construcción de la democracia universitaria.
Sin embargo, se presentan numerosos problemas alrededor de los criterios
y procedimientos de elección, seguimiento, evaluación y control de dichos
representantes. En el contexto de un estamento docente altamente atomizado,
disperso, desorganizado, individualizado, aislado en numerosos departamentos
y facultades que funcionan comúnmente como compartimientos estancos

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respecto a otras unidades académicas, y carente además de conocimiento


analítico suficiente, tanto sobre el presente como sobre el futuro deseable de la
institución, de manera ritual, cada cierto tiempo, se activa el mercado político
de elección de representantes al CSU. Se postulan entonces algunos candidatos,
principalmente los que cuentan con algún apoyo de gremios, asociaciones y
grupos políticos, y se efectúa una rápida campaña electorera, comúnmente
basada en asambleas masivas, cuyo formato comunicativo selecciona y limita
a la audiencia. Ver, por ejemplo: Jaramillo, L. J. (1997); BID - Secab - Cinda,
(1990); Tenti (1993).
En las universidades españolas, por ejemplo, el Consejo Social es el órgano
encargado de asegurar la participación de intereses y necesidades de diversos
sectores sociales en el gobierno universitario. En muchas universidades de
diversos países son comunes programas específicos de articulación entre
la institución y el sector productivo, de carácter consultivo, propositivo y
colaborativo y sin ninguna pretensión de participación directa en las decisiones
de gobierno institucional.
En efecto, muchos docentes no asisten a asambleas ni reuniones masivas,
pues estas no permiten la comunicación reflexiva y analítica sobre los complejos
problemas universitarios. Por otra parte, asambleas y reuniones masivas
atraen selectivamente a activistas gremiales y políticos que encuentran en
estas el medio adecuado para la divulgación de sus ideas. Los resultados de
este proceso son muy dicientes: en la mayoría de las universidades es muy baja
la participación de docentes en estos comicios, lo cual limita significativamente
la representatividad y legitimidad del representante elegido. Es alta la apatía,
la indiferencia y el escepticismo respecto a este ritual de representación formal
en el CSU. En muchas universidades el representante es elegido por un pequeño
porcentaje del estamento docente. Sin embargo, el procedimiento formal de
elecciones le otorga representatividad general. Posteriormente, una vez elegido
el representante, los docentes carecen de mecanismos eficaces de seguimiento,
evaluación y control de su desempeño, lo que profundiza aún más la apatía y la
indiferencia generalizadas sobre la representación profesoral en el CSU.
Esta evaluación podría realizarse mediante la implementación de la
propuesta de hacer públicas las deliberaciones del CSU, la divulgación de las
actas y el establecimiento de sistemas de seguimiento del desempeño del
representante: iniciativas, propuestas, trayectoria de votación, comunicación
con sus representados, etc., como sucede en otros órganos colegiados como
Congresos y Parlamentos.

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Crisis del sistema de gobierno en las universidades públicas colombianas.
Aportes a una sociología del poder en las universidades

A manera de hipótesis o interrogantes de investigación:


• ¿Cuál es el efecto de los procesos descritos de elección de represen-
tante sobre su perfil intelectual, académico y político? ¿Privilegian
estos procesos a activistas gremiales y políticos sobre académicos no
comprometidos con gremios o grupos particulares?
• ¿Qué formas alternativas de elección y representación podrían suge-
rirse?
• ¿Qué nuevas formas de organización y comunicación del cuerpo do-
cente serían necesarias para lograr una representación orgánica y re-
presentativa en lugar de personalista?
La problemática anterior sobre la representación profesoral es
igualmente aplicable a la representación estudiantil, con el elemento adicional
de cuestionamiento sobre la conveniencia y deseabilidad de que este cuerpo,
también heterogéneo, disperso y de carácter temporal, participe con poder
decisorio en la política institucional.
En el contexto internacional, en muchas universidades se considera que
el carácter temporal y pasajero del cuerpo estudiantil no le otorga legitimidad
ni cualificación para tomar decisiones de política universitaria, muchas de
las cuales requieren un horizonte temporal de mediano y largo plazo. Como
alternativa, se estimulan diversas formas, tanto de participación propositiva
como de autogestión del estudiantado, en diferentes asuntos académicos, de
bienestar, de programación cultural y recreativa, etc., las que se consideran
altamente formativas de la capacidad analítica, evaluativa y proactiva, y que
conducen a una mayor —y más cualificada— participación que la tradicional
‘delegación’ pasiva de responsabilidades en ‘representantes’ lejanos. Diversas
modalidades de organización autogestionada constituyen un importante medio
pedagógico en la formación tanto de la responsabilidad cívica, como de las
competencias básicas (comunicativas, organizativas, colaborativas) esenciales
en el desempeño profesional.
Los diversos problemas analizados hasta aquí, señalan entonces una gran
debilidad interna en el CSU —máximo órgano de gobierno en las universidades
públicas— intrínseca a las carencias y problemas derivados de la composición
de sus miembros, que limita significativamente la calidad y la eficacia de su
función de gobierno institucional: identificación de visión objetivo, futuro
deseable, planeación estratégica y evaluación del logro de metas, en congruencia
con visión estratégica.
Estas carencias permiten cuestionar, en general, la calidad y pertinencia
de criterios e información utilizados en la toma de decisiones. En muchas

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universidades ha sido evidente la incapacidad del CSU para desempeñar su


función de gobierno: tradicionalismo, inercialidad, conservadurismo y ausencia
de innovaciones en las decisiones; improvisación, subjetividad y ausencia
de estudios y evaluaciones de base como soporte racional de decisiones,
incapacidad de definición de la visión objetivo de la institución; énfasis en
asuntos económicos y administrativos, y relegación o subvaloración de los
asuntos académicos cualitativos que constituyen la esencia de la universidad.
Todo esto con profundos efectos negativos sobre la institución, en particular,
y sobre la educación superior pública, en general: instituciones inerciales con
escasa capacidad de adaptación e innovación, con creciente pérdida de calidad
educativa y pertinencia social, con imagen social altamente deteriorada, e
incapaces de competir con universidades privadas, por recursos de investigación
e inversión, matrículas y estatus social y educativo.

RESPECTO A LA HOMOGENEIZACIÓN DE UNA ÚNICA FORMA DE GOBIERNO


DETERMINADA POR LA LEY 30
A pesar de los graves problemas del CSU y de su composición, así como de sus
consecuencias negativas sobre el gobierno universitario, causa gran sorpresa
la muy escasa reflexión crítica al respecto en las universidades públicas y la
poca capacidad de propuesta de alternativas de gobierno. Esta comunidad
universitaria ha sido eminentemente pasiva, conformista y acrítica frente a
la homogeneización de una única forma de gobierno (órganos, composición,
funciones) definida por la Ley 30. No se ha cuestionado ni la validez ni
la deseabilidad de dicha homogeneización, ni sus consecuencias sobre la
autonomía y el gobierno universitario. Tampoco han sido estudiadas ni
analizadas diversas formas alternativas de gobierno universitario, en función de
principios de autonomía, democracia y pertinencia social de las instituciones.
El evidente desinterés y alejamiento de la comunidad académica
respecto al gobierno universitario, podría explicarse como el efecto negativo
de la imposición externa de una forma homogénea de gobierno, con grandes
carencias de legitimidad y representatividad en su composición, que no rinde
cuentas (no es ‘responsable’) ante la comunidad académica ni es evaluada por
esta, todo lo cual genera la imagen negativa de una forma de gobierno ajena,
alejada, poco legítima y, en gran medida, incompetente e ineficaz en la función
de gobierno.
Esta misma forma de gobierno universitario ha prevalecido en el país
durante más de treinta años. La manera como la Ley 30 definió la composición
del CSU, particularmente en la sobrerrepresentación del sector gubernamental,
le confiere a este mayor influencia y control sobre las decisiones universitarias,

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Aportes a una sociología del poder en las universidades

para lo cual era necesaria la imposición homogénea de este órgano de gobierno


y sus criterios de composición interna. Sin embargo, esto representa una
importante limitación y restricción a la autonomía universitaria, pues un
atributo básico de esta es la capacidad institucional de autodefinición de aquella
forma de gobierno que considere más adecuada a sus tradiciones, necesidades
y metas. Esto no implica el surgimiento de formas autárquicas y particularistas
de gobierno, pues es necesaria la vigencia de algunos criterios generales,
universalistas (como la participación del Estado y de diversos sectores
sociales), que enmarquen las formas alternativas de gobierno. De esta manera,
en lugar de una sola forma homogénea de gobierno para todas las instituciones,
surgirían diversas formas y modalidades de gobierno, enmarcadas en criterios
generales y universalistas, generando así posibilidades de emulación y
análisis comparativo sobre las respectivas implicaciones de legitimidad y
gobernabilidad, y de capacidad institucional de adaptación e innovación.
Es significativo mencionar aquí que varios participantes en el estudio
expresaron que nunca habían cuestionado el contenido de la Ley 30 ni habían
pensado en formas alternativas de gobierno. Su marco conceptual de referencia
sobre el tema de gobierno universitario había estado siempre enmarcado en
los artículos 62 a 69 de dicha Ley. Otro indicador significativo de esta ausencia
de pensamiento crítico y propositivo sobre el gobierno universitario se refleja
en que ninguna de las 60 ponencias del IV Congreso de Profesores de la
Universidad Nacional de Colombia (mayo de 1999) se refirió a alternativas al
actual sistema de gobierno de la institución. Véase Dueñas (1999).
Sin embargo, caben los siguientes interrogantes:
• ¿Qué habría sucedido en la universidad pública, en los últimos años,
de haber sido posible la constitución de diversas formas de gobierno?
¿Esta diversidad hubiera generado procesos positivos de emulación,
contrastación y aprendizaje mutuo?
• O, por el contrario, ¿hubiera reforzado los particularismos y localis-
mos, el aislamiento institucional en poder de los micro-poderes in-
ternos y mayor control de estos sobre la institución?

DESIGNACIÓN DE RECTOR Y ‘CONSULTA POPULAR’


En la Ley 30, la designación del Rector es función del CSU. Según el artículo 66
en los criterios y procedimientos de elección de Rector se deberá “…prever la
participación democrática de la comunidad académica…”, según los estatutos
de cada universidad. En la Ley no se hace mención alguna del procedimiento de
‘consulta popular’ en la elección de rector. Este procedimiento ha sido adoptado
en la mayoría de universidades públicas en virtud de la interpretación dada

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al criterio de ‘participación democrática’ enunciado en el artículo 66. Cada


universidad ha definido, en función de sus tradiciones y ‘cultura institucional’,
sus propios criterios, requisitos y procedimientos de postulación de candidatos,
incluyendo el grado y la calidad de participación de los diversos grupos
o estamentos universitarios (consulta directa o indirecta, voto unitario o
ponderado, según se trate de docentes, estudiantes o personal administrativo).
Este proceso de ‘consulta popular’ y sus diversas consecuencias sobre
la vida universitaria, se ha convertido en uno de los temas más importantes
y controvertidos en las universidades públicas. Mientras para algunos esta
‘consulta’ es considerada como una auténtica expresión de democracia
participativa, para otros es una desafortunada introducción al seno de la vida
universitaria, de lógicas y prácticas de la lucha política e ideológica electorera,
con profundas consecuencias negativas para la universidad pública: politización
y división interna, clientelismo y corrupción, inestabilidad, relegación de lo
académico a lo político, visión de la rectoría y de cargos académicos —por
tanto de la universidad— como objeto de poder político, etc.
La ‘consulta popular’ es mucho más que un mecanismo de ‘consulta’ de
preferencias de los diversos estamentos entre varios candidatos. En realidad, es
un importante mecanismo de presión sobre el CSU para la designación de aquel
candidato con el mayor número de votos, de tal manera que su no-designación
genera importantes problemas de legitimidad y gobernabilidad, lo que se ha
evidenciado recientemente en varias universidades. Este importante ‘poder
simbólico’ de la consulta hace que esta se convierta en campo de lucha político-
electorera entre los diversos aspirantes al cargo de Rector, todo lo cual implica
propaganda, movilización, manejo de imagen, equipo de apoyo y cada vez más
recursos para financiar la campaña. De esta manera, la competencia por la
consulta popular en las universidades se parece cada vez más, en su forma y
en sus medios, a cualquier campaña electoral por cargos de elección popular.
Anteriormente se señaló cómo el proceso de consulta popular en la
elección de Rector, en diversas universidades públicas (Cartagena, Córdoba,
Atlántico, Distrital, Cauca, Industrial de Santander, Pedagógica, Nacional,
Surcolombiana, etc.), ha generado, recientemente, numerosos conflictos,
acompañados de diversas manifestaciones violentas como paros, bloqueos
de instalaciones, retención temporal de funcionarios, presiones y amenazas
a la integridad física, violencia ‘simbólica’ contra determinados candidatos y
presiones externas, tanto de intereses políticos y económicos locales como de
organizaciones armadas de diverso signo.
En este contexto, los complejos asuntos académicos, que requieren una
visión estratégica y una considerable permanencia en el tiempo, no son los

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Aportes a una sociología del poder en las universidades

temas prioritarios de campaña, son comúnmente relegados por otros asuntos


más inmediatos, reinvindicacionistas, y de mayor valor electoral, generalmente
de índole económica, laboral o administrativa, sobre los cuales se construye la
imagen —y el atractivo— del candidato. No es sorprendente, entonces, que,
en muchas universidades, los mejores candidatos académicos y sus respectivas
propuestas cualitativas, no reciban el respaldo de la consulta popular, la que
prefiere a candidatos cuyas propuestas prometan reinvindicaciones inmediatas,
mayor autonomía frente al Estado y mayores demandas de aumento del
presupuesto público para la universidad. El resultado de este proceso electoral
se expresa en ‘proyectos de gobierno’ con grandes carencias en lo sustantivo
del desarrollo académico institucional.
Es entonces válido interrogarse sobre la calidad y la competencia de
los nuevos rectores elegidos en este proceso electoral. ¿Resultan elegidos
los candidatos con mayor visión de futuro sobre la universidad, con mayor
capacidad de liderazgo académico, con mayor capacidad de representación de
la universidad ante la sociedad y el mundo académico externo o, más bien, son
elegidos aquellos con propuestas de mayor aceptación ‘popular’?
Por otra parte, en esta contienda electoral y en el afán de ganar la consulta
popular, en muchas universidades se han utilizado diversos medios contrarios
al ethos académico, como la descalificación y macartización de determinados
candidatos, amenazas a la integridad física del candidato o su familia, compra
de votos, tráfico de notas por votos, promeserismo populista, etc., todo lo cual
degrada significativamente la tradición del libre y racional examen y debate, así
como las relaciones entre docentes, ahora más divididos y polarizados entre
diversos grupos político-electoreros.
Un excandidato a Rector en una importante universidad pública, al
retirarse de la contienda se quejaba de no contar con la maquinaria y los
grandes recursos económicos necesarios para su campaña.
Por ejemplo, mediante la utilización de epítetos, pancartas, volantes y
grafitis, dirigidos a determinado candidato.
Ya ha sido mencionado cómo estas prácticas de la lucha política generan
efectos profundamente negativos en el seno de las universidades: polarizan,
dividen y antagonizan a docentes entre sí; generan desconfianza, recelo e
incomunicación entre los docentes, ya de por sí atomizados y desarticulados;
excluyen de la participación a quienes cuestionan dichas prácticas y favorecen
la participación de los activistas gremiales y políticos, conformando así un
proceso de autoselección sesgado a favor de estos últimos, razón por la cual
muchos designados no son los mejores ni los más capaces; desestimulan el

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análisis racional y argumentativo de problemas complejos y subordinan la


dimensión académica a los intereses políticos.
Se evidencia entonces una profunda crisis en el actual sistema de
postulación y designación de Rector en las universidades públicas, que ha
generado graves problemas de legitimidad y gobernabilidad en algunas, con
grave deterioro de su calidad académica y que ha afectado negativamente su
imagen ante la sociedad y el Estado, lo cual refuerza las actuales tendencias
de política educativa, orientadas a disminuir el subsidio público a la oferta
(instituciones) en favor de diversas modalidades de subsidio a la demanda.
Esta situación cobrará mayor importancia y gravedad en el futuro próximo,
por lo que es urgente realizar una profunda evaluación cualitativa de los
actuales criterios y procedimientos de elección de Rector en las universidades
públicas y la formulación de esquemas alternativos.

DEMOCRACIA UNIVERSITARIA
El tema de ‘democracia universitaria’ subyace en todos los temas anteriores.
Es un tema altamente polémico, definido según las preferencias y supuestos
ideológicos de cada uno. Sin embargo, es posible identificar dos grandes
posiciones al respecto:
Democracia entendida como autonomía autorreferida a la institución y
control de esta por la comunidad universitaria, mediante la participación directa.
En esta concepción se privilegia la función y el poder de los actores internos,
endógenos, sobre los externos (Estado y sociedad) y se reivindica un concepto
radical de autonomía interna, autorreferida, muy cercana a la independencia
o autarquía. En algunas universidades ha sido propuesta la concepción de la
universidad como una pequeña ‘república’, cuyos ciudadanos —la comunidad
universitaria— tienen el derecho democrático de elegir a sus autoridades
de gobierno y académicas, sin injerencia de actores y poderes externos. Una
versión más radical de esta ‘democracia’ postula que la universidad es de sus
miembros, les pertenece a ellos, y que la democracia participativa implica la
elección popular y directa de todas sus autoridades académicas, incluyendo
decanos y jefes de departamento, por votación unitaria (de docentes, estudiantes
y personal administrativo) sin ponderaciones consideradas antidemocráticas
y elitistas. En esta concepción de democracia participativa interna se rechaza
la participación en el gobierno universitario de representantes de actores y
poderes externos a la institución, por no ser elegidos democráticamente y por
representar intereses externos (gobierno, sector productivo, por ejemplo),
antagónicos a la independencia y a la autonomía de la universidad.

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Según esta concepción, muy difundida en universidades públicas, los


graves problemas aquí estudiados sobre gobierno y gobernabilidad en estas, se
derivan esencialmente de formas de gobierno antidemocráticas que impiden
el logro de la democracia participativa directa en el gobierno universitario,
cuyo ideal es la elección directa y por voto unitario de todas las autoridades
de gobierno y académicas, de lo cual se espera el logro de alta legitimidad y
gobernabilidad institucional.
Otra concepción de la democracia universitaria se inscribe en la lógica de
la democracia ‘representativa o delegada’, por la cual, determinados órganos de
gobierno o de representación, democrática y legítimamente constituidos (como
el Consejo Académico), pueden asumir funciones como la elección de Rector,
sin necesidad de acudir a la consulta popular, negando así la necesidad de la
democracia participativa directa, de igual manera como se delega la elección de
Primer Ministro en Parlamentos elegidos democráticamente. La legitimidad de
la elección de este se deriva de la del Parlamento en sí mismo.
Por otra parte, la democracia participativa directa comúnmente se
da —o puede darse— ampliamente a nivel de cada unidad académica de
base (departamento, centro, instituto, facultad), y se delega en órganos
representativos (Consejo de Facultad, Consejo Académico), los que podrían
asumir legítimamente la función de elección de Rector.
En esta concepción, son necesarias diversas reformas en la composición
y cualidades de los miembros actuales del CSU, que le den mayor legitimidad
y gobernabilidad a este órgano de gobierno y que aseguren una participación
cualificada de las necesidades e intereses de la sociedad, externas a la institución.
Sin embargo, es necesario continuar profundizando sobre el estudio del
complejo tema de la democracia universitaria. A manera de interrogantes: ¿Qué
significa el concepto y la práctica de ‘democracia’ en una institución sui géneris
como la universidad? ¿Hasta qué punto su función intrínseca de generación y
divulgación de conocimientos, y su ethos de libertad y autonomía intelectual
individual y colectiva, tanto respecto al Estado como a otros poderes sociales,
determinan per se el tipo de democracia, de participación y de gobierno en la
universidad?

REFORMAS AL ACTUAL GOBIERNO UNIVERSITARIO


Durante el estudio realizado se evidenció un claro consenso general sobre
la necesidad de reformas a la composición actual del CSU y en las cualidades
requeridas de sus miembros:
Se cuestiona la necesidad y deseabilidad de la ‘sobrerrepresentación’ del
sector gubernamental, la que puede ser reducida a un solo representante, del

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que además se requieren altas cualidades intelectuales y académicas que le


otorguen legitimidad real vis-a-vis sus otros pares o interlocutores provenientes
de la comunidad académica.
Otra posición al respecto, cuestiona la participación del sector
gubernamental en decisiones de política institucional, por la evidente limitación
de la autonomía que esto implica. En su lugar se plantea la necesidad de que
tanto las universidades como el Estado fortalezcan y cualifiquen sus respectivas
capacidades de evaluación y rendimiento de cuentas.
Se cuestiona además la representación del sector productivo, de los
exrectores y egresados, quienes pueden asumir nuevas y más productivas
funciones consultivas y propositivas, mediante diversos mecanismos comunes
en muchas universidades.
Con relación a la representación del cuerpo estudiantil se encuentran dos
posiciones opuestas:
La que considera que este no debe participar en decisiones del máximo
órgano de gobierno universitario, debido a su carácter temporal en la universidad
y a la carencia de las altas cualificaciones intelectuales y académicas requeridas
de la función de gobierno. En su lugar, deben diversificarse y fortalecerse las
oportunidades de participación propositiva y de autogestión, en diferentes
ámbitos de la vida universitaria, lo cual constituye una valiosa experiencia
generalizada de formación de cualidades de liderazgo, participación, trabajo
colaborativo, iniciativa y responsabilidad en la toma de decisiones, cualidades
esenciales en la formación integral del futuro profesional o científico.
La que defiende el esquema actual de elección de representante
estudiantil al CSU, independientemente de los problemas ya señalados de
legitimidad y representatividad, por considerar que este es un esquema
democrático y de formación de la capacidad de liderazgo en los estudiantes
elegidos representantes.
Con relación a la representación profesoral es necesario crear formas
alternativas de organización profesoral, capaces de generar e integrar
propuestas y visiones objetivo de la universidad por parte del cuerpo docente, de
tal manera que la función del representante al CSU esté claramente enmarcada
en el logro del mandato y de la visión explícitas del cuerpo docente, eliminando
así el alto grado de arbitrariedad y subjetividad de esta función, generadas por
el actual proceso imperfecto de elección de representantes. Por ejemplo, podría
conformarse un Senado o Congreso de Profesores (a manera de los ‘faculty
senate’ de universidades norteamericanas), constituido por determinadas
ratios de número de profesores, paralelo al Consejo Académico e independiente
de este, con la función de generar diversas propuestas sobre la vida académica

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de la universidad. De este cuerpo colegiado sale un representante orgánico al


CSU, con mandato, programas y obligaciones claramente definidas respecto al
cuerpo colegiado y responsable ante este.
En todos los países se presenta el importante problema de la composición
de los miembros del máximo órgano de gobierno universitario, con relación a
su legitimidad y eficacia. En el caso del CSU el problema reside en lograr un
adecuado equilibrio entre los representantes de la comunidad académica
interna y los diversos actores, poderes, intereses y necesidades, externos,
comúnmente definidos de manera ambigua y genérica como ‘lo social’, externo
a la universidad.
Sin embargo, dada la gran variedad y heterogeneidad de dimensiones
que lo componen, surgen diversos interrogantes: ¿a cuál(es) otorgar
representación en el gobierno? ¿A cuál(es) excluir? ¿Por qué razones? ¿Cómo
puede legitimarse la participación de unos y la exclusión de otros? ¿Cuáles
son los ámbitos y dimensiones de lo social externo, de mayor relevancia para
el gobierno universitario? ¿Convendría, más bien, un gobierno de ‘notables’,
elegidos meritocráticamente por su tradición de pensamiento creativo sobre
la universidad?
Sobre este importante problema no hay respuestas unívocas. Es un
tema de permanente discusión y experimentación en muchas universidades
en el mundo. Es necesario conocer y evaluar diversas experiencias a la luz de
criterios de legitimidad, gobernabilidad y eficacia en la función de gobierno.
Una importante función del gobierno universitario es lograr un alto
grado de pertinencia de la institución con relación a las características y
necesidades de la sociedad de la que deriva su sustento. Con este propósito
es necesario el establecimiento de diversas estrategias de consulta, diálogo,
elaboración de propuestas e iniciativas, entre la universidad y diversos sectores
sociales, organizaciones, empresas, regiones, etc., que representen las diversas
necesidades y dimensiones de la sociedad y la economía. En realidad, esta es una
de las principales funciones que debe desempeñar la extensión universitaria,
entendida como relación proactiva y colaborativa con diversos sectores y
necesidades sociales (comunidades, regiones, instituciones, organizaciones,
grupos sociales, etc.), mediante los cuales la universidad adquiere un amplio
conocimiento de las necesidades y expectativas sociales respecto a su acción
institucional. Esta es una estrategia eficaz de promoción y fortalecimiento de
la función consultiva y propositiva de los sectores externos, como insumos
valiosos para las decisiones de gobierno, en lugar del actual esquema por el
que se le otorga poder decisorio en el CSU a unos supuestos ‘representantes’

Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 11-33. ISSN 1900-5547 [ 29 ]
Víctor Manuel Gómez Campo

de la sociedad (como del sector productivo y egresados), esquemas cuyas


limitaciones ya han sido analizadas en este estudio.
Independientemente de los cambios que se efectúen en la composición
y cualidades de los miembros del CSU, una condición básica de legitimidad y
responsabilidad social, es el rendimiento de cuentas (accountability) tanto a
nivel individual como colectivo, lo cual implica el establecimiento de sistemas de
seguimiento y evaluación del desempeño de cada miembro en particular y del
CSU en su conjunto, como es práctica común en los diversos órganos colegiados
con responsabilidad pública. Además, es necesario hacer públicas las sesiones
del CSU y divulgar sus actas, en busca del mayor grado de transparencia y
responsabilidad en este órgano de gobierno.
Con relación a la elección de Rector se presentan dos posiciones divergentes
que reflejan visiones opuestas sobre la democracia en la universidad:
La que preconiza la necesidad y deseabilidad de la democracia
participativa directa, con elección por voto unitario de los miembros de la
comunidad universitaria, de todas las autoridades de gobierno y académicas,
incluyendo decanos y jefes de departamento.
La que analiza críticamente los diversos efectos negativos generados en
las universidades públicas por la politización del actual sistema de elección de
Rector y que propone delegar dicha función en un órgano altamente legítimo y
representativo, como el Consejo Académico o el Senado de Profesores que ha
sido propuesto. Los candidatos podrán ser internos o externos a la institución,
pues el criterio significativo no es la institución de origen sino las altas
cualidades de los candidatos, así como el conocimiento y la experiencia en los
complejos asuntos de la universidad pública.

POSTSCRIPTUM
Doce años han pasado desde la publicación de este estudio sobre ‘Gobierno y
gobernabilidad en las universidades públicas’ y todos estos temas y problemas
analizados continúan vigentes. En la mayoría de estas instituciones es evidente
una gran crisis de las actuales formas de gobierno, ya descrita brevemente en
la introducción de este texto.
En muchas universidades la ‘extensión’ es concebida como ‘participación
y colaboración comprometida’ con diversos sectores y necesidades de la
sociedad. Ver al respecto el concepto de ‘active engagement’ propuesto por
la asociación de universidades públicas de Estados Unidos. “Renewing the
Covenant. Learning, Discovery and Engagement in a New Age and Different
World”. Kellogg Commission on the Future of State and Land-Grant Universities.
Washington, marzo 2000. www.nasulgc.org

[ 30 ] Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 11-33. ISSN 1900-5547
Crisis del sistema de gobierno en las universidades públicas colombianas.
Aportes a una sociología del poder en las universidades

Se discute actualmente la reforma al marco normativo de la educación


superior, uno de cuyos principales capítulos debe ser las formas de gobierno
universitario, tema sobre el cual es muy escasa la discusión y pobre el
conocimiento sobre diversas opciones de gobierno.
¿En esta nueva oportunidad de reforma primará, una vez más, el
conservadurismo y la inercia institucional, como en el proceso de discusión
de la Ley 30? ¿Tendremos ‘más de lo mismo’ en gobierno universitario? O
¿avanzaremos en el logro de una mayor y mejor democracia universitaria?
Los temas y problemas planteados en este texto pueden contribuir a
cualificar el análisis y la discusión sobre este asunto de máxima importancia y
trascendencia en el futuro de las universidades públicas colombianas.

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Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 11-33. ISSN 1900-5547 [ 33 ]
GUERRA PRIVATIZADA, CAPITALISMO LUMPEN Y RACISMO
EN LA FRONTERA ECUADOR-COLOMBIA

José-Antonio Figueroa Pérez1

RESUMEN

E
ste artículo analiza el impacto de la privatización de la guerra de Colombia
en la frontera binacional con Ecuador y su relación con la desposesión
de la población afrodescendiente. Se muestra cómo la guerra responde
cada vez más a los intereses de las transnacionales armamentistas y a los
crecientes ejércitos privados. A partir de la respuesta del Estado colombiano a
las demandas de la población afrodescendiente en el contexto de la privatización
de la guerra, se muestra cómo el discurso culturalista que se impuso desde los
años 90 ha servido para afianzar la exclusión y la desposesión que sufren los
afrodescendientes.
Palabras Clave: Afrodescendientes; desposesión; guerra privatizada; Nariño;
Plan Colombia; racismo.

ABSTRACT
This article analyzes the impact of the privatization of the Colombian war in
the Ecuador-Colombia border and how this privatized war is related to the
dispossession of the Afro-descendant population. Through the analysis of
Plan Colombia and the appearance of private armies in the Colombian war, the
article shows how the war responds to the interests of the transnational arms
businesses. The responses that the Colombian state has given to the demands of
the Afro-descendant population of the Nariño coast reveal how the culturalist

1. Doctor en Antropología Social de la Universidad Georgetown (USA) y de la Universidad Rovira I


Virgili en Tarragona, España. Actualmente trabaja como profesor e investigador en la Facultad de
Ciencias Sociales, Universidad Central de Ecuador. Es director del proyecto Afro-esmeraldeños:
memoria intelectual, social, cultural y apropiación territorial. Es investigador del Center for
Advanced Latin American Studies, Calas. Correo: jafigueroa@uce.edu.ec.

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Guerra privatizada, capitalismo lumpen y racismo en la frontera Ecuador-Colombia

discourse that has been imposed since the 1990s has served to consolidate the
exclusion and dispossession produced by the privatized war.
Keywords: Afro-descendants; dispossession, Nariño; Plan Colombia; privatized
war; racism.

RESUMO
Este artigo analisa o impacto da privatização da guerra na Colômbia na fronteira
binacional com o Equador e sua relação com a desposição da população
afrodescendente. Veja como a guerra responde cada vez mais aos interesses
das transnacionais armamentistas e aos crescentes exércitos privados. A partir
da resposta do Estado colombiano às demandas da população afrodescendente
no contexto da privatização da guerra, mostra-se como o discurso culturalista
que é imposto desde os anos 90 serviu para fortalecer a exclusão e a desposição
que sofre os afrodescendientes.
Palabras clave: Afrodescendentes; desposição; guerra privatizada; Narinho;
Plano Colômbia; racismo

INTRODUCCIÓN
El 19 de agosto de 2006, la revista Semana revelaba que 35 exmilitares
colombianos se encontraban atrapados en la guerra de Irak, a donde habían
llegado engañados por la empresa militar privada ID System, representante en
Colombia de la tristemente célebre Blackwater. Contratados como mercenarios,
combatían en primera línea, sin dinero, sin protección, y a merced de las
decisiones de una compañía cuyo representante en Bogotá declaraba, sin pudor,
que su prioridad era defender sus intereses económicos.
Blackwater era el nombre con que se conocía entonces a Academi, la
empresa militar privada fundada por Eric Prince, que pasaría al escrutinio
mundial el 16 de septiembre de 2007, cuando varios de sus miembros
asesinaron, en la plaza de Nisour, en Bagdad, al menos a 17 civiles entre los
que se contaban mujeres y niños. Este hecho revelaba la esencia de la guerra
privatizada, determinada por la ganancia.
Las guerras privatizadas se consolidan a partir de la disolución de la Unión
Soviética, cuando se hace más explícita la competencia por los recursos para
el financiamiento de los aparatos militares. Mientras, retrocede el poder del
Estado y se develan los intereses corporativos transnacionales como factores
determinantes de las guerras. En las nuevas guerras, el despojo de los recursos
naturales de las zonas intervenidas se convierte en prioridad, y el robusto
aparato militar norteamericano conserva su protagonismo al crear nuevos
enemigos como el fundamentalismo religioso, el narcotráfico o el terrorismo.

Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 34-48. ISSN 1900-5547 [ 35 ]
Jose-Antonio Figueroa Pérez

Nota. AFP - Schneyder Mendoza. Diario El Espectador.

En estas guerras, la población civil se convierte en objetivo militar, y se


normalizan prácticas como violaciones, destierros, tráfico ilegal de drogas y
violencia sexual (Herberg-Rothe, 2006) como características de lo que puede
denominarse lumpen capitalismo. De igual modo, con frecuencia la lucha por
los recursos se expresa mediante discursos étnicos que interpelan a los grupos
en disputa, desde premisas distintas a las motivaciones económicas y políticas
dominantes en la Guerra Fría (McCallion, 2005; Kaldor, 2012).
Este artículo propone analizar, desde el Plan Colombia, la privatización
de la guerra, así como mostrar su articulación con la desposesión de las
comunidades afrodescendientes que habitan en la frontera binacional entre
Colombia y Ecuador.
El Plan Colombia significó la entrada directa del capital privado
armamentista norteamericano a un país con un largo conflicto colonial interno,
que se expresa en guerras privatizadas previas y en la extracción de recursos
naturales en zonas geoestratégicas, construidas desde matrices racializadas. El
Plan se implementó en un nuevo contexto constitucional que, a partir de 1991,
redefinió las relaciones entre el Estado nacional, las regiones y las poblaciones
nativas y afrodescendientes desde una matriz neoliberal. En este contexto, se
analiza la especificidad de la etnización de las comunidades afrodescendientes
del Pacífico colombiano, al mostrar cómo se afianza el distanciamiento del

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Guerra privatizada, capitalismo lumpen y racismo en la frontera Ecuador-Colombia

Estado colombiano y los grupos racializados mediante la paradójica coexistencia


de una desmesura cultural con la desposesión y el desplazamiento.

LA PRIVATIZACIÓN DE LA GUERRA Y EL PLAN COLOMBIA


Colombia es un país con una larga tradición de guerra privatizada. Como señala
Rochlin (2011, 719), la fragmentación política contribuyó a crear ejércitos
privados como los de los encomenderos en el período colonial, o en las guerras
interpartidistas de los siglos XIX y XX. Igual sucede en la actualidad con las
organizaciones de autodefensa y paramilitares.
A partir de los años 90 del siglo pasado, una serie de factores contribuyeron
a que las guerras privatizadas en Colombia adquirieran una importancia sin
precedentes. Entre estos están el peso de las corporaciones armamentistas
privadas en las acciones globales de los Estados Unidos; el fortalecimiento
de ejércitos paramilitares, mediante alianzas de latifundistas, militares y
narcotraficantes; y la disolución de la Unión Soviética y el fin de la Guerra Fría.
Ello obligó a las guerrillas a entrar en el narcotráfico para financiar la guerra
contra el Estado.
Los distintos ejércitos privados coinciden en su interés en la extracción de
recursos naturales, lo que muestra la continuidad del modelo colonial interno y
su profundización en el neoliberalismo. Según Tuirán y Trejos (2017, 78-79), la
descentralización de los 90, implementada en medio de una débil democracia,
hizo que parte de los distintos actores en lucha convirtieran en botines a los
recursos locales y regionales del país. Esto contribuyó a que las guerrillas, los
paramilitares y los poderes locales, como hacendados y ganaderos, disputaran
el dominio territorial, mientras se consolidaban los intereses armamentistas
norteamericanos.
Duncan sostiene que hacia los años 90 el nuevo manejo de las rentas
municipales, junto al poder acumulado por el narcotráfico, insertó a ciertas
regiones en la economía global y estimuló a los ejércitos privados a evolucionar
hacia complejas estructuras fundamentadas en los señores de la guerra.
Mientras, el Gobierno nacional “delegaba el control de las instituciones de la
periferia a los intereses económicos y políticos que habían surgido desde el
narcotráfico” (Duncan, 2014, 284).
Un claro ejemplo de ese salto cualitativo fue la creación, a mediados
de los 90, de las Autodefensas Unidas de Colombia, que llegaron a ejercer las
funciones de tributación, vigilancia y justicia, en un proceso de crecimiento
que cubrió una importante región rural y urbana de Colombia (Duncan, 2014,
287).Las dinámicas del conflicto colombiano interno también se relacionan
con las transformaciones de la economía global en el neoliberalismo, que se

Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 34-48. ISSN 1900-5547 [ 37 ]
Jose-Antonio Figueroa Pérez

profundizaron luego de la disolución de la Unión Soviética. Según Rochlin


(2011, 724), el fin de la Guerra Fría provocó una revolución en los asuntos
militares, la cual marca el giro posmoderno en defensa y seguridad.
Tal cambio se produjo por factores como la transformación del capitalismo
trasnacional y la globalización, el surgimiento de nuevos bloques de mercado, al
igual que nuevas políticas de identidad y etnicidad. En este contexto, los estados
y organismos internacionales formularon nuevos requerimientos, mientras se
consolidaban las guerras asimétricas y privatizadas, mezcladas muchas veces
con la criminalidad.
El Plan Colombia muestra la convergencia entre los intereses de la
privatización de la seguridad y la defensa, en una escala global liderada por los
Estados Unidos, y las dinámicas de un país con una tradición colonial interna
y una débil democracia. El Plan fue diseñado en un inicio por Andrés Pastrana
como parte de las negociaciones de su gobierno con las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia (FARC). Sin embargo, la administración Clinton
cambió el énfasis social original por un énfasis militar. Al mismo tiempo, los
diálogos de paz fracasaron y ocurrió el triunfo de Álvaro Uribe en el año 2002.
El Plan tuvo una vigencia clara hasta 2016 y su relanzamiento es una de las
iniciativas propuestas por la actual administración de Iván Duque.
Este Plan movió una astronómica cifra en torno a la guerra, al tiempo que
develó su matriz colonial: mientras los Estados Unidos invirtieron alrededor
de 9.600.000 de dólares entre 2000 y 2015, Colombia invirtió en ese período
la suma de 131.000.000 de dólares en seguridad y defensa. Además de la
desproporción entre estas cifras, el Plan buscaba crear las condiciones para
que en el futuro Colombia asumiera, de manera total, los costos de la guerra, así
como la administración, sin la intervención norteamericana directa.
En un proceso conocido como la nacionalización del Plan, los recursos
norteamericanos pasaron de un 35 % del presupuesto en el año 2000, a un 2,5
% en 2015 (Presidencia de la República, 2015; Beittel, 2019, 29; Mejía, 2016).
El Plan determinó la mayor inversión de Colombia en seguridad y defensa. Esta
pasó del 2 % del PIB en 2000 a 4 % en 2010 (Beittel, 2019, 29), tendencia que
se mantiene en los siguientes años.
Los gravámenes han sido claves en el financiamiento del Plan Colombia:
en el período 2002-2003, se creó el impuesto para la seguridad democrática a
los que tuvieran un patrimonio por encima de los 62.000 dólares. Esto permitió
recoger 922.000.000 de dólares. Entre 2004 y 2006 se recaudaron 593 000 000
con una carga a los patrimonios por encima del millón de dólares; entre 2007
y 2010 se recogieron 4.000.000.000 de dólares cargados a quienes tenían
un patrimonio por encima de 1.500.000; entre 2011 y 2014 se recogieron

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Guerra privatizada, capitalismo lumpen y racismo en la frontera Ecuador-Colombia

9.000.000.000 de dólares en impuestos a personas naturales y jurídicas con


patrimonios por encima de los 500 000 dólares.
La reforma tributaria aprobada en 2014 se proponía recaudar
22.000.000.000 dólares como mecanismo para sostener a un ejército y una
policía que habían incorporado 130.000 nuevos miembros. Ello convirtió a
Colombia en el segundo país de la región con mayor inversión en seguridad y
defensa, luego de los Estados Unidos (Presidencia de la República, 2015, 10-
13).
La participación de las empresas privadas norteamericanas se da a través
del lobby que hacen entre los partidos Demócrata y Republicano (Gilens y Page,
2014). Un ejemplo se dio antes del Plan Colombia, durante la denominada
Guerra de los Helicópteros en la década de los 90, cuando se enfrentaron las
compañías United Technologies, fabricante de los Black Hawk, y la Textron
(Bell), fabricante de los Huey y Huey II.
Esta competencia derivó en la participación de las compañías en el acceso
a, al menos, 400.000.000 de dólares para la compra de helicópteros para la
policía y el ejército, en el primer paquete de 1.300.000 aprobados en el inicio del
Plan Colombia. La puja fue protagonizada por Bill Clinton, senadores de Nueva
York y Connecticut y el zar antidrogas Barry Maccafrey. United Technologies
había gastado 17.900.000 dólares en lobby y 1.200.000 en contribuciones a
campañas a favor de los senadores Christopher Dodd y Joseph Lieberman,
representantes de Connecticut, donde se ubica la compañía fabricante de Black
Hawk.
La confrontación entre las compañías fue resuelta por Clinton, después
de la aprobación del Plan Colombia, con una inversión que incluyó 16 Black
Hawks y 30 Huey II para el ejército; dos Black Hawks y 12 Huey II para la policía
nacional; así como el financiamiento de las operaciones y el mantenimiento
de 18 Hueys que habían sido vendidos a Colombia en 1999. La venta de los
Black Hawks superó los 234.000.000 de dólares, mientras la de los Huey
sobrepasó los 81.000.000 de dólares. En octubre de 2000 fue aprobado un
paquete suplementario para la compra de seis Black Hakws UH-60 por un total
de 96.000.000 dólares (ISIJ 2012).
La participación de las compañías privadas en la guerra colombiana es
creciente: la empresa Military Professional Resources Inc. ganó un contrato
de 4.200.000, para asesorar la estructuración de la guerra, mientras en el año
2000 recibió un contrato de 6.000.000 para entrenar a militares colombianos,
con la participación de la CIA y el ejército norteamericano.
Importantes movimientos económicos han tenido otras grandes
corporaciones privadas como la Dyncorp, Loockheed Martin, Sikorsky Aircraft,

Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 34-48. ISSN 1900-5547 [ 39 ]
Jose-Antonio Figueroa Pérez

Arinc, TRW, Matcom, Air Park Sales, Aeron Systems, California Microwave
Systems (Rochlin, 2011, 727; Stanger y Williams, 2006). Aunque hay
dificultades para conocer el movimiento económico total por el sigilo con que
se mueven, estas empresas cubren un vasto rango de servicios que van desde
entrenamiento militar, fumigaciones, ventas de radares, aprovisionadores
de comida, hasta servicios, formación y entrenamiento de pilotos, venta de
aviones, helicópteros, transporte aéreo de guerra, coordinación logística, entre
otros (Rochlin, 2011, 727; Stanger y Williams, 2006).
Las empresas privadas venden sus servicios al Departamento de Defensa,
al Departamento de Estado, o a la Agencia de EE.UU. para el Desarrollo
Internacional (USAID, por sus siglas en inglés). En un proceso de concentración
típico del capitalismo monopólico, los contratos se hacen con un número de
firmas cada vez más fuerte, pero reducido. Así, entre 1997 y 2003, la mitad de
los contratos del Departamento de Defensa fueron con los 50 contratistas más
poderosos, mientras las 10 firmas más importantes recibieron el 35 % de los
contratos (Stanger y Williams, 2006, 7).
Como lo muestra Kaldor (2012, 5), la guerra privatizada se conecta con
intereses globales y con la desintegración de los estados unida a la erosión
de su soberanía, lo que Weber definía como el monopolio de la violencia
(Weber, 1964). La privatización de la guerra tiene consecuencias imprevisibles
para la propia existencia social: las empresas sustituyen a los Estados en la
implementación del trabajo sucio. Ello garantiza la impunidad de ambas partes.
Esto ha sucedido en el conflicto colombiano y en casos como el de la base
de Guantánamo, adjudicada a la empresa Kellog Brown y Root, una subsidiaria
de la Halliburton, del exvicepresidente Dick Cheney; o el de la prisión de Abu
Ghraib, en Irak, donde empleados de la compañía privada CACI y lingüistas de
la empresa Titan International protagonizaron escandalosos hechos de tortura,
abuso sexual, trato degradante y crímenes contra la humanidad (Stanger y
Williams, 2006, 12).
Muchas compañías tienen más poder económico que los Estados en los
que intervienen y su condición les permite cambiar de nombre, de razón social
o de domicilio, en caso de que se les tenga que vigilar o monitorear por los
gobiernos. A veces los Estados no pueden actuar contra las empresas privadas
cuando cometen violaciones de derechos porque hay acuerdos que lo impiden.
A esto se suma la evasión de impuestos, el abaratamiento de costos que afectan
la calidad, el cometimiento de accidentes deliberados para cobrar seguros y el
incumplimiento de compromisos laborales.
En Colombia hay también falta de transparencia con respecto al número
de contratistas que pueden tener las compañías (Rochlin, 2011, 727). A inicios

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Guerra privatizada, capitalismo lumpen y racismo en la frontera Ecuador-Colombia

del Plan Colombia, el número de norteamericanos que podían contratarse era


de 400. Luego se expandió a 600 en 2004, pero al restringirse la limitación de
solo norteamericanos, se abrió la puerta para la contratación de personal de
otras nacionalidades. Otras fuentes sostienen que el personal militar privado
extranjero contratado durante el Plan Colombia debió llegar a miles (Rochlin
2011, 727).
Con el arribo a la presidencia de George W. Bush y luego de los ataques a
las torres gemelas en Nueva York, el 11 de septiembre del 2001, los republicanos
tuvieron argumentos para unificar las luchas contra el narcotráfico y contra el
“terrorismo”. Las FARC fueron clasificadas como organización terrorista global
de designación especial.
El ascenso de los republicanos coincidió con el fracaso definitivo de las
negociaciones con las FARC y con el ascenso de Álvaro Uribe, quien fortaleció
de manera radical las acciones militares y la guerra privatizada. Con Uribe se
profundizó el involucramiento de los Estados Unidos en el conflicto colombiano,
la entrega de los recursos naturales del país y la mercenarización de los
ejércitos. También se consolidó la violencia en las regiones periféricas de valor
estratégico, donde viven afrodescendientes, indígenas y campesinos, y donde
hay una gran riqueza de productos primarios.
Álvaro Uribe era experto en la privatización de la seguridad y la defensa,
ya que había creado las compañías privadas de protección de los ganaderos y
hacendados Convivir. Estas entidades trabajaban con las fuerzas de seguridad
nacional, a las que proveían de servicios privados. A las “Convivir” las integraban
miembros autorizados a llevar armas y a desarrollar roles militares. Además,
fueron las bases de las autodefensas.
La contratación de compañías de seguridad para las instalaciones de las
corporaciones extractivas es un negocio millonario que ha producido desastres
humanitarios: la British Petroleum (BP) pagó servicios a la compañía israelí
Silver Shadow y a soldados británicos para implementar sistemas de vigilancia.
Estos fueron aplicados por la Brigada 14ª del ejército colombiano, la cual se
involucró en la masacre de Segovia que dejó 43 asesinados.
A esta brigada y a la Silver Shadow las investigaron en 1996 por el
asesinato de 14 civiles en eventos relacionados con las políticas de seguridad
de la BP. También se las acusó de ofrecer entrenamiento a grupos paramilitares
(Armendáriz, 2016, 15). Las compañías privadas norteamericanas están,
además, protegidas por acuerdos de inmunidad resultantes del alineamiento de
Colombia a los Estados Unidos en la Guerra Fría: George W. Bush y Álvaro Uribe
ratificaron y ampliaron la Ley 24 de 1959, que concede privilegios a militares
estadounidenses en misión especial en Colombia. Los mandatarios extendieron

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Jose-Antonio Figueroa Pérez

los privilegios a los ciudadanos de Estados Unidos y a los contratistas privados


que trabajan en Colombia (Armendáriz, 2016, 20-21).
En el ambiente de impunidad que caracteriza a la guerra privatizada
durante el período de Uribe, “se vivieron en Colombia múltiples escándalos
relacionados con corporaciones transnacionales como la Occidental Petroleum
Company, Chiquita Brands International, Drummond Company, BP, o grupos
paramilitares y contratistas privados, así como también se dieron numerosos
casos de violaciones masivas de derechos humanos” (Armendáriz, 2016, 14).
A continuación, una mirada al impacto del Plan Colombia sobre la
población afrodescendiente de la frontera Colombia-Ecuador, en especial,
desde las fumigaciones emprendidas por Dyncorp y Monsanto.

GLIFOSATO Y DESPLAZAMIENTO DE AFRODESCENDIENTES EN LA


FRONTERA
A partir de los años 90, se consolidó la política de fumigaciones contra la
producción de coca, lo que transformó el mapa de Tumaco. De acuerdo con
la Fundación Paz y Reconciliación (2018), las fumigaciones determinan cuatro
momentos claves en la región: las primeras llegadas de colonos del Guaviare y
Putumayo, junto a las acciones iniciales de las FARC, entre 1994 y 1997. Luego,
entre 1997 y 2000 se trasladan a Nariño los cultivos de coca, como resultado de
las aspersiones en Meta, Caquetá y Putumayo.
Entre 2000 y 2009, en plena implementación del Plan Colombia, se da el
crecimiento del paramilitarismo y las confrontaciones con las FARC alcanzan
niveles sin precedentes. De 2009 a 2015, hubo un cambio de estrategia militar
de las FARC. Tal modificación aseguró su hegemonía en la zona hasta la firma de
los acuerdos con Santos en 2016, luego de los cuales se consolidaron las bandas
de los Rastrojos y las Águilas Negras (Paz y Reconciliación, 2017, 13).
Durante el gobierno de Uribe, las fumigaciones constituyeron una de las
áreas de inversión preferidas por medio de la compañía Monsanto, productora
del glifosato y “la principal responsable de la persistencia de prácticas militares
privatizadas, que han destruido los medios de subsistencia de millones de los
habitantes más pobres de Colombia” (Armendáriz, 2016, 14).
El glifosato es un derivado del “agente naranja”, de uso letal durante
la guerra de Vietnam. Fue creado por la trasnacional Monsanto, comprada
recientemente por la compañía Bayern por la cifra de 63.000.000.000 de dólares.
El químico destruye todo tipo de vegetales y afecta seriamente la soberanía
alimentaria de los países donde se utiliza. Mientras tanto, Monsanto vende a los
campesinos sus semillas genéticamente modificadas para resistir el glifosato.

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Guerra privatizada, capitalismo lumpen y racismo en la frontera Ecuador-Colombia

De esa manera, asegura el ciclo completo de su dependencia económica y deja


abierto un campo de incertidumbres sobre la salud humana (Zacune, 2012, 18).
Dyncorp es la empresa encargada de las aspersiones. Entre sus contratos
figura uno firmado en 1991, por 99.000.000 de dólares, con el Departamento de
Estado de los Estados Unidos, con el objetivo de implementar las aspersiones
en aéreas de Bolivia, Perú y Colombia; mantener los aviones y los helicópteros;
así como entrenar pilotos y mecánicos extranjeros para estas misiones. Este
contrato lo firmaron por cinco años y renovaron en 1996 y 1997.
En 1998 Dyncorp firmó uno nuevo por 600.000.000 para cinco años,
esta vez con la finalidad de mantener los aviones y los helicópteros y entrenar
pilotos y mecánicos en Bolivia, Colombia y Perú (Stanger y Williams, 2006, 9). De
acuerdo con McCallion (2005, 320), hasta entonces los contratos de empresas
como Dynacorp, Northrop Grumman y MPRI, superaban los 1.000.000.000
de dólares anuales. Dyncorp está involucrada en tráfico de heroína y cocaína,
abusos sexuales a niñas, venta de armas a grupos paramilitares y violación
de derechos humanos en poblaciones adyacentes a sus lugares de operación
(Colectivo José Alvear, 2008).
La compañía implementa mecanismos que buscan evadir la fiscalización
del manejo de recursos humanos y económicos, al igual que debilitar la
supervisión pública de procedimientos como la contratación de un número
de extranjeros por encima de los topes establecidos por la Ley. También se ha
involucrado en actividades militares y paramilitares no autorizadas, además
de accidentes ocasionados por la negligencia de aviones mal mantenidos por
personas sin cualificación (McCallion, 2005, 338-344).
Las fumigaciones se desarrollaron, ejecutaron y evaluaron por contratistas
norteamericanos de la compañía Dyncorp, mientras la compañía Chemonics
Inc., dedicada al desarrollo del sector privado de la agricultura, manejaba la
sustitución de cultivos para la Agencia de Desarrollo Internacional (Tate,
2015, 246). A continuación, se muestra cómo han influido estas fumigaciones
en la descomposición social y en la desposesión de las comunidades
afrodescendientes de la frontera binacional.
En términos de resultados, las fumigaciones han demostrado ser
altamente ineficaces en la reducción del cultivo de la coca, pero constituyen
un factor fundamental en el desplazamiento de los afrodescendientes. Como
resultado del efecto globo, que se produce de manera constante desde las
primeras fumigaciones en el área andina en los años 70, desde el inicio del Plan
Colombia hasta 2005 se habían fumigado 138.367 hectáreas y solo entre 2004
y 2005 se incrementó en un 8 % el área de producción de coca (Dion y Rusler,
2008, 400).

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Las cifras de desplazamientos que tuvieron lugar durante la


implementación del Plan son escandalosas, si se tiene en cuenta que entre
2000 y 2005 hubo alrededor de 281.230 desplazados, y que entre 2001 y 2002
solo la fumigación produjo más de 75.000 desplazados en todo el país (Dion y
Rusler 2008, 403-404).
Una aproximación al caso de Tumaco permite mostrar la correlación
entre la guerra privatizada y la desposesión racializada, en un contexto
de debilitamiento de los derechos en el nuevo marco constitucional del
neoliberalismo. La frontera binacional de Ecuador y Colombia ha sufrido de
manera especial la privatización de la guerra de Colombia y las campañas de
fumigación. En la actualidad, Tumaco y el Pacífico nariñense constituyen uno
de los escenarios más agudos del conflicto colombiano.
La historia reciente de los pueblos afrodescendientes de la frontera se
puede sintetizar con lo que ha sucedido en Tumaco: un importante ciclo de
movilizaciones en reclamo de la presencia del Estado. Dicha ronda inició luego
del terremoto del 12 de diciembre de 1979 y precedió al levantamiento popular
de 1988, conocido como el Tumacazo (Oviedo, 2009).
Esa movilización derrotó la dominación consuetudinaria de una camarilla
del Partido Liberal, formada por la familia Escrucería, e hizo que por primera
vez el Estado mostrara su interés en la región. Sin embargo, lo hizo dentro de
la retórica multiculturalista y neoliberal, característica del ambiente en el que
se escribió la constitución de 1991: el Pacífico se concibió como un emporio
ambiental, y a los afrodescendientes como sus protectores naturales (Oslender,
2007). Al mismo tiempo que se recrudecía la guerra, se consolidaba un discurso
étnico, fuerte en el ámbito cultural, pero alejado de los derechos económicos y
políticos.
Durante la vigencia del modelo económico y político tradicional de la
costa nariñense, a los campesinos afrodescendientes los habían colocado de
manera compulsiva en las riberas de los ríos. Allí se dedicaban al cultivo de
sus propias parcelas y respondían como mano de obra a la extracción de los
recursos de los distintos ciclos económicos controlados por inversionistas
foráneos. Estos conformaban una elite blanca semiausentista, proveniente de
Cali, Bogotá o de afuera del país, que construyó una dominación racializada.
Los campesinos de las riveras carecían de títulos de propiedad y sufrían
la desposesión y el desplazamiento. Muchos huían hacia Tumaco, donde se
convertían en botín clientelar del clan de los Escrucería, que controlaba el
acceso de los desplazados a porciones de terrenos de la ciudad (Oviedo, 2009).
Luego del ciclo de movilizaciones de los 80, la Constitución de 1991
promulgó la Ley 70, que otorga a los pueblos afrodescendientes una serie de

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Guerra privatizada, capitalismo lumpen y racismo en la frontera Ecuador-Colombia

particularidades culturales similares a las que se usan para catalogar a los


pueblos indígenas y está encaminada a “la protección de la identidad cultural
y de los derechos de las comunidades negras de Colombia como grupo étnico”.
También define a las comunidades negras como “las que han venido
ocupando tierras baldías en las zonas rurales ribereñas de los ríos de la
Cuenca del Pacífico, de acuerdo con sus prácticas tradicionales de producción,
el derecho a la propiedad colectiva, de conformidad con lo dispuesto en los
artículos siguientes” (Ley 70 de 1993).
La Ley estipula que los afrodescendientes se organicen en consejos
comunitarios, equivalentes a los resguardos indígenas. Hoy existen 15 consejos
comunitarios que aglutinan a unos 50.000 miembros (cfr. Paz y Reconciliación,
2018, 9). Sin embargo, al mirar lo que sucede en un consejo comunitario
se puede ver la inoperancia de la etnización que se ha impuesto sobre los
afrodescendientes de Tumaco para transformar la trágica situación.
El Consejo Comunitario de Alto Mira y Frontera ejemplifica cómo los
territorios comunitarizados, a partir de la Constitución del 91, son espacios
donde la violencia y la producción de coca se mezclan con rivalidades entre
colonos pobres que huyen de las fumigaciones y “nativos” representados por
dirigencias sin legitimidad.
De acuerdo con el informe de Paz y Reconciliación, a la dirigencia del
Consejo Comunitario de Alto Mira y Frontera la acusaron de tratar de dirigir
el Consejo sin residir siquiera en el espacio asignado. Además, tenía serios
conflictos con colonos que, a su vez, recibían el apoyo de las FARC. Mientras,
dentro del territorio comunitario aumentaban los cultivos de coca, continuaba
el asesinato de líderes, la desaparición de personas, el confinamiento y el
desplazamiento de los pobladores.
Por su parte, el Estado profundizaba la presencia policial y militar, y
mostraba su incapacidad de defender los derechos de los pobladores ante
los ataques de los ejércitos privados, mientras ejercía de manera eficiente
la represión contra la sociedad civil cuando esta se organizaba, protestaba y
trataba de cambiar la situación dominante (Potter, 2016). En un contexto así,
entre 2005 y 2014, desplazaron a 103 688 personas (CNMH, 2015, 210). Con
tal desplazamiento favorecieron, de forma principal, a tres grandes sectores:
los inversionistas de palma africana, representantes del gran capital legal o
ilegal, los ejércitos privatizados vinculados al paramilitarismo (Roa, 2017; Roa,
2008) y las transnacionales armamentistas.

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Jose-Antonio Figueroa Pérez

CONCLUSIONES
A partir de las transformaciones del capitalismo tardío, este artículo muestra
la relación entre la guerra privatizada en Colombia y la desposesión de las
comunidades afrodescendientes en la frontera entre Colombia y Ecuador. El
Plan Colombia, contextualizado en las transformaciones del capitalismo tardío,
muestra la conexión entre los intereses de las trasnacionales armamentistas,
las disputas por los recursos naturales de carácter legal o ilegal de parte de
los ejércitos privados y la desposesión que sufren los afrodescendientes. La
desposesión que implementan los ejércitos privatizados se da en un contexto
constitucional neoliberal, que debilita los derechos económicos y políticos
mientras promueve una retórica culturalista e identitaria sobre las poblaciones
afrodescendientes que sufren la guerra.
La Constitución colombiana de 1991 describe a las poblaciones
afrodescendientes como grupos ancestrales rurales y comunitaristas, con
imágenes análogas a las creadas sobre los pueblos indígenas. Mientras el Estado
promueve el desplazamiento en el espacio rural mediante las fumigaciones
y se muestra ineficaz para defender los derechos de los habitantes de esos
espacios, la Constitución desconoce la defensa de los derechos de la población
afrodescendiente e indígena desplazada a los espacios marginales de las
ciudades.
Lo anterior puede explicarse porque la Ley 70 promovió una definición
de las poblaciones afrodescendientes desligada de las complejas historias
poblacionales y del desplazamiento histórico que han sufrido a nivel grupal,
familiar e individual y que los llevan a poblar territorios rurales y urbanos
sin titulación y sin el goce pleno de derechos (Rueda, 2010; Hoffman, 2000;
Morelli, 2016; Oviedo, 2009). En rigor, la Ley no considera que en Colombia
más del 70 % de la población afrodescendiente vive en las zonas urbanas y no
menciona el racismo ni los efectos que produce en la salud, la educación y el
desempleo.
En casos como el de Tumaco, la realidad de las zonas comunitarias
muestra que la titulación de las tierras es vaga e imprecisa y predominan las
tierras sin títulos. De igual manera, en gran parte de estos territorios el poder
real está en manos de los actores ilegales y paralegales y de unas élites locales
o regionales que hacen uso oportunista del discurso etnicista (Hoffman, 2000).
Al enfatizar en el excepcionalismo y la diferencia cultural, la Ley 70
acentúa la marginación de los afrodescendientes y su debilidad frente a los
poderes nacionales y trasnacionales que operan en las zonas rurales. A esto se
suman la debilidad en la formación educativa y la pobreza, que facilita la compra
de líderes. Además, las grandes distancias y el déficit de vías de comunicación

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Guerra privatizada, capitalismo lumpen y racismo en la frontera Ecuador-Colombia

tornan costosa y difícil la circulación de información, la toma de decisiones y la


ejecución de reuniones.
En este contexto, la Ley 70 naturaliza la distancia entre las comunidades
y el Estado. En muchos casos, la delimitación de tierras comunales se hace por
presión de las propias fuerzas externas, que encuentran más fácil negociar las
tierras tituladas con los consejos comunitarios.
El debilitamiento del reclamo de los derechos de los afrodescendientes
refuerza el desplazamiento de ingentes grupos poblacionales y el
despoblamiento de regiones que quedan a manos de inversores legales o
semilegales como los narcotraficantes o los palmicultores, mientras persisten
políticas policiales o militaristas que favorecen cada vez más a transnacionales
privadas interesadas en la perpetuación de la guerra.

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[ 48 ] Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 34-48. ISSN 1900-5547
LA IMAGEN COMO REFERENTE EN LA INVESTIGACIÓN SOCIAL
REGIONAL. SIMBOLOGÍA DEL PASADO

Ricardo Oviedo Arévalo1

RESUMEN

E
l actual departamento de Nariño, desde los inicios de la República, es
el resultado de las luchas intestinas de un país que se resiste a ingresar
al siglo XXI. Su acervo histórico lo han escrito los vencedores de las
interminables guerras civiles; estos sobrevivientes han creado sus propios
relatos e imagen de nación y región, que sirvieron de sustento para crear
los imaginarios locales de poder y dominación que, hasta el día de hoy, aún
prevalecen.
Desde siempre: negros, mulatos, mestizos e indígenas, desde las márgenes
fundantes del Estado nacional, son marginados del gobierno y de sus símbolos
que representan la nación, pero, además, como protagonistas de su propia
historia.
De esta manera, la imagen se convierte en otra forma de dominación impuestas
a las “minorías nacionales”, supeditadas al imaginario creado por las clases
señoriales en todas las épocas y luego asumidas como propias por sus clases
subalternas.
Palabras clave: Estado, clases subalternas, región, nación, imaginarios, relatos.

SUMMARY
The current Department of Nariño, since the beginning of the Republic, is the
result of the internal struggles of a country that resists entering the 21st century.
Its historical heritage has been written by the victors of the endless civil wars;
These survivors have created their own stories and image of the nation and

1. Doctor en Sociología, profesor titular Universidad de Nariño, coordinador del Observatorio


Social Udenar-Tumaco. Correo: rioviedo@yahoo.com

Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 49-71. ISSN 1900-5547 [ 49 ]
Ricardo Oviedo Arévalo

region, which served as support to create the local imaginaries of power and
domination that, to this day, still prevail.
Since always: blacks, mulattoes, mestizos and indigenous people, from the
founding margins of the national State, are marginalized from the government
and its symbols that represent the nation, but, also, as protagonists of their own
history.
In this way, the image becomes another form of domination imposed on the
“national minorities”, subordinated to the imaginary created by the noble
classes in all periods and then assumed as their own by their subaltern classes.
Keywords: State, subaltern classes, region, nation, imaginaries, stories.

RESUMO
O atual departamento de Nariño, desde o início da República, é o resultado
das lutas internas de um país que resiste a entrar no século XXI. A sua herança
histórica foi escrita pelos vencedores das intermináveis ​​guerras civis; Estes
sobreviventes criaram as suas próprias histórias e imagem da nação e da região,
que serviram de apoio para criar os imaginários locais de poder e dominação
que, até hoje, ainda prevalecem.
Desde sempre: negros, mulatos, mestiços e indígenas, desde as margens
fundadoras do Estado nacional, são marginalizados do governo e de seus
símbolos que representam a nação, mas, também, como protagonistas de sua
própria história.
Desta forma, a imagem torna-se mais uma forma de dominação imposta
às “minorias nacionais”, subordinadas ao imaginário criado pelas classes
nobres em todos os períodos e depois assumido como seu pelas suas classes
subalternas.
Palavras chaves: Estado, classes subalternas, região, nação, imaginários,
histórias.

INTRODUCCIÓN
El historiador holandés Johan Huizinga (1872-1945) definió la historia como la
forma intelectual en que una civilización rinde cuentas en el análisis de su pasado.
Y, por tanto, el verdadero estudio de la historia incluye a nuestra imaginación
y conjura nuestras concepciones, imágenes y visiones; en ese retiro hegeliano
de la realidad podemos reconstruir nuestros propios relatos y experiencias, en
muchas ocasiones sepultadas irremediablemente por el tiempo y, en otras, por
las manos maliciosas de sus intelectuales e historiadores, como fue la obsesión
del misionero franciscano Diego de Landa (1524-1579) de incinerar los códices
mayas, con el único propósito de desaparecer el conocimiento y el relato escrito

[ 50 ] Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 49-71. ISSN 1900-5547
La imagen como referente en la investigación social regional. Simbología del pasado

de una civilización que había colapsado debido a la incomprensión de su


compleja cosmovisión cultural, pero, ante todo, por la dicotomía de sus dioses
que, como el Dios cristiano, surgieron en medio del sufrimiento y el sacrificio,
donde la sangre es un elemento vital divino, para la conexión con el mundo “real”,
con el supra mundo (cielo) y, para el mundo maya, con su oscuro inframundo,
donde permanentemente debía complacerse a los dioses con sacrificios
humanos realizados desde sus gigantescas y bien adosadas pirámides, pues las
cenizas del sacrificio de sus guerreros y gobernantes servían para vulcanizar
el caucho para el juego de pelota en que sus semidioses se reencarnaban en la
competencia divina para regular el equilibrio de su universo.
De esta forma, su arquitectura de estilo faraónico no solo era una
demostración del poder de sus gobernantes, sino, ante todo, donde se realizaba
el ciclo del supra e inframundo y, con un elaborado lenguaje simbólico, el
mundo conocido revalidaba su existencia día tras día y con ello el poder de sus
representantes sobre la tierra, sus reyes y toda su parafernalia de plumas, jade,
joyas e instrumentos utilitarios construidos de la concha del bivalvo spondylus
y de todo tipo de abalorios, proyectaban la inmortalidad de un sistema de
dominación al que no le fue suficiente su largo tiempo de existencia para no
sucumbir ante la racionalidad occidental de la guerra y de sus normas.
A cada momento histórico de humanidad lo acompañan expresiones
artísticas que lo preservan en el tiempo. Cada una de estas inventivas, utilizadas
desde los primeros tiempos del hombre, demuestra lo mejor de su momento
técnico y cultural: en paredes de cuevas y acantilados se expresa el arte rupestre;
en numerosas tabletas de greda, su escritura cuneiforme; en extensos papiros
quedó atrapado el conocimiento de la cultura egipcia, con su hermosa escritura
jeroglífica; en nudos de cortezas de árboles y lanas multicolores de camélidos
andinos los célebres y aún indescifrables quipús de la cultura incaica.
Los Mayas esculpieron sus intrincados y hermosos glifos; en papel y
tinta, se escribió la historia en ideogramas del transcurrir del mundo chino
y sus mandarines, que incluye en su mundo simbólico una gran variedad
de esculturas, algunas de gran tamaño, como las diversas pirámides que se
repiten en cada una de las civilizaciones que han existido en todas las partes
del mundo y que conectaban al hombre con sus dioses, para demostrar el
poderío de sus gobernantes; en casi todos estos lenguajes, se preservaban para
el futuro las virtudes de sus gobernantes, pero también las advertencias de
sus castigos, para no referirse a las diferentes pinturas y tintes multicolores
que las recubrían y que representaban la estructura social y religiosa de cada
una de estas civilizaciones, por lo que, debido a ello, hoy podemos reconstruir
sus momentos de gloria y ocaso; este inventario artístico se ha convertido
en un invaluable material arqueológico e histórico de primer orden para los
investigadores modernos.

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Ricardo Oviedo Arévalo

Nota. Danzante, Festival Andino, Pasto, 2010. Fotografía por:


Ricardo Oviedo Arévalo.

Desde siempre, a negros, mulatos, mestizos e indígenas, desde las bases


fundacionales del Estado nacional, los marginaron del gobierno y, como
protagonistas de su propia historia, el mítico camino de Barbacoas no era
importante por sus cargadores, sino por la mercancía que transportaban; el tren
de la costa es importante por las imágenes del presidente Benjamín Herrera
(Ilustración Nariñense : 1931) , cuando coloca el clavo de oro inaugural para su
construcción, pero no por los miles de trabajadores que posibilitaron su obra;
lo mismo ocurrió con la construcción de la vía al mar, o el incesante proceso de
colonización en las riberas del Río Mira o Mexicano y de la actual provincia de
Esmeraldas (Ecuador); la tragedia del narcotráfico le interesa a los gobiernos
y a muchos medios de comunicación por el volumen de dinero que mueve
este negocio ilícito, pero no por los efectos trágicos sobre sus víctimas, los
campesinos pobres que cultivan y recolectan coca y son objetivos predilectos
de todo tipo de actores violentos.

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La imagen como referente en la investigación social regional. Simbología del pasado

APROPIACIÓN SOCIAL DEL ESPACIO E IMAGEN


Aunque el área de la costa es el 55% del territorio total del actual departamento
de Nariño, su sociedad y actividad económica ha girado, desde su fundación,
en torno a los llamados “reales de minas”, ubicados en el piedemonte costero;
esta actividad profundamente extractiva ha generado grandes desigualdades
sociales y económicas; paradójicamente, por su territorio ingresaron los
primeros artilugios de la modernidad: automóviles, pianos, la moda, las
primeras máquinas y también los extranjeros y aventureros que tenían como
profesión el comercio, pero estos sujetos también trajeron los símbolos de la
modernidad, que representaba una sociedad mundial que cambiaba en forma
acelerada y mostraba los aportes del desarrollo económico, frente a sociedades
“señoriales” que aún no rompían con su pasado colonial.
Según el brasilero Milton Santos (1926-2001), esta apropiación social del
espacio es una consecuencia de la globalización de la sociedad y de la economía,
en la que cada uno de sus actores se especializa en funciones y actividades
independientes una de otra y, por tanto:
El espacio debe considerarse como el conjunto indisociable del que
participan, por un lado, cierta disposición de objetos geográficos, objetos
naturales y objetos sociales, y por otro, la vida que los llena y anima, la sociedad
en movimiento. El contenido (de la sociedad) no es independiente de la forma
(los objetos geográficos): cada forma encierra un conjunto de formas, que
contienen fracciones de la sociedad en movimiento. Las formas, pues, tienen un
papel en la realización social. (Santos, 2000, p. 28).
Según Santos, para el estudio de este sistema de realidades espaciales,
conformado por las cosas, los objetos y la vida que los anima, se debe partir del
concepto kantiano de la pluralidad como unidad o la unidad de la diversidad;
por lo tanto, es mucho más integrador estudiar su composición y movimiento
a partir de lo simbólico y ¡qué mejor para ello que la fotografía! que, según
Bourdieu, es un arte intermedio entre lo clásico de las técnicas de investigación
social y lo novedoso de sus avances técnicos, que deben incorporarse al discurso
social.
Hoy este inventario artístico y tecnológico se ha convertido en un
invaluable material arqueológico de primer orden para los investigadores
modernos; por tanto, el símbolo contiene un gran significado polisémico y de
representación semiótica de cualquier civilización:
Siendo un mecanismo fundamental en la memoria de la cultura, los símbolos
transportan textos, esquemas de argumentos y otras formas semióticas de un
estrato a otro de la cultura. Al atravesar la diacronía de la cultura, los conjuntos

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Ricardo Oviedo Arévalo

constantes de símbolos, en una medida significativa, adoptan la función de


mecanismos de unidad; al realizar la memoria que el colectivo tiene de sí, estos
impiden que la memoria se disperse en estratos aislados cronológicamente. La
unidad del conjunto básico de símbolos dominantes y su permanencia en la vida
cultural, definen de manera esencial las fronteras nacionales y territoriales de
una cultura. (Lotman, 2002, p. 91)

Al contrario de estas civilizaciones pretéritas, el trasegar de las


civilizaciones actuales, según el francés Edgar Morin, pasa por la construcción
de un pensamiento complejo que, antes que traer soluciones, trae más
problemas; de esta forma: “es que el pensamiento complejo está animado
por una tensión permanente entre la aspiración a un saber no parcelado, no
dividido, no reduccionista, y el reconocimiento de lo inacabado e incompleto de
todo conocimiento” (Morin, 1994, p. 22).
Por tanto, lo holístico del conocimiento supera la especialización
académica obsesiva de estudiar el objeto antes que el todo; es decir, que es
mejor urdir redes que crear hilos sueltos y, por tanto, es más creativo en la
investigación social explorar nuevas fuentes de investigación que representen,
en el mundo de la semiótica, la complejidad de civilizaciones actuales, en que la
información se acumula en forma exponencial en un cosmos infinito digital y, al
contrario de la costosa y elitista creación de imágenes de todas las anteriores
civilizaciones, se popularizó, a partir de mediados del siglo XIX, por la creación
de artilugios, como la cámara fotográfica, que hoy, aunque nadie lo creyera hace
20 años, ha llevado a una unión indisoluble con el teléfono móvil, otro invento
de la modernidad que ha transformado el arte de la comunicación de masas
(Oviedo: 2020, p. 256).
Para los estudiosos de la sociología moderna, como el francés Pierre
Bourdieu, hoy la fotografía se puede considerar como un arte intermedio y
como una fuente alternativa para la investigación social (Bourdieu, 1979.
p. 135), en especial por las transformaciones sociales generadas a través de
los adelantos científico-técnicos de las civilizaciones surgidas a partir de
la Revolución Industrial y la revolución social francesa, donde no solo se le
arrebató a la nobleza y a la Iglesia el derecho casi exclusivo de generar sus
propias representaciones y, por tanto, reproducir los símbolos del poder y
la creación de nuevos imaginarios de autoridad, para lograr desde el arte la
diferenciación de los variopintos imaginarios sociales que expresaran los
acartonados sentidos de pertenencia de la rígida estratificación de los Estados
monárquicos, incluso en sociedades en las que la premodernidad se mantuvo
más en el tiempo, como en el caso de la sociedad del sur de Colombia, donde
al fotógrafo ipialeño Teófilo Mera lo excomulgó el obispo de la ciudad de Pasto,

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La imagen como referente en la investigación social regional. Simbología del pasado

Antonio María Pueyo de Val (1917-1929), por considerar que la fotografía


era un arte diabólico que hurtaba el alma de sus feligreses y, en sus propias
palabras, era “un invento protestante contra el catolicismo” (Oviedo, 2013, p.
155).
Malcolm Deas (1993), cuando estudia el poder en Colombia, concluye que
Literatura y política van de la mano, en especial a finales del siglo XIX y, bien
entrado el siglo XX, el lenguaje y sus símbolos no solo sirven para comunicarse,
sino, ante todo, como un factor de diferenciación y reafirmación de aquel que
ostenta el poder por vías del conocimiento del idioma en la construcción del
“otro dominado”, inculto e incapaz de conocer la métrica y demás componentes
fonéticos de un idioma, que habla más por instinto que por un conocimiento
estructural y académico. Esta relación es parte fundamental para diferenciar
el mundo urbano, culto e hispano, del rústico e inculto entorno rural, que debe
dominarse por la vía del estudio profundo y sistemático de la lengua como vía
de comunicación y de poder; casi todos estos estudiosos son descendientes
de la sobreviviente “clase señorial” colonialista y casi todos ellos de origen
conservador y tradicionalistas, como es, entre otros, el caso de Miguel Antonio
Caro (1843-1909), uno de los fundadores y presidente de la Academia
Colombiana de la Lengua (1873), vicepresidente, redactor de la Constitución
de 1886, traductor de clásicos griegos como la Eneida (1870), hispanista
consumado y uno de los referentes intelectuales de la República.
Los intelectuales nariñenses no fueron ajenos a estos planteamientos
ideológicos, el caso del periodista Alejandro Santander, del humanista Leopoldo
López Álvarez, juristas y polemistas como José Rafael Sañudo, todos ellos
con gran reconocimiento nacional, de estirpe conservadora y de ese mundo
hispanista “Regeneracionista” creado como elemento de dominación, también
fueron instrumentados como parte de los dispositivos diferenciadores entre
el mundo culto y el “bárbaro”, cada una de sus obras, eran verdaderas “armas
arrojadizas”, dirigidas a un selecto grupo de lectores manipuladores del poder
local, para comienzos del siglo XX, solo un tercio de su población era alfabeta,
la preocupación de la élite intelectual iba dirigida fundamentalmente, a crear
nuevos imaginarios sociales, a partir de la construcción de un nuevo relato de
los sucesos de la guerra de la independencia y sus posteriores consecuencias y
que terminan con la creación del departamento de Nariño y de su universidad.
Pero, también se debe destacar a los “disidentes” locales de estas
corrientes hispanistas, como lo fue el ipialeño Teófilo Mera (1889-1972),
profesor de artes, creyente luterano, miembro destacado del Partido Liberal,
contestatario y anticlerical confeso, de lejos uno de los mejores fotógrafos de
Colombia para su época y, hasta el día de hoy, casi totalmente desconocido; con

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su obra, llevó a que sus clientes soñaran con pertenecer a los movimientos de
“La belle époque”, de origen francés, lo que los apartaba momentáneamente de
las predominantes corrientes conservadoras hispánicas y los conectaba, desde
su estudio, al mundo liberal europeo.
Otro disidente es el desconocido escultor Marceliano Vallejo (1910-1982),
nacido en el municipio de El Contadero, autodidacta, se inicia en la escultura
religiosa alrededor de la iglesia de Las Lajas, Ipiales, con obras periféricas de
su fachada, en concreto y marmolina, pero es más conocido por sus enormes,
elegantes y delicadas esculturas dedicadas al libertador Simón Bolívar, en pose
de cabalgata celestial, donde, en mínimos puntos de contacto con el pedestal,
el Libertador y su caballo vuelan en sostenido por las montañas de los Andes,
como si desafiaran a sus enemigos en la tierra; según el historiador Armando
Oviedo (2005):
Lo más extraordinario del maestro Vallejo es que sin cálculos aritméticos de
peso y equivalencias, genera y produce la obra escultórica en el mismo sitio
donde va a ir, si se trata de una estatua pública, lo cual arrancaba apasionadas
exclamaciones de elogio al artista, al creador. (p. 261)

Con su obra, don Marceliano Vallejo representa al hombre de dos


mundos, conservadurismo y modernidad, que van a influir en el trasegar de la
creación de una comunidad imaginada en el sur de Colombia; la religión, como
protagonista arquitectónica ritual ancestral, y otra política, en la construcción
de los imaginarios del Estado nacional, en torno a la visibilización de su mayor
protagonista, el polémico Simón Bolívar, al que representa como aquel héroe
que ya no pertenece a la tierra, sino al Olimpo de los dioses, mientras cabalga
en los cielos, sobre suelo “realista”, acompañado de sus valerosos llaneros,
espada en alto.
La estructura de sus conjuntos esculturales, (como el de la plaza central
del municipio de La Florida) se armaba sobre el terreno; en muchas de estas
esculturas, utilizaba como columna estructural los viejos rieles del fallido
Ferrocarril de Nariño, que revivían en la gesta libertadora.
Con su arte religioso decoró fachadas de iglesias en Nariño, Popayán y
el norte del Ecuador; sus trabajos religiosos, de gran magnitud artística, los
podemos apreciar en la fachada y plazoleta de la iglesia de Las Lajas (Ipiales);
la Virgen del Carmen (1938), en el altar del templo del municipio de Ancuya;
el monumental Cristo Rey (1940), de la iglesia homónima, en Pasto; Nuestra
Señora de los Andes (1942), de los Hermanos Maristas, en Cali, (Valle); en
Popayán, San José (1944), en la iglesia homónima y la Virgen del Perpetuo
Socorro (1945), en la misma ciudad, y, en Pasto, la escultura de Marcelino
Champagnat (1945), en el colegio homónimo.

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La imagen como referente en la investigación social regional. Simbología del pasado

Su faceta patriótica, se centró


en la imagen del Libertador. En
la ciudad de Túquerres realizó la
primera escultura ecuestre de Bolívar
(1944), hoy parte de la identidad de
los municipios de la sabana; en el
municipio de El Contadero (1953),
su ciudad natal; en Tulcán, provincia
del Carchi, Ecuador, realiza un busto
sobre el héroe de la independencia
ecuatoriana Abdón Calderón (1954);
Bolívar, con espada en alto, en el
parque del municipio de Potosí,
(Nariño, 1955); el mismo homenaje
al Libertador lo realizó en: San Pablo
(1959), Puerres (1966), La Florida
(1971), entre otros municipios.
Entonces, tenemos que el arte
logró lo que la política no pudo, unir
el cielo y la tierra en una propuesta
estético-política, en que cada una
de ellas convive sin ningún tipo
de conflicto ideológico de estos
dos ejes formativos del imaginario
Nota. Marceliano Vallejo. Simón Bolívar, Plaza
ideológico del nariñense: religión central, municipio de La Florida, Nariño. Foto-
e independencia. Lo monumental grafía: Ricardo Oviedo A.
de su obra y su fresca y atrevida
propuesta artística llevan a que a Vallejo se lo conociera hoy como “el escultor
de los vientos”.

LENGUAJE, SÍMBOLOS E IMAGINARIOS


La modernidad va de la mano del desencantamiento del mundo, que se
entiende como la racionalidad cultural de la sociedad occidental modernizada,
burocratizada, secularizada y, por tanto, la pérdida de la influencia del
misticismo religioso, que fue un elemento fundacional para la creación de ese
continente cultural que se llama Europa y para explicar y gobernar el mundo
por su creciente intelectualidad y racionalización de todo tipo de actividades
económicas y científicas, como nos explica Max Weber, en su texto: política y
ciencia:

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... En consecuencia, la intelectualidad y la racionalización crecientes no signifi-


can un mayor conocimiento general de nuestras condiciones de vida. Significa
algo diferente, a saber, el conocimiento o la certeza de que, en caso de querer-
lo, siempre podemos saber que en nuestra vida no intervienen fuerzas ocultas
o imprevisibles, sino que en principio todo puede ser controlable y calculable.
Esto significa que se expulsa la magia del mundo. Ya no hay que apelar a medios
mágicos para controlar los espíritus o moverlos a lástima, como hace el salvaje,
para quienes existen esos poderes misteriosos. (Weber, 1989, p. 114)

Entonces, este mundo cambiante se puede explicar a partir de acciones


racionales preestablecidas, como nos lo explica el sociólogo alemán en su
texto sobre la ética protestante y el espíritu del capitalismo (1991), donde dos
factores, uno económico (el capitalismo), y el otro ético (el protestantismo),
posibilitaron modificar el relato del Edén paradisíaco, en que el hombre pierde
el afecto contemplativo de los dioses al romper las reglas divinas y lo condenan
a ganarse la vida con el sudor de su frente; de esta forma, el trabajo como castigo
se convirtió en una penitencia sobre la tierra.

Nota. La sublimación de la sociedad igualitaria, entre desiguales, “Comparsa “los nadie”, Carna-
val de Negros y Blancos, 2023, Cimarrones, Nariño.

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Al contrario, el éxito de los comerciantes venecianos y del centro de Italia


mostraron que el trabajo ascético y permanente dignifica al hombre, y de paso a
Dios, con sus aportes a la construcción de grandes obras religiosas, para superar
el grisáceo “gótico” por la variopinta y cromática arquitectura renacentista,
en la que el repudiado becerro de oro sube a los altares reencarnado entre
inciensos y santos, muchos de ellos con votos de pobreza extrema, como lo es
Francisco de Asís.
Aunque el “lavado” divino de la riqueza por parte de la Iglesia fue posible
en la España del siglo XVI, no tuvo su misma acogida el reconocimiento del
trabajo como un factor productivo y progresista y, por tanto, el concepto
weberiano de profesión, como una vocación divina y, por ende, íntima y de
obligatoriedad individual, se relega a hidalgos pobres o venidos a menos, casi
siempre condenados a estudiar las llamadas carreras liberales, como nos relata
de la mejor forma Cervantes Saavedra en su texto Don Quijote, en el que este
hidalgo es el primer hombre que enloquece por ser un lector empedernido de
las novelas caballerescas medievales, que describen un mundo que se resiste a
cambiar, pero no entiende los nuevos tiempos que se avecinan, lo que lo resume
magistralmente el politólogo italiano Antonio Gramsci, cuando señala: “el viejo
mundo se muere, el nuevo mundo tarda en aparecer, y en ese claro oscuro
aparecen los monstruos” (Meneses, 2015, p. 149).
Por tanto, este imaginario teológico del trabajo y de la profesión se
anida en Latinoamérica y con mucha fuerza en el sur del país, en una sociedad
que gira en torno a los reales de minas de Barbacoas y sus alrededores y la
perenne hacienda en sus tierras altas; con una fuerte presencia de actores
afrodescendientes e indígenas que mixturan un nuevo mundo simbólico,
reflejado, entre muchas manifestaciones en sus coloridos y alegres carnavales.
(Ver fotografía 3).

LA IMAGEN COMO REFERENTE EN LA INVESTIGACIÓN SOCIAL


La palabra imagen tiene su origen etimológico en la palabra imitari, que se
puede definir actualmente en la palabra imitar que, como ocurre con el efecto
de un espejo, refleja sin ningún tipo de crítica a su original, este fue el origen de
la llamada “caja oscura” en pleno Renacimiento de mediados del siglo XV, en los
talleres de pintores tan célebres, como Leonardo da Vinci o Rafael; este invento
permitió perfeccionar las dimensiones y la aplicación de colores, para originar
la conocida escuela “naturalista”, que ha influido el arte hasta el día de hoy.
Según el investigador francés Roland Barthes, la pregunta más importante
que debe hacerse radica en si las imágenes analógicas (copia) generan un
conjunto de signos o solo reproducen una aglomeración de símbolos al no

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concebir un lenguaje semiótico propio y de doble articulación entre el original


y su copia (Oviedo, 2020, p. 253).
Por lo tanto: “Sabemos que los lingüistas consideran ajena al lenguaje
toda comunicación por analogía, desde el “lenguaje” de las abejas hasta el
“lenguaje” por gestos, puesto que esas comunicaciones no poseen una doble
articulación, es decir, que no se basan, como los fonemas, en una combinación
de unidades digitales, al no existir una comunicación “física”, entre el emisor y
receptor y solo se puede concebir como una re-producción de la realidad: “De
este modo, por ambos lados se siente la analogía como un sentido pobre: para
unos, la imagen es un sistema muy rudimentario con respecto a la lengua y,
para otros, la significación no puede agotar la riqueza inefable de la imagen”
(Barthes, 1986, p. 127).
De esta forma, la imagen no tendría un código ni podría constituir un
sistema de signos; solo sería un reflejo inmutable de la realidad de la que
ha surgido, pero Barthes considera, al contrario, que la imagen construye
su propio conjunto de símbolos, que los puede ordenar y, en contravía de la
realidad, le agrega toda la “carga valorativa” del artista que la genera, lo que
produce un cambio morfológico y de contenido inmediato; entonces, la imagen
no representa toda la realidad, solo la que ha escogido su autor, para darle una
relevancia e importancia que transforma su origen; de esta forma, la imagen
creada es diferente a la realidad de donde se ha extraído, lo que refleja los
nuevos códigos estéticos de su autor; no es casual que el paisaje representado
en una pintura o en una placa fotográfica solo representa un instante irrepetible
de una realidad efímera, pero que, al capturarla el ojo humano, se eterniza en
el tiempo; eso lo saben muy bien los cazadores de amaneceres o atardeceres
y los coleccionistas de bosques y rocas multicolores: ese paisaje que se quedó
en los recuerdos ya no existe, solo le pertenece al artista que lo ha posibilitado,
para convertir, de esta forma, la realidad en un mensaje eternizado por el
individualismo de un artista (Suarez,2008, p. 29).
Según Stuart Hall, la cultura, con su carga semiótica, se considera parte
del pensamiento productivo presente y futuro de la sociedad y, por tanto, en
permanente construcción y decodificación, que tiene un referente pretérito,
pero no cosificado, sino en permanente rediseño y cambio y que obliga a una
deconstrucción de términos como: cultura, identidad, identificación:
La deconstrucción se ha realizado en el interior de varias disciplinas, todas
ellas críticas, de una u otra manera, de la noción de una identidad integral,
originaria y unificada. La filosofía planteó en forma generalizada la crítica del
sujeto autónomo situado en el centro de la metafísica occidental poscartesiana.

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El discurso de un feminismo y una crítica cultural influidos por el psicoanálisis


desarrolló la cuestión de la subjetividad y sus procesos inconscientes de
formación. Un yo incesantemente performativo fue postulado por variantes
celebratorias del posmodernismo. Dentro de la crítica antiesencialista de las
concepciones étnicas, raciales y nacionales de la identidad cultural y la «política
de la situación» se esbozaron en sus formas más fundadas algunas aventuradas
concepciones teóricas”. (Hall, 2003, p. 13).

De esta manera, el concepto de cultura, identidad e identificación, de


construido, no es arqueología, se convierte en un viaje de redescubrimiento
interno y grupal en pleno movimiento por los diferentes actores que la
construyen.
Entonces, para Halls, la identificación es uno de los conceptos menos
comprendidos y más complejos en definir, de un rico legado semántico, que
en muchas ocasiones, proveniente del psicoanálisis y de su relación entre el
yo y el “otro”, con todas las complejidades de exclusión y de amores (complejo
de Edipo), moldeado en la percepción en la construcción en la imagen del otro
como sujeto de intercambio y diferenciación:
En el lenguaje del sentido común, la identificación se construye sobre la base
del reconocimiento de algún origen común o unas características compartidas
con otra persona o grupo o con un ideal, y con el vallado natural de la
solidaridad y la lealtad establecidas sobre este fundamento. En contraste con el
«naturalismo» de esta definición, el enfoque discursivo ve la identificación como
una construcción, un proceso nunca terminado: siempre «en proceso». No está
determinado, en el sentido de que siempre es posible «ganarlo» o «perderlo»,
sostenerlo o abandonarlo. (Halls, 2003, p. 14)

Por lo tanto, en el sur de Colombia, la imagen ha sido un elemento


importante para su tipificación como grupo social, desde las vasijas y esculturas
precolombinas, pasando por los libros, revistas y periódicos de las imprentas de
sus élites y de la rebelde fotografía, todos ellos, hacen parte de un componente
importante para la creación de imaginarios sociales que urden los hilos de
diferentes relatos y lenguajes de sus diferentes actores y que hace del sur de
Colombia una región de encuentros y desencuentros de estas narraciones y que
tiene como columna vertebral la decodificación de su historia y la construcción
de un imaginario regional que está más cercano al pasado que al futuro,
resistiéndose, desde lo cultural, al gran meta relato nacional de la conformación
del Estado nacional, creado desde el centro del país.

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CONFORMACIÓN DE LA COMUNIDAD HISTÓRICA, COLONIALIDAD Y


MODERNIDAD
La modernidad es un periodo de ideas políticas y filosóficas generadas a
partir del surgimiento del antropocentrismo del Renacimiento y, luego del
descubrimiento de América, se caracteriza por un conjunto de ideas, cambios y
rupturas profundas en la sociedad occidental, encarnadas en el movimiento de
la ilustración, donde se formaron las categorías de un “otro”, dominado, sumiso,
ahistórico, y el Calibán shakesperiano iluminado, a su vez, por “Próspero”,
constructor y ejemplo en los ámbitos de la filosofía, la ciencia, la política y el
arte y los modos de vida en general.
En esta separación, respecto a otros periodos históricos, la Edad Antigua,
Media y Moderna, no solo implica lo tecnológico o estético; es, ante todo, una
disociación de origen religioso, entre lo sagrado (Dios), lo humano (Hombre) y
la naturaleza; lo sagrado, por su grado superior de divinidad, es incuestionable,
eterno y separado de su creación: el hombre y la naturaleza; el hombre, creado
a su imagen y semejanza y ubicado por encima de su entorno biótico e incluso
entre ellos, se focaliza en su pueblo escogido y abandona a su suerte al resto
de su mejor creación, lo que crea una grieta ontológica entre la razón y el
mundo, que justifica posteriormente la dominación de los “escogidos” sobre
los bárbaros o salvajes.

Nota. Aviadores aeropuerto de Ipiales. Sin año. Fotografía por: Teófilo Mera. Colección privada.

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Según Weber, la definición de la modernidad cultural se debe, ante todo,


a la separación entre la religión, la razón y la metafísica, que se empezaron a
escindir a partir del siglo XVIII, con la consolidación de la ciencia y su aplicación
en el surgimiento de una tecnología que incentivaba la llamada Revolución
industrial, alma del capitalismo moderno, que sirvió de sustrato ideológico
para la organización colonial del mundo y, por tanto, de sus pueblos y culturas,
para convertirse en la única posibilidad civilizatoria y la única forma de vida
posible.
De esta forma, Europa va moldeando el concepto de modernidad
que articula cada uno de los saberes en torno a sus propias necesidades de
dominación: el Derecho, la filosofía, la economía, el arte y la arquitectura,
retoman el concepto aristotélico entre lo “civilizado” y lo “bárbaro”, este último
como el “otro”, aquel a quien conquistar y colonizar; un papel importante de esta
nueva visión del mundo corrió a cargo de la Iglesia, organización hierocrática,
supranacional, que tiene como objetivo central ganarse el alma de los fieles, con
la incertidumbre y con el monopolio del dominio del más allá (Weber, 1991).
En el caso de América, la Iglesia fue una organización fundante del Estado
colonial, de sus instituciones y de su posterior validación, que tiene como
modelo la conformación belicista del Estado nacional hispano, cuya réplica se
aplica en el Nuevo Mundo, teniendo como referente la lucha contra los moros
y judíos en el proceso de unificación nacional a partir de la guerra y no de las
ideas o de un nuevo proceso de producción económico y científico derivado de
la actividad asceta y racional de sus actores.
Al tomar en cuenta que, en la construcción del relato sobre el Nuevo
Mundo, según el filósofo alemán Hegel, el continente americano se queda fuera
de la Historia, por ser nuevo y, por tanto, inmaduro, y donde la filosofía y la
Historia tardarían en llegar, se justifica lo que el filósofo Enrique Dussel ha
definido como el eurocentrismo, que no es otra cosa que la construcción de una
macro-visión del mundo en torno a su propia experiencia europea, “colocando
su especificidad histórica-cultural como patrón de referencia superior y
universal”, que es el elemento aglutinador del resto de culturas conquistadas y
sometidas (Lander, 2005, p. 41).
Según Dussel, la definición de la modernidad se encuaderna entre un
sistema mundo de grandes relatos civilizatorios, que surgen en las riberas de
grandes ríos, como el Nilo, en Egipto, el Tigris y el Éufrates en la Mesopotamia
y, luego, se desarrolla en una Europa occidental donde surgen sistemas como el
feudalismo y posteriormente el capitalismo; según el mismo autor, este relato está
incompleto, pues no tiene en cuenta a América y el aporte de sus pueblos, que en
muchas ocasiones los superaba, como es el caso de las culturas mesoamericanas;

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surgiendo un concepto errado de un mundo superior y dominador europeo, lo


que Dussel llama el eurocentrismo (Dussel, 2008, p. 18).
Según dicho autor, no es casual que la modernidad surgiera con el
“descubrimiento” de América, que posibilita el origen del primer Estado con las
características y requisitos culturales, sociológicos e históricos weberianos, que
se requiere para la formación del Estado moderno: España inicia este camino,
lo que incluye su brazo coercitivo “policial” de la Inquisición, que homogeniza,
en torno al naciente Estado, a esa colcha de retazos de pueblos, costumbres y
lenguas, en torno a los Reyes Católicos y fortalece la nueva burocracia surgida
de esa confederación ibérica, que lleva a que la empresa conquistadora fuese
una empresa de particulares y, por tanto, privada, pero supervisada de cerca
por la Corona, como lo podemos inferir de las crónicas de Cieza de León y de la
visita de López Medel, cuando se delega desde la metrópoli al bachiller Tomás
López Medel (1520-1582) para realizar una de sus más célebres visitas de
tasación al sur de Colombia, en especial el que después sería el departamento
de Nariño (Oviedo, 2005, p. 36).

IMAGEN DE LA COMUNIDAD HISTÓRICA: LA CONQUISTA


Para poder realizar sus sueños, los españoles tuvieron que destruir los sueños
de cientos de hombres en América, en lo que llamamos conquista.
Al llegar a Norteamérica, los franceses y los ingleses llevaron su obra de
colonización a regiones que, por el clima, la conformación del suelo y el mundo
vegetal y animal, coincidían o presentaban cierta semejanza con el norte de
Europa occidental, es decir, con su patria de origen. En cambio, los españoles,
cuando llegan a las Indias occidentales, al centro y sur de América, encontraron
realmente un mundo nuevo, ignoto, desconocido, el mundo que años atrás
había descubierto el lusitano Vasco de Gama en las costas africanas, donde los
días son iguales a las noches, donde el verde es de todas las tonalidades, no hay
estaciones, pues en estas tierras hay todas las estaciones en cualquier época del
año (Friderici, 1973, p. 13).
Desde el inicio el “descubrimiento” y posterior conquista de las Indias,
se trató de una obra eminentemente del pueblo y predominó más el esfuerzo
privado e individual que la acción oficial del Estado. Jurídicamente, tenían como
base las Capitulaciones, que fijaban “los derechos que se reservaba la corona en
los nuevos territorios a descubrir y las mercedes concedidas a los diferentes
participantes en la empresa descubridora”. El financiamiento de la misma
empresa casi siempre recaía sobre el individuo que organizaba la expedición,
al que se le daba un carácter de inversionista, empresario o caudillo militar
(Friderici, 1973, p. 13).

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La imagen como referente en la investigación social regional. Simbología del pasado

Estas mismas Capitulaciones sirvieron de base para la creación del


Derecho Indiano, que generó un dispositivo lleno de casuística jurídica, que se
trató de reparar con la publicación de la Recopilación de las leyes de Indias de
1680, en la que se trataba de generalizar la experiencia conquistadora, para
darle un carácter de unidad jurídica a esta empresa.
Este carácter individual y privado lleva a que, en la construcción del
imaginario americano, surgieran los privilegios excesivos de los conquistadores,
forma de reconocer el Estado, el riesgo y la inversión que habían hecho ellos.
Se otorgaron títulos, que llevan a recordar las batallas contra los moros, como
el título de Adelantado con carácter vitalicio o hereditario, por el que tenían
facultad:
Para repartir tierras y solares y, en ocasiones, también para hacer
repartimientos de indios; se le autorizó para la erección de fortalezas y para
gozar, vitalicia y hereditariamente, de la tenencia de las mismas; se le permitió
la provisión de oficios públicos en las ciudades de su jurisdicción, y se unieron
a estas lucrativas recompensas de carácter patrimonial (Friderici, 1973, p. 13).
De esta forma, el Derecho medieval, surgido en la reconquista ibérica y en
distribución de la tierra, se extendía a América, se adoptó con las características
propias del nuevo continente, llamándose el derecho indiano, que influyó
siglos después en la construcción jurídica de las nuevas repúblicas, en el caso
colombiano en las relaciones entre los pueblos originarios y afrodescendientes,
que mantuvieron su visión lascasiana sobre la propiedad de la tierra y el
mantenimiento de sus organizaciones étnicas.
Con estas características, la aristocracia se marginó de la Conquista y no
participó ni como inversionista ni como caudillos militares; en muchas ocasiones,
se impidió el paso de cultivadores y artesanos, pues se veía perjudicada por
la emigración de mano de obra indispensable para el mantenimiento de sus
feudos castellanos.
Pero las mismas normas medievales sirvieron para que los excluidos por
instituciones como el mayorazgo (en que solo hereda el primogénito varón),
aún vigentes en España para la época del “descubrimiento”, llevaba a que los
segundones quedasen en una situación económica difícil, lo que en muchas
ocasiones generaba la división familiar y su empobrecimiento, que llevó a
que el Estado autorizase su traslado a América, donde existía toda una serie
de posibilidades de crear fortuna propia, aún en un territorio inhóspito y
desconocido, de muchos riesgos personales; esta nueva cruzada era la de los
desheredados de Europa, de los pobres de la tierra.
En los años de 1492 y 1497, se autorizó el reclutamiento de delincuentes;
rápidamente, por Real Cédula del 11 de abril de 1505, se prohibió su traslado

Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 49-71. ISSN 1900-5547 [ 65 ]
Ricardo Oviedo Arévalo

a las Indias; luego, también se extendió esa prohibición “a los descendientes


de moros y judíos, los herejes reconciliados o castigados por la inquisición, los
negros ladinos o a los gitanos” (Ibíd.). Aun a los españoles no castellanos los
trataron como extranjeros, hasta el año de 1596, cuando se les reconoce a todos
los ibéricos los mismos derechos.
En el caso de los judíos, especialmente de origen lusitano, se vincularon
rápido a la trata de esclavos en el siglo XVI y XVII, y permanentemente hay
acusaciones de herejía, en los archivos de la Santa Inquisición de Cartagena,
donde, en allanamientos de morada, se encontraban candelabros y demás
símbolos de la religión mosaica.
Temprano, los reyes católicos diseñaron una política de poblamiento
para el Nuevo Mundo, a partir de la fundación de ciudades para manejar el
nuevo espacio, cada centro urbano creado, generaba sinergias de dominación
sobre el paisaje y los pueblos conquistados. El modelo de ciudad implementado
por los españoles, fue el del pueblo castellano que tenía como antecedentes
la distribución de los viejos campamentos romanos, especialmente de las
regiones de Castilla, Andalucía y Extremadura, que giraba en torno a una plaza
central y sus calles adyacentes.
En el actual territorio de Colombia, los conquistadores fundaron numerosos
centros urbanos desde los cuales ejercían su poder, delimitados por un
complejo sistema de circunscripciones de lugares, parroquias, villas y ciudades.
La necesidad de mantener vínculos estrechos con la metrópoli hizo que los
españoles otorgaran considerable importancia a ciertos núcleos urbanos, tales
como puertos marítimos y fluviales, que actuaban como enclaves económicos y
militares. Además, la distribución de los recursos económicos y demográficos
también constituyó un criterio nada despreciable en el proceso de fundación de
ciudades. (Zambrano y Bernard, 1993)

Luego, este criterio de dominación del espacio, se desarrolla, a partir


del pensamiento del padre Bartolomé de las Casas y de San Pedro de Claver,
tanto en el Caribe como en lo profundo de los valles interandinos, con obispos
como Juan del Valle, de la gobernación de Popayán, que abraza rápidamente la
protección de “naturales” que tanto disgustaba a las nacientes elites locales, los
encomenderos en el sur de Colombia, pero que garantizaba el sometimiento y
el vasallaje de la población nativa y no su extinción total (López Medel et al.,
1989, p. XVIII).

EL IMAGINARIO DE LA CONQUISTA
Los europeos que llegaron a América, a finales del siglo XV, reflejaban una
época en que el desencantamiento del mundo era evidente; el Renacimiento

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La imagen como referente en la investigación social regional. Simbología del pasado

produjo la revolución cultural más importante hasta nuestros días; este


desencantamiento conmovió los cimientos ideológicos en los cuales se estaba
construyendo Europa; desde las Ciencias Naturales hasta las Ciencias Sociales,
lo que hoy era un anatema, mañana era una duda evidente; el cristianismo,
que tuvo como base fundamental la negación de la esclavitud y la ganancia
y promulgaba la igualdad del hombre ante Dios, poco a poco se tornaba una
religión que la justificaba, al evocando a Santiago, el mayor opositor de los
infieles, los mismo que habían ocupado la península Ibérica desde el siglo VIII,
en plena expansión del islamismo.
España era inexistente:
Dos reinos, Castilla, empotrado en el centro del territorio, que tenía como base
económica el latifundio y la actividad agraria, y Aragón. Desde el siglo XI, en un reino
conformado por grandes conquistadores y comerciantes, de sus entrañas surgió
el primer gran gobernante de la península: Jaume I. Casi todos los conquistadores
provenían de Castilla y, por tanto, trajeron no solamente sus enfermedades; con
ellos llegaron sus instituciones, sus temores, trajeron la visión de una Europa que
se negaba a ser la misma, pero España, ante el temor a sumarse a ese sentimiento
de cambio, se refugió en la religión y en la tierra y posteriormente, con Portugal,
establecieron la crítica más profunda a las redes comerciales construidas desde la
Baja Edad Media, especialmente por los venecianos en el mar Adriático; encontrar
nuevas vías de comunicación con las Indias, aquellas que habían posibilitado el
surgimiento de poderosas ciudades portuarias, que llevaban a que los toscos
caballeros medievales se inclinaran poco a poco por los lujos y los nuevos gustos
traídos de Oriente. (Oviedo, 2012, p. 72)

“Estos eran los caminos que conocía Marco Polo, era la Europa que
navegaba con Federico de Finchal, un continente cada vez más influenciado por
la vida burguesa y el comercio” (Pirenne, 1975, p. 41).
Por tanto, España prefirió ensimismarse en su pasado, huir del pecado,
del capitalismo naciente; el resultado de estos temores fue el “descubrimiento”
de América: primero su fortuna y posteriormente su perdición.
Esta es la visión de su descubridor, Colón, que, al llegar a las costas del
Caribe y al entrar en contacto con el hombre y su entorno, vislumbró un Nuevo
Mundo, aunque murió sin saberlo; esto escribía el almirante entre el 11 y el 17
de octubre, en su diario de navegación:
Y vide muchos árboles muy disformes de los nuestros y dellos muchos que
tenían los ramos de muchas maneras y todo en un pie, y un ramito es de una
manera y otro de otra... que es la mayor maravilla del mundo... Aquí son los
peces tan disformes ques maravilla. Hay algunos hechos con gallos de los más

Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 49-71. ISSN 1900-5547 [ 67 ]
Ricardo Oviedo Arévalo

finos colores del mundo, azules, amarillos, colorados y de todos colores, y otros
pintados de mil maneras; y los colores son tan finas, que no hay hombre que no
se maraville y no tome gran descanso a verlos.
También hay ballenas: bestias en tierras no vide ninguna de ninguna mane-
ra, salvo papagayos y lagartos. (D Olwer, 1963, p. 63)

En palabras del historiador Germán Arciniegas (1965), Colón llegó al


continente de los siete colores; según él, este era el paraíso terrenal, el Edén.
Encontraba un Nuevo Mundo, pero lo observaba con los ojos de la vieja Europa,
pero él abrió la puerta a la utopía; después llegó Américo Vespucio y descubrió
un continente, el nuestro, y Magallanes y Elcano comprobaron la redondez de
la tierra; la mesa estaba servida y América empezaba a revelar sus recónditos
secretos.
Pero, también, esa exuberancia de lo desconocido obnubiló al descubridor
y su pensamiento medieval; al morir, nunca entendió que lo descubierto no era
la prolongación del Asia, sino un nuevo continente, posteriormente llamado
América.
Esta diversidad y abundancia de las apreciaciones colombinas, ante el
surgimiento de esta nueva tierra, se contagió al contactarse con los primeros
grupos humanos; en el Caribe, conoció la diversidad étnica del hombre
americano, además de sus riquezas bióticas. (Ibídem).
El hombre americano, tenía su propia cultura, lazos de parentesco y
poblamiento, reflejado en muchas ocasiones en la impresión de Américo
Vespucio cuando navegaba en el año 1500 por el Mar Caribe: “Se dice que en el
mundo, no hay más de 77 lenguas, yo digo que son más de 1000, porque solo las
que yo he oído son más de 40”. (D Olwer, 1963, p. 46.)
La torre de Babel también era americana, como sus hombres; luego de
estos primeros contactos llegó la conquista, los “nadie”, que jamás regresaron
a Europa, que se quedaron y pusieron los nombres a cordilleras, ríos mares
y hombres y, en conjunto con los nativos, surgió el sincretismo cultural y un
nuevo continente y hombre: América.
Por lo tanto, la construcción renacentista de un discurso sobre Europa,
pasaba por discutir el discurso humanista de América, que tenía como base
central el pensamiento humanista del padre de Las Casas y sus dos repúblicas,
una de los indios y otra de los blancos. Mientras tanto, el viejo continente
estaba construyendo un nuevo lenguaje que encajara en el tránsito de la
vieja época feudal con el renaciente capitalismo y que tenía como esencia el
etnocentrismo y el eurocentrismo, todo ello arropado en el antropocentrismo
cultural del naciente mundo científico; la invención de este nuevo lenguaje,

[ 68 ] Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 49-71. ISSN 1900-5547
La imagen como referente en la investigación social regional. Simbología del pasado

fue primordial para validar estos


rápidos acontecimientos históricos,
aunque progresistas en sus inicios,
terminaron convirtiendo a Europa en
un continente excluyente, próspero
y dominante que hasta el día de
hoy se conoce, como afirma Zabala:
“Que mediante un dominio de la
retórica y transposiciones, metáforas
y metonimias, se evidencia en la
escritura de los conquistadores
(desde las cartas de Colón), un
afán de inventar para apropiarse el
mundo” (Zabala, 1992, p. 12).

CONCLUSIÓN
El departamento de Nariño contiene
las características geográficas y Nota. Construcción del tren de Nariño, vía Tu-
maco-El Diviso. Sin año, Colección privada.
culturales que el antropólogo John
Victor Murra (1906-2006), identificó
para definir lo que él denominó el mundo andino: una economía que tiene como
base la micro-verticalidad y aprovecha los nichos climáticos producidos en las
altas montañas de los Andes, lo que permitió un intercambio de cosas y objetos
fluido y, también, un comercio con las otras dos regiones que componen ese
mundo: el oriente (la Amazonía) y la llanura del Pacífico (Murra, 2002, p. 86).
En cada una de esos tres espacios, unas macro-regiones, se generaron
sociedades con características y tecnologías propias que, a su vez, construyeron
imaginarios culturales que posibilitaron su cohesión y la explicación de
su cosmovisión como comunidad, a lo que se suma el ingreso de europeos
y comunidades afrodescendientes; esta mixtura, con el tiempo, creó las
principales características de la sociedad actual del departamento de Nariño.
La imagen en cada uno de sus periodos históricos ha jugado un papel
fundamental, no sólo para identificarse como comunidad, sino ante todo para
validar el poder cohercitivo de cada uno de los proyectos de dominación que
se han implantado en el desarrollo y en últimas han servido para justificar la
marginación en la construcción del Estado nacional.

Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 49-71. ISSN 1900-5547 [ 69 ]
Ricardo Oviedo Arévalo

Por lo tanto, el análisis semiótico del origen de la sociedad en el sur de


Colombia debe pasar por el análisis gramsciano de la construcción de una nueva
hegemonía que refunde un Estado nacional a partir de un amplio espectro
de alianzas de todas las clases sociales, que supere el análisis economicista
o estrecho del análisis social clásico y donde el sujeto político juega un papel
protagónico en la construcción de una cultura e ideología que sirva como agente
transformador de una realidad anquilosada en el tiempo (Gramsci, 2020).

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Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 49-71. ISSN 1900-5547 [ 71 ]
VIOLENCIA E INSEGURIDAD, ABORDAJE TEÓRICO-CONCEPTUAL
PARA EL CONTEXTO DE LA CIUDAD LATINOAMERICANA

Vicente Fernando Salas Salazar1

RESUMEN

E
n este aparte se exponen los aspectos teóricos y conceptuales dentro
del contexto de la Sociología Urbana, la ciudad contemporánea, el
abordaje teórico de la violencia, la seguridad e inseguridad en la ciudad,
como también una aproximación de la violencia urbana en América Latina y
Colombia.
Partimos por comprender las dinámicas del conflicto en zonas urbanas
centrando la atención en el estudio de la ciudad, pero abordada ésta como
objeto y sujeto de investigación. La ciudad objeto propia de los ejercicios de
planificación e intervención y la ciudad sujeto entendida como la ciudad vivida,
apropiada, sentida y consumida.
El contenido de este artículo es resultado de la búsqueda de respuestas que
el grupo de investigación cultura y desarrollo adscrito al departamento de
sociología de la Universidad de Nariño se planteó en un proyecto de investigación
titulado “violencia e inseguridad en la ciudad de San Juan de Pasto”; los aportes
aquí presentados se deben al buen juicio de los investigadores integrantes del
grupo Luis Gabriel Salas, Gloria Rivas y Vicente Fernando Salas Salazar.

Palabras claves: Violencia, Inseguridad, Ciudad, Conflicto, Territorio.

SUMMARY
In this section, theoretical and conceptual aspects are presented within the
context of Urban Sociology, the contemporary city, the theoretical approach to

1. Profesor asociado Universidad de Nariño, magister en sociología y candidato a Doctor.


Correo: vsalas_salazar@hotmail.com

[ 72 ] Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 72-93. ISSN 1900-5547
Violencia e inseguridad, abordaje teórico-conceptual para el contexto de la ciudad latinoamericana

violence, security and insecurity in the city, as well as an approach to urban


violence in Latin America and Colombia.
We start by understanding the dynamics of conflict in urban areas, focusing on
the study of the city, but approaching it as an object and subject of research. The
city is the object of the planning and intervention exercises, and the subject city
is understood as the city that is lived, appropriated, felt and consumed.
The content of this article is the result of the search for answers that the research
group culture and development attached to the Department of Sociology of
the University of Nariño proposed in a research project entitled “Violence and
insecurity in the city of San Juan de Pasto” The contributions presented here
are due to the good judgment of the researchers members of the group Luis
Gabriel Salas, Gloria Rivas and Vicente Fernando Salas Salazar.
Keywords: Violence, Insecurity, City, Conflict, Territory

RESUMO
Nesta seção são apresentados os aspectos teóricos e conceituais no contexto da
Sociologia Urbana, a cidade contemporânea, a abordagem teórica da violência,
segurança e insegurança na cidade, bem como uma abordagem da violência
urbana na América Latina e na Colômbia.
Começamos por compreender a dinâmica dos conflitos em meio urbano,
centrando a atenção no estudo da cidade, mas abordando-a como objeto e
sujeito de investigação. A cidade objeto dos exercícios de planejamento e
intervenção e a cidade sujeito entendida como a cidade vivida, apropriada,
sentida e consumida.
O conteúdo deste artigo é o resultado da busca de respostas que o grupo de
pesquisa em cultura e desenvolvimento vinculado ao departamento de sociologia
da Universidade de Nariño propôs em um projeto de pesquisa intitulado
“Violência e insegurança na cidade de San Juan de Pasto”. as contribuições aqui
apresentadas devem-se ao bom senso dos pesquisadores integrantes do grupo
Luis Gabriel Salas, Gloria Rivas e Vicente Fernando Salas Salazar.
Palavras-chave: Violência, Insegurança, Cidade, Conflito, Território

GENERALIDADES
La sociología urbana que se plantea en esta teorización, centra su atención en el
estudio de la ciudad, pero abordada ésta como objeto y sujeto de investigación.
La ciudad objeto propia de los ejercicios de planificación e intervención y la
ciudad sujeto entendida como la ciudad vivida, apropiada, sentida y consumida.

Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 72-93. ISSN 1900-5547 [ 73 ]
Vicente Fernando Salas Salazar

Para Castells (1972: 45) “Cuando se habla de sociedad urbana no se trata


nunca de la simple constatación de una forma espacial. La sociedad urbana
es definida ante todo como una cultura urbana”. Aclara posteriormente que
entre los teóricos que han abordado el tema de la sociología urbana como
un hecho cultural está Luis Wirth, quien expone que es importante hablar de
una sociología de la ciudad que supere, de una parte los criterios geográficos
y meramente económicos y debe centrase sobre los seres humanos y sobre
las características de sus relaciones. Castells (1972:99) afirma “Bajo esta
perspectiva la ciudad recibe un contenido cultural específico y se convierte la
cultura en una variable explicativa”.
Para Henao (2000:178), la ciudad debe ser asumida como “unidad
socio espacial básica de soporte de la producción cultural, de la innovación
social y de la actividad económica del mundo contemporáneo. Es también un
espacio significado, apropiado por individuos que actúan en relación, y por
agrupamientos humanos que tienden a generar redes sociales y establecer
solidaridades en diversos niveles de vida”.
Para Torres Tobar (2000), la visión de mirar la ciudad debe ser vista
desde lo físico-espacial, como objeto urbano, y por otra, como un escenario de
construcción social. Para Peter Brand (1996) en el mundo contemporáneo la
ciudad debe de superar los enfoques físico-políticos o jurídicos y entenderse en
términos de una dinámica sociocultural.
Abordar la ciudad contemporánea, dentro del campo de la Sociología
Urbana, aquella que para Fernando Viviescas Monsalve en su artículo “Pensar
la ciudad colombiana”, expresa “Es indagar los soportes estructurales y por
las lógicas internas que determinan el movimiento y los efectos que, en sus
vidas, tanto en el orden individual como en el colectivo que tiene esa realidad
contundente que es la ciudad contemporánea, en la vida de los ciudadanos y
ciudadanas. A buscar el sentido futuro que tendrá la vida en el mundo en el
cual la diferencia, la diversidad, lo extranjero comienzan a configurarse en los
referentes de cualquier formulación cultural y política de cualquier propuesta
de sociedad que ellos se apresten a hacer”.
La ciudad contemporánea afronta realidades individuales y colectivas,
asuntos políticos y culturales más allá del control de la población que reside
en ella. También requiere de la participación ciudadana en la construcción,
uso y disfrute de la ciudad, como una apuesta política y cultural. Las ciudades
contemporáneas como formas variadas y complejas como lo es: su cultura, sus
instituciones, sus funciones y su organización, son singulares e irrepetibles.
Requiere formas de inclusión mediante la participación de los ciudadanos(as)

[ 74 ] Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 72-93. ISSN 1900-5547
Violencia e inseguridad, abordaje teórico-conceptual para el contexto de la ciudad latinoamericana

en la construcción de la política pública en el uso y manejo y disfrute de la


ciudad.
Para Guillermo Hoyos Vásquez (2000: 91) la ciudad contemporánea
“debe centrarse en los aspectos de participación ciudadana, comunicación y
solidaridad, superando la lógica alienante y devastadora de la racionalidad
instrumental y desarrollando un auténtico sentido de la práctica democrática
en referencia con los problemas de la ciudad contemporánea”.
Según Hare (1995) citado por Hoyos (2000: 97) “Las ciudades deben
adaptarse a las preferencias y estilos de vida de las personas que viven en ella.
Cuando esto no ocurre se acentúan los problemas: superpoblación y pobreza,
contaminación ambiental, criminalidad y todo lo relacionado con el tráfico
caótico y en general, con las dificultades cada vez mayores de comunicación”.
Se hace importante dentro de la vida de la ciudad conocer la construcción
mental que los ciudadanos (as) elaboran con base a sus percepciones y vivencias,
en un plano de referencias de lo que conoce y de la vida cotidiana que realiza, es
también el evocar y el proyectar.
Se aprecia que a finales del siglo XX e inicio del siglo XXI, todas las
políticas y acciones gubernamentales, internacionales, nacionales y locales se
direccionaban a dar respuesta en materia de ordenamiento territorial, vivienda,
servicios básicos, información, comunicación, desarrollo y consolidación de
las ciudades dando respuesta a los acelerados procesos de modernización y
urbanización denominado por las Naciones Unidad como el “Siglo del mundo
urbanizado”.
El problema de la modernidad de las sociedades y por ende de la
consolidación de la urbe en la cual se ha generado la violencia urbana ha sido un
problema abordado por los teóricos clásicos y contemporáneos de la sociología.
Dentro de los aportes de los clásicos afirma Álvaro Guzmán B (2011) está
el pensamiento de Emilio Durkheim con su teoría de la división del trabajo y
las formas patológicas que puede tomar ésta en la modernidad. La primera
cuando se asume bajo una concepción de anomia pero que no se acompaña de
solidaridad y cohesión social, situación que puede generar hechos violentos y
la división del trabajo que puede ser regulada a nivel individual la cual puede
traer cierta insatisfacción en los individuos conllevando en algunos casos a la
inconformidad, rebeldía y posible violencia.
Para Marx y Weber, la ciudad moderna es vista como producto del
desarrollo del capitalismo. Para el primero, el capitalismo que se desarrolla
más en la ciudad ha profundizado la lucha de clases, la cual puede generar
hechos violentos. Para Weber la ciudad como un espacio de la dominación no

Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 72-93. ISSN 1900-5547 [ 75 ]
Vicente Fernando Salas Salazar

legítima, en la cual el poder se impone más allá de los actores y de las acciones
y que puede generar la violencia.
Dentro de la corriente contemporánea de mirar el conflicto está Lewis
Coser, quien define el conflicto social como la lucha por los valores y por el
estatus, el poder y los recursos, en el curso de la cual los oponentes desean
neutralizar, dañar o eliminar a sus rivales. Un conflicto será conflicto social
cuando trascienda lo individual y el proceso de la propia estructura de la
sociedad.
Lewis Coser (1961: 177) plantea la cohesión, el equilibrio de las relaciones
y las instituciones sociales como válvulas de mantenimiento del orden social,
en las que se sostiene la teoría de las funciones sociales del conflicto, positivas
para la estructura social “en la que se puedan suscitarse conflictos, como un
medio importante para evitar o transformar las condiciones del desequilibrio,
modificando los términos de las relaciones de poder”.
Otro pensador importante dentro de la teoría del conflicto es Dahrendorf,
quien para Guy Rocher (1983) el análisis del conflicto de Dahrendorf, está en
la escala de intensidad, la cual se refiere a las energías, pasiones y emociones
que despliega el conflicto y la escala de la violencia se refiere a los medios
empleados en el ejercicio de la violencia. El conflicto y la violencia, es propia de
la dinámica de las sociedades humanas ya que es un sistema donde aparece la
integración y el conflicto.
Dentro de los sociólogos contemporáneos más destacados que han
estudiado la sociedad contemporánea están Norbert Elias y Charles Tilly. El
primero, en su texto el proceso de la civilización, investigaciones sociogenéticas
y psicogenéticas (1987) afirma que las sociedades occidentales han pasado
por un largo proceso de civilización dominado por la competencia donde la
violencia y los medios de la violencia se centralizan y monopolizan en manos
del Estado, conllevando a que los individuos expropiados de los medios de
violencia auto regulan y auto controlan sus comportamientos y personalidades,
conduciendo a la evolución de la violencia interpersonal en el mundo moderno.
Tilly propone para estudiar la sociedad contemporánea el concepto de acción
colectiva, fundada en intereses, organización, movilización y oportunidades
para ver el impacto en la formación del Estado y de la sociedad.
Otros sociólogos contemporáneos como Anthony Giddens, Z. Bauman; N.
Luhmann y U. Beck, en el texto Las consecuencias perversas de la modernidad.
Modernidad, contingencia y riesgo (1996), exponen la teoría sobre las
sociedades en riesgo.
Para Giddens, la sociedad moderna dentro de su complejidad se expone
a determinados peligros y comportamientos sociales que son múltiples, es

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Violencia e inseguridad, abordaje teórico-conceptual para el contexto de la ciudad latinoamericana

la sociedad moderna de las dicotomías riesgo/seguridad y riesgo/ peligro.


Bauman en su modernidad liquida considera la escalada constante de temor
en la sociedad moderna. El riesgo para Bauman es un mecanismo por el cual
el individuo intelectualiza lo imprevisible que acecha en lo trágico y reduce la
angustia de lo incognoscible.
Para N. Luhmann, en el concepto de riesgo a pesar de la dicotomía
riesgo / peligro, se encuentra el interés por la seguridad de una manera de
prevención para preparación contra el daño futuro y de estrategias en aras de
una mayor seguridad. Según U. Beck, hoy las sociedades del riesgo se centran
más en los procesos de individualización, los hombres deben de entender hoy
más su vida sometida a los más variados tipos de riesgo los cuales tienen un
alcance personal y global. El control y la prevención del riego puede generar
más riesgos, por los que enuncian el riesgo, crean riesgos y temor. Se incentiva
en los miembros de una sociedad la adopción de una solidaridad sustentada en
la necesidad de la autoprotección. El temor genera acciones de rechazo frente
a posibles amenazas, es una condición extrema de inseguridad y en la cual las
posibilidades de gestionar la violencia se minimizan.

VIOLENCIA Y VIOLENCIA URBANA


Estudiar dentro de la sociología urbana, la violencia urbana, es un abordaje que
se hace necesario destacar, pues es en la urbe, donde se desarrolla gran parte
de la violencia que vive hoy la sociedad contemporánea y la necesidad de tomar
conciencia de esta realidad.
La violencia urbana aparece como un problema de la modernidad y se
agudiza más en la ciudad contemporánea. La violencia urbana se presenta en
múltiples formas en el orden económico, político y social y donde se expresa la
violencia organizada y la justicia privada. Hoy la ciudad vive un período distinto
del capitalismo hacia los procesos de globalización y mundialización incidiendo
en el desarrollo de las ciudades.
Según la Comisión de Estudios sobre la Violencia (1987: 7) “La violencia
es todas aquellas actuaciones de individuos o grupos sociales que ocasionan
la muerte o lesionan la integridad física, social o moral de los individuos. La
violencia impide la realización de los derechos humanos comenzando por el
fundamental: el derecho a la vida”.
La violencia se expresa en la muerte o eliminación total del otro por
cualquier motivo. La violencia puede verse desde tres puntos de vista, la
violencia espontánea asociada a las agresiones que surgen de la cotidianidad,
la violencia organizada que proviene de organizaciones que buscan algún
fin ya sea económico, disputa o defensa de territorios o poblaciones y la

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Vicente Fernando Salas Salazar

violencia- recurso que usan la muerte para conseguir beneficios, pero procede
artesanalmente sin organización interpuesta.
La violencia a su vez crea a la víctima. Para Alberto Concha Eastman
(2000: 47) víctima es “Toda persona que individual o colectivamente ha sufrido
un daño físico, mental o bien la pérdida económica o sustancial desmejora de
sus derechos fundamentales a través de actos u omisiones que son violatorios
de las leyes que operan en cada Estado particular”.
Para Marco Córdoba (2007) la concepción de violencia debe ser analizada
mucho más allá del uso de la fuerza para producir un determinado daño físico
o psíquico, ya que se requiere precisar que la violencia es el resultado de unas
relaciones sociales en conflicto. La violencia debe ser vista a través de las lógicas
entre los individuos y su dimensión simbólica de sus significados.
Alberto Concha Eastman. (2000), expone que la violencia es un fenómeno
multicausal y en el cual, hay interacciones entre los factores que lo generan.
Para él hay tres niveles de explicación, los estructurales, envuelven al conjunto
de la sociedad e impacta en forma general a sus miembros, los institucionales
de los cuales se espera que las instituciones que hacen control y aplicación
de la justicia cumplan con su función y los situacionales, bajo circunstancias
específicas facilitan que se lleven a cabo hechos violentos como abuso de
alcohol, drogas, porte de armas y falta de gobernabilidad, entre otros.
Es así como la violencia genera cambios en la conducta social, produce
detrimento en las relaciones sociales y organizativas afectando la colaboración
y cooperación para lograr la armonía y el desarrollo, esta realidad es la que se
vive en la urbe. El sentido de la violencia en la ciudad se construye alrededor
de espacios violentos estigmatizados de lugares, horarios y conlleva a extremas
medidas de seguridad, tales como: muros, rejas, alarmas, celaduría privada, al
igual que las formas de utilizar la ciudad, dejar de salir de noche, o no usar el
transporte público o de autoprotección comunitaria.

VIOLENCIA Y DELITOS
Es importante señalar que cuando se habla de violencia viene implícita
la relación con el delito, ya que es a través de esa violencia por la cual se
materializan y configuran los delitos dentro de una sociedad determinada.
El delito es básicamente una acción humana, que constituye un acto
ilícito descrito en la ley y que produce como consecuencia, una sanción penal
para el autor de la conducta, ésta acción humana debe ser típica es decir que
se encuentre descrita en la norma penal, antijurídica que esa conducta sea
contraria a la ley penal, culpable es el juicio de reproche dirigido al infractor y
punible que la acción este penado por la ley.

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Violencia e inseguridad, abordaje teórico-conceptual para el contexto de la ciudad latinoamericana

EL Código Penal colombiano (ley 599 de 2000), ha hecho una división


de los diferentes delitos penales, los cuales son clasificados en el mencionado
Código.
Los delitos objeto de este estudio, son el secuestro simple y extorsivo
que se encuentra en el Título X, libertad individual y otras garantías, los
delitos de homicidio y lesiones personales que se encuentran en el Título XIII,
delitos contra la vida y la integridad personal y los delitos de hurto y extorsión
señalados en el Título XIV, delitos contra el patrimonio económico.
A continuación, se establece la definición jurídica consagrada en el Código
Penal colombiano, lo que nos permitirá conocer la definición y alcance de los
delitos objeto de esta investigación propuesta.
• Secuestro extorsivo. Subrogado. Ley 40 de 1993, Art. 1. El que arre-
bate, substraiga, retenga u oculte a una persona con el propósito de
exigir por su libertad un provecho o cualquier utilidad, o para que
se haga u omita algo, o con fines publicitarios o de carácter político.
• Secuestro simple. Subrogado. Ley 40 de 1993, Art. 2. El que con pro-
pósitos distintos a los previstos en el artículo anterior, arrebate, sus-
traiga, retenga u oculte a una persona.
• Homicidio. Modificado. Ley 40 de 1993, Art. 29. El que matare a otro.
• Lesiones. El que cause a otro daño en el cuerpo o en la salud.
• Hurto. El que se apodere de una cosa mueble ajena, con el propósito
de obtener provecho para sí o para otro.
• Extorsión. Modificado. Ley 40 de 1993, Art. 32. El que constriña a
otro a hacer, tolerar u omitir alguna cosa, con el propósito de obtener
provecho ilícito para sí o para un tercero.

Todos los actos delictivos configuran la denominada criminología. Para


el penalista Alfonso Reyes Echandía (1996:20) la criminología la define como:
“El conjunto de delitos y contravenciones cometidos en un tiempo y espacio
determinado”.
La criminalidad se realiza a través de un estudio estadístico, el cual permite
establecer la modalidad delictiva más destacada, como han aumentado esos
delitos, los victimarios y víctimas del hecho criminal, las ciudades con mayores
o menores índices de criminalidad, en fin todos los datos que permitan extraer
conclusiones acerca de la violencia e inseguridad.
Debido a la dinámica criminal que se ha presentado en nuestro país, la
criminalidad asume diversas manifestaciones entre las cuales encontramos
la delincuencia individual y la delincuencia organizada. La primera, es la

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forma usual de la manifestación delictiva en cuanto una sola persona o varias


de ellas esporádicamente reunidas ejecutan un delito en su propio beneficio
y la segunda, se trata de un grupo social con una cierta estructura y con
miembros que se organizan para cometer acciones delictivas. A diferencia
del delincuente que actúa en solitario, los individuos que forman parte de
una banda de delincuencia organizada deben responder a la estructura y
cumplir con una determinada función, entre éstas encontramos las bandas,
las pandillas, la mafia entre otras.
Es importante mencionar las principales características de la delincuencia
organizada algunas de ellas son:
9 No tiene metas ideológicas. Sus metas son el dinero y el poder, (Salvo
el caso del Terrorismo).
9 Su estructura es vertical y rígida con dos o tres mandos por mucho.
9 La membrecía implica criterios de aptitud y procesos de selección ri-
gurosa.
9 La permanencia en estos grupos va más allá de la vida de sus miem-
bros.
9 Opera mediante la división de trabajo por células.
9 Desarrollan hegemonía sobre determinada área geográfica.
9 Reglamentación obligatoria para los miembros.

Dentro de las organizaciones delincuenciales que azota a las sociedades


contemporáneas son las denominadas “Pandillas” o jóvenes en alto riesgo.
En Europa, América Latina y Colombia, en los años 60 y 70 del siglo XX se
presentó fuertemente diversas manifestaciones de los jóvenes, como una
forma de rebeldía conformando las “pandillas Juveniles” e identificadas
por el gusto a la música (rock and roll, posteriormente el rock pesado, el
movimiento hippie, la música salsa), al igual que su forma de vestir, uso
de accesorios y de lenguajes. Hoy estas pandillas están implicadas en
problemas de narcotráfico, alto consumo y venta de sustancias psicoactivas
y vinculados en muchos casos a grupos emergentes fuera de la ley.

SEGURIDAD E INSEGURIDAD URBANA


Todo Estado democrático debe ser garante de la seguridad de sus ciudadanos(as)
y reprimir las conductas que amenazan y que violan este derecho, pero es
también responsabilidad de los ciudadanos por entender que vivir en la ciudad
implica aceptar al otro, que es diferente y reconocer y saber que el riesgo en la
ciudad también existe.

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Violencia e inseguridad, abordaje teórico-conceptual para el contexto de la ciudad latinoamericana

La seguridad ciudadana es entendida por Concha Eastman (2000:46)


“Como el derecho de todos los ciudadanos a deambular libremente y sin
temores a que sus objetos y pertenencias no le sean arrebatadas, a no ser
fraudulentamente despojado de sus valores, a no ser intimidados y a confiar de
los demás seres humanos de forma similar a como confían en quienes les son
cercanos”.
Hoy la política de seguridad no debe de quedar en las meras acciones
policivas se requiere construir ciudades seguras y con una alta convivencia
ciudadana. Para Juan Pablo Gordillo (2011: 368) “La convivencia es la
interrelación entre ciudadanos y de éstos con el Estado y con el entorno público.
Ésta incluye la ausencia de violencia, la tolerancia entre las diversas opciones
morales, culturales y sociales, sin que se trasgreda la ley; el cumplimiento de
las reglas sociales tanto formales como informales y la simetría entre derechos
y deberes”.
No se puede dejar a un lado la propuesta de la ONU en el año de 1994,
cuando a nivel mundial lanza el concepto de seguridad humana, en el cual se
contempla el de desarrollo humano, la seguridad humana reconoce la valoración
del ser humano, en términos de libertad, acceso al mercado y oportunidades
sociales, frente a problemas de violencia y criminalidad. Desde esta perspectiva,
la seguridad no puede ser definida sólo como la ausencia de conflicto armado,
sino que contempla también la seguridad alimentaria, seguridad en la salud,
seguridad económica, seguridad ambiental, seguridad personal, seguridad
de la comunidad y seguridad política. Cambiando así la visión de seguridad
concentrada en el Estado y dando importancia y reconocimiento a la seguridad
centrada en el ciudadano.
Los Estados democráticos afrontan hoy el reto de generar condiciones
de convivencia y seguridad para sus ciudadanos. Lo anterior es posible si
se entiende que la seguridad tiene dos dimensiones: una relacionada con la
seguridad del Estado y la otra con la convivencia y la seguridad ciudadana. La
primera hace referencia a los fenómenos como la subversión, el narcotráfico y el
terrorismo que atentan no solo contra la seguridad del Estado, sino que también
afectan la seguridad del ciudadano común, toda vez que cometen: homicidios
selectivos, masacres, tráfico y comercio de armas y alucinógenos, secuestros,
boleteos y extorsiones, entre otros. Por otra parte, la convivencia y la seguridad
ciudadana se ven afectadas tanto por la acción de la delincuencia común y
organizada como por las acciones y comportamientos de los ciudadanos que
ponen en riesgo la vida e integridad propia y la de los demás, desconociendo las
leyes y reglas de convivencia.

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Por la complejidad y multiplicidad de relaciones sociales, de identidades,


de exclusiones, segregaciones y competencias por el territorio y el trabajo que
se vive hoy en la ciudad, ha conllevado a la conflictividad y violencia urbana,
malestar que provoca incertidumbre y dificultades para convivir, trayendo
inseguridad que se genera por la presencia de comportamientos violentos que
conlleva a la delincuencia urbana y por ende a una alta criminalidad.
Para Borja (2003: 54) “El malestar ciudadano es el malestar de la
ciudad continente de problemas que no ha generado y que difícilmente puede
resolver satisfactoriamente ella sola, con las competencias y los recursos de los
gobiernos locales y la voluntad de los ciudadanos”.
La ciudad a pesar de los bienes y servicios que oferta a los ciudadanos
se ha convertido para ellos y ellas en un lugar que produce miedo vivir en ella,
lo que ha conducido a mayor demanda y reclamo de control, orden, autoridad
y seguridad ya que en la ciudad se teme vivir con el otro, en la ciudad se ha
perdido la capacidad integradora y prevalece la inestabilidad y la inseguridad.
La inseguridad urbana debe de ser vista como una alerta social ya que el
derecho a la seguridad es un derecho democrático.
La violencia urbana ha generado en los y las ciudadanas la inseguridad y
el miedo de vivirla. La inseguridad es una manifestación de la violencia urbana.
El miedo se ha apoderado de los y las ciudadanas que habitan en ella, limitando
la movilidad y circulación libre y el gozo efectivo de ésta.
La inseguridad se va internalizando en los individuos y en la memoria
colectiva de la comunidad y se transforma en miedo generando en éstos la
probabilidad de ocurrencia o el temor de que vuelva a ocurrirle o sucederle
algún acto violento, puede considerarse como un mecanismo de autodefensa
o protección una suerte de solidaridad que emerge por el miedo y termina
por convertirse en una fuerza política. La percepción sobre inseguridad puede
construirse a nivel individual o colectivo, y al ser subjetiva configura una
complejidad para estudiarla.

VIOLENCIA E INSEGURIDAD URBANA EN COLOMBIA Y AMÉRICA LATINA


Los estudios de la violencia y de la violencia urbana en Colombia han
tenido diferentes posiciones con respecto a este fenómeno, para algunos
investigadores la violencia ha llegado a ser un fenómeno secular, habitual y
propio de la vida colombiana. Un segundo grupo, señala a la pobreza como la
causa o, al menos el caldo de cultivo de la violencia y la criminalidad. Un tercer
grupo, considera la “no presencia del Estado” como la causa de la violencia en
Colombia y un cuarto grupo, asocia la violencia con una rica mezcla de asuntos

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Violencia e inseguridad, abordaje teórico-conceptual para el contexto de la ciudad latinoamericana

históricos, económicos, culturales y sociológicos. Se trataría así de un fenómeno


multivariado y complejo.
La violencia urbana en Colombia desde los años 70 del siglo XX y su
acelerado crecimiento y auge ha sido el tema central del gobierno nacional
y local, con repercusiones internacionales. Para el año de 1997 la tasa de
homicidios llegó a 70 por cada 100.000 habitantes. En los años 80 se incrementa
la violencia en las ciudades por el recrudecimiento del narcotráfico y la violencia
asociada por el tráfico de drogas. Según Guzmán (2001) aproximadamente
para el año de 1981 el 91% de los delitos eran contra el patrimonio económico,
contra la vida y la integridad personal. En los años 90 el mayor incremento de
los delitos contra la vida y la integridad personal, fue de un 44% y un 52%,
respectivamente.
Según el estudio realizado en los años 1980-1997 denominado La
violencia y el municipio colombiano, Carlos Miguel Ortiz (1998), en su artículo
“Especificidades de los departamentos colombianos frente al homicidio y
Criterios de clasificación y agrupación de los municipios según rango de
violencia”, estableció que los departamentos con mayor número de municipios
muy violentos estaban Antioquia, Boyacá, Arauca, Meta, Caquetá y Cauca. Y los
municipios relativamente violentos los anteriormente anotados más Santander,
Valle, Cundinamarca, Córdoba, Choco, Bolívar, Caldas, Huila, Putumayo,
Risaralda y Norte de Santander.
Como se aprecia la violencia y con ella la alta criminalidad constituye
uno de los mayores obstáculos al desarrollo social y económico. Esta violencia
implica altos costos para el país. El Departamento Nacional de Planeación en
su informe 1991-1997 expuso que el costo de la violencia alcanzó en promedio
un 4.3% del PIB por año en el periodo mencionado, costos que representan:
la pérdida de la vida humana y de capital relativo al valor de las víctimas del
homicidio, las trasferencias ilegales de bienes y recursos debidas a las acciones
criminales, los excesivos gastos militares y de servicios de seguridad y el costo
de los servicios de salud.
Según lo expuesto por Castro y Salazar (1998: 5) las ciudades de Bogotá,
Medellín, Cali y Barranquilla para la última década del siglo XX, fueron las
ciudades con mayor presencia de crímenes y violencia. “Las estadísticas para
finales del siglo XX revelan que Colombia estaría ubicada en el tercer lugar
entre los países más violentos del mundo con una tasa de homicidio que es
cuatro veces en promedio a la latinoamericana, diez y seis veces a la europea y
sesenta veces a la asiática”.
Para Castro y Salazar (1998: 8) los factores que más afectan la seguridad
y la convivencia en las ciudades son “la aparente pérdida de valores y patrones

Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 72-93. ISSN 1900-5547 [ 83 ]
Vicente Fernando Salas Salazar

de comportamiento y orden social tradicional de la sociedad colombiana, fácil


acceso a las armas de fuego, la baja credibilidad de las instituciones de justicia
y policía, actitudes y relaciones personales que favorecen la respuesta violenta
al conflicto, el inadecuado tratamiento a los temas de violencia por parte de los
medios de comunicación, la presencia de pandillas y grupos armados al margen
de la ley”.
Para Pilar Riaño, fue a partir de los años 80 hasta nuestros días, que
en Colombia, las pandillas juveniles, denominadas también “Parches” se
han visto implicadas en un auto consumo de alcohol, uso de psicoactivos,
narcotráfico y sicariato. Los jóvenes que se involucran en el pandillismo
lo hacen por rebeldía, por obtener poder, prestigio y reconocimiento, y
en otros casos vinculados por agentes externos como el narcotráfico o la
delincuencia organizada.
Colombia desde la década de los años ochenta del siglo pasado ha
presentado las más altas tasas de criminalidad como lo reporta en su estudio
Gordon y Kury (2009: 30), según información del diario El Tiempo el 30.1.1995.
“Colombia presenta desde hace varios años un cuadro de violaciones graves
y sistemáticas de los derechos humanos; desde 1988 son asesinadas siete
personas en promedio diariamente por razones políticas y otras tres mueren
en acciones bélicas del conflicto armado interno, cada dos días una persona es
desparecida y una más es asesinada en hechos de “limpieza social”.
Según Gordon y Kury (2009: 35) “Colombia se presenta hoy también
en los medios internacionales como un país con una muy alta violencia y
criminalidad en el cual los ciudadanos constantemente están confrontados con
el riesgo de ser víctimas de homicidios, secuestros, robo, lesiones personales,
u otros (graves) delitos. La vida de los ciudadanos se ve con claridad afectada
negativamente. Estos hechos son atribuidos a la guerrilla, al narcotráfico, a los
paramilitares al Estado mismo a los grupos criminales comunes o delincuentes
particulares”.
Para Álvaro Guzmán B, Los estudios de ciudad y sobre violencia urbana
en Colombia no han sido tan numerosos como se ha esperado. En Colombia
a partir de 1975 hasta nuestros días se han tratado problemas de ciudad en
temas como la pobreza, violencia y espacio público.
Dentro de los estudios más representativos de violencia urbana están
los de Álvaro Camacho y Álvaro Guzmán (1990). Colombia: Ciudad y violencia;
Álvaro Guzmán y et al. (1993). La violencia urbana y seguridad ciudadana en
Cali; Álvaro Camacho y Álvaro Guzmán (1997). La violencia urbana en Colombia:
teorías, modalidades y perspectivas; Alfonso Salazar (1990). Criminalidad
urbana: actores visibles e invisibles; Andrés Salcedo (1996). La cultura del miedo:

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Violencia e inseguridad, abordaje teórico-conceptual para el contexto de la ciudad latinoamericana

la violencia en la ciudad; Pedro Quintín y Fernando Urrea (2001). Segregación


urbana y violencia en Cali; Álvaro Guzmán y Fabio Velásquez (2001). La paz es
rentable: ciudad y violencia y Álvaro Guzmán B. (2011). Sociología y violencia
urbana.
Los estudios de violencia urbana se han centrado más en las ciudades de
Bogotá, Cali y Barranquilla.
Según el estudio realizado por la Cámara de Comercio de Bogotá a través
del Observatorio de Seguridad en Bogotá, Balance del año 2009, se puede
apreciar con respecto a los delitos referenciados y en relación a las ciudades de
Bogotá, Cali, Medellín y Barranquilla la situación de violencia y criminalidad,
siendo la siguiente.

TABLA 1. DELITOS EN LAS CIUDADES DE BOGOTÁ, MEDELLÍN, CALI Y BARRANQUILLA


2009
DELITOS BOGOTÁ MEDELLÍN CALI BARRANQUILLA
Homicidios 1.645 1.432 1.615 357
Lesiones 41.631 893 5.157 1.165
personales
Hurto a personas 15.572 1.744 6.561 3.539
Hurto a 3.689 387 1.315 449
establecimientos
Hurto a 4.794 201 1.758 360
Residencias
Hurto a Vehículos 440 2.878 4.394 898
Secuestros 13 6 6 4
Extorsión 177 110 49 31
Fuente: Cámara de Comercio. Observatorio de Seguridad. Bogotá. Balance año 2009.

Bogotá es la ciudad para el año 2009 con la presencia de mayor número


de casos de delitos, los cuales se consignan en la Tabla 1, en relación con las
ciudades de Medellín, Cali y Barranquilla. Sin embargo, el hurto de vehículos
representa un mayor número de casos para las ciudades de Medellín y Cali
en relación con el número de casos registrados para las ciudades de Bogotá y
Barranquilla.
Bogotá posee la mayor concentración de casos en lo que respecta a
lesiones personales y hurto a personas. El secuestro y la extorsión en las cuatro
ciudades señaladas presentan los casos en menor número, siendo la Extorsión
la de mayor número de casos en Bogotá (177).

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Vale la pena aclarar que en esta primera década del siglo XXI el problema
de seguridad está en el orden del día de las agendas de los países del mundo, por
el incremento del conflicto, la violencia, la delincuencia y por ende el aumento
significativo de la criminalidad e inseguridad de los ciudadanos, incidiendo
fundamentalmente a la urbe, alterando los imaginarios fundantes del orden
colectivo, la convivencia, el goce del espacio público y la sociabilidad.
Para el caso concreto de Colombia las ciudades colombianas se han visto
afectadas por el narcotráfico, el terrorismo, las acciones de la delincuencia
organizada y no organizada, alterando la convivencia y el orden de la ciudad,
ante este panorama los planes de gobierno tanto nacionales como locales
han venido contemplando la seguridad y la convivencia como un eje vital y
fundamental de gobierno.
Para el caso de América Latina, según la médica María Isabel Gutiérrez, en
la participación al Primer Congreso de Salud Pública desarrollado en la ciudad
de Cali en abril de 2008, reportó que para el año 2001 el BID estimó para América
Latina, que cada año cerca de 140.000 latinoamericanos eran asesinados; 54
familias eran robadas por minuto, es decir 28 millones al año. La destrucción
y transferencias de recursos por violencia correspondía aproximadamente al
14.2% del PIB Latinoamericano.
Dentro de las Américas, la Región Andina presenta los niveles de violencia
y criminalidad más altos con un 51.9 por cien mil habitantes, mientras en la
región del Cono Sur la tasa promedio de homicidios fue de 6.2 por cien mil
habitantes en 1999.
Países como Venezuela y Bolivia habían incrementado en los últimos
años sus tasas de homicidio. Para Venezuela este incremento en los últimos 15
años fue del 88%. Para el caso de Bolivia, la tasa de homicidios se duplicó en
cinco años (1998-2003) y los delitos por delincuencia común experimentan un
crecimiento del 360% en 10 años.
Para la Región Andina (2001) el porcentaje de hogares que reportaron
haber sido víctimas de algún delito correspondió a: Venezuela 46%, Colombia
36%, Bolivia 34%, Perú 38%, Ecuador 41% (Latinobarometro2001).
Como se puede apreciar por los datos estadísticos de los casos de violencia
y criminalidad tanto para el caso de Colombia y América Latina es preocupante,
situación que ha conllevado a configurar ciudades denominadas “duras” o en
“alto riesgo”.
Según Susana Rotker en su artículo Ciudades escritas por la violencia
(2000), considera que las ciudades latinoamericanas concentran más de la
mitad de los delitos y sus habitantes se encuentran traumatizados. La ciudad es

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Violencia e inseguridad, abordaje teórico-conceptual para el contexto de la ciudad latinoamericana

vista como un espacio de desprotección y peligro y no un espacio de vivir juntos,


de bienestar y progreso. La gente vive temerosa de un asalto o de un secuestro,
también de otro tipo de inseguridades como en la salud, medio ambiente, el
empleo y el conflicto étnico.
La situación de violencia e inseguridad no se hace ajena a Colombia.
Esta realidad ha conllevado como lo afirma Jorge Garay en su texto Repensar
a Colombia (2002: ix), a la crisis de la sociedad colombiana manifiesta en:
“exclusión social, la precariedad del Estado, la pérdida de credibilidad en
la política y los partidos políticos, la incapacidad del modelo de desarrollo
para superar los problemas de pobreza y desigualdad, la fragmentación y
desarticulación de la sociedad. El deterioro de la convivencia ciudadana, la
debilidad del sistema de justicia, seguridad y defensa, la creciente corrupción
administrativa, la impunidad, las múltiples violencias, la degradación del
conflicto armado, el crimen organizado y el narcotráfico.
Las formas para combatir la violencia urbana en Colombia se han realizado
a través de políticas y estrategias internacionales, nacionales y locales; como
ha sido la estrategia de seguridad y convivencia ciudadana, con el objetivo
de contribuir a la disminución de los niveles de violencia e inseguridad en
las ciudades colombianas a través del fortalecimiento de acciones orientadas
a prevenir, contrarrestar y controlar factores que han sido identificados y
relacionados con el crimen y la violencia.
En el período presidencial de Andrés Pastrana Arango (1998-2002) se
implementó el Plan Colombia llamado Plan para la Paz, la Prosperidad y el
Fortalecimiento del Estado, siendo un acuerdo bilateral constituido entre los
gobiernos de Colombia y Estados Unidos. El principal objetivo del gobierno
estadounidense fue prevenir el flujo de drogas ilegales hacia los Estados Unidos,
como también ayudar a Colombia a promover la paz, el desarrollo económico
que a la vez contribuye a la seguridad del país. El principal objetivo de Colombia
fue promover la paz, el desarrollo económico, incrementar la seguridad y
terminar con el tráfico ilegal de drogas.
La Ley 508 del 29 de julio de 1999 aprobó según el mandato Constitucional
el Plan Nacional de Desarrollo “Cambio para Construir la Paz 1999 - 2002’’ con
el objetivo fundamental de implementar el Plan Colombia. Con este Plan se logró
el alto apoyo financiero de los Estados Unidos, lo que permitió incrementar la
cooperación militar entre los dos países, se creó la especialización de “batallones
antinarcóticos”, el apoyo a los procesos de negociación política con los grupos
guerrilleros y la implementación de la erradicación de la coca.
Sin embargo en este periodo no se logró la tan ansiada paz y los efectos
del Plan Colombia fueron desastrosos porque la reducción del área de

Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 72-93. ISSN 1900-5547 [ 87 ]
Vicente Fernando Salas Salazar

cultivos de uso ilícito no disminuyó como se había propuesto, la estrategia


de fumigaciones aéreas trajo consecuencias funestas a los cultivos lícitos, la
vida de animales y de personas, la biodiversidad se vio afectada como el
recurso suelo y agua, conllevó a los enfrentamientos de grupos ilegales y
legales a las muertes y masacres de la población civil y al desplazamiento de
civiles colombianos y actores del conflicto armado.
En los ocho años de presidencia de Álvaro Uribe Vélez (2003-2010), los
Planes de Desarrollo se denominaron Hacia Un Estado Comunitario y Estado
Comunitario: Desarrollo para todos, respectivamente.
El mandato de seguridad democrática del gobierno de Uribe Vélez se
centró en establecer el orden y la seguridad de los ciudadanos y el goce pleno
de los derechos. Planteó que la seguridad democrática no es solo competencia
de Ministerio de Defensa, la Fuerza Pública y de Estado, sino también de la
sociedad.
Para Martha Lucía Ramírez de Rincón (2003: 10) el eje central de la
seguridad democrática es el de “lograr el completo control del territorio por
parte del Estado para asegurar el pleno imperio de la Ley, la gobernabilidad y
por ende el fortalecimiento del Estado de Derecho”.
La seguridad manifiesta en este Plan es entendida como La protección
del ciudadano y de la democracia por parte del Estado con la cooperación
solidaria y el compromiso de toda la sociedad; mediante la protección de los
derechos de todos los colombianos, la protección de los valores, la pluralidad
y las instituciones democráticas, la solidaridad y cooperación de todos los
ciudadanos.
El Plan Colombia impulsado por Andrés Pastrana Arango y los Estados
Unidos se afianzó más en el período presidencial de Álvaro Uribe Vélez y George
Bush en materia de seguridad y lucha antidrogas. El Senado estadounidense
aprobó nuevas leyes militares, incrementando el número de asesores militares
estadounidenses que podían operar en el país, como su compromiso con
la continuación del apoyo al Plan Colombia y los esfuerzos realizados por el
gobierno del presidente Álvaro Uribe, enfatizando la necesidad de que el
gobierno colombiano: 1) mejorara la grave situación de los derechos humanos
en el país, 2) cortara sus vínculos con los grupos ultraderechistas irregulares, y 3)
proporcionara una adecuada protección a todos los ciudadanos y trabajadores,
mediante la creación de sindicatos y grupos de derechos humanos
La Seguridad Democrática de su segundo período fue una política integral
que incluyó tanto el fortalecimiento de las capacidades disuasivas de la actividad
terrorista como la atención social en las zonas de conflicto. El fortalecimiento
de las Fuerzas Armadas ha venido acompañado tanto de un absoluto respeto a

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Violencia e inseguridad, abordaje teórico-conceptual para el contexto de la ciudad latinoamericana

las libertades públicas y a los derechos humanos, como de un mayor gasto en


la política social. Además, no niega los procesos de desmovilización, desarme y
reconciliación.
Esta política de Seguridad Democrática es una herramienta para generar
confianza, inversión y crecimiento. Hay un vínculo entre la seguridad y la
cohesión social. La seguridad provee condiciones para la inversión, y esta
permite que se alcancen objetivos sociales. El crecimiento social sólo se da
cuando hay un respeto firme a los derechos más básicos: la vida, la libertad,
la propiedad individual en un ambiente de conveniencia social. La seguridad
es un valor democrático y la paz depende de su preservación. La política de
seguridad democrática propende por:
9 Una política de recuperación de las libertades públicas, conculcadas
por la acción terrorista de grupos armados por fuera de la ley, cuyo
avance no ha sido debidamente confrontado por el Estado.
9 Un compromiso de derrota de los violentos por parte del Estado.
9 El ejercicio del legítimo derecho a la defensa propia que toda democra-
cia tiene cuando se ve amenazada por la violencia terrorista.

Los logros de la política de seguridad de Álvaro Uribe Vélez fueron: la


política antidrogas en cuanto a reducción y producción de cultivos, controló
los centros de producción y comercialización legales del país, es el caso de
Cundinamarca, Boyacá, Medellín y sus alrededores, y la Costa Atlántica. Dicha
política, también, le posibilitó tener el control de la población de más del
50%, la desmovilización de los grupos paramilitares. La política de seguridad
ciudadana urbana, logró en su primer periodo una tasa de homicidios que llegó
a 30 sobre 100 mil habitantes, no siendo igual para el segundo período en
donde se incrementó a 40 homicidios sobre 100 mil habitantes.
Por último, en el periodo presidencial de Manuel Santos Calderón a través
de su Plan Nacional de Desarrollo 2011-2014: “Prosperidad para Todos”, expuso
en materia de seguridad combatir sin tregua a los grupos narcoterroristas,
garantizando la prevalencia del Estado de Derecho en todo el territorio. Lo
anterior implica consolidar la seguridad, garantizar la observancia plena de
los Derechos Humanos, y del Derecho Internacional Humanitario y proveer un
sistema de justicia pronto y eficaz. Para el logro de estos propósitos implica
la necesidad de establecer sinergias y fortalecer la coordinación entre las
instituciones del Estado y la sociedad civil.

Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 72-93. ISSN 1900-5547 [ 89 ]
Vicente Fernando Salas Salazar

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CUATRO ASPECTOS CLAVES DE LAS TRANSICIONES DEMOCRÁTICAS
Y EL VIRAJE A LA IZQUIERDA EN AMÉRICA LATINA

Blas Zubiría Mutis1

“La democracia es el menos malo de los sistemas políticos.”


Winston Churchill

RESUMEN

E
l presente artículo forma parte de una investigación titulada “La
primera ola de gobiernos progresistas en América del Sur, 1999-2018. La
lucha por una democracia sustantiva”, la cual se llevó a cabo a lo largo
de la especialización en Procesos Políticos Latinoamericanos en el siglo XXI
ofertada por la Clacso. En él se reflexionan sobre cuatro aspectos claves que
han estado presentes tanto en el período de las transiciones democráticas de la
década de los ochenta como en el viraje a la izquierda que se inició a finales de
la década de los noventa: el papel de los movimientos sociales, la construcción
de una nueva institucionalidad democrática a partir de procesos de Asambleas
Nacionales Constituyentes, la revisión de los sistemas de partidos y el debate
sobre el presidencialismo latinoamericano.
Palabras clave: Democracia, viraje a la izquierda, gobiernos progresistas,
movimientos sociales, presidencialismo.

SUMMARY
This article is part of a research titled “The first wave of progressive governments
in South America, 1999-2018. The fight for a substantive democracy”, which
was carried out throughout the specialization in Latin American Political

1. Sociólogo, Docente de Tiempo Completo, Universidad del Atlántico. Grupo de Investigación


Goffman, Programa de Sociología, Facultad de Ciencias Humanas.
Correo: blaszubiria@mail.uniatlantico.edu.co

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Cuatro aspectos claves de las transiciones democráticas y el viraje a la izquierda en América Latina

Processes in the 21st century offered by Clacso. It reflects on four key aspects
that have been present both in the period of democratic transitions of the
1980s and in the shift to the left that began at the end of the 1990s: the role of
social movements, the construction of a new democratic institutionality based
on processes of National Constituent Assemblies, the review of party systems
and the debate on Latin American presidentialism.
Keywords: Democracy, shift to the left, progressive governments, social
movements, presidentialism.

RESUMO
Este artigo faz parte de uma pesquisa intitulada “A primeira onda de governos
progressistas na América do Sul, 1999-2018. A luta por uma democracia
substantiva”, que foi realizada ao longo da especialização em Processos
Políticos Latino-Americanos no século XXI oferecida pela Clacso. Reflete
sobre quatro aspectos-chave que estiveram presentes tanto no período de
transições democráticas da década de 1980 como na mudança para a esquerda
que começou no final da década de 1990: o papel dos movimentos sociais, a
construção de uma nova institucionalidade democrática com base nos processos
das Assembleias Nacionais Constituintes, na revisão dos sistemas partidários e
no debate sobre o presidencialismo latino-americano.
Palavras chaves: Democracia, mudança para a esquerda, governos
progressistas, movimentos sociais, presidencialismo.

INTRODUCCIÓN
En las décadas de 1980-1990 se presentaron en América Latina procesos políticos
y económicos de suma trascendencia para la vida social que evidenciaron que
el Estado en América Latina atravesó “una serie de situaciones y problemas
que dejan ver su fragilidad y situación de crisis” (Rivas y Araque, 2003, p. 431).
Pero a la par que se dio la crisis de la deuda en los 80 y la imposición neoliberal
en los 90, las dictaduras del cono sur empezaron a tambalear y América
Latina recuperó las instituciones propias de la democracia formal, con nuevos
procesos eleccionarios, iniciándose lo que se ha conocido como las transiciones
democráticas (Borón, 2003; Garretón, 1997). Autores como Ludolfo Paramio lo
han señalado: “durante la década de 1980, tras la crisis de la deuda y los ajustes
económicos consiguientes (…) los regímenes autoritarios de la década anterior
estaban dando paso uno tras otro a una restaurada democracia” (2000, p. 16).
Para analistas como Samuel Huntington, el fenómeno de la democratización fue
global, ya que desde la década de los años 70 se dio una expansión sostenida de

Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 94-116. ISSN 1900-5547 [ 95 ]
Blas Zubiría Mutis

los sistemas democráticos en varios países del mundo. Él lo llamó la tercera ola
(Huntington, 1994).
En la década de los 90, las imposiciones neoliberales del Consenso de
Washington sirvieron como una ofensiva del capital sobre el trabajo para
recomponer la tasa de ganancia (Katz, 2014) generando una situación
de mayor empobrecimiento y aumento de la desigualdad en la sociedad
latinoamericana. Ante el modelo hegemónico neoliberal surgieron nuevos
liderazgos que lo impugnaron, posibilitando un flujo democrático que se
conoce como una ola de gobiernos progresistas (Alegre, 2010; Lynch, 2009;
Moreira, 2019; Petkoff, 2005; Piva, 2019) aunque tal como lo advierte Reveles
“se han empleado otras nociones para caracterizarlos tales como socialistas,
populistas, neodesarrollistas, neoextractivistas o posliberales. En nuestro caso
recuperamos el término progresismo para poner en relieve que este tipo de
gobiernos han hecho importantes avances en materia social, encuadrados en la
forma de gobierno democrático y en el modo de producción capitalista” (2019,
p. 11).
Ambos procesos, tanto la crisis de la deuda externa como los ajustes
neoliberales, tuvieron un impacto negativo sobre el crecimiento, la desigualdad
y la pobreza en los países latinoamericanos (Rodríguez & Barrett, 2005)
generando las condiciones económicas, sociales y políticas –“sociedad
profundamente desigual y excluyente, con alta desocupación, pérdida de la
capacidad productiva nacional y una inmensa transferencia de recursos, tanto
de los sectores trabajadores y medios a los sectores altos como de los sectores
nacionales a los trasnacionales, con una constante volatilidad de los capitales”
(Schuster, 2005, p. 252)– para que se dieran los procesos de transición
democrática y el posterior surgimiento de outsiders de la política impugnando
al neoliberalismo (Thwaites Rey & Ouviña, 2019) y procurando construir un
nuevo orden político más democrático. Los cuatro períodos presidenciales
–1999, 2001, 2007, 2013– de Hugo Chávez en Venezuela; los tres períodos
presidenciales –2006, 2010, 2015– de Evo Morales en Bolivia; los tres períodos
presidenciales –2007, 2009, 2013– de Rafael Correa en Ecuador; los cuatro
gobiernos del Partido de los Trabajadores en Brasil con la presidencia de Ignacio
Lula Da Silva –2003, 2007– y Dilma Rousseff –2011, 2015–; los tres gobiernos
del Frente Amplio en Uruguay con la presidencia de Tabaré Vásquez – 2005,
2015– y José Pepe Mujica –2010–; los dos períodos de alternancia presidencial
de Michel Bachelet en Chile –2006, 2014–; los tres períodos presidenciales del
Kirchnerismo en Argentina con Néstor Kirchner –2003– y Cristina Fernández de
Kirchner –2007, 2011–; y los gobiernos de Fernando Lugo en Paraguay –2008–
y Mauricio Funes en El Salvador –2009– (Pousadela, 2010), son representantes

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Cuatro aspectos claves de las transiciones democráticas y el viraje a la izquierda en América Latina

de ese «giro a la izquierda» que fijó nuevos rumbos en el tratamiento de la


cuestión social, la participación política o los derechos de las minorías.
En el presente artículo analizamos cuatro aspectos claves que posibilitaron
tanto las transiciones democráticas como el viraje a la izquierda, por lo que
históricamente pueden ser consideradas variables de análisis en el reflujo de
salidas democráticas para afrontar las crisis de la región. Dichas variables son: el
importante papel que como actor colectivo jugaron los movimientos sociales en
los procesos de democratización y posterior respaldo electoral a los gobiernos
progresistas (Cadena, 2005; Gavia y Guillen, 2009, Lemaitre, 2009, Rajagopal,
2005; Schuster, 2005; Zibechi, 2006; Zubiría, 2016); la construcción de una
nueva institucionalidad democrática a partir de la convocatoria a Asambleas
Nacionales Constituyentes (ANC), tanto para las transiciones democráticas como
para la legitimidad de los gobiernos progresistas (Freidenberg, 2003; Iglesia,
Conde & Suarez, 2011); la revisión de los sistemas de partidos y los ajustes
a la legislación electoral (Acevedo, Jaramillo-Brun, & Toro, 2016; Alcántara,
2003; Alcántara & Freidenberg, 2003; Cavarozzi & Casullo, 2002; Freidenberg,
2003; Lijphart, 1995; Mainwaring, Bejarano & Pizarro, 2008; Thompson, 2008)
y, por último, el debate sobre el presidencialismo latinoamericano, como
característica esencial del personalismo en el poder que se evidencia con mayor
fuerza en los gobiernos de Hugo Chávez en Venezuela y Evo Morales en Bolivia
(Alcántara, 2003; Hochstetler, 2008; Mayorga, 2020), y en menor medida en el
gobierno de Rafael Correa en Ecuador, los tres mosqueteros antiimperialistas,
como los llamó Bastenier (2011).

LOS MOVIMIENTOS SOCIALES, BASE NECESARIA PARA LOS PROCESOS DE


DEMOCRATIZACIÓN
Con relación al primer punto, el argumento central es que se reconoce que
los movimientos sociales han jugado un papel fundamental en los procesos
de democratización, con alcances reivindicativos tanto en el plano de la
democracia formal, como en el plano de la democracia sustantiva, pues gracias
a una acción contenciosa que ha utilizado diversas estrategias obtuvieron
efectos significativos en diversos planos:
Tales como la reorganización de las fuerzas políticas en los sistemas de
partidos (v.g. como los alcanzados por los movimientos indígenas), las nuevas
concepciones sobre instituciones básicas (v.g. la concepción de familia a partir
de las demandas de los LGTBI) y las amplias transformaciones de elementos
culturales de la sociedad (v.g. las modificaciones en la cultura patriarcal a
partir del movimiento de mujeres) (…) los movimientos sociales poseen un
potencial que permitirá ampliar el proceso de democratización y formulación de

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Blas Zubiría Mutis

alternativas al desarrollo económico, político, social y cultural del conjunto de


actores de la vida social (Zubiría, 2016, p. 2).

Para América Latina este reconocimiento se hace evidente en el impacto


que han tenido los movimientos sociales en el derecho, ampliando la inclusión
de sectores sociales mediante el reconocimiento jurídico (Santos & Rodríguez,
2007; Lemaitre, 2009). Este punto es importante señalarlo ya que por lo
general se tiende a privilegiar en el análisis de las transiciones y ampliación
de la democracia la postura que plantea como si dicha ampliación fuese sólo
producto de la lógica interna del derecho o por las relaciones de poder desde
arriba y no desde la dinámica misma de actuación de los movimientos sociales.
Como lo señala Rajagopal, en el análisis tradicional que se hace del derecho
internacional:
El cambio legal es o bien “interno”, conducido por la estructura de las normas, la
función de las instituciones y el interés de los Estados, o bien “externo”, dirigido
por cambios en los valores de la comunidad, intereses o poder. En cualquier
caso, estos relatos han estado caracterizados por dos conjuntos importantes
de prejuicios: un prejuicio favorable a Occidente, por el que rara vez se trata al
Tercer Mundo como un agente en el cambio jurídico, y un prejuicio a favor del
papel de las élites en el cambio jurídico, que ignora la importancia del papel
jugado por la gente común (2005, p. 22).

Durante la imposición de las medidas neoliberales se hizo “cada vez más


difícil depositar esperanzas en la capacidad de los Estados del Tercer Mundo
para actuar como garantes reales de las aspiraciones democráticas de las masas,
en la medida en que la soberanía de los Estados se ha fragmentado y repartido
hacia arriba (hacia las instituciones internacionales como la Organización
Mundial del Comercio (OMC) y las Instituciones de Bretton Wood) y hacia
abajo (hacia los actores del mercado y las ONG)” (Rajagopal, 2005, p. 36). Por
ello, Rajagopal insiste en que los movimientos sociales han contribuido a una
redefinición del concepto de sociedad civil y del concepto de democracia:
“los movimientos sociales empujan al derecho internacional más allá de las
definiciones formalistas de democracia, como los derechos electorales, y de
definiciones negativas de la sociedad civil, como campo de la actividad no
gubernamental hacia una definición más rica y positiva que se fundamenta en
una política de lo cultural de la identidad, la autonomía y el territorio” (2005,
p. 273).
En el análisis histórico del proceso de transición que vivió América Latina
hacia la democracia, es importante reconocer que “la preocupación inicial
giraba en torno a qué arreglos institucionales eran los más pertinentes para

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Cuatro aspectos claves de las transiciones democráticas y el viraje a la izquierda en América Latina

garantizar la estabilidad de los nuevos regímenes [en este sentido] la idea de la


recuperación democrática se limitó a señalar la importancia y urgencia de crear
la institucionalidad jurídico-política que permitiera a las fracciones de la élite
que habían pugnado por la sustitución de la dictadura, la alternancia ordenada y
pacífica en el poder” (Favela & Guillen, 2009, p. 23).
Pero posteriormente surge como tema central en los actores sociales el
desarrollo de la ciudadanía, “entendida ahora como una manera de trascender
las limitaciones que la élite impuso en la transición, mediante la reformulación
de las demandas populares y la impugnación de las políticas gubernamentales,
en forma de reivindicación de derechos ciudadanos” (Favela & Guillen, 2009, p.
23).
Para estas autoras se reconoce que lo que agrega la noción de ciudadanía
a las luchas sociales es la idea de empoderamiento centrada en la exigencia del
“derecho a tener derechos”, que pone a los sectores populares en condición de
exigir ser tratados iguales, “de reclamar las mismas prerrogativas, facultades
y atribuciones, sin menoscabo de aplicar el principio de la “acción afirmativa”
o los derechos diferenciados, reivindicados con diversos matices, por los
movimientos feministas e indígenas” (Favela & Guillen, 2009, p. 40).
Como lo plantea el maestro Simón Pachano el déficit que se aprecia
históricamente en la construcción de ciudadanía “condiciona de manera
determinante las posibilidades de construcción de la democracia y, en
consecuencia, determina el grado de esta o su calidad” (2011, p. 21).
Compartimos la idea básica de que el papel de los movimientos sociales se
debe enmarcar en el contexto político, es decir, en el contexto de las relaciones
de poder estructuradas en el marco de un determinado Estado, de allí que
nos parece clave la caracterización que señala Lucio Oliver cuando sostiene
que “en el caso actual de América Latina, esas relaciones de poder están
determinadas por la transformación reciente de los Estados periféricos bajo
la globalización, que los ha trasmutado de Estados nacional-desarrollistas en
Estados transnacional-gerenciales y financieros de competencia, reformados
durante las décadas del ochenta a la del noventa para servir a la valorización del
capital y que hoy sufren la influencia mayor o menor de un bloque oligárquico
financiero trasnacionalizado” (Oliver, 2009, p. 53).
No olvidemos que hacia la década de los 80 del siglo pasado, el maestro
Orlando Fals Borda, analizando la crisis de legitimidad de los partidos políticos
y el ascenso vertiginoso de los movimientos sociales propuso la tesis que éstos
pudiesen entrar a reemplazar a aquellos debido a que los canales de organización
política estaban siendo interpelados y la democracia representativa se mostraba
como ineficiente e ineficaz para resolver los graves problemas que aquejaban

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Blas Zubiría Mutis

a la sociedad civil, por lo que se reclamaba por una democracia participativa


o directa (Zubiría, 2014). De igual manera, Raúl Zibechi constata que “Los
movimientos sociales latinoamericanos ocuparon el centro del escenario
político en la década neoliberal de los noventa y hasta los primeros años del
nuevo siglo, a partir de su activa resistencia a las privatizaciones, los programas
de ajuste estructural y el desmontaje de los estados nacionales” (2006, p. 231).
En este sentido, Oliver analiza el viraje que tuvieron países como
Venezuela, Ecuador y Bolivia, principalmente, y Brasil, Argentina y Uruguay,
en segundo término, hacia proyectos políticos de izquierda y centro izquierda
en Estados ampliados (sociedad política + sociedad civil) para señalar que en
ellos “los movimientos sociales son los que con sus luchas han construido una
agenda política autónoma de resistencia y alternativa al neoliberalismo que
reclama democracia participativa, poder local colectivo y popular, recuperación
de lo público, derechos territoriales de las comunidades originarias, derecho
originario a los recursos naturales, derecho a la diversidad cultural, políticas de
desarrollo nacional incluyentes, etc.” (Oliver, 2009, p. 64).
También Rodríguez y Barrett argumentan en favor de esta idea cuando
sostienen que “las perspectivas de la izquierda sean más promisorias en los
países con movimientos sociales fuertes –como Bolivia o Brasil– y sean más
inciertas en países donde, por razones históricas, los movimientos sociales
han sido más frágiles” (2005, p. 53). Aun así, el logro de políticas distributivas
encaminadas a una democracia sustantiva (Ferrajoli, 2014, 2020) por parte
de los gobiernos progresistas tuvo siempre como trasfondo la movilización de
actores sociales colectivos que la apoyaron (Gradin, 2017; Quiroga, 2000).
Estas dinámicas de los movimientos sociales, las enmarcamos como
una cadena causal (MacIntyre, 1980) de tal manera que en América Latina los
movimientos sociales dieron un tránsito de lo propiamente social a lo político
en la medida en que en un primer momento “se presentaron como protestas
enérgicas en contra de la implantación del neoliberalismo y los costes sociales
que implicaron para las clases populares las llamadas reformas estructurales
[pero que] en la medida en que buscaban construir nuevas correlaciones de
fuerzas y que éstas se expresaron incluso en el derrocamiento de algunos
gobiernos, los movimientos sociales actuaron también como movimientos
políticos” (Figueroa & Moreno, 2009, p, 139). El caso más representativo es el
MAS-IPSP (Movimiento al Socialismo – Instrumento Político para la Soberanía
de los Pueblos) en Bolivia (Britos, 2016; García Marín, 2016), pero también
debemos tener en cuenta al Movimiento de los Sin Tierra y las comunidades
eclesiales de base de la Teología de la Liberación en Brasil (Dias & Millán, 2005).

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Cuatro aspectos claves de las transiciones democráticas y el viraje a la izquierda en América Latina

Ahora bien, dialécticamente debe entenderse que la participación política


de los movimientos sociales no ha estado exenta de contradicciones porque
como bien lo señala Mokrani:
El ejercicio del poder de estos actores desde una institucionalidad liberal y
colonial heredada puede llevar a una serie de continuidades en las prácticas
políticas de incorporación de actores sociales a la gestión gubernamental desde
la negociación de cuotas de poder, alianzas sectoriales y pactos corporativos
susceptibles de reproducir relaciones clientelares, que en el peor de los casos
debilita a las propias organizaciones y las capacidades de acción colectiva más
allá del Estado.
Lo anterior también puede significar la incorporación de nuevos actores so-
ciales en las instituciones estatales, sin que ello se traduzca en la transfor-
mación de esta institucionalidad impugnada desde las prácticas y formas
de hacer política producidas en los momentos de insurrección social que
abrieron la posibilidad de una transformación política profunda en el país
(2009, p. 192).

Idea similar sostiene Jorge Cadena cuando indica que “las relaciones
causales entre movimientos sociales y democratización son difíciles de
rastrear en tanto que las distinciones entre los diversos actores participantes
son inestables. Activistas de movimientos sociales pasan a partidos políticos y
de ahí, eventualmente, a posiciones en las legislaturas o a cargos ejecutivos o
consultivos dentro de los gobiernos” (2005, p. 81).
El análisis de los movimientos sociales en los procesos de transición
democrática tiene una segunda arista importante de señalar, y es la que hace
referencia a la vinculación de la ciudadanía a dichos procesos de transición.
Entendamos que los movimientos sociales, metafóricamente, pueden ser
concebidos como corrientes de ciudadanos que perfilan cauces específicos
de acción en el amplio mar de la ciudadanía. Las transiciones democráticas
evidenciaron, “la decepción colectiva por el bajo rendimiento de las democracias
efectivamente existentes en América Latina” (Dagnino, Olvera & Panfichi,
2006, p. 50) y ello se dio en un contexto donde el reconocimiento del valor de
la democracia se ha generalizado. De allí que, “la concepción que se tenga del
ciudadano y de su papel como sujeto histórico clave para la construcción de
dicha democracia será central.
Esta centralidad se expresará en términos de una tensión permanente
entre la ciudadanía (o ciudadanos) que tenemos y la ciudadanía (o ciudadanos)
que necesitamos” (Zubiría, 2009, p. 144). Acogemos al respecto las tesis de
Bustelo (1988) sobre las ciudadanías que tenemos –unas ciudadanías asistidas–
y las ciudadanías que necesitamos –unas ciudadanías emancipadas– Sostiene

Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 94-116. ISSN 1900-5547 [ 101 ]
Blas Zubiría Mutis

Bustelo que el modelo de ciudadanía asistida se ubica en la tradición más


conservadora de política económica y social representada por las formulaciones
teóricas de Friedrich von Hajek y Milton Friedman en que se parte de una
concepción atomística de la sociedad en la que el principio básico organizador
de toda asociación humana son los intereses de los individuos. “El arquetipo de
modelo es el “hombre económico”, el cual, maximizando su beneficio personal,
automáticamente beneficia al conjunto social” (Bustelo, 1998, p. 245). Es, en
últimas, la ciudadanía impuesta por el proyecto político neoliberal hegemónico
de los últimos años.
Pero Bustelo defiende que lo que requiere América Latina para una
democracia verdadera y real es un nuevo modelo de ciudadanía emancipada
para la cual “el tema principal lo constituye la igualdad social como valor central,
entendida fundamentalmente como el derecho de las personas –en tanto
que miembros/socios de un esquema de cooperación social común– a tener
iguales oportunidades para acceder a los bienes sociales y económicamente
relevantes. Igualdad implica equidad –proporcionalidad en el acceso a los
beneficios y costos del desarrollo– y también, justicia redistributiva basada en
la solidaridad colectiva” (Bustelo, 1998, p. 250). Es lo que propone el proyecto
político contrahegemónico participativo, con el cual se pueda construir una
“nueva gramática social”, en la que confluyan la democracia participativa con
la democracia representativa y se defiendan dos elementos claves: distribución
justa de bienes públicos y negociación democrática del acceso a esos bienes
entre los propios actores sociales (Santos, 2005). Es, en últimas, la ciudadanía
buscada por los procesos de transición democrática y por los gobiernos
progresistas.

ASAMBLEAS NACIONALES CONSTITUYENTES: CONVOCATORIA PARA LA


LEGITIMIDAD POPULAR DEMOCRÁTICA
En segundo lugar, para la consolidación de la democracia se implementó
como estrategia en varios países, la convocatoria a Asambleas Nacionales
Constituyentes (ANC), ya que éstas han sido otro de los posibles caminos por
los que ha transitado América Latina en la búsqueda de un orden político.
Existe cierta coincidencia en los analistas de distintas disciplinas en plantear
que frente a los períodos de crisis recurrentes que han vivido las sociedades
latinoamericanas, se ha visto la necesidad de enderezar el rumbo –con niveles
de especificidad de acuerdo con los países– y buscar cambios en la organización
del Estado.
Crisis económicas, sociales o políticas han obligado, en distintos momentos
de la historia, a cambiar no sólo modelos de producción, sino a entrar en

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Cuatro aspectos claves de las transiciones democráticas y el viraje a la izquierda en América Latina

procesos más radicales, como promover revoluciones o generar inestabilidad


violenta por medio de golpes de estado o, el camino menos doloroso y más
cercano a una racionalidad democrática, como el de generar transformaciones
institucionales tales como la creación por medio de Asambleas Nacionales
Constituyentes de un nuevo orden constitucional.
Ahora bien, estas transformaciones institucionales no implican
concebirse solo en el terreno del derecho, es decir, del carácter formal de
reformas. Como lo sostiene Ferdinand Lasalle “los problemas constitucionales
no son, primariamente, problemas de derecho, sino de poder; la verdadera
Constitución de un país sólo reside en los factores reales y efectivos de poder
que en ese país rigen” (2005, p. 78) por ello, cuando “la constitución escrita no
corresponde a la constitución real, a los factores de poder que rigen en el país,
estalla un conflicto ineludible y la constitución escrita sucumbe ante la real”
(Lasalle, 2005, p. 68).
Coincide la propuesta de Lasalle con la idea de Giovanni Sartori para
quien:
La ingeniería constitucional es en gran parte una labor extrajurídica. No se
pretende con ella dejar de lado a los juristas constitucionales, sino buscar
horizontes más amplios (…) creo que, para escribir una constitución, el jurista
necesita al científico de la política, tanto como éste precisa de aquél. Y no se trata
sólo de un asunto de competencias técnicas, sino de ámbito territorial, pues el
territorio que debe cubrir la ingeniería constitucional se extiende mucho más
allá del propio de un texto constitucional. (1999, pp. 80-81)

Desde una perspectiva histórica, encontramos en el largo proceso de


formación del Estado nación en América Latina desde el siglo XIX ejemplos
abundantes de esta búsqueda por un determinado orden político a partir
de estrategias diversas en la lucha por el poder. Modelos económicos de
exportación/importación que luego fueron cambiados por modelos de
industrialización o sistemas proteccionistas que le dieron paso a modelos de
apertura neoliberal; revoluciones triunfantes como la mexicana o la cubana
y revoluciones postergadas hasta la degradación como la colombiana o que
tomaron caminos de salida política del conflicto por la vía negociada con
intervención diplomática como la salvadoreña y guatemalteca; golpes de estado
con diversos niveles de represión como los que se dieron en Brasil en 1964,
Chile en 1973 o Argentina en 1976 que consolidaron períodos de dictaduras
o de Estados Burocráticos Autoritarios (O’Donnell, 1982), e intentos de golpes
que no fructificaron y que sin embargo, redireccionaron la vida política de los
países, como el intento de golpe de Hugo Chávez en 1992 contra Andrés Pérez

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en Venezuela o el intento de golpe contra él una década más tarde (López Maya,
2002; Coronil, 2005).
Teniendo en cuenta esta constante histórica de búsqueda de un orden
político por parte de distintos países latinoamericanos, vale la pena reflexionar,
desde una mirada comparativa, en el proceso de ajuste institucional que
los países estudiados acogieron como parte de los procesos de transición
democrática. Nos referimos a las ANC que desde la década de los 80 y en lo
corrido de la primera década del siglo XXI sirvieron a cinco de las naciones
suramericanas que viraron a la izquierda para buscar salidas institucionales a
las crisis vividas tanto en el terreno político, como en lo social y lo económico.
Brasil en 1986 luego de un período de dictadura militar establecido
desde 1964 y que reconfiguró el sistema de partidos y revitalizó la democracia
y la economía brasileña, no sin crisis graves como la de Fernando Collor de Mello
(1990- 1992), quien, en 1992 acusado de corrupción por la Cámara, y frente a
una condena segura del Senado, renunció. Venezuela (1999) que dirigida por
una figura caudillista que alcanzó el poder por vía electoral logró un apoyo
mayoritario que le permitió consolidar un nuevo sistema político, donde los
partidos tradicionales venezolanos prácticamente desaparecieron de la escena
política. Ecuador, en dos ocasiones diversas (2002 y 2007) sumido en una
profunda crisis de estabilidad institucional presidencial que obligó a los sectores
políticos, económicos y sociales a promover la convocatoria de dos ANC; fueron
a pesar de lo corto del período, dos procesos distintos que reconfiguraron el
Estado ecuatoriano en direcciones opuestas. Y Bolivia (2006) con un asombroso
proceso de organización social que dio el salto hacia la organización política y
luego de más de 500 años de dominación posibilitó que por primera vez, el 62%
de la población, es decir, la mayoría indígena boliviana lograra no sólo elegir como
presidente a un representante de su propia etnia, sino promover una ANC que
decretó por primera vez en América Latina un Estado Plurinacional, siguiendo
el ejemplo del movimiento indígena ecuatoriano que ya desde la década de los
90 se había movilizado para posicionar su propuesta de plurinacionalidad del
Estado (Dávalos, 2005).
Con relación a este último proceso, algunos autores han insistido en
la importancia de este y lo han llamado como el nuevo constitucionalismo
latinoamericano para reconocer la posible trascendencia que tenga a nivel
mundial en la relación siempre compleja y siempre abierta al debate entre
poder y derecho en la construcción de un constitucionalismo democrático
(Martínez Dalmau, 2009; Viciano, 2012).
El tema posibilitaría analizar la situación de otros países latinoamericanos
– caso Chile, Argentina, Uruguay, Paraguay o Perú– donde también se dieron

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Cuatro aspectos claves de las transiciones democráticas y el viraje a la izquierda en América Latina

transiciones democráticas luego de períodos dictatoriales sin recurrir a la


convocatoria de ANC. Por supuesto, que está por fuera de las pretensiones de este
trabajo tratar de construir hipótesis contra factuales que planteen respuestas a
este interrogante, pero nos parece, en aras de la comparación y de los intentos
por explicar adecuadamente los procesos políticos latinoamericanos, una
preocupación válida el responder por qué estos países no intentaron el rediseño
institucional a partir de ANC y buscaron otras vías.
Cabe advertir, por último, que el estudio de las ANC exige un análisis
integral de las dinámicas de poder que se dan en una sociedad –el caso Bolivia
sería prototípico por el papel del movimiento social indígena– que trasciende
la dinámica de poder meramente institucionalizada en la representación de
los partidos políticos. Pero ello no exime de tener en cuenta los elementos
institucionales –la organización del Estado, los principios rectores de las
constituciones, etc.– que se ven alterados por las propias convocatorias. En este
sentido nos parece clave como elemento de la cadena causal que permitió la
transición democrática convocando Asambleas Nacionales Constituyentes a la
crisis de legitimidad de los Congresos o Parlamentos o si se quiere, en términos
más generales, a la crisis de representatividad de los partidos políticos.
Cuando se revisan los análisis de los períodos anteriores a las ANC se
encuentra que se promovía la idea efectiva que las crisis obedecían a partidos
y dirigentes políticos sin grandeza ni capacidad de liderazgo para promover los
cambios institucionales necesarios y Congresos encargados de legislar sobre
estos sensibles asuntos cuyo papel era prácticamente nulo. No había interés ni en
los partidos ni en los Congresos porque sus prebendas y privilegios lo obtenían
de regímenes caducos, antidemocráticos y oligárquicos que no posibilitaban
una efectiva renovación democrática. Así lo corrobora Perina:
Los recientes diagnósticos, investigaciones, consultas, asesorías, seminarios
sobre el tema muestran un consenso generalizado sobre las debilidades,
deficiencias y necesidades de fortalecimiento que tiene la institución legislativa
en la mayoría de los países de América Latina. Junto a esto hay una imagen crítica
por la falta de representatividad, por la corrupción y la ineficacia de la institución,
que socava la credibilidad y la legitimidad de la misma. Esta crisis de credibilidad
y legitimidad de las instituciones legislativas, por lo general, se atribuye en los
estudios mencionados, a por lo menos dos variables fundamentales: una, la
falta de representatividad de la institución en general y/o de sus miembros, o
sea, de los representantes/legisladores que conforman la misma; y la otra, a su
insuficiente capacidad institucional para cumplir cabalmente su función (1997,
p. 26).

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Blas Zubiría Mutis

También Eduardo Lora coincide en este punto: “La crisis del Estado
latinoamericano no fue solamente una crisis fiscal, también fue una crisis de
funcionamiento del aparato administrativo y como consecuencia final de todo,
una crisis de legitimidad política” (2007, p. 2).
De igual manera, las transiciones democráticas posibilitaron una reflexión
sobre la democracia en América Latina y las necesarias reformas al Estado. José
Luis Velasco defiende como tesis central que “hay una contradicción fundamental
entre la desigualdad extrema y la democracia, ya que ésta ha quedado reducida
a una serie de procedimientos electorales y a un respeto predominantemente
pasivo por los derechos civiles y no interfiere con la desigual distribución del
poder socioeconómico y puede incluso contribuir a preservarla y legitimarla”
(2007, p. 131). Anota en su análisis aspectos que siguen estando vigentes cuando
se mira el desarrollo histórico de la democracia latinoamericana, incluso luego
del viraje a la izquierda. Sostiene Velasco: “El clientelismo, el populismo y
otras formas de movilización política autoritaria le han dado estabilidad a los
regímenes latinoamericanos, diluyendo las demandas sociales, reemplazando
la organización autónoma de los ciudadanos y evitando la polarización política.
Son a la vez un resultado de la debilidad de la democracia, una causa de esa
debilidad y un elemento estabilizador” (2007, p. 142).
Tesis similar plantean Payne y Cruz cuando sostienen que:
La ola de reformas del Estado que se extendió por América Latina ocurrió, en
la mayoría de los países de la región, durante la transición desde sistemas
políticos relativamente cerrados hacia unos más abiertos y democráticos. La
desaparición de los regímenes políticos autoritarios o semiautoritarios fue,
en parte, el resultado de la crisis de legitimidad, fiscal y administrativa del
Estado desarrollista (…). En algunos países, principalmente en el cono sur
(Argentina, Chile y Uruguay), la liberalización política consistió en reestablecer
las constituciones democráticas, así c o m o l a s t ra d i c i o n e s y p rá c t i c a s
democráticas establecidas. En un segundo grupo de países que comprende a
aquellos de América Central, Bolivia y Ecuador, el régimen de transición se inició
con la democratización de Estados con muy poca experiencia previa en materia
democrática. En un tercer grupo, que incluye a México, Paraguay, Colombia y
Venezuela, la liberalización política redundó en la apertura de los sistemas
monopartidistas o bipartidistas hacia grupos sociales y políticos generalmente
marginados. (2007, p. 65)

SISTEMAS DE PARTIDOS Y REGLAS ELECTORALES, PILARES


DE UN SISTEMA POLÍTICO DEMOCRÁTICO
En tercer lugar, este debate tuvo también otras aristas interesantes como la
revisión de los sistemas electorales latinoamericanos, dado que se regularizaron

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Cuatro aspectos claves de las transiciones democráticas y el viraje a la izquierda en América Latina

los procesos electorales como mecanismo de selección de las autoridades


nacionales, por lo que “se sancionan nuevos marcos jurídicos que reformaron
las reglas de juego electorales, ya sea mediante constituciones (Ecuador, Perú,
Colombia, Paraguay) y/o leyes electorales (Bolivia, Chile, Paraguay, Brasil).
Es decir, que todos estos países consideraban necesario e indispensable
reformar sus sistemas electorales. Ellos buscaban satisfacer adecuadamente la
representación y dotar al proceso electoral de un alto grado de credibilidad”
(Tuesta, 2005, p. 39).
Solo que este proceso político de transición democrática le tocó asumir,
por los cambios dados a nivel mundial con el fin de la Guerra Fría y la hegemonía
neoliberal, las medidas de implementación económica que se establecieron como
un recetario con el Consenso de Washington. Medidas como la privatización, la
desregulación laboral, la reducción del Estado, la liberalización y financiarización
de la economía que durante la década de los 90 profundizaron la desigualdad
en América Latina, conllevó como consecuencia una crisis de representación
política y de descontento con el orden institucional democrático instaurado
(Mainwaring, Bejarano & Pizarro, 2008) que desembocaron en un viraje hacia
la izquierda y la emergencia de nuevos actores políticos, acompañados por
el resurgimiento de los movimientos sociales y la pérdida de legitimidad y
descrédito de los partidos políticos tradicionales (Rodríguez & Barrett, 2005).
El descontento con la democracia como lo demuestra no solo los informes del
PNUD (2004; 2007) sino anualmente reconocido por el Latinobarómetro en el
cual se lee que
Las tensiones que sufren las sociedades latinoamericanas están marcadas por
la desequilibrada distribución del ingreso, brecha que ha aumentado con la
democracia. El conflicto entre ricos y pobres, la brecha de distribución, son los
elementos que explican por qué los ciudadanos se han vuelto al estado para la
solución de sus problemas. La economía de mercado no les ha entregado los
instrumentos para insertarse a la velocidad esperada. Existe la percepción de
que los ricos son quienes se llevan los beneficios del desarrollo mientras los
necesitados están a la deriva, sin protección. (2007, p. 66)

Ahora bien, la existencia de partidos y procesos electorales no ha garantizado


la aceptación total de la democracia en América Latina. La literatura sociológica
y politológica reconoce en sus análisis que, en las últimas décadas, luego de los
procesos de transición democrática que se dieron en varios países con el fin de
las dictaduras profesionales enmarcadas en el contexto de la guerra fría y la
doctrina de la seguridad nacional impuesto por los Estados Unidos (González
Casanova, 1986), la construcción de la democracia en América Latina ha
requerido de una lucha constante. Se ha consolidado más la democracia formal

Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 94-116. ISSN 1900-5547 [ 107 ]
Blas Zubiría Mutis

o procedimental (Bovero & Ferrajoli, 2020) centrada en procesos eleccionarios,


que una democracia sustantiva (Ferrajoli, 2014, 2020; Santos, 2006) que
garantice derechos individuales y colectivos. Por lo tanto, “más elecciones
no han significado más democracia” (Fleury, 2004, p. 68) y por el contrario
predomina el triángulo latinoamericano de pobreza, desigualdad y democracia.
Esta situación paradójica y desconcertante plantea la superposición
de dos procesos: “uno de consolidación democrática y otro de crisis de las
modalidades de articulación y representación de intereses que predominaron
tradicionalmente en la región” (Cavarozzi & Casullo, 2002, p. 9). Puede decirse
que en América Latina se abrió una brecha entre la formalidad de las instituciones
democráticas y la realidad social, económica y cultural vivida en la cotidianidad
por el ciudadano.
En este escenario, la consolidación de instituciones democráticas ancladas
en rezagos oligárquicos ha llevado a una democracia de élites (Bresser-Pereira,
2001) en lugar de una democracia de sociedad civil. Por ello, el PNUD (2004)
propone que América Latina debe transitar de una democracia de electores
hacia una democracia de ciudadanos y Guillermo O’Donnell (2014) señala que
la democracia existente en América Latina no es realmente ni una democracia
representativa, ni mucho menos una democracia participativa, sino que se
limita a ser una democracia delegativa, donde aquel que detenta el poder lo
ejerce suponiendo que tiene derecho a gobernar como lo considere adecuado.
Los sistemas de partidos son claves en la tradición o tendencia de los
gobiernos analizados. Al respecto, Cavarozzi y Casullo proponen que en América
Latina se pueden construir tres itinerarios alternativos en la estructuración
de configuraciones partidistas: 1. Sistemas de partidos donde se cumplen
simultáneamente la implantación relativamente fuerte de los partidos en la
sociedad y el predominio de la tendencia de los partidos a reconocerse como
interlocutores (Uruguay, Chile y Colombia desde el siglo XIX y Venezuela y Costa
Rica desde mediados del siglo XX); 2. Partidos sin sistema que se caracteriza
por la estructuración de hegemonías unipartidistas alrededor de partidos
ejes (México y Argentina y más tardíamente Bolivia y Paraguay); 3. Políticos
sin partidos, definida por la extrema debilidad y maleabilidad de los partidos
políticos y el papel de los militares como guardianes del sistema político (Brasil
y Perú) (2002, pp. 12-15).
Sea cual sea los resultados concretos de las investigaciones adelantadas
para entender las lógicas históricas en la conformación de los partidos y los
sistemas de partidos en cada uno de los países latinoamericanos, lo cierto
es que “los partidos siguen siendo indispensables para el funcionamiento de
los sistemas políticos democráticos (pues) estructuran la competencia y dan

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Cuatro aspectos claves de las transiciones democráticas y el viraje a la izquierda en América Latina

forma a los resultados electorales, crean un universo conceptual que orienta a


los ciudadanos y a las élites, ayudan a concertar acuerdos en torno a políticas
gubernamentales (de manera coyuntural, pero lo hacen) establecen acciones
para la actuación legislativa, proveen de cuadros a las instituciones y hacen
operativo el sistema político” (Alcántara & Freidenberg, 2003, p. 15).
Es cierto que, a pesar de sentimientos antipartidistas, la desconfianza
ciudadana hacia ellos, la crítica permanente al sistema y a la representación, en
las transiciones democráticas se ha presentado una revalorización del papel de
los partidos en América Latina.
Si bien la larga tradición de la sociología política y de la politología ha
brindado análisis, definiciones y clasificación de los partidos con obras clásicas
de Sartori (2005), Michels (2008) o Duverger (2012), los recientes estudios
han intentado precisar a los partidos políticos como organización electoral,
organización de gobierno, legislativa, burocrática y organización voluntaria
de miembros, lo que lleva a reconocerlas en últimas como organizaciones
sumamente complejas y heterogéneas –y no como actores uniformes y
unitarios– “que se comportan en ámbitos diversos y con una variopinta gama
de intereses, por lo que dentro de ellos compiten intereses particulares en
función muchas veces de motivaciones individuales” (Alcántara & Freidenberg,
2003, p. 15).
Es quizá por ello que, más allá de la crisis de representatividad por la poca
capacidad de los partidos políticos para dar respuestas efectivas a las demandas
ciudadanas –lo que ha fracturado la legitimidad de la relación ciudadanos-
partidos políticos–, el papel de los partidos exige para la construcción de una
democracia sustantiva una nueva estrategia de legitimación que puede llegar
a ser más fructífera, la relación partidos-gobierno, de tal manera que los
partidos sean “evaluados menos por su capacidad de representación social
(…) que por su capacidad para proponer una oferta política variada (…) mayor
eficiencia organizacional (… ) proposición de políticas (… y) mejoramiento de la
gobernabilidad institucional” (Sorj & Martucelli, p. 98).

PRESIDENCIALISMO Y CAUDILLISMO: UN RIESGO A SUPERAR


PARA LOS SISTEMAS POLÍTICOS DEMOCRÁTICOS
En cuarto lugar, dichas transiciones generaron una serie de debates interesantes
entre los cuales podemos destacar el papel que había jugado y sigue jugando
el sistema presidencialista, dominante en la historia de América Latina. La
discusión giró alrededor de las limitaciones que dicho sistema podía imponer a
las lógicas de restauración democráticas y la posibilidad de que América Latina

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encontrara una nueva opción de régimen político en el parlamentarismo (Linz


& Valenzuela, 1998; Lanzaro, 2001).
Se revisaron entonces los presupuestos básicos de ambas tradiciones
y se puso en evidencia que para América Latina sería muy difícil pasar de
presidencialismo a parlamentarismo, porque este último exigía una real
disciplina de partido que en la región casi nunca ha existido. Pero también se
adelantaron estudios que señalaron que el presidencialismo en América Latina
tenía expresiones históricas concretas que daban cuenta de que sus crisis
no representaban un riesgo mayor para la estabilidad de las instituciones
democráticas.
El trabajo de Kathryn Hochstetler argumenta en favor de esta tesis ya que
constata que “Desde 1978, el 40% de los presidentes electos en Sudamérica han
sido desafiados por actores civiles que intentaron forzarlos a dejar sus cargos
antes de tiempo.
A través del juicio político (impeachment) y de renuncias, 23% han caído
y han sido reemplazados por civiles” (2008, p. 51). En Argentina, Raúl Alfonsín
(1989) y Fernando de la Rúa (2001) renunciaron; en Bolivia, Gonzalo Sánchez
de Losada (2003) renunció; en Brasil, Fernando Collor de Mello (1992) después
de un juicio político y de ser condenado por corrupción también abandonó
el cargo; en Ecuador, Abdalá Bucaram (1997) fue destituido por incapacidad
mental y Jamil Mahuad (2000) fue designado desertor; en el Paraguay, Raúl
Cubas Grau (1999) renunció tras encarar un juicio político; en Perú (2000)
Alberto Fujimori también renunció y fue declarado incapaz; en Venezuela,
Carlos Andrés Pérez (1993) fue condenado por la Corte Suprema de Justicia y
declarado desertor.
El debate sobre el presidencialismo ha sido crucial para consolidar
un reflujo democrático tomando en cuenta que la revisión crítica del mismo
contribuye con la posibilidad real de construir una opción democrática colectiva
de carácter progresista que institucionalice las opciones de poder más allá del
papel de liderazgo caudillista que ciertos procesos del viraje a la izquierda
latinoamericano tomaron –Chávez sería el más significativo–. Si bien el liderazgo
es necesario, el excesivo personalismo presidencialista llevó a cometer errores
que pusieron en riesgo la cohesión social y la gobernabilidad democrática e
impidieron superar inercias premodernas para continuar avanzando en el
sendero de una sociedad más equitativa e igualitaria, propia de una democracia
sustantiva con un sistema político democrático que respete las reglas formales
y que genere procesos sustantivos y deliberativos, para equilibrar una relación
de poder entre Estado, sociedad civil y mercado.

[ 110 ] Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 94-116. ISSN 1900-5547
Cuatro aspectos claves de las transiciones democráticas y el viraje a la izquierda en América Latina

Lo cierto es que gracias a los cuatro aspectos señalados América latina


logró superar el doloroso y último período dictatorial iniciado como reacción
al impacto de la Revolución Cubana en el marco de la doctrina de la seguridad
nacional impuesta por Norteamérica (González Casanova, 1986) y abrió, a
comienzos del siglo XXI, un período de esperanzas y transformaciones sociales
con un bloque de gobiernos progresistas que demostraron que la construcción
de una democracia sustantiva en América latina era posible, de allí que se
requiera seguir profundizando en cada uno de estos cuatro aspectos como
posibilidad cierta y necesaria de transformación social.

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MIGRACIONES INTRADEPARTAMENTALES EN NARIÑO: ANÁLISIS
DE LAS INMIGRACIONES DE LOS MUNICIPIOS DE IPIALES Y
TÚQUERRES EN LOS CENSOS 2005 Y 2018

José David Velasco Villota1; Angela Valeria Cerón Rosero2

RESUMEN

E
ste artículo tiene como objetivo analizar las tendencias de la inmigración
intradepartamental en los municipios de Túquerres e Ipiales durante
los censos de 2005 y 2018. Esta investigación se caracteriza por tener
un enfoque descriptivo y un diseño longitudinal. La metodología empleada se
sustenta en la recopilación e interpretación de fuentes teóricas y estadísticas
oficiales de carácter demográfico proporcionadas por el Departamento
Administrativo Nacional de Estadística (DANE). Las conclusiones obtenidas
destacan una preferencia hacia la inmigración interna en Túquerres,
especialmente entre mujeres en edades laborales (25 - 55 años). En contraste,
Ipiales muestra una disminución en su tasa inmigratoria interna. Sin embargo,
se observa que las personas más propensas a inmigrar son aquellas que se
encuentran en el rango 40 a 55 años, específicamente del sexo femenino. Estos
hallazgos sugieren que ambos municipios atraen a individuos en etapas activas
de sus vidas, posiblemente impulsados por oportunidades económicas.
Palabras clave: Inmigración; inmigrante; Ipiales; migración interna; Túquerres.

SUMMARY
This article aims to analyze the intradepartmental immigration trends in
the municipalities of Túquerres and Ipiales during the 2005 and 2018
censuses. This research is characterized by having a descriptive approach
and a longitudinal design. The methodology used is based on the compilation
and interpretation of theoretical sources and official demographic statistics

1. Estudiante de sociología, Universidad de Nariño. E-mail: jose19@udenar.edu.co, Pasto,


Colombia.
2. Estudiante de sociología, Universidad de Nariño. E-mail: angelavaleria@udenar.edu.co, Pasto,
Colombia.

Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 117-131. ISSN 1900-5547 [ 117 ]
José David Velasco Villota - Angela Valeria Cerón Rosero

provided by the National Administrative Department of Statistics (DANE). The


conclusions obtained highlight a preference towards internal immigration in
Túquerres, especially among women of working age (25-55 years). In contrast,
Ipiales shows a decrease in its internal immigration rate. However, it is observed
that the people most likely to immigrate are those who are in the 40 to 55 age
range, specifically female. These findings suggest that both municipalities
attract individuals in active stages of their lives, possibly driven by economic
opportunities.
Keywords: Internal migration; immigrant; immigration; Ipiales; Túquerres.

RESUMO
Este artigo tem como objetivo analisar as tendências da imigração
intradepartamental nos municípios de Túquerres e Ipiales durante os
censos de 2005 e 2018. Esta pesquisa caracteriza-se por ter uma abordagem
descritiva e um desenho longitudinal. A metodologia utilizada baseia-se na
compilação e interpretação de fontes teóricas e estatísticas demográficas
oficiais disponibilizadas pelo Departamento Administrativo Nacional de
Estatística (DANE). As conclusões obtidas destacam uma preferência pela
imigração interna em Túquerres, especialmente entre as mulheres em idade
ativa (25 - 55 anos). Em contrapartida, Ipiales apresenta uma diminuição na
sua taxa de imigração interna. Contudo, observa-se que as pessoas com maior
probabilidade de imigrar são aquelas que se encontram na faixa etária dos
40 aos 55 anos, especificamente do sexo feminino. Estas conclusões sugerem
que ambos os municípios atraem indivíduos em fases ativas das suas vidas,
possivelmente impulsionados por oportunidades económicas.
Palavras-chave: Imigração; imigrante; Ipiales; migração interna; Túquerres.

INTRODUCCIÓN
El presente artículo se concentra en el análisis de la inmigración, específicamente
la inmigración interna, de los municipios de Túquerres e Ipiales, centrándose
en componentes demográficos como la tasa de inmigración, la tasa específica
de inmigración interna por edad y las pirámides poblacionales que representan
la edad y sexo de los inmigrantes, durante los periodos censales de 2005 y 2018.
Este estudio busca establecer una base de investigación que brinde información
sobre los aspectos demográficos presentes en los municipios seleccionados.
Dado que, las investigaciones acerca de la inmigración intradepartamental son
limitadas, por esta razón, se busca cubrir este vacío de conocimiento. Además,
se pretende revelar y comprender los procesos inmigratorios de Túquerres e
Ipiales y su posible interacción con los otros municipios del departamento de
Nariño.

[ 118 ] Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 117-131. ISSN 1900-5547
Migraciones intradepartamentales en Nariño: Análisis de las inmigraciones
de los municipios de Ipiales y Túquerres en los censos 2005 y 2018

Nota. Mural, Calle de Tumaco. 2019. Fotografía por: Ricardo Oviedo A.

La migración, a diferencia de los nacimientos o defunciones, plantea


desafíos para su medición, ya que, su frecuencia varía a lo largo de la vida de una
persona. Para comprender este fenómeno, es esencial considerar factores como
el cruce de fronteras políticas, el cambio de residencia habitual, la duración de
la estancia y el propósito migratorio (Departamento Administrativo Nacional
de Estadística [DANE], 2008).
Los movimientos migratorios se clasifican en internos o internacionales,
dependiendo de la frontera que se atraviese. Además, estos movimientos
se pueden analizar desde dos perspectivas: recientes o de toda la vida.
La clasificación reciente se basa en el momento del cambio de residencia
habitual, mientras que la clasificación de toda la vida considera el momento
del nacimiento o el cambio de residencia habitual en relación a un momento
determinado. Es importante destacar que la migración interna ha desempeñado
un papel históricamente relevante para las ciudades de América Latina y el
Caribe (Cepal, 2007). Este tipo de migración implica un cambio en la residencia
habitual, donde las personas abandonan su lugar de origen para establecerse
en una nueva ubicación dentro del país.
Según la página web oficial de la Alcaldía del municipio de Túquerres
(2018), es un municipio colombiano que se encuentra en el departamento de
Nariño. Está situado a una distancia de 72 kilómetros de San Juan de Pasto,
la capital del departamento. Cuenta con una población estimada de 41.205
habitantes. Limita al norte con el municipio de Providencia, al sur con los

Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 117-131. ISSN 1900-5547 [ 119 ]
José David Velasco Villota - Angela Valeria Cerón Rosero

municipios de Sapuyes y Ospina, al oriente con Guitarilla, Imués y Providencia,


y al occidente con el municipio de Santacruz (ver mapa 1).
Por su parte, de acuerdo con la página web de la Alcaldía del municipio
de Ipiales (2018), es un municipio perteneciente al departamento de Nariño,
Colombia; y está ubicado al suroriente del mismo. Tiene un número aproximado
de 141.863 habitantes. Limita al norte con los municipios de El Contadero,
Pupiales y Gualmatán, al sur con la República de Ecuador, al oriente con Potosí,
Córdoba, Puerres y el departamento del Putumayo, y al occidente con Aldana,
Cuaspud y la República de Ecuador (ver mapa 2).

Mapa 1. División político administrativa Mapa 2. Ubicación geográfica del munici-


y límites del municipio de Túquerres pio de Ipiales

Fuente: Plan de desarrollo municipal 2012- Fuente: Plan de desarrollo “Ipiales capital del
2015 “Unidos por Túquerres” sur” 2016-2019

MARCO TEÓRICO
Las indagaciones que se han llevado a cabo en el ámbito de las ciencias sociales
respecto a la migración interna intradepartamental, si bien aún carecen de
una aproximación empírica exhaustiva, permiten obtener una comprensión
preliminar de la perspectiva sobre el tema en cuestión. Según la Comisión
Económica para América Latina y el Caribe [Cepal] (2020) las migraciones
internas son un componente decisivo en la redistribución espacial de la
población, determinando efectos sociales, políticos, económicos y demográficos
como en el crecimiento y estructura de la población.

[ 120 ] Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 117-131. ISSN 1900-5547
Migraciones intradepartamentales en Nariño: Análisis de las inmigraciones
de los municipios de Ipiales y Túquerres en los censos 2005 y 2018

Inicialmente, desde una perspectiva internacional, se destaca a Rodríguez


(2019) con su obra “Migraciones internas en Chile, 1977-2017: continuidad y
cambio”. En esta investigación, el autor analiza los patrones migratorios internos
en Chile a lo largo de cuatro décadas, utilizando datos recopilados en los censos
de 1977, 1992, 2002 y 2017. El análisis aborda tendencias, factores impulsores
e impactos en las comunidades de origen y destino. Los resultados obtenidos
revelan que la migración interna en Chile ha mantenido una estabilidad notable,
con una tasa cercana al 10% a lo largo de este extenso periodo de tiempo. El
autor sostiene que los migrantes continúan mostrando una preferencia por las
áreas urbanas; no obstante, se han identificado cambios significativos en los
últimos años. Se destaca una disminución en la migración de larga distancia y un
aumento en la migración de corta distancia, acompañado de un incremento en
la migración de retorno. Este último aspecto sugiere una creciente disposición
por parte de los migrantes a regresar a sus comunidades de origen.
En el mismo contexto, Rodríguez (2004) en su investigación titulada
“Migración interna en América Latina y el Caribe: estudio regional del período
1980-2000”, aborda las tendencias migratorias internas dentro de los países
de América Latina y el Caribe durante las últimas dos décadas del siglo XX. El
autor describe las principales tendencias de los desplazamientos migratorios,
caracteriza los flujos y hace un perfil de los migrantes para compararlo con los
no migrantes, y estima probabilidades de migrar asociadas a características de
los individuos. Además, aporta información y conocimiento para el diseño de
intervenciones sobre migración, en particular la acción sobre flujos específicos,
como los que se dirigen a las grandes ciudades.
Dentro del ámbito nacional, el artículo de Fields (1979) “Lifetime
Migration in Colombia: Tests of the Expected Income Hypothesis”, examina
los datos del Censo de Población de Colombia de 1973 con el propósito de
someter a evaluación empírica el modelo económico de migración en el país. El
autor enfoca su análisis en los 23 departamentos colombianos como unidades
de estudio, explorando cinco hipótesis fundamentales. Entre estas, destaca
la primera hipótesis que postula una mayor tasa de emigración en mujeres
colombianas en comparación con hombres. Este fenómeno podría vincularse,
en parte, con la segunda hipótesis que plantea que las mujeres en Colombia
manifiestan una predisposición más marcada para aprovechar oportunidades
económicas asociadas a la migración, respaldada por consideraciones
sociológicas.
De igual forma, resulta pertinente hacer mención a la investigación
de Cuervo et al. (2018) titulada “La migración interna en Colombia en la
transición al siglo XXI. Una aproximación multiescalar”. Este estudio se propone

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contribuir a la comprensión del patrón de migración interna en Colombia


como un componente de las transformaciones históricas ocurridas desde la
segunda mitad del siglo XX, especialmente en el contexto del conflicto armado.
Expone que según un estudio realizado en los años censales de 1993 y 2005,
el volumen de migrantes intermunicipales, determinado por los cambios de
residencia durante los últimos cinco años previos a cada censo, experimentó
un descenso significativo. En concreto, se reporta que la cifra disminuyó de
4.161.862 entre 1988 y 1993, lo que representaba aproximadamente el 13%
de la población total, a 2.666.142 entre 2000 y 2005, equivalente a cerca del
6.5% de la población total. Esta reducción constituye un fenómeno inesperado
en el volumen de migrantes internos considerados “voluntarios”.
Silva y González (2009) en su investigación Análisis espacial de las
migraciones internas en Colombia (2000-2005), realizan un estudio sobre las
migraciones intradepartamentales, en la cual se argumenta que debido a factores
socioeconómicos las personas tienden a emigrar, o no, a lugares cercanos donde
se les presenta mejores oportunidades. Los resultados obtenidos indican a
que los departamentos expulsores han sido aquellos en los que se encuentran
menores niveles de ingresos y mayor tradición de emigrantes; por lo que en
la decisión de migrar los individuos ponderan la calidad de vida y sus redes
sociales. Ejemplos de esto son los departamentos aislados, como Guaviare y
Caquetá, que actúan como expulsores de población, mientras que Antioquia,
por el contrario, se presenta como receptor de población migrante.
En el artículo de Torre-Cantalapiedra y Giorguli (2016), “Movilidades
internas e internacionales en Colombia: determinantes, patrones migratorios
y diversidad de destinos, 1950-2010”, se realiza un análisis exhaustivo del
comportamiento migratorio de los colombianos, utilizando datos retrospectivos
proporcionados por el Latin American Migration Project (LAMP). Estos datos
provienen de nueve comunidades urbanas y cinco rurales entrevistadas entre
los años 2008-2013, ubicadas en Bogotá, en los departamentos de Atlántico y
el Eje Cafetero. El estudio aborda diversas variables demográficas, incluyendo
la migración interna (1950-2010) e internacional (1965-2010), así como la
movilidad colombiana en términos de edades quinquenales, sexo y destinos
nacionales (intradepartamental e interdepartamental), entre otras. Un hallazgo
significativo del trabajo revela la disparidad entre los patrones de migración
interna y los destinos internacionales en relación con la edad y el sexo. Se
destaca que las personas jóvenes, en su mayoría mujeres, son las principales
protagonistas de la migración interna, mientras que la migración internacional
está mayormente representada por adultos, predominantemente hombres, con
edades comprendidas entre los 20 y 35 años.

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Migraciones intradepartamentales en Nariño: Análisis de las inmigraciones
de los municipios de Ipiales y Túquerres en los censos 2005 y 2018

Por otra parte, el estudio de Navarrete (2021) titulado Tendencias


demográficas del departamento de Risaralda (Demographic trends from
Risaralda´s department), hace un análisis del departamento de Risaralda
según algunas variables demográficas como: la dinámica poblacional (tasas
de crecimiento, estructura etaria y género), concentración de la población
rural y urbana, población por municipios y estructura familiar. Algunas de las
características del departamento analizado encuentran que, en el componente
migratorio, Pereira presenta un total de 9.071 emigrantes internos en los
últimos cinco años, 14.425 emigrantes y 3.636 inmigrantes internacionales,
en su mayoría venezolanos. El departamento en los últimos 12 meses, recibió
3.636 inmigrantes de los cuales 2.607 están en Pereira, esto se debe a la cercanía
de los municipios y la facilidad y costos de vivienda de este lugar.
Finalmente, Torres-Franco (2021) en su investigación “Migración
en Colombia: causas, efectos y estrategias de retorno”, analiza las causas y
consecuencias de la migración, fundamentalmente interna, de las personas
colombianas a través del patrón migratorio presentado en el país en los
últimos 20 años. En Colombia se presenta un flujo creciente de migrantes
internos, principalmente de las zonas rurales, hacia los centros poblados del
territorio. Entre las razones de inmigrar hacia estos lugares se encuentran: la
búsqueda de un mejor ingreso, posibilidad de desarrollo económico, mejorar la
calidad de vida, soportar los gastos familiares y el conflicto armado. Así mismo,
como posible estrategia de solución a esta problemática se propone brindar
elementos y garantías de estabilidad económica para la permanencia y retorno
de migrantes a sus lugares de origen.

METODOLOGÍA
Este estudio, de carácter cuantitativo, adopta un enfoque descriptivo y un diseño
longitudinal. Hernández et al. (2010), destaca que este tipo de enfoque tiene
como objetivo definir las propiedades, peculiaridades y aspectos importantes
de cualquier fenómeno sometido a análisis. Así mismo, busca detallar las
tendencias presentes en un grupo o población específicos.
Para alcanzar el objetivo de la investigación, se utilizó la herramienta
de hoja de cálculo Excel. Además, la fuente de recolección de datos fue
proporcionada por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística
(DANE), rescatando la información del censo 2005 y censo 2018 (Redatam). La
población y muestra para el desarrollo de este artículo fueron los inmigrantes
de los municipios de Túquerres e Ipiales. Esta estrategia metodológica brinda

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una comprensión rigurosa y fiable de la dinámica de la inmigración interna de


estos municipios a lo largo del tiempo.
Las variables críticas para esta investigación son: el género, la edad
y patrones migratorios. En este contexto, la evaluación de los resultados
estadísticos se lleva a cabo mediante la presentación visual a través de
gráficos, tales como gráficos de barras (que representan la tasa de inmigración
interdepartamental interna y la tasa de inmigración), gráficos de líneas (para la
tasa específica por edad) y pirámides poblacionales que ilustran la composición
demográfica de los inmigrantes de toda la vida en los municipios objeto de
estudio.

ANÁLISIS DE RESULTADOS

Nota. Información censo 2005 y censo 2018 (Redatam). DANE.

El gráfico 1 presenta una comparación de la tasa de inmigración


interdepartamental interna (TIID) por sexo entre los censos de los años
2005 y 2018. En el año 2005, la gráfica muestra una marcada diferencia en
la migración por género, donde se observa un mayor número de mujeres
migrantes en comparación con los hombres en Túquerres. Se registraron 80,3
mujeres migrantes interdepartamentales por cada 1000 mujeres, mientras que
para los hombres la cifra fue de 68,8 por cada 1000 hombres. Esta inclinación
se mantuvo constante en el 2018, con 88,5 mujeres y 78,7 hombres migrantes
por cada 1000 individuos respectivamente. Estos datos reflejan una tendencia
continua de mayor inmigración interna interdepartamental del sexo femenino
en Túquerres a lo largo de los años 2005 y 2018.

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Migraciones intradepartamentales en Nariño: Análisis de las inmigraciones
de los municipios de Ipiales y Túquerres en los censos 2005 y 2018

Nota. Información censo 2005 y censo 2018 (Redatam). DANE.

Siguiendo con este análisis, se encuentra el gráfico 2 el cual examina la


distribución de los inmigrantes de toda la vida en el municipio de Túquerres
durante el año 2005 en función del sexo y edad. Se evidencia un incremento
del tamaño de la población en edad laboral, con una concentración particular
en las edades comprendidas entre 25 y 55 años para ambos sexos. No obstante,
es importante señalar que el grupo de edad quinquenal que experimenta el
crecimiento más significativo corresponde a 35 a 39 años. Cabe resaltar que
este incremento en la población de esa franja de edad en el año 2005 se refleja
de manera más prominente en el género femenino. Por otro lado, es evidente la
disminución tanto en hombres como en mujeres a partir de los 60 años, lo cual,
gradualmente genera una estrechez en la base de la pirámide de edades con el
paso de los años.
De igual manera, en el gráfico 3 se muestra la distribución de los
inmigrantes de toda la vida en el municipio de Túquerres en el año 2018
desglosado por sexo y edad. En un principio se logra evidenciar que hay un
mayor porcentaje de población perteneciente al grupo de edad de 0 a 4 años.
Además, se observa que existe una proporción significativa de población
inmigrante en edad laboral, que se encuentra entre los 15 y los 64 años. Por
otro lado, se evidencia un menor porcentaje de población inmigrante de edad
avanzada, es decir, personas de 65 años en adelante. Esto indica que la presencia
de personas mayores entre los inmigrantes es menor en comparación con otros
grupos de edad.

Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 117-131. ISSN 1900-5547 [ 125 ]
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Nota. Información censo 2005 y censo 2018 (Redatam). DANE.

Por otro lado, el gráfico 4 muestra la tasa de inmigración


intradepartamental en el municipio de Ipiales. En el año 2005, se reportaron
92.6 inmigrantes por cada 1000 habitantes, mientras que para el año 2018,
esta cifra experimentó una ligera disminución, situándose en 89.9 inmigrantes
por cada 1000 habitantes. A partir de estos datos, se observa una reducción del
2.7% en la tasa de inmigración de Ipiales durante ese período.

Nota. Información censo 2005 y censo 2018 (Redatam). DANE.

[ 126 ] Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 117-131. ISSN 1900-5547
Migraciones intradepartamentales en Nariño: Análisis de las inmigraciones
de los municipios de Ipiales y Túquerres en los censos 2005 y 2018

Otra característica crucial a considerar es la presencia de puntos de


estancamiento en la población de inmigrantes de toda la vida en el municipio
de Ipiales, organizados por grupos en edades quinquenales. En este sentido,
el gráfico 5 presenta los datos de la tasa específica de inmigrantes según
la edad, revelando que en el año 2005 el número total de inmigrantes es
considerablemente mayor en comparación con el censo de 2018, que muestra
una tasa específica de inmigración más baja. A partir del grupo de edad
correspondiente a la tercera edad (65 a 80 años o más), se observa una inversión
en la tasa específica, con una excepción en los inmigrantes entre 69 y 74 años.
Los datos demuestran que hay una tendencia de correlación, directamente
proporcional, entre el aumento de la tasa específica de inmigración y el
incremento en la edad.

Nota. Información censo 2005 y censo 2018 (Redatam). DANE.

Finalmente, los gráficos 6 y 7, a través del análisis de las pirámides de los


inmigrantes, muestran un panorama interesante. En el año 2005 la proporción
de inmigrantes femeninas es mayor en comparación con los masculinos, y este
patrón se mantiene para el año 2018. Sin embargo, en el año 2005 existe una
mayor proporción de los inmigrantes de toda la vida del municipio de Ipiales
en el rango de 35 a 44 años. En contraste en el año 2018, el mayor número
de inmigrantes se encuentran entre los 49 a 59 años. Además, la menor
proporción de inmigrantes se ubica en las edades de 0 a 14 y de 70 a 80 años
o más, tanto para los periodos censales de 2005 como de 2018, a excepción
de un caso particular en 2018, donde se observa un aumento en la proporción

Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 117-131. ISSN 1900-5547 [ 127 ]
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de inmigrantes en las edades de 70 a 74 y 80 años o más con respecto al año


2005. Esto indica que la presencia de personas adultas entre los inmigrantes es
mayor en comparación con otros grupos de edad.

Nota. Información censo 2005 y censo 2018 (Redatam). DANE.

Nota. Información censo 2005 y censo 2018 (Redatam). DANE.

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Migraciones intradepartamentales en Nariño: Análisis de las inmigraciones
de los municipios de Ipiales y Túquerres en los censos 2005 y 2018

DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES
En base a los datos presentados en los gráficos y análisis adjuntos, se pueden
extraer las siguientes conclusiones sobre las tendencias de inmigración
interdepartamental en los municipios de Túquerres e Ipiales:
Diferencia de género en la inmigración
La migración interna interdepartamental en Túquerres e Ipiales durante los
años 2005 y 2018, indican una clara diferencias entre el sexo, como se ilustra
en los gráficos 1, 6 y 7. En ambos períodos, las mujeres demuestran una
inclinación más pronunciada hacia la inmigración en comparación con los
hombres, manifestando tasas de inmigración notoriamente superiores. Esta
constante tendencia insinúa que las mujeres tienen una mayor propensión
a aprovechar las ocasiones de migración, posiblemente motivadas por
aspiraciones económicas u otros incentivos. Esta observación es congruente
con una de las hipótesis presentadas por Fields (1979).
Población en edad laboral y familias jóvenes
Los análisis de las distribuciones por edad en los gráficos 2, 3, 5, 6 y 7 resaltan la
predominancia de personas en edad laboral, especialmente entre 25 y 55 años,
en ambos años estudiados. Esta concentración sugiere que Ipiales y Túquerres
atraen a aquellos que buscan oportunidades económicas y profesionales
durante su etapa más productiva. Esto se debe, según lo expuesto por Torres-
Franco (2021), las personas buscan mejorar su calidad de vida y desarrollo
económico, llevándolos a trasladarse a ciudades para alcanzar su objetivo.
Además, el incremento en el porcentaje de población en el grupo de 0 a
4 años en 2018 indica un aumento en el índice de juventud y señala la llegada
de familias jóvenes a Túquerres. Esta tendencia sugiere que las personas se
trasladan al lugar en busca de mejores condiciones de vida y oportunidades
educativas para sus hijos. Estos hallazgos sobre la población en edad laboral
y las familias jóvenes en Túquerres se alinea con las afirmaciones de Silva y
González (2009). Sin embargo, para el caso de Ipiales los grupos entre los 0 a 9
años es constante en los dos períodos censales.
Implicaciones para la planificación y políticas
Estas conclusiones tienen importantes implicaciones para la planificación y
diseño de políticas en Túquerres e Ipiales. La diferenciación de género en la
inmigración resalta la necesidad de considerar las motivaciones específicas
de las mujeres y hombres migrantes al desarrollar políticas de integración y

Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 117-131. ISSN 1900-5547 [ 129 ]
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apoyo. La concentración en edades laborales subraya la importancia de crear


oportunidades económicas y laborales para esta población. El incremento en
familias jóvenes apunta a la importancia de proporcionar servicios educativos
y de bienestar para niños y jóvenes. El aumento en la población de adultos
mayores exalta la necesidad de crear y promover centros, residencias y apoyos
especiales para garantizar su bienestar.

RECOMENDACIONES
Las dificultades encontradas en el artículo tienen relación a la escasa bibliografía
existente en cuanto a la inmigración interna intradepartamental. Así mismo,
la cuestionable credibilidad en algunos componentes del Redatam en el censo
2005. Finalmente, es pertinente abordar más temas para comprender mejor
algunos fenómenos complejos, como lo es la migración. De igual manera, se
invita a reflexionar sobre las posibles causas y consecuencias que representan
estas dinámicas para el desarrollo de los municipios, en este caso, Túquerres e
Ipiales.

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Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 117-131. ISSN 1900-5547 [ 131 ]
PROYECTO DE NACIÓN INDIA EN LIMA VIRREINAL

Valentin Chillihuani Ttito1

RESUMEN

L
a presente investigación, tiene por objetivo mostrar cuales fueron
los mecanismos de reclamo que emplearon algunos indígenas de
Lima y el norte peruano virreinal, al rey de España en el siglo XVIII,
por hacer vales sus derechos, a partir de un documento de finales del siglo
XVII denominado “Cédula de Honores”, que dio inició a una serie de acciones
pidiendo el cumplimiento de dicho documento, en dicha cédula se igualaba en
derechos a los naturales con los peninsulares. Por ello la investigación tiene un
enfoque histórico y cualitativo, porque a través de la historia trata de explicar
la propuesta política de nación índica a partir de varios actores de época (don
Vicente Morachimo, Fray Calixto de San José Túpac Inca, entre otros), también
un enfoque cualitativo, para hacer un análisis interpretativo de los hallazgos,
por ello la investigación se apoya en los trabajos de Luis Miguel Glave, Teresa
Vergara, Alcira Dueñas, entre otros. Los resultados de esta investigación
son satisfactorios, a medida que muestran un escenario de propuestas, que
circulaban en el pensamiento de algunos indígenas. Por ello las conclusiones
a que arribó la investigación son muy interesantes, puesto que plantean la
posibilidad de un proyecto político de formar una nación indica.
Palabras clave: Nación, nación índica, indígenas intelectuales, proyecto político
y Cédula de Honores

ABSTRACT
The present investigation aims to show what were the claim mechanisms that
some indigenous people from Lima and the viceregal Peruvian north used to

1. Magíster en Historia con mención en Estudios Andinos, Pontifica Universidad Católica del Perú,
docente de Historia de la Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cusco. Código ORCID:
0000-0002-2672-6032. Email: valentin.chillihuani@unsaac.edu.pe, Cusco-Perú.

[ 132 ] Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 132-149. ISSN 1900-5547
Proyecto de nación india en Lima virreinal

the king of Spain in the 18th century, to assert their rights, based on a document
from the end of the century. XVII called “Cédula de Honores”, which initiated a
series of actions requesting compliance with said document, in said document
the rights of the natives were equal to those of the peninsular. For this reason,
the research has a historical and qualitative approach, because through history
it tries to explain the political proposal of the nation based on various actors of
the time (don Vicente Morachimo, Fray Calixto de San José Túpac Inca, among
others), also a qualitative approach, to make an interpretive analysis of the
findings, which is why the research is based on the works of Luis Miguel Glave,
Teresa Vergara, Alcira Dueñas, among others. The results of this research are
satisfactory, as they show a scenario of proposals that circulated in the thoughts
of some indigenous people. Therefore, the conclusions reached by the research
are very interesting, since they raise the possibility of a political project to form
an indica nation.
Keywords: Nation, Indic nation, indigenous intellectuals, political project and
Honors Certificate.

RESUMO
A presente investigação tem como objetivo mostrar quais foram os mecanismos
de reivindicação que alguns povos indígenas de Lima e do vice-reinado do norte
peruano utilizaram junto ao rei da Espanha no século XVIII, para fazer valer
seus direitos, com base em um documento do final do século XVII. Denominada
“Cédula de Honores”, que iniciou uma série de ações solicitando o cumprimento
do referido documento, no referido documento os direitos dos indígenas eram
iguais aos dos peninsulares. Por isso, a pesquisa tem uma abordagem histórica
e qualitativa, pois através da história tenta explicar a proposta política da nação
a partir de diversos atores da época (dom Vicente Morachimo, Fray Calixto de
San José Túpac Inca, entre outros), também uma abordagem qualitativa, para
fazer uma análise interpretativa dos resultados, razão pela qual a pesquisa se
baseia nas obras de Luis Miguel Glave, Teresa Vergara, Alcira Dueñas, entre
outros. Os resultados desta pesquisa são satisfatórios, pois mostram um cenário
de propostas que circularam no pensamento de alguns indígenas. Portanto, as
conclusões alcançadas pela pesquisa são muito interessantes, pois levantam a
possibilidade de um projeto político de formação de uma indica nação.
Palavras-chave: Nação, nação indiana, intelectuais indígenas, projeto político
e Certificado de Honra.

Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 132-149. ISSN 1900-5547 [ 133 ]
Valentin Chillihuani Ttito

Nota. Artesanías. Cuzco, Perú. Foto: Ricardo Oviedo A., 2019.

INTRODUCCIÓN
El tema de “nación indica” ciertamente es nuevo o en todo caso no está
muy presente dentro de la academia o al menos en la academia del interior del
país (Escuelas de Historia del Perú), por lo que es muy importante estudiar este
tema, ya que hay una mirada casi homogénea, de que la población indígena en
la colonia, no tuvo un papel preponderante, menos en el campo de construcción
de alguna forma de identidad, a más de algunas acciones particulares de
resistencia como la de ofrecida desde Vilcabamba por Manco Inca o la de Túpac
Amaru II, pasando por la resistencia ideológica de Juan Santos Atahuallpa, a
parte de los mencionados los estudios son un tanto escuetos o en todo caso
faltan visibilizar a la comunidad académica.
Sin embargo, para estos últimos años empezaron a salir nuevas
investigaciones, que sugieren la posibilidad de que habría existido un proyecto
político de formar una “Nación Indica”, a partir de intelectuales, escribanos y
sobre todo de indígenas nobles de la colonia, sin mayor relación de nobleza
con los de la nobleza cusqueña, que al parecer habrían intentado construir, una
identidad indica, pero a partir de ciertos hechos y coyunturas.
Pues en esa línea van, algunos trabajos como el de Luis Miguel Glave,
quien indica a partir de sus investigaciones hacia los finales del siglo XVII hubo
un documento denominado “Cédula de Honores” que igualaba en derechos a
los naturales con los peninsulares, pues a raíz de este documento empiezan a

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darse más reclamos pidiendo que se cumpla este derecho, puesto que ambos
eran súbditos de la corona española y que profesaban la misma fe (Glave. 2011).
Además, que en el virreinato de Nueva España se estaba cumpliendo en parte
este documento.
Es así, que en el siglo XVIII empezaron a surgir una serie de personalidades,
que pedían que se cumpla este documento (Cédula de Honores), según la
investigadora Alcira Dueñas entre los años 1720 y 1730 un personaje llamado
Vicente Morachimo, reclamó el cumplimiento de la Cédula de Honores, en su
afán de lograr este propósito elaboró un documento llamado “Manifiesto de
agravios y vejaciones” (Dueñas, 2010). De la misma línea es otro personaje
estudiado por Alcira Dueñas, llamado Fray Calixto de San José Túpac Inca, quien
también presentó un documento denominado “Representación Verdadera”,
este documento igual que el anterior pedía el cumplimiento de la “Cédula de
Honores”.
Otro investigador, es la historiadora Teresa Vergara quien señala la
presencia de dos personajes que gracias a la dedicación de sus oficios lograron
escalar socialmente, hasta llegar a ser maestros reconocidos por la elite limeña,
al igual que los ya mencionados, reclamaron también el cumplimiento de la
“Cédula de Honores” (Vergara, 2013).
Por lo que, esta investigación pretendió mostrar la manera en que estas
personas plantearon sus reclamos ante las autoridades coloniales, e incluso
llegando hasta la misma corte en algunos casos, si bien es cierto, que sí
lograron en parte sus reclamos, pero necesariamente benefició a la mayoría
de la población indígena, aunque en nombre de ellos hicieron los reclamos
planteados por los personajes que hemos mencionado.

MATERIALES Y MÉTODOS

ÁMBITO O LUGAR DE ESTUDIO


El espacio temporal de la presente investigación es básicamente la época
“colonial” en particular en siglo XVIII del virreinato del Perú, hoy el actual
territorio peruano.
Sin embargo, se debe aclarar que la presente investigación no solo se
limita a explorar el tema de nación indica a partir de los estudios mencionados,
sino que como es usual en un trabajo de investigación histórica, busca también
rastrear o señalar los antecedentes de situaciones similares o resistencias
frente a la conquista en el virreinato del Perú o incluso en el virreinato de
Nueva España así como lo plantea Lucrecia Enríquez y Rodolfo Aguirre, en
un trabajo de investigación (Enríquez y Aguirre, 2022), donde señalan que el

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clero indígena del virreinato de Nueva España se apoyó en este documento


para lograr sus objetivos. En ese entender, esta investigación pone un énfasis
particular en los sucesos acaecidos en los siglos XVII y XVIII. Más en el XVIII del
virreinato de Perú, puesto que el siglo XVIII vive años muy convulsionados como
consecuencia de los sucesos ocurridos en Europa y en particular la metrópoli
española, como pueden ser la guerra de sucesión española, la ilustración, la
guerra de los siete años, la revolución francesa entre otros. Por otro lado, el
continente americano no es ajeno a los cambios debido a que se desarrolla la
independencia de los Estados Unidos.
Todos estos hechos influyen de una u otra manera el virreinato de Nueva
España y en particular peruana, en la que se enfoca la presente investigación.
Asimismo, se debe enfatizar que este movimiento o propuesta de nación indica
se dio en Lima (capital del virreinato de España), y los distintos personajes a los
que se hace alusión son de Lima y costa norte del virreinato del Perú.

DESCRIPCIÓN DE MÉTODOS
Es de capital importancia en enfoque cualitativo e histórico, en cuanto al nivel
de investigación que se aspira, así mismo es descriptivo y explicativo, porque
estudia con minuciosidad la propuesta de nación indica, en el virreinato
peruano y lo que ello significó para sus actores políticos de entonces.
Sin embargo, el tipo de investigación que resalta aquí es sin duda
el histórico, porque implica la búsqueda de información en los distintos
repositorios documentales, a las que se tiene acceso, dentro de ellos se puede
mencionar las siguientes: la biblioteca especializada de la facultad de Ciencias
Sociales, la biblioteca Central y la hemeroteca, las tres de la Universidad Nacional
de San Antonio Abad del Cusco, además de ellos también se tiene la biblioteca
especializada de Bartolomé de las Casas (CBC), en los cuales se ha accedido a
las fuentes en sus dos formas y por ultimo las fuentes electrónicas, de las cuales
también se ha extraído información seleccionada para esta investigación.
Si bien es cierto que las fuentes primarias son muy importantes para una
investigación histórica, pero también las dificultades que implica acceder a
ellas, por diversas razones, entre ellas la situación sanitaria de confinamiento
del cual se está saliendo en estos últimos años, asimismo la lejanía geográfica
de los archivos (Archivo de Indias y Archivo General de la Nación-Lima). Lo que
no permitió acceder de forma más fácil, debido a que estas fuentes están en
repositorios de atención al público y justamente algunos de estos repositorios
todavía no atienden al público o su atención al público es limitado, ello de
alguna manera fue un impedimento para acceder a esta fuente privilegiada.

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Proyecto de nación india en Lima virreinal

Sin embargo, hemos accedido a algunas publicaciones y muy buena parte


de estas, gracias a las fuentes electrónicas, las cuales hoy en día y aún más a
partir de la pandemia para adelante son de mayor acceso, lo cual ciertamente
ayuda bastante a las investigaciones. Pero sin duda esta investigación se apoya
en los trabajos de varios investigadores como Alcira Dueñas, Luis Miguel Glave,
Teresa Vergara, Sophie Mathis, David Cahill, David Garret, entre otros.
Ahora bien, estas fuentes secundarias son en elevado número, tanto libros
como revistas, pero en particular para este tema los artículos de investigación
los cuales han sido de mucha utilidad, por la facilidad de acceso a estas, y
muy buena parte de este trabajo de investigación, se apoya en estas fuentes
secundarias y electrónicas. Así mismo, los distintos trabajos de investigación a
los cuales hemos tenido acceso, nos ha permitido saber el nivel de producción
que, alcanzado el tema de nación indica en estos últimos años.

RESULTADOS Y DISCUSIÓN

UN PUNTO DE PARTIDA “LA CÉDULA DE HONORES”


Antes de la cédula de honores, ya hubo una serie de iniciativas, que nos muestra
Luis Miguel Glave, en su trabajo denominado La gestación de un programa
político para la nación indiana (1645-1697), en donde podemos encontrar
acciones anteriores, a la cédula de honores, pues al parecer ya se trataba de
construir una identidad indígena, la cual sería “nación indiana”, que fue un
largo proceso, con iniciativas individuales y colectivas, algunas veces podían
ser acciones coordinadas y otras coincidentes.
Pero sin duda que la diferencia sustancial frente a las resistencias
ofrecidas, ya sea desde Vilcabamba hasta Túpac Amaru II, es que esta fue una
especie de lucha, pero en el terreno legal por los líderes étnicos. A través de
sendos documentos memoriales que presentaron por diversas instancias y en
distintos momentos, que se fueron plasmando en un discurso y una lectura de
su propia historia indígena (Glave, 2018, pp. 9 al 21).
Pero, antes de todo hubo una serie de campañas con memoriales, allá
por los años 1662, entre ellos el memorial de Padilla de 1657 fue un detonante
de las centenas de quejas acumuladas y sin resolver de los indios de todas las
regiones del virreinato. No tardó mucho el Consejo de Indias en reaccionar y la
corona mandó por real cédula de 21 de setiembre de 1660 que se forme una
Junta en la real Audiencia de Lima para ventilar los asuntos de los indios y se les
dé amparo. Desde entonces, en Lima se sucedieron las opiniones sobre cómo
encarar las protestas de los naturales y qué solución darles. Los funcionarios no
se apartaron del manto de que para todo lo que señalaban las protestas había

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una legislación apropiada y que lo que había que hacer era aplicarla. Pero en el
campo, las cosas no habían cambiado ni un ápice y los indios se movilizaron para
hacer una campaña escrita y legal que diera visibilidad a la crítica situación que
vivían, oprimidos por trabajos obligatorios y mal pagados, compras obligadas
de productos, servicios personales prohibidos y todo ejecutado por quienes los
debían defender, como los corregidores, curas y ministros de justicia (Glave,
2018).
Situaciones como estas que afirma Miguel Glave, sin duda fueron el caldo
de cultivo para iniciar las diversas protestas y todo ello encaminó hacia una
lucha legal por parte de los intelectuales de la Lima colonial. Así la cédula de
honores fue un instrumento de reclamo para un grupo urbano de indios nobles,
el cual se amparó en la consecución en Madrid de una real cédula ganada tras
intensas gestiones por el religioso mestizo Juan Núñez Vela de Ribera en 1697.
La cédula, llamada de los honores, reconocía e igualaba a los nobles indios
con los hijos castellanos y los declaraba hábiles para el desempeño de los más
honoríficos oficios de la república, tanto civiles como eclesiásticos. Así, los
indios nobles se vanagloriaban que su sangre era más limpia que ninguna y sus
antepasados más leales que cualquiera de los vasallos del rey, por ello debían
arribar a las más altas y distinguidas jerarquías de la jurisprudencia, de la política
y de la administración religiosa. Aunque Núñez Vela en principio se apoyó en
el grupo de incas cuzqueños, que tuvieron una dinámica propia, terminó muy
cerca de los nobles de Lima que fueron agrupando a gente de la mayoría de las
provincias del reino. No fue Núñez Vela el primero en gestionar este objetivo,
que era producto de un lento proceso de maduración de un programa máximo
de reivindicación indígena, que comenzó casi desde el primer encuentro.
El religioso mestizo arequipeño fue sin embargo el que consiguió dar el
primer paso firme en su consecución. Desde entonces, como los poderes locales
de los que los indios habían sido marginados en lo posible, se encargaron de no
acatar lo mandado, la cédula de honores se convirtió en una bandera. Como se
puede ver esta legislación fue muy bien aprovechada para los fines de reclamo
de los indios noches de la Lima colonial.
Entonces sobre este documento legal, la liga indígena en 1725 consiguió
sobrecartar la cédula de 1697 con un reclamo que presentaron un grupo de
nobles en 1711 para que se cumpla. Hubo un paso previo y vinculado a este.
Como también en 1710 se encuentra un primer y curioso reclamo por el
cumplimiento de la cédula que igualaba los derechos de los indios a los de los
españoles. Se trata de una carta que enviaron unos indios que se presentaron
simplemente como “los naturales de este reino” y que mereció la atención y
respuesta favorable del Consejo de Indias (Glave,2011, p. 11).

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Otro reclamo fue, desde Lima en octubre de 1711 “los caciques del reino
en Lima” donde le escriben al virrey, pidiendo la publicación del despacho con
la Real Cédula de 1697. El memorial vino firmado esta vez por: don Francisco
Taulli Chumbi Saba Capac Inga, don Domingo Chayvac, don Juan Carlos Acasio,
don Bartolomé Topac Rodrigues Apoalaya, don Juan Poma Inga, don Lázaro
Poma Inga, don Juan Navarro, don Solano Casamusa (Cacsamusa), don Felipe
Sucosu Inga, don Antonio Gómez Vilca Guaman, don Juan Gonzales Cargua
Paucar, don Nicolás Galindo, el maestre de campo don Salvador Puycon,
comisario general de la caballería, sargento mayor, capitanes y demás oficiales
del batallón de esta ciudad, “descendientes de los emperadores ingas, señores
que fueron de estos reinos”. Le dicen que habiendo obtenido decreto suyo para
que se cumpliese la real cédula (de honores) y se publicase el despacho, se
presentaron al oficial mayor del oficio del gobierno que respondió que lo había
entregado al secretario del virrey, ante el que presentaron tres memoriales
sin éxito, demorando cuatro meses ya la publicación, sin saber la causa (Glave,
2011, p. 10).
De acuerdo a la cita en mención, a partir de la cédula de honores, empezó
los reclamos en forma individual o hasta conjunta como el que vemos líneas
arriba. Es más, apelaron que en México no se impide la dignidad de sacerdotes
y el servicio de las doctrinas a los indios nobles. ¿Por qué demérito entonces
se impedirá el acceso a estas dignidades a los del Perú? Pues de tener acceso
a los cargos será menester concederles los estudios necesarios para los que
mostraran idoneidad.
Como se puede ver, la cédula de honores fue sin duda un instrumento
de lucha, que supieron explotar muy bien a su favor los indígenas nobles de
la capital, sobre todo, si bien no se logró cristalizar sus pedidos, fueron los
antecedentes más importantes, para que en lo futuro sigan luchando por pedir
mayor visibilidad en la república de indios e incluso aspirar a formar quizás
hasta una nación indiana.

LOS GESTORES
Sin duda que hubo una serie de personalidades que impulsaron las distintas
iniciativas de reclamo hacia la corona, entre ellos tenemos a don Vicente
Morachimo, don Francisco Minoyulli, entre otros, a los cuales haremos una
referencia, en esta parte del trabajo a partir del trabajo de Alcira Dueñas, Luis
Miguel Glave, Teresa Vergara, entre otros.
Así según Dueñas, las redes indígenas más prominentes del Perú colonial
estaban centradas en Lima y en el cabildo indígena de El Cercado; trabajaron
en conjunto con funcionarios indios que sirvieron en el estado colonial. Un

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miembro prominente de esta red en las décadas de 1720 y 1730, fue don
Vicente Morachimo, que afirmó ser descendiente de los antiguos señores
Chimú de la costa del Perú y se presentó como diputado general y procurador
de naturales de la localidad de Lambayeque (provincia de Saña) en 1722. Como
diputado general y procurador de naturales, Morachimo sabía leer y escribir
y conoce las leyes y los procedimientos judiciales españoles; se convirtió en
el administrador de los derechos legales de caciques y comunidades bajo la
jurisdicción de la Audiencia de Lima (Dueñas, 2010).
Como un procurador de naturales, Morachimo operó principalmente
en Lima y Madrid, pero sus escritos reflejan la experiencia colonial de las
comunidades a lo largo del virreinato del Perú, en particular las ubicadas en
las zonas costeras al norte de Lima en las provincias de Saña y Trujillo, donde
había sido un cacique en varios pueblos de los valles de Chicama y Chimo.
Se trata de alguien formado en las letras castellanas, que conoce muy
bien los instrumentos legales del sistema colonial, y de los cuales se sirvió para
hacer los reclamos de la población indígena, que no gozaba de los privilegios
de la república de españoles, pues Morachimo veía que como súbditos de la
corona todos deberían gozar de los privilegios de esta.
Morachimo fue uno de los primeros nobles andinos en visitar la corte real
en el siglo XVIII, cuando el virrey (y arzobispo de Lima) Diego Morcillo Rubio de
Auñón le concedió permiso para viajar a España y presentar sus quejas contra
el agrimensor Don Pedro de Alsamora. Directamente al rey en 1721. Morachimo
recibió poderes de varios caciques para hacer avanzar sus causas en la Audiencia
de Lima y en España. Sus visitas a la corte española como representante legal
indígena le otorgaron el conocimiento y la experiencia legales necesarios para
cumplir con sus deberes y establecerse como intermediario entre los altos
funcionarios y las élites y comunidades indígenas bajo la jurisdicción de la
Audiencia de Lima.
La posición de diputado general de indios no solo implicaba el
conocimiento de los códigos legales españoles, sino que también requería
una cantidad sustancial de escritura, típicamente judicial memoriales, pleitos
e informes al rey. Morachimo compuso memoriales al rey en 1722, 1724,
1727, 1729 y 1732 y permaneció en España varios años presionando para su
implementación y esperando respuestas del Consejo de Indias y del rey. La
mayor parte de sus denuncias fueron contra la justicia colonial, ahondó en
las redes coludidas de corregidores, audiencia jueces y virreyes. Durante esos
años, Morachimo se acercó al Consejo de Indias y al rey Felipe V para exponer
el malestar social en la zona costera norte de Lambayeque: las penurias del
sistema de mitas, pérdida de tierras comunales y abusos de corregidores.

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Abogó por la abolición de la mita institución opresora del sistema colonial,


se opuso a los levantamientos abusivos de la tierra y composiciones de tierras
y apoyó la restitución de tierras a los desposeídos y las adjudicaciones a los
grupos indígenas sin tierra. También luchó contra los excesos de los corregidores
en el reparto de mercancías y las numeraciones y finalmente denunció el
encarcelamiento de caciques quien se quejó contra los corregidores y pidió su
destitución. En respuesta, el rey emitió otra cédula real el 21 de enero de 1724,
prohibiendo nuevas inspecciones y reconocimientos de tierras y ordenando la
restitución de tierras a los afectados.
Las crecientes tensiones resultantes de tales situaciones y el creciente
número de memoriales con quejas de caciques impulsaron a Morachimo a
componer su escrito más conocido, el Manifiesto de agravios y vejaciones (Figura
1). Visitó nuevamente la corte real en 1732 para exponer el fracaso sistemático
de las políticas protectoras del rey y presentar el “Manifiesto” ante el Consejo
de Indias. Además de fundamentar las cuestiones antes mencionadas, en el
“Manifiesto” Morachimo expresó su preocupación de que las irregularidades
de los funcionarios hubieran llevado a los indígenas a huir a las montañas,
fomentando así la idolatría y obstaculizando la evangelización, y advirtió a la
corona sobre la amenaza que representaba tal irregularidad, a la estabilidad
del reino. Morachimo también se comprometió a apoyar las campañas legales
de defensa de las élites nativas de su derecho a la nobleza, una lucha política
continua desde fines del siglo XVII. Y como era de esperarse Morachimo exigió
la ejecución de la 1697, cédula de honores, que otorgó a los andinos el derecho
a disfrutar de cargos seculares y eclesiásticos y extendió los privilegios nobles
a los indígenas.
Un real decreto de 21 de enero de 1725 reafirmó los propósitos de
la sentencia anterior en respuesta a las demandas de Morachimo. Estas
fueron armas legales cruciales en la lucha por la igualdad social de las élites
andinas durante casi los siguientes cuarenta y cinco años. Una larga lista de
transgresiones legales de políticas reales anteriores diseñadas para proteger a
los comuneros indígenas también corrobora la evaluación crítica de Morachimo
sobre el estado de la justicia en el Perú colonial tardío.
El “Manifiesto” sigue siendo un documento importante para el estudio
de la cultura jurídica andina y la formación discursiva. Las copias circularon
ampliamente en Madrid y el Perú español, ya que la corte borbónica apoyó
su impresión y distribución; las denuncias de corrupción y malestar social
también justificaron la agenda borbónica de reforma administrativa. Parece
que el manuscrito se utilizó en 1749 (Dueñas, 2010).

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Sin duda Morachimo fue un personaje que aportó bastante para los fines
de una posible agenda de nación indica, por sus conocimientos, sus luchas en la
corte por exigir el cumplimiento de la cédula de honores entre otros reclamos.
Figura 1
La cara principal del manifiesto de los agravios, vejaciones y molestias que padecen los
indios del reino del Perú.

Nota. La figura muestra la cara principal del manifiesto presentado por don Vicente Morachimo
a la corte real, pidiendo el cumplimiento de la Cédula de Honores a inicios del siglo XVIII. Fuen-
te: https://collections.library.yale.edu/catalog/10013834 recuperado el 15/01/2024.

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El escrito es un como lo define el propio autor. A diferencia de los demás


memoriales presentados por Vicente Morachimo, su autor quiere advertir al
Monarca de la generalización del deterioro del pacto colonial: de no corregir
los abusos de los ministros, se pone en peligro la fidelidad de los indígenas y
caciques al Rey y por lo tanto, la prosperidad económica de la Corona (Mathis,
2008).
En esta cita de Sophie Mathis, se puede apreciar la advertencia que hace
Morachimo a la corona española, si es que no hace reformas en la colonia, en
el aspecto de dirección política, pues que los funcionarios coloniales hacen
muchos abusos a la población indígena, por lo que corre el riesgo de hasta
alguna revuelta, por parte de estos. Es lo que se puede deducir. Entre otros,
argumenta Morachimo que la diferencia de condiciones entre indígena y el
vecino español, no debería ser abismal cuando el uno y el otro comparten la
misma fe y el mismo vasallaje con el Rey.
Otro de los personajes que se puede considerar es Fray Calixto de San
José Túpac Inca, una figura clave del liderazgo social e intelectual en el Perú
andino de mediados del siglo XVIII, fue el hermano laico franciscano y mestizo
Fray Calixto de San José Túpac Inca. Representó a un tipo sofisticado de erudito
andino que surgió a mediados del siglo XVIII cuando vientos de rebelión
azotaron el centro virreinal (Dueñas, 2010).
Originario de Tarma (en los Andes norcentrales peruanos) y nacido
alrededor de 1710, afirmó ser hijo de doña Dominga Estefanía Túpac Inca,
miembro de la élite inca, y don Pedro Montes, posiblemente español o mestizo.
Fray Calixto profesaba ser “descendiente del undécimo rey inca llamado
Túpac Inga Yupanqui” (Dueñas, 2010). La evolución intelectual de este erudito
andino se basó en gran medida en su relación con la orden franciscana a
partir de la edad adulta. Fray Calixto se incorporó al convento franciscano de
su pueblo como donado (sirviente autorizado para llevar el hábito) en 1727,
convirtiéndose más tarde en funcionario eclesiástico en la Provincia de Lima
donde se desempeñó durante unos nueve años como procurador de la Santa
Casa de Jerusalén, gestionando donaciones para las misiones franciscanas.
Durante dos años se desempeñó como procurador de la Santa Rosa
de Viterbo beaterio. Durante estos años conoció al franciscano Fray Antonio
Garro, sacerdote criollo y maestro de quechua en el Convento Grande de Jesús
de Lima, quien apoyó la causa de la justicia indígena y quizás contribuyó a la
redacción de la literatura andina. Bajo las órdenes de Fray José Gil Muñoz, más
tarde comisario de misiones franciscanas en Perú, Fray Calixto se dirigió a
Tierra Santa en 1744. Sin embargo, el clima en el Atlántico le impidió completar

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el viaje y tuvo que regresar de Guatemala. A la Provincia de Charcas, donde Gil


Muñoz lo asignó a las misiones del Valle de Quillabamba.
Fueron los años de la rebelión de Juan Santos Atahualpa en el centro
selva, una región vecina a las misiones de Quillabamba. Como misionero en las
provincias de Charcas y Cusco después de 1744, Fray Calixto entró en estrecho
contacto con Fray Isidoro de Cala, con quien finalmente viajó a España para
entregar la Representación verdadera (figura 2). Cala, un misionero peninsular
y franciscano en el área del Cerro de la Sal, era otro simpatizante de la causa
andina y trabajó para reconstruir la conversión franciscana de la frontera
amazónica del Virreinato de Perú. Cala fue predicador y enseñó teología en el
convento franciscano de Lima; luego se convirtió en el comisario de la Provincia
Apostólica de San Antonio de Charcas. Fue asignado a las misiones cusqueñas de
Quillabamba, donde Fray Calixto se unió a él en 1744. Cala apoyó directamente
las actividades de Calixto y fue uno de los varios franciscanos que escribieron
cartas de recomendación al rey en nombre de Fray Calixto. Certificando sus
credenciales como funcionario y misionero franciscano. Como podemos ver
además de las voluntades también las relaciones y recomendaciones fueron
siempre un instrumento para cumplir con los objetivos de Fray Calixto, desde
Cala y otros.
Calixto también fue recomendado por Fray Juan de San Antonio, abogado
franciscano de las conversiones del Cerro de la Sal y vice comisario de la
misión franciscana, que estaba en España en 1751 reclutando misioneros para
reconstruir las misiones del Cerro de la Sal. Mientras Fray Calixto residía en los
conventos franciscanos de Madrid y Valencia (1750-1753), estuvo en contacto
con Fray San Antonio y obtuvo cartas de referencia que adjuntó para apoyar la
Representación verdadera. El fraile mestizo también construyó conexiones con
curacas de regiones más allá de su Tarma natal, incluyendo Jauja, Huarochirí,
Lima y Cusco.
Esto probablemente ocurrió porque estaba ayudando a misioneros
franciscanos en varias provincias y porque vivió en Lima en la década de
1730, donde se relacionó con el cabildo en Santiago del Cercado, un punto
de convergencia para los miembros de la red que viven y visitan Lima. Las
autoridades de El Cercado cabildo empoderó a Fray Calixto para representarlos
en Roma y Madrid y para entregar manifiestos tanto al papa como al rey. La
fluidez de Calixto en quechua, español y latín, así como su proximidad cultural
a los nativos andinos y mestizos, lo capacitó no solo como autor sino también
como representante indígena y lo ayudó a promover los intereses de los andinos,
particularmente las preocupaciones de la nobleza de Descendientes incas.

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Figura 2
La cara principal de representación verdadera y exclamación rendida y lamentable.

Nota. La figura muestra la cara principal del manifiesto presentado por Fray Calixto de San José
Túpac Inca, a la corte real pidiendo el cumplimiento de la Cédula de Honores a inicios del siglo
XVIII. Fuente: Alcira Dueñas (2010, p. 84).

Fray Calixto no solo conoce el sistema colonial, sino que también conocía
muy bien la vivencia de la población indígena, además de dominar la lengua
nativa de los indígenas, lo que le permitió llegar con mayor facilidad hacia esta
población.

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Ahora vemos otros de los personajes que también contribuyó a los fines
de la nación indica, nos referimos a don Francisco Minuyulli, escribano de la
corte, empezó como plumario, Minuyulli gracias a su pericia puso ingresar al
círculo de notables de escribanos de Lima, como escribano estuvo relacionado
con ambas repúblicas (de indios y de españoles) pues acudían a su despacho,
para sus distintos escritos, compitió con Alberto Chosop para el cargo de
procurador general de naturales de Lima, siendo derrotado por este último
(Dueñas, 2010).

DESDE EL GREMIO DE ARTESANOS AL PODER


Este tema es trabajado por la doctora Teresa Vergara, se trata de dos personajes
de la élite limeña indígena de mediados del siglo XVIII, como son Alberto Chosop
y Gregorio Flores, ambos indígenas migrantes a la ciudad de Lima.
Alberto Chosop había llegado a la ciudad bastante joven procedente de
Lambayeque. Era hijo de indios principales y había migrado a la ciudad para
aprender el oficio de botonero. Al cabo del tiempo establecido se convirtió
en oficial botonero y, como otros indios principales que contaban con los
medios económicos, abrió su taller y pasó a ser reconocido como maestro. En
1758, era mayordomo de la prestigiosa cofradía de Copacabana. Poco tiempo
después, pasó el examen para ser reconocido formalmente como maestro. El
tener la posición de maestro examinado, le permitió más tarde ser designado
maestro mayor del gremio. Ejerció también el cargo de veedor del gremio y el
de alcalde del cabildo de indios de la ciudad en representación de su gremio.
Como miembro del cabildo indígena participa en las gestiones para conseguir
que se haga efectiva la real cédula de 1693, que autorizaba que los indios con
la preparación requerida pudiesen ser nombrados procuradores de indios. En
1763 las gestiones logran por fin tener éxito y es nombrado procurador de
indios (Vergara, 2013).
Así mismo, la doctora Vergara cita a otro personaje que es Gregorio Flores,
originario de la provincia de Conchucos de donde llegó a Lima a aprender
el oficio de sillero. A diferencia de Chosop, no hay referencias de que haya
sido un indio principal, más bien cuando ya era un indio con poder intentan
descalificarlo identificándolo como cholo. Fue miembro de la cofradía de San
Joaquín fundada por los artesanos silleros llegando a ser mayordomo. Como
miembro de la cofradía gremial, abrió su primera tienda, pagó a la cofradía los
20 pesos correspondientes con lo que pasó a ser reconocido como maestro.
En 1772, consiguió abrir una segunda a pesar de la oposición de un grupo de
maestros silleros que tenían el control de la cofradía. En 1773 logra ser elegido
alcalde del cabildo de indios de la ciudad. Ese mismo año a pesar de no necesitar

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el reconocimiento formal de maestro decide pasar el examen obteniendo el


certificado que lo acreditaba como tal. Este paso fue decisivo para obtener el
cargo de maestro mayor del gremio. Nombramiento que le fue concedido al
año siguiente por el virrey Amat y Juniet, en virtud de que era el único maestro
examinado entre los silleros indígenas (Vergara, 2013).
Los ejemplos de Chosop y Flores muestran que un oficial indio exitoso,
tanto a nivel económico como social, podía llegar a reunir el dinero suficiente
para poner su propio taller y ser reconocido como maestro. Posición desde la cual
podía lograr el control de instituciones claves para el gobierno de los indios que
residían en la ciudad como las cofradías y el cabildo de indios. Alberto Chosop
y Gregorio Flores luego de ejercer diversos cargos en las cofradías gremiales de
las que eran miembros, pasaron a ocupar cargos de autoridad en el cabildo de
indios desde donde consiguieron ser nombrados protector general de indios,
en el caso de Chosop, y maestro mayor del gremio, en el caso de Flores.
Según Teresa Vergara, a partir de estos espacios de poder contribuyeron
a la construcción de una nación indica de la que habla Luis Miguel Glave, como
también Alcira Dueñas.

NACIÓN INDICA ¿POR QUIÉNES? Y ¿PARA QUIÉNES?


A partir de los investigadores que hemos mencionado, la nación indica es un
proyecto político de los indígenas letrados de la ciudad de Lima, en su mayor
parte migrantes, que construyeron una imagen a base logros propios, puesto
que ninguno procede de la nobleza incaica. Sin embargo, no por ello son menos,
es más tratan de demostrar que tiene o descienden por alguna línea de señores
de la costa norte del Perú.
Estos indígenas letrados, según Alcira Dueñas, plantean la necesidad de
mejorar las condiciones de los indígenas de la colonia, es más sus pedidos y
reclamos son en torno a la condición agobiante que llevan los indígenas en
la colonia, por lo que se podría suponerse que su lucha y reclamo es justa,
sin embargo, no es así. Porque al momento de lograr algún beneficio, es solo
compartido con la elite de letrados de la ciudad de Lima, que estaban bajo esta
forma.
Entonces se puede deducir que la nación indica es un objetivo en
construcción, pero excluyendo a los indígenas comunes, porque los únicos que
se benefician son la élite de indios letrados de Lima.

TÚPAC AMARU II, NO ES ÉLITE


Según David Cahill y David T. Garrettl la nobleza cusqueña no es ajena a la
construcción de una identidad, aunque no necesariamente indica, pero al ver

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Valentin Chillihuani Ttito

su situación amenazada optaron por agruparse y crear una identidad más


colectiva y fidedigna al sistema colonial. Cuando por entonces estaba en marcha
un proyecto político bélico, que es la revolución de José Gabriel Condorcanqui,
más conocido como Túpac Amaru II, quien presentó una abierta posición de
hostilidad frente a la administración virreinal, pidiendo sobre todo cambios
de algunos funcionarios de la colonia en la administración local, según afirma
Scarlet Ophelan.
Según Cahill, la revolución iniciada por Túpac Amaru II, no fue acompañada
por la nobleza cusqueña, ni mucho menos respaldada por ella, debido a que
Túpac Amaru II, no es un noble y si habría alguna propuesta de reforma o
revolución tendría que ser, una propuesta de la élite indígena cusqueña, pero
como Túpac Amaru II no era élite, no tuvo el respaldo de los nobles cusqueños,
y fue un aliciente más para que dicha revolución no lograra sus objetivos.

CONCLUSIONES
La presente investigación ha llegado a las siguientes conclusiones:
Primero.- La idea de “Nación Indica”, es atrayente como tema de investigación,
y es una propuesta de investigación de Luis Miguel Glave entre otros, quienes
tienen varios artículos al respecto de ello, donde explora una construcción de
ello a partir de algunos indígenas intelectuales de élite limeña.
Segundo.- Uno de los hechos que impulsa los distintos reclamos ante la corona,
sobre la condición de servidumbre al que es sometido la población indígena, fue
sin duda la “Cédula de Honores”, documento donde los reyes católicos otorgaban
la posibilidad de que los indígenas también podrían representarse sin que
sean representados sus demandas por un español. Pues en otras palabras se le
estaba dando mayor autonomía y representación dentro del sistema colonial.
Tercero.- Los nombres de Don Vicente Morachimo, Fray Calixto De San José
Túpac Amaru Inca, Don Francisco Minuyulli, Alberto Chosop, Gregorio Flores,
entre otros, fueron personajes que representaron los intereses y reclamos de
mejor trato a la población indígena, hasta en la misma corte de España, como
Vicente Morachimo, y pidieron el cumplimiento de la Cédula de Honores.
Cuarto.- Este grupo de notables indígenas solo buscaron intereses de grupo,
según afirma Alcira Dueñas, puesto que los logros que obtenían no estaban
dirigidas a toda la población indígena de la colonia, por lo que afirma Alcira, fue
un proyecto político de élite, mas no de todos los indígenas de la colonia. Sin
embargo, habría que resaltar que la sociedad colonial fue jerárquica y de clases
sociales, por lo que no es algo difícil vislumbrar una igualdad, aun la república
de indios, también estaba estratificada por clases sociales.

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Proyecto de nación india en Lima virreinal

Quinto.- Por otro lado, la élite indígena en particular la cusqueña no respaldó


nunca, las iniciativas de revolución que presentó Túpac Amaru II, porque desde
una perspectiva de élite, los que debían proponer la revolución serian en todo
caso los nobles de Cusco, pero Túpac Amaru II, al no ser noble fue rechazado
en sus esfuerzos por atraer la nobleza cusqueña. Así, el que construye la nación
indica, al margen de las dificultades siempre sería la élite, quien proponga esos
cambios.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 132-149. ISSN 1900-5547 [ 149 ]
SOCIOLOGÍA DEL CONSUMO CULTURAL.
PRINCIPALES ASPECTOS RACIALES EN SANTIAGO DE CUBA

Karelia Fernández Aguilera1

RESUMEN

E
studiar el consumo cultural no solo implica el uso de bienes o servicios,
sino que se centra en la interpretación y el valor simbólico que las
personas le atribuyen a un producto determinado. Este trabajo tiene
como objetivo brindar una nueva percepción del consumo cultural relacionado
con los aun existentes prejuicios raciales hacia determinados grupos sociales
que anteriormente no eran los más favorecidos y por los que se ha trabajado
en la integración a todas las áreas y espacios de intercambio cultural el cual
conlleva a la aparición de nuevos estereotipos raciales. Para esto, se trabajó con
conceptos básicos de autores reconocidos en el campo de las ciencias sociales y
las investigaciones en torno a la discriminación racial.
Palabras clave: Consumo Cultural, Prejuicios raciales y Estereotipos raciales.

ABSTRACT
To study the cultural consumption goes beyond the use that is given to wealth
or services, but instead focuses it’s attention on the interpretation and symbolic
value that people attribute to a specific product. This work has the objective of
offering a new perception of cultural consumption related to the still existing
racial prejudices towards determined social groups that were previously not
the most favored and for which it has been workerd on the integration of all
areas and spaces of cultural interchange and how leads to the appearance of

1. Licenciada en Sociología de la Universidad de Oriente, jefa del Departamento de Investigación


y Capacitación del Centro Cultural Africano, Fernando Ortiz. ORCID: https://orcid.org/0009-
0001-4219-7935. E-mail: kfa93@nauta.cu Santiago de Cuba.

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Sociología del consumo cultural. Principales aspectos raciales en Santiago de Cuba

new racial stereotypes. For this, we worked with basic concepts of recognized
authors in the field of social sciences and research on racial discrimination.
Keywords: Cultural Consumption, racial prejudices and racial stereotypes.

RESUMO
Estudar do consumo cultural não implica apenas ele uso dado a bens ou serviços,
mas centra a atençao na interpretaçao e no valor simbólico que as pessoas
atribuem a um certo produto. Este trabalho é realizado com o mirar de fornecer
uma nova percepçao do consumo cultural relacionado aos preconceitos raciais
ainda existentes em relação a certo grupos sociais que antes não eram os mais
favorecido e para os quais se tem trabalhado na integração de todos os ateus
e espaços de intercâmbio cultural, bem como leva ao aparecimento de novos
estereótipos raciais. Para isso, trabalhamos com conceitos essencial de autores
reconhecidos na área de ciências sociais e pesquisas sobre discriminação racial.
Palavras chaves: Consumo cultural, Preconceitos raciais e estereótipos raciais.

INTRODUCCIÓN
El estudio del consumo cultural no deja de ser un tema importante cuando
se habla de estudio de población. En este caso, va más allá del uso de bienes
o determinados servicios que la sociedad brinda a sus consumidores sino de
la interpretación y el valor simbólico que estos son capaces de atribuirle a
lo que consumen. La interpretación está relacionada con el estilo de vida de
determinados grupos sociales que anteriormente eran los más desfavorecidos
y por los que se ha trabajado en la integración de estos a todas las áreas y
espacios de intercambio social y cultural.
Es por esto que con este artículo se pretende brindar una opinión más
contextual del fenómeno del consumo cultural visto desde determinadas
expresiones que indican prejuicios raciales; por lo que una caracterización y
explicación de estos conceptos básicos resultan vitales para tener en cuenta
algunos aspectos de nuestra cultura. Para este trabajo se utilizó como concepto
fundamental de consumo cultural el brindado por Néstor García Canclini y las
cuestiones raciales abordadas por Esteban Morales.
Los métodos teóricos utilizados en este trabajo fueron el análisis síntesis
e histórico lógico, el cual a partir de esos se evidenció el desarrollo de los
principales conceptos abordados, los puntos más comunes en cada uno de
ellos que dieron la posibilidad de establecer la definición principal así como
la evolución histórica del fenómeno social trabajado. Como metodología para
la recogida de información se aplicó la Observación Acción Participación,
entrevista a expertos e informantes claves. Con estas se pudo evidenciar desde

Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 150-161. ISSN 1900-5547 [ 151 ]
Karelia Fernández Aguilera

una perspectiva crítica la manifestación del problema en cuestión que arrojando


resultados subjetivos desde la opinión del autor dando paso A nuevos puntos
de análisis y reflexión.

DESARROLLO
El consumo cultural en el contexto cubano ha tenido lugar importante en el
conocimiento de los espacios culturales más atrayentes para la población, en
el uso de las nuevas tecnologías, así como en los grupos sociales de mayor
incidencia.
Sus inicios se ubican durante el triunfo revolucionario, a partir de este se
identifican momentos claves que llamaron la atención de muchos intelectuales
para estudiarlo. Los elementos más significativos fueron los referentes a las
transformaciones políticas, económicas, sociales y culturales que tuvieron
lugar en el territorio además de su impacto en el estilo de vida de los cubanos,
estilo que sufrió un cambio radical con la transformación que el proceso
revolucionario aportó al país y que continúa cambiando a medida que las
interacciones culturales establecen nuevos parámetros en la vida actual.
Estos cambios implementaron estrategias que han favorecido a la
población en relación a cuestiones de desigualdad racial, económica y social,
por lo que hoy en día el consumo y las prácticas culturales no diferencian
color de la piel, todas las personas tienen acceso a determinados espacios de
intercambio cultural o al consumo de cualquier producto comercial. A pesar
de todos los cambios realizados y logros alcanzados aún prevalecen en la
subjetividad determinados prejuicios raciales sujetos a cinco siglos de historia
de lucha, discriminación y desigualdad racial.
El consumo cultural se ha trabajado desde hace algún tiempo, a finales de
los años 70 pasa a ser interés de la sociología representado por Pierre Bourdieu
dirigiendo su atención hacia el consumo como un fenómeno social y cultural
que caracteriza a las sociedades industriales avanzadas. Para este autor, el
consumo cultural es un “fenómeno social cuya importancia radica en su carácter
simbólico y significativo, es la apropiación de bienes culturales por parte de los
agentes sociales, o sea, siempre está implícita una reproducción del gusto social”2.
Para Bourdieu, la sociología prestaba mayor atención a los procesos sociales
que implican signos y símbolos culturales y marcaba además la diferencia entre
gustos y estilos de vida que distinguían unos grupos de otros.

2. Jacinto M. Porro Gutiérrez: Sociología del Consumo Cultural. p 4-12.

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Sociología del consumo cultural. Principales aspectos raciales en Santiago de Cuba

En América Latina; los principales exponentes de la temática del consumo


cultural fueron Néstor García Canclini, Guillermo Sunkel y Martín Barbero.
Cada uno aportó su percepción del fenómeno visto desde diferentes ópticas y
problemáticas sociales.
Para este trabajo se utilizó el concepto del profesor Néstor García
Canclini en su libro Consumo Cultural una propuesta teórica (1993) el cual lo
define como “proceso de apropiación y uso de productos en los que el valor
simbólico prevalece sobre el uso y de cambio, o donde, al menos, estos últimos
se configuran subordinados a la dimensión simbólica”.
Para muchos autores ese concepto ha sido la base de todas las
investigaciones relacionadas con el consumo cultural puesto que expresa más
allá del producto en sí, la apreciación simbólica y significativa que tiene para las
personas de diferentes grupos sociales.
A partir de esta definición se derivaron investigaciones las cuales se
centraron en otras esferas de la sociedad y aportando nuevas ópticas de
análisis. Tal es el caso de la Dra. Belkis Begott Suzzanine3 quien, desde la
educación, plantea que la importancia sobre el estudio del consumo cultural
radica en la posibilidad de comprender las formas de agrupación social que los
medios contribuyen a modificar y legitimar. Esto se debe a aquellos gustos y
preferencias que las personas comparten y tienen en común con otras.
También se destaca Luz M. Ortega Villa4 en el que hace referencia al valor
simbólico del consumo de bienes sujetos a procesos de valoración, juicios e
interpretaciones que realizan las personas en correspondencia al contexto
histórico social en el que viven.
Muy importante los trabajos de Guillermo Sunkel5 el cual realiza una
valoración de los principales conceptos, sobre todo el de García Canclini y Martín-
Barbero, este último veía al consumo cultural como una producción de sentidos.
Sunkel expresa que estos han orientado gran parte de las investigaciones en el
continente americano puesto que el consumo de bienes culturales se va más
allá del uso de cualquier producto, para este autor al igual que los mencionados
anteriormente, la importancia radica en los juicios e interpretaciones que las
personas le atribuyen a lo que consumen.

3. Belkis V. Begott Suzzanine: Consumo Cultural y Educación. Universidad Pedagógica de Caracas.


2007.
4 Luz María Ortega Villa: Consumo de Bienes Culturales de la Universidad baja de California en el
2009, pp. 3-9.
5. Guillermo Sunkel: El Consumo Cultural en la investigación en comunicaciones en América
Latina, pp. 9-17.

Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 150-161. ISSN 1900-5547 [ 153 ]
Karelia Fernández Aguilera

En Cuba también se han realizado diferentes trabajos a partir de que


las ciencias sociales comenzaron a interesarse por esta temática. Se destaca
principalmente la II Encuesta Nacional llevada a cabo por el Instituto Cubano
de Investigaciones Juan Marinello acerca del consumo cultural en Cuba bajo la
dirección de los Dr. Cecilia Linares, Yisel Rivero y demás colaboradores en el
cual se trabajó con una parte representativa de la población adolescente entre
los 12 y 14 años y de 15 en adelante con el objetivo de conocer las prácticas y
espacios culturales más comunes que caracterizan a la población cubana.
Estos al igual que los autores antes mencionados parten de la definición
de Canclini aplicada a la diversidad y particularidad del estilo de vida de cada
uno de los grupos sociales trabajados en la investigación y estos a su vez están
sujetos a patrones culturales, necesidades y recursos subjetivos que conforman
los modos de pensamiento y acción que a su vez condicionan su interacción con
los bienes culturales.
Otros estudios realizados en el país son los relacionados por la Dr. Alicia
de la C. Martínez Tena y Elpidio Expósito García6.
En este se hace referencia al uso de las nuevas tecnologías de la información
por parte de la población joven y los espacios de mayor incidencia para el
consumo de estas además de la interpretación hacia el fenómeno de las Tics.
Estos arrojaron elementos significativos para entender los procesos sociales,
así como los principales espacios e intercambio cultural y la apropiación de las
nuevas tecnologías de la información en el estilo de vida de los jóvenes.
Partiendo de las investigaciones anteriores, el estudio del consumo
cultural como fenómeno social abarca todas las esferas de la sociedad y por
lo tanto implica grupos sociales. Los trabajos antes mencionados se basan en
diferentes áreas de consumo y de prácticas culturales, este artículo se realiza
sobre la base de los prejuicios raciales que aún persisten en una parte de la
población y que de una forma u otra impiden el acercamiento de estas a espacios
de expresión de la cultura.
Definiendo conceptualmente el objeto de trabajo nos apoyaremos en la
recopilación de artículos que realiza la Dra. Patricia Grogg, en el cual aporta
definiciones que expresan: “mientras que la discriminación racial puede y
deber ser definida como la práctica y ejercicio del racismo, el cual se expresa en
los prejuicios raciales que permean una sociedad determinada y que establecen

6. Alicia de la Caridad Martínez Tena y Elpidio Expósito: Los consumos culturales: Acercamientos
teóricos y empíricos desde los jóvenes universitarios del oriente cubano”. 2015.

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Sociología del consumo cultural. Principales aspectos raciales en Santiago de Cuba

estereotipos que van desde juzgar una determinada raza o grupo inferiores
hasta marcar todo el comportamiento social de un grupo determinado”7.
Dentro de esta recopilación de artículos se encuentra el criterio de la Dra.
Martha Cordié Jackson en relación al fenómeno de los prejuicios raciales en
Santiago de Cuba. En el que explica que cada ciudad tiene sus particularidades
socios demográficos y culturales muy diferentes a otras. Si bien, aunque el
oriente cubano en su mayoría contiene la mayor cantidad de población mestiza
es muy doloroso que continúen manifestándose expresiones discriminatorias
en forma de prejuicios raciales.
En Cuba, de acuerdo a las normas establecidas, no se admiten que se
establezcan diferencias socio raciales en el disfrute cultural. Los espacios y
prácticas de intercambio en la sociedad no hacen referencia al color de piel,
nivel económico, procedencia ni ninguna otra característica de la población, no
existen las desigualdades en el acceso a determinado lugar o consumo de algún
producto material (prendas de vestir, alimentos, suvenires, etc.) o ideológico
(música, danza, teatro, pintura, religión etc.), lo cual implica tradición y
costumbre.
Según el Dr. Esteban Morales, el tema racial está vinculado a la economía,
los derechos humanos, la desigualdad, la marginalidad, la justicia social, la
discriminación religiosa entre otras. Todos los vestigios de estereotipos y
prejuicios raciales actúan de forma negativa en la conciencia individual lo cual
tiende a recordar lo reflejado en el proceso histórico cubano, a partir de este
hecho se identificaron rasgos culturales y sociales con el color de la piel y sobre
todo con el contexto en el que estos vivían y se excluían a los negros y mestizos
de determinados grupos y espacios.
Los prejuicios raciales forman parte de los prejuicios sociales reflejados
en la conciencia individual de determinados grupos, estos a la vez se transmiten
entre generaciones sobre la base de expresiones de discriminación e ignorancia.
Los antropólogos Liliana Mazattelle y Horacio Sabarots definieron los
prejuicios como un sistema de valores, juicios totalizadores que tienden a dar
sentido a la acción humana favoreciendo la creación de estereotipos sociales.
Para este artículo se escogió el concepto de prejuicio racial definido como “la
manifestación del pensamiento y del comportamiento de los hombres en su
vida social relativo a posiciones negativas que se adoptan ante personas de otra
filiación racial”8.

7. Patricia Grogg. Apuntes para un debate racial en Cuba. “Santiago de Cuba vive el problema racial
de otra manera”. La Habana, Cuba, 2019, p. 58.
8. Esteban Morales Domínguez, Desafíos de la problemática radial en Cuba. 2007.

Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 150-161. ISSN 1900-5547 [ 155 ]
Karelia Fernández Aguilera

Por lo tanto, estos prejuicios no son más que valoraciones e


interpretaciones erróneas que las personas realizan con relación a otras por
su color de la piel manifestándose como estereotipos raciales, por lo el objetivo
fundamental es una nueva mirada de los prejuicios raciales desde el consumo
cultural, analizando su existencia en el marco del intercambio social y cultural
así como el significado ideológico que trae consigo.
Hoy día, vivimos en una sociedad que legal e institucionalmente no
admite la discriminación racial, las personas pueden acceder a cualquier
espacio o producto sin importar su color de piel o procedencia, solo depende de
los gustos e intereses que a su vez influye en su actuar diario modificando sus
comportamientos, teniendo como elemento principal el componente ideológico
más que el material.
Ejemplo de esto, es la creación de grupos identitarios en todo el mundo,
donde se crean espacios de intercambios culturales con un gran componente
ideológico y dirigido fundamentalmente a las mujeres. Estos tienen como
objetivo la aceptación individual en relación al uso del “estilo afro” del cabello
bajo expresiones como: “debemos aceptarnos tal y como somos” o “tenemos
que honrar a nuestra raza” con lo cual han logrado captar la atención de una
parte representativa de la población actual y han logrado que las mujeres se
sientan más cómodas con sus rasgos y características naturales.
A partir de estos, se han visualizado en el territorio nacional, a través de
las redes sociales y otros espacios de intercambio cultural, varias agrupaciones
con similares características y fundamentos logrando así un gran impacto social
y número de seguidores. Donde no solo se manifiesta el carácter simbólico
sino también la venta de productos materiales para su consumo facilitando su
extensión por todo el territorio.
Este hecho trae consigo que dichas mujeres se sientan reconocidas por
sus condiciones naturales y se muestre al mundo tal y como es, sin necesidad
de adoptar los esquemas y estereotipos más exigentes de la sociedad. Pero
también estas nuevas expresiones tienen un fuerte componente ideológico y es
la relacionada entre aceptación y gusto.
La aceptación individual va más allá del aspecto físico, para muchas
mujeres es más accesible usar el cabello laceado, sin caer en estereotipos y
cánones de belleza, debido a cuestiones relacionadas con los distintos estilos
de vida, pero hay que tener en cuenta que esto no significa que no se acepten
físicamente. Es en estos casos donde se muestra la variedad de significados
que trae en sí un mismo producto comercial o cultural, así como la concepción
ideológica que se atribuye.

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Sociología del consumo cultural. Principales aspectos raciales en Santiago de Cuba

Para las personas que trabajan este estilo del cabello afro, que realmente
no es un estilo nuevo, sino que fue muy popular en las décadas de los 70’ y 80’
tanto en hombres como en mujeres, es bueno reconocerles el gran resultado de
satisfacción que han obtenido en la población femenina y también masculina
actual. Ese amor propio que ha nacido en muchas personas por sus condiciones
raciales y sin tener que imitar a los demás para estar bien en sociedad, esa
naturalidad que se ha convertido en el reflejo de todas las que se han atrevido a
usarla hacen ver a la mujer cada día más fuerte y segura de sí misma.
Es importante saber que a pesar de ese logro no se puede poner sobre
la misma tela de juicio a todas las mujeres, somos dueñas de nuestro cuerpo,
esa es la primera aceptación, y tenemos el derecho de vestirnos o peinarnos
como más nos guste y no como los demás quieran que nos veamos físicamente.
Es necesario también que tanto hombres como mujeres sepan defender sus
ideales, sus opiniones, sin ofender a los demás, pero sobre la base de lo que
realmente significa para aquellos que defienden sus intereses. El mundo actual
es muy exigente, pero debemos saber cómo combatir ciertos comportamientos
que no van de la mano de las posibilidades reales ni del nivel de acceso a estos.
Otros ejemplos son, las continuas expresiones en nuestro actuar marcando
la representación mayoritaria de un grupo social en cualquier espacio de
intercambio determinado teniendo como consecuencia ideas erróneas de la
cultura e incorporándolo subjetivamente al lenguaje cotidiano.
Tales expresiones son: “la conga es cosa de negros”, “el ballet es para
blancos” etc. Es aquí donde se muestra el componente histórico en el que
anteriormente la sociedad estableció una estructura de relaciones sociales
que se apoyaban en fundamentos de diferencia, exclusión y estereotipos
que contribuyeron a reforzar los prejuicios de un grupo respecto de otro
y a enmarcar la subordinación de la cultura tradicional africana a la cultura
dominante europea.
Estas se diferenciaban en cuanto al espacio donde se propiciaban los
intercambios entre personas de un mismo estatus social que tenían el derecho
de acceder a estos y por otro lado las fiestas populares en barrios marginales
representados mayormente por la cultura africana heredado de los esclavos.
Como bien se conoce, la cultura cubana es el resultado de todo un proceso
de transculturación, por lo tanto, es de todos, y todos aportaron a su formación,
pero aun así se evidencian expresiones, como las antes mencionadas, que
influyen en el acceso e integración a las áreas donde se compartan estos valores,
costumbres y tradiciones artísticas.
Esto se puede apreciar, a partir de la observación participante en un
espacio determinado, en el análisis de documentales o vídeos, pero sería

Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 150-161. ISSN 1900-5547 [ 157 ]
Karelia Fernández Aguilera

en un estudio del público donde se recojan los elementos principales para


identificar esta variable. Esta última mencionada carece de aplicación por lo
que se recomienda a próximas investigaciones para un mayor acercamiento al
fenómeno estudiado teniendo en cuenta la caracterización socio demográfico
de la población en Santiago de Cuba.
Se puede observar en los carnavales santiagueros, los toques de tambores,
las congas o tumbas francesas, o representaciones del ballet, el teatro, la
música, la literatura, así como el incremento de miembros de religiones de
origen africano al igual que las protestantes etc. A todas estas mencionadas
se integran todas las personas de la sociedad, cada vez más, de acuerdo a sus
intereses y gustos.
También se visualizan representaciones significativas, por el color
de la piel, con más incidencia en un escenario que en otro, partiendo de ese
componente ideológico, de esa identificación histórica y cultural a la que está
sujeta la población santiaguera. Hay personas que llevan ese sentir en sus venas,
esa cubanía que corre por dentro cuando se escucha el toque de tambores o el
sonido de la corneta china, hay otras que solo quieren bailar con un buen ritmo,
pero hay otros que participan porque simplemente lo ven como un exotismo.
Estas manifestaciones hacen que muchos aspectos de la cultura entren en
tela de juicio puesto que muchos piensan que se están perdiendo los valores o
la esencia de algunas expresiones artísticas. Piensas que las danzas folclóricas o
la rumba no son las mismas porque para muchos los blancos no saben bailarla o
verlos tocando tambores en una conga. Estas son características discriminatorias
que a diario escuchamos, son juicios erróneos que se construyen a través del
color de la piel y de la historia detrás de todos los prejuicios raciales que tienen
liga en la sociedad santiaguera actual.
Actualmente todos los temas relacionados con el racismo, la
discriminación, los prejuicios y estereotipos raciales continúan necesitando un
enfoque más abarcador. Este último, según (Bringham 1971), se refiere a que los
estereotipos raciales no son más que “generalizaciones hechas sobre un grupo
étnico determinado concerniente a la atribución de rasgos, que es considerada
como injustificada por un observador”9. Con este concepto se puede decir que
esos prejuicios existentes dan paso a la aparición de esquemas o estereotipos
en la sociedad, con el objetivo de marcar nuevas pautas de comportamiento en
cómo deben lucir las personas de un mismo grupo racial.

9. Beatriz Montes Berges. Discriminación, prejuicio, estereotipos: conceptos fundamentales,


historia de un estudio y el sexismo como nueva forma de prejuicio. p. 1.

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Sociología del consumo cultural. Principales aspectos raciales en Santiago de Cuba

Dichas cuestiones están marcando una sociedad compuesta por un gran


porcentaje de personas negras y no solo se evidencia la problemática racial
del blanco hacia el negro, como históricamente, sino que es visto en muchos
casos del negro hacia el blanco y entre personas de un mismo color de piel. Que
aún las niñas digan que casarse con un blanco es adelantar la raza es más bien
cuestión de superficialidad, porque le están dando más atención al color de la
piel que a los sentimientos.
Estas frases o expresiones crean malos hábitos de comunicación en las
personas, lo que los hace ver normal para muchos y no logran concientizar el
prejuicio y el componente ideológico a la que están sujetos. La atención a esta
problemática se ha tratado desde varias expresiones artísticas, como el teatro,
la danza, la música, la pintura y la literatura. Resaltar el papel del hombre y su
relación con la sociedad sirve para dar respuesta a muchas inquietudes, para
ubicarlo en un contexto lleno de prejuicios y estereotipos que constantemente
quieren manejar el actuar de cada individuo.
A las personas se le deben de medir por sus capacidades, habilidades y
aptitudes ante la vida cotidiana y no simplemente por su color de piel, el ser
humano es un resultado bio-psico-social que está en constante aprendizaje, por
lo que la reproducción de dichos prejuicios raciales hace que se desarrollen y se
transmitan entre generaciones y se arraiguen a los pensamientos individuales
y colectivos. A su vez se crean nuevos estereotipos, el cual están muy ligados
entre sí, que da paso a la aparición de nuevos comportamientos y expresiones
discriminatorias.
Es necesario combatir estas manifestaciones en la sociedad y sobre
todo en los espacios de intercambio cultural. La cultura no es un lugar donde
simplemente se exponen obras, donde se baila o se escucha música. La cultura
son las personas que las transmiten, las que la manifiestan a otras para su
total comprensión y eso se logra a través de las interacciones, de las relaciones
interpersonales y sin importar como luce físicamente esa persona.

CONCLUSIÓN
Actualmente, en ninguna institución o estructura de la sociedad cubana
no existen patrones de discriminación para el acceso a espacios culturales
ni de otro aspecto, al contrario, se trabaja en función de la integración y la
participación de toda la población de acuerdo a sus capacidades, aptitudes e
intereses personales.
Es necesario socializar el rechazo a la reproducción de los prejuicios
raciales por la significación que estos tienen en las relaciones sociales y en los
procesos culturales. De estos se crean nuevos estereotipos en cuanto al estilo

Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 150-161. ISSN 1900-5547 [ 159 ]
Karelia Fernández Aguilera

y la forma de llevar el cabello porque se muestra como una división en cómo


deben de lucir las mujeres negras y las mujeres blancas estando más allá que
una tendencia de la moda.
Juzgar a las personas por la forma en que llevamos nuestros cabellos
o por como vestimos, no significa que no nos aceptamos, sino que somos
conscientes que esas características son elementos externos que parten de
gustos y preferencias o estereotipos de belleza creados por la sociedad a la que
unos comparten y otros no. Somos producto de un mismo sujeto histórico, por
lo tanto, querer resaltar un origen determinado más que otro es sinónimo de
prevalencia.
Nadie es completamente puro, no somos auténticamente blancos o
auténticamente negros, dichos rasgos no deben de influir en nuestro desarrollo
social.
Es fundamental hacer énfasis en que este trabajo no es para diferenciar
entre lo que consumen las personas de piel blanca o negra, sino que se hace
necesario el análisis de esta temática para dar rumbo a otras visiones, seguir
profundizando en estos aspectos y así crear nuevas estrategias que impliquen
nuevas formas de reorientar a las personas en cuanto a un mejor y mayor
conocimiento de la cultura en Cuba.

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CONTEXTOS, TEORÍAS Y AUTORES DE LA SOCIOLOGÍA DEL
TRABAJO. UNA SÍNTESIS DE DIVERSOS PUNTOS DE VISTA
SOBRE UN MISMO FENÓMENO: LA SALUD OCUPACIONAL

Francisco Javier Villamarín1

RESUMEN
El objetivo del presente artículo es presentar, de forma breve, algunas teorías
sociológicas que se han formulado sobre el trabajo y sus consecuencias sociales,
económicas y personales, en el contexto de las grandes transformaciones
materiales y económicas que viene experimentando el mundo occidental
desde finales del siglo XVIII hasta la actualidad. El método utilizado, aunque
no se encuentra explícito en el escrito, es el análisis documental de apartados
de algunas teorías sociológicas clásicas y contemporáneas relacionadas con la
situación del obrero en la sociedad capitalista contemporánea. Como resultado
de dicho análisis se aporta un marco teórico y metodológico proveniente de la
teoría social que ayudará a identificar las líneas de trabajo y de análisis de la
realidad de la salud de los trabajadores, para que los interesados en el tema
ahonden en el mismo y para que orienten sus propuestas de transformación.
Palabras clave: Sociología del Trabajo, Teoría Sociológica, Salud Ocupacional,
Riesgos laborales.

ABSTRACT
The objective of this article is to briefly present some sociological theories
that have been formulated about work and its social, economic and personal
consequences, in the context of the great material and economic transformations
that the Western world has been experiencing since end of the 18th century
to the present. The method used, although not explicit in the writing, is the

1. Doctor en Sociología, Profesor asistente Universidad de Nariño y coordinador del observatorio


Social Udenar - Pasto. Correo: paches74@gmail.com

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Contextos, teorías y autores de la sociología del trabajo. Una síntesis de
diversos puntos de vista sobre un mismo fenómeno: La salud ocupacional

documentary analysis of sections of some classic and contemporary sociological


theories related to the situation of the worker in contemporary capitalist
society. As a result of this analysis, a theoretical and methodological framework
is provided from social theory that will help identify the lines of work and
analysis of the reality of workers’ health, so that those interested in the topic
delve deeper into it and to guide their transformation proposals.
Keywords: Sociology of Work, Sociological Theory, Occupational Health,
Occupational Risks.

RESUMO
O objetivo deste artigo é apresentar brevemente algumas teorias sociológicas
que têm sido formuladas sobre o trabalho e as suas consequências sociais,
económicas e pessoais, no contexto das grandes transformações materiais
e económicas que o mundo ocidental tem vivido desde finais do século XIX.
Século. Século XVIII até o presente. O método utilizado, embora não explícito
na escrita, é a análise documental de trechos de algumas teorias sociológicas
clássicas e contemporâneas relacionadas à situação do trabalhador na
sociedade capitalista contemporânea. Como resultado desta análise, é fornecido
um referencial teórico e metodológico da teoria social que ajudará a identificar
as linhas de trabalho e a analisar a realidade da saúde do trabalhador, para
que os interessados no tema se aprofundem e orientem seus propostas de
transformação.
Palavras-chave: Sociologia do Trabalho, Teoria Sociológica, Saúde do
Trabalhador, Riscos Ocupacionais.

INTRODUCCIÓN
El objetivo del presente documento de estudio es presentar, de forma breve,
algunas teorías sociológicas que se han formulado sobre el trabajo y sus
consecuencias sociales, económicas y personales, en el contexto de las grandes
transformaciones materiales y económicas que viene experimentando el
mundo occidental desde finales del siglo XVIII hasta la actualidad. Su interés se
centra, primordialmente, en el conocimiento de los sistemas teóricos que sobre
el tema se han producido en Europa y Estados Unidos. El conocimiento de
estas teorías será de gran utilidad tanto para el análisis y la interpretación de la
realidad de la salud ocupacional [en diferentes contextos: mundial, nacional y
local], así como para el diseño de planes de intervención y transformación que
se ejecuten en este campo.
Los conflictos ocasionados en la salud de los trabajadores por efecto
de su actividad productiva no se explican por sí mismos; no son hechos

Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 162-192. ISSN 1900-5547 [ 163 ]
Francisco Javier Villamarín

aislados, se trata de fenomenologías que ocurren dentro de un orden general


de acontecimientos sociales, económicos, políticos y culturales de carácter
histórico, que es oportuno que el salubrista conozca. Sin embargo, hay que
tener claro que esta serie de acontecimientos no solo son ocasionados por
factores de carácter estructural y objetivo, sino que también son el resultado de
la racionalidad y la subjetividad que los sujetos afectados por estos flagelos le
imprimen a sus acciones y sus decisiones en el campo laboral. En este sentido,
en los contextos y en las teorías que han emergido de ellos, se encontrarán
elementos de carácter estructural y subjetivo, y su articulación, con los
cuales cobrará sentido la explicación sociológica de las patologías de la salud
ocupacional.
En algunos casos, como en las propuestas de Marx y de sus continuadores,
dichos elementos se identifican de forma clara en este documento, en tanto
que en otras de las propuestas aquí explicadas, no son tan evidentes puesto
que otros autores clásicos y contemporáneos de la disciplina no investigaron
directamente las causas y consecuencias de las patologías del trabajo, pero
sus obras comportan conceptos y categorías a partir de las cuales se pueden
formular hipótesis o explicaciones tentativas de este fenómeno, que pueden dar
lugar en el futuro a nuevas interpretaciones que le den mayor solidez teórica y
empírica a esta área novedosa de la sociología.

LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL Y SUS CONSECUENCIAS. LOS PRIMEROS


SOCIÓLOGOS Y SU VISIÓN DEL TRABAJO
Antes del nacimiento de la sociología del trabajo como disciplina especializada
[o sociología ocupacional, como se la conoce en las áreas de la salud], lo que se
encontraba en la sociología general eran las obras de un grupo de pensadores e
investigadores sociales, en las cuales éstos hacían mención, de forma recurrente,
a la dinámica del trabajo y sus efectos sobre la sociedad y sus individuos.
Estos autores comenzaron a estudiar y explicar estos fenómenos en el
contexto de las grandes transformaciones materiales, tecnológicas y productivas
que vienen experimentando Europa y Estados Unidos desde el siglo XVIII hasta
nuestros días; cambios que en su conjunto se han denominado en las ciencias
sociales: “Revolución industrial”; periodo caracterizado, principalmente, por
el paso de la producción agrícola que se desarrollaba en el sector rural a la
producción industrial que comienza a realizarse en las grandes ciudades.
Como consecuencia de este proceso, cambiaron también las relaciones de
producción las cuales ya no expresaban el vínculo entre los señores feudales y los
siervos de la gleba, como era propio en la Edad Media, sino que se convirtieron
en un vínculo moderno entre propietarios y no propietarios de los medios de

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Contextos, teorías y autores de la sociología del trabajo. Una síntesis de
diversos puntos de vista sobre un mismo fenómeno: La salud ocupacional

producción, o, en un lenguaje marxista, entre burgueses y proletarios (Marx &


Engels, 2019). Esta relación no solo es un rasgo distintivo de esta época, sino
que es una característica del mundo de las relaciones laborales que se extiende
hasta nuestros días, asumiendo formas diversas, según las necesidades que
vaya demandando la constitución del capitalismo, como sistema económico
imperante.
Paralelamente a estos desarrollos, aparecen otros cambios que tornan
problemática y compleja la nueva sociedad industrial moderna. Hay un
enorme crecimiento demográfico en las ciudades debido a los importantes
flujos migratorios de campesinos y siervos que llegan a la urbe para atender la
oferta de puestos de trabajo que empieza a brindar el floreciente capitalismo
industrial. Pasar de las actividades laborales del campo, que se realizaban en un
espacio abierto, bajo la dinámica que imponía la naturaleza y el tiempo, a ocupar
un trabajo monótono, fatigante y extenuante en un ambiente cerrado y vigilado,
y con un tiempo limitado, alteró la salud y la conciencia de los primeros obreros
industriales. La migración del campo a la ciudad no solo tornó a la fábrica como
un entorno pernicioso para la salud de los trabajadores, sino que hizo emerger
una lista de problemas que comenzaron atentar contra la salud pública urbana
como: la contaminación, el hacinamiento, el ruido intenso, la alta densidad
poblacional, el desorden social, y, en particular, la insalubridad y precariedad
que era muy notoria en los guetos obreros.
Con el incremento de la fuerza de trabajo en las fábricas, se crearon
grandes burocracias económicas que proporcionaban los insumos y el control
que requería este sistema productivo. Este proyecto económico de sociedad
tomó inmensas proporciones gracias al sistema de libre comercio que
propagaba el pensamiento liberal, debido al cual unos pocos obtenían, con un
mínimo esfuerzo, la mayor parte de las utilidades, mientras que la gran mayoría
tenía que vender su fuerza de trabajo, y laborar gran cantidad de horas para
obtener un bajo salario que les permitiera vivir con lo básico.
Como las primeras máquinas textiles requerían de una anatomía fina
y delicada para su manipulación, las mujeres y los niños, poseedores de esta
característica, fueron los principales actores de esta primera fase del desarrollo
industrial. Ellos, niños y mujeres, además de ser los pioneros del proletariado
industrial, también se convirtieron en las primeras víctimas de la fatiga crónica,
del estrés laboral, de los accidentes de trabajo, y de la alienación mental.
Siguiendo a Ritzer (2002), la consecuencia lógica de un sistema económico,
cuyas condiciones de trabajo vulneraban la salud y el bienestar de la clase obrera,
fue la emergencia de sindicatos y movimientos obreros cuyo objetivo consistía
en sustituir el sistema capitalista por otro de corte socialista que acabara con

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Francisco Javier Villamarín

la propiedad privada para dar lugar a un nuevo proyecto de sociedad en el cual


la riqueza derivada del trabajo se socializara de manera homogénea tanto para
el capitalista como para el obrero. El encargado de asegurar esta distribución
equitativa sería un estado direccionado por el partido proletario.
Sin embargo, algunos sectores tradicionales de la sociedad europea de
finales del siglo XIX y principios del XX se opusieron a esta alternativa, creyendo
que el socialismo más que una solución contribuiría a agudizar el problema. La
experiencia de gobiernos de mano fuerte en este periodo, como el del primer
canciller alemán, Otto von Bismark, contribuyeron con el avance del capitalismo
industrial, y con ello no solo ganaron aceptación y legitimidad por parte de
la naciente burguesía empresarial, sino también incluso por parte de los
sectores tradicionales de rentistas y terratenientes que veían en el socialismo
una amenaza contra el orden, el gobierno de la élite y el mantenimiento de su
estatus y prestigio socioeconómico (Oviedo y Villamarín, 2021).
Todas estas circunstancias y transformaciones sociales y económicas
desencadenaron una serie de revueltas y cambios que llamaron la atención
de los teóricos clásicos de la disciplina como Karl Marx, Max Weber y Emile
Durkheim, quienes pasaron la mayor parte de sus vidas estudiando estas
coyunturas y proponiendo alternativas para su explicación. Sin embargo, en
este momento no se puede hablar aun de una sociología del trabajo o de las
ocupaciones. A continuación, se hace referencia a algunos de sus planteamientos
sobre el trabajo y sus efectos sobre la salud.

ALGUNAS REFLEXIONES DE MARX Y ENGELS EN TORNO AL TRABAJO


El trabajo en la visión materialista de la historia de Karl Marx ha jugado un
papel fundamental tanto en el desarrollo y la transformación de la sociedad, así
como también en la deshumanización que ha generado al establecerse como
una fuente importante de riqueza, pero también de pobreza. Para Marx, el
trabajo es el medio que le ha permitido al hombre satisfacer sus necesidades
más urgentes, desarrollar su capacidad de pensar, razonar y vivir en sociedad,
creando y recreando por estos medios sus condiciones materiales de existencia.
Sin embargo, en su opinión, el trabajo en la sociedad capitalista burguesa
ha intensificado su carácter excluyente, inhumano y alienado en una de las
dos clases sociales que configuran este modo de producción: el proletariado
(obreros). El trabajo en lugar de mejorar las condiciones de vida de los
trabajadores las empeoró. Minó la esencia humana al convertir la fuerza de
trabajo en una mercancía, impidiéndole alcanzar al obrero sus más profundas
y anheladas realizaciones; a este fenómeno el autor lo denominó enajenación,

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Contextos, teorías y autores de la sociología del trabajo. Una síntesis de
diversos puntos de vista sobre un mismo fenómeno: La salud ocupacional

y fue, en su opinión, una circunstancia que desmejoró significativamente la


calidad de vida del obrero. Para el autor:
(…) el trabajo es externo al trabajador, es decir, no pertenece a su ser; [en] su
trabajo, el trabajador no se afirma, sino que se niega; no se siente feliz, sino
desgraciado; no desarrolla una libre energía física y espiritual, sino que mortifica
su cuerpo y arruina su espíritu (…) Su trabajo no es, así, voluntario, sino forzado,
trabajo forzado… (Marx, 1980: 108-109)

Por esta razón, el obrero no considera al trabajo parte de su vida, sino un


sacrificio: una condena. Como dice Marx, para el obrero comienza su vida allí
donde termina el trabajo; en su opinión: “El obrero no puede dejar de vender
su fuerza de trabajo sin dejar de renunciar a su existencia” (Marx1980: 105).
El capitalismo ha empobrecido la condición humana y social de esta clase, ya
que “el obrero es más pobre cuanta más riqueza produce…” (Marx, 2006: 104).
Todos estos hechos fueron ratificados y ampliamente descritos por uno de
sus seguidores y continuadores, Federico Engels (1976), en una investigación
que denominó “La situación de la clase obrera en Inglaterra” de 1845. En este
tratado describe cómo un número significativo de trabajadores industriales
morían o se convertían en desechos humanos enfermos y lisiados debido al
trabajo fatigante y riesgoso que ejecutaban en jornadas que superaban las 16
horas diarias, sin descansos o con pausas mínimas.
Como las primeras máquinas textiles requerían de una anatomía fina
y delicada para su manipulación, las mujeres y los niños, poseedores de esta
característica, fueron los principales actores de esta etapa de la producción
industrial. Ellos, niños y mujeres, además de ser los pioneros del proletariado
industrial, también se convirtieron en las primeras víctimas de la fatiga crónica,
del estrés laboral, de los accidentes de trabajo, y de la alienación mental.
Acudiendo a las ideas de Bauman (2013), desde aquellos días las fábricas
no solo enfatizaban en producir mercancías, acumulación de capital y plusvalía,
sino también desechos humanos inservibles, muertos en vida que aguzaban
el problema de pobreza, marginalidad y precariedad que trajo consigo este
cambio material y tecnológico. Esto ocasionó lo que Marx (2014) denominó
“Ejército industrial de reserva”, que en opinión de la burguesía industrial se
constituía en una condición necesaria para mantener la hegemonía del capital,
y su tendencia a la concentración de la riqueza en pocas manos.
Muchos niños se quemaron con el vapor que emanaban las máquinas, o
perdían algunos de sus dedos, como resultado de las perforaciones que sufrían
por efecto de la deficiente manipulación de las agujas y los hilares. De igual
manera, las obreras embarazadas daban a luz en las faldas de las máquinas,

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Francisco Javier Villamarín

en condiciones de insalubridad asombrosas. Estas eran situaciones que no


le interesaban al capitalista, ni despertaban su sensibilidad, por el contrario,
las condenaba y castigaba ya que frenaban el proceso productivo, generando
pérdidas que afectaban su riqueza.
De este modo, poco a poco iba tomando forma el trabajador alienado. Un
trabajador que no era dueño de sí mismo. Que estaba tan confinado en su trabajo,
realizando labores aburridas y repetitivas, al punto que, como lo sostiene Marx
(1980), su cerebro rompió relaciones con sus manos convirtiéndolo en una
“bestia reducida a las más estrictas necesidades vitales. [Retornándolo así] a la
caverna (…) envenenada (…) ahora por la mefítica pestilencia de la civilización,
y que solo habita en precario…” (p. 159).
Así mismo, por estar desarrollando siempre la misma actividad todos
los días y todas las horas de su vida, no pudo desarrollar su pensamiento ni
su autonomía ni su potencial humano y social. Conocedores de la teoría de
Marx frente a este particular, como Ritzer (2001), creen que esta limitación
desarrolló en esta clase una mentalidad alienada, alimentada por la “voluntad
ajena del capitalista” (p. 202).
El fenómeno se tornó más complejo, cuando la producción de mercancías
alteró su conciencia. En ese momento [el obrero] pensaba que los productos
elaborados por él tenían una vida independiente y reificada. Empezó a
experimentar una alteración de su pensamiento porque creía que la mercancía
tenía una existencia propia más allá de sus fuerzas físicas y sociales. Estaba
tan distorsionada su visión de la realidad, que cuando se sintió explotado y
sometido, no reaccionó contra los dueños de los medios de producción, los
capitalistas, sino que desató su furia y su violencia contra las máquinas, porque
pensaba que ellas eran la fuente de su desgracia. Los primeros obreros vieron
en las máquinas a sus principales enemigos.
Con el paso del tiempo, [el obrero] empezó a tomar conciencia de este
estado de cosas, y la consecuencia inmediata fue su reacción contra las formas
de explotación y maltrato que el sistema industrial capitalista le infringía,
hecho que llevó a la constitución del movimiento obrero, cuya bandera política
y social era la sustitución de este sistema opresor, por otro de corte socialista,
donde la producción se distribuyera de forma equitativa. Sobre esta base se
crearon los primeros sindicatos, y un sinnúmero de manifestaciones obreras
cuya meta era derrocar el capitalismo.
En síntesis, bajo esta perspectiva, el trabajo no es un valor, sino un medio
para satisfacer necesidades que solamente se pueden resolver cuando el obrero
permuta su vida, su familia, sus sueños y su tranquilidad a cambio de un salario

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Contextos, teorías y autores de la sociología del trabajo. Una síntesis de
diversos puntos de vista sobre un mismo fenómeno: La salud ocupacional

que no lo realiza ni como persona ni como trabajador, y que lo convierte en una


mercancía más que el capitalista utiliza a su antojo.

MAX WEBER Y SU COMPRENSIÓN DEL MUNDO DEL TRABAJO


El trabajo y sus complejidades en la perspectiva teórica de Max Weber se
pueden encontrar en sus investigaciones sobre la sociología de la religión y
la situación de los obreros en la industria. Desde la primera perspectiva, el
autor hace un importante acercamiento al origen y significado del trabajo y
la profesión en el contexto de la moral protestante y el impulso que ésta le
impregnó al desarrollo del espíritu del capitalismo. La segunda deja ver que su
interés no solo se centraba en la esfera subjetiva del capitalismo, sino también
en las condiciones laborales, sociales y económicas objetivas de los obreros que
afectaban la rentabilidad de algunas industrias alemanas. Al contrario de Marx,
y su visión materialista de la historia, que, como ya se anotó, fue muy crítica con
el capitalismo, Weber bajo estos dos referentes demuestra que el capitalismo
nació para quedarse, y que ninguna acción colectiva de carácter proletario o
anarquista puede derrocarlo.
Desde la primera perspectiva, el trabajo para Max Weber está asociado a
la palabra profesión, la cual tiene un origen religioso. Es un término del que solo
tienen referencia las confesiones religiosas de cuño protestante. En su opinión:
“Es un término también del que careció la antigüedad clásica. En su sentido
actual, la palabra nació de la traducción luterana de la biblia” (Weber, 2002:81).
Esta es una palabra producida por la reforma protestante; dentro de esta
orientación del cristianismo, el término se refiere a sentir como una obligación
el cumplimiento de una tarea o un deber en el mundo; tarea u obligación, que,
aunque no lo exprese el autor de forma manifiesta, puede tener un carácter
mórbido e intimidante para el seguidor de este credo.
La expresión es una antítesis de la idea profana del trabajo como
manifestación de amor al prójimo, ya que se opone franca y abiertamente al
individualismo y al lucro desmedido. Esta forma de concebir el trabajo poco
a poco se fue imponiendo en la cultura occidental europea hasta desplazar
las antiguas visiones que lo asociaban a las emociones y los sentimientos
humanos. Para los protestantes el ejercicio de una profesión era un modo
racional y generalizado de agradar a Dios; por lo tanto, como dice Weber, “(…)
toda profesión lícita posee ante Dios absolutamente el mismo valor” (Weber,
2002:92)
La palabra profesión, bajo esta perspectiva, está relacionada con el
trabajo disciplinado, arduo y honrado. Esta orientación racional está a favor
de un tipo de capitalismo que va en contravía de la usura y la piratería. Según

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Francisco Javier Villamarín

Weber: “…la idea de que el ejercicio de una determinada profesión constituye


un mandamiento que Dios dirige a cada uno, [le obliga] a permanecer en la
situación en que se encuentra colocado por la divina providencia” (Weber,
2002: 98). El objetivo de mantenerse dentro de este mandamiento providencial
para los protestantes consistía en escapar de la predestinación del fuego del
infierno, pues para esta cultura religiosa, el destino de los hombres ya estaba
prefijado desde antes de nacer, y la manera de no ser presa del castigo divino
era ejercer con vocación y entrega una tarea productiva.
Weber, por otro lado, también se preocupó por abordar las condiciones
sociolaborales de los obreros industriales alemanes a principios del siglo XX
desde una perspectiva científica. Aunque algunas voces provenientes de la
sociología sostengan que la teoría de este autor es un constante y continuo
debate con el fantasma de Marx , autoras como María Celia Duek afirman que en
el estudio sociológico de la industria, la idea del teórico alemán fue establecer
puntos de encuentro, que le permitirían conocer las complejidades del trabajo
y las relaciones laborales “en función de un profundo conocimiento de la obra
de Marx” (Duek, 2012: 68)
Por encargo de la Asociación Alemana de Política Social, Weber participó
en los años 1908 y 1909 en una serie de investigaciones que tenían por objeto
conocer la realidad del trabajo de esta clase social, con el fin de formular
propuestas de política social que fueran tenidas en cuenta por el Estado
alemán. Investigaciones como La situación de los trabajadores de las granjas
al este del río Elba de 1892; Introducción metodológica para las encuestas de la
Asociación de Política Social y Adaptación de los obreros en las grandes fábricas
de 1908 (Weber, 1994), y la Psicofísica del trabajo industrial de 1909 (Weber,
1994), buscaron aportar teoría y datos empíricos para soportar estas políticas
de cambio social.
Los objetivos de estas investigaciones consistían en conocer las
condiciones del rendimiento laboral de los obreros en las fábricas, y determinar
qué factores hacen que este rendimiento sea mayor o menor; o sea, establecer
las razones de las diferencias en la aptitud laboral, así como responder a
los siguientes interrogantes: ¿La particularidad de la producción industrial
influye en la organización interna de los obreros, en su destino profesional y
en su destino extraprofesional, y en su condición humana?, ¿la industria se
encuentra frenada por las características de la mano de obra?, ¿hasta qué punto
es posible atribuir las diferencias en el rendimiento del trabajo a diferencias
biológicas transmitidas por la herencia?, ¿cómo influye la proveniencia social,
ética, cultural y geográfica en la capacidad de aprendizaje de los obreros?,
¿evolucionan los obreros hacia una mayor diferenciación cualitativa o hacia una

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Contextos, teorías y autores de la sociología del trabajo. Una síntesis de
diversos puntos de vista sobre un mismo fenómeno: La salud ocupacional

mayor uniformidad?, ¿qué tipo de obreros y con qué cualificación se eliminan


por la instalación de nuevas tecnologías? (Duek, 2012: 70)
Con estas investigaciones, Max Weber explicó, desde una perspectiva
que articuló la investigación cuantitativa y cualitativa, los factores de orden
fisiológico y social que inciden en el rendimiento y en la productividad de los
obreros. En su opinión, el desempeño de los trabajadores no solo depende de su
constitución y disposición orgánica, biológica y psicológica, sino que también
está influenciado por factores culturales como la racionalidad, la motivación, el
estado de ánimo, y, en general, las circunstancias históricas y sociales que han
moldeado su vida privada y social.
Su nivel de productividad depende, en la mayoría de los casos, de los
estímulos económicos adicionales que le ofrece el capitalista (bonificaciones,
pago por horas extras de trabajo, y trabajo a destajo), que lo motiva, de forma
racional y voluntaria, a trabajar más tiempo y con mayor rigor para alcanzar
un mayor grado de bienestar. De esta hipótesis se deduce que: a mayor pago y
bonificación mayor rendimiento y desempeño [y por lo tanto, mayor felicidad],
si por el contrario, si las bonificaciones son pocas su rendimiento disminuye, o
se mantiene en un nivel bajo, afectando la productividad de la empresa.
A diferencia de Karl Marx y Federico Engels, para quienes las pésimas
condiciones laborales que vivían los obreros en las fábricas dependían del
carácter excluyente, deshumanizante y egoísta del capitalista, para Weber, en
cambio, la calidad de las relaciones entre patrono y trabajadores depende en
gran medida de la racionalidad económica y de la voluntad de estos últimos. Si
su realidad económica es mala o buena no es provocada por el capitalista sino
porque así lo ha querido y decidido el trabajador.
Desde el punto de vista de la salud ocupacional, esta propuesta puede
entenderse del siguiente modo: los riesgos de lesiones, de accidentes con
las máquinas y de enfermedades físicas y psicológicas que contraiga en el
ejercicio de sus funciones son asumidas por el trabajador de forma consciente
y voluntaria impulsado por su afán egoísta de lucrarse; las bonificaciones
económicas adicionales que le brinda el capitalista lo llevan a actuar de este
modo. El comportamiento del obrero, en este sentido, puede catalogarse
como racional e irracional al mismo tiempo: racional, porque un mayor pago
significa para él y para su familia un mejoramiento de sus condiciones de vida;
e irracional, porque persigue este fin siendo consciente de que su bienestar y
su integridad pueden verse vulnerados por el esfuerzo y la energía que tiene
que invertir para el logro de este propósito. Así las cosas, el capitalista queda
salvado de toda responsabilidad frente a los daños que pueda sufrir el obrero
por efecto de las labores por las que ha sido contratado.

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Esta era una política que los empresarios alemanes aplicaban para
aumentar la productividad y estimular a los trabajadores más eficientes. En
el caso de los trabajadores que no cumplían con los estándares exigidos, la
alternativa racional del capitalista consistía en despedirlos; o para evitar, el
ingreso de obreros con escasas habilidades para el trabajo, acudían a la rotación
permanente de personal. Con esta clase de acciones, realizadas de forma
calculada, los dueños de las industrias mantenían el control de la producción.
Weber no concibió estas realidades como sinónimos de explotación,
reivindicación y socialismo, como si lo hizo Marx, sino como el resultado de
la incapacidad que manifestaban los obreros industriales para adaptarse al
capitalismo y a su sistema de trabajo. Aunque siempre fue consciente de la
necesidad de neutralidad valorativa en sus teorías e investigaciones, como dice
Duek (2012), nunca logró desligar estos estudios de su mentalidad burguesa.
En sus observaciones encontró que el obrero nada más es un mecanismo
de producción rentable, cuyas capacidades y fallos hay que calcular, como
cualquier mercancía. Cálculo que se funda en la destreza y la habilidad de los
obreros para la utilización de las máquinas y las materias primas. También
descubrió que las industrias para optimizar el trabajo obrero acudían a
disminuir los costos de producción con bajas en sus salarios, bonificando a los
empleados más eficientes y castigando con el despido a los menos rentables.
En este sentido, descubrió que la esencia del capitalismo en la industria son los
continuos procesos de renovación del personal útil.

LA DIVISIÓN DEL TRABAJO SOCIAL EN DURKHEIM


Emile Durkheim no estudió directamente el tema de la salud ocupacional
en el mundo laboral, pero en algunas de sus investigaciones, como “De la
división social del trabajo”, “El suicidio, un estudio de sociología” y “Lecciones
de sociología”, se identifican referencias que nos brindan elementos para
entender este hecho social moderno.
En el primer texto abordó el problema de la anomia, el cual hace alusión
a que las personas y las organizaciones, en la medida que se tornen más
individualistas y egoístas, por efecto de la diferenciación que ha traído consigo
la dinámica del progreso social, dejan de actuar de acuerdo con las normas
morales, sociales e institucionales que la sociedad ha impuesto para mantener
el orden y el progreso armónico. Anomia, en un sentido textual, significa
ausencia de ley.
En algunos casos, asumir un comportamiento anómico es una
decisión voluntaria y egoísta que las personas o las organizaciones realizan
influenciadas por los medios de comunicación, la moda, las tendencias de la

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Contextos, teorías y autores de la sociología del trabajo. Una síntesis de
diversos puntos de vista sobre un mismo fenómeno: La salud ocupacional

cultura y la competencia económica. Ejemplos claros de este fenómeno en


el caso de la salud de las personas son: la bulimia, la anorexia y el consumo
de estupefacientes, entre otros; otra muestra de anomia se encuentra en las
organizaciones empresariales y productivas que no cumplen con las medidas
de seguridad y salud en sus trabajadores, porque implica una inversión muy
alta que no tienen como cubrir; también se observa en las empresas informales
que no pagan a sus empleados el salario mínimo, ni su seguridad social como
lo dicta la ley; y otra forma que asume en la actualidad es la desviación de los
recursos que el estado les transfiere a las EPS, que han tornado inviable el
sector de la salud en el país.
Pero en otros, son los cambios estructurales [ajenos a la voluntad de los
sujetos], los que dependiendo de su dinámica, alteran el orden que nos mantiene
adaptados y funcionales en el organismo social. En ocasiones [estos cambios]
pueden ser drásticos, dejando a las personas sin orientación ni sentido,
llenando su vida de una incertidumbre y de un miedo constantes; en otras,
por el contrario, pueden ser tan lentos que tornan desgraciada la existencia de
quienes los padecen. Ambas situaciones pueden desatar problemas de salud
pública tan graves, como las enfermedades profesionales, las enfermedades
mentales y el suicidio.
Durkheim da cuenta de los dos tipos de cambios en su texto “El suicidio,
un estudio de sociología”. Por ejemplo, los cambios drásticos de la estructura
social, como las crisis económicas que ocasionan la quiebra de las empresas,
y que dejan a los obreros desempleados y en un estado de incertidumbre
permanente, hacen que contraigan trastornos ansiosos y depresivos, que, en
el peor de los casos, los llevan a lo que este autor denomina suicidio “anómico”.
Estas patologías pueden aparecer también cuando, por efecto de estas
crisis, los empleadores ya no pueden garantizar ni seguridad, ni estabilidad en
el empleo, y utilizan esta situación para acosar a los trabajadores, disminuir sus
pagos o amenazarlos con el despido. Este ambiente adverso se convierte en un
factor de riesgo profesional, con profundas implicaciones para la vida personal
del trabajador.
Por el contrario, pero con los mismos efectos, un ejemplo de cambios
estructurales lentos, son las modificaciones en la regulación laboral o en las
formas de contratación, que han tornado precario el trabajo. La supervisión
permanente, con visos de acosos y vulneración de derechos fundamentales, el
trabajo bajo presión y la multifuncionalidad de las labores, pueden sacarnos de
la normalidad y tornarnos patológicos.
Estas hipótesis no son una invención de este teórico de la sociología
clásica. Para llegar a ellas [Emile Durkheim], contrastó estas ideas con algunos

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datos empíricos disponibles en su época, y observó que, en los periodos de


irrupciones económicas y financieras, se elevaba considerablemente la tasa
de suicidios. Los datos también le permitieron demostrar que los excesos
de regulación, vigilancia y autoritarismo en las empresas implicaban un
incremento en la tendencia de estos indicadores (Durkheim, 2013).
De igual manera, en sus reflexiones políticas también se encuentran
postulados que explican fenómenos modernos como los riesgos laborales,
la ausencia de planes ocupacionales en las empresas, las enfermedades
profesionales, etc.; fenómenos todos estos que han tornado complejo el
desorden social en la modernidad, especialmente en el ámbito democrático.
Para el autor, la política es un organismo social compuesto por dos
grandes estructuras interrelacionadas: el estado (la parte del organismo donde
se encuentra la conciencia y el pensamiento) y la sociedad (el resto del cuerpo
que depende de las órdenes del cerebro social). Una sociedad armónica y
desarrollada es aquella donde la sociedad (el cuerpo) se encuentra conectada
al estado (cerebro), el cual la hace mover de forma ordenada y equilibrada. En
cambio, una sociedad desordenada y conflictiva es aquella donde sucede lo
contrario: el estado se encuentra desconectado de la sociedad, lo que hace que
esta última se mueva de forma anárquica y convulsionada.
Al primer tipo de interacción, Durkheim lo denominó “Democracia”, un
tipo de orden político donde el estado tiene comunicaciones estrechas con la
sociedad, y donde ésta, a su vez, retroalimenta al estado con su participación. En
sociedades de este tipo, son escasos los problemas de salud ocupacional, dado
que las empresas y las instituciones acatan las normas del estado en cuanto a la
salubridad al interior de las industrias, sin pensar en su costo económico. Si no
acogen estas disposiciones, se exponen a una sanción.
Al segundo tipo de sociedad la llamó “Totalitarismo” o “Aristocracia”,
que para nuestras sociedades puede asimilarse como tradicionalismo
político, económico, social y cultural; o en palabras más resumidas, también
puede entenderse como subdesarrollo, ya que no hay conexiones entre las
dos dimensiones, o si se mantienen, son distantes. Aquí el estado está más
preocupado por sus intereses que por las necesidades de la población. Esto
hace que, dentro de un mismo país, [el estado] se encuentre ausente de algunos
de sus territorios e instituciones. Cómo está tan preocupado por sus intereses
y por el bienestar de quienes ocupan altos cargos directivos, deja de lado su
función reguladora y normativa, lo que hace que la sociedad funcione de forma
individualista y desordenada, sin una dirección. Una sociedad donde imperan
los accidentes laborales, donde no se reglamenten ni se vigilen los riesgos
ocasionados por el trabajo, y donde aumenten las demandas de acoso laboral,

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Contextos, teorías y autores de la sociología del trabajo. Una síntesis de
diversos puntos de vista sobre un mismo fenómeno: La salud ocupacional

es una sociedad que no es prioridad para el estado. En pocas palabras, es una


sociedad donde no existe la democracia.

PRIMERA MITAD DEL SIGLO XX

LA SOCIOLOGÍA INDUSTRIAL, EL SURGIMIENTO DEL CAPITALISMO RÍGIDO


Y LA INTERVENCIÓN ESTATAL
En la primera mitad del siglo XX surgen una serie de acontecimientos económicos,
políticos y sociales relacionados con la producción y el empleo que justifican
la creación de una rama específica de la sociología: la Sociología Industrial.
Esta rama aborda el estudio de una cadena de hechos interrelacionados que
van a confirmar que los principales afectados por los cambios tecnológicos y
laborales que comporta el nuevo capitalismo, son los obreros.
Acontecimientos como el nacimiento de los nuevos modelos de producción
industrial en masa, las políticas estatales intervencionistas e institucionalistas,
y el establecimiento de jornadas laborales rígidas y estandarizadas, marcan
la particularidad de los inicios de la pasada centuria. Estos hechos llaman la
atención no solo de sociólogos, sino también de otros científicos sociales, como
psicólogos y economistas, quienes formulan los primeros fundamentos teóricos
y empíricos de esta especialidad.
Los cambios tecnológicos e industriales estaban encaminados a aumentar
el volumen de la productividad. Para Frederick Taylor, este objetivo se lograba
mejorando la eficiencia de los trabajadores, vigilando sistemáticamente su
desempeño y otorgándoles incentivos que les permitieran incrementar su
salario. Su estudio sobre la organización económica y productiva de la industria
se denominó Taylorismo, y se convirtió en una doctrina académica.
Por su parte, el empresario Henry Ford opinaba que la producción no
dependía tanto del desempeño de los trabajadores como de la existencia de
mercados masivos (Giddens, 2001: 489). Gracias a esta ideología apareció
el fordismo: una orientación empresarial que complementa las propuestas
de Taylor, y cuyo objetivo era la institucionalización de sistemas productivos
estandarizados a gran escala, para atender las necesidades de consumo de un
gran volumen de población.
El fordismo se caracteriza por la implementación de cadenas productivas,
en las que cada trabajador desempeña una tarea específica y monótona. Algunos
de sus principales rasgos son:
• La producción en masa de artículos estandarizados
• El uso de tecnologías inflexibles
• Adopción de rutinas de trabajo estandarizadas

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• Aumento de la producción a costa del desgaste físico y mental del


trabajador
• Nuevo dinamismo de los sindicatos y sus esfuerzos por salarios acor-
des al volumen de la producción y sus beneficios para los empresa-
rios.
• El desarrollo de un mercado estandarizado, propiciador de sistemas
de producción masiva y su correlativa homogenización de los patro-
nes de consumo.
• La aparición de instituciones educativas que se rigen por las necesi-
dades del mercado

Estos desarrollos anticiparon el nacimiento de la sociología industrial.


Uno de sus pioneros fue el sociólogo y psicólogo Elton Mayo en los años 20.
El autor parte del presupuesto de que la industria ha generado tensiones
entre los capitalistas y los obreros que podían terminar en grandes conflictos
laborales y sociales. En su opinión, la fábrica no solo comporta procesos
económicos y materiales, sino también aspectos subjetivos y sentimentales. Sus
experimentos demostraron que ni las disminuciones de las jornadas de trabajo,
ni los incentivos económicos, ni la ampliación de los descansos repercutían en
el proceso productivo, como si los factores de tipo moral, psicológico, social y
administrativo.
Su propuesta consistió en cambiar el modelo rígido de trabajo especializado
e independiente, por otro donde la interacción social, la motivación espiritual y
los estímulos permanentes hicieran más ameno y agradable el lugar de trabajo.
La idea era que la administración del recurso humano se tradujera en mayores
índices de productividad.
La primera sociología industrial, como dice Enrique de la Garza (2000),
no siguió el principio del hombre económico, que promulgaron el taylorismo y
el fordismo, sino que introdujo las relaciones sociales y sus aspectos morales,
éticos y políticos como importantes centros de interés para entender los
sistemas productivos. En este contexto aparecen el “maganament”, o trabajo
en equipo, y la cooperación entre los obreros como las bases de un capitalismo
más humanizado con la clase obrera.
Sin embargo, la saturación de artículos y bienes de consumo en el
mercado gracias a los modelos de producción propiciados por estas teorías,
en un contexto de libertad económica, fue uno de los factores que desataron
en 1929 una de las crisis más fuertes que haya vivido el capitalismo en toda su
historia. Una de las consecuencias inmediatas de esta coyuntura fue la quiebra
de algunas empresas y los despidos masivos. Esta situación obligó a replantear

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diversos puntos de vista sobre un mismo fenómeno: La salud ocupacional

algunas pautas del modelo de producción a gran escala; a revisar las relaciones
entre patronos y obreros; y en general, hizo necesaria la intervención del estado
para regular la actividad económica, con el fin de superar la crisis.
En este marco aparecen las propuestas macroeconómicas y ajustes
laborales para superar esta crisis económica ideadas por John Maynard Keynes,
y puestas en práctica por el estado norteamericano. Hay que recordar que “La
Gran Depresión” no solo afectó la economía y la producción de Estados Unidos,
sino que se trató de una coyuntura planetaria, que contrajo la economía de
muchos países, especialmente de aquellos que habían trabado una dependencia
económica y política de larga trayectoria con esta nación.
Keynes elaboró una serie de alternativas económicas y sociales para
hacer frente a esta situación, las cuales tuvieron gran repercusión en las
instituciones políticas de Estados Unidos en la primera mitad del siglo XX.
Se trataba de medidas que contrarrestaban el liberalismo extremo, y daban
prioridad a políticas macroeconómicas que regularan y restructuraran la
actividad económica. Para garantizar el pleno empleo y la estabilidad de los
mercados y la producción sugirió la intervención del estado y de los organismos
multilaterales en la economía privada liberal.
También propuso estrechar los vínculos entre patronos y obreros, y
legitimar los sindicatos dentro del orden industrial capitalista. Estas acciones
estaban encaminadas a bajarle el tono a las demandas de la clase obrera, y
a cambiar el rumbo de su movimiento, no hacia el derrocamiento definitivo
del capitalismo, sino hacia la consecución de mejores condiciones laborales,
salariales y el establecimiento de convenciones colectivas (De la Garza, 2000).
Dentro de este marco sociohistórico y económico, aparecen
interpretaciones sociológicas de lo que acontece en el mundo de las relaciones
laborales, como el Institucionalismo de Torstein Veblen, y la visión funcional
estructuralista de la sociedad de Talcott Parsons, para quienes, los conflictos
ligados al mundo de las relaciones laborales y de las condiciones salubridad en
las empresas, no son una consecuencia de la reflexión, emotividad y subjetividad
del sujeto, sino que son una consecuencia de los tiempos de crisis que vive el
estado y la economía, por efecto de la gran crisis o del “Crac del 29”.
Por su parte, Veblen asume una posición crítica frente a quienes defienden
el liberalismo económico y la libre competencia como elementos claves del
capitalismo. Prefiere asumir una perspectiva evolucionista sustentada en
el desarrollo consciente de tradiciones e instituciones que contrarresten
los desequilibrios sociales que produce la economía a través de una cultura
adaptativa. En su opinión, la sociedad, no el individuo, elige de forma consciente,
inteligente y racional los medios para alcanzar sus fines, o en este caso, para

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superar los problemas que la agobian, formando, de este modo, instituciones


que se convierten en algo habitual y cambiante en la cultura.
El institucionalismo de Veblen tiene una visión particular del trabajo. No
lo considera como un acto individual sino social; los problemas que afronta
no son ocasionados por un actor o por un conjunto de actores, sino por una
distribución inequitativa de los recursos institucionales y de los valores sociales,
cuya raíz va más allá de las complejidades del mercado, para concentrarse en
las desigualdades que produce la competencia capitalista.
La evolución de la industria y sus relaciones de trabajo no se explican por
la lucha por la supremacía desatada por la competencia, sino por un continuo
proceso de adaptación de estas organizaciones a las situaciones difíciles,
mediante el diseño y ejecución de instituciones eficientes y convencionales.
Dicho de otro modo, los problemas, desafíos y conflictos que se producen en
el mundo del trabajo demandan constantemente la creación de instituciones,
como las normas, los valores, las creencias compartidas, la vigilancia estatal,
los aranceles, etc. Por ejemplo, para solucionar el problema de las obreras que
no tienen a quien encargar sus hijos mientras trabajan, la empresa crea una
guardería o una párvula, con el fin de que ella esté concentrada en la producción.
Esto ya se ha convertido en algo convencional en las fábricas.
Siguiendo la línea de Veblen, se puede afirmar que durante este periodo
la sociología no sustentó sus explicaciones del trabajo y la producción en el
comportamiento del individuo. Orientó sus teorizaciones e investigaciones
empíricas hacia las consecuencias que generaba la estructura industrial y social
en las relaciones laborales.
Posteriormente, autores como Talcott Parsons en Norteamérica, refuerzan
las teorías de este autor alemán argumentando que lo que sucede en la vida
material, psicológica y social dependen de la dimensión cultural; dimensión
esta última de la que dependen las normas, la motivación y la supervivencia
de la sociedad (Parsons, 1986). De la teoría de Parsons se puede deducir que el
trabajo, sus particularidades y su desarrollo no provienen de las necesidades
materiales e instintivas de la sociedad, sino de su control y dominio por parte
de la acumulación de conocimientos, ideas, experiencias, imaginarios, recetas,
valores, pautas de comportamiento que ella ha acumulado y desarrollado a lo
largo de su evolución. En su opinión, por ejemplo, la máquina no apareció por
la necesidad de producir más rápido y a mayor escala, o por atender la avidez
de riqueza de un empresario en particular, sino por el acervo de información
y conocimiento acumulado y desarrollado por años. En su opinión, la máquina
nos da una idea del grado de cultura y civilización de una sociedad.

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Contextos, teorías y autores de la sociología del trabajo. Una síntesis de
diversos puntos de vista sobre un mismo fenómeno: La salud ocupacional

Desde su perspectiva, y siguiendo el legado de Durkheim, uno de sus


grandes mentores, la falta de control de los riesgos laborales, los accidentes
profesionales, la fatiga crónica, el síndrome del hombre quemado, las afecciones
psicosociales resultantes de la presión en el trabajo, entre otras patologías, no
solo son el resultado del desentendimiento del sector privado, sino también son
producto de la falta de legitimidad del gobierno. Si hubiese podido percibirlas,
las habría asumido como anomias o tensiones del sistema social, que indican
que esta sociedad se encuentra en un estadio medio o inferior de la civilización.
Sociedades donde la cultura no ha logrado dominar la conducta, la motivación
y la integración de la sociedad (Parsons, 1986).
Desde el punto de vista de las diferencias y conflictos que se producen
en el mundo laboral, este teórico se inclina por una administración de tipo
conciliador. En su opinión la sociedad, las instituciones o una rama en particular
de la economía son estructuras compuestas por un conjunto interrelacionado de
partes que cumplen cada una, función específica para mantenerlas integradas
y armónicas. Para alcanzar este fin, el sistema cultural crea sentimientos, ideas
y objetivos comunes y compartidos para que no existan conflictos entre las
instituciones económicas, ni entre obreros y patrones.
Cuando se prevé el conflicto, el sistema cultural, primero, difunde una
serie de valores que espera que sean compartidos y socialmente aceptados para
conservar la armonía; sí con estas pautas culturales el caos no cesa y amenaza
con destruir la sociedad, o quebrar la empresa, o someterla a demandas y
procesos judiciales, este sistema crea e imparte normas que son de estricto
cumplimento para garantizar el orden y el progreso social. Un ejemplo, es la
formalización de las empleadas domésticas. Hace algún tiempo el gobierno, los
medios de comunicación, las organizaciones de protección de los derechos de
los trabajadores y las organizaciones de consumidores, entre otras, publicitaban
campañas para que los hogares que contratan estas trabajadoras lo hagan
con todos los requisitos de ley; con prestaciones, con seguridad social, con
cotización a pensión y riesgos profesionales. Si con estas campañas, los hogares
no toman conciencia y no actúan para legalizar su trabajo, entonces el gobierno
establece la formalización como obligación moral, y quien no la cumpla será
sometido a una sanción.

SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XX

POSFORDISMO Y CRÍTICA AL CAPITALISMO FLEXIBLE


Al llegar la década de los 70 las propuestas tayloristas y los modelos fordistas
de producción en masa para satisfacer las necesidades de una clientela
homogénea, mediante un esquema rutinario y especializado de trabajo, caen

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en desuso, debido principalmente a las amenazas que genera un mercado


internacional que se torna cada vez más competitivo y complejo.
Entra en escena el neoliberalismo en los planos político y económico,
desplazando al estado como ente regulador de la actividad productiva
y comercial, y otorgándole su lugar al mercado, lugar donde las grandes
multinacionales imponen sus reglas de juego. Esta transición tiene importantes
repercusiones en el mundo laboral, como la flexibilidad y la vinculación de los
obreros en las decisiones empresariales, discursos, que, según los críticos de
este sistema, esconden nuevas formas de dominación y de explotación.
En este contexto se desarrolla una nueva versión del fordismo: el
posfordismo, modelo de producción y trabajo que impera en gran parte del
mundo en la actualidad. Se caracteriza porque la innovación, la flexibilidad, la
formación permanente de la fuerza de trabajo y las burocracias no jerárquicas
buscan maximizar la producción y darle mayor calidad con el fin de atender las
necesidades y exigencias de la gran diversidad de consumidores que llegan al
mercado globalizado. Los principios del modelo son:
• Producción flexible: gracias a la incorporación de nuevas tecnolo-
gías y sistemas informáticos se producen artículos cada vez más in-
dividualizados y personales. Este esquema productivo le permite a
las empresas diversificar sus líneas de producción. Por ejemplo, las
industrias cosméticas ya no solo producen cremas corporales para
mujeres, sino que también han identificado que el sexo masculino
demanda un producto similar para el cuidado de su piel.
Desde el punto de vista de las relaciones sociales, se trata de un tipo de
producción que flexibiliza los vínculos entre patronos y obreros a través
de negociaciones, acuerdos colectivos y juegos empresariales. El objetivo
es hacer partícipes a los obreros de la producción y comprometerlos con
ella, para evitar la formación de sindicatos, o movimientos de resistencia
obrera. En el capitalismo flexible, el dueño de la empresa combina su
racionalidad económica con aspectos morales, emocionales y lúdicos que
tornen más dinámica y menos conflictiva la producción.
• Producción en grupos no jerárquicos: este modelo busca incentivar la
motivación y el interés de los trabajadores mediante grupos de traba-
jo que estimulen permanentemente la colaboración y la solidaridad
entre ellos y sus jefes inmediatos. Ejemplo de esto son los círculos de
calidad: grupos de trabajadores que discuten el curso de los procesos
productivos, la estrategia de mercadeo, los planes de acción, el tipo
de capacitación que necesitan y los mecanismos que se deben poner
en práctica para solucionar problemas. El modelo reconoce que los

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diversos puntos de vista sobre un mismo fenómeno: La salud ocupacional

trabajadores poseen habilidades que pueden aportar a la definición y


al método utilizado en las tareas que realizan (Giddens, 2001: 492).
• Multicualificación: en este ambiente de interacción y colaboración
el trabajador adquiere mayores competencias y conocimientos que lo
hacen multifuncional: realiza más operaciones, maneja diversas tec-
nologías, se mueve en diferentes cargos, hace rotaciones, situaciones
que son aprovechadas por la empresa para asignarles mayores res-
ponsabilidades. Mientras que en el fordismo el obrero realizaba una
función especializada y aburrida que no demandaba mayor creativi-
dad, en el posfordismo, en contraste, a los empresarios les interesa
que sus trabajadores sean recursivos y abiertos a los cambios.

Esta transición ha dado lugar a toda una suerte de teorías sociológicas


referentes a las nuevas dinámicas de la producción y el empleo. Algunas se han
desarrollado dentro de reflexiones generales de los cambios sociales que tienen
lugar en el mundo contemporáneo y otras, en cambio, toman los fenómenos
propios del trabajo y del ambiente que lo rodea como sujetos y objetos de
observación y discusión. Unas describen y analizan estos hechos con el único
interés de mostrar su existencia en la realidad y su actualidad, otras ponen en
duda, con un sentido crítico, el humanismo y la libertad que defiende el nuevo
capitalismo flexible.
En vista de que son muchos los autores contemporáneos de la sociología
que abordan estos temas, y muchos los intereses que persiguen con sus
interpretaciones, se propone seleccionar a un grupo representativo de ellos,
y ubicarlos provisionalmente en dos corrientes: la primera, autores que no
dirigen su obra hacía el estudio específico del trabajo, sino que dentro de
sus ensayos sobre el paso de la sociedad moderna a la posmoderna, o en el
cambio de la modernidad sólida a la modernidad líquida, hacen referencia a
los cambios en el mundo productivo y laboral. En esta orientación se ubican,
por ejemplo, los esfuerzos explicativos de Zigmund Bauman y Gilles Lipovestky,
quienes explican a su manera el paso del fordismo al posfordismo.
En la segunda corriente, se ubican sociólogos que se han propuesto
estudiar directamente el fenómeno del trabajo en el nuevo capitalismo flexible,
pero desde una perspectiva crítica, poniendo en evidencia los riesgos y los
peligros que dicho desarrollo implica para la felicidad de los trabajadores y su
tratamiento digno. Dentro de esta línea se ubican por el momento las reflexiones
de Henry Braverman, Michael Burawey y Richard Senett.
Dentro de la primera corriente, se destacan los planteamientos de
Sigmund Bauman, quien sostiene que en el tránsito de una modernidad sólida

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a una modernidad líquida, uno de los aspectos que más se transforma es el


trabajo. En su opinión, la modernidad líquida ya no se basa en los valores sociales
dominantes de la modernidad sólida, sino en las preferencias personales de
cada individuo, quien actúa persiguiendo su propio destino. Equiparando esta
dinámica a la esfera laboral, el trabajo ya no es la dimensión social que concentra
la centralidad de las relaciones, sino que se ha convertido para el trabajador
en un espacio lúdico y recreativo para desarrollar su potencial humano. Según
el autor “(…) (el trabajo) se lo mide, se lo evalúa por su poder de diversión y
entretenimiento que no satisface tanto la vocación ética como las necesidades
y deseos estéticos de un consumidor o buscador de sensaciones coleccionista
de experiencias” (Bauman, 2000: 149).
Mientras que en la modernidad sólida, producción y consumo estaban
unidos y eran inseparables, en la nueva modernidad estas dos dimensiones se
han divorciado; el acto de trabajar ya no se ejecuta con el ánimo de fortalecer
el interés común, sino con el propósito de alcanzar ideales y proyectos
individuales. Según el autor:
El concepto de “interés común” se torna cada vez más nebuloso. Los miedos,
las ansiedades, las aflicciones son vividas en soledad. Como dice Bourdieu
refiriéndose a la realidad del trabajo moderno, los recientes cambios han roto
las antiguas bases de la solidaridad. (Bauman, 2000: 158)

Además de perseguir objetivos egoístas, el trabajo en la modernidad


líquida se caracteriza por ser episódico. El empleo se parece cada vez más a…
…un predio para acampar, que uno visita durante apenas unos días, y del que
puede irse en cualquier momento si las comodidades que prometía no eran tales,
que a un domicilio compartido en el que uno se siente obligado a tomarse el
trabajo de elaborar pacientemente reglas de convivencia aceptables. (Bauman,
2000: 158)

El trabajo es un mundo donde nadie se siente seguro; donde los


compromisos clásicos de la modernidad como “hasta que la muerte nos separe”
han sido remplazados por un orden individual al estilo de “hasta que estemos
satisfechos”. Los vínculos que unen a los hombres al mundo del trabajo son
experimentados como algo que se puede consumir y no producir; como una
serie de lazos donde lo único que importa es sentirse bien por encima de las
normas y los valores establecidos.
En la modernidad líquida, dice Bauman, ya no se puede aspirar a pasar toda
la vida laboral en una misma empresa. En el presente, es muy difícil depositar
la confianza en empresas que se caracterizan por ser inciertas, temporales

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diversos puntos de vista sobre un mismo fenómeno: La salud ocupacional

y altamente competitivas. Una realidad donde nadie se siente seguro: “los


empleos seguros en empresas seguras resultan solamente nostálgicas historias
de viejos” (Bauman, 2000: 171).
De una forma similar, Gilles Lipovestky estudia el tema en el tránsito de
la modernidad a la posmodernidad. Cree que el trabajo ha sufrido importantes
transformaciones en la época que él denomina posmoralista (o posmoderna).
En la modernidad el trabajo era considerado un ideal supremo, una máxima
moral del hombre y del ciudadano. Sin embargo, en este modelo de sociedad se
produjo una separación de la moral y del humanismo, que en la posmodernidad
se está superando.
Los desarrollos modernos en torno al trabajo trataron de convertir
al obrero en un autómata sin pensamiento, un ejecutante estricto de tareas
fragmentarias, cuyo objetivo era, principalmente, alcanzar el rendimiento, el
cumplimiento del tiempo, el salario, la obediencia ciega, y el pago devengado
por el trabajo a destajo. (Lipovestky, 2001: 173). Según el autor, en esta época,
la dirección técnica y planificada de la actividad económica, despojó al obrero
de su aspecto humano. Se trataba de un contexto donde prevalecía “el control
científico de los cuerpos sobre el gobierno de las almas, la disciplina mecánica
sobre la interiorización de los valores, los estímulos materiales sobre las
diferentes motivaciones psicológicas”. (Lipovestky, 2001)
Sin embargo, se ha producido un cambio significativo que ha modificado
la configuración bipolar del trabajo (cuerpo y alma). Los valores individualistas,
hedonistas y consumistas, por una parte, así como los nuevos modelos de
dirección empresarial, por otra, son la nueva forma que asume el trabajo, en el
seno de una cultura posmoralista y postecnocrática. (Lipovestky, 2001: 174).
Como Bauman, para Lipovestky las grandes homilías sobre la obligación
del trabajo ya no tienen vigencia. La llegada de la sociedad del consumo de masas
ha traído como consecuencia una transición: el reemplazo del concepto “el
trabajo fue su vida” por el de “la vida empieza después del trabajo” (Lipovestky,
2001:175). A partir de esta última idea se han derivado horarios flexibles, la
individualización del tiempo de trabajo, el trabajo a tiempo parcial, la jornada
continua y los días de descanso prolongados (los días festivos).
Pero este cambio no solo ha ocurrido en la sociedad y en las personas,
también lo vienen experimentando las empresas. El carácter intensivo de
la competencia, la mundialización de la economía y las demandas de una
producción con mayor calidad, entre otros aspectos, han obligado a estas
organizaciones productivas a cuestionar los modelos corporativos y la cultura
mecanicista de los técnicos, para orientarse más hacia el aspecto humano como
un factor de desarrollo integral.

Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 162-192. ISSN 1900-5547 [ 183 ]
Francisco Javier Villamarín

En el presente, el éxito ya no está en la mecanización ni en el rendimiento,


sino en la asignación de responsabilidades al personal de la empresa. Desde
su punto de vista: “movilizar hombres implicándolos en la empresa se ha
convertido en el lema clave” (Lipovestky, 2001: 175). Según el autor, el recurso
humano se ha convertido en el primer yacimiento de productividad de la
empresa. Esto significa vincular a los obreros en los procesos productivos,
escucharlos sistemáticamente, hacerlos partícipes en la toma de decisiones de
la organización, situaciones estas que llevan a propiciar formas interactivas de
autoridad, cambios en los modelos jerárquicos y la organización de equipos de
trabajo. En su opinión:
Hay que tomar una parte del “impoder”, de indeterminación, de libertad de los
actores, para pasar a un nivel superior de competitividad; donde hay que tomar
en cuenta la irracionalidad de las motivaciones humanas para obtener beneficios
en la productividad, y más cooperación en la obra común. (Lipovestky, 2001:
176)

Desde la segunda orientación centrada en la visión crítica del nuevo


capitalismo flexible y globalizado, aparecen los planteamientos neomarxistas
de tres autores norteamericanos:
Uno de ellos es Henry Braverman, para quien el capitalismo flexible no
ha hecho otra cosa que profundizar las formas de explotación y de sumisión
propias de este sistema. Uno de los aspectos que más le llamó la atención es que
tanto los obreros rasos como los profesionales y los directivos de las empresas
se han proletarizado; es decir, a estos empleados calificados no se los contrata
únicamente por sus conocimientos y aptitudes, sino también por su capacidad
de producir y rendir de acuerdo con las metas que fija el empleador.
Al igual que los obreros quienes son controlados por jefes de personal,
o por jefes de área, los profesionales y los técnicos son controlados por los
sistemas administrativos y gerenciales, que según este experto, encarnan
las nuevas formas de dominación y explotación. El trabajo bajo presión, la
sobrecarga de trabajo, la variedad de las actividades laborales y llevar el trabajo
a la casa son las nuevas formas de explotación y sumisión de los trabajadores
de “cuello blanco”.
En su opinión, uno de los aspectos más problemáticos del nuevo
capitalismo es la separación entre capital y trabajo. Esta unidad se fragmenta
en la compra y venta de la fuerza de trabajo debido a que el capitalista elige qué
parte del obrero desea adquirir. Con esto fracciona sus capacidades laborales,
pues, por ejemplo, lo puede contratar como un operador manual desconociendo

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Contextos, teorías y autores de la sociología del trabajo. Una síntesis de
diversos puntos de vista sobre un mismo fenómeno: La salud ocupacional

sus capacidades y calificaciones en otros aspectos técnicos e intelectuales. El


subempleo es una de las expresiones más características de esta desunión,
ya que el capitalista contrata a los trabajadores por horas o medio tiempo,
generando en ellos sentimientos de incompletitud e inconformidad.
Otro de los aspectos que distinguen la obra del autor son sus señalamientos
críticos contra la especialización del obrero en el proceso productivo. Según
sus observaciones, la especialización es un medio para mantener controlados y
alienados a los trabajadores, a costa de su desarrollo humano y social. Pensaba
que esta estrategia era indicada para individualizar y ensimismar al trabajador
en menoscabo de su entorno laboral. El capitalista en su afán de comprar
solo una parte del trabajo, la que más le conviene, deshumaniza a los obreros
despojándolos de la posibilidad de crecer como personas y sentirse útiles en la
sociedad.
Otro neomarxista interesado en hacer una crítica al capitalismo flexible
es Michael Burawey. En su opinión las formas interactivas y participativas de
organización y de administración de las empresas, que destacan la incorporación
de los obreros como parte importante de la producción, esconden otros
intereses cercanos al control y la coerción.
Más allá de la lúdica, de los juegos y de las prácticas informales que
se desarrollan en el lugar de trabajo, está la perversión del capitalista quien
aprovecha estás prácticas para intensificar la producción y ejercer más control
sobre los trabajadores. En su opinión con estas tácticas, los hacen sentir
importantes y motivados para explotarlos de una forma disimulada; es decir
que la lúdica, la espontaneidad y la diversión son la forma actual que asume la
alienación en el capitalismo flexible.
Finalmente, aparecen los aportes del sociólogo Richard Senett quien
denuncia las fallas y debilidades del nuevo capitalismo, así como la erosión
que produce en el carácter de la clase trabajadora. En general, este sistema
productivo, bajo las banderas de la flexibilidad, la cooperación, la democracia y
el humanismo genera ambigüedad y confusión que agudiza su falsa percepción
de la realidad y corroe la construcción del yo.
El nuevo modelo de producción y trabajo que quiere presentar el
posfordismo es claro y oscuro al mismo tiempo. Es un modelo que no es
comprensible para los trabajadores porque el compromiso con el trabajo se
vuelve superficial, pues el obrero no entiende lo que está haciendo (Senett,
1998: 77). Se trata de un capitalismo que es pura apariencia. Sobre esta hipótesis
el autor desarrolla una serie de aspectos que desenmascaran las verdaderas

Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 162-192. ISSN 1900-5547 [ 185 ]
Francisco Javier Villamarín

intenciones de este sistema de producción. La intención del autor no es mostrar


que el nuevo régimen es malo, y que el anterior era mejor, ambos modelos en su
opinión han sido nefastos para el desarrollo del carácter de la clase trabajadora.
Lo que ataca es la falsedad de los discursos de la flexibilidad, el trabajo en
equipos no jerárquicos y el ambiente de participación y democracia que en
realidad lo que buscan es legitimar nuevas formas de explotación.
En su opinión, la flexibilidad en la empresa no significa ni libertad ni
autonomía como se pretende demostrar, sino una serie de controles que siguen
atando el empleo a la rutina y a la rigidez. Por ejemplo, la libertad del horario
brinda mayor autonomía, pero ata a los trabajadores al cumplimiento de
algunos objetivos acordados. Además, se trata de una flexibilidad diferenciada,
pues solo tienen acceso a ella ciertos trabajadores privilegiados, especialmente
los directivos y administrativos.
Otro de los aspectos que denuncia el autor, es que este sistema, en sus
esfuerzos por acabar con la monotonía del trabajo, ha desencadenado una
sensación de riesgo permanente. Claro que esta sensación en principio no es
negativa ya que engendra oportunidades para que el trabajador asuma una
posición más activa, dinámica y recursiva frente a sí mismo, frente a lo que
está haciendo, y frente a la inseguridad laboral que enfrenta cotidianamente. El
riesgo involucra una oportunidad de progreso y ascenso social en este sentido
(Senett, 1998: 55).
Pero el riesgo también genera confusión y no es comprensible para
quien lo experimenta. Significa vivir en la ambigüedad y en la incertidumbre.
Por ejemplo, cambiar de empleo para mejorar el salario y la ocupación puede
resultar lo contrario. O un despido por bajo rendimiento y productividad puede
significar para quien lo experimenta la oportunidad de conseguir un trabajo
más ameno y mejor remunerado. Una situación diferente puede vivir una
persona que decide irse de la empresa por voluntad propia.
Sin embargo, según el autor, el riesgo bajo la forma que se presente
no es estimulante ni motivador. Las nuevas condiciones del mercado y de la
producción obligan al trabajador a asumir una gran carga de incertidumbre que
puede vulnerar su estabilidad física y psicológica. El nuevo capitalismo inserta
a la clase trabajadora en un juego donde las posibilidades de ganar son escasas.
Otro de los aspectos que denuncia de esta nueva variante del capitalismo,
es que los puestos de trabajo están destinados casi que exclusivamente a las
generaciones jóvenes. En este contexto la experiencia ha perdido su valor. Los
conocimientos acumulados y las destrezas adquiridas no valen tanto como la

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Contextos, teorías y autores de la sociología del trabajo. Una síntesis de
diversos puntos de vista sobre un mismo fenómeno: La salud ocupacional

innovación, la creatividad y la mentalidad abierta y flexible al cambio. Aunque


prefiere a los jóvenes y desplaza a los viejos, este capitalismo los corroe por
igual, ya que al pasar el tiempo va creciendo dentro de ellos una sensación de
inutilidad y rezago que destroza sus nervios.
La consecuencia inmediata de estos hechos es la generación de un
clima de aprensión en la empresa; algo así como una ansiedad permanente
por lo que pueda ocurrir, que va minando el interior de los trabajadores, y
destruyendo sus capacidades. Este clima se agudiza cuando la experiencia
acumulada ha perdido su importancia como guía. En estas condiciones, como
dice Senett, “… más que animarnos a apostar (estas nuevas condiciones del
trabajo) ponen en peligro la percepción de nuestra propia valoración a través
del paso inexorable de los años” (Senett, 1998: 55).
Por otra parte, otro elemento a tener en cuenta en esta reciente versión
del capitalismo es la transición de la ética del trabajo como vocación, como
gusto por el desarrollo de una actividad productiva, y como una actitud personal
a otra ética basada en el trabajo en equipo y en el desarraigo que el obrero
experimenta en su lugar de trabajo. Esta transición genera superficialidad y
desplaza el trabajo duro.
En la ética del trabajo anterior, todos los esfuerzos individuales estaban
orientados hacia el futuro, mientras que en la ética del capitalismo flexible, el
trabajo se basa en el presente, poniendo su acento en el rendimiento inmediato
y a corto plazo. Mientras que en el anterior capitalismo fordista de producción
en masa el poder era fácilmente identificable, en el posfordismo el poder se
separa de la autoridad, haciendo que esta última no sea visible. El poder no
justifica las órdenes, solo muestra el camino.
Esta situación desorienta y genera confusión. Por esta razón, en algunos
contextos laborales, lo más característico es que los trabajadores hagan sus
propias reglas; y en los contextos más difusos y complejos, esta situación hace
que sea el trabajador quien se invente su trabajo. Con un poder y una autoridad
de esta naturaleza el empleado se debate en su lugar de trabajo entre sentarse
a leer el periódico, revisar sus correos electrónicos y las redes sociales en el
ordenador, o elaborar su propio plan de acción, inventar su trabajo, y asumir
su propia ética de trabajo invitando a sus compañeros a cooperar, pero sin
controles ni autoridades visibles.
El trabajo en equipo es un arma de doble filo en este sistema. El capitalista
hace sentir que no existe competitividad ni criterios de selección en esta forma
de trabajo (el trabajo en equipo), pero en el fondo la idea es observar cuál de los

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Francisco Javier Villamarín

empleados es el líder, el más hábil, el más competente para aprovecharse de su


trabajo y mejorar la productividad explotándolo. Además, el empresario acude
al trabajo en equipo para frenar la oposición y la resistencia, mostrando que
por encima de todo él es amigo y par de sus trabajadores.
En esta estrategia de trabajo grupal la palabra clave es “cooperación”.
Pero, la cooperación significa dominación y explotación. Es un discurso que
disfraza las demandas y peticiones de los trabajadores como falta de sentido
de pertenencia con la empresa y poco compromiso con su “segundo hogar”. El
capitalista ejerce su poder y su dominación, pero sin sentirse culpable (Senett,
1998: 121). Lo hace para dejar su conciencia tranquila.
Otros aspectos relacionados con el carácter confuso y alienante del
capitalismo flexible es la complejidad que significa para quien lo experimenta.
Por una parte, le enseña al trabajador a sobrevivir en este contexto de cambios,
de flexibilidad, de riesgo asumiendo una posición activa. Le muestra que las
dificultades que comporta la vida laboral invitan a construir narrativas que
sirven como consejos y estrategias para afrontar las crisis y la inestabilidad.
Pero al mismo tiempo, esta actitud no lo salva de los problemas
que crea el sistema. La construcción y el desarrollo personal, así como la
incorporación de los trabajadores a los valores de solidaridad y cooperación
que proclama la empresa, producen hombres y mujeres fragmentados. En
pocas palabras, se puede decir que el capitalismo flexible es una colección de
biografías fragmentadas en constante rotación y movimiento. Un conjunto de
narrativas sin un centro de gravedad, que les quita a los obreros la posibilidad
de ser autocríticos; narrativas que los invitan a ser tolerantes con el carácter
deshumanizante del capitalismo. El resultado: un trabajador temeroso al cual
sus propios consejos y sus propias experiencias solo le sirven para aliviar su
inseguridad y su incertidumbre, que en este estado de cosas ya han alcanzado
un carácter morboso.
El capitalismo muestra las bondades de principios como la autonomía,
el diálogo, el crecimiento personal y la libertad. Pero lo que no muestra, es que
detrás de estos valores se esconden empleados temerosos, que la fuerza de las
circunstancias los vuelve más dependientes y maleables.
En síntesis, el autor denuncia y ataca un capitalismo humanista y social
que solo es una “fachada”. Un capitalismo que ha profundizado la indiferencia,
la alienación y la falsa conciencia de clase del antiguo régimen con una
interpretación poco clara de la realidad, que altera la constitución del carácter

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Contextos, teorías y autores de la sociología del trabajo. Una síntesis de
diversos puntos de vista sobre un mismo fenómeno: La salud ocupacional

del trabajador contemporáneo. Un capitalismo donde los grandes sacrificados


son la autoconciencia y la capacidad de crítica de la clase trabajadora.

CONCLUSIONES
Se espera que este documento aporte un marco teórico y metodológico
proveniente de la teoría social a los futuros especialistas en los diagnósticos y
en la formulación de las políticas de intervención y transformación en el área
de la salud ocupacional. Es posible que dicho conocimiento brinde conceptos,
categorías y teorías que les permitan organizar y clasificar el material empírico
que recolecten en sus observaciones, y les ayuden a identificar, a partir de este
insumo, las líneas de trabajo y de análisis hacia donde dirijan sus actividades
de cambio.
Se trata de una propuesta que se considera importante realizar para
que las investigaciones, los procesos de planificación y la evaluación que se
desarrollen en este campo no se queden en un plano descriptivo y experiencial,
sino que trasciendan a ejercicios analíticos, técnicos y científicos que muestren
que los accidentes laborales, la evaluación y mejoramiento de las condiciones
del lugar de trabajo, la explotación obrera y el carácter incierto que el mundo
laboral asume en el presente no son hechos aislados, sino que son causa y
consecuencia de un orden sociohistórico mayor y de un estado de la conciencia
social y de la cultura derivado de los desarrollos que imponen el capitalismo y
sus nuevas manifestaciones, como lo que aquí se ha denominado capitalismo
flexible.
En general, se presentaron los contextos y teorías sociales alusivas al
problema aquí planteado que tuvieron como epicentro el mundo occidental
desde finales del siglo XVIII hasta la actualidad. Estos se dividieron en tres
apartados aparentemente aislados pero que tienen una línea de continuidad
cronológica. En primer lugar se expuso de manera breve los cambios que trajo
consigo la revolución industrial en la vida laboral, y la forma como desde la
teoría sociológica clásica fueron explicados y entendidos por autores como Karl
Marx, Max Weber y Emile Durkheim; y no solo eso, también se realizó un ligero
acercamiento a las alternativas de cambio y transformación que formuló en
este periodo la sociología, en especial las que propone Marx y el Materialismo
Histórico.
En un segundo momento se dio cuenta de lo sucedido en buena parte de
la primera mitad del siglo XX, desde la crisis de los años 30 en Estados Unidos
hasta la decadencia de lo que se denominó estado de bienestar que se ubicó

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Francisco Javier Villamarín

en las últimas décadas de esta centuria. Aquí aparecen los primeros intentos
de teorizar lo que se conoce como sociología industrial o sociología de la
empresa, dentro de la cual la observación y la explicación de la relación salud y
trabajo jugó un papel clave. En este periodo se observó intentos por humanizar
las condiciones de la clase obrera que resultaron de la aplicación de modelos
administrativos y de producción, pero que paradójicamente se dieron no con
fines altruistas sino más bien económicos y de acumulación de capital en pocas
manos (Arias, 2012).
En la tercera parte se presentó de forma descriptiva y sintética algunas
interpretaciones de los cambios que ha traído el neoliberalismo económico,
amparado en la flexibilidad laboral y en relaciones sociales de producción, en
apariencia, horizontales y democráticas. Estas propuestas se pueden clasificar
en dos tendencias, a saber: la primera que con Bauman y Lipovestky nos mostró
la transición de un modelo de bienestar en el que el trabajador tenía mayor
estabilidad laboral y salarial a otro modelo marcado por la diversificación
y la individualidad donde la consigna no es casarse con una ocupación para
toda la vida, sino privilegiar el placer y el bienestar personal por encima de las
obligaciones laborales.
La segunda, por su parte, ve en la flexibilidad, la inclusión y la horizontalidad
del trabajo una nueva forma de explotación y de riesgo psicosocial. Llevar el
trabajo a casa, vincular a los obreros en tareas administrativas y de decisión,
formar equipos de trabajo con tareas definidas generan distorsiones en la
consciencia y en el carácter muy cercanas a lo que observó Marx bajo el concepto
de alienación en los albores de la sociedad industrial europea.
Esta flexibilidad, pero principalmente la explotación que lleva implícita
originada en un espíritu capitalista ávido de ganancia en un mundo cada vez más
globalizado en términos económicos, es la causa de las contrataciones precarias
que impiden diseñar proyectos familiares y personales a largo plazo y que
hunden al trabajador en una enfermedad llamada incertidumbre que agota su
espíritu y que corroe su carácter, y aunque es una realidad que ha acompañado
a los hombres desde que decidieron vivir en sociedad en el inicio de los tiempos,
en la actualidad se ha convertido en una patología que lo obliga a vivir en el
presente para hacerle frente con calma al riesgo al que está expuesto, tanto para
aquellos trabajadores que desarrollan su trabajo realizando actividades físicas
como para quienes tienen por función crear conocimientos, representaciones,
símbolos y significados a partir de su inteligencia y creatividad.

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Contextos, teorías y autores de la sociología del trabajo. Una síntesis de
diversos puntos de vista sobre un mismo fenómeno: La salud ocupacional

A pesar de que lo tratado es muy interesante y de mucha actualidad para


entender las fenomenologías y patologías que rodean al trabajo y al trabajador,
se trata de teorías que han resultado de lo observado en las sociedades
desarrolladas. Es decir, aquellas que se encuentran en las etapas más avanzadas
de la revolución industrial, y que, por lo mismo, están muy distantes de la
complejidad laboral que caracteriza a los países de las regiones atrasadas o
dependientes, donde gran parte de las tareas productivas se desarrollan en lo
que se conoce como economía de la informalidad, que es el caldo de cultivo de los
riesgos y las enfermedades ocupacionales de la población que se desenvuelve
en este ámbito.
En este sentido, las investigaciones, la reflexiones y las propuestas de
cambio que provengan de los especialistas en el campo de la seguridad y la
salud en el trabajo serán de una significativa relevancia en el objetivo de
consolidar una sociología ocupacional que permita comprender y transformar
la particularidad de la relación entre trabajo y salud en este tipo de sociedades.

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[ 192 ] Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 162-192. ISSN 1900-5547
INTERCULTURALIDAD, DISCURSOS DEL PODER, CIUDADANÍA
Y CONTROL SOCIAL EN EL ECUADOR

Xavier Garaicoa Ortiz1

RESUMEN

V
alidar un enfoque multifacético sobre el ordenamiento jurídico, capaz
de confrontar a la visión monocromática del poder - la cual encubre
una situación de subordinación colonial tras una estructura nómica
excluyente-, precisa que traslademos nuestra atención más allá de la percepción
superficial del ordenamiento político-jurídico instituido, aplicando para ello
una comprensión multilateral que abarque la diversidad de sentidos presentes
en la convivencia social. En los Estados plurinacionales indo-americanos
es indispensable para este fin, recurrir a una hermenéutica diatópica de
orientación decolonial en el marco de una ecología de saberes diversos, como
instrumento emancipatorio de la potencia ciudadana. En este trabajo nos
atendremos rigurosamente a dicha propuesta metodológica.
Palabras Clave: Hermenéutica diatópica, multi epistemes, ethos barroco,
conjunciones discursivas, sintagma intercultural, ciudadanía protagónica.

ABSTRACT
Validating a multifaceted approach to the legal system, capable of confronting
the monochromatic vision of power - which conceals a situation of colonial
subordination behind an exclusionary nomic structure - requires us to move
our attention beyond the superficial perception of the established political-legal
order, applying a multilateral understanding that encompasses the diversity
of meanings present in social coexistence. To this end, it is essential to have

1. Ph.D. sobresaliente cum laude en Derecho por la Universidad de Castilla La Mancha. Miembro de
la Academia de Historia del Ecuador. Docente e investigador de postgrado en la Universidad de
Guayaquil, Ecuador. Mail: xaviergaraicoa@yahoo.com. ORCID: 0000-0001-8423-4020.

Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 193-217. ISSN 1900-5547 [ 193 ]
Xavier Garaicoa Ortiz

recourse to a diatopic hermeneutic of decolonial orientation in the framework


of an ecology of diverse knowledge, as an instrument for emancipatory the
power of citizens. In this paper we will strictly adhere to this methodological
proposal.
Keywords: Diatopic hermeneutics, multi epistemes, baroque ethos, discursive
conjunctions, intercultural syntagm, protagonist citizenship.

RESUMO
Validar uma abordagem multifacetada do sistema jurídico, capaz de confrontar
a visão monocromática do poder - que esconde uma situação de subordinação
colonial por trás de uma estrutura nomómica exclusiva - exige que desloquemos
a nossa atenção para além da percepção superficial do sistema político-jurídico
instituído, aplicar uma compreensão multilateral que englobe a diversidade de
significados presentes na convivência social. Nos Estados plurinacionais indo-
americanos, é essencial para este fim recorrer a uma hermenêutica diatópica
de orientação descolonial no quadro de uma ecologia de saberes diversos,
como instrumento emancipatório do poder cidadão. Neste trabalho aderiremos
rigorosamente a esta proposta metodológica.
Palavras chaves: Hermenêutica diatópica, multiepistemes, ethos barroco,
conjunções discursivas, sintagma intercultural, cidadania protagonista.

“Lo fantástico es la indicación súbita de que,


al margen de las leyes aristotélicas y de nuestra mente razonable,
existen mecanismos perfectamente válidos, vigentes,
que nuestro cerebro lógico no capta,
pero que en algunos momentos irrumpe y se hace sentir”.
Julio Cortázar
(Rayuela)

INTRODUCCIÓN
Jorge Luis Borges (Buenos Aires, 1899-1986) - recurriendo al proverbial modo
imaginativo de relatar que le caracterizaba - en uno de sus memorables cuentos
denominado “El hombre en el umbral”, apela al uso de una actancia testimonial
para narrarnos unos supuestos hechos acaecidos en la India durante el periodo
colonial británico. A través de dicho recurso nos conduce por medio de un relato

[ 194 ] Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 193-217. ISSN 1900-5547
Interculturalidad, discursos del poder, ciudadanía y control social en el Ecuador

ficcional hacia ciertos acontecimientos de probable veracidad2, distanciándose


de ese modo del estilo fantasioso al que recurría Rudyard Kipling para describir
en primera persona la realidad de dicho país, lo cual le permitía presentarla
desde un prisma externo, enfocándola como si se tratase de un hecho insólito
que merecía destacarse por su exotismo.

Borges, magistralmente nos va conduciendo desde una tertulia colectiva


en su Buenos Aires natal –en la cual participa un imaginario narrador de los
hechos– hacia el ambiente remoto de la península del Indostán, lugar a donde
este último ubica los hechos acaecidos a partir del arribo de un magistrado

2. “El elemento significativo del cuento parecería residir principalmente en su tema, en el hecho
de escoger un acontecimiento real o fingido que posea esa misteriosa propiedad de irradiar
algo más allá de sí mismo, al punto que…. se convierta en el resumen implacable de una cierta
condición humana, o en el símbolo quemante de un orden social o histórico. Un cuento es
significativo cuando quiebra sus propios límites con esa explosión de energía espiritual que
ilumina bruscamente algo que va mucho más allá de la pequeña y a veces miserable anécdota
que cuenta”. Cortázar, Julio, 1995: 303-329. Algunos aspectos del cuento. En: Heras León,
Eduardo (Compilador) 2002, p. 949.

Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 193-217. ISSN 1900-5547 [ 195 ]
Xavier Garaicoa Ortiz

enviado por la administración regia, con la intención de que aplique el derecho


inglés, fijado a través de las costumbres sajonas y de la jurisprudencia creada
a partir de las competencias jurisdiccionales concedidas por medio de los
fueros otorgados en la Carta Magna. La misión que se le habría encomendado
consistiría en apaciguar a las confrontadas comunidades étnicas que pueblan
dicho país y a las variadas confesiones religiosas enzarzadas en feroz disputa,
para dar fin así a las pugnas que alteraban el tranquilo aprovechamiento del
orden colonial.
Tras la súbita desaparición de dicho juez y la indagación realizada para
establecer su paradero, queda esclarecido que, como resultado del desempeño
despótico de su función, destinada en realidad a sostener un orden imperial
colonialista, todos los miembros de esas mismas comunidades coinciden en que
debía enjuiciarse al magistrado por considerar que habría incurrido en abusos
de autoridad perpetrados en contra de sus integrantes, por lo que deciden
someterlo al juzgamiento de un demente, en quien todos los confabulados
confían. El estremecedor desenlace de la narración será la ejecución a puñaladas
del juez desaparecido, en cuya búsqueda nos ha involucrado el narrador del
hecho que testimonia su relato.
Tan breve cuanto magistral composición contiene como motivo de fondo,
no sólo un cuestionamiento al carácter tópico-central de la razón jurídica euro-
occidental elevada a pretensa norma universal obligatoria, sino que también
nos permite develar su contenido abiertamente colonizador. Pero, sobre
todo, en ella se expresa implícitamente la necesidad de su delimitación ante
la vigencia de otros tantos valores culturales, como serían para este caso, los
del hinduismo y de las creencias diversas afianzadas en la India milenaria, por
medio de los cuales se regulan comportamientos diferentes en su orientación
y en su contenido a las que se han consolidado en el mundo euro-atlántico.
A partir de tales consideraciones, podemos comprender el motivo claramente
simbólico que el autor le asigna al juicio comunitario, en el transcurso del cual
se somete a la razón jurídica representada por el juez de Su Majestad, ante la
sin-razón, personificada en la venerada figura del demente: Estamos ante la vida
misma que se impone con una enorme variedad de lógicas y con su diversidad
de sentidos, emitiendo un inapelable y sumario fallo condenatorio contra la ley
estatal-imperial y su comprensión formal de la justicia.
Casi a la par de este relato, publicado en 1.949 dentro de la memorable
recopilación de relatos editada con el título de “El Aleph”, el célebre etnógrafo
francés Claude Lévi-Strauss, al examinar comparativamente en su obra
“El pensamiento salvaje” la forma de funcionamiento en las mentalidades
correspondientes a los sistemas culturales imperantes en sociedades tribales

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Interculturalidad, discursos del poder, ciudadanía y control social en el Ecuador

de Brasil, llega a establecer que la razón sistémica, por la cual se rigen aquellas,
se encuentra contenida dentro de un límite estructural impuesto para la
participación en la vida social, el cual se configura colectivamente a través de
su consagración en torno a lo que es considerado como la salud espiritual de
la que gozan sus integrantes. Por medio de la susodicha “razón salvaje” es que
este tipo de sociedades les atribuirían determinado significado a sus acciones,
a partir de la referencia que conllevaría la exclusión de ciertas conductas
especiales, por considerarlas como inaprensibles e inexpresables por parte
del simbolismo imperante en dichos sistemas; correspondiéndoles por tanto
a dichas conductas la función de servir a manera de cierre normativo, el cual
permite asegurar la permanencia actual del ordenamiento. Prácticas como
las del chamanismo, que enlaza a la actividad tribal con un mundo espiritual
y natural, podríamos considerarlas como asemejables a la situación en que
se encuentran los enfermos mentales en las sociedades contemporáneas-
considera Lévi-Strauss- por lo que estarían llamadas a desempeñar dicha
función delimitante, a manera de frontera en contacto con los mundos de la
naturaleza viva y con el de las fuerzas espirituales3. Son los símbolos asignados
como espacio intersticial que une a la razón fronteriza con un suplemento
simbólico, a partir del cual confirma, por oposición, su positividad (Trías,
Eugenio, 1999).
Todos estos asertos, que abordan la estructura íntima de sistemas sociales
subordinados bajo una impronta colonial a partir de dominios intelectuales tan
distintos al Derecho como son los del arte y de la ciencia antropológica, resultan
pertinentes al ser considerados como umbral adecuado para el desarrollo de
las reflexiones que vamos a desarrollar. Nos permiten avizorar a través de sus
respectivos puntos de mira, más allá de la razón colonizadora, un conjunto de
saberes correspondientes a situaciones asemejables a las que nos encontramos
en nuestra realidad indo-americana, con la salvedad de que en las susodichas
sociedades imperan relaciones basadas en la colonialidad interna del poder en
torno a Estados aparentes (Quijano, Aníbal, 2017). Resaltemos por ello –en lo

3. Emilio de Ípola (2007, p. 98) resume la propuesta de Lévi-Strauss sobre ese margen de
participación que fijan las instituciones de los distintos tipos de sociedades basándose en las
creencias consagradas por las mismas: “En todas ellas sería forzoso que una cierta (y variable)
cuota de individuos esté ubicada fuera del sistema, o cabalgando, por así decir, entre sistemas
irreductibles. A ellos, la sociedad pide, e incluso impone, figurar formas de compromisos
inaccesibles a nivel colectivo, simular transiciones ficticias o realizar imaginariamente síntesis
incompatibles. Les impone, para decirlo con términos más actuales, cumplir con la tarea de
suturar el abismo, en el vacío abierto por esa irreductibilidad intersistémica, esto es, «suturar»
en lo imaginario lo que la estructura social no es capaz de aprehender en el registro simbólico al
que, por así decir, pertenece”.

Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 193-217. ISSN 1900-5547 [ 197 ]
Xavier Garaicoa Ortiz

tocante al caso de la ubicación de los saberes tradicionales en dichas realidades–


que estos permanecen hasta hoy soslayados para los enfoques vigentes sobre la
práctica social, al ser considerados como una especie de vestigios del pasado,
transfigurados funcionalmente en apéndices y subproductos culturales,
a los cuales cabría clasificar como supervivencias folklóricas, por lo que,
siguiendo tal consideración, se encontrarían ubicados en un rango inferior
–el correspondiente al saber popular– dentro del cual se subsumen bajo la
estructura del poder burocrático-legalista de un Estado guardián, centralizado,
monocultural y represivo, cuya escasa representatividad clientelar y vigiladas
libertades permitidas, aún a pesar de todas las formulaciones declarativas, son
a todas luces evidentes4.
En este trabajo pretendemos demostrar que la emergencia en América
Latina de un constitucionalismo terrigenista5 enarbolado por nuevos
movimientos sociales y entendido como proyecto descolonizador, tanto en el
sentido epistémico de la pluralidad de los saberes y de la variedad de los sentidos
y espiritualidades, cuanto en el político de la multiplicidad de expresiones
que debe asumir la autoridad jurídica y socio-comunitaria para justificarse
en su legitimidad –cuyos rasgos serían la interculturalidad convivencial, la
plurinacionalidad y diversidad ciudadana, así como la simbiosis existencial con

4. Como referencia de tal subordinación podemos anotar que Federico Engels, refiriéndose
al sistema construido por Hegel, sostenía sobre dicho pensador que, en su afán de darle al
mismo un sustento orgánico en la realidad, se vió constreñido, paradójicamente, a la necesidad
imperiosa de construirlo siguiendo las exigencias consagradas, esto es, a rematarlo con un tipo
de verdad absoluta, la idea, que en su constante desarrollo se enajena en la naturaleza para
recobrar su ser en el espíritu, el cual, a su vez, se expresa en el pensamiento y en la historia. Esa
idea absoluta, según establece en su Filosofía del Derecho “[…] había de realizarse en aquella
monarquía por estamentos de Federico Guillermo III”, consagrando de tal manera, la necesidad
del régimen aristocrático de dominación. El texto Sobre la filosofía hegeliana y la cita se los
encuentra en Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana. Aparece como apéndice
en Marx, Carlos 1966, p. 197.
5. El terrigenismo surgido en los años treinta del siglo pasado como una opción cultural que se
manifestaba en algunas expresiones de la literatura, la pintura y la escultura ecuatoriana. Sus
cultores apelaban a la misma para asumir una nueva orientación realista y social por medio
de la cual daban continuidad, de manera crítica, al romanticismo de fines del siglo XIX y al
nacionalismo que lo acompañase. Buscaban con ello reelaborar artísticamente la problemática
de los sectores subordinados, adscribiéndola al medio en el que estos desarrollaban sus
actividades, reproduciendo para el efecto aquellas formas de pensar, de sentir y de emocionarse
que embargaban la vida y la muerte de dichos sectores, así como el léxico y la simbología
por medio de las cuales le daban expresión. Este movimiento dejó una profunda huella en la
convivencia por su marcado carácter nacional-popular. A causa de este enfoque tan característico
del pensamiento social ecuatoriano, decidimos rescatar para nuestro vocabulario analítico el
término en mención por considerarlo apropiado para designar en toda su magnitud y riqueza,
al nuevo constitucionalismo latinoamericano, plurinacional en su visión, intercultural en su
expresión y emancipador por su orientación.

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Interculturalidad, discursos del poder, ciudadanía y control social en el Ecuador

la naturaleza– ha colocado en la agenda social el problema del reconocimiento


ontológico de la pluriversidad, la cual ha dejado de circunscribirse
exclusivamente a la constatación de una variedad de identidades etnoculturales
y funcionales.
Consideramos que la misma abarcaría también en su enfoque, desde
una visión integradora y de equidad social, a la cuestión de la igualdad no
discriminatoria, a la de la solidaridad, y al cuestionamiento del vínculo societal
general, problemática que, en su conjunto, se constituye en el principal
componente para definir en su estructuración a la calidad de ciudadanía
compleja por su composición variada y múltiple, y, en consecuencia, al carácter
intercultural de una justicia proyectada desde sistemas normativos de distinta
orientación, los mismos que proveen de sentidos diferentes a sus respectivas
normas, apelando además, a una justicia vital-ambientalista como patrón
regulatorio de conducta ante el conjunto de la biosfera.
Nuestra investigación, mediante un análisis hermenéutico diatópico
persigue, además, demostrar que la preeminencia de los derechos en su
diversidad articula un nuevo tipo de ciudadanía, plural, protagónica y
responsable, la cual se afianza en una participación activa en el cogobierno,
la cogestión, el control socio-ambiental, y, en último término, en una potencial
activación de su derecho a la resistencia como recurso supremo de soberanía
que posibilita el confrontar cualquier tipo de ejercicio tiránico del poder,
así como a toda forma de actuación arbitraria desde el mismo que pudiese
desembocar en un quebrantamiento de los derechos y de sus garantías, en un
grado tan desproporcionado y gravoso que amenace a la vida en general y a la
conservación de la naturaleza. Recurrimos con este fin, a la propuesta teórica
de Enrique Dussel en torno a considerar la potestas radicada en el Estado,
como poder idolátrico, delegado y fetichizado por la autoridad superpuesta a
la sociedad, y, en calidad de antípoda, al papel emancipador que le corresponde
a la acción6.

LA CONSTRUCCIÓN SOCIAL DE LOS DISCURSOS ARTICULADORES DEL


ORDENAMIENTO
Logos (griego) y ratio (latín) son los vocablos con los que originariamente se
hacía referencia en el mundo antiguo mediterráneo de Europa, a la capacidad
analítica y enunciativa propia del pensamiento humano para ir encontrando
respuestas a diversas interrogantes, reputándolas como verídicas en su
contenido, posibilitando de esa manera, proceder a acuñar formulaciones

6 Dussel, Enrique, 2011, pp. 17-46.

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Xavier Garaicoa Ortiz

aceptables socialmente valiéndose del lenguaje común, dotándolas para ese fin,
de un significado compartido dentro de la agrupación social respectiva.
Esta capacidad de análisis se enfrenta actualmente a una enorme
complejidad en razón al crecimiento exponencial de la información disponible
y a las facilidades para su almacenamiento en archivos electrónicos, lo cual
conlleva a elevar considerablemente la participación de actores potenciales
en su dinámica comunicativa, y a incrementar potencialmente la cantidad de
opciones para adoptar cualquier decisión. Los instrumentos de la inteligencia
artificial (AI) permiten añadir múltiples niveles de análisis y una diversidad
de probabilidades (Ostrom, Elinor 2015), al extender el campo para el
entendimiento hasta integrar en dicho circuito incluso a los objetos, para lo
cual recurrimos a la inteligencia artificial incorporada como componente de sus
mecanismos. En resumen, nos encontramos ante un nuevo conjunto imaginario
de la realidad, que se configura como una cibercultura7.
Lo racional mientras tanto, constituye una calificación con sentido crítico
que nos permite enfrentar tales nuevos enunciados e indagar por su significado,
tornando factible la caracterización objetiva de la construcción discursiva de la
realidad que llevan a cabo, en tanto sea una vía útil para alcanzar una o algunas
metas sociales, previamente proyectadas hacia un fin8. Por ese motivo “[…]
la razón (subjetiva) se realiza a sí misma cuando niega su propia condición
absoluta […] y se considera como mero instrumento” (Horkheimer, Max, 2007,
pág. 7).
Por su parte, la denominada razón jurídica –imputada a un hipotético
sujeto abstracto del Derecho– reconocido como actor dentro de un orden
juridificado, traspuesto a través de reglas coercitivas formuladas como normas
que contienen disposiciones fundamentadas en aquella idea de justicia por la
que se rige tal ordenamiento, sustentando a las mismas en la legitimación en
virtud de la aceptación ocasional o permanente con que cuenten, así como por
la aplicación de ciertos principios preceptivos previamente establecidos. A la
par con su consagración como enunciado, este tipo de racionalidad adquiere
forma imperativa por mandato de autoridad y por los resguardos con los que

7. “cibercultura designa… el conjunto de las técnicas (materiales e intelectuales), de las prácticas,


de las actitudes, de los modos de pensamiento y de los valores que se desarrollan conjuntamente
en el crecimiento del ciberespacio” Lévy, Pierre 2011, p. 1.
8. Marx en su obra “Líneas fundamentales de la crítica de la Economía Política” 1978, sentará las
bases para su teoría crítica materialista y revolucionaria a la ciencia positiva euroccidental. Una
visión igualmente crítica enfocada hacia otra vertiente no europea de la modernidad, enfocada
sobre todo a la rama de la filosofía de origen andaluz, podemos encontrarla en: Mohammed
Abed Al Yabri, 2001.

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Interculturalidad, discursos del poder, ciudadanía y control social en el Ecuador

aquella la provee para vigilar su cumplimiento y sancionar su incumplimiento.


Se expresa, por lo tanto, como una razón dominadora.
Acentuando la mirada hacia la acción comunicativa que se produce en el
ámbito simbólico de la sociedad, nos encontramos ante la estructura de una
intersubjetividad transmisible mediante el lenguaje. La racionalidad adopta
en ese plano, primordialmente, la forma de razón valorativa del discurso
jurídico a la cual se califica como principio legitimador capaz de validar las
normas de acción que rigen al ordenamiento socio-político; y, de configurar las
reglas destinadas a conducir una deliberación democrática como procedimiento
válido para la vigencia de aquellas (Habermas, Jürgen, 2008). Se trata en este
caso, de una razón ética comunicativa y de una regulación procesal participativa
destinada a validar la actuación de autoridad mediante un juicio basado en un
razonamiento jurídico dialógico, usando para ello la argumentación en busca
de soluciones materiales más justas y proporcionadas ante los problemas que
surgen para obtener una aplicación modulable de los derechos.
El efecto evidente que se puede colegir de tal racionalidad, es su carácter
reparador, lo cual la convierte en un correctivo material al institucionalizar
una justicia sustentada en una pragmática inter comunicativa, denominada
clasificativamente como deliberativa. De esta manera, la crítica integral, tanto
del discurso simbólico institucionalizador en que se sustenta un régimen de
dominación, como de éste mismo9, se sustituye por un proceso de disponibilidad
instrumental para el acceso a la justicia, a través del cual se persigue la
restauración de los derechos mediante actuaciones judiciales e iniciativas
legislativas, y, recurriendo al desarrollo de actuaciones cívicas para alcanzar
la realización de políticas públicas.
Nos encontramos por último con una razón política populista (Laclau,
Ernesto, 2005) que construye ontológicamente su propio sujeto dentro de un
juego de oposiciones que se da en el marco de la totalidad social. Su mecanismo
de promoción consiste en la discursividad, contentiva de una demanda
social cuya imagen distintiva se proyecta expansivamente para influir en las
instituciones y políticas públicas, asumiendo representacionalmente aquellos

9. “Puesto que la totalidad combinada de las determinaciones reproductivas materiales y la


estructura de mando político omniabarcante del Estado moderno, juntas, constituyen la
realidad avasallante del sistema del capital, se hace necesario someter a una crítica radical a las
complejas inter-determinaciones del sistema entero, a fin de poder considerar un cambio social
históricamente sustentable. Eso significa que la articulación material general históricamente
específica del sistema del capital tiene que ser cambiada cualitativamente, a través de un
laborioso proceso de reestructuración abarcante, tanto como su correspondiente dimensión
política multifacética”. Mészáros, István, 2013, p. 204.

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Xavier Garaicoa Ortiz

vacíos aún presentes en el conglomerado social. Al carecer de un significante


propio que permita construirlas como destino fijo, tendería a desembocar en
una razón caótica, a causa de la permanente basculación de su orientación entre
las identidades socialmente consolidadas. La búsqueda de satisfacción para sus
demandas mediante la asignación de recursos presupuestarios y políticas de
servicios públicos, conlleva una ambigüedad utilitaria en lo tocante a su actitud
frente a la institucionalidad pública, traducida en exigencias que pueden ser
opuestas, y, simultáneamente, conjugables entre sí, configurándose como
expectativas de alcanzar sus aspiraciones afianzando determinados aspectos
de ese régimen o sobre la reestructuración del mismo en grado considerable.
La racionalidad social a su vez, es el convencimiento existente sobre
lo adecuado de un orden instituido en condiciones sociales de dominancia y
de subordinación, erigido como creencia-institución (García Linera, Álvaro;
Errejón, Íñigo, 2019, p. 40), la cual se encuentra anudada políticamente a
ciertos mecanismos de implantación debidamente institucionalizados, los
cuales está previsto que puedan ejercerse en base a la representación. Se genera
así un ambiente de confianza en lo tocante a su cumplimiento, por cuanto su
realización se fundamenta en certezas previsibles acerca de los canales y de
los recursos puestos a disposición para cumplirlas, garantizando de tal manera
réditos concretos como recompensa a cambio del respaldo conferido en favor
de un determinado proyecto socio-político. Estos réditos pueden considerarse
ventajas a obtener para la ciudadanía al apoyar dicho proyecto recurriendo a un
sencillo cálculo de pérdida-ganancia, por medio del cual se pueden relacionar
ambas partes, debido a que se asienta en un compromiso definido que generaría
supuestas obligaciones mutuas.
Ese reputado orden racional que desemboca en reglas imperativas y
se expresa mediante normas en calidad de “Estado de derecho” requiere
–para consagrar su erección y mantenimiento– de un sistema clasificatorio
establecido sobre la sociedad a partir de la dominación colonial europea y de la
implantación de las consiguientes relaciones de esclavitud o de servidumbre,
-cuyo precedente proviene de la formalización referida a los agrupamientos
que acogiese el Derecho de la época imperial romana: salvajismo-barbarie-
civilización (equivalente esta última a la ciudadanía en Roma). La fortuna de esa
taxonomía societal, persiste en Europa durante el medioevo y el renacimiento,
confundiéndose, sin embargo, dentro de otro esquema yuxtapuesto referente a
las creencias religiosas con pretensiones de universalismos: fieles-infieles - no
catequizados, promoviendo a la par, un sistema “natural” de clasificación racial:

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Interculturalidad, discursos del poder, ciudadanía y control social en el Ecuador

blancos (arios) – semitas (arábigos y judíos), chinos y negros, al cual se verán


uncidos los pueblos indígenas del nuevo continente10.

LA CULTURA BARROCA LATINOAMERICANA Y LA MULTIPLICIDAD


EPISTÉMICA DE LOS DISCURSOS SIMBÓLICOS EN EL IMAGINARIO SOCIAL
La transmisión cultural tiene un fundamento natural de carácter genético
que opera como mecanismo diferenciador y reactivo ante el entorno biotópico,
cuyo desarrollo cabal se produce tan sólo gracias al desenvolvimiento por parte
de los grupos sociales de una habilidad artificial comunicativa, la cual abarca de
una parte, a los distintos campos ségnicos –entre los que se cuentan los símbolos
de carácter lingüístico– y, de la otra, al constante desempeño de prácticas
materiales colectivas mediante el uso de procedimientos y representaciones
simbólicas que despliegan sus integrantes al relacionarse entre sí y con diversas
comunidades para desarrollar sus actividades productivas en el marco de los
correspondientes entornos socio-tecnológicos en los que se desenvuelven.
Es por medio de ambos elementos que se forma paulatinamente un sistema
socio-ecológico interactivo de comunicación –provisto de relaciones múltiples
y fundamentado en variados patrimonios simbólicos– por cuyo intermedio se
consagra una determinada apropiación colectiva de saberes.
En medio de tan compleja configuración, la realidad natural y social
propia de nuestra América demanda de sus pobladores -para la comprensión
cabal de aquella- la interposición de una percepción sensual a priori como
sustento del entendimiento específico opuesto a la construcción discursiva que
se da en torno a categorías lógicas, promovidas desde el poder colonizador con
la finalidad de establecer regularidades a partir del pensamiento eurocentrado,
permitiéndole, de esa manera, construir una discursividad imperativa por
medio de la cual se implanta, hegemónicamente, un régimen de significados
imperantes sobre el conjunto de la sociedad.

10. Bajo dicho marco colonial civilizatorio “[…] todas las demás formas de conocer son declarados
como pertenecientes al ≪pasado≫ de la ciencia moderna; como ≪doxa≫ que engaña los
sentidos; como ≪superstición≫ que obstaculiza el tránsito hacia la ≪mayoría de edad≫.
Desde la perspectiva del punto cero, todos los conocimientos humanos quedan ordenados a una
escala epistemológica que va desde lo tradicional hasta lo moderno, desde la barbarie hasta la
civilización, desde la comunidad hasta el individuo, desde la tiranía hasta la democracia, desde
lo individual hasta lo universal, desde oriente hasta occidente”. Castro-Gómez, Santiago: El lado
oscuro de la “época clásica”. Filosofía, Ilustración y Colonialidad en el siglo XVIII. En Chukwudi
Eze, Emmanuel 2008, p. 150.

Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 193-217. ISSN 1900-5547 [ 203 ]
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A partir de la reflexión que llevase a cabo en torno a la susodicha


particularidad de nuestro entorno socio-natural, Alejo Carpentier11 promovería
el reconocimiento de una subjetividad proactiva caracterizada por una singular
actitud de asombro12 ante lo real maravilloso de nuestra realidad, erigiéndola
como núcleo para el enfoque cognitivo que asume, del cual podemos colegir
como emergente a la práctica social de un ethos barroco13, cuyo contenido
implícito radica en un cierto modo de actividad discursiva para la adaptación
semántica de un imaginario expansivo, dentro del cual – a diferencia del
referido pensamiento fronterizo - se conectan en un mismo espacio actual, la
representación mítica sobre los orígenes remotos con la visión desbordante del
futuro. Ese imaginario14 permite dar curso a la inconformidad y al sentimiento
de insatisfacción que provoca el encubrimiento colonial del mundo concreto
de la vida. Para cumplir dicha finalidad, se concibe al mismo en su ubicación
dentro de un proceso por el que se encuentra en constante expansión centrípeta,
dotando así a dicho espíritu de una determinada trascendencia trans-epocal.
Estos puntos de referencia en los que se sustenta el relato maravilloso
literario, entremezclando lo mítico con lo real, pese a la distancia que separa
a éste con el texto formal de las normas, pueden considerarse como un
sustrato común válido para los enunciados contenidos en ambos discursos15,
cuyas distintas funciones sociales y específicos objetivos consagrados por la

11. Carpentier, Alejo 2007, p. 136. La práctica narrativa de Carpentier desde su obra primigenia
“¡Écue-yamba-ó!” (1933) incursiona en la simbiosis cultural afro-cubana, haciéndola luego
extensiva al mundo indígena del Caribe en “Los pasos perdidos”. En 1949 al prologar su obra
“El reino de este mundo”, ensaya como clave interpretativa socio-natural su percepción de lo
latinoamericano como barroco del realismo mágico.
12. El asombro como actitud previa al conocimiento precede, o más bien produce, tanto al
pensamiento mito-lógico como al filo-lógico, como destaca Aristóteles (1982, 14-15). Esta
última concepción, sin embargo, desecha paulatinamente a dicha actitud, calificándola como
empírea sensorial subjetiva y sustituyéndola por una metódica probatoria objetiva, basada en
la repetición experimental, a partir de Descartes y Bacon. En América, la mitología indígena
es calificada, además, como superstición y condenada como hechicería por la Inquisición que
instaurase la Iglesia Católica.
13. A diferencia de la clásica concepción sobre una supuesta armonía aleatoria de elementos
en el estilo barroco, nuestra propuesta acerca del ethos barroco combina conflictivamente,
conservadurismo e inconformidad, al conformar una unidad contradictoria asociada por lo
demás, con el dominante ethos realista, y, al compartir adicionalmente, elementos críticos con
el ethos clásico y con el romántico. Ver: Stefan Gander: Bolívar Echeverría; Heidegger, Marx y el
Che. En Serur Smeke, Raquel, 2015.
14. “[…] El imaginario social es el conjunto de significaciones que articulan la sociedad, sus
necesidades y su mundo. Como esquema organizador, crea las condiciones de representatividad
del grupo” Agudelo Rendón, Pedro, 2017, p. 79.
15. Los discursos son enunciados en construcción perenne cuyos significados pueden variar en
su tipología de conformidad con el lugar de su origen, el significado que alcancen y su ámbito

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Interculturalidad, discursos del poder, ciudadanía y control social en el Ecuador

práctica social corresponden a las relaciones que establecen con los diferentes
contextos socio-cognitivos e institucionales, dentro de los que, históricamente,
se van conformando sus respectivos universos16. Sin embargo, al congregarse
aglomerativamente, generan formaciones epistémicas institucionalizadas
que se afianzan en espacios sociales y son consagradas, en distinta medida, a
través de la diversidad de prácticas del Estado y de sus políticas diferenciadas,
orientadas a consolidar una hegemonía de carácter dominante.
Tomando en consideración tan original como trascendental percepción
proyectual (trans epocal) de la cultura sincrética del barroco latinoamericano
–surgido en el mundo colonial iberoamericano como contestación y adaptación
específicas al mundo de vida de la modernidad capitalista, emergente en las
condiciones de la expansión mundial del colonialismo mercantilista–, es
posible considerar la vigencia de una trayectoria crítica del pensamiento
propio, latinoamericano y decolonial, el cual se prolonga hasta la
actualidad, atravesando circunstancialmente una variedad de prácticas
histórico-concretas que van desde la resistencia al colonialismo y al neo-
colonialismo, la multifacética oposición ante la dominación de la mercancía
sobre la vida social y comunitaria, hasta el despliegue de variadas iniciativas
de amplio espectro, enfiladas a reivindicar diversas formas multiculturales de
transgresión insubordinante y/o de insurgencias, latentes todas ellas dentro
de los imaginarios subyacentes en la conciencia social (míticos, de sentido
común y/o racionalizados simbióticamente); cuya presencia se deriva de la
plurinacionalidad societal y de su multiepisteme.
Sobre tales sustratos tectónicos se yerguen los sustentos sociales y
las orientaciones ideales que potencian a un proyecto metamórfico de
regeneración social, concebido como alternativa descolonial y emancipatoria
frente al tecno-bio-capitalismo globalizante, imperialmente agresivo, de los
grandes monopolios financieros e informáticos (ver: Echeverría, Bolívar: 2000;
Serur Smeke, Raquel, 2015; Puerta Domínguez, Simón, 2021).

de expansión. Se superponen constantemente en conjunciones de constelaciones discursivas


dentro de un espacio compartido, produciendo así una distorsión en la percepción que los
grupos sociales alcanzan a partir de su particular experiencia cotidiana y de la mixtificación
producida en la comprensión de la actividad por influjo de la ideología dominante. Por lo
tanto, podríamos considerar a dichas conjunciones como “formaciones aparentes” donde se
transfigura su contenido. Sobre el concepto de formaciones aparentes consultar en Zavaleta
Mercado, René 2009, p. 106.
16. “Derecho e imaginario social son una amalgama indisoluble. De ahí lo inconsistente de estudiar
el Derecho con pretensión de pureza, pues se trata de una práctica constitutivamente impura
social, histórica y culturalmente enraizada desde su narratividad”. Medici, Alejandro. Ver en
Revista Umbral: 2014, p. 73.

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FORMACIONES EPISTÉMICAS Y CONJUNCIONES DISCURSIVAS

[ 206 ]
Objetos De Ámbito De
Tipos De Medio De
Reflexión Emisor/Receptor Construcción Impacto Y Efectos
Xavier Garaicoa Ortiz

Comunicación: Difusión
Transmitidos Cognitiva

I.
Relatos
Recopilador/ Hábitos y
Acontecimientos Mágico Oral y pictográfico
colectividad tradiciones

II.
Sacerdote /

Narraciones
Tradiciones adoradores
Mítico- Religioso Rituales Costumbres
culturales (cultores)/
(cultivadores)

III.
Discursos
Jefes tribales/
-Asamblearios Norma

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Cultura comunidades Natural-Social
-Comunitarios consuetudinaria
gentilicias

IV.
Epistémico:

Formación
científico, político Opinión Pública

Discursiva
Epistemología de Intelectuales/ y jurídico (relatos e instrumentos Saberes científicos
las ciencias nación y colectivos complejos de distribución colectivos
de contenido informativa
ficcional)

Fuente: Esta investigación


Interculturalidad, discursos del poder, ciudadanía y control social en el Ecuador

LAS FUENTES EPISTÉMICAS DEL BUEN VIVIR Y DEL SUMAK KAWSAY EN


EL CONSTITUCIONALISMO ECUATORIANO
Persistiendo en el recurso al enfoque binario diferenciador que hemos
empleado hasta ahora, corresponde que entendamos extensivamente a dicho
espíritu barroco como integrante de un ethos histórico específico, dentro del
cual se conjugan en síntesis aglomerativa un comportamiento colectivo de
múltiples y variados componentes, cuya orientación los enfila a una solidaridad
compartida propicia para ese mundo de la vida (Echeverría, 2000), configurando
un conjunto de valores cardinales sobre los que se sustentan una diversidad de
principios constitutivos y operacionales.
Con tales consideraciones, al Buen Vivir o Sumak Kawsay, registrado
por nuestra Constitución en su Preámbulo como el objetivo perseguido
por la convivencia social -más allá del uso modélico que se le asigna en
calidad de paradigma constitucional para el desarrollo alternativo17, cabría
concebirlo a manera de fórmula política empleada para designar a un
régimen pluriverso de inclusión social y equidad, bajo el cual encuentran
cobijo y pueden desarrollarse, disímiles proyectos sociales y cognitivos, en
un juego contradictorio que combina alternativas para opciones políticas a
implantarse a partir de la presencia de diversos campos de fuerza, y de aquellos
planteamientos que recojan distintos posicionamientos estratégicos.
La naturaleza ha recuperado en esa concepción, su tradicional aliento vital
que servía para animar la relación recíproca sostenida con la comunidad desde el
origen mismo de las agrupaciones sociales (calificaba Marx como metabolismo
a dicha relación); vitalismo desechado con ulterioridad por la concepción
objetualista del mecanicismo cientificista imperante en el capitalismo desde
una óptica evolucionista unilateral, proscribiendo consecuentemente a las
tradiciones provenientes del pensamiento mágico y de las prácticas curativas
de la hechicería. Hoy, a la naturaleza, concebida simultáneamente como medio y
fuente de vida, se le reconoce desde una visión coevolucionista, el derecho a la
preservación de sus principios vitales, activados jurisdiccional y políticamente

17. Título II: Régimen de Desarrollo. Capítulo 1°. Principios Generales. Art. 275.- El Régimen de
Desarrollo es el conjunto organizado, sostenible y dinámico de los sistemas económicos,
políticos, socio-culturales y ambientales, que garantizan la realización del buen vivir, del
Sumak Kawsay. El Estado planificará el desarrollo del país para garantizar el ejercicio de los
derechos, la consecución de los objetivos del régimen de desarrollo y los principios consagrados
en la Constitución. La planificación propiciará la equidad social y territorial, promoverá la
concertación, y será participativa, descentralizada, desconcentrada y transparente. El buen
vivir requerirá que las personas, comunidades, pueblos y nacionalidades gocen efectivamente
de sus derechos, y ejerzan responsabilidades en el marco de la interculturalidad, del respeto a
sus diversidades, de la convivencia armónica con la naturaleza.

Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 193-217. ISSN 1900-5547 [ 207 ]
Xavier Garaicoa Ortiz

de manera individual o colectiva por la ciudadanía, a la par que se estipulan


las correspondientes obligaciones para los humanos, como son las de adoptar
medidas ambientales, promovidas desde el Estado, para la restauración y
reparación de ella.18
En las condiciones referidas, el acto hermenéutico de comprensión
dialógica de esa realidad compleja, llevado al ámbito de aplicación para tales
derechos, y enfocándolos desde una perspectiva del pluralismo correspondiente
a una ecología de saberes jurídicos diferentes19 (como denomina Boaventura de
Sousa Santos la situación característica del derecho en un Estado plurinacional),
requiere apelar, adicionalmente, a un enfoque holístico intercultural que
permita superar la inconmensurabilidad epistémica entre los sistemas
confluyentes, propiciando así que todos los derechos disímiles alcancen a
plenitud, una dimensión de concreción en la realidad fáctica correspondiente
a la proyectividad con que se la configura desde su enunciación preceptiva,
en cabal concordancia por otra parte, con la necesidad axioteleológica de
garantizar aquellos para sustentar el supraordenamiento sistémico societal.

ETHOS BARROCO Y SOLIDARIDAD COMUNITARIA EN LA ESTRUCTURA


COLECTIVA
Los textos y materiales jurídicos con los que se configuran las argumentaciones
procesales (ratio decidenci) y resoluciones (obiter dicta) al estar referidos
y conectados discursivamente con el mundo para obrar efectivamente sobre
el mismo, requieren de una hermenéutica teórica que pueda dar cuenta de
la reificación que asumen las situaciones históricas en las condiciones de la
producción mercantil y de las correlativas relaciones sociales mitificadas y
fetichizadas con miras a superar sus efectos. Para ello, es indispensable que
remitamos nuestro análisis al sistema de creencias, de valores y de prácticas

18. Art. 71 CRE. - La naturaleza o Pacha Mama, donde se reproduce y realiza la vida, tiene derecho
a que se respete integralmente su existencia y el mantenimiento y regeneración de sus
ciclos vitales, estructura, funciones y procesos evolutivos. Toda persona, comunidad, pueblo
o nacionalidad podrá exigir a la autoridad pública el cumplimiento de los derechos de la
naturaleza. Para aplicar e interpretar estos derechos se observarán los principios establecidos
en la Constitución, en lo que proceda. El Estado incentivará a las personas naturales y jurídicas,
y a los colectivos, para que protejan la naturaleza, y promoverá el respeto a todos los elementos
que forman un ecosistema.
19. Por ecología de saberes jurídicos debe entenderse la convivialidad como modo de pensamiento
jurídico apropiado para una relación fructífera entre distintos sistemas de justicia, la cual va
más allá de su simple coexistencia. Boaventura de Sousa Santos, lo sustentó de la siguiente
manera: “La ecología de los saberes jurídicos se asientan en el aprendizaje recíproco de los dos
sistemas en presencia y en el enriquecimiento que de ello puede resultar para ambos”. Santos,
Boaventura de Sousa; Grijalva, Águstín 2013, p. 38.

[ 208 ] Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 193-217. ISSN 1900-5547
Interculturalidad, discursos del poder, ciudadanía y control social en el Ecuador

discursivas, así como a los de carácter narrativo, por medio de los cuales se
configura lo que podemos denominar un ethos social, en el que confluyen
aquellos saberes variados y modos de vida heterogéneos a los que hace referencia
el Preámbulo de la Constitución del Ecuador en calidad de componentes
pluriculturales de una nueva forma de convivencia ciudadana.
El mismo ethos adquiriría entonces –en las condiciones de sociedades
con reconocida presencia indígena– un carácter aglomerativo signado con
una impronta colectiva, al mantener vigente su huella por intermedio de los
vínculos comunitarios del parentesco y los nexos de reciprocidad que genera
el intercambio de dones, sobre los cuales se funda –por medio de una tradición
reiterativa– el valor histórico de la solidaridad, considerado como expresión
de una riqueza genérica acumulable y persistente, proveniente de las prácticas
colectivistas de los pueblos ancestrales de Indoamérica.
Podemos mencionar junto al mencionado valor de rango constitutivo
estructurante, al respectivo principio jurídico constitucional establecido como
deber de colaborar con el bien común formulado por el numeral 7 del artículo
83 de la norma suprema del Ecuador. En similar sentido podemos hacer
referencia a otros tantos preceptos del mismo nivel, igualmente desarrollados
a partir de la mencionada disposición, los cuales están positivados a través de
normas específicas por el texto constitucional. Podríamos articular, por tanto, a
esta conjunción bajo una común comprensión sistémica20 que las congregaría
en un particular ordenamiento jurídico-político.
En este tipo de ordenamiento caósmico, donde se conforman
constelaciones de prácticas normativas y tradicionalistas en torno a diversas
cuencas de atracción fluctuantes que le dan un carácter policéntrico al sistema
jurídico, los derechos fundamentales pasan a ocupar un espacio gravitacional

20. Este tipo de conjunciones cuyos confines se tornan imprecisos, pueden ser entendidos desde
lo que se denomina como lógica difusa (fuzzy), la cual nos permite apelar a un criterio de
“vaguedad” al enfocar la relación entre elementos de diversa composición que, sin embargo,
comparten un espacio de entrelazamiento mutuo por medio de características comunes, lo
cual no les lleva a perder sus específicas identidades ni las conexiones estructurantes que les
permiten a cada uno de ellos mantener vínculos orgánicos con otros sistemas.
Las conjunciones combinatorias de normas así conformadas bajo convivencia armoniosa
de disposiciones opuestas, nos permiten superar el criterio de rigidez tradicionalmente
asociado a los sistemas lineales arborescentes y autovalidables, los mismos que se consideran
completamente definidos en sus rasgos e invariables en su funcionalidad, denegando de esta
manera cualquier otra posibilidad alternativa distinta a sus postulados. Este tipo de sistemas
cerrados en su conformación han servido como sustento de las concepciones jurídicas desde el
siglo XIX a partir de Savigny, en su intento de justificar mediante ese modelaje la pretensión de
cientificidad y racionalidad para un orden normativo jerarquizado y autosuficiente.

Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 193-217. ISSN 1900-5547 [ 209 ]
Xavier Garaicoa Ortiz

preeminente gracias a los diversos sistemas de garantías de que se los provee


normativamente, y a los correlativos deberes y obligaciones coercibles y
judicializables que los acompañan. En consecuencia, puede asignárseles un
carácter dinámico acorde con su estatus activo, concebido como el atributo
definitorio de una ciudadanía ampliada, ostentada por las personas y por las
colectividades sociales que titularizan aquellos derechos.

UNA EPISTEMOLOGÍA PRÁXICA DE LOS DERECHOS COMO RÉGIMEN


CIUDADANO INTERCULTURAL PARA EL BUEN VIVIR
Con este antecedente metodológico, podemos y debemos recurrir al
expediente de añadir al modelo epistemológico del descubrimiento y sustitución
de paradigmas que pusiese en boga Thomas Kuhn, la temática del contexto socio
cultural del derecho, lo que nos hace posible enfocarlo sistémicamente, tal como
se lo plantea por nuestro texto constitucional en consonancia con lo previsto en
sus artículos 275 y 340. Apelamos para el efecto, a un sintagma hipertélico
intercivilizatorio y trans-epocal21 como proyecto articulador de los conjuntos
diversos y heterogéneos que componen nuestra realidad, por medio del cual
obtendríamos una dinámica progresiva para el efectivo desarrollo conjunto de
los derechos, extendiéndolos en su eficacia más allá de su contenido discursivo,
con el objeto de entroncarlos al nexo que los emparenta con los relatos sociales
y con las narrativas maravillosas.
Visto así, corresponde enfocar al derecho en su calidad de relato científico
complejo, el cual da pie a un contenido lógico-formal preceptivo, configurado
desde una comprensión hermenéutica del sentido histórico que va adquiriendo
en el contexto característico de las objetivaciones y de las percepciones
barrocas gestadas a partir de las insólitas aglomeraciones antropo-naturales,
típicas de nuestra realidad. Es desde esa perspectiva que cabría rastrear sus
vínculos con los relatos míticos provenientes de las tradiciones indígenas,

21. El sintagma es una combinación de características esenciales diversas, extraídas a partir de


distintos paradigmas modélicos históricamente conformados, con el objetivo de crear un todo
significante, de suerte que la interacción e interpenetración generadas sistémicamente por
su entrelazamiento y combinación exprese, en su dinámica compleja, las diversas finalidades
que persigue, y asocie a través de ella sus múltiples rasgos civilizatorios, integrando
tangencialmente en su diseño a distintos ciclos históricos. Esa hermenéutica trans-epocal
adquiere un carácter crítico y metamórfico junto a una orientación revolucionaria.
Anotamos como precedente del mismo al pionero enfoque sobre el socialismo que formulase
José Carlos Mariátegui (1970), en el abordaje innovador que realiza sobre la comunidad
indígena como “elemento de socialismo práctico” a considerar para su creativo proyecto político
transcivilizatorio.

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Interculturalidad, discursos del poder, ciudadanía y control social en el Ecuador

transformados en narrativas sobre las costumbres reiteradas construidas por


las comunidades y pueblos autóctonos, así como por las colectividades afro-
ecuatorianas y montubias, que coexisten junto con otras, referidas a partir de
las prescripciones del sistema normativo acerca de la diversidad.
De esa manera, y mediante la aplicación del paradigma intercultural
inclusivo, equitativo y participativo del nuevo constitucionalismo
latinoamericano, el cual le permite ir alcanzando la calidad de un régimen
polinómico fluctuante del pluralismo cultural y de prácticas sociales
transformadoras en torno a derechos múltiples, estaremos en capacidad de
entender su orientación, destinada a construir una nueva forma (intercultural)
de convivencia ciudadana, en diversidad (de saberes y sensibilidades) y
armonía (compleja) con la naturaleza (Pachamama), para alcanzar el buen
vivir, el Sumak Kawsay tal como lo dispone el Preámbulo de la Constitución del
Ecuador.
Por supuesto que la categoría socio-jurídica de la interculturalidad en
su calidad de principio constituyente (fundante y funcional) del valor de la
diversidad - característico de un Estado constitucional plurinacional22 de
derechos y justicia - irradia su influjo expansivo hacia los preceptos jurídicos
que configuran las garantías esenciales y la consiguiente responsabilidad, en
salvaguarda y preservación de esa diversidad como opción para ejercitar la
libertad, así como de la pertinente igualdad dentro de ella.
En consecuencia, una hermenéutica polilógica de los derechos, adecuada
a esta realidad ético-natural barroca, deberá reconocerse como heterotópica
para la adecuada ubicuidad dentro de la trama social de las variadas fuentes
de donde provienen aquellos, de manera que se pueda dar cuenta cabalmente
de esa multiplicidad y diversidad que los caracteriza, apelando a la cual se
posibilite y facilite la promoción de múltiples comportamientos asociativos y
colectivos que confluyan hacia el buen vivir.

22. La interculturalidad es un sistema relacionante de poderíos simbólicos asimétricos en


cuyo campo se vinculan entre sí un conjunto modélico de variadas y múltiples percepciones
condicionadas por las respectivas identidades sociales, a la par que producciones semióticas
provistas de orientaciones distintas y opuestas, aglomerándose dentro de un espacio deliberativo
donde libran performativamente una lucha por hegemonizar el sentido a imprimirse en la
deriva del sistema. La plurinacionalidad por su parte, es una manera de estructurarse social y
políticamente bajo un régimen de carácter plural en razón no solo a las distintas identidades
étnicas básicas, ancestrales o no, sino también considerando las diversas formas civilizatorias
que adoptan los ordenamientos territoriales para la convivencia en la sociedad determinada
sobre la base de los diferentes vínculos en que estos se sustentan, así como las específicas
relaciones de autoridad que los rigen.

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Xavier Garaicoa Ortiz

CONCLUSIÓN: EL DERECHO A LA RESISTENCIA COMO AVAL DE LA


PARTICIPACIÓN, EL COGOBIERNO, LA COGESTIÓN Y EL CONTROL SOCIAL
El derecho a la resistencia, previsto en el artículo 9823 de la Constitución,
consiste en una facultad atribuida por el poder constituyente a favor de la
ciudadanía, por medio de la cual le reconoce a ésta una potestad exclusiva para
oponerse al poder constituido en nombre de los derechos, derivándola de
la soberanía popular, instituida como único fundamento de legitimidad para
el ejercicio de la autoridad, conforme al artículo 1 inciso segundo de la norma
suprema. Dicha facultad que radica en las personas, grupos, organizaciones
sociales, pueblos y nacionalidades indígenas, consiste en el ejercicio de su
autonomía y auto determinación intrínsecas para llevar a cabo, activamente,
la defensa, promoción y extensión de sus derechos y los de la naturaleza,
en oposición a las decisiones de autoridad que vulneren aquellos, o ante las
violaciones perpetradas por particulares que lesionen, o amenazaren con
lesionar gravemente sus intereses, tutelados por la normativa constitucional y
por los instrumentos internacionales de derechos humanos24, y; además, para
demandar nuevos derechos que se consideren necesarios al desarrollo de la
dignidad de las personas, comunidades, pueblos y nacionalidades, conforme
establece el principio de expansión constelacional de estos, establecido por la
Constitución en su artículo 11, numeral 725.

23. Art. 98.- Los individuos y los colectivos podrán ejercer el derecho a la resistencia frente a
acciones u omisiones del poder público o de las personas naturales o jurídicas no estatales que
vulneren o puedan vulnerar sus derechos constitucionales, y demandar el reconocimiento de
nuevos derechos.
24. Como consecuencia de la preponderancia que se le da en la vida política al método genérico
de la representación electoral diferenciada de la población -empleando como único criterio
para ello la adscripción a un distrito territorial determinado por su asentamiento domiciliar-
el predominio en ese sistema se concentra en selectos grupos que se apoderan de la vida
pública a costa de los integrantes de la mayoría popular, quienes –aun cuando alcancen a ser
calificados como ciudadanos –se ven abocados a una situación de marginación real en el acceso
a los mecanismos diseñados para la participación decisoria de los asuntos públicos. Incluso,
en algunos casos, a ciertas categorías sociales se les priva injustificadamente de cualquier
posibilidad de lograr algún tipo de representación en los organismos colegiados por efecto de
disposiciones discriminatorias. Adicionalmente tomando en consideración otro plano, amplios
sectores de la población debido a la precariedad en sus condiciones de existencia, se encuentran
permanentemente sumidos en una situación de efectivo sometimiento originado en la posición
subordinada que ocupan en las jerarquías funcionales, lo cual conduce a la pasividad en el
ámbito político y a su invisibilidad social.
25. Art. 11.7.- El reconocimiento de los derechos y garantías establecidos en la Constitución y en los
instrumentos internacionales de derechos humanos, no excluirá los demás derechos derivados
de la dignidad de las personas, comunidades, pueblos y nacionalidades, que sean necesarios
para su pleno desenvolvimiento.

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Interculturalidad, discursos del poder, ciudadanía y control social en el Ecuador

Fundamentado en la disposición garantista acerca de la preeminencia de


los derechos de rango constitucional, y tomando como su base una concepción
de ellos que los convierte en expresión de la dignidad de las personas y
colectividades (Preámbulo) manifestada en las prescripciones acerca de los
mismos (consagrados en los textos contenidos en los artículos 3, numeral 1
y 42426), este derecho a la resistencia puede calificarse como desobediencia
civil, en defensa de la vigencia y ejercicio de los derechos, de conformidad con
los principios consagrados tanto para su aplicación (artículo 11 CRE), como
para garantizarlos en su eficacia.
En esa perspectiva es que se puede formular a la justicia sustancial como
una demanda destinada a obtener mediante la desobediencia civil activa, el
cumplimiento por parte del Estado y sus instituciones con el contenido de los
derechos consagrados en la Constitución y en los instrumentos internacionales
de derechos humanos, así como también con las garantías constitucionales
de carácter normativo; las referentes a políticas públicas, y, con las garantías
jurisdiccionales de accionabilidad que les permitan ejercerlos. Tal garantía
esencial, enfilada a la defensa activa de los derechos, adquiere la calidad de
principio fundamental de preeminencia ciudadana, propio del Estado
constitucional social y democrático (artículo 1 CRE)27, disponible para enfrentar
todo tipo de arbitrariedades u omisiones de autoridad que se produjeren
dentro de un caso particular, o frente a la respuesta denegativa de los intereses
y expectativas de un colectivo acerca de sus derechos que, inevitablemente,
conduzcan a su vulneración; o ante el menoscabo sistemático de aquellos.
Para alcanzar este fin, los ciudadanos se ven impelidos al uso directo de
acciones cívicas extra institucionales como instrumento que la normativa

26. Art. 3.- Son deberes primordiales del Estado: 1. Garantizar sin discriminación alguna el efectivo
goce de los derechos establecidos en la Constitución y en los instrumentos internacionales,
en particular la educación, la salud, la alimentación, la seguridad social y el agua para sus
habitantes.
Art. 424.- La Constitución es la norma suprema y prevalece sobre cualquier otra del ordenamiento
jurídico. Las normas y los actos del poder público deberán mantener conformidad con las
disposiciones constitucionales; en caso contrario carecerán de eficacia jurídica. La Constitución
y los tratados internacionales de derechos humanos ratificados por el Estado que reconozcan
derechos más favorables a los contenidos en la Constitución, prevalecerán sobre cualquier otra
norma jurídica o acto del poder público.
27. Art. 1.- El Ecuador es un Estado constitucional de derechos y justicia, social, democrático,
soberano, independiente, unitario, intercultural, plurinacional y laico. Se organiza en forma
de república y se gobierna de manera descentralizada. La soberanía radica en el pueblo, cuya
voluntad es el fundamento de la autoridad, y se ejerce a través de los órganos del poder público
y de las formas de participación directa previstas en la Constitución. Los recursos naturales no
renovables del territorio del Estado pertenecen a su patrimonio inalienable, irrenunciable e
imprescriptible.

Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 193-217. ISSN 1900-5547 [ 213 ]
Xavier Garaicoa Ortiz

pone a su disposición para alcanzar la protección cabal de su dignidad y


de los intereses legítimos que consideren necesario promover. Esta
prescripción materializa, por tanto, la aplicación directa e inmediata de
los derechos (artículo 11 CRE, numeral 3)28, garantizando su eficacia ante
el incumplimiento del deber de las autoridades de garantizarlos, o ante la
indiferencia de los organismos de autoridad con respecto al efectivo goce de los
mismos (artículo 3 CRE numeral 1).
Sin embargo, el derecho a la resistencia no se agota en la desobediencia
civil para lograr la eficacia de los derechos y el cumplimiento de la justicia
material para satisfacer la demanda de ella a favor de alguno o algunos de
los integrantes de la sociedad. Una determinada involución en las relaciones
políticas podría conducir a la instauración en los organismos funcionales del
Estado de una situación que se traduzca en una obstaculización, permanente
u ocasional, de los mecanismos instituidos para ejercer la participación
ciudadana, esto es, la erección de barreras que impidan el control eficaz a
realizarse por una judicatura independiente sobre la constitucionalidad de
los actos de autoridad; o, el establecimiento de estorbos antojadizos para
complicar la posibilidad cierta de solicitar la realización de una consulta popular
que desemboque en un resultado vinculante para el poder; o, el complicar
mediante requisitos injustificados incluidos en disposiciones ad-hoc, el acceso
real a presentar iniciativas legislativas y a participar libremente en los debates
parlamentarios de interés general o particular, tanto a nivel nacional como
local; o, a la generación de impedimentos destinados a bloquear la creación
de condiciones adecuadas en las administraciones públicas para participar
de manera autónoma en la formulación, gestión y control de las políticas
públicas, así como en la elaboración del gasto presupuestario y el control de
la rendición de cuentas. La relación dinámica de la sociedad con el poder se
vería entonces afectada a causa de la ilegitimidad producida ante la actuación
de la autoridad en el ejercicio de sus facultades, por lo que correspondería
abrir paso al proceso de autodeterminación popular contenido en el artículo

28 Art. 11. 3. Los derechos y garantías establecidos en la Constitución y en los instrumentos


internacionales de derechos humanos serán de directa e inmediata aplicación por y ante
cualquier servidora o servidor público, administrativo o judicial, de oficio o a petición de parte.
Para el ejercicio de los derechos y las garantías constitucionales no se exigirán condiciones
o requisitos que no estén establecidos en la Constitución o la ley. Los derechos serán
plenamente justiciables. No podrá alegarse falta de norma jurídica para justificar su violación o
desconocimiento, para desechar la acción por esos hechos ni para negar su reconocimiento.

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Interculturalidad, discursos del poder, ciudadanía y control social en el Ecuador

96 CRE29. En estos casos, el derecho a la resistencia como mecanismo de


participación democrática para el autogobierno ciudadano, incluiría la
desobediencia civil general que conduce hacia la insurgencia orientada a
desterrar la opresión y la tiranía arraigadas en la forma de gobierno del país,
tal como lo consagra en su preámbulo la Declaración Universal de Derechos
Humanos de 194830.
Se trata entonces, de un derecho histórico, originario, que faculta al
pueblo llevar a cabo una oposición insurgente contra las formas de ejercicio
tiránico y arbitrario de la autoridad que afectan gravemente a la participación
al socavar los mecanismos de la democracia, –tanto participativa cuanto directa
y comunitaria–, a los que se refiere el texto del articulo 95 CRE, el mismo que
la consagra en términos de un proceso permanente para la construcción del
poder ciudadano.
En ambos casos (la desobediencia civil en demanda de justicia para un
caso concreto o para algún sector discriminado, y, la insurgencia contra la
tiranía en defensa de la participación protagónica en los asuntos públicos),
lo que está constitucionalmente en juego es la preeminencia de los derechos
garantizados por la norma suprema, apelando para ello a un derecho primordial
a ejercerlos, el mismo que justifica la resistencia a la autoridad remitiéndose a
la fuente soberana de todo poder democráticamente constituido: la soberanía
y autodeterminación del pueblo, provisto de una potencia indiscutible. El
profesor italiano Ermanno Vitale31 contrapone este derecho a preservar esta
preeminencia de los derechos que consagra el texto constitucional (artículo

29. Art. 96.- Se reconocen todas las formas de organización de la sociedad, como expresión de la
soberanía popular para desarrollar procesos de autodeterminación e incidir en las decisiones
y políticas públicas y en el control social de todos los niveles de gobierno, así como de las
entidades públicas y de las privadas que presten servicios públicos. Las organizaciones podrán
articularse en diferentes niveles para fortalecer el poder ciudadano y sus formas de expresión;
deberán garantizar la democracia interna, la alternabilidad de sus dirigentes y la rendición de
cuentas.
30. “Considerando que la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento
de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de
la familia humana… Considerando esencial que los derechos humanos sean protegidos por
un régimen de Derecho, a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la
rebelión contra la tiranía y la opresión”.
31. Vitale, Ermanno, 2012 pág. 35: “… aquello que distingue sin ambigüedad la resistencia
constitucional de cualquier otra forma de restauración política, es el carácter de acción,
individual, pero sobre todo colectiva, desde abajo y no desde arriba, ex parte populi y no ex
parte principi, cuyo fin es defender aquel pacto civil fundado sobre la conjugación de los valores
de libertad, igualdad y solidaridad (añadiríamos para nuestro medio los de plurinacionalidad,
diversidad e interculturalidad) y no en el regreso a ordenamientos jurídicos y políticos que
permiten la arbitrariedad, la impunidad y el privilegio”.

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Xavier Garaicoa Ortiz

424 CRE) por sobre la conservación del orden institucional, al encontrarse este
último delimitado por el propio texto constitucional mediante la asignación
normativa de atribuciones específicas para el ejercicio de autoridad y la
restricción a su accionar para ejercer tan sólo ciertas competencias funcionales
(Art. 226 CRE)32. Ante la abrogación de hecho o por la reversión de aquellos
derechos, en estos casos, se debe apelar a dicha soberanía popular en calidad
de fundamento regulatorio para enfrentar el carácter conflictivo de tal
estructuración despótica de autoridad.
El derecho a la participación co-gobernante y co-gestora, tendente a
una autogestión social y comunitaria, provee a la Constitución ecuatoriana
de un claro núcleo normativo en calidad de eje transversal para procurar el
accionar popular en torno al sistema del Buen Vivir, cuya función consiste
en promover la actividad protagónica del ciudadano, actuando para ello a
manera de un mecanismo democratizador que funciona en calidad de correctivo
político y administrativo, jurídicamente garantizado, cuya trama se articula en
torno al efecto producido por la eficacia activa de los principios de igualdad
y equidad social, sobre los cuales se sustenta normativamente aquel sistema
acorde a lo dispuesto por el artículo 340 CRE.

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32. Art. 226.- Las instituciones del Estado, sus organismos, dependencias, las servidoras o servidores
públicos y las personas que actúen en virtud de una potestad estatal ejercerán solamente las
competencias y facultades que les sean atribuidas en la Constitución y la ley. Tendrán el deber
de coordinar acciones para el cumplimiento de sus fines y hacer efectivo el goce y ejercicio de
los derechos reconocidos en la Constitución

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Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 193-217. ISSN 1900-5547 [ 217 ]
TRABAJO, CULTURA DEL TRABAJO
Y ORGANIZACIÓN DEL TRABAJO
(Algunos elementos de reflexión)

Pompeyo José Parada Sanabria1

RESUMEN

E
ste artículo busca suministrar algunos elementos para la reflexión de
la articulación de tres conceptos interdisciplinarios en el ámbito de las
ciencias sociales: los conceptos de trabajo, de organización del trabajo y
de cultura de trabajo; los dos últimos en la medida en que tienden a confundirse
en alguna literatura de los estudios del trabajo, dado que los desarrollos del
postfordismo hacen énfasis en la dimensión subjetiva de los trabajadores, lo
cual lleva a asimilar como equivalente las distintas maneras como los sujetos
laborales asumen los procesos de trabajo en que estos se insertan y que se explica
por diversos factores, independiente de los dispositivos de disciplinamiento
del trabajo. Es un análisis basado en aspectos teóricos de los grandes clásicos
de la sociología y que en forma comparativa los relaciona alrededor de los tres
conceptos trabajados; de la misma manera que las etapas de la organización
científica del trabajo.
Palabras clave: Proceso de trabajo, cultura de trabajo, Organización del trabajo,
Sociología del trabajo, postfordismo

ABSTRACT
This article seeks to provide some elements for reflection on the articulation
of three interdisciplinary concepts in the field of social sciences: the concepts
of work, work organization and work culture; the last two, to the extent that
they tend to be confused in some literature of labor studies, given that the

1. Profesor Universidad de Caldas, Sociólogo, doctor en Antropología Social, correo: Pomjospar14@


outlook.com

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Trabajo, cultura del trabajo y organización del trabajo (Algunos elementos de reflexión)

developments of post-fordism emphasize the subjective dimension of workers,


which leads to the assimilation as equivalent of the different ways in which
labor subjects assume the work processes in which they are inserted and which
is explained by various factors, independent of work discipline devices. It is an
analysis based on theoretical aspects of the great classics of sociology and that
comparatively relates them around the three concepts worked on; in the same
way as the stages of the scientific organization of work.
Keywords: Postfordism, work process, work culture, sociology of work,

RESUMO
Este artigo busca fornecer alguns elementos para a reflexão sobre a articulação
de três concepções interdisciplinares no campo das ciências sociais: as
concepções de trabalho, organização do trabalho e cultura do trabalho; os
dois últimos, na medida em que tendem a se confundir em alguma literatura
de estudos do trabalho, uma vez que os desdobramentos do pós-fordismo
enfatizam a dimensão subjetiva dos trabalhadores, o que leva à assimilação
como equivalente das diferentes formas pelas quais os sujeitos do trabalho
assumem os processos de trabalho nos quais estão inseridos e que é explicado
por diversos fatores, independente dos dispositivos de disciplina do trabalho.
Trata-se de uma análise baseada em aspectos teóricos dos grandes clássicos da
sociologia e que os relaciona comparativamente em torno dos três conceitos
trabalhados; da mesma forma que as etapas da organização científica do
trabalho.
Palavras-chave: trabalho, sociologia do trabalho, culture do travalho,
postfordismo

INTRODUCCIÓN
Los estudios sobre organización del trabajo proliferan en la literatura social
desde la década del ochenta, cuando en América latina, especialmente, se
implementaban las políticas industriales que sustentarían los modelos
económicos aperturistas que se pusieron en boga al finalizar el siglo veinte,
para dar cuenta de la crisis del fordismo y explicar las nuevas formas de
acumulación de capital que se vislumbraban; al mismo tiempo, que dentro del
análisis se consideraban las nuevas tecnologías de la comunicación.
Pasar del fordismo al postfordismo en los análisis de las ciencias sociales
del trabajo es pertinente para comprender las mudanzas del capitalismo
globalizado. Los estudios de los clásicos de la sociología industrial y del trabajo
percibieron el impacto que para la productividad del trabajo tuvo el taylorismo
como la primera forma de la “organización científica del trabajo”, en la medida

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que con sus fórmulas de tiempos y movimientos y de la diferenciación entre el


trabajo que piensa y otro que obedece, se hacía posible intensificar el proceso
de trabajo para lograr el incremento de la plusvalía relativa que, ya Marx
había conceptualizado de forma completa en su magna obra de El Capital de
1867 donde plantea que la maquinización, la cooperación son mecanismos
efectivos para ese fin. El taylorismo cuya mejor aplicación se presentó en los
albores del siglo XX en la producción de las plantas de Ford fue factible dentro
de las condiciones de procesos productivos estandarizados mediados para
mercados masivos, merced al crecimiento de las capas medias de los países
más industrializados. Aunque el fordismo tuvo su auge en los años precedentes
de la peor recesión del capitalismo moderno, su centro de gravedad seguía
siendo el proceso de trabajo accionado por una fuerza de trabajo basada en la
capacidad física y las destrezas obreras de gasto de energía humana y mental
potenciada, justamente, por la racionalidad mayúscula del taylorismo a la
producción capitalista.
Ese elemento organizativo del trabajo coadyuvo al impulso de los
“gloriosos treintas” del capitalismo occidental, pero como estos desarrollos
no se presentan de manera plana, pues están condicionados por factores
extraeconómicos, situacionales unos y estructurales otros-digamos- pero que
no se van a plantear aquí. Basta decir que la depresión de 1929, los efectos de la
segunda guerra mundial, la alternativa social de los países socialistas y la crisis
del petróleo en 1973, cambiaron drásticamente el panorama del capitalismo en
general y en particular de los procesos de trabajo mediados productivamente,
ahí sí por el cambio técnico basado en las aplicaciones de la microelectrónica.
El postfordismo expresa los nuevos modelos de disciplinamiento del
trabajo que corresponden a procesos productivos determinados por la aplicación
de esas nuevas tecnologías, junto a mercados masivos pero fragmentados. Los
procesos de trabajo en consecuencia están instrumentalizados por el conjunto
de tecnologías de punta, como los diseños manufactureros computarizados, el
empleo generalizado de los sistemas y de las comunicaciones que configuran
plantas industriales que suponen una extraordinaria flexibilidad de la
producción para responder a los gustos de los consumidores que demandan
diversa clase de productos. Por tanto, la organización del trabajo se torna
consistente con esa base tecnológica y, supone una fuerza de trabajo cuya
principal característica es cognitiva e ideológica o de carácter subjetivo si se
quiere. El postfordismo conocido como toyotismo se despliega en una variedad
de modelos o dispositivos de control sutil de los procesos de trabajo, entre los
cuales se destacan la calidad total o círculos de calidad, el justo a tiempo, la
reingeniería, entre otras, es decir una miríada de formas de gerencia japonesa

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Trabajo, cultura del trabajo y organización del trabajo (Algunos elementos de reflexión)

que se han irrigado por el mundo desde hace cuarenta años. Estas modificaciones
productivas marcan el rasgo que caracteriza el trabajo en el mundo hasta los
primeros años del siglo XXI: la flexibilidad del trabajo, ahora profundizada por
la precariedad que genera al decir de Standing (2022) una nueva clase social.
El objetivo del artículo pretende abordar la organización del trabajo
desde una perspectiva híbrida si se permite la expresión, es decir analizar esa
condición de subjetividad del trabajo en concordancia con los efectos que se
han producido en el proceso de trabajo contemporáneo, o sea desregularizado,
deslocalizado y en relación con variables como el género y de lo étnico. Además
de utilizar herramientas de índole antropológica en el sentido de abordar el
problema desde la cultura del trabajo, incluso asumiéndola en los planteos de
la sociología clásica y de una propuesta que hace explicita las variables antes
mencionadas.
En consecuencia, se procederá de la siguiente manera: en primer lugar, se
expone la perspectiva sociológica a partir de la extrapolación de los elementos
que, desde nuestro punto de vista, guardan relación con el concepto de trabajo
y de su instancia cultural y, luego propiamente de organización del trabajo
en varios autores de la sociología y de las ciencias sociales de América latina.
Finalmente, acotar previamente que en dos de los autores analizados (Durkheim
y Weber), un denominador común es el concepto de profesión interpretado con
base en la moral en un caso y en otro con base en los valores.

EL ENFOQUE DE LOS CLÁSICOS


No se podría entender el concepto de trabajo sin partir del examen realizado
por los teóricos de la sociología clásica2. En cuanto en estas diferentes
expresiones metodológicas sobre la sociedad moderna, subyace el proceso
productivo que dio pie a sus análisis generales, la revolución industrial y con
ella, evidentemente, el factor trabajo y la existencia histórica de los sujetos
sociales que lo encarnan, los cuales con su conducta activa o pasiva colocan
sobre el escenario de la historia una dinámica social, que se convirtió en su
objeto de estudio, desde los distintos paradigmas (Kuhn T., 1992): el método
dialéctico, cuyas referencias acerca del trabajo le resultan cruciales al carácter
materialista de su teoría y por su sentido esencialista respecto del trabajo; el
método funcionalista en su versión inicial, asume el análisis del trabajo desde
la división social del mismo; el método comprensivo, en la versión weberiana,

2. Juan José Castillo (1994: 23) dice evocando a Merleau Ponty: “un clásico ofrece siempre nuevas
ideas (y clásico puede ser una investigación sobre campesinos polacos, o sobre la personalidad
autoritaria, “lo mismo que toda la obra de Weber, Durkheim o Marx)”

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lo toma seriamente desde su concepción liberal, como soporte en la explicación


del origen del capitalismo.

TEORÍA DEL VALOR TRABAJO


El punto de partida de la teoría del valor trabajo lo encontramos en la economía
política de Adam Smith (2009)3, quien reconoció el trabajo como el factor
productivo de riqueza, en el modo de producción capitalista, por oposición a la
agricultura como lo pregonaban los fisiócratas; su potencial se encontraba, por
un lado, en la división técnica del trabajo tal como se demuestra en la metáfora
de la fabricación de alfileres y, por otro lado, en la relación con el tiempo
incorporado en la producción de una determinada mercancía. Su análisis se
dificulta cuando abstrae las condiciones sociales en las que se desarrolla el
trabajo y no destaca el papel del obrero al que considera está adecuadamente
retribuido en su salario. Del mismo tenor es el análisis de David Ricardo
(1973) al no considerar el tiempo social de la producción de las mercancías.
A juicio de Carlos Marx la economía política es una apología de la sociedad
moderna capitalista. Desde nuestra óptica la teoría de estos economistas, cobra
importancia porque con sus análisis el trabajo es considerado, desde entonces,
central social y productivamente hablando; pues en formas sociales precedentes
–aunque no en todas– el trabajo es mirado peyorativamente (Meda, 1995).
Carlos Marx (1867, 1974) analiza el trabajo como la fuente del valor
al determinar que una mercancía es el resultado del trabajo incorporado
en términos del tiempo socialmente necesario, es decir dentro de unas
especificas condiciones técnicas que se presentan en promedio y al desarrollar,
principalmente, la teoría de la plusvalía: la producción de mercancías típica en
el capitalismo se “presenta como un inmenso arsenal de mercancías”, significa
que en organizaciones sociales anteriores al modo de producción capitalista,
la cultura material o el desarrollo tecnológico no era el resultado exclusivo de
la fuerza de trabajo, a diferencia del capitalismo ya que esta, también, es una
mercancía, pero con la particularidad que es la única generadora de valor por
el desgaste de energía física y mental, junto a otras condiciones externas que le
proporcionan sentido a dicha fuerza de trabajo. Aspecto insólito en la historia
social. La teoría del valor trabajo es una superación de los economistas Smith y
Ricardo porque Marx demuestra que la retribución al obrero, o sea su salario,

3. En la economía política clásica hay tres grandes exponentes; al lado de Adam Smith quien con
su obra La riqueza de las naciones marcó un parte aguas con la economía anterior, está David
Ricardo excelso analista de la renta de la tierra y el tiempo como factor determinante del valor y
John Stuart Mil; de la teoría del valor trabajo parte el análisis crítico de Marx que lo llevara más
lejos, con su crítica de la Economía política conocida como El capital.

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no es un intercambio de equivalentes, como lo planteaba Smith, sino que por


el contrario ese valor incorporado en el proceso productivo capitalista, en
términos de la magnitud tiempo es regresado solamente como equivalente de
su reproducción social, o sea el salario como tal, y el restante valor generado
es apropiado por el capitalista. Es la conocida teoría de la plusvalía (tiempo de
trabajo excedente no pagado).
La teoría del valor trabajo de Marx es la aplicación de su concepción
general del trabajo al modo de producción capitalista y que en esta ponencia no
es factible soslayar. Por esa razón se distingue entre fuerza de trabajo y trabajo4:
la fuerza de trabajo es componente de cada modo de producción al hacer parte
de los medios de producción y que junto a las relaciones sociales de producción
concretan ese concepto. El concepto de trabajo en sí es el elemento central de
su gran categoría de la praxis, o sea es la facultad del hombre de intervenir la
naturaleza y no solo transformar a ésta sino también transformarse a sí mismo
(Marx, 1974: Engels, 2003):
El trabajo es, en primer lugar, un proceso entre el hombre y la naturaleza,
un proceso en que el hombre, media, regula y controla su metabolismo con
la naturaleza. El hombre se enfrenta a la materia natural misma como un
poder natural. Pone en movimiento las fuerzas naturales que pertenecen a
su corporeidad, brazos, piernas, cabeza y manos, a fin de apoderarse de los
materiales de la naturaleza bajo una forma útil para su propia vida. Al operar
por medio de ese movimiento sobre la naturaleza exterior a él y transformarla,
transforma a la vez su propia naturaleza. Desarrolla las potencias que dormitaban
en ella y sujeta a su señorío el juego de fuerzas de la misma. (Marx, 1973: 215)5

Es el papel activo del hombre en la historia que se produce dentro de


ciertas condiciones que no puede modificar como el clima o el medio ambiente.
Por esa misma razón, es que el hombre se diferencia de los animales en los
procesos de trabajo. El hombre idealiza primero su acción antes de ejecutarla
(Marx, 1973, 2010: 215). Somete a la naturaleza con el trabajo sirviéndose de
ella de forma concreta, por ejemplo, colocando sus recursos para su propia
vida, lo cual se manifiesta en el capitalismo mediante los valores de uso de
las mercancías e interponiendo entre este y la naturaleza los instrumentos de
trabajo, que no es otra cosa que la tecnología.

4. Herbert Gintis en su polémica con la teoría neoclásica, con respecto del mercado de trabajo,
explícitamente hace esa distinción entre trabajo y fuerza de trabajo, al demostrar que en el
espacio de la empresa una cosa es el intercambio laboral y otra el intercambio de mercancías
(Gintis, 1983: 188).
5. Citado por Pagura, 2010: 58.

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Ahora bien, ¿cuál es la relación con la cultura del trabajo? La respuesta a


esta pregunta la ubicamos en el ámbito de la concepción de superestructura,
es decir en tanto en esta exposición se registra la teoría del valor trabajo, esto
no impide que apelemos a la concepción, del autor más relevante de la teoría
del valor trabajo, del materialismo histórico como su matriz epistemológica.
En esta como es sabido, a diferencia de la antropología que comporta un
concepto de cultura en sentido holístico, la cultura se ubica en el nivel de la
superestructura separada del modo de producción; para ser más preciso este
nivel no está concebido de modo explícito en los modos de producción, se lo
entiende en el concepto de formación social- al cual concurren diversos modos
de producción.
La cultura en la teoría del materialismo histórico (MH) es un agregado
compartido por la ideología y todos los campos de la vida intelectual, en una
instancia superior a la organización jurídica y estatal, determinados por la
economía o base material de la formación social- compuesta por los elementos
de los modos de producción traslapados- pero no mecánicamente, sino
mediados por la estructura social y en determinados momentos aleatoriamente
o por el papel de distintas formas de actividad humana como la religión o por
la acción fortuita de personalidades, aunque sea comprensible la aseveración
de Marx y Engels, de la economía como determinante en última instancia de las
formas de pensar, etc.6. En ese agregado superestructural lo que se subraya para
el análisis de la cultura del trabajo es la ideología, la cual como mistificación
o tergiversación de la realidad no permite una comprensión exacta, pero por
ser su opuesto hace parte de la cultura del trabajo y en esa misma dirección,
guarda valor metodológico en tanto la ideología se torna en punto de partida
en muchas investigaciones7.

DIVISIÓN SOCIAL DEL TRABAJO


Dicha concepción está inscrita en la dicotomía de los tipos de solidaridad,
formulados por Emile Durkheim (1987), a saber, solidaridad mecánica versus
solidaridad orgánica. Estrictamente el trabajo entendido bajo la connotación
de la división es formulado en el concepto de la solidaridad orgánica, que como

6. Es conocida la frase de que los hechos históricos están determinados en última instancia por la
economía, lo cual es plausible metodológicamente dada la explicación de una formación social
en un periodo significativo, que no se podría entender sino por los cambios que se operan en la
economía de dicha formación social.
7. En el aspecto de la ideología véase la definición de culturas del trabajo de Pablo Palenzuela
(1995: 3-38) cuando señala a esta como parte del conjunto de percepciones, valores, normas (e
ideología) de un colectivo de sujetos sociales insertos en un proceso de trabajo.

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tipo de sociedad es producto de la altísima división del trabajo y que encuentra


su regulación en el derecho restituido. Las sociedades que se podrían asimilar
a la solidaridad mecánica o carecen de división del trabajo o es de bajo nivel.
Para nuestro objetivo solo consideramos la solidaridad orgánica, ya que por
su carácter es asimilable a la sociedad moderna capitalista y es el contexto
histórico en el cual se localiza nuestro análisis.
En ese sentido, el primer punto a examinar se refiere al trabajo y su relación
con la división del mismo. En buena medida el planteamiento de la división del
trabajo por Durkheim es retomado de la tesis de la división técnica del trabajo
de Adam Smith, pero con la gran diferencia que Durkheim no se refiere a ésta,
pues no la está considerando al interior de la fábrica, sino que la concibe en
el conjunto de la sociedad como función, es decir, por la complementariedad
que las distintas funciones realizadas por los sujetos sociales en interacción
generando como resultado la cohesión social, y por tanto su organicidad. En
la complementariedad reside desde mi punto de vista, la influencia de Smith
sobre Durkheim. Su distanciamiento, se observa en la perspectiva holística de
este último: los individuos con su actividad resuelven una necesidad a los otros
y viceversa8.
La alta división del trabajo se realiza en sociedades industriales o
complejas que tienen principalmente funciones económicas, por oposición
al tipo de sociedades que carecen de división del trabajo cuyas funciones son
sociales, al decir del autor en cuestión (Durkheim, 1987: 48). Pese al método
positivista, comprensible en el desarrollo de las ciencias sociales del siglo XIX,
la división funcional del trabajo está relacionada claramente con la actividad
económica de la sociedad moderna, que es ostensible desde ese siglo. Y que
en consecuencia entra en el análisis de un objeto de estudio, que como el de
Durkheim, se enmarca dentro de la teoría de modernidad, contemplando al
trabajo como central en las relaciones sociales.
El paso a las sociedades del tipo de la solidaridad orgánica es inevitable
porque obedece a prácticamente una ley, frente a la cual no existe alternativa; en
esta aseveración Durkheim parece seguir el sentido evolucionista de Spencer,
de que todas las sociedades se complejizan, en este caso en la medida en que se
aumenta la división del trabajo. La frase de a mayor división del trabajo mayor
solidaridad orgánica, parece resumir la teoría del autor francés (Durkheim,

8. En el enfoque positivista de Durkheim se entiende su concepto de función influenciado por


las ciencias naturales de entonces: un órgano se define por la necesidad que resuelve; en la
sociedad las funciones de los individuos y las instituciones son de carácter social y económico si
se trata de sociedades del tipo de solidaridad orgánica.

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1987: 66). Sin embargo, esa evolución no está exenta de traumatismo, pues
la transición entre la solidaridad mecánica y la solidaridad orgánica implica
situaciones de anomia: esta afirmación es relevante para nuestro problema en
tanto se relaciona con las profesiones.
A ambos tipos de solidaridades corresponde un determinado derecho:
a la solidaridad mecánica el derecho represivo y a la solidaridad orgánica el
derecho compensatorio; estas formas de derecho obedecen a la regulación
necesaria de las sociedades. En la solidaridad orgánica, predomina el derecho
restituido, en virtud de la alta división del trabajo que, supone diversidad de
opiniones según las múltiples funciones de los individuos en dicha estructura
social. Esas funciones no son nada distinto que las profesiones las cuales son
analizadas por Durkheim dentro de un cuadro de anomia, pues para él aquellas
no desempeñan el mismo papel en la sociedad moderna, como sucedía en
sociedades precedentes, salvo en ciertas condiciones que él presenta. Las
consideraciones aludidas son pertinentes para nuestro objetivo, en razón a la
relación que podamos configurar para las culturas del trabajo.
Es indudable la evidencia sobre las profesiones como efecto de la división
del trabajo: “No hay, sin embargo, que ´perder de vista el lugar, cada vez más
importante, que la profesión adquiere en la vida a medida que aumenta la
división del trabajo, pues el campo de cada actividad individual tiende cada vez
más a encerrarse en los límites señalados por las funciones de que el individuo
está especialmente encargado” (Durkheim, 1987:6). Las profesiones definen el
locus de los individuos relacionándolos con los que comparten “ocupaciones
similares” (Durkheim,1987:3) pero de una manera superficial pues no basta la
relación con los clientes, por ejemplo, ya que para Durkheim estos encuentros
son casuales, aleatorios (1987:2). Es indispensable la permanencia de los
grupos profesionales, la cual se alcanza cuando por medio de la reglamentación
se torna en institución pública. Las profesiones de tipo moderno son factibles
en las sociedades industriales en tanto trascienden las relaciones familiares
que para Durkheim son connaturales a la agricultura. Para que cumplan
papel equivalente a las corporaciones medioevales o romanas, las profesiones
tipo orgánico requieren regulación de sus pares, porque “la actividad de una
profesión no puede reglamentarse eficazmente sino por un grupo muy próximo
a esta profesión, incluso para conocer bien el funcionamiento, a fin de sentir
todas las necesidades y poder seguir todas sus variaciones” (Durkheim, 1987:6).
Cabe aclarar que estos rasgos anómicos de las profesiones, nuestro autor,
los aprecia especialmente para las relaciones sociales típicas de la sociedad
moderna, es decir de obreros y jefes de empresa e incluso de los “industriales
con la competencia”.

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No obstante, lo anterior, para el pensador francés las profesiones se


distinguen por las siguientes características: La moral le permite al individuo
superarse y controlar su egoísmo. La moral es igualmente suministradora
de disciplina y para que las profesiones posean esas cualidades, es que se
hace indispensable la regulación: “el grupo profesional es un poder moral
capaz de contener los egoísmos individuales, de mantener en el corazón de
los trabajadores un sentimiento más vivo de solidaridad común, de impedir
aplicarse tan brutalmente la ley del más fuerte a las relaciones industriales y
comerciales” (Durkheim, 1987: 4).
La institucionalización, es una cuestión que no resulta extraña en la
teoría de Durkheim. Este sociólogo nos indica que los grupos profesionales han
tenido su simbología desde la antigüedad pues cada una de ellas se consagraba
a un Dios, celebraba fiestas y en la antigüedad realizaban sacrificios. Para
las profesiones en la actualidad, no resulta nada de esto extraño, excepto los
sacrificios (Hualde, 2000).
El proceso de socialización conduce a los individuos a un estadio superior,
de análoga manera a como los hechos sociales se imponen sobre aquellos, el
grupo profesional coadyuva en su integridad moral. Durkheim lo expresa del
modo siguiente: “he aquí porque cuando los individuos, que encuentran que
tienen intereses comunes, se asocian, no lo hacen solo por defender esos
intereses, sino por asociarse, por no sentirse más perdidos en medio de sus
adversarios, por tener el placer de comunicarse, de constituir una unidad con
la variedad, en suma, por llevar juntos una misma vida moral (Durkheim, 1987:
6).
Dos elementos de la teoría de Durkheim sobre el trabajo, podrían
evaluarse como positivas para un estudio de las culturas del trabajo. En primer
lugar, el concepto de representación social y en segundo lugar la connotación de
moral y de socialización que tienen los grupos profesionales. En el primer caso,
ese concepto ha sido tomado por las ciencias sociales como base para análisis
culturales, especialmente los que enfatizan las identidades sociales, explícita
o tácitamente apelan al concepto aludido, refleja las colectividades, en este
caso articuladas a los procesos de trabajo y que coinciden con la definición de
nuestro autor tal como lo expresa en su texto de la División Social del Trabajo
así: “dentro de un grupo de trabajadores existe una opinión, difundida por toda
la extensión de este agregado restringido y que sin que se encuentre provista
de sanciones legales, hácese sin embargo obedecer” (Durkheim, 1987: 89).
En el segundo caso, porque si el aspecto moral es el centro de su definición
de profesión, evidentemente hace parte de la cultura. Durkheim no ubica la
existencia de estos grupos en relación directa con su funcionalidad de la división

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del trabajo; la entiende en un plano superior, pues como lo hemos visto “hacer
una vida moral común” es superponer una naturaleza a la naturaleza física a
los individuos,9 por eso la orientación hacia formas organizadas, más allá de la
pura función efectuada.
La limitación para nuestro análisis estriba en el carácter ahistórico de
su metodología, no en el concepto mismo de los grupos profesionales que los
ubica en la sociedad moderna; tampoco compartimos el enfoque positivista, ya
superado con el desarrollo de las ciencias sociales en el siglo XX básicamente.
Los conceptos de profesiones y representación social se colocan, empero lo
dicho, a la discusión de la comunidad académica.

EL PLANTEAMIENTO DE MAX WEBER


La concepción sobre el trabajo en la sociología comprensiva está asociada al
texto de “la ética protestante y el espíritu del capitalismo” de Max Weber, ya
que asumimos aquel como la concepción liberal que asimila el trabajo bajo una
doble perspectiva, como acción social con sentido e históricamente, en tanto da
lugar a la hipótesis explicativa, del surgimiento del espíritu capitalista. Es un
planteamiento positivo, que contribuyó al empoderamiento del trabajo como
central en la sociedad capitalista.
Como lo sostiene Dominique Meda (1998), el trabajo no siempre ha
sido el eje de las relaciones sociales. Dentro de la sociología es Weber quien
reivindica, por así decirlo, al trabajo como importante para el capitalismo,
pues le permite plantear que su origen, en términos de su mentalidad lo
encontramos en los valores de unos sujetos históricos del siglo XVI, quienes
en procura de la salvación generaron una conducta, regida por unas máximas
de conducta (Weber, 2000) como la austeridad, el ahorro, la frugalidad, el
aprovechamiento del tiempo, pero especialmente el sentido del cálculo y otros
más, los cuales resultaron compatibles con el desarrollo del capitalismo. Es un
efecto no deseado en la historia10, pues evidentemente aquellos personajes
–del ascetismo intramundano– no actuaban tras fines materiales, pese a que

9. E. Durkheim se refiere a que los individuos de una profesión se adhieren a estos grupos en
tanto allí encuentran una superación moral y por ser formas organizadas, pese a cierta dosis de
coerción que no se descarta en grupos jerarquizados como esos.
10. Cabe aclarar: 1) que Weber explica el surgimiento no propiamente del capitalismo, sino que
se refiere al espíritu del mismo, pues condiciones económicas y sociales que lo posibilitaban
no se desconocen (ver la figura del guardagujas y 2), esta hipótesis, así llamada acá en este
documento, históricamente encontró verificación en el desarrollo económico del norte de
Europa y en Estados Unidos.

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Trabajo, cultura del trabajo y organización del trabajo (Algunos elementos de reflexión)

algunos consideraran la riqueza como señal de estar entre los elegidos para la
salvación.
Lo que importa para nuestro fin es señalar como los valores tienen
incidencia en el comportamiento social, en concreto en el mundo laboral.
Abstrayéndonos del nexo con la religión, vale destacar que al secularizarse esta
el concepto de trabajo plantea que las profesiones están basadas en la vocación11,
que los sujetos sociales asumen como misiones o formas significativas de estar
en el mundo y que por ende suponen una ética. Es decir, son referencias que
orientan axiológicamente a los individuos que cumplen imperativamente como
tal, independientemente de las formas de control social.
Como acción social, Max Weber nos remite a los siguientes puntos:
El trabajo es percibido como actividad al servicio de otros y no como actividad
inscrita en un proceso productivo de bienes materiales. Se enmarca en que
toda acción económica pretende disposición de utilidades que son bienes si se
trata de las cosas o servicios si se trata de “una conducta activa de los hombres”
(Weber, 1964:50). A estas prestaciones humanas, Weber las clasifica en dos
tipos: tipo directivo que las llama “disposición de trabajo”, son las que atañen a
la gestión económica y tipo ejecutivo, equivalen al trabajo en sentido estricto -al
primer tipo tampoco lo descarta como trabajo- Diría que el concepto de trabajo
en cuanto tal es en Weber de carácter amplio; no se reduce únicamente a las
actividades que signifiquen desgaste físico o uso de tiempo (Llano R., 1992).

El trabajo dentro de la racionalidad capitalista es resaltado por Weber


al momento de definir el capitalismo moderno occidental. Es un segundo
componente en la definición de este, que fue la particularidad buscada en su
trasegar por la historia con la lupa de las variables de religión y derecho. El
capitalismo moderno para Weber se define formalmente, como la organización
racional del trabajo y de la empresa. Visto objetivamente el trabajo es un medio
en este tipo de organización social; analizado subjetivamente es un fin por la
determinación motivacional12.

11. La palabra vocación se deriva de la traducción de la palabra alemana beruf (del siglo XIX); en las
notas de pie de página del capítulo III del texto en cuestión, Weber hace un análisis semántico
de este término extraído de la biblia de Lutero, palabra que este la entendía como actividad
realizada para honra de dios y como amor al prójimo con lo cual entenderíamos una proyección
social del trabajo.
12. Porque se supone que de acuerdo al tipo ideal los individuos no carecen de vocación en el
desempeño de su actividad, precisamente es el punto de partida en el discurso de la ética
protestante, en el capítulo I en el cual se constata estadísticamente la orientación de los
trabajadores y estudiantes adscritos a religiones protestantes y judíos versus católicos, en un
caso por su rendimiento y en otro por escogencia del tipo de carreras.

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Adicionalmente, desde un punto de vista sociológico en el capitalismo


moderno, la actividad económica que implica un “ejercicio pacífico por los
poderes de disposición” dada la escasez de recursos genera la aparición de
las profesiones, en razón a que la economía se presenta de forma continua y
la garantía de que así ocurra son las profesiones. Siguiendo a Rafael Llano, a
estas Weber las entiende como “la peculiar especificación, especialización y
coordinación de los servicios que ofrece una persona de un modo continuado
y que son para ella fundamento de una probabilidad duradera de subsistencia
o de ganancia” (Llano, 1993: 138). De lo cual se colige que la ganancia y la
subsistencia se pueden desarrollar de acuerdo a la tradición o a un plan o dicho
de otra forma, según la costumbre o racionalmente: como sería dicha acción en
una “economía campesina” y como sería en una empresa.
Proponiéndolo de forma explícita, el concepto de trabajo de Max Weber
tendría relación con las culturas del trabajo por las siguientes razones:
a).- En la medida en que es una teoría social ubicada en el plano de la cultura.
Para el autor de Erfurt, la incidencia de las ideas sobre la historia es real,
la mejor expresión de esta concepción es la incidencia de los valores re-
ligiosos sobre el capitalismo moderno. En sus investigaciones sobre mu-
chas de las religiones universales, el hilo conductor fue la relación con el
desarrollo económico (Freund J., 1967) y cómo estos valores o se conver-
tían en obstáculo a la racionalidad (instrumental) o la facilitaban, encon-
trando esta particularidad solo en occidente como se sabe. Por otra parte,
para Weber las condiciones económicas, si bien no son determinantes en
la conducta social sí juegan papel solamente en sentido condicional. Es
comprensible su metodología, dada su base epistemológica neokantiana:
Weber siguiendo la línea de Rickert y volviendo sobre la razón subjetiva,
cree que la esencia de la historia son los valores (Rickert H., 1965).
b).- En la misma línea anterior, como acción social la actividad laboral supone
significados que no son de origen psicológico, sino que son “facilitados”
por el entorno cultural, lo cual no quiere decir que los individuos estruc-
turen su “sentido mentado” de la cultura general -necesariamente- sino
que es ese entorno el de mayor incidencia13 en esa estructuración en los
sujetos; significados –sentido– que bien pueden surgir de la tradición, o
bien de otras formas de socialización y que aquellos elaboran de acuerdo

13. Aquí también es válido como en la acción económica que la estructura social es tan solo
condición, es decir es una referencia; de otro lado, con relación a la “cultura general” cabe anotar
el planteamiento para inicios del siglo XX; visto el asunto hoy día, por el desarrollo de los medios
de comunicación y las redes sociales, el entorno cultural puede ser mundial.

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Trabajo, cultura del trabajo y organización del trabajo (Algunos elementos de reflexión)

a sus fines; tampoco serían significados individuales pues la acción social


conforma sentidos colectivos no por la sumatoria de sentidos, sino por
la probabilidad del sentido predominante en un círculo social (Weber,
1964).
Las limitaciones de la teoría de Weber, las ubicamos en su fundamento
como teoría del conocimiento en cuanto que los significados del trabajo no
se desprenden de la inserción de los sujetos laborales en los procesos de
producción y el modelo ideacional. La teoría resulta unidimensional, de forma
semejante a la visión ortodoxa al marxismo, en el cual las determinaciones
sobre las ideas se producen de forma mecánica. Aunque exista una relación
con lo económico-social en tanto esta instancia se entiende condicional, resulta
escindida y enturbia una verdadera perspectiva holística de los significados
de los procesos de trabajo. No quiere decir que, en el examen del problema
empírico, no se use como referencia algún aserto de este autor, al menos como
interlocución entre las disciplinas de la antropología y la sociología.
Examinadas las tres vertientes principales de la sociología clásica en
torno del concepto de cultura del trabajo y vistos su alcance y limitaciones,
en el siguiente epígrafe analizaremos los aportes que resulten sugestivos para
nuestro propósito, siguiendo los mismos parámetros del examen clásico.

EL TRABAJO EN LA PERSPECTIVA DE LA GLOBALIZACIÓN


Entre la sociología del trabajo y la sociología industrial no existe una muralla
china que las separe radicalmente. Sin embargo, en las últimas tres décadas
cada una de estas sociologías especiales parece haber tomado rumbos distintos,
en función de los cambios de la realidad productiva y social operados con
fuerza desde finales de los setentas, pero que ya se vislumbraban desde el fin
de la segunda postguerra. Anterior a estos cambios, lo que se conocía como
sociología del trabajo, según Dahrendorf14, eran los estudios de los esposos
Webb quienes en la Inglaterra de mitad del siglo XIX retrataban la vida de los
trabajadores industriales y de las minas; en la postguerra en línea similar pero
más en el ámbito académico, surge en Francia la sociologie du travaille que
bajo la dirección de George Friedmann y Pierre Naville15 investigan sobre el

14. Ralf Dahrendorf, sociología industrial y de la empresa, Editorial Uteha, Madrid, 1966, capítulo 1.
15. En esa línea de trabajo participaron además de Friedmann y Naville muchos intelectuales de
Francia como Alain Toureaine, Croizier, entre otros, existe un libro publicado con el título de
tratado de sociología del trabajo en dos tomos por el FCE, que tiene varias reimpresiones y que
es muy difundido en la enseñanza de la sociología en América Latina.

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Pompeyo José Parada Sanabria

trabajo de manera muy amplia; se crea allí, la revista del mismo nombre aún
conservada.
En la actualidad la sociología del trabajo se desarrolla en la perspectiva
del análisis social del trabajo y de los trabajadores en el marco fáctico del
trabajo globalizado, flexible y precario. Su punto de partida lo ubicamos en los
planteamientos de la no centralidad social del trabajo, propuestos por Clauss
Offe16 y André Gorz.
Esas tesis reflejan la transformación de la economía de los países
industrializados en una economía de servicios. Además, del impacto de la
microelectrónica y la información17 en el aparato productivo de estos países
con los concomitantes ajustes en la organización del trabajo. Valga decir, de otra
forma de acumulación de capital conceptualizada como postfordismo. En las
ciencias sociales repercute en el cuestionamiento del concepto de clase social
como explicación de la estructura social del capitalismo actual. En consecuencia,
el interés de aquellas, se ha dirigido a encontrar los ejes que nuclean la sociedad
actual: la ecología, la identidad de género ¿Cuál? En el campo de los procesos de
trabajo se abre un abanico de posibilidades de conocimiento: el primero de ellos
significa entender como trabajo lo que antes no se calificaba como tal (trabajo
doméstico, trabajos sumergidos, etc, sin excluir el trabajo industrial), legitimar
la identidad social de estos nuevos colectivos al margen de la centralidad social;
el carácter interdisciplinario del conocimiento científico. En ese nuevo objeto
de estudio encuentra escenario la sociología del trabajo.
Lo que pretendemos es identificar para nuestra reflexión los conceptos
y los elementos teórico-metodológicos que en la sociología del trabajo tienen
relación con la cultura del trabajo y por tanto brinden luces. Estos elementos,
los precisamos con respecto de la cultura material o si se quiere del proceso
técnico de trabajo y de la cultura inmaterial, a los cuales les otorgamos prioridad
en aras de mejorar nuestro examen socio antropológico. En idéntica dirección,
damos prioridad al enfoque de la sociología del trabajo de Latinoamérica; no por
razones chovinistas o reduccionista, sino tras una adecuada contextualización.

16. Offe, Clauss, La sociedad del trabajo, Alianza editores, Madrid y André Gorz, Miserias del presente,
Riqueza de lo posible, Paidós, 2000
17. Algunos autores a estos cambios en los cuales el conocimiento científico es catalogado como
factor productivo lo denominan “revolución científico-técnica”; el texto de Carlos Ominamí,
La tercera revolución industrial es muy ilustrativo al respecto, fue publicado por Grupo Editor
Latinoamericano en 1986.

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Trabajo, cultura del trabajo y organización del trabajo (Algunos elementos de reflexión)

ORGANIZACIÓN DEL TRABAJO


La producción de la sociología del trabajo en Hispanoamérica enfocada en la
organización del trabajo18 en los años 90, se ha generado como respuesta a la
implementación de políticas económicas neoliberales en casi todos los países de
América Latina. En Colombia, por ejemplo, desde ese año se cambió el modelo
económico que había imperado durante cuarenta años, caracterizado como un
modelo proteccionista o como denominan los economistas de “desarrollo hacia
dentro”, por un modelo de libre mercado orientado hacia el mercado externo
cuya punta de lanza eran las exportaciones. Esa estrategia se ha conocido
como la “apertura económica” y suponía la reconversión industrial de la
empresa colombiana con propósito competitivo en el ámbito internacional. La
reconversión industrial implementó programas de modernización tecnológica
de plantas, el ajuste legal de las nuevas relaciones laborales y, especialmente,
la organización del trabajo. De manera similar, ocurrió en casi todos los países
de América latina con escasas diferencias de tiempo19. Con los cambios en la
política económica se institucionalizaba la transformación del trabajo y todo
el andamiaje del “Estado de bienestar”. Esos hechos no podían ser pasados por
alto por la sociología del trabajo: la reflexión científica de la organización del
trabajo implicó estudiar la reestructuración productiva; por eso buena parte,
de esa producción está articulada en esos dos aspectos.
La reflexión entonces se centra en el transito del modelo taylorista al
postfordismo, que en la realidad ya se venía practicando en diversos países o
en firmas determinadas, mediante la implementación de programas de calidad
total, justo a tiempo, etc, es decir todas las modalidades de la llamada “gerencia
japonesa”. En el marco de la revolución científico-técnica y sus aplicaciones en
la producción que se expresan en la informatización de la economía, tanto en
la industria con el CAD-CAM (diseños manufactureros computarizados) y en la
robótica (OMINAMI, 1986) como en la administración por la sistematización de

18. “Por organización del trabajo –Martha Novick entiende– puede definirse el conjunto de
aspectos técnicos y sociales que intervienen en la producción de determinado objeto. Se refiere
a la división del trabajo entre las personas, así como entre las personas y las máquinas, de la
intervención de todas las dimensiones presentes en cualquier prestación laboral”. En Tratado
latinoamericano de sociología del trabajo, Enrique de la Garza (comp.), FCE, México, 2000, p.
126.
19. Excepto Chile cuya política neoliberal se había implementado desde los años setenta por el
régimen militar

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todos los procesos de ese campo y de la información de la oficina20, es que se


revela la flexibilidad de los procesos de trabajo y de la organización del trabajo.
En ese sentido se hace indispensable la participación de los trabajadores en el
proceso productivo, en virtud del conocimiento como nuevo factor productivo.
En el modelo de Taylor hay un trabajo que piensa y otro que, obedece que
corresponde a la producción en masa del siglo XX. Toda la teoría de F. Taylor
y de Fayol con sus parámetros de tiempos y movimientos, de incentivos y del
control estricto del proceso de trabajo, que para Benjamín Coriat significa la
pérdida definitiva del oficio por parte de la clase obrera:

Al acabar con el control obrero sobre los modos operatorios, al sustituir los
“secretos” profesionales por un trabajo reducido a la repetición de gestos
parcelarios-en pocas palabras, al asegurar la expropiación del saber obrero y
su confiscación por la empresa-el cronometro es, ante todo, un instrumento
político de dominación sobre el trabajo. (Coriat, 1982: 2)

Encuentra su aplicación en los talleres de Ford21, dado el incremento en la


capacidad adquisitiva de la clase media en los Estados Unidos en los albores del
siglo XX: la producción es masiva por el consumo en masa, todo lo cual explica

20. De Pablo Antonio ofrece un buen resumen de la organización del trabajo sucedidos en la
administración de las firmas, por efecto de las TICS ejemplo esto en el capítulo 4 se refiere
al trabajo de oficina, de este destacamos lo siguiente: “(…) la llegada de nuevas tecnologías a
despachos y oficinas está siendo a menudo la ocasión para introducir cambios en la propia
organización del trabajo. Cambios que, por lo que puede observarse en las investigaciones y
estudios realizados, pueden ser muy variados. De hecho, con elementos tecnológicos similares,
se encuentran patrones de organización del trabajo muy diferentes, con distinta definición de
tareas, exigencias de cualificaciones diversas y grados de autonomía y responsabilidad muy
variados. Y es que como ya hemos señalado anteriormente, la tecnología no hace sino ofrecer
posibilidades cuyo aprovechamiento para el rediseño de tareas y reestructuración del trabajo
depende de muchos otros factores a analizar en cada situación concreta”.
21. En idéntico sentido que Coriat se manifiesta el estudioso mexicano Gutiérrez Castorena cuando
dice: “… los trabajadores antes de la llegada de la gran industria, principalmente las etapas del
artesanado y la manufactura, tienen el control del “saber hacer”; son ellos quienes determinan
las jornadas, los ritmos y el control del proceso de trabajo, lo cual constituye un freno para la
valorización del capital. En la medida en que aparece la máquina y la fuerza de trabajo deja
de ser la energía que impulsa la producción, se comienza a dar un paso de expropiación del
“saber hacer” y el control lo comienza a retomar el capitalista”. Gutiérrez Castorena Daniel et
al, “Construcción de la subjetividad obrera en torno al control, resistencia y adaptación en el
proceso de trabajo (estudio de caso), Universidad Autónoma de Aguascalientes, México, 2010, p
40.

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Trabajo, cultura del trabajo y organización del trabajo (Algunos elementos de reflexión)

la cadena de montaje en línea, en virtud de productos estandarizados y por


ende las tareas fabriles del mismo tipo22.
En el modelo postfordista causado, grosso modo, por la “tercera revolución
industrial” la productividad del trabajo consiste en el aporte de conocimiento
y la apropiación de la subjetividad del trabajador (Boltanski, 2002: 148, 152)
con la empresa y en los procesos de trabajo en los cuales se inserta. Al respecto
Luc Boltanski afirma:
En términos generales, al hacer hincapié no solo en la polivalencia, en la
flexibilidad en el empleo y en la aptitud para aprender y adaptarse a nuevas
funciones (en lugar de exaltar la posesión de una profesión y las cualificaciones
adquiridas)”, sino también en la capacidad de compromiso y de comunicación y
en las cualidades relacionales, la nueva gestión empresarial se aproxima hacia
lo que se conoce cada vez más como “saber estar” en oposición al “saber” y al
“saber hacer”. Las contrataciones se basan en una evaluación de las cualidades
más genéricas de la persona más que en cualificaciones objetivadas, de tal
forma que se hace difícil el establecimiento de una distinción entre la operación
consistente en lograr colaboradores para realizar una determinada tarea y la
consistente en aferrarse a determinadas personas porque a uno le conviene a
título personal.

En la sociedad actual, globalizada o postmoderna el mercado –como dice


Isidoro Moreno– se ha sacralizado23, el consumo sigue siendo masivo pero
fragmentado, pues los consumidores eligen dentro de gamas de productos
–bienes y servicios– y en mercados abiertos. Por esa razón, los procesos
productivos se hacen flexibles con el fin de responder a esa clase de demanda
–producción por lotes–. La competencia entre firmas en el capitalismo global
es muy acentuada y se define por la inversión de capital en tecnología, es

22. El taylorismo se caracteriza básicamente por a) diferencia entre trabajo material y trabajo
intelectual, b) enfoque hacia una tarea (una estación de trabajo, una máquina, un operario) y c)
control externo del proceso. Ver Antonio de Pablo, Nuevas formas de organización del trabajo:
una realidad variada y selectiva, en Documentos de trabajo, Facultad de Ciencias económicas y
empresariales, Universidad de Sevilla, 1995.
23. “(frente a la quiebra de la modernidad) porque lejos de existir hoy un secularizado, lo que
ha ocurrido es que, junto a un proceso parcial de laicismo, se han desarrollado procesos de
sacralización de ideas y sistemas no religiosos, procedentes del mundo laico. Así, se ha
producido sucesivamente la sacralización de la razón, de la historia y del mercado, que es hoy
el sacro central, con sus leyes incontrovertibles, sus ritos legitimadores, sus espacios sagrados
y sus pontífices como lo ha expresado la lúcida metáfora del escritor andaluz Antonio Gala “los
hombres nunca ha dejado de adorar, lo que ocurre es que antes adoraban al becerro de oro y
hoy adoran el oro del becerro” en la crisis mundial y la quiebra de los modelos civilizatorios
occidentales, p. 4.

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Pompeyo José Parada Sanabria

decir que la dinámica económica actual ha modificado, hipotéticamente, la


composición orgánica del capital (Marx, 1973, 1867): mayor peso del capital
constante sobre el capital variable. Concomitantemente la flexibilidad al
interior de la planta o del centro de trabajo ha conllevado a las nuevas formas
de organización del trabajo, que es lo conocido en los debates de las ciencias
sociales como el postfordismo. Que visto en un mayor nivel de generalización
como lo plantea la teoría de la regulación (Lipietz, 1987), corresponde a otra
forma de acumulación de capital distinta de la predominante durante el siglo
XX hasta la guerra fría.
Ahora bien, esta nueva organización del trabajo no se ha desarrollado
de forma univoca, pues adquiere diversas formas según las economías en las
cuales se inserte, incluso de rechazo o de resistencia por los agentes económicos
internos a estas o se ha implementado mediante otras modalidades, como la
lean producción o los distritos industriales (Piore y Sabel, 1990) entre otras.
El postfordismo opera como un tipo ideal que requiere esencialmente de una
base tecnológica de punta: microelectrónica e informatización del aparato
productivo. De lo contrario, su implementación podría conducir a un fracaso de
las firmas que lo intentan, excepto que se convierta como es probable en una
ideología gerencial. Aunque el saldo social real en el contexto actual, son las
reformas laborales que se han impuesto en países desarrollados y en países en
vías de desarrollo.
Para un balance de la organización del trabajo (OCT) en América Latina
nos valemos del trabajo de Martha Novick (2000), quien sostiene que tanto
en el taylorismo-fordismo como en el “postfordismo” hay mucha distancia
entre la teoría y la realidad. Coriat (1995) afirma que habrá tantas variantes
de postfordismo como fordismo hubo, pues” no hay modelos únicos, ni
siquiera tendencias universales”. En América latina esa diversidad de la OCT
es más acentuada regionalmente, dada la heterogeneidad de las estructuras
económicas de los países e internamente entre los sectores industriales de
cada uno de aquellos.
Nunca se han dejado de combinar el taylorismo y el postfordismo; el
primero en realidad no ha desaparecido, especialmente en empresas medianas
o pequeñas. Lo que se ha presentado han sido formas híbridas que no han
tenido efectos en la negociación laboral ni en la productividad.
Novick (2000) ha considerado que para tipificar la existencia de OCT
debería haberse institucionalizado la negociación laboral y, no como ocurrió

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Trabajo, cultura del trabajo y organización del trabajo (Algunos elementos de reflexión)

en la etapa fordista, en la cual se desarrolló de forma centralizada y en marcos


corporativistas o autoritarios como sucedió en los periodos dictatoriales24.
Taylorismo y toyotismo se han desenvuelto de manera “idiosincrásica”
y sin relación con el consumo de masa; el primero por la debilidad del
mercado interior y por su puesta en marcha en el periodo de la sustitución de
importaciones (ISI) para impulsar la industrialización; el toyotismo o “modelo
japonés”, por la forma particular como se ha implementado en las últimas dos
décadas y especialmente por los efectos sociales que ha generado. En efecto,
en el Japón con el postfordismo se pasa del sistema de puestos-máquina a una
organización productiva sistémica25 caracterizada por la polivalencia, fábricas
flexibles y sistemas de máquinas integradas en líneas de flujo continuo, bajo
el eje de la negociación por la productividad entre trabajadores y empresa,
mientras en América Latina, el “modelo japonés” ha consistido en primero,
implantar por fuera de contexto los “círculos de calidad” o el justo a tiempo
JAT o el “kan ban”, o adoptar máquinas- herramientas MHCN que no “modifican
sustancialmente la producción” y de forma horizontal para las empresas
de mayor tamaño o ligadas, en principio, al sector de la informática o para
algunos puestos de trabajo. Hacia el final del milenio con las salvedades de la
idiosincrasia, la OCT era un hecho y de forma relativa se planteaba la negociación
por la productividad: bonos y puntos añadidos al salario (mínimo en Colombia),
siempre y cuando los trabajadores aceptaran la flexibilidad (Novick, 2000).
No obstante, es importante destacar los efectos sociales del “modelo
japonés” en la región. Según Novick por estudios comparativos se encuentra
que con la OCT la fuerza de trabajo, primero, está más segmentada, puesto
que se aplica a las empresas integradas al mercado internacional y de mayor
tamaño –“jit hacia lo alto”– además de la fragmentación tradicional y segundo,
que la mujer es excluida hacia los empleos periféricos: sector de talleres y del
trabajo doméstico: “competitividad y exclusión son caras de la misma moneda”,
dice la socióloga argentina26. Como colofón parafraseando a la autora digamos

24. E. de la Garza, por ejemplo, plantea que para el caso de México se distingue por el papel del
Estado, el subsidio a la inversión privada y “el correlato sindical ha sido el corporativismo
autoritario”; en el caso de Brasil y Argentina se controlaba más que permitir la negociación, P
130.
25. Novick se vale del tipo de Oct propuesto por Zarifian que tiene cuatro puntos así: 1, integración
de máquinas especializadas por polivalentes, 2 pasaje de los centros de fabricación a fábricas
flexibles, 3 integración organizacional de máquinas en células de máquinas de flujo continuo, 4
movimientos de sistemas de producción en sistemas integrados que para Coriat se traduce en
“el paso de los tiempos asignados y finos a los tiempos compartidos porque no hay asignación
de tareas definidas al trabajador japonés” (en Pensar al revés), p. 138.
26. Novick, ibídem.

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que, con la nueva OCT, América Latina se encuentra en una nueva encrucijada
industrial, pues se mantiene la incertidumbre sobre el rumbo que está tomando
el nuevo modelo, o los rumbos que puede tomar.

LA TEORÍA DE LA SUBJETIVIDAD Y LA CULTURA ORGANIZACIONAL


En las ciencias sociales el concepto de trabajo ha oscilado entre los campos
subjetivistas y objetivistas, en forma análoga a su objeto general, tal como
lo reflejan las discusiones epistemológicas desde el siglo XIX en estas. El
concepto de identidad social no es un concepto propio de la sociología como
si lo es de la antropología, pero se podría construir desde los elementos de
las teorías sociológicas que adoptan tal posición: según Luis Várguez (1996)
Jurgen Habermas y Alain Toureaine abrevaron en las fuentes de Weber y en
algunas categorías de Durkheim; Alfred Schutz, dice Várguez “aunque no se
propone estudiar la identidad, al analizar críticamente los conceptos de Max
Weber sobre el significado subjetivo, la acción social y la intersubjetividad, puso
las bases de una línea teórica que sería aplicada al análisis de la identidad”. En
el mismo sentido lo podríamos afirmar de Berger y Luckman. Es decir, en la
teoría sociológica hay acervo para emprender esta tarea27 que no es el objeto
del presente documento; basta señalar dónde están esas bases.
Permítasenos dejar explícitos los elementos teórico-metodológicos
que se deducen del presente trabajo y que comparativamente, atraviesan la
perspectiva sociológica como antropológica; además de una problematización
sobre aspectos puntuales, que ayudan a enriquecer los planteamientos de este
marco teórico.
En primer lugar, las tres perspectivas aluden a una problemática
básica: la identidad social, traslapada con las otras dos formas de identidad
y generando tres expresiones culturales, que se sintetizan en la identidad
social, conforman la metodología con la cual abordar la realidad social actual.
La modernización del trabajo agrícola, supone la identidad en el problema
concreto, e indirectamente en la repercusión, que esa relación ha generado
sobre el trabajo agrícola diacrónicamente, como veremos más adelante. En la
sociología clásica la identidad social se vislumbra, indirectamente, en tanto
como se indicó, se colocan las bases para elaborar dicha categoría, aunque nos

27. Del campo de lo subjetivista en la sociología habría aportes en la etnometodología de Garfinkel


para analizar aspectos de la cultura del trabajo y de la hermenéutica, “para la cual el trabajo
tiene que ver con la transformación de la naturaleza por el hombre para resolver necesidades”
(De la Garza, 2000); son importantes especialmente los planteamientos de Peter Berger para el
cual el trabajo “es construido culturalmente y de acuerdo con relaciones de poder” (De la Garza,
2000: 1.

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parece que los conceptos de lo moral, por una parte, y la vocación de otra parte,
de las profesiones, ya constituyen desarrollos en esa dirección.
En segundo lugar, todas las perspectivas coinciden en la ubicación
histórica del capitalismo contemporáneo, incluida la perspectiva clásica de la
sociología, en razón de la aplicación que se pueda hacer de estas, especialmente
la vertiente subjetivista que da pábulo a estudiar la identidad desde ahí. El modo
de producción capitalista en su devenir ha planteado problemáticas distintas a
partir de los procesos de trabajo y en la fase globalizada es evidente la negación
de centralidad y de la flexibilidad del trabajo, como los sistemas productivos;
por ende, las ciencias sociales acometen su estudio para encontrar las debidas
respuestas. Además, el modo de producción capitalista no ha fenecido en la
historia. En ese marco, procesualmente, diacrónicamente y empíricamente, la
ciencia de lo social construye –o debe construir– su objeto: en la descripción y
en la explicación.
En tercer lugar, subsidiariamente del punto anterior, las tres perspectivas
están cruzadas por el concepto de la división del trabajo: técnico, social o
funcional, de género e internacional, e incluso disciplinariamente, por la
concurrencia, hoy día, de los problemas sociales situacionales, en el análisis
cultural. Por tanto, es de esperar avances en la ciencia social respecto de los
problemas más candentes.
Respecto, a la subjetividad28 como base para construir el concepto
de identidad social desde la sociología, a lo expuesto habría que agregar
otros elementos sugeridos por Enrique de la Garza (2010) como la teoría
configuracionista que implica la elaboración de códigos que los individuos
crean y modifican permanentemente, reconfigurando la subjetividad misma,
(De la Garza, 2010: 48-50) considerando, a la vez, las estructuras y pensando en
la praxis. En todas las perspectivas se nota el afán de innovación metodológica
que agote suficientemente la compleja realidad del siglo presente, dejando de
lado el positivismo y los métodos elaborados en el contexto de la modernidad.

28. Como consecuencia de la crisis de las Ciencias Sociales frente a sus limitaciones para explicar
los “hechos sociales” en la sociedad capitalista actual, han surgido muchas corrientes teóricas
que han recurrido al alero de la subjetividad para sus intentos de explicación en ese sentido. En
la sociología basta mencionar a Toureaine con su regreso de los sujetos o de los actores, a las
corrientes postmodernas como Giddens, Bauman, Castells, la etnometodología, etc.; en América
latina aparte de De la Garza, que también es objetivista, una corriente cercana a la Sociología del
Trabajo es el grupo liderado por Schavarstein y Leopold (2005) quienes abogan por los sujetos
laborales en tanto es en ese espacio social donde se debe construir identidad individual y social
como opción adecuada a las alternativas que consagraría el mercado en el contexto presente.

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CONCLUSIÓN
El intento de articulación interdisciplinaria en la que descuellan la antropología
y la sociología en torno del trabajo, la organización del trabajo y la cultura del
trabajo se planteó en los conceptos antes mencionados: de forma tácita en
la extrapolación de ubicar lo cultural en el marco de la superestructura de la
teoría del materialismo histórico tomado como referencia de su posta decisiva
Carlos Marx; este concepto quizás hubiera sido más preciso en el concepto de
alienación del trabajo en el modo de producción capitalista, pero se asumió
de esa forma, en virtud de que la superestructura contiene la ideología y la
cultura en general como reflejo, no mecánico, de las condiciones materiales de
existencia de la sociedad en un momento histórico.
En un ámbito opuesto epistemológicamente al marxismo, se asumieron
los conceptos referidos de dos paradigmas netamente sociológicos, pero con
un denominador común que fue el de profesión concebidos por elementos de
textura cultural ambos: moral y valores, obviamente enraizados en posiciones
teóricas diferentes como los autores implicados: Durkheim y Weber. Punto
común, para nuestro fin en dimensiones teóricas distintas dado que la
primera destaca las estructuras sociales objetivistas que se imponen de forma
coactiva sobre los individuos como es normal en el concepto de hecho social.
Paradójicamente, en Max Weber la profesión determinada por el sentido de la
vocación que surge históricamente de un centro cultural como es la religión
cristiana de occidente. Por otra parte, la teoría social de Weber comporta de
suyo un carácter culturalista, justamente por provenir como valor de esencia
historicista, si nos atenemos a sus raíces neokantianas; en ese sentido la teoría
de Weber también posee alcance antropológico, siguiendo a Rafael Llano quien
la califica como una teoría cultural.
En la misma dirección la dimensión subjetivista permea la teoría de
Weber en tanto esta subyace en la acción social, nos permitió conciliar los dos
planos de los tres paradigmas referenciados de los tres autores de la sociología
clásica: las estructuras por encima de los individuos y lo individual valido,
pero igual intersubjetivo, y en ese sentido forjador de estructuras sociales
legitimas. Lo intersubjetivo permite articular los procesos de trabajo actuales
que en términos de organización del trabajo que bajo los análisis de escritores
suramericanos se pudieron abordar las nuevas formas de organización del
trabajo, manifestadas en las consecuencias sociales individuales y colectivas
de los trabajadores y trabajadoras, como se apreció en el caso de procesos de
los formas de trabajo desregulado, deslocalizado, del enfoque suigéneris de
formas de contratación, asumidas con disímil enfoque por hombres o mujeres
o elaboradas para esos o esas sujetos laborales.

[ 240 ] Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 218-242. ISSN 1900-5547
Trabajo, cultura del trabajo y organización del trabajo (Algunos elementos de reflexión)

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ASOCIACIÓN COLOMBIANA DE SOCIOLOGÍA

PEREGRINACIÓN EN POS DE OMEGA: MEMORIAS DE UNA NUEVA


RUTA LIBERTADORA POR LA PAZ, LA EDUCACIÓN Y LA CULTURA1

Gabriel Restrepo2

Con Alfredo Correa D’Andreis, Celebración del Día del Sociólogo, El Heraldo, 12 de diciembre
de 1985.3

1. Ponencia presentada en el XIV Congreso Nacional de Sociología, Barranquilla, Universidad de


Atlántico, diciembre 5 de 2023, escrita entre octubre y noviembre en Santandercito.
2. Escritor, sociólogo, educador, traductor y gestor cultural. Fue profesor de la Universidad Nacional
más de cuarenta años. Ejerció cargos de exigente responsabilidad técnica en planeación social,
programas de paz y diseñó políticas públicas en cultura, ciencia, educación y desarrollo social.
Fue cuarto vicepresidente de la Junta Ejecutiva Mundial de Unicef.
3. La noticia de prensa del 12 de diciembre de 1985 de El Heraldo dice: “Celebración del día del
sociólogo: con una conferencia de Gabriel Restrepo, presidente de la Asociación Colombiana
de Sociología, se cumplió ayer un programa en esta ciudad para celebrar el día del sociólogo.
Restrepo es a su vez jefe de la Unidad Nacional de Desarrollo Social del Departamento Nacional
de Planeación y ha tomado parte en las diferentes actividades cumplidas esta semana en las
diferentes capitales departamentales. Le acompaña el presidente del capitulo local de la
Asociación, Alfredo Correa de Andréis.”

Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 245-266. ISSN 1900-5547 [ 245 ]
Gabriel Restrepo

RESUMEN
BITÁCORA DE LA EXPOSICIÓN

D
ivido este ensayo en tres
partes: en la primera
examino las raíces de
la arritmia de la Asociación
Colombiana de Sociología, y, por
ella, de la sociología nacional,
comprendidas bajo la atmósfera
trágica de Colombia. Creada el 11
de abril de 1962 por la alianza de
tres figuras de distinta afiliación
religiosa, Orlando Fals Borda,
En la concesión del doctorado Honoris Causa a Camilo Torres Restrepo y María
Orlando Fals Borda y a Alain Touraine. IX Con- Cristina Salazar, nació con la
greso Nacional de Sociología, día de la Sociología,
diciembre 10 de 2006. Edificio de Posgrado, Cien-
esperanza de transformaciones
cias Humanas, Universidad Nacional. sociales propuestas en el inicio del
Frente Nacional, pero por causas
internas y externas ha muerto sucesivas veces y ha renacido en otras. Resumiré
algunas razones de su discontinuidad y mis esfuerzos por rehabilitarla.
En la segunda rememoro un tramo de la Asociación de Sociología siguiente
a su reconstitución luego de la crisis de su primera etapa4, centrado en el
reconocimiento de la figura de Orlando Fals Borda, en la cual contribuyéramos
con Alfredo Correa de Andréis, iniciada a principios de los setentas y concluida,
luego del asesinato del amigo, en la celebración del IX Congreso de Sociología
en 2006, Congreso que fuera dedicado a su figura, a la exaltación de Fals Borda
y a la memoria de María Cristina Salazar de Fals Borda.

4. Más allá de la fecunda división de etapas de la sociología colombiana y de su Asociación


descritas en el portal de la Asociación Colombiana de Sociología, yo las he diferenciado de modo
más sutil en nueve tramos: 1) etapa fundacional: 1958 a 1967; 2) letargo conflictivo: 1968 a
1976; 3) renacimiento creativo: 1977 a 1991; 4) segunda interrupción: 1991-1993; 5) efímera
restauración: 1994 a 1996; 6) tercer largo corte: 1996 a 2006; 7) renacimiento en el IX Congreso
de Sociología, 2006; 8) reanudación discontinua: 2007 a 2018 con los siguientes congresos: X,
Cali, 2011112; XI, Medellín, 20140826-29; XII, Nariño, 20160420; 9) reconstitución promisoria
a partir del XIII Congreso en Bogotá, virtual, 2019 y sellada en este XIV Congreso del Caribe, del
3 al 7 de diciembre de 2023.

[ 246 ] Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 245-266. ISSN 1900-5547
Asociación Colombiana de Sociología. Peregrinación en pos de omega:
Memorias de una nueva ruta libertadora por la paz, la educación y la cultura

En la tercera expongo de modo sumario el incio de la amistad con Alfredo Correa,


Norma Carmona y otros colegas del caribe, exalto su papel decisivo en el auge
de la sociología en la década de oro, todo signado con el fondo de los carnavales
y con ellos el reconocimiento de la obra de Orlando Fals. Intento comprender la
decepción por el fracaso de la primera alcaldía alternativa de Bernardo Hoyos
en la cual tanto creyeran, lamento que también allí las enemistades de dos
grandes amigos, Alfredo Correa y Adolfo González Henríquez, haya incidido en
el relativo desmedro de la pujanza en el Caribe, sólo recuperada poco a poco
desde que la Universidad del Atlántico creara el Departamento de Sociología
en 1997.
Por razón de la brevedad de las exposiciones resumiré en la exposición oral
lo escrito que, pese a ello, me forcé a escribir de largo por el imperativo de
preservar la memoria.
Palabras clave: Asociación, Transformación, Teoría, Fundación, Sociología,
Inequidad.

EXHIBITION LOGGING
I divide this essay into three parts: in the first I examine the roots of the
arrhythmia of the Colombian Association of Sociology, and, therefore, of national
sociology, understood under the tragic atmosphere of Colombia. Created on
April 11, 1962 by the alliance of three figures of different religious affiliation,
Orlando Fals Borda, Camilo Torres Restrepo and María Cristina Salazar, it was
born with the hope of social transformations proposed at the beginning of the
National Front, but due to internal and externals has died successive times and
has been reborn on others. I will summarize some reasons for its discontinuity
and my efforts to rehabilitate it.
In the second I recall a section of the Sociology Association following its
reconstitution after the crisis of its first stage, focused on the recognition of
the figure of Orlando Fals Borda, in which we contributed with Alfredo Correa
de Andréis, started at the beginning of the seventies and concluded, after the
murder of the friend, in the celebration of the IX Congress of Sociology in 2006,
a Congress that was dedicated to his figure, to the exaltation of Fals Borda and
to the memory of María Cristina Salazar de Fals Borda.
In the third I briefly explain the beginning of the friendship with Alfredo
Correa, Norma Carmona and other colleagues from the Caribbean, I exalt
their decisive role in the rise of sociology in the golden decade, all marked
with the background of carnivals and with them the recognition of the work
of Orlando Fals. I try to understand the disappointment over the failure of
the first alternative mayorship of Bernardo Hoyos in which they believed so

Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 245-266. ISSN 1900-5547 [ 247 ]
Gabriel Restrepo

much, I regret that also there the enmities of two great friends, Alfredo Correa
and Adolfo González Henríquez, have influenced the relative decline of the
strength in the Caribbean, only recovered little by little since the Universidad
del Atlántico created the Department of Sociology in 1997.
Due to the brevity of the presentations, I will summarize in the oral presentation
what was written that, despite this, I forced myself to write at length due to the
imperative of preserving memory.
Keywords: Association, Transformation, Theory, Foundation, Sociology,
Inequity.

PEREGRINAÇÃO NA PRESENTE DE ÔMEGA: MEMÓRIAS DE UM NOVO


CAMINHO LIBERTADOR PARA A PAZ, A EDUCAÇÃO E A CULTURA
RESUMO
REGISTRO DE EXPOSIÇÃO
Divido este ensaio em três partes: na primeira examino as raízes da arritmia
da Associação Colombiana de Sociologia e, portanto, da sociologia nacional,
entendida sob a atmosfera trágica da Colômbia. Criada em 11 de abril de 1962
pela aliança de três figuras de diferentes filiações religiosas, Orlando Fals Borda,
Camilo Torres Restrepo e María Cristina Salazar, nasceu com a esperança das
transformações sociais propostas no início da Frente Nacional, mas devido a
interno e externo morreu sucessivas vezes e renasceu em outras. Resumirei
algumas razões para a sua descontinuidade e os meus esforços para reabilitá-la.
Na segunda recordo uma seção da Associação de Sociologia acompanhando a
sua reconstituição após a crise da sua primeira fase, focada no reconhecimento
da figura de Orlando Fals Borda, na qual contribuímos com Alfredo Correa de
Andréis, iniciada no início do anos setenta e concluiu, após o assassinato do
amigo, na celebração do IX Congresso de Sociologia em 2006, um Congresso
que foi dedicado à sua figura, à exaltação de Fals Borda e à memória de María
Cristina Salazar de Fals Borda.
Na terceira explico brevemente o início da amizade com Alfredo Correa, Norma
Carmona e outros colegas do Caribe, exalto seu papel decisivo na ascensão da
sociologia na década de ouro, todos marcados pelo pano de fundo dos carnavais
e com eles o reconhecimento ao trabalho de Orlando Fals. Procuro compreender
a decepção pelo fracasso da primeira prefeitura alternativa de Bernardo Hoyos
em que tanto acreditaram, lamento que também aí as inimizades de dois grandes
amigos, Alfredo Correa e Adolfo González Henríquez, tenham influenciado o
declínio relativo do força no Caribe, só se recuperou pouco a pouco desde que a
Universidad del Atlántico criou o Departamento de Sociologia em 1997.

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Asociación Colombiana de Sociología. Peregrinación en pos de omega:
Memorias de una nueva ruta libertadora por la paz, la educación y la cultura

Pela brevidade das apresentações, resumirei na apresentação oral o que foi


escrito que, apesar disso, me obriguei a escrever longamente pelo imperativo
de preservação da memória.
Palavras chaves: Associação, Transformação, Teoria, Fundação, Sociologia,
Desigualdade.

PRIMERO: LA SOCIOLOGÍA Y LA SOCIEDAD COLOMBIANA


A LA LUZ DE LA CONDENA DE SÍSIFO

“Vivimos en la crisis, dentro de la crisis, encerrada en otra crisis.”


Gabriel Restrepo: notas dispersas, enero de 1986 (Archivos personales)

P
or desgracia, la historia de la Asociación Colombiana de Sociología se
parece más a la condena de Sísifo que al mito del Ave Fénix. En éste, el
fabuloso animal se incinera de tiempo en tiempo, pero renace de sus
cenizas. En aquel, el titán sufre una perpetua y fatal condena, por la cual es
obligado a empujar una inmensa piedra de la llanura a la cresta de un monte,
tarea que alcanza tras inmenso esfuerzo, sólo que al cabo la grave mole retorna
despeñada al punto de partida para reiniciar la sobrehumana faena en una
desoladora repetición infinita.
No ha de culparse sólo a la Asociación, ni a la sociología colombiana, pues
pese a sus notables empeños, su saga es un trasunto de la trayectoria de la
sociología en su heroico esfuerzo por salvar a la sociedad colombiana de su
trágica fatalidad.
Bajo tal ritornelo del endémico malestar del Estado Nacional colombiano
se comprende el epígrafe de este preámbulo: “Vivimos en la crisis, dentro de la
crisis, encerrada en otra crisis.” No es por cierto un juego de matrioskas o de
cajas chinas, por el cual unas figuras idénticas se encierran unas en otras. Pues
son tantos los males escalados del sujeto a la nación y al mundo por familia,
mundos de la vida, sistemas sociales y cultura, que en su pluralidad semejan a
las venenosas cabezas de la hidra, reproducidas por cientos cuando se cercena
alguna.
Yo escribía el aforismo tocado por la experiencia trágica del año crítico
de 1985, en el cual, como negro, según llaman en Francia al escritor fantasma,
debía esforzar malabarismos retóricos en discursos del presidente– todos los
dirigidos al Congreso, más otros de episódica trascendencia. Debía contrarrestar
la caída en picada de una economía afectada por indicadores pésimos de “la
década perdida”, pero además por el fracaso de la paz con las FARC y con el

Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 245-266. ISSN 1900-5547 [ 249 ]
Gabriel Restrepo

M-19, coronado por los desastres políticos de la infausta doble toma de la sede
de la justicia, más los estropicios de una avalancha que, pese avisada, sepultó
por incuria a Armero con sus 30.000 habitantes.
Pese a la trascendencia del Acto Legislativo número uno de 1986 que
instituyó la elección popular de alcaldes y la descentralización política y
administrativa, y pese a la esperanza de ese acto de paz de la Constitución de
1991, yo no sería tan optimista como para afirmar que un nuevo país se levantó
como Ave Fénix de las cenizas del mal llamado “Palacio”, ni del lodo de Armero,
como tampoco de la renovación constitucional. Pues muy pronto la piedra
gigantesca de los atavismos de las violencias rodaría para demandar la eterna
tarea de titanes.
¿Cuáles son las raíces de tan tozuda inclinación al mal, tan parecidas a esa
cansina repetición de los neuróticos en la vuelta a sus síntomas, algo que tengo
muy bien sabido por haber vencido mis enormes dolencias del alma luego de
más de treinta y tres años, y sólo hasta llegar a vivir siete años en Arauca? ¿Cuál
es la causa de ese noria de lo que Nietzsche, tocado por la locura, denominó “el
eterno retorno de lo igual”, y luego Freud designó como Wiederholungzwang
-pulsión de repetición-, al develar tendencia hacia la muerte y la entropía?
Sabemos por cierto más de algunas de sus causas, y bastante menos de
sus soluciones, cifradas en violencias, injusticias y corrupción. Desde que nos
inscribiéramos en el orden mundial de la guerra fría con el asesinato de Gaitán,
la hidra de las violencias ha sido macabra: unas se acaballan en otras y las
multiplican con mayor fiereza, burlando intentos de paz.
De la primera tanda un hecho es inescapable: el grado de educación
fue hasta 1951 de tan solo un año y dos meses, lo cual explica la barbarie
interpartidista estudiada por el libro La violencia en Colombia (Guzmán,
G., Fals Borda, O., Umaña, E., 1962). Pero también derivan del atraso del
campo colombiano que fuera denunciado por Alejandro López en Problemas
colombianos (López, 1927), agravado con lo que se denunciara como una
contrarreforma agraria debida al narcotráfico.
Al examinar las causas de la inequidad en Colombia en un estudio
internacional, el mejor economista del capital social, Juan Luis Londoño,
sentenció que se fundaba en la baja cobertura y pésima calidad de la educación,
sumada al deficiente acceso de los campesinos a los factores de producción en
el campo, hecho que se condensa en una monstruoso Gini agrario de cerca de
0.8%.
De la baja calidad de la educación es responsable la débil participación de
la investigación científica, tecnológica y técnica. De ello deduzco la arritmia de
la Asociación sumergida en la anomia de Colombia. Se pena a falta de densidad

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Asociación Colombiana de Sociología. Peregrinación en pos de omega:
Memorias de una nueva ruta libertadora por la paz, la educación y la cultura

cultural derivada del irrisorio peso de la investigación. De 1983 al 2019 a duras


penas se elevó la participación en el producto interno bruto de un lamentable
0.18 % a un pobrísimo 0.23 %, muy lejos del 2.0 %, mínimo para que el estado
nacional piense por cuenta propia y sus ciudadanos alcancen la mayoría de
edad. Con el agravante de que lo destinado a ciencias sociales es marginal y
la proporción de investigación humanística es un error estadístico del error
estadístico. A tal ritmo se necesitarían cerca de 133 años para llegar al 2.0%:
más de otros Cien años de soledad con la proliferación de guerras fratricidas,
pescaditos de oro, lascivia indómita, desamparo y colas de marrano.
La pirámide de las violencias organizadas y no organizadas, políticas o
debidas a la avidez de lucro y poder, pasiones violentas unidas a las tristes de
envidia, indolencia e ignorancia, menudeadas en todos los poros de los mundos
de la vida, agigantadas en el sistema social globalizado por las asimetrías en
la producción, distribución y consumo de los cuatro componentes del poder
(económico, político, mediático y educativo) se rigen desde la cultura por dos
signos atroces del drama descrito por Hobbes (Hobbes, 1980): prevalencia de
los juegos de suma-cero, los cuales, multiplicados sin control en lo que René
Girard denominara crisis sacrificial con la proliferación de chivos expiatorios y
coincidencia de los opuestos, dada la rivalidad mimética (Girard, 1975), derivan
en algo más atroz: la tragedia de los comunes.
En los juegos de suma cero un competidor aspira a ganar de modo
exacto lo que quita al otro por fuerza o por astucia: poder, dinero, fama, saber.
Nada se añade. Nada se suma porque no hay cooperación, todo se resta por
la competencia sin equidad. Pero cuando proliferan los chivos expiatorios
a falta de justicia, se configura la tragedia de los comunes, por la cual todos
los concurrentes pierden: la sociedad sucumbe por consumación, como
en las guerras primitivas del Potlach. Todo o nada es la apuesta de trágicos
jugadores. Ha de añadirse que la solución ideada por Hobbes en su tiempo,
el estado leviatán, es tan perversa como la guerra de unos contra otros, algo
bien comprobado en Colombia. Así que en cualquiera de los trágicos juegos nos
hallamos encerrados en una sentencia salaz del gran pensador inglés:
Y la vida del hombre es solitaria, pobre, tosca, embrutecida y breve.
Estos juegos permean la pirámide social de la base social en todos los
espacios de los mundos de la vida, y de allí escalan a todas instituciones sociales
hasta infectar el ámbito de la política. Por lo anterior, a lo largo de decenios
he forjado en melancólica meditación un diagnóstico y un remedio al situar el
problema en la dimensión cultural y en particular en la esfera de la ética, en el
cual he fundido los aportes de Durkheim con la promesa libertaria de Simón
Rodríguez y de Simón Bolívar expuesta en una auténtica lettre en souffrance,

Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 245-266. ISSN 1900-5547 [ 251 ]
Gabriel Restrepo

una carta en pena que jamás ha llegado a su destino por incuria política: erigir la
educación como cuarto poder público expuesta en el discurso de inauguración
del Congreso de Angostura, conmemorado en el exacto bicentenario con mis
amigos Pavel Eduardo Rodíguez y Diego Aldana Pérez en Tame, en el único
evento que honrara en América Latina y en Colombia la primera asamblea
democrática de estos pueblos mundos.
Sirve de fundamento el concepto de solidaridad orgánica (Durkheim,
1995, 2006; Magnelli, 2001). Responsable de instituir la primera asociación
de sociología, Durkheim pensó la solidaridad orgánica como estrategia para
moderar las diferencias debidas a la acelerada división del trabajo; enriquecer
la esfera social como medio entre individuo y Estado; y remedio para evitar
la anomia y la fácil solución debida a una solidaridad mecánica que nivela las
desigualdades en la cama de tortura del Lecho de Procusto. Fue, en suma, una
grandiosa invención para conciliar libertad e igualdad, conjugar la competencia
y la cooperación y potenciar la comprensión recíproca.
Dos son las vías complementarias del reconocimiento. La más difundida
es el Anerkennen, el reconocimiento hegeliano remozado por Axel Hönnet y
Paul Ricoeur. Otra es la que he propuesto en mi Teoría dramática y tramática
de las sociedades con el concepto de anagnórisis expuesto por Aristóteles
en el Arte poética (Aristóteles, 1978). Ambas entrañan el paso de personas y
situaciones desconocidas a algo más que conocidas, esto es: reconocidas, pero
la primera opera del individuo al foro, como sucedáneo de las guerras, en tanto
que la segunda obra de afuera hacia adentro por la transformación cognitiva,
ética y estética de cada sujeto al cerciorarse del absurdo de las guerras. Esta
cura de humildad falta o es muy precaria en Colombia.
Para mi sorpresa, de empeño en empeño, descubrí que esa fue la promesa
grandiosa enunciada por Simón Bolívar en la inauguración del Congreso de
Angostura el 15 de febrero de 1819, inspirada por su maestro Simón Rodríguez.
Allí argumentó, siguiendo el libreto de Rousseau, que si no erigíamos la soberanía
política en la educación del soberano –el pueblo–, una vez vencido en cruentas
y largas guerras el enemigo exterior, nos despeñaríamos en guerras fratricidas.
Dicho y hecho, porque no osaron aplicar el remedio expuesto en el discurso:
constituir la educación como cuarto poder público, audaz e inédita utopía
probable, destinada a la formación y transformación ética de la ciudadanía.
Así que por incuria y delirio por las armas, certificamos en nuestro
nacimiento republicano el trágico síntoma de Freud: “el que fracasa al
triunfar”. Para contrarestar la pulsión tanática por las violencias, también me
ha servido de inspiración las cardinales distinciones de Max Weber entre ética
de responsabilidad y ética de convicción. El saber de la sociología nunca es

[ 252 ] Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 245-266. ISSN 1900-5547
Asociación Colombiana de Sociología. Peregrinación en pos de omega:
Memorias de una nueva ruta libertadora por la paz, la educación y la cultura

del todo objetivo, porque siempre emerge de cosmovisiones del investigador


(Wertbeziehung), pero a partir de una propia elucidación crítica de sus axiomas
debe diferenciar juicios de valor (Werturteil) de juicios de realidad (Wertfreiheit),
de modo que el pensador se obliga a admitir hechos que contradigan ideología
o prejuicios y a argumentar en torno a acuerdos y diferendos, partiendo del
principio de que toda ciencia y todo saber serán siempre relativos.
Esta mesura obliga a conciliar el pensamiento convergente, responsable
con la tradición, con el divergente, dispuesto a transformarla. El medio áureo
será la potencia de la pregunta, a tal extremo que importa más interrogar al
saber y al poder, que predicar soluciones fáciles.

SEGUNDO: EL RECONOCIMIENTO DE ORLANDO FALS BORDA


COMO UN CAMINO HACIA LA PAZ
Hoy Orlando Fals Borda es bien reconocido tanto en Colombia, como en el
mundo. Una primera prueba de ello fue el segundo congreso de la Investigación
Acción Participativa realizado en Cartagena en 1997, a los veinte años de la
primera reunión de un grupo pequeño. Pero no siempre fue así. Fals Borda
encarnó por mucho tiempo la figura del chivo expiatorio, un estigma que ha sido
un atributo nefasto de la historia contemporánea de Colombia, expuesta en los
grandes magnicidios (Luis Carlos Galán, Jaime Pardo Leal, Bernardo Jaramillo,
Eduardo Pizarro, Álvaro Gómez Hurtado, entre otros); en los asesinatos de
más de 5.733 integrantes de la Unión Patriótica entre 1984 y 2016; de 6.402
inocentes asesinados como falsos positivos entre 2003 y 2008; en los asesinatos
de pensadores sociales y defensores de Derechos Humanos (Hernán Henao,
Eduardo Umaña Mendoza, Humberto Peña Taylor, Jesús Antonio Bejarano,
Alfredo Correa de Andréis, entre muchísimos otros). Todo lo cual ocurrió en los
últimos cuarenta años en una atroz violencia recíproca, según el recuento de la
Comisión de la Verdad:
Número de víctimas: 450.664 personas perdieron la vida a causa del
conflicto armado entre 1985 y 2018. Si se tiene en cuenta el subregistro, la
estimación del universo de homicidios puede llegar a 800.000 víctimas...
Principales responsables: Grupos paramilitares… 45 %; Grupos guerrilleros:
27 %; Agentes estatales: 12 %.
Pero hay algo que ha de decirse con franqueza y sin rodeos. La sociología
no ha sido indiferente ni a la paz, tal cual la celebramos, como tampoco
a las violencias. El plural es obligado porque es preciso referirse tanto a las
violencias físicas, como a las simbólicas que suelen ser la estopa y la chispa de
aquellas. Es comprensible que Camilo Torres Restrepo acudiera al recurso de
las armas, dados los bloqueos del sistema a la transformación del campo. Pero

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Gabriel Restrepo

si es comprensible, nunca lo hallé justificable, menos como estrategia de amor


eficaz, como tanto suele predicarse, uno que para mí reside en la búsqueda de
la paz a través de la educación y de la cultura, tarea que demanda un heroísmo
sostenido en el paso de lustros y decenios.
La nefasta obnubilación por las armas proviene en la larga duración de
las guerras de independencia y de la exaltación acrítica de un Bolívar que fue
más guerrero que estadista, pese a su genio militar, pero al cabo tan vituperable
como Napoleón, cuyas campañas cobraron la vida de tres millones de personas,
como lo fuera el terror de la Revolución Francesa causante de al menos 30.000
ciudadanos guillotinados. Siempre he sostenido que el terror y la guerra
sólo engendran más terror y más guerras. Juicio que también sostengo de la
revolución rusa y de tantas otras guerras, cuyo ápice fuera la demencia de Hitler.
¿Qué dejaron en Colombia tantas guerras fratricidas? Muerte y
devastación. La exaltación de Bolívar obliteró la grandeza de su compatriota, el
admirable humanista que fuera Andrés Bello; sumió en el olvido a su maestro
Simón Rodríguez; y causó el naufragio de la más genial y prometedora utopía
que formulara el libertador, algo a lo cual se aproximó Bello al fundar la
Universidad de Chile que tanto selló hasta Pinochet el civilismo secular de la
república austral.
Es un sofisma argüir que esas revoluciones fueron indispensables para
producir transformaciones. A la vista se certifica con la tremenda implosión
e involución de la Revolución Rusa, cuyo patético resultado luego de tantos
Gulags es una dictadura capitalista de índole mafiosa. La idea de progreso es un
relato anacrónico bien rebatido por Walter Benjamin.
En la mediana duración, nuestra tragedia fue involucrarnos en el
juego perverso de suma cero entre capitalismo y socialismo. Iniciado con la
Conferencia Panamericana en la misma semana del asesinato de Gaitán, se
atizó una década después con la Revolución Cubana y la exaltación de los focos
armados guerrilleros que a nada condujeron distinto a desolación luego de
medio siglo. Inmensa torpeza de un Estado vicario y de movimientos insurgentes
arrogantes que culminaron en el padecimiento de una tragedia de los comunes,
de la que no se sabe si saldremos de no hallar la brújula para evadir el Escila de
las arrogancias del poder y el Caribdis de los contrapoderes insurgentes. Ética,
cultura y nueva educación son la razón de la democracia.
Camilo Torres Restrepo y Orlando Fals Borda configuraron el dilema de
guerra y paz. Pese a su ocasional retórica en pro de las armas, Orlando fue un
arquetipo de la no violencia. Formado en su primera juventud en la Escuela de
Cadetes, tal experiencia lo habilitaba para las armas, a diferencia de Camilo,

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Memorias de una nueva ruta libertadora por la paz, la educación y la cultura

inexperto en ellas, como lo probó en el primer combate. ¿De dónde entonces


las diferencias?
Antes de enunciar un contraste, se impone un esclarecimiento. Aprecio
sobremanera a Camilo como fundador de la sociología, sociólogo pionero en
la indagación cualitativa y cuantitativa de la pobreza, analista, como pocos
de la pobreza rural y de su nexo con las causas de la violencia, pionero en los
programas comunitarios, profesor ejemplar, predecesor de la acción comunal,
capellán insigne de la Universidad Nacional. Me precio de liderar con Gonzalo
Cataño en la Asociación la publicación de su tesis sobre la Proletarización de
Bogotá y de organizar desde los ochentas y aún en este año conferencias y mesas
redondas sobre su obra como sociólogo. Me enorgullezco de haber liderado
un gran programa que integró entre 1999 y 2002 docencia, investigación y
extensión en la localidad de Tunjuelito siguiendo los pasos fundacionales de la
sociología urbana de Camilo en tal espacio. Hace menos de un año propuse a la
rectoría de la Universidad Nacional erigir un mausoleo en el costado izquierdo
de la capilla, paralelo al que yo ideé y con ayuda de la Universidad erigí a la vera
del campanario de la capilla, destinado a honrar su memoria como sociólogo
y capellán y destinado como un gesto de paz, cuando se hiciera, por albergar
los restos mortales, si el secreto familiar y de estado se levanta, o aún sin ellos,
celebrar su excelencia como fundador y profesor de sociología.
Los seres humanos no somos de una sola pieza, así que por mis hondas
convicciones, por estar convencido de que el paradigma más excelso de los
últimos dos siglos y de mayor promesa en el futuro es el de una no violencia
activa, persistente y profunda, debí elegir muy joven la senda de la paz en
contra del camino de las guerras.
No se debe magnificar el papel de las regiones como focos de irradiación
de las violencias, pero tampoco minimizarlo. El caribe fue en la primera
violencia más inmune a la sordidez macabra que la región andina y llanera.
Se sabe que Orlando Fals era tan andino como caribe por los Bordas, primo
del poeta Jorge Zalama y de su hermano, el gran escritor y periodista Eduardo
Zalamea. Allí hay al menos indicios de diferencia con Camilo Torres Restrepo de
raíces boyacenses y antioqueñas. Pero no son suficientes, aunque condicionan.
La diferencia entre la adscripción católica en Camilo y presbiteriana en
Orlando, aunque en la larga duración no es distintiva respecto a la proclividad
a las violencias, pues basta remontar a las carnicerías de las guerras religiosas,
sí marcan sesgos diferentes por tres razones: la primera, el ascetismo propio de
los protestantes para el cuidado de sí, tan notorio en la disciplina de Orlando.
La segunda, más notoria, radica en la tradición católica de milicia de Dios

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Gabriel Restrepo

debida a la conquista y luego al hispanismo jacobinista católico decimonónico5,


reforzada tras el Concordato por una iglesia que ejerció violencias físicas y
simbólicas desmesuradas. Cambiar de signo era entonces probable. La tercera
es una conjetura por explorar: el mesianismo de la teología de la revolución
protestante, anterior a la teología de la liberación católica, debió basarse más
en el San Pablo de los Corintios con su mensaje de amor humilde entre los
humildes, que en el San Pablo de la epístola a los Romanos, tan imbuido de la
furiosa confrontación judaica contra el poder latino: si es plausible, allí hay una
distinción entre un amor tan vecino del odio, el romano, y otro tan enraizado en
la caridad y el ágape, el de Orlando.
Empero, la diferencia más radical estriba en la afinidad extraordinaria
de Orlando con las letras y las artes, en particular con la música, músico según
fuera y escritor insigne, paralelo a Gabriel García Márquez, ambos entroncados
con el talante caribe embelesado con los carnavales. Expresión máxima del
folclor en el escenario de las calles, las fiestas cifran su riqueza en la enorme
oralidad y visualidad primarias. Los carnavales son una potente estrategia
milenaria de los pueblos oprimidos para invertir el poder con burla irreverente,
más si su talante se extiende más allá de los tiempos de carnestolendas, como
ha ocurrido en el caribe. Mientras Camilo se ofreció en sacrificio como Cristo,
pero como redentor armado, Orlando Fals Borda fue en gran parte de su vida la
viva encarnación de Joselito Carnaval.
La metáfora no es adjetiva. Orlando fue por muy largo tiempo el mayor
chivo expiatorio de Colombia. Expulsado del instituto que fundara en la
Universidad Nacional por ser un supuesto agente del imperialismo, al poco
tiempo su iglesia lo repudió por comunista. Luego fue rechazado por un ala
de la revista Alternativa al proseguir los rumores de que fuera agente del
imperialismo. Refugiado en el caribe, fue tan amenazado de muerte por los
jefes de la insurgencia por la misma infamia, a tal punto que debió acudir a
chamanes de la región de Mompox para ser rezado y protegerse en sus tareas
de investigación que culminaron en La Historia doble de la Costa6. Antes de lo
cual, el Estado lo acusó de nuevo como agente del M-19, cuando su esposa fuera
encarcelada por ser supuesta cómplice en el robo de armas del Cantón norte.

5. La expresión ha sido tomada del muy refinado trabajo de medición de los valores sociales por el
sociólogo John Sudarsky.
6. Entrevista al amigo entrañable de Orlando Fals, Víctor Jiménez, realizada en diciembre de 2022,
a quien dediqué el mejor ensayo que he escrito sobre Fals –y son decenas–, publicado en 2015
en la Revista Investigación & Desarrollo por amable invitación de su director, Jair Vega.

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Asociación Colombiana de Sociología. Peregrinación en pos de omega:
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A partir de aquí interpongo mi memoria para relatar mi nexo con los


fundadores. Por los estudios secundarios en un seminario católico, mi opción
por la sociología fue decidida por el carisma de Camilo orientado por su amor a
los pobres. Participé en el Congreso Obrero Estudiantil Campesino de octubre
de 1965, tras el cual el director del Frente Unido7 desapareció con destino
desconocido. En enero de 1966 se sabría que se había incorporado al Ejército
Nacional de Liberación. El quince de febrero se conocería la noticia de su
muerte en el primer combate contra el ejército. Dos días antes Orlando había
presentado su renuncia como decano del Departamento de Sociología. En ese
mismo mes yo iniciaría el primer semestre.
Lecturas intensas y extensas de las obras de Kafka y de Camus entre 1963
y 1965 moldearon mi talante, el primero infundió mi vocación como escritor,
paralela al oficio de la sociología, el segundo afirmó mi carácter, ya preformado
por familia próxima y lejana8, como afín a una sentencia de Henry Adams
cuando se definió como un “católico, conservador y anarquista” dedicado a la
educación concebida como aprender a desaprender9 (Adams, 2001) y, como lo
figuró Mallarmé, a la entrega absoluta a la poesía, tomada como destino sacro
y absoluto, y como sería enriquecida por el poeta Rilke, devoto de la pobreza
y de la naturaleza10. Una frase de mi diario de junio de 1963 fue elocuente por
condensar la influencia de Camus expuesta en El mito de Sísifo de 1942 y en el
Hombre Rebelde de 1951, misma que definió mi carácter como una anarquista
trágico y melancólico, insumiso ante cualquier poder arbitrario.

7. Yo voceaba como voluntario el periódico en las calles del centro de Bogotá.


8. De mi abuelo paterno poeta heredé el legado del romanticismo con su opción poética por los
pobres. De mi abuela materna, la resiliencia ante el dolor: mujer viuda, pobre y con siete hijos,
por largos años telegrafista, en sus últimos años permaneció recluida en silla de ruedas y desde
tal trono humilde fue maestra de nación y mundo. De mi hermano mayor en un año, baldado
en su inteligencia por anoxia en parto casero, aprendí los valores de inocencia y afecto, porque
desde el primer año debí erigirme como maestro de su vida, a tiempo que él me amaestró en esos
valores. De una hermana difunta en la infancia que obró como fantasma incorporé la dimensión
del ánima femenina, aún si por muchos decenios fuera un alma en pena secreta encerrada en la
cripta de mi caja negra.
9. Copiada por Borges de modo literal en los dos últimos atributos.
10. La afirmación extrañaría a quien no valorara la obra de Rousseau, la poesía de Novalis, la
rebeldía de Víctor Hugo en Los miserables, la prodigiosa alegoría de los dos poemas del Cisne de
Baudelaire que traduje, por citar pocos antecedentes, y sorprendería a quienes sólo pensaran
que la opción por los pobres deriva de la Teología de la Liberación, tan tardía respecto a la
poesía, e incluso a la filosofía y a la política, por ejemplo mucho menor en alcance y fondo a un
paradigma del compromiso poético con los pobres expuesto por Rainer María Rilke en su Libro
de la pobreza y de la muerte, de 1903. Aunque fuera menor a estas cumbres, el abuelo paterno,
Francisco Restrepo Gómez (1884-1924) fue en su vida trágica y en su obra un poeta como salido
del Sermón de la Montaña de Cristo y como si llevara el nombre de Francisco en honor del santo
poverello amante de la naturaleza y de la humildad. Según mi conjetura, inició la patética senda

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Gabriel Restrepo

Viéndolo correctamente yo no podría ser comunista… De ninguna manera


me afiliaría a este partido o tampoco al capitalismo… Ambos me parecen igual
de degradantes y cochinos… Todo lo que hay moderno, salvo el existencialismo,
me parece malo (Restrepo, Diarios, julio 25 de 1963).
La juventud empero es veleidosa. Luego de un paso efímero por el
Movimiento Estudiantil Social Cristiano en 1965, me afilié por tres años a la
Juventud Comunista en 1966, en la célula Bertolt Brecht de Ciencias Humanas
de la Universidad Nacional, dirigida entonces por quien es desde hace unos
años el secretario general del Partido Comunista, el antropólogo Jaime Caicedo.
Aunque por mi dedicación a las letras11, me distancié del romanticismo por las
armas, entonces creciente, no obstante pagué la mayor cuota de estupidez de
mi vida al sumarme a las multas de acoso por la venenosa violencia simbólica
contra Orlando Fals Borda, tachado de ser agente del imperialismo, según
consta en la serie de periódicos de la célula Bertolt Brecht de nombre Rojo, de
los años 67 a 69, mismos que conservo en mis archivos (Archivos personales).
En 1970 asumí la plena independencia, al punto de renunciar a los pocos
años a un grupo denominado Los Profesores Independientes que difundiera tres
boletines12 en protesta por el bizarro anarquismo reinante del primer lustro
de los años setentas, debido a que también los independientes incurrían en
una dependencia dogmática. Y porque grado a grado adivinaba con el tema del
narcotráfico a dónde llegaría la demasía guerrillera, certificada lustros después
con el asesinato de Jesús Antonio Bejarano y de Álvaro Gómez Hurtado.
Cuarenta años debieron transcurrir para imaginar qué hubiera ocurrido
si se hubiera difundido la noticia de que Orlando Fals Borda, el Joselito Carnaval,
era en su vida íntima un transgresor sexual, imposible de clasificar en cualquier
letra del alfabeto no binario por su misterioso estatuto como pansexual, propio
de la vida anfibia y carnavalesca del Caribe, y justificado de modo más o menos
tácito en Historia Doble de la Costa como la libido flotante y varia de un eros
imposible de aherrojar en una sola categoría, como ya lo ha argumentado

de la indigencia del Cartucho al morir de morfina en esos lugares vecinos al parque de los
Mártires, según consta en la novela Casa de vecindad de Osorio Lizarazo publicada en 1930,
no por cierto porque fuera un vicioso, sino porque en su existencia la muerte de sus deudos lo
acompañaba desde su infancia: huérfano de padre a los cuatro años, a los 16 muere su única
hermana enloquecida, a los 17 su madre y a los 34 la gripa española se llevó a su consorte.
11. Sostuve con Hernán Henao el grupo literario Sanchito, dedicado a literatura en el contexto
del nacimiento del boom, reunido cada viernes en el auditorio de Odontología y por el cual
pasó la mayor parte de los escritores que serían conocidos como La Generación sin Nombre o
la Generación del Estado de Sitio. Doce números de una revista editada en mimeógrafo con el
nombre de Sanchito se difundieron, las cuales conservo en mis archivos (AP).
12. Los profesores independientes tenemos la palabra (AP).

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un excelente estudioso del tema (Pereira, A., 2022), y como yo ya lo había


intuido en un ensayo en su homenaje de 1987 publicado en el libro editado
por Gonzalo Cataño (1987), corroborado en la entrevista con Víctor Jiménez, y
luego comprendido como estrategia del destino para habilitarlo por un anima
esclarecida para parir una prodigiosa paráfrasis de Baruch Spinoza: Deus, sive
natura, Deus sive multitudo, Deus sive femina, esto es: Dios, o sea la naturaleza;
Dios, o sea la multitud; Dios, o sea lo femenino13. Mayor tras-descendencia es
imposible de imaginar14.
Desde cuando asumí como profesor de Sociología en 1970 comencé
a apartarme del ominoso juego de suma cero de la reforma académica que
forzaba a optar por Darío Mesa en contra de Orlando Fals Borda, tachado como
demiurgo clandestino del imperio por simples reglas de tres. Tan torvo dilema
perduraría por muchísimo tiempo, si es que ha cesado, y causaría inmenso
daño, porque si se es fiel a los dos fundadores, lo mismo que a figuras como
Ernesto Guhl y Eduardo Umaña Luna, entre muchísimos otros y otras que
suelen ser desestimados por el relumbre de uno y otro, es inmenso el beneficio
de combinar los clásicos universales y nacionales y el acento en el estado, con
el camino de abajo hacia la multitud de la nación.
Escarbé obsesionado los inmensos archivos organizados con tanto esmero
por Orlando, y bien pronto comprendí su estatura formidable. Experimenté
una purga y catarsis que fueron fundamentales para humillar toda arrogancia
y evadir cualquier dogmatismo. Y acredité la verdad profunda de la distinción

13. Por misteriosa coincidencia, yo llegaría de modo paralelo al mismo alumbramiento, debido
a llevar en mi psique el anima en pena de una hermana precedente difunta al mes de nacer,
tan amada por la madre que, como en el caso de Rainer Maria Rilke, quiso reencarnarla en
mi hermano mayor, afectado por anoxia en parto casero, y al año en mí tras esa primera y
doble decepción. Fue una larga travesía de mi daimon secreto que debí redimir en mi acceso a
la plenitud por un profundo examen de mi historia personal precursada en las constelaciones
familiares, hasta que lo diabólico (aquello que corre separado y segregado) se elevó a lo simbólico
(cuando lo dispar, antagónico y complejo se disciernen como un conjunto, lo cual significa una
conversión de caos en cosmos y de energías disyuntas en sinergia). Por ironía suma, hallé la paz
interior cuando buscaba la paz externa donde menos fuera pensable hallarla de 2015 a 2021: en
un seminario menor abandonado en el centro de la violencia, el corregimiento de La Esmeralda
en el municipio de Arauquita, instituto que fuera fundado por el beato monseñor Jesús Emilio
Jaramillo, asesinado cerca de 1989, no lejos del seminario, por la demencia de un integrante del
ELN. Animó emprender la riesgosa aventura un par de versos del poema Patmos de Hölderlin:
Wo aber Gefahr ist, wächst/Das Rettende auch: Pero allí donde yace el peligro, también subyace
la salvación.
14. Es un fecundo neologismo del filósofo francés Jean Wahl, mismo que concuerda con la onto-
teología precursada por los místicos y elevada al éxtasis por Novalis al final de los Himnos de la
noche, que traduje en 1990, cuando apunta a una divinidad de Gea situada en lo profundo de la
tierra al emplear las preposiciones Nach unten, hacia abajo, hacia un Jesús andrógico invocado
como el amado y la amada.

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meridiana de Max Weber cuando demandaba diferenciar la ética de convicción,


esto es la fe de las creencias, de la ética de responsabilidad, esto es el espíritu
de duda y el esmero en la argumentación racional.
Hacia 1975 la socióloga Vicky Kairuz creó en el Instituto Colombiano de
Educación Superior, Icfes, un Grupo de Trabajo Académico con Álvaro Camacho
y otro sociólogo que no recuerdo, con el fin de examinar la calidad de la
enseñanza de la Sociología. Hacia 1976 nos reunimos representantes de todos
los departamentos de sociología en la quinta de Quirama situada en Riosucio,
Antioquia. Fue la semilla de lo que sería la Red de Facultades de Sociología,
Recfades, tan importante en la organización de los Congresos, junto a la
Asociación Colombiana de Sociología. La Asociación resucitó en la asamblea del
diez de octubre de 1979 y celebraría su gran década de oro con seis congresos;
muchas publicaciones; elaboración del directorio, instauración del Día de la
Sociología en 1982, once Boletines de sociología redactados por Gonzalo Cataño,
viernes sociológicos, múltiples conferencias, proyecto de ley de reglamentación
de la sociología redactado por Gonzalo Cataño y presentado al Congreso de la
República, rescate de la memoria, reedición de la tesis de Camilo Torres sobre
la proletización de Bogotá y muchísimos actos de los cuales conservo memoria
en los archivos personales. Formamos con otros colegas, entre ellos Azriel
Bibliowitz, Rodrigo Parra Sandoval, Carmen Inés Cruz, un equipo con inmensa
energía y talento. No hubo tema crucial de la sociedad colombiana que no fuera
examinado por la Asociación y por sus integrantes en la década precedente a
la Constitución de 1991: violencia, constitución, educación, cultura, el campo,
la ciudad, el trabajo, la política y tantos más. Por fortuna hay memorias no
publicadas de tales actividades, entre las cuales destaca un libro inédito de
Gonzalo Cataño al cual me referiré adelante.
Gonzalo Cataño fue el primer presidente en dos períodos de 1979 a 1983,
ejerciendo yo la vicepresidencia, para luego ser elegido presidente por dos
períodos de 1983 a 1987, beneficiándose la Asociación por mi función como
Jefe de Unidad Desarrollo Social del Departamento Nacional de Planeación
y extendiéndose con los capítulos del Valle, Antioquia, Bucaramanga, uno
muy efímero en Valledupar, más el gran capítulo del caribe, el más dinámico
y perdurable de todos gracias al liderazgo de Alfredo Correa de Andréis y de
colegas como Norma Carmona, Roberto Ochoa y otros y otras.
Elssy Bonilla de Ramos tomaría el relevo de 1987 a 1991, pero luego
del Congreso de Barranquilla en 1991 la Asociación cesaría su dinamismo,
hasta que de nuevo como vicepresidente, junto a William Ramírez Tobón
como presidente, la renováramos de 1994 a 1997, con un gran logro como
fuera el libro con el examen de la situación académica en los departamentos

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de Sociología (Asociación Colombiana de Sociología, 1997). Renacería en


2006 cuando apoyado en Recfades y en el Departamento de Sociología de la
Universidad Nacional, celebramos el grandioso IX Congreso, del cual fui el
coordinador, no obstante, disuelta la Asociación tras el éxito. En 2013 intenté
refundarla y por fortuna se ha reconstituido desde 2019 con liderazgos nuevos,
a quienes ofrecí toda la información posible,
Quiero exaltar el extraordinario papel de Gonzalo Cataño en la refundación
y animación de la sociología desde 1979. Merece un gran reconocimiento
debido a su trayectoria como teórico (su correspondencia con Robert Merton
merecería ser editada), su aporte pinero a la sociología de la educación; su
papel como historiador de la sociología, su maestría en la recuperación de los
clásicos pensadores colombianos (Nieto Arteta, Baldomero Sanín Cano, Diego
Mendoza Pérez, Jaime Jaramillo Uribe, entre muchos otros). La propuesta
consiste en realizar un homenaje en el día conmemorativo del 11 de abril de
2024 cuando se cumplirán 62 años de existencia de la Asociación, acto que
podría ser realizado en el auditorio de la biblioteca Luis Ángel Arango o en el
del Fondo de Cultura Económica.
Explicó la discontinuidad de la sociología con los elementos teóricos
expuestos en la primera parte: en un marco de violencias físicas y simbólicas;
de pasiones tristes y violentas, de minimalismo de la ética y de maximalismo de
las creencias, de juegos de suma cero y de tragedia de los comunes, de mucha
competencia no acompasada con la cooperación, de precarias estrategias
de reconocimiento en su doble faz, externo e interno, de devaluación de la
tolerancia y de la comprensión recíproca; la creciente diferenciación de la
sociología induce creencias religiosas, políticas, ideológicas impares y aún
contrapuestas; diversidad por región, procedencia universitaria, etnia, género,
edad, graduación y experiencia laboral; abismos relativos entre los académicos
y los profesionales, y en éstos de ubicación en instituciones diversas, públicas
y privadas, centrales o regionales, o aún entre labores públicas o privadas; con
frecuencia la sociología, que es un saber liminar, se alía o migra a otros saberes
o campos transversales (género, política, ciencia, pobreza, violencia, deporte
y tantos otros): pero es más lo que la sociología ha dado, que aquello que
recibe; hay inmensa diversidad de talantes teóricos, metodológicos, técnicos
y de especialización profesional; en ocasiones se enfrentan teóricos, prácticos
y activistas; existen enorme diferencia de temperamentos, poco acompasada
con el mínimo de tolerancia para sortear las fricciones que son recurrentes;
entrelazar a Recfades con la Asociación y con organismos internacionales como
ALAS e ISA ha sido como armar el cubo de Rubik. La anomia es de tal alcance
que es bien reconocido que en algunos departamentos de sociología no hay

Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 245-266. ISSN 1900-5547 [ 261 ]
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encuentros aleatorios entre tres sociólogas y sociólogas, en las cuales no haya


al menos una enemistad radical entre dos, sino es el caso de tres enfrentados
por mil motivos. Las comprensibles modas, entre ellas las políticas, amén de los
paradigmas dominantes, en muchos casos crean fisuras insalvables.
Así que con estas y otras decenas de problemas que tienden a separar y
poco a reunir, es de celebrar la realización del XIV Congreso de Sociología como
un gran augurio para acordar nuestra propia paz interna.

TERCERO: EL CAMINO DE LA SOCIOLOGÍA POR EL EMBRUJO DEL CARIBE,


CON LA GUÍA DE ALFREDO CORREA DE ANDRÉIS
El gran encuentro del Tercer Congreso de Sociología celebrado en Bogotá en
octubre de 1979, donde nos congregamos 600 colegas, sirvió en mi caso para
sellar las paces con Orlando Fals Borda. Su bonhomía y perdón por mis errores
de la primera juventud fueron excelsos. Apenas enmendó de mi ensayo sobre la
primera etapa de la sociología una información (Restrepo, 2002): no fueron los
militares quienes se opusieron al viaje de la comisión de sociólogos a Marquetalia
para intentar evitar el desastre que ocurriría tras la desastrosa operación del
ejército, fue –me aseveró–, la Iglesia Católica. ¡Sorprendente! A la estimada Iglesia
no le alcanzarán varios siglos para exculparse por los miedos instilados en la
muchedumbre desde cuando pasó de víctima a victimario con el poder terrenal
del Vaticano, las cruzadas, su conservadurismo, su dogmatismo, su ceguera
histórica. Por fortuna aquí y allá se hallan en su tradición ejemplares santidades
y carismas, sin los cuales la estancia en el mundo sería insoportable. Porque ni
instituciones, ni personas se agotan en los encuadres de blanco o negro.
Como fuere, faltaba algo más para comenzar a comprender a Orlando. La
ocasión lució propicia por un evento organizado por Alfredo Correa y compañía
en la hermosa sede de La Perla de la Universidad Simón Bolívar, con el patrocinio
de su fundador y rector, Jorge Consuegra, uno de los primeros profesionales de la
economía, egresado del Instituto de Economía creado por Antonio García hacia
1949 en la Universidad Nacional, de enorme importancia como antecedente de
la fundación de la sociología un decenio después. Allí coincidimos en un exquisito
ágape con Orlando y Gonzalo Cataño y consagramos la primera amistad con
Alfredo Correa de Andréis y sus inolvidables amigos y amigas.
Por falta de tiempo, que no de memoria, pues mundo y nación se encierran
en mis archivos y en mis diarios, mismos que dispongo a la consulta de quienes
quieran, paso por alto numerosos episodios del nexo con la sociología del
caribe, algunos de ellos al compás de los carnavales. De inmenso auxilio es un
libro reciente de Gonzalo Cataño que debería editar la Asociación de Sociología:

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Asociación Colombiana de Sociología. Peregrinación en pos de omega:
Memorias de una nueva ruta libertadora por la paz, la educación y la cultura

por premura no he alcanzado a consultarlo como debiera15, pero en cuya


edición posible con motivo del homenaje propuesto me comprometo a elaborar
un prólogo que sea digno de la excelencia del escrito: Realización y promesa
de la Asociación colombiana de sociología (Cataño, 2020, 67 páginas). En otro
libro que se encuentra en prensa, Gonzalo incluye un hermoso homenaje de
Orlando Fals Borda a la figura del que ha sido el más sabio broche de oro entre
el fundador y las siguientes generaciones, Gonzalo, de cuya amistad aprendiera
yo en el curso de los años, si no mucho más que del paso por las aulas, al menos
tanto como de ellas (Cataño, 2023).
Me concentro en algunos tramos. Formidable por la acogida de la
sociología colombiana a Orlando fue el seminario realizado en Bogotá en 1987
por iniciativa de Gonzalo Cataño, del cual resultó un libro memorable editado
por él con ensayos de Gonzalo, Elssy Bonilla de Ramos, Rodrigo Parra Sandoval,
Milcíades Vizcaíno y Gabriel Restrepo (Asociación de Sociología y Cataño, G.,
1987). Es de notar que entre el encuentro en la Perla y ese evento de Bogotá,
Orlando había publicado los cuatro tomos de Historia Doble de la Costa (Fals
Borda, O., 1982 a 1986). Fue afortunado además el evento por ser simultáneo
al retorno de Orlando a la Universidad Nacional como investigador del Instituto
de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales, IEPRI, no a sociología porque
su reconocimiento en la institución que fundara sólo ocurrió en los noventas a
cuentagotas y debió esperar hasta el IX Congreso del 2006. Ya el año anterior
la Universidad de Antioquia le concedió el honor del doctorado honoris causa,
sustentado por los conceptos de Alfredo Molano, Edgar Rey Sinning y el mío,
quienes asistiéramos a la ceremonia embelesados por la lectura de su ensayo
Entre los paisas (Fals Borda, O., 2005).
Me he adelantado a presentar lo que ocurrió en Bogotá y Medellín con
la muy paulatina aceptación de la obra de Orlando en la región andina, para
contrastar la rapidez de su reconocimiento en el caribe, debido no sólo a una
simpatía regional, sino a la atmósfera festiva y pacífica derivada del humor
propiciado por los carnavales.

15. Es comprensible que, por la acelerada reconstitución de la Asociación, haya ocurrido en el


recambio un notorio hiato de generaciones que, empero, no es tan grave como fosa, según
fuera en otro tiempo. Por fortuna, el formidable trabajo de edición de entrevistas a sociólogos
y a sociólogas de distintas generaciones elaborado desde hace mucho tiempo con tenacidad y
talento por Jefferson Jaramillo, profesor de la Universidad Javeriana, quien lo presentará en el
Congreso, tenderá a salvarse el abismo intergeneracional. En cuanto a Gonzalo Cataño, dados
mis enormes compromisos de escrituras, no había tenido el reposo para dialogar con el amigo,
con quien por fortuna me escribí hace poco y me envió el día de ayer el libro ya mencionado que
de seguro editará la Asociación de Sociología y que sólo he podido ver a través.

Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 245-266. ISSN 1900-5547 [ 263 ]
Gabriel Restrepo

Del mismo modo, el caribe fue ejemplar en la dinámica de la Asociación:


el capítulo creció con sus sábados sociológicos en el teatro Amira de la Rosa y
con la publicación continua de sus Diálogos Sociológicos, muchos de los cuales
conservo en mis archivos.
Como jefe de la Unidad de Desarrollo Social del Departamento Nacional
de Planeación tuve la oportunidad de visitar con frecuencia a los colegas de
Barranquilla, además de apoyar con el Departamento Nacional de Planeación y
Colciencias una investigación en cabeza de Alfredo Correa de Andréis en torno al
estado de la investigación de la sociología del caribe. Por las actas de la Junta de
la Asociación en mis archivos, sé que esta investigación se desarrolló con éxito,
pero desafortunadamente no la conservé, aunque por cierto ahora he sabido
que se halla en los archivos de la familia. Otro tanto logré con otros apoyos
a la investigación y a la participación de colegas en eventos internacionales
de la sociología, entre las cuales destaca la del Caguán, una de las primeras
indagaciones sobre terreno de la violencia en área tan crucial en la historia de
las violencias regionales (Jaramillo, J., Cubides, F., Mora, L., 1987).
Una de las últimas asistencias a Barranquilla ocurrió en un gran homenaje
a Orlando en Barranquilla hacia junio de 1986, organizada por Alfredo con el
capítulo del Caribe y con la asistencia de Fals y de colegas de Cali y Bogotá. Fue en
mi caso una gesta no poco turbulenta porque regresaba de un evento en Nueva
York con breve parada en Bogotá, para partir casi de inmediato a la última Junta
Directiva de Codechocó en el medio Atrato que yo presidía, allí en Bojayá donde
luego ocurriría una tremenda masacre, de donde retorné de inmediato a Medellín,
y de ahí al homenaje a Orlando en Barranquilla, del cual debía desprenderme muy
pronto a mi pesar, porque como escritor fantasma estaba obligado a escribir las
memorias del presidente Betancur al Congreso de julio de 1986. Así que, como
escribiera en Arauca unas semblanzas de tantos amigos y conocidos asesinados,
entre ellos Alfredo, entonces yo moría de memoria.
Un grave tránsito me esperaba, de al menos cinco años de crisis profunda:
muerte de madre y padre, separación del primer matrimonio, nueva alianza con
un designo que elegí de desclasamiento y descentramiento, cambios radicales
de oficio, fin de los ejercicios de poder y de los discursos fantasmas, intensidad
poética en los lúgubres descensos a mis infiernos tan parejos a los de Colombia,
inicio de una de la tres tandas como paciente del psicoanálisis, compromiso
fervoroso de dos años de 1990 a 1992 en la Consejería de Paz, encargado de
la reincorporación de 3000 excombatientes. En suma, dejaba de ser un teórico
y un cuadro del Estado para convertirme en un círculo para la nación en la
senda de Orlando y de Alfredo; por tanto, indagaciones obsesivas ya menos en
el ámbito de la ciencia y más en la estética, la ética y dimensiones profundas
de la cultura (mitología, religión, filosofía, imaginarios, sapiencia); menos

[ 264 ] Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 245-266. ISSN 1900-5547
Asociación Colombiana de Sociología. Peregrinación en pos de omega:
Memorias de una nueva ruta libertadora por la paz, la educación y la cultura

Maquiavelo y en cambio todo Rousseau. El taciturno melancólico anarquistam


despojado e insumiso frente a todo poder, iniciaba un vagabundaje vital, teórico
y temático desde abajo con el signo de esperanza puesto en la ideación de una
Nueva Ruta Libertadora por la Paz, la Educación y la Cultura.
Dejé de ver por un tiempo a las amistades del caribe lideradas por
Alfredo. Debí distanciarme con pena de la marcha de la Asociación. Intuí que
los colegas del caribe debieron experimentar júbilo y luego inmensa decepción
por las aventuras y desventuras de una de las primeras alcaldías alternativas
de Colombia, justo en el caribe: las dos administraciones de quienes ellos
admiraron en un principio, el cura salesiano Bernardo Hoyos Montoya.
Por azares me encontré hacia 1989 con Adolfo González Henríquez cuando
él cursaba la maestría de sociología de la cultura en la Universidad Nacional.
Allí le ofrecí mi oficina y me enriquecí con su talento y bonhomía caribe. Adolfo
y Alfredo eran oriundos de Ciénaga, pero fueron rivales incompatibles, y esa
enemistad lastimó por un tiempo la enjundia del Capítulo. Ambos eran talentosos
en sus oficios, Alfredo en la estela de Fals con la etnografía popular tan intensa
de los desplazados de la violencia por el paramilitarismo que provocaron las
furias asesinas en complicidad con el gobierno, Adolfo en la indagación de
la cultura popular del Caribe y eximio en el conocimiento de la música del
litoral, como reluce en un libro reciente editado por su esposa y publicado en
septiembre pasado por La Iguana Ciega: Adolfo González Henríquez – Ensayos,
artículos, columnas (1986-1996).
Con Adolfo realizamos la demente aventura de una excursión al carnaval
del caribe de 1993 con una comparsa de estudiantes lúdicos de sociología, viaje
inolvidable para mí, aunque recibiera mucho azote por ello, muy beneficiada de
un proyecto de investigación sobre los carnavales escrito con él, por infortunio
sin apoyo local o nacional.
En la indagación del estado académico de la sociología en el Caribe realizada
en 1994, editada en el libro ya mencionado, Adolfo escribió lo relativo a la región
(Ramírez, William, 1997) y sería luego profesor de sociología en la Universidad
del Atlántico, justo cuando se iniciaba el departamento de Sociología. En el
contexto de las indagaciones me encontré con Alfredo Correa por última vez,
una década antes de su asesinato en septiembre de 2004. Nunca comprendí las
razones que los enemistaban. Ellos se fueron uno tras otro, Adolfo muerto de
modo prematuro en 1996 a sus 61 años, Alfredo asesinado en 2004.
No digo que el cielo los hermane, porque de allí no sabemos nada, pero
sí que la sociología los reúna en benévola memoria. Por nuestra paz y en la
memoria de Orlando y de los carnavales, de los cuales ellos fueron insignes
herederos.

Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 245-266. ISSN 1900-5547 [ 265 ]
Gabriel Restrepo

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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dependencia en la obra de Gabriel Restrepo. Bogotá: PDF.
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-Estado Académico- Bogotá: Errediciones.
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Cataño, G. Sociólogos y Sociología, Boletín de la Asociación colombiana de Sociología. Once
números difundidos en los años ochenta.
Cataño, G. y Asociación Colombiana de Sociología (1987). Ciencia y compromiso. En torno al
legado de Orlando Fals Borda. Bogotá: Producciones Editoriales.
Cataño, G. (2020). Realización y promesa de la Asociación Colombiana de Sociología. Bogotá:
PDF, 67 páginas.
Cataño, G. (2023). El legado sociológico. En imprenta.
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Durkheim, E. (2006). El suicidio. México: Ediciones Coyoacán.
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González Henríquez, A. (2023). Adolfo González Henríquez - Ensayos, artículos, columnas (1986-
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Guzmán, G., Fals Borda, O., Umaña, E. (1962). La violencia en Colombia. Bogotá: Tercer Mundo.
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México: Fondo de Cultura Económica (Texto completo en inglés en Proyecto Guttemberg):
consultado el 05-10-12. Disponible en: http://www.gutenberg.org/files/32.07/32.07-
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Restrepo, G. (2002). Peregrinación en pos de omega. Sociología y sociedad en Colombia. Bogotá:
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[ 266 ] Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 245-266. ISSN 1900-5547
NUESTRA COMUNIDAD

MUJER, GÉNERO Y DERECHOS HUMANOS.


APUESTAS POR DINAMIZAR

Daniela Chaves1

E
ste año en la Universidad de Nariño se llevó a cabo la conmemoración
del día de la mujer. Fue un evento de dos días que reunió a estudiantes,
profesores y expertos para abordar diversas facetas de la igualdad de
género y los derechos de las mujeres.
El primer día comenzó con una exposición gráfica en el campus, donde
se exhibieron fotografías capturadas por estudiantes, destacando las múltiples
facetas de las mujeres en la sociedad. Este evento visual sirvió como una forma
poderosa de iniciar la reflexión sobre la representación y el papel de las mujeres
en la comunidad universitaria.
Luego, se llevó a cabo un conversatorio en el que participaron destacadas
ponentes, entre ellas la doctora Alejandra Bello Urrego y la Magíster Sofía
Santacruz Zambrano, moderado por la Dra. Vanessa Montenegro Hidalgo.
Durante este encuentro, se discutió el diálogo intergeneracional sobre género y
derechos humanos, destacando la labor de investigadoras que han visibilizado
las violencias basadas en género en la universidad. Se resaltó la importancia de
reconocer estas violencias como estructurales y se concluyó que la lucha por la
igualdad de género es contra un sistema opresor.
El segundo día se enfocó en presentaciones y talleres prácticos. Se
presentaron datos importantes sobre género y se dio a conocer el trabajo del
Observatorio de Género de Nariño, resaltando su papel en recopilar información
y proponer medidas para reducir las brechas de género. También se destacaron
iniciativas como la Dupla Naranja, que brinda apoyo integral a víctimas de
violencia de género.

1. Estudiante del Programa de Sociología y monitora de la Revista de Sociología.

Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 267-268. ISSN 1900-5547 [ 267 ]
Daniela Chaves

Una de las actividades más destacadas fue la socialización de un ejercicio


de cartografía social, realizado por la estudiante Daniela Narváez, que reveló la
frecuencia de acciones violentas de tipo sexual, homofóbico y de género en la
universidad. Esto evidenció la necesidad de una ruta de género adecuada y una
atención integral para abordar estas situaciones.
Finalmente, se llevó a cabo un taller reflexivo dirigido por la Dra. Alejandra
Bello Urrego y la Dra. Alba Jackeline Ruano, donde los participantes tuvieron la
oportunidad de discutir y reflexionar sobre la violencia de género desde una
perspectiva sociológica, compartiendo experiencias personales y considerando
la importancia de una acción colectiva para construir una sociedad más justa e
igualitaria.
En resumen, la Conmemoración del Día de la Mujer en la Universidad de
Nariño en el año en curso, fue un evento integral que proporcionó un espacio
para la reflexión, el diálogo y la acción en torno a la igualdad de género y los
derechos de las mujeres en la comunidad universitaria y más allá.

[ 268 ] Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 267-268. ISSN 1900-5547
RESEÑA BIBLIOGRÁFICA

“Yezid, me dijo un escritor amigo en Barcelona, deja de pensar en relatos de fic-


ción y concéntrate en lo que has vivido. Cuando le pedí una explicación sobre lo
que quería decir, lo resumió así: te iniciaste como militante de izquierda, mata-
ron a muchos de tus camaradas, te fuiste para la guerrilla, viviste en la clandes-
tinidad, combatiste, te hirieron,
seguro que mataste y no te mata-
ron, te apresaron y condenaron,
recuperaste la libertad y renun-
ciaste a la lucha armada, te hosti-
garon y te fuiste del país, seguiste
con tu activismo por la paz en el
exilio, te volvieron a condenar y el
Estado suspendió la sentencia, en
fin, si tú cuentas todo eso, muchí-
sima gente podrá acercarse a epi-
sodios que sacudieron a Colombia
en las últimas décadas”.
Esta historia de vida, es una
crónica sobre los inicios de la pre-
sencia del conflicto armado en
el sur de Colombia, relatada por
uno de sus más destacados pro-
tagonistas Yezid Arteta, escritor,
abogado y sociólogo caribeño, di-
rigente estudiantil y político, que
fue doblemente juzgado, por las
FARC y por el Estado colombiano,
exiliado en España, activista y mi-
litante por la paz en Colombia. Rebelde dentro de los rebeldes
Esta crónica hace parte Autor: Yezid Arteta Dávila
del acervo sociológico sobre el Editorial: Ícono
conflicto social en el departamento Materia: Crónica y testimonio
de Nariño, como dice el autor, este ISBN: 978-958-5472-99-0
libro: “no es un ajuste de cuentas Idioma: Español
contra nadie, sino un encuentro Cubierta: Tapa blanda con solapas
conmigo mismo, con mi destino”.

Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 269-270. ISSN 1900-5547 [ 269 ]
Vicente Fernando Salas Salazar



Este texto, de gran actualidad, del sociólogo y profesor de la Universidad Nacio-


nal de Colombia, Carlos Uribe Celis, indaga sobre una nueva perspectiva para re
imaginar el cambio sin violencia, que requiere una sociedad rígida, excluyente y
patriarcal, que durante sus 200 años de vida republicana a escogido la violencia
como herramienta contra cualquier tipo de cambio social.
Para ello, construye una
propuesta de sociedad a partir de
la categoría de protopía, un esta-
do en el que el presente es mejor
que el pasado, diferenciándose de
los términos de utopía, distopía y
statu quo.
Según el autor: “Todo mi tra-
bajo ha girado sobre el tema de la
cultura. En este campo es posible
discernir distintos ángulos, aspec-
tos o subtemas. Personalmente yo
resaltaría aquí el tema de la histo-
ria social, que es la línea de inves-
tigación que yo cultivo realmente,
pero, desde otra perspectiva todo
esto es cultura y por tanto el tra-
segar sobre diversos hilos del am-
plísimo telar de la cultura. Lo que
yo he hecho hasta ahora realmen-
te es historia social, historia de la
cultura.”
Con prólogo de la profesora
La revolución cultural nuestra investigadora británica, Jenny
Autor: Carlos Uribe Celis Pearce, del Centro para América
Editorial: Ediciones Aurora Latina y el Caribe, de la London
Cód.: 657555 School of Economics de Gran
Autor: Carlos Uribe Celis Bretaña.
Encuadernación: Rústica
N.° páginas: 287 Ricardo Oviedo Arévalo
Idioma: Español

[ 270 ] Revista de Sociología, Pasto (Colombia) 2024, Vol. 8 - pp. 72-93. ISSN 1900-5547
FUNDADA EN 1904

DEPARTAMENTO DE

SOCIOLOGíA

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