Múgica, Fracisco. Hechos No Palabras T. I

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"••

Biblioteca de Obras
Fundamentales de la Independencia
y la Revoluci6n, editada para conmemorar
el inicio de la Independencia y el comienzo de
la Revoluci6n Mexicana, no habría sido posible
sin la colaboraci6n financiera de entidades y
dependencias de la Administraci6n Pública
Federal y la participaci6n de gobiernos
de los estados de la
República.
HECHOS,
NO PALABRAS. • •

FRANCISCO J. MUGICA

"
••
COMISION NACIONAL PARA LAS CELEBRACIONES
DEL 175 ANIVERSARIO DE LA INDEPENDENCIA NACIONAL
Y 75 ANIVERSARIO DE LA REVOLUCION MEXICANA
COMISION NACIONAL PARA LAS CELEBRACIONES
DEL 175 ANIVERSARIO DE LA INDEPENDENCIA NACIONAL
Y 75 ANIVERSARIO DE LA REVOLUCION MEXICANA:

Presidente
Lic. Miguel de la Madrid Hurtado
Presidente de los Estados U nidos Mexicanos

Vocal
Lic. Antonio Riva Palacio López
Presidente de la Gran Comisión de la H. Cámara de Senadores

Vocal
Lic. Eliseo Mendoza Berrueto
Presidente de la Gran Comisión de la H. Cámara de Diputados

Vocal
Lic. Jorge Iñárritu y Ramírez de' AguiJar
Presidente de la H. Suprema Corte de Justicia de la Nación

Secretario Ejecutivo
Lic. Manuel Bartlett Díaz
Secretario de Gobernación

Secretario Técnico
Lic. Juan Rebolledo Gout
Vocal Ejecutivo del Instituto Nacional de Estudios Históricos
de la Revolución Mexicana
L Os movimientos popula-
res que le han dado ros-
tro a México han sido
producto de las fuerzas sociales. Responden no sólo a la
existencia de problemas nacionales, sino a la voluntad de
definir una identidad; de buscar ser una nación igual en-
tre iguales y diferente, a la vez, a todas las demás.
Este año se cumplen 175 años del comienzo de la
Independencia Nacional y 75 de haberse iniciado el pro-
ceso histórico de la Revolución Mexicana. Esta coinciden-
cia de celebrar dos momentos fundamentales en la histo-
ria nacional ha motivado al gobierno de la República a
invitar, respetuosamente, a los representantes de los po-
deres Judicial y Legislativo a integrar una comisión de
carácter nacional para celebrar estos acontecimientos.
La Comisión Nacional ha propuesto que es~ cele-
braciones no se limiten a los festejos y otros actos conme-
morativos, sino que reflejen e inscriban en la conciencia
colectiva una huella de la herencia que disfrutamos, de
los valores que nos agrupan, de la enorme capacidad pa-
ra vencer obstáculos que nos caracteriza y del talento para
inventar juntos nuestro futuro.
De ahí la importancia de que el programa nacio-
nal de celebraciones incluya, de manera central, un es-
fuerzo editorial que conserve en la memoria colectiva todo
aquello que los mexicanos debemos a los movimientos
de Independencia y de Revolución. La reflexión ilustra-
da y los documentos que estos movimientos generaron
son el espejo que esta Comisión desea legar a las futuras
generaciones. En este espejo se verán ellas a sí mismas
hasta en sus raíces y cobrarán sentido y reconocerán su
responsabilidad ante las metas superiores que pueden al-
canzar sobre la firme base de los compromisos pactados
en esos pasados.
La colección de obras fundamentales de la Inde-
pendencia y de la Revolución es el inicio de este esfuerzo.
El objetivo es hacer accesibles obras básicas que, para-
dójicamente escasas, aportan memoria viva a la cultura
histórica del pueblo.
Han sido los criterios de selección el valor docu-
mental y la calidad historiográfica. Entre estas obras las
hay que compilan documentos y legajos históricos de esen-
cial relevancia para entender la lucha de emancipación.
Otras, muestran el carácter regional y faccional que ca-
racterizó en algunos momentos a nuestra Revolución, ayu-
dándonos a entender sus aportaciones al proyecto de país
que articula la Constitución Política de 1917. Consecuen-
cia de esto último es el carácter polémico de varias de ellas.
Pero todas las obras aquí presentadas muestran alguna
faceta básica de lo que somos hoy en razón de lo que fui-
mos ayer.
La "Biblioteca de Obras Fundamentales", inevi-
tablemente, sufre de ausencias notables: su papel es ser
pie de futuras adiciones. Todo ello para que el compro-
miso de los mexicanos, especialmente los jóvenes, sea más
enterado, más decidido, más visionario.
F rancisco J. Múgica nació en
Tingüindín, Michoacán, en
1884, y murió en la ciudad
de México en 1954. Desde su juventud se dedicó al perio-
dismo, y fundó varios modestos periódicos de oposición.
En 1910, en San Antonio, Texas, se puso bajo las órde-
nes de la Junta Revolucionaria que organizó las prime-
ras etapas de la revolución maderista. Después de la muer-
te de Francisco 1. Madero, Múgica se unió al constitu-
cionalismo. Tomó parte en el primer reparto agrario y
fue uno de los firmantes del Plan de Guadalupe. Dipu-
tado constituyente por Michoacán, su obra social y polí-
tica más destacada se encuentra en la Constitución de
1917. Las diferencias con el presidente Álvaro Obregón,
lo hicieron renunciar a la gubernatura de Michoacán. En
el gabinete de Lázaro Cárdenas fue secretario de Econo-
mía y de Obras Públicas. La influencia de Múgica fue
decisiva para que el gobierno de Cárdenas llevara a cabo
la expropiación petrolera.
FRANCISCO JOSE MUGICA

Hechos,
no palabras
TOMO 1
.... Prensa····
.. Parlamento· .

MEXICO
MCMXIX
Papa mi esposa !I mis hiios. On hepencia.
5

PROLOGO

Dormla, y sollé que la vida era belleza;


desperté, y advertl que ella e8 deber.
Kant.

N O podría encontrar entre el tesoro espiritual


de mis recuerdos, una reflexión más cabal y más
honda, que encarnase el pensamiento que yo, sin
vaguedades y sin temores, me imagino revoloteó
en la mente del autor de este libro,-en los tras-
cendentales momentos de producir su obra,-
como la transcrita del célebre filósofo d6 Konigs-
berg.
Sí; porque si en el presente volumen hay be-
lleza, no es precisamente aquella que puebla el
universo mágico de los poetas y los artistas, sino
la otra: la que llevan en sí las nobles manifesta-
ciones del deber, los bravos esfuerzos hechos en
pro de los principios e ideales capaces de marcar
un jalón en la marcha evolutiva de la felicidad
y cultura de un pueblo. .
6 PROLOGO

Porque este es un libro en el cual han de hun-


dir sus miradas los espíritus ávidos de sinceridad,
de verdad y de fuerza; pero nunca los maniáti-
cos perseguidores del preciosismo lingüístico, los
cazadores eternos de magistrales gallerías lite-
rarias, los esclavos sumisos e invariables de la
erudición, que no siempre resulta de buena ley.
El lector está ante una obra que lleva por di-
visa el apotegma lírico de Carlyle: "La sinceri-
dad vale más que los encantos de la belleza."
Y, gracias a esta doctrina,-y en obsequio de
grandes anhelos de reforma y de reconstrucción
nacionales,-ella le dirá, antes que de otra cosa,
de las fatigas, de las zozobras, de los ensueños
y de los entusiasmos que agitaran una alma, allá
en los días tempestuosos en que, a la vez que se
oían estallidos siniestros de metralla, descargas
cerradas de fusilería, que llenaoon de pavura a
numerosas regiones de la Patria en desangre,
resonaban voces de libertad, clamores de justicia,
vibrantes arengas, en honor de las máximas con-
quistas de la Revolución, en el recinto augusto
del Congreso Cons,tituyente de Querétaro, aparte
de otras nuevas relacionadqs con el estupendo
fenómeno político-social, que aun no concluye de
operarse, hablando en lenguaje estricto, en esta
tierra de héroes,. de hidalgos y de pensadores.

** *
En nuestra América, quién sabe por qué de-
fectos morbosos de nuestra idiosincrasia, siem~
PROLOGO 7

pre se han visto, por regla general, las obras de


periodismo pontico, parlamento, administración,
etc., a través de cristales de miope / a través de
prejuicios, resabios y apasionamientos sectaristas,
que, irremediablemente, no pueden menos que
impedir la extracción de su fondo, de aquellos
tesoros de ciencia, de verdad, de bien, de ideali-
dad,-porque no todo lo que se produce en la tie-
rra es humo de paja,-de que viven hambrientos
los pueblos que, como los nuestros, aun no son
dueños de una personalidad moral e intelectual
suficiente a vencer los graves errores que nos de-
jaran edades muertas de penitencia y de ma11ti-
río, lo mismo que inexperiencias dolorosas e in-
evitables.
Mas, como, según una ley biológico-social, nada
permanece invariable, hasta el illfinito, en el
mundo de los seres animados e inanimados, vien-
tos nuevos, ideas nuevas, preocupaciones· nuevas
mueven y agitan el alma magnífica de nuestro
H emisferio. Hoy nuestros ptteblos ya no se
conforman con dormir, como lo hacían antaño,
la siesta bajo la tenue umbreña de las palmeras
tropicales. Atentos a los formidables latidos del
corazón del siglo, acechan el momento propicio
para sacar de las encontradas corrientes de la
civilización, aquella fuerza, aquel saber, aquel
estímulo de que han menester pat·a renovarse
incesantemente; ya que no quieren, de ninguna
monera, dejar que les triture el cráneo el carro
flamígero que arrastra la cuadriga blanca de los
8 PROLOGO

tiempos contemporáneos: la Sabiduría, la Liver-


tad, la Igualdad y la Fraternidad.
En consecuencia, ya no se ve el caso de que
despunte un esfuerzo, de que se cristalice U1ll
propósito, de que se cuaje un ensueño, sin que
ellos, al menos en su mayoría, no lo recojan, para,
una vez aquilatado, sacarle la esencia, apro-
vecharlo en la obra que mañana simbolizará la
síntesis de su personalidad y de su cultura.

** *
"HECHOS, NO PALABRAS," es el fruto
de un esfuerzo bien encaminado, de una volun-
tad bien firme, de una inteligencia que, compren-
diendo las grandes necesidades morales y polí-
ticas de su Patria, estima como un delito
permanecer ociosa.
Comprende tres partes bien definidas: Pren-
sa, Parlamento y Administración.
En la primera, alza el general Múgica su verbo
de combate. La incuria, la indiferencia ciudada-
na, en cuanto se relaciona con la política naci&-
nal, reciben golpes certeros. de su ariete. Es
preciso-dice el autor de "HECHOS, NO PA-
LABRAS"-que los hombres todos de la Repú-
blica tomen par;ticipación en las l'Nchas políticas
que se desaten, porque este es el único medio
de que no se vean despojados de sus derechos por
los mercaderes de la cosa pública, que, infortuna-
damente, existen a millones en estas patrias' nues-
PROLOGO

tras, tan perseguidas por el ave negra de la


desgracia y t(ln aptas para cultivarse y ser, wde
o temprano, las depositarias legítimas de una
civilización más neta y quizás más pura que la
poseída hasta hoy por las viejas naciones tú
la convulsa Europa.
y son las clases bajas, las pobres hordas de
la gleba, las que más deben preocuparse por hacer
uso de los privilegios qu,e a todos los hombres
conce'de la Carta Magna de la República. Porque,
de continuar en un pasivismo eterno, ni podrd1l
conservarse, en toda la plenitud de su fuerza JI
su virtud, las instituciones políticas de la nacio-
nalidad, ni ellas dejarán de ser lo que, pam su
infortunio, han sido hasta el día: rebaños mise-
rables, aptos para la servidumbre y el escarnio,
pero ineptos para las luchas recias que han de
emprenderse en favor de la libertad y del honor.
Herido en lo más hondo de su naturaleza li-
bre, y respetuoso, al mismo tiempo, de los precep-
tos legales, el general J.\!Iúgica, en un acto de so-
berbia y de reivindicación, descarga el azote de
su palabra sobre la testa altanera de esos verdu-
gos de todos los pueblos, de esos conculcadores
eternos de la Ley, de esos parias cargados de
charreteras, o disfrazados de caballeros, que el
capricho de los mandones de nuestra América
ha sostenido invariablemente, para vergüenza de
la civilización, en los más altos puestos de esas
entidades políticas que forman el conjunto armó-
nico del todo a que llamamos Patria.
10 PROLOGO

Tiene, además, la primera parte del libro que


prologo, una virtud inmensa, digna de no ser
olvidada jamás por todos los hombres honrados
de la tierra de Anáhuac, que, antes que en bajos
motivos de medro y de falsía, tienen fija su aten-
ción en problemas trascendentales que han de
asegurar a México su prosperidad y su grandeza;
y, lo que es más caro aún, el privilegio de su
soberanía, a despecho de los mal encubiertos de-
signios de algún pueblo fuerte que, no obstante
su cacareado puritanismo de princiPios, no puede
dejar de desempeñar, en estas tierras de Colón,
el lamentable papel de pirata internacional. Esa
virtud es el contener el germen de la dantesca
lucha que hoy, con los ojos cuajados de espe-
ranza, ve esta nación patricia convertida en Go-
bierno legítimo y progresista.
Sin miedos y sin vacilacjones, tal cual un argo-
nauta que en débil barca se lanzara a las profun-
didades marinas, bajo un tiempo de tempestad y
de niebla, el autor de ((HECHOS, NO PALA-
BRAS," desde la tribuna clamorosa de la prensa,
se enfrentó con los vicios, crímenes y brutalida-
des de la Tiranía, a sabiendas de que semejante
labor podría costarle ultrajes sangrientos y aún
la pérdida de la vida.
Este gesto,' propio de los bravos cachorros de
nuestra Raza, simboliza, en la rojiza realidad
de nuestra vida histórica, la fuerza secreta y
todopoderosa que ha impulsado a los románticos
pueblos de Hispano-América, a sacudir sus yu-
PROLOGO 11

gos más pesados, a erguirse, iracundos, contra


el destino inclemente y a convertir en hechos al-
gunos de los infinitos sueños que acaricia su
mente fecunda y vigorosa.
Pero, lo que en mi sentir constituye el libro,
el verdadero libro, trascendente y hondo, son los
discursos que el general M úgica pronunció en
el seno del Congreso Constituyente de Querétaro,
lleno de virilidad lleno de fe, lleno de noble y
J

alto idealismo revolucionario.


Esos discursos, dichos cuando aun no cesaba
el fragor de las batallas, contra el grande ene-
migo contumaz, tienen, al par que las resonan-
cias épicas de las epopeyas, el sonido grave de
las elocuciones encaminadas a llevar al ánimo
de sus oyentes, la verdad y la convicción acerca de
las tesis planteadas en pro de la restauración,
de la renovación y de la felicidad de un pueblo.
Con el grito clásico de los antiguos romanos,
¡DELENDA EST CARTACO!, el general Mú-
gica inauguró su brillante campaña reformista
en el Congreso Constituyente de Querétaro. El
pidió, para satisfacción del pueblo mexicano que
había acudido al campo de la Revolución en
demanda de justicia y en busca de libertad y
bienestar, que se tratara en el terreno de lo
legislación, tal cual se había procurado en el de
la guerra, acabar de una vez para siempre con
las tremendas injusticias, con los abusos inmoti-
vados, con los viejos males que los enemigos ju-
rados de la nacionalidad mexicana, los hombres
12 PROLOGO

de la Dictadura y de la Usurpación, habían man-


tenido gravitando sobre la conciencia embrutecida
del pueblo y sobre el nombre y prestigio de la
ínclita República de Juárez.
Allá, en el Constituyente de 1917, y como
Presidente de la Primera Comisión de Reformas
ConSltitucionales, el autor de este libro inició y
sostuvo postulados eminentes, encaminados todos
al engrandecimiento y honor de su Patria, tan
largamente escarnecida y tan villanamente ex-
plotada por vampiros insaciables, por los mons-
truos negros de la M oral, que hoy, para escar-
miento merecido, pasean la vergüenza de sus
crímenes por diversas playas extranjeras.
En materia de Instrucción Pública, el general
M úgica, basándose en doctrinas modernas, pidió
y obtuvo la aprobación de la enseñanza laica. N o
fue posible que sus adversarios de Parlamento,
entre los cuales se encontraron hombres de re-
conocida ilustración y talento, lograran de su
espíritu; netamente liberal, la menor inclinación
hacia la idea de que se continuara permitiendo
a los clérigos impartieran enseñanza.
E hizo bien. Porque el clericalismo, como él
mismo lo dijo, es el enemigo más mortal, más
solapado y más vergonzante que ha tenido siem-
pre, en todas las naciones y en todas las edades,
la Civilización humana.
Con una entereza digna de su papel, el autor
de "HECHOS, NO PALABRAS," abogó en el
Congreso relacionado, porque la nueva Const'i-
PROLOGO 13

tttción garantizara la libertad de imprenta, alta


conquista de la cultura universal,. el derecho de
asociación; la inviolabilidad del hogar; el dere-
cho de huelga; la fundación del Banco U nico ;
la restitución de tierras a los pueblos, etc. Luchó
porque el nuevo Código dejara prescritas las
bases de la Ley del Trabajo; porque precisara
cuál sería, en lo sucesivo, la integración del Po-
der Legislativo; porque detallara los requisitos
indispensables para ser Diputado, lo mismo lFte
las facultades de la eomisión Permanente; por-
que aquel Congreso e$ltudiara y señalara, en aten-
ción a razones históricas, los verdaderos límites
del Estado de M ichoacán, alterados por disposi-
ción infundada del general Díaz. Combatió, enér-
gicamente, el alcoholismo, enfermedad atávica de
nuestros pueblos; el militarismo, por ser causa
de muchos males públicos y dueño de un privi-
legio impropio de un país organizado en Repú-
blica democrática; el juego del azar, las corridas
de toros, las peleas de gallos, etc., etc.; vicios to-
dos que, por envilecer la condición natural del
hombre, los repudia la cultura contemporánea.
Lo anlterior, sin perjuicio de tomar particiPa-
ción en la reglamentación de varios artículos que
debían formar parte del cuerpo de la nueva COHS-
titución, que, en sus grandes anhelos de reforma,
de igualdad y de libertad, habían soñado todos los
hombres de la Revolución, con el C. D. Venus-
l;ano Carranza a la cabeza.
14 PROLOGO

** *
Como se ve, grandes e ingentes problemas so-
ciales y políticos ayudó a resolver el autor de
este volumen. Y para ello, además de su inago-
table bUétla voluntad, de su entusiasmo revolu-
cionario y de su idealismo juvenil, estaba auxi-
liado por conocimientos pertinentes que sobre
estas cuestiones había extraído de los libros y de
la vida.
Celoso por dejar asegurados el bienestar y la
igualdad de los hombres todos del pueblo mexi-
cano, hizo lo más que le fue posible en su favor.
Socialista de 1'ectiJs principios, no a la manera
de los que practican el "bolshevikismo" brutal e
invasor, ni del que ejercen los vividores, los ex-
plotadores de Evangelio tan generoso y humano,
uno de los mejores, cuando se le comprende bien,
con que cuentan las razas que pueblan el pla-
neta; no pudo echar en olvido las miserias y las
desgracias de las clases desheredadas. Porque
él sabe que no es posible mantener la integridad
moral de una nación, cuando los diferentes ele-
mentos sociales que la componen no están re-
gitlos por idénticos y justicieros principios. Los
derechos naturales del Hombre, desde que la
Revolución Francesa alcanzó su triunfo, después
de esfuerzos inauditos hechos por los enciclope-
distas y los hombre-brazos de la inmortal con-
tienda, no pueden ser relegados al desprecio, en
PROLOGO 15

ningún país, sin peligro de provocar avasallado-


res cataclismos sociales. Y esto fue lo que suce-
dió a México, debido a la manera como los hom-
bres de los regímenes pasados interpretaron los
derechos del ciudadano y la manera de realizar
/'as. funciones de gobierno.
Elgeneral Múgica, como Ricardo Mella, pensó
y piensa, además, que "hay uno cuestión previa,
que es la de la igualdad de medios para la
vida~" "Esta afirmación-prosigue Mella--cons-
tituye todo el socialismo, o todo el comunis-
mo, o todo el colectivismo prácticos. El nombre
iMporta poco. Más allá de esta afirmación, 1tO
puede haber más que agrupaciones formadas
ptwa cooperar, COMO QUIERA QUE SEA, a
fines determinados. Los métodos de cooperación
puede't ser tan variados como las opiniones, los
fIJIstos, las necesidades, etc. Todavía más, es
I"eciso que lo sean, porque sin diversidad de
experiencias no puede haber elección de lo me-
jor. El progreso del mundo consiste precisamente
en esta selección e.rperime11ltal."
Por otra parte, el autor de este volumen no es
de los que tienen por ideal, en materia de socia-
lismo, como en nada, según colijo por lo que
llevo leído, la simple IMITACION UNILATE-
RAL, que diría Tarde. Gusta de ensayar proce-
dimientos complejos y varios, a fin de alcanzar
la perfectibilidad deseada, y de ver y juzgar las
cosos por su anverso y reverso.
Ninguna de las doctrinas socialistas que sos-
16 PROLOGO

tienen los discursos del general Múgica, deja de


corresponder a una imperiosa necesidad del pue-
blo mexicano. La devolución de sus tierras a los
pobres indios, que habían sido despojados por
los grandes terratenientes y por los avaros y ar-
bitrarios hombres del gobierno porfiriano; el im-
plantamiento de la enseñanza laica; la concesión
del derecho de libertad, hecha a todos los ciuda-
danos; el implantamiento del jurado popular
para juzgar de cierto género de delitos de im-
prenta; la reglamentacón del trabajo de las cla-
ses laborantes, etc., etc., no son sino a~tas ideas
modernas, convertidas en hechos por los hombres
dirigentes de la Revolución.
N o hay, en ninguna de las disposiciones que
entrañan las reformas hechas a la vieja Consti-
tución Nacional, una sola de ellas que esté ba-
sada ni en el conservatismo, en las preocupaciones
retardatarias del Clero, ni en el reaccionarismo
sistemático, empedernido y sanguinario de las pa-
sadas épocas dictatoriales de la República.

*
* *
Pero el discurso que, quizás por mis arraiga-
das doctrinas latinoamericanistas, ha llamado
más poderosamente mi atención, de los conteni-
dos en esta obra, es el que trata ae la unión de
las naciones iberas de nuestro Continente " ideal
supremo de todos nuestros pensadores, políticos,
estadistas, escritores y ~oetas contemporáneos.
-
PROLOGO 17

El general Francisco J. Múgica, con una am-


plitud de concepción estupenda, con una nobleza
de espíritu que hará época en la historia de nues-
tro parlamentarismo continental, habló en el
Constituyente de Querétaro de la conveniencia
y necesidad que tiene México, como las demás
'naciones indo-españolas, de for,talecer sus víncu-
los políticos, de sangre, de educación, de ten-
dencias, de idioma, de costumbres, de aspiracio-
nes, que hacen constantes sus relaciones con sus
hermanas del Hemisferio.
Y, lo que es más aún: pidió que se consignara
en la nueva Carta Magna mexicana, un artícu-
lo en virtud del cual se abrieran las puertas del
Congreso Federal a los hijos de las naciones
del Centro y del Sur de América, que en México
se distinguieran por su ilustración, por su talento,
por su amor acendrado a todas las nacionalida-
des hispanoamericanas, y por su celo, en -conse-
cuencia, por el buen nombre, prosperidad y cul-
tivo completo de la patria generosa que les
brindara su hospedaje y su cariño. Debemos
tener en cuenta,-dijo el general Múgica, y de
igual modo pensamos nosotros,-que todos los
hombres de habla española 'de nuestro Continente
somos unos; que formamos una sola y gran fa-
milia, apta para la mutua interpretación, para la
realización del unánime esfuerzo y para las altas
y trascendentales conquistas del presente y del
futuro.
Además, 110 quiere que continuemos alimen-
18 PROLOGO

tanda los mismos prejuicios de nuestros abuelos,


que veían en todo individuo que no era nativo
de México, por más que fuera de Hispano-Amé.
rica, un extranjero, incapaz de sentir sus dolores,
sus sacrificios, sus grandes anhelos de libertad y
de engrandecimiento patrio,. incapaz de sustentar
ideales análogos a los suyos, ansias idénticas de
conservación, tranquilidad y cultura psíquica y
moral. Quiere, con sobrada justicia, que todos
los latinoamericanos nos sintamos en nuestra pro-
pia cása, sea cual fuere el pedazo de tierra que
pisemos de nuestra América.
((Es preciso que abramos la puerta de la causa
política,-externó el general Múgica,-es pre-
ciso que un hijo del Uruguay, de El Salvador, o
de Honduras, un hijo de la América del Sur
o del Centro, venga a este país de México y no
sienta que va a otra patria extraña, sino que
está en su propia patria, donde encontrará los
mismos errores que combatir, los mismos ideales
que alimentar, las mismas grandezas que poder
expresar y sentir, porque ésta será suficiente
como su patria aquélla."
En vista de tales palabras, yo pregunto: ¿Cuál
es el Congreso de América en cuyo seno se ha-
yan pronunciado conceptos ig.uales? ¿Cuál es el
diputado que, en un Parlamento latinoamericano,
ha hecho gala de una grandeza de alma, de u,¡
criterio tan amplio y noble, como lo hizo el ge-
neral Múgica en el Constituyehte de 1917? ¿En
dónde está el representante popular que de un
PROLOGO 19

solo golpe haya pretendido borrar las fronteras


injustificadas que separan y alejan a las naciones
latinas de América} que} por razones de alta po-
lítica} más que de otra naturaleza} debieran cons-
t-ituir un solo bloque} broncíneo y gigantesco}
capaz de resistir las furiosas acometidas de gran-
des y avarientos pueblos extraños?
En nuestros tiempos} a nadie se le escapa ya
el gravísimo peligro a que están expuestos todos
los países latinoamericanus. Nuestra mirada s~
nubla cada vez que la dirigimos hacia el Norte.
Un pavor cerval nos inspiran las glaciales brisas
del bóreas. Bien sabemos que del exlremo sep-
tentrional puede venirnos} de un momento a otro}
:v para dejarnos muertos para siempre} una ava-
lancha enorme de búfalos enfurecidos por el
hambre qu.! tienen de pasturas extrañas.
y} .~in embargo} en vez de hacer lo que acon-
seja Renán}-((elevarse sobre la necesidad es re-
dimirse/} -nuestros plleblos continúan viviendo
su bochornosa vida de confianza} de alejamiénto
JI de abulia. Nuestros prohombres} con excepcio-
nes rarísimas, como el actual e insigne M andata-
rio de México} D. Venustiano Carranza} y uno
que otro comprensivo que puede distinguirse por
allí) no hacen gran cosa por unificar Sl-tS destinos)
los destinos de sus pueblos, con ,todo y estar al
tanto de ideas y principios tan avanzados
como los de Edgar Quínet} por ejemplo, que ex-
plica qtte ((el alma q1te acude a beber fuerzas y
energías en la íntima comunicación COI1 e/linaje
20 PROLOGO

humano, esa alma que constituye al grande hom-


bre, no puede formarse y dilatarse en medio de
los pequeños partidos de una ciudad pequeña,"
que, en nuestro caso, viene a ser lo mismo que
una nación pequeña.
y es por estas razones, que yo me he estre-
mecido de entusiasmo, que me he visto en el es-
pejo sensitivo de mi espíritu y he vuelto a encon-
trar en él la dulce y bella imagen de la fe, de la
fe en un mañana prometedor y grande para
nuestros pueblos; es por estas razones, que yo he
vibrado al influjo del discurso latinoamerica-
nista del autor de "HECHOS, NO PALA-
BRAS."
El general Múgica, quizás sin advertirlo, se
ha repetido, allá en sus horas de intimidad se-
creta con su conciencia, la grave y serena re-
flexión de que todo el que se consagra a pro-
pagar y defender en la América contemporánea
-como sabiamente lo decía Rodó-un ideal des-
interesado del espíritu-arte, ciencia, moral, sin-
ceridad, política de ideas,-debe educar su vo-
luntad en el culto perseverante del porvenir. El
pasado-continúa expresando el Maestro-perte-
neció todo entero al brazo que combate; el pre-
sente pertenece, casi por completo también, al
tosco brazo que nivela y construye; el porvenir
tanto más cercano cuanto más enérgicos sean la
voluntad y' el pensamiento de los que lo ansíen,
ofrecerá, para el desenvolvimiento de superiores
facultades del alma, el escenario y el ambiente.
PROLOGO 21

** *
El bosquejo-no es estudio-que he hecho, has-
ta ahora, de la brillante labor parlamentaria del
general Múgica en el Constituyente de Querétaro,
llevará al ánimo de todo hombre comprensivo el
convencimiento de que este tipo de diputado es
muy diferente del que estamos acostumbrados a
ver en nuestros Parlamemos.
Por regla general, la psicología de nuestros
diputados, los de todos los países latinoamerica-
nos, es lastimosamente desconsoladora. Obtusos
por naturaleza, o por incultura, los diputados
hispanoamericanos reducen toda su labor legis-
lativa a asistir, más o menos irregularmente, a
las sesiones; a leer periódicos insulsos, o su co-
rrespondencia particular en aquellos contados
momentos en que debían tener fija su atención en
los asuntos que son materia de ESTUDIO de la
Asamblea, cuando no a contarse chistes, o a po-
litiquear.
Alcides Arguedas, el viril escritor boliviano,
con esa sagacidad psicológica que le caracteriza.
ha hecho del diputado de SlJ patria, que no es
peor que el de nuestros otros pueblos, un retrato
intelectual y moral que merece, por venir como
de perlas, ser transcrito en estas páginas. Escribe
Arguedas: ({El diputado boliviano surge de cen-
tros absolutamente nulos para la acción, y no es
el diestro conocedor de las necesidades del país;
tampoco el estudioso erudito eu la ciencia polí-
22 PROLOGO

tic a y menos el agricultor o comerciante suscep-


tible de hablar, pensar, discutir y gobernar me-
diante las sanas advertencias de un sentido
patriótico y práctico, no; son abogadiUos de
vasta clientela mestiza; empleados o parientes
de emPleados oficiales; escribidores vacuos y
rimbombantes, wya sola habilidad consiste en
halagar los instintos de las muchedumbres y
atraerse-por lo tanto-su, simpatía. Una 'l!e~
elegidos, ingresan a las Cámaras y comienza p(Jra
ellos una vida distinta a su ordinaria vida: se les
rodea de consideraciones a que no están acos-
tumbrados; se les agasaja con banquetes; no se
les quita el tratamiento de HONORABLES;
reciben toda clase de distinciones de las clases
letradas, preocupadas de rendir vasallaje a quie-
nes pueden hacerles U11 favor; se les adula y
engríe, y si son locuaces, casi todos los son, (¡ perlJ
de qué manera!), se hacen aPlaudir por las tu1'-
bas, y esto les enorgullece y les hincha, porque
se les figura que es consagración de sus méritos
y justa avalorización de sus hermosas cualidades.
((Ignorantes de su nulidad, todo lo desdeñan,
salvo lo relativo a la política; y les gusta darse
importancia cuando hablan de ulos grandes inte-
reses del partido."
El cuadro 110 puede ser más exacto, ni más
magistralmente trazado. Lo anterior, y a/,go
más, son nuestros pobres diputados latinoameri-
canos, en su gran mayoría.
PROLOGO 23

Así, pues, el general Múgica resulta un esPé-


cimen de distinto género, hasta raro. N os ha he-
choun tipo de diputado que es la antítesis de la
generalidad de nuestros legisladores. Modesto,
sin petulancias de truhán, se consagró a crista-
lizar e1l hechos, auxiliado por sus colegas refor-
mistas, todos los anhelos que habían sido enar-
bolados como bandera revolucionaria, y por el
coronamiento de los cuales el p-ueblo mexicano,
heroicamente, se lanzó al campo de la lucha ar-
mada.

.. .
La tercera parte de "HECHOS, NO PALA-
BRAS," contiene el detalle, rápido, pero expre-
sivo, de la labor administrativa realizada por el
general Múgica, durante un año que fu-e Gober-
nador y Comandante M'ilitar del Estado de Ta-
basco.
Radical en sus procedimientos y progresista
en sus aspiraciones, el autor de este libro hizo, en
una época dificilísima, todavía de guerra civil,
lo que pocos gobernantes habrían alcG11zado. Es-
tableció, bajo bases sólidas, el Gobierno revolu-
cionario del Estado; pacificó éste; atendió la ins-
trucción pública; fomentó la apertura de vías
de comunicación, como el camino estratégico que
construyó entre Tenocique y Yucatán; repartió
24 PROLOGO

ejidos entre los pueblos que carecían de ellos, y


devolvió sus tierras a los indios que habían sido
despojados de ellas; dió a las Municipalidades
la independencia política y económica que hasta
entonces descono.cían; combatió tenazmente el
alcoholismo, etc., etc.

*
**

En síntesis, yo aplaudo, sin reservas ni regateos


de ningún género, la presente obra, que el gene-
ral Múgica lanza a la voracidad del público ami-
go de habérselas con ideas y altos propósitos,
antes que con simples soñares de poeta, que, no
porque sus manifestaciones intelectuales sean des-
preciables, desde ningún punto de vista, sino por
las melancolías que ellos DcasiDnan a la Realidad,
merecen la devoción de los espíritus sólo en horas
J' días determinados; mientras que las obras como.
la presente, siempre son oportunas y brindan al-
guna enseñanza a todo aquel que se aventura en
su lectura.
y créase que las apreciaciones que dejo aquí
cristalizadas, cual si fueran got6S sangrientas de
encendido rubí, son única y exclusivamente hijas
de mi sinceridad, de mi honradez inteiectual, ja-
más de la conveniencia menguada de los rasta-
cueros o de los áulicos; porque mi pluma, sin
duda indocta y torpe, pero altiva y lím;ida, como
PROLOGO 25

una espada gloriosa, no está avezada a los bajos


oficios del turiferario, a las disciplinas innobles,
que, siempre, inexorablemente y en toda latitud,
dejan en la frente de quienes los ejercen máculas
imborrables de cieno y deshonor.
Que ella vibre, pues, sólo como homenaje al
viril y batallador espíritu, al propósito levantado,
a la trascendente labor política, sociológica e his-
tórica.

ABEL GARC/A CAL/X.

México, 8 de marzo de 1919.


LUCHAR ES VIVIR

El reposo simboliza la muerte: los pueblos que


no tienen ideales, ni luchan por hacerlos triun-
far, es porque se han degradado en la molicie
o en la esclavitud.
Las agrupaciones políticas que no luchan por
sostener principios, sino para asegurar la torta,
viviendo de los empleos públicos, son peligrosas,
porque prostituyen el voto, degradando al ciu-
dadano.
Los hijos del pueblo, las clases desheredadas,
deben tomar participación en la cosa pública,
para destruir esas maquinaciones de los vivido-
res políticos, así como se destruye a los micro-
bios que enferman el organismo humano.
Si todos los hombres honrados se unen para
buscar los mejores medios de engrandecimiento
para su nación, es seguro que lograrán mejor
sus fines, que cuando los perversos se congregan
para hacer el mal. Combatir por una causa justa,
es más fácil que lo que a primera vista parece.
Los pueblos aman el bien por instinto, porque
32 FRANCISCO J. MUGICA

así gozan de bienestar y caminan presto al pro-


greso y a la perfectibilidad, estado que es más
grato a la criatura humana que el del vicio y la
degradación.
Los Clubs Políticos que se instalan periódica-
mente en la República Mexicana, debían tener
por mira educar al pueblo en la práctica del su-
fragio, haciendo del votante mexicano, un ciuda-
dano honrado, con el fin de que siempre tenga
autoridades dignas en el poder, empeñadas en el
engrandecimiento de los pueblos, y no en hacer
sucias combinaciones para enriquecerse y retener
el mando por tiempo indefinido.
La lucha de principios y de programas políti-
cos, cuyos triunfos se deciden en las urnas elec-
torales, es benéfica para el pueblo, porque, lejos
de envilecerlo, le hace sentir la conciencia de su
misión, como entidad política; hace que recobre
el uso de su soberanía usurpada, y que sea el
responsable de su propia existencia, el factor
principal de su progreso.
Las luchas políticas son el crisol donde se pu-
rifican las virtudes cívicas del ciudadano.
Cuando dos partidos se disputan el poder, el
despotismo tiene que cubrirse con la máscara de
la dignidad, y, de hecho, se debilita. El abu!>o
se disfraza con el ropaje de la justicia para no
ser descubierto.
No así en los pueblos o naciones donde la as-
tucia y la tiranía, de común acuerdo, destruyen
los partidos políticos para distribuirse el poder y
PRENSA 33

la riqueza. Allí, el despotismo no necesita careta


y el abuso se manifiesta en su más repugnante
desnudez. En esos pueblos, el espíritu de aso-
ciación no existe, los Clubs Políticos se destruyen
a balazos, la prensa de oposición vive en los ca-
labozos de las prisiones o dispersa en el extran-
jero, arrastrando una existencia precaria.
Todo es paz, quietud, silencio, en esos pueblos
que ven con aversión la lucha y aman el reposo.
Mas ese silencio, esa paz que humilla, ese re-
poso que envilece, deben substituirse por la lucha
legal, no por el motín que produce trastornos y
perturh'a hondamente a las sociedades, sino por
esa emulación honrada, ese combate digno en que
todos procuran sobrepujar en patriotismo, po-
niendo de relieve grandes virtudes cívicas.
Sí, esa lucha del civismo dentro de la ley, debe
provocarse constantemente en los pueblos, por-
que es la vida de la democracia, la muerte del
despotismo y el antídoto del abuso.
En medio de la paz que imponen los tiranos,
se producen los más grandes crímenes.
j Luchemos porque surja el civismo en la Re-
pública!
j Luchemos para que nuestra democracia viva,
y los derechos del hombre sean respetados! De-
mos la mano al paralítico, a quien llamamos so-
berano, y digámosle con voz potente, con voz de
altivos ciudadanos, como Jesucristo a Lázaro:
j Surge, oh, pueblo! Levántate en el terreno de
la Ley y sé fuerte, para que tu soberana vol un·
FRANCISCO J. MUGICA

tad se cumpla. Sufres porque quieres; los que


se sueñan grandes, se burlan de tí, porque menos-
precias tus derechos, porque vives desunido y re-
signado.
N unca olvides que los votos se cuentan por
números, y que la mayoría siempre gana.
Tú eres, i oh, pueblo!, el mayor número en
todas las democracias. Manifiesta tu fuerza den-
tro del derecho que reconoce la Ley.
i Lucha siempre en las urnas electorales, para
que no te burlen ni escarnezcan los tiranos;
para sofocar sus ambiciones bastardas y para
matar las revueltas del futuro!
EL DESPRECIO A LA LEY

Cuando en un pueblo o en una nación se pue-


den cometer impunemente abusos, delitos y ar-
bitrariedades como los que han cometido Fularto,
Zutano, Mengano y otros muchos funcionarios
públicos que se les parecen, es una prueba evi-
dentísima de que el respeto a la ley se ha per-
dido, y que se le ve con el más alto desprecio.
¿ Quién es el principal culpable en este caso?,
¿ el pueblo que tolera que un grupo de hombres
lo dominen a su capricho, ¿ o los que 10 dominan
abusando de su ignorancia o de la paciencia de
ese pueblo?
Creemos que ambos son culpables: el uno, por-
que tolera los delitos, y el otro, porque los co-
mete. El respeto a la Leyes obligatorio para
todos; gobernantes y gobernados deben respe-
tarla.
El funcionario público que desprecia la Ley
para ajustar sus actos al impulso de sus pasio-
nes, comete varios delitos a la vez: el de per-
jurio primeramente, por falta al juramento que
36 FRANCISCO J. MUGICA

hizo de cumplir las leyes por las cuales se rige


el pueblo o nación que gobierna. El de concul-
cador de la ley, que a sabiendas la viola en pro-
vecho de sí mismo o de tercera persona. El de
abuso de autoridad que, valido de los elementos
de que dispone, aplica toda su fuerza para hacer
imperar su capricho, etc., etc.
Bajo este régimen desarrolla la peor de las
tiranías: los ciudadanos viven en condición
más infeliz que la que guardan aquellos siervos
o esclavos de esos pueblos que llamamos salvajes,
porque aquellos siervos saben cuál es su condi-
ción, definida en sus reglas de gobierno, y se re-
signan a ella. Su deber es obedecer, como el buey
uncido al arado.
La sumisión de estos esclavos será todo 10 de-
gradante que se quiera; pero no constituye de-
lito. La libertad aún no ilumina sus conciencias;
su razón natural está embotada en un servilismo
hereditario de los tiempos prehistóricos.
No así los ciudadanos de un pueblo que se lla-
ma civilizado y tiene un código de leyes, donde
los derechos del hombre ocupan un lugar prefe-
rente.
Ellos sí son culpables (los ciudadanos) de la
conculcación de las leyes; del desprecio con que
las ven los encargados del poder público; de la
impunidad de que gozan en la comisión de los
delitos o crímenes. Y son más culpables los ciu-
dadanos que las mismas autoridades que despre-
cian la ley, porque en los ciudadanos reside el
PRENSA 37

poder y la fuerza' que nulifican a sus represen-


tantes indignos. -
Los principios de la moral más pura nos obli-
gan, no sólo a no cometer el mal, sino a impedir,
dentro de los medios legales que están a nuestro
alcance, que otros lo cometan. Por eso, sin ser
autoridades, detenemos la mano del asesino que
pretende quitar la vida a un semejante, del la-
drón que quiere apropiarse lo que no le correo;-
ponde; apagamos la tea del incendiario y evita-
mos la deshonra de una familia.
y si como simples particulares debemos im-
pedir el mal que a nuestra vista pretende come-
terse, como ciudadanos es una obligación inelu-
dible impedir que la ley sea despreciada.
Está en el interés común, en el bienestar so-
cial, exigir que la ley se respete. No sólo debe-
mos exigir su cumplimiento cuando se trata de
nuestra persona, sino cada v,ez que se viole per-
judicando a cualquier individuo. Porque la to-
lerancia de la tiranía sobre otros y del desprecio
a la ley cuando nos afecta, es un crimen que
nos deshonra, que pervierte nuestros sentimien-
tos por la justicia, y ~ebilita nuestro poder para
resistir a la usurpación, cuando venga directa-
mente a atropellar nuestros derechos.
¿ En qué se funda la arrogancia de muchos
funcionarios públicos en nuestra América, para
burlar con tanto descaro la ley? ¿ Por qué se
atropella con tanta insolencia a los ciudadanos,
como no se atropella a los súbditos de la des-
38 Il'RANCISCO J. MUGICA

pótica Rusia, ni a los eunucos de la desgraciada


Turquía? i Porque los que delinquen, estando
en el poder, casi nunca han sido castigados, y
la impunidad los alienta; porque hoy, al parecer,
sólo se exige una ciega adhesión al que manda
y se da poca o ninguna importancia a las respon-
sabilidades en que se incurre por los delitos que
se cometen; y se han llegado a sostener algunos
verdaderos delincuentes en los puestos públicos,
dizque para salvar el principio de autoridad;
j como si el que infringe la ley y se constituye
delincuente, representara el principio de autori-
dad! En fin, porque los ciudadanos, en nuestro
egoísmo, no nos ocupamos del daño que se causa
a otra persona, mientras no podemos explotar
ese daño en provecho propio; dando por resul-
tado esa conducta equívoca que seguimos, que
somos débiles para luchar contra las fuerzas
combinadas de nuestros enemigos. Pero somos
débiles contra ellos, en el terreno del abuso,
porque nos defendemos con la ley y aisladamente,
y la leyes letra muerta cuando pesa sobre el
pueblo la férrea y pesada mano del despotismo.
Sin embargo, tengamos fe en el porvenir; por-
que la debilidad, cuando representa un principio
eterno de verdad o de justicia, se agiganta cuando
menos se piensa, pues germinan estos principios
en corazones nobles y levantados, a manera que
germina la semilla que se arroj a en buen terreno.
CONSUMATUM EST

Entre diez y once de la mañana del día once


de los corrientes, todo el vecindario zamorano
se preguntaba curioso qué significado tendrían
largos repiques que a todo vuelo partían de los
múltiples campanarios de la indolente población;
pregunta que a poco se respondía en estos o
parecidos términos: "es la elección de don Porfi-
rio," "es que sacaron otra vez para que mande, al
general Díaz," "es .... ," mil torpes respuestas,
porque nuestra gente baja, la gleba, la multitud
humilde y justiciera, despreciada y buscada por
los saltimbanquis políticos, no sabe expresar lo
que oye, pero en su lenguaje torpe y grosero,
concentra las más amargas verdades, así como
los más duros reproches. Sí, los repiques que
sorprendieron a todo Zamora el lunes último, a
la hora que señalamos, fueron la manifestación
gráfica y palpable del personal reinante. para
decirnos: "los probos representantes del pueblo
que tan prudentemente habéis elegido en los co-
micios del 26 de junio anterior; han dado la prue-
40 FRANCISCO J. MUGICA

ba más grande de civismo, eligiendo para el


nuevo período de 1910 a 1916, a los indispen-
sables, únicos y solos, Porfirio Díaz y Ramón
Corral, para los altos puestos de Presidente y
Vicepresidente de la República Mexicana." Eso
y sólo eso quisieron los satélites del actual
orden de cosas anunciar a Zamora, en los pro-
longados repiqueteos de sonoros bronces. Pero
el pueblo humilde comprendió otra cosa. "Han
sacado," dijo la ignorancia, inspirada en una
experiencia de más de 30 años en que, no obs-
tante el famoso plan de la Noria y la decantada
revolución de Tuxtepec, se han burlado los de-
rechos del hombre y suprimido del todo las pre-
rrogativas del ciudadano, so pretexto de que el
mexicano no sabe ejercitar sus derechos, porque
es ignorante.
La clase media suspiró al oir el regocijo de
los de arriba, traducido en campanadas, y pensó:
el crimen se ha cometido, se nos burló otra vez
y se nos lanzó a la cara el convencimiento de que
por medio de la ley nada se conseguirá. Se ha
violado de nuevo aquel Código bendito, conce-
bido, como el Decálogo, en un rugiente y tempes-
tuoso Sinaí, y se han pisoteado los manes de
Ocampo, de Juárez y de toda aquella luminosa
pléyade que brilló en el cielo de la Patria, en la
más luctuosa de las épocas que cuenta la Historia
del Pueblo de Cuauhtémoc.
y la clase alta, la plutocracia, la que puede
ser depositaria de la confianza del mandatario, y
PRENSA 41

que con tal de serlo tolera que se le maneje como


autómata y se le inspiren consignas poco hon-
rosas, debe haber aplaudido, satisfecha de una
obra que, con eficacia, ayudó a consumar ....
Nosotros creemos que al oir la voz del poder,
en los cónicos metales, aplaudjeron alegres el
sacrificio de la democracia y el delito proditorio
cometido con el pueblo, a quien le arrebataban sus
derechos.
¿ y los electores? j Oh ! . . .. Los electores de-
ben haber temblado al oir la divulgación de su
condescendencia; al comprender que mataban
muchas grandes y nobles esperanzas; al oír
la voz de su conciencia y de su dignidad que los
acusaba por faltos de energía para contravenir
la consigna, y de poco valerosos y antipatriotas
para substituir las cédulas impresas que les re-
partieron por alguna tira de papel manuscrito
que hubiera contenido un voto nacido de la con-
vicción y que hubiera enseñado que el mexicano
es tan apto hoy, para elegir sus mandatarios,
como cuando levantara su voz viril, potente y
unísona para llevar al poder supremo al ilustre
Lerdo de Tejada. ,
"Todo se ha consumado," dirá un día la his-
toria, cuando consagre en sus páginas los glorio-
sos esfuerzos del mexicano pueblo para sacudir
un gobierno que por espacio de treinta y tantos
años imperara sin ley en los destinos de nuestra
República, y tenga que consignar las persecucio-
nes, las violencias y las trampas de que se ha
42 FRANCISCO J. MUGICA

valido el personal de este mismo gobierno para


sostenerse por más tiempo en un puesto que no le
corresponde; en un puesto a que no se le llama
y a que siempre ha llegado por la usurpación,
desde Tuxtepec hasta nuestros días.
VERDADES, PURAS VERDADES

Hemos dicho y sostendremos siempre que la


fuerza impetuosa que tomó el actual movimiento
político, tiene su origen en una desesperada an-
siedad social, que está entrañada en ese movi-
miento que aun no termina ni puede terminar, y
que, llámese con cualquier nombre, va podero-
samente a conquistar una nivelación de derechos,
una tersa y normal vida política, en que la ma-
jestuosa e inviolable garantía de la ley respeta-
da, quede estable y segura, no menos que el
principio de igualdad que inspiró los fundamen-
tos de la República Democrática.
No hay, pues, gérmenes morbosos en el ac-
tual movimiento popular, ni debe haber odios,
porque no hay sed de represalias en su bandera;
en ella sólo está escrita una frase sana: Fe de
los desamparados, esperanza de los oprimidos.
amor a los hombres ge buena voluntad, y esta
palabra: JUSTICIA.
Tiemblan ante ella, sólo los que la han escar-
necido, los que la han manchado, los que la han
FRANCISCO J. MUGICA

vendido y disfrazado de verdugo. Esos, los mis-


mos: las víboras doradas que han venido ser-
peando por la historia; los que han mordido el
corazón de la Patria y le han chupado la sangre
generosa; los que en otros tiempos lanzaron
cortesías alrededor de las coronas falsificadas, y
que hoy, con la careta veneciana de los pérfidos,
insultan y difaman vil y cobardemente con el
pasquín y el anónimo; los que se titulan grandes
y son viles, pequeños y arteros, como todo lo
miserable; los que han entrado mañosamente a
ceñir el gorro frigio; esos, esos mismos, los es-
tafadores habituales, que a nadie pagan y a to-
dos deben; "los que se seducen" con el brillo
del oro, los detentadores de la ley, los hijos es-
purios de la República, los traficantes de los
puestos públicos, los concusionarios iscariotes y
judas; los eunucos bajos y rastreros que a cada
paso mendigan una sonrisa del amo; los que no
tienen ni aun la satisfacción de hacer el mal,
porque seduce a sus tenebrosas conciencias, sino
por medro, por granjear y satisfacer al tirano;
esos, y sólo esos, son los únicos que pueden te-
mer a la JUSTICIA.
No hay en esto una amenaza para la N ación.
N o es tampoco la utópica belleza del socialismo
puro la que deslumbra a nuestros ojos, ni el de-
seo de reivindicaciones a las, rastreras injurias que
los pasquineros nos prodigan. N osotros, los
que amamos a la Patria, no tememos. nada por
ella. El socialismo que hoy está encarnado en
PRENSA 45

la democracia, es un Socialismo Legal, es la


doctrina invulnerable de la Ley misma, que pasa
un rasero igualador sobre los derechos de bs
hombres, que los pone a todos en un mismo ni-
vel, que consagra todas las garantías y protege
y pone a salvo la dignidad del hombre.
Más o menos variable en su forma de expre-
sión, más o menos restringido, éste ha sido el
ideal de los grupos independientes, de los que
han figurado en la última campaña política. La
nobleza de esta lucha ha irritado a los neo-con-
servadores, al grupo que hemos definido como
tal, por su modo de combatir y por su carácter
social. La plutocracia oligárquica, los llamados
ltcientíficos," no han visto con tranquilidad, ni
menos los caciques de los pueblos, este desperta-
miento espontáneo, y lo han atacado con todas
sus enormes fuerzas. Pero el ideal democrático
se ha apoderado como una pasión vehemente del
pueblo, sin dar oídos a los que han pretendido
engañar a la nación, pintándole enormes peligros
que resultarían de un cambio de sistema; se ha
querido falsificar la legítima aspiración demo-
crática y hacerla aparecer como obra de algunos
agitadores ambiciosos, pero nada de esto ha po-
dido conseguirse.
Queda vivo y latente el supremo anhelo que
ansía una organización constitucional. En ésta
se encontrará satisfecha la aspiración de todos
los corazones honrados; en ella está la solución
del gran problema, y con ella, con la ley única-
46 FRANCISCO J. MUGICA

mente, con el solo funci,mamiento de las insti-


tuciones, vendrá el equilibrio social que busca-
1110S y que hallaremos, sin duda, en un sistema
político firmemente legal.
Esta es la esencia de los programas democrá-
ticos y progresistas.
¿ Hay en ella, por ventura, otra cosa que un
limpio ideal de Justicia, de Orden y de Paz? ..
Que no se nos deturpe; que no se nos calum-
nie por los jurados enemigos del honor nacio-
nal! ....
LOS LUGARES PUBLICOS y SU
CONSAGRACION

Los lugares públicos, como los sitios de recreo


de la multitud, las plazas, los mercados y toda
clase de locales de esta especie, así como las ca-
lles y los pueblos, son considerados en todas las
naciones como monumentos para inmortalizar la
memoria de algún héroe, de algún benefactor o
de algún sér distinguido por sus virtudes y ac-
ciones públicas. ,
y en esta consagración se encuentra la más
genuina significación de la gratitud de las gen-
tes, y el más puro homenaje del presente, como
el testimonio irrefutable de la historia del hom-
bre o mujer que se eternizan. Por eso, cuando
a uno de esos lugares mencionados al principio,
o a alguna población, se le quiere dar el nombre
de talo cual personaje que figura en las etapas
gloriosas de la historia, se abre un proceso, se
estudia al individuo en todos sus actos, se mide
la magnitud de su persona, en relación a otras
ya juzgadas, se· cuentan sus hazañas si es mi-
4:8 FRANCISCO J. MUGICA

litar, sus caridades si es filántropo, sus proezas


si es apóstol, sus leyes si es legislador, sus obras si
literato y escritor, y el progreso del pueblo en
que haya figurado, si estadista y gobernante. Y
cuando se ha visto que el análisis desapasionado
de la personalidad discutida se ha acrisolado
en el fuego candente de ese juicio, se le declara
héroe, benefactor o benemérito, y se inmortalizan
su nombre y sus hechos, bautizando con ellos
alguno de esos lugares que la muchedumbre fre-
cuenta a diario, para que aprenda y guarde en
la memoria el recuerdo de un ciudadano ilustre
y las hazañas dignas de eterna remembranza.
Se nos ocurre lo anterior, porque aquí en Za-
mora hay dos hechos opuestos a los principios
que asentamos, y de los cuales vamos a ocupar-
nos, con el fin de que se haga una reparación,
tanto al honor nacional y a los sentimientos pa-
trios, como a la verdad y a la justicia.
Nos referimos a la calle de Iturbide y a la
plaza Carmen Romero Rubio.
Sabemos por la historia nacional de casi un
siglo, así como talentosos escritores del exterior
han declarado, que el valiente y audaz soldado
mexicano fue un traidor a la patria ( traidor
reincidente) y un hombre degenerado en sus
sentimientos humanitarios, y de refinadísima y
egoísta ambición. Hechos consumados confirma-
ron ya los anteriores juicios.
Con respecto a la Sra. Romero Rubio, dire-
mos que ni la historia ni el juicio nacional la
PRENSA. 49

han declarado benefactora, benemérita o heroína,


porque, si es verdad que es virtuosa dama y digna
de respeto como tal, no creemos que esto sólo
baste para que un pueblo (como puede supo-
nerse que el zamorano lo haya hecho) le rinda
el homenaje de dedicarle un monumento como
es la Plaza Pública, que digna es, como monu-
mento, de la abnegada Corregidora, de la su-
blime Vicario, de la sublime y animosa Maza y
de otras muchas que, en verdad, han merecido
el homenaje de sus compatriotas, sin alcanzarlo
aún.
A nosotros nos parece que la consagración de
la repetida Sra. Romero Rubio, pone en eviden-
cia nuestra cultura y nuestro criterio, y r~vela
más bien adulación, por ser la respetable dama
esposa del Primer Magistrado del Gobierno N a-
ciona!.
Para quitarnos, pues, dos responsabilidades
que como patriotas y demócratas pesan sobre
nuestras cabezas de ciudadanos, sin ser por esto
responsables de las lesiones inferidas a la jus-
ticia y al patriotismo, pedimos que se abra una
sección en nuestro H. Cuerpo Edilicio, y se dic-
tamine que el pueblo zamorano no acepta el
nombre del Iscariote para una de sus principales
avenidas, ni quiere eternizar el nombre de una
señora que no tiene más prerrogativas que estar
unida en matrimonio con el primer mandatario
de la República.
Es tiempo ya de que nuestros munícipes de-
50 FRANCISCO J. MUGICA

muestren que están penetrados de su deber, y que


comprendan que obligados están a evitar censu-
ras para sus representados y a mantener el ho-
nor municipal, elemento del honor nacional, a
la altura de todo 10 digno y de todo 10 sagrado.
I

PUEBLO REY

Pueblo vengador. j Salve!


Ven al festín de la democracia triunfante.
Siéntate en el solio de tu soberanía, y manda.
Tú te lanzaste al campo de una lucha reivindi-
cadora. Tú alzaste la bandera del honor nacio-
nal, caída en los pantanos del mercantilismo. Tú
recogiste el guante del Dictador, y colérico le
azotaste el rostro y le echaste lejos, allende el
mar, al supremo empuje de tu esfuerzo titánico.
Por eso eres el amor de la Patria; el esposo de
la Libertad; el sostén de la Ley, y el rayo ful-
mÍneo de la Justicia.
y tú que tanto vales, que tanto has luchado,
recuerda tus viejos dolores, tus graves dolencias,
tus hondas penas, y véngate. El tirano está caído,
pero no está muerto. Mátalo. Destronaste al
cacique, pero no le castigaste. Restableciste el
principio, pero no lavaste la mancha caída en
el libro santo de las leyes, y derrumbaste el cas-
tillo fatídico de la tiranía, dejando ilesos, aunque
fugitivos, a los buitres que te roían el alma .....
52 FRANCISCO J. MUGICA

i Oh, Pueblo Rey! Sé el vengador también, el


justiciero y el inexorable. Hubo quien te adulara
y luego te vendiera. Hubo quien te escarneciera
e insultara. Hubo quien te mancillara y se riera
después de tu clem~ncia. Hubo quien hartara su
vientre en tus festines y luego te arrojara un
salivazo al rostro, llamándote corrompido ....
Hubo ladrones en el trono de tu soberanía.
Hubo asesinos en el templo de tu justicia, y hubo
y hay mercaderes y mercenarios en el templo
augusto de tus leyes.
i Oh sarcasmo! ¿ Te lanzaste a la lucha sólo
para morir y no para vencer? N o. Pueblo que
sólo sirve para el matadero, es un esclavo. Pue-
blo que sólo sirve para matar, es un salvaje.
Pueblo que no va a la lucha con grandes ideales y
sublimes principios, es populacho. Y tú, Pueblo
mío, Pueblo amado, Pueblo Rey, eres sublime.
¡Véngate! Lanza el anatema de tu ira sobre tus
verdugos. Búscalos en la sombra donde se ocultan,
porque tienen miedo, y castígalos. Persíguelos con
la implacable saña de aquel ojo que inquietara a
Caín y haz que huyan más lejos, o mátalos.
La Patria así lo quiere.
La Justicia lo exige.
La Ley lo manda.
Pueblo vengador. ¡Salve! ....
FRANCISCO J. MUGICA

rascos, pidiendo algo que llevar a su estómago


vacío, recogiendo espigas que los implementos
modernos de engavillar apenas dejan en los cam-
pos de trigo, o vendiendo frutas raquíticas y es-
casas de las que producen los pequeños solares
en que formaron sus cabañas ....
Cuadro triste por cierto y muy amargo es el
que presentan esos desgraciados seres que, cuan-
do fueron dueños de sus selvas vírgenes, jamás
imploraron caridad ni importunaron al mestizo,
ni mendigaron pan, sino que se consideraron
felices en medio de su idiosincracia y con la
propiedad valiosa que el "progreso fatal" les
arrancara.
Pero vendieron sus montes. La sórdida am-
bición del dinero los fascinó. El halago del in-
dustrial los sedujo, y la fuerza incontrastable
del Gobierno los obligó a ceder cuando, engreídos
con su herencia y temerosos de perderlo todo,
rehusaron a entregar la codiciada presa de sus
tupidos arbolados, a las compañías que hoy talan
esas selvas hermosas y pobladas de arrullos, vi-
vificantes y ricas, misteriosas y fecundas ....
j Pobre raza!; la ambición yanqui la hostiliza
hoy, porque está abandonada, porque ya no tiene
defensores en sus buenos hijos, porque éstos han
sido echados de la Representación Nacional, y
porque el paternal gobierno del Sr. Gral. Díaz no
se ha preocupado del progreso de esa heroica
casta; porque el gobierno de los Estados donde
hay indios, no los ilustra, y porque de conSUllO,
PRENSA 55

gobernantes e industriales sólo quieren aprove-


char las hercúleas fuerzas del ilota, en brutales
trabajos, y sacar de sus bosques la rica mina que
contienen en fuertes filamentos y resistentes
bloques.
Pronto, pues, tendremos en Michoacán casos
análogos a los de Y ucatán y Sonora; pues los
tarascos, que en grande escala pueblan el Estado
de Ocampo, están ya en la miseria más espan-
tosa, y empiezan a desbandarse por los centros
poblados en busca de alimentos, que, no pudiendo
arrancar al trabajo, impetran de la filantropía; y
no obteniéndolo de ésta, porque los tiempos no
están para ello, se los procurarán con el robo; y
como éste se castiga aquí en Michoacán con la
pena de muerte (aun en simples casos de abi-
geato), se alzarán de seguro patíbulos por todas
partes, o veremos grandes trenes que, pletóricos
de indígenas, partan a las Cblonias de Quintana
Roo, a las Islas MarÍas o al Valle Nacional ....
Las causas que pueden llevar a la raza de
tarascos a ese extremo, las conocemos nosotros
a fondo. y pronto conmoveremos a la sociedad,
narrándole, en una serie de artículos, los oficios
del actual Gobierno del Estado, en la ruina de
esos infelices indígenas que vagan harapientos
por esos mundos de Dios, clamando envilecidos
una limosna y aceptando resignados la ignominia
de su miseria.
EL LIC. FRANCISCO L. DE LA BARRA

Candidato del Partido Católico a la Vicepresi-


dencia de la República

Aunque el Partido Católico no hace ruido nin-


guno para trabajar por sus candidatos ,!ara Pre-
sidente y Vicepresidente de la República Mexi-
cana en las próximas elecciones, es innegable
que trabaja, aunque de un modo solapado yocul-
to, según ha sido costumbre de ese partido, en
todas las épocas de su vida política.
y esto, que a primera vista es un derecho le-
gítimo de esa corporación, no deja de entrañar
un peligro para todos los demás partidos inde-
pendientes, en cuanto el Católico Partido de re-
ferencia procurará sacar triunfante al C. Fran-
cisco León de la Barra para el segundo puesto
de la Magistratura N aciona!.
Este es, por lo tanto, el motivo de este escrito
en que me propongo aconsejar a los católicos que
aceptan candidatos señalados de antemano, a
que exijan se les diga quiénes son esos elegidos,
58 FRANCISCO J. MUGICA

qué han hecho por la Patria, qué ideales podrán


perseguir en el poder y qué títulos los amparan
para tenerlos como garantía del esplendor y
grandeza de la Patria, en el caso de que éstos
sean sinceramente los ideales del Partido Ca-
tólico.

i Quién es D. Francisco León de la Barrar


Un correcto diplomático, un inteligente abo-
gado, un hombre de buenas costumbres. Un
gentleman muy capaz de figurar ventajosamente
entre los finos, pulcros y estirados caballeros de
Corte Alemana o de una "Casa Blanca" Ameri-
cana, un hombre que, como representante de
México, jamás ha pasado por una situación si-
quiera como la arrostrada por Federico Gamboa
en Guatemala, en que se hubiera visto su tacto
de político y su habilidad de diplomático, así
como la energía y valor civil del mexicano pa-
triota. Un hombre que, como abogado, jamás
se ha distinguido por alguna iniciativa en pro
de la legislación nacional, tan imperfecta y defi-
ciente aún, ni ha luchado en el foro una vez si-
quiera de modo que sus talentos hubieran sido
aquilatados y puestos de relieve. Un hombre que,
como pulcritud consumada, como figurín a la
moda y como un dechado de cortesía, no puede
ser una gloria nacional. Y un caballero que,
como ejemplar de las buenas costumbres, no es
sino uno de tantos hijos buenos, sin llegar a no-
PRENSA 59

tables, como tienen los pueblos moralizados y


cultos.
¡ Qué ha hecho por la Patria D. Francisco León
de la Barra?
N o se puede decir que un hombre ha engran-
decido a su Patria, que la ha salvado, y que la
honra en grado heroico, sino cuando ese hombre
se encuentra en una situación extraordinaria-
mente difícil y sale avante, conjurando el peligro
y llevando a su puesto el buen nombre de su
país natal. Y por más que registro, nada en-
cuentro a la altura de los principios anotados en
la vida del candidato a la Vicepresidencia, del
Partido Católico. Porque, vuelvo a decir, como
representante de México en el extranjero, no
hizo más que pasear por los boulevards europeos,
por los salones de la cortesía y asistir decorati-
vamente a los imponentes dramas que represen-
tan las naciones del mundo, en las vetustas capi-
tales del nuevo y del viejo continente. Hizo,
además, todo 10 que el César Porfirio determiné'
desde su trono de Imperator. Si lo dudái3, allí
están sus comportamentos diplomáticos, a todas
luces de consigna, ante los frecuentes lynchamien-
tos de mexicanos en Texas y ante los robos des-
carados de Mondragón. en Alemania. Allí, su
actitud despectiva para el Dr. Vázquez Gómez,
agente confidencial de la revolución que llevó a
De la Barra al Poder, cuando éste, Vázquez Gó-
mez, arribó al Capitolio de vVashington y luchó
60 FRANCISCO J. MUGICA

abnegadamente por defender los verdaderos inte-


reses del pueblo mexicano. Y no sólo eso hacía
entonces el Sr. De la Barra, sino llamar hordas
de bandidos a los revolucionarios, decir que la
revuelta no era nacional, sino obra de unos cuan-
tos descontentos, que habían sido derrotados en
las elecciones pasadas. Protestar ante el gobierno
americano, porque la vigilancia de su frontera
no era bastante escrupulosa para impedir que
los latrofacciosos que 10 elevaron al poder, pu-
dieran introducir las carabinas y el fatídico par-
que 30-30,- como decía "El Imparcial," a que el
Sr. De la Barra debe ser Presidente. Y por fin,
ser obstruccionista hasta el último instante, para
que el movimiento revolucionario que derrocó a
la dictadura, no alcanzara, como no alcanzó, el
reconocimiento de Estados Unidos como movi-
miento beligerante.

¿ Qué ideales podría perseguir el Sr. De la Barra


en el Poder?
Los del conservatismo político y los del con-
servatismo administrativo. El actual momento
histórico de México, responde con hechos consu-
mados a la tercera pregunta que deben dirigirse
los católicos que han aceptado y que seguramente
postularán, como candidato a Vicepresidente, al
Sr. Lic. D. Francisco León de la Barra.
Efectivamente. ¿ Qué ha hecho el Presidente
interino de la República Mexicana, por estable-
PRENSA tU

cer los principios y derechos de la revolución que


lo puso en el Poder, como garantía de sus inte-
reses? Nada.
O mejor diého, defraudarla, sosteniendo en
puestos públicos de importancia a las mismas
nulidades antiguas. Defraudarla, permitiendo
los viejos atentados contra la libertad individual,
ordenando retener en las filas a centenares de
infelices soldados forzados a quienes la revuelta
dió completa libertad. Defraudarla, tolerando
los monopolios que han arruinado a México, sin
preocuparse de destruir de un solo golpe los
privilegios odiosos de que gozan aún los pulpos
del "cientificismo." Defraudarla, destituyendo im-
punemente a uno de sus Ministros, nada más por-
que éste era una garantía para la revolución,
porque significaba las ideas nuevas y porque se
oponía tácitamente, proponiendo al general Pas-
cual Orozco o a Ambrosio Figueroa, a que el
testarudo Villaseñor fuera Inspector General de
los Cuerpos Rurales Insurgentes; porque se opo-
nía tácitamente a que el Ing. De la Barra fuera
Director de Obras Públicas, proponiendo para
tal puesto al dignísimo y muy merecedor inge-
niero Hay. Y, por último, la ha defraudarlo,
porque el Sr. De la Barra, ha barrenado el sostén
de la revolución, corriendo a su casa y arrojando
ignominiosamente de sus cuarteles, a los Insur-
gentes que, luchando por la libertad, confiaron
ese depósito sagrado al mismo que hoy los per-
sigue, los befa y los mata.
62 FRANCISCO J. MUGICA

En el orden político, los ideales del Sr. De la


Barra no son ningunos. ¿ Cuál programa político
le presentó el Partido Católico? Ninguno. ¿ Cuál
ha sido el sendero que ha seguido De la Barra
en su vida pública? Primero, como diplomático,
la voluntad del amo. Después, como Presidente, la
conciliación. Es decir, el capricho. La Ley no
es para él lo que el pueblo quiere que sea. Si
la Constitución no se viola ya tanto, es porque el
pueblo amenaza. De allí ese juego de bimbalete
entre 10 viejo que aún subsiste y 10 nuevo que
llega. Las Leyes de Reforma se violan hoy como
ayer, y la Justicia, ideal del Pueblo, se burla
todavía en todas partes, porque los encargados de
administrarla son los mismos. ¿ Qué piensa, pues,
el Sr. De la Barra? Dirá que es difícil dudar en un
instante de un régimen corrompido? ¿ Sí? j Pues
mentirá! Mentirá, porque en México la consigna
era el régimen, y -ese acaba cuando los hombres
que la dan y los hombres que la reciben, hayan
caído. Y para que estos hombres caigan, basta
sólo una vista de ojos a un expediente cualquiera
de cualquier Juzgado. Pues así se verá, en cada
trámite, una venta al mejor postor, y en cada le-
gajo, un fardo de acusaciones, y en casi cada
togado, un candidato al presidio ....
PRENSA
-------- ~
63
.~-~---~

¡Cuáles son los títulos que amparan para tenerlo


como garantía del esplendor y grandeza
de la Patria.?
"Su honradez," responderá el coro de sus par-
tidarios ciegos y obsesionados por la idea del
triunfo.
y yo les diré: Señores: Esa honradez tan de-
cantada de vuestro candidato, ha falseado ya
cuando, plenamente convencido de la corrupción
del organismo administrativo, aceptó ser repre-
sentante de un gobierno falsario y traidor a la
Patria; ha falseado ya, cuando sin ningunos es-
crúpulos compareció ante la Cámara de falsos
diputados, y NEGO que el Gobierno de Díaz
estuviera en tratado~ de paz con el Gobierno del
pueblo presidido por Madero, en las cercanías
de Ciudad Juárez, y esto cuando el Sr. De la
Barra era ya Ministro de Relaciones Exteriores
y sabía (creo que no 10 negará ni el mismo señor
De la Barra) que había sido llamado a esa Car-
tera, desde la Embajada de México en \Vashing-
ton, para que pudiera admitirse la renuncia del
dictador, toda vez que él, De la Barra, sería el
sucesor legal e inspiraba, entonces, no sé por qué
fenómeno, confianza a los revolucionarios. Y por
último, la decantada honradez, política, se en-
tiende, del repetido personaje, ha falseado cuando
calla como muerto, sabiendo que un partido que
persigue sólo intereses sectarios, lo postula para
64 FRANCISCO J. MUGICA

Vicepresidente, y no manifiesta, como tiene obli-


gación de hacerlo, que no aceptará NINGUN
cargo de elección popular. Y no sólo esto, sino
que impone y sostiene en puestos distinguidos
a hombres obstruccionistas, falsos revoluciona-
rios y jurados enemigos del pueblo, represen-
tado hoy en el Ejército Libertador, honrado, y
en sus políticos militantes.

¡Cuál sería, en fin, la labor de León de la Barra,


junto al Presidente Madero, en caso de
que esta fórmula triunfara?
Los católicos del partido no paran mientes en
esto y quedan muy satisfechos con sólo la se-
guridad de que su candidato les garantice (e
ignoro el fundamento de esto) "una moral cató-
lica en la vida político-administrativa del país."
De tal manera que. Madero, reformista, junto
con De la Barra, conservador, es para ellos el
concierto político más armonioso e ideal que
puede darse en el mundo de la lucha democrá-
tica. Pero nosotros, los demócratas sin sectaris-
mo, los progresistas sin contemporizaciones, juz-
gamos esa alianza de la misma manera que
juzgamos ya la de Madero y Reyes, o sea la de
la Ley y el Despotismo. Deben, pues, los católi-
cos considerar la inconsecuencia que cometen
postulando a Madero para Presidente y a De la
Barra como Vice; supuesto que el primero es De-
mocracia viviente, reformista por ideales y en-
PRENSA 65

carnación del odio nacional hacia los elementos


enfermos que aún administran, y el segundo, que
para el mismo partido que 10 postula, es toleran-
cia administrativa, conservatismo plutocrático y
representación del odio del grupo de elementos
caídos o amenazados para los gérmenes nuevos
que anhelan llevar el timón de la nave pública
por el sendero constitucionalista y progresista.
¿ Qué sería el Sr. De la Barra como Vicepre-
sidente y Ministro de Estado, el día en que Ma-
dero, Presidente, promoviera recompensas justí-
simas para los libertarios de la actual revolución,
y pensiones vitalicias para las familias de los
mártires de la misma contienda? N o podemos
saber qué haría el hoy Presidente interino, su-
puesto que para esos patriotas conscientes del
honor nacional y mártires entusiastas por amor
patrio, no se ha tenido un homenaje ni una re-
compensa, ni un mendrugo siquiera para las fa-
milias o hijos de los que quedaron en el campo.
Y, EN FIN, CONCIUDADANOS; DON
FRANCISCO LEON DE LA BARRA NO ES
NI COMPARABLE CON V AZQUEZ GO-
MEZ, PORQUE CARECE DEL TALENTO
Y LA ABNEGACION QUE CARACTERI-
ZAN A ESE HOMBRE ILUSTRE. No re-
siste el parangón con la figura de Pino Suárez,
porque no es, ni ha sido, ni será un apóstol, como
este prohombre de la revolución. Ni puede equi-
pararse al sabio historiógrafo Fernando Iglesias
Calderón, porque no cuenta, en las páginas de su
66 FRANCISCO .1. MUGICA

historia, el estoicismo puritano del inmaculado y


severo liberal.
Así, pues, ciudadanos que formáis el Partido
Católico, reflexionad, conoced a vuestro hombre
y no votéis por él, para no entorpecer a la ado-
rada Patria el camino de positivo avance que
persigue.
Septiembre 24 de 1911.
... ...... .. ..... y las horas pasaban con
los días, y los días con 108 meses, y los
meses con los afias, y allá en México
ni una revuelta que acuse virilidad,
nada; ruido de botellas, de dinero y de
fusiles, armonías de taberna, de gari to
y de cuartel.-Memorias de D. Sebas-
tián Lerdo de Tejada.

Señores:
El pueblo mexicano era una manSlOn de ilo-
tas. Su fértil suelo, un cepo de tormentos. Las
entrañas de sus ricas minas, tumbas lóbregas e
ignoradas para el indio y el criollo; y su comer-
cio, un mercado judaico monopolizado por los
blondos lacayos de un monarca europeo.
Sí, señores: esta grande y soberbia raza de
que somos retoños, estaba sojuzgada. Hubo un
día en que hombres atrevidos llegaron a nuestras
costas, y, quemando sus naves, marcharon en
son bélico al interior del país desconocido que
les brindara tesoros inmensos, campos vírgenes,
tierras de promisión. Y lucharon. Hábiles gue-
n-eros, desconcertaban a las falanges indias con
68 FRANCISCO J. MUGICA

un movimiento cualquiera de estrategia vulgar.


Suspicaces políticos, introducían discordias en-
tre nuestros sinceros y francos antepasados. As-
tutos por temperamento y acomodaticios por
necesidad, arrojaron unas contra otras las dis-
tintas tribus de Anáhuac; y ambiciosos por he-
rencia, se cebaron en el rico botín del vencedor,
llegando hasta la ignominia de atormentar al
colosal Cuauhtémoc, para arrancarle el secreto
de los fantásticos tesoros de la corona azteca, en
que soñaban saciar sus instintos de febricitante
codicia por el vil metal. El Destino quiso que el
atentado se consumara, y sólo la historia guardó
el recuerdo de aquella edad hermosa en que una
civilización idolátrica causó asombro a una civi-
lización evangélica y cristiana. En efecto: los
palacios indios fueron demolidos: los teocalis
impíos fueron arrasados: la raza heroica conde-
nada a la infamia de la cadena del esclavo, y los
ilustres abolengos de aquella tribu de bronce, la
rutilante gloria de aquellos estoicos paladines,
la dignidad y nobleza de aquellos virreyes y se-
ñores de carcax y de escudo, fue substituída por
la arrogancia de los iberos, por la rancia nobleza
castellana y por las fantásticas leyendas de batallas
ganadas por el Cid y D. Pelayo .... Toda una
raza pasó al caos de lo primitivo o del pasado,
para dejar el campo abierto a nuevas generacio-
nes nacidas de dos pueblos y dos épocas.
j La Conquista estaba consumada! Bajo la
ley del privilegio y bajo el cartabón del estigma,
PRENSA 69

empezó a crecer la raza mexicana. Todos los


vicios y virtudes del vencedor, con las virtudes
y vicios del vencido, vinieron a nuestra raza,
para más tarde separarnos en patriotas y trai-
dores, en libertarios y liberticidas.
j El pueblo mexicano era una mansión ilo-
tas! ¿ Qué importaba a nuestros nuevos 1 'oge-
nitores nuestra cuita? Nada. Ambición. Ri. !eza
a toda costa. Títulos y abolengos. Domi! ;!m
y grandeza. Era lo único que leía la raza 1
en la bandera de aquella legión heredera d
hombres de hierro que acaudillara un día He!
Cortés, y entre tanto.... la historia podía
decir lo que Lerdo de Tejada dijo más tarl
"las horas pasan con los días, los días con 1.
meses, los meses con los años, y acá en Méxic(
ni una revuelta que acusara virilidad, nada
ruido de botellas, de dinero y de fusiles, arm
nías de taberna, de garito y de cuartel," con Ul
acompañamiento lúgubre de lamentos y de ca-
denas. Sí, señores. Una inmensa orgía era la
Patria. Los dominadores tenían conventos para
su bella juventud y prostíbulos para sus escla-
vas. Escuelas para sus vástagos y campos yermos
que fecundar para sus siervos. Dinero para sus
festines, y exigencias y mendrugos de pan negro
para sus víctimas. Altas dignidades para sus
inteligentes y un ignominioso escalafón bajo para
nuestros soberbios pensadores. Brillantes vesti-
dos, costosas espadas, bizarras armaduras y gran-
des honores de mando para sus martes sangui-
70 FRANCISCO
---------------
J. MUGICA
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narios y una baja y denigrante jerarquía para


nuestros abnegados guerreros. En fin, seño-
res, todo lo bueno de la civilización para el
blanco; todo 10 rico de la mina, del campo, de
la floresta y de la campiña, para el amo; todo 10
ignominioso, todo 10 duro, todo el desecho y
10 ruin, para el indio y el criollo. El privilegio en
todo su apogeo. El despotismo en toda su pu-
janza. Esa era la herencia de los hijos de Aná-
huaco Pero bendita distinción, señores, si se
atiende al resultado bienhechor. Porque de esa
servidumbn~ surgió el odio de razas que al ex-
plotar fue terrible e inexorable. De él nació la
idea de reivindicación, y en un día de gratas
remembranzas, cuya fecha recordamos hoy, en-
carnaron todos los dolores de la raza ven-
cida, despertaron todos los rencores amorti-
guados, germinaron los vientos sembrados por
los dominadores y surgió la tempestad. La
libertad nacía en América, y era bautizada con
sangre de patriotas y ofrendada fue con despojos
palpitantes de apóstoles sublimes. Ya sabemos
cómo pasaron aquellos hechos gloriosos. Ya he-
mos contado y admirado el sinnúmero de rayos
de aquella tormenta gloriosa que paseó por Amé-
rica, decapitando tiranías, derrumbando tronos y
prendiendo estrellas luminosas en nuestro cielo
patrio, para que alumbraran más tarde la aurora
de nuestros días trágicos, en que, agobiados por
los grandes males, nos lanzáramos airados a los
campos de lucha reivindicadora, pidiendo Liber-
PRENSA 71

tad como en 1810, Derecho como en 1857, y Jus-


ticia como en las postrimerías gloriosas de 1910
y principios de 1911. Sí, señores: Hidalgo, Mo-
relos, Galeana, Matamoros, los Bravo y demás
pléyade ilustre de padres putativos de una raza
esclava hecha libre, de una raza envilecida he-
cha noble y grande, nos dieron Patria. Fuimos
libres. Ya no teníamos dueños como las bestias.
Pero, señores, teníamos aún pastores como los
rebaños. Nadie podía ser libremente un ciuda-
dano, porque no sabíamos serlo y porque se nos
negaba tal derecho. Borrascosa fue la vida de
nuestra Patria, en la primera época de su eman-
cipación. Luchaba entonces por darse un go-
bierno que llenara sus necesidades y satisficiera
sus anhelos, surgiendo de esta lucha embrionaria
la República. El pueblo se juzgó soberano y no
obstante su costumbre de respetar y venerar a
los reyes, decapitó al primero de sus hijos, que
se dió ese nombre, demoliendo así radicalmente
los cimientos del solio. De largo pasaré por esta
vía dolorosa de nuestros antepasados, recordando
sólo que en esa segunda época de luchas, surgie-
ron también hombres tan grandes y soberbios
como nuestros caudillos de Independencia, que
con su valor militar, con sus proezas, con su ta-
lento y con su abnegación, nos legaron un Código
de sabias leyes, determinando los Derechos indi-
viduales, marcando límite al poder y trazando el
"hasta aquí" al abuso, salvándonos, además, de
las garras de una nación extraña que preten-
72 FRANCISCO J. MUGICA

diera imponer su voluntad en este suelo santo de


nuestros padres, enviando muchos miles de ba-
yonetas, que fueron vencidas y humilladas de
uno a otro confín de nuestro Continente.
Con esta epopeya, se determinó nuestra sobera-
nía. Y entonces se nos tuvo por pueblo culto. Se
nos respetó como potencia en el concierto univer-
sal, y centenares de manos del Nuevo y del Viejo
Mundo estrecharon con satisfacción la nuestra.
Eramos, al fin, pueblo libre y pueblo soberano ...
Como natural consecuencia de aquel largo pe-
ríodo de agitación continua, y en virtud del ago-
tamiento nacional, producido por tan abundante
sangría, vino un período de quietud bajo un ré-
gimen despótico. Las energías patrias fueron
siendo encadenadas y oprimidas, conforme se
iban vigorizando, y si en algunos puntos llegaron
a ponerse de manifiesto los impulsos libertarios
de nuestra naturaleza; si alguna vez se alzó el
clamoreo de la protesta viril, la mano del despo-
tismo, prohijado en el período de quietud, ocu-
rría pronta y ahogaba diligente todo signo de
vida. A este período se llamó paz porfiriana,
porque Porfirio Díaz aprovechó el cansancio de
las multitudes, para sostener el quietismo de que
os hablo, y asesinó para ello caudillos ilustres,
encarceló patriotas inmaculados, borró del catá-
logo viviente verdaderos apóstoles de la libertad.
Hizo más: entregó a la Patria en manos de in-
mundos mercaderes, que prostituyeron al pue-
blo en asquerosas bacanales, que compraron un
PRENSA 73

numeroso grupo de lacayos, para convertirlos en


tiranuelos de provincia y de pueblo, y, no con-
tentos con eso, vendieron a la Patria. ¿ Pruebas?
¿ Para qué, señores, cuando en todas partes se
c1atp.aba justicia sin obtener otra cosa que perse-
cuciones? Cuando se pedía pan y sólo había des-
pojos incontables. Cuando se pedían garantías
y se nos contestaba con la ley fuga. Cuando se
solicitaba trabajo y se nos arrancaba al hogar y
al terruño, para mandamos a cubrir las bajas
de un ejército de parias .... ¿ Pruebas? El vasto
campo nacional, desde sus linderos imaginarios
hasta sus más dilatados horizontes. Desde Bahía
Magdalena, Islas Marías, el Chamizal y la Sau-
teña, hasta Yucatán, Istmo de Tehuantepec, vír-
genes sierras de nuestros tarascos y ricas minas
de nuestros trópicos. . .. ¿ Más pruebas? N o, se-
ñores; hoy, como en 1810, el pueblo mexicano
era una mansión de ilotas. La Libertad, concu-
bina del dictador; la Ley, manceba del cacique;
la Constitución, traje de luces para los esbirros;
los poderes, herencia de los escogidos; los em-
pleos públicos, patrimonio de los bribones, y los
honores nacionales, premio de los serviles y de
los lacayos. Por ahogar en sangre a los liberta-
rios de Valladolid, Y ucatán, se ascendió a gene-
rales del Ejército Mexicano a los tigres Gonzalo
Luque y Juan N. Navarro. Por matar vilmente a
los viriles obreros de Río Blanco y sepultarlos
casi vivos, se hizo grande al general Rosalino
Martínez. Y por burlar al pueblo, por oprimirlo
74 FRANCISCO J. MUGICA

y vejarlo, estaban nombrados gobernadores eter-


ltOS los veintisiete sátrapas que humillaban su
cerviz de eunucos, desde sus solios insulares ante
el hijo espurio de la raza de ]uárez y Cuauhté-
mee. y entre tanto, "las horas pasaban con los
días, los días con los meses, los meses con
los años, y aquí en México ni una revuelta que
acusara virilidad, nada; ruido de botellas, de di-
nero y de fusiles" armonías de taberna, de garito
y de cuartel" ... , La Patria en letargo, la Li-
bertad presa, la Justicia ausente, y los hijos de
Anáhuac mirando tristes, pero impávidos, la no-
che del deshonor patrio y la agonía del civismo.
Pero ahora, como entonces, el dolor nacional
tuvo su colmo. La paciencia del pueblo fue ago-
tada. El privilegio reinante enconó los ánimos, y
las clases, la favorecida y la vilipendiada, se en-
contraron de pronto frente a frente. Insolente
una, colérica y resuelta la otra. Estando la opi-
nión pública en ese estado de tensión y de en-
cono, vino la burla cruel de los mandatarios, zahi-
riendo la susceptibilidad de las muchedumbres,
pues se trató de implantar, para siempre, el sis-
tema dictatorial. Es decir: hacer eterna la pe-
nuria nacional; echar para siempre más allá de
nuestras fronteras, a la Diosa Justicia; tomar
de una vez y para siempre, el rico territorio de
Anáhuac y hacer de él la herencia de unos cuan-
tos; repartirse a los mexicanos como botín de
guerra en la época de la barbarie, y, en una pala-
bra, imponer como amo a un asqueroso enfermo,
PRENSA 75

para de un paso llegar a la ignominia. Pero no,


conciudadanos, mil veces no. La sociedad había
reaccionado, el pueblo rugía sordamente, los
caudillos estaban ya en la lisa. . .. y, sin embar-
go, se buscó aún el medio pacífico para evitar el
conflicto, y el Mesías portador de la buena nueva
fue encarcelado y los apóstoles del evangelio de-
mocrático perseguidos. ¿ Qué restaba entonces?
La lucha armada; la guerra santa que lleva la
justicia por norma; el incendio que purifica;
la devastación que aniquila; la muerte que enno-
blece. Sí, era preciso atravesar una tupida selva
de bayonetas, para llegar hasta el tirano, y por
el
eso pueblo, frenético, gritó, como nuestros ilus-
tres antecesores en Dolores y en AyutIa: "muera
el mal Gobierno," "abajo la tiranía" .... y cara-
bina al brazo, con el valor incomparable del me-
xicano, se enfrentó con dieciocho mil bayonetas
para, palmo a palmo, llegar hasta muy cerca del
dictador; de tal manera que éste, cobarde como
todos los tiranos, tembló de espanto al ver las
órbitas fulgurantes de aquel monstruo y los mi-
llares de bocas que vomitaban fuego con direc-
ción a su cabeza. j Pobre! En su extravío pidió
gracia para dejar el solio .... y la revolución, se-
ñores, la revolución que había tenido que dejar
regueros de sangre generosa en su ruta y cubierto
de cadáveres de mártires su camino, oyó clemente
los ruegos del tirano, y le perdonó la vida, y le
dejó libre, y le dejó potentado, para hacerse más
grande y más sublime.
76 FRANCISCO J. MUGICA

"¿ y qué de todo esto?" preguntaréis, y yo os


respondo: la ciudadanía efectiva. El poder re-
unirnos como estamos aquí y el poder hablar
como lo hemos hecho. Pues ese, señores, es el
precio de las recias batallas que ha muy poco
ensordecían a la República. Esta nuestra gran
conquista del siglo XX y el inestimable bien que
nos ha de permitir llevar una vida tranquila de
progreso real. Esta la herencia santa que deja-
mos a nuestros hijos, a quienes llenos de orgullo
podemos decir: esta ley había sido humillada y
yo la levanté; la Justicia que ahora te protege
era un mito y yo la reivindiqué. Esta democracia
que te une estrechamente con el rico honrado, con
el labriego generoso, y con el inteligente indus-
trial, era una bella mentira escrita en nuestras
leyes y yo la he tornado realidad. Esta libertad
con que oyes analizar los actos de tus represen-
tantes en el poder público, tu voto para elevarlos
y tu derecho para discutirlos, joyas eran sepul-
tadas en el pantano de la ignominia, y yo y mis
hermanos peleamos en los campos de batalla,
dimos mucha sangre de nuestras venas y sufri-
mos penalidades mil para legarlas a ustedes corno
mágico amuleto para la salvación de la Patria.
y ellos, señores, no podrán decir como clamaba
yo hace dos años, en una fiesta como ésta, no,
miento, en una fiesta en que nos hacíamos !a
ilusión de celebrar la libertad y autonomía de
nuestra Patria, " . . . . vemos la miseria que acosa
al andrajo, y nos dolemos, pero no lo remedia-
PRENSA 77

mos; vemos la violencia del de arriba, y nos en-


cendemos en ira, pero no le castigamos; vemos
la injusticia, y la toleramos; vemos la inercia, y
la dejamos que cunda en las masas y las lleve
insensiblemente al caos, de donde quizá no haya
quien más tarde las arranque." Pero no, ya no
más lamentos. Ya no más quejas. Nuestros hi-
jos serán siempre prósperos, siempre libres,
siempre generosos y siempre grandes. Ellos no
tendrán más necesidad de caudillos ni les será
forzoso enlutar a la Patria con guerras civiles,
puesto que ya nosotros, nuestros padres y nues-
tros abuelos, hemos conquistado para ellos liber-
tad en 1810, derechos en 1857, y ciudadanía
en 1911.
Y por eso de hoy en más, ya no será la Patria
una mansión de ilotas, ni escucharemos la voz
terrible de la historia, pregonando las orgías de
cuartel y de taberna en que se encenegaba el
pueblo, sino que, en el limpio cielo de América
se escuchará la epopeya gloriosa de la libertad,
el himno santo del trabajo y la apoteosis de una
efectiva democracia, que una íntimamente a to-
dos los mexicanos para llegar, así, a la altura
de las grandes naciones del mundo.
Porque ese, señores, fue el sublime ideal del
Padre Hidalgo.

Dije.
REFLEXIONES, NO CONSEJOS

Jefes de Oficina

Aprended a tratar a vuestros empleados y a


regir vuestras oficinas, y éstas progresarán. Es
más: de este modo, vosotros mismos habréis
avanzado mucho por el sendero que os conducirá
gloriosamente a un puesto más honorable.
Vuestras órdenes deben ser firmes, pero sua-
ves: si les dáis el aspecto despótico de la dureza,
sólo conseguiréis una sumisión engañosa, porque
los errores u omisiones involuntarias de vuestros
subalternos, reprimidos de pronto en términos
violentos y humillantes, se trocarán después en
irritantes insubordinaciones.
N o porque seáis absolutos en vuestras oficinas,
dispongáis y amonestéis con ligereza, ni echéis
en hombros de vuestros inferiores todas las fa-
tigas para entretener vuestro tiempo en lecturas
ajenas al deber, conversaciones amistosas e in-
útiles discusiones. Quitad todo aquello que pue-
da obstruir o retardar el curso de vuestros asun-
80 FRANCISCO J. MUGICA

tos oficiales, porque, de 10 contrario, el bien


público sufrirá.
Todo 10 que queráis de vuestros empleados y
no pugne con vuestros puestos, empezad por ha-
cerlo vosotros. El ejemplo de un jefe influye
poderosamente en el ánimo de sus gobernados,
los estimula al trabajo y levanta sus aspiraciones.
Ved que el papel que desempeñáis es de suma
importancia y que vuestra conducta pública es
de doble trascendencia, porque ella no sólo in-
teresa a vuestra persona, sino también a los pú-
blicos intereses, a cuyo bien estáis consagrados.
Reflexionad que estos intereses sólo se satis-
facen con la expedición y eficacia en las labores,
y que éstas, la expedición y la eficacia, única-
mente se obtienen con buenos empleados, los
cuales jamás conseguiréis, si vuestro gobierno
es desacertado, despótico y por ende insufrible.
Si juzgáis que el empleado sirve por necesi-
dad, no le neguéis también la virtud de ser digno,
para preferir la cesantía al servilismo.
Sed justos, laboriosos, honrados, y tendréis
empleados sumisos, respetuosos y activos, que de
buena voluntad os ayuden a cumplir vuestra ele-
vada misión.
PARLAMENTO
Congreso Constituyente de Querétaro
1916-1917
EL CONSTITUYENTE PRINCIPIA SUS
LABORES

Se instala el Congreso Constituyente.-Delenda est Cartago!-


Palavicini propone a la Asamblea la forma de verificar los
trabajos.-Habla el Sr. Gral. Múgica.-En contra de Palavi-
cini hablan otros Diputados.
El martes 21 de noviembre de 1916, se reunie-
ron en el Salón de la Academia de Bellas Artes
de la ciudad de Querétaro, los presuntos dipu-
tados, quienes, conforme a la convocatoria del
C. Primer Jefe del Ejército Constitucionalista,
deberían reformar nuestra Constitución Polt-
tica, de acuerdo con las necesidades del pueblo
mexicano y los ideales de la Revolución que to-
caba a su fin.
Instalada la Mesa Directiva, dió principio a
la revisión de credenciales y cuya discusión y
aprobación ocuparon a los señores Diputados
de la fecha indicada al dfa 30; pronunciándo-
se en dichas Juntas preparatorias interesanU-
Blmos discursos, tanto por su trascendencia po-
Utica como por haber reveladQ la orientación
del criterio de los nuevos legisladores.
Debiendo principiar las labores del Consti-
tuyente el dla 10. de diciembre, se procedió un
dla antes a la elección de la Mesa definitiva
84 FRANCISCO :.J. MUGICA

que debería presidir las siguientes asambleas.


Hizose esta elección, y al tomar posesi6n la nue-
va Mesa Directiva, protestó su Presidente, el
Sr. Lic. D. Luis Manuel Rojas, cuidar por el res-
tablecimiento del orden legal en la Repúbliea,
de acuerdu con el Plan de Guadalupe y sus
adiciones en Veracruz. Igual protesta hicieron
los señores Diputados, en medio de las aclama-
ciones delirantes del pueblo, que presenciaba
el solemne acto.
El C. Presidente declaró: "El Congresu Cons-
tituyente de los Estados Unidos Mexicanos,
convocadu por el C. Primer Jefe del Ejército
Constitucionalista, Encargado del EjecutIvo de
la Unión, en decreto de 19 de septiembre próxi-
mo pasado, queda hoy legítimamente consti-
tuido."
En seguida hicieron uso de la palabra varios
representantes del pueblo, con frases que cal-
deaba el entusiasmo patriótico, haciendo votos
por el éxito de las labores que iban a desarro-
llar, o bien trazando el derrotero que en ellas
se deberla seguir.
El C. General Múgica pronunció las siguien-
tes palabras:
Ciudadanos Diputados: "¡ Delenda est Carta-
go!" Estas palabras resonaron allá en la Ciudad
Eterna, en la capital del mundo antiguo, durante
toda la época en que un gran hombre, el soberbio
Catón, alentó a sus conciudadanos para luchar
por la preponderancia de su patria.
Estas palabras quiero yo, señores, que os re-
cuerden que estamos en plena revolución triun-
fante; en momentos solemnes y para nosotros
muy gloriosos, porque son el principio de la re-
PARLAMENTO 85

construcción nacional, o, mejor dicho, el triunfo


definitivo de la revolución, supuesto que del cri-
terio que tengáis como legítimos representantes
del pueblo mexicano depende la consumación
de todos los ideales de esta augusta conmoción
patria y el logro de todas las conquistas que he-
mos soñado, y por las cuales muchas veces nos
hemos batido en el campo de batalla, renunciando
a la suprema aspiración de vivir.
Señores Diputados: que no entre en vosotros
el desaliento; que no entre en vo~otros el can-
sancio; que no decaiga en vosotros la energía
salvadora del revolucionario; porque vosotros
sois la representación genuina de toda esa gleba
que ha muerto combatiendo por la Patria, de
toda esa pléyade de hombres que se agitan del
Bravo al Suchiate, en pos del grandioso ideal
que persigue la Revolución Constitucionalista. Os
exhorto, pues, señores diputados, a que hagáis
el propósito de que esa protesta que habéis otor-
gado hace un momento, no sea una falaz men-
tira, una palabra hueca de las que estamos ya har-
tos, y que frente a la Patria amenazada, recordéis
constantes la frase del inmortal romano impla-
cable: "j Delenda est Cartago !," porque allí está el
enemigo a quien debemos destruir.; porque allí
está el enemigo a quien debemos hundir, hasta
el pomo, el puñal libertario de la revolución.
A las cuatro de la tarde del 1°. de diciembre
se presentó el C. Primer Jefe, D. Venustiano
Carranza, a dar lectura a su informe ante la
86 FRANCISCO J. MUGICA

Asamblea Constituyente, haciendo entrega del


Proyecto de Constitución reformada, que some-
tia a la deliberación de los señores Diputados.
Contestó a las palabras del Primer J·efe el
señor Presidente del Congreso, terminando este
acto, como el del día anterior, entre las acla-
maciones a la Patria, a la Revolución y a sus
principales caudillos.
En las sesiones de los tres dias siguientes
se ocuparon los señores Diputados en reformar
el Reglam·ento del Congreso para adaptarlo a
las necesidades de la Cámara Constituyente.
Las sesiones del dia 5 fueron destinadas a ele-
gir los miembros de las diversas comisiones, y
en la del dia 6 se nombró la comisión de cons-
titución, y se dió lectura al proyecto presenta-
do por la Primera Jefatura.
Después de cuatro dias de receso, con objeto
de que la comisión preparara los primeros dic-
támenes, inició el Constituyente sus labores
parlamentarias en la sesión correspondiente al
día 11. En ella el señor Diputado Palavicini
propuso a la comisión la forma que a su pare-
cer sería eficaz para realizar sus labores, di-
ciendo: "Yo me permitiria sugerir a la comi-
sión, si para ello no tiene inconveniente, que
se presentara de cada titulo del proyecto de
reformas un dicta;men para los articulos que
ella no objete, y el dictamen parcial, natural-
mente, para los artIculos que presente refor-
mados." En seguida sostuvo su proposición.
El C. Colunga: Pido la palabra para cederla
al señor General Múgica, que es el Presidente
de la Comisión.
El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Mú-
gica.
PARLAMENTO 87

El C. Múgica.-Señores Diputados: Contes-


tando a la sugestión que ha hecho el Sr. Ing. Pa-
lavicini a la Comisión, me permito exponer a us-
tedes el plan que la misma se ha formado al
discutir el proyecto de Constitución presentado
por el C. Primer Jefe. La Comisión, considerán-
dose desde un principio por sí misma incompe-
tente para abarcar de una vez, y al primer golpe
de vista, todo lo trascendental de las reformas a
la Constitución, ha tenido temor de cometer al-
gún grave error, o de dar lugar a que se cometa
por esta Asamblea, tratando en un solo dictamen
lo relativo a los primeros artículos que no con-
sidera objetables. Porque la comisión estima que,
en realidad, quien debe resolver este asunto de
trascendental interés, es la asamblea. Si, pues,
hemos cometido un error al presentar dictáme-
nes separados para cada artículo, culpa es de
nuestra buena voluntad. Nosotros, al aceptar
esta delicadísima tarea, indigna seguramente de
nuestra ignorancia y de nue~tra poca cultura,
hemos tenido una sola idea: que la Constitución
que este Congreso le dé al pueblo mexicano, sea
salvadora; que de una vez por todas, ratifique
cuáles son las necesidades efectivas del pueblo
y de ninguna manera vaya a contener ilusiones
o principios enteramente falsos. La Comisión,
pues, señores diputados, no se atreve a englobar
en un solo dictamen que, deficiente por falta de
erudición, como ya dijo el Sr. Palavicini, sería
más deficiente por falta de estudio de muchos
88 FRANCISCO J. MUGICA

artículos de la Constitución, y prefiere que la


tilden de ignorante y no de ligera. En cuanto a
la segunda idea que expresa el Sr. Palavicini, de
que la Comisión debería haber escuchado las ideas
que tiene el Primer Jefe, sobre su proyecto de
Constitución, no ha creídt> de su deber ir a inte-
rrogarlo personalmente, porque, aparte de que
conoce el criterio liberalísimo del caudillo, ha
tenido a la vista los fundamentos en que apoya
las reformas que presenta. Aparte de que nG
hay en esto absolutamente ninguna dificultad,
pues en el supuesto de que el Jefe llegase a Gpi-
nar enteramente en contrario al pensamiento de
esta Asamblea, creo que su deber y su deseo tam-
bién, son aceptar el sentir que aquí exprese la
soberanía de esta Cámara, en lo relativo a las
susodichas reformas. Por otra parte, señores, yo
opino que el Primer Jefe no pudo haber tratado
con toda libertad algunos asuntos que se refieren,
o están ligauos en la Constitución con la política
internacional y con la política interior del país,
pues hubiera sido impolítico y peligroso, y, por
10 mismo, la comisión tiene el deber de ayudar
a ese funcionario a sobrellevar todos sus com-
promisos, librándolo de externar ideas funda-
mentales que pudieran afectar sus labores de
estadista.
Estas son las razones que tenemos para haber
procedido en la forma que vuestra soberanía sabe.
Propondremos u.n dictamen, aunque sea pe-
queño y deficiente, para cada artículo de los no
PARLAMENTO 89

objetados, y otro más o menos extenso, aunque


sea deficiente también, pero bien intencionado,
para los artículos que se reformen.
No. co.nvencido. el Diputado. Palavicini co.n las
palabras del General Múgica, vo.lvi6 a hacer
uso de la palabra po.niendo. co.mo. argumento.
principal, para so.stener su pro.posici6n, el
tiempo. que se necesitarla para hacer un dic-
tamen para cada articulo., y una wtaci6n sepa-
rada para cada uno. de ello.s. El General Múgi-
ca contest6:
Es indudable, señores, que nos va a faltar
tiempo, como dice el Sr. Palavicini; pero, como
dije ya en un principio, la responsabilidad que
pesa sobre la Comisión es grande, y por eso ha
deseado que la Asamblea entera sea solidaria de
esa responsabilidad. Por otra parte, nosotros no
hemos querido obligar a ésta con el procedi-
miento que se propone, a que vaya al galope en
la discusión de la Constitución. Es indudable que,
si la Asamblea así lo dispone, nosotros no ten-
dremos más que acatar su resolución; pero desde
un principio, uno de los miembros de la misma,
propuso igual sistema que el Sr. Palavicini, y
después de haberlo discutido y considerado, vi-
nimos a comprender que casi todos los artículos
del proyecto, así como suena, casi todos, están
por reformarse en la mente de esta Asamblea, se-
gún el ambiente que hasta nosotros ha podido
llegar; y mancomunar los dictámenes, sería doble
trabajo para la Comisión, pues se podrían entre-
sacar los artículos que no considera reformables
90 FRANCISCO J. MUGICA
.~------------------------------------

u objetables, yeso nos daría mucho más trabajo,


sobre todo para quienes tenemos muy poca prác-
tica en asuntos parlamentarios. Hasta por faci-
lidad, pues, para la Comisión; hasta para obviar
tiempo y simplificar nuestras labores, hemos ele-
gido la forma de hacer dictámenes de cada ar-
tículo y no exponernos a emitir un juicio global,
que la Asamblea tendría que reformar ineludi-
blemente, aun en el caso de estar conforme en
aprobar artículos que nosotros no hubiéramos
considerado menester reformar.
Estas -son las razones que hemos tenido en
consideración para adoptar este sistema antes
que el otro.
Hablan nuevamente en contra del Sr. Pala-
vicini los Diputados Bojórquez, Ibarra y Agui-
rre, hasta que, agotado el debate, se levantó
la sesión, quedando establecida la manera de
efectuar sus labores la Comisión, en la forma
que el Presidente de la misma lo propuso.
EL DERECHO DE LIBERTAD

El dictamen de la Comisión.-Lo impugna el diputado Rafael


Martinez.-Contestación de los diputados Martínez de Es-
cobar, Macias y Múgica.-Se aprueba sin discusión el arto 2?
Ciudadanos Diputados:
Comenzando el estudio del proyecto de Cons-
titución presentado por la Primera Jefatura,
la Comisión es de parecer que debe aprobarse
el arto 1°. que contiene dos principios capitales,
cuya enunciación debe justamente preceder a
la enumeración de los derechos que el pueblO
reconoce como naturales del hombre, y por esto
encomienda al poder públko que los proteja
de una manera especial, como que son la base de
las instituciones sociales. El primero de esos
principios es que la autoridad debe garantizar
el goce de los derechos naturales a todos los
habitantes de la República. El segundo, es que
no debe restringirse ni modificarse la protec-
ci6il concedida a esos derechos. sino con arre-
glo a la misma Constitución.
De consiguiente, proponemos a la Asamblea
que dé. su aprobación al citado articulo del pro-
yecto de Constitución, que dice literalmente:
"Art. l°.-En la República Mexicana todo in-
dividuo gozará de las garantlas que otorga
92 FRANCISCO J. MUGIC.A.

esta Constitución, las que no podrá.n restrin-


girse ni suspenderse, sino en los casos y con
las condiciones que ella misma establece.
Querétaro de Arteaga, diciembre 9 de 1916.
-General Francisco J. Múgica.-AJberto Ro-
mán.-L. G. Monzón.-Enrique Recio.-Enrique
Colunga."
Puesto a discusión el dictamen anterior, hizo
uso de la palabra en contra el señor Diputado
Rafael Martínez, proponiendo a la asamblea
se agregara al arto 1°. la aclaración de que las
garantfas individuales no pueden ser renuncia-
bles jamá.s, por ningún individuo y que los do-
cumentos en que se expresara tal renunciación
fueran nulos por ese solo hecho.
En contra del Diputado MarUnez hablaron
los diputados Martlnez de Escobar y José N.
Macias. El primero afirmando que las garantlas
individuales no son renunciables, y el segundo
haciendo notar que, de conformidad con los
mismos loables deseos del Diputado Martínez, de
que no se prive a nadie del goce de estas garan-
tías, el artículo en cuestión expresa que esas
garantías no podrá.n restringirse ni suspender-
se, por lo cual resultaría redundante el adita-
mento propuesto por el periodista "Rip-Rip."
Habló en seguida el presidente de la Comi-
sión:
El C. M úgica.-Ciudadanos Diputados: Voy
a hablar en nombre de la Comisión, aunque sea
unas breves palabras, pues considero que los dis-
cursos eruditos, elocuentes y razonados que se
han pronunciado aquí, son ya suficientes, por ha-
ber ilustrado demasiado el criterio de esta Asam-
blea, y para que el artículo se vote. Considero
el deseo del señor periodista Martínez muy bue-
PARLAMENTO 93

no, muy generoso, y merece, por ello, que toda


esa clase ignorante, pobre y desvalida, le dé sus
parabienes; pero, señores, considero que no es
pertinente la petición de mi estimable compañero
de Cámara, y voy a decir por qué, asentando un
argumento de mucho peso. Es cierto, como él
dice, que en aquel tiempo, que no está muy le-
j ano, iban los enganchadores a traer gente de
toda la República, para transportarla de sus
regiones a otras malsanas, a llevarla del campo
de la vida al campo de la muerte; y esto, hace
hincapié en ello el Sr. Martínez, en virtud de
un contrato; señores, efectivamente, ese hecho
es cierto; pero la razón no es verdadera. Aque-
llos hombres ignorantes no iban en virtud del
contrato, no iban en virtud de una renunciación
del derecho que tenían a la vida; iban en virtud de
su ignorancia, iban fascinados por las ofertas
de un porvenir, que la clase desheredada siempre
soñó, y por una felicidad que este Congreso tie-
ne la obligación de poner al alcance de su ma-
no. Aquellos enganchadores les ofrecían sala-
rios exagerados, les ofrecían médico, buena
habitación para ellos y sus familias; les ofre-
cían pasaje de ida y retorno, y muchas cosas
que en realidad no les cumplían: Ellos fir-
maban, o firmaban por ellos, porque los obli-
gaba la miseria; la Constitución nos da facul-
tades para que remediemos esa miseria del
pueblo, y así quitaremos el fundamento, el motivo
esencial por el cual esos hombres renunciaban a
94 FRANCISCO J. MUGICA

sus derechos esenciales; otro motivo fundamen-


tal era la ignorancia; ellos no sabían qué renun-
ciaban, no sabían qué entregaban a cambio de
unos cuantos pesos y vanas promesas; ¿ por qué?
por ignorantes. La Constitución nos da, más
adelante, el derecho de que procuremos la ilus-
tración del pueblo, para que en ningún caso pue-
dan enajenar aquello que no es enajenable; pero
todavía hay más, señores: en aquel tiempo en
que imperaba la tiranía más completa, en que to-
dos los derechos del hombre eran tenidos abso-
lutamente en nada, en que los intereses del ca-
pital eran consagrados por todas las autoridades,
aunque no por todas las leyes, no tenían com-
pletas garantías los enganchadores, pues yo pre-
sencié muchos casos, y estoy seguro de que en
esta Asamblea hay testigos también de ese hecho,
que cuando la prensa o algún particular tenían
suficiente energía para encarars~ con los jefe:>
políticos y pedirles garantías para aquello3 infe-
lices que, enjaulados como animales, iban a ser
deportados a regiones mortíferas, las autNida-
des, muy a su pesar, las concedían; poniendo
remedio, haciendo que los engañados retornaran
a sus hogares, y haciendo que 10 que habían reci-
bido en calidad de anticipo, fuera perdido por los
encomenderos. De tal manera, no creo que sea
necesario que en una época de libertad, que
se inaugura con la revolución, que se legitima
con este Congreso, sea preciso establecer cosas
que no son absolutamente necesarias, puesto que
PARLAMENTO 95

están impuestas por la misma esencia, por su


mismo carácter. Aparte de eso, señores, la
Constitución 10 prevé más adelante; cuando trai-
gamos a debate el art. 5:, verá la asamblea que
la Comisión que tengo el honor de presidir, pre-
sentó un punto en dicho artículo, que dice: "que
nadie-refiriéndose a los trabajadores--podrá
firmar contratos que 10 obliguen por más de un
año." La Asamblea está en libertad de reducir ese
término a ocho días, como 10 dice, por ejemplo,
en el periódico ¡'El Universal," la iniciativa del
General Hay; podrá pensar en otra forma y de
esa manera afianzaremos todas esas garantías
que por ignorancia de nuestro pueblo y por
abuso de nuestras autoridades se han burlado
siempre en nuestras leyes.
En seguida se dió lectura al dictamen rela-
Uro al art. 2°., que prohibe la esclavitud en
los Estados Unidos Mexicanos, y la libertad
que alcanzarán los esclavos de otros paises por
el hecho de entrar a territorio mexicano.
Este articulo no fue objeto de discusión algu-
na y, como el anterior, quedó aprobadO por una-
nimidad.
LA INSTRUCCION PUBLICA

El momento histórico.-Dictamen sobre el arto 3~-Lo apoya el


Presidente de la Comisión.-Tormentosa discusión sobre la
libertad de enseftanza.-EI discurso de Palavicini.-Vuelve
a hablar el Gral. Múgica.-Conclusión.
M'Omentos de ansiedad y de entusiasmo fue-
ron aquellos que precedieron a la discusi6n del
arto 3°. de la Constituci6n; no solamente en-
tre los señores Diputados en cuyas manos esta-
ba resolver el arduo problema de la educaci6n
nacional, sino en todo el pals; tanto amigos
como enemigos del nuevo orde~ de cosas, velan
en la resoluci6n del arto 3°. la orientaci6n y
carácter de la nueva Carta Magna: ya de un
liberalismo moderado y condescendiente, ya
radical, y por lo mismo consecuente con las
prácticas de los hombres de la Revoluci6n.
La pregunta que todos se haclan en aquellos
dlas era esta: ¿ Se deja al clero en libertad
para seguir impartiendo la educaci6n en sus
colegios e institutos y para que modele el alma
del pueblo según SUB intereses, o de una vez
por todas se arranca al pueblo de las garras del
clericalismo, dándole una. educación escolar
completamente laica?
La educaci6n religiosa del hogar y del tem-
98 FRANCISCO J. MUGICA

plo forma creyentes; la llamada educación de


los colegios clericales forma sectarios, y ha
contribuido en nuestro medio a crear el cato-
licismo agresivo, el catolicismo poHtico, causa y
rafz de todas nuestras calamidades nacionales.
Existia, pues, razón, entre los verdaderos re-
volucionarios, para pretender resolver en un
precepto legal este interesantisimo problema.
El histórico Teatro Iturbide era incapaz pa-
ra contener el inmenso número de personas
animosas que presenciaron los debates, a lOil
que concurrió el C. Primer Jefe, Encargado
del Poder Ejecutivo de la Unión.

La Secretaria di6 lectura al dictamen de la


ComLsi6n, que dice:

"Ciudadanos Diputados: El art. 3.° del Proyec-


to de Constitución proclama la libertad de en-
señanza, sin taxativa, con la explicación de que
continuará siendo laica la enseñanza que se dé
en los establecimientos oficiales y gratuita la
educación en las escuelas oficiales primarias.
La Comisión profesa la teoría de que la misión
del Poder Público, es procurar a cada uno de los
asociados la mayor libertad compatible con el
derecho igual de los demás, y de este principio,
aplicando el método deductivo, llega a la con-
clusión de que es justo restringir un derecho
natural cuando su libre ejercicio alcance a afec-
tar la conservación de la sociedad o a estorbar
su desarrollo. La enseñanza religiosa, que en-
traña la explicación de las ideas más abstractas,
ideas que no puede asimilar la inteligencia de la
PARLAMENTO 99

niñez, esa enseñanza contribuye a contrariar el


desarrollo psicológico natural del niño y tiende
a producir cierta deformación de su espíritu, se-
mejante a la deformación física que podría
producir un método gimnástico vicioso; en con-
secuencia, el estado debe proscribir toda ense-
ñanza religiosa en todas las escuelas primarias,
sean oficiales o -particulares.
La enseñanza religiosa afecta, además, bajo
otra fase, el desarrollo de la sociedad mexicana.
N o siendo asimilables por la inteligencia del
niño las ideas abstractas contenidas en cualquier
dogma religioso, quedan en su espíritu en la ca-
tegoría de sentimientos, se depositan allí como
gérmenes prontos a desarrollarse en un violento
fanatismo. Esto explica el afán del clero de apo-
derarse de la enseñanza, principalmente de la
elemental.
En la Historia Patria, estudiada imparcialmen-
te, el clero aparece como el enemigo más cruel y
tenaz de nuestras libertades; su doctrina ha
sido y es: los intereses de la iglesia antes que
los intereses de la Patria. Desarmado el clero a
consecuencia de las Leyes de Reforma, tuvo
oportunidad después, bajo la tolerancia de la Dic-
tadura, de emprender pacientemente una labor
dirigida a restablecer su poderío por encima de
la autoridad civil. Bien sabido es cómo ha
logrado rehacerse de los bienes de que fue pri-
vado: bien conocidos son también los medios
de que se ha servido para volver a apoderar-
100 FRANCISCO J. MUGICA

se de las conciencias: absorber la enseñanza;


declararse propagandista de la ciencia para
impedir mejor su difusión, poner luces en el
exterior para conservar dentro el obscurantismo.
En algunas regiones ha llevado el clero su au-
dacia hasta condenar la enseñanza en toda es-
cuela que no se sometiera al programa educativo
episcopal. A medida que una sociedad adelanta
en el camino de la civilización, se especializan las
funciones de la Iglesia y del Estado; no tarda
en acentuarse la competencia que nace entre
ambas potestades; si la fe no es ya absoluta p.n
el pueblo, si han comenzado a desvanecerse las
creencias en lo sobrenatural, el poder civil aca-
ba por sobreponerse. Este fenómeno se produjo
ha mucho en la República. La tendencia mani-
fiesta del Clero a subyugar la enseñanza, no es
sino un medio preparatorio para usurpar las
funciones del Estado; no puede considerarse esa
tendencia como simplemente conservadora, si-
no como verdaderamente regresiva, y por tan-
to, pone en peligro la conservación y estorba el
desarrollo natural de la sociedad mexicana, y por
10 mismo, debe reprimirse esa tendencia, qui-
tando a los que la abrigan el medio de realizar-
la; es preciso prohibir a los ministros de los
cultos toda mgerencia en la enseñanza prima-
ria.
Escusado es insistir, después de 10 expuesto,
en que la enseñanza en las escuelas oficiales de-
be ser laica. Dando a este vocablo la significa-
PARLAMENTO 101

ción de neutral, se ha entendido que el laicismo


cierra los labios del maestro ante todo error re-
vestido de alguna apariencia religiosa. La Comi-
sión entiende por enseñanza laica, la enseñanza
ajena a toda creencia religiosa, la enseñanza qae
transmite la verdad y desengaña del error, ins-
pirándose en un criterio rigurosamente cientí-
fico. N o encuentra la Comisión otro vocablo que
exprese su idea, más que el de laico, y de éste
se ha servido, haciendo constar que no es su pro-
pósito darle la acepción de neutral indicada al
principio.
Un Diputado ha propuesto a la Comisión que
incluya en el arto 3.° la obligación que debe im-
ponerse a los gobiernos de establecer determinado
número de escuelas. La Comisión juzga que es-
ta iniciativa no cabe en la sección de las garan-
tías individuales; en ella los preceptos deben
limitarse a expresar el derecho natural que re-
conoce la ley y las restricciones que considere
necesario ponerle; nada más.
Lo expuesto funda las siguientes conc'usio·
nes, que sometemos a la aprobación de la Asam-
blea:
Primera.-No se aprueba el art. 3°. del r;ro-
yecto de Constitución.
Segunda.-Se substituye dicho artículo.
Art. 3°.-Habrá libertad de enseñanza; pero
será laica la que se dé en los estableciIl1ientos
oficiales de educación, lo mismo que la enseñan-
za primaria elemental y superior que se imparta
102 FRANCISCO J. MUGICA

en los establecimientos particulares. Ninguna


corporación religiosa, ministro de algún culto
o persona perteneciente a alguna asociación se-
mejante, podrá establecer o dirigir escuelas de
instrucción primaria, ni impartir enseñanza per-
sonalmente en ningún colegio. Las escuelas pri-
marias particulares sólo podrán establecerse su-
jetándose a la vigilancia del Gobierno.
La enseñanza primaria será obligatoria para
todos los mexicanos y en los establecimientos
oficiales será impartida gratuitamente.
Querétaro· de Arteaga, 9 de diciembre de 1916.
-General Francisco J. Múgica.-Alberto Ro-
mán.-Enrique Recio.-Enrique Colunga."
El presidente de la Comisión habló para sos-
tener el dictamen.

Señores Diputados: Estamos en el momento


más solemne de la revolución. Efectivamente: ni
allá, cuando en los finales del mes de febrero
de 1913, el respetable, enérgico y grande gober-
nador de Coahuila dirigía una iniciativa a la
legislatura de su Estado para pedirle que de
ninguna manera y por ningún concepto se reco-
nociera al Gobierno Usurpador; ni allá, cuando
en los campos eriazos, en donde se asienta la
hacienda de Guadalupe, en una mañana memo-
rable, estampábamos muchos de los que hemos
pasado por los campos de la revolución, bata-
llando por los ideales del pueblo, nuestra firma
bajo el Plan de Guadalupe; ni allá, cuando la
PARLAMENTO 103

honradez acrisolada y el patriotismo sin tacha


de D. Venustiano Carranza consignaban de una
vez los principios primordiales de la revolución;
ni allá, cuando uno de los más ilustres caudi-
llos de la revolución derrotaba a la reacción
encarnada en Francisco Villa, en los campos de
Celaya; ni cuando las agitaciones de la Conven-
ción hacían temer a muchos espíritus pobres y
hacían dudar a muchos espíritus fuertes en el
triunfo; ningún momento, señores, de los que la
Revolución ha pasado, ha sido tan grande, tan
palpitante, tan solemne, como el momento en
que el Congreso Constituyente, aquí reunido,
trata de discutir el arto 3<1. de la Constitución
de los Estados Unidos Mexicanos. ¿ Y por qué,
señores? Porque en aquellas etapas gloriosas
no se trataba más que de vencer de una vez
por todas al que tenía el Poder usurpado en
sus manos o de acabar con la reacción, y aquí,
señores, se trata nada menos que del porvenir de
nuestra niñez, del porvenir de nuestra alma mater
que debe engendrarse en los principios netamen-
te nacionales y en principios netamente progre-
sistas. Y, evidentemente, señores, la ciencia peda-
gógica ha hablado ya mucho sobre la influencia
que la enseñanza religiosa, que la enseñanza de
las ideas absurdas, ejerce sobre los individuos
para degenerarlos, no sólo en 10 moral, sino tam-
bién en 10 físico. Yo soy profano en esas cosas,
pero hay aquí en esta Asamblea muchos profeso-
res eminentes que pueden hablar más claro que
104 FRANCISCO J. MUGICA

yo sobre este capítulo, y a ellos dejo la palabra.


Pero no sólo es esa la faz principalísima de la
enseñanza religiosa en México; es también la po-
lítica y es también la social. Sobre estos dos pun-
tos, señores, aunque árduos, y yo incompetente
para tratarlos profundamente, quiero hablaros
siquiera sean unas cuantas palabras, a trueque
de que se me considere enemigo del clericalismo,
pues si así se me considera, si así se me juzga,
si con ese calificativo pasa a la historia mi pala-
bra, no importa, señores, porque efectivamente
soy enemigo del Clero, porque 10 considero el
más funesto y el más perverso enemigo de la pa-
tria.
Veamos, señores, la faz política de esta cues-
tión. La enseñanza es indudablemente el medio
más eficaz para que los que la imparten se pon-
gan en contacto con las familias; sobre todo, pa-
ra que engendre, por decirlo así, las ideas fun-
damentales en el hombre; y, señores Diputados,
¿ cuáles ideas fundamentales con respecto a po-
lítica puede el Clero imbuír en la mente de los
niños? ¿ Cuáles ideas fundamentales puede el
Clero llevar al alma de nuestros obreros? ¿ Cuáles
ideas puede llevar el Clero al alma de la gleba
mexicana, y cuáles puede llevar al alma de los
niños de nuestra clase media y clase acomodada?
Las ideas más absurdas, el odio más tremendo
para las instituciones democráticas, el odio más
acérrimo para aquellos princIpIOs de equidad,
igualdad y fraternidad, predicados por el más
PARLAMENTO 105

grande apóstol, por el primer demócrata que hu-


bo en la ancestralidad de los tiempos, que se
llamó Jesucristo. Y siendo así, ¿ vamos a enco-
mendar al Clero la formación de nuestro porve-
nir, le vamos a entregar a nuestros hijos, a nues-
tros hermanos, a los hijos de nuestros hermanos,
para que los eduquen en sus principios ? Yo creo
francamente que no, porque haríamos en ese caso
una labor antipatriótica.
¿ Cuál es, señores Diputados, la moral que el
Clero podría transmitir como enseñanza a los
niños ? Ya lo hemos visto: la más corruptora, la
más terrible. Yo traeré a la consideración de
esta asamblea, en un momento más oportuno que
éste, documentos, mejor dicho, el proceso más
terrible que se haya escrito contra el Clero, y
admírense ustedes, señores, escrito por el mis-
mo Clero.
Yo creo, señores, que no necesito descender a
pruebas prácticas. Yo creo que con las razones
generales que he expuesto, es suficiente para que
yo, en nombre de la Comisión, justifique el por
qué pretendemos que la enseñanza se quite de
las manos del Clero, es decir, que no se le permita
tomar parte en ella; pero si esto no fuere sufi-
ciente, yo os traería al actual momento histórico
y os preguntaría, señores, ¿ quién es el que toda-
vía resiste, quién es el que de una manera formi-
dable nos hace todavía la guerra, no sólo aquí en
el interior de la República, buscando el medio de
dividir los caudillos, soplándoles al oído como
106 FltANCISCO J. MUGICA

Satanás soplaba al oído de Jesús, no sólo aquí en


nuestra Patria, sino en el extranjero mismo? ¿ De
dónde nos viene este embrollo en nuestra política
internacional? ¿ Será de las flaquezas del Gobier-
no? No, porque nuestro Ejecutivo, en este sentido
ha sido más grande, más enérgico y más intran,
sigente que J uárez. Pues sabedlo, señores: esa
oposición, esa política malvada que se debate allá
en el exterior en contra nuestra, provocando la
intervención, viene del Clero. N o necesito des-
cender a traeros aquí pruebas. Está en la con,
ciencia de todos ustedes, y el que no lo crea puede
ocurrir a fuentes oficiales, en donde podrá des,
engañarse ampliamente.
Pero no es esto todo; el Clero es el eterno re-
belde; no se conforma con ser vencido una vez:
quiere ser vencido siempre y está al acecho de
ocasiones; está sembrando, está preparando el
terreno para más tarde dar el golpe, y ¿ será posi-
ble que el Partido Liberal, que vence cada vez
que se le lleva a los campos de batalla, cada
vez que se le obliga a tomar el arma para ven-
cer a su eterno enemigo el Partido Conservador;
será posible, digo, que después de sus triunfos,
y en esta vez, de nuevo abandone sus conquis-
tas? N o, señores; haríamos una mala obra, una
obra de inconscientes, si no pusiéramos remedio
desde hoy para evitar en lo futuro que nuestros
asuntos ya no se resuelvan por medio de las ar-
mas, sino que nuestras disensiones intestinas se
resuelvan en la tribuna, en los parlamentos, por
PARLAMENTO 107

medio del libro, por medio de la palabra, por me-


dio del derecho, y de ninguna manera otra vez
por medio de las armas, porque aunque gloriosas
las revoluciones que se hacen por principios, no
dejan de ser dolorosísimas, pues cuestan mucha
sangre y cuestan muchos intereses patrios. Sí,
señores; si dejamos la libertad de enseñanza
absoluta para que tome participación en ella el
Clero con sus ideas rancias y retrospectivas, no
formaremos generaciones nuevas de hombres in-
telectuales y sensatos, sino que nuestros pósteros
recibirán de nosotros la herencia del fanatismo,
de principios insanos, y surgirán más tarde otras
contiendas que ensangrentarán de nuevo a la
Patria, que la arruinarán y que quizá la llevarán
a la pérdida total de su nacionalidad. (Aplausos.)
Después de las anteriores palabras, abord6
la tribuna el señor Lic. D. Luis Manuel Rojas,
Presidente del Congreso. Su discurso fue sen-
sacional, porque en él, antes de impugnar el
dictamen a debate, atacó duramente a algu-
nas altas personalidades de la poUtica, tra-
tando de demostrar que la actitud de la Comi-
si6n, dictaminando en la forma que lo hizo, y
la misma actitud de la Asamblea en favor de un
dictamen y de un articulo de ley distinto al
que el C. Primer Jefe habia sentado en su
proyecto de reformas, eran obra de combina-
ciones poUticas.
Causaron una impresión de desagrado las
palabras del Sr. Lic. Rojas, y cuando terminó
su peroración, que fue muchas veces interrum-
pida por diversos constituyentes, el señor Ge-
neral Múgica dijo las siguientes palabras:
108 FRANCISCO J. MUGICA

Señores Diputados: Quiero hacer constar que mi


personalidad política siempre ha sido, es y será
ajena a toda combinación en que se mezclen inte-
reses personales; mi independencia de criterio ha
sido siempre tal, que no he admitido jamás el cri-
terio ajeno cuando el mío ha creído que el ajeno
no tiene razón; para comprobar esto, puedo decir
ante esta Asamblea que pongo de testigo al mis-
mo Primer Jefe, y aquí, señores, se ha tratado
de imputarle a la Comisión combinaciones perso-
nales de algunos grupos; si las hay, yo las des-
conozco y protesto solemnemente de que ni la
Comisión, como Comisión, ni yo en 10 particular,
nos hemos de prestar jamás a ninguna clase de
intrigas personales. Si la Comisión ha cometido
alguna falta de cortesía con el C. Primer Jefe,
a quien mi adhesión personal está bien reconoci-
da y no necesito ratificarla porque no es mi
ánimo manifestarle mi amistad así de cerca, por-
que yo siempre le he demostrado mi amistad des-
de lejos y sin más interés que el interés general;
porque el interés general puede definirse perfec-
tamente bien por el criterio de esta Asamblea; si,
como dije, se ha cometido alguna falta al presen-
tarse en esta forma el proyecto, mil disculpas
nos permitimos pedirle al C. Primer Jefe, Encar-
gado del Ejecutivo; pero nos permitimos decirle
que si 10 hemos hecho así, ha sido, señores, con
la intención de no comprometerlo a hacer decla-
raciones que nosotros hemos creído peligrosas
para su política, y porque creemos que también
PARLAMENTO 109

de nuestra parte debe haber una ayuda para el


Primer Jefe en sus labores tan arduas, pero de
ninguna manera ultrajar su respetabilidad. En
cuanto a su criterio, los miembros de la Comisión
y el que habla, en lo particular, han demostrado
muchas veces, y no sólo con palabras, sino con
hechos, más elocuentes que las palabras, la ad-
hesión y el cariño que le tienen al Primer Jefe
del Ejército.
Continu6 la discusi6n del arto 3°., tomando
parte en ella los señores Diputados Romlin,
Cravioto, Lópe~ Lira y Macfas; en pro y en
contra alternativamente.
En la sesión del dia siguiente, 14 de diciem-
bre, hicieron uso de la palabra algunos seño-
res Diputados, entre ellos el Sr. Ing. Palavi-
cini, quien después de analizar los discursos
de los oradores del pro, pretendi6 que la Asam-
blea desechara el dictamen de la Comisi6n. a
fin de dejar establecidas en otro artículo las
taxativas a la enseñanza clerical, dejando el
3°. en la forma que lo propone el proyecto del
C. Primer Jefe. Propuso que ese articulo fuera
el 27 y que tanto éste como el 3°., se votaran en
un solo acto.
Después de las palabras del Sr. Palavicini,
habló el señor General Múgi ca :

Señores Diputados: Ahora sí creo que hemos


entrado en el terreno sereno de la discusión;
ahora sí creo que podemos entendernos; ahora
sí creo que el aliento sincero y patriótico, único
que efectivamente y de una manera indiscutible
puede existir en la Comisión, puede ser com-
110 FRANCISCO J. MUGICA

prendido por esta Asamblea, porque ya desapa-


recieron, ya pasaron al "Diario de los Debates",
a la historia de este Congreso Constituyente, las
horas de la tarde de ayer, y la tarde de hoy, y
con ellas los dicterios, las censuras y hasta las
infamias que se ha pretendido arrojar sobre la
Comisión. Yo no quiero, señores, dejar pasar
desapercibido 10 que se dijo ayer; quisiera poder
concretarme en unas cuantas frases para refutar-
lo de la manera más enérgica; pero, señores, es-
to es imposible, porque ni tengo el talento y la
erudición s1:lficientes para conseguirlo, ni podría
tampoco analizarlo en toda su profundidad; sólo
sí quiero expresar que hasta en estos momentos
en que acaba de hablar el Sr. Palavicini, creía
que al votarse este proyecto de artículo tercero
del proyecto de Constitución, quedaría esta Cá-
mara, de una vez para siempre, hasta el fin de
su período, dividida en dos grupos: Un grupo
que iría obstinadamente contra la Comisión y
.contra las ideas generales de la Cámara, y otro
grupo que trabajaría ignorantemente, pero de
una manera enérgica, por el bien de la Patria.
Afortunadamente, veo que la oposición ha aca-
bado y que hoy, por boca del Sr. Palavicini, a
quien una vez más hago justicia en esta repre-
sentación, viene a proponernos entrar en el sen-
dero de la serenidad para discutir el proyecto de
la Constitución.
Quiero analizar algunos de los puntos de las
apreciaciones del Sr. Palavicini, y rebatir algu·
PARLAMENTO 111

nos de los sofismas que ayer vertieron aquí los


oradores del contra, sin más fin que el congratu-
larse, seguramente, con el Primer Jefe.
El Sr. Palavicini nos ha dicho que es rudo
el procedimiento de la Comisión al decir: "Se
desecha de plano el proyecto del artículo tercero
presentado por el Primer Jefe". Efectivamente,
señores, la Comisión ha sido ruda, la Comisión
ha sido incorrecta, la Comisión ha cometido qui-
zá una falta de respeto muy grande a ese hom-
bre que merece todos mis respetos. Sí, señores;
pero la Comisión no lo ha hecho con el fin deli-
berado, con el propósito de aparecer ante el país
como un dechado, como una flecha de radicalis-
mo; no, señores; la Comisión lo ha hecho por-
que vió, porque sintió que no estaba allí, en ese
proyecto, todo el radicalismo que necesita la
Constitución para salvar al país; porque la Comi-
5ión vió que en esa plena libertad de enseñanza
que presentara el artículo deí Primer Jefe, no
había, señores, suficiente garantía, no para la
libertad, que no ha querido atacar ni ataca, ni
permitirá que se ataque jamás; sino que la Co-
misión vió un peligro inminente, porque se en-
tregaba el derecho del hombre al Clero, porque
se le entregaba el derecho de las masas y por-
que se le entregaba, señores, algo más sagrado,
algo de que no podremos disponer nunca y que
tenemos necesidad de defender: la conciencia
del niño, la conciencia inerme del adolescente.
De allí, señores, de esa impresión profunda-
112 FRANCISCO J. MUGICA

mente sentida en el alma de los radicales que es-


tán en la Comisión, surgieron todas las otras
faltas de respeto, todos los rebosamientos de ja-
cobinismo.
y bien, señores Diputados: quiero que la Cá-
mara confiese, quiero que queden aquí inscritas
para toda la vida, estas palabras mías en que
confieso que muy bien pudimos haber cometido
errores; pero que si los hemos cometido, no ha
sido con el deliberado propósito de ofender, por-
que no queremos ofender al hombre que respeta-
mos y queremos, al hombre que venimos siguien-
do desde el primer día que puso su planta en este
Calvario glorioso; no queremos tampoco decir al
país: "Aquí estamos nosotros que somos tus de-
fensores más acérrimos," porque entonces, se-
ñores, no seguiríamos el papel de modestia que
nos hemos trazado desde el primer día que vini-
mos a esta gloriosa Revolución. Consten, pues,
señores, en este punto, mis ideas, las ideas de la
Comisión expresadas por mi conducto. Voy al
segundo punto, a la imputación de jacobinos. La
hacen consistir en dos cosas: en que la Comisión
propone que no se permita que las escuelas fun-
cionen bajo el patronato de las instituciones reli-
giosas, que no se rijan por alguno de los miem-
bros de esas instituciones religiosas, ni se imparta
enseñanza por ellos; y la segunda parte, que
tampoco se permita a ningún miembro de alguna
corporación religiosa impartir esas enseñanzas
en las escuelas privadas. Señores Diputados, yo
PARLAMENTO 113

creo que si en la segunda parte de ese dictamen


no tenemos absolutamente razón, porque es ver-
dad que un profesor de matemáticas puede en-
contrarse muy distinguido en esos establecimien-
tos religiosos y le quitamos la enseñanza, o, más
bien dicho, le quitamos a la niñez ese profesor
que puede difundir esa enseñanza, estamos, sin
embargo, justificados, pues aun cuando a primera
vista no ofrece ningún peligro, yo creo que sí
ofrece algún peligro; creo, con el temor que ten-
go, porque he vivido entre clérigos, que este indi-
viduo, siendo protestante o católico, aprovechará
la más mínima oportunidad para infiltrar sus
ideas malditas; pero hemos sido demasiado exi-
gentes y vengo a proponeros una cosa: Quite-
mos, señores, de este proyecto esa parte, esa pro-
posición; borrémosla de allí para poderla aprobar
sin ningún escrúpulo. Mas no estoy conforme
en 10 otro, y no estoy confonpe porque no veo
en el artículo 27 toda la claridad; puedo estar
conforme en que en este lugar en que el artículo
tercero, no sea propiamente el lugar de esas
restricciones; en eso estoy conforme, porque no
soy perito en Derecho Constitucional, y puedo
cometer errores por mi ignorancia, que tengo
el valor suficiente de confesar; pero, señores, no
estoy conforme de ninguna manera en que la
restricción no se asiente ya sea en el artículo
tercero o en el artículo 27, porque allí sí existe
el verdadero. peligro. N o se diga, señores, como
ayer se pretendió decir aquí, que esto es también
114 FRANCISCO J. MUGICA

jacobinismo, y si es jacobinismo, es un jacobinis-


mo bien desnudo: la inteligencia de los niños es
sagrada: nadie tiene derecho de tocarla; puede
ser que ni los padres mismos tengan derecho de
imponer a sus hijos creencias determinadas, y
éste es el momento en que yo me siento conse-
cuente con esos principios, pues mis hijos, seño-
res, no reciben ninguna enseñanza de creencias
determinadas.
Señores: ¿ Nos vamos a entregar al Clero?
¿ Quién es el Clero? N o quiero hacer la apología
de ese cuerpo, porque me reservo para hacerlo con
documentos más tarde, cuando hablemos de la
independencia de ese poder que se llama la Igle-
sia, para cuando hablemos de ese poder extraño
dentro de otro poder que debe ser soberano en
nuestra República: el poder civil.
¿ Estáis, pues, conformes, señores Diputado~
de este lado (dirigiéndose a los de la extrema
derechd!.) ¿ Estáis, pues, conformes, señores Di-
putados de toda la República, señores Represen-
tantes del pueblo mexicano, en que no hay en
estas ideas un fanatismo sectario, sino ideas sal-
vadoras para la República? Os propongo que nos
permitáis retirar el dictamen, que quitemos de
ese dictamen esas palabras que escuecen, y, con
esa modificación, se ponga a la consideración de
esta Cámara, para que sea votado, y entonces
creo que habremos salvado la República y puesto
la piedra más formidable del edificio futuro de
este pueblo, que tiene derecho a ser grande.
PART.AM EN'l'O 115

En el arrebato de mi palabra olvidé proponer


más claramente mi pensamiento, aunque ya 10
había dicho en el curso de mi peroración. Estoy
conforme en hacer las modificaciones al artículo
del Primer Jefe, en el sentido sobre el cual nos
hemos puesto de acuerdo y estoy de acuerdo
también, si hay una promesa formal por parte
del grupo contrario, en retirar del artículo 3.°,
la parte última y ponerla con la debida claridad
en el artículo 27, si cabe, o donde piense la asam-
blea, si es que no cabe en el artículo 27, porque
creo que ese va a ser el punto a debate, supuesto
que en ese sentido no hay uniformidad absoluta-
mente en la asamblea.
Terminado este debate, la Secretaría pregun-
tó a la Asamblea si ésta permiUa a la Comisión
retirar su dictamen; la Asamblea consintió, ter-
minando la sesión de ese día.
En el espíritu de los señores Constituyentes,
que venían sosteniendo el. dictamen, entró la
sospecha de que no era sino una maniobra del
grupo contrario, uno de cuyos leaden era el
Sr. Palavicini, la proposición de dejar el ar-
Uculo 3°. conforme al Proyecto del C. Primer
Jefe, para negarse quizá. después a aceptar la
tamtiva a la educación clerical en un artículo
en que ésta lógicamente no cupiera.
La buena fe de la Asamblea, sorprendida en
un momento, reflexionó, sin embargo, estudian-
do detenidamente el paso que se iba a dar, y
en juntas particulares acordóse modificar en
parte el dictamen, ma.s no dejar las taxativas
propuestas, ni para el arto 27 ni para ningún
otro.
116 FRANCISCO J. MUGICA

En tal virtud, en la sesi6n del dia 16 se


present6 el nuevo dictamen, que decia en su
parte resolutiva.:
"La enseñanza es libre; pero será laica la que
se dé en los establecimientos oficiales de educa-
ción, 10 mismo que la enseñanza primaria, ele-
mental y superior, que se imparta en los estable-
cimientos particulares.
Ninguna corporación religiosa ni ministro de
ningún culto podrán establecer o dirigir escuelas
de instrucción primaria.
Las escuelas primarias particulares sólo po-
drán establecerse sujetándose a la vigilancia
oficial.
En los establecimientos oficiales se impartirá
gratuitamente la enseñanza primaria."
Hablaron desde luego en contra los Diputa-
dos Rojas y Palavicini; aquel sosteniendo que
por tratarse de un nuevo dictamen, se le de-
berian dar los trámites reglamentados; éste,
afirmando que la Comisi6n traicionaba el pac-
to celebrado con anterioridad.
Sin embargo, se inici6 el debate hablando
el señor General Múgica.
Señores Diputados: La Comisión cumple con
informar a ustedes sobre las razones que ha te-
nido para presentar el dictamen en la forma en
que 10 ha hecho. La Comisión tiene el deber de
manifestarse serena, aunque no tenga una epi-
dermis curtida para aguantar los banderillazos
destemplados que se le dirijan, y por eso, al to-
mar la palabra para informar a ustedes sobre las
PARLAMENTO

razones que tuvo en cuenta para presentar en


esta forma el dictamen, no quiero tocar los des-
templados gritos del Sr. Palavicini, sino que me
reservo para cuando sea más oportuno contestar.
En la sesión de antes de ayer, el sentido de la dis-
cusión fue este: Que el proyecto que toda la
Cámara estaba conforme en aceptar, era el que
contuviera los principios fundamentales del dic-
tamen, es decir, en aceptar la enseñanza laica,
tanto en las escuelas particulares como en las
oficiales de instrucción primaria elemental y se-
cundaria, con las restricciones que la Comisión
estableció, que no es más que el precepto que
define la verdadera libertad de enseñanza, y la
cual debería acomodarse en el artículo 27 o en
otro lugar de la Constitución, donde cupiera. Que
la Comisión retiraría el concepto de que ninguna
persona perteneciente a ninguna asociación reli-
giosa pudiese impartir la enseñanza en alguna
escuela. Bajo estos puntos, bajo estas reglas, la
Comisión empezó a trabajar con todo empeño y
con toda honradez; ha escuchado las razones
aducidas por el Sr. Palavicini en el sentido que
se ha formulado el dictamen; consultó a otro gru-
po de la Cámara, en cuya asamblea privada es-
tuvieron personas aun de las que no estaban con-
formes en aprobar el dictamen. En el debate que
se iniciara anoche en el salón de la Escuela de
Bellas Artes, se dijo que esas llamadas restric-
ciones no cabían absolutamente en ningún ar-
tículo de la Constitución, porque si la razón que
118 FRANCISCO J. MUGICA

se ha aducido es precisamente la de seguir la ideo-


logía que debe tener la Constitución, es en el ar-
tículo tercero, donde con todo fundamento lógico,
debería tener cabida esa restricción. Ese es todo
el motivo y todas las razones que la Comisión ha
tenido para volver a presentar el dictamen en la
forma en que 10 ha hecho.
Con respecto a las ideas, cuando éstas sean
impugnadas, o con respecto al medio, cuando
también 10 sea, tendrá la Comisión el derecho de
sostener el dictamen.
Hablaron después varios señores Diputados,
hasta que, agotada la discusión, fue puesto a
votación el dictamen, aprobándose pur una ma-
yoria de noventa y nueve votw contra cincuenta
y ocho.
Terminada la votación, llenaron el recinto del
Congreso aclamaciones entusiastas de júbilo;
vivas a la Revolución, al Primer Jefe. ¡La Pa-
tria se ha salvado! y prolongadrsimos aplau-
sos coronaron el triunfo de aquella memorable
campaña parlamentaria.
LA LIBERTAD DE IMPRENTA

E l proyecto del C. Primer Jefe y el dictamen de la Comisión.-


Lo impugnan lo~ seftores Rafael Martinez, Lic. Truchuelo,
Manjarrez, Jara y Martínez de Escobar.-EI discurso del Ge-
neral Múgica.-Agotada la discusión se reforma el artículo.
Se entabla nueva discusión.-Habla de nuevo el General Mú-
gica.-Cómo quedó el artículo.

El C. Primer Jefe, en su Proyecto de Re-


formas a la Constitución, modificaba el ar·
ticulo 7°. únicamente en la parte final, relativa
a que el Poder Público jamás podrfa incautarse
de la imprenta, como cuerpo I de delito, cuando
una publicación fuere denunciada.
Modificación era ésta que 'significaba ya un
paso en favor de la justicia y de la libertad del
publicista, sobre el antiguo texto de la Cons-
titución, y la modificación que a este mismo ar-
ticulo se le hizo con fecha 15 de mayo de 1883.
La Comisión, en el brillante dictamen sobre
este articulo, expresaba los siguientes roncep-
tos:

Ciudadanos Diputados:
Se ha defendido tan brillantemente en el libro,
en el periódico y en la tribuna, el principio de la
120 FRANCISCO J. MUGICA

libertad de imprenta y ha penetrado tan hondo


en la conciencia nacional la idea de que esa li-
bertad es la principal garantía del régimen de-
mocrático, que sería por demás reproducir aquí
los argumentos que se han multiplicado en de-
fensa de esta causa. Así es que nos limitamos
a proponer la aprobación del artículo 7. a del
Proyecto de Constitución, haciendo resaltar la
justicia de la innovación que contiene, relativa
a prohibir el secuestro de una imprenta como
instrumento de delito. Recomeqdamos se susti-
tuya esta última expresión a la de "cuerpo del
delito" que no es adecuada, pues por cuerpo
del delito se entiende jurídicamente la ejecución
o existencia del mismo, en tanto que instrumento
del delito es el objeto material que se ha usado
para cometerlo.
Proponemos también que se sometan al cono-
cimiento de un Jurado Popular todos los delitos
cometidos por medio de la imprenta, cualquiera
que sea la pena que merezcan. La Comisión no
desconoce los inconvenientes de la institución del
Jurado, los que tal vez aumentarán de punto
tratándose de delitos de prensa. La ignorancia,
la compasión instintiva y el temperamento fuer-
temente afectivo de nuestro pueblo, son causas
de los extravíos de los individuos que componen
el Jurado, dictando fallos notoriamente injustos.
casi siempre por lenidad. Es probable que aque-
llos defectos se manifiesten más acentuados
al tratarse de juzgar los delitos de prensa. Si la
PARLAMENTO 121

ignorancia del pueblo es grande en todas mate-


rias, quizá es completa en asuntos políticos; está
muy generalizada la opinión de culpar al Gobier-
no de todos los padecimientos sociales; así es
que el vulgo se halla dispuesto casi siempre a
excusar los ataques que se dirigen a las autori-
dades, aunque sean injustos. Es de temerse, por
tanto, que en muchos casos los libelistas encuen-
tren impunidad al amparo del Jurado y que les
sea muy fácil hundir en el desprestigio a funcio-
narios rectos y capaces, con perjuicio de toda la
comunidad.
A pesar de los inconvenientes del Jurado, son
mayores los beneficios; y por esto es por 10 que
se ha adoptado casi en todos los pueblos. El J u-
rado es el único medio de moderar la rigidez de
la ley en casos a los que no puede llegar la pre-
visión de ésta; por el Jurado se sustituye la
conciencia popular a la individual del juez, todas
las veces que la ley tiene que dejar al que juzga
la apreciación de ciertas circunstantias para re-
solver si hayo no delito; el Jurado es un obstácu-
lo contra la arbitrariedad judicial y contra el
absolutismo del Gobierno.
No puede concebirse una sociedad democrática
sin libertad de imprenta. La prensa mantiene den-
tro del deber a los funcionarios e instruye a los
ciudadanos en el suyo; es el freno de las tira-
nías. Debe protegerse, por tanto, la libertad de
la prensa, buscando todas las precauciones para
conservarla incólume. Durante el régimen dic-
l22 FRANCISCO J. MTJGICA

tatorial, en ninguna parte fue más profunda la


corrupción que en la administración de justicia.;
el mal tiene raíces tan hondas y proviene de
causas tan múltiples y complexas, que habrá de
ser difícil encontrar en breve tiempo el remedio
necesario para restituir su pureza a la adminis-
tración de justicia en toda la República. Entre-
tanto, no debe dejarse en riesgo de perecer la
libertad de imprenta: el Jurado es el único que
puede evitar ese peligro.
Puesta la Comisión en la alternativa de elegir
entre ambos extremos, ha optado por el primero,
con la esperanza de que el pueblo, que ha pres-
tado Su apoyo decisivo a la Revolución, una vez
que integre su propio tribunal, el Jurado tendrá
la cordura de sostener la dignidad de los fun-
cionarios que emanen de la Revolución, y de
evitar toda tendencia a subvertir la obra revolu-
cionaria, imponiendo las justas penas a los que
abusen de la libertad de imprenta.
Se ha censurado en todos los tonos la vague-
dad de los conceptos vida privada, moral y paz
pública que la Constitución de 1857 estableció
como límites de la libertad de imprenta; tal cen-
sura tiene mucho de fundada; pero es imposible
encontrar una fórmula que en términos generales
pueda establecer la limitación que se pretende.
Este es punto que no puede dejarse sino a la
ley reglamentaria. Es inconcuso que la libertad
no autoriza a cometer delitos y que algunos de
éstos no pueden verificarse sino usando ciertos
PARLAMEN'l'O 123

instrumentos. Por medio de la prensa no puede


cometerse directamente un homicidio o un robo,
10 mismo que por medio de un puñal no puede
cometerse un delito de falsificación. Los delitos
que pueden cometerse por medio de la prensa,
son los que afectan la reputación de las personas,
los que ofenden las buenas costumbres o la pú-
blica honestidad o perturban el orden público;
luego en la comisión de estos delitos se encuen-
tra el límite natural de la libertad de imprenta,
que es lo que expresa el concepto constitucional,
usando de los tópicos tan censurados de la vida
privada, moral y paz pública. Pero es de advertir
que en esta materia es muy difícil evitar la va-
guedad, aun en las disposiciones reglamentarias;
y de esto puede convencerse cualquiera estudian-
do las leyes de imprenta que se han expedido en
el país, así como las disposiciones de los Códigos
Penales sobre los delitos antes expresados. Esta
es una razón más que aducir en favor del es-
tablecimiento del jurado para los delitos de im-
prenta, pues es indudable que al calificar las di-
versas modalidades que vienen a constituir esos
delitos, están en pugna muchas veces con el cri-
terio jurídico, representado por un juez, y el
crietrio público, representado por el pueblo.
En consecuencia, proponemos se apruebe el
artículo en la forma siguiente:
"Artículo 7:-Es inviolable la libertad de es-
cribir y publicar escritos sobre cualquiera ma-
teria. Ninguna ley ni autoridad puede establecer
124 FRANCISCO J. MUGICA

la previa censura ni exigir fianza a los autores


o impresores, ni coartar la libertad de imprenta,
que no tiene más límites que el respeto a la vida
privada, a la moral y a la paz pública. Todos
los delitos que se cometan por medio de la im-
prenta, serán juzgados por un Jurado Popular.
En ningún caso podrá secuestrarse la imprenta
como instrumento de delito".
Querétaro de Arteaga, diciembre 16 de 1916.
-General Francisco J. Múgica.-Alberto Ro-
mán.-L. G. Monzón.-Enrique Recio.-Enrique
Colunga.
Puesto a debate el dictamen, habló en con-
tra el señor Lic. D. Luis Manuel Rojas, pidien-
do a la Comisión retirase su dictamen, modifi-
cando el articulo en el sentido de suprimir
de él lo relativo al Jurado y dejar éste en otro
articulo para todos los delitos que merecieran
determinada pena.
En pro del proyecto hablaron los Sres. Ra-
fael Martinez y Román Rosas y Reyes, y en
contra el Sr. Lic. Truchuelo.
Jara propone una adición para impedir qlle
sean vfctimas de las injusticias de los manda-
tarios hasta los papeleros, enfajilladores y ti-
pógrafos. En contra habla el Sr. Martínez de
Escobar.
El señor General Múgi oo., para defender el
dictamen, pronunció el siguiente discurso:

Señores Diputados: Aquí está otra vez la Co-


misión. Cuando se inauguraron los debates de
este Congreso, la Comisión sufrió los ataques
PARLAMENTO 125

maquiavélicos del señor diputado Rojas; cuando


se puso a debate el artículo 3.°, el suave cíngulo,
el blanco cíngulo de monseñor Macías tuvo a bien
posarse suavemente sobre las espaldas de la
Comisión.
Se dirigieron palabras tenebrosas para preve-
nir el espíritu de la Asamblea contra un atentado
tremendo; íbamos a producir revolución, íba-
mos a asustar al país, a hacer eso que hacen
los curas, cuando, delante de las hijas de María
o delante de los seráficos hijos de San Luis, ca-
lifican a los estudiantes preparatorianos, a los
jóvenes liberales de las escuelas laicas, llamán-
dolos "j acobinos". Nada de eso sucedió, señores,
y esta tarde también le ha tocado a la Comisión
su parte. El amistoso fuete del Sr. Lic. Truchue-
10 ha tenido a bien caer sobre la Comisión lla-
mándola ridícula y exagerada en su proyecto de
reforma, diciendo que reforma nada más por
reformar. Señores, la Comisión, aunque igno-
rante, no reforma nada más por reformar; la
Comisión tiene cuidado de estudiar los dictáme-
nes y, aunque sin erudición de ninguna especie,
los presenta llanamente a esta Asamblea para
que sean discutidos. Yo felicito al Sr. Truchuelo
porque indudablemente le concederá "El U ni-
versal" la sabiduría suficiente en derecho que le
negó cuando se trató del artículo tercero; y en se-
guida paso a concretar la defensa del dictamen,
tomando en consideración las impugnaciones del
ciudadano diputado Truchuelo y las objeciones
126 FRANCISCO J. MUGICA

que le ha hecho el ciudadano diputado Jara, así


como las que últimamente expuso el Sr. Martí-
nez de Escobar. El Sr. Truchuela dice que el Ju-
rado sería un privilegio, porque se va a juzgar a
un periodista en un tribunal especial. Yo pienso
esto: los juzgados están divididos en juzgados
menores y de letras. Cuando se juzga a un indi-
viduo, por la naturaleza de su delito, en un juz-
gado menor, ¿ ese es un privilegio?, y cuando el
criminal, propiamente tal, comparece ante los
juzgados de letras, para ser juzgado, ¿ disfruta
de otro privliegio? No, señores; es propio, es na-
tural que conforme sean los delitos sean los
tribunales que los juzguen; los tribunales, en
cierta esfera, están dentro de la jurisdicción de
los juzgados menores; hay hasta juzgados de paz.
Los delitos de otro orden caen bajo la féru-
la, bajo la acción de los juzgados de letras que
tienen mayor esfera de acción; yo digo, los de-
litos de imprenta no son enteramente iguales que
los delitos del orden común; el periodista que
trastorna la paz pública, el periodista que ata-
ca la vida privada y la moral, no está en las mis-
mas condiciones que está el que mata, el que roba,
el que rapta, y los jueces, es índudable, tampoco
estarán con el mismo espíritu jurídico para juz-
gar esta diversidad de delitos con una misma ley;
es por eso que la Comisión ha tenido en cuenta
el Jurado Popular. La Comisión comprendió que
los periódicos lastiman esencialmente a la socie-
dad; cuando atacan al Gobierno no atacan simple
PARLAMENTO 127

y sencillamente la institución que se llama Go-


bierno; no atacan solamente el personal del
Gobierno: atacan a la sociedad, porque la socie-
dad, casi en todos los casos, tiene en el Gobier-
no una garantía; cuando el periodista infringe
la moral, cuando ataca la vida privada de al-
gún ciudadano que está en el Gobierno, entonces
el periodista no comete Un delito simple y senci-
llamente contra Un individuo; comete un delito
contra una sociedad, hace que desaparezca la
tranquilidad de una sociedad, llevándole casos a
su conocimiento. Por eso la Comisión cree que el
tribunal más adecuado, que el triburtal más com-
petente para juzgar los delitos de prensa, debe
ser el Jurado Popular. Por otra parte, señores,
como dijo el diputado Truchuelo, no podría ha-
ber en una tiranía garantías de ninguna especie,
lo que de antemano reconoce la Comisión ¡ pero
juzgo yo que sería labor más difícil corromper
a nueve o diez ciudadanos, que cotromper a un
ciudadano que se llama juez. Es indudable, se-
ñores, qUe cuando el diputado Martínez compa-
reció ante Un juez de distrito y le preguntó: "¿:Es
Usted el famoso "Rip-Ríp?" Y él contestó: "soy
Rafael Martínez," y el juez le volvió a decir:
"¿Usted es el famoso "Ríp-Rip?", agregartdo
después que no se le parecía, es irtdudable, repito,
que Un Jutado, por más que· hubiese estado ligad.o
con la dictadura, no le habría contestado en ma-
sa: "No se le parece usted". Por otra parte, el
señot diputado Truchuela cortfiesa qUe existe ya
128 FRANCISCO J. MUGICA

el Jurado para los delitos de prensa en el artículo


20. 0 El señor Presidente de este Congreso nos
dijo que en el artículo 20. 0 se habían suprimido
algunas frases por equivocación o por una de
tantas maniobras que hay en un escrito intere-
sante, y que por eso, tal vez, se omitió la parte
relativa al Jurado para los delitos de imprenta,
quedando única e indistintamente con los tribu-
nales ordinarios para los delitos del orden co-
mún. ¿ Quién tendrá razón? ¿ El Sr. Rojas, que
colaboró en el proyecto, o el Sr. Truchuela,
que en mi concepto nada más tomó la afirmación
y la trajo por los cabellos para atacar a la Comi-
sión? La Comisión es incompetente, la Comisión
es falta de ilustración, es verdad; pero la Comi-
sión ha puesto en esta vez que le ha tocado un
cargo tan difícil de cumplir, todos sus cinco sen-
tidos. Hay momentos en que, después de creer
que tiene bien fundada una idea, se desvanece
esa idea y la Comisión queda absolutamente sin
qué pensar, pero en esta ocasión la Comisión
no podía adivinar. En en el arto 20 no se dice de
una manera clara que el Jurado Popular juzgará
de los delitos de imprenta. Dice que pueden ser
juzgados los delitos de imprenta cuando la pena
no fuese mayor de un año, por los tribunales
establecidos o por el Jurado Popular; no afirma
terminantemente que ·sean juzgados por el J ura-
do Popular, y por eso estimó la Comisión, como
dije en un principio, que debería ser éste y
no otro tribunal, el que juzgara a los pe-
PARLAMENTO 129

riodistas. Otra de las razones que tuvimos para


presentar esa enmienda al artículo a debate, fue
que si es verdad que la Revolución pensó estable-
cer un tribunal de hombres honrados, un tribunal
de justicia con todos sus atributos, con todas
las condiciones necesarias para que haya allí hom-
bres inmaculados, pensó la Comisión que, por
lo pronto, para que empiecen a funcionar estos
tribunales, tendrá que suceder 10 que sucedió
cuando la Revolución, ya triunfante, quiso esta-
blecer el régimen de justicia que por necesidades
de la lucha había suprimido. Tendrá, señores,
que haber muchos jueces, muchos hombres que
la Revolución no ha sido suficiente a moralizar,
que la Revolución no ha sido suficiente a trans-
formar de un día para otro, de chicaneros y
bribones en hombres honrados y decentes. Va-
mos a tener, señores, y muy pronto tendremos,
el convencimiento de ello; vamos a tener en
nuestra justicia, en nuestros altos tribunales,
otra vez, casi, casi, a los mismos abogados, por-
que la educación no se borra con un solo deseo
revolucionario, ni es capaz de borrarla de un
solo cañonazo el Ejército de la Revolución. No,
señores, la educación es lenta, la educación se
viene condensando gradualmente y tienen que
pasar algunos años para que tengamos magis-
trados rectos y probos, y mientras no los ten-
gamos ¿ vamos a entregar la libertad de impren-
ta, la más grande de las conquistas del siglo
XIX, en manos de la venalidad y en manos de
130 FRANCISCO J. MUGICA

los intereses de los funcionarios públicos? Que


la Reacción levantará su cabeza, que la Reac-
ción fundará periódicos, que la Reacción volverá
otra vez a sus ataques inicuos y descarados que
dieron al traste con un gobierno apostólico. N o,
señores, eso no es cierto, voy a explicar por qué.
En la época que tenemos todavía a la vista detrás
de nosotros, que tal parece que podemos volver
nuestra mirada hacia atrás de nuestras personas
y ver este momento histórico que aun no acaba
de pasar, encontraremos la justificación de 10 que
digo, que es exacto y verdadero. Surgió prensa,
prensa indigna, prensa infame en la época del
Sr. Madero. Sí, señores, y ¿ por qué era? ¿ Por la
libertad del art. 7°.? ¿ Era porque ese artículo no
tenía cortapisas para esos impostores? ¿ Era por-
que el artículo no tenía absolutamente nada de
vigor en su esencia misma para hacer callar a
esa prensa infame y de engaño? No: el mal esta-
ba en el gobierno mismo; por eso la prensa pudo
subsistir, porque la prensa de Olaguíbe1, que di-
rigieran en aquella época grandes personajes de
la dictadura porfiriana, no representaba más que
el interés de los individuos que estaban rodean-
do al Sr. Madero, y es preciso decirlo muy claro:
el Sr. Madero consideró que no se podía pres-
cindir de Limantour para el manejo de las fi-
nanzas y trajo a su más aprovechado discípulo,
a Ernesto Madero. El Sr. Madero consideró que
no se podía tener un hombre revolucionario, un
hombre sencillo, en la cartera de Gobernación,
PARLAMENTO 131

y puso allí al intrigante y ambicioso Flores Ma-


gón; el Sr. Madero creyó que no podían los in-
dividuos torpes y sencillos de la revolución,
cambiar notas diplomáticas, notas blancas a las
cancillerías extranjeras y trajo ahí a un foco de
luz que se llamaba Manuel Calero. Consideró
el Sr. Madero que los hijos del ejército liber-
tador no podrían sostener un gobierno y dar ga-
rantías a la sociedad ni hacer el desfile gracioso
y simpático de los figurines encorsetados del
Colegio Militar y disolvió al Ejército Liberta-
dor. Ese es el secreto de todo. El Sr. Madero
consideró, desgraciadamente, que el pueblo no
podía hacer uso del süfragio efectivo y de la
no reelección, y el Sr. Madero, sugestionado por
los que le rodeaban, que no atendían más que
a sus intereses personales, cometió el fraude elec-
toral, no sólo cuando se llevó a los padres cons-
criptos de la patria al Congreso Constitucional,
sino también cuando trataron los Estados, en su
soberanía inviolable e inviolada, de darse re-
presentantes a su gusto, y por eso, sefiores, sub-
sistió esa prensa y por eso esa prensa encontraba
eco y tronaba como rayo en todos los ámbitos
de la República produciendo lenta, qué digo len-
ta, rápida y seguramente el derrumbamiento del
poder constitucional encarnado, por primera vez,
en la historia mexicana, en el hombre más dig-
no, en el hombre más amante de los ideales que
esa revolución de 1910 engendrara. No está, pues,
señores, el remedio para la prensa venal en la
132 FRANCISCO J. MUGICA

mordaza, ni en la amenaza de ir a parar a


las manos de jueces venales; no, señores, está
en los principios, en la honradez, en los pro-
cedimientos, en la ecuanimidad, en todo eso que
debe constituir la fuerza de un gobierno, en la
confianza que debe inspirar en todos sus gober-
nados, en la confianza que debe inspirar en los
extranjeros, en la confianza que debe inspirar
a todos los intereses, en la confianza que debe
inspirar a los principios.
Allí es donde reside la fuerza y que venga un
"Mañana" a atacar a un gobierno que funcione
bajo ese régimen, dentro de ese derrotero. ¿ Qué
hará el "Mañana"? El "Mañana" irá a lugares
excusados a servir para oficios indignos, porque
no tendrá cabida en la mente de los hombres
honrados, que optarán necesariamente por sos-
tener y apoyar a un gobierno que hace su fuerza
en la honradez, en la rectitud y en la solidez de
sus principios. Esto es, señores, lo que la Co-
misión tiene que decir en defensa del art. 7°.
constitucional, y quiero, señores, que mis pala-
bras sean meditadas serenamente. Yo no tengo
oposición sistemiÍtica para ninguna idea, abso-
lutamente para ninguna de aquellas de la Cáma-
ra que tiendan a salvar la nacionalidad, que
tiendan a consolidar los principios revoluciona·
rios que aquí nos han traído. La Comisión, con
todo gusto, con verdadero entusiasmo, aceptará
aquellas mociones que vengan por el terreno hon-
rado y decente de los parlamentarios revolu-
PARLAMENTO 133
--------------------------------------
cionarios y de ninguna manera con las viru-
lencias de los ataques que en los primeros días
se dirigieron a muchos miembros de la Asam-
blea desde 10 alto de esta tribuna. No, señores,
h Comisión tiene ideas levantadas, y quiere cum-
plir simple y sencillamente con su deber, para 10
cual os exhorta, para lo cual os demanda ayuda
y protección.
La sesión del día 20 terminó después de que
hubieron hablllido en pro o en contra de la cues-
tión los señores Diputados Andrade, Chapa,
Von Versen y Silva Herrera; habiendo llega-
do al acuerdo de reformar el dictamen con-
forme al sentir de la Asamblea.
Presentado el nuevo dictamen que llevaba
agregada la idea expresada y defendida por el
señor General Jara, se puso nuevamente a
discusión, hablando los señores General Calde-
rón, C. Bojórquez, Ramírez Villarreal y Gonzá-
lez Torres. Agotado el debate, fue puesto a
discusión el arto 7°., aprobándose por unanimi-
dad la primera parte y por mayoda la parte
final.
EL DERECHO DE ASOCIACION

Dictamen sobre el arto 9?-Hablan en contra los diputados Cha-


pa, González Torres y Cano.-Habla en pro Von Versen.-
Propone una modificación Cedano.-Hablan otros seDores
representantes.-EI discurso del Sr. Gral. Múgica.-Interpe-
lan a Múgica el diputado Cano y el diputado Chapa.-Con-
clusión.

El día 22 de diciembre, el Constituyente


discutió ampliamente el derecho de asociación,
que sanciona el arto 9°. de nuestra Carta Mag-
na. El debate se basó en el dictamen que sobre
dicho articulo presentó la Comisión y que a
la letra dice:

"Ciudadanos Diputados: El derecho de aso-


ciación, tal como fue reconocido por la Const:-
tución de 1857, se ha transcrito en el arto 9°. dei
proyecto de Constitución, ampliándolo hasta ga-
rantizar de una manera expresa la celebración
de esos imponentes concursos conocidos con el
nombre de manifestaciones públicas, que se or-
ganizan para significar el deseo de las masas
en ocasiones solemnes; manifestaciones que han
venido a ser como la revelación de la intensa
136 FRANCISCO J. MUGICA

vida democrática del pueblo, y merecen, por tan-


to, respeto y protección.
El artículo del proyecto enumera los casos en
que podrá disolverse como ilegal una reunión de
la manera siguiente:
Primero.-Cuando se ejecuten o se hagan
amenazas de ejecutar actos de fuerza o violen-
cia contra las personas o propiedades y de esta
suerte se altere el orden público o se amenace
alterarlo.
Segundo.---.:Cuando se hagan amenazas de co-
meter atentados que puedan fácilmente conver-
tirse en realidad.
Tercero.-Cuando se cause fundadamente te-
mor o alarma a los habitantes.
Cuarto.-Cuando se profieran injurias o ame-
nazas contra las autoridades o particulares, si
no fueren reducidos al orden o expulsados los
responsables.
Quinto.-Cuando hubiere alguna reunión de
individuos armados, que requeridos por la au-
toridad, no dejaren las armas o no se ausenta-
ren.
Desde el momento en que en una reunión se
verifican los actos enumerados, es claro que los
individuos ya no estarán reunidos allí pacífica-
mente y con objeto lícito; en consecuencia, desde
ese momento habrán perdido el derecho que les
reconoce el arto 9<'. Por lo mismo, nos parece
inútil la enumeración precedente; pero, además,
parécenos peligroso, porque proporciona a una
PARLAMENTO 137

autoridad arbitraria pretexto que invocar para


disolver injustamente una reunión, supuesto que
a la propia autoridad queda reservado calificar
el momento en que una reunión debe conside-
rarse como ilegal. Rarísima vez podrá prote-
gerse por medio del amparo el derecho de con-
ti11tlar una reunión que la autoridad pretenda
disolver arbitrariamente. No quedará, en este ca-
so, a los ciudadanos, más que el derecho de exigir
la re~ponsabilidad por el abuso;. y esta es una
cuesticin de hecho que puede ser apreciada ju-
dicialmente, sin el auxilio de la enumeración
contenida en el artículo que comentamos.
Por tanto, proponemos se substituya aquélla
por la locución constitucional primitiva, !a de
1857, y se apruebe el arto 9.° en la forma si-
guiente:
"Art. 9. 0 -No se podrá coartar el derecho de
asociarse o reunirse pacíficamente con cualquier
objeto lícito; pero solamente los ciudadanos de
la Repúl11ica podrán hacerlo para tomar parte
en los 2.5untos polítícos del país. Ninguna reu-
nión armada tiene derecho de deliberar.
N o' se considerará ilegal y no podrá ser di-
suelta una asamblea o reunión que tenga por
objeto hacer una petición a una autoridad, o pre-
sentar una protesta por algún acto, si no se
profieren injurias contra ella ni se hiciere uso
de violencias o amenazas para intimidarla u obli-
garla a resolver en el sentido que se desee."
Querétaro de Arteaga, diciembre 16 de 1919.-
138 FRANCISCO J. MUGICA

General Francisco J. Múgica.-Alberto Román.


- L. G. M onzón.-Enrique Recio. - Enrique
Colunga."
Hablaron en contra del dictamen los Diputa-
dos Chapa y González Torres. En pro los ciu-
dadanos Von Versen y Cedano, proponiendo és-
te una adición al arUculo a debate.
Después hablaron los señores Diputados Fa-
jardo y MarU; el señor General Múgica se pro-
dujo en defensa del dictamen de la siguiente
manera:

Vengo a apoyar, con algunos razonamientos, el


dictamen de la Comisión. Se trata del artículo
que complementa las libertades del ciudadae.o.
y es preciso que digamos a su favor todo aque-
llo que tengamos que decir en favor de la liber-
tad. Y es preciso que meditemos seriamente sohre
su contenido, porque es la última ocasión que
tendremos que tratar de los más trascendentales
derechos de la libertad del hombre.
El Sr. Fajardo, de una manera muy laudable,
se ha revelado un apasionado de la libertad de
imprenta, porque es un apasionado de la liber-
tad. Muy bien, perfectamente bien. Ayer trata-
mos de uno de los derechos más sagrados que
tenemos en nuestra vida moderna, y en verdad,
quitándole al periodista el Jurado, único que pue-
de calificar como parte interesada los delitos de
imprenta, le quitamos una de las más preciosas
garantías, y si no 10 pusimos bajo la férrea mano
de la autoridad, fue porque tenemos esperanzas
PARLAMENTO 139

en que, de una vez para el futuro, se haya redÍ--


mido nuestro ambiente social; sí, le quitamos una
de las garantías en que con mayor seguridad se
le hubiera impartido justicia. Dice que votó en
contra del arto 3.°, porque el arto 3.° no da plena
libertad; y yo, señores, quiero simplemente ha-
cer esta aclaración: en esta Asamblea, al votar
el arto 3°. en el sentido en que la Comisión lo
presentó, no hizo más que garantizar la libertad
de educar al niño que tiene derecho, el sacratí-
simo derecho de que se le enseñe la verdad y
de ninguna manera la mentira. Paso ahora a
examinar las objeciones que se han hecho al
arto 9°. en el sentido que lo presenta la Comi-
sión.
El Sr. Chapa y el Sr. Martí dicen que está
perfectamente garantizado en las adiciones pro-
puestas en el proyecto de Constitución el dere-
cho de asociarse; y, ya lo han oído ustedes de
boca de otro Diputado, que no es exacto esto,
que lo que se ha hecho no ha sido más que
elevar a la categoría de ley algunos de los abu-
sos que se cometieron en la dictadura, como
con mucho acierto lo ha dicho el Diputado Von
Versen, y es cierto. Yo pregunto al Sr. Martí,
si él cree posible que en aquellas reuniones que
se verificaron en los albores de estos gloriosos
movimientos políticos, cuando el esbirro Castro
se presentaba a disolver las manifestaciones pú-
blicas, hubiese el esbirro Castro oído la correcta
insinuación del Diputado "Rip-Rip," por ejem-
140 FRANCISCO J. MUGICA

plo, que le hubiese rogado, caballerosa y decente-


mente, que se hubiese retirado de allí con sus
armas para no dar pretexto al desorden, para
no dar pretexto a que con fundamento de una
ley se disolviese una manifestación. Es induda-
ble que no, señores; cuando D. Heriberto Ba-
rrón se coló en el Partido Liberal de San Luis
Potosí, y pistola en mano produjo un desorden,
un tumulto en aquella asamblea de hombres li-
bres, la autoridad tuvo pretexto para disolver
aquella asamblea que desde entonces trabajaba
ya por la redención del pueblo mexicano. En las
manifestaciones, señores, que se hacen en la ca-
pital de México concurre mucho pueblo, milla-
res de personas; ha habido manifestaciones de
más de veinte mil individuos. ¿ Qué sucedería,
si entre aquellos veinte mil hombres, en una
manifestación vigorosa de su espíritu, se intro-
dujese de buena o mala fe un grupo de hom-
bres que llevasen un arma fajada al cinto?
¿ Qué sucedería si la autoridad, por sólo ese
hecho, tuviera motivo para disolver la mani-
festación? Se diría que era un atentado, que
era una injusticia de lesa libertad, porque ni el
presidente, ni mil presidentes que hubiese en
aquella reunión donde se congregaran veinte mil
hombres, podrían fácilmente acercarse a los
manifestantes, que por cualquier circunstancia
llevasen puñal o pistola, para rogarles que las
depusieran o se retiraran de allí, y no fueran
a provocar de esa manera la disolución de una
PARLAMENTO 141

manifestación de ideas y principios. La Comi-


sión ha querido adoptar (al prever este caso,
que sí podría ser peligroso, porque si se dejase
la absoluta libertad que pide el Diputado Fa-
jardo-me parece que es él; que me dispense si
digo una inexactitud; no es con intención; no
recuerdo cuál de ellos 10 dijo-) la libertad abso-
luta; es indudable que entonces sí podrían come-
terse muchos abusos y que los conspiradores sí
podrían, quizá abiertamente y de una manera
armada, oponer una resistencia tenaz en los mo-
mentos en que se tratara de disolverlos para
aprehenderlos. Por esa razón la Comisión adop-
ta el texto constitucional de 57, que dice: "Nin-
guna reunión armada tiene derecho a deliberar,"
porque, efectivamente, señores, la reunión en
este concepto es más general; se da lugar en ese
concepto a que se cometa menos el abuso. Es
muy cierto que si una autoridad es venal y es
arbitraria, no respetará esa determinación, y en
ese caso de nada servirá ninguna ley, por más
que se prevean todos y cada uno de los casos
en que se pueda cometer un delito, o en que se
pueda declarar ilícita una reunión de hombres;
y, abarcando más generalmente el concepto, como
10 hace el texto constitucional, habrá mayores
garantías, porque entonces no será pretexto de
que haya unos cuantos individuos introducidos
de buena o mala fe en un grupo de manifestantes
para que se disuelva una manifestación o una
reunión, sino que se exigirá a una autoridad res-
142 FRANCISCO J. MUGICA

petuosa del derecho de los demás; cuidaría de


que ese acto estuviese justificado, buscando que
cuando menos el noventa o el ochenta por cien-
to de esos hombres reunidos fuesen los que estu-
vieran armados para poderlos disolver. En el
caso del proyecto no se intentaría eso; bastaría
con que unos cuantos se introdujesen y que una
sociedad meticulosa temiera una reunión políti-
ca. Yo recuerdo que allá, cuando triunfó la re-
volución de 1910, en la ciudad cabecera del Dis-
trito que represento, hubo una manifestación
pacífica de un club liberal, en contra de un
periódico que se llamaba "La Bandera Católica."
Pues bien, señores, aquella manifestación alar-
mó profundamente a aquella sociedad, excesiva-
mente fanática; hubiera sido motivo lícito, hu-
biera justificado a una autoridad ese temor de
una sociedad que en masa se levantó, que fue a
ver al jefe revolucionario que residía en esa
ciudad, que fue a ver a la autoridad política para
pedirle que no se consumara aquel atentado que
alarmaba profundamente las creencias religiosas
de aquella sociedad retardataria.
Yo creo que 10 que se pide en este proyecto
de Constitución, es precisamente elevar a la ca-
tegoría de ley esos atentados que no tienen razón
de ser, porque en nuestro medio, que todavía no
está completamente educado para la libertad, se
cometieron muchos abusos por autoridades arbi.
trarias y extorsionadoras, pero de todos modos
por autoridades que sintieron la influencia del
PARLAMENTO 143

medio en que vivimos. El señor Diputado Cano


nos reveló esas miserias de nuestros hermanos
los obreros, que preocuparon hondamente a esta
Asamblea, pidiendo que se reconozca aquí el de-
recho de huelga. En concepto de la Comisión, no
es posible concederse en este artículo ese dere-
cho, porque tratándose simplemente de reuniones
con objeto lícito, y siendo la huelga no el pro-
ducto de una reunión con objeto lícito, sino la
defensa natural del trabajo contra el capital,
está prevista ya en otro lugar de la Constitu-
ción. En el arto 5°. se habla, se dice que ningún
hombre puede ser obligado a prestar sus servi-
cios sin su consentimiento, de manera que en
una reunión que tuviera carácter tumultuario.
que pudiera de alguna manera alarmar a la
sociedad, pueden los obreros retirarse aislada-
mente y no ir al trabajo, en donde no se les garan-
tice la justa retribución o sean víctimas de alguna
explotación inmoderada. En cuanto a la adición
al artículo, que hace el Diputado Cedano, que
quiere que se adicione en el sentido de que nin-
guna reunión de carácter político se ampare con
una denominación religiosa, la Comisión cree, a
priori, sin poder decir que sería un juicio, o su
última palabra, que esa adición puede ponerse
muy bien cuando se trate del arto 129, que dice:
"Art. 129. - Corresponde exclusivamente a
los Poderes Federales ejercer, en materia de
culto religioso y disciplina externa, la interven-
ción que designen las 'leyes.
144 FRANCISCO J. MUGICA

El Estado y la Iglesia son independientes en-


tre sí.
El Congreso no puede dictar leyes establecien-
do o prohibiendo religión alguna.
El matrimonio es un contrato civil. Este y los
demás actos del estado civil de las personas, son
de la exclusiva competencia de los funcionarios
y autoridades del orden civil, y en los términos
prevenidos por las leyes y tendrán la fuerza
y la validez que las mismas les atribuyen.
La simple promesa de decir verdad y de cum-
plir las obligaciones que se contraen, sujeta al
que la hace, en caso de que faltare a ella, a las
penas que con tal motivo establece la ley."
De esa manera, señores, la Comisión contesta
las objeciones que se han puesto al dictamen
y termina pidiendo a esta Asamblea que se sirva
votar en favor del artículo a debate, porque con-
sidera que es el complemento de las libertades
que una a una ha dado tras de debates conscien-
tes e indispensables, y que se han votado para
mejorar la condición del pueblo mexicano.
Vuelven a hacer uso de la palabra los seño-
res Diputados Cano y Chapa; aquél para pre-
guntar si debe considerarse como trastorna-
dora del orden una manifestación huelguis-
ta, y por tanto, se le deberá disolver, y éste
para insistir en contra del dictamen a debate.
Contestó el General Múgica, a nombre de la
comisión, 10 siguiente:
Iba a contestar al señor Diputado Cano, di-
ciéndole que ya está garantizado el derecho que
PARLAMENTO 145

tienen los obreros de asociarse con un objeto


lícito, y la Comisión, que al tratar del arto S°.,
como se dijo aquí cuando se leyó el dictamen,
dijo al hablar del derecho de huelga para los
obreros, que buscaría un lugar a propósito, que
no había renunciado a ponerlo en la Constitu-
ción, sino que buscaría y estudiaría el lugar
más a propósito para ponerlo; desde luego tiene
el señor Diputado Cano este ofrecimiento ya
escrito por la Comisión: la garantía de que se
procurará poner este derecho, que es una de las
necesidades del medio ambiente social actual.
En cuanto a la libertad que los obreros tengan
para asociarse, ya está garantizada en la primera
parte del arto 9°., que dice:
"No se podrá coartar el derecho de asociar-
se o reunirse pacíficamente con cualquier objeto
lícito; pero solamente los ciudadanos de la Re-
pública podrán hacerlo para tOPlar parte en los
asuntos políticos del país."
Es indudable que la defensa del obrero para
proteger su trabajo es lícita, y no sólo lícita, sino
sagrada, y, por consiguiente, cabe perfectamen-
te bien dentro de la redacción del arto 9°. En
cuanto a la insistencia o rectificación de hechos
que hace el señor Diputado Chapa, simple y
sencillamente, sin entrar en una nueva discusión
ni hacer un discurso, me permito leer detenida-
mente la parte suprimida por la Comisión, y que
dice así:
"Sólo podrá considerarse como ilegal una reu-
146 FRANCISCO J. MUGICA

nión convocada con objeto ilícito, y ser, en con-


secuencia, disuelta inmediatamente por la auto-
ridad, cuando en ella se cometieren desórdenes
que alteren o amenacen alterar el orden público,
por medio de la fuerza o violencia contra las
personas o propiedades, o por amenazas de co-
meter atentados, que puedan fácilmente ser se-
guidas de ejecución inmediata, o se cause funda-
damente temor o alarma a los habitantes; o se
profieran injurias o amenazas contra las auto-
ridades o alguno o varios particulares; si la per-
sona que preside la reunión o las que de ella
forman parte, no redujeren al orden al respon-
sable, o 10 expulsaren inmediatamente; o cuan-
do hubiere en ella individuos armados, si, reque-
ridos por la autoridad, no dejaren las armas o
no se ausentasen de la reunión.
La amenaza de alterar el orden, ¿ quién la va
a clasificar? la autoridad; por consiguiente, la
autoridad tendrá el criterio absoluto para deter-
minar cuándo una reunión es lícita o cuándo se
cometen desórdenes. Si los desórdenes se come-
ten por tres o cuatro individuos, ¿ qué responsa-
bilidad pueden tener los autores de aquella ma-
nifestación? Absolutamente ninguna. Para eso
está a salvo la facultad que tiene toda autoridad
para impedir cualquier desorden sin necesidad
de disolver una agrupación cuando toda ella no
va al desorden o por amenazas de cometer aten-
tados. El artículo dice así:
"No se podrá coartar el derecho de asociarse
PARLAMENTO 147

o reunirse pacíficamente con cualquier objeto lí-


cito; pero solamente los ciudadanos de la Re-
pública podrán hacerlo para tomar parte en los
asuntos políticos del país.
Sólo podrá considerarse como ilegal una reu-
nión convocada con objeto ilícito, y ser, en con-
secuencia, disuelta inmediatamente por la auto-
ridad, cuando en ella se cometieren desórdenes
que alteren o amenacen alterar el orden público
por medio de la fuerza o violencia contra las
personas o propiedades, o por amenazas de co-
meter atentados que puedan fácilmente ser se-
guidos de ejecución inmediata, o se cause fun-
dadamente temor o alarma a los habitantes; o
se profieran injurias o amenazas contra las au-
toridades o alguno o varios particulares, si la
persona que preside la reunión o los que de ella
formaren parte, no redujeren al orden al res-
ponsable, o lo expulsaren inmediatamente; o
cuando hubiere en ella individuos armados, si,
requeridos por la autoridad, no dejaren las armas
o no se ausentaren de la reunión.
N o se considerará ilegal una asamblea o re-
unión que tenga por objeto hc1cer una petición
a una autoridad, o presentar una protesta por
algún acto, si no se profieren injurias contra
ella, ni se hiciese uso de violencia o de amena-
zas para intimidarla u obligarla a resolver en
el sentido que se desea."
Esto, señores, es querer poner en los civiles
y en los particulares una autoridad que no tie-
148 FRANCISCO .J. MUGICA

nen; porque para eso está establecido el Gobier-


no, para introducir el orden en donde haya de-
sorden, y no imponerse a unos manifestantes que
no saben ni quién se les agregó, ni a dónde, el
derecho de ejercer actos de autoridad reprimien-
do los abusos que cometieren."
El señor Diputado Chapa ha dicho aquí que
cuando hay individuos armados, el artículo del
proyecto dice que la autoridad los retirará; no,
señor, no dice que los retirará; dice que los in-
vitará a disolverse. Es lógico, señores, que un
individuo que se propone disolver una manifes-
tación ordenada, introduzca tres o cuatro indi-
viduos armados que de antemano estarán dis-
puestos a no retirarse a la invitación que les haga
la autoridad.
Hablan, finalmente, los señores Diputados
Martr, en contra, y General Jara, en pro.
Consultada la opinión de la asamblea, se
consideró suficientemente discutido el asuntQ,
y, puesto a votación, se aprobó por una ma-
yoría absoluta de votos.
El ANTIMILITARISMO

La Comisión de Constitución y el voto del Gral. Múgica.-Sos-


tiene el General su voto.

Como el pretorianismo militar ha constituí-


do siempre una seria amenaza para las ins-
tituciones democráticas de México; como son
innumerables los casos que registra nuestra
Historia de infidencias, cuartelazos y asonadas
provocadas por el grupo militar, que ha veni
do constituyendo en nuestro pats una especie
de casta privilegiada, los Constituyentes de
Querétaro quisieron poner en nuestra Carta.
Fundamental las bases generales sobre las CUIl.-
les deberta reorganizarse el Ejército. No obs-
tante sus buenos deseos, la magnitud de los
problemas que hubieron de resolverse y el cor-
to tiempo de que dispuso, impidieron que tales
bases quedaran sentadas para el desarrollo de
nuestra futura legislación sobre la materia.
Por tal motivo, los Diputados Cándido Agui-
Jar, Heriberto Jara y Aguirre Escobar, pre-
sentaron una moción para que no se llevara.
a debate la cuestión militar, sino ha:!ta el
Congreso Constitucional próximo.
Sobre este tema el General Múgica opln6,
al discutirse el arto 13, de manera distinta que
150 FRANCISCO J. MUGICA

sus compañeros de Comisión, por 10 cual emitió


el voto particular que se verá en seguida, sos-
teniéndolo después en la tribuna.
VOTO PARTICULAR DEL C. MUGICA
Ciudadanos Diputados:
"En vista de que la mayoría de la primera
Comisión dictaminadora sobre el proyecto de
Constitución, de que tengo la honra de formar
parte, ha aceptado en su totalidad la redacción
e idea del arto 13 del citado proyecto, aceptando,
por consiguiente, que subsista el fuero de guerra,
que da origen al único tri,bunal especial que
conserva nuestra Carta Fundamental, y formula
un dictamen aprobatorio sobre el mencionado
ártículo, me he visto en el caso de presentar a
este honorable Congreso el siguiente voto parti-
cular para el arto .13 del proyecto de Constitución
que se discute.
"Es un hecho manifiesto que cada uno de los
que formamos esta Asamblea viene con la in-
tención sana de romper para siempre los viejos
moldes que tantos males nos han causado, así
como de adaptar nuestras leyes constitucionales
a las tendencias y aspiraciones del pueblo mexi-
cano; tendencias y aspiraciones que cada uno de
nosotros siente profunda e intensamente. Es
innegable que nuestro estado actual de cultura,
así como nuestra evolución en la ciencia polí-
tica, nos enseñan que el privilegio, en cualquiera
forma que se conserve, tiene que ser odioso para
aquellos a quienes no favorezca o corresponda,
PARLAMENTO 151

y tiene que ser inútil si no está rodeado de ciertas


circunstancias que lo justifiquen plenamente.
"Ahora. bien: el fuero de guerra, que se trata
de conservar en nuestra Constitución actual, no
es más que un resquicio histórico del militarismo,
que ha prevalecido en todas las épocas de nuestra
vida, tanto colonial como de nación indepen-
diente y que no producirá más efecto que el ha-
cer creer al futuro Ejército Nacional y a
los civiles todos de la República, que la cla-
se militar es una clase privilegiada y distinta
ante nuestras leyes, del resto de los habitantes de
este suelo. Y esto, que a primera vista no pa-
rece un peligro ni significa una amenaza a la tran-
quilidad pública y al bienestar de los pueblos, se
convierte, indefectiblemente, en un desquicia-
miento social, corriendo el tiempo, debido a que
el ejército se ha infatuado, y creyéndose privile-
giado, va desprendiendo poco a poco como insig-
nificante al elemento civil y termina por no acep-
tar en los poderes públicos a los simples
ciudadanos, pues por su privilegio mismo, no cree
el militar en la unción del voto público y en la
responsabilidad y poderío civil mediante la vo-
luntad del pueblo.
"En el civil, en cambio, se va engendrando
lentamente un sordo rencor y una contumaz en-
vidia contra la clase que no sólo deslumbra la
atención pública con la ostentación legítima del
poder de las armas que tiene en su mano, y con
el brillante uniforme que viste como insignia de
152 FRANCISCO J. MUGICA

la fuerza nacional, sino que en el momento dado


de la comisión de un delito es llevado ante tribu-
nales especiales y juzgado allí en forma tal, que
ningún civil tiene derecho de merecer, produ-
ciéndose, por este doble motivo, el inevitable
choque de esas dos fuerzas antagónicas, que en
muchos casos no sólo se traducen en motines
y atropellos, sino que llegan hasta perjudicar
las instituciones, más que por ellas mismas, por
los hombres que las representan, ya sean caudi-
llos militares o virtuosos civiles. Esta sola con-
sideración sería suficiente para fundamentar el
desacuerdo en que estoy con los honorables com-
pañeros de Comisión, relativa a la conservación
del fuero militar tanto para el tiempo de paz
como para el tiempo de guerra; pero hay otras
razones que me inclinan a opinar por la aboli-
ción de este fuero y que anuncié al principio de
mi tesis, considerándole inútil y nocivo.
"Efectivamente: la conservación de la disci-
plina militar, que es la razón capital que se
alega para mantener este privilegio, no sufriría
menoscabo alguno en sus fundamentos esencia-
les, con sólo conservar el Código Militar y los
preceptos penales que en la actualidad se aplican
al castigar a los militares delincuentes, carecien-
do de importancia el considerar atentamente el
mismo arto 13 del proyecto, en el que se reduce
el fuero de guerra sólo a los delitos o faltas
contra la disciplina militar, y la prevención ter-
minante de que en ningún caso y por ningún
PARLAMENTO 153

motivo podrán los tribunales militares extender


su jurisdicción sobre personas que no pertenez-
can al Ejército. ¿ y se desprende acaso de esto
que cuando un civil infrinja la ley militar debe
ser castigado conforme al código penal del or-
den común? Indudablemente que no, pues habría
en este caso dos pesas y dos medidas autoriza-
das por nuestra Ley Fundamental, lo que es ab-
surdo suponer siquiera; porque lo que en realidad
se deduce del mismo arto 13, es que los jueces del
orden común pueden aplicar los códigos milita-
res. ¿ Qué razón hay, pues, para que a los mi-
litares mismos no los juzguen los tribunales ordi-
narios, aplicándoles la misma ley que infringen?
"y por último, considero peligroso la conser-
vación del fuero militar, porque la justicia mili-
tar, en la forma en que actualmente se adminis·
tra, depende esencialmente en su funcionamiento
del superior jerárquico en su primera Ínstancia,
y del Poder Ejecutivo en el tribunal de apela-
ción, pues los jueces instructores militares es-
tán -sujetos en sus funciones al criterio del co-
mandante militar, del General en Jefe, etc., lo que
da lugar, en muchos casos, a que en un momento
dado, por cualquier motivo bastardo, difícil de
determinar, un instructor recibe orden de sus-
pender un proceso; éste, o el proceso, tienen que
resultar deficientes cuando el jefe militar intere-
sado no precise y no amplíe debidamente en la
orden de proceder respectiva, los términos a que
precisamente debe de sujetarse el instructor.
154 FRANCISCÓ J. MUGICA

¿ Qué se deduce de aquí? Que la injusticia más


descarada puede producirse en contra o en fa-
vor de un reo, dada IR facilidad o dificultad que
desde un principio C0ncurren para castigar los
delitos militares. Viene después el Consejo de
Guerra que, en nuestro medio actual, durante
muchos años tendrá que ser formado por indi-
viduos incompetentes en cuestiones militares, ya
sean designados por la suerte cuando se trate de
consejos extraordinarios o ya sean designados
por los jefes militares al tratarse de los ordi-
narios, como nos lo indica la práctica.
"¿ Qué criterio militar para castigar un delito
de este orden, puede haber en tribunales así
constituí dos ? Ninguno.
"A mayor abundamiento, es ya muy rancia la
razón de exigir peritos en la materia sobre que
se va a juzgar, pues en ese caso, el Código de
Comercio debía de aplicarse sólo por comercian-
tes. Y, finalmente, ¿ qué independencia y qué
garantías de verdadera justicia se pueden espe-
rar del tribunal de apelación, siendo éste un su-
balterno del Ejecutivo? Es indudable que nin-
gunas.
"Pero, además de todas estas circunstancias, de-
finitivas de por sí, en contra del fuero militar, me
queda por decir una, que indudablemente aca-
bará de quitar el escrúpulo de esta honorable
Asamblea, sobre la abolición de los tribunales, y
es la de que el ejército actual tiene marcadas ten-
dencias a la ciudadanía, y que, instructores, aseso-
PARLAMENTO 155

res de guerra, defensores, magistrados de la


Suprema Corte de Justicia Militar, no son más
que civiles, los mismos que muy bien pudieran
estar en los diferentes escaños de nuestro Po-
der Judicial y aplicar allí la misma ley que apli-
can acá, pues son tan civiles en 10 militar que
ni consideraciones al grado pueden tener ni usar
uniforme, sino en muy determinadas circuns-
tancias.
"Por 10 expuesto, me permito sujetar a la con-
sideración de ustedes el siguiente proyecto de
reformas del arto 13:
"Art. 13.-Nadie podrá ser juzgado por leyes
privativas ni por tribunales especiales. Ninguna
persona o corporación puede tener fuero ni gozar
más emolumentos que los que sean en compen-
sación de servicios públIcos y estén fijados por
la ley. Subsiste el fuero de guerra para los deli-
tos y faltas contra la disciplina militar, cuando
la nación se encuentra en estado de guerra o
cuando el ejército se halle en campaña en deter-
minada región del país."
"Sala de Comisiones, Querétaro de Arteaga,
enero 5 de 1917.-Francisco J. Múgica."

Señores Diputados:
N o vengo aquí animado por los temores de un
militarismo que no existe y que espero de la dig-
nidad del pueblo mexicano, no volverá a tolerar
jamas en ninguna época de nuestra vida futura.
156 FRANCISCO J. MUGICA

Vengo a hablar simple y sencillamente con-


tra una mentira que se ha consignado desde hace
mucho tiempo en nuestra Carta Fundamental y
que se pretende hacer prevalecer. Efectivamen-
te, señores, lo que la Constitución, 10 que el
mismo Proyecto de Constitución nos presenta
como fuero militar, no es tal fuero. Muy bien 10
ha dicho el Sr. Diputado Rivera, que acaba de
hablar; el fuero era algo que favorecía a las
castas, algo así como un privilegio en favor de
determinada institución. Y añadía el Sr. Rivera
que, cuando dos individuos delinquen dentro
de un orden de cosas, el militar, por ejemplo,
eran para el civil todos los rigores de la ley y
para el militar todas las complacencias del gre-
mio. Y efectivamente, era así; mas ahora no se
trata de eso, sino de sostener tribunales destina-
dos a la aplicación de leyes severísimas, desgra-
ciadamente necesarias para el mantenimiento de la
disciplina militar, ya que este tópico es el argu-
mento principal que se esgrime aquí para hacer
la defensa del llamado fuero y la existencia de
los llamados tribunales militares. Pues bien; es
allí precisamente, ciudadanos Diputados, donde
está el quid de la cuestión, porque en esos tri-
bunales es precisamente donde ni se conserva
la disciplina, ni donde se imparte justicia, ni
donde se obra con rapidez en los procesos. Los
tribunales militares, al igual que los civiles, em-
brollan los procesos cuando se hacen eco de inte-
reses bastardos y demoran indefinidamente la
PARLAMENTO 157

solución de una sentencia, lo mismo sea cuando


se trata de un reo que goza de prebendas o de
un desheredado. Además, cuando el personal ju-
dicial no tiene la debida honorabilidad, ni concu-
rren en el tribunal los principios esenciales de
independencia y responsabilidad que deben cons-
tituirlo, se tuercen indefectiblemente los Códigos
que rigen el castigo de los delitos del orden mi-
litar y ese defecto capitalísimo concurre en los
tribunales a que me vengo refiriendo, lo cual
paso a demostrar. Los jueces llamados mili-
tares, no son propiamente jueces, sino instr'fjr-
tores ; como instructores están subalternados
a un jefe de categoría superior; para :ni-
ciar sus procesos necesitan una orden de pro-
ceder terminante y expresa, en la que de-
ben contenerse los puntos a que sujetarán la
instrucción y de cuyos términos no puede apar-
tarse; siendo ésta la esencial diferencia que lo
distingue del juez de verdad. Lo contrario sucede
con el Juez Penal del orden civil, encargado de
esclarecer un hecho, preocupado de antemano
de hacer justicia, buscará, desentrañará el deli-
to; buscará las atenuantes y las agravantes del
mismo delito, a fin de que el tribunal de senten-
cia, ya sea Consejo de Guerra, ya sea Jurado Po-
pular o el mismo Juez, tenga fundamentos esta-
blecidos y justificados para pronunciar el fallo.
El instructor militar no aporta nada de esto a los
tribunales militares cuando lleva ya sustanciada
una causa para que se juzgue y desde este punto
158 FRANCISCO J. MUGICA

de vista el tribunal militar es no sólo injusto,


sino infame. He visto, ciudadanos Diputados, en
mi breve carrera militar, muchos casos de injus-
ticia que os pudiera citar, pero no quiero cansar
vuestra atención, y me basta deciros: yo no sé si
el Consejo de Guerra, que tan hondamente preo-
cupó hoya la Asamblea, haya sido justo injus-
to, pero os remito a su proceso para que veáis por
vosotros mismos la inconveniencia de que sub-
sistan esos llamados tribunales militares. Para
mayor abundamiento en pro de mi aserto, viene
luego como concurrente en todo juicio del orden
militar la acción del asesor, la cual se reduce a la
función exclusiva de consejero o guía del jefe
militar que conforme a la ley ordenó la inicia-
ción del proceso, pudiéndose calcular hasta qué
grado puede ser laudable esta intervención del
asesor, sabiéndose que está imposibilitado por
su inferioridad a tener un criterio personal, y
por otra parte, sí tiene directa responsabilidad
lt:gal. La ley dice que ninguna sentencia fallada
en Consejo de Guerra extraordinario tiene otros
responsables que el oficial general que confirma
y revisa la sentencia y el asesor que 10 aconseja.
Los mismos miembros del Consejo de Guerra
no son responsables de las sentencias que dictan
con asistencia del asesor, encontrándose éstos, en
consecuencia, en el ejercicio de sus funciones,
supuesta la subordinación que deben al supe-
rior, en una situación en que le es imposible de
cumplir con su deber, ya que el tantas veces re-
PARLAMENTO 159

petido jefe iniciador del proceso es el verdadero


árbitro en juicios de esta índole, y ¿ qué haría
el asesor ante el agrio y despótico gesto de un
jefe severo? Callar, convertirse en autómata, de-
jar de cumplir con los altos fines que le destina la
ley, porque la disciplina, ley intocable, le veda
el que se oponga al que tiene sobre él la única
·l'azón del escalafón, quedando de este modo el
asesor convertido en una figura más insignifican,
te aún que la del instructor. Le sigue luego el
defensor, que por las mismas causas ya dichas,
encuentra limitadísimo el número de sus recur-
sos y argumentos a que puede apelar para la de-
fensa de los infortunados reos militares y hasta
la libertad sin límites de que goza un verdadero
defensor civil, y de esta manera el importan-
tísimo papel de defensor, tan interesante o más
que el de juez verdadero, queda reducido den-
tro del criterio de la ordenanza a su mínima
expresión y en términos claros y francos a otra
figurilla de comparsa que complementa la del ins-
tructor y la del asesor. Viene, por último, ciu-
dadanos Diputados, el Consejo de Guerra or-
dinario o extraordinario; el primero se forma,
dice la ley, por medio de nombramientos expedi-
dos en favor de determinados jefes del ejército
y el segundo mediante el sorteo o la insacula-
ción. El Consejo de Guerra fue creado en el
Ejército, a fin de que el tribunal pudiera aportar
en un momento dado un criterio perfectamente
definido y una idoneidad tal en cuestión de di s-
160 FRANCISCO J. MUGICA

ciplina que no pudiera equivocarse al tratar de la


clasificación de los delitos y del castigo, por in-
trincados y difíciles que éstos fueran, y por
último, que fuera capaz de no sufrir desorien-
taciones o sensiblerías como pudiera suceder con
cualquiera otra autoridad. Pues bien, señores Di-
putados, ni en el momento actual ni en 10 futuro
será menester que subsistan las doctrinas asen-
tadas para conseguir la disciplina del Ejército
como razón substancial de su existencia, porque
nuestro glorioso Ejército, que supo poner el ho-
nor de la Patria muy alto, en los momentos mis-
mos en que el Ejército corrompido 10 hundía en
el fango de la ignominia, no está empapado
por ahora en las ideas antiguas que infundían
los tribunales militares y los consejos de guerra,
careciendo, por 10 tanto, de la educación militar
necesaria para ajustar sus procedimientos a los
moldes de hierro que hacen abjurar al hombre
de su criterio personal y de su conciencia, dege-
nerándolo de tal modo, que más que beneficios
produce fatales consecuencias en el Ejército Na-
cional. Recuerdo, al efecto, que durante la pri-
mera fase de nuestra campaña en contra del
usurpador, encontrándonos en un pueblo del Es-
tado de Coahuila, llamado Arteaga, el C. Ca-
rranza tuvo una conferencia telefónica éon el
General Arnoldo Caso López, que era en aque-
llos días el Comandante Militar de la Plaza de
Saltillo, plaza que estábamos en actitud de atacar.
El Primer Jefe creía que iba a encontrar el ver·
PARLAMENTO 161

dadero honor militar en el defensor de S altillo,


honor de que tanto blasonaba el derrocado Ejér-
cito, y se puso al habla con él; se trataba de evi-
tar un derramamiento inútil de sangre e invo-
cando esos principios solicitaba el C. Carranza
del pretoriano profesional que se rindiese a
discreción al Ejército Constitucionalista. Caso
López respondió de manera pacífica y podemos
decir, al principio de la conferencia, casi amisto-
samente, estar imposibilitado. ¿ Y sabéis, seño-
res, cuál era la gran razón que alegaba Caso
López? Su honor militar y la disciplina del Ejér-
cito; el honor militar precisamente que instituye
los tribunales militares, el honor militar, que es
el nervio de la disciplina del Ejército, era lo
que preocupaba a aquél individuo que ya no era
militar por haber entrado a la categoría de los
bandoleros, de los salteadores del Poder Público.
El honor militar que invocaba le impedía ser
consecuente con la voz del patriotismo, que lo
llamaba al orden constitucional por medio de la
voz autorizada del Caudillo de la Revolución
Constitucionalista. Lo que habéis oído, es muy
suficiente, en mi concepto, para que os conven-
záis de que no serán los tribunales militares ni
los consejos de guerra los capacitados esencial-
mente para aplicar la ley militar con la fiera
rudeza que la caracteriza. Mas no es esto todo:
en este embrollo penal que se llama secuela de
un juicio en el orden militár, no concurren sola--
mente los factores ya señalados como obstruc-
162 FRANCISCO J. MUGICA

cionistas de la justicia mejor que colaboradores


de ella, sino que debemos tomar en cuenta tam-
bién el capricho y la voluntad autoritaria del alto
jefe militar que ordena un procedimiento bajo
pena de responsabilidad que casi nunca se le
exige. Resumiendo: el instructor no puede pasar
más allá de los límites que le señalan en la orden
de proceder; la orden de proceder se dicta siem-
pre bajo la impresión individual del jefe mili-
tar que goza de esa prerrogativa, individuo que,
como hombre, está sujeto al absurdo y a multi-
tud de pasiones que redundan siempre en perjui-
cio del reo militar, que por ser militar tiene que
apechugar con un fuero que no le permite dis-
frutar ni de las garantías individuales. Por estas
razones, señores Diputados, os ruego tengáis en
cuenta que no son muchas las ocasiones en la
vida en que los ciudadanos de una nación pueden
enmendar un grave error social, y esta es opor-
tunidad, señores, en el espacio de sesenta años,
que no debemos desaprovechar. Vamos dando
este gran paso; el Ejército no se lastimará con
ello, sino al contrario, el oficial subalterno, el
oficial superior que delincan por debilidad y
el soldado por estigma, tendrán que agradecerle
al Congreso Constituyente de 1917, que haya
fijado su atención en asunto tan importante y
quitado al superior jerárquico ese formidable po-
der que 10 hacía sentirse superhombre e imagi-
narse sobre todas las clases de la vida civil.
Señores: N os hemos revelado en este Con-
PARLAMENTO 163

greso celosísimos de las garantías individuales:


hemos visto que el fuero es palabra vana que
pasó para siempre a las páginas de la historia
militarista. El Ejército está formado de ciuda-
danos libres e independientes y tiene para sub-
sistir la válvula de seguridad del patriotismo;
aquellos ciudadanos a quienes no cuadre la du-
reza de la disciplina niilitar, severa en tiempo
de paz e inexorable en campaña, no tendrán
ningún obstáculo para dejar el servicio, porque
ya no somos una tribu de galeotos sujetos por
el despotismo de la leva a una institución degra-
dante, sino que gustosos constituiremos el Ejér-
cito del pueblo para el sostenimiento de nuestras
instituciones y para la defensa de la Patria. Y
si hemos puesto tanto empeño para establecer
las garantías individuales de cada ciudadano que
habita en la República, yo os pido para el Ejér-
cito Nacional las mismas garantías, porque de-
jando substituir esto que se lláma fuero y no.
es más que infamia para juzgar a esa nobilísi-
ma clase social que sin vacilación da la vida por
la Patria, por nuestra honra y por las institu-
ciones, le quitaréis las más sacras garantías que
dió al hombre la naturaleza.
Votad en favor del voto particular del dic-
tamen y quitemos para siempre este fantasma
de nuestras instituciones; demos al César lo que
es del César y hagamos justicia general a to-
dos los gremios, entre los que está el hoy glo-
rioso y digno Ejército Nacional. (Aplausos.)
LA LEY DEL TRABAJO

El dictamen de la Comisión sobre el arto 59-Los oradores del


pro y del contra.-EI discurso del Lic. Madas.-Habla el
General Múgica.-Se retira el proyecto de ley presentado
por la Comisión.
La Comisión de Constitución, presentó a la
consideración de la Asam blea un proyecto so-
bre el arto 5°., que a su juicio prestaba garan-
Uas a, la clase trabajadora. Problema era éste
que la Revolución Constitucionalista habfa es-
tampado en su bandera, y por el cual la clase
obrera del pafs habfa luchado denodadamente.
Asf que, al consultarse una ley que sinteti-
zara las garanUas que la nueva Constitución
otorgarfa al trabajador, tanto los Diputado~
obreros como otros simpatizadores de tan
importante gremio social, hablaron en contra
del dictamen, no por encontrarlo contrario a
las aspiraciones de éstos, sino para pedir cada
quien lo que a su juicio deberfa ponerse para
garantizar más y más a la clase obrera.
As!, durante tres días, se pronunciaron im-
portantes discursos sobre tan interesante te-
ma, hasta que, concedida que fue la palabra al
Sr. Lic. D. José N. Macias, éste hizo a la Asam-
blea importantes declaraciones sobre los deseos
166 FRANCISCO J. MUGICA

del C. Primer Jefe, de ver garantizados a los


trabajadores en una ley que dejara satisfechas
las aspiraciones legitimas de éstos. El mismo
Sr. Macias ley6 algunos articulos de un pro-
yecto que hubiera decretádose durante el pe-
rfodo preconstituciOtnal, proyecto que dej6 como
placida a la Asamblea.
Esto motiv6 que algunos de los señores Dipu-
tados pidieran se formara un capitulo especial
en la Constituci6n y dedicado a asunto de tan
vital i'mportancia. Por último, la Comisión pi-
dió permiso para retirar su dictamen; antes
de ello, el General Múgica pronunció el siguien-
te disCUI:SO:
Voy a empezar, señores Diputados, por en-
tonar un hossana al radicalismo, por pedir que
se escriba la fecha de hoy como memorable en
los anales de este Congreso, porque del atrevi-
miento, del valor civil de los radicales, de los
llamados jacobinos, ha venido esa declaración
solemne y gloriosa de que el Primer Jefe del
Ejército Constitucionalista es tan radical y es tan
jacobino como nosotros que pensamos y sentimos
las libertades públicas y el bien general del país.
El Sr. Lic. Macías nos acaba de decir elocuen-
temente, con ese proyecto de ley que somera-
mente nos ha presentado aquí, que el Primer
Jefe desea, tanto como los radicales de esta Cá-
mara, que se den al trabajador todas las garan-
tías que necesita, que se dé al país todo 10 que
pide, que se le dé a la gleba todo 10 que le hace
falta, y que 10 que han pedido los radicales no
ha sido nunca un despropósito, sino que cada
PARLAMEN'l'O 167

una de sus peticiones ha estado inspirada en el


bien general y en el sentir de la N ación.
En el arto 5°. se han puesto algunas adiciones
que no han sido combatidas por los oradores del
contra, que no han sido tocadas fundamental-
mente, y que, por lo mismo, la Comisión tiene el
deber de considerar aún como buenas para sub-
sistir donde han sido puestas; aunque la Comi-
sión cree que no son todas las adiciones que
pudieron haberse agregado al mismo arto 5°.,
pues partiendo del criterio sentado ya por el
Lic. Cravioto y admitido por el Sr. Lic. Macías,
la Comisión pudo haber puesto en el artículo, a
fuerza, como hubiesen cabido, todas las refor-
mas que demanda la necesidad obrera en la Re-
pública Mexicana. Pero como se ha argumen-
tado mucho en contra de esas adiciones. metidas
a fuerza, como el señor Diputado Lizardi dijo,
que las adiciones que la Comisión había hecho al
arto 5°., eran metidas allí de una manera forzada,
como una transacción política la Comisión creyó
debido, antes de escuchar esos argumentos aquí,
porque ya con anterioridad se habían esgrimido
en la misma forma al discutirse otros artículos,
creyó de su deber, repito, reservar algunas para
ponerlas en otro lugar de la Constitución, donde
fuese propio, o hacer como se ha insinuado, un
capítulo especial para ponerlas todas completas
y satisfacer esa necesidad que los Diputados que
han venido impugnando el proyecto desde hace
tres días, señalaron una a una.
168 FRANCISCO J. MUGICA

Queda, pues, desmentida la afirmación que ha-


cía el Sr. Dip. Macías, de que la Comisión se
había contentado con muy poco; la Comisión
se contentó con poco, para el arto So., porque
la Comisión juzga que esas adiciones que se le
hicieron al artículo son las que pueden ponerse
entre las garantías individuales que tiendan a la
conservación de los derechos naturales; conside-
ra que las otras proposiciones hechas en algunas
iniciativas de algunos señores Diputados, pueden
caber muy bien en ese artículo especial, que ellos
ahora han eJepresado como una de las necesidades
de reformas en este Proyecto de Constitución.
Voy a leer, señores Diputados, cada una de las
objeciones que ligeramente he ido tomando y que
han hecho los ciudadanos que han subido a esta
tribuna.
El Lic. Lizardi dice que las adiciones que
se le han hecho al arto 5. 0 , han sido puestas a
fuerza en ese lugar, que esa adición que impone
a los abogados la obligación de servir los pues-
tos de justicia, empeora la justicia. Objetó las
palabras "no permite," por la palabra "reconoce,"
que figura en el proyecto, juzgándola impropia,
y dice, como ya manifesté en un principio, que
tal parece que esas adiciones son como una tran-
sacción.
El Diputado Martí subió a esta tribuna a pro-
fanarla y a profanar su apellido, porque ni si-
quiera fue un hombre serio.
PARLAMENro 169

Von Versen ataca el límite maXlmo de un


año para los contr~.tos de trabajo.
Pastrana Jaimes, atacando 10 mismo que el
Lic. Lizardi, la obligación forzosa para los
abogados, y la duración del contrato de un año,
como máximo.
El C. del Castillo ataca el mismo año de cun-
trato, el servicio obligatorio de los abogados, y
extraña que no se haya puesto en el proyecto el
salario mínimo.
Gracidas trata de que en el dictamen se definan
las palabras "justa retribución" y "pleno consen-
timiento," que juzga vagas.
El Lic. Cravioto nos dijo que iba a demos-
trar que era factible que se pusiese en este ar-
tículo constitucional parte de la reglamentación
que repugna a muchos. Sería porque no me
fijé o porque el Diputado Cravioto no insistió
mucho sobre el particular, pero yo no entiendo
los argumentos aducidos a este respecto, y 10
siento, porque me servirían para sostener precisa-
mente las adiciones al art. S°. Hace una rectifica-
ción, además, a la filiación política del grupo
renovador, y termina diciendo que de cua1quier
manera que presente la Comisión o que acepte
esta H. Asamblea el proyecto, los renovadores
votarán en pro de él. Explicó por qué los reno-
vadores se llaman carrancistas; nos dice cómo
a ese grupo se acercó un día una asociación
obrera de la capital, solicitando de ellos su apoyo
en la Cámara para las legislaciones obreras, y
170 FRANCISCO .J. MUGICA

nos manifiesta que el Diputado Rendón fue un


mártir de esta lucha, que ellos aceptaron con gus-
to. Por fin, pide, como último recurso, que se
agreguen algunas otras garantías en el art. S?.
si ha de ser votado conforme el sentir de esta
Cámara.
El Sr. Lic. Macías nos dice que el problema
obrero no es el que trata de resolver la Comisión
ni al que ha tratado de favorecer la Asamblea
en las impugnaciones hechas al dictamen, y nos
presenta un proyecto de ley de la Primera J efa-
tura, que desde luego, al primer golpe de vista.
es bello y consolador y que me ha inspirado
esas frases que a falta de elocuencia he procu-
rado condensar en un hossana, porque creí muy
justo entonarlo, y las muy bellas ideas que con-
sidero salvadoras. Voy a tratar de contestar muy
ligeramente cada una de estas objeciones y a
tratar de sostener como bien puestas las adi-
ciones que se han hecho al proyecto del Primer
Jefe. Como es indudable que entre las razones
que la Comisión ha tenido para considerar como
principios naturales del hombre, como garantías
individuales, mejor dicho, estos principios que
que en las razones que aduzca la Comisión por
mi conducto, quedarán contestadas estas argu-
mentaciones en contra del proyecto que ha esgri-
mido el Sr. Lic. Lizardi y que ha llamado la
fuerza o el capricho de la Comisión al ponerlas
en el proyecto; por esa razón, y reservándome
para contestar cuando fundamente estas adi-
PARLAMENTO 171

ciones, sólo quiero tratar en este momento la


idea que haya tenido el señor Lizardi para llamar
a estas cortas adiciones puestas al proyecto, una
transacción.
Señores Diputados: esta Comisión ha puesto,
desde un principio, especial cuidado en conservar
sólo una cosa de todas las que debería tener para
ser una verdadera Comisión dictaminadora: su
honor y su independencia; su honor, para que
cada uno de los señores Diputados que dió su
voto para constituirla, no le retire esa confianza
que desde un principio le ha manifestado y que
en todos los casos le han dado el triunfo, no a
las ideas que ha traído aquí, porque no sólo han
sido suyas, sino a la forma de presentar estas
ideas, que es en 10 único en que puede distinguir-
se el trabajo de la Comisión, del trabajo de
toda la Asamblea; de tal manera, pues, que la
Comisión reitera, por mi conducto, que no
hay parcialidad en la cuestión, que la Comi-
sión no transige con nadie, absolutamente con
nadie, y que hace hincapié en esto, porque se
trata de que estas adiciones fueron sugeridas a
la Comisión por una personalidad que tiene sig-
nificación: el señor General Aguilar; por otra
personalidad que tiene también significación po-
lítica: el señor General Jara, y no menciono al
señor Diputado Góngora, no porque lo considere
despreciable la Comisión, puesto que es honora-
ble miembro de esta Asamblea, y desde ese mo-
mento merece nuestro respeto y consideración,
172 FRANCISCO J. MUGICA

pero no tiene la significación política de las


otras dos personas, y como esto pudiera de algu-
na manera dar lugar a que la Asamblea pensase
que ante la significación política de esas dos
personalidades de este Congreso, era muy capaz
de inclinarse la Comisión, la Comisión ha que-
rido protestar, por mi conducto, de una manera
enérgica, que conservará su independencia, aun
cuando se tratara no de las personalidades de 10"
señores Generales Aguilar y Jara, sino de otras
personalidades más encurübradas, como ya lo ha
demostrado cuando dictaminó sobre el art. 3°.,
exponiendo clara y explícitamente sus ideas y su
sentir delante del mismo ciudadano Primer Jefe,
a quien se nos había presentado como no parti-
dario de las ideas que en ese sentido sostuvo la
Comisión con todo valor y con toda franqueza.
No hay, pues, transacción política en nuestros
dictámenes. De la iniciativa de los ciudadanos Di-
putados Jara, Aguilar y Góngora, tomó la Co-
misión lo que creyó más conveniente, bajo el
criterio de que en los derechos del hombre c[(>-
ben ponerse partes declarativas, o al menos, aque-
llas cosas que por necesidad social del tiempo
vinieron a constituir ya una garantía de los de-
rechos del hombre, aunque hubiese nacido a
impulsos de las relaciones sociales, como ha su-
cedido en las relaciones de los trabajadores con
los capitalistas. Otro de los puntos impugnados
por el señor Diputado Lizardi, y por alguno de
los demás Diputados, como ya tuve la oportuni-
PARLAMENTO 173

dad de informar a ustedes, ha sido la cuestión


del deber que se impone en este artículo a los
abogados, de servir en los puestos judiciales.
Señores, la Comisión ha tenido esta experiencia;
quiero antes hacer esta explicación. En la Comi-
sión hay dos abogados: el Sr. Lic. Colunga y el
Lic. Recio, que en esta parte, como es natural,
deben tener criterio de abogados; son parte y
no pueden ser jueces; ellos, por delicadeza, no
quisieron impugnar las ideas que los demá:; miem-
bros de la Comisión tuvieron a este re:,pecto y
que fueron las que nos determinaron a poner
esta parte en el arto 5.° del proyecto de Consti-
tución. De tal manera, pues, que el error, si us-
tedes creen que es error, se discutió y fue
sostenido por los otros tres miembros de la Co-
misión. Pasada esta aclaración, sigo exponiendo:
la Comisión, en la parte respectiva que ya he
señalado, consideró que es una necesidad social,
qtie es uno de los proLlemas más arduos de la
Revolución la solución del problema judicial.
Hemos visto que en todo el proyecto de Constitu-
ción aparece que el Primer Jefe ha puesto espe··
cialísimo cuidado cuando ha tocado la cuestión
de justicia, y es muy natural, señores: en la jus-
ticia sana, en la justicia honrada, en la verda-
dera justicia de este régimen de instituciones
democráticas, están invívitas las garantías indi-
viduales, y en su personal la salvaguardia de
estas garantías; radican allí esencialmente ga-
rantizadas la paz y la tranquilidad del país y
174 FRANCISCO J. MUGICA

la confianza que toda la sociedad mexicana debe


tener en el Poder Público, y por esa razón se
nota que el C. Primer Jefe puso en ello especial
cuidado y minuciosidad, si se quiere, hasta pedir
su reglamentación en algún artículo de la Consti-
tución en que se trate de este delicado asunto. La
Comisión tuvo en cuenta esa impresión del C. Pri-
mer Jefe; tuvo en cuenta, además, la experiencia
propia. Nosotros, con la vida revolucionaria que
hemos tenido durante estos cinco años, hemos
visto de un extremo a otro del país que la ins-
titución más corrompida era la institución de
Justicia; era allí donde radicaban esencialmente
todos los grandes males del pueblo y conside-
rarnos que era indispensable ayudar al Gobierno
de alguna manera a tener elementos sanos, a
espigar en el campo de los togados, aquellos que
deberían ir por obligación, quieran o no, a ocu-
par un puesto en la judicatura de la República.
Por esa razón les impusimos a los abogados esa
obligación, porque consideramos que los abo-
gados son las personalidades más adecuadas pa-
ra aplicar la ley, puesto que constituyen precisa-
mente el ramo a que se han dedicado; puesto
que se han dedicado a interpretar la ley, porque
consideramos que el gremio de abogados, como
gremio de la sociedad en que vive, debe tener
alguna obligación que corresponda precisamen-
te a la confianza que el poder público deposita
en ellos cuando les expide un diploma para que
ejerciten la profesión, y porque consideramos,
PARLAMENTO 175

por último, que los abogados tienen el deber


de levantar el nombre de la institución, el nom-
bre de la judicatura, que hasta estos momentos
está caído en el cieno. ¿ De qué manera levan-
tarla? Demostrando que los abogados son los
individuos más apropiados, que son un gremio
en el cual debe residir la confianza pública para
cuidar de que la ley se aplique, y de que, cuando
se pida justicia, tenga el que la demanda una
garantía en ese gremio de abogados, que debien-
do ser noble, se ha convertido en ruin,. que de-
biendo ser honrado, se ha convertido en trafi-
cante.
Esas son las razones que la Comisión tuvo
para imponer a los abogados la obligación de
servir los puestos en la judicatura nacional; y,
además, señores, porque es imposible que los go-
biernos, si no cuentan con algunas medidas
coercitivas, con algunas obligaciones morales,
porque de allí no pasará este precepto constitu-
cional, es imposible que resuelva de una manera
rápida el problema de la justicia, que es uno de
los problemas más arduos de esta Revolución.
El Sr. Diputado Lizardi hizo hincapié en el
cambio que la Comisión hizo de las palabras "no
reconoce" por las palabras "no permite," dán-
dole una interpretación jurídica. Yo creo que
sobre este punto basta que los señores Diputados
pasen su vista sobre el proyecto del artículo que
se presentó a su consideración para que se con-
venzan de que el Diputado Lizardi no ha tenido
176 FRANCISCO J. MUGICA

fundamento para objetar esa pequeña modifica-


ción. La Comisión quiso poner una palabra más
terminnte cuando se tratara de las instituciones
religiosas, de las comunidades religiosas, con
objeto de no dar lugar a interpretaciones equívo-
cas, porque consideramos que el texto constitu-
cional debe ser bastante claro y bastante termi-
nante, a fin de que pueda aplicarse con toda
facilidad.
Con respecto al año, límite en el contrato dé
trabajo, creo que 10 que ha dicho el Sr. Lic. Ma-
cías es suficiente para justificar las reformas
que haya he,ho sobre ese sentido la Comisión,
quien, en este punto, estuvo enteramente de
acuerdo con el proyecto del Primer Jefe.
La Comisión no consideró que debiera poner-
se en esta parte del proyecto el salario mínimo,
porque estimó muy difícil calificar cuál es el sala-
rio mínimo, dada la diversidad de ambiente eco-
nómico que hay en las diversas regiones de la
República. Esta parte ha sido suficientemente
ilustrada, en mi concepto, por la exposición que
hizo el Diputado Macías. En cuanto a la justa
retribución y al pleno consentimiento, ya com-
prenderán, señores Diputados, 10 difícil que es
determinar estas dos ideas, que constituyen has-
ta ahora el problema del socialismo, no sólo
en México, sino en todo el mundo; yo creo, como
opinión particular, que ni el proyecto que nos
presentó el Sr. Lic. Macías las precisa debida-
mente. La Comisión, sobre ese particular, no
P ARLAM EN'I'O 177

podía decir nada definitivo ni nada nuevo; por


esta razón ha dejado la parte del artículo tal
como la encontró en el proyecto, que es precisa-
mente el texto constitucional de 57.
La Comisión ha considerado, señores, que la
jornada máxima debe establecerse en el proyec-
to que se presentó a vuestra consideración, por-
que la jornada máxima de trabajo debe ser una
garantía para el trabajador, y debemos ponerla
aquí como cortapisa, con objeto de evitar no sólo
la especulación inmoderada que se ha hecho de
los trabajadores, no sólo el abuso que se ha co-
metido con esos hombres vigorosos de nuestra
raza para sacarles hasta la última gota de sudor,
como decía el señor Diputado Jara, por un sala-
rio mínimo; no, señores, sino porque es pre-
ciso poner a los trabajadores también una cor-
tapisa a la ambición que pudiera producirles el
mayor ofrecimiento de dinero, el ofrecimiento
de más salario, si siguiesen trab~jando todas las
horas del día. ¿ Y esto, por qué, señores? Porque
la naturaleza humana tiene un límite; la ciencia
fisiológica ha definido perfectamente bien el des-
gaste del hombre en el esfuerzo que pone para
el trabajo y las horas que necesita para recu-
perar ese vigor perdido. Y en nuestras necesi-
dades actuales, en la muy justa ambición que se
ha apoderado de nuestros trabajadores para me-
jorar económicamente, en ese deseo de mejora-
miento que ha despertado en ellos, con buen
principio, puede llevarnos a un vicio ruinoso, de
178 FRANCISCO J. MUGICA

la misma manera que es ruinoso el deseo


avariento de los especuladores que han ex-
plotado todo su vigor y toda su energía -para
tener no ocho horas ni diez, sino doce horas
del día al rayo del sol, y al pie del arado, o
trasladando carga en los puertos o en las obras
de nuestras ciudades para sacar de dicho tra-
bajo el mayor provecho. La Comisión cree que
en ambos capítulos, tanto para corregir el abuso
de la especulación como para corregir el abu-
so del trabajador, debería haber puesto allí una
cortapisa que tienda a conservar la vida del
hombre y la naturaleza humana, porque es de-
ber de nuestro Gobierno mantener a la raza
vigorosa, no sólo para la justa reproducción de
la misma en una forma benéfica para la socie-
dad, sino para tener en un momento dado, hom-
bres que puedan resistir las fatigas de una gue-
rra y defender valientemente y de manera
invencible el territorio nacional.
Es, pues, un deber de conservación, de huma-
nidad, el que obliga a la Comisión a poner esa
restricción a la libertad del trabajo en el art. S°.
Ha puesto también la restricción de impedir a la
mujer y a los niños el trabajo nocturno, por
que es bien conocido, es bien sabido de toda
esta Asamblea que nuestros especuladores no han
sido nunca individuos que vengan a negociar le-
gítimamente con el trabajo de nuestros obreros,
sino que han procurado siempre poner trabas
al trabajador, despertar su deseo de mejoramien-
PARLAMENTO 179

to por una parte para obligarlos a prestar su


trabajo, aunque sea en contra de su salud y en
contra de la salud de las mujeres, para quienes
principalmente es el trabajo nocturno; en contra
de los niños, para quienes también es el trabajo
nocturno, porque eso origina debilidad en su
organismo, eso origina que necesiten para recu-
perar la energía perdida un tiempo mayor que el
que necesita el organismo del hombre; necesi-
tan tener mayor restricción en el trabajo, porque
tanto el niño como la mujer, necesitan tener su
organismo en un constante movimiento, pues así
lo exije su constitución fisiológica, y porque la
mujer y el niño, bajo el pretexto de su orfandad,
bajo el pretexto de su abandono, han sido es-
peculados de una manera vil y de una manera
rapaz por los dueños de fábricas y talleres.
Por esa razón la Comisión, que tiende a
salvar la raza y cree con esto interpretar el sen-
tir de la Asamblea y del actual Gobierno de la
República, puso esa cortapisa para que de una
manera eficaz se impidan tales abusos, vengan
de parte de la ignorancia de los trabajadores o
vengan de parte de la rapacidad de los que los
especulan.
El descanso hebdomadario es otra de las re-
formas que trajo la Comisión a este art. 5°. ¿ Des-
de cuándo se viene debatiendo en México esa
necesidad? j Cuántos conflictos, cuántos ruegos
ha arrancado de todas esas clases que se llaman
empleados, y que vivían pegados al mostrador
180 FRANCISCO J. MUGICA

O al bufete, sin descansar ni un solo día de la


semana, sin libertad para pasar en el seno del
hogar, tranquilos, sin ninguna preocupación, un
solo día de la semana. ¿ Cuántas veces se han
producido estos conflictos? Ustedes lo saben. Des-
de la época porfiriana se ha trabajado en este sen-o
tido, y la Comisión quiere, y es deber de este
Congreso, elevarlo a categoría de precepto cons-
titucional, poner este precepto donde no se pueda
burlar, porque es una necesidad social de nues-
tro medio ambiente. Por otra parte, señores Dipu-
tados, en muchos Estados de la República se ha
legislado ya, durante el período preconstitucio-
nal, sobre estos principios, y es muy natural
que en el momento mismo en que entre la Re-
pública a su estado normal, es muy natural que
cuando los Gobiernos de los Estados empiecen
a funcionar constitucionalmente, si esas leyes
que ha establecido y sostenido por medio de la
fuerza la Revolución, porque las consideró una
de las necesidades de nuestro medio, caerán por
su propio peso si no encuentran el fundamento
constitucional que las sostenga y las haga res-
petar.
¿ Qué harían todos los individuos que pertene-
ciendo al partido de la reacción o cuando menos
al partido conservador, que se han resistido aún
en estos momentos en que impera la fuerza
avasalladora de la Revolución, a acatar esas dis-
posiciones con gusto, ya que sólo les han dado
cumplimiento en vista de que es la imposición
PARLAMENTO 181

de la mayoría, de que es la imposición de los


triunfadores, que se las exija? ¿ Qué harían, di-
go, si en el momento en que viniese el período
constitucional, no encuentra ya una salvaguar-
dia en la ley fundamental de la República, para
no echar por tierra, con la mayor facilidad, esas
conquistas que han costado tantos trabajos a
algunos gobernantes revolucionarios, y principal-
mente al Ejército Constitucionalista, para hacer-
las respetar y obedecer en todo el suelo nacio-
nal? ¿ Qué sucedería, señores? ¿ Cuál es el objete
de haber convocado a este Congreso Constitu-
yente ? Yo lo he oído de labios del mismo Primer
Jefe: hacer que las reformas que la Revolución
ha hecho en su período de lucha, que las refor-
mas que ha arrancado por medio óe la fuerza
a los que las tenían como privilegio, que esas
reformas que tienen por base la legalidad y el
deseo que existe entre todas las masas del pue-
blo mexicano, sean elevadas a la categoría de
ley, sean reconocidas como preceptos, con objeto
de que no haya pretextos ni por nacionales ni
por extranjeros, para no respetarlas cuando haya
tribunales libres, cuando haya tribunales donde
se haga justicia, y quieran ellos burlar estas ga-
rantías, a fin de que entonces estén ya escritas
en esa Constitución que la Revolución ha dado
al pueblo mexicano, a trueque de su sangre y de
su ruina.
Ya lo habéis oído: en Sonora se ha legislado
sobre esta base en cuestión de trabajo; en Yu-
182 FRANCISCO J. MUGICA

catán 10 mismo, y en Veracruz y en otros Esta-


dos, cuyos nombres no tengo en la memoria, de
cuyas reformas a este respecto tengo conocimien-
to, se ha hecho igual cosa, pero principalmente
esta idea radical está en la mente de todos los
meXIcanos que son simpatizadores de la Revo-
lución.
Esta Revolución debió haberse hecho para
algo grande, para algo importante, y ese algo
importante tiene una parte muy principal, qui-
zá una parte máxima en el asunto en que se
trata de garantizar a los trabajadores y de poner
coto a la ambición desmedida del capitalista; por-
que el capitalista hasta hoy no ha sido más que
el capitalismo; el capitalista que ha venido a
México y que ha hecho el capital por medio de
nuestros braceros, no ha sido más que un espe-
culador que se ha aprovechado del esfuerzo hu-
mano; no ha sido más que un avariento insa-
ciable, y de la misma manera que el capitalismo,
ha habido el militarismo; porque en México no
ha existido Ejército, señores; en México sólo hu-
bo militarismo, porque sólo ha existido la fuerza
bruta en ese elemento que debe ser el guardián
de nuestras leyes, y 10 mismo que digo de estos
dos factores enemigo.s del pueblo mexicano, digo
del clero, porque en México no ha habido reli-
gión cristiana ni ministros rectos de esa religión,
sino que ha habido clericalismo, que ha tenido la
pretensión de tener más privilegios todavía que·
el capitalismo y el militarismo, supuesto que ha
PARLAMENTO 183

querido tener el privilegio de gobernar abso-


lutamente las conciencias.
Para terminar, señores, quiero rogar que, mien-
tras no haya un orador que con argumentos irre-
futables venga a demostrar que las adiciones
puestas no encajan perfectamente dentro del ar-
tículo S°., sostengáis este artículo como os lo ha
presentado la Comisión; que, mientras no haya
impugnadores que con argumentos y no con cali-
ficativos más o menos despectivos impugnen el
dictamen, sostengáis el art. S°.
La Comisión no tiene ningún empeño en que
las cosas queden en este o en aquel lugar, con
tal de que queden en la Constitución, con tal de
que surtan los efectos que espera de ellas esa
parte principalísima de nuestro pueblo; esos son
los deseos de la Comisión y creo que con ellos
se interpreta el sentir de toda esta Asamblea.
La Comisión declara que donde quiera que se
resuelva el problema del trabajo, bien definido,
con claridad meridiana, allí la Comisión se adhe-
rirá con toda la fuerza de sus convicciones, y
suplicará a la H. Asamblea que se una en masa
para dar al pueblo obrero la única verdadera
solución del problema, que es su porvenir.
INTEGRACION DEL PODER
LEGISLATIVO

El dictamen de la Segunda Comisión.-Habla en contra el seftor


General Múgica.-Se rechaza el proyecto de la Segunda Co-
misi6n.
La segunda Comisión de Constitución. al dic·
taminar sobre el art. 52, que se refiere a la
elección de Diputados para la integración de
la Cámara Federal, no marchó acorde entre
sus diversos miembros, pues mientras la mayo-
rla de éstos opinó que fuera un Diputado por
cada cien mil habitantes, los señores General
Jara y Lic. Medina presentaron un voto parti-
cular proponiendo la elección de un Diputado
por cada sesenta mil habitantes o fracción que
pasara de veinte mil.
Sobre estos puntos versó la discusión habi-
da en la Cámara Constituyente el 29 de di-
ciembre.
En contra del proyecto de ley que oonsul-
taba la mayorla de los miembros de la segun-
da Comisión, hablaron los señores Diputados
L6pez Lira, Jara y Múgica, siendo el discurso
de este último el que sigue:

Señores Diputados: Me he inscrito para ha-


186 FRANCISCO J. MUGICA

blar en contra del dictamen de la Comisión, o


más propiamente dicho, en contra de la mayo-
ría de sus miembros, porque creo muy impor-
tante el asunto.
Efectivamente, se trata nada menos que de
reducir a una cantidad casi insignificante a uno
de los poderes que constituyen nuestro régimen
constitucional, el Poder Legislativo. Es éste, co-
mo pudieran decirlo muy bien los tratadistas
constitucionales, el poder esencialmente popular;
es en donde el pueblo manifiesta de una manera
ostensible la.s facultades de que está investido, y
si lo vamos a reducir a una condición exigua,
indudablemente que perjudicaremos en su esen-
cia misma nuestras instituciones republicanas.
Actualmente, en nuestro país, en las condicio-
nes de censo que han venido determinando el
rtúmero de representantes del pueblo, y sujetán-
donos para esto al efectuado en 1910, da a la
representación nacional aproximadamente 248
ciudadanos Diputados, y de esos 248 Diputados
se han presentado a un Congreso Constituyente
como éste, que por su novedad, por su impor-
tancia, por su trascendencia, siquiera por la sa-
tisfacción personal de figurar en él, ya que los
Congresos Constituyentes no se dan a diario
en la vida de los pueblos, pudiendo tener el
máximo de atracción como Congreso, han veni-
do a él, hasta estos momentos, como 170 Dipu-
putados, habiendo tenido aquí un promedio de
asistencia de 130. Si reducimos el número de re-
PARLAMENTO 187

presentantes, porque indudablemente se reduce


con la base de población que se presupone para
cada uno de ellos, de 60 a 100 mil habitantes,
si lo reducimos en tan gran cantidad, como ten-
dría que suceder, ¿ qué asistencia vendríamos a
tener en la Representación Nacional? Y de allí,
señores, ¿ qué significación, qué verdadera fun-
ción constitucional podría tener un Congreso re-
ducido a 120 ó a 90 ciudadanos Diputados? Es-
taría el Congreso casi en las mismas condiciones
que el Senado, porque el Senado, teniendo dos re-
presentantes por cada uno de los Estados de la
República, tendría un número muy aproximado
de miembros con relación a los que asistirían
por término medio al Congreso.
El inconveniente fundamental de esta refor-
ma podría muy bien definírnoslo alguno de los
señores abogados que supiera hablar profunda-
mente de la esencia misma de nuestras institu-
"ciones; yo me concreto simplemente a señalar
de una manera superficial, que es hasta donde
alcanzan mis facultades, el inconveniente que
encuentro a la reforma propuesta en el proyecto
del ciudadano Primer Jefe. Además, señores,
hay otro inconveniente, que es secundario, que
en realidad no pudiera tomarse en considera-
C1On, pero que, sin embargo, no quiero dejar
pasar desapercibido. Generalmente la división
que la Constitución General propone para la
elección de Diputados ha influído mucho en los
Estados para la base que los mismos Estados
188 FRANCISCO J. MUGlCA

han tomado en su Constitución misma para de-


terminar el número de representantes en las le-
gislaturas locales; de tal manera, que con la
base de 60 mil habitantes ha habido muchos
Estados que han reducido sus Congresos a un
número mínimo. Por algunos datos que tengo
vengo en conocimiento de que en el Estado de
Zacatecas se ha hecho últimamente una refor-
ma a la Constitución, adoptando la base de 60
mil habitantes, y el Congreso queda reducido a
ocho representantes. En el Congreso de Hidalgo
tenemos 11 Diputados para el Congreso local,
tomando la misma base. Puebla tiene 23 Diputa-
dos al Congreso local y 18 al Congreso de la
Unión; pero hay algunos otros Estados que se
han sentido influenciados por la base constitu-
cional o han copiado el precepto sin tomar en
cuenta el inconveniente que tiene una legislatura,
es decir, un poder popular independiente y so-
berano, cuando está reducido forzosamente a
un número tan pequeño de representantes, toda
vez que su esencia misma estriba precisamente
en el número de los miembros que la constituyen.
Yo quisiera, señores, rogar a alguno de los se-
ñores Diputados presentes que tenga conoci-
mientos profundos en este asunto, nos hablara
ampliamente sobre el particular, porque esta obje-
ción, que yo delíneo apenas, podría muy bien
esc1arecersc para que, expuesta de una manera
precisa y terminante por un tratadista, pudié-
ramos resolvernos a votar en contra del dicta-
PARLAMENTO 189

men y sería labor patriótica, en mi concepto, la


que pudiera hacer alguno de los Diputados pre·
sentes atendiendo a la súplica que le hago ~on
encarecimiento.
Por otra parte, señores, esta Constitución va
a entrar en vigor inmediatamente que sea termi-
nada, pues hay el propósito en el Ejecutivo de
la Unión, y así 10 insinúa en uno de los artículos
transitorios expuestos al final de su proyecto, de
que para el día 1°. de abril estén ya funcionando
los Poderes de la Federación que sean de elección
popular; de tal manera, que en el mes de febrero
y en el mes de marzo, tendrán que ser las elec-
ciones con la nueva modificación de los cien mil
habitantes. Para determinar el número de repre-
sentantes al Congreso de la Unión, tendrá que
producirse un trabajo muy laborioso, el trabajo
de la división territorial, que estoy seguro no se
podrá hacer de una manera correcta, ni siquiera
de una manera aproximadá, produciendo, por
consiguiente, desorientación en todas las corpo-
raciones políticas que existan para esa fecha en
los Estados de la República, teniendo, por 10 mis-
mo, que presentarse muy serios inconvenientes
para que la elección de Diputados al Congreso
de la Unión se haga bajo la forma de profundo
respeto al voto público, de perfecta independen-
cia y de perfecta efectividad de ese mismo voto,
de todos aquellos ideales que la Revolución ha
traído y en los cuales reside esencialmente la
soberanía del pueblo. Pero aun dejando este
190 FRANCISCO J. MUGICA

punto de vista muy inmediato, podemos consi-


derar lo siguiente. Habrá Estados de la Repúbli-
ca que manden al Congreso una representación
enteramente pequeña, quizá de dos Diputa-
dos, tal vez de un Diputado, yeso, señores,
¿ qué significación, qué energía puede aportar un
solo individuo en un Congreso en donde habría
para contrarrestarlo las poderosas Diputaciones
de los Estados grandes? ¿ qué estamos observan-
do en estos momentos en que se trata de la ini-
ciativa del Estado de Colima ? Yo soy michoacano
y he visto con el orgullo propio del provincia-
lista las protestas que han presentado los Dipu-
tados por Michoacán cuando se ha tratado de
desmembrarlo de uno de sus Distritos para ser
agregado al Estado de Colima, según proposi-
ciones del Diputado Ramírez Villarreal; he oído
las protestas viriles de la Diputación de Jalic:;-
co cuando se ha tratado de hacer lo mismo para
hacer crecer a aquel Estado. Señores, yo qui-
siera preguntar a qué quedó reducida esa Dipu-
tación de Colima, teniendo enfrente esas dos
Diputaciones; no tuvo siquiera el valor, el re-
presentante de Colima, para, de una manera
enérgica y vigorosa, pararse en esta tribuna a
defender la proposición que presentó. Yeso, no
10 juzgo una cobardía de parte de la Diputa-
ción de Colima, aunque está en minoría absolu-
ta; 10 juzgo efecto psicológico de las circuns-
tancias en que se encuentra; son débiles esos
Estados pequeños en la Representación Nacional,
PARLAMENTO 191

y aunque hicieran esfuerzos heroicos, no podrían


sacar avante una idea en la cual estuvieran en
contraposición intereses de las entidades más
grandes, yeso es un inconveniente serio, porque
para el Estado de Colima, para el Estado de
Tlaxcala, para el Estado de Aguascalientes, co-
mo todas las entidades pequeñas en territorio y
población, quedarían reducidos sus ideales abso-
lutamente a nada; sus esfuerzos se perderían
en el maremágnum de la Cámara, siempre que se
encontraran en la situación y en las circunstan-
cias en que se encontró la Diputación de Colima
en este Congreso.
Yo suplico, señores Diputados, que consideréis
tranquilamente esta reforma; es muy importante,
mucho, muy importante. No ha crecido la pobla-
ción de México, no aumentará el número de
Diputados, no serán mayores los gastos que el
pueblo haga para sostener el Poder Legislativo
tal como se encuentra integrado a la fecha. Por
otra parte, aunque esos gastos fueran crecidos,
tendrían su compensación si esa Cámara corres-
pondiera a los muy grandes intereses y a los muy
grandes principios y a la confianza y voluntad
que el pueblo deposita en las manos de sus re-
presentantes, los más genuinos representantes
del régimen federativo, como son en nuestra Re-
pública los Diputados al Congreso.

El dictamen de la mayorfa de la segunda


comisión fue rechazado por la Asamblea.
DISCUSION DEL ART. 21

El dictamen sobre esta materia.-Abre el debate Rivera Cabre-


ra.-Contesta el General Múgica.-Tereian en las discusio-
nes los abogados González, Macías, Machorro, Colunga, Cés-
pedes y otros sefiores diputados.-Se retira el dictamen.

Puest'O a discusión el dictamen que c'Onsul-


taba a la Asamblea el pr'Oyect'O del arto 21, rela-
tiv'O a la imposición de las penas, y en el cual
se dejaban c'Onsignad'Os est'Os precept'Os: que
la imp'Osición de las penas es pr'Opia y exclu-
siva del P'Oder Judicial; que la aut'Oridad ad-
ministrativa sól'O castigará las infracci'Ones al
reglament'O de p'Olicra (multa 'O arrest'O hasta
por 36 h'Oras), y además, que la Rut'Oridad
administrativa ejercerá las funciones de p'Oli-
era judicial, subalternada al Ministeri'O públic'O.
Pidió la palabra el C. Diputad'O Rivera Cabre-
ra para s'Olicitar que al hablarse de la multa,
la ley fijara hasta qué cantidad deberra impo-
ner la aut'Oridad administrativa a fin de cerrar
la puerta a l'Os innumerables abusos que pudie-
ran c'Ometerse sin ese Umite.
Habló en seguida el señ'Or General Múglca
para s'Ostener el dictamen y c'Ontestar las 'Ob-
jeci'Ones del Sr. Rivera Cabrera.
194 FRANCISCO J. MUGICA

Ciudadanos Diputados:
La Comisión tiene el honor de informar a
esta honorable Asamblea, por mi conducto, so-
bre los motivos que tuvo para hacer algu-
nas modificaciones que no entrañan una mo-
dificación substancial, como cree el señor Pa-
lavicini, sino que simple y sencillamente en-
trañan una rectificación en la redacción del ar-
tículo que se discute, y que seguramente por un
gran descuido, por el poco cuidado que tuvieron
los que presentaron el artículo al Primer Jefe,
resultó en contradicción completa con la expo-
sición de motivos que. del informe del Primer
J efe se aducen, precisamente en favor del ar-
tículo del proyecto.
Voy a ocuparme de esta primera parte, para
después hacer alusión a las objeciones presenta-
das por el Sr. Rivera Cabrera.
El art. 21 del proyecto del Primer Jefe dice
así: "Art. 21.-La imposición de las penas es
propia y exclusiva de la autoridad judicial. Sólo
incumbe a la autoridad administrativa el castigo
de las infracciones de los reglamentos de policía
y la persecución de los delitos por medio del Mi-
nisterio Público y de la policía judicial que estará
a la disposición de éste."
Como lo puede ver su señoría, de la redacción
misma del artículo se desprende que para perse-
guir un delito por la autoridad judicial, se puede
hacer por conducto de la autoridad administra-
tiva, y que en este caso la autoridad adminis-
PARLAMENTO 195

trativa dictará sus órdenes al Ministerio Público


y a la policía judicial; esto se desprende cla-
ramente de la redacción del artículo sin ningún
género de duda. Ahora bien, en la exposición de
motivos del informe del ciudadano Primer Jefe
a este respecto, se viene en conocimiento de 10
contrario. "El art. 21 de la Constitución de 1857,
dió a la autoridad administrativa la facultad de
imponer como corrección hasta 500 pesos de mul-
ta, o hasta un mes de reclusión en los casos y
modos que expresamente determine la ley, re-
servando la autoridad judicial la aplicación de
las penas propiamente tales.
"Este precepto abrió una anchísima puerta al
abuso, pues la autoridad administrativa se consí-
deró siempre en posibilidad de imponer sucesiva-
mente y a su voluntad, por cualquiera falta ima-
gin;lria, un mes de reclusión, meo:; que no termi-
naba en mucho tiempo.
"La reforma que sobre este particular se pro-
pone, a la vez que confirma a los jueces la fa-
cultad exclusiva de imponer penas, sólo concede
a la autoridad administrativa castigar la infrac-
ción de los reglamentos de policía, que por rev1a
general sólo da lugar a penas pecuniarias y no a
reclusión, la que únicamente se impone cuando
el infractor no pueda pagar la multa.
"Pero la reforma no se detiene allí, sitio que
propone una innovación que de seguro revolucio-
nará completamente el sistema procesal que du-
196 FRANCISCO J. MUGICA

rante tanto tiempo ha regido er. el país, no obs


tante tod.lS sus imperfecciones y deficiencias.
"Las leyes vigentes, tanto en el orden federal
como en el orden común, han adoptado la ins-
titución del Ministerio Público, pero tal a-:!up-
ción ha sido nominal, porque la función asigna-
da a los representantes de aquél, tiene carácter
meramente decorativo para la recta y pronta ad-
ministración de la justicia.
·'Los jueces mexicanos han sido, durante el
período corrido desde la consumación de la in-
dependencia hasta hoy, iguales a los jueces de la
época colonial: ellos son los encargados de averi-
guar los delitos y buscar las pruebas, a cuyo efec-
to siempre se han considerado autorizados a em-
prender verdaderos asaltos contra los reos, para
obligarlos a confesar, lo que sin duda alguna des-
naturaliza las funciones de la judicatura.
"La sociedad entera recuerda horrorizada los
atentados cometidos por jueces que, ansiosos de
renombre, veían con positiva fruición que lle-
gase a sus manos un proceso que les permitiera
desplegar un sistema completo de opresión, en
muchos casos contra personas inocentes, y en otros
contra la tranquilidad y el honor de las familias,
no respetando en sus inquisiciones ni las barreras
mismas que terminantemente establecía la ley.
"La misma organización del Ministerio Públi-
co, a la vez que evita este sistema procesal tan
vicioso, restituyendo a los jueces toda la digni-
dad y toda la respetabilidad de la magistratura,
PARJ~AMENTO 197

dará al Ministerio Público toda la importancia


que le corresponde, dejando exclusivamente a su
cargo la persecusión de los delitos, la busca de
los elementos de convicción, que ya no se hará
por procedimientos atentatorios y reprobados, y
la aprehensión de los delincuentes.
"Por otra parte, el Ministerio Público, con la
policía judicial represiva, a su disposición, qui-
tará a los Presidentes Municipales y a la policía
común, la posibilidad que hasta hoy han tenido
de aprehender a cuantas personas juzgan sospe-
chosas, sin más méritos que su criterio particu-
lar.
"Con la institución del Ministerio Público, tal
como se propone, la libertad individual quedará
asegurada; porque, según el arto 16, nadie podrá
ser detenido, sino por orden de la autoridad
judicial, la que no podrá expedirla sino en los
términos y con los requisitos' que el mismo ar-
tículo exige.
(Voces: j es la policía judicial!) Es precisa-
mente lo que estoy haciendo notar al Sr. Pala-
vicini.
El C. Palavicini: ¿ Me permite usted que ha-
ble?
El C. Múgica: Un momento, señor, voy a ter-
minar. La redacción del artículo del proyecto
dice: "La autoridad judicial mandará buscar y
aprehender a los reos. Se podrá valer para la
aprehensión de la autoridad administrativa, para
cuyas funciones la autoridad administrativa ten-
198 FRA.NCISCO J. MUGICA

drá a sus órdenes al Ministerio Público y a la


policía judicial." De las reflexiones en que funda
el C. Primer Jefe esta importante reforma, se
desprende que la mente del Ejecutivo fue que
no interviniesen como un factor principal en la
aprehensión de los reos, la autoridad adminis-
trativa, sino que fuese la policía judicial a las
órdenes del Ministerio Público, cuyas funciones
trata de marcar perfectamente en su exposición
de motivos. Por consiguiente, la Comisión creyó
que sería má? justo poner en el capítulo: "Los
delincuentes serán perseguidos sólo por la au-
toridad judicial, valiéndose de la policía judi-
cial, que estará a las órdenes del Ministerio
Público," y que la autoridad administrativa en
este caso funcionará como policía judicial y
actuará bajo la dirección del Ministerio Públi-
co. De tal manera que con la redacción que la
Comisión ha dado al artículo, no hace más que
poner en primer lugar, en el lugar que le co-
rresponde, al Ministerio Público, para poder dis-
poner tanto de la policía ordinaria y de la
misma autoridad administrativa, como policía
judicial para efectuar las aprehensiones. Si la Co-
misión se equivocó en esta rectificación, esta equi-
vocación se verá aquí en el curso de los debates.
Yo tendré mucho gusto en escuchar al Sr. Pala-
vicini, inmediatamente después que conteste al se-
ñor Rivera Cabrera las objeciones que hizo. La
reforma que contiene el proyecto relativo a las
facultades de la autoridad administrativa, es Slll
PARLAMENTO 199

duda alguna muy importante; se desprende de la


exposición de motivos que la fundan, así como
la experiencia que todos tenemos con respecto
a los procedimientos de las autoridades admi-
nistrativas para castigar a los individuos que
caen bajo su férula. La libertad que el proyecto
mismo deja a las autoridades para imponer el
arresto o la pena pecuniaria, es, como ya lo
expresamos nosotros, consecuencia de las garan-
tías que la misma Constitución establece en otro
lugar, para corregir los abusos que puedan di-
manarse de los fundamentos de esa facultad,
porque efectivamente, a un individuo, por ejem-
plo, de nuestra categoría, que ganase los quince
pesos que ganamos diariamente, una multa de
quinientos pesos sería gravosa, sería excesiva.
La Constitución lo prevé en el art. 20, y desde
luego tendríamos derecho de que se nos prote-
giera contra actos de esa naturaleza, de cualquier
autoridad administrativa. En cambio, para al-
gún adinerado que delinquiese, no sería capaz
una multa, no digamos de quinientos pesos, si-
no hasta de mil, para que esa pena produjera
algún resultado; es indudable que tienen que
ser correlativas a los individuos a quienes se
aplican: hay a este respecto un proverbio que
dice: "Según la urraca es la escopeta." Y efecti-
vamente, señores Diputados, para un adinera-
do no sería absolutamente ninguna pena milo
dos mil pesos de multa, porque por el sólo gusto
de satisfacer su amor propio no respetando un
200 FRANCISCO J. MUGICA

bando de policía lo estaría infringiendo todos


los días y sería muy curioso que una autoridad
municipal no tuviese facultades para imponer
una multa mayor de quinientos pesos, que, repi-
to, para este indiv1duo no sería una pena.
En cuanto a la restricción de la pena corporal,
la Comisión tuvo en cuenta, para reducir el tér-
mino de un mes, esta circunstancia que se ve en
la vida práctica: un individuo de nuestra catego-
ría social se siente profundamente lastimado
cuando se le _pone en la cárcel; un momento que
esté preso por infracción de algún reglamento
de policía, es suficiente castigo para el que tiene
vergüenza; para el individuo que tras de te-
ner vergüenza, tiene empeñado su amor propio
en no penetrar a una prisión, es indudable que
todavía será mayor castigo, aunque ese castigo
se reduzca sólo a unas cuantas horas de deten-
ción.
Queda el castigo corporal: ¿ Qué haríamos al-
gunos de nosotros, en el caso de estar en la dis-
yuntiva de pagar una multa que no fuese exce-
siva, o de entrar a la cárcel, aunque fuese por
unas cuantas horas? Señores, pagar la multa, ha-
cer el sacrificio. Es proverbio vulgar entre nos-
otros decir: yo daría todo lo que tengo, todo lo
que poseo, por no sufrir una detención en la
cárcel. Esto es cierto, es una herencia nuestra
que no nos hemos de poder quitar en mucho
tiempo. Queda, pues, la pena de prisión y de
arresto. ¿ Para quién? Para el individuo que no
PARLAMENTO 201

quiere pagar una multa y en su costumbre ya


ancestral de recibir todos los atropellos, no con-
sidera como pena la prisión; pero aquí es pre-
cisamente donde surge el deber del legislador,
y de una manera especial de los constituyentes;
porque ese individuo no tiene suficiente delicadeza
para recibir un castigo por el a~to mismo de la
privación de la libertad, ¿ vamos a dejarlo en ma-
nos de la autoridad por un tiempo indefinido? La
Comisión ha creído que no y esperamos que el
Congreso opine que no, y por esa razón hemos
restringido el arresto administt ativo a sólo quin-
ce días. Con quince días de arresto, un individuo
pobre que vive de su trabajo, sufre muchos per-
juicios, y, en cambio, la detención por sí misma
constituye ya la pena impuesta por cualquier
reglamento de policía. Estas son las razones que
la Comisión ha tenido en cuenta para haber
presentado el art. 21 en la forma en que lo
ha presentado.
Como en el proyecto del Primer Jefe se pro-
ponía la creación de una policfa judicial espe-
cial, creyó el C. Palavicini pertinente pregun-
tar si en el proyecto de la Comisión quedaba
claro que existía la creación de dicha policía.
A esto contestaron los Sres. Lic. González
y General Múgica, expresando este úl~imo lo
siguiente:

Yo quisiera interrogar al Sr. Palavicini sobre


este particular: ¿ Cree el Sr. Palavicini que el
Ministerio Público y la policía judicial deban es-
202 F'RANCISCO J. MUGICA

tar subalternados o dirigidos para la persecu-


ción de un reo a la autoridad administrativa?
El C. Palavicini: No, señor.
El C. M úgica: Pues eso es 10 que dice el
artículo del Primer Jefe. Voy a leerlo, señores,
con permiso: "Sólo incumbe a la autoridad ad-
ministrativa el castigo de las infracciones de los
reglamentos de policía, y la persecución de
los delitos, por medio del Ministerio Público
y de la policía judicial, pues estará a la disposi-
ción de éste." Por medio del Ministerio Público
y la policía judicial, buscará la autoridad admi-
nistrativa. . . . . .. (voces: j No! j No!)
El C. Dávalos (interrumpiendo): La lectura
dice que dependerá ...
El C. Múgica: Voy a acabar de leer el artícu-
10; que estará la policía judicial a disposición
del Ministerio Público ..... .
El C. Macías (interrumpiendo): Si me per-
mite usted ....
El C. M úgica: Voy a acabar de aclarar, se-
ñor licenciado, y tendré mucho gusto en que
el señor Presidente le conceda la palabra. ¿ La
autoridad administrativa debe perseguir esos de-
litos por medio de esas otras autoridades, la
policía judicial o el Ministerio Público como auxi-
liares de los jueces, que es a quienes correspon-
de esa facultad?
El C. Macías: Es la autoriqad.
El C. M úgica: Pues, eso es cuestión de acla-
ración. Como acaba de ver esta Asamblea. no se
PARLAMENTO 203

trata absolutamente de que la Comisión haya


pretendido introducir reformas para menosca-
bar el p~oyecto del Primer Jefe; se trata sola-
mente de una interpretación que dió tanto a los
fundamentos como al artículo mismo y a los de-
seos que tenía la Comisión de haber puesto de
una manera más clara y terminante esta refor-
ma del Primer Jefe.

El Diputado Ibarra cree que hay una con·


tradicción en el proyecto que presenta la Co-
misión, y ésta explica, por conducto del !!Ieñor
General Múgica, esta objeción.

Yo creo que el señor compañero Ibarra no ha


meditado seriamente sobre la reforma. Se le dan
facultades a la autoridad administrativa para im-
poner como pena hasta 36 horas de arresto, con
objeto de prevenir aquellos casos en que es ne-
cesario, absolutamente necesario; por ejemplo,
un ebrio escandaloso, un ebrio caído, para que
tenga derecho la autoridad administrativa de
recoger a ese individuo y dentro de las 36 horas
hacer la calificación y decirle: "La pena que
tú tienes son cinco pesos de multa." ¿ No la paga?
Entonces se permuta la pena de multa por la
de prisión, según lo que corresponda. No es pre-
cisamente una facultad que se da a la autoridad
administrativa de imponer hasta quince días
de arresto, sino que es una sustitución que se
hace de la pena pecuniaria por la corporal, cuan-
do la multa no ha sido satisfecha y la facultad
204 FR.~NCISCO J. MUGICA

de poder arrestar hasta por 36 horas con obje-


to de prevenir esas infracciones, en que es abso-
lutamente indispensable que la autoridad admi-
nistrativa tome parte para poner coto a un
escándalo público o para recoger a un individuo
que está, por ejemplo, en estado de embriaguez
y que por 10 mismo está en peligro de ser atro-
pellado. Esta es la explicación que por m1 con-
ducto da la Comisión al Sr. Ibarra.

En vista de las razones expuestas por el ee-


ñor Lic. Macias en su peroración, y consideran-
do que la Asamblea se inclinaba en el sentido
de aquéllas, la Comisión pidió permiso para
retirar su dictamen.

El C. M úgica: Señores Diputados: La expo-


sición que hace el Sr. Lic. Macías, relativa a
10 que es un Ministerio Público, policía judicial
y autoridad administrativa, no deja ya ninguna
duda en el ánimo de la Comisión para aceptar
la redacción del arto 21 en la parte relativa, tal
como aparece en el proyecto del Primer Jefe,
de tal manera, que la Comisión está conforme en
que quede la redacción del artículo en esa parte,
tal como está; 10 único que la Comisión quiere
hacer notar a esta H. Asamblea, es que la limi-
tación que se impone a la autoridad adminis-
trativa y que si es una muy pequeña reforma
que er:. principio está ya aceptada por el señor
Lic. Macías, es muy conveniente, es verdadera-
mente salvadora, señores Diputados; se trata de
PARLAMENTO 205

garantizar la aplicación de la ley para ar¡uellcl


gente menesterosa que es la que más sufre, (t' le
es la que frecuentemente infringe los bandos
de policía y sobre b. cual se ha cebado siert1Fe
el poder de la autoridad administrJ!lva. Cintitar
esas penas, las dos: la corporal y la pecuniaria,
es precisamente perseguir un resultado di~tinto
del que se pretende por la Comisión y que in-
dudablemente no será el que se persigue por
esta !-1. Asamblea, porque si se limita la pena
pecuniaria, entonces tendremos que las autori-
dades administrativas seguirán imponiendo la
misma multa a ricos y pobres, a toda esa ci lSC
social que no está dividida más que en dos par-
tes: la pobre y la rica, porque la clase media nI)
es más que la pobre que ya tiene la caracterís
tica de su ilustración y por eso no es verdade-
ramente pobre, y tampoco es tan ignorante como
la supone la clase adinerada. Bien, para la apE-
cación de este artículo, no hay más que esta,> do<;
clases sociales en México, y es preciso que las
autoridades tengan la facultad administrativa
para calificar esa multa, teniendo en considera-
ción la categoría del que infringe la disposición,
como dije antes; para un individuo pobre que
infringe un bando de policía en la misma fo;ma
que 10 infringe un adinerado, una multa de cin-
cuenta pesos es excesiva, y para un rico no 10 es,
y se dará el gusto de seguir infringiéndolo, por·
que no se sentirá castigado con una pena míni-
ma que para un individuo de la categoría social
206 FR~NCISCO J. MUGICA

de nosotros, para un pobre, sí sería pena. Por


esa razón, la Comisión considera que la multa
así tiene un punto de verdadera justicia, de ver-
dadera liberalidad. En cuanto a la facultad de
imponer la pena corporal, allí sí considera la
Comisión que debe ponerse un límite a la auto-
ridad administrativa, porque, como dije antes,
y lo repito ahora, la pena corporal nunca se
impone a un rico, porque sería capaz de dar to-
dos sus tesoros para no pisar la cárcel, y sí la
sufrirá el pobre, aunque también el pobre ame
la libertad, porque. estará en el caso de insol-
vencia y no podrá pagar la multa. Esta es la ra-
zón respecto a la observación que hiciera el señor
Diputado Ibarra y otro señor Diputado, que
tiene la Comisión para poner esto que a sus se-
ñorías les pareció inadecuado y que no es más
que una verdadera aclaración, con objeto de
evitar el abuso que pudiera hacer la autoridad
administrativa al imponer la pena corporal. En
esta forma, señores Diputados, en este sentir
que la Comisión acaba de exponer por mi con-
ducto, no tiene inconveniente alguno la Comisión
en presentar el artículo, si esta H. Asamblea le
da permiso para retirarlo. (Voces: j sí 1 i sí 1)
Esto con el fin de e,·it3.r confusiones, así como
también evitar que más tarde se nos haga el car-
go que hasta ahora se ha pretendido sostener, de
que la Comisión presenta las mismas ideas, y
quiero aclaremos el punto debidamente.
Permítaseme, por tanto, preguntar a la Asam-
------
PARLAMENTO 207

blea si está conforme en que subsista la reforma


que la Comisión propone, relativa al proyecto que
había modificado, solamente 'en redacción, pos-
poniendo los términos. En este sentido, la Comi-
sión no tiene inconveniente en retirar el artículo
para presentarlo modificado.
A una nueva objeción, hecha por el señor
General Jara sobre limitación de las multas
y policia judicial, se contestó de la siguiente
manera:
Señores Diputados: Aunque el dictamen a dis-
cusión ha sido retirado, en lo cual consintió esta
Asamblea, no obstante que no lo haya declarado
así la Presidencia, a quien respetuosamente pido
lo haga inmediatamente que yo termine de ha-
blar, quiero contestar las últimas objeciones, que
no han versado más que sobre la limitación de
la multa. Dice el señor Diputado Jara, con quien
no estoy conforme en esta vez, que si el abuso
ha de subsistir, lo mismo sera; pues yo creo que
no, señores Diputados, porque si ponemos un
límite a las multas, tan pequeño como el que se-
ñalaba el Diputado que habló antes del Sr. Jara.
es indudable que subsistirá en el caso que señalé
en un principio. Hay un cuento que corre por ahí,
que es muy vulgar, de un adinerado que maltrató
a un individuo, diciéndole una mala razón en
la calle y la policía 10 llevó ante la autoridad
administrativa, quien le dijo: "Tiene usted 100
pesos de multa por esta injuria." -Pues tenga
usted otro tanto, respondió el ricachón engreído
208 FRANCISCO J. MUGICA

-porque la voy de nuevo a repetir. Esto hará


en la práctica la gente que tiene posibilidad de
pagar la multa, para burlar el Reglamento de po-
licía. Es indudable que este abuso se comete en
esa forma y todos estamos convencidos de ello;
de tal manera, que con una limitación de multa,
si por ejemplo, tomamos los cincuenta pesos, el
que sufre todo el rigor de esa multa, el máximo de
esa multa, será siempre el desvalido, el pobre, el
ignorante, y de ninguna manera el rico, que ten-
drá el placer de pagar esa multa por infringir el
reglamento de policía una y mil veces. Si toma-
mos como límite la cantidad de quinientos pesos,
entonces, señores, el mal será peor todavía porque
a cualquier individuo, fuesen cuales fuesen sus
posibilidades, se le podría imponer por la autori-
dad el máximum de quinientos pesos de multa,
y no procedería el recurso de amparo que en otro
caso,en el caso, como 10 presenta la Comisión,
sí procedería, y pues indudablemente, para un
individuo que gana un peso, una multa de quin-
ce, diez o cinco pesos, puede ser calificada de ex-
cesiva porque la ley en el sentido que 10 propone
la Comisión así 10 aconseja, e inmediatamente la
autoridad federal ampararía a aquel individuo
contra atropellos o abusos de la autoridad ad-
ministrativa; cree, por 10 mismo, que está ya
suficientemente debatido el punto y que la Comi-
sión no merecerá las censuras de esta Asamblea,
si presenta el dictamen otra vez en el mismo
sentido, en la parte relativa.
PARLAMENTO 209
El Diputado Silva Herrera pide que as! co-
mo se hace a la autoridad una limitación para
la aplicación del arresto, igualmente se haga
para las multas, a fin de que éstas no vayan a
ser excesivas, dando con esto una arma terrihle
a los malos funcionarios.

N ada nuevo nos ha dicho el señor Diputa-


do Silva Herrera, porque no ha hecho más que
repetir las objeciones que ya se hicieron sobre
las cuales ha hablado ampliamente la Comisión.
Se nos pide que no se aprehenda a ningún in-
dividuo que incurra en una falta de policía;
se quiere que un individuo, cuando se sienta
culpable, vaya y se presente a la autoridad y
le diga: "Múltame," o vamos a tener tantos
policías, que cuando un individuo infrinja un
reglamento, el policía esté pendiente para darse
cuenta y calificar la falta en la calle, o irla a
calificar a su casa? Eso es pedir puro ide21ís-
mo. El ideal sería que llegáramos algún día a.
no necesitar que existiese ningún poder, el
Ejecutivo, el Legislativo, el Judicial, sino que
entre nosotros tuviéramos invívitos estos tres
poderes, y supiéramos en dónde comienzan
nuestras obligaciones y dónde terminan nues-
tros derechos; entonces habríamos llegado al
ideal, pero todavía, parece, no estamos ni con
mucho a la mitad de la carrera de ese ideal
soñado por el Sr. Silva Herrera. Yo suplico
a la H. Asamblea que ya no divaguemos más
sobre el particular y demos por terminado este
210 FRANCISCO J. MUGICA

asunto en la forma en que se ha hecho y pasemos


a la discusión de otro artículo.

Después de lo anterior, la Comisión retiró su


dictamen y la Asamblea pasó a la discusión de
otro articulo.
LA UNION INDOLATINA

Quiénes podrán ser Diputados?-EI discurso del General Múgi-


ca, en pro de los latinoamericanos.-Otros oradores del
pro y del contra.-Vuelve a hablar el General Múgica.-
Termina la discusión y se aprueba el dictamen.

La Segunda Comisión de Constitución señaló


en el proyecto del arto 55 cuáles deberían ser
los requisitos para ser Diputado, y entre ellos
el de ser ciudadano mexicano por nacimiento.
Contra el requisito de la nacionalidad por na-
cimiento, habló el señor General Múgica pro-
nunciando el siguiente discur.f!o:

Ciudadanos Diputados: De una manera in·-


directa, porque no es este el momento preciso
para discutir sobre la nacionalidad, sobre la
ciudadanía, mejor dicho, de los que debtmo,;
considerarnos como mexicanos, se presenta a la
discusión en esta tarde, uno de los puntos más
trascendentales que hemos de resolver en este
Congreso Constituyente.
Se trata, señores, de los requisitos que deben
reunir los ciudadanos mexicanos para poder
ser electos Diputados, y yo no vengo precisa-
212 FRANCISCO J. MUGICA

mente a concretar mi discurso sobre estos re·


quisitos; lo que voy a exponer, de una manera
amplia, tiene horizontes más lejanos.
Inténtase, con un criterio de patriotismo, muy
laudable por cierto, que todos los representan-
tes en nuestros Congresos, en ese poder que
significa la soberanía del pueblo, de una manera
muy esencial, sean mexicanos nacidos aquí,
creados aquí, educados en este suelo, para que
sepan profundamente amarlo. Muy bien, seño-
res Diputados; pero no debemos considerar la
cuestión de raza de una manera tan limitada,
porque en este asunto en que se trata del pa-
triotismo, también debe de entrar una cuestión
de raza.
En todas las naciones cultas, se acostumbra
aceptar como ciudadanos a aquellos individuos
que llenan ciertos requisitos, sin exigirles el
de nacimiento, y esto, ¿ por qué? Porque todos
los pueblos tienen el anhelo grandioso de hacer
que sus poblaciones crezcan para ser fuertes
y tratar de asimilarse a los elementos sanos
provenientes de otros países, con objeto de
encariñarlos más con la Patria en que viven.
N osotros, los mexicanos, que tenemos una
gran extensión superficial en el país, tenemos
indudablemente como una obligación atraer a
nuestro territorio algunas cantidades de hom-
bres útiles, de ciudadanos honrados que pue-
dan trabajar con empeño por la prosperidad d(
nuestro suelo.
PARLAMENTO 213

y este problema, que debe interesarnos, tiene


para nosotros indudablemente muchas fases y
una de ellas es la que puede presentarse bajo la
forma de inmigración, sin restricciones, que
hasta este momento ha venido ejercitándose en
México; así heIl1,0s tenido inmigración muy po-
co útil. ¿ A dónde debemos dirigir, pues, nues-
tros esfuerzos? Indudablemente que a la selec-
ción; pero no consiste la resolución de nuestro
problema únicamente en seleccionar la inmigra-
ción, sino que debemos provocar una corriente
fuerte y poderosa de individuos que cuadren
con nuestras ideas, que cuadren con nuestras
costumbres y que estén unidos a nosotros por
vínculos de sangre y de raza.
México, en la América del Norte, donde está
colocado, tiene hacia el Sur un amplio porvenir
y un amplio campo, porque es allí donde debe
buscar esa inmigración provechosa y profunda,
porque es ahí donde debe buscar su alianza na-
tural, porque es indudable que en aquellos luga-
res donde vive una población nueva e igual a la
nuestra, encontraremos afectos los mexicanos, y
encontraremos también decidido apoyo. Y por
esto, señores, al tratar de permitir sólo a los me-
xicanos nacidos en México la facultad o el dere-
cho de ser votados Diputados, se lesionan los
intereses comunes de la colectividad mexicana,
siendo éste el fundamento de mi impugnación
al dictamen de la Comisión; yo, señores, hubiera
querido que al tratarse de la nacionalidad, se
214 FRANCISCO J. MUGICA

hubiera debatido el asunto; pero se han antici-


pado los acontecimientos y es por lo que creo que
mi iniciativa no logrará el éxito que ambiciono.
Mas no importa, pues insistiré hasta conseguirlo.
Tenedlo en cuenta, señores, y no olvidéis que
nuestra Carta Fundamental debe procurar hacer-
nos fuertes en el interior y hacernos fuertes en
el exterior, ya que los pueblos libres no pueden
vivir sin relaciones internacionales. Los esfuer-
zos de este Congreso han tendido a darnos for-
taleza moral en el interior, arrebatándole al clero
la corruptora forma de la enseñanza para hacer-
nos conscientes, para hacernos amar los princi-
pios liberales, para hacernos amar los principios
progresistas, con objeto de crear una raza de
individuos que, instruídos en la verdad, 10 sean
también en principios sanos. De esta manera es
indudable que pronto tendremos una clase en
México que no piense en preocupaciones sino
en principios científicos, y de este modo el pro-
greso interior de México irá avante. Pero nos
queda la resolución de nuestro progreso exterior,
de nuestra fuerza exterior; necesitamos aliados
más allá de nuestras fronteras. ¿ Dónde debemos
buscar esos aliados? ¿ Será en el Norte? N o, in-
dudablemente que no. Será en el Sur; es allí don-
de están nuestros hel11lélnOS, porque es alií
donde viven generaciones de la misma raza in-
dia nuestra, aborigen, y es allí donde se mezcló
la misma raza española que hiciera nuestra con-
quista. De tal manera, que del Suchiatc para
PARLAMENTO 215

el Sur están nuestros aliados naturales, nues-


tros aliados más leales por todos conceptos.
¿ Pruebas? Lo hemos visto, señores. en es-
ta lucha en que el pueblo mexicélno se ha
empeñado; mientras al Norte hemos encontra-
do la obstrucciciJn, de mil maneras, para realizar
nuestras conquistas, mejor dicho, para .:::msolí-
darnos, allá en el Sur hemos encontrado amplio
apoyo en la opinión pública y aplausos que nos
alientan a seguir luchando; mientras que la Can-
cillería Americana nos manda a diario notas ame-
nazantes, las Cancillerías del Sur nos mandan
notas llenas de consuelo y llenas de aliento;
mientras que allá en el Norte se nos niega toda
clase de recursos y se los dan a nuestros enemi-
gos, en el Sur sienten con nosotros esos agra-
vios, en el Sur surgen alientos nuevos, se despier-
ta el espíritu de aquella raza que es hermana
nuestra y se inician movimientos populares para
estrechar los vínculos que deben estrechar a las
naciones del continente sud-americano con esta
nación mexicana que está a la vanguardia de
las necesidades y del progreso de toda la Amé-
rica latina. (Aplausos.)
Por eso, señores Diputados, no debemos ce-
rrarle en el artículo SS las puertas a esa raza
hermana nuestra; no temamos que en un mo-
mento dado tengamos un Presidente extran-
jero, no; ese argumento esgrimido por la Comi-
sión, que es muy patriótico y 4 ';(: revela el celo
por nuestra autonomía, no es convincente, porque
216 FRANCISCO J. MUGICA

ese caso no se dará indudablemente, aunque la


inmigración del Sur fuera muy grande en nues-
tro medio social, aun cuando los hombres que
viniesen de ella fuesen muy preclaros y muy
grandes, aunque todos los ciudadanos de la Amé-
rica del Sur y del Centro viniesen a México y
alguna vez merecieran nuestro voto para traer-
los a alguna Cámara de elección popular: ten-
dríamos en contra de ellos, para triunfar, para
arrebatarles la predilección entre un pueblo o en
un Congreso, la inmensa mayoría de los mexi-
canos. Que vengan hombres del Sur, no quie-
re decir que no haya hombres libres en México
que vayan también a las Cámaras populares
a abogar por los mismos principios. Además,
seilor('s Diputados, pensad que el deber del po-
der Legislativo es secundar patrióticamente los
deberes y la política del poder Ejecutivo, cuando
esa política tienda a levantar y robustecer a
nuestra patria y tenemos, señores, para pensar
en el sentido de mi discurso, el ejemplo del Pri-
mer Jefe del Poder Ejecutivo.
El Sr. Carranza ha iniciado, el primero en
América, una política en el exterior y en el inte-
rior verdaderamente digna, verdaderamente acer-
tada, fomentando nuestras relaciones en Sud-
América; porque como dije en un principio,
nuestros aliados naturales están más allá del
Suchiate. Hasta nuestros días, la política del
Gobierno de México se había encaminado siem-
pre a servir de una manera incondicional la
PARLAMENTO 217

política de los Estados Unidos, que se hacen


llamar protectores de América, declarando se
famosa Doctrina Monroe; y por eso, señores,
estábamos siempre atentos los mexicanos a cual-
quiera indicación de la Cancillería de Washing-
ton, para inclinárnos respetuosos y complacien-
tes ante sus demandas. El Sr. Carranza ha to-
rrado, desde el principio de esta revolución, esa
mala costumbre que redunda en perjuicio de la
soberanía de México; el Sr. Carranza, cuando
se inició esta revolución para derrocar a un
usurpador y restituir la dignidad en nuestras ins-
tituciones, inauguró también una política inter-
nacional digna y merecedora de todo nuestro
empeño y toda nuestra consideración. Yo lo ví,
allá en el Norte, resistiendo tenaz con 5US ca-
racterísticas de patriota, las insinuaciones de
los Estados Unidos cuando quisieron abrogarse
por sí y para sí, la representación de todos los
países del globo, con objeto de hacer reclama-
ciones a México por daños supuestos que pro-
ducía la revolución en intereses extranjeros; yo
10 vÍ en el caso Benton, imponiéndose a las teo-
rías de nuestros mismos estadistas revoluciona-
rios, cuando le aconsej aban ceder en beneficio
aparente de la revolución ante las demandas de
los Estados Unidos, que pretendían hacer recla-
maciones por el inglés. El Sr. Carranza se negó
rotundamente a aceptar el procedimien,to y de
su patriótica actitud, de su viril actitud, resultó
que Inglaterra mandase un enviado confidenci~!
218 FRANCISCO J. MUGICA

a tratar con el Primer Jefe. Después 10 ví, cuan·


do los Estados Unidos quisieron hacer repte-
sentaciones por los daños que sufrieron a1gun0s
españoles en sus intereses mal habidos, resistir
de la misma manera enérgica y patriota la in-
tromisión de los Estados Unidos y obligar él la
nación española a que nombrase un represen-
tante que pudiera tratar con el Primer Jefe de
la Revolución. Después, señores, 10 hemos visto
todos haciendo que nuestras relaciones en el Sur,
donde están nuestros hermanos de sangre, de
raza y de ideales, se fomenten, haciendo que
nuestras relaciones comerciales tomen el curso
de la América latina, haciendo que nuestras re-
laciones políticas se estrechen con esos pueblos
de nuestra habla y de nuestra sangre. Señores
Diputados, nosotros también, el Poder Legisla-
tivo Constituyente de la República Mexicana,
debemos dejar el aliciente a nuestros hermanos
del Sur de que pueden ser aquí en nuestro país,
representantes de uno de nuestros pueblos, re-
presentantes de alguna de nuestras regiones, por-
que es indudable que ellos, con nosotros, ven-
drán a la tribuna del parlamento a defender
los intereses de la raza latina, a defender el
progreso del país en que viven, porque sentirán
c<;m nosotros esos mismos ideales. (Aplausos.)
Ya sé, señores Diputados, que hay aquí en es-
ta asamblea muchos patriotas que rechazarán
esta teoría y yo les felicito por ello; yo no creo
que sean enemigos de estos principios mío:; p0r
PARLAMENTO 219

sistema; creo que lo serán simple y sencillamen-


te porque antes de pensar con el cerebro. antes
de razonar debidamente, antes de pensar que
esto es lo que conviene a nuestra encteble na-
cionalidad, piensan con su corazón, sienten con
sus afectos y dt! esa manera vendrán a atacar
el discurso que he pronunciado defendiendo Jos
ideales que proclamo. Muy bien, señores, pero
que conste que hay tendencias ya (,i1 nuestro
pueblo, en nuestro México, para estrechar IGS
vínculos que deben unirnos con esos hermanos
nuestros que nada más están en un lugar dis-
tinto del nuestro, pero que en realidad conside-
ran a toda la América como su patria. (Aplau-
sos.)
En pro del dictamen hablaron después 101:1
CC. Diputados Jara, de la Barrera, Monzón y
Nafarrate. Y para terminar la discusión, vol-
vi6 a hacer us'o de la palab~a el señor Gpneral
Múgica. Agotada la discusión, se procedi6 ¡~
votar el dictamen, que fue aprobado por la
mayoria.

El C. Múgica: Señores Diputados: las iJea..,


que se han despertado en contra del dictamen
de la Comisión, han tenido la virtud maravillo-
sa de agruparnos en torno de un movimiento
fervoroso de patriotismo; porque yo creo que
tanto los señores del contra como los del pro,
en este dictamen, están laborando por la pa-
tria, que todos deseamos verla grande, por más
que unos crean que esa grandeza deba obtenerse
220 FRANCISCO J. MUGICA

por medio del egoísmo llevado a su grado máxi-


mo. Porque no ha sido el egoísmo maligno, el
egoísmo reprobable, sino el egoísmo noble y
grandioso de los pueblos el que nos impulsa a
no admitir en nuestros parlamentos patrios a in-
dividuos que no hayan nacido en esta i:ierra
de nuestros grandes héroes. Señores, ya dije al
principio, cuando inicié esta cuestión, que yo
respeto esas ideas; porque creo que mis impug-
nadores no están obligados a pensar como yo. ni
como han opinado otros Diputados que han ha-
blado antes, pues sólo creo que todos venimos
aquí con el propósito de laborar por algún ideal.
Pero, ciudadanos Diputados, si los antecedentes
de días tormentosos que se han sucedido en el
seno de esta Cámara no hubiesen prevenido nues-
tros espíritus en contra del señor Diputado Mar-
tí, hoy la Cámara hubiese escuchado con toda
serenidad sus palabras, porque fueron palabras
de razón las qu€' ~rajo en pro de un ideal noble.
Yo quisiera que por un momento olvidásemos
esos rencores que se han suscitado entre nos-
otros y que pensásemos en los argumentos y en
las ideas que el señor Diputado Martí ha soste-
nido hoy con dignidad en esta tribuna, y digo
esto para hacerle justicia, porque otra vez dije
que el aludido sólo había venido a deshonrar
esta tribuna y desdorar su apellido; pues, efec-
tivamente, señores Diputados, sentimos el ideal
panamericano, el ideal indo-latino, el que nos ha
de hacer grandes en el exterior, porque tenemos
PARLAMENTO 221

necesidad de sostener relaciones con los pueblos


que están más allá de nuestras fronteras, y esas
relaciones están indicadas por todas las razones
que ya dije aquí, en el Sur, y de ninguna manera
en el Norte o en otra parte del mundo.
N uestra alianza, nuestra fuerza, está allí en
esos pueblos hermanos y allá debemos buscarla.
Los oradores del pro y del contra han dicho
que aceptan ese principio, que 10 quieren para
la patria; pero, señores, ¿ cómo 10 quieren, cuán-
do 10 quieren, pa ra cuándo 10 vamos a guardar?
Este es el momento oportuno de abrir las puer-
tas de nuestra patria, francamente, no sólo en
el terreno de los intereses, sino también en el
terreno político, a los que son nuestros herma-
nos de sangre, de raza y de ideales. Queremos
relaciones con los americanos del Centro y del
Sur y no queremos a un hijo de aquellas tierras
representando aquí a alguno ,de nuestros pue-
blos; queremos unirnos estrechamente, para ser
fuertes, a esos hombres que sienten nuestras
ofensas y viven con nuestros ideales, y no quere-
mos escucharlos en nuestros parlamentos en re-
presentación de un grupo de ~iudadanos que,
libremente, sin presión, por sus merecimientos
y en el terreno de la lucha política, hubiesen
conquistado la confianza de nuestros conciuda-
danos. Considero muy noble y grande ese deseo
de los mexicanos, de ser dentro de su país los
primeros y los únicos; muy bien; yo, cuando hu-
biese en mi Distrito, en mi Estado, en la Repú-
222 FRANCISCO J. MUGICA

blica, un hijo de América del Sur, de los que


más podemos querer, que me disputase un pues-
to, lucharía desesperadamente, pero con ar-
mas nobles; haría llegar hasta las más recóndi-
tas fibras de nuestros hermanos de terruño, la
idea de que yo sería el primero en velar por
sus intereses; pero eso no quita que respetara
los derechos de mi competidor. Es preciso que
abramos la puerta de la causa política; es preci-
so que un hijo de Uruguay, de El Salvador o de
Honduras, un hijo de la América del Sur o del
Centro, venga a este país de México y no sienta
que va a otra patria extraña, sino que sienta que
va a su propia patria, donde encontrará los
mismos dolores que combatir, los mismos ideales
a que aspirar, las mismas grandezas que expre-
sar y sentir, porque México será suficiente para
llenar los ideales de su alma, como lo sería su
propia Patria.
Así, señores Diputados, contribuiremos con
nuestra Carta Magna a esa grande obra que está
llevando a cabo el Sr. Carranza. Respecto a 10
que un Diputado manifestó desde su sitial, cuyo
nombre no pude saber, indicando que parecía que
se trataba de alguna combinación política, ma-
nifiesto que mi independencia de criterio y el
patriotismo de que he dado pruebas son suficien-
tes para llevar la confianza a aquellos que en
mala hora hubiesen pensado que se trataba de
un ardid político. No se trata más que de estre-
char los vínculos de raza que nos han de hacer
PARLAMENTO 223

fuertes; se trata de hacer grande a nuestra que-


rida patria, procurando darle fuerza en su in-
terior por medio de una administración honrada,
y en el exterior por medio de una alianza du-
radera que no tenga más que intereses comunes.
(Aplausos. )
CONTINUA LA DISCUSION
SOBRE
LOS REQUISITOS PARA SER DIPUTADO

Lo que expresaba el Dictamen de la Segunda Comisión.-Lo im-


pugna el General Múgica.
Otro de los requisitos que para ser Diputado
fijaba el proyecto de Constitución en la fracción
II del arto 55, era el tener 25 años cUIDJ)Hd09
el dia de la apertura de las sesiones de la
Cámara.
La Segunda Comisión, a quien tocó dictami-
nar sobre este punto, reform6 el Proyecto, fijan-
do la misma edad, cum.plida el dia de la elec-
ción del presunto Diputado.
El dictamen no aducia argumentos en apo-
yo de su innovación, pero al discutirse tomÓ' la
palabra el señor Diputado Méndez, quien fun-
dó y sostuvo el dictamen de la Comisión, de la
cual él formaba parte.
El discurso en contra del dictamen que pro-
nunció el señor General Múgica, fue el si-
guiente:
Respetable Asamblea:
Quiero hablaren contra del requisito de que
para ser Diputado se requiere ser mayor de 2S
226 FRANCISCO J. MUGICA

años de edad. El proyecto de Constitución, que


es el mismo que ha presentado la Comisión
con una ligera variante, señala la misma edad.
Como ustedes comprenderán, desde luego, no
vengo a defender intereses personales, porque
afortunadamente voy ya en los 33 de la vida;
pero sí, señores Diputados, vengo a defender
los fueros de la juventud.
¿ Cuál es la razón fundamental que existe para
exigir los 25 años cumplidos para ser Diputado?
¿Qué es 10 que se busca con eso de la edad? ¿ Se
exige la serieaad, la sabiduría, la sensatez, el
reposo y todas esas cualidades que indudable-
mente debe tener el representante de un pueblo?
Pues yo os digo, señores, y os lo puedo demos-
trar, que hay jóvenes de menos de 21 años que
son más serenos, más tranquilos y muchas veces
de mayor capacidad y mejor entendimiento que
los que han llegado a la mayor edad exigida.
¿ Por qué, pues, esta limitación a la juventud pa-
ra que tome parte activa en el funcionamiento
de nuestro Gobierno? ¿ Por qué razón se le quie-
re excluir de la representación nacional, así co-
mo del Poder Ejecutivo y del Poder Judicial? Yo
convengo en que para ser Jefe de Estado se ne-
cesite la edad madura, siquiera por la represen-
tación que debe tener la personalidad física que,
desgraciadamente, es indispensable adunar con la
seriedad y con la formalidad del puesto que se
representa; pero en el puesto de Diputado no
PARLAMENTO 227

encuentro absolutamente ninguna justificación a


esa limitación.
Por otra parte, nuestra Revolución actual nos
ha enseñado que quien ha seguido primero al
C. Primer Jefe, en esta lucha libertaria, ha sido
la juventud; nos ha enseñado también la histo-
ria que los hombres más audaces, los hombres
más grandes, los que han llevado a cabo las más
soberbias conquistas, 10 han hecho en el primer
período de su juventud. Alejandro, Pompeyo,
N apoleón y otros que no puedo citar porque no
soy erudito, pueden dar fe de 10 que estoy di-
ciendo.
La juventud va siempre en pos de un ideal;
las Cámaras populares no pueden representar
más que los ideales del pueblo; esa es su esencia
misma. Las Cámaras no son más que el pueblo
reducido a su más mínima expresión para poder
deliberar, para poder dar forma a sus aspira-
ciones sociales, para poder traducir el pensa-
miento popular. Y si el pueblo mismo es idealista,
si el pueblo es audaz, si el pueblo es resisten-
cia en un momento dado, si el pueblo es esa
fuerza que anima a las naciones y las hace ven-
cer las más grandes dificultades, ¿ por qué que-
remos quitar al pueblo, en su representación, el
elemento más adecuado, el más propicio para
alcanzar esos ideales?
Yo pido que no sigamos en este caso a la tra-
dición. Creo que no hay en todas las leyes consti-
tucionales, desde que nos hemos regido hasta la
228 FRANCISCO J. MUGICA

fecha, más que la gravitación que hoy queremos


poner en este mismo artículo.
He estado buscando hasta conseguirlo, algún
libro, y he encontrado que en la Constitución Es-
pañola se exigió esa edad para los Diputados;
que en la Constitución de 1824 se exigió la mis-
ma edad; que en la Constitución de 1836 se
exigían 30 años y en las leyes que se llama-
ron "Las siete leyes constitucionales," se exi-
gía esta misma edad. Yo creo que esa diferen-
cia se registra en todas las legislaturas de los
Estados Soberanos, en los cuales podremos en-
contrarnos más o menos el mismo requisito, y
pienso que sólo por inercia existe entre nos-
otros esta preocupación, de que para ser {un·
cionario público, para servir cualquier puesto de
autoridad, se necesita cierta edad.
Señores, estamos en los tiempos de la verdad;
hemos visto que en la juventud es donde se en-
cuentran mejores cualidades que demandan los
modernos sistemas de Gobierno, y yo os suplico
que nos quitemos este sambenito de la tradición
y que le abramos las puertas francas a la juven-
tud para que venga a las Cámaras populares a
darnos leye".
Por otra parte, nuestra misma Constitución,
este misma proyecto que discutimos, nos traerá
dentro de poco un artículo que dice que el hom-
bre es ciudadano desde los 21 años. En este caso,
hay una contradicción; ser ciudadano es tener
todos los derechos de ciudadano; poder votar,
PARLAMENTO 229

ser votado; eso constituye la esencia de la ciu-


dadanía, y si nosotros vamos a mutilar ese dere-
cho en el articulo a discusión, entonces es bueno
declarar en el artículo relativo, que a los 21 años
no se es más que mayor de edad, pero no se es
ciudadano. Una obligación trae el correlativo
derecho. Ayer, que discutíamos la fracción III
de este artículo, alguno de los oradores dijo qt",e
en las razones que exponían los constituyentes
de 1857, al tratar este asunto, se citaba 1::1. fal-
ta de lógica, la falta de consecuencia que había
entre dar al hombre, al joven de 21 años el de-
recho de votar y quitarle el derecho de ser vetado.
Esto es una inconsecuencia manifiesta. Por otra
parte, creo que el asunto no reviste gravedad.
Creo (lne no es necesario un gran debate para
hacer esta reforma en nuestra Constitución,
que no es más que un honor a la justicia y un
h(1nor a la juventud, que en los momentos difí-
ciles para la patria ha respondido siempre con
vigor a su llamado; ha respondido siempre llena
de entusiasmo y de energía sin necesi¿ad de la
edad madura y sin necesidad de ostentar en su
frente las arrugas de los años.
Por tanto, señores Diputados, haciendo honor
él, la juventud revolucionaria, principalmente a

la de 1913, os pido que votéis en contra del ar-


tículo, o que roguemos a la Comisión que lo retire,
pre.sentándolo nuevamente ante vosotros con esa
enmienda, que significa un homenaje de alta
justicia.
EL BANCO UNICO

El Dictamen sobre el art.28.-Hablan en pro y en contra del


proyecto de Ley.-I1ustra a la Asamblea el señor Subsecre-
tario de Hacienda.-Habla el Sr. Gral. Múgica.-Notas com-
plementarias.
Contiene el arto 28 constitucional tres prin-
cipales partes: la prohibición de los monopo-
lios; el castigo del acaparamiento, como una
consecuencia de lo anterior y la expresión de
que no constituyen monopolios las asociaciones
de productores.
En su primera parte, y después de excep-
tuar la acuñación de moneda, correos, etc., ex-
ceptúa también la emisión de billetes por me·
dio, dice, de un soZo Banco que controlará eZ
Gobierno Nacional.
Abierto el debate, los oradores hacen uso de
la palabra; Von Versen, para atacar el que se
castigue la concentración o acaparamiento, que,
según él, lesiona el derecho de los obreros. Jara
defiende el dictamen de la Comisión replican-
do a Von Versen. Lizardi ataca la instituci6n
del Ba:nco Unico; el señor Diputado Nieto
hace una exposición de este asunto; contestan-
do, además, las preguntas formuladas por va-
rios ciudadanos representantes.
232 FRANCISCO J. MUGICA

El señor General Múgica, como Presidente


de la Comisión de Constitución, hace uso de
la palabra a nombre de ésta, produciéndose
de la siguiente manera:

Señores Diputados:
Parece que la generalidad del princlplO que
entraña el artículo a debate, no tiene impugna-
ción; simple y sencillamente se ha versado so-
bre la cuestión del Banco, que se pretende esta-
blecer, así como sobre algunas dudas que han
tenido los obreros, con respecto a los derechos
de ellos mismos. En cuanto al problelllé:. sobre
la cuestión de las asociaciones de productores,
que el Sr. Palavicini ha llamado monopolios. voy
a tener el honor de manifestar a la Asamblea
los principios que la Comisión tuvo en cuenta
para dictaminar en la forma en que 10 hizo.
La cuestión del Banco, cuyo tecnicismo se aca-
ba ya de debatir ampliamente y que, además,
consta en la iniciativa presentada por el mismo
Sr. Nieto, Subsecretario de Hacienda, no será
motivo de mi palabra; me voy a ocupar simple
y sencillamente en hacer penetrar al ánimo de
la Asamblea, el resultado favorable que la ins-
titución de este Banco Unico de Emisión tendrá
para el porvenir de la nación mexicana.
Pero antes de entrar en esta materia, haré
una aclaración que contestará la interrogación
que hace el Diputado Espinosa y contestó el se-
ñor Diputado Recio. Se asentó aquí la aserción
de que se trataba de un Banco de Estado fu n-
PARLAMENTO 233

dado con fondos del Estado; no se trata de un


Banco propiamente del Estado; se trata de
un Banco único de emisión, controlado por el
Gobierno. Voy, pues, a hablar sobre las observa-
ciones que yo he hecho sobre el particular acer-
ca de estas instituciones. Esta opinión que yu
tengo no es de ahora, no la he traído al calor
de la iniciativa del Sr. Nieto, ni tampoco por··
que es la que trae el señor Subsecretario de Ha-
cienda; no, señores; desde que nuestras fuerzas
entraron a Tampico quedé al frente de las ofici-
nas públicas del Gobierno Federal, con objeto
de reorganizarlas; entonces, D. Felícitos Villa-
rreal, que era el Subsecretario de Hacienda,fue
a ver, enviado por el Primer Jefe, en qué cúndi-
ciones estaban aquellas oficinas; y en una con-
ferencia que tuve con este señor sobre el particu-
lar, le decía que considerando que ya la
revolución controlaba el país (porque las fuer-
zas de la benemérita División del Noroeste ha-
bían ocupado Guadalajara y marchaban hacia
esta plaza, la División del Norte había también
vencido en Zacatecas, la División del General
González ocupaba Tampico, teniendo las avan-
zadas del Ejército en San Luis Potosí), consi-
deraba que la cuestión militar estaba completa-
mente dominada, que habíamos vencido al
enemigo; pero consideraba también que para
que ese triunfo tuviese una correspondencia in-
mediata con los demás problemas de la revolu-
ción, era indispensable resolver el problema
2~4 FRANCISCO J. MUGICA

económico. ¿ De qué manera? Mis ideas eran


enteramente radicales; no sé si serán buenas o
malas, pero eran éstas: que el Gobierno, valién-
dose de la misma ley en vigor, hiciese que los
Bancos se declarasen en liquidación, en el su-
puesto que era público y notorio que los más
fuertes Bancos del país estaban quebrados por
las emisiones ilícitas a que los había obligado
el Gobierno de Huerta; que estando esos Ban-
cos en liquidación, indudablemente vendría la
quiebra forzosa e ineludible; que, en mi con-
cepto, el Gobierno debía, en ese caso, para ga-
rantizar los intereses privados, hacerse cargo del
activo y pasivo de los Bancos, recibiendo asimis-
mo la cartera de los mismos, que era la propie-
dad nacional hipotecada en favor de ellos, y de
esta manera afrontar la situación.
Creí, y aun sigo creyendo, que en esa época
hubiera sido ésta la verdadera resolución; los
acontecimientos posteriores, la incautación de
los Bancos, me han dado la razón. Los Bancos
debieron haber desaparecido desde el momento
mismo en que tomamos la capital de la Repú-
blica, y de esta manera no habríamos tenido
el triste espectáculo de que con nuestro papel
moneda, emisión de Veracruz, que los mismos
Bancos despreciaban, estaban ellos redimiendo
su papel y sacándolo por la Aduana de Vera-
cruz, para llevarlo a Estados Unidos e incine-
rarlo, porque no creo que 10 hayan llevado al
Banco Nacional y al Banco de Londres, para
PARLAMENTO 235

hacerlo circular allí; era para destruirlo con


objeto de que las reservas vinieran a nivelar sus
balanzas desequilibradas por las emisiones for-
zosas.
Pues bien, señores, esta circunstancia y esta
observación con las cuales ocurrí al mismo señor
Lic. Cabrera y al Sr. Nieto que está aquí pre-
sente, me hicieron ver perfectamente y 10 vió
más tarde todo el país, que los Bancos, una vez
reforzados en su funcionamiento por la clausura
de los establecimientos, una vez recogido mu-
cho de su papel emitido, estaban en condiciones
de hacerle la guerra al Gobierno constituciona--
lista y de hecho se la hicieron. Se ha lanzado
la emisión de papel infalsificable y en los Bancos
es donde hemos tenido el primer enemigo; el
Gobierno ofreció en garantía un depósito para
hacer circular estos billetes con la debida con-
fianza, y es público y notorio que los Bancos en
México acaparan las existencias en metálico para
hacer que de esa manera desapareciera el dine-
ro y los billetes vinieran abajo. Yo recuerdo
que una vez, estando aquí el Primer Jefe, el
Banco Nacional se propuso hacer bajar el pa-
pel, de cuatro puntos a que había subido, a dos,
y 10 logró, no obstante el esfuerzo heroico que
se hizo de sostener el cambio de los billetes
conforme a la base que había puesto de garan-
tía y esto, ¿ por qué, señores? Porque el capital
tiene que ser un enemigo necesario de los mo-
vimientos revolucionarios de principios, cuando
236 FRANCISCO J. MUGICA

estos movimientos revolucionarios tienen por


norma la nivelación relativa entre el capital y
el trabajo; la resolución de los grandes proble-
mas sociales que están precisamente vinculados
con los privi1gios de las clases altas. Y, de esta
manera, con esta impresión he recibido yo por
mi parte, en el seno de la Comisión, la iniciativa
laudable de establecer un solo Banco de emisión.
Veo, pues, en el establecimiento de este Banco
controlado por el Gobierno, algo muy inmedia-
to: la muerte de los demás Bancos que .son ene-
migos jurados del pueblo mexicano. Enemigos
porque hemos visto que todos los Bancos, fun-
cionando en la República, ya no tratando de
combatir a la revolución, sino con la intención
de favorecer al propietario, hicieron operacio-
nes desastrosas y produjeron la ruina de los
hombres más acaudalados en unos cuantos me-
ses. La población de donde soy hijo, es eminen-
temente rica y próspera en su agricultura; su
valle nunca tiene invierno; está en completa y
perpetua primavera; es el valle de Zamora, del
Estado de Michoacán. Pues bien; en dos meses,
por el año de 1906, me parece, se establecie-
ron tres agencias de Bancos; del de Jalisco, del
de Guana j uato y del Nacional; agencias en toda
forma, con edificios muy lujosos, con un perso-
nal de empleados elegantes y correctos, y, se-
ñores Diputados, después de un año había como
veinte ricos, de aquellos ricos que se considera-
ban omnipotentes, en la ruina más completa;
PARLA M EN'l'O 237

todas sus propiedades estaban hipotecadas a fa-


vor de los Bancos y convertidas en manos muer-
tas, porque en poder de los Bancos nada produ-
cían. Otra combinación de los Bancos, que debe
hacerlos odiosos, es precisamente su modo mismo
de funcionar; conste que no he conocido a fon-
do su funcionamiento, pero he visto uno que otro
ejemplo que me ha dado motivo para esta ob-·
servación. Cuando algún propietario había reci-
bido cantidades de un Banco y temía no pagar
al plazo, porque lo primero que hacían los ban-
queros era invitar a los propietarios, dándoles
muchas facilidades para obtener un préstamo
mediante una hipoteca ruinosa y compromete-
dora a un plazo corto, le hacían la promesa de
que al vencimiento era muy sencillo obtener otra
espera con nuevo tipo de interés. Pues bien,
señores, allí es donde estaba el "intríngulis" de
la ruina de todos los propietarios. Sucedía así: se
llegaba el primer plazo y entonces los gerentes
decían: yo no puedo hacer nada sin el Consejo
de Administración; se ocurría al Consejo y en-
tonces tenía necesidad el propietario, para si-
quiera gozar unos meses más de su fortuna,
de sacrificar la mitad de 10 que le volvía a pres-
tar el Banco para sobornar a los miembros del
Consejo a fin de que le diesen nuevo préstamo
para cubrir el primero, pero con un rédito más
ruinoso. Este ha sido el funcionamiento de los
Bancos; creo que en esta Asamblea hay hom-
bres de negocios que saben indudablemente me-
238 FRANCISCO J. MUGICA
-------

jor que yo cómo funcionaron esos Bancos y có-


mo arruinaron al país. ¿ Y los vamos a dejar en
pie? N o, señores; establezcamos de una vez en
la Constitución el Banco Unico que beneficiará
a la N ación y que evitará, sobre todo, que en el
mismo Gobierno se tramen combinaciones que
pudieran resultar en beneficio de los banqueros
y en perjuicio del país.
Con respecto a las dudas que ha venido a pro-
mover a esta tribuna el señor Diputado Von
Versen, nosotros hemos entendido esto en la
redacción del proyecto del Primer Jefe, que, co-
mo ustedes ven, en parte es la misma, excep-
tuando lo de los Bancos. Esas reuniones de pro-
ductores para protegerse, comprendida en esta
parte que les voy a leer, es enteramente la mis-
ma del proyecto del Primer Jefe:
"En consecuencia, la ley castigará severamen-
te y las autoridades perseguirán con eficacia toda
concentración o acaparamiento, en una o pocas
manos, de artículos de consumo necesario, con el
objeto de obtener el alza en los precios, todo acto
o procedimiento que evite o tienda a evitar la
libre concurrencia en la producción, industria o
comercio, o servicios al público; todo acuerdo
o combinación, de cualquier manera que se ha-
ga, de productores, industriales, comerciantes y
empresarios de transporte o de algún otro ser-
vicio, para evitar la competencia entre sí y
obligar a los consumidores a pagar precios exa-
gerados; y, en general, todo lo que constituya
PARLAMENTO 239

una ventaja exclusiva e indebida a favor de una


o varias personas determinadas y con perjuicio
del público en general o de determinada clase
social."
Nosotros hemos entendido esto: que la pala-
bra: "concurrencia" no es otra cosa que la com-
petencia; que la competencia debe ser libre, tan-
to en la producción, como en la industria, el
comercio y los servidores públicos. Si este debate
pudiese alargarse un poco más, y efectivamente
estuviera en el sentir de las personas de esta
Asamblea el deseo de dar garantías a la clase
obrera, yo creo que la Comisión no tendría in-
conveniente en reformar o aclarar estos con-
ceptos a debate, para que no hubiera ninguna
dificultad. En cuanto al último párrafo que pone
la Comisión, debo advertir, en primer lugar,
que la Comisión se propuso presentar los nego-
cios que contiene a la consideración de la Cámara
con el mismo propósito que ha tenido, siempre
que añade alguna reforma, aunque ésta no sea
de puro interés general, pero sobre el particu-
lar, me voy a permitir informar a esta Asam-
blea.
N o sé a fondo, cómo funciona la Comisión
Reguladora del Henequén; creo que la dipu-
tación de Yucatán nos dirá con precisión, con
detalle, su funcionamiento, yeso será precisa-
mente lo que venga a determinar la suerte que
corra esta adición. El henequén es una fibra
que, como ustedes saben, se producía única y
240 FRANCISCO J. MUGICA

exclusivamente en Yucatán; hoy se produce tam-


bién en Campeche. Es una fibra que las indus-
trias establecidas en Estados Unidos consumen
en su totalidad; siendo muy apreciada por di-
chas industrias extranjeras, debido a la diversi-
dad de aplicaciones que tiene.
y de tal manera es importante la demanda
que el henequén ha tenido siempre, que ha
venido a constituir un trust, desde un principio
en Yucatán. Sucedió que antes de la revolución,
este monopolio estaba en manos de extranje-
ros y ahora se encuentra en manos del capital
nacional.
La diputación de Yucatán vendrá, pues, a es-
clarecer este asunto, diciéndonos si por la natu-
raleza misma de esa mercancía es indispensable
que se venga a la guerra de competencia, y si,
debiendo existir la concurrencia de capitales pa-
ra acaparar dicho artículo, sería preferible que
éstos fueran nacionales y no extranjeros. Este
será el primer punto a debate.
Mas, como en la forma en que se encuentra
redactado el artículo a discusión, pudiera creerse
que perjudicaría a los productores del Estado de
Tabasco, voy a permitirme explicar a la H. Asam-
blea que me escucha, lo que hay sobre ese parti-
cular.
El Estado de Tabasco, como dije el otro día,
tiene un inconveniente gravísimo para su des-
envolvimiento fundamentalmente agrícola y es
el estado en que se encuentra la barra de Fron-
PARLAMENTO 241

tera. Pero dejemos esto, que es otro problema:


supongamos que está abierta la barra y que pue-
den entrar los grandes buques por el Usumacinta
hasta T enosique, que son como cuatro kilóme-
tros, o por el Grijalva, que pueden llegar hasta
más arriba de la capital del Estado a un lugar
que se llama la Majahua. Pues bien, señores, en
estos momentos hay allí tres compañías ameri-
canas que explotan los productores del roatán.
Primero 10 pagaban a diez centavos oro; ahora,
que la revolución empieza a favorecer un poco
los intereses nacionales, esas compañías vieron
que deben aumentar el precio del plátano, porque
es de muy buena calidad; y, además, está muy
cerca de los Estados Unidos, por 10 que han esta-
blecido difetentes precios, desde diez hasta veinti-
cinco centavos oro, por racimo, según el número
de gajos que tiene cada racimo de plátano; y, se-
ñores Diputados, es tan asombroso este negocio,
que los barcos plataneros que van de Estados
Unidos a Tabasco, fondean a una distancia co-
mo de cuatro kilómetros, mar adentro, porque,
como dije, no pueden cruzar la barra del río en
su desembocadura; fondean lejos y les pagaban
a los trabajadores que hacían el trabajo de alijo,
es decir, la carga del buque, dos pesos por hora,
y en la noche les pagaban doble cuota papel in-
falsificable (risas); después, tienen que mante-
ner una flota de lanchas de gasolina, que remon-
tan los ríos hasta las partes más lejanas y
después salen al mar remolcando chalanes has-
242 FRANCISCO J. MUmCA

ta el costado de los buques, 10 cual es muy peli-


groso para esas embarcaciones, que frecuente-
mente se pierden. Sucede a veces que cuando
está el barco a medio cargar viene un norte, y
entonces el trabajo es imposible por la marejada
tan fuerte; se suspenden los trabajos de carga,
y como el barco no puede hacer un viaje con
media carga, se ve obligado a botar la fruta al
mar, perdiéndose aquella infinidad de plátanos
en las playas de la barra de Frontera; y, sin em-
bargo, las compañías americanas han hecho for-
tuna. Ahora, yo pregunto: si los productores de
Tabasco se unieran, no para comprar los pro-
ductores en grande a los productores en peque-
ño, sino para hacer lo que actualmente hace la
Reguladora del Henequén, que almacena su fibra
cuando el precio en Estados Unidos, donde se
consume, está a bajo tipo por el capricho de los
industriales o por exceso de materia prima, con-
servándola allí para que los productores no se
vean obligados a mal venderla, supuesto que
se les facilita dinero con un pequeño interés, y de
esta manera venden en los mercados de Estados
Unidos su producto, a la hora de la crisis, a
como quiera el vendedor, y así obtienen cuantio-
so beneficio. Digo yo: si los plataneros de Ta-
basco hiciesen esta combinación, creo que sería
deber del Gobierno proteger esa clase de asocia-
ciones de productores, ya que lo que producen
no tiene un amplio mercado en México, y su-
puesto que ese monopolio, si lo constituyeran los
PARLAMENTO 243

productores, no vendría en perjuicio de los con-


sumidores mexicanos, sino que sería simplemen-
te una defensa contra el capital venido del
exterior. (Aplausos.)

Martínez Escobar pregunta al General Múgi-


ca qué entiende la Comisión por "controlar,"
en lo que se refiere al Banco Unico y a su de-
pendencia del Estado.

El C. Múgica: Parece que el punto está bien


definido en el Código de Comercio, y en los prin-
cipios generales mercantiles. El control de una
empresa significa poseer la mitad más una de
las acciones cuando menos que representan el
capital, y, naturalmente, de allí el decirse: "po-
see el control de la Administración." Porque un
individuo que posee la mitad más una de las
acciones, tiene tantos derechos cuantas son las
acciones que representa. En las sociedades anó-
nimas, como será la que se discute (supuesto
que un Banco tiene que ser una sociedad anóni-
ma), puede el Gobierno reservarse el control de
las acciones y de esta manera, al constituirse el
Consejo de Administración, será el poseedor de
la mayoría de acciones quien elija el Consejo
de Administración, y como parece que éste (el
Consejo), es el que tiene que nombrar al Geren-
te, aunque no estoy perfectamente seguro sobre
el particular, resulta que el Gobierno podrá de-
terminar el personal de dicha administración. Es
el concepto; no sé si estaré equivocado.
244 FRA.NCI8CO J. MUmCA

La discusión sobre este mismo asunto con-


tinuó en la sesión del siguiente dia, aprobán-
dose en definitiva, el Proyecto de la Comisión
con una adición que se creyó oportuno hacerle.
EL ANTIALCOHOLISMO

El dictamen de la Comisi6n.-EI debate.-EI Gral. Múgica de-


fiende el dictamen.

Dió margen a uno de los debates má.s in-


teresantes del Constituyente, la discusión de
las adiciones al art. 117, que presentaron a
aquella H. Asamblea setenta y un ciudadanos
Diputados.
En dichas adiciones se pedla que en el Dis-
trito Federal, Territorios y Estados, se prohi-
biera siempre: elaboración y venta del pul-
que, lo mismo que la fanricación de alcohol o
su importación para la elaboración de bebidas
embriagantes. Los juegos de azar, los toros, pe-
leas de gallos y otras diversiones de esta ín-
dole. Finalmente, la venta de drogas perjudi-
ciales a la salud o degenerantes de la esp.~cie.
Puestas a discusión las adiciones expresa-
das, hicieron uso en contra de ellas los seño-
res Diputados Rodríguez, Martí y Ugarte y pa-
ra sostenerlas los Diputados Andrade, Alonso
Romero y Múgica.

El C. Múgica : Ya no firmemos la Constitución,


señores Diputados; mañana nos vamos cada
246 FRANCISCO J. MUGICA

quien a nuestros negocios habituales. ¿ Por qué?


dirán ustedes; porque para nada sirven las leyes,
puesto que son letra muerta en todos los países,
principalmente en México, cuando tratan de
oponerse a intereses creados y cuando tratan
de impugnar costumbres arraigadas en nuestro
medio social. Eso es, poco más o menos, lo que
acaban de decir los señores Diputados Martí y
Rodríguez, al venir a hablar a esta tribuna en
defensa de las bebidas embriagantes. Yo, seño-
res, por si acaso nos fuésemos de aquí sin fir-
mar la Constitución y sin que diésemos cima a
nuestros trabajos, deseo que se consigne en
nuestra Carta Magna esta prohibición, porque
los preceptos se consignan en las Constitucio-
nes de los pueblos son los únicos que de al-
guna manera tienen vida perdurable. Las le-
gislaciones que se hacen ordinariamente para
corregir males, están sujetas a muchísimos con-
tratiempos; por ejemplo, la ley que nos propu-
so el señor Diputado Rodríguez, como evolutiva,
tiene todos estos inconvenientes: el primero, es-
tar sujeta a la evolución natural de las cosas, es
decir, tardía en sus resultados; el segundo, no
ser perdurable, porque muy bien pudieran en-
trar en juego los grandes intereses vinculados
con las fábricas de alcoholes, y dar al traste
con una disposición legal, por buena y hono-
rable que fuese, aunque la diera el Consejo Su-
pericr de Salubridad, y aunque allí hubiera
hombres muy honrados, y una prueba de esto
PARLAMENTO
~~~~~~~~~
247

estará en la respuesta a la interpelación, que le


voy a hacer al señor Dr. Rodríguez. (Dirigiéndo-
se al Sr. Rodríguez.) ¿ Cuánto le -ofrecían a us-
ted los fabricantes de pulque, sólo porque no se
opusiera a la introducción?
-El C. Rodríguez: Cuatrocientos mil pesos
plata, a mí solo.

-El C. Múgica; al mismo Dr. Rodríguez: ¿ Se


acercaron los dueños de plantaciones de maguey
a usted, ahora que se trataba de permitir la venta
de pulque en México, a suplicarle que no se per-
mitiese la venta de pulque, porque ya venían
las maquinarias para instalar dos o tres fábricas
para elaborar la fibra del maguey y la pulpa; se
acercaron para suplicarle que viera al Primer Je-
fe, con el objeto de que no permtiera la fabrica-
ción de pulque, porque ya venían en camino las
grandes maquinarias?
El C. Rodrtguez: Es cierto; pero no lo hice
porque ya era tarde cuando quise acercarme
al C. Primer Jefe.
El C. Múgica: Los argumentos de hecho, los
argumentos prácticos, esos que se acaban de adu-
cir, son los que debiéramos hacer valer en esta
tribuna, no las teorías que no tienen valor; yo
creo, señores, por las razones que hemos tenido
del Sr. Dr. Rodríguez, que con esa ley salvadora,
con esa ley honrada, se garantizaría la felicidad
de nuestro pueblo y el progreso de nuestro país
y que pudieran ser muy bien dictadas, segura-
248 FRANCISCO J. MUGICA

mente que serían dictadas, mientras que el Pri-


mer Jefe permanezca en el poder, con esas gran-
dísimas y omnímodas facultades que le acabamos
de dar al Consejo Superior de Salubridad,
y entonces, señores, no habríamos hecho más
que esto: dar con las facultades omnímodas que
le concedimos al Consejo Superior de Salubridad
la facilidad a unos cuantos miembros de él para
hacerse inmensamente ricos. Ya véis, señores,
la ruina del país: la cuestión económica que se
nos presenta aquí llena de inconvenientes, di-
ciendo que .se priva al Erario de una fuente de
recursos al cerrarse las fábricas de mezcal y
tequila en Jalisco, en San Luis Potosí, en Za-
catecas y en otras muchas regiones del país; pues
no es cierto: todas esas fábricas de alcoholes, se-
gún se demuestra con las estadísticas hacenda-
rias, producen muy poco dinero a la República:
no son un recurso cuya falta pueda producir un
desequilibrio en los presupuestos. Por otra par-
te, también los impuestos ....
El C. Rodríguez, interrumpiendo: A prop6-
sito de lo que dice el Diputado Múgica, creo
que el Sr. Perusqufa, que sabe perfectamente
lo que estos impuestos producen al Gobierno,
nos puede informar.
El C. Perusqufa: Con permiso de la Presi-
dencia, tengo el honor de informar que, en los
actuales momentos, los impuestos a la venta
del pulque producen la suma de cuatro mi-
llones de pesos.
El C. Múgica: Muy bien; concedido que sean

íl
"
PARLAM.ENTO 249

cuatro millones o que sean muchos más; pero,


¿ cuántos millones de pesos gasta la N ación man-
teniendo ebrios en las cárceles y enfermos en los
hospitales, cuyos males los ha originado el uso
excesivo del alcohol? El señor Diputado Rodrí-
guez, cuando hablaba de su iniciativa, leyó una
estadística para sostener las facultades que pedía
se otorgasen al Consejo Superior de Salubridad.
y entonces nos decía: "¿ Cuántos miles de pesos
se han economizado en México con sólo la su-
presión temporal en unos cuantos días de la ven-
ta de pluque?" Vuelvo a mi discurso, diciendo a
ustedes que dichos impuestos también son de-
fraudados; los impuestos, decían los impugna-
dores de esta idea, son una fuente de riqueza
para el Gobierno, y el principal medio de sub-
sistencia de que dispone el Poder Público; de allí
es de donde recibe un auxilio, el más impor-
tante. Pues, señores, recuerdo sobre este par-
ticular aquel ruidosísimo proceso seguido en con-
tra de la Compañía Pulquera de México, cuando
se le descubrieron todos los contrabandos de
introducción de pulque que estaba efectuando y
por cuyos contrabandos, que eran en grandísima
escala, no pagaba ni un solo centavo al fisco.
Esto mismo sucedería si viniéramos a agravar,
como proponían los impugnadores de esta idea,
el pulque y el alcohol que se expende en las
cantinas; pues entonces, de la misma manera
que se hiciera la prohibición que nos proponía-
mos de la venta de pulque y de la elaboración
250 FRANCISCO .T. MUGICA

de alcohol, no atendiendo a los argumentos que


nos han señalado los señores, diciendo que cada
individuo sería una cantina ambulante, yo, con-
tra esos argumentos, esgrimo el de que esas pro-
ducciones y esas ventas inmorales de vinos, son
nocivas y perjudiciales para el pueblo mexicano;
porque entonces, señores, los expendedores que
se vieran arruinados en sus intereses bastardos,
en sus ambiciones de ganancias y que han hecho
grandes fortunas, apelarían al contrabando en
otra forma distinta: entonces no sería cada ciu-
dadano una· cuba llena de pulque o una cantina;
no, señores; entonces se introduciría el pulque a
México como antiguamente, entonces se introdu-
cirían muchos millares de toneles a México, sin
pagar ni un centavo. Por otra parte, señores, ¿ qué
vamos a hacer con todas esas disposiciones salva-
doras que ha dictado la Revolución con el sable -en
la mano en muchas regiones del país? ¿ Las vamos
a dejar, como decía el Sr. Lic. Macías, como el
alma de Garibaldi? ¿ Qué haría Yucatán, qué ha-
ría Sonora, donde no se expenden bebidas em-
briagantes ? En Sonora no se expende ni siquiera
cerveza; en Yucatán no se expende una sola
gota de alcohol. ¿ Qué haría con esas disposicio-
nes la Revolución; las dejaría en ridículo; serían
solamente para el tiempo en que el sable está
imperando y no para cuando impere la ley ? Yo
creo, señores Diputados, que en este Congreso
Constituyente tenemos la obligación de conso-
PARLAMENTO 251

lidar en forma lógica, todas aquellas disposicio-


nes que ha dictado la Revolución y que se han
implantado con muy buenos resultados para el
pueblo en esas regiones; en el Estado de Tabasco,
de donde es el Sr. Palavicini~ quien puede dar
fe de estas palabras, se acostumbraba darles a los
peones, todas las tardes, una copa de aguardien-
te, y no solamente a los adultos se les daba,
sino también,se les daba a los niños menores de
seis años. En Yucatán, se ejercitó el mismo me-
dio para hacer degenerar a la gente del pueblo,
a la raza mestiza, y en otras regiones del país lo
mismo; tal vez ustedes saben que una de las car-
comas mayores que hemos tenido en México es
el vicio de la embriaguez. No creemos que vamos
a solucionar de una sola plumada este gravísimo
problema social, pero sí creemos que debemos
dictar medidas radicales y no esperar a que la
evolución, a que la educación, vengan poco a po-
co remediando este mal; debemos una vez por
todas empuñar la lanza, ponerla en ristre y aco-
meter contra esas fábricas que no son molinos de
viento, sino efectivamente, unos grandes enemi-
gos de la raza mexicana. (Aplausos.) Un Dipu-
tado por Sinaloa me decía que en su Estado está
prohibida la elaboración y la venta de alcoholes
procedentes del maguey, y que los brazos que an-
tes se ocupaban en laborar venenos para sus con-
géneres y para ellos mismos, ahora están dedi-
cados a la agricultura a fin de producir cereales;
y que, a pesar del mayor contingente que aho-
252 FRANCISCO J. MUGICA

ra cuida de la tierra para producir el sustento,


aun faltan brazos que hagan producir a aquella
tierra propicia, todos los frutos de que es capaz.
¿ Qué quiere decir esto? En Sonora, según me 10
decía un Diputado de allí, está prohibida también
la venta de bebidas embriagantes y no por esto
han menguado los tributos; antes bien, las rentas
municipales han ido en auge, y no sólo eso, sino
que se ha implantado una caja de ahorros donde
los obreros, que antes, por sus vicios, no tenían
un centavo, hoy clJentan con el principio de una
pequeña fortuna. ¿ Qué quiere decir esto? ¿ Se
trata, acaso, de lirismos? N o; son hechos prác-
ticos que deben penetrar a vuestra considera-
ción para que resolváis, como es debido, el gra-
vísimo problema que ahora se debate y el que
impugna, afortunadamente, un grupo reducido
de representantes en esta Asamblea. ¿ Y quié-
nes s~rían los adversarios de esta ley prohibiti-
va en el campo de la práctica? Indudablemente
los fabricantes de alcohol, que siempre han sido
adversarios del Gobierno, defraudándole cuan-
tas veces han podido los tributos que legítima-
mente le corresponden por ese capítulo; serían
ellos los eternos enemigos del pueblo a quien
venden, no alcohol puro, sino venenoso, hecho
químicamente, como sucede con el alcohol de
maíz, que no sólo produce la embriaguez, sino
acarrea muy serios trastornos en los intestinos.
Ellos, señores, serían nuestros enemigos, y la
Revolución, para dictar esta ley, no va a tener
PARLA.MENTO 253

en cuenta esos enemigos, como decía el primer


orador que habló en pro de la idea; la Revolución
no debe temer una ruina que la misma ha pro-
ducido para bien del pueblo mexicano; no se
puede producir ya. (Campanilla. Voces. j Que
hable! ) Yo les voy a hacer una aclaración: le
supliqué al señor Presidente que cuando faltasen
unos cinco minutos para que yo terminase me
llamara la atención por medio de un campani-
llazo.
Pues, señores, por cuanto a las corridas de
toros, yo hubiera querido que el Dr. Rodríguez,
para terminar la semblanza, hubiese levantado
sus hojas de papel a guisa de flámula roja y hu-
biese recorrido esta Asamblea, recogiendo la
oreja que se le concediese; yo no pido la oreja
del toro, yo pido el voto de ustedes para esta
gran idea que hemos traído a vuestra considera-
ción.
Sobre los juegos de azar y las peleas de glllos,
también huelga que yo trajese algunas consi-
deraciones; pero quiero, señores, decirles, me-
jor dicho, leerles, una parte muy pequeña, de
un veto presidencIal de nación extraña, pero
indo-latina, para que se vea cómo se juzga esta
clase de juegos en el extranjero. Dice así el
veto del ex-Presidente de Costa Rica respecto
a las peleas de gallos: "Señores Diputados: Me
veo en el muy penoso deber, cumpliendo el que
me pone la Constitución en la elaboración de las
leyes, de vedar vuestro decreto que transforma
254 FRANCISCO J. MUGICA

en acto lícito el juego de gallos y dispone que se


derive de él una nueva renta municipal. A mis
ojos esa ley, si llega a darse, significará que
nuestras costumbres, bien necesitadas todavía de
perfeccionamiento, sufren una nueva lamenta-
ble caída. Es mala esa ley, porque fomenta el
juego, escollo en que naufragan el amor al tra-
bajo, el espíritu de ahorro y previsión, el bienes-
tar del hogar y, no pocas veces, los sentimien-
tos de honradez y compasión humana; es mala,
porque si hoy se abriese al público de par en
par las puertas de las canchas de gallos, mañana,
por la lógica fatal de las cosas, habría que ha-
cer 10 mismo con las puertas de los garitos, por-
que ver correr dados es menos innoble que ver
correr la sangre de animales, sacrificados para
solaz o en aras de la codicia de los jugadores. En
el juego de gallos no hay de noble. sino el
denuedo de los animales. Lo brutal está de parte
de los hombres; que éstos necesitan para emo-
cionarse ver en el polvo sangriento de la cancha
animales heridos que se arrastran, o que arras-
tran, enredados en la navaja, sus propias en-
trañas, o que ciegos, en un supremo esfuerzo de
coraje, dan picotazos inútiles y sin tino, hasta
perder la vida, en medio de los clamores soeces
de espectadores sin entrañas, es muy triste y
desconsolador. El pueblo que se divierte así,
pueblo que goza torturando seres, es pueblo que
está aún por civilizar. No creo, sin embargo,
que Costa Rica merezca clasificarse en esa cate-
PARLAMENTO 255

goría. Habrá un grupo de personas que no vean


en el juego de gallos otra cosa que un inocente
pasatiempo, y habrá también otro grupo de ultra-
individualistas para quienes toda ley que res-
trinja la laxitud de costumbres es engendro de
la tiranía; pero esos grupos no son el país, r:i
mucho menos. Bien veo que hay hombres que
reclaman, como su derecho, el armar de navajas
a los gallos para que se maten; pero al mismo
tiempo vemos niñas que se congregan para abrir
a las avecillas cautivas las puertas de sus jaulas;
y así como esta manifestación de la ternura extre-
ma hacia los seres inferiores despierta un senti-
miento general de simpatía, así también la peti-
ción que representa la extrema crueldad en el
trato de los animales provoca una corriente, más
grande aún, de sorpresa y reprobación general.
Tenemos todavía muchos vicios de que corregir-
nos, muchas malas costumbres que enderezar,
muchos instintos bestiales que dominar; pero
parecía que de este mal paso del juego de gallos
habíamos, por fin, salido pará siempre, y de allí
mi pasmo cuando se me insta a que auxilie a
quienes se esfuerzan en hundir de nuevo las
costumbres en el vil atascadero de antaño. Ha-
blaros de que cada uno es libre de arriesgar en
las patas de un gallo el dinero que debería ser-
vir para sustento de la familia, para la educa-
ción de la prole, o aun para mejorar la propia
condición; hablaros de que debemos tener li-
bertad de ser crueles con nuestros animales,
256 FRANCISCO J. MUGICA

porque el derecho de propiedad nos 10 da para


usar y abusar de nuestras cosas; hablaros de
que el derecho de emborracharse es uno de los
derechos inalienables del hombre; hablaros de
que si es verdad que no tenemos derecho de vivir
en la inmundicia y hacer de nuestra casa focos
de infección, sí 10 tenemos para hacer focos am
bulantes de infección moral; hablaros así de la
libertad, es humillarla, degradarla, prostituirla,
como humilla y degrada al Estado esta ley
cuando lo obliga a que haga de baratero en la
cancha de gallos. Estoy seguro de que no habría
partido político que, en procesiones de propa-
ganda electoral, usare en sus estandartes lemas
como éste: "Libertad de gallos," "Libertad de
borrachera," "Vivan los vicios reglamentados."
Me parece, entonces~ que si antes de los votos,
y para ganarlos, no habría partido que prome-
tiera leyes inspiradas de esos pseudo-idealistas,
después de los votos, debe haber partido en el
~'odel que las promulgue? Los restab!ecedores
de las riñas de gallos invocan el argumento de
que, a pesar de la prohibición, con toda fre-
cuencia y en muchas partes, clandestinamente,
las hay, y que, por 10 tanto, es preferible que la
ley las tolere y reglamente; que hay quienes
jueguen a salto de mata es innegable; pero la
insistencia con que los interesados se afanan
porque se derogue la ley actual, evidencia que los
jugadores viven en continua zozobra de las vi-
sitas intempestivas de la policía; y, por otra
PARLAMENTO 257

parte, si la ley se burla en esta materia, también


se burlan, por desgracia, con harta frecuencia,
las que prohiben los hurtos, robos y asesinatos;
pero a nadie se le ocurre, fundándose en esa
impunidad, pedir la derogatoria de leyes pena-
les, que se deje en paz a los delincuentes; pre-
tender que el bien acabe de una vez con el mai,
es quimérico. Cuanto los hombres de buena v¿-
luntad podemos hacer, es perseverar en nuestros
empeños de bien público, sin que se entibie nues-
tra fe, porque haya ocasiones en que fallen, pues-
to que debemos vivir conscientes de que en
ellos, así como en todas las demás empresas hu-
manas, siempre hay un tanto por ciento de es-
fuerzos estériles o perdidos; y si la corriente
adversa no nos deja avanzar como fuera nues-
tro deseo, si no logramos que siempre "el mañana
nos encuentre más lejos que hoy," que, por 10
menos, 10 que se ganó en la brega hasta hoy
ganado quede .... " (Aplausos.)
Yo, señores, os digo que las fiestas de toros
son todavía más salvajes, más crueles que las
fiestas de gallos. ¿ Creéis, señores, que alguno de
los señores Diputados que firmaron esa inicia-
tiva se proponga no volver a entrar a una cantina
a beber una copa? Sin embargo, señores, la idea
es altruista y salvadora; i votad por ella 1
LOS LIMITES DE MICHOACAN

Proposición del General Múgica.-Defensa de su proposición.-


Resultado final.
Antes de discutirse el arto 43, que se refiere
a la división territorial de la República y cuyo
dictamen presentó la segunda Comisión de
Constitución, el seilor General Múgica presentó
una moción para que se adicionara el articulo
de referencia, en la forma siguiente:
"El suscrito tiene el honor de proponer a
esta honorable asamblea que el arto 43, aproba-
do ayer, sea adicionado as~: "Michoacán, con
los limites que tenía en 1905," pues, debido a
que los trabajos de la Primera Comisión me
impidieron asistir ayer a los debates de la
Asamblea no me fue posible hacer la iniciativa
con oportunidad. Las razones en que fundo esta
adición las expondré brevemente ante vuestra
soberanía."
"Sala del Congreso, enero 27 de 1917.-
Francisco J. Múgica.-Rúbrica."
Después abordó la tribuna para sostener su
propoSición.

En mi concepto, no se trata hoy de la cues-


tión de límites entre los diferentes Estados de
260 FRANCISCO J. MUGICA

la República, sino de la cuestión en que se afec-


ta la integridad territorial de los Estados, y, por
lo mismo, no vengo a pedir para el de Michoa~
cán ni una pulgada de terreno; desde este punto
de vista puede quedar tranquilo el Sr. Terrones,
porque no voy a pedir ni una pulgada de tierra
para Michoacán, que tiene de sobra. Vengo a
referirme exclusivamente a una vieja cuestión y
a reclamar un acto de justicia que estoy seguro
que la Asamblea no me negará. El hecho es el
siguiente: en el año de 1906, unos buscadores de
minas encontraron ricos yacimientos en un lugar
que se llama la Orilla; este lugar, que durante
algunos años ha preocupado por cuestión de ju-
risdicción a Guerrero y a Michoacán, se encuen-
tra ubicado del lado occidental del río de las
Balsas, que en parte es línea divisoria entre los
dos Estados. Pues bien, uno de estos buscadores
de minas, hizo el denuncio en la Unión, cabe-
cera de un departamento del Estado de Gue-
rrero, y otros (de los buscadores) denunciaron
en Ario de Rosales, cabecera del Distrito de
su nombre, del Estado de Michoacán, originán-
dose de aquí, señores Diputados, un verdadero
litigio muy interesante, porque, según todas las
probabilidades, los yacimientos encontrados e:an
muy ricos y los presuntos dueños tuvieron el
cuidado de interesar en sus empresas a los Go-
bernadores de los Estados colindantes, D. Da-
mián Flores, que lo era del Estado de Guerrero,
y D. Aristeo Mercado, del Estado de Michoacán.
PARLAMENTO 261

Para resolver cuál de los dos denunciantes te-


nía razón, se removió el asunto de límites que
en aquella región estaba por resolverse, como
dije al principio, trayendo, de esta manera, ante
la opinión de los dos Estados, una vieja cue<;tión
que carecía de importancia y que en aquellos
momentos sólo favorecían intereses partic41ares
en que estaban inmiscuidos los Gobernadores
mencionados, apelándose para resolverlo, al ar-
bitraje. El árbitro nombrado fue D. Porfirio
Díaz, y este señor, sin tomar en consider~cjón
los intereses generales de los Estados, y atento
sólo a favorecer los intereses de uno de los
Gobernadores, que tenían su parte en las minas
descubiertas, falló de este modo: que los límites
entre Michoacán y Guerrero fueran demarca··
dos por el río Balsas, partiendo desde su des-
embocadura y río arriba hasta su unión con el
río Chiquito o río de Cutzamala. De esta ma-
nera quedaba el territorio de la Orilla, con su
contenido, que era 10 interesante, del lado de
Michoacán; pero, en cambio, los Municipios
de Pungarabato y Zirándaro quedaban del la-
do de Guerrero, de la manera más injusta. Pero
esto no tendría importancia para mí, si estos
últimos municipios hubiesen recibido grandes
ventajas con el cambio que sufrían, pero sucedió
todo lo contrario. Tampoco el Estado de Michoa-
cán tuvo ningunos beneficios con la posesión del
nuevo territorio, quedando como únicos benefi-
ciados los denunciantes y el Gobernador del
262 FRANCISCO J. MUGICA

Estado de Michoacán. Y la razón es obvia: el


territorio de la Orilla es tan abrupto, tan in-
trincado y tan peligroso que el Estado de Gue-
rrero, que durante años ejerció jurisdicción en
él, nunca pudo cobrar un solo centavo de con-
tribuciones, pues los vecinos de aquella comarca
sacrificaron invariablemente a los recaudadores
fiscales que se atrev1eron a ir con la demanda.
Hay aquí algunos Diputados que conocen aque-
lla región y puedan dar fe de mi dicho. Los
municipios que se segregaron a Michoacán no
recibieron niagún beneficio, como lo prueba el
hecho de que en aquel tiempo se levantó un
enérgico movimiento de protesta, así en Punga-
rabato como en Zirándaro, contra el fallo arbi-
tral del Presidente Díaz, aprobado incondicio-
nalmente y sin discusión por las Cámaras de
Michoacán y Guerrero. En la actualidad, señores
Diputados, se hacen trabajos por aquellos vecin-
darios, para volver a pertenecer a Michoacán,
pues por la lejanía a que se encuentran del cen-
tro de Gobierno de Guerrero, por los maJos go-
bernantes que aquella entidad ha tenido, hay
infinidad de vecinos, no sólo de los que en 1906
pasaron a ser guerrerenses, sino de los mismos
nativos de Guerrero, que anhelan pertenecer a
Michoacán, Estado en el cual tienen muchos
afectos, vías de comunicación más cortas, ligas
de familia y de educación, y en general casi
todos los intereses sociales que constituyen el
caudal moral de los individuos, y es por esto que
PARLAMENTO 263

los Diputados al Congreso Constituyente debe-


mos tomar muy en consideración los límites de
los Estados de Guerrero y Michoacán, para que
vuelvan a ser los mismos de antes de 1906, pues
siendo Estados que se miran como hermanos,
que han estado de acuerdo en todas las luchas que
han afectado a la República, y que principal-
mente en sus fronteras las familias se consi~eran
tanto de uno como de otro Estado, sería injusto
dej ar en pie una cuestión tan delicada que más
tarde pudiese ocasionar serios trastornos a las
entidades que menciono. El Estado de Michoa-
cán no piensa quitarle nada. a Guerrero; el Es-
tado de Michoacán no quiere más que su territo-
rio sea el mismo que tenía en el año de 1905 y
que de manera arbitraria se le arrebató en aque-
lla época, sin que el Estado de Guerrero lo exi-
giera, y, en tal virtud, pido que se haga esta
adición al artículo ya aprobado por ser de es-
tricta justicia y no perjudicar la integridad de
los Estados.
El Diputado Fidel Jiménez interrumpió al
orador para protestar contra los deseos del
Sr. Diputado Múgica, de que se reintegrara
al Estado la parte de territorio que legrtima-
mente le corresponde y que le fue segregada
por un laudo porfirista. Después, el orador
continuó hablando.

Señores:
Yo creo que con protestas no se combaten
las razones de justicia. El señor Diputado de
264: FRANCISCO J. MUGICA

Guerrero, que acaba de hablar, no conoce a fon-


do esta cuestión, pues si la conociera le haría
justicia a Michoacán y no vendría a hacer una
protesta que es ridícula cuando se trata de un
asunto de justicia. Las poderosas diputaciones
de algunos Estados, que han tenido miedo de
tratar la división territorial a sabiendas de que
no venimos aquí a imponer por medio de la fuer-
za bruta los límites de los Estados, sino con
razones de bien público, han hecho un papel muy
triste rehuyendo la contienda sobre este asunto.
Desgraciadamente este sistema ha sido casi la
norma de la Asamblea sobre el particular, pues
hay cuestiones de verdadera importancia para la
Revolución que se debieran haber tratado con
positivo patriotismo, siendo una de ellas la de
la erección del Istmo en Estado soberano que
nada tenía que se hubiese discutido, aunque se
hubiera llegado a votar en contra de ella, pues
en aquel territorio tiene la Revolución un serio
compromiso, que la actitud de los ciudadanos
Diputados le ha impedido cumplir. Pero ya no
se trata de esto y sólo quiero hacer constar que
sin discusión y sí con protestas y gritos es como
se ha resuelto en esta Asamblea la importante
cuestión territorial de los Estados. (Aplausos.)
LAS HUELGAS

Lo que dice la Ley.-Deseos de .Ios Diputados obreros.~Pala­


bras del Gral. Múgica.
Para sati&facer ampliamente los anhelOS po-
pulares manifestados en el movimiento revolu-
cionario constitucionalista, anhelos de justicia
y de redención de la clase prOletaria, los Dipu-
tados constituyentes, al discutir el proyecto del
arto 5°., resolvieron tratar más ampliamente
los derechos de la clase obrera en un capít:ulo
especial que se denominaría "Del Trabajo y de
la previsión social."
Como no es nuestra mente hacer un resumen
de todas las discusiones de la histórica Asam-
blea, pasamos por alto lo que sobre ese ampli-
simo tema se dijo en diversas sesiones, y sólo
diremos que al discutir la fracción XVIII del
arto 123, fracción que se refiere a las huelgas,
hicieron uso de la palabra varios señores repre-
sentantes, entre ellos el Diputado obrero Ni-
colás Cano, pidiendo que al huelguista. no se
le considere trastornador del orden ni de la
paz pública; pero que si comete un delito
contra la paz pública se le castigue.
El Diputado Fernández Martínez fue más ex-
pliCito en su voto, pidiendo que los huelguis-
266 FRANCISCO J. MUGICA

tas que cometan actos delictu"Osos, fueran cas-


tigados individualmente, sin que su responsa-
bili.dad pueda extenderse a los demás compa-
ñeros del movimiento.
Sobre este mismo asunto hablaron I"Os Dipu-
tados Ugarte, Jara y Palavicini, sosteniendo
el proyecto de la Comisión o haciendo las expli-
caciones que juzgaron pertinentes.
También el señor General Múgica expresó los
siguientes conceptos;

El C. Múgica: Más que para traer palabras


de convencimiento a esta Cámara, tomo la pa-
labra para poner de manifiesto a los obreros que
se encuentran presentes en esta Asamblea, la di-
ferencia que establece la Comisión entre la re-
dacción que presenta al debate y la redacción
correspondiente al proyecto de la Comisión. Des-
de este punto de vista en que nos hemos colo-
cado, debe considerarse que no debemos llegar,
como acaba de decir el señor Diputado De la
Barrera, al libertinaje. Creíamos nosotros que
la fracción XVIII, les ponía más trabas o que
más bien podía dar lugar a que hubiera más
motivos a que se verificara una huelga, y por
esta razón, la Comisión aceptó mejor la redac-
ción que le ha dado el proyecto. U no y otro dicen
así: Dice el proyecto:
Las huelgas serán lícitas, cuando, empleando
medios pacíficos, lleven por objeto conseguir el
equilibrio entre los factores capital y trabajo,
para realizar la justa distribución de los bene-
ficios."
PARLAMENTO 267

Lo que hemos propuesto a vuestra considera-


ción dice así:
"Las huelgas serán lícitas cuando tengan por
objeto conseguir el equilibrio entre los diversos
factores de la producción, armonizando los de-
rechos del trabajo con los del capital."
Como verá la Asamblea, la última parte es la
reformada. Es la que, en nuestro concepto, tiene
mayor importancia, porque últimamente los fe-
rrocarrileros, que son obreros, han dado en
promover huelgas, precisamente cuando sus ser-
vicios son más importantes por las necesidades
actuales. Nosotros quisimos comprenderlos aquí,
dado que los ferrocarrileros, en cierto modo, en
caso de guerra principalmente, son departamen-
tos que dependen del Gobierno; en el mismo caso
están los telegrafistas, por ejemplo, que son pro-
fesionales, y algunos otros elementos necesarios,
indispensables para la defensa nacional o para
la defensa de un Gobierno establecido. Pusimos
aquÍ el límite de que se exigiese que sólo cuando
la mayor parte de los huelguistas cometiese abu-
sos contra las personas y propiedades, se pu-
diera disolver una huelga con el objeto de co-
rregir un abuso. El señor Diputado Cano decía
aquí que él no recordaba que nunca los obreros
hubiesen dado motivo para que se procediese
contra ellos. En términos generales puede con-
siderarse que es cierta la aseveración del señor
Diputado Cano, porque los obreros, antiguamen-
te, cuando hacían uso del derecho de huelga,
268 FRANCISCO J. MUGICA

era ya más bien un movimiento de rebeldía,


porque saltaban de la opresión en que se les te-
nía, tanto por las autoridades como por el ca-
pital, y se dedicaban mejor a actos de violencia
que a actos de verdadera huelga. Yo recuerdo que
en el año de 1911, recién triunfante la revo-
lución que acaudilló el Sr. Madero, hubo una
huelga en México entre los empleados de tran-
vías-motoristas y conductores-, y recuerdo
perfectamente bien, podría citar varios casos,
porque fuí actor en las escenas que en la Capital
se desarrollaron aquellos días, que los huelguis-
tas se entregaron a actos de verdadera violencia;
detuvieron gran número de coches, apedrearon
algunos carros que iban con servicio funerario
y los despojaron de los conductores; estos son
actos de violencia que la ley, en ningún caso, de-
be permitir, y sí castigar con toda energía; por
eso nosotros consideramos que alguna vez los
huelguistas podrían entregarse a actos de vio-
lencia; pero para que no se tenga como pretex-
to el simple hecho de la huelga, y el temor que
se causa a un grupo de la sociedad, quisimos
que se limitara la acción de la autoridad, al caso
definido de que un grupo numeroso de huelguis-
tas tomara participación en hechos violentos con-
tra la propiedad y las personas. La Comisión,
que hubiera tenido el deseo de dar a esto una
solución satisfactoria para todos, no ha podido
conseguirlo. (Algún diputado se ha acercado a la
eomisión en lo particular y le ha dicho que aun
PARLAMENTO 269
------------------------------~

en este caso ve una amenaza contra los huel-


guistas). Es indudable, señores Diputados, que
mientras no tengamos un medio perfectamente
educado para las huelgas, mientras no estemos
acostumbrados a ver que se apela a ese recurso
como una medida eficaz para contrarrestar el
esfuerzo del capital, que se defienda no sólo en
lo natural, sino aun de aquellas ambiciones bas-
tardas que el capital siempre tiene; es natural,
digo, que aquellos dos factores vayan ante la
autoridad a promover: el capital, que se corrija a
los huelguistas; los huelguistas, a pedir garan-
tías; pero, repito, estando en vigor una ley en
donde se le da carácter legal a una huelga, las
autoridades, aun en el caso de que se pueda sus-
pender aquélla, esa manifestación de los huel-
guistas para hacer que la opinión pública refleje
sobre ellos, y cuando su peso formidable obli-
gue a los capitalistas a ceder en el sentido de
sus exigencias, no se perjudicarán los trabajado-
res; porque, aun en el caso de que las autorida-
des cometan el desatino de reprimir esa manifes-
tación, los huelguistas tendrían que permanecer
separados del trabajo hasta que tuviera una
solución definitiva su justa demanda.
En cuanto a lo que propone el señor Diputado
Ugarte, la Comisión pensó que, dado el estado
de guerra, era indudable que nuestros trabaja-
dores, por patriotismo, no deberían separarse
del trabajo; pero, señores Diputados, la Comi-
sión dispone de tan pequeño tiempo para refor-
270 FRANCISCO J. MUGICA

mar su dictamen y la Asamblea le da tan poco


tiempo para deliberar, que así, a primera vista,
la Comisión no tiene ningún inconveniente en
aceptar la adición que se propone, y que inclui-
rá en la fracción XVIII si la soberanía de esta
Asamblea 10 dispone. (Aplausos.)

Después de una amplia discusión y las di-


versas adiciones suscitadas en el curso del de-
bate, pasó aprobado el artículo de referencia,
tal y como se encuentra en nuestra Carta Fun-
damental.
LA CUESTION RELIGIOSA

Nota.-El debate.-S6 leen algunos documentos.-Conclusión.


Correspondta en el Proyecto de la Consti-
tución el arto 129, al que, en la Constitución
ya sancionada, está señalado con el 130 y mar-
ca la intervención que, en materia de culto
religioso. y disciplina externa, deberá ejercer
el Poder Público.
Dicho arUculo no sólo abarca el esptritu de
nuestras Leyes de Reforma, sino que está en
todo de acuerdo con el sentir popular en tan
delicada materia; sentir que fue expresado y
puesto en práctica durante el período precons-
titucional y que trata nada menos que de redi-
mir al pats de la odiosa férula del poder cle-
rical, causa de tantos males y trastornos en
las naciones latinas y particularmente en Mé-
Xico.
El arUculo mencionado fue presentado por la
segunda Comisión de Constitución y discutido
en la sesión del 27 de enero.
Un grupo de Diputados presentó una adición
al arUculo de referencia, adición que los se-
fiores miembros de la Comisión no incluyeron
en el proyecto presentado a debate y que tam-
poco la Asa¡mblea tuvo a bien aceptar.
18
272 FRANCISCO J. MUGICA

Iniciada la discusión, hablaron en contra


los Sres. Lic. David Pastrana Jaimes e Inge-
niero Palavicini; éste para impugnar el artículo
a debate en todas sus partes y aquél para
insistir en que la Asamblea aceptara la adi·
ción a que nos referimos.
En pro del articulo hablaron los Diputados
Alvarez y l\;1úgica.

Señores Diputados:
Es indudable que ya. habrá cansancio en vues-
tras personas, aunque estoy seguro que no lo
habrá en vuestros espíritus. El asunto que se
trajo a debate esta noche es interesante, es un
hondo problema social y de tal trascendencia,
que de permanecer irresoluto, quedaría la Patria
sumida en los más hondos desconsuelos, y la Re-
volución, señores, en el más completo despres-
tigio. Es, pues, preciso que la resolución sea
intensa, radical, completa, según hemos resuelto
los demás problemas que el pueblo entusiasta
levantó como un haz de luz, escribiéndolos en
la bandera de la Revolución y los paseó de uno
a otro extremo del territorio, y los impuso en
todas las conciencias, aun en las más retardata-
tarias. Por eso, señores, no os ofrezco ser breve
en mi exposición, creo que debo hablar mucho;
entre mis razones habrá indudablemente algunas
que no sean las más precisas y propias para lle-
var a vuestros 'cerebros una convicción que ya no
es dudosa; pero hablaré todo lo que pueda y
leeré documentos importantes que, aunque no
PARLAMENTO 273

harán falta para que votéis en pro del dictamen,


sí servirán para que se sepa, allende el Bravo, en
donde radica nuestro problema religioso, y las
razones y motivos que los mexicanos tenemos, no
sólo para perseguir, sino para exterminar, esa
hidra que se llama Clero.
Mucho hemos dicho, señores Diputados, que
dentro de nuestro país no existe el problema re-
ligioso, y es verdad: cada vez que la revolución
y los revolucionarios se han visto obligados a vo-
lar con bombas de mano algún edificio destimdo
al culto, convertido en reducto, entre nuestros
hombres analfabetos, nuestros hombres rudos que
han sido un instrumento del Clero para todas las
ofuscaciones y maquinaciones del fanatismo, no
se ha levantado jamás un grito de protesta, ni
el arrepentimiento y la vacilación han penetrado
a su espíritu impidiéndoles introducirse a los ln-·
gares del culto, para matar a los enemigos de la
libertad, o para derruir los mismos edificios con-
vertidos en fortalezas de la reacción, sept11t::.tndo
en sus ruinas y escombros al enemigo cbstina-
do en contener el progreso salvador de la Re-
volución. Yo he visto, prácticamente, desde 80-
nora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, hasta
las fronteras con Guatemala, que he recorrido,
que no existe el fanatismo en el pueblo, sino el
engaño; quitad, pues, la causa, la hidr<t negra,
y habrán desaparecido todos esos efectos mo-
mentáneos; yo he visto muchos actos de las mu-
chedumbres, contrarios a la sugestión y a la
274 FRANCISCO J. MUGICA

educación que nos han legado nuestros ante-


pasados, realizados con gusto y' entusiasmo y
que, estoy seguro, muchos de los que están aquí
presentes tal vez no se hubieran atrevido a rea-
lizar; he visto también a algunos revolucionarios
con quienes estuve en campaña, que sentían ho-
rror cuando soldados nuestros derribaban los
ídolos de los templos delante del pueblo, que
aplaudía con fruición ver incinerar las imáge-
nes, días antes adoradas en los altares. Yeso,
señores, es consolador, porque viene a revelar
que, efectivamente, el problema religioso no exis-
te en México, sino que se agita por los fanáticos
más allá del lado del Bravo; y si es verdad que
Wilson ha sabido por ellos que hemos sido into-
lerantes con toda esa canalla causa del retraso
de la sociedad mexicana y de su vida nacional,
es bueno que sepa también que en este país, y
en plena revolución, no se han paseado en picas
ensangrentadas las cabezas de los canónigos, ni
se han violado monjas, y es preciso que sepa,
que la Prensa 10 transcriba, 10 que dicen pape-
les auténticos, que os leeré esta noche, porque
su contenido constituye el proceso más formi-
dable escrito contra el Clero, y que os prometí
en los principios de este Congreso. Proceso es-
crito, no por los liberales, no por los impíos, no
por los jacobinos, no por ninguno de esos hom-
bres abominables, como ellos nos llaman, sino
por los clérigos mismos.
Hace un momento, señores Diputados, que me
PARLAMEN'I'O 275

sonrojaron vuestros siseos, aunque bien supe


eran demostración amistosa, así como los aplau-
sos que me tributasteis en conjunto, cuando voté
"sí" por el arto 24, y espero, señores, que con el
debate del arto 129 volveré a levantar mi ban-
dera de radical y que los jacobinos de esta
Asamblea verán que soy el mismo, que ni por un
momento, ni fingidamente, me he quedado a la
zaga de los más avanzados. Y digo esto sólo con
el ánimo de hacer una rectificación, pues al emi-
tir mi voto en la forma en que 10 hice, creí de
mi deber respetar las garantías otorgadas por el
arto 24, y no por que acepte, de ninguna manera,
la confesión auricular, de que soy enemigo acé-
rrimo, participando así del odio que, juzgo, toda
la Asamblea tiene para práctica tan inmoral. Pe-
ro tal es la fuerza de la razón, que deliberada-
m~nte me reservé la lectura de los documentos
que aquí tengo para después de que se hubiese
escrito completa esa garantía constitucional, y
que después de escuchar esta lectura se hubiese
visto en peligro serio de no otorgarse, pues es
el mejor argumento que puede esgrimirse en
pro del voto afirmativo que obtuvo el voto par-
ticular del C. Diputado Recio. Pero de esta ma-
nera quiero contestar con un mentís a los que
nos han juzgado inconscientes.
Ahora, señores Diputados, estos documentos
servirán para consolidar en vuestro criterio lo
inmoral que es la Institución Clerical en México,
la perversidad de sus miembros, desde el mi-
276 FRANCISCO J. MUGICA
- - - _ . _ - _ .. _--~._--_._._--_.

trado hasta el más humilde lego, y las lacras


inmundas que se esconden bajo ese traje negro,
fatídico, símbolo de la perversidad de quienes lo
llevan. Antes de leerlos, pido perdón a los oídos
castos que me escuchen y que puedan lastimarse
al escuchar las verdades descarnadas que con-
tienen, pero es preciso que desde la mujer más
pura, que desde el obrero más ingenuo, que des-
de el fanático más recalcitrante, al liberal más
descamisado, oigan cómo el Clero mismo llama-
ba al pan pan y al vino vino, al escribir y con-
signar la gangrena de que adolece. Estos do-
cumentos fueron encontrados por la Revolución
en el n~omento del triunfo, abandonados a la
hora del terror de la canalla, en los archivos epis-
copales: son copias de los originales que están
en poder de la Primera Jefatura, pero están cer-
tificados por N otario de filiación clerical, que-
dando así comprobada su autenticidad. Uno de
los documentos dice así:

"Servicio Sanitario.-Primera División de Ca-


ballería.-Ejército del Noreste.

El Teniente Coronel Médico Cirujano, que


subscribe, legalmente autorizado para ejercer su
profesión, certifica que: de los ciento ochenta
sacerdotes detenidos en la Comandancia Mili-
tar de esta Plaza, resultaron enfermos los
siguientes:
PARLAMENTO
~~~~~-
277

Del aparato circulat0fio .............. 3


Del aparato respiratorio ............. 4
Del aparato digestivo ................ 6
Enfermedades venéreas y de origen sifi-
lítico ........................... 49

Total de enfermos ........ " 62

Como ninguna de las enfermedades de que


adolecen los pacientes reviste un carácter gra-
ve, están, por lo mismo, expeditos para marchar
a campaña o ir donde la superioridad tenga a
bien ordenarlo.
Reitero a usted mi subordinación y respeto.
Constitución y Reformas.
México, D. F., a 20 de febrero de 1915.
El Teniente Coronel Médico Cirujano, Jefe
del Servicio Sanitario de la Primera División de
Caballería, Gilberto de la Fuente.
Al C. Comandante Militar de la Plaza, Ge-
neral de Brigada, Cesáreo Castro.-Presente."
Otro documento dice:
"Tancítaro, 14 de abril de 1914.

Sr. Pbro. D. Luis E. Garda.


Zamora.
Muy estimado Sr. Garda:
Cuando escribí a V. S. I. para contestar a
lo que se me preguntaba acerca del señor Cu-
278 FRANCISCO J. MUGICA

ra, sucedió que estaba en ésta el P. Toro a


consultarme qué había, pues las cosas estaban
muy mal, porque se aseguraba que el señor
Cura tenía un hijo en una señora y que no se
podía negar, porque se parecía mucho a dicho
señor. Habiendo conocido esto D. Teódulo, her-
mano del señor Cura, y la esposa de dicho señor
Barragán. Además, se aseguraba de que se ha-
bían dado cuenta de que tenía tratos ilícitos con
una joven sirviente; que hubo quien la encontra-
ra en el dormitorio del señor Cura en ropa inte-
rior y otra .vez recostada en las piernas del
señor Cura, y me dijo que todo esto no le ape-
naba tanto, puesto que ya había pasado como
en los días que el Padre Toro estuvo en ejer-
cicios, el señor Cura había forzado a una seño-
ra, obligándola a que accediera a sus deseos,
consintiendo con él en tener tratos ilícitos y
aconsejándole que cuando se confesara dijera
que un sacerdote que iba pasando había hecho
eso con ella, viendo yo que todo salía de acuer-
do con lo que S. S. me preguntaba en su atenta,
le dije al padre que yo escribía. Manifesté lo
anterior, para que S. S. dispusiera lo que a
bien tuviere.
Sé también que no tiene casa separada de la
Casa Hda. el Padre Capellán de "El Pilón," y que
duerme separado no más por un tabique de
madera con una manta no recortada como me
dijeron. ¿ Podrá el Ilmo. señor Obispo destruir
estas parroquias limítrofes del nuevo Obispado?
PARLAMENTO 279

Pues hay algunos asuntos que tal vez se arre-


glarán viniendo; uno de ellos, el arreglo de la
hacienda de "El Pilón," que, según Darío Mén-
dez, que dice está gravada, y él, como albacea que
era de la testamentaría de su finada mamá, quie-
re que se arreglen algunos pendientes. V. S
me dirá si quiere que se los comunique por es-
crito.
Su estimado servidor Q. E. R. L. 1. M., José
de Jesús Arroyo.-Firmado."

Sus señorías 10 han visto. Estos documentos


revelan la inmoralidad del Clero en las prácticas
religiosas y en su vida íntima, así como el ten-
táculo que tienen sobre la propiedad, pues esta
Hacienda de "El Pilón" es una vasta propiedad
ubicada en el Estado de Michoacán, compuesta
de tres sitios de ganado mayor, goza de los
tres climas dentro de sus linderos, el frío, el tem-
plado y el caliente, y produce desde la caña de
azúcar hasta los frutos propios de los climas
fríos. Los dueños de esta hacienda estaban
arruinados, 10 que demuestra que, por alusio-
nes hechas en los documentos, se trata de algo
muy especial y de gran interés para el Clero.

Señores Diputados: si esto no revela la degra-


dación moral de estos vampiros, que es el caE-
ficativo correcto que merecen, esta carta nos
incitaría a reir. Pero es sensible, y yo 10 si,>nto
profundamente, con toda sinceridad, con ycrda-·
280 FRANCISCO J. MUGICA

dera lástima, pues veo que un hombre sacrifica


el honor de su familia, posponiéndolo a sus ideas
religiosas, en aras de una idea qué 10 llena de
afrenta. Señores Diputados, no olvidéis estos
documentos, os 10 ruego, pues debemos grabarlos
en el alma y salir de aquí con el propósito sin-
cero y firme de no descansar hasta que hagamos
desaparecer el gran número de vampiros que
tenemos en México, exterminándolos para siem-
pre, pues para mí, 10 confieso, esto sería el ideal.
Tengo aquí otros documentos en donde se ve de
manifiesto cómo estos individuos tomaron parte
muy activa en contra del movimiento histórico
y político en que estamos todavía. Dicen así:

"Oaxaca, 23 de marzo de 1913.-Señor Go-


bernador de la Mitra, Prebendado D. Luis E.
García.-Zamora.-Muy señor mío: Me refiero a
su carta de fecha 20 del corriente, que recibí
hoy. No me conviene que vayan los ordenados
a Guadalajara, si no es asegurándose previa-
mente de que está allí el Ilmo. Sr. Orozco. El
Sr. Novoa, en carta también recibida hoy, me
dice que salió con el mismo Ilmo. señor a Zapo-
tlán, y que regresan el sábado 25 para ir a
Santa Inés. Es necesario saber previamente si
el Ilmo. Sr. Fernández puede ordenarlos, por su
enfermedad, y si no tienen los jóvenes en el ca-
mino peligro alguno. Por mi parte, concedo las
facultades necesarias y puede V. S. suplicar al
Ilmo. Sr. Fernández que los ordene. Sabrá V. S.
PARLAMENTO
---
281

los rumores de que andan mal los negocios de


los Sres. García; ignoro si habrá en el Juzgado
de testamentos algunos documentos en contra de
dichos señores. También sUpP. que los Sres. Ji-
ménez vendieron "La Noria;" ninguna noticia
tenía yo de los rumores a que se refiere V. S.,
los cuales no pasan de ser hablillas que no me-
recen nuestra atención. Envío a V. S. una copia
sub-secreto del interrogatorio de la Santa Sede
acerca de los diezmos. Hasta que leí en "La N a-
ción" la respuesta que da a "El Independiente,"
supe lo que este mentiroso periódico había di-
cho de los señores Obispos de Aguascalientes,
Zacatecas y de mí; son muy pérfidos los ene-
migos en sus ataques y 10 más deplorable es
que muchos católicos creen fácilmente las men-
tiras y calumnias. De México me dicen que
personas respetables aseguran que si triunfa Gam-
boa, habrá un reconocimiento de Estados Uni-
dos y se verificará el empréstito contraído en
Europa. Dios quiera que esto sea, para que
cambie esta angustiosa necesidad en que vivi-
mos. Como dije a V. S. en mis anteriores, mu-
chas personas, entre ellas los Sres. Guillow y
Mora, me aconsejan que no salga yo, sino hasta
que pasen las elecciones. Dios haga que después
de esto mejore el estado de cosas. Deseando a
V. S. todo bien, me repito su afectísimo pre-
lado que 10 bendice de corazón.-]osé Othón}
Obispo de Zamora.-Rúbrica."
282 FRANCISCO J. MUGICA

"Sahuayo, marzo 20 de 1913.

Señor Pbro. D. Luis Arceo.

Zamora, Mich.

Muy señor mío y amigo:

En cumplimiento de 10 dispuesto por el ilus-


trísimo señor y que usted me comunicó en su
atenta carta del día 5 del presente, en 10 refe-
rente al asunto del P. Barragán, entrevisté a
algunos de los vecinos más caracterizados indi-
cándoles el negocio y me dijeron que bajo jura-
mento no podían decir nada por no saber y
estar interesados con pruebas fehacientes, pues
el Sr. D. Trinidad, antes de que se hiciera el
reparto de la comunidad de los indios de aquí,
les compró algunos derechos y aunque sin de-
terminarlos.
Por otra parte, los mismos señores han podido
decir que estos Sres. Barragán se apoderaron
de un terreno conocido con el nombre de "Cam-
po Santo de Los Lazarinos," que estaba entre el
que ahora es de su propiedad, y el cual no les
podía ser vendido por no tener propietario per-
sonal. Además, algunas personas me indicaron
saber que los mismos Sres. Barragán habían
cambiado una cerca de una manera violenta, en-
cerrando dentro de ella parte del terreno que
estaba fuera.
PARLAMENTO 283

Esto es 10 que saben las personas a quienes


hablé; pero se niegan a decir 10 juramentado por
las razones expuestas.
Por lo que a mí me parece, creo que sería más
conveniente hacer que el padre dejara la direc-
ción de los negocios de su casa a otros dos her-
manos para que los interesados pudieran pro-
ceder civilmente.
Sin otro particular por el momento, me es
siempre grato subscribirme de usted afmo. atto.
y S. S. y amigo, Pascual Orozco.-Firmado."

Este Luis Arcea es el Juez Eclesiástico de la


Diócesis de Zamora. En este pueblo de Sahuayo
no hay una familia donde no haya un fraile, y ya
ven ustedes cómo se conducen los frailes de Sa-
huayo con la propiedad ajena. Otro documento
dice:

"Oaxaca, 31 de julio de 1913.

Señor Gobernador de la Mitra, Prebendado


D. Luis E. García.
Zamora.
Muy estimado señor:
Acabo de recibir su carta de antier, en la cual
leo con grande pena las alarmantes noticias acer-
ca de la situación de esa. Cuando yo creía, por
10 que me dijo no recuerdo cuándo, que se ha-
bían alejado de Purépero los bandoleros, resulta
284 FRANCISCO J. MUGICA

que invadieron los pueblos cercanos a Zamora.


Abrigo la esperanza de que no ataquen a Za-
mora formalmente por la guarnición que la de-
fiende. Dibs quiera que eso sea.
Considero cuánto padecerá V. S. 1., los de-
más sacerdotes y en general los habitantes de
Zamora; todo esto me tiene apenado.
Aplazaremos la publicación del Edicto, rela-
tivo a la prensa, para cuando yo regrese: enton-
ces veremos lo que convenga hacer.
Quedo enterado y de acuerdo con 10 que me
dice V. S. respecto de la capilla, de lo que es-
toy de acuerdo en que el padre Montejano vaya
a San Simón y en que diga V. S. al padre Ale-
jandro Amezcua ·10 que me previene en la carta
que contesto.
Le envío la adjunta del señor Cura Castillo,
para que la archive V. S. con las demás que ha-
yanmandado los señores Curas, referentes al
mismo asunto. Me hará también favor de con-
testarle cuando haya comunicación.
En carta me dirijo al P. Moreno. Olvidé de-
cirle que pagara a V. S. los veinticinco pesos
del arrendamiento de la casa: hágame favor de
pedírselos.
Mi hermana Lupe escribe a V. S. para ex-
plicarle cómo dejó arreglados a los criados.
El Sr. Ochoa, que está aquí presente, recibió
los cariñosos saludos de V. S. y se los corres-
ponde muy afectuosamente.
En caso desgraciado de que entren los rebel-
PARLAMENTO 285

des (lo que espero de Dios no sucederá), me


parece muy bien que se oculte V. S.
Mi familia corresporlde agradecida a V. S.
los saludos; mi tía N azaria sigue enferma. V uel-
vo a suplicar a V. S. que me mande dos borra-
dores de las preces, relativas a provisión de ca-
nonjías; están en la gaveta de mi escritorio.
Pidiendo a Dios Nuestro Señor en mis pobres
oraciones por V. S. y por la Diócesis, me repito
su afmo. prelado que lo bendice de corazón,
} ósé Othón, Obispo de Zamora.
Firmado.

"Sahuayo, a 1S de enero de 1913.


Sr. D. José Othón Núñez y Zárate.
Zamora.
Me veo precisado a póner en conocimiento
de S. S. I. que me han dicho algunas cosas
del P. D. Luis Leñero, y para lo que convenga
las transmito a S. I. Son las siguientes: una
madre de familia me dijo que había encontrado
a dicho sacerdote con una de sus hijas en una
casa, solos, y que se había visto tentada a darle
al padre de bofetadas, porque había notado ya
muchas veces que se la inquietaba y que no te
tenía confianza al padre; otra persona me dijo
del mismo padre, que había llegado un día en
la noche a la hora que se encontraba en visita la
286 FRANCISCO J. MUGICA

misma muchacha a que se refiere el párrafo an-


terior y que le dijeron que los dejara arreglar
un asunto, y que viendo que se tardaba mucho,
se había atrevido a ver y que encontró que ha-
bía apagado la luz y que no dijo nada, porque
se había asustado.
Por eso que se me dijo me puse en acecho y
recomendé que se me dijera si los volvían a
ver en conferencia en lugares apartados y sobre
todo de noche, y un día se me avisó de esto y
me fuí hacia el lugar que se me indicó; pero
10 cierto es q~e me faltó valor, ya estando cerca
de ellos; sentí vergüenza y sobre todo temí dar
escándalo; entretanto, echaron de ver que me
acercaba y corrieron a esconderse. N o obstante,
me esperé en el patio de la casa hasta que saliera
el padre, quedando la mujer en su escondite;
al segundo día la llamé y la reprendí y le pro-
metí unos bofetes si la volvía a encontrar, y.
por último, 10 puse en conocimiento de la madre
y la mandó al lado de una hermana lejos de
aquí. Esa madre me manifestó que el padre
la había amenazado con demandarla si se le
difamaba, y también me manifestó la misma
madre que una vez que le había dicho que se
dejara de tonterías, no fueran sus hijos a sa-
berlo y a faltarle, y que le contestó: que le dije-
ra a sus hijos y que no les tenía miedo. Ahora,
después que la muchacha se fue, nada he sabido;
pero me presumo que ésta no ha de ser cosa
que sirva, porque no frecuenta los sacramentos
PARLAMENTO 287

de confesión y comunión, y muy poco se le ve


en el templo.
Cuando sepa alguna otra cosa ya la pond r-é en
conocimiento de S. S. I.
Por ahora termino deseándole larga vida a
S. S. y suplicándole me bendiga.
Pascual Orozco.-Firmado."

Ilmo. y Rvmo. Sr. Dr. D. José Othón N'I1-


ñez Zárate.
Obispado.
Muy señor mío de mi distinguido respeto:
Me permito dirigirle la presente, rogando a
usted, Ilmo. señor, un favor, que se digne escu-
char mis palabras por tercera y última vez, auu-
que con muchísima pena.
Llegó a mi conocimiento que comparecieron
ante usted, representando este pueblo de Acuit-
zéramo, rogándole a usted, Ilmo. señor, se dig-
nara no cambiar a este Capellán, y a la vez aña-
diendo que es falso el que yo le levanto a este
padre; pero Ilmo. señor, ¿ qué sería posible que
sabiendo yo que levantar un falso a cualquier
prójimo se condena el alma sin remedio y así
podría yo lanzarme a levantar un falso a un
sacerdote? y otra peor locura en mi mujer, que
gusto tan sucio sería ese con tan gravísimos per-
juicios y sin ningún provecho. . . .. en contra de
mi misma reputación, por cual interés o porque
288 FRANCISCO J. MlJGICA
--------------------
causa si mi conciencia me ayudara para tan
graves hechos..... en tal caso no hubiera yo
tomado el camino que tomo, elevando mi queja
a usted, Ilmo. señor, porque creo que este es el
único remedio propio y prudente, y a usted,
ilustrísimo señor, se deben estas quejas, ni tam-
poco necesitaba yo levantarle falsos a mi esposa,
sobraría otro modo. Y si mi conciencia se pres-
tara no ~e me dificultaría tomar otro medio para
quitarlo de aquí, pero no lo hago, porque rni
conciencia no se presta; que continúe, pues,
aquÍ, ya que Dios Nuestro Señor lo determina,
y hasta que sea voluntad de usted, ilustrísimo
señor; pero me ratifico mil veces que no es falso,
es un hecho positivo, como saber que hay Dios.
Aunque dicen los señores que es falso, por
una parte es bueno, pues así me honrarán a mí
y también a mi mujer, que por diez años la cono-
cí por esposa. ¿ Qué pueden saber los hombres
de ésta, si el que hace un hecho malo lo hace muy
reservado? ¿ qué me importaría a mí saber e in-
formar de su familia de ellos, de cómo se mane-
jan, y de la mía sí, Ilmo. señor, yo tenía nece-
sidad de informar, y aunque yo anduviera lejos,
informar si salía a misa o al rosario, y si tardaba
más de lo regular, o de qué se ocupaba, y por
fin, me hubiera sido difícil saber si una hermana
del padre Alvarez no lo hubiera publicado tanto
a sus amigos, ésta se llama Lola, y no tan sólo
suplicarlo, sino hasta conquistar cuatro señoras,
tal vez pagándolas, porque asaltaran a la queri-

¡
J
PARLAMENTO 289

da de Alvarez, en 10 más despoblado del camino


y golpearla, que sólo un manazo le dieron y ama-
gándola con quitarle la vida. A poco que yo
regresé de mi viaje, llegó a mi conocimiento
este escándalo, que tuvieron estas mujeres; en-
tonces puse todos los medios que me convenían
pidiendo el motivo, que era natural que 10 había,
y que es posible .....
Ilmo. señor, que porque yo defiendo una cau-
sa justa o un derecho sagrado, después de que
por este padre me han venido tan grandes males
en el alma como en el cuerpo, hasta ser titulado
de bandido por personas del Gobierno.
Pues Ilmo. señor, si yo hubiera sabido que
mi queja no surtía ningún efecto, no hubiera yo
puesto mi cara en vergüenza, y que me era im-
posible callar, pues bien comprendo, Ilmo. se-
ñor, que mi dicho no fué bueno, porque es muy
natural y siempre ha sido que el dicho de un
solo hombre no vale para un dicho de ocho o
diez hombres, que representan un pueblo, y con
más razón cuando son guiados o encaminados
por una persona política.
Ilmo. señor, no hay quien se queje de balde,
el que se queja algo le apura.
Favor de perdonarme, Ilmo. señor, pues esta
es la última molestia sobre este asunto.
De usted afmo. y S. S.
Antonio C. y Cortés.
290 FRANCISCO J. MUGICA

"Septiembre 24 de 1912.

Ilmo. y Rvmo. señor Dr. D. José Othón Nú-


ñez.
Zamora.
Ilmo. señor:
Parece, Ilmo. señor, que me persigue la
suerte, porque ya tengo necesidad de manifes-
tarle lo siguiente: en Apatzingán se acercó Ce-
cilia Villaneda a confesarse, y allí le ordenó el
confesor que pasara a la sacristía, para que en-
tregara la doctrina, pues intentaba ella casarse.
Por prudencia llevó la interesada otra compa-
ñera, pero el sacerdote despidió a ésta, y estan-
do los dos solos, le dijo él que se le acercara y
lo abrazara, a lo que ella contestó que no, por-
que lo respetaba; él le dijo entonces que no se
fijara en eso; que él era hombre como todos, y
acercándose más a ella le dijo que si no que-
ría llegar a poder de su esposo ya enferma y sin
más la abrazó y la besó, librándose ella de sus
garras como pudo, separándose inmediatamen-
te. Este caso no me parece difícil como el an-
terior; pero creo no podrá recibir la informa-
ción el párroco actual en caso de que Usía Ilma.
juzgue que debe levantarse; aunque sí creo que
la podría recibir el actual vicario u otro cual-
quiera.
Hace mucho que se pidieron a París los apa-
PARLAMENTO 291

ratos y las vistas para los círculos de obreros;


pero qUlza por los trastornos de la República
no han llegado. Ya se tiene el aviso de la casa
de haber surtido el pedido y creemos que en
muy pocos días estará aquí todo.
El orden público por acá no ha llegado a al-
terarse; todo ha sido rumores y sobre todo, te-
mor de este vecindario y de las poblaciones ve-
cmas.
El más humilde de sus hijos, que pide su
paterna bendición.

M. Sandoval.-Rubricado."

Este Manuel Sandova1 es, todavía en la ac-


tualidad, el Cura de Uruapan, de donde es
Diputado el Sr. A1varez.
y bien, señores Diputados, creo que con 10
dicho basta y sobra para que cualquier escrú-
pulo que pudiese haber en alguna conciencia ti-
morata de esta Asamblea, quede completamente
desvanecido. Y luego que la prensa, no sólo la
del país, sino también la Prensa Asociada, que
tiene aquí un representante, transcriba estos
documentos, íntegros, al extranjero, para que se
palpe cuál ha sido la gran justicia que el pue-
blo mexicano tiene cuando ha procedido con
saña, con crueldad, si se quiere, y a veces con fe-
rocidad increíble, para perseguir y castigar 10
que aquí llamamos Clero y que propiamente de-
292 FRANCISCO J. MUGICA

bería llamarse banda de ladrones, de forajidos y


de estafadores, porque los curas en México no
han sido otra cosa que estafadores del dinero
de la gente trabajadora para poder enriquecerse
y darse una vida de regalo. Con esto, señores
Diputados, no haréis fuerza a vuestras concien-
cias para votar. Y aquí es propicio que os diga
que no me opongo a que del dictamen arriba
vaya la Asamblea hasta donde guste, pues vería
con gusto que aquellas adiciones radicaIísimas
que rechazamos en el art. 24, las votáramos en el
art. 129, pUéS más que todos estoy convencido
que en la confesión auricular radica el peligro
y el secreto de ese poder omnímodo que estos
hombres negros y retardatarios han tenido en
el significado en la vida social de México. Os
pido, pues, ciudadanos representantes, que seáis
inflexibles y que cuando menos votéis afirmativa-
mente el dictamen del arto 129 en la forma en
que lo ha propuesto esa patriótica Comisión.
(Aplausos nutridos y voces a votar., a votar).
NOT A.-El artículo a discusión tenía el nú-
mero 129 en el proyecto que en la Constitución
mencionada quedó con el 130.
LA LEY AGRARIA

Debate de algunos pUDtOS del articulo 27.

Declarado el Congreso Constituyente en se-


sión permanente, durante los días 29, 30 y
31 del mes de enero, se trataron en ella asun-
tos de vital interés para el país, entre otros,
el debate sobre el arto 27, que estatuye los
principios de legislación agraria y trata de
resolver el problema interesantísimo de ~as
tierras en México.
Para no prolongar demasiado este capítu-
lo, omitimos reproducir el dictamen que sobre
el artículo de referencia produjo la primera
Comisión de Constitución, así como el texto
del mismo, concretándonos a señalar aquellos
párrafos que fueron objeto de mayor debate, y
en los que tomó parte el Sr. Gral. Múgica.
Inicióse la discusión sobre los primercs pá-
rrafos del texto legal, siendo interpelada la
Comisión, al llegar a la discusión del inciso
primero, que señala quiénes podrán adquirir
el dominio directo de las tierras yaguas de
la nación, y en qué casos los extranjeros
pueden obtenerlo.
Como el proyecto señalaba la renunciación
294 FRANCISCO J. MUGICA

de los derechos de extranjería, ante los agen-


tes o representante'S diplomáticos, fué inter-
pelada la Comisión por el Sr. Diputado Te-
rrones.
-El C. Terrones: Pedí la palabra para in-
terpelar a la Comisión, para que diga por qué
agregó estas palabras por conducto. de los
a~entes o representantes diplomáticos.

C. M úgica: La razón que la Comisión tuvo fué


la siguiente: hay algunas teorías, han corrido al-
gunas opiniones en boca de varios diputados, de
que la renunciación parcial de los derechos de
extranjería, en los casos de adquirir propieda-
des, es algo que en el derecho internacional est?
condenado por el fallo del Tribunal de La Haya.
Otros señores diputados con anterioridad se acer-
caron a la Comisión y le sugirieron la idea de
que, para que fuera efectiva esa renunciación
parcial, se hiciese por conducto de los represen-
tantes diplomáticos del individuo, del extranjero
que renunciase a sus derechos de extranjería en
este acto particular. La Comisión, que no ha te-
nido tiempo suficiente para meditar con el de-
tenimiento que se requiere para todas aquellas
innovaciones que se le proponen y que sólo
tiene el deseo de presentar lo más conveniente
posible esta reforma, la incluyó allí. Posterior-
mente han venido razonamientos en contrario;
pero como la adición estaba ya incluída en el
proyecto, no será posible que la Comisión la
quite sin el permiso respectivo de la Asamblea.
Esta es la explicación que doy a su señoría.
PARLAMENTO 295

La Asamblea dió permiso y se retiró del


artículo en cuestión la frase que daba a los
agentes diplomáticos manera de inmiscuírse
en los asuntos interiores de México.
Siguió discutiéndose la parte final del in-
ciso, siendo objetada por los Sres. Ing. ~Rey­
noso y Lic. Macías, tomando la palabra el
Gral. Múgica, para contestar a ambos.
C. Múgica: Disculpo la observación del se-
ñor Diputado Macías, en virtud de no haberse
hecho la impresión del dictamen y, por lo mis-
o mo, es casi seguro que no lo haya leído, a pesar
de que se han repartido en la Cámara algunos
ejemplares escritos en máquina. La fracción
cuarta del artículo dice así: "Las sociedades
comerciales de títulos al portador no podrán
adquirir, poseer o administrar fincas rústicas.
Las sociedades que se constituyeren para explo-
tar cualquier industria fabril, minera o petro-
lera o para algún otro fin que no sea agrícola,
podrán adquirir, poseer o administrar terrenos
únicamente en la extensión que sea estricta-
mente necesaria para establecimientos o servi-
cios de los objetos indicados, y que el Ejecu-
tivo de la Unión o de los Estados fijará en cada
caso."
En cuanto al principio que el Diputado
Reynoso ha pedido se incluya en la parte del de-
bate, tengo el honor de informar a ustedes que
esta parte ha sido tomada de una Ley que ex-
pidió el C. Primer Jefe con respecto a los fun-
dos mineros. La Comisión, que se reunió con el
296 FRANCISCO J. MUGICA

ingeniero Rouaix en su casa habitación, adoptó


el requisito y nosotros no tuvimos inconvenien-
te en aceptarlo. Como dije, cuando contesté la
interpelación del Diputado Terrones, algunos
diputados se acercaron a nosotros para mani-
festarnos que, efectivamente, en el tribunal de
la Haya se había hecho una declaración que tie-
ne fuerza jurídica en el derecho internacional.
relativa a que los extranjeros no pueden renun-
ciar a medias sus prerrogativas de extranjería;
por consiguiente, esto no tendría fuerza. Otro
diputado nos· pidió que pusiésemos en el artículo
que ningún extranjero podría adquirir propie-
dades en México si previamente no se nacionali-
zaba. Esto nos pareció que equivalía a la mu-
ralla china, por cuyo motivo no aceptamos la
idea, aunque es patriótica. Uno de los señores
Diputados se acercó a la Comisión pidiendo que
la idea que expresa esa renuncia sea aceptada
tanto por el ingeniero Rouaix y los que traba-
jaron en el proyecto de Ley, como por nosotros,
en el seno de la comisión, y, además, puesta
ahora por el Jefe como una prescripción legal en
algunos decretos, nos pareció que no tendría
eficacia; si, como es cierto, los pueblos fuertes
nunca respetarán esta clase de compromisos
cuando se trata de pueblos débiles; por eso no
fijamos que esa renuncia debía hacerse por con-
ducto de los ministros diplomáticos; nosotros,
en un momento de fascinación, adoptamos esa
modificación; el punto es verdaderamente difí-
PARLAMENTO 297

cil y la Co:nisión no tiene absolutamente ningún


inconveniente en adoptar la proposición más
acertada que esta H. Asamblea se sirva insi-
nuarle y aconsej arIe.
El inciso II habla de la incapacidad de la
iglesia para poseer o administrar bienes, los
cuales pasarán a pertener a la nación.
El Lic. Medina objetó la parte final del
inciso, diciendo que ella serviría para poder
burlar el resto de la determinación legal. El
Sr. Gral. De los Santos manifestó sus deseos
de que se consignara prohibición absoluta para
que se construyeran nuevos templos en el
país; a esto se contestó:

El C. M úgica: A nO:l1 bre de la Comisión me


permito informar a esta H. Asamblea acerca de
los motivos que hubo para poner esta limita-
ción: primero, porque hay casas particulares
que son oratorios, capillas, y hasta allá no qui-
so llegar la comisión; y segundo, porque como
puede informar a ustedes el Ministro de Fo-
mento, una colonia de judíos rusos trata de
avecindarse en México y ha solicitado el corres-
pondiente permiso del Gobierno para venir a co-
lonizar una región del país, habiendo gestiona-
do desde luego que se le permita construir sus
templos y se les den las suficientes garantías
para consagrarse al culto de su religión. Estas
!':111 sido las razones que tuvo en cuenta la Co-
misión; pero una vez que la Asamblea ha re-
suelto la reposición del párrafo que pide el
298 FRANCISCO .T. MUGlCA

ciudadano Medina, la Comisión no tiene incon-


veniente en hacerlo.

Con respecto a la objeción del C. Medina,


tomada que fué en consideración, se acordó
modificar la parte final del inciso, que los
templos, capillas, etc., quedaran sujetos al
poder civil.
Al discutirse la fracción séptima del ar-
tículo 27, volvió a hacer uso de la palabra el
Gral. Múgica. El párrafo a discusión era el si-
guiente:
"Se declaran nulas todas las diligencias,
disposiciones, resoluciones y operaciones de
deslinde, concesión, composición, sentencia,
transacción, enajenación o remate, que hayan
privado total o parcialmente de sus tierras,
bosques yaguas, a los condueñazgos, ranche-
rías, pueblos, congregaciones, tribus y demás
corporaciones de población que existan toda-
vía desde la ley de 25 de junio de 1856; y del
mismo modo serán nulas todas las diligencias,
disposiciones, resoluciones y operaciones que
tengan lugar en lo sucesivo y produzcan igua-
les efectos. En consecuencia, todas las tierras,
bosques yaguas, de que hayan sido privadas
las corporaciones referidas, serán restituídas
a éstas, con arreglo al decreto de 6 de enero
de 1915, que continuará en vigor como lley
constitucional. En caso de que, con arreJflo
a dicho decreto, no procediere, por vía de res-
titución, la adjudicación de tierras que hu-
biere solicitado alguna de las corporaciones
mencionadas, se le dejarán aquéllas en cali-
dad de dotación, sin que en ningún caso dejen
de asignársele las que necesitare. Se excep-
túan de la nulidad antes referida, únicamente
PARLAMENTO 299

las tierras que hubieren sido tituladas en los


repartimientos hechos a virtud de la citada
ley de 25 de junio de 1856, o poseídas en
nombre propio, a título de dominio por más de
diez años, cuando su superficie no exceda
de cincuenta hectáreas. El exceso sobre esa
superficie deberá ser vuelto a la comunidad,
indemnizando su valor al propietario. Todas
las leyes de restitución que por virtud de ese
precepto se decreten, serán de inmediata eje-
cución, por la autoridad administrativa. Sólo
los miembros de la comunidad tendrán dere-
cho a los terrenos de repartimiento, y serán
inalienables los derechos sobre los mismos
terrenos, mientras permanezcan indivisos, así
como los de propiedad, cuando se haya hecho
el fraccionamiento."
El Diputado Navarro interpeló a la Comi-
sión sobre las razones que ésta hubiera tenido
para poner nada más diez años en la excep-
ción que la fracción señala, contestando el
Sr. Lic. Colunga, miembro de la Comisión de
Constitución. Otra interpelación formuló Ce- ..
peda Medrano, a la cual dió contestación el
Sr. Gral. Múgica.
El Sr. Diputado Lic. Medina tomó la pa-
labra para impugnar la fracción a debate,
habiendo contestado tales impugnaciones los
Diputados Colunga y Múgica.

El C. M úgica: Presidente de la Comisión:


Si se toman e~ cuenta los argumentos del señor
Diputado Medina, con todos los prejuicios pro-
fesionales que ha traído a la consideración de
esta Asamblea, es evidente que se destruiría
desde luego uno de los principios de la Revo-
300 FRANCISCO J. MUGICA

lución, cuyo es este gran problema que nos ocu-


pa. Para ilustrar el criterio de esta Asamblea
con hechos, voy a referir 10 siguiente: en el
Estado de Tamaulipas, la Sauteña ocupa las
dos terceras partes ..... .
N afarrate interrumpiendo: N o precisamente
las dos terceras partes, pero una sí.
El C. Múgica (continuando) : Yo creo que
es más, porque La Sauteña invade el Estado de
N uevo León. Esta hacienda de La Sauteña se
formó, como la mayor parte de los latifundios,
mediante malas artes, cuyo principal factor fue-
ron las concesiones del Gobierno del Centro a
los capitalistas favoritos de las dictaduras pa-
sadas, valiéndose para ello de artimañas ile-
gales. Porque aunque las leyes en vigor en aquel
tiempo fueron dictadas mediante los órganos
institucionales, y por individuos o gobiernos a
quienes nosotros mismos les dimos la significa-
ción de legalidad, sin embargo de esto, señores,
dichos actos deben ser enteramente nulos, pre-
cisamente porque se hacían sólo con apariencias
de legalidad. En el Estado de Tamaulipas, por
ejemplo, había un don Iñigo Noriega, persona
influyente en aquel entonces, que, aprovechando
su situación de favorito, se metió a una propie-
dad y la declaró baldía. Es bien sabido que el
origen de nuestra propiedad privada es entera-
mente falso, pues tanto los naturales como los
mestizos que a raíz de la Conquista fueron po-
sesionándose poco a poco de la propiedad terri---
PARLAMENTO 301

torial, no tuvieron más título para ello que el


consentimiento de los reyes de España, expre-
sado en una merced real, ya que no tenían ne-
cesidad de aquellas tierras los soberanos espa-
ñoles; teniendo esto como consecuencia el que
ninguna colonia, ningún pueblo, ninguna tribu,
dispusiera en principio de documentación y de-
rechos de poseer, 10 que, bien sabido por Iñigo
Noriega, fué explotado ampliamente para de-
clarar baldíos terrenos y terrenos y ensanchar
así sus propiedades, despojando de 10 suyo a
los primeros pobladores de aquella comarca.
Pero si este hecho no fuese bastante, podemos
citar el caso de las tribus tarascas de Michoa-
cán. En efecto, pueblos enteros de indios que
constituyen una gran parte de la población del
Estado, sobre todo el Distrito de Uruapan, te-
nían grandes propiedades que no significaron
para ellos otra riqueza que la que puede dar la
flora de aquellos lugares exuberantes a pesar
del frío de la zona, pues los terrenos con que
contaban producíanles un maíz raquítico y un
trigo que no compensaba la ardua labor de los
agricultores. ¿ Dónde, entonces, la riqueza de esas
tierras? En sus bosques milenarios, de los que,
por la rapacidad de algunos extranjeros, de ma-
los mexicanos, y principalmente del gobierno
de aquel entonces, fueron despojados, sirvién-
dose de esta artimaña: las comunidades disfru-
tan en mancomún sus bosques, extraían made-
ra y resinas y de sus productos vivían; un día
302 FRANCISCO J. MUGICA

el gobierno dijo: estos indios, para formar una


heredípeta de tej amanil, de cuya venta viven,
destruyen cuatro o cinco árboles en sus bosques,
10 que es indebido, supuesto que de un solo ár-
bol podrían sacar lo suficiente para los gastos
de una semana sin producir la destrucción que
ahora realizan. Pues bien, el Gobierno, con esos
fines aparentemente filantrópicos, expidió una
ley por la cual se obligó a los indios a nombrar
un representante, de acuerdo con el Ejecutivo
del Estado, que tuviera capacidad legal para re-
presentar las comunidades en todos los contra-
tos sobre explotación de bosques que en aquella
época se iniciaban en el Estado. Así se hizo, se-
ñores, y como el fin propuesto era nada filantró-
pico ni moral, las autoridades se propusieron
desde aquel momento hacer que la representación
de los pueblos recayese en algunos mestizos o,
cuando menos, en algún indio de aquellos que
pudieran llamarse civilizados y que pudiesen ser
fácilmente sobornados por el Gobierno, median-
te el miedo o el interés, teniendo esto como con-
secuencia el que toda esa multitud de pueblos
que forman el Distrito de U ruapan y el Distrito
de Zamora en el Estado de Michoacán nombrara
representaciones que adolecían del vicio indica-
do. Entonces el Gobierno los llamó a la capital
del Estado y les obligó a firmar contratos abso-
lutamente ilegítimos, que los dueños de los bos-
ques se negaron a reconocer, pues mientras se
contaban por millares las maderas ya aserradas
PARLAMENTO 303

y listas para su exportación, aquellos indios sólo


recibían mensualmente, por conducto de los je-
fes políticos o de los recaudadores de rentas,
una cantidad que nunca llegó a sumar más de
veintiocho centavos por individuo. Ustedes com-
prenderán que siestas cuestiones se llevaran ante
los tribunales ordinarios, aun ante los más se-
veros constituídos por revolucionarios del lu-
gar que quisieran hacer justicia, esos tribunales
tendrían que verse obligados a obrar dentro del
cartabón de que ha hablado el diputado Medina
y fallarían en contra de los indios, condenándo-
los a perder propiedades que les fueron villana-
mente arrebatadas. ¿ Y es esto legítimo? Se nom-
bró un representante, y este representante, a
nombre de sus pueblos, con capacidad legal pa-
ra contratar, enajenó sus bosques por cantidades
irrisorias. "Pero i qué importa. i Qué importa!
dice el señor Medina, que hayan enajenado en
una cantidad pequeña esas propiedades! Ellos
tenían conciencia, tenían capacidad, tenían fa-
cultades para hacerlo y eran dueños de vender-
lo no sólo en una cantidad miserable sino has-
ta de regalarlo." Y, sin embargo, este acto los
indujo, señores Diputados, a mendigar la ca-
ridad pública de las ciudades, cosa que jamás
habían hecho los aborígenes de Michocán, pues
nunca los había dominado la miseria. ¿ Y' va-
mos a dejar estos males en pie nada más por-
que la Ley 10 permite? ¿ Vamos a consentirlo?
Entonces, maldita la Revolución, mil veces mal-
304 FRANCISCO .1. MUGICA

rJita, si fuésemos a consentir en esa injusticia.


(Aplausos. ) Algunas veces, hombres revolu-
cionarios que en otro tiempo habían sido con-
secuentes con sus principios escribían en la
prensa: "Si para que se haga justicia estorba
la Ley, abajo la Ley." Esto justifica 10 que ve-
nimos a hacer esta noche al reivindicar todas
esas propiedades despojadas al amparo de una
ley creada para favorecer a los poderosos y
bajo cuya egida se cometieron grandes injusti-
cias.
Deshagamos nosotros ahora esas injusticias
y devolvamos a cada quien lo suyo, votando
esta fracción como la hemos presentado.
Aprobada la fracción a debate, fue reser-
vada para su votación, juntamente con todo
el artículo de que forma parte.
UNA PLUMA HISTORICA

Concluye el Constituyente sus labores.-EI Secretario Particular


del Primer Jefe, Venustiano Carranza. entrega, a nombre de
éste, una pluma histórica.-Discurso del Sr. Uprte.-Con-
testa a nombre de la Asamblea el Gral. M6gica.-Se firma
la Constitución.-Palabras finales.

Después de dos meses, el Congreso Constitu-


yente dió fin a sus labores; y ya para firmarse
nuestra Carta Magna, el C. Primer Jefe, En-
cargado del Poder Ejecutivo de la Unión, quiso
invitar a los señores Diputados a firmar tan
interesante documento con la ,pluma con que
se firmó el Plan de Guadalupe, que dió origen
al movimiento constitucional1sta.
Con tal propósito, el señor Diputado Ugarte
hizo entrega de la pluma histórica pronuncian-
do el siguiente discurso:

El C. Ugarte: "Señores Diputados: Felizmen-


te para la República, hemos dado cima a la tras-
cendental obra que nos encomendara el pueblo
mexicano. Nuestra Constitución de hoy, para 10
futuro, va a ser el lábaro de nuestras libertades
y el principio-así lo anhelamos ardientemente-,
306 FRANCISCO J. l\IUGICA

de la reconstrucción nacional, sobre la base de


la libertad y el respeto al derecho de todos. No
nos queda por hacer más que, al abandonar esta
histórica ciudad, ir, como heraldos de la nueva
Constitución, a hacer que sus doctrinas y sus
principios libertarios, que contienen las enseñan-
zas salvadoras que lleva para el pueblo en lo que
respecta al derecho ajeno, sean para el alma na-
cional el nuevo horizonte de su vida política
futura; pero cumplo un grato deber, disfruto
una satisfacción íntima al venir a dirigiros la
palabra en esta última ocasión; como Diputado,
a pediros perdón sinceramente por cualquiera
labor que pudiera haberse interpretado de un
modo desfavorable a mi recta intención, pero
además, para cumplir también con otra satisfac-
ción muy grande, con algo que va a rememorarse
en nuestra historia, y es esto: por encargo del
C. Primer Jefe os entrego, para la firma de la
nueva Constitución, una valiosa joya, li pluma
con que fuera firmado el Plan de Guadalupe
en la hacienda de su nombre, del Estado de Coa-
huila, el 26 de marzo de 1913. (Aplausos nu-
tridos.) Es realmente de una significación histó-
rica enorme esa pluma, ese objeto sagrado que
sirvió para que los hombres resueltos y patrio-
tas, hombres sin tacha, sin miedo, fueran en
contra de la usurpación y subscribieran con pulso
firme el glorioso Plan de Guadalupe, que debía
traer para la República días de ventura, anhelos
de progreso, reivindicaciones. del honor ultraja-
PARLAMENTO 307

do de la patria. (Aplausos.) Y esta pluma, seño-


res Diputados, que acompañó durante toda la
campaña al C. Primer Jefe, que supo de sus vici-
situdes, que sabe de los tropiezos, de las nece-
sidades de la lucha, de las dificultades para la
reorganización, del patriotismo de todos, pero
que también ha sabido que bajo aquel uniforme
en que se ostentaba dicha pluma no hubo jamás
ni Un decaimiento, ni un fracaso, y servirá para
que los Constituyentes de 1917 entreguen, como
epílogo de esta sangrienta jornada a la Repúbli-
ca, el testamento más grande que la Revolución
pueda legarle. (Aplausos.) Así, pues, señores
Diputados, con veneración, tomaremos en nues-
tras manos esa joya histórica, para subscribir
con nuestra firma, con la protesta más solem-
ne de cumplir y hacer cumplir la Constitución,
esa misma Constitución. Yo sé de la devoción
infinita que para vosotros van a tener todos es-
tos actos, el recuerdo imperecedero que dejará
en nuestras conciencias, y aquí creo oportuno
dirigirme al señor General Múgica, porque sé que
su corazón palpitará en estos momentos presa
de una emoción intensa. La salutación que el
Congreso Constituyente debe enviar a aquellos
esforzados paladines que el 26 de marzo de 1913
iniciaron la gran cruzada. (Aplausos.) Hoy, Ge-
neral Múgica, que estáis presente en este Con-
greso, que traéis en vuestro recuerdo y en vues-
tro corazón, la firma del Plan de Guadalupe,
sabréis también cumplir al firmar la Constitución
308 FRANCISCO J. MUGICA

de la República y al recibir la salutación, el aplau-


so y el cariño de este Congreso para quienes
firmaron el Plan de Guadalupe, reivindicador y
sagrado; la recibiréis con ese entusiasmo juvenil
que os caracteriza, con esa fuerza de convic-
ción que tenéis. Y al saludar en vos a los heroicos
paladines de aquella jornada, el Congreso Cons-
tituyente anhela vivamente y pone su más grato
ensueño en que la Constitución Política de 1917,
sea el broche de oro con que termine la sangrien-
ta jornada emprendida el 26 de marzo de 1913.
Hagamos el v-oto más grande porque nuestra
República inicie hoy su era de felicidad, su era
de engrandecimiento, su era de respeto en toda
la América y en todo el mundo, y que nosotros,
al cumplir como ciudadanos con nuestro deber,
nos llevemos la íntima convicción de que, si los
iniciadores de la Revolución contra el usurpador,
si los iniciadores del 26 de marzo de 1913 pusie-
ron a contribución su sangre, nosotros hemos
puesto a contribución nuestro esfuerzo, buena
intención y patriotismo, para que el pueblo me-
xicano, del que hemos salido y al que volvemos
satisfechos, tenga en el futuro con su Carta
Magna todas las satisfacciones, todos los anhe-
los, todas las garantías para sus derechos, to-
dos los propósitos de progreso que él anhela, y que
vueltos a su seno, les lleven la nueva de paz y
el intenso deseo de su engrandecimiento futuro.
y al despedirnos como hermanos, vayamos soli-
dariamente confundidos a la masa social, a hacer
PARLAMENTO 309

que se respete y cumpla 10 que el pueblo nos


encomendara, y que al firmar la nueva Consti-
tución le devolvamos, deseando haber cumplido
10 mejor que fué posible, el sagrado compromiso
que con él contrajimos. (Aplausos nutridos y vo-
ces: i Viva Carranza! i Viva la Revolución! i Vi-
van los Constituyentes!)

•••
Ciudadanos Diputados:
Este acto y las palabras del Diputado U garte
han producido en mí una emoción profunda. Yo
hubiera querido ser, en mis labores parlamen-
tarias, absolutamente extraño a los sentimientos
del corazón. Mas esto es imposible desde el mo-
mento que se ha traído al seno de esta Asamblea
una pluma que es ya histórica y se ha puesto en
mis manos como el representante, afortunado, de
aquella otra Asamblea memorable llena de re-
cuerdos y de épicas glorias que ha pasado a la
historia condensada en Libertad. (Aplausos.) En
este instante, señores Diputados, están en mi
memoria frescos, latentes, los recuerdos de aqt'e-
lla fecha imperecedera, 26 de marzo, en que de-
rrotados después de una jornada sangrienta, per-
seguidos por los soldados de la usurpación que
frente a la ciudad de Saltillo y dentro de los mu-
ros mismos de la ciudad durante dos días de
rudo combatir, se habían ensañado en nuestras
310 FRANCISCO J. MUGICA

tropas novicias, en que impotentes aún para ven-


cer veíamos con pena los que aun conservába-
mos la esperanza en pie como bandera, que mu-
chos de los nuestros, con la voluntad hecha
jirones, defeccionaban de nuestras filas para vol-
ver a la tranquilidad del domicilio y aun para
engrosar las filas enemigas; en que ya reducidos
a un grupo de entusiastas nos agrupábamos en
derredor de la férrea voluntad del C. Carranza,
seguimos sobre la brecha, logrando al fin, poner-
nos al habla con nuestros hermanos, los patrio-
tas hijos de Sonora, para de esa manera encauzar
el movimiento reivindicador hacia el Sur de la
República, ·avanzando los unos por el Occidente,
los otros por el Oriente, para traer a la Patria
toda, al corazón mismo de la República, el in-
cendio de aquella idea condensada en un plan
revolucionario, sin promesas ni halagos y que
sin embargo, traía en sí algo muy grande que con-
movió el corazón de la Patria y exaltó la digni-
dad de los mexicanos, haciéndolos empuñar las
armas en compacta muchedumbre, para vindicar
las instituciones ultrajadas por un degenerado y
consuetudinario soldadón. (Aplausos.) Sí, seño-
res, veo claramente, allá en medio de una lla-
nura escueta y triste, dentro de una finca de
aspecto campesino, una pequeña pieza, y en ella,
en Asamblea turbulenta, una mínima parte de
ciudadanos armados, los jefes y oficiales del pri-
mitivo grupo vengador, deliberando sobre lo
que debía de ser, por decreto del destino, el Plan
PARLAMENTO 311.

de Guadalupe. Y hay que decir que si es cierto


que los allí reunidos éramos ya subordinados
de D. Venustiano Carranza, teníamos criterio
íntegro, libertad omnímoda y vigor suficiente
para discutir sin presión, sin temor y sin com-
placencias, lo que habíamos de firmar como jus-
tificante de nuestra actitud de rebeldía para
aceptar el Gobierno nacido de la usurpación, es-
cribiendo así el Plan de Guadalupe, que adolece
de muchísimos defectos, principalmente litera-
rios, que casi no tiene ilación gramatical; pero
que expresó, sin embargo, condensó en aquellos
instantes solemnes, la voluntad nacional, repre-
sentada en unos cuantos patriotas. Señores: con
clara percepción veo también, al enumerar las
escenas allá desarrolladas, el interés que des-
de el subteniente más ignorante hasta el Te-
niente Coronel, supremo grado que allí había,
pusieron en la discusión y en el estudio de lo
que íbamos a levantar como bandera a efecto
de que el pueblo mexicano, agrupándose alrede-
dor del Primer Jefe; cumpliera con el deber de
Patria, y al evocar tan gratos recuerdos, vienen
también a mi memoria muchos rostros de cama-
radas que han quedado en el campo de la lucha
y de otros que, más felices, ocupan hoy los prin-
cipales puestos del escalafón del Ejército y
siguen abnegados, dándole a la Patria el contin-
gente de su esfuerzo. Todos ellos hablan por
mi boca en estos momentos solemnes a la Asam-
blea Constituyente y, agradecidos, entusiastas, os
312 FRANCISCO J. MUGICA

manifiestan que al consolidar en la forma de prin-


cipios institucionales la cuestión agraria, que al
incluir en la ley fundamental las bases ,le la
Legislación obrera, que al matar sin clemencia
y de una manera absoluta la obra clerical. Cllll1-
plisteis vuestro deber e interpretasteis los pensa-
mientos de los caídos en el campo y de los que
han vencido en la gran lucha.
Señores Constituyentes: yo, que he 01dú hon-
damente conmovido de vosotros, un aplauso in-
tenso y eI!tusiasta para los que firmaron el
Plan de Guada1upe, os correspondo en su nom-
bre, con entusiasmo mezclado de tristeza y os
digo que, después de haber cumplido el encargo
de vuestros electores, debéis jurar caer en el cam-
po de batalla defendiendo esta Constitución, a
la manera de aquellos primeros patriotas que
regaron su sangre en los vastos confines del
país, defendiendo las cláusulas del Plan de
Guadalupe. (Vivas y aplausos estruendosos.)
INDICE
Págs.

Prólogo .......... . 5
Preasa
Luchar es vivir ....... ......... ... .... .............. ... ..... ...... 31
El desprecio a la Ley.... .... .. ........ ........... ... ........ 35
Consumatum est.......... ...... ........ ............ ......... 39
Verdades, puras verdades ....................... ............ 43
Los lugares públicos y su consagración................. 47
Pueblo Rey......... ................ ............................ 51
Clamores de una raza ......................................... 53
El Lic. Francisco León de la Barra..... ........ ........ 57
Discurso..................... ......... ........ ..................... 67
Reflexiones, no consejos........ .................. ...... ...... 79
Parlamento
El Constituyente principia sus labores................. 83
El derecho de libertad......................................... 91
La instrucción pública.......... ........................ ...... 97
La libertad de imprenta....................... , ............. 119
El derecho de asociación............................... ...... 135
El antimilitarismo................ ............................. 149
La ley del trabajo.......................... ................... 165
Integración del Poder Legislativo......... ......... ..... 185
Discusión del arto 21........................... .... . . . . . . . . . . . . 193
La unión indolatina................. ........................... 211
Contináa la discusión sobre los requisit08 para ser
diputado. .................. ..................... ....... ......... 225
El Banco único...... ...... ..................... .... ........... 231
El antia1coholismo...... ..... ............ ...... ............... 245
Los límites de Michoacán....................... .... ...... .. 259
Las huelgas.............. ......................................... 265
La cuestión religiosa.......................................... 271
La Ley Agraria... ............................................... 293
Una Pluma Histórica.......................................... 305
Este libro se terminó de imprimir
el 5 de noviembre de 1985
en los talleres de
Programas Educativos, S.A.,
Chabacano 65-A, 06850 México, D.F.
La edición consta de
3 000 ejemplares.

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