Los Seglares Franciscanos en La Familia Franciscana
Los Seglares Franciscanos en La Familia Franciscana
Los Seglares Franciscanos en La Familia Franciscana
Este año, la Orden Franciscana Seglar está celebrando las Bodas de Plata de la aprobación de la
Regla por Pablo VI, 24 de junio de 1978. Uno de los puntos sobresalientes e interesantes que destaca la
Regla de la OFS es el de la Familia Franciscana que «comprende a todos aquellos miembros del Pueblo
de Dios, laicos, religiosos y sacerdotes, que se sienten llamados al seguimiento de Cristo, tras las
huellas de San Francisco de Asís»,1 al que complementa el de la «recíproca comunión vital».2
Esto es lo que me mueve a presentar en el presente artículo el puesto que la Orden Franciscana
Seglar tiene en dicha Familia Franciscana.
INTRODUCCIÓN
He leído recientemente que en cierta ocasión, alguien preguntó a un santo abad: «¿quién es el
monje?». «El anciano no respondió, pero, quitándose el hábito, lo pisoteó.»3
También leía, entre estas anécdotas de los padres del desierto, que una vez San Atanasio de
Alejandría, en una de sus visitas a los monasterios del Alto Egipto, preguntó a San Pacomio, el
fundador de los «cenobitas»: «¿la santa “koinonia” continúa produciendo buenos frutos?». Pacomio le
respondió: «También la Iglesia. Nosotros somos sólo laicos sin importancia.» 4
Esta situación, en parte o en todo, se ha repetido con los franciscanos seglares: son laicos. Para
muchos, también de nosotros franciscanos apellidados de la Primera Orden o de la TOR, son
simplemente laicos sin importancia.
No son una presencia alternativa en la Iglesia, ni contrapuesta a ella, 5 sino que son laicos que
desean ser testigos del Evangelio en la Iglesia6 y en la sociedad.7
Por otra parte, al resaltar el Vaticano II el puesto de los laicos en la Iglesia, reconociendo «el
carácter secular, propio y peculiar de los laicos», 8 y la vocación de todos los cristianos a la santidad:
«todos los cristianos, de cualquier estado o condición, están llamados a la plenitud de la vida cristiana
y a la perfección del amor», 9 algunos cristianos, acaso porque han optado por un estado de perfección
(la vida consagrada), desconociendo que la base de la perfección del amor es el bautismo, se quejan,
aun públicamente, del valor y puesto otorgado al laico en la Iglesia. Así nos encontramos, en el
Instrumentum Laboris del Sínodo de los Obispos sobre la Vida Consagrada, alguna lamentación como
la siguiente: «la actual valoración teológica y pastoral del laicado… lleva a una desvalorización
doctrinal y afectiva, especialmente entre los jóvenes, de la Vida Consagrada». 10 Son voces de quienes
en vez de agradecer la madurez de la Iglesia y del laicado, reconociendo en todos los cristianos la
identidad del bautizado, opinan que esto impide un crecimiento cuantitativo en la Vida Consagrada,
aunque, por otro lado, esté dando frutos de calidad y también de cantidad en la medida de lo que
sembramos.
No vamos a detenernos en Francisco que vivió como penitente: «inspirado por el Espíritu Santo,
inició una vida de penitencia en hábito de eremita».11 Sí que vamos a ver a grandes rasgos la acogida
que brinda a los seglares y las sugerencias que les otorga para que sigan el Evangelio sin abandonar
sus casas: «A todos daba una norma de vida y señalaba con acierto el camino de salvación según el camino de
cada uno»;12 y más explícitamente lo encontramos en las Florecillas: «“No tengáis prisa, no os vayáis de
aquí; ya os indicaré lo que debéis hacer para la salvación de vuestras almas.” Entonces le vino la idea de fundar
la Orden Tercera para la salvación universal de todos.» 13 Francisco alarga la posibilidad de vivir en la
penitencia a todos los cristianos. Así lo encontramos en las dos redacciones de la llamada Carta a todos
los fieles, en las que presenta la doctrina de los dos caminos: el del bien y el del mal, el de la penitencia
y el de la no penitencia, por lo que opino que la carta bien puede suponerse escrita a todos los
cristianos, pudiendo llegar a gozar del estado místico de la inhabitación de la Trinidad, como lo
describe Francisco en ambas redacciones…
Los seglares que siguieron el consejo de Francisco y de sus frailes se extendió por toda Italia.
Serán también los frailes menores en sus misiones por Europa los que extienden en todas las naciones
ultramontanas el laicado penitencial según la «forma de vida» que les había dado Francisco. Así nace
la Orden de los Hermanos y de las Hermanas de la Penitencia, que según la traducción del Anónimo
de Perusa hecha por Béguin es mucho más explícita: «Los frailes les agrupan, pues, en una Orden que
lleva el nombre de la Penitencia, y lo hicieron aprobar por el Sumo Pontífice.» 14 Son los frailes los
primeros responsables15 de la promoción o creación y organización de la llamada Tercera Orden. Una
traducción mucho más cercana al trabajo llevado a cabo por los frailes con los seglares dice: «Y los
hermanos fundaron con ellos una Orden que se llama de los Penitentes, y que la hicieron confirmar
por el Sumo Pontífice.»16
La figura de Francisco, «que en absoluto se puede ignorar el papel del Santo en la organización
del movimiento laical, incrementado, si no directamente sacado de su obra y de sus palabras», 17 así
como la vida y la predicación de los frailes, y la «forma de vida” dada a los penitentes, hará que
muchos entren en la Orden de la Penitencia asistida por los «Hermanos Menores».18
La visión de Francisco sobre los seglares es tan global y compacta, que el Poverello afirma que los
seglares tienen un puesto en la Iglesia y tienen la posibilidad de alcanzar la santidad a través de su
secularidad, viviendo como tales el Evangelio. Tomás de Celano describe la obra de Francisco con
trazos más bien teológicos: «contribuye a que la Iglesia de Cristo se renueve en los fieles de uno y otro sexo y
triunfe la triple milicia de los que se han de salvar»; 19 la Miscelanea Buenaventuriana nos transmite la
división clásica, en la que en todos los sentidos, los seglares son los terceros: «instituyó tres Familias
Religiosas; la primera es la Orden de los Hermanos Menores; la segunda, la Orden de las Hermanas
de Santa Clara, que primero se llamaban Señoras Pobres de los Santos Cosme y Damián, mientras que
ahora, desde que Santa Clara ha sido canonizada, son llamadas Hermanas de Santa Clara. Instituyó,
luego, la tercera Orden, llamada Orden de los Penitentes, que son llamados Hermanos continentes.
Estas tres Religiones, como tres hijas suyas, él instituyó, destinándolas al culto de Dios».20
En la Familia Franciscana lo más importante es el carisma que nos une, más que la cronología y
las obras, en torno a las cuales desarrollamos la Historia Franciscana, encerrándonos la mayoría de las
veces en nosotros mismos, dejando espacios muy reducidos a la Orden Franciscana Seglar o a las
Clarisas. Quisiera descubrir los aspectos comunes del carisma, aunque sean diversos los modos de
vivirlo y expresarlo, pudiendo, ¡ojalá! llegar a conocer más en profundidad la Orden Franciscana
Seglar, más como una vida y misión compartidas que como vida y misión paralelas.
La Tercera Orden,21 desde el siglo XIII al 1978, va a ocupar siempre la tercera categoría en la
historiografía franciscana y, con frecuencia, sufriendo incomprensiones por una u otra parte: Iglesia y
sociedad.
Aunque van a ser los Frailes Menores los que ayuden a extenderse por Italia y el resto de Europa,
siguiendo la línea de Francisco de Asís, sin embargo, las primeras bulas que conocemos dirigidas a los
Terciarios son de Honorio III24 y sus inmediatos sucesores, y van dirigidas a los obispos de Italia.
El Memoriale Propositi cuando habla de la reunión de los hermanos y la participación en la Misa,
no se indica la iglesia de los Hermanos Menores, sino que será en la iglesia que indique el hermano
ministro: «Todos los hermanos y las hermanas de cualquier ciudad y lugar, cada mes, cuando parezca
oportuno a los Ministros, se encuentren en la iglesia que los Ministros hayan indicado y allí escuchen
la Misa.»25 Lo mismo se dice referente al religioso que les instruye, no se hace mención del Hermano
Menor: «si para la circunstancia les es posible, tengan un religioso instruido en la palabra de Dios, que
les amoneste y exhorte a la perseverancia en la penitencia y a cumplir obras de misericordia». 26 El
consejero es el señor obispo: «pedido consejo también al señor Obispo».27
El Visitador debía de ser un delegado del Obispo, ya que tenía potestad para imponer penas y
dispensar.28 De manera que, como escribe Atanasio Matanic´: «el obispo diocesano era su instancia
suprema y directa; era y permanecía el garante de sus iura et privilegia, tanto de los que tenían en
común con otras personas e instituciones eclesiástico-religiosas, como de las propias; el obispo, en fin,
era quien, a través del visitador, vigilaba sobre la vida jurídica, espiritual y disciplinar de la
fraternidad o de las fraternidades en el territorio de la diócesis».29
Inocencio IV que, con la bula Vota devotorum (13-VI-1247),30 había otorgado a los Hermanos
Menores la visita a los penitentes de Italia y del reino de Sicilia, a petición de los propios penitentes
párrocos adeptos a Federico II en su lucha contra el
que se veían sofocados por prelados y
papado, se la deroga para entregársela de nuevo a los Obispos en 1248, 31 un año más
tarde vuelve a colocar bajo los Obispos a los penitentes de Lombardía, y, en 1251, coloca a los
penitentes florentinos bajo el obispo de Florencia a petición de los propios penitentes.
El Anónimo perusino traza estupendamente la relación de los Frailes Menores con los penitentes,
hoy franciscanos seglares: «Y los hermanos fundaron con ellos una orden que se llama de los penitentes, y que
la hicieron confirmar por el Sumo Pontífice.» 32 Sin embargo, la situación socio política en contra de los
Mendicantes, hace que ya desde en tiempos de Fr. Elías, comiencen los frailes menores a
desentenderse de los penitentes. Meersseman escribe al respecto: «Esta situación jurídica, como, por
otra parte, la creciente hostilidad del clero secular, de los maestros de París y de los partidarios de
Federico II hacia las Órdenes Mendicantes, indujeron a los dirigentes de la Orden Franciscana a
adoptar una actitud de reserva hacia los Penitentes.»33
La postura de San Buenaventura en este sentido fue decisiva y clara al deponer su apoyo a los
terciarios. Las razones las da en una de sus cuestiones: «¿Por qué los frailes no promueven la Orden de la
Penitencia?»34 Y entre estas razones se hallan:
• la necesidad de que los Hermanos Menores se mantengan libres en su apostolado;
• las grandes dificultades a que se exponen los frailes con el clero y las autoridades civiles al
tener que defender a los terciarios en su exención militar y civil, además de en otras
prerrogativas;35
• el escándalo que se podía crear al visitar los Hermanos Menores a las hermanas de la
Penitencia;
• la sospecha de herejía que surge al participar en sus reuniones secretas, presididas por
ministros laicos y, a veces, casados, donde a despecho del clero, los laicos ejercían de doctores;
• no se podía traer a colación el ejemplo de San Francisco, ya que las circunstancias de lugar y
tiempo son diversas.
Pocos años después de la muerte de San Buenaventura († 1274), Bernardo de Bessa escribe en su
Liber de Laudibus, en 1278: «Desde el principio se daba a los Penitentes un fraile como Ministro, pero
hoy son dirigidos por sus ministros, de manera que son asistidos por los frailes Menores con el
consejo y la ayuda, siendo nuestros hermanos e hijos de un mismo padre.»36
Diez años después de esta nota de Bernardo de Bessa, en la relación entre los Hermanos
Penitentes y los Hermanos Menores se va a originar un cambio de ciento ochenta grados con la bula
Supra Montem de Nicolás IV, primer Papa franciscano. Con todo, en agosto de 1289 se celebra en
Bolonia un Capítulo general de los Terciarios en Bolonia y se reúne en la iglesia de San Andrés, que
no es de los Hermanos Menores, ante la presencia de un sacerdote secular.
Nicolás IV con la bula Supra Montem (18-VIII-1289), asume la tradición histórica de que los
Terciarios fueron fundados por San Francisco: «el glorioso confesor de Cristo San Francisco, fundador
de esta Orden».37 Pide que los visitadores sean los frailes menores y no puede serlo un laico: «ya que
la presente forma de vida ha sido instituida por el arriba nombrado bienaventu rado
Francisco,
disponemos que los Visitadores y los instructores se elijan de la Orden de los frailes
menores, aquellos que los custodios o los guardianes de la misma Orden nombren
cuando se les pida. No queremos que esta congregación sea visitada por un laico».38
Un año después, por motivo del revuelo suscitado por la nueva Regla, que indicaba como
visitadores de los penitentes a los Hermanos Menores, y al sostener algunos terciarios que quien
observase esta Regla no se salvaba, emitió la bula Unigenitus Dei Filius (8-VIII-1290). En esta bula
Nicolás IV acoge a todos los penitentes que siguen la Regla publicada el año anterior y, para atraer a
los dudosos y recelosos, anula los procesos hechos o por hacer en contra los penitentes, haciéndoles
partícipes de todos los privilegios concedidos o por conceder a la Orden de la Penitencia. Ordena que
los terciarios que sigan sus consejos se elijan sus propios ministros, erigiendo así fraternidades
separadas de quienes no aceptaban la Regla.
Después de la Supra Montem, los lazos de amistad entre los Frailes Menores y los Hermanos de la
Penitencia renacieron, y «éstos últimos (los penitentes) se separaron gradualmente de sus
fraternidades para establecer lazos más profundos con los franciscanos».39
La Regla de Nicolás IV otorga a la tercera Orden de San Francisco un estado progresivamente
reconocido como eclesiástico. Alvaro Pelagio (Pais) dice que mientras las beguinas han cometido
mucha maldad bajo el velo de la santidad, las terciarias franciscanas siguen un modus vivendi
aprobado y confirmado por la Iglesia.40 La Regla bulada fue un elemento propulsor de la Orden. San
Antonino de Florencia testimonia que «los doctores no tratan de la Orden Tercera de Santo Domingo
como de la de San Francisco, porque los terciarios dominicos son pocos en estas partes (Italia), y casi
ninguno entre el sexo masculino; en cambio, bajo la regla y el hábito de la Orden Tercera de San
Francisco militan muchos de uno y otro sexo, unos como ermitaños, otros como hospitalarios y otros
agrupados en congregación».41 Y Bernardino de Bustis
escribe: «Esta Orden es grande por su
número. La cristiandad entera está llena de hombres y mujeres que observan
sinceramente la regla de los terciarios.»42
Desde el tiempo de Nicolás IV, las dos Órdenes van a vivir vicisitudes comunes, aunque, siendo
sinceros, la Orden Tercera de San Francisco sujeta a los Hermanos Menores.
LA FAMILIA FRANCISCANA
El carisma que anima a la Familia franciscana es el mismo, el de Francisco de Asís. La Regla de la
Orden Franciscana Seglar define muy bien el carisma de cuantos componen la Familia Franciscana:
«Entre las familias espirituales, suscitadas por el Espíritu Santo en la Iglesia, la familia Franciscana comprende
a todos aquellos miembros del Pueblo de Dios, laicos, religiosos y sacerdotes, que se sienten llamados al
seguimiento de Cristo, tras las huellas de San Francisco de Asís. En maneras y formas diversas, pero en
recíproca comunión vital, todos ellos se proponen hacer presente el carisma del común Seráfico Padre, en la vida
y en la misión de la Iglesia.»46
La Familia Franciscana es suscitada en la Iglesia por el Espíritu Santo.47 Es don del Padre.48 Es el
Padre de las luces, el Padre de las misericordias el que suscita a sus miembros.
En línea con la eclesiología del Vaticano II la Familia Franciscana la forman todos aquellos
miembros del Pueblo de Dios, llamados a servir a Cristo al estilo de Francisco de Asís: laicos,
religiosos/as y sacerdotes. Todos los miembros de la Iglesia, Pueblo de Dios, por lo tanto también los
seglares, son llamados a la santidad: «todos los cristianos están llamados y obligados a tender a la
santidad y a la perfección de su propio estado de vida». 49 Y la Regla de la OFS dice: «la Orden
Franciscana Seglar, la cual se configura como una unión orgánica de todas las fraternidades católicas,
esparcidas por el mundo entero y abiertas a todo grupo de fieles, en las cuales los hermanos y las
hermanas, impulsados por el Espíritu a alcanzar la perfección de la caridad en su estado seglar, se
comprometen con la Profesión a vivir el Evangelio a la manera de San Francisco con la ayuda de la
presente Regla confirmada por la Iglesia.»50 Por lo tanto, en la Familia Franciscana, los religiosos y las
religiosas, los miembros de la Jerarquía: sacerdotes y obispos, y los seglares, son invitados por el
Espíritu Santo a vivir el Evangelio según el carisma del Poverello.
Dos aspectos fundamentales nos unen: el seguimiento de Cristo y la vida en fraternidad. El
seguimiento de Cristo es el punto focal del vivir cristiano. 51 El punto central no es una doctrina, sino
una persona concreta, Jesús de Nazaret, nacido de una mujer, y que ha puesto su tienda en medio de
nosotros. Lo importante y significativo del seguimiento no es una ideología o doctrina, sino una
persona histórica, nacido en el tiempo.52
En segundo lugar nos aglutina la fraternidad,53 no la pobreza, ni la humildad, ni ninguna de las
virtudes, sino es el vivir como «hermanos». Las Constituciones de los Hermanos Menores
Conventuales dicen: «La Orden de los Hermanos Menores Conventuales es la religión fundada por
San Francisco de Asís con el nombre de Hermanos Menores, al que, casi desde sus inicios, se añadió
Hermanos Menores
la denominación de conventuales. Los miembros de la Orden se llaman
Conventuales… Constituyendo como hermanos una familia… Nuestros hermanos se
constituyen en fraternidad conventual propiamente dicha, con el fin de fomentar
mejor la devoción, la vida ordenada, el oficio divino solemne, la formación de los
candidatos, el estudio de la teología y otras obras de apostolado al servicio de la
Iglesia de Dios, para así extender el Reino de Cristo.»54
En cuanto a la OFS, leemos en su Regla: «La Orden Franciscana Seglar se divide en Fraternidades,
de diversos niveles o grados: local, regional, nacional e internacional. Cada una de estas
Fraternidades tiene su propia personalidad moral en la Iglesia. Las Fraternidades se coordinan y unen
entre sí, de acuerdo con lo que se establece en esta Regla y en las Constituciones.»55
La grandeza del Espíritu que reside en nosotros 61 es la capacidad de crear maneras y formas
diversas para el bien común.62 Dentro de la diversidad de formas y maneras de manifestar el carisma
de Francisco, muy bien se podría traer a colación el ejemplo de cuerpo que aporta Pablo en la primera
Carta a los Corintios en el que la función de cada uno de los miembros constituyen el cuerpo, 63 como
la diversas expresiones del vivir el carisma de Francisco origina la Familia Franciscana.
Es el espíritu el que llama, y la respuesta a la llamada se personaliza y concreta en la vida,
mediante la gracia y el don del mismo Espíritu, en determinadas opciones y compromisos concretos
en la vida consagrada64 o en la vida secular.65
La vocación del franciscano seglar es una llamada a vivir el Evangelio al estilo de Francisco de
Asís en su condición secular. No es una devoción, sino que es un estilo de vida evangélico.
Frecuentemente la confusión creada entre devoción y vocación franciscana, especialmente en su
estado secular, ha hecho que se especifique mucho más el sentido de pertenencia y la especificidad de
su vocación en las últimas Constituciones. Permaneciendo la OFS abierta a todos «los fieles de
cualquier condición (laicos o clérigos)»,76 las Constituciones afirman: «La vocación a la OFS es una
vocación específica, que informa la vida y la acción apostólica de sus miembros. Por consiguiente, no
pueden formar parte de la OFS quienes ya están vinculados, mediante compromiso perpetuo, a otra
familia religiosa o Instituto de vida consagrada.»77 La OFS llena toda la vida del vocacionado en su
estado secular. No tiene necesidad de ir buscando donde completar y llenar su vacío. Si así fuere, es
señal de que el hermano profeso no ha comprendido el sentido pleno de su pertenencia a la Orden
Franciscana Seglar, o no es un profeso maduro, lo que hace que vuele de flor en flor buscando
néctares nuevos y más agradables.
A partir del Concilio Vaticano II se ha potenciado la eclesiología del laicado y le ofrece nuevos
caminos, señalando siempre su característica específica: la secularidad, que es el carácter «propio y
laicos Tienen como vocación propia el buscar el Reino de
peculiar de los laicos».78 «Los
Dios ocupándose de las realidades temporales y ordenándolas según Dios. Viven en
el mundo, en todas y cada una de las profesiones y actividades del mundo y en las
condiciones ordinarias de la vida familiar y social… Es ahí donde Dios les llama a
realizar su función propia, dejándose guiar por el Evangelio para que, desde dentro,
como el fermento, contribuyan a la santificación del mundo, y… sobre todo con el
testimonio de su vida, muestren a Cristo a los demás.»79
El aspecto secular y sus notas características tienen pleno sentido en el marco de la misión de la
Iglesia y de su permanente diálogo salvífico con el mundo. Las Constituciones piden la colaboración
en la construcción del Reino desde las propias realidades terrenas: «Empeñados en la construcción del
Reino de Dios dentro de las realidades y actividades temporales, los franciscanos seglares, por
vocación, deben vivir como una realidad indivisible su pertenencia a la Iglesia y a la sociedad.» 80 Y
complementa esta invitación y afirmación, subrayando que importante es el deber en el propio trabajo
y el espíritu de servicio en sus responsabilidades sociales y civiles: «Como primera y fundamental
contribución para la edificación de un mundo más justo y fraterno, comprométanse en el
cumplimiento de los deberes propios de su trabajo y en una adecuada preparación profesional. Con el
mismo espíritu de servicio asuman sus responsabilidades sociales y civiles.»81
La solicitud que vemos expresado en las Constituciones aparece también en los documentos de la
Iglesia, particularmente en la Christifideles laici y en la Novo millennio ineunte. La Christifideles laici dice
que ha llegado la hora de emprender una nueva evangelización en la que «los fieles laicos … están
plenamente implicados en esta tarea de la Iglesia. En concreto les corresponde testificar cómo la fe
cristiana … constituye la única respuesta plenamente válida a los problemas y expectativas que la
vida plantea a cada hombre y a cada sociedad. Esto será posible si los fieles laicos saben superar en
ellos mismos la fractura entre el Evangelio y la vida, recomponiendo en su vida familiar cotidiana, en
el trabajo y en la sociedad esa unidad de vida que en el Evangelio encuentra inspiración y fuerza para
realizarse en plenitud».82
Y la Novo millennio ineunte insiste en que se descubra en los laicos, por tanto también en los
franciscanos seglares, su propia vocación laical. «Es necesario descubrir cada vez mejor la vocación
propia de los laicos, llamados como tales a “buscar el Reino de Dios ocupándose de las realidades
temporales y ordenándolas según Dios” y a llevar a cabo «en la Iglesia y en el mundo la parte que les
corresponde […] con su empeño por evangelizar y santificar a los hombres.»83
El seglar franciscano, convencido de su vocación, debe informar del carisma franciscano las
realidades terrenas y sociales que vive, inspirado «en la persona y en el mensaje de San Francisco de
Asís, en vistas a establecer una civilización en la que la dignidad de la persona humana, la
corresponsabilidad y el amor sean realidades vivas…; creen en todas partes espíritu de acogida y una
atmósfera de hermandad…; comprométanse a “crear condiciones dignas de vida” para todos y a
trabajar por la libertad de todos los pueblos; …comprométanse a “crear condiciones dignas de vida”
para todos y a trabajar por la libertad de todos los pueblos».84
¡Ojalá! que esta vocación específica y peculiar de la OFS no sea ofuscada con una misión
pastoralista, sustitutiva de la acción de los clérigos y religiosos ante la carencia y disminución
numérica de los mismos. Que colaboren en aquellos ambientes y áreas en los que como dice Vita
consecrata pueden hacerlo con los religiosos: «en continuidad con las experiencias históricas de las
diversas Órdenes seculares o terceras Órdenes, se puede decir que se ha comenzado un nuevo
capítulo, rico de esperanzas, en la historia de las relaciones entre las personas consagradas y el
laicado».85 El mismo documento, luego, aclara y subraya que la colaboración esté «sustentada y
animada por una fuerte y clara identidad cristiana, (que respete) el carácter propio de la vida
consagrada, (lo que hará) brillar la fuerza iluminadora del Evangelio en las situaciones más oscuras
de la existencia humana».86 Ese mismo respeto se debe tener hacia la vocación específica del
franciscano seglar por parte del clero y de los religiosos, de manera que en su espiritualidad y
apostolado se refleje su condición secular. 87 Los seglares, también los franciscanos seglares, pueden
colaborar con los religiosos y el clero, pero nunca pueden substituirlos.
En este campo del reconocimiento de una vocación específica de la OFS se debe subrayar el
sentido de autonomía de la misma Orden Franciscana Seglar, que no significa separación y
alejamiento, sino reconocimiento de su «ser secular franciscano» dentro de la comunión vital de la
Familia Franciscana. En este sentido los Estatutos generales de los Conventuales dicen: «Recuerden
los hermanos a los que incumbe el cuidado de la Orden Franciscana Seglar que han sido llamados al
servicio de nuestros hermanos que viven en el mundo. No se inmiscuyan, pues, indebidamente en su
régimen interno, salvo los casos contemplados por el derecho.»88
Me parece que se han dado pasos al respecto, pero todavía deben darse más, en la Iglesia, pero
comenzando por la misma Familia Franciscana. Reconociendo por parte de todos que la Familia es
una, pero que el modo de expresar, de exteriorizar el carisma es diverso: «En maneras y formas
diversas, pero en recíproca comunión vital, todos ellos se proponen hacer presente el carisma del
común Seráfico Padre, en la vida y en la misión de la Iglesia.» 89 La riqueza de esta diversidad es la que
ha hecho a la Familia tan fecunda a los largo de la historia. Una riqueza carismática que ha sabido
discernir los signos de los tiempos y salir al encuentro de los problemas y diversas situaciones de la
Iglesia y de la sociedad. Sin olvidar que en dichas circunstancias se manifestó el carisma franciscano
también a través de los franciscanos seglares y así es reconocido por las Constituciones actuales de los
Capuchinos: «el carisma del Fundador se difunde y ejerce su fascinación por medio de tantos
hermanos y hermanas, también de la Orden Seglar»,90 lo que significa que con la Orden Franciscana
Seglar, y no sin ella, el carisma franciscano se complementa: «en el ámbito de la Familia Franciscana,
un puesto particular ocupa la Fraternidad u Orden Franciscana Seglar, que comparte y promueve el
genuino espíritu y que debe considerarse necesaria para la plenitud del carisma franciscano».91
El sentido pleno de Familia debe reconocer también la autonomía de la OFS. Familia significa
comunión y por eso se habla de comunión vital, pero que no impide la autonomía de cada una de las
Órdenes que integran dicha Familia Franciscana. Autonomía es reconocimiento de que el carisma
franciscano es uno, pero que tiene manifestaciones, expresiones diversas. Autonomía significa
reconocimiento, sobre todo por parte de la Primera Orden y de la TOR, de la madurez del laicado
franciscano, de los franciscanos seglares, como los documentos de la Iglesia subrayan suficientemente
la madurez del laicado eclesial. Comenzando por el Concilio Vaticano II, la Lumen gentium dice: «todo
lo que se ha dicho sobre el Pueblo de Dios se refiere sin distinción a los laicos, religiosos y clérigos.
Ciertas particularidades, sin embargo, pertenecen especialmente a los laicos, hombres y mujeres, en
razón de su condición y misión». 92 Y pide a los Pastores que al mismo tiempo que pastorean a sus
fieles, reconozcan «sus servicios y carismas, colaboren unánimemente en la tarea común». 93 Y el
mismo Concilio reflexiona sobre temas como la misión de los laicos, su espiritualidad, la organización
de su apostolado, siempre, ciertamente, en su colaboración con la Jerarquía. Pues bien, esta misma
actitud, no sólo en el papel, sino en la vida, es la que la Primera Orden y la TOR deben manifestar,
expresar, vivir, en su relación con los franciscanos seglares, aunque es más fácil escribirlo que vivirlo.
Autonomía es reconocer la madurez de la Orden Franciscana Seglar, así como reconocer y aceptar
su Regla, aprobada por Pablo VI (1978), sus Constituciones Generales renovadas, aprobadas el 8 de
diciembre de 2000, la estructura de sus Consejos en todos los niveles de la Fraternidad, su apostolado
y su presencia en la Iglesia y en la sociedad.
El reconocimiento de la autonomía se sella, por parte de la Primera Orden y de la TOR, con la
asistencia espiritual, en la que las fraternidades de la OFS tienen el deber y el derecho de pedir el
asistente, mientras que la Primera Orden y la TOR tienen el deber de dar dicho asistente. Aún el
mismo altius moderamen no es ningún poder de supervisión, de dominio de las Órdenes Primera y
TOR sobre la OFS, sino de asistencia para garantizar la comunión con la Iglesia, con la Familia
Franciscana y la fidelidad a un mismo carisma, como dice la regla de la OFS: «Como signo concreto
de comunión y de corresponsabilidad, los Consejos de los diferentes niveles pedirán religiosos
idóneos y preparados para la asistencia espiritual, a los Superiores de las cuatro Familias religiosas
franciscanas.»94 La misma Visita pastoral tiene como finalidad «fomentar la fidelidad al carisma y
la observancia de la Regla, y recibir mayor ayuda en la vida de fraternidad».95
La asistencia es signo de reciprocidad vital, quiero decir, es camino de ida y vuelta, comunicación
y recepción. El hecho de la colegialidad entre los Asistentes de la OFS, es un signo de la «comunión
vital recíproca». No sólo enriquecen y dan los asistentes, sino que éstos y, a través de ellos, sus
Órdenes, se enriquecen del contacto con los franciscanos seglares. Ahí es donde podemos ver y
contemplar la reciprocidad y la complementariedad del carisma: religioso y seglar, sin sobreponerse
el uno al otro, pero tampoco sin suplantar el religioso al seglar o el seglar al religioso.
La familiaridad y la autonomía conducen a la comunión, en la que no se da un papel subalterno
entre sus miembros, sino que se crea la complementariedad, que nace de la misma reciprocidad. La
comunión cree en la fuerza regeneradora de la Familia y en los modos distintos de vivir, expresar y
comunicar el mismo carisma.
Ha llegado el momento, opino, en razón de la reciprocidad vital, de que muchas tareas
apostólicas, de que muchas misiones sean compartidas como hermanos. Es necesaria una formación
del seglar, sabiendo que recorre el camino desde la fraternidad a la misión, como enviado y en
nombre de su fraternidad; pero sin olvidar la formación de los religiosos para acoger lo
complementario del carisma que tiene el seglar para la misma misión.
LA PROFESIÓN EN LA O.F.S.
seglar en la Iglesia.
Con la vocación específica, la profesión define la posición del franciscano
Se han de aclarar las semejanzas o afinidades de contenido de los conceptos profesión
y/o promesa de vida evangélica. Cangelosi dice que «la actual legislación de la OFS,
quizá revele una cierta ambigüedad al hablar indistintamente de «profesión o
Promesa de Vida evangélica».98
La profesión no es sólo un acto voluntario de consagración a Dios que realiza el franciscano
seglar, sino también un momento salvífico a través de una consagración transformativa que obra el
Espíritu Santo y que otorga al consagrado una específica colocación en la Iglesia.
Requiere, pues, una mayor profundización de la profesión y su relación con el bautismo,
evidenciados en la Regla: «Sepultados y resucitados con Cristo en el Bautismo, los hace miembros
vivos de la Iglesia, y a ella más estrechamente vinculados por la Profesión.»99
«La Profesión es, de por sí, un compromiso perpetuo.» 100 Esta es «la frase más fuerte que hay en
toda la Regla».101 El vínculo producido por la profesión es de carácter carismático, porque el agente
principal implicado en la profesión es el Dios fiel, mientras que el compromiso perenne del
franciscano seglar se coloca como respuesta a la fidelidad del que le ha llamado.
La profesión de vida evangélica se halla ya en la expresión de Celano: «a todos daba una forma de
vida y señalaba con acierto el camino de salvación según el estado de cada uno».102
Su estado eclesial
Consejos evangélicos
La Regla habla de los consejos evangélicos como medio ascético para vivir el santo Evangelio, que
ya la Lumen gentium los coloca como medios para alcanzar la santidad. 106 El Concilio habla de los
consejos evangélicos como medios con los que alcanzar la caridad perfecta. Los franciscanos seglares
los viven en su estado secular, muchos en su estado de casados. Unos consejos que se piden para ser
dichosos y felices, pero que la forma y modo de expresarlos es distinto al de los religiosos. La
desapropiación para poseer el Reino, es decir, el desapego de los bienes materiales y la simplificación
Francisco
de las exigencias materiales,107 el franciscano seglar lo expresa en una actitud activa, como
indica en la Carta a todos los fieles, cuando les invita a dar limosna y a hacer un
buen uso de los bienes.108 La obediencia la afirma en la disponibilidad y cumplimiento de las
obligaciones propias.109 La limpieza de corazón es coherencia y fidelidad. 110 El Evangelio en cuanto
Palabra oída y asumida se testimonia a través de los caminos propios del estado de vida, que
compromete en radicalidad, aunque ciertamente se expresa de formas diversas. Importante es hacer
de «Cristo el inspirador y centro de su vida con Dios y con los hombres», 111 buscando «la persona
viviente y operante de Cristo en los hermanos, en la Sagrada Escritura, en la Iglesia y en las acciones
litúrgicas».112
En la Familia Franciscana existen modos y formas diversas de vivir el carisma común profesado.
LA FRATERNIDAD
La vida de fraternidad a nivel local como en otros niveles depende de la corresponsabilidad de los
hermanos119 que se manifiesta y se realiza con «la presencia personal, el testimonio, la oración, la
colaboración activa, según las posibilidades de cada uno y los eventuales compromisos para la
animación de la Fraternidad».120 En todos estos espacios en los que se vive la comunión fraterna de la
OFS, la fraternidad se enriquece si sus miembros se identifican con la Orden, si la sienten como una
vocación específica,121 mantienen la fidelidad a la vida franciscana asumida122 y maduran con la
formación, las experiencias concretas de servicio y apostolado, el discernimiento, 123 la experiencia del
encuentro,124 la oración…125
A MODO DE CONCLUSIÓN
Se han dado y se están dando pasos muy valiosos en la comunión vital recíproca entre la OFS y la
Primera Orden y la TOR. Señalo dos aspectos estructurales a nivel internacional: la Conferencia de la
Familia Franciscana que se reúne dos veces al año, como también la colaboración en «Franciscan
campos, como el de la
International» y en «Justicia, Paz y Salvagurada de la Creación». En otros
misión ad gentes se están poniendo los cimientos, dando espacio a los franciscanos
seglares en sus aspectos específicos, etc.
Con todo, quiero señalar dos aspectos en los que los religiosos deberán entrar con sencillez y
entusiasmo: en el conocimiento de la Orden Franciscana Seglar: su vida, su espiritualidad, su
apostolado,135 como también en la actualización del lenguaje y vocabulario que han introducido los
documentos actuales de la OFS: Regla, Constituciones generales, Ritual.
El mutuo conocimiento —siempre es formación— es puente que mejora mucho las relaciones
fraternas entre la Primera Orden-TOR y la OFS, y abre caminos nuevos donde manifestar el carisma
que nos ha engendrado y nos mantiene unidos fraternalmente.
En la relación de la CAS (Conferencia Asistentes Espirituales) al Capítulo general se dice: «Nos
parece importante subrayar de nuevo la necesidad de la formación e información sobre la OFS, tanto
en los centros de formación inicial de la Primera Orden y de la TOR, como en la formación
permanente: para conocer la vertiente laical del carisma franciscano que enriquece y completa la
vertiente religiosa. También, porque sólo conociendo a la OFS se la amará, amándola se la buscará y
buscándola se la asistirá y se la acompañará con afecto, y se hará lo posible para trabajar juntos en la
misión de la Iglesia y de la sociedad.» 136 Para conocer bien la OFS es necesario zambullirse e
introducirse en la vida compleja de la misma, como leemos en los Estatutos generales conventuales:
«Todos los hermanos, desde el tiempo de la probación, deben ser instruidos concienzuda y
diligentemente durante los estudios en todo lo relativo a la Orden Franciscana Seglar: historia,
derecho, praxis, con el fin de que después se puedan escoger entre ellos asistentes espirituales,
idóneos para conservar en la misma el auténtico espíritu franciscano, capaces de hacer vivir entre
todos los miembros el ejemplo de San Francisco, aptos para promover la colaboración con las demás
Familias franciscanas…, y hábiles para convencer e inducir a los terciarios a participar en todo tipo de
apostolado católico.»137
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1 Regla OFS 1.
2 Ibidem, 1.
3 BIANCHI, Enzo, prior de Bose, Non siamo migliori. La vita religiosa nella chiesa, tra gli uomini, Ed. Qiqajon,
5 En tiempo de Atanasio de Alejandría y Pacomio estaban los arrianos que se enfrentaron a la Iglesia y la
grupo de fieles, en las cuales los hermanos y las hermanas, impulsados por el Espíritu a alcanzar la perfección de
la caridad en su estado seglar, se comprometen con la Profesión a vivir el Evangelio a la manera de San Francisco
con la ayuda de la presente Regla confirmada por la Iglesia» (Regla OFS, 2; cf. Constituciones Generales OFS (=
CC.GG.) 1.1 y 3). Y también: «Sepultados y resucitados con Cristo en el Bautismo, que los hace miembros vivos
de la Iglesia, y a ella más estrechamente vinculados por la Profesión, háganse testigos e instrumentos de su
misión entre los hombres, anunciando a Cristo con la vida y con la palabra» (Regla OFS, 6; cf. CC.GG. 17.1).
7 «Llamados, juntamente con todos los hombres de buena voluntad, a construir un mundo más fraterno y
evangélico para edificar el reino de Dios» (Regla OFS, 14). Con un contenido semejante se pueden añadir los
artículos de la Regla de la OFS, 15-19, y todo el título segundo del capítulo segundo de las CC.GG., arts. 17-27.
8 Lumen gentium (= LG), 31.
9 LG, 40; cf. CC.GG. 1.1.
10 Istrumentum laboris del Sínodo de los Obispos sobre la Vida Consagrada, 26.
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11 JORDÁN DE GIANO, Crónica, 7; cf. T. 1. Ida Magli afirma que Jordán de Giano «presenta esta penitencia de
Francisco no como una penitencia común y transitoria, sino como un estado, modum penitentiae» (Gli uomini della
Penitenza, I Garzanti 1977, pp. 42-43).
12 1 Cel 37. Cf. JULIÁN DE ESPIRA, Vida de San Francisco, 23, AF. X, p. 345; LM 4, 6; BERNARDO DE BESSA, o.c., AF.
III, p. 679.
13 Flor, 16.
14 BÉGUIN, P.B., L’Anonimo perugino, Franciscaines, Paris 1979.
15 «Igualmente, hombres y mujeres casados, a quienes la ley matrimonial impedía separarse, se dedicaban por saludable
consejo de los hermanos, a una vida de austera penitencia en sus mismas casas», TC 60.
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16 AP 41.
17 COSENTINO, Giovanni, L’Ordine Francescano Secolare, Ed. Porziuncola, S. Maria degli Angeli 1994, p. 39.
18 «Sólo el movimiento que encabeza Francisco, Domingo, y el apostolado de sus Ordenes… salen al
encuentro de los cristianos animados por las ideas evangélicas, pero que quedaban en sus casas, y logró encuazar
sus energías y colmar sus necesidades religiosas, dando finalmente forma, consistencia y subsistencia nuevas a la
vida evangélica no monástica en una “Orden” de simples penitentes.» POMPEI, Alfonso, Il movimento penitenziale
nei secoli XII-XIII, en Atti del Convegno di Studi Francescani, Assisi 1972, pp. 20-21.
19 1 Cel 37; cf. JULIÁN DE ESPIRA, Vida y Oficio rítmico de San Francisco de Asís, 14; LM. 4, 6; TC. 60; bula De
Conditoris Omnium (19-V-1238) de Gregorio IX a Inés de Praga, en la que habla de tres Órdenes fundadas por San
Francisco, BF. I, n. 263 (aunque tiene 268), p. 241; lo mismo indica fugazmente el autor de la Vida de Gregorio IX
(¿Juan de la Campaña, su notario?), Testi e documenti sul Terzo Ordine Francescano, Editrice Franciscanum, Roma
1991, n. 12, p. 144.
20 Fonti Francescane (= FF), 2697.
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21 Los franciscanos seglares reciben el nombre de «Tertius Ordo» en la biografía de Humiliana dei Cerchi,
escrita por fr. Vito de Cortona, entre 1246-1248. Humiliana era asistida espiritualmente por los frailes de Santa
Croce de Florencia.
22 CASAGRANDE, Giovanna, Religiosità penitenziale e città al tempo dei comuni, Roma, Istituto Storico dei
Cappuccini, 1995, p. 133.
23 Memoriale propositi, 31; cf. MEERSSEMAN, G. G., Dossier de l’Ordre de la Pénitence au XIII siècle, 2 Ed. Fribourg
24 Envía la bula Significatum est nobis (16-XII-1221) al obispo de Rímini para la defensa de los penitentes, BF I,
p. 8, n. 8; y a los Obispos de toda Italia, con el mismo fin, la bula Cum illarum (diciembre 1224), BF I, p. 19, n. 16.
25 Memoriale Propositi, 19.
26 Memoriale Propositi, 21.
27 Memoriale Propositi, 26 y 27.
28 Memoriale Propositi, 35-39.
29 MATANIC, A., «Legislazione propria dei penitenti francescani dal 1289 a tutto il secolo XIV», en I frati
penitenti, p. 63.
30 BF I, p. 464, n. 210.
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31 Con la bula Licet nos (10-XI-1248), MEERSSEMAN, G. G., Dossier, pp. 58-59. Por esta bula sabemos que los
nuestra potencia, y quitarnos el afecto de los fieles (los Frailes Predicadores y los Menores) han creado dos
confraternidades nuevas, en las que reciben a tantos hombres y mujeres, que son pocos los que quedan que no sean inscritos
en una u otra. Y como los
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miembros de dichas confraternidades frecuentan todos las iglesias de los Frailes Mendicantes, y nuestros parroquianos
no quieren, sobre todo en los días festivos, asistir a los oficios divinos en las iglesias mantenidas por nosotros, y, peor aún,
creen que obran mal si no escuchan la predicación de los Frailes Mendicantes. Se deduce, por tanto, que, siendo privados de
las décimas y de las ofertas, nos es imposible vivir, si no es ejerciendo cualquier otro trabajo o recurriendo a ganancias
ilícitas.» P. Antonio DA SANT’ELIA A PIANISI, OFMCap, Manuale Storico-Giuridico-Pratico sul Terz’Ordine
Francescano, Roma 1947, p. 565; cf. ANDREOZZI, Gabriele, «San Bonaventura e l’Ordo Poenitentiae», en San
Bonaventura Maestro di vita francescana e di sapienza cristiana, a cura di A. Pompei, Pontificia Facoltà Teologica «San
Bonaventura», Roma 1976, vol. I, p. 359.
36 BERNARDO DE BESSA, o.c., AF., III, p. 686.
37 Supra montem, introducción.
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38 Regla de Nicolás IV, c. 16. En el Memoriale propositi se pedía que el visitador fuese un sacerdote y nada se
decía acerca del visitador laico. Con todo, en 1307, en Brescia, el visitador de los penitentes que se reúnen en el
convento de los frailes Menores es un penitente, un laico, aunque no era legislado en la Supra montem. Cf.
MEERSSEMAN, G. G., Ordo fraternitatis. Confraternite e pietà dei laici nel Medioevo, Roma 1977, I, pp. 419, 450.
39 Cf. ALBERZONI, M. P., Penitenti e Terziari a Milano nel Duecento, Milano 1991, p. 91.
40 Cf. Álvaro PELAYO (Pais), De planctu Ecclesiae, Venetiis 1560, 87rv.
41 SAN ANTONINO DE FLORENCIA, Summa Theologica, t. III, tit. 28, c. 5, 5, ed. Verona 1740.
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ofrece «a sus miembros el apoyo de una mayor estabilidad en la manera de vivir, de una doctrina experimentada
para conseguir la perfección, de una comunión fraterna en el servicio de Cristo, de una libertad fortalecida por la
obediencia”. Y continúa: «Dios llama a algunos cristianos de ambos estados —clero y laicos— a gozar de un don
particular en la vida de la Iglesia y a contribuir, cada uno a su manera, a la misión salvadora de ésta», LG 43.
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hizo de Cristo el inspirador y centro de su vida con Dios y con los hombres» (Regla OFS, 4). Y la Regla de los
Hermanos Menores es también: «Seguir el Santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo» (2 R 1).
52 Cf. Gal 4, 4.
53 Cf. Test 14.
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54 Constituciones OFMConv., 1, 1-2.4. Lo mismo encontramos en las Constituciones de las otras ramas de la
Primera Orden. «La Orden de Frailes Menores, fundada por S. Francisco de Asís, es una fraternidad en la cual los
hermanos, siguiendo más de cerca a Jesucristo bajo la acción del Espíritu Santo, se dedican totalmente, por la
profesión, a Dios sumamente amado, viviendo en la Iglesia el Evangelio según la forma observada y propuesta
por San Francisco. Los hermanos, seguidores de S. Francisco, están obligados a llevar una vida radicalmente
evangélica en espíritu de oración y devoción y en comunión fraterna…» (Constituciones OFM, 1, 1-2). «San
Francisco, fundador de nuestra Fraternidad, ya desde el comienzo de su conversión, tomó el Evangelio como
fundamento de su vida y de su actividad… San Francisco, después de escuchar el pasaje evangélico de la misión
de los discípulos, inició la Fraternidad de la Orden de los Menores, para que con su comunión de vida dieran
testimonio del Reino de Dios, predicando con el ejemplo y la palabra la penitencia y la paz… Como Hermanos
Menores Capuchinos es necesario que conozcamos el carácter y los fines de nuestra Fraternidad…»
(Constituciones OFMCap., 1, 3; 3, 1; 4, 1). «La Tercera Orden Regular de San Francisco es una fraternidad
evangélica, que ahonda sus raíces históricas y espirituales en la Orden eclesial de la penitencia, en los
movimientos penitenciales y en San Francisco de Asís… En el espíritu de San Francisco, los hermanos se obligan
libremente a vivir en fraternidad…» (Constituciones TOR., tit. 1, 1.2). La Orden de Santa Clara es también una
fraternidad: «La forma de vida de la Orden de las Hermanas Pobres…» (Regla de Santa Clara, 1, 1).
55 Regla OFS, 20.
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56 Regla OFS, 1.
57 CC.GG. 98.1.
58 CC.GG. 98.2.
59Constituciones OFMConv., 114.1. «Los hermanos recuerden con agrado que el carisma, dado por Dios a San
Francisco, suscita y manifiesta sus múltiples frutos tanto con los Frailes Menores como con los otros miembros de
la Familia Franciscana» (Constituciones OFM, 55.1). «La variedad de los institutos religiosos que, por designio
divino, ha ido creciendo para el bien de la Iglesia, florece también en la misma y única espiritual familia
franciscana, de tal manera que el carisma del Fundador se difunde y ejerce su eficacia por medio de muchos
hermanos y hermanas, también de la Orden Seglar» (Constituciones OFMCap., 94.1). «Como hijos de un mismo
padre, debemos sentirnos unidos por vínculos especiales con los miembros de la entera Familia Franciscana y en
particular con los Institutos regulares que profesan la misma regla, además de con la Orden Franciscana Seglar»
(Constituciones TOR, título I, 5). Las Constituciones de las Clarisas dicen: «Debemos mantener mutuas y fraternas
relaciones con la Orden Franciscana Seglar» (art. 122).
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60 Constituciones OFMConv., 114.2. «Los Hermanos Menores estimen a la Orden Franciscana Seglar, la ayuden
con cuidado especial y favorezcan la vida recíproca y la mutua asistencia, para que se empape más del genuino
espíritu franciscano y se promueva en el mundo, principalmente entre los jóvenes» (Constituciones OFM., 60.2).
«Vivan, pues, en la fraterna comunión del mismo espíritu y promuevan de buena gana en colaboración recíproca
los estudios y las iniciativas comunes de vida y de actividad franciscana» (Constituciones OFMCap., 94.2).
«Nuestros religiosos tengan en gran estima a la OFS, sea porque compartimos con ella un mismo carisma
penitencial franciscano, sea porque, en unión con los hermanos y las hermanas seglares, manifestamos más
plenamente este carisma» (Constituciones TOR, 157).
61 Cf. Rm 8, 11.
62 Cf. 1 Cor 12, 4-7.
63 Cf. 1 Cor 12, 13-26.
64 Cf. Constituciones OFMConv., 2, 1; OFM., 4, 1; OFMCap., 4, 4-5; TOR., título I, 2.
65 «Llamados a colaborar en la construcción de la Iglesia como sacramento de salvación para todos los
hombres y constituidos por el bautismo y la profesión “testigos e instrumentos de su misión”, los franciscanos
seglares anuncian a Cristo con la vida y la palabra. Su apostolado preferente es el testimonio personal en el
ambiente en que viven y el servicio para la edificación del Reino de Dios en las realidades terrenas. En las
Fraternidades promuévase la preparación de los hermanos para la difusión del mensaje evangélico “en las
condiciones comunes del mundo”65 y para que colaboren en las catequesis de las comunidades eclesiales.»
CC.GG. 17.1-2.
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66 CC.GG., 8.1.
67 Cf. Constituciones OFMConv., 1, 1-4; OFM., 1, 1-2; 3, 1; OFMCap., 1, 3; TOR, título I, 1.
68 Cf. Constiuciones OFMConv., 1, 2; OFM., 3, 2; TOR, título I, 1.
69 1C. 37.
70 2CtaF 3.
71 LG 40.
72 LG 42.
73 LG 41.
74 L’Osservatore Romano, 2 julio 1956; AAS 48 (1956) p. 573.
———————
75 Vita di S. Catalina da Genova compilata per cura del suo confessore, Genova 1887, tip. Arcivescovile, pp. 60-61.
76 CC.GG. 2, 2.
77 CC.GG. 2, 1.
78 La Lumen gentium entiende por laicos «a todos los cristianos, excepto los miembros del orden sagrado y del
estado religioso reconocido en la Iglesia. Son, pues, los cristianos incorporados a Cristo por el bautismo, que
forman el pueblo de Dios y que particpan de las funciones de Cristo: Sacerdote, Profeta y Rey» (LG 31).
———————
79 LG 31. «Cristo, el gran Profeta… realiza su función profética… no sólo a través de la Jerarquía…, sino
también por medio de los laicos. Él los hace sus testigos y les da el sentido de la fe y la gracia de la palabra para
que la fuerza del Evangelio brille en la vida ordinaria, familiar y social», LG 35.
80 CC.GG. 20, 1.
81 CC.GG. 20, 2.
82 Christifideles Laici, 34.
———————
TOR se lee: «Cada fraternidad nuestra debe sentirse incompleta sin la presencia de la Orden Franciscana Seglar,
que participa de nuestro carisma de conversión» (art. 114). Y en los Estatutos de la OFMConv: «La Orden
Franciscana Seglar, tiene el mismo origen y el mismo carisma que la Orden Primera» (art. 51).
91 Constituciones OFMCap., 95, 1.
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92 LG 30.
93 LG 30.
———————
98 CANGELOSI, F., Promessa e Consacrazione. La professione nell’Ordine Francescano secolare. Centro provinciale
1986), p. 217.
102 1 Cel 37.
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propone en el Evangelio a sus discípulos para que los practiquen» (LG 42).
107 Cf. Regla OFS, 11.
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135 Los franciscanos seglares deben mejorar su formación, también en cuanto a su conocimiento de la Primera
Orden y de la TOR. Así como los religiosos de la Familia Franciscana, Primera Orden y TOR, deben crecer en el
conocimiento e integración de la Orden Franciscana Seglar, de las Clarisas y demás religiosos y religiosas
franciscanas de la Regla de la TOR. Todavía queda mucho por hacer.
136 Relación de la CAS al Capítulo general 2002, conclusión, p. 10.
137 Estatutos generales OFMConv., 53.