Hora Santa - Vocacional - Julio

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HORA SANTA

VOCACIONAL
JULIO
“Dios es un Padre que me ama como soy”

Exposición del Santísimo


GUÍA: En esto consiste el amor: No en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos
amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados.
Hoy nos reunimos para sentirnos comunidad y orar por las vocaciones, orar por el primer amor.
Por esa llamada de amor que Dios nos ha regalado. Nuestra Iglesia de Yucatán, necesita de jóvenes
que escuchen la voz de Dios que les llama a seguirle. Nuestra actitud orante, debe de suscitar el
deseo y la preocupación por las vocaciones a la vida religiosa, sacerdotal, y laical.

canto: dios está aquí

Dios está aquí


Tan cierto como el aire que respiro
Lo puedes sentir, a tu lado en este mismo instante,
tan cierto como la mañana se levanta el sol
lo puedes llevar, muy dentro de tu corazón,
tan cierto porque yo le canto y me puede oír (Bis)
lo puedes sentir, en ese problema que tienes,
Jesús está aquí, si tú quieres le puedes seguir.
Lo puedes sentir, a tu lado en este mismo instante,
lo puedes llevar, muy dentro de tu corazón,
Lo puedes sentir, a tu lado en este mismo instante,
lo puedes sentir, en ese problema que tienes,
lo puedes llevar, muy dentro de tu corazón,
Dios está aquí, si tú quieres le puedes seguir.
lo puedes tener, en ese problema que llevas,
Jesús está aquí, si tú quieres le puedes seguir.
Dios está aquí…

ORACIÓN INICIAL
¡Señor!, tú eres misericordioso con nosotros en todo momento. Ayúdanos a seguir tu ejemplo, a
descubrir nuestra vocación y a aceptarla con alegría. Para poder ayudar al que sufre, al necesitado,
que veamos en ellos tu rostro sufriente y que estemos prestos a ir en su ayuda solamente con el
afán de servirte, en la figura de nuestros hermanos. Amén.
escuchemos con atención

GUÍA: Pongámonos en pie para escuchar ahora la Palabra de Dios:

Lectura del santo Evangelio según san Juan 15.9-17.

Como el Padre me amó, así también los he amado yo: permanezcan en mi amor. Si cumplen mis
mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo he cumplido los mandamientos de mi Padre y
permanezco en su amor. Les he dicho todas estas cosas para que mi alegría esté en ustedes y su
alegría sea completa. Este es mi mandamiento: que se amen unos a otros como yo los he amado.
No hay amor más grande que dar la vida por sus amigos, y son ustedes mis amigos, si cumplen lo
que les mando. Ya no les llamo servidores, porque un servidor no sabe lo que hace su patrón. Los
llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que aprendí de mi Padre.
Ustedes no me eligieron a mí; he sido yo quien los eligió a ustedes y los preparé para que vayan y
den fruto, y ese fruto permanezca. Así es como el Padre les concederá todo lo que le pidan en mi
Nombre. Ámense los unos a los otros: esto es lo que les mando. Palabra del Señor.

GUÍA: En silencio miramos a Jesús. El silencio es la mejor manera de escuchar, porque nos permite
llevar hasta el corazón las cosas que vemos, que oímos, que sentimos.
Ahora, en silencio, vamos hacer pasar por el corazón (recordar) cualquier cosa de la vida. A lo
mejor, también allí estaba Jesús y no nos dimos cuenta, por todas las cosas que nos distraen y no
nos dejan escuchar la invitación que Jesús nos hace día con día.

Un momento de silencio reflexivo

RELEXIONEMOS Y OREMOS COMO PUEBLO De Dios:

GUÍA: Conocido es el amor de Jesús. Es más, Jesús es Amor, el Amor de los amores. Mucho
podemos decir de su infinito amor. Vamos a destacar hoy cinco características de su amor, que
brillan como cinco resplandores:

El primero es La GRATUIDAD.
El amor de Jesús es gratis. El amor de Jesús es gratuidad. Él nos amó primero: “No me han elegido
ustedes a mí, sino que yo los he elegido a ustedes”. No nos eligió por nuestros méritos, sino por su
designio eterno. “Antes de formarte en el seno materno, te conocía”, antes de que fueras, yo te
amaba. ¿Y qué nos pide a cambio? Que nos dejemos amar, que creamos en el amor. Nos pide
confianza e intimidad. Ni siquiera nos ama para que le amemos, sino para que nos amemos, para
que seamos felices amando, para que vivamos en el amor.

Silencio para meditar lo escuchado.

canto: Gracias señor por tu amor Cuánto amor nos ha tenido el Padre
Para llamarnos sus hijos
Gracias, Señor, por tu amor Y darnos en herencia su reino
Gracias, oh Dios, por tu lealtad (Bis) Para siempre habitar en su presencia

Tanto amó Dios al mundo Gracias, Señor, por tu amor…


Que le entregó a su Hijo
Para que todo aquel que en Él crea Nos has dado un mandamiento nuevo
No muera, sino tenga vida eterna Amarnos unos a otros
Amarnos como nos has amado
Gracias, Señor, por tu amor… (2) Y que al vernos también el mundo crea.
GUÍA: Segundo LA MISERICORDIA.

Dios es amor misericordioso. Si preguntamos la razón de por qué nos ama, la única respuesta es su
misericordia. Te ama porque te conoce, conoce tus miserias, y se compadece de ti, volcando su
corazón sobre ti. Podría pensarse en un amor “justo”, que favoreciera a cada uno según sus
méritos. El amor de Dios rompe estos esquemas. Sabemos que tiene preferencias, pero hacia los
pequeños y los pobres. La misericordia es la que más resplandece en Cristo, cuyas entrañas se
conmovían ante las miserias humanas.

Silencio para meditar lo escuchado.

GUÍA: El tercer resplandor es SERVICIALIDAD.

El amor de Cristo no se queda en sentimientos, sino que se traduce en compromisos curativos y


liberadores. Cuando ve una miseria humana, no se limita a conmoverse, sino que se acerca, asume
la realidad, ofrece la ayuda necesaria. Es un amor humilde y samaritano.
Hoy nos fijamos especialmente en el Lavatorio. Jesús, con la toalla y la jofaina, a los pies de sus
discípulos. Recordemos en nuestro corazón el episodio de Jesús como siervo.
Pongámosle nuestro rostro al de los discípulos. Cambiemos el nombre de Pedro por el nuestro
propio. Lávame, Señor, los pies, las manos, la cabeza y el corazón. Lávame y enséñame a lavar los
pies de mis hermanos, a curar sus heridas, a cargar con ellas.

Silencio para meditar lo escuchado.

canto: hoy en oración

Dime Señor en que te puedo servir


Hoy en oración dejame conocer tu voluntad
quiero preguntar Señor Dime señor en Ti yo quiero vivir
quiero escuchar tu voz quiero de ti aprender saber amar
tus palabras con amor
Hoy quiero seguir
Ser como eres Tú tu camino junto al mar
servidor de los demás tus palabras tu verdad
dime como en que lugar ser imagen de Ti
te hago falta más Dime Señor...

GUÍA: Cuarta característica del amor de Jesús: la GENEROSIDAD.

Por nosotros lo da todo y se dio del todo. Siendo rico, se hizo pobre para enriquecernos: se
empequeñecía para dignificarnos; se entregó para salvarnos. Nos dio su palabra, sus medicinas, su
pan. Se dio Él mismo haciéndose pan. Nos dio su cuerpo y su sangre y su Espíritu.
Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.
Como Él, muchos seguidores tuyos, han dado la vida por los hermanos. Por Él, muchos amigos
tuyos han dado la vida. ¿Recuerdas alguno?
Ahora entra en ti y piensa que esa generosidad del Padre, de su Hijo Jesús y de su amoroso
Espíritu ha sido contigo y por ti. Piénsalo. Medítalo.

Silencio para meditar lo escuchado.


GUÍA: El último resplandor del amor de Dios es la PERMANENCIA.

Él permanece en mi amor, como yo permanezco en su amor. Él nos quiere desde siempre y para
siempre. Se habla también de la intimidad, como la savia en la vid. Permanecer es estar siempre,
por encima del tiempo. Cuando la vida nos va bien. Cuando la vida nos va mal. Cuando estamos
enamorados, o cuando las discusiones son el pan nuestro de cada día. Cuando estamos sanos, y
cuando estamos enfermos. Cuando éramos niños, cuando somos adultos, cuando seamos mayores.
Siempre y en todo momento Dios permanece amándome. Y yo ¿Permanezco unido a su amor?
¿Permanezco amándole? ¿Permaneceré amándole mañana, y el año que viene, y el otro, y el otro?

Silencio para meditar lo escuchado.

PLEGARIAS

GUÍA: Llenos de alegría y gozo por sentirnos llamados a la gran misión de anunciar la Buena nueva
a todos los hombres, dirijamos al Padre nuestra oración confiada.
Todos: “Danos vocaciones santas.”

Por el Papa, los obispos y presbíteros, para que sepan iluminar especialmente con sus vidas la
existencia de los hombres y ser indicadores de caminos válidos. Oremos:

Para que todos los consagrados vivan en amor a Jesucristo con un corazón ardiente y sean con su
vida signo de servicio y testimonio para toda la comunidad. Oremos:

Para que las familias cristianas no sean obstáculo para la vocación consagrada de sus hijos, sino
que, al contrario, viviendo la fe con autenticidad y creando un clima de oración, faciliten a sus
miembros la acogida de la llamada de Dios. Oremos:

Para que el Señor siga llamando en su Iglesia a personas que quieran dedicar su vida al servicio de
la gente, para mostrar el verdadero rostro de Dios. Oremos:

Por todos nosotros, para que en la oración busquemos espíritu de servicio a los demás. Oremos:

Guía: Señor Jesús, que has querido llamar a hermanos para que, siguiéndote fielmente te hagas
presente en ellos por medio de la vivencia gozosa de su vocación. Escucha la oración de tus
humildes siervos, que hoy también te piden la gracia de ser tus testigos, a ejemplo de tu amor, en
medio del mundo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

canto: QUÉDATE SEÑOR CONMIGO

Has venido a visitarme, En este precioso instante Declinando está la tarde.


como Padre y como Amigo. abrazado estoy contigo. Voy corriendo como un río
Jesús, no me dejes solo. Que esta unión nunca me falte. al hondo mar de la muerte.
¡Quédate, Señor, ¡conmigo! ¡Quédate, Señor, ¡conmigo! ¡Quédate, Señor, ¡conmigo!

Por el mundo envuelto en sombras Acompáñame en la vida. En la pena y en el gozo


voy errante peregrino. Tu presencia necesito. sé mi aliento mientras vivo,
Dame tu luz y tu gracia. Sin Ti desfallezco y caigo. hasta que mi alma muera en tus brazos.
¡Quédate, Señor, ¡conmigo! ¡Quédate, Señor, ¡conmigo! ¡Quédate, Señor, ¡conmigo!
ORACIÓN FINAL
TODOS: Señor, gracias por invitarnos a ser prójimos, a ser cercanos, a practicar la misericordia con
nuestros hermanos, a ser personas generosas y desprendidas, a vivir y poner en práctica las obras
de misericordia, pues estamos seguros que al ejercerlas, estamos cumpliendo con tus
mandamientos. Extiende, Señor tu llamada a numerosas almas e infúndeles el ansia de la
perfección evangélica y la entrega al servicio de la Iglesia y de los hermanos necesitados de
asistencia y caridad.
Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

GUÍA: Gracias te doy, Padre amado, por tu gran bondad y por tu amor. Mi corazón se llena de
gratitud cada vez que pienso en ti y en tu cuidado para conmigo y para con todos los que amo.
Gracias porque me acompañas cada día, cada noche y en medio de todas las situaciones que
enfrento día tras día.
Gracias por todas las formas en las que me muestras tu amor y tu cuidado. Gracias por las personas
que forman parte de mi vida, mi familia, mis amigos, mis vecinos, los hermanos de la iglesia. Gracias
por el ánimo que ellos me dan y porque yo también puedo ser de bendición y de apoyo para ellos
en todo momento. Gracias porque contigo mi vida tiene propósito. Quiero aprovecharla al máximo
y vivir siempre dentro de tu voluntad. Amén

Jesús, Dios mío, yo creo, espero, Te adoro y Te amo.


Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni Te adoran, ni Te aman
(tres veces).

canto FINAL

RESERVA DEL SANTÍSIMO

“HEMOS SIDO LLAMADOS,


PORQUE SOMOS AMADOS”

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