Hora Santa - Vocacional - Julio
Hora Santa - Vocacional - Julio
Hora Santa - Vocacional - Julio
VOCACIONAL
JULIO
“Dios es un Padre que me ama como soy”
ORACIÓN INICIAL
¡Señor!, tú eres misericordioso con nosotros en todo momento. Ayúdanos a seguir tu ejemplo, a
descubrir nuestra vocación y a aceptarla con alegría. Para poder ayudar al que sufre, al necesitado,
que veamos en ellos tu rostro sufriente y que estemos prestos a ir en su ayuda solamente con el
afán de servirte, en la figura de nuestros hermanos. Amén.
escuchemos con atención
Como el Padre me amó, así también los he amado yo: permanezcan en mi amor. Si cumplen mis
mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo he cumplido los mandamientos de mi Padre y
permanezco en su amor. Les he dicho todas estas cosas para que mi alegría esté en ustedes y su
alegría sea completa. Este es mi mandamiento: que se amen unos a otros como yo los he amado.
No hay amor más grande que dar la vida por sus amigos, y son ustedes mis amigos, si cumplen lo
que les mando. Ya no les llamo servidores, porque un servidor no sabe lo que hace su patrón. Los
llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que aprendí de mi Padre.
Ustedes no me eligieron a mí; he sido yo quien los eligió a ustedes y los preparé para que vayan y
den fruto, y ese fruto permanezca. Así es como el Padre les concederá todo lo que le pidan en mi
Nombre. Ámense los unos a los otros: esto es lo que les mando. Palabra del Señor.
GUÍA: En silencio miramos a Jesús. El silencio es la mejor manera de escuchar, porque nos permite
llevar hasta el corazón las cosas que vemos, que oímos, que sentimos.
Ahora, en silencio, vamos hacer pasar por el corazón (recordar) cualquier cosa de la vida. A lo
mejor, también allí estaba Jesús y no nos dimos cuenta, por todas las cosas que nos distraen y no
nos dejan escuchar la invitación que Jesús nos hace día con día.
GUÍA: Conocido es el amor de Jesús. Es más, Jesús es Amor, el Amor de los amores. Mucho
podemos decir de su infinito amor. Vamos a destacar hoy cinco características de su amor, que
brillan como cinco resplandores:
El primero es La GRATUIDAD.
El amor de Jesús es gratis. El amor de Jesús es gratuidad. Él nos amó primero: “No me han elegido
ustedes a mí, sino que yo los he elegido a ustedes”. No nos eligió por nuestros méritos, sino por su
designio eterno. “Antes de formarte en el seno materno, te conocía”, antes de que fueras, yo te
amaba. ¿Y qué nos pide a cambio? Que nos dejemos amar, que creamos en el amor. Nos pide
confianza e intimidad. Ni siquiera nos ama para que le amemos, sino para que nos amemos, para
que seamos felices amando, para que vivamos en el amor.
canto: Gracias señor por tu amor Cuánto amor nos ha tenido el Padre
Para llamarnos sus hijos
Gracias, Señor, por tu amor Y darnos en herencia su reino
Gracias, oh Dios, por tu lealtad (Bis) Para siempre habitar en su presencia
Dios es amor misericordioso. Si preguntamos la razón de por qué nos ama, la única respuesta es su
misericordia. Te ama porque te conoce, conoce tus miserias, y se compadece de ti, volcando su
corazón sobre ti. Podría pensarse en un amor “justo”, que favoreciera a cada uno según sus
méritos. El amor de Dios rompe estos esquemas. Sabemos que tiene preferencias, pero hacia los
pequeños y los pobres. La misericordia es la que más resplandece en Cristo, cuyas entrañas se
conmovían ante las miserias humanas.
Por nosotros lo da todo y se dio del todo. Siendo rico, se hizo pobre para enriquecernos: se
empequeñecía para dignificarnos; se entregó para salvarnos. Nos dio su palabra, sus medicinas, su
pan. Se dio Él mismo haciéndose pan. Nos dio su cuerpo y su sangre y su Espíritu.
Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.
Como Él, muchos seguidores tuyos, han dado la vida por los hermanos. Por Él, muchos amigos
tuyos han dado la vida. ¿Recuerdas alguno?
Ahora entra en ti y piensa que esa generosidad del Padre, de su Hijo Jesús y de su amoroso
Espíritu ha sido contigo y por ti. Piénsalo. Medítalo.
Él permanece en mi amor, como yo permanezco en su amor. Él nos quiere desde siempre y para
siempre. Se habla también de la intimidad, como la savia en la vid. Permanecer es estar siempre,
por encima del tiempo. Cuando la vida nos va bien. Cuando la vida nos va mal. Cuando estamos
enamorados, o cuando las discusiones son el pan nuestro de cada día. Cuando estamos sanos, y
cuando estamos enfermos. Cuando éramos niños, cuando somos adultos, cuando seamos mayores.
Siempre y en todo momento Dios permanece amándome. Y yo ¿Permanezco unido a su amor?
¿Permanezco amándole? ¿Permaneceré amándole mañana, y el año que viene, y el otro, y el otro?
PLEGARIAS
GUÍA: Llenos de alegría y gozo por sentirnos llamados a la gran misión de anunciar la Buena nueva
a todos los hombres, dirijamos al Padre nuestra oración confiada.
Todos: “Danos vocaciones santas.”
Por el Papa, los obispos y presbíteros, para que sepan iluminar especialmente con sus vidas la
existencia de los hombres y ser indicadores de caminos válidos. Oremos:
Para que todos los consagrados vivan en amor a Jesucristo con un corazón ardiente y sean con su
vida signo de servicio y testimonio para toda la comunidad. Oremos:
Para que las familias cristianas no sean obstáculo para la vocación consagrada de sus hijos, sino
que, al contrario, viviendo la fe con autenticidad y creando un clima de oración, faciliten a sus
miembros la acogida de la llamada de Dios. Oremos:
Para que el Señor siga llamando en su Iglesia a personas que quieran dedicar su vida al servicio de
la gente, para mostrar el verdadero rostro de Dios. Oremos:
Por todos nosotros, para que en la oración busquemos espíritu de servicio a los demás. Oremos:
Guía: Señor Jesús, que has querido llamar a hermanos para que, siguiéndote fielmente te hagas
presente en ellos por medio de la vivencia gozosa de su vocación. Escucha la oración de tus
humildes siervos, que hoy también te piden la gracia de ser tus testigos, a ejemplo de tu amor, en
medio del mundo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
GUÍA: Gracias te doy, Padre amado, por tu gran bondad y por tu amor. Mi corazón se llena de
gratitud cada vez que pienso en ti y en tu cuidado para conmigo y para con todos los que amo.
Gracias porque me acompañas cada día, cada noche y en medio de todas las situaciones que
enfrento día tras día.
Gracias por todas las formas en las que me muestras tu amor y tu cuidado. Gracias por las personas
que forman parte de mi vida, mi familia, mis amigos, mis vecinos, los hermanos de la iglesia. Gracias
por el ánimo que ellos me dan y porque yo también puedo ser de bendición y de apoyo para ellos
en todo momento. Gracias porque contigo mi vida tiene propósito. Quiero aprovecharla al máximo
y vivir siempre dentro de tu voluntad. Amén
canto FINAL