Hacia El Cambio Cultural Pro Equidad en

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UAM-Vicerrectorado de Relaciones Institucionales y Cooperación

MAEC-SECI-Dirección General Planificación y Evaluación de Políticas para el Desarrollo


BUENAS PRÁCTICAS EN DERECHOS
HUMANOS DE LAS MUJERES.
ÁFRICA Y AMÉRICA LATINA
Estefanía Molina Bayón y Nava San Miguel Abad (Coords.)

CUADERNOS SOLIDARIOS
Nº 4

Oficina de Acción Solidaria y Cooperación


Universidad Autónoma de Madrid
COLECCIÓN: CUADERNOS SOLIDARIOS

La Universidad Autónoma de Madrid y la Dirección


General de Planificación y Evaluación de Políticas para el
Desarrollo, no se hacen responsables de las opiniones
contenidas en esta obra por ser de responsabilidad exclu-
siva de las personas sobre las que recae la autoría.

© Estefanía Molina Bayón y Nava San Miguel Abad


© Cuadernos Solidarios
Diseño de cubierta: Ana Isabel de Sande
ISBN: 978-84-8344-137-4
Depósito Legal: M-6.430-2009
Impreso en España - Printed in Spain
Imprime R. B. Servicios Editoriales, S. A.

Impreso en papel 100% reciclado. Sin cloro y sin blanqueantes ópticos.


Índice

PRESENTACIÓN. Silvia Arias Careaga ................................................ 9


PRÓLOGO. Ines Alberdi Alonso ........................................................... 11
Derechos humanos de las mujeres en África y en América Latina: claves conceptua-
les y normativas, Soledad García Muñoz ............................................... 15

DERECHOS ECONÓMICOS

Pobreza, empleo y economía informal: buenas prácticas en materia de género,


María Bastidas Aliaga ...................................................................... 55
Derechos Económicos de las mujeres en Senegal: iniciativas y estrategias feme-
ninas alternativas.
La economía de las mujeres, la economía de la vida, Rabia Abdelkrim-
Chikh .............................................................................................. 77
«Kajakul, c’est cher!!» Organización y lucha de las mujeres joolas para
controlar los precios del mercado de Oussouye, Clara Bastardes Tort ..... 91
Análisis y buenas prácticas en el marco de los derechos económicos de las mu-
jeres. «El crédito»: un derecho de las mujeres en el Ecuador, Johanna
Izurieta Montesdeoca y Laura Luisa Cordero Ramos ....................... 105
Derecho al desarrollo de las mujeres y buenas prácticas. Actividades comercia-
les en el mercado de Soni en Tanzania, Roser Manzanera Ruiz ........... 123
Avances en los derechos de las trabajadoras del hogar en Paraguay, Maridí
González Parini y Lilian Soto Badaui ............................................... 139
Derechos femeninos sobre la tierra en África: Uganda y Monzambique, Sole-
dad Vieitez Cerdeño ........................................................................ 151
Movimientos de Mujeres y su lucha por el derecho a la tierra y a la vivienda
digna, Birte Scholz ........................................................................... 177

5
ÍNDICE

Feminización de la pobreza rural: derechos y acceso a la tierra en Burkina


Faso y África Occidental, Francis Bogie Boogere ................................ 195

DERECHOS SOCIALES

Las mujeres en África: apuntes sobre los avances de sus derechos, logros y vul-
nerabilidades, Mbuyi Kabunda ......................................................... 217
Iniciativa de potenciación sociocultural en un contexto de feminización de
la vejez: «Grupo Convivencia» (Brasil), Rosana de Matos Silveira
Santos, Mary Lucia Marinho Costa, Vanessa Sanchez Maldonado .. 237
Desarrollo sociocultural de las mujeres, niñas y niños en la provincia de Doukka-
la-Abda (Marruecos), Najat Naber ......................................................... 253
El derecho a la infancia: la situación de las niñas en el mundo. Logros y
avances, Esperanza Ochaíta, Mª Ángeles Espinosa Bayal, Ricardo
García .............................................................................................. 273
Derecho a la infancia y derechos de las niñas. Análisis y recomendaciones a
partir del caso mexicano, Begoña Leyra Fatou .................................... 287

DERECHOS SEXUALES Y REPRODUCTIVOS

Reproducción, sexualidad y derechos de salud sexual y reproductiva, Cristina


Bernis .............................................................................................. 311
Nuevas estrategias y buenas prácticas para la prevención de las mutilaciones
genitales femeninas: la iniciación sin mutilación (un abordaje circular
Gambia-España), Adriana Kaplan Marcusan, Pere Torán Monse-
rrat, Juana Moreno Navarro ......................................................... 333
Derechos sexuales y reproductivos en Colombia: buenas prácticas y vivencias.
Despenalización del aborto en Colombia: por la autonomía y ciudada-
nía de las mujeres, Sonia Mireya Torres Rincón ................................ 353
Nuestras vidas, nuestras luchas, Ángela María Botero Pulgarín ........... 379
Hacia la garantía de los derechos sexuales en el marco del conflicto ar-
mado interno, Claudia Cecilia Ramírez Cardona .............................. 397
Respuesta nacional a la mutilación genital femenina en Egipto. Estudio de
caso: «FGM Free Village Model», Eva Strzelecka, Mariham Iskan-
der ............................................................................................... 411

6
ÍNDICE

DERECHOS CIVILES Y POLÍTICOS

Derechos civiles y políticos de las mujeres, Mª del Carmen Barranco Avilés . 441
Hacia la consolidación de los derechos políticos de las mujeres en Uruguay:
Proyecto «PARLAMENTA», Niki Johnson ........................................ 459

DERECHOS CULTURALES

Interculturalidad y género: la lucha por los derechos culturales de las mujeres


indígenas del Perú, Tarcila Rivera Zea ............................................... 481
Avances en derechos étnicos y culturales. Movimiento de mujeres: «Cumbe
de mujeres afrovenezolanas», Olga Martín Barría ............................ 495
Hacia el cambio cultural pro-equidad en el contexto de la cooperación al
desarrollo en Mozambique, Eugenia Rodríguez Blanco, Maira So-
lange Hari Domingos ................................................................... 507
Zongolica: por la dignificación de la Mujer Indígena, (México), Iván
González Márquez, María Isabel Belausteguigoitia Rius ................ 525

DERECHO A UNA VIDA LIBRE SIN VIOLENCIA

Marcos legislativos sobre violencia de género y buenas prácticas en Centro


América, Claudia Vanessa Siliezar Turcios ........................................ 547
Derecho a la paz de las mujeres a través de un proceso de construcción de
consensos en Colombia, Patricia Buriticá Céspedes, Angélica Acosta
Táutiva ........................................................................................ 563

7
PRESENTACIÓN
Silvia Arias Careaga
Directora de la Oficina de Acción
Solidaria y Cooperación (UAM)

La publicación de este segundo libro dentro de la Serie Universidad, Género


y Desarrollo de la Colección Cuadernos Solidarios de la Universidad Autónoma de
Madrid reafirma y consolida el papel de la universidad en promover y potenciar
el estudio, la reflexión y la investigación en torno al tan importante y protagonista
papel de las mujeres en los procesos de desarrollo.
La Universidad como institución educativa multidisciplinar, no sólo ejerce un
papel en la enseñanza y en la transmisión de conocimientos sino que junto a la res-
ponsabilidad de acumular y difundir el conocimiento debe de ir pareja la responsa-
bilidad y obligación también de generar un pensamiento crítico. Sólo así será posi-
ble denunciar y reclamar el ejercicio de la justicia y la aplicación real y efectiva de los
derechos humanos. Encontrar soluciones a los problemas que plantea el conoci-
miento universitario pasaría por crear –al mismo tiempo que enseña– una concien-
cia justa y solidaria, y por generar herramientas que permitan transformar lo injusto,
lo violento, lo que nos degrada como seres humanos. En definitiva, la universidad
debe de aceptar la responsabilidad del análisis crítico implícito en el conocimiento.
Desde la Universidad se pueden ofrecer otros modelos y otros instrumentos
que colaboren en la consecución de una sociedad sensible, comprometida y justa.
Los modelos de desarrollo actuales muestran síntomas evidentes de agotamiento
incluso en algunos casos, aumentando las desigualdades. La Universidad es res-
ponsable, también, junto a otros actores, de la búsqueda, la investigación, la en-
señanza y la creación de otros modelos que procuren la transformación hacia una
sociedad más igualitaria. Este libro es una excelente muestra de cómo desde la

9
SILVIA ARIAS CAREAGA

Universidad se puede liderar ese compromiso social y de cómo desarrollar estra-


tegias de acción que fomenten la implicación y el compromiso con la sociedad.
El acuerdo de colaboración alcanzado entre la Universidad Autónoma de
Madrid y la Dirección General de Evaluación y Planificación de Políticas para el
Desarrollo (DGPOLDE) ha permitido la investigación y posterior publicación de
estudios vinculados a la temática de Género en Desarrollo. Específicamente este
segundo libro –Buenas prácticas en Derechos Humanos de las mujeres– fomenta y
visibiliza por medio de diferentes artículos y ensayos los avances logrados a través
de buenas prácticas en derechos humanos de las mujeres tanto en países de Amé-
rica Latina como en países africanos. Lo que sin duda hace de este libro una va-
liosa y magnífica aportación a la investigación en Género y Desarrollo no es sólo
el hecho de que se analicen prácticas que han contribuido de manera positiva en
la lucha por lograr el reconocimiento y aplicación efectiva de los derechos de las
mujeres –derechos económicos, sociales, sexuales y reproductivos, civiles y políti-
cos, culturales y derechos a una vida libre de violencia– sino sobre todo que sus
protagonistas son las propias voces de hombres y mujeres proedentes de diversas
realidades.
Hay que agradecer y resaltar, además, el excelente trabajo realizado en la co-
ordinación y edición de este segundo libro, a Estefanía Molina de la Oficina de
Acción Solidaria y Cooperación de la Universidad Autónoma de Madrid, a Nava
San Miguel de la DGPOLDE por impulsar un convenio de estas características
entre ambas instituciones y a todas las autoras y autores de cada unos de los ar-
tículos, por su contribución, pero sobre todo por su compromiso en apoyar la lu-
cha de las mujeres por conseguir el pleno reconocimiento y ejercicio de sus dere-
chos.

10
PRÓLOGO
Ines Alberdi Alonso
Directora ejecutiva del Fondo de
Desarrollo de Naciones Unidas
UNIFEM

No puede haber duda del éxito que ha alcanzado la agenda sobre derechos
humanos de las mujeres a nivel internacional. La Convención sobre la Elimina-
ción de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW), es un tra-
tado de derechos básicos de las mujeres que ha logrado una ratificación casi uni-
versal, y que cuenta con un Protocolo Opcional de vigilancia de su cumplimiento
que ha sido asumido voluntariamente por cerca de la mitad de los Estados que
han ratificado la CEDAW.
Junto con estas obligaciones legales, los compromisos políticos asumidos por
los Estados Miembros de la ONU, en relación con la igualdad de género y el em-
poderamiento de las mujeres, han sido igualmente importantes. Apoyándose en
las declaraciones de Viena (1994) y de Beijing (1995), la Declaración del Milenio
realizó un compromiso explícito de intensificar los esfuerzos para la implementa-
ción de la CEDAW, enfatizando la importancia de avanzar en los derechos hu-
manos de las mujeres.
Este consenso global acerca de los derechos humanos de las mujeres también se
refleja en la incorporación de las garantías de igualdad de género en el marco de las
nuevas normas internacionales, tales como la Convención sobre la Protección de
Derechos de todos los Trabajadores Migrantes y Miembros de sus Familias (CMW),
la Convención sobre los Derechos de Personas con Discapacidades (CRPD), y la De-
claración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de Personas Indígenas.
Lo más significativo de todo ello son las acciones concretas que se están to-
mando a nivel nacional para implementar estos derechos y hacerlos realidad.

11
INÉS ALBERDI ALONSO

Cada vez más, numerosos países de todas las regiones, están incorporando los de-
rechos humanos de las mujeres en sus leyes nacionales. Y son muchas las Consti-
tuciones que han reconocido los principios de la igualdad de género y la defini-
ción de la CEDAW acerca de la discriminación en base al sexo. Son también
numerosas las leyes y políticas nacionales sobre igualdad de género que se han
adoptado a nivel nacional y que reconocen los derechos humanos de las mujeres
en muy diversas materias, como son la reforma electoral, la propiedad de la tie-
rra, los derechos de herencia, la protección en contra de violencia de género, o los
derechos de nacionalidad y ciudadanía.
Todavía hace pocos años atrás, al hablar de los “derechos humanos de las
mujeres”, el énfasis se ponía sobre todo en lo que se había logrado a nivel inter-
nacional. Actualmente, sin embargo, el desarrollo más importante está ocurriendo
a nivel nacional, ya que se están dando pasos importantes en numerosos países del
mundo para establecer leyes nacionales que proclaman y defienden los derechos
de las mujeres.
El desafío que tenemos hoy es el de fortalecer los compromisos nacionales
respecto de la agenda de los derechos humanos de las mujeres. Aunque hay una
serie de países que tienen leyes nacionales que los defienden, existen otros, mu-
chas veces sus vecinos, que no dejan lugar a la igualdad de género en su Consti-
tución, que carecen de legislación o de políticas sobre la igualdad de género, y que
no tienen sus leyes nacionales en línea con los requerimientos de derechos huma-
nos de las mujeres. Incluso hay algunos en los que las leyes aceptan discrimina-
ciones contra las mujeres.
Otra cuestión de gran importancia es que, aún cuando existen Constitucio-
nes, leyes y políticas que reconocen los derechos humanos de las mujeres, la rea-
lidad social, económica y política de la población femenina no ha cambiado, por-
que estas nuevas leyes no se implementan efectivamente, ni se asegura la
responsabilidad y acción del gobierno sobre ellas. La integración de los derechos
de las mujeres en las legislaciones nacionales es un logro significativo. Sin em-
bargo, es sólo un punto de partida para el logro de los derechos de las mujeres.
Otra cuestión a tener en cuenta es que allí donde se estén estableciendo mar-
cos de derechos humanos de las mujeres, se necesita también una atención im-
portante a los derechos de aquellos grupos de mujeres que son sujetos de especia-
les formas de discriminación, y cuyas necesidades e intereses son frecuentemente
olvidados. Tal sería el caso de las mujeres pertenecientes a minorías étnicas y ra-
ciales, las mujeres de comunidades indígenas, las de minorías religiosas, las muje-
res discapacitadas, las trabajadoras migrantes, las mujeres de avanzada edad, las de
comunidades rurales y las que se encuentran en las capas mas pobres de la pobla-
ción.
El Fondo de Desarrollo de Naciones Unidas para la Mujer, UNIFEM está
comprometido con los derechos humanos de las mujeres desde sus comienzos. En
los años recientes ha reforzado sus apoyos, a nivel de país, para la implementación
del CEDAW en los Estados Árabes, la Commonwealth de Estados Independien-
tes, el Pacifico, Asia del Sur y el Sur Este Asiático. UNIFEM ofrece apoyo a go-

12
PRÓLOGO

biernos y las organizaciones de mujeres de la sociedad civil para preparar los in-
formes de la CEDAW en las diferentes regiones. También apoya la puesta en mar-
cha de reformas políticas y legales en temas de migración de mujeres, del
VIH/SIDA; de derechos de propiedad de la tierra; así como del tráfico y la vio-
lencia en contra de las mujeres. También ha ofrecido apoyo para la aceptación y
la implementación de las Resoluciones 1325 y 1820 del Consejo de Seguridad,
sobre la presencia de mujeres en los procesos de paz y sobre la violencia sexual
contra mujeres utilizada como arma de guerra.
Por todo ello, creo que es de enorme interés esta nueva publicación, que su-
pone una contribución importante al trabajo que las Naciones Unidas llevan a
cabo respecto de la igualdad de género. Tanto los gobiernos, como las organiza-
ciones de la sociedad civil, como los Organismos Multilaterales están trabajando
juntos para seguir adelante en la extensión y la implementación de los derechos
humanos de las mujeres. Y los estudios, como éste, son un apoyo importantísimo
a estos esfuerzos. Las investigaciones y los análisis que se presentan en esta publi-
cación nos ayudaran a alcanzar la meta que nos hemos puesto: la universalización
del reconocimiento de los derechos humanos de las mujeres.

13
DERECHOS HUMANOS
DE LAS MUJERES EN ÁFRICA
Y EN AMÉRICA LATINA: CLAVES
CONCEPTUALES Y NORMATIVAS
Soledad García Muñoz1
Profesora de Derecho Internacional Público y
de Género y Derechos Humanos de las Mujeres
en la Maestría de Derechos Humanos de la
Universidad Nacional de La Plata
(Argentina). Abogada especialista en derechos
humanos, género y derechos de las mujeres.

1. INTRODUCCIÓN
El reconocimiento legal de los derechos humanos de las mujeres, la mitad (e
incluso más) de la humanidad, se ha producido, como quien dice, a la vuelta de
la esquina de la historia, siendo mucho el camino que aún queda por recorrer,
pero también notable el trecho avanzado en un periodo relativamente corto de
tiempo. Debemos considerar que hasta bien entrado el Siglo XX, las mujeres ha-
bíamos sido excluidas del mundo de los derechos, sin tener los nuestros recono-
cidos ni tan siquiera a nivel formal.
Fue después de la Segunda Guerra Mundial, cuando la Comunidad Interna-
cional empezó a prestar una especial atención a los derechos humanos, mediante
un proceso de humanización del que las mujeres nos hemos beneficiado particu-
larmente.
Finalmente, aunque con tristes excepciones según los países y una larga bre-
cha en términos de efectivo disfrute, las mujeres hemos logrado ver reconocida
nuestra humanidad y los derechos que nos son inherentes. En ese sentido son mu-
chas las cosas que las mujeres tenemos que celebrar, aunque seguramente no
tantas como las que nos siguen amenazando.

1 La autora agradece a Irene García Muñoz, por su valiosa colaboración en la revisión final de este tra-
bajo.

15
SOLEDAD GARCÍA MUÑOZ

Resulta también claro que el aprovechamiento por las mujeres de las instan-
cias internacionales ha sido el motor principal del progresivo avance de los dere-
chos humanos de las mujeres. La arena internacional, por tanto, ha sido y conti-
núa siendo de importancia estratégica para las mujeres de todos los continentes,
resultando frecuente que cueste menos lograr avances en el plano internacional,
que dentro de los propios países. Las organizaciones internacionales interguber-
namentales resultan así, espacios de gran receptividad a los reclamos de las muje-
res, y los logros que en ellos se obtienen proporcionan valiosas plataformas de ac-
ción para incidir después en las respectivas realidades nacionales.
Al conmemorarse un nuevo decenio de la adopción de la Declaración Uni-
versal de los Derechos Humanos, este trabajo invita a hacer un recorrido por los
mayores avances conceptuales y normativos de derechos humanos que las muje-
res hemos logrado en los últimos 60 años, teniendo como referencia obligada los
instrumentos internacionales sobre derechos humanos de las mujeres que se han
adoptado tanto en la Organización de las Naciones Unidas (ONU), como en la
Organización de los Estados Americanos (OEA) y en la Unión Africana (UA).
Como prolegómeno al compendio de buenas prácticas sobre derechos hu-
manos de las mujeres en América Latina y en África que esta publicación lleva
adelante, el presente trabajo tiene además una vocación teórico-práctica, y pre-
tende abordar las principales claves para entender el concepto contemporáneo de
los derechos humanos de las mujeres, así como también ofrecer un análisis de las
herramientas normativas imprescindibles para defender exitosamente los dere-
chos humanos de las mujeres en ambas regiones del mundo.
Tanto América Latina y El Caribe, como África, destacan por la fortaleza y
capacidad de lucha de sus movimientos de mujeres. Esta publicación nos da tam-
bién una fantástica oportunidad para profundizar en la reflexión sobre los puen-
tes que podríamos tender entre ambas regiones, para aumentar nuestra capacidad
de acción e incidencia estratégica a fin de seguir avanzando hacia el efectivo res-
peto y garantía de los derechos humanos de las mujeres. Confío que este aporte
contribuya también en esa dirección.

2. ASPECTOS CONCEPTUALES CLAVES PARA ENTENDER


LOS DERECHOS HUMANOS DE LAS MUJERES
Los derechos humanos son atributos inherentes a las personas por el mero he-
cho de serlo, cuyo disfrute resulta indispensable para vivir con dignidad.
A partir de ahí no habría por qué diferenciar entre los derechos de las muje-
res y los de los hombres. Sin embargo, la especificidad de las violaciones de dere-
chos humanos que sufren las mujeres en función de su género, así como algunas
necesidades que solamente las mujeres tienen (como las que rodean su función re-
productiva y la experiencia de la maternidad), han llevado a conferir un carácter
también específico al reconocimiento y a la protección de los derechos de la mi-
tad de la población mundial.

16
DERECHOS HUMANOS DE LAS MUJERES EN ÁFRICA Y EN AMÉRICA LATINA: CLAVES CONCEPTUALES Y…

Los derechos humanos de las mujeres se inscriben así en un proceso de espe-


cificación de los derechos humanos, el cual ha supuesto la progresiva sensibiliza-
ción del derecho internacional, como también de los derechos nacionales, hacia
las personas y los colectivos de personas cuyos derechos humanos están expuestos
a violaciones específicas o que requieren una protección reforzada. Este sería el
caso, entre otros, de las personas trabajadoras migrantes, de las personas refugia-
das, de las personas con discapacidad, de las personas y los pueblos indígenas, o
de las niñas, los niños y adolescentes2.
En el caso de las mujeres, patrones históricos y universales de violación de los
derechos humanos en razón del género, manifestados en la discriminación y la
violencia contra las mujeres, así como la falta de acceso a y disfrute de los dere-
chos sexuales y reproductivos, han hecho que los sistemas internacionales y na-
cionales de protección de los derechos humanos se hayan orientado a proteger a
las mujeres de manera cada vez más precisa.
Comprendiendo la especificidad en que se encuadran los derechos humanos
de las mujeres, resulta también importante entender que se trata de un concepto
dinámico, que ha ido enriqueciéndose a medida que la Comunidad Internacional
y los Estados que la integran han intensificado su atención hacia las mujeres y sus
circunstancias. En el momento actual de evolución del Derecho de los Derechos
Humanos de las Mujeres, los mismos podrían ser definidos como sigue:

El derecho universal de cada mujer del mundo a vivir una vida libre de discriminación y libre de
violencia, con autonomía sexual y reproductiva, tanto en el ámbito público, como en el privado,
tanto en tiempos de paz, como de guerra, para poder disfrutar efectivamente de la integralidad
de los derechos humanos.

Posteriormente, mediante el examen de los estándares específicos de derechos


humanos de las mujeres que examinaré en la segunda parte de este trabajo, que-
dará comprobada la raigambre internacional de esta propuesta de definición.

2.1. Universalidad de los derechos humanos de las mujeres


Los derechos humanos de la mujer y de la niña son parte inalienable, inte-
grante e indivisible de los derechos humanos universales. La plena participación,
en condiciones de igualdad, de la mujer en la vida política, civil, económica, so-
cial y cultural en los planos nacional, regional e internacional y la erradicación de
todas las formas de discriminación basadas en el sexo son objetivos prioritarios de
la comunidad internacional (Declaración y Programa de Acción de Viena, párrafo
18).

2 Vid Peces-Barba Martínez, Gregorio, «Curso de derechos fundamentales. Teoría General», Edit. Uni-
versidad Carlos III de Madrid, Boletín Oficial del Estado, Madrid, 1995, p. 181.

17
SOLEDAD GARCÍA MUÑOZ

El texto que precede es uno de los estandartes del movimiento de mujeres en


todo el mundo. La Conferencia Mundial sobre Derechos Humanos, celebrada en
Viena en 1.993, supuso un hito conceptual para los derechos humanos en gene-
ral y para los de las mujeres en particular. Primero, porque al declarar la univer-
salidad, indivisibilidad, interdependencia e interrelación de todos los derechos
humanos, la Declaración y Programa de Acción de Viena respalda de manera
clara la integralidad de todos los derechos de todas las personas, sin discrimina-
ción por circunstancia alguna, como el sexo/género3.
En segundo lugar, porque la Conferencia reconoció lo que podría parecer
una tautología, pero que no debía resultar una verdad tan evidente cuando hubo
la necesidad de afirmarla y suscitó no pocas controversias entre algunas de las de-
legaciones participantes, esto es, que los derechos humanos de las mujeres son de-
rechos humanos.
En tercer lugar, porque al afirmar la universalidad de todos los derechos hu-
manos, para todas y para todos, y reconocer la vigencia de los derechos humanos
de las mujeres sobre los patrones y prácticas culturales que con frecuencia los nie-
gan, la Conferencia puso a los derechos de las humanas por encima de la falsa an-
tinomia entre los derechos humanos de las mujeres y el aprecio por la diversidad
cultural. Es sabido que los argumentos basados en la primacía de la cultura sobre
los derechos humanos, acusados con frecuencia de ser un concepto impuesto por
Occidente, están a la orden del día en África y en menor medida, aunque tam-
bién, en América Latina. De manera harto sospechosa, los derechos humanos de
las mujeres son objetivos prioritarios de estas teorías negadoras4.
La Conferencia de Viena contribuyó enormemente a desmentir esos mitos,
al establecer la universalidad e indivisibilidad de los derechos humanos; así, la De-
claración y Programa de Acción reconoció que «debe tenerse en cuenta la impor-
tancia de las particularidades nacionales y regionales, así como de los diversos pa-
trimonios históricos, culturales y religiosos, pero los Estados tienen el deber, sean
cuales fueren sus sistemas políticos, económicos y culturales, de promover y pro-
teger todos los derechos humanos y las libertades fundamentales»5. Asimismo, su-
brayó que «la violencia y todas las formas de acoso y explotación sexuales, en par-
ticular las derivadas de prejuicios culturales y de la trata internacional de personas
son incompatibles con la dignidad y la valía de la persona humana y deben ser eli-
minadas»6.
En cuarto lugar, porque el reconocimiento de la indivisibilidad e interde-
pendencia de todos los derechos humanos, poniendo en un plano de igualdad a
los derechos económicos, sociales y culturales (también conocidos como DESC)
y a los derechos civiles y políticos, tiene una importancia fundamental para las

3 Vid Declaración y Programa de Acción de Viena, párrafo 5. Documento A/CONF.157/23.


4 Para un análisis de esta realidad se sugiere la lectura del trabajo de Fox, Diana J., «Women´s human
rights in Africa: beyond the debate over the universality or relativity of human rights». Disponible en:
http://web.africa.ufl.edu/asq/v2/v2i3a2.htm
5 Vid Declaración y Programa de Acción de Viena, párrafo 5.
6 Cf. Ibídem, párrafo 18.

18
DERECHOS HUMANOS DE LAS MUJERES EN ÁFRICA Y EN AMÉRICA LATINA: CLAVES CONCEPTUALES Y…

mujeres del mundo que sufren discriminación y violencia de género, viendo así
afectado el disfrute de la generalidad de sus derechos humanos.
La Conferencia de Viena resultó por tanto de suma importancia para el
apuntalamiento de los derechos humanos de las mujeres, por cuanto además de
contribuir a cimentar su conceptualización y fundamentación, originó una plata-
forma de acción llamada a impactar en los países de la comunidad internacional,
como también en la propia organización de las Naciones Unidas7. En tal sentido,
una consecuencia directa del llamado de la Conferencia fue la adopción de la De-
claración sobre la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres de Naciones
Unidas8.
Otras Conferencias mundiales celebradas en los años 90 del Siglo XX han su-
puesto importantes avances para la conceptualización de los derechos humanos de
las mujeres. Es el caso de la Conferencia sobre Población y Desarrollo celebrada en
El Cairo en 1.994, fuente directa de reconocimiento de los derechos sexuales y los
derechos reproductivos de las personas, a la cual me remitiré de nuevo más ade-
lante.
Por su parte, la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer, celebrada en Pekín en
1995, supuso otro importante hito para los derechos de las mujeres, por cuanto
los 191 Estados participantes ratificaron su convencimiento de que «los derechos
humanos de las mujeres son derechos humanos» y se obligaron a adoptar nume-
rosas medidas para garantizarlos.
De lo hasta aquí expuesto resulta evidente que los derechos humanos de las
mujeres, tal como fueron definidos con anterioridad, son específicamente uni-
versales y se suman a los propios de todos los seres humanos. Esto significa que
todas las mujeres del mundo, en cualquier lugar en que vivan, son titulares de de-
rechos humanos generales por el hecho de ser personas, y específicos por el hecho
de ser mujeres. Aunque este postulado no asegure per se a las mujeres una vida li-
bre de violencia y de discriminación, lo cierto es que resulta una conquista histó-
rica de las mujeres que también augura mayores progresos.

2.2. Violencia y discriminación contra las mujeres: los grandes enemigos a


combatir
Los primeros instrumentos específicos de derechos humanos destinados a las
mujeres fueron adoptados a mediados del siglo pasado, y giraron en torno a temas
tales como la nacionalidad o el reconocimiento de los derechos civiles y políticos de
las mujeres. Posteriormente, los sistemas internacionales de derechos humanos han
identificado la discriminación y la violencia, como los dos ejes temáticos principa-
les para desarrollar una protección específica de los derechos de las humanas.

7 Vid, Ibídem, párrafos 36 a 44, los cuales integran el capítulo titulado: La igualdad de condición y los
derechos humanos de la mujer.
8 Vid, Ibídem, párrafo 38. Dicha Declaración fue adoptada mediante la Resolución de la Asamblea Ge-
neral 48/104 del 20 de diciembre de 1.993.

19
SOLEDAD GARCÍA MUÑOZ

Es fácil comprender el motivo de esta focalización, ya que ambas realidades


aglutinan la inmensa mayoría de los atentados contra los derechos humanos que
sufren las mujeres en su condición de tales. Por ello es que el concepto de los de-
rechos específicos de las mujeres enunciado con anterioridad, se articula básica-
mente en torno a estos dos grandes temas y a los instrumentos jurídicos que los
contemplan. Me refiero claro está al derecho de las mujeres a vivir una vida libre
de violencia y de discriminación, contenido ciertamente esencial de los derechos
humanos de las mujeres.
En Naciones Unidas se adopta en 1979 la Convención para la Eliminación
de Todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer (CEDAW), comple-
mentada por su Protocolo Facultativo en 1999; y en 1993 la Declaración sobre la
Eliminación de la Violencia contra la Mujer, que deja puestas las bases para la fu-
tura adopción de una convención en la materia de carácter universal. Por su parte,
en el sistema propio de la Organización de los Estados Americanos, también co-
nocido como Sistema Interamericano, se adopta la Convención para la Preven-
ción, Erradicación y Sanción de la Violencia Contra la Mujer (Convención de Be-
lém do Pará) en 1994. Asimismo, la Unión Africana cuenta con un «Protocolo a
la Carta Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos relativo a los Derechos
de la Mujer en África» desde 2003.
Estos tres instrumentos, que serán examinados con posterioridad, resultan
imprescindibles para comprender que el concepto de discriminación contra las
mujeres en razón de su sexo/género, ha ido asentándose, progresiva y revolucio-
nariamente, en el seno de la protección internacional de los derechos humanos,
pionera en muchos casos en relación con la que se ofrece en los propios Estados
nacionales.
La adopción de la CEDAW marcó un hito universal en este sentido, toda vez
que supone el reconocimiento, en un instrumento internacional y vinculante para
los Estados miembros, de una ampliación del concepto de derechos de las muje-
res, puesto que contempla tanto las violaciones de derechos que las mujeres sufren
en el ámbito público, como en el privado, es decir, tanto en esferas instituciona-
les, como en el de las relaciones interpersonales o familiares9.
Además el Comité de la CEDAW, en su Recomendación General 19, establece
un paradigma de enorme importancia al reconocer que: «La violencia contra la
mujer es una forma de discriminación que impide gravemente que goce de dere-
chos y libertades en pie de igualdad con el hombre»10. Violencia y discriminación
contra las mujeres son pues dos realidades sinalagmáticas, las dos caras de una

9 Esto resulta sumamente importante para las mujeres, pues el espacio de lo privado quedaba fuera de
la protección tradicional o clásica de los derechos humanos, y sin embargo, es en el que se producen un in-
gente número de violaciones de los derechos de las mujeres ante la pasividad estatal. En los sistemas regiona-
les americano y africano, esa misma ampliación conceptual se ha consagrado en la Convención de Belém do
Pará y en el Protocolo sobre Derechos de las Mujeres en África, respectivamente.
10 Cf. Comité de la CEDAW, «Recomendación General nº 19. La violencia contra la mujer», pár. 1. Vid
en Naciones Unidas, «Recopilación de las Observaciones Generales y Recomendaciones Generales adoptadas
por órganos creados en virtud de tratados de derechos humanos. Doc. HRI/GEN/Rev.5, 26 de abril de 2001,
p.239 y ss. Puede consultarse a través de: http://www.unhchr.ch/tbs/doc.nsf

20
DERECHOS HUMANOS DE LAS MUJERES EN ÁFRICA Y EN AMÉRICA LATINA: CLAVES CONCEPTUALES Y…

misma moneda en las que se engloban la inmensa mayoría de las violaciones gé-
nero específicas de los derechos humanos de las mujeres.
Según señala el Comité en el mismo documento, la definición de discrimi-
nación del artículo 1 de la CEDAW:

(…) incluye la violencia basada en el sexo, es decir, la violencia dirigida contra la mu-
jer porque es mujer o que la afecta en forma desproporcionada. Incluye actos que infligen da-
ños o sufrimientos de índole física, mental o sexual, amenazas de cometer esos actos, coacción
y otras formas de privación de libertad. La violencia contra la mujer puede contravenir dis-
posiciones de la Convención, sin tener en cuenta si hablan expresamente de violencia11.

La Convención de Belém do Pará también contempla esa relación sinalag-


mática entre discriminación y violencia contra las mujeres; concretamente en su
artículo 6 que reza: «El derecho de toda mujer a una vida libre de violencia in-
cluye, entre otros: a. el derecho de la mujer a ser libre de toda forma de discrimi-
nación (...)». Por ende, los dos grandes temas en los que se agrupa el proceso de
especificación de los derechos de las mujeres, a su vez confluyen.

2.3. Igualdad y no discriminación: herramientas indispensables para


asegurar los derechos humanos de las mujeres
El derecho a la igualdad y el derecho a la no discriminación, están reconoci-
dos en los instrumentos normativos generales y específicos sobre derechos huma-
nos. Constituyen derechos de gran importancia para proteger los derechos hu-
manos de las mujeres, debiendo en todo caso reconocerse que el tipo de igualdad
reconocida en los instrumentos generales sobre derechos humanos, como en las
constituciones y legislaciones nacionales, tuvieron cierto carácter androcéntrico,
pues en cierta forma fueron concebidas desde la óptica de la equiparación de «la
mujer» con «el hombre», sin grandes planteamientos acerca de si lo que las muje-
res buscamos en nuestra lucha por la igualdad es en realidad llegar a ser idénticas
a los hombres.
Por eso resulta tan pertinente formular nuevas lecturas sobre el derecho de
igualdad, tratando de que se interprete siempre desde la diversidad y con el de-
bido respeto a las diferencias12. Para ello debemos poner el principio de no dis-
criminación en primera línea. Dicho principio que informa todos los derechos
humanos, es una piedra angular en la defensa de los derechos de las mujeres, y su
contenido debe guiar la lucha contra la discriminación hacia las mujeres.
Una situación determinada de discriminación va a implicar siempre una di-
ferenciación de situaciones iguales o una igualación de situaciones diferentes.

11 Ibídem, pár.6
12 Sobre la noción de igualdad resulta particularmente recomendable la obra de AMORÓS, Celia. Un
breve e inspirador artículo en torno al tema, titulado «La idea de Igualdad» puede encontrarse en Internet:
http://www.geocities.com/athens/parthenon/8947/celiamoros.htm

21
SOLEDAD GARCÍA MUÑOZ

Cuando se ha comprobado ese aspecto, el segundo elemento que debe entrarse a


demostrar es que esta diferenciación no tenga una base objetiva y razonable, como
evidencian los estándares internacionales desarrollados sobre el particular.

2.3.1. Estándares internacionales sobre el principio de no discriminación


En su análisis sobre la compatibilidad de las medidas de acción afirmativa
para promover la participación política de las mujeres y los principios de igualdad
y no discriminación, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos sostuvo
que: «Para identificar un trato discriminatorio, es necesario comprobar una dife-
rencia en el trato entre personas que se encuentran en situaciones suficientemente
análogas o comparables»13. El factor comparabilidad es pues un punto de partida
necesario para comprobar la existencia de discriminación.
El otro aspecto a determinar es la razonabilidad y objetividad de la diferen-
ciación. Como ha afirmado el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, en el
caso Marcks contra Bélgica: «una distinción es discriminatoria si carece de una
«justificación objetiva y razonable», es decir, «si no persigue un objetivo legítimo»
o si no existe «una relación de proporcionalidad razonable entre los medios utili-
zados y los objetivos a realizar...»14.
La Corte Interamericana también ha hecho suyo ese razonamiento, y, a sensu
contrario, dispuso en su Cuarta Opinión Consultiva, que no estaremos ante un
caso de discriminación cuando:

(…) una distinción de tratamiento está orientada legítimamente, es decir, si no


conduce a situaciones contrarias a la justicia, a la razón o a la naturaleza de las cosas. De
ahí que no pueda afirmarse que exista discriminación en toda diferencia de tratamiento
del Estado frente al individuo, siempre que esa distinción parta de supuestos de hecho
sustancialmente diferentes y que expresen de modo proporcionado una fundamentada
conexión entre esas diferencias y los objetivos de la norma, los cuales no pueden apartarse
de la justicia o de la razón, vale decir, no pueden perseguir fines arbitrarios, caprichosos,
despóticos o que de alguna manera repugnen a la esencial unidad y dignidad de la natu-
raleza humana15.

13 Cf. Comisión Interamericana de Derechos Humanos, «Consideraciones sobre la compatibilidad de las


medidas de acción afirmativa concebidas para promover la participación política de la mujer con los princi-
pios de igualdad y no discriminación», en Informe Anual de la CIDH, 1999, Capítulo 6: Estudios Especiales
OEA/Ser.L/V/II.106; Doc. 3 de 13 abril 2000. Puede consultarse en: http:// www.cidh.oas.org/annual-
rep/99span/capitulo6a.htm
14 Cf. Tribual Europeo de Derechos Humanos, «Caso Marckx vs. Bélgica», Sentencia de 13 de junio de
1979, pár. 33. Vid en «Tribunal Europeo de Derechos Humanos: 25 años de jurisprudencia (1959-1983); Ed.
Boletín de Jurisprudencia Constitucional, Cortes Generales, Madrid, España, pp. 523-562.
15 Cf. Corte Interamericana de Derechos Humanos, «Opinión Consultiva OC-4/84, del 19 de enero de
1984. Propuesta de modificación a la Constitución política de Costa Rica relacionada con la naturalizacion»,
párr. 57.

22
DERECHOS HUMANOS DE LAS MUJERES EN ÁFRICA Y EN AMÉRICA LATINA: CLAVES CONCEPTUALES Y…

El Estado en cuestión tendrá siempre que probar que la desigualdad de trato


sea objetiva, razonable, que busque un legítimo objetivo y que guarde proporcio-
nalidad entre medios y fines, para no ver comprometida su responsabilidad in-
ternacional.
También debemos estar alerta y aprender a relacionar la discriminación que
sufren las mujeres por el hecho de serlo, con otros motivos concurrentes de dis-
criminación. Porque, como ha afirmado el Comité de Derechos Humanos en su
Observación General número 28:

La discriminación contra la mujer suele estar íntimamente vinculada con la discri-


minación por otros motivos como la raza, el color, el idioma, la religión, la opinión po-
lítica o de otra índole, el origen nacional o social, la posición económica, nacimiento, o
cualquier otra condición social16.

Es frecuente que una mujer sufra discriminación además de por serlo, tam-
bién por otros factores que se entrelazan con su condición de mujer, como ser po-
bre, o indígena, o refugiada, o lesbiana, o migrante etc. Por ello, la intersecciona-
lidad entre los diferentes tipos de discriminaciones es una herramienta conceptual
de primer orden para comprender y proteger los derechos humanos de las muje-
res. En sociedades multiculturales y con tantas brechas sociales, como las propias
de los países africanos, caribeños y latinoamericanos, esta dimensión cobra una es-
pecial importancia para el análisis y acción sobre la situación de las mujeres17.

2.4. Género, perspectiva de género, feminismos y derechos humanos


de las mujeres
Los gobiernos y otros actores deberán promocionar una política activa y visible del
mainstreaming de género, en todas las políticas y programas, para que, antes de que se
tomen las decisiones, se realice un análisis de los efectos producidos en mujeres y hom-
bres, respectivamente (Plataforma de Acción de Beijing, 1995: Pár.79, 105, 123, 141,
164, 189, 202, 229, 238, 252 y 273).

La categoría género surge en el movimiento feminista de los años setenta del


siglo pasado para explicar la artificialidad de las desigualdades entre mujeres y
hombres, y a tal impulso debemos su actual vigencia y desarrollo18.

16 Cf. Comité de Derechos Humanos, «Observación General nº 28. Artículo 3 (Igualdad de derechos
entre hombres y mujeres)», adoptada en el 68º período de sesiones (2000), párr.30.
17 La lectura del artículo de Mulenkei, Lucy, «Indigenous Women´s Rights in Africa» es útil para com-
probar cómo opera la interseccionalidad de discriminaciones (por género, etnia y clase) en relación con las mu-
jeres indígenas africanas. Disponible en: http://www.cpsu.org.uk/downloads/Lucy%20Mulenkei.pdf
18 Un completo análisis de la cuestión puede encontrase en De Barbieri, M. Teresita, «Certezas y Malos
Entendidos sobre la Categoría Género», en IIDH, «Estudios Básicos de Derechos Humanos IV»; Ed. IIDH y
Comisión de la Unión Europea, 1996, pp.47 a 84.

23
SOLEDAD GARCÍA MUÑOZ

Siguiendo el concepto empleado por la Asesora Especial en temas de género


y avance de las mujeres del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales, gé-
nero se refiere a:

(…) los atributos sociales y las oportunidades asociados con ser hombre y mujer y las re-
laciones entre hombres y mujeres y las niñas y los niños, así como las relaciones entre mujeres
y entre los hombres. Estos atributos, oportunidades y relaciones son socialmente construidos y
se aprenden a través de los procesos de socialización. Son contextuales y cambian en el tiempo.
El género determina lo que se espera, permite y valora en una mujer o un hombre en un con-
texto dado. En la mayoría de las sociedades hay diferencias y desigualdades entre mujeres y
hombres en las responsabilidades asignadas, las actividades realizadas, el acceso y control so-
bre los recursos, así como en cuanto a las oportunidades para la toma de decisiones. El género
es parte del contexto socio-cultural ampliamente considerado. Otros criterios importantes para
el análisis socio-cultural son la clase, raza, nivel de pobreza, grupo étnico y edad 19.

Un aporte fundamental ha sido hecho por Joan Scott, autora que distingue
dos partes interrelacionadas en la conceptualización de la categoría género; reco-
nociéndola como un elemento constitutivo de las relaciones sociales basadas en las
diferencias que distinguen los sexos; así como también como «una forma prima-
ria de relaciones significantes de poder»20. A partir de su estudio y el de otras te-
óricas feministas, resulta claro que el reconocimiento y la acción sobre la asime-
tría de las relaciones de poder entre mujeres y hombres es un aspecto central para
el avance de los derechos humanos de las mujeres21.
A partir de la idea de género, se ha construido toda una teoría que tiene
como una de sus herramientas principales lo que se denomina perspectiva de gé-
nero; la cual informa de manera creciente la mayoría de las ciencias e institucio-
nes contemporáneas. La perspectiva de género puede definirse como «el enfoque
o contenido conceptual que le damos al género para analizar la realidad y fenó-
menos diversos, evaluar las políticas, la legislación y el ejercicio de derechos, di-
señar estrategias y evaluar acciones, entre otros»22.
Género y perspectiva de género informan cada vez más la protección na-
cional e internacional de los derechos humanos. Tanto los ordenamientos jurídi-
cos nacionales, como el Derecho Internacional de los Derechos Humanos, el De-
recho Internacional Humanitario o el Derecho Internacional de las Personas
Refugiadas, van integrando progresivamente en su seno esta mirada que posibilita
una más eficaz protección de los derechos humanos. Así, el fenómeno de «trans-

19 Original en inglés, la traducción nos pertenece. Para este y otros conceptos relacionados visitar la pá-
gina: http://www.un.org/womenwatch/osagi/conceptsandefinitions.htm.
20 Cf. Scott, Joan. 1990. «El género: una categoría útil para el análisis histórico»; en Historia y Género:
Las mujeres en la Europa Moderna y Contemporánea, J. Amelang y M. Nash (coord.); Ed. Universidad de Va-
lencia, pp. 44.
21 Vid por ejemplo Lagarde, Marcela, ‘La perspectiva de género’, en Género y feminismo. Desarrollo hu-
mano y democracia, Ed. Horas y Horas, España, 1996, pp. 13-38.
22 Cf. Guzmán S., Laura y Campillo C., Fabiola, en IIDH, «Marco de referencia y estrategia para la in-
tegración de la perspectiva de género en el IIDH», San José (Costa Rica), 30 de noviembre de 2000, p. 25.

24
DERECHOS HUMANOS DE LAS MUJERES EN ÁFRICA Y EN AMÉRICA LATINA: CLAVES CONCEPTUALES Y…

versalización» (mainstreaming) por el género de la protección internacional de los


derechos humanos, se materializa en numerosos aspectos23.
Por ejemplo, en la adopción de instrumentos específicos para proteger los de-
rechos humanos de las mujeres, como la Convención para la Eliminación de To-
das las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW); su existencia es una
clara manifestación de la sensibilización progresiva del derecho internacional de
los derechos humanos hacia la perspectiva de género.
Asimismo, el concepto género se encuentra incorporado literalmente en textos
e instrumentos nacionales e internacionales sobre derechos humanos, lo cual es un
claro indicador de la alta asunción y valor que la comunidad internacional ha dado
a este concepto. Destaca en este sentido la Convención de Belém do Pará, que en su
artículo 1 define la violencia contra la mujer como «cualquier acción o conducta, ba-
sada en su género, que cause muerte, daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico
a la mujer, tanto en el ámbito de lo público como en el privado».
También el Estatuto de Roma para la creación de una Corte Penal Interna-
cional, se ha apropiado del concepto género, que a sus efectos se entiende referido
«a los dos sexos, masculino y femenino, en el contexto de la sociedad»24. Y tam-
bién el Protocolo a la Carta Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos so-
bre los derechos humanos de las mujeres en África, el cual utiliza el concepto gé-
nero en varias ocasiones a lo largo de su articulado.
Aplicar la dimensión de género enriquece sobremanera el diagnóstico de las re-
alidades bajo análisis, como también las estrategias de actuación. En materia de de-
rechos humanos, nos permite, entre otras cosas, visualizar inequidades y detectar
mejor las necesidades de protección que precisan quienes padecen esas desigualda-
des por motivos de género, con base en el análisis basado en el impacto diferencial
que la situación bajo estudio (por ejemplo, la migración o el VIH/SIDA) suponga
en términos de disfrute de derechos para las mujeres y para los hombres. Ofrece
pues grandes ventajas y posibilidades para la efectiva tutela de las personas, espe-
cialmente de las mujeres. Por ello es lógico y necesario que el concepto género y su
perspectiva calen hondo en la protección de los derechos humanos, llegando a cons-
tituir un elemento transversal de cualquier acción que se emprenda en la materia.
Luego, el concepto género aporta una nueva forma de entender la humani-
dad, a partir de la consideración de que es la sociedad quien se encarga de asignar
a las personas características fijas, y el papel a desempeñar en ella en función de
su sexo, y por tanto de haber colocado al sexo femenino en una posición de su-
bordinación histórica respecto del masculino.

23 La tesis es sostenida y desarrollada por García Muñoz, Soledad, en «La progresiva «generización» de la
protección internacional de los derechos humanos»; publica REEI (Revista Electrónica de Estudios Interna-
cionales), nº2 del 2001. Vid en: http://www.reei.org/reei.2/Munoz.PDF. En dicho trabajo se acuña el con-
cepto de «generización» de la protección internacional de los derechos humanos, entendido como el «fenómeno
de transversalidad o impregnación por el género, como concepto y perspectiva de análisis, de la tarea de reconoci-
miento, promoción y salvaguardia de los derechos humanos en sede internacional.»
24 Cfr. art. 7.3 del Estatuto de la Corte Penal Internacional. Adoptado en Roma, el 17 de julio de 1998,
en la Conferencia Diplomática de Plenipotenciarios de las Naciones Unidas sobre el establecimiento de una
Corte Penal Internacional (81 ratificaciones).

25
SOLEDAD GARCÍA MUÑOZ

Precisamente porque es una construcción social, artificial y voluntaria, es por


lo que puede y debe ser modificada en aquellos casos en que la asignación perju-
dique, discrimine e incluso subordine a las personas por su género –como ha ocu-
rrido históricamente con las mujeres– o por su orientación sexual o identidad de
género –como sucede con las personas lesbianas, gays, bisexuales, travestis, trans-
género, transexuales e intersexuales–25.
Tras explicar el concepto de género, perspectiva de género y su innegable rela-
ción con los derechos humanos de las mujeres, quiero destacar también la íntima co-
nexión entre el pensamiento y prácticas feministas con los derechos humanos.
Resulta complejo poner bajo un mismo sombrero conceptual al feminismo
por su diversidad de manifestaciones, y desde luego resulta preferible utilizar el
término «feminismos» para englobar la pluralidad de corrientes que abarca. En mi
visión, Ana de Miguel pone en contacto la esencia de todos los feminismos,
cuando lo describe como «la lucha de las mujeres por la igualdad de derechos y
necesidades vitales»26.
Dicho concepto resume la indiscutible relación entre las luchas de las muje-
res, como prácticas feministas, con los logros alcanzados en términos de recono-
cimientos de derechos humanos de las mujeres, y hace que sea imposible conce-
bir su existencia sin la persistencia y tenacidad del reclamo de las mujeres. Por ello
estoy totalmente de acuerdo con Alda Facio cuando afirma que: «sin feminismos,
otro mundo no es posible»27.
Las feministas sabemos bien lo difícil que resulta desmitificar los malos enten-
didos instalados en la sociedad en torno al feminismo, que tantas veces y tan erró-
neamente resulta considerado como el concepto antónimo del «machismo». En tal
sentido, formular nuestras reivindicaciones con perspectiva de derechos humanos
resulta una herramienta estratégica para acabar con los prejuicios negativos en torno
a la causa feminista. El movimiento de mujeres es claramente un movimiento de de-
rechos humanos; percibirnos y lograr ser percibidas como tal contribuirá seguro a
seguir progresando en nuestras metas de justicia y de cambio social.
En cualquier caso, los términos que utilizamos no son tan importantes como
los mensajes que transmitimos y las acciones que emprendemos para lograr nuestros
objetivos. Para llegar a las mujeres que aún no han abrazado la causa de su libera-
ción, esta idea resulta imprescindible, como bien expresa Fatou Sow cuando dice:

Certes je n’ai inventé ni les concepts de féminisme, de genre, de rapports sociaux de


sexe. Je n’ai emprunté que leurs traductions/adaptations plus ou moins bonnes/mauvai-
ses, toujours compliquées. Il nous faudra sans doute un jour nous consacrer à cette tâ-

25 La discriminación por motivos de orientación sexual o identidad de género ocasiona graves violacio-
nes de derechos humanos, que hasta el momento la comunidad internacional está siendo incapaz de abordar
adecuadamente. Sobre el tema se recomienda la lectura de AAVV, «Principios de Yogyakarta sobre orientación
sexual, identidad de género y derechos humanos». Disponibles en: http://yogyakartaprinciples.org
26 Cf. De Miguel, Ana, «El feminismo como referencia de legitimidad para las mujeres». Artículo dis-
ponible en: http://www.nodo50.org/mujeresred/IMG/pdf/elfeminismocomoreferencia.pdf
27 Vid Facio, Alda, «Sin Feminismos otro mundo no es posible», disponible en: http://www.justassocia-
tes.org/El%20feminismo%20necesario.pdf

26
DERECHOS HUMANOS DE LAS MUJERES EN ÁFRICA Y EN AMÉRICA LATINA: CLAVES CONCEPTUALES Y…

che ardue mais combien nécessaire de créer des concepts dans ma langue pour dire nos
oppressions, si nous voulons mieux communiquer et échanger avec les femmes de nos
communauté, être à leur écoute et en dialogue. Chaque femme africaine doit établir ce
dialogue dans sa langue, en raison du pouvoir conceptuel très fort de la langue28.

3. ASPECTOS NORMATIVOS CLAVES PARA LOS DERECHOS


HUMANOS DE LAS MUJERES: HERRAMIENTAS PRINCIPALES
DE LA ONU, DE LA OEA Y DE LA UNIÓN AFRICANA
Como ya mencioné, la Comunidad Internacional se ha hecho eco de manera
progresiva de la negación sistemática de los derechos humanos de las mujeres y ha
convenido en la necesidad de protegerlos de manera reforzada, sobre todo en
torno a dos grandes temas que encierran la enorme mayoría de violaciones género
específicas de los derechos de las mujeres: la violencia y la discriminación. Ade-
más, el Derecho de los Derechos Humanos ha ido integrando paulatinamente
una tercera esfera de preocupación y de especial significado para las mujeres, a sa-
ber: los derechos reproductivos y los derechos sexuales.
Tanto en África, como en América Latina y El Caribe, la problemática de la
violencia y la discriminación por motivos de género, sumada a la falta de acceso
y disfrute de los derechos sexuales y reproductivos afecta a enormes porciones de
la población femenina29, por lo que identificar estos fenómenos y las herramien-
tas jurídicas que existen para combatirlos resulta de importancia estratégica.
A estas temáticas me estaré refiriendo en los próximos apartados, mediante el
análisis de los principales instrumentos, mecanismos y estándares provenientes de
la Organización de las Naciones Unidas, de la Unión Africana y de la Organiza-
ción de los Estados Americanos; si bien en los países latinoamericanos, caribeños
y africanos también se registran algunos avances en la legislación relativa a los de-
rechos de las mujeres, lo cierto es que el progreso es desigual y no exento de re-
sistencias30. La reciente Ley sobre Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Vio-
lencia de México puede citarse como uno de los exponentes en la materia31.
En África y en las Américas, a diferencia de otras regiones que no cuentan
con sistemas propios, como la de Asia Pacífico, las mujeres cuentan con instru-

28 Cf. Saw, Fatou, en intervención realizada en Forum féministe africain, Accra, Ghana, 15-19 novem-
bre 2006 ; Le féminisme en Afrique entre contestation et affirmation. Texto disponible en : http://www.dawn-
net.org/french/index.html
29 Para el examen de la situación de las mujeres en América Latina, puede consultarse: CEPAL, «El
aporte de las mujeres a la igualdad en América Latina y El Caribe», disponible en: http://www.eclac.org/pu-
blicaciones/xml/9/29399/ElaporteMujeresConsenso.pdf; también CEPAL, Ni una Más! El Derecho a Vivir
una Vida libre de violencia en América Latina y El Caribe», agosto de 2007. Disponible en:
http://www.eclac.org/publicaciones/xml/7/31407/Niunamas.pdf.
Respecto a la situación de los derechos humanos de las mujeres en África, resulta de especial interés la
consulta de los boletines «GenderNet», elaborados por el African Centre for Gender and Social Development
(ACGS) y disponibles en: http://www.uneca.org/eca_programmes/acgd/default.htm
30 Para el caso africano, Vid Manuh, Takywaa, «African women and domestic violence». Disponible en:
http://www.opendemocracy.net/article/5050/ghana_domestic_violence
31 Su texto se encuentra disponible en: http://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/pdf/LGAMVLV.pdf

27
SOLEDAD GARCÍA MUÑOZ

mentos y mecanismos género-específicos para proteger sus derechos humanos


tanto de carácter universal (Organización de las Naciones Unidas), como regio-
nal (Unión Africana y Organización de los Estados Americanos). El conocimiento
y el uso nacional e internacional de esas herramientas resulta ciertamente rele-
vante para seguir avanzando en el reconocimiento y en la protección de los dere-
chos humanos de las mujeres.
La adopción de esta normativa se ha debido a la incansable lucha de las mu-
jeres y sus organizaciones, en pos del reconocimiento y de la protección de los de-
rechos de las humanas por los Estados y por la Comunidad Internacional en su
conjunto. Sin embargo, el conocimiento sobre la existencia y las posibilidades de
utilización de estos instrumentos, imprescindibles para hacer realidad los derechos
humanos de las mujeres, dista aún mucho de estar todo lo extendido que debiera.
Así, es frecuente encontrar como las propias mujeres desconocen estos instru-
mentos y la forma de emplearlos, lo que favorece que quienes son responsables de
su efectiva aplicación –esto es, todos los poderes, instituciones y funcionarios/as
de los Estados– incumplan en gran medida y sin consecuencias las obligaciones
asumidas al ratificarlos.
Por ello, me centraré seguido en el análisis de los tratados internacionales de
mayor relevancia específica para proteger los derechos de las mujeres en América
Latina, El Caribe y en África. Resulta evidente que su mayor conocimiento y uti-
lización resulta un elemento clave para favorecer la concreción del derecho de to-
das las mujeres africanas y latinoamericanas a vivir libres de violencia y discrimi-
nación, con pleno disfrute de todos los derechos humanos, tanto civiles y
políticos, como económicos, sociales y culturales. El carácter jurídico de estos
instrumentos no debe ser un obstáculo para que cualquier persona o institución
comprenda su importancia y se apropie de ellos para defender los derechos de las
mujeres.
Cabe aclarar que estos tratados no son los únicos instrumentos interna-
cionales de utilidad para defender los derechos de las mujeres32, pero sí los más
importantes, por ser acuerdos que establecen obligaciones jurídicamente vincu-
lantes para los Estados que los ratifican, y porque su objeto y fin es, específica-
mente, la protección de los derechos humanos de las mujeres.
Dos de estos tratados provienen de la Organización de las Naciones Unidas,
a saber, la Convención para la Eliminación de Todas las Formas de Discrimina-
ción contra la Mujer (también conocida por sus siglas en idioma inglés: CEDAW)
y su Protocolo Facultativo; otro fue adoptado por la Organización de los Estados

32 En realidad todos los tratados cuyo objeto y fin es proteger los derechos humanos son instrumentos
útiles para defender los derechos humanos de las mujeres; como lo son también los instrumentos emanados
de las Grandes Conferencias Mundiales de los años 90 del Siglo XX, todos los cuales consideran la perspectiva
de género y también destacan la situación de las mujeres. Destacan entre ellos la Plataforma de Acción de Bei-
jing, adoptada en la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer en 1995; y el Programa de Acción de la Confe-
rencia sobre Población y Desarrollo, adoptado en la Conferencia de igual nombre celebrada en El Cairo en
1994. Más recientemente, los objetivos de desarrollo establecidos en la Declaración del Milenio de las Nacio-
nes Unidas del 2000 también suponen una herramienta de interés para la exigibilidad de los derechos huma-
nos de las mujeres.

28
DERECHOS HUMANOS DE LAS MUJERES EN ÁFRICA Y EN AMÉRICA LATINA: CLAVES CONCEPTUALES Y…

Americanos (OEA); y otro en el contexto de la Unión Africana (UA). Tanto los


países africanos, como los latinoamericanos y caribeños son al tiempo miembros
de la ONU, así como de la UA y de la OEA, respectivamente. Ello implica que
las mujeres que viven en ambas regiones del mundo cuentan con herramientas
universales y también regionales para proteger sus derechos humanos.
Tras examinar estos tratados, me referiré a la obligación de «debida diligen-
cia estatal», un concepto angular y una herramienta estratégica para la defensa de
los derechos humanos de las mujeres.

3.1. Derechos Humanos de las Mujeres en el marco de las Naciones Unidas


Desde su creación la Organización de las Naciones Unidas ha sido una im-
portante abanderada de la igualdad entre mujeres y hombres33. A pesar de las re-
sistencias de parte de sus Estados miembros a reconocer la importancia de los de-
rechos humanos de las mujeres, la Organización ha liderado importantes
esfuerzos normativos y de protección de los derechos de las humanas, que sin
duda han tenido su combustible principal en la persistencia de los movimientos
de mujeres por lograr ver reconocidos en el plano internacional los derechos que
con harta frecuencia les son negados en los respectivos países. Como ya señalé, la
internacionalización de los derechos humanos ha sido y es una herramienta es-
tratégica para las mujeres al momento de incidir en sus propias realidades.
El desempeño de la organización respecto a los derechos humanos de las mu-
jeres, se ha materializado tanto en la adopción de instrumentos, órganos y están-
dares específicos, como en la progresiva interiorización de la perspectiva de género
y de los derechos humanos de las mujeres por parte de la generalidad de los órga-
nos y mecanismos de derechos humanos del sistema, tanto de aquellos basados en
tratados, como los de naturaleza extra-convencional. En este análisis me dedicaré
principalmente a los de naturaleza específica y, en concreto, al gran tratado uni-
versal sobre derechos humanos de las mujeres que es la Convención para la Eli-
minación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW).
Antes de pasar a su abordaje, quiero dejar mencionada la existencia entre los
procedimientos públicos especiales del Consejo de Derechos Humanos, de man-
datos sumamente relacionados con los derechos humanos de las mujeres –como
el relativo a la Educación o el de la Trata de Personas– entre los que destaca uno
específicamente destinado a la cuestión de la violencia contra las mujeres. Se trata
de la Relatora Especial sobre Violencia contra las Mujeres, con inclusión de sus Cau-
sas y sus Consecuencias. Dicho mandato, creado en el año 1994 se encuentra en
manos de la Sra. Yakin Ertürk de Turquía. Su función principal es reunir y anali-
zar información amplia y recomendar medidas encaminadas a eliminar la violen-
cia en los planos internacional, nacional y regional. Resultan de gran importan-

33 Vid Preámbulo de la Carta de San Francisco, 1945.

29
SOLEDAD GARCÍA MUÑOZ

cia los informes emanados de esta Relatora para la identificación de estándares so-
bre la cuestión34.

3.1.1. Convención para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación


contra la Mujer (CEDAW) y correspondiente Protocolo Facultativo.
Este tratado de importancia fundamental para las mujeres de todo el mundo,
fue adoptado por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 18 de diciem-
bre de 197935. En su artículo 1, la CEDAW define la discriminación contra la
mujer como «toda distinción, exclusión o restricción basada en el sexo que tenga por
objeto o por resultado menoscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio por la
mujer, independientemente de su estado civil, sobre la base de la igualdad del hombre
y la mujer, de los derechos humanos y las libertades fundamentales en las esferas polí-
ticas, económica, social, cultural y civil o en cualquier otra esfera».
La CEDAW reconoce y define ampliamente la discriminación contra las mu-
jeres, convirtiéndolo en una cuestión sujeta a la responsabilidad de los Estados
que ratifican dicho tratado, con independencia que se produzca en el ámbito pú-
blico o privado de la vida de las mujeres. Así, los Estado Partes de la CEDAW han
asumido la responsabilidad por la discriminación que las mujeres soportan en to-
dos los ámbitos de su existencia y con independencia de quien se la provoque, esto
es, tanto si proviene de un agente del Estado, como de cualquier particular, orga-
nización o empresa.
Igualmente, la CEDAW, es el primer tratado internacional de derechos hu-
manos que, de manera explícita, establece la urgencia de actuar sobre los papeles
tradicionales de mujeres y hombres, en la sociedad y en la familia. Así, en su ar-
tículo 5.a) prevé la obligación de los Estados Partes de adoptar todas las medidas
apropiadas para «modificar los patrones socioculturales de conducta de hombres
y mujeres». En el mismo sentido, la CEDAW impone obligaciones a los Estados
para asegurar la igualdad de derechos en la esfera de la educación36.
En términos generales, al hacerse parte de la CEDAW un Estado se obliga a
condenar la discriminación contra las mujeres, y a orientar sus políticas a la eli-
minación de la misma «por todos los medios apropiados y sin dilaciones», adop-
tando todas las medidas necesarias, en todas las esferas, especialmente la política,
social, económica y cultural, para «asegurar el pleno desarrollo y adelanto de la
mujer, con el objeto de garantizarle el ejercicio y el goce de los derechos humanos
y las libertades fundamentales en igualdad de condiciones con el hombre»37.
Además, a lo largo de su articulado la CEDAW impone a los Estados nume-
rosas obligaciones en relación con los derechos de participación política; repre-

34 Se recomienda visitar la página de la Relatora y en especial los documentos seleccionados en la misma:


http://www2.ohchr.org/spanish/issues/women/rapporteur/index.htm
35 Vid estado de ratificaciones en : http://www2.ohchr.org/english/bodies/ratification/8.htm
36 Vid art. 10.c) de la CEDAW.
37 Vid artículos 1 y 2 de la CEDAW.

30
DERECHOS HUMANOS DE LAS MUJERES EN ÁFRICA Y EN AMÉRICA LATINA: CLAVES CONCEPTUALES Y…

sentación en el plano internacional; nacionalidad; educación; trabajo; salud; be-


neficios familiares, financieros y participación en actividades recreativas, deportes
y vida cultural; igualdad ante la ley e idéntica capacidad legal que los hombres; e
igualdad en el matrimonio y las relaciones familiares38.
La Convención CEDAW contiene también una disposición específica por la
que los Estados Parte se obligan a adoptar todas las medidas necesarias, incluidas las
legislativas, para suprimir todas las formas de tráfico, explotación y prostitución de
las mujeres39. Asimismo, se refiere específicamente la CEDAW a la obligación de los
Estados de prestar una especial atención a la situación de los derechos humanos de
las mujeres que viven en zonas rurales40. Ambas disposiciones tienen una gran rele-
vancia para las mujeres africanas, latinoamericanas y caribeñas, por la persistencia de
fenómenos como la trata de mujeres con fines de explotación sexual o la discrimina-
ción y violencia contra las mujeres rurales, muchas de ellas indígenas.
El artículo 4 de la CEDAW prevé que la adopción por los Estados Parte de
«medidas especiales de carácter temporal encaminadas a acelerar la igualdad de
facto entre el hombre y la mujer» no se considerará discriminación. Pero eso sí,
esas medidas deben ser temporales y han de cesar «cuando se hayan alcanzado los
objetivos de igualdad de oportunidad y trato». En su Recomendación General 25
el Comité ha establecido estándares de suma importancia sobre la cuestión41.
Es momento de volver a reiterar que, si bien la CEDAW es nominalmente un
tratado para eliminar la discriminación hacia las mujeres, también lo es en sus-
tancia para eliminar la violencia. Esto lo ha dejado claro el Comité en su ya citada
Recomendación General número 19, de 1992, concepción que ha aplicado en ca-
sos concretos, como el denominado A.T. contra Hungría, en el cual el Estado re-
sultó condenado por no cumplir con sus obligación de asegurar a las mujeres una
vida libre de violencia42.

Comité para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación


Contra la Mujer
El Comité para la Eliminación de la Discriminación Contra la Mujer, tam-
bién conocido como Comité CEDAW o «El CEDAW», es el órgano encargado
de controlar el cumplimiento de la Convención y de interpretar sus disposiciones.
Está integrado por 23 personas expertas que han de gozar de gran prestigio mo-

38 Vid artículos 7 a 16 de la CEDAW. El artículo 16 tiene una importancia fundamental para la defensa
de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, por cuanto establece la obligación de los Estados Par-
tes de asegurar el mismo derecho a decidir libre y responsablemente el número de hijos y el espaciamiento en-
tre sus nacimientos, y a tener acceso a la información, educación y medios para posibilitar el ejercicio de tales
derechos.
39 Vid artículo 6 de la CEDAW.
40 Ibídem, artículo 14.
41 Hasta el momento ha emitido 25 Recomendaciones Generales. Todas ellas pueden consultarse en lí-
nea en el sitio: http://www2.ohchr.org/english/bodies/cedaw/comments.htm
42 La decisión sobre el caso está disponible en: http://www.un.org/womenwatch/daw/cedaw/proto-
col/decisions-views/CEDAW%20Decision%20on%20AT%20vs%20Hungary%20Spanish.pdf

31
SOLEDAD GARCÍA MUÑOZ

ral y competencia en la materia abarcada por la Convención, las cuales ejercen sus
funciones a título personal, debiéndose tener en cuenta los criterios de distribu-
ción geográfica equitativa, representación de las diversas formas de civilización y
los principales sistemas jurídicos al elegirlas43.
Al elaborar la Convención, los Estados únicamente reconocieron la compe-
tencia a dicho Comité para el examen de informes estatales periódicos44. A partir
de la revisión de tales informes y los datos recibidos de organizaciones no guber-
namentales –a través de los que se conocen como «informes alternativos», «infor-
mes sombra», «informes paralelos» o «contrainformes»–, el Comité hace sugeren-
cias y recomendaciones a los Estados para el mejor cumplimiento de la
Convención, señalando las fortalezas y debilidades detectadas en su aplicación du-
rante el periodo objeto de examen. El Comité vierte estos comentarios y reco-
mendaciones en un documento que se denomina Observaciones Finales, el cual
constituye también una poderosa herramienta de diagnóstico e incidencia en ma-
teria de derechos humanos de las mujeres45.
Por otro lado, el Comité dicta Recomendaciones Generales, a través de las cua-
les dicho Comité ha desarrollado un importante acerbo de estándares interna-
cionales, cuyo conocimiento es una valiosa y necesaria guía de aplicación de la
CEDAW. Hasta el momento el Comité ha publicado 25 de estas Recomendacio-
nes, algunas de las cuales ya han sido destacadas en el epígrafe anterior y entre las
que también resulta de suma importancia la Recomendación General número 24,
sobre la salud de las mujeres.
Además de la competencia de examinar informes, en la CEDAW se ha pre-
visto la posibilidad de que los Estados partes puedan someter al arbitraje sus con-
troversias en relación con la aplicación o interpretación de la Convención. Si
transcurridos seis meses de solicitado el arbitraje, los Estados no acuerdan su
forma, podrán acudir al Tribunal Internacional de Justicia46. Cabe observar que
este mecanismo nunca ha sido utilizado a lo largo de la vida de la CEDAW.

3.1.2. Protocolo Facultativo a la CEDAW


A diferencia de otros tratados de derechos humanos, en la CEDAW no se
previó un mecanismo de quejas individuales. A veinte años de adoptada la Con-
vención y gracias al esfuerzo del movimiento internacional de mujeres y de dere-
chos humanos, se arribó a la promulgación de un Protocolo Facultativo. Se trata

43 Cfr. art. 17 CEDAW.


44 Vid artículo 18 de la CEDAW.
45 Vid Compilación de observaciones finales del Comité para la Eliminación de la Discriminación con-
tra la Mujer sobre países de América Latina y el Caribe (1982-2005); Publicación realizada por la Oficina re-
gional de la OACDH en Santiago de Chile, la Unidad Mujer y Desarrollo de la CEPAL y la División para el
Adelanto de la Mujer de la ONU, septiembre de 2005. Disponible en línea en: http://www.acnur.org/biblio-
teca/pdf/5145.pdf
46 Vid artículo 29 de la CEDAW.

32
DERECHOS HUMANOS DE LAS MUJERES EN ÁFRICA Y EN AMÉRICA LATINA: CLAVES CONCEPTUALES Y…

de un tratado anexo a la CEDAW que instaura dos importantes mecanismos de


protección internacional47, al otorgarle al Comité dos nuevas competencias res-
pecto de los Estados que ratifiquen este Protocolo: la de examinar comunicacio-
nes individuales y la de investigar violaciones graves o sistemáticas de derechos de
las mujeres48.
Con el mecanismo de comunicaciones individuales, el Protocolo abre la puerta
a la presentación de denuncias sobre casos concretos. Las mismas deben ser pre-
sentadas por personas o grupos de personas que aleguen ser víctimas de la viola-
ción denunciada o por sus representantes49. Cuando le llega una denuncia, el Co-
mité comienza por analizar la admisibilidad del reclamo, examinando si se han
cumplido las condiciones o requisitos de que deben cumplir las quejas para ser
examinadas por el Comité, a saber: las comunicaciones deben presentarse por es-
crito, preferiblemente en el formulario elaborado por el propio Comité con esta
finalidad50; no pueden ser anónimas; no deben haber sido sometidas antes al Co-
mité, ni tampoco ante otro órgano internacional de similar naturaleza –como el
Comité de Derechos Humanos o la Comisión Interamericana de Derechos Hu-
manos–; y ha de acreditarse el agotamiento de los recursos de la jurisdicción in-
terna del Estado contra el que se interpone la queja51.
Si la comunicación reúne todos los requisitos y es considerada admisible, se
pasa a la fase de fondo o consideración de méritos, comunicándose la queja al Es-
tado de manera confidencial. Tras el examen de la queja, el Comité informará a
las partes sobre sus opiniones y recomendaciones, en un documento denominado
Decisión, en el cual el Comité establece los hechos y determinan si los mismos
constituyen una violación de alguna de las disposiciones de la CEDAW.
Por su parte, el mecanismo de investigación es el primer procedimiento específico
de Naciones Unidas para la investigación sobre violaciones graves o sistemáticas de
los derechos humanos de las mujeres. La principal crítica es la posibilidad de los Es-
tados de declarar la «no aceptación» de esta competencia del Comité CEDAW, al fir-
mar o ratificar el Protocolo52; esto es algo que ha sido desgraciadamente utilizado ya
por varios países, como Bangladesh, Belize, Colombia y Cuba. Hasta el momento,
el Comité solamente ha hecho uso de esta competencia al analizar la situación de las
mujeres en Ciudad Juárez, México. En su respectiva decisión el CEDAW ha sentado
las bases de importantes estándares aplicables a la mayoría de los casos y situaciones
de violencia y discriminación contra las mujeres53.

47 El Protocolo Facultativo a la CEDAW fue adoptado el 6 de octubre de 1999, por la Asamblea Gene-
ral de Naciones Unidas, mediante resolución A/54/4.
48 Como complemento para el análisis de este instrumento y sus mecanismos se recomienda la consulta
del libro: IIDH, Convención CEDAW Y Protocolo Facultativo –Edición actualizada– (2004). Texto completo
disponible en: http://www.iidh.ed.cr/BibliotecaWeb/PaginaExterna.aspx?url=/BibliotecaWeb/Varios/Docu-
mentos/BD_1978751583/CEDAW%20Y%20Pf.doc
49 Cf. artículo 2 del Protocolo Facultativo a la CEDAW.
50 Disponible en: http://www.un.org/womenwatch/daw/cedaw/opmodelform.html
51 Cf. artículo 4 del Protocolo Facultativo a la CEDAW.
52 Cf. artículo 10 del Protocolo Facultativo CEDAW.
53 La decisión emitida por el Comité en el examen de dicha situación puede consultarse en:
http://www.un.org/womenwatch/daw/cedaw/cedaw32/CEDAW-C-2005-OP.8-MEXICO-S.pdf

33
SOLEDAD GARCÍA MUÑOZ

En Argentina, la ratificación del Protocolo se ha logrado recientemente, tras


un largo proceso de incidencia y articulación abanderado por el movimiento ar-
gentino de mujeres y de derechos humanos54. Es de esperar que pronto suceda lo
mismo con el resto de países latinoamericanos y africanos, que aún tienen pen-
diente esta gran asignatura con los derechos humanos de las mujeres55. Las pre-
siones, los obstáculos y los mitos –como que el Protocolo atenta contra la sobe-
ranía nacional o que promueve el aborto– que impulsan con vigor determinados
grupos ultra conservadores y religiosos para obstaculizar la ratificación del Proto-
colo CEDAW, no deberían ser, en ningún caso, más fuertes que la obligación de
los Estados democráticos de comprometer todos sus esfuerzos para hacer realidad
los derechos humanos de la mitad de sus habitantes.

3.2. Derechos Humanos de las Mujeres en el marco de la OEA


(…) la violencia contra la mujer es una ofensa a la dignidad humana y una
manifestación de las relaciones de poder históricamente desiguales entre mujeres
y hombres (Preámbulo de la Convención de Belém do Pará).
Como la ONU, la Organización de los Estados Americanos también ha de-
mostrado una especial sensibilidad respecto a la situación de las mujeres que ha-
bitan sus Estados miembros, existiendo un destacado acerbo normativo y juris-
prudencial en la órbita del sistema interamericano de protección de los derechos
humanos, cuyo conocimiento resulta imprescindible y complementario de los
existentes en el marco universal56.
Vale decir que todos los instrumentos interamericanos de derechos huma-
nos son obviamente herramientas para proteger los derechos de las mujeres,
cuando son aplicados con la adecuada dimensión de género. Así, entre los es-
tándares desarrollados por los órganos de protección de derechos humanos del
sistema interamericano encontramos ya un importante conjunto de ellos de-
dicado a la protección de los derechos de las mujeres, tanto en aplicación del
instrumento específico del sistema, esto es, la Convención Interamericana para
Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres, como de ins-
trumentos generales, tales como la Declaración Americana de Derechos y De-
beres del Hombre (Humanos) y la Convención Americana sobre Derechos
Humanos57.

54 Un resumen del proceso está disponible en: http://www.iidh.ed.cr/comunidades/DerechosMujer/


Acerca/cedawargentina.htm
55 Ver estado de ratificaciones en: http://www2.ohchr.org/english/bodies/ratification/8_b.htm
56 Para profundizar el estudio sobre el tema puede consultarse García Muñoz, Soledad: Curso Auto For-
mativo del IIDH, «Utilización del Sistema Interamericano para la protección de los derechos humanos de las
mujeres». Se trata de un curso gratuito que puede realizarse a través de la página: http://www.iidh.ed.cr/Cur-
sosIIDH.
57 De hecho, la mayoría de los casos individuales examinados hasta ahora por la Comisión Interameri-
cana que involucran derechos de las mujeres han sido examinados sobre la base de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos.

34
DERECHOS HUMANOS DE LAS MUJERES EN ÁFRICA Y EN AMÉRICA LATINA: CLAVES CONCEPTUALES Y…

Hasta el momento, la mayoría de los estándares sobre derechos humanos de


las mujeres han sido desarrollados por la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos, que cuenta en su seno con una Relatoría Especial sobre Derechos de
las Mujeres58. Es de esperar que el desarrollo de estándares en la materia se inten-
sifique mucho más, sobre todo en el ejercicio de las competencias propias de la
Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Analizaremos seguido el instrumento específico del sistema interameri-
cano sobre derechos de las mujeres, así como los órganos dedicados a su vigi-
lancia. Su conocimiento y utilización resultan obligados para la aplicación de
la agenda de población y desarrollo en relación con las mujeres latinoamerica-
nas y caribeñas.

3.2.1 Convención para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la


mujer (Convención de Belém do Pará)
Adoptada en Belém do Pará (Brasil) el 9 de junio de 1994, es el primer ins-
trumento internacional de naturaleza vinculante que se ocupa específicamente del
tema de la violencia contra las mujeres59. En el Preámbulo de la Convención, la
Asamblea General reconoce que «la violencia en que viven muchas mujeres de
América es una situación generalizada, sin distinción de raza, clase, religión, edad
o cualquier otra condición».
La Convención de Belém do Pará es el tratado de derechos humanos más ra-
tificado del sistema interamericano, contando ya con treinta y dos ratificacio-
nes60. Sin embargo, la aplicación interna e internacional de la Convención es to-
davía muy escasa y su nivel de respeto mucho más bajo de lo deseable. El caso más
paradigmático en que la Convención ha sido aplicada hasta ahora por la Comi-
sión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), es el asunto María da Penha
contra Brasil61. Se trata de un supuesto de violencia extrema contra una mujer por
su marido, en el cual Brasil resultó condenado por no observar la debida diligen-
cia en la protección de la víctima. El seguimiento de las recomendaciones formu-
ladas por la CIDH en este caso ha sido tan fructífero, que la nueva ley brasileña
sobre violencia contra la mujer es conocida como la «Ley María da Penha», en ho-
menaje a la víctima y sobreviviente de este caso.
La Convención define la violencia contra la mujer en su artículo 1 como
«cualquier acción o conducta, basada en su género, que cause muerte, daño o su-
frimiento físico, sexual o psicológico a la mujer, tanto en el ámbito de lo público
como en el privado». Como es deseable, la Convención entiende la violencia con-
58 Se recomienda visitar su sitio, disponible a través de la página de la CIDH: http://www.cidh.org.
59 Cabe recordar que en 1993 se adoptó en el seno de Naciones Unidas otro importante instrumento en
la materia: la Declaración para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, pero la misma no es un tratado
con fuerza de obligar como lo es la Convención de Belém do Pará.
60 Sólo Canadá, Cuba y Estados Unidos de América permanecen sin ratificarla.
61 Los informes dictados por la Comisión Interamericana sobre este caso puede consultarse a través de
la página de la CIDH: http://www.cidh.org.

35
SOLEDAD GARCÍA MUÑOZ

tra las mujeres de manera amplia, tanto en lo que respecta a sus consecuencias para
quienes la padecen (de índole física, sexual o psicológica), como en términos de
responsabilidad, ya que a tales efectos no diferencia las situaciones que se produ-
cen el la esfera pública, de las que tienen lugar en la vida privada de las mujeres.
De esta manera, los Estados que la han ratificado han aceptado su responsabili-
dad respecto a la violencia de toda índole que sufren las mujeres en cualquier ámbito
de sus vidas. La amplitud de las obligaciones asumidas por los Estados Partes queda
aún más evidenciada en el artículo 2 de la Convención, el cual establece:

Se entenderá que violencia contra la mujer incluye la violencia física, sexual y psi-
cológica:
a. que tenga lugar dentro de la familia o unidad doméstica o en cualquier otra re-
lación interpersonal, ya sea que el agresor comparta o haya compartido el mismo domi-
cilio que la mujer, y que comprende, entre otros, violación, maltrato y abuso sexual;
b. que tenga lugar en la comunidad y sea perpetrada por cualquier persona y que
comprende, entre otros, violación, abuso sexual, tortura, trata de personas, prostitución
forzada, secuestro y acoso sexual en el lugar de trabajo, así como en instituciones educa-
tivas, establecimientos de salud o cualquier otro lugar;
c. que sea perpetrada o tolerada por el Estado o sus agentes, dondequiera que ocurra.

Destacable es la conexión que el artículo 6 establece entre la violencia y la dis-


criminación, al enunciar que el derecho de toda mujer a una vida libre de violen-
cia incluye, entre otros, «el derecho de la mujer a ser libre de toda forma de dis-
criminación», y «el derecho de la mujer a ser valorada y educada libre de patrones
estereotipados de comportamiento y prácticas sociales y culturales basadas en con-
ceptos de inferioridad o subordinación». Leído en conjunto con la Recomenda-
ción General número 19 de la CEDAW, este artículo evidencia la estrecha rela-
ción entre la violencia y la discriminación contra las mujeres, como realidades
gemelas y violatorias de la integralidad de los derechos humanos de la población
del género femenino.
Los artículos 7 y 8 de la Convención son también de especial relevancia, ya
que establecen los deberes asumidos por el Estado al ratificar la Convención. El
artículo 7 refiere los deberes inmediatos, mientras que el artículo 8 hace referen-
cia a los deberes progresivos.
En el artículo 7, los Estados partes de la Convención condenan todas las
formas de violencia contra las mujeres, y se obligan a adoptar por todos los me-
dios, políticas dirigidas al cumplimiento del objeto y fin de la Convención, que
no es otro que prevenir, erradicar y sancionar la violencia contra las mujeres. Ade-
más, los Estados se comprometen a hacerlo sin dilaciones, esto es, de manera in-
mediata al momento de hacerse partes de la Convención, con lo cual tales con-
ductas son plenamente exigibles desde el mismo momento en que depositaron el
respectivo instrumento de ratificación.
Dicho precepto detalla obligaciones de respeto (artículo 7, a.) y garantía, que
requieren de los Estados partes distintos comportamientos y acciones: actuar con

36
DERECHOS HUMANOS DE LAS MUJERES EN ÁFRICA Y EN AMÉRICA LATINA: CLAVES CONCEPTUALES Y…

la debida diligencia en prevenir, erradicar y sancionar la violencia contra las mu-


jeres (artículo 7, b.); legislar y adoptar medidas de conformidad con el objeto y fin
de la Convención, tanto adoptando (artículo 7, c., h.), como aboliendo la legis-
lación y prácticas jurídicas que respalden o toleren la violencia de género (artículo
7, e.); adoptar medidas para proteger a las mujeres de sus agresores (artículo 7. d.);
garantizar el debido proceso legal en casos de violencia contra las mujeres (artículo
7.f.); asegurar el resarcimiento, reparación o compensación de las víctimas (ar-
tículo 7. g.).
Por su parte, el artículo 8 contiene los deberes que los Estados deben cum-
plir de manera progresiva, lo cual no significa de manera indefinida en el tiempo.
Se refiere a medidas de tipo específico o, en su caso, programas tendentes a lograr
el objeto y fin de la Convención, a través de: la promoción del derecho de las mu-
jeres a vivir sin violencia y a que se respeten sus derechos humanos (artículo 8, a.
y e.); el cambio de patrones socioculturales de conducta a través de la educación
formal y no formal; educar y capacitar a las personas encargadas de aplicar la ley
(artículo 8, c.); ofrecer a las víctimas de violencia los servicios y programas que su
situación requiere, tanto en perspectiva actual (artículo 8, d.), como futura (ar-
tículo 8, f.); incidir para que los medios de comunicación contribuyan a erradi-
car la violencia de género y al respeto de la dignidad de las mujeres (artículo 8, g.);
garantizar la existencia de estadísticas e información sobre la violencia que sufren
las mujeres, de cara a la evaluación y reformulación de las medidas adoptadas (ar-
tículo 8, h.); promover la cooperación internacional en la materia (artículo 8, i.).
Se explica el carácter progresivo de estas obligaciones porque requieren ac-
ciones sobre áreas de alta complejidad (patrones socio culturales, conciencia pú-
blica), cuyos resultados, una vez emprendidas, se visualizarán a medio y largo
plazo. Pero en ningún caso la progresividad a que este artículo se refiere puede ser
utilizada por los Estados para excusar sus incumplimientos indefinidos respecto
de este artículo, por lo que este precepto es también una poderosa herramienta
para la exigibilidad de las obligaciones estatales que establece.

3.2.2. Órganos, mecanismos y estándares interamericanos de aplicación de la


Convención de Belém Do Pará
La Convención establece qué órganos y mediante qué mecanismos se llevará
a cabo su control internacional en los artículos 10, 11 y 12. Uno de los mecanis-
mos de protección de la Convención, es el deber de los Estados partes de presen-
tar informes periódicos para su examen por la Comisión Interamericana de Mu-
jeres, acerca de los progresos y medidas adoptadas para prevenir, erradicar y
sancionar la violencia contra las mujeres en sus territorios62. También se ha pre-
visto la posibilidad de que tanto los Estados Partes de la Convención, como la Co-
misión Interamericana de Mujeres (CIM), soliciten opiniones consultivas sobre la

62 Cfr. art. 10 de la Convención de Belem do Pará.

37
SOLEDAD GARCÍA MUÑOZ

interpretación de la Convención a la Corte Interamericana de Derechos Huma-


nos63. Lamentablemente, hasta el momento ningún Estado parte de la Conven-
ción, ni tampoco la CIM, han hecho uso de esta facultad.
La Comisión Interamericana de Mujeres, CIM, es un organismo especializado
de la OEA, que nació antes de la fundación misma de la Organización, en 1928,
y es el primer precedente mundial de institución intergubernamental con el man-
dato de velar por los derechos civiles y políticos de las mujeres. La CIM está in-
tegrada por una delegada de cada Estado miembro de la OEA; tiene por tanto una
composición intergubernamental. Desde su creación ha impulsado la elaboración
de instrumentos internacionales en favor de los derechos de las mujeres. Asi-
mismo, es responsable de la presentación y redacción del proyecto de la Conven-
ción de Belem do Pará, que como ya vimos le confiere la atribución de examinar
informes estatales sobre la prevención, erradicación y sanción de la violencia que
sufren las mujeres en su jurisdicción, y también la de solicitar a la Corte Intera-
mericana opiniones consultivas.
La CIM ha emitido numerosos informes y documentos, que son de intere-
sante estudio y consulta para quienes se interesan por los derechos humanos de las
mujeres, sobre temas como: violencia contra las mujeres en las Américas, tráfico
de mujeres y menores con fines de explotación sexual, género y administración de
justicia etc.64. Cada año rinde informe a la Asamblea General de la OEA sobre sus
actividades.
El más señalado de los mecanismos previstos por la Convención, es la posi-
bilidad que el artículo 12 brinda a las personas, grupos de personas o entidades no
gubernamentales, de presentar ante la Comisión Interamericana denuncias –de-
nominadas «peticiones» en el sistema interamericano– por presuntas violaciones
de los deberes de los Estados partes contenidos en el artículo 7, esto es: los debe-
res cuyo cumplimiento no se pueden dilatar en el tiempo. Debe subrayarse que la
Convención, al igual que el Pacto de San José de Costa Rica, ha previsto una le-
gitimación activa sumamente amplia para la presentación de las peticiones indi-
viduales, al no requerir que sea la propia víctima de la violación alegada, o su re-
presentante, quien presente la denuncia.
Hasta ahora son pocos, aunque sumamente importantes, los casos llegados y
dirimidos por la Comisión y por la Corte Interamericana en que se haya aplicado
la Convención de Belém do Pará. Igualmente, en el sistema interamericano son
cada vez más numerosos los estándares de género sensitivos emanados de sus ór-
ganos de protección; destacando en ese sentido el trabajo desarrollado por la Co-
misión Interamericana de Derechos Humanos, gracias en especial al trabajo de su
Relatoría Especial sobre Derechos de las Mujer, en el examen de casos y elabora-
ción de informes temáticos o por países. Así, resulta especialmente recomendable
la consulta del reciente Informe sobre Acceso a la Justicia para mujeres víctimas de
violencia en las Américas65.
63 Ibídem, art. 11.
64Pueden consultarse en: http://www.oas.org/cim/Spanish/Indice%20Documentos.htm
65 Disponible en: http://www.cidh.org/women/Acceso07/indiceacceso.htm

38
DERECHOS HUMANOS DE LAS MUJERES EN ÁFRICA Y EN AMÉRICA LATINA: CLAVES CONCEPTUALES Y…

Por su parte, la Corte aún no ha tenido apenas oportunidades para pronun-


ciarse sobre casos o consultas en que los derechos específicos de las mujeres se en-
contrasen involucrados de manera específica. Recientemente la Corte, en la sen-
tencia recaída en el caso del Penal Miguel Castro Castro contra Perú, ha
introducido algunos destacados elementos de análisis fáctico-jurídico con di-
mensión de género66. Esperamos se siga profundizando en esta línea en el uso de
las competencias de la Corte.
Además de los expresamente contemplados en la Convención, los Estados
Parte de la misma han creado también un Mecanismo de Seguimiento a la Con-
vención (MESECVI), que integra un Comité de Expertas Independientes encar-
gadas del examen de los informes de los Estados67. El MESECVI presentará
pronto las conclusiones de su primer informe hemisférico sobre violencia contra
las mujeres.

3.3. Derechos Humanos de las Mujeres en el marco de la Unión Africana


La Carta Africana sobre los Derechos Humanos y de los Pueblos fue apro-
bada el 27 de julio de 1981, durante la XVIII Asamblea de Jefes de Estado y Go-
bierno de la Organización de la Unidad Africana (ahora Unión Africana), reunida
en Nairobi, Kenya. Este importante instrumento general de derechos humanos
puso los cimientos del sistema regional africano de protección de los derechos hu-
manos68.
La Carta es un instrumento general de derechos humanos, algunas de cuyas
disposiciones son de especial relevancia para los derechos humanos de las muje-
res. Así, la Carta sanciona el principio de no discriminación en su artículo 2, in-
cluyendo como uno de los motivos expresamente prohibidos de discriminación la
basada en el sexo de las personas. Por su parte, el derecho a la igualdad se reconoce
en el artículo 3 de la Carta69.
Además, la Carta Africana se refiere expresamente a la discriminación contra
las mujeres en su artículo 18.3, estableciendo la obligación de los Estados Partes
de tomar medidas para su eliminación. Dicho precepto establece: «El Estado se
hará responsable de la eliminación de toda discriminación de la mujer y de la pro-
tección de los derechos de la mujer y del niño tal como se estipulan en las decla-
raciones y convenios internacionales».
Sin embargo, estas disposiciones de la Carta no se revelaron suficientes para
proteger adecuadamente los derechos humanos de las mujeres. Además, las orga-
nizaciones de mujeres hicieron notar ampliamente que el énfasis dado por la
66 El caso pueden ser consultado en: http://www.corteidh.or.cr
67 Más información disponible en: http://www.oas.org/CIM/Spanish/MESECVI-indice.htm
68 Para un panorama general sobre el sistema africano de derechos humanos Vid el trabajo de Saavedra
Álvarez Yuría, «El Sistema Africano de Derechos Humanos y de los Pueblos. Prolegómenos» –Disponible en:
http://www.bibliojuridica.org/estrev/pdf/derint/cont/8/cmt/cmt20.pdf
69 El texto de la Carta puede consultarse en: http://www.achpr.org/english/_info/charter_en.html. Su
versión en castellano está disponible en: http://www.acnur.org/biblioteca/pdf/1297.pdf

39
SOLEDAD GARCÍA MUÑOZ

Carta a los valores tradicionales alentaba las prácticas perjudiciales para las muje-
res, como la mutilación genital femenina, el matrimonio forzoso, las costumbres
en torno a las herencias, o el tratamiento reservado a las mujeres viudas70.
De ahí que, al igual que el sistema universal y el sistema interamericano de
derechos humanos, también el sistema africano sintió la necesidad de dotarse de
un instrumento y de un mecanismo específico destinados a reconocer y garanti-
zar los derechos humanos de las mujeres, los cuales examinaré seguidamente.

3.3.1. Protocolo relativo a los Derechos de la Mujer en África


El 11 de julio de 2003 fue aprobado el Protocolo a la Carta Africana de De-
rechos Humanos y de los Pueblos relativo a los derechos de la mujer en África, en
el marco de la segunda cumbre de la Asamblea de la Unión Africana, celebrada en
la ciudad de Maputo (Mozambique) 71. El Protocolo entró en vigor tras reunir las
15 ratificaciones necesarias para ello, el 25 de noviembre de 2005. Hasta el mo-
mento 25 de los 53 Estados Miembros de la Unión Africana han firmado el Pro-
tocolo y 20 lo han ratificado72.
El Protocolo complementa la Carta Africana de Derechos Humanos y de los
Pueblos, fortaleciendo la protección de los derechos humanos de las mujeres en
África. En su Preámbulo se refleja la preocupación general que condujo a su
adopción, al afirmarse que:

«A pesar de la ratificación de la Carta Africana de Derechos Humanos y de los Pue-


blos y otros instrumentos jurídicos internacionales de la mayoría de los Estados partes, y
su solemne compromiso de eliminar todas las formas de discriminación y prácticas noci-
vas, en África las mujeres siguen siendo víctimas de discriminación y de prácticas nocivas».

Según explica la Comisión Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos,


en el momento de redactarse el Protocolo, se tuvieron en cuenta las deficiencias
de la Carta para abordar cuestiones específicas relativas a las mujeres, así como los
instrumentos internacionales y regionales en la materia73.
Al igual que ocurre con la CEDAW y con otros instrumentos de derechos
humanos de las mujeres, varios países han formulado reservas al momento de ra-
tificar el Protocolo74; por ejemplo Gambia, Mauricio y Sudáfrica. Afortunada-

70 Vid la página: http://www.achpr.org/english/_info/women_prot..htm


71 Texto disponible en: http://www.achpr.org/english/_info/women_prot..htm
72 Se trata de Benín, Burkina Faso, Cabo Verde, Comoros, Djibouti, Gambia, Libya, Lesotho, Mali, Ma-
lawi, Mozambique, Mauritania, Namibia, Nigeria, Rwanda, Sudáfrica, Senegal, Seychelles, Togo y Zambia.
Vid estado de ratificaciones en: http://www.achpr.org/english/ratifications/ratification_women%20pro-
tocol.pdf
73 VID la página: http://www.achpr.org/english/_info/women_prot..htm
74 Conforme la Convención de Viena sobre Derecho de los Tratados de 1969, una reserva es una decla-
ración unilateral, cualquiera que sea su enunciado y denominación, hecha por un Estado al firmar, ratificar,
aceptar o aprobar un tratado o al adherirse a él, con el objetivo de excluir o modificar los efectos jurídicos de
ciertas disposiciones del tratado en su aplicación a ese Estado. VID, artículo 2.d) de la citada Convención.

40
DERECHOS HUMANOS DE LAS MUJERES EN ÁFRICA Y EN AMÉRICA LATINA: CLAVES CONCEPTUALES Y…

mente Gambia retiró todas las reservas en Mayo de 2006 y las reservas y declara-
ciones interpretativas hechas por Sudáfrica, tienen en realidad un impacto posi-
tivo para los derechos humanos de las mujeres, tal como ha sido puesto de mani-
fiesto por la Relatora Especial sobre Derechos de las Mujeres de la Comisión
Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos 75.

Derechos garantizados
Sustantivamente, el Protocolo cuenta con una notable perspectiva de indivi-
sibilidad e interdependencia de los derechos humanos, pues reconoce tanto los
derechos civiles, económicos, sociales, políticos y culturales de las mujeres. Así el
Protocolo reconoce, entre otros: el derecho a la vida, a la integridad y a la seguri-
dad; la prohibición de la discriminación; el derecho a la paz; el derecho de toda
mujer a ser respetada como persona y al desarrollo pleno de su personalidad; el
derecho de las mujeres a la educación, al bienestar y a la salud; el derecho a la se-
guridad de los alimentos y el derecho a una vivienda adecuada; la prohibición de
la explotación o la degradación; el derecho al acceso a la justicia y a la igualdad de
protección ante la ley, y el derecho a la participación de las mujeres en los proce-
sos políticos y de toma de decisiones.
El Protocolo contiene disposiciones notablemente ancladas en la realidad de
las mujeres africanas, como las que reconocen la obligación de los Estados de eli-
minar las prácticas nocivas para las mujeres (artículo 5), los derechos en torno al
matrimonio, separación y divorcio (artículo 6 y 7); el derecho de las mujeres a un
contexto cultural positivo (artículo 17), los derechos de las mujeres viudas (ar-
tículo 20) o los derechos hereditarios de las mujeres (artículo 21). El Protocolo
puede por tanto considerarse como la «CEDAW Africana», pues complementa al
tratado universal desde una perspectiva regional y ambos instrumentos se fortale-
cen mutuamente.
Además, el Protocolo pone el acento en las situaciones que agravan las viola-
ciones de derechos humanos de las mujeres y que exigen una protección refor-
zada, como las propias de las mujeres en situación de conflicto armado (artículo
11); de las mujeres adultas mayores (artículo 22), de las mujeres con discapacida-
des (artículo 23), o de las mujeres viviendo en la pobreza, cabezas de familia o em-
barazadas (artículo 24). Se trata por tanto de un instrumento con un alto grado
de perspectiva de interseccionalidad en el reconocimiento y protección de los de-
rechos humanos que contempla.
El Protocolo garantiza también el derecho a la salud y los derechos repro-
ductivos de las mujeres, siendo el primer tratado internacional que ha reconocido
de manera expresa la obligación de los Estados de «proteger los derechos repro-
ductivos de las mujeres autorizando el aborto médico en casos de asalto sexual,

75 Vid Melo, Angela, Relatora Especial sobre los derechos de las mujeres en África, en «Intersession Ac-
tivity Report», correspondiente al 41 periodo ordinario de Sesiones de las Comisión Africana de Derechos Hu-
manos y de los Pueblos, celebrado en Accra Ghana, del 16 al 30 May 2007, pp. 3 y 4.

41
SOLEDAD GARCÍA MUÑOZ

violación, incesto y cuando la continuación el embarazo ponga en peligro la sa-


lud física y mental de la madre o la vida de la madre o el feto»76. De esta forma,
el Protocolo se ha puesto en la vanguardia de los tratados sobre derechos huma-
nos de las mujeres en materia de derechos sexuales y reproductivos, positivizando
además el consenso internacional existente en el tema.

Órganos y mecanismos de aplicación previstos en el Protocolo


Resulta positivo que antes de establecer los órganos y mecanismos compe-
tentes para su control internacional, el Protocolo se haya ocupado de enfatizar el
deber de todos sus Estados Partes de asegurar una reparación apropiada a toda
mujer que haya sufrido una violación de los derechos humanos contemplados en
el Protocolo, remedio que debe ser establecido por las autoridades judiciales, ad-
ministrativas y legislativas competentes, o por cualquier otra autoridad establecida
por la ley77. A través de esta disposición, el instrumento reafirma el carácter sub-
sidiario de la protección internacional de los derechos humanos; pues los prime-
ros obligados a proteger los derechos humanos de las mujeres son los propios Es-
tados, siendo cuando éstos fallan en cumplir con sus obligaciones que se puede
poner en marcha el control de tipo internacional.
Ante todo, los Estados Partes en el Protocolo se han comprometido a aplicar
el Protocolo a nivel nacional y a incorporar en los informes periódicos que pre-
senten conforme al artículo 62 de la Carta Africana, las indicaciones sobre las me-
didas legislativas o de otro carácter que hayan tomado para el pleno cumplimiento
del Protocolo78. Asimismo, los Estados se han obligado a adoptar todas las medi-
das necesarias y a destinar los recursos presupuestarios y de otro tipo que resulten
adecuados para la garantía efectiva de los derechos reconocidos en el Protocolo79.
Las disposiciones sobre la aplicación internacional del Protocolo resultan am-
biguas, en comparación con otros tratados internacionales en la materia. Así, el
Protocolo designó a la Comisión y a la Corte Africana como los órganos compe-
tentes para resolver cuestiones de interpretación que surjan en torno a la aplica-
ción e implementación del Protocolo80, especificando que la Comisión estaría
llamada a hacerlo hasta el establecimiento de la Corte81. Llama la atención la
poca precisión del Protocolo en este aspecto, que espero que la Comisión y Corte
aclaren en una pronta oportunidad y de manera coordinada, de la forma que me-
jor resulte para los derechos humanos de las mujeres.
En cualquier caso, que el Protocolo haya conferido al órgano judicial del sis-
tema africano la competencia de interpretar sus disposiciones abre una puerta de
sumo interés para la acción estratégica del movimiento de mujeres. Lo mismo
cabe decir respecto de la Comisión Africana, la cual se ha declarado manifiesta-
76 Cf. artículo 14.2.c) del Protocolo. Texto original en inglés; la traducción es mía.
77 Cf. artículo 25 del Protocolo.
78 Cf. artículo 26 del Protocolo.
79 Cf. Ibídem.
80 Cf. Ibídem, artículo 27
81 Cf. Ibídem, artículo 32.

42
DERECHOS HUMANOS DE LAS MUJERES EN ÁFRICA Y EN AMÉRICA LATINA: CLAVES CONCEPTUALES Y…

mente competente para el análisis de las comunicaciones que pongan de mani-


fiesto la violación de los derechos contenidos en el Protocolo82.

3.3.2 Relatoría Especial sobre los Derechos de las Mujeres en África 83


La Comisión Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos (La Comi-
sión), creó la Relatoría Especial sobre los Derechos de la Mujer en África en 1998.
Esto sucedió en ocasión de celebrarse el 25º período ordinario de sesiones de la
Comisión, celebrado en Bujumbura, Burundi, mediante la resolución
ACHPR/res.38 (XXV) de 1999, aplicable con carácter retroactivo a partir de oc-
tubre de 1998.
La primera Relatora Especial fue Julienne Ondziel Gnelenga, quien desem-
peñó tales funciones desde 1998-2001. En octubre de 2001, la Comisionada
Ángela Melo fue designada en esa posición que ha desempeñado hasta el año
2007. En la actualidad la Relatora Especial sobre los Derechos de las Mueres en
África es la Comisionada Soyata Maiga, de Mali.
El mandato de la Relatora Especial integra las siguientes funciones84:
— servir como un punto focal para la promoción y protección de los dere-
chos de la mujer en África entre las y los 11 integrantes de la Comisión
Africana;
— ayudar a los gobiernos africanos en la elaboración y aplicación de sus po-
líticas de promoción y protección de los derechos de las mujeres en África,
sobre todo en consonancia con la aplicación nacional del Protocolo sobre
los Derechos de la Mujer en África y en general la armonización de la le-
gislación nacional respecto de los derechos garantizados en el Protocolo;
— llevar a cabo tareas de promoción y misiones en los países africanos miem-
bros de la Unión Africana, con el fin de difundir los instrumentos de de-
rechos humanos de la Unión Africana y de investigar sobre la situación de
los derechos de la mujer en los países visitados;
— realizar un seguimiento de la aplicación de la Carta Africana de Derechos
Humanos y de los Pueblos y de su Protocolo relativo a los Derechos de la
Mujer en África por los Estados Partes, en particular mediante la prepa-
ración de informes sobre la situación de los derechos de la mujer en África
y proponer recomendaciones para ser adoptadas por la Comisión;
— elaborar proyectos de resolución sobre la situación de las mujeres en los
distintos países africanos y proponer a las y los integrantes de la Comisión
para su aprobación;

82 En este sentido VID la información disponible en: http://www.achpr.org/english/_info/women_


prot..htm. En dicho sitio, la Comisión afirma: « When local remedies have failed to guarantee the rights of wo-
men, it is possible to ask the African Commission to be seized with a case».
83 Para más información se recomienda visitar el sitio web de la Relatora: http://www.achpr.org/en-
glish/_info/index_women_en.html
84 Cf. la información provista en el sitio: http://www.achpr.org/english/_info/women_mand.htm

43
SOLEDAD GARCÍA MUÑOZ

— efectuar un estudio comparativo sobre la situación de los derechos de las


mujeres en diversos países de África;
— definir las directrices para la presentación de informes por los Estados, a
fin de que los mismos aborden adecuadamente los temas relacionados
con los derechos de las mujeres en los informes iniciales y/o periódicos
presentados a la Comisión Africana;
— colaborar con las y los agentes a cargo de la promoción y protección de los
derechos de las mujeres, tanto en el plano internacional, como regional y
nacional.
En su último informe de actividades, la antigua Relatora Especial, Sra.
Ángela Melo, llamaba la atención sobre una serie de acontecimientos de gran in-
terés para evaluar el estado de avance de los derechos humanos de las mujeres en
África.
La Relatora señalaba que: Uganda ha derogado la ley que castiga el adulterio
de una manera que es discriminatoria contra la mujer; Etiopía ha promulgado
una ley que castiga la mutilación genital femenina; Egipto ha modificado el ar-
tículo 62 de su Constitución, que tendrá por resultado la promulgación de la ley
de cuotas para la representación de la mujer en el proceso electoral y en las elec-
ciones; Gambia se encuentra en una fase muy avanzada en la adopción de la
«Carta de las Mujeres» que armoniza con el Protocolo de la legislación nacional;
en Mozambique, un proyecto de ley sobre el derecho a la herencia ha incorporado
las propuestas de las organizaciones de mujeres, así como la de la Relatora Espe-
cial sobre los Derechos de la Mujer en África en relación con la protección de los
derechos de las viudas, como se estipula en el Protocolo; y cómo lamenta-
blemente, el Consejo Constitucional de Senegal ha declarado la ley promulgada
en marzo de 2007, sobre la igualdad política entre hombres y mujeres como in-
constitucional85.

3.4. Derechos reproductivos, salud sexual y reproductiva: estado de la


cuestión y perspectivas
La salud reproductiva es un estado general de bienestar físico, mental y social,
y no de mera ausencia de enfermedades o dolencias, en todos los aspectos rela-
cionados con el sistema reproductivo y sus funciones y procesos. En consecuen-
cia, la salud reproductiva entraña la capacidad de disfrutar de una vida sexual sa-
tisfactoria y sin riesgos y de procrear, y la libertad para decidir hacerlo o no
hacerlo, cuando y con que frecuencia.
La aplicación del presente Programa de Acción debe orientarse por esta defi-
nición amplia de salud reproductiva, que incluye la salud sexual. (Programa de
Acción de la Conferencia Mundial sobre Población y Desarrollo; El Cairo, 1994;
Párrafos 7.2. y 7.4)

85 Vid Melo, Angela, «Intersession Activity Report» (opus cit.).

44
DERECHOS HUMANOS DE LAS MUJERES EN ÁFRICA Y EN AMÉRICA LATINA: CLAVES CONCEPTUALES Y…

Los derechos ligados a la faceta sexual y reproductiva de la vida tienen un es-


pecial significado para las mujeres. Y es que, a lo largo de la historia, lejos de ver
cómo la biológica e imprescindible función reproductiva aseguraba el respeto de
los derechos humanos de las mujeres, incluidos los específicamente ligados a la
maternidad, las mujeres han visto convertidos sus cuerpos en objeto de domina-
ción masculina y social.
Resulta ésta una de las esferas en las cuáles las mujeres de todas las edades y
de todo el mundo ven violados sus derechos de manera más grave y sistemática.
De ahí que la comunidad internacional, también haya comenzado a asumir su
responsabilidad en asegurar a las mujeres el pleno ejercicio de los derechos ligados
a la reproducción y la sexualidad. Sin embargo, el desarrollo de esta materia aún
está muy por debajo de lo que la realidad exige, tanto a nivel nacional, como re-
gional e internacional.
La Conferencia sobre Población y Desarrollo de 1994 supuso un hito en la te-
mática. Así, el Capítulo VII del Programa de Acción adoptado en la misma se de-
dica específicamente a la cuestión de los Derechos Reproductivos y la Salud Re-
productiva; esta última incluye asimismo la Salud Sexual, según el texto afirma
expresamente86.
Se trata del primer instrumento internacional que define la salud reproduc-
tiva, así como también los derechos reproductivos, manifestando el consenso in-
ternacional existente en la materia. En sus propios términos, estos derechos:

(…) abarcan ciertos derechos humanos que ya están reconocidos en las leyes nacionales,
en los documentos internacionales sobre derechos humanos y en otros documentos pertinentes
de las Naciones Unidas aprobados por consenso. Esos derechos se basan en el reconocimiento
del derecho básico de todas las parejas e individuos a decidir libre y responsablemente el nú-
mero de hijos, el espaciamiento de los nacimientos y el momento de tenerlos, y a disponer de
la información y de los medios necesarios para ello, y el derecho a alcanzar el nivel más ele-
vado de salud sexual y reproductiva. También incluye el derecho de todas las personas a adop-
tar decisiones en relación con la reproducción sin sufrir discriminación, coacciones ni violen-
cia, como está expresado en los documentos sobre derechos humanos87.

La Conferencia de Beijing de 1995 también puso en el centro de la atención


internacional los derechos reproductivos y la autonomía de las mujeres y reafirmó
los compromisos asumidos en El Cairo. Así, en la Plataforma de Acción se reco-
noció que los derechos de las mujeres incluyen el derecho «a tener control sobre
las cuestiones relativas a su sexualidad, incluida su salud sexual y reproductiva, y
decidir libremente sobre esas cuestiones, sin verse sujetas a la coerción, la discri-
minación o la violencia»88.

86 Cf. párrafo 7.4 del Programa de Acción de Población y Desarrollo; Documento A/CONF.171/13.
87 Cf. Ibídem, párrafo 7.3.
88 Cf. párrafo 96 de la Plataforma de Acción de Beijing.

45
SOLEDAD GARCÍA MUÑOZ

Es claro que los «derechos reproductivos» resultan indispensables para ase-


gurar que las mujeres dispongan libre y autónomamente de sus cuerpos y capaci-
dad reproductiva. Ahora bien, aunque los instrumentos examinados asumen que
la reproducción y la sexualidad humanas no están necesariamente ligadas, omi-
tieron pronunciarse sobre los «derechos sexuales», cuyo reconocimiento y protec-
ción reclaman sin descanso los movimientos de derechos humanos, y en especial
las organizaciones de mujeres y de colectivos discriminados por su identidad se-
xual e identidad de género.
Ello no ha impedido que órganos de derechos humanos del sistema de Na-
ciones Unidas se hayan pronunciado sobre la cuestión. Así, el Relator Especial so-
bre el Derecho a la Salud, Paul Hunt, ha considerado que una adecuada com-
prensión de los derechos humanos comporta de manera inevitable:

(…) el reconocimiento de los derechos sexuales como derechos humanos. Entre los
derechos sexuales figura el derecho de toda persona de expresar su orientación sexual, te-
niendo debidamente en cuenta el bienestar y los derechos de los otros, sin temor a per-
secuciones, privación de libertad o injerencia social»89.

Volviendo a los «derechos reproductivos», éstos abarcan una serie de derechos


humanos reconocidos por diversos tratados internacionales; entre los cuales se
han identificado: el derecho a la salud, a la salud reproductiva y a la planificación
familiar; el derecho a decidir el número de hijos y el espaciamiento de los naci-
mientos; el derecho a casarse y a constituir una familia; el derecho a la vida, a la
libertad y a la seguridad; el derecho a no ser discriminado por cuestiones de gé-
nero; el derecho a no ser agredido ni explotado sexualmente; el derecho a no ser
sometido a tortura ni a otro tipo de castigos o de tratamientos crueles, inhuma-
nos o degradantes; el derecho a modificar las costumbres discriminatorias contra
la mujer; el derecho a la privacidad; el derecho a disfrutar del progreso científico
y a dar consentimiento para ser objeto de experimentación 90.
Los mencionados derechos han sido reconocidos en numerosos instrumen-
tos de derechos humanos, como la Declaración Universal, el Pacto Internacional
de Derechos Civiles y Políticos, el Pacto internacional de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales; la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de
Discriminación contra la Mujer, la Convención contra la Tortura, y otros Tratos
o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, la Convención sobre la Eliminación
de Todas las Formas de Discriminación Racial y en la Convención de Derechos
del Niño (y de la Niña). Igualmente, los mencionados derechos han sido recono-
cidos en el plano regional 91.
89 Cf. Hunt, Paul, «El derecho de toda persona al disfrute del más alto nivel posible de salud física y mental»;
Informe del Relator Especial, Comisión de Derechos Humanos, E/CN.4/2004/49, 16 de febrero de 2004, pá-
rrafo 54.
90 Cf. Centro de Derechos Reproductivos, en «Los derechos reproductivos son derechos humanos».
Disponible en: http://www.reproductiverights.org/pdf/rrhr-spanish.pdf. El documento ofrece un valioso re-
sumen de estándares internacionales sobre la cuestión, por lo que se recomienda especialmente su consulta.
91 Ibídem, para un examen pormenorizado de estos estándares normativos.

46
DERECHOS HUMANOS DE LAS MUJERES EN ÁFRICA Y EN AMÉRICA LATINA: CLAVES CONCEPTUALES Y…

Los órganos internacionales de protección de derechos humanos abordan


con frecuencia temas relativos a los derechos reproductivos. Entre los órganos del
sistema de Naciones Unidas, destaca la labor desarrollada por los Comités de vi-
gilancia de tratados, tanto a través de las observaciones finales sobre países, como
de sus comentarios o recomendaciones generales 92. Así también, el Comité de
Derechos Humanos sentó un valioso precedente en el caso K. L. contra Perú 93.
Por su parte, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos ha examinado
algunos casos y situaciones en los que se han dilucidado cuestiones relativas a los
derechos reproductivos 94. El sistema interamericano dispone de todas las herra-
mientas jurídicas para convertirse en abanderado de la promoción y protección de
los derechos reproductivos; el movimiento de mujeres en América Latina y El Ca-
ribe mira por ello cada vez con más interés y expectativas hacia sus órganos de
control.
Cabe también señalar que la generalidad de las constituciones nacionales de
los países latinoamericanos han reconocido los mencionados derechos, como tam-
bién algunas los «derechos reproductivos» de manera específica, siendo de ex-
tremo interés el estudio de los estándares normativos y jurisprudenciales exis-
tentes en la materia en los distintos países latinoamericanos y caribeños 95.
Como ya explicaba, el Protocolo sobre Derechos de la Mujer de la Carta Afri-
cana ha supuesto un gran progreso en términos de reconocimiento de los dere-
chos sexuales y los derechos reproductivos a las mujeres africanas. Así, el Proto-
colo obliga a los Estados Partes a garantizar a las mujeres atención adecuada y
gratuita antes y después del parto; respetar, proteger y promover el derecho a la sa-
lud de las mujeres, incluida la sexual y reproductiva. Los derechos reconocidos
por el Protocolo incluyen: el derecho a controlar la fertilidad, el derecho a deci-
dir si tener hijos y el intervalo entre sus nacimientos, el derecho a elegir cualquier
método de contracepción, y el derecho a la protección contra enfermedades de
transmisión sexual, incluido el VIH/SIDA. También incluye el derecho a recibir
información sobre el propio estado de salud y el estado de salud de la pareja, así
como el derecho a recibir educación sobre planificación familiar 96.

92 En ese sentido, el documento del Centro de Derechos Reproductivos, «Haciendo los Derechos una
realidad: Un análisis del trabajo de los Comités de Monitoreo de la ONU sobre Derechos Reproductivos y Se-
xuales», brinda un completo análisis. Disponible en la dirección: http://www.reproductiverights.org/esp_pub_
bo_tmb.html
93 Vid Comité de Derechos Humanos, Decisión recaída el 22 de noviembre de 2005; Comunicación
Núm. 1153/2003.
94 Los casos de Mamérita Mestanza Chávez contra Perú y de Paulina Ramírez Jacinto contra México,
ambos finalizados por acuerdo de solución amistosa entre las peticionarias y los respectivos Estados, constitu-
yen un buen ejemplo de ello. Pueden consultarse a través de la página de la Comisión Interamericana:
www.cidh.org
95 Sobre el particular, un completo estudio es el realizado por Villanueva, Rocío, «Protección constitu-
cional de los derechos sexuales y reproductivos»; en Revista IIDH núm. 43, 2006, pág. 391-450. Disponible
en línea en: http://www.iidh.ed.cr/BibliotecaWeb/Varios/Documentos/BD_1365232859/Rev43villanue-
vaDR/Rev43villanuevaDR.pdf
96 Para un completo estudio de los aportes del Protocolo en la materia, se recomiend leer el documento
de Center For Reproductive Rights, «The Protocol on the Rights of Women in Africa An Instrument for Ad-
vancing Reproductive and Sexual Rights». Disponible en: http://www.reproductiverights.org/pdf/pub_
bp_africa.pdf

47
SOLEDAD GARCÍA MUÑOZ

3.5. Debida diligencia y derechos humanos de las mujeres


Tanto en los casos de discriminación, como de violencia contra las mujeres,
y en general en todos los casos en que las obligaciones de respeto y garantía de los
derechos humanos involucran la responsabilidad estatal –bien sea por actos co-
metidos por agentes estatales, como privados–, los Estados asumen un deber es-
pecífico: el de observar la diligencia necesaria para garantizar el goce y ejercicio
efectivo de los derechos por sus titulares. Esta obligación de los Estados es una he-
rramienta de enorme importancia para exigir el efectivo goce y ejercicio por las
mujeres del derecho a vivir libres de violencia y discriminación. Por ello le dedi-
caremos un desarrollo especial en este momento del trabajo.
Como ya enunciamos al examinar los diferentes tratados sobre derechos hu-
manos de las mujeres, los Estados van a ser responsables tanto de la violencia y la
discriminación contra las mujeres que tenga lugar en la esfera pública, como la
que sufran en la esfera privada de sus vidas. Esto implica que en relación con ac-
tos perpetrados contra las mujeres por particulares (incluidos entre los denomi-
nados «agentes no estatales» 97), los Estados no pueden lavarse las manos, ya sea
que sucedan en la calle, en el hogar o en el trabajo, sino que tiene la obligación
de guardar la debida diligencia para prevenir, investigar, sancionar y reparar tales
prácticas y sus consecuencias.
En términos prácticos, esto supone que desde el momento en que una mu-
jer que sufre violencia pone sus pies en una comisaría o en cualquier dependen-
cia pública pidiendo protección, o en general desde que los hechos llegan al co-
nocimiento del Estado, éste debe hacer todo lo necesario para atender
integralmente su situación.
La «debida diligencia» es al tiempo una obligación de los Estados que un
principio informador del derecho internacional de los derechos humanos. La pri-
mera en desgranar este principio/obligación ha sido la Corte Interamericana de
Derechos Humanos. En cuanto a la obligación de garantizar los derechos, la
Corte estableció en sus primeros casos que los Estados deben organizar todo el
aparato estatal, así como:

(…) todas las estructuras a través de las cuales se manifiesta el ejercicio del poder
público, de manera tal que sean capaces de asegurar jurídicamente el libre y pleno ejer-
cicio de los derechos humanos para dar cumplimiento a sus obligaciones internaciona-
les sobre derechos humanos. Como consecuencia de esta obligación los Estados deben
prevenir, investigar y sancionar toda violación de los derechos reconocidos por la Con-
vención y procurar, además, el restablecimiento, si es posible, del derecho conculcado y,

97 Los mismos han sido conceptuados como: «autores de actos por los que, en ciertas circunstancias, debe
responder internacionalmente el Estado. Su uso es preferible al término «agente privado» ya que evita utilizar este
adjetivo, «privado», que causa confusión al estar vinculado en algunos casos a distinciones entre la vida pública y la
privada. El Estado tiene responsabilidades tanto en la vida pública como en la vida privada y los agentes privados
actúan tanto en la vida pública como en la vida privada, dentro del ámbito de la responsabilidad del Estado». Cf.
Amnistía Internacional, «Respetar, proteger, observar... los derechos de la mujer», septiembre de 2000, Índice
AI: IOR 50/01/00/S, p.5, nota al pie nº 4.

48
DERECHOS HUMANOS DE LAS MUJERES EN ÁFRICA Y EN AMÉRICA LATINA: CLAVES CONCEPTUALES Y…

en su caso, la reparación de los daños producidos por la violación de los derechos hu-
manos 98.

Asimismo, la Corte también dispuso que esta obligación de garantía no sig-


nifica sólo la adopción de un orden normativo que haga posible «el cumplimiento
de esta obligación, sino que comporta la necesidad de una conducta guberna-
mental que asegure la existencia, en la realidad, de una eficaz garantía del libre y
pleno ejercicio de los derechos humanos» 99.
Pero además, la Corte afirmó expresamente que los Estados no sólo van a ser
responsables por los actos del poder público o personas que se prevalen de los po-
deres oficiales que ostentan, sino también cuando:

(…) un hecho ilícito violatorio de los derechos humanos que inicialmente no re-
sulte imputable a un Estado, por ejemplo, por ser obra de un particular o por no haberse
identificado al autor de la trasgresión, puede acarrear la responsabilidad internacional del
Estado, no por ese hecho en sí mismo, sino por falta de la debida diligencia para preve-
nir la violación o para tratarla en los términos requeridos por la Convención100.

La Convención de Belém do Pará antes examinada positiviza la obligación


estatal de debida diligencia específicamente en relación con la prevención, erra-
dicación y sanción de la violencia contra las mujeres. Así contempla en el punto
b. de su artículo 7 (deberes inmediatos de los Estados), que los Estados deberán
«actuar con la debida diligencia para prevenir, investigar y sancionar la violencia
contra la mujer». Como ha establecido la CIDH en su Informe sobre la Condi-
ción de la Mujer en las Américas: «La aplicación y observancia del derecho de la
mujer a una vida libre de violencia, requiere que se determine cuándo la violen-
cia contra la mujer genera la responsabilidad del Estado».
Como vimos, en el artículo 7 de la Convención se enumeran las principales
medidas que deben adoptar los Estados partes para asegurar que sus agentes se
abstendrán de «cualquier acción o práctica» de violencia contra la mujer, en caso
de que ocurra. Los Estados partes deben pues tomar las medidas necesarias para
hacer efectiva la Convención y para que la mujer que haya sido objeto de violen-
cia tenga acceso efectivo a recursos para obtener medidas de protección o para
buscar resarcimiento o reparación del daño»101.
Así también, en la reiterada Recomendación General número 19 del Comité
CEDAW, se establece claramente que «los Estados también pueden ser responsa-
bles de actos privados si no adoptan medidas con la diligencia debida para impe-
dir la violación de los derechos o para investigar y castigar los actos de violencia e
indemnizar a las víctimas».
98 Corte Interamericana de Derechos Humanos, Caso Velásquez Rodríguez, Sentencia de Fondo, 1988,
pár. 166.
99 Ibídem, pár. 166
100Ibídem, pár. 172.
101 Vid CIDH, «Informe sobre la Condición de la Mujer en las Américas», en Informe Anual de la Co-
misión Interamericana de Derechos Humanos, 1997, Capítulo VI. Disponible en: http:// www.cidh.org

49
SOLEDAD GARCÍA MUÑOZ

La «debida diligencia» ha sido asimismo conceptuada por Amnistía Interna-


cional como un principio que ofrece «una forma de medir si un Estado ha ac-
tuado con el esfuerzo y la voluntad política suficientes para cumplir sus obliga-
ciones en materia de derechos humanos», suponiendo pues «un modo de describir
el umbral de la acción y el esfuerzo que debe realizar un Estado para cumplir con
su deber de proteger a las personas contra el abuso de sus derechos»102. En esta
conceptualización, la «debida diligencia» ofrece un invaluable recurso para el mo-
nitoreo de las obligaciones internacionales asumidas por los Estados con los de-
rechos humanos de las mujeres103.
En suma, la noción de «debida diligencia» tiene una creciente raigambre
tanto en el plano nacional como internacional y es una herramienta indispensa-
ble al momento de exigir, nacional o internacionalmente, el derecho de las muje-
res a vivir libres de violencia y discriminación. Por ello es fundamental que en los
casos o acciones que se emprendan, se tenga especialmente en cuenta, tanto para
argumentar el incumplimiento estatal de sus obligaciones internacionales en un
caso concreto, como para dar seguimiento a las políticas, legislación y prácticas de
cada Estado relativas a los derechos de las mujeres, y exigir la adopción de todas
las medidas necesarias para garantizarlos.

A MODO DE CONCLUSIÓN
Como se ha puesto de manifiesto a lo largo de este trabajo, durante la se-
gunda mitad del Siglo XX y en lo que va del nuevo Siglo, las mujeres hemos co-
sechado enormes avances en torno a la conceptualización y al reconocimiento de
nuestros derechos humanos. Mirando al pasado de la humanidad, estos logros re-
sultan ciertamente históricos y son producto de la lucha sostenida de los movi-
mientos de mujeres que, en todo el mundo y generación tras generación, han de-
fendido la dignidad de las humanas frente a las consecuencias adversas del sistema
de dominación patriarcal.
Las mujeres africanas, latinoamericanas y caribeñas han protagonizado mu-
chos de esos esfuerzos, tanto en sus propios países, como en sus respectivas re-
giones y también en el plano internacional. Ha de notarse que la lucha de las
mujeres tanto en África, como en América Latina y El Caribe se ha llevado a
cabo en contextos sumamente complejos, marcados por el hecho colonial y
postcolonial, por dictaduras militares, por conflictos armados, por los efectos
adversos de la globalización o por democracias débiles signadas por la desigual-
dad y la exclusión social.
102 Cf. Amnistía Internacional, «Respetar, proteger, observar... los derechos de la mujer», cit., pp. 7 y 8
Este trabajo ofrece un completo análisis del concepto desde el derecho internacional de los derechos humanos
y, en general, de las obligaciones internacionales que asumen los Estados para proteger efectivamente los de-
rechos de las mujeres.
103 Vid Amnistía Internacional, «Hacer los derechos realidad: el deber de los Estados de abordar la vio-
lencia contra las mujeres»: disponible en: http://www.amnistiainternacional.org/publica/ISBN_
8486874963.html

50
DERECHOS HUMANOS DE LAS MUJERES EN ÁFRICA Y EN AMÉRICA LATINA: CLAVES CONCEPTUALES Y…

El mérito es mucho y no siempre lo suficientemente reconocido. Por ello, es


por lo que una publicación como la presente resulta de tanto valor para visibili-
zar la relación directa entre los avances de las mujeres y la acción de sus protago-
nistas para alcanzarlos.
Como vimos, gracias al impulso del movimiento feminista la comunidad in-
ternacional llegó a comprender que la histórica situación de discriminación y vio-
lencia que se abatía contra la mitad de la humanidad, debía ser combatida con es-
peciales fuerzas y, a tal fin, se crearon instrumentos, órganos, mecanismos y
procedimientos internacionales de carácter específico para hacer realidad los de-
rechos de las humanas.
Asimismo, gracias a la teoría y práctica feminista el concepto de género y su
perspectiva han ido penetrando cada vez más en toda la órbita de la protección in-
ternacional y nacional de los derechos humanos, favoreciendo su sensibilización
a las necesidades diferenciadas de las mujeres, como también de otros colectivos
discriminados en función de su orientación sexual o identidad de género.
A estas alturas de evolución del reconocimiento de los derechos de las muje-
res, la Comunidad Internacional debería llegar a reconocer sin fisuras que la obli-
gación de eliminar la discriminación y la violencia contra las mujeres con base en
el sexo/género, es una verdadera norma de ius cogens internacional104, al igual que
lo son la prohibición de la esclavitud o del genocidio 105.
Los tratados de derechos humanos de las mujeres examinados en el presente
trabajo son herramientas fundamentales para hacer efectivo el derecho de las mu-
jeres de África, América Latina y El Caribe, a vivir libres de violencia y discrimi-
nación, con autonomía sexual y reproductiva, para disfrutar de manera efectiva de
todos los derechos humanos. Es clave asimilar la noción de que estos tratados de
origen internacional generan obligaciones inexcusables de cumplimiento a todos
los poderes, instituciones y personas que integran los aparatos estatales desde el
momento mismo de su ratificación.
Sin embargo, aún existen enormes brechas entre las obligaciones asumidas
por los Estados al hacerse partes de estos tratados y la realidad cotidiana de las
mujeres; como también enormes lagunas en el conocimiento y uso de estos ins-
trumentos tanto por parte de quienes tienen la obligación de cumplirlos, esto es,
los Estados, como también entre las propias mujeres y las organizaciones que tra-
bajan a favor de sus derechos humanos.
Por ello es que profundizar en la divulgación y efectiva aplicación nacional e
internacional de estos instrumentos vinculantes de derechos de las mujeres sea
una acción a profundizar con urgencia por la sociedad civil y, sobre todo, por los
Estados de África, de América Latina y del Caribe en la apuesta a la construcción
de sociedades que garanticen en serio los derechos de sus ciudadanas y que, por
ende, resulten verdaderamente democráticas.
104 O norma imperativa del Derecho Internacional General. Vid artículo 53 de la Convención de Viena
sobre Derecho de los Tratados de 1969.
105 Idea que ya sostuve en el trabajo «La obligación de debida diligencia: Una herramienta para la acción
por los Derechos Humanos de las Mujeres»; en Razón Pública número 1, segundo semestre de 2004, «Dere-
chos Humanos y Perspectivas de Género»; Edit. Amnistía Internacional Argentina, Buenos Aires, 2004.

51
SOLEDAD GARCÍA MUÑOZ

Sabemos que es mucho el camino que aún queda por recorrer y también que
no son pocas las amenazas que, disfrazadas de religión, de prácticas culturales o
económicas, nos acechan buscando retrocesos. La unidad entre las mujeres y la ge-
neración de alianzas estratégicas con quienes están en disposición de apoyar nues-
tras causas de humanidad resultan elementos ciertamente fundamentales para se-
guir avanzando.
En esa dirección, profundizar en el diálogo, el intercambio de experiencias y
buenas prácticas y la generación de pactos entre las mujeres africanas, latinoameri-
canas y caribeñas en la lucha por los derechos humanos de las mujeres, representa
una gran oportunidad para fortalecernos mutuamente y para potenciar el impacto
de nuestras acciones.

52
DERECHOS ECONÓMICOS
POBREZA, EMPLEO Y ECONOMÍA
INFORMAL: BUENAS PRÁCTICAS EN
MATERIA DE GÉNERO
María Bastidas Aliaga
Presidenta de Asociación de
Desarrollo Comunal (ADC) 1
(Perú).

1. INTRODUCCIÓN Y MARCO TEÓRICO: GÉNERO, POBREZA,


EMPLEO Y ECONOMÍA INFORMAL
Las relaciones de desigualdad entre hombres y mujeres, consideradas en sus
inicios como naturales, fueron argumentadas y mantenidas como válidas durante
muchos siglos por filósofos, religiosos, políticos y hasta científicos. De esta ma-
nera cada sociedad creaba sus propias normas, mitos, creencias y todo un mundo
simbólico, encargado de reproducir y perpetuar estas diferencias y desigualdades.
El reconocimiento de esta situación existente entre hombres y mujeres en
nuestras sociedades, indujo en especial a investigadoras y activistas feministas a re-
flexionar para comprender y explicar la subordinación de las mujeres. Los diver-
sos estudios realizados demostraron «que la variación de los comportamientos so-
ciales superaba las diferencias biológicas y que no todas las culturas otorgaban los
mismos contenidos a lo masculino y a lo femenino. Esto llevó a plantear que las
diferencias biológicas no justificaban la subordinación y discriminación hacia las
mujeres en nuestras sociedades y que era imprescindible estudiar las bases de sus-
tentación de estos fenómenos para así poder modificarlos»2.

1 Asociación de Desarrollo Comunal (ADC), Organismo de Desarrollo que se creo en el Perú el año 1995, con
la misión de promover el desarrollo humano sostenible con igualdad de oportunidades desde la perspectiva de género.
Para mayor información visitar: www.adc.or.pe
2 CEPAL: «Desarrollo y Equidad de Género: Una tarea pendiente». Serie Mujer y Desarrollo No 13. San-
tiago de Chile, 1993, p. 7.

55
MARÍA BASTIDAS ALIAGA

Es en este contexto que surge el concepto de género3 como una categoría de


análisis de las ciencias sociales que recorre todos los ámbitos y niveles de la socie-
dad y se constituye en uno de los instrumentos útiles para analizar y explicar el es-
tablecimiento de las relaciones de desigualdad y poder entre mujeres y hombres
en las diversas sociedades4.
La categoría de género también hace referencia a las diversas formas en que
se establecen, estructuran, reestructuran y transforman las relaciones entre hom-
bres y mujeres5 como formulaciones culturales, que se originan en la imposición
de significados sociales sobre las identidades sexuales y denuncia la situación de
inequidad existente entre ambos. Al destacar esta inequidad histórica, el concepto
también llama la atención hacia otras importantes diferencias sociales que se tra-
ducen en desigualdad, tales como la raza y clase social, además de poner en el ta-
pete las relaciones entre estas dimensiones6.
Las relaciones de género también están intersectadas e implicadas en otras re-
laciones sociales7: de producción, nacionalidad, etnicidad, religión, y otras de ca-
rácter generacional, determinando diferentes subjetividades e intereses y permi-
tiendo por ende, construir distintos discursos. Así, el sistema de género se va a
articular con otras diferencias (clase/sexo, raza/etnia, edad/generación) y se cons-
tituye como parte de un contexto amplio, plural y diverso.
Concebido de esta manera, el género es una de las principales categorías de
análisis que permite acercar, conocer, analizar, interpretar y definir roles, respon-
sabilidades, problemas, necesidades, oportunidades, posibilidades y expectativas
de mujeres y hombres en distintas sociedades, épocas históricas, diversidades cul-
turales y diferentes modelos de desarrollo. La importancia del enfoque de género
radica en que éste puede contribuir a identificar, analizar y atender las necesida-
des e intereses de mujeres y hombres, de acuerdo a sus condiciones específicas y,
en ese sentido, favorece impulsar procesos de cambio con equidad en la planifi-
cación, ejecución y evaluación de planes, programas y proyectos de intervención.
3 Es importante diferenciar los conceptos de sexo y género. Cuando se habla de sexo, se hace referencia
a las diferencias biológicas, físicas y anatómicas que existen entre hombres y mujeres. Son congénitas, se traen
al nacer y son universales. Mientras que el género es el conjunto de características que histórica, social y cul-
turalmente se atribuyen a hombres y mujeres. Son aprendidas mediante la socialización, cambian con el
tiempo y varían dentro de una sociedad y entre sociedades. Ver en Lamas, M.: «La antropología feminista y la
categoría de género». En Nueva antropología No 30, México, 1986.
4 El concepto de género aparece entre las investigadoras feministas de las ciencias sociales a mediados de
los años setenta; no obstante, Simone de Beauvoir, antecesora del pensamiento feminista, si bien no habla de
género propiamente, trabaja sobre contenidos similares en 1949 cuando publica su texto denominado: El se-
gundo sexo, donde plantea que «No se nace mujer; se llega a serlo».
5 Young, K.: «Reflexiones sobre cómo enfrentar las necesidades de las mujeres». Una nueva lectura: género
en el desarrollo. Virginia Guzmán y otros compiladores. Flora Tristán. Lima, 1991.
6 Rangel M.: «El trabajo no decente y los límites de la precarización: informalidad, género y autoidentifica-
ción étnica en Ecuador». En: Género, pobreza, empleo y economía informal en Ecuador. OIT, Lima, 2006, p.
40.
7 Según Joan Scoot, el género es «un elemento constitutivo de las relaciones basadas en las diferencias
percibidas entre los sexos, y una forma primaria de las relaciones significantes de poder, que está constituido
por cuatro dimensiones o elementos interrelacionados entre en lo que se expresa y a través de los cuales se re-
producen símbolos, los conceptos normativos, lo político-social-institucional y la identidad subjetiva». En: «El
género una categoría útil para el análisis histórico». En: Género, conceptos básicos. Facultad de Ciencias Socia-
les. Pontificia Universidad Católica del Perú. Lima, 1996.

56
POBREZA, EMPLEO Y ECONOMÍA INFORMAL: BUENAS PRÁCTICAS EN MATERIA DE GÉNERO

Respecto a la definición de pobreza, entre el personas científico social, exis-


ten, diversas definiciones y enfoques acerca de la pobreza, lo que influye sin duda
en la orientación de las políticas de combate a la pobreza. Según la OIT, la po-
breza «es un concepto que tiene múltiple dimensiones y que implica un estado de
carencia a nivel económico (renta, trabajo decente), humano (como salud, edu-
cación), político (derecho al voto, participación de la comunidad), social y cultu-
ral (condición social, dignidad) y de protección (seguridad y niveles de protección
al riesgo y vulnerabilidad) que dificultan la realización de la capacidad humana»8.
Desde una perspectiva amplia la pobreza podría clasificarse bajo dos enfo-
ques: la subjetiva y la objetiva. La primera se refiere a aquellas familias que se au-
todefinen como pobres por no satisfacer sus necesidades que ellas consideran
como básicas, la segunda tiene su punto de partida en la evaluación de criterios
objetivos que se establecen previamente para toda la sociedad9.
Para otros, la pobreza puede ser «absoluta» y «relativa» al mismo tiempo. La
primera, se determinaría en relación con el acceso a estándares alimentarios mí-
nimos y en algunos casos, también con respecto a los servicios básicos, por lo que
su evaluación seria sumamente difícil y la segunda, la pobreza «relativa», cuando
se refiere a la posición de un hogar o un individuo en relación con la distribución
del ingreso o el consumo de un determinado país10.
Además, la pobreza tiene un carácter más «permanente», cuando ésta se pro-
duce como consecuencia de la acción de factores estructurales y se trasmite de una
generación a otra. Pero también puede ser caracterizado como un fenómeno
«temporal», cuando éste es causado por desastres naturales, guerras y conflictos ci-
viles o por la edad avanzada, una enfermedad u otro infortunio11.
Existen diversos métodos para determinar la condición de la pobreza e indi-
cadores relacionados a este fenómeno. La discusión alrededor de la cual es el in-
dicador apropiado aún tiene vigencia, debido a que cada uno de ellos incorpora
juicios de valor. «En América Latina se emplean de manera más recurrente cuatro
enfoques básicos para el abordaje analítico y político de la pobreza. Estos son el
normativo, que incluye el método de las líneas de pobreza (LP)12 y de las necesi-

8 OIT: «Dialogo social y estrategias de reducción de la pobreza». Guía para la incorporación del enfoque
de género». Programa Infocus sobre dialogo social, legislación y administración del trabajo. Ginebra, 2004,
p. 10.
9 Reyes J.: «Medición de la pobreza en Lima Metropolitana: metodología y resultados». En: Anderson,
J. y otros: Pobreza y políticas sociales en el Perú. Lima. CIUP. Taller de Políticas y Desarrollo Social. págs.
1116-118.
10 OIT: «Tendencias, problemas y enfoques: Un panorama general». Programa Modular de Capaci-
tación e Información sobre Género, Pobreza y Empleo. Guía para el lector. Módulo 1, p. 27.
11 Ibid, p. 28.
12 «Se ha aceptado casi generalmente, el trabajo con líneas de pobreza como método de medición de la
misma. Para trabajar con este indicador se determina un conjunto de necesidades básicas y luego se procede a
calcular el costo de cubrir este conjunto de necesidades. Aquellos hogares que no tengan el ingreso (o gasto)
suficiente para cubrir el monto establecido son considerados como pobres. La diferencia entre pobres y pobres
extremos está en que los primeros no alcanza a cubrir la canasta básica de consumo (CBC), que esta compuesta
por alimentos y otros bienes servicios no alimentarios, y los segundos no consiguen a cubrir la canasta básica
alimentaria (CBA), que cubre requisitos mínimos nutricionales. El trabajo con líneas de pobreza se puede re-
alizar a través del gasto del ingreso de los hogares que son objeto de estudio». En: Chávez, E.: «Género, po-
breza y empleo en el Perú: el mercado laboral urbano, 1990-2002», p. 338-339.

57
MARÍA BASTIDAS ALIAGA

dades básicas insatisfechas (NBI)13; el de desarrollo humano; el de la exclusión so-


cial, y el de empoderamiento»14.
El enfoque normativo, tiene una visión más restringida debido a que es el
único que limita la definición de la pobreza a la incapacidad de satisfacer las ne-
cesidades materiales más elementales. Los otros tres enfoques incorporan además
las dimensiones sociales del fenómeno porque aluden tanto a la forma como a las
personas, grupos y hogares se insertan a la sociedad y/o participan de las distintas
esferas de la sociedad, como a aspectos subjetivos, relativos a la manera como las
personas experimentan y se enfrentan a la pobreza15.
La consideración de la dimensión de género en los distintos enfoques (nor-
mativo, desarrollo humano, exclusión social y empoderamiento) presenta un pa-
norama diverso, careciendo de un tratamiento sistemático entre ellos y al interior
de cada uno. En el nivel estrictamente conceptual, dicha dimensión no es parte
constitutiva de la definición de pobreza en ninguno de los enfoques, aunque to-
dos, con mayor o menor propiedad, pueden incorporarla en sus análisis.
La relación entre género y pobreza16 empieza a ser más discutida en las últimas
décadas, sobretodo cuando las investigaciones empezaron a apuntar que ésta afec-
taba de manera especial a las mujeres. Al respecto, «estudios sobre las dinámicas
intrafamiliares han señalado que al interior del hogar no existe necesariamente
una distribución pareja en el destino de los ingresos entre los miembros del ho-
gar, ni un manejo compartido en la decisión del gasto. Las decisiones muchas ve-
ces se producen a través de un proceso de negociación entre miembros con una
base de poder desigual. Se ha discutido bastante acerca de la feminización de la
pobreza, puesto que las mujeres no acceden a los recursos materiales en igualdad
de oportunidades con los hombres y tampoco participan en los principales espa-
cios de toma de decisiones, lo que las sitúa en mayor riesgo de estar en esta con-
dición»17. Muchas mujeres, en su lucha por alcanzar mejores condiciones econó-
micas comparten procesos y características comunes con los hombres (por
ejemplo: las consecuencias de procesos de exclusión en el mercado de trabajo o de
acceder a una educación de calidad) y se enfrentan a las mismas dificultades por
salir de la pobreza.

13 Este enfoque «define un conjunto de criterios (alimentación, vivienda, educación, salud, etc.) que
cada hogar debe satisfacer. La dificultad de trabajar con este indicador radica en que es poco sensible a cam-
bios coyunturales en el ingreso (o gasto) en el hogar, ya que la satisfacción de cada una de las necesidades que
lo componen puede tomar un período de tiempo prolongado. Es por ello que este indicador se privilegia para
evaluar la pobreza estructural. En: Chavez, E.,: Op. cit. p. 339.
14 Valenzuela, M., Bastidas, M.: «Introducción». En: Género, pobreza, empleo y economía informal en
Ecuador. OIT, Lima, 2006, p. 15.
15 Ibid, p. 16.
16 «La aplicación de la dimensión de género en los análisis sobre la pobreza representa una herramienta
teórica y metodológica que permite una comprensión más cabal del fenómeno y, por tanto, un abordaje más
pertinente y eficaz del mismo en el plano de las políticas y los programas. Ésta es una herramienta que se sus-
tenta en los aportes de la teoría feminista y de los estudios sobre la construcción social de las diferencias entre
los sexos y con sus consecuencias a nivel de las personas, familias y sociedad en su conjunto». En: Valenzuela,
M., Bastidas, M.: Op. cit. p. 15.
17 Rangel, M.: Op. cit. p. 40.

58
POBREZA, EMPLEO Y ECONOMÍA INFORMAL: BUENAS PRÁCTICAS EN MATERIA DE GÉNERO

Sin embargo, las mujeres también enfrentan otras desventajas y limitaciones es-
pecíficas derivadas de normas sociales y culturales relacionadas con las condiciones
socio-económicas de su clase, comunidad o grupo étnico y sexo, lo que les genera
desigualdades y una mayor vulnerabilidad para caer y permanecer en la pobreza.
El trabajo resulta también un espacio privilegiado para incorporar el enfoque
de género, puesto que la «división sexual del trabajo»18 basada en la separación de
la experiencia humana en dos mundos; el público de la producción (reservado al
género masculino) y, el privado y de procreación (reservado al femenino) ha ga-
rantizado la invisibilidad de las mujeres.
Según refiere Marcela Lagarde: «hombres y mujeres se definen de manera de-
cisiva frente al trabajo. Más aún, las formas históricas de la masculinidad y la fe-
minidad se constituyen en torno al trabajo»19. A las mujeres y a los hombres se les
ha atribuido históricamente trabajos distintos, excluyentes, basados en supuestas
diferencias que en realidad esconden diversas formas de discriminación.
La división sexual del trabajo dentro de la tradición occidental y la organización
económica post revolución industrial, va a producir una drástica pérdida de visibi-
lidad y valor de muchas actividades de las mujeres (separación de la casa de los lu-
gares de producción, pagos de salarios que se convirtió en la medida de valor y otros
cambios bien documentados), dando como resultado una clara y constante desi-
gualdad entre mujeres y hombres que aún se mantiene en nuestras sociedades.
La división sexual del trabajo en las sociedades industriales «(...) es un com-
plejo dispositivo de devaluación del trabajo femenino y reconocimiento magnifi-
cador del masculino»20. Y donde lo doméstico, como categoría, incluye todo tipo
de supuestos sobre el status natural de estas actividades; y como estos supuestos
rara vez se evidencian, se continúan incorporando a las especificidades biológicas
y fisiológicas de la mujer.
La necesidad de explicar estos supuestos lleva a plantear la incorporación del
enfoque de género en el análisis del ámbito laboral, que constituye el «espacio más
revelador para visualizar la significación de la dimensión de género en la com-
prensión de la problemática de la desigualdad y la exclusión social desde que en
él confluyen e interactúan los aspectos socioculturales, educativos, económicos
que condicionan y enmarcan las interrelaciones sociales»21.
La asignación histórica de trabajos basados en supuestas diferencias, escon-
den formas de discriminación y limitan las posibilidades de trabajo en distintos
espacios para hombres y mujeres22. Al respecto Marcela Lagarde plantea que «las

18 Tópico planteado por Engels en su libro: «El Origen de la Familia, la propiedad privada y el Estado», y
comentado en su tiempo por Simone de Beauvoir, quien sostenía que las mujeres estaban excluidas de las ac-
tividades públicas en las que los hombres tenían libertad de participar.
19 Lagarde, M.: «Cautiverios de las mujeres: Madresposas, Monjas, Putas, Presas y Locas». Coordinación
general de estudios de postgrado. Universidad Nacional Autónoma de México. México DF, 1990. p. 100.
20 Amorós, C.: Op. cit., p. 14
21 Silveira, S.: «La dimensión de género en la formación profesional y en las relaciones laborales». Cinterfor,
Montevideo, 2000, p. 4.
22 «En la medida en que persistan las dificultades adicionales que las mujeres enfrentan, debido a su con-
dición de género, el acceso al empleo remunerado (en especial en el sector formal de la economía), las discri-
minaciones salariales, la visión de que su aporte es «complementario» y «secundario», su subvaloración en tanto

59
MARÍA BASTIDAS ALIAGA

sociedades han especializado a los individuos en formas particulares de trabajo, en


ocasiones de manera excluyente (…) la forma física les ha servido como principio
clasificador por sexos para definir el acceso al trabajo. Así, el trabajo es uno de los
fundamentos de la división genérica del mundo»23. Y constituye un punto de
partida estratégico para combatir la discriminación en la sociedad24.
Más aún si tenemos en cuenta que en la actualidad, las grandes transforma-
ciones producidas en el mundo del trabajo, así como la creciente presencia de las
mujeres en el mercado laboral, abren camino a nuevas concepciones que ponen
en cuestión la división sexual del trabajo y la división sexual en lo doméstico25.
En este marco ¿qué implica asumir la promoción de la equidad de género en
el mundo del trabajo?. La promoción de la equidad de género en el mundo del
trabajo supone adoptar medidas de promoción activa para garantizar la igualdad
de oportunidades entre mujeres y hombres, y la eliminación de la discriminación.
Es importante tener en cuenta que una política efectiva de promoción de la igual-
dad de oportunidades para las mujeres, se basa en una argumentación positiva y
resalte la contribución de éstas en los procesos de desarrollo social, económico y
político26.
En cuanto al concepto de la economía informal, existen, diversas percepcio-
nes y caracterizaciones sobre la economía informal, lo que sin duda influye en la
orientación de las políticas relacionadas con este sector. Para algunos, la economía
informal es sinónimo de ilegalidad, en el sentido de que se trata de unidades pro-
ductivas que no se registran (es decir, no se formalizan) con el único fin de evitar
el pago de impuestos, sea al Gobierno Central, sea a los Gobiernos locales, y de
evitar también el cumplimiento de las obligaciones laborales, en especial aquellas
que influyen sobre los costos laborales no salariales. En este enfoque, economía
informal es sinónimo de lo que en Europa y Estados Unidos se denomina econo-
mía subterránea27.
En los países en desarrollo existen cinco enfoques para el análisis de la eco-
nomía informal (el enfoque liberal, el enfoque estructuralista, el enfoque negato-
rio, el enfoque antropológico y el enfoque étnico). A pesar de las «discrepancias

trabajadora, el esfuerzo de las mujeres por lograr un empleo para sí y su familia seguirá siendo insuficiente».
En: Valenzuela, M., Bastidas, M.: Op. cit. p 21.
23 Lagarde, M.: Op. cit. p. 101.
24 OIT: «La hora de la igualdad en el trabajo». Informe con arreglo al seguimiento de la declaración de la
OIT relativa a los principios y derechos fundamentales en el trabajo. Ginebra, 2003, p. 12.
25 La actividad doméstica tiene dos funciones integradas: la reproducción física (biológica y de cuidado
de los hijos/as) y el trabajo diario de mantenimiento de la fuerza de trabajo. Estas actividades se realizan en el
ámbito privado.
26 Al promover la igualdad entre hombres y mujeres es posible ampliar las oportunidades de desarrollo.
Esto se debe a que la discriminación por motivos de género se basa en expectativas predeterminadas y a me-
nudo rígidas sobre los papeles apropiados de hombres y mujeres en la vida política, económica, social y de la
familia, sean cuales fueren las capacidades o aspiraciones de cada persona. Por consiguiente, la discriminación
por motivos de género restringe el desarrollo personal de las mujeres y frena el progreso hacia la reducción de
la pobreza y el logro del desarrollo.
27 El término «economía subterránea», se utiliza para tratar de explicar las actividades económicas que
surgen como resultado del estancamiento económico que experimentan las naciones europeas y Estados Uni-
dos, especialmente a partir de los años 70. Estas actividades están enmarcadas como «ilegales» o «no regula-
das».

60
POBREZA, EMPLEO Y ECONOMÍA INFORMAL: BUENAS PRÁCTICAS EN MATERIA DE GÉNERO

teóricas y de las enormes diferencias políticas que separan a quiénes suscriben es-
tos enfoques, hay por lo menos tres puntos básicos de coincidencia que Fernando
Cortés identifica con precisión. «Los aspectos comunes son: i) nacimiento de la
idea de informalidad esta asociado a la observación empírica de un sector social y
surge de criterios que son de sentido común; ii) el objeto de estudio, o el sector
económico en cuestión, son las actividades productivas cuyo funcionamiento se
realiza fuera de los marcos normativos regulatorios en comparación con las em-
presas que cumplen con dichos requisitos legales y iii) el universo de la informa-
lidad no reconoce fronteras claramente delimitadas con el sector propiamente ca-
pitalista de la economía»28.
El término informalidad como se reconoce en la actualidad marca y define
una realidad existente en el mercado de trabajo. Desde esta perspectiva la econo-
mía informal abarca numerosos y diferentes trabajadores, empresas y empresarios
con características identificables, cuyas actividades no están recogidas por la ley,
o ésta no se aplica o no se cumple, o la propia ley no fomenta su cumplimiento
por ser inadecuada, engorrosa o imponer costos excesivos29.
La informalidad amplia su ámbito porque incluye a trabajadores/as inde-
pendientes en actividades de subsistencia, trabajadoras/es doméstica/os, trabaja-
dores/as a domicilio y asalariados e independientes de pequeños emprendimien-
tos que tropiezan con determinado inconvenientes y problemas de distinta
intensidad en los contextos nacionales, rurales y urbanos. En general los infor-
males son aquellos excluidos por la ley, con un importante índice de vulnerabili-
dad y carentes de seguridad (de mercado laboral, de capacitación, de protección
social, de ingresos, etc.)30.
Si bien no puede afirmarse que el enfoque de la informalidad haya revolu-
cionado los presupuestos teóricos desde las cuales se analiza el mundo del trabajo,
pero tampoco puede decirse que se trate de un ejercicio ocioso acerca de un sec-
tor social cada día más amplio y cada vez más relevante para el funcionamiento de
las economías periféricas.
Más aún, si tenemos en cuenta que las condiciones de exclusión, discrimina-
ción y pobreza afectan a gran parte de la población en América Latina, y en ma-
yor proporción a las mujeres, les impide acceder a un trabajo formal, con míni-
mos derechos e ingresos regulares. La informalidad ocupacional y productiva es
un camino cada vez más utilizado por muchas personas sin oportunidades para
obtener ingresos de subsistencia, pero da lugar a la precariedad laboral y a un re-
forzamiento de los factores que mantienen la pobreza y marginalidad.
En suma, vemos que la pobreza se encuentra directamente relacionada con
los niveles y patrones de desigualdad, así como con los procesos de discriminación
28 Cortés, F.: «La metamorfosis de los marginales: discusión sobre el sector informal en América Latina»,
en Viviane Brachet (coordinadora). Entre polis y mercado: el análisis sociológico de las grandes transforma-
ciones políticas y laborales en América Latina». El Colegio de México, México, 2002, p. 123.
29 Ver en Conclusiones sobre trabajo decente y la economía informal, punto 3. OIT CIT, 90ª reunión,
Ginebra.
30 Ver conclusiones sobre trabajo decente y economía informal, punto 3. OIT CIT, 90ª reunión, Gine-
bra, 2002.

61
MARÍA BASTIDAS ALIAGA

en el empleo y otras esferas sociales. Sumado a ello, las prácticas discriminatorias


contra la mujer, los pueblos originarios y la población afrodescendiente que ope-
ran como procesos simultáneos de separación y jerarquización en que «el otro» es
considerado como diferente y al mismo tiempo inferior31. Así, al lado del acceso
a la salud, educación e infraestructura básica, la falta de empleo – o su mala cali-
dad– es uno de los determinantes fundamentales de la pobreza y de las posibili-
dades de su superación»32.
Por ello, no cabe duda de la urgente necesidad de transversalizar la cuestión
de género en los estudios sobre pobreza33, empleo y economía informal, porque
va ha permitir visibilizar las diferencias de oportunidades, de ingreso o trato para
hombres y mujeres en el ámbito laboral –sea para su inserción o dentro del
mismo– y ha de permitir al mismo tiempo diseñar políticas y estrategias orienta-
das a promover la igualdad de oportunidades y reducir la discriminación contra
las mujeres.

2. LA ECONOMÍA INFORMAL EN EL PERÚ34:


LAS MUJERES EN PRIMERA LÍNEA
2.1. Antecedentes
La informalidad en el Perú debe ser contextualizada como un proceso que
tiene sus raíces históricas y culturales, que a la vez, interacciona de una forma di-
námica con los hechos contemporáneos, operando a escala local, nacional e in-
ternacional. No obstante, las experiencias relacionadas con la investigación y aná-
lisis de dicho sector, son generalmente parciales y no se encuentran debidamente
sistematizadas. De otro lado, las estadísticas y la información producida por or-

31 «Esto sucede a pesar de la condena formal y universal a cualquier forma de discriminación en el em-
pleo y la ocupación, tal como establece el Convenio 111 de la OIT, ratificado por Perú y otros 164 países en
el mundo. Hoy se reconoce que la discriminación de género atenta contra los principios y derechos funda-
mentales en el trabajo, los derechos humanos y la justicia social. Por eso, los beneficios que derivan de la eli-
minación de la discriminación en el lugar de trabajo van más allá del ámbito individual y alcanzan a la socie-
dad y la economía en su conjunto. Como señala la OIT (2003), una distribución más igualitaria de las
oportunidades de trabajo y los recursos productivos contribuye al crecimiento económico y a la estabilidad po-
lítica.»En: Valenzuela, M., Bastidas, M.: Op. cit. p. 14.
32 Muñoz, A.: «Presentación» En: Berger S. ed. «Inequidades, pobreza y mercado de trabajo Bolivia y
Perú». OIT, Lima, 2003. p. 9.
33 «El análisis de la pobreza que trata de identificar la dimensión de género de la pobreza debería, como
mínimo señalar lo siguiente: los efectos desiguales sobre los hombres y sobre las mujeres de las políticas eco-
nómicas y estructurales, el papel que tiene la desigualdad de género en la creación y mantenimiento de la po-
breza, como viven la pobreza los hombres y las mujeres, y los efectos de las políticas de la asignación de los re-
cursos sobre hombres y mujeres». En OIT: Op. cit. p. 13.
34 El Perú es un país diverso y pluriétnico, tiene una población de 27 millones 546 mil 574 habitantes;
siendo la población de varones, 13 millones 852 mil 228 (50.3%) ligeramente superior, pero con tendencia a
la feminización de la población: 13 millones 694 mil 346 es decir 49.7% según el Instituto Nacional de Esta-
dística e Informática- INEI (2004). Es además un país con población urbana y joven, con altas cifras de mi-
gración. La población urbana constituye más de dos terceras partes de la población (19 millones 966 mil 180)
frente a la rural (7 millones 580 mil 394). En el país existen 62 etnias diferentes, con alrededor de 15 lengua-
jes diferentes.

62
POBREZA, EMPLEO Y ECONOMÍA INFORMAL: BUENAS PRÁCTICAS EN MATERIA DE GÉNERO

ganismos públicos y privados se encuentra muy dispersas. En los últimos años se


han venido difundiendo planteamientos referidos a la medición de la informali-
dad en la economía.
En el Perú, el crecimiento de la economía informal al igual que en todos los
países latinoamericanos, está asociado al crecimiento de la población35, el escaso
crecimiento de la economía y la escasez de fuentes de trabajo. Se calcula que la
economía informal en nuestro país es equivalente al 35% del PBI y al 60% de las
horas trabajadas; es decir, un 35% de la producción y un 60% del trabajo. Ade-
más se observan factores causales para explicar el crecimiento de la economía in-
formal peruana, el retraimiento del Estado (a través de las reformas políticas y
económicas implementadas36), la privatización de las empresas públicas, la preca-
riedad y la flexibilización laboral, así como al desempleo que aumenta de manera
sustantiva37.
Durante la década de los setenta, en el Perú han ido surgiendo como entre
otros países latinoamericanos, un conjunto de actividades económicas autogene-
radas preferentemente por migrantes de las zonas rurales, quiénes a pesar de lo
mucho que trabajaban no estaban reconocidos, registrados, protegidos ni regula-
dos por las entidades públicas. Estas actividades realizadas por este sector de tra-
bajadores/as han sido denominadas informales, por no ajustarse a los patrones de
empresas y el empleo que se conocían tradicionalmente.
En la década de los ochenta, marcada por una profunda crisis económica, so-
cial y política, se producen nuevas corrientes migratorias hacia la capital38, que au-
nadas a la presión demográfica ya heredada produce fuertes presiones sobre el
mercado de trabajo de Lima por el lado de la oferta. Esta situación repercutió en
el hecho de que la demanda de trabajo desde el lado productivo, en especial del
sector moderno, se tornara ciertamente insuficiente frente al incremento de la
PEA. El empleo se incrementó significativamente, pero ya no se generó princi-
palmente en las actividades modernas de la economía, sino en los sectores de la
economía informal39.
Posteriormente, durante la década de los noventa, el crecimiento de la po-
blación urbana seguía en aumento como producto de la migración interna, lle-

35 Entre los años 40 y 60, se pudo observar un gran crecimiento de la población urbana condicionada
por las migraciones internas. En las últimas décadas, la migración hacia Lima Metropolitana agotó la oferta
de empleo.
36 Según la OIT, la expansión de la economía informal se vio favorecida en las décadas de los ochenta y
noventa, por las políticas de ajuste estructural y de estabilización económica que en muchos países produjeron
el crecimiento de la pobreza, el desempleo y el subempleo. La crisis financiera asiática de mitad de los noventa
provocó un crecimiento acelerado de las actividades económicas marginales.
37 Rosales, L.: «Reseña sobre la economía informal y su organización en América Latina». Global labour
Institute (GLI), p. 11.
38 Mientras que en década pasadas (1940-1950) la composición del país giraba alrededor de 65% en es-
pacios rurales y 35% en urbanos, para 1980 la situación se invirtió drásticamente: 65% urbana y 35% rural.
La principal causa de esta movilidad humana fue la crisis económica, la violencia en el campo y la falta de opor-
tunidades laborales. Cabe indicar que este movimiento migratorio se realizó del campo a la ciudad, de las ciu-
dades pequeñas hacia las más grandes y la capital, y del país al exterior.
39 Balbi, C., Gomero, J.: «Los trabajadores en los 80: entre la formalidad y la informalidad». Desco, Lima,
p. 63.

63
MARÍA BASTIDAS ALIAGA

gando a un 70% frente a un 30% en espacios rurales, reflejando las brechas en


distintos niveles (social, económico, educativo, oportunidades) entre los espacios
urbanos y rurales en el Perú.
Además, se inicia una nueva etapa en la estructura económica y política del
Perú. Se producen reformas estructurales en materia económica, así como la pri-
vatización de las empresas del Estado, la flexibilización laboral y la precarización
contractual, produciéndose cambios sustanciales en el mercado de trabajo, que
aparece con un alto grado de segmentación, terciarización e informalización.
En este sentido, el crecimiento de la economía informal en el Perú, es una
realidad que sigue estando en continuo crecimiento producto de la pobreza, el
ajuste estructural, las privatizaciones y las otras consecuencias derivadas de la
globalización. Si bien, el país experimentó niveles de crecimiento económico,
éstos no han significado la creación de empleo. Sumado a ello la flexibilización
laboral que provocó la disminución de trabajadores/as con contrato fijo en
forma notable. La situación se agrava en el caso de las mujeres, como veremos
a continuación.

2.2. Las mujeres en la economía informal


La participación de las mujeres es un rasgo central de la informalidad ur-
bana40, porque son ellas las que tienen mayores restricciones para incorporarse en
actividades formales, sobretodo las mujeres que pertenecen a estratos de bajos in-
gresos41. En América Latina, la elevada incidencia de la informalidad en las mu-
jeres puede explicarse por tres factores: i) la creciente tasa de matrícula escolar fe-
menina y del promedio de años de educación alcanzadas por ellas en las tres
últimas décadas, ii) la disminución de los ingresos en los hogares, producto de la
crisis económica, así como el crecimiento de las jefaturas de hogar femeninas, si-
tuación que ha obligado a las mujeres a salir al mercado de trabajo, iii) el creci-
miento del desempleo en los países de la región, afectando primordialmente a las
mujeres que sólo encuentran una alternativa en la economía informal42.
Además, las mujeres se enfrentan a otras desventajas y limitaciones derivadas
de normas sociales y culturales relacionadas con el género que comúnmente en-
casillan a las mujeres a empleos mal remunerados, poco productivos y que limi-
tan sus posibilidades de obtener recursos, contribuyendo así a la feminización de

40 Según datos de la OIT en el Perú para el año 2005 el 54.9% de la PEA estuvo ocupada en el Sector
Informal Urbano.
41 La crisis económica de los años 70 y 80 y los efectos de las políticas de ajuste que se implementaron
en la mayoría de los países latinoamericanos, trajo consigo la drástica reducción en los ingresos reales de los
hogares, lo que obligo a las mujeres de escasos recursos económicos a incorporarse en el mercado laboral como
estrategia de sobrevivencia. Sin embargo, las mujeres que se insertan al mercado laboral en periodos de crisis
se mantienen durante los períodos de recuperación. En CEPAL: «¿Formalización del sector informal en Amé-
rica Latina y el Caribe». Revista Mujer y Desarrollo, p. 9.
42 Citado por Freije, S.: «El empleo informal en América Latina y el Caribe: Causas, consecuencias y re-
comendaciones de política». Instituto de Estudios Superiores de administración, IESA, Caracas, 2000.

64
POBREZA, EMPLEO Y ECONOMÍA INFORMAL: BUENAS PRÁCTICAS EN MATERIA DE GÉNERO

la pobreza43. Muchas de las mujeres se ven encerradas en un círculo vicioso de la


pobreza, sobretodo cuando su posición desfavorable en el mercado les impide ge-
nerar ingresos suficientes y estables44.
La feminización de la pobreza y la discriminación por motivos de género,
edad, origen étnico o discapacidad, también significa que los grupos más vulne-
rables y marginados suelen acabar en la economía informal. Y son las mujeres las
que tienen que enfrentar la triple responsabilidad, de ganarse el sustento, ocuparse
de las tareas del hogar y cuidar a los niños, niñas, personas mayores y enfermas.
También se las discrimina en relación con el acceso al desarrollo de los recursos
humanos y a los recursos productivos (educación, tecnología, capacitación, cré-
dito, tierra). De esta manera las mujeres tienen más posibilidades que los hombres
de encontrarse en la economía informal45.
Por otro lado, la segregación por género es más significativa en la economía
informal que en el sector formal, puesto que mientras para los hombres la infor-
malidad significa en la mayoría de los casos sólo un estado temporal, para las mu-
jeres muchas veces supone permanecer en este estado durante toda su vida labo-
ral. Por lo que la seguridad de ingresos, sobre todo en la edad mayor, es mucho
más precaria para ellas46.
Además, las mujeres aparecen concentradas en un número reducido de ocu-
paciones en las que se requiere escaso o nulo capital y que pueden realizarlo en la
calle o en su domicilio, vinculadas generalmente a sus roles tradicionales como las
manualidades, tejido, costura, preparación y venta de comida. Mientras que en-
tre los hombres existe un espectro más amplio de modalidades de inserción labo-
ral informal47.
La persistencia de la brecha salarial en función del género, es otro aspecto que
requiere destacarse puesto que a pesar de tener una mayor educación promedio
que los hombres, las mujeres perciben una menor remuneración en dicho sector,
debido a dos factores: i) en el sector informal la educación tiene un efecto muy re-
ducido sobre los ingresos, ii) la experiencia tiene un efecto sobre los trabajadores
informales, y las mujeres tienden a tener menos experiencia que los hombres.

43 Según la CEPAL las mujeres ocupadas más pobres se encuentran en el SIU, y, que si se agrega el ser-
vicio doméstico, el porcentaje supera al 70% en la mayoría de los casos. «Según algunos se ha producido la «fe-
minización» del SIU en América Latina, y «cualquier política dirigida al SIU debería incorporar explícitamente
la dimensión de género, porque el sector informal en América Latina esta siendo crecientemente feminizado
(Tokman, 1989). Lo cierto es que las mujeres en general se encuentran en los trabajos de menor remunera-
ción, tanto el sector formal como en el informal. En Revista CEPAL, p. 20.
44 Si bien las mujeres han estado ingresando en la fuerza laboral remunerada en cantidades crecientes,
enfrentan discriminación en diversas formas, inclusive una opción restringida de ocupaciones y menores sala-
rios. Sus iniciativas empresariales pueden quedar frustradas por leyes y costumbres que se combinan para im-
pedir que las mujeres sean propietarias de bienes o beneficiarias de créditos, o puedan controlar los ingresos.
A consecuencia de ello, muchas terminan trabajando en el sector informal, donde el trabajo no está regla-
mentado, la remuneración es escasa y a menudo hay riesgos e inseguridad.
45 Ver en Conclusiones sobre trabajo decente y la economía informal, punto 3. OIT CIT, 90ª reunión,
Ginebra, p.65.
46 Baches, M.: Jenseits der Etikette. Analizen zur, «Transformation der Frauenokonomie». In IZ3W:
Lichtblicke in der SchattenwirtschafT?, Helf 267. Freiburg, 2003.
47 OIT: «Informalidad y seguridad social en países de América Latina». Documento de Trabajo, Lima,
2001, p. 30.

65
MARÍA BASTIDAS ALIAGA

También es un hecho que las mujeres se concentran en ocupaciones de baja pro-


ductividad e ingresos48.
A pesar de las dificultades que enfrentan las mujeres, la informalidad es una
alternativa de trabajo real y de fácil acceso para ellas, al no existir limitaciones en
la edad, el sexo, «los estereotipos de belleza», las exigencias educativas y de capa-
citación. La forma de organización del trabajo es más flexible, por lo que pueden
disponer de su tiempo y del espacio en el que realizan su trabajo, haciéndolo más
compatible con sus responsabilidades domésticas; igualmente, en razón a que la
inversión que se requiere realizar en estas actividades es menor, superando en al-
guna medida, las dificultades de acceso a créditos y la histórica falta de medios
económicos de las mujeres49.
Pero las oportunidades económicas de las mujeres siguen siendo determina-
das por imperativos estructurales, mientras todavía existen las causas para las es-
tructuras de género que dividen la economía y la sociedad. Al respecto la OIT se-
ñala que gran parte del trabajo de las mujeres sigue siendo invisible, puesto que
la responsabilidad que se asigna a las mujeres en relación al trabajo doméstico y
al cuidado de la familia genera desigualdad de oportunidades en el acceso a los re-
cursos económicos, culturales, sociales y políticos. A su vez el trabajo reproduc-
tivo no tiene valor económico en la sociedad, la función biológica de la procrea-
ción se proyecta en la función social del cuidado a los miembros de la familia.
Asimismo, las mujeres tienen menor acceso a los recursos productivos y enfren-
tan menores oportunidades para desarrollar su capital humano, ya que el sistema
educativo y de formación profesional tiende a reproducir las pautas tradicionales
sobre las relaciones e identidades de género50.
En varios países de la región las mujeres sufren exclusiones tanto de la parti-
cipación política como del trabajo productivo, sea por tradición (en virtud de le-
yes discriminatorias) o mediante la privación de la enseñanza51. En este sentido,
las construcciones de género también es un eje estructurante de la economía in-
formal en tanto, tienen efectos sobre la vida de los trabajadores y las trabajadoras
de este sector.
Es en la economía informal donde las mujeres superan a los hombres:
51,4% frente a 46,3 %, respectivamente52. Desafortunadamente, en este sec-
tor es donde se producen las mayores inequidades laborales, pues se trata de un
empleo precario, desprotegido y, en general, no decente, según la terminolo-
gía de la OIT. Asimismo, la presencia mayoritaria de las mujeres en éste tipo

48 Freije, S.: «El empleo informal en América Latina y el Caribe: Causas, consecuencias y recomenda-
ciones de política». Instituto de Estudios Superiores de Administración (IESA), Venezuela, p. 7.
49 Hurtado, M.: «Las organizaciones sindicales y el sector informal: reflexiones para la formación y ac-
ción» OIT, 2000, p. 35.
50 OIT: Programa Modular de Capacitación e información sobre género, pobreza y empleo, Modulo 1,
p. 16.
51 Ibid, p. 34.
52 Bolivia es el país con mayor proporción de mujeres en la economía informal, seguido por Paraguay,
Nicaragua, Ecuador, El Salvador, Colombia y Perú, todos con tasas superiores al 60%. En: OIT: Panorama la-
boral 2006. Oficina Regional para América Latina y el Caribe. Lima, 2006.

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POBREZA, EMPLEO Y ECONOMÍA INFORMAL: BUENAS PRÁCTICAS EN MATERIA DE GÉNERO

de economía, se explica por las mayores dificultades de inserción laboral que


éstas experimentan53.
Finalmente, es necesario indicar que el trabajo de las mujeres en la economía
informal tiene profundas repercusiones económicas, políticas y sociales, puesto
que sus ingresos están destinados fundamentalmente a los gastos propios del ho-
gar. No obstante, la presencia masiva de las mujeres en dicho sector, no ha estado
acompañada por cambios en la distribución de responsabilidades familiares, como
tampoco en la prestación de servicios por parte del Estado para cubrir una serie
de necesidades que resultan de dicha vinculación. Para atender estas carencias, las
mujeres han ido desarrollando muchas estrategias familiares de vida, así como
han construido redes de solidaridad y apoyo mutuo familiares y extrafamiliares
para intercambiar bienes y servicios, información, alimentos, dinero a través de
préstamos, así como apoyo moral y emocional54.
Las libertades y obligaciones de las mujeres que trabajan en la economía in-
formal son influidas por construcciones de género, así como por los procesos de
transformación económica de las últimas décadas, producto de las políticas neo-
liberales y los procesos de globalización, que han traído consigo la concentración
de grandes grupos de mujeres en puestos de trabajo precarios y en actividades eco-
nómicas que generan ingresos de subsistencia, que son ocasionales e inestables, y
que no tienen protección de una legislación laboral y de la seguridad social.

3. BUENAS PRÁCTICAS: INTEGRANDO EL GÉNERO


EN LAS ACCIONES A FAVOR DE LAS MUJERES TRABAJADORAS
DE LA ECONOMÍA INFORMAL
3.1. La Promulgación Nacional de la Ley de Igualdad de oportunidades
entre Mujeres y Hombres – LIO55, incorporación de algunos
lineamientos de trabajo decente que favorecen a las/os trabajadoras/es
de la economía informal en el Perú
El 15 de marzo del 2007, mediante Ley N° 28983 se aprueba la Ley de Igual-
dad de oportunidades entre mujeres y hombres, que tiene como objeto establecer
el marco normativo, institucional y de políticas públicas en los ámbitos nacional,
regional y local, para garantizar a mujeres y hombres el ejercicio de sus derechos
a la igualdad, dignidad, libre desarrollo, bienestar y autonomía, impidiendo todas
las formas de discriminación en todas las esferas de su vida, pública y privada,
tendiendo a la equidad de género.
53.Ibid.
54 Orsati A., Calle R.: «La situación de los trabajadores de la economía informal en el cono Sur y en el
área andina». OIT. Oficina Regional para América Latina y el Caribe». ACTRAV. Documento de trabajo 179,
Lima, p. 27.
55 Ley 28983 (16/03/2007). ADC brindó asistencia técnica en general y en materia laboral en particu-
lar para la redacción final de la propuesta de Ley (articulo 6) como integrante de la Comisión Técnica del Con-
greso de la República.

67
MARÍA BASTIDAS ALIAGA

La Ley sienta un precedente histórico para el país y abre rutas importantes


para luchar contra la discriminación en lo económico, social y político, velando
por la equidad de género en todas las esferas. Este proyecto de Ley se constituye
en un instrumento importante para la reforma del Estado peruano en el actual
proceso de descentralización porque obliga al poder ejecutivo, a los gobiernos lo-
cales y regionales, a adoptar políticas, planes y programas, fomentando el acceso
de las mujeres a recursos productivos, financieros, científicos, tecnológicos y de
créditos para la producción y titulación de tierras, particularmente a las mujeres
en situación de pobreza.
Además la medida legislativa contempla de manera expresa el objetivo princi-
pal de la OIT, consistente en promover el trabajo decente y productivo, ejercido en
condiciones de libertad, equidad, seguridad y respeto a la dignidad humana, incor-
porando medidas dirigidas a evitar cualquier tipo de discriminación laboral, entre
mujeres y hombres, en el acceso al empleo, a la formación, promoción y condicio-
nes de trabajo, y en una idéntica remuneración por trabajo de igual valor.
Es un avance significativo para las mujeres peruanas toda vez que con esta
Ley se establece un marco general para la promoción de oportunidades entre mu-
jeres y hombres en el mundo del trabajo. Además, supera la inexistencia de una
norma interna que establezca expresamente la obligación de pagar una remune-
ración igual por trabajo de igual valor56. Incluye entre los derechos laborales la
protección frente al hostigamiento sexual y la armonización de las responsabili-
dades familiares y laborales, lo cual amplía las disposiciones internas destinadas a
mejorar la situación de las mujeres trabajadoras con responsabilidades familiares.
Se trata de una Ley marco que abre posibilidades para que las mujeres trabaja-
doras en un corto plazo puedan retomar y revisar las propuestas de la Ley de Res-
ponsabilidades Familiares Compartidas en el Perú.
Esta Ley se extiende a las mujeres rurales, indígenas, amazónicas y afrope-
ruanas, garantizando su acceso a una remuneración justa, indemnizaciones, be-
neficios laborales y de seguridad social, en condiciones de igualdad con los hom-
bres. La Ley promueve también la formalización de las trabajadoras y los
trabajadores de la economía informal en las zonas urbanas y rurales, así como ga-
rantiza un trato no discriminatorio para las trabajadoras del hogar.
Si bien esto es un avance significativo, se requieren aún medidas legislativas
más específicas e integrales donde se garantice un trato igualitario para este sector
de trabajadores y trabajadoras quiénes se encuentran desprotegidas/os, no reco-
nocidas/os, no representadas/os e inclusive muchas veces excluidas/os.
Con este marco normativo las organizaciones de mujeres trabajadoras de la
economía informal en el Perú, por primera vez cuentan con el respaldo legal y tie-
nen la posibilidad de exigir a las autoridades competentes el apoyo para promo-
ver la constitución formal de sus iniciativas y/o asociaciones empresariales, por
medio de la formalización municipal, tributaria, laboral y sectorial, reduciendo
significativamente el tiempo y costos empleados.

56 Ver el Convenio 100 de la OIT sobre igualdad de remuneración (1951).

68
POBREZA, EMPLEO Y ECONOMÍA INFORMAL: BUENAS PRÁCTICAS EN MATERIA DE GÉNERO

3.2. Estudio sobre «La trabajadora informal en el Perú»: incorporación


transversalmente el enfoque de género57
El estudio se llevó a cabo por la Asociación de Desarrollo Comunal – ADC
como parte del proyecto: «Formación y Asesoría para Fomentar la Participación
de las Trabajadoras en Organizaciones del sector informal en las provincias de
Lima y Huaura del Perú – FATSI58» que contó con el auspicio de la Fundación
Paz y Solidaridad de Comisiones Obreras de Andalucía y el financiamiento de
Junta de Andalucía de España.
El propósito de la investigación fue contribuir a conocer con mayor profun-
didad las características, los problemas, las necesidades y demandas de las traba-
jadoras de la economía informal de algunos distritos de las provincias de Lima y
Huaura, al norte de la capital. Durante la investigación se pudo constatar que la
condición de informalidad económica de las mujeres tiene diversas consecuencias
negativas para su desarrollo laboral.
La metodología de la investigación se desarrollo en seis etapas: diseño y reco-
pilación de la información, elaboración de un andamiaje conceptual y teórico, re-
cogida de información (encuestas semiestructuradas, recopilación de testimonios y
grupos de discusión), análisis e interpretación, y sistematización de resultados. Para
este fin se aplicaron 591 encuestas, 4 grupos de discusión y 23 testimonios.
La investigación realizada contribuye al conocimiento de los mecanismos in-
ternos de la informalidad y sus negativas consecuencias desde una perspectiva de
género, y a la necesidad de implementar políticas públicas para fundamentar pro-
cesos de formalización basados en la dinámica real del empleo informal.
En los segmentos de mujeres trabajadoras analizados, la condición de género
se une a la informalidad del trabajo como los dos hilos conductores que unen los
casos en un grupo de retratos signados por el desamparo y la precariedad labora-
les. Entonces, aunque no sea posible establecer una relación causal sobre las ca-
racterísticas negativas que se describen, se debe entender que tales elementos co-
munes constituyen los signos claves para explicar la gravedad de la situación, la
urgencia de los desafíos y la necesidad de intervenciones de política pública para
transformar estas condiciones.

57 El estudio ha sido elaborado por Maria Bastidas, presidenta de ADC y prologado por Mario Tueros,
especialista en el Desarrollo de Pequeñas Empresas y Cooperativas de la Oficina Subregional para los Países
Andinos de la OIT.
58 El proyecto FATSI ejecutado por ADC en Lima, Perú, pretende favorecer la mejora de las condicio-
nes de trabajo y la calidad de vida de las mujeres del sector de la economía informal de las provincias de Huaura
y Lima. Comprende el impulso de la organización, buscando el empoderamiento femenino de las mujeres tra-
bajadoras de la economía informal. Específicamente se orienta a incrementar la participación activa y sustan-
tiva de las trabajadoras en sus organizaciones y en los espacios de decisión. El proyecto articula seis estrategias:
i) la prestación de servicios para las trabajadoras de la economía informal, ii) establecimiento de espacios de
articulación y alianzas entre mujeres trabajadoras del sector informal y formal, iii) concertación y estableci-
miento de alianzas, compromisos y convenios con los organizaciones públicas y privadas, iv) sensibilización y
articulación entre las organizaciones gubernamentales, sindicatos y organizaciones de empleadores, v) fortale-
cimiento de capacidades institucionales para el abordamiento y tratamiento de la problemática de las trabaja-
doras de la economía informal, vi) incidencia política y/o vigilancia a nivel nacional, regional y local para la
creación de marcos normativos y/o el desarrollo de programas y proyectos a favor de este sector de trabajadoras.

69
MARÍA BASTIDAS ALIAGA

La investigación, pone el foco en la comparación en las condiciones labora-


les de trabajadoras domésticas, temporeras, ambulantes y a domicilio en el país,
destacando así muchos elementos comunes en relaciones de trabajo aparente-
mente diversas. Sin detenerse mucho en la controversia que ha rodeado desde un
comienzo la historia del concepto de informalidad, el estudio pasa revista a sus
componentes característicos, a saber, la precariedad de los contratos, la terribles
condiciones de trabajo, los bajos ingresos, la ausencia de derechos laborales, la in-
defensión y la falta de organización, entre otros, presentando la evidencia recogida
sobre los diferentes colectivos que son objeto del estudio.
Un elemento que se destaca en el estudio es la combinación de metodologías
de investigación utilizadas para captar mejor el carácter de la informalidad en es-
tas actividades. A las estadísticas, que constituyen el lenguaje convencional para
mostrar los problemas de la productividad, los ingresos y los niveles de empleo,
se suman descripciones etnográficas y trozos de declaraciones autobiográficas, que
permiten complementar el análisis abstracto de porcentajes y tendencias con las
voces directas de las protagonistas en diferentes perspectivas.
Finalmente, es muy útil también la indicación de líneas de política sugeridas
para el abordaje de estos problemas. Las medidas presentadas conforman ele-
mentos indispensables para avanzar en la correspondencia entre el derecho al tra-
bajo decente –que los colectivos analizados poseen como elemento inalienable de
su ciudadanía– y las carencias de todo tipo que les impiden su pleno ejercicio. Las
sugerencias específicas presentadas son parte de un conjunto de medidas sobre las
cuales hay cada vez mayor acuerdo. La necesidad de actuar en varios planos, con
un conjunto de medidas regulatorias, otras de incentivo a la productividad y otras
de incidencia en el entorno social y cultural circundante, están en directa relación,
por ejemplo, con las que sugieren los presidentes de la Región en la Declaración
de Mar del Plata (2006) sobre la formalización de la economía informal, y con las
que las agencias de desarrollo presentan recientemente sobre este tema (como el
Banco Mundial y la OIT).

3.3. La construcción de capacidades y mecanismos de diálogo social


sobre Género, Pobreza, Empleo y Economía Informal a través
de las creación y/o fortalecimiento de las Mesas en Cuenca, Guayas
y Quito en Ecuador59
Las mesas de trabajo constituyen un espacio de concertación y coordinación
interinstitucional de las diversas organizaciones de desarrollo social, empresarial y
gubernamental, con el objetivo de que quienes las integran unan sus esfuerzos
para planificar y coordinar acciones para la formulación, elaboración y nego-

59 Esta experiencia se desarrolló en el marco del proyecto: «Políticas de erradicación de la pobreza, ge-
neración de empleos y promoción de la igualdad de género dirigidos al sector informal en América Latina»,
promovido por la OIT en Ecuador.

70
POBREZA, EMPLEO Y ECONOMÍA INFORMAL: BUENAS PRÁCTICAS EN MATERIA DE GÉNERO

ciación de políticas públicas de impacto local, sectorial, regional o nacional, que


se dirijan a eliminar todas las formas de discriminación por razones de género, et-
nia, raza, clase social, edad o condición social en materia de empleo y acceso a re-
cursos productivos. Ello se realiza a través de una carta de intención que es sus-
crita por las instituciones participantes de las mesas de trabajo.

Mesa de Género, Empleo, Turismo y Microfinanzas del Azuay - Cuenca


La mesa de Género, Turismo y Microfinanzas del Azuay se constituye en un es-
pacio de participación de entidades públicas, privadas, organizaciones sociales y ciu-
dadanía de la provincia del Azuay, que promueve la construcción de un proceso de
igualdad de oportunidades, superando las inequidades de género, etnia, clase y edad
en el sector laboral; en un marco ético, incluyente, reflexivo y solidario.
Esta mesa se constituyó con la participación de los representantes de los Go-
biernos Provinciales del Azuay, la Municipalidad de Cuenca, las organizaciones de
desarrollo social, organizaciones de mujeres, académicas, empresariales y de tra-
bajadores así como organizaciones no gubernamentales del Cantón Cuenca y de
la Provincia del Azuay.
La mesa de trabajo en la formulación de su plan estratégico identificó tres nu-
dos críticos en la relación de empleo e inequidades de género: i) de carácter es-
tructural, ii) a nivel de políticas públicas e iii) inequidades de género; estable-
ciendo como estrategias de intervención:

• El fortalecimiento de la mesa de género, a través de la capacitación de los


integrantes; desarrollo de mecanismos para integrar a los empleadores, uni-
versidades, gremios profesionales, representantes de gobiernos locales y
otras instancias relacionadas al empleo. Asimismo, la consolidación de las
relaciones con las OIT y CONAMU para el desarrollo de las actividades de
la Mesa.
• La promoción y difusión de derechos, a través de la identificación de espa-
cios de comunicación masiva para difundir las acciones de la Mesa.
• La vigilancia de las políticas públicas implantadas para eliminar las inequi-
dades de género.
• La incidencia en Políticas Públicas, a través del planteamiento de políticas
y programas que favorezcan el empleo femenino y el acceso de las mujeres
a los recursos productivos.

En cumplimiento de las estrategias de intervención diseñadas por la Mesa, el


Municipio de Cuenca se convirtió en intermediador entre demandas de empleo
y oferta de mano de obra de mujeres y jóvenes. Esta intermediación no solo sir-
vió para recepcionar estas demandas y ofertas sino también para identificar las de-
mandas de las empresas y dotar a los grupos de las herramientas necesarias para
competir en el mercado laboral a través de la capacitación. Asimismo se apertura

71
MARÍA BASTIDAS ALIAGA

un espacio en el Municipio y en el Gobierno Provincial de Cuenca para trabajar


políticas de erradicación de la pobreza y políticas laborales con enfoque de equi-
dad de género.
Otro de los aportes realizados por la Mesa de trabajo de Género, Empleo, Tu-
rismo y Microfinanzas de la Provincia del Azuay, fue nutrir con sus propuestas a
la formulación del Segundo Plan de Igualdad de Oportunidades entre Hombres
y Mujeres (PIO), con el fin de superar inequidades de género.

Mesa de Género, Empleo y Microfinanzas de Guayas


La Mesa de Género, Empleo y Microfinanzas de Guayas se constituye en un
referente en el litoral para lograr el reconocimiento de los Derechos Económicos
Sociales y Culturales (DESC) de las mujeres, planteando políticas y normativas,
en el ámbito nacional y local, que favorezcan el ejercicio de estos derechos, parti-
cularmente en el acceso a recursos productivos, trabajo digno para las mujeres y
el desarrollo de mecanismos de vigilancia para asegurar su cumplimiento.
La Mesa desde su creación ha logrado promocionar e incorporar cambios en
la normativa, como es el caso del programa PROMUJERES. Difundir temas de
equidad salarial y DESC con enfoque de Género, han sido unas de las principa-
les actividades que la Mesa ha podido realizar y que ha tenido reconocimiento a
través del Foro Internacional de Microfinanzas con enfoque de Género, realizado
en la ciudad de Guayaquil con la participación de mujeres de Bolivia, Nicaragua
y Ecuador.

Mesa de Políticas de Empleo y Género de Quito


Esta Mesa de Trabajo fue creada oficialmente mediante Acuerdo Interminis-
terial Nº 219 del 13 de noviembre del 2002, entre el Ministerio de Trabajo y Re-
cursos Humanos y el Ministerio de Turismo, cuyo objetivo central es contribuir
a la incorporación del enfoque de equidad de género en las políticas de empleo
que llevan adelante las instituciones del sector estatal.
A raíz del debilitamiento que sufrió esta Mesa por el cambio de autoridades
en los Ministerios participantes en el 2003, la Mesa se reactiva en el año 2005
bajo el liderazgo del CONAMU, teniendo como objetivo proteger y promover el
derecho al trabajo de las mujeres y la equidad en el acceso y condiciones labora-
les a través de la transversalización de género en la Agenda Nacional de Empleo.
La mesa de trabajo en la formulación de su plan estratégico estableció cuatro
objetivos estratégicos para su intervención:

• Incidir y negociar a nivel político, local, regional y nacional para incor-


porar en las agendas el enfoque de género y mejorar las condiciones de
empleo.

72
POBREZA, EMPLEO Y ECONOMÍA INFORMAL: BUENAS PRÁCTICAS EN MATERIA DE GÉNERO

• Formular propuestas técnico-políticas que posibiliten la transverslización


del enfoque de género, sensibilizar a decisores y operadores de políticas pú-
blicas sobre la importancia de lograr la equidad de género.
• Visibilizar el impacto diferenciado de las políticas económicas y de empleo
nacional e internacional, en la vida de hombres y mujeres.
• Promover la difusión de los DECS de las mujeres y dar seguimiento a la
aplicación de las propuestas y los compromisos.

Con el fin de llevar a cabo estos objetivos, la Mesa de Trabajo impulsó accio-
nes de sensibilización y capacitación en materia de género y equidad, a través de
talleres de sensibilización en género, pobreza y trabajo decente en el Ministerio de
Turismo (MINTUR); asesoría técnica para la integración del enfoque de género
en un proyecto piloto; talleres de gestión empresarial con enfoque de género; ma-
nuales de capacitación para el fortalecimiento de microempresas turísticas desde
un enfoque de género y diversidad étnica; sistematización de las políticas y pro-
gramas de desarrollo turístico del MINTUR que respetan la diversidad
étnico/cultural, protegen el medio ambiente y promueven iniciativas productivas
para las mujeres, a fin de contar con insumos para apoyar los objetivos de equi-
dad de género.

3.4. La Declaración Tripartita del Consejo Nacional del Trabajo (CNT)


en materia de género en Ecuador
La Declaración Tripartita del Consejo Nacional del Trabajo: «Crear Trabajo
Decente con Igualdad de Oportunidades», dado el 8 de marzo del 2006 en Ecua-
dor, constituye un mecanismo eficaz para la promoción de la igualdad en las or-
ganizaciones de los mandantes.
En esta declaración el CNT ha reafirmado su compromiso de combatir la po-
breza, la desigualdad y la exclusión social para elevar las condiciones de vida de las
mujeres. Además, han ratificado su convencimiento de que la participación de las
mujeres en el mercado de trabajo debe constituir un objetivo prioritario, no sólo
como instrumento de integración y cohesión social y autonomía personal, sino
también como factor decisivo del desarrollo del país.
Además, se han comprometido a procurar la igualdad de oportunidades de
empleo para todos y trabajar para erradicar la discriminación en el trabajo, en el
acceso a la educación, en la capacitación, en la remuneración, así como para la
aplicación de un marco legislativo, adecuación de los sistemas de protección y se-
guridad social, y en el reparto equitativo de las responsabilidades familiares entre
mujeres y hombres y la adopción de otras medidas que permitan conciliar la vida
laboral y familiar.
Finalmente, el CNT en la declaración ha reafirmado su firme compromiso
para enfrentar la discriminación en todos los niveles de gobierno, organizaciones
de trabajadores, organizaciones de empleadores y la sociedad civil ecuatoriana en

73
MARÍA BASTIDAS ALIAGA

general, fortaleciendo el dialogo social inclusivo, transparente y amplio, con to-


dos los sectores interesados de la sociedad, a nivel local, nacional y regional, pres-
tando especial a tención a la ratificación y aplicación de las normas internaciona-
les de la OIT en materia de igualdad.

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75
Derechos económicos de las mujeres en Senegal:
iniciativas y estrategias femeninas alternativas.
LA ECONOMÍA DE LAS MUJERES,
LA ECONOMÍA DE LA VIDA1
Rabia Abdelkrim-Chikh2
Investigadora y coordinadora de programas
en ENDA TM. Senegal (Dakar). Profesora
en las Universidades de Oran y Argel
(Argelia) y Universidad de Aix-Marseille
(Francia). Miembro de la Red Internacional
Feminista para la Gift Economy.

1. EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO Y LOS DERECHOS


ECONÓMICOS DE LAS MUJERES
La problemática de los derechos económicos y sociales de las mujeres en Se-
negal se inscribe en un contexto en el que la mayoría de la población activa (mu-
jeres y hombres) está empleada o auto-empleada en lo que se ha dado en llamar
el «sector informal», y que aquí llamamos economía popular. Las mujeres, según
las estimaciones, forman entre un 75 y un 80 por ciento de esa población.
De manera general se puede decir que en Senegal, las mujeres se benefician
de todos los derechos que no resultan costosos y que no precisan de redistribución
de una parte de las riquezas, como son los derechos generales acordados por la
constitución, que reconocen la igualdad entre sexos, además de todos los derechos
políticos a ser electoras y elegibles, militar en partidos políticos, acceder a puestos
ministeriales, etc. El derecho de la familia se ha reformado recientemente con el
nuevo equipo dirigente y las luchas que las asociaciones de mujeres y las organi-

1 Traducción realizada por Berenice Cabrera Rodríguez.


2 Tiene numerosas publicaciones y conferencias sobre las mujeres, la equidad de derechos, religiones, tra-
bajo, política y cuerpos de mujeres. Ha dirigido instituciones y programas en diferentes ONGD en Túnez y
Francia. Activista feminista, fundadora y miembro de numerosas asociaciones y redes de mujeres en Argelia,
África, e internacionales (AFRAD, CODESRIA, FAMES). Activista en los movimientos sociales, es miembro
del Consejo Africano del Forum Social Mundial, y miembro del Consejo Internacional del Forum Social
Mundial.

77
RABIA ABDELKRIM-CHIKH

zaciones feministas han mantenido desde hace decenios para mejorar la gestión de
la familia, la transmisión de la nacionalidad, la pensión alimenticia y el divorcio.
Los derechos económicos y sociales (subsidios familiares, seguridad social,
pensión familiar, etc.) atañan a una pequeña parte de las mujeres: aquellas que
tienen un trabajo asalariado. Desde un punto de vista formal, y respecto a los
derechos jurídicos y legales, se podría decir que la mayoría de las mujeres están
al margen de estos derechos, ya que no tienen trabajos asalariados, que son pre-
cisamente los que permiten el acceso a los derechos económicos y sociales. Sin
embargo, y desde este punto de vista, es importante destacar que no se trata de
discriminación entre los sexos/ géneros, puesto que mujeres y hombres están en
situaciones similares de hecho y están de la misma manera inmersos en las de-
sigualdades estructurales que no han dejado de crecer en las últimas décadas de-
bido a la brutalidad de las políticas neoliberales y a la invasión de la dictadura
del mercado, que se extiende hasta los rincones más recónditos de las regiones
y que se va imponiendo de manera unilateral por todas partes sin dejar un solo
espacio indemne a las consecuencias de esta invasión.
Resulta muy complicado abordar la problemática de los derechos econó-
micos y sociales en relación con la igualdad de género en este sector, llamado in-
formal, pero del que vive y en el que trabaja la mayoría de la población. Mujeres
y hombres en este sentido son muy parecidos de hecho, ya que no tienen acceso
a los derechos económicos y sociales al no tener trabajos asalariados.
Esta similitud entre mujeres y hombres, desde la perspectiva de la imposibi-
lidad de acceder a los derechos económicos y sociales en el sector mayoritario de
empleo o de actividades, no significa una igualdad real de derechos entre mujeres
y hombres. Más allá de la igualdad por principio, acordada en la constitución, las
discriminaciones continúan siendo la regla en todos los terrenos, tanto en el plano
legislativo como en la realidad. Desde el punto de vista de todos los indicadores
de desarrollo humano y de los indicadores de género específicos (tal y como han
sido definidos por el PNUD) de alfabetización, escolarización, estudios superio-
res, acceso a la sanidad y a los puestos de responsabilidad, las diferencias entre mu-
jeres y hombres son significativas.
¿Resulta suficiente este conjunto de parámetros negativos para comprender la
vida real de las mujeres? Sin derechos, sin trabajo protegido por la ley y sin acceso
a la educación. Se trata de una larga enumeración de lo que no tienen y de lo que
necesitan. ¿Qué hacen ellas entonces?, ¿Cómo se enfrentan a esta lista de indica-
dores negativos? Más allá del campo legal y jurídico, más allá de las instituciones
y lejos de los textos que codifican los derechos, las mujeres realmente existen y de-
sarrollan dinámicas que dificultan el diagnóstico en situaciones reales.
A la vista de este conjunto de parámetros, las mujeres merecen todas las
atenciones y ayudas. De hecho, es este el objetivo al que aspiran las acciones y
los programas de desarrollo. Sin embargo, la cuestión principal continúa siendo
cómo hacerlo. ¿Quién sabe lo que ellas saben?; ¿Lo que ellas hacen?; ¿Lo que
piensan de lo que hacen?;¿Quién define lo que ellas «necesitan»?; ¿Quién sabe
lo que quieren?.

78
LA ECONOMÍA DE LAS MUJERES, LA ECONOMÍA DE LA VIDA

1.1. Las mujeres no son víctimas consentidoras. La significativa


emergencia de las mujeres
En general desde el comienzo de las políticas de ajuste estructural (durante
los años 80) que supusieron devaluaciones, con todas sus desastrosas consecuen-
cias en la vida de los pueblos, hemos asistido a un cambio social de mayor ampli-
tud: el provocado por las diferentes dinámicas de las mujeres y las abundantes ini-
ciativas que han tomado para alejar las fronteras de la supervivencia y conservar
la vida de sus familias y de sus comunidades.
Las cifras establecidas en 1995 en la Cumbre Social de Copenhague, se agra-
van en el tercer milenio, que ya ha comenzado y que no representa en absoluto un
horizonte prometedor de mañanas de ensueño. El premio Nobel de economía, J.
E. Stiglitz, confiesa su sueño el día anterior de su comienzo como vicepresidente
del Banco Mundial: «El mayor desafío para un economista era, a partir de aquel
momento, el problema de la pobreza en el mundo, que se iba agravando. ¿Qué
podíamos hacer nosotros por todos esos habitantes del planeta –1,2 mil millones
de personas– que sobrevivían con menos de un dólar por día, o por todos aque-
llos –2,8 mil millones, más del 45% de la población mundial– que disponían de
menos de 2 dólares por día? ¿Qué podía hacer yo para que se convirtiera en rea-
lidad el sueño de un mundo sin pobreza? ¿O al menos, más modestamente, la ilu-
sión de un mundo con menos pobreza?»2.Desde el interior de esas honorables ins-
tituciones, y al más alto nivel de toma de decisiones, y del control del saber, la
situación es insostenible, y no hay lugar para una generosidad idealista. Al final,
dimitió3.
En cambio, las mujeres no. Las mujeres siguen ahí, continúan. Contra viento
y marea, existen de manera plena, piensan y viven de manera alternativa. Ese vi-
vir alternativo consiste, en esencia, en esa capacidad increíble de encontrar solu-
ciones concretas donde a los hombres pobres y marginados, donde a las institu-
ciones públicas y a las políticas económicas mundiales le son difíciles sino casi
imposible de encontrar.
Las mujeres representan una de las fuerzas más importantes de la economía
real, «la economía popular», que se construye a partir del artesanado, de las ini-
ciativas para obtener fortuna, tejidas en el día a día, que producen los bienes y ser-
vicios a un coste medio, sin cobrar el precio de la fuerza del trabajo al precio que
tiene en el mercado (rara vez alcanza el salario mínimo interprofesional de creci-
miento oficial); el autoempleo, en el que frecuentemente la explotación de sí mis-
mas (las horas de trabajo exceden las doce horas diarias) es la única forma de po-
der continuar ejerciendo la actividad.

2 La mondalisation à l’oeuvre. FMI, la preuve par l’Ethiopie. Le Monde Diplomatique (abril 2002).
3 J. E. Stiglitz realiza en «La grande désillusion» Fayard (abril 2002), un análisis fino y generoso de los
momentos de crisis y de fracasos de la economía mundial, describiendo los mecanismos de toma de decisio-
nes de las políticas económicas impuestas por los nuevos «señores del mundo».

79
RABIA ABDELKRIM-CHIKH

1.2. La economía de las mujeres: otra manera de hacer las cosas


¿De qué economía estamos hablando entonces?; ¿de pequeños trabajos?, ¿de
una no-economía?, ¿de una «subeconomía» pobre que mantenga ocupados a los
pobres? Con el objeto de aportar respuestas, se deben identificar las dinámicas y
las iniciativas económicas de las mujeres, para clasificarlas y determinar si existen
ciertas premisas que procedan de otra manera de hacer economía, que podrían ser
la otra palanca del desarrollo, en francés lo que se ha venido a denominar «l’autre
levier du développement » 4.

2. LA ECONOMÍA DE LAS MUJERES


EN LA ECONOMÍA POPULAR
Al exponer algunas de las dimensiones de las prácticas de las mujeres en la
economía popular, se trata de presentar la trayectoria de las mujeres organiza-
das entre ellas, para poder obtener algunos elementos significativos de un ca-
mino inventado a partir de situaciones concretas, y de sus análisis realizados por
las mujeres para explorar esta «l’autre levier du développement» o la otra palanca
del desarrollo.
Las características de las dinámicas iniciadas y organizadas por las mujeres
servirán para identificar cuál es el «valor añadido», y permitirá saber si estos re-
sultados se pueden clasificar efectivamente como «buenas prácticas». La confron-
tación de las maneras de hacer y de pensar, provocará una serie de cuestiona-
mientos acerca del modelo dominante y de las acciones, proyectos y programas de
desarrollo promovidos por las agencias internacionales de cooperación para seña-
lar las estrategias posibles para mejorar las visiones, las metodologías y las accio-
nes a favor de las mujeres de África.
A continuación se destacarán las lecciones o avances que se apoyan en dos si-
tuaciones o estudios de caso: una atañe al municipio de Oussouye, de una región
del sur de Senegal, la Casamance. Este será expuesto a través del artículo cuya au-
toría pertenece a Clara Bastardes Tort5, el cual constituye una de las experiencias
de vida y de organización que ilustra la riqueza y la complejidad de ese «vivir al-
ternativo» de las mujeres, y que obedece a otra lógica, a otra racionalidad, dife-
rente a la del mercado y a la del llamado desarrollo. El otro, pertenece a otra in-
vestigación6 realizada en un barrio urbano, Grand Yoff, en la periferia de Dakar,
la capital que a través de algunas formulaciones directas de las mujeres compro-

4 Jacques Bugnicourt, fundador, en 1975, de la ONG internacional Medio ambiente y desarrollo en el


Tercer Mundo (ENDA TM), con base en Dakar, fue pionero en la búsqueda de ayuda, de promoción y de vi-
sibilidad de la economía popular. Se ha comprometido durante toda su vida en la lucha contra la pobreza a
partir de los recursos humanos de la economía popular considerada como «la otra palanca del desarrollo».
5 Clara Bastardes Tort: «Kajakul, c’est cher!» Caso de estudio: iniciativa, organización, y lucha de las mu-
jeres joolas para controlar los precios del mercado de Oussouye.
6 Rabia Abdelkrim-Chikh

80
LA ECONOMÍA DE LAS MUJERES, LA ECONOMÍA DE LA VIDA

metidas en la vida del barrio se han obtenido avances y un éxito consolidado que
se extiende por casi todos los barrios periféricos y urbanos de Dakar.
Los dos estudios de caso se refieren a las prácticas de mujeres, sin interven-
ción alguna de los agentes de desarrollo, sin procedimientos ni marcos lógicos im-
portados, ni talleres de empoderamiento. La Caja de ahorros y de crédito de Grand
Yoff, que forma parte de la segunda investigación analiza un banco de mujeres,
por y para las mujeres. Dicha investigación fija la mirada en la evaluación econó-
mica de los resultados de la caja después de diez años de actividad. A continua-
ción se presenta el auto-análisis de las mujeres fundadoras de esta iniciativa:

2.1. Trayectorias: del nacimiento de la Caja a una Red de redes


Las mujeres poseen capacidades innegables de «contar» y sobre todo aque-
llas que no saben escribir: por lo que la memoria aloja todos los movimientos
de Caja7 y los plazos, los vencimientos de pagos, la rotación de las tontinas y de
los préstamos ocasionales de unos y de otros. En la Caja «no hay nada»; el di-
nero «caliente vuelve» sin descanso. La acumulación no es un objetivo en sí
mismo: «el dinero que duerme es dinero muerto, ya que no forma parte de una
relación»: «Las mujeres se sienten en confianza y, juntas, hablamos de todos
nuestros problemas. Al discutir sobre ellos tuvimos la idea de buscar una ma-
nera de resolverlos. Pensamos entonces en tener una Caja que diese pequeños
créditos a las mujeres. Había un proyecto con Enda Graf que podía adelantar el
dinero que se necesitaba para comenzar. Al reflexionar entre nosotras, nos di-
mos cuenta de que, a la hora de resolver este problema, no era tanto el dinero
lo importante, sino las relaciones. Por ejemplo, ¿cómo se le presta dinero a una
mujer? ¿Conocemos a su hermano, a su hermana, a su madre o a su marido?
Pero, por mucho que una mujer parezca no pasar necesidad, y tener medios, si
carece de relaciones (...)».
Al principio, como durante todo el proceso de elaboración de las reglas de
funcionamiento, no era la cantidad de dinero y el volumen ingresado en la Caja
lo que servía de fondos de garantía, sino las relaciones, lo que implica una inser-
ción en una red de relaciones sociales y familiares, cuya presión moral, en caso de
no reembolso, resultará decisiva en los siguientes aspectos:
• Para el reembolso, condición necesaria para asegurar la circulación equita-
tiva, son los valores sociales «Kersa y Sutura»8 los que ejercen presión sobre

7 Emmanuel Ndione, Le don et le recours, ENDA GRAF: ver también las numerosas publicaciones del
equipo Graf, como Dakar, une societé en grappes (Dakar, una sociedad en racimo): aunque todo el tejido social se
describe y se sigue en todos los detalles de su complejidad, no existe ninguna elaboración que trate el sentido de
las prácticas de mujeres y de la diferencia entre sexos. Mi investigación trata de «descompactar» del gran grupo de
los pobres, las reflexiones y los recorridos de las mujeres. Las hipótesis propuestas en este trabajo son mi responsa-
bilidad por completo en el intento de restituir el aporte de las mujeres al pensamiento y a las «fisuras» del sentido
dominante, además de sus roles y funciones «alimentadoras». Este trabajo, como otros que «utilizan» sus palabras,
les debe mucho y está dedicado a todas las mujeres que no firman artículos ni obras.
8 Kersa: honor, dignidad. Sutura: pudor, secreto, discreción.

81
RABIA ABDELKRIM-CHIKH

los morosos y no el acudir a las fuerzas del orden: «Las mujeres se organi-
zan entre ellas y, en caso de retraso en el pago, imagina que 50 mujeres se
ponen a gritar delante de tu puerta. La sutura es lo importante y lo que per-
mite el éxito de la Caja de las mujeres».
• Para las mujeres, como grupo social, de manera colectiva en el espacio pú-
blico, el barrio, las comunidades, el mercado, se trata de respeto y de con-
sideración. «Para muchas de nosotras, esto es el éxito: no nos hemos vuelto
más ricas, pero hemos ganado la dignidad. Ahora se nos respeta más. Cada
mujer tiene ahora más confianza en sí misma para afirmarse».
• En las relaciones sociales entre mujeres y hombres, las mujeres expresan
una visión sin ambigüedades, basada en sus experiencias y en los análisis de
las relaciones de fuerza que se ejercen en las relaciones «privadas», así como
en el espacio público. En el espacio privado, ha tenido lugar una modifica-
ción en la relación entre los esposos. «Todas las mujeres han disfrutado del
éxito de la Caja: ha habido una mejora de las actividades y de los ingresos,
pero sobre todo, de la dignidad. La mujer ya no tiene que extender la mano
para recibir ayuda para sus necesidades, sino que ahora, incluso, es ella la
que ayuda a su marido cuando este tiene problemas en el trabajo o se en-
cuentra en el paro (...) Así que, ya ves, este tipo de cosas son las que otor-
gan el derecho a la palabra cuando se trata de tomar decisiones».

2.2. «La Caja» y su papel político para el empoderamiento de las mujeres


en el espacio privado
El conjunto de historias que describen las razones del éxito convergen para
explicar que la Caja no solo significa un apoyo técnico y económico para las
mujeres como grupo, sino que tiene una función política y simbólica para cada
mujer en el aprendizaje de la combinación del la autonomía en el espacio pú-
blico (la Caja) y el espacio doméstico privado «(...) Con frecuencia, y esto es
muy importante, si se mezclan los espacios, habrá problemas para algunas mu-
jeres, puesto que cuando tienen dinero, el marido no lo sabe, así que él no
compra nada hasta que no quede otro remedio, y luego estará bloqueada por
sus actividades y sus gastos propios. También esto sucede por escapar a la vigi-
lancia del marido».
«La Caja no es solo un lugar del que sacar dinero, hay mujeres que vienen a
sentarse para hablar si tienen mucha amargura en el corazón. Se trata de poder ha-
blar, de intercambiar pareceres con otras mujeres. La Caja ha dado coraje y fuerza
a las mujeres. Antes, cuando hablaba el marido, la mujer no respondía; ahora, la
Caja le permite autoafirmarse, negociar mejor para hacer lo que quieren hacer.
Antes, en cambio, si una mujer quería realizar una actividad, el marido la insul-
taba, la amenazaba con repudiarla...». En el espacio doméstico, las mujeres, for-
talecidas por la confianza, abren nuevos espacios de negociación sobre los dife-
rentes tipos de decisiones: entrar y salir para realizar sus actividades, la educación

82
LA ECONOMÍA DE LAS MUJERES, LA ECONOMÍA DE LA VIDA

de los hijos e hijas y el acostumbrarse a los ingresos. «La autoridad del marido se
ve afectada, puesto que antes muchas mujeres se callaban. Sin embargo, ahora las
mujeres tienen sus propios medios lo que disminuye un poco la autoridad del
hombre. En la actualidad, algunas mujeres empiezan a decir «aunque no me des
permiso, iré, ya que si no tengo dinero, no serás tú el que me de dinero para
alimentarme y para todos los gastos». Esto es algo novedoso que disminuye la au-
toridad del marido. El hombre ha perdido parte de su poder.
En cualquier caso, las mujeres no buscan las rupturas. De hecho, consideran
importante su relación e invierten para conservarla y cultivarla. El espacio de con-
flictos sufre una modificación: existen tensiones que son sobrellevables y nego-
ciables, siempre hasta un límite, en el que se cuestiona la actividad económica ex-
terior. El recorrido en el plano privado ha sido complicado y sembrado de
asperezas. Lo que estaba en juego era la movilidad de las mujeres: salir para reali-
zar otras actividades: «Ha habido mucho dolor, muchas peleas y tensiones porque
el marido no quería que su mujer saliese. Ya sabes, ha sido necesario mucho su-
frimiento para poder llegar a donde hemos llegado (...), pero hemos resistido, y
poco a poco y juntas, nos hemos apoyado unas a otras».

2.3. «La Caja» como territorio exclusivo


La conformación de la Caja como territorio exclusivo es de la mujeres por
las mujeres. Porque los hombres «no devuelven el dinero». «Y, por ejemplo, no
aceptamos a los hombres aún cuando tengan mucho dinero». Ayudamos a
nuestros maridos, pero hemos decidido seguir trabajando entre mujeres para
protegernos del ‘ojo del marido’ (es decir, de su control)». Esta decisión se ex-
plica por lo siguiente: «No permitimos a los hombres entrar en la Caja para no
perder la credibilidad que tenemos como mujeres; se trata de proteger esta he-
rramienta, ya que ellos podrían utilizarla para su beneficio si llegan a ser mayo-
ría o incluso si hay igualdad de número. Habría en ese caso «rencores». Ya los
hay entre mujeres, pero es que además, ellos tomarían el PODER». «Las muje-
res no quieren que los hombres vengan a estropear lo que ellas han creado. Por
ejemplo, hay comerciantes en el mercado que pueden aportar una inversión
Importante desde el punto de vista económico. Pero no queremos que lo hagan,
porque luego, como Sabes, los hombres se dedican a decidir sobre todo y a
cambiar las reglas. Pero las mujeres quieren mantener su iniciativa y las herra-
mientas que ellas han creado». «Además, imagínate a hombres y mujeres en el
mismo GIE 9 que sean incluso del mismo pueblo. Serán siempre los hombres los
que manden. ¿Cómo va una mujer a oponerse o a proponer ideas cuando es el
hombre el que siempre habla?».
De los dos estudios de casos sobre las prácticas de las mujeres, ¿se puede in-
ducir que las mujeres tienen una mentalidad económica? ¿Cuál, en cualquier

9 GIE: Abreviatura de Grupo de Interés Económico.

83
RABIA ABDELKRIM-CHIKH

caso?, ¿Son femeninas?, ¿o feministas?, ¿autónomas?, ¿dominadas, pisoteadas por


el patriarcado aliado al capitalismo mundial en su forma más brutal y salvaje? ¿En
qué se relaciona con la política?. Y, respecto a sus prácticas, ¿son «buenas»?, ¿sus
resultados son exitosos?, ¿en qué sentido?, y ¿cuáles serían los significados?

3. RESISTENCIAS Y PRODUCCIÓN DE ALTERNATIVAS


Y BUENAS PRÁCTICAS PARA EL DESARROLLO
Como medio en derechos económicos de presentar ciertas pistas para esta-
blecer el debate sobre las «buenas prácticas para el desarrollo» y algunas hipótesis
de trabajo para la investigación y para acciones futuras, no será necesario presen-
tar todas las dimensiones de estas prácticas. Numerosas y complejas, estas prácti-
cas combinan a un tiempo tantas actividades y campos que (re) traman, retejen y
unen lo que se hallaba seccionado, separado, dividido por los peritos especializa-
dos del desarrollo o de los campos y disciplinas de la investigación.
Las diferentes maneras de hacer y de pensar no son lineales, ni se deducen de
un modelo predeterminado. Se crean y se inventan a través de un acercamiento
concreto y directo para la resolución de los problemas que aparecen a lo largo de
la vida, o para eliminar los obstáculos que impedirían la continuación de la vida.
Al seguir los hilos que forman la trama, se trata de abrir todo un campo de
cuestionamientos antes que de dar respuestas a las cuestiones habituales (resumi-
das a continuación), en los ámbitos especializados de debates y búsqueda de res-
puestas.

3.1. La otra economía: ¿premisas de un nuevo paradigma?


El primer hilo de este tejido, entre los dos tipos de experiencias, concierne al
nivel y a los objetivos de la intervención. En uno de los casos, las mujeres Joolas:
en su acción de movilización, contra la «vida cara», critican al mercado y a los me-
canismos de los precios. En el otro caso, las mujeres de Grand Yoff, mediante la
Caja de Ahorro y de Crédito (que, con humor y orgullo, ellas llaman el «Banco»)
ponen en duda el sistema bancario. Puesto que este sistema las excluye, ellas con-
siguen evitarlo y crear un espacio regulado por mecanismos que han «inventado».
Las mujeres Joolas de Oussouye, sacando fuerzas de un lugar simbólico, de culto
y cultural, se organizan en la vida social para luchar contra la falta de leyes del
mercado que siembra el desorden y amenazan el equilibrio de la vida social que
ellas construyen (con éxito), para mantener el equilibrio de producir, repartir y
dar a cada nivel de la organización social cultural y económica de la vida («el
arroz que se produce en la localidad no se vende»).
En ambas experiencias, las mujeres tienen el valor de enfrentarse a dos bas-
tiones (no precisamente sin importancia), como son el mercado y la economía,
del sistema económico dominante, y no mediante discursos o posturas ideológi-

84
LA ECONOMÍA DE LAS MUJERES, LA ECONOMÍA DE LA VIDA

cas, sino mediante el rechazo a sufrir los efectos devastadores directos y concretos
en la vida diaria en su territorio.
Este territorio, llamado «sector informal» es el que acoge a la mayoría de los
«náufragos del planeta»10, como se llama a los que viven con 1 y 2 dólares al día
(según las diferentes apreciaciones de lo que es la pobreza).
Como resulta evidente que nadie puede sobrevivir con esta cantidad diaria es
precisamente en esa situación en la que anida todo lo que se dice «invisible», oscuro
e implícito. Lo que, con Maffesoli11, podríamos llamar lo «impensado» de la econo-
mía. Esta economía de las mujeres que no calcula, que no mide, que no acumula,
que no establece modelos, pero que es, sin embargo, una auténtica Caja negra de »la
economía», la que se impone con insolencia como la única, la lógica y la racional,
formal y organizada a pesar de lo devastadora que resulta, de las destrucciones y el
caos que genera. Es una caja negra de la economía dominante, del capitalismo sal-
vaje fracasado, que, como un avión desviado, ha perdido el norte y la cabeza12. Y en
esta caja negra es posible leer el vagar y el errar de los dirigentes, de los señores del
mundo. Lo «impensado» es también Caja de Pandora, diosa de la tierra, fuente de fe-
cundidad, o la que hace «salir los presentes de las profundidades». Mito y leyenda,
es la metáfora de esta economía de las mujeres, la economía del dar (gifteconomy)13,
que crea, alimenta y mantiene la economía de la vida.
La economía de las mujeres, que produce bienes al mismo tiempo que rela-
ciones, se define por la posibilidad de leer los movimientos de lo real, disperso,
fragmentado, seccionado, no por aquellas que lo viven y lo hacen vivir, si no por
los especialistas, los estrategas y los expertos de modelos y marcos lógicos de de-
sarrollo. ¿No son las prácticas de las mujeres, inspiradas por este arraigamiento
simbólico, las que, contra viento y marea, aseguran «la soberanía» alimentaria de
personas concretas, en su medio inmediato, aún cuando puedan encontrar múl-
tiple obstáculos, que han sido renovados sin cesar (son las decisiones de los de-
predadores, señores del mundo) para hacerla imposible para los pueblos?

4. LA POLÍTICA: OTRA FORMA DE PENSAR Y DE ACTUAR


Es en el campo de la política en el que parece haber un amplio consenso res-
pecto a la idea de que las mujeres en general, y en particular, las de los grupos po-
pulares no se interesan por la política y no tienen acceso a ella. A este respecto,
muchas de las estadísticas sirven de testigo, para decir que las mujeres no «parti-
cipan» o si lo hacen, es de manera muy poco significativa. Las mujeres, por tanto,
no intervienen en los asuntos... del Estado. Sin embargo, la observación de sus
prácticas podría llevarnos a hacer otra lectura: la de la ausencia de las mujeres en

10 Les naufragés de la planète, Serge Latouche.


11 Maffesoli, M., Après la modernité? La logique de la domination. la violence totalitaire, la conquête
du présent. CNRS Editions, Paris (2008).
12 Stiglitz, J.E., Quand le capitalisme perd la tête, Fayard, Paris (2003).
13 G. Vaughan.

85
RABIA ABDELKRIM-CHIKH

las instancias políticas e institucionales que, las formulaciones recurrentes y muy


extendidas acerca del «desinterés» de las mujeres y de su exclusión mediante los
mecanismos habituales de dominación patriarcal ocultan.
Las mujeres, en efecto mayoritariamente, no se interesan en la política de los
«profesionales» y de los juegos de papeles de los que ostentan el poder. No apre-
cian las formas «virilistas» y guerreras del ejercicio del poder. Hacen política, pero
no a tiempo completo, hacen política según las necesidades prácticas y con la in-
tención de resolver los problemas en «situaciones determinadas» («¿buenas prác-
ticas?»). Se organizan, se movilizan y se deciden a reaccionar cada vez que es ne-
cesario hacer retroceder las invasiones de la economía destructiva, para proteger
lo que ellas construyen día a día: la economía de la vida.
Podríamos hacer caso de los análisis y de las prácticas de A. Badiou14, y decir
que son las mujeres las que llevan la razón. No es que hagan solamente política de
manera alternativa, o mal, sino que son ellas las que, realmente, practican una po-
lítica de emancipación, la que permite «organizarse, pensar y actuar alejados del
Estado». De igual manera, se viene dando una tendencia al distanciamiento y a
veces ruptura con las instituciones. Las mujeres se muestran en otro plano,
piensan y actúan de manera alternativa, realizan una auténtica «desconexión»15,
también de los modelos convencionales, sobre todo del modelo de desarrollo,
que sirve de referencia «suprema» para poder evaluar sus prácticas y juzgar si se
encuentran o no entre las mejores, si están conformes o no con los marcos ló-
gicos y otros procedimientos.

5. LOS SABERES DE LAS «SABIAS» Y DE LAS «EXPERTAS» Y


LOS CONOCIMIENTOS DE LAS MUJERES
La abundancia de prácticas de mujeres, la diversidad y la pluralidad, que se
dan en una misma mujer y en un mismo grupo no deja de desafiar a la investiga-
ción académica, tanto como a la investigación de acción aplicada para el desarro-
llo, así como a los «proyectos» que esta última comprende y que se clasifican
como participativos. Las mujeres, la mayoría de las veces no responden nunca de
la manera prevista y planificada de la que se espera. Éstas, utilizan su fuerza es-
tratégica y la cohesión del grupo de un espacio simbólico (mujeres Joolas) y no
por un interés común puramente económico. Tanto es así, que cuando se reúnen
debido a un proyecto económico, no se habla de resultados en términos econó-
micos medibles y demostrables, sino que expresan su valoración en términos de
valores éticos y sociales. Es por eso, que el espacio económico se transforma en un
lugar simbólico y político que mantiene la cohesión social.
Estos desafíos tienen que ver tanto con la investigación y con las metodolo-
gías y el marco de análisis como con la desconfianza que sienten las mujeres por

14 A. Badiou, De quoi Sarkozy est-il le nom?, Circonstances T4, pág. 14, note 2.
15 S. Amin, «La déconnexion», Paris, La découverte (1986).

86
LA ECONOMÍA DE LAS MUJERES, LA ECONOMÍA DE LA VIDA

las instituciones y por los conocimientos instaurados. Pareciera que las prácticas
de las mujeres tuviesen esa «testarudez» de los hechos (Bachelard), que siguiera re-
sistiéndose a una integración, a una llamada al orden, a una clasificación dentro
de una lógica que obedeciera a una racionalidad que no les es propia. Hay siem-
pre algo que se escapa, que se desborda, en lo que hacen, sea la disciplina, o la
conformación o el marco lógico, etc.
Son las prácticas las que plantean interrogantes, y no a la inversa, ya que
los prismas de lectura de las élites, tanto endógenas como exógenas, son ya co-
nocidas y convencionales, y forman consensos dominantes para arrebatar el va-
lor a las prácticas de las mujeres, de las que solo los proyectos y los marcos ló-
gicos de las agencias de desarrollo/ financiación deben o pueden recuperar,
corregir, mejorar. En esta exigencia de conformidad con las normas estableci-
das por los indicadores del desarrollo, y apoyadas por los que toman las deci-
siones en el campo de la economía, las cosas suceden como si se tratase de jus-
tificar una razón de ser o de legitimar diferentes formas de intervensionismo,
armadas con procedimientos, técnicas, módulos, etc. Lo más habitual resulta
que, esta exigencia, realizada con insolencia, arrogancia o «ayuda amable»,
sirva para imponer un modelo preconcebido, en contra de la fuerza de la inte-
ligencia de las mujeres, alimentada por el conocimiento de lo real y lo concreto
y por las capacidades de una imaginación creadora que ha innovado, inven-
tado, evitado o trastornado proyectos y proposiciones para poder resolver el
enigma de los obstáculos.
Por lo general, la inventiva, la creatividad y todo lo que lleva al éxito final de
sus iniciativas se tiene muy poco en cuenta. Como mucho, se reducen estas cuali-
dades al ingenio y a la capacidad de desenvolverse, pero rara vez se reconocen
como competencias o capacidades estratégicas como respuesta a situaciones im-
previstas, bien que son capaces de encontrar soluciones cuando los especialistas
(del mundo formal) opinan que no las hay posibles. Las mujeres han experimen-
tado que sus conocimientos la mayoría de las veces se ven invalidados por los co-
nocimientos ya instaurados, y saben que las soluciones concretas no pueden de-
ducirse a partir de un modelo, ni de un sistema cerrado, encerrado, en sus certezas.
Las mujeres funcionan en espacios entrelazados, enredados y abiertos que pueden
unirse a redes de relaciones no determinadas a priori. Estos hilos cruzados tejen un
lienzo y otra constelación, como en un terreno liberado, en continuo movimiento
de liberación en una zona colonizada: las prácticas de las mujeres se desarrollan en
otro terreno del pensamiento económico, de pensar y de hacer economía, que no
se encuentra separada, o, como diríamos «seccionada» de otras dimensiones de la
vida. Se trata de un pensamiento de la integración (o un enfoque holístico). A
modo provisional, el concepto que se propone para demostrar esta manera de ha-
cer las cosas, es el de la economía de la vida, o economía para la vida16. Genevière

16 Rabia Abdelkrim-Chikh, «Les femmes africaines, ménagères de l’ordre mondial ou productrices de ri-
chesses?». Comunicación oral, Seminario sobre la economía solidaria, Forum Social Mundial, Porto Alegre,
Brasil, enero 2002. El concepto de la economía de la vida se presentó ahí por primera vez.

87
RABIA ABDELKRIM-CHIKH

Vaughan17 propone otro tipo de cuerpo de conceptos documentado, argumen-


tado y rico en «the gifteconomy»», mediante una crítica radical del sistema econó-
mico dominante y de las diferentes teorías económicas. Propone, entonces, otro
paradigma de la economía, el de las prácticas de mujeres, enraizadas en la primera
donación, en el primer lazo que une a la madre, el del lenguaje y el del cuidado
de la madre para los seres vivos hablantes.

A MODO DE CONCLUSIÓN:
PROPUESTAS PARA INVESTIGACIONES Y ACCIONES
CON MUJERES AFRICANAS Y DEL MUNDO
Escuchar, conocer y comprender la lógica y la visión de las mujeres y aprove-
char, en la mayor medida posible, las prácticas de las mismas, mediante el estudio
y la investigación y hacia el momento concreto del presente, que no deja de reno-
varse, de estar en movimiento, se traduce en dar valor, hacer legibles y visibles las
prácticas, los análisis y las visiones de las mujeres; restituir, interpretar y leer el
conjunto con su complejidad como dinámica social y crear una relación de reci-
procidad para permitir una confianza mutua, será una tarea necesaria a realizar.
La cuestión de las «buenas prácticas» debe problematizar los análisis e inter-
pretaciones de las prácticas de las mujeres. Se trataría entonces de proponer una
serie de cuestiones que se apoyen en los recorridos y en los lugares de cambio rea-
lizados con la finalidad de inscribir estas prácticas en las dinámicas de los movi-
mientos sociales de resistencia y de hacer notar las contribuciones de las mujeres
a estas alternativas. Esta postura metodológica conduce a incluir las cuestiones re-
ferentes al sentido y a los significados de estos ámbitos de cambio para permitir
calificar las prácticas.
Los enunciados, obtenidos gracias a experiencias de investigación acumuladas
y de lucha en los movimientos de mujeres y movimientos sociales «por otro mundo
posible», han de expresarse para provocar interrogaciones fecundas de nuevos rum-
bos de las Agencias de Desarrollo y de la Cooperación Internacional en general.

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LA ECONOMÍA DE LAS MUJERES, LA ECONOMÍA DE LA VIDA

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89
Derechos económicos de las mujeres en Senegal:
iniciativas y estrategias femeninas alternativas.
«KAJAKUL, C’EST CHER!!», ORGANIZACIÓN
Y LUCHA DE LAS MUJERES JOOLAS
PARA CONTROLAR LOS PRECIOS
DEL MERCADO DE OUSSOUYE
Clara Bastardes Tort1
Investigadora en el Laboratorio de Género e Investigación
Científica del Institut Fondamental d’Afrique Noire
(IFAN) de la Universidad Cheikh Anta Diop de Dakar
(Senegal). Becaria MAE-AECID y miembro del Centro
de Estudios Africanos de Barcelona.

1. INTRODUCCIÓN
En este artículo, se presentará un estudio de caso sobre las mujeres joolas de
Oussouye, capital del departamento del mismo nombre, en Basse Casamance (Se-
negal). Estas mujeres durante los meses, entre noviembre 2007 y marzo 2008, se
organizaron para controlar y bajar los precios de los productos locales que se ven-
den en el mercado del municipio2. Se expondrán los hechos que conforman la ini-
ciativa de estas mujeres, enmarcándola en la realidad económica, social y política
de la sociedad joola de Oussouye. A modo de conclusión se comentarán a través
de análisis algunas reflexiones que el caso sugiere. Los datos apuntados hacen re-
ferencia exclusivamente a las mujeres joolas que viven en Oussouye Joola (con las
que la autora trabaja), sin pretender por tanto, representar a todo el conjunto de
situaciones, experiencias de vida, opiniones, ni estrategias, de todas las mujeres jo-

1 Licenciada en Ciencias Políticas y de la Administración (UAB). Ha trabajado en distintas ONGD en


Barcelona. Durante 2004 realizó la pasantía del Magíster Género y Desarrollo en Mozambique, concretamente
en el Fondo de Naciones Unidas de Ayuda a la Población (FNUAP-UNFPA) apoyando los programas de gé-
nero que lleva a cabo la Agencia con el Ministerio de la Mujer y Coordinación de Acción Social y con el Mi-
nisterio de la Salud. En 2005, realizó la publicación: Herramientas para trabajar género en la cooperación al de-
sarrollo. Cruz Roja Cataluña. Y en 2006-2007, el Estudio-Diagnóstico sobre la incorporación de la perspectiva de
género en el trabajo de las ONGD catalanas, Federación Catalana de ONG para el Desarrollo (FCONGD). Ac-
tualmente está realizando la investigación «Las mujeres en la sociedad joola de Oussouye (Basse Casamance)».
2 Es a partir de mi trabajo de campo realizado en Oussouye, desde mayo 2007, que se enmarca el caso
concreto que nos ocupa en este espacio.

91
CLARA BASTARDES TORT

olas. Ya que el estudio de caso se centra en las mujeres de Oussouye Joola, en este
artículo no se incluyen informaciones, ni opiniones, ni estrategias de las «otras»
mujeres que viven en Oussouye (véase los otros barrios de Oussouye).
Las mujeres joolas de Basse Casamance, así como otras mujeres africanas,
han protagonizado a lo largo de la historia diversos episodios de luchas de re-
sistencia y supervivencia por el derecho a los alimentos (Sarr, 2007). En un
momento en que desde el contexto internacional/global las grandes institu-
ciones de la Cooperación al Desarrollo se hacen eco de futuras crisis alimenta-
rias, aumento de los precios de los cereales a nivel mundial (Jeune Afrique,
mayo 2008) y desde un espacio local en África, las mujeres joolas de Oussouye
interpelan-desafían directamente al mercado, a las leyes capitalistas, y ponen
en juego o entredicho las relaciones humanas que de dichas relaciones se deri-
van. Estas mujeres a través de estrategias de resistencia piden que se respeten
sus precios: sus decisiones de controlar unos precios que no les permiten comer
lo básico cada día. A partir de este estudio de caso, enmarcado en su contexto,
nos encontramos delante de las grandes cuestiones vinculadas al Género,
África y Desarrollo: poderes femeninos, reivindicación de «derechos» ahora
llamados derechos económicos de las mujeres, estrategias de resistencia y su-
pervivencia de las mujeres. También se mostrarán las conexiones entre pro-
ducción-reproducción, economía de subsistencia y participación de las muje-
res que hacen política, a menudo a partir de sus organizaciones autóctonas
femeninas. El interés del presente estudio de caso reside en las luchas de cam-
pesinas africanas –lucha por los alimentos– estrategias de resistencia a situa-
ciones adversas –cambios, la pérdida que conlleva en este caso las relaciones
que establece el sistema económico capitalista, caso concreto que ilustra una
vez más, localmente cómo las mujeres joolas históricamente han luchado– lu-
chan y generan estrategias ante las situaciones adversas. En resumen, luchas de
las mujeres africanas como garantes de la subsistencia de sus unidades domés-
ticas que son y han sido a menudo ignoradas e invisibilizadas.

2. OUSSOUYE JOOLA. QUIENES SON LOS/LAS JOOLAS


DE OUSSOUYE
2.1. Oussouye Joola, pueblo del Húluf y del Bubajum áai
Administrativamente el municipio de Oussouye es la capital del Departa-
mento, pero para delimitar el caso que aquí se presenta, no sólo a nivel territorial,
sino también social y culturalmente, necesitamos salir de los esquemas de confi-
guración territorial administrativa. El estudio de caso se centra en las personas que
habitan en Oussouye Joola, y por lo tanto en sus seis barrios tradicionales: Bata-
efus, Jíyant y Súulaak (que forman el gran barrio de Etia), Batajaken, Etaama y
Kaleelaam (que forman el gran barrio de Esinkin). La población de estos seis ba-
rrios sumaría aproximadamente 1.800 habitantes, población que a menudo se

92
«KAJAKUL, C’EST CHER!!», ORGANIZACIÓN Y LUCHA DE LAS MUJERES JOOLAS PARA CONTROLAR…

autodenomina como los/las «autóctonos» de Oussouye. Los habitantes de los


nuevos barrios, «extranjeros»3, como HLM (habitation de Location Moyenne),
Sara Demba, Harlem y Escale no forman parte de este estudio4. Los seis barrios
de Oussouye joola, los nuevos barrios de Oussouye y el pueblo de Calobone, ad-
ministrativamente conforman la Commune o municipio de Oussouye.
Aunque el estudio de caso se centra en Oussouye Joola y sus habitantes, es im-
prescindible tener como referentes las entidades superiores, de las que forma parte
histórica, cultural, y socio políticamente, como son la región del Húluf, y, el Reino
de Oussouye 5 (en joola llamado Bubajum áai, traducción literal sería «Propiedad» o
«Dominio del Rey») 6. El Húluf está formado por Oussouye y cinco pueblos más7.
Las gentes del Húluf consideran que tienen una cultura bastante homogénea y dife-
renciada del resto de joolas de la región. Las relaciones comerciales, los vínculos de
orden religioso y ritual, y las alianzas matrimoniales nos obligan a tener en cuenta es-
tas referencias regionales: muchas de las mujeres joolas que habitan hoy en Oussouye
Joola, es decir, que están casadas con hombres del pueblo, provienen de pueblos de
los alrededores. Como veremos, este hecho, da lugar a un sentimiento regional más
fuerte entre las mujeres joola que entre los hombres.
Así pues, Oussouye ostenta dos capitalidades: la de la organización territorial ad-
ministrativa senegalesa y la de la organización tradicional (la del altiplano del Húluf,
y la de la región del Reino de Oussouye), ya que alberga dos de los altares-fetiches más
importantes de la región. Este hecho, su posición central en la red de altares, es fun-
damental para la organización sociopolítica, religiosa y ritual de la región.

2.2. La sociedad joola de Oussouye: pueblo agricultor e importancia del


cultivo del arroz8
Tanto el hombre como la mujer joola antes que nada son cultivadores de
arroz y éste está en el centro de sus preocupaciones materiales y espirituales. Así,
todas las actividades agrícolas y rituales se realizan en función de su calendario de

3 Por oposición a «autóctonos». Los nuevos barrios se crearon a partir de los años 60. El concepto joola
de extranjero/a, ajaala, opuesto a autóctono/a, determinantemente ligado éste último al parentesco y a las es-
tructuras familiares, se refiere a todo aquel que no ha nacido en Oussouye, en el barrio o en el pueblo. En tie-
rras joolas, se oye a menudo, «éste o ésta es un extranjero», «tienes extranjeros», o el «extranjero es rey» (para
referirse a la buena acogida que debe darse al que ha venido hasta tu casa). (Tomàs, 2005).
4 A partir de los años 60, se instalan en Oussouye numerosos peulh que provenían de Guinea Conakry
creando el barrio de Sara Demba. En HLM, Harlem y Escale habitan peulhs, wolof, tukolor o serers, éstos úl-
timos tres en su mayoría funcionarios del estado destinados a Oussouye. También podemos encontrar otros
joolas (por ejemplo los fooñy de Bignona), algunos mancañas, y mandings.
5 Oussouye sería la capital del Reino. El Bubajum áai está formado por 21 localidades, si contamos a
manera tradicional, o 15 a manera estatal: además de los 5 o 7 pueblos del Húluf, tendríamos Oukout, Karu-
nat, Niambalang, Siganar, Emaye, Essaout, Boukitingo, Diakène, Diantene. La población del Bubajum áai su-
maría 12.000 personas. (Tomàs, 2005).
6 y el resto de sub entidades joolas organizadas en altiplanos también como Esúulaalu, Húkuut, Héer,
Ayun,..
7 Sengalene, Calobone, Kahinda, Djivant, Edioungou.
8 La rizicultura joola es propiamente africana, y después del Delta del Níger, la Casamance es la segunda
región productora de arroz de África Occidental.

93
CLARA BASTARDES TORT

producción. La división sexual del trabajo en los campos de arroz, es de partici-


pación relativamente igual de hombres y mujeres en el proceso de producción y
aunque los trabajos de hombres y mujeres son diferentes se suceden en las mismas
tierras. En la producción de arroz no intervienen únicamente las fuerzas de tra-
bajo, también son necesarias las fuerzas controladas por los diferentes uciin-alta-
res de la religión tradicional joola, en las que las mujeres ostentan un rol de pri-
mer plano en muchos de estos rituales y ceremonias de los que los hombres son
excluidos.
La caza y la pesca, sobretodo en los pueblos, representa otra actividad que
ofrece recursos en el caso de venta y complemento a la alimentación. Otras acti-
vidades importantes son la recogida de frutas, frutos silvestres, aceite de palma y
vino de palmera (bunuk en joola). Éste último también tiene gran importancia en
la cultura joola, sobre todo en los rituales y ceremonias, en las libaciones. Esta ac-
tividad genera uno de los principales recursos económicos para los hombres joo-
las recolectores, que no son todos ni mucho menos. Las mujeres cultivan también
de manera tradicional en pequeñas explotaciones familiares al lado de un buen
número de casas, algunos productos como la mandioca, el maíz, el bissap, o el
gombo, en periodo de época de lluvias. Durante la época seca, se realizan, a parte
de los trabajos agrícolas en las huertas 9, trabajos no agrícolas de mejora de las ca-
sas y de los cercados de cada jardín. Se observan tres opciones de inserción en la
economía monetaria por parte de las mujeres joolas: 1) las huertas: producción de
hortalizas destinadas a la venta, durante la época seca 2) el pequeño comercio 3)
asalariadas en las ciudades como empleadas domésticas.
La religión tradicional joola, o awaseena, es una de las cuestiones centrales
para conocer a los/las joolas de Oussouye joola. Se utilizará el término fetiche, des-
pojándolo de su contenido despreciativo con el que nació, y se utilizarán indis-
tintamente otros términos que parecen posibles sinónimos del mismo como altar
(como espacio sacralizado), santuario (espacio de culto), ministerio (en referencia
a sus funciones políticas), o báciin (término joola, en singular, uciin en plural).
La religión tradicional joola se caracteriza por la creencia en un dios inabar-
cable, Atèmit. Me acojo a la definición de Tomàs: «el fetiche» es un tipo determi-
nado de espacio religioso que, dada la amplitud del término religión en las sociedades
negroafricanas, cumple múltiples funciones que sobrepasan, desde el punto de vista oc-
cidental, la esfera religiosa. El “fetiche” es el altar, físico, que tienen los humanos para
comunicarse con Dios, Atemit» (Tomàs, 2005). Los uciin tienen, pues, un nivel
simbólico, religioso, social y político y son el esqueleto de la sociedad joola tradi-
cional. Cada altar tiene una familia titular, uno de sus miembros es el responsa-
ble y ejerce funciones de sacerdote titular, en joola anahaan. Cada altar tiene ri-
tuales específicos que cumplir, prerrogativas y prohibiciones (ñeey-ñeey), y en
algunos iniciaciones determinadas para poder asistir en el espacio sacralizado. Los
altares de la religión tradicional joola también pueden verse como ministerios y

9 Básicamente por parte de las mujeres, ya sea en los espacios especialmente creados para ello, huertas
de mujeres apoyadas por ONGD, o las huertas en los arrozales.

94
«KAJAKUL, C’EST CHER!!», ORGANIZACIÓN Y LUCHA DE LAS MUJERES JOOLAS PARA CONTROLAR…

lugares de decisión política y social. Ministerios específicos donde se discuten


cuestiones de orden público. Los altares como integradores regionales: aquellos al-
tares que agrupan a hombres o mujeres de la región del Húluf y/o del Bubajum
áai, y que por lo tanto favorecen una historia común y sentimientos regionales de
cohesión, referencia o identificación. El altar es tratado aquí como una visión de-
terminada del mundo.
El rey entre los joolas, áai, es un rey-sagrado, rey-divino, el vínculo sagrado
entre dios y su población, el gran sacerdote de la religión tradicional, también ti-
tular de un altar, y responsable en última instancia de otros altares. Sibilumbay
Diédhiou, entronizado en el año 2000, es el garante de la armonía y el buen fun-
cionamiento de la sociedad. Las funciones del rey son: redistribuir arroz (del gra-
nero real, el rey como depositario de la riqueza pública), dar consejo y resolver
conflictos, y, rezar. La iniciación al altar real, es la máxima iniciación masculina.
Entre los joolas también se da el «pluralismo pragmático de prácticas» que
permite a los joolas practicar varias religiones, sobretodo la católica, en función
del contexto y el momento.

2.3. Estructura patrilineal y residencia patrilocal


La estructura familiar es de gran importancia en la organización social, polí-
tica y religiosa de la sociedad joola. Los seis barrios tradicionales, de Oussouye jo-
ola, están divididos a su vez en hanks o concesiones, siendo de dos a cuatro hanks
las que forman un barrio. No podemos detenernos en el relato de las funciones so-
ciales y rituales estructuradas a través de la familia y la concesión ni de la descrip-
ción de sus altares-ministerios pero remarcamos que son diversos y que represen-
tan la unidad básica en muchos aspectos de la vida social y ritual de Oussouye.
Entonces, se puede decir que gran parte de la vida y la organización social y reli-
giosa de los joolas se estructura a partir de la familia, de la concesión y del barrio.
Especialmente interesante, para poder definir la organización socio-política y re-
ligiosa, es analizar las responsabilidades religiosas, en los diferentes altares-minis-
terios, por concesiones y/o barrios. Responsabilidades que se van alternando en-
tre las familias o concesiones que ostentan esa responsabilidad, y que en definitiva
conforman un entramado de equilibrios y repartición de responsabilidades en el
poder entre las familias joolas.
A pesar de las numerosas redes familiares y religiosas que existen entre los pue-
blos joolas de la región, el pueblo representa una entidad autónoma. Autonomía e
independencia entre los pueblos del Húluf y Bubajum áai, que se hace visible en
prácticas sociales, económicas y religiosas. La ceremonia del kakaan hukin, institu-
ción que tiene por finalidad la integración de las mujeres en el pueblo del marido,
es una buena representación de la identidad y funcionamiento independiente de
pueblo. Una familia y un barrio, que no sea el de su marido, adoptará a la mujer.
Así pues, como hemos comentado anteriormente, la organización socio-po-
lítica de los joolas se explica a través de la organización de los altares-ministerios.

95
CLARA BASTARDES TORT

Existen altares de la familia o concesión, altares del barrio, altares del pueblo, y al-
tares compartidos entre las gentes de los pueblos del Húluf y altares que repre-
sentan al Bubajum áai. Asi, se encuentran, entonces, altares exclusivos y altares re-
gionales.

3. LOS HECHOS10 DEL «KAJAKUL, C’EST CHER! IL FAUT


DIMINUER!» UNA INICIATIVA DE LAS JOOLAS DE OUSSOUYE
El 25 de noviembre de 2007, grupos de mujeres, en su mayoría joola, se mo-
vían por Oussouye de forma inusual, de un lado al otro y en grupos: uno, el más
numeroso delante la Gendarmería y otros ubicados en las diferentes carreteras o
puntos de entrada a la ciudad, parando vehículos, y personas que iban andando,
hablando entre ellas o con las personas que se acercaban: «todas las mujeres de
Oussouye hemos decidido bajar los precios de los productos del mercado, hemos infor-
mado a las autoridades, al alcalde, al prefecto y al jefe de la gendarmería, y ahora es-
tamos informando a la gente que viene a vender sus productos». Las mujeres le dije-
ron al alcalde «hoy somos nosotras las gendarmes!» y también informaron al rey.
Configuraron una lista de precios para los distintos alimentos-productos la hicie-
ron pública y según estas, el alcalde y el prefecto debían firmarla, y así toda per-
sona que no respetase los precios podría ser denunciada a la gendarmería. A par-
tir de aquel día y durante varios días más las mujeres siguieron una dinámica
parecida. Cada mañana, organizadas en grupos, según los barrios de cohabitación
(el barrio del marido, dónde se han casado y habitan), se situaban en los puntos
de entrada a la ciudad y en el mercado, con la finalidad de informar y sensibilizar
a toda persona sobre la decisión tomada y sobre los nuevos precios establecidos.
Luego hacia el mediodía se reunían para explicarse la jornada y, según una de las
informantes, para criticarse constructivamente entre ellas y poder corregir «lo que
habían hecho mal». Se palpaba entre las mujeres la euforia, el sentimiento de
grupo reforzado que ha tomado el poder y que reivindica una mejora para todo
el mundo. Y es que así lo concibieron desde el inicio las mujeres joolas de Ous-
souye «es el bien para todo el mundo y somos todas las mujeres de Oussouye las que es-
tamos de acuerdo». Hablaban en términos concretos: «Si el kilo de pescado cuesta
300 11 francos todavía puedes comprar el aceite, el jumbo, y las hortalizas para hacer
la salsa. Si el kilo del pescado vale 500 ya no puedes comprar nada más» (comenta-
rio recurrente). «A cada persona a la que vemos que viene a vender, la saludamos
atentamente y le explicamos nuestra iniciativa(…) la mayoría de gente que viene de
otros pueblos son mujeres joolas, y algunos hombres, joolas, que venden vino de
palma(…) algunas personas lo entienden enseguida y otras dicen que porqué bajar los

10 El relato de los hechos acontecidos lo he realizado a partir de la observación participante, siguiendo a


las mujeres en sus acciones y reuniones, de entrevistas estructuradas a siete mujeres, de repetidas entrevistas es-
tructuradas a las autoridades (Alcalde, Prefecto y Rey de Oussouye), conversaciones guiadas, semi guiadas u
ocasionales a mujeres y hombres joolas.
11 1 euro=655 Francos CFA

96
«KAJAKUL, C’EST CHER!!», ORGANIZACIÓN Y LUCHA DE LAS MUJERES JOOLAS PARA CONTROLAR…

precios de nuestros productos y no los de las tiendas(…)les contestamos que no podemos


bajar los precios de las mercancías importadas, vienen del exterior(…); nosotras ha-
blamos de los productos locales, los productos de nuestra tierra(…); algunas personas
dicen que algún día volverán a subir los precios(…) nosotras les decimos que queremos
intentarlo para ayudar a todo el mundo(…)».
La iniciativa de esta movilización y avance surgió a partir de una convocato-
ria de la responsable del altar de mujeres Ajamoo-fetiche de las mujeres12 del Bu-
bajum áai (Reino de Oussouye). Según la jefa de fetiche llamó a todas las mujeres
de Oussouye sin excepción, animistas, musulmanas, y católicas. Las convocó por-
que la vida es muy cara y creía que había que hacer algo; quería saber si las «jóve-
nes»13 estaban dispuestas a hacer algo. Las mujeres acordaron bajar los precios y
empezar las movilizaciones y ese mismo día una comitiva formada por todas las
responsables de los distintos barrios se dirigió al mercado para hablar con las mu-
jeres que venden allí. Advirtieron a las autoridades de la decisión acordada y a tra-
vés de la radio comunitaria de Oussouye, Kabissa FM, se dirigieron a todas las
mujeres de la región del Húluf convocándolas a una reunión. El 28 de noviem-
bre, más de 100 mujeres se dirigieron en manifestación hasta la radio comunita-
ria de Oussouye y ese mismo día empezaron a aparecer muestras de apoyo a la ini-
ciativa. Mujeres de otros pueblos de los alrededores felicitaron y agradecieron a las
mujeres joolas de Oussouye la iniciativa emprendida, pues una de las consecuen-
cias era que ahora ellas podían comprar pescado fresco en sus pueblos y antes los
pescadores lo llevaban todo a vender a Oussouye porque podían venderlo más
caro.
A partir de ese día, y durante los meses siguientes, la mayoría de las personas
que vendían en el mercado de Oussouye aceptaron hacerlo de acuerdo con los
precios establecidos. Sin embargo, a principios de enero, empezaron a manifes-
tarse pequeños conflictos y tensiones: i) algunas vendedoras no estaban de
acuerdo en bajar los precios, y crearon un mercado, alternativo al del municipio
de Oussouye14, en el pueblo de Calobone, ii) conflictos de intereses, que obliga-
ban las personas «extranjeras», o bien a acatar los precios deseados por las joolas,
o bien a ir a vender a otro lugar que no fuera el mercado de Oussouye, iii) las mu-
jeres de otros barrios que no son de Oussouye Joola empezaron a estar menos pre-
sentes, a retirarse del movimiento-iniciativa: «dicen que no es su problema (…) que
no es su pueblo (…) que no nacieron aquí y que no están interesadas en el Kajakul,
c’est cher!(…)».

12 Mujeres madres. La mayoría de «fetiches» de las mujeres, exclusivos a las mujeres, pueden ser fre-
cuentados sólo si eres o has sido madre.
13 Aquí «jóvenes» se entiende por oposición a las ancianas, no se refiere a las adolescentes, sino a las mu-
jeres madres todavía con fuerzas, no viejas (entrevista a la titular del altar Ajamoo, 7-3-08).
14 Recordamos que administrativamente el municipio de Oussouye está formado por los pueblos de
Oussouye y Calobone, por lo tanto, el mercado de Oussouye es el mercado del municipio. Es un mercado con
una infraestructura apta, organizado en tiendas y puestos de venta fijos (aunque también algunos puestos en
el suelo, relativamente habituales), y rehabilitado recientemente. El mercado alternativo de Calobone creado
a partir de los conflictos es un pequeño mercado con nula infraestructura, basado en pequeños puestos en el
suelo.

97
CLARA BASTARDES TORT

El conflicto se acentuó en febrero cuando un hombre denunció a una mujer


por arrebatarle el pescado que él no quería ni pesar ni vender al precio estipulado y
todas se consideraron denunciadas. El Prefecto para evitar que el conflicto llegara a
los tribunales compensó al hombre con 10.000 francos, hecho que fue percibido
por las mujeres como una gran injusticia. Enfadadas, se dirigieron a la Gendarme-
ría y más tarde a la Prefectura. El hombre en cuestión, era de Etama, uno de los ba-
rrios de Oussouye joola. Este no las había respetado y según el alcalde de Oussouye,
el hecho era más grave dado que el hombre era joola, y no «extranjero», motivo por
el cual las mujeres se sintieron con la legitimidad de arrebatarle el pescado. Varios
hombres joolas confirmaron la opinión del alcalde y menospreciaron la actuación
del hombre en cuestión por haber desafiado a las mujeres en público.
En una esperada reunión con el alcalde de Oussouye asistieron unas cien
mujeres. Según el alcalde las mujeres no entendieron la posición y actuación del
Prefecto, pues el primero, como joola de la localidad, comprendía a las mujeres y
entendía la gravedad de que un hombre joola las hubiera denunciado. Además, en
los pueblos de los alrededores los precios estaban acordados y eran fijos. El alcalde
explicó la posición del Prefecto, explicó a las mujeres que el mercado en Senegal
está liberalizado, por lo tanto, cada uno puede vender al precio que quiera, les pi-
dió paz y no violencia. Les dijo que él no estaba en contra de su decisión, que era
legítima como pueblo y desde la concepción de la organización social local joola,
pero que era ilegal desde la perspectiva del Estado, administrativamente hablando.
Las entendió, las respetó, y no les pidió acabar con las acciones e incluso cuando
acabó de hablar, el alcalde se sentó y se dispuso a escucharlas. Las mujeres, una a
una, se fueron levantando y explicando al alcalde lo que pensaban, lo que vivían,
las acciones emprendidas, el porqué de ellas, quién las respetaba y quién no, e iban
trasmitiendo sus quejas.
Durante los meses de febrero y marzo la situación fue complicándose. Para la
mayoría de las mujeres joolas, protagonistas del «Kajakul, c’est cher!», el problema,
en esos momentos, eran las bana-bana15 (en su mayoría mujeres peulh del barrio
de Sara Demba y Escale, pero también algunas joolas vendedoras de pescado) que
eran conscientes de que podían vender al precio que deseaban. Aún así, muchas
vendedoras, la mayoría de pescado de gran tamaño, se trasladaron al puente de
Niambalang a vender, a unos 11 km de Oussouye. Para las joolas no era problema,
puesto que ellas no podían comprar pescado de gran tamaño y se conformaban en
poder comprar el pescado pequeño a precio accesible para ellas. El otro problema
al que debían hacer frente era la oposición de otras personas, en su mayoría joolas
de otros pueblos vecinos, que venían al mercado de Oussouye a vender los pro-
ductos a un precio más elevado de lo que venderían en sus propios pueblos.
La situación actual16 es que las mujeres organizadas en torno al «kajakul, c’est
cher!» han abandonado la vigilancia y guardia en el mercado, están cansadas y la

15 Como se nombra localmente a las mujeres comerciantes que compran a productores y pescadores, y,
luego venden las mercancías en los mercados, en sus casas o en lugares concretos conocidos por la población
(por ejemplo: el puente de Niambalang, entre los departamentos de Oussouye y Zinguinchor).
16 Abril 2008.

98
«KAJAKUL, C’EST CHER!!», ORGANIZACIÓN Y LUCHA DE LAS MUJERES JOOLAS PARA CONTROLAR…

intensidad de las acciones de control no puede mantenerse permanentemente. Se-


gún ellas mismas, ahora cada uno vende al precio que quiere, hay personas que si-
guen respetando los precios (sobretodo respecto al pescado pequeño) pero hay
otras que no. Una de las informantes clave comentó que no se habían podido
mantener los precios bajos a causa de la subida del precio del arroz17. Algunas mu-
jeres todavía hacen alusión a la «pendiente» reunión con el Prefecto y los servicios
de pesca y agricultura del Estado. Según el alcalde, las mujeres no entendieron
bien al Prefecto, ya que éste no puede fijar precios porque no es su competencia.
Seguramente este, creemos que en un intento de calmarlas, sugirió un encuentro
con dichos servicios, como una propuesta de búsqueda de solución, pero real-
mente no se ha actuado en esa línea.

4. REFLEXIONES PROVISIONALES
El caso del «kajakul, c’est cher», de las mujeres joolas de Oussouye, nos
lleva a algunas de las siguientes reflexiones que apuntaré brevemente en torno
a cuestiones principales como son la división genérica de la sociedad (ésta ha
sido una lucha sólo de mujeres) y la importancia y estructuración de la orga-
nización autóctona femenina joola (iniciativa a partir de una responsable de un
altar femenino).

4.1. Mundos diferenciados. La diferenciación/división genérica en la


sociedad joola de Oussouye
Como hemos visto la familia, o unidad doméstica de consumo y producción,
como estructura básica tiene una gran importancia entre los joolas de Oussouye.
El marco de referencia básico, estructura la reproducción biológica y social, y or-
dena la división genérica del trabajo. Esta división se hace palpable también en
fiestas y ceremonias. El género puede implicar tareas distintas o iguales pero en es-
pacios diferenciados. La diferenciación y división no se da únicamente en la fa-
milia, sino que por extensión se da en el barrio y en el pueblo y en definitiva en
el conjunto de la sociedad joola. En general, los/las investigadores hablan de un
sistema de géneros bastante simétrico basándose en las características de la divi-
sión genérica del trabajo y la estructura de la vida ritual y religiosa, sobre todo en
relación a la existencia y funcionamiento de los altares-ministerios femeninos, lla-
mados comúnmente «los poderes femeninos». Desde el inicio del Kajakul, c’est
cher! se ha hablado en femeninoy en ningún momento los hombres han estado
presentes, consultados o incluidos, en lo que numerosos informantes, hombres y
mujeres, han llamado «un asunto de mujeres».

17 El precio del arroz ha aumentado un 45% en Senegal, desde enero a mayo del 2008. «Flambée sur les
prix du riz», Jeune Afrique nº2471, 18-24 de mayo 2008.

99
CLARA BASTARDES TORT

4.2. Formas de organización autóctonas femeninas para fines económicos,


sociales y religiosos. ¿Y políticos…?
La comunidad joola de Oussouye está formada por una red de asociaciones
que abarcan el conjunto de actividades tanto económicas como espirituales go-
zando el caso de Oussouye de una diversidad remarcable de asociaciones. Las or-
ganizaciones-agrupaciones de mujeres joolas pueden ser consideradas como:
• Fuerza de trabajo y medio de inserción de la mujer a la sociedad del pue-
blo: las asociaciones de mujeres joolas representan una fuerza de trabajo in-
cuestionable y gran parte de los trabajos en los arrozales se efectúa en grupo
por géneros. Esta utilización de la mujer sólo puede darse, ya que las muje-
res entienden que trabajan para ellas mismas, y que al ser trabajos que re-
quieren de mucho esfuerzo, resulta más gratificante y motivador realizarlos
en grupo. Además, un beneficio añadido al espíritu de auto-ayuda, y fuente
de motivación suplementario puede ser colaborar por un bien colectivo, ya
que se favorece la Caja común de la asociación o generación. Este dinero,
que proviene de las actividades de trabajo, es una fuente de autonomía, que
permite la posibilidad de organizar ceremonias o actividades lúdicas, orgu-
llo y autonomía a partir de ser una fuerza de trabajo incuestionable. Este es-
píritu de autonomía, en el marco de la economía, contribuye a dar ampli-
tud a las asociaciones de mujeres (Reveyrand, 1986-87).

• Estructuras propias con capacidades de movilización. Los altares femeninos


de la religión tradicional son espacios de toma decisiones políticas, de reu-
nión, de convocatoria y con capacidad organizativa. Es también una asun-
ción de decisiones en colectividad «no es una mujer, somos todas las mujeres
de Oussouye», y asunción de las consecuencias18. Como analiza Reveyrand,
ante las estructuras patrilineales y patrilocales, las asociaciones femeninas
representan formas de contraposición a los poderes masculinos: las aso-
ciaciones femeninas joolas como estructuras de acogida, integración y au-
todefensa (Reveyrand, 1986-87). Capaces de afrontar situaciones inespera-
das, las mujeres innovan mezclando comportamientos-estructuras
«tradicionales» a los eventos imprevistos. Nos preguntamos si no podríamos
afirmar que es una tendencia-estrategia constante de las joolas, dado que
numerosos episodios en la historia reciente han ido por esta línea. Además
de mujeres responsables de altares femeninos-sacerdotisas, como Alin Sitoë
Diatta, Ayimpen o Sibeth entre otras, que encabezaron buena parte de la
resistencia joola contra la colonización, tenemos varios ejemplos de formas
de resistencia femeninas joolas: 1) las mujeres resistieron a las requisiciones
18 En una reunión de noche: una de las madres jóvenes pide silencio para escuchar a la titular-jefa del
fetiche de mujeres Ajamoo, la anciana responsable del fetiche quiere hablar, es quien las convocó a la primera
reunión en noviembre : «mujeres, todo lo que vosotras decís y hacéis son mis palabras, las digo yo, si deben encerrar
a alguien es a mí,(…)», cuando acaba de hablar se oye la voz (ya no nos vemos las caras) de otra mujer «No, si
deben encerrar a alguien será a todas nosotras».

100
«KAJAKUL, C’EST CHER!!», ORGANIZACIÓN Y LUCHA DE LAS MUJERES JOOLAS PARA CONTROLAR…

de arroz por parte del ejército francés, especialmente duras en el periodo de


entre guerras (ver «Emitai» de Sembene). 2) la manifestación, en 1980, de
mujeres joolas en Zinguinchor, para apoyar a sus hijos estudiantes del Lycée
Djinabo frente al director y a la policía19. Todos estos casos históricos nos es-
tarían mostrando cómo las mujeres joolas utilizan los altares de la religión
tradicional, que les son propios, para conseguir sus fines e intervenir en la
vida política local (Journet, 1981). En el caso del «Kajakul, c’est cher!» las
mujeres consideraban que las autoridades, sobretodo el Prefecto y la gen-
darmería, debían apoyarlas y firmar la lista de precios para hacerla oficial.

• Los altares femeninos como integradores regionales: doblemente extranjeras y


sentimientos más amplios regionales. La consigna del alcalde: «dejar que las
mujeres arreglen, encuentren una solución a sus problemas, en sus lugares ha-
bituales de encuentro» se refería a los diferentes altares regionales que agrupan
a todas las mujeres del Húluf y/o del Bubajum áai. Según él mismo, las ten-
siones vinieron porque las mujeres de Oussouye Joola quisieron imponer los
precios a las otras. En noviembre, quien convoca a las mujeres de Oussouye es
una jefa de fetiche-altar pero no las convoca en el fetiche-altar. Dos informan-
tes claves dicen que hace un año hablaron del tema de los precios en el altar
Ajamoo, reunidas todas las mujeres del reino de Oussouye. Dicen que el feti-
che se enfadó porque no se pusieron de acuerdo y por esto tuvieron que hacer
las libaciones correspondientes para que el fetiche las perdonara y ahora ya no
se puede hablar de ello. Entonces, después de este episodio, la responsable del
altar convocó sólo a las mujeres de Oussouye20.

Dos cuestiones centrales se ponen en entredicho: 1) Por un lado, las mujeres de


Oussouye Joola han actuado en clave de pueblo (según la organización autóctona jo-
ola), y no han actuado, ni en clave de municipio administrativamente hablando, ni
en clave regional, lo que confirma la autonomía e independencia del pueblo. 2) Por
otro, al ser doblemente «extranjeras», debido a la patrilinealidad y patrilocalidad, tie-
nen un sentimiento regional más amplio. Muchas de las que hoy viven en Oussouye,
son nacidas en otros pueblos, y conservan vínculos familiares, obligaciones y dere-
chos en los pueblos de origen. Este sentimiento más amplio, en este caso, permite la
resolución de los pequeños conflictos en los espacios especiales para ello.

19 Las mujeres agrupadas entorno el altar Usana (que agrupa a mujeres joolas, federación de diversos sub-
grupos joolas) decidieron intervenir manifestándose y enviando delegaciones al gobernador (Tomàs, 2005).
Quince días más tarde de los eventos en Zinguinchor en Oussouye centenares de mujeres se dirigieron al bos-
que, silenciosas. Los soldados armados montaban guardia en diferentes puntos del pueblo. Las mujeres del Hú-
luf se reunieron en el bosque sagrado, en el altar Ehunia, para conocer los augurios, y aliarse con las fuerzas sa-
gradas para poder emprender las acciones. (Reveyrand, 1986-87).
20 En palabras de la titular de Ajamoo: «(…) yo reuní primero a las mujeres de Oussouye para ver si estaban
de acuerdo en hacer alguna cosa, después hablamos con algunas mujeres de los pueblos vecinos(…)», «(…) el pro-
blema es que las mujeres de los otros pueblos vienen a vender a Oussouye sus productos más caros, cuando en sus pue-
blos tienen acuerdos de precios reducidos(…)»,»(…)Las mujeres joolas de los otros pueblos del Bubajum áai dicen
que las de Oussouye son perezosas y que no producen nada. Entonces yo les digo que sí es así, las dejen morir de ham-
bre y que ellas, las de los otros pueblos, no vengan a vender aquí, a Oussouye (…)».

101
CLARA BASTARDES TORT

• ¿Una visión determinada del mundo, y de leer las relaciones? ¿las mujeres
joolas han actuado únicamente como consumidoras en el «kajakul, c’est
cher»? Difícilmente las mujeres joolas de Oussouye son las compradoras
potenciales de los productos que vienen a vender las gentes de los otros
pueblos. Exceptuando el pescado, y que debido a ello, éste ha sido el pro-
ducto estrella de las reivindicaciones del kajakul, c’est cher!, las mujeres joo-
las de Oussouye, en su mayoría, realiza pequeñas compras cotidianas. Estas
carecen de frigorífico, poseen poco valor económico, ya que se autoabaste-
cen de arroz propio, hortalizas, leña y frutos, sin necesidad de comprarlos.
Se podría derivar de ahí, la reflexión que han realizado alguno de nuestros
informantes clave, de que las mujeres han gastado mucha energía en una lu-
cha que les toca relativamente; que han luchado para el beneficio de otras
personas, como de las funcionarias por ejemplo y que por lo tanto, ha ha-
bido un error en su análisis. En estos momentos, no podemos evaluar el va-
lor monetario de todo lo que consumen, pero creemos que aunque sea pe-
queño21, es significativo para sus economías. Cabría preguntarse si además
no hay otros factores que las han inducido a gastar energías y tiempo en el
«Kajakul, c’est cher!», y que quizás su lógica de actuación no es únicamente
económica, en términos de coste-beneficio desde una perspectiva materia-
lista. Hay que tener en cuenta otros factores como la creencia-conciencia de
que el coste de la vida aumenta, y de que hay que controlar los precios, al
menos aquellos sobre los que ellas pueden incidir, como son los de los pro-
ductos locales.

El caso del «Kajakul, c’est cher» es un avance o una buena práctica que mues-
tra autonomía, flexibilidad, capacidad de adaptación y reivindicación de las mu-
jeres joolas de Oussouye. Se trata de un ejemplo de cómo las mujeres joolas ha-
cen frente a situaciones adversas en el ámbito de la economía, agregándose,
juntándose, aliándose con las fuerzas-potencias sagradas, a partir de formas de or-
ganización autóctonas femeninas. Esto apunta un camino, otro camino de tantos,
hacia la lucha de los derechos económicos de las mujeres.

BIBLIOGRAFÍA
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JOURNET, Odile (1981a). «Les femmes Diolas face au développement des
cultures commerciales», pp. 117-138 in Andrée Michel, Hélène Agbessi Dos San-
tos, Agnès

21 Tenemos el ejemplo significativo del pescado. Si el kilo cuesta 500 francos no pueden comprar nada
más para hacer la salsa. Si cuesta 300, les quedan 200 francos para los condimentos.

102
«KAJAKUL, C’EST CHER!!», ORGANIZACIÓN Y LUCHA DE LAS MUJERES JOOLAS PARA CONTROLAR…

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103
ANÁLISIS Y BUENAS PRÁCTICAS EN EL
MARCO DE LOS DERECHOS
ECONÓMICOS DE LAS MUJERES. «EL
CRÉDITO»: UN DERECHO DE LAS
MUJERES EN EL ECUADOR
Johanna Izurieta Montesdeoca
Directora del Programa «Crédito Derecho de las Mujeres
Ecuatorianas». Especialista en Género y Desarrollo estudiante
de La Maestría «Gestión para las transformaciones sociales en
la Globalización» de la UAM y miembro de la Fundación
YERBABUENA (Guayaquil-Ecuador).
y Laura Luisa Cordero Ramos
Investigadora social y Profesora de Sociología y de diseño de
Proyectos en Universidad Casa Grande (Ecuador).

1. INTRODUCCIÓN Y ANTECEDENTES
La reivindicación de las mujeres ecuatorianas, del crédito como un derecho, se
gesta a partir del fracaso del Programa Crédito Productivo Solidario (PCPS), creado
en marzo del 2001. El objetivo principal de dicho programa era «contribuir a me-
jorar los niveles de vida e ingreso de la población bajo la línea de pobreza, por me-
dio del acceso a crédito, capacitación y asistencia integral especializada», dirigido a
los y las beneficiarias del Bono Solidario, conformado en un 80% por madres jefas
de hogar, y el 20% restante por ancianos/as y personas con discapacidad, consti-
tuido también por mujeres. Sin embargo, su diseño y metodología no consideró cri-
terios específicos de género para garantizar el acceso a estas mujeres.
Lo que podría haber constituido una oportunidad para la aplicación de criterios de
acción positiva a favor de este inmenso grupo de mujeres ubicadas por debajo de la línea
de pobreza, constituyó una oferta con tintes demagógicos, que explicita políticas y prácti-
cas discriminatorias. Configurando en su lugar, la violación del derecho a acceder a recur-
sos productivos -por tanto a crédito-, e incentiva la auto-generación de trabajo para las mu-
jeres, sin garantías, sin protecciones laborales y de seguridad social; derechos que están
garantizados por la Constitución, las leyes y la normativa internacional vigente en el país.
Violando además el principio de igualdad y no discriminación contra las mujeres1.

1 FUNDACIÓN YERBABUENA, Caso 1: violación del derecho al acceso a recursos productivos, caso
colectivo de mujeres beneficiarias del programa crédito productivo solidario periodo 2001 a 2003. Tribunal
por los derechos económicos, Sociales y culturales de las mujeres Ecuador, abril, 2005.

105
JOHANNA IZURIETA MONTESDEOCA, LAURA LUISA CORDERO RAMOS

La oferta del PCPS provocó que en diferentes provincias del Ecuador (espe-
cialmente en El Oro) se desarrollara una gran movilidad social; las mujeres se or-
ganizaron en Cajas de ahorro y crédito o bancos comunales dentro de sus orga-
nizaciones barriales, comités de desarrollo comunal u organizaciones de mujeres,
para cumplir con los requisitos del programa. Sin embargo, las instituciones fi-
nancieras (intermediarias de crédito) no deseaban formar parte de éste, ya sea
porque el Estado no les daba beneficios que ellas aspiraban (altas tasas de interés)
o porque consideraban que la población objetivo (mujeres de escasos recursos)
eran un público demasiado riesgoso y no tenían garantías. Como ejemplo, en la
Provincia de El Oro sólo COEBAN recibió financiamiento de $10.000 corres-
pondiente a 50 créditos.
En síntesis, en el 2001 el presupuesto anual del programa era de US$
10.000,000, en el año 2002 disminuyó a US$ 8.000,000; y, en el 2003, bajó a US$
3’478.000; básicamente porque no se generaron los mecanismos que permitieron a
las mujeres, a quienes estaba destinado el programa, a acceder a dichos recursos.
El presente caso se sitúa en la costa ecuatoriana, en las provincias de El Oro
y Guayas. No pretendemos hacer un análisis exhaustivo de la realidad, sino pre-
sentar la articulación de diferentes organizaciones y prácticas institucionales que
se encuentran y retroalimentan en esta ruta común. A partir del año 2002 la Fun-
dación Yerbabuena, Fundación CEPAM - Guayaquil (Centro Ecuatoriano de Ac-
ción y Promoción de la Mujer) , la Cooperativa de Ahorro y Crédito De todas
(con metodología Grameen2) y el Movimiento de Mujeres de El Oro empiezan a
converger en acciones comunes hasta conformarse en un consorcio de hecho en
el 2007, dentro del Proyecto «El crédito, un derecho de las mujeres ecuatorianas en
la zona costera del Ecuador».
Las sinergias de estas instituciones, la suma de esfuerzos, visiones, y experti-
cias ha permitido desarrollar una propuesta alternativa de finanzas solidarias con
un enfoque de género y derechos; la misma que respondiendo a una necesidad
práctica de las mujeres, fortalece procesos de empoderamiento a través del cono-
cimiento y exigibilidad de los DESCA (derechos económicos, sociales, culturales
y ambientales), propiciando la autonomía económica conjuntamente con la so-
beranía del cuerpo y la participación ciudadana, a través de la construcción de una
voz política de las mujeres del Ecuador.

2. CONDICIONES DE LA POBLACIÓN EN LAS CIUDADES


Y PROVINCIAS DONDE SE DESARROLLA EL CASO
Según datos del censo de 2001 realizado por el Instituto Nacional de Esta-
dísticas y Censos, INEC, la población de las provincias de El Oro y Guayas y de

2 La metodología que se sigue en la Cooperativa Detodas se basa en la utilizada por el Banco Grameen
fundado por Muhamad Yunus en Bangladesh (1976)y consiste fundamentalmente en dar pequeños créditos
–a mujeres de escasos recursos económicos y sin acceso al crédito formal– a través de la formación de grupos
solidarios, sin exigir garantías físicas.

106
ANÁLISIS Y BUENAS PRÁCTICAS EN EL MARCO DE LOS DERECHOS ECONÓMICOS DE LAS MUJERES…

algunos de sus cantones donde se han desarrollado las experiencias que se están
sistematizando, era:
Provincia Cantón Población
El Oro 525.763
Machala 217.696
Arenillas 22.477
El Guabo 41.078
Huaquillas 40.285
Pasaje 62.959
Portovelo 11.024
Guayas 3.309.034
Guayaquil 2.039.789
Playas 30.045
Santa Elena3 111.671
Fuente: Censo de Población y Vivienda (INEC)
Año: 2001
Elaboración SIISE

De acuerdo a la misma fuente, el índice de feminidad, es decir la relación entre


el número de mujeres y de hombres que conforman una población4, era en 2001:
Mujeres por
Provincia Cantón Nº de mujeres Nº de hombres
cada 100 hombres
El Oro 97,1 259.047 266.716
Machala 99,7 108.685 109.011
Arenillas 90,1 10.653 11.824
El Guabo 87,5 19.175 21.903
Huaquillas 99,2 20.057 20.228
Pasaje 97,9 31.152 31.087
Portovelo 97,8 5.450 5.574
Guayas 100,7 1.660.630 1.648.398
Guayaquil 104,1 1.040.598 999.191
Playas 98,4 14.903 15.142
Santa Elena 94,7 54.328 57.343
Fuente: Censo de Población y Vivienda (INEC)
Año: 2001
Elaboración SIISE

3 En 2001 el cantón Santa Elena era parte de la provincia de Guayas, hoy es uno de los tres cantones de
la provincia de Santa Elena.
4 Esta relación es el resultado de la dinámica demográfica de una población. En la mayoría de países na-
cen más varones que mujeres, después del nacimiento el índice de feminidad varía debido a patrones distin-
tos de mortalidad y de migración de los sexos. SIISE versión 4.5, SIMUJERES.

107
JOHANNA IZURIETA MONTESDEOCA, LAURA LUISA CORDERO RAMOS

2.1. Violencia intrafamiliar contra las mujeres


El proyecto «El crédito, un derecho de las mujeres ecuatorianas de la zona cos-
tera del Ecuador» incluye entre los servicios no financieros la atención a las situa-
ciones de violencia intrafamiliar contra las mujeres. En las dos provincias donde
se desarrolla el proyecto, la violencia intrafamiliar contra las mujeres de 15 a 49
años de edad en el año 20045 era de 17,6% en la provincia de El Oro y de 20,9%
en la provincia de Guayas. Es un indicador que mide la violencia de la familia y
de la pareja contra las mujeres en edad fértil.

2.2. Tasa global de participación laboral


El Sistema Integrado de Indicadores Sociales del Ecuador (SIISE) versión
4.5, SIMUJERES define tasa global de participación laboral al número de perso-
nas de 12 años y más económicamente activas (PEA) expresada en porcentaje de
la población en edad de laborar (PET) en un determinado año. En el año 2001,
esa tasa en las provincias de El Oro y Guayas y en algunos cantones de cada una
de ellas era:
Porcentaje PEA PET
Provincia Cantón
(n/N)*100 n N
El Oro 49,9 194.373 389.469
Machala 50,5 82.115 162.677
Arenillas 50,7 8.452 16.669
El Guabo 52,9 15.776 29.844
Huaquillas 50,3 14.651 29.105
Pasaje 49,9 23.439 47.016
Portovelo 47,6 3.900 8.192
Guayas 48,8 1.217.139 2.493.209
Guayaquil 49,9 778.940 1.559.514
Playas 45,5 10.140 22.289
Santa Elena 43,6 35.584 81.623
Fuente: Censo de Población y Vivienda (INEC)
Año: 2001
Elaboración SIISE

Según el análisis del mercado laboral ecuatoriano6, en las encuestas de empleo,


desempleo y subempleo (ENEMDU) realizadas en el último trimestre de 2007 en

5 Fuente CEPAR - ENDEMAIN. SIISE Versión 4.5, SIMUJERES.


6 «Panorámica del mercado laboral de las ciudades Quito, Guayaquil, Cuenca, Machala y Ambato du-
rante octubre, noviembre y diciembre de 2007», en Informe del mercado laboral ecuatoriano 2007, INEC.

108
ANÁLISIS Y BUENAS PRÁCTICAS EN EL MARCO DE LOS DERECHOS ECONÓMICOS DE LAS MUJERES…

Quito, Guayaquil, Cuenca, Machala y Ambato, la tasa de participación global (TPG)


que es la relación entre la PEA y la PET muestra que la participación de la población
en el mercado laboral entre octubre y noviembre bajó 0,5% y en diciembre 3,6% en
el conjunto de las cinco ciudades. No es la misma situación en Machala, pues pasa de
61,4% en octubre a 62,4% en noviembre y a 60,3% en diciembre. En Guayaquil sube
de 63,5% en octubre a 63,6% en noviembre y baja en diciembre a 59,7%7.
En Machala la tasa de desempleo pasó de 6,7% en octubre a 5,5% en noviem-
bre y bajó a 3,5% en diciembre. En Guayaquil la tasa de desempleo pasó de 8,8% en
octubre a 7,0 en noviembre y se mantuvo igual en diciembre. Al desagregar los da-
tos por sexo, se puede observar que en los meses de la encuesta las mujeres están más
desempleadas que los hombres y la situación es peor en Guayaquil que en Machala.
Tasa de desempleo según sexo
Ciudad Octubre Noviembre Diciembre
Guayaquil Total 8,8% 7,0% 7,0%
Hombres 7,2% 5,4% 6,4%
Mujeres 10,7% 9,1% 8,0%
Machala Total 6,7% 5,4% 3,5%
Hombres 5,5% 4,6% 2,8%
Mujeres 8,2% 6,6% 4,5%
Fuente: ENEMDU Rondas XVI, XVII, XVIII. 2007
Elaboración: AES - INEC

En el cuadro que muestra la tasa de subempleo8 global en Guayaquil y Ma-


chala en los meses de octubre, noviembre y diciembre 2007 es notoria la subida
de la tasa de subempleo en Machala del mes de noviembre a diciembre:
Tasa de subempleo global
Ciudad Octubre Noviembre Diciembre
Guayaquil 52,6% 52,2% 52,5%
Machala 56,1% 56,5% 59,8%
Fuente: ENEMDU Rondas XVI, XVII, XVIII. 2007
Elaboración: AES - INEC

7 Este mismo documento señala que la tasa de desempleo (TD) indica en porcentaje cuántas personas
están desempleadas respecto al total de la PEA. Esta tasa incluye tanto el desempleo abierto (es decir aquellas
personas de 10 años y más que en la semana de la encuesta no estaban ocupadas y que habían intentado con-
seguirlo o establecer un negocio en las cuatro semanas anteriores) como el desempleo oculto (de las personas
no ocupadas, que estaban disponibles para trabajar y que no habían buscado trabajo en las cuatro semanas an-
teriores).
8 El documento de análisis del mercado laboral ecuatoriano estudia también la tasa de subempleo glo-
bal (TSG), que mide el porcentaje de población que estuvo subempleado de manera visible o en otras formas
de subempleo. Subempleo visible es la situación de las personas ocupadas que desean trabajar más horas, te-
ner otro u otros empleos además del que ya tienen para aumentar sus horas de trabajo o reemplazar uno de
sus empleos por otro con más horas de trabajo. Otras formas de subempleo se refieren a las personas que tra-
bajan y ganan el salario unificado o superior y están disponibles para trabajar o personas que trabajan y tienen
ingresos inferiores al salario unificado y no están disponibles para trabajar.

109
JOHANNA IZURIETA MONTESDEOCA, LAURA LUISA CORDERO RAMOS

Acerca del sector informal, el documento lo define como aquel conformado


por unidades de producción no constituidas como sociedades sino como empre-
sas de hogares. La informalidad es aquella en la que las personas tienen o traba-
jan en establecimientos que no llevan registros contables, no tienen RUC y donde
trabajan menos de 10 personas. Es un sector que ha crecido en la última década
en todas las actividades productivas y de servicios.
En el último trimestre de 2007 la tasa de informalidad bajó en Machala de
octubre (53,5%) a noviembre (51,8%), siendo el descenso más pronunciado en
diciembre (46,3%). En Guayaquil hubo una subida de octubre (46,1%) a no-
viembre (48,5%), pero el nivel de informalidad bajó a 41,8% en diciembre.

2.3. Desigualdad de género en el ingreso laboral


Según el SIMUJERES, este indicador se expresa como la relación entre el
promedio de ingreso laboral mensual de las mujeres y el correspondiente a los
hombres multiplicado por 100; se refiere a los ingresos percibidos por trabajado-
res/as sea en trabajo en relación de dependencia o por cuenta propia. Este indica-
dor se refiere a toda la PEA urbana y es medida en porcentaje. Trata de reflejar la
discriminación en contra de las mujeres en el mercado laboral midiendo sus opor-
tunidades de obtener una adecuada remuneración laboral en relación con los
hombres.
Aunque el indicador es nacional y se refiere a los años 1988 a 2005, el cua-
dro siguiente comprende solamente la serie 2000-2005, años en los que se ha de-
sarrollado la experiencia en las provincias de El Oro y Guayas:
Grado de utilización
2000 2001 2002 2003 2004 2005
de la fuerza laboral
Ocupación plena 61,6 63,5 62,4 74,0 71,4 74,4
Subempleo invisible 81,6 89,4 56,6 89,8 104,8 109,7
Subempleo visible 62,7 75,5 62,4 75,9 75,3 83,7
Subempleo productivo 70,1 65,4 72,9 70,3 66,8 71,1
Todas 68,1 66,1 64,7 73,7 72,2 75,1
Fuente: INEC, Encuestas urbanas de empleo, subempleo y desempleo (EUED)
Elaboración SIMUJERES - SIISE

La ficha metodológica en el SIMUJERES explica que en este indicador el in-


greso laboral de los hombres es igual a 100. Cuanto menor es la cifra, mayor es la
desigualdad y cuanto más se aproxima a 100 la desigualdad es menor. Una cifra
superior a 100 indica que el ingreso promedio de las mujeres es superior al de los
hombres.

110
ANÁLISIS Y BUENAS PRÁCTICAS EN EL MARCO DE LOS DERECHOS ECONÓMICOS DE LAS MUJERES…

2.4. Población e ingresos en la provincia de El Oro


Datos del INEC9 señalan la diferencia entre los ingresos entre hombres y
mujeres en la ciudad de Machala, expresada en el cuadro siguiente de población
ocupada según tramos de ingresos y sexo:
Tramos de
Total
ingreso Porcentaje Hombres Porcentaje Mujeres Porcentaje
Machala
por sexo
0 a 49 12.061 13,58 6.094 10,97 5.967 17,92
50 a 100 11.798 13,28 6.227 11,21 5.571 16,73
100 a 199 31.915 35,92 20.856 37,55 11.059 33,22
200 a 299 12.819 14,43 9.055 16,30 3.764 11,31
300 a 399 6.535 7,36 4.000 7,20 2.535 7,61
400 a 499 1.478 1,66 1.346 2,42 132 0,40
600 a 799 4.046 4,55 3.118 5,61 928 2,79
800 a 899 727 0,82 497 0,89 230 0,69
1.000 a 1.999 1.175 1,32 1.060 1,91 115 0,35
2.000 y más 1.179 1,33 949 1,71 230 0,69
No declarado 5.105 5,75 2.344 4,22 2.761 8,29
Total 88.838 100,00 55.546 100,00 33.292 100,00

Los datos del cuadro permiten establecer que del total de la población econó-
micamente activa (PEA) de la ciudad de Machala, un 77,21% obtiene ingresos
mensuales de hasta 299 dólares y el restante 22,69% de más de 300 dólares. La dis-
tribución por sexo de estos rubros de ingreso mensual indica que existe asimetría,
los hombres resultan beneficiados y las mujeres perjudicadas. Mientras que en el ru-
bro de quienes obtienen ingresos de hasta 299 dólares se ubica el 76,03% de los
hombres, un 79,18% del total de mujeres se encuentra en esa misma ubicación. La
desigualdad se evidencia mucho mayor cuando se comparan los tramos de quienes
obtienen más de 1.000 dólares, ya que el 10,12% de los hombres alcanza ese nivel
de ingresos, en cambio, tan solo el 4,52% de las mujeres accede a ese nivel.

3. EL CONTEXTO EN EL QUE SE DESARROLLA EL CASO


La situación del Ecuador durante los últimos años del siglo XX atravesó una
crisis económica, política y social que se prolongó hasta los primeros años del
XXI. Los datos10 muestran que el producto interno bruto, PIB, disminuyó de

9 Citado por Paola Floril, La economía solidaria, una alternativa de acceso a los recursos financieros a
través de las Cajas de Ahorro y Crédito, 2005.
10 Plan Migración, Comunicación y Desarrollo. 2003.

111
JOHANNA IZURIETA MONTESDEOCA, LAURA LUISA CORDERO RAMOS

19.710 millones de dólares en 1998 a 13.769 millones en 1999, al igual que el


PIB por habitante que pasó de 1.609 dólares a 1.109 en los mismos años, lo que
significó el más rápido empobrecimiento en la historia de América Latina, pues
los pobres pasaron de ser el 34% de la población del Ecuador en 1995 a ser el
71% en 2000 y la pobreza extrema pasó de 12% a 31% en el mismo período.
El empobrecimiento, sin embargo, no fue para todos los sectores sociales,
pues al mismo tiempo hubo mayor concentración de la riqueza.
En 1990 el 20% más pobre de la población recibía 4,6% de los ingresos
mientras que el 20% más rico recibía 52%. En cambio en 2000 el 20% más po-
bre percibía 2,5% y el 20% más rico el 61%. Son datos que muestran feha-
cientemente la desigualdad en la distribución de la riqueza y de los ingresos.
Como consecuencia de la crisis hubo mayor desempleo y subempleo, dismi-
nuyeron los ingresos, se redujeron las inversiones en salud, educación y desarro-
llo comunitario; aumentó la inseguridad ciudadana, se produjo un fenómeno ma-
sivo de emigración y, en general disminuyó la calidad de vida de la mayoría de la
población.

3.1. Antecedentes del microcrédito en la región litoral del Ecuador11


En el contexto en que se han desarrollado el caso objeto de este análisis, se en-
cuentra el estado del microcrédito con enfoque de género, reciente y minoritaria
en Guayaquil y en la costa, a pesar de que la mitad de la población del país habita
en esta región 25% de las cooperativas existentes en el país están en el litoral y ma-
nejan sólo el 11,5% de la cartera de crédito, según datos de la Dirección Nacional
de Cooperativas12; mientras que las instituciones de crédito y las de cooperación
internacional están concentradas en Quito y las ciudades más grandes de la sierra
que tiene el 45% de habitantes del país: 69% de las cooperativas y 85% de la car-
tera de crédito.

3.2. Antecedentes de la atención y prevención de la violencia de género


e intrafamiliar13
En el marco de instrumentos internacionales como CEDAW14, La Conven-
ción de Belem do Pará15 y la Declaración de Naciones Unidas en Beijing16; en

11 Proyecto «El crédito, un derecho de las mujeres ecuatorianas en la zona costera de Ecuador» América
del Sur - Ecuador - Provincia de Guayas y El Oro, ejecución 2007-2008.
12 DINACOOP. Censo Nacional de Cooperativas de Ahorro y Crédito, Año 2002.
13 Laura Luisa, Cordero, Atención y prevención de la violencia a la mujer e intrafamiliar, un modelo de
intervención en la comunidad. CEPAM Guayaquil – CONAMU, 2006.
14 Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer.
15 Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer, adop-
tada por la Asamblea general de la Organización de Estados Americanos, OEA en junio de 1994.
16 Septiembre de 1995.

112
ANÁLISIS Y BUENAS PRÁCTICAS EN EL MARCO DE LOS DERECHOS ECONÓMICOS DE LAS MUJERES…

1995 se promulga en Ecuador la Ley contra la Violencia a la Mujer y la Familia,


Nº 103, que protege de la violencia a la mujer y a los miembros de su familia; es-
tablece acciones de prevención; define los tipos de violencia y permite que las mu-
jeres, niñas, niños y adolescentes dispongan de un instrumento legal para acceder
a la administración de justicia en búsqueda de su derecho a una vida libre de vio-
lencia. El Reglamento General para la aplicación de la Ley 103 entró en vigencia
en 2004.
En 1998 se promulga la Ley 105 que establece enmiendas al Código Penal en
delitos de violencia sexual, mediante las cuales se sanciona el acoso sexual valién-
dose de una situación de superioridad; se incrementa las penas para los delitos de
violación y deroga las razones de honor como excusa de responsabilidad penal al
autor de lesiones u homicidio. Ese mismo año, el Ministerio de Salud Pública en
un acuerdo ministerial definió la violencia hacia la mujer e intrafamiliar como un
problema de salud pública que requiere la atención del Estado y que debe ser
atendido en todas las unidades de salud.
Este tema ha sido incluido en el derecho constitucional. En la Constitución
de 1998 se prohibió cualquier pena o procedimiento que implique violencia, es-
pecialmente contra niños, adolescentes, mujeres y personas de la tercera edad; se
declaró la igualdad sin discriminación por ningún concepto entre los que se in-
cluye el sexo y la orientación sexual; se estableció la atención prioritaria a las víc-
timas de violencia doméstica y se prohibió la publicidad que promueva la violen-
cia y el sexismo. Adicionalmente se instituyó la Defensoría del Pueblo y la
Defensoría Adjunta de la Mujer.
La Constitución de 2008, que será sometida a referéndum el 28 de septiem-
bre, prohíbe la emisión de publicidad que induzca a la violencia, la discrimina-
ción, el sexismo; establece la atención prioritaria a las víctimas de maltrato infan-
til y de violencia doméstica y sexual; dispone la protección y atención de niñas,
niños, adolescentes, mujeres y personas de tercera edad contra todo tipo de vio-
lencia, maltrato, explotación sexual o de cualquier otra índole, o negligencia que
provoque tales situaciones; instituye la protección ante la influencia de programas
difundidos por cualquier medio que promuevan la violencia, la discriminación ra-
cial o la discriminación de género. Entre los derechos de libertad considera el de
una vida libre de violencia en todos los espacios, tanto públicos como privados,
establece que el Estado debe adoptar las medidas para prevenir, eliminar y san-
cionar toda forma de violencia, esclavitud y explotación sexual. Prohíbe toda
forma de discriminación, acoso o acto de violencia que afecte a las mujeres en el
trabajo.
Determina también que sólo en el caso de violencia intrafamiliar, sexual y de
género una persona puede ser llamada a declarar en juicio penal contra su cón-
yuge, pareja o parientes. La constitución dispone que la ley establecerá procedi-
mientos especiales y expeditos para juzgar y sancionar los delitos de violencia in-
trafamiliar y sexual, para lo cual se nombrarán fiscales y defensoras/es
especializadas.

113
JOHANNA IZURIETA MONTESDEOCA, LAURA LUISA CORDERO RAMOS

4. LA PROPUESTA DE LAS CAJAS DE AHORRO Y CRÉDITO (CAC)


El problema17 que la creación de las Cajas de Ahorro y Crédito de El Oro
quiere enfrentar es el escaso acceso de las mujeres al crédito. En el país, el 81% de
microcréditos se entrega a hombres y 19% a mujeres, lo que se agrava por el he-
cho de que el promedio de montos de dichos microcréditos es de tres a uno, en
perjuicio de las mujeres. El acceso al crédito para las mujeres en la costa se difi-
culta por barreras de género, oferta concentrada en bancos privados, cooperativas
reguladas principalmente en la sierra, poca confianza de organismos financieros
privados o públicos en la eficiencia del sistema cooperativo regulado y no regu-
lado para la captación de ahorros y colocación de créditos, entre otros obstáculos.
Los objetivos para la creación de las Cajas de ahorro y crédito de El Oro son
buscar recursos financieros para las mujeres, principalmente para desarrollar acti-
vidades productivas o de comercio.
Las estrategias utilizadas tienen relación con el origen de las iniciativas sea in-
dividuales, impulsadas por organizaciones sociales o el Estado pero de manera ge-
neral son: difusión de la idea, convocatoria a las potenciales socias fundadoras, es-
tablecimiento de normas de funcionamiento, elección de directiva, ahorro inicial
y periódico, entrega de créditos y recuperación de los créditos.

4.1. El desarrollo de las Cajas de Ahorro y Crédito (CAC) en El Oro


Un estudio de las Cajas de Ahorro y Crédito de El Oro18 indica que entre
2000 y 2003 se formaron en la provincia de El Oro, impulsadas por la Dirección
Provincial de Bienestar Social, alrededor de cincuenta Asociaciones de Mujeres.
Muchas de las asociadas tenían actividades productivas y buscaron aprovechar los
programas gubernamentales de crédito mediante Cajas de Ahorro y Crédito.
Aunque muy pocas lograron créditos, algunas cajas se mantuvieron.
Dichas CAC y otras que se han seguido conformando tienen fortalezas y de-
bilidades19. Entre las primeras se puede mencionar: son espacios financieros al-
ternativos para las mujeres, su empoderamiento, la elevación de su autoestima, so-
lidaridad, ayuda mutua entre las socias y liderazgo en la comunidad. Entre las
debilidades de las CAC: el capital de ahorro es muy bajo y no han tenido acceso
a otras líneas de crédito; las socias tienen capacitación muy elemental en manejo
financiero; no cuentan con un marco legal que fortalezca su operación en el es-
pacio público; no tienen una estrategia comunicacional para visibilizarse; en al-
gunos casos han sido utilizadas en prácticas clientelares.

17 Situación de las mujeres alrededor del acceso a los recursos financieros y no financieros. Construyendo
una metodología en microfinanzas con enfoque de género y una voz política desde las mujeres. Presentación.
18 Paola Floril, La economía solidaria, una alternativa de acceso a los recursos financieros a través de las
Cajas de Ahorro y Crédito, 2005.
19 Situación de las mujeres alrededor del acceso… Presentación.

114
ANÁLISIS Y BUENAS PRÁCTICAS EN EL MARCO DE LOS DERECHOS ECONÓMICOS DE LAS MUJERES…

4.2. Resultados y expectativas de las CAC20


Los resultados y expectativas de las CAC están relacionadas tanto con los servi-
cios financieros: «las señoras están contentas porque damos préstamos con sus aho-
rros», «que se visibilice el trabajo de las cajas y tengamos crédito», con los no finan-
cieros, «nos hemos beneficiado con seminarios, talleres para de esta manera elevar la
autoestima, preparar social y políticamente a todas nuestras compañeras socias».
Las socias de las CAC consideran que participar en las Cajas favorece la auto-
nomía económica de las mujeres. Manifiestan que visibilizar las pequeñas iniciati-
vas de las mujeres permite que se incorporen, se involucren y se fortalezca el lide-
razgo.
Las características de las socias y sus situaciones personales las impulsa a agru-
parse para salir adelante y liberarse. En algunos casos tienen apoyo familiar, en otros
este es negativo, pero aunque sea «por interés propio algunos maridos apoyan.»
El contexto influye en la formación de las Cajas de Ahorro y Crédito. Por
ejemplo, el desempleo propio o de sus parejas hace que las mujeres busquen al-
ternativas financieras para actividades productivas o comerciales por cuenta pro-
pia; también el bono de la vivienda que exigía un aporte de ahorro propio y po-
líticas gubernamentales de apoyo a créditos para emprendimientos.

5. LA PROPUESTA DE LA COOPERATIVA DETODAS21


La Cooperativa de Ahorro y Crédito Detodas se formó para enfrentar algu-
nos problemas que las/os socias/os fundadores visualizaban: «la pobreza expresada
en la escasez de oportunidades y exclusión del sistema financiero; el bajo nivel de
autoestima de muchas mujeres en zonas empobrecidas; la constatación de que los
recursos que reciben los hombres no son canalizados hacia sus familias; y, la poca
comprensión del hábito del ahorro y de previsión para el futuro»22.
Los objetivos planteados para cambiar esa situación problemática eran: pro-
piciar la realización personal y la superación familiar de las mujeres que viven en
el Guasmo; contribuir a la generación de entornos sociales que favorezcan el de-
sarrollo de las comunidades; y, fomentar un sistema financiero alternativo, que
atienda a quienes no tienen acceso a la banca tradicional.
Algunas de las estrategias propuestas para lograr los objetivos eran: «entregar
créditos a través de grupos solidarios sin exigir garantías físicas; generar en las so-
cias empoderamiento, liderazgo, democracia y participación, versus la cultura del

20 Laura Luisa Cordero, Mujeres y soberanía alimentaria, finanzas solidarias y economía solidaria. In-
forme de sistematización de las experiencias de economía solidaria y finanzas solidarias realizadas en las pro-
vincias de El Oro y Guayas.2008
21 Ibid.
22 Problemas, objetivos y estrategias han sido tomadas de: Sistematización de una experiencia de aplica-
ción de la metodología Grameen a la realidad guayaquileña. Documento interno de la Cooperativa Detodas,
2004.

115
JOHANNA IZURIETA MONTESDEOCA, LAURA LUISA CORDERO RAMOS

asistencialismo y la caridad; fomentar el desarrollo de las habilidades personales;


y, la transparencia y sostenibilidad financiera».
La política de ingreso señala los requisitos que deben cumplir las socias em-
prendedoras para ser parte de la Cooperativa (ingresos no mayores a la canasta bá-
sica, vivir en un sector popular donde trabaja la cooperativa, que no han tenido
acceso a crédito formal, tener entre 18 y 65 años de edad y una actitud empren-
dedora); la obligación de integrar grupos de cinco socias emprendedoras para
ejercer garantía solidaria; conformar un centro entre 5 ó 6 grupos del mismo sec-
tor para trabajar juntas el proceso de crédito; y recibir la capacitación inicial esta-
blecida por la Cooperativa.
Para el proceso de ingreso se siguen algunos pasos: promoción, información
sobre la metodología y conformación de grupos; visitas domiciliarias realizadas
por la asesora de crédito y acordadas con las integrantes de cada grupo; capaci-
tación en el Manejo de Pequeños Negocios y desarrollo personal; y conformación
de grupos y centros.
En la política de crédito se establece que quienes reciben crédito no pueden
estar relacionadas con las/os empleadas/os de la Cooperativa en ningún grado de
consanguinidad o de afinidad y que la totalidad de la cartera de la Cooperativa
debe destinarse al financiamiento de pequeños negocios.

5.1. La metodología tipo Grameen en el desarrollo de la experiencia


La mayoría de las socias que permanecen en la cooperativa está de acuerdo
con la metodología Grameen, porque les ha permitido perder el miedo a las deu-
das. Esa metodología ha posibilitado que las socias tengan mayor control sobre su
tiempo, su negocio y sus ahorros. Están de acuerdo con la metodología por el ac-
ceso al crédito sin tantos requisitos, por la comodidad y facilidad para pagar el
crédito, pero también por la formación y capacitación que reciben, así como por
el acompañamiento y seguimiento de los créditos. Esta metodología posibilita su
participación en los centros y en la conformación de la directiva. De esta manera
se van empoderando y toman sus propias decisiones.
La metodología tipo Grameen que emplea la Cooperativa Detodas ha in-
cidido en que las socias adquieran confianza y mejoren su autoestima. Las reu-
niones grupales hacen que las socias tengan una mejor relación con sus com-
pañeras, han afianzado la solidaridad, el apoyo mutuo y la organización para
hacer actividades en sus comunidades como pequeños eventos o la celebración
de cumpleaños. En los centros han surgido lazos de amistad que se van desa-
rrollando en la participación y en la toma de decisiones, al calificar el crédito
de las socias.
La metodología ha contribuido a la cultura del ahorro como un servicio fi-
nanciero muy valorado por las socias, la participación y capacidad de ver los pro-
blemas de la comunidad. También en el desarrollo de valores como responsabili-
dad, confianza, trabajo y solidaridad.

116
ANÁLISIS Y BUENAS PRÁCTICAS EN EL MARCO DE LOS DERECHOS ECONÓMICOS DE LAS MUJERES…

Un problema identificado por el equipo de trabajo de la Cooperativa es que


muchas socias se retiran, porque aunque el número de socias crece, deberían ser
alrededor de 4.100 socias y ahora hay cerca de 2.500.
En el documento de sistematización (Cordero, 2008) se señala que las socias
se retiran de la Cooperativa por factores personales, familiares, por el entorno de
organizaciones crediticias o por factores concernientes a la Cooperativa. Entre los
factores personales mencionan la actitud personal, la falta de responsabilidad per-
sonal, la «sabiduría criolla», egoísmo, falta de solidaridad o porque no les gusta
asistir las reuniones. Factores familiares serían, por ejemplo, cambio de domicilio
o migración pero también mencionan la manipulación de la pareja.
Algunas socias requieren mayores montos de crédito y se van a otras opera-
doras. También se da el caso de operadoras de crédito que buscan en una zona las
socias de la Cooperativa Detodas para hacerles ofertas de crédito pero no tienen la
misma metodología, no les exigen asistir a reuniones, ni impulsan la solidaridad.

5.2. Requerimientos de las socias de los servicios financieros y no financieros


Es muy variada la forma de expresar requerimientos de servicios financieros y
servicios no financieros. Tanto el personal como los directivos y las socias tienen ca-
nales de comunicación para manifestarlos. La Cooperativa Detodas, en principio
ofrece a las socias un servicio financiero de ahorro y crédito, luego en las reuniones
de Coordinadoras de los centros, en las Asambleas y en los Consejos de adminis-
tración, las socias expresan sus requerimientos de monto, plazo y forma de pago.
En la Cooperativa han sido tomadas en cuenta las peticiones de las socias y han
ido cubriendo parte de sus necesidades. Por ejemplo, antes las reuniones y los pagos
eran semanales, ahora debido a las peticiones de las socias las reuniones y los pagos
son quincenales. Los montos de crédito se han ido incrementando de acuerdo a las
capacidades de las socias. Asimismo la Cooperativa ha implementado los ahorros a
corto y largo plazo, seguro de desgravamen y servicios funerarios.
Gracias al proyecto «El crédito, un derecho de las mujeres ecuatorianas de la
zona costera del Ecuador» se ha podido proporcionar a las socias servicios no fi-
nancieros: capacitaciones, seguimiento, asesoramiento de negocios, talleres sobre
derechos sexuales y derechos reproductivos, talleres sobre violencia hacia la mu-
jer e intrafamiliar. Departamento de capacitación (viajes, pasantías), asesora-
miento del personal a las socias, aprobación del negocio, grupos solidarios. Estos
servicios no financieros no son parte del mandato de la Cooperativa pero gracias
al proyecto se han podido brindar a las socias.

5.3. Efectos de la participación de las socias en la Cooperativa Detodas


Las socias de la Cooperativa han logrado mayores espacios de equidad en la
toma de decisiones tanto en el negocio como en sus familias. Ahora deciden en si-

117
JOHANNA IZURIETA MONTESDEOCA, LAURA LUISA CORDERO RAMOS

tuaciones sean mínimas o importantes para el mejoramiento del negocio o de la


vida de sus familias. Con el crédito y todas sus consecuencias, muchas mujeres
han alcanzado un mayor grado de desarrollo personal, además de mantener un
trabajo propio que genera ingresos y en el que a veces participa la familia, con lo
que el beneficio llega a todos.
Con las ganancias las socias han mejorado sus condiciones de vida, logran
mejoras en su alimentación, su vivienda, su propia educación o la de otros miem-
bros de la familia, su salud y su recreación.
En el uso del tiempo la participación en la Cooperativa ha influido posi-
tivamente: en la planificación de las actividades de las socias aprendidas en el
curso de manejo de pequeños negocios, ahora cuentan con tiempo para el de-
sarrollo de su negocio y en el aumento de sus utilidades. Pero no todo ha sido
positivo, muchas socias se quejan de falta de tiempo para asistir a las reunio-
nes y sus parejas protestan porque salen mucho y eso –se expresa– genera vio-
lencia intrafamiliar.
En cuanto a la capacidad de ahorro, la participación en la Cooperativa ha
sido positiva, pues las socias pueden tener ahorros para así cubrir sus necesidades
a futuro; pueden acrecentar sus negocios al tener mayores recursos para aprove-
char oportunidades, pueden ahorrar sin necesidad de dejar sus hogares o movili-
zarse. Los ahorros les permiten comprar ropas para sus hijos para ciertas festivi-
dades, hacer mejoras en su vivienda y pueden comprar artefactos que ayudan a
facilitar la ejecución de los trabajos del hogar.
No obstante se señala también como consecuencia negativa de esta capacidad
de ahorro que la pareja de algunas socias dejan de aportar al hogar, confiados en
que la mujer tiene dinero para cubrir las necesidades de los hijos y del hogar.

5.4. La participación política y el desarrollo de liderazgos


El equipo de trabajo de la Cooperativa Detodas reflexiona acerca de la débil
participación política de las socias. La participación se ha dado más bien por parte
de los grupos de apoyo –uno de los servicios no financieros impulsados por CE-
PAM Guayaquil– por los derechos de las mujeres en la nueva carta magna. Las so-
cias no identifican la organización o la lucha por sus propios derechos como par-
ticipación política, pues muchas conciben que participación política es sólo
participación en política partidista, pero realmente algunas en su comunidad tie-
nen mucha participación política: unas en la organización comunitaria y otras en
las campañas electorales. Han tenido interés en la redacción de la nueva consti-
tución e inclusive dos de las socias estuvieron como candidatas para la Asamblea
Nacional Constituyente. El equipo considera que las socias necesitan incentivos
adicionales para animarse, por eso la participación política se ha dado más en los
grupos convocados por CEPAM Guayaquil. Una reflexión que hace el equipo es
que tal vez las mujeres no se involucran en política porque consideran que no es
para las mujeres, principalmente las mujeres populares.

118
ANÁLISIS Y BUENAS PRÁCTICAS EN EL MARCO DE LOS DERECHOS ECONÓMICOS DE LAS MUJERES…

Hay un fuerte desarrollo del liderazgo de las socias que forman parte de las
directivas de los centros, por su participación en ellas, pero también por la for-
mación inicial y la capacitación en las reuniones en el manejo de pequeños nego-
cios. Estas actividades incentivan la formación de lideresas. Gracias al proyecto,
veintidós socias de la Cooperativa que forman parte de los organismos de direc-
ción y coordinadoras de los centros que habían demostrado cualidades como li-
deresas fueron participantes en tres talleres de análisis financiero, contabilidad y
desarrollo de habilidades gerenciales.

A MODO DE CONCLUSIÓN: APRENDIZAJES


Los datos estadísticos y los estudios de población y de género afirman, la vul-
nerabilidad de las mujeres, especialmente de menores recursos económicos no
sólo en lo que tiene relación con su economía sino también en sus oportunidades
de desarrollo pleno.
La experiencia muestra cómo a problemas similares se pueden dar respuestas
diferentes como las iniciativas de ahorro y acceso al crédito, sea en pequeñas ca-
jas de ahorro y crédito o en una cooperativa que aspira a convertirse en banca al-
ternativa.
Aunque los resultados están acordes a cada una de las respuestas al problema
común, también hay algunos puntos compartidos: en los casos las mujeres mejo-
ran su autoestima, han adquirido el hábito del ahorro y han mejorado su calidad
de vida. Su participación en procesos grupales posibilita su desarrollo personal
que se expresa en aspectos como poder tomar la palabra en público, en tomar más
decisiones autónomas sobre sus familias y en algunos casos acerca de sus propias
vidas, como iniciar o mejorar un negocio, capacitarse para conseguir mayores in-
gresos o continuar su educación formal.
La experiencia ha servido para que las mujeres tengan espacios de relación
con otras que pasan por similares problemas. Espacios en los cuales pueden in-
tercambiar vivencias, ideas y aprendizajes; hacer y afianzar nuevas amistades; par-
ticipar en eventos de capacitación y culturales; desarrollar sus capacidades de li-
derazgo y hacer presencia política en defensa de sus derechos.
La participación de las mujeres en estas experiencias les ha posibilitado desa-
rrollar sus capacidades humanas, no sólo económicas, comerciales, crediticias o de
consumo, sino sus procesos identitarios de género, etnia, cultura y de pertenen-
cia a una comunidad. Ha dado lugar a la afirmación de su identidad propia, re-
sultado de su lucha contra un sistema económico excluyente, un etnocentrismo
en contra de su propia cultura y de relaciones de poder desiguales y discrimina-
torias.
En definitiva, el caso revela espacios de interaprendizaje, más importantes
cuando no hay políticas públicas que los impulsen sino que es el propio ámbito
comunitario en el que las mujeres encuentran las oportunidades de aprender y
emprender.

119
JOHANNA IZURIETA MONTESDEOCA, LAURA LUISA CORDERO RAMOS

Todo esto ha sido posible no sólo por los servicios económicos y financieros
sino por los no financieros, que sólo son posibles mediante alianzas y el apoyo de
organismos nacionales e internacionales.
Las Cajas de Ahorro y Crédito de El Oro, son una respuesta a necesidades de
las mujeres de escasos recursos económicos, pero son parte de un proceso de aso-
ciatividad impulsado por políticas públicas. La Cooperativa Detodas, por su
parte, es igualmente una respuesta a necesidades de las mujeres pero es el conoci-
miento de la metodología Grameen la que impulsa el inicio de la Cooperativa.
Las participantes de la experiencia reconocen que todavía falta trabajo por
hacer tanto en capacitación, como en motivación, en ampliar las iniciativas o en
lograr la sostenibilidad de sus experiencias y que en cada experiencia hay dificul-
tades, por lo tanto proponen recomendaciones para el futuro.
Una de las dificultades señaladas en la experiencia de las Cajas de Ahorro y
Crédito de El Oro tiene que ver con el desconocimiento sobre cuántas socias de-
jan de pagar sus créditos y por qué sucede esto, lo que impone la necesidad de re-
alizar una investigación. Otra limitación es que no hay una metodología o forma
de funcionamiento unificadas en las CAC, es decir, se requiere capacitación en
procesos de gestión y procedimientos, a más de la legalización de las cajas que to-
davía no han logrado y la sostenibilidad en el tiempo de estas organizaciones de
ahorro y crédito hasta ahora informales.
En la Cooperativa de Ahorro y Crédito Detodas, aparecen también algunos
problemas. El primero tiene que ver con la deserción de las socias que necesita una
investigación para saber por qué se van y por qué motivos se quedan las que per-
manecen como socias de la Cooperativa. Otro problema tiene relación con las ga-
rantías solidarias, lo que necesita una reflexión en el conjunto de la Cooperativa,
tanto socias/os ahorristas como socias emprendedoras y personal, para definir los
mecanismos más adecuados con la finalidad de lograr la recuperación de cartera.
Ciertas recomendaciones realizadas por diagnósticos y estudios externos,
como la diversificación de productos deben ser analizados en relación a la soste-
nibilidad, pero también a la metodología que sigue la Cooperativa. En este sen-
tido, hay que analizar si el producto crédito de desarrollo humano que beneficia
al sostenimiento de la Cooperativa porque le permite recuperar inmediatamente
los créditos sin riesgos de vencimiento de cartera, es conveniente para el desarro-
llo de los grupos y centros, ya que no requiere de solidaridad grupal ni de reu-
niones para la recuperación del crédito.
En el mundo de las «micro-finanzas» existe un sinnúmero de visiones para quie-
nes esto podría parecer descabellado o innecesario, porque encarece el servicio fi-
nanciero y no es «sostenible» (esto dependerá del lugar en dónde nos ubiquemos).
Para muchos, el destinar un servicio financiero a las mujeres garantiza el retorno de
los recursos y su utilidad, para otros, las mujeres son instrumento de desarrollo o un
medio para mejorar los ingresos familiares, dónde la familia nuclear (cómo modelo
único) se sobrepone a las necesidades y particularices de sus miembros.
Aunque presentamos el proyecto como un caso de buenas prácticas, debemos
reconocer que se siguen reproduciendo actividades tradicionalmente destinadas a

120
ANÁLISIS Y BUENAS PRÁCTICAS EN EL MARCO DE LOS DERECHOS ECONÓMICOS DE LAS MUJERES…

las mujeres. Por otra parte, la solidaridad que es un principio en el que se basa la
experiencia, debe todavía consolidarse.
El proyecto «El crédito, un derecho de las mujeres ecuatorianas de la zona cos-
tera del Ecuador» se plantea que el acceso a los servicios financieros no es un fin
en sí mismo, sino una herramienta de desarrollo que permita –en este caso– a las
mujeres, empoderarse y mejorar su posición y situación en los ámbitos familiar,
comunitario y social, a la vez que incrementar sus condiciones de vida.
Esta filosofía y accionar ha llevado a replantearse, mejorar y re-construir una
metodología de trabajo que amplíe la visión tradicional de: microfinanzas a fi-
nanzas solidarias y del acceso a los servicios financieros a acceso a servicios finan-
cieros y no financieros integrales con enfoque de género y derechos.
En este proceso de replantearse mecanismos de empoderamiento, las perso-
nas e instituciones que conforman el programa, han realizado una apuesta con-
junta de incorporar tres ejes fundamentales que sirvan de puente, a través del cual
las mujeres puedan encaminarse en su proceso personal. Estos ejes son la autono-
mía económica, la participación ciudadana y la autonomía del cuerpo. En este es-
quema, todos los ejes están relacionados y no existe uno más importante que el
otro. Se basa en el criterio, no se puede hablar de empoderamiento cuando aún
alcanzando la autonomía económica, las mujeres sufren violencia de género e in-
trafamiliar; tampoco basta la autonomía económica sin reconocerse como sujetas
de derecho y capaces de la exigibilidad de los mismos, para lo cual la partici-
pación e incidencia en el espacio público les permita ampliar círculos de influen-
cia y reconocerse como actoras sociales.

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122
DERECHO AL DESARROLLO DE
LAS MUJERES Y BUENAS PRÁCTICAS.
ACTIVIDADES COMERCIALES EN EL
MERCADO DE SONI EN TANZANIA
Roser Manzanera Ruiz1
Investigadora en la Universidad de Granada. Grupo
de investigación «Africanes: Investigación y estudios
aplicados al Desarrollo» del Plan Andaluz de
Investigación, Desarrollo e Innovación.

RESUMEN
El Kibaty es un sistema de préstamos utilizado por las mujeres rurales que re-
alizan actividades comerciales durante los días de mercado en Soni en el distrito
de Lushoto al norte de Tanzania. El mercado se celebra dos días a la semana, días
en que hombres y mujeres de los pueblos de los alrededores del municipio acuden
a realizar distintas actividades comerciales y que también aprovechan para esta-
blecer o reforzar vínculos sociales más allá de los puramente económicos.
Las mujeres van al mercado a vender sus productos que van desde los culti-
vos agrícolas entre los que se encuentran la mandioca o las bananas, generalmente
cultivos exclusivamente femeninos, pero también otros como tomates o cebollas;
hasta la venta de bollos fritos o pescado seco. Estos días son los días en que las mu-
jeres obtienen ingresos monetarios que usan para la satisfacción de diferentes ne-

1 AGRADECIMIENTOS: En primer lugar quiero agradecer a todas las mujeres que participaron en la in-
vestigación, cuyos datos obtenidos son parcialmente expuestos en este documento. Especialmente mis más pro-
fundo agradecimiento a las mujeres de Shashui que me permitieron adentrarme en sus vidas haciendo menos vio-
lenta mis intrusiones en su privacidad. En segundo lugar, quiero agradecer a las profesoras Soledad Vieitez
Cerdeño, Rosemarie Mwaipopo y Rose Shayo por su tiempo y comentarios que no sólo facilitaron el trabajo de
campo realizado en Tanzania sino que me hicieron ir más allá de las imágenes confusas que en algunas ocasiones
el extrañamiento cultural provoca. Por último, agradecer el apoyo institucional del Instituto de Estudios de De-
sarrollo de la Universidad de Dar es Salaam y el financiero de la Agencia Española de Cooperación Internacional
para el Desarrollo (AECID) sin cuyas aportaciones esta investigación tampoco hubiera podido realizarse.

123
ROSER MANZANERA RUIZ

cesidades de sus familias y hogares. La participación en el Kibaty es exclusiva-


mente femenina. Consiste en las aportaciones en grupo de determinadas canti-
dades de dinero, que las mujeres han obtenido en estos días. El criterio para for-
mar parte del grupo es usualmente el de realizar la misma actividad comercial. La
distribución del dinero se realiza según lo acordado por ellas y siguiendo el crite-
rio de necesidades de desarrollo de cada una de las participantes en el momento
de la distribución. El éxito del KIBATY como fórmula de desarrollo entre las
mujeres se ha debido a diferentes razones y éstas lo han hecho mantenerse en
funcionamiento a través de las distintas generaciones.

1. INTRODUCCIÓN2
El objetivo de este artículo es por un lado contextualizar las políticas de de-
sarrollo del país para entender los esfuerzos gubernamentales y a partir de ellos las
conceptualizaciones que de las mujeres se han realizado a partir de la década de
1990 hasta la actualidad y por otro lado, queremos mostrar cómo a partir de las
dificultades que estas políticas tienen para llegar a las poblaciones debido a dife-
rentes factores las mujeres crean fórmulas y recrean espacios para promover su
propio desarrollo. Para ello proponemos cómo ejemplos el espacio del mercado y
la fórmula del kibaty como una buena práctica ejercida desde las mujeres de Soni,
al norte de Tanzania, para agenciarse su derecho al desarrollo.
Las políticas gubernamentales tanzanas han seguido diferentes perspectivas en
las concepciones del desarrollo, de las mujeres y en sus consiguientes discursos. En
sus apariciones e implementaciones podemos distinguir como un periodo reem-
plaza a otros con nuevas medidas en el esfuerzo de integrar a las mujeres en el desa-
rrollo de su sociedad. Las intervenciones han ido cambiando siguiendo no solo los
modelos de desarrollo a nivel nacional o internacional que suelen ir de la mano, sino
también debido a cómo los roles de las mujeres en la sociedad han sido conceptua-
lizados (Clara Murguialday, 2000). Será a mediados de la década de 1985 cuando
derivadas de la Década Internacional de las Mujeres de Naciones Unidas se ponen
en marcha diferentes políticas que tratan de tener en cuenta los importantes roles
que las mujeres tienen en la sociedad a la que pertenecen. El gobierno establece la
política de Mujeres en Desarrollo a principios de 1990 y a ésta le seguirá la de Gé-
nero y Mujeres en el 2000. Los esfuerzos de intelectuales, activistas y políticas tan-
zanas para que se tenga en cuenta a las mujeres en los procesos de desarrollo han se-
guido un arduo y tortuoso camino. Sin embargo gracias a ellas se han llevado a cabo
reformas y legislaciones que incluyen a las mujeres como actoras en igualdad de con-
diciones en el disfrute de los avances refereridos por el desarrollo del país. Mucho
queda por recorrer aún, sin embargo el camino andado sienta las bases que abre un
sendero a la igualdad entre los género. Es por ello que nos parece oportuno deno-
minar también a tales esfuerzos gubernamentales como «buena práctica».

2 Este articulo es resultado de parte de los datos obtenidos durante trabajo de campo realizado en Tan-
zania durante los años 2006 y 2007 cuya finalidad pretende redundar en mi tesis doctoral.

124
DERECHO AL DESARROLLO DE LAS MUJERES Y BUENAS PRÁCTICAS: ACTIVIDADES COMERCIALES…

Por otra parte, a nivel local las mujeres campesinas y comerciantes del mer-
cado de Soni practican un sistema financiero propio que responde a sus necesi-
dades de género de una manera compatible culturalmente con sus posiciones en
la sociedad y por tanto con los roles de género asignados a ellas. Tal práctica es de-
nominada kibaty y consiste en aportaciones monetarias que un grupo de mujeres
realiza de manera continuada, el cual se distribuye a una de las participantes de
manera rotatoria. El único requisito para participar es aportar ingresos de manera
regular. Tal práctica es de gran éxito entre las mujeres ya que les permite acceder
a ingresos económicos destinados a sus necesidades más urgentes de manera sen-
cilla. Unos ingresos que sólo ellas controlaran saltándose así la desigual distribu-
ción de finanzas entre los géneros existente al interior del hogar.
Este capítulo se estructura en torno a estas dos buenas prácticas en cuanto a
los derechos de las mujeres al desarrollo que ocupan contextos diferentes, macro
y micro, pero que persiguen un mismo objetivo que es la elevación del estatus de
las mujeres y la igualdad de género. A nivel macro tendríamos las políticas guber-
namentales de Tanzania dirigidas al desarrollo de las mujeres y que ocupa la pri-
mera parte del texto. A nivel micro estarían las prácticas de desarrollo del kibaty
en el espacio, también de desarrollo, del mercado de Soni, que exponemos en la
segunda parte. Finalmente expondremos las conclusiones.
Para terminar esta introducción creemos importante expresar que es en la in-
teracción entre ambos contextos donde debería ponerse el acento para el avance
de los derechos de las mujeres al desarrollo.

2. CONTEXTUALIZACIÓN DE LAS POLITICAS DE DESARROLLO


DE MUJERES DE TANZANIA
Las políticas de desarrollo de mujeres en Tanzania han seguido un largo re-
corrido desde la independencia en el año 1961 hasta la actualidad3 donde los dis-
cursos del desarrollo sobre las mujeres han ido cambiando a la vez que legiti-
mando e institucionalizando nuevas prácticas de desarrollo. De manera general,
podemos decir que la independencia supuso un cambio en la reformulación so-
bre la posición legal de las mujeres como ciudadanas del nuevo y recién iniciado

3 Por poner algunos ejemplos, en estas fechas están el Plan de desarrollo de 5 años del Consejo Nacional
de Mujeres de Tanzania de 1964 que propone la educación política, la alfabetización y la promoción de acti-
vidades económicas de las mujeres para con ello capacitarlas para la realización más efectiva de sus necesidades y
la de sus familias. Más tarde con la declaración socialista de Arusha en 1967 será responsabilidad del Gobierno
proveer de igualdad de oportunidades entre todos los hombres y mujeres sin distinción de raza, religión o es-
tatus. En 1972 El Acta Matrimonial establecerá el derecho a la propiedad para las mujeres y a ser parte igual
en el matrimonio. El Acta de Empleo de 1975 declarará iguales oportunidades de empleo para hombres y mu-
jeres, igual salario por igual trabajo para hombres y mujeres y un seguro de maternidad de 48 días. En 1984
se establecerá el pago de impuestos a todos los adultos tanzanos lo que se entendía a primera vista como un
reconocimiento de la autonomía económica de las mujeres por parte del Estado al incluirlas en ella, más tarde
una ley que las mujeres conseguirán eliminar a partir de su movilización y protestas en el parlamento. Las prin-
cipales razones que alegaron las mujeres para solicitar la derogación fueron la falta de ingresos para poder afron-
tar tal obligación fiscal.

125
ROSER MANZANERA RUIZ

estado-nación y mucho de éste cambio se debió a los intentos del gobierno por
modernizar el país. Debido al corto espacio con el que contamos creemos más
oportuno centrarnos en las políticas de desarrollo de mujeres que existen en la ac-
tualidad en el país y que coinciden con los marcos de referencia del contexto in-
ternacional que aparecen a mediados de la década de 1985 con la Tercera confe-
rencia Internacional de Mujeres en Nairobi y de la década de 1990 desde la
conferencia de Beijing en 1995. Los esfuerzos desarrollados por el gobierno tan-
zano en materia de género y desarrollo, hay pues que enmarcarlos en este contexto
más amplio donde los países del denominado «Tercer Mundo» realizan impor-
tantes esfuerzos para sobreponerse de los negativos impactos que los Planes de
Ajuste Estructural, planes impuestos por el Fondo Monetario Internacional como
requisito previo a la concesión de préstamos, supusieron para sus poblaciones
desde la década de 1980 y especialmente en la vida de las mujeres.
Sin duda, en el caso de Tanzania, hay que resaltar los rasgos progresistas que
sus legislaciones y políticas han tenido y continúan teniendo en sus esfuerzos de
integrar a las mujeres como actoras centrales en el desarrollo del país y en su pro-
pia promoción fruto de las reivindicaciones de mujeres y grupos feministas de
presión, sin embargo los efectos en la vida real de estas mujeres continúan siendo
contradictorios como lo han demostrado diversas autoras y organizaciones a tra-
vés de estudios de campo (Koda, B. 1995, Chachage S.L y Mbilinyi, M. 2003,
Women Legal Aid Center, 2008). Por ello, hay que tener en cuenta el contexto
macro o general y el micro o local y la interacción entre ellos para así conocer real-
mente los efectos de las políticas y planes generales en la vida de las personas y en
nuestro caso en ellos de las mujeres tanzanas. Pero vayamos pues por partes para
mostrar las políticas de desarrollo de mujeres como derechos (o por lo menos de-
claraciones de intenciones) de las mujeres al Desarrollo.
En los inicios de la década de 1990 el Gobierno de Tanzania adopta la polí-
tica de Mujeres en Desarrollo (en adelante MED) y crea el Ministerio de Desa-
rrollo Comunitario, Género e Infancia. En la adopción de la política MED se re-
conoce el importante valor de las tareas reproductivas de las mujeres para con la
sociedad y la vida humana y la falta de disfrute de éstas de ciertos niveles de par-
ticipación en el desarrollo social, económico y político del país. La finalidad de la
política es la promoción del desarrollo de las mujeres, es decir, Mujeres en Desa-
rrollo significa que las mujeres tendrán libertad, conocimiento, habilidades y recursos
para su reconocida y activa participación y contribución (2003: 7).
La cuestión prioritaria para la eliminación de formas discriminatorias hacia
las mujeres según la política MED en Tanzania es que las mujeres tienen derecho a
la propiedad y herencia de recursos y a instrumentos para la producción y el derecho a
poseer los ingresos obtenidos desde su propio trabajo (Ibidem). Para ello pone en mar-
cha una serie de medidas positivas que aseguren la participación de las mujeres en
los planes nacionales y la reducción de su volumen de trabajo a través de progra-
mas y proyectos destinados a tal fin.
Legislaciones y proyectos específicos dirigidos a las mujeres en esta década
se ponen en marcha desde el gobierno y desde la cooperación internacional

126
DERECHO AL DESARROLLO DE LAS MUJERES Y BUENAS PRÁCTICAS: ACTIVIDADES COMERCIALES…

para el desarrollo. Por ejemplo la Política Nacional de la Tierra de 1995 otorga


el derecho de las mujeres a adquirir tierra por compra y por localización y a de-
cidir sobre la propiedad de la tierra familiar. La política nacional agrícola y ga-
nadera de 1997 pretende mejorar la tecnología para ahorrar trabajo a través de
fomentar la cooperación entre las mujeres y apoyar su participación en la pla-
nificación de programas de desarrollo porque dirigiendo servicios a las mujeres,
se supone contribuirán a la producción agrícola. Lo importante de estas dos po-
líticas es el reconocimiento de los derechos de las mujeres a la propiedad de me-
dios de producción (agua, tierra, etc.), al trabajo, a la tecnología y a la forma-
ción.
El acento estuvo puesto en la necesidad de las mujeres para el desarrollo del
resto de la sociedad. La valoración de sus roles debían ser reconocidos para po-
der ser utilizados en el objetivo mas amplio del desarrollo de la sociedad. Como
plantea Murguialday las mujeres representan un recurso eficiente y las políticas
desarrolladas en este momento tratan de lograr una eficiente asignación de los re-
cursos del desarrollo, ya sea mediante la utilización del trabajo no pagado de las mu-
jeres –cuando se dota a las comunidades de la infraestructura y servicios colectivos
que el Estado deja de suministrar– o dirigiendo hacia ellas inversiones en capital
humano (educación, salud, créditos o capacitación técnica), cuando se constatan los
altos «retornos sociales» de invertir en las mujeres para conseguir otros muchos obje-
tivos económicos y sociales.
A pesar de ello la política MED proveyó de un marco útil para incorporar los
aspectos de género en los procesos de planificación del desarrollo. Varias unidades
MED se establecieron en diferentes ministerios y organizaciones para tener en
cuenta los aspectos que debían integrarse en sus programas siguiendo la política
MED. Tales unidades se incluyeron en los Ministerios de Agricultura, Trabajo, Agua
y Medio Ambiente, la Comisión de Planificación, la Universidad de Dar es Salaam
y la Federación Tanzania de Sindicatos Libres (Mukangara, F. y Koda, B. 1999).
A mediados de la década de 1990 y comienzos de la década del 2000 el go-
bierno reemplaza la política MED por la de Género y Desarrollo (en adelante
GED) formulando la política de Género y Mujeres tras la conferencia de Beijín
celebrada en 1995. Ahora el acento, según las palabras de la ministra para el De-
sarrollo Comunitario, el Género y la Infancia, está en que la igualdad de género y
la equidad no son sólo cuestiones de los derechos humanos de las mujeres sino un sine
qua non para el desarrollo4.
La política de Género y Mujeres del 2003 incorpora la transversalidad de gé-
nero en todas las políticas, estrategias y programas con el propósito de asegurar la
igualdad de género y la equidad en todos los niveles. La política se centra en 4 áreas
definidas como críticas desde la Plataforma de Beijín para la Acción que son:
1. Empoderamiento de las mujeres en la política y toma de decisiones.
2. Empodermaiento Económico de las Mujeres.

4 Informe del país 2005 en la implementación de Beijín para la acción y documento de resultados de la
23rd sesión especial de la Asamblea General Beijín+10.

127
ROSER MANZANERA RUIZ

3. Acceso a la Educación, formación y empleo.


4. Fortalecimiento de la capacidad legal de las mujeres.
Las acciones destinadas a la promoción de las mujeres en ésta década se mul-
tiplicaron. La promoción política de las mujeres se trató de fomentar a través del
aumento de su representación política en el parlamento que pasó de representar
un 17,5 % en 1997 a un 22,5 % en 2003 (ver tabla 1) siendo reservadas 15 asien-
tos especiales sólo para mujeres desde 1980-1985. El país comienza con un sis-
tema pluripartidista desde 1991 lo que propició la participación de mujeres opo-
sitoras desde otros partidos (ver tabla 2). A partir de esta fecha además comienzan
a proliferar asociaciones locales de mujeres dedicadas dar visibilidad pública a la
necesidad de promoción de las mujeres e igualdad entre los géneros a través de su
formalización y registro.

TABLA 1
Porcentaje de mujeres miembros del parlamento de Tanzania de 1961 a
1995. Fuente: Koda, B. 2004:102
Periodo Mujeres miembros del parlamento (%)
1961-1965 1.9
1965-1970 4
1970-1975 4
1977-1980 7.3
1980-1985 10
1985-1990 10
1990-1995 8

Otras de las acciones dirigidas a la promoción económica ha sido el aumento


de la distribución de créditos a agrupaciones de mujeres con el objetivo de que ge-
neren ingresos. La política microfinanciera del año 2000 definió guías para faci-
litar la equidad de género en el acceso a servicios financieros. Además se han fa-
cilitado sistemas financieros a través la dotación de créditos y formación
empresarial. Por ejemplo desde el Programa Women Development Fund (Fondo de
Desarrollo para Mujeres) se han provisto créditos a todos los distritos del país. Así
mismo, en la actualidad se está tratando de fomentar la formación de Asociacio-
nes Cooperativas de Créditos y Ahorros (SACCO´s) y Bancos Comunitarios.
En materia educativa a la promoción para control por parte de las mujeres so-
bre la educación y la formación, se fomentó a través del establecimiento de la edu-
cación primaria universal, la eliminación de tasas de los colegios de primaria en el
año 2002, así como promulgación de la política de educación y formación de
1995 que asegura cuotas femeninas en el acceso a la educación secundaria y su-
perior (ver tabla 3).
La última de las áreas críticas sobre el fortalecimiento de la capacidad legal de
las mujeres es más difusa y controvertida. Los esfuerzos del gobierno para tal ob-
jetivo se ha contrapuesto a algunas de las prácticas discriminatorias de los regí-

128
DERECHO AL DESARROLLO DE LAS MUJERES Y BUENAS PRÁCTICAS: ACTIVIDADES COMERCIALES…

TABLA 2
Miembros de la Casa de Representativos. Fuente Tanzanian Figures 2006.
National Bureau of Statistics
Chama Cha Mapinduzi
CUF (Civic United Front)
Tipo de miembros (partido de la Revolución) 5 Total
Hombres / Mujeres
Hombres/Mujeres
Elegidos 30 / 1 18 / 1 50
Reservados para mujeres —/8 —/7 15
Comisionados Regionales
5/1 0 /0 6
nominados por el presidente
Fiscal General 1
TOTAL 35 /10 18 / 8 77

menes consuetudinarios que no las han hecho aparecer sin embargo y aún así la
formulación de leyes para tal fin ha sido prominente. Entre otras están por ejem-
plo el Acta de Ofensas Sexuales de 1998.
Hemos mostrado en esta primera parte los esfuerzos del Gobierno Tanzano
por incluir a las mujeres en los procesos de desarrollo del país a partir de las le-
gislaciones y políticas que siguen las corrientes mayoritarias del desarrollo. Sin
embargo, tal estandarización de los enfoques de desarrollo dirigidos a las mujeres
establece en su propia definición una homogeneización de las realidades cultura-
les de las éstas6 que quedan lejos del escenario local en el cual tratan de imple-
mentarse. Además, la existencia de constreñimientos para la efectiva implemen-
tación de estas políticas son diversas y variadas y van desde la desigual división del
trabajo hasta la lejanía de estas políticas de la vida real, en práctica, de las muje-
res a las que se dirigen. Ello dificulta el pleno gozo y disfrute por parte de las mu-
jeres de tales medidas y derechos propiciados desde el escenario gubernamental.
A pesar de ello las mujeres también se organizan definiendo fórmulas de desarro-
llo propias más adecuadas a sus realidades culturales, haciendo frente a estas li-
mitaciones a través de otras vías generalmente informales. En la parte que sigue
trataremos de mostrar el espacio de mercado como un espacio propiciado por las
mujeres de Soni para ejercer su derecho al desarrollo desde el cual el Kibaty se pre-
senta como un proyecto propio femenino que responde a sus necesidades y posi-
ciones en la sociedad de la que forman parte.

5 Es el partido que gobierna desde la independencia de Tanzania, anteriormente con el que se obtuvo la
independencia era denominada Tanganyika National Union (Unión National de Tanganyika).
6 Basta citar como ejemplo la existencia de 120 grupos étnicos en Tanzania que si bien no se pueden de-
finir como unidades sociales cerradas dado por una parte la existencia del estado-nación de Tanzania y por otro
el contexto de la globalización si presentan, en muchos casos, particularidades culturales únicas que en oca-
siones marcarán necesidades específicas así como prácticas y formas propias de negociación y representación
social y/o política.

129
ROSER MANZANERA RUIZ

TABLA 3
Criterios de Admisión Preferencial en aplicados en las admisiones de la
Universidad de Dar es Salaam en las disciplinas seleccionadas para el año
académico 2005/2006. Fuente. Archivos de la Oficina de Admisión de la
Universidad de Dar es Salaam, Noviembre 2005 (en Lihamba, A,
Mwaipopo, R., Shule, L., 2006)
Nº de Admitidos
Nº Total % de Estudiantes Cualificaciones de entrada
Programa según género
Admitidos mujeres admitidas entrada requeridas en UDSM
(Hombre/Mujer)
Puntos Mínimos Tope de
Mínimos matriculación
para niveles A7 (%)
(Hombre/Mujer) (Hombre/Mujer)
Licenciatura en Cultural
17 7/10 59 10.5/8.5 60/53
y Patrimonio
Licenciatura en Bellas
22 9/13 59 9.5/8.5 69/50
Artes
Licenciatura en
31 26/5 16 8.5/6.5 62.7/56
Estadística
Licenciatura en Ciencias
90 44/46 51 11.5/11.5 72/47
Políticas y Sociología
Licenciatura en
13 11/2 15 6.5/7.5 52/52
Ingeniería Mecánica
Licenciatura en Química
20 16/4 20 7.5/6.0 50/62
y Procesos de Ingeniería
Licenciatura en
18 16/2 11 7.5/9.5 60/63
Ingeniería Minera
Licenciatura en
Información Tecnológica 4 4/0 0 4.4/4.1 40/-
e Ingeniera Informática
Licenciatura en Farmacia 30 19/11 37 9.0/8.0 40/40
Doctor en Cirugía
35 30/5 14 8.0/7.0 40/40
Dental
Licenciatura en Gestión
68 52/16 24 8.5/6.5 59/62
de la Tierra y Evaluación

7 El nivel A se refiere a niveles de especialización necesarios para poder cursar determinados grados uni-
versitarios.

130
DERECHO AL DESARROLLO DE LAS MUJERES Y BUENAS PRÁCTICAS: ACTIVIDADES COMERCIALES…

3. CONTEXTUALIZACIÓN DEL TRABAJO Y DE


LAS ACTIVIDADES COMERCIALES DE LAS MUJERES EN SONI
Shashui8 como ejemplo de un pueblo de los alrededores de Soni en el Distrito
de Lushoto cuenta con una población de 2.703 personas según el censo del año
2005. La mayor parte de la población de Shashui es musulmana. Para llegar a Shas-
hui debes ascender a través de la montaña por una prolongada subida donde llama
la atención la posición de las huertas en medio de las laderas de la montaña que ha-
cen realmente difícil las tareas agrícolas. Al llegar a Soni, que es la primera parada
en un centro urbano desde la llanura de Mombo, la multitud de gente y el dina-
mismo de las actividades llenan el escenario. Las mujeres9 se aproximan a ti para
venderte sus frutas frescas que llevan en bandejas y aderezan con agua para darle ma-
yor vistosidad. Los niños las acompañan y a su vez van vendiendo bolsas de plástico
para guardar las verduras que se compran. Los recién llegados suelen regatear de-
jando, a pesar de ello, amplios beneficios a las vendedoras. De esto eres consciente
cuando te conviertes en un actor cotidiano del mercado y los precios adquieren va-
lores mucho más bajos que los de cuando eres un mero transeúnte.
Tras pasar por Soni la tranquilidad vuelve al sendero en la entrada a Shashui.
Por el camino vas viendo a los campesinos y campesinas 10 ocuparse de tareas
como el cultivo de la tierra, la búsqueda de agua, limpieza de ropa etc… sobre
todo cuando no es día de mercado donde la gente desaparece de sus aldeas y se
concentran mayoritariamente en el espacio de mercado11.
El trabajo de las mujeres va desde las tareas agrícolas, donde son las principales
encargadas de obtener los cultivos de subsistencia para el suministro de comida en el
hogar, hasta actividades comerciales como la compra-venta de harina, el procesa-
miento de comida como la fritura y venta de bollos, o la venta del excedente de sus
productos agrícolas. Este trabajo y las actividades comerciales lo distribuyen junto
con las tareas asignadas a ellas según la división sexual del trabajo en el hogar. Las mu-
jeres gastan aproximadamente 7 horas más que los hombres en la realización de es-
tas tareas (ver Tabla 4 distribución del tiempo según el género).

8 Utilizaremos el pueblo de Shashui como ejemplo para ilustrar de la interacción entre Soni como cen-
tro urbano y Shashui como zona rural, espacios que mantienen una relación constante. Otros pueblos de los
alrededores son Mbuzí, Magila.... La elección de Shashui se debe a que fue uno de los lugares principales donde
realicé el trabajo de campo para la consecución de mi tesis doctoral durante los años 2006 y 2007.
9 Las mujeres a las que me referiré en este espacio son mujeres musulmanas y con un nivel educativo
medio que no supera los niveles de educación primaria. Este dato es importante para entender que las posibi-
lidades de acceso a determinados puestos en la escala ocupacional son limitadas. Ellas son las mujeres del mer-
cado que se dedican a pequeñas actividades comerciales y que participaran de manera mayoritaria en la prác-
tica del Kibaty.
10 La definición de campesinado ha sido objeto de numerosos debates. Nosotros nos acogemos a la de-
finición que Feierman realiza de campesinado para su obra Peasant and Intellectuals que nos parece bastante
inclusiva y de gran claridad. Campesinos-as serían pues granjeros que producen gran parte de lo que consumen,
tiene acceso al uso de la tierra, coordinan su propio trabajo con el de otros familiares cercanos, integran la organi-
zación del trabajo agrícola con la organización de cuidados, trabajo doméstico, y reproducción biológica, y están in-
cluidos en un sistema económico mas amplio en el cual los no campesinos también tiene un role.(1990:24)
11 Durante el periodo de trabajo de campo era difícil realizar entrevistas en el pueblo porque no había
nadie en los hogares y huertas. Además durante la realización de los grupos de discusión uno de los requisitos
que las mujeres pusieron para su participación fue la de no ser realizados durante los días de mercado.

131
ROSER MANZANERA RUIZ

TABLA 4
Distribución del tiempo según actividades y género (elaboración propia)
Tiempo hombres Tiempo mujeres
Actividad
(horas/día) (horas/día)
Cocinar 0 3,6
Limpiar la casa 0 1
Ir a por agua 0 1,3
Lavar ropa 0 0,38
Trabajo agrícola:
Desmalezar: 3 2,14
Poner plaguicidas: 0,4 1,28
Regar: 0,57 1,14
Comercializar: 0,8 1,14
Moler Maíz 0 0,4
Ir a por comida para la animales 4 2
Ir a por leña, cortar árbol 0,1 2
Actividades religiosas 1,5 1,5
TOTAL 10,55 horas 17,8 horas/día

La distribución del tiempo y factores tales como la dificultad para el acceso a


los cultivos comerciales, entre los que se encuentran la disponibilidad de riego, los
precios de semillas o productos fitosanitarios, limitan las posibilidades de las mu-
jeres de obtener ingresos monetarios en iguales condiciones que lo hacen los hom-
bres y sobre todo desde sus lugares de residencia.

4. EL MERCADO COMO UN ESPACIO DE DESARROLLO


DE LAS MUJERES: MÁS ALLA DE UNA FUNCIÓN
PURAMENTE ECONÓMICA
El centro comercial más cercano donde las mujeres de Shashui realizan sus
actividades comerciales y desde donde obtienen ingresos monetarios es el mer-
cado de Soni. Parece que fueron los alemanes primero y británicos después los que
lo establecieron como emplazamiento y fueron realizando diferentes reformas en
él. Hay indicios de que era un lugar, en el periodo precolonial, donde la gente ini-
cialmente se encontraba para llevar a cabo actividades de trueque.
El mercado está a una distancia de unos 3 km. de la aldea de Shashui más cer-
cana y a unos 10 de las más lejana. Está situado en un emplazamiento estratégico,
económicamente hablando, en la intersección de caminos que llevan en una di-
rección a Lushoto (capital del distrito), por otra a Bumbuli (otro de los centro ur-
banos más importantes de la zona) y por otra a Mombo (cruce de caminos en di-

132
DERECHO AL DESARROLLO DE LAS MUJERES Y BUENAS PRÁCTICAS: ACTIVIDADES COMERCIALES…

rección a Dar es Salaam), la capital del país, a Tanga (capital de la región, y la ve-
cina Kenya). Este emplazamiento lo convierte en un lugar ideal de parada obli-
gada de autobuses y viajeros que aprovechan para realizar sus compras.
El mercado se celebra dos días a la semana: los martes y los jueves. Los jue-
ves son el día grande del mercado porque éste se extiende a Kisiwani un anejo de
Soni. Gentes de los pueblos de los alrededores acuden a vender sus productos y a
realizar negocios de diferentes tipos.
El mercado tiene diferentes usos sociales más allá de ser un espacio reservado
únicamente a transacciones económicas como suelen entenderse los mercados en
Europa. Las aportaciones de la Economía Feminista han sido fundamentales para
poner de manifiesto cómo estas consideraciones del mercado tiene que ver con las
definiciones que sobre las acciones económicas se han realizado basados en una
concepción del individuo como auto-interesado, autónomo, racional y libre para esco-
ger sobre diferentes acciones (Nelson, J. 1996).
En el mercado se da cabida a otro tipo de funciones que responden a necesi-
dades sociales y culturales de las personas y que tiene además una dimensión de
género. El mercado sirve como punto de encuentro donde las relaciones sociales
entre la gente de diferentes procedencias se mantienen y fomentan. Para las mu-
jeres, por ejemplo, el mercado sirve para mantener relaciones con sus familias de
origen12. Allí se encuentran con sus madres, hermanas o hermanos y se intercam-
bian regalos en forma de alimentos, prendas de vestir, etc.
Tiene también una función de red de comunicaciones y difusión de informa-
ción, pues en él se obtienen noticias o se envían a través de redes de conocidos o alle-
gados. Estas redes van más allá del marco local llegando a ser inter-regionales e in-
cluso transfronterizas. Por ejemplo se envían paquetes a Dar es Salaam usando como
intermediarios los autobuses públicos que paran allí. En tercer lugar constituye un es-
pacio de ocio. Los días de mercado la gente se reúne para tomar té o pombe (alcohol
local) en pequeños establecimientos muchos de ellos a cargo de mujeres.
Los impuestos son recaudados desde el mercado a cada uno de los puestos
que venden. Esta función va acompañada de la de control social ya que los re-
caudadores de impuestos suelen ser a la vez los que controlan los espacios de mer-
cado a través de la recaudación fiscal y de la distribución de los lugares de venta
en casos de conflictos.
La provisión de servicios sanitarios, como quinta función, es también im-
portante. El mercado por situarse en Soni representa el lugar central desde donde
se proveen los servicios de salud. El dispensario más cercano de la zona esta en
Soni. Es también el lugar donde se sitúa la administración local.
Otro de los aspectos característicos del mercado es su cosmopolitismo. El
hecho de que acudan gentes de diferentes municipios e intermediarios de dife-
rentes capitales de región como Tanga, Moshi o Dar es Salaam a realizar nego-
cios lo convierten en un centro donde diferentes etnias, religiones y otras divi-

12 La organización patrilineal de la zona implica una residencia patrilocal, esto es las mujeres deben ir a
residir a la comunidad de origen del marido tras el matrimonio.

133
ROSER MANZANERA RUIZ

siones sociales se mezclan e interrelacionan. Podríamos decir que tiene además


una función integradora.
Además sirve como punto de encuentro sexual. Son muchas las habladurías
y chanzas sobre jóvenes que van a los hoteles a encontrarse con otros para tener
relaciones sexuales. Las habladurías tienen en este caso una función de distensión
social. Los posibles conflictos entre diferentes individuos o grupos se difuminan
a través de las habladurías usándolas como herramienta para un desprestigio so-
cial simbólico que previene el conflicto directo. El mercado es el escenario clave
donde tal uso se da. El ajetreo y dinamismo de las actividades llevadas a cabo los
días de mercado dan lugar también a las confusiones entre la gente que se sitúan
en diferentes espacios en distintos momentos. Es en esta confusión donde la ha-
bladuría encontraría su razón de ser, ya que no existen evidencias para contrade-
cirla aunque tampoco para ratificarla.

4.1. Organización de los espacios de mercado y relaciones comerciales


El mercado se organiza según los productos de venta por zonas y a la vez está
claramente diferenciado por género. La venta de verduras y frutas se sitúa en un
espacio determinado y son las mujeres las que se encargan de su venta. Por el con-
trario, la zona de ropa o electrodomésticos se sitúa en otro lugar y son los hom-
bres los que venden. Además el mercado está delimitado físicamente por peque-
ños establecimientos entre los que se encuentran tiendas de ultramarinos,
carnicerías, talleres de confección, molinos de maíz, etc.
Las relaciones de compra-venta dan lugar a la negociación de relaciones con
otro tipo de cariz donde se ponen de manifiesto las tensiones entre la urbanización
de las ciudades y la ruralidad de los pueblos, entre los agricultores y comerciantes y
entre los compradores y vendedores. Estas tensiones dan lugar, entre otras, a que no
existan precios fijos y a que éstos sean sometidos a negociaciones donde los niveles de
beneficios varían enormemente. Las mujeres generalmente para tener cierto control
sobre éstos y con ello asegurarse determinadas cotas de acumulación de capital y en
definitiva la supervivencia tienen clientes y proveedores fijos con los que existen li-
mites fijados en el grado de negociación de los precios, ya que el compromiso implí-
cito que conlleva esta relación entre ambos establece en si un equilibrio en la maxi-
mización de beneficios para cualquiera de ellos.
El tamaño y la posición económica central del mercado lo convierten en el
espacio más importante desde donde las mujeres y hombres obtienes ingresos. Se
trata por tanto no sólo de un emplazamiento físico y de una modalidad transac-
cional (Bohanan y Dalton 1962) sino de un espacio de desarrollo más allá de las
definiciones económicas entendidas por «Occidente».
Las mujeres se han hecho un hueco en el mercado como un espacio de desa-
rrollo que las empodera a través de la realización de diferentes estrategias. Una de
ellas es el Kibaty, una fórmula de desarrollo exclusivamente femenina de gran
éxito y popularidad entre las mujeres de la zona que les asegura la obtención de
ingresos saltándose así las limitaciones que reducen su capacidad para obtenerlos.

134
DERECHO AL DESARROLLO DE LAS MUJERES Y BUENAS PRÁCTICAS: ACTIVIDADES COMERCIALES…

5. KIBATY COMO FÓRMULA DE DESARROLLO


Y EMPODERAMIENTO DESDE Y PARA LAS MUJERES
Siguiendo la definición de Clara Murguialday, Karlos Perez de Armiño y
Marlen Eizaguirre (2005) sobre el empoderamiento como proceso por el cual las per-
sonas fortalecen sus capacidades, confianza, visión y protagonismo como grupo social
para impulsar cambios positivos de las situaciones que viven. El kibaty representaría
una institución constituida por las mujeres con el fin de empoderarse.
El kibaty consiste en aportaciones monetarias realizadas desde los individuos
que componen un grupo. Generalmente las participantes realizan la misma acti-
vidad comercial lo que les asegura su permanencia en el grupo y así la continui-
dad de los préstamos, ya que se conocen y suelen compartir proveedores y/o clien-
tes. Las aportaciones son generalmente semanales y se distribuyen según los
acuerdos y decisiones de las participantes. Las decisiones suelen basarse en la com-
paración entre los distintos grados de necesidad de las participantes y usos del di-
nero. Suelen ser grupos de entre 5 a 10 personas, pero algunos grupos que son
considerados de gran éxito pueden alcanzar hasta los 30 participantes, lo que ge-
nera importantes cantidades para ser prestadas.
Existen varios factores que han contribuido a su éxito y expansión entre las
mujeres y vamos a tratar de describirlos desde las consideraciones de las propias
mujeres que lo practican:
a. Funciones sociales. Los usos de los préstamos son generalmente dirigidos
a la satisfacción más urgente de las necesidades del hogar. Su uso va desde el pago
de las tasas de los colegios de hijos e hijas, las medicinas o visita al médico hasta
la financiación de funerales u otros rituales obligados socialmente 13. Esta función
permite responder a las necesidades sociales más urgentes en un momento deter-
minado sin ninguna contrapartida a cambio y de manera rápida.
b. Sencillez del sistema en cuanto al tiempo que se invierte en su partici-
pación y en la organización del mismo. El tiempo es un factor muy preciado por
las mujeres debido a la presión que se ejerce sobre su trabajo según la división se-
xual del trabajo de la comunidad. El kibaty ofrece una manera rápida de obtener
ingresos. El sistema funciona de la siguiente manera, se llega y se realiza la apor-
tación a la líder que escribe el nombre en una libreta de registro y que recoge el
dinero al mismo tiempo. Además no existen reuniones para organizarse ni líderes
mayores que burocraticen el sistema y lo ralenticen. En el grupo existe sólo una
persona que escribe los nombres de las participantes, que recoge el dinero y que
lo da. Además, el dinero no permanece durante mucho tiempo con la misma per-
sona. Este hecho también garantiza un menor riesgo de fraude porque la respon-
sabilidad del dinero recae en una única persona que todo el grupo conoce y en la
13 Los funerales son normativos, es decir se deben realizar obligatoriamente y van acompañados también
de una festividad donde los familiares proveen de una comida (arroz con carne de cabra o vaca acompañado
con té) a vecinos y amigos para despedirse de la persona fallecida. El incumplimiento de las reglas que acom-
pañan al funeral, entre las que se encuentran la festividad y provisión de alimentos, se cree que son castigados
por el espíritu del fallecido a través de acciones vengativas, hacia la familia encargada del funeral, como la
muerte o enfermedad de otro familiar.

135
ROSER MANZANERA RUIZ

que todo el grupo ha depositado su confianza. Por otra parte, el sistema no exige
que las participantes necesiten determinados niveles educativos; aquellas que sa-
ben leer y escribir serán las líderes y las que no lo serán pero si podrán participar
y obtener préstamos en igualdad de condiciones que las alfabetas.
c. Intereses y necesidades de género. Las necesidades prácticas de género que
tienen las mujeres de Soni propicia su organización para hacer frente a ellas. Sue-
len ser necesidades comunes que pueden aparecer ante fenómenos contingentes
también comunes (Andrea Cornwall, 2007) como las dificultades en el pago de
las tasas del colegio de hijos e hijas, dificultades para acceder a semillas de culti-
vos comerciales o la aparición de una enfermedad. Este aspecto es importante
porque compartirán necesidades diferentes a las de los hombres que muchas ve-
ces, según ellas mismas explican, quedan lejos de las realidades de éstos que no ven
la importancia de tales necesidades precisamente por no ser ellos los encargados
de las tareas (re)productivas de la comunidad.
d. La «informalidad» del sistema donde la propia acción participativa se re-
fleja en el verbo que la expresa. Kucheza en Kiswahili significa jugar y es el verbo
utilizado para indicar la participación en el kibaty. Por ejemplo «Sisi tunacheza ki-
baty» se traduciría en «nosotras participamos en Kibaty» aunque la traducción li-
teral sería «nosotras jugamos al Kibaty». Otro aspecto que incluimos en la infor-
malidad es la carencia de bienes que sean garantes del préstamo. Este factor
flexibiliza el sistema que da mayores oportunidades en las formas de devolución
y amplía los sectores de población que pueden beneficiarse del sistema y que sue-
len ser de manera general las de los estratos más bajos de la población y por tanto
las más vulnerables económica y socialmente hablando.
La fórmula del Kibaty es enormemente creativa y flexible, lo que permite a
las mujeres asegurarse unos ingresos de forma culturalmente compatible con sus
posiciones en la sociedad de la que forman parte.

A MODO DE CONCLUSIÓN
Los esfuerzos gubernamentales por incluir a las mujeres en los procesos de
desarrollo generales de las corrientes mayoritatorias han sido de gran relevancia
para garantizar públicamente y legalmente el derecho de las mujeres al desarro-
llo. Tales esfuerzos han sido fruto de las voces y reivindicaciones que las muje-
res tanzanas han logrado hacer oír en su sociedad. A pesar de este largo y fruc-
tuoso camino, tales derechos quedan en multitud de ocasiones lejos de las
realidades de las mujeres, sobre todo de las mujeres campesinas de zonas rura-
les. Aún así, estas últimas usan y recrean espacios tradicionales de desarrollo y
los hacen suyos más allá de las fórmulas de desarrollo gubernamentales. Uno de
estos espacios es el del mercado que cumple con funciones que sobrepasan las
puramente económicas según las definiciones más ortodoxas de las doctrinas
económicas. En este espacio se juega al kibaty que se presenta como una prác-
tica de desarrollo culturalmente compatible con la vida de las mujeres, es decir,

136
DERECHO AL DESARROLLO DE LAS MUJERES Y BUENAS PRÁCTICAS: ACTIVIDADES COMERCIALES…

con la organización socio-económica de la comunidad y con la posición de las


mujeres en ella. Además, da acceso a mujeres con poca o ninguna formación
académica a un sistema financiero proveedor de ingresos a través de sus senci-
llas reglas de funcionamiento.
El kibaty es de gran importancia como organización financiera informal y a
la vez poco conocida. A pesar de ello, su contribución para el avance de las muje-
res y su desarrollo es inmensa. Tal fórmula ha facilitado el aumento de las capaci-
dades económicas de las mujeres y su independencia económica al ser un espacio
exclusivamente femenino, lo que les ha permitido el control sobre sus ingresos y
por tanto avanzar en el largo camino de la igualdad de género.

BIBLIOGRAFÍA
Fuentes Primarias
Diario de campo 2006-2007.
Entrevistas mercado Soni y pueblo de Shashui.
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138
AVANCES EN LOS DERECHOS
DE LAS TRABAJADORAS DEL HOGAR
EN PARAGUAY
Maridí González Parini
Investigadora del Centro de Documentación y
Estudios (CDE) en Paraguay.
Lilian Soto Badaui
Investigadora y especialista en políticas públicas y
género.

1. INTRODUCCIÓN
Las trabajadoras del hogar conforman un colectivo que tiene derechos labo-
rales legalmente cercenados en el Paraguay. Para los demás empleos se establecen
ocho horas diarias como jornada laboral máxima, derecho a jubilación, a vaca-
ciones, a un sueldo mínimo basado en estudios económicos que se reajusta pe-
riódicamente. En el empleo doméstico, todos estos derechos están restringidos: las
trabajadoras del hogar paraguayas pueden trabajar legalmente hasta doce horas
diarias, no son sujetas de jubilación y el sueldo estipulado para las mismas con-
forma el 40% del sueldo mínimo vigente, entre otras discriminaciones legales es-
tablecidas en el Código Laboral del país.
Tanto éstos como otros datos respecto a este sector de la población para-
guaya, permanecieron invisibles para las políticas públicas durante mucho
tiempo. Recién, a partir del 2003 el tema llegó a la agenda pública y social, al
principio tímidamente para luego cobrar impulso y convertirse en un asunto obli-
gado en las distintas esferas de debate.
Esta situación, que puede considerarse un avance en los derechos de las tra-
bajadoras del hogar en Paraguay, tiene una base inicial de sustentación en la
alianza entre un organismo de cooperación internacional, la Organización Inter-
nacional del Trabajo (OIT) y una organización no gubernamental de investiga-
ción paraguaya, el Centro de Documentación y Estudios (CDE).

139
MARIDÍ GONZÁLEZ PARINI, LILIAN SOTO BADAUI

En este marco, el presente artículo refiere y analiza los componentes estraté-


gicos y de acciones que se desarrollaron en el marco de esta articulación, como un
aporte al debate sobre prácticas que, cuando consiguen instalar un ánimo social
propicio, pueden producir resultados tendentes a la transformación social. En
este caso, a la transformación de las condiciones en que se desenvuelven las labo-
res de un porcentaje muy importante de las mujeres paraguayas.

2. EL EMPLEO DOMÉSTICO EN EL PARAGUAY Y LAS MUJERES


EMPLEADAS DOMÉSTICAS: EL CONTEXTO
El empleo doméstico es la principal ocupación laboral de las mujeres para-
guayas. Los datos de la Encuesta Permanente de Hogares 2005 (EPH2005) indi-
can que casi una quinta parte de las mujeres que trabajan son empleadas del ho-
gar. Estas mujeres desarrollan sus labores preferentemente en las áreas urbanas del
país; en estas zonas casi una de cada cuatro mujeres se dedica a este tipo de em-
pleo como puede observarse en el siguiente gráfico.

GRÁFICO 1
El impacto del empleo doméstico en la PEA ocupada femenina

Fuente: EPH 2005. Dirección General de Encuestas, Estadísticas y Censos

Cuando estos datos se desagregan por edad, es posible visualizar que casi el
tercio de las mujeres ocupadas de 15 a 29 años de edad se dedican a este tipo de
empleo. En el caso de la niñez trabajadora, el 34% de las niñas de 12 a 15 años se
emplean como trabajadoras del hogar (López, Soto y Valiente, 2005).
La información precedente se encuentra estrechamente ligada a las construc-
ciones de género de la sociedad paraguaya aún eminentemente patriarcal, que
prepara a las mujeres desde pequeñas para las labores domésticas y descarga sobre
las mismas la responsabilidad casi exclusiva del trabajo del hogar. Cuando sobre
este telón de fondo se instalan las condiciones de pobreza, presionando a los ho-
gares para disminuir gastos, se produce la expulsión de las niñas del ámbito de la

140
AVANCES EN LOS DERECHOS DE LAS TRABAJADORAS DEL HOGAR EN PARAGUAY

educación, y las mismas quedan con escasas posibilidades de adquirir otras habi-
lidades que no sean las referidas a las labores domésticas. Los frecuentes embara-
zos adolescentes, o las necesidades de mayores ingresos, se convierten con fre-
cuencia en detonantes para la salida de sus hogares de las mujeres jóvenes y pobres
de las zonas rurales, por la vía de la crianza o del empleo doméstico.
En efecto, para aligerar la presión en hogares pobres, que carecen de condi-
ciones para responder a las necesidades de familias numerosas, resulta común que
se produzca la entrega de niñas para la crianza. Esta institución de semi esclavi-
tud tiene un fuerte arraigo en la sociedad paraguaya, fue planteada durante mu-
cho tiempo como una «ayuda» a las niñas pobres y sus antecedentes pueden ser
rastreados en el periodo hispánico, cuando las mujeres indígenas eran entregadas
como prendas de paz a los conquistadores españoles (López, Soto y Valiente,
2005). A cambio de techo, comida y promesas de estudios, las niñas son enviadas
a trabajar en los hogares de terceros en mejores posiciones económicas.
Cuando no se han iniciado en la crianza, las adolescentes y las mujeres adul-
tas que acuden a la posibilidad del empleo doméstico, lo hacen porque esta es la
única alternativa laboral que se presenta a mujeres con escasos estudios, prove-
nientes de las zonas rurales y monolingües guaraní (Escobar y Soto, 2008). El si-
guiente diagrama ilustra un camino al que ingresan muchas mujeres paraguayas.

GRÁFICO 2

CRIADAZGO
O
CRIANZA
SOCIALIZACIÓN DE
LAS MUJERES PARA • Pobreza
• Falta de oportunidades educativas
EL TRABAJO • Falta de oportunidades laborales en
DOMÉSTICO EN LOS el campo.
HOGARES • Embarazos precoces
• Familias numerosas

EMPLEO
DOMÉSTICO

Fuente: Elaboración propia basada en investigaciones cualitativas de las autoras referidas en este artículo.

3. LAS ESTRATEGIAS DE COLOCACIÓN DE LA DISCRIMINACIÓN


DEL EMPLEO DOMÉSTICO EN LA AGENDA PÚBLICA Y SOCIAL
La colocación de un tema en la agenda pública y social es una de las etapas
más importantes en el proceso que conduce a la existencia de políticas públicas.
Este paso define la posibilidad de que un tema sea abordado desde los sectores res-

141
MARIDÍ GONZÁLEZ PARINI, LILIAN SOTO BADAUI

ponsables y peleado desde los sujetos demandantes. La colocación depende de


muchos factores, y en general sucede cuando se abre lo que se conoce como ven-
tana de oportunidades. Este es un momento en el que se encuentran los problemas,
las soluciones posibles y un ánimo social favorable. En este marco expondremos
la situación de estos tres factores en el Paraguay, al inicio del proceso que llevaron
a cabo la OIT y el CDE.

3.1. El problema y el ánimo social


Como ya se ha visto, resulta indudable que la situación de las trabajadoras del
hogar constituye un problema en el Paraguay. Sin embargo, el mismo no era visua-
lizado por la sociedad en su conjunto. Así, resultaba nulo el reconocimiento de la
existencia de discriminación, e incluso de condiciones laborales de explotación de
las trabajadoras del hogar. Por consiguiente, eran escasas las posibilidades del acceso
de este tema a la agenda pública, entendida como el conjunto de problemas del que
decide ocuparse el sector público en un periodo de tiempo determinado.
En general, estas etapas de reconocimiento de un problema y de incorpora-
ción de un tema a la agenda pública, forman parte de las responsabilidades del
sector público, pues el mismo posee los instrumentos como personal, datos esta-
dísticos, entre otros, que posibilitan realizar el diagnóstico necesario. Sin em-
bargo, en éste, como en muchos otros casos, han sido sectores no gubernamenta-
les quienes generaron las iniciativas en el Paraguay.
En este contexto, en sus inicios, el proceso paraguayo respecto a las trabaja-
doras del hogar se inició con la identificación del problema y la construcción del
ánimo social necesario, a través de la producción de datos y de la difusión de los
mismos.

3.2. Las soluciones y la incidencia en el sector público


La posibilidad de generar soluciones a los problemas depende en gran parte
de la existencia de un sujeto social demandante que exponga su situación y aporte
sus ideas sobre las transformaciones que deben producirse. Este sujeto deman-
dante es el que tiene posibilidades de actuar con mayor fuerza y sistematicidad so-
bre los actores públicos que deciden los cambios. En el empleo doméstico, las tra-
bajadoras se encuentran inmersas en un círculo del cual salen con dificultad: la
marginación económica es sostenida por factores culturales, y las representaciones
sociales de las propias mujeres que trabajan en el empleo doméstico –de desvalo-
rización y baja autoestima– se vuelven, en muchos casos, impedimento para la or-
ganización de las mismas en demanda de sus derechos.
En este marco, para construir el proceso de colocación de la situación del em-
pleo doméstico en la agenda pública y social del Paraguay e iniciar el proceso de
transformación de las condiciones injustas en las cuales se desenvuelve, la alianza

142
AVANCES EN LOS DERECHOS DE LAS TRABAJADORAS DEL HOGAR EN PARAGUAY

GRÁFICO 3
El círculo de las condiciones injustas del empleo doméstico

Condiciones
estructurales Condstrucción de
precarias de identidades subvaloradas
las mujeres empleadas

Persistencia de
las configuraciones de Escasa posibilidad
Discriminación del de articulación por
empleo doméstico demandas
y reivindicaciones

Persistencia de
las configuraciones de
Discriminación del
empleo doméstico

Fuente: Elaboración propia basada en la investigación «La vida de las trabajadoras del hogar en Para-
guay «(Escobar y Soto, 2008)

entre la OIT y el CDE apuntó a las estrategias de generación de conocimientos,


difusión de datos y sensibilización, alianzas con actores claves y constitución de
un sujeto demandante.

4. EL PROCESO: LAS ESTRATEGIAS DESARROLLADAS


PARA LA INCLUSIÓN DEL DERECHO
A LA NO DISCRIMINACIÓN DE LAS TRABAJADORAS
DEL HOGAR EN LA AGENDA PÚBLICA Y SOCIAL
4.1. El debate teórico y la sistematización de datos
Como fue mencionado antes, en el Paraguay, a principios del año 2003 no
existían mayores datos sobre la situación, número y condiciones laborales de las
trabajadoras del hogar; fue por esa razón que como una de las primeras activida-
des se generó conocimiento con la realización de estudios sobre el tema. Ante la
falta de referencias concretas y analíticas, la Organización Internacional del Tra-
bajo (OIT) planteó al Centro de Documentación y Estudios (CDE) la realización
de una investigación acerca de los aspectos legales y los datos sobre el empleo do-
méstico en el Paraguay.
El resultado de ese planteamiento fue la investigación «Trabajo doméstico re-
munerado en Paraguay», que contiene tres capítulos bien diferenciados. Por la im-
portancia de este estudio en el proceso posterior vale la pena comentarlo breve-
mente. En el capítulo primero recoge los convenios de la OIT que de alguna

143
MARIDÍ GONZÁLEZ PARINI, LILIAN SOTO BADAUI

manera se aplican al trabajo doméstico y que fueron ratificados por el Paraguay;


la autora de este capítulo hace hincapié en que las garantías y protecciones gene-
rales que otorgan los convenios se aplican a todos los trabajadores y trabajadoras
sin distinciones, salvo el caso de aquellos que han sido elaborados para un deter-
minado tema. Por ende, los y las trabajadoras del hogar gozan de la protección
que brindan estos convenios.
En el segundo capítulo se abordan las leyes sobre trabajo doméstico remune-
rado en Paraguay. El tema principal es la discriminación en la regulación legal,
que, debido a la particularidad para este sector, casi siempre implicó un menor re-
conocimiento de derechos garantizados como regla general para el resto de los tra-
bajadores/as. Es el caso del Código Laboral vigente (Ley N º 213/93), el cual
otorga un menor estándar de disfrute de derechos sociales para los y las trabaja-
doras del hogar.
La situación de las trabajadoras domésticas y el trabajo infantil doméstico es
el tema del tercer capítulo. El mismo indica que el 6,9 % de la Población Econó-
micamente Activa (PEA) ocupada se dedica a este tipo de empleo, según los da-
tos de la Encuesta Permanente de Hogares 2002; muestra también que el 93% de
quienes se dedican al trabajo doméstico son mujeres, además de información re-
lativa a salarios, nivel educativo, y otras. Con estos datos concentrados en una in-
vestigación se inició la producción de conocimientos que servirían de base para el
proceso de avance de los derechos de las trabajadoras del hogar.
Para la difusión más amplia de los derechos laborales, se elaboraron afiches y
el cuadernillo «Necesarias, invisibles, discriminadas» en base al libro antes men-
cionado. Otro material elaborado posteriormente es el libro «Regímenes jurídicos
sobre trabajo doméstico remunerado en los Estados del MERCOSUR» que esta-
blece una comparación en el tratamiento del trabajo doméstico entre los Estados,
y visibiliza las condiciones laborales, el derecho a la seguridad social, los regíme-
nes de vigilancia y las propuestas legislativas para mejorar la tutela de derechos en
materia de trabajo doméstico.
La generación de conocimientos se desarrolló paralelamente al debate teórico
sobre no discriminación que se originó en el año 2003, con el objetivo de regla-
mentar el artículo 46 de la Constitución Nacional del Paraguay. De este proceso
participativo se obtuvo la redacción del Proyecto de Ley contra toda forma de dis-
criminación, que actualmente se encuentra en la Cámara de Senadores pendiente
de estudio y aprobación. Este hecho colaboró en gran medida para que las discri-
minaciones en general y principalmente hacia las mujeres pobres, guaraní par-
lantes, de zonas rurales y con escasa instrucción –quienes generalmente se dedi-
can al trabajo doméstico– sean visibilizadas.

4.2. El trabajo de sensibilización y difusión


La tarea realizada en este sentido consistió principalmente en contactar con
responsables de las instituciones e invitarlos/as a reuniones de trabajo sobre el

144
AVANCES EN LOS DERECHOS DE LAS TRABAJADORAS DEL HOGAR EN PARAGUAY

tema para presentar los datos disponibles. La base fundamental para que esta es-
trategia fuera desarrollada radicó en la calidad e importancia de los datos difun-
didos, resultados de las investigaciones iniciales. Esto fue esencial para que el
efecto buscado, la sensibilización, fuera posible.
Otro aspecto importante para el trabajo de sensibilización y difusión es el re-
ferido al material a través del cual se difundieron los datos; tanto el libro que con-
tenía las investigaciones como el cuadernillo de difusión y un afiche sumamente
creativo han cumplido roles importantes en esta estrategia. Por una parte, la exis-
tencia de una publicación en formato de libro ha generado confianza en la serie-
dad y fiabilidad de los datos. Estos han sido distribuidos a las autoridades y re-
presentantes principales de los diversos sectores. El cuadernillo ha cumplido la
importante función de facilitar la lectura de la información más relevante para lo-
grar impacto. Por ejemplo, el cuadro comparativo entre los derechos de las traba-
jadoras domésticas y los de los/as demás trabajadores/as ha resultado suficiente-
mente didáctico para la visualización rápida de la discriminación. En cuanto al
afiche, la calidad estética y creativa del mismo, facilitó su rol de difusor de dere-
chos y de situaciones de discriminación del sector.
Se elaboró además un díptico con el detalle y la comparación de salarios, va-
caciones, seguro social y los demás derechos de las trabajadoras domésticas adul-
tas y adolescentes para la Dirección de la Mujer Trabajadora del Vice Ministerio
del Trabajo. Éste fue impreso en grandes cantidades para llegar a más personas. La
tarea del díptico es difundir los derechos entre las trabajadoras que acuden a esta
dirección en busca de apoyo por controversias laborales.

4.3. La búsqueda de organizaciones de trabajadoras del hogar


Uno de los principales obstáculos con los que tropiezan las trabajadoras del
hogar es la falta o escasa organización del sector. Para el desarrollo de este proceso
de avance en derechos se ha tenido en cuenta que existe una sola organización de
trabajadoras domésticas, SINTRADOP3, sin mucha inserción entre las mismas,
y con escasa incidencia en las políticas de la Central sindical a la que está afiliada
y de cuya directiva forma parte, la Central Nacional de Trabajadores (CNT).
En consecuencia, se apuntó principalmente a trabajadoras domésticas jóve-
nes que pudieran renovar o revitalizar el sector. Para ello, se identificaron institu-
ciones que estaban desarrollando un trabajo de apoyo a estas trabajadoras, fun-
damentalmente en sus condiciones laborales personales. Se contactó así con cinco
organizaciones no gubernamentales y hogares de acogida a quienes están vincula-
das trabajadoras del hogar jóvenes.
Entre los hogares de acogida se encuentran Kuñatai Roga y Santa Librada.
Estos hogares acogen a mujeres jóvenes que acuden del campo a la ciudad en

3 El Sindicato Nacional de Trabajadores Domésticos del Paraguay (SINTRADOP), existe desde julio de
1989, es decir, cuenta con casi veinte años.

145
MARIDÍ GONZÁLEZ PARINI, LILIAN SOTO BADAUI

busca de trabajo proveyéndoles de albergues y haciendo de puentes con quienes


demandan esta fuerza laboral para intentar garantizar buenas condiciones de tra-
bajo. Entre las organizaciones no gubernamentales que trabajan con empleadas
domésticas se han identificado 3, la Juventud Obrera Cristiana (JOC), Global,
Infancia y Kuña Roga.
En esta búsqueda de organizaciones también se tomó en cuenta el rol que pu-
diera cumplir la Coordinadora Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas (CO-
NAMURI) en consideración a que un gran número de empleadas del hogar jó-
venes proviene del campo lo cual pudiera despertar el interés de esta organización
en demandar modificaciones. Sin embargo, es perceptible que la gran variedad de
graves problemas que debe enfrentar el campesinado como sector es un freno a
que esta organización se convierta en sujeto demandante principal respecto a este
tema.
Asimismo, se pensó en las centrales sindicales como sujetos activos de de-
mandas para una mejoría del sector, pero la respuesta fue escasa y poco entu-
siasta. Sin embargo, como veremos más adelante, en la actualidad este sector está
interesado en apoyar las reformas.

4.4. La incidencia en el sector público


Esta fue una de las estrategias cuyos resultados posibilitan pensar en que es
factible la modificación de la situación de discriminación de las empleadas do-
mésticas por las respuestas positivas y las iniciativas que posteriormente surgieron
de las instituciones con las que se desarrolló el trabajo.
La estrategia fue planteada con tres instituciones del sector público, el Vice
Ministerio del Trabajo, el Instituto de Previsión Social, organismo encargado de
la seguridad social de trabajadores y trabajadoras y la Secretaría de la Mujer, me-
canismo nacional responsable de las políticas de género. Las dos primeras fueron
identificadas como quienes podrían viabilizar acciones específicas de protección
de las trabajadoras domésticas y la última como la institución pública que podría
convocar a las demás por la gran incidencia que tiene el empleo doméstico en la
situación laboral de las mujeres.
En efecto, tanto el Vice Ministerio del Trabajo como la Secretaría de la Mu-
jer tuvieron repuestas rápidas y positivas ante la propuesta de tratar el tema. En el
Instituto de Previsión Social, una vez obtenida la entrevista inicial, también se die-
ron respuestas positivas e iniciativas específicas.
La estrategia desarrollada contempló diversos pasos con cada institución. En
general se inició con entrevistas con las máximas autoridades, seguidas de presen-
taciones de los datos a personal de nivel directivo y de reuniones con equipos es-
pecíficos.
En las actividades con el Vice Ministerio del Trabajo resultó de especial valor
la presencia de una aliada en la Dirección de la Mujer Trabajadora y la asunción
de una Vice Ministra interesada en el tema.

146
AVANCES EN LOS DERECHOS DE LAS TRABAJADORAS DEL HOGAR EN PARAGUAY

4.5. Las actividades de apoyo durante el proceso (2005-2008)


Para llegar a la mayor cantidad de trabajadoras del hogar se realizaron semi-
narios, encuentros, talleres, presentación de materiales de investigación, conver-
satorios y reuniones de trabajo para conformar un grupo promotor de la organi-
zación de este sector. En cada una de estas actividades se daba el mayor hincapié
a los derechos laborales, así como a la necesidad de contar con una organización
fuerte que defienda y promueva el cambio legislativo para la igualdad de las tra-
bajadoras del hogar.
En estos espacios se difundieron los datos obtenidos en las investigaciones y se
promovió el encuentro de las jóvenes y adultas trabajadoras del sector. En un prin-
cipio, como lo veíamos anteriormente, el contacto fue a través de los hogares de aco-
gida y de las organizaciones no gubernamentales que apoyaron y acompañaron el
proceso encargándose de las invitaciones y los traslados para las actividades.
Posteriormente, viendo que se llegaba a un grupo limitado de trabajadoras se
decidió convocarlas a través de los medios de prensa a los cuales ellas acceden; así,
los medios elegidos fueron las radios comunitarias y los diarios populares de gran
circulación en el país. Esta estrategia hizo posible que una mayor cantidad de
mujeres trabajadoras del hogar a las cuales no se tenía acceso inicialmente se acer-
caran y participaran en las actividades.
En el día internacional de la trabajadora doméstica (30 de marzo) de 2007,
se realizó el Primer Encuentro Nacional de Jóvenes trabajadoras domésticas del
Paraguay, con el lema «Tengo derecho: al trabajo digno, a la autonomía personal
y a la libertad de asociación y sindicalización». Esta actividad contó con más de
setenta participantes adolescentes de distintos lugares del país. Un año después, en
la misma fecha, se realizó el Seminario «La vida de las trabajadoras del hogar en
Paraguay» donde se presentó la investigación que dió el nombre al seminario y en
el cual participaron más de cuarenta mujeres trabajadoras domésticas individua-
les, esto es, que no pertenecían ni a la SINTRADOP, ni a los hogares y ONGs
que trabajan con este sector.
Fruto de este último seminario fue la conformación del núcleo promotor
para la organización de las trabajadoras domésticas, al cual nos referiremos más
adelante.

5. METAS: ORGANIZACIÓN Y MODIFICACIÓN LEGAL


PARA LA IGUALDAD DE LAS TRABAJADORAS DEL HOGAR
Además del posicionamiento del tema en la agenda pública, una de las me-
tas de todo este proceso es la modificación de la regulación legal discriminatoria
actual, plasmada en el Código Laboral vigente o la creación de una ley igualitaria
que regule de manera favorable a los y las trabajadoras del hogar. Para esto se hace
indispensable contar con un grupo fuerte que visibilice las condiciones desfavo-
rables a las cuales está sometido el sector, demande estas reformas y sea capaz de

147
MARIDÍ GONZÁLEZ PARINI, LILIAN SOTO BADAUI

canalizar los apoyos que se presentan. A través de la organización de las trabaja-


doras del hogar es posible alcanzar esta meta, teniendo en cuenta los procesos de
demandas de trabajadores de otros sectores y de experiencias organizativas de tra-
bajadoras del hogar de otros países de la región.

6. AVANCES: LA ALIANZA INTERSECTORIAL Y LA CREACIÓN


DEL CENTRO DE ATENCIÓN ESPECIALIZADA
6.1. La alianza intersectorial: El Grupo Impulsor y el Núcleo Promotor
Actualmente, uno de los logros más importantes de este proceso es la alianza
obtenida entre personas comprometidas con el tema y que representan al Minis-
terio de Justicia y Trabajo, al Centro de Documentación y Estudios, a la Organi-
zación Internacional del Trabajo, a la Secretaría de la Mujer, a la Central Unitaria
de Trabajadores Auténtica y a la Comisión de Equidad, Género y Desarrollo So-
cial de la Cámara de Senadores. Esta alianza ha dado como resultado la formación
del Grupo Impulsor de la modificación legal para la igualdad de las y los trabaja-
dores del servicio doméstico. El mismo está dando sus primeros pasos y tiene
como objetivos la promoción de medidas legales y administrativas en el Estado
paraguayo para el desarrollo de políticas públicas para la igualdad en dignidad y
derechos de los y las trabajadoras del servicio doméstico e impulsar iniciativas de
sensibilización sobre la problemática de las trabajadoras de hogar. Además, pro-
mueve y fortalece alianzas intersectoriales e interinstitucionales.
Por otra parte, conscientes de que la organización del sector es de suma im-
portancia para lograr la igualdad, quienes integran el grupo impulsor de la modi-
ficación legal apoyan e incentivan las actividades del Núcleo Promotor para la or-
ganización de las trabajadoras domésticas que ha surgido del proceso de
actividades antes mencionadas. Específicamente este grupo surge como producto
del seminario «La vida de las trabajadoras domésticas en el Paraguay», en el cual
varias trabajadoras manifestaron su intención de reunirse y promover la organi-
zación de este sector.
En la actualidad, este núcleo promotor se reúne periódicamente y represen-
tantes del mismo participan en debates de programas radiales, así como en entre-
vistas para medios escritos. Esta situación difícilmente se habría dado sin la ins-
talación del tema en la sociedad, a partir de lo cual hay una demanda de
información acerca de la situación y lucha de las trabajadoras del hogar.

6.2. Centro de atención del MJT


Paralelamente a la conformación de los grupos, se ha trabajado en la capaci-
tación de funcionarios y funcionarias del Ministerio de Justicia y Trabajo sobre los
aspectos legales y sociales del trabajo doméstico, los mecanismos de resolución al-

148
AVANCES EN LOS DERECHOS DE LAS TRABAJADORAS DEL HOGAR EN PARAGUAY

ternativa de conflictos con énfasis en mediación, el acoso sexual, abuso y violen-


cia doméstica.
Este trabajo de capacitación apuntó a la creación del Centro de Atención es-
pecializada para trabajadoras del hogar que acuden en busca de asesoría; en este
momento se está desarrollando este proyecto que es posible gracias a los trabajos
previos de generación de conocimientos e incidencia en el sector público. Tal
como está pensado, el Centro tendrá la función de prestar asistencia específica so-
bre aspectos legales y sociales a trabajadoras del servicio doméstico que acudan al
mismo. Esto representa un gran avance para el acceso a la información y asisten-
cia especializada a las trabajadoras, hasta hoy desprotegidas.

A MODO DE CONCLUSIÓN
El paso dado por la OIT, y la aceptación del CDE del desafío de impulsar
el proyecto, de investigación primero y de sensibilización, constitución de su-
jeto e incidencia posteriormente, resalta un resultado sumamente positivo de
una asociación de las características mencionadas. A través de una sinergia de
recursos de ambas instituciones, se ha conseguido el acceso de este tema a la
agenda pública y social. Las dos entidades han aportado recursos y esfuerzos en-
tre los que se encuentran los logísticos, la capacidad de gestión y ejecución, la
capacidad de obtención de respuestas por parte de los sectores interpelados, en
especial el sector público, y el aprovechamiento de las oportunidades que se fue-
ron abriendo durante el proceso. Estos elementos han sido claves para los re-
sultados obtenidos.
Como consecuencia del rico proceso desarrollado la situación del empleo do-
méstico está hoy presente en la agenda pública y social, existen grupos compro-
metidos con la igualdad en el empleo para las trabajadoras del hogar tanto en el
sector público como en la sociedad en general y se está constituyendo un sujeto
social demandante a partir de las propias trabajadoras del hogar. Resulta, en con-
secuencia, indudable que en la sociedad paraguaya existe hoy un avance en los de-
rechos de las trabajadoras del hogar.
El caso presentado, muestra que la sinergia de esfuerzos entre grupos intere-
sados y la utilización de las investigaciones como fuentes de sensibilización cons-
tituyen factores que pueden aportar a la transformación de situaciones sociales in-
justas, en este caso, de las condiciones en que se desenvuelve un enorme grupo de
mujeres del Paraguay.

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DERECHOS FEMENINOS SOBRE
LA TIERRA EN ÁFRICA:
UGANDA Y MOZAMBIQUE
Soledad Vieitez Cerdeño
Profesora del Departamento de
Antropología Social, de la
Universidad de Granada.
Investigadora en Género y África.

1. INTRODUCCIÓN
El pasado 18 de junio de 2008, en Nairobi (Kenia), durante la XXV Confe-
rencia FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Ali-
mentación) sobre África, las mujeres hicieron una declaración sobre las cuestiones
relativas al acceso, control y propiedad de los principales recursos naturales y pro-
ductivos, incluida la tierra, los cuales reconocieron ser factores clave en la erradi-
cación de la pobreza rural y el hambre en África1. Dicha declaración concluye con
las siguientes palabras2:

Women’s access, control and ownership of land/natural and productive resources in


Africa intersect with other problems such as discriminatory inheritance patterns, agri-

1 Dirección electrónica: http://www.pambazuka.org/en/category/wgender/48914 (última consulta:


23/07/2008).
2 La subscriben todas estas organizaciones: Coast Women’s Rights (COWER) de Kenia; Rwanda Women’s
Network (RWN); Plateforme Sous Regionale Des Organisations Paysannes D’Afrique Central (PROPAC) de Ca-
merún National Youth Association for Food Security (NYAFS) / IFSN de Gambia; Kenya Food Security Network
(KEFOSPAN); Kenya Land Alliance (KLA); Eastern African Farmers Federation (EAFF) de Tanzania; National
Women’s Farmers Association (NAWFA) de Gambia; Network of Ethiopian Women’s Associations (NEWA) de
Etiopía; Uganda Land Alliance (ULA); Community Land and Development Foundation (COLANDEF) de
Ghana; La Vía Campesina de South Africa; Network of Organisations Working on Food Sovereignty (ROSA) de
Mozambique; Eastern and Southern Africa Small Scale Farmers Forum (ESAFF) de Zambia; Shelter Forum de
Kenia; Food Rights Alliance de Uganda; Volunteer Efforts for Development Concerns de Uganda; ACORD
International; y ActionAid International.

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culture and food insecurity, violence against women, the appropriation and privatization
of communal and indigenous lands and other natural resources, as well as gendered con-
trol over economic resources and the right to work. This inter-sectionality highlights the
need for governments to secure women’s rights to access, control and own land/natural
and productive resources, in order to lessen the threat of discrimination, different forms
of violence and HIV/AIDS, denial of political participation, and other violations of
their economic and human rights. There is also need to ensure gender responsive land
and environmental law to facilitate women’s access to resources. The measures we have
recommended above will be key to securing those rights.

Se trataba de una declaración que incidía en la importancia de relacionar las


cuestiones de género y tierras, transversalmente, con otros aspectos políticos, socia-
les y económicos, tales como las transformaciones en los mercados de tierras y re-
cursos naturales o el empleo, la salud o la participación política y las transformacio-
nes en la agricultura, así como la inseguridad alimentaria. Las personas participantes
procedían de organizaciones de base y locales, movimientos de gentes sin tierra, pas-
tores y ganaderos, así como jóvenes del oeste, centro, este y sur de África, quienes exi-
gían la ejecución de los puntos de la «Declaración sobre África y la crisis alimentaria
actual» que tuvo lugar durante la International Conference on Agrarian Reform and
Rural Development (ICARRD). También se reconocía la importancia de que dicha
ejecución se haga en acuerdo con la Unión Africana (UA), la Comisión Económica
para África de las Naciones Unidas (UNECA, en inglés) y el Banco de Desarrollo
Africano (ADB)3, dentro de las políticas públicas y las reformas legales sobre la tierra
a las que se han comprometido dichas instituciones, para asegurar derechos sobre
ella, para incrementar su productividad, para multiplicar las formas de ganarse la
vida, para fomentar el manejo de recursos naturales y para contribuir al crecimiento
de una base económica amplia para las y los africanos.
Históricamente, África ha sido un continente rural donde la tierra abundaba y
los grupos domésticos y sociales organizaban la fuerza de trabajo para garantizar su
cultivo. Las unidades domésticas («familias») consolidaban la fuerza de trabajo me-
diante diversas formas de cooperación y colaboración con otros hogares, en formas
relativamente abiertas y flexibles. En general, la densidad de población se mantenía
baja, el trabajo era más escaso que la tierra y los patrones de cultivo extensivo predo-
minaban en la sabana, lo que paulatinamente llevaba a las poblaciones africanas a ha-
cerse sedentarias. En este contexto, la propiedad individual de la tierra era más limi-
tada, mientras que grupos de descendencia (matrilineales o patrilineales) organizaban
hogares para la producción, el consumo, la residencia y la reproducción: matrimonio,
herencia, crianza de los hijos, fuerza de trabajo, etc. Existía variabilidad de formas de
organización económica en torno a dichos hogares, pero lo fundamental es que los
recursos naturales, también la tierra, era poseída conjuntamente por el grupo de des-
cendencia, quien la administraba para todos. La tierra abundaba en el continente

3 Para un análisis más profundo de las políticas de género de estas instituciones, recomendamos el tra-
bajo de Rachel Rebouche (2006).

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para una mayoría de cultivadores hasta el comienzo de la expansión colonial europea


que ocupó las tierras más fértiles de las sabanas orientales y sureñas. En contraste con
los sistemas agrícolas «masculinos» de Europa o Asia, donde la mano de obra de los
varones adquiere mayor valor, se maneja el arado y la agricultura es intensiva, los sis-
temas africanos de cultivo extensivo son «femeninos» y las mujeres adquieren gran va-
lor como productoras de comida y reproductoras de gente (Boserup, 1970; Goody,
1971, 1976; Robertson, 1991). La centralidad femenina en la agricultura africana es
más que evidente, puesto que han sido principales cultivadoras hasta la actualidad, si
bien no debemos idealizar esta cuestión, ya que hemos de centrarnos en los sistemas
productivos en su conjunto y ver las relaciones de género dentro de ellos (Guyer,
1991). En estas formas de organización social y económica, es obvio, los hombres y,
particularmente, las mujeres forman parte de grupos sociales mayores donde el ac-
ceso a los recursos productivos está determinado por las posiciones que ocupan den-
tro de los mismos.
Una panorámica semejante a la descrita puede todavía encontrarse, a día de
hoy, en regiones de Burkina Faso o Senegal, donde algunos investigadores han ex-
plorados matrimonio y prácticas consuetudinarias en relación con los derechos de
las mujeres a la tierra (Platteau, Abraham, Brasselle, Gaspart, Niang, Sawadogo y
Stevens, 2000a; Platteau, Abraham, Brasselle, Gaspart, Niang, Sawadogo y Ste-
vens, 2000b; Platteau, Abraham, Gaspart y Stevens, 2007).

No hay duda de que la creciente escasez de tierras representa un problema para el


África Subsahariana, pero no es una causa relevante de los cambios en las instituciones
consuetudinarias. El Senegal y Burkina Faso, en efecto, son dos países de la región donde
la densidad demográfica es baja y la escasez de tierras es todavía moderada. Lo que ha he-
cho de estos países un interesante objeto de investigación es la reciente introducción de
la agricultura de regadío intensiva. Las actividades agrícolas de las mujeres en este tipo
de explotación, incluyen desherbar, cosechar y transplantar, además de suministrar ve-
getales y condimentos para la alimentación familiar. Así, en ambos países, la partici-
pación de la mujer en las actividades agrícolas ha aumentado en los últimos años. La pre-
sencia de sistemas de riego dirigidos a las mujeres también les ha otorgado un cierto
grado de control sobre pequeñas parcelas de tierra arable, que sus hijas pueden heredar.
No obstante, salvo esta pequeña excepción, los derechos de las mujeres sobre el control
o herencia de la tierra son casi inexistentes en el Senegal y en Burkina Faso y las oportu-
nidades de tenencia de tierras siguen dependiendo casi exclusivamente de su relación con
los hombres… (Platteau, Abraham, Gaspart y Stevens, 2007: 21-22).

Las políticas neoliberales de mediados de la década de 1980 han venido fo-


mentado la creación de un mercado de tierras4 para grandes proyectos agroali-

4 Creemos conveniente aclarar aquí que los mercados de tierras se dan en los sistemas africanos de te-
nencia por derecho consuetudinario desde la época colonial, según advierten Anne Whitehead y Dzodtsi Tsi-
kata (2001). En cualquier caso, las últimas dos décadas y media han desviado la intención legal y política ha-
cia un incremento considerable de la propiedad individual y mecanismos más típicos de economías y países
desarrollados, los cuales no casan bien en los contextos africanos por razones que comentamos en este texto.

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mentarios, lo que ha generado enorme presión sobre la distribución de las tierras


africanas (Berry, 2003), así como una contradicción significativa entre las políti-
cas públicas o las leyes y los sistemas de acceso vía derecho consuetudinario que,
aún hoy, perviven en una mayoría del continente, especialmente, al sur del Sa-
hara5. Hay quienes señalan que las mujeres han sido discriminadas históricamente
en su acceso a los recursos productivos, lo cual consideramos cierto en parte para
la mayoría del continente (Tadesse, 2007: 4). Sin embargo, las mujeres también
han combatido las costumbres locales que les impedían ser agentes económicos en
la agricultura o el comercio y no es un fenómeno nuevo. En el ya clásico libro Wo-
men of Tropical Africa, editado por Denise Paulme (1964), se señalaba cómo las
mujeres tratan de reafirman su dominio económico y social ante unas pautas y
costumbres (basadas en derecho consuetudinario) que los hombres quieren trans-
formar continuamente para su beneficio, con la connivencia de las instituciones
(coloniales, en su día, o las actuales, muy mediatizadas por las políticas interna-
cionales de desarrollo y cooperación). Si bien las mujeres transmiten derechos de
uso de la tierra u otros y propiedades por vía materna en algunas sociedades (ma-
trilineales), en una mayoría de sociedades africanas (patrilineales) las mujeres no
heredan, ni adquieren derechos directos sobre las tierras que usan. Al contrario
son casi siempre herederas secundarias que podrían perder sus derechos ante si-
tuaciones de separación, divorcio o viudedad. Parece que cultivaran, antes del
matrimonio, las tierras del padre y, cuando se casan, las del marido. No obstante,
tradicionalmente, los sistemas africanos de tenencia ofrecían varias posibilidades
de protección para las mujeres, tales como la denuncia comunitaria u otras formas
de relación a establecer con la familia del marido.
A finales del siglo XX, el Banco Mundial continúa definiendo la agricultura
africana como atrasada e improductiva, incluso tras la aplicación de los Planes de
Ajuste Estructural; eso sí, no ha tenido en cuenta las instituciones socioeconómi-
cas rurales o de subsistencia. En este sentido, los problemas de descampesiniza-
ción, la carencia de acceso a la tierra, la falta de empleo o las dificultades en el tra-
bajo han incidido muy negativamente en las sociedades rurales africanas,
especialmente en las mujeres, quienes han visto amenazadas sus capacidades eco-
nómicas y sociales básicas (Bryceson, 1995, 2002; Gladwin, 1991; Chossudovsky,
1991, 1997; James y Etim, 1999). Este «atraso» agrícola sería debido, según al-
gunos informes (Banco Mundial, 1989), a los enormes defectos de los sistemas de
tenencia consuetudinaria. De ahí que las políticas hayan propuesto una redefini-
ción de derechos sobre la tierra o fomentado numerosas investigaciones sobre
agricultura africana en esta línea (Tadesse, 2007: 4). Las propuestas no son nue-
vas, ni derivadas del contexto económico contemporáneo –por el contrario,
5 «En África, la noción de instituciones consuetudinarias ha sido objeto de debate desde el momento
mismo en que el derecho formal –introducido durante el período colonial– decidió codificar algunas prácti-
cas tradicionales. En este estudio se examinan aspectos generales del derecho consuetudinario a la tierra y de
las instituciones de resolución de conflictos en torno a la propiedad de este recurso, con especial atención a los
conflictos que vulneran el derecho de la mujer a la tierra» (FAO, 2007: 2). El debate se ha reavivado en la ac-
tualidad, sobre todo, a partir de la década de 1980, cuando los grupos y colectivos de mujeres han elevado sus
denuncias (Tadesse, 2007: 3).

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arrancan en la época colonial– han sido infructuosas en algunos países africanos,


tales como Tanzania, Lesotho o Namibia (Tadesse, 2007: 5).
Los Planes de Ajuste Estructural (PAE) justificaron la introducción de polí-
ticas a gran escala en una mayoría de estados africanos, por lo que las mujeres vie-
ron una vez más el peligro que corrían algunos de sus derechos productivos fun-
damentales como los derivados del acceso a las tierras (Gladwin, 1991). Los PAEs
fomentaban que grandes extensiones del continente se ocuparan con proyectos de
desarrollo agrícola, muchos de ellos a fin de paliar problemas de seguridad ali-
mentaria en diversos lugares del continente (Bryceson, 2002; Gladwin, 1991), so-
bre todo, grandes extensiones de tierra destinadas a la agricultura comercial o el
denominado agribusiness para abastecer los mercados internacionales. Tal es el
caso, por ejemplo, del denominado «Proyecto del Corredor Alimentar (Food Co-
rridor Project)» que se extiende en la región sur de África, de este a oeste, entre An-
gola y Mozambique, liderado por la República de Sudáfrica. Como afirma Michel
Chossudowsky, el corredor no es que signifique precisamente «comida para las
gentes locales», pero sí garantiza el desplazamiento de las gentes campesinas de sus
tierras con la idea de convertirles en temporeros de estos proyectos agroalimenta-
rios. La South African Chamber for Agricultural Development (SACADA) y el
Banco Mundial propusieron el establecimiento de «reservas de tierras», basadas en
normas consuetudinarias, para la protección de los derechos de la población local
(Chossudovsky, 1996), lo cual no ha traído sino un sinfín de problemas y tensio-
nes sobre la ocupación de tierras, por ejemplo, en Mozambique (Vieitez, 2000a,
2001). Otras fórmulas de desarrollo en esta línea han sido el ecoturismo y otras
actividades naturales complementarias (acuacultura y pesca), como las derivadas
del Acuerdo Mosagrius para el norte de Mozambique, en torno al Lago Niassa
(Chossudovsky, 1996).
Curiosamente, la agricultura, el desarrollo rural y los sistemas locales de te-
nencia y acceso a la tierra sólo comenzaron a ser centrales en las políticas de de-
sarrollo a partir de finales de la década de 1980. Antes de eso, muy a tono con las
teorías modernizadoras que comenzaron en los años cincuenta, el entorno rural
de subsistencia parecía un contexto imposible para el desarrollo de esos grupos so-
ciales y económicos locales, aparentemente «ajenos» a los mercados mundiales y
a quienes había que integrar en el desarrollo a toda costa, en contra de sus cultu-
ras y tradiciones «retrógradas». Sin embargo, como resultado de la enorme ex-
pansión y venta de tierras en África, la última década y media desplazó el interés
hacia las reformas agrarias, junto con la cual registramos un enorme interés por
los mercados de tierras agrícolas y los procesos de regularización y titulación que
los preceden (García-Frías, 2007: xii). Todo ello posibilitó que algunas viejas rei-
vindicaciones femeninas y feministas, desde la era colonial hasta la actualidad,
aflorasen; desde luego, las relativas a derechos de acceso a los recursos y a cues-
tiones de matrimonio, herencia y familia adquirieron el mayor protagonismo para
las mujeres africanas (Vieitez, 2002).
Buena parte del giro hacia estas cuestiones está relacionado con la introduc-
ción de la postura GAD (Gender and Development) a mediados de las década de

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SOLEDAD VIEITEZ CERDEÑO

1980. Dentro de dicha propuesta, destacamos sus enfoques sobre el empodera-


miento (empowerment) y la equidad, es decir, un enfoque más global y articulado
sobre las relaciones de género en el campo del desarrollo que se desplaza hacia los
derechos de las mujeres como derechos humanos, así como a la enunciación de
nuevos derechos, antes no identificados, como los derechos culturales o el dere-
cho al desarrollo (Moser, Tornqvist y van Bronkhorst, 1999; Hesseling y Locoh,
1997). De hecho, como mencionan las autoras citadas, todas las agencias inter-
nacionales adoptan esta perspectiva en sus propuestas a favor de la igualdad de gé-
nero, asegurando en ellas el acceso igualitario de las mujeres a tierras y propieda-
des (Moser, Tornqvist y van Bronkhorst, 1999: 21-22). La IV Conferencia
Mundial de la Mujer, celebrada en Beijing en 1995, fue también uno de estos
marcos que propulsaron algunas de las más relevantes iniciativas en materia de fa-
milia y tierra que acompañaron algunos estados africanos, sobre todo, a partir de
la Plataforma de Acción con la que concluyó aquella Conferencia. La Plataforma
de Acción de Beijing (1995) destacó, en su Artículo 61 (b), la obligación de los
gobiernos de «emprender reformas legislativas y administrativas para dar a la mujer
acceso pleno y equitativo a los recursos económicos, incluido el derecho a la herencia y
la posesión de tierras y otras propiedades, el crédito, los recursos naturales y las tecno-
logías apropiadas» (García-Frías, 2007: xii). Numerosas instituciones interna-
cionales, bilaterales y multilaterales (UN, BM, FAO, CIDA o SIDA)6, adoptaron
este marco de Beijing en las políticas de cooperación por la igualdad de género
(Moser, Tornqvist y van Bronkhorst, 1999; Hesseling y Locoh, 1997).
Ya, con particular referencia al continente, la centralidad en los derechos de
las mujeres aparece reflejada en el Acta de Fundación («Constitutive Act»), de la
Unión Africana, como también y más relevante, en el Protocolo del African Char-
ter on Human and Peoples’ Rights sobre los derechos de las mujeres en África7.
Treinta estados africanos han firmado este Protocolo que, tras la ratificación de
Togo (2005), se ha hecho efectivo. La Convention on the Elimination of All Forms
of Discrimination Against Women (CEDAW) y el African Charter inspiran las re-
formas institucionales a llevar a cabo en los distintos países africanos, bajo el aus-
picio de la Unión Africana (UA) (Rebouche, 2006: 235-236)8. Ahora bien, antes
de entrar en algunos detalles sobre los procesos de fortalecimiento (empowerment)
femenino en sus luchas por los derechos de las mujeres a la tierra en varios países
del África contemporánea, expliquemos la centralidad de las mujeres en los siste-
mas productivos africanos.

6 Respectivamente: Naciones Unidas; Banco Mundial; Food and Agriculture Organization u Organiza-
ción de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación; Canadian International Development
Agency; Swedish International Development Agency.
7 Protocol to the African Charter on Human and Peoples’ Rights on the Rights of Women in Africa (11 de ju-
lio de 2003). Dirección electrónica: http://www.achpr.org/english/_info/women_en.html
8 Sin embargo, como señala la autora Rachel Rebouche, esta batería de medidas reitera y perpetúa una
separación de esferas económicas, formal e informal, las cuales están harto superadas y que no benefician de-
masiado a las mujeres al no contribuir a la redefinición de trabajo (lo que las mujeres realizan dentro de sus
hogares y grupos de parentesco), frente a empleo (Rebouche, 2006: 236).

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2. ACCESO DE LAS MUJERES A LA TIERRA EN ÁFRICA:


PRESENTACIÓN Y PERSPECTIVAS
Según el informe del Banco Mundial (como es popularmente conocido el
Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento), cuyo título es Engendering
Development. Through Gender Equality in Rights, Resources, and Voice (2001) el ac-
ceso de las mujeres a la propiedad de la tierra en África ofrece un amplio abanico
de posibilidades.9 Esta publicación muestra un recuadro con información rele-
vante a este respecto, el cual reproducimos a continuación, donde se menciona la
enorme heterogeneidad de los sistemas de propiedad familiar y del acceso feme-
nino al usufructo y/o la propiedad de la tierra en el África Subsahariana (World
Bank, 2001: 122).
Box 3.2. Land Rights of Women in Africa
THE SOCIAL SYSTEMS OF SUB-SAHARAN AFRICA ARE more heterogeneous than those in
much of the rest of the world. African women gain and lose access to land as members of social
groups – or through the provision of labor services, through purchases, and through evolutionary
changes in statutory and customary law.
Women have had the strongest rights to land in areas where they inherit land under the precepts
of Islamic law – in eastern Sudan, among Swahili peasants, and on parts of the Tanzanian coast. Lo-
cal norms also give strong land rights to women in parts of Western and Central Africa. For exam-
ple, among the Lemba of Zaire women live in their natal villages after marriage and allow their hus-
bands to use their land.
But in much of Africa women have unequal access to land, gaining rights chiefly through ma-
rriage.
* In Sahelian West Africa women are granted rights to use land controlled by their husband’s li-
neage, but lose these rights upon divorce, widowhood, or relocation. Plots may not be alie-
nated without permission from the lineage head.
* In East Africa, under the «house-property» system, a husband allocates land and cattle to each
of his wives. While a woman’s land rights do not depend on her husband’s goodwill, they do
depend on having sons and on the goodwill of those sons. If a widow dies without a son her
deceased husband’s kin inherit her property.
* Land tenure systems in Southern Africa are more complex. While some areas give strong
rights to women, men generally control the land. Married women obtain land rights from
their husband and keep them as long as the marriage endures. But they are likely to lose these
rights when widowed, except in isolated examples of female control and statutory laws favo-
ring women, as in Zimbabwe.
* In isolated parts of Africa matrilineal inheritance prevails. But even though lineage and pro-
perty are traced through the mother’s line, men own and control the property. So, women’s
rights to land are not necessarily more secure under the matrilineal system. Indeed, a widow
can lose her land rights to her deceased husband’s family quite easily. Among the Akan of
Ghana a widow may lose her land rights to her dead husband’s brothers, or to his sister’s son.
Sources: Kevane and Gray (1996); Lastarria-Cornhiel (1997)

9 Hay posibilidad de acceder al resumen de este informe en castellano (Banco Mundial, 2002).

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Esta cita merece algunos comentarios, ya que curiosamente ofrece algunos


datos que se corresponden bastante con las realidades rurales africanas. En primer
lugar, destaca el hecho de que las mujeres africanas ganen o pierdan derechos so-
bre la tierra en tanto que miembros de grupos sociales mayores (domésticos o co-
munitarios – me permito añadir), lo cual es cierto para una buena parte del África
al sur del Sahara. Digno de reseñar es, además, el reconocimiento de que muchas
mujeres africanas podrían ganar el acceso a la tierra mediante otras vías, a saber:
su aportación laboral de trabajo o empleo agrícola, la compra de tierras y, por úl-
timo y especialmente relevante, mediante las modificaciones en las leyes corres-
pondientes a través del tiempo – ya sean derivadas de la religión (Islam en la costa
swahili, por ejemplo), públicas (leyes nacionales de tierras) o desde el propio de-
recho consuetudinario. En cualquier caso, apenas hemos comenzado con estudios
y estadísticas que reflejen de forma fidedigna y completa esta panorámica de he-
terogeneidad y complejidad de las organizaciones socioeconómicas locales, ya sea
conociendo el alcance del acceso o la tenencia «tradicional» de las mujeres a la tie-
rra, o bien, las demás formas de empleo, compra o alquiler en sectores agrícolas
esenciales en África, salvo muy honrosas y actuales excepciones (Sender, Oya y
Cramer, 2006; Sender y Oya, 2007; Rose, 2002; Kajoba, 2002).
Cualquiera de estas vías, acceso y tenencia femenina de la tierra sobre la base de
su membresías en grupos domésticos (matrimonio y maternidad) o mediante otras
fórmulas legales, políticas y económicas (compra o alquiler, derechos legales o reli-
giosos), es relevante en la consecución de derechos económicos (políticos, sociocul-
turales, etc.) por parte de las mujeres. Ambas, así mismo han generado buenas prác-
ticas e importantes avances hacia la equidad de género, en todas las cuales han
adquirido un enorme protagonismo las africanas. Todas ellas, qué duda cabe, se
han debido fundamentalmente a las acciones políticas, sociales, económicas y so-
cioculturales que han acometido las mujeres en primera persona e históricamente,
desde las luchas anticoloniales hasta los movimientos sociales y femeninos/ femi-
nistas actuales (comp. Vieitez, 2002). Nos parece esencial reconocer «a priori» estas
luchas femeninas por el reconocimiento de sus reivindicaciones, especialmente
aquéllas en materia de acceso y/o tenencia de la tierra, así como las relativas a la fa-
milia, el matrimonio y las herencias domésticas. El acceso a los recursos producti-
vos y las formas de organización social y doméstica ha sido siempre determinante en
la posición que ocupan las mujeres en estas sociedades africanas (Boserup, 1970,
1990; Goody, 1971, 1976; Etienne y Leacock, 1980; Robertson, 1991; Moore,
1999; Berger y White, 1999). En este sentido, los derechos económicos de las mu-
jeres en África (y en el mundo) están íntimamente relacionados con otros de sus de-
rechos sociales, económicos, políticos y culturales.
El libro de Ester Boserup, La mujer y el desarrollo económico ( Boserup, 1970)
representó un buen punto de partida para el abordaje de las realidades rurales del
mundo en desarrollo y la comparación entre sistemas agrícolas de América Latina,
Asia y África. Ampliamente debatida y rebatida, Ester Boserup fue pionera en re-
conocer en sus trabajos la especificidad de la agricultura africana, muy ligada con
otros ámbitos de lo político, económico, social y cultural, así como la pérdida de

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DERECHOS FEMENINOS SOBRE LA TIERRA EN ÁFRICA: UGANDA Y MOZAMBIQUE

espacios de poder de las mujeres africanas con la llegada del colonialismo y la pre-
valencia de modelos e ideas euro-céntricas vertidas sobre las formas de organiza-
ción social y económica de las gentes africanas (comp. Guyer, 1991).
En efecto, la expansión colonial tuvo consecuencias económicas, sociales y
culturales para las mujeres en África, muchas veces negativas. Las oportunidades de
empleo en las minas, las empresas agrícolas o la agricultura comercial fueron con-
cedidas por lo general a los hombres, quedando las mujeres reducidas al trabajo
agrícola de subsistencia en muchos casos y regiones del continente. Ello les ocurrió
a las mujeres tonga de Zambia, así como a otras en áreas del oeste y el centro oeste
de África (Nashat y Tucker, 1999: lviii). Sin embargo, no siempre las transforma-
ciones fueron negativas para las mujeres y así lo debemos señalar, junto con quie-
nes hacen esta crítica justificada de los trabajos de Boserup (Guyer, 1991; Bryce-
son, 1995). Las mujeres luo de Kenia occidental a finales del siglo XIX y principios
del XX consiguieron decidir sobre los asuntos más relevantes en materia de agri-
cultura, experimentando nuevas técnicas y cultivos (Nashat y Tucker, 1999: lviii).
Ante situaciones adversas, las africanas siempre reaccionaron de un modo u otro y
demostraron sus capacidades de acción con el fin de revertir aquéllas y obtener o
mantener derechos sociales, económicos y políticos (Vieitez, 2000b, 2002, 2005,
2006). En las décadas de 1920 a 1940, por ejemplo, muchas mujeres africanas
controlaron los cultivos comerciales de algodón en áreas de Malawi (antes Nyasa-
land). Consiguieron también formas colectivas de organización para detener la
privatización de las tierras, y su concentración en grandes fincas para, así, preser-
var la autonomía de la que disponían antes del período colonial (Nashat y Tucker,
1999: lix). En otras áreas ocurrió justo lo contrario, como es el caso de Kenia; de-
bido al Plan Swynnerton que comenzaron los británicos en 1954, las mujeres per-
dieron innumerables derechos de acceso a la tierra, una pérdida que continuó tras
la independencia (Ibídem; comp. Alman, Geiger y Musisi, 2002).
En África nos encontramos con sistemas agrícolas peculiares, donde la pro-
ducción femenina y la fuerza de trabajo de las mujeres es esencial en todos los ám-
bitos económicos locales (agricultura y comercio). Existe, no obstante, una gran
variabilidad entre diversas regiones respecto de su desarrollo agrícola, lo que de-
pende de factores históricos, medio ambientales, políticos, culturales y socioeco-
nómicos. Las mujeres africanas están en el centro de todas estas variables, ya que
ocupan el 70% del trabajo agrícola, siendo además responsables del 60% de la
producción agrícola y del 80% de la producción de alimentos (Kabeer, 1994;
comp. García-Frías, 2007 o Kimani, 2008). Los cambios en las políticas de desa-
rrollo y cooperación en cuanto a la agricultura, tales como el aumento de la pro-
ducción, las modificaciones en los sistemas de tenencia de las tierras y las refor-
mas agrarias, entre otras, son fundamentales en la determinación de cómo pueden
las africanas beneficiarse en el medio y el largo plazo (Kabeer, 1994). Un informe
del Banco Mundial (1989) representa a las mujeres africanas como esas trabaja-
doras importantes, quienes pueden tomar algunas decisiones cruciales a diferen-
cia de otras mujeres del mundo, debido a su centralidad en las organizaciones do-
mésticas africanas. Este informe, titulado Sub-Saharan Africa: From crisis to

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sustainable growth, también ve a las africanas como «lead-managers» dentro de sus


hogares (Banco Mundial, 1989). Como comenta Bridget O’Laughlin a propósito
de ese mismo informe, las propuestas de la modernización (1950-1970, hasta
hoy), así como los principios patriarcales sobre los que han sustentado sus visio-
nes domésticas, ponen en riesgo esa centralidad femenina, ya que hacen protago-
nistas a los hombres del mayor número de oportunidades de empleo y permiten
el acceso de aquéllos a los mejores recursos productivos (O’Laughling, 1995: 68),
incluidas las tierras (comp. Moser, Tornqvist y van Bronkhorst, 1999). En efecto,
muchas mujeres continúan sin aparecer como intérpretes del papel protagonista
en la producción agrícola africana, donde se les ha venido ignorando por el em-
peño constante en «integrarlas» en el desarrollo (o sea el mercado); un lugar que,
por cierto, ya conocen de sobra. El fragmento extraído del informe del Banco
Mundial que mencionábamos al principio de este texto viene ahora muy a
cuento: «But in much of Africa women have unequal access to land, gaining rights
chiefly through marriage» (Banco Mundial, 2001: 122)10, ya que no se trata sim-
plemente de derechos individuales, sino de documentar y explicar las complejas
conexiones entre aspectos sociales y económicos en los sistemas de tenencia de la
tierra en África.
No es extraño que las mujeres recurran a estrategias diversas para retar, ma-
nipular y cambiar los sistemas consuetudinarios de acceso y usufructo de la tierra,
como explica Laurel L. Rose (2002) para casos de Malawi y Swazilandia. Un in-
forme reciente de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la
Alimentación (FAO) en materia de «Género y tierras» reconoce la importancia de
los movimientos de mujeres para combatir las reformas agrarias que les son ad-
versas, sus nuevas voces. Y señala lo siguiente en esta línea: «la solidez de esta
nueva fuerza social podría ser un factor determinante a la hora de mantener o re-
formar las instituciones que sistemáticamente excluyen a más de la mitad de la po-
blación rural en África (FAO, 2007: 2).

3. AFRICANAS REIVINDICAN EL ACCESO


Y LA TENENCIA DE LA TIERRA
En esta sección abordamos algunas propuestas legislativas, basadas en las lu-
chas de distintas organizaciones, que reconocen el derecho femenino de acceso y
tenencia o propiedad de la tierra, dando así visibilidad a muchos grupos femeni-
nos y feministas a favor de la igualdad de género en todos los niveles. Ya hemos
comentado que matrimonio, organización familiar y derechos de acceso, usu-
fructo o propiedad de los recursos naturales, incluida la tierra, están intricada-
mente unidos en el África al sur del Sahara y ha sido crucial para las mujeres afri-
canas históricamente. No es distinto, seguramente, de otras áreas del mundo en
10 El cual traducimos así: «No obstante, en buena parte de África, las mujeres acceden a la tierra de forma
desigual, ya que ganan sus derechos a la misma fundamentalmente mediante el matrimonio» (Banco Mundial,
2001: 122).

160
DERECHOS FEMENINOS SOBRE LA TIERRA EN ÁFRICA: UGANDA Y MOZAMBIQUE

algunos aspectos, si bien cobra especial significancia en el continente por la cen-


tralidad de los sistemas agrícolas femeninos en los contextos rurales.
Muchos gobiernos nacionalizaron la tierra tras la independencia como,
por ejemplo, Mozambique o Benin. Sin embargo, a menudo, se mantuvieron
sistemas duales, donde el denominado «sector familiar» (Mozambique) o la
propiedad controlada por los linajes o clanes (el caso de buena parte de Nige-
ria) ha convivido junto a propiedades estatales y/o privadas. Una mayoría de
estados africanos al sur del Sahara mantienen reglas consuetudinarias de acceso
y propiedad de la tierra junto con leyes estatales o regulaciones públicas de
todo tipo. A ello habría que añadir a aquellos estados que reconocen la Ley Is-
lámica, por ejemplo, en áreas de Nigeria, Sudán o Tanzania (comp. World
Bank, 2002). Las diversas reformas y transiciones políticas a este respecto han
venido recortando mucho el acceso a las tierras de las mujeres, vía derecho
consuetudinario, pues si bien la tierra es una propiedad que se administra co-
munalmente, los derechos de uso sólo son traspasados a través de la línea mas-
culina en muchos estados africanos. En otros casos, las mujeres también pue-
den llegar a perder sus derechos a las tierras familiares tras enviudar o separarse
de sus maridos, lo que ha sido especial objeto de combate por parte de las aso-
ciaciones y grupos de mujeres. En Zimbabwe, por ejemplo, el gobierno re-
formó la Inheritance Law para que la viuda (o viudo, en su caso) adquiriera le-
gítimo derecho a la herencia de las tierras cultivadas en común. Sin embargo,
la existencia de esta ley es frecuentemente desconocida para una mayoría de
personas, especialmente, para las mujeres. En Zambia, más de un tercio de las
viudas pierden sus tierras tras la muerte de su marido por la presión de los pa-
rientes masculinos de aquel. Activistas a favor de los derechos femeninos de ac-
cesp los recursos productivos, como es el caso de la Zambia Land Alliance in-
tentan frenar la tendencia y combaten todas las prácticas y normas sociales
que limitan a las mujeres (Kimani, 2008: 10). Es una lucha constante y sin tre-
gua para las mujeres africanas con desiguales resultados según regiones y paí-
ses, y según períodos históricos y políticos.
En el caso de Kenia, las activistas de la Kenya Land Alliance (KLA) trabajan
para garantizar que los derechos de las mujeres sigan vigentes, como el derecho de
usufructo sobre las tierras, amenazado frecuentemente, o bien para que dichos de-
rechos mejoren significativamente. De hecho, la promulgación de la Law of Suc-
cession Act (1981) tenía el objeto de garantizar la sucesión en sociedades como las
africanas, donde el matrimonio está intricadamente relacionado con aquélla11, y
donde varios tipos de matrimonios pueden llegar a coexistir simultáneamente12.

11 La propiedad matrimonial, según el derecho consuetudinario africano está organizada y controlada de


modo que beneficie a la familia extensa y no a una persona, en particular, de forma individual (Kameri-
Mbote, 1995: 2).
12 No hemos tenido tiempo aquí de comentar las incidencias de poliginia en relación con los derechos
de acceso y tenencia de tierras o con el reparto de dichos derechos entre varias coesposas. Este hecho complica
y dificulta en muchos casos la aplicación de las leyes y las políticas, sobre todo, porque en muchos países de
África no se reconoce oficialmente el matrimonio múltiple, sino el monógamo (a sabiendas de que existe,
claro).

161
SOLEDAD VIEITEZ CERDEÑO

En Kenia cuatro tipos de matrimonio pueden distinguirse, a saber: africano tra-


dicional, civil o cristiano, musulmán e hindú. Desde 1990, la aceptación legal de
la ley islámica ha contribuido a un panorama aún más heterogéneo. En Kenia,
como en muchos estados africanos, el tipo de matrimonio determina la tenencia
o el usufructo de las tierras por parte de las mujeres, añadiendo mayor compleji-
dad a las leyes y regulaciones vigentes (Rebouche, 2006; Kameri-Mbote, 1995;
Muragu, 1998). En muchas instancias, el hecho de que el usufructo o la propie-
dad de la tierra pueda realizarse de forma individual, no hace sino agravar la si-
tuación de las mujeres.

Land titles are invariably in the name of a man and a woman’s access to land is only
through her relationships to men. Primarily this means her husband. With land titling,
the customary rights of men gained legal force and market value. When land is registe-
red, the registered person is conferred with absolute rights and can therefore evict any oc-
cupiers at his discretion. Hence, women’s security of tenure in the land that they occupy
or have access to has been threatened by the registration process (Muragu, 1998: 14).

Efectivamente, el registro individual de las tierras concede a la persona que lo


inscribe poder de decisión y derechos de forma absoluta e independiente de los
demás miembros de su familia, especialmente las mujeres. En Kenia sólo el 1% de
las tierras han sido registradas por mujeres a pesar de que forman el 75% de la
mano de obra agrícola (Republic of Kenya, 1994; Ministry of Agriculture, 1998).
En conjunto, las reformas agrarias y de tenencia de la tierra han afectado ne-
gativamente a las mujeres africanas, sea por desconocimiento de su existencia o
porque no generan los dispositivos adecuados que lleguen a las poblaciones más
desfavorecidas. En algunos casos, la mediación de conflictos puede ser la única
fórmula que permite pelear a las mujeres por sus derechos (Tadesse, 2007: 6).

… se puede observar que el mecanismo de resolución de conflictos se instituye


como una de las instancias clave para denegar o reconocer los derechos de la mujer y de
otros grupos sobre la tierra, mientras que las nuevas reformas de la tenencia no contem-
plan los derechos de la mujer sobre la tierra (Namibia), o rehúsan tomar acciones espe-
cíficas y asignar los recursos necesarios para ejecutar políticas agrarias comprometidas
con la equidad de género (Sudáfrica) (Ibídem).

Zenebeworke Tadesse Marcos (2007) ha explorado las consecuencias de este


mecanismo de resolución de conflictos en los casos de Tanzania y Sudáfrica. En
el primer caso, ante la nueva Política Nacional de Tierras de Tanzania los conse-
jos de ancianos o Mbaraza Ya Wazee Ya Ardhi tienen prácticamente en sus manos
los derechos femeninos de acceso a la tierra. Esta desprotección legal ha forzado
a las activistas tanzanas a observar de cerca las decisiones que toman dichos con-
sejos en materia de conflictos, ya que los derechos femeninos de acceso a la tierra
dependen de ellos en definitiva (Tadesse, 2007: 5-6). El caso de Sudáfrica es tam-
bién revelador en cuanto a las dificultades de aplicación de los derechos femeni-

162
DERECHOS FEMENINOS SOBRE LA TIERRA EN ÁFRICA: UGANDA Y MOZAMBIQUE

nos de tierra. El White Paper on South African Policy (Libro blanco sobre la polí-
tica de tierras en Sudáfrica) (1997) contiene propuestas de redistribución y resti-
tución de tierras, así como reformas sobre la tenencia y hace hincapié en las re-
formas jurídicas (matrimonio, herencia y derecho consuetudinario) necesarias
para favorecer la posición de las mujeres, así como mecanismos a favor de la titu-
laridad femenina de las tierras. No obstante, estas reformas han sido muy difíci-
les de aplicar en realidad, debido a la complejidad de los sistemas consuetudina-
rios de tenencia, así como a las diversas (y cambiantes) formas de organización
doméstica (Tadesse, 2007: 10-11).
Los grupos de activistas que reaccionan a estas circunstancias han propuesto
otras alternativas para asegurar que las mujeres mantengan o consigan derechos de
uso e incluso propiedad de la tierra en diversas partes de África. Una de estas pro-
puestas alternativas es la separación entre usufructo y propiedad, de modo que
quien tenga la propiedad (a menudo, un varón de la familia –el marido–) no
pueda disponer de ella sin la aprobación de quien la tiene en usufructo. En esta
línea va la reforma legislativa en Ghana, donde la Head of Family Accountability
Law (1985) asegura que la propiedad de la tierra no se venda sin que los miem-
bros de la misma estén informados, consientan o se beneficien de dicha transac-
ción, como también la Intestate Succession Law (1985). Ambas fueron concebidas
con el fin de garantizar derechos de sucesión para las viudas, los y las niñas. De
ese modo, cuando el padre muere, las propiedades pueden dividirse entre todos
los miembros de la familia extensa13, la viuda y la descendencia. Uno de los pro-
blemas fundamentales, claro, de este tipo de organización es la ausencia de cono-
cimiento de su existencia por parte de quienes están destinadas a beneficiarse. A
menudo, por consiguiente, las mujeres siguen guiándose por prácticas consuetu-
dinarias, sin recurrir a las leyes para conseguir títulos o usufructos sobre las tierras
de que disponen por matrimonio.
Otra propuesta es que las tierras sean asignadas a toda la familia o, indivi-
dualmente, a todas las personas que la conforman, continuando el sentido co-
munal que tiene también la gestión de otros recursos naturales (agua o pastos)
en los contextos del África subsahariana. Al ser todos propietarios de la tierra
podría arbitrarse derechos para todos por igual. Tal es el caso de la lucha –in-
fructuosa por ahora, lamentamos decir–, por la copropiedad de la tierra que
lleva a cabo la Uganda Land Alliance (ULA). Sin embargo, vamos a comentar
algo más en profundidad el caso de Uganda, ya que este país se ha tornado en
buen ejemplo de transformación femenina y feminista (Tripp, 2000a, 2000b,
2001, 2004a, 2004b; Tadesse, 2007). Después, abordaremos el caso de
Mozambique.

13 En una mayoría del ámbito rural africano se conforman unidades domésticas, donde a menudo con-
viven varias generaciones y matrimonios. A diferencia de modelos de familia nuclear (padre, madre e hijo/as),
las familias africanas pueden llegar a reunir un gran número de personas, por ejemplo, a varios hijos varones
con sus esposas y descendencia, además del padre y, más frecuentemente, la madre de dichos varones. A ello
denominamos familia extensa y todos los recursos familiares se gestionan en tanto que la posición que ocupe
cada uno en ella.

163
SOLEDAD VIEITEZ CERDEÑO

4. UGANDA
La llegada del Presidente Yoweri Museveni, miembro del partido National Re-
sistance Movement (NRM), trajo numerosos logros para las mujeres ugandesas (Tripp,
2000a, 2000b, 2001, 2004a, 2004b). Museveni respondió a los movimientos de
mujeres, introduciendo algunas medidas de discriminación positiva en su gobierno
desde 1986, por ejemplo, el nombramiento de nueve ministras. El Ministry of Women
in Development se creó un par de años después, por lo que el partido National Resis-
tance Movement (NRM) parecía deber su victoria al voto de las mujeres, según el sen-
tir general de la población. La administración local en Uganda cuenta además con un
30% de mujeres en cargos políticos de responsabilidad (Tripp, 2001: 112-113). Si-
tuaciones políticas cercanas se han dado en Eritrea, Gambia o Ghana, pero la falta de
autonomía de las mujeres no les ha permitido tal fortalecimiento (Tripp 2001: 122).
Ghana, lo hemos mencionado antes, cuenta con importantes grupos de presión a fa-
vor de las mujeres y su acceso y tenencia de la tierra.
Uno de los logros de las ugandesas es, sin duda, la Constitución (1995), en
la que lograron incluir una cláusula que prohíbe las «leyes, culturas, costumbres
o tradiciones que violen la dignidad, bienestar o intereses de las mujeres» (Ta-
desse, 2007: 7). Estas disposiciones constitucionales son buena noticia, pero no
son suficientes. Comienza a ser frecuente ver en constituciones y marcos legisla-
tivos africanos artículos directamente referidos a la igualdad de género. Ello no
evita que muchas mujeres puedan encontrarse con que su familia política ha ven-
dido sus tierras de cultivo de repente, cuando el nuevo dueño acude a echarles de
las mismas (Kimani, 2008: 10). Hasta la entrada en vigor de la Constitución de
1995, las mujeres eran consideradas menores de edad y no tenían derechos de po-
sesión de tierras, aunque hayan sido y continúen siendo las principales producto-
ras de alimentos y las gestoras de sus hogares, además de mano de obra funda-
mental en la agricultura de exportación de Uganda.
Lynn Khadiagala (2001) ha explorado en profundidad los mecanismos de re-
solución de conflictos, basados en instituciones comunitarias y consuetudinarias,
para encontrar fórmulas apropiadas de justicia social. Dichas instituciones han
adquirido enorme protagonismo desde que el gobierno del país concediera capa-
cidad legal a los Consejos Locales. La autora documenta casos de mujeres del su-
doeste de Uganda que han usado esos consejos locales, sin demasiado éxito, para
conseguir derechos consuetudinarios de propiedad, buscando una explicación que
permita generar nuevas y mejores prácticas. El problema, en su opinión, deriva
del control solapado (y no tanto) que las elites ugandesas, debido a marcadas di-
ferencias de clase, hacen de estas instituciones locales en su beneficio y en detri-
mento de muchas mujeres. Para Khadiagala, la solución pasa por el recurso al es-
tado y sus leyes, en vez de derechos que derivan de la posición social de las
personas en marcos consuetudinarios (Khadiagala, 2001)14.

14 Lynn Khadiagala se refiere aquí al denominado «complejo casa-propiedad», donde las mujeres conta-
ban con derechos inalienables sobre la propiedad aneja a sus hogares, una propiedad que podrían transmitir a

164
DERECHOS FEMENINOS SOBRE LA TIERRA EN ÁFRICA: UGANDA Y MOZAMBIQUE

El proceso anterior a la formulación de la Land Law de 1998 trajo consigo


que las mujeres se movilizaran a favor de la recuperación de los derechos marita-
les mancomunados que habían visto erosionados considerablemente. La coali-
ción Uganda Land Alliance (ULA), en colaboración con las parlamentarias de
Uganda, jugó un relevante papel para presionar al gobierno en este sentido, ya
que formaba parte del comité técnico. El parlamento llegó a aprobar la Ley, pero
fue finalmente retirada por el Presidente Museveni, antes de su promulgación fi-
nal (Tadesse, 2007: 10). El movimiento de mujeres –activistas y parlamentarias–
reaccionó de forma contundente, pero sin demasiados logros (Tripp, 2001a: 2).
Las activistas a favor del acceso femenino a la tierra siguen luchando intensa-
mente desde la Uganda Land Alliance (ULA)15 para conseguir una ley que garan-
tice la copropiedad. La asistencia legal de la ULA ha ayudado a muchas mujeres a
recuperar sus tierras, pero muchas otras nunca llegan a recobrarlas (Kimani, 2008:
10). Esta organización, fundada en 1995, es un consorcio de asociaciones (en to-
tal, sesenta y ocho organizaciones no gubernamentales u ONG e individuos) para
la promoción de leyes de tierras y políticas públicas justas que garanticen la pro-
tección de los derechos de tierras de los grupos pobres y marginados de Uganda.
Este consorcio destaca por su labor en materia de acceso consuetudinario, derechos
de las mujeres a la tierra, así como en la inclusión de la titularidad de la tierra en la
constitución. Desde su creación, con mensajes como éste: «women are not property,
but land is property women can own» (las mujeres no son propiedad, pero la tierra
es una propiedad que las mujeres pueden poseer), la ULA ha recabado y elevado a
las autoridades pertinentes numerosos testimonios de ancianos sobre usos comu-
nitarios de los recursos, así como testimonios de mujeres de diversas regiones del
país, cuyas tierras familiares fueron captadas por parientes políticos a fin de des-
poseerlas de sus medios de producción. En este último caso, el testimonio de esas
catorce mujeres, desposeídas de las tierras familiares que cultivaban, se difundió
durante una Conferencia Internacional de Mujeres en Kampala (2002) lo que le
dió enormes dimensiones de denuncia y audiencia. En este sentido, debemos re-
señar que los mayores éxitos de la Uganda Land Alliance tienen que ver con la in-
formación sobre los marcos legislativos vigentes y los derechos que las gentes del
campo pueden reivindicar, así como con las disputas sobre tierras, por ejemplo, en-
tre el gobierno y algunos grupos de paisano/as cuyo acceso a los recursos produc-
tivos amenaza con ser restringido de forma considerable.
La Uganda Land Alliance recurre a los denominados centros de tierras, los
cuales constituye localmente para mayor efectividad de sus demandas, para con-

sus hijos e hijas y que podían reclamar, caso de serles arrebatada. Las viudas heredaban éstas y las tierras par-
ticulares del marido, como también podían decidir como distribuir los bienes de su marido difunto. Con el
tiempo, se ha ido presionando a las mujeres de varios modos para que renuncien a esos derechos o los com-
partan con las coesposas (en caso de poliginia), una situación que el marco legal estatal no ha impedido (Kha-
diagala, 2001: 61).
15 Oscar Okech K., Coordinador del consorcio, y Harriet Busingye han publicado una planilla infor-
mativa, titulada «Getting the Process Right: The Experience of the Uganda Land Alliance in Uganda» que
puede obtenerse en la siguiente dirección electrónica: http://www.capri.cgiar.org/wp/..
%5Cpdf%5Cbrief_land-11.pdf

165
SOLEDAD VIEITEZ CERDEÑO

seguir la transmisión de la información a la población más desfavorecida y el con-


trol de los tribunales locales de tierras, entre otras cosas. Desde luego, su princi-
pal fortaleza radica en la movilización de una gran cantidad de agentes sociales,
políticos y económicos, en todo el espectro de la jerarquía, así como el énfasis es-
pecífico en los derechos de las mujeres a los recursos, a la tierra en particular. No
menos importante, como ya hemos comentado, es tanto la diseminación de in-
formación a gran escala, como la documentación de experiencias y casos diversos
de gestión de la tierra por parte de las gentes más pobres, de modo que sirvan de
buenas prácticas para otras regiones de África o del mundo.
Si bien la ULA ha sido acusada de sintonizar con intereses foráneos (occi-
dentales) y representarlos, sus logros merecen ser comentados, sobre todo, porque
implica el reconocimiento de la labor a numerosos colectivos y agrupaciones fe-
meninas del país. Han conseguido una aplicación más justa de la tenencia con-
suetudinaria de la tierra, consiguiendo generar conciencia en las mujeres del
campo y en la opinión pública sobre la importancia del derecho femenino a la
propiedad, uso u ocupación de las tierras. La labor de la Uganda Land Alliance ha
inspirado o ha corrido paralela a otros movimientos sociales y de mujeres en
África (Tadesse, 2007: 10).

5. MOZAMBIQUE
El gobierno de Mozambique está tomando medidas para atajar la crisis agrí-
cola del país. Se han realizado diversos estudios sobre pequeños productores y re-
dactado informes para la reducción de la pobreza en 1992. La seguridad alimen-
taria es también foco de interés gubernamental. Como resultado de todo ello,
pobreza y falta de alimentos se han enunciado algunas políticas públicas, auspi-
ciadas por el Banco Mundial, dentro de los Programas de Ajuste Estructural y ali-
vio de la pobreza (República de Mozambique, 1987; Marshall, 1990; Bowen,
1992). En esta línea, también está la reforma agraria que influye en la ordenación
de la tenencia y el uso de las tierras, mediante modificaciones legales en la Ley de
Tierras de 1988 (Duperier y Santamaría, 2005: 95-96). Algunas de estas políticas,
basadas en los Planes de Ajuste Estructural (y Social) han incrementado conside-
rablemente la deuda externa del país, han devaluado repetidamente la moneda y
reducido la oferta de bienes de consumo o los beneficios sociales para los grupos
con los ingresos más bajos (Casimiro, Loforte y Pinto, 1981: 14). Siendo las mu-
jeres un grupo mayoritario entre los sectores más pobres de la población, sus re-
acciones no se hicieron esperar (comp. Mikell, 1997).
Entre las leyes más progresistas en materia de acceso femenino a la tenencia
de la tierra, destacamos la Reforma de la Ley de Tierras de 1997, la cual revisaba
la anterior, Legislação sobre o Uso e Aproveitamento da Terra (Assembleia, 1988),
antes mencionada. Esta ley aseguraría el acceso y la propiedad de la tierra para las
mujeres, al menos sobre el papel y facilitaría que las viudas, separadas o divorcia-
das no perdieran derecho de uso de las parcelas familiares, incluso cuando la ti-

166
DERECHOS FEMENINOS SOBRE LA TIERRA EN ÁFRICA: UGANDA Y MOZAMBIQUE

tularidad de la tierra no había sido solicitada al estado. Para obtener el derecho de


ocupación efectiva, la interesada debía demostrar que había cultivado esas tierras
durante un mínimo de diez años, lo que también había de ser atestiguado por
miembros de la comunidad. Se trata de una ley sin precedentes en la región aus-
tral de África y poco común también para el continente, puesto que el derecho a
la tierra viene legitimado por una prueba verbal de ocupación. Esta reforma es-
tuvo pensada para evitar el éxodo de familias rurales, la distribución desigual y
desproporcionada de la tierra, con sus consabidos efectos negativos, la cual ya es-
taba teniendo lugar en la región desde la década de 1980. Fue un éxito de lucha
de los grupos organizados, sobre todo, de mujeres, muchas de ellas bajo el para-
guas del Forum Mulher, a finales de la década de los noventa. Su aplicación viene
siendo difícil, puesto que el peso del derecho consuetudinario continua muy ele-
vado y, a menudo, la autoridad sobre las tierras se concede únicamente a los hom-
bres de las unidades domésticas o de la comunidad, quienes muchas veces además
actúan como testigos para garantizar la ocupación de las mismas (Vieitez, 2000a).
Dos años de intenso debate precedieron la aprobación de esta nueva ley. En
Mozambique, diversas organizaciones campesinas, el Forum Mulher –una organi-
zación conformada por varias ONG y asociaciones de mujeres, como ya hemos
comentado– y bastantes académicos e intelectuales del país demandaron el reco-
nocimiento de ocupación efectiva por parte de individuos y de comunidades du-
rante la década de 1990. Distintas posturas se dieron en aquellos intensos deba-
tes públicos: algunas ONG estaban a favor de la descentralización, de la
formulación de proyectos comunitarios, así como de la concesión de mayor po-
der a los régulos (autoridades consuetudinarias mozambiqueñas) para que esco-
gieran y distribuyeran las tierras. Otros colectivos abogaban por la creación de «re-
servas indígenas de tierra» o bien por el mantenimiento de un mayor número de
tierras comunales, semejantes a las existentes en la vecina Zimbabue. El Presidente
del gobierno, Joaquim Chissano, y los miembros del partido FRELIMO (Frente
de Liberação de Moçambique) se opusieron radicalmente, tanto al reconocimiento
del poder de los régulos, como a la descentralización. Bajo ningún concepto, es-
taba el gobierno dispuesto a ceder el control sobre la distribución y la asignación
de tierras a favor de los régulos. No es de extrañar, pues a nivel local, había gran-
des desacuerdos y divergencias entre los intereses de los políticos de FRELIMO y
aquellos de los régulos (Vieitez, 2001a).
La nueva Ley de Tierras no es tan completa como la revisada de 1979 (As-
sembleia, 1988) y deja muchos aspectos sobre la tenencia de la tierra, sin tratar,
pero lo más importante es que el Estado aún controla las decisiones y el poder so-
bre la tierra. Esta nueva ley no contempla ningún correctivo, por ejemplo, para la
creciente especulación de la tierra por parte de las élites urbanas. Este era uno de
los problemas más comunes en el distrito de Moamba donde algunas tierras se ha-
bía asignado a inversores privados cuando en realidad ya estaban ocupadas por pe-
queños agricultores familiares. Esta Reforma de la Ley de Tierras de 1997 afecta
directamente a las mujeres africanas, no sin grandes retos y contradicciones. Por
ejemplo, la prueba verbal de ocupación efectiva ha de ser aportada por miembros

167
SOLEDAD VIEITEZ CERDEÑO

de la comunidad, generalmente hombres, cuyos intereses no suelen coincidir con


los de las mujeres. Así mismo, muchas mujeres practican agricultura extensiva en
tierras de secano y tienden a cambiarse a nuevas parcelas por el barbecho16. Desde
luego, tampoco ayuda el hecho de que no se defina o regule de una vez por todas
el papel de las autoridades tradicionales, lo que no contribuye mucho a arreglar
esta situación (Vieitez, 2001a).
Esta nueva ley, por consiguiente, no ofrece soluciones a la dicotomía entre lo
oficial y lo consuetudinario, de la que venimos dando cuenta en este texto, ni en-
tre la agricultura comercial y el sector familiar de subsistencia. Una mayoría de
agricultoras del sector familiar del sur de Mozambique (provincias de Maputo,
Gaza e Inhambane) han venido practicando agricultura extensiva, tienden a no
registrar sus parcelas y, frecuentemente, han encontrado sus parcelas ocupadas al
final del período de barbecho. Las confrontaciones por causa de la tierra entre la
agricultura familiar y la comercial han sido bastante habituales y recurrentes en
distritos rurales de Mozambique. Por otro lado, muchos aspectos de la Ley de Tie-
rra de 1979, revisada en 1988, siguen vigentes, como la propiedad estatal de toda
la tierra de Mozambique (Assembleia, 1988). La transferencia de la tierra me-
diante hipoteca, alquiler o venta está expresamente prohibida por ley. Las granjas
familiares no están obligadas por ley a pagar impuestos o a tener un contrato,
siempre que se actúe legalmente. Una familia del campo en Distrito de Moamba
(Maputo) ocupa media hectárea en una parcela de secano y un cuarto de hectá-
rea en zona de irrigación. Según la Ley de 1979, el sector familiar tiene derecho
hasta diez hectáreas de tierra para agricultura extensiva. Por dicha Ley se intentaba
reconocer el derecho consuetudinario de la tierra y así evitar que los individuos
más influyentes sobrepasaran los límites y abusaran de sus derechos.
La revisada Ley de Tierra de 1979 reconoce el uso de la tierra para la agri-
cultura familiar (Assembleia, 1988), pero la concesión de la tierra depende del re-
gistro de la misma por parte del cabeza de familia y la mayoría de la gente nunca
la registra, ni adquiere su titularidad. En el caso de las mujeres, a menudo, polí-
ticos de FRELIMO y las autoridades locales obstaculizan a quienes desean regis-
trar la tierra individualmente en su nombre. Las políticas de la tierra y su usu-
fructo en el sector familiar dependen mucho de redes familiares y las relaciones
socioeconómicas que establecen entre diversos hogares y unidades domésticas.
Las mujeres solteras o separadas (sin marido) enfrentan enormes dificultades para
registrar la tierra (SIDA, 1993: 16) y, por consiguiente, sólo una proporción pe-
queña de mujeres llega a adquirir títulos de propiedad en Mozambique. En cual-
quier caso, sólo un pequeño porcentaje de familias suele adquirir el título corres-
pondiente para las tierras que cultivan. Entre 1987 y 1990, en plena aplicación de
las políticas de ajuste estructural, únicamente se pidieron 1.010 títulos por parte
del sector familiar, en todo el país (Forum Mulher, 1994: 15).
Las asociaciones de mujeres de Mozambique están luchando desde la socie-
dad civil y los grupos de estudio de las universidades para promocionar los dere-
16 Este proceso podría tener lugar tras unos cinco años de cultivo continuado en la misma finca para evi-
tar la desertificación.

168
DERECHOS FEMENINOS SOBRE LA TIERRA EN ÁFRICA: UGANDA Y MOZAMBIQUE

chos de las mujeres y conseguir más avances en materia de tierras. Ya hemos men-
cionado el Fórum Mulher, Coordenaçao para a Mulher no Desenvolvimento, una red
mozambiqueña para la promoción de las mujeres, compuesta por organizaciones
públicas y privadas, asociaciones, grupos de estudio y donadores nacionales e in-
ternacionales, creada en 1992, así como los debates que generó en la opinión pú-
blica mozambiqueña durante el proceso de reforma de la Ley de Tierras en 1997.
En Mozambique, el Fórum Mulher ha generado una importante red de comuni-
cación e información con el objetivo de la transversalidad de género a las princi-
pales instituciones y participar en los órganos de toma de decisiones.
La União Geral das Cooperativas Agro-Pecuárias de Maputo (UGC), creada por
las propias mujeres en la década de los ochenta, se compone de 90 por ciento de
cooperativistas mujeres. Estas cooperativas se ubican en las denominadas Zonas
Verdes o cinturones agrícolas que circundan la ciudad de Maputo, como también
otras ciudades del país, e incluyen ciento ochenta y tres cooperativas y asociacio-
nes de la provincia de Maputo. Con casi seis mil cooperativistas en total y abar-
cando once uniones de cooperativas, la UGC facilita actividades productivas de
todo tipo (agrícola, avícola, aceite, construcción y carpintería), guarderías y es-
cuelas de primaria y secundaria, formación profesional y educativa de adultos, así
como un despacho de asesoría financiera y legal para sus miembros17. La mo-
zambiqueña Celina Cossa ha presidido la União Geral das Cooperativas Agro-Pe-
cuárias de Maputo (UGC) durante años, defendiendo la contribución de las mis-
mas en la promoción de las mujeres y, por citar algún ejemplo, denunciando la
agresión continua de las guerrillas de RENAMO a estas zonas.
Algunas asociaciones femeninas surgidas en Mozambique desde 1990 son la
Associação Moçambicana de Mulheres Empresárias e Executivas (ACTIVA), la Asso-
ciação para Promoção do Desenvolvimento Económico e Sócio-Cultural da Mulher
(MBEU), la Associação Moçambicana para o Desenvolvimento da Mulher Rural
(AMRU), ya mencionada, y la Associação Mulher, Lei e Desenvolvimento (MU-
LEIDE). Todo este conjunto de asociaciones, han creado diversas plataformas de
presión política como, por ejemplo, el Movimiento de Unión Sindical de las mu-
jeres trabajadoras que reivindican la igualdad de salarios entre hombres y mujeres,
y denuncian el acoso sexual y el despido improcedente de mujeres.
Destacamos, por último, la ingente labor del Women and Law in Southern
Africa Research Trust (WLSA), cuya coordinadora para Mozambique es Tere-
zinha da Silva, en la promoción de los derechos de las mujeres en la región aus-
tral de África y Mozambique, en particular. Es una red de investigadoras y ac-
tivistas, fundada en Zimbabue en 1988, que cuenta con presencia en siete países
de la región, a saber: Botswana, Mozambique, Zimbabue, Zambia, Malawi,
Swazilandia y Lesotho. Su misión es contribuir al bienestar de las mujeres, junto
con sus familias y sociedades, mediante investigación, acción y colaboración
estratégica en el ámbito social y legal, así como la promoción de cambios legis-
lativos y políticos para eliminar la discriminación contra las mujeres en todas

17 Información procedente de mis notas de campo (30 de marzo de 1993, Zonas Verdes, Maputo).

169
SOLEDAD VIEITEZ CERDEÑO

sus formas. El equipo de WLSA viene realizando investigación multidisciplinar


y colectiva en cada país sobre los marcos legislativos y el derecho consuetudi-
nario. Respecto de éste considera que los marcos consuetudinarios oficiales re-
presentan una versión rígida, esquemática y a menudo distorsionada que poco
o nada tiene que ver con las vidas actuales de la gente en cuyo nombre se aplica.
Abogan por tanto, en consonancia con otros grupos ya mencionados, por el res-
cate de las raíces históricas de los patrones consuetudinarios y por un análisis re-
novado del marco de los derechos de las mujeres en las familias y las sociedades
africanas de la región.

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SOLEDAD VIEITEZ CERDEÑO

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MOVIMIENTOS DE MUJERES Y SU
LUCHA POR EL DERECHO A LA TIERRA
Y A LA VIVIENDA DIGNA: LA COMISIÓN
HUAIROU1
Birte Scholz
Coordinadora General de la
Campaña Derecho a la tierra y a la
vivienda digna. Comisión Huairou:
Mujer, vivienda y comunidad.
Nueva York (EEUU).

«Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como
a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda,
la asistencia médica y los servicios sociales necesarios»
Declaración Universal de los Derechos Humanos, Articulo 25

1. INTRODUCCIÓN
Hoy en día, aproximadamente 1.5 billones de personas viven en la pobreza y no
pueden acceder a la tierra. No disponen tampoco de viviendas adecuadas, ni de ser-
vicios básicos o acceso a cuidados sanitarios u oportunidades económicas de ningún
tipo. La pobreza que parece haber sido mayoritariamente un asunto predominante-
mente rural, se está convirtiendo progresivamente también en un fenómeno urbano.
Si bien, un 63% de la pobreza se da en el medio rural, el porcentaje de los habitan-
tes de las ciudades que la padecen se ha incrementando hasta constituir el 35% del
total de los pobres del mundo. En algunas ciudades, particularmente en África y
Asia2, la mayoría de sus habitantes reside en infraviviendas. Debido a la extrema po-

1 Traducción realizada por Nerea Lilith Pozo Huertas.


2 El 20% de los habitantes de viviendas precarias reside en África, mientras un 14% lo hace en America
del Sur. Durante la decada de los 90, la población de Asia, África y Sudamérica aumentó un tercio. Hay al me-
nos 550 millones de chabolistas en Asia, 187 millones en África, 128 millones en Latinoamerica y el Caribe y
54 millones más en los 30 países más ricos del mundo. En África, en algunos países como Nigeria y Sierra

177
BIRTE SCHOLZ

breza que sufren, su única opción consiste en vivir en viviendas precarias, en tierras
que no poseen y sobre las que no pueden ejercer ningún derecho, sin servicios como
el agua potable u otras infraestructuras básicas.
Se estima que el 70% de las personas pobres sin acceso a la tierra y habitan-
tes de infraviviendas son mujeres, muchas de ellas sobrecargadas por triplicado
con el cuidado de los menores de edad, las tareas domésticas y la generación de in-
gresos. Las mujeres, tanto en áreas urbanas como rurales, dependen en gran me-
dida del acceso adecuado a la tierra y a la vivienda, tanto para su bienestar eco-
nómico como personal, y cuando carecen de aquél, sufren enormemente.
Cada día, 50.000 personas, en su mayoría mujeres, niñas y niños, mueren
como resultado de cobijo insuficiente, agua contaminada y otras muchas condi-
ciones de salubridad insuficientes. Esto no incluye a aquellas mujeres que mueren
cada día a consecuencia de la violencia ejercida contra ellas en el hogar. Sin nin-
gún otro lugar al que ir, cientos de miles de mujeres se ven obligadas a elegir en-
tre soportar relaciones violentas o acabar en la calle.
Los desplazamientos forzados continúan desplazando a la población a un
ritmo estimado de unos 6 millones de personas al año (COHRE, 2005). Los ro-
les tradicionalmente asociados al género, y la conexión de las mujeres a la vi-
vienda y el hogar hacen que los efectos de los desplazamientos forzados sean des-
proporcionadamente adversos para éstas, ya que se suman, además, a la
vulnerabilidad de las mujeres a los abusos físicos y sexuales.
En África Subsahariana, las mujeres producen entre el 70 y el 80% del total
de la comida que se consume en el hogar. Asimismo, producen el 65% de esos re-
cursos en Asia y el 45% en América Latina y el Caribe. Sin embargo, son las pro-
pietarias de menos del 5% de la tierra en todo el mundo. Las mujeres no se be-
nefician, ni tampoco controlan la tierra que trabajan, y eso las incapacita para
obtener ganancias derivadas de su uso.
Las mujeres se encuentran, por lo general, en una situación de dependencia
de la relación que mantienen con un hombre, ya sea un marido, un padre o un
familiar, a la hora de acceder a la tierra y a la vivienda, lo que las hace vulnerables
a la deriva de la relación, forzándolas en consecuencia, a situaciones de servi-
dumbre o económicamente deprimidas.
La imposibilidad de acceder a y controlar la tierra, vivienda y propiedad
constituye una violación de los derechos humanos y contribuye significativa-
mente al aumento de la pobreza entre las mujeres. Sin un acceso adecuado a la vi-
vienda y a la tierra, las mujeres no pueden disfrutar de otros derechos fundamen-
tales como el derecho a la privacidad, el derecho a la salud en la mayor medida
que sea posible, o el derecho a la autodeterminación. Así, se descuidan sus nece-
sidades médicas y nutricionales, se imposibilita su acceso a la educación y los ser-
vicios, y se minimiza su participación en la toma de decisiones, tanto en el hogar
como en la comunidad.

Leona, el 50% son pobres, mientras que en América Latina y el Caribe, los grados de pobreza urbana varian
enormemente, del 8% de la población en Colombia, por ejemplo, al 57% en Honduras.

178
MOVIMIENTO DE MUJERES, ORGANIZACIONES DE BASE Y SU LUCHA POR EL DERECHO A LA TIERRA…

Esta es la triste realidad, a pesar de que los derechos a la propiedad de la tie-


rra y la vivienda, se encuentran recogidos en docenas de instrumentos interna-
cionales y regionales de los derechos humanos, así como en muchas leyes de ca-
rácter nacional. Así pues, ¿a qué se debe el rechazo endémico a los derechos de la
mujer a la vivienda y la propiedad de la tierra? La respuesta no se encuentra úni-
camente en un factor. Varios sistemas que influencian las vidas de las mujeres (es-
tructuras sociales, legales, estructurales y culturales) contribuyen al atrinchera-
miento del patriarcado y la discriminación en el hogar y en la tierra.
Hombres y mujeres adquieren tierra de muchas y muy variadas maneras; he-
rencias, compras y transferencias del Estado (por ejemplo, a través de programas
de reforma del campo, programas contra la pobreza, o desplazamiento de pobla-
ciones a otras zonas). Sin embargo, en todas las ocasiones, las mujeres se encuen-
tran muchos más obstáculos que los hombres. Las mujeres, independientemente
de la clase social, la raza, la edad o sus capacidades, son discriminadas universal-
mente y experimentan la desigualdad en todos los ámbitos, particularmente en lo
que respecta a la tenencia de la tierra y la vivienda.
La persistencia de leyes discriminatorias, políticas, costumbres patriarcales, tra-
diciones y actitudes sociales en muchos países, impiden a las mujeres comprender cla-
ramente cuales son sus derechos respecto a la tierra y la vivienda. Ya sea por el favo-
recimiento hacia los hombres a la hora de heredar, sus privilegios en el matrimonio,
la desigualdad de género en el mercado de la tierra, o la parcialidad a favor de los
hombres en los programas estatales de redistribución de la tierra, las mujeres se en-
cuentran en desventaja respecto a la tierra y la vivienda (Deere Y León 2001).
La distancia cada vez mayor entre ricos y pobres, la distribución no equita-
tiva de la tierra, tanto en el pasado como en el presente, y los fallos en política y
legislación, han aumentado la exclusión de las mujeres en los campos de la vi-
vienda y la tierra. El énfasis en la privatización y la propiedad individual, así como
planes rígidos de actuación y procedimientos de registro que resultan costosos,
largos y frecuentemente inaccesibles para las personas pobres, tanto del medio ru-
ral como del urbano, aumenta el foso entre aquellos que pueden alcanzar la pro-
piedad de la tierra, y los que no. Y esto excluye, especialmente, a las mujeres.
Debido a distintas causas, como la colonización, la individualización de la
propiedad de la tierra, la presión del mercado, las fuerzas económicas, etc, muchas
prácticas y procesos que en otros tiempos protegían los derechos de la comunidad
(y por tanto los de las mujeres) sobre la tierra, se han visto erosionados. Las formas
de solidaridad que en su momento protegieron de la exclusión a las mujeres, han
desaparecido hoy en muchos lugares, siendo reemplazadas por prácticas basadas en
la costumbre que han confluído en la violación de los derechos de la mujer.
Desafortunadamente, incluso allí donde las leyes estatuarias nacionales reco-
nocen los derechos de las mujeres a la tierra, la vivienda y la propiedad, valores pa-
triarcales «tradicionales» prevalecen entre los oficiales, jueces y otros actores en-
cargados de tomar decisiones sobre la tierra. O bien ignoran las provisiones
estatutarias que protegen los derechos de las mujeres, o las reinterpretan a favor
de los hombres.

179
BIRTE SCHOLZ

Como sucede con muchos de los asuntos que conciernen sobre los derechos
humanos de las mujeres, muchas veces se produce una reapropiación y un uso in-
debido de la cultura para justificar el subyugamiento de las mujeres. Ni la tierra
ni la vivienda y los derechos sobre éstas son una excepción. La lucha por la vi-
vienda y la tierra por parte de las mujeres se contempla muchas veces como una
afrenta a la cultura y la tradición. Muchos argumentan, que los preceptos funda-
mentales de la cultura son que la mujer debe ser protegida- una «protección» que
inevitablemente acaba en la negativa al reconocimiento de los derechos indivi-
duales de la mujer especialmente en lo concerniente a la vivienda y la tierra, y que
conduce a una dependencia de sus relaciones con los hombres.
Cultura y tradición cambian, al igual que las actitudes que subyacen tras ellas.
Seria desacertado decir que se debe prescindir de la cultura y la tradición, sin em-
bargo, para que estas funcionen a favor de las mujeres, se les debería permitir recla-
marse para si mismas, para redefinir tanto las actitudes positivas como las negativas,
y para clamar por sus derechos, debido a, y no a pesar de, la cultura y la tradición.

2. LA IMPORTANCIA DEL DERECHO A LA TIERRA


PARA LAS MUJERES
El acceso a la propiedad de la tierra y su control confiere enormes beneficios.
La tierra es clave para la producción agrícola, puede ser una fuente de ingresos a
través de su venta o alquiler y es también un aval que puede ser utilizado con fi-
nes de consumo o inversión. La tierra confiere a las mujeres el poder de tener un
impacto significativo en las decisiones dentro y fuera del hogar, y le otorgan una
posición más elevada en la jerarquía doméstica, además en la comunidad en tér-
minos de toma de decisiones y organización.
La tierra es un recurso de una importancia crítica para la seguridad física y
económica de las mujeres; en momentos de crisis marital o familiar debido a di-
vorcio, inmigración masculina abandono o muerte, por ejemplo. El acceso a, con-
trol y beneficio de la tierra, significa la diferencia entre la dependencia total de la
mujer de su relación familiar o marital con un hombre para su manutención, o la
posibilidad de mantener un hogar viable y autosuficiente.
La propiedad de la tierra por parte de las mujeres aumenta la respuesta gene-
ral de las estructuras de gobierno hacia éstas y sus necesidades. Aquellas que son
propietarias o controlan sus bienes, están mejor posicionadas para mejorar sus vi-
das y hacer frente a una crisis en caso de que se produzca. Siendo propietarias, las
mujeres se benefician automáticamente tanto del uso de la tierra como de mayo-
res ingresos, además de un lugar seguro para vivir (Agarwal 2002). Las mujeres
que poseen sus propios terrenos, generan mayores ingresos en el ámbito rural au-
toempleándose en trabajos no relacionados con la agricultura, que aquellas que no
poseen tierras (Chadha 1992).
Las mujeres también pueden usar una vivienda o la tierra como formas de
crédito durante una crisis financiera o para invertirlas en un pequeño negocio o

180
MOVIMIENTO DE MUJERES, ORGANIZACIONES DE BASE Y SU LUCHA POR EL DERECHO A LA TIERRA…

cualquier otra empresa para generar capital. El control sobre el hogar y la tierra
confiere mayor margen para negociar a las mujeres en el hogar y contribuye a pro-
tegerlas de la violencia doméstica. A través de trabajos de investigación en Kerala,
India, se descubrió que el 49% de las mujeres que no poseían ninguna propiedad
declararon haber sufrido algún tipo de violencia física frente a tan solo un 7% de
las mujeres que si que tenían propiedades.
A lo largo y ancho del mundo, muchas mujeres se dedican a la agricultura de
forma independiente pero normalmente acceden a la tierra a través de sus esposos.
La muerte de un marido a causa de SIDA, supone en muchas ocasiones la pérdida
de la tierra, la vivienda y las herramientas de trabajo, activos de los que se ven des-
poseídas cuando ellas y sus hijos más los necesitan. Además, a ello se añade el estigma
asociado al HIV/SIDA, que hace que muchas familias den la espalda a las mujeres
que revelan su estatus de seropositivas. Estas mujeres frecuentemente sufren un os-
tracismo total, y son expulsadas de sus tierras y comunidades. Estudios recientes re-
velan un patrón similar en América Latina (Comisión Huairou, 2008).
Aquellas mujeres económicamente inestables y más dependientes de los
hombres que controlan propiedades y activos económicos, son más vulnerables a
infectarse de HIV. También se encuentran en desventaja para hacer frente a la en-
fermedad y su impacto cuando ellas o sus familiares se infectan. Po tanto,vivienda
y tierra son dos factores correlativos a los índices de HIV/SIDA. (COHRE 2005).

3. UN VISTAZO A LATINOAMÉRICA
En Latinoamérica muchos códigos civiles reconocen la propiedad conjunta
de los cónyuges. En la práctica, sin embargo, se produce tanto un mal uso, así
como una mala comprensión de estas leyes. En muchos casos, hermanos o padres
e hijos registran la propiedad de la tierra conjuntamente, en lugar de hacerlo los
cónyuges, pervirtiendo la razón de ser de la ley. En Latinoamérica, muchos países
reconocen el derecho a la paridad marital de las mujeres a la hora de heredar o de
acceder a la propiedad. Sin embargo, actitudes culturales predominantes en algu-
nos lugares esperan de una hija su renuncia a heredar la tierra en favor de su her-
mano o de otro familiar varón.
Latinoamérica es cada vez más urbana, especialmente para los pobres. A finales
de la década de los noventa, seis de cada diez personas pobres en América Latina vi-
vían en áreas urbanas. Hacia 2030, se estima que el 83% de la población en América
Latina y el Caribe será urbana. (Division de Poblacion de la ONU, 2001). El creci-
miento urbano ha incrementado la demanda de vivienda y ha generado un efecto ne-
gativo en los servicios básicos. Veinticinco millones de hogares no poseen agua pota-
ble, y 1/3 de las viviendas urbanas carece de servicios mínimos de higiene
(Clichevsky, 2000).
En América Latina, únicamente el 60% de los hogares posee una vivienda
adecuada, el 22% vive en casas que necesitan reparaciones, y el 18% precisa una
vivienda nueva (UNHABITAT 2001). Los asentamientos extraoficiales/informa-

181
BIRTE SCHOLZ

les aumentan a un ritmo vertiginoso, la creciente industrialización atrae cada vez


a más habitantes de las áreas rurales, la alta tasa de desempleo, así como los sala-
rios, extremadamente bajos, expulsan a estos trabajadores del mercado establecido
de vivienda empujándolos a la extraoficialidad; un mercado caracterizado por
condiciones de vida marginales, caracterizado por fragilidad de los derechos de
propiedad, y falta de servicios básicos así como de estructuras adecuadas.

El caso de Pachacutec, Perú:


Pachacutec, una zona arenosa costera de Perú, se encuentra en la provincia de Callao, el oeste de Lima.
Está conformada por 47 poblados chabolistas, en los que 10.500 familias extremadamente pobres
(63.000 habitantes) residen sin ninguna garantía de propiedad. Aunque llevan veinte años residiendo
allí, no pueden obtener certificados de propiedad. Los hogares en los que la cabeza de familia es mujer
están la mayoría en Pachucutec. Los líderes corruptos de la región no les ayudan y los residentes han pre-
sentado una demanda contra los desalojos en el Tribunal Supremo, en la que exigen asimismo la provi-
sión de servicios por parte del Estado, aunque de momento no han tenido éxito.

La situación legal en Latinoamérica, al menos sobre el papel, es favorable para


las mujeres. Las reformas constitucionales de muchos países reconocen derechos
fundamentales, impulsan la descentralización del poder a favor de los gobiernos lo-
cales, han alterado la forma de administrar la justicia y promueven la modernización
de los aparatos gubernamentales del Estado para permitir una mayor transparencia.
Asimismo, reconocen la igualdad de derechos entre hombres y mujeres.
Todavía, sin embargo hay una ausencia de representación política de la so-
ciedad marginada, en especial de los pobres y más aún de las mujeres pobres. Las
estructuras de poder que se dieron en los regímenes militares de los años 60 y 70
ejercen aún una gran influencia sobre los legisladores actuales. Presidentes orien-
tados hacia posiciones con tintes socialistas, como los de Brasil y Venezuela, han
cambiado en cierto modo la forma de enfocar el problema de la pobreza. Sin em-
bargo, las personas pobres de estos países se quejan de que aún no experimentan
los beneficios de esta deriva.
El derecho a una vivienda adecuada se halla reconocido en las constituciones de
Argentina, Brasil, Colombia, Cuba, la Republica Dominicana, Ecuador, Guate-
mala, Haití, Honduras, México, Nicaragua, Paraguay, Perú, Venezuela, Chile y Bo-
livia (UNHABITAT, 2006). Sin embargo, ninguna garantiza el derecho a la tierra,
salvo en casos excepcionales para grupos especiales como comunidades indígenas,
negras, u otras. La Constitución de Brasil, por ejemplo, garantiza los derechos a la
tierra de las comunidades indígenas, y también otorga cierta protección a aquellos
viviendo en asentamientos «ilegales». Las Constituciones de Brasil, Colombia,
Cuba, México y Nicaragua van más allá y garantizan la igualdad total entre hom-
bres y mujeres con respecto a los derechos individuales, civiles y políticos.
Sin embargo, la mayoría de la propiedad y los derechos familiares y relacionados
con el derecho a heredar se regulan a través de códigos civiles que han sido reformu-
lados para reflejar tanto el papel de los hombres como el de las mujeres como cabe-
zas de familia. Países como Bolivia, Colombia, Honduras, Perú y Venezuela han co-

182
MOVIMIENTO DE MUJERES, ORGANIZACIONES DE BASE Y SU LUCHA POR EL DERECHO A LA TIERRA…

menzado a modificar sus leyes en lo referente a los requerimientos para definir la fi-
gura del «cabeza de familia», reconociendo así el número, cada vez mayor de hogares
liderados por mujeres. En algunas partes de Latinoamérica, en particular en las áreas
urbanas, las mujeres suponen del 30% al 50% de los cabezas de familia totales.
Latinoamérica se ha visto afectada por rápidas reformas que conciernen a la
propiedad de la tierra. Durante los años previos a la década de los sesenta, la mayo-
ría de las reformas se dieron a raíz de las revoluciones socialistas, en países como Mé-
xico y Bolivia. La reforma agrícola de México dió pie a una redistribución de apro-
ximadamente el 50% de la tierra entre los diferentes ejidos (comunidades), y las
poblaciones indígenas. La revolución en Bolivia beneficio acerca de tres cuartas par-
tes de trabajadores agrícolas por medio de la expropiación de tierras de «los ricos».
Aún así, pese a estos avances para «los pobres», las mujeres no disfrutaron de
estas ventajas. El protocolo consistió en otorgar la tierra a los hombres, al asu-
mirlos posicionados como cabezas de familia y por tanto beneficiándoles de cual-
quier reforma agrícola. Las mujeres no se convirtieron en el foco de atención
hasta las reformas agrícolas de la década de los noventa. Esta «segunda genera-
ción» de reformas agrícolas (que consisten fundamentalmente en la clarificación
y legalización de los derechos de propiedad existentes, más que en la redistribu-
ción de los bienes) ha beneficiado a las mujeres. El número de asignaciones y tí-
tulos de propiedad pertenecientes a mujeres en la década de los noventa ha au-
mentado hasta casi el 40% (Deere y León, 2001).
Hoy en día, la lucha por los derechos a la vivienda y el acceso a la tierra son
rasgos predominantes en los movimientos políticos de mujeres en Latinoamérica.
Grupos urbanos y campesinos de mujeres organizadas son sumamente activos en
estos campos, los derechos que reclaman, sin embargo, no lo son tanto para si
mismas como para la comunidad, pues aún se dedica escasa atención a los dere-
chos de las mujeres a su tierra y su vivienda, incluso por las propias mujeres.
Tierra y Derecho a la propiedad en países en América Latina:

Guatemala
La Constitución de Guatemala garantiza el derecho fundamental a todas las personas a la propiedad
y establece asimismo que toda persona puede disponer de la misma. Según el código civil de Gua-
temala, el marido es el responsable de la administración de la propiedad que un matrimonio posee
en común. La esposa puede reclamar por la vía judicial las decisiones del marido únicamente cuando
supongan una amenaza para la propiedad que ambos tengan en común. El código civil también es-
tablece que el disfrute de una propiedad requiere del consentimiento de ambos cónyuges, ya que en
caso contrario toda acción será considerada nula.

Brasil
La Constitución Federal establece el derecho a la propiedad sin discriminación por razones de gé-
nero. En concreto, la reforma agraria garantiza específicamente a hombres y mujeres el derecho al
uso y disfrute de la propiedad agraria, con independencia del estado civil. La ley numero 8629/93
sitúa las provisiones constitucionales relativas a la reforma agraria, asegurando a las mujeres el dere-
cho a ser propietarias de terrenos, independientemente de su estado civil. Sin embargo, existen res-
tricciones para las mujeres casadas a la hora de ejercer este derecho a la propiedad.

183
BIRTE SCHOLZ

Perú
La Constitución establece la igualdad de derechos en lo referente a los contactos legales y al ejercicio
de la propiedad y los derechos a heredar, entre otros. En Perú no existen restricciones a los derechos
de propiedad de las mujeres.

Las escrituras generalmente se redactan a nombre de una sola persona: el ca-


beza de familia, lo que suele significar que estén a nombre de un hombre. Casi to-
dos los países latinoamericanos reconocen alguna forma de escritura de propiedad
a favor del matrimonio, al menos sobre la ley. En la práctica, sin embargo, dista
mucho de ser el caso, además de que los procesos legales y administrativos son lar-
gos y costosos. Muchas mujeres desconocen sus derechos ante la ley, en otros ca-
sos, incluso si conocen dichos derechos, la presión social y familiar les impide ejer-
cerlos. Las mujeres, sus familias y comunidades desconocen tanto sus derechos
como las leyes y regulaciones que afectan a la vivienda. Así, son mas proclives a
ser manipuladas por otros actores sociales poseedores de su propia agenda, inclu-
yendo familiares, lideres comunitarios e incluso oficiales gubernamentales.
Las leyes de propiedad sobre la tierra deben volverse menos burocráticas y
complejas. Los procesos para conseguir las escrituras de un terreno y su regulación
no deberían comprometer los derechos de una comunidad. Es de una importan-
cia crítica que se respeten los derechos relativos a la propiedad para ofrecer pro-
tección de tipo legal, pero los procedimientos para conseguirlo no deberían com-
prometer los derechos de las comunidades, o añadir complejidad a los intentos
por asegurar los derechos de las mujeres a acceder a la tierra y la vivienda.

4. MUJERES ACTIVISTAS RESPONDEN


La situación en lo que respecta a la tierra se ha vuelto cada vez más compleja
y difícil para las mujeres, como se ha explicado anteriormente. Cambios en las le-
yes, reformas agrarias, privatizaciones de terrenos y reformulaciones de las cos-
tumbres y tradiciones han contribuido a dificultar la vida de un gran número de
mujeres, en particular de aquellas que son pobres.
En la discusión sobre los derechos al acceso a la tierra de las mujeres, debe que-
dar claro, sin embargo, que en lo que a éstas concierne, los derechos a la tierra van
más allá de lo que a ellas mismas les esta permitido. La cada vez mayor amenaza de
cambio climático y los desastres naturales complican la situación aún más y ame-
nazan con hambrunas al mundo. Entonces, ¿cómo puede darse alguna oportuni-
dad a las mujeres para organizarse, para conseguir y mantener después sus tierras y
hogares, bajo estas circunstancias?. Las mujeres pobres activistas alrededor del
mundo han desarrollado mecanismos para soportar y superar en algunos casos los
obstáculos legales, sociales, culturales y ambientales a los que se enfrentan. Son las
mujeres activistas, en el corazón de las comunidades, quienes luchan por si mismas
y por los demás. Sin embargo, solo organizadas pueden impactar al medio.

184
MOVIMIENTO DE MUJERES, ORGANIZACIONES DE BASE Y SU LUCHA POR EL DERECHO A LA TIERRA…

4.1. La Comisión Huairou


La Comisión Huairou es una coalición de redes de organizaciones interna-
cionales, instituciones y personas que buscan acceso a los recursos, a compartir in-
formación y a crear un espacio político para estas activistas en el que puedan
avanzar gracias a sus capacidades y su increíble tenacidad.

Los objetivos fundamentales de la Comisión Huairou son:

• Apoyar y dotar de fuerza legal a las contribuciones de las activistas al desa-


rrollo.
• Facilitar las herramientas y metodologías que contribuyan al aprendizaje en
común y la investigación de base así como de los procedimientos necesarios
para que las activistas puedan negociar con éxito con los actores interna-
cionales que promueven el desarrollo.

La estrategia de aproximación de la Comisión Huairou al trabajo de desa-


rrollo, se basa en el paradigma de la acción colectiva basada en la comunidad y
liderada por mujeres. Esta contribuye a capacitar a las organizaciones de muje-
res activistas de base para que puedan influir en las tendencias al desarrollo de
sus comunidades y ver representados sus puntos de vista y prioridades en foros
locales clave, tanto a nivel nacional como internacional. Se trata de una plata-
forma para las organizaciones de mujeres activistas para aumentar su capacidad
de actuación en el ámbito local y defender de este modo sus prioridades sobre
cuestiones locales, comunales y globales. Huairou visibiliza las soluciones que
estas mujeres ofrecen al colocarlas en el centro de la estrategia de las nego-
ciaciones políticas y de planificación de las acciones. Algunas de las organiza-
ciones que trabajan con la Comisión están integradas tanto por hombres como
por mujeres, pero siempre muestran la capacidad de liderazgo de éstas y traba-
jan por su empoderamiento. Los miembros de la Comisión Huairou han desa-
rrollado muchas metodologías que permiten a las activistas articular y analizar co-
lectivamente el trabajo sobre el terreno exitoso para trasladar sus prioridades a los
foros decisorios. La Comisión Huairou juega un papel fundamental a la hora de
llevar adelante estas metodologías, que incluyen:

a. Academias internacionales para mujeres de grupos de base en las que las


mujeres se reúnen para comentar e intercambiar diferentes estrategias, dis-
cutir acerca de las barreras a superar y aconsejarse mutuamente sobre polí-
ticas de acción, con el apoyo de contrapartes observadoras.
b. Diseño y documentación participativa de proyectos que aboguen por y
para la planificación de acciones.
c. Intercambios entre colegas en los que diferentes grupos de activistas se vi-
sitan para intercambiar información sobre prácticas que hayan resultado
exitosas e incorporarlas a sus acciones.

185
BIRTE SCHOLZ

d. Diálogos de «local a local» en los que las activistas dialogan con las autori-
dades locales para discutir sus necesidades para el desarrollo y asociarse en
proyectos de colaboración con vistas al futuro.
e. Foros en Internet: éstos constituyen un medio nuevo para la Comisión
Huairou que pretende así, dar la posibilidad a las organizaciones de muje-
res de discutir y debatir sus ideas y propuestas en un medio democrático.

La Comisión Huairou se centra en las organizaciones de mujeres activistas


como iniciadoras de acciones y solventadoras de problemas en sus comunidades,
más que como receptoras de ayuda de tipo legal. Trabaja asimismo con las orga-
nizaciones de mujeres, a las que apoya subrayando las estrategias y prácticas que
las mujeres implementan para mejorar el estatus social, económico y político de
estas en sus comunidades.
Estrategias de organizaciones de base de mujeres en tierra y vivienda en América Latina

Las mujeres activistas han usado estrategias muy variadas tanto para obligar al cumplimiento como
para reformar leyes sobre la propiedad. Estas son prácticas e iniciativas sobre el terreno que las mu-
jeres utilizan para luchar por sus derechos a la tierra y a la propiedad tanto en el plano nacional como
en el internacional. Estos son solo algunos ejemplos de las estrategias que las militantes por la «Cam-
paña por la tierra y la vivienda» están creando para incrementar el acceso de las mujeres al control
de la vivienda la tierra y la propiedad.

• Estrategia Perú (Perú):


Tiene su sede en Lima, (Perú), y defiende los derechos a la propiedad de la tierra de las mujeres, es-
pecialmente en asentamientos informales. Principalmente instruye a grupos de mujeres sobre como
producir materiales para la construcción a partir de hormigón, incluyendo ladrillos, tejados, escalo-
nes, vigas y adoquines. A partir de este entrenamiento, las mujeres pueden constituirse como pe-
queñas empresarias, y dedicarse a la fabricación y venta de materiales para la construcción para
otros barrios de Lima. Estas empresas han creado empleo y han posibilitado que hombres y muje-
res puedan construir viviendas y servicios comunitarios dignos.

• Fundacion Guatemala (Guatemala):


La propiedad de la tierra se ha convertido en una prioridad en el marco de los Acuerdos de Paz de
Guatemala, lo que ha creado oportunidades para las mujeres para rellenar instancias solicitando es-
crituras para muchos terrenos. La «Coordinadora de Mujeres por el Derecho a la Tierra y a la Pro-
piedad» ha sido clave a la hora de impulsar la creación de reformas especificas y políticas activas que
afirmen dichas reformas. Se creó una Fundación sobre la Tierra (Land Fund) que integra la pers-
pectiva de género. La última Ley Agraria da prioridad en el reparto de terrenos a aquellos hogares
encabezados por mujeres refugiadas.
La Fundación Guatemala creó y publicó un libro para concienciar a las mujeres de sus derechos en
relación a las leyes sobre la tierra. En sus propias palabras:
«En Guatemala tenemos leyes pero hay también mucho analfabetismo, y en consecuencia, no co-
nocemos las leyes. En Guatemala hay 22 idiomas mayas diferentes, pero las autoridades solamente
hablan uno: español. En la coordinadora hemos hallado apoyo por parte de algunos profesionales
que están interesados en ayudar a las mujeres rurales. En este libro remarcamos que las mujeres,
desde niñas, son devaluadas y discriminadas, y se cree, que mas tarde, cuando la niña crezca, con-

186
MOVIMIENTO DE MUJERES, ORGANIZACIONES DE BASE Y SU LUCHA POR EL DERECHO A LA TIERRA…

tará con el apoyo y la protección de un hombre, pero en realidad no es así. Lo que aquí hacemos es
empoderar a las mujeres en la economía, el hogar y la tierra».

Espacio Feminista del Noroeste para la Democracia y los Derechos Humanos (Brasil):
Los movimientos de «los Sin Tierra» en Brasil son organizaciones muy importantes que han retado
a todo un sistema injusto y antiigualitario. Sin embargo, tradicionalmente priorizan la lucha de cla-
ses frente a la igualdad de género, pues aún estando en la agenda de los movimientos sin-tierra, no
es una prioridad. La estrategia de Espaço Feminista consiste en influenciar la ideología de los movi-
mientos para trabajar conjuntamente y demostrar que las luchas de clase son importantes, pero no
suficientes para construir una sociedad más igualitaria. Las mujeres deben comprender el significado
y las consecuencias de la desigualdad de género y para invertir la situación deben involucrarse en los
procesos de toma de decisiones a todos los niveles, desde las familias y las comunidades, hasta el Par-
lamento. Sus estrategias comprenden:
• Ayudar a las mujeres del medio rural sin tierras a comprender el impacto de la desigualdad en sus
vidas (en la familia, la comunidad, la organización y la sociedad) y su derecho a combatirla.
• Crear conciencia de la importancia de la participación de las mujeres en los procesos y puestos de
toma de decisiones.
• Concienciar a la sociedad acerca de las violaciones de los derechos humanos y la desigualdad al ac-
ceso a los recursos y el impacto negativo que supone para la sostenibilidad.
• Construir alianzas fuertes con y entre las mujeres de distintos movimientos Sin-Tierra para ase-
gurar que la cuestión de la igualdad de género se incluya en sus organizaciones y en la agenda de
éstas.

4.1.1. La estrategia clave de la Comision Huairou: las Academias para mujeres


activistas
La Comisión Huairou utiliza las «Academias internacionales de mujeres ac-
tivistas» como una de sus estrategias principales para fortalecer y avanzar en las
causas y estrategias de estas mujeres. Aunque las innovaciones que aporta el acti-
vismo para la práctica del desarrollo son muy valoradas por los planificadores in-
ternacionales y los legisladores, estos conocimientos se pierden fácilmente fuera de
la comunidad militante. Las Academias Huairou han sido diseñadas con el fin de
cambiar esa situación. Comenzando en el 2000, las Academias internacionales
Huairou consisten en talleres intensivos de aprendizaje y enseñanza que preten-
den transmitir, documentar y estimular cambios en la práctica política, a partir de
los conocimientos de base. Su principal objetivo consiste en proveer de oportu-
nidades a las mujeres para intercambiar conocimientos sobre desarrollo. De este
modo, son las propias mujeres las profesoras y aprendices principales. Se invita
también a profesionales a unirse a los foros educacionales cuando de su partici-
pación se derive un beneficio para las mujeres. Cada Academia se organiza alre-
dedor de un tema y los grupos que la integran se seleccionan alrededor del mundo
en función de su experiencia o interés en éste. Presentan prácticas de sus comu-
nidades en medios formales e informales, dibujan e identifican ámbitos y retos co-
munes, y crean recomendaciones para futuros protocolos de actuación.

187
BIRTE SCHOLZ

Por ultimo, las Academias invitan a legisladores varios a unirse al debate de


las mujeres de los movimientos de base con el fín de discutir como emplear lo me-
jor de los conocimientos adquiridos para lidiar con los problemas ligados al desa-
rrollo. Hoy, las Academias sacan a la luz conocimientos, comunican soluciones
exitosas, en connivencia con personas que se dedican al desarrollo en diversos
sectores, crean nuevas estrategias para un desarrollo sostenible.

4.1.2. Organizaciones de base: Academias en Perú


Casi 100 lideresas de organizaciones de base de mujeres de toda Latinoamé-
rica y el Caribe se reunieron para compartir sus mejores prácticas y forjar relacio-
nes duraderas y colaboraciones entre sí con el fin de incrementar su poder colec-
tivo en lo referente a la tierra y la vivienda. Del 1 al 4 de agosto de 2007 se
reunieron en Lima, Perú en un evento planeado y dirigido por un equipo de lide-
resas de movimientos de base de varios países. El foco de la Academia de base fue
la comunicación, las habilidades y la transmisión de ideas para incrementar el co-
nocimiento y las habilidades de las organizaciones de base de mujeres en la región.
La Academia se concentró en: entablar relaciones con los gobiernos locales y na-
cional para asegurar los derechos y el acceso a la propiedad y a los servicios básicos,
el empoderamiento económico a través de bancos comunales, proyectos para la
construcción de viviendas y pequeños negocios, prácticas de agricultura sostenible,
así como métodos de organización comunitaria y ciudades más seguras.
Noventa participantes de dieciséis países asistieron a la Academia en repre-
sentación de, aproximadamente, treinta organizaciones. Lideresas de movimien-
tos de base representaron a organizaciones locales y redes de grupos de autoayuda,
tales como cooperativas de granjeros, grupos de derecho a la vivienda populares,
bancos comunales, cocinas populares, asociaciones culturales y asociaciones de
madres. ONG profesionales que trabajan con comunidades y facilitan que éstas
puedan llevar a cabo sus proyectos, también estuvieron presentes. Las perspecti-
vas y el liderazgo de las mujeres de la comunidad, sirvieron de hilo conductor co-
mún a los diversos grupos, para trabajar de una manera holística sobre los asun-
tos relativos al desarrollo que afectan a la comunidad.
Las mujeres aprovecharon cada instante, los tiempos de descanso y durante
las sesiones, para conocerse mejor tanto entre sí como a sus respectivas organiza-
ciones. En la discusión final acerca del plan regional a dos años vista, las mujeres
dieron prioridad a la necesidad de mantener la comunicación y las relaciones en-
tre ellas. Decidieron formar un Comité de coordinacion regional para asegurar la
implementación del plan, y reconocieron la importancia de fortalecer sus relacio-
nes y las redes existentes dentro de la estructura global de la Comisión Huairou.
Los talleres temáticos ofrecieron la oportunidad de comparar diferentes mo-
delos de prácticas similares. Por ejemplo, compartieron varias estrategias para
crear proyectos de ahorro y crédito con el fín de evitar ser explotadas por inter-
mediarios en la producción agrícola. Usando un pensamiento crítico, identifica-

188
MOVIMIENTO DE MUJERES, ORGANIZACIONES DE BASE Y SU LUCHA POR EL DERECHO A LA TIERRA…

ron cuestiones y asuntos de importancia acerca de los diferentes modelos. Tam-


bién consideraron como podrían reproducir dichos modelos en sus comunidades.
Además de compartir praácticas, los talleres y exposiciones ofrecieron a las
participantes un espacio en el que alcanzar el objetivo de analizar de qué modo sus
organizaciones influyen las políticas agrarias y de vivienda, y ganaron un acceso a
los recursos para involucrarse con los gobiernos locales y nacionales. Las partici-
pantes enfatizaron la necesidad de ser persistentes, estratégicas y creativas a la hora
de romper barreras del pasado para asi reunirse con las autoridades locales. Los
grupos también compartieron la necesidad de defender a nivel nacional las polí-
ticas de redistribución de la tierra que puedan ofrecer oportunidades para con-
vertirse en propietarias de las mujeres. Estas experiencias ilustran como han ido
participando cada vez más y creando las estructuras para seguir trabajando con-
juntamente con los gobiernos. Juntas, con su trabajo por el empoderamineto agri-
cultural y económico, su trabajo político demostró que la aseguración de sus bie-
nes y la mejora de sus métodos agrícolas, contribuye a su empoderamiento.
Completando el objetivo final, se diseñó a través de un proceso participativo, un
plan a dos años para continuar intercambiando prácticas y habilidades.
El encuentro facilitó la creación de una hoja de ruta desde perspectivas va-
riadas que reflejan la forma de actuación de las mujeres en sus comunidades de
origen, en un periodo en el que los actores del desarrollo debaten que aproxima-
ción empoderará más a las comunidades y podrá promover un desarrollo equita-
tivo y sostenible. Las mujeres de la Academia demostraron que en sus comunida-
des realmente tienen éxito en estas cuestiones. Usan una combinación de métodos
que incluyen a sus bienes/assets, modos de ganarse la vida y enfoques ciudadanos.
Regionalmente, las mujeres continúan apoyándose las unas a las otras para crear
su propia visión, en lugar de simplemente adaptarse a las propuestas institucio-
nales para el desarrollo.

4.2. Resistencia al riesgo de desastre: una oportunidad para conseguir


tierra y vivienda
La reducción del riesgo de desastre (RRD), ha sido un tema central para los
movimientos de base de mujeres durante muchos años, especialmente en Latino-
américa. Visto como una oportunidad para el cambio, el crear comunidades re-
sistentes, significa que las mujeres obtienen con frecuencia derechos de propiedad
sobre la tierra y pueden proteger sus viviendas. Las estrategias para el desarrollo de
la resistencia representan un esfuerzo continuado de los movimientos de mujeres
por apuntalar plataformas cívicas y diseñar soluciones para promover la autosu-
ficiencia económica, el acceso de la comunidad a los servicios básicos, e incre-
mentar la participación de las mujeres en la toma de decisiones pública para pro-
mover actuaciones de desarrollo favorables a los pobres. Esta base para
circunscripciones organizadas, con capacidad para relacionarse y colaborar con las
autoridades, es vital para mantener los esfuerzos a largo plazo con el objeto de re-

189
BIRTE SCHOLZ

ducir los riesgos en las comunidades proclives a sufrir desastres, así como para co-
ordinar la respuesta de emergencia de cara a un desastre. Además, dichas estrate-
gias promueven y protegen el acceso de las mujeres y de la comunidad al com-
pleto, al control de la tierra y la vivienda, esforzándose por proteger la propiedad
de los bienes en caso de desastre.

4.3. Academia de RRD: Guatemala


Dándose cuenta de la oportunidad para el cambio que es ser capaces de re-
sistir a un desastre, este puede brindar a una comunidad, mas de 50 lideres re-
presentando 25 organizaciones indígenas y de base participaron en un encuentro
de tres días para compartir y aprender3 juntos titulado «El papel y el poder de las
organizaciones de base e indígenas de grupos de mujeres en la reducción del riesgo
de desastre (RRD)».
Representando colectivamente a mas de 30.000 personas residentes en co-
munidades proclives a los desastres, los grupos de mujeres de 10 países Latinoa-
mericanos y Caribeños4, crearon recomendaciones tras analizar entre cinco y vein-
ticinco años de experiencia trabajando en comunidades proclives al desastre. A
modo de conclusión, lanzaron una plataforma de redes regional para publicitar las
buenas prácticas de las mujeres y asegurar su representación publica en las políti-
cas y tomas de decisiones relacionadas con el desastre.
El evento se basó en el amplio conocimiento y las destrezas que las mujeres
adquirieron al enfrentarse con las consecuencias, a corto y a largo plazo, de las
inundaciones, sequías, huracanes, tormentas tropicales, heladas, terremotos y ero-
sión de los recursos naturales como resultado del cambio climático. El seminario
aglutinó a mujeres viviendo en situaciones muy diversas; desde comunidades cos-
teras aisladas y/o marginalizadas por el gobierno debido a la geografía y a la iden-
tidad cultural y étnica, a comunidades urbanas y semi-urbanas viviendo en asen-
tamientos informales con servicios básicos muy limitados. Explicando y
debatiendo sus diferentes enfoques para recuperarse o reducir su vulnerabilidad al
daño producido por un desastre natural, la degradación medioambiental o el
cambio climático, las participantes demostraron poseer una gran riqueza de co-
nocimientos y experiencia incluyendo:

a. Capacidad de respuesta inmediata, recuperación y reconstrucción:

• La creación de cocinas comunitarias y la distribución de emergencia de ví-


veres y enseres.
3 GROOTS International, apoyado por el Pro-Vention Consortium, facilitó a estos expertos locales en
un taller «pre-forum». La Fundacion Guatemala, organizo a lideres de base para participar, se ocupo de la lo-
gistica local con ayuda del centro de entrenamiento de Antigua de la Agencia Española de Cooperacion In-
ternacional.
4 Los países participantes incluyeron a: Argentina, Brasil, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras,
Jamaica, Mexico, Nicaragua, Peru, India y EEUU.

190
MOVIMIENTO DE MUJERES, ORGANIZACIONES DE BASE Y SU LUCHA POR EL DERECHO A LA TIERRA…

• Difusión de información relativa a las opciones y programas de ayuda gu-


bernamental a las que las personas afectadas tengan derecho (a través de
emisoras de radio populares y de encuentros públicos) y tomando la delan-
tera en lo relativo a la construcción de viviendas resistentes a las catástrofes,
duraderas y que favorezcan el desarrollo de la comunidad.
b. A través de la practica de la planificación y la construcción de edificios re-
sistentes, las mujeres asumen riesgos, planifican e investigan, llamando la atención
de toda la comunidad sobre asuntos que permiten establecer planes de actuación
en caso de emergencia.
c. Desarrollan comunidades menos vulnerables al desastre vía: almacena-
miento de agua de lluvia y refuerzo de presas de río.
d. Evitan que los alimentos que produce la comunidad supongan un riesgo
para la salud de todos, utilizando prácticas agrícolas de producción orgánicas, ro-
tando las cosechas, usando semillas locales, usando herramientas y bancos de se-
millas en común en las comunidades indígenas.
e. Observan los cambios climatológicos.

La mayoría de las participantes representaban a comunidades pobres, lo que


evidenciaba la necesidad de crear planes de desarrollo que animen a la participación
pública de las mujeres, evitando que su voz quede restringida al ámbito del hogar.
Dichos planes deben además, facilitar un desarrollo sostenible capaz de minimizar
los riesgos en lo tocante a la vivienda, la agricultura, las infraestructuras y demás.
El enorme potencial que habita en en la habilidad de las mujeres de los mo-
vimientos de base para utilizar sus grupos y redes de apoyo, que sirve como pla-
taforma para la recolección y comunicación de información, y la planificación
asociada a los intentos por minimizar los riesgos de desastre, al igual que a lo que
se refiere a otros derechos, como el derecho a la tierra, la vivienda y otros recur-
sos. Aunque las participantes eran conscientes de que deberían desarrollar otras
capacidades para maximizar su grado de involucración (previsión de peligros, pla-
nificación de riesgos), comprendieron, también, que representar dicho papel, po-
dría legitimar públicamente a los grupos de mujeres y promover la igualdad cul-
tural y de género al reducir la subordinación de éstas a las decisiones fruto de los
procesos de deliberación exclusivamente masculinos.
Decididas a llevar más allá su trabajo en la prevención de desastres, las muje-
res de los movimientos de base exigieron programas de desarrollo, mitigación de
las consecuencias de un desastre e inversiones que:
1. Apoyen la transmisión y fortalecimiento de los conocimientos y prácticas
indígenas que han demostrado ser de importancia vital para la supervivencia de
las comunidades.
2. Difundan rápida y efectiva de prácticas implementadas por programas
educativos de movimientos de base que faciliten que mujeres en grupos más avan-
zados puedan transmitir su saber, hacer y conocimientos.
3. Financien directamente a los grupos y redes de apoyo de movimientos de
mujeres de base para que puedan redactar informes, estudiar las comunidades, en-

191
BIRTE SCHOLZ

marcar, reconocer y priorizar los riesgos y crear directorios para asistirlas y cola-
borar con los actores principales para reducir los riesgos en sus comunidades.
4. Creen sistemas de comunicación culturalmente accesibles para la comuni-
dad (como radios populares y redes) que lleguen hasta los grupos rurales e indí-
genas, en idiomas indígenas.

Algunos ejemplos de PRR de movimientos de mujeres:

Unión de Cooperativa «Las Brumas» (Nicaragua):


La Unión de Cooperativas Las Brumas, en Nicaragua, consiste en 20 cooperativas que representan
a más de 1200 mujeres granjeras de 45 comunidades y 10 municipalidades en Jinotega. Fundada en
1991, la cooperativa trabaja con métodos orgánicos de producción de café, flores con fines orna-
mentales, pesticidas orgánicos y otros productos básicos relacionados con la alimentación. Todo ello
en medio de una guerra civil, de inundaciones y de una degradación medioambiental evidente por
momentos. Las Brumas está federada en una Unión de cooperativas y ha creado comités para asegu-
rar el acceso a la propiedad de la tierra de las mujeres. Denuncia la degradación medioambiental y
crea campañas para la preservación del suelo y la reforestación, ademas de colaborar con los servicios
locales de emergencias a través de su Comité de respuesta a situaciones de emergencia. La coopera-
tiva da prioridad a la adquisición de conocimientos y habilidades a través de su estructura, que faci-
lita la transmisión de éstos así como el fomento del liderazgo.
La Cooperativa apoya, en la actualidad, una propuesta de ley presentada por la Asamblea Nacional
en Noviembre de 2007 para la creación de un fondo para la Compra de Tierra y la Igualdad de Gé-
nero. La propuesta consiste en la compra de tierra con un capital inicial cedido por el Estado, gene-
rado a través de cooperación, donaciones y financiación multilateral, que beneficiará a las cabeza de
familia. Las mujeres adquirirán la tierra a través de un crédito de 10 a 15 años, a un interés anual no
superior al 5%. Podrán comprar entre 1 y 5 acres de terreno, dependiendo de su capacidad finan-
ciera. Las mujeres del medio rural disfrutarán de un subsidio especial que les permitirá comenzar el
trabajo agrícola inmediatamente después de recibir el subsidio.
Las Brumas está aprovechando la ocasión de la próxima celebración de elecciones en octubre, apo-
yando a varios candidatos de los que espera un apoyo al proyecto de ley. Si llegado el momento no
es ese el caso, Las Brumas retirará su apoyo a las candidaturas, y con 1200 mujeres granjeras afilia-
das, su fuerza está en su número.

El Comité de Emergencia Garifuna (Honduras):


El Comité de Emergencia se formó en 1998, tras el paso del Huracán Mitch, cuando esta comuni-
dad aislada se vió forzada a organizar su propio rescate y actividades de apoyo, al tardar las agencias
nacionales e internacionales tres días en llegar hasta ella.
El Comité organizó comités de comunidades de 16 comunidades Garifuna, visita a colegios, iglesias y
centros comunitarios para crear espacios seguros para familias desplazadas, y desvelar las zonas mas vul-
nerables e inseguras en las comunidades. Realizaron este esfuerzo al constatar que en Santa Rosa de
Aguán, siempre existiría el riesgo de sufrir inundaciones y huracanes. Para promover la inmediata puesta
en marcha de los medios de vida, se establecieron bancos de apeos de labranza comunitarios, y lucharon
por conseguir títulos de propiedad sobre terrenos y viviendas para los residentes afectados. En los últi-
mos siete años han luchado por la reconstrucción de viviendas, negociando con el gobierno local la ad-
quisición de elementos adicionales de construcción, y han conseguido realojar a 200 familias en casas en
un terreno más elevado en Santa Rosa de Aguán. El Comité también trabaja a largo plazo, centrándose
en la reforestación, la preservación de la identidad cultural, organizando a la juventud e incrementando
la manutención procesando yuca, almacenando alimentos y creando bancos de semillas indígenas.

192
MOVIMIENTO DE MUJERES, ORGANIZACIONES DE BASE Y SU LUCHA POR EL DERECHO A LA TIERRA…

Mujeres Indígenas de Guatemala (Guatemala):


Los grupos de mujeres indígenas y de ascendencia africana insisten en el respeto al acerbo cultural y
el sistema de valores, como piedra de toque de la comunidad en sus prácticas de reducción de riesgo
y creación de programas de resistencia.
Las participantes indígenas guatemaltecas de diversas comunidades procedentes de todo el país, pre-
sentaron una serie amplia de buenas prácticas para combatir la pobreza y la discriminación, mediante
el empoderamiento de las comunidades proclives a sufrir desastres. Entre algunos de los ejemplos
mas creativos figuraron:
1. Grupos de mujeres indígenas que crearon redes para que las mujeres pudieran asegurarse la tierra
y la vivienda trás las pérdidas y desplazamientos como consecuencia de la guerra civil.
(Comité de Mujeres Fe y Esperanza):
2. Redes regionales de grupos de productores que organizan y administran a grupos de productores
de artesanías, asegurando así el acceso al mercado de 125 comunidades mayas. (Ak’Tenamit);
3. Redes regionales centradas en preservar el medioambiente (mediante la limpieza de ríos y la re-
forestación) que son vitales para asegurar el abastecimiento de alimentos, la generación de capital y
que además pone en contacto a las mujeres con los mercados internacionales. (Red de Pescadores de
Livingston);
4. Redes nacionales medioambientales que transfieren anualmente grandes cantidades de dinero a
múltiples grupos de movimientos de mujeres de base para hacer factible la implementación de pro-
yectos de administración y protección medioambientales dirigidos a la educación, la recolección de
agua de lluvia y el ecoturismo (PROGAL).

A MODO DE CONCLUSIÓN
Las mujeres se enfrentan a la discriminación en los ámbitos de la tierra y la
vivienda. Sin el acceso al control sobre y los beneficios que derivan del binomio
tierra y vivienda, las mujeres se encuentran en desventaja siendo incapaces de re-
conocer otros derechos humanos que les corresponden. Demasiado a menudo, no
pueden satisfacer sus necesidades más básicas ni las de sus familias. El derecho a
la tierra y a la vivienda se reconoce como un derecho de las mujeres en todo el
mundo, pero leyes, prácticas culturales y tradiciones continúan denegándoselos.
En América Latina, las leyes que reconocen a las mujeres sus derechos a la tie-
rra y a la vivienda, resultan a menudo insuficientes a la hora de señalar las causas
del problema, y frecuentemente se las ignora de facto. En muchos casos, son le-
yes poco ambiciosas que no van lo suficientemente lejos para proteger los dere-
chos de las mujeres. Tierra y vivienda proporcionan seguridad económica y per-
sonal, especialmente de cara a los cada vez más frecuentes desastres naturales. Por
lo tanto, es vital que las mujeres tengan acceso, controlen y se beneficien de la tie-
rra; ello contribuirá a minimizar los riesgos inherentes al desplazamiento y pér-
dida de la vivienda, los terrenos y los medios de vida a los que, las mujeres particu-
larmente, se enfrentan trás un desastre natural. Las estrategias para reducir riesgos
que las mujeres han desarrollado en Latinoamérica se focalizan en asegurar su ac-

193
BIRTE SCHOLZ

ceso y control sobre la tierra. Las estrategias se centran principalmente en la or-


ganización y el trabajo en red, ya que, trabajando juntas y en red, las mujeres tie-
nen más éxito a la hora de reclamar sus derechos y protegerlos.
La organización permite el aprendizaje mutuo y el aumento de las capacida-
des de construcción comunitarias, que son cruciales para compartir información
y posibilitar cambios en las propias comunidades.
Las mujeres enfrentan enormes obstáculos para ganar y mantener tierra y vi-
vienda. Costumbres, formas tradicionales de organización de la familia y la so-
ciedad, incluso las leyes, están influenciadas y atrincheradas en la discriminación.
En muchas ocasiones, las mujeres no creen merecer poseer la tierra o tener dere-
cho a disfrutar de sus beneficios, y sin embargo, tierra y vivienda juegan un papel
fundamental en las vidas de las mujeres, ofreciendo seguridad personal, econó-
mica y social. Esto es válido para Latinoamérica y para el resto del mundo. Las es-
trategias de reducción de riesgo de desastres mencionados en este texto, que las
mujeres de los movimientos de base latinoamericanos llevan a cabo, demuestran
que no están meramente a la espera de que cambie su suerte. Están utilizando la
cada vez mayor importancia de los conocimientos sobre reducción del riesgo de
desastres para avanzar posiciones en lo tocante a la propiedad de la tierra y la vi-
vienda mediante el desarrollo e implementación de estrategias innovativas que ha-
cen posible compartir conocimientos, involucrar a otros actores sociales, y au-
mento progresivo de su poder. Es de suma importancia que estos avances
obtengan reconocimiento y apoyo.
Las mujeres de los movimientos de base no son simplemente víctimas de un
sistema discriminatorio que impide que accedan a la tierra y su control. Ellas es-
tán a la vanguardia de los cambios, buscando y encontrando oportunidades: or-
ganizándose colectivamente y tratando de llevar a cabo buenas prácticas y avan-
ces para mejorar sus vidas y las de sus comunidades.

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195
FEMINIZACIÓN DE LA POBREZA
RURAL: DERECHOS Y ACCESO
A LA TIERRA EN BURKINA FASO Y
ÁFRICA OCCIDENTAL1
Francis Bogie Boogere, DMG
Punto Focal de Género en UNIFEM
(Burkina Faso). Especialista y técnico
investigador en Género/VIH/SIDA y
contra la violencia machista.

1. INTRODUCCIÓN
La mayor parte de los estudios que han contribuido a la creación de Estrate-
gias Nacionales de Reducción de la Pobreza en el África Occidental francófona
muestran que la pobreza continúa estando feminizada. En algunos estudios loca-
les, las mujeres entrevistadas apuntan precisamente a la denominada «feminiza-
ción de la pobreza» que establece un vínculo directo entre la situación mencio-
nada de las mujeres y su falta de autonomía.
No obstante, junto a esta feminización, en muchos de estos países asolados
por la pobreza, podemos decir que es mayoritariamente rural. En Burkina Faso,
más de la mitad de los hogares viven por debajo de la línea de la pobreza, desta-
cando que el 80% de la población de la región vive en aldeas, y su economía está
dominada por la agricultura o actividades asociadas a productos relacionados.
Las soluciones defendidas para la lucha contra la pobreza en las estrategias na-
cionales pusieron más énfasis en la creación de riqueza. Sin embargo, la cuestión
fundamental que aquí se presenta es la de si la situación actual de las mujeres ru-
rales en países pobres puede crear riqueza. La creación de riqueza, si bien apro-
piada, debe considerar el estatus de la mujer en una sociedad donde la multidi-
mensional inequidad de género y la discriminación están muy enraizadas. Aunque
el acceso a la tierra agrícola confiere beneficios directos como son ingresos, esta-

1 Traducción realizada por Alexis Velo Brunet.

197
FRANCIS BOGIE BOOGERE

tus, alimento y avales para el crédito; los sistemas legales y sociales ponen obliga-
ciones indebidas a las mujeres para el acceso y control sobre la tierra.
Centrándose en Burkina Faso, este artículo pretende explicar la influencia de los
sistemas desfavorables de tenencia de la tierra en la región de África Occidental en la
feminización de la pobreza. Asímismo comparte algunas buenas prácticas en la lucha
contra la feminización de la pobreza rural y propone recomendaciones para los socios
internacionales del desarrollo con la finalidad de que apoyen iniciativas locales de em-
poderamiento de las mujeres rurales marginadas en la región de África Occidental.

1.1. Pobreza y desigualdad de acceso a los recursos


La pobreza continúa siendo uno de los problemas más importantes del mundo,
pues más de un quinto de la población mundial-alrededor de mil millones de perso-
nas continúan viviendo en pobreza. Una gran mayoría de pobres viven en zonas ru-
rales, y entre las personas más afectadas están los pequeños granjeros y trabajadores
sin tierra. Éstos, dependen de oportunidades de trabajo inestables y salarios bajos y
el acceso a recursos como la tierra, el agua y el crédito son cruciales para escapar de
la pobreza. Esta pobreza tiene sus raíces más profundas en la desigualdad entre ricos
y pobres y por consiguiente el problema de la redistribución de fondos para la re-
ducción de la desigualdad está de vuelta en la agenda internacional, poniendo la re-
forma de la tierra como una estrategia de primer orden para el cumplimiento de esta
meta. Como señala un reciente informe de la FAO (2004: 3), esta sesgada distribu-
ción de la tierra y otros recursos «permanecen como un obstáculo afianzado para el
alivio de la pobreza». Además, el actual discurso sobre el desarrollo ha fijado su aten-
ción en la desigualdad de género, especialmente entre mujeres rurales. El ejemplo
más reciente de ésto es el informe anual del Fondo de Población de Naciones Uni-
das (UNFPA 2005), el cual observa como sin igualdad de género, la erradicación de
la pobreza es imposible. También hay una atención cada vez mayor en el acceso de la
mujer a la tierra, y sus efectos vinculados con el empoderamiento. Aunque entre el
60% y 80% de todos los cultivos para alimentos del mundo están producidos por
mujeres, éstas encuentran obstáculos en el acceso y control de la tierra (Ziegler 2002:
10), con frecuencia debido a una idea equivocada del hombre como agricultor.
Los últimos datos indican que la pobreza sigue afectando a una parte significa-
tiva de la población de Burkina Faso. Aproximadamente el 46.4% de la población
vive bajo la línea de la pobreza extrema en relación al 45.3% en 1998 (revista CSLP
2006). Aunque la situación varía de país a país, la pobreza está reconocida como un
fenómeno multidimensional, influenciado por un amplio rango de factores, entre
los que se incluyen la falta de acceso de las personas pobres a ingresos, actividades
productivas y a servicios esenciales (salud, educación y agua potable). Su baja parti-
cipación en los procesos políticos y su falta de influencia en la vida política de sus
países son obstáculos muy importantes. Agravando ésto están las consecuencias di-
rectas e indirectas de la economía externa y factores financieros, sobre los cuales los
gobiernos africanos no tienen mucho control.

198
FEMINIZACIÓN DE LA POBREZA RURAL: DERECHOS Y ACCESO A LA TIERRA EN BURKINA FASO…

1.2. Situación socio-económica de las economías de África Occidental


El África Occidental está formada por un total de 16 Estados, excluyendo a
Camerún, el cual suele clasificarse como perteneciente a África Central. Es de le-
jos una de las zonas más pobladas de África, con una población de 245 millones
de personas en 1998, cuenta con la mitad de la población de África. Los países de
la subregión están agrupados en la Comunidad Económica de Estados de Áfrcia
Occidental (ECOWAS). A pesar de que todos los países de la región firmaron el
Tratado ECOWAS así como sus protocolos, siguen existiendo muchas líneas de
división que les mantienen separados y que minan sus esfuerzos y cooperación.
Entre éstas se encuentra la de la lengua, 4 países son anglófonos, dos, Guinea Bis-
sau y Cabo Verde son lusófonos, y el resto son francófonos. Éstos últimos tienen
su propio cuerpo de cooperación, la Unidad Económica y Monetaria de África del
Oeste (UEMAO).
Las economías de los países de la subregión son principalmente agrícolas; la
agricultura emplea entre el 50 y 70% del total de la población y supone una de
las principales fuentes de ingresos (Kakwenda, 2001). La mayoría de estos países
fueron conducidos a la independencia como exportadores de productos agrícolas
básicos, como cacao (principalmente en Nigeria, Ghana, y Costa de Marfil) café
(Nigeria, Ghana, Coste de Marfil y Sierra Leona), y algodón (sobre todo Burkina
Faso, Nigeria, Sierra Leona, Liberia y Costa de Marfil). Exportaciones de ganado,
cuero y pieles son también una economía importante de la región, con los países
sin salida al mar del Sahel dominando el sector. Minerales como el oro, uranio y
petróleo (Nigeria) ocupan un lugar importante.
La mayor parte de la población de la subregión, alrededor del 60%, se man-
tiene rural e inmersa en actividades agrícolas. Como la colonización no se arraigó en
la subregión, el tipo de alienación de la tierra a gran escala vista en el África del Este
y del Sur no se vió en el África Occidental, y en la subregión, el rendimiento es abru-
madoramente de pequeños hogares propietarios más que de granjas comerciales a
gran escala. En la mayoría de estas áreas rurales, la mujer es una apuesta clave en el
sector agrícola tanto como consumidoras como productoras; a pesar de que las prác-
ticas y las leyes les excluyan del acceso a recursos y las expongan a la pobreza. Por
otro lado, de manera recurrente, las mujeres rurales, a pesar de ser mayoría en la po-
blación están sujetas a discriminación en el acceso a recursos.
Una mayoría de países en África del Este tiene deudas de alrededor de 10 mil
millones de dólares. La revisión de la deuda ha sido uno de los mayores retos eco-
nómicos a los que se han enfrentado los países del este de África. La deuda de Bur-
kina Faso por ejemplo representa el 50% de producto interior bruto (PIB). De
forma similar, el ingreso per cápita de la inmensa mayoría de los países está igual-
mente por debajo de los 500 dólares a finales de 1994.
Prácticamente en todos los países del África del Este, el precio de los alimen-
tos se ha incrementado en 2007 y 2008. El alcance de esta subida varía conside-
rablemente de país a país, así como al interior de cada uno, desde un 10-20% a
un 200%. Los precios de consumo se han incrementado con respecto a los pre-

199
FRANCIS BOGIE BOOGERE

cios de producción. La economía rural está reaccionando al aumento de oportu-


nidades de Mercado, y en algunas regiones –sobretodo en Nigeria– la propiedad de
la tierra se está concentrando. Los pobres rurales están siendo derrotados en algu-
nos casos (IFAD 2008). En Burkina Faso por ejemplo, donde a principio de mes
los trabajadores marchaban por las calles protestando contra el alto costo de la
vida, siendo 15 provincias declaradas como zonas de inseguridad alimentaria. Las
inundaciones y la sequía a finales de año 2007 han supuesto una bajada en la co-
secha. Y es que, existen muchos obstáculos para el desarrollo rural en Burkina Faso.
Diferentes análisis del problema del desarrollo rural están de acuerdo en un mismo
factor: asegurar la tierra para promotores rurales es un requisito para el desarrollo
sostenible y para el desarrollo social. No obstante en Burkina Faso, hay una indis-
cutible crisis sobre la tierra que se está enraizando en áreas rurales relacionadas
con: un aumento de la competición y conflicto entre los actores por el control y
uso de la tierra continúa y en otras áreas incluso se intensifica; migración agrícola
y trashumante, incremento y empeoramiento de conflictos entre actores rurales
por la urbanización de la tierra y la explotación de recursos naturales; aumento del
proceso de concentración de la tierra en manos de empresarios o agro-businessman,
(conocidos como los nuevos actores). También hay que tener en cuenta, ya que es
muy importante la baja eficacia de los mecanismos legales e institucionales para el
manejo de la tierra y la resolución de conflictos en zonas rurales.
La mayor parte de los países de África Occidental poseen una fuerte orienta-
ción patriarcal, incluso en la matrilineal Ghana, en la que las mujeres están por lo
general subordinadas al hombre y soportan una desproporcionada carga en la re-
producción. Varias organizaciones tanto en el África anglófona como francófona
han hecho esfuerzos para organizar a las mujeres en la subregión para la promo-
ción colectiva de la mujer y la defensa de sus intereses.
La pobreza se ha visto agravada por la ineficacia de los gobiernos para re-
partir los recursos eficiente y equitativamente en beneficio de los pobres (Kak-
wanda 2000). A pesar de las afirmaciones de los gobiernos africanos sobre la
adopción de diferentes convenios para proscribir la discriminación sexual en el
acceso a los recursos, a decir verdad, no se ha puesto en el centro de la política
para la erradicación de la pobreza la desigualdad de género. Los esquemas
nacionales y políticas de desarrollo agrícola no han establecido el problema del
género, aunque hay que destacar que sólo Senegal tiene gestada una reforma
exhaustiva de la tierra.

1.3. Participación de la mujer en el proceso de Desarrollo Rural


La participación de la mujer en materia económica y su presencia como
fuerza de trabajo, tanto en términos cuantitativos como cualitativos, es impor-
tante no sólo para rebajar los desproporcionados niveles de pobreza entre las mu-
jeres, sino también como un importante paso en el aumento de ingresos en los
hogares y en el desarrollo económico de los países.

200
FEMINIZACIÓN DE LA POBREZA RURAL: DERECHOS Y ACCESO A LA TIERRA EN BURKINA FASO…

Hay que destacar que sin embargo, en el África Subsahariana, el capital


humano esta infrautilizado porque las personas pobres no tienen recursos (tie-
rra y créditos) que les ayudarían en la producción y en el desarrollo económico.
Las mujeres por lo general no disfrutan del mismo acceso a recursos que los
hombres, a pesar de su potencial productivo (UNIFEM 2007). La contribu-
ción de la mujer a la economía rural por lo tanto, continúa subestimada. Las
estadísticas oficiales raramente miden la contribución a pesar de que queda
claro que no sólo las tareas del hogar no remuneradas, sino también las tareas
de granja y otras actividades comerciales que realizan las mujeres representan
una significativa, incluso dominante contribución para el bienestar de los ho-
gares rurales de bajo ingreso. En Burkina Faso el 74.5% de las mujeres son
amas de casa, y datos del INSD indican que cuanto más desaventajado es un
hogar, más horas invierte la mujer en el bienestar del hogar y de la familia y
todo este trabajo no es retribuido.
Como granjeras, las mujeres en actividades de subsistecia aseguran la su-
pervivienca de millones de personas en todas las regiones (Agarwal B, 2003). La
mujer en economías de subsistencia, produce y reproduce riqueza en armonía
con la naturaleza ya que son expertas por derecho propio en el conocimiento
ecológico de los procesos naturales. Las estrategias de la mujer para ganarse la
vida junto a su apoyo y medios son muy diversos y complejos: desde tierras de
cultivo o la cría de ganado, horticultura, recolección, pesca de fuentes tales
como charcas, bosques, tierras en desuso etc. Pero estos medios alternativos y
estrategias no están reconocidos por expertos del desarrollo o por científicos
agrícolas, que fallan en reconocer la conexión que tiene el conocimiento de la
mujer, su trabajo y habilidades en asegurar el alimento de la comunidad, con la
creación de riqueza.
En África, alrededor del 70% de las mujeres mayores de 20 años son iletra-
das, incluso en el grupo de seis a once años la proporción de niñas escolarizadas
está alrededor del 25% sin contar aquellas que abandonan más tarde1. La falta de
facilidades para el cuidado infantil impone la con frecuencia ignorada carga a las
niñas de las familias pobres. Si sus madres trabajan fuera de casa, las niñas deben
faltar a la escuela para cuidar de los hermanos y hermanas lo que perpetúa el ci-
clo de baja escolaridad y bajo ingreso de una generación de mujeres a otra. Las ba-
rreras legales y culturales para el acceso de la mujer al mundo laboral suelen ser
importantes. Las mujeres son una fuente barata de trabajo; se ha reportado un au-
mento en el tráfico de mujeres jóvenes de Mali y Burkina Faso.
La mujer produce entre el 70% y 75% de las tierras de cultivo en el África
Subsahariana pero su productividad es significativamente inferior, alrededor de
10% y 15% de media que los hombres según diversas investigaciones. Aún así,
este potencial es considerable si se mira a la luz de la actual desigualdad de acceso
y control sobre los recursos económicos productivos.

1 IFAD, «The state of World Rural Poverty» (Roma, 1993).

201
FRANCIS BOGIE BOOGERE

2. DERECHOS DE LAS MUJERES EN BURKINA FASO


Desde su independencia, Burkina Faso siempre ha invertido en promover y
resaltar el principio de igualdad para toda su ciudadanía sin diferencia por sexo,
religión o etnia. En muchas ocasiones el problema de los derechos del hombre y
de la mujer han sido objeto de discusión para asegurar la justicia y la igualdad en-
tre los géneros. Sin embargo, en la práctica, la efectividad de los derechos políti-
cos, sociales y económicos de los burkineses en general y de la mujer que requiere
atención especial no son una realidad. De hecho, el ambiente social que está
fuertemente dominado por el patriarcado, es desfavorable en muchos aspectos
para la promoción de la igualdad de género. Más aún, las leyes tradiciones se so-
lapan con las leyes modernas y parecen dictar las normas y formas de vida que dis-
criminan a la mujer que es mas del 51.8% de la población de Burkina Faso.
Es también necesario resaltar que, a pesar de las emergentes iniciativas de
conciencia individual y colectiva de diferentes actores en los desafíos, amenazas y
consecuencias de la desigualdad de género y disparidad en los procesos de desarrollo,
así como la necesidad de cambio, marginación, la exclusión y todas las otras formas
de violencia están presentes y persisten en la familia comunidad, a nivel político y ad-
ministrativo y en el mercado de trabajo. El 33% de mujeres en Burkina Faso en
2007 han sido sometidas a al menos una forma de violencia (GTZ).
Pertenecer a un grupo étnico en Burkina Faso sigue siendo un poderoso fac-
tor que sigue estando incrustado en las mentes de la gente y contiene un sistema
de valores que influencian el comportamiento de los individuos y comunidades
tanto en zonas rurales como urbanas. En lo que se refiere a cuándo contraer ma-
trimonio, empezar a tener hijos, cuántos tener etc. son cuestiones que muchos
adolescentes y mujeres jóvenes no son libres de preguntar. Basado en prácticas
culturales y tradiciones, las jóvenes son dadas pronto en matrimonio y en muchos
casos el embarazo está presente, aunque estas mujeres jóvenes (niñas) no estén fí-
sica y psicológicamente preparadas para soportar un embarazo (UNICEF, 2000).
En caso de divorcio o ruptura del matrimonio, aún cuando la ley moderna es ex-
plícita sobre el problema (artículo 354, ley de personas y familias) y requiere un
acuerdo mutuo, en la práctica es fácil para los hombres pedir la ruptura de los la-
zos maritales. Las prácticas tradicionales como el lobola (dote de la novia), lévirat
(herencia de la novia), sororal (el matrimonio de un hombre con la hermana de su
esposa difunta), poligamia, matrimonios tempranos, matrimonios forzosos, ma-
trimonios de conveniencia, son todavía una práctica extendida (UNICEF). De
acuerdo al programme manager de la unidad de medioambiente del PNUD en
Burkina Faso2, en la rural Burkina Faso la tierra es sagrada, y se considera ina-
ceptable que las mujeres posean tierra «para cosecha de temporada si les está per-
mitido, pero no puede poseerla, ya que es considerada como una extraña».
Grupos étnicos y allegados como Mossis, Gourmantchés, Bissas, Gourounsis,
que generalmente practican levirate, se presentan más discriminatorios con las mu-

2 Entrevista mantenida con el Dr. Sylvestre Ouedraogo el 8 de Julio de 2008.

202
FEMINIZACIÓN DE LA POBREZA RURAL: DERECHOS Y ACCESO A LA TIERRA EN BURKINA FASO…

jeres en estos aspectos étnicos. Las regiones dominadas por la etnia mossi (Laurent
Pierre Joseph, 1997), consideran a las mujeres como «extrañas a su familia y adop-
tadas por su marido»: en pocas palabras, las mujeres no pertenecen a ningún lugar
y esto tiene fuertes implicaciones en la mujer como «población sin tierra».
Prácticas tradicionales negativas: otras muchas prácticas existen y minan las
bases de la salud de las mujeres en Burkina Faso. La mutilación genital femenina
o excisión es la más severa de todas ellas. De acuerdo al informe provisional sobre
la evaluación de las acciones acordadas por el comité nacional para la lucha con-
tra la circuncisión femenina (1990-2005), la actual tasa de prevalencia está en un
49.5%, y hay un declive notable en toda Burkina Faso. La mutilación genital fe-
menina se estimaba en un 66.35% en 1996. Hay que señalar que el 88.7% de to-
das las mujeres por encima de 25 años están circuncidadas.
División del trabajo: de acuerdo a datos del censo nacional de población y
hogares (INSD 1996), las mujeres constituyen el 51.47% de los recursos huma-
nos agrícolas, y en donde el papel jugado varía de un grupo étnico a otro y puede
estar influenciado por igual por la religión y el estatus económico. Aún así, hay
que destacar que cuanto más observamos de cerca diversas actividades, más nos
damos cuenta que lo que hacen hombres y mujeres depende más o menos en la
noción de tareas de hombre o de mujer por las cuales el hombre tiende a quedarse
con las tareas que reportan beneficio y se permite a la mujer comprometerse con
las tareas no remuneradas o menos lucrativas.
Capacidad de decisión limitada: en general todos los miembros de los hoga-
res contribuyen a la producción agrícola ya sean hombres, mujeres, niños y niñas.
No obstante, existen diferencias perfectamente asociadas en la distribución de las
tareas, que vienen impuestas por el grupo étnico de pertenencia. Para la mayor
parte de grupos étnicos de Burkina Faso, las decisiones sobre lo que debe hacerse,
las técnicas agrícolas que debe usar la familia, dirección y organización del trabajo
son prerrogativas del jefe del hogar (en 2005, 89.4% de los hogares estaban lide-
rados por hombres según cifras del INSD).
La evolución de las estructuras sociales en todos los aspectos de la vida: esta-
mos siendo testigos de la emergencia de nuevos patrones basados en nuevos valo-
res y conceptos de familia, siempre más pronunciados en la ciudad. La sociedad
de Burkina Faso ha visto como han surgido nuevos tipos de familia (viudas, di-
vorciadas) o parejas de hecho inter alia por el impacto del VIH-SIDA, migración
de todo tipo, estacional o a largo plazo. El 7.2% de los hogares rurales están ma-
nejados por mujeres y éstos han visto aumentadas sus responsabilidades desde
que las mujeres deben asumir ambos roles: el del hombre y el de la mujer para los
cuales no tienen mayor compañía. Estas mujeres deben asumir la dualidad de ro-
les de las tareas tradicionales de la mujer como jefa de hogar.
La necesidad de abordar las cuestiones de género respecto a la tierra y dere-
cho de propiedad está hoy reconocido en los debates de la reforma de la tierra
(Margaret Rugadya, 2007). La cuestión del género y el derecho a la tierra es un

203
FRANCIS BOGIE BOOGERE

tema muy sensible porque implica renunciar a poderes y privilegios por parte de
las personas poseedoras de dichos derechos hacia las no poseedoras.

TABLA 1
Desigualdades en los niveles de empleo en área rural por grupos escogidos
en diferentes regiones
Grupo de Grupo de Grupo de Grupo de
Naturaleza de la Mujeres Hombres chicas jóvenes chicos jóvenes Nacional
igualdad identificada Nº de % Nº de % Nº de % Nº de % Nº de Total %
grupos regiones grupos regiones grupos regiones grupos regiones grupos
Participación desigual en los
procesos de decisión 8 61% 8 61% 7 53% 9 69% 32 51,75%
referidos a la producción a
nivel familiar.
Acceso desigual a los
recursos (inversiones, 12 92% 9 69% 4 30% 3 23% 28 53,5%
equipamientos, tierra, etc.)
Reparto desigual de tareas. 11 84% 3 23% 12 92% 5 38% 31 59,25%
Debilidades de trato a la 9 69% 2 15% 8 61% 3 23% 22 42%
mujer y estereotipos
Desigual reparto de ingresos 10 76% 2 15% 0 0 2 15% 14 26,5%

Una mirada más cercana a los datos expuestos en la tabla anterior, obtenidos
durante los talleres con diferentes grupos de personas, arrojó que la desigualdad,
donde más se da es en el reparto de tareas dentro del seno familiar. Los resultados
mostraron un exceso de carga para al mujer. Estos están basados en informes de
grupos de 31 personas de 2 grupos, encontrado a lo largo de 13 regiones. Esta si-
tuación es gran parte responsable de la baja participación de la mujer en las acti-
vidades productivas. De acuerdo a algunos miembros consultados, incluso en los
casos donde la mujer tiene un acceso a los recursos productivos como la tierra,
ésta no tiene suficiente tiempo para utilizarla.

3. NORMAS COMUNALES DE GOBIERNO DE LA TIERRA


EN BURKINA FASO

El sistema tradicional de tierra es casi el mismo en toda Burkina Faso. Este


está basado en la propiedad colectiva de la tierra (Ouedraogo, 2005) y el reparto
se realiza por el guardián de la tierra conocido como «Tengsoaba» entre los Mo-
ose, «Tarfolo» para los Senoufo, «Susunnbaso tinibaso» para los bwaba. En su
mandato, administra el patrimonio de la tierra del grupo en el interés de la co-
munidad. y distribuye la tierra y da la autorización para su uso, siguiendo los de-
rechos imprescindibles, entre los hogares e individuos que lo requieran según sus

204
FEMINIZACIÓN DE LA POBREZA RURAL: DERECHOS Y ACCESO A LA TIERRA EN BURKINA FASO…

necesidades. De este modo el solicitante adquiere derecho de usuario, el cual no


puede tomarse como derecho de propiedad, en el sentido wetqen del término. No
obstante, sus herederos pueden instalarse y explotar la misma tierra sin la inter-
vención del guardián. Se debe resaltar que en una sociedad patrilineal las mujeres
no tienen derecho a sucesión, por lo que el derecho a la tierra queda en manos de
hombres. (El Tengsoba: el guardián jefe de la tierra en las comunidades rurales
con poderes incuestionables).

3.1. La ley: el derecho a la tierra y la propiedad

El artículo 1 de la Constitución de Burkina Faso expone que toda persona


tiene igual derecho para adquirir casa y disponer de propiedad en cualquier parte
de Burkina Faso. Y va más allá: «los derechos de propiedad e igualdad de los ciu-
dadanos son derechos fundamentales» y proscribe contra cualquier forma de dis-
criminación que esté basada en cuestiones de raza, etnicidad, región, color, sexo,
religión, casta opinión política y nacimiento.
El derecho de propiedad está aún más protegido por el artículo 15; la pro-
piedad de unos no puede ejercerse en contra del orden social, la seguridad y la
libertad de otros. En la Constitución no hay una provisión directa a la mujer del
derecho a herencia pero si garantías y principios para asegurar justicia sin dis-
criminación.
La ley vigente en Burkina Faso no reconoce derechos tradicionales de la tie-
rra y ésta se considera como propiedad el Estado, y cualquiera que quiera acceso
a la tierra debe solicitarlo para el uso de ese derecho. Por otro lado, las comu-
nidades locales organizan una tenencia de la tierra monopolística como autén-
ticos dueños basada en sus derechos ancestrales. Mientras, la propiedad de la
tierra por parte del Estado se considera teoría, y supone una gran inseguridad
para el 90% de la población cuyos derechos a la tierra son tradicionales (Oue-
draogo Hubert, 2006). Es también el origen para la perpetuación, el conflicto
entre la legalidad del monopolio del estado de la tierra contra la demandas so-
bre legitimidad de la tierra.
Los conflictos en torno a la tierra se están desarrollando por todas partes a ni-
vel local, entre pastores y campesinos por los pastos y el agua; entre pueblos por
la delimitación urbana; entre granjeros autóctonos y migrantes; entre Estado y co-
munidades locales sobre las incursiones en reservas forestales etc. Además, otra
complicación es la diferencia entre realidades locales, entre otras, las grandes di-
ferencias entre el norte y tierras de pastoreo, frente al boscoso sur.
La ley sobre la tierra excluye a la mujer de la propiedad. La mujer hace uso
de la tierra bajo el disfraz de su marido, el jefe del hogar. A pesar de las disposi-
ciones del RAF (Reforma Agrícola de la Tierra) en Burkina Faso en el acceso
abierto a la tierra, las tradiciones están vivas en zonas rurales donde las mujeres
quedan confinadas a un uso temporal de la tierra.

205
FRANCIS BOGIE BOOGERE

4. BARRERAS A LA PROPIEDAD DE LA TIERRA


EN BURKINA FASO
Como se ha mencionado anteriormente, en Burkina Faso la RAF estipula
que la tierra pertenece al Estado reconociendo al mismo tiempo derechos tradi-
cionales. En áreas rurales (con una elevada concentración de las actividades agrí-
colas), las prácticas tradicionales permanecen mucho más fuertes que las aplica-
ciones sobre terreno de la RAF. Estas prácticas consideran a la mujer una extraña
sin ningún derecho formal sobre la tierra. En 2005, la media del tamaño sobre la
tierra poseída por parte de jefes de hogar hombres triplicaba el tamaño medio de
aquella poseída por jefes de hogar mujeres. En términos de acceso potencial a la
tierra es también injusto para las mujeres ya que el 21.9% de los hogares dirigi-
dos por hombres han aumentado su tierras frente al 13.3% de las mujeres.
Los estudios que han proporcionado la base actual para el apoyo a las muje-
res por la propiedad de la tierra en Burkina Faso muestran que la constitución de
Burkina Faso (arts. 1 al 15) dan a la mujer la base legal para la propiedad, cuando
realmente las prácticas tradicionales dictan qué mujer tiene derecho, y sus dere-
chos de herencia son fácilmente descartables. Incluso en la práctica moderna, la
propiedad raramente se registra bajo el nombre de una mujer. Durante el presente
estudio, las mujeres entrevistadas3 indican que para que la mujer compre la tierra
necesita el consentimiento de sus maridos. Bajo circunstancias normales el ma-
rido o un familiar masculino puede ayudar a la mujer a obtener tierra, ésto es muy
común entre los moose, y todavía se mantiene en áreas rurales.
Entre todos los grupos étnicos más numerosos, los moose y los dioula, el nú-
mero de mujeres que obtiene tierras por herencia es muy escaso; bajo la ley tradi-
cional las hijas no tienen derechos sobre las tierras de la familia. El 70% de los
hombres entrevistados en Bafoura esperan que sus hijas se casen y hagan uso de
la tierra perteneciente a la familia de sus esposo mientras se asume que las muje-
res contraigan matrimonio y su marido les otorgue el derecho al uso de su tierra.
No obstante, las autoridades gubernamentales han tratado de canalizar este
problema a través de la RAF pero se están encontrando dificultades de imple-
mentación. De forma parecida, los esfuerzos del Ministerio de Agricultura, la re-
forma del sector agrícola en el país lleva a la promoción de instalaciones de agri-
cultura de riego. Los términos actuales de reasignamiento de la tierra, beneficia a
los hombres pues requiere que los solicitantes sean jefes de hogar. De igual forma,
los recursos financieros requeridos para la reclamación de la tierra no puede lle-
var a la mujer a poseer tierra, pues son las más pobres del país (47.3% de las mu-
jeres en 2003 están clasificadas como pobres por el INSD). Junto a estas desi-
gualdades, el acceso de la mujer a la tierra como recurso de capital es muy bajo.
De acuerdo con el informe analítico en la pequeña agricultura de regadío reali-
zado por el Grupo de Investigación sobre los Impuestos, la asignación de lotes de

3 Entrevista mantenida con mujeres en Ouagadougou, Banfoura y Ministerio de Urbanización, entre el


15 junio al 8 julio de 2008.

206
FEMINIZACIÓN DE LA POBREZA RURAL: DERECHOS Y ACCESO A LA TIERRA EN BURKINA FASO…

0.25 hectáreas, implicaba a una mujer por cada cinco hombres, en un total de 20
mujeres por cada 100 hombres asignados. En algunos casos especiales, se dieron
oportunidades a mujeres para el uso de la tierra, pero en estos casos, debían pri-
mero formar un grupo y después realizar la petición. Por ejemplo, en el sector de
Gaskaye en la región de Kadiogo, las personas responsables detectaron 100 lotes
que estaban para darse, sin embargo los criterios discriminatorios para la asigna-
ción de la tierra dieron como resultado una distribución injusta (90 lotes fueron
adjudicados a hombres y 10 a grupos de mujeres).

4.1. El sistema legal formal y políticas


Las reformas sobre la tierra en Burkina Faso datan de la revolución de Tho-
mas Sankara, con su política por la «igualdad de derechos para hombres y muje-
res» en las que las mujeres tuvieron por primera vez el derecho de obtener tierras.
Sin embargo, esto duró poco, y esos esfuerzos quedaron limitados a áreas urbanas,
esto es, a Ouagadougou y a Bobo Dialosso.
Las leyes actuales que se desprenden de la constitución no tienen en cuenta
el enfoque de género, aunque en la misma constitución mujeres y hombres tienen
iguales oportunidades para poseer tierra. Esto se da porque las leyes actuales no
tienen en cuenta las restricciones que imponen las leyes tradicionales que domi-
nan la mayoría del país. El gobierno de Burkina Faso está desarrollando una ley
nacional de género pero el problema candente del acceso de la mujer a la tierra
nunca se consideró.
La política nacional de promoción de la mujer (Politique National de la Pro-
motion de la Femme), promulgada en 2004 considera que la mujer se encuentra
en una posición de desventaja y persigue el empoderamiento de la mujer sin de-
pender de su casta y religión; reconoce que el 51% de la población que vive bajo
la línea de la pobreza es mujer. Entre sus objetivos primordiales está el de prote-
ger los derechos de la mujer y eliminar prácticas culturales negativas. Aunque el
principal objetivo de la política es género y desarrollo, se centra más en luchar
contra la mutilación genital femenina y el problema de permitir a la mujer el ac-
ceso a la tierra no está claramente formulado.
A pesar que el mandato del ministerio de Promoción de la Mujer es asegurar
que la problemática de género está integrada en todos los ministerios, los derechos
de la tierra de la mujer no han sido abordados directamente y tampoco parecen
estarlo en el horizonte. De acuerdo con un estudio llevado acabo por el Ministe-
rio de Promoción de la Mujer4, en los pueblos las mujeres encuentran complejos
procesos legales cuyos plazos pueden superar la vida del demandante. A ésto, se le
añade que el costo de viaje a las capitales de provincia donde se sitúan los tribu-
nales supone un impedimento para las mujeres. A parte de ésto, la mayoría de

4 Ministerio de la Promoción de la Mujer, «Obstáculos para acceder al sistema judicial en Burkina Faso»,
2003.

207
FRANCIS BOGIE BOOGERE

mujeres no son conscientes de cómo funciona la ley (pascalina et al GTZ), y


como se guardan los archivos.
La violencia y el miedo a la violencia son también poderosas realidades que
subyugan a la mujer. Castigos por violar normas culturales, por ejemplo de mo-
vimiento, hablar con hombres fuera del ámbito familiar, no atender a la familia
etc. puede ser invitación para el abuso físico e incluso la muerte de la mujer.
Disputas sobre la propiedad están con frecuencia en la base de la violencia hacia
la mujer, y un número de crímenes por honor son en realidad por la propiedad o
por negarse a compartir herencia. Incluso cuando la mujer trabaja por un sueldo
para aumentar los ingresos del hogar (la entrada de la mujer al sector formal es
una estrategia ampliamente adoptada para los hogares pobres), éstas tienen un
control limitado sobre sus ganancias.

5. EL IMPACTO DE LOS SISTEMAS DESFAVORABLES DE TIERRA


PARA LAS MUJERES EN BURKINA FASO
Como se ha visto anteriormente, los derechos de la tierra en Burkina Faso es-
tán incrustados en prácticas locales específicas, relaciones sociales, obligaciones y
responsabilidades que son muy desfavorables para la mujer, a pesar del nuevo dis-
curso sobre los derechos por parte de organizaciones como WILDAF, Femmes Ju-
ristes y RECIF. Podemos entonces analizar, cómo los sistemas desfavorables han
afectado a las mujeres en la consecución de la igualdad, equidad, derechos hu-
manos, buen gobierno y erradicación de la pobreza en Burkina Faso.
Equidad: es importante el fortalecimiento de los derechos de la mujer a la tie-
rra por equidad para satisfacer la justicia social. Diferentes académicos han defi-
nido pobreza como la negación del derecho a elegir y de oportunidades (Consejo
Económico y Social de Naciones Unidas, 1998), y ésto, por lo tanto, implica no
tener bastante para alimentarse, ganarse la vida o no tener acceso al crédito, lo que
supone susceptibilidad para la violencia, e implica vivir en un entorno marginal
y delicado. No es sorprendente entonces que el 52% de la población viviendo
bajo la línea de la pobreza sean mujeres. El 24% de las mujeres son analfabetas, y
a pesar de los cambios en el rol de la mujer, no tienen acceso al crédito, debido a
la falta de avales. Así: «nosotras organizamos un grupo de mujeres en Bouro facili-
tándolas semillas y otros materiales agrícolas en Ouaghouya, y el primer año ya era
productivo; esa tierra nos fue proveída por el líder cultural. Fue una estación muy pro-
vechosa, y muchas de las mujeres que participaron estaban muy entusiasmadas de lo
fácil que era llevar a sus hijos a la escuela y comprar por su cuenta. La siguiente tem-
porada el guardián de la tierra llegó y nos dijo de marcharnos, quería usar la tierra
para actividades culturales; y la vendió». (Heleine Madeleine Ouedraogo, de la aso-
ciación Koom).
Ha sido duro para los trabajadores del desarrollo de la comunidad proveer in-
centivos para muchas mujeres rurales, ya que trabajan en lotes que no les perte-
necen. Aunque la RAF ha abierto espacio para el acceso de la mujer a la tierra, los

208
FEMINIZACIÓN DE LA POBREZA RURAL: DERECHOS Y ACCESO A LA TIERRA EN BURKINA FASO…

sistemas tradicionales siguen operando sin obstáculos en muchas comunidades


rurales de Burkina Faso. La modernización de la agricultura sigue siendo el ca-
mino más viable para la mejora de la condición económica de muchas mujeres en
Burkina. El incuestionable sistema tradicional permanece como un reto para el
desarrollo microempresarial de las mujeres en Burkina Faso.
La falta de acceso a la tierra ha dejado a una mayoría de mujeres en el sector
informal5 sin estabilidad para invertir extensamente. «La mujer no tiene propiedad
formal de la tierra, puede hacer crecer la cosecha, pero sabiendo en cada momento que
ese lote puede entregarse a otra mujer en caso de poligamia o por el jefe local».
Igualdad: mientras la constitución de Burkina Faso menciona igualdad de
oportunidades para hombres y mujeres, las desigualdades de acceso a la tierra,
propiedad y ocupación insegura entre los hogares juegan un papel importante
moldeando la imagen de la pobreza en Burkina Faso. La igualdad y las relacio-
nes de ocupación de la tierra aseguran que las mujeres/esposas quedan involu-
cradas en los procesos de toma de decisión en lo relativo a manejo de la tierra.
La existente desigualdad de género en lo relativo a acceso, uso y control de la
tierra familiar es un factor determinante en la perpetuación de la pobreza del
hogar.
Derechos Humanos: en lo que respecta a tierra en Burkina Faso, los derechos
de la mujer están generalmente limitados al acceso, mientras que los de los hom-
bres se refieren a propiedad. Así: «Para una mujer burkinesa rural comprar tierra su-
pone buscar el consentimiento de su esposo, o debe estar avalado por un familiar hom-
bre. La situación no es diferente en Ouagadougou. Las mujeres compran casa en secreto
y las registran a nombre de sus hijos, de otra manera la casa o el terreno podría ser con-
fiscado por el marido o por familiares. De otro modo: poseer la tierra sigue siendo pri-
vilegio de hombres». (Sra. Alice Fati, Consejera del Ministro de Vivienda y Urbani-
zación).
Erradicación de la pobreza: la erradicación de la pobreza es la clave del obje-
tivo de la CSLP. Las cuestiones que afectan a las mujeres se consideran como ba-
rreras clave para el desarrollo, cruciales para la erradicación de la pobreza, tal
como lo estipulan los documentos gubernamentales. Mientras la mujer siga es-
tando en desventaja en el acceso a tierra, no se encuentran en posición de prote-
ger y controlar los ingresos procedentes de la granja, ya que no están implicadas
en el posicionamiento sobre la tierra.
La actividad agrícola aparece como más lucrativa para los hombres que para
las mujeres. En 2003 en los hogares encabezados por hombres, se estima que el re-
parto del ingreso de la granja en términos de ingreso total estaba en el 25% frente
al 11.3% de los hogares encabezados por mujeres. La desigualdad en términos de
ingresos por labranza es más pronunciada cuando uno mira al reparto relativo de
cada categoría del ingreso total de la granja del hogar. Los resultados de la en-
cuesta de hogares sobre condiciones de vida mostró que los hogares encabezados

5 El sector informal incluye actividades que son llevadas a cabo en pequeña escala, con relativo poco ca-
pital y empleo, basados en formas de trabajo que no tienen ningún tipo de contabilidad.

209
FRANCIS BOGIE BOOGERE

por hombres tenían un 97.6% del total de ingresos frente a un 2.4% para los ho-
gares llevados por mujeres.
Comparando el papel de la población agrícola con la población trabajodora,
aparece que los ingresos agrícolas de los hogares son muy bajos en general y a ni-
vel de hogares liderados por mujeres la situación es más preocupante. Sin duda, a
pesar del enorme peso de la mujer en la agricultura los ingresos agrícolas de ho-
gares encabezados por mujeres son muy bajos como muestra el siguiente gráfico:

5.1. Acceso y control de los factores de producción


Los principales factores de producción en la cría de animales de granja son
tierra (para pasto), gastos para el ganado (como puede ser subproductos para ali-
mentar a los animales) y veterinario (para el cuidado de los mismos). Depen-
diendo el tipo o el acceso a estos medios es favorable de forma dispar a los hom-
bres. Para las mujeres rurales, esta desigualdad de acceso a estos medios cruciales
es determinante en términos de pobreza y desventaja social. Sin garantía de dere-
chos para la tierra, los derechos de la mujer y los incentivos para que participe de
actividades de expansión económica son muy reducidos.
Se han detectado, a parte de los diferentes aspectos de la pobreza, hay otros
efectos secundarios en la falta de acceso a los derechos de la tierra que incluyen
VIH/SIDA, y falta de acceso a la educación y a la sanidad de muchas mujeres en
Burkina Faso.

210
FEMINIZACIÓN DE LA POBREZA RURAL: DERECHOS Y ACCESO A LA TIERRA EN BURKINA FASO…

TABLA 2
Tasa de uso de los diferentes factores productivos
Pr o d u c c i ó n
Cálculo Mijo Arroz Algodón
hortícola
Factores de produción Hombre Mujer Hombre Mujer Hombre Mujer Hombre Mujer
Uso de semillas 15,2 10,1 16 2 69,3 75,5 19 5,1
Participación en la 26,8 14,5 22,9 10,7 92,3 80,6 61,5 51,8
planificación
Uso de suministros 76,1 83 78,8 75,4 73,4 45,2 80,8 93,9
agrícolas
Uso de ardo de buey 29,8 10,3 29,5 11,3 60,1 71,4 21,5 4
Uso del tractor 0,1 0,8 0,3
Uso de materiales 70,1 89,7 70,5 88,7 39 28,6 78,2 96
agrícolas

Fuente: EBCVM , 2003

6. AVANCES EN EL DERECHO A LA TIERRA DE LAS MUJERES:


INVOLUCRACIÓN DE ONG Y OTROS ACTORES
DEL DESARROLLO
Las organizaciones de mujeres, especialmente RECIF, Femmes Juristes, WIL-
DAF, y la Unión Europea y UNIFEM en Burkina Faso han trabajado duro para
asegurar que los problemas de las mujeres sean considerados en el desarrollo de la
RAF. Hay generalmente tres niveles donde feministas y activistas por el derecho
de las mujeres colocan los derechos a la tierra de la mujer. El primero y principal
es el discurso común en el que dibujan sus argumentos, citando que Burkina Faso
es firmante de la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Dis-
criminación (CEDAW), con obligaciones de modificar los patrones sociales y de
conducta y eliminar prácticas basadas en estereotipos sexuales. Argumentos den-
tro de este enfoque también mencionan la constitución, que contiene una cláu-
sula que estipula que las mujeres tienen los mismos derechos hacia la tierra que los
hombres.
El segundo tipo de discurso se basa en la eficacia del desarrollo, tal y como
expresa RECIF uno de las ONG modelo en defender los derechos de la mujer.
RECIF es un socio clave junto con el PNUD, UNICEF y UNIFEM y la coo-
peración alemana. «RECIF agrupa a asociaciones de mujeres de todo el país, y
resalta que para conseguir un desarrollo sostenible se requiere un tratamiento de
la desigualdad entre hombres y mujeres en la distribución de recursos como la
tierra. Porque en la mayoría de las familias, la tierra pertenece al hombre, y las
mujeres no tienen asegurada su tenencia, ya que esta depende hombre do-
nante».

211
FRANCIS BOGIE BOOGERE

Ha funcionado en esta materia, la agrupación de un conjunto de aso-


ciaciones de mujeres que adoptaron estrategias colectivas basadas en como rea-
lizar demandas sobre la tierra o participar en luchas sobre la temática de la tie-
rra. Como la política no es eficaz en lo concreto, RECIF ha trabajado con
asociaciones de mujeres. RECIF reconoció que terrenos desarrollados fueron
apartados por el gobierno, pero que han sido los grupos de mujeres quienes par-
ticiparon de esas actividades generadoras de ingresos, de ahí las mujeres han te-
nido mayor acceso al capital en la medida que pudieron involucrarse en activi-
dades generadoras de ingresos, pequeños negocios, y en otros casos incluso
grandes negocios como el cultivo de arroz que estaba siendo promovido por
RECIF. Con este nuevo capital han tenido acceso al recurso más valioso en
Burkina Faso que es la tierra.
La participación de las mujeres significa que pueden adquirir tierras como
grupo, y son capaces de financiar las acciones legales en caso de que aparezcan
desacuerdos; un número en aumento de mujeres están llevando sus reclama-
ciones a los tribunales, gracias al trabajo realizado en torno a la sensibilización
y advocacy en derechos de las mujeres a la tierra. Si embargo hay que señalar
que en muchas comunidades rurales las actividades de RECIF y otras ONG
son consideradas como de «aquellas mujeres de la capital, que no interesan a
las mujeres del campo» (este hecho era especialmente cierto en el caso de Fem-
mes Juristes que se compone sólo de mujeres abogadas). Asímismo, agencias
donantes como PNUD han llevado a cabo estudios en ONG de mujeres y han
identificado problemas que afectan a la mujer. El programa Proyecto Multi-
forme del PNUD ha intentado tratar algunos de estos problemas en zonas ru-
rales. Las mujeres rurales han sido agrupadas y se las ha dotado de préstamos
sencillos, lotes de tierra cultivable con electricidad, ahorrando a las mujeres en-
tre 2 a 6 horas de trabajo doméstico diarias, como preparación de comida y
procesamiento de los productos agrícolas, dependiendo del servicio prestado.
También se han dado otras actividades que incluyen programas de alfabetiza-
ción de adultos, desde la premisa que si una mujer se educa, podrá comprar y
romper barreras.
El proyecto multifuncional ha observado que la erradicación de la pobreza no
puede ser acometida sólo con programas anti-pobreza, sino que requiere partici-
pación democrática y cambios en la estructura económica para asegurar el acceso
de la mujer a todos los recursos, oportunidades y servicios públicos, y es donde el
proyecto tiene a un 80% de mujeres beneficiándose, en manejo de empresas, di-
rección y liderazgo en estas aldeas elegidas.

A MODO DE CONCLUSIÓN
Burkina Faso supone un caso único que ha atraído la atención de agencias in-
ternacionales y de NN.UU. en temas relacionados con la tierra. Está claramente
establecido que la tierra es sagrada y que las mujeres rurales no tienen derecho a

212
FEMINIZACIÓN DE LA POBREZA RURAL: DERECHOS Y ACCESO A LA TIERRA EN BURKINA FASO…

contaminarla. La recurrencia de las leyes tradicionales nos muestra derechos,


tanto generales como referidos a la tierra, que no son reconocidos hacia la mujer
como resultado de una reforma política de un Estado benevolente y de una deli-
beración racional, sólo tal vez con el respaldo del donante. También, las personas
adquieren, afianzan y conquistan los derechos en la práctica a través de confron-
taciones, alianzas y pactos con otras personas, instituciones o con el propio Es-
tado. Una de las cosas más sorprendentes respecto a la garantía de demandas re-
lacionadas con la tierra y otros recursos es que parece ser una preocupación
universal, tal vez especialmente en áreas rurales.
Aunque los cambios económicos y políticos han disminuido, las estructuras
tradicionales en Burkina Faso, son todavía una parte importante de la sociedad.
Cualquier socio del desarrollo debe asegurarse de articular una visión de la tenencia
de la tierra y de las relaciones de género que negocie con las leyes tradicionales para
asegurarse el bienestar de la mujer. La problemática está ahora en empoderar a la
mujer a través de la educación, sensibilización en derechos humanos, actividades ge-
neradoras de ingresos importantes y asegurando mercados para sus productos para
así poder desafiar las relaciones sociales cargadas de desigualdades y dinámicas de
poder. La falta de derechos de acceso a la tierra es gran parte responsable de la po-
breza de las mujeres, otras prácticas discriminatorias van más allá de lo que este ar-
tículo puede exponer. Se trata de hacer un llamamiento para el refuerzo de la parti-
cipación de la mujer con el fin de superar los impedimentos y obstáculos que se
presentan en lo que serán sus avances, para ir conformando buenas prácticas para la
consecución del derecho a la tierra de las mujeres en Burkina Faso.

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214
DERECHOS SOCIALES
LAS MUJERES EN ÁFRICA:
APUNTES SOBRE LOS AVANCES
DE SUS DERECHOS, LOGROS
Y VULNERABILIDADES
Mbuyi Kabunda
Profesor del Instituto Internacional
de Derechos Humanos de
Estrasburgo y de Relaciones
Internacionales y Estudios Africanos
de la Universidad Autónoma de
Madrid (GEA).

1. INTRODUCCIÓN Y ESTADO DE LA CUESTIÓN


La situación de las mujeres en África se inserta en el marco global de la his-
toria y de los valores universales de discriminación y exclusión a escala mundial,
con la peculiaridad de agravarse en el Continente debido a las consecuencias es-
tructurales del subdesarrollo, la persistencia de algunos legados del pasado y los
efectos negativos de la globalización/mundialización, responsables de los efectos
de fragilización de las africanas, su pauperización y «victimización» en las guerras
civiles o étnicas, junto a la creación de las redes de prostitución internacionales.
Es decir, la mercantilización de las mujeres convertidas en bien de consumo en el
marco de las violencias universales y permanentes.
Las asimetrías universales de sexos se explican fundamentalmente, según su-
braya acertadamente Francois Giroud (1999: 244), por la pretensión de los hom-
bres a la superioridad y su voluntad de poder, creando en cada etapa nuevos po-
los de dominación.
Se han realizado importantes avances en África en lo que se refiere a la
promoción y el fomento de los derechos de las mujeres impulsados a veces cu-
riosamente por el propio Estado, ya sea por conformismo, oportunismo o bajo
la presión de la Comunidad Internacional, convirtiéndose en «Estados feminis-
tas». Se trata de aprovechar esta tendencia para convertir la igualdad de derecho
entre hombres y mujeres en igualdad de hecho (Fatow, 2007: 63). Desgracia-
damente aquel Estado no está capacitado, o le han quitado las capacidades para

217
MBUYI KABUNDA

cumplir con muchos derechos, tales como la igualdad conseguidos por las mu-
jeres a nivel internacional.
En esta tarea y desafío, según denuncia la autora mencionada, tanto las perso-
nas que investigan (hombres y mujeres) como las mujeres feministas han de realizar
análisis y trabajos orientados hacia la deconstrucción del patriarcado instaurado por
la cultura, la religión, la colonización o la globalización, que ha erosionado los de-
rechos a la ciudadanía con la privatización de los servicios públicos. Lo que nos con-
dujo a hacer un primer acercamiento a este tema en un estudio anterior (Cf. Ka-
bunda, 2005: 773-819), para implicar a los hombres en la toma de conciencia de la
situación de la mujer fue que el objetivo no es sólo adoptar una actitud crítica so-
bre el papel atribuido tradicionalmente a los hombres, sino también poner fin a los
mecanismos de la violencia masculina en todos los ámbitos, desde la familia ,pa-
sando por el lugar del trabajo hasta el terreno de los conflictos.
Importantes progresos han sido conseguidos con la abolición legal de la ex-
cisión en países como Burkina Faso, Senegal, Togo y Costa de Marfil, por citar
sólo algunos casos. Existen pues importantes avances jurídicos en las luchas de las
mujeres africanas que han pasado del discurso sobre la igualdad de género a la
conquista de círculos políticos de toma de decisiones. Se han dado cuenta que en
África, una de las soluciones a los problemas endémicos de la mujer, es su educa-
ción; aspecto en el que se ha de concretar la «discriminación positiva».
Mujeres como Wangari Maathai, premio Nobel de la Paz 2004, y destacada
militante ecofeminista, han dedicado sus esfuerzos a la conservación del medio
ambiente, base de la mejora de las condiciones de vida de las mujeres, y han des-
tacado por su compromiso personal para la democracia y el buen gobierno, mien-
tras que otras, como las nigerianas Buche Emecheta e Ifeoma Okoye o la came-
runesa Calixte Beyala, han optado por la literatura tocando temas considerados,
hasta entonces, como tabúes y dando a conocer las voces de las mujeres y la de-
terminación de revancha con mensajes de liberación, que deben construir sus vi-
das al margen de las normas tradicionales.
Es preciso también subrayar que el promedio de las mujeres parlamentarias
en el mundo es de 16%, y que países como Francia o Estados Unidos están de-
trás de países como Mozambique o Ruanda en cuanto al número de mujeres ele-
gidas, superando este último país a los nórdicos que ocupan los primeros lugares
del ranking mundial en la presencia de las mujeres en la vida pública. Los Parla-
mentos de Sudáfrica y de Ruanda se caracterizan por tener la casi paridad de par-
lamentarios varones y mujeres, por encima de muchos países del Norte y del
mundo donde las mujeres ocupan el promedio del 15,8% de escaños en los par-
lamentos nacionales (Naciones Unidas, 2005). Es decir, se nota la exclusión ge-
neralizada de la presencia de las mujeres en los espacios público y político.
El problema en África es la inferioridad de hecho de las mujeres en la socie-
dad, que está por encima de la igualdad de derechos preconizada por las Consti-
tuciones. Dicho con otras palabras: con el mantenimiento de los privilegios de la
masculinidad en la sociedad, estamos lejos del fin de la desigualdad estructural de
género o de la transformación estructural de la sociedad patriarcal.

218
LAS MUJERES EN ÁFRICA: APUNTES SOBRE LOS AVANCES DE SUS DERECHOS, LOGROS Y…

El objeto de este artículo es analizar los problemas a los que se enfrentan las
africanas1, en los aspectos de desarrollo, derechos humanos y de su implicación en
la resolución de conflictos, así como en el balance de los avances conseguidos en
estos campos.
En todas las regiones africanas siguen existiendo las influencias culturales tra-
dicionales y la voluntad, más o menos expresada por los poderes establecidos, de
atacar a las desigualdades por razón de sexo partiendo de la evidencia según la cual
la mejora de las condiciones de las mujeres y su participación en aquellos aspec-
tos influye de una manera positiva en el desarrollo a largo plazo de la sociedad.
Es en este contexto en que los países africanos ratificaron, con excepción de
Somalia y Sudán, el Convenio de las Naciones Unidas para la Eliminación de To-
das las Formas de Discriminación contra las Mujeres (CEDAW), adoptado en
1979, y que recomienda: la eliminación de las costumbres, leyes o prácticas que
discriminan a la mujeres; la concesión de derechos iguales a los hombres y a las
mujeres en las relaciones familiares y matrimoniales, la prohibición de noviazgos
y de matrimonios de niños, etc. Además, el entonces secretario general de las Na-
ciones Unidas, Kofi Annan (United Nations, 2005), manifestó, refiriéndose a la
igualdad de género, que es una previa y necesaria condición para realizar los de-
más Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM): la erradicación de la pobreza,
la reducción de la mortandad materno-infantil, el acceso de todos a la educación
así como la igualdad de género en el acceso a la educación de aquí a 2015.
Sin embargo, es imprescindible recordar los debates que existen sobre la si-
tuación de la mujer por los enfoques adoptados por las distintas corrientes femi-
nistas, unas insistiendo en la especificad de la situación de las mujeres del Sur o
africanas y otras en el universalismo de todos los problemas a los que están con-
frontadas todas las mujeres, siendo el objetivo situar la línea de pensamiento en
la que se ubica el presente análisis.

2. ¿NECESIDAD DE UN FEMINISMO «HETERO


DESCENTRALIZADO Y DESCOLONIZADO»?
Las mujeres en el Norte han conquistado muchos espacios, hasta hace poco
prohibidos para ellas, que van desde los campos del saber y del poder hasta los
políticos y militares. Es decir, muchas libertades en particular la de contracep-
ción, que es la base de la revolución sexual (Perrot, 2006: 229), a menudo ina-
cabada por su exclusión del campo político, pensado globalmente en función
del «modelo único de la libertad masculina» con la persistencia de importantes
diferencias con los hombres en cuanto al acceso a las responsabilidades, al tra-
bajo o al sueldo.

1 Existen importantes diferencias de clase, edad y de consciencia entre las mujeres, o según vivan en la
ciudad o en el mundo rural, en el África sahelo-sudanesa y del norte, islamizadas, o en el África Central y Aus-
tral cristianizadas. Sin embargo hay algunas características comunes en torno a la situación de inferioridad en
la que están mantenidas.

219
MBUYI KABUNDA

Partiendo de esta realidad, algunas personas estudiosas de las situaciones en


las que están las mujeres africanas consideran que el análisis de éstas ha de apar-
tarse de estereotipos eurocentristas y de consideraciones androcéntricas, a me-
nudo bien intencionadas, para adentrarse en la diversidad de experiencias, en par-
ticular en las cuestiones de identidad, de la diferencia y de la jerarquía según
género, propias a las sociedades africanas sin caer en las caricaturas misóginas y la
apreciación maniquea del papel de género en blanco y negro. Por lo tanto, apues-
tan por un análisis a partir del funcionamiento interno de aquellas sociedades, sin
renegar de los valores universales de igualdad de género, la autodeterminación de
los individuos y del derecho a decidir sobre sus cuerpos y su destino. Es lo que de-
fiende la líder altermundista, Aminata Traoré (2008: 263-264), quien, inspirada
a la vez en las armas teóricas de las mujeres del Norte y en las realidades de las mu-
jeres africanas, apuesta por la reapropiación y control de éstas por sus cuerpos y
de afirmarse como individuos, sin renunciar al poder de dar la vida o de fuentes
de la misma, junto a la lucha contra el modelo de desarrollo extravertido y mi-
mético, responsable del deterioro de sus condiciones de vida.
La socióloga e investigadora senegalesa, Fatou Sow (2005: 16), expresa clara-
mente este planteamiento, pidiendo que se tome en cuenta en el análisis «los de-
safíos que varían según los contextos, las historias y los hogares y lugares con la
consiguiente adopción de múltiples soluciones que, en el caso africano, deben
abarcar la denuncia de las orientaciones patriarcales del mercado, del poder polí-
tico y del Estado, que restringen los derechos de las mujeres a la ciudadanía y al
libre ejercicio de estos derechos, así como el control por los hombres de los re-
cursos». Dicho con pocas palabras: se ha de repensar la situación de las mujeres no
sólo a partir de la decontrucción de la dominación masculina y patriarcal, cuya
mirada y discurso domina la producción científica, sino también y sobre todo,
mediante el cuestionamiento de todas las formas de dominación de las que son
víctimas, en particular, las personas en África, hombres y mujeres.
En el mismo orden de ideas, Lila Abu-Lughod (2008: 29-33), en un artículo
dedicado a la situación de las mujeres musulmanas, denuncia en la línea de las te-
sis de algunas de las «feministas islámicas y del Tercer Mundo», la tendencia de las
feministas liberales a hablar para y en nombre de las mujeres musulmanas, que
quieren «salvarlas» con el lenguaje de los derechos humanos y de los derechos de
las mujeres. Pretenden «ayudarlas» a liberarse de la dominación de los hombres y
de las tradiciones religiosas opresoras.
Esto es una visión victimizante de la mujer musulmana, considerada como
«oprimida», «tapada con el velo o el burka», «privada de libertades», «dominada por
la religión y por los hombres». No sólo este planteamiento ha sido recuperado por
los partidos de extrema derecha, además también ha alimentado los discursos xe-
nófobos y ha servido de excusa al gobierno norteamericano para invadir militar-
mente a países musulmanes como Afganistán o Irak (y de sustento a planteamien-
tos de tipo «choque de las civilizaciones»), sino que además se pierde de vista la
complejidad y la diversidad de las mujeres musulmanas. Según algunas interpreta-
ciones, éstas utilizan éstos símbolos culturales para materializar la separación sim-

220
LAS MUJERES EN ÁFRICA: APUNTES SOBRE LOS AVANCES DE SUS DERECHOS, LOGROS Y…

bólica de los espacios femenino y masculino, además de expresar la pertenencia a


una comunidad específica, junto a la participación en una ética en la que la familia
tiene una importancia primordial en la organización de la comunidad, al igual que
se vincula el hogar con el carácter sagrado de las mujeres.
Cubrirse el cuerpo para algunas mujeres puede ser interiorizado como un
acto voluntario de expresar su moralidad, pudor y apego a la familia, e incluso un
retorno a la cultura auténtica para protestar contra Occidente y contra los asaltos
de la Modernidad, quizás también el único medio para desplazarse fuera de sus
hogares o a sentirse menos incómodas cuando trabajan con los hombres o cuando
cogen los medios de transportes públicos. Esta posición, se puede convertir en un
medio estratégico o canal ante situaciones extremas de opresión o de imposición.
En mi opinión, es lo que expresa, con otras palabras y en otro contexto, la ex re-
hén de las FARC, Ingrid Betancourt, al manifestar tras su liberación: «he com-
prendido allí (en la selva colombiana donde fue secuestrada) por qué algunas mu-
jeres musulmanas tienen que vivir cubiertas. De vez en cuando hay miradas de los
hombres totalmente insoportables» (Cf. Jeune Afrique del 20 al 26 de julio de
2008, p. 19). Según Fariba Adelkhah en este mismo sentido, manifiesta que «el
hijab o el burka (equiparado en Occidente con la «cárcel» y la «castración de la li-
bertad»), antes que una forma específica de vestirse, «es ante todo la afirmación de
una cierta ética social, donde el control del comportamiento y el dominio de los
movimientos del cuerpo tienen una función esencial» (1991: 228).
Desgraciadamente, el velo se ha convertido en un estereotipo que da lugar a
prejuicios y a reacciones racistas. Es decir, algunos de los argumentos lanzados
pueden dar cabida y sirven a menudo a retóricas racistas o a la racialización del se-
xismo al atribuir la situación de «subordinación» de las mujeres a la cultura de vio-
lencia patriarcal de los musulmanes o de los africanos. De este modo, se establece
la amalgama entre el sexismo y el Islam.
De allí, la necesidad de la «descolonización de un determinado tipo de femi-
nismo europeo», que exigen algunas feministas africanas y musulmanas, para hacer
la lectura de los problemas de las mujeres africanas a partir de sus propias realidades
sociales y de las «verdades históricas o especificidades ocultas» (Sow, 2007: 55). Por
ello, Abu-Lughod subraya que se ha de insistir en el análisis de aquellos problemas
en dos parámetros: «primero, debemos resistir a la interpretación reduccionista que
convierte el velo en el símbolo por excelencia de la ausencia de libertad de las mu-
jeres (…). Segundo, no deberíamos reducir la diversidad de situaciones y de actitu-
des de millones de mujeres musulmanas a un único vestido». Antes de añadir, «ha
llegado la hora de poner fin a la obsesión de Occidente por el velo, y concentrarse
en otras cuestiones importantes que deberían preocuparnos a todas las feministas y
a todas aquellas personas que se preocupan de la condición de las mujeres (…).
Cualesquiera que sea la forma que toman, los proyectos de los occidentales desti-
nados a salvar a las mujeres de otros lugares se basan en su sentimiento de superio-
ridad y que les fortalecen a cambio (…). Pienso que debemos ser personas más res-
petuosas. Es preciso reconocer que la gente no tiene, necesariamente, la intención
de abandonar su cultura y su mundo social. La mayoría de la gente tiene aprecio por

221
MBUYI KABUNDA

su manera personal de vivir. No quiere que se les pida renunciar a sus convicciones
religiosas» (2008: 31-33).
Es este planteamiento el que ha conducido a muchas de las «antropólogas in-
novadoras del género» a exigir la relativización del mito de la centralidad masculina
y de las propuestas androcéntricas de las investigaciones, y de la inspiración colonial,
cristiana y estatal, que dominan la literatura sobre la situación de la mujer africana.
Partiendo de las realidades de las sociedades matrilineales africanas, como «la bubi»,
la profesora Yolanda Axielà (2007: 149-170; 2008:155-169) demuestra el papel ac-
tivo de las mujeres en la toma de decisiones económicas y políticas en las sociedades
subsaharianas consideradas. Es decir, éstas disponían o disponen de poder y autori-
dad. En la misma línea, la profesora Soledad Vieitez-Cerdeña (2008: 41-48) denun-
cia la mirada occidental sobre la mujer africana «discriminada» y «víctima pasiva», a
partir de la concepción socio-antropológica y de construcciones socioculturales oc-
cidentales de desigualdad de género. Ella recomienda la adopción de una mirada
«con ojos nuevos», para descubrir el poder del que disponen las mujeres en la cultura
yoruba de Nigeria y su «posición central y significativa» en la provincia de Maputo
en Mozambique.
El único y no por ello, gran temor es que este planteamiento, bastante acer-
tado, pueda ser recuperado e instrumentalizado por los gobiernos africanos para
violar los derechos humanos e individuales de las mujeres o desentenderse de
ellos, bajo la excusa de que la tradición ya las protege. Ello viene justificado por
la incorporación en la Carta Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos
(CADPH) de la «promoción de los valores africanos positivos» totalmente inde-
finidos. Peor, puede ser perfectamente la excusa para no aplicar los textos inter-
nacionales que atañen a la situación de la mujer, considerándolos como «occi-
dentales y anti-africanos».
El problema de otra índole, pero con la misma naturaleza, es el planteado por
las afroamericanas (africanas-americanas), víctimas de la opresión y discrimina-
ción racial y sexual (Zabunyan, 2008: 38), que dicen no sentirse respaldadas por
muchos de los argumentos de las feministas norteamericanas blancas que las ig-
noran, poniendo de manifiesto la separación de hecho entre el «feminismo blanco
y el feminismo negro» o la ausencia de flujos de la sororidad (sisterhood o la so-
lidaridad política entre las mujeres). En este sentido, el primero se siente excluido
por el segundo en la lucha contra la hegemonía patriarcal, y también denuncia el
racismo de las feministas blancas hacia las mujeres negras y latinoamericanas, re-
produciendo los esquemas racistas o el racismo global propio de la sociedad con-
servadora norteamericana, separando las cuestiones de género, clase, raza y se-
xualidad o entre el capitalismo, el patriarcado y la raza (Cf. Dorlin, 2008). Por lo
tanto, se pierde de vista, según manifiesta Fatou Sow, que «las relaciones de po-
der y de desigualdad entre los sexos no pueden estar separadas de otras formas de
poder y de desigualdad de clase, de casta, de raza, etc. No se puede separar esta lu-
cha de las mujeres contra todas las formas de injusticia» (2005: 215).
De todo lo que antecede, bajo mi punto de vista, una mirada sensata femi-
nista ha de ser aquella cuyo objetivo sea dar a las mujeres más posibilidades para

222
LAS MUJERES EN ÁFRICA: APUNTES SOBRE LOS AVANCES DE SUS DERECHOS, LOGROS Y…

hacer sus propias elecciones, para conseguir y asumir su autonomía e indepen-


dencia sin ninguna coacción económica y social.

3. LOS DERECHOS HUMANOS DE LAS MUJERES AFRICANAS


La historia de la mujer y del género se ha desarrollado de una manera consi-
derable en los países del Sur, y en particular en África donde no es fácil salir de las
representaciones etnológicas o de los prejuicios. No se puede ocultar la evidencia
de la exclusión de las mujeres en el acceso a la educación, sanidad, el mercado del
empleo y la representación política. Sin embargo, se ha de reconocer que se han
cumplido importantes progresos, según subrayan varios autores (Cf. Coquery-Vi-
drovitch, 1994; Nowak, 2007; Darwich-Jabbour, 2005). Las mujeres participan
cada vez más en el desarrollo del comercio y de muchas actividades urbanas con
las pequeñas actividades autónomas, contribuyendo a la mejora actual de la tasa
de crecimiento del Continente.
Casi todas las Constituciones africanas tienen importantes disposiciones y
normas que consagran la igualdad entre hombres y mujeres, además de prohibir
la discriminación basada en el sexo. Pero en la práctica, la ley inspirada en la reli-
gión en los países del África del norte prohíbe el matrimonio entre una musul-
mana y un no musulmán, mientras se permite a un musulmán casarse con una no
musulmana; en el África subsahariana la costumbre tolera la poligamia y el privi-
legio de los hombres. Es decir, en ambos casos, las leyes religiosas o consuetudi-
narias, en contradicción con las disposiciones jurídicas, consagran la inferioridad
de las mujeres, ilustrada por esta paradoja: las mujeres, que representan el 80% de
la producción de alimentos y la mayoría de la población agrícola activa en el con-
tinente, no tienen el derecho a la propiedad de las tierras.
Sin embargo a nivel Interafricano, los Gobiernos no sólo han ratificado los
principales textos internacionales que se refieren a los derechos de las mujeres
(CEDAW y Conferencia mundial sobre los derechos humanos), sino que además
han elaborado las normativas panafricanas relativas a los derechos de las mujeres,
desde la Carta Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos –CADHP–
(1986) pasando por la Carta de la Unión Africana (2001) hasta la reciente Carta
Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos sobre los Derechos de las Muje-
res, adoptada en 2003 por la Unión Africana y entrada en vigor en 20052, y cu-
yas principales disposiciones se exponen a continuación.
El artículo 18 de la Carta Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos
recomienda a los Estados la eliminación de todas las formas de discriminación
hacia las mujeres. De igual modo, la Carta de la Unión Africana adopta el prin-
cipio de la igualdad de género. En cuanto a la Carta Africana de Derechos Hu-

2 Esta Carta, adoptada prácticamente 20 años después de la entrada en vigor de la CADHP, se ha acom-
pañado con el nombramiento de una mujer como la encargada de la defensa de los derechos de las mujeres en
el marco de la Unión Africana. Se ha dado paso a lo que Mama Amina llama la «emergencia de un feminismo
de Estado». (1996).

223
MBUYI KABUNDA

manos y de los Pueblos sobre los Derechos de las Mujeres, anuncia, además de
la eliminación de todas las formas de discriminación hacia las mujeres, la prohi-
bición de los matrimonios forzados y precoces y del levirato (art. 2) así como las
mutilaciones genitales femeninas –MGF– (art. 5). Afirma el derecho de las mu-
jeres a controlar su fecundidad (art. 14) y la protección de las mujeres contra to-
das las formas de violencia, en particular las violencias sexuales (art. 42). Lo más
llamativo es que la Carta fomenta la monogamia sin prohibir, claramente, la po-
ligamia (art. 6), que es el símbolo de la dominación masculina, además de fa-
vorecer el aborto, limitado a los casos de incesto, de violación o de peligro a la
vida de la madre.
En la práctica, ningún país africano prohíbe jurídicamente las MGF. Con ex-
cepción de Sudáfrica y de Cabo Verde, esta práctica es vigente en 28 países afri-
canos, ubicados en la franja sahelo-sudanesa y en el África oriental. La proporción
de mujeres mutiladas varían de un país a otro, desde el 98% en Somalia hasta el
5% en la RDC, en su parte oriental.
Según Bessis (2006: 346-347), la persistencia de la poligamia se explica por
la generalización del modo de producción rural prevaleciente en el África subsa-
hariana, la adhesión a esta práctica de la clase política africana o de la burguesía
de Estado (jefes de Estado, ministros, diputados) que ha institucionalizado la ma-
chocracia, es decir la persistencia de prácticas sociales en contradicción con los tex-
tos jurídicos nacionales y regionales que la prohíben.
Varios países han tomado medidas de represión jurídica contra las MGF, que
se acompañan de las campañas de sensibilización de hombres, mujeres y líderes
confesionales, junto a la movilización de la sociedad civil, para acabar con éstas.
A pesar de la resistencia en algunas partes, y como consecuencia de la implicación
efectiva de los gobiernos para la aplicación de la ley, en países como Yibuti o Gui-
nea-Conakry, asistimos a un importante retroceso de esta práctica en el Conti-
nente, práctica cuyo objetivo no declarado es el control del comportamiento
sexual de las mujeres.
Sin embargo, los países africanos han consentido muy pocos esfuerzos en la
mejora de los derechos matrimoniales de las mujeres, pese a la adopción de nue-
vos códigos de familia supuestamente adaptados a los convenios internacionales
ratificados. En el caso del Congo-Brazzaville, para sólo atenerse a un ejemplo, si-
guiendo las disposiciones del código de la familia en sus artículos 341 y 342, la
mujer tiene derecho al divorcio en el caso del adulterio del conyugue con la con-
dición de que éste haya sido cometido en el domicilio familiar, mientras que en
países como Chad, la mujer puede contraer matrimonio sólo mediante el permiso
de un tutor varón (padre, hermano o primo), es decir la negación del derecho de
la toma de decisión de la mujer así como de su propio cuerpo.
Muchos de los avances en los derechos humanos y civiles han sido consegui-
dos mediante las luchas de las propias mujeres por sus derechos. Existen todavía
en algunos países leyes totalmente desiguales. Argelia y Marruecos han adoptado,
en 2004 y en 2005, reformas tímidas que no cambian mucho la situación de in-
feriorización de las mujeres.

224
LAS MUJERES EN ÁFRICA: APUNTES SOBRE LOS AVANCES DE SUS DERECHOS, LOGROS Y…

Globalmente, la no aplicación del reconocimiento de la igualdad de derechos


entre varones y mujeres, tanto en el Magreb como el África subsahariana, se explica
por el vigente y persistente discurso de exclusión y subordinación contra las muje-
res, propio de las mentalidades patriarcales de estas sociedades. Sin embargo, como
reconoce la abogada y feminista argelina Wassyla Tamzali (2006: 415), la situación
de las mujeres del África subsahariana adelanta la de las mujeres del Magreb, con
excepción de Túnez, en cuanto a los derechos de participación e igualdad, en parte
por la descalificación del discurso feminista y de las feministas por los poderes ma-
grebíes en convivencia con los movimientos islamistas, que las tachan de corrup-
tas por la civilización occidental con la consiguiente desacreditación de sus actua-
ciones y reivindicaciones. Prueba de ello es que en la década de los 90, las mujeres
tuvieron una representación del 8% en los Parlamentos subsaharianos y sólo el 3%
en los del Magreb. Los Gobiernos de esta parte del continente han rechazado o ex-
presado reservas sobre muchas de las disposiciones del convenio CEDAW, que han
ratificado, al considerarlas como subversivas o contrarias a la tradición islámica y
al Corán. Estos países, en el caso en el que reconocieran la igualdad de género, sue-
len someterla al respeto de los principios islámicos.

4. LA SITUACIÓN EDUCATIVA DE LAS MUJERES


Y SU PARTICIPACIÓN EN LAS ACCIONES DE DESARROLLO
Es de sobra conocido que el África subsahariana es la región del mundo me-
nos escolarizada y con importantes desigualdades de género en cuanto al acceso a
la educación y con notables disparidades entre los países: los del Sahel escolarizan
al 50% de los chicos contra el 20 al 35% de las chicas, mientras que los países del
África Austral y del Magreb, con excepción de Marruecos, tienen altas tasas de es-
colarización y de paridad entre chicos y chicas, junto a países como Madagascar
y Cabo Verde.
En las ciudades donde el 80% de los niños suelen tener acceso a la educación,
con importantes tasas de paridad de género, en el mundo rural apenas se alcanza
el 10% con tasas de paridad desfavorables a las chicas. Generalmente, los países
anglófonos escolarizan más que los países francófonos, que parecen despertarse
sólo a partir de 2000. Lo mismo sucede en la escolarización de las chicas, con más
acceso a la educación primaria que a la secundaria y a la superior (Lange, 2007:
186-187), tal como se puede apreciar en el cuadro siguiente que expone los datos
mencionados.
Los cambios son tan lentos que se no se puede hablar de la paridad de género
en cuanto al acceso a la educación. Ello se explica, en parte, por la no concreción de
las promesas de la educación básica universal para todos, contenidas tanto en la de-
claración de Addis Abeba (1961) como en la de Harare (1982). De igual modo, las
recomendaciones al respecto de la Conferencia panafricana sobre la educación de las
chicas de Uagadugú (1993) o del Foro de Dakar (2000) han sido relegadas al capí-
tulo de las buenas intenciones. Las razones van desde el no respeto generalizado de

225
MBUYI KABUNDA

CUADRO 1
Evolución de las tasa brutas de escolarización en la educación primaria
(en %)

País 1960 1970 1980 1990 1995


Total Chicas Total Chicas Total Chicas Total Chicas Total Chicas
Benín 26 15 36 22 64 41 67 45 72 52
Burkina 9 5 13 10 18 14 37 28 38 30
Burundi 21 10 30 20 26 21 73 66 70 63
Camerún 57 35 89 75 98 89 103 95 88 84
Cabo V – – – – 115 113 115 11 131 129
Costa de M 43 25 58 45 79 63 69 58 69 58
Chad 17 4 35 17 - - 57 35 55 36
Gambia 14 9 24 15 51 35 64 53 73 67
Ghana 46 32 64 54 80 71 77 70 – –
Guinea C 20 21 33 21 36 25 37 24 48 34
Guinea B 24 14 39 23 68 42 60 42 64 47
Kenia 47 30 58 48 115 110 95 93 85 85
Madagasc. 56 49 90 82 142 139 92 91 72 70
Malí 9 5 22 5 27 19 24 17 32 25
Mauritania 6 2 14 8 37 26 51 43 78 72
Mozambique 51 39 47 31 99 84 64 52 60 50
Níger 6 3 14 10 25 18 29 21 29 22
Nigeria 42 31 37 27 104 90 72 63 89 79
R D Congo 54 29 88 65 92 77 76 64 72 59
Ruanda 49 30 68 60 63 60 71 70 – –
Senegal 27 18 41 32 46 37 58 49 65 57
Sierra L. 20 14 34 27 52 43 48 39 – –
Sudán 20 11 38 29 50 41 50 43 54 48
Tanzania 24 16 34 27 93 86 69 68 67 66
Togo 44 22 71 44 113 89 111 87 118 97
Zambia 51 40 90 80 90 83 97 92 89 86
Zimbabue 74 66 74 66 85 79 116 116 116 114
Países francof 29 16 50 36 64 46 – – – –
Países anglof 44 31 58 42 90 82 – – – –
ASS 38 25 56 32 73 58 – – – –

Fuente: Banco Mundial, 1988; Unesco, 1993, 1998.

226
LAS MUJERES EN ÁFRICA: APUNTES SOBRE LOS AVANCES DE SUS DERECHOS, LOGROS Y…

los derechos humanos fundamentales, la falta de consideración del derecho de las


chicas a la educación como un derecho específico, pasando por la no prioridad de
la educación de éstas por parte de los padres o los educadores3, hasta los escasos re-
cursos económicos de las familias. En resumen, se aprecia las capacidades de las chi-
cas en función de los valores prevalecientes en la sociedad desde la colonización (los
preceptos victorianos) hasta la actualidad, que predisponen los papeles de las chicas
y de las mujeres como amas de casa y madres. Raras veces los gobiernos africanos
invierten en la educación, formación, salud y servicios sociales de las mujeres, lo
que influye de una manera negativa en el desarrollo global.
En muchos países africanos, la desigualdad de las mujeres es patente en los as-
pectos de educación y sanidad, por vivir en situaciones de gran vulnerabilidad en
dichos ámbitos, en particular por no tener acceso a la alimentación y los cuidados
médicos adecuados. Es lo que afirma Sekitoleko (1996: 67-72), para quien la
mujer africana vive en una situación de pobreza, mala salud e ignorancia por el
mantenimiento de la sociedad de valores socioculturales y prácticas contra ellas,
relegándolas a un segundo lugar y a la subordinación. Esto es el resultado del
control por los hombres de las instituciones sociales desde la familia, la educación,
las tierras, la formación, los servicios agrícolas, los créditos, los mercados, y con
leyes de herencia destinadas a favorecer más a los chicos que a las chicas. El resul-
tado es que las mujeres suelen lamentar tener más hijas que hijos y las que apues-
tan por las chicas, es para que se encarguen de ellas durante su vejez, cargando de
nuevo a las mujeres con las tareas de cuidado.
Según la autora mencionada, las mujeres representan más del 50% de la po-
blación en muchos países africanos, los gobiernos africanos no suelen incorporar
en sus políticas de desarrollo la dimensión de género y de igualdad de oportuni-
dades para las mujeres. A pesar de su importante participación en la producción
agrícola (30% de la mano de obra agrícola a escala mundial), las mujeres no sue-
len tener la igualdad con los hombres en cuanto al derecho de herencia de las tie-
rras, como queda subrayado.
En definitiva, son las condiciones socioculturales, económicas y políticas, propias
al Continente, las que explican la marginación y exclusión de las mujeres africanas,
que desde el principio están desfavorecidas para con los hombres en el acceso a la edu-
cación básica. En el caso de tener acceso a los puestos de responsabilidad en los go-
biernos, parece normal confiarles los ministerios de «condición femenina», de cultura
o de asuntos sociales, y no los de soberanía encargados de los aspectos económicos, po-
líticos o jurídicos. Sin embargo, los estudios recientes ponen de manifiesto que las mu-
jeres universitarias, en muchos países africanos, ya no son discriminadas en sus pues-
tos de trabajo, e incluso suelen tener un trato privilegiado en relación con sus colegas
masculinos de mismo nivel académico, tanto en lo que se refiere a las responsabilida-
des como a los sueldos. Es también verdad, y con excepción del Sahel, que las chicas

3 Es de sobra conocido, que tanto los padres, madres y educadores, en África, suelen tener representa-
ciones sociales equivocadas sobre las chicas consideradas como menos inteligentes y preparadas que los chicos,
negándolas de este modo el derecho a la instrucción. De este modo, vehiculan los esquemas sexistas de la su-
bordinación natural de las mujeres dudando de sus capacidades intelectuales y sociales.

227
MBUYI KABUNDA

se casan cada vez más tarde, en torno a los 26 a 30 años, lo que les permite dedicarse
a la formación, a los proyectos personales y a adueñarse de su sexualidad y facultades
reproductivas, en particular en el África Austral y del Norte. Con ello, asistimos al re-
troceso de la poligamia por la cada vez reducida diferencia de edad entre los conyugues
y la prolongación de periodos de cohabitaciones y uniones informales. Así mismo, las
mujeres tienen cada vez más acceso al divorcio. En cuanto a la situación de la salud de
las mujeres, en muchos países africanos ésta se ha deteriorado considerablemente por
las guerras civiles, la falta de mantenimiento de las infraestructuras o los efectos de la
sequía en la producción agrícola. Las mujeres son las primeras víctimas de las conse-
cuencias generadas por estos problemas. Según recuerda René Dumont (1991: 292-
293), la situación de las mujeres rurales africanas, que representan la cuarta parte de
las mujeres rurales en el mundo, es aún dramática. Se pierde de vista su papel funda-
mental no sólo a nivel de la familia como «guardianas de los valores de la sociedad»,
sino también a nivel de la producción agrícola que condiciona la propia superviven-
cia de África. Estas son víctimas de una doble exclusión, por ser mujeres y por vivir en
el mundo rural. La mejora de sus condiciones sociales y económicas es una de las ba-
ses para la lucha contra la pobreza y para conseguir la verdadera democracia. De ahí,
la necesidad de suministrarles créditos (por ser las que mejor rembolsan), el derecho
de acceso a la tierra y a las tecnologías adecuadas, por ejemplo el uso de la energía ani-
mal y de las bicicletas para el transporte del agua, para rentabilizar su trabajo y sus re-
cursos, aspectos a menudos descuidados por los gobiernos y los acreedores de fondos
exteriores en sus programas o proyectos de desarrollo.
La implicación de las mujeres formadas en la mejora de la situación de aque-
llas, a menudo analfabetas, es determinante con el fin de proporcionarles las re-
flexiones sobre todas estas cuestiones cruciales. De igual modo, los intelectuales
progresistas deben dejar de tratar a estas mujeres de «feministas peligrosas para la
cultura africana». No se debe perder de vista que «el analfabetismo reduce el bie-
nestar económico de las mujeres, incrementa su dependencia de los hombres, les
confina en el espacio doméstico y disminuye su capacidad de controlar su salud,
sus bienes, o de conocer sus derechos» (Seager, 2003: 28).
Se debe también reconocer la responsabilidad de las instituciones financieras
internacionales, en particular las de Bretton Woods, en el empeoramiento de la si-
tuación de las mujeres en general, y las de las zonas rurales en particular. Estas insti-
tuciones al imponer los bajos precios de los productos agrícolas y mineros, principa-
les fuentes de ingresos de los países africanos, han quitado a los gobiernos cualquier
posibilidad de invertir en el mundo rural, además de desanimar a los campesinos para
producir más. De ahí la persistencia de la pobreza y en particular del analfabetismo.
Ya la UNESCO propuso, a mediados de los 60, a la desaparecida OUA un
plan de educación generalizado con importantes inversiones para acabar con el
analfabetismo en la década de los 90. Varios países siguieron esta recomendación
en toda la década de los 60 y 70, sin embargo, la caída del precio de las materias
primas a finales de los 70, junto a los programas de ajuste estructural (PAE) im-
puestos a los países africanos a partir de la década de los 80 con la consiguiente
reducción drástica en los gastos públicos y sociales, hizo que los gobiernos aban-

228
LAS MUJERES EN ÁFRICA: APUNTES SOBRE LOS AVANCES DE SUS DERECHOS, LOGROS Y…

donaran las subvenciones de la educación y de la sanidad. El resultado ha sido la


feminización de la pobreza y el aumento de las tasas de analfabetismo, en parti-
cular de las mujeres (Dumont, 1997:49). Las familias monoparentales encabeza-
das por las mujeres han sido las primeras víctimas de la prioridad dada por los Es-
tados, en el marco de los PAE, al reembolso de la deuda externa en detrimento de
la educación y de la salud. La situación de las familias es tan insostenible por la
miseria generalizada, que algunas, según denuncia Koh Bela (2005:105), se ven
obligadas a enviar sus hijas o mujeres a Europa, para que se dediquen a la prosti-
tución y permitirles sobrevivir con sus «remesas».

5. LAS MUJERES AFRICANAS ANTE LA PANDEMIA DEL VIH/SIDA


El SIDA es sin lugar a dudas el fenómeno que más ilustra la situación de de-
sigualdad entre hombres y mujeres, pues pone de manifiesto el débil poder que
disponen estas últimas para negociar sus relaciones sexuales, exponiéndose a las
relaciones no protegidas, e incluso en situaciones de extrema necesidad, utilizar-
las por razones financieras o por temor a que el cónyuge optara por otra mujer en
el marco de la poligamia tolerada, máxime cuando en esta parte la sociedad acepta
la poligamia y/o el multipartenariado sexual de los hombres.
Las relaciones sexuales constituyen el aspecto en el que existen desigualdades de
riesgos entre hombres y mujeres. «Por un lado los hombres son relativamente libres
de sus relaciones sexuales y toman riesgos en término de infección por el VIH, sin
embargo pueden adoptar el preservativo si lo desean. Por otro, las mujeres no dispo-
nen de medios, o pocos, para protegerse de una eventual infección, e incluso si son
conscientes del riesgo, que sea en el marco de la pareja matrimonial, donde difícil-
mente pueden exigir el preservativo por ser vinculadas a ella la sexualidad y la pro-
creación, o en las relaciones extramatrimoniales, donde el hombre es el que paga y
por lo tanto el que a menudo decide» (Desgrées du Loû, Mellati y Welffens-Ekra,
2007: 174). Las mujeres que se encuentran en contextos que las hacen más vulnera-
bles al SIDA por no tener el derecho a la autodeterminación sobre sus cuerpos, su se-
xualidad y fecundidad, y por ser las más perjudicadas socialmente en caso de infec-
ción, pues no tienen en quien apoyarse en el caso de enfermarse. Es preciso subrayar
también que, en un contexto de crisis económica generalizada, aguda y prolongada,
algunas mujeres, sin considerarse prostitutas, se dedican a las relaciones sexuales tem-
porales con los hombres a cambio del apoyo material o financiero, exponiéndose al
contagio. Estas mismas razones económicas y financieras explican la recuperación de
esta práctica por las estudiantes procedentes de las familias modestas que, para hacer
frente a los gastos de estudios, se relacionan con los hombres mayores ya en relación
con otros socios sexuales, hombres en su mayoría ya infectados por el VIH. El resul-
tado es que las chicas de 15 a 19 años, según los estudios de ONUSIDA, sean 5 a 6
veces más expuestas que los chicos de la misma edad, y a nivel global, como se puede
apreciar en el cuadro siguiente, son más las infectadas que los hombres. O dicho con
otras palabras, las mujeres constituyen más de la mitad de las personas infectadas.

229
MBUYI KABUNDA

Además, queda demostrado por los factores biológicos, que el virus del VIH
se transmite con más facilidad del hombre a la mujer que al revés, y ello va en con-
tra de las falsas ideas transmitidas que consideran a las mujeres como fuentes y
vectores del VIH, pues en la sociedad prevalece la idea de que el SIDA es una «en-
fermedad de las mujeres», por atribuirla a las prostitutas. Prevalece cada vez más
en los hombres la idea según la cual, relacionarse con las chicas más jóvenes o vír-
genes, les protege de la contaminación.
En muchos conflictos africanos, en particular en la región de los Grandes La-
gos, se utiliza la violación sexual como arma de guerra, de limpieza étnica o de
afirmación de la dominación de una etnia sobre otra. En el caso particular de
Ruanda, las violaciones masivas durante el genocidio de abril a junio de 1994, no
sólo han reducido la duración de vida a 40 años por el SIDA, sino que han cre-
ado traumas de varias décadas en las mujeres tutsis, que han vivido un doble ase-
sinato: el de sus familiares y el de su dignidad y autoestima como mujer. Lo
mismo puede decirse de las niñas soldados sometidas a los abusos sexuales por los
jefes de las milicias que las enrolaron o secuestraron.

CUADRO 2
Proporción de mujeres infectadas en relación con el número estimado de
personas contagiadas por el SIDA por país a finales de 2003 (en %)

Estimación del número Proporción de mujeres


Tasa de infección
de adultos (15-49 años) entre los adultos
País por el VIH
viviendo con viviendo con
en los adultos
el VIH/sida el VIH/sida
Botswana 330.000 37,3 58
Burkina Faso 270.000 4,2 56
Camerún 520.000 6,9 56
Costa de Marfil 530.000 7,0 57
Etiopía 1.400.000 4,4 55
Ghana 320.000 3,1 56
Kenia 1.100.000 6,7 65
Malí 120.000 1,9 59
Nigeria 3.300.000 5,4 58
Sudáfrica 5.100.000 21,5 47
Togo 96.000 4,1 56
Uganda 450.000 4,1 60
Total Áf. Sub. Sah. 23.100.000 7,5 57
Total Mundial 35.700.000 1,1 48
Fuente: ONUSIDA, Informe sobre la epidemia del VIH/sida, 2004.

230
LAS MUJERES EN ÁFRICA: APUNTES SOBRE LOS AVANCES DE SUS DERECHOS, LOGROS Y…

6. MUJERES AFRICANAS Y LA LUCHA POR LA DEMOCRACIA


Y LA PAZ
Las primeras y principales víctimas de las guerras en África suelen ser las mu-
jeres y las niñas y niños. La violencia suele dirigirse contra ellas durante las gue-
rras, y si consiguen sobrevivir a la violencia, se convierten en refugiadas. En estas
condiciones, muchas se ven obligadas a dedicarse a la prostitución y a las activi-
dades delictivas para sobrevivir, exponiéndose a la violencia o a las enfermedades
sexualmente transmitidas, en particular al VIH/SIDA (Sekitoleko, 1996: 82),
como queda subrayado. E incluso pueden pasar de la categoría de refugiadas a la
de «sin papeles» como manifiesta esta refugiada ruandesa, Célestine, que consi-
guió llegar a Bélgica donde vive tras el genocidio de Ruanda: «Ahora, ya no
cuento como refugiada, he entrado en la otra gran categoría de la que de nuevo
no se sabe que hacer: los sin papeles» (Cf. Aubenas, 2001: 223).
Varios estudios ponen de manifiesto la participación de las mujeres africanas,
y sus colectivos, tanto a nivel local como a nivel nacional y continental, en la pro-
moción del buen gobierno y las negociaciones de paz4, por ser precisamente las
grandes perdedoras y víctimas del mal gobierno, el subdesarrollo y los conflictos
armados.
Las mujeres de las zonas rurales suelen movilizarse para conseguir la satisfac-
ción de sus necesidades inmediatas y básícas, mientras que las de las zonas urba-
nas desarrollan generalmente estrategias políticas para influir directa o indirecta-
mente en los mecanismos de toma de decisiones. Es lo que expresa Fatuma
Ahmed en estos términos: «En África, las mujeres optan, en su mayoría, por par-
ticipar en movimientos de importancia inmediata y directa para sus vidas coti-
dianas, a fin de llevar a cabo cambios sociales positivos o mejorar sus circunstan-
cias vitales. No obstante, las reivindicaciones feministas que existen luchan contra
las leyes que discriminan a las mujeres, que las excluyen completamente de la es-
fera política y de las políticas de propiedad de tierras. Asimismo, luchan para ga-
rantizar que otras mujeres africanas participen en los procesos de elaboración de
políticas y toma de decisiones» (2007: 131).
En lo estrictamente político, las mujeres fomentaron en muchos países los
procesos de democratización, en particular en el Zaire de Mobutu, mediante ma-
nifestaciones callejeras contra los efectos de los PAE, en el empeoramiento de su
situación y la de sus hijos e hijas, efectos que iban de la mano con las prácticas de-
predadoras del régimen mobutista. De igual modo, se movilizaron en el Sahel du-
rante las sequías de los 70 y 80, para conseguir la supervivencia de los suyos a par-

4 Ello ha sido en parte favorecido por la Resolución 1325 del Consejo de Seguridad de las Naciones Uni-
das, de octubre de 2000, que recomienda a los Estados la incorporación de las mujeres en la prevención y re-
solución de los conflictos y reconstrucción posbélica, insistiendo entre otras cosas en: la participación de las
mujeres en los procesos de paz, el mantenimiento de la paz desde una perspectiva de género y su protección
en los conflictos armados y en las situaciones post-conflicto (Cf. Magallón, 2004: 7). De ahí la creación de la
Federación de Redes de Mujeres Africanas por la Paz (FERFAP). La elección de Ellen Johnson-Sirleaf a la pre-
sidencia de la República, primera mujer a ocupar este puesto en el Continente, se debe ampliamente a los vo-
tos de las mujeres (Moltó, 2006: 42).

231
MBUYI KABUNDA

tir de sus actividades de la economía popular y para la lucha contra la desertifica-


ción, enfrentándose de este modo tanto a las crisis económicas como ecológicas.
En las diferentes negociaciones de paz llevadas a cabo en el continente, las
asociaciones de las mujeres, insistiendo en su identidad de madres, intervinieron
para exigir a los beligerantes la protección de los derechos humanos de las muje-
res y de los niños (Somalia), el respeto de los acuerdos de paz adoptados y el fin
de la dinámica continúa de las hostilidades (Liberia)5, presionando directamente
a los líderes de las facciones armadas (Magallón, 2006:155), o para denunciar,
como en el caso de la RDC el uso de la violación sexual como arma de guerra por
los beligerantes. Lo mismo sucedió en países como Angola, Ruanda y Burundi
donde las mujeres intervinieron para cambiar la actitud de los hombres y muje-
res para la construcción de la paz y la reconstrucción y el desarrollo del país, o
para proporcionar la ayuda psicológica a las viudas o a las mujeres violadas. En to-
dos estos casos, según manifiesta Fatuma Ahmed (2007: 32), han revelado ser ne-
gociadoras y mediadoras eficientes en las negociaciones de paz y constructoras po-
tenciales de la paz en las sociedades en conflicto.

A MODO DE CONCLUSIÓN
Las desigualdades entre hombres y mujeres no son naturales, sino construc-
tos sociales y culturales basados en la división sexual del trabajo justificadora de
las prácticas de desigualdad. Ha llegado la hora de considerar la masculinidad y
la feminidad no como categorías biológicas, identidades fijas o intangibles, sino
como construcciones sociales cambiantes, a ser elaboradas a partir de situaciones
históricas y culturales propias de una sociedad dada, e incluso por consideracio-
nes ideológicas transmitidas desde la niñez.
Los integrismos religiosos y políticos, o los pensamiento dogmáticos, siguen
defendiendo en la práctica, la supremacía del patriarcado y su «terrorismo se-
xual», según la terminología de la profesora Christine Chinkin. De ahí, las ten-
dencias feministas que cuestionan todos los conocimientos, las prácticas y siste-
mas lingüísticos heredados que consagran el «Imperio de lo masculino», el
patriarcado y la subordinación de la mujer, para conseguir la existencia social y
política de las mujeres mediante la deconstrucción social de la diferencia de gé-
nero y de la dominación masculina.
Las feministas africanas, a menudo criticadas (con o sin razón), han de esta-
blecer intercambios internacionales con las mujeres europeas, latinoamericanas y
asiáticas, en el marco de la sororidad, para poder luchar contra la dependencia
económica, y desarrollar grupos de reflexión y de presión militantes contra todas

5 La Asociación de Mujeres Juristas de Liberia (AFFEL) consiguió, mediante presiones, la creación de un


Ministerio de desarrollo y género, mientras que la Iniciativa de las Mujeres de Liberia (LWI) y el Marco de las
Mujeres Liberianas para la Paz, participaron en las misiones de paz, insistiendo en la evidencia según la cual
no puede haber paz en Liberia sin paz en la región, en particular en los países vecinos como Guinea-Conakry
y Sierra Leona.

232
LAS MUJERES EN ÁFRICA: APUNTES SOBRE LOS AVANCES DE SUS DERECHOS, LOGROS Y…

las formas de dominación y discriminación racial, de sexo y de género, hacia la


consecución de la igualdad y la paridad bajo la forma de lucha de liberación con-
tra las opresiones multiformes. Si es verdad que pueden existir diferencias entre las
mujeres de una y otra parte del mundo, es también verdad que hay mucho de co-
mún, que muchas veces comparten la misma situación: la de padecer las desi-
gualdades y discriminaciones en cuanto al acceso a los bienes y a las oportunida-
des por ser mujeres. O según subraya Seager (2003: 9), «el mundo de las mujeres
se define a la vez por la generalidad y por la diferencia». En Europa esta sorocidad
ha de manifestarse hacia las africanas inmigrantes, víctimas de prejuicios, injusti-
cias y discriminaciones, además de ser cosificadas, por tener que luchar doble-
mente para demostrar que son iguales a las demás mujeres (Koh Bela, 2005: 97).
La educación de las chicas y el acceso de las mujeres a los medios de producción son
clave no sólo para su emancipación, sino también para el desarrollo global.
En África donde los textos reconocen importantes derechos a las mujeres en
todos los aspectos, existe un importante trecho entre la práctica y la teoría en
cuanto a los derechos de las mujeres, protegidas en la teoría por las constitucio-
nes que preconizan la igualdad entre hombres y mujeres, y totalmente desprote-
gidas en la práctica o en los códigos de familia que las discriminan, desde donde
muchas veces se parte de un desconocimiento por parte de las mujeres, en su ma-
yoría analfabetas.
Es preciso pasar de la acomodación, a las transformaciones estructurales
(transformary approach) mediante la mejora de las capacidades individuales de las
mujeres para el «autoperfeccionamiento», promoviendo su acceso a la igualdad de
oportunidades y a la formación para el liderazgo. Es la única manera de facilitar
su entrada en los círculos de poder para incrementar su control en lo político. El
objetivo es poner fin al «apartheid de género legalizado» y desmantelar el sistema
patriarcal discriminatorio para transformar el sistema social. Es la única manera,
en la opinión de Longwe (1998: 104-105) de acabar con la discriminación y con-
seguir el reparto equitativo de los recursos públicos.
La lucha contra la discriminación de género y la opresión pasa por las actua-
ciones colectivas, y no individuales, de las mujeres para la concienciación, la movi-
lización y el control. En la opinión de la autora mencionada, las agencias externas
de donantes en sus intervenciones para apoyar los proyectos transformadores, aun-
que innovadoras en relación con las estructuras patriarcales de los gobiernos africa-
nos, deben dejar de imponer prioridades y permitir a los movimientos locales de
mujeres que se definan a partir de sus propios análisis de los problemas locales, de
la identificación por ellas mismas de las prioridades y las estrategias de intervención.
La mejora de las condiciones socioeconómicas de las mujeres, que pasa por
la educación e instrucción de calidad de las chicas, no basta en la lucha contra el
SIDA, aunque es fundamental en la autonomía y empoderamiento de las muje-
res. Poner énfasis en un aspecto desvinculado de otros muchos y descontextuali-
zado podría ser contraproducente, ya que puede profundizar los conflictos en las
parejas en detrimento de la mujer por el patriarcado vigente de la sociedad. Lo
que si se debe hacer es favorecer el diálogo en las parejas siendo el objetivo llevar

233
MBUYI KABUNDA

a los hombres a modificar sus comportamientos y a abandonar algunos privilegios


en el sentido de la igualdad de género, a escuchar a las mujeres, y a tomar concien-
cia de la protección de la pareja y de la familia contra la infección del VIH. La es-
trategia consiste en llevar a los hombres a tomar conciencia de que la lucha con-
tra el SIDA, que afecta de igual manera a mujeres y a hombres, pasa por la
renuncia a algunos de sus privilegios. Se debe dejar de culpabilizar únicamente a
las mujeres en cuanto al SIDA, pues ello puede tener un efecto negativo en los
programas de prevención que pueden dirigirse sólo a las mujeres, perdiendo de
vista que procede tanto de las mujeres como de los hombres, y debe servir para re-
plantear las relaciones entre hombres y mujeres.
El reconocimiento del trabajo «invisible» de las mujeres (trabajos domésticos,
el cuidado de menores, personas ancianas y enfermas, el transporte de agua, el
ocuparse del ganado y del jardín etc.), es otro aspecto no menos importante, al
contribuir del 60 al 80% de la producción de autoconsumo. Se debe incorporar
esta dimensión en las políticas sociales y de desarrollo, no sólo para la igualdad en-
tre hombres y mujeres, sino también para identificar los problemas y las necesi-
dades de las mujeres y dar a conocer este aspecto escondido de la actividad eco-
nómica del mundo rural y del ámbito de los «cuidados».

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236
INICIATIVA DE POTENCIACIÓN
SOCIOCULTURAL EN UN CONTEXTO
DE FEMINIZACIÓN DE LA
VEJEZ:«GRUPO CONVIVENCIA»
(BRASIL)
Rosana de Matos Silveira Santos1,
Profesora de la Universidad de Granada.
Mary Lucia Marinho Costa2
Profesora de la Universidad de Sete Lagoas
(Brasil).
y Vanessa Sanchez Maldonado3
Doctoranda de la Universidad de Granada.

«Envejecer bien es un comedido a largo plazo».


Anita Liberalesso Neri

1. INTRODUCCIÓN
«Principio y fin» dos palabras que delimitan el breve tiempo de nuestra his-
toria personal y colectiva durante la vida. De nacer a envejecer, se vive la búsqueda
del sentido y del significado para cada etapa conquistada. Para muchas personas,
esta trayectoria no siempre conduce a un feliz desenlace, otras, sin embargo con-
siguen descubrir significados en las adversidades y extraer motivación de los de-
safíos: son personas resilientes.
El presente artículo aborda la temática del bien-envejecer y los derechos co-
rrespondientes teniendo como foco la experiencia de un grupo de mujeres brasi-
leñas que descubrieron que «el atardecer puede ser tan bonito como el amanecer»,

1 Profesora del Departamento de Trabajo Social y Servicios Sociales – Escuela de Trabajo Social de la
Universidad de Granada. Trabajadora social y antropóloga. ‘Miembra’ del Grupo de Investigación SEPISE-
UGR y de la Asociación Trabajadores/as Sociales Sin Fronteras (TSSF). E-mail: rosanadm@ugr.es
2 Profesora de la Facultad de Psicología de Sete Lagoas. Psicóloga graduada por la Pontificia Universi-
dad Católica de Minas Gerais, Brasil. Actúa en clínica, organizaciones y en proyectos sociales.
3 Doctoranda de la Universidad de Granada. Trabajadora social y antropóloga. Presidenta de la Aso-
ciación Trabajadores/as Sociales Sin Fronteras. E-mail: tssinfronteras@gmail.es

237
ROSANA DE MATOS SILVEIRA, MARY LUCIA MARINHO COSTA, VANESSA SÁNCHEZ MALDONADO

(expresión anunciada en un cartel fijado en el local donde se reúne el «Grupo Con-


vivencia»4 hace ya muchos años y que, con certeza, anuncian también en sus cora-
zones). El texto se organiza de la siguiente manera: la primera parte hace referencia
a los aspectos conceptuales y generalidades acerca del fenómeno del envejecimiento,
pasando por la subjetividad que lo circunda. Presenta la opinión de los/as brasile-
ños/as sobre qué significa envejecer en Brasil de acuerdo con la investigación «Vi-
vencias, desafíos y expectativas en la Tercera Edad», realizada en 2007; destaca esta-
dísticas de ese indicador social que confirman cuánto y cómo se procesa el
envejecimiento en Brasil y concluye exponiendo los desafíos que el país enfrenta y
cuáles son los programas, proyectos y políticas de intervenciones sociales propues-
tas para las personas mayores.
En la segunda parte ofrecemos una fotografía general del proceso vivido du-
rante más de 20 años por mujeres del Grupo Convivencia de la Tercera Edad a
modo de buena práctica, una labor impulsada por Alejandrina Souza Dayrell, ca-
riñosamente llamada Doña Dochinha5, que, actualmente con sus 90 años sigue
al pié del cañon en su lucha por la potenciación del colectivo de mujeres mayores
de la ciudad de Sete Lagoas, Minas Gerais. Presentamos además cuáles han sido
las aportaciones de la Universidad de Granada (CICODE) que, por mediación de
la Asociación Trabajadores/as Sociales Sin Fronteras hizo realidad el desarrollo de
diferentes talleres educativo-culturales en la ciudad. Finalizando el texto presen-
tamos una breve reflexión acerca de la importancia de, como respuesta a la cre-
ciente ‘feminización de la vejez», se impulse y visibilicen buenas prácticas –como
las impulsadas por el Grupo Convivencia– para, de esta manera, hacer realidad la
superación de fuertes desigualdades de género todavía existentes en Brasil.

2. TERCERA EDAD EN BRASIL: APROXIMACIÓN


A LA SITUACIÓN GENERAL
2.1. El envejecimiento y la subjetividad
Envejecer trae para la escena de la vida sus mitos, sus rótulos, sus restriccio-
nes y sus imposiciones. Todo eso a raíz de una visión social que refuerza negati-
vamente esa etapa de la vida del ser humano, lo que influencia a su vez, la per-
cepción de las propias personas mayores, de las que están caminando para esa
etapa y de aquellas que conviven con ellas. Todas inmersas en una visión distor-
sionada que les impide participar en la ruptura de tales creencias y falta de valo-
res en torno al acto de envejecer.
Para dar respuestas a los desafíos dirigidos a las personas mayores, nos depa-
ramos con la complejidad, mutabilidad y subjetividad de las formas de envejecer.

www.grupoconvivencia.org.br/dochinha
4
Las autoras del presente artículo conocemos personalmente a Doña Dochinha y su labor con el Grupo
5
Convivencia habiendo participado y/o apoyado de forma puntual en diferentes actividades.

238
INICIATICVA DE POTENCIACIÓN SOCIOCULTURAL EN UN CONTEXTO DE FEMINIZACIÓN DE LA VEJEZ…

La vejez tiende a escapar de las definiciones rápidas y simples, por lo que se torna
más adecuado hablar en ‘envejecimientos’ en el plural y no simplemente en ‘en-
vejecimiento’ en singular. El significado de ‘envejecer’ cuenta con formas y ritmos
que se le asocian, cuenta con diferentes condiciones económicas, sociales y cultu-
rales, caracterizándose como un fenómeno humano marcado por la individuali-
dad y por la diversidad.
De esta manera, una nueva comprensión de los procesos biológicos, psicoló-
gicos y sociales del envejecimiento es necesaria para saber dar respuestas a las ex-
pectativas y a las necesidades de estas personas, dentro de una visión de interde-
pendencia de factores y circunstancias de esta etapa de la vida del ser humano.

2.2. Envejecer en la contemporaneidad, según la opinión de las personas


mayores brasileñas
El fenómeno del envejecimiento de la población pasó a ser objeto de gran in-
terés de las investigación en Brasil y se ha intensificado en las últimas décadas.
Este fenómeno es importante por la relevancia cuantitativa que el envejecimiento
demográfico asume y por la diversidad y complejidad de situaciones y problemá-
ticas sociales que se le asocian.
Envejecer, afirman estos estudios sobre el tema, es un fenómeno complejo,
multidimensional y subjetivo que plantea desafíos a nuestra capacidad de respuesta
individual y colectiva a cuestiones que se nos presentan. Sugieren que, para expli-
citar esa diversidad y crear soluciones necesarias es preciso aprender a valorar la ve-
jez y adoptar el concepto de envejecimiento activo para encarar de una forma dis-
tinta esa etapa de la vida. De este concepto subyace el principio del pleno ejercicio
de la ciudadanía en la búsqueda de la mejoría de calidad de vida para este colectivo.
En una investigación denominada «Mayores en Brasil –Vivencias, desafíos y
expectativas en la tercera edad–» se escucharon a 2.136 mayores con 60 años o
más, 1.608 jóvenes y personas adultas de 16 a 59 años en 204 municipios de las
cinco macro-regiones del país, lo que garantizó la generalidad de los datos. Utili-
zando la metodología basada en el ‘auto-relato’, es decir, con respuestas estructu-
radas por los propios participantes, el Núcleo de Opinión Pública de la «Funda-
ción Perseo Abramo» recolectó, organizó y analizó los datos y según Liberalesso
(2007), profesora e investigadora de la Universidad de Campinas, sugieren cami-
nos para el personal científico social y practicantes de la Gerontología en Brasil.
Pueden ser divididos en 3 aspectos importantes:
— El primero se refiere a los desafíos sociales en varios dominios a resolver. Por
ejemplo: el aumento de la esperanza de vida a los 60 años, la feminización del en-
vejecimiento, la pobreza y el bajo nivel educacional de las personas mayores, los pre-
juicios de los gobernantes, gestores de políticas públicas, geriatras y gerontólogos.
— El segundo aspecto se refiere a la mejoría de vida de las personas mayores
a medio plazo como: informar, apoyar e incentivar financieramente a las familias
para que cuiden de sus mayores; garantizar acceso a todas las personas mayores a

239
ROSANA DE MATOS SILVEIRA, MARY LUCIA MARINHO COSTA, VANESSA SÁNCHEZ MALDONADO

buenos servicios básicos de atención a la salud; fiscalizar los servicios ofrecidos en


las residencias y en los hospitales, formar recursos humanos para atenderlos; me-
jorar la calidad y la distribución de los servicios de salud; aumentar la red de ins-
tituciones para la tercera edad; mejorar su renta, reajustar las pensiones y jubila-
ciones; crear alternativas de actividades, participación y reconocimiento social.
— El tercer aspecto se refiere a los desafíos a largo plazo: mejorar la calidad
de la educación fundamental, aumentar la escolaridad de la población, invertir en
programas de salud materno-infantil, invertir en programas de educación en sa-
lud a lo largo del curso de la vida; propiciar más alternativas de trabajo que gene-
ren renta y que permitan a las poblaciones el alcance de una mayor calidad de
vida.

2.3. Brasil está envejeciendo. Las estadísticas lo confirman


De acuerdo con las informaciones publicadas por el IBGE –Instituto Brasi-
leño de Geografía y Estadística (2007), en el apartado «Síntesis de Indicadores So-
ciales–: un análisis de las condiciones de vida de la población brasileña», Brasil,
entre los países de América Latina, ocupa la posición intermedia en términos de
proceso de envejecimiento, con porcentuales variando alrededor del 6% al 8%.
Ese proceso está más avanzado en países como Uruguay (17,3%), Cuba(15,4%),
Argentina (13.8%) y Chile (11,5%).
A pesar de ocupar un nivel intermedio, las investigaciones del IBGE y de la
Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), apuntan que la
aceleración continuada del proceso en términos absolutos representan más de un
tercio de la población de esta franja de edad en la región, seguido de México. La
población mayor de Brasil cambiará también en relación a su distribución por
edades: mientras un 17% de los mayores, de ambos sexos, tenían 80 años o más
en 2000, en 2050 deberán corresponder aproximadamente a un 28%.
La población que alcance la franja de edad de 65 años y más, aumentará con-
tinuamente. Estos estudios estiman que el aumento de la población mayor supe-
rará un millón de personas entre el 2025 y 2050. Un fenómeno registrado por
primera vez en el que tienen un impacto en el número absoluto de mayores: 65
años y más a partir de 2050. De esta forma, el mayor ritmo de crecimiento de esta
población es lo que llevará al envejecimiento de la población brasileña.

2.4. Ser mayor en Brasil: una dura realidad6


Ser persona mayor en el Brasil de hoy en día representa cerca de 10% del to-
tal de la población. Son en su mayoría mujeres, viudas, con baja escolaridad y con
menor renta en relación a sus parejas masculinas.

6 Los datos estadísticos obtenidos en: www.ibge.gov.br

240
INICIATICVA DE POTENCIACIÓN SOCIOCULTURAL EN UN CONTEXTO DE FEMINIZACIÓN DE LA VEJEZ…

Datos demográficos
Población brasileña: 169.872.856
Población mayor: 15.5 millones
Centenarios: 25.787
Esperanza de vida: 68.6 años
Concentración de la población mayor de 60 a 69 años: 59%
Características demográficas de la población mayor en Brasil:
Brasil desarrollado: región sur, esperanza de vida: 74.6 años
Brasil emergente: Minas Gerais, Goiás, Mato Grosso, Roraima, Rondônia,
Amazonas y Amapá. Esperanza de vida: 68 años.
Brasil nordeste del país: menores tasas de alfabetización y esperanza de vida
oscilando entre 53.7 (Paraíba) y 65.1 (Piauí)

2.5. Los desafíos de un país que envejece


Según nos señala Carvalho y Rodríguez (2008) en un reciente estudio realizado
por el Centro de Desarrollo y Planeamiento Regional de la Universidad Federal de
Minas Gerais (UFMG) se analizó la posible trayectoria de la estructura de edades de
las personas del Brasil, enfatizando especialmente el rápido envejecimiento pobla-
cional. Las proyecciones fueron obtenidas a partir de la variación del tamaño de la
población y de su distribución por edad, considerando tres componentes demográ-
ficos: fecundidad, mortalidad y migración. Una de las conclusiones de este estudio
es que en la primera mitad del siglo XXI, mientras la población mayor aumentaría a
tasas altas (entre 2 y 4% al año), la población joven disminuirá.
De esta transición de edades de la población, oportunidades y desafíos que abar-
can aspectos psicológicos, sociales y políticos deberán ser enfrentados en este nuevo pa-
drón demográfico y, si nos descuidamos, podrán ocasionar problemas para el país en
las próximas décadas. Reformas institucionales en las áreas de la salud, educación y
asistencia social, por ejemplo, están incluidas en los cambios estructurales necesarios.
Más allá de los análisis sociales que los estudios anuncian, el tema «envejeci-
miento» debería interesar, no solamente a la ciudadanía preocupada con el bie-
nestar colectivo de las generaciones futuras, sino también desde el punto de vista
del interés individual. Bastaría fijarnos en el hecho que, de todas las personas re-
sidentes y nacidas en Brasil en 2005, alrededor de 87% vivirán en 2025 (pobla-
ción entonces, con veinte o más años), y un 61%, en 2050 (población, entonces
con cincuenta años o más de edad). Son datos que deberían influir en el pensa-
miento de los individuos y gobernantes sobre cuestiones también particulares y
específicas, como el dar sentido a la propia existencia en todas sus etapas, espe-
cialmente en la vejez, como un desafío y oportunidad personal e intransferible.
Sin embargo, ese pensamiento no prevalece, puesto que las cuestiones más inme-
diatas y urgentes relacionadas a la supervivencia ocupan todo el espacio. Los pro-
blemas se van acumulando y cuándo adquieren un gran volumen, en muchos ca-
sos, son irresolubles.

241
ROSANA DE MATOS SILVEIRA, MARY LUCIA MARINHO COSTA, VANESSA SÁNCHEZ MALDONADO

Por otra parte, el acto de tornarse mayor requiere cierto valor para mudar pa-
radigmas, romper rótulos y enfrentar mitos y tabúes construidos socialmente y
durante milenios. De esta forma, piensan los citados autores que la oportunidad
que viene lado a lado con los desafíos necesita ser anunciada de forma clara y las
experiencias que reflejan deben ser tomadas como conquistas y logros.

2.6. Envejecimiento y género en Brasil


Envejecer en un país en «vías de desarrollo» es una tarea bastante ardua: y ca-
racterizada por los bajos sueldos y pensiones, domicilios generacionales, progra-
mas de asistencia sociosanitaria en general insuficientes, etc. Brasil desde este ini-
cio de milenio, ya es un país de mayores. Hace falta una mayor movilización de
la sociedad en relación con esa parcela de población, para presionar a los poderes
públicos hacia la puesta en marcha de políticas efectivas de beneficios para las y
los mayores fomentando de esta manera su calidad de vida. Políticas que consi-
deren además que el envejecimiento en Latinoamérica y Brasil concretamente, se
da en un contexto marcado por una alta incidencia de pobreza, desigualdad so-
cial y un desarrollo institucional caracterizado por una falta de sintonía con el
contingente de la población mayor.
A partir de un análisis del IBGE en torno a las especificidades de género, en
Brasil, según la media, las mujeres viven ocho años más que los hombres. Las di-
ferencias de expectativa de vida entre los sexos lo demuestran: en 1991, las muje-
res correspondían al 54% de la población de mayores; en 2000 pasaron a 55.1%.
Por lo tanto, en 2000, para cada 100 mujeres mayores, había 81,6 hombres de la
tercera edad. Sin embargo, sabemos que esta tendencia a sobrevivir más que los
hombres no significa necesariamente que estas personas disfruten de una mejor
condición de salud, por ejemplo. Otro factor específico es que el hecho de residir
en las ciudades suele beneficiar a la mujer mayor, especialmente aquella que es
viuda por estar en general próxima a la unidad familiar, principalmente de las hi-
jas e hijos, de los servicios especializados de salud y de otros facilitadores de lo co-
tidiano. Por otro lado, en el análisis de los datos relacionados con la situación con-
yugal de las personas brasileñas mayores, el género surge, una vez más, como
importante variable. Encontramos que la gran mayoría de los hombres atraviesa
la vejez acompañados de sus esposas o compañeras, resaltando en este contexto
que el índice de mujeres mayores jefes de familia es bastante significativo: un
34%. Además de las cuestiones estadísticas, la mujer mayor en Brasil encuentra
un lugar ‘culturalmente fijado’ recurrente y vinculado a las cuestiones y contra-
dicciones de equidad de género, predominantes también en otros países.
Una investigación poblacional7 realizada por Parahyba (2006) analizó entre
otros factores, las diferencias existentes en las condiciones de salud de hombres y

7 Investigación presentada en el XV Encuentro Nacional de Estudios Poblacionales realizado en Ca-


xambú, Minas Gerais.

242
INICIATICVA DE POTENCIACIÓN SOCIOCULTURAL EN UN CONTEXTO DE FEMINIZACIÓN DE LA VEJEZ…

mujeres mayores en Brasil, a través de los siguientes indicadores: percepción de la


propia salud, incapacidad funcional y uso de servicios de salud. En los resultados
del estudio se detecta que las diferencias de género son importantes a la hora de
comprender el proceso acelerado de envejecimiento de la sociedad brasileña. En
1998, del total de personas mayores en el país, 44.5% eran hombres y 55,5% eran
mujeres, mientras que, en 2003, esta proporción pasó a un 44,1% y 55,9%, res-
pectivamente, lo que indica un aumento de esta diferencia8.
En lo que se refiere por ejemplo al indicador «percepción de la salud» –des-
crito como un importante factor de supervivencia entre las personas mayores– los
datos confirman que mujeres mayores procuran la atención médica en mayor
proporción que los hombres y lo mismo cuando se consideran diferenciales so-
cioeconómicos. Concluye el estudio proponiendo que además de la necesidad de
una reducción de las desigualdades de renta, de la mejoría de las condiciones de
soporte institucional y de acceso al sistema de salud para la población como un
todo, es extremadamente importante desarrollar nuevas estrategias de prevención
y tratamiento que amenicen las consecuencias funcionales de enfermedades cró-
nicas en la población de mujeres que viven, cada vez más, hasta edades más avan-
zadas. 9

2.7. Las propuestas de gobierno: leyes, programas y beneficios para la


persona mayor en Brasil
El rápido proceso de envejecimiento observado en los países en «vías de de-
sarrollo» como Brasil, aún no ha sido suficientemente estudiado como para pro-
piciar los elementos necesarios al desarrollo de políticas públicas adecuadas para
esta parcela de la población. China, Japón, países europeos y América del Norte,
ya conviven hace mucho tiempo con un gran contingente de personas mayores y
con todos los problemas asociados al envejecimiento, como jubilaciones y enfer-
medades propias de la tercera edad.
En las últimas décadas, en Brasil se han creado programas y destinado recur-
sos a las consecuencias sociales, económicas y de salud fruto del envejecimiento
poblacional, lo que demuestra cierto avance en estas cuestiones. Entre tales pro-
gramas y proyectos gubernamentales están: transporte gratuito para mayores de

8 Véase: http//www.portaldoenvelhecimento.net/artigos/setembro 2007/desigualdades.pdf. Datos saca-


dos de la «Pesquisa Nacional por Amostra de Domicílios (PNDA), 1998 y 2003, realizada por el «Instituto
Brasileiro de Geografia e Estatística» (IBGE), a partir de dos muestras representativas nacionalmente, cada una
de ellas de cerca de 30.000 personas, de 60 años o más de edad. Los datos fueron procesados y analizados por
el Banco Multidimensional Estadístico (BME/IBGE) y las informaciones presentadas son representativas para
el total de población mayor brasileñas.
9 Véase: http//www.portaldoenvelhecimento.net/artigos/setembro 2007/desigualdades.pdf. Datos saca-
dos de la «Pesquisa Nacional por Amostra de Domicílios (PNDA), 1998 y 2003, realizada por el «Instituto
Brasileiro de Geografía e Estatística» (IBGE), a partir de dos muestras representativas nacionalmente, cada una
de ellas de cerca de 30.000 personas, de 60 años o más de edad. Los datos fueron procesados y analizados por
el Banco Multidimensional Estadístico (BME/IBGE) y las informaciones presentadas son representativas para
el total de población mayor brasileñas.

243
ROSANA DE MATOS SILVEIRA, MARY LUCIA MARINHO COSTA, VANESSA SÁNCHEZ MALDONADO

65 años, beneficio de prestaciones continuadas, implantación de 25 Centros de


Referencia de Atención a la Salud de la persona mayor, inmunización (anti-gripe,
neumonía y tétano); inserción de la ocupación de personas cuidadoras del mayor
en la Clasificación Brasileña de Ocupación (CBO).
Se ha creado también el «Estatuto del Idoso»10 que establece: ampliación de
las penas para enjuiciar a quien comete crímenes contra los mayores, penas para
quién maltrata, abandona o no presta asistencia al mayor, prohibición por cues-
tiones de edad de la discriminación y diferenciación en los planes de salud, des-
cuento de 0% para mayores en actividades culturales y deportivas, distribución de
medicamentos, prioridad en la tramitación de procesos, reducción de la edad de
67 para 65 años para requerir el beneficio de prestación continuada, reserva de
dos plazas en transporte colectivo intermunicipal y descuento de 50% para las
personas mayores que exceden las plazas gratuitas.
Las iniciativas para la erradicación de la situación de abuso y malos tratos
prevé la implementación de acciones contenidas en el Estatuto del Mayor; la im-
plantación del Plan Nacional de Combate a la Violencia y los Malos Tratos con-
tra el mayor, la capacitación de consejeros de 20 Estados de la federación, la im-
plementación del Proyecto de «Certificación de las Instituciones de Larga
Permanencia» y del Proyecto «Ciudadanía en la Comunidad». El estatuto prevé
además el acompañamiento del compromiso del gobierno brasileño por medio de
la Secretaría Especial de los Derechos Humanos de la Presidencia de la República,
en hacer efectivo el cumplimiento del Plan de Acción Internacional.

3. PRESENTACIÓN DEL GRUPO CONVIVENCIA


DE LA TERCERA EDAD
3.1. Contexto de la experiencia
Creemos que la «buena noticia» dentro del panorama teórico presentado en
los apartados anteriores sería el hecho de vivir más y con mayor calidad de vida y
ese siempre fue parte del instinto del ser humano. Las estrategias creativas de su-
pervivencia social y afectiva demostradas por la experiencia objeto del presente ar-
tículo –Grupo Convivencia– dan paso a reflexiones positivas acerca del fenómeno
del envejecimiento. Reflexiones que compartimos, empezando con una visión ge-
neral acerca de su origen y evolución a lo largo de más de dos décadas de existen-
cia, luchas y resistencias.
La experiencia se ubica en la ciudad de Sete Lagoas, estado de Minas Gerais.
Esta es considerada de mediana extensión y es polo de referencia para 35 ciuda-
des, en términos de salud. Está ubicada a 70 Km de la capital del Estado de Mi-
nas Gerais, Belo Horizonte.

10 La traducción vendría a ser «Estatuto de la persona mayor».

244
INICIATICVA DE POTENCIACIÓN SOCIOCULTURAL EN UN CONTEXTO DE FEMINIZACIÓN DE LA VEJEZ…

El subsuelo de la mayor parte de la región está constituido de rocas cristalinas,


siltito, ardosias, calcario, dolomita, cuarzos y otros minerales, lo que explica la ca-
racterística industrial de la región: la industria de extracción y de transformación
de los recursos minerales para fines exportadores. La extracción mineral con las
grandes siderurgias, ofreciendo las materias primas para exportación y la produc-
ción agrícola y pastoril (sobretodo la pecuaria lechera) representan las principales
actividades económicas.
Es una región económicamente importante a pesar de las grandes desigual-
dades internas y el desequilibrio regional existente. En la ciudad actualmente, los
propietarios de tierra pierden poder para los cada vez más ricos empresarios de la
industria siderúrgica, quienes son los que de verdad dominan económica y polí-
ticamente la región a costa del sudor y la pobreza de la mayoría de la población.
El reflejo de toda esta situación injusta se plasma en la mayoría de la población
sete-lagoana: hombres y mujeres son obligados/as a abandonar el campo y se di-
rigen a trabajar en las fábricas (los más jóvenes) y en las siderurgias. El trabajo en
la industria siderúrgica conlleva problemas serios de salud a los hombres, que a los
40/45 años tienen que abandonar el trabajo por problemas de enfermedades pul-
monares. Muchos dejan a sus mujeres viudas con hijas e hijos menores y sin de-
recho a ningún tipo de indemnización. La actividad sindical en la región es nula
y cuando la hay está caracterizada por el peleguismo11.
En 1990 la población de la ciudad alcanzó 136.000 habitantes. Los barrios
de la periferia se expandieron descontroladamente y la infraestructura urbana no
consiguió alcanzar la misma medida de este crecimiento. Con la crisis del sector
siderúrgico a fines de los 80, aumentó el desempleo, viviendo la ciudad una cre-
ciente crisis social. Sete Lagoas vive hoy, con sus 391.965 habitantes (IBGE,
2006), con una nueva perspectiva en su economía, diversificando el sector in-
dustrial e invirtiendo en el sector turismo. Crecimiento este que no consigue res-
ponder a la problemática del creciente desempleo común en las sociedades con-
temporáneas afectadas por el proceso de globalización económica. La
desregularización de los derechos laborales y sociales básicos viene afectando di-
rectamente el sector más debilitado de la sociedad, con enormes repercusiones en
los ciudadanos y ciudadanas que atienden a la llamada tercera edad. Concreta-
mente en los barrios periféricos y pobres de la ciudad, la mayor parte de la po-
blación femenina en fase productiva no tiene un trabajo fijo y sobrevive haciendo
pequeñas labores desde la economía informal: lavando ropa, haciendo limpieza en
los domicilios y cobrando por día o por tarea destinando la totalidad de sus pe-
queños ingresos a mejorar el presupuesto familiar. Para trabajar se desplazan ha-
cia el centro de la ciudad. En su hogar se ocupan de la plantación de huertas, la
crianza de pequeños animales domésticos y en pequeños trabajos de artesanía. El
sueldo medio mensual de la población es inferior a sueldo mínimo oficial, que es
415 reales equivalentes a euros. El nivel de paro es alto, por el cierre de las prin-

11 Los supuestos «líderes sindicales» trabajan para los intereses de los empresarios y no representan ni rei-
vindican los derechos de los trabajadores.

245
ROSANA DE MATOS SILVEIRA, MARY LUCIA MARINHO COSTA, VANESSA SÁNCHEZ MALDONADO

cipales industrias y los efectos de esta situación son sentidos por la mayoría de la
población pobre, especialmente las mujeres y niños y niñas y personas mayores.

3.2. Origen y proceso de consolidación del Proyecto


La iniciativa «Grupo Convivencia» surge de la mano de una mujer llamada
Alexandrina Souza Dayrell que, a los 63 años, viuda y madre de 11 hijos (ya ca-
sados) empezó en su propia casa y con mucha dificultad una labor con las muje-
res mayores y pobres que conoció en los barrios periféricos cuando iba a impartir
clases de yoga a las mismas. En 1986, en un pequeño garaje de su casa adaptado
con sencillez y buen gusto, se instaló un comedor de comida lacto vegetariana (el
primero en la ciudad) donde un grupo de mujeres mayores trabajaban en los ser-
vicios más suaves como por ejemplo confeccionar caramelos de miel y en la pre-
paración del condimento12. Muchas de ellas con sus manos afectadas por la ar-
trosis, entre otras actividades, pelaban el ajo para la confección del condimento.
El hecho de pelar el ajo les posibilitaba mover los dedos continuamente y en con-
secuencia, les aliviaba el dolor provocado por la artrosis. Con el aumento de la de-
manda de mujeres mayores y el crecimiento inesperado de mujeres, mayoría que
querían ocupar su tiempo ocioso y aumentar sus medios económicos, en este pe-
queño comedor se creó una pequeña fábrica de condimentos alimenticios. A par-
tir de ahí nació el «Grupo Convivência de la Tercera Edad» como una Asociación,
y en 1990 ya trabajaban cerca de 40 mujeres con edades comprendidas entre los
55 y 86 años. Estas desarrollaban tareas tales como: gestión del pequeño restau-
rante de comida natural atendiendo a la clientela, preparando las comidas, los zu-
mos de frutas. Además confeccionaban caramelos de miel y preparaban el ajo
para hacer el condimento: este sector se destinaba a mujeres que por sufrir limi-
tación física necesitaban de una tarea llevada a cabo con mayor lentitud. Las 40
mujeres comían en el comedor el cual estaba también abierto al público. Después
de pagar a las mujeres sus respectivos sueldos, el dinero sobrante era destinado
para las actividades recreativas y de ocio: gimnasia, clases de yoga, actividades re-
creativas (paseos, fiestas de cumpleaños, etc.).
Es interesante resaltar que el Restaurante Vida Saludable, nació de la necesi-
dad de atender a una demanda de personas en la ciudad preocupadas en adquirir
una alimentación sana. Su origen fue 1988, Doña Dochinha adepta a la comida
natural, fue invitada para preparar un menú natural a un grupo de médicos que
estaban de visita en la ciudad. A partir de esta demanda ya no paró de crecer la de-
manda y nació oficialmente el Restaurante Vida Saludable. Actualmente, además
de atender a la población de Sete Lagoas, es el sustento económico parcial del tra-
bajo social con mayores pobres de las clases populares que acuden a la Sede del
Grupo Convivencia.

12 El condimento («tempero») es un producto fundamental en la comida brasileña y está constituido por


la mezcla de ajo, sal y cebolla triturados conjuntamente.

246
INICIATICVA DE POTENCIACIÓN SOCIOCULTURAL EN UN CONTEXTO DE FEMINIZACIÓN DE LA VEJEZ…

Sin embargo, dado que la producción de una persona mayor suele ser habi-
tualmente pequeña, el Grupo Convivencia contaba con la ayuda financiera de la
comunidad: un grupo de personas colaboraban y colaboran hasta hoy men-
sualmente para garantizar la comida de las mujeres que allí trabajan.
Considerando la creciente demanda de los productos y del número de
mujeres que querían incorporarse al trabajo sumado a las dificultades para se-
guir manteniendo el proyecto por la alta inflación que en este momento atra-
vesaba el país, la Asociación decidió elaborar un Proyecto y enviárselo a Manos
Unidas solicitando apoyo financiero para la ampliación de la fábrica. En 1992,
a través de la financiación de Manos Unidas, se han adquirido dos terrenos en
el barrio «Ciudad Industrial» donde se inició la construcción de la Fábrica de
Condimentos13, objeto del proyecto «Vida Mejor». En un barrio donde sólo
las personas jóvenes conseguían trabajo, ahora surgía una ocupación para las
mujeres mayores generando renta y rescatando el sentimiento de valía de las
mujeres mayores.
Es importante destacar que, como asociación se han movilizado para hacer
frente en muchos momentos a diversas situaciones de falta de apoyo de las auto-
ridades locales por defender sus derechos como mujeres, la autonomía y libertad
de expresión política. Han conseguido entre otras cosas el transporte gratuito
para las personas mayores de la ciudad lo que ha sido un logro muy importante.
En septiembre de 1993, nace una nueva alternativa: La cáscara del ajo (utilizado
en el condimento) empieza a ser aprovechada para fabricar papel reciclado, usado
en la confección de tarjetas, sobres y cajas para regalo. En esta pequeña fábrica se
está produciendo 20 kilos al mes, o sea 500 folios14.
En el 2000, el Grupo Convivencia presentó su proyecto a empresarios lo-
cales, siderurgias y representantes del poder público. En colaboración con al-
gunas entidades, viabilizaron la construcción de una sede propia como punto de
encuentro y de capacitación donde funcionan cursos y diversos talleres de arte-
sanía. En el 2006, por las serias dificultades de comercialización viable del pro-
ducto, el Grupo decidió transformar la fábrica de condimentos en una Unidad
de Papel Artesanal.
En este mismo año, al completar sus 20 años de trabajo, el Grupo Convi-
vencia trajo una nueva propuesta: «Ensinar a Envelhecer». Se trata de un proyecto
que fortalece la asociación como espacio de educación para el envejecimiento ac-
tivo y se traduce en la capacitación para mujeres mayores en situación de exclu-
sión social, y que buscará promocionar su independencia y autonomía además de
estimular su participación social. Es un proyecto de vanguardia y en consonancia
con las más recientes investigaciones en Gerontología. Con esta nueva iniciativa
el Grupo Convivencia renueva su compromiso de dos décadas con la promoción
humanitaria de las mujeres mayores de Sete Lagoas.

13 En la actualidad funciona la Unidad de Papel Reciclado por haber mayor salida comercial que el con-
dimento.
14 Cinco kilos de papel artesanal equivalen a un árbol. Cada mes se evita la tala de cuatro árboles.

247
ROSANA DE MATOS SILVEIRA, MARY LUCIA MARINHO COSTA, VANESSA SÁNCHEZ MALDONADO

3.3. Colaboración de la Universidad de Granada desde la perspectiva


socioeducativa-laboral
En 2004/05 la Universidad de Granada a través del CICODE (Centro de
Iniciativas de Cooperación al Desarrollo) financió por mediación de la Asociación
Trabajadores/as Sociales Sin Fronteras15 de Granada un proyecto demandado por
las mujeres del Grupo Convivencia y denominado «Capacitación educativa-labo-
ral para el colectivo de mujeres en situación de exclusión y comunidad». Tenía como
objetivo responder a la necesidad de las mujeres beneficiarias de la Asociación
«Grupo Convivencia» y a la comunidad de la ciudad de Sete Lagoas, con una for-
mación y capacitación integrales, de cara a posibilitar una mejora en su calidad de
vida. Pretendía así, ofrecer alternativas de trabajo a aquellas mujeres con insufi-
cientes recursos económicos, con un bajo nivel educativo y con dificultades de ac-
ceso al mercado laboral, dando prioridad a las de la tercera edad.
Los objetivos planteados iban dirigidos tanto a las mujeres carentes de recur-
sos, como a otras personas de la comunidad en materia de cualificación en temas
tan concretos como es el tercer sector y la alimentación saludable, siendo:
— Mejorar la calidad de vida de las mujeres a través de la formación y orien-
tación laboral.
— Reforzar y crear lazos afectivos y de solidaridad entre las mujeres, creando
un espacio de reunión que favorezca el diálogo.
— Formar a personal relacionado con entidades sin ánimo de lucro, en ma-
teria de tercer sector en metodologías y técnicas de gestión específicas para este
«tercer sector», ayudando así a mejorar su intervención social.
— Fomentar hábitos saludables a través de la alimentación.
Todos y cada uno de estos objetivos han influido en todas las personas parti-
cipantes de los cursos, independientemente de pertenecer o no al grupo al que se
dirige cada curso. Los 4 talleres desarrollados fueron: Taller de Formación y ca-
pacitación de agentes voluntarios que trabajan en el sector de la exclusión social;
Taller de prevención «Alimentación Saludable»; Taller Reutilizar: reciclaje de ro-
pas y Taller de reciclaje de tejidos de lycra para la confección de alfombras, tape-
tes y bolsos.
La evaluación del proyecto, realizada in situ por una participante de TSSF
llegó a las siguientes reflexiones: «Respecto a las beneficiarias y beneficiarios de los
talleres, cabe destacar la alta participación y el interés mostrado. Señalar que el he-
cho de que los talleres fueran dirigidos a perfiles diferentes, conllevó a resultados
y sentimientos entre los participantes de diferente índole. En los talleres destina-
dos a las mujeres, las alumnas destacaban en una evaluación grupal que a parte de
proporcionarles formación, representó para ellas un lugar de comunicación y ali-
vio respecto a sus problemas personales. A diferencia del segundo taller (capaci-
tación de personal para el tercer sector) del que derivó la creación de una Red de
Personal del Tercer Sector de ayuda y asesoramiento a otras entidades sin ánimo de

15 www.redasociativa.org/tssf

248
INICIATICVA DE POTENCIACIÓN SOCIOCULTURAL EN UN CONTEXTO DE FEMINIZACIÓN DE LA VEJEZ…

lucro de la ciudad, reuniéndose periódicamente en la sede de Grupo Conviven-


cia para su desarrollo.

3.4. Situación actual.


Actualmente el trabajo de la Asociación consiste en el desarrollo de las si-
guientes actividades:

• En el Restaurante «Vida Mejor», las mujeres trabajan en la preparación de


las comidas para sí mismas y para los clientes y en la atención del restau-
rante. Es un sitio típico dado que ofrece alimentos sin grasa y usa soja en la
composición de sus tablas de nutrición, optando por los alimentos natura-
les, gran variedad de legumbres y jugos tropicales. Se vive un ambiente aco-
gedor y familiar.
• En la producción de los caramelos de miel, las mujeres confeccionan los
mismos, preparándolos manualmente uno por uno y los envuelven para su
comercialización. Están disponibles para el comercio, caramelos distintos:
miel y jengibre, miel y própolis, miel con limón. Hay una gran diferencia
entre los caramelos de la industria, pues son fabricados desde una receta ca-
sera, de textura más blanda y son especiales y muy sabrosos.
• En artesanía, son producidos «paños de plato» (paños utilizados en la co-
cina hechos con bonitos encajes) y «muñecas de paño» que son vendidos en
los supermercados o a particulares por las propias mujeres. El trabajo es co-
ordinado por una mujer voluntaria, que les enseña a las mujeres del Grupo
Convivencia el arte de hacerlos.
• En el Taller del tapete «Dona Dochinha», confección de alfombras, tapetes
de pared, bolsos con sobras de telas, etc., la producción es comercializada en
la ciudad de Sete Lagoas y Belo Horizonte (capital del Estado) donde se ex-
ponen los trabajos.
• En la unidad de papel reciclado, son utilizados restos de papeles donados
por papelerías e imprentas locales, además de la cáscara de ajo y cebolla, cás-
cara de plátanos, flor de buganvilla, etc. Es importante resaltar que esta pe-
queña fábrica, además de reintegrar y promocionar a las mujeres que allí
trabajan, también contribuye para la preservación del medio ambiente.
• El objetivo-esencia del Grupo Convivencia es, además de la capacitación la-
boral, poder reunir a las mujeres de forma periódica para el intercambio de
experiencias (para compartir y divertirse juntas). También se ofrecen las ac-
tividades de Yoga y Baile «Senior»16, además de la atención voluntaria de di-
ferentes terapeutas (psicóloga, médico, dentista, etc.) lo que proporciona
una atención integral física y mental para todas.
16 Es un baile realizado por las mujeres de forma semanal en la Asociación con coreografía adaptada a la
edad de cada una. Las mujeres ya mayores por ejemplo, sentadas en las sillas y al ritmo de las músicas «bailan»
moviéndose de manera articulada las diferentes partes del cuerpo.

249
ROSANA DE MATOS SILVEIRA, MARY LUCIA MARINHO COSTA, VANESSA SÁNCHEZ MALDONADO

A MODO DE CONCLUSIÓN
Es una realidad el fenómeno de la feminización de la vejez en Brasil. Para Libe-
ralesso (2007) la mayoría de los hombres están casados y existe mucha más viudedad
entre las mujeres que entre los hombres además de existir más mujeres que hombres
mayores. Mujeres éstas que son más pobres, menos escolarizadas y más enfermas y so-
litarias que los hombres, configurando lo que la literatura de gerontología llama de
proceso de feminización de la vejez. Este fenómeno es visible en Brasil, en América
Latina y en todo el mundo. Una feminización reconocida como una fuerte demanda
para las políticas de salud y protección social y una candente cuestión de justicia so-
cial y por tanto de derechos sociales de las mujeres, puesto que se trata de retribución
de contribuciones que las mujeres ofrecieran y ofrecen a la sociedad.
En este sentido nos parece interesante terminar con la reflexión de Camaracho
(2003) al presentar los resultados de un trabajo de investigación denominado «Mu-
jer mayor: ¿soporte familiar o agente de cambio?» . En él se destaca la cuestión de la
vejez brasileña, desde la perspectiva de la heterogeneidad de la experiencia del en-
vejecimiento femenino. Analiza los cambios en las condiciones de vida de las mu-
jeres mayores brasileñas en el período comprendido entre 1980 y 2000, teniendo en
cuenta los diferenciales étnicos, la inserción de la mujer mayor en la familia y en la
sociedad debatiendo acerca de la relación entre envejecimiento, dependencia y po-
líticas sociales, considerando las variables salud, renta, participación en la actividad
económica y condiciones familiares. Según la citada autora, no hace mucho, en
Brasil, el hecho de ser mayor traía en sí pobreza y aislamiento. Un gran cambio cua-
litativo ocurrido en los últimos 25 años se traduce en que para una gran mayoría de
personas el hecho de llegar a fin de la vida activa y a la viudedad ha podido signifi-
car una nueva fase en el ciclo vital. La universalización de la Seguridad Social y la
mejoría de las condiciones de salud trajeron una reconceptualización del curso de la
vida. La última fase de la vida ha dejado de ser residual y vivida por una minoría
para ser una fase de duración hasta mayor que la infancia y la adolescencia. Es de-
cir, las mujeres mayores brasileñas de hoy empiezan a asumir papeles no esperados,
tornándose también importantes agentes de cambio social.
Por eso defendemos la importancia de que se asuma, desde las políticas públi-
cas, el fenómeno de la feminización de la vejez en Brasil como un hecho que re-
quiere respuestas contundentes y eficaces de cara a impulsar, apoyar y/o visibilizar
iniciativas potenciadoras de autonomía como la del Grupo Convivencia. Iniciativas
socio-culturales, económicas y de ocio avance y buenas prácticas que luchan por el
reconocimiento de un colectivo tradicionalmente invisible y poco valorado en la so-
ciedad brasileña. Y, así, de esta manera, poder visibilizar experiencias creativas de
mujeres resilientes17 que siguen escribiendo con su protagonismo lecciones desti-

17 Resiliencia es un término oriundo de la ingeniería y de la física que definen la propiedad de un cuerpo


físico/materia de superar una presión impuesta sobre él, volviendo a su estado original sin ser alterado. Por ana-
logía, es utilizado para definir la capacidad humana de pasar por experiencias adversas sin prejuicios de su de-
sarrollo: personas que soportan tremendas fuerzas de cambio, aprenden durante el proceso de transformación
y siéntense preparadas para enfrentar las diversidades.

250
INICIATICVA DE POTENCIACIÓN SOCIOCULTURAL EN UN CONTEXTO DE FEMINIZACIÓN DE LA VEJEZ…

nadas a un todavía joven Brasil y en sus 500 años de historia: que los beneficios
advenidos puedan ser compartidos entre todos y todas.

BIBLIOGRAFÍA
CAMARACHO, Ana Amélia (2003): Mulheres idosas: suporte familiar ou
agente de mudança? Revista Estudos Avançados, vol.7, nº 49, São Paulo.
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da estrutura etária da população brasileira na primeira metade do século XXI. Cen-
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GARRIDO, R.y MENEZES, P. (2002): O Brasil está envelhecendo: boas e más
notícias por uma perspectiva epidemiológica. Revista Brasileira de Psiquiatria,vol.
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VERAS R., RAMOS L., KALACHE A. (1987): Crescimento da população
idosa no Brasil: transformações e conseqüências na sociedade. Rev. Saúde Pública,
21:225.

251
DESARROLLO SOCIOCULTURAL DE LAS
MUJERES, NIÑAS Y NIÑOS EN LA
PROVINCIA DE DOUKKALA-ABDA.
(MARRUECOS)1
Najat Naber
Profesora de Biología en la
Universidad de El-Jadida hasta
2005. Miembro activo de la
ONGD Assanaa.

1. INTRODUCCIÓN
Es evidente que cualquier inversión en capital humano es condición necesaria
para que la población pueda participar, con su esfuerzo, en mejorar su producción,
en su desarrollo y en la creación de riqueza. La educación y la alfabetización están
reconocidas universalmente como la llave principal del desarrollo económico de los
países y por tanto, para la mejora de las condiciones sociales de sus habitantes. El
aprendizaje de la escritura y de la lectura es un proceso cognoscitivo indispensable
para la integración de los individuos en su entorno socioeconómico.
Los efectos positivos de la educación y de la alfabetización en la sociedad en ge-
neral, y sobre la mujer y las niñas, en particular, se ponen de manifiesto en el plano
social mediante la mejora en la demografía de la mortalidad materna e infantil, de la
salud y en la formación de los niños. En el marco económico, a la vista de la nueva
coyuntura en este terreno, la globalización, la competitividad, la formación y el de-
sarrollo de proyectos se encuentran ampliamente hipotecados por el analfabetismo.

2. SITUACIÓN DEL ANALFABETISMO EN MARRUECOS


Según datos oficiales del periodo 1997-2003 sobre la alfabetización de adul-
tos en Marruecos, si bien se aprecia una sensible disminución de la tasa de anal-
fabetismo en estas últimas cuatro décadas, ésta aún se mantiene elevada, y un
1 Traducción a cargo de Ignacio Arias.

253
NAJAT NABER

48% de la población de 10 años en adelante, es analfabeta (1). Esta tasa marca di-
ferencias según el sexo, los lugares de residencia y la actividad:

— el 67% de la población rural es analfabeta frente al 34% de la población


urbana.
— el 62% de las mujeres son analfabetas frente al 34% de los hombres
— el 52% de la población activa es analfabeta, con variaciones según el sec-
tor de actividad:
— 75% de analfabetos en el sector primario
— 45% de analfabetos en el sector secundario
— 31% en el sector terciario

En 1997 Marruecos registró una tasa de analfabetismo, en el medio rural,


alarmante. Mas de 8 mujeres sobre diez eran analfabetas y mas del 40% de las ni-
ñas entre 8 y 16 años estaban sin escolarizar (2).
La primera campaña Nacional de Alfabetización tuvo lugar en 1956 y afectó
a un millón de ciudadanos y ciudadanas. Entre 1960 y 1980 se aumentó una me-
dia del 8% de alfabetización por decenio, esta pequeña media pone de manifiesto
un desequilibrio entre los escasos medios dedicados al desarrollo demográfico y a
la falta de infraestructuras (carreteras, escuelas y cuadros docentes). En 1990 el
Rey hizo una llamada a la nación para la participación en la lucha contra el anal-
fabetismo. A partir de esta fecha se organizó anualmente una campaña de alfabe-
tización de cara a la población de más de 15 años. De forma paralela a estas dis-
posiciones, se crearon unas nuevas estructuras estatales siendo las principales la
Secretaría de Estado dependiente del Ministerio de Educación Nacional y la de la
Juventud Encargada de la Alfabetización y la Educación Informal creada en 2002.
Según un informe de evaluación sobre las campañas de alfabetización ante-
rior al año 1997, que afectaba a 100.000 beneficiarios anuales, se observó una tasa
de disminución del 70% y un rendimiento que no sobrepasaba el 2% (1).
De acuerdo con esta evaluación, este flojo rendimiento estaba relacionado con
las imperfecciones de la operación acerca del plan de programas, acerca del plan pe-
dagógico y acerca del plan organizativo. Se elaboró una nueva estrategia Nacional de
Alfabetización que marcó como uno de los objetivos principales la reducción de la
tasa de analfabetismo al 37% de cara al año 2005 y la reducción de la tasa global de
analfabetismo para la población mayor de 10 años en adelante a menos del 20%
para el año 2010 y la erradicación total de este fenómeno para el año 2015.

3. LA ASOCIACIÓN ASSANAA
Y EL PROYECTO DE ALFABETIZACIÓN EN LAS MUJERES
La asociación Assanaa fue creada en 1999 por un grupo de mujeres militantes,
inicialmente en el campo de los derechos humanos, y que se marcó como objetivo ele-
var el nivel sociocultural y jurídico de las mujeres en la provincia de Doukkala-Abda.

254
DESARROLLO SOCIOCULTURAL DE LAS MUJERES, NIÑAS Y NIÑOS EN LA PROVINCIA DE DOUKKALA…

También, por nuestra parte convencidas de la importancia de la alfabetiza-


ción y de la educación de la población para el desarrollo de la sociedad, nuestra
asociación Assanaa como miembro activo del tejido asociativo en la provincia de
Doukkala, su actividad principal ha girado sobre la alfabetización de la mujer ur-
bana de la ciudad de El Jadida.
La formulación de nuestro proyecto ha traído como consecuencia la identi-
ficación de la necesidad de la alfabetización de las mujeres con problemas socio-
económicos y jurídicos que, directamente o indirectamente se encuentran rela-
cionados con su escaso nivel de alfabetización. Esta identificación se ha puesto de
manifiesto al ponernos en contacto con mujeres expuestas a violencias dentro de
sus trabajos domésticos y a las violaciones de sus derechos cívicos.
Según los datos del Censo Nacional sobre el nivel de vida de las mujeres que tra-
bajan en sus labores dentro del hogar (ENNVM 98-99) (3), el nivel de analfabetismo
en la ciudad de El Jadida y de su región están en unos niveles elevados que superan
la media nacional, a saber 78,6% en el medio rural y el 63,6% en el medio urbano.

3.1. Localización de la zona de estudio


La región escogida para nuestro proyecto es la ciudad de El Jadida y su pro-
vincia que pertenecen a la provincia de Doukkala-Abda que cuenta con
1.800.000 habitantes correspondiente a un 6,9% de la población total. Se divide
en 89 municipalidades de las que 77 son rurales. La densidad media de la pobla-
ción es de 135 habitantes por km2. Es una región, fundamentalmente, de voca-
ción agrícola, con una actividad portuaria de exportación de fosfatos por el gran
puerto de Al Jorf. Sobre el total de centros de salud a escala nacional la provincia
cuenta solamente con un 3% y la actividad principal de los centros se resumen en
programas de vacunación y de planificación familiar. Los servicios hospitalarios
ofrecidos son muy limitados, a saber una cama por cada 5.790 habitantes. Se
viene a sumar a esta situación una infraestructura básica muy pobre (carreteras,
electrificación…) lo que pone aún más inconvenientes a la escolarización de los
niños y sobre todo de las niñas.

3.2. La asociación Assana entre 1999 y 2003


Convencidas como estamos de la importancia de la alfabetización y de la
Educación en el desarrollo del país, la asociación Assana ha desarrollado, en cola-
boración con la Delegación provincial del Ministerio de Educación Nacional, un
sistema a fin de obtener los medios logísticos necesarios. En primer lugar aulas
para la enseñanza dentro de los centros de la Educación Formal. Con gran es-
fuerzo el Ministerio nos concedió la posibilidad de utilizar los locales estatales du-
rante aquellos momentos en los cuales no son utilizados por la educación formal.
En cuanto a los medios financieros para asegurar la enseñanza, hasta el año 2003

255
NAJAT NABER

no hemos podido conseguir ninguna financiación, lo cual nos obligó asegurar los
cursos de alfabetización a titulo gratuito por los miembros de la Asociación.

3.3. La asociación Assana desde 2003 hasta el 2008


Gracias a un acuerdo de investigación entre la Universidad Autónoma de
Madrid (UAM), y la Universidad Chouaib Doukkali, que entre otros acuerdos
permite los intercambios entre profesores universitarios, un miembro docente de
la asociación Assana dio a conocer a la UAM las diferentes actividades de la aso-
ciación y las dificultades que había para lograr los objetivos, como son la alfabe-
tización de las mujeres y la educación de los niños. Gracias a la UAM se elaboró
un proyecto que fue sometido a la Dirección General de Cooperación y Desarro-
llo de la Comunidad de Madrid.

3.4. Objetivos del proyecto:


Dentro del objetivo de este proyecto nos fijamos la contribución a la alfabetiza-
ción de la mujer en la ciudad de El Jadida, así como la educación de los niños y ni-
ñas a través de un programa de educación informal, y dar a las mujeres una posibili-
dad de realizar actividades de formación profesional a fin de mejorar su situación
material.

Ejecución del proyecto:


I-Programa de alfabetización de mujeres
Disposiciones tomadas:
Con el objetivo de asegurar el éxito de esta acción, después de varias reunio-
nes de los miembros de la asociación, tomamos los acuerdos siguientes:
— En colaboración con el Ministerio de Educación Nacional un determi-
nado número de centros fueron concedidos, de acuerdo con las disponi-
bilidad de las aulas durante las tardes, dado que ninguna mujer podría
permitirse el asistir a la escuela por las mañanas.
— El paso siguiente consistió en seleccionar al grupo de profesoras, y no de
profesores, ya que dentro de nuestro contexto cultural el marido podría
negarse a la alfabetización de su mujer si el profesor fuese un hombre.
— Para la elección de las profesoras nos basamos, mayormente, en licencia-
das o bachilleres en paro con el fin también de dar una posibilidad de tra-
bajo a estas jóvenes mujeres que tanta necesidad tienen.
— Gracias a los miembros de la asociación se realizó un trabajo de prepara-
ción pedagógica de los cursos con la colaboración de personas cualifica-
das, a fin de solventar los problemas que se presentan a lo largo de las
campañas nacionales de alfabetización , como por ejemplo trabajar con
un programa apropiado para la escolarización de los niños o con una pe-
dagogía no apropiada para los adultos.

256
DESARROLLO SOCIOCULTURAL DE LAS MUJERES, NIÑAS Y NIÑOS EN LA PROVINCIA DE DOUKKALA…

— Reuniones semanales de formación pedagógica se organizaron de cara a


los profesores.
— Se llevó a cabo una campaña de inscripción por medio de los profesores
visitando puerta a puerta a la mayoría de los barrios de la ciudad de El Ja-
dida, manteniendo cambios de impresiones con las mujeres, para hacer-
las ver la importancia de la alfabetización.
— La primera campaña de alfabetización arrancó en septiembre del 2003 y
aún se mantiene actualmente gracias a este proyecto.

3.5. Resultados del programa de alfabetización 2003/2008


El cuadro 1 muestra un resumen de los resultados de seis años de alfabetiza-
ción. Es de destacar que un total de 982 mujeres han aprovechado los cursos de
alfabetización, realizándose una evaluación continuada mediante controles y exá-
menes de final de curso.
Los resultados anuales son satisfactorios y la tasa de éxito es del 100% en el
transcurso de los seis años del proyecto. Cada final se curso se terminaba con una
fiesta que reune al conjunto de mujeres asistentes a las diversas actividades de la
Asociación.

CUADRO 1
Balance de alfabetización de mujeres 2003/2008

Curso Curso Curso Curso Curso Curso


Total
2002/2003 2003/2004 2004/2005 2005/2006 2006/2007 2007/2008
Número de
1 4 8 6 5 5 29
centros
Número de
mujeres 51 156 249 182 180 164 982
inscritas
Numero de
mujeres con
51 152 244 182 180 164 973
asistencia
regular
% de
mujeres con
100 97,34 97,99 85 100 100 99,08
asistencia
regular
% de
100 100 100 100 100 100
admitidas

257
NAJAT NABER

Simultáneamente con este programa de alfabetización llevado a efecto gra-


cias al proyecto que tiene lugar en los centros fijados por el ministerio de Edu-
cación Nacional, nosotros, los miembros de la asociación, hemos realizado a tí-
tulo gratuito unos cursos de alfabetización en la penitenciaría civil de la ciudad
de El Jadida entre el 2002 y el 2005 (ver cuadro 2). Sin embargo nos vimos
obligados a suspender esta actividad debido a las dificultades encontradas ante
la irregularidad en las asistencias a los cursos debido a las variaciones en la du-
ración de los encarcelamientos que obligaban a que las clases fuesen constante-
mente modificadas.

CUADRO 2
Mujeres de la Penitenciaría Civil asistentes
a los cursos de Alfabetización

Curso 2002-2003 Curso 2003-2004 Curso 2004-2005


Número de mujeres inscritas 27 27 25
Numero de mujeres aprobadas 27 27 25
% de aprobadas 100 100 100

3.6. Estudio del impacto de alfabetización en las mujeres


Con el fin de comprobar el impacto de la alfabetización sobre las mujeres, he-
mos confeccionado una encuesta sobre las 70 mujeres asistentes a los cursos de al-
fabetización y de formación profesional, mientras se preparaba la fiesta de fin de
curso (ver anexo 1: Encuesta).

Fuente de información sobre los cursos de alfabetización


Ante la siguiente pregunta: «¿Cómo se ha enterado usted de la existencia de
los cursos de alfabetización de la Asociación Assana?», hemos querido poner en
evidencia el nivel de popularización que tiene la asociación Assana. Las contesta-
ciones se resumen como sigue (ver cuadro 3). El 51,42% de mujeres se han ente-
rado de los cursos de alfabetización de la asociación mediante amigas, el 18,57%
por mediación de los profesores y el 12,58% mediante los anuncios colocados por
la asociación en lugares públicos.

258
DESARROLLO SOCIOCULTURAL DE LAS MUJERES, NIÑAS Y NIÑOS EN LA PROVINCIA DE DOUKKALA…

CUADRO 3
Fuente de información sobre los cursos de alfabetización

Respuestas Cantidad %
Una amiga 36 51,42
Anuncios de la asociación 9 12,85
Profesores 13 18,57
Vecinos 8 11,42
Antiguo beneficiario 2 2,85
Familia 2 2,85
Total 70

Opinión del entorno social acerca de los cursos de alfabetización


La pregunta realizada era la siguiente: «¿Cuál es la opinión de las personas si-
guientes sobre el hecho de que usted siga los cursos de alfabetización?» Los resulta-
dos del cuadro 4 ponen de manifiesto que el 91,42% de las mujeres que siguen es-
tos cursos lo hacen con el consentimiento de su marido, solamente el 5,71% son
animadas por su marido y el 2,85% se muestran indiferentes o desanimadas.
Estos resultados muestran que hay una toma de conciencia por parte de los
maridos de la importancia de la alfabetización dentro de toda la familia. Los hi-
jos y el entorno familiar parecen tener la misma actitud sobre la alfabetización,
pero los vecinos parecen estar menos favorables a la alfabetización, y por parte de
las mujeres encuestadas las razones de esta actitud son bien la falta de confianza
en ellas mismas por poder aprender o simplemente debido a las dificultades para
poder asistir a la escuela.

CUADRO 4
Opinión del entorno social sobre la alfabetización

Indiferencia o
Respuesta Consentimiento Animadas Total
desánimo
nº % nº % nº %
Opinión del marido 64 91,42 4 5,71 2 2,85 70
Opinión de los hijos e hijas 68 97,14 1 1,42 1 1,42 70
Opinión del entorno familiar 69 98,57 1 1,42 70
Opinión de los vecinos 61 87,14 9 27,14 70

259
NAJAT NABER

Ayuda en los deberes


Con el fin de evaluar el apoyo efectivo del entorno a las mujeres durante su
alfabetización hemos querido conocer la contribución de su entorno en el proceso
del aprendizaje. La pregunta realizada es la siguiente: «¿Existe alguien que os
ayuda, en casa, a resolver vuestros deberes? Los resultados del cuadro 5 indican
que el 34,28% no reciben ninguna ayuda, la misma proporción se dejan ayudar
por sus hijos, siendo la ayuda por parte del marido de un 20%.

CUADRO 5
Contribución de ayuda a los deberes por el entorno social

Respuestas Cantidad %
El marido 14/17 20
Los hijos e hijas 24/70 34,28
Algún miembro de la familia 6/70 8,57
Vecinos 2/70 2,85
Nadie 24/70 34,28

Obstáculos a la alfabetización de las mujeres


Para poder conocer los inconvenientes a la alfabetización y la convicción
de las mujeres para continuar su alfabetización hemos planteado la siguiente
pregunta: «¿Cuáles son las causas de vuestro absentismo a los cursos de alfabe-
tización?» El cuadro 6 resume la frecuencia de las diferentes contestaciones. Se-
gún señalan los resultados las enfermedades o las tareas domésticas, sobre todo
cuando llegan invitados sin avisar previamente –cosa que ocurre frecuente-
mente en nuestra sociedad– son las principales causas del absentismo. Para al-
gunas mujeres de más edad el cuidado de los nietos es muchas veces un in-
conveniente para asistir a la escuela. Un 28,57% de mujeres han demostrado
una fuerte determinación de asistir a la escuela y continuar con su formación.
El 28,57% ha respondido que nada les detiene para asistir a la escuela. Hemos
recogido, con este motivo, entre las varias respuestas el siguiente testimonio:
«Nada me retiene para poder asistir a la escuela, salvo la muerte; que Dios me
perdone por mentir a mis amigas al no recibirlas, ya que no lo comprenderían
si les digo que me voy a la escuela».

260
DESARROLLO SOCIOCULTURAL DE LAS MUJERES, NIÑAS Y NIÑOS EN LA PROVINCIA DE DOUKKALA…

CUADRO 6
Causa del absentismo a los cursos de alfabetización
Respuestas Cantidad %
La enfermedad 22 31,42
Las labores domesticas o los invitados 21 30
Cuidar a los nietos y nietas 4 5,71
La mujer para la cual trabajo en su casa como asistenta 3 4,28
Nada me detiene para ir a la escuela 20 28,57
Total 70

La alfabetización y las futuros deseos de las mujeres


La pregunta que hemos realizado es: ¿Qué nivel de estudios desea alcanzar en
el futuro? Las respuestas del cuadro 7 muestran que la mayoría de las mujeres, el
54%, dan una respuesta bastante vaga sobre sus deseos a propósito del nivel que de-
sean alcanzar y han respondido: «Quiero alcanzar un nivel superior, saber lo más po-
sible hasta entenderlo todo», el 38% de las mujeres eran capaces de formular un de-
seo sobre un nivel preciso que deseaban alcanzar (bachillerato; colegio o primaria).

CUADRO 7
Nivel de estudios deseado para el futuro
Respuestas Cantidad %
Quiero alcanzar un nivel superior, saber lo más posible
34 53,96
y comprenderlo todo
Un nivel de bachillerato 9 14,28
Un nivel de colegio 4 6,34
Tener un certificado de estudios primarios 11 17,46
Hasta que la asociación ya no me acepte 1 1,58
Hasta que me muera 1 1,58
Aprender a leer y escribir 2 3,17
Un nivel que me permita trabajar 1 1,58
Total 63

Opinión del marido acerca de los deseos de su mujer en relación con los
niveles de estudios deseados
La pregunta planteada sobre este tema es: «¿Cuál es la opinión de su marido
acerca del nivel que desea alcanzar?» se trata de conocer la opinión del marido en

261
NAJAT NABER

el campo de la alfabetización de su mujer y también evaluar el nivel de comuni-


cación entre la pareja ante esta experiencia. Los resultados del cuadro 8 demues-
tran que el 19,69% tienen las mismas ambiciones que sus mujeres, el 25,75% de
las mujeres declararon que sus maridos las animan a seguir, lo que supone una co-
municación positiva entre la pareja a propósito de la alfabetización, sin embargo,
el 46,96% de los maridos eran indiferentes a los deseos de sus mujeres.

CUADRO 8
Opinión del marido sobre los deseos de su mujer ante la alfabetización

Respuestas Cantidad %
Desea lo mismo que yo 13 19,69
Me apoya 17 25,75
Quiere que llegue a primaria 1 1,51
Únicamente aprender a leer y a escribir 3 4,54
Está en contra ante el hecho de ir a la escuela 1 1,51
Indiferencia 31 46,96
Total 66

3.7. Mejoras apreciadas a raíz de la alfabetización


A las mujeres se les ha planteado una pregunta directa sobre este tema: «¿Cuá-
les son las mejoras apreciadas en vuestra vida a raíz de la alfabetización?» Las res-
puestas eran testimonios muy expresivos y muy particulares a cada una de ellas y
por lo tanto difíciles de clasificar:

— He aprendido a leer y escribir, leer libros de recetas, noto que mi vida ha cam-
biado, se leer el número del autobús y escribir un número de teléfono.
— Mis ojos se han abierto, se hablar mejor, me comunico mejor, que Dios guarde
a nuestra profesora por los esfuerzos que ha hecho, siento incluso una mejoría
en mi estado de salud.
— He hecho nuevas amigas, me siento más feliz, tengo más ideas, ha cambiado
mi personalidad.
— Además de leer y escribir pudo escribir un número de teléfono, leer el número
del autobús, siento que mi salud ha mejorado.
— He descubierto la vida y la entiendo mejor, me entiendo mejor con mi ma-
rido.
— Puedo leer todos los anuncios por la calle, tengo más confianza en mi misma,
ya no vivo en la rutina, la clase me gusta y me siento feliz al encontrarme con
mi profesora y con mis amigas.

262
DESARROLLO SOCIOCULTURAL DE LAS MUJERES, NIÑAS Y NIÑOS EN LA PROVINCIA DE DOUKKALA…

— Mi vida ha cambiado, deseo dedicarme al deporte.


— No sabía hablar, he aprendido a leer y a contar, he hecho nuevas amigas, es-
toy más contenta.
— Me siento más mujer y que existo, se han abierto mis ojos, me siento feliz de
poder leer los nombres de las teletiendas, de las peluquerías y de todo aquello
que me encuentro por la calle.
— He comenzado a comprender muchas cosas, he conocido muchas cosas he com-
prendido el estado de la familia que antes ignoraba, puedo leer el Corán, mi
vida se ha alegrado, siento que he cambiado, se cómo hacer los primeros auxi-
lios, entiendo mejor las explicaciones del médico.
— Antes no sabía nada, ahora siento más ganas de aprender quiero conocer y en-
tender todo.
— He aprovechado muy bien los cursos, repaso ahora con mis hijos las lecciones,
soy más consciente de muchas cosas que antes desconocía.
— Cada día que pasa me encuentro más motivada en aprender a leer y escribir,
me siento feliz al encontrarme con mis amigas en la escuela y psíquicamente
me encuentro más a gusto conmigo misma.
— Iba con mi sobrino en la moto, he leído la placa de stop, se puso muy con-
tento y yo muy orgullosa, ahora trabajo con mis hijos, en la parada de au-
tobús siempre preguntaba el número del autobús que llegaba, ahora ya lo
puedo leer sola.
— Trabajo en un café, la lectura y la escritura me han ayudado mucho en mi tra-
bajo, gracias a Dios y a Assana.
— Me comporto mejor con mi entorno, se hablar mejor.
— He salido de mi soledad desde que voy a la asociación, este año voy a ir a la
Meca y gracias a la alfabetización podré leer todas las informaciones relativas
a la Meca.
— Se leer los precios en el mercado, puedo componer un número de teléfono, sigo
mejor los programas de televisión, se contar sola, comprendo la enfermedad de
la diabetes, entiendo como es el útero y las enfermedades sexuales, se leer el Co-
rán.
— Siempre me ha gustado leer historias, ahora gracias a mi alfabetización estoy
leyendo la historia de Las mil y una noches, me siento feliz.

4. PROGRAMA DE EDUCACIÓN INFORMAL


EN BENEFICIO DE LAS NIÑAS Y LOS NIÑOS
La asociación ha llevado a cabo un trabajo preliminar de identificación de los
problemas de la educación. Ya que en el medio rural de la provincia de El Jadida
el 34% de los niños en edad de escolarización no van a la escuela. Las condicio-
nes socioeconómicas son primordialmente las causas de su bajo índice de escola-
rización. Además, el medio rural de la provincia mantiene aún una escasa infra-
estructura que dificulta el desplazamiento de los alumnos. Existe una importante

263
NAJAT NABER

carencia de carreteras y transporte, con lo que el alumnado se ve obligado a reco-


rrer kilómetros para asistir a la escuela durante el invierno. Evidentemente, este
problema, expone a las niñas a provocar su ruptura de la escolarización, por los
peligros que corren camino de la escuela. A este problema se añade la carencia de
medios, que el padre de familia debe asumir, tal como la compra de libros y ac-
cesorios escolares. Durante nuestra prospección en la región de Doukkala, pusi-
mos en evidencia otro parámetro que actúa en el mismo sentido: la necesidad que
el padre tiene de mano de obra agrícola, que encuentra entre su familia, tanto en-
tre los chicos para los trabajos en el campo, para la búsqueda de agua en lugares
bastante lejanos, como para el pastoreo, o entre las niñas para las labores domés-
ticas o para ocuparse de sus hermanos o hermanas más pequeños.

4.1. Acuerdos tomados


Las disposiciones tomadas para poder arrancar con este programa han con-
sistido en:

— En primer lugar, un estudio de las necesidades en materia de educación en


el medio rural, que hemos llevado a cabo mediante prospecciones sobre el
terreno y mediante charlas con la población rural centrándonos en aque-
llos centros cuya densidad de población es más elevada y donde el centro
se encuentra próximo a los douars1 colindantes.
— En colaboración con el Ministerio de Educación Nacional hemos podido
conseguir aulas libres en los centros escogidos.
— También la selección del profesorado ha seguido unos criterios como es
seleccionar entre jóvenes licenciados en paro que vivan en el lugar en el
que se encuentra el centro escogido para procurar la confianza de los pa-
dres y madres al inscribir al alumnado y sobre todo a las niñas.
— Se han organizado cursos de formación pedagógica para beneficio del pro-
fesorado con el fin de enseñarles técnicas de enseñanza y comunicación
con el alumnado.
— Igualmente, ha sido el profesorado el encargado de la inscripción del
alumnado, tarea nada sencilla la de convencer a los padres y madres para
que vuelvan sus hijos e hijas a la escuela o el inscribirles por primera vez,
sabiendo que han sobrepasado con frecuencia la edad oficial de inscrip-
ción en la escuela.
— Los cursos comenzaron desde el mes de septiembre del 2003 hasta el
curso escolar 2007/2008.

1 Dovar: división rural administrativa del Magreb (nota del traductor).

264
DESARROLLO SOCIOCULTURAL DE LAS MUJERES, NIÑAS Y NIÑOS EN LA PROVINCIA DE DOUKKALA…

4.2. Resultado del programa de educación informal 2003 /2008


Las profesoras y profesores han disfrutado regularmente de un contrato y de
una formación pedagógica, a lo largo de todos los cursos. También y simultánea-
mente realizaban visitas pedagógicas a los centros organizadas por los miembros
de la asociación con objeto esencialmente de controlar la asistencia de los alum-
nos y sus trabajos escolares, verificar sus cuadernos, asistir a las clases y dar con-
sejos pedagógicos de acuerdo con las materias (cuadro 4).
Según se indica en el cuadro 9 un total de 814 alumnos de 9 a 16 años han
podido disfrutar de los cursos de educación informal y los índices de éxito varían
entre el 70 y el 88% a lo largo de los seis años de estudio. A pesar de las condicio-
nes de precariedad y pobreza los niños inscritos han dado muestras de mucho va-
lor y asiduidad, consiguiendo resultados muy satisfactorios. Hay que señalar que
la seriedad y rigor del profesorado ha sido el factor principal. En efecto, estos últi-
mos, seleccionados al comienzo del proyecto con grandes necesidades de trabajar,
se encontraron poco a poco implicados en un proyecto humanitario en el que ni-
ños y niñas, tan inteligentes como los del medio urbano, no habían podido bene-
ficiarse de su derecho a la alfabetización. Por otro lado, el criterio de selección, en
tanto que miembros del douar, ha tenido mucho que ver en este compromiso, ya
que estos últimos se encontraban frente a niños y niñas que a veces pertenecían a
sus familias. Hemos notado algunas veces una sobrecarga en nuestras clases de
educación informal debido a que el alumnado de educación formal acababa de

CUADRO 9
Resumen del programa de Educación Informal de niños 2003 /2008

Curso Curso Curso Curso Curso Curso


Total
2002/2003 2003/2004 2004/2005 2005/2006 2006/2007 2007/2008
Número de
10 10 4 2 2 2 30
centros
Número de
alumnos 281 259 103 57 54 60 814
inscritos
Número de
alumnos
249 227 92 36 38 43 685
con asisten-
cia regular
Número de
80% 88% 71% 72% 70% 72% 84%
admitidos
Número de
integrados
— 199 148 121 148 99 715
que
continúan

265
NAJAT NABER

terminar sus clases en nuestras aulas, después de haber comprobado la exigencia


de nuestro profesorado.
Conscientes de las condiciones de pobreza que hemos observado en los ni-
ños, niñas y en sus padres y madres, que con frecuencia era la causa principal de
la discontinuidad en la escolarización, hemos previsto en el proyecto seguir a los
niños y niñas integrados en la educación formal. El cuadro 9 muestra los efecti-
vos acumulados de aquel alumnado cuyo seguimiento hemos realizado durante su
escolarización, tanto por sus carteras y accesorios escolares así como por su mé-
todo pedagógico, estando en contacto con sus instructores. Un total de 199 alum-
nos han sido reincorporados a la Educación Formal y este número ha variado de
un año a otro a causa de las dificultades de poder hacer su seguimiento dentro de
las clases. También debido a la disminución del número de centros.
Para poder contribuir a mejorar las condiciones de escolarización de los ni-
ños, hemos organizado campañas de distribución de ropa usada en buen estado,
gracias al trabajo voluntario de personas de la asociación o próximas a ella.

5. PROGRAMA DE FORMACIÓN PROFESIONAL


La enseñanza de corte y confección y bordado
Consecuentes con las solicitudes y las necesidades de la mujeres y jóvenes en
el aprendizaje de corte y confección, tanto tradicional como moderno que le per-
mitiese ser autónomas económicamente, la asociación creó un taller de formación
y enseñanza en su propia sede donde las mujeres y jóvenes pudieron beneficiarse
de estos cursos de formación diariamente de lunes a viernes. Gracias al proyecto
nos hemos podido proveer de un cierto número de máquinas de coser y de bor-
dar así como de todos los complementos necesarios para las aprendices y poder
pagar a las profesoras responsables de esta actividad.
El cuadro 10 da a conocer el número de alumnos de esta actividad durante 4
años.

CUADRO 10
Cantidad de mujeres asistentes a Formación Profesional
Curso 2004/2005 2005/2006 2006/2007 2007/2008
Nº de alumnas 15 22 32 33

Las mujeres asistentes a los cursos de alfabetización han podido también be-
neficiarse de las actividades de la formación profesional una vez por semana; es-
tas actividades han podido darse de manera gratuita gracias a los voluntarios de la
asociación.

266
DESARROLLO SOCIOCULTURAL DE LAS MUJERES, NIÑAS Y NIÑOS EN LA PROVINCIA DE DOUKKALA…

Estudio del impacto de la Formación Profesional en la vida de las personas


asistentes
De nuestra encuesta realizada a las mujeres asistentes a los cursos de alfabeti-
zación hemos sacado algunos testimonios sobre el impacto de esta formación en
las vidas de las mujeres afectadas. La pregunta era: «¿Cuáles son las mejoras nota-
das en vuestra vida debidas a la formación profesional que habéis recibido?» A
continuación reflejamos algunos testimonios:

— He aprendido corte y costura y a bordar a mano y a máquina, en estos cursos


de alfabetización.
— Los cursos de alfabetización me han ayudado a aprender corte confección y a
bordar.
— He hecho amigas que han acabado siendo como hermanas.
— Mi tiempo está más organizado, salgo de mi casa con un objetivo, aprender a
coser.
— Deseo tener un diploma para poder trabajar en una fábrica.
— He aprendido muchas cosas sobre el estatuto familiar que ignoraba.
— Me coso mis vestidos yo sola, he salido de la rutina, he sentido que mi exis-
tencia tiene un sentido.

También hemos hecho la siguiente pregunta: «¿Cuáles son vuestros proyec-


tos cuando hayáis obtenido el diploma de corte y confección y el de bordado?» He
aquí algunas de las respuestas:

— Preparar un proyecto y abrir un taller de costura para comprarme un


automóvil y una casa para ser independiente.
— Hacer un proyecto y ganarme el pan día a día.
— Comprarme una máquina y realizar un pequeño proyecto para unir la costura
tradicional a la costura moderna.
— Obtener un diploma para poder trabajar, quiero ser independiente conómi-
camente de mi padre.

6. OTRAS ACTIVIDADES DE LA ASOCIACIÓN: AYUDA


A MUJERES EN DIFICULTADES
Varias mujeres de la provincia de El Jadida son víctimas de diversas violen-
cias, bien en el seno de sus familias, en la calle o en establecimientos públicos. Son
con frecuencia mujeres analfabetas e incapaces de hacer valer y que se respeten sus
derechos. La asociación Assanaa ha creado un centro de atención a estos proble-
mas de orientación y apoyo jurídico, psicológico y sanitario a las víctimas. El cua-
dro 11 da a conocer durante seis años, la actividad de esta atención. 1.767 muje-
res víctimas de malos tratos corporales, sexuales, jurídicos y económicos, han sido

267
NAJAT NABER

recibidas en nuestra asociación hasta el momento. De hecho hasta el día de hoy


3.107 expedientes han sido abiertos, dado que una misma mujer se encuentra,
muchas veces, implicada en más de un expediente. El cuadro 12 pone de mani-
fiesto los diferentes supuestos de malos tratos a los que se encuentran expuestas las
mujeres. A la vista del número creciente de las víctimas de la violencia, de las pe-
ticiones de ayuda y el seguimiento de los respectivos expedientes (en la policía, en
el hospital, en los juzgados), la asociación ha confiado la tarea de la acogida, es-
cucha, orientación y acompañamiento a una persona dedicada a esta tarea.

CUADRO 11
Número de mujeres asistidas por este servicio
Año 2003 2004 2005 2006 2007 2008 hasta el mes 6º Total
Cantidad 6 133 308 627 469 224 1.767

CUADRO 12
Ayuda a mujeres en dificultades, desde el 2003 hasta el 2007:
Número de expedientes tramitados
Tipo de violencia sufrida Número de expedientes Observaciones
— Pensión alimenticia de los hijos, 505 Violencia económica contra la
hijas y de la madre carente de recursos mujer y los hijos e hijas
— Mujer expulsada del hogar 193
conyugal
— Violación y secuestro 68 Violencia sexual y física
— Expulsión abusiva del trabajo 8 Por razones relativas a agresio-
nes sexuales
— Toda clase de violencias 736 Golpes, secuelas, indelebles
— Violencia con resultado de muerte 6 Homicidios
— Acusación de adulterio 51 Subterfugios para privar a la mu-
jer de los derechos que le perte-
necerían en caso de divorcio
— Diversos casos sociales 113 Violencia basada en el género
— Malos tratos en lugares públicos 7 Violencia en el interior de un
establecimiento público
— Solicitud de divorcio 174 Servicio económico, y psicoló-
gico
— Derecho de custodia 36 Ignorancia completa de derechos
— Consultoría jurídica 181 Ignorancia completa de derechos
TOTAL 2.078

268
DESARROLLO SOCIOCULTURAL DE LAS MUJERES, NIÑAS Y NIÑOS EN LA PROVINCIA DE DOUKKALA…

A MODO DE CONCLUSIÓN
Consideramos que los objetivos que nos hemos fijado dentro del proyecto es-
tán ampliamente cumplidos, a pesar de las dificultades encontradas en su co-
mienzo por darnos a conocer y convencer a los diferentes beneficiarios de la im-
portancia de estas acciones, tanto en lo relativo a la educación informal como a la
alfabetización de mujeres.
A lo largo del proyecto un total de 982 mujeres se han beneficiado del pro-
grama de alfabetización. Hemos enfocado esta acción con una visión global de las
necesidades en materia de educación de la mujer. Por este motivo hemos organi-
zado sesiones de sensibilización sobre los diferentes problemas que afectan diaria-
mente a las mujeres. Estas sesiones sobre educación sanitaria, jurídica, cívica y re-
ligiosa han tenido efectos muy positivos en la emancipación de las mujeres. En
este mismo marco de ideas, la elección de temas para las sesiones de escritura y
lectura siempre han sido hechas de una manera lógica, de forma que siempre res-
pondiesen a necesidades en materia de educación femenina con una pedagogía
adaptada a personas adultas. Como correctamente lo han expresado las mujeres
en nuestras encuestas de estudio del impacto, nuestra asociación ha llegado a ser
un lugar, no solamente para aprender a leer y a escribir sino un lugar de encuen-
tro de las mujeres con sus profesoras y con los miembros de la asociación con los
que ellas han ido creando unas relaciones muy cercanas.
La formación profesional ha ofrecido también a las mujeres una oportunidad
de adquirir unos conocimientos que les permitiese colocarse en un punto de par-
tida relativamente autónomo desde el punto de vista material y con muchos pro-
yectos de futuro. Estas últimas exponen sus obras en las fiestas de final de curso y
en algunas ocasiones la Asociación no ha dudado en organizar exposiciones en las
que puedan vender sus creaciones.
En cuanto a la experiencia de educación informal ha sido esta muy rica ya
que ha permitido la reintegración en el sistema de Educación Formal a un con-
junto de 199 entre alumnos y alumnas que iban a estar privados de la escolariza-
ción por falta de medios. Lo que se oye acerca de nuestros alumnos de educación
informal es muy positivo, nuestro alumnado consigue regularmente terminar sus
estudios gracias a su determinación a estudiar y también gracias a volver a alcan-
zar el nivel que tuvieron antes de pasar a la educación informal. Es necesario se-
ñalar que este hecho ha superado grandes dificultades, entre las cuales una de las
más grandes ha sido convencer a los padres y madres para volver a inscribir a sus
hijos e hijas, después de esa ruptura con la escolarización, a pesar de las promesas
de que correremos con los gastos de los diversos materiales escolares. La necesidad
de mano de obra agrícola es una prioridad, lo cual se nota mucho en los índices
de absentismo durante las estaciones de recolección o de labores agrícolas.
Es importante señalar lo provechoso que resulta para los profesores y profe-
soras la realización de este proyecto. En efecto, varios de entre ellas y ellos han po-
dido casarse y crear un hogar y tener hijos. Como lo ha señalado una de las pro-
fesoras de alfabetización en el transcurso del cobro de su primer salario, en un

269
NAJAT NABER

emocionante testimonio. «Quiero agradecerles el haberme dado la oportunidad de


no tener que pedir dinero a mi marido para poder ir a un baño público».

BIBLIOGRAFÍA
RAPPORT NACIONAL 2003: La Alfabetización de adultos en Marruecos
(bakance del periodo 1997-2003); Conferencia internacional sobre la educación
de adultos (CONFINTEA V). Bangok-Taillande-Septiembre 2003.
SAADI, M.S. La experiencia marroquí en la integración de la mujer en el de-
sarrollo. http: www.codesria.org /Links/conferences/gender/SAADI.pdf
L`Enquête Nacional sur le Niveau de Vie des Ménages (ENNVM 98-99) ;
Anuario estadístico de Marruecos 2003.
ARIAS, S., NABER, N., ZAKI, M. (2007): Redes de mujeres trabajando por
los objetivos de desarrollo del milenio. Un caso práctico: Proyecto de alfabetiza-
ción en Marruecos. Mujeres en un mundo global; XVI Jornadas de Investigación
Interdisciplinaria. Ediciones de la Universidad Autónoma de Madrid; pp. 245-
263.

270
DESARROLLO SOCIOCULTURAL DE LAS MUJERES, NIÑAS Y NIÑOS EN LA PROVINCIA DE DOUKKALA…

ANEXO 1 : CUESTIONARIO
ESTUDIO SOBRE EL IMPACTO DE LA ALFABETIZACIÓN EN LAS MUJERES
Nombre: Edad del marido:
Apellido: Profesión del marido:
Edad: Número de hijos e hijas que trabajan:
Casada-viuda-divorciada-soltera: Casa: en propiedad en alquiler
Número de hijos e hijas: Número de habitaciones:
Número de hijos e hijas escolarizados: Medio de transporte:
Nivel más alto de escolarización: Comunicación: teléfono, fijo, móvil
Internet.
Lavadora, nevera, ducha caliente , ducha fría
Visita al médico: privada, pública
¿Realiza ahorros personales?
— ¿Cómo se ha enterado de la existencia de Assana?
— Opinión del marido sobre los cursos de alfabetización:
— Opinión de los hijos e hijas:
— Opinión del entorno familiar:
— Opinión de los vecinos y vecinas
— ¿Qué mejoras ha notado en su vida con la alfabetización?
— ¿Habla con su marido de lo que aprende en la asociación?
— ¿Qué esperaba de la asociación antes de comenzar los cursos?
— ¿Esperaba aprender otras cosas además de leer, escribir y contar a su llegada a la aso-
ciación
— ¿Hay personas que os ayudan en vuestros deberes en casa?
— ¿Ha sentido alguna influencia de vuestra alfabetización en los siguientes campos?:
* En vuestra salud
* Comunicación (relación con vuestro marido y con vuestros hijos e hijas, com-
portamiento frente a los medios de comunicación, radio, televisión)
* Administración económica de vuestro hogar
*Alimentación
— ¿Qué factores os limitan más para vuestra enseñanza?
— ¿Qué nivel de estudios deseas conseguir?
— ¿Qué opina vuestro marido sobre estas aspiraciones?

271
EL DERECHO A LA INFANCIA: LA
SITUACIÓN DE LAS NIÑAS EN EL
MUNDO. LOGROS Y AVANCES
Esperanza Ochaíta1,
Mª Ángeles Espinosa Bayal2
y Ricardo García3
Instituto universitario UAM-
UNICEF de «Necesidades y
derechos de la infancia y la
adolescencia «(IUNDIA).

1. INTRODUCCIÓN
El propósito de este artículo es ofrecer al lector o lectora un pequeño texto que
resuma la situación desigual que todavía hoy, en el año 2008, cuando faltan tan sólo
siete para la fecha en que han de cumplirse los Objetivos del Desarrollo del Milenio
de Naciones Unidas, tienen la mayor parte de las niñas y las mujeres del mundo. Nos
proponemos, por tanto, denunciar carencias y desigualdades de género que persisten
y menoscaban los derechos de las mujeres y las niñas, pero también poner de mani-
fiesto los logros y avances conseguidos en el avance hacia mayores cotas de igualdad.

2. DISCRIMINACIÓN DE GÉNERO Y OBJETIVOS


DE DESARROLLO DEL MILENIO (ODM)
El objetivo 3, de los 10 que componen los anteriormente señalados Objeti-
vos de Desarrollo del Milenio, es el dedicado al tema que nos ocupa. En concreto

1 Catedrática de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad Autónoma de Madrid. Di-


rectora del Instituto Universitario UAM-UNICEF de «Necesidades y derechos de la infancia y la adolescen-
cia» (IUNDIA). Miembro del Consejo del Instituto Universitario de Estudios de la Mujer de la UAM
(IUEM). Miembro del Patronato de UNICEF, Comité español.
2 Profesora Titular de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad Autónoma de Madrid
(UAM). Secretaria General del Instituto Universitario UAM-UNICEF de «Necesidades y derechos de la in-
fancia y la adolescencia» (IUNDIA). Vicedecana de Investigación Miembro de la Comisión Permanente del
Instituto Universitario de Estudios de la Mujer de la UAM (IUEM).
3 Profesor Asociado del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Pablo Olavide de Sevilla.
Codirector del IUNDIA. Presidente del Comité Andaluz de UNICEF.

273
ESPERANZA OCHAÍTA, Mª ÁNGELES ESPINOSA, RICARDO GARCÍA

se trata de Promover la igualdad entre los géneros y el «empoderamiento» de la mujer


y tiene como meta, eliminar las desigualdades entre los géneros en la educación
primaria y secundaria, preferiblemente para el año 2005, y en todos los niveles
educativos antes del final de 2015 (véase cuadro 1). Ciertamente, el énfasis en los
logros educativos está basado en la evidencia universalmente constatada de que la
educación es la mejor manera de fomentar la autonomía de las mujeres y sus des-
cendientes (Ochaíta y Espinosa 2004 a y b, Save The Children 2008, UNICEF,
2004, 2007 y 2008).
Sin embargo, como es sabido en las situaciones de pobreza extrema y «sub-
desarrollo» que padecen buena parte de los países del Sur, las mujeres y la infan-
cia suelen ser los grupos más perjudicados, por lo que aún en la actualidad, la si-
tuación de las niñas y las mujeres está muy lejos de alcanzar las metas y objetivos
del milenio. Los Organismos Internacionales, como UNICEF, denuncian reite-
radamente esa situación y están desarrollando numerosas actividades para lograr
mejorar las condiciones de vida, la satisfacción de las necesidades básicas de toda
la infancia y la adolescencia –pero especialmente de las niñas– para romper el cír-
culo de la pobreza y lograr el desarrollo de los pueblos y las naciones.
La discriminación de género que sufren las niñas alcanza a todos los aspectos
del desarrollo humano, perpetúa las injusticias y desigualdades y frena la lucha
contra la pobreza y el «subdesarrollo». Por ello, hay que seguir incidiendo en el
cumplimiento de la legislación que protege los derechos de las niñas y de las mu-
jeres, especialmente la Convención de Naciones Unidas sobre los Derechos del
Niño, de 1989, y la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Dis-
criminación contra la Mujer (1979).
Por otra parte, como ha señalado UNICEF en 2007, existe discriminación de
género a lo largo de todo el ciclo vital. En primer lugar, ya antes del nacimiento
las modernas técnicas de detección precoz del sexo biológico permiten que, en los
lugares donde hay preferencias culturales por los varones, exista un aborto selec-
tivo de los fetos de sexo femenino. Aunque no existen pruebas concluyentes que
lo demuestren, el historial de nacimientos y los datos del censo muestran que en
países como China o India, hay una cifra desproporcionada de nacimientos de ni-
ños en comparación con los de niñas. Además hay en el mundo alrededor de 100
millones de mujeres desaparecidas –muchas de ellas niñas– víctimas del infanti-
cidio por razones de género, la malnutrición y abandono. Los problemas de salud
que afectan a los niños pueden ser aún mayores para las niñas. A pesar de que
desde 1990 se había reducido en dos tercios la mortalidad en los niños menores
de cinco años, en 2006 aún morían en el mundo 9,7 millones de niñas y niños
menores de cinco años, lo que aún queda bastante lejos de la consecución del
cuarto objetivo del milenio: reducir esa mortalidad a un máximo de 4 millones en
2015 (UNICEF, 2008).
Posteriormente, en las etapas preescolar, escolar y adolescente, cuando es ne-
cesario satisfacer la necesidad y el derecho a la educación de niños y niñas, éstas
últimas son quienes sufren las mayores desventajas educativas, como se verá en las
páginas siguientes. Pero las adolescentes no sólo son privadas de la educación, sino

274
EL DERECHO A LA INFANCIA: LA SITUACIÓN DE LAS NIÑAS EN EL MUNDO. LOGROS Y AVANCES

CUADRO 1
Objetivo 3: promover la igualdad entre los géneros
y el «empoderamiento» de la mujer
La igualdad entre los géneros es un derecho humano y es esencial para la consecución de los Obje-
tivos de Desarrollo del Milenio. Se trata de un requisito indispensable para superar el hambre, la po-
breza y las enfermedades. Igualdad entre los géneros implica igualdad en todos los niveles de la edu-
cación y en todos los ámbitos de trabajo, el control equitativo de los recursos y una representación
igual en la vida pública y política.
Es crucial lograr la paridad en la educación (en la educación primaria y niveles siguientes) para que
las mujeres participen plenamente en la sociedad y en la economía mundial. Sin embargo en de-
masiados países las niñas quedan rezagadas. Entre los numerosos beneficios de una educación de ca-
lidad se encuentra la seguridad que entraña un empleo remunerado, pero con demasiada frecuencia
las mujeres son relegadas a puestos mal pagados y que no brindan seguridad. Aunque ha aumentado
el porcentaje de mujeres que ocupan empleos remunerados en los sectores no agrícolas, en muchas
regiones siguen representando una pequeña minoría de los trabajadores asalariados, con una repre-
sentación excesiva en el sector informal.
Un elemento clave de la potenciación de la mujer es el ejercicio de un poder de decisión en pie de
igualdad con el hombre en los campos que afectan a su vida (desde la familia a los niveles más altos
de gobierno). Aunque la representación de la mujer en los parlamentos nacionales ha ido aumen-
tando a un ritmo estable desde 1990, las mujeres siguen ocupando tan sólo el 16% de los escaños
en todo el mundo.
Meta: Eliminar las desigualdades entre los géneros en la educación primaria y secundaria, prefe-
riblemente para el año 2005 y en todos los niveles de la educación antes de fines del 2015.
— Las niñas siguen estando rezagadas respecto de los niños en la matriculación escolar.
— Las disparidades de género tienden a aumentar en los niveles más altos de educación.
— Las mujeres ocupan una proporción menor de trabajos remunerados que los hombres.
— Más mujeres que hombres ocupan puestos de poco prestigio.
— Los hombres dominan la adopción de decisiones en los niveles más altos.
Fuente: Naciones Unidas (http://un.org/spanish/millenniumgoals/goal_3.htm)
que, también en mayor medida que los chicos, sufren maltrato, explotación, vio-
lencia y falta de información sobre la salud sexual y reproductiva, incluida la re-
lativa al VIH/SIDA. La mutilación/ablación genital femenina, absolutamente in-
compatible con la salud y la autonomía de las mujeres, se produce principalmente
en países del África subsahariana, Oriente Medio, África del norte y algunas par-
tes del sudeste de Asia. Se calcula que entre las mujeres que están actualmente vi-
vas, más de 130 millones han sufrido esta terrible mutilación. El matrimonio in-
fantil –el que tiene lugar antes de los 18 años–, ha afectado al 36% de las mujeres
que en 2007 tenían entre 20 y 24 años, especialmente en Asia meridional y en el
África subsahariana donde es una costumbre muy arraigada y, por tanto, de difí-
cil modificación. Alrededor de 14 millones de adolescentes entre 15 y 19 años tie-
nen hijos todos los años, lo que en buena parte se derivada de esos matrimonios
prematuros. La maternidad de las niñas, no sólo es nociva para ellas, sino también
para sus propios bebés. Las niñas menores de 15 años tienen cinco veces más pro-
babilidades de morir durante su embarazo que las mujeres mayores de 20 y, si una
madre tiene menos de 18 años, la probabilidad de que su bebé muera en el pri-

275
ESPERANZA OCHAÍTA, Mª ÁNGELES ESPINOSA, RICARDO GARCÍA

mer año es un 60% mayor que cuando ha cumplido los 19. Por otra parte si-
guiendo los datos la Organización Mundial de la Salud que utiliza UNICEF en
su Estado Mundial de la Infancia (EMI) de 2007, 150 millones de niñas y 75 de
niños menores de 18 años sufrieron en 2002 relaciones sexuales forzosas y otras
formas de violencia física y sexual. Finalmente hay que señalar que alrededor de
1,8 millones de niñas y niños están, por diversas razones, atrapados en el comer-
cio sexual.
Las tradiciones culturales y la desinformación dañan la salud sexual de las
adolescentes. En el año 2005 había en el mundo 30 millones de personas con
VIH, de las que alrededor de la mitad eran mujeres; pero además en zonas como
África y el Caribe las jóvenes de edades comprendidas entre los 15 y los 24 años
son seis veces más propensas a infectarse que los jóvenes de su misma edad por dos
razones fundamentales. La primera de índole fisiológica hace que las mujeres ten-
gan el doble de probabilidades que los hombres de infectarse con el VIH durante
el acto sexual; la segunda es de índole social y cultural: el analfabetismo y las ca-
rencias educativas hacen que muchas mujeres en el mundo carezcan de informa-
ción sobre el VHI/SIDA y, cuando la tienen, su desigualdad respecto a los hom-
bres no les permite en modo algunos negociar las condiciones de su relación
sexual. Y este gran problema del VIH/SIDA es transmitido también de las ado-
lescentes a sus hijos e hijas que pueden infectarse durante el embarazo, el parto o
la lactancia, de tal manera que en 2005 más de 2 millones de niñas y niños de 14
o menos años vivían con el VIH.
En la etapa de la maternidad y en la edad madura de las mujeres se combi-
nan los efectos perniciosos de la pobreza y la desigualdad. Más de medio millón
de mujeres mueren al año a consecuencia de complicaciones en el embarazo y en
el parto y ello sucede en el 99% de los casos en los países en desarrollo y más del
90% en África y Asia. Así, una de cada 16 mujeres de África Subsahariana morirá
como consecuencia del embarazo y el parto, mientras que en los países industria-
lizados sólo lo hará una de 4.000. Esto plantea asimismo graves problemas para
la infancia de estas zonas ya que los recién nacidos huérfanos tienen de 3 a 10 ve-
ces más posibilidades de morir que aquellos que no lo están. La tabla 1 muestra
la situación de las mujeres en las distintas regiones del mundo, esperanza de vida,
utilización de anticonceptivos y atención prenatal y en los partos.
Por último, las mujeres en la vejez sufren una doble discriminación de género
y de edad. Dado que suelen vivir más que los hombres, que en muchos casos ca-
recen del control de los recursos económicos y que en general, las leyes no les per-
miten heredar o tener propiedades, pueden estar sumidas en graves niveles de po-
breza en la última etapa de su vida. Sin embargo, el papel de las abuelas es muy
importante en las familias, tanto por su experiencia en todo lo relativo a la salud
materno-infantil, como por asumir el cuidado de los nietos cuando las madres tra-
bajan o cuando mueren precozmente en el parto o enfermedades como el
VIH/SIDA.
A continuación vamos a repasar, de forma resumida, los principales proble-
mas que tienen las niñas y las mujeres en el mundo, haciendo especial énfasis en

276
EL DERECHO A LA INFANCIA: LA SITUACIÓN DE LAS NIÑAS EN EL MUNDO. LOGROS Y AVANCES

TABLA 1
Salud reproductiva y sexual de las mujeres en las distintas regiones
del mundo (UNICEF, 2008)

Esperanza de vida Prevalencia de Tasa de cobertura Partos atendidos


REGIONES mujeres respecto anticonceptivos % atención prenatal personal cualifi-
% hombres, 2006 2000-2006 % 2000-2006 cado % 2000-2006
África
104 23 69 43
subsahariana
África Oriental
104 30 71 40
y meridional
África occidental
104 17 67 46
y central
África del norte
105 55 72 79
y Oriente Medio
Asia meridional 104 53 65 41
Asia Oriental y
106 79 89 87
Pacífico
América Latina y
109 70 94 –
el Caribe
EC/CEI 115 63 90 95
Países
108 – – 99
industrializados
Países en
105 61 75 59
desarrollo
Países menos
105 30 61 38
adelantados
MUNDO 106 61 75 63

las metas Naciones Unidas para el 2015, esto es: los logros y retos educativos, la
situación en el hogar, en el trabajo, en la política y en la gestión pública.

3. LA EDUCACIÓN DE LAS NIÑAS


Una de las necesidades fundamentales y, por tanto, de los derechos más cla-
ros que tienen niños y niñas es la educación4 tal como se reconoce también en el
Objetivo 2 del Naciones Unidas para el 2015: lograr la educación primaria uni-
versal. Como también han dicho en otras ocasiones las autoras de este capítulo, la
4 Los artículos 28 y 29 de la Convención de Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño (1989), re-
conocen de manera explícita el compromiso de la comunidad internacional para garantizar el derecho a la edu-
cación de todas las niñas y niños.

277
ESPERANZA OCHAÍTA, Mª ÁNGELES ESPINOSA, RICARDO GARCÍA

educación de las mujeres es un factor decisivo a la hora de alcanzar su propia au-


tonomía, fomentar el desarrollo de los pueblos y las naciones y romper el círculo
vicioso de la pobreza (Ochaíta y Espinosa 2004 y 2005). Las mujeres educadas
cuidan mejor de su propia salud y de la de sus hijos e hijas, tienen mayores faci-
lidades para tener un empleo remunerado y trasmiten a su descendencia las ideas
de igualdad entre mujeres y hombres.

TABLA 2
Resumen de la situación de la educación de las niñas y los niños en las
diferentes regiones del mundo 1997/2000 (UNICEF 2004)5
% de
Tasa neta
Tasa neta de alumnado de escolarización Tasa neta de
REGIONES escolarización Tasa neta de enseñanza asistencia
asistencia a la enseñanza
enseñanza primaria que secundaria escuela
primaria escuela primaria alcanza el 5º secundaria
(bruta)
grado

hombre mujer hombre mujer Datos admi- hombre mujer hombre mujer
nistrativos
África
63 58 58 54 65 29 23 – –
subsahariana
África oriental
– – – – – – –
y meridional
África
occidental y – – – – – –
central
África
septentrional y 83 75 82 74 93 68 62 – –
Oriente Medio
Asia meridional 80 65 76 68 66 53 39 – –
Asia oriental y
93 92 – – 94 65 61 – –
Pacífico
América Latina
96 94 91 91 77 82 87 – –
y el Caribe
EC/CEI y
Estados 88 84 79 76 – 81 78 – –
Bálticos
Países
96 97 – – – 105 108 – –
industrializados
Países en
84 77 74 70 79 59 52 – –
desarrollo
Países menos
67 67 58 53 66 30 25 – –
adelantados
MUNDO 85 79 74 79 80 65 59 – –

5 UNICEF, 2004, página 121.

278
EL DERECHO A LA INFANCIA: LA SITUACIÓN DE LAS NIÑAS EN EL MUNDO. LOGROS Y AVANCES

La educación de las niñas ha aumentado de forma espectacular en muchas re-


giones y más de 90 países en desarrollo van camino de obtener la paridad entre los
géneros en educación primaria, aunque esto sólo será en 2015, 10 años después
de lo que inicialmente marcaba la comunidad internacional. Como puede verse
incluso cuando se comparan las tablas 2 y 3, entre los periodos comprendidos en-
tre 1997/2000 y 2000/2006, la situación en educación primaria en la mayor parte

TABLA 3
Resumen de la situación de la educación de las niñas y los niños en las
diferentes regiones del mundo 2000/2006 (UNICEF 2008)6
% de
Tasa neta de alumnado de Tasa neta Tasa neta de
Tasa neta de
REGIONES escolarización enseñanza escolarización asistencia
enseñanza asistencia a la primaria que enseñanza escuela
escuela primaria
primaria alcanza el 5º secundaria secundaria
grado

hombre mujer hombre mujer Datos admi- hombre mujer hombre mujer
nistrativos
África
75 70 64 60 70 37 30 25 22
subsahariana
África oriental
83 81 66 67 69 41 35 20 19
y meridional
África
occidental y 68 59 62 55 71 34 25 30 25
central
África del norte
y Oriente 86 81 89 86 88 74 68 54 52
Medio
Asia meridional 90 83 81 79 72 56 46 55 50
Asia oriental y
98 97 91 92 84 72 72 60 63
Pacífico
América Latina
95 94 90 91 85 85 92 – –
y el Caribe
EC/CEI 91 89 93 91 97 90 86 80 78
Países
95 96 – – – 102 103 – –
industrializados
Países en
90 85 80 78 77 63 59 50 46
desarrollo
Países menos
80 75 65 63 67 36 29 26 24
adelantados
MUNDO 91 87 80 78 78 68 64 50 47

6 UNICEF, 2008, página 133.

279
ESPERANZA OCHAÍTA, Mª ÁNGELES ESPINOSA, RICARDO GARCÍA

de las regiones del mundo ha mejorado notablemente, especialmente para las ni-
ñas. Como señala el EMI de 2007, las diversas conferencias mundiales que ter-
minaron en 1995 con la Declaración y la Plataforma de Acción de Beijing, así
como la ratificación en septiembre de 2006, de la Convención para la eliminación
de todas las formas de discriminación contra la mujer un total de 184 países, han
dejado establecido la importancia de conseguir la autonomía de las mujeres para
lo cual, como ya se ha dicho, es imprescindible la educación.
Si se comparan las tablas 3 y 4 puede comprobarse que la tasa de escolariza-
ción en la escuela primaria ha aumentado muy notablemente en el África subsa-
hariana tanto para los niños como para las niñas, aunque los porcentajes de esco-
larización de las segundas sigan siendo más bajas que las de sus compañeros.
También ha crecido la asistencia real de chicos y chicas a las escuelas de primaria,
aunque todavía se sitúe en cotas bajas (64% los primeros y 60% las segundas. Au-
mentos importantes se han conseguido en Asia Meridional, especialmente para las
niñas, con un porcentaje de 83% de mujeres escolarizadas en 2000/2006 frente
al 65% del 1997/2000. Si consideramos el total de los países del mundo, el in-
cremento de la escolarización y de la asistencia es muy notable, aunque práctica-
mente siempre los porcentajes de niñas sean más bajos que los de los niños.
Cuando analizamos los datos correspondientes a la etapa de escolarización se-
cundaria la situación es diferente. Son todavía muy pocos los y las adolescentes
matriculados en la escuela secundaria en las diferentes zonas de África, especial-
mente en la región subsahariana y aún menos los que asisten regularmente a esa
escuela. En Asía Meridional ha aumentado, especialmente la matriculación de las
chicas, aunque solo asistan a los centros el 50% de las alumnas. Considerando el
total de los países en desarrollo también han aumentado los porcentajes de ma-
trícula del 59% al 63% para los chicos y del 52% al 59% para las chicas, aunque
las tasas de asistencia de estas últimas no llega al 50% (46%). Los datos son aún
peores para los países menos adelantados, que apenas han aumentado respecto a
1997/2000 las tasas de escolarización y asistencia a la educación secundaria, de tal
manera que tan sólo el 26% de los adolescentes varones y el 24% de las mujeres
asisten regularmente a la escuela.
En consecuencia, aunque son importantes los logros en la consecución de los
Objetivos del Milenio en lo que se refiere a la universalidad de la educación pri-
maria, todavía queda mucho terreno por recorrer para lograr que los chicos y es-
pecialmente las chicas consigan obtener los niveles educativos correspondientes a
la etapa secundaria. Y sin embargo los avances educativos son imprescindibles
para el progreso de los pueblos y las naciones, para lograr romper el círculo vicioso
de la pobreza, la exclusión social y las carencias educativas.
El lado opuesto de la educación lo constituye el trabajo infantil. Según esti-
maciones recientes de la Organización Internacional del Trabajo (OIT, 2008)
existen en el mundo de 218 millones de niñas y niños trabajadores, lo que supone
que uno de cada siete niños trabaja. A pesar de lo anterior, la OIT señala que ha
descendido en el último decenio en un 11%. Del total de niños y niñas que rea-
lizan trabajo infantil hay un porcentaje algo mayor de niños que de niñas. En con-

280
EL DERECHO A LA INFANCIA: LA SITUACIÓN DE LAS NIÑAS EN EL MUNDO. LOGROS Y AVANCES

creto, de acuerdo con los datos que periódicamente publica el IPEC7como parte
del cumplimiento del Convenio 182 y la Recomendación 190, más del 56% de
los niños de 10 a 14 años que trabajan son varones. Sin embargo, la misma enti-
dad señala que existen indicadores suficientes como para poder afirmar que hay
un mayor porcentaje de niñas que realizan trabajos invisibles, peligrosos y explo-
tadores, muy difíciles de reflejar en las estadísticas. Los Organismos Interna-
cionales ponen de manifiesto que la no satisfacción de necesidades básicas que su-
fren los niños y niñas que trabajan afecta por igual a unos y a otras, aunque estas
últimas tienen problemas adicionales tan graves como el acoso sexual, la mater-
nidad temprana y la transmisión de enfermedades sexuales. Además, las niñas tra-
bajan más horas que los niños ya que a las labores externas se une el trabajo que
también realizan dentro del hogar. La OIT estima que del total de niñas y niños
trabajadores que existen actualmente en el mundo, 180 millones realizan traba-
jos peligrosos, y entre 50 y 60 millones trabajan en condiciones extremadamente
peligrosas. Asia es la región que cuenta con más trabajo infantil (el 41% de los ni-
ños y niñas), seguida de África (21%), y América Latina y el Caribe (16%).

4. HOGAR, EMPLEO, POLÍTICA Y GESTIÓN PÚBLICA


El hogar, en sus diversas formas y dinámicas, es el primer contexto de toma
de decisiones, de tal manera que el cambio hacia la igualdad entre los géneros ha
de empezar precisamente en este contexto familiar. Sin embargo, tanto en los pa-
íses pobres como en los ricos, existen fuertes y arraigados estereotipos de género
que minusvaloran a las mujeres y a las niñas en el hogar, que las hacen ocuparse
de los trabajos domésticos más duros y las excluyen de la toma de decisiones. Por
ello, como señalaba UNICEF en 2007, para conseguir los Objetivos del Milenio
y para lograr que se cumplan los derechos de la infancia recogidos en la Conven-
ción de Naciones Unidas, es necesario comenzar por conseguir la igualdad en el
hogar.
Los factores que inciden en la dinámica de la familia, en determinar cuál de
sus miembros tiene poder de decisión para los diferentes asuntos, varían de un ho-
gar a otro y están muy determinados por la sociedad y la cultura en que se en-
cuentre el hogar. Por ello, un equipo de investigadores de UNICEF, utilizando
preguntas de las Encuestas Demográficas y de Salud que piden a las mujeres es-
pecificar su nivel de influencia en las decisiones domésticas, realizó en 2006 una
encuesta en 30 países en desarrollo (UNICEF, 2007). Los resultados muestran
que solamente en 10, de los países encuestados, el 50% o más de las mujeres par-
ticipan en las decisiones del hogar, incluidas las que se refieren a la atención de su
propia salud, las principales compras domésticas, el gasto familiar y las salidas
fuera del hogar. La discriminación de género en la toma de decisiones domésticas
está casi siempre enraizada en actitudes patriarcales que consideran de mayor va-

7 Programa Internacional para la erradicación del trabajo infantil de la OIT.

281
ESPERANZA OCHAÍTA, Mª ÁNGELES ESPINOSA, RICARDO GARCÍA

lor al hombre que a la mujer. Pero además los elementos principales que deter-
minan la toma de decisiones de los hogares incluyen el control de los ingresos y
los bienes, la edad, el nivel educativo y el acceso a la enseñanza. Está discrimina-
ción de las mujeres no sólo perjudica su propia salud y su autonomía, sino que in-
cide muy negativamente en sus hijos y, sobre todo, en sus hijas. Según señala
UNICEF en 2007, las familias en las que las decisiones son tomadas por las mu-
jeres, se destinan más recursos a los hijos e hijas, de tal manera que mejora su su-
pervivencia, su alimentación y su asistencia a la escuela, como se resume a conti-
nuación.
Las mujeres consideran prioritaria la nutrición de su prole lo que resulta in-
dispensable para mejorar la situación de la infancia en los países empobrecidos
donde uno de cada cuatro niños y niñas –alrededor de 146 millones– menores de
cinco años tienen un peso inferior al normal con las consecuencias que ello tiene
para el desarrollo de enfermedades. De acuerdo con un estudio citado en el EMI
de 2007 y hecho por el Instituto Internacional de Investigaciones sobre Política
Alimentaria existe un vínculo claro entre las diferencias regionales en nutrición in-
fantil y la capacidad de las mujeres para tomar decisiones. El mismo estudio llegó
a la conclusión de que si las mujeres tuvieran la misma capacidad que los hombres
para tomar decisiones, la incidencia del bajo peso infantil, disminuiría hasta trece
puntos porcentuales. Asimismo, al ser las mujeres las cuidadoras principales de los
y las hijas, suelen ser las primeras en reconocer las enfermedades infantiles y pro-
curar su tratamiento. Consideran también prioritaria la salud, si bien en muchos
casos no pueden decidir llevar a un niño al médico, comprarle medicamentos o
buscar atención para su propio embarazo al ser estos asuntos atribuidos al marido
o a la madre de éste o al no poder salir solas de casa. Los diversos estudios revisa-
dos por UNICEF en el EMI anteriormente citado, revelan que los países o comu-
nidades en los que las mujeres que pueden tomar decisiones en el ámbito de la sa-
lud, tienen menores tasas de enfermedades y de mortalidad infantil.
Aunque los estudios sobre las relaciones entre la autonomía de las mujeres y
la educación de la infancia están en sus inicios, existe alguna evidencia empírica
que demuestra la relación entre la capacidad para tomar decisiones y la asistencia
de los hijos –y sobre todo de las hijas– a la escuela. Así por ejemplo, existen datos
de UNICEF sobre este tema en el África subsahariana cuyos resultados señalan
que el 73% de los hijos e hijas de madres instruidas acudían a la escuela, en com-
paración con el 51% de las que carecían de instrucción. Igualmente, otro trabajo
desarrollado con familias pobres de Brasil, reveló que las hijas cuyas madres que
han tenido un cierto nivel de instrucción formal y pueden tomar decisiones, tie-
nen mayores posibilidades de ir a la escuela y no realizar trabajo infantil.
En los últimos años se ha avanzado mucho la incorporación de las mujeres al
trabajo fuera del hogar (en el año 2005, las mujeres constituían casi el 40% de la
población mundial económicamente activa) aunque aún queda mucho camino
por recorrer para conseguir la igualdad de mujeres y hombres en el empleo y para
conciliar entre ambos, la vida familiar y la laboral, incluso en los países desarro-
llados. Por ejemplo, en España donde, como sabemos, existen permisos de ma-

282
EL DERECHO A LA INFANCIA: LA SITUACIÓN DE LAS NIÑAS EN EL MUNDO. LOGROS Y AVANCES

ternidad y paternidad y excedencias no remuneradas para el cuidado de los recién


nacidos, según datos del Instituto de la Mujer del Ministerio de Igualdad
(www.mtas.es/mujer/mujeres/cifras), en el año 2007, tan solo el 1,57% de los
hombres habían tomado el permiso, frente al 98,06; de aquellos que tenían exce-
dencia laboral, un 5,94% eran hombres y el 94,06% mujeres. Así, es necesario
mejorar las condiciones de trabajo, el reconocimiento del trabajo no remunerado,
la erradicación de los hábitos y leyes de sucesión y propiedad discriminatorias y
la existencia de ayudas o prestaciones que faciliten la conciliación de la vida fa-
miliar, especialmente en lo que se refiere al cuidado de la infancia. Por consi-
guiente, los desafíos que plantea la incorporación de la mujer al mundo laboral
precisan ser abordados desde un enfoque multidisciplinar que incluya medidas le-
gislativas, administrativas, económicas, así como políticas sociales.

TABLA 4
Porcentaje de comparación del salario de mujeres y hombres en trabajos
no agrícolas en las diferentes regiones del mundo
Oriente Medio y África Septentrional (4 países) 81%
Países de Asia Oriental y el Pacífico (6) 80%
Países industrializados (22) 80%
Países en transición (10 países) 76%
América Latina y el Caribe (8 países) 73%
África Susahariana (4 países) 70%

Fuente: adaptada de UNICEF (2007), pp. 38

Como puede observarse en la tabla 4, las mujeres ganan menos y suelen tra-
bajar más que los hombres también en los países desarrollados. En España, según
una encuesta de uso del tiempo del Instituto de la mujer, en 2006 las mujeres de-
dicaban 5 horas y 59 minutos al trabajo doméstico y los hombres 2h 20, y la bre-
cha salarial total (diferencia porcentual entre los salarios de mujeres y hombres) en
2002 era de 26,88. Hay que señalar además, que las mujeres no sólo obtienen me-
nos ingresos en el trabajo que los hombres, sino que también suelen tener menos
propiedades; junto con la falta de control de los ingresos domésticos a que se ha
aludido anteriormente, las legislaciones de muchos países privan a las mujeres del
derecho a la adquisición de bienes y de la posibilidad de heredar cuando el ma-
trimonio se disuelve o el esposo muere, con los consiguientes problemas de po-
breza y exclusión para sus hijos e hijas.
Finalmente hay que señalar que, dado que en la mayor parte de las regiones
del mundo, los hombres no comparten las tareas domésticas con las mujeres –o
lo hacen en muy pequeña medida– y dado que, además, existen pocos recursos
disponibles para el cuidado de los más pequeños, el trabajo de las madres puede
poner en riesgo la educación de los hijos y especialmente la de las hijas. En este

283
ESPERANZA OCHAÍTA, Mª ÁNGELES ESPINOSA, RICARDO GARCÍA

sentido, hay que llamar la atención sobre la necesidad de que existan buenas es-
cuelas infantiles en los distintos países del mundo –en la medida de lo posible gra-
tuitas– que hagan posible el trabajo de mujeres y hombres y que a la vez den una
educación de calidad a los niños y niñas desde las primeras etapas de su vida.
Los estudios realizados sobre el trabajo infantil muestran que las niñas son a
menudo privadas de su derecho a la educación, al juego y al ocio y encargadas
muy prematuramente de los duros trabajos domésticos. Incluso en España, en
una investigación sobre el trabajo y la ayuda infantil realizada por el equipo de las
autoras de este artículo, se puso de manifiesto que del porcentaje de niños y ni-
ñas que ayudaban a sus padres más de tres horas diarias en diversas tareas relacio-
nadas con los trabajos de éstos (algo menos del 6%), la mayor parte eran niñas
que ayudaban en las tareas domésticas (Ochaíta, Espinosa y Calvo, 1999 y 2000).
Pasemos, por último a analizar la situación de las mujeres en la política y en
la gestión pública, teniendo en cuenta que, como señala UNICEF en 2007, las
mujeres que participan en política pueden ser eficaces defensoras de los derechos
de las propias mujeres y de los de la infancia. No obstante, como es sabido, la par-
ticipación de las mujeres en política sigue siendo limitada. A pesar de que, como
puede verse en el cuadro 1, la presencia de las mujeres en los parlamentos es un
propósito clave del tercer Objetivo del Milenio, actualmente todavía están muy
poco presentes en este nivel político. En julio de 2006 eran menos del 17% de to-
dos los parlamentarios del mundo. Diez países no tienen mujeres parlamentarias
y en más de 40, representan menos del 10% del colectivo. Los Estados Árabes tie-
nen las tasas más bajas, mientras que en los países nórdicos son mujeres alrededor
del 40% de los miembros del parlamento. España, en la presente legislatura, se
acerca a estos países con un 36,29% de mujeres parlamentarias en el Congreso
(43% del partido socialista y 30% del popular). En las carteras ministeriales exis-
ten aún menos mujeres que en los parlamentos. En Enero de 2005, ocupaban 858
en 183 países, tan solo el 14,3% de los ministros de los gobiernos de todo el
mundo. Diecinueve gobiernos no tenían mujeres ministras y, en los que si las te-
nían, generalmente no eran más de tres. En 2006, solo Chile, Suecia y España te-
nían paridad en las carteras ministeriales (UNICEF, 2007). Pero son los gobier-
nos municipales los que están más cerca de la ciudadanía, y en consecuencia, los
más próximos a los problemas de las mujeres y de la infancia. Sin embargo, se es-
tima que tan solo alrededor del 9% de los alcaldes del mundo eran mujeres. En
España, a pesar de los logros a nivel ministerial y parlamentario, la presencia fe-
menina de alcaldesas solo llegaba al 14% en 2007.
De todo lo anterior se deduce que aún estamos lejos de alcanzar la igualdad
entre hombres y mujeres en los contextos de toma de decisiones políticas. A pe-
sar de que los obstáculos legales para acceder a tales contextos han sido elimina-
dos en la mayor parte de los países, eso no produce automáticamente el cambio.
Existen fuertes estereotipos culturales sexistas que inciden en la familia en la es-
cuela y en la cultura que es necesario eliminar de forma activa.Como muestra la
tabla, las actitudes de la población de los distintos países encuestados en relación
con la capacidad política de las mujeres sigue mostrando –aunque en diferente

284
EL DERECHO A LA INFANCIA: LA SITUACIÓN DE LAS NIÑAS EN EL MUNDO. LOGROS Y AVANCES

grado– arraigados estereotipos negativos atribuidos a las mujeres. Tales prejuicios


están muy generalizados en regiones como Oriente Medio y África del Norte y
mucho menos presentes en América Latina y el Caribe.

TABLA 5
Porcentaje de personas que considera que los hombres son mejores
dirigentes políticos que las mujeres en las diferentes regiones del mundo
Oriente Medio y África del Norte (7 países) 77%
África subsahariana (4 países) 59%
Asia meridional (3 países) 58%
Asia Oriental y el Pacífico (6 países) 55%
América Latina y el Caribe (5 países) 35%

Fuente: adaptada de UNICEF (2007), pp. 56

Para terminar, señalar los factores clave que, de acuerdo con UNICEF (2007)
van a garantizar la participación de las mujeres en la política:
• Educación de las niñas: garantizar a las niñas el acceso y la asistencia a una
escuela primaria y secundaria de calidad.
• Apoyo de los hombres: dado que son ellos los que están en el poder de
forma mayoritaria en la casi la totalidad de los países del mundo, las inicia-
tivas de género precisan el apoyo masculino, especialmente el de los parla-
mentarios y líderes políticos.
• Cuotas: los logros de acceso a la política de las mujeres se han llevado a cabo
en muchos casos –como lo ha sido en nuestro país. Como se señala desde
la filosofía del derecho, las cuotas –y otras formas de discriminación posi-
tiva son perfectamente justificables para «hacer igual lo que es desigual».

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286
DERECHO A LA INFANCIA Y DERECHOS
DE LAS NIÑAS. ANÁLISIS Y
RECOMENDACIONES A PARTIR DEL
CASO MEXICANO
Begoña Leyra Fatou1
Coordinadora del Magíster en
Género y Desarrollo del Instituto
Complutense de Estudios
Internacionales (ICEI).
Universidad Complutense de
Madrid (UCM).

1. INTRODUCCIÓN
Los derechos de la infancia son, a todas luces, uno de los derechos que más
se han promocionado y reactivado por parte de gobiernos, agencias de desarro-
llo y sociedad civil en las últimas décadas. De igual modo, los derechos de las
mujeres, gracias al movimiento y reflexión feminista, han desarrollado una im-
portante expansión que poco a poco va aportando elementos para un mundo
más justo e igualitario. Sin embargo, a través de estas páginas se pretende refle-
xionar, de manera concreta y específica, acerca de la situación de las niñas, quie-
nes han ocupado dentro del auge de políticas y derechos de la infancia y de las
mujeres un segundo lugar, que las ha llevado de manera implícita a una pro-
funda «no significación».
Las niñas dentro del colectivo de la infancia han quedado subsumidas en el
universal de los «niños», estando en la mayoría de las ocasiones invisibilizadas en

1 Doctoranda en Antropología Social por la Universidad Complutense de Madrid. Facultad de Ciencias


Políticas y Sociología. Departamento de Antropología Social (Campus de Somosaguas-Madrid). Profesora-tu-
tora de Antropología Social y Trabajo Social en el Centro Asociado de la UNED en Guadalajara (España).
Agradezco a Estefanía Molina, de la Oficina de Acción Solidaria y Cooperación de la Universidad Au-
tónoma de Madrid y a Nava San Miguel de la Dirección General de Planificación y Evaluación de Políticas de
Desarrollo (Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación) por la oportunidad que me brindaron al invi-
tarme a participar en este proyecto. Así mismo, quiero agradecer a Yedra García, por su amistad y considera-
ción y a mi colega y amiga Cristina Santillán, de GENERA (Red de mujeres feministas por la equidad de gé-
nero en el desarrollo) por su acompañamiento y opinión en esta reflexión teórica.

287
BEGOÑA LEYRA FATOU

generalizaciones que poco o nada tienen que ver con sus condiciones y caracte-
rísticas específicas. Dentro del grupo diverso de mujeres, las niñas no han sido,
hasta hace algo más de una década, consideradas como otro colectivo más sus-
ceptible de reflexión y de reivindicación. Este artículo, más que una crítica a las
ausencias y supuestos conceptuales, pretende ofrecer (a partir del análisis de caso)
algunos elementos que ayuden a que ese proceso de «estar a medio camino» ter-
mine de forjarse, siendo consideradas las niñas como «niñas en el presente» y
como «mujeres en el futuro» y en todos los casos, como sujetos plenos de derechos
y oportunidades.
El niño y la niña han sido, por mucho tiempo, sujeto de interés de diferen-
tes disciplinas como la pedagogía, la psicología o la sociología, pero es difícil en-
contrar un estudio histórico en profundidad de lo que ha sido la percepción de la
infancia y sus diferentes concepciones. El historiador Philippe Ariès (Ariès, 1986),
que constituye un punto de referencia en la investigación histórica de la infancia,
argumenta que ésta ha permanecido en la sombra durante bastantes siglos, y que
ha tenido una gestación gradual surgiendo lentamente en la segunda parte de la
Edad Media e imponiéndose desde el siglo XIV como un movimiento en cons-
tante progresión, dinámica que está ligada a la familia y a la mejora de la escuela.
Asimismo, la historia de la infancia ha sido constituida por dosis de ternura (las
diferentes formas de mimar) y de severidad (en las diferentes formas de educar)
(Ariès, 1960). Centrados en la hipótesis de Ariès, otros estudios históricos me-
dievales han perpetuado la teoría de la carencia del concepto de infancia, argu-
mentando que a partir de los siete años el niño o niña entraría directamente en la
comunidad adulta, y no será hasta el siglo XVI, cuando se estudien los compor-
tamientos infantiles. Toda esta corriente de trabajo en torno al concepto de in-
fancia en el Medievo se puede denominar bajo el epígrafe teoría de la indiferencia
(Gutiérrez y Pernil, 2004).
Por otra parte, están las aportaciones de Lloyd DeMause (DeMause, 1982)
(en sus estudios de la infancia en los siglos IX al XIII), en las que plantea que la
infancia no se admite más que dentro de una fase de periodización, de transfor-
mación gradual en la relación persona adulta-niño o niña. El niño o la niña no
sólo se percibe como un bien, como una propiedad de sus familias, sino como un
ser con derechos propios y no habrá que interpretarlo con una simple descripción
de hechos subjetivos, sino que es una persona sobre la que incidirán todos esos
factores para formar un determinado tipo de individuo, que a su vez se constituirá
en sujeto de la historia.
En contraposición a las posturas de Ariés y DeMause, estarían las aportaciones
de Hanawalt y Shulamith Shahar (Gutiérrez y Pernil, 2004), con el planteamiento
de que en la Edad Media sí existía el concepto de infancia como una etapa diferente
en el ciclo de la vida con características propias, y que autores tan distintos y de dis-
tintas épocas como Aristóteles y Agustín de Hipona, ponen de manifiesto el cono-
cimiento de la existencia de los distintos periodos vitales (siendo la infancia uno de
ellos) con anterioridad a la Edad Media. En esta misma línea están las teorías de Po-
llock (1983), cuyo argumento es que siempre ha habido un concepto de infancia,

288
DERECHO A LA INFANCIA Y DERECHOS DE LAS NIÑAS. ANÁLISIS Y RECOMENDACIONES A PARTIR DEL…

dada la dependencia social y biológica del niño o la niña hacia la persona adulta,
pero éste ha sido más elaborado o cambiado a través de los siglos.
A partir de 1989, la Convención sobre los Derechos del Niño (UNICEF,
2006), en su artículo 1 define como niño o niña a toda persona menor de 18 años,
a menos que las leyes de un determinado país reconozcan antes la mayoría de edad.
En algunos casos, los Estados tienen que ser coherentes a la hora de definir las eda-
des para trabajar y para ser parte del sistema educativo. La Convención es estricta
en casos como la condena a pena de muerte estableciendo la prohibición para me-
nores de 18 años y presenta una serie de normas universales a las que todos los pa-
íses pueden adherirse. Los niños y niñas no se consideran propiedad de sus familia-
res ni beneficiarios indefensos de una obra de caridad, son considerados seres
humanos y titulares de sus propios derechos. Según la perspectiva que presenta la
Convención, las niñas y niños son individuos y miembros de una familia y una co-
munidad, con derechos y responsabilidades apropiados para su edad.

2. EL ENFOQUE DE DERECHOS
A partir de la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN) se instaura
como planteamiento fundamental, la consideración de niños y niñas como suje-
tos de derechos y será este enfoque el que primará en la mayoría de políticas y ac-
ciones orientadas a la infancia. Hoy en día, constituye uno de los enfoques que
más se aplica en los estudios de la infancia y ha supuesto una nueva manera de en-
tenderla, no sólo desde los programas orientados a la intervención con este colec-
tivo, sino en su consideración más profunda.
Según Gaitán y Martínez (2006: 7-8), los niños, las niñas y adolescentes están
en muchas ocasiones en el punto de mira de la población adulta, y la búsqueda de su
bienestar da lugar a múltiples actividades organizadas por ésta, bien sea de forma par-
ticular o bien estructuradas por las diversas instituciones públicas y entidades priva-
das, cuyo interés se centra en proporcionar una mayor calidad de las condiciones de
vida de la infancia. La mayoría de las actividades programadas para el bienestar de la
infancia y adolescencia están guiadas por el principio de su «mejor interés» tal y como
éste es interpretado desde el sector adulto. Aunque, lamentablemente, siguen siendo
limitadas las ocasiones en las que dicha población tiene la oportunidad de expresar
su propia idea respecto a sus intereses, o puede participar en la toma de decisiones de
los asuntos que directamente les conciernen.
La CDN de las Naciones Unidas, incorporada al ordenamiento jurídico de
los países que la han suscrito, introduce, junto a los derechos de protección y de-
rechos de participación de los niños y niñas en la vida social, el cambio de su pa-
pel de receptores pasivos de la benevolencia adulta, por el de individuos respon-
sables de sí mismos, que contribuyen activamente a la construcción del bien
común. Los caminos para alcanzar el objetivo de la plena integración de los niños,
las niñas y los adolescentes en la vida social son diversos, y entre ellos se encuen-
tran las actividades organizadas en forma de planes, programas o proyectos de in-

289
BEGOÑA LEYRA FATOU

tervención, desarrollados ampliamente por las instituciones de carácter educa-


tivo, lúdico, promocional o social.
La introducción de formas de participación de las y los propios actores inte-
resados en los procesos de planificación que tienen como destinataria a la pobla-
ción infantil y adolescente, así como de una visión transversal del reconocimiento
y respeto de los derechos de los niños y niñas en dichos procesos, puede contri-
buir de forma muy positiva no sólo al mayor acierto en sus medidas y a la mejor
consecución de buenos resultados, sino también a una más amplia y profunda
consideración de las personas menores de edad como miembros de la sociedad y
como sujetos de derechos.
En suma, existen al menos tres razones que justifican la necesidad y conve-
niencia de aplicar el enfoque de derechos en la consideración de la infancia y la
adolescencia:
• La posición de los niños, niñas y adolescentes en la sociedad: débil, subor-
dinada al criterio y al juicio de la población adulta, basada en una falta de
confianza en su capacidad; lo cual inhibe su progresiva aceptación y afron-
tamiento de responsabilidades.
• La posición de la parte adulta: entre la protección y la indiferencia, alentada
por visiones nostálgicas y estereotipadas de la infancia; lo que dificulta el
desarrollo de la autonomía personal y de la capacidad de hacer de los niños,
niñas y adolescentes.
• La CDN, que reconoce derechos de carácter vinculante y señala caminos
para que las opiniones, experiencias y aspiraciones de las personas menores
de edad puedan expresarse y sean tomadas en cuenta.
El concepto fundamental de la CDN (Liebel, 2006:23) es el llamado interés
superior del niño y comprende al niño y a la niña no sólo como objeto de medi-
das de protección y asistencia sino como titulares de derechos propios y como su-
jetos de su propia vida y desarrollo, y como tal son capaces y deben participar en
las determinaciones que les conciernen. De acuerdo a este complejo concepto de
lo que es ser niño o niña se han establecido grupos de derechos especiales, gene-
ralmente denominados derechos de protección, provisión y de participación. De
manera transversal a estos tres grupos de derechos, se recalca la obligación de los
padres y madres o, según establezca la costumbre local, de los miembros de la fa-
milia ampliada o comunidad, de las o los tutores u otras personas legalmente en-
cargadas del niño o la niña a impartirle dirección y orientación apropiadas para
que ejerza los derechos reconocidos en la Convención.
Existen, a propuesta de Judith Ennew (Liebel, 2006:29), algunas sugerencias
que con base en el análisis de la situación de vida de niñas y niños que viven en
condiciones de extrema desventaja y de discriminación y un catálogo de derechos
en el que no están comprendidos o concretados de manera suficiente en la Con-
vención, como son:
• El derecho a no ser «fichados» con palabras discriminantes.

290
DERECHO A LA INFANCIA Y DERECHOS DE LAS NIÑAS. ANÁLISIS Y RECOMENDACIONES A PARTIR DEL…

• El derecho a trabajar y a condiciones laborales y salarios justos.


• El derecho a que se respeten los propios sistemas y redes de apoyo de los ni-
ños y niñas.
• El derecho a servicios relevantes y adecuados.
• El derecho a controlar su propia sexualidad.
• El derecho a que se proteja a niños y niñas de la explotación secundaria (re-
ferida ésta a una especie de «pornografía de la miseria» de medios de co-
municación o a iniciativas que hacen publicidad con el aviso de que sus
productos están «libres de trabajo infantil»).
• El derecho a que se proteja a niños y niñas de daños ocasionados por orga-
nizaciones de «beneficencia».
• El derecho a que la infancia sea descrita, estudiada y contada de manera co-
rrecta.
Este tipo de propuestas nos hace comprender que, al igual que ocurre con los
derechos humanos y otros tipos de derechos (laborales por ejemplo), también el
establecimiento de los derechos del niño y de la niña es un proceso social, que de
ningún modo es competencia exclusiva de los Estados y de sus representantes y
que existen derechos que deben ser cumplidos, por mucho que no estén codifi-
cados en acuerdos interestatales y normas legales.

3. INFANCIA Y GÉNERO
En esta línea de carencias, en la mirada de los Estados y las instituciones es-
pecializadas en la infancia y de la propia CDN, es preciso rescatar las aportacio-
nes feministas que han ido vislumbrando algunos ámbitos de análisis que habían
sido silenciados y ocultos por el sesgo androcéntrico de los estudios en torno a la
infancia. Al igual que se considera fundamental plantear en dichos estudios la
perspectiva o el enfoque de derechos, se hace imprescindible incorporar la pers-
pectiva de género, que en muchas ocasiones, incluso cuando se habla concreta-
mente de las niñas, no se tiene en cuenta.
El concepto de género hace referencia a las diferencias sociales, y no biológi-
cas, asignadas a mujeres y hombres. Estas diferencias se van adquiriendo en el pro-
ceso de socialización, evolucionan con el tiempo y varían considerablemente den-
tro de una misma cultura o entre las distintas culturas. El sistema sexo-género es
el conjunto de prácticas, símbolos, valores sociales, representaciones y normas
que las sociedades elaboran a partir de las diferencias sexuales. Este sistema ha de-
terminado tanto la posición social diferenciada para mujeres y hombres como las
relaciones desiguales entre ambos, e históricamente ha generado una situación de
discriminación y marginación de las mujeres (De Barbieri, 1992).
La perspectiva de género plantea la necesidad de solucionar los desequili-
brios existentes entre mujeres y hombres y niños y niñas, como parte de una con-

291
BEGOÑA LEYRA FATOU

cepción de desarrollo que prioriza a las personas y que busca conseguir nuevas re-
laciones igualitarias y equitativas. Supone considerar sistemáticamente las dife-
rencias entre las posiciones, condiciones y necesidades respectivas de las mujeres
y de los hombres en las fases de planificación, ejecución y evaluación de todas las
políticas e intervenciones de desarrollo. La perspectiva de género pone énfasis en
mostrar cómo las diferencias biológicas se convierten en desigualdades sociales y
cómo estas desigualdades colocan a las mujeres y niñas en desventaja con res-
pecto a los hombres y niños. Además de ser una herramienta de diagnóstico, una
metodología para la formulación, seguimiento y evaluación de las políticas o pro-
yectos de desarrollo, la perspectiva de género en el desarrollo tiene un compo-
nente político e ideológico transformador.
La perspectiva de género en los estudios de la infancia permite analizar y
comprender las características que definen a niños y a niñas de manera específica,
así como sus semejanzas y diferencias. El enriquecimiento de la perspectiva de gé-
nero se ha dado como un proceso abierto de creación teórico-metodológica, de
construcción de conocimientos e interpretaciones, incluyendo el análisis de las re-
laciones sociales intergenéricas e intragenéricas privadas y públicas, personales, gru-
pales y colectivas. Desde la perspectiva de género se analizan también las institu-
ciones (civiles, estatales, informales y formales), así como todos los mecanismos
pedagógicos de enseñanza genérica (Lagarde, 1996: 26-33).
Tal y como plantea Eli Bartra (2002), el sesgo androcéntrico y sexista de la in-
mensa mayoría del conocimiento sólo puede ser corregido con una metodología no
sexista, es decir, feminista. El punto de partida metodológico común en las investi-
gaciones con perspectiva de género es la invisibilidad de las mujeres, y en este caso
concreto, de las niñas. Sirva este método, pues, para deconstruir y modificar el an-
drocentrismo reinante y crear un mejor conocimiento con menos falsificaciones.

4. MARCO INTERNACIONAL
En 1956, la Asamblea General de Naciones Unidas recomendó que se insti-
tuyera en todos los países el Día Internacional del Niño para promover sus dere-
chos y su bienestar. El 20 de noviembre conmemora la fecha de aprobación de la
Declaración sobre los Derechos de Niño en 1959 y la Convención sobre los De-
rechos del Niño en 1989, por ello ese día ha pasado a ser el Día Universal de los
Niños y las Niñas. Es interesante ahora ver, de manera sintética y cronológica, al-
gunos «hitos» en materia legal internacional que de manera conjunta pueden ayu-
dar a una comprensión de la infancia desde una postura no discriminatoria tanto
en materia de derechos como en materia de género.

1981. Convención sobre la eliminación de todas las formas de discrimina-


ción contra la mujer (CEDAW). Fue aprobada en 1979 por la Asamblea General
de las Naciones Unidas y entró en vigor en 1981. Tiene carácter jurídico vincu-
lante y enuncia los principios aceptados internacionalmente sobre los derechos de

292
DERECHO A LA INFANCIA Y DERECHOS DE LAS NIÑAS. ANÁLISIS Y RECOMENDACIONES A PARTIR DEL…

la mujer, que se aplican a todas las mujeres (y niñas) en todos los ámbitos. Cerca
de 170 países han ratificado el tratado. La CEDAW constituye uno de los 8 ins-
trumentos principales de las Naciones Unidas en materia de derechos humanos.
En 1994 la Asamblea General de las Naciones Unidas adopta la Declaración Uni-
versal sobre la eliminación de la violencia contra la mujer.

1989. Convención sobre los Derechos del Niño (CDN). Ha sido el primer
tratado de derechos humanos integral para los niños y niñas; habiendo logrado
virtualmente ratificación universal. Uno de los principios de la Convención es
que en todas las actividades relacionadas con los niños y las niñas debe prevalecer
el interés superior del niño y la niña.

1990. Cumbre Mundial sobre la Infancia. Fue celebrada en Nueva York los
días 29-30 de septiembre de 1990 por parte de la Asamblea General de las Na-
ciones Unidas. Participaron 159 países, incluyendo a 71 Jefes de Estado y de Go-
bierno, y 45 Organizaciones No Gubernamentales. Los temas principales (cen-
trados en los objetivos para el año 2000) versaban sobre salud infantil, nutrición,
educación y acceso a agua potable y sanidad. Los documentos resultantes fueron
la Declaración Mundial y el Plan de Acción sobre supervivencia, protección y de-
sarrollo infantil, que incluía 27 metas para la supervivencia, el desarrollo y la pro-
tección de la infancia y la adolescencia.

1995. IV Conferencia Mundial sobre la Mujer. La IV Conferencia Mundial


sobre la Mujer, celebrada en Beijing en 1995, abre un nuevo capítulo en la lucha
por la igualdad entre hombres y mujeres. A partir de Beijing se considera que el
cambio de la situación de las mujeres afecta a la sociedad en su conjunto y se con-
sidera por primera vez que su tratamiento no puede ser sectorial y tiene que inte-
grarse en el conjunto de políticas. La Conferencia aprobó por unanimidad la De-
claración y la Plataforma de Acción de Beijing, que era en esencia un programa
para la potenciación del papel de las mujeres. En la Plataforma de Acción se iden-
tificaban doce esferas de especial preocupación que se consideraba que represen-
taban los principales obstáculos al adelanto de las mujeres y que exigían la adop-
ción de medidas concretas por parte de los gobiernos y la sociedad civil. Las 12
esferas que se plantearon fueron:
— La pobreza.
— El acceso a la educación.
— La salud.
— La violencia.
— Los conflictos armados.
— La participación política.
— El desigual ejercicio del poder.
— La falta de mecanismos de promoción de las mujeres.
— Derechos humanos de las mujeres (falta de conciencia).
— Medios de comunicación (como medio de promoción).

293
BEGOÑA LEYRA FATOU

— Recursos naturales y medio ambiente.


— Las niñas.

2000. La Cumbre del Milenio y los Objetivos de Desarrollo del Milenio


(ODM). Casi dos centenares de Jefes de Estado de países miembros de las Na-
ciones Unidas se reunieron en Nueva York para establecer una serie de objetivos
y metas comunes contra la pobreza para el año 2015. Los objetivos fueron los si-
guientes:
1. Erradicar la pobreza extrema y el hambre.
2. Lograr la educación primaria universal.
3. Promover la igualdad de género y empoderar a las mujeres.
4. Reducir la mortalidad infantil.
5. Mejorar la salud materna.
6. Combatir el VIH-SIDA, la malaria y otras enfermedades.
7. Asegurar la sustentabilidad del medio ambiente.
8. Desarrollar asociaciones globales para el desarrollo.
Los ODM van acompañados de 16 objetivos globales y 48 indicadores glo-
bales. La Declaración del Milenio, sin duda, supone un reto para alcanzar la igual-
dad de género y prestar especial atención a las niñas, ya que explícitamente reco-
noce la necesidad de aplicar la CEDAW y reconocer los objetivos establecidos en
Beijing.

2002. XXVII Asamblea General sobre la Infancia de las Naciones Unidas.


Fue celebrada en Nueva York el 10 de mayo de 2002 con el objetivo de dar se-
guimiento a la Cumbre Mundial de 1990. Durante la misma se articuló el docu-
mento «Un mundo apropiado para los niños», en el que destaca el punto 23 den-
tro del Plan de Acción que propone la eliminación de todas las formas de
discriminación contra las niñas.

5. LA INFANCIA EN MÉXICO
México2, en materia de protección y desarrollo de la infancia ha dado gran-
des pasos en las últimas décadas. Los indicadores básicos demuestran claramente
los progresos: en 1990, de cada 1.000 niños y niñas nacidas vivas en México, 44
morían antes de cumplir los 5 años de edad. La mortalidad de menores de 5 años
bajó a 24 por cada 1.000 niños en 2004. En lo referente a la cobertura educativa
el avance también ha sido notable. Entre 2000 y 2005, la cobertura de educación
primaria se incrementó de 98,5% a 99,7%; mientras que la de secundaria pasó de
70,1% a 74,4%. En el caso de la preescolar, aumentó de 50,2% a 67%. Este de-
sarrollo positivo se ha sustentado en los compromisos que México ha asumido

2 Según datos de UNICEF en: http://www.unicef.org/mexico/spanish/index.html (Fecha de consulta:


mayo de 2008).

294
DERECHO A LA INFANCIA Y DERECHOS DE LAS NIÑAS. ANÁLISIS Y RECOMENDACIONES A PARTIR DEL…

con la infancia en el ámbito internacional y nacional, entre ellos la ratificación de


la Convención sobre los Derechos del Niño en 1990.
México tiene una de las distribuciones del ingreso más desiguales del mundo.
Cifras del año 2006, muestran que el 10% más rico de la población concentra
35% del ingreso total, mientras que al 40% más pobre le corresponde el 15%. Al-
rededor de 49 millones de mexicanos y mexicanas son pobres, según las estima-
ciones de la Encuesta de Ingresos de 2005. De esa cifra, 22,7 millones, es decir el
58%, son niños, niñas y adolescentes. La pobreza, la desigualdad y la exclusión se
encuentran entre las principales causas de la migración a los Estados Unidos de
América. Se estima que aproximadamente medio millón de mexicanos y mexica-
nas emigra a ese país anualmente. Durante 2006, más de 28.800 niños, niñas y
adolescentes no acompañados por personas adultas fueron repatriados desde Es-
tados Unidos. México, por su parte, repatrió, desde su frontera sur, a cerca de
11.800 personas menores de 18 años a sus países de origen.
Estimaciones del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática
(INEGI) indican que, en 2002, trabajaban aproximadamente 3,3 millones de niños
y niñas entre 6 y 14 años. Una cuarta parte de los niños y niñas que trabajan no asiste
a la escuela, y menos del 10% de los niños y niñas jornaleras o hijos e hijas de mi-
grantes jornaleros agrícolas (alrededor de 300.000) tiene acceso a la escuela.
La violencia en contra de los niños, niñas y adolescentes es un problema se-
vero en México, ya que todavía es aceptada como método de educación y correc-
ción. Los tipos de maltrato más recurrentes son el físico, el emocional y la omi-
sión de cuidados. Entre 2002 y 2004, las denuncias confirmadas de maltrato
infantil se incrementaron 65% en el país, e incluso aumentaron en 96,7% en al-
gunos estados.
En 2005, 14,9 millones de mexicanos y mexicanas (más del 14% de la po-
blación) eran adolescentes (entre 12 y 18 años). Estos y estas jóvenes enfrentan
diversos desafíos, incluyendo los educativos (falta de acceso, bajo desempeño en
términos de calidad y deserción escolar), la necesidad de ser protegidos y protegi-
das contra la violencia, y el acceso a servicios de salud reproductiva.
Algunos indicadores de la infancia mexicana muestran que3:
• En México viven 15,4 millones de niñas y 16,1 millones de niños, hasta los
14 años.
• Del total de las niñas y los niños mexicanos, el 27,7% (4,4 millones), viven
en localidades rurales (localidades con menos de 2.500 habitantes).
• De los niños y niñas en edad de asistir a la escuela lo hacen el 93% de és-
tos.
• Entre las principales causas de abandono escolar destacan, a nivel nacional:
— Personales: no quiso o no le gustó estudiar, 36,8% de las niñas y
42,7% de los niños de 5 a 14 años.
— Económicas: no tenía recursos económicos o tenía que trabajar 26,7%
de las niñas y 24,2% de los niños de 5 a 14 años.
3 Según datos del INMUJERES en: http://www.inmujeres.gob.mx/ (Fecha de consulta: mayo de 2008).

295
BEGOÑA LEYRA FATOU

— Escolares: la escuela estaba muy lejos o no había, 4,6% de las niñas y


5,9% de los niños de 5 a 14 años.
— Matrimonio o unión: 1,4% de las niñas y 0,04% de los niños que tie-
nen entre 10 y 14 años abandonaron la escuela porque se casaron o
unieron.
— Familiares: su familia ya no le dejó asistir o se vieron en la necesidad
de ayudar en los quehaceres del hogar, 4,9% de las niñas y 2,3% de los
niños que tienen entre 5 y 14 años.
• Desde 1989, la Convención sobre los Derechos del Niño es para México el
principal instrumento internacional en materia de derechos de la infancia,
ya que no sólo es el faro orientador de la legislación y las políticas públicas
de los Estados firmantes, sino porque además significó una concepción van-
guardista de los derechos de la niñez. Hoy México cuenta con nuevos ins-
trumentos legales para garantizar a niñas y niños sus derechos. En 1999 se
reformó el artículo 4º de la Constitución para incluir la noción de los de-
rechos de la infancia y en el año 2000 se aprobó, con el respaldo de todas
las fuerzas políticas del país, la Ley para la Protección de los Derechos de las
Niñas, Niños y Adolescentes.
Desde el punto de vista de políticas y programas para la infancia en México, se
han seleccionado tres organismos que de un modo u otro representan los intereses
planteados en este artículo (género e infancia), con la intención de mostrar sus lí-
neas de acción más relevantes, para que nos ayuden a situar cuál es el estado de la
cuestión en temas de infancia en México desde un enfoque multilateral y guberna-
mental para luego pasar a centrarnos en el análisis de una buena práctica desde la so-
ciedad civil. Los organismos seleccionados para este apartado son: UNICEF, como
organismo de Naciones Unidas dedicado específicamente a la infancia; UNIFEM,
como organismo de Naciones Unidas dedicado a las mujeres; y, el Instituto Na-
cional de las Mujeres de México (INMUJERES), que trabaja por los derechos de las
mujeres desde el ámbito gubernamental. Los tres nos servirán de marco de referen-
cia para analizar las acciones que tienen en referencia a las niñas. Se trata, a través
de este cruce institucional, de tener una panorámica de datos e indicadores que
luego nos ayuden a centrarnos en el análisis del caso seleccionado y tener una me-
jor perspectiva de cara a las posibles recomendaciones que se propongan.

UNICEF4
La Asamblea General de las Naciones Unidas ha confiado al UNICEF el
mandato de promover la protección de los derechos del niño y de la niña, de ayu-
dar a satisfacer sus necesidades básicas y de aumentar las oportunidades que se les
ofrecen para que alcancen plenamente sus potencialidades.
4 Para mayor información, revisar la web oficial: http://www.unicef.org/mexico/spanish/index.html (Fe-
cha de consulta: mayo de 2008).

296
DERECHO A LA INFANCIA Y DERECHOS DE LAS NIÑAS. ANÁLISIS Y RECOMENDACIONES A PARTIR DEL…

El UNICEF se guía por lo dispuesto en la Convención sobre los Derechos


del Niño y se esfuerza por conseguir que esos derechos se conviertan en principios
éticos perdurables y normas internacionales de conducta, reiterando que la su-
pervivencia, la protección y el desarrollo de los niños y niñas son imperativos de
desarrollo de carácter universal y forman parte integrante del progreso de la hu-
manidad. El UNICEF moviliza la voluntad política y los recursos materiales para
ayudar a los países, en particular a los países en desarrollo, a garantizar que la in-
fancia tenga derechos prioritarios sobre los recursos, y a crear la capacidad de es-
tablecer políticas apropiadas y ofrecer servicios para los niños y niñas y sus fami-
lias. UNICEF trabaja en México desde 1954, acompañando y apoyando al país
en sus esfuerzos de ofrecer a su infancia una vida digna, libre y plena.
Uno de los principales programas desarrollados por UNICEF en México es
el de la Protección Infantil. Un número importante de niños y niñas en México
vive en situaciones de vulnerabilidad y violación de sus derechos humanos y, por
ello, requieren de protección por parte de las autoridades gubernamentales, así
como de la sociedad en general. La desprotección tiene sus raíces en la pobreza,
la desigualdad y la ausencia de un sistema de protección integral, así como en una
cultura de violencia, discriminación y desigualdad e inequidad de género que,
aunque se ha reducido en comparación con el pasado, aún es muy común.
Según UNICEF, las situaciones de desprotección (a las que van orientados
los diferentes programas) serían:
• El trabajo infantil que afecta a 3,3 millones de niños y niñas de 6 a 14 años
de edad, lo que corresponde a uno de cada seis de este grupo de edad, se-
gún datos del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática
(INEGI) de 2002. En las comunidades indígenas esta tasa llega a 36%.
Uno de cada cuatro de los niños y niñas que trabajan no estudian, siendo
las entidades federativas con mayor incidencia de niñas y niños que traba-
jan Chiapas, Campeche, Puebla y Veracruz.
• Cada año, aproximadamente 300.000 niñas y niños abandonan sus comu-
nidades de origen para emigrar con sus familias a otras entidades del país en
búsqueda de trabajo e ingresos. Muchos de ellos tienen que trabajar en los
campos desde muy jóvenes. La Secretaría de Educación (SEP)5 estima que
menos del 10% de los niños y niñas jornaleras van a la escuela.
• Una violación a los derechos humanos, de especial preocupación es la ex-
plotación sexual comercial infantil (ESCI) que en el 2000 incluía un esti-
mado de 16.000 niñas, niños y adolescentes (no existen estadísticas actua-
lizadas, lo que indica la necesidad de tener información más precisa y al día
sobre las condiciones de vida de la infancia en México).
• Otro caso de preocupación es el de las niñas y niños migrantes no acom-
pañados que han intentado cruzar la frontera hacia los Estados Unidos, ya
sea para trabajar o para reunirse con sus familiares. El número de niños y
niñas repatriadas no acompañadas se incrementó de 7.104 casos en 2003 a
5 En México las Secretarías corresponderían a los Ministerios en España.

297
BEGOÑA LEYRA FATOU

22.300 en 2005, según datos de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos,


datos que muestran que muchos de estos niños, niñas y adolescentes en-
frentan violaciones graves de sus derechos. Las niñas, en particular, son muy
vulnerables a convertirse en víctimas de la trata y de la explotación sexual.
También están los niños, niñas y adolescentes no acompañados que inten-
tan cruzar la frontera sur de México. La mayor parte de ellos y ellas provie-
nen de Centroamérica, unos para buscar trabajo en México, otros para reu-
nificarse con sus familias, y los y las demás para atravesar el país e ingresar
a los Estados Unidos. Pasando la frontera mexicana, se enfrentan a iguales
y hasta peores situaciones de desprotección por su doble condición de ex-
tranjería e indocumentación.
• Por otra parte, muchos niños y niñas son víctimas de la violencia, ya sea fa-
miliar, escolar o comunitaria. Las estadísticas son muy elevadas: en el año
2004 se registraron 625 homicidios de jóvenes entre 12 y 17 años; en el
2002, el sistema de salud reportó más de 19.000 menores de 14 años con
lesiones ocasionadas por violencia y, entre el 2002 y el 2004, el Sistema Na-
cional para el Desarrollo Integral de la Familia (SNDIF) atendió alrededor
de 70 casos de maltrato infantil por día.
• Otro caso serio de desprotección es la carencia de actas de nacimiento por una
parte importante de la población infantil que vive en condiciones de margi-
nación. Además del derecho a la identidad legal, que se da por la vía del re-
gistro civil, la falta de acta de nacimiento se convierte en un obstáculo para la
admisión en las escuelas y para ejercer otros derechos básicos. Tan sólo en el
estado de Chiapas se detectaron más de 25.000 niños y niñas sin el docu-
mento, en su mayoría indígenas que habitan en zonas de difícil acceso.
• El caso de los niños y adolescentes con VIH/SIDA, calculado en 11.700 ni-
ños, niñas y adolescentes menores de 18 años en el 2003, requiere también
de especial atención. Es necesario que las autoridades mexicanas adopten
estrategias de prevención dirigidas de manera especial a los niños, niñas y
jóvenes, quienes pueden detener la propagación del virus.

UNIFEM6
Todos los programas del UNIFEM apoyan los derechos humanos de las mu-
jeres, ya que éstas sufren la denegación de sus derechos en todas las regiones del
mundo. Los derechos de las mujeres se violan cuando viven en condiciones de po-
breza peores que los hombres, se enfrentan a la discriminación en el acceso a la tie-
rra y el empleo, o no participan en las decisiones que afectan sus vidas. Otros obs-
táculos para el disfrute de los derechos surgen cuando se impide a las mujeres
asistir a la escuela u obtener atención de salud o se les somete a prácticas tradi-
cionales dañinas. Situando el adelanto de los derechos humanos de las mujeres en
6 Para mayor información, revisar la web oficial: http://www.unifem.org.mx/cms/index (Fecha de con-
sulta: mayo de 2008).

298
DERECHO A LA INFANCIA Y DERECHOS DE LAS NIÑAS. ANÁLISIS Y RECOMENDACIONES A PARTIR DEL…

el centro de todos sus esfuerzos, UNIFEM centra sus actividades en cuatro esfe-
ras estratégicas:
• Reducir la feminización de la pobreza, equilibrando los presupuestos para
la equidad de género.
• Poner fin a la violencia contra las mujeres. UNIFEM lucha por una vida li-
bre de violencia para las mujeres y para conseguir la colaboración de los
hombres.
• Contrarrestar la propagación del VIH/SIDA entre las mujeres y las niñas,
para esto es necesario hacer frente a la violencia de género y aliviar su carga
en cuanto a la atención de salud.
• Conseguir la igualdad de género tanto en tiempos de paz como en tiempos
de guerra, apoyando el progreso de las mujeres en la política.
UNIFEM es uno de los varios organismos de las Naciones Unidas encarga-
dos de ayudar a los países en el logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio
(ODM). En México éstos son algunos de los proyectos apoyados por UNIFEM:
• Creación del Sistema de Seguimiento de la Situación de la mujer en Mé-
xico, SISESIM.
• Sistema de seguimiento de la CEDAW, SICEDAW.
• Índice de compromiso cumplido (seguimiento a los acuerdos de Beijing,
ejercicio de la sociedad civil).
• Creación de un Observatorio de la Pobreza, proyecto de colaboración con
la Secretaría de Relaciones Exteriores.
• Aumento de la seguridad humana en el contexto del VIH/SIDA, mediante
la equidad de género
De manera específica, en relación a las niñas, UNIFEM México no cuenta
con ningún programa, aunque de manera indirecta se pueden intuir algunos li-
neamientos de mujeres que son incluyentes de niñas y adolescentes.

INSTITUTO NACIONAL DE LAS MUJERES (INMUJERES) 7


El Instituto Nacional de las Mujeres es un organismo público autónomo des-
centralizado de la Administración Pública Federal Mexicana, con personalidad ju-
rídica, patrimonio propio y autonomía técnica y de gestión.
El Inmujeres tiene una línea de acción dedicada específicamente a niños y niñas.
El Instituto tiene el firme compromiso de promover que los derechos de las niñas y
los niños sean respetados en todo el país. En México, de más de 50 millones de me-
xicanas y mexicanos que viven en condiciones de pobreza, 40% son niños y niñas.
La mayoría de ellos y ellas habitan en hogares que no pueden cubrir sus necesidades

7 Para mayor información, revisar la web oficial: http://www.inmujeres.gob.mx/ (Fecha de consulta:


mayo de 2008).

299
BEGOÑA LEYRA FATOU

alimentarias, de salud, educación, vestido y vivienda. Por ello, en la medida en que


se garanticen sus derechos, las niñas y los niños podrán desarrollarse sana e integral-
mente, lo que les permitirá contar con herramientas para enfrentar un mejor futuro.
Uno de los desafíos más importantes para el Inmujeres es avanzar en la construcción
de una cultura de equidad e igualdad de género desde la infancia.
En el año 2002, el Gobierno de la República creó el Programa de Acción
2002-2010, «Un México apropiado para la infancia y la adolescencia». Este pro-
grama sienta las bases y define el camino a seguir para erradicar la pobreza ex-
trema y la desnutrición, aumentar la cobertura y la calidad educativa, y promo-
ver la igualdad entre hombres y mujeres. Para promover la igualdad entre niñas y
niños, el Instituto, también en colaboración con UNICEF, elaboró el calendario
2003: «Somos iguales, hoy, mañana y siempre». En 2003, el Inmujeres participó
en la campaña nacional contra la pornografía y la prostitución infantil «Abre los
ojos, pero no cierres la boca».

6. ANÁLISIS DE CASO: RED POR LOS DERECHOS


DE LA INFANCIA EN MÉXICO8
La Red por los Derechos de la Infancia en México es una coalición de 63 or-
ganizaciones de la sociedad civil mexicana que desarrollan programas a favor de
niñas, niños y adolescentes mexicanos en situaciones de vulnerabilidad y que ope-
ran en catorce Estados de la República Mexicana. La Asamblea Constitutiva de la
Red se realizó el 27 de marzo de 2001 y en ella se aprobaron de manera general
los estatutos y líneas estratégicas. Sin embargo los antecedentes de esta Red datan
desde al menos 1995, cuando varias de las organizaciones promotoras de esta ini-
ciativa comenzaron a trabajar de manera coordinada buscando difundir y pro-
mover los derechos de la infancia en México.
Durante estos años dichas organizaciones han trabajado en la promoción de
la adecuación de la Convención sobre los Derechos del Niño en los marcos legales
mexicanos; en el diseño y seguimiento de políticas públicas relacionadas con la in-
fancia; en la promoción de espacios y experiencias de participación infantil; y en
la difusión y capacitación sobre los derechos de la niñez.
Se trata principalmente de organizaciones que operan diversos programas
ante problemáticas específicas que afectan a la niñez mexicana pero que tienen la
profunda convicción de que para mejorar las condiciones de esta población es ne-
cesario fortalecerse e incidir en las decisiones que les afectan.
Su misión es promover un movimiento social y cultural para que niñas, ni-
ños y adolescentes conozcan, ejerzan y disfruten sus derechos. Objetivos:
• Ampliar el conocimiento sobre la infancia y sus derechos.
• Fortalecer la capacidad de organizaciones de la sociedad civil mexicana en
el cumplimiento, respeto y protección de los derechos de la infancia.
8 Información obtenida de la web oficial: http://www.derechosinfancia.org.mx/ (Fecha de consulta:
mayo de 2008).

300
DERECHO A LA INFANCIA Y DERECHOS DE LAS NIÑAS. ANÁLISIS Y RECOMENDACIONES A PARTIR DEL…

• Impulsar mecanismos legales, políticos y administrativos nacionales e in-


ternacionales para garantizar el cumplimiento y respeto de los derechos de
la infancia.
• Impulsar el ejercicio de la ciudadanía de niños, niñas y adolescentes.
• Crear una corriente de opinión favorable a los derechos de la infancia.
El fortalecimiento institucional y de sector de la Red está dirigido a recoger
de forma sistemática y efectiva las necesidades de fortalecimiento así como el in-
ventario de capacidades y habilidades de cada organización miembro de la Red y
establecer una base de datos de ofertas disponibles de manera que sea posible ela-
borar estrategias conjuntas de fortalecimiento en áreas como:
• La gestión de recursos humanos, materiales y financieros.
• La presencia y notoriedad como sector.
• La profesionalización del equipo humano.
• La formación de líderes desde las instituciones.
Algunos de los proyectos más consolidados y representativos de la red, serían:
• Participación infantil: herramienta educativa y de desarrollo.
Este proyecto se orienta a crear y fortalecer experiencias y espacios de par-
ticipación infantil, como herramienta de apoyo a la educación dentro de los
programas que brindan las instituciones, y de ejercicio de la capacidad y de-
rechos que tienen niñas, niños y adolescentes para opinar e incidir de forma
organizada en las decisiones que les afectan. El eje fundamental de este pro-
yecto lo constituye el desarrollo de metodologías que sean coherentes con
los programas y prioridades que desarrollan educadores, educadoras y per-
sonal de las instituciones para favorecer los procesos de participación in-
fantil, de manera que suponga ampliar las experiencias y los espacios desde
los cuales niñas, niños y adolescentes puedan ejercer este derecho.
• Construcción de la Agenda Política.
Este proyecto tiene el propósito de incrementar la capacidad de las organi-
zaciones que desarrollan programas a favor de la infancia en México y de in-
cidir en las agendas de política pública que afectan la situación de la infan-
cia. Aspectos fundamentales de este proyecto son:
— La posibilidad de recoger experiencias y traducirlas en propuestas de
política pública de calidad en temáticas y problemas específicos.
— La oportunidad de estructurar planes para afectar las decisiones de
política pública en ámbitos locales, nacional e internacional.
— El desarrollo de estrategias y mecanismos de seguimiento, control, eje-
cución y evaluación de las políticas públicas que fortalezcan la capaci-
dad de acción de las instituciones.
• Legislación sobre derechos de la infancia.
Este proyecto se dirige a tratar de adecuar la legislación vigente en México
en los ámbitos estatal y federal para que responda a los principios y dere-

301
BEGOÑA LEYRA FATOU

chos establecidos en la Convención sobre los Derechos del Niño y otros tra-
tados internacionales. Como estrategias centrales se vislumbran la difusión
de la legislación vigente, la generación de propuestas que la fortalezcan, la
creación de mecanismos para la incidencia y cabildeo entre otros sectores
sociales y políticos así como de seguimiento de los logros alcanzados. El
proyecto descansa también en la participación social y de la infancia.
• Creación de una corriente de opinión favorable a los derechos de la infan-
cia.
Se trata de un proyecto de comunicación educativa que busca enriquecer la
educación y el conocimiento que tiene la sociedad en general sobre los de-
rechos de la infancia y su situación; promover el intercambio y generación
de experiencias y conocimientos en este campo; ampliar la presencia y no-
toriedad de los programas que realiza la sociedad civil en esta materia; y
crear una base social que sea capaz de responder a favor de iniciativas que
favorezcan a la niñez. Como parte de este proyecto se encuentra el Portal
Derechos de la Infancia México.
• Talleres de análisis y producción de conocimiento sobre los derechos de la
infancia.
Este proyecto busca enriquecer el conocimiento que se tiene sobre la in-
fancia, sus derechos y temas concretos, así como entender el impacto de las
políticas públicas y programas específicos de esta población, de forma que
sea posible alimentar nuevas propuestas que mejoren sus condiciones de
vida. El proyecto se percibe además como una estrategia central para am-
pliar la formación del personal educativo y ejecutivo de las instituciones
para que cuenten con mejores herramientas teórico metodológicas que for-
talezcan su capacidad de incidencia político-educativa.
• Vigilancia y defensoría.
Este proyecto se orienta al desarrollo de sistemas interinstitucionales que
permitan la detección, prevención, monitoreo, denuncia y propuesta de so-
lución de situaciones aberrantes contra los derechos de la niñez, principal-
mente en México pero con actos solidarios de acontecimientos interna-
cionales. Para ello se establecen convenios con instancias públicas y
privadas, se fomentan acciones de capacitación al funcionariado y presta-
dores de servicio para un trato apropiado a niñas, niños y adolescentes. De
ser necesario el proyecto promovería la creación de una oficina especializada
en el ámbito jurídico para la protección de los derechos del niño y la niña.
Dentro de sus estrategias están la difusión, la movilización de sectores na-
cionales e internacionales y la promoción y aplicación de mejores marcos
jurídicos orientados a la protección de los derechos de la infancia.

Como podemos ver, la Red por los Derechos de la Infancia de México desde
su creación ha supuesto un avance en el desarrollo de políticas y derechos de la in-

302
DERECHO A LA INFANCIA Y DERECHOS DE LAS NIÑAS. ANÁLISIS Y RECOMENDACIONES A PARTIR DEL…

fancia en México, ha permitido visibilizar este colectivo y ha generado consenso


y nuevas posibilidades de coordinación para diversos proyectos y programas que
son altamente positivos para la infancia de manera general. Conocí a la Red du-
rante mi estancia en México desde finales del año 2002 hasta finales del año 2005
y pude comprobar cómo poco a poco sus acciones iban asentándose y cómo nue-
vas organizaciones de infancia mexicanas se iban añadiendo al trabajo grupal,
como señal del buen ejercicio y buena proyección de ésta. Sin embargo, la elec-
ción de esta red para mi análisis concreto es, precisamente, analizar cómo una
«buena práctica» desde un punto de vista de derechos de la infancia no contem-
pla, dentro de sus iniciativas, acciones que integren las diferencias de género en-
tre niños y niñas ni fomenten actividades con propuestas coeducativas y que eli-
minen los sesgos machistas que la cultura mexicana arrastra.
Durante mi estancia en el país (realizando mi trabajo de campo antropoló-
gico sobre Niñas trabajadoras en Ciudad de México, que es hoy en día la base de
mi tesis doctoral), tuve la oportunidad de conocer diversas organizaciones de in-
fancia (vinculadas o no a la Red) y sin cuestionar en absoluto sus prácticas profe-
sionales, a nivel general, encontré deficiencias notables en los temas de género,
tanto desde sus propuestas de acción y programas, como por parte de su plantilla
profesional. Incluir una propuesta analítica de género va mucho más allá de que
en el discurso se hable de niños, niñas y adolescentes y debemos revisar las omi-
siones y las distorsiones que se producen en las prácticas. Para ello, mi propuesta
parte de unas recomendaciones que puedan servir de base para el verdadero desa-
rrollo de políticas y programas de infancia que contemplen a los niños y a las ni-
ñas de manera conjunta pero sin olvidar las diferencias y las desigualdades que la
sociedad les impone. Se trata, por tanto, de vislumbrar un camino conjunto en-
tre las organizaciones de infancia y las organizaciones de mujeres (gubernamen-
tales o multilaterales), que debido a la tendencia de la «especialización» se olvidan
de aquellos ámbitos que están en ambas y que, desgraciadamente, en muchos ca-
sos, no están en ninguna. No se trata de que UNIFEM y UNICEF trabajen en el
mismo ámbito, ni que el Inmujeres asuma el trabajo de la Red, pero sí de esta-
blecer vínculos y actividades coordinadas que favorezcan el crecimiento social sin
asimetrías de género.

7. RECOMENDACIONES
Las siguientes recomendaciones, se plantean, de manera general (debido tam-
bién a las limitaciones de un artículo de estas características), a la Red, con la finali-
dad de que cada organización pueda adaptarlo a sus dinámicas de manera particular.

1. Implementar de manera sistemática el uso de un lenguaje no sexista en los


proyectos y programas, en las dinámicas y sesiones de intervención directa
con la población meta de cada organización, así como en los instrumentos
de información y comunicación de la Red (páginas web de referencia por

303
BEGOÑA LEYRA FATOU

2. ejemplo) y no sólo utilizarlo para epígrafes y cuestiones puntuales. En-


tendemos por lenguaje sexista el uso exclusivo de uno de los dos géneros
(en general el masculino) para referirse a ambos, excluyendo al otro (aun-
que sea, como en la mayoría de casos, involuntaria dicha exclusión). El
lenguaje es transmisor de valores culturales y su uso contiene un gran
sesgo machista que poco a poco debe ser eliminado.
2. Incorporar capacitación en temas de género a todos los niveles profesio-
nales, tanto a personal de plantilla como voluntariado, en el nivel de ela-
boración y diseño de proyectos así como en el de aplicación de metodo-
logía participativa. De igual modo, sería conveniente elaborar (desde la
propia Red) materiales y manuales de sensibilización en género que estén
disponibles en todo momento para las organizaciones que integran la
Red.
3. Incluir en los indicadores, no sólo datos desagregados por sexo (que ya se
hace en muchas ocasiones), sino también indicadores específicos y dife-
renciados para niñas (igual que se realiza con las mujeres). De esta ma-
nera, se evitarán las invisibilizaciones de algunos aspectos de las niñas en
circunstancias que a priori no presentan graves problemáticas. Es evi-
dente que en el caso de la explotación sexual, la prostitución infantil o el
trabajo doméstico hay un mayor porcentaje de niñas y se contempla de
manera específica, pero de igual modo habrá que considerar las especifi-
cidades en otros temas como la participación, la toma de decisiones, el
uso del espacio público, el acoso y hostigamiento o el acceso y control a
determinados recursos.
4. Aplicar en la elaboración de informes e investigaciones el análisis de gé-
nero9. El cumplimiento de derechos tiene que ver también con el cambio
de paradigma de estructuras dominantes y subordinadas, pero en eso
normalmente no se hace especial hincapié. Se aportan datos cuantitativos
que evidencian discriminaciones e inequidades pero en pocas ocasiones
se muestran en las reflexiones las causas de esas diferencias porcentuales
ni se dan alternativas para disminuir esa brecha de género.
5. Plantear la perspectiva de género también en los informes «alternativos»
que se realizan sobre la infancia, y que sirven de denuncia de diversas
cuestiones que no se contemplan en las políticas públicas, evitando caer
así en omisiones igual o más discriminatorias que las propias que se de-
nuncian (de manera paralela a la perspectiva de género se deben tener en
cuenta las discriminaciones por cuestión de etnia, condición social, con-
dición económica, discapacidad, opción sexual y opción religiosa, entre
otras).
6. Analizar a las familias y unidades domésticas como instancias de sociali-
zación de niñas y niños que reproducen esquemas jerárquicos, y trabajar
9 El análisis de género es el estudio de las diferencias entre las condiciones, las necesidades, los índices
de participación, el acceso a los recursos y al desarrollo, el control de los bienes y la capacidad de decisión en-
tre mujeres y hombres en los papeles tradicionales que se les han atribuido.

304
DERECHO A LA INFANCIA Y DERECHOS DE LAS NIÑAS. ANÁLISIS Y RECOMENDACIONES A PARTIR DEL…

en la medida de lo posible por ir disminuyendo las discriminaciones que


ocurren en el ámbito doméstico (a través de las escuelas de padres y ma-
dres y la toma de conciencia por parte de educadores y educadoras). Tra-
bajando cuestiones como: la corresponsabilidad, el uso del tiempo, la
asignación de tareas, el control diferenciado para niños y niñas y el cam-
bio de roles asignados a lo femenino y a lo masculino.
7. Evitar suponer al colectivo de las niñas como especialmente vulnerables
en determinados ámbitos, especialmente en situaciones de pobreza. Esto
supone un error que evita denunciar las causas que provocan esa femini-
zación. Así mismo, habrá que considerar también a los niños, que aun-
que en menor número también sufren la pobreza. El enfoque de la vulne-
rabilidad (que tomó fuerza en la década de los 80) ha sido
profundamente criticado por las corrientes feministas y sin embargo, está
muy presente en el colectivo de la infancia. Habría que plantear, de ma-
nera progresiva, el enfoque de la desigualdad, para analizar los fenómenos
sociales en toda su complejidad.
8. Fomentar el derecho a la educación (formal e informal), planteando ésta
desde las propuestas coeducativas, evidenciando el contenido sexista de
los textos escolares, la falta de formación del profesorado en temas coe-
ducativos (plantear alternativas a esas deficiencias), y visibilizando las im-
portantes aportaciones de las mujeres en todos los ámbitos de la sociedad
(no sólo en su papel reproductivo). La coeducación (Acuña, 1995) es el
proceso de socialización humana realizado conjunta o separadamente a
niños y niñas, en el que se produce sistemáticamente una intervención
cuyo objetivo es potenciar el desarrollo personal sea cual sea el origen y
el sexo de nacimiento, para conseguir una construcción social no enfren-
tada y común. Se basa en la ideología de la igualdad a la que se le añade
la libertad, la diferencia y la solidaridad. Para ello habrá que:
— Llevar a cabo una revalorización de la cultura femenina en todo aque-
llo que tiene de valioso.
— Promover la transformación de los géneros en el proceso de sociali-
zación que se lleva a cabo en los espacios educativos.
— Utilizar el análisis de género como metodología: para equilibrar, in-
tervenir.
9. Unificar unos criterios mínimos de incorporación de la perspectiva de gé-
nero en las organizaciones que trabajan por la infancia, estableciendo y fa-
voreciendo también un cambio intraorganizacional pro equidad10 (rom-
piendo estereotipos y jerarquías sexistas). Estos criterios mínimos podrían
aparecer dentro de los códigos deontológicos de las propias organizaciones
y la Red podría ser un canalizador de experiencias y criterios.

10 Fomentando la promoción dentro de las organizaciones de presencia de mujeres y hombres igualita-


ria en todas las funciones y categorías, capaz de distribuir recursos de acuerdo a variables como el género, la
etnia o la clase, tanto en su seno como en su trabajo externo.

305
BEGOÑA LEYRA FATOU

10. Intercambiar y difundir ejemplos de «buenas prácticas» en cuestiones de


género con otras organizaciones (de la sociedad civil) y organismos (tales
como UNIFEM o el INMUJERES), que trabajen por la equidad e igual-
dad (bien entre niños y niñas como entre mujeres y hombres) pertenez-
can o no a la Red y que puedan servir de plataforma de intercambio
(siendo la Red la instancia que podría liderar la gestión e intercambio de
acciones).
11. Promover todas estas recomendaciones (lenguaje no sexista, coeducación,
corresponsabilidad etc.) tanto en las organizaciones mixtas como en or-
ganizaciones que trabajan sólo con niñas, ya que suele confundirse el gé-
nero con el trabajo exclusivo con niñas (igual que ocurre con las organi-
zaciones de mujeres).
12. Destinar de manera específica presupuestos para asuntos de género con-
signados a acciones tales como el empoderamiento de las niñas o pre-
vención de discriminaciones de género sistematizadas que ayuden a crear
conciencia en torno a esta temática.

Sirvan, por tanto, estas recomendaciones, para entender que las cuestiones de
género no son exclusivas de las niñas (o en otros casos de las mujeres), sino que
evidencian la necesidad de plantear un cambio de paradigma que ofrezca un
mundo más justo, menos jerarquizado, que demuestre las diferencias sin que eso
suponga desigualdad y que sea más abierto y tolerante a la diversidad humana,
que es, al fin y al cabo, una de las riquezas del mundo en que vivimos y por el que
trabajamos para lograr que sea cada día un poco mejor para todos y todas.

8. BIBLIOGRAFÍA
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307
DERECHOS SEXUALES
Y REPRODUCTIVOS
REPRODUCCIÓN, SEXUALIDAD Y
DERECHOS DE SALUD SEXUAL Y
REPRODUCTIVA
Cristina Bernis
Profesora del Dpto. Biología de la
Universidad Autónoma de Madrid
(UAM).
Instituto Universitario de Estudios
de la Mujer UAM.

1. INTRODUCCIÓN
La salud sexual de individuos y poblaciones tiene mucho que ver con la se-
xualidad, con los comportamientos reproductores y con las normas sociales que
los regulan, que limitan extraordinariamente la capacidad de las mujeres para de-
cir sobre su sexualidad y reproducción y establecen en general muy diferentes pa-
peles para hombres y mujeres (Bernis et al., 2008; UN, 1995). El derecho a un es-
tado óptimo de salud mental física y social en todos los aspectos relacionados con
sexualidad y la reproducción puede parecer algo muy obvio en las sociedades ac-
tuales del S. XXI y sin embargo, ha habido que recorrer un largo camino no sólo
para que se reconocieran estos derechos si no también para encontrar definicio-
nes aceptables de los términos, para la mayoría de los países. En 2006 la asamblea
General de Naciones Unidas reconoce los derechos de salud sexual y reproduc-
tora, los incluye explícitamente entre los Objetivos de Desarrollo del Milenio y
acuña una definición consensuada (UN 2006). Sorprende lo reciente de esta re-
alidad y la de su antecedente inmediato, la Conferencia Mundial de Población ce-
lebrada en El Cairo, que en 1994 reconoce los derechos de salud reproductora.
En el presente trabajo se proporcionan algunas claves para comprender esta
situación y sus implicaciones, revisando brevemente los antecedentes históricos,
haciendo visibles los prejuicios culturales, religiosos y políticos que han frenado
el reconocimiento expreso de los derechos de salud ligados a la reproducción y la
sexualidad, y analizando algunos conceptos básicos. Finalmente se ilustra con un

311
CRISTINA BERNIS

estudio de caso la situación de aspectos puntuales de salud sexual y reproductora


en colectivos de riesgo en España y se resalta la urgente necesidad de impulsar la
investigación sobre el tema, para poder llevar a cabo programas y políticas efica-
ces para conseguir que los derechos sexuales sean una realidad.

2. ANTECEDENTES HISTÓRICOS
2.1. Derechos de salud sexual y reproductiva: avances en políticas de
igualdad y la gestación de un reconocimiento necesario
Desde la declaración de la salud como derecho fundamental en 1948 con
ocasión de la creación de la OMS, hasta la inclusión explícita de la declaración de
los derechos de salud sexual y reproductora en los documentos de las Agencias In-
ternacionales en 2006, transcurre un largo periodo de gestación, relacionado con
la prevención que ha despertado, y todavía despiertan los términos relacionados
con sexo, sexualidad y reproducción en muchas sociedades e individuos. La salud
reproductora se ha referido casi exclusivamente a mujeres, y abarcaba aspectos
muy concretos de la reproducción como la mortalidad materna, o la atención
prenatal, que se fueron ampliando gradualmente, con la anticoncepción, los abor-
tos voluntarios y seguros, y finalmente la sexualidad. Sin embargo, la sexualidad
y la reproducción son aspectos esenciales de la vida de mujeres y de hombres, que
requieren además de respeto mutuo y decisiones compartidas políticas preventi-
vas, informativas y educativas dirigidas a todas las identidades sexuales.
La Declaración Universal de los Derechos Humanos, (UN, 1947), establece la
primera referencia implícita a la salud como derecho en su artículo 22 «Toda per-
sona, como miembro de la sociedad, tiene derecho a la seguridad social, y a obtener, me-
diante el esfuerzo nacional y la cooperación internacional, habida cuenta de la organi-
zación y los recursos de cada Estado, la satisfacción de los derechos económicos, sociales y
culturales, indispensables a su dignidad y al libre desarrollo de su personalidad».
La Organización Mundial de la Salud, establece ya de manera explicita en su
acta fundacional la salud como derecho fundamental, (OMS, 1948), y desde en-
tonces amplía y matiza el concepto y establece diferentes estrategias por objetivos
para llevar conseguir una «salud para todos».
Sin embargo, el impulso específico para la aceptación de los derechos repro-
ductores, (por los que llevaban años luchando diferentes colectivos de mujeres),
surge de la evaluación de los planes de acción derivados de las dos primeras con-
ferencias de población (México, 1975 y Copenhague, 1980). Los resultados fue-
ron desalentadores y se llegó a la conclusión de que se requerian cambios funda-
mentales en la situación de las mujeres, recogidos especificamente en las dos
siguientes conferencias, (estos cambios fueron trascendentales para acelerar los
procesos de igualdad de género). En la tercera conferencia (Kenia, 1985) se esta-
blecieron las llamadas Estrategias de Nairobi, vigentes hasta el año 2000 y cuya fi-
nalidad era la consecución de la igualdad de la mujer en materia jurídica, social,

312
REPRODUCCIÓN, SEXUALIDAD Y DERECHOS DE SALUD SEXUAL Y REPRODUCTIVA

de derechos y de ciudadanía, así como en el acceso a los alimentación y otros as-


pectos de la salud, el agua y la agricultura. La Conferencia Internacional de Po-
blación y Desarrollo en el Cairo de 1994 (CIPD), marca un nuevo hito, porque
allí se reconocen explícitamente los derechos reproductores como derechos fun-
damentales. En ese momento se reconoce el fracaso de la mayoría de los progra-
mas de reducción de la fertilidad, realizados mas en función de los argumentos
políticos y económicos sobre la necesidad de reducir el crecimiento poblacional,
que en función de la situación global de las mujeres (y hombres) y de las necesi-
dades individuales afectivas, biosanitarias e identitarias de la vida sexual y repro-
ductora.
La Cuarta Conferencia (Beijing, 1995) fue trascendental para acelerar los pro-
cesos de igualdad a través de una plataforma de acción que estableció la eliminación
de todas las formas de discriminación contra las mujeres y las niñas, así como la su-
presión de los obstáculos jurídicos y culturales que impiden su avance, haciendo es-
pecial referencia a la necesidad de incentivar la independencia económica de las
mujeres como premisa básica para conseguir poder personal, social y político. Bei-
jing aportó además conceptos operativos para introducir género de manera trans-
versal en todos los aspectos sociales, políticos y culturales, y acuña con ese fin los
conceptos de transversalidad» (manistreaming) y empoderamiento (empowerment),
ambos de gran utilidad para desarrollar los planes de acción, recientes.
La conferencia de Beijing, 1995, sentó las bases practicas para acelerar los
procesos de igualdad, creando una Plataforma de Acción con el fin de eliminar to-
das las formas de discriminación contra las mujeres y las niñas, y de suprimir los
obstáculos jurídicos y culturales que impiden su avance; en ella se refuerzan las
conclusiones sobre los derechos sexuales y reproductores tomadas en el Cairo.
En la reunión del año 2000 en Nueva York, conocida como Beijing+5, se re-
visan los acuerdos y compromisos de la plataforma de Beijing y se establecen nue-
vas medidas para conseguir su plena aplicación.

2.2. ODM, igualdad de género y derechos sexuales y reproductivos


La Declaración del Milenio de Naciones Unidas incluye la erradicación de la
pobreza, la igualdad real entre hombres y mujeres en todas las esferas de la vida,
incluida la salud, y menciona la importancia que la igualdad social, económica, en
derechos ciudadanos, y específicamente también de género, y estructura estos
planteamientos en 8 objetivos a conseguir en el 2015. El reconocimiento explícito
de que la relación de desigualdad de género entre hombres y mujeres es un freno
para la mejora de la salud reproductora y sexual fue un hito importantísimo, que
creó muchas expectativas sobre la inclusión explicita de la consecución real de la
igualdad de género y del cumplimiento de los derechos sexuales y reproductivos
entre los Objetivos de desarrollo del Milenio (UN, 2000). Sin embargo, así como
la expectativa sobre el género sí se cumplió, no ocurrió lo mismo para los derechos
sexuales y reproductores.

313
CRISTINA BERNIS

El avance hacia la consecución de los objetivos ha sido mucho más lento de


lo programado, (aunque el grado de cumplimiento varía también según las áreas
geográficas y el objetivo concreto); diferentes análisis han puesto de manifiesto
que el acceso universal a la salud y a los derechos sexuales y reproductivos es, ade-
más de un derecho humano universal, una vía necesaria para dar cumplimiento a
los Objetivos del Milenio. Por un lado, hay estimaciones de que a nivel mundial,
el 20% de los estados mórbidos de las mujeres y el 14% del de los hombres se de-
ben a la deficiente salud sexual y reproductiva, siendo a la vez causa y consecuen-
cia de pobreza, (Howkes, et al , 2007); también aumenta el riesgo de transmisión
del VIH-SIDA con las consecuencias demoledoras que está teniendo en África
Sub- Sahariana donde la extensión de la epidemia del SIDA ha reducido de ma-
nera muy significativa la esperanza de vida de hombres y mujeres respecto a la que
tenía en los años ochenta, pero ha afectado más a las mujeres (OMS, 2004),
siendo ésta una situación nueva en el contexto del África Subsariana, donde an-
tes de los años 80 la esperanza de vida era superior en mujeres que en hombres y
que tiene además muchas implicaciones de todo tipo, incluido el enorme pro-
blema del creciente número de huérfanos y huérfanas.

FIGURA 1
Educación e información sobre salud sexual y reproductora como
determinante de salud

Por otro lado, la mejora de la salud sexual y reproductora es indispensable


para avanzar en la igualdad de género, y lo es porque debido a los silencios, tabúes
y expectativas sociales en torno a las relaciones sexuales, se refuerzan estereotipos
de género obstaculizadores para mujeres, la ideología política, el fundamenta-

314
REPRODUCCIÓN, SEXUALIDAD Y DERECHOS DE SALUD SEXUAL Y REPRODUCTIVA

lismo religioso de todo orden, y recurso a la «tradición cultural», son tres grandes
rémoras para avanzar en la consecución de estos derechos. Por ello, cuando final-
mente en 2006 la asamblea General Naciones Unidas introdujo el objetivo sobre
los derechos sexuales y reproductores de la CIPD del Cairo como algo esencial
para conseguir el resto de los Objetivos del Milenio, se da un paso de gigante, y
que conviene se recordara siempre que ésto se ha conseguido fundamentalmente
por la presión de ONG de carácter nacional e internacional, lo que debe hacer-
nos reflexionar sobre la importancia de los movimientos ciudadanos.
En consecuencia, OMS en la FAct Sheet 2008, accesible en internet,
www.WHO.int, establece que : «el derecho a la salud no solo incluye el adecuado cui-
dado a través de un sistema de atención sanitaria pública y universal, sino también el
de los determinantes de la salud del ambiente físico y biológico, (acceso a agua pota-
ble, condiciones sanitarias seguras, comida suficiente y segura, ambientes ocupaciona-
les y condiciones ambientales saludables), y acceso a la educación e información rela-
cionada con la salud, incluida la salud sexual y reproductiva». (fig 1).

3. SEXUALIDAD, REPRODUCCIÓN Y SALUD SEXUAL


Y REPRODUCTIVA
La sexualidad es un aspecto fundamental de la naturaleza humana que afecta
a las personas a lo largo de toda su vida y que, según la definición de OMS (2004)
incluye el sexo, las identidades o roles de género, la orientación sexual, el ero-
tismo, el placer, el vinculo afectivo y la reproducción. Se experimenta y se expresa
en forma de pensamientos, fantasías, deseos, creencias actitudes, valores conduc-
tas, practicas, roles y relaciones. Aunque la sexualidad puede abarcar todas estas
dimensiones no siempre se experimentan o se expresan todas. La sexualidad es un
término complejo, resultante como la reproducción, de la interacción de factores
biológicos, psicológicos, sociales, económicos, políticos, culturales, éticos, legales,
históricos, religiosos y espirituales. El género es un factor determinante de la se-
xualidad (Ikkaracan y Jolly 2007) y la interacción entre sexualidad y el género
puede dar lugar a diferencias importantes en la situación de bienestar o malestar
de las personas a lo largo de su ciclo vital, pero con frecuencia también establece
la delgada línea entre la vida y la muerte (Horton 2006).
La reproducción humana es un proceso biosocial, limitada en el tiempo,
tanto por los factores biológicos que determinan la etapa fértil de las mujeres
(edades de menarquia y de menopausia), como por los factores culturales ligados
a las decisiones individuales (y en ocasiones colectivas),entre otras: tener o no
descendencia, las circunstancias en las que se quieren tener, las edades de inicio y
fin de maternidad, el número hijos e hijas, su espaciamiento y el tipo de lactan-
cia. Los aspectos biológicos y fisiológicos relacionados con los embarazos y los
partos, han permanecido prácticamente invariables desde que se fijaron en nues-
tra filogénesis hace unos 200.000 años, mientras que por el contrario, el conjunto
de factores culturales que interactúan con ellos, presentan grandes diferencias en-

315
CRISTINA BERNIS

tre poblaciones, y se han modificado mucho a lo largo del tiempo (Bernis 1999;
Bernis 2008).
Este cambio cultural está relacionado entre otras cosas, con la transformación
de los sistemas de valores predominantes sobre:
— los roles sociales de hombres y mujeres, y sobre la concepción de la familia,
— las relaciones de poder entre hombres y mujeres,
— la capacidad de decisión de la mujer (y del hombre) sobre su sexualidad y
reproducción,
— los avances de los conocimientos científicos y tecnológicos ligados al con-
trol de la fertilidad y
— los avances sanitarios que permitieron la reducción drástica de la morta-
lidad materno infantil.
Los determinantes biológicos imponen:
1) Los momentos de inicio, finalización y duración del periodo fértil de las
mujeres a través de las edades de menarquia y de menopausia.
2) Las características de las funciones ovárica y uterina, que generan variabilidad
en la probabilidad de concebir, en el número de embarazos fallidos y a término y en
el número de recién nacidos vivos que miden la fertilidad de las mujeres.
3) Las características de la funcionalidad de las glándulas mamarias, que per-
miten la alimentación de los lactantes
4) La inversión parental en gasto energético, cuidados y protección, necesa-
rias para mantener sanos y vivos a los descendientes hasta edad reproductora.

Los determinantes culturales interactúan con los biológicos determinando:


1. La decisión de iniciar una practica sexual, la edad y las circunstancias de su
inicio.
2. La decisión de participar no en la reproducción.
3. La decisión sobre la elección de una pareja y de sus caracteristicas.
4. Las decisiones sobre las edades de inicio y de finalización del proceso re-
productor.
5. Decisión sobre el numero de descendientes y su espaciamiento, que in-
cluye la decisión de interrumpir o finalizar un embarazo.
6. Las decisiones necesarias para proteger vivos y sanos a los descendientes
hasta su independencia.
Esta esquemática visión sobre sexualidad y reproducción, permiten com-
prender su estrecha interacción y la necesidad de una aproximación biopsicoso-
cio-cultural a estos temas; también sugieren la evidente asimetría entre el conoci-
miento sobre reproducción y salud reproductora, y la parquedad de conocimiento
sobre sexualidad y salud sexual.

4. LA NECESIDAD DE INVESTIGAR SOBRE SALUD SEXUAL


Sobre salud reproductora y reproducción, tenemos mucha información.
Existen indicadores validados para evaluar sus diferentes aspectos y cuantificar los

316
REPRODUCCIÓN, SEXUALIDAD Y DERECHOS DE SALUD SEXUAL Y REPRODUCTIVA

avances temporales realizados; estos avances han sido muy importantes, especial-
mente en la reducción de la mortalidad materno-infantil, aunque todavía insufi-
cientes en algunos países, especialmente del África Subsariana y en menor grado
del sudeste asiático. Por el contrario, sobre salud sexual y sexualidad -concebida
como el resultado de un complejo equilibrio entre predisposición genética, ries-
gos biológicos, comportamientos sexuales, salud mental, actitudes y valores so-
ciales predominantes que perpetúan situaciones de desigualdad socioeconómica,
por origen y de género- , disponemos de muy poca información, y básicamente
sobre aspectos negativos relacionados con la sexualidad, (Incidencia de SIDA, de
otras ETS, de IVES etc.), porque son los únicos indicadores validados que pro-
porcionan las estadísticas nacionales de salud.

FIGURA 2
Diferencias entre países desarrollados y en desarrollo de indicadores
que contribuyen a la carga global de enfermedad.

Quizá no deba sorprendernos, que precisamente dos aspectos fundamentales de


la salud sexual y reproductora, para los que si disponemos de estadísticas nacionales,
ocupan el segundo lugar entre los peligros ambientales que reducen calidad de vida
y años de vida en el conjunto de la población mundial: sexo seguro y ausencia de con-

317
CRISTINA BERNIS

tracepción (OMS, 2000) (Fig 2). Afectan especialmente a las poblaciones en desa-
rrollo, pero indudablemente son necesarias mejores estadísticas sobre prevalencia e
incidencia de ETS, sobre fallo de anticoncepción y embarazos no deseados en el
mundo occidental. Los problemas de salud Sexual y Reproductora constituyen ade-
más un 20% de los malestares de las mujeres a nivel mundial y un 14% del de los
hombres, debido a falta de servidos. La deficiente salud sexual y reproductiva que en
las mujeres abarca un amplio lote de causas exclusivas - abortos inseguros, mortali-
dad materna, mutilación genital, esterilidad permanente por infecciones sexuales no
tratadas-) y que comparte con los hombres el SIDA y otras enfermedades de trans-
misión sexual, es a la vez causa y consecuencia de pobreza, y la aceptación de este he-
cho es o que finalmente determinó la inclusión de los derechos sexuales y reproduc-
tores como prioritarios para la consecución de los Objetivos del Milenio.
Es pues, necesario desarrollar un marco teórico propio, y validar métodos, in-
dicadores y herramientas de investigación específicas, para poder realizar preven-
ción y proporcionar recomendaciones diferentes a las meramente reproductoras,
y todavía está forjándose. Dada la privacidad y sensibilidad de muchas preguntas
necesarias para conocer la situación y elaborar políticas preventivas y de apoyo, no
es un aspecto fácil de abordar. Esto determina que con frecuencia los indicadores
que existen, sobre todo a nivel de estadísticas nacionales o comunitarias informan
sobre lo negativo que es no incidir en estos aspectos, pero carecemos práctica-
mente de indicadores validados para conocer los factores positivos, que afectan al
bienestar personal y a la salud mental. Por ejemplo, para la mayoría de los países
disponemos de datos sobre mortalidad materna, IVES, y en mucho menor grado
sobre embarazos no deseados, enfermedades de transmisión sexual y violencia se-
xual. Escasean así mismo, la información sobre indicadores biológicos y compor-
tamientos relacionados con salud sexual y reproductiva entre adolescentes, y más
aún, los referidos a la cobertura sanitaria, su adecuación a necesidades reales, su
utilización por los adolescentes y colectivos de inmigrantes. También existen gran-
des lagunas sobre los derechos sexuales y reproductivos referidos a los hombres, y
sobre herramientas validadas, o sobre desarrollos teóricos sobre como incorporar-
los a acciones formativas e informativas específicas para hombres de diferentes
edades y que además se complementen bien con las acciones dirigidas a mujeres
y comprensión de las necesidades específicas por edad y colectivos esenciales para
realizar intervenciones a través de planes de acción realistas (Fathalla et al, 2006).
Indudablemente se ha avanzado en el desarrollo teórico, en los métodos de
diseño y las herramientas de investigación como los cuestionarios, especialmente
en los tópicos que han recibido mas interés por parte de las investigaciones: el
comportamiento sexual de los jóvenes, la coerción y las raíces de la violencia se-
xual, la doble protección de salud sexual y reproductiva, la calidad del cuidado
médico y de los profesionales que lo proporcionan, y las necesidades especiales de
la juventud refugiada e inmigrante.
La salud sexual necesita de un análisis simultáneo y coordinado a diferentes
niveles, individual, familiar, comunitario y de los sistemas sanitarios. Además,
todo ello debe estar enmarcado en una garantía legal, política y regulativa que ga-

318
REPRODUCCIÓN, SEXUALIDAD Y DERECHOS DE SALUD SEXUAL Y REPRODUCTIVA

rantice los derechos sexuales y reproductivos de hombres y mujeres de todas las


edades en cada población.
Esto implica la comprensión de los papeles de género y de la sexualidad; la in-
vestigación sobre sexualidad debe ir mas allá de los meros aspectos reproductores
y de mejorar los servicios sanitarios. Hay que validar datos que por su privacidad
son con frecuencia difíciles o imposibles de recoger, especialmente bajo la presión,
redeterminadas ideologías políticas, religiosas o personales ampliamente extendi-
das todavía y que no solamente dificultan la investigación, si no determinan la
imposibilidad de que esos derechos se puedan ejercer en la vida cotidiana.
Profundizar en la influencia que determinadas religiones, ideologías y sistemas
políticos han tenido y siguen tendiendo sobre el control de sexualidad y la repro-
ducción y sus consecuencias nefastas sobre la salud de las poblaciones debería ser otro
campo prioritario de investigación y de acción. Ilustraremos brevemente algunas si-
tuaciones con ejemplos muy diferentes: el primero, ligado a la ideología neoconser-
vadora de la administración Americana, que, para financiar campañas de prevención
del SIDA, exigía a las organizaciones solicitantes el cumplimiento de algunos pun-
tos, entre los que destacamos: seguir la estrategia ABC ( promoción de la Abstinen-
cia, Fidelidad, Condones) con la obligación de que el 33% de los fondos destinados
a prevención, se utilizaran en la promoción de la abstinencia hasta el matrimonio;
una declaración de condena a la prostitución, exigido solamente a las organizaciones
no estadounidenses, ya que estas no necesitan pedirlo porque esa declaración viola la
Primera Enmienda; y exclusión automática de las organizaciones que informan so-
bre abortos o facilitan su práctica (Alonso y de Irala, 2006; Santelli et al, 2006). Es-
tas exigencias, coartan las posibilidades de acción de las organizaciones que aceptan
la financiación, y determina también que con frecuencia se rechace ser financiado
bajo esas condiciones, como ocurrió en Brasil (Kaplan, 2005). La influencia de la
Iglesia católica en algunos aspectos sigue siendo enorme entre sus fieles, pero también
ha sido determinante en ocasiones para hacer reformas legales, por ejemplo en Polo-
nia, el aborto que fue legal durante un largo periodo del siglo 20, se prohibió en
1993, por un gobierno para «ser consecuente con los valores cristianos» de un país
profundamente católico. En muchos países africanos, como por ejemplo Egipto, a
pesar de los cambios legislativos y de las intensas campañas en contra de la mutila-
ción genital femenina, se sigue practicando de manera bastante generalizada, en
nombre de la tradición. La utilización de la tradición cultural propia ( «Nuestra cul-
tura»), para mantener situaciones completamente contrarias a los derechos sexuales
y reproductores y para rechazar cambios esenciales en esos aspectos, se está exten-
diendo en algunas poblaciones, frenando y evitando cualquier posibilidad de avance.
Turquía es buen ejemplo de esta situación, a través de diferentes intentos de cambiar
las leyes en cosas importantes como la penalización del adulterio, y en otras más su-
tiles pero igualmente trascendentes como la obligación de llevar la cabeza cubierta en
los recintos universitarios. Los países islámicos forman un mosaico de situaciones di-
ferentes, algunos muy restrictivos con la situación global de la mujer y con los dere-
chos de salud sexuales y reproductores desde hace mas de 60 años, (Arabia Saudita y
otros países del Golfo), y otros que han tenido situaciones más favorables para la mu-

319
CRISTINA BERNIS

jer y en los que el auge del fundamentalismo ligado a importantes cambios político-
estratégicos en la región está empeorando gravemente su situación, como en Iraq
(Varea; 2001 ).

5. LA SITUACIÓN EN ESPAÑA: ESTRATEGIAS, REALIDADES


Y PRIORIDADES DE ACCIÓN
Las estrategias y las prioridades en España, no son esencialmente diferentes
de las planteadas por Organismos Internacionales y supranacionales para pobla-
ciones occidentales. Deben afrontar con realismo el cambio en la cultura de la se-
xualidad que ha ocurrido en los últimos 40 años ajustadas a la realidad española
y su diversidad. La Comunidad Europea, por ejemplo, dentro del programa de
Salud Pública (2003-2008) fomenta activamente la salud sexual y el desarrollo de
una cultura del sexo seguro, incidiendo en los colectivos de mayor riesgo (adoles-
centes, inmigrantes y otros grupos específicos) y en los problemas más prevalen-
tes. Su principal objetivo es doble: fomento de la salud y definir las mejores prác-
ticas para grandes cuestiones, entre las que destaca las 3 siguientes:
• Embarazos de adolescentes
• Planificación familiar y la prevención de enfermedades sexualmente trans-
misibles tales como el VIH-sida y las infecciones por clamidia.
• Establecer estrategias para atender a colectivos específicos, fomentar la
igualdad de género y respetar plenamente las diferencias culturales.

5.1. La salud sexual y reproductiva de las y los adolescentes


El desarrollo sexual y reproductivo es un proceso biosociopsicológico y emo-
cional que tiene lugar de manera normal en la adolescencia. La mayoría de las y
los adolescentes pasan esta etapa sin grandes problemas aunque muchos pueden
necesitar apoyo, cuidado y orientación en la transición a la etapa adulta. La au-
sencia de estos cuidados, (personas formadas específicamente para orientar e in-
formar), pone en riesgo la salud y en muchos países, la vida de millones de ado-
lescentes en el mundo, es importante que sepan posponer el sexo hasta que sean
física y socialmente maduros, que sean capaces de buscar información adecuada
y de tomar decisiones responsables. En este sentido, el ambiente social y las rela-
ciones de género son críticos para la salud adolescente.
La transformación del sistema de valores relacionados con la sexualidad, y la
aparición de técnicas eficaces de control de fertilidad modernas de fácil utiliza-
ción, permitió separar sexualidad de reproducción, y contribuyó a un aumento de
las relaciones sexuales entre adolescentes y personas no casadas, con los riesgos
asociados cuando no se toman las debidas precauciones. A partir de 1965 OMS
inició ya un amplio programa para identificar las variables que influyen en el
comportamiento sexual de las y los adolescentes, de los riesgos de salud asociados

320
REPRODUCCIÓN, SEXUALIDAD Y DERECHOS DE SALUD SEXUAL Y REPRODUCTIVA

y las consecuencias fisiológicas, psicosociales y jurídicas del embarazo y aborto en


adolescentes (OMS, 1975), con el fin de tomar las medidas preventivas y educa-
tivas correspondientes. Los comportamientos sexuales y afectivos de adolescentes
y jóvenes han seguido transformándose a lo largo de los últimos años (Bernis et
al, 1993; Conde 2004), en parte porque se inician las relaciones sexuales más
tempranamente, pero también porque hay una desmitificación de la parte afectiva
de estas relaciones ligada a una magnificación del sexo, que caracteriza a la sexua-
lidad de los jóvenes como más lúdica o recreativa (Marquet, 2004). Hay sin em-
bargo, un factor de género importante que diferencia esta percepción, mucho
más extendida entre los chicos adolescentes, mientras que las chicas tienen toda-
vía una percepción más afectiva e incluso romántica de la misma, que es patente
en adolescentes europeas tan diferentes como España (Bernis et al, 2008; Carva-
llo y Moreno 2008 ) o Croacia (Hamprecht et al 2004); quizá este reajuste con-
tinuado de los comportamientos sexuales y el desfase entre los chicos y las chicas,
sea en gran parte responsable de la llamativa realidad, que más de 30 años des-
pués, las medidas adoptadas no hayan funcionado adecuadamente.
La salud sexual y reproductiva entre los adolescentes, difiere de la de los adul-
tos (Marston, 2002), y en muchas poblaciones del mundo ha sido poco estu-
diada; es un desafío importante incluso para las poblaciones del mundo occiden-
tal, promover el desarrollo y maduración saludables en lo que respecta a la salud
sexual reproductiva, y conocer las necesidades afectivas, sanitarias, de información
y formación de los grupos de riesgo. Hay incluso matices importantes asociados
a la interacción entre factores biopsicosociales, que pueden generar mayor riesgo,
por ejemplo, para determinados aspectos de salud reproductiva entre adolescen-
tes cuyo desarrollo sea más temprano que la media.

5.2. La salud sexual y reproductiva de las mujeres inmigrantes


El aumento de la inmigración en España, genera nuevos realidades y retos
para la salud que han focalizado el interés de sanitarios, epidemiólogos y otros
profesionales en esta situación (Lete y Martinez-Etayo 2004). El énfasis en la sa-
lud de la mujer inmigrante tiene dos objetivos: el primero, proteger a una pobla-
ción vulnerable, que trae sus propios patrones y comportamientos relacionados
con salud (Gregorio 1999, 2000) y en segundo poyar a una población que final-
mente puede actuar como agente de cambio en sus países de origen. Son muchos
los datos que demuestran que el apoyo a las mujeres puede propiciar mejoras de
la situación sanitaria y de los ingresos tanto de los hogares como de las comuni-
dades (Carmenate, 2001; Endevin y Soliva 2007).
La Ley orgánica de Derechos y libertades de los extranjeros en España
7/1985, limitaba el acceso sanitario de los emigrantes a que la situación adminis-
trativa estuviera plenamente regularizada, y también para aquellos que estando en
situación irregular necesitaran de un diagnóstico o asistencia urgente. Para el
resto, la ley determinaba a unos centros municipales específicos, que junto con la

321
CRISTINA BERNIS

atención de ONG constituían la oferta de atención sanitaria accesibles a inmi-


grantes . En 2000 se reforma la ley, ampliándose el acceso a la sanidad a los in-
migrantes empadronados en un municipio, y también a menores y mujeres ges-
tantes aunque no cumplan los otros requisitos legales.
Por tanto, es importante identificar hasta que punto tanto la utilización de
servicios sanitarios, como las propias intervenciones sanitarias, están influídas por
el origen de las usuarias y por las difíciles condiciones personales, laborales y le-
gales de estas mujeres ( Castrillo et al, 2004; Llacer et al, 2006). Las mujeres ex-
tranjeras entre 15-49 años, representan el 22,14 del mujeres de mujeres edad fér-
til en la comunidad de Madrid, sin embargo la utilización de los servicios
sanitarios preventivos es inferior a su representación porcentual en la población
hasta hace muy poco, lo que se explicaba por la suma de una serie de causas como:
problemas con el idioma o con el horario, el miedo de ser expulsadas por su si-
tuación de ilegales y la no percepción de los problemas de salud como urgentes.
Los datos del Informe de la fundación Pfeizer 2008, corroboran que los inmi-
grantes acuden mas a urgencias hospitalarias y menos a todos los demás servicios
salvo pediatría. En este sentido, algunas investigaciones sugieren que las inmi-
grantes utilizan los servicios médicos cuando perciben su problema de salud como
urgente o grave, y solo en esas circunstancias faltarían al trabajo que les permite
realizar su objetivo prioritario como inmigrantes: enviar dinero a la familia en su
país de origen (Acevedo, 2004; Sanz et al, 2004).
Los servicios sanitarios a los que recurren con mayor frecuencia las mujeres in-
migrantes están relacionados con la salud sexual y reproductiva, paradójicamente
tanto para atención de embarazo y parto con sus peculiaridades de salud materno-in-
fantil (Bernis, 2005, Bernis y Varea 2006), como para evitar embarazos no deseados,
requiriendo IVEs y también cada vez con mayor frecuencia píldora postcoital, (Ber-
nis y Varea 2008 ); comparten con el grupo adolescente una necesidad urgente de
prevenir eficazmente embarazos no deseados, por ello la información, formación y la
asistencia relacionada con la prevención de embarazos no deseados, la información
sobre métodos y centros y la accesibilidad a centros de interrupción voluntaria del
embarazo, y la atención al embarazo y al parto si se decide llevarlo a cabo son los tres
grandes pilares que deben reforzarse para la población inmigrante.

5.3. Salud sexual y reproductora: prevención de embarazos no deseados:


los datos sobre IVE. Datos disponibles en España
En España uno de los problemas latentes relacionados con salud sexual y repro-
ductora , que afectan a un elevado número de mujeres es el fallo reiterado en la pre-
vención de embarazos no deseados. Eso implica fallo en el uso de anticoncepción efi-
caz, y demanda de IVE y de píldora postcoital. En España se despenalizó, en 1985
el aborto en 3 supuestos y en 2001 la anticoncepción de emergencia. Desde esas fe-
chas, las cifras de IVE y la demanda de postcoital han aumentado de manera cons-
tante, y es preocupante la tendencia detectada recientemente de que los jóvenes es-

322
REPRODUCCIÓN, SEXUALIDAD Y DERECHOS DE SALUD SEXUAL Y REPRODUCTIVA

pañoles, utilizan menos frecuentemente preservativo para evitar embarazos, y recu-


rren cada vez más a la píldora postcoital, que evidentemente no protege contra en-
fermedades de transmisión sexual (Ministerio de Sanidad y consumo, 2005).
Las tasas de IVE para el conjunto del estado, muestran que en el año 2001,
la tasa más alta se observó en el grupo de mujeres de 20-24 años de edad (12,86
por 1.000), seguido del grupo de 25-29 años (9,34) y del de mujeres adolescen-
tes (8,29). Según los datos de un estudio de Delgado (2003), hasta el 44% de las
adolescentes que se quedan embarazadas recurre a la IVE.
Las causas relacionadas con el aumento en el fallo de prevención de embara-
zos no deseados, son múltiples, estando ligadas a los comportamientos afectivos
y sexuales, a la capacidad de planificar o incluso decidir el uso de anticoncepción
eficaz, y, probablemente, a la dificultad de acceder a métodos eficaces de control
o de obtener información sobre su uso, especialmente en sectores específicos de
población, como jóvenes e inmigrantes. Pero también es muy importante dirigir
estos servicios sanitarios a los hombres, especialmente adolescentes, que con fre-
cuencia son excluidos de las campañas de salud sexual y reproductora.
Según el informe sobre «Interrupción voluntaria del embarazo y los métodos an-
ticonceptivos en jóvenes» del Ministerio de Sanidad y Consumo 2006, las tasas de
IVE han aumentado de 4,29 en 1990 a 8,94 en 2004, siendo los grupos de edad
que más contribuyen los de 20-24, 25 a 29 y menores de 20 años.
Respecto a la situación de las Inmigrantes, los análisis de datos (INE, 2007),
y las valoraciones de profesionales, indican el creciente aumento de las tasas de
IVE en estos colectivos parciales (Castrillo et al, 2006); de hecho, el aumento ob-
servado en las tasas de IVE en España, (Figura 3) corresponde mayoritariamente
a mujeres inmigrantes, mientras que las tasas de las españolas estiman que se man-
tienen constantes alrededor del 6%º.

FIGURA 3
Cambio temporal en la tasa de IVE en Madrid y España

323
CRISTINA BERNIS

La mayoría de los IVE se producen en centros hospitalarios privados (Figura


4) ya sean hospitalarios o extra-hospitalarios, y antes de las 8 semanas de gestación
(4.20).

FIGURA 4
Distribución de los abortos en España por tipo de Centro utilizado

FIGURA 5
Distribución de los IVE por semanas de gestación

La elevada contribución de las mujeres no españolas al total de los IVE en la


Comunidad de Madrid, (53,1 del total en 2005), es un aspecto importante de su
salud sexual y afectiva que ilustra lo dicho anteriormente y que requiere reflexión
sobre sus causas.
Existen además algunas diferencias relevantes entre las mujeres españolas y las
inmigrantes que realizan un IVE. Respecto a la edad, entre las españolas que tu-

324
REPRODUCCIÓN, SEXUALIDAD Y DERECHOS DE SALUD SEXUAL Y REPRODUCTIVA

vieron un IVE en 2005, predominan los grupos de edad extremos, las mujeres
mas jóvenes y las más añosas, mientras que entre las no españolas, predominan los
rangos medios de edad (Figura 6 ).

FIGURA 6
Distribución de las edades de las mujeres que tuvieron un IVE
en 2005, por origen

Respecto al estado civil, en ambos colectivos predominan las mujeres que no


convivían en pareja cuando se produjo el IVE, pero esta situación es más fre-
cuente entre las españolas (Figura 7 )

FIGURA 7
Porcentaje de mujeres que no convivían en pareja cuando tuvieron un IVE
en 2005, por origen.

325
CRISTINA BERNIS

Respecto a IVE previos, en ambos grupos predominan las mujeres que no han
tenido un IVE previo, pero esta situación es más frecuente entre las españolas, frente
a mayor frecuencia de IVES repetidos entre las mujeres de otros países (Figura 8).

FIGURA 8
Porcentaje de mujeres con IVE previos al de 2005, por origen de la mujer

Finalmente, respecto a la edad gestacional en la que se realiza el IVE, la mayo-


ría de los IVES en ambos colectivos corresponden a 8 semanas o menos, pero entre
las mujeres de otros países hay con IVE de 9-15 semanas, lo cual podría sugerir su
mayor dificultad para acceder a un centro donde les practiquen un IVE o disponer
del dinero que requiere la intervención, practicada en centros privados (Figura 9).

FIGURA 9
Distribución de las semanas de gestación cuando se raliza el IVE,
por origen de la mujer

326
REPRODUCCIÓN, SEXUALIDAD Y DERECHOS DE SALUD SEXUAL Y REPRODUCTIVA

Respecto a la anticoncepción de emergencia (AE), legalizada en España en


2001, hay pocos datos fiables que permitan estimar sus tasas y su evolución tem-
poral. Internacional Marketing, 2005. Basándose en la distribución de anticon-
ceptivos de emergencia da una tasa de AE 117,38 para el conjunto de España y
de 146,19 para Madrid que es la cuarta más alta del Estado, después de Canarias
(161,64), Valencia (154,34) y Castilla-León (147,35). En el Informe del CIM-
MOP (2005) se sugiere que las inmigrantes contribuye todavía poco a las tasas de
Anticoncepción de emergencia, lo que en cierta medida viene a confirmar otros
datos, aunque se observa un cambio temporal con un ritmo muy rápido de soli-
citud de píldora postcoital entre la población inmigrante (Bernis y Varea, 2008).
La violencia es además de otras cosas, un problema de salud global para las
mujeres que la sufren y con muchas connotaciones de salud sexual y reproductora
es otro tema fundamental del que tampoco tenemos todavía estadísticas precisas
(Lasheras; Pires 2003).

A MODO DE CONCLUSIÓN
EL FUTURO: DE «LOS DE DERECHOS DE SALUD SEXUAL
Y REPRODUCTIVA», A DERECHOS SEXUALES «SIN ADJETIVOS»
Quedan muchas cosas por hacer para conseguir que los derechos de salud se-
xual y reproductora sean una realidad en todas las poblaciones y para todas las
personas. La necesaria implicación de los profesionales de la sanidad y de los res-
ponsables políticos que deben hacerlas efectivas, va en aumento, pero con gran-
des diferencias entre países (Shaw, 2006). Siendo optimistas, se puede pensar que
este proceso es ya irreversible, pero mejorable, siendo la medicalización extensiva
e intensiva del embarazo y del parto una de los cuestiones pendientes en la ma-
yoría de los países occidentales.
En los últimos 50 años se ha pasado de una atención sanitaria al embarazo y
al parto, a la intervención médica y farmacológica muy generalizada sobre los ór-
ganos reproductores y los procesos relacionados con la reproducción, bien me-
diante cirugía (episiotomías, cesáreas, ligadura de trompas, histerectomías, oofo-
rectomías , incluyendo también las intervenciones plásticas tanto por motivos
estéticos, como reparadores de las mamas) , o bien con medicación (para dolor
menstrual, hormonas para control de fertilidad, anestesias y oxitocina durante el
parto, terapia hormonal sustitutiva en la perimenopausia), incluyendo las técni-
cas de reproducción asistida. El derecho a estar informada, a opinar y a que se res-
pete la decisión sobre el grado de intervención sanitaria que se desea en determi-
nados procesos, como durante el embarazo y el parto. Este derecho a elegir es un
aspecto fundamental de los derechos reproductores (FPFE, 2007), que está siendo
reivindicado por las mujeres y apoyado desde diferentes instancias profesionales
y políticas (Ministerio de Sanidad y consumo, 2007; Bernis et al 2008).
El paso pendiente es el reconocimiento universal de que el derecho a la se-
xualidad va más allá de cuestiones reproductoras, de salud e incluso de la vio-

327
CRISTINA BERNIS

lencia. En este sentido se está trabajando desde diferentes ámbitos y por ejem-
plo Esplen, 2007, proporciona una amplia revisión bibliográfica comentada
sobre los avances y tareas por hacer. Entre las diferentes cartas y declaraciones
sobre derechos sexuales, recogemos en la fig. 10, la elaborada por una comisión
de expertos internacionales a petición de OMS 2002, que sin representar una
posición oficial de OMS, ha tenido una gran difusión a través de la página web
de ese organismo.

Figura 10
Declaraciones de OMS sobre derechos reproductivos y sexuales

Derechos de salud reproductiva*: Derechos sexuales*:


Toda persona tiene derecho a : Estar libres de coerción, discriminación y vio-
• Tener sexo satisfactorio y sin riesgo. lencia para:
• A reproducirse cuando y como lo desee. • Tener un estado optimo de salud sexual.
• A decidir el número de descendientes • Acceso a los servicios sanitarios sexuales y re-
• A tener información sobre, y acceso a méto- productivos con privacidad.
dos anticonceptivos. • Buscar y recibir información sobre sexuali-
• A tener información sobre y acceso a técnicas dad.
de reproducción asistida. • Recibir educación sexual.
• A servicios de salud apropiados durante el • Respetar la integridad corporal.
embarazo y el parto. • Elegir la pareja.
• A servicios de salud apropiados para el desa- • Decidir sobre si quiere ser activo sexual-
rrollo de la infancia. mente o no.
• A servicios de salud apropiados para prevenir • Mantener relaciones sexuales consensuadas.
y curar las enfermedades de transmisión se- • Tener un matrimonio consensuado.
xual. • Decidir si quiere tener hijos, cuando y como
• A servicios de salud apropiados para prevenir espaciarlos.
y curar las enfermedades tumorales y de otra • Tener una vida sexual satisfactoria sana y
índole que afectan a los órganos reproduc- placentera.
tores.
* Derechos humanos, reconocidos en las leyes na-
* se refiere a la salud de los procesos reproductores, cionales, internacionales y en los documentos so-
y de las funciones y sistemas asociados a la repro- bre derechos humanos, y son los siguientes.
ducción a lo largo del ciclo vital. OMS, 2003. (OMS, 2002).

En nuestro país, la asociación para la Federación de Planificación Familiar


de España 2007, publica una versión con 11 derechos sexuales y reproductivos
y para cada uno proporciona la situación en España, que se recogen en la Fi-
gura 11.

328
REPRODUCCIÓN, SEXUALIDAD Y DERECHOS DE SALUD SEXUAL Y REPRODUCTIVA

FIGURA 11
Derechos sexuales y reproductivos, Federación de Planificación Familiar
de España, 2007
DERECHOS SEXUALES Y REPRODUCTIVOS (FPFE, 2007)

1. Derecho a la vida: maternidad sin riesgos.


2. Derecho a la igualdad y a la no discriminación.
3. Derecho a la privacidad y a la confidencialidad, en los servicios de salud sexual y reproductiva.
4. Derecho a la libertad y a la seguridad. Las intervenciones médicas sin consentimiento.
5. Derecho a la información y a la educación. La educación de la infancia, los adolescentes y los
jóvenes.
6. Derecho a optar o no por el matrimonio y a formar y planificar una familia. 7. Derecho a de-
cidir tener hijos o no tenerlos, y a cuando tenerlos.
8. Derecho a la protección de la salud. El acceso al aborto seguro.
9. Derecho a disfrutar del progreso científico. (El VIH- SIDA y el acceso a los medicamentos).
10. Derecho a la participación ciudadana. Fortalecimiento de la sociedad civil.
11. Derecho a no ser sometido a torturas ni maltrato. La violencia por motivos de género.

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331
NUEVAS ESTRATEGIAS Y BUENAS
PRÁCTICAS PARA LA PREVENCIÓN DE
LAS MUTILACIONES GENITALES
FEMENINAS: LA INICIACIÓN SIN
MUTILACIÓN. (UN ABORDAJE
CIRCULAR GAMBIA-ESPAÑA)1
Adriana Kaplan Marcusan2,
Pere Torán Monserrat3, Juana Moreno Navarro4
Grupo Interdisciplinar para la Prevención y
Estudio de las Prácticas Tradicionales Perjudiciales
(GIPE/PTP)5

1. INTRODUCCIÓN
La globalización y los movimientos migratorios están produciendo cambios
que vemos reflejados desde hace tiempo en el día a día de nuestra sociedad y en
todos los dispositivos del llamado Estado del bienestar (sanidad, educación, jus-
ticia, etc). Los flujos migratorios, lejos de detenerse, van a ser una constante en los
años venideros. La coyuntura económica y geopolítica de España apuntan a que
esta presión migratoria procederá fundamentalmente del África subsahariana
(Naïr, 2006). Se trata de ciudadanos y ciudadanas procedentes de un mundo mu-

1 AGRADECIMIENTOS: A los autores de este artículo nos gustaría agradecer y resaltar la colaboración
de Lluís Ferrer i Caubet, rector de la Universidad Autónoma de Barcelona, por su apoyo incondicional al pro-
yecto; al Dr Manuel Corachan Cuyas por sus aportaciones y ayuda en la construcción del proyecto y a la Fun-
dación La Caixa por asumir los riesgos de trabajar en entornos de máxima fragilidad, temas tan socialmente
sensibles como las Mutilaciones Genitales Femeninas.
2 Antropóloga. Departamento de Antropología Social y Cultural. Facultad de Letras. Universidad Au-
tónoma de Barcelona (UAB). Bellaterra (Barcelona). Investigadora Principal Grupo Interdisciplinar para la
Prevención y Estudio de las Prácticas Tradicionales Perjudiciales (GIPE/PTP).
3 Médico de Familia. Centro de Salud Gatassa (Mataró 6). Instituto Catalán de la Salud. Mataró (Bar-
celona). Coordinador de la Unidad de Apoyo a la Investigación en Atención Primaria del Barcelonès Nord i
Maresme. Instituto de Investigación en Atención Primaria Jordi Gol.
4 Enfermera pediátrica. Área Básica de Salud Llavaneras (Maresme-Nord). Coordinadora Técnica del
Grupo Interdisciplinar para la Prevención y Estudio de las Prácticas Tradicionales Perjudiciales (GIPE/PTP).
5 Grupo Interdisciplinar para la Prevención y el Estudio de las Prácticas Tradicionales Perjudiciales
(GIPE/PTP) de la UAB. Web: http://mgf.uab.es

333
ADRIANA KAPLAN MARCUSAN, PERE. TORÁN MONSERRAT, JUANA MORENO NAVARRO, GIPE/PTP

chas veces desconocido, sobre los que se elaboran imágenes basadas en prejuicios
y estereotipos.
Como consecuencia de este fenómeno migratorio la problemática asociada
a las Mutilaciones Genitales Femeninas (MGF) se extiende a los países occi-
dentales receptores de inmigración (Thierfelder, 2005 ; Leye, 2006). En las úl-
timas tres décadas, España se ha convertido en punto de destino de movi-
mientos migratorios de personas procedentes de diversos países del África
subsahariana. La incorporación a nuestra sociedad de familias procedentes de
entornos geográficos, históricos, sociales y culturales diversos, donde la reali-
zación de la MGF tiene un fuerte arraigo identitario, nos enfrenta a este tipo
de prácticas tradicionales que son perjudiciales para las mujeres y niñas de
aquellas comunidades pero que emigran, nacen y viven en nuestro país. Lo lo-
cal es global; lo global, local.
En España los primeros casos se detectaron en 1993. Desde entonces no
existe conocimiento de que se hayan producido nuevas mutilaciones en territorio
español, aunque sí es conocido que algunas familias aprovechan los viajes de va-
caciones a los países de origen para proceder a la iniciación de sus hijas.
Hemos estimado, a partir de datos padronales del año 2005, en relación a
personas residentes en España procedentes de los 15 países donde se realizan es-
tas prácticas con más población migrante, ajustado por las tasas de prevalencia,
que en nuestro país unas 9.545 mujeres habrían padecido algún tipo de MGF y
unas 3.824 niñas estarían en edad de riesgo de padecerla en los próximos años, sin
tener en cuenta el incremento de los últimos procesos de regularización de inmi-
grantes. Por otro lado, el creciente peso demográfico de estos colectivos va hacer
que en los próximos años no sea excepcional la presencia en nuestro entorno de
niñas en riesgo de ser sometidas a una MGF, máxime teniendo en cuenta que las
tasas de fecundidad estudiadas en población procedente de Gambia afincada en
España (Bledsoe, 2007) duplican o incluso triplican las del resto de colectivos de
inmigrantes.
Desde 1952, año en que la Comisión de Derechos Humanos de la ONU
adoptó una primera resolución sobre el tema, la mayoría de organismos interna-
cionales se han pronunciado en contra de estas prácticas tradicionales perjudicia-
les, animando a sus Estados miembros a promover iniciativas legislativas que per-
mitan su erradicación. A pesar de los esfuerzos de Organismos Internacionales y
gobiernos estamos ante una problemática que, como se menciona en un informe
del centro Innocenti (UNICEF, 2005), «sigue siendo una de las violaciones de los
derechos humanos más persistentes y omnipresentes y que además, es silenciosa-
mente tolerada».

2. LAS MUTILACIONES GENITALES FEMENINAS


La MGF es una práctica tradicional perjudicial de la que, según la Organi-
zación Mundial de la Salud (OMS), son víctimas alrededor de 140 millones de

334
NUEVAS ESTRATEGIAS Y BUENAS PRÁCTICAS PARA LA PREVENCIÓN DE LAS MUTILACIONES GENITALES…

mujeres y niñas en todo el mundo. Cada año, unos tres millones de niñas están
en riesgo o son sometidas a algún tipo de ablación, fundamentalmente en los 28
países del África Subsahariana en los que estos rituales tienen una fuerte y ances-
tral implantación (WHO, 1997). (Figura 1)
La OMS define las MGF como aquellas intervenciones sobre los genitales fe-
meninos que producen la extirpación total o parcial o cualquier otra lesión de los ge-
nitales de la mujer, por razones sociales o culturales, sin una finalidad terapéutica.
Se distinguen cuatro tipos de MGF en base a la severidad de la interven-
ción practicada. El tipo I o Clitoridectomía, es lo que en el mundo islámico se
conoce como sunna, es el equivalente a lo que con frecuencia se llama cir-
cuncisión femenina y que en África equiparan a la circuncisión masculina.

FIGURA 1
Distribución geográfica de las MGF en África

Egipto
Eritrea
Mauritania Diibouti
Senegal Niger Sudán
Omán
Gambia Yemen
Chad
Guinea Mali
Nigeria
Guinea República Etiopía
Centro- Somalia
Sierra Leona
Togo Camerún
Liberia Ghana
Burkina Benin Kenia
Costa de
Tanzania

Fuente: OMS

335
ADRIANA KAPLAN MARCUSAN, PERE. TORÁN MONSERRAT, JUANA MORENO NAVARRO, GIPE/PTP

Tipo II o Excisión, se trata de la ablación del clítoris y, total o parcialmente, de


los labios menores, dejando los labios mayores intactos. Tipo III o infibulación,
es la forma más severa de mutilación en la que el clítoris, los labios menores y
los labios mayores son extirpados, suturándose ambos lados de la vulva. Se
deja un pequeño orificio que permite la salida de la orina y la sangre mens-
trual. El tipo IV incluye diversas prácticas, de severidad variable, sobre el área
genital y sin finalidad terapéutica (piercing, dry sex, stretching, scraping, cau-
terización del clítoris, etc). Se trata de pinchazos, heridas, incisiones, cauteri-
zaciones o estiramientos del clítoris, y también raspaduras, cortes o introduc-
ción de substancias corrosivas o hierbas en la vagina o bien otros
procedimientos que mezclan estas técnicas.
Los tipos I y II son predominantes en los países del África Subsahariana
Occidental y Central, mientras que el tipo III es el más habitual en el África
Oriental, principalmente Sudan, Somalia, Eritrea y algunas zonas de Etiopía.
Conviene precisar que no en todos los países africanos se practican las MGF,
ni todos los grupos étnicos de un mismo país la llevan a cabo. También puede
depender el tipo de MGF, del grupo social al que pertenece y si vive en un área
rural o urbana.
La realización de una MGF repercute seriamente en la salud física, psí-
quica, sexual y reproductiva de las mujeres (Obermeyer, 2005), quebrantando
gravemente su calidad de vida actual y futura. No hay duda de que todos es-
tos factores asociados a las MGF son condicionantes de un peor estado de sa-
lud, limitan la supervivencia de alguna de estas niñas, perpetúan la desigualdad
de género, la discriminación de las mujeres y la violación sistemática de sus de-
rechos.

3. DINÁMICAS SOCIALES QUE PERPETÚAN LA PRÁCTICA


DE LAS MGF
El ritual asociado a la MGF es un acontecimiento vital profundamente arrai-
gado en la cultura de las mujeres africanas. Son ellas las que promueven la muti-
lación de sus hijas o nietas, en la creencia que la mujer a la que se practican estas
alteraciones genitales es más femenina, más limpia, más bella y más honorable
(Dandash, 2001; Little 2003). En realidad, se trata de un rito de paso dentro del
proceso de socialización infantil, arropado por un complejo entramado de sim-
bolismos sociales y religiosos, que otorgan estatus, identidad étnica y de género,
así como un reconocimiento y una pertenencia social al grupo. La significación de
estos ritos de iniciación es compleja y cada una de las fases que los componen (de
separación, marginación y agregación) está pautada culturalmente por unos ele-
mentos, unos personajes y unos contenidos rituales específicos, que cumplen la
función de dar acceso a la pubertad social como primer nivel de la vida adulta de
las mujeres. Esta estructura ritual y proceso han sido registrados y analizados mi-
nuciosamente por Kaplan en trabajo de campo realizado en aldeas de Gambia,

336
NUEVAS ESTRATEGIAS Y BUENAS PRÁCTICAS PARA LA PREVENCIÓN DE LAS MUTILACIONES GENITALES…

constituyendo uno de los escasos documentos videográficos existentes al respecto


(Kaplan, 2004; 1993).
En el área de Senegal, Gambia, Mali, Mauritania y Guinea, zona de la que
proceden la mayoría de las familias migrantes subsaharianas de nuestro entorno,
las niñas son circuncidadas desde edades tan tempranas como los 7 días del naci-
miento, hasta la pre-pubertad. Existen variaciones en función de los grupos étni-
cos pero siempre se realiza la intervención antes de la primera menstruación. Por
tanto es esta franja de edad la de máximo riesgo para que se practique la MGF du-
rante un viaje de vacaciones de las niñas al país de origen de los padres, debiendo
extremarse las actitudes preventivas ante el anuncio de estos desplazamientos.
Esta dinámica ritual queda, por tanto, enmarcada dentro de un entorno fa-
miliar y comunitario en el que ocupan la centralidad las mujeres mayores y las an-
cianas. Son las madres y las abuelas las que organizan y protagonizan el ritual de
sus hijas y nietas, ya que consideran que es lo mejor que deben hacer para edu-
carlas adecuadamente y prepararlas para la edad adulta y el matrimonio.
En realidad, las mujeres no dan una justificación explícita a la acción, sino
que proceden directamente a ella, perpetuando la práctica. Cuando se indagan los
motivos para realizar la MGF apelan a la tradición, a la religión, a cuestiones es-
téticas («puede crecer demasiado, como el pene»), sanitarias («es más limpio»), de
protección («de la virginidad», «frente a la promiscuidad»), del honor de la fami-
lia y de la fertilidad («una mujer circuncidada es mas fértil»). Paralelamente siem-
pre están presentes las consecuencias: en caso de que no se realice el ritual, la ma-
dre queda excluida y la niña será víctima de la marginación, la humillación y la
exclusión. Todos estos elementos también están muy presentes en las niñas y mu-
jeres de las comunidades de inmigrantes en países extranjeros, ya que representan
no sólo la identidad étnica y de género sino también el nexo con sus orígenes fa-
miliares y culturales. Negarse a su realización supone cuestionar la autoridad de
sus mayores en sociedad gerontocráticas.
La presión cultural y la estructura social que mantienen estas prácticas son fuer-
tes ya que se arraigan y nutren en la tradición, en la experiencia previa de sus mayo-
res, en las mismas madres y en mensajes religiosos confusos y leyes ambiguas.
Llegados a este punto conviene aclarar que ninguna religión prescribe la prác-
tica de la MGF. En el mundo islámico, la circuncisión femenina es una sunna,
forma parte de la tradición y sólo tiene carácter recomendatorio, no obligatorio.
Se trata de una práctica preislámica de la que El Corán no hace mención explícita
ni alusión en ninguno de sus versículos, a diferencia de La Biblia que si lo hace en
el Antiguo Testamento, para los hombres.

4. DINÁMICAS LEGISLATIVAS Y DE PROTECCIÓN


DE LOS DERECHOS HUMANOS
La Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación
Contra la Mujer (CEDAW) en 1979 y la Convención sobre los Derechos del

337
ADRIANA KAPLAN MARCUSAN, PERE. TORÁN MONSERRAT, JUANA MORENO NAVARRO, GIPE/PTP

Niño (CDN) de 1989, enmarcan las MGF dentro de las prácticas tradicionales
perjudiciales que limitan los derechos fundamentales de las personas a la igualdad,
la dignidad y a la salud. Ambas convenciones instaban a los Estados miembros a
luchar contra estas formas de violencia hacia las mujeres y las niñas invitándoles
a desarrollar normativas legislativas al respecto. Así, por ejemplo, la CDN en el ar-
tículo 24.3 dicta «Los Estados Partes adoptarán todas las medidas eficaces y apro-
piadas posibles para abolir las prácticas tradicionales que sean perjudiciales para
la salud de los niños» y en el 24.4 «Los Estados Partes se comprometen a promo-
ver y alentar la cooperación internacional con miras a lograr progresivamente la
plena realización del derecho reconocido en el presente artículo. A este respecto,
se tendrán plenamente en cuenta las necesidades de los países en desarrollo».
La Declaración de la ONU sobre la Eliminación de la Violencia contra la
Mujer aprobada en Viena en la Asamblea General de 1993, reforzaba estos posi-
cionamientos contra la violencia basada en el género, tanto en la vida pública
como en la vida privada; incluyendo en su ámbito de aplicación las mutilaciones
genitales femeninas y otras prácticas tradicionales perjudiciales. Explicitando que
los Estados no deben invocar costumbres, tradiciones o consideraciones religiosas
para no actuar en la obligatoria vía de luchar contra estas prácticas. La Cuarta
Conferencia Mundial de las Mujeres (Beijing 1995), condena explícitamente a las
MGF como formas de violencia contra las mujeres.
Al amparo de estos acuerdos internacionales, algunos países africanos han
desarrollado legislaciones específicas contra las MGF, que hasta el momento pa-
rece que han tenido un impacto desigual en la reducción de las tasas de prevalen-
cia en los países que se han podido estudiar (Tabla 1).
En 1993 se detectaron en Catalunya los primeros casos de MGF realizada en
España. Fueron denunciados por profesionales de la salud y las sentencias resulta-
ron absolutorias para los padres de las niñas alegando «la no intencionalidad de le-
sionar y el error de prohibición». Una mediación antropológica permitió la com-
prensión general del ritual mediante su contextualización en el ciclo vital de las
culturas africanas, a la vez que constató la ignorancia de los padres frente a la legis-
lación española y a las consecuencias derivadas de esta práctica. Desde entonces no
se conocen nuevos casos de MGF realizados en nuestro país (Kaplan, 1993).
En España la MGF, en cualquiera de sus formas, es un delito de lesiones, ti-
pificado y sancionado en nuestro ordenamiento jurídico en el artículo 149.2 del
Código Penal, que castiga con penas de seis a doce años de prisión para los padres
y el ingreso en un centro de menores de la niña.
En 2005 se modifica la Ley Orgánica del Poder Judicial 3/2005 de 8 de ju-
lio, al efecto de perseguir extraterritorialmente la práctica de la MGF, cuando la
comisión del delito se produce en el extranjero, como sucede en la mayor parte de
los casos aprovechando viajes o estancias en los países de origen de las familias que
se encuentran en nuestro país.

338
NUEVAS ESTRATEGIAS Y BUENAS PRÁCTICAS PARA LA PREVENCIÓN DE LAS MUTILACIONES GENITALES…

TABLA 1
Legislación contra la MGF e impacto en diversos países
del África subsahariana
Año legislación
País Prevalencia (año) Prevalencia (año) prohibición MGF
Benin 50% (1996) 17% (2001) 2003
Burkina Faso 72% (1999) 76,6% (2005) 1996
Camerún 20% (1998) 1.4% (2004)
Rep. Centroafricana 43% (1994) 26% (2005)
Chad 60% (1996) 45% (2004)
Costa de Marfil 43% (1994) 45% (2005)
Rep. Democrát. del Congo
5% (N.C.)
(antes Zaire)
Djibouti 98% (N.C) 93% (2006) 1995
1997
Egipto 97% (1995) 96% (2005)
Decreto Ministerial
Eritrea 95% (1995) 89% (2002) 2007
Etiopía 85% (1984/1990) 74% (2005) Constitución 1994
Gambia 80% (1985) 78% (2005)
Ghana 30% (1998) 9% (2005) 1994
Guinea 99% (1999) 96% (2005) 1985
Guinea-Bissau 50% (1990) 44% (2005)
Kenia 38% (1998) 32% (2003) 2001
Liberia 60% (1986) 45%
Malí 94% (1996) 92% (2001) 2002
Mauritania 25% (1987) 71% (2001) 2001
Níger 5% (1998) 2% (2006) 2002
Nigeria 25% (1999) 19% (2003)
Senegal 20% (1999) 28% (2005) 1999
Sierra Leona 90% (1987) 94% (2005) 1997
Somalia 98-100% (1982/1993) 98% (2005)
Sudan 89% (1990) 90% (2000)
Tanzania 18% (1996) 14% (2004) 1998
Togo 12% (1996) 6% (2005) 1998
Uganda 5% (1995/1996) 0.6% (2006)
Yemen 23% (1987) 22% (1997)
Fuente: OMS 2008 y Demographic and Health Survey (marzo 2008)

Así mismo, el conocimiento y la no evitación de estas prácticas puede com-


portar, para los/las profesionales de la salud, la comisión del delito de omisión en

339
ADRIANA KAPLAN MARCUSAN, PERE. TORÁN MONSERRAT, JUANA MORENO NAVARRO, GIPE/PTP

el deber de evitar o promover su persecución, tipificado en el artículo 450 del Có-


digo Penal.
Estas iniciativas legislativas crean el marco legal desde el que poder traba-
jar, pero por sí solas no han conseguido el impacto esperado, tal y como de-
muestran los estudios de prevalencia realizados sobre el terreno (tabla 1). El
desarrollo legislativo es un primer paso en la lucha contra las MGF, pero no
hay que olvidar que las estrategias planteadas para su erradicación comportan
fundamentalmente una transformación social, religiosa y cultural más amplia,
que necesariamente ha de ir a las propias raíces culturales y a las relaciones de
género (Kaplan, 1998). Según UNICEF (2005), las medidas legislativas han
de ir unidas a medidas de prevención y posicionamiento social contra la prác-
tica, han de ser mas disuasorias que punitivas, complementándose con medias
de protección infantil.
En esta línea de humanizar la legislación y promover el análisis en pro-
fundidad del fenómeno, desde el respeto y la educación, apunta la declaración
de Barcelona sobre las MGF (2004), propuesta en el Foro Mundial de las Mu-
jeres y suscrita por importantes organizaciones africanas y personalidades po-
líticas, religiosas y académicas que luchan por la erradicación de esta práctica
(Tabla 2).

TABLA 2
Declaración de Barcelona sobre las MGF
DECLARACIÓN DE BARCELONA SOBRE LAS MGF
FÓRUM MUNDIAL DE LAS MUJERES 2004
Pedimos al Fórum Mundial de las Mujeres que incluya en el Documento Final la siguiente declara-
ción del Diálogo «Iniciación sin Mutilación»:
1.- Damos la bienvenida al apoyo y la implicación del gobierno catalán y español para desarrollar y
promover la prevención de la MGF.
2.- Manifestamos nuestra preocupación por la retención de pasaportes y la prohibición de viajar a
las niñas y también la revisión de sus genitales cada seis meses hasta que alcancen los 18 años. Esto
es una violación de los derechos básicos de privacidad e intimidad.
3.- Apoyamos una legislación mas humana que evite la humillación de las comunidades africanas in-
migradas.
4.- Creemos que la orientación y la formación, la información y la comunicación deberían ser asumi-
das para implicar de manera efectiva a profesionales sanitarios, del trabajo social, de la educación, etc.
5.- Ponemos énfasis en la importancia de la investigación en esta área para diseñar intervenciones
efectivas a nivel comunitario, religioso y político.
6.- Apelamos a la comunidad internacional para que considere el día 6 de febrero como el Día In-
ternacional de Tolerancia Cero a la MGF.
Fuente: Diálogo «Iniciación sin Mutilación». Fórum Mundial de las Mujeres. Barcelona julio 2004

340
NUEVAS ESTRATEGIAS Y BUENAS PRÁCTICAS PARA LA PREVENCIÓN DE LAS MUTILACIONES GENITALES…

5. EL PROYECTO «OBSERVATORIO Y NUEVAS ESTRATEGIAS


PARA LA PREVENCIÓN DE LAS MUTILACIONES GENITALES
FEMENINAS. UN ABORDAJE CIRCULAR: GAMBIA-ESPAÑA»
Desde esta proximidad a la Declaración de Barcelona se plantea el proyecto,
cuyo objetivo es iniciar la implantación en Gambia y en España de una nueva es-
trategia de abordaje del problema de la MGF, basada en la sensibilización, la pre-
vención y el empoderamiento para que las propias mujeres, y sus comunidades,
puedan asumir propuestas alternativas que eviten la mutilación. La idea fuerza del
proyecto consiste en proponer y promover modelos sustitutivos del rito de paso.
El ritual sustitutivo debe de seguir siendo funcional y culturalmente aceptable en
su entorno, excluyendo la mutilación de los genitales. El abordaje circular Gam-
bia / España (fundamentalmente Catalunya por la fuerte presencia de población
inmigrada procedente de Gambia) permitirá aprovechar las sinergias surgidas
desde estas comunidades de inmigrantes como generadores de opinión y mode-
los de referencia en sus países de origen.

5.1. Circularidad Gambia-España


El proyecto se está desarrollando en Gambia y en España, tomando como base
el sector salud y su red asistencial, a través de acciones de sensibilización, divulga-
ción, concienciación, implantación y evaluación de las propuestas alternativas.
Gambia, país del que procede un gran número de la migración subsahariana
residente en España, tiene una alta prevalencia de la práctica (sobre el 80%) y, por
otro lado, se ha demostrado la alta fecundidad y el creciente peso demográfico de
la comunidad gambiana en España (Bledsoe, 2007), hecho que permite prever
que en los próximos años las situaciones de conflicto y dilemas profesionales re-
lacionados con las MGF pueden ser habituales en nuestro medio.
Esta presencia demográfica de familias gambianas en España es un elemento
clave para la circularidad del proyecto. Sabemos que las mujeres migrantes cuando
retornan a sus sociedades de origen son punto de referencia, credibilidad y recono-
cimiento en diversos aspectos. Uno de los más trascendentes tiene que ver con la sa-
lud reproductiva y la educación (Kaplan, 1998). Estas mujeres son portadoras de
nuevos conocimientos adquiridos en Europa, que han sido incorporados y puestos
en práctica durante su proceso migratorio. La comunidad de origen legitima el sa-
ber y experiencia de estas mujeres migrantes, que ejercen de multiplicadoras de in-
formación y de agentes informales de salud. Así, con frecuencia, acompañan a las
otras mujeres de la comunidad a los centros de planificación familiar, les apoyan en
sus decisiones, les proveen de información obtenida en los centros de salud europeos
y, muchas veces, se convierten en mediadoras entre las distintas jerarquías genera-
cionales y los conflictos de género que inevitablemente aparecen.
El proyecto plantea, en el marco de esta circularidad, dos polos de interven-
ción, con objetivos y acciones concretas en España y en Gambia (Tabla 3). El pro-

341
ADRIANA KAPLAN MARCUSAN, PERE. TORÁN MONSERRAT, JUANA MORENO NAVARRO, GIPE/PTP

pósito general es promover el cambio hacia actitudes favorables para la interven-


ción educativa y preventiva que permita erradicar las MGF tanto en Gambia
como en España. Se trata de salvaguardar el derecho fundamental de las mujeres
a la integridad física y psíquica, siendo respetuosos con el arraigo y la tradición
pero, a la vez, evitando la colisión con otros derechos, como pueden ser, por ejem-
plo, el derecho a la intimidad y a la libre circulación de las personas.

TABLA 3
Objetivos específicos en España y en Gambia
OBJETIVOS EN ESPAÑA OBJETIVOS EN GAMBIA
1. Disponer de información fiable y actuali- 1. Disponer de canales de intervención sólidos
zada sobre la presencia del problema de las que permitan el trabajo continuado, estable y
MGF en España, de la percepción de los/las avalado por instituciones gubernamentales y
profesionales implicados en su abordaje y del otras independientes y respetadas en el país.
posicionamiento de las familias de las niñas y
sus comunidades.
2. Sensibilizar y formar a los colectivos de pro- 2. Proveer formación y capacitación a los agen-
fesionales en contacto con el problema de la tes de salud del país para poder intervenir en
importancia de la intervención preventiva, de favor de evitar las MGF, mediante un abordaje
las consecuencias para la salud y del marco le- preventivo y culturalmente sensible a las cre-
gal relacionado con las MGF encias y costumbres.
3. Promover la intervención preventiva sobre 3. Disponer de agentes comunitarios de salud
las MGF desde los diversos servicios de aten- sensibilizados y favorables a la intervención
ción a las personas (salud, trabajo social, edu- preventiva, con capacitación y formación para
cación). desarrollar dicho abordaje preventivo.
4. Sensibilizar a los colectivos de inmigrantes 4. Disponer de agentes comunitarios en otros
procedentes del África subsahariana, especial- sectores (educación, estamentos religiosos, co-
mente a los progenitores y familias de niñas en municación) sensibilizados y favorables a la in-
riesgo, de las consecuencias para la salud y del tervención preventiva, con capacitación y for-
marco legal en España. mación para desarrollar dicho abordaje
preventivo.
5. Promover estados de opinión tendentes a la 5. Promover el posicionamiento de las mujeres
toma de conciencia social de la importancia de en favor de la tradición pero cuestionando las
la MGF y sus consecuencias. prácticas mutilantes de los genitales.
6. Promover la implantación de un ritual al-
ternativo que siendo coherente con la tradi-
ción cultural y social de las comunidades, evite
la mutilación de los genitales.
7. Mantener y reforzar los estados de opinión
y el entorno favorables a la intervención pre-
ventiva sobre las MGF mediante un abordaje
sensible a las creencias y costumbres del país y
de sus distintas comunidades.

342
NUEVAS ESTRATEGIAS Y BUENAS PRÁCTICAS PARA LA PREVENCIÓN DE LAS MUTILACIONES GENITALES…

El proyecto se desarrollará tanto en Gambia como en España (2008-2011)


aunque con diferentes poblaciones diana y objetivos a alcanzar. El trabajo etno-
gráfico, longitudinal, circular y transnacional realizado desde 1989 en las comu-
nidades de origen (Gambia) y en las sociedades de destino (España), nos aporta
una información privilegiada sobre aspectos relacionados con las MGF, y se con-
vierte en un observatorio de las transformaciones sociales y culturales de carácter
transcontinental.
Es, por tanto, un proyecto de co-desarrollo, basado en la formación, la trans-
ferencia de conocimiento, la toma de conciencia y el empoderamiento para que
las propias mujeres sean capaces de posicionarse contra las prácticas mutilantes,
adoptando los rituales sustitutivos que conservan el significado simbólico sin la
mutilación.

5.2. La propuesta metodológica: «iniciación sin mutilación»


El trabajo previo en Gambia ha permitido identificar la MGF como parte de
las ceremonias de iniciación, el kaseo (iniciación masculina) y el ñyakaa (iniciación
femenina) significan el paso de la infancia a la pubertad, primer estadio de la vida
adulta. En estos procesos se dan las tres fases del rito de paso: separación, margi-
nación y agregación.
En la primera fase, las niñas son separadas de la comunidad y circuncidadas.
Es una etapa marcada por el corte y la excisión del clítoris, la sangre y el dolor.
Simboliza la ruptura con la infancia.
La segunda fase, de marginación, tiene una duración donde el tiempo social
ordinario desparece y está en función del tiempo de cicatrización de la herida.
Este periodo, de cuidados especiales, impregnado de tabúes, normas estrictas,
prohibiciones y prescripciones, es la fase donde se lleva a cabo el aprendizaje por
parte de las niñas iniciadas, donde les son transmitidas las enseñanzas que agluti-
nan la riqueza cultural y social de su pueblo, los saberes de las mujeres.
En la tercera fase, de agregación, se celebra una gran fiesta donde se presenta
públicamente a las iniciadas como nuevos miembros de la comunidad de las mu-
jeres adultas, con sus nuevos roles y categorías sociales. Así, son públicamente re-
conocidas, legitimadas y aceptadas como nuevas integrantes de la sociedad se-
creta de las mujeres.
Esta disección del ritual permite un planteamiento de ceremonias alternati-
vas de pubertad social en los que se elimina la parte física (primera fase) y se con-
serva todo el significado social y cultural del proceso. Donde la MGF forma parte
de ceremonias de iniciación, la implantación de ritos alternativos socialmente
aceptables puede ser una vía de intervención tal y como se ha ensayado en algu-
nos países (Chege, 2001; Hernlund, 2000).
Nuestro proyecto se plantea como una intervención concebida desde el sec-
tor de la salud, centrada básicamente en una estrategia de sensibilización-educa-
ción-capacitación, que haga posible la eliminación de las MGF mediante la acep-

343
ADRIANA KAPLAN MARCUSAN, PERE. TORÁN MONSERRAT, JUANA MORENO NAVARRO, GIPE/PTP

tación, por parte de la población, de rituales alternativos de iniciación que elimi-


nan la parte física de la práctica sobre los genitales de las niñas. El proyecto trata
de favorecer y fortalecer el posicionamiento de las propias mujeres contra la prác-
tica mutilante del rito de paso de las niñas. Para ello se ofrece un ritual alternativo
que conserva la funcionalidad cultural en su entorno, pero que excluye la mutila-
ción, es decir la parte física.

5.3. Observatorio
En España, el trabajo y propuestas del equipo (Kaplan et.al., 2006) han
puesto al descubierto la necesidad de plantear el problema desde el conocimiento
y desde una tarea interdisciplinar de carácter preventivo. Una encuesta realizada
a profesionales de la salud en la comarca del Maresme (Barcelona) mostraba un
amplio desconocimiento y hasta cierta tendencia a ignorar el tema en la Atención
Primaria de Salud. Sin embargo, un porcentaje no despreciable de estos profesio-
nales declaraban haber detectado o conocido algún caso, tanto en las madres
como en sus hijas (Moreno y Castany, 2002). Hace falta un trabajo consciente, re-
flexivo y riguroso, de información, formación y sensibilización, tanto en las co-
munidades directamente afectadas como en los colectivos profesionales de pri-
mera línea que trabajan con la población migrante: sanitarios, educadores y
trabajadores sociales.
La parte del proyecto en España y Gambia denominada «Observatorio», se
plantea como un sistema permanente y actualizado para integrar y disponer de in-
formación sobre la evolución del problema de las MGF en origen y en destino, de
su percepción como tal entre los colectivos directamente implicados en el abordaje
de las MGF y de los cambios en las actitudes y percepciones por parte de los colec-
tivos de inmigrantes procedentes del África Subsahariana. El observatorio provee in-
formación, a la vez que formula análisis y proyecciones sobre las MGF con la in-
tención de ponerlas a disposición de la ciudadanía, profesionales y políticos como
un elemento de apoyo al conocimiento del problema y a la toma de decisiones.
Inicialmente el observatorio se estructura en cinco grandes ejes:

• Elaboración y actualización de un mapa de las MGF en España.


• Elaboración y explotación de encuestas periódicas sobre conocimientos, ac-
titudes y prácticas de los/las profesionales frente a las MGF en zonas con
alta prevalencia del problema.
• Elaboración y explotación de encuestas periódicas a familias y comunidades
de origen gambiano en España.
• Sistema de notificación de casos e intervenciones preventivas.
• Seguimiento del tratamiento dado en los medios a la cuestión de las MGF.

Paralelamente se desarrollaran actividades encaminadas a la sensibilización de


los/las profesionales, la elaboración de material divulgativo y formativo, la capa-

344
NUEVAS ESTRATEGIAS Y BUENAS PRÁCTICAS PARA LA PREVENCIÓN DE LAS MUTILACIONES GENITALES…

citación de los profesionales para un abordaje preventivo y la sensibilización a fa-


milias y entornos comunitarios de inmigrantes gambianos en España.

5.4. Historia y antecedentes del proyecto


El equipo viene realizando diversas aproximaciones y propuestas metodoló-
gicas en relación al abordaje de las MGF, tanto en España como en Gambia.
Desde 1989 se abre una línea de investigación en relación a las personas mi-
grantes y la salud sexual y reproductiva, con trabajo de campo en Gambia y en Es-
paña. Paralelamente se mantienen relaciones de cooperación e investigación con
el Gobierno de Gambia, especialmente con el Department of State for Health &
Social Welfare y con el Women’s Bureau, organismo dependiente de la Presidencia,
así como con agencias de Naciones Unidas y ONG locales.
Hace casi diez años el Gobierno de la República de Gambia prohibió cual-
quier trabajo de sensibilización sobre las MGF, como respuesta a la agresividad
con la que se estaba enfocando el tema por parte de algunas ONG y de los dis-
cursos feministas-«neocolonialistas», que estaban imponiendo una mirada ajena a
la realidad sobre quienes ejecutan la práctica de la MGF y sobre las razones que
sustentan el ritual en el propio contexto en que se produce. El tema de las MGF
fue vetado.
Sin embargo, recientemente se ha reabierto el debate a raíz de los casos de ni-
ñas nacidas en España, de origen gambiano, que viajan de vacaciones a Gambia
y retornan mutiladas a España. Los casos dramáticos de estas niñas, mutiladas por
la tradición en Gambia y perseguidas por la ley en España, permitieron al equipo
reabrir el diálogo y la intermediación con el Gobierno de Gambia, especialmente
con la Vicepresidencia del país.
Así, el Gobierno de Gambia autorizó el inicio de una serie de entrevistas y la
producción de un documental (Kaplan, 2004), utilizando imágenes tomadas du-
rante la celebración de un ritual en 1992 y en el que, en el presente, dos de las ni-
ñas iniciadas en aquel momento recuerdan y se posicionan al respecto.
Dicho documental muestra una aproximación antropológica en la que se pone
de relieve el carácter de rito de paso, se analizan las tres fases y se plantea una pro-
puesta metodológica alternativa. Se abordan los aspectos perjudiciales de estas prác-
ticas, tanto en términos de salud como de derechos humanos y de respeto a la au-
toridad gerontocrática de los ancianos que legitiman y perpetúan la tradición.
Gracias a diversos encuentros y al visionado del documental «Iniciación sin Mu-
tilación» con el Ministro de Salud y su equipo, y con la Vicepresidenta, el Gobierno
de Gambia toma en consideración la propuesta metodológica y valora el abordaje
respetuoso del tema y de las imágenes como «culturalmente sensibles», decidiendo re-
abrir la cuestión e iniciar conversaciones con las agencias internacionales.
Esta nueva aproximación ha sido considerada de gran interés por el Gobierno
de Gambia. El Department of State For Health & Social Welfare ha analizado el ma-
terial videográfico rodado durante la primera fase de la investigación del equipo

345
ADRIANA KAPLAN MARCUSAN, PERE. TORÁN MONSERRAT, JUANA MORENO NAVARRO, GIPE/PTP

de la Universitat Autònoma de Barcelona, manifestando su aprobación y apoyo a


la iniciativa para explorar y desarrollar esta estrategia en Gambia.
Se trata de una metodología innovadora, respetuosa con los derechos huma-
nos y con la realidad cultural de los pueblos. A su vez, The Gambia Family Plan-
ning Association , ONGD establecida desde 1968 y referente en el campo de la sa-
lud sexual y reproductiva, considera que la estrategia y el vídeo-documental que la
expresa son «general y profesionalmente relevantes así como culturalmente acordes
para su difusión en Gambia». En el mismo sentido se ha pronunciado la Child Pro-
tection Alliance, coalición de 60 organizaciones e instituciones dedicada a la protec-
ción de los derechos de la infancia.
Coincidiendo con el Plan de Acción Beijing+10, a presentar en Nueva York
en el año 2005, en relación a la lucha contra todas las formas de violencia contra
las mujeres, el Gobierno de Gambia solicitó a la Dra Kaplan su mediación para
incluir intervenciones tendentes a evitar las MGF, único punto que, hasta enton-
ces, había quedado fuera de dicho plan.
Fruto de dicha mediación son una serie de acuerdos que, por su relevancia,
podemos calificar de históricos ya que consigue que:
• El Gobierno de Gambia reconozca la existencia de estas prácticas rituales.
• Se considere su tratamiento bajo la denominación de «Child Protection
Rights» y no como Prácticas Tradicionales Perjudiciales que afectan a la salud
de las mujeres y las niñas, tal como se sugiere en la declaración de Beijing.
• Se nombre la práctica como «Female Genital Cutting» (FGC) en lugar de
«Female Genital Mutilation» (FGM).
• Se reconozca el valor del documental Iniciación sin Mutilación como «cul-
turalmente sensible».
• Se asuma como «oficial» tanto su difusión en los medios de comunicación,
como la propuesta metodológica planteada en él.
• Se proponga la traducción a cinco lenguas mayoritarias del país.
• Se acuerde iniciar el diseño de un plan de trabajo para la prevención de las
MGF en Gambia.
• Se acuerde solicitar a las autoridades españolas el apoyo al proyecto me-
diante escrito del Ministerio de Salud de Gambia.
En Catalunya, en el marco del Fórum Barcelona 2004, se participó en el de-
sarrollo del Foro Mundial de las Mujeres con el diálogo «Derechos humanos, la
iniciación sin mutilación». Intervinieron en esta sesión Adriana Kaplan como
moderadora y organizadora; Berhane Ras-Work, presidenta del Comité Interafri-
cano; Fatoumata Sire Diakite, directora ejecutiva regional de APDF; Fadouma
Hussein, ginecóloga somalí; Mariam Lamisama, ministra de la Solidaridad y la
Acción Social de Burkina Faso; Sheriff Samsidine Aidara, imam de Arbúcies; y
Chantal Campaore, primera dama de Burkina Faso (Fórum Mundial, 2004).
Fruto de este diálogo fue la Declaración de Barcelona sobre las MGF, en la que se
aboga por un abordaje del problema desde una perspectiva de análisis de sus raí-
ces profundas, desde el respeto y la educación y pone énfasis en la importancia de

346
NUEVAS ESTRATEGIAS Y BUENAS PRÁCTICAS PARA LA PREVENCIÓN DE LAS MUTILACIONES GENITALES…

la investigación para el diseño de intervenciones efectivas a nivel comunitario, re-


ligioso y político (Tabla 2).
Durante 2006, el equipo GIPE/PTP asesora y colabora con la División de
Atención Primaria del Institut Català de la Salut en la elaboración y difusión de
una propuesta de intervención preventiva para los profesionales de atención pri-
maria de salud. Para este fin se elaboran diversos materiales de apoyo a la inter-
vención (Compromiso preventivo, póster dirigido a las familias, Guia breve, etc.)
así como el diseño y pilotaje de un programa formativo para estos profesionales.
En Gambia se ha trabajado en el compromiso de la School of Medicine and
Allied Health Sciences de la Universidad de Gambia y en la firma de un convenio
de colaboración entre ésta y la Universitat Autònoma de Barcelona. Con la im-
plicación de instituciones académicas se pretende movilizar los recursos formati-
vos para profesionales de la salud sobre el terreno, asegurando la independencia
del proyecto, la capacitación para la intervención preventiva de los futuros agen-
tes de salud y el refuerzo metodológico del proyecto.
Recientemente la School of Medicine and Allied Health Sciences ha manifes-
tado su interés por el proyecto, mostrando disponibilidad a introducir en esta es-
trategia a su alumnado y futuros agentes de salud del país. Se convierte, así, en un
puntal académico básico para el proyecto.

5.5. Análisis de fuerzas, riesgos y presunciones


Se trata de plantear una intervención sobre un tema extremadamente sensible,
respecto al cual las autoridades del país han mantenido una fuerte reserva ya que su
significación nos habla de la construcción de la identidad étnica y de género.
El trabajo antropológico continuado realizado por nuestro equipo, la labor de
mediación realizada con las autoridades del país y la presentación de unos materiales
que han sido valorados como «culturalmente sensibles» por parte de dichas autori-
dades, abren una ventana de oportunidad histórica para intentar una intervención
preventiva de formación-educación y empoderamiento para el cambio.
Se trata de un proyecto no exento de los riesgos inherentes a la temática que
pretende abordar, extremadamente sensible, expuesta a presiones y a la fragilidad
del país en el que se pretende trabajar (Tabla 4).
En todo momento se debe contar con la presencia de diversos stakeholders o
grupos de interés. En la situación concreta de desarrollar posicionamientos contra
la MGF y a favor de la aceptación de un ritual alternativo, creemos que la fuerzas
que más pueden condicionar nuestra estrategia son los agentes tradicionales de sa-
lud, las ancianas (como personas en las que recae la misión implícita de preservar la
tradición) y el apoyo de los líderes de opinión comunitarios y poderes público. Para
ello tendremos que desarrollar intervenciones y estrategias que permitan:
• Una visibilización en positivo de nuestra intervención preventiva, en el sen-
tido de mantener el simbolismo cultural y evitar el daño físico, de una ma-
nera respetuosa con la tradición y con las mujeres ancianas.

347
ADRIANA KAPLAN MARCUSAN, PERE. TORÁN MONSERRAT, JUANA MORENO NAVARRO, GIPE/PTP

TABLA 4
Análisis situacional de debiliddes y fortalezas
DEBILIDADES DEL PROYECTO FORTALEZAS DEL PROYECTO
• La estabilidad política real y el acuerdo de los • Trayectoria de 20 años de trabajo y análisis
estamentos gubernamentales para el trabajo antropológico, en el terreno, de los ritos de
en relación a las MGF, no eliminan el riesgo paso.
implícito de posibles cambios de percepción • Reconocimiento de la labor de mediación y
en función del desarrollo del proyecto. de trabajo transnacional y circular (países de
• Sensibilidad a estados de opinión cambiantes origen - países receptores de la inmigración).
y cierta fragilidad frente a informaciones ma- • Reconocimiento institucional (en Gambia y
nipuladas o incompletas. en España) y de ONGD en el territorio.
• Fragilidad de las propias infraestructuras del • Reconocimiento del valor de «sensibilidad
país. cultural» con las creencias y tradiciones del
• Dificultad para explicitar los resultados fina- país.
les en términos tangibles de beneficio. • Potencialidad de desarrollar una estrategia
• Obtención de resultados a largo plazo. No global a nivel de todo un país.
inmediatez. • Estar ubicado en el entorno académico de la
• Necesaria amplitud de intervenciones multi- Universidad de Gambia le proporciona cierta
nivel e intersectoriales (educación, salud, es- salvaguarda de presiones e interferencias de
tamentos religiosos, estructuras familiares, otras esferas.
tradición etc). • Alineado con los Objetivos del Milenio para
la salud y el desarrollo.
• Abordaje circular Gambia-España, aprove-
chando las sinergias que posibilitan el trabajo
simultáneo con las comunidades de inmi-
grantes en los países receptores.
• Aborda una problemática que genera dile-
mas éticos y legales que se plantean a los/las
profesionales y a las familias.
• Intersección de derechos humanos, salud,
protección a la infancia, corrección desigual-
dades de género.

• Fortalecer el apoyo inicial de los estamentos gubernamentales. En este sentido


resulta imprescindible evitar posibles áreas de colisión y conflictos de intereses.
• Enmarcar nuestra intervención en un proceso de empoderamiento de las
propias mujeres en relación al cuidado y mantenimiento de su salud y de la
de sus hijas.

A MODO DE CONCLUSIÓN: UTILIDAD PRÁCTICA


E IMPACTO DEL PROYECTO
Se trata de una intervención concebida desde el sector salud, centrada básica-
mente en una estrategia de sensibilización-educación-capacitación, que haga posible
la eliminación de las MGF mediante la aceptación, por parte de la población, de ri-

348
NUEVAS ESTRATEGIAS Y BUENAS PRÁCTICAS PARA LA PREVENCIÓN DE LAS MUTILACIONES GENITALES…

tuales alternativos de iniciación que eliminan la parte física de intervención mutilante


sobre los genitales de las niñas. La intervención se realizará tanto en Gambia como
en España aunque con diferentes poblaciones diana y objetivos a alcanzar.
El trabajo etnográfico, longitudinal, circular y transnacional en las comunidades
de origen (Gambia) y en las sociedades de destino (España), nos aporta una infor-
mación privilegiada sobre aspectos relacionados con las MGF, y se convierte en un
observatorio de las transformaciones sociales y culturales de carácter transcontinental.
Si tomamos como referencia la estrategia de Objetivos de Desarrollo del Mi-
lenio de la Organización de Naciones Unidas, la intervención propuesta puede in-
cidir directamente sobre los tres siguientes objetivos en la población de referencia:
• Promover la igualdad entre los géneros y la autonomía de la mujer
• Reducir la mortalidad infantil
• Mejorar la salud materna
Indirectamente abordamos también otro de los objetivos en relación a:
• Combatir el VIH/SIDA, paludismo y otras enfermedades.
Si además tenemos en cuenta que una de las conclusiones del informe de la
ONU sobre el estado de la población mundial en 2005 era constatar la dificultad so-
breañadida, en la lucha contra la pobreza, en aquellos países donde se da una situa-
ción de discriminación de las mujeres, con el proyecto propuesto se incidirá también
sobre este punto central y nuclear de los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
Por otro lado, si se alcanzan los objetivos previstos en este proyecto, gracias al
arraigo e implantación de los rituales alternativos que conlleven la ruptura de los con-
dicionantes sociales que perpetúan la práctica de la MGF, el modelo podría exten-
derse, sin un excesivo esfuerzo suplementario, al resto del país. Se conseguiría, así, el
hito de ser el primer país de África con una estrategia global de lucha contra la MGF
haciendo factible el reto de erradicar las MGF en el curso de una generación.
Asimismo, la experiencia y beneficios que se obtengan a nivel de Catalunya
serán extrapolables a las otras Comunidades Autónomas del Estado con una ele-
vada prevalencia de población procedente de países donde se practica las MGF.
Es, por tanto, un proyecto de co-desarrollo con una transversalidad de género
que aborda infancia, salud y derechos humanos cuya base es la formación, la
transferencia de conocimiento, la toma de conciencia y el empoderamiento para
que las propias mujeres sean capaces de posicionarse contra estas prácticas tradi-
cionales, adoptando los rituales sustitutivos que conservan el significado simbó-
lico sin la mutilación.

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351
Derechos Sexuales y Reproductivos en
Colombia: buenas prácticas y vivencias.
DESPENALIZACIÓN DEL ABORTO EN
COLOMBIA: POR LA AUTONOMÍA Y
CIUDADANÍA DE LAS MUJERES1
Sonia Mireya Torres Rincón
Historiadora y Profesora de la Universidad
Pedagógica Nacional en Bogotá. Investigadora
en Estados Latinoamericanos de la
Universidad Javeriana de Bogotá. (Colombia).

1. INTRODUCCIÓN
En mayo del 2006, algunas colombianas y colombianos estallamos de gozo,
ante la pequeña conquista de la despenalización parcial del aborto en Colom-
bia, proferida tras un fallo de la Corte Constitucional. No era para menos la
alegría. Habíamos recorrido por generaciones las calles, los estrados y la legisla-
ción, en esa larga lucha de las mujeres por el reconocimiento de su autonomía
y la construcción de sujetas de derecho. Un triunfo limitado, que no es fruto so-
lamente de la acción jurídica interpuesta, sino del movimiento social que se ge-
neró desde hace varias décadas y que incluyó el tema, como parte de la agenda
pública de las mujeres.

1 AGRADECIMIENTOS: a la Oficina de Acción Solidaria y Cooperación de la Universidad Autónoma


de Madrid, por su interés y compromiso en el impulso de temáticas relacionadas con Género y Desarrollo. A
Estefanía Molina por fijar su mirada en el país del «Sagrado Corazón» y permitir hablar sobre una experiencia
que se enmarca en la vigencia del Estado Social de Derecho, desde las voces de las mujeres. A las amigas de la
Casa de la Mujer de Bogotá, por abrirme las puertas de su espacio, cuando apenas empezaba a escudriñar los
senderos del feminismo. Clarena, Olga Amparo y Osana, me permitieron la consulta de sus archivos escritos,
visuales y testimoniales para poder reconstruir esta historia. A la complicidad y amistad con Ana con quien
desde hace más de quince años compartimos la construcción como mujeres. A Cathy y July por compartir su
amistad conmigo. Pero además, este quiere ser un verdadero reconocimiento a las mujeres y hombres de to-
dos los colores, que durante décadas han reivindicado el derecho a decidir. Especialmente a quienes partici-
paron en la campaña del 2005, mostrando la cara, subiendo el volumen de la voz y desnundando sus cuerpos,
aunque sus nombres han estado en el anonimato y por fuera de las celebraciones.

353
SONIA MIREYA TORRES RINCÓN

Hasta esa misma fecha, Colombia, junto a Perú y el Salvador, era uno de los
países en que se penalizaba el aborto en todos los casos. Según datos del Ministe-
rio de Protección Social Colombiano, en el país se practican cerca de 400 mil
abortos al año. Además ésta se convierte en la segunda causa de muerte de las mu-
jeres en el país, por abortos realizados en condiciones clandestinas sin recibir los
adecuados servicios de salud (ENDS, 2005).
Después de una lucha permanente porque el aborto no fuera considerado de-
lito, la Corte Constitucional en el 2006 decidió despenalizarlo en tres casos espe-
cíficos. Sin duda, el fallo de esta sala constituye todo un hito en la historia del
país, más aún cuando la Iglesia Católica conserva una amplia influencia sobre los
destinos de la sociedad colombiana. Sin embargo, es importante no perder de
vista que con esta medida, se abren las puertas para seguir los caminos de la exi-
gibilidad jurídica y política, por el reconocimiento total de la autonomía de las
mujeres y su derecho a la libre opción de la maternidad. También es urgente di-
vulgar esta conquista como fruto de un proceso dinámico, constante de la movi-
lización social que en el transcurso de la historia fue abonando los terrenos para
alcanzar los limitados logros que hoy se disfrutan.
Por esta razón, el tema de la despenalización del aborto se abordará desde
una perspectiva histórica, tratando de hacer un recorrido por algunas acciones
encaminadas con este fin. Se ha optado por no presentar un marco de análisis
por separado, previo a cualquier otra consideración, por el contrario, los pos-
tulados conceptuales se irán entretejiendo con el contexto histórico colom-
biano, para dar mayor fortaleza a la comprensión de la experiencia. La inten-
ción que subyace se referencia con la apuesta por lograr cada vez mayor
articulación entre las teorías y la realidad, sin que una se convierta en camisa
de fuerza para la otra.
Para efectos de este artículo, se armonizará la lectura del contexto histórico y
las luchas que propendieron por la despenalización, a partir del análisis de los pro-
cesos de construcción de ciudadanía para las mujeres que pasa por su reconoci-
miento como sujetos políticos y autónomos. Estos procesos no pueden ser abor-
dados desde las condiciones históricas ajenas a los contextos latinoamericanos,
dado su pasado colonial de dominación cultural y el acelerado presente de repú-
blica. De ahí que el estudio se desarrolle teniendo en cuenta los alcances y las li-
mitaciones de una modernidad impulsada desde este continente, que reclama su
propia versión de la historia.
Metodológicamente, para recuperar la memoria de lo que ha sido este pro-
ceso, se realizó una recopilación de fuentes secundarias que evidencian como
el tema del aborto ha estado presente desde varios siglos antes de hablar de mo-
dernidad. Igualmente se han revisado varios textos académicos y políticos que
describen los procesos de lucha por la ciudadanía de las mujeres y la reflexión
sobre los elementos de una modernidad latinoamericana. Siendo esta una his-
toria presente se recurrió a escuchar las voces de algunas protagonistas, a tra-
vés de la realización de entrevistas y revisión de prensa, como fuentes prima-
rias.

354
DESPENALIZACIÒN DEL ABORTO EN COLOMBIA: POR LA AUTONOMÍA Y CIUDADANÍA DE LAS MUJERES

2. LA MODERNIDAD Y LOS ANTECEDENTES


Hablar de la Modernidad pasa necesariamente por tener en cuenta el con-
texto en el que se quiere ubicar, considerando la historia como un sistema, que
«debe representar una red integrada de procesos económicos, políticos y cultura-
les cuya totalidad mantiene unido el sistema» (Wallerstain, 1999:250). Antes de
1500 n.e. coexistieron diversas economías-mundo e imperios-mundo que se fue-
ron sucediendo uno tras otro en el tiempo y en el espacio. Sin embargo, después
del siglo XVI la correlación de fuerzas entre estos tipos de sistemas se invirtió y se
expandió una economía mundo que prevalecía en Europa hacia todos los conti-
nentes: la economía capitalista.
Siguiendo con esta perspectiva de análisis, el filósofo latinoamericano Enri-
que Dussel, plantea que las eticidades de la humanidad se fueron gestando a par-
tir de un sistema asiático-africano-mediterráneo, que fue construyendo grados de
maduración, haciéndoles concientes de su universalidad, y que por diversas cir-
cunstancias históricas, se convirtió en el sistema mundial a partir del siglo XV,
cuando el centro se desplazó hacia Europa (Dussel, 1980:20). Se cuestiona la vi-
sión eurocéntrica que considera la Modernidad como resultado de las dinámicas
socio-históricas que acontecieron al interior de Europa, específicamente durante
los siglos V al XIII.
Es desde el desarrollo de esta corriente de pensamiento latinoamericano, que
se ha llamado la atención sobre la necesidad de desmitificar la Modernidad y sus
pilares, como un triunfo de la razón occidental. La filosofía latinoamericana ha
orientado parte de sus reflexiones hacia la construcción de una ética de la libera-
ción que vaya más allá de las fronteras latinoamericanas, y apuesta porque sus
planteamientos sirvan para pensar filosófica y racionalmente en la situación de ex-
clusión que vive la mayoría de la humanidad (Dussel, 1980:11)2. Esta liberación
implica, en palabras de Francesca Gargallo, la construcción de un sujeto político
crítico, un sujeto individual comprometido con su comunidad, intrínsecamente
atado a ella, pero consciente y autoconsiente (Gargallo, 2004: 36).
No se trata entonces de desconocer los contextos sociales que impulsaron el
triunfo de la Modernidad y sus efectos en la dinamización de procesos democrá-
ticos, revolucionarios y laicos. Por el contrario, si asumimos que no existe una
Modernidad, sino que concurren varias modernidades gestadas a lo largo del
tiempo y el espacio, podemos empezar a rastrear la manera como éstas «moder-
nidades» han compartido un denominador común en cuanto a lo que respecta a
las mujeres: la exclusión frente la construcción de la ciudadanía. No es fácil tener
un acercamiento al concepto de Ciudadanía, ya que es imposible unificarlo, en su
lugar debe leerse de acuerdo al momento histórico en que se desarrolla.

2 Esta dinámica de sistema mundo, ha generado una visión hegemónica desde la producción filosófica
de Europa, frente a la que se plantea como opción la filosofía de la liberación, donde el reconocimiento del
otro fuera de Europa, constituye el primer momento de la ética de la liberación.

355
SONIA MIREYA TORRES RINCÓN

Al respecto Carol Pateman, cuestiona la visión dual de la Modernidad del su-


jeto político que divide la razón de lo afectivo, ya que se vuelve excluyente del
otro, del cuerpo, de los afectos para considerar la autonomía propia de los suje-
tos. Esta noción de sujeto sin duda, marca las relaciones de género entorno a lo
público y a lo privado, al identificar con este último a las mujeres como natura-
leza generando desigualdad respecto a los hombres, quienes son identificados con
lo público, lo político, la cultura y la igualdad (Sánchez, 2004:4).

2.1. Modernidad y Ciudadanía de las mujeres

«Hablar de la Modernidad en América Latina, implica mirarse de otro modo, no


colonial, para dejar de ser lo que nunca hemos sido».
Anibal Quijano

Como ya se mencionó, el tema del aborto ha estado presente a lo largo de la


historia, aunque en cada período tiene su significado particular. En el caso de los
pueblos amerindios, estas sociedades no tenían ninguna estrategia, ni ideología, ni
religión que promoviera la natalidad (Sotomayor, 2000). Siguiendo a Gilli, se
sabe que las mujeres del Orinoco, por ejemplo, evitaban la concepción y aborta-
ban utilizando hierbas y medios tradicionales (Patiño,1990). Durante la colonia,
la racionalidad económica europea que sostuvo la esclavitud, promovió la mater-
nidad como una forma de adquirir un nuevo bien: hijos e hijas de la esclava. Sin
embargo, durante este período una forma de resistencia fue el altísimo número de
abortos causados por los maltratos a que eran sometidas las mujeres esclavizadas,
o provocados por ellas mismas para evitar la condena de las cadenas a sus descen-
dientes (ICANH, 2008).
Si bien el propósito no es hacer un exhaustivo recorrido histórico sobre las im-
plicaciones del concepto de Ciudadanía de las mujeres, se presentan a continuación
algunos elementos para la discusión. El ejercicio de la ciudadanía y su extensión a
ámbitos como la sexualidad y la reproducción, estableciendo los límites entre lo pú-
blico y lo privado, es propio de las sociedades modernas (Dides: 2006, 39).
Al hablar de otros sistemas mundo que desarrollaron otras eticidades, se en-
cuentran componentes de ciudadanía, aunque la mayoría de literatura, por lo me-
nos a la que se tiene acceso, hace referencia exclusivamente a la antigua Grecia y
Roma. En estos territorios, se concebía como ciudadanos solamente a los cultos que
vivían en las ciudades y que además poseían renta. La ciudadanía se adquiría por vía
paterna, es decir, los hijos de los ciudadanos, pues las mujeres no podían acceder a
dicha categoría (Garrido, 2004:33). Posteriormente como fruto de la modernidad
europea, vinieron las revoluciones burguesas y con ellas las transformaciones de los
Estados. El hito más significativo tal vez sea la Revolución Francesa, que otorgó a
las mujeres los derechos civiles pero no les reconoció como sujetos políticos, como
tampoco lo hizo con los sectores populares (Folguera, 2004: 252).

356
DESPENALIZACIÒN DEL ABORTO EN COLOMBIA: POR LA AUTONOMÍA Y CIUDADANÍA DE LAS MUJERES

Sin duda, el movimiento de la Ilustración, la revolución francesa y la inde-


pendencia de los Estados Unidos, inspiraron los movimientos independistas que
dieron vida a las nacientes repúblicas de América Latina, en el siglo XIX. Una vez
constituidas las repúblicas, las élites en el poder se dieron a la tarea de establecer
unas condiciones propias de la modernización de los países, que les permitieran
participar del concierto mundial, como naciones soberanas. Por esta razón, la in-
quietud sobre la cual giró el pensamiento latinoamericano en las primeras déca-
das republicanas, fue la pregunta por la identidad y el progreso, desde la emanci-
pación mental que generaría rupturas con el pasado colonial (Zea: 1972).
En la Nueva Granada en los primeros años del movimiento de independen-
cia, se apeló al discurso sobre la ciudadanía, definida como un símbolo de liber-
tad e igualdad, elementos constitutivos de la nueva nación y el llamado a la mo-
ral patriota (König, 1994:296). Este concepto recobró su valor después de iniciar
el proceso de consolidación de la nueva nación, donde existía una diferenciación
entre los ciudadanos y la masa de neogradinos libres (König, 1994:455). En esta
diferenciación del status jurídico de la ciudadanía, estaban por fuera las mujeres,
los indígenas, los afrodescendientes libres y obviamente los que aún se mantenían
en esclavitud y en general aquellos que no tuvieran renta. Discriminación que se
evidenciaba en el tratamiento que recibían estos excluidos en la legislación penal.
Tempranamente en la legislación del siglo XIX, aparecieron las condiciones
y el grado punible de la práctica de interrumpir embarazos, siendo incluso menos
restrictivas que en el siglo XX. En el Código Penal de 1837 y en el de 1873 se con-
sideró el aborto como un delito contra los particulares, protegiendo no el bien ju-
rídico de la vida sino tutelando los intereses colectivos como la moral y las bue-
nas costumbres. La pena podía ser menor cuando la interrupción del embarazo se
hiciera para salvar el honor de la mujer o de la familia. Se sancionaba el aborto
provocado sin discernimiento y/o sin consentimiento, cuando la mujer ingería
alimentos o bebidas, sin saber de su estado de gestación ni de los efectos aborti-
vos de éstos. Así mismo, se condenaba por aparte la tentativa de aborto y el re-
sultado de la acción final, incrementándose la pena si éste era practicado por mé-
dico, parteras, boticarios o comadronas. De igual manera, el aborto terapéutico
era permitido y no era punible, cuando fuera realizado por un cirujano para sal-
var la vida de la mujer (Agatón y Bohorquez, 2005(b))3.
Este tipo de acciones, pueden ser entendibles, si se considera que el país en
esta época se encontraba en un proceso de reacomodación, probando su sistema
jurídico, su sistema de gobierno, definiendo sus fronteras y con un dinámico pro-
ceso de tensiones ideológicas, que llevaron después de 1850 al posicionamiento de
los liberales radicales en el poder. Este período profundizó medidas que propen-
dían por la laicización del Estado, de la educación y de la sociedad en general, sin
que ello implicara abandonar las creencias religiosas en la fe católica.

3 Las autoras mencionan el articulado específico que contemplaba estas medidas. Para el caso del Código
Penal de 1837 se hace referencia a los artículos desde el 662 hasta el 667. Para el caso del Código Penal de
1873, se mencionan los artículos 488 a 491.

357
SONIA MIREYA TORRES RINCÓN

Sin embargo, cuando Rafael Nuñez asumió el poder, inició un proceso de-
nominado «la regeneración», que buscaba el retorno al orden establecido antes del
«olimpo radical» de los liberales. Por esta razón en 1887, se firmó el acuerdo in-
ternacional denominado el Concordato, entre el Estado Colombiano y el Vati-
cano, que le devolvió a la Iglesia Católica el poder de influencia que venía per-
diendo en los asuntos públicos. La Iglesia además de tutelar los contenidos
impartidos en la educación pública y recibir beneficios por la exención de im-
puestos, reguló la vida civil y el comportamiento social de las mujeres.

La alianza Estado-Iglesia Católica se manifestaría en la refrendación por ambas ins-


tituciones de un cierto tipo de feminidad. Así, el siglo XX se inicia en Colombia, como
en la mayoría de naciones democráticas, sin que las mujeres tuvieran derecho al voto y a
la participación política. Por lo demás los códigos civiles y penales vigentes establecían
una serie de reglas de juego y de sanciones que, por un lado, privaban a la mujer de cual-
quier posibilidad de construir una individualidad autónoma e independiente y, por otra,
regulaban fuertemente su conducta sexual (Wills, 2007: 93).

De ahí que se otorgara la potestad marital, donde la mujer perdía toda posi-
bilidad de heredar o administrar sus propios bienes, que debían estar bajo dispo-
sición del padre, hermano o esposo. Con estas acciones no sólo se limitó el desa-
rrollo de la subjetividad económica de las mujeres, sino que además esta
percepción sobre su autonomía se reflejó también en la diferenciación y severidad
de las penas, en casos de adulterio o infidelidad (Wills, 2007:93-94).
Por esta razón se puede leer en el Código Penal de 1890, un recrudecimiento
de las penas que se imponían. Para los casos de tentativa de aborto no consentido
y consentido las penas iban de uno a seis años de cárcel para el primer caso y de
uno a tres en el segundo. Si la situación llegaba al cumplimiento de la interrup-
ción del embarazo, el presidio se incrementaba de cinco a diez años y de cuatro a
ocho años para cada uno de los casos respectivamente. Sin embargo, se concedía
una rebaja de penas para el aborto Honoris Causa, que ya se contemplaba en los
códigos anteriores: «Artículo 642. Pero si fuere mujer honrada y de buena fama
anterior y resultare, a juicio de los jueces, que el único móvil de la acción fue el
encubrir su fragilidad, se le impondrá solamente la pena de tres a seis meses de
prisión, si el aborto no se verifica; y de cinco a diez meses si se verifica» (Agatón
y Bohórquez, 2005(b)).
Isabel Agatón y Clara Bohórquez, mencionan que el aborto por honoris
causa, se orientaba a salvaguardar el honor de la mujer y de la familia. Sin em-
bargo, aquí valdría precisar que dentro de la consideración de las sociedades pa-
triarcales como la nuestra, existe una diferenciación entre el honor femenino y el
masculino.

El principio de la inferioridad y de la exclusión de la mujer, que el sistema mítico-


ritual ratifica y amplifica hasta el punto de convertirlo en el principio de división de todo
el universo, no es más que la asimetría fundamental, la del sujeto y del objeto, del agente

358
DESPENALIZACIÒN DEL ABORTO EN COLOMBIA: POR LA AUTONOMÍA Y CIUDADANÍA DE LAS MUJERES

y del instrumento, que se establece entre el hombre y la mujer en el terreno de los inter-
cambios simbólicos, de las relaciones de producción y reproducción del capital simbó-
lico, cuyo dispositivo central es el mercado matrimonial, y que constituyen el funda-
mento del todo el orden social. Las mujeres sólo pueden aparecer en él como objeto, o,
mejor dicho, como símbolos cuyo sentido se constituye al margen de ellas y cuya fun-
ción es contribuir a la perpetuación o al aumento del capital simbólico poseído por los
hombres (Bourdieu, 2000:59).

Bourdieu, plantea que el honor masculino se debate y legitima en las tensio-


nes de lo público, de ahí que su valoración sea más positiva que la del honor fe-
menino, limitado a la dinámica de lo privado. La honorabilidad se establece para
los hombres en oposición a una mujer, o a un hombre honorable, capaz de retar
la honra del otro hombre (Bourdieu, 2000:66-67). Si tomamos esta definición,
podemos entender que detrás de la consideración a que había lugar en el aborto
por honoris causa, no estaba ningún reconocimiento de la autonomía de las mu-
jeres, así fuera exclusiva para quienes pertenecieran a las élites o a las familias más
prestantes de la sociedad, sino que por el contrario, lo que se buscaba era salva-
guardar el buen nombre de su padre o de su familia, vulnerado a través del cuerpo
de las mujeres.
El período de la Regeneración tuvo vigencia formal entre 1886 y 1930, dé-
cada en que hay un cambio de las fuerzas políticas en el poder, cuando la presi-
dencia es asumida de nuevo por los liberales4. Los gobiernos liberales se caracte-
rizaron por presentar una ampliación social de la participación política,
acompañada de algunas reformas progresistas.
Ya desde la década de 1920, el proyecto emancipador latinoamericano tomó
un tono anti imperialista, y paralelamente dirigió su mirada hacia el indigenismo
y el agrarismo. En ese contexto, las mujeres adelantaban reclamaciones de orden
laboral y social. Los colombianos y colombianas salían a las calles para exigir au-
mentos salariales, protestar contra la corrupción de la administración, denunciar
la muerte de líderes sociales etc. (Villareal, 1993: 132). Sin duda, la participación
de las mujeres, junto a los otros excluidos de la democracia formal, en escenarios
públicos fue abonando y abriendo nuevos caminos en la construcción de una ciu-
dadanía incluyente. A la esfera pública, caracterizada por su hegemonía varonil y
burguesa, se contraponen escenarios propios de encuentro popular para hacer po-
lítica desde sus gestos, sus limitaciones, su estética y sus actores. Los contra pú-
blicos, retan no sólo el orden establecido, también cuestionan las representacio-
nes sociales de los sexos, que generan condiciones de desigualdad (Wills: 2007,
65-66).
Lo anterior, para mencionar que las reivindicaciones y las conquistas por la
ciudadanía que las mujeres colombianas han logrado a lo largo del siglo XX y
XXI, han estado acompañadas de las acciones jurídicas, una amplia movilización

4 Aunque formalmente la regeneración terminó en 1930, la vigencia del Concordato estuvo hasta 1993,
dos años después de promulgada la Nueva Constitución de 1991.

359
SONIA MIREYA TORRES RINCÓN

social pero también en la modificación cotidiana de los roles de género. En este


sentido quiero retomar a Jiménez (Villareal, 1993) quien hace una consideración
de las mujeres de sectores populares en las primeras décadas del siglo XX, que po-
dría entenderse como expresiones de los contra públicos.

En la experiencia laboral y de relación familiar se desarrollan nuevos patrones de in-


timidad que reflejaron una autonomía de las mujeres en sectores populares. Este proceso,
más conocido en el sector urbano de la época, tiene su expresión en muchas zonas rura-
les que van marcando formas alternativas de escapar de la dominación patriarcal. […] Se
señala una permisibilidad de relaciones libres con hombres «incluyendo encuentros se-
xuales no formalizados, madresolterismo y concubinato», actitudes y conductas más o
menos aceptables, operando al margen de un clan campesino y de un orden social donde
regía el patriarcado (Villareal, 1993: 130).

Estos cambios en la vida íntima y las acciones ejercidas en lo público, van a


presionar que en 1932 se promulgue la Ley 28, que da autonomía a las mujeres
para administrar sus bienes. Un año más tarde se decretó el acceso a la educación
secundaria y universitaria; y en 1936 se permitió a las mujeres ocupar cargos pú-
blicos (Wills, 2007:98). Lastimosamente, estos pasos de avanzada liberal no to-
caron la legislación penal, pues en el Código de 1936 se mantuvo la misma pe-
nalización del aborto disminuyendo notoriamente las penas en caso de ser
causado por honoris causa.
Tal vez era poco el impacto que estas medidas tuvieran en las mujeres de cla-
ses populares, quienes difícilmente heredaban renta o accedían a niveles educati-
vos superiores a la básica primaria. Las abuelas de hoy de esos sectores, sin duda
se abrieron camino en la resistencia de sus silencios, soportando el yugo marital,
sobrellevando la triple jornada, saliendo al paso a las imposiciones de la moral ca-
tólica, para que sus hijas y nietas, pudieran acceder desde la autonomía a los es-
cenarios públicos en los que actualmente hacemos presencia.
Recordemos que sólo hasta 1954, bajo un gobierno militar de corte populista
reconoció el sufragio femenino, gracias a la interacción y gestión de mujeres de di-
ferentes corrientes políticas, que acordaron trabajar unidad por las mujeres (Wills,
2007: 102). Después de más de ciento sesenta años de vida republicana, como na-
ción soberana, Colombia reconocía la ciudadanía política de las mujeres. Sin
duda esto fue un avance importante en la inclusión de las mujeres en el escenario
público de la política, por lo menos la electoral, aunque aún faltaba más recorrido
para el reconocimiento pleno de los derechos.
Las siguientes décadas fueron de amplia agitación social, política e ideológica,
de la que no escapó el continente. En los años setenta, mientras América Latina
vivía el fervor del continentalismo revolucionario, simultáneamente en Colombia
se abría paso a lo que se conoce como la Segunda Ola de Feminismos, que reco-
nociendo el acumulado de las militantes sufragistas de la Primera Ola, apostaban
ahora por la politización de la vida privada, la subjetividad y la cultura. Sólo des-
pués de 1975, pueden registrarse nuevamente proyectos normativos presentados

360
DESPENALIZACIÒN DEL ABORTO EN COLOMBIA: POR LA AUTONOMÍA Y CIUDADANÍA DE LAS MUJERES

en el Congreso de la República, que buscaban la reglamentación del aborto tera-


péutico y la despenalización parcial. A diferencia de la legislación decimonónica,
en estos proyectos subyacía la argumentación a favor de proteger la salud de las
mujeres5.
El tema de la despenalización del aborto empezó a hacer parte de las agendas
de las mujeres, aunque tuviese poco eco en los escenarios jurídicos competentes.
La realización de la Primera Conferencia Mundial de la Mujer en 1975 recono-
ció el derecho a la integridad física y los derechos sexuales y reproductivos. «Mi
cuerpo es mío» y «Soy mujer y me gusta» fueron los lemas que dinamizaron muchas
de las acciones que se emprendieron en la época, bajo la exigencia por el recono-
cimiento de la autonomía de las mujeres, el aborto libre y gratuito (Wills,
2007:378).
Como si fuese una respuesta ante la fuerza que venía tomando el tema, el Có-
digo Penal de 1980 calificó el aborto dentro de los delitos contra la Vida y la In-
tegración Personal. Es decir, eliminó el aborto terapéutico presente en los ante-
riores códigos; prescindió de la diferencia entre tentativa y acción final, haciendo
punible sólo esta última; y estableció un atenuante en la pena, cuando la inte-
rrupción es causada por motivos de acceso carnal violento, o inseminación artifi-
cial no consentida (Agatón y Bohórquez 2005(a)). En 1981 se realizó en Bogotá
el Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, donde uno de los
acuerdos fue conmemorar el 25 de noviembre como el día de la No violencia ha-
cia las mujeres.
De esta manera, la globalidad de los derechos sexuales y reproductivos, for-
talecieron la perspectiva política de la sexualidad, lo que deja de ser un asunto de
la intimidad para ser reflexionada como parte de la democracia. Además al con-
siderarse como derechos, abrió la puerta para la exigibilidad de los mismos com-
binando las formas políticas con acciones jurídicas, ante los Estados y los sistemas
regionales e internacionales de protección.
En 1990, se realizó el quinto Encuentro Feminista Latinoamericano y del
Caribe, en San Bernardo-Argentina y allí se acordó establecer el 28 de septiembre
como el día de Lucha por la Despenalización del Aborto. Sin embargo, en la úl-
tima década del siglo XX, el desarrollo del amplio movimiento social de la Asam-
blea Constituyente que elaboró la Constitución de 1991, no pudo lesionar la cul-
tura patriarcal que seguía dictando ordenamientos sobre los cuerpos de las
mujeres. La propuesta de reglamentar la libre opción a la maternidad, liderada por
la poetisa María Mercedes Carranza y la líder política de la Unión Patriótica Aida
Abello, Jaime Benitez Tobón e Iván Marulanda fue aprobada en una de las dos co-
misiones discutidas. Sin embargo, se retiró del texto final de la Constitución, por
considerar que la sociedad colombiana no estaba preparada para asumir cambios

5 Al respecto se señalan los siguientes proyectos interpuestos: El Senador Liberal Iván López Botero, el
20 de Julio de 1975. En Septiembre de 1.979 por la representante liberal Consuelo Lleras. En Julio de 1987,
Eduardo Rozo Rosero, senador liberal y en Diciembre de 1989 el senador también liberal Emilio Urrea. Ver
(Agaton y Bohórquez, 2005 (a)).

361
SONIA MIREYA TORRES RINCÓN

de semejante trascendencia, como el divorcio y el aborto (Agatón y Bohórquez,


2005(b)).
En 1993, un nuevo argumento empezó a aparecer en los proyectos por la des-
penalización del aborto. La representante a la Cámara de Representantes, Ana
García de Pechtalt argumentó su propuesta basada en el respeto por los derechos
de la mujer. Siguiendo en esta línea, cuatro años después la senadora Piedad Cór-
doba, interpuso un proyecto sobre salud sexual y reproductiva, que tampoco pros-
peró. Paralelamente, los contradictores de esta medida y más férreos defensores de
la moral, utilizaban los mismos escenarios para incrementar las penas. Es el caso
del proyecto de Ley 321 de 1993, que consideraba el aborto como un delito más
grave que un homicidio y establecía penas de 16 a 30 años de cárcel (Agatón y Bo-
hórquez, 2005(b)).
La Conferencia sobre Población y Desarrollo realizada en el Cairo en 1994,
ratificó la salud sexual y reproductiva como parte del bienestar físico, mental y so-
cial. Postura que sería confirmada en la IV Conferencia de la Mujer realizada en
Beijing en 19956. (Aunque sus postulados continúen siendo de lenta implemen-
tación en el país).
Mientras se labraba esta historia de generaciones, cientos de mujeres pobres
seguían muriendo por abortos mal practicados o en condiciones clandestinas.
Pese a haber logrado el reconocimiento de la ciudadanía y hacer parte de una
comunidad política, los cuerpos de las mujeres continuaron siendo objeto de re-
flexión, sobre el que legislaba la Iglesia, el Estado, y la Ciencia sin retomar las
consideraciones que ellas mismas planteaban. Por eso, en el nuevo siglo la con-
frontación no podía cesar, por el contrario se debían aprovechar los mecanismos
posibles bajo la consideración de un Estado Social de Derecho, la recuperación
de la dimensión política en lo público y la reconfiguración del movimiento so-
cial de mujeres.

2.2. Siglo XXI por una Convención Interamericana


Finalizando el siglo XX en América Latina ya se sentían los efectos de las re-
formas estructurales promovidas por el modelo neoliberal, que no sólo generaron
desregulación de las economías y amplios procesos de privatización de las empre-
sas del Estado, sino que además desdibujó el significado público de la política. Los
ciudadanos y ciudadanas pasaron a ser consumidores y espectadores de la política,

6 Colombia ha suscrito las Convenciones y Acuerdos que propenden por el reconocimiento de los de-
rechos de las mujeres, por lo que se le puede reconocer como un país de avanzada en este proceso. Sin embargo,
la implementación de estas medidas, deben sobrellevar los límites impuestos por sectores tradicionales de la so-
ciedad. En Colombia, entraron en vigor las siguientes medidas: La convención sobre la eliminación de todas
las formas de eliminación contra la mujer, en febrero de 1982; la Convención sobre los derechos políticos de
la Mujer, en noviembre de 1986; La Convención Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la vio-
lencia contra al mujer, en diciembre de 1996; El Protocolo facultativo de la convención sobre la eliminación
de todas las formas de discriminación contra la Mujer, en diciembre de 2000.

362
DESPENALIZACIÒN DEL ABORTO EN COLOMBIA: POR LA AUTONOMÍA Y CIUDADANÍA DE LAS MUJERES

afectando seriamente la percepción de la resistencia colectiva en los movimientos


sociales.
En medio de este panorama, mientras la reflexión giraba en torno a la glo-
balización en todos sus ámbitos, en 1999 el Comité Latinoamericano por lo
Derechos de las Mujeres –CLADEM– preocupadas por el poco avance que se
presentaba en la región, en materia de derechos sexuales y reproductivos, de-
cidió realizar un diagnóstico sobre el tema. Para ello convocó equipos de tra-
bajo en 14 países, y abordó alrededor de 15 temas entre los que se encontraba,
educación sexual, violencia sexual, planificación familiar, aborto, embrazo
adolescente, orientación sexual entre otros etc. El trabajo se realizó entre
agosto del 2000 y mayo del 2001, cubriendo como período de estudio 1995-
2000.
El informe regional aportó las siguientes consideraciones: en cuanto al con-
texto se evidenció una agudización de la pobreza en este período, con especial cre-
cimiento en las zonas rurales, a las que se sumó la precarización del empleo ur-
bano; en lo político fue constante una crisis de gobernabilidad, fruto de la pérdida
de legitimidad del sistema político y de las instituciones. Así como un resurgi-
miento de nuevos actores de la sociedad civil como los indígenas y las mujeres
(Vásquez y Romero, 2003: 5-7). Para el caso colombiano7, la información espe-
cífica de las temáticas reportó lo siguiente:
En Colombia se tipificó como delito la violencia sexual contra la libertad se-
xual, aunque esta última tenía correspondencias con el pudor. La atención a la
víctima fue de manera integral y se contempló en las políticas de salud. Se reco-
nocía el derecho de mujeres y hombres a decidir sobre el momento y el número
de hijos, difundiendo programas de planificación familiar, aunque el aborto es pe-
nalizado en todos los casos (Vásquez y Romero, 2003:11-13).
Como fruto de esta investigación se lanzó en marzo de 2003, la Campaña
por la Convención Interamericana de Derechos Sexuales y Reproductivos de las
Mujeres, liderado por CLADEM que tiene como objetivo alcanzar una normati-
vidad internacional, en este caso en el seno del Sistema Interamericano, de la Or-
ganización de Estados Americanos –OEA–, que garantice el respeto por los dere-
chos sexuales y los derechos reproductivos.
En Colombia la iniciativa de la Campaña por la Convención empezó con-
vocando a mujeres de diversos sectores. Si bien la propuesta surgió desde el lado
feminista, se invitó a mujeres no feministas organizadas, del movimiento social,
académicas, lideresas políticas, afro descendientes, mujeres en situación de des-
plazamiento, jóvenes, estudiantes, etc. para que hicieran parte de este proceso.
Dada la diversidad de quienes acudieron al llamado, la primera fase a la que se dió
lugar fue la realización de un proceso de formación que permitiera visibilizar las
diferencias en el acercamiento al tema de los derechos sexuales y reproductivos,

7 El diagnóstico sobre la situación de los derechos sexuales y reproductivos en Colombia fue realizado
por la Corporación Casa de la Mujer de Bogotá, aunque los datos que se citan pertenecen al informe regional
consolidado por Roxana Vásquez Sotelo e Inés Romero Bidegaray.

363
SONIA MIREYA TORRES RINCÓN

identificando las percepciones en lo conceptual, analítico y político. Clarena Car-


dona, comenta sobre ese proceso8:

«En octubre del 2004 se decide que la Campaña por la Convención debe salir de
Bogotá: No queríamos hacer un encuentro nacional donde la gente de las regiones, vi-
niera charláramos dos días y ya. Entonces se decide que vamos a unas visitas a organiza-
ciones aliadas en las regiones, para contarles la idea de la Campaña y a conformar voce-
rías. Ya en una reunión en Uruguay, nos nombraron voceras nacionales, a cargo de la
Corporación Casa de la Mujer. Sin embargo, propusimos establecer vocerías regionales
por facilidad en la coordinación de acciones, por democracia, por no concentrar el po-
der, por distribución equitativa de los recursos. Visitamos Barranquilla, Cali, Medellín,
Pereira a donde fueron también las organizaciones de Manizales» (Cardona, 2008).

Para el 2005, se contaba ya con seis vocerías regionales constituidas, quienes


adelantaban un proceso de sensibilización y formación con colectivos y organiza-
ciones locales, sobre los objetivos de la Campaña por la Convención. En este
mismo año, la abogada Mónica Roa con el apoyo de la ONG Womens Link
Worldwide, visitó varias organizaciones de mujeres, comentándoles que estaba in-
teresada en hacer un estudio jurídico sobre la despenalización del aborto en Co-
lombia, examinando la receptividad del tema y los posibles apoyos. Sin duda, el
estudio era oportuno y contaría con el respaldo de las organizaciones sociales y las
organizaciones no gubernamentales de mujeres.
Lo que sigue a continuación es la conjunción de varias narraciones sobre una
experiencia tan significativa para las mujeres colombianas, como fue la Campaña
por la Despenalización del Aborto. Igual aunque se reúnen varias voces, segura-
mente existen otras versiones del proceso, tan válidas como la que aquí se cuenta.

2.3. Campaña por la Despenalización del Aborto 2005


En los primeros días del mes de abril del 2005, un nuevo escándalo sacudió
a la sociedad colombiana. Dos estudiantes de la Universidad de Pamplona, en el
departamento de Norte de Santander, habían sido detenidas por las autoridades
por interrumpir sus embarazos. Las jóvenes llegaron a un Centro de Salud des-
pués de haber ingerido pastillas abortivas, fueron entregadas a la Fiscalía por las
directivas del hospital, mientras el rector de la universidad anunciaba su expulsión
del centro educativo (El Tiempo, 2005). Historias como éstas son constantes en
la prensa colombiana, antes y después de que la Corte Constitucional fallara a fa-
vor de la despenalización parcial del aborto.

8 Este testimonio fue suministrado por Clarena Cardona, quien hace parte del Equipo de la Corpora-
ción Casa de la Mujer, que desde el 2004 es la vocera nacional en la Convención Interamericana por los De-
rechos Sexuales y Reproductivos. Asumió la Coordinación de la Campaña por la Despenalización del Aborto,
realizada entre abril y septiembre del 2005.

364
DESPENALIZACIÒN DEL ABORTO EN COLOMBIA: POR LA AUTONOMÍA Y CIUDADANÍA DE LAS MUJERES

Cuando ya la Campaña por la Convención Interamericana estaba en marcha,


el 14 de abril del 2005 los noticieros empezaron a difundir, que la abogada Mó-
nica Roa interponía una demanda ante la Corte Constitucional, reclamando la in-
constitucionalidad del artículo 124 del Código Penal que tipificaba el aborto
como delito, por atentar contra la vida, la integridad física y la salud de las muje-
res. El debate jurídico se ponía de nuevo sobre la mesa.
Entonces, la Campaña por la Convención Interamericana por los derechos
sexuales y reproductivos convocó a una reunión no sólo a las 36 organizaciones
de Bogotá que hacían parte de ella, sino a toda una base de datos de colectivida-
des. Se acudió al llamado en forma masiva, en la sala de reuniones de la Casa de
la Mujer, había más rostros desconocidos que conocidos. Mujeres de diferentes
sectores acudieron a la cita, evidenciando que el tema de la despenalización del
aborto trascendía las fronteras de las reivindicaciones e intereses de las organiza-
ciones feministas.
En esta reunión se presentaron las acciones adelantadas por la Convención y
la coyuntura con la interposición de la demanda, para mirar como apoyar esta ac-
ción jurídica. Después de varias discusiones, en una segunda reunión se decidió
realizar una Campaña por la Despenalización del Aborto en Colombia, en el
marco de la Campaña por la Convención. Esta decisión se comunicó a Mónica
Roa, quien honestamente consideró y aclaró que su debate lo realizaría a través de
las herramientas jurídicas, pero que ella no enfrentaría a la Iglesia. Aún así puso a
disposición su estrategia comunicativa para apoyar la Campaña. En este sentido,
el grupo Brújulas Comunicaciones, se encargaría de hacer llegar a los medios de co-
municación las acciones de la Campaña (Cardona, 2008).
La Campaña entonces arrancó en Bogotá, aunque las organizaciones regio-
nales ya adelantaban acciones en la misma vía. Como proceso de construcción co-
lectiva se acordaron unos mínimos políticos sobre los cuales se actuaría en con-
junto (Cardona, 2008).

1. La Campaña por la Despenalización del Aborto en Colombia, era de to-


das y todos y como tal se conservaba su espíritu colectivo. Para ello se
nombraron tres voceras representantes de la Casa de la Mujer, Católicas
por el Derecho a Decidir y una representante de una alianza de colecti-
vos feministas libertarios como Mujeres Libres y Mujeres por la Resis-
tencia9.
2. Se apoyaba la demanda y las acciones jurídicas interpuestas por Mónica
Roa, reconociendo que hacía parte del proceso de lucha jurídica y política
que mujeres y hombres han adelantado en Colombia por la despenaliza-
ción del aborto. En este sentido, la Campaña promovería la libre opción a

9 La convergencia política e ideológica de los Colectivos Mujeres Libres y Mujeres por la Resistencia, de-
rivaron en un trabajo desarrollado en red, que se inició en marzo del 2006 bajo el nombre de Creacción Es-
pacios, al que se unieron además el Colectivo de Mujeres Excombatientes y compañeros y compañeras del mo-
vimiento libertario.

365
SONIA MIREYA TORRES RINCÓN

2. la maternidad y trabajaría por la despenalización total del aborto y no sólo


en tres casos como cursó la demanda.
3. No era una campaña pro abortista sino por el derecho a decidir. No se
trata de que las mujeres aborten, pero en caso de que así sea su decisión,
ellas deben contar con las mínimas condiciones para practicar una inte-
rrupción del embarazo, sin arriesgar su vida.

Estos acuerdos políticos, se dinamizaron a través de tres líneas de trabajo que


se desarrollaron en la Campaña entre los meses de abril y septiembre del 2005:
formación, acciones simbólicas y de incidencia política.

2.3.1. La Formación
Dentro de las organizaciones, redes y escenarios de convergencia que partici-
paron del proceso se encuentran: Asociación de Desplazados por la Convivencia Pa-
cífica –Adescoop–, Asociación de Mujeres de Manizales, Asociación por la Defensa
del Niño Soratama, Asociación de Mujeres en Situación de Desplazamiento Yo Mu-
jer, Asociación Mujeres y Madres Abriendo Caminos, Corporación Humanas, Casa
de la Mujer, Casa de la Mujer Trabajadora-CUT, Católicas por el Derecho a Deci-
dir, Cepalc, Cladem regional Colombia; Colectivo Huitaca, Fundac, Grupo Mujer
y Sociedad, ILSA, Junta de Acción Comunal, Barrio Diana Turbay, Liga de Muje-
res Desplazadas de Cartagena, Mesa de Trabajo Nacional LGTB, Mesa Mujer y
Economía, Marcha Mundial de Mujeres, Mujeres que Crean de Medellín, Mujeres
en Resistencia, Mujeres Libres, Organización Creas Jugando, Proyecto Colombia
Diversa, Planeta Paz, Proyecto Laicia, Proyecto Pasos, Red Nacional de Derechos
Sexuales y Reproductivos-Antioquia; Red de Mujeres Líderes de SantaFé, Red Mu-
jer y Participación Política, Red Nacional de Mujeres, Ruta Pacífica (350 organiza-
ciones en todo el país); Repem, Sisma Mujer (Cardona, 2006:2).
Dada la diversidad de quienes se vincularon a liderar la Campaña, una de las
primeras acciones a desarrollar fue abrir espacios de formación y deliberación. Era
importante que quienes dinamizaban las acciones conocieran el proceso histórico de
reivindicación por la autonomía de las mujeres, que se tuviera un acercamiento a los
diferentes discursos y enfoques desde donde se puede abordar el tema del aborto.
De esta manera, las acciones se fueron incrementando y cada participante se con-
vertía en multiplicador de la información e invitaba a más personas a vincularse.
Asumir el debate público sobre la despenalización del aborto, exigía tener va-
rias claridades. Una de ellas, desde el punto jurídico, cómo sostener que con la in-
terrupción de un embarazo en las primeras semanas de gestación, no se estaba
atentando contra el derecho a la vida de los nonatos consagrado en la constitu-
ción. Lo anterior respondía a que uno de los argumentos más fuertes de los opo-
sitores, se centraba en la defensa de la vida, aunque paradójicamente algunos de
ellos estén a favor de la pena de muerte. Igualmente, se obligaba a elaborar los ar-
gumentos para combatir la moral católica, que consideraba que el aborto era pro-

366
DESPENALIZACIÒN DEL ABORTO EN COLOMBIA: POR LA AUTONOMÍA Y CIUDADANÍA DE LAS MUJERES

pio de personas que merecían la excomunión y no un asunto de salud pública,


como se proponía. Curiosamente, ninguna de las posiciones en contra, se pro-
nunció frente a la penalización o despenalización, como un tema del ejercicio de
la autonomía y de la ciudadanía de las mujeres. Lo que deja ver cual es la valora-
ción del asunto, en el marco de la democracia colombiana.

2.3.2. Las Acciones Simbólicas: «Sexo cuando lo deseo, Embarazo cuando yo decido»
Una de las riquezas con la que contó la Campaña fue la creatividad sin lími-
tes, que desbordó las expectativas tanto de quienes participaban, como de quie-
nes observaban. Poco a poco las calles, los bares, los baños públicos, los buses y los
muros citadinos se llenaron de autoadhesivos con lemas que habían marcado la
lucha de las mujeres por generaciones, por el reconocimiento de sus derechos, su
ciudadanía y la autonomía de su cuerpo.
«Sexo cuando lo deseo, embarazo cuando yo decido»; «Alejen sus rosarios de nuestros
ovarios»; «Personas Libres, Estados laicos», «Yo También aborté, yo decido», fueron ta-
rareados con música, voceados como consigna, estampados en camisetas, pancartas,
graffiteados y divulgados, en cada una de las acciones que se llevaron a cabo.
Aquí fue importante el oxígeno que pudo brindar la imaginación y la irreveren-
cia de los y las jóvenes que hacían parte de la Campaña, que al compás de la expe-
riencia de las otras mujeres fueron tejiendo una armoniosa sinfonía, por la autonomía
y el derecho a decidir. No era fácil, romper con el silencio, ni con el frío de los muros
bogotanos, pero allí se fueron dejando las huellas del movimiento que se gestaba.

2.3.3. A recuperar la Calle para Incidir


Otra de las líneas de trabajo durante esta campaña fue la incidencia política,
recuperando la toma de las calles de diversas maneras. El 28 de cada mes entre
mayo y septiembre del 2005, se realizaron plantones en varias ciudades del país:
Bogotá, Barranquilla, Cali, Medellín, Manizales, Pereira, Popayán, Cartagena,
Bucaramanga, Facatativa, Fusagasuga, entre otras10. Mujeres y hombres de diver-
sos sectores acudían a la cita del mediodía en plazas principales, parques y sedes
gubernamentales. A veces soportaban hasta dos horas de viaje en medio de los
atascos de la congestionada ciudad, para levantar su voz y tejer esta historia.
Recuerdo aquí los contra públicos de los que se habló en páginas anteriores,
subvirtiendo el orden simbólico de la ciudad y de la participación. La calle era re-
cuperada por las personas, para dar paso a la exigibilidad. Sin mucho protocolo,
sin himnos oficiales y sin votaciones, las mujeres fueron recreando su punto de
encuentro y de acción política. Desde su memoria personal y colectiva, lo que ha-
bía detrás era un «No» rotundo a las frecuentes muertes de mujeres por abortos
mal practicados y un reconocimiento a su dignidad.

10 Recordemos que el 28 de septiembre es considerado el día de Lucha en América Latina y el Caribe


por la despenalización del Aborto.

367
SONIA MIREYA TORRES RINCÓN

Igualmente se enviaron cartas a los magistrados de la Corte Constitucional.


Acompañados de postales sobre los riesgos mortales que corren las mujeres que
utilizan métodos caseros para abortar como la ruda11, deseándoles que ninguna de
las mujeres de sus familias, tuvieran que recurrir a esas prácticas.

Cuadro Nº. 1. La Ruda


LA RUDA
_________________________________
La ruda es solo uno de los métodos que las
colombianas usan para interrumpir su preñez.
Algunos Métodos son mortales.
Todos son indignos.
Las mujeres colombianas, no tenemos el de-
recho de decidir sobre nuestro cuerpo, sexua-
lidad y reproducción ni a condiciones dignas
para la atención de nuestra salud y mucho me-
nos en le embarazo de una interrupción vo-
luntaria del embarazo.
La despenalización del aborto en Colombia,
es un asunto de salud pública y de respeto por
los derechos humanos de las mujeres.
RESPÁLDENOS
Mañana puede ser una Mujer Cercana a usted
la que necesite la ruda.
¡Despenalicemos el aborto!
Fuente: Campaña por la Despenalización del Aborto.
Archivo Compilado por la Casa de la Mujer. Bogotá, 2005

Durante la campaña, varias mujeres que participaron en los plantones, en las


conferencias y en las actividades, fueron insultadas y agredidas física y verbal-
mente. Otras perdieron su lugar de vivienda, pues los arrendatarios se negaron a
permitir que continuaran habitando en sus casas.

11 Planta arbustiva aromática, con un gran olor. Detrás de esta planta se esconde toda una serie de re-
miniscencias mágicas y rituales. La fitoterapia se ha hecho eco de las propiedades de la ruda y apunta de ella
su capacidad para mitigar la ansiedad y los estados de nervios. Se deben extremar las precauciones y su aplica-
ción cuando se trata de sangrados provenientes del período menstrual, ya que pude peligrar la salud del feto
en el caso de que el retraso tenga como causa un embarazo.

368
DESPENALIZACIÒN DEL ABORTO EN COLOMBIA: POR LA AUTONOMÍA Y CIUDADANÍA DE LAS MUJERES

2.4. Cuerpos Libres: «Yo Decido»


En la mañana del miércoles 28 de septiembre, un grupo de mujeres, que ape-
nas se conocían entre sí, pertenecientes a organizaciones y redes se encontraron
para preparar el cierre de la Campaña, que coincidía con el Día Internacional de
la Lucha por la Despenalización del Aborto en América Latina y el Caribe.
Después, el equipo de artistas plásticos preparó las pinturas y maquillajes cor-
porales, después, las mujeres se despojaron de su traje, se tomó la iniciativa y en un
ambiente solidario, empezó el trabajo colectivo.
Entre los tonos del naranja, el blanco y unas pinceladas de negro, unas a
otras comenzaron a pintar sus cuerpos con diferentes figuras. Es así como veinte
mujeres de tres generaciones, decidieron enfrentar el pudor y la rancia moral co-
lombiana, en un performance artístico, llamado «Mujeres al desnudo». Cuerpos
de todos los colores, con diferentes volúmenes y diversas formas, cuerpos vulne-
rados y restringidos que reclamaban con las voces y rostros de mujeres, el respeto
por su autonomía y su derecho a decidir, salieron a la calle.
Mientras este equipo resguardaba su desnudez bajo la pintura corporal, de-
cenas de mujeres tomaban las principales ciudades del país como Medellín, Ma-
nizales y Pereira. En Bogotá, nuevamente el Plantón estaba presente en el centro,
esperando en la Plazoleta Santander que se encuentra rodeada por algunos edifi-
cios donde se ostenta el poder. Sedes bancarias, la legendaria iglesia de San Fran-
cisco, el edificio Avianca, el Museo del Oro, una feria comercial itinerante y la
transitada carrera séptima, se detuvieron por un momento para ser testigos una
vez más, de las reivindicaciones de las mujeres.
En medio del Plantón, se encontraban las mujeres que llevaban pintado en
su pecho las letras que formaban el lema: Cuerpos Libres Yo decido. Como es na-
tural la expectativa que generó la desnudez de sus cuerpos fue bastante alta, más
aún cuando sus figuras desafiaban los cánones de belleza promovidos por la so-
ciedad occidental y patriarcal. Esta vez no se trataba de un objeto para el con-
sumo, sino de una postura política de las mujeres.
Quiero recoger aquí algunas voces de lo que significó esa experiencia. «Más
allá de la acción por la Campaña, era también poner a prueba nuestro discurso y
crítica frente al tabú y ordenamiento de los cuerpos. Al llevar el discurso a la ac-
ción política, lo que más me gustó fue sentir que se agredía en lo público, un es-
pacio reservado para lo privado, lo sagrado» (Fajardo, 2008). «Desde la experien-
cia individual se trataba de salir a la calle, sin la imagen que se construye en la vida
cotidiana con la ropa. Caminar descalza por el asfalto, cambia la experiencia que
se tiene con el ambiente citadino. Y desde lo colectivo, se percibe la energía y la
fuerza para hacer cosas que sola talvez no haría. Al participar de la campaña más
allá de si era válido o no el aborto, yo lo relacioné más con la autonomía de las
mujeres y la posibilidad de decidir» (Agudelo, 2008).
La actividad culminó con un concierto por el derecho y la salud de las mujeres,
en el que se presentaron diferentes agrupaciones de varios géneros musicales: Las
Amazonas, Por razones de estado, Policarpa y sus viciosas y Furibundo Serna.

369
SONIA MIREYA TORRES RINCÓN

Cuadro Nº. 2. La Campaña en Datos


* Participación plural y diversa de 40 organizaciones sociales.
* Reseña de la campaña por la despenalización en 100 artículos, en medios de comunicación ma-
siva, escrita y hablada y por periodistas de opinión.
* Participación de 700 personas en el concierto del 28 de septiembre de 2005.
* Participación de 21 mujeres en "Mujeres al Desnudo"; performance representando a través del
"body art" el despojo de mujeres de las ataduras sociales que las limita en el disfrute y autonomía
de su cuerpo, su sexualidad y reproducción.
* Impresión y distribución en actividad del 28 de septiembre de 10.000 chapolas de la "Ruda".
* Estampado de camisetas de la campaña por la despenalización
* Impresión y distribución en actividad del 28 de septiembre de 3. 600 stickers de la campaña por
la despenalización.
* Impresión y distribución para actividades del 28 y 29 de septiembre de 10.000 afiches de invita-
ción a las actividades.
* Lanzamiento de la publicación "Trampa de la moral única: argumentos para una democracia
laica", documento elaborado por la Campaña por la Convención y el video "No estás sola" reali-
zado por la organización Católicas por el Derecho a Decidir.

Fuente: Informe Narrativo Campaña Por La Despenalización Del Aborto en Colombia. Presentado
a la Coordinación de la Alianza Regional. Elaborado por la Casa de la Mujer, Abril, de 2006.

Dentro del Informe de la Campaña por la Despenalización, pueden desta-


carse los siguientes logros:
1. La diversidad y la pluralidad de las organizaciones: se contó con la parti-
cipación de organizaciones de mujeres, mixtas, jóvenes, hombres y muje-
res, colectivos de gays, lesbianas, transexuales, travestis y transgeneristas. Se
reconoce especialmente, la participación de las mujeres de los sectores po-
pulares, no sólo por la fuerte influencia que ejerce la Iglesia Católica, sino
porque allí pertenecen la mayoría de mujeres que mueren por abortos
clandestinos.
2. Amplia difusión de la información: lo que permitió que mujeres y hom-
bres informados a favor o en contra de la despenalización, generaran opi-
nión pública, que fue difundida no sólo en los medios masivos de comu-
nicación, sino también en los escenarios cotidianos.
3. Voluntad política para mantener un diálogo plural: la actitud de las orga-
nizaciones e individualidades que participaron de la campaña, fortaleció
las alianzas políticas en el marco de la Campaña por la Convención Inte-
ramericana por los derechos Sexuales y Reproductivos, proyectándose
como un espacio de interlocución y concertación permanente.

3. UNAS SON DE MIEL Y OTRAS …


Dado el carácter simbólico de la Campaña, esta no podía ser indefinida, así
que culminó en septiembre, con una gran satisfacción para quienes habían par-

370
DESPENALIZACIÒN DEL ABORTO EN COLOMBIA: POR LA AUTONOMÍA Y CIUDADANÍA DE LAS MUJERES

ticipado. Fueron seis meses de activismo, de reflexión, de conocimiento y de


construir tejido social alrededor de un tema sensible a miles de mujeres y hom-
bres, que fueron generando opinión favorable frente a la despenalización del
aborto. Sin embargo, continuó el encuentro alrededor de la Convención Inte-
ramericana.
En diciembre del 2005, la Corte Constitucional, declaró inhibitoria la de-
manda interpuesta por Mónica Roa, por tener vicios de forma. Ese mismo día,
la Campaña por la Convención se encontraba reunida y ante la sorpresa, se de-
cidió en aras de respetar los acuerdos éticos y políticos, no participar en el plan-
tón del siguiente lunes, promovido por algunas organizaciones que apoyaban a
Mónica Roa, puesto que no había tiempo ni información suficiente para con-
vocar a las mujeres que durante seis meses participaron de la Campaña por la
Despenalización.
En enero del 2006, es nuevamente presentada la demanda, con las observa-
ciones realizadas. Y el 8 de marzo del mismo año, en el marco de la Conmemo-
ración del Día Internacional de la Mujer, se realizó un gran plantón donde el
tema central fue la despenalización del aborto. Finalmente el 10 de mayo, la
Corte Constitucional, después de varios días de debate despenalizó parcialmente
el aborto. La sentencia C-355 /06, fue fallada con cinco votos a favor y cuatro sal-
vamentos de voto. La Corte consideró que no se incurre en delito de aborto en los
siguientes casos:

a) Cuando la continuación del embarazo constituya peligro para la vida o la sa-


lud de la mujer, certificado por un médico; b) Cuando exista grave malformación del
feto que haga inviable su vida, certificada por un médico; c) Cuando el embarazo sea
el resultado de una conducta, debidamente denunciada, constitutiva de acceso carnal
o acto sexual sin consentimiento, abusivo, o de inseminación artificial o de transfe-
rencia de óvulo fecundado no consentidas, o de incesto (Corte Constitucional,
2006).

Frente a esta decisión histórica para el país, miles de mujeres y hombres


del país estallaron de gozo, llamadas iban y venían, en medio de las felicita-
ciones comunes por esta pequeña conquista. Sin embargo, en esta última parte
hubo diferencias, respecto a la forma como se manejaron los últimos aconte-
cimientos.

Una de las actitudes que se le critican a Mónica Roa, es que ella planteó desde el co-
mienzo que su pelea era jurídica, por lo tanto no participaba de la Campaña por la des-
penalización. Sin embargo, cuando la demanda fue devuelta en diciembre del 2005, se
convocó a un plantón liderado por ella, bajo el lema: «la Corte nos Falló». Cuando la
Corte despenalizó el aborto, la celebración se realizó en un prestigioso bar del norte de
la ciudad y no se convocó a las mujeres de sectores populares, por lo menos a las de Bo-
gotá, quienes habían participado de las movilizaciones, los plantones y demás activida-
des mayoritariamente (Cardona, 2008).

371
SONIA MIREYA TORRES RINCÓN

Esta percepción generó diferencias propias de cada proceso, por eso ésta
puede ser sólo una versión de la historia. Los medios se encargaron de difundir la
noticia sobre el fallo de la Corte y los argumentos de los opositores. Dos meses
más tarde, en julio, mientras se realizaba una reunión amplia de las organizacio-
nes que participaban de la Convención Interamericana, se recibió una carta fir-
mada por Mónica Roa, Sisma Mujer, Humanas, Católicas por el derecho a deci-
dir y la Red Nacional de mujeres, anunciando su retiro de la Campaña por la
Despenalización. Nuevamente quedó la sensación de ruptura, pero se decidió
continuar trabajando a nombre de la Convención.
Lo que siguió después desde este lado de la historia, fue un proceso de for-
mación y divulgación sobre los alcances y las limitaciones del fallo de la Corte,
aclarando que no se trataba de una despenalización total, sino en casos específi-
cos. Vale mencionar que estas actividades se continúan adelantando en el marco
de una Convención Interamericana por los derechos sexuales y reproductivos. De
todas maneras, el tema de la Libre Opción a la Maternidad continúa vigente en
el país, y sigue haciendo parte de las agendas políticas de las mujeres.

3.1. Después de la sentencia judicial


Aunque se sabía que el fallo abría una puerta para continuar con la exigi-
bilidad por el derecho a decidir, por la salud de las mujeres y el reconocimiento
de su autonomía, también era claro que no era nada fácil la puesta en marcha
de la medida, en nuestra sociedad. En agosto del 2006, una familia de escasos
recursos, tuvo que dar una fuerte pelea ante la Corte Constitucional, para que
a una niña de once años le fuera practicado el aborto, pues había sido víctima
de una violación por parte de su padrastro. Los médicos del Hospital se habían
negado a hacerlo por desconocer los alcances de la Sentencia C-355/06 (El
Tiempo, 2006).
En junio de 2007, una mujer de 35 años, de escasos recursos económicos, quien
había participado de la Campaña por la despenalización, siendo víctima directa por
la consideración del aborto como delito, murió a causa de una grave enfermedad. En
el 2004 cuando tenía seis semanas de gestación, se enteró que padecía de un cáncer
intrauterino, pero se le negó la interrupción del embarazo y no pudo realizarse nin-
gún tratamiento adecuado hasta después del parto (El Tiempo, 2007).
Dos años y medio después de la despenalización parcial del aborto en Co-
lombia, las mujeres continúan haciendo numerosos esfuerzos, para superar las
barreras que se les imponen para acceder a este derecho. «A 30 mujeres, en Bogotá
y 22 en Medellín, a las que se les negó el procedimiento. Aunque dos tercios de
los casos de la capital ocurrieron por violación y 15 de las afectadas en Medellín
tenían menos de 18 años, el procedimiento se les había rehusado por objeción de
conciencia de los médicos, porque las mujeres habían temido denunciar oficial-
mente la violación o sencillamente, porque desconocían los derechos que les re-
conoce la sentencia» (El Tiempo, 2008).

372
DESPENALIZACIÒN DEL ABORTO EN COLOMBIA: POR LA AUTONOMÍA Y CIUDADANÍA DE LAS MUJERES

Al respecto, la abogada Mónica Roa, escribió sobre los colmos de la despe-


nalización en el diario El Tiempo el 11 de mayo de 2008:

«Que nadie sepa qué es una IVE (interrupción voluntaria del embarazo)».
«Que algunos fiscales no reciban las denuncias de mujeres violadas para evitar que
puedan solicitar un aborto».
«Que les consulten a los sacerdotes sobre el nuevo marco jurídico sobre el aborto».
«Que un médico le diga a una mujer con un feto con malformaciones incompati-
bles con la vida que se olvide de abortar y mejor lleve su hijo al circo».
«Que un juez haya negado la tutela a una mujer que solicitaba un aborto diciendo
que no puede fallar por sus creencias religiosas, y que a la Corte Constitucional esto le
haya dado igual».
«Que aún no se haya impuesto la primera sanción disciplinaria o administrativa a
las entidades que se niegan a prestar el servicio».
«Que se siga creyendo que un aborto es más peligroso que un parto».
«Que se siga creyendo que un aborto bien hecho es más caro que un aborto in-
completo».
«Que haya médicos que aducen objeción de conciencia en el hospital público y se
olvidan de ella en su consultorio privado».
«Que el ICBF haya remitido a una menor de 14 años a un centro religioso para que
se convenciera de no abortar».
«Que una menor de 14 años violada por su papá no pueda abortar porque no apa-
rece su mamá para dar la autorización».
«Que una mujer violada por un guerrillero, un paramilitar o un militar no pueda
abortar porque le da miedo poner la denuncia».
«Que todavía se crea que el aborto se volvió obligatorio (El Tiempo, 2008)».

Estos son solo algunos de los casos que se conocen, sin tener en cuenta
aquellas historias que no se divulgan porque continúan siendo parte de la clan-
destinidad. Lo cierto es que aunque se haya avanzado en lo jurídico, aún falta
un amplio trabajo en la difusión de la sentencia, en la exigibilidad política y en
los cambios de mentalidad cultural, a que da lugar este hecho, para continuar
avanzando.

A MODO DE CONCLUSIÓN
Podríamos concluir, que la Modernidad ha sido una realidad y verdad a me-
dias para las mujeres, donde los principios de valoración del individuo, la auto-
nomía y la libertad han estado rezagados, para ser conquistados paulatinamente
por cada una de ellas. Pero éste no es un asunto de la Modernidad hegemónica eu-
ropea que se impuso desde el siglo XVI desde el sistema mundo capitalista, sino
que existe un denominador en el tiempo y en el espacio, relacionado con el lugar
que ocupan las mujeres y la valoración de las mismas en las sociedades.

373
SONIA MIREYA TORRES RINCÓN

La historia de exclusión de cosificación del cuerpo de las mujeres como bo-


tín de guerra; en lo doméstico como extensión de la maternidad; en la desigual-
dad de participación de la política y de la producción; y en la reproducción sim-
bólica de los roles y valores tradicionales otorgados a las mujeres, ha sido una
constante que ni siquiera proyectos políticos de transformación ha tomado en
cuenta. Es decir, ni la lucha por el absolutismo que posicionó la ilustración, ni la
defensa por la construcción de un modelo de sociedad socialista o comunista, se
han planteado la transformación de estos roles y formas de exclusión dirigidas ha-
cia la mitad de la población del mundo.
En este orden, al pasado colonial de explotación y dominación de América
Latina se suma la fuerte influencia de la Iglesia católica sobre los destinos so-
ciales y morales de estos pueblos, y la existencia de unas élites sociales, articu-
ladas a la economía de mercado a través de las relaciones con el sector agroex-
portador. Lo anterior para decir, que no hubo posibilidades de establecer
dinámicas democráticas en términos de partidos, ni de pluralidad, pues prima-
ron los intereses y el estatus quo de una clase, por encima de las demás. En Amé-
rica Latina no existió una clase burguesa fuerte capaz de direccionar cambios,
sino que este sector de élite con poder económico, estuvo más al servicio de los
intereses de las multinacionales que del desarrollo económico y político del país
(Ahumada, 1996:76).
Es así como encontramos que en América Latina, la ciudadanía de las muje-
res ha nacido de la lucha por el reconocimiento de los derechos, desde las dife-
rentes formas organizativas y la participación en instancias de diverso orden. Sin
desconocer la construcción de contra públicos que se tejen desde los cotidiano, el
reconocimiento de las mujeres como sujetos políticos y la incursión en lo público
ha beneficiado dos o tres generaciones máximo.
El reconocimiento de la ciudadanía, pasa por la valoración del sujeto polí-
tico y la valoración del cuerpo, entendiendo éste como el medio básico para la
socialización, sin dividirlo en todas las partes que se quiere hacerlo, sino que se
asume como entidad integral (física, biológica, cultural, afectiva, mental) que
permite a los seres su proceso de construcción socio-histórica. La autonomía de
quienes poseemos cuerpo de mujer, ha sido una larga lucha de generaciones
para desnaturalizar los roles privados que se nos han asignado culturalmente.
Desde esta desnaturalización, las mujeres inician la construcción como sujetos-
as políticos-as, cuya dimensión pasa por la autonomía y la participación en es-
cenarios de lo público como la política, pero que no se estanca allí, sino que
avanza hacia el compromiso en la transformación de las realidades que circun-
dan a las mujeres.
Por esta razón, es tan importante recoger y divulgar el proceso de las mu-
jeres en Colombia por el reconocimiento de su derecho a decidir. El proceso
que se ha llevado en el país, del cual hace parte la Campaña por la Despenali-
zación realizada entre abril y septiembre del 2005 y la demanda interpuesta
por Mónica Roa, constituyen un paso adelante en esa construcción de la ciu-
dadanía de las mujeres, especialmente como una acción de defensa y vigencia

374
DESPENALIZACIÒN DEL ABORTO EN COLOMBIA: POR LA AUTONOMÍA Y CIUDADANÍA DE LAS MUJERES

del Estado Social de Derecho, que incomoda a algunos sectores políticos. La


experiencia a modo de buena práctica demostró que es necesario acudir a las
diversas maneras de expresión simbólica, de acción directa, de difusión del co-
nocimiento, de alimentar esos contra-públicos, para que cada vez sean más las
mujeres y los hombres informados liderando acciones colectivas.

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SONIA MIREYA TORRES RINCÓN

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FAJARDO FARFÁN, July Samira. Participante de la Campaña por la Des-
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376
DESPENALIZACIÒN DEL ABORTO EN COLOMBIA: POR LA AUTONOMÍA Y CIUDADANÍA DE LAS MUJERES

ROA, Mónica. Los Colmos de la Despenalización. Bogotá, Periódico el


Tiempo, domingo 11 de mayo de 2008. Versión digital: http://www.
eltiempo.com/opinion/columnistas/
Periódico El Tiempo, «Por aborto detienen a dos Universitarias». Bogotá, Pe-
riódico el Tiempo, abril 27 de 2005. Archivo Digital. www.eltiempo.com
Periódico El Tiempo, «Muere Mujer Símbolo del Fallo». Bogotá, Periódico el
Tiempo, Junio 19 2007. Archivo Digital. www.eltiempo.com
Periódico El Tiempo. Junio 19 de 2008. Archivo Digital. www.eltiempo.com

377
Derechos Sexuales y Reproductivos en
Colombia: buenas prácticas y vivencias.
NUESTRAS VIDAS, NUESTRAS LUCHAS.
Resistencias ante los códigos patriarcales que
vulneran el cuerpo, la vida y la salud de las
mujeres en Colombia
Ángela María Botero Pulgarín
Docente de la Universidad Centroamericana en Nicaragua (UCA) y de la
Cátedra en la Universidad de Antioquia, Politécnico Marco Fidel Suárez.
Profesora invitada en la Master de Migraciones y Relaciones
Intercomunitarias (UAM), y del Instituto de Salud de la Carlos III.
Militante de la Red Colombiana de Mujeres por los Derechos Sexuales y la
Salud Reproductiva.

1. INTRODUCCIÓN
1.1. Contexto de la lucha de las mujeres colombianas
La cuestión inicial que se desea abordar en este artículo es ¿Contra quienes lu-
chan estas mujeres? La respuesta es amplia, como muchos son los agentes involu-
crados en la privación de las libertades de las mujeres en el contexto colombiano.
Las mujeres colombianas nos vemos obligadas a luchar contra todo: contra la
tradición, la iglesia, la doble moral cristiana, el sistema de salud, los agentes armados,
las familias, y en su delegación, las mamás encargadas en el sistema patriarcal de cas-
trar la libertad íntima; los novios que se creen maridos y los maridos que se creen pa-
dres y los padres que se creen dueños de sus hijas. Toda una guerra semi-disimulada
contra las mujeres que esconde un desprecio por la dignidad de las colombianas en
todos los órdenes de nuestra sociedad, alimentado por la misoginia generalizada.
En este contexto, unas luchamos poniendo en juego nuevas estrategias, mientras
otros nos atacan con los mismos viejos argumentos, como si no fuera legítimo de-
fender a las mujeres de los maltratos y/o malas prácticas médicas, jurídicas y sociales
basadas en la inequidad de género, de clase, de etnia, de estatus y de estrato social.
Nosotras logramos, con buenas prácticas de lucha, ganar espacios, libertades
y reconocimientos ante las difíciles situaciones en que vivimos las mujeres, pero
ellos, los «padres de la patria», los que escribieron las leyes y los «cancerberos» de
la justicia y sus leyes, nos siguen condenando.

379
ÁNGELA MARÍA BOTERO PULGARÍN

En este litigio, las mujeres partimos en desventaja, pues no hay para nosotras
presunción de inocencia. Antes, somos culpabilizadas hasta de las agresiones que
recibimos: violaciones, embarazos y partos forzados, acosos sexuales, etc., y en to-
das estas situaciones, las mujeres estamos imputadas en nombre de la impruden-
cia, la sospecha, la duda, la celosía, etc. De este modo, por ejemplo, la mujer vio-
lada muchas veces termina teniendo que demostrar su inocencia interrogada por
su virginidad antes que ser reparada del estupro. Este procedimiento de demostrar
previo a la denuncia de un delito cometido contra nosotras, hace alusión a la ho-
norabilidad y el decoro de las mujeres instalado profundamente en la sociedad co-
lombiana desde la religión, especialmente desde sus instituciones y gestores. Y, es
que Colombia ha estado encomendada a Dios: «En nombre de Dios, fuente su-
prema de toda autoridad» –rezaba la constitución de 1886–, y 105 años después
de muchas luchas, logramos desde los movimientos estudiantiles y las organiza-
ciones sociales, introducir el plebiscito, la «séptima papeleta» que terminó con la
elaboración participativa de la nueva constitución de 1991, que es tan «extensa
como democrática» –afirmó el presidente, Cesar Gaviria Trujillo–, pero que, a pe-
sar de todo el esfuerzo social, en mi opinión, sigue bajo los mismos preceptos in-
vocando la «protección de Dios para una patria próspera y pacífica»1.
Ante este panorama, nosotras nos nombramos: somos «locas», somos femi-
nistas y seguimos en pie de lucha frente a la misoginia que se gasta más (en es-
fuerzo y recursos) acusando a las mujeres que defendiéndolas. En esta lucha, la
única igualdad ante la ley, la equiparamos a la que disfrutó Olympe de Gouges
cuando se le concedió el derecho a morir ahorcada como un hombre, y así de
igual manera, muchas mujeres colombianas han sido sometidas al ostracismo, a la
emigración, o al exilio del país y de la vida.
El acoso que vivimos en Colombia algunas de las personas que defendemos
los Derechos Humanos –DDHH– ha llegado a límites insospechados: padecemos
robos de ordenadores en los que documentamos informes y casos, allanamientos
a las casas particulares y asesinatos de familia y entornos cercanos. En la misma
universidad colombiana, la población universitaria se pregunta: ¿qué hacía esa pro-
fesora a la que le robaron la memoria del computador? 2, mostrando con ello una
falta de postura crítica frente a este tipo de hechos. Muchas mujeres profesiona-
les viven este acoso por defender el aborto, por defender los derechos sexuales y
salud reproductiva de las mujeres – DSYSR–. Los ataques están «centrados» en el
aborto generalmente, que es sólo uno entre tantos derechos dentro del marco de
los DSYSR. La interrupción voluntaria del embarazo–IVE– ha centralizado todos
los esfuerzos reivindicativos de las mujeres, dejando de lado, otros aspectos del
marco de los derechos que están siendo invisibilizados por el propio movimiento
de mujeres: éste es el caso de la libertad de expresión y vivencia de la opción se-

1 Constitución Política de Colombia. 1991. Consejería Presidencial para los Derechos Humanos. Bo-
gotá. 1994.
2 El caso de la abogada colombiana Mónica Roa y otras compañeras de la Red Colombiana por los De-
rechos Sexuales y Reproductivos, son ejemplos de ello denunciando haber sufrido saqueos informáticos, ame-
nazas y allanamientos en diversos momentos de la Campaña sobre despenalización del aborto.

380
NUESTRAS VIDAS, NUESTRAS LUCHAS. RESISTENCIAS ANTE LOS CÓDIGOS PATRIARCALES QUE…

xual. En los derechos en lo que se refiere a la libertad sexual lésbica, por ejemplo,
hemos bajado la guardia frente a otros momentos históricos donde las reivindi-
caciones más fuertes del movimiento se acompañaban de argumentos referidos a
la diversidad sexual. En este momento, defender esta causa se presenta en la so-
ciedad colombiana como la expresión de la radicalidad feminista que tantos mie-
dos y estereotipos genera. La sociedad en general, y en especial los movimientos
de mujeres y muchas feministas independientes, siguen empotradas en el arma-
rio social que se niega a ver las relaciones lésbicas como un derecho de reivindica-
ción colectiva necesario de abordar. En este sentido, es justo decir que ni la RED3
a la que pertenezco nombra este aspecto como prioridad ni necesidad, ni las Or-
ganizaciones No Gubernamentales de Desarrollo –ONGD– tampoco hacen lo
propio en esta temática; pues se ha delegado implícitamente a los hombres ho-
mosexuales – que no siempre están de lado de los discursos feministas– la tarea de
la defensa de las opciones sexuales. De este modo, las lesbianas en Colombia ter-
minan no participando o creando pequeños grupos con poca incidencia social y
política. Esta falta de apoyo de las organizaciones de mujeres feministas genera
que la defensa de estos derechos se desarrollen en el marco de proyectos de Les-
bianas, Gays, Transexuales y Bisexuales –LGTB–, y su historia, al menos en Co-
lombia, responde más a propuestas de la cooperación internacional que a los pro-
yectos sociales de base. El LGTB, como muchas cosas que están ocurriendo en
América Latina, corresponde más a los criterios externos a la realidad colombiana
que a las particularidades locales de esta población4. Quiere decir ésto que es más
un lineamiento de trabajo organizativo a escala internacional, que no recoge el
trabajo local y global necesario para dar a este trabajo una dimensión real trans-
nacional.

1.2. El derecho a la libertad sexual. «A las lesbianas no nos defiende nadie,


pero nosotras, las lesbianas feministas las defendemos a todas»
La defensa de derechos humanos de las mujeres viene de la mano de las fe-
ministas que como bandera llevamos como objetivos fundamentales: la libertad
homosexual y el aborto. En el último hemos avanzado, pero para las lesbianas el
«armario» continúa encorsetado y podemos musitar ese «mi cuerpo es mío» de los
años setenta, pero al oído, en secreto, y para no ofender al hetero-normativo
mundo familiar y organizativo.
El aborto, como se viene apuntando no puede obviarse dada la importancia
estratégica y la vigencia en la lucha de las mujeres del mundo, y, sobre todo, por-
que a la par, también avanzan los objetores de conciencia que siguen con los mis-
mos viejos argumentos, atacando bajo el auspicio económico e ideológico del

3RED COLOMBIANA POR LOS DERECHOS SEXUALES Y SALUD REPRODUCTIVA.


4Martha Aliria Álvarez Tobón, Homosexualidades. Encuentros. Maestros gestores de nuevos caminos..
Corporación Región. Medellín 2005.

381
ÁNGELA MARÍA BOTERO PULGARÍN

Opus Dei a las mujeres. Algunos de ellos, amparados sostienen que, aún siendo
violadas, las mujeres debemos tener hijos aunque nadie responda de su sustento
y de los impactos colaterales sobre las mujeres, de modo que se violan varios de-
rechos fundamentales al mismo tiempo. Algunos de estos efectos conllevan estra-
tegias de resistencia contra la pobreza vinculados a la prostitución5.
En este estado de la cuestión demostraremos nuestra experiencia, a través de
tres casos que integran nuestras luchas de cada día y la resistencia de las institu-
ciones de justicia cuando se trata de hacer justicia para las mujeres, especialmente
«desempoderadas» frente a los hombres y frente al Estado: las pobres, las campe-
sinas, las negras, indígenas etc.
Este trabajo de investigación-reflexión está mezclado con historias indivi-
duales y colectivas, con la de las organizaciones de derechos de las mujeres, como
la RED COLOMBIANA POR LOS DERECHOS SEXUALES Y REPRO-
DUCTIVOS, a la cual se recurre para la presentación de los casos que más ade-
lante se detallarán. Ante todo, me puedo basar en la historia vivida y relatada de
una de las mujeres a las que muchas colombianas le debemos el haber participado
en esta gesta feminista con la que se instaura el feminismo radical. Ella, mujer
afrodescendiente de 56 años, Marta Aliria Álvarez Tobón, fue pionera en el plan-
teamiento de los derechos sexuales y las prácticas de libertad revolucionaria de las
mujeres colombianas.
Haciendo referencia a ello en el punto 6, Anexo 1, pueden consultarse los
fragmentos transcritos de una entrevista que se mantuvo con esta mujer, en la que
la historiadora reflexiona y narra sobre el estado actual de los Derechos Sexuales
y los Derechos en Salud Sexual y Reproductiva en Colombia.

2. ACERCAMIENTO AL CONTEXTO:
DATOS QUE DIBUJAN EL MAPA DE COLOMBIA
Colombia es un país que no se resigna.
Muchos quizá no lo perciban.
Pero aquí hay más solidaridad que barbarie,
más imaginación que rabia y más resistencia a la guerra
que desconfianza en la paz.

Alfredo Witschi-Cestari*

Colombia es un país multicultural, multiétnico y multilingüístico: tiene 44


millones de habitantes de los cuales el 54% son mujeres; existen 800 mil indíge-

5 En Colombia más del 70% de las familias tienen como cabeza de hogar a una mujer. Los altos índices
de hogares «monoparentales» extreman la vulnerabilidad de las mujeres ya que las empobrece y las obliga a ha-
cer «lo que sea» para responder por la crianza de sus hijos e hijas.
* Coordinador Residente del Sistema de Naciones Unidas, durante la presentación del Informe Nacional
de Desarrollo Humano. Colombia - 2003.

382
NUESTRAS VIDAS, NUESTRAS LUCHAS. RESISTENCIAS ANTE LOS CÓDIGOS PATRIARCALES QUE…

nas distribuidos en 84 comunidades y se hablan 65 idiomas diferentes. Produce


café, petróleo, flores, algodón, esmeraldas, coca, marihuana y amapola y posee
una gran riqueza folklórica.
La economía es dependiente de los Bancos Internacionales, Banco Interame-
ricano de Desarrollo –BID–, Fondo Monetario Internacional –FMI–, y la polí-
tica tiene características de dependencia con otros países. Los niveles de empo-
brecimiento de la población han venido en aumento, llegando en la actualidad al
60% los niveles de pobreza y al 34 % los niveles de miseria.
En Colombia se vive una confrontación armada, no reconocida por el Es-
tado, desde hace más de 50 años con manifestaciones de violencia y fenómenos
de desplazamiento forzado. En la actualidad existen cuatro millones de personas
desplazadas, cuyas víctimas principales son mujeres, niños y niñas; además una
gran población emigra al extranjero, en su mayoría mujeres que lo hacen con el
propósito de lograr el sostenimiento familiar y que, en los países receptores, su-
fren condiciones de explotación sexual y laboral.
El desempleo de las mujeres es dos veces superior al de los hombres, ganan el
30% menos en promedio y en el sector rural el 50%. El 70% de las mujeres que
trabajan, lo hacen en el sector informal, en condiciones de explotación laboral. Se
violan las leyes existentes en el régimen laboral, pidiendo prueba de embarazo a
las mujeres que solicitan empleo y expulsando a las embarazadas.
Las ONG juegan un importante papel en la sociedad supliendo la mayoría
de las veces funciones del Estado, tienen cierto poder de convocatoria y son la
diana de amenazas al denunciar las violaciones de los derechos humanos.
En Colombia es muy reciente el debate público, como una práctica social
y política, de las múltiples formas de violencia que se ejercen contra las muje-
res. Las organizaciones de mujeres y los grupos feministas han liderado el de-
bate, la denuncia y han consolidado mecanismos de exigibilidad jurídica, avan-
zando en el compromiso ético y político de poner fin a las violencias y al
terrorismo sexual y en contribuir al proceso individual y colectivo de repara-
ción a las víctimas.
Para el Estado colombiano el delito del secuestro y las guerrillas se han con-
vertido en el centro de su quehacer, justificando con ésto el alto costo de la gue-
rra y la escasa inversión social e invisibilizando el gravísimo problema del despla-
zamiento, que ha empobrecido a la población y ha creado nuevas formas de
violencia.

3. FEMINISTAS, «LOCAS», E INSURRECTAS: LA RED COLOMBIANA


POR LOS DERECHOS SEXUALES Y REPRODUCTIVOS
La Red Colombiana de Mujeres por los Derechos Sexuales y Reproductivos
(en adelante la Red) es una instancia del movimiento social de mujeres, compro-
metida en la promoción, defensa y posicionamiento de los derechos sexuales (DS)
y derechos reproductivos (DR) como derechos humanos (DDHH). Desde 1992

383
ÁNGELA MARÍA BOTERO PULGARÍN

trabaja en diversas estrategias y actividades de educación, comunicación, veedu-


ría y denuncia, propiciando debate público, análisis y compromisos en lo relativo
a la salud sexual y reproductiva y a los aspectos legislativos que se constituyen en
ámbitos de violación de los derechos humanos de las mujeres.
Las apuestas políticas de la Red en la actualidad están centradas en: lograr la
despenalización total del aborto en Colombia; abogar por un estado laico; traba-
jar por una Convención Interamericana por los Derechos Sexuales y los Derechos
Reproductivos; y erradicar la inequidad de género en la jurisdicción penal co-
lombiana. Estas apuestas inciden en las dimensiones culturales y sociales ven-
ciendo prejuicios y resistencias y contribuyendo a crear políticas públicas, insti-
tucionales y jurídicas que definan y orienten los recursos del poder.
La Red entró en la historia por el contacto estrecho con la realidad, contra los
delirios engañosos de los discursos que nos rodean de falsas expectativas, diluci-
dando de los acontecimientos el sentido de nuestra existencia y arrancándole a la
vida sueños e ilusiones.

4. RESEÑA DE TRES CASOS


4.1. Caso Nº 1: Alba Lucía Rodríguez Cardona. «Mi palabra también vale»
No consigo dormir,
tengo una mujer atravesada entre los párpados.
Si pudiera le diría que se fuera, pero,
tengo una mujer atravesada en la garganta.

Eduardo Galeano

Acercamiento al contexto social de caso


El Municipio de Abejorral está ubicado al oriente del Departamento de An-
tioquia (Colombia), distante 108 kilómetros de la capital Medellín. En él la vida
de las mujeres transcurre en una cotidianidad de prejuicios, miedos y discrimina-
ción, propios de la mentalidad conservadora, de la sostenibilidad de la «moral y
las buenas costumbres» pensadas a ultranza, sustentadas en la religiosidad de la fa-
milia y la responsabilidad que cabe a las mujeres en la conservación de estereoti-
pos culturales.

Alba Lucía, la palabra negada


Alba Lucía Rodríguez Cardona, campesina nacida en este municipio,
quedó embarazada, a los 19 años de edad, a causa de una violación. Continuó
su embarazo en silencio, parió sola en la letrina de su casa y la bebé nació

384
NUESTRAS VIDAS, NUESTRAS LUCHAS. RESISTENCIAS ANTE LOS CÓDIGOS PATRIARCALES QUE…

muerta. Fue llevada al hospital San Juan de Dios en estado crítico de salud. El
médico ejerciendo de «juez», por encima de sus funciones, le acusó de haberla
estrangulado, declaración que fue considerada prueba reina durante todo el
proceso y, en consecuencia, fue condenada en primera y segunda instancia a 42
años y cinco meses de prisión acusada de homicidio agravado, justificado en la
consanguinidad con la occisa. Esta condena impuesta a Alba Lucía fue la más
larga que se conocía en ese momento en la historia de la jurisdicción penal co-
lombiana.

Interviene la Red. Demanda de casación


Alba Lucía llevaba año y medio en la cárcel cuando la Red intervino y soli-
citó a la abogada María Ximena Castilla, feminista y luchadora incondicional por
los derechos de las mujeres, que asumiera la defensa e interpusiera la demanda de
casación. Después de mucho insistir, ir a la cárcel y consultar otros litigios la
Corte Suprema de Justicia consideró las conductas del médico y la enfermera,
quienes la interrogaron en estado crítico de salud, violatorias del derecho al se-
creto profesional y por tanto pruebas ilegales y en consecuencia la declaró ino-
cente el 8 de marzo de 2002, después de 6 años de prisión.

Campaña «Por el Derecho al Derecho. Alba Lucía libre»


La campaña Por el derecho al Derecho. Alba Lucía libre cumplió múltiples ob-
jetivos: se convirtió durante cinco años en el símbolo del movimiento social de
mujeres en su lucha histórica contra la discriminación.
Como resultado del compromiso y las acciones organizadas del Movimiento
Social de Mujeres, de la denuncia nacional e internacional, ante la Comisión In-
teramericana de DDHH de la OEA, se logró que la Corte Suprema de Justicia de
Colombia reconociera, por primera vez en la historia de las mujeres, que se había
violado de hecho y de derecho el debido proceso.
La campaña posibilitó mirar críticamente los referentes culturales y los
contextos sociales en que se vive la violencia sexual (VS), el papel de las insti-
tuciones (familia, escuela, comunidad, hospital, fiscalía, juzgado, tribunales)
en la prestación de los servicios, la aplicación de la norma y de la ley, el fun-
cionamiento del sistema penitenciario en relación con las mujeres, la eficacia
y funcionalidad de las instancias jurídicas en la defensa de los derechos huma-
nos en el marco del Estado Social de Derecho. Dejó en claro en el alma de mi-
les de personas de Colombia y del mundo, citando a Victoria Sendón (1994)
que «ya nada será igual, porque la memoria no tiene olvido, porque el retorno
de los viejos saberes infunde valor y conocimiento para una vida diferente que
parte del tiempo, que traza el nuevo orden del discurso y del existir de las mu-
jeres en la tierra.»

385
ÁNGELA MARÍA BOTERO PULGARÍN

Reparación. Una deuda a las mujeres


El 7 de mayo de 2004 Alba Lucía Rodríguez Cardona y su familia en ejer-
cicio de la acción de reparación directa demandaron: «que se declare adminis-
trativa y solidariamente responsables a la Nación-Consejo Superior de la Judi-
catura (Dirección Ejecutiva de la Administración Judicial), en su calidad de
representante de la Nación-Rama Judicial, y a la Fiscalía General, de la totali-
dad de los daños y perjuicios ocasionados a todos los demandantes, por los he-
chos ocurridos el día 7 de abril de 1996, en el municipio de Abejorral, Antio-
quia». Entre tanto, seguimos luchando por la reparación.

4.2. Caso Nº 2: Sindy Julieth Arango Acevedo. «Canto, porque siempre


me ocurre que canto».
Milagrosa utopía milagrosa, que la crisálida se vuelva mariposa.
Canción de Rafael Amor

Sindy, 18 años de edad, analfabeta, con retraso mental moderado aunque


asumía conductas adecuadas al medio social, afectivo y cultural, quien en el de-
cir de las vecinas durante el proceso «cantaba en noches de luna». Conoció a un
hombre joven, Alejandro, y se fue a vivir con él en casa de sus suegros. A los seis
meses quedó embarazada y su familia política la echó aduciendo que «eran muy
pobres y no podían sostener a una persona más». Vuelve a la casa materna y vive
un embarazo rodeada del afecto de su familia. Cuando la niña cumple seis me-
ses Sindy le pide a Alejandro «que vuelvan a vivir juntos para que su niña tenga
un papá».
Durante la convivencia, que sólo duró veinte días, Alejandro maltrataba fí-
sica y verbalmente a Sindy y a la niña. Según testimonios de las vecinas y testigos
del juicio, le amenazaba, golpeaba, le obligaba a tener relaciones sexuales y la
chantajeaba con suspender el escaso apoyo económico que aportaba para el sos-
tenimiento de ambas. Sindy manifestó durante el juicio que le impedía prodigar
a su hija los cuidados y afectos que ella deseaba darle, con el pretexto de que la iba
a malcriar.
El 21 de agosto de 2005, durante uno de estos episodios violentos, Ale-
jandro golpea a la niña contra la pared y ésta muere. Al día siguiente llevan a
la niña al hospital y Alejandro le exige a Sindy decir que la niña se ahogó con
el tetero. Sin embargo, al exámen médico aparecen los signos de muerte por
violencia física y Alejandro es detenido. Durante los interrogatorios admitió
que golpeó a la niña y que Sindy fue cómplice. Con esta declaración recluyen
a Sindy, el 1º de septiembre de 2005, en la misma cárcel donde estaba Alejan-
dro, separada de él solamente por una reja a través de la cual la insultaba y
amenazaba.

386
NUESTRAS VIDAS, NUESTRAS LUCHAS. RESISTENCIAS ANTE LOS CÓDIGOS PATRIARCALES QUE…

Acusaciones misóginas
A la diligencia de audiencia pública, el 7 de Junio de 2006, asistió la Red
como manifestación de apoyo social y feminista a Sindy. La audiencia duró cinco
horas, el fiscal insistió en la culpa de Sindy por la muerte de la niña a pesar de que
para ese momento ya Alejandro se había declarado único culpable y había sido
condenado a 19 años de prisión por homicidio agravado, justificado por ser el pa-
dre de la víctima. Desconociendo las condiciones psíquicas, económicas y los pro-
fundos miedos e incapacidades ocasionados por el maltrato consecutivo, Sindy
fue acusada por el fiscal de presunta comisión de homicidio agravado.
Los argumentos del fiscal hicieron énfasis, de modo perverso y misógino, en
que a pesar de vivir protegida por su familia había decidido irse a vivir amance-
bada con Alejandro; «era indudable que como madre Sindy asumió de manera
irresponsable el cuidado de la menor y de un hogar», y «de acuerdo con el Art. 25
del Código Penal Colombiano, Sindy tenía la obligación de actuar en defensa de
los intereses de su hija y que de esa manera se comprometió tanto por acción
como por omisión en su muerte». Finalmente solicitó al juez proferir sentencia
condenatoria contra Sindy.

Defensa con alma de mujer


La abogada basó su defensa en que Sindy era una de tantas víctimas que en
Colombia sufren maltrato físico y psíquico, señaló las múltiples fallas del fiscal
al no considerar la personalidad violenta de Alejandro y, en consecuencia, soli-
citar un dictamen psiquiátrico y en que la formulación de acusación no cum-
plía ni con los requisitos mínimos formales, ni sustanciales, desarticulando la
acusación de complicidad y demostrando la incapacidad de Sindy para de-
fenderse de un maltratador.

Se hizo justicia
Un mes después de la audiencia, el 17 de Julio de 2006, el Juez absuelve a
Sindy Julieth Arango Acevedo, y, por consiguiente, decreta la libertad inmediata
provisional de la procesada.
El fiscal apeló esta sentencia ante la sala penal del Tribunal Superior de Me-
dellín, el 28 de Julio de 2006, aduciendo que aunque Alejandro asumió toda la
responsabilidad en los hechos y ya fue juzgado y condenado, no era suficiente
para llevar el convencimiento en grado de certeza a la Judicatura, dado que Sindy
fue quien expuso a su hija de manera irresponsable al resultado final.
Y finalmente el día 29 de mayo de 2007, el Tribunal Superior de Medellín,
en segunda instancia, resuelve el recurso de apelación y absuelve del cargo de ho-
micidio agravado a Sindy Julieth Arango Acevedo.

387
ÁNGELA MARÍA BOTERO PULGARÍN

4.3. Caso Nº 3: Sandra Orejarena Troya. «La dignidad contra el poder»


«Si un derecho no tiene garantía entonces
no es un derecho sino sólo una aspiración»
Luigi Ferrajoli

Sandra, al terminar sus estudios de auxiliar de enfermería en la ciudad de Bu-


caramanga (Colombia), solicitó a un diputado su colaboración en la consecución
de un empleo. El diputado la invitó a almorzar y ella no recuerda nada de lo su-
cedido entre el momento del almuerzo y la llegada a su casa a las diez de la noche,
en estado tan lamentable que su tía y un amigo la llevaron a la inspección de po-
licía y al Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses –INMLCF–,
donde diagnosticaron laceraciones por penetración violenta y presencia de semen
en la vagina. Como consecuencia de esta violación quedó embarazada y en estado
de depresión aguda.
Dado el cargo político del victimario, Sandra se sintió intimidada y temerosa
de continuar con la denuncia. A los tres meses de lo sucedido, con el apoyo de su
madre, se acercó a la Fundación Mujer y Futuro, organización perteneciente a la
Red, para solicitar apoyo psicológico. La Fundación la orientó para que continuara
con la denuncia hasta lograr su derecho a la verdad, la justicia y la reparación.
La Fundación Mujer y Futuro y la Red iniciaron la Campaña Nacional «To-
das somos Sandra» con acciones de difusión y denuncia, educación para prevenir
la violencia sexual y apoyo permanente a Sandra para fortalecerla frente a un sis-
tema patriarcal que acentúa la culpabilización de las víctimas. A los cinco meses
de embarazo Sandra sufrió un parto prematuro con muerte del bebé.

De víctima a culpable
El entorpecimiento del proceso fue de tal magnitud y demostró tantas irre-
gularidades misóginas, que llegó al extremo de investigar comportamientos ínti-
mos de Sandra en las instituciones donde cursó sus estudios básicos y profesiona-
les. Se indagó acerca de sus relaciones afectivas, su virginidad y se le acusó de
promiscua. La tía y el amigo, testigos iniciales de los hechos, se retractaron de sus
declaraciones y la tildaron de ser «una brincona» y causante de lo sucedido. A San-
dra y a la Fundación Mujer y Futuro las chantajearon ofreciéndoles una conside-
rable suma de dinero para que desistieran de la denuncia, lo cual fue rechazado
con vehemencia por ambas partes.
Por todo lo anterior la abogada representante de Sandra, Carmen Alicia Mes-
tizo, presentó una Acción de Tutela en la que solicitó que la denunciante no fuera
investigada, tutela que fue negada por el juez el 30 de Agosto de 2004. Ante esta
negativa se solicitó a la Defensoría del Pueblo que, desde la Oficina Delegada para
la Mujer, se permitiera coadyuvar la tutela para garantizar que la Corte Constitu-
cional aceptara revisar el fallo.

388
NUESTRAS VIDAS, NUESTRAS LUCHAS. RESISTENCIAS ANTE LOS CÓDIGOS PATRIARCALES QUE…

¡La justicia falló! el victimario libre


El 5 de Abril de 2005 el Juez Séptimo Penal del Circuito dictó fallo absolu-
torio a favor del imputado, otorgándole el beneficio de la duda y condenó a la víc-
tima señalándola de mentirosa.

La lucha continúa y cojeando llega la «renga justicia»


El 2 de mayo de 2005 la Corte Constitucional Colombiana promulgó la
Sentencia T-453, en respuesta a la tutela interpuesta por Sandra en contra del Juz-
gado Séptimo del Circuito Penal de Bucaramanga. La sentencia exigía la protec-
ción de sus derechos fundamentales, asumiendo los estándares internacionales en
materia de derechos de las víctimas de delitos sexuales, vulnerados por el orga-
nismo judicial al recoger una serie de pruebas sobre su conducta en el pasado, por-
que implicaba una intromisión irrazonable o desproporcionada en el derecho a la
intimidad de la víctima.
Dos años después el Tribunal de Bucaramanga se pronuncia en contra del di-
putado, ordenando de nuevo su detención inmediata y el 19 de junio de 2007,
éste es condenado a 145 meses de prisión y a pagar una cuantiosa indemnización
a la joven Sandra Liliana Orejarena Troya.

Logro judicial para las víctimas


La Sentencia T-453 representa un gran avance y sentó un precedente en la le-
gislación colombiana dado que, a partir de ella, se prohibe investigar a las vícti-
mas de acceso carnal violento evitando su revictimización, práctica habitual en ca-
sos de denuncia por violencia sexual, motivo por el cual las mujeres se abstenían
de denunciar.

A MODO DE CONCLUSIÓN
Resumimos en el siguiente cuadro –sistematizado por la RED– algunas pun-
tos clave de los procesos que se llevaron en cada caso.

389
Cuadro
390

ÁNGELA MARÍA BOTERO PULGARÍN


MISOGINIA: Una realidad en la Jurisdicción Penal
CALIFICACIÓN CALIFICATIVOS TRIUNFO SOBRE
NOMBRE ANTECEDENTES VEREDICTO RCMDSR
DEL DELITO EXPEDIENTE LA MISOGINIA
• Embarazo por Homicidio • Solapada 42 años 5 meses • Trabajo en redes de defensa • Declarada inocente.
• violación. agravado • Ignorante de prisión. • Denuncia nal. e internal. • Se revocó sentencia
Alba Lucía
• Hija nació muerta. • Mentirosa Sufrió 6 años • Denuncia al Estado • condenatoria.
• Se declaró inocente. • Manipuladora de prisión. • colombiano ante la OEA.
• Demanda de casación.
José Violador Nunca se investigó
• Con signos de Homicidio • Amancebada • Resolución de • Denuncia Pública. • Absuelta por falta de
• violencia física, sin agravado • Mentirosa • acusación • Difusión del caso y presión • certeza probatoria.
• atención a pesar de • Irresponsable • provisional. • social. • El fiscal apela.
• haber demandado. • Detención • Asunción de la defensa por • Se reconfirma la
Sindy • Muerte de su hija • preventiva sin • abogada feminista. • absolución.
de seis meses. • beneficio de
• libertad provisional.
• Sufrió 10 meses
• de prisión.
Homicidio Culpable
Alejandro Victimario
agravado 19 años de prisión
• Victima de violación • Brincona • Asume el caso la Fundación Se sentó
• Investigada en su • Mentirosa • Mujer y Futuro. jurisprudencia con
• vida privada • Promiscua • Denuncia Pública. la sentencia T-453 de
Sandra • Cuestionada su • Difusión del caso y presión 2005, la cual
• virginidad • social. prohíbe investigar
• Asunción de la defensa por las víctimas de VS.
• abogada.
Victimario Libertad por duda • Apuesto Culpable de Acceso 145 meses de prisión
Violador procesal • Político carnal violento en y cuantiosa
Jorge Enrique
• prestante persona con indemnización a
incapacidad de resistir. Sandra
NUESTRAS VIDAS, NUESTRAS LUCHAS. RESISTENCIAS ANTE LOS CÓDIGOS PATRIARCALES QUE…

Como vemos, este cuadro demuestra que nuestras luchas sí que tienen eco,
que se van logrando avances, pero a un costo humano y económico muy alto para
las mujeres que tenemos que seguir invirtiendo nuestras fuerzas en casos particu-
lares que, aunque sientan jurisprudencia, representan un porcentaje mínimo. En
un país en guerra donde las mujeres somos día a día victimas de una guerra eco-
nómica, social, política y armada, el botín se llama «mujer negra, pobre, indígena,
adolescente, desplazada, emigrada etc.».
Dejar una pregunta por la actual situación de estas mujeres me compromete
a escribir/investigar sobre ellas. De todas maneras, hagan lo que hagan, vivan
como vivan, sus vidas ya marcaron nuestra historia, pues en ellas nos vemos mu-
chas mujeres que no pudimos, ni podemos llevar al ámbito público nuestra de-
nuncia, porque en ella se nos desnuda la vida, y esa desnudez publicada nos marca
y sella para el acuso y recibo de una violencia publicitada.
Nosotras denunciamos, que los feminicidios son la expresión más aberrante
de la misoginia como expresión máxima de la falta de justicia hacia las mujeres.
Estas muertes ponen en duda la eficacia de los Estados en materia de protección
de la población femenina ya que evidencian una debilidad frente a la seguridad e
integridad de la vida y la salud de las mujeres. En este sentido, también denun-
ciamos que la protección de nuestros cuerpos y nuestras vidas no puede pasar por
el encierro para nosotras y la libertad para ellos. Ellos siguen dialogando y nego-
ciando sus delitos, mientras las mujeres vulneradas tienen que huir o esconderse
en casas de acogida ocultas de la vida social para que el agresor no las encuentre.
En otras palabras, ésto quiere decir que sigue siendo más fácil manejar a las vic-
timas que castigar al agresor y por eso muchos hombres se sienten libres para ejer-
cer la violencia. Ellos se saben más protegidos que ellas, por eso las rondan y las ame-
nazan continuamente, demostrando así que su poder patriarcal les perdona
consiguiendo incluso la protección de las instituciones que les protege como una
madre que sobreprotege a sus hijos varones por encima de sus hijas mujeres.
Esta situación no es exclusiva de Colombia pues según Fondo de Desarrollo
de las Naciones Unidas para la Mujer –UNIFEM–; cada 15 segundos, en alguna
parte del mundo, una mujer es agredida, en América Latina. México, Guatemala
y Colombia encabezan la lista y, en algunos países como España, la violencia de
género como eufemísticamente se llama en Europa –a lo que nosotras en América
Latina llamamos feminicidios–, se ha cobrado la vida de 110 mujeres en tan sólo
19 meses. Sabemos que éste es un tema extremadamente difícil porque el género
que se mata es el femenino y es seguro que este género femenino llamado mujer
ha pasado antes de su muerte por la violación de los más humanos de todos los de-
rechos que son los Derechos Sexuales y los Derechos Reproductivos.

En mi experiencia migratoria y de trabajo de investigación sobre las mujeres


desde el feminismo he comprobado que las mujeres tienen poco conocimiento y
por tanto poco acceso y control sobre sus Derechos en Salud Sexual y Reproduc-
tiva. El cuerpo sexuado sigue siendo tabú, es decir, nuestras vidas son tabú, por-
que nuestras vidas como mujeres están marcadas por la sexualidad y por las fata-

391
ÁNGELA MARÍA BOTERO PULGARÍN

lidades provenientes del abuso y del control que sobre los cuerpos de las mujeres
se quiere seguir rigiendo el patriarcado.
Para terminar, transcribo esta contundente cita de Marta Nussbaum para de-
nunciar que esta situación que describo de Colombia no es ni mucho menos pro-
pia de un solo país:
«En una gran parte del mundo, las mujeres salen perdiendo por el hecho de
ser mujeres. Su poder humano de elección y de sociabilidad resultan frecuente-
mente malogrados por sociedades en las que deben vivir como agregadas y sir-
vientas de los fines de otros, y en las que su sociabilidad está deformada por el te-
mor y la jerarquía. Pero las mujeres son portadoras de capacidades humanas,
facultades básicas de elección que levantan una reivindicación moral de oportuni-
dades para realizarse y prosperar. El hecho de que las mujeres, por su desigualdad,
no logren un nivel más alto de capacidad como aquel al que les da acceso la opción
de las funciones humanas centrales es, por tanto, un problema de justicia»6.

6. ANEXO 1
Recorrido por la memoria en la historia de vida de una feminista radical:
Marta Aliria Álvarez
«En el escenario colombiano, hablar de derechos sexuales es hablar de una lucha
política, social y cultural, que se remonta a más de treinta años, constituida en primera
instancia por el reconocimiento de: «todo hombre es un violador en potencia», en el
momento de la eclosión del feminismo radical. Reconocimiento hecho desde sí, en los
grupos de autoconciencia, desde la experiencia propia. Aunado esto a la conciencia his-
tórica de la especificidad latinoamericana, de la verdad histórica de nuestra confor-
mación de «latinoamericanidad», mezcla, mestizaje, hibridación sobreviviente de la
hecatombe de la epopeya de la Conquista, destrucción, dominación e integración del
continente de América: América Latina, poblacionalmente nace de la violación de
mujeres hasta que la entrega se hizo amorosa y este arquetipo fundacional no ha sido
cambiado todavía. «El soldado Álvarez, lo mismo que muchos de sus compañeros,
tiene que haber comenzado su infatigable labor genésica que lo llevó a hacer parir a
sus mujeres indígenas treinta hijos e hijas suyos en tres años, según Bernal Díaz del
Castillo. […] hubo semanas en las que parieron sesenta indias de las que estaban al
servicio de los soldados […]; Español que esté contento con cuatro indias es porque no
puede haber ocho y el que con ocho porque no puede haber dieciséis»7.
La violencia y el maltrato, sexual y de todo tipo contra las mujeres, fue reconocido
por el movimiento de mujeres sufragistas colombiano, en los primeros años de la dé-
cada de 1960, en concreto contra la mujer campesina, en el contexto de la guerra nom-
brada históricamente como «La Violencia» desatada por el asesinato de Jorge Eliécer
Gaitán, que inició el proceso de transformación de Colombia de país rural a la urba-
6 Nussbaum, M, (2002) .«Las mujeres y el desarrollo humano», el enfoque de las capacidades. Barcelona.
7 Ricardo Herren. Memoria de la historia. La conquista erótica de las indias. Colombia. 1991.

392
NUESTRAS VIDAS, NUESTRAS LUCHAS. RESISTENCIAS ANTE LOS CÓDIGOS PATRIARCALES QUE…

nización, y la guerra de guerrillas, tiempo de incubación de las Fuerzas Armadas Re-


volucionaria de Colombia (FARC).
La violencia y la violación de la mujer campesina hace parte de las denuncias es-
critas y publicadas en el periódico «El Correo» en el cual tenían su página semanal
«Las Ciudadanas de Colombia»; no solo eso, Rocío Vélez de Piedrahita en está década
publica una novela «el hombre, la mujer y la vaca» que literaturiza la historia del tra-
tamiento de vaca que hace el campesino de su mujer campesina. A propósito, en estos
días hemos estado, aquí en La Cuenquita, preparando la tierra, Samuelito un cam-
pesino muy humilde, deja caer esta perla entre la conversación: «Las mujeres son como
las vacas se eligen por su raza»8.
Desde 1957 el feminismo sufragista, ya empieza a distinguir y a denunciar pú-
blicamente la negación de los derechos sexuales de las mujeres… en las otras. A partir
de 1977, con el surgimiento del feminismo radical y la revolución sexual juvenil, el re-
conocimiento de la negación de todos los derechos a las mujeres, en carne propia, se
hace masivo en el ámbito universitario y sindical, en un primer momento, siendo te-
mática ineludible del movimiento campesino, indígena y negro. Ampliando el espec-
tro de derechos, la lucha por el reconocimiento y la existencia de los derechos sexuales
en Colombia, persiste en alcanzar una legislación que reconozca los delitos de lesa hu-
manidad en la violación y el asesinato de las mujeres, la violencia, la agresión-mal-
trato físico y psicológico a nosotras; a la par que el tráfico y el acceso sexual, carnal y
de acoso de adultos (hombres y también mujeres) y ancianos, a la infancia y a la po-
blación adolescente de ambos sexos, el embarazo de las niñas y adolescentes constitu-
yen la primera atención en cuanto hablamos de derechos sexuales.
Esta lucha ha conducido ya a Colombia, a tener en todos los escenarios, la temá-
tica del asesinato, la violación, la violencia y el maltrato contra las mujeres, la infan-
cia y la adolescencia y, Colombia se ha dado cuenta de cuanto está constituida por es-
tos fundamentos.
En otro nivel, las prácticas de libertad sexual obturadas, en primera instancia por
la revolución sexual juvenil, a principios de la década de 1970, sobre todo en los esce-
narios universitarios públicos, liberados de la tutela del padre y la madre, con espacios
libres de la vigilancia, la norma y la disciplina. Igualmente la toma de las ciudades
que crecían y se «citadinizaban», fueron espacios para la libertad sexual, sobre todo se
inicia un nuevo modo de vida juvenil, por fuera de la casa de los padres. Creo muy ne-
cesario enfatizar el concepto de libertad sexual, en el sentido de la liberación cultural
ocurrida. Hasta este momento el sexo seguía encerrado en la casa. El resto entraba en
la clasificación de prostitución, incluyendo las mozas o concubinas (porque antes no
había amantes). A partir de este periodo, la virginidad y el sexo dejaron de ser tutela
de los padres y vigilancia de las madres.
Sin embargo ya a finales de esta década, en el apogeo del Feminismo Radical, las
mujeres supimos que la tan atractiva revolución sexual, sólo había logrado que los
hombres ya no tuviesen que ir a los prostíbulos porque en la cama, las mujeres seguí-
amos siendo objeto. Este momento es el momento de la polítización de las prácticas lés-

8 Harris, Marvin (2006).Vacas, Cerdos guerras y brujas. Antropología Alianza Editorial. España.

393
ÁNGELA MARÍA BOTERO PULGARÍN

bicas, con el amor entre mujeres. Hasta este momento las lesbianas existían en guetos,
encerradas en los bares y tabernas, y sobre todo, la gran mayoría, en el silencio de las
amistades entre mujeres, que son «como hermanitas», recatadas y discretas.
A lo anterior hay que aclarar que el sexo encerrado en la casa es el semblante se-
xual de Colombia, es lo que se presenta a nivel social, porque en Colombia todo el
mundo, sabemos que el sexo va y viene, ocurre y se trafica. Es necesario pensar mucho
en ésto, pues ahí existen prácticas de libertad (por fuera de los preceptos implantados
por la Iglesia Católica Apostólica y Romana) y existen también las prácticas de viola-
ción, tráfico y prostitución de mujeres, niñas, niños y adolescentes.
A la pregunta sobre la buenas y malas prácticas que se pueden demostrar para Co-
lombia en cuanto a los Derechos en Salud Sexual y reproductiva, la entrevistada dice
lo siguiente:
La primera de las malas prácticas tiene que ver con borrar a las luchadoras de
la historia, pues al Movimiento Feminista en Colombia nunca se le reconocerán sus
logros. Saben muy bien borrar.
Bien es cierto que la salud sexual y reproductiva ha recibo la atención desde los
inicios del movimiento de mujeres, a partir de los años de 1978, llegando a cambiar
las instancias legislativas, normativas, institucionales, especialmente el sector de la
salud. Creándose también espacios de atención, programas y proyectos. A partir de
la violación, la violencia sexual y las enfermedades de transmisión sexual. La salud
de la mujer es pues un problema de salud pública. Sin embargo, la mejor salud y ca-
lidad de vida de las mujeres no podríamos decir que es mucho mejor.
Hay otra existencia de las prácticas de salud sexual y reproductiva de las muje-
res que corresponden a la cultura popular. Actualmente hay un proceso de recupera-
ción de integración y capacitación de las mujeres que en las comunidades se desem-
peñan como parteras. En menor medida, y de manera más lenta se recuperan las
prácticas de medicina de las mujeres populares.
El autocuidado ha sido una bandera muy feminista y se ha mantenido como con-
signa, tal vez siempre en espera porque ninguna mujer en este país tiene tiempo para sí.
Entre las situaciones que persisten, ganancias, perdidas y luchas pendientes, te-
nemos que hemos incidido positivamente en temas como el derecho a la salud sexual
y reproductiva, violación, violencia y maltrato en mujeres, niñas, niños y adoles-
centes, Control reproductivo.
En los últimos tiempos hemos logrado despenalizar parcialmente el aborto, de-
nunciar el embarazo adolescente como un problema de salud pública y la prevención
de infecciones de transmisión sexual así como la atención al cáncer de mama y ute-
rino, y en lo que menos que menos es el sexo entre mujeres (hasta el movimiento de
mujeres lo relega al ostracismo y lo manda al averno)».

7. BIBLIOGRAFÍA
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394
NUESTRAS VIDAS, NUESTRAS LUCHAS. RESISTENCIAS ANTE LOS CÓDIGOS PATRIARCALES QUE…

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395
Derechos Sexuales y Reproductivos en
Colombia: buenas prácticas y vivencias.
HACIA LA GARANTÍA DE LOS
DERECHOS SEXUALES EN EL MARCO
DEL CONFLICTO ARMADO INTERNO
EN COLOMBIA
Claudia Cecilia Ramírez Cardona
Coordinadora del Área violencias contra las mujeres y justicia.
Corporación Sisma Mujer.

1. INTRODUCCIÓN
La Corporación Sisma Mujer es una Organización No Gubernamental que
trabaja por la defensa, promoción y protección de los derechos humanos de las
mujeres en Colombia. Para el logro de su misión, Sisma Mujer realiza acciones de
incidencia que apuntan a la incorporación de los intereses y demandas de las mu-
jeres en la definición de las agendas públicas integrales y sectoriales de desarrollo
local, regional y nacional, en reformas legislativas, así como de cara a la adminis-
tración de justicia, buscando la realización de los derechos a la verdad, la justicia
y la reparación de las mujeres víctimas de diversas violencias tanto cotidianas
como cometidas con ocasión o en desarrollo del conflicto armado. De igual ma-
nera, Sisma Mujer ha venido posicionando en el ámbito internacional los intere-
ses, necesidades y agendas de las mujeres en el país, principalmente a través de ac-
ciones permanentes de incidencia ante la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos y ante el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.
El accionar de Sisma se alimenta del contacto directo con mujeres de base, li-
deresas y víctimas de violencia a través de procesos de formación que sumados a
la investigación y la representación judicial, se proponen remover los obstáculos
que impiden a las mujeres en Colombia gozar de una vida libre de violencias en
los ámbitos familiar, comunitario, político y en el marco del conflicto armado.
La opción por el trabajo de incidencia articulado a redes de organizaciones de
mujeres y de derechos humanos en Colombia, sumado a la gran riqueza con que

397
CLAUDIA CECILIA RAMÍREZ CARDONA

cuenta el país en términos de sociedad civil organizada alrededor de temáticas,


sectores y grupos poblacionales, hace necesario aclarar de entrada que la expe-
riencia de incidencia en relación con la violencia sexual en el conflicto armado in-
terno que se relata a continuación, es el resultado de acciones de diversas organi-
zaciones de manera individual o articulada a través de redes de organizaciones así
como de un permanente diálogo e intercambio de información, percepciones,
sentimientos y experiencias entre las diversas organizaciones de mujeres en el país
y con las mujeres víctimas de violencia.

2. CONTEXTO
El país apenas comienza a ser consciente de la magnitud de la violencia sexual
contra las mujeres en los ámbitos familiar, comunitario y en el conflicto armado
interno. Los medios de comunicación han permanecido tradicionalmente ajenos
a esta problemática, a su vez, las fuentes de información cuantitativa sobre ocu-
rrencia de violencia sexual en el país son precarias, lo que expresa en gran medida
la escasa prioridad que el tema tiene en relación con otras graves problemáticas
que vive el país. Adicionalmente, las organizaciones de mujeres y de derechos hu-
manos que hacemos incidencia y que contamos con una amplia documentación
sobre estos casos enfrentamos un gran obstáculo para denunciar estos hechos,
pues la mayoría de las mujeres que narran sus experiencias establecen como re-
quisito la confidencialidad. Este requisito, perfectamente entendible por el con-
texto de desprotección en que se encuentran, se extiende no solo a su identidad,
sino también al lugar geográfico de ocurrencia de los hechos.
Si nos atenemos a la información oficial existente en entidades prestadoras de
servicios de salud o de justicia, los datos que generan contribuyen a distorsionar
la realidad en tanto son muy pocas las mujeres que denuncian la violencia a la po-
licía o a los servicios de apoyo y las que lo hacen tienden a ser las más gravemente
lesionadas. Adicionalmente, según el Instituto Nacional de Medicina Legal y
Ciencia Forenses la impunidad en violencia sexual llegaría a ser del 95%1.
Desde el año 2004 el gobierno nacional adelanta un proceso de negociación
con grupos paramilitares, en este contexto, de por lo menos 80.000 víctimas que
se han acercado a reclamar sus derechos en el marco jurídico de «Justicia y Paz»
(marco jurídico de negociación con los grupos paramilitares en Colombia), sólo
21 de ellas han denunciado delitos de violencia sexual, de acuerdo a datos de la
Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación.
Los grupos paramilitares que se han acogido a la llamada «ley de justicia y
paz», han incumplido su compromiso de cese de hostilidades, han mantenido su

1 Según «El devenir de normas y valores tradicionales sobre la sexualidad en Colombia», artículo publi-
cado por el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses «Se sabe por ejemplo que en los Esta-
dos Unidos, uno de cada cuatro delitos sexuales es denunciado y en Colombia esta proporción puede llegar a
ser uno de cada veinte» (Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses s.f.)
www.medicinalegal.gov.co

398
HACIA LA GARANTÍA DE LOS DERECHOS SEXUALES EN EL MARCO DEL CONFLICTO ARMADO INTERNO…

accionar y sus estructuras, continúan reclutando forzosamente, mantienen el con-


trol social en las zonas en las que conservan poder e influencia y este control
afecta particularmente a las mujeres, contexto en el que la violencia sexual hace
parte de las acciones de control y disciplinamiento social.
Este panorama de ocurrencia generalizada, impunidad, desconocimiento y/o
negación social sobre la real magnitud de la problemática, sumado a la persisten-
cia de imaginarios que naturalizan la violencia contra las mujeres y asumen la vio-
lencia sexual como un asunto privado en el que no es pertinente la intervención
del Estado, se traduce en ausencia de medidas eficaces de prevención, protección,
atención, sanción y medidas de reparación y no repetición, que impiden a las
mujeres el ejercicio pleno de sus derechos sexuales y reproductivos. Adicional-
mente, la impunidad por las violaciones a estos derechos de las mujeres estimula
su ocurrencia.

3. DE LA DENUNCIA A LA GARANTÍA REAL Y EFECTIVA


DEL DERECHO A LA JUSTICIA
La persistencia en mostrar al país la grave situación de violencia sexual con-
tra las mujeres en el marco del conflicto armado interno, ha encontrado eco en
organizaciones gubernamentales internacionales de protección de derechos hu-
manos tales como Naciones Unidas y la Organización de Estados Americanos,
específicamente a través de la Relatora sobre Violencia contra la Mujer (Rela-
tora ONU, 2002) y la Relatora sobre derechos de las Mujeres de la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos (Relatora CIDH, 2006). Informes como
el de Amnistía Internacional (Amnistía, 2004) han profundizado en la temática
y plataformas nacionales de organizaciones como la Mesa de Trabajo Mujer y
Conflicto Armado2 a través de sus informes anuales ha hecho un seguimiento
sistemático a las recomendaciones de estas organizaciones. De cara a la visibili-
zación de esta grave violación a los derechos humanos de las mujeres, estos in-
formes se han constituido en importantes herramientas que han posibilitado a
las organizaciones de mujeres hacer incidencia en la temática, superando en al-
guna medida el grave obstáculo que representa la ausencia de denuncias por es-
tos hechos ante la administración de justicia. No obstante, como ya se señaló,
esta problemática no está instalada aún en el imaginario social en correspon-
dencia con su gravedad.
El diálogo permanente con organizaciones de derechos humanos que tradi-
cionalmente han recogido y sistematizado la información sobre violaciones a los
derechos humanos en el país, ha conseguido avanzar en una tendencia a integrar
los casos de violencia sexual como un asunto de interés. Algunas de ellas han bus-
cado asesoría para la incorporación del enfoque de género tanto en los procesos
de recolección y sistematización de información, como en la revisión de bases de

2 Los informes de la mesa se pueden consultar en la página web: www.mujeryconflictoarmado.org

399
CLAUDIA CECILIA RAMÍREZ CARDONA

datos anteriores y en la nueva mirada a casos judiciales en los cuales el compo-


nente de violencia sexual pudo haberse omitido.
Se han detectado como principales obstáculos para el conocimiento de vio-
lencia sexual contra las mujeres en el conflicto armado en Colombia la ausencia
de medidas eficaces de protección y el estigma social que tiende a culpabilizar a
las mujeres por estos hechos. La oferta estatal es precaria en materia de protección,
existen programas gubernamentales con graves limitaciones en términos de su
formulación, cobertura y posibilidades desde el punto de vista económico, a lo
que se suma una ausencia total de consideraciones de género. En todos los casos,
lo que se puede observar es una gran demanda y una oferta muy limitada de es-
tos servicios. Cuando una mujer requiere protección, no tiene la posibilidad de
desvincularse de su núcleo familiar porque en general depende de ella, nos referi-
mos a hijas e hijos, a personas ancianas, a personas con discapacidad en la fami-
lia. Su función de cuidado amplía generalmente el número de personas que re-
quieren protección y cuando el ofrecimiento es para ellas solas, prefieren declinar
aún a riesgo de perder la vida.
Ante el grave peligro que vienen corriendo las mujeres víctimas que denun-
cian violaciones a derechos humanos, de las cuales ya varias han sido asesinadas,
especialmente por parte de grupos paramilitares y guerrilla, la Iniciativa de Muje-
res por la Paz –IMP– adelantó una acción de Tutela –equivalente al amparo en Es-
paña– tendiente a buscar protección para 13 mujeres víctimas, que concluyó con
la expedición de la Sentencia T-496 de 2008 de la Corte Constitucional en la que
ordenó a la Fiscalía y al Ministerio del Interior y de Justicia que en el término de
6 meses realice una revisión integral de los programas de protección para que ade-
cúe una estrategia integral de protección a las víctimas y testigos de procesos en
los que se indague grave criminalidad o criminalidad de sistema. La Corte ordenó
expresamente que este plan contenga un enfoque de género con criterios diferen-
ciales según etnia, edad y otras condiciones. Adicionalmente, la Corte Constitu-
cional ordenó que esta sentencia tenga efectos «intercomunis» es decir no sola-
mente para las peticionarias sino para todas las víctimas en sus mismas
circunstancias. Este pronunciamiento judicial significa un importante avance ha-
cia la justiciabilidad por violencia sexual en tanto tiene el potencial de posibilitar
una protección real a las mujeres que decidan denunciar sus casos. Por lo reciente
de la expedición de la sentencia, queda pendiente la evaluación de su cumpli-
miento por parte del Estado colombiano.
Otra serie de factores relacionados con la estabilidad emocional de las víc-
timas han hecho indispensable incorporar el componente psicosocial como ele-
mento fundamental del litigio de los casos. Las serias modificaciones ocasiona-
das por la violencia sexual en la vida de las víctimas han sido consideradas
tradicionalmente como ajenas a la administración de justicia. La pregunta por
los cambios en las relaciones sentimentales, familiares y comunitarias no existe,
no hay lugar para la consideración de lo que significa un embarazo producto de
la violación. Si por una u otra razón la mujer lleva adelante el embarazo, aún
conserva el temor de que el violador pueda reclamar la paternidad, problemáti-

400
HACIA LA GARANTÍA DE LOS DERECHOS SEXUALES EN EL MARCO DEL CONFLICTO ARMADO INTERNO…

cas escasamente exploradas por la administración de justicia. Tampoco se eva-


lúa el costo emocional del proceso para la víctima. La incorporación del acom-
pañamiento psicosocial ha implicado introducir en el ejercicio judicial otras ló-
gicas en cuanto a relacionamiento entre defensor/a y víctima, preparación para
afrontar la violencia de los mismos procedimientos judiciales y acompaña-
miento permanente a la mujer y en muchos casos a su familia. Lo que hemos
encontrado en las mujeres que deciden someterse a un costoso proceso en tér-
minos emocionales y de tiempo sin certezas sobre su conclusión, es una moti-
vación relacionada con que otras mujeres no deben pasar por lo que ellas vivie-
ron y la vía judicial es prácticamente el único camino para ello. Durante el mes
de junio pasado el Congreso de la República aprobó un proyecto de ley sobre
violencia contra las mujeres que en la actualidad se encuentra pendiente de san-
ción presidencial3. Esta iniciativa legal adelantada por la Bancada de Mujeres
del Congreso de la República que durante su formulación y trámite en el Con-
greso contó con una fuerte incidencia desde las organizaciones de mujeres, con-
tiene importantes disposiciones para avanzar en la atención de esta problemá-
tica, las cuales serán tratadas más adelante.

4. LA VIOLENCIA SEXUAL COMO PRÁCTICA SISTEMÁTICA


Y GENERALIZADA
En el conflicto colombiano, la violencia sexual contra las mujeres ha sido una
práctica permitida socialmente y en muchos casos estimulada en los guerreros
por parte de sus superiores como componente de una estrategia de terror contra
la población civil por parte de grupos armados en el conflicto. En su misión al
país, la Relatora Especial sobre la violencia contra la mujer de las Naciones Uni-
das afirmó que «La violencia contra las mujeres es generalizada y sistemática» (Rela-
tora ONU, 2002) a partir de la constatación de los hechos sucedidos en relación
con las masacres y desplazamientos cometidos por organizaciones paramilitares,
donde la violación sexual y la esclavitud sexual fueron utilizadas para causar terror
en las poblaciones. La Relatora destacó además el continuum de la violencia con-
tra las mujeres en los espacios cotidianos y la impunidad como elemento que es-
timula la repetición de estos hechos. Los informes de Amnistía Internacional y de
la Mesa de Mujer y Conflicto Armado también aportan importantes elementos
para el abordaje de la violencia sexual como una práctica generalizada en el país.
La relatora sobre derechos de la mujer de la Comisión Interamericana de Dere-
chos Humanos ratificó esta caracterización, destacando la manera como estos de-
litos afectan de manera particular a mujeres de comunidades indígenas y afroco-
lombianas (Relatora CIDH, 2006).

3 Proyecto de Ley 302 de 2007 CAMARA-171 DE 2006 SENADO acumulado con el proyecto de ley
98 de 2006 SENADO: «Por La Cual Se Dictan Normas De Sensibilización, Prevención Y Sanción De Formas De
Violencia Y Discriminación Contra Las Mujeres, Se Reforman Los Códigos Penal, De Procedimiento Penal, La Ley
294 De 1996 Y se Dictan Otras Disposiciones.

401
CLAUDIA CECILIA RAMÍREZ CARDONA

A partir de las escasas denuncias de violencia sexual, los y las fiscales que es-
tán adelantando las investigaciones a los bloques paramilitares, en general no han
considerado como hipótesis de investigación la posibilidad de existencia de vio-
lencia sexual con carácter sistemático y generalizado en el conflicto armado en
Colombia, lo cual ha limitado la posibilidad de avanzar hacia el establecimiento
de responsabilidades de los mandos por hechos cometidos por sus subalternos.
Las organizaciones de mujeres en el país hemos buscado introducir la discu-
sión sobre el carácter generalizado y sistemático de la violencia sexual porque el
conocimiento directo de esta realidad nos permite esta afirmación, por el sus-
tento de la misma en los informes nacionales e internacionales que ya se han
mencionado y por la necesidad de que la administración de justicia atienda esta
problemática en su real dimensión.
Nuestra apuesta en el sentido de aportar argumentos y pruebas para la confi-
guración de la violencia sexual contra las mujeres en el país, o al menos en algunas
regiones y durante algunos momentos específicos del control por parte de actores
armados legales e ilegales, como delitos de lesa humanidad, brinda argumentos co-
herentes con el análisis feminista frente a la violencia contra las mujeres como ex-
presión de la dominación del hombre sobre la mujer en sociedades en las que la mi-
litarización y la guerra exacerban los valores patriarcales y que se legitima con la
impunidad. En este sentido, la comprensión de los hechos de violencia contra las
mujeres como una práctica generalizada y sistemática nos remite a un problema de
la sociedad en su conjunto, y no de algo que le ocurrió a alguna mujer.
De otro lado, el énfasis en la ocurrencia generalizada y sistemática de los hechos
de violencia contra las mujeres en el país, sería la única alternativa para acudir a la
CPI con casos que hayan tenido ocurrencia después 2002 fecha de ratificación del
Estatuto de Roma por el Estado colombiano, dada la cláusula de reserva que el go-
bierno incluyó al tratado al momento de su ratificación, excluyendo las investigacio-
nes por delitos de guerra durante los siete años siguientes a la firma.
La garantía de los derechos a la verdad, la justicia y la reparación para las mu-
jeres víctimas de violencia sexual en el conflicto armado interno en el país exige
de la administración de justicia a través de sus operadores/as una reinterpretación
de la teoría penal clásica, a la luz de los desarrollos de la justicia de género no sólo
relativa a la tipificación de los casos, sino también en temáticas como la recolec-
ción y valoración de la prueba, la seguridad para la víctima, la publicidad del pro-
ceso, la defensa técnica y la asignación de responsabilidad entre otras temáticas a
las cuales hemos hecho referencia.
De manera reciente, y como producto de la incidencia de organizaciones de
mujeres así como de la presencia de representantes de organismos internacionales
de derechos humanos en el país que han dado cuenta de estas graves problemáti-
cas, la Corte Constitucional colombiana, máxima autoridad jurisdiccional en ma-
teria de derechos humanos expidió el auto 092 de 20084, pronunciamiento en el

4 Auto No. 092 de 2008, expedido como parte del seguimiento al cumplimiento de la Sentencia T-025
de 2004 que ordenó al Estado colombiano la ejecución de una serie de medidas para la población desplazada.

402
HACIA LA GARANTÍA DE LOS DERECHOS SEXUALES EN EL MARCO DEL CONFLICTO ARMADO INTERNO…

que afirma: «la violencia sexual contra la mujer es una práctica habitual, exten-
dida, sistemática e invisible en el contexto del conflicto armado colombiano, así
como lo son la explotación y el abuso sexuales, por parte de todos los grupos arma-
dos ilegales enfrentados, y en algunos casos aislados, por parte de agentes individua-
les de la Fuerza Pública». En relación con el acceso a la justicia por estos delitos,
la Corte Constitucional señala que: «No hay mecanismos de visibilización, justi-
cia y reparación de los delitos que afectan a las mujeres desplazadas, en particular
de la violencia sexual.(…). «Dentro del sistema de la Ley de Justicia y Paz no se ha
informado sobre la adopción de medidas, actuaciones o programas dirigidos a visi-
bilizar y sancionar estos numerosísimos y graves crímenes». A partir de un pro-
fundo análisis de esta problemática, la Corte Constitucional ordenó al Estado
colombiano incluir la violencia sexual contra las mujeres en el más alto nivel de
prioridad de la agenda oficial de la Nación; ordenó a la Fiscalía General de la
Nación investigar la violencia sexual contra las mujeres en el país remitiéndole
un gran número de casos; solicitó a la Procuraduría General de la Nación que
supervigile el avance de las investigaciones y procesos penales a los que haya lu-
gar, y ordenó al Director de Acción Social, entidad gubernamental encargada de
la atención a la población desplazada en el país, la creación de 13 programas
uno de los cuales es el Programa de Prevención de la Violencia Sexual contra la
Mujer Desplazada y de Atención Integral a sus Víctimas. Según lo ordena esta
sentencia, el Fiscal General de la Nación deberá rendir ante la Corte Constitu-
cional a más tardar seis (6) meses después de que la providencia le sea comuni-
cada, un informe detallado sobre cuántos de los crímenes que se le pusieron en
conocimiento han sido objeto de sentencias condenatorias, resoluciones de acu-
sación, resoluciones de preclusión, y en cuántos no se ha identificado a un pre-
sunto perpetrador; igualmente, ordenó ser informada sobre las labores de apoyo
y protección a las víctimas de estos crímenes.
Para las organizaciones de derechos humanos y de mujeres en el país esta
sentencia constituye un hito en relación con la exigibilidad tanto del diseño y eje-
cución de una política pública seria y coherente para la atención de esta proble-
mática, como en cuanto a la interpelación a la rama judicial para que realice ac-
ciones tendentes a garantizar de manera real y efectiva el derecho de acceso a la
justicia para mujeres víctimas de violencia sexual.
En la actualidad, las acciones de incidencia en la materia se encuentran
orientadas al monitoreo y seguimiento de las acciones del Estado colombiano
en cumplimiento del pronunciamiento de la Corte Constitucional. A este res-
pecto, La Corporación Sisma Mujer, tomando como referentes las diversas re-
comendaciones en la materia por parte de organismos de protección de dere-
chos humanos, ha elaborado a modo de buena práctica una serie de
lineamientos para una política pública en atención a la temática de la violen-
cia sexual en el país. Se espera que este insumo, sumado a las propuestas de
otras organizaciones sociales interesadas, se constituya en una herramienta de
incidencia para la cualificación de las acciones del Estado colombiano en cum-
plimiento de la sentencia de la Corte, partiendo de la base de que corresponde

403
CLAUDIA CECILIA RAMÍREZ CARDONA

al gobierno nacional diseñar la política, designar a las entidades responsables,


destinar las partidas presupuestales necesarias, ejecutarla e incluir mecanismos
apropiados de seguimiento y evaluación con participación de la sociedad civil
y de las beneficiarias directas de la misma.
La propuesta parte de considerar como eje de la política un enfoque de dere-
chos que garantice a las mujeres víctimas de violencia sexual el ejercicio de sus de-
rechos sexuales y reproductivos, teniendo en cuenta sus diferencias etáreas, étni-
cas, de procedencia rural o urbana, por orientación sexual así como especiales
condiciones de vulnerabilidad.
La política pública que se diseñe debe incorporar los elementos necesarios
para garantizar a las mujeres víctimas de violencia sexual los siguientes derechos
ya previstos en la normatividad colombiana pero que en la actualidad no están
siendo efectivos:
Ley 360 de 1997, artículo 15. Derechos de las víctimas de los delitos contra
la libertad sexual y la dignidad humana. Toda persona víctima de los delitos con-
tra la libertad sexual y la dignidad humana tiene derecho a:

Ser tratada con dignidad, privacidad y respeto durante cualquier entrevista o


actuación con fines médicos, legales o de asistencia social.
Ser informada acerca de los procedimientos legales que se derivan del hecho
punible.
Ser informada de los servicios disponibles para atender las necesidades que le
haya generado el delito.
Tener acceso a un servicio de orientación y consejería gratuito para ella y su
familia atendido por personal calificado.
Tener acceso gratuito a los siguientes servicios:
1. Examen y tratamiento para la prevención de enfermedades venéreas in-
cluido el VIH/SIDA.
2. Examen y tratamiento para trauma físico y emocional.
3. Recopilación de evidencia médica legal.
4. Ser informada sobre la posibilidad de acceder a la indemnización de los
perjuicios ocasionados con el delito.

Adicionalmente es necesario que la política pública incorpore medidas para


hacer efectivos los derechos previstos en el proyecto de ley sobre violencia contra
las mujeres que en lo relativo a violencia sexual prevé:
Las víctimas de violencia sexual tienen derecho a dar su consentimiento in-
formado para los exámenes medico-legales en los casos de violencia sexual y es-
coger el sexo del facultativo para la práctica de los mismos dentro de las posibili-
dades ofrecidas por el servicio. Las entidades promotoras y prestadoras de
servicios de salud promoverán la existencia de facultativos de ambos sexos para la
atención de victimas de violencia.
Las víctimas de violencia sexual tienen derecho a ser tratadas con reserva de
identidad al recibir la asistencia médica, legal, o asistencia social respecto de sus

404
HACIA LA GARANTÍA DE LOS DERECHOS SEXUALES EN EL MARCO DEL CONFLICTO ARMADO INTERNO…

datos personales, los de sus descendientes o los de cualquiera otra persona que esté
bajo su guarda o custodia.
Las víctimas de delitos de violencia sexual tienen derecho a recibir orienta-
ción, asesoramiento jurídico y asistencia técnica legal con carácter gratuito, in-
mediato y especializado desde el momento en que el hecho constitutivo de vio-
lencia se ponga en conocimiento de la autoridad. Se podrá ordenar que el agresor
asuma los costos de esta atención y asistencia. Corresponde al Estado garantizar
este derecho realizando las acciones correspondientes frente al agresor y en todo
caso garantizará la prestación de este servicio a través de la defensoría pública.
Las víctimas de violencia sexual tienen derecho a recibir asistencia médica,
psicológica, psiquiátrica y forense especializada e integral en los términos y con-
diciones establecidos en el ordenamiento jurídico para ellas y sus hijos e hijas.
Las víctimas tienen derecho a decidir voluntariamente si pueden ser con-
frontadas con el agresor en cualquiera de los espacios de atención y en los proce-
dimientos administrativos, judiciales o de otro tipo.
Por último, se presenta una recopilación de las diversas recomendaciones y
previsiones legales ya existentes en la temática de violencia sexual que deberán ser
incorporadas a la política pública estatal. Estas se organizaron a partir de un abor-
daje que contempla como ámbitos de intervención la prevención, la protección, la
atención, la sanción y la reparación.
Las fuentes tomadas como referencia son las siguientes:
Informe de la Relatora Especial sobre la violencia contra la mujer, sus causas y
consecuencias, Sra. Radhika Coomaraswamy, 2001; Violencia sexual y por motivos
de género en contra de personas refugiadas, retornadas y desplazadas internas. Guía
Para la Prevención y Respuesta Mayo de 2003. ACNUR; Comisión Interamericana
de Derechos Humanos. Las mujeres frente a la violencia y la discriminación deriva-
das del conflicto armado en Colombia. 18 de Octubre de 2006.; Comité para la Eli-
minación de la Discriminación contra la Mujer. Informe del Secretario General de
las Naciones Unidas Violencia contra las mujeres 2006.

4.1. Ámbito de intervención prevención


Formación
Formación instrucción y/o capacitación a servidores/as públicos/as con énfa-
sis en personal judicial, jurídico, médico, de servicios sociales, de trabajo social,
educacional, policial y de inmigración en relación con el contexto social de vio-
lencia contra la mujer; en prevención, protección, atención a las mujeres víctimas
de la violencia y en derechos humanos de la mujer, con la finalidad de lograr un
acercamiento integral que aborde el derecho de las mujeres a vivir libres de vio-
lencia y discriminación, y al respeto a su integridad física y psicológica incluso
cuando reciban servicios públicos.

405
CLAUDIA CECILIA RAMÍREZ CARDONA

Instrucción y capacitación a mujeres en el sistema de justicia penal y en los


recursos jurídicos de que dispone.

Sistemas de información
Creación y mejora de sistemas y registros de información estadística y cuali-
tativa, de indicadores y sistemas de monitoreo institucionales de incidentes de
violencia y discriminación contra las mujeres que incluyan a los actores del con-
flicto armado como posibles agresores y que desagreguen la información por sexo,
edad, raza, etnia, y discapacidad entre otros factores. Estos sistemas deben refle-
jar adecuadamente la situación a nivel nacional y local.
Unificación de bases de datos y criterios de sistematización de la informa-
ción, teniendo en cuenta registros provenientes de centros de salud, comisarías y
tribunales, servicios públicos como los de vivienda y asistencia social y albergues
y otros servicios de apoyo para las personas sobrevivientes de la violencia.
Aporte –por parte de las entidades responsables– de información referente a
violencia de genero al sistema de información que determine el Ministerio de
Protección Social y a la Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer, a tra-
vés del Observatorio de Asuntos de Género, para las labores de información, mo-
nitoreo y seguimiento.
Establecimiento de un sistema de compilación de estadísticas en que se indi-
que lo que le ha ocurrido a la mujer antes de perecer en una matanza, con el ob-
jeto de tener constancia real de la generalización de la violencia basada en el gé-
nero durante el conflicto.
Formulación e implementación de un formulario común para la Denuncia
de Incidentes de violencia sexual y por motivos de género. Este formulario debe
ser traducido conforme sea necesario y todos los actores deben ser capacitados so-
bre la forma de utilizarlo.
Las líneas de atención existentes en los municipios y los distritos informarán
de manera inmediata, precisa y completa a la comunidad y a la víctima de alguna
de las formas de violencia, los mecanismos de protección y atención a la misma
(proyecto de ley sobre violencia contra la mujer).

Institucionalización de la temática
Inclusión –en los planes de desarrollo municipal y departamental– de un ca-
pítulo de prevención y atención para las mujeres víctimas de la violencia (Proyecto
de ley sobre violencia contra la mujer).
Promoción de la seguridad pública. Contribuir a que el entorno físico sea se-
guro para las mujeres, a través de auditorías comunitarias de seguridad para de-
tectar los lugares peligrosos, examinar los temores de las mujeres y solicitar a las
mujeres sus recomendaciones para mejorar su seguridad. La prevención de la vio-

406
HACIA LA GARANTÍA DE LOS DERECHOS SEXUALES EN EL MARCO DEL CONFLICTO ARMADO INTERNO…

lencia contra la mujer debe ser un elemento explícito en la planificación urbana


y rural y en el diseño de los edificios y residencias. Forma parte de la labor de pre-
vención el mejoramiento de la seguridad del transporte público y los caminos que
emplean las mujeres, por ejemplo hacia las escuelas e instituciones educacionales,
los pozos, los campos y las fábricas.
Fortalecimiento de la presencia de las instituciones encargadas de preven-
ción, protección y atención de mujeres víctimas de violencia en las zonas geográ-
ficas en las que su vida e integridad corran especial peligro en virtud de situacio-
nes de conflicto por acciones violentas de actores armados. Dentro de los servicios
de apoyo se debe contar con asociaciones de mujeres abogadas, servicios de asis-
tencia técnica legal y organizaciones de promoción.
Creación de mecanismos de coordinación y comunicación entre los progra-
mas y servicios nacionales y locales destinados a mujeres víctimas de violencia y
discriminación agravadas por el conflicto armado. Estos mecanismos deben favo-
recer la coordinación entre todos los programas a nivel nacional y entre los pro-
gramas implementados a nivel nacional y los locales.
El Ministerio de Protección Social contemplará en los planes nacionales y te-
rritoriales de salud un apartado de prevención e intervención integral en violen-
cia contra las mujeres (Proyecto de ley sobre violencia contra la mujer).

4.2. Ámbito de intervención protección

Los Municipios y Distritos suministrarán información y asesoramiento a mu-


jeres víctimas de violencia adecuada a su situación personal, sobre los servicios dis-
ponibles, las entidades encargadas de la prestación de dichos servicios, los proce-
dimientos legales pertinentes y las medidas de reparación existentes (Proyecto de
ley sobre violencia contra la mujer).
Se garantizará a través de los medios necesarios que las mujeres víctimas de
violencia con discapacidad, que no sepan leer o escribir, o aquellas que hablen una
lengua distinta al español, tengan acceso integral y adecuado a la información so-
bre los derechos y recursos existentes.
El Ministerio de la Protección Social promoverá el respeto a las decisiones de
las mujeres sobre el ejercicio de sus derechos sexuales y reproductivos (Proyecto de
ley sobre violencia contra la mujer). Esto, en caso de embarazo producto de la vio-
lación, incluye el suministro de información sobre la posibilidad de interrupción
voluntaria del embarazo en los términos de la sentencia de la Corte Constitucio-
nal sobre la materia.
El Ministerio de la Protección Social elaborará o actualizará los protocolos y
guías de actuación de las instituciones de salud y de su personal ante los casos de
violencia contra las mujeres. En el marco de la presente ley, para la elaboración de
los protocolos el Ministerio tendrá especial cuidado en la atención y protección
de las víctimas (Proyecto de ley sobre violencia contra la mujer).

407
CLAUDIA CECILIA RAMÍREZ CARDONA

El Ministerio de Protección Social reglamentará el Plan Obligatorio de Salud


para que incluya las actividades de atención a las víctimas que corresponda en par-
ticular en relación con la protección de la víctima mediante su traslado a un lu-
gar seguro para ella y sus hijos e hijas. (proyecto de ley sobre violencia contra la
mujer).
En relación con las mujeres víctimas de violencia que requieran albergue
temporal, las Empresas Promotoras de Salud y las Administradores de Régi-
men Subsidiado, prestarán servicios de habitación y alimentación en las insti-
tuciones prestadoras de servicios de salud, o contratarán servicios de hotelería
para tales fines; en todos los casos se incluirá el servicio de transporte de las víc-
timas, de sus hijos e hijas. Adicionalmente, contarán con sistemas de referen-
cia y contrarreferencia para la atención de las víctimas, siempre garantizando
la guarda de su vida, dignidad, e integridad (Proyecto de ley sobre violencia
contra la mujer).

4.3. Área de intervención: atención


Creación de servicios, cuando proceda en cooperación con las organizacio-
nes de la sociedad civil, en las siguientes esferas: el acceso a la justicia, en parti-
cular mediante asistencia letrada gratuita cuando sea necesaria; creación de un
ambiente de seguridad y confidencialidad para que las mujeres puedan denun-
ciar los actos de violencia contra la mujer; adecuada financiación de albergues
y servicios de socorro; adecuada financiación de los servicios de atención de la
salud y de apoyo, en particular de asesoramiento; servicios lingüística y cultu-
ralmente accesibles para las mujeres que los necesiten; y programas de asesora-
miento y rehabilitación para los responsables de actos de violencia contra la
mujer.
Las Empresas Promotoras de Salud y las Administradoras de Régimen Sub-
sidiado serán las encargadas de la prestación de servicios de asistencia médica, si-
cológica y siquiátrica a las mujeres víctimas de violencia, a sus hijos e hijas (Pro-
yecto de ley sobre violencia contra la mujer).
Debe establecerse un sistema claro de remisión a los especialistas apropia-
dos de acuerdo con cada situación, de tal manera que la víctima/sobreviviente
sepa a dónde recurrir para recibir ayuda y para que esa ayuda le llegue de ma-
nera oportuna.
Creación de centros especializados para casos de agresión sexual: las víctimas de
violencia sexual, en particular de violación, necesitan recibir de inmediato atención
de la salud y apoyo, y asimismo es preciso reunir las pruebas para la causa judicial
que corresponda. Los exámenes físicos realizados después de haber sufrido violen-
cia sexual pueden ser sentidos como una continuación de la violencia, o por lo me-
nos como invasivos. La falta de acceso oportuno a tales servicios puede impedir que
las mujeres obtengan las pruebas necesarias para formular un cargo de violación. Por
consiguiente, los protocolos y directrices para los exámenes forenses en casos de

408
HACIA LA GARANTÍA DE LOS DERECHOS SEXUALES EN EL MARCO DEL CONFLICTO ARMADO INTERNO…

violencia sexual son importantes, lo mismo que el acceso de las mujeres a dichos ser-
vicios. Los centros para casos de agresión sexual tienen el objetivo de brindar una
atención comprensiva de alto nivel a las víctimas de una reciente agresión sexual.
Numerosos países tienen centros para casos de agresión sexual en los hospitales o
centros de base comunitaria cerca de un hospital asociado.
Los exámenes y tratamiento médicos deben ser realizados por personal capa-
citado, idealmente del mismo sexo de quienes necesitan el servicio. Debe utili-
zarse los protocolos apropiados, así como equipo, suministros y medicamentos
adecuados para:
• prevenir enfermedades (infecciones de transmisión sexual y otras);
• prevenir embarazos no deseados;
• atender heridas;
• obtener evidencia forense;
• proporcionar consejería y tratamiento para trauma psicológico;
• determinar cuáles pacientes requieren atención en salud respecto a violen-
cia sexual y por motivos de género.
Cuando sea necesario, se debe remitir a la o el paciente y proporcionarle
transporte para que pueda recurrir a los niveles apropiados de atención en sa-
lud.
Para prestar asistencia a las víctimas/sobrevivientes de la violencia contra la
mujer se requiere una amplia gama de servicios: servicios médico completos, en
particular acceso al aborto en condiciones de seguridad; asesoramiento; albergue;
suministro de artículos y servicios de primera necesidad, como alimentos, agua y
saneamiento, y educación y servicios comunitarios. Asimismo, se debe propor-
cionar evidencia médica en procesos judiciales cuando la víctima/sobreviviente
opte por buscar una compensación legal.
Incremento del acceso al patrocinio jurídico gratuito para mujeres víctimas
de violencia y discriminación.

4.4. Ámbito de intervencion sanción


Nombramiento –por parte del Fiscal General– de un asesor jurídico de alto
nivel sobre la violencia sexual o basada en el género. Este asesor debe velar por que
el sistema de justicia penal declare inadmisible la exclusión del sistema de justicia
de los delitos basados en el género cometidos contra la mujer.
Creación de condiciones para que el INML continúe capacitando y con-
cientizando a autoridades judiciales que conocen casos de diferentes tipos de
violencia, para que valoren adecuada y ponderadamente todas las pruebas dis-
ponibles en la resolución de casos de violencia sexual, incluyendo el reconoci-
miento médico legal, hallazgos físicos, psicológicos y pruebas de laboratorio,
entre otros. Es importante incentivar la investigación multidisciplinaria de es-
tos delitos.

409
CLAUDIA CECILIA RAMÍREZ CARDONA

4.5. Ámbito de intervención reparación


Estabilización de las víctimas. Para la estabilización de las víctimas, la autori-
dad competente podrá:
a. Solicitar el acceso preferencial de la víctima a cursos de educación técnica
o superior, incluyendo los programas de subsidios de alimentación, matrícula,
hospedaje y transporte, entre otros.
b. Ordenar a los padres de la víctima el reingreso al sistema educativo, si ésta
es menor de edad.
c. Ordenar el acceso de la víctima a actividades extracurriculares, o de uso del
tiempo libre, si ésta es menor de edad.
d. Ordenar el acceso de la víctima a seminternados, externados, o interven-
ciones de apoyo, si ésta es menor de edad.
Previsión de recursos adecuados, en particular adoptando las medidas nece-
sarias para permitir que las víctimas obtengan una adecuada compensación sim-
bólica y efectiva, sin perjuicio de la posibilidad de iniciar procedimientos civiles
contra el infractor (Proyecto de ley sobre violencia contra la mujer).
El diseño y ejecución de una política pública que atienda adecuadamente la
problemática de la violencia sexual contra las mujeres dando cumplimiento en de-
bida forma a los mandatos de la Corte Constitucional, requiere de disposición de
recursos que permitan hacer operativas estas recomendaciones, previsiones legales
y demás propuestas de la sociedad civil. Hasta dónde se logre avanzar será el pa-
rámetro para evaluar la real voluntad política y el compromiso del Estado colom-
biano con las mujeres en el país.

BIBLIOGRAFÍA
(Amnistía, 2004) Amnistía Internacional. «Violencia sexual contra las muje-
res en el marco del conflicto armado «Cuerpos Marcados, Crímenes silenciados».
AI: AMR 23/040/2004.
(Relatora CIDH, 2006). Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
«Las mujeres frente a la violencia y la discriminación derivadas del conflicto ar-
mado en Colombia». OEA/Ser.L/V/II. Doc. 67. 18 de octubre de 2006.
(Relatora ONU, 2001). «Informe de la Relatora Especial sobre la violencia
contra la mujer, sus causas y consecuencias. Misión en Colombia». Sra. Radhika
Coomaraswamy. Naciones Unidas, Comisión de Derechos Humanos. 11 de
marzo de 2002, 58 período de sesiones. E/CN.4/2002/Add.3.

410
RESPUESTA NACIONAL A LA
MUTILACIÓN GENITAL FEMENINA
EN EGIPTO. ESTUDIO DE CASO «FGM
FREE VILLAGE MODEL»
Ewa Strzelecka
Investigadora, experta en Género y Desarrollo de la
Universidad de Granada1.
Mariham Iskander
Asistente de investigación en Cynthia Nelson Institute
for Gender and Women’s Studies, American
University in Cairo (Egipto)2.

1. INTRODUCCIÓN Y ANTECEDENTES:
MUTILACIÓN GENITAL FEMENINA EN EGIPTO
Egipto pertenece al grupo de países en los que la mutilación genital femenina
(MGF) se sitúa en uno de los niveles más altos de prevalencía3. Los datos oficia-
les más fiables y amplios sobre la MGF en Egipto se han obtenido a partir de
1995 cuando por primer vez se incluyeron preguntas especificas sobre el tema en
la Encuesta Demográfica y de Salud (DHS) y se dió a conocer que el 97% de las
mujeres egipcias casadas habían sido sometidas a dicha práctica (El Zenaty et at.,

1 Doctoranda en el Departamento de Antropología Social, Universidad de Granada. Ha sido becaria de


la UGR en el Instituto Cervantes de El Cairo, Egipto.
2 Colaboradora: actualmente realiza el master en Migration and Refugee Studies and Gender and Women’s
Studies de la AUC.
3 En el artículo se utiliza el término «mutilación genital femenina» (MGF) como una expresión que re-
fuerza la idea de que la MGF es una práctica tradicional dañina que viola los derechos humanos de las niñas
y de las mujeres. Es un término utilizado tanto por la OMS como por las agencias de la ONU y la ONGs que
luchan en contra de esta práctica. Al mismo tiempo se reconoce la importancia del uso de otros términos con
fines estratégicos y políticos siempre y cuando el contexto socio-cultural lo demande. La «mutilación genital
femenina» tiene una connotación de impacto político y refleja los avances en la lucha por los derechos huma-
nos, no obstante en el trabajo directo con las comunidades se suele utilizar una terminología neutra. En Egipto
se utiliza la palabra árabe «khitan», traducida como «ablación femenina» («female circumcision»). En el dialecto
egipcio existe otra palabra, «tahara», empleada por las propias comunidades practicantes, no obstante en la lu-
cha contra la MGF es inaceptable el uso de estos términos debido a sus connotaciones negativas para las mu-
jeres y las niñas. «Tahara» significa «purificación», por lo que la niña que no haya realizado la MGF no se con-
sidera limpia o «tahara».

411
EWA STRZELECKA, MARIHAM ISKANDER

1996:171). La MGF que predomina en Egipto, según la clasificación de la Or-


ganización Mundial de Salud (OMS), es del tipo uno: clitoridectomía4 y del tipo
dos: excisión5. El tipo tres: infibulación6, conocida también como la «ablación fa-
raónica», estaba restringida a algunas zonas de Nubia en El Alto Egipto, no obs-
tante, actualmente la tendencia en dichas comunidades es la de sustituir la infi-
bulación por otras prácticas de MGF menos drásticas (El Guindi, 2006, Kennedy,
2005).
Los datos de la última Encuesta Demográfica y de Salud realizada en 2005
señalan que la prevalencia de la MGF en Egipto entre las mujeres casadas de 15-
49 años se mantiene en un nivel del 96% (El Zanaty y Way, 2006:211). Los in-
dicadores descienden en las generaciones jóvenes, lo que puede suponer un cam-
bio positivo dado que la posibilidad de que una niña egipcia sea sometida a la
MGF decrece de manera considerable a partir de la edad de 13 años. La preva-
lencia de la MGF en el grupo de 11-12 años es del 51%, en la edad de 13-14 es
del 69% y en la edad de 15-17 es del 76% (El Zanaty y Way, 2006:212). Los in-
dicadores de cambio ponen en evidencia que cada vez hay menos mujeres egip-
cias que se muestran a favor de dicha práctica. En 1995 el 82% de las egipcias ca-
sadas de 15-49 años apoyaban la MGF, mientras que en 2005 esta proporción se
ha reducido a un 68% (El Zanaty y Way, 2006:217). El alto nivel de educación,
el estatus económico elevado y el acceso al trabajo remunerado son factores que
influyen positivamente en una postura crítica hacia la MGF. Sin embargo, los es-
tudios muestran que la concienciación sobre los aspectos negativos de la MGF no
siempre se traduce en su abandono. La explicación de este hecho se encuentra en
la dinámica social que existe entre los individuos dentro de una comunidad que
practica la MGF (Lewnes, 2005:19). La presión social, el honor familiar y las cre-
encias locales son factores que influyen en la persistencia de esta tradición. No re-
alizar la MGF puede suponer exponer a la niña al estigma social, a la marginali-
zación en la comunidad y a la dificultad para encontrar un marido, en una
sociedad donde el matrimonio y las relaciones de parentesco juegan un rol pri-
mordial. Las mujeres organizan la ablación de sus hijas porque lo consideran parte
de lo que deben hacer para criarlas adecuadamente y para prepararlas hacía la
edad adulta y el matrimonio (Lewnes, 2005:19). A pesar de las campañas infor-
mativas y de sensibilización sobre los efectos negativos de la MGF lanzadas en
Egipto en los últimos años, el nivel de conocimiento sobre el tema no reemplaza
con facilidad los estereotipos y las costumbres. Los datos de 2005 muestran que
sólo un 32% de las mujeres egipcias cree que la práctica de la MGF puede tener
graves perjuicios para la salud e incluso llevar a la muerte, y aún menos mujeres,
un 13%, reconoce que la MGF puede suponer mayores dificultades a la hora del

4 Clitoridectomía: resección parcial o total del clítoris y, más raramente, también del pliegue de piel que
rodea el clítoris.
5 Excisión: resección parcial o total del clítoris y de los labios menores, con o sin escisión de los labios
mayores.
6 Infibulación: estrechamiento o sellado de la abertura vaginal mediante el corte y recolección de los la-
bios menores, y a veces también de los labios mayores, con o sin resección del clítoris.

412
RESPUESTA NACIONAL A LA MUTILACIÓN GENITAL FEMENINA EN EGIPTO: EL PROYECTO «FGM FREE…

parto (El Zanaty y Way, 2006:217). Por otro lado, el 61% de las mujeres egipcias
está convencida de que los hombres prefieren una esposa circuncidada, y un 54%
responde que se trata de un método deseable para prevenir el adulterio, que está
socialmente condenado (El Zanaty y Way, 2006:218). Según las interpretaciones
antropológicas, la ablación forma parte inherente de la sexualización de la mujer
y está relacionada con la des-masculinización de su cuerpo (El Guindi, 2006:31).
A través de la práctica la niña se socializa en su rol de género y adquiere una iden-
tidad cultural de mujer. Es una tradición vinculada al mundo femenino, y como
confirman los estudios realizados en Egipto, la mayoría de los hombres saben
muy poco sobre cómo transcurre y en qué consiste dicha práctica (El Guindi,
2006:35). La MGF se suele realizar entre los 5 y los 13 años, y se considera un rito
que marca la fase transitoria entre el nacimiento y el matrimonio. Antropólogos
como John Kennedy consideran que la práctica en el Oriente Próximo tiene al-
gunas características particulares y no encaja fácilmente en las explicaciones teó-
ricas que se utilizan para el ritual de la ablación en otras partes de África, que tie-
nen que ver con la iniciación de la niña a la edad adulta (Kennedy, 2005:152). Su
investigación en la comunidad nubia kenuzi en el Alto Egipto pone de manifiesto
que para entender la MGF en Egipto no hay que poner el énfasis tanto en la ini-
ciación o en el rito de paso en el momento de la ablación sino en las implicacio-
nes que dicha práctica tiene para el futuro de las niñas, en su protección espiritual
y en su preparación para el matrimonio y la procreación (Kennedy, 2005:152,
168). Otra característica de la ablación femenina en Egipto tiene que ver con la
falta de una ceremonia larga y suntuosa, más bien se trata de un ritual bastante
corto y limitado al ámbito privado (Kennedy, 2005:157). La tendencia actual es
que la importancia de los aspectos ceremoniales asociados a la MGF en Egipto
disminuya, no obstante, su compleja constelación de creencias, valores y princi-
pios asociados al poder y a la dominación masculina persisten y siguen siendo di-
fíciles de modificar. El abandono de la práctica está en conexión con la posible
pérdida de estatus y de protección. Las comunidades practicantes se resisten al
cambio porque creen que la MGF permite controlar un deseo sexual excesivo de
las mujeres y por tanto les ayuda a preservar su moralidad, castidad y fidelidad. La
MGF se concibe también en términos de belleza y se asocia con la higiene cor-
poral. De hecho en el dialecto egipcio la MGF se denomina tahara, que significa
la purificación o la limpieza. Los factores de la tradición y las costumbres juegan
un rol primordial en la perpetuación de la práctica; también se evoca a la religión
para justificarla. Todas estas justificaciones, sean de índole religiosa, cultural, es-
tética, higiénica o moral, son mecanismos eficaces para mantener la convención
social de someter a las niñas a la MGF y contribuir a la perpetuación de la prác-
tica (Lewnes, 2005:20). Es necesario identificarlas y revertirlas para promocionar
una sociedad más igualitaria y libre de la violencia de género.
La complejidad de la MGF requiere de una estrategia de abandono multidi-
mensional y de un tratamiento holístico que incluya los enfoques médico, socio-
cultural, religioso, jurídico y de género, así como de acciones concretas para crear
un entorno que posibilite el cambio. Se considera que los proyectos más exitosos

413
EWA STRZELECKA, MARIHAM ISKANDER

son los que han conseguido que la comunidad se involucre en el proceso y en los
que las acciones a niveles comunitarios se refuercen a nivel estatal con políticas
concretas que conduzcan al empoderamiento de las mujeres, a la igualdad de gé-
nero y al cumplimiento de los derechos humanos. Egipto ha ratificado varios tra-
tados internacionales, tales como la Convención sobre la Eliminación de todas las
Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW) ratificada en 19817 y la
Convención sobre Derechos del Niño ratificada en 1990, que condenan la vio-
lencia contra las mujeres y las niñas y que exigen al Estado tomar medidas ade-
cuadas para erradicar la MGF. El compromiso internacional fue retomado con
más fuerza a partir de 1994 cuando la cuestión de la MGF se incorporó a la
agenda nacional como resultado de los acuerdos de la Conferencia Internacional
sobre Población y Desarrollo (CIPD) celebrada en El Cairo en 1994. El evento y
las actividades paralelas a la conferencia, sobre todo la emisión por la cadena te-
levisiva CNN de un documental sobre la MGF a una niña egipcia de 13 años,
realizada por un barbero en un barrio de El Cairo, provocaron un debate na-
cional y político sobre la MGF en Egipto. Los datos de DHS de 1995 han con-
firmado que no se trataba de una práctica en decadencia como se sostenía ofi-
cialmente en aquel momento, sino que era una práctica que afectaba al 97% de
la población femenina en Egipto. Los resultados fueron validados por un estudio
clínico realizado en 1996 en colaboración con el Egyptian Fertility Care Society y
el Population Council (VV.AA., 1996). Los hechos requerían de una intervención
inmediata por parte del gobierno. En 1994, poco después de la CIPD, el minis-
tro de salud Ali Abdel Fattah aprobó un decreto que prohibía la MGF al perso-
nal no cualificado y fuera de los hospitales, y en 1995 mediante otro decreto
prohibió la MGF en los hospitales públicos (Rahman y Toubia, 2000:142). La re-
solución no impedía realizar la MGF al personal médico en las clínicas privadas.
Un año más tarde, en 1996 Ismael Sallam, el nuevo ministro de salud, endureció
la política y aprobó el decreto número 261 que prohibía la MGF en los hospita-
les y en las clínicas públicas y privadas, y en cualquier otro lugar, salvo en aque-
llos casos en que la práctica se considerara necesaria por razones médicas. La
prohibición provocó una campaña de protestas liderada por los grupos partidarios
de la MGF, y el decreto fue perseguido ante los tribunales. Se declaró que era in-
constitucional por rebasar la competencia del ministro de salud e interferir en el
derecho del médico a realizar su trabajo, pero la sentencia fue apelada y la Corte
Administrativa Superior admitió en 1997 la legalidad del decreto, pronuncián-
dose a favor del ministro de salud y de su disposición (Rahman y Toubia,
2000:142). La prohibición para la MGF era todavía ambivalente, ya que las la-
gunas del decreto 261 permitían la intervención quirúrgica sobre los órganos se-
xuales femeninos por razones médicas, con lo que se otorgó al personal médico el
poder de decidir sobre esta cuestión y se legitimó la medicalización de la MGF en
Egipto.
7 Egipto ratificó la CEDAW pero planteó reservas por motivos religiosos, argumentando la incompati-
bilidad de algunos artículos de la Convención con la ley islámica, sharia. Las reservas se referían sobre todo a
los derechos aplicados en el Código de la familia y en el matrimonio.

414
RESPUESTA NACIONAL A LA MUTILACIÓN GENITAL FEMENINA EN EGIPTO: EL PROYECTO «FGM FREE…

La Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo de El Cairo de


1994 ha sido de gran importancia para la lucha por los derechos sexuales y re-
productivos de las mujeres, y particularmente para la eliminación de la MGF en
Egipto. En el informe final de la Conferencia se estipula que tanto los gobiernos
como las comunidades deberán adoptar con carácter urgente medidas para poner
fin a la mutilación genital femenina y proteger a las mujeres y a las niñas contra
todas las prácticas peligrosas de esa índole. Este principio guió a la coalición na-
cional que se formó en Egipto poco después de la CIPD. Se trataba de la FGM
Task Force, formada y creada por un grupo de activistas y especialistas en MGF
con un alto nivel de formación, y coordinada por Marie Assaad. Este grupo de
trabajo ha funcionado bajo la protección de la Comisión Nacional para Población
y Desarrollo del Ministerio de Población, y ha centrado sus actividades en torno
a tres líneas principales: en la estrategia de defensa del abandono de la MGF a ni-
vel de los espacios de toma de decisiones y de los medios de comunicación; en la
movilización de las organizaciones de base y su capacitación en el combate con-
tra la MGF; y por último, en la investigación y la sistematización de la informa-
ción y de los avances egipcios en el área de la MGF (Guenena y Wasef, 1999:63).
Una de las aportaciones más destacadas del grupo ha sido el desarrollo de una no-
vedosa perspectiva socio-cultural para tratar la MGF, y que prestaba atención a los
aspectos vinculados a la cuestión del género y de los derechos humanos (Guenena
y Wasef, 1999:63). El análisis de los enfoques con los que se ha trabajado en
Egipto previamente, tales como el enfoque religioso, el médico, el de «desviación
positiva» o el del seguimiento directo a las familias con hijas en riesgo de ser so-
metidas a la MGF, han puesto de manifiesto el problema de la sostenibilidad de
los resultados obtenidos cuando se trataba la cuestión desde una perspectiva
única. Las experiencias más exitosas estuvieron vinculadas a los enfoques del de-
sarrollo integrales aplicados por las ONG egipcias, tales como la Organización
Evangélica Copta para el Servicio Social (CEOSS) y la Organización Copta para
Servicios y Formación (COST). El caso más conocido es el de la intervención de
CEOSS en la aldea de Deir El Barsha en la provincia de Menya, en el Alto Egipto,
en la que se empleó un enfoque integral del desarrollo y del empoderamiento de
las mujeres, logrando que se redujera la MGF de manera considerable, sobre todo
tras la firma en 1991 de la declaración comunitaria del abandono de la práctica.
El análisis de la experiencia de Deir El Barsha ha demostrado que la eliminación
de la MGF fue posible porque la construcción cultural de las relaciones de género
y el estatus de las mujeres cambiaron gracias a la participación de las mujeres en
los programas de educación, en los proyectos económicos y en el diálogo religioso,
así como debido a la influencia de los factores externos al proyecto, como la emi-
gración económica de los hombres que obligó a las mujeres asumir nuevos roles
de género (Abdel Hadi, 2006). El énfasis que se puso en el desarrollo de las capa-
cidades de la comunidad local a través de la reafirmación del rol de las mujeres
como líderes de sus propios derechos fue lo más innovador del enfoque del pro-
yecto (Abdel Hadi, 2006:123). La MGF se trató de una manera integral y com-
prensiva, y la lucha por su abandono estaba inscrita en una perspectiva del desa-

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EWA STRZELECKA, MARIHAM ISKANDER

rrollo más amplia dirigida a todos los sectores de la comunidad con un énfasis es-
pecial en el empoderamiento de las mujeres. El enfoque del desarrollo consistía en
diversas actividades que incluían la provisión de servicios sociales, la educación y
la socialización en derechos humanos, así como la promoción de las capacidades
técnicas y administrativas, teniendo en cuenta los aspectos de género en el desa-
rrollo (Abdel Hadi, 2006:123). También al éxito del proyecto contribuyó el apoyo
por parte de la Iglesia Copta, que era una de las principales fuentes de informa-
ción en este pueblo cristiano. Las lecciones aprendidas del análisis de las inter-
venciones previas en el área de la MGF en Egipto han permitido crear un pro-
yecto nacional basado en el conocimiento y en las buenas prácticas provenientes
de estas experiencias. Así surgió en 2003 el proyecto: «Female Genital Mutilation
Free Village Model» («Modelo de Poblado Libre de la Mutilación Genital Feme-
nina»), que fue posible gracias a una alianza entre la sociedad civil, las agencias in-
ternacionales y el gobierno, y sobre todo gracias al rol y al interés que la primera
dama Susan Mubarak mostró en la eliminación de la MGF en Egipto. El proyecto
del FGM Free Village Model ha jugado un rol importante en los últimos avances
para el abandono y la penalización de la MGF en Egipto. La importancia del pro-
yecto radica también en su capacidad para movilizar a la gente y convertirse en lo
que se podría definir como «movimiento social» o «movimiento nacional» (Bar-
soum y Assaad, entrevista 14.06.2008).

2. PROYECTO: «FGM FREE VILLAGE MODEL»


(«MODELO DE POBLADO LIBRE DE LA MGF»)
El FGM Free Village Model está implementado por el Consejo Nacional para la
Infancia y la Maternidad (NCCM) con el apoyo del Programa de las Naciones Uni-
das para el Desarrollo (PNUD) y el soporte económico del Grupo Asistente de Do-
nantes (DAG)8. El NCCM es un organismo nacional superior creado en 1988 y en-
cargado de los temas de la infancia y la maternidad. Entre sus competencias está la
de redactar borradores de leyes, establecer políticas e introducir cuestiones de su es-
pecialidad en los planes estatales quinquenales. La MGF por primera vez apareció en
el plan estratégico de NCCM en el Documento Estrategia para los años 2002-2007.
Desde entonces el NCCM es el responsable de coordinar las actividades que se pro-
mueven en Egipto para el abandono de la MGF. Sus funciones consisten en apoyar
acciones a nivel comunitario, fomentar el diálogo nacional sobre el tema y promover
las reformas legales y de políticas públicas al respecto. Su trabajo en el área de la
MGF recibe el apoyo de sus socios: del PNUD y de UNIFEM. El FGM Free Village
Model es el proyecto más amplio y completo sobre la MGF que coordinada el
NCCM. La financiación y el apoyo técnico del proyecto proceden del PNUD y de

8 El Donor Assistent Group (DAG) está compuesto por las agencias internacionales que proporcionan
fondos a la iniciativa: el PNUD, la Unión Europea, UNIFEM, UNFPA, las cooperaciones de Italia, Holanda,
Dinamarca, Canadá, EE.UU., Finlandia y Suiza. Los fondos paralelos proceden del UNIFEF y del Plan In-
ternational.

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RESPUESTA NACIONAL A LA MUTILACIÓN GENITAL FEMENINA EN EGIPTO: EL PROYECTO «FGM FREE…

otras organizaciones internacionales para el desarrollo. Desde el punto vista de la efi-


cacia de la ayuda al desarrollo se puede considerar que es un buen ejemplo de la
puesta en marcha de los principios de la Declaración de Paris de 2005: de apropia-
ción, alineación, armonización, mutua responsabilidad y gestión orientada a la ob-
tención de resultados para el desarrollo. El proyecto ha logrado una colaboración efi-
caz entre el NCCM, los ministerios y otras instituciones estatales, las agencias de la
ONU, las agencias internacionales donantes, las ONG y la sociedad civil. El marco
teórico multidisciplinar y el enfoque integral sobre la MGF con los que se opera en
el proyecto han permitido involucrar en la iniciativa a una amplia gama de agentes
del desarrollo: mujeres y hombres, grupos de jóvenes, líderes religiosos, autoridades
públicas y políticas, instituciones jurídicas, personal médico y sanitario, universida-
des, centros de investigación y medios de comunicación. En 2008 se llevó a cabo una
evaluación externa del proyecto realizada por el Population Council que evidencia los
elementos de éxito, así como los retos y las oportunidades que deben ser tomadas en
cuenta en las acciones futuras9. El seguimiento y la evaluación merecen ser destaca-
das como buenas prácticas del proyecto en sí mismas, ya que permiten analizar el im-
pacto real de la intervención y destacar las acciones mejores y desechar las estrategias
que no hayan funcionado bien, y gracias a estas lecciones aprendidas poder crear un
modelo de poblado libre de la MGF, cumpliendo con el objetivo de la intervención.
El FGM Free Village Model ha sido pensado y diseñado en base al conoci-
miento, los estudios y las experiencias previas vinculadas a la larga historia de lucha
contra la MGF en Egipto y que se remontan a los inicios del siglo XX. El avance en
la metodología del trabajo supuso un cambio conceptual sobre la MGF, que dejó de
verse como un problema aislado de salud o como una práctica tradicional nociva
que sucede por la ignorancia de la gente, y se presentó como una acción que se sus-
cribe dentro de una ideología cultural que legitima la desigualdad de género y que
perpetua la violencia contra las mujeres. Este enfoque innovador concibe la MGF
como un acto que se deriva de unas relaciones de género complejas e intrincadas ba-
sadas en un orden social al que se suscribe toda la comunidad y que sirve a los inte-
reses del sistema patriarcal. La MGF es una acción vinculada a los roles (costum-
bres) y a las prácticas que la sociedad concibe para mantener el control de la
sexualidad femenina y para asegurar la dominación masculina sobre el poder re-
productivo de las mujeres (sobre la prole) y su producción económica (Rahman y
Toubia, 2000:74). Como muestran las experiencias anteriores a nivel mundial, las
propuestas basadas en los derechos humanos son las que tienen más potencial para
promover el abandono de la MGF (Lewnes, 2005:47). En lugar de tratar la MGF
aisladamente, se centran en las condiciones necesarias para garantizar y ejercer los
derechos humanos, especialmente los derechos de las niñas y las mujeres. El enfo-
que de derechos se complementa con una perspectiva del desarrollo humano que

9 En el momento de escribir este artículo el documento de evaluación del proyecto estaba todavía en la
versión de borrador. Su versión definitiva se publicará por el Population Council, que es una ONG interna-
cional especializada en el área de los derechos sexuales y reproductivos: www.popcouncil.org. Más información
sobre FGM Free Village Model se puede encontrar en las páginas web del NCCM: www.nccm.org.eg/ y del
PNUD-Egipto: http://www.undp.org.eg

417
EWA STRZELECKA, MARIHAM ISKANDER

considera que la justicia social no puede darse sin el desarrollo de las capacidades de
las personas y sin ofrecerles las oportunidades para que puedan elegir el tipo de vida
que quieren llevar en unas condiciones de igualdad de género y de libertad cultural.
La cuestión de la MGF se inscribe en los derechos de las niñas y particularmente en
los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, teniendo en cuenta que sin las
garantías de los demás derechos, como el acceso a la educación o a los derechos eco-
nómicos, sociales, políticos y culturales, es difícil que se ponga fin a la MGF. El
abandono de la práctica requiere de cambios sociales profundos para mejorar el es-
tatus de las mujeres y generar su empoderamiento, además requiere una voluntad
política y unas reformas que examinen y eliminen los obstáculos jurídicos e institu-
cionales que impiden la igualdad de género. El éxito del proyecto FGM Free Village
Model se debe a su capacidad para tener en cuenta estos factores, y para encontrar
un vínculo entre el enfoque de derechos humanos y la perspectiva del desarrollo hu-
mano. El proyecto pretende, por un lado, fomentar las capacidades de la gente para
ejercer sus derechos, y por otro, promover las políticas públicas y las reformas legis-
lativas para reforzar las capacidades del Estado como garante de los derechos hu-
manos. El marco conceptual de FGM Free Village Model es el desarrollo, los dere-
chos humanos y el empoderamiento de las mujeres. Este modelo teórico se ha
traducido en mensajes y en acciones concretas entendibles en su contexto, estable-
ciendo un diálogo entre las agencias del desarrollo y las comunidades que practican
la MGF y a las que se dirige el proyecto. Como bien lo ha expresado Simona Gal-
biati del PNUD, responsable del apoyo al FGM Free Village Model: «En la ONU se
habla de los derechos humanos; en las comunidades tal vez no se utiliza este término, sino
que se habla de la niña egipcia y de su bienestar. Tal vez se utiliza un lenguaje diferente,
pero el objetivo es el mismo – los derechos humanos y todo lo relacionado para proteger
a las niñas de la MGF–» (Galbiati, entrevista 02.06.2008).
El trabajo de FGM Free Village Model se basa en diferentes estrategias que se de-
sarrollan paralelamente a los niveles local, nacional e internacional. A nivel local se
pretende eliminar la presión social sobre la MGF a través de la implicación de toda
la comunidad en el proceso del abandono de la MGF. A nivel nacional la estrategia
se centra en construir el entorno político que posibilite el cambio y en reforzar el
marco legislativo para garantizar los derechos humanos de las niñas y las mujeres. Las
estrategias a nivel regional e internacional se refieren a la difusión de las lecciones
aprendidas y al intercambio de experiencias en el área de la MGF a nivel global, así
como a la formación de redes y alianzas transnacionales en la lucha contra la MGF.

2.1. Logros a nivel nacional


Movilización social
El FGM Free Village Model surge como una iniciativa nacional, lo cual le
otorga una legitimidad particular para promover cambios sociales en el área de gé-
nero y desarrollo, y responder con autoridad al discurso culturalista que rechaza

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RESPUESTA NACIONAL A LA MUTILACIÓN GENITAL FEMENINA EN EGIPTO: EL PROYECTO «FGM FREE…

determinados principios de los derechos humanos etiquetándolos como una in-


fluencia externa, ajena a los supuestos valores de la cultura propia. La coordina-
ción del proyecto por el Consejo Nacional para la Infancia y Maternidad
(NCCM) ha sido fundamental para el proceso de cambio en materia de la MGF
y de los derechos de las niñas y las mujeres, sobre todo porque se trata de un or-
ganismo gubernamental que tiene competencia y capacidad para influir en las po-
líticas públicas y legislativas. El NCCM ha trabajado para reforzar el compromiso
de las y los líderes de la opinión pública y las instituciones estatales, y para invo-
lucrar de un modo participativo a la comunidad y a los grupos de jóvenes en el
proyecto. El FGM Free Village Model ha aprovechado el potencial de las jóvenes
generaciones y ha invertido en las personas más prometedoras de este grupo egip-
cio a través de su contratación como Voluntariado de las Naciones Unidas
(VNU). La apuesta por la juventud ha permitido crear un movimiento estudian-
til y de jóvenes para el abandono de la MGF con el fin de garantizar que las so-
ciedades futuras estén libres de la práctica. Los estudiantes universitarios de am-
bos sexos han demostrado tener un estatus de influencia en sus comunidades y ser
capaces de crear redes sociales activas para poner fin a la MGF en su entorno. Los
esfuerzos del VNU han tenido buenos resultados, aunque su trabajo no siempre
ha sido fácil debido a la presión social y a las numerosas críticas por parte de los
que se oponían al cambio. Las actividades desarrolladas por el VNU han apun-
tado al empoderamiento de los y las jóvenes para que puedan expresar y defender
una opinión crítica hacía la MGF públicamente e influir de una manera positiva
en sus familias y parientes. La iniciativa del voluntariado ha permitido desarrollar
numerosas actividades de sensibilización y de formación sobre la MGF en las es-
cuelas, en las universidades, en los medios de comunicación, en los campamen-
tos de verano para jóvenes y en las comunidades rurales. Una de las buenas prác-
ticas por ejemplo ha sido incorporar el mensaje anti-MGF en las Caravanas
Médicas organizadas por la Escuela de Medicina de la Universidad Ain Shams de
El Cairo en colaboración con el VNU de esta universidad. Las Caravanas Médi-
cas respondían a la necesidad de servicios médicos demandados por las comuni-
dades rurales, que han sido complementadas con informaciones pertinentes sobre
la MGF.

Estrategia integral en lo medios de comunicación


La estrategia nacional del FGM Free Village Model ha garantizado tomar me-
didas legislativas y políticas contra la MGF, abrir foros de debate público, así
como crear mensajes precisos y culturalmente sensibles sobre la MGF en los me-
dios de comunicación. El componente mediático ha sido especialmente impor-
tante en el proyecto. El uso de las nuevas tecnologías y de los medios de comuni-
cación ha tenido un papel fundamental a la hora de aumentar la conciencia y de
estimular debates públicos sobre la MGF, consiguiendo que se rompiese el tabú
social que existía en Egipto sobre el tema. Los primeros programas televisivos so-

419
EWA STRZELECKA, MARIHAM ISKANDER

bre la MGF se emitieron a la raíz de los acontecimientos vinculados a la Confe-


rencia sobre Población y Desarrollo en El Cairo en 1994, no obstante, la infor-
mación que transmitían era confusa y contradictoria, y no respondían al objetivo
de concienciar y sensibilizar al público sobre los efectos negativos de la MGF. El
objetivo del NCCM ha sido corregir este error y hacer uso del poder de los me-
dios de comunicación para aumentar, por un lado, la conciencia pública sobre la
MGF, y por otro, para incentivar el diálogo nacional sobre el tema como un
asunto concerniente a los derechos humanos de las niñas y las mujeres. El pro-
yecto empezó con varias campañas mediáticas sobre la MGF que incluían docu-
mentales, reportajes, debates y anuncios publicitarios vinculados al tema. Se pre-
tendía asegurar la cobertura de los medios de comunicación en los
acontecimientos que mostraban los avances del NCCM en el área de la MGF,
como por ejemplo la celebración de las declaraciones en las comunidades de in-
tervención que expresaban su conformidad con el abandono de la MGF. En la
fase inicial, las iniciativas de la estrategia mediática del proyecto se centraron en
romper el silencio que existía sobre la práctica, y en introducir un mensaje a fa-
vor del abandono de la MGF desde una perspectiva religiosa, cultural, médica o
legal. La debilidad de la estrategia estaba en que al principio las diversas iniciati-
vas no estuvieron coordinadas de manera integral y tampoco impactaron en otros
programas de los medios de comunicación, que seguían difundiendo mensajes
confusos y contradictorios sobre el tema. Ante esta situación el FGM Free Village
Model decidió reconsiderar su estrategia mediática y prestar más atención a la po-
lítica de los medios de comunicación en su totalidad para conseguir que fuera más
conforme a los objetivos del proyecto. En los años 2006-2007 el trabajo se enfocó
en examinar los principales retos de los medios de comunicación y su contenido
mediático referente a la MGF, así como en la elaboración de un mensaje de co-
municación integral y unificado que representara la visión del proyecto. Uno de
los obstáculos identificados por el NCCM que evitaba que muchos y muchas
profesionales de los medios de comunicación hablaran sobre el tema o que lo tra-
taran desde un enfoque de derechos humanos, se debía a la falta de conocimien-
tos. Por esto se organizaron cursos de formación para los medios de comunica-
ción, que incluyeron también talleres específicos para guionistas y diseñadores/as
con el fin de incentivar que en su trabajo artístico se pusiera más atención a la pro-
blemática de la MGF y a los derechos de la infancia y de las mujeres. Además se
preparó una guía para los medios de comunicación con la información, los re-
cursos y los estandartes de calidad y éticos para su trabajo profesional referente a
la MGF. La nueva estrategia de los medios de comunicación del proyecto se puso
a prueba en junio de 2007, cuando una niña de 12 años, Bedour Ahmed Shaker,
del pueblo de Maghagha en Menya, en el sur de Egipto, murió por un problema
relacionado con la MGF. Su muerte se dió a conocer gracias a una periodista que
estaba en contacto con el NCCM y que publicó un reportaje sobre esta tragedia
en un periódico independiente: «Al Masry Al Youm». El artículo despertó un de-
bate nacional seguido por una campaña mediática en contra de la MGF. El asunto
fue comentado en la televisión, en la radio, en prensa y en internet. Cabe desta-

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RESPUESTA NACIONAL A LA MUTILACIÓN GENITAL FEMENINA EN EGIPTO: EL PROYECTO «FGM FREE…

car que las actividades de FGM Free Village Model y su lucha por el abandono de
la MGF han encontrado un eco positivo en páginas web musulmanas tan impor-
tantes como el Islam on Line. El NCCM ha lanzado también una campaña pu-
blicitaria de concienciación sobre la MGF emitida tanto en los medios de comu-
nicación, como en carteles para la calle y en las pantallas de televisión de las
estaciones del metro cairota. La información sobre la MGF ha sido difundida a
través de distintas publicaciones del NCCM: guías, manuales, material didáctico,
boletines y folletos del proyecto. El NCCM ha abierto también un número de te-
léfono gratuito, 16 000, accesible 24 horas todos los días, al que se puede llamar
en casos de emergencia vinculados a la MGF y para conseguir información acerca
de la práctica.
La trágica muerte de Bedour Ahmed Shaker marcó un momento crucial no
sólo para la estrategia integral contra la MGF que el NCCM había puesto en mar-
cha en los medios de comunicación, sino también para el avance decisivo que se
pudo dar en el ámbito político y legislativo para la prohibición de la MGF en
Egipto. En junio de 2007, en la Tercera Conferencia Regional sobre la Violencia
contra Niños y Niñas, Susan Mubarak, la primera dama y presidenta del Comité
Consultivo del NCCM, anunció una campaña nacional contra la MGF «El Prin-
cipio del Fin». El NCCM protagonizó la campaña y los acontecimientos que si-
guieron a la muerte de Bedour Shaker, y que demostraron la eficacia de la estruc-
tura y de la coordinación del proyecto FGM Free Village Model, y su capacidad
para movilizar de manera inmediata recursos humanos y materiales, de docu-
mentos relevantes, de medios de comunicación y de otros tipos de redes para dar
una respuesta eficaz en contra de la MGF. Fue el momento oportuno para ejercer
una presión política y social, y para avanzar en los compromisos para la elimina-
ción de la MGF por parte del gobierno y de la sociedad civil egipcia. Lo más im-
portante fue poner fin a la medicalización de la práctica, establecer una legislación
eficaz en contra de la MGF y aprovechar el discurso religioso para legitimar un
cambio social y reforzar los derechos de la infancia y de las mujeres.

El impacto del discurso religioso en contra de la MGF


La religión juega un rol decisivo en la sociedad egipcia, por lo que el apoyo
de los lideres religiosos ha sido especialmente relevante en la lucha contra la MGF.
Los datos de DHS de 2005 muestran que un 61% de las mujeres egipcias creían
que la MGF era un requerimiento religioso (El Zanaty y Way, 2006:216). La
confusión viene de los discursos conservadores y fundamentalistas que utilizan la
autoridad divina para legitimar prácticas tradicionales nocivas para las mujeres. El
NCCM en su táctica religiosa y cultural ha tratado de utilizar dos estrategias para
poder avanzar en la lucha contra la MGF. La primera consiste en desvincular lo
sagrado de lo cultural para poder demandar el cambio Según este enfoque, todas
las culturas tienen una parte que proviene de las religiones, pero es importante no
confundir los principios religiosos con las tradiciones y las convicciones sociales,

421
EWA STRZELECKA, MARIHAM ISKANDER

porque la confusión entre la religión y la cultura contribuye a la perpetuación de


la MGF. Se propone analizar de manera crítica aquellas tradiciones que contradi-
cen la igualdad de género y reflexionar sobre la comprensión de los principios re-
ligiosos desde su condicionamiento cultural. Ser creativo con la propia cultura
permite influir en los procesos de cambio y garantizar que la MGF no sea sacra-
lizada, sino que sea reconocida como una forma de violencia cultural y de los de-
rechos humanos que debe ser eliminada. La segunda estrategia del NCCM se ha
centrado en el desarrollo de un discurso de tipo religioso en competencia con las
voces conservadores que utilizan la religión para legitimar la MGF. Con este fin
se han buscado argumentos teológicos para legitimar una reinterpretación de los
principios religiosos desde un espíritu liberal y más igualitario respecto a las rela-
ciones de género.
La religión oficial en Egipto es el Islam, practicado casi por el 90% de la po-
blación. La minoría más importante es la comunidad copta que constituye alre-
dedor de 10% de la población y se divide entre coptos ortodoxos y coptos católi-
cos. La MGF se practica por ambas comunidades, la musulmana y la copta, por
lo que el FGM Free Village Model ha tenido en cuenta las dimensiones de ambas
religiones. La MGF, como la circuncisión masculina, no tienen bases ni trascen-
dencia religiosa en el cristianismo, no obstante la desaprobación a la MGF por la
Iglesia Copta no siempre era conocida en las comunidades. El trabajo del FGM
Free Village Model ha contribuido a que los líderes de la religión copta tomen una
postura activa en la difusión de los mensajes contra la MGF a nivel nacional y co-
munitario, y que se involucren en acciones concretas que conduzcan al abandono
de la práctica. En 2003 en el Congreso sobre las Herramientas Legales para la Pre-
vención de la MGF organizado por el NCCM, el obispo Moussa, representando
al Papa Shenouda III (Papa de Alejandría y Patriarca de la Iglesia Copta), ha
puesto de manifiesto que la MGF debe abandonarse y que no tiene nada que ver
con la religión cristiana ni con sus principios morales, y que se trata de una prác-
tica nociva para la salud física y psicológica de las mujeres, que perjudica su vida
marital y familiar (Moussa, 2003:24-26). La Iglesia copta aclara que la MGF no
es mencionada en la Biblia ni en los textos hebreos y griegos, y que su asociación
con la castidad, la virginidad y la pureza de las mujeres es errónea. Según el
obispo, la pureza nunca procede del cuerpo sino del espíritu y de la fuerza de vo-
luntad; la pureza y la virtud están en los corazones de las personas y no en prácti-
cas prejudiciales como la MGF (Moussa, 2003:24-26).
La cuestión de la MGF en el Islam ha sido más complicada. El debate reli-
gioso sobre este tema ha sido muy intenso en Egipto, debido a los mensajes con-
tradictorios que se han lanzado a lo largo de la historia por las autoridades mu-
sulmanas. La polémica giraba en torno a los cinco «hadices», escrituras que
recogen los hechos y dichos del Profeta, que hacen referencias a la MGF. Quienes
defienden la MGF hacen uso de estos «hadices» para apoyar su opinión, y los que
desaprueban la práctica explican que se trata de unos «hadices» falsos, cuya cadena
transmisora es de poca credibilidad y autoridad, y que no hay bases para defender
la MGF en el Corán y que además se evidencia que el Profeta Mohamed no so-

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RESPUESTA NACIONAL A LA MUTILACIÓN GENITAL FEMENINA EN EGIPTO: EL PROYECTO «FGM FREE…

metió a sus hijas a la MGF. Uno de los hadices polémicos en cuestión, habla de
la circuncisión masculina como sunnah, es decir una tradición del Profeta que
se debe seguir, mientras que la ablación femenina se concibe como makrumah,
un acto de mérito o una actuación noble. Otro «hadiz» permite la realización de
la MGF, pero advierte que el corte no debe ser demasiado profundo ni extenso.
En Egipto, como en otros países musulmanes, cuando no hay claridad respecto
a los principios religiosos a seguir, se acude a la fatua, un pronunciamiento le-
gal emitido por un especialista en derecho islámico. La dificultad aparece
cuando las fatuas se contradicen, como es en el caso de las fatuas concernientes
a la MGF emitidas por la Comisión Egipcia de Fatua (Aldeeb Abu-Sahlieh,
2006:59). Por ejemplo, la fatua del 28 de mayo de 1949 de Hussain Moham-
med Makhlouf dice que la MGF no es una obligación religiosa y que su aban-
dono no es un pecado. La fatua del 23 de junio de 1951 considera que la MGF
es deseable porque permite frenar la naturaleza, es decir el deseo sexual de las
mujeres. La fatua del 29 de enero de 1981 de Jad Al-Haq aconseja que los pa-
dres deben seguir las enseñanzas del Profeta y someter a sus hijas a la MGF, ya
que se trata de una obligación.
La confusión en el Islam respecto a la MGF ha supuesto un desafío para el
objetivo de poner fin a la práctica. El mensaje claro y unificado sobre la desapro-
bación islámica de la MGF ha sido fundamental para poder avanzar en el proceso
del abandono de la práctica. En 2005 el NCCM publicó un folleto sobre «La
MGF desde la perspectiva del islam», cuyo autor: Mohamed Selim Al-Arwaa, Se-
cretario General de la Federación Internacional de Eruditos Musulmanes, criticó
las interpretaciones religiosas a favor de la MGF y ofreció argumentos teológicos
sólidos para desautorizar la práctica (Al-Arwaa, 2005). El estudio evidencia la de-
bilidad de los «hadices» que hablan sobre la MGF y cuestiona los orígenes reli-
giosos de la práctica, sobre todo porque en los países de la cuna del Islam como
Arabia Saudí no se realiza la MGF. Los argumentos más importantes que confir-
man que el Islam desaprueba la práctica son los siguientes: la MGF supone una
alteración de la creación de Dios que la religión musulmana prohíbe, además no
está permitido hacerse daño a sí mismo ni a los demás, y el Islam otorga a las mu-
jeres el derecho al goce y a la satisfacción sexual en su vida matrimonial, lo que se
contradice con las funciones de la MGF. Del libro del doctor Al-Arwaa se han edi-
tado 50.000 ejemplares y han sido distribuidos por todo el país. Los resultados de
la investigación se han difundido en cursos de sensibilización, y para incentivar a
los líderes musulmanes y a las predicadoras del Islam en la toma de una postura
activa en la defensa del abandono de la MGF.
En noviembre de 2006 se dió un giro en la actitud y en la consolidación del
apoyo hacia el abandono de la MGF por parte de las instituciones religiosas más
importantes del Islam en Egipto. El giro lo marcó la Conferencia Internacional
sobre la Prevención de las Prácticas Nocivas para el Cuerpo Femenino organizada
por Dar al Ifta en colaboración con Al-Azhar, instituciones de máxima autoridad
religiosa en Egipto, y la ONG alemana-islámica Target. La conferencia recogió la
participación de las autoridades supremas del islam, como el Gran Mufti de

423
EWA STRZELECKA, MARIHAM ISKANDER

Egipto – Ali Gomaa, el Sheik de Al Azhar – Mohammed Sayed Tantawi, el Mi-


nistro de Awqaf (Ministerio de Donaciones Religiosas) – Mohammed Hamdi
Zaqzuq, y pensadores destacados del islam, como Youseef El Qaradawy, Presi-
dente de la Liga Mundial de Eruditos Musulmanes. En la conferencia fue invitada
también Moushira Khattab, Secretaria General del NCCM, que presentó una in-
tervención sobre la MGF desde la perspectiva de los derechos humanos de las ni-
ñas. Cabe destacar que el evento atrajo el interés de los medios de comunicación
que difundieron ampliamente los resultados de los debates. La importancia del
evento se debió a que las autoridades del islam más preeminentes de Egipto se
pronunciaron por primera vez conjuntamente en contra de la MGF y tomaron
una postura activa pidiendo que se prohibiera la práctica y que se estableciera una
legislación que la penalizara. En las conclusiones de la conferencia se afirmó que
la MGF no sólo no es una práctica requerida por la religión musulmana, sino que
desde el enfoque islámico se concibe como un acto de violencia contra las niñas
que el Islam desaprueba. El avance definitivo en el discurso islámico en contra de
la MGF se dió en el verano de 2007, tras la muerte de Bedour Shaker, cuando Ali
Gomaa, Gran Mufti de Egipto, emitió una fatua en la que declaró que la MGF
está prohibida en el islam. Este pronunciamiento basado en el derecho islámico
dió legitimidad religiosa al abandono de la práctica y ha permitido destacar de
nuevo que la MGF está en contradicción con los principios del Islam.

La lucha en contra de la medicalización de la práctica


Los estudios sobre la MGF realizados en Egipto han demostrado que el tra-
bajo desde un único enfoque que ignore otras perspectivas no sólo no obtiene re-
sultados satisfactorios desde el punto de vista de la sostenibilidad, sino que puede
influir negativamente en los esfuerzos para la eliminación de la práctica. Este fue
el caso de las campañas contra la MGF que se dieron en Egipto en los años no-
venta y que se centraban sobre todo en los aspectos médicos de la práctica. El lado
positivo de estas intervenciones fue el de aumentar la concienciación pública so-
bre los riesgos que implica la MGF para la salud de las niñas y las mujeres. Sin
embargo, el énfasis excesivo en las consecuencias para la salud sin tomar en cuenta
el contexto de los derechos humanos y de la igualdad de género contribuyó a la
medicalización de la práctica, y no a su desaparición. Las madres y los padres pre-
ferían optar por la MGF realizada por personal médico en condiciones higiénicas
en las que se pudiera minimizar el dolor y evitar los riesgos para la salud. Los da-
tos de DHS de 1995 muestran que el 80% de las MGF en Egipto se llevaban a
cabo por las dayas, comadronas tradicionales, y por los barberos, y sólo un 17%
por personal médico y sanitario (El Zenaty et at.,1996:176). En 2005 se observó
una tendencia inversa en el grupo de niñas de 0-17 años: un 75% de las opera-
ciones se realizaron por personal médico y sanitario, y sólo un 23% –por las da-
yas y los barberos (El Zanaty y Way, 2006:215). La muerte de Bedour Ahmed
Shaker de 2007 fue emblemática en este proceso, ya que estuvo causada por una

424
RESPUESTA NACIONAL A LA MUTILACIÓN GENITAL FEMENINA EN EGIPTO: EL PROYECTO «FGM FREE…

intervención médica en una clínica privada, lugares en los que las operaciones de
este tipo se realizaban diariamente por unas 50 libras egipcias (6 euros). La muerte
de la niña estuvo provocada por la mala aplicación de la anestesia. La tragedia se
repitió en agosto de 2007 cuando otra niña –Karima Rahim Masoud, de 13 años,
del pueblo de Gharbiya en el Delta del Nilo–, murió debido a la MGF realizada
también por un médico.
El fenómeno de la medicalización de la práctica en Egipto se debió a fac-
tores socio-culturales y legales que crearon un entorno propicio. Los decretos de
los ministros de salud emitidos en los años 1994-1996 no prohibían realizar la
MGF al personal médico cualificado. La MGF se convirtió en una fuente de in-
gresos, y también estaba apoyada por el personal médico debido a la presión so-
cial y por razones culturales, ya que el conocimiento médico sobre el tema se
basaba con frecuencia en estereotipos y prejuicios sociales. En Egipto la MGF
era ignorada en el temario de los estudios médicos, y la asignatura sobre la se-
xualidad o la sexología no existía ni siguiera en las facultades de medicina (Al
Sadawi, 1991:59-70). El NCCM ha trabajado con el Ministerio de Salud para
corregir esta carencia en el currículum académico. El FGM Free Village Model
ha organizado también una serie de actividades dirigidas al personal médico y
sanitario, al profesorado y al alumnado de las facultades de medicina. El obje-
tivo era la formación y la sensibilización en la MGF, ofreciendo una informa-
ción multidisciplinar y un reparto de material publicitario sobre en el tema. Se
ha prestado una atención especial al desarrollo de las capacidades del personal
médico en la defensa del abandono de la MGF en las comunidades y entre sus
pacientes. Una de las buenas prácticas ha sido apoyar la creación de un «Movi-
miento Cívico del Personal Médico en Contra de la MGF» y la redacción de
una declaración, en el que se define la MGF como una práctica nociva para la
salud que viola el código ético de la medicina y que interfiere en los derechos
de las niñas y las mujeres a la integridad física y a los derechos sexuales y repro-
ductivos. La idea era la de incentivar declaraciones públicas del personal médico
en contra de la MGF, que consistirían en actos públicos durante los cuales se
firmaría un documento de desaprobación de la MGF que comprometería a las
personas que lo firmen a no realizar la práctica nunca más. En los esfuerzos para
terminar con la medicalización de la MGF en Egipto, el NCCM ha mantenido
desde el principio del proyecto un diálogo con el Ministerio de Salud y Pobla-
ción respecto a la necesidad de un nuevo decreto ministerial que prohibiera de-
finitivamente la MGF tanto al personal no cualificado como al cuerpo médico.
Sin embargo, no fue hasta la muerte de Bedour Ahmed Shaker en junio de
2007 que el actual ministro de salud, Hatem el Gabali, tomó la decisión de
emitir dicho decreto. El nuevo decreto número 271 elimina las lagunas legisla-
tivas de los decretos anteriores y prohíbe la MGF a todas la personas y en todos
los lugares. El médico o la médica que no cumpla con la disposición del nuevo
decreto ministerial puede ser sometida a una investigación profesional del Sin-
dicato de Médicos Egipcios que podría llevar a la prohibición de su práctica mé-
dica hasta por un periodo de cinco años, y también al cierre de la clínica donde

425
EWA STRZELECKA, MARIHAM ISKANDER

se realice la MGF. El decreto 271 fue un gran avance para la estrategia jurídica
del NCCM de reforzar el marco normativo contra la MGF en Egipto, no obs-
tante la prohibición no tenía alcance ni podía ejecutarse como ley.

Legislación: hacia la penalización de la MGF


El compromiso del NCCM era asegurar una legislación que protegiera los
derechos de la infancia en general, y que prohibiera la MGF en particular. En
junio de 2007, en la Tercera Conferencia Regional sobre la Violencia contra Ni-
ños y Niñas, Susan Mubarak anunció el plan de reforma de la Ley del Menor,
en el que estaba previsto la penalización de la MGF. Cuatro años antes, en ju-
nio de 2003, bajo los auspicios de la Primera Dama, el NCCM organizó en El
Cairo el encuentro «Consulta de Expertos Afro-Árabes sobre las Herramientas
Legales para la Prevención de la Mutilación Genital Femenina», en el que par-
ticiparon representantes de veintiocho Estados africanos y árabes afectados por
la práctica. El evento sirvió para definir el contenido legal y las estrategias con
el fin de disponer de un marco legislativo eficaz contra la MGF. El encuentro
culminó con la Declaración de El Cairo para la Eliminación de la MGF, un do-
cumento que contiene diecisiete recomendaciones que se piden a los gobiernos
y a las ONG para que trabajen juntos para incentivar el cambio social y adop-
tar una legislación eficaz contra la MGF. Durante el congreso, Aziza Hussein,
presidenta de la Asociación Egipcia para la Prevención de las Prácticas Perjudi-
ciales (ESPHP), presentó una ponencia sobre los instrumentos legales de pre-
vención de la MGF en Egipto, que argumentaba que la legislación penal
existente en Egipto podría ser aplicable en los casos de la MGF (Hussein, 2003:
49-50). Los artículos 241 y 242 del Código Penal egipcio consideran delito
causar de manera intencional daños y lesiones a la integridad física de una per-
sona, sólo el personal médico cualificado está autorizado a realizar operaciones
sobre el cuerpo humano si se trata de una enfermedad o alguna indisposición fí-
sica que lo requiera. Según la interpretación de la ley, la prohibición y la pena-
lización podría aplicarse a la MGF, ya que los órganos sexuales femeninos son
parte sana del cuerpo humano, y al no existir enfermedad ni órgano que cause
dolor no hay necesidad de intervención médica. A pesar de la existencia de este
posible recurso legal, la prohibición del Código Penal ha sido insuficiente en la
prevención de la MGF e ineficiente para la penalización de la práctica, ya que
en la consideración social, incluso entre las y los profesiones del derecho, la
práctica se consideraba legalmente permitida.
En 2006 el NCCM organizó cursos de formación sobre la MGF para jue-
ces, y como resultado se presentaron una serie de recomendaciones desarrolla-
das por un grupo selecto de jueces que fueron sometidas formalmente al De-
partamento de Derechos Humanos del Ministerio de Justicia. Una de las
recomendaciones concernía a la revisión de la Ley del Menor de 1996 para in-
cluir enmiendas respecto a las cuestiones de violencia sobre las niñas y los niños.

426
RESPUESTA NACIONAL A LA MUTILACIÓN GENITAL FEMENINA EN EGIPTO: EL PROYECTO «FGM FREE…

El avance en el área de la MGF se ha destacado en el artículo que proponía la


penalización de la práctica. La propuesta de la reforma de la ley estuvo acom-
pañada de actividades del cabildeo por parte del NCCM y las ONG que se su-
maron a la campaña de penalización de la MGF. En marzo de 2008 el presi-
dente Hosni Mubarak firmó las enmiendas definitivas a la Ley del Menor,
aunque ésta todavía no había pasado por el debate parlamentario. El artículo re-
ferente a la MGF establecía una pena entre 3 meses y 2 años, y una multa en-
tre 1000 y 5000 libras (unos 120-600 euros) para aquella persona que realice o
tenga intención de realizar la MGF. En mayo de 2008 la ley fue aprobada por
la Shura Council, Consejo Consultivo, es decir la cámara alta del parlamento
egipcio, no obstante dicha aprobación no era suficiente debido a que el poder
legislativo de la Shura Council es limitado y la última palabra pertenece a la
Asamblea del Pueblo. Es decir, la cámara baja del parlamento egipcio, es la que
toma las decisiones definitivas incluso si existen discrepancias de opinión entre
ambas cámaras. La aprobación de la ley en la cámara baja del parlamento era
bastante incierta, ya que desde el principio muchas de las enmiendas a la Ley
del Menor habían sido criticadas, sobre todo por los partidos islamistas y na-
cionalistas. Los diputados de los Hermanos Musulmanes, con un 20% de los es-
caños parlamentarios, argumentaban que la penalización de la MGF es inacep-
table porque contradice la tradición y la cultura egipcia, va en contra de los
principios islámicos, y además es impuesta por una agenda occidental que ejerce
presión sobre el NCCM y el gobierno. A pesar de una fuerte oposición en la
Asamblea del Pueblo, la reforma de la Ley logró suficientes votos para ser apro-
bada el 7 de junio de 2008, con lo cual la MGF ha quedado reconocida como
un acto de violencia sujeto al procedimiento penal. Es un instrumento legisla-
tivo sin precedentes en el mundo árabe, pero su aplicación no va a ser fácil de-
bido a los factores socio-culturales que perpetúan la MGF y que hacen que sea
difícil que alguien se decida denunciar la práctica, sobre todo porque hay una
cierta desconfianza respecto a las instituciones del sistema policial y jurídico en
Egipto. Otra dificultad viene de la brecha que existe entre la ley y su aplicación,
y de la falta de conciencia en la sociedad egipcia sobre las leyes en general y su
implicación social en particular (Hussein, 2003:50; Abdel Tawab, entrevista
20.05.2008). A pesar de estas dificultades, la aprobación de la penalización de
la MGF y otras enmiendas a la Ley del Menor se consideran un avance suma-
mente importante en la lucha contra la MGF y es indicativo de los cambios so-
ciales producidos en materia de los derechos de la infancia y las mujeres en
Egipto. La importancia de la penalización de la MGF se sitúa tanto en lo real
como en lo simbólico, ya que rompe con un tabú social y cultural respecto a la
práctica, pasando de estar considerada como una situación social inmodificable
a considerarla como una situación que es inaceptable y que ha de cambiarse. Es
importante destacar que la penalización de la práctica en Egipto va acompañada
de cambios sociales que se están produciendo a nivel local y comunitario, y que
son reforzados por el trabajo de las ONG, el apoyo de las y los líderes de la opi-
nión pública, los grupos de jóvenes y los medios de comunicación.

427
EWA STRZELECKA, MARIHAM ISKANDER

2.2. Logros a nivel local


El FGM Free Village Model ha demostrado tener un impacto significativo a
nivel local. La información sobre la MGF transmitida en los medios de comuni-
cación y a través de las campañas publicitarias patrocinadas por el NCCM, sobre
todo a través de la televisión, se ha conocido en todo Egipto. Sin embargo, como
muestra el estudio de evaluación del proyecto, el impacto ha sido considerable-
mente mayor en las comunidades sometidas a la intervención directa de la estra-
tegia del NCCM a nivel local (Barsoum et at., 2008). Mientras que un 78% de
las mujeres beneficiarias de la estrategia del desarrollo participativo del proyecto
admite que la MGF tiene efectos negativos para la salud, sólo un 30% de las mu-
jeres del grupo de control ha retenido la misma información de otras fuentes.
Además la probabilidad de que las mujeres del grupo de intervención sometan a
sus hijas a la MGF es seis veces menor en comparación con las mujeres proce-
dentes de comunidades no incluidas en el proyecto. Un 81% de las mujeres del
grupo de intervención reconoce que gracias a la información sobre la MGF han
reevaluado la práctica, mientras que en el grupo de control sólo un 17% de las
mujeres responde lo mismo. Un 27% de las mujeres del grupo de intervención
frente a un 77% de las mujeres del grupo de control admiten que la MGF debe
seguir practicándose. Respecto a las ideas erróneas sobre la MGF, un 25% de las
mujeres del grupo de intervención frente a un 59% de las mujeres del grupo de
control cree que la MGF es una práctica religiosa.
El proyecto de FGM Free Village Model empezó en 2003 en 60 poblados en
el sur de Egipto, para posteriormente extender su intervención a 120 pueblos
tanto en el Alto como en el Bajo Egipto. La elección de la comunidad de inter-
vención dependía de varios criterios, entre los cuales estaba la presencia de alguna
ONG activa y de credibilidad que hubiera coordinado previamente algún pro-
yecto de desarrollo en el pueblo. Actualmente hay veinte ONG focales, dos por
cada provincia, elegidas como socias del proyecto. Cada ONG es responsable de
5 hasta 8 pueblos en la intervención. El NCCM coordina el proyecto a nivel de
la estrategia local trabajando directamente con las ONG focales y con los grupos
de jóvenes del Voluntariado de las Naciones Unidas. El NCCM se ocupa de re-
forzar la capacidad de las ONG para transversalizar el enfoque de género y en la
defensa del abandono de la MGF. La intervención se basa en una perspectiva de
desarrollo integral que incluye tanto la provisión de servicios que la comunidad
identifica como necesidades, como el refuerzo de las capacidades y del empode-
ramiento de la comunidad para influir en la dirección del cambio social. Los in-
centivos sociales consisten en pequeños proyectos económicos para hombres y
mujeres, la provisión de servicios médicos, clases de alfabetización y capacitación
para las mujeres, bibliotecas públicas, clubes femeninos, guarderías, centros de or-
denadores, así como la creación de espacios de encuentro y la organización de ac-
tividades de entrenamiento con fines educativos, como por ejemplo competicio-
nes deportivas para jóvenes de ambos sexos, o las obras de teatro que giran en
torno a la problemática de la MGF. El modelo de desarrollo que se aplica en el

428
RESPUESTA NACIONAL A LA MUTILACIÓN GENITAL FEMENINA EN EGIPTO: EL PROYECTO «FGM FREE…

proyecto se basa en el enfoque de derechos humanos y capacidades e incluye el


empoderamiento de las mujeres y la participación de la comunidad. La cuestión
de la MGF se tiene en cuenta como una parte de la perspectiva de género y desa-
rrollo, y en su interacción con otros derechos humanos de las mujeres, como el ac-
ceso a la educación y la prevención de los matrimonios precoces. El objetivo del
proyecto es eliminar la presión social respecto a la MGF y crear un entorno social
que apoye el cambio. El abandono de la MGF requiere una «masa crítica» de la
población favorable al cambio, es decir, un número significativo de individuos
que estén dispuestos a abandonar la práctica y a trabajar conjuntamente para que
los demás hagan lo mismo (Lewnes, 2005:21). Gracias a la «masa crítica» se pre-
tende reducir el estigma social y el deshonor por no continuar la tradición. El pro-
yecto tiene en cuenta las características especificas de cada comunidad y sus per-
cepciones sobre la MGF y las relaciones de género, con el fin de identificar los
puntos de entrada y las actividades necesarias para romper con el silencio que
existe en torno a la práctica. Especial interés, se presta al trabajo con las personas
de influencia en el pueblo, como el alcalde o los líderes religiosos, para poder
contar con su apoyo en el proceso de abandono de la práctica. El enfoque inno-
vador del proyecto FGM Free Viilage Model consiste en dirigirse a la comunidad
en su totalidad, en vez de trabajar con las familias por separado o sólo con un
grupo en particular. La intervención incluye todos los sectores sociales, como las
niñas, personal médico, comadronas, maestros y maestras, líderes comunitarios y
religiosos, profesionales de medios de comunicación, padres y madres y otros
miembros de la familia. Las actividades del proyecto permiten abrir el debate so-
bre la MGF y crear un ambiente de diálogo, de apoyo, de iniciativa y de interac-
ción dentro de la comunidad para lograr una concienciación mayor sobre el tema
y para que la gente pueda tomar la decisión respecto a la práctica en base al co-
nocimiento y a la libertad, y no por la presión social que obliga las personas a con-
tinuar con una práctica para no sufrir la exclusión y el estigma social.
Las experiencias más exitosas del proyecto son las que han logrado la partici-
pación de la comunidad en el proceso de definición de problemas y soluciones, y
sobre todo las que han involucrado a las mujeres y han otorgado un rol impor-
tante a los y las líderes de la comunidad en las actividades de intervención. Ha
sido primordial introducir la cuestión de la MGF de un modo culturalmente sen-
sible para que la comunidad no se sintiese coaccionada o juzgada. El proceso ha
consistido en empoderar a la comunidad para que sea capaz de tomar la decisión
de abandonar la práctica y hacer su elección pública. La función de la declaración
pública es la de dar a conocer la voluntad de las autoridades del pueblo, de traba-
jar para poner el fin a la MGF y ayudar a superar la presión social que existe en
torno a la práctica. Hasta ahora hay nueve comunidades del proyecto que han fir-
mado la declaración de abandono de la MGF10. La firma del documento no su-

10 Las declaraciones han sido firmadas por las siguientes pueblos: Benben, El-A`qab y Ghaiba en la pro-
vincia de Aswan, El Ghazir y Abou Qorqas en la provincia de Menya, Kom Ghareib en Sohag, Manshier Nas-
ser en Cairo y Beni Khalili en la provincia de Beni Suef.

429
EWA STRZELECKA, MARIHAM ISKANDER

pone que la intervención se haya terminado, sino todo lo contrario, pues abre una
nueva etapa del proyecto que permite promocionar sus objetivos y crear un am-
biente favorable para que la gente pueda tomar la decisión de abandonar la MGF
sin temor a los perjuicios sociales que puedan sufrir. La declaración es un mo-
mento crucial en el que la comunidad deja de recibir pasivamente la información
y toma una postura activa en el proceso de cambio. La declaración es un aconte-
cimiento importante en la vida social; es un acto público en el que participan la
secretaria del NCCM, líderes del pueblo, líderes religiosos, líderes de las mujeres,
representantes de las ONG y de los Organismos Internacionales, jóvenes y otros
miembros de la comunidad. El carácter festivo del evento, la participación de las
autoridades públicas conocidas y la presencia de los medios de comunicación
hace que la declaración se perciba como un acto histórico y de gran relevancia en
la localidad, que hace que la comunidad se sienta orgullosa de firmar el docu-
mento. La celebración atrae la curiosidad de los pueblos vecinos, que vienen a
participar en el evento y probablemente por primera vez se ven expuestos a los
mensajes en contra de la MGF. El evento rompe con el tabú social que predomina
sobre el tema y reafirma que la MGF no es un asunto privado de la familia y de
las mujeres, sino que es un acto de violencia de género que debe ser tomado en
consideración y denunciado públicamente.
La primera declaración pública contra la MGF vinculada a la intervención de
FGM Free Village Model tuvo lugar el 22 de junio de 2005 en la comunidad de
Benban, en la provincia de Aswan. El documento lo firmaron 25 líderes de Ben-
ban, y más de 200 habitantes del pueblo (Salah Al-Din, 2006:20). Fue una de las
experiencias más exitosas del FGM Free Village Model, que ilustra el proceso de
cambio social basado en las renegociaciones de las relaciones de género. La fami-
lia extensa es la que prevalece en la estructura social de Benban, y representa el
tipo de relaciones sociales que Deniz Kandiyoti (1988) clasifica como el patriar-
cado clásico de los países árabe-musulmanes. El sistema patriarcal en la definición
de esta autora (1988) es un sistema cultural e histórico, variable en el tiempo y el
espacio, y susceptible al cambio, donde los hombres y las mujeres resisten, aco-
modan, adaptan y renegocian sus recursos, derechos y responsabilidades. Las li-
mitaciones del sistema se suscriben a lo que Deniz Kandiyoti identifica como
«patriarcal bargains», el contrato patriarcal. El análisis sistemático de las estrategias
de resistencia de las mujeres y los mecanismos de reproducción de género pueden
ayudar a captar la naturaleza del sistema patriarcal en su realidad concreta, y per-
mite conocer los procesos del cambio social y las renegociaciones de género que
se producen como efecto de la intervención al desarrollo. El sistema del patriar-
cado clásico de la familia extensa de los países musulmanes se basa en una estra-
tificación jerárquica que otorga al padre la autoridad y la influencia sobre todos
los miembros de la familia. El poder de las mujeres deriva de la naturaleza cíclica
de su vida, y de su estatus como madres, esposas y sobre todo como suegras. En
otras palabras, las mujeres acceden al poder con la edad y gracias a un buen cum-
plimento de su rol de género. Su poder, su seguridad y su protección económica
dependen de los hijos varones y de su casamiento con una mujer joven cuyo tra-

430
RESPUESTA NACIONAL A LA MUTILACIÓN GENITAL FEMENINA EN EGIPTO: EL PROYECTO «FGM FREE…

bajo y capacidad reproductiva serán absorbidos por la familia del marido, te-
niendo en cuenta que se trata de un sistema patrilocal y patrilineal donde la filia-
ción del parentesco y el patrón de la residencia se organiza siguiendo la línea mas-
culina. La fluctuación cíclica de la posición de poder de las mujeres y de su estatus
de consideración y de prestigio explica el rol femenino, sobre todo de las mujeres
mayores, en la transmisión y en la reproducción de este sistema de opresión.
Las mujeres mayores de Benban fueron uno de los grupos más difíciles de
convencer para unirse al proyecto de FGM Free Village Model y apoyar su pro-
puesta de poner fin a la MGF. Otro grupo difícil de acceder fueron los hombres
de diferentes edades, así como el personal médico que realizaba las operaciones de
MGF en el pueblo. Entre otros desafíos del proyecto estaba la identificación y la
deconstrucción de los estereotipos socio-culturales sobre la práctica, y el enfren-
tamiento a las acusaciones de una supuesta conspiración de Occidente para im-
poner unos valores extranjeros frente a la perdida de las tradiciones locales de la
cultura egipcia. Para defenderse de las acusaciones el proyecto enfatizaba sus orí-
genes como iniciativa nacional detrás de la cual estaba el NCCM. De gran ayuda
fue también que la ONG responsable del proyecto en Benban, la Asociación
Egipcia para Iniciativas del Desarrollo Comunitario (EACID), era conocida en el
pueblo con anterioridad por sus proyectos socio-económicos en la zona. La coor-
dinadora del FGM Free Village Model en Benban, representante de EACID, go-
zaba de la confianza y del respeto en la comunidad, lo que facilitó el desarrollo del
proyecto y permitió dar credibilidad a los mensajes anti-MGF (El Moshneb,
2006:71). El punto de entrada consistía en identificar a las personas claves del
pueblo dispuestas a romper con el silencio que predominaba en torno a la prác-
tica. Se formó un Comité de autoridades de la comunidad compuesto por los lí-
deres religiosos, el Consejo local del pueblo y los trabajadores y las trabajadoras
sociales, basado en una alianza para trabajar conjuntamente en contra de la MGF
(El Moshneb, 2006:72). Se creó también un grupo de rai´idat, líderes de las mu-
jeres, que fueron capacitadas en la MGF para divulgar la información pertinente
en torno al tema. Las rai´idat estaban escolarizadas y casi todas tenían entre 20 y
30 años, y fueron escogidas para trabajar en coordinación con la responsable del
proyecto (El Moshneb, 2006:79). El trabajo de las líderes consistía en visitas a do-
micilio y en charlas con hombres y con mujeres de diferentes edades sobre la
MGF. Las visitas a las casas se realizaban en algunos casos de personas particular-
mente conservadoras respecto a la MGF o cuando las personas no habían podido
participar en los seminarios de sensibilización organizados por la EACID. Las vi-
sitas a domicilio fueron especialmente importantes para hablar y convencer a las
mujeres mayores, que gozaban de una influencia particular respecto a la repro-
ducción de la práctica. El trato personalizado y el hecho de que las rai´idat y la co-
ordinadora del proyecto fueran del sexo femenino animaban a otras mujeres a
preguntar sobre cuestiones de la MGF vinculadas a la sexualidad y a la salud re-
productiva. Las mujeres estaban interesadas en la información médica en contra
de la práctica, mientras que para los hombres lo más convincente era el enfoque
religioso (El Moshneb, 2006:77). Cabe destacar que la implicación en el pro-

431
EWA STRZELECKA, MARIHAM ISKANDER

yecto del sacerdote de la Iglesia Copta y del Sheik de la comunidad musulmana


contribuyeron positivamente al declive de la práctica en el pueblo. Ambos líderes
religiosos estaban convencidos con anterioridad al proyecto de que la MGF era
una práctica nociva y que no tenía ninguna base religiosa, no obstante hablar so-
bre este tema en público era una cuestión más difícil. El FGM Free Village Model
les ayudó para tomar la iniciativa y difundir abiertamente sus opiniones en con-
tra de la MGF. La actitud de los líderes del Islam y de la religión copta se convir-
tió en un ejemplo a seguir en la comunidad. Las iniciativas y las charlas de ambos
líderes en la iglesia y en la mezquita contribuyeron al convencimientos de sus fie-
les de no someter a sus hijas a la ablación.
La ONG responsable del proyecto en Benban organizó dos tipos de activi-
dades de sensibilización, por un lado los seminarios de formación desde un enfo-
que multidisciplinar, y por otro, las sesiones en grupos de discusión para com-
partir las experiencias y las inquietudes sobre la MGF. También se utilizaron
técnicas de participación para animar a la gente a interesarse en el tema y a pro-
fundizar en su conocimiento al respecto. Se organizaron concursos que giraban en
torno a la MGF y que se dirigían a los hombres y a las mujeres de diferentes gru-
pos de edad. Uno de los concursos consistió en premiar la mejor investigación so-
bre el tema, y con este propósito se abasteció la biblioteca local de libros y folle-
tos especializados en la MGF. El proyecto ha tratado también de responder a las
necesidades concretas de la gente. Una de las buenas prácticas, por ejemplo, fue
ofrecer un tratamiento médico a una niña que sufrió un deterioro en su salud a
causa de la MGF. Gracias a su operación en El Cairo la comunidad pudo perci-
bir la mejora de su aspecto y de su salud, lo que generó más confianza en el pro-
yecto. En otra ocasión, el NCCM consiguió una beca del gobierno para mandar
a otra joven de Benban al extranjero con el fin de operarla de una discapacidad
provocada por las complicaciones derivadas de la MGF (El Moshneb, 2006:75).
Aparte de la atención médica, se han ofrecido mejoras en otros servicios sociales.
Uno de los propósitos de la ONG responsable del proyecto en Benban ha sido el
de crear nuevas oportunidades laborales y fomentar las capacidades de las muje-
res y de los hombres para el desarrollo. El componente del desarrollo socio-eco-
nómico y educativo ha jugado un rol importante en el empoderamiento de la co-
munidad y en su interés y participación en las actividades vinculadas a la MGF.
La Declaración de Benban ha disminuido la presión social respecto a la MGF
en el pueblo. El ejemplo de las autoridades y otros miembros de la comunidad
que firmaron la declaración, y su difusión en los medios de comunicación, ha ani-
mado a los demás a abandonar la práctica. La coordinación entre el NCCM, la
ONG local responsable del proyecto y las personas de la comunidad implicadas
en la intervención, sobre todo las autoridades del pueblo, los líderes religiosos y
las líderes de las mujeres, ha conseguido tener un lenguaje en común con un
mensaje preciso y unificado en contra de la MGF, sin contradicciones que pudie-
ran confundir a la gente. Otro logro del proyecto ha sido el de desmentir los es-
tereotipos sociales y sobre todo las concepciones erróneas que algunos médicos del
pueblo difundieron para poder seguir practicando la MGF, como por ejemplo la

432
RESPUESTA NACIONAL A LA MUTILACIÓN GENITAL FEMENINA EN EGIPTO: EL PROYECTO «FGM FREE…

creencia de que la MGF ayudaba a prevenir una supuesta enfermedad denomi-


nada «susa», «bacteria» (El Moshneb, 2006:72). La gente creía en el personal mé-
dico debido a su educación superior y a su estatus social elevado. Uno de los efec-
tos positivos del proyecto ha sido el empoderamiento de la comunidad y de las
mujeres, que se puso en evidencia cuando después de la Declaración de Benban
la comunidad decidió tomar la iniciativa y denunciar a uno de los médicos que se
oponían a dejar de practicar la MGF en el pueblo. La denuncia llegó al Ministe-
rio de Salud y Población, y el médico fue penalizado con un descuento de quince
días de su sueldo y con el traslado a otro pueblo (Salah Al-Din, 2006:25). El
asunto demuestra la movilización de la comunidad en contra de la MGF y su es-
fuerzo para asegurar un entorno de protección para las niñas. Este ejemplo mues-
tra el impacto exitoso del proyecto en la concienciación comunitaria sobre los de-
rechos humanos y en la capacidad ciudadana para reivindicarlos, con la esperanza
de crear una sociedad libre de la MGF y más igualitaria respecto a las relaciones
de género.

A MODO DE CONCLUSIÓN
El proyecto de FGM Free Village Model afirma el potencial de las propuestas
basadas en los derechos humanos y en el desarrollo humano para promover el
abandono de la MGF. En lugar de tratar la MGF aisladamente, se centran en fo-
mentar las capacidades de las comunidades para el desarrollo, y sobre todo en el
empoderamiento de las niñas y de las mujeres para promover y salvaguardar sus
derechos humanos. Los logros del proyecto se deben a su estrategia multidimen-
sional y al mecanismo de coordinación centrado en el Consejo Nacional de la In-
fancia y la Maternidad. El liderazgo del proyecto por un organismo nacional lo
dotó de legitimidad y aseguró la eficacia en su aplicación. El trabajo del NCCM
ha permitido introducir la cuestión de la MGF en acciones coordinadas vincula-
das a los derechos de la infancia y de las mujeres con los ministerios claves para el
proyecto, tales como el Ministerio de Salud y Población, de Educación, de Cul-
tura, de Justicia, de Juventud, de Asuntos Sociales y Comunicación, y el Awqaf
(Ministerio de Donaciones Religiosas). Las instituciones de las Naciones Unidas
se han sincronizado progresivamente para coordinar sus actividades relacionadas
con la MGF con el Comité nacional y actuar como aliados del programa guber-
namental. Las agencias internacionales para el desarrollo han acordado unir sus
fuerzas y apoyar el proyecto como un equipo, y no individualmente. Precisamente
esta coalición única entre el gobierno a través del NCCM, las agencias de la
ONU, el grupo donante, las ONG y la sociedad civil, han hecho posible que el
proceso del abandono de la MGF en Egipto se desarrolle con eficacia y eficiencia.
La legitimidad del proyecto se debe no sólo a su liderazgo por las institucio-
nes locales, sino también al protagonismo de las mujeres egipcias en sus activida-
des y en la dirección de la lucha contra la MGF y otras formas de violencia de gé-
nero. El abandono de la MGF requiere del empoderamiento de las mujeres y de

433
EWA STRZELECKA, MARIHAM ISKANDER

la trasformación de las relaciones de género. El FGM Free Village Model ha priori-


zado el fomento de las oportunidades y de las capacidades de las mujeres a través
de actividades centradas en la educación, alfabetización, capacitación organiza-
cional, proyectos económicos, reformas legislativas, políticas públicas, y en la di-
fusión de información pertinente sobre los derechos humanos, la salud o las in-
terpretaciones religiosas favorables para las mujeres. Un principio importante que
se implementó en el proyecto ha sido el de la igualdad de género y la necesidad
de dirigirse a la comunidad en su totalidad para incidir en el cambio social. La
idea era que las mujeres no pueden estar solas en la demanda de justicia, se nece-
sita establecer un diálogo público sobre la MGF como parte de los derechos hu-
manos, y atraer a la comunidad a participar en esta lucha de interés común. Se re-
quiere formar alianzas entre las mujeres y los diversos sectores de la sociedad,
como los líderes políticos y religiosos, expertos en derecho, profesionales de la sa-
lud y otros grupos sociales de influencia en la opinión pública. El proyecto FGM
Free Village Model no sólo abrió el diálogo nacional, sino que creó un movimiento
cívico para el abandono de la MGF. Ha sido importante no tratar la MGF como
un asunto de mujeres, sino contextualizarlo dentro de las relaciones sociales de gé-
nero. Para poder asegurar un enfoque realista del cambio social en materia de la
MGF en la estructura de la sociedad egipcia, no se pudieron ignorar las cuestio-
nes como la identidad, el bienestar social, y el sistema de soporte económico y
emocional. De este modo, en vez de dirigirse únicamente a un grupo femenino,
se decidió trabajar tanto con los hombres como con las mujeres de diferentes eda-
des, teniendo en cuenta la interdependencia de las mujeres de la familia, de sus hi-
jos y de su comunidad.
El éxito del proyecto tiene que ver con su estrategia de intervención holística
llevada a cabo a nivel comunitario y nacional. El trabajo a nivel local fue imple-
mentado teniendo en cuenta el desarrollo de la comunidad, que consistió por un
lado en satisfacer lo que la gente identificaba como sus necesidades, y por otro, en
ofrecer oportunidades y fomentar las capacidades para que se pudiera producir un
cambio social y en las relaciones de género. Se requería del empoderamiento de la
comunidad, y sobre todo de las mujeres, para que fueran capaces de ejercer sus de-
rechos humanos. Teniendo en cuenta este propósito, las actividades de sensibili-
zación no se limitaron sólo a la información sobre la MGF, sino que trataron de
difundir un conocimiento amplio sobre los derechos humanos, los derechos de la
infancia y de las mujeres, la educación en valores y la salud. El objetivo de la in-
tervención a nivel comunitario era disminuir la presión social respecto a la MGF
y lograr una «masa crítica» de la población para que fuese posible abandonar la
práctica. Para conseguirlo era importante crear un ambiente de diálogo y de inte-
racción dentro de la comunidad, y fomentar la participación social. Las interven-
ciones del proyecto giraron en torno a la MGF y se complementaron con activi-
dades paralelas de movilización social, como los concursos o las competiciones
deportivas, cuya finalidad era la de atraer a la gente y animarlos a tomar parte ac-
tiva en la iniciativa, creando un clima de confianza y respeto. Una de las buenas
prácticas ha sido integrar las NTICs y los medios de comunicación en el proyecto,

434
RESPUESTA NACIONAL A LA MUTILACIÓN GENITAL FEMENINA EN EGIPTO: EL PROYECTO «FGM FREE…

y difundir de esta manera la información sobre la MGF y los mensajes que han
favorecido su abandono. Merece destacarse el uso de estrategias innovadoras en las
actividades de «advocacy», como el arte y la cultura para el desarrollo. Las repre-
sentaciones teatrales sobre la problemática de la MGF o las propuestas de incluir
argumentos que defienden el abandono de la MGF en las populares telenovelas
egipcias son ejemplos de estas aplicaciones.
El momento crucial del proceso de intervención se situó en las declaraciones
públicas que la comunidad y sus líderes hicieron para expresar su voluntad de
abandono de la MGF. La fuerza del compromiso comunitario ha sido funda-
mental para promover el cambio social colectivo. La MGF es una práctica comu-
nitaria y consecuentemente es más fácil que se abandone si la comunidad actúa
unida en lugar de hacerlo de forma individual (Lewnes, 2005:22). Para conseguir
un mejor impacto del proyecto era imprescindible tratar el tema de la MGF desde
varias perspectivas y actuar al mismo tiempo a nivel comunitario y nacional. El
éxito y la sostenibilidad del abandono de la MGF dependen del compromiso del
gobierno y de sus políticas públicas para incidir en las reformas sociales y legislati-
vas que tienden a penalizar la MGF y establecer las mejores garantías de los dere-
chos de la infancia y de las mujeres. La estrategia al nivel nacional del FGM Free
Village Model ha sido ejemplar. Los esfuerzos del NCCM contribuyeron a la emi-
sión del decreto del ministro de salud contra la medicalización de la MGF, a la re-
forma de la Ley del Menor que incluye su penalización, y a la fatua del Gran Mufti
de Egipto que prohíbe la MGF en el Islam. Se conseguió el apoyo a la eliminación
de la práctica por parte de los sectores de influencia en la opinión pública. El en-
foque de los derechos humanos ha contemplado la MGF en el contexto de los de-
rechos de la infancia y de los derechos de las mujeres. Desde esta perspectiva la eli-
minación de la MGF no debe de separarse de la demanda para establecer los
derechos sexuales y reproductivos como fundamentales para poder construir una
sociedad democrática. El derecho a la integridad física debe respetarse para que las
mujeres puedan disfrutar plenamente de su sexualidad y de sus derechos repro-
ductivos sin miedo a morir, a las enfermedades o a las sanciones sociales. El em-
poderamiento de las mujeres no puede darse sin que se garanticen estos derechos
humanos y sin corregir las desigualdades basadas en el género. Por tanto, el aban-
dono de la MGF requiere de un cambio social y en las relaciones de género, y el
proyecto FGM Free Village Model demuestra que ese cambio es posible.

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Entrevistas y consultas

ABDEL TAWAB, Nahla (Population Council), 20.05.2008.


ASSAAD, Marie (FGM Task Force), 02.06.2008.

437
EWA STRZELECKA, MARIHAM ISKANDER

ASSAAD, Ragui y BARSOUM, Ghada (Population Council), 14.05.2008.


FOUAD, Vivian (NCCM), 15.05.2008.
GALBIATI, Simona (PNUD Egipto), 02.06.2008.
MASHHOUR, Sahar (UNCEF), 03.06.2008.
SALEM, Abeer (Population Council, INTACT Network), 20.05.2008.
Entrevistas con activistas de la sociedad civil y profesionales de las universi-
dades de El Cairo, febrero-junio 2008.

438
DERECHOS CIVILES Y POLÍTICOS
DERECHOS CIVILES
Y POLÍTICOS DE LAS MUJERES
Mª del Carmen Barranco Avilés
Profesora de Filosofía del Derecho.
Especialista en género y Derechos
Humanos. Instituto de Derechos
Humanos Bartolomé de las Casas,
Universidad Carlos III de Madrid.

1. INTRODUCCIÓN
El objetivo de este trabajo es presentar un marco histórico y conceptual que
permita comprender los problemas a los que se enfrenta el reconocimiento y la
efectividad de los derechos civiles y políticos de las mujeres. En los apartados su-
cesivos se intentará mostrar cómo, a lo largo de la historia de los derechos, se ha
consolidado una situación de desigualdad que pervive hoy y qué estrategias se pre-
sentan desde la teoría feminista para desarticularla. Por último, se hará un breve
repaso a los instrumentos jurídicos que, trascendiendo una concepción liberal del
Derecho y de los derechos, se han desarrollado en favor de la igualdad.
No obstante, antes de desarrollar estos aspectos, se ofrecerá una breve pre-
sentación del concepto de derechos que constituye el punto de partida de esta in-
tervención, así como algunas reflexiones sobre el significado de los derechos civi-
les y políticos para la dignidad.

1.1. Sobre los derechos humanos como un concepto cultural


Es bien sabido que el de derechos humanos es un concepto cultural. Ello sig-
nifica, por un lado, que los derechos no han existido siempre; hay que esperar a
ese período histórico que podemos denominar Tránsito a la Modernidad, para
que se den las condiciones económicas, sociales y culturales que permiten el sur-

441
Mª DEL CARMEN BARRANCO AVILÉS

gimiento de la idea (Peces-Barba, 1982). En segundo lugar, que los derechos sean
un concepto histórico significa que la forma de entenderlos ha variado a lo largo
de la historia; tendremos ocasión de comprobar cómo este aspecto tiene especial
relevancia en relación con el tema que nos ocupa.
En parte como consecuencia de esta característica, es difícil ofrecer una defi-
nición precisa y acabada de qué sea un derecho humano. Sí podemos, no obs-
tante, ofrecer un concepto lo suficientemente amplio como para poder incluir las
distintas concepciones presentes en el tiempo histórico que nos interesa. De este
modo, cabe entender que los derechos son exigencias éticas de dignidad que pre-
tenden acomodo en el Derecho positivo. Es decir, cuando estamos ante un dere-
cho fundamental (un derecho humano) estamos ante una herramienta jurídico-
política con la que se pretende evitar que las personas en sociedad sean tratadas
como meros medios.
Además, en nuestro contexto cultural (el Occidente contemporáneo), los de-
rechos han pasado a convertirse en la teoría de la justicia más extendida. Esto sig-
nifica que la legitimidad o ilegitimidad de las instituciones depende de su com-
promiso con el reconocimiento y protección de los derechos humanos. Por otro
lado, quienes defienden lo que se ha denominado una teoría de la justicia basada
en derechos, mantienen, además, que los derechos son universales y corresponden
a todos los seres humanos por igual. Esta proclamación contrasta, sin embargo,
con la situación que ocupan la mujer y otros sujetos en la sociedad, incluso en
aquéllas organizadas sobre la base de los derechos. Podemos pensar, en el pano-
rama contemporáneo, en las cifras que se publican periódicamente sobre violen-
cia contra las mujeres, derecho a la educación, niveles de pobreza; y, en relación
con la efectividad de los derechos civiles y políticos, sobre el porcentaje de muje-
res que accede a los puestos de la máxima responsabilidad en el ámbito público o
privado1.
En el apartado siguiente, tendremos ocasión de precisar cuál es el sentido de
los derechos civiles y políticos para la salvaguardia de la dignidad humana y en
qué medida éste es diferente desde las distintas teorías desde las que los sistemas
de derechos se han construido.

1.2. Derechos civiles, derechos políticos y dignidad humana


Es usual diferenciar en la historia de los derechos entre distintas generaciones,
que se consideran impulsadas por filosofías políticas diferentes y hasta cierto
punto, contrapuestas, que suponen la ampliación progresiva de los catálogos ju-
rídico-positivos. A su vez, desde una concepción generacional, se suele diferenciar
entre derechos individuales y civiles, derechos políticos y derechos económicos so-
ciales y culturales. En ocasiones, los derechos civiles se consideran, como los po-

1 Pueden consultarse algunas estadísticas en la página del Instituto de la Mujer, http://www.mtas.es/mu-


jer/mujeres/cifras/index.htm (consultada el 23 de junio de 2008).

442
DERECHOS CIVILES Y POLÍTICOS DE LAS MUJERES

líticos, derechos de segunda generación. Más adelante se volverá a hacer referen-


cia a esta cuestión.
Cuando se habla de generaciones en la historia de los derechos humanos, se
pueden adoptar dos perspectivas. Por un lado, es posible entender que existe una
incomunicación entre ellas, de forma que la nueva sustituye a la anterior. Pero
también, la referencia a las generaciones, puede servir como explicación del modo
en el que se van ampliando los catálogos a medida que se toma conciencia de la
existencia de problemas para la dignidad que antes eran desconsiderados o de
nuevos peligros en relación con los cuales los derechos pueden ser un instrumento
adecuado. Desde este último punto de vista, la historia de los derechos puede
verse asociada a la historia del Estado de Derecho. Así pues, es posible afirmar que
los derechos de primera generación surgen en el contexto del Estado liberal; los
derechos de segunda generación se relacionan con el Estado democrático y, por
fin, los derechos de tercera generación se positivizan al hilo de la construcción del
Estado social de Derecho.
De acuerdo con lo anterior, podemos hablar de los tres tipos citados de dere-
chos en el sentido de que los derechos individuales y civiles suelen hacerse corres-
ponder con los derechos de primera generación, los derechos políticos con los de se-
gunda generación y los sociales económicos y culturales con la tercera generación2.
El primer tipo de derechos es de inspiración liberal, el segundo obedece a la ide-
ología democrática y el tercero se desarrolla por influencia del socialismo –enten-
dido aquí en un sentido amplio–.
Los derechos individuales y civiles son técnicas a través de las cuales se trata
de establecer barreras en torno al individuo, que construyan un espacio en el que
éste puede elegir libremente sin interferencias de otros sujetos ni de ninguno de
los poderes del Estado. Desde el modelo liberal, estos derechos se configuran de
tal modo que la obligación correlativa principal asume un carácter negativo, el de-
recho se satisface ‘no actuando’. Sin embargo, como consecuencia de la articula-
ción del Estado social de Derecho, se empieza a extender, en la jurisprudencia
constitucional, la idea de que todos los derechos tienen una dimensión prestacio-
nal. De este modo, la garantía de, por ejemplo, la libertad religiosa, no sólo exige
del Estado que se abstenga de interferir el acto de fe y que evite que terceros lo ha-
gan, también genera para el mismo Estado la obligación de establecer las condi-

2 Se habla, además, de derechos de tercera o cuarta generación En general, nacen vinculados a reivindi-
caciones de los denominados ‘Nuevos Movimientos Sociales’. Se trata de estructuras, dentro de la Sociedad ci-
vil que se organizan precisamente para trasladar demandas al poder público nacional o internacional y que, en
ocasiones, emprenden acciones para la protección de los derechos o de denuncia de situaciones de vulneración
(como las ONG’s). La categoría, por lo demás imprecisa, se utiliza para hacer referencia a derechos que pre-
tenden conjurar nuevas fuentes de agresiones para la dignidad. Desde el punto de vista del contenido, a veces
pueden considerarse como parte de ‘derechos viejos’, dado que muchas veces el bien jurídico a proteger se con-
sideraba un bien jurídico valioso con anterioridad y lo que es nuevo es el tipo de agresión. Por esta razón exis-
ten dificultades a la hora de considerarlos ‘auténticos derechos humanos’, dificultades que también obedecen
a que en numerosas ocasiones su articulación jurídica escapa a las técnicas habituales (pienso, fundamen-
talmente en el derecho subjetivo). Los derechos sexuales y reproductivos (categoría acuñada en 1984, en Ams-
terdam), serían un ejemplo.

443
Mª DEL CARMEN BARRANCO AVILÉS

ciones que hagan posible para todos los titulares elegir entre opciones religiosas
diversas y actuar de acuerdo con la opción elegida.
En cualquier caso, estos derechos consolidan ámbitos en relación con los cua-
les el interés individual prevalece sobre el interés general. Los derechos son, en
consecuencia, triunfos frente a las decisiones de interés general. Es posible, toda-
vía, establecer diferencias entre los derechos individuales y los derechos civiles,
pues, mientras los primeros se construyen originariamente partiendo de la consi-
deración del ser humano como un individuo aislado, los derechos civiles presu-
ponen el establecimiento de relaciones entre el individuo y otros individuos. En
el modelo liberal, estas relaciones se producen en el contexto privado, por cuanto
sólo lo institucional es público, de tal forma que los derechos civiles son los que
operan en el entorno civil. Sin embargo, en un esquema democrático, la sociedad
civil es también un espacio político, por tanto, pasan a considerarse derechos ci-
viles algunos que se aproximan en buena medida a los derechos políticos y, en re-
lación con determinados colectivos, sufren similares restricciones. Podemos pen-
sar en la evolución de derechos tales como el de reunión, asociación o la libertad
de expresión, que no surgen en la primera generación, sino como consecuencia de
la aportación democrática.
Los derechos políticos constituyen técnicas a través de las cuales se habili-
tan canales para que el individuo intervenga en la adopción de decisiones pú-
blicas. Estos derechos venían asumiendo, en el modelo liberal, un carácter ins-
trumental en relación con los derechos individuales y civiles, en tanto que con
ellos se trata de asegurar que todos los intereses privados puedan estar repre-
sentados en la negociación que conduce a la adopción de decisiones públicas.
Precisamente por ello, se justifica su atribución exclusiva a aquéllos que tienen
intereses (Constant, 1819). Muy distinta es la concepción de los derechos po-
líticos en autores como Kant o Rousseau. Para ambos, el ejercicio de la ciu-
dadanía es una condición para la autonomía y, por tanto, para la dignidad del
hombre. Sin embargo, como tendremos ocasión de recordar, también ambos
excluyen a la mujer. Tanto Rousseau como Kant inspiran lo que podríamos de-
nominar una concepción democrática del constitucionalismo, que se desarrolla
con el denominado modelo francés. En el constitucionalismo norteamericano,
la lectura de los derechos es predominantemente liberal. Sin embargo, también
en este contexto, y a partir de la recuperación del republicanismo como una te-
oría adecuada en relación con los derechos (Barranco, 2000: 90-91), la partici-
pación se concibe como el modo en el que el individuo se realiza, convirtién-
dose en ciudadano, de tal modo que la exclusión de las mujeres de la titularidad
de derechos políticos, o el mantenimiento de los obstáculos que dificultan su
ejercicio en condiciones de igualdad con los hombres, supone privarlas de la po-
sibilidad de realizarse como seres humanos.
Por último, los derechos sociales, económicos y culturales constituyen téc-
nicas a través de las cuales se reclama al poder público que establezca condicio-
nes y remueva obstáculos que dificulten que la dignidad sea real y efectiva. Esto
es, que impidan el pleno ejercicio de los derechos individuales y civiles y de los

444
DERECHOS CIVILES Y POLÍTICOS DE LAS MUJERES

derechos de participación política. La obligación correlativa principal es, muy


a menudo, positiva. Se trata de una categoría controvertida, de tal forma que los
planteamientos neoliberales discuten, incluso, la legitimidad de su incorpora-
ción al Derecho. Desde posiciones más moderadas, se considera que su presen-
cia constitucional supone una quiebra del Estado de Derecho, por lo que, en
todo caso, deben ser disponibles para el legislador. Sin embargo, desde la idea
de la indivisibilidad que se ha abierto paso en el Sistema Universal de protec-
ción de los derechos, su desconocimiento supone una vulneración de la digni-
dad tan importante como la que representa el desconocimiento de los derechos
individuales y civiles3.
En definitiva, quienes no están en condiciones de satisfacer por sí mismos
las necesidades a las que se trata de atender mediante la articulación de los de-
rechos sociales, tampoco tienen capacidad para ejercer algunos de los derechos
individuales y civiles. Por esta razón, se justifica la resistencia de las posiciones
subjetivas construidas al amparo de derechos sociales, económicos y culturales
y se argumenta a favor de su carácter de triunfos frente a las mayorías. Aunque
el tema central del trabajo lo constituyen los derechos civiles y políticos de las
mujeres, no quiero dejar de subrayar la importancia de considerar conjunta-
mente todos los derechos. La satisfacción de las necesidades de las mujeres en
el ámbito económico, social y cultural desde el enfoque de los derechos exige
que éstas se consideren sujetos activos en la definición de las estrategias para la
igualdad, y no meras destinatarias de políticas públicas. Al tiempo, las mujeres
sólo podrán ejercer en condiciones de igualdad sus derechos civiles y políticos
en un contexto en que los derechos económicos sociales y culturales sean una
realidad.
A propósito de la materialización de esta exigencia, resultan interesantes las
conclusiones de Beijing+10 en relación con los Objetivos de Desarrollo del Mile-
nio adoptados por la Declaración del Milenio de la Asamblea General de Nacio-
nes Unidas en 2000. En estas conclusiones se subraya «en lo concerniente al pa-
pel de la mujer como sujeto activo y político en cualquier estrategia de desarrollo,
la estrechez de miras y la falta de conexión con los objetivos marcados y logros
conseguidos en aquellos instrumentos internacionales relativos a los derechos de
la mujer». Las críticas se refieren, entre otras cuestiones: a la ausencia de un enfo-
que de género más allá de la nomenclatura, al enfoque paternalista que «sigue en-
tendiendo únicamente a las mujeres como beneficiaras de políticas, carentes de un
enfoque de género, invisibilizándolas como sujetos activos del cambio social que
permita derribar las barreras de la desigualdad y la discriminación y emprender la
ruta hacia la erradicación de la pobreza y la búsqueda de un desarrollo sostenible»

3 http://www.undp.org/governance/docs/HR_Guides_CommonUnderstandin_Sp.pdf (consultada el
23 de junio de 2008), p. 3
«Indivisibilidad: Los derechos humanos son indivisibles, ya sea de naturaleza civil, cultural, económica,
política o social, son todos ellos inherentes a la dignidad de todo ser humano. Por consiguiente, todos los de-
rechos poseen el mismo rango y condición, y no pueden ser clasificados, con anterioridad, en orden jerár-
quico».

445
Mª DEL CARMEN BARRANCO AVILÉS

o a que la salud interesa únicamente desde el punto de vista de la maternidad ol-


vidando los derechos sexuales y reproductivos (Peña, 2005: 39-40)4.
El sentido de los derechos políticos, así como la comprensión de los derechos
civiles, depende, en buena medida, de si se opta por una concepción democrática
(también llamada republicana) o liberal de los derechos. Si es el punto de partida
liberal, los derechos establecen un marco de convivencia democrática y funcio-
nan, sobre todo, como garantías. De este modo, la atribución de derechos supone
garantizar, en definitiva, ámbitos de autonomía del titular.
Sobre el modo en el que se concibe la importancia de los distintos tipos de
derechos, existen, como se ha señalado al hablar del papel de los derechos políti-
cos, distintos planteamientos. Si el punto de partida es democrático o republi-
cano, se considera que la realización del ser humano únicamente es posible me-
diante su inserción en una organización política, lo que supone, en definitiva, el
ejercicio de la ciudadanía. En palabras de Habermas (1994:224):

La concepción republicana sostiene que el status de ciudadanos no queda definido


por el modelo de libertades negativas, libertades que estos ciudadanos pueden reclamar
en tanto que personas privadas. Más bien, los derechos políticos, principalmente los de-
rechos de participación política y comunicación, son libertades positivas. Garantizan, no
libertades frente a presiones externas, sino la posibilidad de participar en una práctica co-
mún, a través de la cual estos ciudadanos pueden, en primer lugar, hacer de ellos mismos
lo que ellos deseen ser –actores políticamente autónomos de una comunidad de perso-
nas libres e iguales.

Desde el republicanismo, además, los derechos se construyen sobre bienes fun-


damentales para la colectividad y para el individuo, por lo que desde este esquema
resulta falaz la distinción entre interés general e individual en relación con los dere-
chos. Dado que el Estado se legitima porque y en la medida en que es la condición
sine qua non para la realización de los ciudadanos, y los derechos son los instru-
mentos jurídico-políticos que le permiten conseguir este objetivo, se justifica tam-
bién que expresen el bien común. Por las mismas razones, se hace posible establecer
una gradación interna al sistema de derechos. Dado que con la atribución de dere-
chos no se protege exclusivamente la autonomía del titular, sino también el orden
de convivencia que se basa en ellos, serán especialmente resistentes frente a otros de-
rechos en juego, aquellos cuya afectación suponga un mayor perjuicio para la orga-
nización democrática de la convivencia: derechos civiles tales como el derecho de
reunión y el derecho de asociación o las libertades de expresión e información, así
como los derechos políticos, asumen, en los sistemas constitucionales inspirados en
esta filosofía política, un carácter preferente (Barranco, 2001).
En un modelo republicano, los derechos civiles y políticos constituyen, pues,
un instrumento para la realización del ser humano. La consideración que se acaba
4 El último informe sobre estos objetivos, puede consultarse en http://mdgs.un.org/unsd/mdg/Resour-
ces/Static/Products/Progress2007/UNSD_MDG_Report_2007s.pdf (consultada el 23 de junio de 2008). Es
de notar la ausencia de una perspectiva de género en la evaluación de los objetivos.

446
DERECHOS CIVILES Y POLÍTICOS DE LAS MUJERES

de realizar es especialmente importante en relación con la reivindicación de estos


derechos para determinados seres humanos, como la mujer, cuya adscripción a
determinados colectivos, ha significado que se les obstaculice especialmente en el
ejercicio de estos derechos, cuando no que se les prive de su titularidad.

2. SOBRE LOS DERECHOS DE LAS MUJERES EN LA HISTORIA


La Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, consti-
tuye un punto de inflexión fundamental en la historia de las ideas y de las insti-
tuciones políticas. Es posible afirmar que a partir de este instrumento se sientan
las bases para la construcción del Estado de Derecho, que no es, ni más ni menos,
que el tipo de organización política en la que el Poder público se organiza al ser-
vicio de los derechos de los seres humanos. Sin embargo, la declaración se refiere
en su texto a los derechos del hombre y del ciudadano, no, por tanto, a los dere-
chos de las mujeres. En buena medida, esta situación es arrastrada en la posteri-
dad y trasciende la organización jurídica en el Derecho civil (podemos pensar en
la configuración de la patria potestad), en el Derecho mercantil (y en la imposi-
blidad de la mujer de ser empresario), y, significativamente, en el Derecho público
(del que la mujer es excluida, dado que el padre de familia, ciudadano, es quien
detenta la representación de ésta al exterior). Así, en Alemania y en Francia, las
normas civiles consideraban a la mujer casada subordinada al marido y en Ingla-
terra, la extensión del derecho al sufragio en 1832 se limitó expresamente a los
hombres5.
Se acostumbra a escuchar que esta exclusión, corroborada en la práctica y ratifi-
cada por muchos de quienes consideraron la Revolución francesa como un logro para
la humanidad (podemos pensar, por ejemplo en Kant), se debe a la mentalidad de la
época. Pues bien, esta afirmación sólo a medias es cierta.
No siempre se nos dice además que también en 1791 se presentó a los re-
presentantes del pueblo francés reunidos en asamblea una Declaración de los
Derechos de la Mujer y la Ciudadana, redactada por Olympe de Gouges (pseu-
dónimo de Marie de Gouze), o que en 1792, Mary Wollstoncraff publicaba su
Vindicación de los derechos de la mujer 6. En este trabajo, Mary Wollstoncraff de-
fendió el carácter racional de hombres y mujeres y la importancia del acceso de

5 «Las mujeres no fueron consideradas ciudadanos en la nueva Constitución de los Estados Unidos. En
el continente europeo, el Allgemeines Landrecht de 1794 y el Code civil napolónico de 1804 declraraba a la mu-
jer casada jurídicamente subordinada...En 1832 la Reforf Act inglesa por la que se extendían los derechos de
voto, limitaba aquéllos a ‘male person’» (FRASER, 2001:25).
6 También Condorcet (1790: 1-2), había presentado su Essai sur l’admission des femmes au droit de la cité,
que comienza afirmando: La costumbre puede familiarizar a los hombres con la violación de los derechos natu-
rales, hasta el punto que entre los que los han perdido nadie se preocupa en reclamarlos, ni cree haber experi-
mentado una injusticia. Incluso algunas de esas violaciones han escapado a filósofos y legisladores cuando se
ocupaban con el mayor celo de establecer los derechos comunes de los individuos de la especie humana, y de
establecer el fundamento único de las instituciones políticas. Por ejemplo, ¿no han violado todos ellos el prin-
cipio de igualdad de derechos privando tranquilamente a la mitad del género humano del de concurrir a la for-
mación de las leyes, excluyendo a las mujeres del derecho de la ciudad?».

447
Mª DEL CARMEN BARRANCO AVILÉS

la mujer a una educación equivalente a la de los hombres para la igualdad en-


tre ambos.
Estas tesis de Wollstonecraft, en buena medida construidas por la autora a
partir de la refutación de la representación de Sofía en Emilio (Rousseau, 1762),
constituyen el contrapunto de los argumentos kantianos, que son los que logran
imponerse. La idea fundamental es que la mujer es igual al hombre en cuanto a
su dignidad.
Aunque hay otros trabajos que desde el siglo XIV insisten en la equiparación
de la mujer al hombre en cuanto a su valía, la aportación de Wollstonecraft es es-
pecialmente valiosa para el tema que nos ocupa, porque inserta su reivindicación
en un sistema de derechos. Entre otras aportaciones, es posible citar Le livre de la
cité de dames (1361), de Christine de Pizan; o Egalité des hommes et des femmes
(1641), de Marie de Gournay; también A serious proposal to the ladies, for the ad-
vancement of their true and greatest interest (1694), de Mary Astell7.
Las disertaciones de Rousseau y de Kant en relación con la distinta conside-
ración de la mujer como titular de derechos civiles y políticos resultan especial-
mente llamativas, puesto que, como he señalado, se trata de autores que conside-
ran la participación en los asuntos públicos como uno de los atributos de la
autonomía y, por tanto, como un requisito para que el hombre no sea tratado
como un mero medio. Así, en un texto tan emblemático como la dedicatoria a Gi-
nebra del «Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los
hombres» (Rousseau, 1754:217), podemos leer, dirigiéndose a las ciudadanas de Gi-
nebra: «Amables y virtuosas ciudadanas, el destino de vuestro sexo será siempre go-
bernar el nuestro. ¡Dichoso él, cuando vuestro casto poder, ejercido solamente en la
unión conyugal, no se deja sentir más que para la gloria del Estado y la felicidad pú-
blica!».
Por otro lado, en el Libro Quinto del Emilio, encontramos desarrollada la ex-
plicación de ese distinto papel que corresponde a ciudadanos y ciudadanas y ésta
no es otra que las diferencias debidas al sexo, las cuales condicionan que las vir-
tudes femeninas sean distintas que las masculinas y que la mujer deba estar sub-
yugada al hombre. De este modo, afirma (1762: 446), «la investigación de las ver-
dades abstractas y especulativas, de los principios, de los axiomas en las ciencias,
todo cuanto tiende a generalizar las ideas no es de la pertenencia de las mujeres,
cuyos estudios deben todos relacionarse con la práctica». Y es que, según los ar-
gumentos que Rousseau había expresado en su Discurso sobre la Economía política
((1755:4), son varias las razones ‘derivadas de la naturaleza de las cosas’ por las que
‘el padre de familia debe mandar’:

1º No ha de ser igual la autoridad del padre y de la madre, pero es necesario que el


gobierno sea único y que en caso de división de opiniones haya una voz preponderante
que decida.

7 Un comentario a estos y otros trabajos, se encuentra en el trabajo de Fraser (2001).

448
DERECHOS CIVILES Y POLÍTICOS DE LAS MUJERES

2º Por muy ligeras que consideremos las incomodidades propias de la mujer, el que
siempre conlleven para ella un intervalo de inactividad, es razón suficiente para excluirla
de aquella primacía. Al marido le debe corresponder además la inspección de la conducta
de su mujer, pues le interesa asegurarse de que los hijos, a los cuales debe reconocer y ali-
mentar, no pertenezcan a otro sino a él. La mujer no tiene nada parecido que temer, no
tiene el mismo derecho que su marido.

Kant, como se sabe, gran admirador de Rousseau, incluye a la mujer en la ca-


tegoría de ciudadano pasivo. Así, en sus Principios metafísicos del Derecho, que
constituyen la primera parte de la Metafísica de las costumbres (1797), afirma «la
sola facultad del sufragio constituye al ciudadano. Esta facultad supone en el pue-
blo la independencia de aquel que quiere no solamente hacer parte de la repú-
blica, sino también ser miembro activo, es decir, tomar parte en la comunidad, no
dependiendo más que de su propia voluntad» y, tras ello, diferencia entre ciu-
dadano activo y ciudadano pasivo; distinción aparentemente contradictoria, a jui-
cio del autor, con la concepción de la ciudadanía, pero que se explica en la idea
de dependencia: «el muchacho empleado en casa de un comerciante o fabricante,
el sirviente que no está al servicio del Estado, el pupilo etc.; todas las mujeres, y
en general cualquiera que se encuentra compelido a proveer a su existencia, no
por medio de una dirección personal sino según las órdenes de otro (excepto del
Estado), carece de personalidad civil y su existencia no es en manera alguna más
que un accesorio de otro» (Kant, 1797: 149).
En el caso de las mujeres, el fundamento de esa desigual atribución de dere-
chos políticos, que se corresponde con una diferente atribución de derechos en el
ámbito privado, se justifica, del mismo modo que hemos visto en Rousseau, «en
la superioridad de las facultades del hombre sobre las de la mujer y la superiori-
dad del derecho al mando o a la autoridad» (Kant, 1797: 106). Frente a esta con-
cepción kantiana, que finalmente logra perpetuarse en la cultura y en el Derecho,
Wollstonecraft (1792:55) había subrayado la razón como el atributo definitorio
de la dignidad del ser humano: «la perfección de nuestra naturaleza y la capacidad
de felicidad deben valorarse por el grado de razón, virtud y conocimiento que dis-
tinguen al individuo y dirigen las leyes que obligan a la sociedad. Si se considera
a la humanidad en su conjunto, resulta igualmente innegable que el conoci-
miento y la virtud fluyen de forma natural del ejercicio de la razón». Puesto que
la mujer forma parte de la humanidad, participa, como el hombre, de la condi-
ción de ser racional; de tal forma que la falta de ejercicio por las mujeres de la ra-
zón, como facultad específicamente humana, no puede deberse más que a la edu-
cación recibida:

Si puede, por tanto, deducirse con imparcialidad de la conducta presente del sexo,
de la inclinación extendida hacia el placer, que ocupa el lugar de la ambición y de aque-
llas pasiones más nobles que abren y ensanchan el alma, que la instrucción que han re-
cibido las mujeres hasta ahora sólo ha tendido, con la constitución de la sociedad civil,
a convertirlas en objetos insignificantes del deseo –¡meras propagadoras de necedades!–;

449
Mª DEL CARMEN BARRANCO AVILÉS

y si puede probarse que al pretender formarlas sin cultivar sus entendimientos son apar-
tadas de la esfera de sus deberes y convertidas en ridículas e inútiles cuando finaliza el
breve florecimiento de la belleza, supongo que los hombres racionales me excusarán por
intentar persuadirlas para que se conviertan en más masculinas y repetables (1792:52)8.

Casi un siglo más tarde, comienzan las primeras reivindicaciones en favor del
derecho de voto de las mujeres (pueden encontrarse buenos argumentos en Mill
y Taylor, 1869) y se inicia el movimiento sufragista en Gran Bretaña con la Society
for woman’s sufrage, liderada en 1867, por Lydia Becker. Este movimiento en-
cuentra una respuesta crítica incluso en contraorganizaciones de mujeres.
En Estados Unidos, los movimientos de mujeres comienzan a organizarse
como movimientos abolicionistas (Richards, 1998:34-124) en los que se suma-
ban argumentos frente al racismo y al sexismo. El Encuentro de Seneca Falls re-
presenta el inicio del movimiento en favor de los derechos de las mujeres. En el
encuentro se adopta la Declaration of Sentiments, que había sido redactada funda-
mentalmente por Elizabeth Stanton siguiendo la Declaración de Independencia
de los Estados Unidos, y en el que se considera carente de efectos cualquier dis-
posición que contradiga la natural igualdad entre hombres y mujeres. Precisa-
mente, de esta natural igualdad se deriva, entre otras cuestiones, la decisión de que
las mujeres asuman el deber de ‘asegurarse el sagrado derecho al voto’. Asimismo,
las reunidas deciden que «la rapidez y el éxito de nuestra causa depende del celo
y de los esfuerzos, tanto de los hombres como de las mujeres, para derribar el mo-
nopolio de los púlpitos y para conseguir que la mujer participe equitativamente
en los diferentes oficios, profesiones y negocios»9.
El derecho al sufragio para las mujeres ha ido reconociéndose en distintos lu-
gares, no en todos, de acuerdo con un calendario desigual y con avances y retro-
cesos. El primer Estado que reconoció el derecho de voto de las mujeres fue
Nueva Zelanda, en 1893. Hacia 1888, el movimiento en favor de los derechos de
la mujer se había internacionalizado. En esta fecha, Stanton organiza un encuen-
tro del Consejo Internacional de Mujeres en Gran Bretaña, con presencia de dele-
gadas inglesas, francesas, noruegas, finlandesas, danesas, indias y candienses; pero
para entonces, ya existía una Asociación internacional de Mujeres (impulsada desde
Suiza por Marie Goegg) y había habido una Conferencia Internacional sobre los de-
rechos de la Mujeres en Paris, entre otros eventos (Fraser, 2001).
Un hito importante en la historia de los derechos civiles y políticos de las mu-
jeres tiene lugar en 1904, en la Conferencia de Berlin, en la que se adoptan los
principios de la Alianza Internacional para el sufragio de la mujer. En 1920, la
Alianza adopta una Carta de Derechos de la Mujer, que contiene tanto derechos
civiles y políticos, cuanto económicos, sociales y culturales.

8 A diferencia de otras propuestas, Mary Wollstonecraft considera que el esfuerzo por equiparar la edu-
cación de las mujeres a la de los hombres debe realizarse en todas las clases sociales.
9 Una traducción del texto de la Declaración en http://www.geocities.com/athens/parthenon/8947/de-
claracion.htm (consultada el 23 de junio de 2008).

450
DERECHOS CIVILES Y POLÍTICOS DE LAS MUJERES

Despúes de la Segunda Guerra Mundial, la igualdad de derechos de hombres


y mujeres se menciona en la Carta de Naciones Unidas y en 1947 tiene lugar la
primera reunión de la Comisión sobre la situación de la Mujer 10. Los derechos de
las mujeres ocupan un lugar prioritario entre las preocupaciones de la Comisión
y el primer objetivo marcado fue conseguir el acceso de las mujeres de todo el
mundo a los derechos políticos. En 1950, en 22 países las mujeres no tenían re-
conocido el derecho de voto, y había otros lugares donde, a pesar de tenerlo re-
conocido, no podían ejercerlo. Como consecuencia de los trabajos de la Comi-
sión, en 1952, la Asamblea General adopta la Convención los derechos políticos de
la mujer. Desde los cincuenta, el interés recae sobre las prácticas que vulneran la
integridad física de mujeres y niñas, sobre la educación y los derechos civiles (en
el sentido original). En relación con este último bloque y, en concreto, sobre los
derechos relacionados con el matrimonio, se adoptan varios convenios sobre con-
sentimiento, edad mínima y registro del matrimonio, entre 1957 y 1965.
Durante los años sesenta, además de que cobra interés la feminización de la
pobreza, comienzan los trabajos que concluirán con la Declaración para la elimi-
nación de la discriminación contra la mujer (adoptada en 1967). Los problemas de
exigibilidad de la Declaración intentaron compensarse, desde la Conferencia del
México en 1975, mediante el aseguramiento de los derechos de las mujeres en
una Convención. De tal modo que en el Derecho internacional, la Convención
para la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer de 1979,
compele a los Estados Partes a establecer la igualdad en la atribución y ejercicio
de algunos derechos civiles (artículos 9) y de los derechos políticos (artículo 7) por
parte de las mujeres. La Convención es un texto importante desde el punto de vista
de la concepción de la discriminación que incorpora y de las técnicas que propone
para hacerla frente, sin embargo, la subordinación jurídica de la mujer sigue pre-
sente en una buena parte del mundo y su subordinación real es una constante en
todo él.
En el siguiente apartado me referiré a la situación actual de la reflexión sobre
los derechos de la mujer y brevemente, a los resultados obtenidos.

3. IGUALDAD, NO DISCRIMINACIÓN Y DERECHOS CIVILES


Y POLÍTICOS DE LAS MUJERES
Sea como fuere, la igualdad es una exigencia que se deriva del reconocimiento
de la ‘común humanidad’ y obras como las de Wollstonecraft muestran como la
exclusión de las mujeres es incompatible con los ideales igualitaristas que expre-
san las teorías de los derechos.
Sin embargo, a pesar del consenso sobre la igualdad como un componente
ineludible de las teorías de los derechos humanos, en el contexto de estas mismas

10 ONU, Short history of the Comission on the Status of women, http://www.un.org/womenwatch/


daw/CSW60YRS/CSWbriefhistory.pdf (consultada el 23 de junio de 2008).

451
Mª DEL CARMEN BARRANCO AVILÉS

teorías –lo hemos visto en el caso de los derechos de las mujeres- no siempre ha
estado claro quiénes deben ser considerados iguales. Incluso en la actualidad, la
Declaración Universal de Derechos Humanos comienza proclamando que «todos los
hombres nacen libres e iguales en dignidad y derechos», pero esta tajante afirma-
ción sólo puede ser aceptada como cierta si establecemos algunas restricciones.
Por un lado, la igualdad en dignidad y derechos únicamente puede considerarse
descriptiva desde un punto de vista formal; por otro lado, los considerados hom-
bres y, por tanto, merecedores de igual dignidad y derechos han sido, durante mu-
cho tiempo, exclusivamente los ‘varones’ adultos económicamente independien-
tes. Es decir, los derechos son de los hombres y no corresponden por igual a todos
ellos.
A lo largo de la historia, los procesos de generalización y especificación (Bob-
bio, 1991) se construyen como una sucesión de respuestas frente a esa incohe-
rencia entre la proclamación formal de la igualdad y la efectiva situación de desi-
gualdad. El proceso de generalización supone la extensión de la ‘ciudadanía’ a
algunos que antes sólo eran ‘hombres’ y a algunas que ni siguiera tenían esta con-
dición. El proceso de especificación se produce cuando se comienzan a tomar en
consideración situaciones en las que la desigualdad material de los individuos per-
tenecientes a determinados grupos (mujeres, mayores, niños etc.) impide el dis-
frute efectivo de los derechos reconocidos. Pues bien, en el pensamiento feminista
es posible encontrar dos grandes líneas de argumentación: el feminismo de la
igualdad y el feminismo de la diferencia, que parecen discutir sobre si la estrate-
gia adecuada para conseguir establecer en sociedad instrumentos que impidan
que las mujeres sean tratadas como meros medios es la generalización o la especi-
ficación. En cualquier caso, parece que la discusión sobre qué cualidades sean las
específicamente femeninas no puede llevarse a cabo en tanto en cuanto, en primer
lugar, no se hayan sentado las bases para la generalización y, en segundo lugar, no
se hayan revisado las teorías morales y políticas desde un enfoque de género.
Para comprender el significado de este enfoque es necesario reflexionar sobre
el sentido de la igualdad y sobre en qué medida las mujeres pueden considerarse
‘iguales’. Una primera discusión tiene que ver con el carácter relacional de la igual-
dad, que nos lleva, con Bobbio (1993) a preguntarnos igualdad ¿entre quiénes? y
¿en qué?11. Las mujeres han llegado a tener formalmente atribuidos los mismos
derechos que los hombres, sin embargo, desde determinadas reflexiones que están
detrás de nuestra organización social, se trata de seres humanos incompletos, por
cuanto no son autónomas en el mismo sentido en que lo son los hombres. El ca-
rácter incompleto de las mujeres (como el de otros ‘seres humanos’, tales como los
niños o los trabajadores dependientes) es una circunstancia fáctica que afecta a la
posibilidad de que el derecho sea ejercido pero que, desde el modelo, resulta per-
fectamente coherente con la proclamación de la igualdad.

11 (BOBBIO, 1993: p. 53) «la dificultad de establecer el significado decriptivo de «igualdad» estriba sobre
todo en su indeterminación, de modo que decir que dos entes son iguales, sin otra determinación, nada significa
en el lenguaje político, si no se especifica de qué entes se trata y respecto a qué cosa son iguales, es decir, si no se
está en condiciones de responder a dos preguntas: a) “¿Igualdad entre quiénes?” y b) “¿Igualdad en qué?”».

452
DERECHOS CIVILES Y POLÍTICOS DE LAS MUJERES

Pues bien, a la vista del panorama descrito, el feminismo contemporáneo ha


acuñado la categoría de género para «insistir en la insuficiencia de los cuerpos te-
óricos existentes para explicar la persistente desigualdad entre mujeres y hom-
bres» (Scott, 1990:43). Este instrumento, que surge a finales del siglo XX, pre-
tende utilizarse para mostrar como, a partir de la circunstancia biológica del sexo,
se atribuyen al ser humano desde su nacimiento una serie de características que
implican también un reparto del poder social.
En lo que a este trabajo interesa, las características de lo femenino (que se
atribuyen a la mujer) supondrán su mayor idoneidad para desenvolverse en el
ámbito de lo privado. Lo masculino, por el contrario, se define a través de carac-
terísticas idóneas para la actuación en los espacios públicos y, desde luego, por la
autoridad. Mediante este tipo de análisis, se intenta mostrar la insuficiencia de la
igualdad formal para conseguir la equiparación en el ejercicio de derechos por
parte de hombres y mujeres. En el pensamiento jurídico se han desarrollado al-
gunas de las técnicas jurídicas que pretenden conseguir la igualdad que, en todo
caso, suponen una revisión de los planteamientos liberales en cuanto a la repre-
sentación del titular de los derechos y a la función del Derecho. El predicado de
la igualdad, desde estos presupuestos en las que las teorías de los derechos se ori-
ginan, asume un carácter exclusivamente formal.
La igualdad es entendida, pues, como igualdad ante la ley y como igualdad
de trato formal, es decir, como igualdad formal. La igualdad ante la ley se satis-
face mediante la generalidad de las leyes y la igualdad procesal. Por otra parte, la
igualdad formal exige la igualdad de trato, esto es, que los casos iguales en los as-
pectos relevantes reciban un mismo tratamiento por parte del Derecho. Este prin-
cipio da lugar a la igualdad como equiparación y a la igualdad como diferen-
ciación; es decir, impone, al mismo tiempo, el trato idéntico cuando las
circunstancias desiguales no son relevantes, y el trato diferenciado cuando las cir-
cunstancias desiguales se consideren relevantes. La última situación es la que se
produce en el caso de las mujeres en algunos lugares. En la circunstancia relevante
para la atribución de derechos, no son iguales a los hombres, por ello no supone
una excepción al principio de igualdad ni que las mujeres no puedan ejercer mu-
chos de los derechos por sí mismas (por ejemplo, disponer de sus bienes, o deci-
dir con quién quieren casarse) y ni que en relación con otros (como los derechos
políticos) ni siquiera tengan conferida la titularidad.
Frente a este modo de ver la igualdad y los derechos, la igualdad material, es
una exigencia que conecta con la reflexión sobre los derechos de quienes habían
sido ‘excluidos’ de la representación liberal del titular de derechos y que justifica
tratamientos diferentes en la existencia de diferentes necesidades que modulan el
modo en el que los derechos formalmente concedidos pueden ejercerse. Sin em-
bargo, esta comprensión del principio de igualdad no es compatible con los pre-
supuestos del modelo liberal.
En Estados Unidos, en relación con la cuestión racial y en el ámbito europeo
en relación con la discriminación por razón de género se han desarrollado toda
una serie de técnicas jurídicas a través de las cuáles se pretende eliminar la discri-

453
Mª DEL CARMEN BARRANCO AVILÉS

minación aun cuando ésta no está amparada formalmente. Para hacer referencia
a estas técnicas se habla de Derecho antidiscriminatorio.
En los protocolos internacionales sobre eliminación de la discriminación
desarrollados en el ámbito de la ONU se ha acuñado un concepto de discrimi-
nación arbitraria conforme al cual sirve para hacer referencia a «cualquier forma
de distinción, exclusión o restricción que afecte a una persona, en general, pero
no exclusivamente, por razón de una característica personal inherente, con inde-
pendencia de que exista o no justificación para tales medidas y que no esté jus-
tificada en cuanto a propósito, proporcionalidad y efectos». En este sentido, la
Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la
mujer, en su artículo 1, afirma que la expresión ‘discriminación contra la mujer’
denotará toda distinción, exclusión o restricción basada en el sexo que tenga por
objeto o por resultado menoscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio
por la mujer, independientemente de su estado civil, sobre la base de la igualdad
del hombre y la mujer, de los derechos humanos y las libertades fundamentales
en las esferas política, económica, social, cultural y civil o en cualquier otra es-
fera. Mientras desde la concepción liberal de la igualdad, la discriminación se
concibe como un tratamiento contrario a la igualdad formal y la describe como
discriminación directa, al hilo de la construcción del Derecho antidiscrimina-
torio se suele hacer referencia a diferentes tipos de discriminación, que puede ser
por acción o por omisión, intencional o no intencional, directa o indirecta y sim-
ple o múltiple.
Efectivamente, en el nuevo escenario, se considera discriminatoria (y, por
tanto, contraria a los estándares internacionales) la exclusión o restricción, tanto
si es el resultado de la acción, como si resulta de una omisión. Este último sería el
caso en el que la equiparación en el ejercicio de derechos hiciera necesaria la im-
plementación de medidas que no sean adoptadas. Además, una distinción, exclu-
sión o restricción puede ser discriminatoria tanto si está buscada, como si se trata
de un efecto no perseguido, y tanto si se produce explícitamente sobre la base de
las características personales, como si las diferencias consideradas relevantes son
neutras, pero el efecto es ocasionar una desventaja a personas que forman parte de
un determinado grupo. Frecuentemente, en ámbitos donde la igualdad formal
está consolidada, las mujeres sufren discriminaciones indirectas.
También es usual que las mujeres sean objeto de discriminación múltiple, por
cuanto la derivada de su pertenencia diferentes colectivos tradicionalmente ‘ex-
cluidos’ (niñas, personas con discapacidad, homosexuales, raza o etnia, religión
etc.), se suma a la de su condición de mujer. Esta situación ha significado histó-
ricamente un obstáculo añadido en el proceso de reconocimiento de derechos a
las mujeres. Así se produjo, por ejemplo, un olvido relativo de las mujeres negras
en los inicios del movimiento en feminista en lo Estados Unidos, que surge a fa-
vor de los derechos de los negros y de las mujeres blancas.
Las medidas que se han propuesto son de tipo muy diverso. Algunas están
orientadas a identificar la discriminación, lo cual es especialmente difícil
cuando ésta es indirecta, y otras a la eliminación. En relación con estas últimas

454
DERECHOS CIVILES Y POLÍTICOS DE LAS MUJERES

es frecuente el recordatorio de que los sujetos que pertenecen a esos grupos son
iguales (el varón y la mujer en las relaciones de trabajo) o el establecimiento de
prohibiciones a la hora de preguntar por determinados datos (creencias religio-
sas) garantías normativas–, hasta la introducción de medidas de inversión de la
carga de la prueba (es frecuente en el ámbito laboral). Menos usual ha sido el
desarrollo de medidas de acción positiva (también llamadas de ‘discriminación
inversa’).
El artículo 4 de la Convención sobre la eliminación de todas las formas de
discriminación contra la mujer excluye las medidas de acción positiva de la de-
finición de discriminación: «la adopción por los Estados Partes de medidas es-
peciales de carácter temporal encaminadas a acelerar la igualdad de facto entre
el hombre y la mujer no se considerará discriminación en la forma definida en
la presente Convención». Sin embargo, establece restricciones para la legitimi-
dad de estas medidas: «de ningún modo entrañará, como consecuencia, el
mantenimiento de normas desiguales o separadas» y «cesarán cuando se hayan
alcanzado los objetivos de igualdad de oportunidad y trato». Por otro lado,
como se ha señalado en el apartado anterior, las medidas para evitar la discri-
minación deben trascender el ámbito jurídico, al respecto, el artículo 5 de la
Convención citada encomienda a los estados tomar las medidas adecuadas para
«modificar los patrones socioculturales de conducta de hombres y mujeres,
con miras a alcanzar la eliminación de los prejuicios y las prácticas consuetu-
dinarias y de cualquier otra índole que estén basados en la idea de la inferiori-
dad o superioridad de cualquiera de los sexos o en funciones estereotipadas de
hombres y mujeres».
La Convención es un documento pionero por distintas razones. En primer lu-
gar porque considera jurídicamente relevante las discriminaciones que se produ-
cen en las relaciones entre privados, pero también porque insiste en la necesidad
de revisar las pautas culturales (Jain, 2005:90-91). Sin embargo, su incidencia en
la realidad sigue siendo insuficiente. Desde 1993, los derechos de mujeres y niñas
se consideran parte indivisible de los derechos humanos, y desde la Conferencia
de Beijing (1995) se adopta una nueva estrategia, el mainstreaming, que implica
la transversalidad del enfoque de género para acabar con la discriminación es-
tructural de la mujer.

A MODO DE CONCLUSIÓN
A pesar de que, como hemos visto, es posible hablar de un nuevo paradigma
desde el que se aborda la representación de la situación de la mujer y de las estra-
tegias adecuadas para garantizar su igualdad, diversos informes muestran que to-
davía la mujer no es ciudadana del mismo modo que lo es el hombre. La pervi-
vencia de normas y prácticas discriminatorias, incluso en aquellos Estados que
reconocen el principio general de igualdad ante la ley es una constante. En rela-
ción con los derechos civiles, incluso entendidos al modo liberal, es frecuente que

455
Mª DEL CARMEN BARRANCO AVILÉS

se exija una edad distinta a hombres y mujeres para contraer matrimonio, el pa-
dre conserva el derecho a adoptar decisiones sobre las hijas, se mantienen dife-
rentes causas para la justificación del divorcio y criterios distintos para la dis-
tribución de la propiedad en caso de muerte o divorcio (Banda, 2008: 63-167).
El porcentaje de mujeres en puestos públicos de responsabilidad puede servir
para obtener una idea de los derechos políticos. Es necesario, pues, seguir tra-
bajando.

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457
HACIA LA CONSOLIDACIÓN DE LOS
DERECHOS POLÍTICOS DE LAS
MUJERES EN URUGUAY: «PARLAMENTA»1
Niki Johnson
Investigadora, docente y coordinadora del Área
Política y Género del Departamento de Ciencia
Política. Facultad de Ciencias Sociales.
Universidad de la República, Uruguay.

1. INTRODUCCIÓN
Este artículo se propone describir y reflexionar sobre una experiencia de ar-
ticulación entre la academia y las mujeres políticas en Uruguay en el marco de un
proyecto de cooperación que tiene como objetivos generales fortalecer la partici-
pación política femenina, en particular en el ámbito parlamentario, y promover
la incorporación de la perspectiva de género en la agenda legislativa.
Esta experiencia se enmarca, por un lado, dentro de lo que la Universidad de
la República (UdelaR) que define como la tercera función del elenco universitario:
la extensión. La práctica de extensión o de vinculación con el medio se definió en
la Reforma de Córdoba, iniciada a principios del siglo XX, como un compromiso
de «poner el conocimiento y el accionar universitario al servicio de la mejora de las
condiciones de vida de los sectores postergados» (Rectorado de la UdelaR, 2007:
2). La Ley Orgánica de la UdelaR que data de 1958, señala este compromiso en su
artículo 2º como uno de los fines de la Universidad: «contribuir al estudio de los
problemas de interés general y propender a su comprensión pública». En la actual
discusión de reforma de la Ley Orgánica, se plantea como meta específica la con-
solidación de la práctica de extensión vinculándola con el concepto de

una Universidad para el Desarrollo, entendido desde la mejor tradición latinoamericana


en sentido integral, como desarrollo humano sustentable. Se apunta a la construcción de
1 «Parlamenta» es una experiencia de colaboración entre la Academia y la Bancada Bicameral Femenina.

459
NIKI JOHNSON

un país productivo con justicia social y preservación ambiental. La cuestión es expandir


las libertades y las capacidades individuales y colectivas para mejorar la calidad de vida
de las generaciones actuales y futuras. Hoy se ve al desarrollo así entendido como fruto
ante todo de la cooperación entre colectivos diversos, a lo que por cierto apunta desde
siempre la extensión universitaria.

Por otro lado, el diseño y contenidos del proyecto de cooperación también res-
ponden a una epistemología feminista social que rechaza el falso reclamo de objeti-
vidad de la producción científica y cuestiona la coherencia de una investigación so-
cial concebida en términos de la producción de conocimientos con fines pura y
exclusivamente académicos, y no como un proceso dialéctico de interacción entre
las o los investigadores y el medio. Desde esta óptica feminista el análisis de las cau-
sas de las desigualdades sociales y la construcción de posibles caminos de superación
de éstas lleva implícito un compromiso político con un proyecto transformador de
la realidad de nuestras sociedades y en especial de sus sectores más postergados. De
ahí que la investigación sobre los derechos humanos de las mujeres –en este caso en
particular, sus derechos políticos– debe representar no sólo un avance en nuestro en-
tendimiento de las estructuras, normas y prácticas que coartan esos derechos, sino
también una herramienta política y práctica para luchar por su efectivización.
Este artículo en primer lugar presenta un breve panorama del actual es-
tado de la representación política de las mujeres en el Uruguay. A continuación
se presentan a los dos actores colectivos que constituyen las contrapartes del
proyecto de cooperación –la Bancada Bicameral Femenina del Parlamento del
Uruguay y el Área Política y Género del Departamento de Ciencia Política, Fa-
cultad de Ciencias Sociales, Universidad de la República–. En tercer lugar, se
describen los objetivos y las estrategias del proyecto, centrándose específica-
mente en su principal herramienta, la página web «Parlamenta». Finalmente,
en la conclusión se reflexiona sobre la dimensión dinámica de este ejemplo de
extensión universitaria, desde el punto de vista del aporte que hace a la propia
investigación académica.

2. DERECHOS POLÍTICOS Y REPRESENTACIÓN FEMENINA


PARLAMENTARIA EN URUGUAY
Uruguay se destaca en la región por ser el primer país en otorgar la igualdad
política absoluta a las mujeres, cuando en 1932 se consagró su derecho a elegir y
a ser elegidas1. Después de un período de gobierno de facto (1933-1938), las pri-
meras mujeres ingresaron al Parlamento en las elecciones de 1942, siendo electas
dos senadoras y dos diputadas (un 3,1% del total de parlamentarios). Desde en-

1 Aunque en 1929 Ecuador aprobó el derecho femenino a votar y a ser elegida, hasta 1967 el voto fue obli-
gatorio para los varones y opcional para las mujeres; asimismo en Chile en 1931 se aprobó la igualdad política de
la mujer sólo a nivel municipal, concediéndose la igualdad para elecciones nacionales en 1949 (IPU 1995).

460
HACIA LA CONSOLIDACIÓN DE LOS DERECHOS POLÍTICOS DE LAS MUJERES EN URUGUAY…

tonces y hasta las últimas elecciones antes del Golpe de Estado en 1973, la repre-
sentación femenina parlamentaria sufrió altibajos, pero nunca superó la tasa al-
canzada en las primeras elecciones en que se eligieron mujeres al Parlamento (ver
el Gráfico 1).

GRÁFICO 1
Porcentaje de mujeres electas como titulares al Parlamento uruguayo,
1942-2004

Fuente: Elaboración propia en base a datos de la Corte Electoral uruguaya y del Parlamento.

Como se aprecia en el Gráfico 1, a pesar de un reinicio de la actividad polí-


tica poco alentador para las mujeres después de la dictadura, al no ser electa al Par-
lamento ninguna mujer como titular en las elecciones de 1984, la tasa de repre-
sentación femenina a nivel nacional aumentó paulatina pero sostenidamente
hasta las elecciones de 2004, cuando se registró un leve retroceso en el número de
mujeres electas como titulares2.
Si desagregamos los datos por las Cámaras, vemos que la presencia de muje-
res ha sido mayor en la Cámara baja en todo el período (ver el Gráfico 2). Desde
una perspectiva comparada, en contraste con la condición histórica de país de
avanzada en el escenario regional, en la primera década del siglo XXI Uruguay

2 En las elecciones de 1999 15 mujeres fueron electas como titulares al Parlamento (3 senadoras y 12 di-
putadas). En las elecciones de 2004 14 mujeres titulares fueron electas, y en junio del 2005 se sumó otra di-
putada en el lugar del titular que renunció para ocupar el cargo de Intendente Municipal.

461
NIKI JOHNSON

GRÁFICO 2
Evolución del porcentaje de mujeres electas como titulares al Parlamento
uruguayo, 1984-2004

Fuente: Johnson, 2005: 56.

se encuentra seriamente rezagado en materia de representación femenina parla-


mentaria relativo a la mayoría del resto de los países latinoamericanos. La actual
tasa de representación femenina en la Cámara de Representantes coloca a Uru-
guay en el lugar 92 del total de 188 países que integran la Clasificación Mundial
de Mujeres en los Parlamentos de la Unión Interparlamentaria3. En el contexto la-
tinoamericano, estas cifras ubican a Uruguay en el lugar 16 de 19 países, muy por
debajo del promedio regional (23,2%)4.
Actualmente el Poder Legislativo tiene una institucionalidad de género muy
limitada y frágil. La única estructura institucional en el ámbito parlamentario
con responsabilidad para tratar iniciativas legislativas con contenido de género es
la Comisión Especial de Género y Equidad (CEGE) de la Cámara de Represen-
tantes. A su vez, esta comisión no tiene carácter permanente, sino que, al inicio
de cada nuevo período legislativo, se debe proponer su conformación; por otro
lado, en la Cámara de Senadores no existe ninguna comisión con competencia es-
pecífica en materia de género. De hecho, los avances que se han logrado en ma-
teria de promoción de la equidad de género en la agenda legislativa y en las pro-
pias estructuras y prácticas del Parlamento han sido en gran parte el resultado de

3 Clasificación Mundial de Mujeres en el Parlamento de la Unión Interparlamentaria,


http://www.ipu.org/wmn-e/classif.htm, actualizada al 31 de mayo de 2008.
4 Luego de las elecciones paraguayas de abril de 2008, los tres países de la región que ocupan lugares más
bajos en la Clasificación son Guatemala (lugar 93), Brasil (107) y Colombia (111).

462
HACIA LA CONSOLIDACIÓN DE LOS DERECHOS POLÍTICOS DE LAS MUJERES EN URUGUAY…

los esfuerzos individuales y colectivos de mujeres legisladoras de todos los parti-


dos políticos, a pesar de su restringida presencia en términos numéricos en un ám-
bito todavía muy marcado por una cultura masculina.
En vistas a la inclusión, hacia fines del siglo XX, de la tasa de representación
femenina en cargos de poder político como variable en distintos índices interna-
cionales de medición de la calidad o consolidación de la democracia y del grado
de desarrollo humano5, el bajo porcentaje de mujeres legisladoras en el Parla-
mento uruguayo representa un claro «déficit democrático» (Moreira y Johnson
2003). Esta deuda que tiene la democracia uruguaya con las mujeres ha sido de-
nunciada en repetidas ocasiones desde 1984 tanto por las propias mujeres políti-
cas como por el movimiento de mujeres6. Además se han presentado numerosos
proyectos de ley que proponen la adopción de un sistema de cuotificación por
sexo en las listas electorales (casi todas iniciativas de las propias mujeres políticas)
que busca corregir esta disparidad de género y acelerar el acceso de las mujeres a
cargos electivos partidarios, parlamentarios y departamentales7. No obstante, de
los ocho proyectos de ley de cuotas presentados en el Parlamento sólo dos llega-
ron a debatirse en el pleno (los otros se archivaron en la etapa de Comisión) y de
éstos el primero no consiguió la mayoría especial de dos tercios de los integrantes
de la Cámara, requerida por tratarse de una reforma electoral. La última iniciativa
presentada logró la media sanción en la Cámara de Senadores en mayo de 2008,
pero en una versión tan acotada –se aprobó la aplicación de una cuota mínima
por sexo de un tercio para las elecciones parlamentarias y departamentales sola-
mente para el ciclo electoral de 2014/2015 – que resulta incoherente con el con-
cepto de acción afirmativa en el cual supuestamente se basa. Este resultado refleja
fielmente la actitud de la mayoría de los dirigentes masculinos, que se caracteriza
por un discurso favorable a una mayor participación de las mujeres pero una prác-
tica que sigue reproduciendo dinámicas excluyentes.

3. LA BANCADA BICAMERAL FEMENINA


A pesar de tener una presencia numéricamente reducida en el Parlamento,
desde la conformación en el año 2000 de la llamada Bancada Femenina en la Cá-

5 Además de la Clasificación Mundial de las Mujeres de la UIP, la inclusión del Indice de Potenciación
de Género entre las herramientas para elaborar los Informes de Desarrollo Humano del Programa de las Na-
ciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
6 Ver, por ejemplo, Participación y Mujer, Montevideo: CONAPRO Grupo de Trabajo sobre la Condi-
ción de la Mujer (Feb. 1985); Participación Política de la Mujer: Encuentro con Candidatos a la Presidencia,
Montevideo: CONAMU (1989); la Declaración de la Red de Mujeres Políticas del Uruguay (5 March 1996);
Mecanismos para Incrementar la Representación Política de las Mujeres: Un Desafío para la Democracia, Monte-
video: Comisión Nacional de Seguimiento a los Compromisos de Beijing (1997); la Agenda de las Mujeres, pro-
ducido por la Comisión Nacional de Seguimiento a los Compromisos de Beijing para las elecciones de 1999
y 2004.
7 En esto también Uruguay se aleja de la tendencia dominante en la región, donde 11 países han apro-
bado leyes consagrando cupos por sexo en las listas electorales. Ver Johnson (2008) para un análisis del caso
uruguayo y www.parlamento.gub.uy/parlamenta/dossier para los datos de los diferentes proyectos presentados.

463
NIKI JOHNSON

mara de Representantes (desde 2005 la Bancada Bicameral Femenina), las legis-


ladoras uruguayas han logrado constituirse en una presencia colectiva destacada
del ámbito parlamentario y en un referente para la ciudadanía. La Bancada Bica-
meral Femenina es una coordinación horizontal, interpartidaria integrada por to-
das las diputadas y senadoras actuantes que se construyó sobre la base de las prác-
ticas de articulación interpartidaria desarrolladas por las mujeres políticas desde la
época de la transición a la democracia en el país 8.
Desde su creación, la Bancada Bicameral Femenina ha logrado importantes
avances legislativos en materia de género a través de una estrategia de trabajo a la
vez concertado y respetuoso de la diversidad. También mantiene una coordina-
ción activa con organizaciones sociales de mujeres para promover distintos temas
de la agenda de género y ha asumido un rol fiscalizador de la actuación del Poder
Ejecutivo en materia de políticas de género y de reglamentación e implementa-
ción de las leyes con contenido de género.
El impacto de la Bancada Femenina en la vida parlamentaria tiene varias di-
mensiones. Por un lado, representa una modalidad de trabajo interpartidario
poco común en un ámbito legislativo en general fuertemente marcado por las di-
visiones partidarias o donde la articulación interpartidaria responde a las necesi-
dades de gobiernos de coalición. En cambio, la Bancada Femenina representa una
estrategia proactiva de largo plazo, que ha enfrentado con éxito el desafío poten-
cialmente divisorio de acontecimientos o planteos puntuales, como por ejemplo
la discusión de proyectos de ley sobre los cuales no todas sus integrantes compar-
ten la misma posición9. En el éxito de esta estrategia fue fundamental la concep-
ción de la «unidad» de la Bancada, no en términos de unanimidad de consenso
sobre todos los temas de género, sino en términos de respetar las diferencias y lí-
mites de cada una de sus integrantes dentro de un marco compartido de convic-
ción en cuanto a que había que abrir un espacio para estos temas en la agenda le-
gislativa. En las palabras de una diputada, la Bancada es «una visualización
pública de cómo creemos las mujeres que tiene que trabajarse desde el punto de
vista político: avanzar en lo que nos une y trabajar en lo que nos separa»10. En
suma, esta estrategia ha resultado ser efectiva para la promoción de inciativas le-
gislativas con contenido de género, señalando que son temas que atañen a todas,
más allá de las diferencias ideológico-partidarias.
Otra práctica innovadora en el ámbito parlamentario ha sido la rendición de
cuentas pública que realiza la Bancada anualmente y al finalizar cada legislatura
ante el Parlamento y la ciudadanía en general.
8 La articulación interpartidaria aparece como una característica central de la acción política de las mu-
jeres a partir del retorno a la democracia en Uruguay: en 1984 se crea el Grupo de Trabajo sobre la Condición
de la Mujer (posteriormente Concertación de Mujeres) en el marco de la Concertación Nacional Programá-
tica (CONAPRO), integrada por mujeres de todos los partidos y de organizaciones sociales y de mujeres; en
1992 se crea la Red de Mujeres Políticas, integrada por mujeres militantes y dirigentas de los cuatro partidos
con representación parlamentaria, que además de intercambiar información e ideas, y elaborar iniciativas en
común, buscaba producir líderes mujeres con una conciencia y una agenda de género.
9 Este es el caso de los proyectos de ley de cuotas y del proyecto de ley de defensa de la salud sexual y re-
productiva, que incluye la despenalización del aborto.
10 Diputada Beatriz Argimón (PN), en Bancada Femenina (2005).

464
HACIA LA CONSOLIDACIÓN DE LOS DERECHOS POLÍTICOS DE LAS MUJERES EN URUGUAY…

Por otro lado, las mujeres parlamentarias evaluan positivamente no sólo lo


que se ha logrado en materia legislativa, sino el impacto que ha tenido la existen-
cia de la Bancada sobre la participación política de la mujer en el Parlamento en
términos más generales. La «solidaridad de género» de la cual la existencia de la
Bancada Femenina depende, pero que también contribuye a fortalecer, hace que
las legisladoras se sientan respaldadas en su actuación parlamentaria:

Las mujeres ya sabemos, cuando, por ejemplo, vamos a hablar en el Plenario, que
hay otras que nos van a escuchar, que nos apoyan y nos acompañan –en nuestra ac-
ción, aunque no necesariamente en nuestra intención legislativa11. [...] en lo personal
me permitió avanzar en los temas sabiendo que no estaba sola, lisa y llanamente por-
que aún en temas en los que ni siquiera íbamos a tener pronunciamientos iguales, ma-
nejamos códigos de relacionamiento basados en el entendimiento y en el más absoluto
respeto12.

No obstante los logros de la Bancada Bicameral Femenina, cabe señalar que


indudablemente la clave de la consolidación de una masa crítica de mujeres en el
Parlamento uruguayo desde 2000 se encuentra en la presencia de determinadas
individuos con largas trayectorias de militancia en defensa de los derechos de las
mujeres. Esto plantea la posibilidad de que la continuidad de la agenda legislativa
de género dependa de la presencia continuada de esas mujeres, o de la entrada de
otras con perfiles parecidos. Entonces surge un nuevo desafío: ¿cómo lograr la ins-
titucionalización del género en el Parlamento, para que la transversalización de la
perspectiva de género en la agenda y producción legislativas no dependa exclusi-
vamente de la voluntad, compromiso y formación de algunos individuos, cuya
presencia a su vez depende de factores altamente cambiantes, como son la corre-
lación de las fuerzas políticas, las tendencias de voto del electorado y la nego-
ciación política interna de los sectores partidarios?

4. ESTUDIOS DE POLÍTICA Y GÉNERO EN LA UNIVERSIDAD


DE LA REPÚBLICA: INVESTIGACIÓN Y EXTENSIÓN
Paralelo al proceso de conformación y consolidación de la Bancada Bicameral
Femenina, los obstáculos a un mayor acceso de mujeres a cargos electivos en Uruguay
se transformó en uno de los principales objetos de estudio de un grupo de investiga-
doras del Departamento de Ciencia Política de la UdelaR. En 2000 fue creado el
Grupo de Trabajo Política y Género en el marco de un proyecto de investigación so-
bre «Participación política de mujeres en Uruguay (1985-2000)»13. Desde esa fecha

11 Entrevista con una integrante de la Bancada Femenina, citada en Johnson (2006).


12 Diputada Argimón, en Bancada Femenina (2005).
13 El proyecto fue financiado por la Comisión Sectorial de Investigación Científica (CSIC) de la Ude-
laR; la investigación fue coordinada por Constanza Moreira y contó con la participación de las investigadoras
Ma Inés de Torres, Laura Gioscia, Niki Johnson y Ma Elena Laurnaga. Ver Moreira et al. (2001).

465
NIKI JOHNSON

integrantes de la ahora denominada Área Política y Género del Departamento de


Ciencia Política han realizado una serie de proyectos de investigación, publica-
ciones y seminarios que exploran distintas dimensiones del tema de la partici-
pación política de las mujeres y de la agenda legislativa de género en Uruguay (ver
Moreira y Johnson, 2003; Johnson, 2005 y 2006; Pérez, 2006; Johnson y Pérez,
2007 y 2008).
Varios de estos estudios han explorado los factores que inciden en las bajas ta-
sas de representación femenina en cargos electivos en Uruguay, concluyendo que
es la interacción entre algunas características particulares del sistema político-par-
tidario y del régimen electoral, y los rasgos fuertemente masculinos de la cultura
política uruguaya que hace que las mujeres accedan sistemáticamente en núme-
ros menores a los espacios formales e informales de las estructuras institucionali-
zadas de toma de decisiones14. Además, son tan pocas las que llegan que la cultura
masculina del ámbito parlamentario genera una fuerte presión por que se mascu-
linicen, dejando de lado su específicidad como mujeres políticas. Esta especifici-
dad se detectó, por ejemplo, en la Encuesta a mujeres políticas realizada en 2000
en el marco del primer proyecto de investigación realizado por el Grupo de Tra-
bajo Política y Género (Moreira et al. 2001), donde la mayoría de las encuestadas
respondieron que, además de representar a su sector político y a su departamento,
se sienten representantes de las mujeres. Otro estudio demostró que existen dife-
rencias significativas de género en la actuación parlamentaria de mujeres y hom-
bres legisladores (Johnson 2006). Además de tener un perfil legislativo distinto a
sus pares varones, el análisis de la producción legislativa muestra que son las le-
gisladoras quienes han asumido preponderantemente la responsabilidad de poner
en la agenda legislativa temas de género. Finalmente, los resultados del monito-
reo de los medios de comunicación que se hizo en el marco del proyecto «Segui-
miento electoral desde una perspectiva de género» (2004-2005) realizada por in-
vestigadoras del Área Política y Género para la Comisión Nacional de
Seguimiento: Mujeres por Democracia, Equidad y Ciudadanía (CNS Mujeres)15,
muestran que los medios también tienen su parte en la invisibilización de las mu-
jeres políticas (Johnson 2005). El estudio concluyó que la cobertura mediática de
la campaña electoral privilegiaba a los candidatos varones, mientras que las re-
presentaciones de las candidatas mujeres tienden a ajustarse a estereotipos tradi-
cionales del rol de la mujer. En suma, durante la última década la producción aca-
démica ha generado un análisis en profundidad y una serie de indicadores
concretos sobre la temática que representan insumos importantes para generar
conciencia y debate político-públicos sobre la efectivización de los derechos polí-
ticos de las mujeres.
14 Ver Johnson (2000), Moreira et al (2001), Moreira (2001), Moreira y Johnson (2003) y Pérez (2006).
15 La CNS Mujeres es una coordinación nacional de organizaciones sociales de mujeres creada en 1996
para monitorear la implementación de la Plataforma de Acción Mundial emanada de la IV Conferencia de la
Mujer de Naciones Unidas, celebrada en Beijing en 1995. Actualmente su agenda se centra en el monitoreo
de las políticas públicas y la incidencia política, e incluye como uno de sus ejes de trabajo la efectivización de
los derechos políticos, en particular la promoción de una ciudadanía activa y el acceso a cargos de poder para
las mujeres.

466
HACIA LA CONSOLIDACIÓN DE LOS DERECHOS POLÍTICOS DE LAS MUJERES EN URUGUAY…

En paralelo a sus actividades de investigación, el Área Política y Género tam-


bién ha desarrollado vínculos con las mujeres políticas, a través de actividades de
extensión por las cuales se pretende aportar desde la academia al fortalecimiento de
los derechos políticos de las mujeres. Así, investigadoras del Área Política y Género
han participado como expositoras y facilitadoras en seminarios y talleres de for-
mación en temas como negociación política, reforma del Estado y elaboración de
políticas públicas con perspectiva de género, organizados por y para las mujeres po-
líticas. En 2001 facilitaron las jornadas de creación de la Bancada Mujer en la
Junta Departamental de Paysandú y en 2007 y 2008 participaron de los talleres de
formación de la Red de Mujeres Políticas que se realizaron en todos los departa-
mentos del país. En abril de 2003 el Área Política y Género y la Comisión Espe-
cial de Equidad y Género de la Cámara de Representantes colaboraron en la orga-
nización de una conferencia titulada «La cuota por sexo en la competencia
electoral. Elementos para el debate parlamentario», que buscaba aportar elementos
teóricos y analíticos a los y las legisladores para la posterior discusión sobre la ini-
ciativa legislativa presentada por integrantes de la Bancada Bicameral Femenina.

5. «PARLAMENTA»: EXPERIENCIA DE COLABORACIÓN ENTRE


LA ACADEMIA Y LA BANCADA BICAMERAL FEMENINA
Hacia finales de 2007 se firmó un convenio de cooperación entre la Bancada
Bicameral Femenina y el Departamento de Ciencia Política que pretendía conso-
lidar el vínculo ya establecido entre ambas instituciones, promoviendo prácticas
y brindando insumos para contribuir al debate parlamentario y a la comprensión
pública de temáticas de interés general relacionadas con la participación política
de las mujeres y la agenda legislativa de género, de acuerdo con los fines que la
Universidad debe cumplir en la sociedad. En términos generales, el proyecto
busca construir herramientas y generar dinámicas para contrarrestar el sesgo de
género en la vida político-parlamentaria que deja a las legisladoras más excluidas,
menos visibles, y su trabajo menos reconocido; dar un impulso para definir es-
trategias y acciones que apuntan a lograr una mayor institucionalidad de género
en el Parlamento uruguayo; y producir insumos para la profundización del análi-
sis académico de la situación de las mujeres en política en Uruguay.
Estos objetivos generales se plasmaron en nueve objetivos específicos que se
detallan en el Recuadro 1.
La herramienta principal para lograr estos objetivos es la página web «Parla-
menta: las mujeres en el Parlamento», a la cual se accede a través de un enlace en
la portada del sitio web oficial del Parlamento del Uruguay (www.parlamento.
gub.uy/parlamenta). El vínculo de Parlamenta con el sitio del Parlamento del
Uruguay no resulta solamente de su colocación en la portada de éste, sino que en
diferentes secciones hay enlaces a información ya sistematizada dentro del sitio del
Parlamento (por ejemplo, el registro cronológico de la actuación parlamentaria de
las legisladoras, o los textos de proyectos de ley o de leyes aprobadas). Cabe reco-
nocer que más allá de la capacidad de negociación del equipo técnico de Parla-

467
NIKI JOHNSON

RECUADRO 1. PARLAMENTA: Objetivos específicos


1. Promover y dar visibilidad a la actuación de las mujeres parlamentarias.
2. Facilitar los vínculos y el intercambio entre las mujeres parlamentarias y la comunidad académica.
3. Facilitar los canales de comunicación entre las legisladoras y los medios de comunicación.
4. Facilitar las vías de comunicación de la ciudadanía y la sociedad civil organizada con las legisla-
doras.
5. Contribuir al fortalecimiento de los liderazgos femeninos en el ámbito político.
6. Promover la incorporación de la perspectiva de género en la actividad legislativa.
7. Promover el relacionamiento con mujeres parlamentarias de la región como forma de coordinar
acciones, intercambiar experiencias y fortalecer lazos.
8. Avanzar en la producción de conocimientos académicos sobre temas de política y género, en par-
ticular la participación y representación política de mujeres y la agenda legislativa de género.
9. Lograr la sostenibilidad de las actividades permanentes planteadas en este proyecto, a través de su
incorporación en el presupuesto del Parlamento.

menta, de las parlamentarias y de algunas aliadas entre las autoridades y el fun-


cionariado del Parlamento, ciertos factores coyunturales facilitaron lograr la au-
torización para colgar Parlamenta como subsitio adentro del sitio oficial del Par-
lamento. El principal de ellos deriva de que el Parlamento uruguayo está
actualmente embarcado en un proceso de reflexión y transformación del Poder
Legislativo en una institución moderna, eficiente y más cercana y accesible a la
ciudadanía, por lo que existe un clima de receptividad a propuestas que puedan
aportar a ese proceso.
El siguiente recuadro ofrece un resumen de las principales secciones y conte-
nidos de Parlamenta.

TABLA 1
PARLAMENTA - www.parlamento.gub.uy/parlamenta
FUENTES DE LA
SECCIÓN PRINCIPALES CONTENIDOS
INFORMACIÓN
Mujeres en el • Perfiles biográficos de las 18 legisladoras titulares o • Material documental y
Parlamento suplentas que han ocupado una banca por un lapso periodístico relevado por
de tiempo significativo durante la XLVIa legislatura Internet.
(2005-2010). • Datos proporcionados
• Datos vida personal y profesional. por las legisladoras (ver-
• Datos trayectoria política (cargos partidarios; actua- sión final autorizada por
ción parlamentario; temas de especialización; parti- las legisladoras).
cipación en comisiones). • Enlaces a:
— registro cronológico
de su actuación parla-
mentaria en el sitio
del Parlamento.
— sitio web personal y/o
partidario.

468
HACIA LA CONSOLIDACIÓN DE LOS DERECHOS POLÍTICOS DE LAS MUJERES EN URUGUAY…

FUENTES DE LA
SECCIÓN PRINCIPALES CONTENIDOS
INFORMACIÓN
Bancada • Descripción de su creación, funcionamiento y ac- • Archivo de la BBF
Bicameral tuación • Trabajos académicos
Femenina • Información de contacto para la ciudadanía
(BBF) • Materiales de la BBF:
— rendiciones de cuentas anuales y por legislatura
— comunicados de prensa
— publicaciones de sus diversas actividades públicas
Comisión Información sobre la única comisión parlamentaria • Enlaces a integración y
Especial de (Cámara de Representantes) especializada para el tra- asuntos bajo estudio en
Género y tamiento de proyectos de ley con contenido de género el sitio del Parlamento
Equidad • Estudios académicos

Género y • Información y análisis de la agenda legislativa de gé- • Enlaces a trámites parla-


legislación nero, en tres subsecciones: mentarios y textos de los
— normas internacionales suscritas y/o ratificadas proyectos y leyes en el si-
por Uruguay, que definen o defienden los dere- tio del Parlamento
chos de las mujeres, o que promueven la equidad • Elaboración propia
de género
— leyes con contenido de género aprobadas a lo
largo de la historia del Uruguay
— proyectos de ley con contenido de género pre-
sentados en la actual legislatura (2005-2010)
• Breve análisis cuantitativo de la suerte que han co-
rrido los proyectos de género en relación al universo
total de proyectos presentados

Indicadores • Datos cuantitativos sobre representación femenina • Estudios académicos


de en ámbitos de poder político (Parlamento, Poder
participación Ejecutivo, Juntas Departamentales)
política • Presentados en forma gráfica

Bibliografía Referencias organizadas en cinco secciones temáticas: • Bases bibliográficas aca-


• participación y representación política de las mujeres démicas
• mujeres en el poder • Relevamiento en Internet
• cuotas
• manuales y guías
• Uruguay
Con texto completo en formato electrónico para des-
cargar.

Enlaces • Más de 50 enlaces a sitios web relacionados con la • Bases académicas


participación y representación política de las mujeres, • Relevamiento en Internet
la institucionalidad de género en el Parlamento y el
género en la agenda legislativa.
• Organizados en tres secciones geográficas:
— Mundo
— América Latina
— Uruguay

469
NIKI JOHNSON

FUENTES DE LA
SECCIÓN PRINCIPALES CONTENIDOS
INFORMACIÓN
Destacados / • Informes detallados de las principales actividades del • Elaboración propia
Actividades proyecto: • Enlaces externos
Parlamenta — El Seminario «Hacer política desde las mujeres:
Género, representación parlamentaria y agenda
legislativa» (Palacio Legislativo, marzo 2008).
Contiene: el programa, los currículums de las ex-
positoras, una transcripción resumida de la inau-
guración, las cuatro mesas, la clausura, y las con-
clusiones de los dos talleres a puertas cerradas (de
parlamentarias/os y académicas), y fotos
— Dossier Informativo sobre las Cuotas, pensado
como un aporte al debate parlamentario sobre el
proyecto de ley de participación política
— Consulta Ciudadana vía electrónica. Incluye la
consigna de la Consulta y los datos de contacto
(e-mail, teléfono, fax) para que las mujeres uru-
guayas manden sus inquietudes y demandas
• Eventos, actividades o campañas no propios del pro-
yecto que tengan una transcendencia que sobrepasa
una mera noticia. Hasta ahora se han incluido como
destacados:
— un enlace al foro de debate on-line sobre cuotas
organizado por iKNOW Politics16;
— el seminario co-organizado por la Bancada Bica-
meral Femenina y la embajada chilena en Uru-
guay en el marco de la visita del estado de la Pre-
sidenta Michelle Bachelet (julio 2008)
Noticias Noticias nacionales, y de otros países, sobre temas re- • Elaboración propia
lacionados con los ejes temáticos de Parlamenta: la re- • Enlaces externos a sitios
presentación política femenina; la actividad parla- periodísticos feministas y
mentaria de las legisladoras; la incorporación de los mainstream
temas y la perspectiva de género en la agenda legisla-
tiva y la actividad parlamentaria. Excepcionalmente se
incluyen otras noticias no directamente relacionadas
con estos ejes que pueden ser de interés para las legis-
ladoras o de utilidad en su trabajo parlamentario.

16 iKNOW Politics, el portal de la Red Internacional de Información sobre la Mujer y la Política, es una
iniciativa de IDEA Internacional, la UIP, PNUD, UNFPA y UNIFEM y está diseñado para satisfacer las ne-
cesidades de una amplia gama de usuarios (profesionales, académicos, candidatos, miembros de partidos, etc.)
interesados en promover la participación de la mujer en la política. Su objetivo es aumentar la participación y
la eficacia de la mujer en la vida pública mediante la utilización de un foro tecnológico. El sitio web permite
a los usuarios consultar recursos (biblioteca virtual, información y conocimientos especializados de otros usua-
rios, expertos y profesionales); fortalecer el conocimiento mediante foros de debate con mediadores, inter-
cambio de información y respuestas de los especialistas a consultas de los miembros; así como intercambiar ex-
periencias mediante el uso de herramientas diseñadas para tal fin.

470
HACIA LA CONSOLIDACIÓN DE LOS DERECHOS POLÍTICOS DE LAS MUJERES EN URUGUAY…

FUENTES DE LA
SECCIÓN PRINCIPALES CONTENIDOS
INFORMACIÓN
Calendario Almanaque de efemérides que busca aportar a la recu- • Relevamiento en Internet
Parlamenta peración y construcción colectiva de la historia de las
mujeres y sus derechos.
Se incluyen los días significativos del calendario inter-
nacional (el 8 de marzo, el 28 de mayo, el 28 de se-
tiembre y el 25 de noviembre), pero también infor-
mación biográfica sobre figuras femeninas destacadas
e hitos de la historia nacional e internacional.

A continuación se ofrece un análisis de los contenidos de Parlamenta, desde


la óptica de las cuatro estrategias transversales elegidas para avanzar hacia los ob-
jetivos específicos del proyecto.

VISIBILIZACIÓN. Esta estrategia se refiere, por un lado, a la necesidad de


hacer visibles para el entorno parlamentario, las colectividades partidarias, la opi-
nión pública y los medios de comunicación, a las mujeres legisladoras y su actua-
ción parlamentaria, tanto individual como colectiva, particularmente en pos de
los derechos de las mujeres y de la equidad de género.
En este sentido, la vinculación directa de Parlamenta con el sitio web del
Parlamento fue significativo por dos razones. Por un lado, el sitio web del propio
Parlamento recibe un promedio de 3.500 visitas diarias, un volumen de tráfico
que aumentaba la potencial visibilidad de Parlamenta a partir del momento de su
lanzamiento. Por otro lado, porque los principales usuarios de la web del Parla-
mento son los propios parlamentarios. Resultaba mucho más probable que aque-
llos legisladores menos interesados en o activamente resistentes a considerar la
perspectiva de género visitaran la nueva página –aunque sea por simple curiosi-
dad– si el acceso a Parlamenta estuviera presente como un elemento permanente
de su paisaje virtual cotidiano, que si estuviera colgada en otro dominio.
La estrategia de visibilización se plasma en diversas dimensiones en la página.
En primer lugar, en los perfiles biográficos de las parlamentarias, donde además
de los datos relevantes de sus trayectorias políticas se aportan datos –en la medida
que las legisladoras lo autorizaban– también personales. La inclusión de tal in-
formación refleja el reconocimiento de lo que han mostrado una y otra vez los es-
tudios sobre las diferencias en las trayectorias políticas de hombres y mujeres y los
testimonios de estas últimas: que la vida privada y en particular la llamada triple
jornada, bajo la cual las mujeres siguen siendo las principales responsables del
mantenimiento del ámbito doméstico y del cuidado de la niñez, inciden en sus
posibilidades de ejercer en igualdad de condiciones sus derechos políticos.
En segundo lugar, se busca visibilizar en la sección Género y legislación la
agenda legislativa de género, y en especial la labor de las parlamentarias al poner
en la agenda legislativa temas antes ignorados, marginados o resistidos por un
elenco parlamentario predominantemente masculino. Además de incluir detalles

471
NIKI JOHNSON

de los distintos proyectos y leyes, se ofrece un análisis cuantitativo del desempeño


del Parlamento en cuanto a la aprobación de tales medidas, y también se cubren
en noticias de elaboración propia los distintos avances (o retrocesos) legislativos
registrados. Estas noticias con contenido nacional, elaboradas por el equipo del
proyecto, tienen como fin difundir novedades del ámbito político y parlamenta-
rio que no son en general levantadas por los medios de comunicación, para faci-
litar que el tratamiento legislativo de los derechos de las mujeres se difunda entre
la población. La intención del Calendario Parlamenta es parecida, en tanto busca
llamar la atención a hitos de la historia de la participación política de las mujeres
que a menudo quedan en el olvido en la historiografía nacional.
Finalmente, los materiales escogidos para la Bibliografía y los Enlaces brin-
dan ejemplos de buenas prácticas de otros países pensados como un aporte para
la formación y el fortalecimiento del liderazgo político de las mujeres y para la
promoción de agendas legislativas de género.

COMUNICACIÓN. Esta segunda estrategia refiere a la necesidad de forta-


lecer los canales de comunicación entre las mujeres legisladoras y distintas colec-
tividades fuera del ámbito parlamentario. En términos de la comunicación directa
entre la Bancada Bicameral Femenina y la sociedad uruguaya, hay dos poblacio-
nes objetivas de particular relevancia.
Siendo la representación una de las funciones de las legisladoras y dado que
la Bancada Bicameral Femenina se ha conformado a fin de promover una agenda
legislativa de género, se pretende brindar herramientas y espacios que promuevan
un contacto directo entre la ciudadanía y las legisladoras y permitan recoger de
manera más fluida las reivindicaciones que emanan de la sociedad civil. En este
sentido, otra ventaja de la herramienta elegida es que las nuevas tecnologías de la
información y de la comunicación facilitan el acercamiento de las legisladoras a
la ciudadanía permitiendo la realización de actividades tales como consultas ciu-
dadanas, o foros de debate entre elencos técnicos y políticos que aportan a la lla-
mada «e-Governance» o «democracia digital». Al respecto, en agosto de 2008 se
implementa en el marco del proyecto la Consulta Ciudadana «Mujer, tu voto
tiene voz», para la cual la Bancada Bicameral Femenina convoca a las mujeres uru-
guayas a enviar por distintos canales sus inquietudes, propuestas y demandas.
Una de las principales vías de relevamiento de los planteos de las mujeres uru-
guayas es el sitio Parlamenta17. Los planteos recogidos luego serán sistematizados
y procesados por las investigadoras participantes del proyecto quienes devolverán

17 Cabe mencionar que aunque se considera que las vías electrónicas (la web y e-mail) son los canales más
apropiados para una consulta de estas características, también se implementa a nivel territorial, con la instala-
ción de urnas en todos los departamentos del país, para asegurar que no queden excluidas mujeres sin acceso
o conocimientos de las nuevas tecnologías de la comunicación. Al carecer el proyecto «Parlamenta» de los re-
cursos humanos y económicos suficientes para cubrir todo el territorio nacional, se cuenta con el apoyo de la
Red de Mujeres Políticas para la implementación de la Consulta en los departamentos del interior del país.
Esta articulación entre las mujeres políticas hace que la consulta termina siendo no sólo una acción para pro-
mover la ciudadanía activa de población femenina, sino también de empoderamiento de las mujeres políticas
en tanto representantes de la ciudadanía.

472
HACIA LA CONSOLIDACIÓN DE LOS DERECHOS POLÍTICOS DE LAS MUJERES EN URUGUAY…

los resultados de la consulta a las mujeres políticas. El objetivo final es que éstas a
su vez vuelquen las demandas relevadas a sus partidos políticos como aporte a la
construcción de una agenda política con perspectiva de género, y en particular
que los partidos políticos las tomen en cuenta en la elaboración de sus propues-
tas programáticas para las próximas elecciones (nacionales en octubre de 2009 y
departamentales en mayo de 2010).
Segundo, la construcción de un perfil público propio como mujeres políticas
–algo fundamental a nivel individual para la consolidación de sus carreras políti-
cas y a nivel colectivo para generar el apoyo necesario desde la opinión pública
para los proyectos de ley promovidos por la Bancada Bicameral Femenina– de-
pende en gran medida de los medios de comunicación. Por esta razón el proyecto
prioriza la creación de canales de comunicación permanentes con este sector, la
producción de información en un formato fácilmente apropiable por el mismo y
acciones específicas destinadas a sensibilizar a los medios sobre temas de género y
política. Pero además, lograr una dinámica permanente y efectiva para comuni-
car a los medios de comunicación las actividades de la Bancada Bicameral Feme-
nina y sus integrantes, y las novedades de la agenda legislativa de género, no sólo
se concibe como un aporte para la construcción de una agenda mediática sensi-
ble al género, sino que es la forma más eficiente de difundir estas actividades en-
tre la ciudadanía y, más específicamente, el electorado.
Así, aunque las dos fuentes principales de la información sistematizada en
Parlamenta son la investigación académica y la base de datos parlamentaria, la
presentación de esa información fue pensada para responder a las necesidades de
distintos grupos de usuarios/as: desde noticias breves que resumen las actividades
de la Bancada Femenina, que pueden ser levantadas por los medios de comuni-
cación, hasta textos más extensos pensados como material de referencia sobre
todo para la labor parlamentaria de las y los legisladores en formato de archivos
para descargar. Asimismo, en todo el sitio se busca tener elementos visuales rela-
cionados con los contenidos (fotos, gráficos) y se incluyen archivos de audio en
los casos que estén disponibles (por ejemplo, discursos de las legisladoras, o even-
tos públicos realizados en el marco del proyecto) lo que también ayuda a que la
información sea más fácilmente adaptable a formas cotidianas de comunicación.

ARTICULACIÓN. La historia del movimiento de mujeres y de las mujeres


políticas en Uruguay ha demostrado la efectividad de las acciones articuladas en-
tre distintos actores colectivos, cada uno participando desde su ámbito específico
y con su perfil particular, para promover y defender los derechos de las mujeres.
A pesar de esto, se ha constatado que con frecuencia los avances en materia de in-
vestigación sobre temas de género que se producen en el ámbito de la Universi-
dad de la República –y que podrían servir como insumos para la incorporación de
una perspectiva de género en el debate y la producción legislativos– no tienen una
adecuada difusión entre las colectividades políticas de mujeres. La sección Bi-
bliografía, entonces, incluye materiales bibliográficos nacionales y de otros países
que tratan distintas dimensiones de la participación política de las mujeres, su ac-

473
NIKI JOHNSON

ceso y actuación en cargos de poder, en América Latina, Uruguay y el resto del


mundo. Asimismo, se encuentran en Enlaces sitios de instituciones académicas o
de investigación que ofrecen datos e indicadores, y artículos de teoría política fe-
minista o de análisis empírico de distintas dimensiones de la actividad política de
las mujeres. El Dossier Informativo es un ejemplo de la elaboración de informa-
ción detallada sobre un tema –las cuotas– en base a una producción académica
previa, presentada en un formato que responde a las necesidades del debate par-
lamentario (un diagnóstico de la situación, antecedentes nacionales, experiencias
comparadas, simulación de impactos, banco de argumentos). De hecho, varias le-
gisladoras hicieron referencia a la información sistematizada en el Dossier en sus
intervenciones en la discusión en el Senado.
También para facilitar la articulación hay enlaces a sitios de redes u organi-
zaciones de la sociedad civil que promueven la equidad de género en la represen-
tación política, las políticas públicas y la agenda legislativa. Otros sitios son ini-
ciativas de colaboración entre distintas instituciones, creados específicamente para
difundir información o brindar insumos para el fortalecimiento de la partici-
pación, la incidencia y la actuación legislativa de las mujeres políticas. En otros ca-
sos son subsecciones de sitios de organismos internacionales que tienen progra-
mas o proyectos de fortalecimiento del liderazgo político o de la incidencia
política de las mujeres. Además, se incluye una sección de los Enlaces que con-
tiene los sitios de todos los mecanismos estatales rectores de políticas de género en
América Latina y España.

INCIDENCIA. La última estrategia apunta al fortalecimiento de la capaci-


dad de las mujeres de incidir en sus espacios de actuación política, tanto en tér-
minos de lograr ellas mismas una mayor presencia y una mayor receptividad a los
temas de género, como respecto a la institucionalización del género. En este sen-
tido, la estrategia de incidencia busca la transformación de los ámbitos político-pú-
blicos sobre los cuales se actúe, cambiando prácticas y agendas. Esto se conside-
raba una meta fundamental para evitar el síndrome de «guetización» del cual a
menudo sufren las iniciativas con financiación externa que buscan promover la
participación política de las mujeres. Con esto se refiere a la tendencia de finan-
ciar iniciativas –sin duda muy valiosas– de formación y/o difusión de las activi-
dades de las mujeres políticas, pero que corren en paralelo a la vida y estructuras
políticas «mainstream». El riesgo con tales iniciativas es que cuando termina el fi-
nanciamiento, las actividades también se terminan, y mientras que los insumos y
la experiencia generados pueden tener mucho valor para la construcción indivi-
dual o colectiva de las mujeres como sujetos políticos, dejan no cambian la insti-
tucionalidad en la cual están insertas.
El principal ámbito en el cual se pretende incidir es el parlamentario. El pro-
yecto busca especialmente fortalecer la institucionalidad de género en el Parla-
mento uruguayo, para que el reconocimiento de la especificidad de las legislado-
ras y de su actuación parlamentaria, y de la relevancia de la incorporación del
enfoque de equidad de género en la actividad legislativa, no pase solamente por

474
HACIA LA CONSOLIDACIÓN DE LOS DERECHOS POLÍTICOS DE LAS MUJERES EN URUGUAY…

la voluntad de las pocas mujeres que lleguen a este ámbito, como ha pasado hasta
ahora, sino que refleje un compromiso institucional sustantivo –y no meramente
retórica– en cumplimiento de los compromisos asumidos por el Estado uruguayo
en acuerdos internacionales tales como la Convención para la Eliminación de to-
das las Formas de Discriminación Contra la Mujer y la Plataforma de Acción
Mundial de la IV Conferencia de la Mujer de Naciones Unidas (Beijing 1995).
En este sentido, la ubicación de Parlamenta representó un primer paso hacia
la institucionalización del género en el Parlamento uruguayo. El hecho de que
Parlamenta ya esté instalada dentro del sitio oficial del Parlamento ha facilitado
negociar la continuidad de la página más allá de la vida del proyecto en sí, y de
hecho, ya está previsto que en el futuro el acceso a Parlamenta se incorpore a la
propia estructura del sitio del Parlamento (como una lengüeta más en la por-
tada), en el marco de la reconstrucción de éste actualmente en curso. Asimismo,
un nuevo proyecto de cooperación financiado por el sistema de las Naciones Uni-
das, que se empezó a ejecutar en julio de 2008, incorporó como un eje de acción
asegurar la sostenibilidad de Parlamenta, transfiriendo los conocimientos necesa-
rios para su mantenimiento al funcionariado del Poder Legislativo.
También se visualizaba que las actividades del proyecto permitirían una ma-
yor incidencia de las mujeres en sus propios ámbitos político-partidarios. Tanto
la construcción de dinámicas de relevamiento y respuesta a las demandas de la
ciudadanía femenina o a las reivindicaciones de género, como la consolidación de
la presencia de las mujeres políticas en los medios de comunicación puede gene-
rar un importante capital político para las mujeres políticas a la hora de defender
su presencia en las listas electorales o en ámbitos de decisión partidarios, o a la
hora de promover la agenda de género en los programas partidarios, por ejemplo
en épocas electorales.

A MODO DE CONCLUSIÓN
Finalmente, mientras que el proyecto se enmarca dentro de la filosofía de la
extensión universitaria, y por lo tanto tiene como primer objetivo volcar al medio
en el cual la Universidad está inserta la producción académica acumulada, como
aporte a la consolidación de los derechos políticos de las mujeres uruguayas, cabe
señalar que contiene también una importante dimensión de retroalimentación de
esa misma producción académica.
Los datos sistematizados en la página –ya sea de la producción legislativa en
materia de género, o de las trayectorias de las mujeres parlamentarias – pretenden,
en primer lugar, servir como una fuente de información accesible para los medios
de comunicación, la ciudadanía en general y para las propias mujeres políticas.
Pero a la vez pretende ser un aporte para superar la falta de una adecuada forma-
ción en género del funcionariado responsable de la sistematización informática de
los enormes volúmenes de información que produce el Parlamento. La falta de
una elaboración sistemática de indicadores y descriptores sensibles al género difi-

475
NIKI JOHNSON

culta para las investigadoras académicas el uso confiable del banco de datos dis-
ponible en el sitio oficial del Parlamento como una fuente de información pri-
maria. Por eso, se trata de que la información ofrecida en Parlamenta sea lo sufi-
cientemente completa como para que además sirva de fuente de datos para la
profundización de la investigación académica. La creación de una base de indica-
dores de género sobre participación y representación política y la sistematización
sensible al género de la producción legislativa representan importantes insumos
para la futura profundización de las líneas de investigación desarrolladas desde el
Área Política y Género. En este sentido, por ejemplo, los perfiles biográficos de las
legisladoras representan un rico material para avanzar en un aspecto cuyo estudio
es incipiente en el país y en la región –la construcción de las carreras políticas de
las mujeres–. Asimismo, al ser disponible esta información en línea facilita su uso
por investigadoras e investigadores no residentes en Uruguay, y en estudios com-
parados.
En suma, el sitio web Parlamenta pretende brindar información sistemati-
zada en un formato accesible y útil tanto para las mujeres políticas, como para los
medios de comunicación, la ciudadanía en general y las o los investigadores que
estudian la participación política de las mujeres.

BIBLIOGRAFÍA
BANCADA FEMENINA (2004). Rendición de Cuentas de la Bancada Fe-
menina, Período Legislativo 2000-2005. Disponible en http:// www.parlamen-
to.gub.uy/parlamenta/bbf
INTERPARLIAMENTARY UNION (1995). Women in parliaments 1945-
1995. A world statistical survey. Ginebra: IPU, Serie «Reports and Documents»,
No. 23.
JOHNSON, Niki (2006). «Actuación parlamentaria y diferencias de género
en Uruguay». Revista de Ciencia Política de la Universidad de Chile, No. 46
(otoño).
JOHNSON, Niki con la colaboración de Verónica PÉREZ (2005). La polí-
tica de la ausencia: Las elecciones uruguayas (2004/2005), las mujeres y la equidad
de género. Montevideo: CNS Mujeres/ICP.
JOHNSON, Niki (2000). «¿Democracia a medias? La representación de la
mujer en cargos políticos electivos en el Uruguay, 1984-1994». Revista Uruguaya
de Ciencia Política, No. 12, pp. 69-96.
MOREIRA, Constanza (2001). «¿Democracia restringida en Uruguay? Lí-
mites culturales e institucionales a la participación de las mujeres en política
(1985-2000)». En Susana Mallo y Miguel Serna (organizadores), Seducción y de-
silusión: La política latinoamericana contemporánea. Montevideo: EBO.
MOREIRA, Constanza, Inés DE TORRES, Laura GIOSCIA, Niki JOHN-
SON y Mª Elena LAURNAGA (2001). Participación de las mujeres en política:
Uruguay 1985-2000. Informe final del proyecto CSIC I+D, inédito.

476
HACIA LA CONSOLIDACIÓN DE LOS DERECHOS POLÍTICOS DE LAS MUJERES EN URUGUAY…

MOREIRA, Constanza y Niki JOHNSON (2003). Democracia, género y


equidad: Aportes para el debate sobre los mecanismos de acción afirmativa. Monte-
video: FESUR, Serie Análisis y Propuestas, No. 1.
PÉREZ, Verónica (2006). «52% del electorado, 11% del Parlamento. Facto-
res culturales y representación política femenina en Uruguay», Revista Uruguaya
de Ciencia Política, No. 15, pp. 57-81.
RECTORADO DE LA UNIVERSIDAD DE LA REPÚBLICA (2008).
Notas para la actualización de la Ley Orgánica de la Universidad de la República,
Documento del Rectorado (marzo).

477
DERECHOS CULTURALES
INTERCULTURALIDAD Y GÉNERO:
LA LUCHA POR LOS DERECHOS
CULTURALES DE LAS MUJERES
INDÍGENAS DEL PERÚ
Tarcila Rivera Zea
Presidenta del Centro de Culturas Indígenas del Perú
(Chirapaq), Fundadora del Enlace Continental de Mujeres
Indígenas de las Américas (ECMI), Fundadora e integrante del
Foro Internacional de Mujeres Indígenas (FIMI) y activista
quechua por la defensa de los derechos de los pueblos y mujeres
indígenas del Perú.

1. INTRODUCCIÓN
Uno de los problemas más fuertes al que nos enfrentamos los pueblos indí-
genas, particularmente nosotras las mujeres, es la contradicción entre los derechos
individuales y colectivos generada por la concepción de ciudadanía que promue-
ven los Estados Nación. La Constitución peruana de 1993 reconoce nuestras or-
ganizaciones y comunidades, pero no nos reconoce como pueblos con derechos
específicos, con herencias culturales e históricas propias, con recursos que cuida-
ron nuestros mayores y con la capacidad de decidir libremente nuestro presente y
nuestro futuro.
Las mujeres indígenas formamos parte activa del proceso de reivindicación de
nuestros derechos colectivos; nuestro rol de hijas, madres, compañeras, lideresas
y generadoras de vida nos permite realizar aportes sustanciales al movimiento in-
dígena sobre la base de nuestras capacidades. Pero enfrentamos un triple pro-
blema, porque a la discriminación por ser indígenas, se suma la discriminación
por ser mujeres y pobres.
En nuestro país, tenemos leyes y normas sobre las comunidades indígenas,
pero éstas no hablan de los derechos de las mujeres; tenemos leyes y normas so-
bre las mujeres, pero éstas no hablan de los derechos culturales propios de las in-
dígenas, que actualmente se ven como «barreras al desarrollo» y no como poten-
ciales de sus culturas específicas. Entonces, ¿qué ocurre con los derechos de
quienes no somos consideradas ciudadanas plenas?

481
TARCILA RIVERA ZEA

2. CONTEXTO HISTÓRICO RECIENTE


En la historia antigua y reciente, las mujeres indígenas, lo mismo que nues-
tra Madre Tierra, hemos sido violentadas en las formas más denigrantes. Desde las
guerras de colonización hasta la reciente violencia política, hemos sido sometidas
por la fuerza como objeto para la servidumbre y satisfacción sexual de los pode-
rosos –encomenderos, hacendados, terroristas, autoridades militares y civiles–.
Hemos sido usadas como «botín de guerra» para que asimilemos la idea de ser ob-
jetos de propiedad de los varones, y no seres humanos con voces, sentimientos, ca-
pacidades y decisiones propias.
A partir de 1980, 20 años de violencia política nos sumieron en el dolor. De
acuerdo con las investigaciones de la Comisión de la Verdad y Reconciliación
(CVR, 2004: 17-19), el precio de una «guerra sucia» que no impulsamos ni qui-
simos fue de 69.000 muertos y 12.000 desaparecidos, de los cuales el 75% fue-
ron indígenas quechuas y asháninkas. La CVR ha podido apreciar que, conjun-
tamente con las brechas socioeconómicas, el proceso de violencia puso de
manifiesto la gravedad de las desigualdades de índole étnico-cultural que aún pre-
valecen en el país. Del análisis de los testimonios recibidos resulta que el 75% de
las víctimas fatales del conflicto armado interno tenían el quechua u otras lenguas
nativas como idioma materno. Este dato contrasta de manera elocuente con el he-
cho de que la población que comparte esa característica constituye solamente el
16% de la población peruana de acuerdo con el Censo Nacional de 1993 (CVR,
2004: 434).
Cerca de un millón de personas desplazadas, privadas de sus medios de sub-
sistencia, aún hoy no pueden insertarse plenamente a la vida social y económica
de las zonas donde debieron refugiarse; además, un número no determinado de
víctimas de tortura y violencia sexual carece de atención médica y psicológica es-
pecializada. El dolor de la muerte y el desarraigo aún no encuentra sosiego. La ma-
yor violencia se dio entre 1983 y 1992. Las matanzas masivas de indígenas andinos
y amazónicos por ambos bandos –Sendero Luminoso por un lado, la Policía y las
Fuerzas Armadas por el otro– no eran tomadas en serio por la sociedad de Lima, ni
por el gobierno central; la indiferencia era la expresión real de lo que significábamos
los indígenas en nuestro propio país. Quienes pudimos huir de la violencia escu-
chábamos constantemente acerca de los abusos de un lado o de otro, pues las co-
munidades no querían abandonar sus tierras, sus ríos y sus casas; tenían que so-
brevivir al fuego cruzado, o ser usados como carne de cañón.
Algunos hasta hoy objetan que estos recuerdos son impresiones subjetivas
de nosotros, los indígenas; incluso llegan a decir que la violencia es un invento
de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (Richter Prada et al., 2007).
Pero investigaciones recientes llevadas a cabo por el movimiento feminista y
por organismos de derechos humanos (Manuela Ramos-COMISEDH, 2003;
Valdez-Arroyo, 2007) demuestran no sólo la cotidianeidad de las desaparicio-
nes y muertes, sino además que muchas veces las mujeres indígenas fuimos víc-
timas también de abusos sexuales por los subversivos y militares, a manera de

482
INTERCULTURALIDAD Y GÉNERO: LA LUCHA POR LOS DERECHOS CULTURALES DE LAS MUJERES…

«desfogue». En nuestros cuerpos ha quedado marcado el mudo dolor del


abuso, la frustración y la vergüenza. La desaparición forzada es una tortura
permanente para los familiares de las víctimas indígenas (COMISEDH, 2001:
185-221). El no saber dónde fue a dar el cuerpo de nuestros hijos, esposos o
familiares es como mirar el vacío y no saber dónde se encuentra el alma.
¿Dónde pondremos la ofrenda del día de los muertos? ¿A dónde iremos ese día
para encontrarse con el alma del familiar desaparecido? ¿Cómo sabremos si su
alma está descansando? La gran mayoría de los familiares de los 12.000 desa-
parecidos reclamamos el derecho de saber dónde están los restos de nuestros se-
res amados. De lo contrario, la chiririnka, el moscardón azul que anuncia la
muerte, dará vueltas eternamente para la familia del desaparecido. ¿Podemos
pensar en que hay alguna indemnización o reparación que pueda compensar
estos abusos?

3. INTERCULTURALIDAD Y GÉNERO
3.1. Dualidad y equidad: nuestra concepción del género
La historia oral de nuestras culturas muestra que los varones y mujeres indí-
genas poseemos roles complementarios; se da el sentido de la dualidad, en el cual
dos seres diferentes forman una unidad de contrarios, no un antagonismo. Por
ejemplo, la pareja mítica formada por Manco Cápac y Mama Ocllo aparecieron
uno al lado del otro para fundar la civilización Inca, enseñando sus conocimien-
tos a sus iguales. No se piense que las mujeres indígenas estamos limitadas a las la-
bores domésticas; además del personaje mítico de Mama Ocllo, existe Mama
Waco, mujer guerrera, fuerte, capaz de liderar ejércitos.
Estas manifestaciones de la feminidad son el complemento necesario de la
masculinidad; el filósofo quechua Ciprián Phuturi Suni –Tayta Ciprián–, sinte-
tizó este conocimiento en una frase: «las cosas valen cuando están en su punto de
equilibrio» (Espinoza 1997). Las mujeres indígenas que conocemos y cultivamos
esta dualidad, preservada por la memoria colectiva, no creemos en la supremacía
del varón. En la espiritualidad andina cuando hacemos la reciprocidad con los
«apus» –dioses tutelares– para obtener una buena cosecha, aumentar los ganados
o tener buena salud, colocamos todo en pareja: dos ramos de flor de retama, dos
ramos de clavelina, caramelos en par, cigarrillos en par, hojas de coca en pares, ve-
las en pares y escogemos una hora par para efectuar el ritual.
Sin embargo, siglos de imposición de la cultura occidental, pérdida de
identidad y el contexto de posguerra han motivado que estas prácticas, aunque
se conservan en la memoria colectiva, en las narraciones y en los ritos, hayan
perdido buena parte de su significado. Las comunidades indígenas actuales no
son sociedades idílicas: se presentan casos de violencia familiar y sexual, discri-
minación y marginación de la mujer. Ello nos obliga a preguntarnos qué pasó

483
TARCILA RIVERA ZEA

y cómo debemos retomar la tradición para volver al equilibrio, a la equidad, a


lo justo, al punto en el que valen las cosas.

3.2. Encuentros y desencuentros con el movimiento feminista


Las mujeres indígenas vemos el diálogo intercultural como una oportunidad
que facilitaría el construir nuestra ciudadanía. Somos conscientes del carácter
universal de los derechos humanos, y rechazamos aquellas posturas que, en nom-
bre del relativismo cultural, pretenden desacreditar estos derechos como un «in-
vento occidental». Pero una parte del carácter progresivo de los derechos huma-
nos es la adecuación de sus conceptos –entre ellos el género– a nuestros espacios
culturales, a nuestros modos de pensar, y a los problemas concretos de las comu-
nidades andinas y amazónicas.
Las mujeres indígenas tenemos sabiduría, capacidad de trabajo e inventiva;
de otro modo, no hubiéramos sobrevivido a una guerra salvaje, a crisis terribles y
a la marginación. En el contexto de posguerra, las mujeres aportamos principal-
mente al sustento familiar, dejando de lado cuestiones como la marginación, o la
valoración social de nuestros aportes económicos y laborales. Ahí hay un gran po-
tencial que no suele tomarse en cuenta desde el enfoque de género, que segura-
mente es totalmente válido en medios con mayor uniformidad cultural; pero, en
nuestro caso, debemos pensar en cómo adecuamos estos términos que provienen
de las ciencias sociales y de realidades diferentes.
Entonces, cuando hablemos de equidad de género debemos preguntarnos en
qué consiste esa equidad y qué estrategias debemos usar para llegar a ella. El gé-
nero para nosotras las indígenas, no solamente es el cruce de relaciones y roles so-
ciales entre varones y mujeres –y los derechos de cada uno–, las relaciones socia-
les que hay entre las mismas mujeres, la estratificación de la sociedad, donde hay
diferencias entre las mujeres que están en las clases altas, en las clases medias y ba-
jas, y entre el sector intelectual y el no intelectual. Estas diferencias nos separan y
nos impiden juntarnos para elaborar propuestas comunes.
Estas diferencias no se han tomado en cuenta hasta la fecha reciente en las
plataformas reivindicativas del movimiento feminista, que también poseía su pro-
pia «neutralidad» respecto a los problemas étnicos. La agenda feminista tradicio-
nal –no sólo aquí, también en el Primer Mundo– estaba basada en problemas tí-
picos de las sociedades industriales: parafraseando a la lideresa Lakota Mary Crow
Dog, mientras las indígenas nos enfrentábamos al exterminio, las feministas que-
rían resolver quien lavaba los platos (Crow Dog y Erdoes, 1991). Por ello, muchas
indígenas hemos sido tildadas de antifeministas, porque en la reivindicación de
nuestros derechos colectivos como pueblos se ocultaban o se perdían las reivindi-
caciones específicas de las mujeres.
Nuestro lenguaje es más cercano al de las normas internacionales de derechos
humanos; por ello, admitimos que es «neutro» en cuanto al género, e incluso la
reciente Declaración de Derechos de los Pueblos Indígenas no pone énfasis en los

484
INTERCULTURALIDAD Y GÉNERO: LA LUCHA POR LOS DERECHOS CULTURALES DE LAS MUJERES…

derechos específicos de las mujeres. Estamos en proceso de superar esta «neutra-


lidad», pero también hemos llamado la atención a nuestras hermanas feministas
sobre las reivindicaciones específicas de las indígenas, que no sólo somos discri-
minadas por ser mujeres, sino también por ser indígenas, y pobres. A partir de
ello, queremos tender puentes para establecer una agenda común donde las mu-
jeres busquemos la equidad y la justicia, haciendo fuerza común para lograrlo.

4. AGENDA PENDIENTE
En la actualidad, los indígenas no podemos saber con certeza cuantos somos.
El I Censo de Comunidades Indígenas, realizado en 1993, mostró que la pobla-
ción indígena del Perú estaba compuesta por 8 millones de quechuas, 603 mil ay-
maras y 299 mil indígenas amazónicos –cerca del 42% de la población peruana–.
Pero nunca se continuó esta experiencia, a pesar de las propuestas que los pueblos
indígenas hicieron llegar al Estado (Chirapaq 2007). Sin embargo, los datos ac-
tuales son suficientes para señalar varias necesidades básicas insatisfechas, cuya in-
satisfacción es clave para ahondar las desigualdades entre indígenas y no indíge-
nas. De ellas trataremos a continuación.

4.1. Educación intercultural


El Estado peruano enfoca el problema de le educación indígena como un
problema de infraestructura y cobertura educativa, sin prestar atención a la ade-
cuación de los contenidos respecto de la vida cotidiana de nuestros niños, niñas
y jóvenes. Pero incluso desde una perspectiva centrada en la cobertura, las cifras
del año 2001 reflejan una realidad lamentable: entre la población nacida en el pe-
ríodo 1960-1969, el logro educativo promedio –es decir, los años cursados en la
escuela– en los varones indígenas es de 7,9 años y en de las mujeres es de 5,8 años;
en comparación, el logro promedio en los varones no indígenas es de 9,8 años y
en las mujeres es de 9 años (Trivelli, 2005).
Esta brecha entre la población indígena y la no indígena se explica en gran
parte por que los gastos en útiles escolares, así como la disponibilidad de tiempo
para estudiar, son lujos para muchas de nuestras familias, que deben interrumpir
los estudios de sus hijos e hijas –especialmente de las mujeres, para las cuales la
brecha es considerablemente mayor– para que éstos y éstas se dediquen a activi-
dades de subsistencia.
Por otro lado, el sistema educativo peruano está concebido de manera «cul-
turalmente neutra» conduciendo progresivamente a todos los niños, niñas y jó-
venes, sin importar su medio cultural, hacia la alfabetización en castellano y la
educación universitaria. El resultado es que, al final de su vida escolar, nuestros ni-
ños, niñas y jóvenes no saben expresarse bien en castellano y tampoco en sus len-
guas nativas, y han asimilado conocimientos y prácticas que no son aplicables a

485
TARCILA RIVERA ZEA

su entorno social, o que refuerzan conductas autoritarias y discriminatorias, y que


a la larga condicionan su futura vida laboral.
Un estudio reciente de la Organización Internacional del Trabajo (OIT,
2007) nos permite exponer algunas hipótesis sobre la relación entre educación y
pobreza:

• El Perú registra un alto porcentaje de trabajadores y trabajadoras indígenas


en actividades agrícolas (60,3%). La mayor concentración de trabajadores
indígenas en el sector agrícola, que posee niveles de productividad e ingre-
sos menores a las de otros rubros, se explicaría por las desigualdades en el
acceso a la educación, ya que los indígenas ven limitadas sus posibilidades
al no poder acceder a niveles superiores de educación.
• La proporción de asalariados entre los trabajadores y trabajadoras indígenas
(23,8%) es inferior a la de los no indígenas (48,4%), lo mismo que la cober-
tura de los servicios de salud y pensiones (17,4% para los trabajadores indí-
genas y 33,9 para los no indígenas). Esto puede explicarse por la conjunción
entre el carácter no especializado del sector agrícola, la discriminación racial
en el medio laboral rural-urbano y la brecha educativa ya señalada.

Estas hipótesis deben ser comprobadas por futuros estudios estadísticos y


censales, por lo cual es necesario enfatizar la necesidad de que contemos con un
Censo Indígena que nos permita no solamente reducir el análisis a la población
rural, sino también a la población indígena residente en las ciudades por migra-
ción o desplazamiento forzado.

4.2. Salud y consulta previa


El personal de los Centros de Salud que atiende a los pueblos indígenas está
formado en su mayoría por jóvenes profesionales urbanos, que cumplen obliga-
toriamente con 12 meses de servicio en zonas rurales. Sin embargo, el sistema de
salud pública no esta planteado desde un enfoque intercultural:

• A pesar de la dispersión característica de las poblaciones indígenas, los Cen-


tros de Salud se ubican en las capitales de provincia o distrito.
• Los Centros de Salud carecen de personal, infraestructura, suministros y
medios de transporte adecuados.
• La escasez de suministros hace que, en la práctica, el costo de productos
como antibióticos, suero o anestésicos deben ser costeados por las familias
indígenas.
• El personal de salud, por lo general, se niega a trabajar en colaboración con
los médicos tradicionales, ignorando tanto los beneficios propios de los me-
dicamentos naturales como los efectos psicosomáticos positivos de los tra-
tamientos tradicionales.

486
INTERCULTURALIDAD Y GÉNERO: LA LUCHA POR LOS DERECHOS CULTURALES DE LAS MUJERES…

• El personal de salud, por lo general, desconoce las lenguas indígenas y tiene


una actitud autoritaria respecto de la población, desconociendo su derecho
a ser adecuadamente informado acerca de los tratamientos que se le brin-
darán y sus consecuencias.
• El personal de salud, por lo general, desconoce las costumbres y roles rela-
tivos al género que son característicos de los pueblos indígenas, lo cual ge-
nera conflictos, especialmente en los servicios de planificación familiar, sa-
lud reproductiva y salud materno-infantil.

La violación del derecho a la consulta previa, libre e informada en cuanto a


la salud alcanzó niveles dramáticos en la década de los 90, cuando el régimen au-
toritario de Alberto Fujimori lanzó un programa masivo de esterilizaciones qui-
rúrgicas, que afectó a 300 mil mujeres indígenas.
Aunque el programa de esterilizaciones masivas fue suspendido por las pro-
testas de la sociedad civil y los pueblos afectados, investigaciones continuas de la
Defensoría del Pueblo muestran que hasta la actualidad los servicios públicos de
salud siguen violando los derechos culturales de sus pacientes indígenas (Defen-
soría del Pueblo 1998, 2000, 2002, 2005 y 2007).

4.3. Acceso a la justicia


Si el acceso de los indígenas a los servicios de educación y salud es limitado
y posee múltiples problemas, son mayores las dificultades que se presentan en el
acceso a la justicia, pues la justicia formal llega sólo hasta los centros poblados más
importantes, y en las comunidades indígenas quienes resuelven los conflictos son
las autoridades locales: funcionarios municipales, presidentes de comunidades in-
dígenas, policías y jueces de paz (COMISEDH 2002).
En este escenario, los indígenas, especialmente las mujeres, solemos afrontar
los siguientes problemas:

• La justicia local no siempre es justa, por cuanto las autoridades se ven so-
metidas a la influencia de grupos locales de poder; quien posee mayores re-
cursos puede influenciar o intimidar a la autoridad, y su palabra tiene «más
valor».
• La justicia local no siempre respeta los derechos humanos, subordinándo-
los a prácticas cultural y socialmente aceptables. Por ejemplo, los castigos fí-
sicos son prácticas generalizadas, lo mismo que la conciliación en casos de
violencia familiar y/o sexual, o el hecho de que el testimonio de un hom-
bre valga más que el de una mujer.
• Si bien es teóricamente posible apelar las decisiones de las autoridades lo-
cales ante el sistema formal de justicia, el esfuerzo, el tiempo y el costo de
una apelación hacen que en la práctica sea imposible que los indígenas de
escasos recursos lleguen a este nivel.

487
TARCILA RIVERA ZEA

La justicia local refleja los problemas de discriminación por género que exis-
ten al interior de las comunidades indígenas. Es frecuente que las autoridades lo-
cales consientan en «legalizar» una violación sexual casando a la víctima con el
violador, o imponiendo una multa a éste, o llegando a otro tipo de compensación
entre el agresor y los padres de la víctima, la cual no obtiene ningún tipo de re-
paración, ni siquiera en un plano simbólico.

4.4. Consulta previa, tierra y territorios


La tierra constituye para nuestros pueblos una fuente de vida, y en ese sen-
tido, es condición de nuestro bienestar individual y comunitario. Pero también es
el lugar del que venimos, donde vivieron y trabajaron nuestros antepasados,
donde éstos crearon sus dioses y sus historias; por lo tanto, el respeto de nuestro
derecho al respeto de nuestras tierras y territorios es esencial para nuestra super-
vivencia, no sólo económica, sino también cultural.
Los pueblos indígenas respetamos a la Madre Tierra porque nos da los ali-
mentos para nuestro cuerpo, sabiendo además que en el corazón de sus montañas
está el alimento para nuestro espíritu. Esta concepción y práctica es común a to-
dos los pueblos indígenas del mundo; convirtiéndose así en una prioridad en la
lucha indígena. Desde la llegada de Occidente y su concepción utilitaria acerca
del territorio y los recursos naturales, se trastocaron una serie de valores y prácti-
cas indígenas que podrían ser muy útiles para conservar la vida humana, pues los
pueblos indígenas usamos estos recursos con una concepción de sostenibilidad.
Actualmente, vemos la muerte no sólo de la vida de los animales, de los pe-
ces, sino la muerte también de los ríos, de los bosques y de la propia tierra. El co-
razón de las montañas, donde mora el espíritu de nuestros dioses, está siendo am-
bicionado porque tiene oro, plata, uranio u otros minerales. El gran territorio
amazónico está siendo ambicionado por el petróleo, el gas y los bosques madere-
ros. Los pueblos indígenas se ven obligados a reducir sus territorios, en nombre
de un desarrollo en el que no están incluidos.
Esta destrucción se ha dado de manera progresiva. Durante la década de
1990 fueron dadas leyes de «fomento a la inversión» estableciendo que con el
voto de dos tercios de las comunidades indígenas las tierras comunales –que hasta
entonces eran inalienables– podían ser vendidas, alquiladas o hipotecadas. Hoy,
el Presidente de la República ha llegado a establecer como doctrina de Estado la
idea de que los pueblos indígenas y sus defensores son la causa de la pobreza y el
atraso del país:

[…] existen verdaderas comunidades campesinas, pero también comunidades arti-


ficiales, que tienen 200 mil hectáreas en el papel pero solo utilizan agrícolamente 10 mil
hectáreas y las otras son propiedad ociosa […]. Y contra el petróleo, han creado la figura
del nativo selvático ‘no conectado’ [sic]; es decir, desconocido pero presumible, por lo
que millones de hectáreas no deben ser exploradas, y el petróleo peruano debe quedarse

488
INTERCULTURALIDAD Y GÉNERO: LA LUCHA POR LOS DERECHOS CULTURALES DE LAS MUJERES…

bajo tierra mientras se paga en el mundo US$90 por cada barril. Es preferible para ellos
que el Perú siga importando y empobreciéndose (García 2007).

El gobierno actual promulgó el 20 de mayo de este año el Decreto Legisla-


tivo 1015, estableciendo que en lo sucesivo las tierras de las comunidades indíge-
nas podrían ser vendidas, alquiladas o hipotecadas a terceros con el voto a favor
del 50% de los miembros asistentes a una Asamblea Comunal. Al mismo tiempo,
el DL 1015 derogaba toda norma que se le opusiera, por lo cual las comunidades
indígenas se habrían convertido en las únicas sociedades en el Perú cuyo patri-
monio podría ser enajenado por menos del 50% de sus miembros.
Ante la protesta de nuestros pueblos andinos y amazónicos, esta norma ha
sido modificada en parte, pero todavía se mantiene vigente el que nuestras tierras,
nuestros bosques, nuestros ríos, podrán ser vendidos. Y todo en nombre del «fo-
mento a la inversión privada».

5. MUJERES Y MOVIMIENTO INDÍGENA


Como ya hemos señalado, la concepción dualista y equitativa de nuestros
pueblos indígenas acerca del rol de las mujeres en la vida familiar, comunitaria y
social nos ha permitido desarrollar nuestra creatividad, ingenio y sabiduría, así
como desarrollar nuestra propia capacidad para enfrentar retos en nuestra doble
función de productoras y reproductoras de la vida.
Sin embargo, estos aportes no son reconocidos ni visibilizados en su justa di-
mensión por el sistema patriarcal que penetró nuestras comunidades y nuestras
mentes. Además, el empobrecimiento de la economía familiar, la pobreza en el
campo, el deterioro de la sociedad indígena por la guerra y otros factores externos
han obligado a que la mujeres indígenas tengamos que asumir responsabilidades
que actualmente recargan nuestras tareas.
En situaciones de conflicto, las mujeres indígenas hemos creado organiza-
ciones de diversa índole, cuya característica principal es la de contribuir a la solu-
ción de problemas de supervivencia y a la defensa de la vida, dentro o fuera de la
comunidad. En las comunidades, las mujeres brindamos nuestro aporte como
depositarias del conocimiento de la biodiversidad para la salud, la alimentación y
la conservación del medio ambiente.
Las formas de organización y participación de nosotras, las mujeres indíge-
nas, han ido evolucionando con el tiempo y de acuerdo a las circunstancias. Nos
hemos organizado en asociaciones, cooperativas, microempresas para responder a
la crisis económica, principalmente a través de la producción y comercialización
de artesanías, siendo una fuerza laboral básica para la economía familiar.
Las mujeres indígenas, a pesar de todo el sufrimiento que debimos afrontar,
nunca tuvimos un rol pasivo, ni de victimización. Al contrario, respondimos con
energía y sabiduría a los retos que nos impusieron las circunstancias donde tuvi-
mos que superar los obstáculos como indígenas, mujeres y pobres. Esto no quiere

489
TARCILA RIVERA ZEA

decir que se nos haya reconocido esas capacidades y aportes, pues este reconoci-
miento es un tema pendiente en el movimiento indígena y fuera de él.

5.1. Participación nacional, regional y local


La presencia de mujeres indígenas en el escenario público es mínima. Hay un
gran porcentaje que no sabe cómo votar, que no saben para qué votan y que es fá-
cilmente víctima de las promesas vacías de los candidatos. Por la lejanía de las ciu-
dades, por vivir en un mundo donde los idiomas y las formas de percibir la vida
son diferentes, las mujeres indígenas seguimos ausentes no sólo de los procesos
electorales, sino de la posibilidad de una participación política plena, de espacios
para exponer sus propuestas, de espacios para avanzar siendo nosotras mismas.
El país también pierde la posibilidad de conocer los aportes que las mujeres
indígenas de cada uno de los 72 pueblos que conforman el Perú pueden hacer
para construir un desarrollo propio. Es necesario, entonces, un compromiso com-
partido de parte de todos y todas para que las mujeres indígenas tengan igualdad
de oportunidades y se logre una verdadera equidad. La forma de organización de
los Estados Nación nos obliga a adaptarnos a las formas establecidas de partici-
pación política, pero la capacidad de hacer propuestas políticas dentro de Estados
que reconozcan plenamente la plurinacionalidad y multiculturalidad es un reto a
futuro.
Sin embargo, a nivel regional y local la situación es algo diferente. A pesar del
machismo imperante, hay tanta diversidad en las organizaciones indígenas –co-
munidades, gremios, mesas de diálogo– que las mujeres no pueden quedar ex-
cluidas de la participación política. Tanto en las comunidades como fuera de ellas,
ya algunas de nosotras –solteras o casadas– hemos empezado a asumir la respon-
sabilidad de ser autoridades locales, elegidas por consenso democrático.
Y la experiencia que algunas hemos tenido de participar, a partir de estos li-
derazgos locales, en redes regionales o nacionales, ha acelerado nuestra toma de
conciencia. Asimismo, a nivel local y regional, las reivindicaciones concretas, es-
pecialmente la defensa de los territorios y recursos de los pueblos indígenas, faci-
litan nuestra cohesión, respetando las particularidades de cada pueblo.

6. AVANCES Y RETOS
A nivel regional, las mujeres indígenas hemos obtenido logros notables en el
reconocimiento de nuestros derechos culturales, especialmente de nuestras len-
guas originarias: así lo certifican las Ordenanzas Regionales 011-2003-GRC/CRC
del 3 de noviembre del 2003, que instituyó la enseñanza obligatoria del quechua
en los niveles educativos inicial, primario, secundario y superior no universitario
de la Región Cusco; 029-2007-CR-APURIMAC del 27 de diciembre del 2007,
que establece de modo obligatorio la nomenclatura bilingüe castellano-quechua

490
INTERCULTURALIDAD Y GÉNERO: LA LUCHA POR LOS DERECHOS CULTURALES DE LAS MUJERES…

en las instituciones públicas de la Región Apurímac y 010-2008-GRA/CR del 19


de marzo del 2008, que reconoce a los idiomas castellano, quechua y asháninka
como lenguas oficiales de la Región Ayacucho.
Estas normas regionales fueron producto de años de reclamos, luchas y ne-
gociaciones para el reconocimiento de nuestros derechos culturales, yendo de lo
particular a lo general, avanzando paso a paso, afrontando los retos con estrategias
viables para que se entienda que la lucha por el reconocimiento de nuestras cul-
turas e idiomas es el primer paso en nuestra reivindicación del medio ambiente,
el desarrollo sustentable, la construcción de la paz y la erradicación de la pobreza
con equidad y justicia.
Asimismo, nos hemos articulado a nivel nacional en organizaciones como el Ta-
ller Permanente de Mujeres Indígenas Andinas y Amazónicas (TPMIAAP), y también
con las hermanas indígenas de otros países, a través del Enlace Continental de Muje-
res Indígenas (ECMI). Esta articulación nos ha permitido visibilizarnos a nivel inter-
nacional y participar en procesos como la discusión y elaboración de la Declaración
de Derechos de los Pueblos Indígenas, que establece un marco para continuar la lu-
cha de las mujeres indígenas por el ejercicio pleno de los derechos de nuestros pueblos.
Podemos resumir la agenda indígena en los siguientes puntos esenciales:

• Publicitar, difundir y vigilar el cumplimiento de la Declaración de Dere-


chos de los Pueblos Indígenas y otras normas internacionales como el Con-
venio 169 de la OIT, el CERD, la CEDAW, la Plataforma de Acción de
Beijing, la Convención sobre los Derechos del Niño, el Plan de Acción para
el Segundo Decenio de los Pueblos Indígenas, las Recomendaciones del
Relator Especial de la ONU para los Pueblos Indígenas.
• Elaborar estrategias de comunicación respecto del Estado y la sociedad ci-
vil sobre la situación de los pueblos indígenas y en particular de las muje-
res indígenas, promoviendo el respeto a nuestros derechos colectivos y la
plena participación de los pueblos indígenas en los procesos que directa o
indirectamente los afecten.
• Promover alianzas con otros movimientos sociales –derechos humanos, femi-
nistas, afrodescendientes, mujeres rurales– a partir de la igualdad en el diálogo.

A MODO DE CONCLUSIÓN
Concluyo la presente reflexión compartiendo con ustedes, a manera de con-
clusiones, la agenda temática elaborada por el Foro Internacional de Mujeres In-
dígenas «Compartiendo avances para nuevos retos», desarrollado en Lima del 14
al 16 de abril del 2008, que contiene las siguientes recomendaciones:

Tema 2: Territorio, medio ambiente, recursos naturales


a. Promulgar e implementar políticas públicas formuladas en el marco de los conve-
nios y tratados internacionales relacionados con los pueblos indígenas para hacer frente a:

491
TARCILA RIVERA ZEA

la alteración de la biodiversidad por la expansión del monocultivo, expansión forestal,


cambio climático y migración a las ciudades por degradación ambiental.
b. Resguardar nuestro territorio con la práctica del derecho indígena.
c. Establecer mecanismos de vigilancia sobre megaproyectos en los territorios indí-
genas.
d. Crear estrategias para enfrentar las actividades extractivas en las tierras y territo-
rios indígenas, las prácticas mineras y la extracción del petróleo.

Tema 8: Salud
a. Mejorar las oportunidades de vida de las niñas, adolescentes y mujeres indígenas y
disminuir la vulnerabilidad a la morbi-mortalidad materna a través de la postergación de la
edad del matrimonio, reducción del embarazo de niñas y aumento del nivel educativo.
b. Trabajar por lograr la reducción y acabar con la violencia contra las mujeres en
todos los niveles y formas incluyendo los ámbitos domésticos y comunales. Estudiar su
vinculación con el consumo de alcohol y otros procesos de descomposición social como
la migración.
c. Trabajar con mucha urgencia en prevención del VIH, implementar servicios de
detección rápida en las zonas rurales e investigar sobre la situación del VIH en las co-
munidades indígenas.
d. Vincular la medicina tradicional con la medicina occidental en establecimientos
y servicios de salud, contar con personal indígena y bilingüe en los servicios de salud y
reconocer el valor de las parteras en el acompañamiento del proceso reproductivo con-
troles prenatales, parto, y puerperio.
e. Promover que las organizaciones indígenas, en particular de mujeres indígenas, par-
ticipen en la vigilancia comunitaria, regional y nacional de la calidad de los servicios de salud.

Tema 10: Educación Intercultural


a. Situar la educación en el marco de los derechos humanos, vinculado a otros de-
rechos indivisibles como el derecho a la información, salud, participación política, y ha-
cer énfasis en la «exigibilidad» y responsabilidad de los Estados en garantizar el derecho
a la educación.
b. Adoptar medidas para garantizar el acceso de las mujeres indígenas a la educación
primaria, media y superior sin condicionantes ni manipulaciones e incluir programas es-
peciales para la reducción del analfabetismo.
c. Promover la interculturalidad como política de Estado, considerada un componente
transversal de todo el sistema educativo, desde la formación docente, universitaria etc.
d. Garantizar el marco legislativo, institucional y el financiamiento adecuado para lo-
grar una educación autónoma/ intracultural/ propia, desde antes de la concepción del niño.
e. Respetar la institucionalidad organizativa de cada pueblo, tomar medidas para la
implementación adecuada de una educación intercultural.
f. Recomendar a los organismos que tienen convocatorias para procesos de forma-
ción a que fomenten y faciliten el acceso de las mujeres indígenas a sus programas y be-
cas, omitiendo las restricciones sobre la edad, estado civil, cantidad de hijos y otras que
son obstáculos.

492
INTERCULTURALIDAD Y GÉNERO: LA LUCHA POR LOS DERECHOS CULTURALES DE LAS MUJERES…

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TARCILA RIVERA ZEA

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494
AVANCES EN DERECHOS ETNICOS
Y CULTURALES. MOVIMIENTO DE
MUJERES: «CUMBE DE MUJERES
AFROVENEZOLANAS»
Olga Martín Barría1
Docente de Género en Desarrollo Local.
Coordinadora Académica de la Especialización
en Investigación Participativa para el
Desarrollo Local e investigadora en Género y
Desarrollo. Universidad Latinoamericana y
del Caribe. Venezuela.

1. INTRODUCCIÓN
El presente artículo es un estudio de caso sobre la asociación: «Cumbe de Mu-
jeres Afrovenezolanas» y los avances que se han logrado en el ámbito de Género y
el empoderamiento de las mujeres desde la misma. Esta es una de las pocas orga-
nizaciones de mujeres de carácter étnico que existe en Venezuela, y la única afro-
venezolana nacional activa en el presente. Si bien, los movimientos de mujeres y
feministas en Venezuela han tendido históricamente a ser integrados fundamen-
talmente por mujeres profesionales y de clase media, han existido sus excepciones
y una de ellas fue la Unión de Mujeres Negras. Ella surge a finales de la década de
los ochenta, introduciendo un nuevo planteamiento en el seno del movimiento
de mujeres: la lucha contra el racismo y el patriarcado. Después de la desaparición
de esta asociación, aparece en el presente el Cumbe de Mujeres Afrovenezolanas,
que constituye hoy por hoy, una de las pocas expresiones de la diversidad étnica
del movimiento femenino en este país.

2. POR UNA ORGANIZACIÓN DE MUJERES


El Cumbe de Mujeres Afrovenezolanas2 nace de una organización mixta: la Red
de Organizaciones Afrodescendientes, conformada por hombres y mujeres asociadas
1Agradezco la colaboración de las cimarronas del Cumbe de Mujeres por su ayuda inestimable para la
realización de este artículo, a mi amiga Marcela Fica por ser mi mejor crítica y a mi familia por su paciencia.
2 «Eran los espacios liberados creados por los esclavizados/as fugitivos/as en defensa de su emancipación.
Sus funciones estaban reglamentadas como comunidad autónoma, con un vivir cotidiano moral y socialmente

495
OLGA MARTÍN BARRÍA

territorialmente en Cumbes a lo largo y ancho de toda Venezuela, donde exista po-


blación que se autoreconozca como afrodescendiente.
La Red de Organizaciones Afrodescendientes surgió en el año 20003 a raíz de la
Asamblea Nacional Constituyente de 1999, cuando las dos organizaciones afro-
descendientes que existían en ese momento –la Unión de Mujeres Negras y la Fun-
dación Afroamérica– tratan de incidir en el proceso. No obstante, no lo logran,
emerge una necesidad clara de crear una organización para posicionar el tema de
los y las afrovenezolanas en el debate público.
De acuerdo a algunas de las fundadoras del Cumbe de Mujeres Afrovenezola-
nas, ya al interior de la organización mixta estaban establecidas las líneas de tra-
bajo dirigidas a las mujeres. Expresión de ello fueron los dos Encuentros de Muje-
res Afrovenezolanas 4 que se dieron antes de que naciera el Cumbe de Mujeres. Fue
finalmente en el Tercer Encuentro de Mujeres Afro venezolanas, realizado en Ya-
racuy en el 2004, cuando se tomó la decisión de conformar una organización de
mujeres, una habitación propia diría Virginia Woolf. Las razones de su creación
fueron varias como lo expresaron las mismas protagonistas. Por un lado existía la
necesidad de participar en otras organizaciones de mujeres, donde no se acepta-
ban organizaciones mixtas5, y por otro había una problemática de género muy co-
mún en las organizaciones mixtas, que tiene que ver con la sobre representación
masculina en las directivas, y por tanto la necesidad de un espacio femenino desde
donde construir sus propias demandas y vocerías6. Y por último, este paso se ex-
plica como parte de la evolución natural de la organización.
En sus inicios se encontraron con las resistencias que suelen ser lugar común
en las organizaciones mixtas, como reflejo de la sociedad, tanto de hombres como
de mujeres, que ven en su diferenciación un peligro divisionista o segregacio-

distinto a la sociedad colonial española. Sus líderes y lideresas simbolizaron la dignidad y la entereza del an-
cestral continente y en varias ocasiones pusieron en jaque toda la estructura del poder colonial, desarrollando
mecanismos de sobre vivencia y medios para resistir culturalmente los desafíos de un sistema tan hostil, como
la esclavitud.» (Banmujer y Cumbe de Mujeres Afrovenezolanas, 2007:53).
3 «El movimiento afro en Venezuela en sus inicios estuvo muy vinculado a una conciencia folclórica in-
genua y a la solución de problemas socio económicos y socio ambientales puntuales que afectaban a algunas
comunidades, pero cuando se presenta la coyuntura de la Asamblea Constituyente en 1999, dos organizacio-
nes: la Unión de Mujeres Negras y la Fundación Afroamérica se dan cuenta de la necesidad de articularse para
participar y colocar el tema afro en la nueva Constitución. No se logró nada, había el sentir de que «con los
indios bastaba», pero el 21 de junio del 2000 nace en Barlovento lo que hoy se conoce como la Red de Orga-
nizaciones Afrovenezolanas con el objetivo de posicionar el tema en las políticas públicas valiéndose de los me-
canismos para una democracia participativa establecidos en la Constitución finalmente aprobada.» (Mata,
2007:140).
4 «[…] hicimos un primer Encuentro en Ocumare de la Costa en el 2001 de mujeres, después hicimos
el otro en el 2002 en Cuyagua, en Aragua…» Entrevista con integrante del Cumbe de Mujeres Afrovenezola-
nas, Caracas, 2008.
5 «[…] teníamos que avanzar hacia una estructura, ya pues como se dice una figura jurídica, pues para
algunos espacios te lo exigen, por ejemplo la participación en otras organizaciones de mujeres que no aceptan
una organización mixta. Pues bueno, en ese Tercer Encuentro que se hizo en Yaracuy, allí acordamos confor-
marnos como Cumbe de Mujeres.» Entrevista con integrante del Cumbe de Mujeres Afrovenezolanas, Caracas,
2008.
6 «[…] todas militaban en la Red de Organizaciones Afro venezolanas, en vista de esa debilidad de género
decidimos las mujeres organizarnos (…) en ese sentido no teníamos vocerías, no se tomaba en cuenta a noso-
tras como tal, la directiva estaba compuesta por hombres […]» Entrevista con integrante del Cumbe de Mu-
jeres Afrovenezolanas, Caracas, 2008.

496
AVANCES EN DERECHOS ÉTNICOS Y CULTURALES. MOVIMIENTO DE MUJERES: «CUMBE» DE MUJERES…

nista7. Es interesante ver como estos argumentos se han utilizado tanto en contra
de la constitución de grupos de mujeres como en contra la conformación de gru-
pos de carácter étnico, lo cual en estos casos ha obedecido a una manifestación de
resistencia de carácter sexista. Incluso, cuando a las entrevistadas se les preguntaba
por las dificultades que encontraban en su lucha contra el racismo, éstas estable-
cían una analogía con la resistencia que enfrentan las feministas en la lucha con-
tra el sexismo.

3. EL RACISMO COMO TABÚ


Los grupos de mujeres afrodescendientes deben enfrentar dos sistemas de do-
minación, cada uno con sus propios mecanismos de reproducción. Ejemplo de ello
es la resistencia que encuentran las mujeres cuando se organizan en torno a sus de-
rechos de parte de las mismas mujeres, sean o no integrantes del movimiento anti-
racista. De igual forma, la organización de mujeres se enfrenta al rechazo de sus
compañeros masculinos ante su propuesta, quienes actúan en ese momento desde
su identidad de género, como queda manifiesto en las entrevistas donde nos narra-
ban el proceso de creación del Cumbe de Mujeres Afrovenezolanas.
Luego como afrovenezolanas es importante reconocer que para enfrentar un
sistema de opresión específico es necesario incorporar y analizar las particularida-
des del racismo de América Latina y de nuestra sociedad. Por ejemplo, a diferen-
cia de las sociedades como Estados Unidos donde el racismo se expresa en la se-
gregación8, en Venezuela como en otros países latinoamericanos, se oculta bajo el
manto simbólico del «mestizaje»9. El mestizaje es un dispositivo que permite la
negación de la existencia del racismo, lo que opera tanto en las personas no afro
descendientes como en la misma población víctima de este sistema de subordi-
nación (dando lugar al endorracismo).
Por eso es importante desentrañar las especificidades contextuales o situacio-
nales en que ambos sistemas de opresión se han desarrollado y se reproducen en
la realidad venezolana. El mestizaje es el mecanismo por medio del cual las dife-
7 «[…] y de hecho cuando decidimos formar el Cumbe de Mujeres se formó todo un lio, se nos acusó,
igualito como ocurre en las organizaciones mixtas, de segregacionista y separatista, incluso cuando invitamos
a una participante, ella dijo que seguiría en la red […]» Entrevista con integrante del Cumbe de Mujeres Afro-
venezolanas, Caracas, 2008.
8 «A diferencia de países como Sudáfrica y el propio Estados Unidos, en los cuales la segregación racial
se manifiesta con rasgos de segregación racial precisos, en América Latina y el Caribe, la historia del mestizaje
oculta los contornos del racismo. Es preciso auscultar las formas peculiares en que se manifiesta el racismo en
nuestra región, de modo que podamos pasar juicio en torno a la efectividad de las estrategias y remedios que
procuren la erradicación del racismo y la discriminación racial.». (Romany, 2001: 4).
9 «En los Estados Unidos encontramos un sistema bipolar donde una gota de sangre clasifica a una per-
sona como negra, mientras en América Latina y el Caribe, el sistema de clasificación es más fluido. Este último
se fundamenta en el mestizaje (la mezcla racial y cultural), a través del cual la población racialmente mezclada
es en muchos casos mayoritaria. Aún así, el objetivo ha sido el blanqueamiento, a través de la escolaridad y la
posición económica, de la mezcla biológica, y de la adopción de pautas culturales y de clase características de
la élite blanca o mestiza. En tiempos más recientes, los grupos indígenas y afrodescendientes, incluidas las mu-
jeres, se organizan en contra de este sistema de privilegio blanco, y reclaman un mayor reconocimiento de sus
raíces y valores como gente negra e indígena con su propia cultura (Poggio, 2006, 1 ).

497
OLGA MARTÍN BARRÍA

rencias fenotípicas y las jerarquías coloniales se disuelven para crear una naciona-
lidad basada en la democracia racial. Por un lado, desaparece la o el sujeto de la
discriminación las o los afrosdescendientes al ser sustituidos por las o los mesti-
zos, y constituir de este modo el nuevo sujeto nacional, con lo cual se anula el fe-
nómeno del racismo al invisibilizar a su víctima: «[…] que uno existe, aquí en este
país, muchísimas veces te pasa, que vas en la calle y la gente te dice – tu eres do-
minicana o colombiana – sin conocer, que aquí en Venezuela, hay un montón de
comunidades afrodescendientes»10. (Entrevista con integrante del Cumbe de Mu-
jeres Afrovenezolanas, Caracas, 2008).
Los medios de difusión masiva son una vitrina privilegiada para constatar la
desaparición de lo «negro», fenómeno que algunos investigadores han denomi-
nado la anulación simbólica de «las representaciones negras» (Ishibashi, 2003)11.
Y muchas veces esta acción invisibilizadora se practica incluso en los espacios más
alternativos, como efectivamente ocurrió en el Foro Social Mundial, celebrado en
Caracas en el 2007, según nos relata Jesús «Chucho» García miembro fundador
de la Red de Organizaciones Afrodescendientes: «[…] cuando se organiza aquí el
Foro Social Mundial, eso fue dirigido por la izquierda blanca, marxista, ortodoxa,
que no entiende los temas étnicos, y por eso los deja de lado. De allí que nos vié-
ramos en la necesidad de programar un foro alternativo en Barlovento.» (Mata,
2007:140)
La figura del mestizaje es un aparato ideológico que ha servido para fundar
la idea de la igualdad racial, en tanto todos y todas somos café con leche nuestras
oportunidades son las mismas. Por arte de magia este proceso biológico borra los
efectos históricos de los sistemas de subordinación heredados de la colonia, trans-
formando un proceso violento y excluyente en una simbiosis, que se sigue mani-
festando en nuestra sociedad contemporánea. Como bien nos plantea Alan Tou-
raine: «Desde que nacen nuestros Estados se establece un orden social por medio
del cual se constituyen jerarquías que quedan tan engranadas en el tejido social
que ocultan la existencia de un discurso y práctica de supremacía racial, en que se
desatan las dicotomías tales como lo moderno/primitivo-salvaje, tan presente en
toda historia de colonización» (Romany, 2001:6). Así, el racismo en nuestras so-
ciedades se sustenta y reproduce a través de su negación, es un tabú que oculta la
supervivencia de las jerarquías coloniales, lo que permite su reactualización en los
nuevos contextos y su interiorización.
Las prácticas discriminatorias por razones étnicas son negadas por la sociedad
mientras las personas afrodescendientes e indígenas las padecen, como lo refleja
la experiencia vital de nuestras entrevistadas del Cumbe de Mujeres Afrovenezola-
nas, quienes llevan consigo la carga negativa asociada a los estereotipos, que se re-
laciona con los rasgos fenotípicos de todas las personas que se consideran «ne-
10 Se calcula que la población afrovenezolana representaba alrededor del 14%, ubicándose principal-
mente en los Estados: Aragua, Miranda, Sucre, Falcón, Carabobo, Zulia, Yaracuy, Bolívar, Vargas y el Distrito
Capital, según el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas. (Romero, 2006: 88).
11 En la entrevista a una integrante de la Cumbe ella señalaba que: «…los medios de comunicación es
clave, nosotros ahí no apara recemos nada, no usamos champú, ni pañales, ni colonia…» (Entrevista con inte-
grante del Cumbe de Mujeres Afrovenezolanas, Caracas, 2008).

498
AVANCES EN DERECHOS ÉTNICOS Y CULTURALES. MOVIMIENTO DE MUJERES: «CUMBE» DE MUJERES…

gras»: «Lo he sentido en carne propia cuando uno va a un centro comercial, por
darte un ejemplo, cuando uno entra a una tienda, que de repente te persiguen, tu
caminas y te persiguen. ¡Ah! Porque ese también es el estereotipo, nosotros afro-
descendientes, también somos malandros12, todos y todas…» (Entrevista con
integrante del Cumbe de Mujeres Afrovenezolanas, Caracas, 2008).
A pesar de que la nueva Constitución refunda la República Bolivariana de
Venezuela como una sociedad multiétnica y pluricultural, asegurando un avance
muy importante con respecto a la Carta Magna anterior13, se limitó a asociar los
nuevos conceptos a los pueblos indígenas, sin mencionar la población afrodes-
cendiente. Al respecto Nirva Camacho reflexiona14:

«Lo que impresiona es que estos conceptos son asociados sólo con la presencia de
la población indígena, avance que nosotras/os celebramos. El reconocer los derechos de
nuestr@s herman@s indígenas, es saldar una deuda también histórica. Sin embargo,
consideramos que se subestimó la presencia de un gran porcentaje de la población vene-
zolana, con características innegables de su ancestral africanidad, lo cual, se tiende a di-
luir en el mito de la igualdad racial, por la falsa creencia de que todos tenemos los tres
componentes (indígena-africano-europeo) y en esta tríada, muchos son los que preten-
den resaltar lo que supuestamente tienen de europeo y esconder lo indígena o africano.
De allí se desprenden las diversas situaciones que afectan a los rasgos más pronunciados
– que son definidos como afrodescendientes – el racismo y la discriminación racial; con-
virtiéndose el componente racial, en un motivo de discriminación para las/os afrodes-
cendientes.» (Camacho, 2006: 19).

La Cumbe de Mujeres Afrovenezolanas reconoce esta situación, de allí que una de


las metas principales de esta asociación sea la visibilización de la población afrodes-
cendiente15, siendo uno de los puntos más relevantes de su agenda y sus estrategias.

4. ¿Y EL FEMINISMO QUÉ?
Los movimientos de mujeres y feministas se habían caracterizado en Vene-
zuela por ser principalmente de carácter urbano, mayoritariamente de clase me-
dia y aunque han estado integrados también por algunos sectores de la clase
obrera, en ningún caso ellas se han identificado como indígenas o afrodescen-
dientes. Esta situación comienza a cambiar a finales del siglo XX con el surgi-
miento de los nuevos movimientos como los de lucha contra el racismo, la co-
munidad de Gay y Lesbianas, y otras asociaciones quienes hacen «[…] una
recuperación positiva de la diferencia que a nivel social se les ha atribuido o asig-

12 Expresión coloquial que significa delincuente.


13 La Constitución de 1961 en su art. 61 se prohibía todo tipo de discriminación, incorporando la por
motivo de raza.
14 Fundadora de la Red de Organizaciones Afrodescendientes y de la Cumbe de Mujeres Afrodescendientes.
15 «Nuestro objetivo principal era avanzar en el reconocimiento como mujeres afro…».

499
OLGA MARTÍN BARRÍA

nado (identidad asignada) y por la cual han sido objeto de exclusión. Era la ma-
nera de deconstruir las imágenes negativas con las que se había cargado su dife-
rencia… (y de)…encontrarse con otros/as semenjantes, construir el nosotras/as,
identificarse como perteneciente a un grupo con el que se comparte la opresión y
la exclusión» (Espinosa, 1999:2).
En este sentido, el Cumbe de Mujeres constata que la cuestión étnica es algo
relativamente reciente y llama la atención: «…que no se ha asumido ni siquiera
en los grupos o en las instituciones que trabajan con el tema de la mujer, se tiene
una perspectiva de género sin vincularla a lo que han significado los procesos de
discriminación por pertenecer a uno u otro grupo cultural. Hay una variedad en-
tre todos los grupos de mujeres, porque no es lo mismo ser afrovenezolana o ser
indígena, o ser mujer rural o de la ciudad». (Entrevista con integrante del Cumbe
de Mujeres Afrovenezolanas, Caracas, 2008.)
Ciertamente el reconocer la diversidad entre las mujeres, incluso entre las
mismas mujeres afrodescendientes, debe llevar a una relectura de las categorías
analíticas que el feminismo ha construido para analizar el patriarcado como es el
género a la luz de los sistemas de subordinación que conforman nuestra realidad,
como bien lo señala Sueli Carneiro, feminista afrobrasileña:

«Cuando hablamos del mito de la fragilidad femenina que justificó históricamente la


protección paternalista de los hombres sobre las mujeres, ¿de qué mujeres se está hablando? No-
sotras –las mujeres negras– formamos parte de un contingente de mujeres, probablemente
mayoritario, que nunca reconocieron en sí mismas este mito, porque nunca fueron tratadas
como frágiles. Somos parte de un contingente de mujeres que trabajaron durante siglos como
esclavas labrando la tierra o en las calles como vendedoras o prostitutas. Mujeres que no en-
tendían nada cuando las feministas decían que las mujeres debían ganar las calles y trabajar.
Somos parte de un contingente de mujeres con identidad de objeto. Ayer, al servicio de frági-
les señoritas y de nobles señores tarados. Hoy, empleadas domésticas de las mujeres liberadas.
Por lo tanto, para nosotras se impone una perspectiva feminista donde el género sea una va-
riable teórica más que no puede ser separada de otros ejes de opresión y que no es posible de
único análisis. Si el feminismo debe liberar a las mujeres, debe enfrentar virtualmente todas
las formas de opresión». «Desde este punto de vista se podría decir que un feminismo negro,
construido en el contexto de sociedades multirraciales, pluriculturales y racistas-como son las
sociedades latinoamericanas– tiene como principal eje articulador al racismo y su impacto so-
bre las relaciones de género dado que él determina la propia jerarquía de género de nuestras
sociedades» (Carneiro: 2001:1).

No obstante no bastará con redefinir las categorías, sino que es necesario des-
montar y entender los efectos que han tenido en términos de género las opera-
ciones de los otros sistemas de dominación, como por ejemplo ocurre con el dis-
curso del mestizaje que convierte la violación de miles de mujeres en un acto
simbiótico.
El Cumbe de Mujeres Afrovenezolanas, al igual que otras organizaciones de
mujeres que han surgido en el marco del proceso bolivariano, no se define como

500
AVANCES EN DERECHOS ÉTNICOS Y CULTURALES. MOVIMIENTO DE MUJERES: «CUMBE» DE MUJERES…

feminista aunque existen individualidades que se asumen como tales, lo que de


cierta manera se refleja en su agenda. No obstante, dentro de las actividades que
realizan se hacen talleres de formación en temas como: género, violencia intrafa-
miliar y derechos de las mujeres, lo cual puede permitir encontrar puntos de in-
tersección con el movimiento feminista.
Tampoco se han planteado el tema de la diversidad sexual, a pesar de que es
un tema que consiguió introducirse en el debate sobre el último proyecto de Re-
forma Constitucional, del año 2007, la cual es recogida en un artículo contra la
discriminación por orientación sexual. Al no ser aprobado este proyecto de re-
forma, en diciembre de ese mismo año, no se materializó este avance, pero si se
logró posicionar el tema en la agenda pública por parte del movimiento de femi-
nistas, lesbianas y gay.
A la luz de los planteamientos anteriores, quedan muchas interrogantes abier-
tas, por ejemplo: ¿qué papel ha jugado el dispositivo del mestizaje en el fortaleci-
miento de las jerarquías de género, de clases y raciales? ¿Cómo las definiciones do-
minantes de la sexualidad se han racializado? ¿Hasta qué punto el movimiento de
mujeres ha reproducido las desigualdades de clase y étnico-raciales a su interior?

5. A QUE NOS COMPROMETEMOS: AVANCES Y BUENAS


PRÁCTICAS
La Cumbe de Mujeres Afrodescendientes nace en el contexto del llamado Pro-
ceso Bolivariano16, por lo cual ellas plantean incidir en él y hacer que se com-
prenda: «[…] la importancia de tener la perspectiva étnica y una perspectiva de
género en todo lo que significa las transformaciones sociales que se están llevando
a cabo en este proceso […]» (Entrevista 4, Caracas, 2008). Así la asociación, en-
tendiendo su contexto, se propone en sus inicios como meta principal la visibili-
zación de las mujeres afrodescendientes y sus problemáticas específicas, y lograr
ciertas conquistas que consideraban factibles de alcanzar a mediano plazo. Fue
más importante para ellas lograr avances concretos que establecer una amplia
agenda17: «Nuestro objetivo principal era avanzar en el reconocimiento como mu-
jeres afro, lograr políticas específicas hacia la mujer afro venezolana, lograr con-
venios para un estudio específicamente en el aspecto de salud, y la titularidad de
las tierras para las mujeres venezolanas». (Entrevista con integrante del Cumbe de
Mujeres Afrovenezolanas, Caracas, 2008).
Luego producto de sus avances y de la consolidación de su organización, el
Cumbe define como su misión: «[…] el reconocimiento de la especificidad de las
mujeres afrovenezolanas, la disminución de las desigualdades y la discriminación

16 Así se ha denominado el conjunto de transformaciones sociales, políticas, económicas y culturales que


se han venido operando desde que Hugo Chávez se convierte en Presidente de Venezuela.
17 «Aquellas… (en referencia a la Unión de Mujeres Negras)… comenzaron visibilizar una problemática,
y nosotros nos fuimos a unos objetivos más específicos. Parte de la historia de esa organización la conocimos,
y tuvo influencia». (Entrevista con integrante del Cumbe de Mujeres Afrovenezolanas, Caracas, 2008).

501
OLGA MARTÍN BARRÍA

racial, y el impulso de nuevas dinámicas de desarrollo y participación, funda-


mentadas en la revalorización de la identidad afrodescendiente con un enfoque de
género». (Banmujer y Cumbe de Mujeres Afrovenezolanas, 2007:3).
En función de los propósitos anteriores el Cumbe de Mujeres ha desarrollado su
trabajo en dos direcciones: una dirigida al Estado y la otra a las Comunidades. Con
los organismos oficiales se ha empleado un estrategia para lograr compromisos que
hasta ahora ha sido muy eficaz, ella consiste en invitarlos a los Encuentros de Mu-
jeres de Afrodescendientes para emplazarlos a asumir las demandas del movi-
miento18, luego abren un proceso de lobby y sensibilización con estas mismas ins-
tituciones gubernamentales, para como ellas dicen en sus propias palabras:

«… tratar de concretar espacios de trabajo o mesas técnicas con cada una de las ins-
tituciones que pueden incidir o puede ayudarnos a construir políticas públicas, incluso
que ellos mismos asuman dentro de sus programas de trabajo políticas publicas orienta-
das a las necesidades de las comunidades afrodescendientes, en especial de la población
femenina afro descendientes. Abrir el espacio de participación para que ellas mismas
puedan ser constructoras en esos espacios de las políticas públicas, es una tarea nada sen-
cilla y lenta: y digamos que, sobre todo, el sensibilizar ha sido muy difícil con las insti-
tuciones. Sin embargo, bueno, se le ha dedicado bastante tiempo a buscar espacios de
reunión para construir agendas interinstitucionales…». (Entrevista con integrante del
Cumbe de Mujeres Afrovenezolanas, Caracas, 2008).

Es interesante destacar que las organizaciones afrodescendientes han aplicado


el principio de corresponsabilidad consagrado en la Constitución Nacional, y
ejerciendo una gran autonomía ante el Estado, han sido uno de los pocos movi-
mientos sociales que han impuesto su agenda propia al ejecutivo. Ello se vincula
con otro elemento muy valioso, que tiene que ver con su auto-percepción como
pioneras en un proceso de participación con el Estado para el diseño de las polí-
ticas públicas, que pretenden abrirse al resto de las mujeres de las comunidades
afrodescendientes, objetivo que no sólo se observa en el discurso, sino que se re-
fleja en los contenidos de los materiales de formación, que preparan a las mujeres
para el ejercicio de la participación. Al respecto, en una de las entrevistas realiza-
das, cuando a una de las integrantes de la asociación se le preguntaba si se consi-
deraban representantes del colectivo de mujeres afrodescendientes, ella respondía
de la siguiente manera: «¿Una organización representativa? nadie es representante
de otra, todas se representan, a sí mismas, pero nosotras nos constituimos para

18 «…tratando de impulsar pues lo que son las políticas específicamente hacia las mujeres y en ese sen-
tido viendo la necesidad y la responsabilidad que tiene también el Estado venezolano, y los Estados todos, los
Estados de América Latina conjuntamente con las organizaciones para poder establecer políticas, nosotras lo
que son las instituciones básicas que tienen que ver con políticas dirigidas específicamente hacia la mujer
como Banco de la Mujer (Banmujer) e Instituto Nacional de la Mujer (Inamujer), bueno comenzamos un diá-
logo con la Sra. María León del Instituto Nacional de la Mujer, de hecho después de ese diálogo habíamos he-
cho una actividad con mujeres afro allí, nosotros pues hicimos un planteamiento, luego hicimos una reu-
nión…» (Entrevista con integrante del Cumbe de Mujeres Afrovenezolanas, Caracas, 2008).

502
AVANCES EN DERECHOS ÉTNICOS Y CULTURALES. MOVIMIENTO DE MUJERES: «CUMBE» DE MUJERES…

propiciar políticas públicas para las mujeres venezolanas». (Entrevista con inte-
grante del Cumbe de Mujeres Afrovenezolanas, Caracas, 2008).
Dentro de los logros obtenidos más allá de los conquistados conjuntamente
la Red de Organizaciones Afrodescendientes, en su lobby con las instituciones del
Estado específicamente vinculadas al tema de Mujeres se encuentran:

— La participación en el Subcomité de Estadísticas de Género, iniciativa im-


pulsada por el Instituto Nacional de la Mujer que conjuntamente con el
Instituto Nacional de Estadística en su carácter de rector de la producción
de estadísticas convocaron al movimiento de mujeres para su partici-
pación en la construcción de indicadores que den cuenta de la situación
de las mujeres venezolanas;
— Con el Banco de la Mujer se comenzó un proceso de sensibilización con
el personal técnico para que se incluya en las políticas de crédito finan-
ciero la perspectiva afrodescendiente, y para que incluyan a las mujeres de
las comunidades afrovenezolanas. También se elaboró conjuntamente una
cartilla de capacitación y actualmente se plantea un trabajo de capaci-
tación a las mujeres usuarias del Banco.
— Con el Instituto Nacional de la Mujer se incorpora una integrante de la
Cumbe al personal del Instituto, y se empieza un trabajo de sensibiliza-
ción con el personal.

Por otro lado, el trabajo encaminado a las mujeres en las comunidades es


principalmente dirigido al auto reconocimiento, entendido como: «…el proceso
mediante el cual hacemos conciente los valores y contravalores que orientan nues-
tras conductas, la aceptación de los rasgos físicos y psicológicos que nos definen
como persona, así como la valoración de las fortalezas históricas y culturales de ser
afrodescendiente.» (Banmujer y Cumbe de Mujeres Afrovenezolanas, 2007:51).
Los talleres de auto reconocimiento son la principal herramienta para trabajar el
endorracismo19, para que la gente pueda identificarse como afrodescendiente, «…es
como reeducar a la gente, reeducar a las comunidades mismas, y bueno tratar de ayu-
dar a la gente a desmontar y a desaprender todo ese bagaje de información que se
viene arrastrando desde la familia, generacionalmente se ha ido transmitiendo sobre
el aspecto negativo, que es lo que se resalta de ser afro descendiente […]» (Entrevista
con integrante del Cumbe de Mujeres Afrovenezolanas, Caracas, 2008).
Es una actividad que permite fortalecer la autoestima personal y colectiva de
las mujeres a partir de conocerse como afrovenezolana20. En la actualidad se tiene

19 Se define por la misma Cumbe de Mujeres como «…la autodiscriminación, o rechazo hacia sí mismo/a
que implica la desvalorización de los rasgos que nos identifican con la descendencia étnica y al contrario va-
lora prácticas o desea rasgos más parecidos a modelo euro céntrico». (Banmujer y Cumbe de Mujeres Afrove-
nezolanas, 2007:53).
20 «Las acciones contenidas en la política de identidad van desde recrear elementos de la cultura africana
(culinaria, estética, música, danza) hasta desarrollar espacios de reflexión donde esa identidad «negra» sea re-
forzada y valorada positivamente con el propósito de lograr una buena autoestima en las mujeres negras». (Cu-
riel, 2002:97).

503
OLGA MARTÍN BARRÍA

planteado capacitar a las lideresas en talleres de auto reconocimiento y en la pers-


pectiva de género para que actúen como multiplicadoras en sus
comunidades.También se han hecho talleres sobre violencia intrafamiliar y los
derechos de las mujeres.
La estructura de su organización es en red donde existen los Cumbes de Mu-
jeres por territorio. Tienen un Cumbe directivo formado por cinco (5) mujeres
que desarrollan una coordinación colectiva, y las decisiones se toman en Asam-
bleas de Cimarronas (como se autodenominan las mujeres del Cumbe). Es inte-
resante resaltar que los Encuentros de Mujeres son espacios que se emplean para
la formación, el emplazamiento de las instituciones del Estado, y como espacio de
deliberación y toma de decisiones por las integrantes de la asociación.
En la actualidad se han planteado hacer una evaluación del trabajo con las
instituciones del Estado y en general del camino recorrido hasta ahora. Recono-
cen haber tenido una ventaja en su interlocución con las instituciones estatales de-
dicadas a las mujeres, ya que conocen las luchas de las mujeres afrodescendientes,
pues ellas provienen del movimiento de mujeres que formaba parte con la Unión
de Mujeres Negras de una organización denominada la Coordinadora No Guber-
namental de Mujeres que fue muy activa en la década de los noventa21.
En este sentido, ha constituido un salto cualitativo entre una organización y
la otra, lo que significa el cambio de la autodenominación de «mujeres negras» a
«mujeres afrovenezolanas», en tanto «negras» es la denominación del amo y afro-
descendientes responde a su historia. Siendo su identidad como afrodescendiente
el elemento que las distingue de otras organizaciones de mujeres, es lógico el én-
fasis que han colocado en su que hacer en el tema del auto reconocimiento,
Aunque es valioso que se propongan explícitamente su articulación con la ca-
tegoría de género, esto sigue siendo una tarea por acometer; queda abierta una
agenda feminista propia por construir, que debe resultar no sólo de un proceso in-
terno sino de la articulación.

A MODO DE CONCLUSIÓN
Son claves los avances conquistados por el Cumbe, que entre sus mayores éxi-
tos incluye, como una de sus protagonistas recuerda, el posicionamiento del tema
étnico-racial en el debate público, la incidencia en varias instituciones y el lograr
a través de una reivindicación histórica que las mujeres afrodescendientes se sien-

21 En la conversación sostenida con una de las fundadoras de la Cumbe, que había participado en la
Unión de Mujeres Negras ella manifiesta el conocimiento que tienen sobre el tema tanto la Presidenta de Ina-
mujer como la del Banmujer: «…y además la presidenta del Instituto conoce lo que es esta lucha (…)y sobre
todo ahora ya que el Instituto pasa a ser un Ministerio para la Mujer, lógicamente debe reconocerse la diver-
sidad entre nosotras las mujeres, y bueno con el Banco de la Mujer nos reunimos con su Presidenta tenemos
esa ventaja con este proceso revolucionario las mujeres que están dirigiendo esas instituciones son mujeres que
vienen precisamente de esa lucha del movimiento de mujeres, bueno Nora Castañeda también esta bien sen-
sibilizada, conscienzada de lo que es este tema…» (Entrevista con integrante del Cumbe de Mujeres Afrove-
nezolanas, Caracas, 2008).

504
AVANCES EN DERECHOS ÉTNICOS Y CULTURALES. MOVIMIENTO DE MUJERES: «CUMBE» DE MUJERES…

tan más a gusto con ellas mismas. A juicio de la entrevistada, este es un proceso
irreversible y cierro esta reflexión con sus propias palabras: «[…] bueno es algo
que está pasando relativamente hace poco tiempo, es un gran logro, cuando esta-
mos en un país que hace poco se llamaba mestizo y no reconocía ninguna diver-
sidad dentro de su conformación de identidad personal y colectiva […]» (Entre-
vista con integrante del Cumbe de Mujeres Afrovenezolanas, Caracas, 2008).
A luz de la experiencia de las mujeres afrodescendientes surgen varias refle-
xiones. Por un lado el papel que han jugado las políticas de identidad, desde el
mismo feminismo hasta en los nuevos colectivos, como herramienta política en su
lucha contra los sistemas de dominación. El peligro de esencializar una identidad
cuando en la reafirmación de la o el sujeto, no se comprende como una cons-
trucción histórica y social. Por otro lado, es necesario a su vez que el feminismo
latinoamericano se enriquezca con la diversidad del movimiento de mujeres y se
actualice en sus análisis y agendas a la luz de los sistemas de subordinación exis-
tentes en nuestras sociedades, para deconstruir las identidades asignadas por los
mismos mecanismos de subordinación.

BIBLIOGRAFÍA
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506
HACIA EL CAMBIO CULTURAL PRO-
EQUIDAD EN EL CONTEXTO DE LA
COOPERACIÓN AL DESARROLLO EN
MOZAMBIQUE
Eugenia Rodríguez Blanco1
y Maira Solange Hari Domingos2
FORUM MULHER3. Mozambique4

1. INTRODUCCIÓN
Los diferentes agentes que trabajan con el objetivo de alcanzar la igualdad de
género o la superación de la subordinación de las mujeres, encuentran en su ca-
mino barreras o resistencias que determinan la negación de ese objetivo. Mani-
fiestan que algunas de esas barreras son las que colocan la cultura y la tradición en
los contextos determinados donde se desarrolla la acción y, por tanto, donde se
pretende alcanzar el objetivo de la igualdad de género. Esas barreras son presen-
tadas en forma de argumentos culturalistas que en base a los derechos culturales
de los pueblos niegan los derechos individuales de las mujeres.

1.1. Marco Teórico: Desarrollo, Género y Cultura


Durante la década de los noventa tuvo lugar un debate teórico en torno al
conflicto generado por la aparentemente difícil conciliación entre el derecho a la
1 Doctora en Antropología Social. Investigadora de Forum Mulher. Maputo, Mozambique.
2 Licenciada en Geografía. Investigadora de Fórum Mulher. Maputo, Mozambique.
3 Red de organizaciones de Mujeres y Desarrollo en Mozambique. Maputo.
4 El artículo que presentamos forma parte de una investigación que está siendo realizada en Mozambi-
que sobre el papel de la cultura en los programas de género y desarrollo. La pregunta que inició esta investi-
gación intentaba identificar y explicar la dinámica de las barreras culturales en el trabajo de las organizaciones
de desarrollo por la igualdad de género y, por tanto, aportar claves para el análisis y la resolución de la ecua-
ción planteada entre: Desarrollo, Género y Cultura. Se trata de una investigación promovida por Oxcan Ca-
nadá. Maputo, Monzambique.

507
EUGENIA RODRÍGUEZ BLANCO, MAIRA SOLANGE HARI DOMINGOS, FORUM MULHER

diversidad cultural y los derechos de las mujeres, ambos reconocidos interna-


cionalmente como derechos humanos (Okin, 1999; Merry, 2003, 2006; Cowan,
2006). Tal y como sostienen diversas autoras, estos conflictos se visibilizan en las
barreras colocadas a las organizaciones que trabajan en contextos internacionales
por promover y alcanzar la igualdad de género (Metha, 1991; Chitsike, 1995;
Mukhodaphyay, 1995; Scholkwyk, 2000; Jolly, 2002; Murguialday, 2005). Estas
autoras reaccionan críticamente a la acusación de interferencia cultural de que son
objeto las personas y organizaciones que pretenden un cambio social y cultural
que suponga una mejora en la condición y posición de las mujeres, alegando al
menos tres argumentos que defienden y justifican su acción.
El primero de ellos es el que afirma que la defensa de los derechos individua-
les de las mujeres no implica la negación de los derechos colectivos de los pueblos,
sino que éstos operan transversalmente para asegurar que el derecho a la diversi-
dad cultural, como derecho colectivo reconocido, no se contradiga con los dere-
chos humanos de las mujeres. Las mujeres indígenas en América Latina ejempli-
fican bien que ambos discursos son compatibles y necesarios. «Las Mujeres
Indígenas desafían la dicotomía entre los derechos y la cultura demandando el
caso de los abusos a los derechos humanos de las mujeres dentro de la lucha por
los derechos de los pueblos indígenas como grupo» (Iwanka Raya, 2006).
El segundo argumento que defiende la supuesta «interferencia cultural» es la
demostración de que toda cultura es dinámica y abierta y, por tanto, ha estado so-
metida y lo sigue estando a cambios continuos en función de los intereses de los
miembros que la mantienen y reproducen. Sally Engle Merry (2001) sostiene que
en el argumento de quienes denuncian la interferencia cultural se encuentra mu-
chas veces un concepto de cultura esencializado y homogéneo. «Los reclamos a los
derechos culturales exigen afirmaciones de autenticidad cultural con resonancia
en concepciones antropológicas de cultura anteriores» (Merry, 2001:70). Frente
a este concepto tradicional de cultura, se defiende la consideración de un con-
cepto de cultura dinámico, abierto y heterogéneo. Tal y como demuestran algu-
nos estudios, los valores culturales son continuamente reinterpretados en función
de nuevas necesidades y condiciones y, por tanto, están en proceso de reformula-
ción continua. Algunos valores son reforzados y otros son abandonados (Coma-
roff & Comaroff, 1999; Scholkwyk, 2000). Las influencias externas determinan
cambios en la cultura local, que ni está desprovista de contactos, ni es estática, ni
es fruto del acuerdo y los intereses de todos y todas (Jollly, 2002). Este argumento
sostiene que «la defensa de la cultura y la tradición es con frecuencia usada por los
hombres para justificar prácticas que constriñen la vida de las mujeres» (Reevers
& Baden, 2000).
Las interferencias culturales no tienen por qué ser necesariamente negativas.
Algunas autoras (Metha, 1991; Murgiladay, 2005) se preguntan por qué se con-
sideran interferencias culturales, valorándolas negativamente, a las propuestas de
cambio social y cultural que afectan a las relaciones de género y, sin embargo, no
son cuestionadas ni valoradas negativamente otras interferencias acontecidas en
esa misma comunidad. «Cualquier intento de cuestionar las desigualdades gene-

508
HACIA EL CAMBIO CULTURAL PRO-EQUIDAD EN EL CONTEXTO DE LA COOPERACIÓN AL DESARROLLO…

radas por estas prácticas es visto como una indeseada interferencia en asuntos de
propiedad». (Murguialday, 2005:1). Desde una perspectiva crítica a las barreras
colocadas a la lucha por la igualdad de género, Mehta (1991) invita a reflexionar
por qué la lucha por superar las desigualdades de riqueza o clase no suponen tan-
tos impedimentos.
El tercer argumento es el que presentan las mujeres del Sur. Si las mujeres del
Norte reciben la crítica de colonizar el pensamiento de mujeres que pertenecen a
otros contextos culturales y por tanto, son cuestionadas en la trasnacionalización
de su discurso feminista, las mujeres del Sur toman la palabra. ¿Acaso la lucha por
la igualdad de género es exclusiva de las mujeres del Norte?. Varias autoras desde
el Sur reivindican la lucha feminista por la igualdad de género al tiempo que cri-
tican los argumentos culturales que pretenden limitar la lucha internacional a
través del contexto de la cooperación al desarrollo (Mukhopadhyay, 1995;
Chitsike, 1995).

«Desde hace varias décadas, un creciente número de mujeres en todo el mundo


cuestionan las formas en que las tradiciones culturales prevalentes en sus respectivas
sociedades son usadas para mantenerlas subordinadas o discriminadas. Ellas tienen,
en este empeño, la oposición de la mayoría de los hombres y también de muchas mu-
jeres, que temen los cambios que puedan derivarse en sus vidas si se modifican los ro-
les y valores tradicionales con los cuales han crecido y operan. Sin embargo, cada vez
más, sus numerosas organizaciones articulan demandas que exigen cambios no sólo
en el ámbito laboral o político, sino también en el ámbito cultural» (Murguialday,
2005:1).

1.2. Objetivos y Metodología


En este artículo intentamos realizar aportaciones al debate teórico sobre la
práctica de la cooperación al desarrollo por la igualdad de género. Procuramos
aportar más elementos que permitan entender cómo el argumento de los derechos
culturales, defendido interesadamente por ciertos sectores privilegiados de las co-
munidades, es utilizado como barrera que dificulta o impide que ocurran cambios
culturales esenciales en pro de la igualdad de género y, por tanto, por los derechos
individuales de las mujeres.
Partiendo del debate teórico en el área de Género, Cultura y Desarrollo di-
señamos una investigación que permitiera: por un lado, identificar qué organiza-
ciones que trabajan en el ámbito del desarrollo por la igualdad de género, en-
cuentran barreras en su trabajo activo por la consecución de sus objetivos y; por
otro lado, cuáles son las dinámicas que intervienen en la colocación, manteni-
miento y reproducción de esas barreras culturales.
Para llevar a cabo esta investigación seleccionamos una unidad de estudio que
permitiera analizar todas estas cuestiones a través de los procesos de propuestas,

509
EUGENIA RODRÍGUEZ BLANCO, MAIRA SOLANGE HARI DOMINGOS, FORUM MULHER

negociaciones y resoluciones establecidos entre las organizaciones y las comuni-


dades que reciben las iniciativas para el cambio. Mozambique constituye el caso
seleccionado por varias razones que lo justifican. En Mozambique existe una am-
plia e intensa presencia de agentes de cooperación al desarrollo: locales, naciona-
les e internacionales y, además, existe un discurso institucional y de la sociedad ci-
vil intenso sobre la igualdad de género en un contexto marcado por la diversidad
cultural interna y la existencia de prácticas tradicionales que manifiestan la su-
bordinación y discriminación de las mujeres.
El primer paso metodológico de esta investigación fue seleccionar una
muestra de organizaciones que trabajan de modo central o transversal con el
objetivo de la igualdad de género en el ámbito de Mozambique. Para asegurar
que la muestra fuera representativa del universo al que hacía referencia, apli-
camos los siguientes criterios de selección. Área de trabajo: la muestra debería
representar la diversidad de organizaciones existentes en función de las áreas de
trabajo identificadas; violencia de Género, salud sexual y reproductiva
(HIV/Sida), educación, desarrollo económico y gobernación. Fueron seleccio-
nadas tres organizaciones de cada una de las áreas identificadas. Ámbito rural-
urbano: la muestra debería representar a organizaciones que trabajan en el ám-
bito rural y urbano en el contexto nacional de Mozambique. Diversidad
geográfica y cultural: las organizaciones seleccionadas en la muestra deberían re-
presentar la diversidad geográfica y cultural del país (Norte, Centro y Sur de
Moçambique). Tipología de las organizaciones: intentamos representar en la
muestra la diversidad de organizaciones que trabajan en el área de Género y
Desarrollo en Mozambique, en función de la siguiente tipología: organización
local de mujeres, organización local de desarrollo, organización nacional de de-
sarrollo y organización internacional. La selección de esta muestra tenía el ob-
jetivo de identificar y delimitar el problema de investigación, así como, defi-
nir las hipótesis de trabajo que dirigirían nuestra investigación. Para ello,
entrevistamos a informantes clave de cada una de las quince organizaciones
que forman parte de la muestra seleccionada.
Una vez definido y delimitado el problema de investigación diseñamos una
metodología que fuera capaz de ofrecer datos suficientes para contrastar nuestras
hipótesis. Para ello, planteamos un trabajo de campo consistente en la visita a tres
organizaciones, representantes de cada una de las regiones geográficas y cultura-
les del país, que estaban implementando actividades o proyectos diversos en el
área de género. Nuestro trabajo de campo se centró en el ámbito rural teniendo
en cuenta que tal y como expresaban las propias organizaciones en la identifica-
ción del problema de investigación, es en estas zonas donde las barreras cultura-
les son más visibles y fuertes.
La visita a las organizaciones permitió obtener información sobre la ideo-
logía y práctica bajo la cual actúan, a través de entrevistas realizadas a diferen-
tes agentes envueltos en la actividad o proyecto, así como visitar el trabajo rea-
lizado en las comunidades. La visita a las comunidades permitió, al mismo
tiempo, entrevistar a diferentes actores sociales: beneficiarios/as o mediado-

510
HACIA EL CAMBIO CULTURAL PRO-EQUIDAD EN EL CONTEXTO DE LA COOPERACIÓN AL DESARROLLO…

res/as de la acción de la organización y obtener información sobre sus respec-


tivas posiciones ante las propuestas de cambio recibidas de dichas organiza-
ciones. La observación participante en el encuentro entre organizaciones y co-
munidades rurales fue determinante para alcanzar los resultados que se
presentan.

2. ONGD EN LA ENCRUCIJADA: GENERO VERSUS CULTURA


Uno de los agentes activos en la lucha por la igualdad de género son las or-
ganizaciones no gubernamentales que, en el contexto de la cooperación al desa-
rrollo, identifican problemas y diseñan e implementan «soluciones» en forma de
actividades, proyectos y programas. Son organizaciones que, participando en la
agenda internacional del desarrollo, trasladan los mensajes de lo global a lo local
(Merry, 2006) y en esa transferencia encuentran barreras que dificultan y reducen
eficacia a sus acciones.
La investigación realizada en las organizaciones que en Mozambique tra-
bajan por la igualdad de género y los derechos de las mujeres demuestra que la
relación que establecen con la cultura y la tradición de los contextos específicos
donde actúan es diversa. De este modo, podemos identificar organizaciones
que trabajan dentro de los límites que impone la cultura, sin cuestionar las ba-
ses culturales de la desigualdad de género (Organizaciones tipo A); y organiza-
ciones que, reconociendo el papel de la cultura como generadora de desigual-
dades de género, intentan en su acción promover cambios culturales
(Organizaciones tipo B). Son estas últimas las que se enfrentan a la cultura como
generadora y reproductora de inequidades y, por tanto, es en ellas donde se vi-
sibilizan las barreras para el cambio.
Esta simplificada tipología de organizaciones, la establecemos en función de
varios criterios. Uno de ellos es el propio concepto de género que usan y aplican.
Las identificadas como Organizaciones tipo A son organizaciones que poseen una
definición del concepto género limitado a su equivalencia con las mujeres. La ac-
ción de estas organizaciones se dirige a resolver o aliviar problemas vividos por
mujeres por el hecho de serlo. Además, este tipo de organizaciones es que centran
su acción en las necesidades prácticas de las mujeres, y no en sus intereses estra-
tégicos (Molyneux, 1981; Moser, 1989). Trabajan, por tanto, intentando mejorar
las condiciones de vida de las mujeres más que su posición de género. En general,
se trata de organizaciones que actúan en las consecuencias de la desigualdad de gé-
nero más que en sus causas. Son organizaciones que, por ejemplo, centran su ac-
ción en actividades como asesoría jurídica a mujeres que sufren violencia de gé-
nero o que ofrecen métodos de prevención al HIV/Sida a mujeres trabajadoras del
sexo. Comprobamos así que para algunas organizaciones el objetivo no es la igual-
dad de género, sino que trabajan con la intención de reducir los efectos de esa de-
sigualdad. Por ejemplo, en el caso de las Enfermedades de Transmisión Sexual y
el HIV/Sida, introducen la práctica de usar el preservativo sin cambiar las rela-

511
EUGENIA RODRÍGUEZ BLANCO, MAIRA SOLANGE HARI DOMINGOS, FORUM MULHER

ciones de poder existentes entre hombres y mujeres, y sin aumentar, por tanto, la
capacidad de decisión de las mujeres.
Otra de las características de las organizaciones tipo A es que no identifican y, por
tanto, en muchos casos desconocen, las causas que generan los problemas en los que
trabajan. Es decir, no identifican que las relaciones de género desiguales están en la
base de la vulnerabilidad de las mujeres ante la violencia de género o el HIV/Sida. No
identificar las causas del problema que trabajan determina que estas no sean abor-
dadas y, por tanto, que no se alcance la superación definitiva del mismo. Las razones
que determinan esta situación tienen que ver en la gran mayoría de los casos con la
ausencia de diagnósticos de género sobre las problemáticas que trabajan.
Este tipo de organizaciones suelen ser organizaciones de mujeres locales que uti-
lizan el concepto género en sus estatutos, planes y proyectos, sin usarlo como con-
cepto analítico o político y sin que tenga un reflejo en su trabajo activo como orga-
nización.
En función de las características mencionadas, este tipo de organizaciones no
encontraría barreras de tipo cultural en el objetivo de la igualdad de género por
varias razones: primero, porque no trabajan realmente para conseguir la igualdad
de género, sino para mejorar la condición de vida de las mujeres y; segundo, por-
que sus acciones no representan una amenaza a la cultura o tradición establecida,
sino más bien trabajan dentro de los límites establecidos por la cultura en lo que
respecta a la configuración de los roles de género. Las barreras sólo se plantean a
quienes desafían el orden establecido, el status quo en términos de género.
Las organizaciones tipo B, sin embargo, son organizaciones que sí poseen co-
nocimiento del concepto género y hacen uso de él a través de acciones que pre-
tenden implicar cambios o mejoras en las relaciones de género. Su trabajo está
más dirigido a atender los intereses estratégicos y, por tanto, a cambiar la posición
de género de las mujeres en la sociedad, e identifican a través de un análisis con
perspectiva de género los problemas sobre los cuales trabajan. Son organizaciones
que, por ejemplo, trabajan con proyectos que generen autonomía económica o li-
derazgo político de las mujeres. Estas organizaciones encuentran barreras en su
objetivo transformador de las relaciones de género porque suponen una amenaza
al orden de género establecido por la cultura y la tradición. Porque intentar su-
perar las desigualdades de género supone, necesariamente, cuestionar las tradi-
ciones y la cultura (Metha, 1991).
Las resistencias al cambio cultural para la igualdad de género son sentidas por
las organizaciones tipo B a nivel discursivo y a nivel práctico. A nivel discursivo,
pues existen argumentos culturalistas que son colocados como resistencia o ba-
rrera a la interferencia exterior (considerándola amenazadora y acusándola de co-
lonialista); y a nivel práctico, porque los roles de género determinan la difícil par-
ticipación de las mujeres en espacios que podrían suponer un primer paso para la
autoconciencia y la autonomía de las mismas.
A partir de esta tipología básica de organizaciones somos capaces de delimi-
tar el problema planteado, resolviendo la cuestión de quiénes sufren las barreras
culturales en la lucha por la igualdad de género dentro del ámbito del desarrollo.

512
HACIA EL CAMBIO CULTURAL PRO-EQUIDAD EN EL CONTEXTO DE LA COOPERACIÓN AL DESARROLLO…

Una vez han sido identificadas las organizaciones que sí encuentran barreras
culturales en su lucha por la igualdad de género, procuramos explorar las diná-
micas que envuelven esas barreras: ¿Cuáles son las resistencias al cambio? ¿quié-
nes las colocan? ¿quiénes las combaten? ¿cómo las presentan y defienden?¿cuáles
son los argumentos que las mantienen y reproducen?, así como ¿cuál es el proceso
de negociación y diálogo con las organizaciones?

3. CAMBIO CULTURAL PRO-EQUIDAD


«La cultura es tanto de los hombres como de las mujeres y no
puede ser usada para justificar la violación de los derechos más básicos
de una parte de la población»
(II Cumbre de la Unión Africana. Maputo, 2003)

La acción de las organizaciones de desarrollo a nivel local sugiere y supone


cambios a los que las comunidades que lo reciben (denominados «beneficia-
rios/as») reaccionan de diverso modo. No todos los mensajes exteriores y acciones
para el cambio son recibidos de igual manera, y en el proceso de comunicación se
visibilizan y establecen relaciones de poder que determinan que los mensajes y los
cambios puedan realmente alcanzarse o no. En el caso del mensaje de la igualdad
de género los cambios que supone son estructurales, ya que determina la decons-
trucción de unos roles de género que están en la base de la opresión y subordina-
ción de las mujeres.
Si el género es construido culturalmente, entonces las relaciones de género
son también culturales, así como la desigualdad entre hombres y mujeres. De este
modo, si las organizaciones que trabajan en el ámbito del desarrollo pretenden su-
perar esa desigualdad y alcanzar relaciones de género más igualitarias, su acción
tendrá que suponer un cambio cultural. En este caso, y teniendo en cuenta el ob-
jetivo que lo dirige: ofrecer las mismas oportunidades a hombres y mujeres, el
cambio cultural deberá ser un cambio cultural pro-equidad.
En nuestra investigación de campo en Mozambique, visitando espacios de
encuentro e interacción entre ONGs y comunidades, y analizando sus dinámicas
de diálogo y negociación, conseguimos identificar algunas barreras que son colo-
cadas a la consecución del objetivo del cambio cultural pro-equidad a nivel local
en el contexto rural. En esta identificación podemos reconocer cómo estas barre-
ras surgen de la acción e interacción de varios agentes, entre ellos, las propias or-
ganizaciones.

3.1. Sobre las limitaciones al cambio cultural pro-equidad: las organizaciones


Tal y como hemos podido comprobar para el caso del contexto de Mozam-
bique, la dinámica de las organizaciones en el proceso de negociación para el cam-

513
EUGENIA RODRÍGUEZ BLANCO, MAIRA SOLANGE HARI DOMINGOS, FORUM MULHER

bio no es neutral a la colocación de barreras o impedimentos. En ocasiones, ellas


mismas con sus procesos y acciones determinan que los cambios no lleguen a re-
alizarse.
Identificamos al menos cuatro características propias de las organizaciones
que suponen barreras al cambio cultural pro-equidad:
La primera tiene que ver con la propia dinámica de la cooperación al desa-
rrollo que implica una acción para el cambio planteada y orquestada desde fuera
hacia dentro, desde el exterior hacia el interior. La desigualdad de género es iden-
tificada y conceptualizada como problema por esos agentes externos de desarro-
llo que proponen combatirla a base de iniciativas que suponen cambios. Encon-
tramos así organizaciones que ven en la dificultad de acceso y retención de las
niñas a la escuela un problema que debe ser solucionado. La propuesta para el
cambio viene motivada por esa conceptualización de la ausencia de las niñas en las
escuelas como problema, que en ocasiones no es compartido por quienes man-
tienen una cultura que determina espacios y tareas reproductivas para las niñas y
las mujeres fuera de las escuelas. La reacción defensiva de quienes reciben esas ini-
ciativas no es más que una reacción conservadora de quienes sienten esos cambios
como una amenaza a un orden de género que les beneficia. En este caso, los pro-
blemas identificados por las organizaciones, no son considerados «problemas» por
quienes ostentan el poder en las comunidades locales. La desigualdad de género
es vista como un problema para las organizaciones de desarrollo, pero supone la
base cultural que sostiene estructuras de poder en la comunidad y, de este modo,
encuentran resistencias al cambio.
La segunda tiene que ver con la forma como son transmitidos los mensajes de
la igualdad de género y los derechos de las mujeres. Encontramos al menos dos
medios de transmisión: o bien con lenguaje legalista, o bien en forma de conclu-
sión, lo que entendemos por mensajes «enlatados». El lenguaje legalista supone en
muchos casos una transmisión de mera información de acuerdos exteriores, na-
cionales o internacionales en los cuales quienes lo reciben no han participado.
Obtener información acerca de que la mujer tiene ciertos derechos no implica per
se un cambio cultural. Esta información legal puede ser acumulada sin que inter-
fiera en absoluto en las dinámicas locales y comunitarias, que en ocasiones ni en-
tiende ni asume esos derechos.
Al mismo tiempo, muchas organizaciones combinan el lenguaje de lo dere-
chos con el lenguaje de los mensajes «enlatados», mensajes que representan con-
clusiones alcanzadas a partir de una reflexión de género realizada por otros agen-
tes, en otros espacios. De este modo, es común encontrar organizaciones que
llevan el mensaje a las comunidades de que es bueno para todos y todas que las
niñas vayan a la escuela, o que las mujeres ganen independencia económica. Lle-
gan los mensajes, no las herramientas analíticas que podrían permitir a la propia
comunidad local alcanzar sus propias conclusiones en torno a estas cuestiones.
Consideramos que estos mensajes legalistas y «enlatados» no generan cambios
culturales pro-equidad porque son recibidos sin que produzca reflexión crítica en
los cimientos que sostienen las relaciones de género.

514
HACIA EL CAMBIO CULTURAL PRO-EQUIDAD EN EL CONTEXTO DE LA COOPERACIÓN AL DESARROLLO…

La tercera tiene que ver con el conflicto en que manifiestan encontrarse las or-
ganizaciones que trabajan en el ámbito del desarrollo entre su objetivo de la lucha
por la igualdad de género y el imperativo ético de respetar la «cultura» y la «tra-
dición» de las comunidades donde actúan (Scholkwyk, 2000; Mukhopadhyay,
1995). Manifestando ese conflicto de intereses y objetivos podemos encontrar
organizaciones que trabajan por mejorar el acceso de las niñas a las escuelas al
tiempo que no interfieren en la práctica tradicional del lobolo («precio de la no-
via») por considerarla una práctica tradicional identitaria local que merece ser res-
petada5. Hay que tener en cuenta que el lobolo, o matrimonio tradicional, supone
una fuente de ingresos importante en el ámbito rural para las familias cuyas hijas
son loboladas. Estas, después del lobolo comienzan a formar parte de la familia
que la loboló, que la incorpora como un bien productivo y reproductivo en el
agregado familiar. Que los padres y las madres de las niñas en el ámbito rural den
preferencia a los hijos varones en el acceso a la escuela puede estar justificado por
la existencia de esta práctica tradicional y los intereses «económicos» que des-
pierta. Algunos padres y madres entrevistados/as nos ofrecían su opinión al res-
pecto: «Não vale a pena levar a menina, é um investimento que fica fora» 6, «Prefiro
levar o rapaz à escola porque depois ela vai casar e vá com outra família» 7. Teniendo
en cuenta lo determinante que resulta ser la práctica tradicional del lobolo en el ac-
ceso y retención de las niñas en las escuelas, actuar de este modo no deja de ser
una contradicción esencial. El argumento culturalista, por tanto, no sólo es utili-
zado por quienes no están interesados en un cambio cultural pro-equidad, sino
también por las organizaciones que, en muchas ocasiones, por evitar ser acusadas
de colonización cultural toleran o respetan practicas tradicionales perjudiciales
para las mujeres.

«Como advierte el CAD (Comité de Ayuda al Desarrollo) de la OCDE


(1998:125), muchas agencias de cooperación, tanto gubernamentales como no guber-
namentales, poco deseosas de ser acusadas de pretender «imponer el feminismo occi-
dental» en las sociedades del Sur esgrimen como argumento en contra de la equidad de
género el hecho de que las acciones necesarias para lograrla supondrán una injerencia
cultural, cuando no una agresión a las tradiciones y costumbres locales. El CAD señala
que este argumento nunca es utilizado cuando las intervenciones de desarrollo cuestio-
nan desigualdades en términos de riqueza o acceso a la tierra, o proponen drásticos cam-
bios tecnológicos, y que resulta sospechoso que las agencias de cooperación recurran a la
«legitimidad histórica de las culturas» para no cuestionar las tradiciones que justifican y
reproducen las desigualdades genéricas» (Murguialday, 2005:1).

5 El lobolo es considerado matrimonio por la legislación mozambiqueña. Supone la entrega de bienes


de la familia del hombre a la familia de la futura esposa, como compensación matrimonial. Se considera el ma-
trimonio tradicional y posee un contenido espiritual en relación a los antepasados. Las mujeres por una cues-
tión familiar e histórica, independientemente del nivel académico y económico son lobuladas y aceptan. Mu-
chas reconociendo que se trata de cumplir la tradición aunque también reconocen que en algunos casos los
maridos les recuerdan que pagaron un precio por ellas.
6 «No vale la pena llevar a la niña, es una inversión que queda fuera».
7 «Prefiero llevar al niño a la escuela porque después ella se va a casar y se va con otra familia».

515
EUGENIA RODRÍGUEZ BLANCO, MAIRA SOLANGE HARI DOMINGOS, FORUM MULHER

La cuarta característica de las organizaciones que supone una barrera al cam-


bio cultural pro-equidad tiene que ver con los tiempos y plazos de las propias or-
ganizaciones, así como los resultados que necesitan para justificar a quienes las fi-
nancian y, por tanto, mantienen. Su trabajo es sostenible mientras sean capaces de
ofrecer resultados que satisfagan a quienes van a seguir financiando su trabajo. El
cambio cultural pro-equidad supone tiempos dilatados, un tiempo tal vez exce-
sivo para la lógica y dinámica de las organizaciones de desarrollo que en ocasio-
nes desisten de ese objetivo para plantear objetivos posibles, accesibles y alcanza-
bles a corto plazo.
Como telón de fondo de todas estas particularidades de las organizaciones
que pueden suponer barreras o limitaciones al cambio cultural pro-equidad, en-
contramos la relación de poder existente entre las organizaciones y las comunida-
des. En esa relación de poder, las organizaciones y los agentes de desarrollo que las
representan, intervienen en las comunidades con un poder económico que per-
mite que ciertas mejoras sean realizadas en beneficio de la comunidad. Esas rela-
ciones de poder determinan que sean aceptadas intervenciones para el cambio lle-
gadas de fuera, en forma de actividades o proyectos, y que se recojan los mensajes
que divulgan a través de la sensibilización. Sin embargo, tal y como demuestran
los resultados de las iniciativas de las organizaciones, el orden de género perma-
nece inalterable. Los cambios resultan ser superficiales pero con ellos pueden ofre-
cer la «ilusión» de que realmente están ocurriendo cambios culturales pro-equi-
dad, cuando en realidad no es más que un espejismo o una representación teatral
planteada por las comunidades para seguir recibiendo atención en forma de fon-
dos de las organizaciones.
En un distrito de la provincia de Manica, en la región central de Mozambi-
que, una organización trabaja con el objetivo de mejorar el acceso y la retención
de las niñas en las escuelas. Para ello, promueve la construcción de una escuela y
facilita material escolar, al tiempo que impulsa la creación de un consejo escolar
formado por padres, madres, profesores y profesoras de la escuela. El consejo tiene
entre sus funciones fundamentales la de promover la participación de las niñas en
las escuelas, sin embargo, cuando les preguntamos a esos miembros (hombres en
su gran mayoría) para quien es más importante la educación escolar, afirman ma-
yoritariamente que para los niños. La comunidad considera muy positivamente la
acción de la organización en la comunidad, pero el mensaje que ésta intenta trans-
mitir no consigue calar en la conciencia y sensibilidad de quienes tienen la tarea
de difundirlo y aplicarlo.
El poder que mantienen las organizaciones sobre las comunidades locales de-
termina que algunas actividades de sensibilización y formación sean recibidas de
forma imperativa. Así, que el número de niñas aumente en las escuelas no tiene
por qué ser un indicador de la mejora en las relaciones de género sino que puede
deberse a esa relación de poder y la asunción de ciertos «imperativos».
Al mismo tiempo, en un distrito de Niassa, provincia situada en la región
norte del país, una organización intenta favorecer la igualdad de género y reducir
el riesgo de contaminación de HIV/Sida a través de unos cursos de formación en

516
HACIA EL CAMBIO CULTURAL PRO-EQUIDAD EN EL CONTEXTO DE LA COOPERACIÓN AL DESARROLLO…

salud sexual y reproductiva dirigidos a padrinhos y madrinhas 8 de los Ritos de Ini-


ciación. Su acción pretende informar y sensibilizar para generar cambios en la
práctica cultural considerada de riesgo desde el punto de vista clínico (contagio de
HIV/Sida) y generadora de estereotipos de género desde el punto de vista educa-
tivo (roles de género). El resultado de esta formación en las personas asistentes al
curso demuestra que no se han producido cambios significativos en las relaciones
de género, sí algunos más en lo que respecta a la prevención del HIV/Sida. Sobre
los cambios ocurridos en la práctica cultural, cuando preguntamos a los asistentes
al curso, así como a los niños y niñas iniciadas con esos promotores formados, nos
ofrecen una representación «teatral» de esos cambios reconociendo que desde que
el curso fue realizado, los ritos de iniciación son más seguros y menos generado-
res de desigualdades. Otras cuestiones planteadas para comprobar la realidad de
esos cambios nos demuestran que sólo existen a nivel discursivo pues en la prác-
tica el orden de género continua inalterado y en reproducción.
Ambos ejemplos demuestran que las relaciones de poder ejercidas por las or-
ganizaciones de desarrollo exteriores en las comunidades locales donde intervie-
nen (en la mayoría de los casos sin ser conscientes de ello), determinan que ten-
gan cierto margen de intervención para el cambio, pero este constituye un margen
estrecho para poder interferir en un cambio cultural pro-equidad.

3.2. Sobre las limitaciones al cambio cultural en las Comunidades


«La voz del sector dominante está sobre-representada en los valo-
res y las prácticas que la sociedad considera cultura» (Scholte, 1987).

Como ya adelantábamos, no sólo las organizaciones presentan límites al cam-


bio cultural pro-equidad en sus procesos y prácticas, sino que en la interacción
con las comunidades, o con los representantes de esas comunidades, éstas también
reaccionan con resistencias.
Para entender la actitud o respuesta de los diferentes agentes de la comu-
nidad hacia el cambio cultural, intentamos recoger los argumentos de varios
actores en función de dos variables: sexo y edad. Así, entrevistamos a hombres
jóvenes, adultos y viejos; y a mujeres jóvenes, adultas y viejas. Además, tuvi-
mos en cuenta a otros agentes determinantes en la comunidad por su posición
estratégica, como líderes tradicionales, comunitarios e institucionales que en
muchos casos actúan como mediadores de los intereses de la comunidad, sean
o no «legítimamente» representativos. De estas consultas pudimos reconocer
que los cambios culturales existen, que se han producido en la comunidad a lo
largo del tiempo y que, en general, están abiertos a que sigan produciéndose.
Ahora bien, ¿qué ocurre con los cambios culturales pro-equidad? Tal y como

8 Padrinos y Madrinas, es un término genérico para designar a Ngalibas e Nakangas, maestros de los Ri-
tos de Inciación en étnia YAO.

517
EUGENIA RODRÍGUEZ BLANCO, MAIRA SOLANGE HARI DOMINGOS, FORUM MULHER

evidenciamos, las resistencias a un cambio en las relaciones de género suelen


ser mayores.
Lo vemos claramente en la identificación de las causas que generan cambios
en determinadas prácticas tradicionales que no son más que una manifestación o
floración de la subordinación de las mujeres, como es el caso de la poligamia o el
ritual de purificación de la viuda (Pita Kufa o Cuchinga). Tal y como nos confir-
man quienes las dictan y quienes las «sufren» estas prácticas tradicionales han
cambiado con el tiempo.
Para el caso de la poligamia, comprobamos cómo se está produciendo una
disminución significativa de los casos de poligamia con respecto al pasado.
Cuando intentamos explorar las causas de este cambio y, por tanto, su disminu-
ción, encontramos que tienen que ver con la dificultad actual que reconocen te-
ner los hombres de hoy para mantener más de una mujer. Así afirma un hombre
adulto entrevistado: «A vida agora esta difícil. Os rapazes não querem ter mais de
uma mulher»9. Según una mujer adulta entrevistada: «Os homens não podem man-
ter tantas mulheres. Por isso só querem uma» 10. Un joven entrevistado afirma: «A
poligamia agora não é possível porque a situação de vida é difícil. Além tenho que ser
fiel por causa do Sida» 11.
Es importante tener en cuenta que las mujeres entrevistadas, algunas de ellas
mujeres de polígamos, reconocen que la poligamia no es una práctica positiva
para ellas y que si tuvieran posibilidad de elección preferirían la monogamia12.
Ellas no están de acuerdo con la poligamia porque reconocen que «torna a vida
mais difícil porque cria muita confusão entre as mulheres» 13. Los hombres deciden
abandonar la poligamia y, por tanto, la práctica cultural cambia, se reduce y tal
vez pueda llegar a desaparecer. Vemos, por tanto, como el cambio cultural de la
poligamia no es motivado por los intereses de las mujeres o su bienestar, sino que
está condicionada por los intereses de los propios hombres. Por tanto, los mismos
intereses que hicieron aparecer la práctica son los que hoy la hacen desaparecer. La
práctica desaparece pero su causa permanece.
Para el caso del ritual de purificación de la viuda14 (Pita Kufa 15 o Cuchinga 16)
encontramos también un cambio significativo interesante para nuestra reflexión.

9 «La vida ahora está difícil, los chicos jóvenes ahora no quieren tener más de una mujer».
10 «Los hombres no pueden mantener tantas mujeres, por eso solo quieren una».
11 «La poligamia ahora no es posible porque la situación de vida es difícil. Además tengo que ser fiel por
causa del Sida».
12 Algunas mujeres incluso llegan a afirmar que de alguna manera la poligamia puede ser positiva para
ellas porque compartiendo marido reducen la presión sexual y de trabajo doméstico sobre cada una de ellas.
Este tipo de afirmaciones representan cierto conformismo con el rol tradicional de las mujeres en la sociedad
que supone que tengan que «aguantar» esa presión sexual y de trabajo doméstico por parte de los hombres. La
poligamia sería, para estas mujeres, un paliativo para unas relaciones de género que las perjudica.
13 «Vuelve la vida más difícil porque crea mucho conflicto entre las mujeres».
14 El ritual de purificación de la viuda es un ritual común a ciertos grupos étnicos en las regiones centro
y sur del país. Consiste en que la mujer viuda mantenga de modo ritual una relación sexual con el hermano
de su esposo fallecido o, en su defecto, con un pariente varón del mismo. Quienes realizan esta práctica la con-
sideran necesaria para limpiar a la mujer de «la muerte» y que todo vaya bien después de la muerte del marido.
15 Denominación dada entre el grupo étnico Sena, en la región centro de Mozambique.
16 Denominación dada entre el grupo étnico Changaza, en la región sur de Mozambique.

518
HACIA EL CAMBIO CULTURAL PRO-EQUIDAD EN EL CONTEXTO DE LA COOPERACIÓN AL DESARROLLO…

Asistimos hoy a un cambio en la práctica tradicional que consiste en eliminar la


relación sexual que la mujer viuda estaba obligada a mantener con su cuñado o un
pariente varón de su fallecido marido con el objetivo de «purificarla» y sustituirla
por el consumo familiar ritual de un medicamento tradicional preparado por la
curandera de la comunidad. Cuando intentamos explorar las causas que motiva-
ron este cambio encontramos que tiene su origen en el miedo al HIV/Sida. La
constatación de muertes por HIV/Sida tras la celebración de la práctica llevó a es-
tablecer una relación causal entre la muerte del marido, el contagio de la mujer y
la continuidad en el proceso de contagio, a través del ritual, al varón que participa
en el acto sexual. La información que llega de fuera a través de las organizaciones
sobre el HIV/Sida y sus formas de transmisión, ha ayudado a determinar (inter-
namente) que la práctica tradicional deba ser modificada. Los/as curanderos/as,
con la tarea de asegurar la salud de su comunidad, no son ajenos a estas informa-
ciones médicas e intentan introducirlas en su quehacer tradicional. Así afirma
una curandera entrevistada en Manica:»é importante fazer a purificação mas com a
relação sexual podem acontecer muitas doenças...é por isso que depois dessas mortes
agora usamos um medicamento que chama-se Baramarira»17. El Pita Kufa sigue
existiendo porque los/as curanderos/as y otros agentes de poder, consideran que
es una práctica importante, que se ha de preservar por el bien de la comunidad.
Sin embargo, por el mismo bien de la comunidad son introducidos cambios que
evitan o disminuyen el contagio de HIV/Sida. En todos estos cambios, las muje-
res son objetos, no sujetos. Ellas afirman que no les gusta esa práctica tradicional
y que preferirían que dejase de realizarse. Una mujer adulta entrevistada afirma:
«Quando a pessoa nasce já encontra isso do Pita Kufa, é a tradição»18. Ellas, las mu-
jeres, aunque sienten el peso de la tradición como una responsabilidad que les
compete, al mismo tiempo reconecen que no las favorece: «A cultura para nos está
pésima. Nos gostariamos que mudasse, porque estamos a envelhecer enquanto somos jo-
vens»19. Sin embargo, que la práctica tradicional del Pita Kufa o Cuchinga sea una
práctica negativa para las mujeres no fue la causa del cambio en la práctica. Ellas
no tuvieron el poder suficiente para determinar un cambio cultural que las bene-
ficiase. Sólo la amenaza de una enfermedad (HIV/Sida) que puede matar a todos,
hombres y mujeres, es capaz de introducir cambios en la tradición. Vemos así
cómo los intereses de las mujeres no son suficientes para producir cambios cultu-
rales.
A través de estos dos ejemplos etnográficos podemos extraer la reflexión de
que sí son posibles los cambios en las prácticas tradicionales que son perjudicia-
les para las mujeres, pero que éstos son determinados por los intereses de quienes
tienen el poder de decidir sobre ellos. Son los intereses de los hombres los que de-

17 «Es importante hacer la purificación pero con la relación sexual pueden ocurrir muchas enfermeda-
des… es por esa razón que después de algunas muertes ahora usamos un medicamento tradicional que se llama
Banamarira».
18 «Cuando la persona nace ya encuentra eso. Es la tradición».
19 «La cultura para nosotras está pésima. Nosotras querríamos que cambiase, porque estamos enveje-
ciendo mientras somos jóvenes».

519
EUGENIA RODRÍGUEZ BLANCO, MAIRA SOLANGE HARI DOMINGOS, FORUM MULHER

terminan que una práctica tradicional pueda cambiar. Ellos son los sujetos de los
cambios culturales para los cuales ellas actúan como objetos. De este modo, los
cambios culturales que las benefician (como la reducción de la prevalencia de la
poligamia o la variación en el ritual de purificación de la viuda) no son produci-
dos con la intención de beneficiar a las mujeres o superar su situación de opresión,
sino por otros intereses que suelen tener que ver con el bienestar de los hombres.
Los cambios que han sufrido determinadas prácticas tradicionales perjudi-
ciales para las mujeres no alteran el sustento cultural que les dio origen. Que las
mujeres dejen de estar sometidas a esas prácticas no implica necesariamente que
las relaciones de género desiguales en las cuales esas prácticas se sustentan se alte-
ren lo más mínimo.
Algunas prácticas tradicionales son una consecuencia de la desigualdad de gé-
nero y al mismo tiempo manifiestan esa desigualdad. Que estas sean modificadas
o abandonadas con el tiempo en función de los intereses de los hombres, no in-
dica un cambio en las relaciones de género, pues no fueron los intereses de las mu-
jeres los que motivaron el cambio. Estas dinámicas sólo expresan lo que subyace
a la existencia de determinadas prácticas y sus posibilidades de cambio, y son las
son relaciones de poder mantenidas por los hombres sobre las mujeres. Estas re-
laciones de poder y dominación serían, por tanto, la principal barrera al cambio
cultural pro-equidad.
Pero no evidenciamos sólo la relación de poder entre hombres y mujeres
como barrera al cambio cultural pro-equidad sino que existe otra relación de po-
der que se suma a esta. Se trata de la relación de poder en base a la edad, la ejer-
cida por los viejos sobre los jóvenes. De este modo, podemos comprobar cómo las
mujeres de más edad mantienen el discurso culturalista de que es importante
mantener la tradición, aunque esa tradición las haya sometido a la subordinación
masculina a lo largo de su vida. Ahora son viejas y ganan un poder del que care-
cían cuando eran jóvenes; el poder que les es otorgado a los viejos en las comuni-
dades con respecto a los jóvenes. Ese poder se enmascara a través de lo que llaman
«respeto» que en muchos casos supone obediencia a los mandatos de los mayores,
que determinan una reproducción cultural a sus hijos y nietos para que su bie-
nestar sea asegurado. Los hombres y las mujeres viejas aseguran así que serán cui-
dados por las nuevas generaciones.
Teniendo en cuenta lo dicho hasta ahora, las mujeres jóvenes son quienes su-
fren las consecuencias de ambas relaciones de poder, como mujeres y como jóve-
nes. Para evitar que puedan sublevarse a esos sistemas de dominación superpues-
tos existen mecanismos de control como son el miedo y la vergüenza. «las mujeres
que luchan contra las injusticias de género como existen en nuestra cultura son
llamadas prostitutas y acusadas de fallar en sus tareas como amas de casa y espo-
sas» (Chitsike, 1995:1). Los mensajes que configuran su papel en la comunidad,
su rol de género, son transmitidos a través de procesos de enculturación conti-
nuos, recibidos a través de instituciones formales e informales de educación, «en
el proceso de enculturación las personas oprimidas interiorizan de tal forma su
opresión que con frecuencia pierden su capacidad y valor para escoger otras op-

520
HACIA EL CAMBIO CULTURAL PRO-EQUIDAD EN EL CONTEXTO DE LA COOPERACIÓN AL DESARROLLO…

ciones» (Kabeer, 1997:144). Esos procesos de enculturación transmiten el res-


peto como valor central para el mantenimiento del orden social y cultural. La cul-
tura es aprehendida, al tiempo que se aprende a respetarla y con ello, el respeto a
las jerarquías que la mantienen.
En los contextos rurales, las mujeres jóvenes como «esperanza» para el cam-
bio cultural pro-equidad, por ser mujeres y por no estar tan sometidas a la in-
fluencia de la cultura tradicional (por su edad), se encuentran con la superposi-
ción de dos sistemas de dominación: la de los hombres sobre las mujeres y la de
los viejos sobre los jóvenes. Sufren, por tanto, discriminación y silencio, por ser
jóvenes, además de por ser mujeres. Las limitaciones impuestas determinan que
tengan miedo a proponer o exigir cambios que puedan suponer mejores condi-
ciones y posiciones en sus vidas y en las de sus futuras hijas. Estas relaciones de
poder coartan y limitan la potencialidad de las mujeres jóvenes de constituir el
motor para el cambio cultural pro-equidad desde dentro. Empoderar a las muje-
res jóvenes teniendo en cuenta, por un lado, su condición de vulnerabilidad y, por
otro lado, sus potencialidades para el cambio cultural pro-equidad, podría ser
una estrategia efectiva para lograr dicho cambio.
Relaciones de poder en base al sexo y a la edad son, por tanto, las principales
barreras colocadas por la comunidad (eminentemente rural) que recibe las pro-
puestas de cambio cultural pro-equidad. El argumento expresado por quienes re-
sisten a esos cambios (hombres y viejos/as) recurre a la defensa de las particulari-
dades culturales y a la identidad del pueblo. Sin embargo, tal y como hemos visto,
se trata de un recurso interesado usado en base a los intereses de unos cuantos que
se mantienen en relación de poder con el resto. Las barreras al cambio cultural
pro-equidad son justificadas en base a la necesidad y el derecho a mantener cier-
tos valores culturales que determinan la identidad de un colectivo, escondiendo
con ese argumento el intento de mantener las estructuras de poder que amenazan
los cambios.

A MODO DE CONCLUSIÓN
Si la desigualdad entre hombres y mujeres es cultural, para superar esa desi-
gualdad debería producirse un cambio cultural. Por eso, aquellas organizaciones
que intentan en su acción promover cambios en las relaciones de género, procu-
ran un cambio cultural pro-equidad.
Los cambios culturales son posibles, como demuestran algunos ejemplos,
pero también son interesados; sólo se producen si son de interés para quienes tie-
nen el poder de generarlos (internamente) o aceptarlos (en caso de que sean ini-
ciativas externas). En caso contrario colocan resistencias con argumentos cultura-
listas que enmascaran los intereses de unos pocos en los intereses de un pueblo.
Por eso, encontramos que existen más resistencias a un cambio en las relaciones
de género que a un cambio en otros ámbitos que también podrían considerarse
tradicionales.

521
EUGENIA RODRÍGUEZ BLANCO, MAIRA SOLANGE HARI DOMINGOS, FORUM MULHER

Las barreras al cambio cultural pro-equidad son colocadas por los dos agen-
tes que intervienen en el proceso de cambio en el contexto de la cooperación: las
comunidades y las organizaciones. Por las propias organizaciones, ya que de modo
consciente o inconsciente, con sus propias dinámicas de trabajo, limitan las opor-
tunidades del cambio. Y por las comunidades, donde las estructuras de poder que
mantienen el orden de género son la principal barrera para el cambio, precisa-
mente porque esos sistemas de dominación están justificados culturalmente, y
por tanto, un cambio cultural pro-equidad amenazaría la permanencia de esas es-
tructuras de poder.
Iniciamos nuestra investigación con la hipótesis de que las organizaciones
que trabajan por la igualdad de género y en defensa de los derechos de las muje-
res encuentran barreras culturales que dificultan la consecución de su objetivo allí
donde actúan. Concluimos nuestra investigación reconociendo que la hipótesis
estaba mal planteada, pues tal y como hemos comprobado, las barreras no son
culturales, lo que es cultural es el problema: la desigualdad entre los hombres y las
mujeres, la desigualdad de género. Lo que sí podemos identificar desde ese nuevo
planteamiento es la existencia de barreras al cambio cultural pro-equidad, que es
el que tiene que ocurrir para acabar con un modelo de sociedad y cultura basada
en el dominio de los hombres sobre las mujeres, un sistema de dominación pa-
triarcal20. El mismo que determina el privilegio de los hombres sobre las mujeres
y los niños/as y el que impide alcanzar el objetivo de la igualdad de género. De
este modo, el sistema patriarcal no sólo es la principal barrera para el cambio cul-
tural pro-equidad, sino también la principal causa de la desigualdad de género y
la subordinación de la mujer.
Llegamos a esta conclusión después de visibilizar que el argumento de la pre-
servación de la cultura como identidad de un pueblo (derechos colectivos), sólo
es utilizado cuando quienes poseen el poder de colocar resistencias o promover
cambios ven amenazadas con esos cambios sus posiciones. La defensa de los de-
rechos de las mujeres (derechos individuales) no es incompatible con los derechos
culturales de los pueblos, sino con los intereses de aquellos que se benefician del
sistema cultural patriarcal.

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524
ZONGOLICA: POR LA DIGNIFICACIÓN
DE LA MUJER INDÍGENA
Iván González Márquez1
Becario de investigación en el Programa
Universitario de Estudios de Género de la
Universidad Nacional Autónoma de
México, (UNAM).
María Isabel Belausteguigoitia Rius
Directora del Programa Universitario de
Estudios de Género de la UNAM.

1. INTRODUCCIÓN
En este texto se buscará exponer las particularidades de la lucha por la digni-
ficación de la Mujer Indígena emprendida desde la extrema marginalidad de la
sierra de Zongolica en México; lucha que se inscribe dentro del amplio esfuerzo
democratizador emprendido por el pueblo nahua de esa sierra en defensa de su
derecho al pleno desarrollo como grupo étnico, dentro del universo pluricultural
de la sociedad mexicana. Para ello, describiremos las difíciles condiciones de vida
que se enfrentan en la región, las complicadas problemáticas que originan dichas
condiciones, y las formas en que el pueblo nahua de Zongolica ha luchado por la
transformación de su realidad, proceso en el que las mujeres indígenas juegan un
papel crucial en diversos sentidos.
Expondremos los importantes logros conseguidos en este sentido, así como
las grandes dificultades y resistencias con las que esta lucha se enfrenta. La mag-
nitud de las fuerzas sociales que se oponen a este proceso transformador puede di-
mensionarse a partir del conflicto recientemente desarrollado en torno a la muerte
de la anciana nahua Ernestina Ascensión Rosario, caso con el que también se evi-

1 Agradecimientos: a mi amiga la Dra. María Isabel Belausteguigoitia Rius, directora del Programa Uni-
versitario de Estudios de Género de la UNAM, cuya interesante mirada aportó mucho en la definición de la
perspectiva desde donde se realiza este trabajo, así como por el espacio de libertad, creatividad y compromiso
social que ha construido en el PUEG, gracias a lo cual esta investigación ha sido posible.

525
IVÁN GONZÁLEZ MÁRQUEZ, Mª ISABEL BELAUSTEGUIGOITIA RIUS

denciará la terrible situación de riesgo, vulnerabilidad y falta de acceso a la justi-


cia que enfrentan las mujeres nahuas de Zongolica. Lo anterior nos dará pauta
para concluir indicando la dirección que las experiencias del pueblo nahua seña-
lan como camino hacia un auténtico proceso de cambio social, en busca de una
sociedad verdaderamente más justa, igualitaria e incluyente.

2. EL PUEBLO NAHUA Y SU LUCHA DESDE LA SIERRA


DE ZONGOLICA
Los pueblos nahuas constituyen el más extenso y numeroso grupo étnico de
México, de entre los más de 60 que existen en el país. Con presencia en los 32 es-
tados de la república, este grupo contiene en sí mismo una vasta colección de sub-
grupos, hablantes de numerosas variantes de la lengua náhuatl. Los estados con
mayor presencia nahua son el estado de Puebla y Veracruz, siendo este último en
donde se localiza la sierra de Zongolica: uno de los más importantes territorios
nahuas del país. Entre las incontables montañas de frío y boscoso paisaje se asien-
tan numerosas comunidades nahuas, pequeñas y dispersas. Aquí, más del 90% de
la población es indígena –aproximadamente 16,000 habitantes–, y muchos de
ellos son hablantes monolingües de náhuatl.
Las condiciones de vida que se enfrentan en este lugar son de extrema margi-
nación y miseria. Algunos de los municipios de esta región han sido considerados
entre los más pobres no sólo de México, sino de toda América Latina. Sus comu-
nidades han carecido históricamente del acceso a servicios básicos adecuados: mu-
chas de las casas son de madera combinada con láminas de metal y de cartón, su
piso es de tierra; carecen de drenaje, energía eléctrica y agua, la que acarrean desde
el riachuelo más cercano, el 80% de los habitantes son analfabetas. Gran cantidad
de madres padecen anemia, y muchos niños enferman de marasmo por la falta de
nutrientes, lo que prácticamente corresponde con una situación de hambruna; los
servicios médicos son muy escasos e insuficientes. Casi no hay fuentes de empleo
para los habitantes de la región. Las ganancias obtenidas en los cultivos de café o
caña resultan muy insuficientes para el mantenimiento de las familias.
Esta situación de falta de empleo conduce a alrededor de 500 indígenas se-
manalmente a intentar emigrar hacia los Estados Unidos. Muchos de ellos mue-
ren en el intento; otros más quedan prisioneros en cárceles de Estados Unidos o
de los estados fronterizos de México, acusados de diversos delitos. Pero a pesar de
las duras condiciones, el envío de remesas desde el extranjero constituye la prin-
cipal manera en que se intenta responder a las contradicciones de un sistema que
excluye del desarrollo económico a grandes sectores de la población.
Debido a esta fuerte y constante migración hacia el norte, la mayoría de los
habitantes de Zongolica son mujeres, niñas, niños y ancianos: cada vez hay me-
nos hombres en edad productiva en la sierra; lo que además conlleva procesos de
fractura comunitaria y pérdida de cohesión social. Para numerosas familias –mu-
chas de las cuales han quedado al mando de mujeres solas–, una de las únicas

526
ZONGOLICA: POR LA DIGNIFICACIÓN DE LA MUJER INDÍGENA (MÉXICO)

fuentes asequibles de ingreso es la venta de leña o la construcción y venta de mue-


bles rústicos de madera, y aunque mucha gente no tiene a su alcance mejores al-
ternativas productivas, la tala de madera es ahora castigada como un delito.
Lo anterior se relaciona con el hecho de que en las últimas décadas, la des-
medida explotación de los recursos naturales de la sierra ha producido un severo
deterioro del medio ambiente de la región, en detrimento del patrimonio natural
de los pueblos nativos. Sin embargo, el grueso de las ganancias económicas ha
sido acaparado por minorías blancas y mestizas, no por los grupos indígenas,
quienes viven en situaciones de pobreza extrema mientras continúa la explotación
irracional de las riquezas naturales de su territorio. Y es que el control de las prin-
cipales fuentes productivas en la región se encuentra en poder de los caciques lo-
cales, quienes ejercen una autoridad abusiva amparados por el poder político y
económico, por la fuerza pública y el poder judicial. No hay justicia para los in-
dígenas que reclamen contra el abuso de dichas autoridades. Algunos de los mi-
nisterios públicos de la región ni siquiera brindan atención alguna a quienes no
sepan hablar español. Sus necesidades y demandas no son atendidas pues –aún en
la actualidad– los sectores indígenas de nuestro país no cuentan con una repre-
sentación política adecuada para incluirlas en la agenda pública, por lo que que-
dan excluidos de la toma de decisiones.
Los principales programas de apoyo desde el gobierno consisten en medidas
asistencialistas que no generan soluciones estructurales a la pobreza y en muchas
ocasiones se limitan a la repartición de víveres, materiales de construcción y otros
tipos de «ayudas». La repartición de dichos recursos se realiza por operadores polí-
ticos que forman parte de las mismas redes de poder de los caciques, por lo que han
sido utilizados para establecer relaciones de clientelismo político y así mantener el
pacto de lealtad de la gente con dichas autoridades, al tiempo que dividen y con-
frontan entre sí a las comunidades en una competencia por la asignación de re-
cursos, todo lo cual se ha utilizado como formas de control político en la región.
Además, debido a la dependencia que se va creando en relación a las men-
cionadas «ayudas», la repartición de las mismas puede ser condicionada para im-
poner a la población medidas en función de intereses externos a las comunidades.
Por ejemplo, una de las organizaciones campesinas de Zongolica (la OCISZ2) de-
nunció ante organismos nacionales e internacionales que la entrega de despensas
se realizaba bajo la condición de que las mujeres indígenas presentaran las cons-
tancias de unas consultas ginecológicas en las que, secretamente y sin su consen-
timiento, se practicaban medidas de control natal forzado con el propósito de
conseguir metas demográficas. A las mujeres se les colocaban dispositivos intrau-
terinos y –si acudían por segunda ocasión a un parto– se les esterilizaba quirúrgi-
camente sin su consentimiento. Con estas estrategias de control natal forzado se
vulneraron los derechos reproductivos de mujeres y hombres indígenas, violando
su derecho al control de su propia fecundidad, ocasionando –además– una can-
tidad de conflictos familiares y religiosos al interior de las comunidades. Medidas

2 Organización Campesina Independiente de la Sierra de Zongolica.

527
IVÁN GONZÁLEZ MÁRQUEZ, Mª ISABEL BELAUSTEGUIGOITIA RIUS

impositivas y antidemocráticas como ésta, operando al margen de las leyes escri-


tas y violando los derechos de toda una población, son un buen ejemplo de la dis-
criminación etnorracial que persiste en nuestra sociedad en contra de los grupos
indígenas.
Frente a las severas condiciones de vida que se viven en estos municipios,
frente al acaparamiento de la riqueza en manos de las minorías mestizas y la mi-
seria de la población indígena, frente a los abusos constantes de los caciques y las
autoridades, y frente al no reconocimiento e incumplimiento de sus derechos, los
habitantes de la sierra de Zongolica han respondido luchando mediante la crea-
ción de organizaciones indígenas con las cuales defender sus intereses y trabajar en
la construcción de una realidad distinta. Dichas organizaciones se han nutrido de
la fuerte tradición de lucha social que existe en la región, y gradualmente se han
ido articulando en un arduo proceso que, desde la década de los 70’s hasta la ac-
tualidad, ha conseguido logros muy importantes.
Se ha conseguido recuperar en gran medida la unidad de los pueblos nahuas
de Zongolica, quienes anteriormente se encontraban divididos por conflictos po-
líticos y religiosos. Gracias a la unión y la cooperación, sus voces adquieren ma-
yor fuerza política en la defensa de sus intereses. Actualmente, los pueblos nahuas
de esta sierra se encuentran sólidamente organizados, constituyendo una gran
cantidad de asociaciones productivas, de gestión social y de defensa de los dere-
chos humanos. Este proceso también se manifestó a través de la victoria política
de un partido de oposición en varios municipios, mientras que en otros casos se
trabaja en la construcción de municipios indígenas autónomos.
En algunos municipios, como en el de Soledad-Atzompa, la lucha de las or-
ganizaciones indígenas ha conseguido recuperar el control de la explotación de los
recursos forestales a través de las organizaciones indígenas. Avanzando en la con-
formación de equipos de trabajo, desarrollando esfuerzos para la capacitación así
como para la reforestación de áreas con daño ecológico, se ponen las bases mate-
riales de donde se puede partir para abrir camino hacia formas sustentables de de-
sarrollo comunitario autogestionado.
Asumir la defensa de su identidad cultural, de su tradición y lengua como
parte central de toda esta lucha es un aspecto esencial del proceso de unificación
y restauración comunitarias. En este punto, hay que mencionar la aparición de
Radio-XEZON «La Voz de Zongolica», la primera radiodifusora en hacer trans-
misiones en náhuatl en la región, transmitiendo programas cuyos contenidos
abarcan manifestaciones culturales de la región, tradición e historia oral, medicina
tradicional indígena, contenidos con perspectiva de género, temas de «la familia»
y sobre el medio ambiente, noticias «y desde luego entretenimiento»; usualmente
concentrándose más en temas culturales que en la situación política o económica
de su auditorio. Fundada como parte del Sistema de Radiodifusoras Culturales
Indigenistas, es un proyecto dependiente de la Comisión Nacional para el Desa-
rrollo de los Pueblos Indígenas. Con todo y sus limitaciones, se ha convertido en
un instrumento importante para la gestión y organización social. En este como en
otros proyectos, resalta el trabajo de las mujeres indígenas.

528
ZONGOLICA: POR LA DIGNIFICACIÓN DE LA MUJER INDÍGENA (MÉXICO)

Y es que en todos estos procesos, la participación activa de las mujeres indí-


genas ha sido muy importante. Transformándose en jefas de sus hogares, asu-
miendo los costos y responsabilidades del sustento de sus familias, tomando roles
activos dentro de organizaciones y hasta desarrollando movilizaciones de protesta
mayoritariamente femeninas, las mujeres nahuas de Zongolica han ido abriéndose
paso hacia espacios de acción que van más allá de las limitaciones tradicional-
mente han sido impuestas sobre ellas.
Como señala Aída Hernández, es sabido que las mujeres indígenas han es-
tado presentes en las luchas de resistencia desde la época colonial. Sin embargo, a
nivel América Latina, se observa actualmente que dicha participación está deri-
vando en una inclusión explícita de demandas que cuestionan específicamente la
desigualdad y la exclusión entre hombres y mujeres. El movimiento indígena a ni-
vel latinoamericano, surgido en la década de los setenta, al comenzar a cuestionar
los discursos oficiales sobre la existencia de Naciones homogéneas y mestizas, y
que a las demandas de tierra va agregando demandas culturales y políticas, va
perfilando lo que en algunos lugares constituiría el centro de las luchas por la au-
tonomía de los pueblos indígenas.

Aunque los trabajos académicos sobre los movimientos indígenas de esa época no
mencionan la participación de las mujeres, sabemos por testimonios de participantes que
ellas fueron las encargadas de la «logística» de muchas de las marchas, plantones y en-
cuentros que documentan esos trabajos. Este papel de «acompañamiento» las seguía ex-
cluyendo de la toma de decisiones y de la participación activa en sus organizaciones, a la
vez que sus demandas específicas como mujeres seguían ausentes de las agendas políticas
de los movimientos. Sin embargo, su participación en estos movimientos les permitió
reunirse y compartir experiencias con mujeres indígenas de distintas regiones. (Hernán-
dez Castillo, 2006).

Según la misma autora, estas experiencias fueron el antecedente necesario


para que, en la década de los noventa, en distintos puntos del continente, algu-
nos grupos aún minoritarios de mujeres indígenas comenzaran a plantear la
agenda política de sus luchas combinando sus demandas específicas de género con
las demandas autonómicas de sus pueblos, a partir de donde comenzaría la cons-
trucción de un espacio de lucha propio y específico de las mujeres indígenas, que
va autonomizándose y distinguiéndose de los movimientos indígenas nacionales
y los movimientos feministas de sus países.
De acuerdo con lo anterior, la participación de las mujeres indígenas en el
proceso de lucha desarrollado en la sierra de Zongolica estaría poniendo las bases
desde donde se podría avanzar hacia el cuestionamiento y la transformación de las
relaciones asimétricas y las prácticas de dominación patriarcal, que constituyen to-
davía elementos vigentes de su cultura. Más adelante encontraremos algunos ele-
mentos que apoyan esta idea.

529
IVÁN GONZÁLEZ MÁRQUEZ, Mª ISABEL BELAUSTEGUIGOITIA RIUS

3. CONTRADICCIONES DESDE EL PODER, CONFLICTO SOCIAL


Y VIOLENCIA
México será otro, más tolerante y justo, más grande, más fuerte, más democrático
cuando se abra a la participación plena y generosa a sus comunidades indígenas. Cuando
se permita respirar la riqueza ancestral, los nuevos pensamientos, las formas diferentes e
innovadoras de ver la vida y de hacer las cosas que guardan los pueblos originarios...
Porque el Gobierno Federal cree en la igualdad de todos los mexicanos, así como en
un México sin discriminación...
Hemos promovido la convergencia de las políticas económica y social, como la
base para construir una sociedad más justa y humana; una sociedad orgullosa de su iden-
tidad pluriétnica y multicultural; una sociedad comprometida a saldar su deuda con las
y los indígenas...

Estos son fragmentos de discursos pronunciados desde las más altas esferas
del poder político en México. Desde ahí se asume la defensa del multicultura-
lismo como principio de una democracia incluyente, la defensa de los derechos de
los pueblos indígenas y se describen los programas para impulsar su desarrollo y
«saldar la deuda» histórica... Desde ahí se han suscrito convenios internacionales
en la materia, se han emprendido reformas legislativas y se asignan presupuestos...
De acuerdo con esto, los esfuerzos emprendidos desde la sierra de Zongolica
deberían encontrar respaldo y apoyo de las autoridades e instituciones estatales.
Sin embargo, aún los gobiernos de la «transición democrática» han dado conti-
nuidad a una serie de medidas que, lejos de brindar ese apoyo, parecen decididas
a frenar y obstaculizar los procesos de transformación surgidos desde los pueblos
indígenas. Desde hace décadas, el movimiento indígena en Zongolica ha debido
enfrentar una continuada represión a manos de la policía, las guardias blancas, y
–más recientemente– de las fuerzas armadas.
Las organizaciones indígenas de Zongolica han sido criminalizadas por las
autoridades locales y estatales, se ha intentado demostrar supuestos vínculos con
grupos guerrilleros «enemigos de la nación», justificando así la persecución de sus
líderes y su encarcelamiento, a la vez que han ocurrido ataques, asesinatos y desa-
pariciones por debajo del agua. En respuesta a esta persecución, en diversas oca-
siones han sido precisamente las mujeres indígenas quienes han encabezado las
movilizaciones de apoyo a sus esposos, hijos o padres. En 1997, por ejemplo, más
de cinco mil indígenas –en su mayoría mujeres– sitiaron la ciudad de Orizaba por
más de 48 horas, exigiendo la liberación del dirigente de la CROISZ3, Julio
Atenco Vidal, quien fue encarcelado tras un enfrentamiento con policías estata-
les que pretendían «decomisar» un cargamento de madera.
Después, gobiernos locales solicitaron la presencia del ejército en Zongolica,
con el objetivo de «inhibir» la presencia de organizaciones populares que «tienden
a incitar a la violencia», argumentando que «podrían ser semillero de movimien-

3 Coordinadora Regional de Organizaciones Indígenas de la Sierra de Zongolica.

530
ZONGOLICA: POR LA DIGNIFICACIÓN DE LA MUJER INDÍGENA (MÉXICO)

tos subversivos», y que la finalidad de la intervención militar era «infundir temor»


a las mismas. A partir del levantamiento zapatista en 1994, supuestos vínculos de
las organizaciones de Zongolica con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional
ha sido uno de los pretextos para militarizar la sierra, lo mismo que otros «focos
rojos» a lo largo y ancho del país, entre los que se cuentan los principales territo-
rios indígenas. Y en los últimos años, la militarización de estas regiones continúa
intensificándose, como una respuesta de apoyo a los poderes locales en su bús-
queda por neutralizar los elementos desestabilizadores del status quo en la región.
Las organizaciones indígenas han reprobado la militarización del territorio,
han rechazado la veracidad de las vinculaciones con grupos guerrilleros, y han
protestado por ser señalados como delincuentes o terroristas, reivindicándose
como luchadores sociales contra la miseria y segregación. Dichas organizaciones
han calificado la presencia militar en la sierra como una violación a los derechos
de los pueblos indígenas, así como al estado de derecho en general, y lo han de-
nunciado ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y ante Am-
nistía Internacional.
Desafortunadamente, en este escenario de conflicto, las mujeres indígenas no
sólo tienen un papel importante como agentes de cambio: también lo tienen
como objeto de violencia y agresiones. Padecen de forma especialmente grave la
militarización de sus territorios, la cual ha implicado una permanente gama de
hostilidades y abusos. Además de la violencia de los operativos militares (control
de caminos, revisiones, incursiones violentas en comunidades, cateos y detencio-
nes en los que se han denunciado acciones de amedrentamiento, golpizas, des-
trucción de pertenencias y viviendas completas), los habitantes de la sierra se que-
jan de abusos cotidianos por parte de los soldados. Se relacionan con la gente
indígena con un trato abiertamente despectivo y degradante, y cometen tropelías
sin miramiento alguno.
Mujeres de los municipios de Tequila y Astacinga denunciaron que «entran
a las tienditas y se llevan lo que quieren, nunca pagan nada porque son del ejér-
cito; hasta gallinas y leña se llevan a sus campamentos». Denuncias de robos como
éstos, cometidos a veces en estado de ebriedad, son muy comunes en las comuni-
dades donde se establecen los campamentos militares. Y como señala María de la
Cruz Jaimes García, presidenta del Colectivo Feminista Ciuahtlatolli, en munici-
pios como Tequila, donde por los altos índices de migración las comunidades es-
tán integradas casi en su totalidad por mujeres y personas mayores, las mujeres in-
dígenas se encuentran en un estado de enorme vulnerabilidad frente a los
militares. Ahí, no sólo sufren el robo de sus cultivos o leña, sino que práctica-
mente son esclavizadas por los soldados para que realicen tareas domésticas en los
campamentos militares, sometiéndolas a un control que amenaza su integridad
con fuertes niveles de violencia psicológica.
Pero la violencia no es sólo psicológica, es también física y sexual. Cuando
van al monte a traer leña, cuando salen por los caminos a pastorear, o cuando –las
más jóvenes– se trasladan a sus escuelas (para lo que deben caminar hasta dos ho-
ras), las mujeres de Zongolica se ven casi totalmente indefensas frente a los mili-

531
IVÁN GONZÁLEZ MÁRQUEZ, Mª ISABEL BELAUSTEGUIGOITIA RIUS

tares. Carlos Mezhua Campos4 ha señalado que hay documentados oficialmente


por lo menos 20 casos de mujeres violadas por soldados en Tequila, Astacinga y
Tlaquilpa, pero las denuncias nunca fueron atendidas.
El clima de terror y riesgo que enfrentan día a día las mujeres en esta zona se
ilustra claramente con casos como el de la violación cometida por varios soldados
contra una niña de doce años que resultó embarazada. Apoyados por la OINSZ5,
los familiares de la víctima denunciaron la agresión ante las autoridades; pero
aunque el gobernador les ofreció protección, más de veinte militares acudieron
violentamente a su casa para intimidarlos en la madrugada del tercer día después
de la denuncia; la familia tuvo que huir de su comunidad para refugiarse en Pue-
bla. Por casos como éste, resulta evidente que la cantidad de violaciones sexuales
que no llegan a ser denunciadas debe ser mucho mayor.
Este patrón de conducta parece ser adoptado de una manera cínica por los
soldados. Ésto ha sido ilustrado con una anécdota del agente municipal de Mex-
cala, Modesto Antonio Cruz, quien señaló que en una ocasión, al expresar sus re-
clamos contra los soldados, un cabo de infantería le respondió: «nosotros venimos
con instrucciones superiores y aquí hacemos como queremos». La sistemática im-
punidad con la que se cometen estos crímenes, y la absoluta falta de acceso a la
justicia que padecen los pobladores son expresiones alarmantes de la falta de res-
peto no sólo de los derechos, sino de la dignidad de las mujeres y hombres indí-
genas de Zongolica.
Las pronunciadas asimetrías en las relaciones entre los diversos grupos socia-
les generan una serie de tensiones que permean todos los ámbitos de vida de los
diversos actores involucrados. Dicha tensión se concentra especialmente en los di-
versos puntos de confrontación entre las fuerzas sociales que defienden la conser-
vación de dichas asimetrías y de todo el sistema que se cimienta sobre tales rela-
ciones, y aquellas otras que luchan por su desestabilización y transformación,
intentando escapar de la posición de opresión, exclusión y explotación para en-
caminarse hacia el disfrute de una verdadera ciudadanía.
Todo lo anterior nos da un buen panorama del complejísimo contexto de
conflicto social que se vive en la sierra de Zongolica. Es en medio de todo esto
donde, a finales de febrero de 2007, murió la anciana nahua Ernestina Ascensión
Rosario, controvertido hecho a partir del cuál se desarrolló un complicado episo-
dio de conflicto que escaló del nivel local hacia el nacional, convirtiéndose en un
escándalo de grandes proporciones que incluso ha tenido repercusiones interna-
cionales. A partir de este caso, la profunda problemática del pueblo de Zongolica
irrumpió en el escenario público nacional desestabilizando en gran medida las re-
laciones de poder prevalecientes, razón por la que su exposición nos permitirá
acabar de dimensionar la magnitud de las fuerzas sociales que están en conflicto
alrededor de la problemática indígena a nivel nacional.

4 Secretario de asuntos indígenas del Partido de la Revolución Democrática.


5 Organización Indígena Náhuatl de la Sierra de Zongolica.

532
ZONGOLICA: POR LA DIGNIFICACIÓN DE LA MUJER INDÍGENA (MÉXICO)

4. LA CONTROVERSIA SOBRE LA MUERTE DE ERNESTINA


ASCENSIÓN ROSARIO
En un primer momento, diversas declaraciones coincidían en denunciar que
la señora Ernestina Ascensión Rosario [EAR], indígena nahua de 73 años de edad,
había muerto como consecuencia de una brutal violación múltiple durante la que
fue fuertemente golpeada y torturada, los culpables señalados eran elementos mi-
litares que acampaban en su comunidad. Varias personas afirmaron que –cuando
encontraron a la señora agonizante, la tarde del 25 de febrero de 2007– EAR de-
claró que «los soldados se le echaron encima», amarrándola de pies y manos. Su
estado era muy grave por lo que fue (penosamente) trasladada hasta el hospital
Río Blanco, donde murió la madrugada siguiente. Ahí, distintos médicos docu-
mentaron haber observado lesiones indicativas de una brutal violación sexual
múltiple, con señales de tortura y violencia extrema6; con base en esto, se inicia-
ron los procedimientos legales correspondientes al delito de homicidio.
En los días siguientes, miles de indígenas nahuas provenientes de toda la re-
gión se movilizaron en respuesta a lo que no dudaron en considerar como un te-
rrible acto criminal y una gravísima afrenta en contra de todo el pueblo nahua.
Algunos reportes hablan de al menos 3 mil indígenas en protesta, otros daban ci-
fras de hasta 7 mil. El simple hecho de que una concentración de miles de habi-
tantes de las comunidades decidiera confrontar abiertamente a los soldados –en
tensas situaciones que estuvieron al borde de la violencia, frente a las que los mi-
litares debieron replegarse– constituye en sí mismo una importante alteración de
la correlación de fuerzas que podría explicarse como producto de la larga serie de
abusos acumulados y el consiguiente rechazo social a la militarización del territo-
rio, sumado a la organización y reunificación de las comunidades nahuas.
Se realizaron múltiples movilizaciones masivas, concentraciones alrededor de
campamentos militares, cierres de carreteras y otras manifestaciones de protesta,
exigiendo justicia contra los violadores asesinos y demandando la expulsión in-
mediata y definitiva de todos los campamentos militares asentados en la región.
Esta situación, que permaneció latente durante varias semanas, fue adquiriendo
un carácter progresivamente más abarcador: la muerte de Ernestina sirvió como
catalizador para concentrar la atención sobre la problemática específica de la mu-
jer indígena, lo que condujo a que, con el paso de las semanas, las acciones de pro-
testa en Zongolica comenzaran a definirse como un movimiento «por la dignifi-
cación de la Mujer Indígena». Del mismo modo, se fueron integrando otros tipos
de demandas más generales contra la situación de pobreza y marginación que ex-

6 Se señaló la presencia de «abundante líquido seminal», la existencia de desgarres anales y vaginales; el


intestino se hallaba perforado (lo cual, se indicó, sólo podría ser resultado de la violenta penetración con al-
gún objeto desconocido, distinto al pene de los violadores) lo que ocasionó una intensa hemorragia por el recto
y la contaminación de órganos internos, una de las principales causas de la muerte. Se documentó además una
fractura cráneo-encefálica, fracturas en vértebras cervicales, fracturas de cadera y costillas, además de otras mar-
cas de golpes y raspaduras en el cuello, rodillas y la parte interior de los muslos; se registraron marcas en ma-
nos y pies que coincidían con la declaración de haber sido amarrada.

533
IVÁN GONZÁLEZ MÁRQUEZ, Mª ISABEL BELAUSTEGUIGOITIA RIUS

perimentan como pueblo, exigiendo el cumplimiento de servicios básicos en sus


comunidades así como la generación de fuentes de empleo.
Autoridades locales y estatales alertaron sobre un inminente «estallido social»
en la región, por lo que se apresuraron a intervenir. Autoridades estatales y mili-
tares de primer nivel se pronunciaron reconociendo la ocurrencia y gravedad del
crimen, y se comprometieron públicamente y de manera reiterada con un castigo
efectivo contra los culpables. Se ordenó el retiro de varios campamentos militares
asentados en la región y eventualmente se informó que había al menos cuatro mi-
litares detenidos como sospechosos. Agentes de Derechos Humanos también arri-
baron a Zongolica para atender el caso.
Ante la inusual respuesta de tan altas autoridades, los familiares de la víctima,
autoridades comunitarias y las organizaciones indígenas fueron adquiriendo con-
fianza en que –esta vez– el proceso legal desembocaría efectivamente en la aplica-
ción de justicia. Lo anterior, junto con la repartición de «regalos»7 para los fami-
liares y la gente de las comunidades desde el gobierno estatal, seguramente
contribuyó a una relativa «pacificación» del ambiente en Zongolica. Aceptaron es-
perar los plazos establecidos para la resolución oficial del caso, y colaboraron con
lo que las autoridades solicitaban para ello. Así, aún contraviniendo gravemente
sus creencias religiosas, los familiares permitieron que el cuerpo de EAR fuera de-
senterrado para realizar una segunda autopsia, luego de que se señalaran «incon-
sistencias» en el informe original.
La situación cambió drásticamente cuando, desde las más altas esferas del po-
der político en el país, se lanzó la hipótesis de que Ernestina Ascensión nunca había
sido violada, y de que la segunda autopsia demostraba que había muerto por «gas-
tritis crónica no atendida»8. Esta versión –que contradecía completamente todo lo
que se había dicho antes– fue adelantada de manera indebida, pues dado que las in-
vestigaciones judiciales sobre el caso estaban a penas comenzando, todas las demás
autoridades debieron haber guardado silencio en espera de la resolución oficial. Sin
embargo –y contraviniendo este mismo principio–, otras autoridades pronto co-
menzaron a respaldar públicamente esta versión: desde una de las principales insti-
tuciones de defensa de los Derechos Humanos en el país fue desde donde –paradó-
jicamente– se llevo a cabo la principal defensa de esta nueva versión.
Se contradijo punto por punto todo lo señalado en la primera autopsia, in-
dicando que se había dictaminado falsamente una violación y homicidio en
donde sólo había ocurrido una muerte natural, presentando una explicación ab-
solutamente divergente sobre la muerte de EAR9 y negando la existencia de las le-

7 Se repartieron 500 platillos de comida a los asistentes al entierro de EAR, y en los meses siguientes, se
construyeron cinco casas para cada uno de los hijos de la señora, se repartieron cientos de despensas, coberto-
res, colchonetas, camas, cemento y láminas para las casas, picos, palas, carretillas, bicicletas, dos autobuses es-
colares y más de dos millones de pesos para la construcción de una gasolinera que la población demandaba
desde hacía años.
8 Véase: México asumirá liderazgo, sin importar lo que diga EU, por Elena Gallegos y Claudia Herrera,
en La Jornada, 13 de marzo de 2007.
9 De acuerdo con ésta hipótesis, la profusa hemorragia que presentaba la señora al momento de ser en-
contrada no se debía a una violenta penetración por «vía inconveniente» –como se había explicado anterior-

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ZONGOLICA: POR LA DIGNIFICACIÓN DE LA MUJER INDÍGENA (MÉXICO)

siones en que se había basado el primer dictamen10. Y con respecto a las declara-
ciones de las quince personas que afirmaban que, antes de morir, doña Ernestina
había señalado que los soldados «se le habían echado encima», se aseguró que
cuando los testimonios de los familiares fueron analizados por un «especialista en
náhuatl» se descubrió que la persona que realizó la traducción original puso pala-
bras que nunca dijeron los familiares. Según esto, lo que en realidad dijo doña Er-
nestina no fue que la golpearon ni que la amarraron, simplemente dijo «los sol-
dados se acercaron a mí, no puedo hablar».

Comparación entre traducciones divergentes sobre las últimas palabras


de Ernestina Ascensión
ESPAÑOL
NÁHUATL
Primera Interpretación Segunda Interpretación
Onechmatlihque «los soldados me espantaron» «los soldados me espantaron»
Nopan nomensimarohque «en mí se encimaron» «se acercaron a mí»
Iwan onechkamailpihke «y me amarraron la boca» «ya no pude hablar»

Los familiares de Ernestina Ascensión, respaldados por líderes y organizacio-


nes indígenas, desde un principio rechazaron tajantemente la hipótesis de que ella
hubiera muerto por causas naturales, afirmando que ella era una persona sana,
que no padecía de enfermedades gástricas, y sostuvieron como verdadera la inter-
pretación original de sus últimas palabras. Acusaron de encubrimiento y mentira
a las autoridades que defendían la versión de la muerte natural, y sin embargo, los
noticieros de algunos de los principales medios de comunicación no hicieron caso
de esto y asumieron la versión de la muerte natural como la conclusión final del
caso, casi sin hacer cuestionamiento alguno y sin importar –nuevamente– que las
investigaciones oficiales sobre el caso no habían concluido aún.
La controversia alcanzó los niveles de un verdadero escándalo político cuando
las autoridades estatales encargadas de las investigaciones oficiales sobre el caso co-
menzaron a hacer declaraciones apoyando la versión de la violación-homicidio,
contradiciendo abiertamente la versión de la muerte natural. Se inició así una

mente–, sino que había sido un «sangrado de tubo digestivo secundario a úlceras gástricas pépticas agudas en
una persona que cursaba con una neoplasia hepática maligna [cáncer]», sangrado que habría ocasionado la
«anemia aguda» que se establece aquí como principal causa de la muerte, aunada a un «proceso neumónico en
etapa de resolución».
10 Se declaró que no se había corroborado perforación alguna en el recto ni los múltiples desgarros ana-
les ni vaginales que se habían documentado en la autopsia original (se dijo que en realidad eran «cortes de bis-
turi» hechos post mortem). De igual modo, se «concluyó terminantemente» la inexistencia del traumatismo crá-
neo-encefálico anteriormente señalado, tampoco se «corroboró» fractura alguna en vértebras, y se sugirió que
las fracturas en las costillas pudieron haber sido ocasionadas durante las maniobras de reanimación que se re-
alizaron en el hospital al momento del fallecimiento. Se señaló que el tipo de equimosis encontrada en los bra-
zos y las piernas no correspondía con el tipo de lesiones producidas por maniobras de sometimiento, y se dijo
que dichas marcas pudieron haberse producido cuando la anciana fue cargada y trasladada hacia el hospital.

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IVÁN GONZÁLEZ MÁRQUEZ, Mª ISABEL BELAUSTEGUIGOITIA RIUS

muy fuerte confrontación mediática entre tales autoridades, en la que progresiva-


mente se fueron haciendo amenazas y acusaciones más fuertes. Sin embargo,
luego de semanas de contra-argumentación, y después de que hubieran presen-
tado un «avance detallado» de sus resultados –en los que se presentaban nuevas
pruebas de la violación sexual contra EAR–, el 1° de mayo se hizo pública la con-
clusión de las investigaciones judiciales sobre el caso: Ernestina Ascensión no fue
violada ni asesinada, caso cerrado.
La ley contemplaba todavía la posibilidad de que los familiares directos de la
difunta –y sólo ellos– impugnaran el veredicto si no estaban conformes con la re-
solución oficial (inconformidad que ya antes habían manifestado). Pero ocurrió
que justo después de que se hizo público el veredicto final, los familiares de EAR
fueron sacados de su comunidad a bordo de tres patrullas y perdieron todo con-
tacto con el resto de su parentela, vecinos, autoridades comunitarias y prensa. Se
desconocía su paradero. Ya antes se habían denunciado amenazas anónimas y ac-
tos de hostigamiento hacia los familiares y autoridades comunitarias de Zongo-
lica. Días después se afirmaría que la familia estaba «haciendo un recorrido» por
la Ciudad de México «acompañados» por personal del gobierno estatal; ahí, los fa-
miliares «evitaron» hacer declaraciones ante la prensa. El 15 de mayo concluyó el
plazo legal para la impugnación; y así, el caso quedó jurídicamente cerrado.
Sin embargo, la controversia sobre la muerte de Ernestina Ascensión conti-
núa. Gracias a la labor de reconocidos periodistas, intelectuales y medios de co-
municación críticos –entre quienes destacan Carmen Aristegui y Sanjuana Mar-
tínez–, se presentó ante la opinión pública una cantidad de información que
ciertamente originó serias sospechas sobre la resolución del caso. Para importan-
tes sectores de la opinión pública nacional, la «gastritis» del caso EAR se ha con-
vertido en paradigma del engaño, la injusticia, la impunidad y la falta de escrú-
pulos de las autoridades, ocasionando una enorme pérdida de legitimidad y
credibilidad social para ellas y para las instituciones que representan.

5. RECONSIDERANDO LA LUCHA POR LA DIGNIFICACIÓN


DE LA MUJER INDÍGENA
Como hemos visto, el caso «Ernestina Ascensión» tuvo como consecuencia el
surgimiento de un movimiento social que centró su atención en la problemática
específica de las mujeres indígenas, definiéndose como una lucha por su «dignifi-
cación». En un importante sentido, esto constituiría un paso significativo en el
proceso de articulación de las demandas por los derechos colectivos del movi-
miento indígena con las demandas específicas de las mujeres indígenas. Habría
que ver, sin embargo, que tanto este movimiento realmente aborda la problemá-
tica de desigualdad entre hombres y mujeres de manera interna a sus comunida-
des, y no solamente surge como un reclamo al desprecio, degradación y violencia
que reciben las mujeres desde el exterior, como en el caso del abuso por parte de
militares o mestizos. Faltaría –también– encontrar indicios de la medida en que

536
ZONGOLICA: POR LA DIGNIFICACIÓN DE LA MUJER INDÍGENA (MÉXICO)

las mujeres indígenas están tomando un papel activo y autónomo en esta lucha,
y que no se trata solamente de un movimiento encabezado por hombres en de-
fensa de sus mujeres.
Así, estaríamos hablando de un proceso transformador que se iría desarro-
llando a través de muchos episodios particulares de lucha. El movimiento de pro-
testa originado tras la muerte de EAR sería solamente uno de estos episodios.
¿Qué balance podemos hacer de los logros y limitaciones de este episodio parti-
cular? En primer lugar, podemos destacar que la respuesta masiva y unificada de
protesta realizada por gente de muchas comunidades de toda la región, respon-
diendo solidariamente ante el ataque, constituyó un movimiento de alto impacto
que atrajo fuertemente la atención de autoridades y medios de comunicación, re-
virtiendo en gran medida la correlación de poder, obligando a autoridades de alto
nivel a actuar rápidamente en consecuencia, retirando campamentos militares de
la sierra, por ejemplo.
Sin embargo, dicha modificación en las relaciones de fuerza no tuvo la sufi-
ciente duración ni alcance como para conseguir llevar este caso hasta la resolución
que se deseaba: justicia y no impunidad. El hecho de que –aún cuando comenzó
a defenderse la versión de la muerte natural– los familiares, líderes y organizacio-
nes nahuas mantuvieran su confianza en que el proceso judicial conduciría a la
aplicación de justicia en este caso, dio pie a que dicha expectativa fuera final-
mente traicionada, frustrándose uno de los objetivos centrales de la protesta.
Ante dicha resolución, no hubo ya una reacción de protesta como la hubo en
el principio, por lo que el movimiento social quedó efectivamente neutralizado.
Las amenazas y amedrentamiento consiguieron silenciar las voces de protesta de
los familiares, y aunque algunos líderes mantuvieron la lucha en pie (llevando el
caso ante organismos internacionales de Derechos Humanos, por ejemplo), el
movimiento perdió el espacio que había ganado en los medios de comunicación.
Con este episodio, se consiguió efectivamente colocar en un primer plano la si-
tuación de violencia y vulnerabilidad de personas como Ernestina Ascensión,
quien conjugaba una serie de características que en nuestra sociedad son margi-
nales: mujer, indígena, monolingüe, anciana, pobre, etc. Esto permitió que la
problemática en torno a dichas categorías fuera visibilizada y atendida en espacios
de la opinión pública nacional. Pero si bien hubo una muy notable solidaridad de
parte de diversos sectores de la sociedad con esta protesta11, dicha solidaridad no
se hizo manifiesta de manera suficiente en el momento necesario, con lo que se
permitió que se cerrara el caso aún con las inaceptables irregularidades y contra-
dicciones que lo caracterizaron.
La forma en que se cerró este caso, a partir de la gradual imposición de una
verdad a modo, que surge tras la intervención de figuras de las más altas esferas de
poder político en el país respaldadas por los medios de comunicación dominan-

11 Que incluye a periodistas comprometidos con el caso, medios independientes, intelectuales y acadé-
micos, organizaciones de la sociedad civil, organismos independientes de derechos humanos, agrupaciones de
abogados, organizaciones de mujeres indígenas de otras regiones, y más.

537
IVÁN GONZÁLEZ MÁRQUEZ, Mª ISABEL BELAUSTEGUIGOITIA RIUS

tes, revela el enorme alcance y poder de las fuerzas sociales que por alguna razón
se oponen a la transformación de la realidad de opresión, exclusión y explotación
que enfrentan tanto mujeres como hombres indígenas. El asombroso esfuerzo
institucional por encubrir el crimen contra Ernestina Ascensión, por acallar desde
el poder la irrupción de esa versión subalterna y desautorizada de la realidad,
constituye finalmente un esfuerzo por neutralizar el escándalo y la protesta que
desestabilizaría dicha situación de opresión, buscando reubicar esa problemática
en aquella región de invisibilidad en donde puede seguir funcionando.
Y desafortunadamente así ocurrió. Así como el caso de Ernestina Ascensión
no fue el primer caso de violencia sexual contra mujeres indígenas en Zongolica,
tampoco ha sido el último. El 14 de julio de 2007, a menos de dos meses del car-
petazo al caso EAR, fue denunciado el brutal asesinato de Adelaida Amayo Aguas,
de 38 años, mujer indígena integrante del Consejo Consultivo de Radio XE-
ZON; crimen que no ha recibido atención satisfactoria ni del gobierno estatal ni
de la sociedad en general. Su cadáver desnudo fue encontrado en un camino ve-
cinal, tenía atado al cuello un cinturón de hombre y trapos en el interior de la
boca, se observaron cuatro cuchilladas y otras señales de haber sufrido violencia
extrema. Sin embargo, autoridades y medios de comunicación difundieron que su
muerte fue ocasionada por un aborto clandestino mal practicado. Y tan sólo hace
unos meses, se hizo pública la denuncia del asesinato de Susana Xocohua12 Te-
zoco, de 64 años, cuyo cadáver fue localizado en un maizal el pasado 25 de mayo
de 2008. Los familiares de la víctima afirman que el cuerpo fue encontrado des-
nudo y con las piernas separadas, con marcas de golpes en las piernas, cuello y
brazos. Sin embargo, el agente del Ministerio Público afirmó que la señora había
muerto por causa de un «tumor maligno», y se negó a iniciar una investigación
por homicidio. Ante la insistencia de los familiares, el funcionario los amenazó
con «meterlos al bote», según señaló el hijo de la víctima. Días antes, cientos de
campesinos indígenas de Zongolica habían realizado un plantón frente al palacio
municipal exigiendo la renuncia del mismo funcionario, por humillar y maltra-
tar a quienes acuden a sus oficinas sin saber hablar español...
Es evidente que los casos de Ernestina, Adelaida y Susana no constituyen he-
chos aislados, sino que se insertan dentro de un muy amplio y complejo contexto
de conflicto social. No estamos hablando de hechos puntuales y extraordinarios,
sino de un fenómeno extenso y continuado del cual el caso EAR fue solamente un
punto álgido. ¿Cómo entender una violencia de tal brutalidad contra mujeres in-
dígenas como EAR? Podríamos comenzar suponiendo que los soldados agresores
estarían psicológicamente enfermos o drogados y que el crimen podría haber te-
nido motivaciones personales, quebrantando las normas de conducta que deberían
acatar como integrantes del ejército en servicio y como ciudadanos regidos por el
código penal vigente. Podría suponerse que se trata de crímenes con motivaciones
sexuales, sin embargo, la brutalidad de los casos expuestos apuntaría más bien ha-

12 Algunas fuentes manejan el apellido Xocua, en vez de Xocohua, se desconoce cuál es el apellido co-
rrecto.

538
ZONGOLICA: POR LA DIGNIFICACIÓN DE LA MUJER INDÍGENA (MÉXICO)

cia la noción de crímenes de odio13. La recurrencia impune de este tipo de actos re-
presentaría un muy serio problema, comparable al de los feminicidios de Ciudad
Juárez.

El feminicidio representa el extremo de un continuum de terror antifemenino e in-


cluye una amplia variedad de abusos verbales y físicos, tales como tortura, esclavitud se-
xual [...] golpizas físicas y emocionales [...] operaciones ginecológicas innecesarias [...]
Siempre que estas formas de terrorismo resultan en muerte, se transforman en feminici-
dios. (Caputti y Russell, 1992)

Sin embargo, además del inobjetable carácter misógino, el sombrío contexto


de represión contra el pueblo nahua de Zongolica hace pensar que el móvil de es-
tos crímenes tiene también un trasfondo de violencia etnorracial y de dominación
política. La inexcusable impunidad en que ha permanecido la casi absoluta tota-
lidad de estos crímenes parece ir más allá de la mera incompetencia para procu-
rar justicia o para controlar a los elementos militares durante el servicio: apunta
hacia una utilización estratégica de la violación sexual bajo el amparo del poder
judicial local. El sentido de estos brutales actos de violencia se comprende única-
mente al considerarlos como violencia contra un grupo étnico en su conjunto, en
donde «la violación [se lleva a cabo] como una forma de tortura que con fre-
cuencia culmina en la muerte y que tiene como meta el destruir una comunidad»
(Franco, 2008).
Como señala Aída Hernández, al conocer las elevadas cifras de casos de vio-
laciones sexuales por parte de militares contra mujeres indígenas en nuestro país,
nos damos cuenta de que más que de casos aislados cometidos por enfermos men-
tales, nos encontramos ante una «política de intimidación que utiliza la violencia
sexual como arma de desmovilización política» (Hernández Castillo, 2007).
Como instrumentos de control social, el objetivo de estos crímenes es infundir te-
rror en una población como técnica de control social «tendiente a inhibir la par-
ticipación o el apoyo a las organizaciones guerrilleras» (Consorcio Actoras del
cambio, 2006). Desde las guerras de Bosnia y Ruanda se ha empezado a com-
prender la utilización intencional y sistemática de la violencia sexual como arma
de guerra, cuya motivación no es primordialmente el placer o la satisfacción se-
xual del agresor, sino que tiene que ver con poder, control, dominación y humi-
llación (Consorcio Actoras del cambio, 2003). En el caso de nuestro país, las mu-
jeres indígenas reciben de manera acentuada la violencia con la que se mantiene
un orden social basado en la dominación política, la explotación económica y la
discriminación social.
Al comprender los casos de las mujeres en Zongolica desde esta perspectiva,
el sorprendente esfuerzo institucional por negar el crimen contra EAR deja de pa-
recer una elucubración absurda, pues se observa que lo que se está encubriendo no
es la culpabilidad de un grupo de soldados violadores; se está encubriendo una

13 Para profundizar en la distinción, ver: Segato (2007).

539
IVÁN GONZÁLEZ MÁRQUEZ, Mª ISABEL BELAUSTEGUIGOITIA RIUS

política institucional criminal, bajo cuya lógica se han efectuado estos y tantos
otros crímenes. Se está encubriendo una guerra sucia como la que se encubría en
México en los años setentas y ochentas. Una guerra no declarada que intenta lle-
varse a cabo en la invisibilidad.
Las diferentes vertientes y manifestaciones del movimiento indígena en Mé-
xico siguen enfrentando hoy en día una guerra sucia no declarada desde el Estado,
quien ha firmado varios convenios internacionales para abolir la violencia contra
las mujeres mientras lleva adelante y encubre casos de violaciones que recuerdan
a los kaibiles en Guatemala. Se afirma que el respeto de los derechos y cultura in-
dígenas es una de las prioridades en la agenda de los Derechos Humanos en Mé-
xico, y que se han logrado importantes avances en ese sentido, al tiempo que –en
los hechos– se violan sistemáticamente esos derechos y se obstaculizan los proce-
sos democratizadores surgidos de dichas comunidades, llegando a extremos re-
presivos propios de una ofensiva de guerra. Ante la creciente desigualdad y la des-
carada acumulación de la riqueza, la llamada gobernabilidad supone –no la
ampliación del ejercicio democrático y de ciudadanía de la población– sino un
programa de control y contención que opera haciendo uso de diversas formas de
violencia política y terror contra aquellos ciudadanos y comunidades organizadas
cuyas demandas resultan amenazantes para la supervivencia del sistema (Sosa Elí-
zaga, 2000).
Pero esto no es una cuestión exclusiva de nuestros gobernantes, tristemente
hay que decir que la sociedad mexicana es, en su conjunto, una sociedad profun-
damente racista. La economía nacional funciona a partir de esta relación de do-
minación y explotación: todos los centros urbanos del país subsisten en una di-
námica de depredación que se alimenta de los recursos naturales de los
ecosistemas habitados por los pueblos indígenas, y a la vez descarga sus tensiones
sobre ellos en una dinámica que –en rigor– debe ser descrita como «colonialismo
interno».

La definición de colonialismo interno está originalmente ligada a fenómenos de


conquista, en que las poblaciones de nativos no son exterminadas y forman parte, pri-
mero, del Estado colonizador y, después, del Estado que adquiere una independencia for-
mal [...] Los pueblos, minorías o naciones colonizados por el Estado-nación sufren con-
diciones semejantes a las que los caracterizan en el colonialismo y el neocolonialismo a
nivel internacional: habitan en un territorio sin gobierno propio; se encuentran en si-
tuación de desigualdad frente a las elites de las etnias dominantes y de las clases que las
integran; su administración y responsabilidad jurídico-política conciernen a las etnias
dominantes, a las burguesías y oligarquías del gobierno central o a los aliados y subordi-
nados del mismo; sus habitantes no participan en los más altos cargos políticos y milita-
res del gobierno central [...] en general, los colonizados en el interior de un Estado-na-
ción pertenecen a una «raza» distinta a la que domina en el gobierno nacional, que es
considerada inferior o, a lo sumo, es convertida en un símbolo»liberador» que forma
parte de la demagogia estatal; la mayoría de los colonizados pertenece a una cultura dis-
tinta y habla una lengua distinta de la «nacional». (González Casanova, 2006)

540
ZONGOLICA: POR LA DIGNIFICACIÓN DE LA MUJER INDÍGENA (MÉXICO)

Por lo tanto, vemos que la falta de un cumplimiento –en los hechos– de los
derechos de la población indígena, quienes como grupos y como individuos de-
ben enfrentar un rango de problemáticas que va de la discriminación al extermi-
nio, se relaciona con problemas estructurales de fondo en nuestra sociedad. Una
verdadera transformación de las relaciones de dominación que están en la base de
todo este sistema significarían una alteración profunda y radical que desestabili-
zaría todo lo que está construido sobre tales cimientos. Así, vemos que siendo que
los ataques contra la dignidad y el cuerpo de las mujeres indígenas son utilizados
como arma estratégica en defensa de los intereses dominantes, la lucha por el res-
peto de la dignidad de las mujeres indígenas enfrenta unas enormes resistencias,
pues constituye un punto de conflicto en donde recae el peso de toda la oposición
contra esos profundos cambios estructurales.

A MODO DE CONCLUSIÓN: MIRANDO HACIA ADELANTE...


La terrible situación de riesgo, vulnerabilidad y falta de acceso a la justicia
que enfrentan las mujeres nahuas de Zongolica, aunada a la discriminación y
exclusión que enfrentan como integrantes de una comunidad étnica oprimida,
hacen de la lucha por el respeto de su dignidad, integridad y derechos, una
cuestión sumamente urgente y apremiante. Pero, como hemos visto, ese es-
fuerzo no debe limitarse a combatir la dominación, el maltrato y la violencia
que les imponen agentes externos a sus comunidades: el movimiento por la dig-
nificación de la Mujer Indígena también debe constituir un proceso de trans-
formación hacia el interior de las comunidades, hacia el interior de las familias
y de las relaciones entre mujeres y hombres indígenas, combatiéndose ahí la de-
sigualdad y las diversas problemáticas específicas de las mujeres indígenas, apo-
yándolas a ellas en los procesos mediante los cuales sobrepasan los roles y las li-
mitaciones que tradicionalmente les son impuestos, creándose nuevos espacios
de acción como agentes autónomos dentro de sus familias y comunidades, cues-
tionando y desarticulando el sistema patriarcal tan arraigado en sus costumbres
–una lucha en la que muchas veces las mujeres no reciben el respaldo de sus
propias comunidades–.
La lucha por el cumplimiento de los derechos de pueblos indios, se revela
como el centro de un proyecto de transformación hacia una sociedad verdadera-
mente más justa, igualitaria e incluyente. Es necesario tomar medidas para dete-
ner la violencia ejercida en su contra, para hacer visible todo el abuso y la pro-
funda injusticia que enfrentan día con día y para desarticular las redes de poder
que mantienen dicha violencia en la impunidad. Es necesario afrontar –a cabali-
dad– aquellos cambios que como sociedad debemos realizar para romper con las
relaciones asimétricas y de dominación en las que históricamente se ha sustentado
la construcción de nuestra nación. Es necesario aceptar los costos del proceso de
desestabilización que implicaría reconstruir nuestra sociedad en función de un
contrato verdaderamente igualitario entre los diversos grupos sociales que la con-

541
IVÁN GONZÁLEZ MÁRQUEZ, Mª ISABEL BELAUSTEGUIGOITIA RIUS

forman, asumiendo verdaderamente la identidad de una sociedad multicultural


en la que haya respeto por la dignidad de todas las personas.
Frente a la simulación desde el poder, frente a los falsos discursos y a las políti-
cas de dos caras, es necesario reconocer que los verdaderos ejemplos de trabajo por el
bien del pueblo son los que surgen precisamente de él, que los verdaderos procesos
de democratización radican en lo que expresa el sentido etimológico del término: el
ejercicio de poder desde el pueblo. Las luchas más genuinas por un verdadero cam-
bio social son las que surgen precisamente desde los sectores oprimidos, y es necesa-
rio trabajar en solidaridad con ellas. Siendo que esas luchas enfrentan resistencias que
–por su entramado en sistemas de poder progresivamente más amplios– van más allá
de lo local, es necesario generar lazos de comunicación, cooperación y coordinación
entre los diversos sectores de la sociedad, para alterar así la correlación de fuerzas.

BIBLIOGRAFÍA
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timas a actoras. Seminario internacional de salud mental de mujeres víctimas de
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542
ZONGOLICA: POR LA DIGNIFICACIÓN DE LA MUJER INDÍGENA (MÉXICO)

SOSA ELÍZAGA, Raquel (2000). «Violencia y terror en la cultura política


mexicana de fin de siglo», contenido en Ciudadanías del miedo, Susana Rotker
(comp.); Editorial Nueva Sociedad, Venezuela, 2000, pp. 69-80.

543
DERECHO A UNA VIDA LIBRE
DE VIOLENCIA
MARCOS LEGISLATIVOS SOBRE
VIOLENCIA DE GÉNERO Y BUENAS
PRÁCTICAS EN CENTRO AMÉRICA1
Claudia Vanessa Siliezar Turcios
Especialista en Género y Desarrollo. Miembro de
la red contra la violencia a la mujer de la Ciudad
de La Ceiba, socia fundadora de la Unidad de
Desarrollo Integral de la mujer y la Familia
UDIMUF, y asesora legal de la Casa Refugio
Ixtchel 2008.

1. INTRODUCCIÓN
Teniendo como base jurídico legal a la Convención sobre la Eliminación de
todas las formas de Discriminación contra la mujer «CEDAW»; La Convención
Interamericana para Prevenir y Erradicar la Violencia Contra la Mujer «Belém do
Pará» y las diferentes conferencias de Mujeres realizadas en el mundo, los Estados
Centroamericanos adoptaron una legislación interna encaminada a prevenir, tra-
tar de parar y sancionar la violencia contra la mujer, fundamentalmente la infli-
gida por su pareja y la violencia sexual. Resultado de la adopción de estas normas
como Derecho Interno de cada nación, se definieron políticas para la prestación
de servicios integrales a las sobrevivientes de violencia. No obstante, en nuestra re-
gión, la violencia contra la mujer en sus diferentes manifestaciones persiste, y las
muertes de mujeres evidencian un mayor ensañamiento. No importa como, ni
donde, a pesar de que se han tomado las medidas necesarias en cuanto a la pro-
mulgación de leyes protectoras y vigilantes, seguimos sufriendo discriminación,
violencia, muertes, torturas y vejaciones por el sólo hecho de ser mujeres, niñas,
madres, esposas, novias, compañeras, políticas, etc.

1 AGRADECIMIENTOS: es mi deseo agradecer la colaboración de las personas e instituciones que me


apoyaron con información desde sus países de origen, sin las cuales este artículo no hubiera sido posible. A mis
amigas, colegas, mentoras y compañeras de lucha en temas de género, entre ellas a: Alioska Pérez Baldovinos,
Gretel Liliana Guerra, Ivonne Urriola, Carmen Torres, Kenia Reyes, Regina Fonseca, INAM, CDM; mi más
sincero agradecimiento a todas.

547
CLAUDIA VANESSA SILIEZAR TURCIOS

Este artículo no pretende mencionar cada una de las distintas estrategias y ac-
ciones que han nacido desde la sociedad civil y muy en particular desde las voces
del movimiento de mujeres y las redes contra la violencia y el femicidio, dada la
extensión. Somos nosotras, las que vemos la violencia como un problema de mag-
nitudes enormes y graves, cuyo impacto es un gran obstáculo para el desarrollo de
nuestras sociedades y por ende de nosotras mismas.
En América Latina los avances logrados en temas de género y de creación de
marcos jurídicos en torno a la violencia de género, nacen del movimiento amplio
de mujeres, quienes desde cada país, se han articulado en redes con el único fin
de luchar para que los Estados se hagan responsables de velar por el real ejercicio
de los Derechos de la Mujer. Es por ésto que son los movimientos/organizaciones
de mujeres las que logran que se escuchen las voces de las Conferencias Interna-
cionales de Mujeres. Este arduo trabajo que realizaron muchas mujeres se traduce
en la mayoría de la legislación aquí expuesta, y muy a pesar de lo anterior, cabe
resaltar que la misma articulación feminista ve con mucha preocupación el vació
jurídico existente a la hora de la aplicación de algunas de las normas aquí encon-
tradas y a su vez la falta de voluntad de los operadores de justicia que no están sen-
sibilizados cuando abordan el tema de la violencia que sufren las mujeres.
La poca asignación presupuestaría para el cumplimiento de la atención inte-
gral a las mujeres violentadas, sólo sirve para corroborar la falta de voluntad polí-
tica para resolver el problema de la violencia de género. Queda claro que el éxito
de los programas y proyectos encaminados a abordar la temática de violencia de
género, surge gracias al financiamiento de la Comunidad Internacional y al tra-
bajo arduo de las organizaciones de mujeres, comités de apoyo y de aquellas redes
contra violencia que son quienes invierten recursos humanos, experiencias, fuer-
zas y demandan al unísono más voluntad para legislar por y para las mujeres y so-
bre todo más voluntad política de sus gobernantes para prevenir la Violencia con-
tra la Mujer. Centro América no es la excepción en cuanto a la creación de estos
marcos legislativos, cuyos inicios nacen a finales de los ochentas, ante un pueblo
más sensibilizado y ante las exigencias de Naciones Unidas siendo ratificada en
esta década por la gran mayoría de los países centroamericanos la CEDAW.
No se puede dejar de mencionar que debido a las Guerras Civiles vividas en
algunos países Centroamericanos, los procesos de transición democrática llevan
consigo la carga de una cultura política basada en el autoritarismo, el dolor, la co-
rrupción, el racismo, la represión política, la poca credibilidad de los partidos po-
líticos y sus representantes, lo que ha impedido consolidar una verdadera Demo-
cracia. Por tanto, la participación social y efectiva de las mujeres en estos espacios
todavía es insuficiente e imperceptible en muchos casos.
Este gran instrumento que dió vida a las normas jurídicas sobre la Violencia
contra la Mujeres en nuestra región, fue ratificada en la década más sangrienta y
complicada de la historia Centroamericana. Fueron esas mujeres: estudiantes de
izquierdas, guerrilleras, religiosas, políticas, exiliadas, etc. pero mujeres al final, las
que trajeron consigo este instrumento que hasta la fecha es el principal estandarte
y herramienta de lucha ante la violencia que sufren las mujeres en el mundo.

548
MARCOS LEGISLATIVOS SOBRE VIOLENCIA DE GÉNERO Y BUENAS EXPERIENCIAS EN CENTRO AMÉRICA

En este artículo, a su vez se acotan algunas de las experiencias positivas naci-


das para luchar Contra la Violencia hacia las Mujeres.

2. EL SALVADOR
Es un país de clima tropical localizado en América Central, con una población
de 5,744,113 habitantes2. Debido a su extensión territorial (21.041km2) tiene la
densidad poblacional más alta de América Continental. La población masculina
asciende al 47.3 %, con un total de 2, 719,371 hombres y 3, 024,742 mujeres, las
que constituyen el 52.7 % de la población. Esta Nación tuvo una guerra civil de
12 años, cuyo costo humano llegó aproximadamente a 75.000 vidas y finalizó el
16 de enero de 1992, cuando el gobierno y la guerrilla firmaron los Acuerdos de
Paz que trajeron consigo reformas militares, sociales y políticas. Ya en Democracia,
se puede observar que en los últimos años y según las estadísticas del Instituto de
Medicina Legal3, en el año 2006, 437 mujeres fueron asesinadas, reflejando un in-
cremento del 12.5 % con relación a las 390 asesinadas en el 2005.

2.1. Marcos Jurídicos Salvadoreños


— Ley Contra la Violencia Intrafamiliar, establece los mecanismos adecua-
dos para prevenir, sancionar, y erradicar la violencia intrafamiliar (20 de diciem-
bre 1996).
— Reforma al Código Penal, se reforma del Art. 200 sobre lo que constituye
el delito de violencia intrafamiliar, y reforma del Art.338-A, referente a lo que se
entenderá a desobediencias en caso de violencia intrafamiliar (30 de julio 1996).
— Plan Nacional de la Mujer 1997-1999.
— Ley de Creación del Fondo Solidario para la Familia Micro Empresaria,
«para el apoyo de familias microempresarias» (28 de mayo 1998).
— Ratificación del Convenio de la Organización Internacional del Trabajo,
OIT Nº 156, Sobre la Igualdad de Oportunidades y de Trato Entre Trabajadores
y Trabajadoras (19 de julio 2000).
— Plan Nacional de la Mujer (2000-2004).
— Oficialización del Plan Nacional para la Atención y la Prevención de la
Violencia Intrafamiliar, cuyo objeto es la coordinación de acciones para la aten-
ción integral y la prevención para enfrentar este flagelo (Noviembre de 2002).
— Protocolo para prevenir, reprimir y sancionar la trata de personas, espe-
cialmente mujeres, niños y niñas que complementa la Convención de Naciones
Unidas Contra la Delincuencia Organizada Transnacional, ratificándolo No. 166
(18 de noviembre 2003).
2VI Censo de Población y Vivienda 2007 http://sig.censos.gob.sv/outdescargas
3 Organización de Mujeres Salvadoreñas por la paz (ORMUSA) http://observatoriodeviolencia.or-
musa.org/indicadores/2007_1116_VIOLENCIA_GENERO_CONTRA_MUJERES.pdf

549
CLAUDIA VANESSA SILIEZAR TURCIOS

De este país cabe resaltar los siguientes logros, que son visibilizados a partir
de las evaluaciones que se han hecho de la Política Nacional de la mujer en sus di-
ferentes ediciones4. Entre éstos, se tiene la existencia de un marco jurídico y nor-
mativo para eliminar toda manifestación de discriminación hacia las mujeres. El
cumplimiento al Plan de Acción del período, en sus diez áreas de intervención,
mediante la implementación de planes, programas y proyectos, que mejoran la
condición y posición de la mujer en la sociedad salvadoreña.
Se tuvo en cuenta la incorporación de la perspectiva de género en instru-
mentos y normativas específicas, tales como: Normativa de Planificación Familiar,
Ficha de Auto Cuidado referente a la Salud de las Mujeres, Reglamento Interno
Tipo de Trabajo y Políticas específicas en el Área de Medio Ambiente (Política de
Lucha contra la desertificación y la sequía, Política de Áreas Naturales Protegidas,
Política de Sostenibilidad de los Recursos Hídricos).
También fue creada e integrada una Comisión Jurídica Interinstitucional, a
fin de que revise la legislación nacional, incorporando la perspectiva de género y
detectando disposiciones discriminatorias para una mejor adecuación de la legis-
lación secundaria vigente a las Declaraciones, Tratados y Convenios Interna-
cionales. Esta comisión está integrada por Secretaría Nacional de la Familia, Corte
Suprema de Justicia, Juzgados de Familia, Procuraduría General de la República,
Consejo Nacional de la Judicatura, Comisión Interamericana de la Mujer/OEA e
ISDEMU (Instituto Salvadoreño de la Mujer)5.
El Salvador es uno de los países centroamericanos con mayor legislación en
este tema y con una amplia cobertura en los servicios de cuidado y atención inte-
gral a las mujeres violentadas. Sus mejores prácticas pueden verse reflejadas de ma-
nera palpable en los servicios de atención a la violencia con lo que se cuenta en el
país, como puede ser: «Teléfono amigo de la familia», servicios de atención legal
y social, atención psicológica individual y por medio de grupos de apoyo: activi-
dades de prevención (las cuales son ejecutadas en ámbitos municipales y comu-
nitarios a través de talleres de capacitación y sensibilización); cursos básicos diri-
gidos a mujeres en condiciones de vulnerabilidad entre otros, los cuales son
impartidos por el programa de Saneamiento de la Relación Familiar PSRF.
El órgano rector de las políticas públicas y de que se cumpla la normativa en
temas de Equidad de Género y Violencia Intrafamiliar es el ISDEMU, el cual ha
logrado tejer alianzas estratégicas con instituciones claves y que a su vez ha cons-
truido una intricada red de oficinas y organismos que sirvan de agente multipli-
cador. Dicha institución cuenta con un centro de formación, con un albergue e
imparte jornadas de sensibilización en cuanto al tema. La actividad y el compro-
miso constante distingue a este organismo estatal de los demás a nivel centroa-
mericano, ya que la voluntad política a la hora de la implementación de dicha le-
gislación ha permitido ver un repunte en el acceso que tienen las mujeres
salvadoreñas en temas tales como educación, salud, participación política y social

4 http://www.isdemu.gob.sv/documentos/Evaluacion.pdf pág.20
5 http://www.isdemu.gob.sv/index.html

550
MARCOS LEGISLATIVOS SOBRE VIOLENCIA DE GÉNERO Y BUENAS EXPERIENCIAS EN CENTRO AMÉRICA

y ha reflejado el compromiso y la voluntad política que tiene el gobierno central


a la hora de que las mujeres en este país, crezcan y ejerzan una verdadera ciu-
dadanía libre de violencia.
El Ministerio de Trabajo y Previsión Social MINITRAB como actor estraté-
gico y aliado del ISDEMU, logró desarrollar en el año 2002 el Programa para la
Promoción de la Salud Mental y el Bienestar Integral de las Trabajadoras y los Tra-
bajadores del Sector Maquila, «El Ministerio de Trabajo y Previsión Social ha creado
la Unidad Especial de Género y Prevención de actos laborales discriminatorios, la que
realiza inspecciones en los centros de trabajo haciendo recomendaciones cuando se de-
tectan violaciones al Código de Trabajo o en casos de acoso sexual. Se da asesoría a las
trabajadoras afectadas»6. Se ha sentado un precedente a nivel centroamericano,
puesto que fue la primera iniciativa en cuanto a este rubro que ha sido tan cues-
tionado en el tema de cómo afecta a las mujeres el trabajo en la Maquila. También
debemos mencionar la aprobación de un instructivo tipo con perspectiva de gé-
nero para la elaboración de reglamentos internos en los establecimientos de tra-
bajo. Se institucionalizó el sistema de aprobación de reglamentos internos de las
empresas, velando que en su contenido no se incluyan elementos discriminatorios
y sexistas contra la mujer. Cabe agregar que el mejor de los avances lo representa
la implementación de un proyecto liderado por el ISDEMU llamado «Ferias para
Prevenir la Violencia Intrafamiliar», con la participación de ONG, empresa pri-
vada, Municipalidades y Agencias de Cooperación externa. Las que se formulan
bajo la concepción de una nueva metodología de intervención local en todos los
municipios del país, y que consisten en la celebración de un evento público en el
municipio para informar sobre el problema de la Violencia Intrafamiliar y la
forma de cómo denunciarla7.

3. GUATEMALA
Con un área total de 108.9 mil kilómetros cuadrados, siendo su capital la
Ciudad de Guatemala, y con una población de 12.3 millones de habitantes. Gua-
temala constituye el país más rico en diversidad cultural de toda Centro América
(50-60% de la población es Indígena-Maya, Garifunas y Xincas, y alrededor del
45% es mestiza-ladina). Su tasa de crecimiento anual es del 2.6%, teniendo la
mujer una colación del 29% en el mercado laboral.
Durante la Segunda mitad del Siglo XX, experimentó una variedad de Go-
biernos tanto militares como civiles, así también como una guerra de guerrillas
que duró 36 años. En 1996, el Gobierno firmó un acuerdo de Paz que formal-
mente dió fin al conflicto, el cual ha dejado la muerte de más de 100,000 perso-
nas y ha creado alrededor de un millón de personas refugiadas.

6 CLADEM Jurisprudencia sobre los Derechos Humanos de las Mujeres. El Salvador. Comités moni-
tores de Derechos Humanos de Naciones Unidas.-Agosto 2007.
7 ISDEMU Evaluación de las Ferias Preventivas de la Violencia Intrafamiliar 2003.

551
CLAUDIA VANESSA SILIEZAR TURCIOS

3.1. Marcos Jurídicos en Guatemala


El Gobierno de Guatemala suscribe la Convención para la Eliminación de to-
das las Formas de Discriminación contra la Mujer, CEDAW, en 1982 y 10 años des-
pués ésta es ratificada por el Congreso de la República (2002). En 1990, la Oficina
Nacional de la Mujer –ONAM– elaboró el documento denominado Política Na-
cional para el Desarrollo y Promoción de la Mujer en Guatemala. El Plan de Acción
de Desarrollo Social 1992-1996 (que quedara sin efecto en 1993), así como el Plan
de Acción de Desarrollo Social 1996-2000 recogen la enunciación de los problemas
a enfrentar sobre la situación y condición de marginalidad de las Mujeres.
En 19968 se comienza con el proceso de construcción de una Política Na-
cional de Promoción y Desarrollo de las Mujeres Guatemaltecas y el Plan de
Equidad de Oportunidades 1992-2001. En noviembre de 1997, se instala el Foro
Nacional de la Mujer, en cumplimiento del compromiso 29 del Acuerdo de Cro-
nograma para el Cumplimiento de los Acuerdos de Paz, mediante un proceso de
consulta de base, el Foro elabora la propuesta Eje Desarrollo Social y Económico,
con el objeto de incidir en las políticas públicas en beneficio de las mujeres. En el
segundo semestre de 1999, la Secretaría de Planificación y Programación de la
Presidencia –SEGEPLAN– presentó el documento Promoción y Desarrollo de las
Mujeres Guatemaltecas.
La Coordinadora de Acciones Legales a favor de la Mujer –COALM– y la
Instancia de la Mujer Ka-wuq, con su propia propuesta llevaron a cabo distintas
series de talleres que permitieron la elaboración, validación e incidencia para que
fuera emitida la Ley de Dignificación y Promoción Integral de la Mujer, en De-
creto 7-99.
De acuerdo al Plan de Equidad de Oportunidades 1999-2001 y como
contemplaba el Acuerdo Identidad y Derechos de los Pueblos Indígenas, en ju-
lio del año 2000 fue creada la Defensoría de la Mujer Indígena –DEMI–, ads-
crita a la Comisión Presidencial de Derechos Humanos –COPREDEH–.Ese
mismo año el Presidente de la República creó la Secretaria Presidencial de la
Mujer –SEPREM–. El 24 de noviembre del 2000 también fue creada la Co-
ordinadora Nacional para la Prevención de la Violencia Intrafamiliar contra la
Mujer –CONAPREVI–.
Es entonces que en el año 2001 se aprueba una «Política Nacional de Pro-
moción y Desarrollo de las Mujeres Guatemaltecas y el Plan de Equidad de Opor-
tunidades 2001-2006. «La referencia a las mujeres guatemaltecas y su desarrollo, nos
lleva a constatar la diversidad cultural, lingüística, socioeconómica, religiosa y política
que entre ellas existe. Esa diversidad, que es un claro reflejo de la organización social
guatemalteca, es factor central en el momento de evaluar sus intereses, necesidades, de-
mandas y expectativas»9.

8 Política Nacional de Promoción y Desarrollo de las Mujeres Guatemaltecas y el Plan de Equidad de


Oportunidades 2001-2006. SEPREM.- Pág. 13.
9 «Política Nacional de Promoción y Desarrollo de las Mujeres Guatemaltecas y el Plan de Equidad de
Oportunidades 2001-2006. SEPREM.- Pág. 7.

552
MARCOS LEGISLATIVOS SOBRE VIOLENCIA DE GÉNERO Y BUENAS EXPERIENCIAS EN CENTRO AMÉRICA

Finalmente, en fecha 9 de abril del año 2008, se aprueba la Ley Contra el Fe-
micidio, consolidando así el esfuerzo Guatemalteco de lucha contra la violencia
de género. Cabe resaltar que tanto el Salvador como10 Guatemala, tienen estu-
diados los casos de femicidio en sus respectivos países, siendo por ende, los que
denotan más avances en el tema de legislación clara y especifica a la hora de abor-
dar el femicidio tipificándolo como delito.
El marco conceptual es el mismo que han adoptado los países centroameri-
canos antes mencionados con la salvedad de que debido a la guerra civil que man-
tuvo al país sumido en una crisis, la construcción de un marco legislativo ha sido
más lento, pero no así menos efectivo. Con el comienzo del proceso de paz, se da
vida al proceso participativo, donde las redes y organizaciones de mujeres de di-
ferentes sectores de la sociedad trabajaron en conjunto para desarrollar programas
y proyectos en temas como: educación, participación política, tenencia de la tie-
rra, eliminación de la violencia, programas productivos, derechos humanos etc.
En el tema de buenas practicas cabe resaltar, la inauguración del sistema integral
para victimas de violencia intrafamiliar, violencia contra la mujer y delitos sexua-
les, programas liderados por el Ministerio Público de Guatemala, con el apoyo de
la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo AECID en
ese país. Puesto que Guatemala cuenta con una de las más altas tasas de feminici-
dios en América Latina, la apertura de dicha oficina, viene a dotar de herramien-
tas útiles y de vital importancia para este país. Al hablar de sistema integral, este
se traduce en la ayuda médica necesaria y el apoyo emocional que la mujer nece-
sita durante el desarrollo del proceso violento que ha vivido. Este sistema aporta
apoyo jurídico, legal en temas de gestión y protección a la mujer agredida, en caso
de reinserción al hogar y resguardo de la integridad física de la victima entre otros,
logrando con lo anterior un proceso más expedito a la hora de la aplicación de
medidas de seguridad. Esto lleva a simplificar en gran medida el proceso de de-
nuncia y la ruta crítica que afecta dicho proceso y a la mujer denunciante, ha-
ciendo más fácil y menos doloroso el momento en que se sitúa a la victima de vio-
lencia intrafamiliar.
El Programa de Prevención y Erradicación de la Violencia Intrafamiliar
PROPEVI, enmarcado dentro de la promoción de políticas y acciones para pre-
venir y erradicar la violencia intrafamiliar, desarrolla campañas nacionales de sen-
sibilización, concienciación y capacitación contra la violencia intrafamiliar, brin-
dando asistencia psico-biosocial y legal a víctimas, capacitando a empleados
públicos, maestros, miembros del sector salud, padres de familia, líderes comuni-
tarios, y otros en temas relacionados con la prevención, sanción y erradicación de
la Violencia Intrafamiliar. Este programa también aborda la problemática de ma-
nera lúdica con programas radiales y televisivos, los cuales tocan temas de interés
e importancia en la sociedad guatemalteca.

10 Comisión para el Abordaje del Femicidio, SEPREM Creada el 8 de marzo de 2006, con motivo de la
conmemoración del «Día Internacional de la Mujer».

553
CLAUDIA VANESSA SILIEZAR TURCIOS

4. HONDURAS
La República de Honduras es un país de 112,492 km2 ubicado en el centro de
América Central. Honduras limita con Guatemala al norte, y con El Salvador y Ni-
caragua al sur. Al norte se encuentra el Océano Atlántico (Mar Caribe) donde cuenta
con numerosas islas (entre ellas las Islas de la Bahía), cayos e islotes, y al sur se en-
cuentra el Océano Pacífico que también cuenta con un considerable número de is-
las, cayos e islotes, con una población de 7, 465 millones de habitantes, entre los cua-
les se encuentran denominaciones étnicas tales como Chortis, Lencas, Garífunas,
misquitos, Tolupanes, Pech, Sumos y Payas que constituyen el 8% de la población.
Aunque en Honduras, las mujeres como colectivo han logrado avances sig-
nificativos en la última década, especialmente en lo relacionado a la construcción
de un marco legal formal de reconocimiento de derechos en algunos de los pro-
blemas más importantes, la brecha entre lo formal y el ejercicio real de derechos
es todavía muy grande y en determinados momentos esta brecha aumenta y las
amenazas de retroceso son cada vez más reales.

4.1. Marcos Jurídicos hondureños


Honduras ratifica la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de
Discriminación contra la mujer (CEDAW) en el año 1982. El Comité de la CE-
DAW en su recomendación 19, establece la relación entre discriminación y vio-
lencia considerando así que actos discriminatorios pueden ser también actos de
violencia, asimismo actos de violencia pueden resultar actos discriminatorios.
— La Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la
Violencia contra la Mujer, (Belem do Pará) ratificada por el Estado hondureño
mediante decreto 72-95 y publicado en el Diario Oficial la gaceta N 27678 del
14 de junio de 1995.
— El Congreso Nacional aprobó los artículos 147-A y 179-A referidos al Hos-
tigamiento Sexual y al a Violencia Intrafamiliar del Código Penal, respectivamente.
— El 1 de marzo de 1997 se establecen las reformas al Código Penal, el cual
entró en vigencia el 10 de junio de 1997. Estas últimas reformas contienen una
amplia gama de temas, entre los que se incluyó un capítulo de medidas relativas
a la prevención y sanción de la violencia intrafamiliar. El antecedente a esa ini-
ciativa se gesta en el movimiento de mujeres en 1992, cuando diferentes organi-
zaciones de mujeres y feministas elaboraron y presentaron al Congreso Nacional
una Propuesta de Reformas a dicho Código. No obstante, este código aún con-
templa normas con manifestaciones sexistas muy claras y castigos inadecuados y
relaciones con los delitos de violencia sexual, como es el caso del estupro y del
rapto que continúan siendo fiables y negociables por medio de la indemnización
para evitar una pena de prisión.
— La Ley contra la Violencia Doméstica, fue promulgada en fecha 29 de sep-
tiembre del año 1997, después de que las organizaciones de mujeres en Honduras,

554
MARCOS LEGISLATIVOS SOBRE VIOLENCIA DE GÉNERO Y BUENAS EXPERIENCIAS EN CENTRO AMÉRICA

presentaran dicha solicitud a las representantes del Congreso Nacional, quienes pre-
sentaron dicha Iniciativa de Ley, viendo la luz; como primer herramienta del Dere-
cho Hondureño para combatir, prevenir y erradicar la violencia que sufren las mu-
jeres en el seno del hogar y por ende haciendo de una vez por todas, público un
problema que entonces se consideraba meramente privado (esta Ley sufrió reformas
claves para hacer más efectivo el abordaje integral del tema de violencia y facilitar a
las mujeres el acceso a la misma, haciéndose efectivas en el año 2006).
— En el año 1998 se promulga la Ley del Instituto Nacional de la Mujer
INAM, el cual fue creado como ente rector de las leyes y políticas que velan por
los derechos de la Mujer. El Instituto Nacional de la Mujer, INAM, creado el 11
de febrero de 1999 por decreto Nº 232-98, tiene como finalidad la incorporación
plena de la mujer al proceso de desarrollo sostenible, con equidad de género,
tanto en lo social, como en lo económico, político y cultural; teniendo dentro de
sus principales funciones «Formular, promover y coordinar la ejecución y el segui-
miento de la Política Nacional de la Mujer y la integración de la misma al desarrollo
sostenible así como los planes de acción que la operativizan». Para su implementa-
ción, coordina junto con las Instituciones del Estado, tanto nacionales como lo-
cales el desarrollo de Planes, Programas y Proyectos encaminados a reducir las bre-
chas de desigualdad entre hombres y mujeres.
— El 20 de abril del año 2000, se promulga la Ley de Igualdad de Oportu-
nidades para la Mujer LIOM.
La Política Nacional de la Mujer, primer Plan de Igualdad de Oportunidades
2002-2007, surge a partir de la consulta realizada entre el Instituto Nacional de
la Mujer, representantes del Estado y del movimiento de mujeres. En ella, se de-
finen cinco ejes prioritarios de acción: salud, educación y medios de comunica-
ción, participación social y política, economía y pobreza y violencia. En relación
a éstos, define objetivos y acciones estratégicas, así como las instituciones respon-
sables de llevar a cabo estas acciones. En ellos están incluidos tanto instituciones
de carácter nacional como los gobiernos locales.
Teniendo como base normativa las leyes y políticas antes expuestas, el Estado
Hondureño por medio del INAM visibiliza la manera efectiva de dar cumpli-
miento a los compromisos suscritos con la ratificación de la CEDAW y asume
compromisos para generar las condiciones y mecanismos necesarios para el avance
de las mujeres y su operativización y cumplimiento, a través de la generación de
un marco legal nacional que asegure la equidad entre mujeres y hombres.
En Honduras cabe resaltar como experiencia positiva el trabajo que se viene
haciendo desde las Oficinas Municipales de Mujeres, mejor conocidas como
OMM. Esta iniciativa surgió de la mano de la sociedad civil y de los grupos ar-
ticulados de mujeres que solicitaron a los gobiernos locales la creación de ofici-
nas enclavadas en la esfera municipal, cuyo objetivo fuera velar por la aplicación
de la Política Nacional de la mujer y visualizar, acompañar, prevenir y comba-
tir la violencia doméstica que sufren las mujeres dentro del termino municipal.
Con el pasar del tiempo, dicha apuesta fue retomada por las ONG locales y por
el INAM, quién por medio de la cooperación internacional dotó del apoyo ne-

555
CLAUDIA VANESSA SILIEZAR TURCIOS

cesario para comenzar con las oficinas municipales en las ciudades más recón-
ditas del país.
En la actualidad existen 127 Oficinas Municipales de Mujeres (OMM) de
entre 298 municipios en todo el país11. El trabajo de estas oficinas, consiste en dar
acompañamiento a las mujeres que sufren violencia en sus comunidades, acom-
pañamientos que pueden ser, apoyarlas a denunciar la violencia que sufren o han
sufrido, llevarlas a la consejeria de familia, a la fiscalia especial de la mujer, al Co-
misionado Nacional de derechos humanos, a ONG que se hagan cargo de la de-
nuncia y de su seguimiento, puesto que éste es un proceso legal que dura alrede-
dor de ocho días hábiles. Las OMM a su vez, crean grupos de apoyo y capacitan
en temas de género, participación política y social, Agua y Saneamiento, y Dere-
chos de las Mujeres entre otros. Debido al trabajo que estas oficinas han venido
haciendo en el transcurso de 7 años, se ha logrado visibilizar que la violencia que
sufren las mujeres en el termino municipal, no sólo puede pasar desapercibida y
tomada como un acto meramente privado entre las partes, sino que debe de ser
sacado a la luz publica y abordado como una amenaza que lesiona los interés de
los gobiernos locales y que por ende les obliga a velar por el bienestar de las mu-
jeres y sus familias.
La Consejería de Familia brinda apoyo psicológico y es una instancia creada
por el Ministerio de Salud Pública, de la cual se benefician miles de mujeres y sus
hijos e hijas en el país. Ésta también es utilizada por los hombres, puesto que el
Juzgado de Familia o de Violencia Doméstica impone medidas precautorias de re-
educación al agresor y éstas son de obligatorio cumplimiento.
El trabajo mancomunado de las OMM con Redes o grupos de apoyo loca-
les, la Consejeria de Familia, el Comisionado Nacional de Derechos Humanos, el
Ministerio público, los juzgados y ONG locales, han logrado aportar cifras claras
sobre la violencia que se vive en Honduras, tanto así que la Corte Suprema de Jus-
ticia se vió obligada a crear los Juzgados especialidades en Violencia y darle vida a
la Fiscalia Especial de la Mujer, actores que desde un trabajo en conjunto dan pro-
tección efectiva a las mujeres que han sido agredidas por sus parejas.
Tan real ha sido el trabajo efectuado desde las OMM que gracias a la creación
de muchas de estas oficinas, se ha logrado dar vida a dos Casas Refugios en el país,
de las que ya existían otras dos funcionando; cuatro casas albergue para mujeres
violentadas y sus hijos e hijas, que ha sido una respuesta efectiva a la hora de
cumplir con las medidas de seguridad y alejamiento en caso de extremo peligro,
siempre con la ayuda de la Cooperación Internacional en su caso AECID (Agen-
cia Española de Cooperación Internacional al Desarrollo) y ASDI (Agencia Sueca
para el Desarrollo Internacional ) que trabajan de cerca en temas de Casas Refugios
y de apoyo al INAM brindando asistencia técnica y financiera para que éste a su
vez replique en las OMM del país.

11 Datos obtenidos de la Unidad de Participación Política y Social del INAM mediante entrevista con
su coordinadora la Sra. Carmen Torres. 15 de Junio 2008.

556
MARCOS LEGISLATIVOS SOBRE VIOLENCIA DE GÉNERO Y BUENAS EXPERIENCIAS EN CENTRO AMÉRICA

Obviamente el funcionamiento de toda esta estructura se basa en el grado de


sensibilización que tengan sobre el tema los actores involucrados, ya sean opera-
dores de justicia, operadores de salud o empleados municipales y claramente de
la voluntad política que tengan los tomadores de decisiones dentro del término
municipal, para apoyar y equipar a las Oficinas de mujeres, cuyo trabajo más
fuerte es el de acompañamiento y capacitación a grupos de mujeres. El mayor reto
es y seguirá siendo para las coordinadoras de las OMM puesto que su permanen-
cia depende en gran medida del partido político en que militen, del beneplácito
de las autoridades Municipales y del presupuesto asignado. Se sigue luchando
para que estas oficinas encuentren un espacio real dentro de la Ley de Municipa-
lidades en Honduras, elemento pendiente hasta la fecha.

5. NICARAGUA
La división territorial administrativa de Nicaragua comprende 15 departa-
mentos y 151 municipios, con dos grandes Regiones Autónomas en el Litoral atlán-
tico del país, siendo éste el más grande de Centroamérica. La población nicara-
güense es de 5.071, millones12 de habitantes, el 57% es urbana y el 42,9% se ubica
en la zona rural y de ésta el 53% son niñas, niños y adolescentes menores de 18
años. La estructura de la población por sexo indica que el 49.2% son hombres y que
el 50,7% son mujeres.
Según la Encuesta Nicaragüense en Desarrollo y Salud (ENDESA 2006/7)13,
la violencia en el seno de las parejas es un problema social que existe en todas las
sociedades, culturas y niveles socioeconómicos. La violencia contra la pareja in-
cluye agresiones físicas, como golpes, patadas, o golpizas, relaciones sexuales for-
zadas, maltratos psíquicos, tales como la intimidación y la humillación, y com-
portamientos controladores, como el aislamiento de una persona de su familia,
amigos(as), o acceso a bienes económicos u otros tipos de asistencia (OMS, In-
forme Mundial Sobre la Violencia y la Salud, 2002). En total, el 48 por ciento de
las mujeres alguna vez casadas o unidas reportó que había recibido maltratos ver-
bales o psicológicos, el 27 por ciento violencias físicas, y el 13 por ciento violen-
cia sexual por parte de alguna pareja o ex-pareja. En total, casi una de cada tres
mujeres indica que han experimentado violencia física o sexual en su vida (29%).
También los episodios de violencia de toda la vida fueron mayores en las muje-
res con menores niveles de educación, y entre las de tercer y cuarto quintil econó-
mico. Con relación al estado civil actual, las tasas de violencia física de pareja de mu-
jeres separadas, divorciadas, o viudas, fueron significativamente mayor con respecto
a las actualmente casadas o unidas y el doble con respecto a la violencia sexual (20%
en mujeres separadas, divorciadas o viudas). En relación a los datos recopilados en la

12 Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, Estimaciones y cálculos basados en INEC/CELADE Ni-


caragua: Estimaciones y proyección de población 1950-2050 Septiembre 1999.
13 Según la Encuesta Nicaragüense en Desarrollo y Salud (ENDESA 2006/7) Pág. 40.

557
CLAUDIA VANESSA SILIEZAR TURCIOS

ENDESA 1998, no hubo mayor cambio en las cifras sobre prevalencia de toda la
vida: en 1998, un 28 por ciento de las mujeres nicaragüenses relataron violencia fí-
sica de un actual o ex-pareja en toda la vida, comparado con 27 por ciento en 2006.

5.1. Marcos Jurídicos Nicaragüenses


— 1981 se ratifica la CEDAW.
— La Ley 150 determina los delitos sexuales como perseguibles de oficio y
se eliminan terminología y conceptos jurídicos sexistas tales como buena fama,
pudor, doncellez.
— En el año 1992-1993 se impulsa la creación de Comisarías de la Mujer y
la Niñez.
— 1995 se firma por el Gobierno de la Convención Belén do Pará.
— La Ley 230 que reformó el Código Penal en cuanto a delitos Sexuales y
Violencia Intrafamiliar.
— Se reconoce oficialmente a la Red de Mujeres contra la Violencia como
contraparte en el Proyecto Nacional de Comisarías de la Mujer y la Niñez.
— 1998 hasta el presente. La Red de Mujeres contra la Violencia en Nicara-
gua, se asienta en el Consejo de Planificación Económica y Social (CONPES)
asignación que surge del sector Gubernamental.
— Se crea el Consejo nacional de la lucha contra la violencia a la Mujer, Ni-
ñez y Adolescencia.
— Se crea la procuradora especial de la Mujer.
— Plan Nacional para la prevención de la Violencia Intrafamiliar y Sexual
aprobada por el Consejo Nacional de la lucha contra la violencia a la Mujer, Ni-
ñez y adolescencia (2001-2006).
Un paso de avance y búsqueda de creación de políticas públicas a favor de la
mujer nicaragüense se dió con la celebración de los encuentros nacionales contra la
violencia hacia la mujer y hacia la niñez, en los años 1995 y 1996. Ambos encuen-
tros fueron liderados por la Red de Mujeres contra la Violencia y la Coordinadora
de ONG que trabaja con la niñez y la adolescencia. Fue a través del esfuerzo de di-
cha Red y de organizaciones en la sociedad civil en cuanto a impulsar iniciativas
para luchar contra la violencia hacia las mujeres, que en este periodo se contribuyó
a la comprensión en cuanto al tema y la concientización de actores claves, políticos
con poder de decisión que después de un año de intenso debate y teniendo como
marco la Asamblea Nacional aprueban la reforma de la Ley 230, reforma del Có-
digo penal en cuanto al tema de la violencia intrafamiliar, el cual constituyó un lo-
gro para los movimientos feministas y de mujeres en Nicaragua.
Se requería un trabajo en conjunto entre el Estado y las organizaciones de la
sociedad civil para poder actuar de manera integral frente al problema y obtener
resultados14.

14 Plan Nacional para la Prevención de la Violencia Intrafamiliar y Sexual. Nicaragua 2001-2006 pág. 11.

558
MARCOS LEGISLATIVOS SOBRE VIOLENCIA DE GÉNERO Y BUENAS EXPERIENCIAS EN CENTRO AMÉRICA

El Instituto Nicaragüense de la Mujer, conocido como INIM surge en 1982


y no es hasta el año 1993 que se ve fortalecido por una nueva Ley orgánica.
Cuenta con un Consejo Consultivo, presidido por su directora ejecutiva y con-
formado por representantes de la Presidenta de la República, del Poder Legisla-
tivo, Poder Judicial, de los Gabinetes Social y Económico, Procuraduría de la Re-
pública, Partidos políticos y ONG que trabajan por y para las mujeres. Desde
entonces pasa a formar parte del Gabinete Social.
Claramente éste es un gran esfuerzo del movimiento de Mujeres y de las fe-
ministas Nicaragüenses que tiene redes articuladas de lucha y cuya historia no
deja de ser particular, puesto que nacen de la lucha armada del Sandinismo y han
sido actoras claves en la defensa de los derechos del pueblo. Dicho movimiento no
ha encontrado eco a la hora de evitar reformas sobre el tema del aborto y el dere-
cho que tienen las mujeres nicaragüenses a decidir. Objeto de denuncias y mal-
trato, el movimiento amplio de mujeres de Nicaragua sigue en pie de lucha y es
gracias a su trabajo que se han promulgado en su gran mayoría estas leyes y dado
vida a experiencias exitosas como la creación de las Comisarías de la Mujer y la
Niñez cuyo objetivo fue y es hasta la fecha, el de contribuir a la prevención y re-
ducción de la violencia intrafamiliar.
Las Comisarías de la Mujer y la Niñez han trabajado desde 1994 en temas de
sensibilización y capacitación del tema de violencia intrafamiliar y sexual. Así
mismo, en la recepción de denuncias y en el seguimiento legal de las mismas, es
una iniciativa que nace de la sociedad civil y que ha servido para visibilizar la ne-
cesidad que se tenía en su momento de órganos receptores de denuncia y que pro-
tegieran a las mujeres agredidas de manera integral. Todo lo anterior, ante la falta
de conocimiento, de sensibilización y capacitación de las y los funcionarios, de
transparencia en la administración pública y por qué no decirlo, de la poca clari-
dad a la hora de la aplicación de las normas que protegen a la mujer, ya que siem-
pre existen vacíos legales que deben de ser subsanados. Es así que el trabajo de es-
tas comisarías ha tenido no solo éxito, sino también ha arrojado datos de impacto
sobre el tema de violencia en Nicaragua.

A MODO DE CONCLUSIÓN15
Al hablar de abordaje del tema de violencia a nivel de Juzgados, Consejerías
de Familia, Comisarías de la Mujer y la Niñez, OMMs, programa de Sanea-
miento de la Relación Familiar, etc. la respuesta legal es diferente en cada lugar y
varía de zona a zona. Esta depende en gran manera al grado de sensibilización del
operador de justicia, salud, funcionarios/as públicos e incluso del conocimiento
del tema que tengan los mismos, ya sea porque hay mayor y mejor articulación en
la capital o en los Departamentos más desarrollados, por ende más y mejor acceso
a la justicia en dichos lugares.

15 «La violencia doméstica, atacará a las mujeres de manera silente y socialmente permitida, hasta el punto
en que nosotras lo sigamos permitiendo». Mi Lema personal….

559
CLAUDIA VANESSA SILIEZAR TURCIOS

Es necesario apuntar que ante la existencia y puesta en vigencia de la norma


que regula la Violencia Intrafamiliar y la Violencia Doméstica es necesario que en
Centroamérica se creen los juzgados especiales para abordar dicho tema a fin de
brindar una atención especializada y priorizar la atención integral a las víctimas de
dichos delitos. Estos en la mayoría de los casos, sólo se han aperturado en las
principales ciudades, dejando en la indefensión a zonas rurales y urbano margi-
nales donde las tasas de violencia son altas. Y, ya que existe en las normas, la crea-
ción de dichos Juzgados, el Estado debe cumplir con su función de proteger a sus
ciudadanas.
En la mayoría de los países centroamericanos se habla de Violencia Intrafa-
miliar, velando más por el núcleo familiar donde se gesta la violencia, que por el
impacto que dicha problemática tiene en las mujeres, descuidándolas como ob-
jeto real de la violencia que éstas sufren por causa de ser mujer. No solamente se
ha de proteger a la mujer por ser madre, –protección que se da en un marco pu-
ramente reproductivo– lo cual parece contradictorio, sino que también debe ve-
larse jurídicamente por la mujer ciudadana, la mujer profesional, por la que no
tiene hijos, por la mujer lesbiana, la mujer negra, indígena, campesina, etc.
El fortalecimiento de las instituciones es esencial para la lucha efectiva con-
tra la violencia de género, y se requieren medios humanos y financieros adecua-
dos. Considerando el punto 9 de la Declaración de la Plataforma de Acción de la
Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer celebrada en Beijing en 1995, en
Centroamérica nos encontramos con que este fortalecimiento y el apoyo finan-
ciero de los gobiernos es poco y pasa más allá de la aprobación de normas, que no
pueden ser implementadas de manera integral. La ruta crítica de las mujeres es
más dura y éstas dejan de denunciar, porque no existen garantías de las entidades
públicas, quedando en la indefensión y la impunidad.
Aunque no todo es negativo, puesto que ante la débil respuesta estatal, las
ONG, movimientos feministas y de mujeres, han asumido el rol de velar por la
seguridad de las mujeres, el acceso a sus derechos y a la participación política y so-
cial. Este esfuerzo se hace gracias a los proyectos y a la asignación presupuestaria
de la Cooperación Internacional que han dado vida a experiencias positivas de
empoderamiento, a que las mujeres ocupen los espacios en las Asambleas y Con-
gresos Centroamericanos, y a que haya más denuncias y se visilibize la violencia
como un problema público y no privado.

BIBLIOGRAFÍA
Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación
Contra la Mujer (CEDAW).
Convención Interamericana para prevenir, Sancionar y Erradicar la Violen-
cia Contra la Mujer (Convención Belem do Pará).
VI Censo de Población y Vivienda 2007 / El Salvador.
Organización de Mujeres Salvadoreñas por la paz (ORMUSA) indicadores
del observatorio de violencia en E Salvador.

560
MARCOS LEGISLATIVOS SOBRE VIOLENCIA DE GÉNERO Y BUENAS EXPERIENCIAS EN CENTRO AMÉRICA

Evaluación de las Ferias Preventivas de la Violencia Intrafamiliar.


Página Web ISDEMU.
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caragua 2001-2006.

561
DERECHO A LA PAZ DE LAS MUJERES
A TRAVÉS DE UN PROCESO
DE CONSTRUCCIÓN DE CONSENSOS
EN COLOMBIA1
Patricia Buriticá Céspedes
Directora de La Alianza Iniciativa de Mujeres
Colombianas por la Paz (IMP) y Comisionada
por la Sociedad civil en la Comisión Nacional de
Reparación y Reconciliación (CNRR).
Angélica Acosta Táutiva
Asesora Metodológica de La Alianza Iniciativa de
Mujeres Colombianas por la Paz, Antropóloga
Universidad Nacional de Colombia.

1. INTRODUCCIÓN
«El conflicto me descompletó mis hijos», «yo me acosté una y amanecí otra: era una
campesina con mi tierra, cultivos, animales y una familia, hijos e hijas y un esposo. Me le-
vanté faltándome un hijo, el esposo, sin tierra, con el rancho quemado, mis hijos e hijas
desnudos, con hambre y con profundo dolor». «La guerra te cambia la vida». Testimonios
de Mujeres víctimas sobrevivientes (IMP, 2007).

1. AGRADECIMIENTOS: A todas y cada una de las mujeres que han hecho parte en algún momento
de La Alianza Iniciativa de Mujeres Colombianas por la Paz desde sus aportes políticos, sus propuestas y
apuestas éticas, desde sus trabajos constantes y comprometidos, quienes aún con circunstancias adversas y di-
ficultades propias generadas por trabajar en un entorno de conflicto armado, emprenden el día a día en sus
Municipios el trabajo por la paz.
A las integrantes de la Comisión Política Luz Ayda Ibarra, Gladys Stella Macias, Migdonia Rueda, Luz
Marina Toro, Amelia Cotes e Ingrid Cadena. A Ángela Cerón como coordinadora de IMP, a Rocío Pineda por
los innumerables aportes que ha hecho a lo largo de este proceso. A todas las integrantes del Equipo Nacional
y a las Encargadas municipales por sus fundamentales contribuciones. También a las integrantes del equipo de
oficina que día a día trabajan en apoyo de esta causa. A Caroline Moser maestra de maestras en este proceso y
a María Eugenia Vásquez quienes contribuyeron de manera definitiva a consolidar una metodología para la
construcción de consensos y cuyo trabajo de análisis y sistematización del proceso, hecho en el 2006 –Muje-
res y paz, construcción de consensos. Guía para procesos participativos e incluyentes– es la base fundamental del pre-
sente artículo. A la embajadora de Suecia en Colombia Lena Nordström por su compromiso. A Elisabet Hells-
ten, Göran Holmqvist, Luz Estella Martelo, de la Agencia Sueca de Cooperación Internacional para el
Desarrollo (ASDI) por su decidido apoyo en este proceso. A Irene Nilsson, Ilkka Paessinen, Karin Strom,
Nathalie Luckasson y demás personas de la Federación de trabajadores Públicos de Suecia (ST) por su com-
prometida labor. A todas ellas y demás personas con las que hemos caminado, aprendido y entretejido este pro-
ceso.

563
PATRICIA BURITICÁ CÉSPEDES, ANGÉLICA ACOSTA TÁUTIVA

En el contexto colombiano las prácticas de la guerra han ido hilvanando la


cotidianidad de millones de personas y específicamente el día a día de las muje-
res, sobre quienes recaen distintos actos de violencia, ya sea en su condición de
víctima directa o sobreviviente. Sobre ellas, el conflicto armado suma significados
diversos a las discriminaciones que tradicionalmente han sufrido por su condición
de género, pero en todos los casos exacerba estas discriminaciones.
Un ejemplo de ello es la resignificación de la violencia sexual. «La violencia
sexual como ejercicio máximo de poder sobre otro» (Sánchez y Meertens 2006)
en escenarios de conflicto tiene un nuevo actor, el actor armado, cuyo poder se ex-
presa a través del «otro, otra», esta vez no sólo para someterlo de manera indivi-
dual, sino como vehículo para someter colectivos que se quieren controlar. En esta
lógica de guerra a mayor exacerbación de esta violencia, mayor posibilidad de so-
metimiento de comunidades por temor o quebrantamiento.
Esta violación a los derechos de las mujeres en sí misma repudiable, genera
entre sus consecuencias daños y vulneración de otros derechos, es decir son vio-
laciones a los derechos que movilizan nuevas violaciones y que trascienden del in-
dividuo directamente afectado a su colectivo (Acosta, 2006)2. En el caso de la vio-
lencia sexual, entre otras consecuencias están: el señalamiento y la
estigmatización, la limitación de la movilidad física y social, especialmente de las
mujeres de la comunidad, así como el control permanente sobre sus cuerpos, su
sexualidad y hasta su maternidad.
Un ejemplo de ello es descrito en un testimonio del libro «Colombia cuerpos
marcados y crímenes silenciados» (Amnistía Internacional, 2004):

Las muchachas viven acosadas y amenazadas por milicianos [guerrilleros urbanos]


y paramilitares. Las acusan de relacionarse con los del bando contrario. Entre febrero y
marzo [de 2004] han aparecido en la zona tres cuerpos de niñas violadas. Marcan su te-
rritorio marcando los cuerpos de las mujeres. Es un terror sin ruido. Por un lado, casti-
gan a aquellas que usan descaderados, y otras veces, las obligan a vestirse con escotados
y minifaldas para llevárselas a sus fiestas (Testimonio de una persona desplazada entre-
vistada por AI el 21 de noviembre de 2003).

Otro ejemplo es referido por IMP en el 2007, «en Buenos Aires (Cauca) hay
varios niños producto de violaciones. La gente los llama Los Paraquitos» (Diario
el Tiempo, 25 de septiembre del 2007.En IMP 2007).
A pesar de la magnitud de este problema, como lo señala la Alianza Ini-
ciativa de mujeres Colombianas por la paz en su informe Análisis Sociodemo-
gráfico de las Víctimas de Conflicto armado, 2007 «de las aproximadamente
80.000 denuncias que hoy se registran en la Fiscalía General de la Nación en
el marco de la Ley de Justicia y Paz, sólo 21 señalan delitos de violencia se-
xual». Es decir a la dificultad de denuncia de la violencia sexual que ha sido
una constante en el país, se le suman otros miedos, generados por las conse-

2 Trabajo presentado en el Curso de DDHH de las mujeres al IIDH.

564
DERECHO A LA PAZ DE LAS MUJERES A TRAVÉS DE UN PROCESO DE CONSTRUCCIÓN DE CONSENSOS…

cuencias que puede acarrear el denunciar a un victimario inserto en dinámicas


de conflicto armado.
De esta manera el conflicto armado maximiza las expresiones con las que La
Convención para la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la
Mujer CEDAW, define actos de discriminación contra las mujeres como son «[...]
toda distinción, exclusión o restricción basada en el sexo que tenga por objeto o
por resultado menoscabar o anular el reconocimiento, o ejercicio por la mujer, in-
dependientemente de su estado civil, sobre la base de la igualdad del hombre y la
mujer, de los derechos humanos y las libertades fundamentales en las esferas po-
lítica económica, social, cultural y civil o en cualquier otra esfera» (Instituto In-
teramericano de Derechos Humanos IIDH, 2006), e incorpora en sus accionar
cotidiano el sometimiento con discriminación de género.
De otro lado, la preocupación por reducir expresiones del conflicto armado
colombiano como la anterior, del cual solo describimos una parte de lo que du-
rante décadas ha sucedido, no ha estado ausente. Desde 1991 durante y posterior
a la Asamblea Nacional Constituyente surgen distintas organizaciones y agrupa-
ciones que trabajan por la paz del país. Es importante mencionar que esta Cons-
titución que rige hoy el país, fue el resultado de un gran acuerdo nacional y que
en ella el derecho a la participación como base de la democracia, es uno de sus
principios fundamentales.
En este escenario como gestoras de iniciativas de paz, las mujeres colombia-
nas tuvieron un papel fundamental. Como Moser, Acosta y Vásquez en el 2006
comentan, durante los dos siguientes años a la Constituyente de 1991, se crearon
distintas organizaciones y colectivos de mujeres. Entre ellas se destacan el Proceso
preparatorio a la Asamblea Nacional Constituyente, La Organización Femenina
Popular, Red Nacional de Mujeres, El movimiento Mujeres Actoras y Autoras de
Paz, Confluencia de Redes de mujeres, la Ruta Pacífica, La Mesa de concertación
y La Alianza Iniciativa de mujeres Colombianas por la Paz.
A pesar de las diferencias políticas entre unas y otras han existido varios pun-
tos en común, entre ellos la necesidad de parar esta guerra, proteger los derechos
de las mujeres y buscar la paz a través de la negociación del conflicto armado.
En este artículo hablaremos únicamente de La Alianza Iniciativa de mujeres
Colombianas por la Paz (IMP), presentando algunos puntos relevantes de su tra-
bajo a lo largo de sus casi 7 años de existencia. Nuestro foco será la experiencia de
este colectivo en la construcción de consensos para la toma de decisiones, es de-
cir, la metodología por medio de la cual este grupo de mujeres ha buscado y busca
un ejercicio práctico de la democracia, a través del cual se ha propuesto incidir en
la paz del país.

1.1. ¿Quienes son IMP?


La Alianza Iniciativa de Mujeres colombianas por la paz (IMP) esta confor-
mada por diversas mujeres, varias de ellas de distintos sectores, organizaciones de

565
PATRICIA BURITICÁ CÉSPEDES, ANGÉLICA ACOSTA TÁUTIVA

mujeres y organizaciones mixtas, que mantienen su autonomía y comparten unos


objetivos comunes en relación a la paz. También tienen en común un código de
ética, unas reglas de funcionamiento y una estructura de trabajo en los niveles na-
cional, regional y municipal3. Hoy IMP trabaja procesos en 6 regiones y 54 mu-
nicipios del país.
A nivel regional y municipal cuenta con Representantes políticas locales y
equipos de mujeres que afectadas por la situación de conflicto, deciden trabajar de
manera incansable desde sus regiones y municipios. De ellas aproximadamente
115 hacen parte de la Asamblea Nacional deliberativa, instancia máxima de deci-
sión política de IMP. Una segunda instancia de decisión la conforman 23 de és-
tas mujeres que se reúnen en el Equipo Nacional. En tercer lugar está la Comisión
Política que reúne a las Representantes políticas de las regiones –actualmente con-
formada por Luz Ayda Ibarra (Sur), Gladys Stella Macias (Santanderes), Migdo-
nia Rueda (Centro), Luz Marina Toro (Antioquia), Amelia Cotes (Caribe) e In-
grid Cadena (Pacífico)–. También de esta Comisión son parte fundamental la
coordinadora de IMP Ángela Cerón y la Representante Nacional y Directora de
la Alianza Patricia Buriticá Céspedes.

1.2. ¿Por qué se agrupan y qué buscan las mujeres de IMP?


Este colectivo inicia su trabajo con el objetivo de propiciar un espacio de co-
operación entre distintas organizaciones de mujeres, ante la necesidad de juntar
esfuerzos para buscar alternativas de paz. En el año 2001, 224 organizaciones so-
ciales de mujeres y mixtas con trabajos sobre mujeres y en el tema de paz, todas
ellas caracterizadas por su diversidad, deciden unirse en esta iniciativa con el
apoyo de la ADSI5 y ST6.
Su trabajo durante seis años se ha enfocado en promover y acompañar la par-
ticipación de las mujeres en los procesos de diálogo, negociación política del con-
flicto armado y la construcción de la paz con todos los actores, así como en la dis-
minución del impacto del conflicto armado en las mujeres7. Desde la apuesta por
promover la participación de las mujeres en procesos de diálogo y negociación como
vía indispensable para la construcción de una paz duradera, ha ido construyendo li-
derazgos, fortaleciendo prácticas democráticas para construir consensos, trabajando
desde y por los derechos de las mujeres a decidir sobre la seguridad, la paz y las po-
líticas públicas que marcan directamente sus vidas. En esta vía se ha propuesto in-

3 Tomado de las últimas definiciones políticas de IMP, construidas en al Asamblea Nacional Delibera-
tiva 2007.
4 Ampliación de esta información en el libro. Mujeres y paz, construcción de consensos. Guía para pro-
cesos participativos en incluyentes. Moser, Acosta y Vásquez, 2006.
5 Agencia Sueca de Cooperación Internacional para el Desarrollo.
6 Federación de Trabajadores Públicos de Suecia.
7 Definiciones políticas construidas con base en los objetivos de IMP y ratificadas por las integrantes de
la Asamblea Nacional deliberativa, Diciembre 2007.

566
DERECHO A LA PAZ DE LAS MUJERES A TRAVÉS DE UN PROCESO DE CONSTRUCCIÓN DE CONSENSOS…

cidir en espacios de decisión en los que se discuta la construcción de la paz en el país


y en las políticas públicas nacionales y locales.
Desde la prioridad de disminuir el impacto del conflicto armado en las muje-
res en el escenario actual, IMP desarrolla un fuerte trabajo con y por las víctimas,
especialmente por las mujeres víctimas, trabajando por el restablecimiento de sus
derechos vulnerados a manos de los distintos actores inmersos en el conflicto ar-
mado. En este sentido su trabajo se enfoca en incidir en políticas públicas desde la
verdad, la justicia, la reparación y garantías de no repetición, que permitan reparar
los derechos de las víctimas y fortalecer su derecho a la ciudadanía plena.

2. ¿COMO SE HA IDO CONSOLIDANDO EL PROCESO


DE CONSTRUCCIÓN DE CONSENSOS PARA LA TOMA
DE DECISIONES, COMO METODOLOGÍA DE TRABAJO DE IMP?
En este proceso metodológico la relevancia de las voces de quienes participan
y su poder de construirlo y deconstruirlo ha sido una constante. En este sentido
la metodología para construir consensos que se presenta a continuación, es el re-
sultado del acumulado del trabajo, de inquietudes y opiniones de cada una de las
mujeres que han hecho parte de la Alianza Iniciativa de Mujeres Colombianas por
la Paz (IMP), así como de las mujeres que han conformado los equipos de Apoyo
y asesoría metodológica (EAM).
Este trabajo conjunto que es un requisito indispensable de una metodología
participativa para construir consensos; se ha hecho una práctica desde distintos es-
pacios de encuentro, discusión y reflexión. Los principales espacios han sido las
Reuniones con la Comisión política, los talleres de Equipo Nacional, los talleres
regionales, sectoriales y municipales y cada dos años desde la Asamblea Nacional
Deliberativa.
Aparte de los espacios de discusión de las integrantes de la alianza, han sido
determinantes en la construcción y el diseño metodológico, los encuentros para
el intercambio entre la Directora, la Coordinadora y la Comisión Política de IMP
con las personas responsables del diseño metodológico, antes y después de cada
una de reuniones de los equipos de la Alianza. En ellas se entrelazan y se coordi-
nan los requerimientos políticos y de procedimiento de la política.
Estos intercambios de construcción conjunta han hecho posible que las
mujeres de los municipios, regiones, sectores y del nivel nacional, hayan ido
apropiando esta metodología de construcción de consensos, como un medio
fundamental en sus procesos de discusión y concertación sobre la política –den-
tro y hacia fuera de IMP–, la planificación de estrategias y acciones para llevar
a cabo éstas decisiones y las necesidades organizacionales que el proceso ha re-
querido.
Todo lo anterior, siempre partiendo de la base del análisis de los contextos na-
cional y local debido a las marcadas diferencias en la manera como se expresa el
conflicto o se ejercen las políticas públicas a estos dos niveles. Por ello, los ejer-

567
PATRICIA BURITICÁ CÉSPEDES, ANGÉLICA ACOSTA TÁUTIVA

cicios de análisis han sido fundamentales a nivel metodológico y político para la


toma decisiones de este colectivo.

2.1. ¿Por qué trabajar con metodologías participativas para construir


consensos?
Desde el 2002 este grupo de mujeres fue acompañado y asesorado a nivel me-
todológico por un equipo (EAM8), conformado por Caroline Moser, María Eu-
genia Vásquez y Angélica Acosta, quienes a través de metodologías participativas,
apoyaron el fortalecimiento de este colectivo en dos puntos que se resumieron en,
«dificultades de trabajar en forma conjunta, y debilidades metodológicas para
conducir procesos de construcción de acuerdos, planeación y organización nece-
saria para culminar el proyecto» (Moser, Acosta y Vásquez, 2006).
En este sentido, la decisión de optar por una metodología con enfoque par-
ticipativo respondió en primer lugar al desafío de trabajar en el fortalecimiento
técnico y en la cohesión de este grupo conformado por mujeres diversas con múl-
tiples intereses y liderazgos, para quienes también, el trabajo como aliadas cons-
tituía un reto. En este momento en IMP confluían –campesinas, sindicalistas,
afrocolombianas, indígenas, jóvenes y académicas– con fuerte liderazgo y accio-
nar político desde sus distintas organizaciones. También había varias mujeres re-
presentantes de más de una organización.
En segundo lugar, la elección fue motivada por el trasfondo político que tiene
la metodología participativa: «ofrece a las personas la oportunidad de incluir su
voz, aumentar su capacidad para actuar y lograr representación» (Moser, Acosta y
Vásquez, 2006). Es decir es una metodología que promueve la participación para
la toma conjunta de decisiones, con miras a la transformación de condiciones que
afecten colectivos.
En este sentido se puede decir que la metodología promueve una partici-
pación-concertación en busca de una participación-modo de vida 9. En el primer
concepto porque «coloca el acento en la construcción colectiva de acuerdos en
torno a objetivos comunes y a los medios para alcanzarlos. Dos ideas son centra-
les de en esta noción: el pluralismo y la intervención directa de la ciudadanía en
el análisis de su entorno y en la toma de decisiones acerca de cómo actuar para
conseguir objetivos compartidos» (Velásquez, González, 2003).
Respecto al segundo concepto que se puede entender como el resultado de la
práctica del primero, porque incorpora la participación como pauta de compor-
tamiento en el actuar diario de colectivos e individuos. Según estos autores «la
participación no es concebida como actividad adicional a la rutina, sino como un
valor y una norma social interiorizados que lleva a la gente a involucrarse en di-
námicas colectivas, no tanto para la obtención de un beneficio específico sino

8 Equipo de Apoyo metodológico 2002-2004.


9 ¿Qué ha pasado con la participación ciudadana en Colombia? (Velásquez y Gonzáles, 2003).

568
DERECHO A LA PAZ DE LAS MUJERES A TRAVÉS DE UN PROCESO DE CONSTRUCCIÓN DE CONSENSOS…

por que es bueno hacerlo y de esta forma el colectivo social se beneficia y se for-
talece» (Velásquez, González, 2003).
Es decir la metodología para la construcción de consensos trabajada con IMP,
procura la promoción del ejercicio de la democracia en la práctica, tanto en las ac-
tividades internas de los colectivos que la apropian –en un constante diálogo de
saberes–, como hacia el exterior de éstos, a partir de su empoderamiento, su lu-
cha por una distribución más equitativa del poder y su posibilidad de partici-
pación e incidencia en espacios de decisión. Varios de los principios de las meto-
dologías participativas se pueden consultar en Moser, Acosta y Vásquez, 2006.

2.2. Como se fue construyendo un Marco metodológico-conceptual para


la construcción de consensos
Este marco es el resultado de un trabajo de tres años con múltiples retos por
parte de todas las que participamos de este proceso. Aún hoy en día su aplicación
exige constantes adaptaciones, cambios, innovaciones para dar respuesta al trabajo
de este colectivo que moviliza la acción social en un escenario complejo, dinámico
y con conflicto armado.
Los desafíos fueron y siguen siendo múltiples, ¿Cómo lograr acuerdos con la
diversidad de intereses?, ¿Cómo planificar procesos de manera participativa para
alcanzar los objetivos colectivos?, ¿Cómo facilitar la toma de decisiones democrá-
tica con la premura de cambios rápidos de coyuntura política?; ¿Cómo mantener
los propósitos a pesar de la coyuntura?, ¿Cómo trabajar con la participación ac-
tiva de los niveles municipales, regionales y el nacional?, ¿Cómo trabajar en esce-
narios del conflicto armado en donde el DIH se vulnera constantemente?.
Sin embargo, después de tres años de trabajo entre IMP y el EAM se logró con-
solidar el Marco metodológico-conceptual para la construcción de consensos. Dos
aspectos decisivos para su desarrollo fueron en primer lugar la claridad y apuesta que
teníamos todas las personas involucradas en el proyecto –incluyendo financiadores–
de la necesidad de que el trabajo de IMP fuera un proceso de largo plazo. En segundo
lugar el convencimiento sobre el requerimiento de una metodología flexible que per-
mitiera entender y trabajar en relación a la dinámica del contexto y del grupo.
En este sentido bajo la lógica de proceso, el marco se construyó con base en
cinco herramientas fundamentales, que fueron determinantes en distintas fases del
recorrido de IMP. Cada una de ellas se diseñó para responder a las necesidades de for-
talecimiento interno y de incidencia política de la Alianza en ese momento. Sin em-
bargo, a pesar de ser construido a partir de la experiencia y las particularidades de este
colectivo, es un marco que ofrece utilidad para el apoyo de otros procesos10.
Vale la pena aclarar que estas cinco tipos de herramientas, durante el proceso de
apoyo a IMP se complementaron entre sí y algunas tuvieron la doble función de ser

10 Este Marco se utilizo en el Proyecto Las mujeres Participan y deciden en las políticas públicas, a cargo
de la Corporación Casa de la Mujer Trabajadora.

569
PATRICIA BURITICÁ CÉSPEDES, ANGÉLICA ACOSTA TÁUTIVA

herramientas de análisis y herramientas prácticas de planificación. La manera como


se complementaron durante el proceso se puede consultar en el libro Mujeres y paz,
construcción de consensos. Guía para procesos participativos e incluyentes11.
Estas herramientas y su utilización son resumidas por Moser, Acosta y Vás-
quez en el 2006 así:

TABLA 1
Marco para la construcción de consensos
y herramientas metodológicas básicas
Herramienta de
No. Utilización
construcción de consensos
1 Marco analítico para la cons- Presenta un panorama del proceso completo de construc-
trucción de consensos ción de habilidades para construir consenso.
2 Etapas (escalera) para la cons- Identifica las seis etapas del proceso para obtener consenso:
trucción de consensos construye identidad colectiva, fortalece las organizaciones
y sus habilidades, acuerda una agenda; difunde, establece
interlocución y, negocia con otros, los componentes espe-
cíficos de esta agenda.
3 El triángulo de poder Distingue entre tres niveles: técnico, institucional y polí-
tico, interrelacionados para fortalecer la capacidad de aná-
lisis de las organizaciones para trabajar unidas y lograr con-
sensos.
4 Herramientas metodológicas Describe la gama de herramientas metodológicas parti-
participativas cipativas utilizadas para desarrollar el proceso en seis etapas
5 Herramientas participativas de Introduce los cuatro principios básicos de la negociación,
negociación junto con las herramientas visuales relacionadas con dos
principios.
Fuente: Moser, Acosta y Vásquez, 2006.

En el presente artículo nos enfocaremos en explicar las tres primeras: Marco


analítico para la construcción de consensos, Etapas (escalera) y Triángulo de po-
der. Para una mayor ampliación de las herramientas 3 y 4, consultar Moser,
Acosta y Vásquez 2006.
Respecto a la herramienta «Triángulo de poder» es necesario aclarar que den-
tro del proceso con IMP fue importante tanto como herramienta de análisis,
como herramienta de planificación. Por esta razón empezaremos explicándola en
relación a su utilidad analítica y por los aportes generales que aún hace a la
Alianza para entender y construir continuamente prácticas democráticas a su in-
terior.
Posteriormente explicaremos las herramientas «Marco analítico», la de «Eta-
pas» (escalera) para construir consensos y de nuevo el «Triangulo de poder» en sen-

11 Moser, Acosta y Vásquez (2006).

570
DERECHO A LA PAZ DE LAS MUJERES A TRAVÉS DE UN PROCESO DE CONSTRUCCIÓN DE CONSENSOS…

tido práctico, esta vez todas ellas enfocadas en describir su contribución en la con-
secución de algunas etapas del proceso de IMP que condujeron a sus logros polí-
ticos.

2.3. Triángulo de poder como herramienta de análisis constante sobre


la democracia interna en IMP
Desde el inicio del apoyo metodológico en el 2002 fueron múltiples las herra-
mientas empleadas para facilitar acuerdo entre las mujeres de IMP, sin embargo en
la actualidad y haciendo una lectura reflexiva del proceso se puede afirmar que la he-
rramienta que mejor recoge el sentido de la construcción de consensos como una
práctica democrática de un colectivo, es el «Triangulo de poder»12.

DIAGRAMA 1
El «Triángulo de poder»: tres niveles de intervención del marco analítico
para construir consenso

Fuente: Moser, Acosta y Vásquez, 2006.


Esta herramienta desarrollada por el EAM «para contribuir al fortalecimiento
de las actividades internas para construir consensos» (Moser, Acosta y Vásquez,
2006) identificaba tres componentes que una agrupación debía tener presente
para llevar a cabo sus acciones sociales. El primero es el componente político, el
segundo el técnico y el tercero el institucional u organizacional.
Como en el 2006 lo explican Moser, Acosta y Vásquez el componente polí-
tico se refiere al «conjunto de conceptos analíticos, que se construyen y aclaran en-
tre las personas del grupo y cuyo contenido es el resultado de acuerdos». Por su
parte el componente técnico «corresponde a los procedimientos de la política y de

12 Bautizada por Roció Pineda en ese Momento integrante de La Comisión Política.

571
PATRICIA BURITICÁ CÉSPEDES, ANGÉLICA ACOSTA TÁUTIVA

la planificación y se hace capacitación técnica para realizarlos». El tercero, el ins-


titucional «identifica y apoya las estructuras institucionales descentralizadas para
facilitar la toma de decisiones más democrática».
Haciendo una reinterpretación de esta herramienta y tomando como base
el trabajo desarrollado en la práctica por el EAM durante el apoyo metodoló-
gico, se puede decir que el político, que correspondería a los conceptos que lle-
nan de significado el accionar político de una organización, requiere ser acor-
dado con la participación y representación de todos los miembros de este
colectivo. Por su lado, el técnico que corresponde a la planeación sobre como lle-
var a cabo las acciones políticas, requiere de la capacitación como medio para
participar mejor de forma colectiva en su definición. El tercero o institucional
propende por apoyar el trabajo de los que tienen menos acceso a la toma de de-
cisiones con el fin de empoderarlos y garantizar una distribución más equitativa
del poder.
En segundo lugar como lo afirman en el 2006 Moser, Acosta y Vásquez, es-
tos tres componentes se interrelacionan, lo que en la práctica implica que las de-
cisiones políticas están en relación estrecha con lo técnico y con lo institucional.
Es decir que los tres niveles requieren de intercambio y coordinación constante
para la decisión, desde un modelo horizontal de retroalimentación.
En este sentido, la metodología para la construcción de consensos desarrolló
aportes para fortalecer la democracia interna de IMP en la práctica, pero también
puede contribuir a los procesos de otros colectivos.

2.4. Logros políticos de IMP a partir de un Marco de construcción de


consensos
En esta sección sólo mencionaremos algunos de los logros más importantes de la
Alianza Iniciativa de Mujeres Colombianas por la Paz que han tenido impacto na-
cional. Entre ellos destacamos: (1) IMP como constructoras de una agenda de paz de
las mujeres en Colombia y gestoras de la primera Constituyente de mujeres del país o
Constituyente Emancipatoria. (2) IMP como interlocutoras y negociadoras de una
agenda de paz. (3) Mujeres que inciden en políticas públicas hacia la paz. (4) Mujeres
que definen sus lineamientos políticos desde la construcción de consensos.
Para cada uno de estos logros mencionaremos de manera general el proceso
metodológico que fue trabajado y algunas de las herramientas del marco meto-
dológico-conceptual determinantes de este proceso.

2.4.1. IMP como constructoras de una agenda de paz de las mujeres en


Colombia y gestoras de la primera Constituyente de mujeres del país:
«Constituyente Emancipatoria»
En el 2002 IMP se propone como objetivo la construcción de una agenda
básica de paz como producto del consenso de las organizaciones de la Alianza. En

572
DERECHO A LA PAZ DE LAS MUJERES A TRAVÉS DE UN PROCESO DE CONSTRUCCIÓN DE CONSENSOS…

este sentido iniciaba un proceso para construir el primer instrumento político de


IMP hacia la paz de Colombia.
Para ello se trabajó sobre una metodología que permitiera a la Alianza tener un
instrumento de intervención en la paz, a partir de la construcción de consensos en-
tre mujeres de las regiones, sectores y del nivel nacional que hacían parte de IMP.
Sin embargo, la dificultad de consensuar intereses distintos en un sólo ins-
trumento político, hicieron que el EAM generara herramientas conceptuales y de
planificación que permitieran llevar a cabo este proceso de una manera democrá-
tica. Una de las herramientas más importantes a nivel conceptual para este pro-
ceso fue la distinción hecha por Caroline Moser entre Agenda básica y Agenda
máxima, ante la riqueza de intereses diversos y la necesidad de construir algunos
puntos en común. «En la Agenda básica las mujeres de IMP identificarían sus
puntos en común y en la Agenda Máxima se reunirían sus distintas identidades»
(Moser, Acosta y Vásquez 2006).

DIAGRAMA 2
El marco analítico para construir consenso,
base de la metodología participativa

Fuente: Moser, Acosta y Vásquez, 2006.

A nivel metodológico fueron relevantes dos herramientas del Marco meto-


dológico-conceptual para la construcción de consensos. La Primera herramienta,
el «Marco Analítico», fue la base de la metodología que permitió con una sola mi-
rada entender la lógica general del proceso desde la meta hasta los posibles im-
pactos. También facilitó la definición más focalizada de los objetivos de IMP en
relación a los resultados esperados. Igualmente facilitó diferenciar las estrategias

573
PATRICIA BURITICÁ CÉSPEDES, ANGÉLICA ACOSTA TÁUTIVA

por su carácter interno y externo de acuerdo a las personas de las que dependía su
cumplimiento. Esta herramienta fue fundamental en la capacitación sobre la pla-
nificación participativa.
La segunda herramienta fue la «Escalera» o etapas para la construcción de con-
sensos que permitió entender y abordar la construcción de una agenda básica de paz
como un proceso en el que IMP debería cumplir varias etapas para, asegurar al
mismo tiempo, un desarrollo de la democracia a nivel interno. Las etapas diseñadas
para construir y consolidar la agenda de paz se aprecian en el siguiente gráfico:

DIAGRAMA 3
Etapas construcción de consenso para la agenda básica

Fuente: Moser, Acosta y Vásquez, 2006.

En el transcurso de estas etapas se facilitó la construcción de una identidad


común en torno a la paz desde las mujeres. Se capacitó desde la acción en la im-
portancia de la planificación participativa y detallada de los distintos eventos na-
cionales, regionales y sectoriales que conducirían a la construcción de la agenda y
su ratificación en la Constituyente Emancipatoria. Se facilitó la construcción de
propuestas para la agenda desde las discriminaciones de las que eran víctimas las
mujeres en las regiones. El enfoque desde la discriminación fue elaborado por la
Comisión Política de ese momento.
Como resultados se obtuvieron 600 propuestas que después de dos fases
de síntesis llegaron a 69 las cuáles debían ser debatidas y priorizadas por la Pri-
mera Constituyente de mujeres en el país o Constituyente Emancipatoria de
mujeres.
Este acto político fue desarrollado entre aproximadamente 300 mujeres de
IMP a través una metodología participativa para construir consensos. Tanto el

574
DERECHO A LA PAZ DE LAS MUJERES A TRAVÉS DE UN PROCESO DE CONSTRUCCIÓN DE CONSENSOS…

proceso de construcción de agenda –de aproximadamente nueve meses–, como el


proceso constituyente –que duró 5 días– permitieron la construcción de una
agenda de paz de 12 puntos.
Este proceso y su producto principal se constituyeron en logros para Alianza
en tres sentidos: por un lado consagró y posicionó a las mujeres de IMP como
constituyentes primarias en el país, por otro como mujeres que concretaron una
agenda de paz y en tercer lugar como un colectivo que lograba impacto político a
través de metodologías participativas de construcción de consensos13.

2.4.2. IMP como interlocutoras y negociadoras de una agenda de paz


Después de la construcción de la agenda de paz como instrumento político,
las mujeres de IMP inician un proceso para dar a conocer y apropiar la agenda. A
este proceso se le llamó difusión y convalidación y tuvo como propósito devolver
a las regiones el resultado del acuerdo nacional y llenarlo de contenido desde la re-
alidad que vivían estas mujeres en las regiones.
Este proceso fue indispensable antes de iniciar la etapa de interlocución y ne-
gociación de la agenda que consistía en dar a conocer este instrumento a autori-
dades civiles municipales, departamentales y nacionales con el propósito de lograr
incluir algunos puntos en las políticas públicas de estos niveles.
La interlocución y negociación eran unos de los primeros procesos que em-
prendía la alianza, que no dependía únicamente de la voluntad de las mujeres de
IMP, sino también de actores externos. Esta característica generó la necesidad de
construir herramientas que contribuyeran al análisis y capacitación para enfren-
tar estos procesos.
Con este fin el EAM adaptó la herramienta «Triangulo de poder» para que
sirviera de marco de análisis de los procesos de interlocución y negociación, y a su
vez para que a través de ella en las regiones y municipios lograran planear la in-
terlocución con la agenda. La adaptación de esta herramienta consistió, en palabras
de Moser, Acosta y Vásquez en el 2006, en preguntar por el componente político a tra-
vés del ¿Para qué? se quería la interlocución y con que propósito político se hacía. Por
el componente técnico con el ¿Cómo? es decir como se piensa proceder para conseguir
el propósito político. Finalmente por el componente institucional con el ¿Con quie-
nes?, que correspondía a identificar las y los aliados para lograr una interlocución con
mayor impacto.
También esta herramienta permitía ubicar si la interlocución era por que
IMP la ofrecía a los alcaldes y gobernadores (oferta) o si estos pedían su colabo-
ración (demanda). Esta distinción marcaba la estrategia de la interlocución. Ver
siguiente diagrama:

13 Por este proceso IMP fue invitada en dos constituyentes departamentales a hacer aportes sobre la me-
todología.

575
PATRICIA BURITICÁ CÉSPEDES, ANGÉLICA ACOSTA TÁUTIVA

DIAGRAMA 4
Puntos de oferta y demanda para la interlocución en niveles técnico,
institucional y político

Fuente: Moser, Acosta y Vásquez, 2006.

Los logros políticos de IMP en estos procesos fueron fortalecer la identidad


de las mujeres de IMP a partir de 12 puntos de la agenda; dar a conocer la agenda
en todos los municipios y departamentos en donde IMP tenía trabajo; planificar
y llevar a cabo desde las regiones estrategias de interlocución y negociación con
autoridades civiles locales. En todos los municipios donde IMP tenía trabajo las
mujeres propiciaron espacios con alcaldes para hablar de su agenda y en algunos
casos consolidaron pactos. Sin embargo hubo muchas dificultades para que fuera
posible incluir uno o varios puntos en las políticas públicas locales.

2.4.3. Mujeres que inciden en políticas públicas hacia la paz


Ante las dificultades de lograr influir de manera concreta en las políticas pú-
blicas nacionales y locales desde la perspectiva de la paz, IMP desde el 2004 hasta
el momento viene trabajando en el proceso de incidencia política.
Como se mencionó durante el texto, la incidencia en políticas públicas se en-
foca en la construcción de paz y en «la defensa de los derechos a la verdad, la jus-
ticia, la reparación y garantías de no repetición, de todas las víctimas del conflicto
armado y en especial de las mujeres víctimas sobrevivientes»14. En este proceso la
agenda de paz sigue siendo un instrumento político relevante para IMP.

14 Definiciones políticas hechas en Asamblea Nacional Deliberativa, IMP 2007.

576
DERECHO A LA PAZ DE LAS MUJERES A TRAVÉS DE UN PROCESO DE CONSTRUCCIÓN DE CONSENSOS…

Debido a que IMP enfoca su accionar en este proceso, se hace cada día más
relevante la definición de incidencia para IMP. Esta definición se construye ante
la necesidad identificada por la asesoría metodológica de que el grupo en general
tuviera una misma noción del concepto y por recomendación de la evaluación ex-
terna del proyecto 2004-2006.
La idea con esta definición fue la de aportar a la discusión insumos concep-
tuales y en algunos casos teóricos que a partir de su adaptación al proceso, se con-
virtieran en conceptos operativos que facilitaran el debate y permitieran cons-
truir una mayor claridad política al grupo. Es importante mencionar que meses
atrás la Alianza había pasado por una crisis derivada de posturas políticas distin-
tas por su participación e incidencia en algunos espacios de toma de decisiones.
Siguiendo el principio del «Triangulo de poder» de construir conceptos ana-
líticos que marquen lo político a partir de consensos, la definición de incidencia
fue construida de manera participativa por la Comisión política de IMP en el
2007, consultada a las mujeres de los municipios y trabajada por la Asamblea Na-
cional Deliberativa de IMP del mismo año, quien la ratificó.
Una vez se tuvo esta definición se hizo necesario identificar las estrategias que
IMP utilizaba para incidir en sus procesos con el fin de que estas fueran consul-
tadas a las mujeres de la Alianza para conocer su acuerdo o desacuerdo. En este
sentido la Asesora metodológica que retoma el trabajo con IMP en el 2007, cons-
truye la matriz de estrategias de incidencia en IMP, la cual fue consultada a nivel
municipal y a la Comisión Política que la aprobó. Con base en esta matriz se fa-
cilitaron las discusiones regional y municipal en la definición de los principios po-
líticos de la Alianza.
Varios de los logros a nivel de incidencia política de los últimos años por
parte de IMP han sido: la participación de aproximadamente 2015 mujeres de
IMP elegidas en los Consejos Territoriales de Planeación Departamental y Muni-
cipal16 y 13 concejalas municipales con miras a incidir desde su agenda de paz en
las políticas públicas locales y Nacionales que se definen en los Planes de Desa-
rrollo17. Consecuencia de este proceso, las mujeres de IMP han ganado en lide-
razgo regional y municipal, se han formado con herramientas prácticas para faci-
litar su incidencia en estos planes y han desarrollado estrategias propias y
particulares pertinentes a cada localidad, que ha enriquecido el proceso de inci-
dencia en dichos planes. Varias de ellas son consultadas por alcaldes o goberna-
dores sobre temas de mujer y paz.

15 Tomado de la exposición de Patricia Buriticá en Memorias reunión de Equipo Nacional de IMP abril
10 y 11 del 2008.
16 Que son las principales instancias de participación de las organizaciones sociales en los Planes de De-
sarrollo Municipal. También existen a nivel Departamental y Nacional.
17 Los Planes de Desarrollo que son el instrumento que los gobernantes deben construir con partici-
pación de varias instancias del municipio, entre ellas las organizaciones sociales y comunitarias. Estos planes
son el instrumento político donde se definen y consigan las prioridades a trabajar en cada municipio, depar-
tamento o a nivel nacional.

577
PATRICIA BURITICÁ CÉSPEDES, ANGÉLICA ACOSTA TÁUTIVA

DIAGRAMA 5
Matriz de estrategias de incidencia
Estrategias de Incidencia Ejemplos
Concepto que La incidencia puede hacerse a tra-
puede servir de re- vés de:
ferencia: Acciones de presión: Ejemplos:
Es un proceso de búsqueda de transformación de • Foros críticos
transformación so- condiciones de desfavorabilidad • Marcha contra la guerra
cial de aquellas po- así como de políticas públicas que • Marcha de Barranquilla
líticas, prácticas e las mantengan, desde posiciones • Interpelaciones a leyes que son peticiones
ideas que perpe- y acciones críticas que pueden y exigencias de aclaración o cambio de al-
túan exclusión o modificar la acción de los actores gún aspecto o de toda una ley.
subordinación de que las mantienen y/o generan.
las mujeres18. SIN entablar diálogo directo con
ellos.
Interlocución con actores: Ejemplos:
Para IMP es: búsqueda de transformación de • Incidir en Instancias de decisión a través
Transformar situa- condiciones de desfavorabilidad de la participación directa de las mujeres,
ciones desfavora- y/o políticas públicas que las tanto comprometiendo actores con poder
bles de las mujeres mantengan, desde posiciones y de decisión con la agenda de mujeres por
en el marco del acciones críticas expresadas Me- la paz, como apoyando la inclusión de las
cumplimiento de diante o CON el diálogo directo mujeres en éstas instancias para que influ-
los objetivos de con actores que las mantienen y/o yan en la transformación de las condicio-
IMP, actuando de generan para modificar sus accio- nes de desfavorabilidad.
manera deliberada nes o decisiones. • Ejemplo incidencia en los planes de desa-
y planeada con di- rrollo desde la participación en el Consejo
ferentes actores y municipal de planeación como compro-
en escenarios metiendo alcaldes y funcionarios (Ediles,
donde se toman las Presidentes de JACs, concejales, etc).
decisiones19. Acciones de presión + Interlocu- Ejemplos:
ción IMP hace incidencia desde la movilización,
Búsqueda de transformación de interlocución, hasta la participación en ins-
condiciones de desfavorabilidad tancias de decisión como:
y/o políticas públicas que las • Marcha del Putumayo
mantengan, mediante grupos de • Teniendo una comisionada como represen-
presión e Interlocución directa tante de la Sociedad Civil en la CNRR
con actores con poder de deci- • Desde IMP haciendo informes críticos,
sión. documentando casos de víctimas y partici-
pando desde una posición crítica hacia la
consecución de un marco de derechos de
las víctimas en el marco de «Verdad, Justi-
cia, Reparación y No repetición».

Fuente: Acosta, Angélica. 2007

18 Adaptada de la definición de Just Associates. Taller de incidencia feminista. San Salvador 2003 en
(Suárez Danilo 2006).
19 Definiciones políticas hechas en Asamblea Nacional Deliberativa, IMP 2007.

578
DERECHO A LA PAZ DE LAS MUJERES A TRAVÉS DE UN PROCESO DE CONSTRUCCIÓN DE CONSENSOS…

También a nivel nacional IMP está siendo consultada para dar recomenda-
ciones a una política de protección a mujeres víctimas de desplazamiento forzado
en la que la Corte Constitucional exige al gobierno nacional a generar políticas
públicas que den respuesta a la dimensión del problema20.
Con el mismo propósito de proteger a las víctimas, IMP interpuso una tutela
que fue aprobada este año en la que obliga al estado a diseñar un Plan de protec-
ción a víctimas con perspectiva de género. Frente a este la Alianza debe presentar
algunas recomendaciones.
En los dos casos anteriores IMP para afianzar el contenido de estas acciones
está adelantando un proceso de consulta para que las regiones desde sus necesi-
dades e intereses contribuyan a la definición de estos productos.

2.4.4. Mujeres que definen sus lineamientos políticos desde la construcción de


consensos
Frente a algunas dificultades internas de la Alianza que generaron una crisis
en el 2007 por posturas políticas disímiles respecto a la incidencia y por el re-
clamo de una mayor participación en las decisiones por parte de la regiones y los
sectores, la alianza decide iniciar un proceso de reflexión, deliberación y toma de
decisiones respecto a sus definiciones políticas, de funcionamiento y éticas, lla-
mado Proceso de Asamblea Nacional Deliberativa de IMP 2007.
Este proceso tuvo como objetivo evaluar el trabajo de IMP hasta ahora, así
como identificar las causas que conllevaron a esta situación, con el fin de trazar es-
trategias que permitieran superarlas y disminuir su impacto en la cohesión de la
alianza. En él participaron mujeres de distintas regiones y municipios del país,
vinculadas a los procesos de IMP. Este proceso se desarrolló durante 4 meses en
constante coordinación con representantes de la Alianza de los niveles nacional,
regional y municipal. A nivel nacional el trabajo se desarrolló en interlocución di-
recta con la Comisión Política en esos momentos con carácter de Dirección Tran-
sitoria (DT), quienes fueron construyendo las decisiones del proceso Asamblea,
desde su rol de Comisionadas políticas nacionales, así como de representantes de
sus distintas regiones y puentes de información y articulación del proceso entre lo
Nacional y lo Municipal.
Durante estos meses mujeres de los 54 municipios fueron consultadas sobre
definiciones políticas de la alianza, de estructura de funcionamiento y valores que
a su juicio deberían dar pautas a este colectivo. Como en los otros procesos de tra-
bajo a nivel municipal y regional se elaboró una guía metodológica con unas he-
rramientas que facilitan la participación y la consignación de manera sistemática
de los consensos y disensos.
Para garantizar la transparencia del proceso todos los insumos municipales
fueron incluidos en los escenarios de decisión política y de planificación del

20 Para mayor ampliación de esta información ver Auto 092 del 2008. Corte Constitucional Colombiana.

579
PATRICIA BURITICÁ CÉSPEDES, ANGÉLICA ACOSTA TÁUTIVA

evento Asamblea Nacional Deliberativa de IMP, mediante su sistematización y


producción de tablas de resultados hechas por la asesora metodológica. Tanto el
proceso como el evento se diseño y realizó con base en la metodología de cons-
trucción de consensos.
En este evento 115 mujeres delegadas tuvieron el mandato de las mujeres de
sus municipios de tomar las decisiones finales del proceso. El trabajo de La Di-
rección Transitoria, las Encargadas Políticas que la integraban, así como el de cada
una de las participantes tanto al evento como en el proceso fue determinante y se
destacó por el nivel de cooperación y compromiso de los distintos equipos de
IMP definir el futuro de la alianza.
Los principales logros a nivel político fueron en su respectivo orden: la claridad
y construcción de consenso en principios políticos, la construcción de código de
ética y de la estructura administrativa de IMP, la participación de las mujeres de las
regiones y municipios, así como sus opiniones en la toma de decisiones, que algunas
mencionaron como «reconocimiento como interlocutoras», la Construcción demo-
crática y deliberación como proceso de toma de decisiones en IMP, Posicionamiento
y reconocimiento de la alianza a nivel nacional y local21 (Acosta, 2008).
Entre las principales dificultades a nivel político se mencionaron: la coyuntura
electoral en las regiones en los mismos momentos que ocurría el proceso de Asam-
blea Nacional Deliberativa, a nivel particular en una región las dificultades de co-
municación, otro fue la necesidad de resolver la relación entre instancia «Asamblea»
y «Constituyente» y finalmente se mencionó que con la participación de 115 dele-
gadas, quedaron por fuera mujeres con gran capacidad de liderazgo (Acosta, 2008).
En resumen, este proceso instituyó unos acuerdos fundamentales para la
Alianza. Muestra de ello son los principios políticos que pueden verse a continuación.

TABLA 2
Principios políticos de IMP
Definiciones Políticas de IMP construidas en la Asamblea Nacional Deliberativa 2007
Principios políticos de IMP
• MP no avala ninguna forma de violencia.
• IMP interpela al Estado de una manera critica desde una perspectiva de los DDHH, DDHH de
las mujeres, DIH, y los derechos a la verdad, la justicia, la reparación y garantías de no repetición.
• IMP incide con la agenda de mujeres por la paz, mediante la interlocución y la participación di-
recta, activa y autónoma en los espacios y actores que toman decisiones. Define como estrate-
gias de acción la movilización, los medios de comunicación, actos simbólicos y todas las expresio-
nes públicas que conduzcan al logro de sus objetivos.
• IMP toma decisiones con base en procesos participativos de construcción de consensos (partici-
pación, deliberación, representación)

Fuente: IMP, Definiciones políticas de IMP. 2007

21 Estos son los resultados de la sistematización de la Evaluación de la Asamblea Nacional deliberativa


con base en las opiniones de las mujeres del nivel regional y municipal que participaron del proceso.

580
DERECHO A LA PAZ DE LAS MUJERES A TRAVÉS DE UN PROCESO DE CONSTRUCCIÓN DE CONSENSOS…

A MODO DE CONCLUSIÓN
En este proceso de logros y dificultades, esfuerzos, compromisos y suma de
capacidades y voluntades políticas por incidir en la paz de Colombia, desde
una propuesta y una práctica democrática, los retos han sido y siguen siendo
múltiples.
Nos hemos dado cuenta de la dificultad de practicar la democracia en nues-
tro día a día. Sin embargo, creemos que en nuestro país la promoción de construir
acuerdos, de negociar, de participar de las decisiones, todo ello desde la diversidad
y el derecho a opinar distinto, es un camino que nos compromete a todas y todos,
si queremos la solución real al conflicto armado de décadas, así como a ejercer el
derecho a una vida libre de violencia.

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VELÁSQUEZ, Fabio; GONZÁLEZ, Esperanza. 2003. ¿Qué ha pasado con
la participación ciudadana en Colombia?. Fundación Corona. Bogotá, Colombia.

582
Colección
Cuadernos Solidarios

4
El reconocimiento y aplicación efectiva y real de los Derechos Huma-
nos de las Mujeres han de conformar ineludiblemente los procesos de
desarrollo humano sostenibles. Las Políticas de Cooperación españolas
y en concreto desde el ámbito de Género en Desarrollo pretenden con
este II volumen, fomentar y visibilizar por medio de diferentes artículos
y ensayos los avances logrados a través de buenas prácticas en Dere-
chos Humanos de las Mujeres en países tanto de América Latina y Cari-
be como de África. De este modo, se presentarán experiencias protago-
nizadas por mujeres en relación a los derechos humanos a modo de
bloques temáticos como son los derechos económicos, sociales, sexua-
les y reproductivos, civiles y políticos y a una vida libre de violencia.
Profesorado y personal investigador de instituciones de educación
superior como universidades, centros de investigación etc. en España
pero mayoritariamente en países latinoamericanos y africanos, así como
personas involucradas ya sea por actividad profesional o por responsa-
bilidad y compromiso ético y social en el movimiento de mujeres o/y
feministas, dan así voz a los avances logrados por la promoción y defen-
sa de los Derechos Humanos.
La presente publicación ofrece sin duda un importante y valioso
marco práctico-conceptual a partir de múltiples y heterogéneos aportes
cognoscitivos e instrumentos vinculados a la libertad, autonomía y
empoderamiento de las mujeres a la espera de ser intercambiados y
aumentados hacia la consecución de la calidad y efectividad de la Coo-
peración al Desarrollo.

SECRETARÍA DE ESTADO
DE COOPERACIÓN INTERNACIONAL
MINISTERIO
DE ASUNTOS EXTERIORES DIRECCIÓN GENERAL DE
Y DE COOPERACIÓN PLANIFICACIÓN Y EVALUACIÓN DE
POLÍTICAS PARA EL DESARROLLO

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