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Teoria de Los Obejtivos

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3.1.

Funcionamiento del modelo de negocio de las aplicaciones móviles de Economía

Colaborativa del sector taxi

3.1.1. Origen del término “Economía Colaborativa”

Para Villa & Lopera (2020) los primeros en hablar del término indicado fueron

Marcus Felson y Joe L. Spaeth, cuando en el año 1978 publicaron un artículo

llamado “Estructura de la comunidad y consumo colaborativo: un enfoque de

actividad de rutina", en la revista American Behavioral Scientist. La cual, pasó

despercibida hasta que, en el año 2011, la revista “Time” publicó un artículo

sobre las 10 ideas que cambiarán el mundo, donde se incluyó dicho artículo.

Asimismo, Bustamante (2019) ha indicado que el citado término nuevamente

fue usado por Ray Algar en 2007, en su artículo “Collaborative Consumption”.

Aunque, recién se hizo popular en el año 2010 con la publicación del libro

“What's mine, in yours: The rise of Collaborative Consumption”, de Rachel

Botsman y Roo Rogers. Es por este motivo que muchos autores indican que

estos son los primeros en hablar del término Economía Colaborativa; sin

embargo, como se advierte, ello no es así.

3.1.2. Causas del origen y del desarrollo de la Economía Colaborativa

En cuanto al origen de la Economía Colaborativa, en la doctrina se distinguen

una serie de causas a partir de las cuales se habría gestado. Al respecto,

Espinosa Fernández (2018) ha sistematizado de una mejor manera a la mayoría

de las causas aceptadas por otros autores. Así, al citar a Sundararajan, ha

indicado que las causas de aparición de la Economía Colaborativa pueden ser

clasificadas por tener un carácter positivo, negativo o neutro para la sociedad,

según se explica:
A. Causas de carácter positivo

a. El cambio de mentalidad de la sociedad hacia un uso más racional de

los activos: La citada autora ha indicado que, según varios estudios,

muchos activos no son utilizados en su máxima capacidad, como por

ejemplo los vehículos; los cuales son utilizados en aproximadamente 1%,

pues mayormente son guardados, frente a lo cual la Economía

Colaborativa incrementa la tasa de utilización de los vehículos. Otro

ejemplo son las habitaciones, pues muchas de ellas antes estaban vacías;

pero, con las plataformas de Economía Colaborativa se ha ido

proporcionando una mayor eficiencia a las mismas.

b. Cambio de la sociedad en la forma de vivir hacia una mayor

seguridad entre individuos, menor criminalidad y mayor confianza

hacia los demás: Según la autora, en virtud a este cambio se ha generado

un avance en la tecnología y las redes sociales, donde se puede obtener

información del historial personal y profesional de las personas de forma

rápida, por ejemplo, a traves de “Linkedin”, “Facebook”, etc. Bajo ese

mismo esquema, las plataformas de Economía Colaborativa, también

proporcionan a sus usuarios la información de las personas que obran en

sus plataformas tecnológicas dando así mayor grado de cofianza a sus

usuarios. Por ejemplo, la autora citó a la plataforma “Airbnb”, que obliga

a sus usuarios a crear un perfil donde deben incluir foto, oficio, edad e

intereses.

c. Explosión del Internet: Según la autora, en estos ultimos años se ha

dado una innovación en las nuevas tecnologías y ello ha facilitado el

intercambio de productos y servicios con desconocidos, cuando antes


esto era imposible, pues se ha reducido los costes de información y

coordinación de la actividad económica. Es así que, las plataformas de

Economía Colaborativa llevan a cabo su modelo de negocio a través de

aplicaciones móviles, en virtud al avance de este tipo de tecnología y del

uso reiterado de los Smartphones por las personas.

B. Causas de carácter negativo

a. La reciente crisis económica y financiera vivida a nivel global, que ha

llevado a la población a un nivel de vida más moderado: Según la

autora, la sociedad está buscando reducir sus gastos y busca por sobre

manera ganar un sueldo extra a través de estas plataformas. Así, puso

como ejemplo de este nuevo estilo de vida, cuando las personas prefieren

alquilar un alojamiento de la aplicación móvil “Airbnb”, aun sabiendo

que un hotel ofrece un servicio más completo y con más facilidades,

debido al precio más bajo.

b. Preocupación de la sociedad del siglo XXI acerca del impacto

negativo de los altos niveles de producción industrial para el medio

ambiente: Según la autora, muchos usuarios de estas plataformas las

prefieren frente a la economía tradicional, debido a que ayudan a la

reducción de los niveles de contaminación medioambientales, pues

supone una menor producción industrial de nuevos activos. Ya que, la

Economía Colaborativa ofrece, de algún modo, mercados de segunda

mano. Aunque, la autora indica que esto puede ser relativo, pues en el

caso de las plataformas de vehículos como “Uber” no se frenaría la

contaminación, sino, que incentivaría a usar más estos medios y a que se

dañe el ambiente a un costo incluso menor.


C. Causas de carácter neutro

a. Cambio de mentalidad en la sociedad del siglo XXI sobre la

satisfacción y el nivel social que no vendría determinado por el

número de activos que se poseen, sino por el acceso a experiencias

vividas: Para explicar esto, la autora citó la frase “El acceso es más

importante que la posesión” y puso como ejemplo el hechho de que antes

era un símbolo de alto estatus el tener un vehículo; en cambio, ahora las

generaciones recientes ven como un símbolo de mayor estatus el no

poseer ningún vehículo, sino más bien usar plataformas de transporte

cuando lo necesitan. Es decir, hoy en día las personas ya no buscan

seguir comprando nuevos activos para demostrar su nivel social, sino

consumir colaborativamente bienes para vivir experiencias diferentes al

resto.

b. Posibilidad de un trabajo flexible y con menos jerarquía que las

grandes corporaciones: Según la autora, en el siglo XXI las personas

están buscando cada vez más que no exista mucho control por las

organizaciones y/o cargos superiores en los empleos, siendo que las

plataformas de Economía Colaborativa ofrecen esta posibilidad. Así, se

puso como ejemplo a los conductores de Uber, los cuales tienen horarios

flexibles, sin tener que seguir horarios o reglas rígidas de un tercero

como tal (Martínez, 2018).

3.1.3. Definición de modelo de negocio

Pacheco Veliz (2020) ha recolectado una serie de definiciones acerca del

término modelo de negocio. Así, en primer orden, cita a Rajala & Westerlund

(2005) para definirlo como la manera de una empresa para crear valor para los
clientes y cómo convierte las oportunidades del mercado en beneficios a través

de grupos de actores, actividades y colaboraciones. En segundo orden, cita a

Osterwalder y Pigneur (2012) para definirlo como las bases sobre las cuales

una empresa crea, brinda y capta valor; o como la descripción de valor que una

empresa ofrece a uno o varios grupos de consumidores, comprendiendo así la

arquitectura de la empresa y su red de socios. Finalmente, cita a Applegate

(2017) para brindar otra definición, en el ssentido de referirse a cómo una

empresa u organización interactúa con su entorno para definir su estrategia, los

medios de atraer recursos y desarrollar las capacidades para ejecutar su

estrategia; buscando crear valor para sus grupos de interés.

3.1.4. Definición de Economía Colaborativa

Se ha podido advertir que no existe una definición única acerca de la Economía

Colaborativa, ya que a lo largo de los años se ha seguido redifiniendo en

atención a la evolución de la tecnología y del pensamiento humano.

Dentro de las definiciones encontradas llama la atención que la Unión Europea

sea una de las pocas entidades estatales que, a nivel internacional, haya

proporcionado una definición al respecto.

Así, la Comisión Europea (2016) la define como un modelo de negocio que

permite realizar actividades comerciales mediante plataformas colaborativas,

bajo el uso temporal de bienes y servicios, donde existen tres actores: i) los

prestadores de servicios particulares o profesionales; ii) los usuarios y iii) los

intermediarios que, mediante una plataforma colaborativa tecnológica conectan

a los primeros con los segundos, facilitando la transacción entre ellos, donde no

necesariamente hay cambio de propiedad y que puede darse lucrativamente o

no.
En tanto, en la doctrina se ha encontrado que diversos autores han desarollado

una definición similar. Así, para Díaz - Foncea, Marcuello, & Monreal (2016),

es concebido como un modelo usado para identificar a las nuevas prácticas

económicas donde hay participación u organización colectiva en la prestación

de bienes y servicios, sobre la base de redes horizontales y la confianza entre

los participantes de una comunidad, en vez del uso de instituciones

centralizadas, sumado al uso de tecnologías de la información y la

comunicación.

Del mismo modo, para Buenadicha, Cañigueral, & De León (2017) es un

modelo económico que está generando una nueva modalidad de producción e

intercambio de bienes y servicios, a través de plataformas digitales, basado en

permitir el acceso a los mismos antes que procurar su propiedad. Lo cual, se

viene dando entre personas que tienen activos infrautilizados, desde espacios o

lugares hasta habilidades o conocimientos, a cambio de beneficios monetarios

o no monetarios.

Bajo esa misma línea, Ruiz Valbuena (2019) ha indicado que es un modelo

económico que permite utilizar, compartir, intercambiar e invertir recursos o

bienes, con o sin ánimo de lucro y que no implican un cambio de propiedad. Es

decir, es un nuevo paradigma económico que pone en contacto dos agentes

(consumidores y proveedores) a través de un intermediario, que media en las

transacciones entre ambos (plataformas colaborativas).

En igual sentido, Krieger (2019) la define como una nueva forma de organizar

la economía y el comercio bajo sistemas de colaboración donde una parte, por

general, una empresa organiza la colaboración de sus usuarios en una

plataforma tecnológica o virtual para que estos se conecten y presten servicios


o comercialicen entre sí. Es decir, donde dicho organizador es el intermediador

de un negocio entre particulares bajo un medio virtual, para generar contacto

entre un oferente y un aceptante.

Finalmente, Rodríguez (2020), al citar a Rogers y Botsman, define a la

Economía bajo lo siguiente: i) un sistema de acceso a un bien y/o servicio sin

adquirir su propiedad, permitiendo su mejor uso; ii) con mercados de

redistribución de los bienes menos utilizados hacia las personas que lo

necesitan, permitiendo alargar su vida útil, ganando o no dinero; iii) y bajo una

forma de vida colaborativa, al compartir o utilizar un espacio común, tiempo,

conocimientos, dinero, bienes, etc. Es decir, como una forma de acceso a

bienes y servicios sin tener su propiedad, sino bajo el intercambio o

colaboración y usando plataformas digitales para generar confianza entre los

usuarios.

3.1.5. Clasificación de las aplicaciones móviles de Economía Colaborativa en

general

Al respecto, se ha podido advertir que solo en la doctrina se ha intentado

desarrollar una serie de clasificaciones de las empresas de Economía

Colaborativa. En primer lugar, Miranda (2017) brinda una clasificación de las

citadas empresas desde una perspectiva general. Así, divide a tales negocios

en:

A. Modelos de economía colaborativa en sentido propio o estricto: En este

modelo las empresas prestan un servicio de la sociedad de la información y

en algunos casos un servicio accesorio, como el cobro de un bien o servicio,

mediante el uso de plataformas tecnológicas De esta manera, en operaciones


entre particulares actúan como intermediarias digitales, con los cuales se

celebran con la finalidad última de compartir gastos (operaciones C2C).

B. Modelos impropios o en sentido amplio: En este modelo, mediante el uso

de plataformas tecnológicas o digitales, las empresas brindan un producto o

servicio determinado; pero, en ocasiones pueden brindar o ser considerados

como proveedores de servicios subyacentes o accesorios de forma

profesional y con ánimo de lucro, valiéndose de otros sujetos que con

frecuencia pueden depender laboralmente de ellas (operaciones B2C y B2B)

o pueden solo limitarse a realizar intermediación digital entre sujetos que

prestan un servicio profesional y lucrativamente (operaciones B2C y C2B).

En segundo lugar, Alfonso (2018) brinda una clasificación de dichas empresas

desde una perspectiva específica, en base a la delimitación de modelos de

prestación del servicio y de participantes en la transacción. En virtud a ello, las

citadas empresas se clasifican según lo siguiente:

A. El modelo B2C o Business-to-Consumer: En este, la empresa de

Economía Colaborativa es la titular o la que maneja directamente la

prestación ofrecida en la plataforma digital o tecnológica.

B. El modelo B2B o Business-to-Business: En este, la interacción se realiza

entre las empresas que poseen o manejan el servicio o la prestación.

C. El modelo P2P o Peer-to-Peer: En este los particulares, a través de la

plataforma digital, interactúan y realizan las prestaciones o servicios.

D. El modelo C2B o Consumer to Business: En este, la empresa se beneficia

y paga por los conocimientos o activos de los consumidores.

E. El modelo G2G, Governmentto o Government: En este las instituciones

públicas o estatales interactúan a través de la plataforma tecnológica.


Finalmente, las anterores clasificaciones se complementan con la realizada por

Martínez (2018), desde el punto de vista económico. El cual, delimita a estas

empresas en las que realizan sus actividades con ánimo de lucro y las que no.

3.1.6. Características de las empresas de Economía Colaborativa en general

Para Muñoz (2019), al citar al Dictamen exploratorio 12016/C 303/051 del

Comite Económico y Social Europeo sobre “La cconomía colaborativa y la

autorregulación”, los aspectos característicos que debe tener una actividad para

ser considerada como propia de la Economía Colaborativa son las siguientes:

A. El hecho de que esta práctica no conduce a la propiedad de bienes ni a

su copropiedad, sino a un uso o utilización compartidos: Para el autor

este modelo plantea como idea central el acceder o lograr la posesión de

bienes o servicios, antes que su propiedad. De tal manera que, la propiedad

va a ser sustituida en el fenómeno colaborativo por el acceso o posesión. Lo

cual, permite incluso acceder a bienes y servicios a un precio menor, se

evita la infrautilización y los costes asociados a la propiedad de ciertos

bienes.

B. La intermediación de una plataforma que pone en contacto, en

particular por medios electrónicos, a una pluralidad de predisponentes

de bienes o servicios y una pluralidad de usuarios: Según el autor, el

funcionamiento de este modelo necesita de las plataformas digitales, pues

con estas se permite el contacto continuo entre oferentes y demandantes.

C. El objetivo común de aprovechar mejor los bienes y servicios mediante

su uso compartido: Según el autor, la Economía Colaborativa, también

tiene cierto asidero ideológico vinculado con la sostenibilidad y el correcto


aprovechamiento de los recursos que son limitados, eliminado el actual

consumismo.

D. El hecho de que las partes finales en estos negocios de estructura

triangular compleja sean primordialmente pares (P2P): Para el autor, la

Economía Colaborativa, también genera relaciones P2P, es decir entre dos

sujetos en igual posición, dejando de lado la estructura de los clásicos

negocios donde la relación es entre un prestador de servicios profesional o

empresario y un consumidor, donde el primero está por encima del segundo.

En ese mismo tenor, otros autores consideran otras características que permiten

identificar a las empresas de Economía Colaborativa. Tal como indica

Cañigueral (2016), para quien pueden presentar las siguientes características:

A. Producción colaborativa: Según el autor, estas empresas tiene un proceso

participativo, abierto e inclusivo, mediante una plataforma tecnológica o

digital, donde se genera una cocreación interactiva entre las personas para la

generación de servicios o productos, permitiendo la contribución, el

intercambio o la producción entre iguales, de manera libre y voluntaria.

B. Relaciones P2P o entre iguales: En estas empresas las relaciones entre los

agentes no solo están basadas en factores contractuales, mercantiles o

jerárquicos, sino que fomentan relaciones igualitarias, el empoderamiento,

participación autónoma y/o descentralizada. Si bien, se fomenta la

motivación individual, que puede incluir la dineraria (o en torno a un

recurso, compensación en especies o contraprestación), también es colectiva

respecto a valores compartidos.

C. Recursos comunes: En la Economía Colaborativa el proceso genera

colectivamente bienes que se pueden disfrutar, adaptar o incluso replicar de


forma abierta. En el caso de lo digital, a menudo con licencias que

determinan el grado de apertura y derechos para hacer obras derivadas, así

como para acceder abiertamente también a los datos en torno al recurso.

D. Acceso: El acceso de los usuarios a las plataformas de Economía

Colaborativa suele ser libre y a la información que se genera, ya sea para el

uso, intercambio, consumo o producción entre ellos.

E. Apropiación: Ofrecen o generan recursos compartidos con licencias claras

de reutilización, ya sea para permitir obras derivadas, o incluso una

reutilización que genere nuevas oportunidades económicas y capital social

(sin dañar el bien compartido).

F. Datos: Fruto de su actividad y evolución, los datos que generan los

proyectos en base a la actividad de los participantes son de libre disposición,

y en vez de usos no éticos o extractivos (explotación, venta, etc.) están

disponibles como un bien común más, fomentando la transparencia. .

G. Valor añadido: Los resultados de los proyectos de economía colaborativa

procomún pueden combinar el valor monetario o económico (incluyendo

fórmulas de comercialización y compensación) con el hecho de suponer un

impacto social positivo, y, en adición a los criterios anteriores, basarse en

modelos de gobernanza y gestión compartida del valor (como cooperativas,

asociaciones, fundaciones, etc.).

Según Buenadicha, Cañigueral, & De León (2017) estas empresas tienen las

siguientes características que las diferencian de las empresas tradicionales:

a. Se pone en relación directa a los usuarios (P2P), lo que excluye las

relaciones B2C.
b. Tal relación se construye a través de la intermediación que ofrece una

plataforma o una comunidad de usuarios, la cual ayuda a conectar la oferta y

la demanda.

c. La intermediación, también pone en circulación recursos (bienes,

habilidades, dinero, etc.) infrautilizados o no, sin que se arribe a una

relación laboral entre proveedor y la empresa.

En tanto, Alfonso (2018) ha señalado que este tipo de empresas se caracterizan

por lo siguiente:

a. Necesitan hacer uso del internet.

b. Permiten una interconexión en red de personas y/o activos.

c. Generan acceso al uso de activos tangibles e intangibles no utilizados.

d. Permite arribar a interacciones significativas con base en la confianza.

e. Tienen un carácter abierto, inclusivo y global.

Adicionalmente, Ruiz Valbuena (2019) ha indicado que las citadas empresas se

caracterizan por lo siguiente:

a. Se basan en sistemas de reputación, donde los clientes califican el servicio,

lo cual funciona como un mecanismo de control de los trabajadores y

determina la toma de decisiones de la empresa.

b. No suelen utilizar recursos propios para su formación, hay terceros o

prestadores de servicios que facilitan sus servicios a la empresa, estos deben

tener la formación necesaria para el empleo y aportar sus propios recursos.

c. Se basan en el funcionamiento de mercados multilaterales, pues si aumentan

los usuarios entonces mejoran los servicios o bienes a prestar y se

benefician todos.
d. Pueden expandirse globalmente a un bajo coste, ya que existen bajos costes

de entrada en este tipo de mercado y si logran una imagen internacional

aumenta la confianza en los consumidores y las posibilidades de ser

economías de escala.

e. En base a su naturaleza, al estar basadas en plataformas digitales, se

encargan de realizar una base de datos.

Por último, según García Doblas (2017) y Rodríguez (2020) estas empresas

presentan estas características:

a. Usan las nuevas tecnologías de la información, como el Internet que facilita

la comunicación inmediata a bajo coste.

b. Operan en mercados bilaterales o multilaterales, al permitir la interacción

entre grupos de usuarios, a través de plataformas digitales que permiten su

labor intermediaria y generadora de confianza entre ellos.

c. Ayudan en el contacto entre oferentes y demandantes para realizar

contrataciones y prestar el servicio en tiempo real. Por ejemplo, Uber permite a

los usuarios solicitar un servicio de forma instantánea.

d. Permite que se generen negocios entre iguales (peer-to-peer), pues por los

bajos costes de transacción los particulares también pueden participar

ofreciendo algún bien o servicio.

e. Permite usar los recursos infrautilizados, favoreciendo la reducción de los

costes y la sobreproducción, lo cual a su vez disminuye el impacto en el

medioambiente.

3.1.7. Ramas de las empresas de Economía Colaborativa

Al respecto, García Sánchez (2018) y Burgueño (2018) coinciden en indicar

que las empresas de Economía Colaborativa pueden desenvolverse en ciertas


ramas en base a las relaciones entre los agentes, sus necesidades y los

productos o servicios requeridos:

A. Consumo colaborativo: Hay empresas de Economía Colaborativa que

buscan lograr un consumo colaborativo, es decir conectar a las personas

para que hagan un consumo de servicios en conjunto y de forma gratuita o

cambio de una contraprestación. Para lo cual, usan el internet y así crear una

plataforma tecnológica o aplicación móvil que permita ello. Los citados

autores ponen como ejemplos a las empresas “Blablacar” y “Airbnb”.

B. Conocimiento abierto: También, existen empresas de Economía

Colaborativa que persiguen el intercambio y difusión de bienes inmateriales

como el conocimiento y la información sin barreras legales o

administrativas, y muchas veces, sin contraprestación alguna. Los autores,

ponen como ejemplo a la plataforma de “Wikipedia”.

C. Producción Colaborativa: Aquí se encuentran las empresas de Economía

Colaborativa que se basan en la promoción y difusión de proyectos a través

de la interacción digital. Aquí ponen como ejemplo a la plataforma “Linux”,

que ofrece un sistema operativo para computadores de instalación gratuita.

D. Finanzas colaborativas: Aquí se encuentran las empresas de Economía

Colaborativa que se basan en la creación de nuevas vías de financiación, a

través de plataformas digitales. El ejemplo que ponen son las plataformas

de “Crowdfunding”, las cuales se basan en la micro financiación entre las

personas usuarias, las cuales por medio del ahorro colectivo que realizan

pueden lograr la financiación económica de un proyecto.

3.1.8. Agentes participantes de la Economía Colaborativa


Se ha advertido que las empresas de Economía Colaborativa funcionan con la

participación de tres agentes claramente diferenciados, según algunas entidades

internacionales como la Unión Europea y la doctrina. En ese tenor, la Comisión

Europea (2016), Arangüez (2017) y Urueña (2019) coinciden en distinguir a

los siguientes agentes:

A. Los prestadores de servicios: Estos comparten activos, recursos, tiempo

y/o competencias, sin que implique dar la propiedad de los mismos, ya sea a

cambio de alguna contraprestación o no. Estos pueden ser particulares que

ofrecen servicios de manera ocasional (“pares”) o profesionales.

(Buenadicha, Cañigueral, & De León, 2017)

B. Los usuarios: Los que consumen los servicios.

C. Los intermediarios: Los que, mediante una plataforma tecnológica,

conectan a los prestadores con los usuarios y facilitan las transacciones entre

ellos con o sin ánimo de lucro (“plataformas colaborativas”), es decir a

cambio o no de alguna comisión.

3.2. Tipos contractuales posiblemente aplicables al contrato celebrado entre las

empresas de Economía Colaborativa del sector taxi y el usuario pasajero en el

Derecho peruano

Teoría Jurídica del Contrato

A. Definición de acto jurídico

En el artículo 140 del Código Civil peruano se define al acto jurídico como

la manifestación de voluntad que realizan las partes para crear, regular,

modificar o extinguir relaciones jurídicas. A su vez, es destacar que en esta


misma definición, el legislador peruano consideró incluir sus elementos

esenciales de validez, al señalar que para su validez es necesario: i) plena

capacidad de ejercicio, salvo las restricciones de la ley; ii) objeto física y

jurídicamente posible; iii) fin lícito y iv) observancia de la forma prescrita

bajo sanción de nulidad (Congreso del Perú, 1984).

Ahora bien, en la doctrina también se ha definido al acto jurídico. Si bien es

cierto, desde hace mucho tiempo ha existido una larga discusión dosctrinaria

acerca de la teoría del acto jurídico frente a la del negocio jurídico; en la

presente, se tomará en cuenta la definición de acto jurídico aceptada por su

mayoría.

Así, en a nivel internacional, De Castro (1984) indica que el acto jurídico es

la declaración o acuerdo de voluntades realizada con el objetivo de alcanzar

algo que sea protegido por el Derecho, ya sea sea en base a dicha

declaración o también por lo completado con otros actos.

En ese tenor, el autor nacional Torres (2008) refiere que tradicionalmente se

concibe al acto jurídico como la declaración o manifestación de voluntad

que efectuan las personas con el propósito de generar efectos jurídicos

tutelados por el ordenamiento jurídico. Además, precisa que este concepto

debe entenderse en el sentido que abarca la creación, modificacción o

extinción de relaciones jurídicas en el ámbito de la libre determinación de

las partes y de toda manifestación de la autonomía privada en el Derecho

patrimonial (contratos, apoderamiento, etc.), familia (matrimonio,

reconocimiento de hijo extramatrimoninal, etc.) o sucesorio.

B. Relación obligacional
Se ha visto que, tanto en la doctrina internacional como nacional, existe un

concenso al momento de definir a la obligación. Así, a nivel internacional,

Rocha (2009) menciona que la definición de obligación deviene de las

institutas de Justiniano, por lo que, se la define como un vínculo de derecho

formado entre una persona, el deudor, que está obligada para con otra, el

acreedor, a dar, a hacer o a no hacer alguna cosa. Asimismo, Arnau (2009),

al citar a Borda, también la define como un vínculo conformado entre dos

personas o un conjunto de las mismas, donde una parte puede exigirle a la

otra una cosa o el cumplimiento de un servicio (hacer) o de una abstención

(no hacer).

En esa misma línea, a nivel nacional, Castillo (2017) define a la obligación

como un vínculo jurídico de carácter abstracto,conformado por un deudor

que se compromete a ejecutar una prestación patrimonial en favor de otra

parte, denominada acreedor, la cual puede exigir su cumplimiento o la

indemnización respectiva.

Por otra parte, con respecto a los elementos de la relación obligacional,

Franciskovic (2010) indica que son: los sujetos, el vínculo jurídico, el objeto

y la causa. El primero, se refiere las personas naturales y jurídicas con

aptitud para tener derechos y obligaciones que participan en la relación

como partes (acreedor y deudor); el segundo, es el elemento abstracto que

justifica el sometimiento entre los sujetos, proveniente de la ley o de la

voluntad, que al estar amparada por la ley toma un carácter jurídico. El

tercero, es la acción de dar, hacer o no hacer que una parte se obliga a

ejecutar (la prestación) a favor de la otra. Finalmente, la causa puede verse

como fuente de las obligaciones (que puede originarse por la ley o la


voluntad de una o ambas partes) o como causa final o legal (fin perseguido

por las partes al crear una obligación).

C. Definición de Contrato

A nivel internacional Arnau (2009), al citar a Díez-Picazo y Gullón, parte

indicando que del derecho español se puede deducir un concepto legislativo

de contrato útil, dado por dos características: a) En el contrato siempre

existe un consentimiento común de dos o más personas, pues a partir de esto

existe el contrato y b) el contrato siempre genera una obligación con fuerza

de ley entre las partes. A partir de estas procede la definición tradicional y

clásica del contrato como el acuerdo de voluntades entre dos o más personas

para crear, modificar, transmitir o extinguir obligaciones. Luego de esta

explicación, el citado autor, menciona que en una definición particular, el

contrato es el negocio jurídico patrimonial bilateral que tiene como efecto

constituir, transmitir, modificar o extinguir una relación jurídica

patrimonial.

De igual modo, a nivel nacional, Ordoqui (2018), al citar a Bianca, comenta

que la definición del contrato como el acuerdo de dos o más partes para

constituir, regular o extinguir una relación jurídica patrimonial, supone un

primer momento subjetivo donde las partes deciden celebrar un acuerdo. Y

segundo momento objetivo, donde se autorregulan al imponerse

recíprocamente reglas. Asimismo, al citar a Alpa, precisa que el contrato

puede definirse desde distintos enfoques, como: un acuerdo consentido, una

expresión de la libertad contractual, como fuente de las obligaciones, como

fuente de diversos efectos jurídicos y como operación económica de las

partes.
Torres (2012) también brinda varias definiciones del contrato. En un primer

instante, lo define como un acto o negocio jurídico en virtud al cual dos o

más partes regulan sus intereses patrimoniales, bajo el asentimiento

recíproco sobre su contenido (constitución, regulación, modificación y

extinción de las obligaciones) y se caracteriza por la naturaleza de los

intereses que regula, que son la creación, regulación, modificación y

extinción de una relación jurídica patrimonial. En un segundo instante,

como la expresión y materialización de la autonomía de la voluntad de las

partes que se vinculan mutuamente bajo una norma jurídica, la lex

contractus. En tanto sea válida o reconocida en el Derecho positivo (al

cumplirse los requisitos de ley como la manifestación de voluntad,

capacidad, objeto posible, lícito, determinado o determinable, fín lícito y

forma prescrita) y no afectando las normas imperativas, el orden público y

buenas costumbres. Y sin presencia de vicios en la manifestación de

voluntad, pues, su núcleo central es el consentimiento (acuerdo de

voluntades coincidentes).

En el artìculo 1351º del Código Civil peruano se define al contrato como el

acuerdo de dos o más partes destinado a crear, regular, modificar o extinguir

una relación jurídica patrimonial (Congreso del Perú, 1984).

D. Elementos del Contrato

En doctrina internacional, Arnau (2009), al citar a Lacruz, indica que los

elementos del contrato puede ser: esenciales, naturales y accidentales. Los

esenciales, son los que no pueden estar asusentes; de lo contrarrio, el

contrato no puede existir y determinaría su nulidad. El autor, al referirse al

derecho español, menciona que tales elementos son el consentimiento, el


objeto y la causa y la forma, en el supuesto de los contratos formales. Los

elementos naturales son los necesarios según los intereses de las partes,

siendo que la ley los inserta automáticamente en el contrato cuando no hay

pacto expreso de las partes. Asi, los elementos naturales están en normas

dispositivas y las partes podrán suprimirlos o modificarlos de forma

expresa. Finalmente, los elementos accidentales son los que pueden ser

incluidos en el contrato por la voluntad de las partes, como la condición, el

término y el modo. Estos se diferencian de los anteriores, porque para que

formen parte del contrato deben ser incluidos de forma expresa, una vez

incluidos expresamente pasan a ser esenciales.

En la doctrina nacional, nos remitimos a lo indicado por Torres (2008) al

explicar los elementos del acto jurídico, por ser el contrato un tipo de acto

jurídico. Al respecto, indica que todo acto jurídico puede tener elementos

esenciales, naturales y accidentales. Los primeros son los requisitos de

validez necesarios para su existencia, los cuales en atención al artículo 140

del Código Civil peruano son: agente capaz, objeto física y jurídicamente

posible, fin lícito, forma prescrita bajo nulidad y la manifestación de

voluntad o consentimiento (en actos bilaterales o plurilaterales). También,

precisa que aparte de estos, para cada acto jurídico se establecen elementos

esenciales exigidos por norma. Los elementos naturales son indicados en

normas dispositivas que las partes pueden suprimirlos o estar considerados

ante su silencio. Los elementos accidentales son las modalidades o

estipulaciones accesorias introducidas por voluntad expresa de las partes

como la condición, modo y plazo.

E. Formación del Contrato


En la doctrina internacional, Farnsworth (2004) indica que la formación de

los contratos se analiza normalmente en virtud a reglas clásicas de la oferta

y la aceptación. Estas reglas parten de la premisa de que en cuanto dos

partes intercambian propuestas (ofertas) y la oferta de una de ellas es

aceptada por la otra, entonces se forma un contrato.

Ahora bien, según Ospina (1994) la oferta es la invitación que una parte,

oferente, dirige a un destinatario (una o más personas) para celebrar un

negocio, la cual puede ser realizada mediante un acto unipersonal simple o

colectivo que se forma con la sola voluntad del oferente. Esta debe contener

las condiciones esenciales del negocio. Además, puede ser expresa cuando

se formula en términos verbales o escritos; también, tácita cuando se da

mediante hechos de los que se puede inferir la voluntad de proponer un

contrato o acuerdo. En cambio, la aceptación es la adhesión a la oferta, este

acto lo realiza el destinatario de la oferta. Y puede ser expresa, cuando se da

en términos explícitos, verbales o escritos; y, tácita cuando se da por hechos

que evidencian una intención indefinible de adherirse a la oferta.

Finalmente, la aceptación realizada dentro del plazo de duración de la

oferta, tiene como efecto la formación del consentimiento y el acuerdo o

contrato queda perfeccionado, siendo ley entre oferente y aceptante.

A. Clasificación de los contratos

Ooo

Looo

B. Principios de interpretación de los contratos

Como indica Fernández Cruz (2020), el acto jurídico es una categoría

jurídica general, dentro del cual se encuentran otros actos jurídicos


específicos como el contrato. Bajo esa consideración, en el Código Civil

peruano se regulan una serie de principios o criterios de interpretación de

los actos jurídicos, los cuales obran en sus artículos 168º, 169º y 170º; y que

deben ser usados para interpretar un contrato, por ser este un acto jurídico.

Aunque, la norma en meción también tiene un artículo dirigido a interpretar

contratos, como es el artículo 1362º. Bajo estas inferencias, a continuación,

se exponen los principios o criterios de interpretación legales aplicables al

contrato, regulados en el sistema peruano.

i. Principio de interpretación de la voluntad declarada y común

intención de las partes

Este principio ha sido recogido en el artículo 168º del Código Civil

peruano, donde se ha prescrito que el contrato debe ser interpretado

conforme a lo expresado por las partes en aquel. Asimsimo, en el artículo

1362º del donde se exige que a partir de lo declarado en el contrato se de

buscar saber la común intención que las partes contratantes buscaron

lograr al celebrar el contrato (Congreso del Perú, 1984).

Para Soto (2020), al citar a Vidal, mediante este principio se busca

precisar lo declarado por las partes en el texto contractual, pues se parte

de la presunción de que lo expresado en él se encuentra la intención de

las partes. Señala que el caso peruano ello es así, pues en el artículo

1361º del Código Civil se ha recogido la presunción de que lo señalado

en el contrato responde a voluntad común de los agentes. En tal sentido,

primero se debe analizar las cláusulas del contrato, si se celebró por

escrito, pues esta es la mejor expresión de la voluntad. En caso no sea así,


se debe interpretar el contrato según las declaraciones y comportamientos

de los agentes antes, durante y luego de celebrado el acuerdo contractual.

Lohmann (2020) complementa lo indicado, señalando que este principio

es de aplicación no solo a los contratos celebrados por escrito, como

comúnmente se considera; sino, también a los celebrados por cualquier

medio legalmente admitido (manifestación expresa, tácita o incluso el

silencio). En cuyo caso, señala que para lograr precisar la común

intención de las partes declarada o expresada (voluntad que querían

lograr con el contrato) se debe analizar su comportamiento total, es decir

anterior, durante y posterior al contrato. En esa línea, comenta el artículo

168º del Código Civil peruano donde se reconoce este principio,

aseverando que no solo la declaración contiene la voluntad de las partes,

pues esto debe ser precisado por otros elementos como el

comportamiento de las partes, otros documentos y las circunstancias

sociales, económicas, culturales, etc. presentes durante su celebración.

Finalmente, precisa que por seguridad jurídica, el contrato no solo debe

ser interpretado en base a lo declarado por las partes en él y la común

intención, sino, en conjunto con el propósito práctico que se quería

alcanzar, lo cual se deducirá de lo declarado, del contexto en que se

celebró el contrato, de los comportamientos de las partes y de terceros

involucrados.

ii. Principio de interpretación según la buena fe

Este principio se encuentra regulado en el artículo 1362º del Código Civil

peruano, donde se señala que los contratos deben negociarse, celebrarse y

ejecutarse en base a la buena fe (Congreso del Perú, 1984).


Para De Trazegnies (2020) este principio se refiere clásicamente a la

honestidad de razonable inocencia y coherencia que se debe apreciar en

el actuar de las personas, lo cual opera como exigencia esencial en el

Derecho moderno o como un principio general del Derecho. También, lo

explica como la correcta representación que cada parte realiza de su

punto de vista frente al otro. Asimismo, en el caso de los contratos,

consiste en la exigencia de una contratación honesta, es decir leal, franca

o sin falsedades entre las partes. De tal manera, que se genere una

adecuada representación de los hechos y situaciones que buscan

involucrar o que se involucraron.

Del mismo modo, Lohmann (2020) manifiesta que es un precepto básico

sobre el cual se erigen las negociaciones y se refiere a la declaración

sincera y no engañosa de uno de los agentes realiza frente al otro, el cual

lo recibe con confianza y viceversa.

Barchi (2020), también, considera que este principio exige un deber de

lealtad a las partes contratantes y agrega que esto ayuda a preservar la

confianza que depositaron a través del contrato celebrado. En cuyo caso,

tal confianza se establece en base a lo que se dejó a entender a la otra

parte con la declaración y viceversa. Bajo esa premisa, la buena fe exige

que al interpretar el contrato, prime aquel significado que las partes

confiaron legítimamente, pues buscar lo contrario colisionaría con este

principio al ser algo deshonesto.

iii. Principio de interpretación sistemática

Este principio obra en el artículo 169º del Código Civil peruano, donde

se prescribe que las cláusulas de los actos jurídicos deben ser


interpretados por medio de las demás, donde las dudodas tendrán el

significado conferido al total de las cláusulas (Congreso del Perú, 1984).

Para Torres Vásquez (2020), este principio parte de la consideración de

que el contrato es un todo integral o una unidad lógica indivisible, donde

cada cláusula está interrelacionada con las demás como un

rompecabezas. Por tal motivo, este principio exige una interpretación de

cada cláusula dudoda del contrato en base a lo que significan las demás

cláusulas como un todo; mas no de forma aislada. De lo contrario, se

podría arribar a una interpretación distinta a la voluntad verdadera que las

partes tuvieron al momento de celebrar el contrato. También refiere que,

de encontrarse alguna cláusula contraria a las demás vía esta

interpretación, se deberán armonizar; pero, si no es factible, se deberá

eliminar del contrato para hacer prevalecer las que se interrelacionan y

siga vigente el contrato (principio de conservación del contrato).

iv. Principio de interpretación finalista o funcional

Este principio ha sido regulado en el artículo 170º del Código Civil

peruano, donde se señala que si en un contrato se evidencian expresiones

que tienen varios sentidos, estos deben interpretarse conforme a la

naturaleza y objeto del acto (Congreso del Perú, 1984).

Al respecto, Soto (2020) señala que este principio le exige al intéprete

preferir aquel sentido del contrato que se relaciona con su finalidad o de

la cláusula que está interpretando.Asimismo, citando a Lohmman,

comenta el artículo del Código Civil peruano en mención indicando que

el objeto del contrato se refieren a los temas o asuntos sobre los que se

celebró el contrato (bienes materiales, derechos o conductas). De igual


formal, al citar a Bullard, considerá que este principio exige interpretar el

contrato en base a la causa o razón de ser del contrato.

Bajo ese mismo entendimiento, Fernández Cruz (2020)

C. Principios de interpretación de los contratos en masa

Soto (2020) señala que a los contratos en masa, al ser actos jurídicos,

también les son perfectamente aplicables los principios de interpretación del

acto jurídico en general y de los contratos regulados en el sistema peruano.

Sin embargo, como la característica especial de estos contratos es que sus

clásusulas son elaboradas e impuestas por una de las partes (predisponente)

a la otra, la cual muchas veces no tiene la posibilidad de negociarlas y

modificarlas. Por ello, en la doctrina y jurisprudencia se han elaborado

principios o reglas especiales, muchos de los cuales han sido regulados en el

Derecho peruano.

i. Principio o regla de prevalencia

Este principio ha sido regulado en el Código Civil peruano, mediante el

artículo 1400º, donde se señala que en el caso de los contratos con

cláusulas generales de contratación no aprobadas administrativamente, se

debe hacer primar las cláusulas agregadas cuando sean incompatibles con

las que ya estaban, aunque estas no se dejaron sin efecto.

Según Soto (2020) este principio busca que, al momento de interpretar un

contrato en masa, donde exista una discordancia entre sus cláusulas

generales ( establecidas unilateralmente por una parte) y específicas (las

negociadas e incluidas por ambas partes), se prefiera a las segundas, por

cuanto estas reflejan la voluntad de las partes al haber sido

negociadas.Asimismo, comenta el citado artículo, indicando que este


principio exige el cumplimiento de dos supuestos para su aplicación: i)

que exista una cláusula general y particular contrarias entre si y ii) que

estas sean efizaces jurídicamente.

ii. Principio o regla de la cláusula más beneficiosa

Es preciso mencionar que este principio no ha sido regulado en el

Derecho peruano. Por otro lado, en la doctrina Soto (2020) refiere que al

interpretar un contrato en masa, donde exista discordancia entre sus

cláusulas generales y particulares, se debe considerar aquellas cláusulas

que son más beneficiosas para la parte que se está adhiriendo al contrato,

más allá que se trate de una cláusula general o particular, para evitar

situaciones de mala fe, abuso del derecho o fraude a la ley de parte del

agente que impone las cláusulas de estos contratos.

iii. Principio o regla de interpretación contra stipulatorem

Este principio ha sido regulado en el artículo 1401º del Código Civil

peruano, donde se señala que ante dudas sobre el significado de lo

establecido en las cláusulas generales de contratación o en formularios

redactados por un agente, estas se deben interpretar a favor de la otra

parte que no redactó tales cláusulas.

Soto (2020), al citar a Rógel, explica que este principio busca sancionar

al que redactó las cláusulas que contienen este tipo de contratos, por

haber incumplido su deber de redactarlas en forma clara, lo cual deviene

a su vez de una exigencia de la buena fe. De tal forma que no se brinde

una interpretación de las mismas en favor del redactor de las cláusulas,

sino de la otra, de quien se busca proteger sus intereses ante la

osscuridad o ambigüedad del contrato generada por el predisponente.


Asimsimo, al citar a Alfaro, menciona que este principio exige la

existencia de tres supuestos o requisitos para que opere: i) el carácter

dudoso de una cláusula predispuesta, ii) la imputabilidad de esta duda al

predisponente (el que redactó las cláusulas) y iii) carácter subsidiario de

una interpretación pro consumidor.

D. Contratos típicos con prestaciones recíprocas en el ordenamiento

jurídico peruano

i. Contratos nominados de prestación de servicios

Son regulados en el Capítulo primero, título IX, del Código Civil. En ese

sentido, en su artículo 1756 se indican que son modalidades de la

prestación de servicios nominados: el contrato de la locación de

servicios, de obra, el mandato, el depósito y el secuestro (Congreso del

Perú, 1984). De los cuales, se ha puesto énfasis en el primero, por tener

incidencia en la presente investigación.

 Definición del contrato de locación de servicios

Al recurrir al artículo 1764 de la citada norma, este es definido como

el contrato en el cual una persona, llamada locador, se obliga sin

estar subordinado a otra persona, llamada, comitente, a prestarle sus

servicios por un tiempo o trabajo determinado, a cambio de una

retribución (Congreso del Perú, 1984).

Al respecto, Jorge Beltrán, en la obra colectiva de Gaceta Jurídica

(2003) ha indicado que es un contrato típico y nominado con tres

rasgos distintivos: inexistencia de subordinación para con el

comitente, temporalidad del servicio o labor de destajo (trabajo

determinado) y pago de una retribución. Lo primero se refiere a la


libertad de actuación y decisión del locador al brindar el servicio,

con diligencia y buscando satisfaccer al comitente. Sobre lo segundo,

cuando la norma indica para trabajo determinado, esto refiere que el

plazo del contrato es temporal y determinable necesario para la

consecución del trabajo encargado. Y el tercer aspecto, refiere a que

debe existir una contraprestación a cambio, la cual puede

interpretarse en dinero o especie, pues la norma no lo precisa.

 Objeto

En el artículo 1765º del Código Civil, se dice que el objeto de este

contrato es toda clase de servicios materiales e intelectuales

(Congreso del Perú, 1984).

En doctrina, para Manuel Muro, al comentar en la obra colectiva de

Gaceta Jurídica (2003), si bien en el Código Civil se usan distintas

nomenclaturas para los servicios objeto de este contrato, se debe

considerar a la prestación del servicio en dos sentidos:

– Que implique un cambio de las cosas en el mundo material, sin

importar el resultado; de lo contrario, sería en un contrato de obra.

Como ejemplo se indica al pintor que transforma una pared

descuidada en una pared reluciente al darle color o al plomero que

cambia las cañerias viejas por nuevas, siendo que tal actividad

puede ser profesional o técnica.

– Que no implique un cambio material de las cosas como tal, sino

que sean actividades intelectuales o inmateriales, las cuales

pueden ser profesionales o técnicas. Como ejemplo, el servicio


prestado por un abogado cosistente en un informe de analisis de la

defensa de un acusado.

El citado autor precisó que tales servicios pueden presentarse ambos

en combinación o solo agunos de ellos, es decir servicios materiales

e intelectuales al mismo tiempo, en igual o desigual proporción

(mixto); o solo servicio material o solo intelectual Gaceta Jurídica

(2003).

 Carácter personal del servicio

En el artículo 1766º de la norma indicada se menciona que este

contrato tiene como característica el carácter personal del servicio, es

decir que el locador debe prestarlo personalmente; pero, en

ocaciones puede valerse de auxiliares y sustitutos bajo su dirección y

responsabilidad. Y siempre que lo permita el contrato, los usos y no

sea incompatible con la naturaleza del servicio (Congreso del Perú,

1984).

En doctrina, Jorge Muro, en la obra colectiva de Gaceta Jurídica

(2003), al citar a Diez Picazo, también coincide en indicar que este

tipo de contrato se distingue por el tener carácter intuito personae,

pues suele celebrarse en virtud a las cualidades de locador. En ese

tenor, debe ser prestado por la persona que se comprometió como

locador; pero, esto no lo limita de prestarlo con ayuda de terceros. A

esto se la identifica como un régimen de excepción que ha permitido

la norma. El cual, a decir del mismo autor, goza de deficiencias, al

ser establecido de forma abierta, siendo que presenta dos excesos:


- No establece parámetros en cuanto al servicio en donde los

terceros pueden intervenir, solo se exige que no sea incompatible

con la naturaleza de la prestación. Al citar a Diez Picazo, el autor

indicó que un parámtero podría ser que la colaboración se realice

en “servicios de complejidad técnica" u otro similar, a fin de

preservar la regla general de este contrato y que pueda ser

ejecutado en lo posible por el locador, siendo solo en casos

especiales o de complejidad la asistencia de terceros.

- Cuando se indica que el locador puede valerse de sustitutos y

auxiliares, estos términos no son lo mismo, con lo cual se afecta

la regla general de este contrato (carácter personal del servicio).

En el primero, el locador brinda el servicio directamente o los

aspectos fundamentales y es apoyado por terceros, los cuales

hacen trabajos menores guiados por el locador. En el segundo, el

locador puede ser reemplazado totalmente por el tercero.

El autor también opinó que solo debe admitirse a los auxiliares, no a

los sustitutos, porque en este último si bien el locador asume la

resposnabilidad del servicio frente al comitente, al poder ser

reemplazado totalmente ello desnaturaliza a este contrato y la casua

por la cual uno contrata a alguien (sus cualidades).

 Determinación de la retribución

Como se vio este contrato conlleva el pago de una retribución a

cambio del servicio dado por el Locador al Comitente. Sin embargo,

el artículo 1767º de la norma estudiada se pone en el supuesto que no

se hubiera fijado una retribución en el contrato y no pueda


determinarse según las tarifas profesionales o los usos, en cuyo caso

se indica que será fijada según la calidad, entidad y demás

circunstancias de los servicios prestados (Congreso del Perú, 1984).

En doctrina, Juan Esquivel, al comentar en la obra colectiva de

Gaceta Jurídica (2003), indica que tal ausencia en el contrato no

debe llevar a presumir que la retribución sea gratuita, pues este

contrato es oneroso por regla general. Adicionalmente, cuando se

alude a las tarifas profesionales y usos para fijar la retribución, ello

hace alusión al monto que puede costar el servicio según la oferta y

demanda en el mercado. Y con respecto a los criterios de calidad,

entidad y demás circunstancias del servicio, el autor precisó que el

primero se refiere a que si el servicio es mejor entonces tendrá

mayor valor; sobre el segundo, a que se deben evaluar las

características, dimensiones o complejidad de la prestación y el

último se refiere a otros factores relacionados como el tiempo de

duración del servicio y la dedicación del locador para su

cumplimiento.

 Plazo máximo de locación de servicios

En el artículo 1768º de la norma indicada, también se ha regulado lo

referido al plazo máximo de este contrato, indicando que es de seis

años en servicios profesionale y de tres años, en otros servicios.

Siendo que, si se pacta un plazo mayor, el límite máximo solo puede

invocarse por el locador (Congreso del Perú, 1984).

 Conclusión anticipada
En el artículo 1769º del Código Civil, también se ha regulado la

posibilidad de poner fin a la prestación de los servicios por el

locador antes del vencimiento del plazo estipulado; pero, por justo

motivo y siempre que no cause perjuicio al comitente. En cuyo caso,

este último tiene derecho al reembolso de los gastos efectuados y a la

retribución de los servicios prestados hasta ese momento (Congreso

del Perú, 1984).

 Normas aplicables cuando el locador proporciona materiales

El Código Civil, en su artíuclo 1770º, también se ha puesto en el

supuesto de que el locador brinde sus propios materiales para prestar

el servicio, en cuyo caso, son plenamente aplicables los artículos

1764º a 1769º, siempre que éstos no hayan sido tomados en

consideración. En caso contrario, rigen las disposiciones sobre la

compraventa.

ii. Contratos de prestación de servicios innominados

Según el artículo 1757º del Código Civil es posible celebrar un contrato

de prestación de servicios, aunque no se encuentre dentro de las

modalidades indicadas anteriormente, cuando una parte da para que la

otra haga y hace para que la otra de. A estos se los considera contratos de

prestación de servicios innominados y le son aplicables las disposiciones

del capítulo I donde se exponen las siguientes pautas de los contratos de

prestación de servicios en general (Congreso del Perú, 1984).

 Prestación de servicios entre ausentes

Si este contrato se celebra entre personas ausentes, en el arttículo

1758º del Código Civil se indica que se presume la aceptación entre


las partes, cuando los servicios consistan en la profesión habitual del

destinatario de la oferta o el ejercicio de su calidad oficial, o cuando

son públicamente anunciados, salvo que el destinatario haga conocer

su excusa sin demora alguna.

 Oportunidad de pago

En base al artículo 1759º de la citada norma, se establece que si en

estos contratos el servicio es remunerado, esto se pagará después de

prestado el servicio o aceptado su resultado, salvo cuando por el

convenio, naturaleza del contrato o costumbre, deba pagarse por

adelantado o periódicamente.

 Límites de la prestación

En el artículo 1760 del Código Civil, se ha establecido hasta dónde

puede llegar la prestación de los servicios, al indicar que esto no

puede exceder los límites del encargo. Sin embargo, en forma

excepciuonal, si se apartar de las instrucciones recibidas si con ello

llena el encargo de una manera más ventajosa acordada en el

contrato o cuando sea razonable suponer que el comitente aprobaría

su conducta si conociese ciertas circunstancias que no fue posible

comunicarle en un tiempo oportuno. Lo anterior se complementa con

en el artículo 1761º, donde se indica que si el comitente fue

informado del apartamiento de las instrucciones por el prestador de

servicios, el silencio del primero por un tiempo superior al que tenía

para pronunciarse, según los usos o la naturaleza del asunto, ello será

visto como la aprobación del encargo. Con lo cual, se generaría la

aprobación tácita de los excesos de la prestación.


 Responsabilidad por prestación de servicios profesionales o

técnicos

Con relación a la responsabilidad civil por daños, en el artículo

1762º de la norma en mención se ha precisado que si la prestación de

servicios implica la solución de asuntos profesionales o de

problemas técnicos de especial dificultad, el prestador de servicios

solo responde por los daños y perjuicios a título de dolo o culpa

inexcusable.

 Muerte o incapacidad del prestador de servicio

Finalmente, en el artículo 1763º del citado código, se establece que

en caso el prestador del servicio muere o adquiere alguna

incapacidad, el contrato de prestación de servicios se extingue, salvo

que esto no hubiese sido el motivo determinante del contrato.

iii. Contrato de transporte terrestre de personas/contrato de servicio de

taxi

 Régimen legal específico del transporte en el Perú

El servicio de transporte, en todas sus modalidades o tipos, viene

siendo regulado en el Perú por un conjunto de leyes y normas legales

de aplicación a todo el territorio peruano; aunque, como se advertirá,

existen algunas normas de transportes que son de aplicación limitada

a un determinado lugar. Las principales normas que conforman el

régimen legal del sector transportes son:

– Ley Nº 27181 – Ley General de Transporte y Tránsito Terrestre.

– D.S. Nº 033-2001-MTC - Reglamento Nacional de Tránsito.


– D.S. Nº 017-2009-MTC - Reglamento Nacional de

Administración de Transporte.

– D.S. Nº 058-2003-MTC - Reglamento Nacional de Vehículos.

– D.S. Nº 024-2002-MTC - TUO del Reglamento Nacional de

Responsabilidad Civil y Seguros Obligatorios por Accidentes de

Tránsito – SOAT.

– Ley Nº 28515 - Ley que promueve la transparencia de la

información del Seguro Obligatorio de Accidentes de Tránsito

(SOAT).

– Ley Nº 30900 - Ley que crea la Autoridad de Transporte Urbano

para Lima y callao (ATU).

– Ley Nº 29370 - Ley de Organización y Funciones del Ministerio

de Transportes y Comunicaciones.

 Desarrollo del contrato de transporte terrestre de personas en la

actual normativa peruana

En el Derecho peruano se ha encontrado que el contrato de transporte está

regulado de forma general en la Ley Nº 27181, Ley de transporte y tránsito

terrestre, en el Reglamento Nacional de Administración de Transporte, D.S.

Nº017-2009-MTC y de forma especial en Lima y Callao se tiene la Ley Nº

30900, Ley que crea la Autoridad de Transporte Urbano para Lima y callao

(ATU). Aunque, cabe señalar que en ambas normas se advierten un número

muy limitado de artículos que regulan este contrato.

Entre los principales aspectos que regulan dichas normas resalta, el

artículo 2 de la Ley Nº 27181 donde se brinda la definición de los

siguientes términos básicos:


– Transporte Terrestre: Según la citada norma este se refiere al

desplazamiento en vías terrestres de personas y mercancías

(Congreso de la República del Perú, 2012).

– Servicio de Transporte: En la norma en mención se define como

la actividad económica que permite realizar el Transporte

Terrestre, menos la explotación de infraestructura de transporte de

uso público (Congreso de la República del Perú, 2012).

– Tránsito Terrestre: Para la norma citada este se refiere al

conjunto de desplazamientos de personas y vehículos en vías

terrestres (Congreso de la República del Perú, 2012).

Por otra parte, se advierte que en el artículo 3.63.6 del Reglamento

Nacional de Administración de Transporte se define al servicio de

taxi como un servicio de transporte especial de ámbito provincial,

prestado en vehículos de la categoría M1 de la clasificación

vehicular, con el fin de trasladar personas hasta el destino señalado

por quien lo contrata. Incluso, en tal definición, se precisa que la

tarifa a cobrar puede ser fijada por medio de sistemas de control

(taxímetros), precios preestablecidos, el libre mercado u otra

modalidad permitida por ley. Y también que este servicio se regula

por la Ley y los Reglamentos nacionales de transporte y tránsito

terrestre, así como por las normas complementarias que determine la

autoridad competente.

En tanto, en el artículo 4 de la Ley Nº 30900, Ley que crea la

Autoridad de Transporte Urbano para Lima y callao (ATU), también

se define algunas categorías de servicios, como los siguientes:


– Servicios de transporte terrestre de personas: Se refiere a la

actividad económica donde se realiza el traslado de personas por

vía terrestre dentro de un territorio urbano continuo, a cambio de

una retribución. Esto incluye los servicios de transporte regular

y especial (Congreso de la República del Perú, 2018).

– Servicios complementarios: Se refiere a los servicios prestados

por personas jurídicas para coadyuvar al objetivo de

implementar el Sistema Integrado de Transporte (Congreso de la

República del Perú, 2018).

– Servicios de transporte especial: Se refiere a los servicios

prestados sin cumplir con rutas, frecuencias e itinerarios

determinados (Congreso de la República del Perú, 2018).

Es de precisar que en la primera disposición complementaria final de

la citada norma se declaró al servicio de transporte terrestre de

personas en todos sus ámbitos y modalidades como servicio público.

Así, también, en el artículo 79 del Reglamento Nacional de

Administración de Transporte se define al contrato de transporte

como el contrato por el cual una parte, llamada transportista, se

obliga a prestar el servicio de transporte de personas, mercancías o

mixto por vías terrestres a otra, a cambio de una retribución. Siendo

que este se perfecciona con la emisión del comprobante de pago y/o

la guía de remisión del transportista aceptada por el usuario, donde el

transportista establecerá las condiciones del servicio, las cláusulas

generales de contratación que regirán en el contrato, los seguros y las


normas contenidas entre los artículos 1392 al 1397 del Código Civil,

las cuales deben constar en el mismo (Poder Ejecutivo, 2009).

Finalmente, en el artículo 83 de la misma norma se establece una

definición de contrato de transporte especial de personas, indicando

que el transportista del servicio de transporte especial de personas

podrá suscribir con los usuarios los siguientes tipos de contrato:

– De plaza (asientos): Este se celebra cuando se acuerde con el

usuario la utilización de un asiento para trasladarlo conforme a

lo previsto en el presente reglamento (Poder Ejecutivo, 2009).

– De fletamento del vehículo con conductor: Este se celebra

cuando la totalidad de los asientos, quedan a disposición del

fletador, recorriendo el itinerario pactado (Poder Ejecutivo,

2009).

– De uso del vehículo: Este se celebra cuando el vehículo es

entregado con o sin conductor al usuario para que lo utilice

directamente conforme a lo pactado (Poder Ejecutivo, 2009).

iv. Contrato de consumo

 Régimen legal específico del Derecho del consumidor en el Perú

A nivel constitucional el Derecho de consumidor tiene base en el

artículo 65 de la actual Constitución Política del Perú, donde se

señala que el Estado defiende el interés de los consumidores y

usuarios, por medio de la protección y garantizando su derecho a la

información sobre los bienes y servicios que puede contratar en el

mercado.
A nivel legal tiene es desarrollado de forma especifica en la Ley Nº

29571, Código de Protección y Defensa del Consumidor; aunque,

también se evidencia un número muy limitado de artículos que lo

dessarollan.

 Desarrollo del contrato de consumo en la actual normativa

peruana

 Aspectos que distinguen al contrato de consumo respecto al

contrato en general

Como es sabido, tanto el contrato en general como el de

consumo gozan de una regulación legal en el ordenamiento

jurídico peruano; sin embargo, como en el artículo 45 de la ley

que regula el contrato de consumo, se señala que en lo no

regulado en esta norma se aplica el Código Civil en lo

compatible con la naturaleza de estos contratos (Congreso de la

República del Perú, 2010); por ello, se hace necesario precisar la

diferencia entre ambos.

Al respecto Vidal Ruíz (2019), al citar a Villota Cerna, reitera

que el contrato de consumo se distingue del contrato en general

por tres aspectos o motivos: i) Por las partes, pues en el contrato

de consumo solo participan un consumidor y un proveedor; ii)

por su objeto, ya que el contrato de consumo se busca la

adquisición de productos y servicios a cambio de una

contraprestación económica (carácter oneroso) y iii) por su

régimen jurídico de protección al consumidor, lo cual se


justifica por la situación de asimetría de este último frente al

proveedor.

 Definición del contrato de consumo

En el artículo 45 de la Ley Nº 29571, Código de Protección y

Defensa del Consumidor, se define al contrato de consumo a

partir de su objeto, el cual consiste en la generación de una

relación jurídica patrimonial donde participan dos partes, por un

lado, un consumidor y por otro lado, un proveedor para adquirir

productos o servicios a cambio del pago de una contraprestación

económica (Congreso de la República del Perú, 2010).

En la doctrina internacional Herrera (2011), al citar a Stiglitz, se

refiere clásicamente a la definición de contrato de consumo

como un negocio jurídico oneroso entre un consumidor final

(persona natural o jurídica) y una persona natural o jurídica de

carácter público o privado, que se desemvuelve como

profesional u ocasionalmente, en calidad de productora,

importadora o distribuidora, produzca, venda o comercialice

bienes y servicios. Ello, con la finalidad de la adquisición, uso o

goce de estos por parte del primero, para su uso privado,

familiar o social.

En tanto, a nivel nacional Ordoqui (2018) indica que este

contrato se debe definir en función a su finalidad u objeto, la

cual está dada por una relación jurídica patrimonial donde

intervienen un consumidor final y un proveedor profesional u

ocasional, para adquirir bienes o servicios a cambio de una


retribución económica. No siendo posible considerar dentro de

esta modalidad a los contratos celebrados entre consumidores o

entre proveedores.

 Relación de consumo

La noción de relación de consumo se puede deducir del artículo

45 de la Ley Nº 29571, Código de Protección y Defensa del

Consumidor, donde se señala que un contrato de consumo tiene

por objeto una relación jurídica patrimonial entre un consumidor

y un proveedor para la adquisición de productos o servicios, por

medio del pago de contraprestación económica (Congreso de la

República del Perú, 2010).

Al respecto Fara (2021) explica ello partiendo de la noción de

consumo, la cual la define citando a Thorne (2010) como la

acción de utilizar bienes para satisfacer necesidades, en donde es

importante la intervención de otros individuos que ofrezcan y

provean tales bienes y servicios que satisfagan las necesidadaes

de alguien, a cambio del pago de una contraprestación. Bajo

dicha premisa, justifica de la existencia de una relación directa

de dependencia entre un consumidor y un proveedor en la

provisión de bienes y servicios, llamada relación de consumo, en

la medida que se encuentren presentes ambos sujetos.

Siguiendo ese razonamiento, Flores (2019) precisa que la

relación de consumo es una categoría distinta al contrato de

consumo. Por ello, citando a Villalba (2009), refiere que cuando

en una relación jurídica obligacional de naturaleza contractual


una de las partes es un consumidor, entonces nos encontraremos

ante una relación de consumo, pues está compuesta por un

consumidor y un proveedor.

Es decir, se genera en el contexto de la adquisición, compra o

venta de un producto o servicio de un proveedor a un

consumidor, de tal forma que se crea un vínculo comercial entre

ambos (Tapullima, 2020); que en términos jurídicos es

considerado como una relación de consumo.

 Sujetos participantes

Como se vio en el artículo 45 de la Ley Nº 29571, Código de

Protección y Defensa del Consumidor, se indica que los

participantes de este contrato son consumidor y proveedor.

 Proveedor

En el artículo IV inciso 2), de la norma antes señalada, se

define al proveedor como la persona natural o jurídica de

derecho público o privado, que bajo una conducta habitual

realiza las siguientes actividades: fabrica, elabora,

manipula, acondiciona, mezcla, envasa, almacena, prepara,

expende, suministra bienes o presta servicios a los

consumidores. Es más, se expone una lista enunciativa y no

limitativa de proveedores, tales como:

i. Distribuidores o comerciantes de productos o servicios

finales, aunque no tengan establecimientos abiertos al

público.
ii. Productores o fabricantes de bienes intermedios o

finales.

iii. Importadores de productos para venta nacional.

iv. Prestadores de servicios a los consumidores (Congreso

de la República del Perú, 2010).

Del Carmen Arana (2018) explica que el proveedor actua de

forma profesional u ocasional; fabrica, comercializa o

presta un producto o servicio (objeto del contrato) y por

ello, conoce el ámbito de su negocio.

En el mismo senntido, Indecopi (2019) por medio de

diversas resoluciones ha elaborado el documento titulado

“Lineamientos sobre protección al consumidor”, donde ha

precisado la calidad de proveedor como aquella persona

natural o jurídica que desarolla su actividad comercial de

forma habitual. Y definió a la habitualidad como el

supuesto en virtud al cual se puede asumir o presumir que

realiza una actividad para continuar realizándola. Incluso

mencionó ejemplos de proveedores como el caso del

vendedor de entradas a un concierto que generó la

apariencia de organizador o el representante de la marca de

un vehículo defectuosoque se ayuda de otros agentes del

mercado (concesionarios) para comercializar sus vehículos

y prestar sus servicios técnicos de reparación y

mantenimiento vinculados a la garantía del producto (el


representante de la marca y los concesionarios son

proveedores).

 Consumidor

Jurisprudencia - Precedentes adoptados bajo la ley de

protección al consumidor - Indecopi

Boletín de Jurisprudencia del INDECOPI - Indecopi

En el artículo IV inciso 1) de la ley en materia se considera

como consumidor a los siguientes sujetos:

i. Personas naturales o jurídicas que adquieren, utilizan o

disfrutan como usuarios finales productos o servicios en

beneficio propio, familiar o social; pero, sin que

implique la realización de actividad empresarial o

profesional, por lo que, no se considera como tal a los

que adquieran bienes o servicios como proveedores.

ii. Los microempresarios que padecen de asimetría

informativa frente a un proveedor, respecto de productos

o servicios ajenos al giro de su negocio.

Y se precisa que ante la duda sobre el destino final de un

producto o servicio, se considera como consumidor a quien

lo adquiere, usa o disfruta (Congreso de la República del

Perú, 2010).

Esto también es explicado en la doctrina, indicando que el

consumidor es un usuario final que adquiere y utiliza el

producto o servicio, desconociendo el ámbito del negocio

del proveedor y con poca información del producto o


servicio. Frente a este dicotomía, el proveedor es el que

redacta el contrato en base a la buena fe objetiva (claro, sin

tergiversar ni obscurecerlo). Asimismo, debe informar de

modo transparente y comprensible a la otra parte. De no

hacerlo, genera un desbalance informativo, afectando al

consumidor, quien no tiene un fuerte poder de negociar y

por ello va elegir contratar o aceptar la cláusula

predispuesta en una situación de desventaja (Del Carmen

Arana, 2018).

Por otra parte, en un precedente del Indecopi, constituido en

la Resolución Nº 0422-2004/TDC-INDECOPI, se precisó al

consumidor como una persona natural o jurídica que

adquiere, utiliza o disfruta un producto (bien o un servicio)

para fines personales, familiares o de su entorno social

inmediato. También, lo son los pequeños empresarios, al ser

afectados por la desigualdad informativa en la relación de

consumo y cuando por las necesidades de su actividad

empresarial adquieran o utilizan bienes o servicios; pero, no

siendo previsible que para ello tengan conocimientos

especializados como un proveedor (Caso Reynaldo

Moquillaza S.R.L. vs Milne & Co. S.A, 2003).

En esa misma linea, a partir de diversas resoluciones el

Indecopi ha puesto a disposición el documento titulado

“Lineamientos sobre protección al consumidor”, donde se

ha precisado que también es consumidor la persona natural


que adquiere un bien y busca hacer actividad econonómica

con este; siempre que no se dedique de forma habitual a ese

negocio. También, lo es la persona natural que usa un bien

de uso personal para las tareas ordenadas por su empleador,

o al reves, así no haya adquirido el bien (uso mixto). Lo

cual, no se aplica si el bien, por sus características, es usado

usualmente en actividades económicas o empresariales.

Finalmente, también son proveedores las personas jurídicas

que adquieren bienes o contratan servicios en un ámbito

ajeno a una actividad empresarial o profesional, donde no es

exigible acreditar la existencia de asimetría informativa,

pues esta se presume (Indecopi, 2019).

 Forma del contrato

Sobre la forma del contrato de consumo, en la citada norma que

lo regula no se encuentra algún artículo que explique ello.

Por lo que, al recurrir a la doctrina, Flores (2019) asevera que

por regla estos contratos son consensuales; pero, considera que

es formal. Pues, al interpretar el artículo 47 inciso a) de la norma

que regula este contrato antes señalada, se indica que en los

contratos por escrito o en otro soporte debe constar la voluntad

del consumidor, siendo responsabilidad de los proveedores

establecer en los contratos las restricciones o condiciones

especiales del producto o servicio. Deduciéndose de este

artículo, que el contrato puede ser celebrado por documento

formal, otro soporte o por un simple acuerdo, con el fin de


proteger al consumidor al brindarle la posibilidad de conocer la

información de lo que contrató.

 Cláusulas abusivas.

Según el artículo 49 de la Ley Nº 29571, Código de Protección y

Defensa del Consumidor, son cláusulas abusivas las colocadas

en los contratos de adhesión o en cláusulas generales de

contratación no aprobadas administrativamente, que no fueron

negociadas individualmente y que van en contra de la buena fe,

generando una desventaja, desigualdad o la derogación de los

derechos del consumidor. Para su análisis se considera la

naturaleza de lo contratado, las circunstancias al celebrar el

contrato, la información brindada y las demás cláusulas del

contrato o de otro que dependa (Congreso de la República del

Perú, 2010).

Según Herrera Pachari, al citar a Soto Coaguila, deben ser

consideradas como cláusulas abusivas a aquellas donde se

otorge al predisponente derechos y facultades exorbitantes o se

incluyan limitaciones o restricciones en los derechos y

facultades de los adherentes al contrato. También, si suprimen,

reducen obligaciones y responsabilidades del predisponente o se

aumenten las obligaciones y cargas del adherente, generando así

un desequilibrio en la relación jurídica (2015).

 Principios del Código de Protección y Defensa del

Consumidor
En el artículo V de la Ley Nº 29571, por medio de la cual se

aprobó el actual Código de Protección y Defensa del

Consumidor en el Perú, se ha establecido una serie de

principios, tales como: Soberanía del Consumidor, Pro

Consumidor, Transparencia, Corrección de la Asimetría, Buena

fe, Protección Mínima, Pro Asociativo y Primacía de la Realidad

(Congreso de la República del Perú, 2010); los cuales, ayudan

en la aplicación del Código de Consumidor y la solucion de los

casos que se presenten. Los cuales, han sido desarrollados de la

siguiente manera en el citado texto legal:

i. Principio de Soberanía del Consumidor: En la norma

mencionada se dice que por medio de las normas de

protección al consumidor se busca que los consumidores

arriben a decisiones libres e informadas, porque a su vez

orienta al mercado en favor de los mismos.

ii. Principio Pro Consumidor: Por este principio el Estado

buscará tener un accionar tuitivo a favor de los

consumidores. Por lo que, ante dudas sobre las normas de

cosumidor o de los alcances de los contratos por adhesión y

con cláusulas generales de contratación, debe interpretarse

en sentido más favorable al consumidor.

iii. Principio de Transparencia: Este principio le exige al

proveedor brindar información veraz y apropiada acerca de

sus productos o servicios conforme a las normas de

consumo.
iv. Principio de Corrección de la Asimetría: Este principio

busca justificar la razón de ser de las normas de protección

al consumidor, las cuales buscan corregir las distorsiones o

malas prácticas ocasionadas por la asimetría informativa

entre los proveedores y consumidores, que pueda llevar a a

estos a una situación de desventaja frente a los proveedores.

v. Principio de Buena Fe: Este principio busca que los

consumidores, proveedores, asociaciones de consumidores,

y sus representantes, actuen bajo la buena fe de confianza y

lealtad. Y establece que, al analizar la conducta del

consumidor se toman en cuenta las circunstancias màs

importates del caso, como: la información brindada, las

carácterísticas de la contratación y otros elementos en

particular.

vi. Principio de Protección Mínima: Este principio preecisa

que las normas del Código de Consumidor tiene normas de

mínima protección a los consumidores; pero, ello no es

impedimento para que normas sectoriales puedan brindarle

una mayor protección.

vii. Principio Pro Asociativo: Este principio busca que el

Estado facilite la actuación de las asociaciones de

consumidores o usuarios de forma responsable y bajo el

Código de consumo.

viii. Principio de Primacía de la Realidad: En base a este

principio se exige determinar de la verdadera naturaleza de


las conductas en base a las situaciones y relaciones

económicas que efectivamente se realicen, persigan o

establezcan. Es más, precisa que la forma de los actos

jurídicos utilizados no exlcuye el análisis que la autoridad

efectúe sobre los verdaderos propósitos de la conducta

evidenciada en el mismo.

v. Contrato predispuesto o por adhesión

 Régimen legal específico en el Perú

Este tipo de contrato se rige por el Código Civil; y si se celebra entre

un consumidor y un proveedor, también se rige por la Ley Nº 29571,

Código de Protección y Defensa del Consumidor en lo no regulado

por el primero.

 Definición

Cordova (2012) explica que este tipo de contrato surgió por la

necesidad del consumidor actual de acceder a bienes y servicios a

bajos costos y de forma rápida, lo cual ha permitido la contratación en

masa y acelerada de bienes y servicios. Bajo tal entendimiento, este

contrato se celebra casi de forma insconsciente; y, citando a De la

Puente y Lavalle lo define como aquellos donde una parte acepta

íntegramente el contrato elaborado por la otra.

Así, también lo anota Atahuasi (2019) quien al citar a STIGLITZ

(2001. p.39) define a este contrato como aquel que contiene cláusulas

redactas previamente por una de las partes, frente a las cuales la otra

solo le queda adherirse o no, brindado su aceptación al contrato en su

integridad.
 Diferencias entre el contrato predispuesto o por adhesión y las

cláusulas generales de contratación

A nivel normativo se puede apreciar ciertas diferencias entre ambos al

tomar como base la definición que brinda el Código Civil acerca de

cada uno. Así, en su artículo 1390 se concibe al contrato por adhesión

como aquel donde una de las partes solo puede aceptar o rechazar las

claúsulas establecidas por la otra parte, siendo que si declara su

voluntad de aceptar se habría celebrado este contrato. En cambio, en

su artículo 1392, las cláusulas generales de contratación son aquellas

redactadas de forma previa y por una persona o entidad de forma

general y abstracta, con la finalidad de que con esas estipulaciones se

regule el contenido normativo de futuros contratos particulares que se

vayan a celebrar y que contarán con sus propios elementos (Congreso

del Perú, 1984).

También, se ha desarollado una diferenciación de tales contratos a

nivel de la doctrina. Así, Cordova (2012) menciona que en doctrina

estos contratos presentan una serie de diferencias. En el caso del

contrato por adhesión, este se difererncia por lo siguiente:

– Es obligatorio en cuanto a lo expresado en él.

– Tiene los elementos principales y accesorios de los futuros

contratos a celebrarse.

– No debe ser aprobado por una entidad administrativa.

– Se perfecciona cuando el consumidor se adhiere al formulario pre

redactado por el predisponente.


En cambio, la misma autora refiere que las cláusulas generales de

contratación se diferencian por lo siguiente:

– Son declaraciones unilaterales de voluntad que no obligan, solo

cuando sean incorporadas a la oferta de un contrato particular con

elementos propios.

– Contienen algunos elementos, principales o accesorios de los

contratos particulares a los cuales se incorporarán en un futuro.

– Pueden o no ser aprobadas administrativamente.

Ordoqui (2018) menciona que ambas se diferencian básicamente por

el hecho que las cláusulas generales de contratación son redactadas

previamente por una parte, a fin de que con tales términos se celebren

futuros contratos, siendo que cuando son aceptadas por la otra parte se

perfecciona el contrato de adhesión. Por lo que, en el proceso de

formación de estos hay dos etapas; la primera, es la redacción de las

condiciones generales de contratación y la segunda, cuando se celebra

el contrato de adhesión. Es decir, todos los contratos por adhesión se

celebran mediante cláusulas generales de contratación. Pues, antes de

la adhesión se está ante cláusulas generales de contratación y luego de

la adhesión surge el contrato.

Del mismo modo, Alcántara (2017) indica que las cláusulas generales

de contratación presentan las siguientes particularidades:

– La contractualidad, que significa que sus estipulaciones están

reservadas para formar parte de los contratos que vayan a celebrar

las partes.
– La predisposición, que supone la elaboración de las cláusulas

generales a la negociación de forma previa a la conclusión del

contrato.

– La imposición, que supone que son elaboradas por una de las

partes, por lo que su incorporación al contrato ha sido decidida

por aquel. Con lo cual, no son condiciones generales si fueron

sido negociadas, discutidas o su incorporación fue decidida por

ambas partes.

– La generalidad, esto significa que son redactadas para que sean

incluidas a una pluralidad o generalidad de contratos.

Atahuasi (2019) también lo asimila así, al decir que los elementos que

distinguen a las cláusulas generales de contratación son: i) la

predisposición de sus estipulaciones por una de las partes; ii) la falta

de negociación individual y iii) están destinadas a una pluralidad de

contratos futuros.

 Requisitos de un contrato de consumo por adhesión y/o con

cláusulas generales de contratación

Ciñéndonos al artículo 48 la Ley Nº 29571, Código de Protección y

Defensa del Consumidor, estos contratos deben cumplir con los

siguientes requisitos:

– Redacción concreta, clara y sencilla, sin dirigir al consumidor a

otros textos que no permitan facilitarle previa o simultáneamente

concluir con el contrato; en todo caso estos deben indicarse de

forma expresa en el contrato (Congreso de la República del Perú,

2010).
– Deben ser accesibles y legibles para que consumidor y proveedor

puedan conocer de forma previa el contenido del contrato a firmar

(Congreso de la República del Perú, 2010).

– Deben ser redactados con buena fe y equilibrio respecto a los

derechos y obligaciones de las partes, excluyendo cláusulas

abusivas (Congreso de la República del Perú, 2010).

vi. Contrato electrónico

 Régimen legal específico del Contrato electrónico en el Perú

Se debe indicar que por medio de la Ley N° 27291 del año 2000, Ley

se ha modificado el Código Civil, a fin de permitir el uso de los

medios electrónicos para manifestar la voluntad y el uso de firma

electrónica. Asismismo, con respecto a esto último existe la Ley N°

27269, que regula las Firmas y Certificados Digitales. De otro lado,

por el tema penal existe la Ley N° 30096, Ley de Delitos

Informáticos. Y por el tema de consumdior relacionado al tema

tecnológico – electrónico, se tiene la Ley N° 29571, Código de

Protección y Defensa del Consumidor, donde tambien se permite el

uso de medios electrónicos en la relacion de consumo. Por lo que, no

existe una norma en específico que regule el contrato electrónico, solo

se permite su uso en la contratación en general según el Código Civil

actual y se regula algunas cuestiones conexas; pero, en forma general,

en otros cuerpos normativos de materias como penal, consumidor y

certificados digitales.

 Definición de términos relevantes

– Internet
– Medios electrónicos:

(Arroyo, 2016)

Arroyo (2016), al citar a Changaray, (2009) los define en forma

básica como los instrumentos que permiten la comunicación entre

dos o más personas, para lo cual se vale de infraestructura y

aparatos de telecomunicaciones.

– Sociedad de la información y servicios de la sociedad de la

información: Nieto (2016) citó a Guisado Moreno para indicar

que la sociedad de la información se refiere al contexto donde se

desarolla el comercio electrónico y sobre todo los servicios de la

sociedad de la información. Sobre este en particular, precisó que

se ayuda de las nuevas tecnologías, pues su origen se asienta en el

avance tecnológico de las telecomunicaciones y la informática

(uso de equipos, programas informáticos y el Internet).

Arias (2006) ha definido a los servicios de la sociedad de la

información, en base a la Ley de Servicios de la Sociedad de la

Información española, como todo servicio prestado de forma

onerosa, a distancia, por vía electrónica y a pedido de un

destinatario. También, están dentro de estos los servicios no

remunerados por sus destinatarios, siempre que impliquen la

realización de una una actividad económica para el prestador de

servicios. Incluso, la citada autora ha mencionado una lista de los

servicios que son de la sociedad de la información, tales como:

 La contratación de bienes o servicios por vía electrónica.


 La subastas por medios electrónicos.

 La gestión de compras en la red por grupos de personas.

 El envío de comunicaciones comerciales.

 El suministro de información por vía telemática.

 El video bajo demanda, donde el usuario puede seleccionar a

través de la red, el programa deseado; en general, la

distribución de contenidos previa petición individual.

– Comercio electrónico: Este término ha sido ampliamente

definido en la doctrina, por lo que no se advierte una uniformidad

al respecto; pero, sí muchas coincidencias.

En tal senntido, para Orrego (2015) el comercio electrónico se

define como aquellas transacciones comerciales realizadas

mediante o con la ayuda de medios electrónicos, como las redes

de internet e intranet, dispositivos móviles y otros softwares. Y

precisó que estos medios se engloban dentro de un concepto

genérico llamado Tecnologías de la Información y las

Comunicación (TIC).

De la misma forma, Miranda Serrano & Pagador (2008) ha

brindado una definición en sentido estricto y amplio. En el

primero, citan a BERGÓS y MORALES para definirlo como las

transacciones comerciales entre personas o empresas usando

instrumentos electrónicos. En el segundo, citan a PÉREZ DE

MADRID y lo definen como la realización de negocios jurídicos

mercantiles y civiles usando medios electrónicos, informáticos o

telemáticos.
Del mismo modo, Malca (2001) ha facilitado una definición

simple y amplia de comercio electrónico. Con respecto a la

primera, se define como aquella transacción comercial donde las

partes interactúan electrónicamente y no de forma física. Por la

segunda, se la define como el uso de tecnologías de la

información y las telecomunicaciones en las transacciones de

productos o servicios entre empresas, entre estas y consumidores

o con el Estado.

– Tipos de comercio electrónico: Para Jiménez (2018) el comercio

electrónico se clasifica en los siguientes tipos.

 Comercio electrónico B2B (bussines to bussines): Se

realiza entre empresas online.

 Comercio electrónico B2C (bussines to consumer): Se

realiza entre la empresa y un consumidoor, admitiéndose

incluso a los intermediarios online (por ejemplo cuando se

unen empresas que facilitan las compras entre los clientes y

las tiendas virtuales a cambio de un pago).

 Comercio electrónico B2E (bussines to employee): Se

realiza entre una empresa y sus empleados, al ofrecerle

directamente desde su tienda online o portal de Internet

bienes o servicios en oferta.

 Comercio electrónico C2C (consumer to consumer): Se

realzia entre consumidores, cuando una persona que ya no

utiliza un bien o servicio lo vende u otro (ventas de garaje,

etc.).
 Comercio electrónico G2C (goverment to consumer): Se

da cuando el gobierno permite que los ciudadanos realicen

sus trámites en línea a través de un portal.

– Sujetos participaantes en el comercio electrónico: Bravo &

Cesar (2011) brindan una noción de los sujetos que pueden

participar en el comercio electrónico, en general; ya que ello

depende del modelo que se adopte, tales como:

 Comprador: Es el usuario que accede al sistema informático

por la red para adquirir un bien o un servicio.

 Vendedor: Puede ser una persona natural o jurídica que

comercializa un bien o servicio a usuarios por medio del uso

de medios electrónicos.

 Banco o entidad emisora / banco o entidad adquirente:

Por lo general este tiene el rol de intermediador autorizando

para efectos de llevar a cabo los pagos on line, ofreciendo

garantías de seguridad. Así, el emisor actúa en representación

del comprador y el receptor actúa en representación del

vendedor.

 Definición del contrato electrónico

Miranda Serrano & Pagador (2008) lo definen como aquel contrato

donde la oferta y la aceptación se transmiten mediante la utilización

de equipos electrónicos de tratamiento y almacenamiento de datos,

conectados a una red de telecomunicaciones. Es decir, lo particular de

esta nueva forma de contratación es el cauce electrónico utilizado para

poner de manifiesto las declaraciones de voluntad entre ausentes.


Siguiendo dicho razonamiento, López (2014) concibe a este contrao

como aquel que, más allá de su naturaleza (compraventa,

arrendamiento, comisión, etc) y de su objeto, se celebra sustituyendo

el lenguaje oral y escrito por el electrónico; con el cual, se posibilita la

manifestación de las declaraciones de voluntad contractual de dos

partes. Y precisa que este contrato no supone la creación de una nueva

categoría jurídica de contrato, sino de una nueva modalidad de

contratación, lo cul implica cambios en los presupuestos y efectos del

negocio jurídico. Por el contrario, es una especie dentro del género de

los contratos celebrados a distancia o entre ausentes.

Así, también lo ha explicado Vargas (2016), al citar a Villalba

(2008:88), al indicar que este contrato no genera un replanteamiento

de la teoría general de los contratos y mucho menos un nuevo tipo

contractual, sino más bien una nueva forma de celebrar un contrato.

Finalmente, Nieto (2016) ha ofrecido una definición jurídica del

contrato electrónico como aquel acuerdo de dos o más partes que se

obligan entre ellas o respecto a otros, a fin de crear, modificar o

extinguir un relación jurídica de carácter patrimonial; donde el

consentimiento es brindado por medios electrónicos, con los cuales se

puede generar o no una comunicación inmediata entre las partes.

 Naturaleza Jurídica de los Contratos Electrónicos

Manzaneda (2019) afirma que el contrato electrónico es un Contrato

Atípico (de adhesión), ya que quien recibe la oferta de venta solo tiene

la opcion de aceptar o no la oferta, si que pueda sugerir modificar los

términos del contrato. Es decir, es un contrato de adhesión por la


diferencia de condiciones que se presenta entre las partes, donde una

tiene la fuerza de imponer sus condiciones a la otra, la cual no puede

hacer lo mismo.

 Diferencias entre contrato electrónico y contrato informático

Carrasco (2018) ha explicado que estos contratos son totalmente

distintos en virtud a varias consideraciones. Con respecto al contrato

informático, el autor primero ha arrivado a una noción de bien

informático como el hardware y el software de un equipo; donde el

primero hace referencia a sus componentes electrónicos como sistema

informático; y el segundo a su programación. Bajo ello, al citar a Julio

Tellez, refirio que dicho contrato regula la creación y transmisión de

derechos y obligaciones acerca de bienes y servicios en si mismos

informáticos (compra o arrendamiento de un sistema informático,

servicio de mantenimiento, programación, capacitación, asesoría, etc).

En cambio, el contrato electrónico es una nueva forma de celebrar un

contrato por medio de soportes o medios electrónicos. Otra fierencia

es que un contrato informático puede ser celebrado mediante un

contrato electrónico o tradicional (escrito, etc).

 Diferencia entre un contrato electrónico y un contrato inteligente

(smart contract)

Peña Orozco & Chamorro (2021) han mencionado que, en principio,

podría considerarse a ambos contratos como iguales, debido al

escenario virtual en el que se producen y porque todo smart contract

es un contrato electrónico; sin embargo, son diferentes. Por lo que, no

todo contrato electrónico es un smart contract; por el contrario, se


diferencian en que los contratos inteligentes no son contratos legales y

por ello no siempre es adecuado reemplazar a un contrato tradicional

con un smart contract.

 Similitudes y diferencias entre el contrato electrónico y el contrato

tradicional

Cabrejos & Guerrero (2018) mencionan que el contrato electrónico

tiene ciertas caracterísitcas que confluyen con las del contrato

tradicional. En tal sentido, coinciden en lo siguiente:

– La consensualidad, que se refiere a que el contrato se perfecciona

con la solavoluntad de las partes.

– La onerosidad, que consiste en que los contratos deben tener un

objeto alcanzar un interés económico patrimonial.

– La conmutatividad, que se refiere a que el contrato genera

derechos y obligaciones recíprocos entre las partes.

– Y es de ejecución inmediata o de tracto sucesivo.

Ahora bien, los mismos autores refieren que, a pesar de la similtudes

entre ambos contratos, el contrato electrónico presenta sus propias

características que lo diferencian del contrato tradicional, tales como:

– Se realiza mediante una plataforma virtual.

– No tiene relevancia el lugar de ubicación de las partes.

– No necesita ser materializado en físico.

– No tiene registro en papel.

– Permite reducir el tiempo para la realización de las transacciones.

– No pasan por un registro aduanero.

 Validez del contrato electrónico


Con relación a los elementos de validez del contrato electrónico, en la

doctrina nacional se ha dado una opinión a partir de la interpretación

de la teoría general de los contratos y de la doctrina internacional. En

ese tenor, Grosso (2017), citó a Maduro (1983, p.7), el cual indicó que

no es necesario que una ley previa permita el cumplimiento de

requisitos fundamentales para los contratos electrónicos, pues los

elementos esenciales del contrato y las fases de la contratación ya

reguladas no presentan diferencias de fondo frente a este, solo existe

diferencias por el medio en que se manifiestan.

De la misma forma lo expresa Nieto (2016), quien también ha ofrece

importantes opiniones acerca de la validez del contrato electrónica en

los ordenamientos jurídicos. En tal sentido, cita a Mateu De Ros, el

cual ha señalado que este contrato no genera una nueva teoría de las

obligaciones. A partir de ello, la citada autora afirmó que, bajo la

teoría general del contrato, los elementos del contrato electrónico son

los mismos que se exigen para el contrato clásico. Por ello, considera

que los requisitos que se conocen y que concurran en un contrato

electrónico tendrán la misma eficacia y validez.

 Tipos de contrato electrónicos

Lara (2018), al citar a PABLO F. BURGUEÑO, menciona que los

contratos electrónicos pueden clasificarse en función a lo siguiente:

– Por su forma de ejecución

 Contrato de comercio electrónico directo: En este contrato

no se necesita entregar en forma física los bienes inmateriales


o la prestación de servicios. Es más, su puede ser inmediata o

no. Ejemplo: la compra de un libro electrónico.

 Contrato de comercio electrónico indirecto: En este

contrato se necesita la entrega física de bienes muebles o que

la prestación de servicios sea forma personal. Su entrega no

es inmediata. Ejemplo: Compra de ropa por Internet.

– Por la emisión de las declaraciones

 Contrato electrónico puro: En este contrato las partes

brindan su manifestación de voluntad por medios

electrónicos.

 Contratos Reactivos: Para que se celebre el contrato se

necesita el uso de herramientas adicionales de comunicación.

Esto es común en sistemas de micro-pagos, contratación de

servicios personalizados y venta por catálogo. Ejemplo:

subscripción a un servicio por SMS, etc.

 Contratos Interactivos: Es un contrato que se produce

porque en el mismo lugar en donde se encuentra la oferta se

puede comprar el servicio, sin intermediarios.

 Contrato electrónico mixto: La contratación o prestación de

servicios requiere usar sistemas tradicionales y electrónicos.

Ejemplo: Cuando se descarga un formulario, el cual es

completado a mano y luego enviado por un medio

electrónico.

– Por los sujetos que son parte del contrato electrónico:


 Contrato electrónico de consumo: Se da cuando participa

por lo menos un consumidor.

 Contrato electrónico mercantil: Cuando todas las partes son

empresarios o profesionales, que compran algo para ser usado

y luego vendido. Ejemplo: Compra-venta de madera para la

fabricación de sillas.

– Por el objeto del contrato:

 Contratos de entrega: A su vez se divide en: i) Contratos de

entrega material cuando compras algo por Internet y esperas

su entrega y ii) Contratos de entrega inmaterial, cuando se

compra un libro electrónico y su entrega es inmediata al ser

por vía electrónica.

 Contratos de prestación: A su vez se divide en: i) Contratos

de prestación instantánea donde el pago se lleva a cabo en un

solo acto y ii) Contratos de prestación diferida donde el pago

se lleva a cabo en diferentes actos.

Dominguez (2019) coincide con el autor antes citado y agrega una

clasificación de estos contratos, referida a los contratos electrónicos

nacionales e internacionales. En el primero, la contratación electrónica

se da por medio de una plataforma masiva en una jurisdicción

nacional; y en el segundo, en una plataforma internacional.

 Modalidades de celebración de los contratos electrónicos

Al respecto Bolaños (2019) menciona que la modalidad más común de

celebración de los contratos electrónicos es utilizando los llamados

contratos “clickwrap”. Lo cuales, pueden concebirse como aquellos


acuerdos donde una de las partes (aceptante) expresa su voluntad de

aceptar las condiciones o cláusulas contractuales redactadas por la otra

(predisponente), mediante un click en el ícono “Acepto”, “Estoy de

acuerdo” o en términos similares que pueden aparecer en al final del

documento mostrado en el dispositivo del usuario. La autora también

precisa que, en un inicio, esta modalidad ha sido usada básicamente

para comprar licencias de uso de softwares en formato digital y físico.

Hoy en día, también es usada para acceder servicios digitales, por

ejemplo, unirse a una base de datos, a una red social, a una plataforma

de compraventa ( de bienes o donde se ofrezcan servicios en línea,

etc.), entre otros.

 Ventajas de la contratación electrónica

A nivel de la doctrina nacional, Manzaneda (2019) expresa una lista

de ventajas que ofrece la contratación electrónica en general. Tales

como:

– Permite reduccir los costos en el envío de los datos por parte del

consumidor.

– Genera bajos precios de un producto o servicio, ya que muchas

veces con estos contratos se elimina la intermediación que casi

siempre se presenta en la contratación común (estos suele elevar

los costos).

– Muchos de los productos o servicios adquiridos cumplen con las

exigencias de los clientes en calidad y precio.

– Posibilidad de negociar con socios a distancia casi de forma

similar a la presencia física.


– Genera un incremento en las utilidades de los negocios.

– Y una ficiencia en el servicio, debido a la sana competencia entre

proveedores por Internet.

 Oferta y aceptación electrónica

Sobre este tema Moreno Navarrete (2017) ha afirmado que para que

se considere como tal a un contrato electrónico es necesario que la

oferta y la aceptación también sean electrónicas, al materializarse por

medios electrónicos. Pues, si la oferta es electrónica y el contrato se

concluye con la forma escrita, entonces el contrato ya no es

electrónico. Sin embargo, el autor precisa que no ocurre lo mismo

cuando la oferta no es electrónica, bastando con que la celebración sea

en forma electrónica que el contrato sea electrónico, aunque no exista

oferta electrónica. Por tanto, debe entenderse que para que el contrato

sea electrónico lo importante es que la forma de la aceptación sea

electrónica.

 Principios jurídicos de los contratos electrónicos

En doctrina se han venido desarollando una serie de principios que

buscan orientar la aplicación de las normas del Derecho de los

contratos a esta nueva forma de contratación, así como ayudar en la

solución de la controversias legales que surgan con motivo de su

aparición y uso.

En tal sentido, a nivel de la doctrina internacional Alvarado (2019)

menciona que tales principios son:

– Buena fe: El autor nos recuerda que este principio es, ante todo,

una directriz general del Derecho, por el cual se busca que las
persones actuen con lealtad y bajo la obligación moral de cumplir

fielmente lo que se obligan. En esta nueva forma de contratación

exige, en primer lugar, un deber de información (las partes deben

estar informadas de lo que involucra el negocio a celebrar); en

segundo lugar, un deber de claridad (dar información clara para

evitar una interpretación incorrecta de lo acordado); en tercer

lugar, un deber de exactitud (las declaraciones deben coincidir

con la voluntad de los contratantes); finalmente, un deber de

secreto (no dar a conocer los aspectos pactados según se acuerde).

– Autonomía privada: Para el citado autor se refiere a la facultad –

libertad que tienen las persnas para regular y reglamentar sus

intereses jurídicos por medio de la generacion de una relación

jurídica obligacional. Por lo que, implica las siguientes libertades:

i) elegir con quién contratar; ii) fijar el contenido del contrato; etc.

Si bien este principio apuesta por la libertad de los contratantes al

momento de regular sus intereses, este no es ajeno al

ordenamiento jurídico de un Estado, el cual podrá establecer

límites.

– Consensualidad: El autor mencionado refiere, por este principio,

que en la contratación se debe evidenciar la manifestación de las

voluntades entre los contratantes (mutuo acuerdo aceptando las

condiciones del negocio).

Adicionalmente a dichos principios, en un estudio pasado, Hernández

(2012) agregó el principio de fuerza obligatoria de los negocios


jurídicos, por el cual se entiende que los contratos deben cumplirse

por las partes respecto a lo acordado en él.

En tanto, a nivel nacional, en una reciente investigación Cabrejos &

Guerrero (2018) coincidieron con los principios anteriores e

identificaron un principio adicional, referido a la Neutralidad

Tecnológica. Según explican, este consiste en la capacidad que deben

tener las normas reguladoras del comercio electrónico de pode regular

a las tecnologías existentes; así, como las futuras, sin que se presenten

mayores problemas al momento de aplicarlas o sin la necesidad de

modificarlas. También, se refiere a que dichas normas tengan un

correlativo con los hechos y las situaciones a presentarse en el

comercio electrónico, a fin de que permitan una interpretación realista.

Para lo cual, la regulación legal del comercio virtual o electrónico

debe ir a la par de las nuevas tecnologías por venir. En definitiva, con

ello se busca no afectar el avance tecnológico

3.3. Grado de Responsabilidad Civil de las empresas de Economía Colaborativa

del sector taxi frente al usuario pasajero, en un juicio de responsabilidad civil

por accidente de tránsito, al amparo de la actual normativa nacional.

3.3.1. Código Civil peruano

Al amparo del Código Civil peruano de 1984 cualquier situación, en general,

en donde exista un daño que resarcir se regirá por la institución jurídica de la

responsabilidad civil. La cual, se encuentra regulada en diversos artículos de la

citada norma, bajo una responsabilidad civil contractual y extracontractual. La

primera, regulada en los artículos 1314º al 1350º del Libro VI sobre “Las
Obligaciones” - Título IX sobre “Inejecución de Obligaciones” y la segunda,

en los artículos 1969° a 1988º del Libro VII sobre “Fuentes de las

Obligaciones” – sección sexta sobre “Responsabilidad extracontractual”.

Además, es de destacar que para su exigencia se requiere del inicio de un

proceso judicial ante el órgano jurisdiccional civil correspondiente al amparo

de los citados artículos y de las respectivas normas procesales.

A continuación se desarrollan los principales conceptos doctrinarios necesarios

para entender a la institución jurídica de la responsabilidad civil desarrollada

en la norma mencionada.

c. Definición de Responsabilidad Civil

En el actual Código Civil peruano no se ha desarrollado una definición de

responsabilidad civil. Por tal motivo se debe recurrir a la doctrina. En esta,

se ha muchos autores empiezan por el vocablo del cual deviene la palabra

responsabilidad.

En ese tenor, para Vidal Ramírez (2001) la palabra Responsabilidad deviene

de la raíz latina spondere que significa “prometer, comprometerse, ligarse

como deudor”; es decir hace referencia al incumplimiento de lo prometido o

de la violación de un deber jurídico. En cambio, para Calle (2012) deviene

del latín responsus que significa “hacerse garante”. Por otro lado, para Alpa

(2016) la citada palabra se remite a las palabras italianas “responsabilità”,

“responsable” y “resondère”, las primeras a su vez devienen del francés

“responsable” y la última del latín “respondeo”.

Bajo esas premisas, Mariños (2016), al citar a Alessandrl Rodríguez, define

a la responsabilidad civil como la obligación que tiene una persona de

indemnizar el daño sufrido por otra.


En ese mismo sentido, para Alpa (2016) se refiere al fenómeno en donde se

genera un daño jurídicamente relevante, al ejercicio de actividades o de

actos de los que se derivan daños y la obligación de una persona, al ser el

autor directo – material o el elegido por el ordenamiento jurídico, para que

asuma económicamente las consecuencias de resarcir al afectado.

En cambio, para Beltrán (2016) es el conjunto de consecuencias jurídicas a

las que uno se obliga por haber asumido una situación jurídica de desventaja

de manera voluntaria u obligatoria o por efecto de la ley.

d. Funciones de la Responsabilidad Civil

En la doctrina se ha establecido que la responsabilidad civil cumple ciertas

tareas o funciones como consecuencia de su aplicación en el resarcimiento

de daños. Tales funciones pueden ser diversas dependiendo de la

perspectiva que se tome.

Así, en la doctrina internacional resaltan dos perspectivas. En primer lugar,

se tiene la perspectiva clásica, desarrollada por Alpa (2016) y Mariños

(2016), para quienes las funciones de la responsabilidad civil son:

 Reaccionar al daño ilícito: Esto para lograr el resarcimiento a las

personas afectadas por el daño.

 Restablecer el “status quo ante”: Esto es respecto de la situación en el

cual estaba el afectado antes de padecer el daño.

 Ratificar la facultad-poder punitiva del Estado: Se refiere a

sancionar a las personas que cometen un daño a otros.

 La función “deterrence”: Respecto a prevenir que otros puedan

ejecutar actividades con las que causen daños a terceros.


 La función “compesation”: Se refiere a que si bien la responsabilidad

tiene una función resarcitoria para retornar el estado de las cosas antes

del evento que causó el daño, si ello no es posible, porque el estado de

las cosas actual no lo permite, entonces también tendrá la función de

compensar a la víctima.

En segundo lugar, desde una perspectiva económica, Alpa (2016) considera

agregar otras funciones de la Responsabilidad Civil, como son:

 Distribuir las pérdidas: Se trata de la descripción de la transferencia

de la pérdida que un sujeto afectado la ha sufrido efectivamente hacia el

sujeto que se le asigna.

 Asignación de costos: Se refiere a los costos surgidos por el riesgo que

fue generado a causa del daño. Los cuales, mediante la responsabilidad

civil, son asignados en forma diferenciada a los que deben asumirlos

utilizando operaciones de prevención y de resarcimiento del daño.

Finalmente, en la doctrina nacional, también se han encontrado algunos

autores que han tratado de desarrollar este tema, en su mayoría, de forma

similar a lo expuesto; salvo Fernández Cruz (2019), para quien la

responsabilidad civil tiene una serie de funciones en base a una perspectiva

microeconómica y macroeconómica. De las cuales, nos interesa la segunda

y en virtud a la cual la citada institución jurídica tiene las siguientes

funciones sistémicas o macroeconómicas:

 Incentivación y desincentivación de actividades: Para el citado

autor, la responsabilidad civil también buscará que en ocasiones el

costo de dañar a la víctima no se traslade o no la asuma el

responsable, a fin de priorizar la incentivación y desincentivación de


actividades para lograr el desarrollo tecnológico de ciertas

actividades que sean beneficiosas para la sociedad, protegiendo a los

agentes económicos.

 Prevención general: El autor señala que por medio de la responsabilidad civil

también se busca que las personas adopten medidas de prevención para no incurrir en

las mismas o en nuevas conductas dañosas. Esto se relaciona con la prevención

específica (que las personas internalicen el costo de la prevención de daños). Asimismo,

precisa que la decisión para trasladar el coste del daño de la víctima al responsable

depende de un análisis de las capacidades de prevención de los sujetos, donde se

asignará la responsabilidad al sujeto que, a pesar de estar en mejor posición de prevenir

el daño, no lo hizo. A esto se le llama, en el common law, la regla del “Cheapest cost

avoider” (debe responder el que estuvo en mejor posición de prevenir o impedir el daño

al menor coste y no adoptó las medidas necesarias para evitarlo).

e. Clasificación de la responsabilidad Civil y sus diferencias

Como se señaló líneas arriba, en el actual Código Civil peruano la

institución jurídica de la responsabilidad civil viene desarrollada bajo un

esquema dual dado por una responsabilidad civil por inejecución de

obligaciones o más conocida como contractual y una extracontractual, según

lo reafirman los autores nacionales Vidal Ramírez (2001), Espinoza

Espinoza (2002), Fernández Cruz (2019), entre otros.

i. Diferencias normativas entre la Responsabilidad Civil por

Inejecución de obligaciones o Contractual y Extracontractual

A nivel normativo, la primera diferencia entre ambas radica en los

artículos donde son reguladas. Así, la contractual se regula en los

artículos 1314º al 1350º del Libro VI sobre “Las Obligaciones” - Título


IX sobre “Inejecución de Obligaciones” y la extracontractual, en los

artículos 1969° a 1988º del Libro VII sobre “Fuentes de las

Obligaciones” – sección sexta sobre “Responsabilidad extracontractual”.

Asimismo, Fernández Cruz (2019) ha sistematizado otras diferencias

normativas que devienen de los artículos desarrollados del Código Civil

peruano, entre ellas resaltan:

 En la primera el criterio de imputación es subjetivo (art.132º); en cambio, en la

segunda es subjetivo (art. 1969º) y objetivo (art. 1970º).

 En la primera hay una graduación de la culpa (dolo, culpa grave y culpa leve -

artículos 1318º, 1319º, 1320º y 1321º); en la segunda, no (art. 1969).

 En la primera los daños resarcibles se rigen por el principio de previsibilidad

(art. 1321º); en la segunda, son resarcibles los daños previsibles y los imprevisibles (art.

1985º).

 En la primera el plazo de prescripción es de diez años (art. 2001, inc. 1) y en la

segunda, de dos años (art. 2000, inciso 4).

ii. Diferencias doctrinarias entre la Responsabilidad Civil por

Inejecución de obligaciones o Contractual y Extracontractual

En la doctrina también se han desarrollado ciertas diferencias. Así, desde

las posturas clásicas se tiene las siguientes.

En primer orden, a nivel de la doctrina internacional, Alpa (2006) explica

que para diferenciar a los tipos de responsabilidad civil indicados son

relevantes los conceptos de obligación y deber. Así, llegó a la conclusión

de que cuando se transgrede una obligación se está en el campo de la

responsabilidad civil contractual y cuando se afecta un deber, se está en

la responsabilidad civil extracontractual. Aunque, recientemente, ha


señalado que cuando se comete un acto ilícito también se genera un

supuesto de responsabilidad extracontractual Alpa (2016).

En igual sentido, a nivel de la doctrina nacional, para Rubio (2015) la

responsabilidad contractual genera una indemnización cuando se

incumple las obligaciones de un contrato. Por ende, esta responsabilidad

devendrá de la obligación generada por el contrato. En cambio, la

extracontractual hace referencia a los daños causados en la vida social,

cotidiana y/o quehacer común, entre personas sin relación jurídica

contractual, si no, más bien en un evento dañoso (relación jurídica de

víctima – agresor, mas no de acreedor y deudor). Donde se lesiona un

bien jurídico protegido en el ordenamiento jurídico o un deber de

proteger un interés protegido, tal como también lo precisa Espinoza

Espinoza (2002).

Al igual que lo anteriores, Fernández Cruz (2019) indica que

clásicamente se entiende que en la responsabilidad contractual hay una

obligación incumplida (deber particular con contenido patrimonial) y la

afectación de un interés particular (creditorio); en cambio, en la

responsabilidad extracontractual se afecta un deber general (no causar

daño a otro) y un interés general (la convivencia pacífica).

f. Elementos constitutivos de la Responsabilidad Civil por Inejecución de

obligaciones o Contractual

i. El Daño

Al respecto, Mariños señala que su constitución es necesaria para que

exista un supuesto de responsabilidad civil, tanto en la responsabilidad


por inejecución de obligaciones contractual, como en la extracontractual

(2016).

En cuanto a una definición, Espinoza Espinoza (2002) considera que el

daño es una situación en particular donde se ha afectado un interés

protegido por el conjunto de normas que rigen en un Estado, mas no hace

referencia a los efectos negativos de tal evento dañoso.

En el mismo sentido, Leysser considera que un daño es una condición

desfavorable para una persona que debe ser resarcida, en tanto la

situación que lo generó trajo como consecuencia la vulneración de una

posición protegida por las normas y cuando no sea atribuible a la propia

víctima, sino a otra persona (2007).

Por otra parte, es preciso indicar que en la doctrina se ha desarrollado una

serie de clasificaciones del daño. Siendo la clasificación alemana la más

aceptada en muchos ordenamientos jurídicos, entre ellos el peruano,

según lo advierten Espinoza Espinoza (2002), Alpa (2006), Mariños

(2016) y Fernández Cruz (2019).

Al respecto, destaca la explicación realizada por Fernández Cruz (2019)

acerca de la clasificación clásica del daño, el cual la expone de la

siguiente forma:

 Daño patrimonial: Es la afectación objetiva que sufre la víctima

del daño en su patrimonio o en sus derechos patrimoniales.

Asimismo, este tipo de daño se divide en:

– Daño emergente: Clásicamente se considera como

consecuencia directa del daño sufrido al empobrecimiento de la


víctima. Es decir, la pérdida efectiva de una utilidad en su

patrimonio, la cual la ostentaba al momento del daño.

– Lucro cesante: Es la pérdida de una utilidad que la víctima, de

forma razonable, podría haber logrado si no hubiese sufrido el

daño o que aún no se encontraba dentro de su patrimonio al

momento de sufrir el daño.

 Daño no patrimonial: Es la afectación subjetiva a la integridad de

una persona como entidad psicosomática y a sus derechos de la

personalidad. Este daño, también se divide en:

– Daño moral: Es la afectación a la entidad psíquica de una

persona, la cual es imposible de trasladarse a la faz externa o la

productividad, pues muchas veces no es fácilmente advertible

por los demás, ya que se manifiesta en una vulneración de su

intimidad, afectos y sentimientos. Adicionalmente, Osterling

precisa que este daño hace alusión a la angustia, los sufrimientos

físicos - psíquicos y los padecimientos que la víctima sufre por

el daño; y que, son susceptibles de producir una pérdida

pecuniaria o espiritual (2000).

– Daño a la persona: Este daño parte de la premisa de que la

persona está integrada por mente y cuerpo. Por ello, debe

protegérsela en sí misma como entidad psicofísica y centro de

tutela del Derecho. Es así como, los daños a la integridad

corporal o los daños fisiológicos también son vistos como daños

a la persona humana.

ii. La Antijuricidad
La antijuricidad hace referencia a que el daño generado a otra persona es

visto como un comportamiento contrario a Derecho por estar prohibido

por una norma imperativa, los principios del orden público o las reglas de

convivencia social, en tal sentido, se genera una obligación de

indemnizar el daño causado a otros por un comportamiento no aceptado

legalmente (Espinoza Espinoza, 2002).

Asimismo, Mariños precisa que en la responsabilidad civil contractual la

antijuricidad es siempre típica y no atípica, es decir que resulta del

incumplimiento contractual (2016).

iii. El Nexo causal

Según Tantaleán (2019) el nexo causal es el componente por medio del

cual se busca establecer que entre el hecho ilícito y el daño existe cierta

correspondencia o relación. Es decir, que entre la conducta antijurídica y

el daño causado a alguien existe una relación de causa y efecto, a fin de

establecer la existencia de una responsabilidad civil y consecuentemente

nazca la obligación de indemnizar al afectado (Alpa, 2006), lo cual es

una exigencia tanto para la responsabilidad civil contractual, como

extracontractual.

Asimismo, Tantaleán (2019) precisa que para determinar la forma del

nexo causal en la responsabilidad civil en general, la doctrina ha

desarrollado una serie de teorías, las cuales han sido agrupadas en teorías

individualizadoras y generalizadoras. Para el caso de la responsabilidad

contractual cobran relevancia las primeras. Así, en tal grupo se delimita a

las siguientes teorías:


 Teoría de la causa eficiente: Cuando existan varias posibles

causas (hechos) del hecho ilícito, bajo esta teoría se considerará

como causa a aquella que tenga mayor eficacia para generar el

curso causal de los acontecimientos, esto en función a un análisis

cualitativo.

 Teoría de la causa preponderante o de prevalencia causal: Ante

la presencia de varias causas del hecho ilícito, en virtud a esta

teoría se debe elegir como su causa a la que en mayor medida

contribuyó a la realización del daño, esto en base a un análisis

cuantitativo.

 Teoría de la causa próxima: Si se presenta un supuesto de carias

posibles causas del hecho ilícito que generó un daño, se considerará

como su causa a la que se encuentra temporalmente más cercana al

hecho ilícito.

De la citadas teorías, la referida a la causa próxima ha sido la teoría

adoptada en el artículo 1321º del Código Civil peruano, a fin de

determinar el nexo causal en los casos de Responsabilidad Civil por

inejecución de obligaciones o Contractual.

Osterling ha precisado que en la responsabilidad civil contractual la

relación de causalidad es propia de una causa inmediata y directa del

evento dañoso;

Finalmente, para Rangel (2015)


Y termina explicando que, en el actual Código Civil se adopta la

relación de causalidad adecuada para la responsabilidad civil

extracontractual y la causalidad próxima para la contractual.

iv. Factor de atribución

Son aquellos que determinan finalmente la existencia de la

responsabilidad civil, una vez que se ha presentado, en un supuesto

concreto de un conflicto social, los requisitos antes mencionados de la

antijuricidad, el daño producido y la relación de causalidad (Mariños,

2016).

En la responsabilidad contractual el factor de atribución es la culpa,

mientras que en la extracontractual, según el Código Civil actual son

dos los factores de atribución: la culpa y el riesgo creado. Así, en el

campo contractual, la culpa se clasifica en tres grados: la culpa leve, la

culpa grave y inexcusable, además del dolo según los artículos x;

mientras que en el campo extracontractual se habla únicamente de culpa

y también de riesgo creado, según los artículos 1969º y 1970º

respectivamente (Congreso del Perú, 1984).

3.3.2. Ley General de Transporte Terrestre

Si ocurren daños en el contexto de un accidente de tránsito en un vehículo, ya

sea con motivo o no de la prestación de un servicio público de pasajeros rige la

Ley N° 27181, “Ley General de Transporte y Tránsito Terrestre”.

En su artículo 29 se regula la responsabilidad civil en dichos casos, donde se

señala que la responsabilidad civil que deviene de accidentes de tránsito en

vehículos es objetiva, lo cual debe entenderse de conformidad con el Código

Civil. Asimismo, el conductor, el propietario del vehículo y, en algunos casos,


el prestador un servicio de transporte terrestre deben asumir los daños y

perjuicios generados a la víctima en forma son solidaria (Sistema Peruano de

Información Jurídica del MINJUS, 2015).

Es preciso indicar que este artículo ha sido modificado recientemente por el

artículo 2º de la Ley Nº 31248, “Ley que fortalece herramientas financieras de

reactivación económica de las MIPYME facilitando el acceso a crédito,

generación de garantías y compras estatales para dinamizar la economía”. Sin

embargo, la modificatoria se ha centrado en precisar qué ocurriría en casos de

propietarios de vehículos dados en arrendamiento bajo un contrato de

arrendamiento financiero. En tal situación, en virtud a la modificatoria, la regla

antes indicada no se aplica siempre que se haya entregado el vehículo al

arrendatario (Congreso de la República, 2021).

Por otro lado, para complementar a la citada norma es preciso indicar qué se

entiende por accidente de tránsito. Según el T.U.O. del “Reglamento Nacional

de Responsabilidad Civil y Seguros Obligatorios por Accidentes de Tránsito”,

aprobado por el Decreto Supremo N° 024-2002-MTC, se concibe por accidente

de tránsito a un evento o situación que ocurre de forma súbita, imprevisible y

en tono violento con motivo del uso de un vehículo automotor detenido o

estacionado en la vía de uso público, que causa algún tipo de daño a las

personas ocupantes o terceros no ocupantes y siempre que esto sea establecido

de forma cierta (Sistema Peruano de Información Jurídica del MINJUS, 2002).

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