Parabola Del Sembrador

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PARABOLA DEL SEMBRADOR

"Aquel día salió Jesús de casa y se sentó a la orilla del mar. Se reunió junto a Él tal multitud que
hubo de subir a sentarse en una barca, mientras toda la multitud permanecía en la orilla. Y se puso
a hablarles muchas cosas en parábolas, diciendo: He aquí que salió el sembrador a sembrar. Y al
echar la semilla, parte cayó junto al camino y vinieron los pájaros y se la comieron. Parte cayó en
terreno rocoso, donde no había mucha tierra y brotó pronto por no ser hondo el suelo; pero al salir
el sol, se agostó y se secó porque no tenía raíz. Otra parte cayó entre espinos; crecieron los espinos
y la sofocaron. Otra, en cambio, cayó en buena tierra y dio fruto, una parte el ciento, otra el
sesenta y otra el treinta. El que tenga oídos, que oiga"(Mt).

PARABOLA DEL TRIGO Y LA CIZAÑA

Otra parábola les propuso, diciendo: «El Reino de los Cielos es semejante a un hombre que sembró
buena semilla en su campo. Pero, mientras su gente dormía, vino su enemigo, sembró encima
cizaña entre el trigo, y se fue. Cuando brotó la hierba y produjo fruto, apareció entonces también la
cizaña. Los siervos del amo se acercaron a decirle: "Señor, ¿no sembraste semilla buena en tu
campo? ¿Cómo es que tiene cizaña?" El les contestó: "Algún enemigo ha hecho esto." Dícenle los
siervos: "¿Quieres, pues, que vayamos a recogerla?" Díceles: "No, no sea que, al recoger la cizaña,
arranquéis a la vez el trigo. Dejad que ambos crezcan juntos hasta la siega. Y al tiempo de la siega,
diré a los segadores: Recoged primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo
recogedlo en mi granero.

PARABOLA DEL GRANO DE MOSTAZA Y LA LEVADURA

En aquel tiempo, Jesús propuso esta otra parábola a la muchedumbre: “El Reino de los cielos es
semejante a la semilla de mostaza que un hombre siembra en su huerto. Ciertamente es la más
pequeña de todas las semillas, pero cuando crece, llega a ser más grande que las hortalizas y se
convierte en un arbusto, de manera que los pájaros vienen y hacen su nido en las ramas”. Les dijo
también otra parábola: “El Reino de los cielos se parece a un poco de levadura que tomó una mujer
y la mezcló con tres medidas de harina, y toda la masa acabó por fermentar”. Jesús decía a la
muchedumbre todas estas cosas con parábolas, y sin parábolas nada les decía, para que se
cumpliera lo que dijo el profeta: Abriré mi boca y les hablaré con parábolas; anunciaré lo que
estaba oculto desde la creación del mundo”.

PARABOLA DEL TESORO ESCONDIDO

«El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo que, al encontrarlo un
hombre, vuelve a esconderlo y, por la alegría que le da, va, vende todo lo que tiene y compra el
campo aquel.» «También es semejante el Reino de los Cielos a un mercader que anda buscando
perlas finas, y que, al encontrar una perla de gran valor, va, vende todo lo que tiene y la compra.
«También es semejante el Reino de los Cielos a una red que se echa en el mar y recoge peces de
todas clases; y cuando está llena, la sacan a la orilla, se sientan, y recogen en cestos los buenos y
tiran los malos. Así sucederá al fin del mundo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de entre
los justos y los echarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. «¿Habéis
entendido todo esto?» Dícenle: «Sí.» Y él les dijo: «Así, todo escriba que se ha hecho discípulo del
Reino de los Cielos es semejante al dueño de una casa que saca de sus arcas lo nuevo y lo viejo.»

PARABOLA DE LA PERLA DE GRAN VALOR

«El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo que, al encontrarlo un
hombre, vuelve a esconderlo y, por la alegría que le da, va, vende todo lo que tiene y compra el
campo aquel.» «También es semejante el Reino de los Cielos a un mercader que anda buscando
perlas finas, y que, al encontrar una perla de gran valor, va, vende todo lo que tiene y la compra.
«También es semejante el Reino de los Cielos a una red que se echa en el mar y recoge peces de
todas clases; y cuando está llena, la sacan a la orilla, se sientan, y recogen en cestos los buenos y
tiran los malos. Así sucederá al fin del mundo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de entre
los justos y los echarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. «¿Habéis
entendido todo esto?» Dícenle: «Sí.» Y él les dijo: «Así, todo escriba que se ha hecho discípulo del
Reino de los Cielos es semejante al dueño de una casa que saca de sus arcas lo nuevo y lo viejo.»

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