La Planificación
La Planificación
La Planificación
Muchas personas se ponen metas, llevan a cabo proyectos o piden a nuestro Padre Celestial
generalidades sin hacer una planificación correcta; y al hacerlo de esa manera, se pierden de la esencia
misma de la planificación, que es: recibir revelación.
El Señor le dijo a Oliver Cowdery “…no has entendido; has supuesto que yo te lo concedería cuando no
pensaste sino en pedirme….” (Doctrina y Convenios 9:7). El Señor espera que hagamos una diferencia
en todo lo que nos sea encomendado. En Predicad Mi Evangelio indica lo mínimo que él espera de
nosotros: “Haga todo lo posible por dejar su área más fuerte de lo que la encontró. Las metas claras y el
planeamiento cuidadoso le serán de ayuda para lograr lo que el Señor espera de usted, al cuidar a las
personas del área que le haya sido asignada, usted dará cuenta al Señor y a sus líderes…” (PME Pág.
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▪ Un Plan. Después que hemos decidido a donde queremos llegar, debemos preguntarnos: ¿Cómo
vamos a llegar allí? Esto requiere básicamente de nuestro mejor plan.
▪ Trabajar en equipo. Así como buscar la ayuda divina es indispensable, de igual manera lo es buscar
la ayuda de nuestros semejantes y delegar. Esto se logra cuando la planificación se hace entre dos o
más personas. Por esta razón, el proceso de planificación debe hacerse en reuniones de consejo.
La diferencia entre una reunión y un consejo es que al consejo se invita al Espíritu Santo para ayudar
a los participantes a recibir revelación y confirmación, a fin de llegar a un acuerdo en común y tomar
decisiones. La inspiración puede venir por cualquiera de los miembros del equipo y desde una o
varias ideas construir, hasta llegar a un sentimiento de unidad de que lo que se ha acordado está
bien. El Espíritu Santo nos ayuda en el proceso y en la toma de decisiones. La promesa es:
Otra vez os digo que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra acerca de cualquier cosa
que pidan, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres
congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos. (Nuevo Testamento | Mateo 18:19–20).
¿Habrá algo más noble que el ponernos de acuerdo para servir y rescatar a nuestros
semejantes? No debemos temer; ciertamente el Señor nos guiará.
▪ Unidad de propósito y compromiso
La parte más difícil y la más importante de trabajar en equipo es lograr la unidad de propósito y el
compromiso de todos los miembros del equipo. Esto será más fácil si el Espíritu Santo está presente,
nuestros propósitos son justos y si respetamos el albedrío de los demás. Quizás por eso se nos
aconseja que las decisiones de un consejo sean unánimes.
El trabajar en equipo tiene un gran poder para lograr milagros, pero antes, todos tienen que estar
comprometidos con la visión y con su rol en el cumplimiento de esa visión.
Esta parte de la planeación es muy importante porque de aquí debe salir un compromiso que nos
mantendrá firmes en los momentos difíciles, también proveerá la motivación necesaria para
mantener nuestra meta en el corazón y nuestro compromiso día tras día. Lo comparo a la parte del
Iceberg que no se ve pero que da firmeza y soporte a lo que se ve.
Un iceberg es un inmenso trozo de hielo el cual sobresale del agua del mar, aproximadamente un
20%. Entre más fuerte es lo que está debajo del agua más fuerte será el iceberg. Un buen líder debe
trabajar mucho en esta parte, a fin de ayudar a los que lo siguen a poner la meta en su corazón y
estar dispuestos a pagar el precio. El resultado de esta parte del proceso es lograr un compromiso de
todos los miembros del equipo. Estar comprometidos significa poner el ejemplo y estar totalmente
involucrados hasta lograr el resultado final; “si no hay involucramiento no hay compromiso”. i
Se dice que después que Hernán Cortés desembarcó en las costas de México dijo a sus soldados: -
¡¡Vamos a conquistar esta tierra!! - Entonces percibiendo que sus soldados estaban temerosos, y
previendo una rebelión, mandó hundir los barcos. Cuando los soldados vieron que ya no tenían
como volver atrás; cambió su motivación y su compromiso; al ver esto Hernán Cortés les mandó
conquistar o morir. El ejército sólo entonces tuvo la fuerza para conquistar. Los soldados realmente
no estaban comprometidos hasta que supieron que no había otro camino, si no el de conquistar. ii
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Cuando Lehi mandó a sus hijos que volvieran a Jerusalén y trataran de obtener los anales, sus
hermanos murmuraron. Nefi en cambio dijo: Iré y haré lo que el Señor ha mandado, porque sé que él
nunca da mandamientos a los hijos de los hombres sin prepararles la vía para que cumplan lo que les
ha mandado. (Libro de Mormón | 1 Nefi 3:7).
La respuesta de Nefi fue espectacular, pero su compromiso fue aún mayor. Después de hacer una
reunión de consejo, Nefi y sus hermanos, decidieron que echarían suertes para ver quien iría a la casa
de Labán. Por designio divino la suerte cayó en Lamán, a quien por ser el primogénito le
correspondía la dirección del pequeño grupo. Éste entró a la casa de Labán y trató de persuadirlo a
que le diera las planchas. Sus esfuerzos no rindieron ningún fruto, antes bien, hicieron enojar a
Labán, quien echó a Lamán de su casa, lo acusó de ladrón y le dijo que lo iba a matar; pero Lamán
huyó de su presencia.
Cuando él comentó a sus hermanos lo que había pasado, empezaron a llenarse de temor y estaban a
punto de abandonar su cometido; entonces Nefi interviene haciendo la siguiente declaración: “Así
como el Señor vive, y como nosotros vivimos, no descenderemos hasta nuestro padre en el desierto
hasta que hayamos cumplido lo que el Señor nos ha mandado” (Libro de Mormón | 1Nefi 3:15).
Las palabras de Nefi indican cuán grande era su compromiso; estaba dispuesto a no regresar sin
cumplir lo que el Señor había mandado. Nefi y sus hermanos idearon un nuevo plan. Su padre había
dejado oro, plata y todas sus riquezas, las cuales eran suficientemente valiosas como para canjearlas
por los anales. Cuando Labán vio que los bienes eran grandes en extremo, los codició, por lo que los
echó fuera y mandó a sus siervos para que los mataran, a fin de apoderarse de sus bienes.
Como era de esperarse por su actitud y porque prácticamente estaba cumpliendo ese mandato
contra su voluntad, Lamán se irritó y junto con Lemuel golpearon con una vara a sus hermanos
pequeños.
Lamán y Lemuel usaban su raciocinio para justificar por qué no se podía lograr la meta, indicando
que Labán era un hombre poderoso y podía enviar a sus ejércitos y matar a cincuenta, entonces por
qué no iba a matarlos a ellos. Nefi tuvo que convencerlos para que no dudaran, recordándoles que
Dios era más poderoso que todos. Esta era la segunda vez que fallaban en el intento de obtener las
planchas, así que Nefi se dejó guiar por el espíritu para participar de un milagro; en sus propias
palabras él dice: “E iba guiado por el Espíritu, sin saber de antemano lo que tendría que hacer. No
obstante, seguí adelante.” (Libro de Mormón | 1 Nefi 4:6–7).
Lo interesante de este último intento es que Nefi ya sabía lo que Labán le haría si volvía de nuevo, sin
embargo, estaba determinado a no volver a su padre sin cumplir con lo que el Señor le había
mandado. Su compromiso con el mandato del Señor era total. Con razón le amaban el Señor y su
padre Lehi.
El final de la historia ya lo sabemos. Nefi volvió a su padre en el desierto y con él, sus hermanos y los
anales. Dios había hecho un milagro después de la prueba de su fe. Cuando los miembros del equipo
no están completamente comprometidos, la gran prueba se da en el involucramiento. Stephen R.
Covey dice: “Si no hay involucramiento no hay compromiso”. Trabajar en esta parte es la gran base
del éxito.
¿Por qué quiero hacerlo? Al concluir nuestro plan debemos preguntarnos el por qué, a fin de
meditar profundamente y ver si nuestros deseos son justos y si tenemos verdadera intención. Tan
importante es hacer que las cosas sucedan, así como la razón por la que las hacemos, ya que el Señor
obra de acuerdo a los deseos de nuestro corazón.
Presentarlo al Señor. El siguiente paso es sumamente importante: Debemos presentar nuestro plan
al Señor y pedir Su ayuda. Si Él lo aprueba, entonces todo saldrá bien y aprenderemos mucho
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mientras lo ejecutamos. “…entonces has de preguntarme si está bien; y si así fuere, haré que tu pecho
arda dentro de ti; por tanto, sentirás que está bien. Más si no estuviere bien, no sentirás tal cosa, sino
que te sobrevendrá un estupor de pensamiento que te hará olvidar lo que está mal”. (Doctrina y
Convenios 9:8-9).
Hazlo. Toda gran estrategia se descompone en lo que hacemos cada día. Mientras llevamos a cabo
nuestros planes no hay que olvidar la promesa del Señor: “Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y
hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que
llama, se le abrirá”. (Nuevo Testamento | Lucas 11:9–10).
Medir y reportar el progreso. Las palabras del presidente Thomas S. Monson son suficientes para
reforzar este tema. Él ha dicho: “Cuando el rendimiento se mide, dicho rendimiento mejora. Cuando
el rendimiento se mide y se informa, el ritmo de mejoramiento se acelera”. iii
Debe encontrarse una manera para rendir cuentas, tanto individualmente como en equipo. Esto nos
ayudará a refinar nuestros planes y recibir más revelación de aspectos que quizás no hayamos
tomado en cuenta antes.
Dar reconocimiento y mostrar gratitud. Tres consejos pueden servir en esta parte del plan:
Esto abrirá las puertas a logros mayores. “El que reciba todas las cosas con gratitud será glorificado” (D.
y C. 78:19). Recuerden la historia de los 10 leprosos. Solo uno regresó para dar gracias, ciertamente él
recibió más que la sanación de su cuerpo.
Y al entrar en una aldea, salieron a su encuentro diez hombres leprosos, los cuales se pararon de lejos y
alzaron la voz, diciendo: ¡Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros!
Y cuando él los vio, les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes. Y aconteció que, mientras iban, fueron
limpiados. Entonces uno de ellos, cuando vio que había sido sanado, volvió glorificando a Dios a gran
voz, y se postró sobre su rostro a los pies de Jesús, dándole gracias; y éste era samaritano. Y
respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están? ¿No hubo
quien volviese y diese gloria a Dios, sino este extranjero? Y le dijo: Levántate, vete; tu fe te ha sanado.
(Nuevo Testamento | Lucas 17:12–19)
2. Usen el espejo cuando las cosas no van bien y la ventana cuando tengan éxito.
“Los líderes………..miran por la ventana en busca de factores fuera de sí mismos para asignarles el mérito
cuando las cosas van bien……..Al mismo tiempo, si van mal, miran en el espejo para atribuirse la
responsabilidad, sin echarle la culpa a la mala suerte”. iv
Cuando el buen desempeño no se reconoce, se está premiando el mal desempeño.Debemos festejar los
logros y compartir experiencias de éxito aun cuando estos sean pequeños, ya que esto permite que otros
aprendan y vean que es posible; al mismo tiempo, creamos un ambiente positivo y una motivación
mientras vamos avanzando.
Testifico que nuestro Padre Celestial es quien más desea que tengamos éxito. Él nos ayudará a lograr los
nobles deseos de nuestro corazón. Si le incluimos y buscamos Su ayuda desde el principio, Él nos
revelara por medio de su Santo Espíritu cómo lograr las cosas. Por eso, a todo el proceso de planificación
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debe acompañarlo la oración y la meditación, hasta que nuestros deseos pasen de la mente al corazón.
En el nombre de Jesucristo, amén.
i Stephen R. Covey
ii “Cartas” Hernán Cortés. Ed. Historia 16
iii Predicad Mi Evangelio, pág. 161