Los Sentidos
Los Sentidos
Los Sentidos
Estamos acostumbrados, casi de manera inconsciente, a que los sentidos nos informen
de lo que está pasando a nuestro alrededor. Sin ellos, estaríamos en riesgo
constante al no percibir los peligros.
Tenemos cinco órganos de los sentidos: la piel, que nos permite el tacto; los ojos,
que nos proporcionan la vista; los oídos, que además de captar los sonidos nos
entregan el equilibrio; la nariz, que nos ayuda a percibir los olores, función que
denominamos olfato; y, la lengua, que nos da la posibilidad de distinguir una
compleja gama de sabores, el gusto.
Los sentidos nos proporcionan la información vital que nos permite relacionarnos
con el mundo que nos rodea de manera segura e independiente. Esto, por medio de las
sensaciones, que son el mecanismo que tiene nuestro cuerpo para procesar todos los
estímulos que recibe: luz, sonidos, sabores, frío o calor, dolor, olores, incluso
las caricias, cosquillas y besos.
Los receptores sensoriales son células especializadas en la captación de estímulos,
que representan la vía de entrada de la información en el sistema nervioso de un
organismo.
Los receptores sensoriales se pueden clasificar en:
Quimiorreceptores: cuando la fuente de información son las sustancias químicas.
Ejemplo: gusto y olfato.
Mecanorreceptores: cuando la fuente de información proviene de tipo mecánico.
Ejemplo: contacto, no contacto, vibraciones, texturas. Existen mecanorreceptores
especializados, por ejemplo los estatorreceptores que informan sobre la posición
del equilibrio, y los fonorreceptores, que perciben las ondas sonoras.
Termorreceptores: son los que perciben el frío o el calor.
Fotorreceptores: se especializan en recibir la energía electromagnética.
Adaptación: ya dijimos que los receptores se ponen en acción apenas reciben hasta
el más leve estímulo. Sin embargo, en la medida en que éste se mantiene constante,
la excitabilidad va desapareciendo y se produce un acostumbramiento, una
adaptación. Por ejemplo, un olor penetrante nos deja de molestar después de un
rato, ya que nos acostumbramos hasta prácticamente dejar de percibirlo.
EL OÍDO
Oído Externo: Es la parte del aparato auditivo que se encuentra en posición lateral
al tímpano. Comprende el pabellón auditivo (oreja) y el conducto auditivo externo
que mide tres centímetros de longitud. Posee pelos y glándulas secretoras de cera.
Su función es canalizar y dirigir las ondas sonoras hacia el oído medio.
Oído Medio: Se encuentra situado en la cavidad timpánica llamada caja del tímpano,
su cara externa está formada por el tímpano que lo separa del oído externo. Es el
mecanismo responsable de a conducción de las ondas sonoras hacia el oído interno.
Es un conducto estrecho, que se extiende unos 15 milímetros en un recorrido
vertical y otros 15 en un recorrido horizontal. El oído medio está conectado
directamente con la nariz y la garganta a través de la trompa de Eustaquio, que
permite la entrada y la salida del aire del oído medio para equilibrar las
diferencias de presión entre éste y el exterior. Está formado por tres huesillos
pequeños y móviles, que son el martillo, el yunque y el estribo. Los tres conectan
acústicamente el tímpano con el oído interno, que contiene líquido.
Oído Interno: Se encuentra en el interior del hueso temporal que contiene los
órganos auditivos y del equilibrio, que están inervados por los filamentos del
nervio auditivo. Está separado del oído medio por la ventana oval. Consiste en una
serie de canales membranosos alojados en la parte densa del hueso temporal, se
divide en: caracol, vestíbulo y tres canales semicirculares, que se comunican entre
si y contienen endolinfa (fluido gelatinosos).
Capacidad Auditiva:
Las ondas sonoras, en realidad son cambios en la presión del aire, y son
transmitidas a través del canal auditivo externo hacia el tímpano, en el cual se
produce una vibración. Estas vibraciones se comunican al oído medio mediante la
cadena de huesillos y, a través de la ventana oval hasta el líquido del oído
interno.
El rango de audición varía de una persona a otra. El rango máximo de audición en el
hombre incluye frecuencias de sonido desde 16 hasta 28.000 ciclos por segundo. El
menor cambio de tono que puede ser captado por el oído varía en función del tono y
del volumen.
La sensibilidad del oído a la intensidad del sonido también varía con la
frecuencia. La sensibilidad a los cambios de volumen es mayor entre 1.000 y
los3.000 ciclos, de manera que se pueden detectar cambios de un decibelio. Esta
sensibilidad es menor cuando se reducen los niveles de intensidad de sonido.
Equilibrio:
Los canales semicirculares y el vestíbulo están relacionados con el sentido del
equilibrio. En estos canales hay pelos que detectan los cambios de la posición de
la cabeza.
Los tres canales semicirculares se extienden desde el vestíbulo formando ángulo más
o menos rectos entre si, lo cual permite que los órganos sensoriales registren los
movimientos que la cabeza realiza. Sobre las células pilosas del vestíbulo se
encuentran unos cristales de carbonato de calcio, que cuando la cabeza está inclina
cambian de posición y los pelos que están por abajo responden al cambio de presión.
Es posible que quienes padezcan de enfermedades del oído interno no pueda
mantenerse de pie con los ojos cerrados sin tambalearse o caerse.
LA VISTA
La capa más externa o esclerótica: tiene una función protectora. Cubre unos
cinco sextos de la superficie ocular y se prolonga en la parte anterior con la
córnea transparente.
La capa media o úvea: tiene tres partes: la coroides (vascularizada), el cuerpo
ciliar (procesos filiares) y el iris (parte frontal del ojo).
La capa interna o retina: es la sensible a la luz.
La córnea es una membrana resistente compuesta por cinco capas a través dela cual
la luz penetra en el interior del ojo. El iris es una estructura pigmentada
suspendida entre la córnea y el cristalino y tiene una abertura circular en el
centro, la pupila. El tamaño de la pupila depende de una músculo que rodea sus
bordes, aumentando o disminuyendo la cantidad de luz que entra en el ojo
La retina es una capa compleja compuesta sobre todo por células nerviosas. Las
células receptoras sensibles a la luz se encuentran en la superficie exterior,
tienen forma de conos y bastones y están ordenados como los fósforos de una caja.
La retina se sitúa detrás de la pupila. La retina tiene una pequeña mancha de color
amarillo que se denomina mácula lútea, es su centro se encuentra la fóvea central,
que es la zona del ojo con mayor agudeza visual.
El nervio óptico entre en el globo ocular por debajo y algo inclinado hacia el lado
interno de la fóvea central, originando en la retina la pequeña mancha llamada
disco óptico. Esta estructura es el punto ciego del ojo, ya que carece de células
sensibles a la luz.
El enfoque del ojo se lleva a cabo debido a que la lente del cristalino se aplana o
redondea; este proceso se llama acomodación. En un ojo normal no es necesaria la
acomodación para ver los objetos distantes, pues se enfocan en la retina cuando la
lente está aplanada gracias al ligamento suspensorio. Para ver objetos más
cercanos, el músculo ciliar se contrae y por relajación del ligamento suspensorio,
la lente se redondea de forma progresiva.
El mecanismo de la visión nocturna implica la sensibilización de las células en
forma de bastones gracias a un pigmento, la púrpura visual, sintetizada en su
interior. Para la producción de este pigmento es necesaria la vitamina A, y su
deficiencia conduce a la ceguera nocturna.
Cuando la luz intensa alcanza la retina, los gránulos de pigmento marrón emigran a
los espacios que rodean a estas células, revistiéndolas y ocultándolas. De este
modo los ojos se adaptan a la luz.
Los movimientos del globo ocular hacia la derecha, izquierda, arriba o abajo se
llevan a cabo por los seis músculos oculares que son muy precisos. Se estima que
los ojos pueden moverse para enfocar como mínimo cien mil puntos distintos del
campo visual.
Estructuras Protectoras:
Las más importantes son los párpados superior e inferior. Estos son pliegues de
piel y tejido glandular que se cierran gracias a unos músculos y forman sobre el
ojo una cubierta protectora. Las pestañas (pelos cortos que crecen en los bordes de
los párpados), actúan como una pantalla para mantener lejos del ojo partículas
cuando estos están abiertos.
Detrás de los párpados se encuentra la conjuntiva, que es una membrana protectora
fina que se pliega para cubrir la zona de la esclerótica visible. Cada ojo cuenta
también con una glándula lagrimal, situada en la esquina exterior. Estas glándulas
segregan un líquido salino que lubrica la parte delantera del ojo cuando los
párpados están cerrados y limpia la superficie delas pequeñas partículas de polvo.
Enfermedades de la visión:
Hemeralopia: está causada por una incipiente opacidad en uno o más de los
tejidos oculares.
Ceguera para los colores: es un defecto congénito de la retina, está relacionada
con el exceso del consumo de drogas, alcohol, tabaco, etc.
Miopía: el cristalino funciona bien, pero el globo ocular es demasiado largo. La
imagen de los objetos alejados se forma delante de la retina.
Hipermetropía: el cristalino funciona bien, pero el globo ocular es demasiado
corto. La imagen de los objetos cercanos se forma detrás de la retina.
Diplopía, visión doble, estrabismo y bizquera: son causados por debilidad o
parálisis de los músculos externos del globo ocular.
Astigmatismo: deformación de la córnea o alteración de la curvatura de la lente
ocular. Provoca una visión distorsionada debido a la imposibilidad de que
converjan los rayos luminosos en un solo punto de la retina.
Ceguera: puede ser causada por la presión del nervio óptico. También por la
separación de la retina desde el interior del globo ocular.
La conjuntivitis: produce enrojecimiento, inflamación, molestias y constante
lagrimeo. Durante el sueño, se produce una secreción de pus que al secarse, hace
que las pestañas se peguen entre sí. La prevención de ésta enfermedad se logra
mediante la práctica de medidas higiénicas como lavarse regularmente bien los
ojos, usar toallas limpias, no frotar los ojos con las manos sucias, aplicar
sólo los medicamentos (colirios o cremas) recetados por el médico.
EL OLFATO
Este sentido permite percibir los olores. La nariz, equipada con nervios olfativos,
es el principal órgano del olfato. Los nervios olfativos son también importantes
para diferenciar el gusto de las sustancias que se encuentran dentro de la boca, es
decir, muchas sensaciones que se perciben como sensaciones gustativas, tienen su
origen en el sentido del olfato. También es importante decir que la percepción de
los olores está muy relacionada con la memoria, determinado aroma es capaz de
evocar situaciones de la infancia, lugares visitados o personas queridas.
La nariz:
Forma parte del sentido del olfato, del aparato respiratorio y vocal. Se puede
dividir en región externa, el apéndice nasal, y una región interna constituida por
dos cavidades principales (fosas nasales) que están separadas entre si por el
tabique vertical. Los bordes de los orificios nasales están recubiertos de pelos
fuertes que atraviesan las aberturas y sirven para impedir el paso de sustancias o
partículas extrañas.
Las cavidades nasales son altas y profundas, y constituyen la parte interna dela
nariz. Se abren en la parte frontal por los orificios nasales y, en el fondo,
terminan en una abertura en cada lado de la parte superior de la faringe. La región
olfativa de la nariz es la responsable del sentido del olfato, la membrana mucosa
es muy gruesa y adopta una coloración amarilla.
EL GUSTO
Esta facultad humana, entre otros animales, actúa por contacto de sustancias
solubles con la lengua. El ser humano es capaz de percibir un amplio repertorio de
sabores como respuesta a la combinación de varios estímulos, entre ellos textura,
temperatura, olor y gusto. Viéndolo de forma aislada el sentido del gusto sólo
percibe cuatro sabores: dulce, salado, ácido y amargo.
La lengua:
Posee casi 10.000 papilas gustativas que están distribuidas de forma desigualen la
cara superior de esta. Por lo general las papilas sensibles a los sabores dulce y
salado se concentran en la punta de la lengua, las sensibles al ácido ocupan los
lados y las sensibles a lo amargo están en la parte posterior.
La lengua es un órgano musculoso de la boca y es el asiento principal del gusto y
parte importantes en la fonación, masticación y deglución de los alimentos. Está
cubierta por una membrana mucosa y se extiende desde el hueso hioides en la parte
posterior de la boca hacia los labios. El color de la lengua suele ser rosado. Su
principal función es la contención de los receptores gustativos, que nos permiten
degustar los alimentos. También contribuye junto con los labios, los dientes y el
paladar duro, la articulación de las palabras y sonidos.
EL TACTO
El tacto, es otro de los cinco sentidos de los seres humanos y de otros animales. A
través del tacto, el cuerpo percibe el contacto con las distintas sustancias,
objetos, etc. Los seres humanos presentan terminaciones nerviosas especializadas en
la piel, que se llaman receptores del tacto. Estos receptores se encuentran en la
epidermis (capa más externa de la piel) y transportan las sensaciones hacia el
cerebro a través de las fibras nerviosas. Hay sectores dela piel que poseen mayor
sensibilidad ya que el número de receptores varía en toda la piel.
Los receptores del tacto están constituidos por los discos de Merkel, que se
subdividen en las siguientes categorías:
La piel:
Es una parte muy importante del organismo que protege y cubre la superficie del
cuerpo. Contiene órganos especiales que suelen agruparse para detectar las
distintas sensaciones como la temperatura y dolor.
La piel posee, en un corte transversal, tres capas: la epidermis, que es la que
interviene principalmente en la función del tacto, ya que es la más externa. La
dermis, que es la capa del medio y la capa subcutánea.
Si te preguntan cuál es el órgano más grande del cuerpo, lo más probable es que
respondas que el corazón o tal vez los pulmones. Sin embargo, la respuesta correcta
es: la piel, que además es el órgano de mayor sensibilidad táctil.
A través de la piel percibimos todo tipo de sensaciones, cada una de las cuales
tiene receptores específicos: la sensación táctil –contacto–, la presión, el frío,
el calor y el dolor. Se estima que en la piel humana existen alrededor de cuatro
millones de receptores para la sensación de dolor, 500 mil para la presión, 150 mil
para el frío y 16 mil para el calor.
Los corpúsculos de Pacini son los que determinan el grado de presión que sentimos;
nos permiten darnos cuenta de la consistencia y peso de los objetos y saber si son
duros o blandos. En algunos casos, el peso se mide de acuerdo al esfuerzo que nos
causa levantar un objeto. Por eso se dice que el peso se siente por el “sentido
muscular”.
Las distintas impresiones del tacto son transmitidas por los diferentes receptores
a la corteza cerebral, específicamente a la zona ubicada detrás de la cisura de
Rolando.
Un ciclo :Las células de nuestra piel se reproducen continuamente en su capa más
profunda, la hipodermis, abriéndose paso hacia la superficie, cambiando de forma y
función mientras lo hacen. Cuando llegan a la parte superior, mueren, pero incluso
muertas cumplen una función útil: forman una dura capa que se descama sin cesar y
nos protege del sol, la sequedad, los golpes y los microorganismos.
La audición
Los oídos, que se encuentran parcialmente alojados en el hueso temporal del cráneo,
son los órganos de la audición y el equilibrio. Nos permiten percibir los sonidos y
el movimiento gracias a la estimulación de receptores especializados llamados
células ciliadas, que reaccionan o responden ante las ondas sonoras transmitidas
por el aire y el movimiento de la cabeza.
Las fibras nerviosas que provienen de la vía auditiva y las estructuras del
equilibrio forman el nervio vestibulococlear, que lleva los impulsos nerviosos al
cerebro para su interpretación.
Anatómicamente, el oído está dividido en tres partes: el oído externo, recubierto
de cilios y glándulas secretoras de cera; el oído medio, por el que pasan
mecánicamente las vibraciones; y el interno, cuyas estructuras traducen las
vibraciones a mensajes nerviosos.
Oído medio: es una cavidad llena de aire en el hueso temporal, que está entre el
tímpano y el oído interno. Ligados al tímpano y también entre sí, hay tres huesos
diminutos: martillo, yunque y estribo, que transfieren las vibraciones del tímpano
al oído interno.
En esta parte es importante la trompa de Eustaquio, canal de unos 4 cm. de largo
que conecta el oído medio con lo alto de la garganta, y cuya función es equilibrar
la presión a ambos lados del tímpano. A cada movimiento de deglución, se abre la
trompa y deja pasar aire al oído medio. Es por esto, que cuando sentimos los oídos
tapados, al tragar se nos destapan.
Oído interno: llamado también laberinto, está compuesto por un complejo sistema de
canales membranosos con un revestimiento óseo. En esta zona profunda del oído están
el centro auditivo, ubicado en el “caracol”, y el control del equilibrio, que
depende de las estructuras situadas en el vestíbulo y en los “canales
semicirculares”.
Sonido y equilibrio
El caracol está subdividido en tres cámaras llenas de líquido, que se extienden en
espiral y en paralelo alrededor de un núcleo óseo. En el canal central o conducto
coclear está el “órgano espiral de Corti”, que es el encargado de transmitir las
ondas sonoras al cerebro.
Afirmado en la membrana basilar, el órgano de Corti está compuesto por células de
apoyo y por miles de células ciliadas sensibles dispuestas en hileras. Cada una de
estas células tiene hasta cien cilios individuales, como pelillos, que traducen el
movimiento mecánico en impulsos eléctricos.
Los canales semicirculares que controlan el equilibrio son tres surcos óseos que
casi forman ángulos rectos entre sí. El fluido de los canales ayuda a registrar
hasta el movimiento más ligero de la cabeza: los circulares o de rotación, por
medio de la cresta acústica, que es una ampolla de células ciliadas presente en
cada canal; y el control de la posición de la cabeza en relación al suelo, gracias
a una mancha sensorial llamada mácula, contenida en ambos sacos del vestíbulo –el
utrículo y el sáculo–.
La visión
La vista es el más valioso de nuestros sentidos, ya que es el más especializado y
complejo. Representa tres cuartas partes del total de nuestras percepciones.
Para que podamos ver, los rayos de luz entran en las pupilas y se registran en las
retinas, en el fondo de los ojos, donde se crean imágenes invertidas. Estas se
convierten en impulsos eléctricos, llevados a través del nervio óptico de cada ojo
al cerebro, al lóbulo occipital, donde son interpretados.
Las neuronas –células nerviosas encargadas de la conducción de los impulsos hacia y
desde el cerebro– que permiten este proceso están ubicadas en la retina y son de
dos tipos: los bastones, que contienen un pigmento sensible a la luz y son capaces
de discernir lo claro y lo oscuro, la forma y el movimiento; y los conos, que
necesitan más luz que los bastones para ser activados.
Los conos son de tres tipos; cada uno contiene un pigmento que responde a
diferentes longitudes de onda de la luz –verde, rojo y azul–. La combinación de
estas longitudes de onda permite distinguir cada uno de los colores.Cada ojo ve una
imagen ligeramente diferente, pero ambos campos visuales se superponen
parcialmente. Esta zona de visión binocular permite la percepción en profundidad,
la capacidad para juzgar la distancia de un objeto con respecto al ojo.
Los músculos del ojo responden automáticamente a la proximidad o distancia de un
objeto cambiando la forma del cristalino. Eso altera el ángulo de los rayos de luz
que llegan y permite un enfoque más agudo sobre la retina. La elasticidad del
cristalino disminuye con la edad. Lo mismo sucede con la velocidad y la capacidad
de adaptación.
Los ojos
Para su seguridad, los ojos están profundamente hundidos en las cuencas óseas del
cráneo. Revistiendo las órbitas oculares, hay una capa de grasa que amortigua los
golpes y proporciona una superficie altamente lubricada para el continuo
movimiento del globo ocular.
Son seis los músculos que permiten la movilidad del ojo en ocho direcciones
distintas y lo sostienen. Cuatro de ellos parten del fondo de la órbita y se
dirigen en línea recta hacia adelante -se denominan rectos-. Los otros dos, se
insertan en el globo ocular partiendo del contorno de la órbita, moviendo el ojo
en sentido vertical, por lo que reciben el nombre de oblicuos.
El globo, de 2,5 centímetros de diámetro, tiene tres capas, llamadas túnicas. La
túnica fibrosa exterior tiene dos partes: la córnea, transparente y curvada, y la
esclerótica. La túnica vascular media contiene el iris, el cuerpo ciliar -
ligamentos que sostienen el cristalino del ojo- y el coroides, cuyos vasos
sanguíneos riegan todas las túnicas. La tercera capa, en el fondo, es la retina.
El ojo tiene dos cavidades, la frontal y la del fondo. Las cámaras anterior y
posterior de la cavidad frontal están llenas de humor acuoso, un fluido que
aporta oxígeno, glucosa y proteínas. La cavidad del fondo contiene un gel claro
llamado humor vítreo. Producidas por el cuerpo ciliar, ambas sustancias
contribuyen a lograr una presión interna constante que mantiene la forma del ojo.
Los ojos dependen de estructuras accesorias que los apoyan, mueven, lubrican y
protegen. Estas son los huesos orbitales -que son los que contienen el globo
ocular-, los músculos del globo, las cejas, los párpados, las pestañas y las
glándulas y conductos lagrimales. La visión puede ser afectada si cualquiera de
estas estructuras está irritada, infectada o malformada.
El olfato
El olfato es el más sensible de los sentidos, ya que unas cuantas moléculas –es
decir, una mínima cantidad de materia– bastan para estimular una célula olfativa.
Detectamos hasta diez mil olores, pero como las estructuras olfativas, al igual que
el resto de nuestro cuerpo, se deterioran con la edad, los niños suelen distinguir
más olores que los adultos.
Además de advertirnos de peligros como el humo y los gases tóxicos o venenosos, el
olfato contribuye con el gusto, estimulando el apetito y las secreciones
digestivas.
La nariz es el órgano por el cual penetran todos los olores que sentimos desde el
exterior. Es un cuerpo saliente del rostro, ubicado entre la boca y la frente, por
debajo de la cavidad craneana.
El olfato está relegado al fondo y a lo alto de la nariz, cuyo interior está
constituido por dos cavidades, las fosas nasales, separadas por un tabique. Cada
fosa se divide en dos partes: la anterior o vestíbulo, cubierta por una membrana
mucosa llamada epitelio olfativo, y la posterior, recubierta por la mucosa nasal,
que es donde se encuentran los receptores olfativos que nos permiten captar los
distintos olores. Cada célula receptora termina en pequeños pelitos, desde seis a
20, llamados cilios. Estos están conectados a columnas de células que sirven de
soporte a los receptores del olfato.
El gusto
El gusto consiste en registrar el sabor e identificar determinadas sustancias
solubles en la saliva por medio de algunas de sus cualidades químicas. Aunque
constituye el más débil de los sentidos, está unido al olfato, que completa su
función. Esto, porque el olor de los alimentos que ingerimos asciende por la
bifurcación aerodigestiva hacia lamucosa olfativa, y así se da el extraño fenómeno,
que consiste en que probamos los alimentos primero por la nariz. Una demostración
de esto, es lo que nos pasa cuando tenemos la nariz tapada a causa de un catarro:
al comer encontramos todo insípido, sin sabor.
Este sentido, además, es un poderoso auxiliar de la digestión, ya que sabemos que
las sensaciones agradables del gusto estimulan la secreción de la saliva y los
jugos gástricos.
La lengua es el órgano principal del gusto y también cumple un rol importante en la
articulación de los sonidos, la masticación, la deglución y la succión. También
tenemos sentido del gusto, aunque en menor medida, en el paladar, la garganta y la
epiglotis.
La lengua es un cuerpo carnoso de gran movilidad, ubicado al interior de la cavidad
bucal. Su superficie está cubierta por pequeñas papilas, que son de tres tipos. Las
caliciformes y las foliadas o fungiformes tienen papilas gustativas, mientras que
las filiformes son papilas táctiles y registran la temperatura. Las papilas
gustativas son las más importantes, ya que son estas las que nos permiten tener el
sentido del gusto.
A pesar de lo que nos pueda parecer, percibimos cuatro sabores: en la parte
delantera de la lengua captamos el sabor dulce; atrás, el amargo; a los lados, el
salado y el ácido o agrio.
El resto de los sabores son sensaciones, producto de la combinación de estos
cuatro, estimuladas por los olores emanados de los alimentos que consumimos.
Las papilas gustativas están formadas por un racimo de células receptoras rodeadas
de células de sostén o apoyo. Además, tienen un poro externo pequeño, a través del
cual se proyectan finas prolongaciones de células sensoriales, que son como
diminutos pelillos expuestos a la saliva que entra por los poros. Un alimento
introducido a la boca y disuelto en la saliva, interactúa con los receptores de los
pelillos del gusto y genera un impulso nervioso que es transmitido al cerebro por
medio de uno de los cuatro nervios craneales –glosofaríngeo, vago, mandibular y
facial–.
¿Cómo es tu lengua?
Falta de sabores
Para conservar la capacidad gustativa, que al igual que el resto de los sentidos
va disminuyendo con la edad, es conveniente no consumir alimentos de sabor muy
fuerte -picantes o muy condimentados- y no ingerir líquidos o alimentos
excesivamente calientes.
El humo del tabaco también disminuye la percepción de los sabores, ya que irrita
la mucosa lingual.