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Desarrollo de La Identidad

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ESCUELA DE EDUCACIÓN SUPERIOR PEDAGÓGICA PÚBLICA

“MERCEDES CABELLO DE CARBONERA”

EDUCACIÓN INICIAL

TRABAJO ENCARGADO

DESARROLLO DE LA IDENTIDAD PERSONAL EN EL NIVEL INICIAL

ESPECIALIDAD : EDUCACIÓN INICIAL CICLO III

CURSO : DESARROLLO PERSONAL Y SOCIAL EN LA PRIMERA

INFANCIA

DOCENTE: : DRA. TEÓFILA FRANCISCA ROMERO MAMANI

ESTUDIANTE : CHOQUEHUANCA PINEDA GIOVANNA

MOQUEGUA – PERÚ

2024
INTRODUCCIÓN

Es importante que en los primeros años de vida los niños desarrollen su

identidad, cuando se habla de identidad se refiere a: “El conjunto de rasgos propios de

un individuo. Estos rasgos caracterizan al sujeto frente a los demás” (Gardey, 2009,

p.1).

En la actualidad no se da importancia al desarrollo de la identidad de los niños

y niñas, por lo que se realizan muy pocas actividades para potenciarla, las

consecuencias de esto se las evidencian en el futuro cuando los individuos son más

grandes. El desarrollo de la identidad abarca diferentes aspectos como es la

autonomía, cuando los niños y niñas tienen un correcto desarrollo de la percepción de

sí mismos no van a tener miedos y podrán realizar las cosas por sí mismos. Otro

aspecto que conlleva la identidad es la personalidad, esta se va formando desde los

primeros días de vida y de esta dependerá cómo se vayan desenvolviendo en su vida.

Por lo tanto, se deben crear estrategias para que los niños y niñas puedan desarrollar

su identidad de manera divertida, libre y que puedan expresarse corporalmente debido

a que la edad aún se les dificulta saber lo que sienten y lo expresan realizando

diferentes acciones. Los niños y las niñas podrán comunicarse, encontrar personajes

con los cuales se sientan identificados y puedan darse cuenta de las cosas que les

gustan o no. Estas actividades a largo plazo beneficiaran a los niños para que tengan

más seguridad de lo que son y sienten frente a la sociedad.


1. ¿Qué es la identidad en los niños?

Es importante que en los primeros años de vida los niños y niñas desarrollen su

identidad, cuando se habla de identidad se refiere a: “El conjunto de rasgos

propios de un individuo. Estos rasgos caracterizan al sujeto frente a los demás”

(Gardey, 2009, p.1).

La identidad de los niños y niñas se desarrollan, evolucionan tempranamente,

cuando los niños y niñas toman conciencia de que son diferentes de los demás,

esto comienza desde los primeros años de vida, el nombre que ponen los padres a

sus hijos, y comienzan a reconocerse como son seres independientes y estables.

Se desarrolla un sentido del yo. La identidad, se desarrolla a partir del auto

concepto de los niños y niñas que tienen de sí mismos, al momento en que se

integran a la sociedad. En este entorno casa vez es más insistente la idea de

atender, formar y educar a los niños y niñas, por esto el papel del adulto cuidador

es determinante en la construcción de interacciones; el trabajo tiene dos partes

diferenciadas: una primera que sitúa la construcción identificada y los factores que

la determinan; para luego sentar la reflexión del papel que cumple el adulto y las

personas cercanas al niño. intervienen múltiples factores en los niños y niñas

existen en el mundo y tienen cualidades, edad, género, tamaño y habilidades.

además, se alimentan constantemente de las diferentes experiencias vividas.

En el aula es uno de los elementos que contribuyen a la constitución de la

identidad personal, junto con el grupo de pertenencia, la cultura, el idioma o el

ámbito geográfico. Actualmente, se usan unas metodologías educativas más

novedosas que apuestan por la implantación en las escuelas de la llamada

educación personalizada, que además de adaptarse a las características propias

de los alumnos, busca preservar las particularidades de cada individuo y forjar sus

identidades personales.
2. ¿Por qué es importante la identidad para cada niño y niña?

El desarrollo de la identidad de los niños y niñas es importante porque les da

seguridad, y le ayuda a sentirse bien consigo mismo, dándole un sentido de

pertenencia.

Es importante porque es una necesidad de todos niños y niñas. Define cómo se

perciben a sí mismos y el modo en que se integra a la sociedad.

La identidad es el conjunto de características, actitudes, competencias y

capacidades que definen niños y niñas. Se va construyendo en los primeros años

de vida. Empieza cuando el niño toma conciencia de sí mismo como una persona

diferente a quienes lo rodean, e intenta definirse a sí mismo. Su entorno familiar,

las interacciones y el contexto en el que se desarrolla influyen, en gran medida, en

la formación de su identidad personal.

Cuando la construcción de identidad se da de manera positiva, esta fortalece

su autoestima y viceversa. La autoestima es el resultado de un proceso de

asimilación y reflexión de las opiniones de personas socialmente significativas en

nuestras vidas. Es decir, padres, hermanos o maestros.

la formación positiva de la identidad de niños y niñas es vital. Celia Rodríguez,

psicóloga y pedagoga de Educa y Aprende, recomienda que los padres muestren a

sus hijos una imagen adecuada de sí mismos. La opinión que construya de sí

mismos se apoya en la imagen que le ofrecen sus figuras más cercanas.

Se debe fomentar además el desarrollo de sus habilidades sociales y su

autonomía. Es importante dejar que los hijos hagan cosas por sí mismos. Hay que

preguntarles qué es lo que quieren y qué es lo que les gusta en lugar de decidir

por ellos.

Hay que motivar a los niños a que sean ellos mismos y proporcionarles un

clima donde puedan expresar su yo con confianza y sin miedo o vergüenza. De

este modo pasarán las siguientes etapas, mostrando una sana rebeldía que
refuerza su identidad. Después se convertirán en adultos con una personalidad

madura, un auto concepto adecuado y una sana autoestima

3. La importancia de la familia en el desarrollo de la identidad

Los agentes de socialización son los responsables de la transmisión de las

normas, valores y modelos de comportamiento y, dentro de ellos, la familia es el

más importante, no sólo porque es el primero en actuar, sino porque se constituye

en el nexo entre los niños y niñas con la sociedad. Es la familia la que socializar a

los niños y niñas permitiéndoles interiorizar los elementos básicos de la cultura y

desarrollar las bases de su personalidad. Toda familia socializa a los niños y niñas

de acuerdo a su particular modo de vida, el cual está influenciado por la realidad

social, económica e histórica de la sociedad a la que pertenece. Se han delineado

tres estilos de interacción entre padres e hijos que pueden estar relacionados con

el desarrollo de la conducta prosocial: dictadores, autoritarios y permisivos.

La familia es el agente de socialización más importante en la vida de los niños

y niñas, no sólo porque es el primer agente, sino porque se constituye en el nexo

entre los niños y niñas y la sociedad. Es la familia la que socializa a los niños y

niñas, y de las expectativas de los padres puede adoptar dos formas (MILLER,

P.A. y otros, 1995): la primera forma de conformidad se etiqueta como obediencia

y se refiere a situaciones en las que un niño y niña se ajusta a las peticiones o

presiones de los padres simplemente para obtener recompensas o evitar castigos.

Es probable que el niño y niña que se limita a obedecer vuelva a su

comportamiento original (o a la falta del mismo) cuando cesen de darse

recompensas o castigos. La segunda forma de conformidad se denomina

interiorización e implica un cambio que es más duradero e independiente del valor

instrumental inmediato de la actitud o la conducta personal en cuestión.

Por tanto, los niños y niñas pueden ajustarse prosocialmente al menos por dos

razones: por el valor pragmático de la conducta (obediencia) o en base a la


interiorización de los valores prosociales que guían el comportamiento en ausencia

de presiones externas destacadas (recompensas o castigos). Dicho en otras

palabras: en la obediencia se da fundamentalmente una motivación extrínseca,

mientras que en la interiorización la motivación es intrínseca. Ni que decir tiene

que el último tipo de conformidad es el objetivo a largo plazo de la mayoría de las

agencias de socialización y fundamentalmente de la familia.

Toda familia socializa a los niños y niñas de acuerdo a su particular modo de vida,

el cual está influenciado por la realidad social, económica e histórica de la

sociedad a la que pertenece. A este respecto, Diana Baumrind (en MILLER, P.A. y

otros, 1995), ha delineado tres estilos de interacción entre padres e hijos que

pueden estar relacionados con el desarrollo de la conducta prosocial: la primera

pauta es la de los padres dictadores, que son muy estrictos y establecen límites

estrictos en la expresión presumible de las necesidades del niño. Los padres

dictadores esperan una obediencia estricta y casi nunca o nunca explican sus

acciones; en cambio suelen recurrir mucho a tácticas afirmadoras de su poder

(castigos, amenazas, privación de privilegios) para obtener obediencia. La

segunda pauta es la de los padres autoritarios. Estos esperan una conducta

madura y establecen unas normas claras para estas conductas. También imponen

firmemente normas y reglas utilizando órdenes y sanciones cuando lo creen

necesario. Sin embargo, estimulan la independencia y la individualidad del niño y

valoran la comunicación abierta entre padres e hijos, reconociendo los derechos

de unos y otros. El tercer estilo es el de los padres permisivos. Estos se

caracterizan, según Baumrind, por plantear relativamente pocas exigencias a sus

hijos y por ejercer raramente un control firme sobre ellos. Estos padres también

son relativamente cálidos y estimulan a sus hijos a expresar sus sentimientos e

impulsos. En esta misma línea y haciendo referencia a la clase social, G.

VILLARROEL (1990), siguiendo a Broom y Selznick, expone dos tipos de patrones

de socialización familiar: uno orientado a la obediencia (socialización represiva) y


otro a la participación (socialización participatoria). La socialización represiva se da

generalmente en el estrato social bajo y se caracteriza por el énfasis que ponen los

adultos sobre la obediencia de los niños y niñas, el respeto a la autoridad y a los

controles externos. Así, cuando los niños y niñas no cumplen con las expectativas

de los adultos, éstos emplean distintas formas de castigo que atentan tanto a la

integridad física como a la integridad del YO. Por el contrario, cuando el niño

responde a las expectativas adultas raramente es premiado puesto que, en este

caso, está desempeñando el rol que le corresponde. Por lo tanto, este patrón de

socialización represiva enfatiza el castigo a la conducta equivocada más que el

premio a la conducta correcta. Cuando se llega a premiar la conducta adecuada,

generalmente se usan premios materiales. La necesidad de que el niño obedezca

las formas impuestas por los adultos origina un tipo de sistema de comunicación

cerrado, en el que el adulto en lugar de dialogar con el niño ordena lo que éste

debe o no debe hacer. Así, la comunicación es unilateral y más bien representa un

monólogo en el que el emisor y el receptor es el adulto. Esta forma de

comunicación se realiza a través de mensajes verbales y no verbales. Por lo que a

los mensajes verbales se refiere y haciendo referencia a B. Bernstein, hemos de

señalar que en este tipo de socialización represiva se utiliza el código lingüístico

restringido.

La socialización represiva se asocia, además, con un tipo de organización

familiar en la que los miembros consiguen su cohesión y unidad principalmente a

través de la complementariedad de los roles tradicionales. El padre es el proveedor

y la madre ama de casa. En estas familias la socialización consiste principalmente

en la enseñanza de los roles y la transmisión de expectativas de conducta

tradicionales. Los demás miembros de la familia se convierten en modelos para el

niño quien se esforzará por imitarlos. Aquí, el niño se desenvuelve en un sistema

de relaciones preestablecidas en el que los roles que corresponden a cada uno de

los miembros de la familia han sido definidos y prácticamente resulta imposible


cambiarlos. De existir alguna flexibilidad en términos de la posibilidad de toma de

decisiones, éstas van a depender del tipo de actividad a realizar y de las

diferencias de género de los niños.

La socialización participatoria se lleva a cabo generalmente por las familias de

clase media y alta y se caracteriza por enfatizar los premios más que los castigos,

se refuerza la conducta apropiada en vez de castigar la conducta incorrecta. Los

premios, por su parte, son de tipo simbólico más que material. En caso de usar el

castigo como una forma de modificación de conducta, éste también es de tipo

simbólico. La socialización participatoria provee al niño con la libertad para probar

cosas por sí mismo y explorara el mundo en sus propios términos. Las reglas

sociales no son impuestas sino más bien construidas por el niño con la

colaboración del adulto. La colaboración entre ambos asume la forma de diálogo y

el código lingüístico utilizado es el código elaborado. Este tipo de socialización

posibilita el desarrollo integral del niño, otorgándole la oportunidad de elegir,

proporcionándole las condiciones para desarrollar su creatividad, explicándole las

situaciones y ayudándole a comprenderlas. La socialización participatoria se

asocia con una organización familiar en la que la cohesión se logra a través de las

actividades conjuntas y el desarrollo de metas familiares comunes.

Los roles tradicionales son modificados dependiendo de las habilidades e

inclinaciones de sus miembros y las metas familiares son muy variadas. Desde un

punto de vista histórico, ya hace algunos años H. C. LINDGREN (1979) cita el

importante trabajo de investigación llevado a cabo por Urie Bonfenbrenner durante

veinticinco años, según el cual las madres de clase trabajadora y las de clase baja

estaban de acuerdo en utilizar el castigo físico como medio para resolver

problemas de orden disciplinario, mientras que las madres de clase media tendían

más a las explicaciones, a llamar la atención sobre la culpa y otras técnicas que

implicaban rehusar amor. En términos de los efectos que los diferentes estilos de

interacción entre padres e hijos tienen en el desarrollo de la conducta prosocial,


hemos de des-tacar con P. A. MILLER y Otros (1995) que la exigencia de los

padres ha sido asociada a una mayor responsabilidad social en los niños varones,

mientras que la sensibilidad de los padres ha sido asociada a una mayor

responsabilidad social en niños y niñas por igual. Estos resultados sugieren que si

los padres tienen un nivel elevado de exigencia pero bajo en sensibilidad, los

niños, pero no las niñas, deberían mostrar un nivel de responsabilidad social

relativamente elevado. Sin embargo –dicen– los niveles elevados de exigencia y

de sensibilidad parecen estar asociados a niveles elevados de responsabilidad

social tanto en niños como en niñas. Estos mismos autores pasan revista a

algunas de las técnicas específicas de crianza infantil que forman parte del control

y el apoyo de los padres y, así destacan cuatro técnicas disciplinarias de los

padres: inducciones, afirmación de poder, retirada de cariño y calidez y afecto de

los padres. Resumimos brevemente en que consiste cada una de ellas: Las

inducciones: se definen como el empleo del razonamiento en encuentros

disciplinarios por parte de los socializadores. Por ejemplo, los padres pueden

reaccionar ante conductas inaceptables de sus hijos indicando las consecuencias

de las conductas de los niños para los demás, instando al niño a imaginar la

perspectiva de la víctima o discutiendo aspectos de la situación que puedan haber

influido en el comportamiento del niño o de los demás. Las inducciones parecen

fomentar la conducta prosocial porque con frecuencia destacan

las consecuencias que tiene el comportamiento del niño para los demás,

potenciando así la adopción de perspectivas, la empatía y la simpatía. La

afirmación de poder: se define como el empleo real o amenazado de fuerza,

castigo o retirada de privilegios para inducir a la obediencia. Estas técnicas

comportan una considerable presión externa en el niño para que se comporte de

acuerdo con los deseos de sus padres. Se han encontrado asociaciones poco

consistentes entre las técnicas de afirmación de poder y las conductas prosociales;

sin embargo, un empleo moderado de técnicas de afirmación de poder en un


contexto global de apoyo no parece tener efectos perjudiciales en el desarrollo

prosocial de los niños, mientras que el empleo frecuente de una disciplina

afirmadora de poder parece inhibir la interiorización de valores prosociales.

La retirada del cariño: se expresa en interacciones disciplinarias donde los

socializadores dan una expresión directa, aunque no física, de su enfado o

desaprobación porque el niño se ha comportado de una manera no deseada (o no

se ha comportado de manera deseada). Igual que la afirmación de poder, la

retirada de cariño tiene una cualidad altamente punitiva; además, normalmente

conlleva el mensaje implícito o explícito de que el cariño no se restablecerá hasta

que el niño modifique su comportamiento. La retirada del cariño incluye conducta

de los padres como ignorar o aislar al niño, además de indicaciones explícitas de

rechazo y de decepción en respuesta a algo que el niño ha hecho. La retirada del

cariño puede motivar una conformidad inmediata con los deseos del socializador,

pero no parece ser eficaz para el fomento de unas normas de comportamiento

autónomas e interiorizadas. Calidez y afecto de los padres: un padre cálido y

afectuoso es una persona profundamente comprometida con el bienestar del niño,

que es sensible a sus necesidades y muestra entusiasmo cuando el niño lleva a

cabo conductas deseadas.

4. ¿Cómo se desarrolla la identidad social en los niños?

Los responsables de la transmisión de las normas, valores y modelos de

comportamiento son los llamados agentes de socialización, que son muchos y

pueden actuar de acuerdo, por lo menos en una serie de normas y de conductas

en torno a las cuales se da un consenso de toda la sociedad, pero que también

pueden competir entre sí transmitiendo diferentes contenidos que reflejan la

pluralidad de los valores y opiniones existentes en la sociedad ya que es difícil

imaginar la socialización como un proceso unitario e indiferencia


La identidad social se establece mediante procesos de categorización,

identificación y comparación. Determina un nosotros y un ellos.

Todos los niños y niñas tienen una identidad, aquellos rasgos relativamente

estables, pero también dinámicos, que nos hacen ser quienes somos. Sin

embargo, somos con otros. Es decir, formamos partes de grupos. En ellos y a

través de ellos desarrollamos ciertos aspectos que nos acompañan toda la vida.

Por eso resulta importante el desarrollo de la identidad social en niños.

Al participar en grupos no solo pueden experimentar y conocer diferentes

aspectos de su personalidad, sino que también se sienten queridos. Hay una

relación con su autoestima.

El concepto de identidad social ha sido abordado desde diferentes teorías.

Desde los roles, desde la teoría de la identidad social propiamente dicha propuesta

por Tajfel y desde la autocategorización del yo de Turner. Estas dos últimas son

las más conocidas dentro del campo de la psicología social.

Lo que Tajfel sostuvo es que el autoconcepto de una persona se conforma de

referencias individuales, pero son igual de importantes aquellas grupales, es decir,

los elementos o aspectos que adoptamos de acuerdo a la pertenencia a ciertos

grupos. Tajfel & Turner (1986) mencionaron que la identidad social parte del

autoconcepto y esta percepción se deriva del conocimiento asociado a la

pertenencia a un grupo.

La identidad social es muy importante por diferentes motivos. Entre los más

destacados está la pertenencia. En mayor o en menor medida los seres humanos

somos sociables y necesitamos de otros.

Por otro lado, la identidad social también nos ayuda a desarrollar el registro del

otro. Al participar de grupos y tener interacciones aprendemos a detectar cómo se


sienten y cómo impacta nuestro comportamiento en ellos; es decir, aprendemos

la empatía.

A su vez, adherimos a valores y creencias que pueden resultar muy positivas y

que pueden motivarnos a la acción. Por ejemplo, grupos de cuidado del medio

ambiente o deportivos, entre otros.

Asimismo, al relacionarse los niños y las niñas ponen en práctica habilidades

sociales necesarias para responder de manera adecuada en contextos de

interacción. Ser parte de algo más grande que nosotros hace que una persona se

sienta integrada, importante y útil.

4.1. Desarrollo de la identidad social en los niños y niñas

Según Tajfel, la formación de la identidad social se realiza en etapas. A

continuación, las detallamos.

4.1.1. Categorización

Por una cuestión de economía del pensamiento, los seres humanos

tendemos a la categorización. Del mismo modo, tendemos a atribuir

determinadas características o rasgos a ciertos grupos.

En el caso de los niños y niñas serán los amigos del jardín, los del

barrio, los amigos con los que juego a algo. Al establecer un nosotros,

también establecemos un ellos.

4.1.2. Identificación

Se refiere al hecho de sentirse a gusto y cercano a determinados

valores, intereses y atributos de los grupos sociales. Es decir,

identificarse con ellos.


4.1.3. Comparación

De la mano de la categorización, que establece un ellos versus

nosotros, también surge la comparación con los demás. A través de ella

los grupos tienden a exagerar o sobrevalorar sus rasgos considerados

positivos e infravalorar y exagerar los rasgos negativos de otros.

Este es uno de los puntos más interesantes de la teoría de Tajfel. Es

la base desde la que explica los prejuicios y los estereotipos, así como

su modo de funcionamiento.

El desarrollo de la identidad en niños también pasa por diferentes

etapas. En principio tenemos que comprender que el los niños y niñas

se sienten plenamente identificados con su madre o la figura que lo

cuida. Hay una especie de simbiosis a partir de la que le cuesta

reconocerse como diferente.

5. ¿Qué es la identidad personal a nivel inicial?

La identidad personal del niño se va creando desde el nacimiento y va

evolucionando, pasando por distintas etapas de la vida, comenzando por

reconocerse a sí mismos, es decir el auto concepto, a la vez que los niños y las

niñas se reconocen y va formando una autoestima de sí mismos. En la autoestima

podemos encontrar la autoestima alta o baja, éstas dependen de las relaciones

que establezca con su familia, sus iguales y con la visión que tiene de sí mismos.

Los niños y niñas establecen la idea de identidad, como medio para diferenciarse,

de los demás, ésta se fija desde el nacimiento, y es inmutable, pero puede haber

trastorno relacionados con la identidad, que afectan a los niños y niñas a la hora

de identificarse, y el género que aprendió, que puede ser educado y está

caracterizado por la cultura, etc.


Los términos educación infantil, educación preescolar, educación

parvularia, educación inicial y prebásica se refieren al ciclo formativo previo a

la educación primaria obligatoria establecida en muchas partes del mundo

hispanoamericano. En algunos lugares, es parte del sistema formal de educación,

y en otros es un centro de cuidado o jardín de infancia y cubre la edad de 0 a 6

años. Generalmente se empieza a los 3 años, aunque ahora en algunas partes del

mundo se ha lanzado un ciclo de educación llamado "educación inicial", que

consiste en educar al niño desde que está en el vientre de su madre, ya que se

dice que desde el desarrollo dentro de su madre él inicia un proceso de

aprendizaje, en el cual se le da mayor prioridad a partir de su nacimiento.

El término «preescolar» se considera inadecuado por los especialistas, ya que

no es una educación que prepara para la etapa escolar, sino que es un nivel

educativo con características propias, enseñanzas que preparan al niño para la

vida, y no un preparatorio para escuela primaria. Por ello, muchas instituciones

deciden denominarla como educación inicial.1 En países de América Latina, se le

ha denominado tanto educación inicial como educación parvularia.2

Esta institución tiene y ha tenido otras diversas formas de ser denominada

según el país, el sistema educativo vigente o la edad concreta del niño, como son

educación inicial, educación kínder, educación infantil temprana, escuela infantil,

guardería, jardín de infancia, jardín infantil, parvulario, kindergarten *cuya forma

abreviada es kinder, que en alemán significa niños, jardín de infantes, jardín

maternal, etc.; esto depende de como se establezca en cada país.

La edad de los niños comprendida es entre los 0 a los 6 años. Estas edades se

dividen en dos ciclos: primer ciclo, comprendido entre los 0 y 3 años; y un segundo

ciclo, que va de los 3 y los 6 años de edad. Estos aprenden la forma de

comunicarse, jugar e interactuar con los demás apropiadamente. Un maestro o

maestra les ofrece varios materiales para manipular y realizar actividades que les
motiven a aprender el idioma y su vocabulario, Matemáticas, ciencias, idiomas

extranjeros e Informática, así también como Arte y Música. En este proceso los

niños pueden alcanzar un grado de conocimiento bastante alto que ayudará en el

desarrollo para toda su vida.

6. Actividades para trabajar la identidad personal infantil

Esta etapa educacional abarca de los 0 a los 6 años. En esta fase los

niños encuentran en sus familias el núcleo más cercano para fortalecer los

valores que desarrollarán a lo largo de toda su vida.

La figura de los docentes también resulta trascendental en esta edad ya que,

junto a las familias, son quienes contribuyen con sus acciones y formas de

intervenir a que los niños puedan fomentar su autoestima de manera positiva.

Existen infinidad de actividades que se pueden implementar en un aula de

Infantil para trabajar la identidad personal; algunos ejemplos pasarían por:

6.1. Juegos libres

Observar los juegos libres que los niños llevan a cabo durante el recreo

y extraer las conclusiones pertinentes en cuanto a quiénes toman el mando,

quiénes son los rechazados y quiénes no participan. Es labor del maestro

conseguir que ninguno de los pequeños se sienta infravalorado y hacer valer

las capacidades de cada uno en favor del grupo.

6.2. Juegos de identidad personal a través del dibujo

Puesto que en estas edades los niños todavía no saben leer ni escribir,

es importante fomentar su comunicación a través del dibujo. Se les puede pedir

que se dibujen a sí mismos o que se pinten haciendo lo que más les gusta para

después charlar sobre ello en la clase.


6.3. El protagonista de la semana

El niño prepara en casa un trabajo sobre su familia, sus gustos, sus

aficiones, sus costumbres y sus juegos favoritos, para luego exponerlo delante

de sus compañeros.

7. Máster Universitario en Métodos de Enseñan

Web grafía
 https://repositorio.untumbes.edu.pe/handle/20.500.12874/63649

 https://www.unir.net/educacion/revista/identidad-personal/

 https://espanol.libretexts.org/Ciencias_Sociales/

Educacion_de_la_Primera_Infancia/Book

%3A_The_Role_of_Equity_and_Diversity_in_Early_Childhood_Education_(Esq

uivel_Elam_Paris_and_Tafoya)/

03%3A_The_Development_of_Identity_in_Children/

3.02%3A_How_Children_Develop_Identity

 https://es.wikipedia.org/wiki/Educaci%C3%B3n_preescolar

 https://prezi.com/_dixmnd9cjkk/la-identidad-personal-de-0-6-anos/

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