Entrevista A Muzio Girardi (1990)
Entrevista A Muzio Girardi (1990)
Entrevista A Muzio Girardi (1990)
La siguiente es una entrevista inédita realizada por Roberto Elisalde, en julio de 1990, a Muzio Girardi, ex secretario
general del Sindicato Obrero de la Industria Metalúrgica (SOIM).
P: ¿Como fue su incorporación a la vida laboral en la difícil década de 1930?
R: Yo pertenezco a una familia grande, soy hijo de inmigrantes, nosotros somos siete hermanos; cinco
varones y dos mujeres, de un hogar más que modesto. En 1931 empiezo a trabajar dentro de Firpo, que era un
importador de automóviles… Casi toda la gente del barrio trabajábamos en lo de Firpo. Quedaba en el barrio
de Palermo, en la calle Gelly, en Buenos Aires… Allí trabajé tres o cuatro años, hasta que hice el servicio
militar. Y después se acabó el trabajo, porque cuando vino la crisis, en la Argentina se sintió mucho… En 1933
fue peor.
P: ¿Cuándo comienza a vincularse laboral y gremialmente con los metalúrgicos?
R: Me vinculé a los metalúrgicos allá por 1937. En realidad, cuando empecé a trabajar en fábricas, yo
lo que buscaba era vincularme políticamente… yo buscaba el partido… era muy joven, pero buscaba
afiliarme… pero ¿con quién iba a hablar si no conocía a nadie? Entonces se me ocurrió acercarme al sindicato
metalúrgico y me afilié como obrero metalúrgico.
P: ¿En esa época Ud. ya se encontraba militando en el Partido Comunista?
R: No. Cuando entré al sindicato, entré enseguida al partido. Cuando comienzo en el sindicato, como
le decía, empiezo en puestos muy modestos, era muy joven, pero muy activo. Yo iba y participaba de las
discusiones en el sindicato, al poco tiempo participaba en las reuniones de comisión directiva. En esos
primeros años todavía había en el gremio algunos anarquistas, eran muy buenos oradores… enseguida pedían
la palabra… No sólo anarquistas había en el gremio, también socialistas que actuaban con nosotros.
P: ¿Qué sectores de la industria metalúrgica afiliaba el Sindicato Metalúrgico?
R: No eran todos de una rama determinada. Abarcaba a pulidores, por ejemplo, todos los herreros,
todos los fundidores, todas las casas de reparación y fábrica de automóviles. Cuando yo entré al sindicato lo
hice cono obrero de una fábrica de automóviles, la Chrysler, que era una fábrica muy grande, seria e
importante, tenía varios miles de trabajadores. Los autos venían de Estados Unidos, venían las partes en
cajas y acá las armábamos. Armábamos las carrocerías, pero todo venía de afuera… Pero igualmente el
sindicato era chico, nosotros queríamos agrandarnos, sacábamos un diario, que en ese tiempo se regalaba.
Regalar los diarios nos costaba buenos mangos, no sólo hacerlos sino también pagarlos. Esto nos obligaba a
juntar dinero Teníamos algo de dinero con lo que pagaban los afiliados, con eso salía el diario. Íbamos a las
puertas de los talleres a repartirlos gratis.
P: ¿Cuáles eran los problemas que tenían para que el sindicato creciera?
R: Se trabajaba mucho en el sindicato, pero había algunas contras. Por ejemplo, los sindicatos en esa
época tenían un gran control policial permanente. Entonces Ud. no se podía reunir con cualquiera si no era
con un permiso. Si Ud. está organizando una fábrica importante, primero tiene que ir a la Sección Especial
de la policía a pedir un permiso y avisar que la gente se va a reunir en asamblea. Además, venían algunos
policías a las asambleas y se quedaban hasta que terminara... anotaban, hacían preguntas y a veces se iban…
P: Cuando Ud. es elegido secretario general en 1941, ¿por qué se produce un aumento de los problemas gremiales en el
sector industrial?
R: Hacia la década de 1940 nosotros desde el sindicato comenzamos a plantear cada vez más
problemas a los patrones. La guerra ya se había iniciado en 1939, las empresas extranjeras de a poco
comenzaron a cortar todos los envíos de materiales, como por ejemplo las empresas de automóviles. Uno se
encontraba con que no le mandaban nada, y empieza a haber escasez. Y las empresas acá comienzan a
trabajar más, las fundiciones no paran de funcionar… El trabajo creció mucho, sobre todo en la industria
pequeña, en los talleres. El problema con esta situación era que muchos patrones estaban ganando mucho
dinero y nosotros considerábamos que debíamos tener alguna mejora. A los patrones les iba bien, pero a
nosotros no. Eso se los decíamos, pero no querían escucharnos, entonces empezamos a pensar en la huelga…
P: En los petitorios previos a la huelga del año 1942, el Sindicato Metalúrgico hace un análisis sobre la cantidad de
capitales que estaban ganando las empresas metalúrgicas en ese periodo. ¿Qué resultados obtuvieron por estos reclamos?
R: Ése era el asunto. Considerábamos que había un periodo de prosperidad para los patrones, y que
ésta debía ser compartida con los obreros, que se tradujera en un pequeño aumento. Pedíamos algo así como
un 15% de aumento de mínimo y un 25% de máximo. Yo sé que pedíamos poco. Pero ni eso consideraba la
patronal…
P: ¿Cómo fue la organización de la huelga que convocaron para ese año?
R: El movimiento lo preparamos paulatinamente. Empezamos la primera reunión importante en un
cine de la Capital, después fuimos a otro lado más importante, y luego llegamos al Luna Park. ¡Había que ir
al Luna Park! ¡Y lo llenamos! La gente tenía necesidad de ese aumento, de obtener esas mejoras. En esa
asamblea se declaró una huelga que iba a durar casi 20 días.
P: Además del aumento salarial, ¿planteaban otros reclamos a los empresarios?
R: Otras de las reivindicaciones era el cumplimiento de las vacaciones. Porque sencillamente la
patronal no las cumplía. Si ibas a reclamar al Departamento Nacional de Trabajo, te daban cuatro o cinco
días. No los obligaban a los patrones a cumplir. En la época de Perón, cuando vos ibas y reclamabas, Perón
los obligaba a cumplir, como marcaba la ley: 10 días hábiles. En nuestra época el Departamento te contaba
los fines de semana, por eso te terminaba dando tan pocos.
P: En junio de 1942 finalmente deciden la huelga. ¿Cuál fue la reacción de la asamblea, sin duda la más importante del
gremio en esos años?
R: El tema era que no fuera la dirigencia la que planteara la huelga. La huelga la tiene que declarar la
asamblea. No la dirección. Entonces, hablando, el delegado tal va planteado los reclamos… Ya había un clima
de lucha. Y empiezan las tribunas gritando “¡huelga! ¡huelga!” Bueno, usted escuchó eso y dice: “¡Sí, huelga!”,
pero la huelga no es como ir a tomar mate. Para hacer la huelga hay que defenderla. La gente estaba
enardecida… quería la huelga.