Curso de Asesoria y Redaccion Legal
Curso de Asesoria y Redaccion Legal
Curso de Asesoria y Redaccion Legal
DE DOCUMENTOS JURÍDICOS*
ÍNDICE
Nota preliminar
I. El lenguaje jurídico
1. El lenguaje apropiado a los documentos jurídicos
a) Claro
b) Ordenado
c) Conciso
d) Preciso
e) Completo
f) Elegante
2. Aspectos formales y tipográficos
3. Aspectos prácticos del procedimiento de redacción
II. El lenguaje jurídico canónico
1. La dificultad añadida de la “jerga pastoral”
2. La tipología documental
Anexo I: Algunos ejemplos reales de redacción jurídica mejorable
Anexo II: Consejos útiles para mejorar la redacción de un texto jurídico
Anexo III: Ejercicios de reescritura de documentos
Anexo IV: Lectura complementaria
Alguna bibliografía básica
Nota preliminar
Se entiende por "documento jurídico" en estas notas todo escrito (desde un texto nor-
mativo o una sentencia hasta una simple carta) redactado para producir efectos jurídicos por sí
mismo, o para servir de algún modo a la tramitación de un procedimiento jurídico.
Estas consideraciones generales se refieren a cualquier documento jurídico, sea su autor
un particular, un letrado, una autoridad pública o sus colaboradores en la función de gobierno.
Más adelante se tratará específicamente de algunos documentos de uso más frecuente en
derecho canónico.
I. El lenguaje jurídico
*
Si no me equivoco, en 2002 o 2003 compuse la primera versión de estas notas como material de apoyo
para los alumnos en estas sesiones, que forman parte del Curso de Práctica jurídica de la Licenciatura en
la Facultad de Derecho canónico de la Universidad de Navarra. Hasta ahora habían estado solamente en
forma de diapositivas Flash en la página web de la asignatura.
1
El lenguaje de la ciencia jurídica, caracterizado por su densidad conceptual, por sus procedimientos
retóricos y por el método al que sirve, se reserva al diálogo científico escrito entre especialistas y, en
parte, a la manualística, pero su empleo en la redacción documental pecaría de pedantería por produ-
cirse fuera del contexto apropiado.
El lenguaje jurídico es, o debería ser, en todo aquello que no requiera una precisa for-
mulación técnica, el lenguaje común actual puesto al servicio del derecho. Su finalidad es ma-
nifestar claramente un contenido, no oscurecerlo. Su ideal de calidad será lograr el modo de
expresión más sencillo, eficaz y adecuado a cada tipo de documento.
Esto significa que el dominio del lenguaje jurídico consiste en saber expresarse por escri-
to en la propia lengua con la corrección exigible a toda persona culta5 y, además, de modo
apropiado a la finalidad del documento6.
Los documentos jurídicos afectan siempre más o menos directamente a cuestiones rela-
cionadas con la justicia. Mediante ellos se crean, modifican o extinguen situaciones jurídicas:
se ordenan conductas, se resuelven conflictos, se adoptan resoluciones vinculantes, se conce-
den o se deniegan peticiones, se informa sobre cuestiones con relevancia jurídica, se declaran
hechos y derechos, se formalizan acuerdos, se imponen o se cancelan deberes y obligaciones,
etc.
En este ámbito se requiere una comunicación clara y eficaz, que permita conocer con
certeza las situaciones de los diversos sujetos y las incidencias que les afectan. Una elemental
manifestación de justicia es que los documentos jurídicos producidos en el ejercicio de la auto-
ridad o de cualquier función pública resulten fácilmente inteligibles para los interesados y que
expongan inequívocamente cuanto deben decir.
2
La terminología técnica o legal debe usarse cuando es necesaria para expresarse con propiedad, te-
niendo en cuenta siempre la naturaleza del texto (no es lo mismo escribir una sentencia que redactar un
informe o un comunicado para que lo entiendan personas sin especial preparación jurídica) y debe pre-
ferirse siempre a los circunloquios, a las descripciones por aproximación y a las expresiones llanas o
corrientes cuando está en juego la precisión del contenido.
3
La jerga —es decir, un lenguaje propio de la comunicación familiar entre iniciados, trufado de tecni-
cismos, sobreentendidos y expresiones usuales en determinado ámbito profesional— debe evitarse,
naturalmente, en los documentos que no sirvan exclusivamente a la comunicación directa e informal
entre profesionales.
4
"El Defensor del Pueblo elevó a las Cortes Generales en 1988 un informe en donde llamaba la atención
sobre los obstáculos que el lenguaje administrativo, arcaico y distante de los usuarios, puede desenca-
denar en el ejercicio de la gestión pública. A causa del desarrollo de las Comunidades Autónomas, como
fruto de la reestructuración del Estado, y de la puesta en marcha de la Unión Europea, este lenguaje de
marcada tendencia arcaizante se ve sometido a un proceso de modernización difícil de llevar a cabo,
pues se enfrenta al automatismo de fórmulas hechas, esquemas y léxico preestablecido, inherente al
propio lenguaje jurídico-administrativo" (M. Álvarez, Tipos de escrito III: Epistolar, administrativo y jurí-
dico, Madrid, 2.ª ed., 1997, p. 32).
5
Además de cultivar la afición de leer buena literatura y de ejercitarse en la redacción, conviene recurrir
a los diccionarios y a otros instrumentos prácticos para resolver dudas y afinar la expresión escrita. Por
ejemplo, quien escribe en lengua española debería tener al alcance de la mano —la internet lo facilita
bastante—, al menos, el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE); algún diccionario de sinóni-
mos o, mejor, el Diccionario Ideológico de Casares; un buen diccionario de dudas de lenguaje (por ejem-
plo el Diccionario de dudas y dificultades de Manuel Seco o el Diccionario Panhispánico de Dudas de la
RAE) y la nueva Ortografía de la real Academia. En buena parte se aprende a escribir correctamente a
base de dudar y consultar.
6
Respecto al lenguaje administrativo (pero con referencia expresa también al lenguaje jurídico), se ha
escrito: "es precisamente en el lenguaje donde reside la especificidad de estos textos, que en todo caso
cuentan con una amplia base del denominado "lenguaje común". Conviene, por tanto, prestar suma
atención a la lengua, porque de su adecuada utilización depende también la eficacia de los documentos
administrativos" (M. Álvarez, Tipos de escrito III, cit., p. 33).
Desde este punto de vista suelen enumerarse ciertas características, deseables en toda
forma de expresión escrita, que quedan especialmente reforzadas por la peculiar función co-
municativa del lenguaje jurídico.
a) Claro
La novena acepción de 'claro' que recoge el DRAE dice así: "inteligible, fácil de compren-
der". Otras acepciones registradas por la Academia mencionan cualidades que convienen tam-
bién al tipo de claridad que aquí interesa: "que se distingue bien", "limpio", "desembarazado"
(es decir, sin estorbos), "evidente", "cierto", "manifiesto", "expresado con lisura".
Un texto es claro si expresa exactamente lo que quiere decir su autor y se comprende
fácilmente en una primera lectura atenta, sin necesidad de interpretación.
Muchas veces el contenido de los documentos jurídicos es inevitablemente complejo,
por la materia tratada, por la heterogeneidad de los elementos que deben conjugarse, por la
propia complicación de los asuntos y por la necesidad de razonar explícita y articuladamente lo
que se expone.
Sin embargo, esto no implica necesariamente falta de claridad: la buena redacción jurí-
dica es la que, sin perjuicio de la precisión, expone lo complejo del modo más claro posible7.
No siempre resultará fácil conseguirlo, pero sí debe evitarse en todo caso hacer abstruso lo
que se puede decir claramente. Una redacción jurídica razonable no debería dar pie a la crítica
según la cual "el lenguaje jurídico acaba siendo rebuscado, nebuloso y ambiguo" (G. Salvador);
y menos aún a la sátira que ponía Manzoni en boca del leguleyo Azzeccagarbugli: "a los aboga-
dos tenéis que decirnos las cosas claras, que ya nos encargaremos nosotros de volverlas oscu-
ras".
Hay diversos factores que contribuyen a la claridad de un documento: deben cuidarse el
estilo, la corrección gramatical y el vocabulario. Además, el orden, la concisión, la precisión, la
integridad y la presentación, de los que hablaremos después.
7
Por ejemplo, el art. 2 de la Ley española de Procedimiento Administrativo (de 7.VII.1986) dice: "En la
elaboración material de los documentos y comunicaciones administrativas, en especial de los que hayan
de dirigirse a los particulares, se deberá disponer el texto en forma clara y concisa, acudiendo a párrafos
breves y separados, y evitando la aparición de apartados cuya extensión o complejidad dificulte innece-
sariamente la interpretación de su contenido".
• Sobrio: rehuir el rebuscamiento, la afectación y la pedantería.
• Prescindir de fórmulas arcaicas, aunque muchos las usen.
• Evitar tecnicismos innecesarios, tanto jurídicos como de otras ciencias.
• Evitar el uso innecesario de palabras o frases hechas en otras lenguas.
Para ejercitarse en redactar claramente puede servir de ayuda este gran consejo: "Entre
dos explicaciones, elige la más clara; entre dos formas, la elemental; entre dos palabras, la más
breve" (Eugenio D'Ors).
b) Ordenado
Para que el texto sea claro es necesario pensar detenidamente lo que se quiere decir y
exponerlo con orden. Se apuntan a continuación algunas orientaciones para facilitarlo.
Coherencia lógica
El orden de la exposición depende de la coherencia lógica de la secuencia de ideas, que
ha de organizarse de tal manera que:
• Los presupuestos o fundamentos precedan a las consecuencias.
• Las ideas secundarias se agrupen en torno a la principal.
• Cada frase esté ligada lógica y sintácticamente a la frase precedente del mismo pá-
rrafo.
• Las ideas de un párrafo, o su idea general, avancen en el discurso desde el párrafo
anterior (o, de lo contrario, se indique claramente en la primera frase que se pasa a
otra cuestión).
Articulación
Si el documento es extenso o de estructura compleja, resulta muy conveniente darle
una articulación visible que facilite la comprensión de su orden lógico. Para ello se pueden
utilizar diversos recursos:
• Numeración de párrafos.
• Suficientes títulos y ladillos que indiquen el contenido de los diversos apartados.
• Inclusión al comienzo del documento de un índice o sumario.
c) Conciso
d) Preciso
Una de las notas esenciales de la concisión es la exactitud: de nada valdría emplear po-
cas palabras si no lograran expresar adecuadamente el mensaje. La precisión es rigor en la
elección del vocabulario exacto y del estilo apropiado para que el texto exprese concisamente
lo que debe decir.
La exigencia de precisión será el criterio que determine en cada caso la necesidad o la
oportunidad de usar vocabulario técnico o fórmulas legales —en este caso, siempre con las
debidas referencias normativas— en el texto.
Convendrá que la lectura del texto provisional para corregirlo se oriente a localizar, en-
tre otras cosas, posibles ambigüedades, frases equívocas o difusas, circunloquios o expresiones
aproximadas. Suele ser de gran ayuda releer el texto críticamente adoptando el punto de vista
del destinatario, para comprobar que el mensaje que se transmite no se presta a interpreta-
ciones diversas y puede ser llevado a la práctica eficazmente sin ulteriores aclaraciones.
e) Completo
Es necesario que cada documento contenga todo lo necesario según su naturaleza, fina-
lidad y régimen jurídico, de tal manera que pueda cumplir su función sin necesidad de consul-
tas o informaciones complementarias.
f) Elegante
Si es posible, sin perder la concisión y la funcionalidad del lenguaje jurídico, debe procu-
rarse una sobria elegancia. Ha de tenerse presente que los escritos trasladan vicariamente al
destinatario el rostro y la imagen de la persona o institución de la que proceden.
En cualquier caso, conviene no confundir la sencillez con la vulgaridad, el desaliño o el
desenfado. Contribuyen a la elemental elegancia de un escrito culto algunos detalles, como los
siguientes:
• cuidado esmerado de la ortografía, la puntuación y la acentuación;
• rigor de las concordancias (género y número);
• evitar las rimas entre palabras cercanas;
• fluidez del estilo, evitar todo lo recargado o altisonante, evitar el abuso de expresio-
nes como: es decir, esto es, por lo tanto, por consiguiente, como hemos dicho...;
• evitar el uso pronominal de el mismo/los mismos, la misma/las mismas. Casi siempre
se puede sustituir ventajosamente por su/sus, o por -lo/-los, -la/-las (p. ej., un auto
judicial dice: "No podemos olvidar que el objeto del proceso actual, y de esta apela-
ción, no son los referidos menores, sino la madre de los mismos". La frase podría re-
dactarse así: "No podemos olvidar que el objeto del proceso actual y de esta apela-
ción no son los menores, sino su madre").
• evitar tanto la obsequiosidad y la lisonja como la descortesía y la falta de respeto;
• utilizar siempre el tratamiento de cortesía o protocolario adecuado, no prescindir de
él por decisión propia ni usar uno que no corresponda.
Junto a los problemas generales enunciados, en los textos y documentos canónicos pue-
den darse también otros específicos. Simplemente mencionaremos dos cuestiones que con-
viene tener presentes: la existencia de una jerga pastoral, cuyo empleo indiscriminado podría
ir en perjuicio de la claridad; y la necesidad de elegir el tipo documental más apropiado en
cada caso.
Es frecuente que en los diversos ambientes en los que se estudian, se discuten y se po-
nen por escrito preocupaciones pastorales (consejos parroquiales, arciprestazgos o zonas,
consejo presbiteral, oficinas de curia, etc.) se vaya formando una jerga que emplea conceptos,
giros y expresiones que no son de uso corriente.
Debe evitarse, en la medida de lo posible, el uso de esa jerga pastoral en los documen-
tos jurídicos, porque para comprender con exactitud su significado se requiere no solo estar
habituado a ese lenguaje, sino conocer la información implícita en él, cosa muy difícil para los
lectores ajenos al ambiente de los agentes y estudiosos de la pastoral. Por otra parte, al tratar-
se de un lenguaje creado en otro contexto y con otras preocupaciones comunicativas, carece
muchas veces de la precisión necesaria en un documento jurídico.
Pueden servir de ejemplo de este lenguaje —dejando al margen las cuestiones sobre la
adecuada comprensión de los sacramentos en la vida de la Iglesia, que subyacen en los tex-
tos— dos pasajes de uno de los documentos que se presentaron hace años con propuestas
para el estudio de un posible directorio diocesano de sacramentos. En ellos se concretan, pero
con lenguaje propenso a la arbitrariedad por su indeterminación jurídica, los requisitos que los
autores consideran necesarios para la admisión a los sacramentos del bautismo y del matri-
monio:
• "En el caso del bautismo de niños falto de las garantías suficientes, habrá de dife-
rirse la celebración del rito y ofrecer el proceso de reiniciación cristiana necesa-
rio para participar en el mismo con la esperanza fundada (CIC 868 § 2) de que el
niño vaya a ser educado en la fe.
El momento de pasar a la celebración sacramental quedará determinado por
el hecho de que los padres, ante la comunidad cristiana, muestren indicios razo-
nables de su disponibilidad e idoneidad para acompañar en la fe a su hijo.
Tanto la acogida de los padres como el discernimiento acerca del nivel de la
profesión explícita de la fe, de la pertenencia reconocible a la comunidad cris-
tiana y de la actitud práctica ante la vida se deben realizar con un estilo verda-
deramente evangélico".
2. La tipología documental
Nota: La inclusión de algunos pasajes de documentos jurídicos en esta recopilación no persigue finalidad
alguna de crítica a sus redactores, por eso no se identifican con precisión, aunque todos son auténticos.
Se trata simplemente de ejemplos que pueden ser ilustrativos para los fines didácticos de estas notas.
• "La representación del actor presentó contra los referidos autos sendos escritos de
preparación del recurso de apelación y, dentro del término del emplazamiento, escri-
tos de interposición, en los que solicitaba, en el caso del primero se dicte resolución
por la que se deje sin efecto la recurrida y se acuerde seguir la tramitación de la pre-
sente litis por los juicios del verbal civil, con imposición de costas a la parte adversa; y
en el caso del segundo, se dicte auto por el que se estime su recurso y se condene a
"XXX" al cumplimiento de sus obligaciones contractuales frente al actor" (de una sen-
tencia).
2. Parece tan arraigado el hábito de la complejidad sintáctica, que a veces los escritos jurídicos
no consiguen expresar con sencillez ni siquiera la queja por la falta de claridad de otros escri-
tos:
• "Expuestos los extremos objeto de debate, conviene en primer lugar identificar la ac-
ción ejercitada, cuestión compleja pues aunque el farragoso escrito de demanda, que
está muy lejos de ajustarse a las exigencias de claridad y precisión necesarias, espe-
cialmente el fundamento de derecho tercero, no ayuda mucho a clarificar qué acción
se ejercita, no obstante sí se infiere de los restantes fundamentos que ésta no es otra
que la prevista en el art. 86.2 de la Ley Concursal" (de una sentencia).
3. Probablemente no habría sido muy difícil, si se hubiera dispuesto del tiempo necesario, re-
dactar de un modo algo menos torrencial el siguiente párrafo:
• "La reforma legal trata de poner coto a todo ello, bien que nos tememos que los frutos
no se correspondan con los deseos, a lo que contribuirá, a nuestro modesto criterio, y
con independencia de que la verdadera solución ha de buscarse por otros cauces, de
una parte el hecho de que bajo el imperio de la Ley reformada continuarán interpo-
niéndose ante el Tribunal Supremo recursos en número muy considerable, por supues-
to superior a las posibilidades reales de normal tramitación y resolución por ese Alto
Tribunal, atinentes todavía con demasiada frecuencia a asuntos que no deben merecer
su tratamiento ante el órgano supremo de la Justicia Nacional, y, de otra parte, por el
cúmulo de recursos de apelación que contra las sentencias de las Audiencias Territo-
riales habrán de formalizarse, no obstante haberse elevado el límite cuantitativo a
efectos de admisibilidad de dicho recurso, límite que sólo juega en determinados ca-
sos, como veremos al tratar el art. 94; y, finalmente, por el previsible incremento —
que puede alcanzar cotas insospechadas— de los recursos de revisión, al socaire de la
reforma del art. 102, de lo que, igualmente, nos ocuparemos en el adecuado lugar" (de
un comentario legislativo).
5. La importancia de buscar el orden más sencillo y directo en las frases se aprecia al conside-
rar cómo afecta ese elemento a la claridad del mensaje. Por ejemplo, la redacción: "El canon
634 dispone claramente" sería equivalente a esta: "Dispone claramente el canon 634", o a esta
otra: "Claramente dispone el canon 634". Las tres posibilidades son correctas.
La cuestión es que las variaciones que caben en ese margen de libertad estilística apenas
afectan a la claridad si se trata de frases cortas, pero se notan más cuando el texto se alarga y
se complica. En esos casos, si no se procura mantener el orden de la frase, puede llegar a su-
ceder que hasta el propio autor del texto acabe perdiéndose. Sucede, por ejemplo, en este
pasaje de un auto:
6. No existe ninguna razón especial por la que los escritos jurídicos deban adoptar un estilo
semejante al de este fundamento jurídico de una sentencia:
7. Ciertos rasgos frecuentes del lenguaje jurídico tienden a producir un efecto altisonante o de
afectada solemnidad. Entre otros:
8. El abuso del gerundio suele producir una desafortunada sensación estética (el caso más
denostado, aunque no el único, es el famoso "gerundio de boletín oficial": se dictó una norma
disponiendo; se adjunta paquete conteniendo). Su uso incorrecto produce también un inde-
seable efecto de indeterminación temporal, como puede comprobarse en este pasaje de una
sentencia:
9. Puede verse, entre otras cosas, un ejemplo de puntuación poco esmerada en el texto de la
siguiente alegación:
10. Sirva como ejemplo de defectuosa correlación de tiempos verbales esta frase de un auto
judicial:
• "Al contrario de lo que ocurre en las legislaciones francesa e italiana, en la legislación
penal española en la fecha en la que ocurrieron los hechos no existía una norma que
penalice las conductas relacionadas con..." (en lugar de: "no existía una norma que
penalizase").
• "Si bien, estimamos como adecuado la ordenación de los recursos eólicos para un po-
sible aprovechamiento minimizando sus impactos, por su carácter territorial y por las
afecciones que suponen, su ordenación debería corresponder a un plan comarcal, al
menos, al que quedaría subordinado las actuaciones a nivel municipal" (Por lo demás,
con esta redacción es imposible saber si "sus impactos", "su carácter territorial" y "las
afecciones" son de "la ordenación", de "los recursos eólicos" o del "posible aprove-
chamiento", con lo que resulta muy difícil entender las relaciones que se expresan en-
tre esos elementos).
12. El diccionario de la Academia de 1852 definía la pedantería, de manera un tanto pedante,
como "Vicio que consiste en afectar ciencia, vertiendo a cada paso especies recónditas, usando
locuciones extrañas, sembrando citas y latines, y en especial delante de personas poco instrui-
das". No son pocos los escritos jurídicos que incurren en este vicio, o al menos lo bordean en
algunos o en muchos de sus pasajes. Sirvan como muestra (recogida con ánimo puramente
didáctico) estos párrafos de la fundamentación jurídica de una resolución:
• "CONSIDERANDO:
Que, ante todo, en virtud de lo dispuesto por el artículo (...), “las decisiones del Defen-
sor del Pueblo sobre la admisibilidad de las quejas son irrecurribles”, por lo tanto, ante
la supina ignorancia de la recurrente huelgan comentarios;
Que, el farragoso escrito presentado por la pretensa recurrente discurre en torno a
múltiples temas inatinentes, cual vano afán por distraer la atención en cuanto a la
cuestión medular resuelta; Que, por lo tanto, los devaneos concernientes al derecho
de enseñar y aprender (...) se convierten en meros telones de fondo en cuyo marco re-
salta el acto discriminatorio a que se ha sometido a un adolescente por parte de los di-
rectivos de una tradicional escuela (...); Que, en cuanto a las cuestiones formales plan-
teadas por la supuesta recurrente, cabe aclarar que no se ha actuado “in audita parte”
[la expresión correcta sería "inaudita parte"] pues, ante la negativa recibida a rever la
medida luego de llamadas telefónicas registradas el “periculum in mora” en cuanto a
que dilaciones formales impidiesen la matriculación en tiempo y forma del alumno,
llevó a proceder de oficio a esta Defensoría del Pueblo; (...)
Que, más aún, no se condice el burdo escrito presentado por la representante legal de
la escuela con la mesurada resolución de esta Defensoría del Pueblo (...)
Que la razón invocada deviene discriminatoria y sancionatoria pues el escrito no fue
un libelo difamatorio pergeñado de ex profeso y con intención de dañar por parte del
alumno; (...)
Que profesores de la escuela corrigieron y, por ende, consintieron el contenido de un
escrito utilizado luego y extemporáneamente como prueba para una sanción indirecta,
valiéndose del “fruto del árbol envenenado” que la jurisprudencia penal ha descalifi-
cado desde vieja data;
Que, objetivamente evaluado, el escrito de marras no cuenta con expresiones perso-
nales o institucionales soeces ni agraviantes, más aún no hay consideraciones peyora-
tivas sino, paradojalmente, ponderativas respecto a una directora llamada a destinos
mayores por una bonhomía que ahora ella misma se encarga de empalidecer con su
actitud recursiva;
RESUELVO (...).
13. La escritura jurídica suele utilizar, como una especie de sello profesional transmitido de
generación en generación, abundantes arcaísmos. Además de las construcciones que ya hemos
visto en un ejemplo anterior, otros elementos arcaizantes son:
- Vocabulario desusado fuera del ámbito jurídico (pedimento, libranza, fehaciente, anuencia,
bastanteo, conculcación, por mor de, a fuer de, por ende...).
-Uso del futuro imperfecto de subjuntivo (Quien sustrajere; Si no otorgare; incurriría en las
consecuencias a que hubiere lugar...).
- Fórmulas estereotipadas exclusivas de ese lenguaje (Que estimando como estimo en parte la
demanda interpuesta... debo acordar y acuerdo; Visto todo lo cual, vengo en resolver; A los
efectos del artículo...; A instancia de; A tenor de; Conforme a lo prevenido en; A título excepcio-
nal; Al efecto; En ausencia de disposiciones; De conformidad con; En detrimento de; En su caso;
En virtud de; Salvo disposición en contrario; Sin perjuicio de; Ha lugar; Tener por probado...).
Aparecen frecuentes muestras de este rasgo estilístico en edictos y notificaciones. Por
ejemplo:
• "Nuevamente se le apercibe de que, caso de persistir el incumplimiento de la orden de
obras dada, se le seguirán imponiendo sucesivas multas coercitivas hasta tanto se pro-
ceda a la total ejecución de las obras, para lo que se le concede nuevo plazo de UN
MES".
• "Lo que le comunico para su conocimiento y efectos, advirtiéndole que contra esta Re-
solución cabe interponer (...)".
• "Se le apercibe de que, de no comparecer sin alegar justa causa, le parará el perjuicio a
que hubiere lugar en derecho".
• "Se le apercibe de que, de no abonarlo en dicho periodo voluntario, se procederá sin
más trámite a su exacción por vía ejecutiva".
• "En relación con la subvención a usted concedida con fecha 10 de septiembre, de con-
formidad con lo previsto en la letra b) de la Base Cuarta, punto 5, de las que regulan la
convocatoria de subvenciones (...) y al efecto de comprobar el cumplimiento de la
obligación de mantenimiento de la actividad durante, al menos, dos años, salvo causa
debidamente justificada, se solicita la presentación de la siguiente documentación: (...)
Se le apercibe que, de no hacerlo así, se le declarará decaído en su derecho, con los
efectos que establece el artículo 76.3 de la referida Ley".
• "Dése traslado al Boletín Oficial de la Ciudad para su publicación y general conocimiento".
15. En el lenguaje jurídico es tradicional el uso de frases hechas y otras expresiones en latín (a
quo, ad quem, ex novo, de lege ferenda, rebus sic stantibus, obiter dictum, sine die, sub condi-
cione, sub iudice, petitum, causa petendi, ratio decidendi...). Esta tendencia se acentúa, por
razones evidentes, en el caso del lenguaje canónico. Es aconsejable prescindir de este recurso
expresivo en todo escrito que no vaya dirigido a otros profesionales, y usarlo con gran mode-
ración en los demás casos.
ANEXO II
CONSEJOS ÚTILES PARA MEJORAR LA REDACCIÓN DE UN TEXTO JURÍDICO*
En cualquier caso, se debe simplificar el texto de forma que sea lo más transparente po-
sible para el tipo de destinatarios de que se trate, en función de los objetivos que se pretende
alcanzar y de la cantidad de información que se debe transmitir.
Puede ser útil fijarse en los distintos niveles a los que puede extenderse la simplificación
de un texto:
• El primer nivel es el relativo a los términos usados y a la construcción sintáctica.
• El segundo nivel sería el de los contenidos (capacidad de descomponer y recompo-
ner el texto en unidades informativas, distinguiendo las principales de las secunda-
rias, que sirven de apoyo a las primeras).
• El tercer nivel se refiere a la estructura lógica del contenido, es decir al modo en que
las unidades de información están relacionadas entre sí (si las unidades de informa-
ción están relacionadas de modo solo implícito, porque el texto presupone que
quien lee posee informaciones o conocimientos que no se le dan explícitamente, es
mayor la posibilidad de que la comprensión del texto resulte difícil).
Algunos medios que pueden ser útiles para simplificar el texto en cada uno de esos nive-
les son los siguientes (en orden inverso al de la enumeración anterior):
• En primer lugar, centrarse sobre la estructura lógica del texto ya escrito, releyéndolo
(a ser posible, dos o más personas), tomando nota de los puntos más o menos oscu-
ros y añadiendo, en su caso, la información necesaria para que se entienda bien.
• En segundo lugar, para mejorar el texto en cuanto a las unidades de información, re-
sulta útil formular hipótesis de redistribución de la información, señalando clara-
mente8 la distinción entre los datos principales y los que son auxiliares y verificando
en pequeños grupos de control (personas ajenas a la redacción a las que se pide que
lo lean) la secuencia lógica del texto y su transparencia.
• Al pulir el lenguaje se deben preferir, siempre que haya igualdad de significado, las
palabras de uso común a los términos técnicos o de lenguaje especializado; si es ne-
cesario utilizar estos términos, se puede explicar su significado en el contexto, o
aparte (según su mayor funcionalidad respecto al texto).
• En cuanto a la sintaxis, por ejemplo, el texto mejora cuando el autor evita la voz pa-
siva y las formas impersonales siempre que su uso en el texto no permita a quien lee
entender claramente quién es el sujeto y cuál es el objeto de la acción (quién hace,
o debe hacer; qué hace o debe hacer).
*
Síntesis de unas páginas de J. Canosa en J. Miras-J.Canosa-E. Baura, Compendio de derecho administra-
tivo canónico, Lección V.
8
A veces pueden emplearse para ese fin las diversas variedades de disposición gráfica, como pueden ser
la división numerada del texto en partes, parágrafos y subparágrafos; los ladillos; los diferentes tipos de
caracteres (negrita, cursiva, etc.); etc.
Una vez rehecho el texto conviene releerlo después de dejar pasar algún tiempo (que
sea compatible con los plazos que afecten al documento). También resulta útil que lea el escri-
to siempre, por breve o sencillo que sea, alguna persona que no haya participado en su redac-
ción, e incluso, como se ha dicho, darlo a leer a una pequeña muestra de personas (algunos no
directamente interesados y otros sí)".
ANEXO III
EJERCICIOS DE REESCRITURA DE DOCUMENTOS
Nota: La inclusión de pasajes de diversos documentos, canónicos y civiles, en esta recopilación no persi-
gue finalidad alguna de crítica a sus redactores. Se trata generalmente de textos que cumplen digna y
suficientemente su función, pero que pueden servir como material de base para este ejercicio si se con-
sideran desde el punto de vista de la redacción jurídica óptima.
• "Art. 1. La Obra del Apostolado del Mar, a pesar de que no constituye una entidad canóni-
ca autónoma con su propia personalidad jurídica, es la organización que promueve la
atención pastoral específica dirigida a la gente del mar y está orientada a sostener el es-
fuerzo de los fieles llamados a dar testimonio en ese ambiente con su vida cristiana" (m.p.
Stella Maris, 31.I.1997: AAS 89, 1997, 209-216).
• "Exceptuado el caso de que haya sido especialmente aprobada por el legislador competen-
te, la costumbre contra ley o extralegal sólo alcanza fuerza de ley si se ha observado legí-
timamente durante treinta años continuos y completos; pero, contra la ley canónica que
contenga una cláusula por la que se prohíben futuras costumbres, sólo puede prevalecer
una costumbre centenaria o inmemorial" (CIC, c. 26).
Este extracto de un trabajo sobre la calidad de la redacción de las Directivas de la Unión Europea puede
ilustrar sobre la universalidad de las dificultades que plantea la redacción jurídica y sobre algunas pro-
puestas para acometerlas. También puede ofrecer orientaciones para realizar ejercicios prácticos de
reescritura de documentos jurídicos.
Martin Cutts
Orientaciones para una formulación más clara de las directivas comunitarias que facilite su comprensión
por parte de los ciudadanos de los Estados miembros, incluidos los profesionales del Derecho. Texto
preparado para la Conferencia sobre Derecho comunitario, Estocolmo, junio de 2001
(Extracto)
Cambios estructurales
La estructura de la nueva redacción es muy diferente de la original, con cuarenta y tres
epígrafes en lugar de dieciséis. En este tipo de documentos, la estructuración del texto me-
diante un sistema coherente de epígrafes es esencial (...):
• permite a los lectores comprender cómo está organizado el texto;
• les ayuda a localizar la información que buscan;
• pone de manifiesto el principio orientativo que debe presidir cualquier escrito que
tenga un propósito fundamentalmente informativo (...).
En los considerandos, se ha pasado de una frase de cerca de mil palabras a treinta y seis
frases, agrupadas en ocho epígrafes, con una media de veintitrés palabras cada una. En la nue-
va redacción de la parte dispositiva se han suprimido más de la mitad de las referencias cruza-
das internas, que han pasado de cuarenta y cuatro a veintiuna. (...)
Algunas de las modificaciones son de menor importancia —por ejemplo, he preferido
usar «si» en lugar de «en caso de» en las oraciones condicionales— pero sus ventajas son pa-
tentes si se considera la Directiva en su conjunto (...).
Presentamos a continuación otros dos ejemplos (ambos en los considerandos) que ilus-
tran la diferencia de enfoque.
Primer ejemplo: "Considerando que el grado de seguridad del juguete debe ser aprecia-
do en el momento de la comercialización de éste, teniendo en cuenta, sin embargo, la necesi-
dad de garantizar su mantenimiento durante toda la utilización previsible y normal del jugue-
te".
Pasa a: "Los juguetes deben ser seguros no sólo en el momento de su comercialización,
sino también durante todo su periodo de uso normal y previsible".
Segundo ejemplo: "Considerando que el dictamen del Comité Científico Consultivo para
la evaluación de la toxicidad y de la ecotoxicidad de los compuestos químicos ha sido tenido en
cuenta en lo relativo a los límites sanitarios en relación con la biodisponibilidad de los com-
puestos metálicos de los juguetes para los niños".
Pasa a: "La salud de los niños puede verse afectada por la ingestión de componentes
metálicos de los juguetes, por ejemplo, al chuparlos. Por este motivo, se ha tenido en cuenta el
dictamen del Comité Científico Consultivo de la CE al fijar los límites relativos a la presencia de
estos componentes en los juguetes".
((sigue el texto modificado de la Directiva))
ALGUNA BIBLIOGRAFÍA BÁSICA