Puede Un Cristiano Caer en La Depresión
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1 Tesalonicenses 5:23, DHH dice “Que Dios mismo, el Dios de paz, los haga a ustedes
perfectamente santos, y les conserve todo su ser, espíritu, alma y cuerpo, sin defecto
alguno, para la venida de nuestro Señor Jesucristo” . Con el cuerpo nos relacionamos
con el mundo fisico y las cosas fisicas. Con el alma nos relacionamos con las demás
personas, ya que el alma abarca los sentimientos, las emociones, la mente (el intelecto y
los pensamientos), y la voluntad. Mientras que con el espíritu nos relacionamos con Dios.
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Un creyente fiel y consagrado puede padecer esta enfermedad. Es muy duro ver cómo
algunos cristianos juzgan erróneamente a una persona con un cuadro depresivo. Cuando
esto sucede, aun sin intención de herir, se lo culpa sin causa pudiendo profundizar aún
más su depresión. Y lo que es peor, se les coarta la posibilidad de buscar ayuda. Se lo
culpa de ser depresivo. También es triste ver a un cristiano culparse a sí mismo por
padecer un cuadro depresivo, sin considerar que puede tener esa enfermedad como
cualquier otra, más allá de su fe, pues su mente se ha enfermado.
Cuando una persona presenta un cuadro depresivo reactivo a una situación conflictiva
del entorno, necesita ayuda emocional y espiritual. Es falso y una fantasía pensar que
ser cristianos nos debe hacer inmunes a la depresión; o que toda depresión se desarrolla
por ocultar algún pecado. Este argumento es usado por nuestro enemigo, Satanás, para
destruir y afectar la vida de muchos niños y jóvenes, y a sus familias que necesitan
ayuda.
El caso de Elías
En 1 Reyes 19 encontramos esta historia. Elías, un fiel siervo del Señor y un profeta
obediente a sus indicaciones, logra alcanzar una alta meta y difícil misión frente al rey
impío Acab y sus falsos pro-fetas, después de lo cual atraviesa un cuadro depresivo, se
aparta del resto de la gente, se va al desierto y desea morir. Dios entendió que lo primero
que necesitaba era descansar. Lo dejó dormir (v. 5-7) y lo reconfortó. No lo censuró. No
lo obligó a tomar una decisión rápida. Sabía que necesitaba primero recuperarse de su
esfuerzo físico, emocional y espiritual.
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Aclaró su situación con preguntas como: ¿Qué haces aquí? (v. 9). Esto le dio la
oportunidad de verse a sí mismo. ¿Por qué estás así? ¿qué piensas? La respuesta de
Elías fue como la de una persona que pasa por un tiempo de depresión hoy en día,
cualquiera sea la causa. Es frecuente que alguien en esa condición manifieste sentirse
víctima y digno de conmiseración, expresando frases como: “esto es injusto”, “no hay
futuro seguro”, “soy el más desgraciado”, “mi caso es único” (v.10). Dios hizo desviar a
Elías de los ojos de sí mismo (v. 11). De preocuparse por sí mismo, empezó a mirar a
otros, y a mirar a Dios. Dios le dio trabajo para hacer (v.13), algo en lo cual ocuparse,
haciendo algo de valor con su tiempo.
Dios le hizo saber a Elías que la situación estaba controlada por Él. Le encomendó ungir
a los nuevos monarcas. La casa de Acab fue exterminada. Dios, está siempre en control
de las circunstancias y rige los destinos del hombre. Este acto que Dios tuvo con Elías,
redundó en una recuperación de su cuadro depresivo, haciendo que retome sus
actividades, sus tareas y su sumisión.
Hoy nosotros como pastores y líderes, debemos saber que el depresivo necesita
descanso, respetando su aislamiento para recuperar su energía, y alimentándose con
buenos nutrientes. Precisamos darle el tiempo necesario sin exigencias. Luego, será
tiempo de reflexionar sobre el porqué de su cuadro a través de buenas preguntas, y dejar
que exprese sus sentimientos y emociones con comprensión y empatía; sin criticar ni
censurar las posibles interpretaciones erróneas de su realidad.
En algunos casos el joven cristiano deprimido puede superar este tiempo si lo ayudamos
a aceptar que la vida cristiana no garantiza la ausencia del sufrimiento y a lograr tener
presente las siguientes verdades bíblicas:
Reconocer que la vida es valiosa. Isaías 43:4, Juan 3:16, Filipenses 2:6-8.
Este artículo fue extraído del libro “Depresión. Cómo tratarla y superarla”. de Daniel y
Élida Rota.
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Daniel Rota
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