Resumen Libro - Diles Que No Me Maten
Resumen Libro - Diles Que No Me Maten
Resumen Libro - Diles Que No Me Maten
Es uno de los tantos cuentos del mundialmente reconocido escritor mexicano Juan
Rulfo, en el que
se ven reflejadas sus vivencias. Como es su costumbre, la trama se desarrolla en
un pueblo de nuestro México. De nuevo, Rulfo escribe sobre los personajes que
habitan en los poblados, sus costumbres, su estilo de vida, sus motivos,
sentimientos, su forma tan peculiar de hablar, acorde con la región… Quien mejor
que él, para describir tan fielmente, la vida de “la gente de pueblo”. ¿ De qué trata
este cuento regionalista, tan pequeño en extensión pero tan profundo en su
contenido? La historia es sencilla, pero su genialidad, es que sigue vigente en
nuestros días: Juvencio Nava mata a su amigo, a su compadre Lupe Terreros, por
pelear las tierras fértiles de éste último. Pleitos tan comunes de la gente de estas
poblaciones. Pleitos que se repiten a través de generaciones y en nuestros tiempos.
Las sequías duraron mucho tiempo y los animales de Juvencio morían por no
tener donde pastar. El mejor lugar para pastar era el terreno de su compadre, pero
éste no le permitía entrar. Por eso, desesperado, Juvencio rompía la cerca de Don
Lupe todas las noches para llevar a sus animales a pastar. Después de varias
advertencias, Don Lupe, enojado, le mata un novillo y la respuesta de Juvencio no
se hace esperar: desata toda su furia contra su amigo. Hasta aquí, podríamos
cuestionarnos como pueden ser tan amigos estos dos hombres y hasta compadres,
si a uno lo cega su egoísmo y al otro la envidia. En los problemas, en las
dificultades, se conocen los verdaderos amigos. 30 largos años escondiéndose,
tratando de hacerles ver a todos los demás habitantes de la región, que tuvo
motivos para matar. Al principio dio en prenda sus animales, mas sin embargo, no
le sirvió de nada; perdió su terrenito, se escondió en otro pueblo, y a lo largo de
los años, su mujer terminó abandonándolo. No la buscó, porque tenía miedo de
que lo encontraran, prefería seguir escondido y salvar su vida. Se quedó solo con
su hijo Justino. Éste creció y se casó. Ahora tenía 8 hijos por quien velar. ¡ Diles
que no me maten! Le repetía una y otra vez a su hijo, y le pedía, casi exigía, que
abogara por él. Pero Justino ya no deseaba interceder, porque temía que lo
juzgaran por lo que hizo su padre y ahora debía proteger a su familia, que era
numerosa. Esa era su primer responsabilidad y quería cumplirla. Juvencio seguía
pensando que ya había pagado por su crimen con creces: 30 años huyendo, 30
años escondido, 30 años viviendo miserablemente. No merecía morir. Al menos,
eso creía él. Ya era viejo, pero ahora, debía responder por su crimen. Había
dejado una viuda y dos huérfanos, apenas de 5 años. ¿ Podrían perdonarle? Tarde
o temprano, el destino nos alcanza. Podemos huir, podemos darle la vuelta, pero
un día, tendremos que enfrentarlo. Cada acto que el hombre realiza, debe hacerlo
asumiendo su responsabilidad, porque nadie más, puede hacerlo por él, sin
importar cuales sean los motivos… las razones…sin importar, cuales sean las
consecuencias.