Planetas Más Allá de Neptuno

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Planetas más allá de Neptuno

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Este artículo trata sobre planetas hipotéticos. Para cuerpos más allá de Neptuno,
véase objeto transneptuniano.

Percival Lowell, creador de la hipótesis del Planeta


X.
El término Planeta X o planeta más allá de la órbita de Neptuno se usaba en
astronomía para designar en general a los planetas cuya existencia se postuló
desde el descubrimiento del planeta Neptuno en 1846. La búsqueda de planetas
transneptunianos comenzó en el siglo XIX y culminó en el inicio del XX con la
«búsqueda del Planeta X» realizada por Percival Lowell. Este propuso el Planeta
X para explicar las aparentes anomalías en la órbita de los planetas gigantes, en
particular Urano y Neptuno,1 especulando que la gravedad de un gran noveno
planeta no visible podría haber perturbado a Urano lo suficiente para dar cuenta
de las irregularidades.2

El descubrimiento de Plutón por Clyde Tombaugh en 1930 consiguió validar la


hipótesis de Lowell, y Plutón pasó a ser nombrado oficialmente «el noveno
planeta». En 1978, se determinó de forma concluyente que Plutón era demasiado
pequeño para que su gravedad afectara a los planetas gigantes, dando lugar a
una breve búsqueda de un décimo planeta. La búsqueda fue abandonada en gran
medida a principios de la década de 1990, cuando un estudio de las mediciones
realizadas por el Voyager 2 encontró que las irregularidades observadas en la
órbita de Urano se debían a una ligera sobreestimación de la masa de Neptuno.3
Después de 1992, el descubrimiento de numerosos pequeños objetos helados con
órbitas similares o incluso más amplias que la de Plutón llevó a un debate sobre si
Plutón debía seguir siendo un planeta, o si él y sus vecinos debían, al igual que
los asteroides, clasificarse como un grupo separado. Aunque varios de los
miembros más grandes de este grupo fueron descritos inicialmente como planeta,
la redefinición de planeta de 2006 reclasificó a Plutón y a los objetos del mismo
tipo como planetas enanos, estableciendo en ocho el número de planetas en
el sistema solar.4

La comunidad astronómica está ampliamente de acuerdo en que el Planeta X, tal


como se lo concibió en un principio, no existe, pero el concepto ha sido revivido
para explicar otras anomalías observadas en el sistema solar exterior. En la
cultura popular, e incluso entre algunos astrónomos,5 el Planeta X se ha
convertido en un término sustituto de cualquier planeta no descubierto en el
sistema solar exterior, independientemente de su relación con la hipótesis de
Lowell. También se ha sugerido la existencia de otros planetas transneptunianos,
sobre la base de otros indicios. A partir de marzo de 2014, las observaciones con
el telescopio WISE han descartado la posibilidad de un objeto del tamaño
de Saturno a menos de 10 000 UA, y un tamaño de Júpiter o mayor a menos de
26 000 UA.6

En 2014, basándose en las similitudes de las órbitas de un grupo de objetos


transneptunianos extremos descubiertos en ese momento, dos astrónomos
lanzaron la hipótesis de la existencia de un planeta tipo supertierra, de 2 a 15
veces la masa de la Tierra y más allá de 200 UA con una posible órbita inclinada a
1500 UA.7 En 2016, nuevos cálculos mostraron que este lejano planeta
desconocido tendría probablemente una órbita inclinada y excéntrica que va desde
no menos de 200 UA hasta no más de aproximadamente 1600 UA del Sol. La
órbita estaría más o menos en el mismo plano que los objetos transneptunianos
extremos, pero con su eje mayor en la dirección opuesta.8 Debido a que Plutón ya
no es considerado un planeta por la Unión Astronómica Internacional, este nuevo
objeto hipotético se ha conocido como Planeta Nueve.9

Primeras especulaciones

Jacques Babinet, uno de los primeros proponentes de


un planeta transneptuniano.
En 1781, Anders Johan Lexell fue el primero en determinar con precisión
la órbita de Urano y percatarse de las irregularidades que esta tenía. Concluyó
que debía haber otros planetas en el sistema solar más allá de las 100 UA que
perturbaran la órbita de Urano, y que el radio del sistema solar era, por tanto,
superior a las 100 UA.10

Alexis Bouvard publicó en 1821 una compilación de tablas astronómicas de la


órbita de Urano que contenían predicciones sobre las posiciones futuras del
planeta basadas en la ley de la gravitación universal de Newton.11 Observaciones
posteriores revelaron desviaciones sustanciales de la órbita respecto a las
predicciones de las tablas, y llevaron a Bouvard a teorizar sobre la existencia de
un cuerpo perturbador.12

En la década de 1840, el matemático francés Urbain Le Verrier aplicó la mecánica


de Newton para analizar las perturbaciones en la órbita de Urano, y planteó la
hipótesis de que fueran causadas por la fuerza gravitatoria de un planeta aún por
descubrir. Le Verrier predijo la posición de este nuevo planeta y envió sus cálculos
al astrónomo alemán Johann Gottfried Galle. El 23 de septiembre de 1846, la
noche siguiente a su recepción de la carta, Galle y su estudiante Heinrich
d'Arrest descubrieron Neptuno, exactamente donde Le Verrier había predicho.13
Quedaban algunas pequeñas discrepancias en las órbitas de los planetas
gigantes, consideradas como indicios de la existencia de otro planeta orbitando
más allá de Neptuno.

Incluso antes del descubrimiento de Neptuno, algunos especularon que un único


planeta no era suficiente para explicar las discrepancias en la órbita de Urano: el
17 de noviembre de 1834, el reverendo británico y astrónomo aficionado Thomas
John Hussey informó a George Biddell Airy, el Astrónomo Real británico, de una
conversación que había tenido con el astrónomo francés Alexis Bouvard: cuando
Hussey sugirió a Bouvard que el movimiento inusual de Urano podría deberse a la
influencia gravitacional de un planeta sin descubrir, Bouvard respondió que la idea
se le había ocurrido, y que había mantenido correspondencia con Peter Andreas
Hansen, director del observatorio Seeberg de Gotha, sobre el tema. Hansen opinó
que un solo cuerpo no podía explicar adecuadamente el movimiento de Urano, y
postuló que había dos planetas más allá de su órbita.14

Jacques Babinet presentó en 1848 objeciones a los cálculos de Le Verrier, al


sostener que la masa observada de Neptuno era más pequeña y su órbita más
amplia de lo estimado inicialmente por Le Verrier. Postuló, basado en gran medida
en la simple sustracción de los cálculos de Le Verrier, que debía existir un planeta
transneptuniano, que denominó «Hyperion», de aproximadamente 12 masas
terrestres.14 Le Verrier rechazó a su vez la hipótesis de Babinet, diciendo: «[No
hay] absolutamente nada que permita determinar la posición de otro planeta, salvo
hipótesis en que la imaginación juegue una parte demasiado grande».14

James Ferguson, astrónomo auxiliar en el Observatorio Naval de Estados Unidos,


señaló en 1850 que había «perdido» una estrella que había observado, GR1719k,
hecho que Matthew Maury, el superintendente del Observatorio, consideró
evidencia de que debía de tratarse de un nuevo planeta. Búsquedas posteriores
no lograron encontrar el «planeta» en una posición diferente, y en 1878, C. H. F.
Peters, director del Observatorio del Hamilton College en Nueva York, demostró
que no había tal estrella, y que los resultados anteriores se debían a un error
humano.14

Camille Flammarion señaló en 1879 que los cometas 1862 III y 1889
III tenían afelios de 47 y 49 UA, respectivamente, lo que indicaba que podrían
marcar el radio orbital de un planeta desconocido que los hubiese empujado a
una órbita elíptica.14 El astrónomo Georges Forbes llegó a la conclusión sobre la
base de estos indicios de que debían existir dos planetas más allá de Neptuno y
calculó sus elementos orbitales tomando como punto de partida que había cuatro
cometas con afelios alrededor de 100 UA y otros seis con afelios en torno a
300 UA. Las órbitas predichas por Forbes concordaban con las que otro
astrónomo llamado David Peck Todd había calculado de forma independiente, lo
que condujo a muchos a suponer que eran válidas.14 Otros, sin embargo,
argumentaban que las órbitas de los cometas implicados eran aún demasiado
inciertas para producir resultados significativos.14

En 1900 y 1901, el director del Observatorio del Harvard College, William Henry
Pickering, lideró dos búsquedas de planetas transneptunianos. La primera fue
iniciada por el astrónomo danés Hans Emil Lau quien, tras estudiar los datos sobre
la órbita de Urano entre 1890-1895, concluyó que un planeta transneptuniano por
sí solo no podía explicar las discrepancias en su órbita, y postuló la posición de los
dos planetas que creía responsables. La segunda se inició cuando Gabriel Dallet
sugirió que un solo planeta transneptuniano situado a 47 UA podría explicar el
movimiento de Urano. Pickering acordó examinar placas en búsqueda de objetos
sospechosos. En ninguno de los casos se obtuvieron resultados satisfactorios.14

Thomas Jefferson Jackson See, un astrónomo con reputación de egocéntrico,


opinó en 1909 que «sin duda hay uno, muy probablemente dos y posiblemente
tres planetas más allá de Neptuno».15 Tentativamente, llamó al primer planeta
«Oceanus», y los ubicó a 42, 56 y 72 UA del Sol; no dio ninguna indicación en
cuanto a cómo determinó su existencia, y no se organizó ninguna búsqueda de la
que se tenga conocimiento para localizarlos.15

El astrónomo indio Venkatesh P. Ketakar sugirió en 1911 la existencia de dos


planetas transneptunianos, que llamó Brahma y Vishnu, a partir del estudio de los
patrones observados por Pierre-Simon Laplace en los satélites de Júpiter y su
aplicación a los planetas exteriores.16 Las tres lunas galileanas internas de
Júpiter, Ío, Europa y Ganimedes, orbitan en resonancia en razón de 1:2:4, lo que
se denomina resonancia de Laplace.17 Ketakar sugirió que Urano, Neptuno y sus
planetas transneptunianos hipotéticos se encontraban en resonancias de Laplace
similares. Sus cálculos predijeron una distancia media de Brahma de 38.95 UA y
un período orbital de 242.28 años terrestres (resonancia con Neptuno 3:4).
Cuando Plutón fue descubierto 19 años después, su distancia media de 39.48 UA
y el período orbital de 248 años terrestres estaban cerca de la predicción de
Ketakar (Plutón, de hecho, tiene una resonancia 2:3 con Neptuno). Ketakar estimó
solo la distancia y el período medios, sin abordar el resto de elementos orbitales.
No está claro cómo Ketakar llegó a estas cifras, y su segundo planeta, Vishnu,
nunca fue localizado.16

Planeta X

Telescopio Clark en Mars Hill, en el Observatorio


Lowell
En 1894, con la ayuda de William Pickering, Percival Lowell, un bostoniano rico,
fundó el Observatorio Lowell en Flagstaff (Arizona). En 1906, convencido de que
podía resolver el enigma de la órbita de Urano, comenzó un amplio proyecto para
buscar un planeta transneptuniano,18 al que llamó Planeta X. La 'X' en el nombre
representa una incógnita y se pronuncia como la letra, en contraposición
al número romano X (10) —en ese momento, el Planeta X habría sido el noveno
planeta—. Con la búsqueda del Planeta X Lowell esperaba restablecer su
credibilidad científica, que había perdido gracias a su creencia ampliamente
ridiculizada de que en Marte existían canales construidos por una civilización
inteligente.19

La primera búsqueda de Lowell se centró en la eclíptica, el plano abarcado por


el zodiaco, por donde los otros planetas del sistema solar transitan. Utilizando una
cámara fotográfica de 5 pulgadas, examinó manualmente más de 200
exposiciones de tres horas con una lupa, y no encontró planetas. En ese momento
Plutón estaba demasiado por encima de la eclíptica para aparecer en las
fotografías.18 Después de la revisión de sus posibles ubicaciones previstas, Lowell
realizó una segunda búsqueda entre 1914 y 1916.18 En 1915, publicó
sus Memorias de un planeta Trans-neptuniano, en la que concluyó que el Planeta
X tenía una masa más o menos de siete veces la de la Tierra, alrededor de la
mitad que la de Neptuno y se ubicaba a una distancia media del Sol de 43 UA.
Asumió que el Planeta X sería un objeto grande, de baja densidad con
un albedo alto, al igual que los planetas gigantes. Como resultado, se mostraría
como un disco con un diámetro de alrededor de un segundo de arco y
una magnitud aparente de entre 12 y 13, lo suficientemente brillante para ser
detectable.1820
Por otra parte, en 1908 Pickering anunció que, mediante el análisis de las
irregularidades en la órbita de Urano, había encontrado evidencia de un noveno
planeta. Su planeta hipotético, que calificó de «Planeta O» (debido a que se
predijo después de «N», es decir, Neptuno),21 poseía un radio orbital medio de
51.9 UA y un período orbital de 373.5 años.14 Las placas tomadas en su
observatorio en Arequipa, Perú, no mostraron el planeta predicho, y el astrónomo
británico P. H. Cowell demostró que las irregularidades observadas en la órbita de
Urano prácticamente desaparecían al tomar en cuenta el desplazamiento de
longitud del planeta.14 El propio Lowell, a pesar de su estrecha asociación con
Pickering, desestimó el Planeta O, al decir: «Este planeta está muy bien llamado
«O», [porque] no es nada en absoluto».22 Sin el conocimiento de Pickering, cuatro
de las placas fotográficas tomadas en la búsqueda del «Planeta O» por los
astrónomos en el Observatorio del Monte Wilson en 1919 capturaron imágenes de
Plutón, algo que solo fue reconocido años más tarde.23 Pickering llegó a sugerir
muchos otros posibles planetas transneptunianos hasta el año 1932, a los que
llamó P, Q, R, S, T y U; ninguno se detectó nunca.16

Descubrimiento de Plutón
La repentina muerte de Lowell en 1916 detuvo temporalmente la búsqueda del
Planeta X. El hecho de no encontrar el planeta, según un amigo, «casi lo mató». 24
Constance Lowell, la viuda de Lowell, posteriormente involucró al observatorio en
una larga batalla legal para conseguir su parte del millón de dólares de la herencia
de Lowell, lo que significó que la búsqueda del Planeta X no pudo ser reanudada
durante varios años.25 En 1925, el observatorio obtuvo discos de vidrio para un
nuevo telescopio de 13 pulgadas de ancho para continuar la búsqueda, construido
con fondos de George Lowell, el hermano de Percival.18 En 1929 el director del
observatorio, Vesto Melvin Slipher, encargó la tarea de localizar el planeta a Clyde
Tombaugh, un joven de 22 años de edad de Kansas recién llegado al Observatorio
Lowell, por impresionar a Slipher con sus dibujos astronómicos.25

La tarea de Tombaugh era capturar sistemáticamente secciones del cielo nocturno


por parejas de imágenes. Cada imagen se tomaba por duplicado con dos
semanas de diferencia. A continuación, las dos imágenes de cada sección se
examinaban en una máquina llamada microscopio de parpadeo, que mediante un
intercambio rápido de las imágenes creaba una ilusión de movimiento en cualquier
cuerpo planetario por un breve lapso de tiempo. Para reducir las posibilidades de
que un movimiento rápido —y por tanto más cercano— de un objeto fuera
confundido con el nuevo planeta, Tombaugh fotografiaba cada región cerca de su
punto de oposición, a 180 grados del Sol, donde el movimiento retrógrado
aparente para los objetos más allá de la órbita de la Tierra es más evidente.
También tomó una tercera imagen como un control para eliminar los resultados
falsos causados por los defectos de una placa individual. Tombaugh decidió tomar
imágenes de todo el zodíaco, en lugar de centrarse en aquellas regiones
sugeridas por Lowell.18
A principios de 1930, la búsqueda de Tombaugh había llegado a la constelación
de Géminis. El 18 de febrero de 1930, después de buscar durante casi un año y
examinar casi dos millones de estrellas, Tombaugh descubrió un objeto en
movimiento en las placas fotográficas tomadas el 23 de enero y el 29 de enero de
ese año.26 Una fotografía de menor calidad tomada el 21 de enero confirmaba el
movimiento.25 Tras la confirmación, Tombaugh entró en la oficina de Slipher y
declaró: «Doctor Slipher, he encontrado su Planeta X».25 El objeto estaba a solo
seis grados de uno de los dos lugares que Lowell había sugerido; por tanto,
parecía que por fin había sido reivindicado.25 Después de que el observatorio
obtuviera más fotografías de confirmación, las noticias del descubrimiento se
telegrafiaron al Harvard College Observatory el 13 de marzo de 1930. El nuevo
objeto fue posteriormente descubierto en fotografías hechas el 19 de marzo de
1915.23 La decisión de nombrar al objeto como Plutón se produjo para hacer honor
a Percival Lowell, ya que sus iniciales forman las dos primeras letras del nombre
del planeta.27 Después de descubrir Plutón, Tombaugh continuó buscando en la
eclíptica otros objetos distantes. Encontró cientos de estrellas
variables y asteroides, así como dos cometas, pero no más planetas.28

Plutón pierde el título de Planeta X

Imagen del descubrimiento de Caronte


Para decepción y sorpresa del observatorio, Plutón no mostraba un disco visible;
aparecía como un punto, no diferente de una estrella, y con una magnitud 15, seis
veces más tenue de lo que Lowell había predicho, lo que significaba que era
excesivamente pequeño u oscuro.18 Como los astrónomos del Observatorio Lowell
pensaban que Plutón era lo suficientemente masivo para perturbar planetas,
supusieron que debía tener un albedo de 0.07 —es decir, que reflejaba solo el 7 %
de la luz que recibía—; casi tan oscuro como el asfalto y similar al de Mercurio, el
planeta menos reflectante conocido.1 Esto daría a Plutón un diámetro asumido de
unos 8000 km, o alrededor del 60 % del de la Tierra.29 Las observaciones también
revelaron que la órbita de Plutón era muy elíptica, mucho más que la de cualquier
otro planeta.30

Algunos astrónomos disputaron el estatus de Plutón como planeta. Poco después


de su descubrimiento en 1930, Armin O. Leuschner sugirió que su oscuridad y alta
excentricidad orbital lo hacían más similar a un asteroide o un cometa. «El
resultado confirma la posible alta excentricidad anunciada por nosotros el 5 de
abril. Puede tratarse de un gran asteroide con una órbita significativamente
perturbada por una estrecha aproximación a un planeta mayor, como Júpiter, ser
uno de los muchos objetos aún por descubrir a largo plazo o un objeto cometario
brillante».30 En 1931, utilizando una fórmula matemática, Ernest William
Brown afirmaba (de acuerdo con E. C. Bower), que las presuntas irregularidades
en la órbita de Urano no podían atribuirse al efecto gravitacional de un planeta tan
distante, y por tanto la supuesta predicción de Lowell era «puramente
accidental».31

A lo largo del siglo XX, las estimaciones de la masa de Plutón fueron revisadas a
la baja. En 1931, Nicholson y Mayall calcularon que su masa tendría equivalente a
la de la Tierra, sobre la base de su supuesto efecto sobre los planetas
gigantes;32 Lloyd R. Wylie, en el Observatorio Naval de Estados Unidos, estimó en
1942 un valor próximo a las 0.91 M⊕ utilizando los mismos supuestos.33 En 1949,
las medidas de Gerard Kuiper del diámetro de Plutón con el telescopio de 200
pulgadas en el Observatorio Palomar le llevó a la conclusión de que su tamaño
estaba entre el de Mercurio y el de Marte, y que su masa más probable era de
aproximadamente 0.1 M⊕.34

En 1973, Dennis Rawlins conjeturó, dadas las similitudes en la periodicidad y la


amplitud de la variación de brillo entre Plutón y la luna de Neptuno Tritón, que la
masa de Plutón debía ser similar a la de Tritón, hipótesis ya sostenida por los
astrónomos Walter Baade y E. C. Bower en 1934.35 Sin embargo, dado que en
1973 se creía que la masa de Tritón representaba aproximadamente un 2.5 % de
la del sistema Tierra-Luna —más de diez veces su valor real— la determinación
de Rawlins para la masa de Plutón era igualmente incorrecta. Se llegó así a la
conclusión de que Plutón no era el Planeta X.36 En 1976, Dale Cruikshank, Carl
Pilcher y David Morrison de la Universidad de Hawái analizaron los espectros de la
superficie de Plutón y determinaron que contenía hielo de metano, que es
altamente reflectante. Esto significaba que Plutón, lejos de ser oscuro, es de
hecho excepcionalmente brillante, y por tanto su masa no supera las 0.01 M⊕.3738

Masa estimada de Plutón:

Año Masa Notas

193
1 Tierra Nicholson & Mayall32
1

194
0.91 Tierra Wylie33
2

194
0.1 (1/10 Tierra) Kuiper34
8
197
0.025 (1/40 Tierra) Rawlins36
3

197
0.01 (1/100 Tierra) Cruikshank, Pilcher, & Morrison38
6

197
0.002 (1/500 Tierra) Christy & Harrington39
8

El tamaño real de Plutón se determinó finalmente en 1978, cuando el astrónomo


estadounidense James W. Christy descubrió su luna Caronte. Esto le permitió,
junto con Robert Sutton Harrington del Observatorio Naval de Estados Unidos,
medir la masa del sistema Plutón-Caronte directamente observando el movimiento
orbital de la luna alrededor de Plutón.39 Determinaron la masa de Plutón en
1.31 × 1022 kg; aproximadamente unas 500 veces menor que la terrestre o seis
veces inferior a la lunar, y demasiado pequeña para justificar las discrepancias
observadas en las órbitas de los planetas exteriores. La «predicción» de Lowell
había sido una coincidencia: si había un Planeta X, no era Plutón.40

Otras búsquedas del Planeta X


Después de 1978, una serie de astrónomos mantuvieron la búsqueda del Planeta
X de Lowell, convencidos de que, debido a que Plutón ya no era un «candidato
viable», un décimo planeta invisible debía estar perturbando los planetas
exteriores.41

En los años 1980 y 1990, Robert Harrington lideró una búsqueda para determinar
la verdadera causa de las irregularidades aparentes.41 Calculó que cualquier
Planeta X estaría aproximadamente a tres veces la distancia de Neptuno al Sol; su
órbita sería muy excéntrica y fuertemente inclinada respecto a la eclíptica.
Presentaría un ángulo de, aproximadamente, 32 grados en relación con el plano
orbital.42 Esta hipótesis contó con una recepción mixta. Tomó nota de Planeta X el
escéptico Brian G. Marsden del Minor Planet Center, que señaló que estas
discrepancias eran cien veces más pequeñas que las anotadas por Le Verrier y
fácilmente podrían ser debidas a un error de observación.43

En 1972, Joseph Brady estudió irregularidades en el movimiento del cometa


Halley desde el Laboratorio Nacional Lawrence Livermore. Brady dijo que podrían
haber sido causadas por un planeta del tamaño de Júpiter más allá de Neptuno, a
59 UA, con una órbita retrógrada alrededor del Sol.44 Sin embargo, tanto Marsden
como P. Kenneth Seidelmann refutaron la hipótesis del Planeta X, al demostrar
que el cometa Halley irregularmente expulsa chorros de material, causando
cambios en su propia trayectoria orbital, y que un objeto tan masivo como el
Planeta X habría afectado gravemente a las órbitas de los planetas exteriores
conocidos.45
Aunque su misión no implicaba una búsqueda del Planeta X, el observatorio
espacial IRAS fue noticia brevemente en 1983 por el hallazgo de un «objeto
desconocido» que describieron inicialmente como «posiblemente tan grande como
el planeta gigante Júpiter y tan cercano a la Tierra que sería parte de este sistema
solar».46 Un análisis más detallado reveló que de esos objetos no identificados,
nueve eran galaxias distantes y el décimo eran «cirros interestelares»; ninguno se
encontraba en el sistema solar.47

En 1988, A. A. Jackson y R. M. Killen estudiaron la estabilidad de resonancia de


Plutón con Neptuno probando varios «Planetas X» con diversas masas y a
distintas distancias de Plutón. Las órbitas de Plutón y Neptuno están en una
resonancia 3:2, lo que impide su colisión independientemente de su separación en
el eje z. Se encontró que la masa del objeto hipotético tenía que superar cinco
veces la masa terrestre para romper la resonancia, y el espacio de parámetros es
bastante grande y una gran variedad de objetos podrían haber existido más allá de
Plutón sin interferir en la resonancia. Se han realizado pruebas teóricas para un
período de cuatro millones de años utilizando cuatro órbitas con el fin de
determinar los efectos de dicho cuerpo sobre la estabilidad de la resonancia 3:2
entre Neptuno y Plutón. Los planetas más allá de Plutón con masas de 0.1 y 1.0
masas terrestres en órbitas en 48.3 y 75.5 UA, respectivamente, no perturban la
resonancia 3:2. Planetas hipotéticos de 5 masas terrestres con semiejes
mayores de 52.5 y 62.5 UA interrumpen la libración de cuatro millones de años de
la argumentación de Plutón del perihelio.48

Planeta X descartado
Harrington murió en enero de 1993, sin haber encontrado el Planeta X.49 Seis
meses antes, E. Myles Standish había utilizado datos del sobrevuelo de la
Voyager 2 en 1989 sobre Neptuno, que había revisado la masa total del planeta a
la baja en un 0.5 % —una cantidad comparable a la masa de Marte—49 para volver
a calcular su efecto gravitacional sobre Urano.50 Cuando se utilizó la masa recién
determinada de Neptuno en la Jet Propulsion Laboratory Development
Ephemeris (JPL DE), la supuesta discrepancia en la órbita de Urano y con ella la
necesidad de un Planeta X, desaparecieron.3 No hay discrepancias en las
trayectorias de las sondas espaciales como Pioneer 10, Pioneer 11, Voyager 1,
y Voyager 2 que puedan atribuirse a la atracción gravitatoria de un objeto
desconocido de gran tamaño en el sistema solar exterior.51 La anomalía de las
Pioneer de 2004 todavía no ha podido demostrar relación con un cuerpo planetario
de grandes dimensiones en el sistema solar exterior.52 La mayoría de los
astrónomos coinciden en que el Planeta X que Lowell definió, no existe.53

Descubrimiento de más objetos


transneptunianos
Véase también: Cinturón de Kuiper
Comparación de planetas
enanos y otros cuerpos esféricos del sistema solar.
Después del descubrimiento de Plutón y Caronte, no se encontraron más objetos
transneptunianos (TNOs) hasta (15760) 1992 QB1 en 1992.54 Desde entonces, se
han observado cientos de tales objetos. La mayoría son ahora reconocidos como
parte del cinturón de Kuiper, un enjambre de cuerpos helados sobrantes de la
formación del sistema solar que orbitan cerca del plano de la eclíptica más allá de
Neptuno. Aunque ninguno es tan grande como Plutón, algunos de estos objetos
distantes transneptunianos, como Sedna, fueron descritos inicialmente en los
medios de comunicación como «nuevos planetas».55

En 2005, el astrónomo Mike Brown y su equipo anunciaron el descubrimiento


de 2003 UB313 —más tarde llamado Eris por la diosa griega de la discordia y la
contienda—, un objeto transneptuniano ligeramente mayor que Plutón.56 Poco
después, un comunicado de prensa de la NASA del Jet Propulsion
Laboratory describió el objeto como el «décimo planeta».57

Eris nunca fue oficialmente clasificado como un planeta, y la redefinición de


planeta de 2006 define tanto a Eris como a Plutón como planetas enanos porque
no han limpiado su órbita (no orbitan al Sol en soledad, sino como parte de una
población de objetos de tamaño similar).4 El propio Plutón es ahora reconocido
como un miembro del cinturón de Kuiper y el planeta enano más grande después
de Eris.

Algunos astrónomos, el más notable Alan Stern, el jefe de la misión a Plutón New
Horizons de la NASA, sostienen que la definición de la UAI es defectuosa, y que
Plutón y Eris, y todos los grandes objetos transneptunianos, como Makemake,
Sedna, Quaoar, Varuna y Haumea, deben ser considerados planetas por derecho
propio.58 Sin embargo, el descubrimiento de Eris no revivió la teoría del Planeta X,
ya que es demasiado pequeño para tener efectos significativos en las órbitas de
los planetas exteriores.59

Propuestas posteriores para el Planeta X


Aunque la mayoría de los astrónomos aceptan que el Planeta X de Lowell no
existe, varios han revivido la idea de que un gran planeta invisible podría crear
efectos gravitacionales observables en el sistema solar exterior. Estos objetos
hipotéticos son referidos a menudo como «Planeta X», aunque la concepción de
estos objetos puede diferir considerablemente de la propuesta por Lowell.6061

Órbita de Sedna

La órbita de Sedna (rojo) frente a las órbitas de


Júpiter (naranja), Saturno (amarillo), Urano (verde), Neptuno (azul) y Plutón
(púrpura). La órbita de Sedna se encuentra mucho más allá de estos objetos, y se
extiende muchas veces sus distancias del Sol.
Cuando se descubrió Sedna, su órbita excepcional planteó preguntas acerca de
su origen. Su perihelio es tan distante (≈75 UA) que no hay un mecanismo todavía
descubierto que pueda explicarlo. Está demasiado lejos de los planetas como para
haber sido afectado por la gravedad de Neptuno. Se avanzaron diversas hipótesis
para explicar su órbita, como la influencia de una estrella de paso, su captura
desde otro sistema planetario, o su emplazamiento en su posición actual por un
planeta transneptuniano.62 La forma más sencilla de explicar la peculiar órbita de
Sedna sería localizar uno o varios objetos en una región similar, cuyas diversas
configuraciones orbitales proporcionarían una indicación en cuanto a su historia
pasada. Si Sedna hubiese sido lanzado a su órbita por un planeta
transneptuniano, cualquier otro objeto que se encontrase en su región tendría un
perihelio similar a Sedna (alrededor de 80 UA).63 En 2014, los astrónomos
anunciaron el descubrimiento de 2012 VP113, un objeto grande, con una órbita de
4200 años, como la de Sedna, y un perihelio de aproximadamente 80 UA,64 lo que
llevó a especulaciones sobre la existencia de un potencial planeta
transneptuniano.65 Trujillo y Sheppard afirmaron que la agrupación de argumentos
de perihelio para VP113 y otros TNO (objetos transneptunianos) distantes
abogaba por la existencia de una «Supertierra» de entre 2 y 15 masas terrestres
cerca de la eclíptica a 200-300 UA; sin embargo, los cálculos posteriores
de Lorenzo Iorio sostienen una distancia mínima de 496 a 570 UA para un objeto
de 2 masas terrestres y 970-1111 UA para un objeto de 15 masas terrestres.66 En
2014 astrónomos de la Universidad Complutense de Madrid sugirieron que los
datos disponibles en realidad abogan por más de un planeta transneptuniano.67

Incluso sin evidencias gravitacionales, Mike Brown, descubridor de Sedna, ha


argumentado que la órbita de 12 000 años de Sedna indica que probablemente
existe un objeto del tamaño de la Tierra más allá de Neptuno. La órbita de Sedna
es tan excéntrica, que el cuerpo pasa solo una pequeña fracción de su período
orbital cerca del Sol, donde se puede observar fácilmente. Esto significa que, a
menos que su descubrimiento fuese un extraño accidente, es probable que haya
una población considerable de objetos más o menos del diámetro de Sedna aún
no observados en su región orbital.68 Mike Brown señaló que «Sedna es
aproximadamente tres cuartas partes del tamaño de Plutón. Si hay sesenta
objetos de tres cuartas partes del tamaño de Plutón [ahí] entonces probablemente
hay cuarenta objetos del tamaño de Plutón. [...] Si hay cuarenta objetos del
tamaño de Plutón, entonces hay probablemente diez que son del doble del tamaño
de Plutón, y probablemente tres o cuatro que son tres veces más grandes, y el
más grande de estos objetos, [...] es probablemente del tamaño de Marte o del
tamaño de la Tierra».69 Sin embargo, señala que, paradójicamente, si se
encuentra un objeto en esta región con un tamaño similar al terrestre, todavía
sería un planeta enano por la definición actual, ya que no habría limpiado su
vecindario.69

Acantilado de Kuiper
La especulación sobre un posible planeta transneptuniano ha girado en torno al
llamado «acantilado de Kuiper». El cinturón de Kuiper termina repentinamente a
una distancia de 48 UA del Sol. Algunos han especulado que esta bajada
repentina puede atribuirse a la presencia de un objeto con una masa entre la de
Marte y la Tierra que se encuentra más allá de las 48 UA.70 La presencia de un
planeta como Marte en una órbita circular a 60 UA conduce a una población de
objetos transneptunianos incompatible con las observaciones. Por ejemplo, la
población de plutinos sería muy inferior.71 Los astrónomos no han excluido la
posibilidad de un planeta similar a la Tierra más masivo situado a más de 100 UA
con una órbita excéntrica e inclinada. Las simulaciones por ordenador de Patryk
Lykawka de la Universidad de Kobe han sugerido que un cuerpo con una masa de
entre 0.3 y 0.7 masas terrestres, expulsado hacia el exterior por Neptuno a
principios de la formación del sistema solar y que actualmente cuente con una
órbita alargada entre 101 y 200 UA del Sol, podría explicar el acantilado de Kuiper
y la existencia de objetos peculiares como Sedna y 2012 VP113.71 Aunque algunos
astrónomos han apoyado con cautela estas conjeturas, otros las han tachado de
«artificiales».61

En 2012, Rodney Gomes del Observatorio Nacional de Brasil modeló las órbitas
de 92 objetos del cinturón de Kuiper y encontró que seis de esas órbitas eran
mucho más alargadas que lo que predijo el modelo. Llegó a la conclusión de que
la explicación más simple era el tirón gravitacional de un compañero planetario
distante, como un objeto del tamaño de Neptuno a 1500 UA o un objeto del
tamaño de Marte a unas 53 UA.72

Teoría de la formación planetaria

Concepción artística de un disco protoplanetario


La teoría oligarca de la formación planetaria afirma que hubo cientos de objetos
del tamaño de planetas, llamados oligarcas, en las primeras etapas de la
evolución del sistema solar.73 En 2005, el astrónomo Eugene Chiang especuló que
si bien algunos de estos oligarcas se convirtieron en los planetas que conocemos
hoy en día, la mayoría habrían sido arrojados hacia afuera por las interacciones
gravitacionales. Algunos pueden haber escapado del sistema solar por completo
para convertirse en planetas que flotan libremente por el espacio interestelar,
mientras que otros estarían orbitando en un halo alrededor del sistema solar, con
períodos orbitales de millones de años. Este halo estaría entre 1000 y 10 000 UA
del Sol, o entre un tercio y la treintava parte de la distancia a la que se sitúa
la nube de Oort.74

Nueva postulación del Planeta X


Artículo principal: Planeta Nueve
El 20 de enero de 2016 se anunció un trabajo realizado por diversos astrónomos
sobre el cálculo hipotético de un planeta transneptuniano, llamado
provisionalmente Planeta Nueve. La hipótesis fue realizada por los
astrónomos Konstantin Batygin y Michael E. Brown —descubridor de Eris y Sedna
—, del Instituto de Tecnología de California, y anunciado en la revista The
Astronomical Journal. Se trataría de un planeta gigante de tamaño comparable a
Neptuno, de entre cinco y diez veces la masa de la Tierra, y giraría alrededor del
Sol una vez cada 15 000 años. Aunque aún no se ha observado directamente, se
ha calculado su posible posición al estudiar las órbitas de sus vecinos, más allá de
Plutón. Según los estudios de los autores de la hipótesis, este planeta se situaría a
unas 200 UA en su mayor aproximación al Sol —siete veces más lejos que
Neptuno—, pero en su periplo orbital podría llegar a alejarse del Sol entre 600 y
1200 UA, es decir, más lejos del cinturón de Kuiper. Los autores del estudio creen
que el nuevo planeta podría haber sido expulsado lejos del Sol hace miles de
millones de años, a causa de un empujón gravitatorio de Júpiter o Saturno.
Afirman además que solo hay un 0.007 % de probabilidades de que la agrupación
singular de seis objetos situados más allá de Neptuno sea debida a una simple
coincidencia. De confirmarse la hipótesis se trataría efectivamente del noveno
planeta del sistema solar, puesto del que fue descabalgado Plutón en 2006.75

Planetas enanos más allá de Neptuno


Desde el descubrimiento de Plutón, muchos otros objetos han sido descubiertos
en regiones transneptunianas. Tienen especial importancia aquellos que se han
clasificado como planetas enanos, descubiertos a principios del siglo XXI. La UAI
ha identificado inicialmente tres cuerpos celestes que junto a Plutón conforman los
planetas enanos más allá de Neptuno.76 A febrero de 2016 la lista es la siguiente:

Planetas enanos más allá de Neptuno

Nombre Plutón Eris Makemake Haumea


Imagen

Número del MPC 134340 136199 136472 136108

Región del sistema Cinturón de Cinturón de Cinturón de


Disco disperso
solar Kuiper Kuiper Kuiper

Diámetro (en km) 2370 2326 ± 12 1420 ± 60 ~ 1400

Masa (en kg) ~ 1.3 × 1022 4.2 ± 0.1 ×


comparado con la ~ 1.66 × 1022 ~ 4.0 × 1021
Tierra
0.0022 1021

Radio ecuatorial 0.180 0.19


medio* 1148.07 ~ 1200 750 ± 200
en km

Volumen* 0.005 0.007

Densidad (en kg/


2.0
m³)

Gravedad en
0.60
el ecuador(en m/s²)

Velocidad de
1.2
escape (en km/s)

Período de rotación -6.38718


(en días siderales) (retrógrado)

Radio orbital* (ua) 29.66-49.30 37.77-97.56


38.51-53.07
media 39.48 67.67
media en km 5 906 376 200 10 210 000 000

Período orbital*
248.09 557 309.88 285
(en años siderales)
Velocidad media de
órbita 4.7490 3.436 4.419
(en km/s)

Excentricidad de la
0.249 0.442 0.159
órbita

Inclinación de la
17.14° 44.19° 28.96º 28.19°
órbita

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