Filo Tema 1
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LOS
PENSADORES PRESOCRÁTICOS. SÓCRATES Y LOS SOFISTAS.
Por tanto, podemos concluir que aunque la filosofía como tal no es exclusiva de la cultura occidental,
la filosofía occidental sí nace en Grecia de la mano de las polis. En efecto, el hombre griego solo concibe
su vida en la ciudad; ya que como nos dice Aristóteles, el hombre aislado, fuera de la ciudad, no es ya
un hombre, sino una bestia o un dios. Solo viviendo en la polis, en contacto con los demás, el hombre
podrá alcanzar su perfección y felicidad.
Dado que el hombre griego ordena su vida en torno a la polis, la filosofía no nace en un tranquilo retiro
alejado del resto de la sociedad, sino que nace en Mileto, una de las polis griegas, el gran mercado del
mundo antiguo donde los diversos pueblos del Mediterráneo viajan para el cambio de sus mercancías.
Y los filósofos no son personas solitarias, ermitaños alejados del resto sino que, muy al contrario, son
hombres curiosos y abiertos, interesados en todo lo que acontece en la ciudad.
Nos situamos en torno a los siglos VIII-VI a.C., en el cual se produce en Grecia un movimiento
colonizador buscando tierras fértiles hacia Jonia (la costa occidental de la actual Turquía) y hacia el sur
de Italia (denominada por los griegos como Magna Grecia). En Jonia surgen polis griegas como Samos,
Éfeso o Mileto, y en el sur de Italia otras como Elea o Agrigento. En estas ciudades confluyen una
prosperidad económica, un desarrollo artesanal y un comercio marítimo floreciente, mayor tolerancia
política y una ruptura con el pasado y apertura a otras civilizaciones que aportarán un caudal de nuevos
conocimientos.
Una vez que estas colonias entren de declive, en torno a los siglos V-IV, denominado como periodo
clásico, será Atenas la que se convertirá en el centro en torno al cual se estructurará el mundo griego.
Atenas se convierte en la polis por antonomasia, siendo un estado independiente del resto de polis
griegas. Su territorio y número de habitantes son reducidos, es el centro toda actividad económica,
social y política y en ella se encuentran todo aquello que permite al hombre llevar una vida en sociedad
(mercados, escuelas, gimnasios, teatros, templos...). El nombre de Atenas va ligado a la democracia
que es el sistema político que rige en Atenas durante el periodo clásico. La democracia supone, por un
lado, la isonomía (todos son iguales ante la ley), y, por otro lado, la isegoría (todos tienen derecho a
hablar en la Asamblea). La Asamblea es soberana y todos pueden participar en ella, por lo que nos
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encontramos con un tipo de democracia directa. Ahora bien, esta democracia se sustentaba en que la
gran parte del trabajo caía sobre los esclavos, que carecen de todos los derechos que disfrutan los
ciudadanos libres. Por tanto, tenemos en Atenas: en primer lugar, los esclavos, sin ningún tipo de
derechos y encargados del trabajo físico; las mujeres, relegadas a cuidar del hogar y de la
descendencia; los extranjeros (metecos) excluidos de derechos políticos pero bien recibidos en Atenas
y dedicados al comercio, las artes y la investigación ̧ y, por último, los ciudadanos libres, varones
mayores de 18 años y nacidos en Atenas, que viven la mayor parte de su tiempo en la ociosidad por lo
que pueden dedicarse a otras actividades, fundamentalmente la política y la investigación.
Podemos resumir las condiciones para el surgimiento de la filosofía en Grecia en los siguientes puntos:
• La filosofía es hija de la democracia. La filosofía surge, como hemos dicho, en las polis, entre
ciudadanos libres que no reconocen más amos que las leyes que ellos mismos se han dado
para convivir en la ciudad. Ellos discuten en común las decisiones que se han de tomar y
aceptan los tribunales para que decidan las disputas.
• La libertad que posee el ciudadano le permite algo fundamental: el ocio. Dado que el
ciudadano griego queda liberado de cualquier actividad física y manual puede dedicarse a algo
novedoso y que no podía llevar a cabo aquel cuyo horizonte vital se limita a trabajar de sol a
sol: filosofar. El ocio permite pararse a observar, preguntar por el “por qué” de las cosas e
investigar este “por qué”.
• Las polis griegas eran ciudades abiertas a todo tipo de influencias culturales y, dado su carácter
portuario confluían en ellas las más diversas formas de pensamiento e influencias científicas,
culturales y religiosas de otros pueblos. Esto propició, no solo un enriquecimiento cultural, sino
el poner en duda las propias creencias y la necesidad de crítica de las mismas.
Desde que el hombre es hombre siempre ha mostrado un interés por conocer todo aquello que le
rodea. Esto es así porque somos animales que se admiran de todo lo que les pasa, de todo lo que
sucede en la naturaleza en la que se ven inmersos; además, una naturaleza que, a diferencia del resto
de animales, les resulta extraña, los mecanismos que posee para enfrentarse a ella no forman parte
de su código genético, por lo que necesitan de otras herramientas distintas al instinto para sobrevivir
en un medio, a menudo hostil, y en la que se encuentran indefensos. Si los animales necesitan del
instinto para sobrevivir con éxito, los seres humanos vamos a utilizar nuestra racionalidad para
intentar contestar a todas aquellas preguntas que nos incumben.
La razón nos permite distanciarnos de lo que captamos a través de los sentidos, de la apariencia de las
cosas para acercarnos a lo que realmente son las cosas; hay que ir más allá de lo que vemos y tocamos
para ir más allá e indagar en la clave que explique lo real. Y esta fue y es la labor de la filosofía,
entendida como deseo de conocer o, literalmente, amor a la sabiduría.
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Ahora bien, ¿siempre recurrió el hombre a la filosofía para intentar conocer la realidad? En un primer
momento el hombre recurrió al mito para comprender la realidad y explicar su situación en el mundo.
El mito tuvo su nacimiento como intento de explicar la creación de algo, ya sea del todo, del cosmos,
o de algo que forma parte de la naturaleza o del hombre. Es un relato fantástico que trata de explicar
el universo, el orden de las cosas y el por qué de todo.
• El mito es un relato fabuloso que narra algo ocurrido en un pasado remoto e impreciso.
• Las fuerzas naturales se personifican, es decir, la naturaleza se percibe como algo vivo, dotada
de voluntad propia.
• Los hechos narrados en el mito dependen de esa voluntad que poseen las fuerzas naturales y
se recurre frecuentemente a seres sobrenaturales como dioses, semidioses y héroes.
• El universo está regido por la moira, por el destino. La moira es una ley rígida e inevitable a la
que ni los propios dioses pueden escapar.
• La validez del mito proviene de la tradición. Es un saber que se ha ido heredando generación
tras generación por vía fundamentalmente oral. Esto provoca que no exista una única versión
de estos mitos ya que se van modificando continuamente.
A comienzos del siglo VI a.C. se produce un cambio fundamental a la hora de afrontar cómo nos
enfrentamos a la realidad, cómo la interpretamos y cómo intentamos conocerla. La explicación mítica
comienza a verse relegada por una nueva forma de entender la realidad: la explicación racional. El
objeto de interés sigue siendo el mismo, el origen de las cosas, pero el enfoque utilizado y el punto de
vista cambian. A los primeros filósofos dejó de parecerles necesario recurrir a seres sobrenaturales
para comprender el mundo, las respuestas deben encontrarse en la misma naturaleza, sin depender
de seres extraños a ella.
Y para encontrar estas respuestas que están en la propia naturaleza de las cosas el hombre ha de
emplear su logos, su razón. Este será el medio adecuado para lograr comprender la realidad.
Comenzamos este punto resumiendo lo visto hasta ahora. Nos situamos en torno al siglo VI a.C. en las
colonias griegas de Jonia e Italia meridional, en unas polis en cuyo seno se desarrolla un floreciente
flujo comercial que conlleva el intercambio continuo entre culturas y saberes. Aquí es donde nace la
filosofía occidental como una forma de investigar la realidad, ya no a través de la mitología sino
utilizando el logos, la razón.
Y esta nueva forma de adentrarse en lo real surge en torno a una preocupación cosmológica; es decir,
el interés fundamental es por el proceso de formación del cosmos, por cómo son los ciclos de
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generación y corrupción de las cosas. Aquí entra en juego el concepto de cosmos. En sentido general
se utiliza como sinónimo de mundo, de universo, pero en el mundo griego el cosmos es un término
más preciso indicando el universo es un todo bello y ordenado en el que predomina la armonía. Así,
el hombre griego percibe la realidad como un todo ordenado y coherente. Si el universo fuese caos,
éste no tendría sentido y, por tanto, no podría ser conocido por nosotros: la razón no podría
adentrarse en él para comprenderlo. El cosmos se rige por leyes (nomos) internas que pueden ser
conocidas por el ser humano a través de su razón.
Para poder conocer estas leyes que rigen el cosmos debemos estudiar la physis, la naturaleza. Por
tanto, el objetivo de estos primeros filósofos será conocer la physys, que es el conjunto de seres que
constituyen el universo ordenados y relacionados entre sí. Para conocer la naturaleza es necesario
preguntase por su fundamento, el principio a partir del cual surge todo, la fuente primordial de todo
lo que hay, el sustrato último del mundo. Este principio es denominado por estos primeros filósofos
como arjé, entendido como lo primero, lo anterior a cualquier otra cosa y que es aquello a partir de lo
cual ha brotado todo.
Dado el interés de estos primeros filósofos también eran conocidos como “físicos”. Descubriendo el
arje de la physis conseguiremos desvelar, a través de nuestro logos, la verdad de lo que las cosas son.
Aunque algunos de estos filósofos fueron contemporáneos de Sócrates, los podemos denominar como
presocráticos, dado que muchos de ellos fueron anteriores a él y Sócrates supuso una ruptura en
cuanto a los intereses filosóficos y el método utilizado para estudiar la realidad. Otro tema importante
a resaltar es el hecho de que las obras de estos pensadores presocráticos se han perdido y solo nos
quedan fragmentos citados por autores posteriores. De ahí surge la dificultad de poder estudiar estos
autores y que no exista una interpretación definitiva sobre su pensamiento.
Vamos a dividir a estos pensadores en dos bloques dependiendo de si señalan un único arje,
pensadores monistas, o este arjé es múltiple, pensadores pluralistas.
Entre los pensadores monistas vamos a estudiar a Tales de Mileto, Anaximandro de Mileto,
Anaxímenes de Mileto, Heráclito de Éfeso, Pitágoras de Samos y la escuela pitagórica y a Parménides
de Elea.
Como hemos señalado en el punto anterior, los pensadores monistas son aquellos que señalan que
existe un único principio o arjé a partir del cual surge toda la realidad. Estos pensadores y sus ideas
son los siguientes:
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- Tales de Mileto: (Aprox., 624-546 a.C.) Es considerado el padre de la filosofía occidental. Hombre
inquieto y viajero, dedicado no solo a la filosofía sino también matemático (se le atribuye el Teorema
de Tales), astrónomo y político. Considerado por Aristóteles como el primer pensador físico, Tales
señaló que el arjé de la realidad es el agua. Esto debe ser entendido de una doble manera. En primer
lugar, que el principio de todo sea el agua significa que todas las cosas están compuestas por agua
(señalar que el agua es el principal componente químico de nuestro cuerpo y representa entre el 50 y
el 70% de nuestro peso). En segundo lugar, que el arjé sea el agua también significa que todo lo que
hay en la physis proviene del agua (hoy día sabemos con certeza que las primeras formas de vida
surgieron en el medio acuático). Además, toda la realidad, todas las cosas que componen la physis
están dotadas de vida (hilozoísmo).
- Anaximandro de Mileto: (Aprox., 610-545 a.C.) Discípulo y continuador de Tales de Mileto. Autor del
primer libro sobre la naturaleza (no conservado). Además de ser un activo ciudadano de Mileto, se
dedicó a múltiples investigaciones. Así, se le atribuyen un mapa terrestre, determinar la distancia y
tamaño de las estrellas o la afirmación de que la Tierra es esférica y ocupa el centro del cosmos.
Anaximandro señaló que el arjé de la realidad es el apeiron, lo indeterminado. Por tanto, estamos ante
un principio que no puede ser captado por los sentidos dado que no es nada concreto, material. El
apeiron, además de indeterminado es eterno, inmortal e indestructible, todo sale de él y todo vuelve
a él según un ciclo necesario.
- Anaxímenes de Mileto: (Aprox., 585-524 a.C.) Discípulo de Anaximandro, propuso que la variedad de
coas existentes provenía del aire. El aire se encuentra sometido a una constante transformación y a
partir de él, por rarefacción (el aire pierde densidad) se convierte en fuego y en viento. El viento, por
condensación (conversión del gas en líquido) da lugar al agua y, finalmente, a la tierra.
- Heráclito de Éfeso: (Aprox. 544-484 a.C.) Apodado “el oscuro”, compuso un tratado sobre la
naturaleza empleando un lenguaje enigmático y poético del que se conservan breves fragmentos. Este
estilo enigmático obedece a su convicción de que la naturaleza no desea desvelarse y ama el
ocultamiento. Su punto de partida es la idea de que el universo se encuentra sometido a un
permanente cambio y devenir. Todo fluye, “No es posible bañarse dos veces en el mismo río, porque
nuevas aguas corren siempre sobre ti”; es decir, todo cambia, nada permanece sometido a una ley
que todo lo rige. Así, para Heráclito, el principio generador de todo es el fuego. Todo surge de él y
todo perece en él, todo nace del fuego y todo vuelve al fuego según un principio racional que lo ordena
todo. Por tanto, aunque el devenir y el cambio reina en la physis, la naturaleza está gobernada por el
logos que ordena y racionaliza todo este proceso.
- Pitágoras de Samos y el pitagorismo: La vida de Pitágoras (Aprox. 580-476 a.C,) se encuentra envuelta
en leyendas. Parece que conoció a Anaximandro y realizó viajes a Egipto, Babilonia e incluso la India.
Aunque nació en Samos (Jonia) tuvo que abandonarla y se exilió en el sur de Italia, donde fundó una
secta filosófico-religiosa, donde sus miembros vivían en comunidad, manteniendo un riguroso
ascetismo y guardando secreto de las doctrinas allí impartidas. Las sociedades pitagóricas fueron
organizaciones religiosas y científicas, interesadas por el conocimiento de la realidad.
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En cuanto al contenido religioso, el pitagorismo creía en la transmigración del alma. El alma, caída y
aprisionada en el cuerpo, debe esforzarse por separarse de éste, purificarse y regresar así a su propio
mundo. Para ello, el ser humano, debe educar su alma a través de la música y el estudio siguiendo
unas normas adecuadas de conducta (no comer carne era importante para ellos) y seguir unas normas
rituales y morales.
- Parménides de Elea: (Aprox. 540-470 a.C.) Vivió en esta ciudad y participó en la elaboración de sus
leyes. Es probable que se iniciara en filosofía en uno de los grupos pitagóricos. Compuso un extenso
poema, “Sobre la naturaleza”, del que se conservan diversos fragmentos. En él se narra cuál es el
camino para alcanzar la verdad. Así, el camino de la verdad es expresado con la frase <<el ser es y es
imposible que no sea >>, que refleja el principio de identidad (lo que es, es; lo que no es, no es). Así,
según la vía de la verdad, solo el ser existe, por lo que es imposible la existencia de la nada, el no ser,
y, por tanto, el cambio y el devenir tampoco existen. Para Parménides, hay una identidad completa
entre pensamiento y realidad. Para encontrar la verdad, la razón solo puede ejercerse debidamente
sobre la realidad, ya que ésta responde a un orden racional. Por tanto, Parménides sitúa a la razón por
encima del conocimiento sensible, reducido a mera opinión (doxa), que no nos acerca a la verdad.
Como señalamos en el punto 3, los pensadores pluralistas son aquellos que, en lugar de suponer un
único arjé, postulan la existencia de múltiples principios o elementos que, al combinarse entre sí, dan
origen a toda la realidad. Estos pensadores y sus ideas son los siguientes:
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lado, están los principios de índole material, los cuatro elementos: tierra, aire, fuego y agua. Cada uno
de ellos es eterno e imperecedero y mezclados entre sí dan lugar a los diversos seres de la realidad.
Ahora bien, ¿cómo se mezclan estos elementos para dar lugar a todo lo que hay? Pues a través de un
principio no material formado por dos fuerzas opuestas: el amor, que hace que los elementos se unan,
y el odio o discordia, que los disgrega y separa.
- Anaxágoras de Clazomene: (Aprox. 500-428). Nació en Clazomene (Jonia) pero pasó a Atenas, siendo
el primer filósofo que se estableció allí. Fue maestro de Pericles (gran gobernante ateniense) y parece
que Sócrates escuchó sus lecciones. Tuvo que exiliarse de nuevo a Jonia donde murió. Anaxágoras
presenta la figura del primer filósofo puro, interesado únicamente en el pensamiento y ajeno a la
política. Su pensamiento parte de los planteamientos de Parménides, ya que el ser no puede ni
empezar y perecer, por lo que ha existido siempre. Todo lo existente resulta de la combinación de una
infinidad de partículas, denominadas semillas (spermata). Éstas deben entenderse como una multitud
de partículas materiales imperceptibles que constituyen los diversos cuerpos. Hay tantas clases de
spermata como tipos de seres existen en la naturaleza. Cada cuerpo de la naturaleza participa de todas
las demás, en todas las cosas hay semillas de todas las cosas, aunque posea en mayor grado la que
pertenece a su especie. En el oro predominan las semillas de oro, pero están también presentes todas
las demás. La pluralidad de seres y el cambio lo explica Anaxágoras a través de un torbellino en el que
se realizan todas las mezclas y separaciones progresivamente. Este proceso no es aleatorio sino está
organizado por una fuerza ordenadora denominada nous, una inteligencia espiritual que pone en
funcionamiento el torbellino.
- El atomismo: Leucipo de Mileto (S. V a.C.) y Demócrito de Abdera (Aprox. 460-370 a.C.) son los
fundadores, según la tradición, de la escuela atomista. Se conoce muy poco de sus vidas hasta el punto
de que se pone en duda la existencia de Leucipo. No se les puede considerar en rigor como
presocráticos la que el atomismo es coetáneo a Sócrates y Platón. Se le puede considerar como una
doctrina materialista ya que defiende la existencia de átomos (partículas indivisibles) que constituyen
el principio de todos los seres. Toda la realidad está compuesta de lo lleno, constituido por los átomos,
y lo vacío, que hace posible que los átomos se muevan y se combinen para crear la realidad. Para que
el movimiento sea posible, ha de existir el espacio vacío para que pueda ser ocupado por los átomos,
siendo así posible que estos se desplacen y se combinen. Los átomos ni nacen ni perecen, tampoco
varían y únicamente cambia su posición en el vacío. Son compactos y de número ilimitado y, además,
están dotados de movimiento. Este movimiento es casual, no responde a ninguna inteligencia que los
ordene, por lo que los átomos se reúnen por azar y el universo es también fruto del azar, por tanto
estamos ante una doctrina mecanicista, ya que todo lo que ocurre es consecuencia del movimiento
de los átomos.
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6.- SÓCRATES Y LOS SOFISTAS.
De las colonias de Jonia y la Magna Grecia, la filosofía se traslada a Atenas. Ya Anaxágoras se había
establecido allí, pero son los sofistas y Sócrates los filósofos que representan verdaderamente las
preocupaciones e intereses de la democracia ateniense.
Si con los presocráticos, el tema fundamental de investigación era la búsqueda del arjé de la physis, el
origen y fundamento del mundo físico, en esta nueva etapa de la filosofía se produce el denominado
giro antropológico, pues el centro de atención va a girar en torno a cuestiones relativas al ámbito
humano. En relación con esta preocupación por el ser humano y con la implantación de la democracia
ateniense, va a cobrar gran importancia la educación (paideia). Dado que todo ciudadano libre puede
participar en la Asamblea, en los asuntos políticos, ello exige una preparación adecuada de estos
ciudadanos. De aquí surge la necesidad de profesionales que se dediquen a la enseñanza y la figura de
los sofistas. Por Atenas van a aparecer la figura de personajes extranjeros que, por su condición de
metecos están incapacitados para intervenir en los asuntos públicos, pero son refinados, cultos, de
palabra ágil y elegante y que van a ofrecer sus conocimientos a cambio de una retribución económica.
Dado que, en su mayoría, los sofistas no eran personas acomodadas, la enseñanza era su modo de
ganarse la vida, por lo que empezaron a tener mala fama. Además, Platón, su mayor adversario, los
describirá en sus diálogos como embaucadores, mentirosos y capaces de defender cualquier postura,
de ahí que el término “sofista” haya pasado a nosotros como un término peyorativo.
El sofista (del griego sofistés, maestro del saber) ofrecía conocimientos generales de materias diversas
(física, geometría, leyes, música...) Pero lo que más interesaba al ciudadano que pedía sus servicios
eran aquellas artes que le pudieran hacer prosperar para alcanzar el éxito en la política. Y para ello era
fundamental dominar el arte de la palabra, el dominio del lenguaje. Resultaba imprescindible saber
elaborar buenos discursos, que fuesen persuasivos para conseguir convencer al auditorio e imponerse
al contrincante. Los sofistas, por tanto, eran maestros en el arte de hablar con persuasión, la oratoria,
el arte de construir buenos discursos, la retórica, y en la técnica de discusión que busca convencer al
adversario, la erística.
Los sofistas no formaron escuela ni defendieron una doctrina común, pero podemos encontrar
algunas coincidencias entre ellos:
• Representan un giro filosófico como consecuencia de las nuevas necesidades que plantea la
democracia y el hecho de que los presocráticos no consiguieran encontrar una respuesta
común al problema del arjé. Su interés se centra en el hombre y su filosofía fue eminentemente
práctica, interesándose por la política, la religión, la lingüística, la sociología y la moral.
• Adoptan una actitud relativista e incluso escéptica. Las verdades absolutas no existen,
dependiendo la verdad del punto de vista adoptado. Dado el carácter extranjero de muchos
de los sofistas, pudieron comprobar a lo largo de sus numerosos viajes que no existían dos
pueblos con las mismas leyes y costumbres.
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• No presentan un sistema filosófico acabado, sino que van acumulando datos y observaciones
de los que extraen conclusiones de carácter práctico.
• Las leyes y normas que rigen la sociedad pierden el origen sagrado que la tradición les había
otorgado para mostrarse como un producto exclusivamente humano, las normas fueron
elaboradas por los propios hombres para satisfacer sus intereses. Por tanto, las leyes son fruto
de la convención, del acuerdo entre los hombres.
- Protágoras: (481-411 a.C) Natural de Abdera, incansable viajero que terminará asentándose en
Atenas. Protágoras reconoce la incapacidad de la razón para comprender la realidad. Afirma que el
hombre es la medida de todas las cosas por lo que no puede haber una coincidencia común a la hora
de conocer. Cada uno de nosotros, al intentar conocer algo, lo conoce desde sus capacidades y
circunstancias personales, por lo que es imposible aceptar un único criterio de verdad que sea común
para todos. De ahí que la verdad absoluta sea imposible, solo existe una verdad relativa a cada uno de
nosotros. Todo conocimiento surge de los datos que nos proporcionan los sentidos por lo que nuestro
saber siempre estará sometido a lo que nuestros sentidos captan. El saber, por tanto, es aparente y
opinable; lo que sea verdadero dependerá del individuo que pretende conocerlo.
- Gorgias: (Aprox. 483-375 a.C.) Natural de Leontinos (Sicilia), abandonó pronto la filosofía para
dedicarse fundamentalmente a la oratoria. Su obra más destacada es el Discurso sobre el no ser donde
rechaza cualquier verdad objetiva y universal, tanto acerca del mundo físico como de las normas
sociales y morales. Su postura es escéptica dada su total incredulidad en la capacidad de la razón
humana para conocer la verdad. La única verdad posible es aquella que se crea con la palabra ya que
solo existe aquello que puede ser enunciado, que puede ser dicho.
- Trasímaco: (459-400 a.C.) Retratado por Platón en su diálogo El sofista, sostiene que la ley de la
ciudad es el resultado de la conveniencia del más fuerte. El más poderoso elabora las normas que a él
mismo le benefician; normas que impondrá a los demás mediante la fuerza. El interés, la conveniencia
y el poder son los pilares sobres los que se sustenta la sociedad. Al ser creadas por los hombres, tan
aceptable es afirmar la bondad de una norma como su contraria. Las leyes carecen de valor absoluto
y son necesariamente relativas.
Si los sofistas eran extranjeros, Sócrates (470-399 a.C.) era ateniense. Perteneció a una familia
modesta, su padre era escultor y su madre comadrona, y nunca quiso dedicarse a la política ni salir de
su pobreza. Sócrates nunca escribió nada y lo que conocemos de él proviene de las burlas que hace
de él Aristófanes y por la exaltación que hace de él Platón en sus diálogos. En torno a él se reunió un
círculo de jóvenes y adultos influyentes que buscaban ser ilustrados por el maestro y sobre los que
ejerció una enorme fascinación. Esta seducción que ejercía junto con la acidez de sus críticas
provocaron envidia y desconfianza hacia su figura. Una vez reinstaurada la democracia fue acusado de
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negar la existencia de las divinidades y de corromper a la juventud. Fue condenado a muerte y pasó
sus últimas horas rodeado de sus discípulos y amigos, a los que tuvo que consolar.
Sócrates hizo suya la máxima del oráculo de Delfos de “conócete a ti mismo”, de modo que el
autoconocimiento es la base a partir de la cual parta la reflexión. El dominio de uno mismo es el fin de
toda existencia por lo que el pensamiento socrático ha de entenderse, antes que nada, como un modo
de vida. La sabiduría para Sócrates comienza con el reconocimiento de la propia ignorancia, “solo sé
que no sé nada”, ya que, al fin y al cabo, en eso consiste la filosofía, en un deseo de saber lo que se
ignora. Él se presenta a sus contertulios como ignorante que va a aprender de ellos. Pero esta
ignorancia es una ironía (fingimiento, disimulo) y responde a una estrategia: la aceptación de la
ignorancia debe desencadenar que aparezca el conocimiento.
La táctica socrática es la de enseñar a pensar, que seamos capaces de alcanzar la verdad con su ayuda.
Este arte es denominado como mayéutica, de ayudar a dar a luz la verdad, igual que su madre ayudaba
a parir niños. Este método arranca de la ignorancia, del reconocimiento de no saber. De ahí pasamos
a la ironía (Por ejemplo, ¿qué es la belleza? Pues lo desconozco), Sócrates va haciendo preguntas
haciendo ver al otro la insuficiencia de sus respuestas, las rebate y le insta a encontrar una respuesta
mejor. Este proceso sigue hasta que su interlocutor llega a un callejón sin salida, a una aporía
(contradicción), en la que al otro no le queda más que reconocer que ignora lo que creía conocer. Por
último, Sócrates guía al compañero hacia la respuesta conveniente, la definición de aquello que
pretendía conocer y que explica la esencia última de algo.
Frente a los sofistas, Sócrates defiende la existencia de una verdad universal válida para todos. Dado
que el método socrático culmina con la definición de algo, esta definición alcanzada es válida para
todos y en todo momento y lugar. Si aplicamos hasta sus últimas consecuencias el método todos nos
encontraremos en el mismo sitio porque todos habremos alcanzado la misma definición. Por tanto,
Sócrates rechaza el relativismo y escepticismo de los sofistas.
Igualmente, Sócrates está convencido que la maldad es consecuencia de la ignorancia, la maldad es,
fundamentalmente, un error. El hombre es bueno por naturaleza y el mal procede del error ya que:
“El hombre no hace el mal a sabiendas”. Esta doctrina recibe el nombre de intelectualismo moral ya
que se identifica la virtud con el conocimiento: solo por ignorancia se comete el mal. Aquel que conoce
las cosas tal y como son no puede más que actuar de forma correcta. Quien comete una maldad es
porque desconoce la forma correcta de actuar.
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