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Vida Espiritual y Testimonio Fiel

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VIDA ESPIRITUAL Y TESTIMONIO FIEL

Testigo, Testimonio. Principalmente «un testigo» (martus) es «uno que testifica»


(martureō) por acto o palabra «su testimonio» (marturion) de la verdad. Este acto de
testificar es llamado su «testimonio» (marturia). Testigo es alguien que tiene
conocimiento personal de algo y da evidencias de ello; alguien que testifica en
una causa. Estudiemos las tres partes de esta definición.
En primer lugar, para ser testigos de Cristo necesitamos conocerlo personalmente.
En segundo, nuestra vida debe evidenciar que es cierto cuanto decimos de Él.
En tercer lugar, debemos decir acerca de Jesús cuanto sepamos de El que pueda favorecer
su causa. La tercera parte hablar a favor de Jesús puede resultar efectiva únicamente en
la medida en que las dos primeras partes sean una realidad en nuestra vida.

En la antigüedad, como en el presente, éste era un término legal que designaba al


testimonio dado por, o en contra de, uno en un juicio ante una corte. En términos cristianos
la palabra llegó a significar el testimonio dado por testigos cristianos sobre Cristo y su
poder salvador. Debido a que tal testimonio a menudo resultaba en arresto y azote (Mt.
10:18; Mr. 13:9), exilio (Ap. 1:9) o muerte (Hch. 22:20; Ap. 2:13; 17:6), el término griego
fue transliterado como mártir, significando uno que sufre o muere antes de rendir su fe.

Un estudio concienzudo acerca del dar testimonio necesitaría un estudio de toda


la Biblia. Tendría que incluirse palabras tales como predicar, enseñar y confesar. Las
palabras griegas derivadas de «testigo» (martus) se usan más de doscientas veces en el
NT. El uso más común se encuentra en los escritos de Juan, donde hay sesenta y seis
casos. Hechos tiene treinta y nueve casos y los escritos paulinos treinta y cinco.

El AT es un testimonio de Jesús (Jn. 5:39), este pensamiento está detrás de la mayoría de


las referencias del NT al AT. Después de la resurrección, las principales evidencias de la
veracidad del cristianismo son: el ministerio del Espíritu Santo (Jn. 15:26), el testimonio de
los discípulos sobre la resurrección (Hch. 1:22, etc.) y las señales y maravillas con las
cuales Dios atestiguó el ministerio de los apóstoles y de las iglesias (Heb. 2:4).

El patrón del ministerio cristiano y la actividad evangélica se encuentran en el


NT. Emergen varios principios. (1) Testificar es la obligación universal de todos los
cristianos (Lc. 24:48; Hch. 1:8). Que el acto de testificar no se limitaba sólo a los apóstoles
o ministros, se demuestra por todas esas referencias de Hechos que hablan de todos los
discípulos dando testimonio (cf. Hch. 2:4). Éste es uno de los énfasis más necesarios en el
cristianismo moderno.
(2) El testimonio que ha de darse debe estar basado en los hechos y significados del
testimonio terrenal de Jesús (Hch. 10:39–41) y en su poder salvador (Hch. 10:43). Los
primeros testigos fueron los apóstoles, quienes desde el comienzo tenían un conocimiento
personal del ministerio (Hch. 1:22). Este conocimiento ellos lo impartieron a otros, quienes
también dieron testimonio de lo que recibieron (Heb. 2:3–4). Ellos a su vez encargaron este
mensaje a otros, quienes continuarían dando testimonio de él (2 Ti. 2:2). El primer
testimonio fue esta «tradición» cristiana (paradosis) (1 Co. 15:1–3).
(3) Los testigos cristianos habían de ser fieles sin cuidado de su seguridad o comodidad
personal (Mt. 10:4–8, et al.).
(4) El testimonio cristiano era atendido por el ministerio del Espíritu Santo y la
manifestación de la presencia y el poder de Dios (Heb. 2:3, 4).

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