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Revista anual de la Unidad de Historiografía e Historia de las Ideas - INCIHUSA / Mendoza
Año 9 / N° 10 / ISSN 1515-7180 / Diciembre 2008 / Dossier (11–28)

María Estela Spinelli


IEHS-UNCPBA-UNMdP

La impronta de la “transición democrática” en la


historiografía sobre la segunda mitad del siglo XX
argentino1
The Imprint of “Democratic Transition” in Historiography
th
on the Second Half of the Argentinean XX Century

Resumen
El presente trabajo explora la historiografía política de los tiempos más recientes, surgida en la década del 80 en la
Argentina. Parte del análisis del contexto histórico, que registra cambios importantes en la cultura política y en el peso
de tradiciones intelectuales e ideológicas luego de la experiencia de la dictadura militar 1976-83. Se señalan como
rasgos distintivos la retracción del nacionalismo en sus distintas vertientes y el re posicionamiento de la tradición liberal
democrática. Recorre también las transformaciones institucionales de los primeros años de restauración democrática
para explicar la creciente influencia adquirida por la corriente iniciada desde fines de los años cincuenta por los
introductores de la historia social en el país; finalmente analiza la producción historiográfica y politológica del período,
señalando la influencia de la segunda sobre la primera.
Palabras clave: Historiografía política; Militares; Civiles; Transición democrática, Peronismo; Radicalismo.

Abstract
During the 1980’s, after the experience of the military dictatorship (1976 – 1983), several changes affected argentine
political historiography that deals with the recent past. The different variations of nationalism lost ground, and liberal
democratic tradition recovered influence. The present paper seeks to understand these changes in relations to the
transformation of argentine political culture and intellectual and ideological traditions. It traces institutional changes during
the early years of the reestablished democracy, in order to explain the growing influence of the historiography that grew
under the influence of the social history school that entered the country in the late 1950’s. It finally studies the influence of
political science on historical literature in the period.
Key words: Political historiography; Military men; Civilians; Democratic transition, Peronism; Radicalism.

Consideraciones iniciales

os historiadores de la política de los comunidad académico–profesional se realineaba


tiempos más cercanos coincidimos en (Romero, L. 1996) y ampliaba, señalando, visto
reconocer la influencia que en desde la perspectiva de los más de veinte años
nuestras aproximaciones y agendas de investi transcurridos, un nuevo camino en su desarro llo
gación tuvieron las lecturas de los sociólogos y de que, con matices y novedades, puede seguir se
los politólogos de la transición democrática. De hasta nuestros días.
algún modo ello contribuyó a perfilar la tendencia La investigación y la reflexión historiográfica
hacia la centralidad que adquirió la historia política tuvieron un fuerte impulso entre los historiado res
en un contexto en el que la en los ochenta, lo cual quizás esté ligado a

1 Un primer acercamiento a esta temática en Spinelli, M. E. (2007). El presente trabajo es producto también de las
lecturas y discusiones del seminario “La historiografía política argentina de la segunda mitad del siglo XX. Un análisis
a la luz del problema de la comprensión o de la responsabilidad de los actores”, del Programa de Doctorado en
Historia de la UNCPBA, que dictara en 2008 en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacio nal de Cuyo,
Mendoza, y posteriormente en Tandil. Agradezco la participación de los estudiantes de doctorado. Sus lecturas,
comentarios, preguntas y reflexiones ayudaron a la maduración y orientaron en la indagación de numerosas
cuestiones.
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cidad de la Historia5. El objetivo de este trabajo es,
una situación de coyuntura: la necesidad de rea tomando como base el conocimiento y la re flexión
lizar un balance del conocimiento desde el cual acumulada sobre la historiografía argen tina,
partir2, sea inscribiéndose en una tradición o historiar, por una parte, el proceso de con
desde la mirada crítica a la “Historia Tradicio nal” solidación historiográfico inscripto en la trayec
imperante entonces. Pero fue ya después de un toria de la historia social –inaugurada por José
camino recorrido de investigaciones nuevas y de Luis Romero y Gino Germani y en la que ocupó un
trayectorias de historiadores que comen zaban a importante lugar Tulio Halperín6– desde el análisis
consolidarse como nuevos referentes en sus del contexto de la restauración democrá tica en la
campos de estudio cuando, buscando el punto de Argentina; y por otra, revisar las dis tintas
partida de esa regeneración profesio nal, interpretaciones historiográficas, las pers pectivas
comienzan a desarrollarse nuevas líneas de teóricas, y las reflexiones y los debates que se
investigación sobre la historiografía que retoman el desarrollaron.
análisis del proyecto de la historia social de
mediados de la década del cincuenta como pun to Un marco histórico, político y cultural. Los
de partida de la línea renovadora de los ochenta3. años ochenta como punto de partida de una
Esta inquietud por la historiografía tuvo productos nueva historia política.
muy variados: la reflexión sobre el camino
recorrido, sobre los problemas de lar go plazo en ¿Por qué empezar por el contexto histórico
el proceso histórico argentino, la in vestigación de para analizar la transformación historiográfica?
corrientes interpretativas o trayec torias de Porque si bien hacemos referencia centralmente a
historiadores –que dio lugar, incluso, a tesis un cambio en la perspectiva teórica para abor dar
doctorales como la de Diana Quattrocchi Woisson lo político que la pone a tono con las nove dades
(1995) sobre el revisionismo y la tradi ción de la historiográficas, por lo pronto europeas de los
Historia Académica hasta 1955, o los abordajes de setenta y tempranos ochenta7, ese cambio se
largo aliento sobre el mismo tema de Alejandro halla empapado de una transformación en la cul
Cattaruzza4 que en algún momen to dialogan con tura política que atraviesa a una parte importan te
el anterior–; y en otra línea, las investigaciones y de la comunidad académica y de la sociedad. De
los proyectos colectivos promo vidos por Fernando ahí que el contexto histórico nos brinda ele mentos
Devoto, en los cuales se inscribieron algunos de para comprender y hacer inteligibles tanto la
los aportes de Nora Pa gano y Pablo Buchbinder agenda de los temas importantes y los sesgos
sobre la Nueva Escue la Histórica y sobre Emilio interpretativos de una época, como el punto de
Ravignani. Y tuvo también un nuevo impulso vista de los historiadores en relación a los mis
cuando, –para usar una expresión mos. En la mayor parte de las obras historiográ
collingwoodiana, en una nueva constelación ficas y de las ciencias sociales es posible detectar
conceptual–, irrumpió el debate epistemológico la marca del tiempo, y el caso que nos ocupa no
originado en la exaltación de la narrativa, que puso es una excepción.
en tela de juicio la cientifi

2 Aquí caben ser citados: Historiografía argentina 1958–1988. Una evaluación crítica de la producción histórica nacional,
del Comité Internacional de Ciencias Históricas. Comité Argentino, de 1988, que reproducía los aportes presentados
en el congreso; y el artículo mucho más panorámico de Halperín, T. (1986).
3 Aquí cabe hacer referencia a dos obras: Devoto, F., 1993-1994 y Biagini, H. et al. (1996). 4 En la compilación antes
citada de Fernando Devoto, volumen I, págs 113 a 139, y profundizado y ampliado en Cattaruzza, A., y Eujanián, E.
(2003).
5 Un balance de este debate y sus consecuencias en la historiografía, en Carrizo de Muñoz, N. (2003). Sobre el impacto
de ese debate y la respuesta entre los historiadores argentinos, Oscar Cornblit (1992). 6 Evidencia de ello es el artículo
La Historiografía en la hora de la libertad –publicado en el número 237 de la revista Sur dedicado al balance del
peronismo, luego de su caída en 1955–, que curiosamente constituía una proclama en favor de la actualización de los
estudios históricos en el país, denunciando a una historia acontecimiental y perimida. Este artículo inicia la reedición del
volumen Argentina en el callejón, Buenos Aires, Ariel, 1994.
7 Son perceptibles las influencias y los contactos con las corrientes de Annales y de la historiografía británica.
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a causa de una relación de fuerzas desfavorable
El triunfo de la Unión Cívica Radical en las dentro de las fuerzas armadas –donde el tema de
elecciones de 1983 y el particular liderazgo civi la necesidad de esa salida electoral no parece
lista del presidente Raúl Alfonsín, con la demo haber sido un elemento menor–11. Luego, el in
cracia como idea fuerza, tuvieron fuerte impac to tento y el fracaso en recuperar las islas Malvinas
en la emergencia de una nueva hegemonía dentro liderado por el gobierno del general Leopoldo
de la comunidad académica en general y de los Fortunato Galtieri marcó el camino definitivo de la
historiadores en particular. No sólo signifi caba la retirada del régimen militar, concretada final mente
normalización institucional y una prome sa de por el general Reynaldo Bignone, encar gado de
modernización política y social que pusiera al país realizar el llamado a elecciones.
a tono con el mundo desarrollado y de mocrático, La experiencia de la última dictadura militar
sino la derrota del peronismo, por pri mera vez en del siglo XX, con su secuela de fracasos econó
una elección limpia. Esto último hizo ilusionar no micos y crímenes políticos, revitalizó los princi pios
sólo a los dirigentes políticos que participaban del del liberalismo político en buena parte de la
proyecto triunfante, sino a inte lectuales, analistas opinión pública (Sidicaro, R. 1993)12 y de la clase
políticos y generadores de opinión con su media argentina, –después de aquella renuncia a
superación8. Los valores políticos del viejo la libertad que vastos sectores de la sociedad hi
antiperonismo –la ciudadanía, las liber tades cieron, deliberada o automáticamente en 1976,
políticas, la forma republicana de gobier no, el urgidos por la necesidad de estabilidad y pacifi
estado de derecho y un renovado antimili cación. Así lo reflejaba, entre otros, la presenta
tarismo–, luego del franco retroceso sufrido en la ción que hacía Carlos Floria de Reflexiones sobre
década del setenta, volvieron a aflorar con fuer za la Argentina Política, ya citado:
y encontraron nuevos adeptos, tanto en las
generaciones nuevas, como entre aquella clase Los autores han compartido los años
media izquierdizada y peronizada en los sesenta y salvajes de la Argentina acechada por el
en los setenta, que revisaba sus posiciones9. ‘estado de naturaleza’ según la descripción
¿Qué había pasado? Porque esa transformación y de Hobbes. Esos tiempos aportaron expe
ese resultado no ocurrieron de casualidad, ni de re riencias conmovedoras, dejaron lecciones
pente. nítidas para quien quiera aceptarlas sin
El clima político preparatorio para la salida distorsiones ideológicas, pues a la derecha y
electoral se había venido anunciando desde el año a la izquierda, arriba y abajo, en todos los
10
1981 , cuando el presidente de facto, gene ral sectores y fuerzas sociales, hubo com
plicidades deliberadas o inconcientes,
Jorge Rafael Videla, legó la presidencia al ge neral
Roberto Eduardo Viola, de efímera gestión,

8 Buena parte de los editoriales políticos de La Razón de la mañana, dirigido por Jacobo Timmerman, que co menzó a
editarse en los primeros tramos de la gestión de Raúl Alfonsín, da cuenta de esta línea de opinión en sus ataques,
fundamentalmente, al sindicalismo peronista.
9 Dentro de los que permanecieron en el peronismo derrotado, la reacción fue rápida prueba de ello. En la re vista
Unidos, por ejemplo, que comienza a editarse en 1983, puede seguirse el debate sobre las razones de la derrota, que
reeditaba la división entre un peronismo ortodoxo, o tradicional, y un peronismo renovador, más próximo a las
posiciones de los sectores de la izquierda peronista de los setenta; y refleja la influencia del cli ma político
modernizador y democratizador triunfante con el alfonsinismo, en el sentido de que ellos inten tarán bregar por la
superación del modelo de liderazgo encarnado por Perón, ya para entonces muerto, y suplirlo por un partido de ideas,
programático.
10 De 1981 es precisamente el ensayo que compiló Carlos Floria: Reflexiones sobre la Argentina política, editado por la
Editorial de Belgrano (fuente que sirve como prueba de lo afirmado) del que participaron Roberto Cortés Conde,
Ezequiel Gallo, Manuel Mora y Araujo, Natalio Botana, Carlos Floria, Enrique Zuleta Puceiro, Jorge Enrique
Cermesoni, Félix Peña y Carlos E. Pérez Llana.
11 Sobre este proceso cfr. Novaro, M. y Palermo, V. 2003.
12 Particularmente los capítulos XV y XVI. En la misma línea, aunque para otros grupos, más acotados, de inte lectuales
de izquierda que comienzan a revalorizar el estado de derecho, puede verse Lesgart, C. (2002 y 2004.
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que se hizo visible, gradualmente, en los medios
omisiones notorias o defectos graves en el de comunicación. De dicho debate originalmente
análisis y en los métodos de acción sobre la participaron dirigentes partidarios –donde sobre
realidad. salieron los representantes de las dos grandes tra
diciones partidarias, la UCR y el peronismo–, re
La empresa política que los argentinos tene presentantes de las corporaciones, también inte
mos por delante es muy difícil. Es la experiencia lectuales de prestigio académico vinculados a la
de una transición entre un régimen no competi tivo tradición liberal y a la católica. A grandes trazos
y autoritario como es, naturalmente, un ré gimen estos últimos comenzaron especulando sobre las
militar, y un régimen competitivo apto para el razones de los reiterados fracasos de la democra
compromiso entre la libertad, la justicia y el cia, el ámbito de lo público y de lo privado, la
pluralismo inteligente… tradición republicana, el militarismo, el populismo
Este “espíritu de época” – como hubieran di (Floria, C. 1981); ellos pusieron el problema del
cho los historicistas– , fue visible después, en el sistema político como una de las primeras prio
acompañamiento prodigado a la campaña de Raúl ridades. Otros intelectuales, extranjeros en este
Alfonsín y a los primeros tramos de su gestión caso, irrumpieron en el medio académico y en
presidencial, donde no sólo el reclamo por los sectores de la clase media ilustrada de las gran
derechos humanos violados por los militares que des ciudades con un tema crucial: los militares y la
dio lugar a las investigaciones de la CONADEP y política en la Argentina Eran los libros serenos y
al juicio a las juntas, sino la reivindicación de los densamente documentados del historiador nor
derechos individuales más elementales (el divor teamericano Robert Potash (1981) y del sociólo go
cio, la oposición al servicio militar obligatorio, los francés Alain Rouquié (1981 y 1982); ambos
derechos de las minorías, la libertad de opinión e estudiaban la política argentina desde hacía más
información) tuvieron un lugar de privilegio en el de una década15.
debate público. Era lo que los teóricos políti cos de Desde otro lugar menos visible, dadas las
la “transición democrática”, –con un ma yor grado condiciones imperantes de proscripción y per
de generalidad, pues comprendía a la caída de las secución que sobre ellos pesaban, intelectuales
últimas dictaduras de derecha de occidente–, provenientes de diversas corrientes de la izquier
concebían como la etapa de liberali zación, fase da se reunían para volver a pensar el país16; al
13
necesaria de la salida del régimen autoritario . gunos, nutridos de nuevas experiencias, con he
El debate sobre la transición a la democracia rramientas teóricas y conceptuales adquiridas de
en la Argentina formó parte de discusiones aca su formación académica y profesional en el ex
démicas y políticas, en el país y también en re terior, preponderantemente en universidades de
uniones internacionales, decíamos, desde 1981. In Francia e Inglaterra, o también de los Estados
ternamente coincidió con el retorno a la escena de Unidos y Alemania; otros, de su interacción en los
los partidos políticos y el creciente debilita miento ámbitos de sociabilidad, estudio y discusión
de la imagen pública del régimen militar14 creados en los lugares de exilio, entre los que

13 Un primer balance de esa producción en Scott Mainwaring (1984). Diez años más tarde apareció un segundo balance
crítico de José Alvaro Moisés (1995).
14 Un análisis sobre los partidos políticos durante la última dictadura militar , César Tcach (1996). 15 El tema de los
militares y la política, que para bien y/o para mal atravesaba la experiencia de varias genera ciones de argentinos, no era
nuevo en la historiografía y en las Ciencias Sociales; además de los estudios de la historiografía clásica surgida del
impulso de la Nueva Escuela Histórica que relataron las acciones de ejér citos heroicos y de guerras fratricidas, desde la
historiografía militante había incursionado en él, entre otros, Jorge Abelardo Ramos con Ejército y semicolonia; desde la
sociología germaniana Darío Cantón publicaba, en 1966, Notas sobre las fuerzas armadas argentinas; y en 1967 José
Nun publicaba América Latina: la crisis hegemó nica y el golpe militar; también el análisis de este actor político tuvo un
importante lugar en Los que mandan, el libro de José Luis de Imaz, cuya primera edición es de 1964.
16 Sobre ellos particularmente han investigado, entre otros, Cecilia Lesgart y Nora Pagano centrada, esta última, en los
historiadores. Ambos estudios constituyen dos de los capítulos de la compilación que coordina ran Fernando Devoto y
Nora Pagano: La historiografía académica y la historiografía militante, ya citado.
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desintegración política dentro del régimen y des
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sobresalieron México y Francia ; y otros, final prestigio de la fuerzas armadas en la sociedad,
mente, vinculados a los centros de investigación cedió lugar a otros debates vinculados a la futu ra
histórica y de Ciencias Sociales que, lejos de la tarea que debería emprender el gobierno cons
Universidad Pública por entonces vedada, elabo titucional. Allí tuvieron lugar cuestiones como la
raron proyectos y constituyeron centros de es democracia, la deuda externa, los derechos hu
tudios e investigación, algunos de los cuales fue manos, los desaparecidos, el sindicalismo, los
ron financiados por las Fundaciones que desde los militares, el crecimiento de la pobreza; política
años sesenta habían promovido el desarrollo del mente estos estuvieron hegemonizados por el
radicalismo, un poco más a la izquierda se ubi
Arte y de las Ciencias Sociales en la Argenti na18.
caron los intransigentes del Dr. Oscar Alende, pero
Una de esas trayectorias de maduración
también fueron sostenidos por los demócra tas
intelectual y política puede seguirse a través de la
cristianos y otros partidos menores, que
revista Punto de Vista que apareció tempra
confrontaron exitosamente con el discurso del pe
namente, en 1978, como revista cultural.
ronismo en crisis –luego de su fracaso 1973–76–,
El acontecimiento político más importante e
que realizaba un análisis moderado de la situación
impactante para la sociedad durante los últimos
y recurría a sus consignas clásicas. De estos ras
años del “Proceso”, crucial para el destino del
gos, sus adversarios políticos en la campaña ex
régimen militar y que logró la adhesión espontá
plotaron todo tipo de sospechas, la más difundida
nea y efímera de amplios sectores sociales y po
de las cuales fue la del “pacto militar–sindical”.
líticos, fue sin duda el desembarco en Malvinas.
Fue a partir de esta nueva agenda política que
Pero el rápido fracaso de la empresa, tanto en las
se establecieron los acuerdos del sector alfonsi
operaciones militares como en el manejo de las
nista de la UCR –que revitalizaba la mística de la
relaciones exteriores y las gestiones diplomáticas,
“religión cívica”– y parte de aquellos intelectuales
constituyó el último capítulo de la dictadura. Para
de izquierda o independientes que adquirieron el
ese entonces, abril de 1982, en un contexto en
carácter de “usinas de ideas”, en los términos
donde las protestas, movilizaciones y reclamos de
expresados por Nora Pagano que antes mencio
diversos sectores habían vuelto a activarse en la
namos. Algunos de ellos, los que venían de ha ber
Argentina, los políticos y el debate sobre lo polí
militado en distintas vertientes de la izquier da
tico volvieron a los primeros planos de la escena
revolucionaria y del socialismo, fundaron ya
pública y en cierto modo el acontecimiento, a
durante la gestión presidencial del doctor Raúl Al
pesar de dividir claramente las posiciones respec
fonsín el Club de Cultura Socialista, ámbito de
to a la legitimidad o no de la decisión, los conso
discusión política, intelectual y cultural, entre
lidó en ese lugar19. Conferencias, reuniones, me
cuyos promotores se encontraban Pancho Aricó,
sas redondas, reportajes, programas de opinión Carlos Altamirano, Beatriz Sarlo, Hilda Sábato,
pasaron nuevamente a ser experiencias cotidia
Juan Carlos Portantiero20 y otros intelectuales que
nas y aquí también los intelectuales tuvieron un
tuvieron un destacado papel en el proceso de
espacio importante que ya no cesaría de crecer
dinamización y renovación académica en las
hasta la campaña electoral de 1983, cuando el
debate sobre Malvinas, con toda la secuela de

17 Sobre los exiliados argentinos en Francia durante la dictadura militar 1976–83, cfr. Marina Franco (2008). 18 Véase
Silvia Sigal (1991) y John King (2007). Al respecto detalla Nora Pagano (2004) en Las ciencias sociales durante la
dictadura argentina (1976–1981): “Dentro del terreno concreto de los centros privados el pionero fue el Instituto Di Tella
(…) Entre sus principales financistas, además del grupo de Torcuato Di Tella (padre), estuvieron las Fundaciones Ford y
Rockefeller. De allí partieron muchas experiencias entre las que se cuen tan las siguientes: CICSO, CLACSO, IDES,
CENEP, CISEA, CEDES, CEMA, IERAL, FIEL, FIDE, entre otras”, y a continuación rastrea su fundación y
particularmente su trayectoria durante los “años de plomo”, destacando su carácter de “usinas de ideas”.
19 Recientes investigaciones y ensayos de tono testimonial revelan que la división de posiciones respecto del
acontecimiento Malvinas no sólo operó internamente entre los partidos y dentro mismo de ellos, sino tam bién entre
los exilados políticos.
20 Sobre la trayectoria intelectual y política de algunos de los más destacados promotores de esta experiencia, Pancho
Aricó, Juan Carlos Portantiero y otros, ver Raúl Burgos (2004).
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En este nuevo contexto, si bien el grupo más
Facultades de Filosofía y Letras, Humanidades y comprometido política y militantemente con el
Ciencias Sociales de la Universidad Pública y en proyecto de democratización fue, en cierto modo,
el Consejo Nacional de Investigación Científica y protagónico en la renovación del medio acadé
Tecnológica (CONICET), a partir de la normali mico –aunque, debe señalarse, no todos los his
zación institucional que restituyó la autonomía toriadores que participaron de la renovación de los
universitaria. estudios históricos pertenecían con el mismo
A pesar de la profunda crisis económica que grado de compromiso militante al mismo–, este
se abatía sobre el país en 1983, el triunfo del ra estuvo acotado a unos pocos centros universita
dicalismo generó una cuota importante de opti rios, como señalara Tulio Halperín Donghi (1986)
mismo en los sectores que a partir de ahora pa en el artículo de celebración de los veinticinco
saban a ser reconocidos como progresistas. La años de la revista Desarrollo Económico. Uno de
restauración de la legalidad política auguraba una los más notorios fue el de la Facultad de Filoso fía
etapa de modernización en las formas y en las y Letras de la Universidad de Buenos Aires, donde
relaciones institucionales y el reingreso del país al ingresaban o reingresaban, ya formados
concierto mundial, luego del aislamiento vivi do profesionalmente, algunos de los discípulos o
antiguos auxiliares de docencia de José Luis Ro
durante el “Proceso”21. Desde el punto de vis ta de
mero, Tulio Halperín, Reina Pastor o Claudio
la cultura política y del discurso político, en lo que
Sánchez Albornoz, junto a otros que habían com
se refiere al diagnóstico de los problemas
pletado su formación profesional de postgrado en
económicos, políticos y sociales, también puede
el exterior en los años de la dictadura, o poco
señalarse una ruptura con el pasado más cerca
antes. En la Universidad Nacional de Rosario,
no, una especie de retracción del nacionalismo,
también herederos de la –para entonces– ya do
que empezaría a ser negativamente valorado por
rada experiencia de la Historia Social que había
los sectores triunfantes, asociándolo al militaris mo
tenido entre sus más destacados impulsores a
y al peronismo. Las consignas antiimperialistas
Nicolás Sánchez Albornoz (Hourcade, E. 1994,
radicales, la antinomia pueblo–oligarquía y las
90– 110) se hacían cargo de las cátedras,
condenas a la clase media o pequeña burguesía,
reincorpo rando a otros historiadores separados; y
como las justificaciones de la violencia, sosteni
el Insti tuto de Investigaciones Históricas volvía a
das por los revolucionarios de los setenta, ya no
editar el Anuario de la Escuela de Historia,
fueron hegemónicas. Estos habían sufrido una
siguiendo la numeración interrumpida en 196623.
triple derrota política y moral, la del peronismo en
el gobierno (1973–76), primero; la de la dicta dura, Durante la presidencia de Raúl Alfonsín se
después, y por último la del triunfo radical. Todo produjo la reapertura de la Universidad Nacional
esto se tradujo, –en los primeros tramos de la de Luján en 1984, que reuniría a un conjunto de
gestión del radicalismo, en lo que al ambiente de historiadores formados en la Historia Social, en tre
los historiadores atañe–, en la decadencia de las cuyos cultores más antiguos se encontraban José
certezas del revisionismo histórico nacionalis ta y Luis Moreno y Haydée Gorostegui de To rres24; a
del marxista, filo peronista en algunas de sus ellos se sumaba una camada de historia dores
vertientes, que tan buena acogida habían tenido más jóvenes que pronto se convertirían en
en las décadas anteriores22.

21 Parte de ese optimismo por las posibilidades democráticas se refleja, desde el pesimismo que los invade en los años
noventa, en las introducciones de las obras de Luis Alberto Romero (1994, 9–13), y de Hilda Sábato (1998, 23–25).
22 Tulio Halperín Donghi había publicado en 1973 un análisis de tono crítico a esas interpretaciones del pasado del país,
que tituló: El revisionismo histórico argentino como visión decadentista de la historia nacional. El mismo fue reeditado
en 1996 junto a otros artículos del autor en Ensayos de historiografía, de Ediciones El cielo por asalto.
23 Ello fue evocado en la conferencia central de las Jornadas de la Asociación de Historia Económica, realizadas en
1985 en la Universidad Nacional de Rosario, a cargo de quien había sido decano de la Facultad de Huma nidades y
Arte, Tulio Halperín Donghi.
24 Evidencia de ello son los volúmenes de la colección de Historia Argentina de Paidós que dirigió Tulio Halperín
Donghi, La democracia constitucional y su crisis, volumen en que participaron Alberto Ciria, José
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Santamaría, María Inés Barbero, Raúl Frandkin y
nuevos referentes, Fernando Devoto, Daniel Andrés Regalski, entre otros, (algunos de ellos
inauguraron los Cuadernos de Historia Regional). contexto académico y político donde comenzó a
Por último, en la Universidad Nacional del Cen tro, operar una transformación importante en el campo
en la sede de Tandil, Provincia de Buenos Aires, de la historia social mayormente cultiva da por
durante la etapa de normalización se ini ció la estos historiadores, que fue un paulatino giro hacia
modernización de la carrera de Historia que poco la historia política. Dos ejemplos son
más tarde se completaría con la fun dación del característicos de este pasaje: el de Hilda Sábato,
Instituto de Estudios Histórico– Socia les, IEHS, en hacia la participación política durante el siglo XIX,
1985. Allí un grupo de historiadores nuevos, y el de Samuel Amaral hacia el peronismo26. Una
–algunos graduados recientes de la Uni versidad historia política renovada que, desde el re corte de
de La Plata, como Norberto Alvarez y Graciela lo político, trababa un fuerte diálogo con la
Malgesini, o el caso de Eduardo Migues, que venía sociología y la ciencia política para su análisis
de concluir su doctorado en Inglate rra–, junto a
algunos historiadores que volvían del exilio, como El debate sobre la transición democrática y
Juan Carlos Garavaglia, Zacarías Moutoukias, su impacto en la historiografía
Juan Carlos Grosso, otros que habían estado
excluidos de la Universidad en los años del En el intento de construir un relato explica tivo
Proceso y una camada de graduados, actualiza sobre el clima político de la etapa de de
ron programas, promovieron la investigación en mocratización liderada por el radicalismo, –que
distintos campos, crearon el Anuario del IEHS, nos acerque a la comprensión de los valores y
constituyéndose en un nuevo núcleo de referen cia sentimientos políticos prevalecientes entonces–,
de la Historia Social. debe destacarse en primer lugar la trascenden cia
Esos nuevos grupos de historiadores y cien en el discurso de la reivindicación de la de
tistas sociales mantuvieron o construyeron víncu mocracia como sistema político. En ésta se ci
los con los investigadores del Instituto Torcuato Di fraron múltiples esperanzas redentoras y cons
Tella, uno de los centros innovadores más pres tructivas, y en otro lugar, no menor, la adver tencia
tigiosos en Ciencias Sociales, y con la Revista de los peligros que se cernían sobre ella, en suma
Desarrollo Económico. Estos eran, junto con Tulio la denuncia de los enemigos y adversa rios
Halperín Donghi y con el recuerdo de José Luis autoritarios (militares, sindicalistas peronistas,
Romero25, los nuevos faros de la profesión. Po católicos tradicionales y preconciliares) que aten
dríamos pensar también en que aquí se confor ma taban contra el proyecto democratizador y la
una red académica con contactos bastante fortaleza del gobierno. A grandes rasgos, estos
diversos, aunque todavía acotados a pocos pro fueron los tópicos por donde transitó el discurso
fesionales o estudiantes en distintas universida político oficial. Eran las cuestiones de “la transi
des, producto de las actividades iniciales de la ción” que discutían y ponderaban los sectores
Asociación Argentina de Historia Económica y de medios politizados de la época apostando a pre
los encuentros en las Jornadas de Historia de la decir el futuro de la democracia, reflejadas en
Academia Nacional de la Historia, cuando toda vía
no había concluido el “Proceso”. Fue en este

Luis Moreno y Darío Cantón, claramente estructurado en los niveles de análisis de economía, sociedad, polí tica; y La
Organización Nacional, de Haydée Gorostegui de Torres.
25 Cuya memoria fue evocada en el homenaje de 1988 –que dio lugar a un recordado Congreso de Historia– realizado
en el Teatro General San Martín de Buenos Aires, y anteriormente en el libro De historia e historia dores, homenaje a
José Luis Romero, editado en México, en 1982, por Siglo XXI, en el que intervinieron Sergio Bagú, Gregorio
Weimberg, Leopoldo Zea, Rafael Gutiérrez Girardot, Luis González, Tulio Halperín Donghi, Arturo Ardao, Malcom
Deas, Juan Marichal, Alberto Tenenti, Jorge Hardoy, Richard M. Morse, Nicolás Sánchez Albornoz, Juan Oddone,
John Lynch, Roberto Cortés Conde , James Scoobie, Ezequiel Gallo, Alberto Ciria y Leandro Gutiérrez.
26 Hilda Sábato, en la ya citada obra de 1998, La política en las calles. Entre el voto y la movilización. Buenos Ai res,
1862–1880, véase Introducción, págs. 9 a 29; y Samuel Amaral, entre otros, Perón, del exilio al poder, de 1993.
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entre colegas.
notas de opinión, reportajes y programas radia les Las líneas de discusión sobre la transición a la
y televisivos, charlas entre amigos o discusio nes democracia en la Argentina, con toda la incer
tidumbre que ella generaba, pueden seguirse a
partir de un conjunto de libros de gran impacto en ahora la hipótesis de la cultura política milita rista,
el medio académico, producto de compilacio nes inaugurando una nueva periodización: la de “la era
de diversas jornadas y encuentros, tanto en militar”, iniciada en 1930, y sin final por entonces a
Argentina como en otros países, entre ellos: El la vista30. Un poco más adelante y desde un
poder militar en la Argentina (1976–1981), de ángulo que trascendía la cultura de los partidos,
Peter Waldman y Ernesto Garzón Valdés (1983); los historiadores sociales Luis Alberto Romero y
Argentina hoy, de Alain Rouquié (1982); ¿Cómo Leandro Gutiérrez aportaban lo suyo, con el
renacen las democracias?, de Alain Rouquié y estudio de la cultura política de los secto res
Jorge Schvartzer (1985); Proceso, crisis y transi populares, buscando allí los resquicios de una
ción democrática, de Oscar Oszlak (1988); Ensa tradición cultural que los llevaba a revisar las
yos sobre la crisis argentina, de Julio Pinto (1986); explicaciones antes convincentes de “las masas en
a los que se sumaban los ensayos de Juan Carlos disponibilidad” en el apoyo al peronismo31.
Portantiero, José Nun y Guillermo O’Donnell27. Pero más allá de que el debate fue en sí mis
Esta discusión sobre el presente político, con mo fructífero, lo que nos interesa señalar es que
sus frustraciones y sus desafíos, condujo a una tuvo un impacto fuerte en la práctica y en las
reinterpretación del proceso histórico de la Ar preocupaciones de los historiadores, pues al co
gentina del siglo XX que tendió a desplazar las locar en el centro del diagnóstico de la crisis ar
explicaciones hasta entonces disponibles. En ge gentina a la política, operó entre nosotros como
neral, anteriormente, éstas habían puesto mucho una de las causas, si bien no la única, que devol
más el énfasis en las clases sociales, en los inte vió centralidad a la historia política32. Por otra
reses económicos nacionales o extranjeros28, o en parte, los historiadores también se apropiaron del
tensiones ideológicas para explicar la crisis políti nuevo andamiaje conceptual y teórico de la
ca29, por no mencionar las que ponían como eje al politología y de la sociología política que les sir vió
imperialismo, que circularon más en el am biente no sólo para pensar y definir sus propios
de la militancia que en el académico. A partir de problemas de investigación, sino también para
este momento, se colocó como cons tante del buscar nuevos parámetros de precisión, objetivi
proceso largo, la antinomia autorita dad y prescindencia afectiva en la elaboración de
rismo–democracia, o civiles–militares. En ese sus explicaciones.
contexto el sociólogo francés Alain Rouquié, que La historia política del siglo XX había sido
ya había incursionado en la investigación de la po –entre los historiadores y cientistas sociales
lítica argentina con su Radicales y desarrollistas,
editado en español en 1975 por Schapire, lanza ba

27 (Ver: Nun, J. y Portantiero, J. C. 1987. Portantiero, J. C. 1986. O’Donnell, G. 1982 y 1984). 28 Por ejemplo la “teoría
del empate” de Juan Carlos Portantiero, o la de “los choques entre sectores”, utilizada por Gilbert W. Merk, (1972,
136–167) para explicar los conflictos políticos de la Argentina post–peronista. 29 El peso de las derechas en la tradición
política de América Latina, en Juan Francisco Marsal (1972), y José Luis Romero (1970).
30 Los rasgos de esa cultura política militarista los resumía en tres puntos: el primero, que las fuerzas armadas
constituían un actor político legítimo; el segundo, que los partidos buscaban el apoyo de los militares para sus propios
fines; el tercero, que el militarismo estaba presente en todos los partidos, el “sueño del coronel propio –decía– es la
fórmula de salvación política” (Rouquié, A. 1983, 68). El artículo forma parte de la ya cita da obra de Peter Waldman y
Ernesto Garzón Valdés El poder militar en la Argentina (1976–1981), que reprodu ce las ponencias presentadas en el
coloquio organizado por la Asociación Alemana de Investigación sobre América Latina, entre el 29 y el 31 de octubre
de 1981.
31 Buena parte de los artículos producidos en aquella etapa fueron reunidos en el libro de Luis Alberto Romero y
Leandro Gutiérrez: Sectores populares, cultura y política. Buenos Aires en la entreguerra, editado por Sudame ricana
en 1995, que partía de la preocupación por explicar “las razones del fuerte e inclaudicable apoyo po pular a Perón
desde el comienzo mismo de su acción política”.
32 Una aggiornada historia política estaba presente tiempo antes en un libro emblemático, El orden conservador,
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el campo problemático por excelencia y terreno de
inscriptos en la tradición de la Historia Social investigación compartido por historiadores,
iniciada entre nosotros por José Luis Romero y sociólogos y politólogos. Analizando un conjun to
Gino Germani hacia fines de la década de 1950– de variables económicas, demográficas,
ecológicas, sociales y culturales construyeron ex
plicaciones sobre las experiencias políticas del toriografía política que intentaron un balance de
radicalismo, de la década del treinta, del pero las novedades y de las líneas interpretativas más
nismo y de la primera etapa de los gobiernos marcadas fueron los elaborados por Ezequiel
constitucionales que siguieron a la caída del Gallo (1988, 327–338) y por Carlos Floria (1988,
mismo, en 195533, cuando ya la crisis tendía a 339–344) para la reunión del Comité Internacio nal
convertirse en endémica. Buena parte de los tra de Ciencias Históricas, reunido en Paraná en
bajos se inscribió en las teorías de la moderni 1988. Allí, el primero –que revisaba la historiogra
zación y la dependencia. En ellos eran visibles fía política sobre fines del siglo XIX– puso mar
también los modelos analíticos de la sociología y cado acento en las novedades metodológicas y en
la ciencia política, así como la utilización de el uso de las técnicas utilizadas, no sin recordar
nuevas técnicas de investigación. En este senti do, especialmente que la historia política había que
es oportuno remarcar que más allá de las dado relegada a un modesto segundo lugar bajo la
adscripciones teóricas, a veces cambiantes, exis hegemonía de la historia económica y social
te una línea de continuidad en la concepción del desde la década de 1940 y que ello fue visible
trabajo profesional que se proyecta en los his también en la producción académica argentina;
toriadores, sociólogos y politólogos argentinos de marcando, por último, hacia fines de los años
la década de 1980 con aquella generación que setenta el retorno a la política. Desde otro ángu lo
inició la actualización de las ciencias sociales ha de análisis, Carlos Floria tomaba en su re flexión
cia fines de la década del cincuenta34. Lo que se la producción sobre la política argentina desde
incorpora en la coyuntura de democratización 1930 a 1980 en su conjunto y señaló, en cambio,
como novedad sustantiva es la influencia y pro “el peso de las influencias ideológicas a pesar de
yección del campo académico tanto numérica, la complejidad de los cruces disciplina rios”,
enfatizando en la impronta de las dos tra diciones
como generacional y espacialmente35. Los con
fuertes, el nacionalismo antiliberal y el liberalismo,
gresos nacionales anuales que reunieron a los
dentro de una vasta bibliografía his tórico–política.
historiadores, a los profesores y a los estudian tes
Desde nuestra perspectiva, transcurridos más
de historia en distintas universidades del país se
de veinte años de aquellos balances críticos de la
institucionalizaron, creando nuevos ámbitos de
historiografía política, encontramos que, a partir de
discusión de las investigaciones.
la transición democrática (revisada desde la esfera
Aclarado este punto, queda entonces por
de lo intelectual y político cultural), en las
explicar cuál fue el impacto intelectual y político de
interpretaciones de largo plazo del proceso his
la coyuntura de 1980 en la concepción del tra bajo
tórico argentino, el giro consiste en el énfasis
y del proceso histórico.
puesto en el problema político, formulado en tér
Los temas de la historiografía política en la
minos de tensión Autoritarismo o Democracia
recuperación democrática
(Cavarozzi, M. 1983), o el péndulo cívico–militar,

Quizás los dos artículos de revisión de la his

de Natalio Botana, editado en 1976; para entonces ya habían tenido impacto los debates de la Escuela de los
Annales sobre el retorno del acontecimiento y de la política.
33 Esta etapa de la historiografía la analicé en La renovación historiográfica en la Argentina y el análisis de la polí tica
del siglo XX, en la ya citada obra compilada por Fernando Devoto (1993, 30–49). 34 El tono del artículo de Tulio Halperín
Donghi Veinticinco años de historiografía argentina, ya citado, revela ese sentido de pertenencia a una comunidad
académica, antes acotada, y señala los cambios ideológicos opera dos en algunos de los entonces jóvenes colegas.
35 No hemos elaborado datos que nos permitan cuantificar esta ampliación, pero la multiplicación de Congresos y
Jornadas nacionales de historiadores, con asistencias y participaciones cada vez más numerosas, la apari ción de las
nuevas revistas académicas, el crecimiento del número de becas y de cargos docentes en las uni versidades
nacionales, hablan a las claras de una expansión.
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de las racionalidades de la acción políti ca en pos
o civiles y militares. Estos no son explicados ya de un objetivo. En esa etapa fueron los teóricos del
como epifenómenos de la estructura económica y autoritarismo y poco más ade lante, los de la
social, sino que lo que se buscó fue desentra ñar democracia (O’Donnell, G. 2000), los que
sus causas desde la lógica interna de la po lítica y ejercieron el mayor atractivo intelectual. Aquí, otra
vez fueron los sociólogos y politólogos los que iniciado, como había ocurrido en otras oportu
avanzaron en el estudio de la política en la nidades37, ya durante la campaña electoral previa
segunda mitad del siglo XX, revisando y apli cando a octubre de 1983. Luego, fue particularmente la
modelos interpretativos que volvían a es tar en el historia de la Unión Cívica Radical, desde la esci
centro de la discusión académica, como el para sión de 1956, la que concitó gran interés. En ella
entonces ya viejo artículo Un Jue go imposible. se buscaba el acta de nacimiento de nueva iden
Competición y coaliciones entre partidos políticos tidad política inscripta en la trayectoria de la Unión
de Argentina, 1955–1966, de Guillermo O’Donnell, Cívica Radical del Pueblo, cuyo momento de
fechado en 1972 y centra do precisamente en el realización plena había sido la presidencia de
problema de la racionali dad de los partidos Arturo Illia38. También se produjo una nueva mi
políticos. En esa discusión se inscribieron las rada sobre el Partido Socialista y un nuevo abor
investigaciones de Catalina Smulovitz sobre los daje del peronismo, tanto del para entonces lla
gobiernos de Arturo Fron dizi (1958–1962) y de mado “histórico”, como el de su retorno al poder en
Arturo Illia (1963–66), cu yos resultados se 1973.
publicaron hacia fines de la década de 1980. En
Desde una perspectiva analítica mucho más
otra línea, podemos mencio nar también la
próxima a la tradición de historia política clásica,
preocupación por la naturaleza del sistema de
en la construcción del relato y la explicación his
partidos en la Argentina, en pers pectiva
tórica, investigaciones sobre los distintos gobier
comparada con los países vecinos tam bién
nos militares y civiles abrieron un terreno nuevo
azotados por dictaduras militares (Chile, Uruguay y
para entonces en la indagación de los problemas y
Brasil), donde incursionó Liliana De Riz, que
los hechos; los estudios sobre La Revolución
enriquecía la aproximación mucho más general y
Libertadora y sobre La presidencia de Frondizi, de
acotada de Peter Snow, Fuerzas polí ticas en la
Daniel Rodríguez Lamas; El Desarrollismo, de
Argentina, traducido y publicado en castellano en
Julio E. Nosiglia; El gobierno de Onganía, de
1983. Otro libro emblemático de la coyuntura fue el
Gerardo Bra; La caída de Perón, de Julio Godio, y
Estado Burocrático Autoritario de Guillermo
muchos más compartieron el espacio editorial de
O’Donnell, que empíricamente re corre los
las ediciones de la Biblioteca Política Argenti na
gobiernos de la “Revolución Argenti na” ofreciendo
del Centro Editor de América Latina, con otro
nuevas herramientas conceptua les, y
conjunto de ensayos de tono partidista o de his
contemporáneo de él, Retorno y Derrum be. El
torias de los partidos escritas desde dentro.
último gobierno peronista, 1973–76, tam bién de
Los otros temas que concitaron la atención
De Riz 36, completaron un recorrido que
fueron: la prensa, donde la protagonista fue la
iluminó procesos y problemas más circunscrip tos. revista Primera Plana, leída desde un ángulo par
En el terreno de la historiografía política, el ticular, su rol en el golpe de Estado que derrocó al
reflejo de ese presente de la democracia recién presidente Arturo Illia, Que sucedió en 7 días,
conquistada se tradujo en un marcado interés por
la historia de los partidos políticos, que se había

36 La primera edición de este libro es de Folios,1982, fue reeditado por Hyspamérica en 1986. 37 Entre 1972 y 1973 en
el clima de creciente participación y movilización de los sectores medios que caracterizó la retirada del gobierno militar,
también hubo un boom de literatura histórico–política, entre los más exitosos merece recordarse el Argentina. De Perón
a Lanusse 1943/1973, de Félix Luna, que tuvo alrededor de una de cena de reediciones; también cabe recordar la
vigorosa historiografía de combate de la izquierda peronista y de las otras vertientes de la izquierda.
38 En la advertencia a la reedición de 1984 del arriba citado libro de Félix Luna, donde explica por qué mantiene el texto
de 1972 sin modificaciones, dice que “algunos detalles sí: hubiera podido corregir algún juicio injusto sobre el
gobierno contitucional de 1963/66 y atenuado algunos entusiasmos (se refiere, seguramente, al suyo entonces por el
frondizismo) que, pese a mi intención de imparcialidad, no dejaron de colarse…”.
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ción de sus vínculos y competencias con el pe
durante los años de la “Libertadora” y Crisis ; 39 ronismo y se retomaron dos tradiciones de inves
también estudios sobre revistas literarias, Contor tigación donde ya existía un conocimiento acu
no y Sur, enriquecieron el conocimiento del cam mulado, los nacionalistas40 y el peronismo.
po político cultural. Otro actor político crucial, la
Iglesia Católica, se abordó buscando la explica El radicalismo
en los obstáculos y en las realizaciones del
El nuevo impulso a las investigaciones y en proyecto desarrollista al cual adhería explícita
sayos sobre el Radicalismo fue dado, sin duda, mente. Un estudio específico sobre la interna
por el retorno del Radicalismo al poder en 1983 y radical entre 1956 y 1958, de Ricardo Gallo, pu
la reconquista de la democracia como idea fuer za. blicado en 1983, colocó mayor énfasis en los pro
Dos historiadores de reconocida trayectoria tagonistas de la lucha por el liderazgo, Ricardo
académica y política, críticos de las prácticas his Balbín y Arturo Frondizi. La investigación, pro
toriográficas de viejo cuño, como Roberto ducto de su tesis doctoral en Sociología dirigida
Etchepareborda y Hebe Clementi, publicaron una por Félix Luna, siguió los preceptos emanados de
biografía de Yrigoyen en dos volúmenes; el pri la concepción y los métodos de la historia políti ca
mero, El radicalismo: Trayectoria política, y El clásica y se sustentó en un importante acopio de
radicalismo. Nudos gordianos de su economía, la fuentes escritas y orales.
segunda41. Ambos dejan traslucir una corriente de Este interés por el radicalismo en la segun da
mitad del siglo XX y por la ruptura entre una línea
proximidad hacia su objeto42.
democrática y otra proclive al autoritaris mo, que
En el campo de la nueva historia académica,
reflejaba en parte los valores de la línea política
al trabajo pionero del sociólogo francés Alain
triunfante, se vió reflejado también en la
Rouquié que investigó la fractura de la U.C.R. de
publicación de un libro testimonial, Frondizi, de la
1956 –producida en su interpretación por el
oposición al gobierno45 que reabría viejas y nunca
frondizismo, que rompió con la tradición radical
saldadas polémicas en la tradición del par tido
para abrazar el desarrollismo–, en Radicales y
entonces gobernante, sobre la “traición de
Desarrollistas, para ese entonces sólo acompaña
Frondizi”. El otro trabajo que ilustra bien esta lí nea
do por el artículo de Alberto J. Pla, incluido en la
de discusión, que era en buena medida polí
compilación dirigida por Luis Alberto Romero, El
tico–partidaria y que alimentaba como dijéramos
Radicalismo de 197043, siguió una serie de inves
los valores políticos dominantes, es el estudio más
tigaciones y ensayos de naturaleza muy diversa
amplio sobre la historia de la U.C.R. realizado
que reflejan los términos y matices del debate
desde la perspectiva de la sociología política por
político de la coyuntura.
Marcelo Luis Acuña. Publicado en 1984 en dos
En una clave interpretativa antagónica a la del
volúmenes en la Biblioteca Política del Centro
sociólogo francés, el ensayo del dirigente Editor de América Latina, analizó también el quie
desarrollista Isidro Odena (1984)44, titulado bre que había dado origen al remozado radica
Libertadores y desarrollistas, ponía el énfasis en lismo que Alfonsín llevó a la victoria electoral en
las condiciones políticas que condujeron a la 1983. De Frondizi a Alfonsín: la tradición políti ca
alianza con el peronismo durante la Revolución del radicalismo postuló que a partir de 1956
Libertadora, y a la inevitabilidad de la ruptura de la
UCR, centrándose mayormente en el progra ma,

39 Tres estudios fueron publicados un poco más adelante en Historias de Revistas Argentinas, editado en Buenos Aires
por la Asociación Argentina de Editores de Revistas, en 1995.
40 Cuyos precursores habían sido Marisa Navarro Gerassi, en 1968, e Ignacio Zuleta Alvarez, en 1975. 41
Ambos editados por Siglo XXI, en 1983.
42 Agradezco a Leonardo Fuentes sus comentarios sobre la historiografía del radicalismo y particularmente la discusión
sobre estos trabajos.
43 El análisis de Alberto J. Pla realizado en clave marxista destacó las contradicciones de los partidos políticos en
relación al fenómeno peronista.
44 En la colección Memorial de la patria, dirigida por Félix Luna.
45 “… la imagen de su protagonista refleja mi admiración inicial y la desilusión y el desconcierto que la siguie ron…”
Nicolás Babini (1984, 7).
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ria, Catalina Smulovitz, tras la búsqueda de una
surgen dos corrientes, una “eficientista”, represen explicación al proceso de inestabilidad política y al
tada por Arturo Frondizi, y otra “normativa”, re peso del peronismo en la misma, analizó des de el
presentada por Balbín46. marco de la teoría política la dinámica po lítica de
los dos gobiernos radicales que sucedie ron a la
Saliendo de la historia estrictamente partida
“revolución libertadora”, el de Arturo Frondizi y el bilidades, tratando de explicar las razones de su
de Arturo Illia, atendiendo a la rela ción fracaso en el intento de convertirse en la vanguar
oposición–gobierno. Mientras, César Tcach (1988) dia de los trabajadores. En ese camino abierto
se retrotraía al sabattinismo y a su poste rior hacia el interés por el socialismo se inscribió más
enfrentamiento con el peronismo. adelante un conjunto de trabajos con relevamien
tos empíricos originales y enfoques teóricos
Breve mención de la nueva atención al aggiornados centrados en la cultura política. El
Socialismo libro de referencia entre los estudiosos del socia
lismo fue el de Richard Walter The Socialist party
El renacimiento del ideal liberal democrático of Argentina, 1890–1930, editado en 1977.
en la coyuntura política abierta por el triunfo del
radicalismo y la ubicación de la antinomia auto Retomando dos tradiciones de investigación:
ritarismo o democracia como la tensión que re nacionalismo y peronismo.
corría el proceso histórico desde 1930 incidió
también en la relectura de la tradición socialista en Ese reingreso de la preocupación por lo po
la Argentina. lítico que acompañaba a una coyuntura histórica
El Partido Socialista había recibido una mira específica de revalorización del sistema democrá
da fuertemente condenatoria por parte de la vi tico, y también a una tendencia historiográfica en
gorosa corriente de la historiografía militante de expansión dentro de la disciplina desde hacía ya
izquierda y la peronista47 nacida desde mediados algunos años, fue visible en el interés por el na
de la década de 1950, entre otras razones por su cionalismo y los nacionalistas50. Dos investigacio
inclinación al liberalismo y su aversión al pero nes tempranas mostraron acercamientos nuevos,
nismo y, más en general, a los sectores popula no sólo porque relevaron nuevas fuentes, sino
res48. En la hora democrática, algunos de sus porque analizaron los problemas a partir de la
antiguos críticos que habían adherido al ideal de la razones de los actores en su contexto. La prime
revolución volvían a indagar otro ángulo del ra, realizada por María Inés Barbero y Fernando
Partido Socialista: el progresismo político y social, Devoto, empezó a indagar en las raíces del fe
que llevó a la valoración positiva de sus prácticas nómeno ideológico –aproximándolo al conserva
políticas y de su trayectoria en lo atinente al cui durismo y al liberalismo– en un recorrido que
dado por la formación del ciudadano. Ese giro abarca desde la década de 1910 hasta 1932 don
interpretativo –hijo, en cierto modo, de la coyun de, sostienen, los nacionalistas habían logrado en
tura histórica de los ochenta– aparece iluminado parte su cometido. La segunda, de Cristián
con la biografía de Juan B.Justo, de José Aricó Buchrucker, Nacionalismo y peronismo. Argenti na
(1999)49; obra en la que se vuelve a analizar el en la crisis ideológica mundial 1927–1955,
proyecto socialista desde sus fortalezas y sus de

46 Esta hipótesis de las dos líneas radicales en la etapa de inestabilidad política fue retomada más tarde por Catalina
Smulovitz (1993) en el artículo La eficacia como crítica y utopía. Notas sobre la caída de Illia. 47 La misma es analizada
en parte por Maristela Svampa (1996). En tiempos más recientes han recibido aten ción algunos de los historiadores y
publicistas de esta tradición, véase por ejemplo la compilación ya citada de Fernando Devoto y Nora Pagano (2004), y la
minuciosa indagación de Omar Acha (2006) sobre la vida y la producción de Rodolfo Puiggrós.
48 Algunos de los ensayos críticos más conocidos fueron los de Jorge Abelardo Ramos, Jorge Enea Spilimbergo, José
Vazeilles.
49 “La hipótesis de Justo fue escrito en 1981 y obtuvo una mención especial en el Premio Internacional de Histo ria José
Luis Romero, en Nota inicial a la edición de Sudamericana, de 1999.
50 Ana María Barletta y María Dolores Béjar (1988) presentan una revisión amplia de la bibliografía sobre el tema.
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historizarlo, es decir, a partir de la necesaria toma
bucea en las distintas líneas y antagonismos, bus de distancia que no siempre les resultará factible a
cando sus puntos de contacto con el peronismo, al indagaciones posteriores a éstas. Internadas en
que explica como un fenómeno esencialmente las ideas y en los diagnósticos de país realizados
distinto51. Ambos resultados se alejaban de la his por los nacionalistas, las explicaciones continua
ron cayendo en posiciones maniqueas porque,
toriografía previa52 sobre el tema al lograr
irremediablemente, en la nueva tensión autorita
rismo–democracia planteada desde la hegemonía que comenzaban a pensar sobre esos mismos
de la política, ellos se convierten para la tradición problemas y que compartían, en parte, modelos de
liberal democrática en el “huevo de la serpiente” de inspiración comunes, E.P. Thompson y Ray mond
las dictaduras militares53. Ello es mucho más Williams, entre otros54. Preponderantemente se
visible en el tratamiento del fenómeno durante la orientaron hacia la historia de las ideas y de los
segunda mitad del siglo XX, tanto en el estudio de intelectuales de izquierda de los sesenta, du rante
las ideas, como de los grupos nacionalistas y sus el surgimiento de una nueva izquierda opuesta a la
interlocutores. Aquí pueden mencionarse los izquierda tradicional55. Algunos de estos trabajos
trabajos de David Rock, Richard Walter, Leonardo dejan traslucir cierto sesgo auto biográfico. Otros,
Senkman, en la década de 1990. en cambio, buscan rastrear el fenómeno de
Buena parte de las indagaciones sobre las politización de los sectores medios en
ideas del nacionalismo y la influencia de sus in experiencias político–culturales de fines de los
telectuales o grupos de activistas y de choque –la años cincuenta, como la de la revista Contorno, y
Alianza Libertadora Nacionalista, primero, Tacua otras. En este campo que avanzó hacia el cono
ra, después, avanzando hacia las etapas más re cimiento de las ideas, los intelectuales y la cultu ra
cientes del proceso político– estuvieron relacio política en las décadas del sesenta y el setenta, el
nadas con su influencia sobre otros actores polí eje principal fue la relación con el peronismo, la
ticos: la iglesia católica, los militares, la prensa o, confrontación con las distintas vertientes del
más en general, sobre el fenómeno peronista. nacionalismo y el impacto de la revolución cu
De todos modos, la producción historiográ fica bana.
sobre los nacionalistas y las derechas fue bastante La segunda tradición de investigación que
más restringida, a partir de los años ochenta, que acaparó sin duda la atención de mayor número de
la volcada a la indagación sobre las izquierdas. historiadores, ensayistas y cientistas sociales ha
Aquí, desde el peso que adquirió la perspectiva sido y sigue siendo el peronismo. Quizás en este
analítica de las culturas políticas, in gresó una tema, más que en otros, pueda verse el cam bio
serie de temas y preocupaciones sobre la segunda de orientación entre una vieja y una nueva
mitad del siglo XX que, –como seña historiografía, a partir de la experiencia de la re
laron Hugo Biagini, Hebe Clementi y Marilú Bou en cuperación democrática. Porque las ideas fuerza
Historiografía Argentina: la década del 80, en su de los ochenta y el “retorno a la política” como
completo y riguroso análisis sobre la produc ción– fenómeno historiográfico condujeron a una explo
fue cultivada por intelectuales venidos del campo ración de aspectos sobre los primeros gobiernos
de la literatura y de la filosofía. Sus pre de Perón que habían quedado postergados o, al
ocupaciones por la cultura los acercaron estre
chamente a algunos de los historiadores sociales

51 Poco más tarde vuelve sobre la cuestión, desde otro ángulo analítico, Loris Zanatta (1996). 52 Las dos obras clásicas
y antagónicas en sus líneas interpretativas y en su construcción metodológica previas fueron las de Enrique Zuleta
Alvarez y Marisa Navarro Gerassi, los cuales –en la particular lectura que realiza Carlos Floria en el citado artículo de
1988– constituyen, la primera un testimonio histórico, mientras la segun da denuncia posiciones ideológicas.
53 Debe señalarse que, sin apartarse nunca de “la vieja tradición de la profesión” en la expresión de Ezequiel Gallo, la
producción historiográfica de los nacionalistas mantiene también miradas maniqueas y un excesivo peso ideológico.
En ese sentido, lo planteado por Carlos Floria para las obras de los sesenta y setenta mantie ne cierta permanencia
en esta línea de investigación.
54 Reflejo de esa sociabilidad intelectual es la proximidad que quiso darles Luis Alberto Romero al bautizarlos como
“historiadores por adopción”.
55 Los autores más prolíficos en esta línea fueron Oscar Terán, Carlos Altamirano y Beatriz Sarlo.
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el camino abierto por el proyecto histórico–so
menos, en un claro segundo lugar durante los ciológico sesentista que había seguido avanzan
años de hegemonía de la historia económica y do57; entre ellas, la discusión sobre “los orígenes
social, y en no menor medida de las preocupa del peronismo” que Juan Carlos Torre cierra de
ciones e ideales de la cultura política de los años algún modo, al menos hasta ahora, en La vieja
sesenta y setenta56. Sin embargo, no puede dejar guardia sindical y Perón, al final de la década del
de señalarse que hubo líneas de continuidad con 80; también los estudios vinculados al sindicalis
mo, que se completaron en esta etapa con las 1943–1955, de Ricardo del Barco, una tesis
indagaciones sobre los orígenes del peronismo en doctoral en sociología de la Universidad Nacional
algunos lugares del interior del país y en los es de Córdoba. Su eje era la estructura política. Y por
pacios provinciales, –uno de los ejemplos más último, para marcar la relevancia del giro hacia el
exitosos fue la tesis de César Tcach58. En otro análisis de la política en el enfo que del fenómeno,
renglón debe señalarse que en estos años se abor en 1983 apareció el libro de Alberto Ciria, Política y
dó la exploración de la “resistencia peronista”, uno cultura popular. La Ar gentina peronista
de cuyos estudios más acabados, que puso el 1946–1955. Con un enfoque mucho más anclado
ángulo de observación en las bases sindicales, fue en el método de reflexión histórica, el texto atendía
el del historiador inglés Daniel James (1990), pri centralmente a las for mas de la política, de la
mera edición de 198859. cultura popular y a las prácticas y conflictos. La
preocupación por el peronismo no era nueva en
El vuelco hacia el interés por el análisis del
Alberto Ciria. Había incursionado en sus
régimen político peronista operó desde que co
antecedentes ideológico–po líticos en su Partidos y
menzó a instalarse la discusión de la transición
poder en la Argentina Moderna (1930–1946), un
democrática60. Interés que, en etapas anteriores,
libro cuya primera edi ción fue de 1963, y había
–desde la caída del peronismo en 1955, cuando
investigado también el enfrentamiento
sobresalieron las caracterizaciones como régimen
peronismo–antiperonismo, en la década del ’70.
totalitario y corrupto por la mayor parte de sus
Además de centrarse en el fun cionamiento
opositores (Spinelli, M. E. 1997)–, había sido pau
concreto de la política, el rasgo co mún de los tres
latinamente desplazado por visiones totalizadoras
estudios sobre los dos gobiernos peronistas es
del peronismo que dejaron en un cono de som
que partieron de un balance de las
bras las prácticas políticas del mismo.
interpretaciones sobre el peronismo.
Un investigador extranjero, el sociólogo ale
La hegemonía de lo político en las investiga
mán Peter Waldmann, publicó en 1981 su tesis
ciones sobre el peronismo, como así también el
doctoral sobre el peronismo, El peronismo 1943–
peso del enfoque cultural que revelaba la influen
1955, iniciada más de diez años antes, en plena
cia de los cambios operados en la práctica histo
convulsión y reinvención del peronismo por parte
riográfica pueden seguirse también en el análisis
de los nuevos sectores que ingresaban a la polí
de los temas, problemas y recortes temáticos
tica. Perplejo por las valoraciones antagónicas y la
abordados, que versaron sobre las distintas polí
falta de evidencia empírica para cualquiera de
ticas, la educación, las mujeres peronistas, el pe
ellas, apostó a un enfoque integral que incluyó el
ronismo y la Iglesia, la arquitectura, las moviliza
plano de las ideas, de la organización política y las
ciones, la propaganda, el culto a la personalidad.
formas de dominación. En sintonía con esa nueva
mirada, en 1982 fue editado El Régimen peronista

56 Un ilustrativo panorama de ambos tópicos en Oscar Terán (1991), y Silvia Sigal (1991). 57 En 1980 se editó un
trabajo crucial en esa línea de investigación, El voto peronista. Ensayos de sociología elec toral en la Argentina, que
compilaron Manuel Mora y Araujo e Ignacio Llorente.
58 Ver: Sandra Gayol, Julio Melón, Mabel Roig (1988). La tesis de Tcach fue publicada en 1991 bajo el título:
Sabattinismo y peronismo. Partidos políticos en Córdoba 1943–1955.
59 Daniel James. 1990 (1988). Resistencia e integración. El peronismo y la clase trabajadora argentina, 1946–1976,
Buenos Aires, Sudamericana.
60 Un libro en colaboración de varios autores, 1943–1982 Historia política argentina, Ricardo del Barco, Roberto
Etchepareborda, Carlos Floria, “Criterio”, Félix Luna, Guido Di Tella, Luis González Esteves, Marcelo Monserrat y
Roberto Russell, editado en Buenos Aires por la Editorial de Belgrano, puso en evidencia la pre ocupación por la
política que invadía a sectores intelectuales y políticos diversos.
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1955. En el re novado ámbito académico de la
El campo de estudio sobre el enfrentamiento universidad post 83, comenzaron a desarrollarse y
del peronismo con la Iglesia, o viceversa, –que era debatirse las lí neas de trabajo de Lila Caimari
otra muestra del retorno a la preocupación por la (1995), que consti tuyeron su tesis doctoral
política–, dio lugar a varias investigaciones defendida en Francia y que se inscribe en los
iniciadas en los años ochenta, que partían de la cánones de la historia polí tica y la larga
necesidad de explicar la caída del peronismo en investigación que fue iluminando te mas y
problemas parciales, desde una perspectiva investigadores sociales para indagar en una pre
analítica más cercana a la historia social, de Susa ocupación que había cruzado su propia experien
na Bianchi (2000). Frente a éstas, una cia política; ellos fueron Ideología y discurso po
investigación realizada desde la concepción y el pulista, de Emilio De Ippola (1983), y Perón o
método de la vieja historia política, la de José muerte, de Silvia Sigal y Eliseo Verón (1988), con
Oscar Frigerio (1990), que interpretaba el conflicto primera edición de 198563; libro, este último, que
desde un án gulo diametralmente opuesto. pretendía explicar la explosión de violencia que
El otro renglón de interrogantes sobre el pe siguió al triunfo del peronismo en 1973. Por últi
ronismo incitaba a la reflexión sobre el pasado mo, el libro de Richard Guillespie, Montoneros.
más reciente y traumático, cuyo centro de pre Soldados de Perón, ensayaba el primer acerca
ocupaciones fue el tercer gobierno peronista y la miento histórico a la organización armada, des de
trayectoria de su ala izquierda, que involucraba las un amplio rastreo de fuentes que incluyó en
experiencias de no pocos intelectuales. Aquí la trevistas a los protagonistas.
producción fue variada y realizada desde dis tintas Este inventario –necesariamente incompleto–
perspectivas disciplinares y analíticas, don de de la producción de los primeros años de la res
sobresalió la sociología histórica, el ensayo tauración democrática, que dejó mayormente fue
político61. ra la consideración de la historiografía militante
Ya hicimos alusión al Retorno y derrumbe… emparentada con la vieja tradición revisionista y de
de Liliana de Riz, basado en el análisis de las re la mayor parte de la orientada a la divulgación,
laciones de fuerza entre las clases y fracciones de intentó brindar un perfil de las interpretaciones
clase en el contexto del “capitalismo dependien históricas que volvían a colocar en un lugar rele
te”. En su interpretación, la “intención de fondo vante de investigación y reflexión a la política.
que subyacía al proyecto con que regresó Perón
era la de crear un orden político legítimo y esta Reflexiones finales
ble, capaz de constituirse en el espacio en que las
clases dirimieran sus enfrentamientos de intere El ejercicio de revisar una parte de la pro
ses; un orden de arbitraje que trascendiera su ducción historiográfica en el contexto histórico del
formidable carisma personal…” (1982, 12–14). En tránsito hacia la restauración democrática y sus
otra línea, Juan Carlos Torre ofreció una perspec primeros años de experiencia que hemos in
tiva analítica del tercer gobierno peronista, si tentado, nos pone en contacto con las transfor
guiendo la línea de la tradición sindical, en Los maciones operadas en la cultura política de un
sindicatos en el gobierno 1973–197662. sector de la sociedad que se esforzaba en
Una mención aparte corresponde a las inves sacudirse el estigma autoritario, y que fue exito so
tigaciones sobre el discurso peronista, también en la coyuntura. Esta transformación que mar có
editadas en forma de libro en estos años de la una reconciliación con la tradición liberal de
transición democrática. En ellas había una in mocrática se vio reflejada, en la producción de los
fluencia directa de las lecturas y discusiones de la historiadores y cientistas sociales, en el giro hacia
historiografía francesa en esos años, los diálo gos la exploración de lo político, aún cuando este giro
con la lingüística y. las técnicas del análisis del no pueda explicarse de manera unicau sal por el
discurso. Estos modelos analíticos sirvieron a los peso de ese presente.

61 Los que más impacto intelectual tuvieron en el medio académico, construidos desde experiencias y perspec tivas
interpretativas bien diversas, fueron el de Guido Di Tella (1983), y el de León Rozitchner (1984). 62 Editado en la
Biblioteca Política Argentina del Centro Editor de América Latina, en 1983. 63 Sobre este último puede verse: Los
fundamentos discursivos del fenómeno peronista, de Tulio Halperín Donghi, publicado en 1987 en Vuelta Sudamericana
y reeditado en Ensayos de Historiografía (1996).
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–a los que hacía alusión Ezequiel Gallo en su
El tránsito hacia el interés por la política, y su intervención de 1988 en el Congreso sobre
concepción como campo legítimo y autóno mo de Historiografía reunido en Paraná–. Por otra par te,
conocimiento en la historia concebida como en una exploración anterior, cuando revisamos la
ciencia social, tenía ya antecedentes impor tantes renovación de los estudios históricos en la
en la disciplina histórica hacia los años setenta64, Argentina desde fines de los años cincuenta du
rante el auge de la historia económica y social, Bianchi, Susana. 2000. Iglesia y peronismo. Buenos
detectamos que la política tuvo un lugar de pri Aires: Prometeo/Iehs.
vilegio en el planteo de los problemas, sólo que las Burgos, Raúl. 2004. Los gramscianos argentinos. Cul
variables utilizadas para su análisis la ubica ban tura y política en la experiencia de Pasado y
como epifenómeno de las fuerzas económi cas y Presente. Buenos Aires: Siglo XXI.
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Torcuato Di Tella y Tulio Halperín. Buenos Aires:
línea de continuidad con esta corriente re
Jorge Alvarez.
novadora –visible en los principales referentes
Carrizo de Muñoz, Nidia. 2003. Los caminos teóri cos de
historiográficos– donde comenzó a emerger vigo
la historiografía del noventa. El mun do real, la
rosa en los años ochenta una nueva historia po
desmitificación y la racionalidad. Ciclos 25–26:
lítica analítica, construida en un diálogo estrecho
229–251.
con las teorías del autoritarismo y de la demo
Cattaruzza, Alejandro, y Eduardo Eujanián. 2003.
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64 Baste recordar el artículo de Jacques Julliard (1979, 237–257) sobre la nueva historia política y sus caminos y modos
de exploración, en el libro de Jacques Le Goff y Pierre Nora (Directores): Hacer la Historia, vol II: Nue vos Enfoques,
con primera edición en 1974.
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