01 Diseño Y Creatividad: Subjetivistas Objetivismos

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01 DISEÑO Y CREATIVIDAD

Resulta casi imposible abordar el diseño sin tener en cuenta su relación con el arte.

Para Munari son ámbitos muy diferenciados. Arte y diseño presentan realidades diferentes por la actitud y metodología
empleadas por el artista y el diseñador. El carácter subjetivo de la obra del artista y su voluntad de estilo estarían fuera
de lugar en el diseño, que debe ser un método racional para solventar un problema funcional. Además, el artista
resuelve la obra con sus manos, mientras que la pieza de diseño, en su ejecución última, depende de los operarios,
que la concluyen con máquinas a partir del proyecto del diseñador.

Por otro lado, Munari cita las diferencias entre los objetos artísticos y de diseño. La obra de arte no tiene casi nunca
una función de uso, mientras que el objeto de diseño (excepto en el caso del diseño ornamental) la tendrá siempre.
Además, los receptores del diseño y del arte no son los mismos. El artista sabe que se dirige a una minoría de la
sociedad y trabaja para ella, pero también para sí mismo; en cambio, el diseñador trabaja para una mayoría de cuyas
necesidades no puede prescindir.

Los paralelismos y las divergencias que según Tatarkiewicz se ha tratado de definir el arte a lo largo de la historia.

El autor recoge una tesis clásica “el rasgo distintivo del arte es que produce belleza... La belleza es su propósito, su logro
y su valor principal”. Si aceptamos este rasgo como criterio, arte y diseño divergirían en su finalidad, ya que muy pocos
se atreverían a decir que el propósito objetivo principal del diseño es la consecución de la belleza, si acaso, un valor
añadido. Sin embargo, esta cuestión es cuestionable incluso para el propio arte, ya que la misma noción de belleza es
ambigua. Si según las teorías subjetivistas, lo bello es lo que gusta, no todo el arte sería bello, pues no todo nos gusta
a todos. Si, de acuerdo con los objetivismos, decimos que lo bello es lo que guarda relaciones armónicas, tampoco
entonces todo objeto artístico sería bello, pues no todos guardan estas relaciones. Además, han sido numerosas las
vanguardias artísticas del siglo XX que han apartado la belleza, dando prioridad a otros valores.

Lo mismo pasa en la interpretación que afirma que “el rasgo distintivo del arte es que éste produce la experiencia
estética”. Prácticamente nadie defendería que la finalidad del diseño consiste en provocar esta experiencia estética,
en la que no interfieren ni intereses prácticos ni intelectuales, aunque no es menos cierto que algunos elementos
industriales pueden provocarla del mismo modo que los artísticos.

La caracterización tradicional según la cual el “rasgo distintivo del arte es que representa o reproduce la realidad”
resulta una reliquia del pasado. El arte ha dejado de ser copia de mimetizar el mundo exterior. En el diseño la prioridad
de resolver problemas funcionales lo alejaría de los moldes figurativos. Los objetos de diseño se parecen a sí mismos,
no a formas naturales; son fundamentalmente abstractos. Aunque, tanto en su nacimiento, cuando aún no se había
desprendido de su unión con el arte, como en la actualidad (biodesing, neoorganicismo) podemos encontrar ejemplos
de productos que copian, imitan o se inspiran en formas naturales.

En cuanto a la posición más reciente que hace de la “expresión” el rasgo distintivo del arte, ha sido potenciada por
algunos movimientos históricos como el romanticismo y el expresionismo; pero no es generalizable al conjunto del
arte en el que encontramos otros planteamientos, como es el caso de los constructivistas, contrarios a mostrar en sus
obras cualquier aspecto subjetivo. En el caso del diseño, la autoexpresión no tiene sentido, puesto que los objetos que
comprende difícilmente permitirán que se lea a través suyo la experiencia emocional del autor. Pese a todo, en la
historia del diseño encontramos momentos (diseño postmoderno de los ochenta) en los que se ha incidido en la
expresividad de los objetos y de sus creadores.

El rasgo distintivo del arte era producir un “choque”. Por lo que concierne a la historia del diseño, este componente no
es asumible, aunque en algunos momentos las propuestas provocadoras han servido como instrumento de reflexión y
de debate.

Sobre la caracterización que convierte “la creación de formas” en el rasgo distintivo del arte, es tan general que podría
aplicarse también al diseño. Por lo demás esta caracterización abriría la cuestión de cuál es la peculiaridad de las formas
artísticas y la de las formas industriales que haría volver a la cuestión inicial de la forma y la función.

A falta de una fórmula concluyente, este intento de establecer semejanzas y diferencias entre arte y diseño deja un par
de cosas manifiestas. Primero, que arte y diseño industrial son dos actividades diferentes aunque presentan
paralelismos. Y segundo, la amplitud del objeto y la variedad de las manifestaciones de ambas actividades se traduce
en la dificultad práctica de acotarlas en una definición que recoja satisfactoriamente toda su complejidad.
La relación entre el diseño industrial y la artesanía
La artesanía mantiene en común con el diseño la producción en serie, también ciertos artesanos se juntas con los
artistas. Si el mundo del diseño, en su deseo de producir objetos “de firma”, se aproxima en ciertos momentos al arte,
aunque algunas manifestaciones de la artesanía actual buscan la experimentación, lo que se traduce en el abandono
de las series y en planteamientos originales. Desde hace pocos años se habla de “objetos de diseño” para calificar este
conjunto de productos de alto precio y formas originales.

La elaboración del objeto artesano, aún con la elaboración parcial de la máquina, continúa realizándose a mano. De
ahí que cada uno de esos objetos suela mostrar diferencias respecto de los demás, aunque sea un mínimo detalle. Esto
que contribuye al encanto de las piezas artesanas, no se consideraba aceptable hasta hace poco en la producción
industrial, cuyas series de objetos tenían que ser necesariamente idénticas.

El proceso de elaboración de artesanía no se puede dar por concluido hasta que la pieza experimenta los últimos
retoques por parte del artesano, mientras que el diseño consiste en la proyección del objeto para que la ejecución del
mismo sea llevada a cabo por los operarios, es decir, el diseñador acaba su tarea sobre el papel y el artesano sobre el
objeto en sí.
La artesanía tiende a la tradición, mientras que el diseño al futuro, está en continua evolución.

Los límites entre el diseñador industrial y el arquitecto resultan difusos. En países como Italia y Estados Unidos los
arquitectos han desempeñado un papel principal en el desarrollo del diseño industrial, llegando a establecer una
continuidad entre ambas profesiones. En general la arquitectura acude al diseño para nutrirse de elementos
estandarizados (cerramientos, sanitarios, griferías, …), pero también es a veces el producto del diseño.
En Alemania y Japón el diseño ha desarrollado un vínculo más estrecho con la ingeniería. El diseñador desempeña una
tarea mediadora entre la técnica y el humanismo, teniendo muy en cuenta los aspectos comunicativo, psicológico y
estético. Desde el momento que una obra de ingeniería tiene que ser usada por seres humanos, requiere una labor de
diseño, menos cuando la relación del objeto con el usuario no es inmediata.

El diseño industrial es un proceso de adaptación de productos de uso de fabricación industrial a las necesidades físicas
y psíquicas de los usuarios. El diseñador se convierte en un intermediario entre la técnica y las necesidades humanas.
Debe tener siempre presente al público al que va dirigido el producto tratando de satisfacer otra serie de valores. Cada
grupo de personas tiene unos gustos y necesidades distintas, el diseñador tiene que documentarse a cerca de ellas. Lo
que el arte no tendría por qué hacer: buscar la aceptación del público, para el diseño es necesario.

En general el diseño industrial se suele concebir como un proceso de creación que contribuye a transformar nuestro
entorno para acoplarlo a nuestras necesidades.
Aunque el cometido propio del diseñador es el de proyectar el objeto, hacen falta conocimientos previos, el profesional
de la materia tiene que dominar multitud de campos que le permitan elaborar un proyecto con viabilidad técnica y
posibilidades comerciales. Parece prácticamente imposible que en una misma persona puedan coincidir esa serie de
conocimientos necesarios para plantear cualquier tipo de objeto industrial.

Historiar el diseño es hablar también de técnicas de sociología, de economía, de estética y de marketing; algo que
requiere un planteamiento interdisciplinar.

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