Gastronomia en La Prehistoria

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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA GABRIEL RENÉ MORENO

FACULTAD DE HUMANIDADES

LA GASTRONOMÍA EN LA PREHISTORIA
Materia:
Gastronomía I (RET – 351)
Carrera:
Gestión del Turismo
Docente:

Integrantes:
➢ Laddy Laura Suárez Choque 220100535
➢ José Carlos Pérez Rodríguez 219041016
➢ Alba Mishelle Canido Galvis 221069275
➢ Mishell Maely Zenteno Pacheco 220173494
➢ Carlos Andres Paredes Paruma 218039492
➢ Analia Justiniano Figueredo 221188746
➢ Jeico Castañon Ávalos 220093806
Introducción
La historia de la alimentación humana
no solo refleja las necesidades
biológicas de las personas, sino
también la evolución cultural, social y
tecnológica de la humanidad. En este
sentido, el estudio de la gastronomía
durante el Paleolítico y el Neolítico es
crucial para entender cómo los
primeros seres humanos
interactuaban con su entorno y cómo
la alimentación fue transformándose con el paso del tiempo.

La prehistoria es el periodo de la humanidad anterior a la escritura, y se divide en varias


fases, siendo el Paleolítico y el Neolítico dos de las más significativas en términos de
evolución alimentaria. En estas etapas, el ser humano pasó de una vida nómada y
dependiente de la recolección y caza, a una vida más sedentaria basada en la agricultura y
ganadería. Esta transición afectó no solo la disponibilidad y tipo de alimentos, sino también
la manera en que estos eran preparados, conservados y consumidos.
Este período abarca desde la aparición del hombre en la tierra hasta la aparición de la
escritura.

PERIODO PALEOLITICO
El Paleolítico (2,5 millones de años a.C. - 10,000 a.C.) fue una era caracterizada por la
existencia de grupos de cazadores-recolectores, cuya subsistencia dependía del entorno
natural. Los seres humanos de este periodo eran nómadas y su alimentación estaba
supeditada a la caza de animales y la recolección de plantas silvestres.

La alimentación en el periodo Paleolítico

1. Caza y recolección
• Caza: Durante el Paleolítico, los seres humanos cazaban animales como mamuts,
bisontes, caballos, renos y ciervos. Para ello, desarrollaron herramientas de
piedra como lanzas, hachas y cuchillos. La caza era una actividad grupal y
cooperativa, lo que fomentaba el desarrollo social.
De forma específica, Montero (2001) destaca que algunos de los principales
alimentos fueron animales como el mamut o el rinoceronte, destacando que al
tratarse de animales de gran tamaño, estos podían aprovisionar de alimento a
un grupo humano durante un tiempo considerable. Ahora bien, a medida que
estos grupos fueron desarrollando las técnicas de caza, “el alimento fue más
abundante y comenzó la selección de partes más tiernas o sabrosas. En épocas
más cercanas los proveedores de carnes resultaron ser renos y caballos,
agregándoseles el pescado y cobrando paulatina importancia los vegetales”
(Montero, 2001, Alimentos y Alimentación en la Prehistoria y en los Pueblos
Antiguos, p.5).

• Recolección: La dieta paleolítica no solo dependía de la carne. La recolección de


frutos silvestres, raíces, semillas, nueces, y plantas comestibles era esencial. Esto
proporcionaba una base nutricional variada, rica en fibra, vitaminas y minerales.
2. El uso del fuego

Una de las mayores revoluciones en la alimentación durante el Paleolítico fue el


descubrimiento y uso del fuego. Se cree que el control del fuego comenzó hace alrededor
de 1.5 millones de años. Cocinar la carne no solo facilitaba su digestión, sino que también
eliminaba patógenos, mejoraba el sabor y permitía conservar los alimentos por más tiempo.
Esta técnica probablemente también se usó para cocinar tubérculos y otros vegetales duros
que no podían consumirse crudos.

3. Organización social y alimentación


En el Paleolítico, la alimentación tenía un fuerte componente social. Las tribus y grupos
humanos se reunían en torno a la caza y compartían los alimentos entre los miembros de la
comunidad. Además, la caza de grandes animales requería una coordinación y cooperación
complejas, lo que promovió el desarrollo de estructuras sociales y la comunicación.
PERIODO NEOLITICO
La revolución alimentaria del Neolítico

El Neolítico (10,000 a.C. - 4,000 a.C.) marcó una transformación crucial en la historia
humana, conocida como la "Revolución Neolítica". Durante este periodo, los seres humanos
comenzaron a domesticar plantas y animales, pasando de una economía de subsistencia
basada en la caza y recolección a una economía basada en la agricultura y ganadería.

1. La domesticación de plantas y animales

Hace aproximadamente unos 11.000 años algunos pueblos de la Tierra iniciaron


unos cambios que serían trascendentales. Hasta ese momento, el ser humano no
producía sus alimentos, era un depredador que se agrupaba habitualmente en
grupos reducidos. A partir de entonces algunos pueblos comienzan a cultivar algunas
semillas y domestican algunos animales herbívoros y nace así la agricultura y la
ganadería.

• Agricultura: En este periodo, los seres humanos empezaron a domesticar


cereales como el trigo y la cebada, así como legumbres como los guisantes y
las lentejas. Estas plantas se cultivaban en campos y proporcionaban una
fuente de alimentos más estable y predecible que la caza y la recolección.

• Ganadería: Paralelamente, se comenzó a domesticar animales como las


cabras, ovejas, vacas y cerdos, lo que garantizaba un suministro constante de
carne, leche, pieles y lana. Estos animales también desempeñaban un papel
en la fertilización de los campos y el transporte.
Esta novedad traerá consigo otros cambios: los grupos humanos dejan de depender de la
caza y la recolección por lo que pueden abandonar el nomadismo. Esta circunstancia hace
que los pueblos se hagan sedentarios y que aparezcan los primeros poblados o
comunidades humanas sedentarias que cultivaban la tierra y tenían sus propios rebaños.
Además, la población aumentó, sin duda, gracias a la mejora en la dieta alimenticia.

No se sabe con certeza por qué la humanidad comenzó las actividades agrícolas y ganaderas.
Los grupos humanos posiblemente conocían desde hacía tiempo la forma de reproducción
de las plantas y los animales. Algunos historiadores relacionan el origen con los cambios
climáticos que se iniciaron entonces: la desertificación del Próximo Oriente acarrearía la
escasez de comida y el ser humano se vería forzado a producir las plantas y a controlar los
rebaños allá donde había agua.
Las nuevas tareas agrícolas provocaron el desarrollo de útiles como las azadas, las hoces y
los molinos de mano, y adquirieron un gran desarrollo los instrumentos de madera, asta y
hueso, pero sobre todo se extendió la cerámica, que fue primordial para la conservación de
los alimentos y su cocción.

2. El impacto de la agricultura en la alimentación


La transición a la agricultura tuvo un impacto significativo en la dieta humana:

• Alimentos básicos: Los cereales y las legumbres se convirtieron en alimentos


básicos, y estos proporcionaban energía de manera constante.

• Productos lácteos: La domesticación de animales permitió el consumo de


leche y productos derivados, como el queso y el yogur, que aportaron nuevas
fuentes de proteínas y grasas.

• Transformación de alimentos: En el Neolítico también se desarrollaron


nuevas técnicas de preparación y almacenamiento de alimentos, como la
molienda de granos para hacer harina y la fermentación, que permitió la
creación de productos como el pan y la cerveza.

3. El almacenamiento y la conservación de alimentos


Nuestros antepasados no podían levantarse por la mañana todos los días con la
despreocupación de tener la comida sobre la mesa. Puede que en verano sí pudieran de vez
en cuando permitirse ese lujo, pero durante el crudo invierno las cosas eran muy distintas,
sobre todo durante la glaciación. Tan importante como buscar alimento es saber
conservarlo para tiempos peores y así poder llegar vivos hasta entrada la primavera. Si todo
ha ido bien durante el verano-otoño y se han acumulado reservas suficientes, seguramente
que sí se levantaran con la seguridad de que ese día tendrían un buen asado.
A medida que los seres humanos se volvieron más sedentarios, surgió la necesidad de
almacenar y conservar los alimentos para enfrentar periodos de escasez. La cerámica jugó
un papel clave en este proceso, ya que permitió la creación de recipientes para guardar
alimentos y líquidos. También se empezaron a desarrollar métodos de conservación como
el secado, ahumado y salazón de carne y pescado.
Se desconoce cuándo se comenzó a almacenar y conservar alimentos para poder ingerirlos
sin que se estropearan. Aunque los cazadores-recolectores se desplazaban buscando
alimento y mejores refugios, la necesidad verdaderamente acuciante comenzó durante el
Neolítico. A partir de esta época, el aumento de la población obligó a utilizar la agricultura
y la ganadería como sostén de las sociedades, con lo que había que almacenar grandes
cantidades de alimentos para los tiempos de escasez. Los excedentes de las buenas
cosechas se intercambiaban con otros productos de pueblos lejanos, haciéndose el
comercio cada vez más importante.
El secado, ahumado, curado y salado han sido procesos de conservación muy comunes
desde tiempos muy remotos. Según las zonas geográficas se utilizaban unos u otros, pues
no es lo mismo intentar secar carne o pescado en África que en el norte de Europa, donde
ahumaban más los alimentos. En
Mesopotamia era común el secado y en las zonas costeras la salazón.
La conservación por el frío, solo se puede practicar en regiones en las que la mayor parte
del año las temperaturas son bajas. Durante el invierno las provisiones se conservan muy
bien al aire libre, si se colocan lejos de los animales carnívoros. También se utilizaban
cavidades en el suelo helado o grutas naturales.
El secado se realizaba al aire libre, al sol o en un lugar cerrado bajo la acción del sol. En las
regiones árticas de América se realizaba el secado de la carne de cérvido y luego se reducía
a polvo. También se realizaba el secado del pescado en muchas regiones. Los cereales
también hay que secarlos, así como otras muchas plantas, dejándolos al aire libre.
El ahumado, de todo tipo de animales, no ha sido tan frecuente como el secado. Las zonas
donde más se ha realizado son en Europa, América del Norte y Polinesia. Consiste en colocar
colgados los restos de los animales bajo una hoguera que despida mucho humo. Y, por
último, el salado, estaba muy restringido a las zonas costeras o lugares donde existieran
depósitos de sal.
Por otra parte, son muy importantes los recipientes para poder conservar los alimentos. Los
graneros aparecieron durante el neolítico y consistían, como ya sabéis, en una construcción
aislada e independiente.
Los silos se realizaban a nivel del suelo o por debajo del mismo y eran impenetrables para
roedores e insectos. En el Egipto prehistórico ya se utilizaban. Los fondos de algunas cuevas,
donde hacía más frío, también se utilizaban, así como fosas cavadas en el suelo y tapadas
después con piedras para protegerlas de los animales. Secar la carne y plantas al aire libre
sujetadas a postes era lo más frecuente. Esto en cuanto a construcciones. También los
recipientes de la vida diaria eran sumamente importantes, tantos los permeables (cestos,
cajas, arcas…), como los impermeables. En éstos últimos fue básica la invención de la
cerámica, pero ya antes se utilizaba el cuero o la madera para fabricar recipientes que
soportaran líquidos.

4. Impacto social de la gastronomía en el Neolítico


Con la aparición de la agricultura, las comunidades humanas se hicieron más sedentarias y
complejas. Se empezaron a formar los primeros asentamientos permanentes y a surgir
estructuras sociales más jerárquicas. La agricultura permitió la acumulación de excedentes,
lo que a su vez fomentó el intercambio y el comercio entre diferentes grupos. Esta
especialización en la producción de alimentos dio lugar a una división del trabajo y la
aparición de nuevos roles en la sociedad.
La producción de alimentos ya no dependía exclusivamente de lo que ofrecía el entorno
inmediato, sino que la planificación y la manipulación del entorno a través de la agricultura
y ganadería permitieron un control mayor sobre la dieta.

EL DESCUBRIMIENTO DEL FUEGO

El fuego ha sido, sin duda, uno de los


mayores descubrimientos de la
historia y que supuso un cambio
radical en el desarrollo de la sociedad.
En otros momentos y épocas
históricas, el fuego ha jugado un papel
fundamental: las familias y miembros
de las tribus se reunían en torno al
fuego para contar historias y
transmitir conocimientos, se utilizaba en todo tipo de ceremonias y ritos, se utilizaba para
cocinar alimentos, para forjar herramientas, para ahuyentar animales y peligros, etc.

Las primeras evidencias de uso del fuego por seres humanos provienen de diversos sitios
arqueológicos en África Oriental, como Chesowanja —cerca del lago Baringo—, Koobi Fora
y Olorgesailie, en Kenia. Las pruebas encontradas en Chesowanja consisten en fragmentos
de arcilla roja de una antigüedad de 1,42 millones años.
Realmente, nadie inventó el fuego, ya que es uno de los cuatro elementos básicos de la
naturaleza. El fuego ha existido durante millones de años, y una de las primeras
manifestaciones se daba cuando los rayos de una tormenta caían sobre los árboles de los
bosques y creaban incendios, o cuando un volcán estallaba en erupción. Así pues, los
hombres primitivos sabían utilizar el fuego, pero en un principio desconocían la forma de
encenderlo y crearlo, por lo que era un elemento muy preciado.
Las teorías apuntan a que nuestros antecesores
aprendieron a utilizar el fuego utilizando, golpeando
o frotando palos y piedras. Por ello, el dominio del
fuego se consideró un gran avance para la sociedad y,
según los científicos, creen que se logró en la Edad de
Piedra Temprana por el Homo Erectus.

El dominio del fuego en este periodo no solo sirvió


para calentarse durante los fríos días de invierno, sino
que también sirvió para mejorar la dieta permitiendo
cocinar carnes y vegetales. Así, esta mejora en la
alimentación también provocó una mejora en el
cerebro y una evolución positiva. Además, el uso del fuego también permitió a los hombres
defenderse de los peligros como animales u otras tribus en guerra.

- Antes del descubrimiento del Fuego:


Materias Primas. Los primeros alimentos del hombre fueron frutos, raíces, hojas y tallos.
Luego comenzó la caza de grandes animales, así como también de
animales pequeños (lagartijas, erizos, etc.).
Utensilios. En este período el hombre cazaba con arco y flecha, pescaban con anzuelos y
arpones. Armaban trampas y acorralaban a los animales para irlos matando según sus
necesidades.
Las primeras herramientas fueron elaboradas de piedras y ramas, éstas eran muy simples;
tales como el hacha de mano y lascas de bordes afilados.

Desarrollo Técnico. Los alimentos se consumían crudos. El secado se utilizaba para


conservar numerosos alimentos como lo fueron los higos y las frutas. Por otro lado, la carne
y el pescado se preferían otros métodos de conservación, como el ahumado o la salazón,
los cuales mejoraban el sabor del producto.
- Después del descubrimiento del Fuego:

Materias Primas. Los animales grandes empezaron a extinguirse por lo que el hombre
empezó a domesticar ciertos animales (renos, perros, etc). La domesticación en Oriente de
cabras, cerdos, ovejas y asnos dio origen a la ganadería.
La agricultura, el cultivo de las plantas, fue la tarea de las mujeres, quienes comenzaron a
cultivar las semillas que recogían. Esto significó el asentamiento del hombre. Los primeros
cultivos fueron los siguientes: trigo, cebada, avena, col, higos, habas, lentejas, mijo y vid,
también se consumían frutos del manzano, peral el ciruelo y el cerezo.
Al final de los períodos glaciales, empezaron a crecer en las Colinas del Oriente próximo, los
antecesores de los cereales.

Utensilios. En este período aparecieron los primeros recipientes de barro para cocinar
alimentos. Los huesos de los animales, de los que se consumían la carne, eran utilizados
para hacer herramientas y sus pieles fueron utilizadas como abrigos.
Se inventó el arado y en este momento la mujer perdió el control de la agricultura,
atribuyendo la labor a la fuerza del hombre.
En el Siglo V A.C, en México se inventó el Molino de trigo.
Desarrollo Técnico. El método de cocción que utilizaban era el asado.
Con el descubrimiento del fuego el hombre comenzó a cocer los alimentos con lo cual se
digerían mayor, este método al mismo tiempo evitaba la transmisión de enfermedades y
podían apreciar mayor su sabor.
El fuego hizo que el hombre estuviera despierto más horas y por consecuencia de esto,
inició el proceso de sociabilización, dando como resultado un aumento demográfico.

Con el paso del tiempo, la agricultura reemplazó a la recolección de forma gradual. A partir
del año 3,500 A.C. se dio un cambio en el aprovechamiento delos animales: no se
explotaban ya sólo para obtener su carne y sus pieles, sino que también para la obtención
de productos secundarios como la leche, queso y lanas.
En la época prehistórica, el hombre ya utilizaba el frío como método de conservación de las
carnes, a través de bloques de hielo.
Arqueoturismo: la alimentación y la cocina en el Paleolítico
Una introducción a la relación entre arqueología, turismo y gastronomía

En el contexto de las relaciones entre arqueología y turismo, el arqueoturismo o turismo


arqueológico se define como el tipo de turismo que incluye visitas a espacios con un valor
arqueológico y que hace referencia no solo al recurso físico sino también a su valor
inmaterial y a los significados culturales e históricos asociados a éste (Pacifico y Vogel, 2012;
Ross et al, 2017). De esta forma, Moreno y Sariego (2017) destacan que la práctica del
turismo arqueológico engloba a un turista que aprecia y quiere entender estos significados
que giran alrededor del patrimonio arqueológico. Estos autores destacan que “la
arqueología es una ciencia que tiene como objetivo el conocimiento de la historia y la
prehistoria para ponerla al servicio de la sociedad” (Moreno y Sariego, 2017, Relaciones
entre Turismo y Arqueología: el Turismo Arqueológico, una tipología turística propia, p.163).
De este modo, la relación entre la arqueología y el turismo es muy significativa, ya que
permite generar sinergias culturales y económicas que “auspicien la preservación,
investigación, conservación y difusión del patrimonio arqueológico”

Las prácticas vinculadas al turismo arqueológico tienen lugar principalmente en entornos


rurales y naturales (Pacifico y Vogel, 2012), lo cual representa una oportunidad de conexión
entre la ruralidad local y una industria turística que se ha convertido en una de las
principales fuentes de ingresos de estos entornos (Fusté-Forné, 2017; San Nicolás, 2017).
De este modo, la conversión del patrimonio arqueológico desde un recurso cultural a un
producto turístico, a través de rutas, es una forma de dar visibilidad a este patrimonio y a
la vez de estimular la demanda hacia zonas donde el turismo sigue siendo una actividad con
un componente estacional. Este es un elemento muy significativo que se relaciona
directamente con la diversificación del arqueoturismo, donde ya aparecen acuñadas
terminologías específicas como la arqueogastronomía (Tresserras, 2017), que resulta de la
combinación del turismo arqueológico con productos gastronómicos. Por lo tanto, uno de
los recursos del arqueoturismo es el que hace referencia a la cocina y las herencias culinarias,
es decir, al descubrimiento como parte del turismo arqueológico de cómo se caracterizaba
la dieta en el Paleolítico. Así, la puesta en valor de la alimentación paleolítica puede ofrecer
una oportunidad para el desarrollo conjunto del turismo arqueológico y gastronómico.

¿Qué es la Paleo-gastronomia?
Hace referencia a una dieta paleolítica lo cual significa que es un plan de alimentación
basado en alimentos que los humanos podrían haber consumido durante la era paleolítica.
La era paleolítica data de hace unos 2,5 millones a 10 000 años.
La dieta paleolítica se basaba en la utilización de los alimentos disponibles en el entorno.
Los productos que predominaban eran tanto de origen animal como vegetal, y respondían
a los procesos de caza, pesca y recolección. Esta reseña estudia la potencialidad turística
que se deriva de los ingredientes presentes en la alimentación del Paleolítico medio y
superior a partir de la revisión de un recetario contemporáneo que recupera las
posibilidades alimentarias y culturales de la cocina paleolítica. En la actualidad hay un
interés creciente en la prehistoria y, en particular, en el contexto de las prácticas de turismo
cultural. Las conclusiones apuntan estas oportunidades en el marco de la relación entre la
arqueología y el turismo.
Una dieta paleolítica moderna incluye frutas, verduras, carnes sin grasas, pescado, huevos,
frutos secos y semillas. Estos son alimentos que en el pasado las personas podían encontrar
mediante la caza y la recolección. No incluye alimentos que se hicieron más comunes
cuando comenzó la agricultura a pequeña escala hace 10 000 años. Estos alimentos incluyen
granos, legumbres y productos lácteos.
La cocina y la gastronomía inspiradas en los ingredientes prehistóricos tienen un gran
interés en la actualidad, especialmente en la aplicación y usos de los alimentos que se
consumían en el Período Paleolítico y durante las etapas más recientes del mismo, es decir,
el Paleolítico medio y el superior. El objetivo de este artículo es presentar las posibilidades
turísticas de la cocina paleolítica a partir de la revisión de sus productos característicos. Para
ello, el método de estudio se ha basado en la recopilación y clasificación de los ingredientes
utilizados en el trabajo de Carbonell y Bellmunt (2016), titulado Pàleo Receptes. La dieta
dels nostres orígens per a una vida saludable. Se trata de un recetario que presenta una
serie de más de cincuenta recetas elaboradas con alimentos tradicionales del Paleolítico. La
alimentación, la cocina y la gastronomía convergen como conceptos que permiten
comprender las identidades culturales, lo cual enlaza con las prácticas turísticas de
descubrimiento de aquellas culturas que son diferentes a la propia, actuales o no, a través
de su gastronomía. La principal aportación de esta reseña, a partir de una aproximación a
los alimentos paleolíticos, es ofrecer una visión concreta de su vinculación con la actividad
turística.
Otros nombres para la dieta paleolítica son: alimentación paleolítica, dieta de la Edad de
Piedra, dieta de los cazadores y recolectores y dieta de los cavernícolas.
Objetivo: El objetivo de una dieta paleolítica es comer comidas que probablemente comían
los primeros seres humanos. La dieta se basa en la idea de que nuestros genes no están
bien adaptados para las dietas modernas que surgieron de la agricultura.
Motivos por los que podrías seguir una dieta paleolítica: Podrías elegir seguir una dieta
paleolítica porque deseas lo siguiente:
- Perder peso o mantener un peso saludable
- Reducir los factores de riesgo de enfermedades cardíacas o cardiovasculares
Detalles de una dieta paleo: Las recomendaciones varían entre las dietas paleolíticas que
se promocionan en libros o en Internet. Por lo general, las dietas paleolíticas siguen estas
reglas.
Qué comer
- Frutas
- Verduras

- Frutos secos y semillas


- Huevos
- Carnes magras, especialmente de animales alimentados con pasto o carne de caza
- Pescados, especialmente aquellos ricos en ácidos grasos omega-3, como el salmón,
la caballa y el atún blanco
- Aceites de frutas y de frutos secos, como el aceite de oliva o el de nuez
Qué evitar
- Granos, como el trigo, la avena y la cebada

- Legumbres, como los frijoles (alubias, porotos), las lentejas y los cacahuates
(maníes)
- Productos lácteos, como la leche y el queso
- Azúcar agregada y refinada

- Sal agregada
- Verduras con almidón, como el maíz (elote, callo), la jícama, las arvejas (guisantes,
chícharos) y las papas blancas
- Alimentos muy procesados, como papas fritas o galletas dulces

Los ingredientes y los grupos de alimentos en la paleo-gastronomía


Los resultados del análisis del libro de recetas de Carbonell y Bellmunt (2016), que incluye
más de 50 recetas, muestran que la dieta paleolítica estaba basada principalmente en la
carne (un 25%), en frutas (poco más de un 15%) y en verduras y hortalizas (alrededor de un
10%), las cuales sumadas representan la mitad del total de alimentos. Entre las otras
categorías de alimentos destacan las plantas, las aves, los frutos secos y las setas, así como
el uso de hierbas aromáticas y otros condimentos que se detallan a continuación. Tal y como
se ha explicado en el apartado metodológico, el análisis ha implicado la recopilación de 224
alimentos, tanto principales como secundarios, contando las repeticiones, y un total de 98
alimentos diferentes sin contar estas repeticiones. El gráfico a continuación (Figura 1)
muestra la distribución de los tipos de alimentos según su presencia en las recetas
analizadas.
Si se analiza cada una de las categorías de alimentos, en relación al grupo de las carnes, aquí
se encuentra una gran variedad de procedencias animales, entre ellos, cabe mencionar el
antílope, el visón, el buey, la cabra, el caballo, el ciervo, el conejo, el cerdo, el jabalí o el
reno. En particular, los más destacados son la cabra, el caballo y el jabalí.
En el grupo de las frutas silvestres, las más usadas son las fresas y las frambuesas, aunque
también hay otras que se encuentran presentes en la dieta como las cerezas, los higos, las
granadas, las moras, y los arándanos, así como las peras, las manzanas y las uvas. En relación
a las verduras y hortalizas, el ajo, el apio y las zanahorias son las más utilizadas. Otros
ejemplos son las acelgas, la cebolla, los espárragos, las espinacas, y el tirabeque. Además,
en cuanto a la categoría de las plantas, aquí se encuentran ejemplos como las flores
silvestres y las algas.
La categoría de aves incluye principalmente la codorniz y la perdiz, pero también el faisán,
la gallina o la pintada común. Entre las hierbas aromáticas destacan el romero, el laurel, la
hierbabuena y el tomillo, que en la actualidad también son utilizadas de forma habitual, por
ejemplo, en cocinas regionales de los Pirineos. En cuanto al uso de condimentos, se
mencionan ejemplos como la grasa animal, la sal ahumada o la sal de remolacha.
Entre los pescados que formaban la dieta paleolítica se encuentran el atún, la trucha y el
salmón. A su vez, el componente marino de la dieta estaba formado por las almejas, los
caracoles, los mejillones y los cangrejos. Finalmente, otro grupo de alimentos que
caracteriza la dieta en el Paleolítico son las variedades de setas y de frutos secos. En este
último caso, destacan las avellanas, las castañas, las nueces y los frutos del pino piñonero.
Conclusiones
La evolución de la gastronomía en los periodos Paleolítico y Neolítico refleja no solo un
cambio en la manera en que los humanos obtenían sus alimentos, sino también una
transformación radical en sus sociedades, sus relaciones con el entorno y su forma de vida.
Mientras que en el Paleolítico la supervivencia dependía de la movilidad y el
aprovechamiento de los recursos naturales a medida que estaban disponibles, en el
Neolítico el control de la producción de alimentos permitió el desarrollo de comunidades
más complejas y la creación de una cultura culinaria más diversa y rica.
La transición de cazadores-recolectores a agricultores y ganaderos no solo cambió lo que
comían, sino también cómo lo preparaban, cómo lo almacenaban y cómo compartían la
comida en un contexto social y comunitario. Estos avances fueron el primer paso hacia la
sofisticada gastronomía que conocemos hoy en día.
Tanto mediante la literatura previa como a partir del análisis presentado en este artículo,
se demuestra que en la dieta paleolítica tienen un papel muy destacado tanto los productos
de origen animal como los de origen vegetal, a través de las actividades de caza y pesca, y
recolección. Aunque muchos de los ingredientes mencionados en este artículo siguen
siendo habituales en las cocinas actuales, debe tenerse en cuenta las diferencias entre las
necesidades alimentarias y nutritivas actuales en relación a las que afectaban al período
paleolítico más reciente. Si bien entre las limitaciones del presente trabajo se encuentra el
hecho de ser descriptivo y analizar un único recetario, este sirve para desarrollar el objetivo
del artículo de aproximarse a los ingredientes del Paleolítico, caracterizar la variedad de
alimentos presentes en la dieta Paleolítica a partir de la obra de Carbonell y Bellmunt (2016),
y ver qué relaciones se pueden establecer con el desarrollo del turismo, especialmente el
arqueológico y el gastronómico, en entornos rurales.

De este modo, en el marco de las relaciones entre arqueología, gastronomía y turismo


aparece el concepto de arqueogastronomía. La descubierta de la cocina y la gastronomía
de un lugar o período concreto significa la adquisición, física y simbólica, de una identidad
cultural y un entorno paisajístico. Si se recupera la definición sobre turismo arqueológico,
este es entendido como aquel tipo de turismo que se refiere a las visitas a espacios con
valor arqueológico pero también al sentido inmaterial de dichos espacios y a sus significados
tanto culturales como históricos. En este contexto, la alimentación del Paleolítico es uno de
los recursos dentro del turismo arqueológico. Una vez vista la clasificación de los tipos de
alimentos presentes en la dieta paleolítica, su conexión con las prácticas turísticas se da a
través de distintas plataformas. Este es el caso de los servicios de restauración, tanto los
propios restaurantes, como bares u otros canales tales como las furgonetas gastronómicas,
que pueden incluir platos con los productos vinculados a la paleo-gastronomía. La variedad
y actualidad de los ingredientes permite una amplitud de usos en la cocina. Estos también
pueden integrarse en rutas turísticas que transcurran por espacios naturales y rurales con
un patrimonio arqueológico físico, lo cual le añade el contexto sociocultural antes
mencionado. La organización de eventos sería otro ejemplo que puede generar sinergias
similares. En la relación entre cultura y turismo, los museos son otra herramienta que
muestra esta potencialidad turística.
El arte, también en los fogones, es un recurso importante en el momento de integrar
conceptos como paleo dieta, arqueología y turismo. En entornos naturales donde el
patrimonio arqueológico físico está presente, la planificación turística no debe olvidar la
incorporación del componente gastronómico, consecuencia también del interés que la
demanda tiene por el turismo gastronómico. Futuros estudios sobre la temática pueden
ampliar el análisis a otras publicaciones en forma de recetarios, y no solo en un ámbito
geográfico, sino en relación a obras editadas en varias zonas donde los habitantes del
Paleolítico pudieran haber desarrollado sus hábitos alimentarios y culinarios de formas
similares o diferentes. En relación a las oportunidades de investigaciones futuras que se
deriven de este artículo, aparecen por ejemplo aquellas vinculadas con el estudio de la
adaptación de la alimentación prehistórica a la actualidad, la recuperación de técnicas
culinarias, y el análisis empírico del atractivo turístico (arqueológico, gastronómico y rural)
que representa el Paleolítico. Esto se puede mostrar a través de los propios ingredientes,
de los platos, o a través de eventos y tiendas especializadas, tal y como se apuntaba en el
párrafo anterior. La relación entre el descubrimiento de la gastronomía paleolítica como
parte del patrimonio arqueológico y la actividad turística es relevante principalmente en
entornos rurales que cuentan, por ejemplo, con abundantes recursos arqueológicos
relacionados con el arte rupestre. En este sentido, otra posibilidad de investigación
representa el análisis de hasta qué punto hay una correspondencia entre los alimentos
consumidos y aquellos que se encuentran representados en las cuevas que cuentan con
arte prehistórico, en diferentes contextos, tal y como ya hizo Altuna (1994) para el caso de
las cuevas de arte rupestre del norte de España y, en particular, de la cornisa cantábrica.

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