Predica Entrar en El Reino de Dios

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ENTRAR EN EL REINO DE DIOS

¿Dónde está el reino de los cielos prometido por


Dios?

“Venga tu reino; hágase tu voluntad, así en la tierra, como en el


cielo” (Mateo 6:10).

“El séptimo ángel sonó la trompeta; y se sintieron voces grandes en el


cielo que decían: El reino de este mundo ha venido a ser reino de
nuestro Señor y de su Cristo, y, destruido ya el pecado, reinará por los
siglos de los siglos” (Apocalipsis 11:14).

“Ahora, pues, yo, Juan, vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén,


descender del cielo por la mano de Dios, compuesta, como una novia
engalanada para su esposo. Y oí una voz grande que venía del trono, y
decía: Ved aquí el Tabernáculo de Dios entre los hombres, y el Señor
morará con ellos. Y ellos serán su pueblo, y el mismo Dios habitando
en medio de ellos será su Dios” (Apocalipsis 21:2-3).

TEXTO UNO MATEO 18. 1 - 20

18 En aquel tiempo los discípulos vinieron a Jesús, diciendo: ¿Quién es el mayor en el


reino de los cielos? 2 Y llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos, 3 y dijo:
De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino
de los cielos. 4 Así que, cualquiera que se humille como este niño, ese es el mayor
en el reino de los cielos. 5 Y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como este,
a mí me recibe.
Ocasiones de caer
6 Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor
le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese
en lo profundo del mar.

7 ¡Ay del mundo por los tropiezos!, porque es necesario que vengan tropiezos, pero
¡ay de aquel hombre por quien viene el tropiezo! 8 Por tanto, si tu mano o tu pie te es
ocasión de caer, córtalo y échalo de ti; mejor te es entrar en la vida cojo o manco, que
teniendo dos manos o dos pies ser echado en el fuego eterno. 9 Y si tu ojo te es
ocasión de caer, sácalo y échalo de ti; mejor te es entrar con un solo ojo en la vida,
que teniendo dos ojos ser echado en el infierno de fuego.
Parábola de la oveja perdida
10 Mirad que no menospreciéis a uno de estos pequeños; porque os digo que sus
ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos. 11
Porque el Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido. 12 ¿Qué os
parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y se descarría una de ellas, ¿no deja las
noventa y nueve y va por los montes a buscar la que se había descarriado? 13 Y si
acontece que la encuentra, de cierto os digo que se regocija más por aquella, que por
las noventa y nueve que no se descarriaron. 14 Así, no es la voluntad de vuestro
Padre que está en los cielos, que se pierda uno de estos pequeños.
Cómo se debe perdonar al hermano
15 Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te
oyere, has ganado a tu hermano. 16 Mas si no te oyere, toma aún contigo a uno o
dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra. 17 Si no los oyere a
ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano. 18 De
cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que
desatéis en la tierra, será desatado en el cielo. 19 Otra vez os digo, que si dos de
vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren,
les será hecho por mi Padre que está en los cielos. 20 Porque donde están dos o tres
congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos. 21 Entonces se le acercó
Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí?
¿Hasta siete? 22 Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces
siete.

TEXTO DOS: SAN JUAN 3. 16- 36


16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para
que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. 17 Porque no
envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea
salvo por él. 18 El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha
sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. 19 Y
esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las
tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. 20 Porque todo aquel que hace lo
malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. 21
Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras
son hechas en Dios.
El amigo del esposo
22 Después de esto, vino Jesús con sus discípulos a la tierra de Judea, y estuvo allí
con ellos, y bautizaba. 23 Juan bautizaba también en Enón, junto a Salim, porque
había allí muchas aguas; y venían, y eran bautizados. 24 Porque Juan no había sido
aún encarcelado.
25 Entonces hubo discusión entre los discípulos de Juan y los judíos acerca de la
purificación. 26 Y vinieron a Juan y le dijeron: Rabí, mira que el que estaba contigo al
otro lado del Jordán, de quien tú diste testimonio, bautiza, y todos vienen a él. 27
Respondió Juan y dijo: No puede el hombre recibir nada, si no le fuere dado del cielo.
28 Vosotros mismos me sois testigos de que dije: Yo no soy el Cristo, sino que soy
enviado delante de él. 29 El que tiene la esposa, es el esposo; mas el amigo del
esposo, que está a su lado y le oye, se goza grandemente de la voz del esposo; así
pues, este mi gozo está cumplido. 30 Es necesario que él crezca, pero que yo
mengüe.
El que viene de arriba
31 El que de arriba viene, es sobre todos; el que es de la tierra, es terrenal, y cosas
terrenales habla; el que viene del cielo, es sobre todos. 32 Y lo que vio y oyó, esto
testifica; y nadie recibe su testimonio. 33 El que recibe su testimonio, este atestigua
que Dios es veraz. 34 Porque el que Dios envió, las palabras de Dios habla; pues Dios
no da el Espíritu por medida. 35 El Padre ama al Hijo, y todas las cosas ha entregado
en su mano. 36 El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el
Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.

¿A QUIÉN PROMETIÓ DIOS QUE PODRÍA ENTRAR AL REINO DE LOS CIELOS?

“No todo aquel que me dice: ¡Oh, Señor, Señor! entrará por eso en el reino de los
cielos; sino el que hace la voluntad de mi Padre celestial, ése es el que entrará en el
reino de los cie-los” (Mateo 7:21).

“Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los


cielos” (Mateo 5:3).

“Bienaventurados los que padecen persecución por la justicia, porque de ellos es el


reino de los cielos” (Mateo 5:10).

“En verdad os digo que si no os convertís y hacéis sencillos como a los niños, no
entraréis en el reino de los cielos” (Mateo 18:3).

“Estos son los que no se mancillaron con mujeres, porque son vírgenes. Estos siguen
al Cordero doquiera que vaya. Estos fueron rescatados de entre los hombres como
primicias escogidas para Dios y para el Cordero” (Apocalipsis 14:4).

“Bienaventurados los que lavan sus vestiduras en la sangre del Cordero, para tener
derecho al árbol de la vida y a entrar por las puertas de la ciudad santa” (Apocalipsis
22:14).

¿Cómo obtener la promesa de Dios y entrar al reino de los cielos?


“17 Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino
de los cielos se ha acercado.” (Mateo 4:17).

“Quien tiene oído, escuche lo que el Espíritu dice a las iglesias” (Apocalipsis 2:28).

“Mas llegada la medianoche, se oyó una voz que gritaba: Mirad que viene el esposo,
salidle al encuentro” (Mateo 25:6).

“He aquí que estoy a la puerta de tu corazón, y llamo; si alguno escuchare mi voz y me
abriere la puerta, entraré a él, y con él cenaré, y él conmigo” (Apocalipsis 3:19).

“Pedid, y se os dará; ¡buscad, y hallaréis!: llamad, y os abrirán. Porque todo aquel que
pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá” (Mateo 7:7-8).

“Que si alguno oye mis palabras, y no las observa, yo no le doy la sentencia, pues no
he venido ahora a juzgar al mundo, sino a salvarlo. Quien me menosprecia, y no
recibe mis palabras, ya tiene juez que le juzgue; la palabra que yo he predicado, ésa
será la que le juzgue el último día” (Juan 12:47-48).

Yavé dice: “Y sucederá que en toda la tierra, dice el Señor, dos partes de sus
moradores serán dispersadas y perecerán, y la tercera parte quedará en ella. Y a esta
tercera parte la haré pasar por el fuego, y la purificaré como se purifica la plata, y la
acrisolaré como es acrisolado el oro. Ellos invocarán mi Nombre, y yo los escucharé
propicio. Yo diré: Pueblo mío eres tú; y él dirá: Tú eres mi Dios y Señor” (Zacarías 13:8-9).

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