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La Monarquía en la Historia de España

La Monarquía, en sus diferentes concepciones y modalidades, ha venido siendo de modo


predominante la forma de Gobierno, o de máxima organización del poder político, que se
ha conocido en España y en sus territorios adyacentes e insulares a lo largo de la Historia.
En este sentido, la historia político-institucional de España, como la de otros países
europeos, es en parte la historia de su Monarquía y sus Reyes.

"Regnorum Hispaniae nova descriptio". 1631. Willem Blaeu.

Ya reinos míticos de la antigüedad, como Tartesos en el sur peninsular, o los pueblos


tradicionalmente asentados en toda Iberia desde la Edad de los Metales —íberos, celtas y
otros— adoptaron de manera mayoritaria formas de gobierno y de poder de definición y
estructura monárquicas.

La civilización romana en la Península a partir de finales del siglo III a. de C. consolidó esa
tendencia al incorporar la Península —desde entonces conocida como Hispania— al marco
del Imperio Romano. Éste se afirmó como una construcción política netamente monárquica
desde la plena incorporación de Hispania en tiempos del primer Emperador, Augusto.
Hispania dio a Roma algunos de sus principales emperadores, como Trajano —que
extendió sus fronteras desde las islas Británicas a Mesopotamia, incluyendo la actual
Rumanía; Adriano y Marco Aurelio —conocidos por la impronta cultural, filosófica y
artística que legaron; o Teodosio el Grande, que dividió definitivamente el Imperio en dos
partes, posibilitando de este modo la existencia y continuidad de un gran Estado de cuño
grecolatino en el orbe oriental —el Imperio Romano de Oriente, comúnmente llamado
Imperio bizantino— hasta los albores de la Edad Moderna a mediados del siglo XV.
El colapso y la desintegración del Imperio Romano Occidental, en gran parte propiciados
por la incursión de pueblos de origen germánico organizados también al modo monárquico,
trajeron consigo la articulación de reinos independientes en las antiguas provincias
romanas. En Hispania, se instaló a partir del siglo V d. de C. el pueblo visigodo que,
oriundo del norte de Europa, venía transitando por territorio romano desde hacía varios
siglos. Ya el Rey Ataúlfo, primer monarca visigodo que reina en Hispania todavía bajo
soberanía formal romana, adoptó disposiciones regias en lo que se considera una muestra
de ejercicio de poder real autónomo en España hace mil seiscientos años. Posteriormente,
con el Rey Leovigildo y sus sucesores, se alcanzó en los siglos VI y VII una forma de
unidad política, territorial, jurídica y religiosa del territorio hispánico tras ser reducidos
algunos poderes rivales como el Reino suevo instalado en el noroccidente peninsular y tras
unificar códigos legales para su aplicación indistinta a los pobladores de origen romano y
godo y al lograrse la unidad religiosa en torno al catolicismo tras el definitivo apartamiento
del arrianismo.
La Monarquía hispanogoda, que se reconoció política y legalmente heredera y sucesora de
Roma en la Península, constituye la primera realización efectiva de un Reino o Estado
independiente de ámbito y territorialidad plenamente hispánicos. Su Corona o jefatura
máxima tuvo carácter electivo al ser seleccionados sus monarcas dentro de una determinada
estirpe.
El derrumbamiento del Reino hispanogodo como consecuencia de sus conflictos intestinos
y de la conquista musulmana dio comienzo al largo proceso convencional e históricamente
denominado Reconquista. En varios núcleos cristianos del norte peninsular —
particularmente en Asturias— se constituyeron reinos y espacios articulados
monárquicamente que, de manera paulatina e ininterrumpida, procedieron a recuperar el
territorio peninsular teniendo como referente el extinguido Reino hispanogodo y como
objetivo su plena restauración.
Asturias, Galicia, León y Castilla, así como Navarra, Aragón y los condados catalanes
consolidaron sus solares originarios y ampliaron sus territorios favoreciendo también la
creación de nuevos reinos en los espacios adyacentes. Así se articularon en la Península e
Islas otros reinos como Portugal, Valencia y Mallorca. Por aquellos siglos, el sector
peninsular correspondiente a al-Andalus, se organizó, como el cristiano, al modo
monárquico constituyéndose, según los distintos periodos, el Emirato y el Califato de
Córdoba y, después, los reinos de Taifas.
Cabe destacar que tanto en la Hispania cristiana heredera de la tradición hispanorromana e
hispanogoda como en al-Andalus se organizaron institucionalmente las más altas
percepciones de las cosmovisiones monárquicas que imperaban en el mundo de entonces.
Así, si en la Europa occidental el máximo rango político-formal correspondía al Emperador
del Sacro Imperio Romano Germánico, en la España cristiana fueron varios los Reyes —
particularmente Alfonso VI y Alfonso VII de León y de Castilla— que asumieron la
dignidad de Emperador de España o de las Españas. En tierras hispanomusulmanas,
monarcas de Córdoba adoptaron los títulos de Emir y Califa al igual que sus contrapartes
del universo islámico afroasiático con centros en Damasco o Bagdad.
La culminación de la Reconquista a fines del siglo XV tuvo como resultado la extinción del
espacio hispanomusulmán y la convergencia política y territorial de las principales Coronas
españolas, las de Castilla y Aragón, con unos mismos monarcas, los Reyes Católicos Isabel
y Fernando. A esa unión monárquica se incorporaron poco después el Reino de Navarra y,
a finales del siguiente siglo, con Felipe II, el Reino de Portugal, lográndose así la completa
unión peninsular hispánica, o ibérica, en el marco de una Monarquía común.
Coetáneamente, y también con posterioridad, durante los siglos XVII y XVIII, la
Monarquía de España adquirió una dimensión planetaria con la consiguiente incorporación
de territorios y reinos en diferentes continentes. Los pueblos y territorios de América se
organizaron como los de las tierras andaluzas después de las conquistas de tiempos de
Fernando III el Santo. Lo mismo que en Andalucía se formaron reinos —los de Jaén,
Córdoba, Sevilla, y posteriormente Granada— en Indias también se constituyeron reinos
con virreyes como delegados del monarca, en Nueva España, El Perú y posteriormente, en
Nueva Granada y en el Plata, por lo que el Rey se consideraba sucesor de los emperadores
autóctonos, como se quiso expresar mediante las esculturas de Moctezuma, último
emperador azteca, y de Atahualpa, último emperador incaico, situadas en una de las
fachadas del Palacio Real de Madrid.
El título o tratamiento tradicional de Católicos concedido a los Reyes de España por el papa
Alejandro VI en 1496, a Fernando, Isabel y sus sucesores, hizo referencia en su momento a
la concreta adscripción religiosa del monarca y a su defensa de la fe católica, aunque
también denotaba, según ciertas interpretaciones, una proyección de carácter ecuménico y
universalista en un momento en el que, por primera vez en la historia del mundo, un poder
político —en este caso la Monarquía Hispánica— alcanzaba una dimensión global con
soberanía y presencia efectiva en todos los continentes —América, Europa, Asia, África y
Oceanía— y en los principales mares y océanos —Atlántico, Pacífico, Índico y
Mediterráneo.
Consecuencia del proceso histórico acumulativo e incorporador de la Monarquía española
fueron las específicas titulaciones utilizadas por los Reyes de España. Junto al título corto
—Rey de España, o de las Españas— que hace referencia sintética al solar originario de la
Monarquía, se utilizó oficialmente en cada reinado y hasta el siglo XIX el título grande o
largo con explícita mención de los territorios y títulos con los que reinaba el monarca
español, con los que habían reinado sus antepasados o sobre los que se consideraba tenía
legítimo derecho. Sirva como muestra la extensa titulación de Carlos IV, todavía en 1805,
plasmada en la Real Cédula que precedía al texto legal de la Novísima Recopilación de las
Leyes de España con ocasión de su promulgación: “Don Carlos por la gracia de Dios, Rey
de Castilla, de León, de Aragón, de las Dos Sicilias, de Jerusalem, de Navarra, de
Granada, de Toledo, de Valencia, de Galicia, de Mallorca, de Menorca, de Sevilla, de
Cerdeña, de Córdoba, de Córcega, de Murcia, de Jaén, de los Algarbes, de Algeciras, de
Gibraltar, de las Islas de Canaria, de las Indias Orientales y Occidentales, islas y Tierra
firme del mar Océano; Archiduque de Austria; Duque de Borgoña, de Brabante y de
Milán; Conde de Apsburg, de Flandes, Tirol y Barcelona; Señor de Vizcaya y de Molina”.
Cabe subrayar que la vigente Constitución Española, en su artículo 56.2, señala que el título
del Jefe del Estado “es el de Rey de España y podrá utilizar los demás que correspondan a
la Corona”.
Como vértice superior del Estado monárquico, a la Corona le correspondió en tiempos
medievales y en el Antiguo Régimen las máximas y más amplias funciones gubernativas y,
por ello también, una especial responsabilidad tanto en los aciertos como en los errores.
Sancho III el Mayor, Rey de Navarra, ya en el siglo XI reunió bajo su trono una parte
sustancial de la España cristiana. Sin embargo, al igual que otros Reyes medievales
hispanos y por causa de una tradicional visión patrimonialista de la Monarquía, dispuso que
se dividieran sus dominios tras su fallecimiento. El Rey de León Alfonso IX se adelantó a
su tiempo convocando en 1188 las primeras Cortes de la historia europea con participación
ciudadana, noble y eclesiástica. Fernando III el Santo unificó definitivamente los Reinos de
Castilla y de León dando un impulso irreversible a la Reconquista. Alfonso X el Sabio
favoreció la cultura y las artes, además de establecer los fundamentos legislativos y
hacendísticos de una nueva forma de Estado monárquico. Jaime I de Aragón y sus
sucesores afirmaron la unión política de los territorios de la Corona aragonesa y su
expansión ultramarina mediterránea.
Ya en la Edad Moderna, los Reyes Católicos, además de completar la Reconquista y
posibilitar el descubrimiento del Nuevo Mundo, impulsaron el Derecho de Gentes —
embrión y base del futuro Derecho Internacional— así como una legislación indiana, nueva
en su tiempo por la protección de derechos que propugnaba y la alternativa expulsión-
conversión al cristianismo de la población judía en España. Carlos I, que con los recursos
políticos, económicos y militares de España sumó a sus dominios el Sacro Imperio Romano
Germánico y, sobre todo, los grandes Imperios y territorios americanos de México y Perú,
se convirtió por ello en uno de los monarcas más famosos de la Historia Universal, más
conocido como Carlos V el Emperador. No obstante, dio término a los movimientos que en
España luchaban por las libertades de las ciudades en torno a 1520. Felipe II, unificador de
la Península al incorporar Portugal a la Corona —y que previamente había sido Rey de
Inglaterra e Irlanda por vía matrimonial— representó el apogeo de la Monarquía Hispánica
en el mundo, la cual mantuvo una posición preeminente de hegemonía con Felipe III y
Felipe IV —el Rey Planeta—, hasta mediados del siglo XVII. Tras el periodo ilustrado del
siglo XVIII, impulsado por soberanos como Felipe V, Fernando VI, Carlos III y Carlos IV
siguieron tiempos de inestabilidad política, económica y social con motivo de las
consecuencias de la guerra contra los ejércitos de Napoleón Bonaparte entre 1808 y 1814.
El tránsito del Antiguo Régimen al Estado Liberal es también el tránsito de la soberanía
como competencia del Rey a la soberanía como atributo exclusivo de la Nación y así se
estableció en Cádiz con la Constitución de 1812. En ese proceso de traslación de la
titularidad de la soberanía hacia el pueblo, el monarca se afirmó como la máxima
representación institucional y personal de la Nación soberana. Esta traslación es
fundamental para comprender la identidad final del Rey en la actualidad como Jefe del
Estado y representante máximo de la Nación en la cual reside la soberanía.
A la muerte de Fernando VII y en tiempos de su viuda, la Reina Gobernadora María
Cristina de Borbón, se favoreció el cambio político para culminar en la Constitución de
1837, con lo que España pasó de estar regida por una monarquía absoluta a que la soberanía
residiera en la Nación. El siglo XIX español —que viviría un breve periodo republicano—
fue testigo de guerras internas entre isabelinos y carlistas. Al mismo tiempo, durante el
reinado de Isabel II, España experimentó cambios de gran trascendencia económica,
política y social, al establecer sistemas monetario, hacendístico e institucional propicios a
fomentar un proceso de industrialización fundado en los grandes cambios en los transportes
(especialmente con el ferrocarril) y en las comunicaciones, y con una legislación que
favoreció la creatividad y las iniciativas empresariales.
El periodo de la Restauración iniciado en 1875 con Alfonso XII acabó en 1931 con la
proclamación de la II República y el final del reinado de Alfonso XIII. Fueron años de gran
crecimiento económico fundado en la industrialización de España, favorecido por la
neutralidad durante la primera guerra mundial. En 1947, ocho años después del final de la
Guerra Civil Española y en pleno régimen dictatorial, se estableció por Ley que España era
un Estado constituido en Reino.
El acceso de Su Majestad el Rey Don Juan Carlos I a la Jefatura del Estado en 1975
favoreció e impulsó la Transición a un régimen democrático de libertades plenas y a un
Estado social y de Derecho consagrado en la Constitución de 1978. Los decenios
transcurridos desde entonces se consideran los de mayor progreso económico y social de
toda la Historia contemporánea de España.
***
Al linaje real español, que tiene sus raíces en las familias reales de los antiguos reinos
cristianos hispánicos de la Alta Edad Media, se adscribieron en cada periodo histórico
diferentes casas dinásticas, cada una de ellas con un apellido específico con el que se
designó a la familia real. Así, aunque se admite convencionalmente y desde criterios
clasificatorios e historiográficos que sobre la totalidad de España desde su unificación han
reinado las Casas de Trastámara, Austria y Borbón, en realidad existe una continuidad
dinástica y de linaje que liga genealógicamente al actual titular de la Corona de España, S.
M. el Rey Don Felipe VI, con la generalidad de los Reyes españoles de las Edades Moderna
y Contemporánea y con los más remotos monarcas de los reinos medievales peninsulares.

Reales Sitios
Patrimonio Nacional administra y gestiona los bienes que la Corona cedió al Estado,
conservando su derecho de uso y teniendo, entre otros, un triple objetivo: poner a
disposición de todos los ciudadanos uno de los conjuntos culturales más importantes de
Europa; conservar y restaurar sus bienes históricos muebles e inmuebles y preservar y
respetar el medio ambiente, flora y fauna de los bosques y jardines que administra.
Patrimonio Nacional se rige por la Ley 23/1982, de 16 de junio, que regula su doble
finalidad: por una parte, dichos bienes están destinados al uso y servicio de Su Majestad el
Rey y de los miembros de la Familia Real para la alta representación que la Constitución y
las leyes les atribuyen; por otra, Patrimonio Nacional debe cumplir las funciones culturales
determinadas por la naturaleza y la importancia histórica de dicho sistema de bienes,
declarados en su mayor parte de interés histórico-artístico, lo que requiere actuaciones de
mantenimiento, restauración, investigación, conservación, exhibición, docencia y difusión
cultural.
Patrimonio Nacional gestiona ocho Palacios Reales, cinco Residencias Reales de Campo y
diez Monasterios y Conventos fundados por la Corona, además 20.500 hectáreas de bosque
y 589 de jardines históricos, de las cuales 154 han sido reconocidas como Paisajes
Culturales Patrimonio de la Humanidad. Asimismo, administra los bienes muebles y las
Colecciones de Arte conservadas en dichos lugares, así como los bienes asignados para el
uso y servicio de la Corona y las donaciones hechas al Estado por Su Majestad el Rey.
Los Reales Sitios son utilizados para las ceremonias de Estado y actos oficiales más
relevantes del Reino de España. Los más destacados son los que se celebran en el Palacio
Real de Madrid.
Los Museos de Patrimonio Nacional en los Reales Sitios están abiertos al público. Los
visitan anualmente más de tres millones de personas, lo cual convierte a la institución en
uno de los principales Organismos culturales de España.

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PALACIO REAL DE MADRID
El actual Palacio está construido sobre las ruinas del antiguo Alcázar, destruido por un
incendio en 1734. Fue el rey Felipe V quién ordenó la construcción del Palacio Nuevo. De
estilo barroco y con estructura de bóvedas, el edificio albergaría la Corte, una de las más
importantes de Europa.
El Palacio Real de Madrid es de planta cuadrada con un patio principal en el centro, el Patio
del Príncipe. La fachada principal se abre al sur sobre la Plaza de Armas y al oeste a través
del Archivo General de Palacio y la Real Armería. Entre sus estancias, destaca el conjunto
artístico del Salón del Trono, salón Gasparini, Capilla y Comedor de Gala. A poniente se
extienden hacia el río los jardines de Palacio, conocidos como “Campo del Moro”.
En la actualidad el Palacio Real de Madrid es la sede oficial de su Majestad el Rey para el
ejercicio de las funciones de alta representación que la Constitución le otorga.
Está abierto a la visita pública, a la investigación en la Real Biblioteca o en el Archivo
General de Palacio. Su interior alberga buen número de obras de arte de las colecciones
reales, talleres de restauración y almacenes de tapices.

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REAL MONASTERIO DE SAN


LORENZO DE EL ESCORIAL

La fundación de este colosal edificio, considerado


Patrimonio de la Humanidad, se debe a Felipe II, quien encargó, en 1562, el proyecto a
Juan Bautista de Toledo y Juan de Herrera. El Monasterio es el monumento más
representativo de las aspiraciones ideológicas y culturales del “Siglo de Oro Español” y se
basa en una original síntesis de las formas artísticas italianas y flamencas. El conjunto del
Monasterio incluye Palacio, Convento, Colegio, Biblioteca, Basílica, Panteón de Reyes y
los Jardines del Rey, de la Reina y de los Frailes.
Los frescos de las bóvedas del Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial fueron
pintados por los artistas italianos Zuccaro, Tibaldi y Cambiasso. Estas magníficas pinturas
forman parte de la decoración de la Biblioteca, Sacristía, Salas Capitulares, Claustro Bajo,
Escalera Principal o Galería de Batallas. El conjunto artístico se completa con esculturas de
Monegro, cuadros de El Bosco, Navarrete o El Greco y tapices de la serie “Paños de Oro”
de la Reina Isabel La Católica. Especial relevancia tienen el Patio de los Evangelistas, el
Museo de Pintura o los Palacios de Austrias y Borbones.

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REAL SITIO DE EL PARDO
El Monte de El Pardo, que se extienden al norte de Madrid con casi 16.000 hectáreas de
bosque, es una reserva ecológica que atrajo el interés de los monarcas castellanos desde la
Edad Media. La construcción de un pabellón de caza sentó las bases de los posteriores
conjuntos palatinos, entre los que se destaca el Palacio Real de El Pardo. Se levantó por
orden de Enrique IV, aunque se reformaría en época del Emperador Carlos V y se ampliaría
con el Rey Carlos III. En Palacio destacan los tapices de Goya y Bayeu, así como los
frescos de Gaspar Becerra.
En el Real Sitio de El Pardo se encuentran la Casita del Príncipe (siglo XVIII), construida
para Carlos IV por el arquitecto Juan de Villanueva; y La Quinta del Duque de Arco.
Actualmente, en el Monte de El Pardo están ubicados el Palacio de La Zarzuela, residencia
de Sus Majestades los Reyes de España y el Pabellón de SS.AA.RR. los Príncipes de
Asturias.

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REAL SITIO DE ARANJUEZ

Los mismos arquitectos de El Escorial – Juan Bautista


de Toledo y Juan de Herrera – serían los encargados de levantar este Palacio por orden de
Felipe II. Situado entre los ríos Tajo y Jarama, quedaría finalmente terminado con Fernando
VI, con la incorporación de dos alas en tiempos de Carlos III. La decoración del Palacio
recoge sobre todo aportaciones del siglo XVIII, entre las que destacan el Gabinete de
Porcelana y el Salón de Espejos, así como un amplio número de cuadros, tapices,
mobiliario y lámparas.
Durante el siglo XVIII se realizaron ampliaciones en el Real Sitio de Aranjuez, en concreto
en los magníficos Jardines del Príncipe: la Casa del Labrador, que constituye un auténtico
museo de las artes decorativas y suntuarias y el Museo de Falúas Reales que alberga una de
las colecciones más espectaculares de embarcaciones de recreo de los Reyes –

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REAL CONVENTO DE SAN PASCUAL


El Real Convento de San Pascual, en Aranjuez, fue construido por el arquitecto Sabatini
entre 1765 y 1770, por orden de Carlos III, que lo convirtió en convento franciscano.
Durante el reinado de Isabel II pasaría a las monjas concepcionistas circunstancia que se
mantiene como en otros Patronatos de fundación Real hasta hoy en día.
La arquitectura del convento y la Iglesia abierta al público se debe al romano Fonton y
entre sus obras, destaca el cuadro del altar mayor de Antonio Rafael Mengs.

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REAL SITIO DE LA GRANJA DE SAN


ILDEFONSO
Situado en la sierra de Guadarrama, su nombre proviene de una antigua granja que los
monjes jerónimos de El Parral poseían en Segovia. Felipe V se retiró a este lugar en 1724 y
engrandeció los jardines y el palacio que fue usado como residencia de verano de todos sus
sucesores hasta Alfonso XIII.
En su interior destacan las pinturas de Lucas Jordan, Bassano y Teniers y las esculturas de
mármol de Carrara. Además, son de gran interés las bóvedas pintadas al fresco, los cuadros
y el mobiliario de los siglos XVIII y XIX.
En el exterior, los magníficos jardines obra de Boutelou contituyen uno de los mejores
ejemplos paisajísticos del siglo XVIII que se conservan. Sin embargo, son sus fuentes las
verdaderas protagonistas de La Granja. Decoradas con espléndidas esculturas de plomo,
destacan los grupos escultóricos de Neptuno, Apolo y Andrómeda, en la amplia perspectiva
de la Carrera de Caballos; otras fuentes monumentales reciben los nombres de la Cascada
Nueva, las Ocho Calles, El Canastillo, Las Ranas, Los Baños de Diana y la fuente de La
Fama.

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PALACIO REAL DE RIOFRÍO


Tras la muerte de Felipe V, la Reina Isabel de Farnesio residió en La Granja durante el
reinado de Fernando VI (1746-1759). En estos años, adquirió el llamado Coto de Riofrío e
inició la construcción de un nuevo Real Sitio.
El Palacio, dieciochesco, de planta cuadrada y estilo italiano, fue levantado por el
arquitecto Santiago Bonavía en medio de un hermoso bosque de 625 hectáreas, poblado de
gamos y ciervos, y que conforma un notable paraje natural. Las cuatro fachadas del
edificio, prácticamente iguales y pintadas de rosa, albergan un majestuoso patio central y
una monumental escalera doble, que conduce a las principales estancias de Palacio.

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PALACIO REAL DE LA ALMUDAINA


El nombre de La Almudaina – en árabe, ciudadela o recinto amurallado – resume en sus
muros la historia de las Islas Baleares, dado que todas las civilizaciones que han pasado han
dejado allí su huella. Fundada sobre un antiguo castro romano, durante la dominación
musulmana sería la residencia de los gobernadores de la isla. Sin embargo, a partir del siglo
XIII, bajo la dominación cristiana, La Almudaina se convertiría en sede de la Corona,
dándole la forma actual, conservando las estructuras fundamentales del Alcázar y sus baños
árabes.
En el interior, se pueden destacar las estancias de la Capilla del Rey o Capilla de Santa
Ana, la Capilla de San Jaime, o el magnífico Salón Gótico. El Palacio se encuentra
decorado con muebles y tapices flamencos del siglo XVI y XVII y españoles del siglo
XVIII. En la actualidad, es la residencia oficial de SS.MM. los Reyes durante su estancia en
las Islas.

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REALES ALCÁZARES

Considerado Patrimonio de la Humanidad desde 1988,


el Alcázar de Sevilla es, de entre todas las residencias reales de la Corona, la más singular
porque aglutina conjuntos arquitectónicos y jardines de diferentes periodos artísticos. A lo
largo de su historia se han ido realizando ampliaciones y reformas sobre el conjunto inicial.
Este conjunto de cambios guarda testimonios de los Reyes Católicos, Carlos V, Felipe II e
Isabel II.
Entre los espacios más notables se encuentran el Palacio Mudéjar del Rey don Pedro, las
estancias góticas de Alfonso X, las habitaciones de los Reyes Católicos y las decoraciones
renacentistas de la época de Carlos V. El Cuarto Alto es la residencia oficial de SS.MM.
Los Reyes durante sus estancias en Sevilla.

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MONASTERIO DE LAS DESCALZAS


REALES
El Monasterio de Las Descalzas Reales, en Madrid era el antiguo palacio del Contador Real
de Carlos V. Su hija doña Juana creó el patronato real en 1557 con las religiosas
franciscanas descalzas, procedentes de Gandía (Valencia).
Su interior conserva la estructura y muchos de los elementos decorativos del antiguo
palacio del siglo XVI, además de extraordinarios tapices tejidos en Bruselas, sobre cartones
de Rubens. En 1987 recibió el Premio del Consejo de Europa como Museo del Año, debido
al valor artístico y su carácter de museo no convencional, por tratarse de un Monasterio de
Clausura habitado por las religiosas franciscanas descalzas que abre sus salas al público en
visita guiada.

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REAL MONASTERIO DE LA
ENCARNACIÓN

El Monasterio fue fundado en 1611 por la Reina


Margarita de Austria, esposa de Felipe III, encomendándole su tutela a la orden religiosa de
las agustinas recoletas. El edificio se debe a los arquitectos Juan Gómez de Mora y Fray
Alberto de la Madre de Dios, si bien fue prácticamente reedificado por Ventura Rodríguez
en 1767.
Su Iglesia es considerada una de las más bellas de la capital y el convento conserva en su
interior importantes conjuntos pictóricos y escultóricos de los siglos XVII y XVIII, con
obras de Lucas Jordán, Juan Van der Hamen o Pedro de Mena. Especial atención merece el
relicario que alberga un conjunto de 700 piezas realizadas en bronce, coral, marfil y
maderas finas.

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REAL MONASTERIO DE SANTA


CLARA DE TORDESILLAS
Construído sobre un antiguo palacio mudéjar en
Valladolid, fue la infanta Beatriz quien fundó el Monasterio en 1363, que se convierte en
convento de las Clarisas y al que se añadiría, durante los siglos XV y XVI la Iglesia de
estilo gótico. Se conservan importantes elementos del antiguo palacio mudéjar, como la
fachada del Palacio, la capilla mayor – con una techumbre octogonal que constituye una
obra maestra de los artistas mudéjares toledanos y andaluces – y el patio de entrada o
Compás.
El Monasterio alberga pinturas castellanas de la Escuela de Berruguete y frescos de
diferentes épocas, además de telas policromadas. Los Baños Árabes del Real Monasterio de
Santa Clara de Tordesillas están considerados únicos en Europa.

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MONASTERIO DE SANTA MARÍA LA


REAL DE LAS HUELGAS

El Real Monasterio de Huelgas, en Burgos, de


religiosas cistercienses, fue fundado en 1187 por Alfonso VIII y por su esposa doña Leonor
cuyos restos descansan en la nave central del templo. De esta época destaca el claustro
románico y la Capilla de la Asunción, ejemplo del arte almohade. De la segunda mitad del
siglo XIII data la gran obra del templo actual, donde destaca la Sala Capitular y el
refectorio. Se pueden contemplar desde todos los ángulos los magníficos claustros de San
Fernando y “Las Claustrillas”
El Monasterio alberga el Museo de Telas Medievales, inaugurado por SS.MM. los Reyes en
1987 y ampliado en 2009, en el que se muestran conjuntos completos de indumentaria
medieval únicos en el mundo.

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MONASTERIO DE YUSTE

Situado en la comarca natural de La Vera (Cáceres), el


edificio actual se reconstruyó en el siglo XX sobre las ruinas de un viejo monasterio que
sirvió de residencia a Carlos V en los últimos meses de su vida (1556-1558). A lo largo de
los siglos XV y XVI, el edificio monacal se amplió hasta alcanzar el aspecto que hoy
presenta. De esta época es la iglesia y los dos claustros, uno de factura gótica y otro de
tiempos renacentistas. El Monasterio es un importante punto de referencia por su
significación histórica, además de por la belleza natural del entorno en el que está ubicado.
El Monasterio de Yuste ha conseguido el galardón de Patrimonio Europeo debido a los
valores históricos que representa, al haber sido la última morada del Emperador Carlos V.

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PANTEÓN DE HOMBRES ILUSTRES

Junto a la Basílica de Atocha se alza el Panteón de


Hombres Ilustres, construido a finales del siglo XIX según el proyecto de Fernando Arbós.
Casi todo el edificio es un muro sin aberturas, con franjas horizontales blancas y grises de
piedra caliza. En su interior se pueden ver seis mausoleos individuales en los que se
encuentran las sepulturas de José Canalejas; el General Manuel Gutiérrez de la Concha;
Práxedes Mateo Sagasta, Eduardo Dato, Antonio Ríos Rosas y Antonio Cánovas del
Castillo. Los artistas Manuel Benlliure y Agustín Querol firman dos impresionantes
ejemplos de la escultura funeraria. En un pequeño claustro existe un mausoleo colectivo
construido por suscripción popular cuyo autor es Federico Aparici.
Con la construcción de este Panteón se hacía realidad, en parte, sucesivos proyectos de
poseer un espacio para albergar los restos mortales de los españoles más ilustres.

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LA REAL BASÍLICA NUESTRA
SEÑORA DE ATOCHA
Desde mediados del siglo XII, Atocha era una pequeña ermita en la que se rendía culto a la
imagen románica de la Virgen de Atocha. La sagrada imagen, venerada por los madrileños
y los Reyes, se convirtió en “Patrona de la Corte”, mientras que la de La Almudena quedó
como “Patrona de la Villa”, para dejar a salvo la competencia existente entre ambas
advocaciones. El edificio actual se construyó en el siglo XX.
El santuario de Atocha, que pasaría a Reales Patronatos en 1602, ha sido muy querido por
los monarcas españoles y es tradición presentar a los Infantes en los primeros meses de vida
a la Virgen de Atocha.

MONASTERIO DE SANTA ISABEL


El Real Monasterio de Santa Isabel, agrupa dos fundaciones: un colegio de niñas
establecido por Felipe II y un convento de clausura de monjas agustinas recoletas, fundado
por la esposa de Felipe III, doña Margarita de Austria.
La Iglesia, con planta de cruz latina y cúpula, tiene portada barroca y fue diseñada por Juan
Gómez de Mora, en 1640. En la clausura se conservan numerosas obras pictóricas de los
siglos XVII y XVIII.

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COLEGIO DE LAS DONCELLAS DE


TOLEDO
El Colegio de las Doncellas Nobles, en Toledo, fue fundado en 1551 por el Cardenal Juan
Martínez Siliceo, arzobispo toledano de finales del siglo XVI y, desde entonces, sus
patronos son Su Majestad el Rey de España y el Arzobispo de Toledo.
La arquitectura actual es del siglo XVIII, con un bello claustro y una galería hacia el jardín,
obra de Ventura Rodríguez. La Iglesia y la torre son obras barrocas del maestro de la
catedral de Toledo, Sierra. En la portada de la iglesia se integra un bello bajorrelieve del
siglo XVI de Vázquez el Viejo.

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