La Adolescencia Entre Letras

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“LA ADOLESCENCIA ENTRE LETRAS”

La adolescencia. Una etapa de la que nadie, ni el más fuerte y valiente puede


escapar. La que nos mantiene en un mundo desconocido, lleno de preguntas a las
cuáles no podemos contestar, y nos hace sentirnos de distintas maneras. Si yo
sabre de eso, aquel sentimiento de tristeza, desesperación, felicidad, enojo…
todos distintos en un momento, como un trastorno de la llamada bipolaridad. Nadie
debe de juzgar, pues por una juventud tuvo que pasar.

Ahora recuerdo aquella adolescencia, la misma que me ayudo a encontrar mi


definición, y vocación, la que por tantos dolores de cabeza me hizo pasar.

Hoy me encuentro tras la pantalla de una computadora, con las manos en el


teclado de la misma, pensando en algo para escribir el último guion. Pero sin que
algo se me ocurra, más que esta adolescencia. ¿Qué pasaría si hablo de ella? ¿Si
escribo mi historia? ¿Si digo como es que la viví? Nada, no pasará nada,
simplemente puede ser un guion que a nadie le interese, un guion que no deje una
huella en el corazón. Aunque también pude ser todo lo contrario y tener más éxito
que cualquier otro. Así lo decido, y comienzo a escribir, empiezo a recordar toda
aquella etapa, me encuentro con recuerdos tanto buenos como malos.

En primer lugar… los primeros días de la secundaria, donde me sentía extraña al


no conocer a nadie, donde tenia que resolverme sola, y donde cada mañana tenía
que dejar a mi madre sola, eso pasó, al poco tiempo mi grupo de amigos estaba
formado y me sentía feliz. Segundo año, la escuela en casa, donde tuve que
hacerme a la idea de que familiares habían partido y no los volvería a ver mas que
en mis propios recuerdos. Tercer año, locura tras locura, trabajos y mas trabajos,
profesores hablando sobre algún tema de importancia, exámenes y boletas de
calificaciones que el tutor ha de firmar, tanta es la espera de la dichosa
graduación, el día en que te sientes más mayor, pues estas a semanas de iniciar
las clases en la preparatoria. Tanto escuchas hablar de ella, como si fuera de lo
mejor, y no es lo peor, pero te das cuenta de que el tiempo se agota, empiezas a
tomar tus propias decisiones, y te preparas para entrar a la edad adulta.
Quince años, te parece que sigues siendo un niño, pero ya tienes
responsabilidades, ahora dependes de tus padres solo económicamente, ellos ya
no te pueden ayudar con los trabajos escolares, pues, aunque hayan estudiado no
sigue siendo igual, el mundo ha cambiado, y con él los conocimientos. Es en ese
momento que quisieras regresar el tiempo, volver a ser un niño y olvidar las
responsabilidades. Si eso se pudiera la mayoría ya lo habría hecho, pues que
horrible es la confusión. Yo lo viví, me sentí perdida, deje de confiar en la mayoría
de personas, me caí, llore, grite, me desahogue… no quería seguir creciendo.
Tenía que encontrar algo que me calmara, un lugar seguro, algo con lo que me
sintiera en casa. Probe de todo, música, caminatas, charlas con familiares. Pero
nada funciono, me seguía sintiendo igual, y si continuaba podía terminar mal.
Entonces seguí buscando, hasta que encontré algo. Comencé a leer libros, uno
tras otro, todas novelas románticas que al final de cuentas dejaban una
enseñanza. Se convirtió en mi lugar seguro, mi adolescencia entre letras, lo mismo
que me ayudo a descubrir que las mismas me atraían, tanto escribirlas como
leerlas, descubrí también que amaba el cine, la pintura y cualquier tipo de arte.

Mis dudas se aclararon, encontré mi personalidad, algo que me gustaba y a lo que


quería dedicarme, seguía habiendo obstáculos, esos no se acabarían, pues sin
ellos qué sentido tendría la vida. Me caí cientos de veces, pero de todas esas
veces no hubo una en la que no me pusiera en pie, cada vez lo hacía más fuerte,
tenía que alcanzar mis sueños, aunque se vieran muy lejos, nada es imposible, si
tus sueños son grandes, tus ganas de luchar y alcanzarlos tienen que ser más.

He terminado de escribir el guion, puede ser un fracaso o puede ser un éxito, lo


tengo que comprobar, me tengo que arriesgar, pues así es la vida, si no te
arriesgas no ganas. Fue en ese momento que me di cuenta que gracias a la
adolescencia tengo mi último guion, el guion que obtendrán mis lectores antes de
que me retire, el guion que con suerte podre adaptar a una película, la última
antes de descansar.

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