Hacia Donde Va El Análisis Del Discurso
Hacia Donde Va El Análisis Del Discurso
Hacia Donde Va El Análisis Del Discurso
RESUMEN
Este artículo plantea las ideas más frecuentes que se debaten en la actualidad en el Análisis del Discurso,
destacando críticamente aquellas que, aun con diferente grado, son básicas para el desarrollo de las dos
líneas principales del análisis discursivo en la actualidad: el Análisis del Discurso con orientación más
lingüística, y aquel que tiene una finalidad más comunicativa y funcionalista. Los puntos que se incluyen
para su presentación son los siguientes: la consideración del mensaje como proceso, inserto en contextos
diversos y con participantes cuyos roles sociales son pertinentes en la investigación de determinados tipos
de discursos; la relación forma-significado en el uso comunicativo como una relación no arbitraria; la
pertinencia del análisis de los géneros y su relación con las prácticas sociales; la dimensión crítica en el
análisis discursivo; el discurso como práctica social y/o como realidad socio-cognitiva; el debate sobre la
elección de la metodología de análisis (etnográfica, cualitativa y/o cuantitativa); y, finalmente, el grado de
interdisciplinariedad en los análisis discursivos.
PALABRAS CLAVE: Análisis del Discurso; Análisis Crítico del Discurso, Análisis lingüístico del discurso,
Análisis comunicativo del discurso, interdisciplinariedad.
Abstract
This paper presents the most common ideas currently being debated in Discourse Analysis, critically
highlighting those which, although to varying degrees, are essential for the development of the two main
lines of discursive analysis today: a more language-oriented Discourse Analysis, and other that has a
more communicative and functional purpose. The points included for presentation are next: consideration
of the message as a process inserted in different contexts, with participants whose social roles are relevant
to the investigation of certain types of speech; the relationship between form and meaning in the
communicative use as a non-arbitrary process; the relevance of the analysis of genres and their relation to
social practices; the critical dimension in the analysis of discourses; discourse considered as social and/or
socio-cognitive practice; the debate on the choice of methodology for analysis (ethnographic, qualitative
or quantitative one); and, finally, the degree of interdisciplinarity in discursive analysis.
Key words: Discourse Analysis, Critical Discourse Analysis, Discourse Analysis from a linguistic
perspective, Discourse Analysis from a communicative perspective, interdisciplinarity.
* Esta investigación es parte del proyecto CEI (www.udc.es/proyectos/cei), financiado por el Ministerio
Español de Ciencia e Innovación y Fondos Feder (FFI2010-18514; periodo 2010-13). Para contactar con
la autora: e.morales.lopez@udc.es
“No vemos el ‘espacio’ del mundo, vivimos nuestro campo visual; no vemos
los ‘colores’ del mundo, vivimos nuestro espacio cromático. Sin lugar a dudas,
… estamos en un mundo. Pero cuando examinemos más de cerca cómo es que
llegamos a conocer ese mundo, siempre nos encontraremos con que no
podemos separar nuestra historia de acciones –biológicas y sociales– de cómo
nos aparece ese mundo. Es tan obvio y cercano que es lo más difícil de ver”
(Maturana y Varela, 1990: 18).
1
1. INTRODUCCIÓN
2
2. ANÁLISIS LINGÜÍSTICO Y ANÁLISIS COMUNICATIVO DEL DISCURSO
3
recuperación no significa una vuelta al estudio de las estructuras y códigos sin más (‘the
mainstream semiotics’), sino su actualización en lo que Hodge y Kress (1988)
denominan Semiótica social (Social Semiotics), el análisis de los signos en la
interconexión con sus usos y funciones sociales. Estos autores llegan así, como algo
natural, a la noción de texto o discurso y de aquí a la de género discursivo:
“Texts are both the material realization of signs, and also the site where change continually takes
place.
This dialectic between text and system always occurs in specific semiotic acts, that is, discourse.
Discourse in this sense is the site where social forms of organization engage with systems of signs
in the production of texts, thus reproducing or changing the sets of meanings and values which
make up a culture… For social semiotics, the two terms ‘text’ and ‘discourse’ represent
complementary perspectives on the same level of phenomenon.
… Logonomic systems have rules that constrain the general forms of text and discourse. Such
systems operate by specifying genres of texts… These control the behaviour of producers of such
texts, and the expectations of potential consumers… Like the category of texts, genres are socially
ascribed classifications of semiotic form” (Hodge y Kress, 1988: 6-7).
“So, in seeing language as discourse and as social practice, one is committing oneself not just to
analysing texts, nor just to analysing processes of production and interpretation, but to analysing
the relationship between texts, processes, and their social conditions, both the immediate
conditions of the situational context and the more remote conditions of institutional and social
structures” (1989: 26).
4
Esta identificación entre discurso y práctica social conlleva además prestar
atención a sus redes de interdependencia que este autor denomina órdenes del discurso
y órdenes sociales (ib. págs. 29-31). La sociedad en la que opera el discurso está
estructurada en diferentes esferas de acción y situación (el ámbito de las instituciones
y/o organizaciones), lo que a su vez genera una serie organizada de prácticas discursivas
(tipos de discursos y géneros). La estructuración de los órdenes del discurso viene
determinada por las relaciones cambiantes de poder en el seno de las instituciones
sociales, como ya había señalado el mismo Foucault (1968).
Con esta breve presentación de los objetivos de las dos tendencias actuales en la
disciplina del Análisis del Discurso (una de orientación más lingüística y otra de
orientación más comunicativa o funcionalista), queda patente que sus objetivos son algo
distintos, pero no son incompatibles ni excluyentes, como ciertas voces críticas
sugieren.
En el apartado siguiente expondré los puntos básicos en los que, en mi opinión,
debería basarse la investigación del discurso desde una u otra orientación; aunque sería
la segunda la que requeriría incluir todos los aspectos que aquí se presentan. Como el
lector advertirá, no son ideas totalmente nuevas en la disciplina lingüística; algunas de
ellas aparecen, como objetivos prioritarios, en ciertos autores ya clásicos para nosotros:
los del Círculo de Praga (“en el análisis lingüístico debe uno situarse en el punto de
vista de la función”, 1929 [1980]: 30); Firth (“A key concept in the technique of the
London Group is … the context of situation”, 1964: 181); Benveniste (“La langue est
aussi fait humain; il est, dans l’homme, le lieu d’interaction de la vie mentale et de la
vie culturelle et en même temps l’instruments de cette interaction”, 1966: vol. 1, 16);
entre muchos otros. Sin embargo, como ya hemos indicado en la introducción, las ideas
que defendían no marcaron el pensamiento dominante en nuestra disciplina.
El mensaje y su contexto
5
también Blommaert (ib.: 39-40), “The way in which language fits into context is what
creates meaning, what makes it (mis)understandable to others”. El significado puede ser
estudiado de forma descontextualizada, pero siempre será algo parcial, porque el
significado concreto que los interlocutores construyen y transmiten en la interacción
comunicativa solamente es posible observarlo cuando tenemos en cuenta el contexto,
tanto el interaccional inmediato como otros niveles más amplios.
Desde la perspectiva interaccional, me parece crucial también la equiparación de
la noción de contexto con la de marco de Goffman (1974: cap. 10; vt. Scollon 2008),
dando cuenta así del dinamismo del contexto en el proceso comunicativo (Goodwin y
Duranti, 1992) y reforzando también la naturaleza indéxica del discurso (Gumperz
1982; Sarangi 1998: 306). Los distintos indicios de contextualización desempeñan un
papel crucial en la activación y desactivación de los distintos marcos que guían la
interpretación de los mensajes.3
Los usuarios
6
siempre de acuerdo con sus roles concretos (Hymes, 1972, 1974). La frecuencia de
interacción entre los participantes de un evento a lo largo del tiempo ha tipificado estos
intercambios en patrones concretos (Hanks, 1996) que llamamos géneros discursivos
(Bajtín, 1981; Coupland y Jaworski, 2001; García da Silva y Ramalho, 2008; Van Dijk,
2008). La economía actual convierte a las lenguas y a los discursos en un recurso
tecnológico importante, propiciando la aparición de nuevos géneros y, lo que es más
novedoso, la hibridación de muchos otros tradicionales debido a la proliferación de la
comunicación multimodal (Kress, 2001: 49-50). El análisis discursivo actual no puede
ser ajeno a esta nueva realidad si verdaderamente quiere conocer el modo como la gente
se comunica, y construye sus relaciones personales, sociales y profesionales.
El resultado es significado construido a partir de múltiples niveles lingüísticos, no
solo de manera denotativa sino en gran medida de forma implícita. Por ello, en el
análisis discursivo que considera esta complejidad de niveles de significación es
importante tener en cuenta también lo que se oculta, lo que se deja de decir. Según
Habermas (1981), el reconocimiento de este hecho supone un paso significativamente
adelante en la tradición pragmática:
Para ciertos investigadores este nivel de investigación sale ya fuera de los límites
lingüísticos y han de ser otras disciplinas sociales las que deben estudiarlos. Sin
embargo, muchos otros consideramos que se trata de una dimensión que surge de las
características mismas del lenguaje en el uso: de su variabilidad, negociabilidad y
adaptabilidad (Verschueren, 1999: §2.2). De esta manera, la relación entre formas,
funciones y contextos necesita analizarse siempre como un proceso dinámico. Los
usuarios del lenguaje son más o menos conscientes de estos niveles de significación (es
decir, de sus diferentes grados de saliencia) según sea el desarrollo de su propia
conciencia reflexiva o metapragmática (Morales et alii, 2006).
En un reciente trabajo sobre la creciente importancia de esta noción en los estudios
lingüísticos, Mertz y Novel (2009: 254-255) hacen la siguiente precisión, que me parece
importante para el propósito que nos ocupa: “Once a speaker confronts numerous
posibilities in framing and executing her speech, language becomes less a rigorous
system of representation… and more a framework for communication…”. Es decir, a
consecuencia de esta mayor conciencia del carácter reflexivo del lenguaje, el énfasis se
está desplazando desde el interés por la función representativa del lenguaje hacia las
funciones comunicativas.
7
quien nos hemos referido ya en otro de nuestros trabajos (Pujante y Morales López,
2010).
Este autor sitúa su perspectiva investigadora en la línea que proviene de Max
Horkheimer (1972), de la Escuela de Frankfurt, quien definía así la función de la
perspectiva crítica en la investigación social:
“[T]he real meaning is the exact opposite of any attempt to absolutize particular scientific
doctrines. It requires instead that every piece of knowledge be regarded, not of course as a purely
arbitrary creation, but a representation by particular men in a particular society, context, and
moment of time, a representation which is a product but can become a productive force in turn…
[T]he self knowledge of present-day man is not a mathematical knowledge of nature which claims
to be the eternal logos, but a critical theory of society as it is, a theory dominated at every turn by a
concern for reasonable conditions of life” (1972: 35 y 198).
8
“[P]olitical discourse involves, among other things, the promotion of representations, and a
pervasive feature of representation is the evident need for political speakers to imbue their
utterances with evidence, authority and truth, a process that we shall refer to in broad terms, in the
context of political discourse, as ‘legitimation’. Political speakers have to guard against the
operation of their audience’s ‘cheater detectors’ and provide guarantees for the truth of their
sayings” (pág. 23).
“El observador y la observación son operaciones dentro del lenguaje que tienen lugar,
respectivamente, como coordinaciones recursivas consensuales… de acciones entre organismos
(Homo sapiens, en nuestro caso) dentro del lenguaje…
Cada dominio cognoscitivo es un dominio de coordinaciones de acciones en la praxis de vivir de
una comunidad de observadores. Debido a esto, cada aseveración cognoscitiva tal como “yo sé” es
una operación en un dominio de coordinaciones de acciones que es diferente dependiendo del
dominio explícito o implícito, en el cual el observador, u observadora, se encuentra a través del
entrelazamiento de su razonamiento y de su emocionamiento…
En esta línea explicativa de la objetividad entre paréntesis [así denomina a su posición], los
desacuerdos cognoscitivos no implican la negación del otro, son operaciones legítimas en
diferentes dominios cognoscitivos… La dinámica emocional de la coexistencia cognoscitiva en
esta línea explicativa pasa a través de la seducción, no a través de la obediencia (1996: 60 y 65-66).
9
Lo interesante de estos dos autores no es solo su intento de situar conjuntamente,
en el proceso evolutivo, las cuatro realidades que nos han constituido como humanos (el
lenguaje, lo racional, lo emocional y lo social), sino también la mutua dependencia entre
ellas: el sujeto-observador se constituye en la praxis del vivir, inserto en un sistema
social en donde actúan también otros sujetos-observadores. La vida humana es siempre
un flujo entrelazado entre emociones y racionalidad en esta praxis que se construye
siempre a través del lenguaje.
Por lo tanto, en consonancia con esta tradición constructivista, son las prácticas
discursivas las que crean nuestras realidades, en un continuum personal-social. El
significado que se construye en el discurso tiene, primeramente, una naturaleza
interaccional (la dimensión pragmática), pero además es posible la construcción de
nuevas visiones del mundo, a través de las cuales actuar sobre y/o controlar las visiones
de nuestros interlocutores y, en consecuencia, su manera de obrar (Castells 2009: 24 y
33).
Después de esta breve alusión a esta posición constructivista a la que me adhiero,
necesito precisar además que, para el trabajo empírico concreto, me interesa la posición
cognitiva de Lakoff (2007, 2008), especialmente la reelaboración que hace este autor de
la noción de marco o frame de Goffman (1974), porque es útil para explicar los
mencionados universos o visiones del mundo que se construyen en los discursos
mismos. Asimismo, esta noción permite establecer un continuo desde la construcción
interaccional de significado, la desarrollada por Goffman y otros autores coetáneos
(véase un resumen en Condor y Antaki 1997: 471), a la construcción de estos mundos
nuevos por medio del discurso.
El marco entendido de esta segunda forma (Lakoff, op. cit.) supone considerar esta
noción como un esquema interpretativo de la experiencia que puede construirse y re-
contextualizarse con fines político-persuasivos. En este sentido, todas las palabras con
una finalidad ideológica se definen en relación a marcos conceptuales, y la creación de
nuevos marcos implica también la creación de nuevos lenguajes.
El cambio social puede entonces residir aquí (en cualquier dirección posible), si
estos marcos cognitivos nuevos son capaces de conectar con la manera como los seres
humanos creamos conocimientos nuevos (Damasio 1994) y estos nos incitan a la
acción.
Por último, querría precisar que, aunque acabo de indicar la utilidad que para mi
trabajo empírico tiene la reelaboración cognitiva que Lakoff hace de la noción de marco
goffmaniana, tampoco puedo dejar de mencionar mi crítica sobre la propuesta de
marcos que este autor realiza para el caso concreto de la política americana. Como
analistas del discurso, se echa en falta en sus libros la descripción explícita de los datos
utilizados para llegar a las conclusiones que propone, así como ejemplos concretos que
sirvan de ilustración.
Otro aspecto que fundamental para un analista del discurso es la elección del
método de investigación, hecho que ha propiciado un debate bastante activo al respecto
en el que han intervenido distintas tradiciones o escuelas (v. Widdowson, 2004). Uno de
los temas principales de discusión ha sido el de determinar cuál es el nivel de
contextualización necesario para estudiar los significados que se construyen en las
prácticas discursivas, sobre todo cuando se trata de discursos complejos desde el punto
de vista social e ideológico. Para autores como Blommaert (2005: 14-15) o Heller
10
(2003: 12), entre otros representantes del grupo que se conoce actualmente como
Sociolingüística crítica, esta investigación ha de partir fundamentalmente de la
investigación etnográfica: necesitamos conocer lo que el lenguaje de manera sistemática
significa para sus usuarios y en sus contextos concretos (contextos que pueden ser muy
diferentes a los hegemónicos); y en donde no solo es crucial detectar las voces
presentes, sino también las ausentes.
Asimismo, en la investigación etnográfica no solo son importantes los datos en sí
mismos, sino la historia de los mismos y la relevancia del momento concreto de su
recogida. Ello implica añadir un cierto nivel de interpretación al realizar el análisis de
los datos; pero se trata de una interpretación que parte de los discursos y de sus
condiciones de emergencia. El objetivo es, como indica Blommaert (ib.: 16, 41), el
análisis del lenguaje-en-la sociedad (language-in-society), prescindiendo de la
contextualización a priori (t. Raiter y Zullo, 2004: 67).
Otros investigadores han puesto el acento en la necesidad de plantearse el alcance
del corpus; proponen así la combinación de las metodologías cualitativa y cuantitativa,
aprovechando las posibilidades tecnológicas que nos ofrece lo que se viene
denominando la lingüística del corpus (Beaugrande, 1996, 2003; Briz, 2005; Bolívar
2009). La metodología cuantitativa permite observar en qué medida la frecuencia de
aparición de ciertas formas y estrategias discursivas, así como su colocación con otras,
puede ser relevante para analizar e interpretar dicho significado (Bolívar, 2009). Para
Beaugrande (1996) la ventaja del acceso a datos computarizados se encuentra en la
posibilidad de obtener patrones que no emergen ni con el análisis de corpus más
pequeños ni mucho menos a través de la introspección e intuición. Según Briz (ib.: 7-8),
el acceso a corpus reales es también la única manera de realizar investigaciones
lingüísticas fiables que puedan confirmar o desconfirmar teorías.
Sin embargo, el debate no se encuentra en la posibilidad o no de combinar la
investigación cualitativa con la cuantitativa (la primera, más utilizada en el análisis
discursivo desde los años sesenta), sino en la viabilidad de la metodología cuantitativa
en sí misma para estudiar fenómenos discursivos que son procesos y, por tanto, su
tratamiento como categorías o unidades discretas resulta más difícil. En mi opinión, la
metodología cuantitativa puede ser un complemento útil en particulares momentos de la
investigación, pero no parece adecuada como un sustituto para el análisis de la
complejidad del significado que se construye en el devenir discursivo.
De la interdiscipliariedad a la transdisciplinariedad
11
la teoría de la argumentación clásica, así como la línea que intenta combinar la
argumentación con la pragmática, la Pragmadialéctica de van Eemeren y Grootendorst
(2004), y la denominada Psicología discursiva (Billig, 1999, 2006, etc.), entre otros.
En este sentido, me parece interesante la indicación de Beaugrande (1996: 22-26)
de que el discurso es en sí mismo un campo transdisciplinario, situado estratégicamente
para analizar temas diferentes desde ángulos diversos (otros prefieren hablar de
perspectiva ecológica, Barron et alii., 2002). Señalamos en esta misma dirección la
posición de Scollon (2001: 205) quien resalta además cómo en el mundo
contemporáneo los problemas sociales están inextricablemente vinculados a los textos.
Desde perspectivas como estas, la transdisciplinariedad, la dinámica investigadora que
promueve la acción simultánea en varios niveles de realidad (Nicolescu 2007), se
presenta, pues, como inherente también al estudio discursivo.6
4. CONCLUSIONES
Las ideas que acabo de exponer en este artículo han pretendido mostrar que la
disciplina del Análisis del Discurso es un área de investigación que, aun con
dificultades de encaje en la investigación lingüística, ha crecido enormemente en la
última década. Al mismo tiempo, este avance ha mostrado también las dificultades de
abordar un objeto de estudio que se sitúa en los límites de varias disciplinas y cuya
riqueza reside precisamente en descubrir las posibilidades de esta transdisciplinariedad.
Si partimos de que el objetivo de esta disciplina (entendida en un sentido amplio)
es el estudio de la diversidad de los discursos (o prácticas discursivas) creados en la
comunicación humana, quizás las siguientes palabras de Foucault puedan servir de
punto de encuentro de las diversas líneas de investigación de esta disciplina: “What I am
analyzing in discourse is not the system of its language, nor, in a general sense, its
formal rules of construction… The question which I ask is not about codes but about
events” (1991: 59).
Con todo, no puedo olvidar que, como lingüistas, nos interesa también la
relación dialéctica entre el acontecimiento comunicativo y las expresiones lingüísticas,
con el fin de aportar nueva luz sobre las relaciones entre funciones y formas, y entender
así mejor las posibilidades de la comunicación a través de las lenguas humanas.
Profundizar en esta relación dialéctica constituiría, en definitiva, la aportación que los
lingüistas podemos hacer al estudio del discurso en el punto de encuentro con otras
disciplinas sociales.
12
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1
En los años ochenta, Isenberg (1983: 128-129) ya planteaba también la necesidad de un sistema de
clasificación complejo de de los textos.
2
Aprovecho la cita de este lingüista cubano, Jesús Figueroa Arencibia, para recordar su memoria, tras una
muerte tan inesperada en 2008.
3
Volveremos a aludir a esta noción de marco más adelante.
4
Las investigaciones discursivas desde esta perspectiva crítica son diversas. Véanse como ejemplo
Wodak et alii (1999); Wodak y Meyer (2001); Wodak y Koller (2008); Fairclough (2001); Van Dijk
(2003); Heller (2003); Blommaert (2005); etc. En nuestro ámbito, Carbó (2003); Grad Fuchsel y Martín
Rojo (2003); Raiter (1999 2009); Bolívar (2001, 2009); Pujante y Morales López (2008 [2009], 2009,
2010); Morales López 2010a, b, c; Chumaceiro y Gallucci (2008); Bañón (2010); etc.
5
En la referencia que he hecho en este trabajo a Bajtín y a Voloshinov soy consciente de la dificultad que
ha existido siempre de separar su obra; sin embargo, por motivos prácticos, acepto la autoría que han
establecido las traducciones de sus respectivas obras al español.
6
Desde ámbitos diversos, esta dimensión transdisciplinaria es defendida por autores como Morin (1990:
42); Juarrero (2001); Ordóñez (2002); Fairclough (2005, 2009); García Riverón et alii. (2008); Massip
(2008), entre otros.
18