Material Informativo 12
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SESIÓN 12
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UNIVERSIDAD PRIVADA CÉSAR VALLEJO
CONSTITUCIÓN y DERECHOS HUMANOS
“Privar a las personas de sus derechos humanos es poner en tela de juicio su propia humanidad.”
Nelson Mandela.
Antes de abocarnos directo en el tema, revisemos algunos conceptos para entender mejor la situación por la que atravesó
nuestra patria entre 1980 y 2000, partiendo de un concepto básico y a la vez, imprescindible: la violencia.
Según la OPS (s. f., párr. 1) la violencia es el “uso intencional de la fuerza física o el poder real o como amenaza contra uno
mismo, una persona, grupo o comunidad que tiene como resultado la probabilidad de daño psicológico, lesiones, la
muerte, privación o mal desarrollo.” Mucho de ello se vivió en el Perú durante la incursión del terrorismo impuesta por
grupos alzados en armas y, después, por el propio Estado.
En consecuencia, queda claro que pueden existir diversas concepciones de violencia, sin embargo, conviene elaborar una
definición operativa. Así, debemos entender por violencia a la conducta comisiva u omisiva de una persona natural o
jurídica, individual o colectiva, orientada al sometimiento, control y/o daño de terceros destinatarios de la misma –
también personas naturales o jurídicas, a nivel individual o colectivo-, a través del uso deliberado de la fuerza o poder. En
principio, puede ser física o psicológica, pero también puede tener connotaciones económicas, políticas y sociales. Se
presenta en los ámbitos privado y público, en este último caso, en los contextos nacional, regional y local.
1. Violencia Política:
Es la violencia que se usa por los pobladores de un país o por el mismo gobierno para lograr sus objetivos políticos en
cualquiera o en todos los poderes del estado –ejecutivo, legislativo y judicial-. En efecto, la violencia política surge de los
grupos organizados -o no organizados- estén o no en el poder. Se manifiesta mediante la coerción –traducida en las
destrucciones o atentados contra bienes muebles e inmuebles, contra instituciones públicas o privadas o contra las
personas-, a fin de someter su voluntad política, dejando de lado el diálogo, la negociación o el consenso político.
1.1. Causas:
a) Corrientes ideológicas de la época. Sendero Luminoso hizo su aparición justo es el momento en que el Perú
iniciaba su retorno a la vida democrática después de 12 años fe gobierno militar (1968_1980). El 17 de mayo
de 1980 se llevaron a cabo las elecciones presidenciales y aparece el accionar subversivo de Sendero
Luminoso con la quema del material electoral en un pueblo de Ayacucho, llamado Chuschi. El comunismo,
ideología de SL para subvertir el orden social echó a andar su maquinaria. Por otro lado, el MRTA, un grupo
guerrillero (usaban uniforme), apareció en 1982, buscó imponer un nuevo orden económico y social.
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b) Desigualdad social. El Perú ha sido tradicionalmente un país agrícola y minero exportador, con ingentes
recursos naturales, pero sin tecnología, sumado a ello la centralización en las ciudades de la costa.
En 1980 se instaló un gobierno democráticamente elegido. Sucedió al gobierno militar que, en sus 12
años, había fracasado en su intento de cambiar el país por la vía autoritaria. En su segundo gobierno
(1980-85), Belaunde no pretendía cambiar o reformar el país. […] ni a la inflación, que trepó a
alrededor del 110% en 1983 y en 1984. El PIB decreció un 10% en 1983. (Pásara. 2020).
Todo empeoró con el primer gobierno de Alan García (1985-1990) por la híper inflación que este provocó. La
población anduvo por debajo de la línea de la pobreza y en extrema pobreza. Los pueblos del ande, no existían
para el gobernante y los olvidados, resintieron su espíritu.
c) Expansión de ideologías por las universidades. El líder terrorista Abimael Guzmán primero, convenció con
sus ideas a jóvenes estudiantes de la universidad San Cristóbal de Huamanga, después, estas ideas llegaron a
varias universidades nacionales del país. La pobreza, discriminación y graves evidencias de corrupción por
parte de los gobiernos de la época hicieron propicio su avance por aulas universitarias.
d) Poca educación y formación frágil en valores. Las deficiencias educativas a nivel nacional fue el detonante
para la irradiación del “Pensamiento Gonzalo” -en referencia a Abimael Guzmán- Así los nuevos seguidores
iniciaron una lucha de terror que poco a poco se convirtió en terrorismo. En seguida se volcó del campo a la
ciudad y lo que se vivió aquellos años fueron estallidos, derribamiento de torres dejando a las ciudades en
total oscuridad, también los coches bomba y el asesinato de policías y civiles.
2. Grupos alzados en armas. El contexto político-social facilitó muchísimo el accionar de estos grupos. Sendero
Luminoso y sus seguidores reconocen como su ideología al llamado «marxismo-leninismo-maoísmo-pensamiento
Gonzalo». (Ramírez y Nureña.2012).
Así, los grupos terroristas de los años 80, Sendero Luminoso (SL) y Movimiento Revolucionario Túpac Amaru
(MRTA) no solo hicieron sentir su presencia en la profundidad de la serranía de este país, sino que irrumpieron en
las zonas urbanas de las capitales de departamentos. En efecto, en Lima, en el periodo comprendido entre 1980
hasta 1990, se registraron una diversidad de hechos subversivos violentos –coches bombas, balaceras, pintas
subversivas, extorsiones y asesinatos a autoridades y funcionarios-, entre ellos, recordemos los atentados que
sufrieron el local de Frecuencia Latina (Canal 2), el Centro Comercial El Polo y un edificio ubicado en la calle
Tarata, en el distrito de Miraflores, esto sin contar con la irrupción de esta ideología, fundamentalmente, en las
universidades públicas del Perú.
Los orígenes de SL se hallan documentados en la Universidad de Huamanga – Ayacucho, desde allí el movimiento se
propagó gradualmente a todo el departamento, así como a Apurímac, Huancavelica, Huánuco, Junín y
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eventualmente Lima, a mediados de la década de 1980. Así, en la primera etapa de preparación y organización
subversiva SL no buscó a campesinos indígenas, sino a jóvenes indígenas que migraban a la ciudad en busca de
educación y de algo mejor que la vida rural de sus padres. La dirigencia senderista comenzó su reclutamiento a
comienzos de la década del 70 entre los jóvenes estudiantes y profesores de la Universidad Nacional de Huamanga.
La estrategia consistía en implementar un ´proyecto pedagógico´ que presentaba una visión esquemática del
mundo y de la historia que justificaba la violencia. Guzmán aprovechó su poder como Director de Estudios
Generales para introducir cursos inspirados por los manuales de marxismo – leninismo preparados por la Academia
de las Ciencias de la URSS.
Claro está, SL aprovechó los conflictos sociales, la pobreza de las poblaciones rurales, los cuestionamientos a las
autoridades y todo tipo de resentimiento contra de los campesinos más acomodados, beneficiados con la desigual
distribución de la reforma agraria. La influencia de SL se extendió más allá de Ayacucho. Las universidades eran un
terreno fértil para el activismo político, sobre todo las universidades públicas que contaban con gran cantidad de
alumnado proveniente de las provincias del Perú. […]. Las poblaciones campesinas indígenas inicialmente también
apoyaron a SL, en parte porque se vieron atraídas por su discurso de restablecer el orden mediante el castigo
público de los comuneros que quebraron sus normas; sin embargo, tal respaldo decayó a medida que SL asesinó a
dirigentes que aún gozaban de legitimidad en sus comunidades, y por no respetar las estructuras y costumbres
comunales.
Este grupo conformado por exapristas, abandonaron sus filas criticando sus posiciones reformistas y fundaron el
APRA Rebelde. En 1962, el grupo disidente se autodenominó Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y
asumió como ideología el marxismo-leninismo.
En este sentido su líder Víctor Polay Campos señaló: Lo de la situación revolucionaria era una cuestión común
dentro de la izquierda, todos los grupos planteaban la violencia revolucionaria. Yo no conozco ningún grupo en ese
momento que no planteara la violencia revolucionaria como requisito a la toma del poder y la construcción de la
nueva sociedad. (Testimonio de Polay en CVR, 2003, tomo i:382). El 1 de marzo de 1982, se reunieron en un Comité
Central y después de un balance de la situación internacional y nacional llegaron a la conclusión de que las
condiciones para el reinicio de la violencia revolucionaria estaban dadas.
En consecuencia, acordaron que la organización en su conjunto asumirá a partir de este Comité Central como tarea
principal, el desarrollo de la lucha armada, entendiendo este proceso como la estrategia de la guerra revolucionaria
y la insurrección de todo el pueblo. Asimismo, se adoptó el nombre de Movimiento Revolucionario Túpac Amaru
(MRTA), disponiendo guardar en reserva dicho nombre hasta que la nueva estructura partidaria esté en
condiciones de respaldar al MRTA con las armas en la mano.
La condición especial de este grupo era la extorsión y el secuestro de los principales industriales y/o políticos del
país, es así como, un 17 de diciembre de 1996 el comando subversivo Edgard Sánchez, integrado por 14
emerretista, al mando de Cerpa Cartolini, tomaron como rehenes a más de 400 participantes de una velada en la
residencia del Embajador del Japón, Morihisa Aoki. El objetivo de tomar rehenes para intentar canjearlos con sus
presos había sido logrado. En los días siguientes fueron liberando un número significativo de rehenes. Poco tiempo
después el gobierno inició una ronda de negociaciones buscando encontrar una salida a tal situación. Sin embargo,
cuando las conversaciones entre el MRTA y el gobierno habían sido suspendidas, el 22 de abril de 1997, donde la
impecable operación Chavín de Huántar de fuerzas combinadas del ejército logró la liberación de todos los
rehenes. Los subversivos, que mantuvieron en cautiverio a 72 personas durante 126 días, murieron durante la
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intervención militar. Además, uno de los rehenes y dos efectivos militares perdieron la vida. Los terroristas fueron
ultimados en el rescate y fue el fin de ellos.
El desenlace en la residencia del embajador japonés marcó prácticamente la desaparición del MRTA en el escenario
nacional. Los dirigentes que quedaron en el Frente Central, trataron de recomponer la Dirección Nacional del
MRTA, pero no contaban con la experiencia ni el manejo político para asumir la conducción de su organización.
Instalados en la selva de Junín, con una columna de pocos combatientes que actuaban en la margen izquierda del
río Perené, perdieron de vista toda perspectiva política nacional y contribuyeron a la debacle de su organización.
Durante los meses de agosto y octubre de 1998, la policía detuvo a algunos subversivos que operaban en esta zona.
Estas capturas pusieron punto final al último frente emerretista1.
Si bien con la captura de los grandes cabecillas terroristas Abimael Guzmán (SL) y Polay Campos (MRTA), así como
con la muerte de Néstor Cerpa (MRTA) en la Embajada del Japón, el terrorismo se ha replegado, ello no significa
que haya desaparecido totalmente. Así, en la zonas del Alto Huallaga y del VRAEM –valles de los ríos Apurímac, Ene
y Mantaro- aún vemos su accionar delictivo, han aliado fuerzas con el narcotráfico, formando un binomio
denominado “narcoterrorismo”, que no es otra cosa que la cooperación estratégica entre las mafias del
narcotráfico y los grupos armados extremistas o terroristas, estos prestan servicio de seguridad en la producción y
transporte de droga e insumos químicos, a cambio de dinero para financiar la compra de armas y alimentos, y de
esa manera con su lucha armada en el resto del país, incluso pretenden resucitar su trastornada y trasnochada
ideología en la esfera política democrática a través a través del MOVADEF2.
TERRORISMO DE ESTADO
Debemos tener presente que el terrorismo no solo puede ser causado por terroristas, sino también por el mismo
Estado. Así, el terrorismo de estado constituye la utilización de métodos ilegítimos del gobierno para inducir el
miedo o terror en la población civil, a fin de alcanzar objetivos o fomentar comportamientos que no se producirían
por si mismos. Modalidades: Desaparición forzada, secuestro, tortura, asesinatos, ejecuciones extrajudiciales,
conformación de grupos paramilitares para exterminar a personas opositoras del gobierno, etc.
Entonces, es posible aceptar que en Perú se registraron prácticas similares al terrorismo de Estado. Una
aseveración tan categórica como esta, se basa en el asesinato de más de 25 000 personas por parte de
agentes del Estado -policía, Ejército y Marina; a lo largo de tres presidencias diferentes como la de Fernando
Belaúnde Terry (1980-1985), Alan García Pérez (1985-1990) y Alberto Fujimori (1990-2000). (Cañón V y
Román C. 2019).
Asimismo, en la madrugada del 18 de julio de 1992 un grupo de paramilitares irrumpió en las viviendas de
estudiantes y profesores de la Universidad Nacional Enrique Guzmán y Valle – La Cantuta. Detuvieron a los
alumnos: Bertila Lozano Torres, Dora Oyague Fierro, Luis Enrique Ortiz Perea, Armando Richard Amaro Cóndor,
Robert Edgar Teodoro Espinoza, Heráclides Pablo Meza, Felipe Flores Chipana, Marcelino Rosales Cárdenas y Juan
Gabriel Mariños Figueroa, y al Profesor Hugo Muñoz Sánchez; luego los ejecutaron extrajudicialmente y enterraron
de forma clandestina en tres fosas en el Cerro Santa Rosa. Después, los autores materiales del asesinato
desenterraron los cuerpos, para incinerarlos y trasladarlos a nuevas fosas clandestinas, ubicada en Chavilca –
Cieneguilla, donde finalmente los encontraron. (Ortiz. 2022)
La absurda justificación de este horrendo hecho fue el de responsabilizarlos por el estallido del coche bomba de
Tarata-Miraflores, detonado el grupo terrorista SL; que dejó 25 muertos y 155 heridos, afectando un total de 360
familias. La Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) informó que cinco personas nunca fueron reconocidas:
tres mujeres y dos hombres. (LUM. 2022).
La Comisión de la Verdad y Reconciliación ha concluido que los ciudadanos Carlos Alberto Barrientos Velásquez,
Roberto Barrientos Velásquez, Denis Atilio Castillo Chávez, Federico Coquis Velásquez, Gilmer Ramiro León
Velásquez, Pedro Pablo López Gonzáles, Jesús Manfredo Noriega Ríos, Carlos Martín Tarazona More y Jorge Luis
Tarazona More, fueron víctimas de múltiples violaciones a sus derechos fundamentales, entre ellos la afectación de
sus derechos a la libertad y a la vida, cometidos por el destacamento Colina en el distrito del Santa, el 02 de mayo
de 1992.
Caso Pativilca.
La madrugada del 29 de enero de 1992, sujetos encapuchados irrumpieron en las casas de John Calderón Ríos,
Toribio Ortiz Aponte, Felandro Castillo Manrique, Pedro Agüero Rivera, Ernesto Arias Velásquez y César Rodríguez
Esquivel comuneros en los anexos Caraqueño y San José, del distrito de Pativilca, en provincia limeña de Barranca.
Ellos fueron secuestrados y torturados antes de ser asesinados a balazos. Luego sus cuerpos fueron arrojados a la
calle con el mensaje "muerte a los soplones".
De acuerdo con la investigación fiscal, un empresario chino quería apropiarse de los terrenos que poseían los seis
campesinos y para lograr ello habría solicitado la ayuda del entonces presidente del Comando Conjunto de las
Fuerzas Armadas, Nicolás Hermoza Ríos. De acuerdo con la acusación, la respuesta fue el asesinato de los
comuneros.
En base al testimonio del extécnico del Ejército Jorge Ortiz Mantas y otros indicios, el Ministerio Público estableció
que los crímenes fueron cometidos por el grupo paramilitar Colina, que actuaba subordinado al entonces general
Hermoza Ríos, quien a su vez respondía a las órdenes de Alberto Fujimori. (Silva. 2024).
Por los hechos antes descritos el expresidente Alberto Fujimori fue sentenciado 25 años de pena privativa de
libertad. La sentencia de primera instancia, del 7 de abril de 2009, le dio la calidad de autor mediato en los delitos
de homicidio calificado –asesinato-, lesiones graves. Además, por el secuestro agravado y trato cruel del periodista
Gustavo Gorriti Ellembogem y el empresario Dayer Ampudia. El 30 de diciembre de 2009, en segunda instancia, se
confirmó la condena.
En el caso de los miembros del Grupo Colina fueron sentenciados el 1 de octubre de 2010 –en primera instancia-
junto con Vladimiro Montesinos Torres, con penas que oscilan entre los 15, 20 y 25 de privación de la libertad. Con
fecha 20 de julio de 2012 la Corte Suprema emitió sentencia en segunda instancia, redujo algunas penas y
consideró que los hechos investigados ´no eran delitos de lesa humanidad´. Ello fue denunciado por los agraviados
ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos, razón por la cual dicho organismo emitió un pronunciamiento
aduciendo que tal calificación vulnera los derechos humanos de las víctimas y familiares de ambos casos. Con fecha
27 de setiembre de 2012 la Sala Penal Permanente de la Corte Suprema de Justicia de la República (voto en
mayoría) declaró la nulidad del fallo que expidió el 20 de julio de 2012.
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3. Reacción estatal.
La respuesta de las autoridades ante el terrorismo y los efectos retroalimentadores: Torp y Paredes (2011, p. 190),
y Gavilán (2012, p. 32):
El primer acto sedicioso de SL se dio en la década de 1980, este coincidió con la elección de Belaunde Terry
como presidente de la República; sin embargo, las autoridades centrales no advirtieron la real connotación y
trascendencia del problema, por lo que luego de aproximadamente dos años y medio dicho mandatario
envió a las FF. AA. al departamento de Ayacucho para controlar el conflicto armado.
Los primeros que acudieron a controlar el orden fueron los miembros de la Policía -con recursos y preparación
inadecuados-, pero incluso cuando ingresaron al escenario los miembros de las fuerzas armadas aún no se tenía
una noción exacta de la naturaleza de la guerra interna.
La persona que se opuso en forma más lúcida al ingreso de las FF. AA. en la lucha antisubversiva fue el
General Luis Cisneros Vizcarra, el ministro de Guerra de este entonces –entrevista en Qué Hacer-. Él
entendió claramente que, si no se contaba con la preparación y los recursos adecuados, el único resultado
posible sería la matanza indiscriminada: “Matan 60 personas y a lo mejor ahí hay 3 senderistas […] y
seguramente la policía dirá que los 60 eran senderistas […] creo que sería la peor alternativa”.
Al no contar con la inteligencia adecuada, las FF. AA. solo podían intentar recuperar el control territorial. Se
evidenciaron múltiples casos de tortura, el tratamiento al indio fue más feroz, porque se le consideraba inferior. Lo
mismo valía para SL, que describió a las comunidades indígenas como carne de cañón. Hubo casos en que los
naturales de las zonas altoandinas se plegaron a los terroristas debido a los abusos cometidos por los militares. Este
episodio del terror aun es una vena abierta sangrante de nuestra historia peruana. El indígena estuvo sometido a
una doble violencia, la generada por los grupos terroristas subversivos y por agentes estatales.
En consecuencia, y tal como concluyó la Comisión de la Verdad y Reconciliación en su informe final el año 2003, el
saldo de víctimas de la violencia política interna en las décadas de los años 80 y 90 superó los 69,000 peruanos y
peruanas, muertos o desaparecidos a manos de las organizaciones subversivas o por obra de agentes del estado.
Del mismo modo, afirmó que, de cada cuatro víctimas, tres eran campesinos cuya lengua materna era el quechua.
Se trata entonces del sector de la población históricamente olvidado –desde la época de la colonia-, e ignorado por
el estado y por la sociedad urbana. Si bien la Comisión no tiene bases para afirmar que este fue un conflicto étnico,
sí tiene fundamento para aseverar que durante estas dos décadas de destrucción y muerte no habrían sido posibles
sin el profundo desprecio a la población más desposeída del país, evidenciado por los miembros del Partido
Comunista Sendero Luminoso y agentes del estado por igual, ese desprecio que se encuentra entretejido en cada
momento de la vida cotidiana de los peruanos.
La violencia política de los años 80 generó en parte la recesión económica del país, aun cuando el endeudamiento
externo y el mal manejo de la economía del país probablemente fueron las principales causas, la VP también tuvo
su efecto en la decadencia de las inversiones en el Perú. Así, el caos político y económico -entre 1980 y 1990 Alan
García rechazó la recesión y se concentró en el congelamiento de precios, lo que para 1987 produjo la
hiperinflación- a mediados de aquella década produjo sensación de ingobernabilidad y desmoralización, bases del
atractivo de las políticas dictatoriales y represivas de Fujimori, esto tuvo un profundo efecto en el espacio político y
ciertamente sobre las desigualdades sociales -en 1990 el nuevo gobierno recibió una economía seriamente
distorsionada y con una inflación que alcanzaba más del 2000%-.
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— de un escuadrón de agentes de inteligencia del Ejército denominado “Destacamento Colina”. Este grupo
paramilitar de represión clandestina, resalta la fiscalía, realizó “procedimientos paralelos e ilegales para enfrentar
a quienes se consideraba vinculados a organizaciones terroristas (Sendero Luminoso y/o MRTA); sin embargo, en
muchas ocasiones se afectó a personas que, en realidad, no tenían ninguna relación con actividades terroristas”.
a) Ejecuciones extrajudiciales: La ejecución extrajudicial es una violación del derecho a no ser privado
arbitrariamente de la vida, que se configura cuando:
i. Se causa la muerte intencional de una persona, sin que exista una causal legítima.
ii. La muerte es causada por agentes del Estado (como las fuerzas de seguridad) o por particulares (como los
grupos paramilitares, los escuadrones de la muerte o las fuerzas privadas) que cooperan con el Estado o son
tolerados por este. (Comisión Internacional de Justicia. 2021).
Lamentablemente en el Perú, podemos mencionar el Caso Mariela Barreto (ex agente del SIE), Barrios Altos
y La Cantuta, los desaparecidos del Valle del Santa y el caso Pativilca, entre los más destacados.
b) Desapariciones forzadas: En términos generales, se ha reconocido que la desaparición forzada implica una
violación del derecho a la integridad personal, a la libertad personal, […] a no ser sometido a tortura o a
tratos crueles e inhumanos y a la vida. Para que se configure, la privación de la libertad debe haber sido
cometida por agentes estatales o por particulares que actúen con autorización, apoyo o aquiescencia de
estos. (Comisión Internacional de Justicia. 2021).
El análisis de la CVR sostiene que entre 1983 y 1984 fue la etapa más letal del conflicto. Aquello, sumado a los prejuicios
étnicos, fue en gran parte responsable de la severidad de los abusos. Como resultado de sus investigaciones sobre el
proceso de violencia de origen político que se vivió en el Perú entre los años 1980 y 2000, la Comisión de la Verdad y
Reconciliación ha llegado a las siguientes conclusiones:
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de los testimonios recibidos resulta que el 75 por ciento de las víctimas fatales del conflicto armado interno
tenían el quechua u otras lenguas nativas como idioma materno.
7. La CVR comprueba que, en términos relativos, los muertos y desaparecidos tenían grados de instrucción muy
inferiores al promedio nacional. Mientras el censo nacional de 1993 indica que solamente 40 por ciento de la
población nacional tiene un nivel educativo inferior a la educación secundaria, la CVR ha encontrado que el 68
por ciento de las víctimas se encontraba por debajo de ese nivel.
8. La CVR concluye que la violencia impactó desigualmente en distintos ámbitos geográficos y en diferentes estratos
sociales del país. Si la tasa de víctimas reportadas a la CVR respecto de la población de Ayacucho hubiera sido
similar en todo el país, la violencia hubiera ocasionado 1 millón 200 mil muertos y desaparecidos. De esa
cantidad, 340 mil hubieran ocurrido en la ciudad de Lima.
9. La CVR ha constatado que la tragedia que sufrieron las poblaciones del Perú rural, andino y selvático, quechua y
asháninka, campesino, pobre y poco educado, no fue sentida ni asumida como propia por el resto del país; ello
delata, a juicio de la CVR, el velado racismo y las actitudes de desprecio subsistentes en la sociedad peruana a casi
dos siglos de nacida la República.
10. La CVR ha hallado que el conflicto puso de manifiesto graves limitaciones del Estado en su capacidad de
garantizar el orden público y la seguridad, así como los derechos fundamentales de sus ciudadanos dentro de un
marco de actuación democrático.
11. La CVR asimismo ha encontrado una precaria vigencia del orden constitucional y el Estado de Derecho, los que en
momentos de la crisis fueron vulnerados.
Finalmente, “el período de violencia es tratado y manipulado de diversas maneras, según convenga a quien lo
empuñe, y eso queda demostrado, por ejemplo, a la hora de escuchar a políticos de distintas agrupaciones
acusando falsamente a otros de haber mantenido algún tipo de adhesión con agrupaciones terroristas mediante la
práctica del terruqueo3, tan extendida en últimas fechas.a estigmatización del otro por medio de esta práctica no es
un hecho menor, como lo sostiene el historiador Carlos Aguirre, sino que constituyó parte central en el proceso de
violencia que condujo a un clima de autorita-rismo y violación de derechos humanos. (Fiorini, G. 2021).
Así mismo, el acontecimiento del indulto otorgado a Alberto Fujimori el 24 de diciembre de 2017 permite visibilizar
la pugna por la impunidad, por un lado, y la lucha por la justicia, por el otro. Usualmente los estudios de memoria
se centran en los aspectos de lucha desde las asociaciones de víctimas o en los propios procesos de justicia
transicional, pero poco en hechos que evidentemente provocan la polarización y las tensiones propias de la
memoria. (Ulfe, M. y Ilizarbe, C. 2019).
REFERENCIAS:
REFERENCIAS
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Cañón V y Román C. (2019). Terrorismo de Estado en Latinoamérica durante la segunda mitad del siglo XX.
Recuperado de: https://dialnet.unirioja.es
Comisión Andina de Juristas y Konrad Adenahuer. (2006). El sistema interamericano de protección de
los derechos humanos y los países andinos. Bolivia, Chile, Colombia, Perú.
Comisión de la Verdad y Reconciliación. (2003). Informa final. Tomado de: https://www.cverdad.org.pe/ifinal/
Comisión Internacional de Justicia. (2021). Perú: Desapariciones Forzadas y Ejecuciones Extrajudiciales. Estudio de
línea de base, mayo de 2021. Recuperado de: https://www.icj.org/wp-content/uploads/2021/05/Peru-GRA-
Diccionario Prehispánico del español jurídico. (s. f.). Secuestro. Tomado de: https://dpej.rae.es/lema/secuestro
Fiorini, G. (2021). Más allá del pasamontañas: una mirada humana a la violencia política en el Perú. Pucp. Recuperado
de: https://revistas.pucp.edu.pe/index.php/historica/article/view/25353/23898
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