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INVASIONES BARBARAS EN ROMA HISTORIA BARBAROS
Video Transcrito y señalado con color azul los momentos importantes.
Pocos hechos han causado jamás una conmoción tan profunda a toda una civilización como el saqueo de Roma por Alarico 1 (Rey de los visigodos entre 395 y 410) en el año 410. Roma no era ya la principal ciudad de su imperio y el episodio no tuvo siquiera excesiva fuerza destructora, pero de pronto se hizo evidente a todo el mundo que el imperio romano, que parecía destinado a durar eternamente, estaba viviendo sus últimas horas. Los visigodos de Alarico habían combatido al lado de las tropas imperiales y el emperador les había prometido una importante recompensa económica por los servicios prestados a Roma. Pero el dinero no llegaba y los fieros guerreros, cansados de esperar, decidieron tomar el premio con sus propias manos. Sin encontrar apenas resistencia el ejército de Alarico entró en busca de Botín, pero apenas unos días después Alarico cayó fulminado por una misteriosa enfermedad como si hubiera sido víctima de una maldición por asaltar la ciudad eterna. Desconcertados por el suceso los visigodos abandonaron inmediatamente la ciudad y en su retirada respetaron los edificios públicos y la vida de sus habitantes. El saqueo de Alarico no produjo excesiva destrucción, pero asestó a Roma un golpe más duro aún al dejarla súbitamente desprovista de su más firme protección, su aureola de ciudad intocable. Apenas cuatro décadas después la amenaza se volvió mucho más temible. Atila (395 a 453), rey de los Hunos, al que llamaban el azote de Dios, se dirigía a la ciudad. Su ejército devastador, formado por 700 .000 guerreros sedientos de sangre, había arrasado media Europa en su camino desde las llanuras de Estitia y se decía que donde pisaba su caballo no volvía a crecer la hierba. El emperador del imperio romano de Oriente (Teodosio 2) se había visto obligado a pagarle una fortuna, a cambio de que respetara su territorio, y el terrible caudillo dirigió entonces sus pasos hacia el imperio romano de Occidente. Le movía además el hecho de que la hermana del emperador de Roma (Justa Grata Honoria Augusta 416-455), expulsada de la ciudad por su conducta licenciosa, le había enviado un anillo de boda prometiendo al caudillo bárbaro que, si se casaba con ella, lo convertiría en el nuevo emperador. Sin embargo, cuando Atila y todo su ejército se encontraban ya en el norte de Italia, en el año 452 salió a su encuentro el Papa León 1 el Magno (390-461). Completamente desarmado, acompañado apenas de una pequeña escolta, el anciano pontífice se atrevió a recibir así al hombre más temido del mundo, mientras el emperador, aterrorizado, esperaba en su palacio. El caudillo bárbaro, sorprendido ante esa inesperada mezcla de valor y confianza, aceptó escuchar las razones del papa que le continuó a respetar la ciudad. Algunos de los bárbaros que combatían junto a Tila, le relataron entonces la extraña enfermedad de Alarico, sugiriéndole que la conquista de Roma acarreaba la desgracia. Sus médicos, por otro lado, le advertían también de que la peste comenzaba a extenderse por la campaña y que pronto alcanzaría a Roma. Tras pensar todas estas razones, el caudillo de los Hunos aceptó la propuesta de paz presentada por el papa y decidió retirarse. Apenas tres años después, fueron los vándalos de Genserico (Rey de los vándalos y los Alanos 389-477) quienes invadieron Italia, y de nuevo el papa León Magno salió a parlamentar con su rey. En esta ocasión, el venerable pontífice no pudo evitar que las tropas bárbaras entraran en Roma y la saquearan a su antojo, pero obtuvo al menos la garantía de que la vida de sus habitantes sería respetada. Los romanos tuvieron que contemplar impotentes como los vándalos campaban a sus anchas entre los foros y los palacios imperiales, llevándose como botín algunos de los tesoros más valiosos de la ciudad. “Flavio Rómulo Augusto último emperador” Con los francos asentados en la Galia, los vándalos en el norte de África y los visigodos en Hispania, al agonizante imperio romano sólo le quedaba la península itálica y todos comprendían ya que no podría resistir mucho tiempo. Su acta de defunción tiene una fecha precisa, el año 476, cuando el último emperador de Roma, llamado Rómulo Augústulo, fue depuesto por el bárbaro Odoacro. Pero hemos de hacer una salvedad importante, decisiva para comprender bien toda la historia posterior. Con la deposición Rómulo Augústulo, cayó solo la parte occidental del imperio. Durante 1000 años más permaneció en pie el Imperio romano de Oriente, con capital en Constantinopla, llamada también Bizancio. Por eso los emperadores bizantinos, que se consideraban herederos legítimos de todos los territorios de Roma, pugnaron durante siglos por recuperar su antiguo dominio y especialmente Italia, la cuna del imperio. Aliado con el emperador de Bizancio, el bárbaro Teodorico el Grande (454-526), que se había educado como rehén en la refinada corte bizantina y había asimilado toda la cultura romana, consiguió hacer frente y derrotar a Odoacro el año 493. Pero lejos de entregar sus conquistas a Bizantino estableció en Italia el reino Ostrogodos, el larguísimo reinado de Teodorico llamado el grande supuso un transitorio periodo de paz y prosperidad para Italia que recupero una normalidad perdida hacía ya mucho tiempo. La administración del reino en manos de las antiguas familias romanas volvió a ser una maquinaria eficaz, se desarrollado el comercio y la agricultura y se impulso la actividad constructiva restaurándose acueductos y calzadas. Aunque Teodorico residió mayormente en Ravena, en roma volvieron a realizarse obras publicas y en su época tuvieron lugar los últimos espectáculos en el coliseo y el circo máximo, la muerte de Teodorico en el año 526 coincide el ascenso en Bizancio de un gran emperador Justiniano 1 (483-565), uno de cullas principales obsesiones fue recuperar nuevamente todos los antiguos dominios de roma. Tras reconquistar el norte de África donde se avía asentado los vándalos, envió a la península itálica un gran ejercito al mando de Flavio Belisario (500-565) uno de los mejores generales de la historia. Comenzaron entonces las llamadas Guerra gótica que durante 2 décadas enfrentaron a bizantinos y ostrogodos por el dominio de Italia, roma se convirtió en el centro de todos los conflictos y sus habitantes tuvieron que padecer los asedios, los saqueos, las hambrunas y la peste. En el año 536 Belisario tomo la ciudad de roma, muchos pensaron entonces que todavía era posible el restablecimiento del viejo imperio romano, pero una década después el brillante general fue llamado a Constantinopla por el emperador. Circunstancia que aprovecho el rey ostrogodo Totila (519-552) para reconquistar la ciudad, justiniano volvió a enviar de nuevo a Belisario a Italia y Totila consiente que no podía proseguir su marcha de conquista hacia el sur y defender roma al mismo tiempo decidió arrasarla y demoler sus murallas. En ese momento Belisario escribió a Totila la famosa carta invitándole a recapacitar y detener la destrucción “Las cuidades ilustres son el honor de sus fundadores y ningún hombre que se estime tendré deseos de pasar a la posteridad como destructor de las mismas. Pues bien, de todas las ciudades del mundo, roma es sin duda le mayor y la mas ilustre, si la destruyes en esta lucha tuya el emperador hablas destruido tu propio bien, protegiendo la ciudad en cambio conservadas la mas bella perla de tu corona, si decides destruir roma no esperes ninguna clemencia si fueras vencido” Totila paro el desastre demostrando su grandeza, pero ordeno que todos sus habitantes abandonasen la ciudad y dejando una pequeña guarnición en los montes circundantes se dirigió al sur de Italia, llevando consigo como rehenes a todos los gobernadores, roma permaneció completamente desierta durante cerca de mes y medio. Las Guerra gótica terminaron en el año 555, Bizancio puso fin al reino ostrogodo y recupero el control de Italia, pero los 20 años de continua guerras y asedios, tuvieron un efecto devastador sobre roma y sus instituciones. Además, los logros de los bizantinos fuero efímeros casi a continuación entro a las penínsulas la última oleada de Invasores Los lombardos (Invasores en el 568), estos se asentaron rápidamente en grandes zonas de Italia, aunque no consiguieron tomar roma dominaban los territorios al norte y al sur de la ciudad y representaba para ella una amenaza permanente. El imperio bizantino era demasiado débil ya para vender los nuevos invasores y no podían ofrecer demasiada ayuda, es en esa época con la ciudad de roma rodeada por Los lombardos y las instituciones civiles completamente inoperantes cuando surge la figura gigantesca del papa Gregorio Magno (540-604), considerado por muchos como el más grande papa de la historia. Gregorio que en su juventud había llegado a ser el primer magistrado de roma, ofreció su auxilió a los desesperados romanos abandonados a merced de la hambruna y una terrible peste, que se había desatado en la ciudad, convirtiéndose en su gobernante efectivo. Contra la voluntad de los Bizantinos y en nombre de roma el papa Gregorio negocio con Los lombardos que poco a poco se irían convirtiendo al cristianismo para garantizar la seguridad de la ciudad, en ese momento roma empieza a intuir que debe cambiar definitivamente de aliados pues Bizancio cada vez con más problemas en su propio territorio se encuentra demasiado lejos y los barbaros demasiado cercas. Desde entonces oriente y occidentes, los antiguos hermanos que habían formado parte de un mismo imperio irían separando cada vez más, Bizancio y roma se alojaban irremisiblemente. Tras siglos de guerras e invasiones la ciudad de roma, que había llegado a superar el millón de habitantes durante el imperio salía en la convulsa época de las invasiones con poco mas de 20 000 almas, nada quedaba más de sus antiguos dominios ni de sus viejas instituciones, abandonado el sueño del restablecimiento del imperio su mirada se dirigida preferentemente a los nuevos reinos que empezaron a surgir en el continente con los que sabia que estaba condenada a entenderse, de hecho en ese momento cuando empieza la gran acción evangelizadora para la cristianización de los pueblos barbaros que constituirán la nueva Europa, en la ciudad y los alrededores los papas herederos espirituales y administrativos del viejo imperio luchaban con un pequeño ejercito por asegurar su posición, mantener la independencia de la ciudad y garantizar el sustento y la integridad de sus habitantes.