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AÑO DEL BICENTENARIO, DE LA CONSOLIDACIÓN DE NUESTRA

INDEPENDENCIA, Y DE LA CONMEMORACIÓN DE LAS HEROICAS


BATALLAS DE JUNÍN Y AYACUCHO”

UNIVERSIDAD PRIVADA SAN JUAN BAUTISTA

FACULTAD DE CIENCIAS DE LA SALUD

ESCUELA PROFESIONAL DE PSICOLOGÍA

ASIGNATURA:

PSICOPATOLOGÍA Y PSICOFARMACOLOGÍA

DOCENTE:

CILENE YSABEL SANTOS KU

CICLO: V

SECCIÓN: MA

ELABORADO POR:

Borjas Perez Renato

Cuenca Campos Alejandro

Huaman Martinez Scarlet

Reategui Ocaña Keren

GRUPO: 5

CHINCHA - PERÚ

2024
1

ÍNDICE
1. Definición de disfunciones sexuales 3
2. Clasificación de las Disfunciones Sexuales 4
2.1 Disfunciones sexuales masculinas 5
● Disfunción eréctil 5
● Eyaculación precoz 6
● Eyaculación retardada 7
● Disfunción sexual orgásmica 7
● Hiposexualidad 8
2.2 Disfunciones Sexuales Femeninas 8
● Trastornos del deseo sexual 9
● Trastornos de la excitación sexual 10
● Trastornos del orgasmo 11
● Vaginismo 11
● Dispareunia (dolor durante el acto sexual) 12
3. Factores Causales de las Disfunciones Sexuales 13
3.1Factores biológicos 13
● Hormonas 13
● Enfermedades crónicas (diabetes, hipertensión, etc.) 13
● Medicamentos 14
3.2 Factores psicológicos 14
● Estrés 14
● Ansiedad 15
● Depresión 15
● Trauma sexual y abuso 16
3.3 Factores socioculturales 16
● Normas sociales y culturales 16
● Expectativas y presión de género 18
4. Diagnóstico de las Disfunciones Sexuales 19
4.1 Evaluación de las disfunciones sexuales 20
4.1.1 Instrumentos de evaluación 21
5. Tratamiento y Enfoques Terapéuticos 24
5.1 Tratamientos médicos (medicación, dispositivos) 24
a. Tratamiento Hormonal 24
b. Fármacos para la Disfunción Eréctil 24
c. Anestésicos Tópicos o Fármacos para Eyaculación Precoz 24
d. Lubricantes y Productos Vaginales 24
e. Dispositivos Médicos 25
5.2 Terapia psicológica (terapia cognitivo-conductual, psicoterapia) 25
5.3 Terapias sexuales (educación sexual, terapia de pareja) 26
a. Educación Sexual: 26
b. Materiales Educativos: 27
5.4 Enfoques alternativos (acupuntura, hipnosis) 27
2

a. Técnicas de Relajación y Mindfulness 27


b. fisioterapia del Suelo Pélvico 27
c. Terapias Complementarias 27
6. Prevención de los Trastornos Sexuales 28
6.1 Estrategia preventiva 28
6.1.2. Puntos clave para prevenir los problemas sexuales 29
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 35
3

1. Definición de disfunciones sexuales

Las disfunciones sexuales son alteraciones persistentes o recurrentes en alguna de las fases
de la respuesta sexual humana que generan malestar significativo o problemas en las
relaciones interpersonales. Estas fases incluyen el deseo, la excitación, el orgasmo y la
resolución, y cualquier interrupción en ellas puede afectar la experiencia sexual. Las
disfunciones pueden presentarse en personas de cualquier género y etapa de la vida, con
causas que pueden ser psicológicas, biológicas o sociales, o una combinación de estas.

Desde un punto de vista médico y psicológico, las disfunciones sexuales pueden


clasificarse en varios tipos. Por un lado, están los trastornos del deseo sexual, como el deseo
sexual hipoactivo o la aversión sexual, que implican una disminución o rechazo de la
actividad sexual. Por otro lado, los trastornos de la excitación abarcan dificultades para
experimentar las respuestas físicas propias de la estimulación, como problemas de erección
en hombres o lubricación insuficiente en mujeres. También se incluyen los trastornos del
orgasmo, como la anorgasmia o la eyaculación precoz, y los trastornos relacionados con el
dolor sexual, como la dispareunia y el vaginismo.

Las causas de las disfunciones sexuales son multifactoriales. Entre los factores
psicológicos se encuentran el estrés, la ansiedad, la depresión o los traumas previos. Los
factores biológicos incluyen enfermedades crónicas, desbalances hormonales o efectos
secundarios de ciertos medicamentos. Además, las influencias culturales y sociales, como la
falta de educación sexual o los tabúes en torno a la sexualidad, también desempeñan un papel
importante en el desarrollo de estas disfunciones.

El tratamiento de las disfunciones sexuales requiere una aproximación integral. Esto puede
incluir terapia psicológica o de pareja, intervenciones médicas como el uso de fármacos, y
cambios en el estilo de vida, como la reducción del estrés y la mejora de los hábitos
saludables. Una evaluación adecuada y el enfoque multidisciplinario son esenciales para
abordar eficazmente estas condiciones y mejorar la calidad de vida de las personas afectadas.

Las disfunciones sexuales se clasifican en cuatro grandes categorías según la fase de la


respuesta sexual afectada. Los trastornos del deseo sexual incluyen condiciones como el
deseo sexual hipoactivo, donde la persona muestra poco o ningún interés por la actividad
sexual, y la aversión sexual, caracterizada por sentimientos intensos de rechazo o miedo hacia
el sexo. Por otro lado, los trastornos de la excitación sexual afectan la respuesta física al
4

estímulo sexual, como la disfunción eréctil en los hombres o la dificultad para lograr la
lubricación adecuada en las mujeres. Los trastornos del orgasmo, como la anorgasmia o la
eyaculación retardada, afectan la capacidad de alcanzar el clímax sexual, incluso cuando hay
una adecuada estimulación. Finalmente, los trastornos relacionados con el dolor sexual, como
la dispareunia (dolor durante el coito) y el vaginismo (contracción involuntaria de los
músculos vaginales), pueden hacer que las relaciones sexuales sean incómodas o incluso
imposibles.

2. Clasificación de las Disfunciones Sexuales

Las disfunciones sexuales se clasifican en función de las fases de la respuesta sexual


afectadas: deseo, excitación, orgasmo y la aparición de dolor durante la actividad sexual. Esta
clasificación facilita el diagnóstico y tratamiento al identificar los problemas específicos que
interfieren en la vida sexual de las personas.

Los trastornos del deseo sexual afectan la motivación o interés hacia la actividad sexual.
Entre ellos, el más común es el deseo sexual hipoactivo, caracterizado por una baja o nula
inclinación hacia el sexo, acompañado de malestar o dificultades en la pareja. Otro trastorno
es la aversión sexual, donde la persona siente un rechazo extremo o incluso miedo hacia las
relaciones sexuales, lo que puede estar relacionado con experiencias traumáticas o ansiedad.

En la fase de excitación sexual, los trastornos se presentan como dificultades para


experimentar o mantener las respuestas físicas necesarias para el placer sexual. En los
hombres, la disfunción eréctil es la incapacidad persistente para lograr o mantener una
erección adecuada. En las mujeres, el trastorno de excitación sexual se manifiesta como
dificultad para alcanzar una lubricación o expansión vaginal suficientes, lo que interfiere con
la satisfacción sexual.

Los trastornos del orgasmo incluyen problemas para alcanzar el clímax, a pesar de una
estimulación adecuada. En las mujeres, esto se conoce como anorgasmia, una condición que
puede ser primaria (nunca ha experimentado un orgasmo) o secundaria (dificultad adquirida
después de un periodo normal). En los hombres, se presentan la eyaculación precoz, que
ocurre antes de lo deseado, y la eyaculación retardada, que es la incapacidad de eyacular a
pesar de la estimulación.

Por último, los trastornos relacionados con el dolor sexual afectan tanto a hombres como a
mujeres. La dispareunia se refiere al dolor persistente durante o después del coito, mientras
5

que el vaginismo, exclusivo de las mujeres, consiste en una contracción involuntaria de los
músculos vaginales que impide o dificulta la penetración. Estas condiciones suelen estar
asociadas con factores psicológicos, físicos o una combinación de ambos.

2.1 Disfunciones sexuales masculinas


Las disfunciones sexuales masculinas son alteraciones en las diferentes fases de la
respuesta sexual, que incluyen el deseo, la excitación, el orgasmo y la resolución. Estas
disfunciones pueden tener un impacto significativo en la calidad de vida del hombre,
causando malestar emocional, afectando la autoestima y generando dificultades en las
relaciones de pareja.

● Disfunción eréctil
La disfunción eréctil (DE), también conocida como impotencia, se caracteriza
por la incapacidad persistente o recurrente para lograr o mantener una erección
suficiente para la actividad sexual. Sus causas pueden ser físicas, como
enfermedades cardiovasculares, diabetes, obesidad, o problemas hormonales, o
psicológicas, como ansiedad, depresión o estrés. También pueden intervenir
factores relacionados con el estilo de vida, como el consumo de tabaco, alcohol
o drogas. Su tratamiento incluye cambios en el estilo de vida, fármacos
(inhibidores de la fosfodiesterasa como el sildenafil), terapia psicológica y, en
casos más graves, dispositivos mecánicos o cirugía.
Causas físicas:
1) Enfermedades cardiovasculares (arteriosclerosis, hipertensión).
2) Diabetes mellitus (daño nervioso y vascular).
3) Desequilibrios hormonales, como bajos niveles de testosterona.
4) Efectos secundarios de medicamentos (antihipertensivos, antidepresivos).
5) Consumo de tabaco, alcohol o drogas.

Causas psicológicas:
1) Estrés, ansiedad de desempeño, depresión o conflictos de pareja.
Tratamiento:
1) Fármacos orales como inhibidores de la fosfodiesterasa-5 (sildenafil,
tadalafil).
2) Terapia psicológica para abordar problemas emocionales.
6

3) Cambios en el estilo de vida, como ejercicio regular, dieta saludable y


reducción de consumo de sustancias nocivas.
4) En casos graves, dispositivos mecánicos o cirugía (implantes penianos).
● Eyaculación precoz
La eyaculación precoz es una de las disfunciones sexuales más comunes
en hombres. Consiste en la eyaculación que ocurre antes o poco después de la
penetración, con mínimo control voluntario y causando insatisfacción o
malestar. Puede clasificarse como primaria (presente desde las primeras
experiencias sexuales) o secundaria (aparece después de un periodo de
funcionamiento sexual normal). Las causas incluyen factores psicológicos,
como ansiedad de rendimiento, y biológicos, como hipersensibilidad en los
genitales o alteraciones en los niveles de serotonina. El tratamiento puede
incluir terapia psicológica, técnicas de control, uso de medicamentos (como
anestésicos tópicos o inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina) y
educación sexual.

Causas:
1) Factores biológicos, como hipersensibilidad del pene o alteraciones en los
niveles de serotonina.
2) Factores psicológicos, como ansiedad, experiencias sexuales traumáticas o
falta de comunicación con la pareja.
Tratamiento:
1) Terapias conductuales: Técnicas como "parar y apretar" o el "método del
inicio y detención".
2) Fármacos: Inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) o
anestésicos tópicos para reducir la sensibilidad.
3) Terapia psicológica para trabajar la ansiedad de desempeño.
7

● Eyaculación retardada
La eyaculación retardada, o disfunción eyaculatoria, se refiere a la
dificultad persistente o incapacidad para eyacular, a pesar de una estimulación
sexual adecuada. Este trastorno puede ser situacional o generalizado, y sus
causas son tanto psicológicas (falta de atracción, conflictos en la pareja) como
físicas (lesiones nerviosas, efectos secundarios de medicamentos, como los
antidepresivos). El tratamiento incluye abordar los factores emocionales,
ajustar la medicación si es el caso, y, en ocasiones, el uso de técnicas
específicas para estimular la eyaculación.
Causas:

1) Físicas: Problemas neurológicos, lesiones espinales, efectos secundarios de


medicamentos (antidepresivos, antipsicóticos).
2) Psicológicas: Baja atracción hacia la pareja, estrés o traumas sexuales.
3) Mixtas: Combinación de causas físicas y emocionales.
Tratamiento:
1) Ajuste de medicamentos si están interfiriendo con la función eyaculatoria.
2) Terapia psicológica para abordar barreras emocionales.
3) Ejercicios o estrategias para mejorar la sensibilidad y el control.
● Disfunción sexual orgásmica
También conocida como anorgasmia masculina, se caracteriza por la
incapacidad persistente de alcanzar el orgasmo durante la actividad sexual, a
pesar de una erección adecuada y estimulación suficiente. Puede ser causada
por factores psicológicos, como estrés o traumas, o físicos, como lesiones en la
médula espinal o problemas neurológicos. El tratamiento suele incluir terapia
psicológica, revisión de medicamentos que puedan interferir en el orgasmo y
ejercicios para mejorar la conexión entre mente y cuerpo.
Causas:

1) Factores físicos: Daño nervioso (neuropatías), enfermedades crónicas


(diabetes), consumo excesivo de alcohol.
2) Factores psicológicos: Ansiedad, depresión o traumas relacionados con la
sexualidad.
8

3) Factores relacionales: Falta de conexión emocional o problemas de pareja.


Tratamiento:
1) Identificación de condiciones médicas subyacentes.
2) Terapia sexual para explorar barreras emocionales.
3) Educación sexual para mejorar la comunicación y la intimidad en la pareja.
● Hiposexualidad
La hiposexualidad, o deseo sexual hipoactivo, se refiere a la
disminución o ausencia persistente del interés sexual. Puede estar relacionada
con desequilibrios hormonales, como niveles bajos de testosterona,
enfermedades crónicas, efectos secundarios de medicamentos o problemas
psicológicos, como depresión o conflictos de pareja. También puede ser
influida por factores culturales o religiosos que reprimen la expresión sexual.
El tratamiento incluye terapia hormonal en caso de déficits de testosterona,
asesoramiento psicológico y cambios en el estilo de vida, como mejorar la
comunicación con la pareja y reducir el estrés.

Causas:
1) Hormonales: Bajos niveles de testosterona.
2) Psicológicas: Depresión, estrés crónico, ansiedad o conflictos de pareja.
3) Sociales y culturales: Factores religiosos, tabúes o experiencias sexuales negativas
previas.
4) Físicas: Enfermedades crónicas, fatiga o consumo de ciertos medicamentos.
Tratamiento:
1) Terapia hormonal en casos de déficit de testosterona.
2) Terapia psicológica para tratar las causas emocionales.
3) Mejora del estilo de vida: Reducción del estrés, ejercicio regular y dieta balanceada.
2.2 Disfunciones Sexuales Femeninas

Las disfunciones sexuales femeninas abarcan una serie de alteraciones en las diferentes
fases de la respuesta sexual: deseo, excitación, orgasmo y resolución. Estas condiciones
pueden ser de naturaleza persistente o recurrente y, al igual que en los hombres, afectan
significativamente la calidad de vida de las mujeres, generando malestar emocional,
dificultades en la pareja y baja autoestima
9

● Trastornos del deseo sexual


El trastorno del deseo sexual, también conocido como deseo sexual hipoactivo,
se caracteriza por una disminución o ausencia persistente de interés en la
actividad sexual, lo que genera malestar personal o problemas en la relación.
Este trastorno puede ser influido por factores hormonales, como bajos niveles
de testosterona o cambios en los niveles de estrógeno durante la menopausia.
Además, causas psicológicas como estrés, depresión o conflictos de pareja, y
factores socioculturales, como tabúes sexuales o experiencias traumáticas,
también desempeñan un papel significativo. El tratamiento puede incluir
terapia psicológica, educación sexual, terapia hormonal y estrategias para
mejorar la comunicación en la pareja.

Causas:

1) Hormonales: Bajos niveles de testosterona, cambios hormonales durante la


menopausia, embarazo o lactancia.

2) Psicológicas: Estrés, depresión, ansiedad, baja autoestima o experiencias traumáticas.

3) Relacionales: Conflictos en la pareja, falta de comunicación o pérdida de atracción.

4) Socioculturales: Tabúes sexuales, educación restrictiva o creencias negativas sobre el


sexo.

Tratamiento:

1) Terapia hormonal, como el uso de estrógenos o testosterona, especialmente en


mujeres posmenopáusicas.

2) Terapia psicológica (individual o de pareja) para abordar conflictos


emocionales o relacionales.

3) Educación sexual para mejorar el conocimiento y la confianza en la propia


sexualidad.

4) Técnicas de reducción de estrés y mejora de la comunicación con la pareja.


10

● Trastornos de la excitación sexual


Los trastornos de la excitación sexual en mujeres se manifiestan como una
dificultad para lograr o mantener las respuestas físicas típicas de la excitación,
como la lubricación vaginal o la hinchazón de los genitales, incluso cuando hay
un deseo sexual. Este problema puede deberse a causas físicas, como trastornos
hormonales, enfermedades crónicas o efectos secundarios de medicamentos, así
como a factores psicológicos, como ansiedad o falta de atracción hacia la
pareja. El enfoque terapéutico incluye abordar los factores físicos subyacentes,
el uso de lubricantes para aliviar los síntomas y la terapia sexual para trabajar
las barreras emocionales o relacionales.
Causas:

Físicas: Problemas de flujo sanguíneo en la zona pélvica, uso de ciertos


medicamentos (antidepresivos, anticonceptivos hormonales), enfermedades crónicas
(diabetes, hipertensión).

1) Psicológicas: Ansiedad, preocupación por el desempeño sexual o imagen


corporal negativa.
2) Relacionales: Falta de intimidad o comunicación en la pareja.

Tratamiento:

1) Lubricantes y humectantes vaginales para aliviar la sequedad o incomodidad.


2) Terapia psicológica para tratar la ansiedad de desempeño o la falta de
confianza.
3) Ejercicios físicos, como los de Kegel, para mejorar la circulación y la
sensibilidad genital.
4) Modificaciones en medicamentos que puedan estar interfiriendo en la
excitación.
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● Trastornos del orgasmo


El trastorno orgásmico femenino, o anorgasmia, se refiere a la dificultad
o incapacidad persistente de alcanzar el orgasmo, a pesar de una estimulación
sexual adecuada. Puede ser primario (cuando nunca se ha experimentado un
orgasmo) o secundario (cuando aparece después de un periodo de
funcionamiento normal). Las causas incluyen factores psicológicos, como
traumas pasados, ansiedad o falta de conocimiento sobre el propio cuerpo, y
factores físicos, como enfermedades que afectan la sensibilidad o el flujo
sanguíneo en la zona genital. El tratamiento combina la educación sexual, la
terapia psicológica y, en algunos casos, ejercicios para mejorar la conciencia
corporal y la respuesta sexual.
Causas:

1) Físicas: Enfermedades neurológicas, lesiones pélvicas, o falta de estimulación


adecuada.
2) Psicológicas: Miedo al placer, ansiedad, experiencias traumáticas o falta de
conocimiento del propio cuerpo.
3) Relacionales: Falta de comunicación sobre preferencias sexuales con la pareja.
Tratamiento:
1) Educación sexual enfocada en el autoconocimiento y la estimulación erótica.
2) Terapia psicológica para abordar barreras emocionales o traumas sexuales.
3) Uso de dispositivos sexuales (como vibradores) para explorar nuevas formas
de placer.
4) Terapia de pareja para mejorar la comunicación y la intimidad.
12

● Vaginismo
El vaginismo es una disfunción caracterizada por la contracción involuntaria de
los músculos del tercio externo de la vagina, lo que dificulta o impide la
penetración durante el acto sexual. Esta condición puede estar relacionada con
miedo al dolor, experiencias traumáticas previas, ansiedad o creencias
negativas sobre el sexo. En casos más graves, incluso los exámenes
ginecológicos o el uso de tampones pueden resultar imposibles. El tratamiento
incluye terapia psicológica, técnicas de relajación, uso progresivo de
dilatadores vaginales y ejercicios para fortalecer el control muscular, como los
ejercicios de Kegel.
Causas:

1) Psicológicas: Miedo al dolor, ansiedad extrema, traumas sexuales previos.


2) Físicas: Infecciones, inflamaciones o lesiones en la vagina.
3) Culturales: Educación sexual restrictiva o creencias negativas sobre el sexo.
Tratamiento:
1) Uso de dilatadores vaginales progresivos para desensibilizar gradualmente los
músculos vaginales.
2) Terapia psicológica o sexológica para abordar el miedo al dolor o los traumas
sexuales.
3) Ejercicios de relajación y respiración para reducir la tensión muscular.
4) Terapia de pareja para trabajar la confianza y la paciencia en el proceso de
recuperación.
13

● Dispareunia (dolor durante el acto sexual)


La dispareunia es el dolor recurrente o persistente durante o después del coito.
Puede deberse a causas físicas, como infecciones vaginales, endometriosis,
atrofia vaginal en la menopausia o lesiones en los tejidos. También puede estar
influida por factores psicológicos, como miedo al dolor o traumas sexuales
previos. El enfoque terapéutico incluye el tratamiento médico de las
condiciones físicas subyacentes, el uso de lubricantes para reducir la fricción y
la terapia psicológica para abordar los factores emocionales relacionados con el
dolor.
Causas:
1) Físicas: Infecciones vaginales, endometriosis, atrofia vaginal por menopausia,
cicatrices por partos o cirugías.
2) Psicológicas: Miedo al dolor, ansiedad, estrés o antecedentes de abuso sexual.
3) Relacionales: Falta de comunicación o presión de la pareja.
Tratamiento:
1) Identificación y tratamiento de las condiciones físicas subyacentes, como
infecciones o atrofia vaginal (con cremas de estrógeno).
2) Uso de lubricantes para reducir la fricción durante el coito.
3) Terapia psicológica para abordar los factores emocionales asociados con el
dolor.
4) Educación sexual para reducir la ansiedad y promover prácticas sexuales más
cómodas.
3. Factores Causales de las Disfunciones Sexuales

Las disfunciones sexuales pueden tener múltiples causas, muchas de las cuales están
relacionadas con factores biológicos, hormonales, enfermedades crónicas y el uso de ciertos
medicamentos. Estos aspectos, en conjunto o por separado, influyen significativamente en la
capacidad de las personas para experimentar y disfrutar de su vida sexual.

3.1Factores biológicos

En cuanto a los factores biológicos, encontramos alteraciones en el funcionamiento


del cuerpo que afectan directamente la respuesta sexual. Por ejemplo, una mala circulación
sanguínea puede dificultar la erección en los hombres o afectar la lubricación en las mujeres.
14

También, los desequilibrios en neurotransmisores como la dopamina o la serotonina están


asociados con problemas en el deseo y la excitación sexual. Además, los daños en el sistema
nervioso, como en casos de esclerosis múltiple o lesiones medulares, pueden interrumpir las
señales que activan las respuestas sexuales normales.

● Hormonas

- Las hormonas desempeñan un papel clave en la función sexual. En los hombres,


niveles bajos de testosterona están asociados con una disminución del deseo sexual y
problemas de erección. En las mujeres, los niveles de estrógeno fluctúan
significativamente durante la vida debido a eventos como el ciclo menstrual, el
embarazo o la menopausia, lo que puede afectar el deseo sexual, la excitación y la
lubricación vaginal. La disminución de la testosterona en mujeres también puede ser
relevante, ya que este andrógeno tiene un papel importante en el deseo sexual
femenino. Por otro lado, el desequilibrio de otras hormonas como la prolactina o las
hormonas tiroideas puede alterar la libido y la función sexual en ambos sexos.

● Enfermedades crónicas (diabetes, hipertensión, etc.)

- Las enfermedades crónicas como la diabetes, la hipertensión arterial, las


enfermedades cardiovasculares y las enfermedades renales o hepáticas crónicas están
estrechamente relacionadas con las disfunciones sexuales. La diabetes, por ejemplo,
daña los nervios y los vasos sanguíneos, lo que puede provocar disfunción eréctil en
los hombres y problemas de lubricación o sensibilidad en las mujeres. La hipertensión
arterial, al comprometer el flujo sanguíneo adecuado, también afecta negativamente la
capacidad de obtener y mantener una erección o de experimentar una excitación
sexual óptima. Las enfermedades cardiovasculares no solo afectan la circulación, sino
que también pueden generar miedo a realizar actividad sexual debido al riesgo
percibido de un evento cardíaco. Por su parte, las enfermedades crónicas suelen ir
acompañadas de dolor, fatiga o preocupaciones psicológicas que dificultan el interés y
el rendimiento sexual.

● Medicamentos

- El impacto de los medicamentos en la función sexual es considerable. Fármacos como


los antidepresivos, los antihipertensivos, los antipsicóticos y ciertos tratamientos
hormonales tienen efectos secundarios que afectan la libido, la excitación y el
15

orgasmo. Por ejemplo, los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina


(ISRS), usados para tratar la depresión y la ansiedad, suelen provocar una
disminución del deseo sexual y dificultades para alcanzar el orgasmo. Los
betabloqueantes, empleados para la hipertensión, pueden reducir la capacidad de
excitación en ambos sexos. Incluso los medicamentos utilizados para tratar
enfermedades como el cáncer pueden alterar el equilibrio hormonal y, en
consecuencia, interferir con la función sexual.

3.2 Factores psicológicos

Las disfunciones sexuales están profundamente influenciadas por factores


psicológicos, los cuales pueden alterar tanto el deseo como el desempeño sexual. Entre estos
factores, destacan el estrés, la ansiedad, la depresión y los traumas relacionados con el abuso
sexual. Cada uno de estos elementos contribuye de manera única al desarrollo de dificultades
en la vida sexual, ya sea de forma temporal o crónica, dependiendo de la intensidad y la
duración del problema.

● Estrés

- El estrés es un factor psicológico común que afecta negativamente la función sexual.


Cuando una persona experimenta niveles elevados de estrés, su cuerpo responde con
una activación del sistema nervioso simpático, lo que desencadena la liberación de
hormonas como el cortisol y la adrenalina. Estas hormonas, necesarias para manejar
situaciones de amenaza, pueden interferir con los mecanismos de excitación sexual.
En hombres, el estrés puede contribuir a la disfunción eréctil o la eyaculación precoz,
mientras que en mujeres puede provocar una disminución del deseo sexual o
dificultad para alcanzar el orgasmo. Además, las preocupaciones relacionadas con el
rendimiento sexual o la imagen corporal pueden intensificar el impacto del estrés,
creando un ciclo en el que la frustración y el temor perpetúan las dificultades
sexuales.

● Ansiedad

- La ansiedad también juega un papel importante en las disfunciones sexuales. La


ansiedad puede manifestarse de diversas formas, como preocupación por el
desempeño sexual (ansiedad de rendimiento) o miedos relacionados con la intimidad.
En los hombres, esta ansiedad a menudo se asocia con la incapacidad de mantener una
16

erección o con la eyaculación rápida, mientras que en las mujeres puede estar
vinculada con dificultades para alcanzar el orgasmo o experimentar placer durante el
acto sexual. La ansiedad también puede generar tensión muscular y dificultar la
relajación necesaria para disfrutar de las relaciones sexuales, lo que agrava aún más
los problemas. En algunos casos, la anticipación de un fracaso sexual puede llevar a
evitar las relaciones sexuales por completo, lo que afecta negativamente la autoestima
y las relaciones interpersonales.

● Depresión

- Por otro lado, la depresión es un trastorno psicológico que puede tener un impacto
significativo en la vida sexual de una persona. La depresión a menudo se acompaña
de una pérdida de interés generalizada en actividades que antes eran placenteras,
incluido el sexo. Las personas con depresión suelen experimentar una disminución del
deseo sexual, dificultad para excitarse y problemas para alcanzar el orgasmo. Esto
puede deberse tanto a los síntomas emocionales de la depresión, como la tristeza o la
falta de energía, como a los efectos secundarios de los medicamentos antidepresivos,
que frecuentemente contribuyen a las disfunciones sexuales. Además, la percepción
negativa de uno mismo y la sensación de inutilidad que acompañan a la depresión
pueden generar barreras adicionales para mantener una vida sexual saludable.

● Trauma sexual y abuso

- El trauma sexual y el abuso representan factores psicológicos especialmente


profundos y complejos en el desarrollo de disfunciones sexuales. Las personas que
han sido víctimas de abuso sexual, violación o acoso pueden experimentar una
variedad de problemas sexuales, como disminución del deseo, aversión al sexo,
dificultad para confiar en sus parejas o dispareunia (dolor durante las relaciones
sexuales). Estos problemas a menudo están relacionados con recuerdos traumáticos,
sentimientos de culpa, vergüenza o miedo, que surgen durante el acto sexual o incluso
al pensar en la actividad íntima. El trauma sexual puede alterar la manera en que una
persona percibe el sexo, asociándolo con peligro o sufrimiento en lugar de placer y
conexión. Esto no solo afecta la respuesta sexual, sino también la calidad de las
relaciones interpersonales y la salud emocional en general.
17

3.3 Factores socioculturales

● Normas sociales y culturales

Las normas sociales y culturales desempeñan un papel crucial en la formación


de la manera en que las personas perciben y experimentan su sexualidad. Estas
normas, transmitidas de generación en generación, definen lo que es considerado
apropiado o inaceptable en términos de comportamiento sexual, estableciendo límites
y expectativas que pueden ser tanto explícitas como implícitas. Estas reglas
socioculturales varían ampliamente entre diferentes culturas, religiones y regiones,
pero comparten un impacto significativo en la vida sexual de las personas,
especialmente cuando son restrictivas o imponen una visión negativa de la sexualidad.

- En sociedades tradicionalmente conservadoras, las normas pueden ser particularmente


restrictivas en cuanto a la expresión sexual. Por ejemplo, en algunos contextos
religiosos, el sexo fuera del matrimonio es considerado un tabú severo, y quienes lo
practican pueden enfrentar sanciones sociales, rechazo familiar o incluso castigos
legales. Esto no solo limita la exploración sexual de las personas, sino que también
puede llevar a sentimientos de culpa o vergüenza que persisten incluso en el
matrimonio, afectando la capacidad de disfrutar de una vida sexual plena. Además,
estas normas a menudo reprimen la educación sexual, lo que genera desinformación,
miedo y mitos en torno a la sexualidad, como la idea de que hablar sobre sexo es
moralmente incorrecto o peligroso.

- En algunas culturas, las normas sociales también dictan cómo deben comportarse los
hombres y las mujeres en el ámbito sexual, perpetuando desigualdades y estereotipos
que afectan negativamente la salud sexual. Por ejemplo, las mujeres pueden ser
condicionadas a ver su sexualidad como algo que debe ser controlado y reprimido,
siendo juzgadas si expresan libremente sus deseos o buscan satisfacción sexual. Este
fenómeno, conocido como "doble moral sexual", contrasta con las expectativas hacia
los hombres, a quienes se les permite e incluso se les fomenta ser sexualmente activos
y dominantes. Este desequilibrio puede resultar en una falta de comunicación entre
parejas, insatisfacción sexual y, en algunos casos, disfunciones sexuales relacionadas
con la ansiedad o la frustración.
18

- Otra influencia importante de las normas sociales y culturales es la imposición de


ideas estrictas sobre la "normalidad" sexual, lo que puede generar inseguridades y
conflictos internos. Por ejemplo, en muchas sociedades existe la creencia de que las
relaciones sexuales deben seguir un guion específico que prioriza la penetración como
el acto central y el orgasmo como la meta final. Estas expectativas rígidas ignoran la
diversidad de experiencias sexuales y pueden llevar a sentimientos de insuficiencia en
personas que no cumplen con este modelo, perpetuando problemas como el miedo al
fracaso, la disfunción eréctil o la anorgasmia.

- Además, algunas culturas ejercen un control más severo sobre la sexualidad mediante
prácticas como el matrimonio arreglado, la mutilación genital femenina o la
criminalización de las relaciones fuera de los parámetros heteronormativos. Estas
prácticas refuerzan la idea de que la sexualidad debe ser regulada estrictamente por la
sociedad y no por el individuo, lo que puede provocar traumas, represión y una
desconexión emocional con la propia sexualidad.

- Por otro lado, las normas sociales también determinan el grado de aceptación hacia la
diversidad sexual, incluyendo las orientaciones sexuales no heteronormativas y las
identidades de género diversas. En contextos donde las normas son excluyentes o
discriminatorias, las personas LGBTQ+ pueden enfrentar estigmatización, rechazo o
violencia, lo que tiene un impacto profundo en su salud sexual y emocional. En estos
casos, las disfunciones sexuales pueden surgir como resultado de la internalización de
estas normas negativas, llevando a problemas como la falta de deseo, el miedo a la
intimidad o la disociación durante el sexo.

● Expectativas y presión de género

- Las expectativas y la presión de género son factores socioculturales profundamente


arraigados que influyen en la forma en que hombres y mujeres perciben y
experimentan su sexualidad. Estas expectativas, derivadas de estereotipos de género,
imponen roles rígidos sobre cómo "deberían" comportarse las personas en el ámbito
sexual, creando barreras emocionales, psicológicas y sociales que a menudo
contribuyen a las disfunciones sexuales.

- En el caso de los hombres, las expectativas culturales suelen enfatizar que deben ser
siempre activos, dominantes y físicamente capaces en las relaciones sexuales. Se
espera que tengan un deseo sexual constante, sean "expertos" en satisfacer a sus
19

parejas y logren el orgasmo cada vez que mantienen relaciones. Estas presiones
pueden generar ansiedad de rendimiento, especialmente cuando un hombre siente que
no cumple con estos ideales. Esta ansiedad, a su vez, puede provocar problemas como
la disfunción eréctil o la eyaculación precoz, creando un ciclo de inseguridad y
frustración. Además, los hombres pueden ser menos propensos a buscar ayuda para
problemas sexuales debido al estigma asociado con admitir vulnerabilidades, lo que
perpetúa el impacto negativo de estas expectativas.

- Por otro lado, las mujeres suelen enfrentar presiones de género que las posiciona
como pasivas o complacientes en el ámbito sexual. Muchas culturas promueven la
idea de que las mujeres deben priorizar el placer de sus parejas por encima del propio,
lo que puede llevar a la insatisfacción sexual y a una desconexión con sus propios
deseos y necesidades. Además, la creencia de que las mujeres deben ser "modestas" o
"recatadas" en su comportamiento sexual puede generar sentimientos de culpa o
vergüenza al explorar su sexualidad, afectando su deseo sexual y su capacidad para
disfrutar del acto íntimo. En algunos casos, estas expectativas también refuerzan la
idea de que las mujeres deben tolerar prácticas sexuales no deseadas para mantener
una relación, lo que puede resultar en aversión al sexo o dolor durante las relaciones
(dispareunia).

- Además, tanto hombres como mujeres enfrentan presiones relacionadas con los
estándares de belleza impuestos por la sociedad, que a menudo afectan la autoestima y
la percepción de atractivo sexual. Las expectativas de mantener un cuerpo "perfecto"
o cumplir con ciertos ideales físicos pueden generar inseguridades que interfieren con
la confianza en la intimidad, dificultando la relajación y el disfrute durante las
relaciones sexuales.

- En parejas heterosexuales, estas dinámicas de género también pueden limitar la


comunicación abierta sobre deseos, preferencias y preocupaciones sexuales. Los
hombres pueden sentir que deben demostrar siempre su "virilidad", mientras que las
mujeres pueden reprimir sus necesidades por temor a ser juzgadas. Esta falta de
comunicación puede llevar a la insatisfacción sexual mutua y al desarrollo de
problemas más profundos en la relación.

- En el caso de las personas con orientaciones sexuales o identidades de género


diversas, las expectativas de género pueden ser aún más restrictivas y perjudiciales.
20

Las personas LGBTQ+ a menudo enfrentan presiones adicionales para encajar en


roles tradicionales de género o experimentar rechazo y discriminación si desafían
estas normas. Esto puede generar conflictos internos, estrés y dificultades para
explorar su sexualidad de manera libre y auténtica.

4. Diagnóstico de las Disfunciones Sexuales

El abordaje de las Disfunciones Sexuales (DS) pasa, como en cualquier otro problema
de salud, por preguntar a los pacientes por su sexualidad, lo que permitirá una detección
activa. Resulta especialmente importante en pacientes con patologías como la HTA, diabetes,
depresión, ansiedad u otras psicopatologías, con hábitos tóxicos, que toman medicación
crónica o simplemente pacientes añosos que es probable que estén teniendo alguna dificultad
—por los cambios propios de la edad— en su desempeño sexual.

La incorporación de una o dos preguntas sobre la sexualidad del paciente en la


Historia Médica General resulta básica para la detección de disfunciones sexuales que
posteriormente serán evaluadas a través de la Historia Sexual específica.

La creación de un clima terapéutico favorable y fiable para el paciente sexológico es


un elemento muchas veces determinante para el diagnóstico y tratamiento de las DS.
Debemos ser conscientes del impacto emocional que el problema está provocando tanto en el
paciente como en su pareja y de que podemos estar ante una oportunidad «única» para que
nos relate lo que le ocurre, por lo que resulta fundamental tener en cuenta los siguientes
elementos en la comunicación:

- Naturalidad y objetividad: el paciente debe percibir que no nos está planteando


algo desconocido o extraño, sino que lo que le ocurre es algo conocido por
nosotros, frecuente y con solución en muchos casos. Es importante no
transmitirle nuestras propias opiniones al respecto sino mantener la
imparcialidad.

- Empatía: nuestra capacidad para ponernos en el lugar del paciente y que éste
se sienta comprendido, refuerza la relación asistencial y tiene incluso un
primer efecto terapéutico.

- Lenguaje adecuado: debemos emplear un lenguaje sencillo y comprensible, sin


utilizar términos demasiado técnicos, pero tampoco vulgarismos que pueden
molestarle y afectar la relación terapeútica. Es esencial confirmar que nos
21

comprende con el tipo de lenguaje que utilizamos y no es extraño que con


cada paciente tengamos que modificar nuestro lenguaje ante sus diferentes
niveles de información sexual.

- Escucha activa: el que el paciente se sienta acogido depende además de que


nos perciba interesados por su relato sin desentendernos, moralizar o
interrumpirlo, evitando además la toma de decisiones rápidas.

- Saber informar: la forma de transmitir la información al paciente sexológico es


fundamental para el abordaje de las DS y para la adherencia posterior al
tratamiento. Debemos ofrecer una información ordenada y comprensible,
favoreciendo que nos plantee sus dudas y cuidando especialmente el lenguaje
verbal y no verbal (tono y volumen de voz adecuados, contacto ocular,
gestos...).

4.1 Evaluación de las disfunciones sexuales

La evaluación de las DS exige por parte del médico tener en cuenta diversas áreas,
como la médica, psicológica, social, sexual y relacional del paciente, además de las
esperables dificultades y falta de hábito del paciente para hablar de su sexualidad.

No olvidemos que en estos casos suele acudir refiriendo ya un diagnóstico «tengo


impotencia», «soy anorgásmica». La evaluación debe servir, por tanto, para realizar un
diagnóstico etiológico (que establezca causas físicas o psicológicas predominantes), conocer
los factores favorecedores de las DS y valorar el tipo de intervención posible, así como la
motivación del paciente para el tratamiento.

4.1.1 Instrumentos de evaluación

a) Entrevista inicial: generalmente será en el transcurso de esta entrevista cuando el


paciente nos relate sus problemas sexuales o el médico detecte el mismo a través de
preguntas abiertas. El objetivo básico de esta primera entrevista será favorecer que se sienta
escuchado y obtenga una primera información sobre lo que le ocurre. Puede hacerse de forma
individual o con la pareja, por lo que un primer objetivo será además conocer el grado de
deterioro que la DS ha podido provocar en la relación.

Objetivos de la entrevista inicial

- Determinar si realmente se trata de una disfunción sexual.


22

- Determinar si se trata de una disfunción sexual primaria, secundaria, parcial,


total, situacional o generalizada.

- Establecer una primera aproximación a su posible etiología.

- Conocer si la pareja está dispuesta a colaborar y el grado de afectación de la


relación.

- Conseguir una adecuada relación médico-paciente que facilite el proceso


diagnóstico y terapéutico.

- Ofrecer al paciente una primera información sobre el problema.

Debido a la más que probable falta de tiempo para una evaluación más detallada se
citará al paciente para una consulta programada que nos permita el abordaje sexológico del
mismo.

b) Elaboración de la historia clínica sexual: Como en otros ámbitos clínicos, la


historia sexual es fundamental para el establecimiento de un diagnóstico adecuado que nos
permita la toma de las decisiones clínicas oportunas. A continuación se plantea un modelo de
historia sexual de posible aplicación en Atención Primaria:

Historia clínica sexual

● Datos de filiación: con especial referencia a situación familiar, de pareja,


laboral y social.

● Motivo de consulta: aunque es posible que el paciente ya nos haya


manifestado lo que le ocurre, es importante conocer la historia del problema:
si ha habido mejorías, si ocurre siempre en todas sus relaciones, por qué cree
que le ocurre, cómo es su vivencia emocional del problema, si ha afectado a
otros aspectos de su sexualidad y cuál es la actitud de su pareja ante el
problema.

● Evaluación médica: conocer sus antecedentes personales y familiares, hábitos


tóxicos, toma de medicamentos y otros factores de riesgo. Prestar especial
atención a enfermedades crónicas, procedimientos quirúrgicos previos,
traumatismos pélvicos o perineales, enfermedades endocrinas, ETS y factores
de riesgo cardiovascular.
23

● Evaluación psicológica: existencia de antecedentes de psicopatologías, de


abuso sexual, ofensas sexuales, rupturas traumáticas de parejas previas, de
malos tratos o de alteración de la autoestima y de la capacidad para hacer
frente al problema.

● Historia psicosexual: prestando especial atención a sus actitudes hacia la


sexualidad, la educación sexual que ha recibido, sus mitos y expectativas
sexuales, sus anteriores relaciones sexuales y de pareja y la vivencia que tuvo
de ellas.

● Evaluación social y del estilo de vida: debemos conocer los hábitos de vida del
paciente sexológico, ya que una relación sexual de calidad requiere un mínimo
de tiempo, tranquilidad e intimidad con la pareja. Bienes estos escasos para
muchas personas con el ritmo de vida actual. Un inadecuado estilo de vida
puede resultar un factor determinante para el desarrollo de múltiples DS, por
lo que su detección y modificación son muy importantes.

● Evaluación de la relación de pareja: no podemos olvidar que para la mayoría


de las personas sus disfunciones sexuales surgen o se mantienen en el marco
de una relación de pareja, por lo que es necesario conocer datos básicos sobre
su historia relacional, crisis de pareja presentes o pasadas y de qué manera los
problemas sexuales están afectando a su relación. En esta parte de la
evaluación, la presencia y participación de la pareja en la consulta resulta
esencial. También resulta importante determinar el grado y tipo de motivación
y de compromiso del paciente y su pareja para el tratamiento del problema
sexual.

● Exploración física:

- Aspecto general y caracteres sexuales secundarios (buscando indicios


de trastornos endocrinos).

- Sistema cardiovascular (TA, pulsos inguinales y distales, auscultación


de soplos abdominales e inguinales).

- Sistema genitourinario (exploración de genitales externos, recto,


próstata).
24

- Sistema nervioso (exploración neurológica para valorar la sensibilidad


perineal y reflejos bulbocavernoso y anal digital).

- Ante la sospecha de una patología subyacente se realizará la


exploración específica que favorezca el diagnóstico de la misma.

● Pruebas complementarias:

- Determinaciones analíticas: son aconsejables como pruebas esenciales:


hemograma, perfil lipídico, glucemia, enzimas hepáticas, creatinina y
valoración hormonal ante la sospecha de alteraciones. Especialmente
indicada en estos casos sería la testosterona libre matutina, PRL, FSH,
LH, progesterona y perfil tiroideo.

● Pruebas diagnósticas específicas para cada disfunción sexual.

c) Autorregistros y autoinformes: su utilización persigue obtener datos por parte del


paciente de las características de su disfunción que nos permita conocer mejor los factores
implicados. Existen infinidad de ellos, tanto para la valoración general de la salud sexual
como específica de las distintas disfunciones.

5. Tratamiento y Enfoques Terapéuticos

Las disfunciones sexuales son alteraciones que dificultan la respuesta sexual, el deseo, la
excitación o la satisfacción durante la actividad sexual. Su tratamiento es multidimensional,
abarcando aspectos psicológicos, médicos y emocionales, y se adapta según la naturaleza
específica de la disfunción y las características del individuo o la pareja. El tratamiento varía
según la disfunción, pero generalmente incluye una combinación de los siguientes enfoques:
5.1 Tratamientos médicos (medicación, dispositivos)

El tratamiento médico y farmacológico aborda las causas biológicas o fisiológicas


subyacentes de las disfunciones sexuales. Este enfoque es particularmente útil cuando las
dificultades sexuales tienen un origen físico, hormonal o están relacionadas con
enfermedades crónicas o el uso de medicamentos.

a. Tratamiento Hormonal

En casos donde las disfunciones están asociadas a desequilibrios hormonales, se puede


recurrir a terapias con testosterona (en hombres con deseo sexual hipoactivo) o estrógenos
25

(en mujeres con sequedad vaginal o atrofia vaginal posmenopáusica). Este tratamiento debe
ser supervisado por un médico especialista, como un endocrinólogo o ginecólogo, para evitar
efectos secundarios y garantizar su efectividad.

b. Fármacos para la Disfunción Eréctil

Los inhibidores de la fosfodiesterasa tipo 5 (como sildenafilo, tadalafilo y vardenafilo) son


los medicamentos más comunes para tratar la disfunción eréctil. Estos fármacos mejoran el
flujo sanguíneo hacia el pene, facilitando una erección en respuesta a la estimulación sexual.
Son seguros y efectivos, pero requieren una valoración médica previa para descartar
contraindicaciones, como enfermedades cardíacas.

c. Anestésicos Tópicos o Fármacos para Eyaculación Precoz

Para la eyaculación precoz, se utilizan anestésicos tópicos (como lidocaína) para reducir la
sensibilidad del pene y prolongar el tiempo antes de la eyaculación. Además, ciertos
antidepresivos, como los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS),
pueden retrasar la eyaculación al influir en los niveles de serotonina en el cerebro.

d. Lubricantes y Productos Vaginales

En mujeres con sequedad vaginal o dolor durante el coito, los lubricantes a base de agua o
silicona pueden proporcionar un alivio inmediato. Los hidratantes vaginales de uso regular y
los estrógenos tópicos son opciones efectivas para tratar los síntomas más persistentes de la
atrofia vaginal.

e. Dispositivos Médicos

En los hombres, las bombas de vacío y los anillos de constricción pueden ser alternativas no
invasivas para lograr y mantener una erección. En las mujeres, los dilatadores vaginales son
útiles para tratar el vaginismo y mejorar la elasticidad vaginal, reduciendo el dolor durante la
penetración.

5.2 Terapia psicológica (terapia cognitivo-conductual, psicoterapia)

Las disfunciones sexuales suelen tener componentes psicológicos significativos, como


ansiedad, estrés, traumas o problemas de relación. El tratamiento psicológico se centra en
identificar y resolver estos factores para restablecer una respuesta sexual saludable.
26

a. Terapia Sexual
● La terapia sexual es un enfoque especializado que aborda directamente los problemas
sexuales.
● Su objetivo principal es reducir la ansiedad relacionada con el desempeño sexual,
mejorar la comunicación entre la pareja y explorar barreras emocionales o cognitivas
que interfieren con la sexualidad.

Técnicas comunes incluyen:

● Ejercicios de enfoque sensorial: Propuestos por Masters y Johnson, estas técnicas se


enfocan en redescubrir el placer a través del tacto sin la presión de lograr un objetivo
sexual (como el orgasmo).
a) Ejercicios de exploración corporal: Ayudan a que el individuo o la pareja se
reconecten con su cuerpo y sus sensaciones.

b. Terapia Cognitivo-Conductual (TCC)

● La TCC trabaja para identificar y cambiar pensamientos disfuncionales o creencias


negativas sobre la sexualidad.
● Se centra en reducir la ansiedad de desempeño, mejorar la autoestima y fomentar una
actitud positiva hacia la actividad sexual.
● Ejemplo: Una persona que teme "no estar a la altura" durante el acto sexual puede
trabajar con un terapeuta para cuestionar esta creencia y desarrollar estrategias para
disfrutar sin presiones.

c. Terapia de Pareja

● Cuando las disfunciones sexuales afectan la relación o surgen conflictos en la pareja,


la terapia de pareja es crucial.
● Permite explorar problemas de comunicación, expectativas sexuales no alineadas y
tensiones emocionales que puedan estar afectando la intimidad.
● Incluye sesiones conjuntas para fomentar la empatía y la colaboración en la solución
de los problemas sexuales.

d. Psicoterapia Individual
27

● En casos donde las disfunciones tienen raíces en traumas previos (como abuso
sexual), estrés crónico, ansiedad o depresión, la psicoterapia individual es esencial.
● Aborda emociones reprimidas, inseguridades personales o conflictos internos que
interfieren con la respuesta sexual.

5.3 Terapias sexuales (educación sexual, terapia de pareja)

La educación sexual desempeña un papel crucial en el tratamiento de las disfunciones


sexuales, ya que muchas de ellas se originan por desconocimiento o creencias erróneas. Este
enfoque busca empoderar a los pacientes con información precisa y útil.

a. Educación Sexual:

La educación sexual proporciona una base sólida de conocimiento sobre el cuerpo


humano, la respuesta sexual y las prácticas saludables.

● Desmitifica conceptos erróneos, como la idea de que el desempeño sexual debe ser
"perfecto".
● Promueve actitudes positivas hacia el cuerpo y la sexualidad, ayudando a los
pacientes a sentirse más cómodos y seguros en su intimidad.
b. Materiales Educativos:

Se utilizan recursos como libros, vídeos y guías interactivas para enseñar sobre anatomía
sexual, respuesta fisiológica y estrategias para mejorar la intimidad.

● Los materiales educativos ayudan a los pacientes a entender que las variaciones en la
respuesta sexual son normales y que las expectativas irreales pueden causar
frustración.
c. Comunicación en Pareja

La falta de comunicación entre las parejas es una causa frecuente de disfunciones sexuales.
Este enfoque enseña a las parejas a dialogar abierta y honestamente sobre sus deseos,
necesidades y temores.

● Al mejorar la comunicación, se reduce el malentendido y se fomenta un ambiente de


confianza que favorece la conexión sexual.
28

5.4 Enfoques alternativos (acupuntura, hipnosis)

Los enfoques holísticos consideran el bienestar general del individuo, integrando


aspectos físicos, emocionales y mentales para tratar las disfunciones sexuales.

a. Técnicas de Relajación y Mindfulness


● Estas prácticas ayudan a reducir el estrés y la ansiedad que afectan la respuesta
sexual.
● El mindfulness, en particular, mejora la conciencia del momento presente,
permitiendo a las personas disfrutar más plenamente de la experiencia sexual sin
preocuparse por el desempeño.
b. fisioterapia del Suelo Pélvico
● Útil en el tratamiento de vaginismo, dispareunia y algunos casos de disfunción eréctil.
● Los ejercicios de Kegel fortalecen los músculos del suelo pélvico, mejorando el
control muscular y el flujo sanguíneo.
c. Terapias Complementarias
● Yoga: Ayuda a aumentar la flexibilidad, reducir la tensión muscular y mejorar la
autoconciencia corporal.
● Acupuntura: Puede regular el sistema nervioso y hormonal, aliviando algunos
síntomas asociados con las disfunciones sexuales.

6. Prevención de los Trastornos Sexuales

Los cambios propios del proceso evolutivo provocan necesidades de adaptación


psicológica, que a veces propician el desarrollo de disfunciones sexuales, como, por ejemplo,
el paso de la pubertad a la adolescencia con el descubrimiento del propio cuerpo y el inicio de
las relaciones sexuales; cambios puntuales como el afrontamiento del parto y postparto; la
necesidad de ajustes que supone la menopausia; o el llegar a ser mayores y ancianos. Se
pueden producir disfunciones sexuales a lo largo de nuestras vidas por múltiples causas,
desde las físicas o secundarias producidas por procesos patológicos, a las relacionadas con
factores más psicológicos.

Una disfunción sexual implica la ausencia o la modificación de una o de varias fases


de la respuesta sexual: deseo, excitación, orgasmo y resolución. Según cada caso, puede
tratarse de una falta de interés, una imposibilidad para sentir placer, un problema fisiológico
29

que impida o dificulte una correcta resolución sexual o una incapacidad para controlar o
sentir el orgasmo.

Las disfunciones sexuales provocan trastornos neuróticos y conflictos con grave


repercusión en la autoestima o en las relaciones de pareja, pudiendo constituir un signo
precoz de patología orgánica: cardiovascular, neurológica o endocrina. Sin olvidar que, tanto
en hombres como en mujeres, las DS pueden generar problemas sexuales también en la
pareja y que muchos casos de violencia de género y de abusos sexuales.

6.1 Estrategia preventiva

1. La identificación de factores psicosociales negativos que contribuyen a la


aparición de disfunción sexual.
2. El mejoramiento de las condiciones de trabajo y de vida de la población.
3. El pesquisaje de poblaciones con el fin de determinar la existencia de factores
de riesgo, valorar el nivel de educación sexual y realizar una detección precoz
de la disfunción sexual.
4. La inclusión de un trabajo educativo y de orientación sexual para la
prevención de disfunción sexual en los centros estudiados con factores de
riesgo para su aparición y la creación de espacios para su aplicación.

Además se requiere de la preparación del personal de salud de la atención primaria de


salud

- Cambiar relaciones interpersonales del colectivo buscando nuevas influencias


sociales sobre el sujeto.

- Modificar las situaciones negativas del entorno.

- Suministrar información a través de un comunicador prestigioso, confiable,


cuyos mensajes de salud sean atractivos, motivantes y persuasivos.

- Ofrecer conocimientos sobre sexualidad humana, eliminando conceptos


erróneos.

- Informar sobre el uso de anticonceptivos, las infecciones de transmisión


sexual, el embarazo en los adolescentes y relaciones sexuales
prematrimoniales y los servicios de atención existentes.
30

- Brindar temas generales que se valoran como necesarios como son los
relacionados con el concepto de sexualidad, mitos y prejuicio, la respuesta
sexual y los factores psico-sociales y tóxicos que pueden afectarla, así como la
orientación sexo-erótica y sexualidad.

6.1.2. Puntos clave para prevenir los problemas sexuales

a) Conocer a tu pareja

Lo primero que debes hacer es conocer a la otra persona. Si tu pareja padece alguna
enfermedad de transmisión sexual, o por ejemplo es propensa a la candidiasis vaginal, será de
gran ayuda saberlo de antemano para saber cuándo se debe, o no, mantener relaciones.

b) La comunicación

En este sentido, la comunicación también es importante, partiendo de la base de que


una relación sexual sana debe basarse en el respeto y el entendimiento mutuo y en el
consentimiento por ambas partes. La comunicación evita malentendidos y puede convertirse
en un fuerte afrodisiaco.

c) Hacer ejercicio o practicar algún deporte

Practicar algún deporte o hacer ejercicio también nos ayudará a evitar problemas de
salud sexual, ya que experimentaremos una mejora emocional y al encontrarnos bien con
nosotros mismos aumentara la libido. Sin olvidarnos de la condición física, no menos
importante para poder disfrutar del sexo.

En este sentido existen numerosos deportes que benefician a la salud sexual. En el


caso de las mujeres, la natación puede ayudar a fortalecer el suelo pélvico y evitar vaginismo
u otras dificultades a la hora de llegar al orgasmo.

En lo que respecta a los hombres, el deporte puede ayudar a superar problemas de


eyaculación o disfunción eréctil.

Otro de los deportes que se recomienda practicar para mejorar la salud sexual es
pilates, siempre y cuando no se tengan problemas de suelo pélvico. El yoga también
contribuye a combatir problemas de apetito sexual.

d) Informarse
31

Uno de los principales problemas que existen hoy en día es la falta de información, o
más bien deberíamos decir de interés. La información está a nuestro alcance, cada vez más
disponible y accesible, sin embargo aún existe mucho desconocimiento del propio cuerpo y
una mentalidad de “yo tengo todo bajo control” o “esto no me va a pasar a mi”. El mejor
remedio es informarse, leer, consultar al médico y conocerse a uno mismo.

e) Cuidado con las prácticas de riesgo

La práctica de riesgo más común suele ser practicar sexo sin anticonceptivos, un error
frecuente y común con dolorosas consecuencias: enfermedades de trasmisión sexual,
embarazo no deseado, etc.

f) No fumar

Está clínicamente demostrado que el consumo de tabaco disminuye la fertilidad. En el


caso de los hombres, por ejemplo, afecta a los flujos sanguíneosdel pene y provoca el
envejecimiento temprano de sus arterias.

g) Higiene corporal

Mantener una buena higiene corporal también evita contraer infecciones. Un cuerpo
limpio es sinónimo de un cuerpo sano. Sin embargo, en lo que respecta a la salud sexual
debemos tener especial cuidado, entre otras cosas, en evitar la eliminación del vello público o
recordar orinar después de mantener relaciones, una práctica que deberíamos llevar a cabo
con el fin de protegernos de enfermedades que pueden poner en peligro la salud.

h) Control de emociones

Una de las principales cosas que debemos hacer es evitar relaciones tóxicas. También
es importante el autocontrol, ya que el estrés puede reducir el deseo sexual.

i) Recurre a expertos

En el caso de las mujeres resulta crucial acudir a revisiones ginecológicas periódicas.


Si se tiene algún síntoma o duda siempre conviene visitar a un especialista.

j) Llevar una buena alimentación

Una dieta con un alto contenido en grasas saturadas puede derivar en problemas de
índole sexual, como la disminución de la concentración de espermatozoides en la eyaculación
o menos líquido espermático.
32

7. Impacto de los Trastornos Sexuales en la Vida de las Personas

7.1 Efectos en las relaciones de pareja

Las disfunciones sexuales pueden generar un impacto profundo y significativo en la


dinámica de una relación de pareja, afectando no solo la intimidad física, sino también el
bienestar emocional y la conexión afectiva. La insatisfacción derivada de estos problemas
suele sembrar frustración y ansiedad, especialmente en la persona que experimenta la
disfunción, quien puede enfrentar sentimientos de vergüenza, culpa o una notable
disminución de la autoestima. Esta presión emocional, lejos de limitarse a la esfera
individual, se extiende a la relación misma, creando un ambiente cargado de tensión y estrés
que, si no se maneja adecuadamente, erosiona la comunicación entre ambos miembros de la
pareja.

La falta de diálogo abierto y honesto sobre los problemas sexuales puede generar un
vacío en la relación. La incomodidad o el miedo a enfrentar la situación pueden llevar a evitar
conversaciones importantes, lo que a su vez incrementa los malentendidos y el
distanciamiento. Cada intento fallido de conexión íntima puede convertirse en un recordatorio
silencioso de una carencia compartida, fomentando el resentimiento y debilitando la
confianza mutua. La intimidad, que debería ser un puente hacia una mayor cercanía
emocional, se transforma en una fuente de conflicto, distanciando a las personas que antes se
sentían unidas.

Este deterioro en la relación puede derivar en un ciclo negativo difícil de romper: la


insatisfacción sexual contribuye al distanciamiento emocional, y este, a su vez, agrava las
disfunciones, creando un espiral descendente que amenaza la estabilidad de la pareja. En los
casos más críticos, la falta de satisfacción puede derivar en infidelidades o, incluso, en la
ruptura definitiva de la relación, ya que uno o ambos miembros pueden buscar en otros
lugares lo que sienten que falta en su vínculo.

En última instancia, las disfunciones sexuales no solo afectan la vida íntima, sino que
impactan la calidad de vida general de la pareja. Las rutinas diarias se ven salpicadas por la
insatisfacción y el descontento, lo que compromete la cooperación y el apoyo mutuo. La
pareja deja de ser un refugio emocional y se convierte en un campo de batalla silencioso
donde cada interacción está cargada de tensión no resuelta. Superar este desafío requiere
valentía, empatía y, en muchos casos, la intervención profesional para reconstruir no solo la
intimidad física, sino también la conexión emocional que sostiene la relación.
33

7.2 Impacto en la autoestima y salud mental

Las disfunciones sexuales tienen un impacto significativo en la autoestima y la salud


mental de las personas que las padecen, generando un efecto dominó que trasciende la esfera
íntima y afecta la percepción personal y la estabilidad emocional. La imposibilidad de
responder de manera satisfactoria a las demandas de la vida sexual suele provocar una
sensación de inadecuación y frustración que erosiona gradualmente la autovaloración.
Quienes enfrentan disfunciones sexuales tienden a desarrollar sentimientos de vergüenza y
culpa, cuestionando su valía como pareja y como individuos, lo que puede derivar en una
visión negativa de sí mismos. Esta percepción debilitada de la autoestima no se limita a la
intimidad, sino que permea otros aspectos de la vida diaria, generando un malestar
generalizado que puede afectar las relaciones interpersonales, el desempeño profesional y la
capacidad de disfrutar de actividades cotidianas.

La constante preocupación por el rendimiento sexual y el temor al rechazo pueden


conducir a altos niveles de ansiedad, convirtiendo la experiencia íntima en una fuente de
estrés en lugar de placer. Este estado de tensión constante no solo afecta la capacidad de
disfrutar la sexualidad, sino que también genera un ciclo en el que la ansiedad empeora la
disfunción, perpetuando un círculo vicioso que deteriora aún más la salud mental. La
depresión es otro efecto común, ya que la percepción de fracaso o la sensación de no cumplir
con las expectativas propias o de la pareja puede generar un profundo sentimiento de tristeza
y desesperanza. En muchos casos, la disfunción sexual se convierte en un factor que exacerba
trastornos de salud mental preexistentes o que contribuye al desarrollo de nuevos episodios
depresivos o ansiosos.

El impacto en la autoestima y la salud mental no se limita a la persona que


experimenta directamente la disfunción. La pareja también puede verse afectada,
desarrollando dudas sobre su atractivo o culpándose por los problemas en la relación. Este
ambiente de incertidumbre y autocrítica mutua genera una carga emocional adicional que
debilita la relación y contribuye a un mayor deterioro de la salud mental de ambos miembros.
La sensación de rechazo o insatisfacción constante puede erosionar la confianza en uno
mismo y en la relación, creando un estado de vulnerabilidad emocional que dificulta la
resolución de conflictos y la búsqueda de soluciones.

En este contexto, la disfunción sexual se convierte en un problema que trasciende lo


físico y se convierte en un obstáculo psicológico y emocional que requiere ser abordado de
34

manera integral. La intervención oportuna, el acceso a apoyo profesional y la disposición


para abrir canales de comunicación son esenciales para evitar que los efectos negativos sobre
la autoestima y la salud mental se profundicen, ya que la ignorancia o el ocultamiento del
problema solo refuerzan las percepciones negativas y agravan la situación.

7.3 Consecuencias sociales y culturales

Las disfunciones sexuales no solo afectan la esfera íntima de las personas, sino que
también tienen profundas consecuencias sociales y culturales que influyen en la forma en que
los individuos se relacionan con su entorno y en cómo son percibidos por la sociedad. En
muchas culturas, la sexualidad está estrechamente vinculada con conceptos de éxito personal,
poder y validación social, lo que significa que aquellos que experimentan disfunciones
sexuales pueden enfrentarse a un estigma social significativo. Esta presión cultural puede
generar sentimientos de aislamiento y exclusión, ya que las personas pueden sentir vergüenza
o temor a ser juzgadas si se descubre su condición. La disfunción sexual, al ser un tema
considerado tabú en muchas sociedades, lleva a que quienes la padecen eviten hablar de ello,
lo que refuerza el aislamiento y dificulta la búsqueda de apoyo.

El impacto de las disfunciones sexuales en las relaciones sociales también puede ser
considerable. La falta de satisfacción o el deterioro de la relación de pareja debido a estos
problemas puede afectar la interacción con amigos, familiares y colegas. Las tensiones
acumuladas en la vida íntima pueden proyectarse en el ámbito social, generando conflictos o
distanciamiento en otras relaciones. Además, en contextos donde la sexualidad está
fuertemente ligada a la identidad de género o a las expectativas sociales, el no cumplir con
los estándares establecidos puede llevar a una sensación de fracaso social. Los hombres, por
ejemplo, pueden sentirse presionados por la idea cultural de que la virilidad está directamente
relacionada con el rendimiento sexual, mientras que las mujeres pueden internalizar la
percepción de que su valor está vinculado a su capacidad para satisfacer a su pareja.

Estas presiones culturales también pueden influir en la disposición de las personas


para buscar ayuda. En sociedades donde la salud sexual no se discute abiertamente, la falta de
educación y de recursos adecuados puede impedir que las personas comprendan que la
disfunción sexual es un problema médico tratable y no una falla personal. Este
desconocimiento contribuye a perpetuar mitos y prejuicios que agravan el impacto social de
estas condiciones. Además, la falta de apoyo cultural y social puede llevar a que las personas
oculten sus problemas, lo que incrementa el riesgo de que las disfunciones sexuales
35

deterioren no solo las relaciones íntimas, sino también el bienestar general del individuo
dentro de su comunidad.
36

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Pérez, M. (1992). Sexualidad humana y causas de disfunciones sexuales. Med-ULA: revista


de la Facultad de Medicina.
https://salutsexual.sidastudi.org/resources/inmagic-img/DD24224.pdf

Kingsberg, S. A., & Woodard, T. (2015). Disfunción sexual femenina. Obstet Gynecol, 125,
477-86.
https://asgoped.wordpress.com/wp-content/uploads/2016/04/disfsexfem_15.pdf

Vizcaíno Alonso, M. D. C., & Montero Vizcaíno, Y. (2021). Promoción de salud sexual y
acciones para la prevención de disfunciones sexuales. In I Simposio de Salud Familiar
GRAMGI. file:///C:/Users/USER/Downloads/190-466-1-PB%20(2).pdf

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