fallo (99)
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Sala II
Causa Nº CFP 13130/2018/TO1/CFC10
“SEGURA, IVES HABIB Y OTROS s/
recurso de casación”
#34972484#415892943#20240612125345623
LUGAR a las NULIDADES planteadas por las defensas de Ives
Habib Segura, Mario Javier López, De Jesús Medina Acosta,
Ceferino Ramón Marzoratti, Anilfo Martiniano Vallejos y José
Luis Ríos. II. CONDENAR a MARIO JAVIER LÓPEZ […] a la pena de
CINCO (5) AÑOS DE PRISIÓN, MULTA de 100 UNIDADES FIJAS,
accesorias legales y costas, por considerarlo autor penalmente
responsable del delito de tenencia de estupefacientes con
fines de comercialización (arts. 12, 29 inc. 3º, 45 del Código
Penal y art. 5°, inciso ‘c’, de la ley 23.737 y arts. 530 y
531 del C.P.P.N.) […] IV. CALIFICAR –por mayoría- la conducta
atribuida a IVES HABIB SEGURA, de las demás condiciones
personales obrantes en autos, como constitutiva del delito de
tenencia de estupefacientes para consumo personal (art. 14,
párrafo segundo, de la ley 23.737), DECLARAR LA
INCONSTITUCIONALIDAD del segundo párrafo del artículo 14 de la
ley 23.737, con el alcance señalado en el precedente ‘Arriola’
de la Corte Suprema de Justicia de la Nación -en función del
art. 19 de la CN- respecto de la conducta que le fuera
endilgada, y, en consecuencia, ABSOLVER al nombrado,
libremente y sin costas (art. 402 y 530 del CPPN). V. DISPONER
la inmediata LIBERTAD de IVES HABIB SEGURA, desde la
Superintendencia de Investigaciones de Drogas Peligrosas de la
P.F.A., siempre que no registre orden restrictiva de la
libertad emanada de autoridad competente. VI. NO HACER LUGAR
al decomiso del inmueble ubicado en la calle Salom 331,
departamento 3, de esta ciudad, solicitado por la fiscalía.
[…] X. CONDENAR a DE JESÚS MEDINA ACOSTA […] a la pena de
CINCO (5) AÑOS DE PRISIÓN, MULTA de 100 UNIDADES FIJAS,
accesorias legales y costas, por considerarlo coautor
penalmente responsable del delito de tenencia de
estupefacientes con fines de comercialización (arts. 12, 29
inc. 3º, 45 del Código Penal y art. 5°, inciso ‘c’, de la ley
23.737 y arts. 530 y 531 del C.P.P.N.). […] XIII. CONDENAR a
CEFERINO RAMÓN MARZORATTI […] a la pena de SIETE (7) AÑOS Y
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los términos del artículo 23 del Código Penal y 30 de la ley
23.737”.
Asimismo, criticó que el a quo “…ha realizado una
errónea aplicación de la ley sustantiva prevista en la ley
23.737 y el artículo 23 del CP y ha omitido valorar elementos
objetivos de prueba incorporados a la causa, cuya relevancia
torna […] inmotivada la resolución en crisis.
También, advirtió “…una evidente contradicción en la
resolución puesta en crisis en lo que respecta a valoración de
las conductas de Mario Javier López e Ives Habib Segura,
volviendo la resolución un típico caso de sentencia
arbitraria”.
En ese contexto, invocó que el fallo venido en
recurso “…yerra al calificar una misma conducta y disposición
sobre la droga, secuestrada en Salom 331 en poder de López y
Segura, con tipos penales distintos tomando como único
elemento dirimente para ello lo manifestado por el propio
imputado, en cuanto a su dependencia a las sustancias
estupefacientes, y la falta de un testimonio directo, que a su
entender, lo vincule al tráfico de estupefacientes”.
De otra banda, recordó que: “…el tribunal tuvo por
probado que el inmueble de Salom 331 de esta ciudad era
utilizado para llevar a cabo el tráfico de estupefacientes”,
sin embargo, cuestionó que a pesar de ello, se rechazó la
aplicación del decomiso.
En efecto, expuso que: “…el apartamiento del tribunal
de las previsiones de los artículos 23 del Código Penal y 30
de la ley 23.737 result[a] […] arbitrario en tanto funda su
inobservancia […] haciendo una valoración acerca de las
circunstancias personales del condenado y la cantidad de droga
secuestrada, factores que no deberían ponderarse para la
aplicación de la pena accesoria”.
Del mismo modo, se agravió por el rechazo del
decomiso camión Scania R112, modelo H 4x2, de color naranja,
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De seguido, indicó que: “…no fueron tomados en
consideración los alegatos realizados por la defensa a favor
de [su] pupilo procesal en cuanto se convalidaron actuaciones
policiales signadas de irregularidades, donde se valora
negativamente la tenencia de estupefacientes, la cual era para
consumo personal de todas las personas que fueron detenidas en
el domicilio de la calle Salom 331 de esta ciudad”.
Luego, expresó que en fallo atacado no se demostró la
existencia de organización dedicada a la comercialización de
estupefacientes, ya que: “…no se encontraron elementos de
prueba que demuestren certeza en la acusación”.
Además, señaló que en la presente causa existía una
persona apodada “Juampi” quien era la que “…proveía de
material estupefacientes a la finca de Salom y la finca de
Pepiri”, y cuestionó que esa persona nunca fue investigada.
En esa dirección, el recurrente esbozó que: “…no se
acreditó el vínculo entre la calle Salom y el resto de los
imputados, incluido el secuestro del vehículo en la zona de la
frontera”.
Dentro de ese marco, agregó que de los testimonios
policiales se desprende que: “…los policías Gaitán, Víctor
Daniel Maidana, Jesica Salas, Daniel Mario Gerez, Cristian
Fernández, Oscar Rodolfo Ríos, Cristian Walter Agromartin […]
señalaron que no presenciaron actos de comercialización de
estupefacientes”.
Asimismo, refirió que: “El oficial Diego Barbosa […]
expresó que no observó vinculación con la calle Pepiri, solo
observó que entraba y salía gente”, concluyendo que: “…La
circulación de personas no representa actividad ilícita
alguna”.
De otra parte, afirmó que: “El material
estupefaciente que se secuestró era propiedad de todas las
personas que ese día fueron detenidos (López, Segura, Julia)
quienes se encontraban reunidos desde hacía varios días porque
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exteriorizado ninguna actitud sobre la que puede llegar uno a
pensar que estaba por cometer un delito”.
De otra banda, sostuvo que no se ha logrado probar el
dolo y “…la ultra intención de [su] asistido, por falta de
pruebas”.
En suma, solicitó que se haga lugar al recurso, se
revoque la resolución en crisis, y se absuelva a su defendido.
5°) Recurso interpuesto por la defensa oficial de
Ceferino Ramón Marzoratti.
Que el recurrente encarriló su reclamo en el segundo
supuesto del art. 456 del rito.
En primer lugar, planteó la “Nulidad del acta obrante
a fs. 1031 del expediente físico fechada el 11 de junio de
2019”, por entender que el magistrado instructor eludió “…el
sorteo que le devenía impuesto por el artículo 6° de la
Acordada 37/12 de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo
Criminal y Correccional Federal como pauta realizadora de la
garantía del juez natural e imparcial”.
En ese sentido, arguyó que: “…no existía conexión
objetiva alguna entre las incautaciones de los domicilios
radicados en esta ciudad, […] PEPIRÍ, SALOM y CABRERA; y los
camiones que fueron secuestrados en la ciudad de Paso de los
Libres, Provincia de Corrientes”, por lo que debía fulminarse
con la sanción de la nulidad el acto que había convalidado la
jurisdicción en cabeza del magistrado instructor,
disponiéndose en consecuencia la absolución de su asistido.
De otro andarivel, adujo que la sentencia impugnada
efectuó una “Errónea valoración de la prueba […] respecto a
los indicios de cargo y descargo producidos en la audiencia”.
En particular, cuestionó la prueba testimonial de los
integrantes de las fuerzas de seguridad, como así también de
la prueba pericial “…vinculada a los mensajes y llamados
extraídos de dos teléfonos celulares y al apodo que se le
endilga a su a [su] defendido ‘Gringo’”.
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encuadraba dentro de los supuestos habilitantes […] para
realizar una requisa sin orden judicial”.
También, precisó que: “Las razones invocadas por los
Gendarmes para la detención de Ríos, evidencian que no hubo
indicios suficientes y razonables sobre su participación en un
hecho delictivo”.
De otra parte, esbozó que la sentencia en crisis: “…a
través del arbitrario análisis de las pruebas […] dio por
acreditada la tipicidad de una conducta y no analizó ninguna
de las pruebas introducidas”.
En esa dirección, manifestó que su defendido: “…no
era el dueño del camión, que cumplía su función de conducir y
nada más, sin que le pertenezca ni el camión ni la carga”.
A ello, agregó que: “…el conductor del camión era
Fernando Fernández y […] que el Sr. Luiz Mario Moraes de
Oliveira, era el dueño del camión y figura su nombre como
quien autorizó a conducir el vehículo de su propiedad a
Fernández desde el 25 de marzo de 2019”, sumado que: “…en
dicha autorización […] se detallan los datos personales de
Fernández -domicilio y DNI coincidentes con los informados por
ReNaPer-”.
Sobre el extremo, refirió que: “…las medidas
impulsadas [por esa parte] […] fueron conducentes a fin de
acreditar que la persona existía y que los dichos de su
defendido tenían respaldo”.
De seguido, indicó que su pupilo desconocía el
contenido de la carga del camión y que no fue él quien efectuó
el cruce la mercadería. A raíz de ello, resaltó que: “…esa
falta de certeza acerca del elemento subjetivo del tipo […]
conduce a encuadrar el caso en un supuesto de atipicidad por
falta de dolo”.
Por otro orden, el casacionista postuló una “excusa
absolutoria” a favor de su defendido “…por la especial
situación de vulnerabilidad en la que se encontraba -situación
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En esa línea, solicitó que: “…se le imponga una pena
de tres años de prisión de cumplimiento condicional, sujeto a
las obligaciones concomitantes que […] considere corresponder
[…] por el periodo que sea necesario”.
Por su parte, el defensor oficial Enrique María
Comellas, por la asistencia de José Luis Ríos se remitió al
recurso interpuesto por su antecesora.
En la misma oportunidad, el fiscal general sostuvo
los argumentos expuestos en la pieza casatoria, solicitó que
se haga lugar al recurso interpuesto como así también que se
rechacen los recursos invocados por las defensas.
Luego, en cuanto a los planteos de nulidad efectuados
por las defensas, refirió que: “…los mismos no son más que una
reedición de los planteos efectuados en la etapa previa de la
causa y que fueron debidamente rechazados por el a quo en la
decisión que ahora se recurre, sin que efectúen en esta nueva
oportunidad consideración alguna que permita modificar el
criterio sentado en la sentencia”.
Respecto a la nulidad de la intervención telefónica
de la línea perteneciente a López, advirtió que: “…el planteo
no solo no cuenta con una adecuada fundamentación, pues no
señala cuál sería el vicio del acto, ni qué agravio le
provoca, sino que no precisa cuál es el acto concreto atacado
y confunde los resultados de las pericias efectuadas sobre los
aparatos telefónicos secuestrados en el allanamiento de la
vivienda sita en Salom 331, con una intervención telefónica
que no fue tal”.
En igual sentido, en cuanto al planteo de la defensa
de Medina Acosta respecto a la nulidad de la detención y la
requisa de su defendido, remarcó que: “…la preventora actuó a
raíz de tareas de investigación que se venían llevando a cabo
en el domicilio de calle Cabrera N° 3245, el cual estaba
siendo vigilado por la policía por expresa encomendación del
magistrado a cargo de la causa, en el marco de una pesquisa
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respecto de la materialidad del hecho como de la participación
que en el mismo les cupo a los condenados”.
De tal suerte, sindicó que los agravios “…de
arbitrariedad y errónea valoración de las constancias de la
causa planteado por las defensas sólo evidencian una opinión
diversa sobre la cuestión debatida y resuelta […] contando tal
decisorio con los fundamentos mínimos, necesarios y
suficientes, que impiden su descalificación como acto judicial
válido”.
Por último, en cuanto atañe a la sanción impuesta a
López señaló que: “…el a quo ha fundado de manera razonable la
valoración realizada respecto de cada una de las pautas
agravantes y de las atenuantes consideradas, para definir el
monto de pena que correspondía imponer en el caso”.
8°) Que se dejó debida constancia de haberse
superado la etapa prevista en el art. 468 del CPPN oportunidad
en la que la defensa oficial del encausado Marzoratti hizo uso
de su derecho de presentar breves notas remitiéndose en su
totalidad a los argumentos esgrimidos por su antecesor en la
pieza casatoria.
A su vez, invocó un nuevo agravio relacionado con el
monto de pena que le fue impuesto a su defendido.
En ese sentido, solicitó que: “…se anule la sentencia
por entender que la motivación expuesta para justificar el
monto de pena impuesto, no solo se aparta de las pautas
establecidas en los arts. 40 y 41 del CP, sino que además y
principalmente, vulnera el principio acusatorio, el de
congruencia, el debido proceso, el derecho de defensa en
juicio, la imparcialidad e independencia judicial y configura
un supuesto de arbitrariedad de sentencia”.
Para ello, entendió que: “…los sentenciantes se
apartaron de las pautas mencionadas por la Sra. Fiscal General
al momento de solicitar el monto de pena. En este sentido, el
tribunal, no solo valoró pautas agravantes que el fiscal no
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admisibilidad (art. 444), y se han invocado agravios fundados
en la inobservancia de la ley procesal y material (art. 456,
incs. 1º y 2º del rito).
Así, el examen de la sentencia debe abordarse de
acuerdo con los parámetros establecidos por la Corte Suprema
de Justicia de la Nación en el precedente “Casal” (Fallos:
328:3399), que impone el esfuerzo por revisar todo lo que sea
susceptible de ser revisado, o sea, de agotar la revisión de
lo revisable, de conformidad con los estándares desarrollados
específicamente para con el país por la Corte Interamericana
de Derechos Humanos en los casos “Mohamed Vs. República Argen-
tina” (Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 23 de noviembre de 2012, §96 y ss.), “Gorigoitía
Vs. Argentina” (Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 2 de septiembre de 2019, §47 y ss.) y
“Valle Ambrosio y otro Vs. Argentina” (Fondo y Reparaciones.
Sentencia de 20 de julio de 2020, §43 y ss.).
-III-
11°) Que para un correcto abordaje de los recursos,
corresponde precisar el discurrir del sub lite.
En ese orden, cuadra señalar que -tal consta en la
pieza sentencial- la presente causa tuvo inicio “…el 2 de
agosto de 2018, a raíz de una prevención policial realizada
por la Brigada IV de la Policía de la Ciudad, en la calle
Pepirí al 857 de esta ciudad, que resultó en la detención de
un individuo y el secuestro de un billete conteniendo una
sustancia polvorienta blanca, y un frasco de vidrio
conteniendo sustancia vegetal”.
Luego, esa misma brigada recibió el día 8 de agosto
una denuncia anónima en la que “…se manifestaba que en el
domicilio de la calle Pepirí N° 857 se comercializaban
estupefacientes”.
Como consecuencia de ello, el juez a cargo de la
instrucción acumuló las pesquisas y encomendó tareas
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Misiones. Así, el sumario fue acumulado a la presente causa,
en virtud de que el dominio del camión que conducía Ríos era
uno de los individualizados por la Brigada de la Comuna IV de
la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en el marco de esta
investigación (Hecho nº4).
-IV-
12°) Que, por cuestiones de orden expositivo, en
primer término, cabe dar respuesta al agravio invocado por la
vindicta pública vinculado al “hecho nº1”, en cuanto esbozó
que el fallo en estudio resulta arbitrario debido a que –
siempre a su entender- existe una contradicción en la
conclusión arribada por el tribunal -en su mayoría- en lo que
respecta a valoración de las conductas desplegadas por los
imputados Mario Javier López e Ives Habib Segura.
En efecto, el casacionista solicitó que: “…se
condenara a Ives Habib […] por considerar que los hechos
ilícitos acreditados en el marco del debate oral y público
encuadraban en el tipo penal descripto en el artículo 5º
inciso ‘c’ de la ley 23.737”.
Empero, el sufragio mayoritario consideró
razonablemente que: “…la prueba recolectada a lo largo del
debate no ha resultado suficiente para sostener que el
imputado [Segura] hubiera participado en la actividad
delictiva desarrollada por Mario Javier López [ya que] ninguno
de los preventores que declararon en el juicio ha podido
observar de manera directa a Segura realizar maniobras
compatibles con la comercialización de estupefacientes”.
También, dieron relevancia a la declaración del
principal Bulka, de la cual se desprende que: “…si bien la
información colectada durante la investigación sindicaba que
en el departamento N° 3 funcionaba un ‘bunker’ de venta de
estupefacientes, lo cierto es que los vecinos apuntaban a
López como el responsable de tal actividad, a quien señalaban
cuando lo veían”.
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mera discrepancia con la postura asumida en el
pronunciamiento.
En estas condiciones, no es dable receptar
favorablemente el planteo que ha sido analizado
precedentemente.
13°) Que, de otra parte, habrá de darse tratamiento a
la censura invocada la acusadora pública en cuanto atañe al
decomiso del inmueble y de los dos camiones incautados.
En relación a ello, corresponde señalar que, de
acuerdo a lo que dimana de la sentencia en crisis, se resolvió
rechazar los decomisos solicitados por la fiscalía respecto
del inmueble ubicado en la calle Salom 331, propiedad del
condenado Mario Javier López; sobre el camión modelo H 4x2, de
color naranja, dominio ICH-1535 y el semirremolque (acoplado)
dominio IGK9E83 utilizado por Ceferino Ramón Marzoratti,
Lizzandro García Dos Santos y Luis Claudio Da Silva Araujo
para cometer el delito; y también en relación al camión marca
Mercedes Benz, modelo 11, dominio IGZ050, utilizado por José
Luis Ríos para transportar el material estupefaciente por el
cual fue condenado.
Ahora bien; para rechazar el petitum respecto al
inmueble, el a quo ponderó razonablemente las características
del hecho, la naturaleza del delito y particularmente la
cantidad de material estupefaciente secuestrado. Así, entendió
que: “…el decomiso del bien aparece como una medida
desproporcionada […] teniendo en consideración que el imputado
reside allí con uno de sus hijos, menor de edad, y su madre,
quien padecería de diabetes”.
En segundo orden, en punto a los camiones
secuestrados justipreció que de “…la documentación
secuestrada, no se advierte que sean de titularidad de alguno
de los imputados”, sumado que: “…las personas que sí figuran
en esa documentación no han sido investigadas durante la etapa
instructora ni imputadas de delito alguno (a pesar de que una
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Al respecto, cabe destacar que -de contrario con lo
sostenido por la defensa- no se aprecia, ni el recurrente
logra demostrar en la especie, la afectación sustancial de la
que invoca agraviarse, toda vez que se sobrepone el resultado
de la pericia realizada sobre los teléfonos celulares
secuestrados en el allanamiento de la calle Salom 331 con una
intervención telefónica que -en rigor- no se efectuó en autos.
A todo evento, cabe recordar que la declaración de
nulidad tiene que responder a subsanar una afectación de ga-
rantías constitucionales fundada en la existencia de un per-
juicio real y concreto que debe ser reparado, ya que de otro
modo implicaría la declaración de nulidad por la nulidad misma
(cfr. causa nº 5184, caratulada: “Carrasco, Claudio Adrián y
otros s/casación”, reg. n° 7063, rta. 26/10/04; causa n° 5379,
caratulada: “Magarzo, Walter y otra s/recurso de casación”,
reg. n° 7423, rta. 14/3/05; causa n° 5257, caratulada: “Ba-
rrionuevo, Marta Adelaida s/ recurso de casación”, reg. n°
6992, rta. 4/10/04; causa nº 11.141, caratulada: “Gómez, Gus-
tavo Adrián s/ recurso de casación”, reg. nº 19.885, rta.
26/4/2012, entre tantas otras).
Por lo demás, si bien la defensa de López aduce que:
“…el juez instructor no refirió ningún aspecto objetivo o al-
guna mínima sospecha razonable que motivara la intervención
telefónica al teléfono”, en la pieza sentencial recurrida se
desechó el planteo ya que se consideró que: “…la pericia […]
fue una consecuencia del allanamiento, que […] se encuentra
convalidado”.
Frente a lo señalado, el agravio, tal como fuera
planteado, no puede prosperar.
15°) Que, seguidamente, se impone el tratamiento de
la censura relativa a la errónea aplicación a la conducta
atribuida de la calificación legal de tenencia de
estupefacientes con fines de comercialización, concluida en el
veredicto condenatorio bajo el ánimo de que se decida por ante
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En esa línea, se valoraron: “…los testimonios
brindados por los preventores Bulka, González, Laborda y
Barbosa, quienes llevaron a cabo el procedimiento que derivó
en la detención del nombrado, y coincidieron […] en punto a la
aprehensión de[l] [nombrado] en el departamento mencionado, y
el secuestro de parte del estupefaciente hallado”.
Además, se determinó que los testimonios de los
preventores “…no solo resultaron concordantes […] con las
declaraciones brindadas por los testigos de actuación Juan
Ignacio Keinrath y Mario Alberto Farías, sino también con las
manifestaciones de los propios imputados [Lopez y Segura], que
reconocieron residir en dicho departamento, además de admitir
que esa droga les pertenecía”.
A mayor abundamiento, se estableció que el material
estupefaciente y demás elementos encontrados fueron
descartados por el encausado López desde la ventana del
departamento N° 3. Sobre este punto, se ponderaron: “…las
declaraciones de los preventores Bulka, González, Barbosa y la
preventora Maidana, que a raíz de dichos de los vecinos se
asomaron a la ventana del piso de arriba del departamento y
pudieron observar en el patio del domicilio lindero elementos
que podrían haber sido arrojados desde allí, motivo por el
cual, con permiso de los residentes, ingresaron a Salom N° 337
donde encontraron el material estupefaciente ya detallado y
una balanza electrónica de pequeñas dimensiones”.
También, se destacó que los oficiales “…utilizando el
croquis de fojas 299, [relataron] el lugar donde fueron
hallados los estupefacientes y la ventana desde la que habían
sido arrojados”.
A todo ello se agregó que la explicación de los
preventores “…se condice con los resultados obtenidos de la
inspección ocular realizada a fojas 707/23”, y con “…los
testimonios brindados por los residentes de Salom N° 337 y
testigos de actuación, quienes explicaron que la vivienda
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cuenta con un patio común que se conecta con una ventana del
domicilio lindero, y que fue allí donde estaban los efectos
secuestrados”.
En suma, se tuvo por probado que: “…la repentina
realización del allanamiento sorprendió [al] imputado […]
López, con parte de la sustancia, mientras que procur[ó]
descartarse del resto del material y elementos que lo
involucraban en la puntual actividad”.
De otra parte, si bien la defensa sostuvo que la
sentencia atacada no demuestra que su pupilo haya tenido
material estupefaciente con fines de comercialización, se
advierte que el tribunal de juicio contó con elementos
suficientes para arribar a la convicción necesaria respecto de
la materialidad de los hechos imputados y de la autoría
responsable del encausado, por lo que la crítica de la defensa
no revela más que su disconformidad respecto de la valoración
de la prueba que realizó el juez interviniente.
En ese sentido, se destacaron los testimonios
brindados por los preventores que participaron en las tareas
de investigación llevadas a cabo en el domicilio allanado, en
particular la declaración del principal Bulka quien “…explicó
que a la finca de la calle Salom N° 331 se llegó a partir del
seguimiento de personas que visitaban la calle Pepirí, lugar
donde se habían constatado maniobras compatibles con la venta
de estupefacientes”, lo que resultó “…coincidente con los
dichos del preventor Barbosa, quien recordó su declaración
brindada en instrucción en cuanto a que en Pepirí se divisó en
varias oportunidades a una persona que manejaba un rodado
marca Ford modelo Mondeo, quien descendía y dejaba bolsas o
bultos en la finca, lográndose determinar que esa persona
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visitaba también la calle Salom N° 331, donde descendía y
dialogaba con otros masculinos quienes aparentemente residían
allí”.
Así las cosas, de la testimonial del referido Bulka,
también se desprende que: “…el lugar estaba frente a una
escuela y los vecinos de la zona aportaban información
respecto de que allí se vendía droga”. Esta circunstancia fue
también remarcada por el preventor Salles Paz, quien indicó
que: “…eran muchos los vecinos que se quejaban y marcaban a
ese lugar como un punto de venta de estupefacientes”.
De igual modo, los judicantes ponderaron que el
testigo Bulka expresó que: “…las tareas realizadas en el lugar
permitieron determinar que efectivamente allí se vendían
estupefacientes, y que [el] responsable de tal actividad era
los del departamento N° 3, López […] especificando que se
observaron maniobras compatibles con la comercialización, las
que sucedían de manera asidua, a cualquier hora del día, y
que, a su vez, los vecinos, cuando veían a López, lo señalaban
como el responsable de la venta”.
Sobre este tópico, se enfatizó que esas maniobras
sospechosas también fueron observadas particularmente por los
preventores de la Brigada de la Comuna IV Diego Daniel
Dobrovolny, Juan Pablo Laborda y Daniel González “…quienes
detallaron que se veía regularmente el ingreso y egreso rápido
de personas al domicilio”.
Asimismo, en la pieza sentencial impugnada, se dio
relevancia que: “…de manera paralela a la presente pesquisa,
se recibieron […] dos denuncias anónimas que reportaban venta
de estupefacientes en la calle Salom, una de ellas sindicando
específicamente la altura N° 331 (de fechas 3 de octubre y 20
de noviembre de 2018)”, y como consecuencia de ello el
magistrado a cargo de la pesquisa “…convocó a [la Gendarmería]
a realizar tareas de observación en el domicilio, resultando
contundentes los testimonios de Alcaraz, Tapia y Tolaba,
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por astilla viste así que bueno yo no tengo problema me decís
tal día una mañana me decís javi me das dos? mañana o el
jueves viernes te la pago. Si toma. El viernes no apareciste.
Me viste lacara y te quemaste’ [SIC]”.
Además, se encontraron dentro del propio celular
distintas fotografías que contribuyen a demostrar que los
estupefacientes tenían un destino comercial, particularmente
“…una balanza electrónica pequeña, de iguales características
a la encontrada en el allanamiento de la calle Salom nº 337,
en la se pesan bolsas de pequeñas dimensiones”.
En este contexto, a pesar de que la defensa alegó que
no se encuentra acreditada la ultraintención que exige el
delito endilgado y que debía recalificarse el obrar de su
defendido en el tipo penal de tenencia para consumo, se
advierte que estos argumentos no resultan atendibles en el
contexto de la pesquisa desarrollada, pues el hallazgo del
estupefaciente en el domicilio, la cantidad y la forma en la
que estaba dispuesto, sumado a los elementos de
fraccionamiento y el contenido mensajes alcanzan para subsumir
las conductas en el delito de tenencia de estupefacientes con
fines de comercialización.
De tal suerte, cabe concluir que el a quo contó con
pruebas suficientes para arribar al pronunciamiento
condenatorio y a la calificación jurídica dispuesta. En
efecto, como es conocido, no puede soslayarse que el art. 398
del ritual establece que los jueces tienen el deber de valorar
las pruebas recibidas y los actos del debate conforme las
reglas de la sana crítica y, asimismo, cuentan con la
obligación de reflejar esa valoración en la sentencia conforme
los arts. 123 y 404 inc. 2 del mismo cuerpo legal, que
constituyen una derivación de la garantía de defensa en juicio
y del principio republicano (arts. 1°, 18 y 28 CN).
Es este método el que demanda que la valoración
crítica de los elementos de prueba sea racional, lo que
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tarea se encuentra condicionada a la inmediación, por lo que
al mayor esfuerzo de revisión se arriba con el control de
logicidad y no contradicción del razonamiento del a quo y la
constatación de la suficiencia probatoria de conformidad con
el principio in dubio pro reo (cfr. causa N° 8.660,
caratulada: “Rubisse, César Augusto s/recurso de casación“,
reg. Nº 19.968, rta. 23/5/2012; causa N° 12.684, caratulada:
“Arancibia, Carlos Ignacio s/recurso de casación”, reg. nº
20.557, rta. 11/10/2012, entre otras).
Por demás, respecto a lo referido por el recurrente
en punto a la existencia de una persona apodada “Juampi” que
nunca fue investigada, se observa que ante el cúmulo
probatorio ponderado, el tribunal de juicio contó con
elementos suficientes para arribar a la convicción necesaria
de modo de establecer la participación del encausado en el
hecho materia de acusación.
Por tales motivos, corresponde rechazar el presente
agravio.
16°) Que, de otro orden, corresponde revisar el moti-
vo de agravio invocado por el defensor de López en el término
de oficina.
Así, la asistencia letra realizó un planteo vinculado
a la sanción impuesta a su pupilo a través del cual se procura
la declaración de inconstitucionalidad del mínimo de la escala
penal prevista para el injusto culpable por el que fue
condenado.
Sobre el extremo, no puede soslayarse que la declara-
ción de inconstitucionalidad debe ser considerada como ultima
ratio del orden jurídico, por lo que requiere inexcusablemente
la demostración del agravio en el caso concreto y sólo cabe
acudir a ella cuando no existe otro modo de salvaguardar algún
derecho o garantía amparado por el magno texto (Fallos:
256:602; 258:255 y 333:447, entre muchos otros).
En ese orden, es doctrina de la Corte Suprema de Jus-
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mero tribunal nacional en cuanto a que: “la cuantificación pe-
nal es una materia reservada a los tribunales de sentencia,
con los límites que se derivan de la propia Constitución en
dos sentidos: a) que la individualización penal no resulte
groseramente desproporcionada con la gravedad de los hechos y
de la culpabilidad, en forma tan palmaria que lesione la ra-
cionalidad exigida por el principio republicano (art. 1° Cons-
titución Nacional) y la prohibición de penas crueles e inhuma-
nas (art. 5, 2 de la Convención Americana de Derechos Huma-
nos); y b) que la prueba de las bases fácticas consideradas
para la cuantificación no resulte arbitraria con la gravedad
señalada por la Corte en materia de revisión de hecho y prueba
(Fallos 328:3399)” (cfr. causa nº 10.004, caratulada: “Judi-
che, Ricardo M. y otro s/ rec. de inconstitucionalidad”, reg.
nº 19.763, rta. 27/3/2012).
Por consiguiente, tampoco acierta el recurrente al
plantear la cuestión constitucional, pues no introdujo ningún
argumento en esa dirección pues, más allá de citar doctrina en
orden a la materia, no demostró el conflicto con las garantías
y principios constitucionales en razón del supuesto concreto
bajo examen.
Por lo demás, en lo atingente a la solicitud de la
defensa respecto a que se compute el tiempo en que su defendi-
do estuvo excarcelado como tiempo de cumplimiento efectivo, no
resulta esta la ocasión para emitir pronunciamiento sobre el
extremo, por cuanto dicha cuestión debe ser planteada en oca-
sión de la elaboración del cómputo de pena (art. 493 CPPN).
-V-
17°) Que, en el presente apartado, se dará
tratamiento al planteo de nulidad del procedimiento de
detención y requisa personal invocado por la asistencia
letrada del encartado Medina Acosta vinculado al “hecho nº2”.
De de la prueba producida durante el debate, se tuvo
por acreditado con el testimonio del oficial Salles Paz que:
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que presentaban una actitud sospechosa, y decidieron de manera
conjunta hacer el seguimiento y la interceptación”.
En ese orden, del relato del preventor Gómez se
especificó que: “…lo que les llamó la atención fue que en ese
edificio en particular no hubo gran movimiento de personas
durante el día, y tenían la sospecha de que en el edificio
podía haber actividades en infracción a la ley de drogas […]
por lo que, al ver esas personas saliendo con valijas mirando
en un estado de nerviosismo hacia todos lados, con paso
bastante apurado, entendieron que debían interceptarlos”,
aunado que: “…luego de detener la marcha del vehículo, el
conductor del taxi le dijo que estaban yendo para Retiro, y
que ante la sospecha de que estuvieran yendo a la terminal
para tomarse un ómnibus, y luego […] les solicitó a los
individuos que bajaran las valijas del auto y las abrieran,
encontrando así numerosos paquetes de marihuana. Explicó que,
en virtud de ello procedieron a la demora de los sujetos y
realizaron la consulta al Juzgado, que fue encausada por el
principal Bulka”.
A más, los magistrados ponderaron la declaración
testimonial del oficial Lescaco quien dijo que: “…estaban
desde las seis de la mañana realizando una observación en el
domicilio cuando a las catorce horas observó a dos masculinos
ingresar con valijas al edificio investigado, y salir,
aproximadamente a los quince minutos, con las mismas valijas,
de las que refirió eran grandes y parecían pesadas”, a ello
explicó que: “…lo que llamó su atención fue que […] cuando
iban caminando con las valijas se los notaba como ‘perdidos’
en el lugar, y al llegar al edificio se quedaron en forma
estática durante unos minutos, observando para todos lados.
Que luego, al salir, fueron hacia la esquina donde se tomaron
un taxi […] comenzaron a seguirlos, […] interceptaron su
marcha e invitaron a las personas a descender del rodado”.
Continuando con el relato del preventor, se remarcó que: “…
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nombrados podían tener un móvil de apoyo, lo que habilitaba,
con más razón, el procedimiento”.
En igual sentido, se resaltó que el accionar policial
“…fue avalado por el magistrado a cargo de la instrucción
desde el momento en que fue la base utilizada para fundamentar
el allanamiento del edificio de la calle Cabrera 3245 […]
donde se secuestraron 183 panes de marihuana”.
De lo expresado en la sentencia, conforme la prieta
sentencia realizada supra, se advierte que el procedimiento de
detención y requisa personal del encausado encontró suficiente
fundamento en las pruebas recabadas y, en ese sentido, no se
advierte que configure un apartamiento de lo dispuesto por el
art. 230 bis CPPN.
Tampoco el recurrente ha acompañado argumentos
distintos de aquellos que fueron atendidos en el fallo y que
hubieran habilitado eventualmente a emitir una opción distinta
a la que ha sido analizada.
De otra parte, en lo atingente a lo alegado en cuanto
a que no ha sido probado el dolo como así tampoco la
ultraintención requerida por el delito reprochado a Medina
Acosta, no es dable soslayar que en fallo cuestionado, se
memoró que: “…se incautó una valija de color marrón claro […]
que contenía en su interior diez paquetes sueltos, tipo panes,
[…] envueltos con cinta color marrón tipo “Scotch”, que
contenían sustancia vegetal compactada que resultó ser
marihuana y un paquete envuelto en nailon de color negro […]
que a su vez contenía trece paquetes de las mismas
características de los paquetes sueltos que también contenían
sustancia vegetal compacta que resultó ser marihuana.”, y
también una “…segunda valija secuestrada era de tela color
azul […] que contenía en su interior diecisiete paquetes, tipo
panes, de las mismas características a los encontrados en la
otra maleta y un envoltorio más pequeño […] todos ellos
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teo que le devenía impuesto por el la Acordada 37/12 de la Cá-
mara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Fe-
deral como pauta realizadora de las garantías del juez natural
e imparcial, el cual se vincula al “hecho nº3”.
Al respecto, en la sentencia recurrida se destacó
que: “…a partir del resultado del procedimiento realizado […]
en la calle Gallo y el allanamiento en la calle Cabrera, el
juez a cargo de la instrucción encomendó a la Brigada
encabezada por Salles Paz la continuación de las tareas
investigativas con el objetivo de profundizar la pesquisa en
torno a las maniobras de comercialización de estupefacientes”.
Así, se detalló que: “…el 11 de junio de 2019 el co-
misario Salles Paz elevó un informe al juez en el que le hizo
saber que las tareas se concentraron en la Villa 21- 24, lugar
donde una persona que no quiso revelar su identidad, por temor
a su integridad física, les dio el dato de otra persona que re-
side en Posadas, Misiones, que cumpliría funciones en el despa-
cho de Aduanas”, aunado que: “…les dijo que en los próximos
días saldría desde esa ciudad un gran cargamento con destino a
la CABA, el juez autorizó a la División a realizar tareas por
el término de diez días en esa ciudad, encomendando la locali-
zación y seguimiento del transporte sindicado”.
Esta secuencia fue corroborada también por el
testimonio del principal Bulka, quien sostuvo que luego de los
allanamientos efectuados “…continuaron realizando tareas en la
Villa 21-24, donde una persona les dijo que un cargamento
proveniente del norte del país sería entregado en la calle
Cabrera”.
Luego, se memoró que el día 14 de junio se dejó cons-
tancia en una nota actuarial respecto a una comunicación en la
que el preventor Diego Bulka informó que: “…se logró establecer
que habría un camión […] que cargaría estupefacientes en Posa-
das, a raíz de lo cual se autorizó a los preventores a proceder
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Así las cosas, se estableció que: “…partir de la in-
formación obtenida, y por expresa orden judicial, los prevento-
res comenzaron la búsqueda puntual de los rodados cuyos domi-
nios ya conocían. Asimismo, realizaron una investigación en
base de datos y redes sociales que permitió determinar que ese
vehículo Toyota pertenecía a un ciudadano Ceferino Ramón Marzo-
ratti, de quien obtuvieron información específica y fotogra-
fías. Todo ello, como se dijo, derivó en el desenlace final que
resultó en el secuestro de grandes cantidades de material estu-
pefaciente y la detención de los involucrados”.
En efecto, los sentenciantes razonaron que: “La lega-
lidad de la información obtenida por los preventores, […] fue
considerada una y otra vez por el magistrado a cargo de la ins-
trucción, quien, a partir de los diferentes informes que se
iban elevando, fue autorizando la realización de tareas de in-
teligencia en el noreste del país destinadas […] a ubicar los
vehículos sindicados y realizarles un seguimiento”.
De tal suerte, si bien la defensa sostuvo que: “…cada
una de las medidas solicitadas por la Policía […] incluso aque-
llas que implicaban solicitar una prórroga de jurisdicción te-
rritorial […] fue otorgada por el juez sin límites o mención de
marcos normativos aplicables”, se advierte que el a quo al mo-
mento de responder un planteo de nulidad invocado por la defen-
sa del consorte Vallejos, similar al que viene traído aquí a
estudio por la asistencia de Marzoratti, ponderó que el juez de
instrucción fue quien “…decidió profundizar la investigación en
torno a otras maniobras vinculadas al hallazgo de estupefacien-
tes en esta ciudad, como así también a la identificación de
otras personas implicadas. En función de ello, los policías ob-
tuvieron la información antes dicha”.
Sobre ese extremo, se resaltó que: “…el preventor Sa-
lles Paz explicó los motivos por los cuales hicieron base en la
ciudad de Paso de los Libres y no en Posadas, que tenían que
ver directamente con su experiencia en la materia”.
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conexión de los hechos enrostrados a los encausados
encontraron relación con el avance de la pesquisa, donde a
través de los distintos allanamientos y tareas investigativas
se obtuvo la información de que cargamentos de estupefacientes
provenientes del noroeste del país llegarían a la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires.
En virtud de ello, corresponde desechar el presente
agravio.
19°) Que, por otra parte, corresponde dar cuenta de
la censura defensista vinculada a una errónea valoración de la
prueba.
Así, a los efectos de un correcto examen de la mate-
ria impugnaticia, deviene ineludible reseñar del sustrato fác-
tico objeto del proceso.
En la sentencia observada, se tuvo por probado que:
“…el día 19 de junio de 2019, aproximadamente a las 15.00
horas, Ceferino Ramón Marzoratti, Luis Claudio Da Silva Araujo
y Lizzandro García Dos Santos, tenían en su poder, a través de
una decisión común, con fines de comercialización, un total de
3578,861 kilogramos de marihuana, repartidos en 3958 panes
ubicados en el semirremolque marca Camlan, dominio IGK9E83,
acoplado al camión marca Scania modelo H 4X2, dominio
ICH1535”.
En ese orden, se indicó en el pronunciamiento bajo
examen que tanto el aspecto objetivo como el subjetivo del
accionar del encausado Marzoratti encuentra corroboración
fáctica en el acta de procedimiento de detención y secuestro,
las declaraciones testimoniales de los preventores, informe
pericial químico sobre las muestras del material
estupefaciente e informes periciales sobre los celulares
secuestros.
Sobre esa base, se estableció entonces que los
elementos probatorios que habilitaron la requisa del material
estupefaciente “…cobraron virtualidad ante el efectivo
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nal policial durante el procedimiento pueden ser consideradas
como un elemento probatorio válido, en tanto y en cuanto han
sido realizadas de manera voluntaria y espontánea por el nom-
brado, al oficial de policía Miguel Alejandro Ramil”, más que:
“…la misma no ha sido conseguida coactiva o compulsivamente,
en violación a la garantía contra la autoincriminación”.
En ese orden, no es posible soslayar, tal lo evocado
por el a quo, señalar que la intervención de Marzoratti en el
hecho delictivo también ha quedado demostrada a partir de la
información extraída de los teléfonos celulares que fueran
incautados.
Así es: la defensa cuestionó los mensajes de texto y
llamados extraídos de dos teléfonos celulares como así también
el apodo que se le endilgó a su defendido; empero en la sen-
tencia atacada se consignó que se obtuvieron conversaciones de
los teléfonos celulares del encausado Da silva Araujo en donde
“…un abonado telefónico –nro. 5493534137320- le hacía referen-
cia a haber tenido contacto con una persona apodada ‘el grin-
go’, como ‘Hable con él gringo ayer me dijo que estaba todo
bien’ (Del 14 de junio de 2019) y ‘Me respondió el gringo’
(del 19 de junio de 2019 a las 11.55 horas)”.
También, se indicó que: “…del celular Samsung modelo
SM-J105M, IMEI 356915070330070, ICCID 8954310191081561385, se
detectó que el 7 de junio de 2019 a 17:04:11 hs. (días antes
de las detenciones) recibió un mensaje mediante el sistema de
mensajería Whatsapp del abonado Nr. +5493765033593 identifica-
do en la agenda del teléfono como ‘GRINGO’, quien textualmente
le escribió ‘SOY EL DE LA TOYOTA’, existiendo además muchos
llamados con ese abonado mediante el mismo sistema de mensaje-
ría (ver informe de fojas 2281/34)”.
Luego, se estableció que los mensajes de texto supra
detallados “…cobran sentido probatorio cuando se repara […]
que a Ceferino Ramón Marzoratti se lo apodaba ‘El Gringo’, lo
que […] quedó demostrado con la declaración indagatoria que
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impuesto la pena dentro de la respectiva moldura legal
aplicable, la que no resulta desproporcionada en orden al
hecho juzgado, quedando la censura del impugnante limitada a
expresar su disconformidad con la solución adoptada.
En ese sentido, cuadra señalar que es doctrina del
cimero tribunal que la cuantificación penal es una materia
reservada a los tribunales de sentencia, con los límites que
se derivan de la propia Constitución, en dos sentidos: a) que
la individualización penal no resulte groseramente
desproporcionada con la gravedad de los hechos y de la
culpabilidad, en forma tan palmaria que lesione la
racionalidad exigida por el principio republicano (art. 1°
Constitución Nacional) y la prohibición de penas crueles e
inhumanas (art. 5, 2 de la Convención Americana de Derechos
Humanos); y b) que la prueba de las bases fácticas
consideradas para la cuantificación no resulte arbitraria con
la gravedad señalada por la Corte en materia de revisión de
hecho y prueba (Fallos 328:3399) (cfr. causa nº 10.004,
caratulada: “Judiche, Ricardo M. y otro s/ rec. de
inconstitucionalidad”, reg. nº 19.763, rta. 27/3/2012).
Ahora bien; la normativa establece juntamente dos
extremos de consideración sobre los elementos que fundan la
dosificación de la pena: el inc. 1° del art. 41 CP toma en
cuenta para eso las circunstancias de naturaleza “objetiva”
del hecho, que son las que permiten una graduación sobre la
intensidad del injusto, y en el inc. 2° se remite a las
características y situación del autor, “aspectos subjetivos”
que junto con el ilícito constituyen materia de valoración.
De tal suerte, la magnitud del injusto y su
desvaloración por vía del grado de culpabilidad alcanzado por
el autor resultan ineludibles pautas para la cuantificación de
la pena, que demandan un análisis particular por parte de los
jueces de la causa (causa nº 11.870, caratulada: “Acuña,
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extremos no destacados por el acusador, frente a la moldura
legal aplicable y a la gravísima significación de la
culpabilidad del encausado en razón del delitos enrostrado,
con más los restantes baremos de agravación meritados por el
juzgador, la circunstancia indicada no puede constituir per se
motivo de anulación del acto jurisdiccional en la oportunidad,
alcanzando de este modo a satisfacer las exigencias de
motivación impuestas por los arts. 123 y 404 del ritual.
De esta manera, en orden a la conformación del monto
punitivo, no se observa arbitrariedad en los factores que tuvo
en cuenta el a quo, lo que impone su rechazo.
-VII-
21°) Que, de otro andarivel, se abordará el agravio
postulado por la defensa oficial del encausado Ríos vinculado
a la nulidad del acta de fs. 1822 que da cuenta del
procedimiento de detención de su asistido y del camión que
conducía, como así también del secuestro del material
estupefacientes; todo lo cual se relaciona al “hecho nº4”.
Al respecto, el casacionista alegó que: “…ninguno de
los argumentos brindados por el personal policial para retener
a Ríos y a su camión y proceder a la requisa del mismo
constituían en sí mismas […] hechos o informaciones
suficientes y concretas que permitieran […] inferir que
probablemente había cometido o estaba por cometer una
infracción penal”.
Ahora bien; en cuanto a la materia del agravio, el a
quo señaló que: “…la requisa de la carga del camión y la
detención de José Luis Ríos fue ordenada por el magistrado
interviniente, mediante resolución fundada […] en la que se
dejó constancia de los indicios objetivos recolectados por
personal de la Gendarmería Nacional Argentina que fundaban la
sospecha de que el acoplado del rodado en cuestión podía
contener sustancias estupefacientes”.
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realizar el viaje, haciendo también referencia a que, según
pudo advertir, le temblaban las manos y transpiraba”, y que a
raíz de ello “…solicitó la presencia en el lugar de Hugo
Walter Enríquez González, personal de la misma fuerza de
seguridad que tenía una marcada experticia en trámites
aduaneros. Así, el nombrado arribó al lugar de los hechos
minutos más tarde, junto con el preventor Luis Alberto Da
Rosa”.
A mayor abundamiento, se hizo hincapié en la
declaración testimonial brindada por el testigo Enríquez,
quien explicó en el debate que al examinar el Manifiesto
Internacional de Cargas notó ciertas irregularidades debido a
que: “…el número del TRAS (código que, según explicó, le
coloca la Aduana a los no tenía la cantidad/tipo de dígitos
que debía presentar”. En segundo lugar, señaló que: “…la
Aduana que figuraba como de ingreso era la “082”, es decir, la
de Bernardo de Irigoyen, mientras que el conductor del camión
decía que venía de Iguazú, pero no especificaba las
localidades por las cuales pasó”, sumado a que: “compulsó el
sistema web de la Dirección Nacional de Migraciones, y
verificó que no se registraba cruce del camión y su conductor
por la frontera que señalaba (circunstancia que, además, fue
referenciada por [los testigos] Da Rosa y Benítez)”.
A su vez, los judicantes dieron cuenta del testimonio
de Da Rosa, en punto “…al defecto de la carpa del acoplado,
que dejaba espacios libres que permitían el fácil acceso con
la mano […] por lo que decidió introducir su celular para
tomar una fotografía de la carga […] observando la presencia
de paquetes característicos de marihuana (esto mismo fue
relatado de manera consistente por Benítez y Enríquez)”.
A más, se recalcó en el pronunciamiento, que el juez
a cargo de la instrucción, previo a disponer la requisa de la
carga, “…ordenó un procedimiento de constatación por parte de
un can detector de estupefacientes, que dio resultado
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exhibido, en el que sí se asentaban todos los procedimientos
de este tipo. Este segundo libro no ha sido solicitado como
prueba, más allá de que, a la luz de lo actuado, resulta
intrascendente”.
En síntesis, se razonó que: “…a juzgar por el lugar
geográfico en el que se ubicaba y el camino escogido por Ríos,
el camión, de todas formas, debía pasar por el control, aun
cuando se hubieran apostado los gendarmes en el sector
denominado Los Paraísos”.
Luego, tal lo referido en la sentencia en crisis,
merece recordarse que la Gendarmería Nacional ejerce funciones
de prevención, como asimismo de auxiliar aduanera y de
migraciones. Sobre este punto corresponde reenviar al
precedente sentado en la causa n° 9398, caratulada: “Soggetti,
Carlos Antonio s/recurso de casación” (reg. no 20.876, rta.
30/11/2012), pues allí se señaló con especial indicación de la
ley nº 19.349 (“Ley Orgánica de la Gendarmería Nacional”) que
regula la actuación de la Gendarmería Nacional y establece su
competencia para actuar dentro de la jurisdicción federal con
fines de prevención de delitos del mismo fuero, con
específicas funciones de policía de seguridad y judicial.
Según reza el artículo 2 de la mentada ley la Gendarmería
Nacional cumple funciones en la zona de seguridad de frontera
y específicamente de: “…a) Policía de seguridad y judicial en
el fuero federal; b) Policía auxiliar aduanera, de migraciones
y sanitaria, donde haya autoridad establecida por las
respectivas administraciones y dentro de las horas habilitadas
por ellas; c) Policía de prevención y represión del
contrabando, migraciones clandestinas e infracciones
sanitarias en los lugares no comprendidos en el inciso
anterior…”.
En este contexto, se advierte que la detención del
camión y el control practicado sobre aquel se cumplió dentro
de los límites legales y en el marco de las facultades
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control rutinario de ruta, frenó la marcha de un camión de
bandera brasilera marca Mercedes Benz.
Luego, se estableció que los oficiales advirtieron
indicios vehementes de la comisión de un delito por parte del
encausado, y en consecuencia, luego de consultar al magistrado
interviniente, procedieron “…al registro de la carga con un
can detector de estupefacientes, dando resultado positivo para
la presencia de marihuana”, donde “…se encontraron 163 bultos
compactos que contenían paquetes más pequeños en su interior,
y 270 paquetes sueltos, es decir, un total de 4516 paquetes
individuales que contenían, en suma, 3804,438 kilogramos de
marihuana”.
En definitiva, se detuvo al imputado Ríos y se
secuestró el camión con el estupefaciente.
Ahora bien; en la pieza sentencial en crisis al
momento de la valoración probatoria, se ponderó: “…el fuerte
olor a combustible que desprendía la carpa del camión; las
inconsistencias notadas por los preventores respecto de las
respuestas brindadas por Ríos durante el procedimiento y lo
que surgía del MIC y de las consultas informáticas realizadas
-esto es, lo relativo a la Aduana por la que había ingresado y
la ruta por la que debía ir-; y los espacios libres que
presentaba la carpa de la carga, que resultaban inconsistentes
con el tipo de tránsito que debía realizar (lo cual se
advierte de las declaraciones de los preventores, a lo que
suman los registros fílmicos obtenidos)”.
Así, si bien la defensa arguyó que el a quo a través
de un análisis arbitrario de las pruebas vertidas en el debate
no logró desvirtuar los dichos de su defendido en torno a que
no era el dueño del camión que trasporta y que solo resultaba
un simple conductor, se advierte que el tribunal oral contó
con elementos suficientes para arribar a la convicción
necesaria respecto de la materialidad de los hechos imputados
y de la autoría responsable del encausado, por lo que la
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donde la falta de sello aclaratorio en la firma que
correspondería a una persona de Aduana fue una circunstancia
destacada por los testigos en el juicio”.
También, resaltaron de la declaración de los testigos
“…la importancia que ambos funcionarios le dieron a la ruta
consignada en el MIC, explicando que, en mercaderías en
tránsito, la Aduana especifica qué camino debe tomar el
conductor y cuánto tiempo debe demorar”, y consideraron que:
“Los choferes de camiones que transportan cargas
internacionales conocen esta circunstancia, lo que quedó
demostrado a partir del testimonio de Soberón y Barrientos”.
En estas condiciones, el tribunal de juicio,
sentenció que la finalidad de comercialización respecto a la
conducta endilgada a Ríos “…se encuentra demostrada […] por la
enorme cantidad de estupefacientes secuestrados -3804,438
kilogramos-, su fraccionamiento en panes y la cantidad de
dosis umbrales, sumado al propio valor económico del
material”.
De otra banda, respecto al agravio de la defensa
vinculado a que no existe certeza respecto a que su pupilo
conocía el contenido de la carga transportada y que: “…esa
falta de certeza […] del elemento subjetivo del tipo […]
conduce a encuadrar el caso en un supuesto de atipicidad por
falta de dolo”, se advierte que en la sentencia atacada, se
justipreció que: “[los] elementos probatorios analizados […]
habilitaron la requisa del camión [y] cobraron virtualidad
ante el efectivo hallazgo del material estupefaciente, para
conformar así un contundente cuadro cargoso que permitió
acreditar el poder de disposición y conocimiento que Ríos
tenía sobre la droga incautada”.
En lo atingente a ello, he tenido oportunidad de
señalar que: “…no basta con el mero traslado de los
estupefacientes y que debe considerarse como insuficiente para
la satisfacción de los requisitos típicos la traslación de un
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cuestión debatida y resuelta (Fallos: 302:284; 304:415; entre
otros).
De este modo, la sentencia cuenta con los fundamentos
jurídicos mínimos, necesarios y suficientes, que impiden la
descalificación del fallo como acto jurisdiccional válido
(Fallos: 293:294; 299:226; 300:92; 301:449; 303:888, entre
muchísimos otros).
En base a estas consideraciones debe desestimarse el
pedido de la defensa para que se considere el aporte de Ríos
como partícipe secundario.
24°) Que, de otro orden, corresponde el tratamiento
del agravio invocado por la defensa en torno a que existió un
aprovechamiento de la situación de vulnerabilidad del
encausado Ríos con el fin de que realice el transporte del
material de estupefacientes.
Sobre este extremo, al exponer su cuestionamiento, el
casacionista alegó que los magistrados no explicaron ni
fundamentaron el rechazo de la censura postulada en su
alegato. Sin embargo se desprende de la sentencia venida en
recurso que el a quo al momento de mensurar la pena impuesta
de 5 años y 4 meses, valoró “…la carencia de antecedentes
penales, y su situación de vulnerabilidad económica, marcada
por relaciones laborales inestables, todo lo cual se ha
comprobado a partir del informe realizado por la Licenciada
Gabriela Bacín, y de su declaración en el juicio oral”.
Al respecto, no es ocioso evocar la categoría de
culpabilidad por vulnerabilidad a los fines de la reducción de
la dosimetría punitiva (cfr. causa Nº FCT 3870/2013/TO1/CFC1,
caratulada: “Casco, María Yolanda y otros s/ recurso de
casación", reg. n°, 1901/21 rta. 18/11/2021); empero, aun bajo
este prisma, de la lectura de la sentencia se colige que la
dosimetría se encuentra justificada por las propias
características del accionar reprochado. En ese orden, debe
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absolución por aplicación de la doctrina del precedente
“Arriola” de la CSJN, que de adverso a lo alegado por la
acusación, los magistrados que conformaron la mayoría no
valoraron únicamente los dichos del acusado sobre su adicción
a los estupefacientes, sino que tal como expusieron en la
decisión, consideraron que la totalidad de la prueba producida
no fue suficiente para descartar su teoría del caso y tener
por acreditada su participación en los términos atribuidos por
el Fiscal.
En esta línea, los sentenciantes valoraron que los
vecinos apuntaron solo a López como el responsable de la
comercialización de estupefacientes; que ninguno de los
preventores lo observó de manera directa realizar maniobras
compatibles con tal actividad; que en ninguna de las
conversaciones obtenidas de los teléfonos celulares
secuestrados fue mencionado; que Segura explicó que residía
allí porque le alquilaba una habitación a López y que padecía
adicción a los estupefacientes de larga data.
En consecuencia, cabe recordar que todo veredicto de
condena se debe cimentar en una multiplicidad de pruebas
homogéneas, unívocas y unidireccionales que acrediten, con el
grado de certeza necesario, tanto la recreación histórica de
los acontecimientos como la responsabilidad penal de los
autores del hecho ilícito; extremo que no se verifica en el
caso, como fue pormenorizadamente detallado en el voto del
colega.
Por otra parte, en lo que atañe a los agravios
expuestos por el rechazo del decomiso del inmueble ubicado en
Salom 331, Dpto. 3 de esta CABA, que sería propiedad de Mario
Javier López, advierto que el tribunal realizó un examen
adecuado de las particulares circunstancias del caso y de la
normativa aplicable, sin que la parte impugnante haya
demostrado en esta instancia la arbitrariedad invocada.
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En este orden de ideas, señala Maier que “(l)a
nulidad, comprendida como última ratio de la reacción procesal
frente al defecto, es, tan sólo, una excepción, algo así como
una decisión rara en el procedimiento, para cuando no haya
forma de reparar el daño causado con el incumplimiento formal”
(El incumplimiento de las formas procesales en NDP, 2000-B,
del Puerto, pág. 813).
En primer lugar, en torno al planteo de nulidad de la
intervención telefónica efectuado por la defensa de Mario
Javier López, cabe señalar, que como lo indicó el juez Slokar,
la defensa confunde la interceptación telefónica con el
resultado de la pericia efectuada a los celulares secuestrados
del domicilio del acusado, por lo que la crítica carece de
adecuada argumentación.
En lo que hace al planteo de nulidad del acta de la
detención y requisa (hecho 2) por considerarla arbitraria,
efectuado por la defensa de Jesús Medina Acosta, coincido con
mi colega en cuanto el procedimiento tuvo fundamento en las
medidas efectuadas anteriormente, que generaron una sospecha
razonable, sobre las que se refirieron en detalle durante el
debate los preventores Gómez, Lescano, Bulka y Salles Paz.
A su vez, en lo que se refiere a las críticas
introducidas por el rechazo del planteo de nulidad del acta de
procedimiento de requisa del camión, secuestro del
estupefaciente y detención de José Luis Ríos (hecho 4) -por
considerar su defensa que fue ilegítimo- tal como se desprende
del fallo cuestionado, el tribunal valoró los indicios
objetivos expuestos por los preventores, para fundar la
sospecha razonable de que en el acoplado del camión podía
haber estupefacientes –entre otras extremos: las
inconsistencias sobre el origen y destino del viaje,
irregularidades en la documentación, el nerviosismo del
conductor y el fuerte olor a combustible que emanaba la carpa
del acoplado- sobre los que declararon en el juicio los
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González, Laborda, Barbosa, Maidana, Alcaraz, Tapia y Tolaba)
de los testigos de actuación (Juan Ignacio Keinrath y Mario
Alberto Farías) los elementos secuestrados (entre otras cosas:
49 envoltorios con 15,75 gramos de cocaína en su domicilio y 5
envoltorios con 1,528 gramos de cocaína, 15 envoltorios con
52,082 gramos de marihuana, un trozo de marihuana de 198,890
gramos y una balanza de precisión digital que fueron
descartados por la ventana ante el inminente ingreso de los
preventores).
Asimismo, se consideró que al domicilio del acusado
se llegó a partir del seguimiento de personas que visitaban
otro domicilio, en el que se habían constatado maniobras
compatibles con la venta de drogas; que los vecinos de la zona
señalaron que allí se vendía estupefacientes y a López como
responsable, como así también que se recibieron dos denuncias
anónimas en el mismo sentido; que a raíz de las tareas
realizadas por dos fuerzas de seguridad diferentes se
observaron maniobras compatibles con esa actividad (ingreso y
egreso rápido de personas al domicilio de manera asidua, a
cualquier hora del día) y el contenido de los celulares
secuestrados (mensajes de texto y fotografías).
Por lo expuesto, tal como analizó el colega que me
precede en orden de votación, la crítica de la defensa, basada
en que la tenencia del estupefaciente era para consumo de
todas las personas que estaban el domicilio y que no se probó
la ultraintención requerida por el tipo atribuido no puede
tener favorable acogida.
Por otra parte, en lo relativo a Jesús Medina Acosta
coincido también en que el tribunal tuvo adecuadamente
demostrada la finalidad de comercialización. Ello, debido a la
gran cantidad de estupefacientes secuestrado en su poder -
49,26 kilogramos de marihuana- su fraccionamiento en panes y
la cantidad de dosis umbrales; el hecho de haber sido visto
cuando ingresó y egresó con las valijas del edificio de la
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Por lo expuesto, coincido con el colega que inaugura
el acuerdo en que no pueden proceder las alegaciones genéricas
de la defensa, mediante las cuales pretende que se tome su
participación como secundaria, en tanto no resultan
suficientes para rebatir los adecuados argumentos esgrimidos
por el tribunal para tener por probada su participación
voluntaria en calidad de autor; como así tampoco la pretensión
de que se aplique el art. 5° de la ley 26.364, ante la falta
de demostración por parte del impugnante acerca de los
extremos en los que basó el planteo.
En definitiva, advierto que sobre estos aspectos, la
decisión impugnada no contiene fisuras de logicidad, y las
conclusiones a las que arriba -acerca de los tópicos
apuntados-, constituyen la derivación necesaria y razonada de
las constancias de la causa, contando con el grado de certeza
necesario exigido a todo veredicto de condena, sin que las
críticas que formulan los recurrentes logren conmover lo
resuelto como acto jurisdiccional válido (arts. 123, 398, 404
inc. 2°, 471 a contrario sensu del CPPN).
En el caso, las defensas no logran demostrar la
arbitrariedad alegada, en tanto, como fue exteriorizado por el
tribunal en el fallo impugnado y analizado más extensamente en
el voto que antecede, las versiones de los acusados no fueron
corroboradas, sino que por el contrario, la teoría de la
acusación se impuso con relación a cada uno de los acusados en
razón de la prueba producida en el juicio, y sus agravios sólo
evidencian un visión fragmentada de la prueba y constituye un
mero disenso con la valoración probatoria efectuada en el acto
jurisdiccional cuestionado.
IV. En último orden, habré de compartir -en lo
sustancial- las consideraciones y solución que propicia el
doctor Slokar en lo que se refiere al pedido de declaración de
inconstitucionalidad de la escala penal prevista en abstracto
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como atenuantes la carencia de antecedentes, su edad (46
años), el nivel secundario incompleto, la actividad comercial
(siendo propietario de un minimercado, además el desarrollo de
la actividad citrícola mediante contratación de peones
temporales para la cosecha) y que tiene dos hijos mayores de
edad.
Al tratar este punto, el tribunal consideró como
agravante no solo las características particulares y la
naturaleza del hecho reprochado, particularmente, la enorme
cantidad de material estupefaciente incautado en autos (que
refleja la gravedad del injusto), sino que agregó el grado de
planeamiento que debió requerirse para llevar a cabo el delito
(en el que se utilizó un camión internacional de cargas, un
precinto perteneciente a la Dirección General de Aduanas, y
documentación relativa a cargas internacionales cuyo contenido
resultó ser apócrifo) y su intervención preponderante en el
hecho, habiendo sido sindicado por la investigación como quien
se ocupó de organizar y planear la logística del transporte de
estupefacientes que se aprontaban a realizar.
A su vez, se tuvo en cuenta como atenuante la
carencia de antecedentes penales y el tiempo sufrido en
prisión preventiva.
Asimismo, los sentenciantes consideraron que no
correspondía considerar –como postuló la acusación- la edad
del acusado como atenuante de la pena (por tener al momento de
los hechos 45 años) y el hecho de que era dueño de un
minimercado y de un camión, además de que desarrollaba la
actividad citrícola, por entender que ello vislumbra un pasar
económico que, cuanto menos, le permitía subsistir y solventar
los gastos de su familia.
De lo hasta aquí expuesto se observa un exceso
jurisdiccional en el temperamento adoptado por los jueces
(arts. 18 y 75 inciso 22 C.N.; 26 de la DADDH, 10 y 11.1 de la
DUDH, 8.1 de la CADH y 14.1 del PIDCyP) en tanto, tal como lo
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remedido deducido por el representante del Ministerio Público
Fiscal y los recursos de casación interpuestos por las
defensas de Ceferino Marzoratti, José Luis Ríos, Mario Javier
López y de Jesús Medina Acosta.
Sin perjuicio de ello, considero necesario realizar
las siguientes observaciones.
2. Respecto al cuestionamiento del acusador público
contra la absolución de Ives Habid Segura, tal como surge de
los votos concordantes de mis colegas, en el fallo impugnado
se han ponderado numerosos indicios que, contrariamente a lo
argumentado en el recurso, impiden alcanzar la certeza
apodíctica necesaria para emitir un fallo condenatorio.
En particular, es relevante el hecho de que los
preventores a cargo de las tareas de prevención, quienes
testificaron en el debate, no evidenciaron la intervención de
Segura en la comercialización de estupefacientes, extremo que
tampoco se corroboró al analizar el contenido de los celulares
secuestrados donde vivía.
De esta forma, la hipótesis presentada por la parte
acusadora carece de elementos probatorios relevantes y
suficientes para modificar la solución alcanzada en la
sentencia impugnada en relación a Ives Habid Segura y solo
demuestra su desacuerdo con aquélla.
3.a Por otra parte, coincido con los votos
precedentes en cuanto a que la vinculación y dominio del
imputado Mario Javier López respecto al estupefaciente
secuestrado en su inmueble ubicado en la calle Salom 331 de
CABA, surge de la ponderación de distintos elementos
probatorios reproducidos en el debate. Esto incluye el
descarte acreditado por parte del causante de parte de la
droga la cual arrojó por la ventana cuando llegaron los
preventores a esa vivienda para cumplir con la orden de
allanamiento ordenada por el juez instructor.
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de tiempo, lugar, modo, instrumentos, etc., en un contexto
unitario.
Por ello, resultaría inconsecuente que sentadas las
bases de comprobación de que el estupefaciente secuestrado
tenía por destino un objetivo que trascendía su uso personal
al integrarse en una cadena de tráfico, se pretendiera excluir
la figura agravada. Al respecto no debe olvidarse que a los
efectos de determinar jurídicamente la existencia de dolo o de
“intenciones” en el sujeto activo, no es factible ingresar en
la psiquis concreta del individuo pues, más allá de su
posibilidad real, no es ese el cometido de los tribunales.
El disvalor del hecho y el juicio de imputación,
también en el orden de los aspectos teleológicos de carácter
subjetivo, se desenvuelve a través de reglas que expresan
criterios normativizados sobre los comportamientos humanos
(cfr. causa n 11.544, "Díaz, Pablo Miguel s/ recurso de
casación", rta. el 6 de julio de 2010, Reg. n 16.735; FMZ
339990/2017/TO1/1/CFC1 “Soto Zapata, Luis Alberto s/ recurso
de casación”; FTU 15988/2016/TO1/CFC4 “Medina, Sergio Humberto
s/recurso de casación”; FMZ 9427/2019/TO2/CFC2 “Britez, Víctor
Ramón, rta. 28/9/23, Reg. 1162/23, en otras tantas, de esta
Sala II).
En ese escenario, la cantidad significativa de
estupefacientes secuestrados en el ámbito de dominio del
causante, constituido por distintas sustancias ilícitas, debe
ser considerada junto con las transcripciones de las numerosas
escuchas telefónicas realizadas por López efectuada con
distintos sujetos, aunado a la verificación por parte de los
preventores de la realización de comportamientos frecuentes y
compatibles con la comercialización de drogas, no deja lugar a
otra conclusión que no sea la alcanzada en la sentencia
impugnada.
3.c En lo que respecta al planteo de
inconstitucionalidad de la escala penal establecida por el
Fecha de firma: 12/06/2024
Firmado por: GUILLERMO JORGE YACOBUCCI, JUEZ DE CAMARA DE CASACION
Firmado por: ALEJANDRO WALTER SLOKAR, JUEZ DE CAMARA DE CASACION
72
Firmado por: ANGELA ESTER LEDESMA, JUEZ DE CAMARA DE CASACION
Firmado por: M. ANDREA TELLECHEA SUAREZ, SECRETARIA DE CAMARA
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decisión común, con fines de comercialización, un total de
3578,861 kilogramos de marihuana, repartidos en 3958 panes
ubicados en el semirremolque marca Camlan, dominio IGK9E83,
acoplado al camión marca Scania modelo H 4X2, dominio
ICH1535”.
Esta conclusión, tal como refirieron mis colegas en
sus respectivos votos, se sustenta en la abundante prueba
ponderada por los jueces, en particular a partir del resultado
del procedimiento llevado a cabo por los preventores, que
permitió el secuestro de la droga en las circunstancias
mencionadas ut supra.
Completa el cuadro probatorio la declaración
voluntaria de uno de los conductores del camión, Da Silva
Araujo, quien durante el procedimiento policial afirmó que
Marzoratti era el dueño de la droga. Este extremo fue
corroborado suficientemente por los datos recabados de los
celulares secuestrados durante el operativo, como se mencionó
en el voto que lidera el acurdo, haciendo por ende innecesaria
proceder a su reproducción.
En consecuencia, el impugnante no logró rebatir
lógicamente las razones esgrimidas por el a quo para tener por
acreditado el injusto atribuido a su asistido. Su agravio no
solo constituye una reedición de aquellos esgrimidos durante
la realización del debate, sino que además se sustentan en
argumentos endebles y manifiestamente inidóneos para lograr
acreditar la alegada arbitrariedad en la valoración de la
prueba por parte de los jueces.
Por lo demás, cabe recordar que las quejas por
arbitrariedad imponen a las partes recurrentes el demostrar
que el análisis de la prueba de cargo adolecía de los defectos
señalados por el Máximo Tribunal. Entiendo que no se ha
cumplido con este encargo en la pieza recursiva, en tanto sus
argumentaciones parten de considerar aisladamente los
elementos de prueba que han sido tenidos como base de la
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elementos que fundan el discernimiento de la pena. Así el inc.
a del art. 41 del C.P. toma en cuenta para eso las
circunstancias de naturaleza objetiva del hecho, que son las
que permiten una graduación sobre la intensidad del injusto.
Por su parte, en el inc. b, se remite a las características y
situación del autor -aspectos subjetivos- que junto con el
hecho son el objeto de reproche. Injusto y culpabilidad
entonces son los presupuestos de la pena que, en tanto
cuantificable en virtud de las escalas penales previstas por
el legislador, exigen de un análisis particular por parte de
los jueces dirigidos a su graduación.
En esa línea, concuerdo con los magistrados en que
la gran cantidad de estupefacientes secuestrados y la cantidad
de dosis umbrales que podrían obtenerse, constituyen un factor
relevante en la vulneración del bien jurídico protegido. Esto
indica un mayor riesgo para la salud pública, y por ende
acrecienta la gravedad del resultado disvalioso.
Asimismo, la planificación del comportamiento
ejecutado es un marcador pertinente para analizar la mayor
gravedad del delito, ya que muestra una decisión más profunda
y contraria a las normas y los bienes jurídicos integrados,
congruente con una fuerte motivación antijurídica.
De esa forma, observo que el a quo realizó una
adecuada ponderación de atenuantes y agravantes, lo que le
permitió determinar los montos de las sanciones impuestas,
exhibiéndose estas mesuradas en relación a la magnitud del
injusto reprochado y al grado de culpabilidad del imputado.
5. En relación a la situación del imputado De Jesús
Medina Acosas, encuentro que el agravio deducido por su
defensa, que alega que no se acreditó la ultraintención de
comercialización, se aleja notablemente de las constancias
reproducidas durante el juicio. En particular, el secuestro de
más de 49 kilos de marihuana, distribuidos en panes y
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Cámara Federal de Casación Penal
Sala II
Causa Nº CFP 13130/2018/TO1/CFC10
“SEGURA, IVES HABIB Y OTROS s/
recurso de casación”
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estupefacientes del modo en que quedó asentado en el fallo
impugnado.
En consecuencia, se encuentra adecuadamente fundada
la conclusión a la que arribó el tribunal a quo en cuanto a
que el estupefaciente transportado por Ríos tenía por destino
integrarse en una cadena de tráfico, circunstancia que sella
negativamente la surte del agravio.
7. En definitiva, agotando el esfuerzo de revisión
que impone la doctrina del fallo “Casal”, me permito concluir,
que el pronunciamiento impugnado cumple con los estándares de
fundamentación suficiente para ser considerado un acto
jurisdiccional válido en los términos de los arts. 123 y 404
inc. 2 del código de forma, y por ello debe ser confirmado.
8. Con estas consideraciones y tal como lo
adelantara, adhiero, a la solución que se postula en el voto
que lidera el acuerdo.
Tal es mi voto.
Por ello, en mérito del acuerdo que antecede, el
tribunal RESUELVE:
I.- Por unanimidad, RECHAZAR el recurso interpuesto
por el representante del Ministerio Público Fiscal, sin costas
(arts. 470 y 471 a contrario sensu, 530 y ccds. CPPN).
II.- Por mayoría, RECHAZAR los recursos de casación
interpuestos por las defensas particulares en favor de Mario
Javier López y De Jesus Medina Acosta, con costas (arts. 470 y
471 a contrario sensu, 530 y ccds. CPPN).
III.- Por mayoría, RECHAZAR los recursos de casación
formulados por las defensas oficiales de José Luis Ríos y
Ceferino Ramón Marzoratti, sin costas (arts. 470 y 471 a
contrario sensu, 530 y ccds. CPPN).
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Cámara Federal de Casación Penal
Sala II
Causa Nº CFP 13130/2018/TO1/CFC10
“SEGURA, IVES HABIB Y OTROS s/
recurso de casación”
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