ENSAYO - 4TO PARCIAL
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ENSAYO - 4TO PARCIAL
ENSAYO – 4° PARCIAL
FRACASO ESCOLAR:
REPRESENTACIÓN SOCIAL
DE LAS CALIFICACIONES EN
LOS ESTUDIANTES Y
Índice
➢ Introducción……………………………………………………………………………………………………. Pág. 3
➢ Antecedentes………………………………………………………………………………………………….. Pág. 3
➢ Conclusión………………………………………………………………………………………………………. Pág. 3
➢ Bibliografía………………………………………………………………………………………………………. Pág. 3
➢ Anexo………………………………………………………………………………………………………………. Pág. 3
Introducción
El ensayo aborda el tema del fracaso escolar, explorando específicamente las representaciones
sociales de las calificaciones en estudiantes y docentes. Este análisis se realizó en la Escuela de
Educación Secundaria N° 76, ubicada en Resistencia, Chaco, Argentina, tomando como eje las
dinámicas locales que influyen en el rendimiento y las trayectorias educativas. La autora, Soledad
Anabel Navarro, articula diferentes perspectivas teóricas, entre ellas las de Laurence Cornu,
Ricardo Baquero y Flavia Terigi, para profundizar en el impacto de las calificaciones y proponer
estrategias que promuevan una educación más inclusiva.
Preguntas abiertas:
1. ¿De qué manera las calificaciones tradicionales refuerzan dinámicas de exclusión dentro
del aula?
2. ¿Cómo pueden los docentes generar confianza pedagógica para reducir el impacto
emocional negativo de las calificaciones?
4. ¿En qué medida el fracaso escolar es una consecuencia del sistema educativo o de las
prácticas específicas dentro de las aulas?
5. ¿Cómo se puede articular la retroalimentación formativa para que las calificaciones sean
vistas como herramientas de aprendizaje y no de castigo?
Antecedentes
Al explorar los antecedentes del fracaso escolar y el impacto de las calificaciones, es esencial
revisar cómo ha evolucionado el enfoque de este tema a nivel mundial, en América Latina y en
Argentina. Cada contexto tiene su historia y dinámicas particulares que influyen en la manera en
que el fracaso escolar es entendido y abordado.
A nivel global, el fracaso escolar comenzó a ganar atención como problema educativo hacia
mediados del siglo XX, cuando los sistemas educativos masivos empezaron a expandirse en
numerosos países. En países desarrollados, como Estados Unidos y varios en Europa, el fracaso
escolar fue identificado como un indicador de inequidades en el acceso a la educación de calidad,
ligadas a factores socioeconómicos, familiares y personales. Las investigaciones en psicología y
educación resaltaron el impacto de factores emocionales y sociales en el rendimiento
académico, lo que impulsó una búsqueda de metodologías pedagógicas que promovieran la
inclusión y redujeran el abandono escolar. Movimientos como la educación inclusiva y el enfoque
en competencias, presentes en la reforma educativa en países como Finlandia, surgieron para
reducir las tasas de fracaso y mejorar la equidad educativa.
3. Antecedentes en Argentina
En Argentina, el fracaso escolar ha sido una preocupación desde principios del siglo XX,
especialmente en la educación secundaria. Aunque el país ha sido históricamente uno de los
líderes en América Latina en términos de alfabetización y acceso a la educación, la tasa de
repetición y abandono escolar en secundaria ha sido un tema constante. Durante las décadas de
1980 y 1990, se intensificó la discusión sobre la relación entre el rendimiento académico, las
calificaciones y el abandono escolar. Las reformas educativas implementadas en estas décadas
buscaron mejorar la retención y la calidad educativa mediante la creación de programas de
apoyo, como el Programa Nacional de Becas y otros incentivos para los estudiantes de bajos
ingresos. En años recientes, Argentina ha adoptado políticas de inclusión y estrategias
pedagógicas orientadas a reducir el fracaso escolar, como el enfoque en la enseñanza
personalizada y la formación docente en metodologías inclusivas.
Para los docentes en formación, conocer estos antecedentes les permite entender las raíces y
las particularidades del fracaso escolar en distintos contextos, así como los esfuerzos que se han
realizado para mitigarlo. Esto contribuye a una visión integral y crítica, esencial para poder aplicar
estrategias pedagógicas que respondan a las necesidades actuales de los estudiantes y para
promover un sistema educativo más inclusivo y equitativo.
En la ciudad de Resistencia, Chaco, como en otras zonas del noreste argentino, el fracaso escolar
ha sido un tema de preocupación debido a diversos factores socioeconómicos, culturales y
educativos específicos de la región. Resistencia, como capital de la provincia del Chaco, ha
experimentado desafíos históricos en el acceso y calidad de la educación, particularmente en los
niveles primario y secundario. A continuación, se presentan algunos antecedentes que han
influido en el fenómeno del fracaso escolar en esta región.
La provincia del Chaco presenta niveles elevados de pobreza y desigualdad, factores que han
impactado profundamente en el sistema educativo. Según estudios nacionales y provinciales, la
situación de vulnerabilidad económica afecta la continuidad de los estudiantes en el sistema
escolar, ya que muchas familias priorizan la supervivencia económica sobre la educación. Esto se
traduce en una alta tasa de deserción y repitencia en las escuelas de Resistencia y otras
localidades del Chaco, especialmente en las áreas rurales y periféricas de la ciudad, donde el
acceso a los recursos educativos es limitado. Además, las comunidades indígenas, como los
Qom, Wichí y Mocoví, enfrentan barreras adicionales debido a factores culturales y lingüísticos,
lo cual también incide en los índices de fracaso escolar.
Para los futuros docentes de Resistencia, comprender estos antecedentes es crucial, ya que les
permite analizar los factores estructurales y sociales que afectan el rendimiento escolar en su
contexto local. Esto les ayudará a implementar estrategias pedagógicas más inclusivas y
contextualizadas, y a trabajar de manera efectiva con estudiantes de diversas realidades. La
formación docente en Resistencia debe enfocarse no solo en el aprendizaje académico, sino
también en el desarrollo de competencias socioemocionales y en la creación de un ambiente
educativo que pueda mitigar las causas y efectos del fracaso escolar, promoviendo el bienestar
integral de los estudiantes.
Las calificaciones no solo son una medida del rendimiento académico, sino que también
funcionan como herramientas de categorización social. Según el informe, estas pueden influir en
la manera en que los estudiantes perciben su valor personal, especialmente en contextos donde
el éxito académico es visto como sinónimo de inteligencia o valía. Este fenómeno puede conducir
a etiquetas que impactan negativamente la motivación y el desempeño de los alumnos.
Por ejemplo, en sistemas educativos como el argentino, las calificaciones se utilizan para definir
trayectorias educativas, lo que a menudo refuerza desigualdades preexistentes. Los estudiantes
en situaciones de vulnerabilidad socioeconómica enfrentan mayores dificultades para cumplir
con las expectativas académicas, lo que los coloca en una posición desventajosa dentro del
sistema educativo.
El informe destaca que las calificaciones negativas pueden desencadenar emociones como
frustración, ansiedad y desmotivación. La percepción de fracaso personal puede llevar a una
disminución de la autoestima, especialmente en estudiantes que asocian su desempeño
académico con su identidad. Por otro lado, las calificaciones altas pueden generar una presión
excesiva por mantener un estándar de éxito, lo que también resulta perjudicial para el bienestar
emocional.
Un aspecto crucial es la manera en que los docentes manejan estas dinámicas. Los comentarios
y retroalimentaciones que acompañan a las calificaciones son fundamentales para mitigar su
impacto negativo. Como señala un docente entrevistado, la retroalimentación constructiva
permite a los estudiantes entender sus fortalezas y áreas de mejora sin reducir su valor personal
a un número.
Frente a los efectos negativos del sistema de calificaciones tradicional, el informe sugiere varias
estrategias que los docentes pueden implementar. Entre ellas, el uso de métodos de evaluación
formativa y la diferenciación de la instrucción han demostrado ser efectivos para valorar el
esfuerzo y las capacidades individuales de los estudiantes.
Laurence Cornu subraya que la confianza es un elemento constitutivo y esencial de las relaciones
pedagógicas, tanto entre docente y estudiante como en el desarrollo del ambiente educativo.
Cornu la define como "una hipótesis sobre la conducta futura del otro", vinculada a una apuesta
de fe en el otro y en un futuro incierto. Esto destaca su carácter emancipador y su relación directa
con una educación orientada a la democracia y a la construcción de relaciones humanas
significativas.
La visión de Cornu sobre la confianza aporta un enfoque ético y relacional que complementa las
estrategias mencionadas en el presente ensayo. Implementar confianza como eje central en la
relación pedagógica permite abordar las problemáticas asociadas al fracaso escolar desde una
perspectiva humanista, donde las calificaciones dejan de ser un factor de exclusión y se
transforman en herramientas para el desarrollo personal y colectivo del estudiante.
Baquero relaciona el fracaso escolar masivo con la sospecha de la educabilidad de ciertos grupos,
especialmente los provenientes de sectores populares. Esto coincide con el informe en señalar
factores socioeconómicos y emocionales como determinantes del desempeño académico.
sistemas de evaluación y las prácticas escolares en favor de un enfoque que valore la diversidad
y promueva la inclusión efectiva.
En síntesis, el ensayo complementa las ideas de Flavia Terigi al detallar los efectos específicos de
las dinámicas escolares tradicionales sobre los estudiantes, mientras que su conferencia amplía
el marco conceptual para entender cómo dichas dinámicas son parte de un problema sistémico
más amplio. Ambos coinciden en que el desafío radica en construir un sistema educativo más
flexible, inclusivo y sensible a la diversidad.
¿Cuál es su perspectiva sobre las principales causas del fracaso escolar en estudiantes de primer
año de secundaria? Considero que las causas principales del fracaso escolar en primer año
suelen estar relacionadas tanto con la transición de la primaria a la secundaria como con factores
emocionales y familiares. Los estudiantes enfrentan un cambio brusco en términos de demanda
académica y social, lo cual puede llevar a que algunos se sientan desorientados o abrumados.
También influyen factores externos, como el apoyo familiar y la situación socioeconómica, que
afectan su desempeño y compromiso escolar.
¿Cómo afecta el fracaso escolar al clima general del aula? Cuando hay estudiantes que enfrentan
fracaso escolar, el clima del aula puede volverse más tenso o desmotivador, ya que ellos suelen
sentir frustración y ansiedad, lo que afecta su participación y su relación con los compañeros y
el docente. Esto crea un ambiente que puede ser menos propicio para el aprendizaje, ya que no
todos se sienten cómodos o seguros de sí mismos.
¿Cree que el fracaso escolar es más una cuestión académica o también influye la situación
emocional de los estudiantes? Creo que ambas dimensiones son importantes. Si bien el aspecto
académico es una base, he observado que la situación emocional de los estudiantes influye
enormemente. La autoestima, el estado emocional y el nivel de apoyo que reciben en casa son
determinantes en su desempeño. Los estudiantes emocionalmente vulnerables suelen tener
mayores dificultades para enfrentar los desafíos académicos.
¿Cómo cree que perciben los estudiantes sus calificaciones? ¿Las ven como una oportunidad de
aprendizaje o como un castigo? En general, he notado que muchos estudiantes ven las
calificaciones más como un castigo que como una oportunidad de aprendizaje, especialmente
cuando no reciben suficiente retroalimentación sobre cómo mejorar. Las calificaciones a veces
son vistas como un reflejo de su valor personal en lugar de su proceso de aprendizaje, lo que
puede ser perjudicial.
¿Qué reacciones suele observar en los estudiantes cuando obtienen una mala calificación? ¿Les
afecta emocionalmente? Cuando obtienen una mala calificación, algunos estudiantes muestran
señales de desánimo y frustración; otros pueden responder con indiferencia, aunque suele ser
una forma de protegerse de la sensación de fracaso. En los casos más sensibles, incluso he
observado ansiedad y estrés. Las emociones que surgen dependen del contexto de cada
estudiante y de su apoyo emocional.
¿Considera que las calificaciones afectan la motivación de los estudiantes? ¿Cómo? Sí, creo que
las calificaciones afectan mucho la motivación. Una baja calificación puede hacer que algunos
estudiantes pierdan el interés, pues sienten que, hagan lo que hagan, no podrán mejorar. En
cambio, cuando las notas reflejan esfuerzo y progreso, suelen motivarlos a seguir esforzándose.
La forma en que se comunica la calificación también influye en cómo afecta su motivación.
¿Cree que el sistema de calificaciones actuales permite una evaluación justa de las capacidades
de cada estudiante? No siempre. El sistema actual suele centrarse en los resultados y no en el
proceso de aprendizaje, lo cual deja de lado muchas habilidades y competencias que el
estudiante puede tener. En particular, creo que no siempre permite capturar los progresos y
esfuerzos individuales de cada alumno, lo que lo convierte en un sistema que no siempre es
justo.
¿Utiliza alguna estrategia para ayudar a los estudiantes que presentan dificultades? ¿Cuáles han
sido las más efectivas? Sí, aplico varias estrategias. Una de las más efectivas ha sido brindar
tutorías personalizadas o en pequeños grupos, lo que permite enfocarnos en las necesidades
específicas de cada estudiante. También he implementado la retroalimentación positiva y
constructiva, que les ayuda a ver las áreas donde pueden mejorar sin sentirse juzgados.
¿Cómo evalúa la efectividad de las estrategias aplicadas para reducir el fracaso escolar en su
grupo de estudiantes? La efectividad la evalúo observando el cambio en el rendimiento
académico, la participación y la actitud de los estudiantes en el aula. Si noto que los alumnos se
sienten más seguros y motivados, considero que las estrategias han sido efectivas. Las
evaluaciones continuas y los comentarios de los estudiantes también son indicadores
importantes.
¿Ha implementado algún cambio en su método de enseñanza para reducir el fracaso escolar?
¿Cuál ha sido el impacto? Sí, he integrado más actividades prácticas y colaborativas en lugar de
solo lecciones expositivas. Esto ha tenido un impacto positivo, ya que permite que los
estudiantes participen activamente y se sientan menos presionados por las notas. He notado
que se sienten más comprometidos y menos ansiosos.
¿Cómo cree que sus estudiantes perciben sus métodos de evaluación? En general, creo que los
estudiantes perciben mis métodos de evaluación como justos, ya que trato de ser transparente
sobre los criterios y dar retroalimentación específica. Sin embargo, algunos pueden sentir que
se les juzga solo por las calificaciones y no por su esfuerzo o habilidades fuera de lo académico.
¿Siente alguna presión por los resultados académicos de sus estudiantes? ¿Afecta esto su propio
desempeño y satisfacción laboral? Sí, siento presión, especialmente en cuanto a que los
resultados de los estudiantes se interpretan como una medida de mi desempeño. Esto puede
generar ansiedad, ya que el éxito académico no depende solo de mi trabajo, sino de muchos
factores externos. Sin embargo, trato de ver los resultados como oportunidades para mejorar mi
práctica.
¿Considera que las notas de los estudiantes pueden reflejar el éxito o fracaso en su rol como
docente? En parte, sí, ya que las notas reflejan el nivel de comprensión que alcanzan los
estudiantes en mi asignatura. No obstante, también creo que el éxito de mi rol como docente va
más allá de las calificaciones e incluye aspectos como la formación integral, la motivación y el
apoyo emocional que brindo a los estudiantes.
¿Cómo afecta el fracaso escolar de los estudiantes a su motivación y bienestar como docente?
Ver a los estudiantes fracasar afecta mi motivación, ya que siento que no he logrado guiarlos
correctamente. Sin embargo, también me impulsa a buscar nuevas estrategias y métodos para
mejorar el aprendizaje y apoyar más a quienes tienen dificultades. La frustración puede ser un
sentimiento común, pero también una fuente de aprendizaje profesional.
¿Siente que el sistema educativo le brinda el apoyo necesario para enfrentar situaciones de
fracaso escolar? No siempre. Aunque existen algunos programas de apoyo, siento que se
necesita un mayor enfoque en la formación continua y en el acompañamiento emocional para
docentes. También creo que sería beneficioso contar con más recursos para atender mejor las
necesidades individuales de cada estudiante.
Conclusión
El ensayo pone de manifiesto la complejidad del fracaso escolar y su relación con las
calificaciones como representación social. Desde las dinámicas propias de la Escuela de
Educación Secundaria N° 76 de Resistencia, Chaco, hasta las perspectivas teóricas de
Laurence Cornu, Ricardo Baquero y Flavia Terigi, se evidencia que las calificaciones no
son únicamente un reflejo del rendimiento académico, sino también un indicador de las
desigualdades estructurales y emocionales que afectan a los estudiantes. Estas
desigualdades, lejos de ser únicamente académicas, están profundamente arraigadas en
las condiciones socioeconómicas, emocionales y culturales que configuran el contexto
educativo.
El análisis responde a la necesidad de abordar el fracaso escolar desde una perspectiva
inclusiva y holística, destacando la importancia de cuestionar los sistemas de evaluación
tradicionales y promover métodos pedagógicos más sensibles y adaptados a las
realidades de los alumnos. En este sentido, las estrategias como la evaluación formativa,
la diferenciación pedagógica y la construcción de relaciones basadas en la confianza
emergen como herramientas clave para transformar la experiencia educativa y reducir
los índices de fracaso escolar.
Respuestas a las preguntas abiertas:
1. ¿De qué manera las calificaciones tradicionales refuerzan dinámicas de exclusión
dentro del aula?
Las calificaciones tradicionales tienden a estigmatizar a los estudiantes, vinculando su
desempeño con su valor personal. En contextos vulnerables, esto refuerza
desigualdades preexistentes, etiquetando a los alumnos como "exitosos" o "fracasados"
sin considerar las trayectorias individuales, lo que limita sus posibilidades de desarrollo.
2. ¿Cómo pueden los docentes generar confianza pedagógica para reducir el impacto
emocional negativo de las calificaciones?
Los docentes pueden generar confianza mediante una retroalimentación constructiva
que valore el esfuerzo y resalte las áreas de mejora sin reducir al estudiante a un número.
Además, establecer relaciones basadas en el respeto mutuo y el reconocimiento de las
dificultades individuales permite a los alumnos sentirse apoyados y motivados.
3. ¿Qué estrategias podrían implementarse para valorar las trayectorias discontinuas de
aprendizaje en contextos de alta vulnerabilidad?
Es fundamental flexibilizar las metodologías de enseñanza y evaluación para adaptarse
a las necesidades de los estudiantes. Estrategias como proyectos colaborativos,
evaluaciones orales, portafolios y la personalización del aprendizaje pueden valorar los
progresos individuales y fomentar una inclusión efectiva.
4. ¿En qué medida el fracaso escolar es una consecuencia del sistema educativo o de las
prácticas específicas dentro de las aulas?
El fracaso escolar es producto tanto de las limitaciones estructurales del sistema
educativo como de las prácticas docentes. Si bien el sistema perpetúa desigualdades al
no adaptarse a la diversidad de los estudiantes, las prácticas específicas, como la falta
de retroalimentación efectiva o la rigidez en la evaluación, también contribuyen a esta
problemática.
5. ¿Cómo se puede articular la retroalimentación formativa para que las calificaciones
sean vistas como herramientas de aprendizaje y no de castigo?
La retroalimentación formativa debe enfocarse en los procesos de aprendizaje,
destacando fortalezas y sugiriendo caminos concretos de mejora. Esto implica un diálogo
constante con los estudiantes, donde se explique el propósito de las calificaciones como
una guía para su progreso, en lugar de un juicio definitivo.
En síntesis, el ensayo concluye que enfrentar el fracaso escolar requiere una
transformación profunda de los paradigmas educativos, promoviendo un enfoque
centrado en la inclusión, la confianza pedagógica y la valoración de la diversidad. Esto
no solo beneficia a los estudiantes, sino que también fortalece el rol del docente como
agente de cambio en el sistema educativo.
Bibliografía
Anexo