El principio PRO PERSONA
El principio PRO PERSONA
El principio PRO PERSONA
*
Maestro en derecho por la Universidad Autónoma de Coahuila. Doctorando en derecho,
gobierno y políticas públicas por la Universidad Autónoma de Madrid.
gerardo.mata@predoc.uam.es.
RESUMEN:
En este trabajo se parte de considerar al principio pro persona como una cláusula
constitucional preferente que, sin embargo, no ha sido tomada lo suficientemente en serio
por la jurisprudencia constitucional ni por la doctrina, pues no se trata de una invocación de
lo más favorable, benéfico o maximizador, como si fuere algo evidente o intuitivo y, por
tanto, carente de cualquier valoración. Desde una visión garantista del derecho, tomarse en
serio el principio pro persona implica realizar un ejercicio argumentativo que responda a las
preguntas: favorable, ¿para quién?, o, ¿cómo se determina si tal o cual disposición
normativa o interpretación es la que favorece a la persona? Así, se propone un
entendimiento estructural del principio pro persona que comprende sus sentidos,
directrices, dimensiones, elementos, criterios y objetos, en torno a su significado: favorecer
la protección de las personas.
Palabras clave: principio pro persona; fórmula del mejor derecho; favorecer la protección;
derechos humanos
ABSTRACT:
In this paper it is considered that the pro persona principle is a preferential constitutional
clause that hasn’t been analyzed sufficiently by the constitutional jurisprudence nor by the
juridical doctrine because it has been understood merely as an invocation of the most
favorable, beneficial or maximizer solution, as something evident and intuitive, and thereof
lacking any kind of valuation. From a garantista vision of the law, taking the pro persona
principle seriously implicates argumentative exercises that answer these questions:
favorable, to whom? Or, how do we know that the certain norm or interpretation is the one
that favors the person? Therefore a structural understanding of the pro persona principle is
based in its directions, directives, dimensions, elements, criterial and objects, around its
meaning:to favor the protection of the persons.
Keywords: Structure of pro Persona Principle; Formula of the Best Right; Favor the
Protection; Human Rights
Uno de ellos es el principio pro persona, el cual tiene una naturaleza doble: por un lado,
es un “criterio hermenéutico que informa todo el derecho de los derechos
humanos”,14 orientando tanto la aplicación como la interpretación de la disposición
normativa que sea más favorable a la persona y a sus derechos. Por otra parte, este
principio tiene como vocación resolver controversias metainterpretativas, que no se
refieren ya a las diferentes interpretaciones de una misma disposición normativa, sino
propiamente al método de interpretación que debe emplearse. 15
Este principio, en sus inicios denominado principio pro homine, ha tenido su mayor
difusión y desarrollo principalmente en el derecho internacional de los derechos
humanos,16 pero también se ha ido incorporando a los sistemas jurídicos nacionales,
como ha sido el caso mexicano a través de la reforma al artículo 1o., entre otros, de la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (CPEUM), publicada el 10 de
junio de 2011 en el Diario Oficial de la Federación.17
El primero, más general y no exclusivo del campo de aplicación del principio pro
persona, surge en el sentido de que, al no contarse con parámetros que en alguna
medida contribuyan a identificar las opciones normativas o interpretativas disponibles
que sean más favorables, o bien que indiquen favorables para quién, pareciere ser que
o tales parámetros no son necesarios, porque la respuesta siempre es evidente, o
simplemente no es posible o no se quiere construirlos; todo esto abona a la cuestión de
la discrecionalidad judicial -la cual es “fisiológica” en los sistemas jurídicos dogmáticos
que admiten “espacios de la interpretación judicial”, 19 y por tanto irreducible más allá
de cierta medida, pero reducible a través de reglas y de garantías- 20 y que, si no es
controlada, puede fácilmente degenerar en arbitrariedad judicial.
Esto puede palparse fácilmente, siguiendo a Bobbio cuando señala uno de los
problemas más importantes al cual se enfrenta quien interpreta las normas buscando
la lex favorabili; no es tanto lograr la preferencia de esa norma sobre alguna otra -que
ya es un mandato constitucional-, sino el de “establecer a cuál de los dos sujetos de la
relación jurídica es más justo proteger, esto es, cuál de los dos intereses en conflicto es
justo hacer prevalecer”,22 para lo cual el mandato de la “ley más favorable”, al menos
abordado como hasta ahora, no ofrece la más mínima ayuda.
La idea de este trabajo es, entonces, aportar al desarrollo de la fórmula del “mayor
beneficio” en materia de derechos fundamentales, de manera que se tenga mejor
claridad a la hora de buscar esas opciones que favorezcan, beneficien o maximicen
derechos, haciéndose cargo de una de las que hoy son las preocupaciones centrales de
la teoría constitucional: el problema de la interpretación. Ello para buscar “esquemas
interpretativos que maximicen la ‘capacidad prestacional’ -es decir, la posibilidad de
tener efectos prácticos sobre la realidad cotidiana-”23 del mandato constitucional que
encierra al principio pro persona.
Se pretende lograr este objetivo, desde una posición garantista y crítica del derecho, a
través del desengrane del principio pro persona a partir de su formulación
constitucional, de forma que se pueda entender su estructura compleja y ello ayude a
identificar sus implicaciones y los referentes para su concreción en un caso
determinado, en torno a su significado como herramienta para favorecer a las personas
y sus derechos.
No está de más aclarar que, con lo anterior, lo único que se está diciendo es que
fisiológicamente es imposible predeterminar los criterios concretos que permitan,
inequívocamente en todos los casos, indicar cuál es la interpretación o la norma que
será la que favorezca a las personas o hasta dónde es legítimo hacerlo. Se puede decir,
por ende, que las exigencias del principio pro persona tienen una vocación de
satisfacción en los casos concretos que tengan que ser denotados por las normas,
verificados probatoriamente, connotados en sus particularidades y argumentados
jurídicamente. Entonces, lo que sí se puede hacer es intentar construir los puntos de
referencia que permitan concretar en cada caso el mandato constitucional de
favorabilidad a partir de las exigencias e implicaciones derivadas de la estructura del
principio pro persona.
Así las cosas, este trabajo se desarrollará en tres apartados más. El siguiente retomará
la construcción que la doctrina ha hecho del significado del principio pro persona para,
a partir de una lectura de su formulación constitucional, proponer una construcción
estructural de este principio que permita visualizar sus alcances; luego, se pasará a
proponer un esquema estructurado de cuestionamientos que provean líneas de
respuestas para adoptar una solución jurídica en casos concretos en que entre en
juego el principio; finalmente, se examinarán un par de casos poniendo en operación el
esquema propuesto y se ofrecerán algunas conclusiones que buscan aligerar los
problemas anteriormente señalados.
Se puede decir que es preferente, en función de su relación directa con el valor de las
personas y de su capacidad de vinculación con la técnica idónea para su protección,
que son los derechos fundamentales; esto a diferencia de otras cláusulas
constitucionales como lo podría ser, por ejemplo, el principio de federalismo, puesto
que aun cuando tenga rango constitucional, a lo sumo tiene una relación indirecta con
las personas y sus derechos, pues más que buscar su protección, pretende organizar la
distribución de competencias del poder público en diferentes niveles. Dada su
constitución como cláusula constitucional preferente significa que va más allá de una
mera “recomendación, puramente negativa, de no practicar la interpretación
restrictiva”.28 En todo caso, se corresponde con un mandato de favorecimiento, con
fuerza normativa propia, y que no solamente incluye a las interpretaciones, sino
también a la aplicación de las normas.
El planteamiento más difundido del principio pro persona elaborado por la doctrina es
comúnmente formulado en el sentido de que se trata de un mandato según el cual “se
debe acudir a la norma más amplia, o a la interpretación más extensiva, cuando se
trata de reconocer derechos protegidos e, inversamente, a la norma o a la
interpretación más restringida cuando se trata de establecer restricciones
permanentes al ejercicio de los derechos o su suspensión extraordinaria”. 29 A partir de
lo anterior es posible hacer una primera distinción en la estructura de este principio
dependiendo del punto que sea enfatizado: primero, el sentido en que sea aplicado, y
segundo la dirección de la preferencia en que se aplique.
En primer término, se puede decir que son dos los sentidos en los que se puede hablar
del principio pro persona: uno positivo y el otro negativo. El primero se identifica con la
exigencia de acudir a la formulación normativa o a la interpretación más amplia,
siempre que se trate de reconocer, promover, respetar y garantizar los derechos
protegidos. En cambio, el principio pro persona, en sentido negativo, implica que se
debe preferir la disposición normativa o la interpretación más restringida cuando se
trata de establecer restricciones al ejercicio de los derechos y las libertades
reconocidas.
Visto desde otra perspectiva, el principio pro persona cuenta con dos “directrices de
preferencia”:30 la primera es la interpretación más favorable, mientras que la segunda
se dirige hacia la aplicación de las normas que más favorezcan.31 Interpretación, por un
lado; aplicación, por otro. La preferencia interpretativa se despliega cuando existan dos
o más interpretaciones jurídicamente válidas -una vez aplicados los distintos métodos
de interpretación jurídica como el literal, contextual, teleológico, sistemático, etcétera-,
para preferir aquella que favorezca la protección de los derechos, sea en sentido
positivo o negativo; por otra parte, la preferencia normativa se da cuando existan dos o
más normas jurídicas aplicables a un mismo punto de derecho pero que son
incompatibles en sus significados, de forma que se debe preferir aplicar la norma que
favorezca la protección constitucional.
Luego, de una lectura detenida del artículo 1o., párrafo 2, de la CPEUM, es posible
extraer otros datos que permiten hacer un bosquejo más acabado de este principio,
que si bien su denominación no aparece expresamente en el texto, sí quedó en él
concretado el mandato que “sintetiza, al final de cuentas, la esencia del principio pro
persona… Las normas relativas a los derechos humanos se interpretarán de
conformidad con esta Constitución y con los tratados internacionales de la
materia favoreciendo en todo tiempo a las personas la protección más
amplia”32 (énfasis añadido).
Como visto antes, lo único que las directrices de preferencia del principio pro
persona nos dicen es que debe escogerse una cierta interpretación de una norma, o
bien una cierta norma -aquellas que favorezcan a las personas-. Pero serán las
dimensiones cuantitativa y cualitativa de este principio las que determinan, en función
de la mayor y la mejor protección que ofrezcan, esa interpretación de la disposición
normativa (dentro de las jurídicamente válidas) o esa norma (dentro de las
jurídicamente aplicables) la que deba ser preferida.
Luego, es posible identificar que la relación existente entre las dos dimensiones del
principio pro persona y los elementos que lo constituyen, se da en el sentido de que los
dos primeros de los elementos identificados -el de temporalidad y el personal-
conforman la dimensión cuantitativa, mientras que el tercero -el elemento material- es
el núcleo de la dimensión cualitativa del principio mismo. Así las cosas, aumentando la
base cuantitativa de tiempo y de sujetos tutelados, se favorece la mayor protección,
mientras que verificar la cualidad material de las modalidades de garantía, favorece
la mejor protección.
El jurista mexicano Miguel Carbonell considera que para elegir una norma o formular la
interpretación de una norma, a partir del principio pro persona, es necesario atender a
dos criterios: 1) si la norma o la interpretación de la norma “amplía el ámbito de los
sujetos protegidos por el derecho”, y 2) si la norma o la interpretación de la norma
“amplía el perímetro material protegido por el derecho”, identificando a dicho
perímetro como el “ámbito de la realidad que el derecho regula”. 36 A pesar de que,
efectivamente, esta propuesta se acerca a la concreción del mandato pro persona, lo
cierto es que está limitada a reconocer su dimensión cuantitativa, dejando fuera del
análisis la importancia y capacidad de la dimensión cualitativa de protección.
En otras palabras, el presupuesto del principio pro persona es que exista una pluralidad
de normas aplicables a un mismo caso, o bien basta con que exista una sola
formulación normativa que, sin embargo, admita diversas interpretaciones
jurídicamente válidas obtenidas mediante los métodos clásicos de interpretación. Aquí
es importante destacar que, entonces, y sobre todo cuando actúa como directriz de
preferencia interpretativa, el principio pro persona no remplaza a las distintas
metodologías de interpretación jurídica ya desarrolladas en el campo jurídico -
literalidad, finalidad, contextualidad, etcétera-, sino que se erige como un criterio
metainterpretativo para preferir, de entre los significados válidamente producidos al
emplear esos otros métodos, aquel que favorezca en mayor medida y de la mejor
forma posible a las personas y a sus derechos.
En la misma tesitura, debe recalcarse la vinculación constitucional del principio pro
persona con la interpretación conforme, y cuyo fundamento es el propio texto
constitucional previamente trascrito. Esta relación es sumamente importante, aunque
no necesaria. Es fundamental en tanto que realizar un ejercicio de interpretación
conforme exige que esté guiado siempre por el mandato de favorecimiento; pero, por
otro lado, no es siempre necesaria, en el sentido de que el principio pro persona, como
cláusula preferente, trasciende a la interpretación conforme: esto es así porque se
trata de un mandato sustantivo que debe regir toda actuación de autoridad pública del
Estado -especialmente las jurisdiccionales-, mientras que la interpretación conforme,
como es entendida por la SCJN, entra en funcionamiento sólo cuando se ejerce un
control de regularidad normativa.38
Luego, una vez satisfecho el presupuesto del ejercicio, lo primero que habrá que
responderse es: a quién se debe favorecer. Resulta claro decir que a la(s) persona(s).
Sin embargo, como fue mencionado anteriormente, Bobbio ya nos ha advertido que la
norma jurídica es bilateral, en el sentido de que simultáneamente atribuye un derecho
a uno de los sujetos e impone un deber al otro.39 Así, la mera afirmación de “persona”
no llega realmente a decirnos cómo responder a la pregunta cuando ambos sujetos de
la relación ostentan ese estatus.
Ahora bien, para identificar a los sujetos a quienes deba dirigirse el mandato de
favorecimiento será necesaria, entre otras condiciones institucionales, una
comprensión empática42 que permita percibir las circunstancias de cada persona, la
construcción de su subjetividad a partir de mecanismos y dispositivos de racialización,
generización, sexualización, su posición en el espacio social, 43 así como las relaciones
de poder que atraviesan el lugar que ocupa o su no-lugar. 44 Esta identificación, aunque
pudiere ser compleja, puede ser auxiliada por dos elementos, cada uno de los cuales
actúa en dos tipos de relaciones diferentes: uno, cuando los dos sujetos de la relación
jurídica son personas; el otro, cuando solamente uno de los sujetos es persona, en su
acepción de ser humano, por ejemplo cuando se enfrenta al Estado o a un ente
privado.
Ahora, una vez que se determina a quién se debe favorecer, y tomando en cuenta que
existe una pluralidad de formulaciones normativas o de interpretaciones a ser
aplicadas, es necesario identificar cuál es la favorable.
En este sentido, se deben tomar en consideración los tres elementos conformantes del
mandato de favorecimiento: los elementos temporal, personal y material. Como es
posible recordar, los dos primeros forman la dimensión cuantitativa del principio pro
persona, mientras que el último es la base de su dimensión cualitativa. Ambas
dimensiones guardan una interrelación estructural, así como los elementos del
principio tienen un vínculo de interdependencia entre sí. Por ello mismo, no será válido
argumentar que una determinada interpretación o formulación normativa son las
favorables por potenciar alguno de los elementos mencionados, pero en detrimento de
los restantes.
Es claro que no bastará con dar cualquier respuesta a las preguntas formuladas, sino
que será necesario realizar ejercicios argumentativos que discutan y acrediten la
mayor o menor capacidad de cada una de las opciones interpretativas o normativas
disponibles para concretar el mandato constitucional de favorecimiento a las personas.
Para finalizar este trabajo, no se quiere perder la oportunidad de mostrar, aunque fuere
brevemente, un ejercicio de argumentación utilizando del esquema aquí planteado a
partir de una comprensión de la compleja estructura del principio pro persona. La
pregunta fundamental escogida no es hipotética, sino que derivó en su momento de la
línea jurisprudencial que la Primera Sala de la SCJN ha venido construyendo en relación
con el matrimonio entre personas del mismo sexo en distintas entidades federativas de
México, y que ha llegado hasta ahora en la consolidación de la tesis jurisprudencial
43/2015.46 Se considera que este ejemplo puede mostrar con un buen grado de
claridad la forma de hacer operativo este principio frente a preguntas concretas
relativas a la protección de derechos de sujetos o grupos en situaciones de
vulnerabilidad.
Por otro lado, el artículo 1o. constitucional impone a todas las autoridades la obligación
de promover, respetar, proteger y garantizar los derechos humanos a partir de los
principios de universalidad, interdependencia, indivisibilidad y progresividad; en tal
sentido, al Estado en su conjunto le corresponde los deberes de prevenir, investigar,
sancionar y reparar las violaciones a los derechos de las personas; finalmente, se
explicita la prohibición de toda forma de discriminación por cualquier razón que atente
contra la dignidad humana y tenga por objeto anular o menoscabar los derechos
mismos; es decir, dichas obligaciones, deberes y prohibiciones no hacen distingo entre
autoridades, sin importar el poder público al que pertenezcan o su función formal o
material. De conformidad con esta construcción, una vez determinada la
inconstitucionalidad de las disposiciones civiles que excluyen del matrimonio a las
parejas homosexuales, podría vincularse a las autoridades administrativas a no
aplicarlas en su literalidad.
Como es posible notar, la segunda opción, la referida a vincular a las autoridades
administrativas de alguna forma con la determinación de inconstitucionalidad realizada
por la Primera Sala de la SCJN, pretende extender el rango de efectividad del derecho a
la no discriminación de modo que para quedar bajo su protección no se tenga que
recurrir necesariamente a un proceso judicial, sino que pueda serlo incluso en sede
administrativa, al momento en que se decide si se autoriza o no la celebración de un
matrimonio por dos personas del mismo sexo.
Así las cosas, la favorabilidad debe dirigirse hacia las personas homosexuales y
lesbianas,49 y las familias que forman, en tanto prevalece la presunción de
favorabilidad en su relación con las autoridades y órganos del Estado. Ello salvo que el
Estado argumente y demuestre que, en concreto, no exista una situación o posición de
vulnerabilidad.
Ahora bien, se debe responder: ¿pueden las autoridades de los registros civiles en las
entidades federativas autorizar y celebrar matrimonios conformados por personas del
mismo sexo, a pesar de lo dispuesto en las normas civiles locales que las excluyen,
invocando la determinación de su inconstitucionalidad realizada por la SCJN en la TJ-
43/2015-PS?
Del mismo modo, la segunda opción representa una mejor concepción del derecho a la
igualdad y a la no discriminación, el cual sería oponible y, por tanto, efectivo ante
autoridades administrativas, y no solamente ante autoridades judiciales. La
consecuencia de la primera solución, en contrapartida, es que quedaría al arbitrio de
las autoridades administrativas el cumplimiento de sus obligaciones constitucionales
de respeto y garantía de los derechos de las personas, así como sus deberes de
prevenir y reparar las violaciones a los mismos, desconociendo con ello su obligación
de interpretar las normas conforme los principios y derechos constitucionales.
2. Con lo construido hasta ahora se puede sostener que la estructura del principio pro
persona es polifacética y compleja, puesto que concurren en él diversos sentidos,
directrices, dimensiones, elementos, criterios y objetos, aunque siempre en torno a un
único significado: favorecer la protección de las personas. Si se quisieren organizar
gráficamente las facetas estructurales del principio pro persona, se podría pensar en lo
siguiente:
De hecho, esta figura con cinco puntos de referencia permite entender gráficamente lo
hasta ahora desarrollado: el significado del principio mismo, que es el favorecimiento
de las personas, se encuentra en la base de cualquier ejercicio que se pretenda
formular en torno a aquél; luego, tanto los sentidos -positivo o negativo- como las
directrices de preferencia -normativa o interpretativa- fijan los parámetros dentro de
los cuales se realizará el ejercicio, determinando si lo que se busca en concreto es
proponer una maximización de un derecho o la limitación a su restricción, así como si
ello se hace a partir de diversas interpretaciones de una misma formulación normativa,
o de diferentes normas jurídicamente aplicables; por último, tanto las dimensiones -
cuantitativa y cualitativa-, como los elementos del principio -temporal, personal y
material- confluyen para formar el punto de cierre del radio de aplicación del principio,
contribuyendo a identificar cuál es la solución jurídica -interpretativa o normativa- que
favorece la mayor y mejor protección de las personas y de sus derechos
fundamentales.
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1Ferrajoli, Luigi
, Derechos y garantías. La ley del más débil, trad. de Perfecto Andrés Ibáñez y
Andrea Greppi, Madrid, Trotta, 1999, p. 68; Carbonell, Miguel, “El neoconstitucionalismo:
significado y niveles de análisis”, en Carbonell, Miguel y García Jaramillo, Leonardo
(eds.), El canon neoconstitucional, Madrid, Trotta, 2010, pp. 154-158.
2Ferrajoli, Luigi
, “Pasado y futuro del Estado de derecho”, en Carbonell, Miguel
(ed.), Neoconstitucionalismo(s), trad. de P. Allegue, Madrid, Trotta, 2009, p.
14; Zagrebelskey, Gustavo, El derecho dúctil. Ley, derechos, justicia, trad. de Marina Gascón,
Madrid, Trotta, 2011, p. 33.
3
Ferrajoli, Luigi, Derechos y garantías…, cit., pp. 65-68.
4
No se debe olvidar la recepción jurisprudencial en nuestro sistema constitucional de
los planteamientos relativos a la existencia de un “bloque de constitucionalidad” o
“bloque de regularidad normativa” que la Suprema Corte de Justicia de la Nación
(SCJN) ha aceptado: tesis P. LXVIII/2011, de rubro “PARÁMETRO PARA EL CONTROL DE
CONVENCIONALIDAD EX OFFICIO EN MATERIA DE DERECHOS HUMANOS”, Semanario
Judicial de la Federación y su Gaceta, Décima Época, t. 1, diciembre de 2011, p. 551,
registro IUS: 160526. Tesis P./J. 20/2014, de rubro “Derechos humanos contenidos en la
Constitución y en los tratados internacionales. Constituyen el parámetro de control de
regularidad constitucional, pero cuando en la Constitución haya una restricción expresa
al ejercicio de aquéllos, se debe estar a lo que establece el texto
constitucional”, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Décima Época, t. I,
abril de 2014, p. 202, registro IUS: 2006224. En tal sentido Caballero Ochoa, José Luis, “La
cláusula de interpretación conforme y el principio pro persona (artículo primero,
segundo párrafo, de la Constitución)”, en Carbonell, Miguel y Salazar Ugarte, Pedro
(coords.), La reforma constitucional de derechos humanos: un nuevo paradigma,
México, Porrúa-UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, 2012, pp. 115, 116, 121 y
122.
5
Ferrajoli, Luigi, Derechos y garantías…, cit., p. 68.
7Fioravanti, Maurizio
, Los derechos fundamentales. Apuntes de historia de las Constituciones,
trad. de M. Martínez Neira, Madrid, Trotta, 1996, p. 128.
10Dworkin, Ronald
, Los derechos en serio, trad. de M. Guastavino, España, Ariel, 1977, pp. 37 y
495.
11Alexy, Robert
, Teoría de los derechos fundamentales, trad. de Carlos Bernal Pulido, Madrid,
Centro de Estudios Políticos y Constitucionales,1986, p. 68.
12Ferrajoli, Luigi
, Derecho y razón. Teoría del garantismo penal, trad. de Perfecto Andrés
Ibáñez et al, Madrid, Trotta, 1995, pp. 864 y ss.
14Pinto, Mónica
, “El principio pro homine. Criterios de hermenéutica y pautas para la
regulación de los derechos humanos”, en Abregú, M. y Courtis, Christian (comps.), La
aplicación de los tratados sobre derechos humanos por los tribunales locales, Buenos
Aires, Editores del Puerto, 1997, p. 163.
15Guastini, Riccardo
, “Para una taxonomía de las controversias entre juristas”, en Luque
Sánchez, Pau y Ratti, Giovanni Battista (eds.), Acordes y desacuerdos. Cómo y por qué
los juristas discrepan, Madrid, 2012.
16Castilla, Karlos
, “El principio pro persona en la administración de justicia”, Cuestiones
Constitucionales, México, núm. 20, enero-junio de 2009, p. 70. Por su parte, ya desde
1981 la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CoIDH) sostiene el mandato de
interpretación más favorable: CoIDH, asunto Viviana Gallardo y otras, decisión del 13
de noviembre de 1981, §16.
17
No debe olvidarse, sin embargo, que tal como lo ha interpretado la CoIDH, del artículo
29 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos (CADH) deriva el mandato de
“mayor favorabilidad”: CoIDH, La colegiación obligatoria de periodistas (artículos 13 y
29 Convención Americana sobre Derechos Humanos), OC-5/85 de 13 de noviembre de
1985, serie A, núm. 5, §52; más recientemente: CoIDH, caso Trabajadores de la
Hacienda Brasil verde vs. Brasil, sentencia de excepciones preliminares, fondo,
reparaciones y costas de 20 de octubre de 2016, serie C, núm. 318, §§311-312. Por
tanto, y al haber ratificado el Estado mexicano la CADH en 1981, tratado internacional
que desde entonces forma parte de la “Ley Suprema de toda la Unión”, en términos del
artículo 133 constitucional, se puede válidamente sostener que este principio cuenta
con una historia —aunque olvidada o inatendida— de casi 40 años en nuestro sistema
constitucional.
18
Véase de la SCJN tesis 1a./J. 37/2017, de rubro “Interpretación conforme. Naturaleza y
alcances a la luz del principio pro persona”, Semanario Judicial de la Federación y su
Gaceta, Décima Época, t. I, mayo de 2017, p. 239, registro IUS: 2014332. Tesis P./J.
21/2014, de rubro “Jurisprudencia emitida por la Corte Interamericana de Derechos
Humanos. Es vinculante para los jueces mexicanos siempre que sea más favorable a la
persona”, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Décima Época, t. I, abril de
2014, p. 204, registro IUS: 2006225. Tesis 1a. CCCLI/2014, de rubro: “Principios de
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registro IUS: 2007735. Tesis 1a. CCCXXVII/2014, de rubro “Principio pro persona.
Requisitos mínimos para que se atienda el fondo de la solicitud de su aplicación, o la
impugnación de su omisión por la autoridad responsable”, Semanario Judicial de la
Federación y su Gaceta, Décima Época, t. I, octubre de 2014, p. 613, registro IUS:
2007561.
19Ferrajoli, Luigi
, “Constitucionalismo principialista y constitucionalismo garantista, un debate
sobre el constitucionalismo monográfico”, Doxa, núm. 34, trad. de N. Guzmán, Madrid,
Marcial Pons-Doxa, 2012, p. 42.
20
Ferrajoli, Luigi, Derecho y razón. Teoría…, cit., p. 62.
22Bobbio, Norberto
, Teoría general del derecho, trad. de J. Guerrero, Bogotá, Temis, 2012, p.
201.
23Carbonell, Miguel
, Los derechos fundamentales en México, México, CNDHUNAM, 2004, p.
127.
24
Ferrajoli, Luigi, Derecho y razón. Teoría…, cit., pp. 38, 40 y 117.
25
Ibidem, p. 405.
26
Sobre los puntos de vista interno y externo Winch, Peter, The Idea of a Social Science and
its Relation to Philosophy, 2a. ed., 1990, Londres, Routledge, 1958; en el campo del
derecho, Hart, Herbert L. A., El concepto de derecho, México, Nacional, 1980.
27
Ferrajoli, Luigi, La democracia a través…, cit., p. 83; id., Derecho y razón.
Teoría…, cit., pp. 905 y ss.
28Guastini, Riccardo
, Interpretar y argumentar, trad. de Silvina Álvarez Medina, Madrid, Centro
de Estudios Políticos y Constitucionales, 2014, p. 378. Cursivas del original.
29
Pinto, Mónica, “El principio pro homine…”, cit., p. 163; Castilla, Karlos, “El
principio pro persona en…”, cit., pp. 69 y 70; Medellín Urquiaga, Ximena, “Principio pro
persona”, Metodología para la enseñanza de la reforma constitucional en materia de
derechos humanos, México, Suprema Corte de Justicia de la Nación, Oficina en México
del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos-Comisión de
Derechos Humanos del Distrito Federal, 2013, pp. 19 y 27.
32
Medellín Urquiaga, Ximena, “Principio pro persona…”, cit., p. 8.
33
Sagüés, Néstor Pedro, “La interpretación de los…”, cit., p. 158.
35Henderson, Humberto
, “Los tratados internacionales de derechos humanos en el orden interno:
la importancia del principio pro homine”, Revista del Instituto Interamericano de
Derechos Humanos, México, núm. 39, enero-junio de 2004, p. 87
36Carbonell, Miguel
, Los derechos humanos en México. Régimen jurídico y aplicación práctica,
México, Flores, 2015, p. 39.
37
Caballero Ochoa, José Luis y García Huerta, Daniel Antonio, El principio pro persona
en el…, cit.
38
SCJN, Varios 912/2010, Pleno, 14 de julio de 2011, ministra ponente: Margarita Beatriz
Luna Ramos, ministro encargado del engrose: José Ramón Cossío Díaz, §33.
39
Bobbio, Norberto, Teoría general del…, cit., pp. 195 y
40
Para un acercamiento, véase Quijano, Aníbal, “Colonialidad del poder y clasificación
social”, Journal of World-Systems Research, Festschrift for Immanuel Wallerstein, I, vol.
VI, núm. 2, verano-otoño de 2000, pp. 342-386; Lugones, María, “Colonialidad y
género”, Tabula Rasa, Bogotá, núm. 9, julio-diciembre de 2008, pp. 73-101.
41Ferrajoli, Luigi
, “Los fundamentos de los derechos fundamentales”, en Cabo, Antonio de y
Pisarello, Gerardo (eds.), Los fundamentos de los derechos fundamentales, Madrid,
Trotta, 2009, pp. 317, 318, 362 y ss.
42
Ferrajoli, Luigi, Derecho y razón. Teoría…, cit., pp. 158-165; Nussbaum, Martha, Justicia
poética. La imaginación literaria y la vida pública, trad. de C. Gardini, Barcelona,
Andrés Bello, 1997.
43
Véase Bourdieu, Pierre, Poder, derecho y clases sociales, trad. de Daniel Oliver Lalana y
Andrés García Inda, Bilbao, Desclée de Brouwer, 2000, pp. 104-128.
44
En la lógica de la subalternidad el no-lugar es dado, puesto, impuesto al no-sujeto
desde el “imperio de anulación del otro”. Véase Spivak, Gayatri Chakravorty, “Can the Subaltern
Speak?”, en Nelson, C. y Grossberg, L. (eds.), Marxism and the Interpretation of
Culture, Basingstoke, Macmillan Education, 1988, pp. 271-313; Adlbi Sibai, Sirin, La cárcel del
feminismo. Hacia un pensamiento islámico decolonial, Madrid, Akal, 2016, pp. 33-72.
45
Caballero Ochoa, José Luis y García Huerta, Daniel Antonio, El principio pro
persona…, cit., cursivas del original.
46
SCJN, tesis 1a./J. 43/2015, de rubro: “Matrimonio. La ley de cualquier entidad
federativa que, por un lado, considere que la finalidad de aquél es la procreación y/o
que lo defina como el que se celebra entre un hombre y una mujer, es
inconstitucional”, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Décima Época, t. I,
junio de 2015, p. 536, registro IUS: 2009407.
47
Véase Caballero Ochoa, José Luis y García Huerta, Daniel Antonio, “El enigma, el candil y el vigía decidido. Los
claroscuros del matrimonio igualitario en la jurisprudencia mexicana”, en Alterio, Ana
Micaela y Niembro Ortega, Ricardo (coords.), La Suprema Corte y el matrimonio
igualitario en México, México, UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, 2017, pp.
203-231.
48Bourdieu, Pierre
, La dominación masculina, trad. de Joaquín Jordá, 9a. ed., Barcelona,
Anagrama, 2015, pp. 143-149.
49
Aquí entiendo el lesbianismo y la homosexualidad no como categorías identitarias
esencialistas de la sexualidad, sino como construcciones sociales y posicionamientos
políticos en un régimen heteronormativo. Véase Curiel, Ochy, La nación heterosexual.
Análisis del discurso jurídico y el régimen heterosexual desde la antropología de la
dominación, Bogotá, Brecha Lésbica-En la Frontera, 2013, p. 28.
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