Arcano Mayor XIII: La Muerte

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XIII.

LA MUERTE
EL ARCANO DE LA VIDA ETERNA

Mientras no mueras y resucites de nuevo,


eres un desconocido para la oscura tierra.

Goethe

Respondió la mujer a la serpiente:


“Podemos comer del fruto de los árboles
del jardín. Mas del fruto del árbol que está
en medio del jardín ha dicho Dios :
No comáis de él, ni lo toquéis, so pena de muerte.”
Replicó la serpiente a la mujer: “En modo alguno moriréis;
pues Dios sabe muy bien que el día en que comiereis
de él se os abrirán los ojos y seréis como dioses,
conocedores del bien y del mal”.

Gén 3, 2-5

“Un guerrero piensa en su muerte


cuando las cosas pierden claridad...
la idea de la muerte es lo único
que templa nuestro espíritu.”

Carlos Castaneda

XIII. LA MUERTE
EL ARCANO DE LA VIDA ETERNA

Simbolismo de la imagen
Este arcano no lleva nombre pues sólo su imagen nos transporta a la idea de
transformación y cambio repentino. Este arcano es el del principio de la sustracción
(desencarnación), la muerte, contrario al principio de la adición (encarnación), la
vida. Esta carta simboliza el comienzo de un nuevo período en la evolución general.
El paso de un plano de vida a otro plano de vida.

El arcano de la muerte, se nos presenta como la imagen de una esfera negra sobre
la cual hay matas de hierba y sobre éstas un esqueleto semi encarnado que siega.
Su contextura es la de la triple manifestación del principio de la sustracción: olvido,
sueño, muerte. La lámina contiene además un cuarto elemento representado por
cabezas humanas, manos y un pie.

El mango de la guadaña es amarillo, porque la muerte proviene de una voluntad


divina e inteligente. La guadaña representa el fenómeno de la sustracción, la
actividad de descomponer y hacer desaparecer, es roja porque simboliza la fuerza
de la desencarnación que corta los lazos entre el cuerpo, la memoria, la conciencia
y el alma.

El esqueleto siega lo que crece en la tierra y sobresale de ella: manos, cabezas...El


hacer desaparecer aquí simbolizado no se limita a la desaparición en el plano físico
sino a la que se experimenta en el plano de la conciencia en forma de sueño y
olvido. Así el negro es imagen del olvido, tanto involuntario y natural como voluntario
y sobrenatural, representa también las oscuras pasiones de los hombres así como el
camino de la nueva evolución.

El esqueleto es el símbolo de la muerte, porque ésta reduce el fenómeno del hombre


consciente, móvil, vivo y material a lo que tiene de mineral: un esqueleto. Su color
carne simboliza el principio de la encarnación que actúa en equilibrio con el
principio de la desencarnación, generando la transformación, sin la cual toda la
creación se cristalizaría quedando imposibilitada para continuar su evolución física,
psíquica y espiritual. Mira hacia la derecha indicando transición, renovación,
acciones sucesivas.

Las matas de hierva u hojas simbolizan el sueño, porque el sueño profundo es el


estado de vida vegetativa. Cuando estamos sumidos en el sueño somos plantas. Las
manos que sobresalen de lo negro muestran que la muerte incita al hombre a
desprenderse de la materia y a elevar sus gestos hacia lo alto.

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El sentido de la muerte: transformación inevitable


El hombre a cultivado el concepto de muerte como un suceso que tiene lugar en un
cierto momento del tiempo. Cuando en realidad, la muerte es un proceso continuo
de la naturaleza. La idea de vida y muerte como opuestos es simplemente contraria
a los hechos observables del universo.

La muerte funciona como liberadora de la conciencia mediante la destrucción de


las formas que la aprisionan, papel que asumió después de la caída. Antes de ella,
en vez de la destrucción de las formas, tenía lugar su continua transformación,
obrada gracias a la actividad perpetua de la vida que efectuaba dicha
metamorfosis según los cambios de la conciencia que se servía de las formas. Esa
perpetua actuación liberadora y constructora de la vida era y aún es la función de
la magia sagrada o divina. La caída cambio el destino de la humanidad al sustituir
la magia sagrada por la muerte.

La tarea practica de la transformación que nos propone el arcano de la carta XIII es


dura de aceptar, somos criaturas de rutinas y costumbres mecánicas. Nos resistimos
a los cambios en nuestra vida cotidiana, incluso a los más superficiales o a aquellos
que nosotros mismos hemos planeado conscientemente. Cuando finalmente
logramos un cambio en nuestra vida o conducta seguimos añorando las viejas
costumbres, incluso las malas. Partir es un pena, puesto que nos atamos a todo: a la
gente a los animales a las cosas. No queremos perder nada de lo que sentimos nos
“pertenece”. Nos duele abandonar las partes gastadas de nuestra psique (ideas
fijas, remordimientos, prejuicios, etc.) y estamos especialmente ligados a todo lo
instintivo de nuestros cuerpos físicos.

La mejor manera de prepararse para un viaje de duración infinita y a un lugar


desconocido es despojarse de todo equipaje innecesario, hay que examinar
nuestras pertenencias seleccionando sólo los artículos esenciales para el bienestar
espiritual y físico dejando atrás el resto, la clave es reconocer lo esencial.

“Un guerrero requiere de la conciencia de su muerte, pero también de desapego. Y así con la
conciencia de su muerte, con desapego y con el poder de sus decisiones, un guerrero arma su vida
en forma estratégica. El conocimiento de su muerte lo guía y le da desapego y una lujuria callada por
la vida; el poder de sus decisiones definitivas le permite escoger sin lamentar, y lo que escoge es
estratégicamente lo mejor; así cumple con gusto y eficiencia todo cuanto tiene que hacer.”
Carlos Castaneda

El pensamiento de la muerte física nos paraliza de horror. Sin embargo, cada día
nuestros cuerpos físicos avanzan con pasos gigantescos hacia las puertas de la
muerte. El problema es cómo ayudar a nuestras almas a que se muevan, en su
transformación, al mismo ritmo que nuestros cuerpos. Cada vez que nuestra alma
queda rezagada, entorpece el fluir natural de la vida que va del nacimiento a la
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muerte ahogando el impulso vital con costumbres muertas, ideas fijas, culpas añejas,
etc. Es doloroso crecer y sin embargo es inevitable, es doloroso para el niño aceptar
los cambios de la pubertad, lo mismo que para el joven soportar las
responsabilidades de la edad adulta. Morimos a la inocencia de la infancia, a la
pubertad y a la juventud para convertirnos en adultos y ancianos. Crecer
espiritualmente implica morir a la inconsciencia y esto conlleva el dolor de aceptar
la responsabilidad de nuestros actos y el reconocimiento de nuestras miserias, pero
todo este dolor es pasajero si somos lo suficientemente listos para desprendernos del
pasado y entregarnos al presente como si el día de hoy fuera el último. Es un hecho
que cada día morimos un poco, la idea es entonces transformarse diariamente, con
cada momento, liberándonos de las cosas que nos ligan al inconsciente.

“Si no crees que tu vida no va a durar para siempre, ¿qué cosa esperas?, ¿porqué titubeas en
cambiar?”
Carlos Castaneda

Nuestro miedo adulto a la muerte nos aísla a menudo en una aparente indiferencia
impidiéndonos contemplarla.

“Cuando estés impaciente, lo que debes hacer es voltear a la izquierda y pedir un consejo a tu
muerte. Una inmensa cantidad de mezquindad se pierde con sólo que tu muerte te haga un gesto, o
alcances a echarle un vistazo, o nada más con que tengas la sensación de que está allí mirándote.”
Carlos Castaneda

Mientras no aceptemos la realidad de nuestra muerte inminente, nunca nos


sentiremos realmente comprometidos con nuestra vida. Seguiremos siendo esclavos
ligados a los instintos básicos de nuestra naturaleza vegetal y bestial; atrapados en
una cotidianidad egocéntrica. Aceptar el hecho de que pereceremos en el tiempo
es una especie de victoria sobre el tiempo. Aceptar la muerte como el nacimiento,
como parte de la vida, es convertirse en realmente vivo. No querer vivir es sinónimo
de no querer morir. De la mitad de la vida en adelante, sólo permanece vivo aquel
que voluntariamente quiera morir con la vida.

“Esto no significa preocuparse de la muerte, sino usarla. Pon tu atención en el lazo que te une con tu
muerte, sin remordimiento ni tristeza ni preocupación. Pon tu atención en el hecho de que no tienes
tiempo, y deja que tus actos fluyan de acuerdo con eso. Que cada uno de tus actos sea tu última
batalla sobre la tierra. Sólo bajo tales condiciones tendrán tus actos el poder que les corresponde. De
otro modo serán, mientras vivas, los actos de un hombre tímido.”

“Hay una extraña felicidad ardiente en actuar con el pleno conocimiento de que lo que uno está
haciendo puede muy bien ser su último acto sobre la tierra.”
Carlos Castaneda

El acercamiento a la muerte es un viaje solitario es una experiencia personal. La


muerte señala de una manera particular a cada uno de nosotros. La muerte da una
oportunidad distinta a cada ser humano.

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“Un guerrero no es más que un hombre. Un hombre humilde. No puede cambiar los designios de su
muerte. Pero su espíritu impecable que ha juntado poder tras penalidades enormes, puede
ciertamente detener a su muerte un momento, un momento lo bastante largo para permitirle
regocijarse por última vez en el recuerdo de su poder. Podemos decir que ese es el gesto que la
muerte tiene con quienes poseen un espíritu impecable.”
Carlos Castaneda

La muerte es el gran nivelador que reduce la esencia única del genio y del loco a un
denominador común.

“Cómo puede uno darse tanta importancia sabiendo que la muerte nos esta acechando.”
Carlos Castaneda

La muerte es el principio quirúrgico del mundo. Opera la amputación de los


miembros que se han vuelto inútiles -y aún la del conjunto de los miembros
inutilizables, es decir, la totalidad del cuerpo físico-, para liberar de los mismos al ser
humano.

Así como para mantener y recuperar la salud del cuerpo físico hay una medicina
naturista, una medicina homeopática y otra alopática y la cirugía que salva la vida
del organismo sacrificando alguna de sus partes, así también, en el mundo existe un
mecanismo de curación jerarquizado analógicamente en el que la muerte
corresponde a la cirugía en el hospital cósmico. Es el último recurso para salvar la
vida. Por encima de ella hay todavía tres principios destinados a mantener y
restablecer la salud del mundo y de los seres individuales que la pueblan a ellos
corresponde la mística, la gnosis y la magia. Así, podría decirse: “mística, gnosis,
magia... o muerte”.

El principio de la sustracción: muerte, olvido y sueño


Nuestra experiencia externa de la muerte consiste en percibir cómo desaparecen
del plano físico los seres vivos. También la desaparición se experimenta en el plano
de la conciencia en cuanto a imágenes y representaciones, esto es lo que llamamos
olvido. Y este olvido de nuestra memoria, voluntad y entendimiento, cada noche, lo
llamamos sueño. Entonces olvido, sueño y muerte son tres manifestaciones
desigualmente intensas de un mismo principio o fuerza que hace desaparecer los
fenómenos intelectuales psíquicos y físicos. El olvido es respecto al sueño lo que el
sueño es respecto a la muerte. O también, el olvido es respecto a la memoria lo que
el sueño es respecto a la conciencia, y el sueño es respecto a la conciencia lo que
la muerte es respecto a la vida.

En el momento en que la naturaleza nos olvida morimos; en el momento que nos


olvidamos a nosotros mismos nos dormimos; y en el momento en que perdemos el
verdadero interés que teníamos por algo, olvidamos.

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Además del olvido intelectual hay un olvido psíquico y un olvido de la voluntad, es


posible recordar la imagen con un vivo sentimiento hacia ella y haberla olvidado
desde el punto de vista de la voluntad: se le recuerda con ternura, quizá, más no se
hace nada por ella. Además de un sueño orgánico existen el sueño psíquico y el de
la voluntad. Mientras permanecemos en la vigilia del día, quedan en nuestro ser
capas dormidas: hechos, personas, ideas, Dios. Además de una muerte clínica hay
una muerte psíquica y moral. En el transcurso de nuestra vida, llevamos en nuestro
ser capas muertas. Hay cosas que le faltan a nuestro ser psíquico y moral. La falta de
fe, esperanza y amor son ejemplos de esto. En estos casos es menester un acto de la
magia divina -de la gracia- para insuflar la vida en lo que está muerto.

El olvido de la conciencia reduce al hombre a la animalidad; el sueño natural lo


reduce a la vegetalidad; y la muerte natural lo reduce a la mineralidad.

La memoria
La memoria es la magia que evoca las cosas del pasado, es lo que actualiza el
pasado y hace que se aparezca a nuestra vista interior mental. Hay cuatro clases de
memoria: memoria automática o mecánica, memoria lógica, memoria moral y
finalmente memoria vertical o reveladora.

La memoria automática o mecánica apenas recurre a la evocación consiente de un


recuerdo. El recuerdo llega sin más. Obedece a las leyes del automatismo de las
asociaciones: semejanza, afinidades, contrastes, etc. Se produce sin que uno
desempeñe otro papel que el de observador.

La memoria lógica exige más esfuerzo y participación personales. Tengo que


reflexionar para acordarme de las cosas.

En la memoria moral el automatismo es casi nulo. Aquí el recuerdo no llega solo, sino
que constituye un verdadero acto mágico, aunque subjetivo. Lo que actúa cuando
la memoria moral evoca las cosas del pasado es el amor. Admiración, respeto,
amistad, gratitud, afecto y mil otros sentimientos hacen inolvidables las cosas
pasadas, es decir, evocables a cada instante. Cuanto más se ha amado, más
recuerdos nos trae la memoria moral. Aquí el corazón suministra la energía que
alimenta y mantiene la memoria supliendo la deficiencia de las memorias mecánica
e intelectual. La memoria moral que todo lo abarca es tanto más eficaz cuanto
menor sea su indiferencia, moralmente hablando. La indiferencia, la falta de interés
moral, es la causa fundamental de la flaqueza de la memoria que a menudo se da
en la vejez. Quienes puedan y sepan dar a todo un valor moral y vean en todo un
sentido moral disfrutarán de una buena memoria, si no excelente, durante toda su
vida. Cuanto menos indiferente es uno, mejor recuerda el pasado, más capaz es de
adquirir nuevos conocimientos.

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Existe una cuarta clase de memoria, la memoria vertical o reveladora. No se trata de


la memoria del pasado que va evocando las cosas en sentido horizontal: hoy, ayer,
anteayer. En este caso actúa en sentido vertical: aquí, más arriba, todavía más
arriba. Es la memoria que enlaza el plano de la conciencia ordinaria con los estados
de conciencia superior. Es la facultad que tiene el yo inferior de reproducir la
experiencia y el saber del yo trascendente. Es el vínculo que existe entre el ojo
superior y el ojo inferior y nos hace auténticamente religiosos, sabios y resistentes a
los asaltos del escepticismo y la falta de fe y esperanza. Es también la fuente de la
certeza no sólo de Dios y del mundo espiritual, sino igualmente de la inmortalidad de
nuestro ser. La memoria vertical aumenta en eficacia a medida que los tres
sagrados votos -obediencia, pobreza y castidad- van capacitando al hombre
inferior para escuchar percibir y recibir las cosas superiores sin distorsión. Esta
memoria vertical es, en el fondo, el desarrollo de la memoria moral que alcanza un
grado más alto. Por ello, en el desenvolvimiento de la memoria vertical sólo cuenta
la purificación moral implicada en la práctica de los tres sagrados votos. Aquí los
intereses intelectuales no cuentan.

El recuerdo
¿Cuál es a la fuerza que actúa en la operación mágico-subjetiva del recuerdo en las
memorias moral y vertical? El siguiente pasaje nos la deja ver en su más alto grado
concebible.

“Amaba Jesús a Marta, a su hermana y a Lázaro...cuando llegó Jesús se encontró con que Lázaro
llevaba ya cuatro días en el sepulcro...Jesús se hecho a llorar...entonces Jesús se conmovió de nuevo
en su interior y fue al sepulcro. Era una cueva y tenia puesta encima un piedra. Dice Jesús: “quitad la
piedra”...quitaron la piedra... (y Jesús) grito con fuerte voz: “Lázaro ven fuera” y salió el muerto atado
de pies y manos con vendas y envuelto el rostro en un sudario.”
(Jn. 11)

He ahí la fuerza de la evocación en su manifestación más perfecta y elevada, el


amor. La operación para hacer volver a la vida -o resurrección- comprende tres
etapas: 1. La venida o llegada al lugar, es la actividad que busca y halla. Es el primer
esfuerzo aproximarse lo más posible al que ha de ser llamado. 2. Quitar la piedra, es
el esfuerzo que triunfa de la duda, la depresión, el cansancio, la desesperación, en
suma de todo cuanto bloquea y 3. Llamar con voz fuerte, que es el esfuerzo
culminante y supremo de la operación evocadora en virtud del amor, llamar a la
vida, o a la memoria en la evocación a los planos vertical y moral. En el plano
espiritual cuanto más fuerte o audible es una voz, más esfuerzo y sufrimiento expresa.
Trabajo y sufrimiento hacen nuestra voz audible para el mundo espiritual. El amor
que llora y pone todo su esfuerzo en la acción realiza el milagro de hacer volver a la
memoria lo olvidado y a la vida lo muerto. La evocación es pues un milagro, y
tomemos nota: no hay libertad fuera de lo milagroso, y el hombre no es hombre sino
por cuanto vive del milagro, por el milagro y para el milagro. Todo lo

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que no es máquina -física, psíquica o intelectual- es milagro y todo lo que no es


milagro sólo es máquina. La libertad es milagro, y el hombre sólo es libre por cuanto
no es máquina. Sólo nos queda la opción entre máquina y esclavitud por una parte
o entre milagro y libertad por otra, que cada quien elija y se haga cargo.

El olvido consciente
El olvido también funciona de acuerdo al tipo de memoria. Es automático cuando
las cosas simplemente se olvidan, esto es que se ha perdido el interés vivo (¡ojo!) y
corresponde a la memoria mecánica. En el olvido semiautomático que corresponde
a la memoria lógica; el recuerdo se aleja poco a poco si uno no lo hace volver al
plano de la atención consciente. En las memorias moral y vertical nada se olvida por
sí solo; el olvido es aquí un acto moral de la voluntad.

Cualquier esfuerzo consciente exige concentración o recogimiento; lo que entraña


el olvido consciente y buscado de muchas cosas sin relación con el tema en el que
nos concentramos o recogemos. El olvido es el medio de transición de un medio de
conciencia a otro. Por ejemplo cuando rezamos el Padre Nuestro olvidamos todo por
voluntad. También la tradición hindú enseña la práctica del olvido total del mundo
fenoménico para llegar al recogimiento perfecto; lo mismo sucede durante la
práctica del silencio interior. Para dormir debemos olvidar (el insomnio se debe a que
no podemos olvidar) y para despertar también se olvida, porque si no se mezclarían
el día y la noche y la concentración sería casi imposible en nuestros haceres por las
reminiscencias nocturnas. La unión mística del alma con Dios es el olvido del mundo
fenoménico y el acordarse de Dios. La muerte es el llamamiento de arriba y el olvido
de lo de abajo. Así también el nacimiento es, al mismo tiempo, olvido del cielo y
llamamiento o recuerdo de la tierra.

Así como la práctica de la concentración es el arte de olvidar y la del recogimiento


profundo o meditación el arte de dormir, de igual modo la contemplación conduce
al dominio del arte de morir. Por este dominio del olvido, el sueño y la muerte se
llega a la experiencia mística del alma unida con Dios y a través de ella, a la
absoluta certeza de la inmortalidad. Y esto se alcanza pasando por las tres etapas
del eterno camino de la mística: purificación, iluminación y unión. San Juan de la
Cruz muestra que la fe auténtica se revela, actúa y crece en la purificación; que la
esperanza es a la vez agente y fruto de la iluminación; y que la caridad consuma la
unión del alma con Dios.

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Las dos inmortalidades


La clave del arcano de La Muerte se encuentra en la interpretación del Génesis
cuando Dios dice: “Si comiereis del árbol de la ciencia del bien y del mal moriréis sin
remedio” y acerca del mismo evento la serpiente dice: “en modo alguno
moriréis...”. Ambos son categóricos en ese punto. ¿Mintió la serpiente o tal vez su
afirmación es una verdad de las que pertenecen a la esfera de la serpiente y que
son mentiras en la esfera de la verdades de Dios? Entonces, ¿hay dos inmortalidades
y dos muertes distintas, las unas desde el punto de vista de Dios, las otras desde la
perspectiva de la serpiente, de suerte que la serpiente entienda por muerte lo que
Dios entiende por vida y considere como vida lo que para Dios es muerte?

El secreto de este arcano: La serpiente no mintió, se limitó a oponer a la inmortalidad


divina la inmortalidad de la cristalización: La reencarnación, la rueda de muertes y
nacimientos, el círculo cerrado de la serpiente donde el hombre se prepara para
una futura vida terrena, por la cristalización a través del principio de la enroscadura,
en contraposición con la irradiación, es decir, la descristalización completa del ser
humano y su transformación en sol o centro de irradiación para enfrentar la
eternidad (salir del círculo cerrado).

“Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre.” (Mt 13,43)

Debemos aprestarnos para una conciencia despierta, lo que implica pasar por el
purgatorio (trabajo y sufrimiento) para experimentar la presencia del eterno (el cielo)
en esta vida terrena. Entonces, en estos términos si hay dos inmortalidades la de Dios
y la de la serpiente, y sí, también hay dos muertes. Una es la muerte de la que habla
el padre de la parábola del hijo pródigo:

“Este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado.” (Lc 15, 24)

Es el alejamiento del padre y de su casa, y la otra, es la muerte física que nos aleja
del plano físico y del campo eléctrico de gravitación terrestre. Negarse a tomar el
camino del purgatorio y del cielo es la muerte en el sentido divino. La completa
cristalización es, pues, la muerte desde el punto de vista de Dios... “el día que
comiereis del árbol de la ciencia del bien y del mal, te alejarás de mí.”

Por otra parte, la promesa de la serpiente dice: “viviréis alejados de Dios y seré yo
quien me encargue de que continúe ininterrumpidamente vuestra vida en la
horizontal, pues supliré la falta de sabiduría y amor divinos por medio del intelecto y
la electricidad psicofísica, que serán las fuentes de vuestra vida.” Así vida y muerte
vertical, y vida y muerte horizontal. Es la cruz del calvario, las vidas y las muertes
opuestas. La resurrección es el triunfo no sólo de la vida sobre la muerte, sino de la
vida sobre la vida, es la victoria de la vertical sobre la horizontal, de la irradiación
sobre la cristalización. Tan sólo en la experiencia del núcleo del ser humano y su
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relación con el aliento, la luz y el calor de Dios sólo ahí se encuentra la certeza de la
inmortalidad. Quien al menos una vez a sido verdaderamente el mismo, sintiéndose
invadido por el soplo divino, bañado en la luz divina y abrazado por el calor divino,
ése sabe qué es la inmortalidad y es consciente de la suya propia.

Conclusión
Después del enfrentamiento con el arcano de la vida eterna el individuo habrá
dado un paso irrevocable hacia ese lugar de donde ningún viajero regresa de la
misma manera que entró; no se encontrará a gusto nunca más entre sus viejas
costumbres, se habrá convertido en un desconocido para su propia familia y sus
antiguos amigos. Pero no hay marcha atrás. Como el loco y el sabio se ve obligado
a tomar de nuevo el camino en busca de “otra muerte”.

Si El Colgado (arcano XII) no quiere permanecer suspendido en el aire, sin ningún


crecimiento espiritual debe dar el próximo paso que le conducirá a través del valle
de sombras, hacia la aceptación de la muerte y su continua transformación.

Meditar en este arcano nos sirve para enfrentar y llevar acabo todo tipo de
transformación y nos puede ayudar a finalizar procesos lentos y dolorosos.
Deberemos meditar en él para hacer análisis rigurosos en los períodos donde
tengamos que volver a cuestionarnos las decisiones irrevocables, nos ayudará a
tomar decisiones objetivas destruyendo las ilusorias.

“Un guerrero piensa en su muerte cuando las cosas pierden claridad...la idea de la muerte es lo único
que templa nuestro espíritu.”
Carlos Castaneda

Deben usar esta carta sobre todo, las personas de humor cambiante o caprichoso y
aquellos que padezcan de ironía y mordacidad. Ayuda a terminar ciclos
definitivamente, su meditación nos dará confianza para relajar nuestras actitudes y
conceptos rígidos, adquiriendo una conciencia más expandida y armoniosa. El uso
de esta lámina sirve para eliminar problemas de melancolía e insensibilidad física o
psíquica por ejemplo: inercia, apatía, inmovilidad.

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Versos a la muerte

Adan tentado por Eva


contra Dios comió la manzana
de la cual los dos la maldición recibieron
después mortal el hombre todo fue.

El pastor también caerá


mitras y cruces derrivadas
y cuando yo lo alcance
las ovejas serán dispersadas.

Este camino para los humanos es bueno


y al hombre muy justo parece
pero al fin del camino está la muerte
que a todos los pecadores asemeja.

Hans Holbein

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Cuestionario
1. ¿Por qué es el esqueleto el símbolo de la muerte?

2. ¿Cuál es la función de la muerte?

3. ¿Qué le da al guerrero la conciencia de su muerte?

4. “Si no crees que tu vida no va a durar para siempre, ¿qué cosa esperas?, ¿porqué titubeas en
cambiar?”

5. ¿Qué significa aceptar y usar a la muerte?

6. ¿Cuáles son las manifestaciones del principio que hace desaparecer los fenómenos?

7. ¿Cuáles son las cuatro clases de memoria? y ¿qué es lo que actúa en la memoria moral y cómo se
hace más eficaz?

8. ¿Cuál es la memoria vertical?, ¿qué efectos tiene en nosotros? y ¿qué es lo único que cuenta para
su desenvolvimiento?

9. ¿Cuáles son las tres etapas del proceso de evocación o hacer volver a la vida?

10. ¿En que consiste la muerte desde el punto de vista divino?

Tarea
A) Resolver el cuestionario.

B) Hacer los ejercicios de tensigridad.

C) Iluminar el arcano.

D) Para desarrollar las memorias moral y vertical, trabaja con tu indiferencia, dándole un valor moral a
tus actos y pensamientos. Cuéntanos tu experiencia en la próxima clase.

E) Aplicación práctica de la memoria moral. Escoge una circunstancia de tu vida donde halla habido
un importante desgaste energético (una relación de pareja, un accidente, una enfermedad,
alguna situación de la infancia, la relación con tus padres, etc.) y lleva a cabo su recapitulación.

F) Aplícate a compartir aquello que es valioso y útil en tí y que consideras que es algo que puedes
heredar al mundo antes de morir (Tú vocación).

G) Practicar el arte de olvidar y dormir mediante ejercicios concentración y meditación.

H) Lleva a tu vida cotidiana la actitud del guerrero respecto a la muerte, por ejemplo para tomar tus
decisiones, para realizar tu trabajo interno. Escribe una breve narración de tu experiencia.

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