MATEO CAPÍTULO 28

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MATEO CAPÍT U LO 28

Resurrección de Cristo, el Señor — Se aparece a muchos — Tiene todo poder en el cielo y en la tierra —
Envía a los apóstoles a todas las naciones a enseñar y a bautizar.
1 Y pasado el adía de reposo, al amanecer del primer día de la semana, vinieron María
Magdalena y la otra María a ver el sepulcro.
2 Y he aquí, hubo un gran terremoto, porque aun bángel del Señor, descendiendo del
cielo y acercándose al sepulcro, removió la piedra y se sentó sobre ella.
3 aY su baspecto era como un relámpago, y su vestido blanco como la nieve.
4 Y de miedo a él los guardias temblaron y se quedaron como muertos.
5 aY respondiendo el ángel, dijo a las mujeres: No temáis vosotras, porque yo sé que
buscáis a Jesús, el que fue crucificado.
6 No está aquí, porque ha aresucitado, así como dijo. Venid, ved el lugar donde fue
puesto el Señor.
7 E id pronto y decid a sus discípulos que ha resucitado de entre los muertos; y he aquí
va delante de vosotros a Galilea; allí le veréis. He aquí, os lo he dicho.
8 Entonces ellas, saliendo del sepulcro con temor y gran gozo, fueron corriendo a dar
las nuevas a sus discípulos. Y mientras iban a dar las nuevas a los discípulos,
9 he aquí, aJesús les salió al encuentro, diciendo: ¡Salve! Y ellas se acercaron, y
abrazaron sus pies y le adoraron.
10 Entonces Jesús les dijo: No temáis; id, dad las nuevas a mis hermanos, para que
vayan a Galilea, y allí me verán.
11 Y mientras ellas iban, he aquí unos de la guardia fueron a la ciudad y dieron aviso a
los principales sacerdotes de todas las cosas que habían acontecido.
12 Y reunidos con los ancianos, y habiendo deliberado, dieron mucho dinero a los
soldados,
13 diciendo: Decid: Sus discípulos vinieron de noche y lo hurtaron mientras
dormíamos.
14 Y si esto llega a oídos del gobernador, nosotros le persuadiremos y os pondremos a
salvo.
15 Y ellos, tomando el dinero, hicieron como habían sido instruidos; y este dicho se ha
divulgado entre los judíos hasta el día de hoy.
16 Pero los once discípulos se fueron a Galilea, al monte donde Jesús les había
ordenado.
17 Y cuando le vieron, le adoraron; pero algunos adudaban.
18 Y acercándose Jesús, les habló, diciendo: Toda apotestad me es dada en el cielo y en
la tierra.
19 Por tanto, id y haced adiscípulos a todas las naciones, bbautizándolos en el nombre
del cPadre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;
20 aenseñándoles que guarden todas las cosas que os he bmandado; y he aquí, cyo estoy
con vosotros todos los días, hasta el dfin del mundo. Amén.
MARCO S CAPÍ T ULO 16
Cristo resucita — Se aparece a María Magdalena y después a otras personas — Envía a los Apóstoles a
predicar y promete que las señales seguirán a la fe — Finalmente, asciende al cielo.
1 Y cuando pasó el día de reposo, María Magdalena, y María, madre de Jacobo, y
Salomé compraron especias aromáticas para ir a ungirlo.
2 Y muy de mañana, el primer día de la semana, fueron al sepulcro, recién salido el sol.
3 Y decían entre sí: ¿Quién nos removerá la piedra de la entrada del sepulcro?
4 aPero cuando miraron, vieron la piedra ya removida, que era muy grande.
5 Y cuando entraron en el sepulcro, vieron a un joven sentado al lado derecho,
cubierto de una larga ropa blanca, y se espantaron.
6 Pero él les dijo: No os asustéis; buscáis a Jesús nazareno, el que fue crucificado;
ha aresucitado, no está aquí; he aquí el lugar en donde le pusieron.
7 Pero id, decid a sus discípulos, y a Pedro, que él va delante de vosotros a Galilea; allí
le veréis, como os dijo.
8 Y ellas se fueron huyendo del sepulcro, porque les había entrado temblor y espanto.
Y no dijeron nada a nadie, porque tenían miedo.
9 Mas después que Jesús hubo resucitado por la mañana, el primer día de la semana,
se aapareció primeramente a bMaría Magdalena, de quien había echado siete demonios.
10 Yendo ella, lo hizo saber a los que habían estado con él, que estaban tristes y
llorando.
11 Y ellos, cuando oyeron que vivía y que había sido visto por ella, no lo creyeron.
12 Pero después se apareció en otra forma a dos de ellos que iban caminando, yendo al
campo.
13 Y ellos fueron y lo hicieron saber a los otros, pero ni aun a ellos les creyeron.
14 Finalmente se apareció a los aonce mismos, estando ellos sentados a la mesa, y les
reprochó su bincredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que le
habían visto resucitado.
15 Y les dijo: aId por todo el mundo y predicad el bevangelio a ctoda criatura.
16 El que acrea y sea bbautizado será salvo; pero el que no crea será ccondenado.
17 Y estas aseñales bseguirán a los que creyeren: En mi cnombre decharán
fuera demonios, hablarán enuevas lenguas;
18 tomarán aserpientes en las manos y, si bebieren cosa mortífera, no les bdañará; sobre
los enfermos impondrán sus cmanos, y dsanarán.
19 Y el aSeñor, después que les habló, fue recibido arriba en el cielo y bse sentó a la
diestra de Dios.
20 Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando
la palabra con las señales que la seguían. Amén.
LUCAS CAPÍT UL O 24
Los ángeles anuncian la resurrección de Cristo — Jesús anda por el camino a Emaús — Se aparece en Su
cuerpo resucitado de carne y hueso, come, testifica de Su divinidad y promete el Espíritu Santo — Asciende
al cielo.
1 Y el primer día de la semana, muy de mañana, ellas fueron al sepulcro, llevando
las especias aromáticas que habían preparado, y algunas otras mujeres con ellas.
2 aY hallaron removida la piedra del sepulcro.
3 Y, al entrar, no hallaron el cuerpo del Señor Jesús.
4 Y aconteció que, estando ellas perplejas por esto, he aquí se pusieron de pie junto a
ellas dos varones con vestiduras resplandecientes;
5 y como ellas tuvieron temor e inclinaron el rostro a tierra, les dijeron: ¿Por qué
buscáis entre los muertos al que vive?
6 No está aquí, sino que ha aresucitado; acordaos de lo que os habló, cuando aún
estaba en Galilea,
7 diciendo: Es menester que el Hijo del Hombre sea entregado en manos de hombres
pecadores, y que sea crucificado y resucite al tercer día.
8 Entonces ellas se acordaron de sus palabras,
9 y volviendo del sepulcro, dieron nuevas de todas estas cosas a los once y a todos los
demás.
10 Y eran María Magdalena, y Juana, y María, madre de Jacobo, y las demás con ellas,
las que dijeron estas cosas a los apóstoles.
11 Mas a ellos les parecían locura las palabras de ellas, y no las creyeron.
12 Pero levantándose Pedro, corrió al sepulcro y, cuando miró dentro, vio solo los
lienzos allí; y se fue a casa, maravillándose de lo que había sucedido.
13 Y he aquí, dos de ellos iban el mismo día a una aldea llamada Emaús, que
estaba acomo a sesenta estadios de Jerusalén.
14 E iban hablando entre sí de todas aquellas cosas que habían acaecido.
15 Y aconteció que, mientras hablaban entre sí y se preguntaban el uno al
otro, aJesús mismo se acercó e iba con ellos juntamente.
16 Pero los ojos de ellos estaban avelados, para que no le conociesen.
17 Y les dijo: ¿Qué pláticas son estas que tenéis entre vosotros mientras camináis,
estando tristes?
18 Y respondiendo uno de ellos, que se llamaba aCleofas, le dijo: ¿Eres tú el único
forastero en Jerusalén que no ha sabido las cosas que en ella han acontecido en estos
días?
19 Entonces él les dijo: ¿Qué cosas? Y ellos le dijeron: De Jesús nazareno, que fue
varón aprofeta, poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo;
20 y cómo le entregaron los principales sacerdotes y nuestros gobernantes a sentencia
de muerte y le crucificaron.
21 Mas nosotros esperábamos que él era el que iba a aredimir a Israel; y ahora, además
de todo esto, hoy es el tercer día desde que esto ha acontecido.
22 Aunque también nos han asombrado unas mujeres de entre nosotros, las que fueron
temprano al sepulcro;
23 y como no hallaron su cuerpo, vinieron diciendo que también habían visto visión de
ángeles, quienes les dijeron que él vive.
24 Y fueron algunos de los nuestros al sepulcro y hallaron así como las mujeres habían
dicho, pero a él no le vieron.
25 Entonces él les dijo: ¡Oh ainsensatos y btardos de corazón para creer todo lo que los
profetas han dicho!
26 ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas y que entrara en su gloria?
27 Y comenzando desde aMoisés y siguiendo por todos los bprofetas, les declaraba en
todas las cEscrituras lo que de él decían.
28 Y llegaron a la aldea adonde iban; y él hizo como que iba más lejos.
29 Pero ellos le insistieron, diciendo: Quédate con nosotros, porque se hace tarde, y el
día ya ha declinado. Entró, pues, a quedarse con ellos.
30 Y aconteció que, estando sentado con ellos a la mesa, tomó el pan, lo bendijo, y lo
partió y les dio.
31 Entonces fueron abiertos los ojos de ellos y le reconocieron; mas él se desapareció
de su vista.
32 Y se decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro acorazón en nosotros mientras
nos bhablaba en el camino y cuando nos abría las Escrituras?
33 Y levantándose en esa misma hora, volvieron a Jerusalén; y hallaron a los once
reunidos y a los que estaban con ellos,
34 que decían: Verdaderamente ha resucitado el Señor y ha aaparecido a bSimón.
35 Entonces ellos contaron las cosas que les habían acontecido en el camino, y cómo le
habían reconocido al partir el pan.
36 Y mientras ellos aún hablaban de estas cosas, Jesús se puso en medio de ellos y les
dijo: aPaz a vosotros.
37 Entonces ellos, espantados y atemorizados, pensaban que veían un espíritu.
38 Mas él les dijo: ¿Por qué estáis turbados y surgen dudas en vuestros corazones?
39 Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; apalpad y ved, porque
un bespíritu no tiene ccarne ni huesos como dveis que yo tengo.
40 Y diciendo esto, les mostró las manos y los pies.
41 Y como aún ellos, de gozo, no lo creían y estaban maravillados, les dijo: ¿Tenéis
aquí algo de comer?
42 Entonces ellos le dieron parte de un pescado asado y un panal de miel.
43 Y él lo tomó y comió delante de ellos.
44 Y él les dijo: Estas son las palabras que os hablé estando aún con vosotros: que era
necesario que ase cumpliesen todas las cosas que están escritas de mí en la ley de
Moisés, y en los profetas y en los salmos.
45 Entonces les abrió el aentendimiento para que comprendiesen las Escrituras;
46 y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese y aresucitase de
los muertos al tercer día;
47 y que se predicase en su nombre el aarrepentimiento y la bremisión de pecados en
todas las naciones, comenzando desde Jerusalén.
48 Y vosotros sois atestigos de estas cosas.
49 Y he aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; mas vosotros quedaos
en la ciudad de Jerusalén hasta que seáis investidos con poder de lo alto.
50 Y los llevó fuera hasta Betania y, alzando sus manos, los bendijo.
51 Y aconteció que, mientras los bendecía, se alejó de ellos y fue allevado arriba al cielo.
52 Y ellos, después de haberle adorado, volvieron a Jerusalén con gran gozo;
53 y estaban siempre en el atemplo, alabando y bendiciendo a Dios. Amén.

JUAN CA PÍTU LO 20
María Magdalena, Pedro y Juan hallan la tumba vacía — El Cristo resucitado se aparece a María
Magdalena en el huerto — Se aparece también a los discípulos y muestra Su cuerpo resucitado — Tomás
toca las heridas en las manos, en los pies y en el costado de Jesús — Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios.
1 Y el aprimer día de la semana, María Magdalena fue de mañana al sepulcro, siendo
aún oscuro; y vio quitada la piedra del bsepulcro.
2 Entonces corrió, y fue a Simón Pedro y al otro adiscípulo, a quien amaba Jesús, y les
dijo: Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto.
3 Y salieron Pedro y el otro discípulo y fueron al sepulcro.
4 Y corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro y llegó
primero al sepulcro.
5 E inclinándose a mirar, vio los lienzos puestos allí, pero no entró.
6 Entonces llegó Simón Pedro siguiéndole, y entró en el sepulcro y vio los lienzos
puestos allí,
7 y el asudario que había estado sobre su cabeza, no puesto con los lienzos, sino
enrollado en un lugar aparte.
8 Entonces entró también el otro discípulo que había venido primero al sepulcro, y vio
y creyó.
9 Pues aún no habían entendido la Escritura, que era necesario que él aresucitase de
entre los bmuertos.
10 Y volvieron los discípulos a los suyos.
11 Pero María estaba fuera llorando junto al sepulcro; y mientras lloraba, se inclinó
para mirar dentro del sepulcro;
12 y vio a dos aángeles con ropas blancas que estaban sentados, el uno a la cabecera y el
otro a los pies, donde el cuerpo de Jesús había sido puesto.
13 Y le dijeron: Mujer, ¿por qué lloras? Les dijo: Porque se han llevado a mi Señor, y no
sé dónde le han puesto.
14 Y cuando hubo dicho esto, se volvió y avio a Jesús que estaba allí; pero no sabía que
era Jesús.
15 Jesús le dijo: Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, pensando que era el
hortelano, le dijo: Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo lo llevaré.
16 Jesús le dijo: ¡María! Volviéndose ella, le dijo: ¡Raboni!, que quiere decir, Maestro.
17 Jesús le dijo: aNo me toques, porque aún no he subido a mi bPadre; pero ve a mis
hermanos y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios.
18 Fue María Magdalena entonces a dar las nuevas a los discípulos de que había visto
al Señor y que él le había dicho estas cosas.
19 Y al atardecer de aquel día, el primero de la semana, y estando las puertas cerradas
donde los discípulos estaban reunidos por miedo a los judíos, vino Jesús, y se puso en
medio y les dijo: ¡aPaz a vosotros!
20 Y cuando hubo dicho esto, les mostró las amanos y el costado. Y los discípulos se
regocijaron al ver al Señor.
21 Entonces Jesús les dijo otra vez: ¡Paz a vosotros! Como ame envió el Padre, así
también yo bos envío.
22 Y cuando hubo dicho esto, sopló y les dijo: Recibid el Espíritu Santo.
23 A los que aperdonéis los pecados, les serán perdonados; y a quienes se los retengáis,
les serán retenidos.
24 Pero Tomás, uno de los doce, llamado el Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús
vino.
25 Le dijeron, pues, los otros discípulos: ¡Hemos visto al Señor! Y él les dijo: Si no veo
en sus manos la señal de los clavos, y meto mi dedo en el lugar de los clavos y meto
mi mano en su costado, no creeré.
26 Y ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás.
Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y dijo: ¡Paz a vosotros!
27 Luego le dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo y mira mis manos; y acerca acá tu mano
y aponla en mi costado; y no seas incrédulo, sino bcreyente.
28 Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío y Dios mío!
29 Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, has creído; abienaventurados los que no
vieron y creyeron.
30 Y también hizo Jesús muchas otras aseñales en presencia de sus discípulos, las
cuales no están bescritas en este libro.
31 Pero estas se han escrito para que acreáis que Jesús es el bCristo, el Hijo de Dios, y
para que, creyendo, tengáis cvida en su dnombre.

1 Cor. 15:20–22
20 Pero ahora Cristo ha resucitado de entre los muertos; y llegó a ser aprimicias de los
que durmieron.
21 Porque por cuanto la amuerte entró por un hombre, también por un hombre
la bresurrección de los muertos.
22 Porque así como en aAdán todos mueren, así también en bCristo todos
serán cvivificados.
6 Cosas Asombrosas Que Quizá No Sabías Sobre La Resurrección
La doctrina de la resurrección parece ser, a primera vista, bastante simple.
Cristo fue crucificado, resucitó al tercer día y así hizo posible la esperanza de la
resurrección para todos nosotros.
¿No suena nada complejo, verdad?
Desde esa perspectiva, quizás no lo sea. Sin embargo, cuando se analiza más
detenidamente el concepto de la resurrección, surgen preguntas interesantes e
intrigantes sobre cómo funciona y lo que implica dicho suceso. Aquí te comparto 6
puntos interesantes para reflexionar sobre la doctrina de la resurrección.
1. ¿Resucitaremos con el mismo cuerpo que tuvimos en la
vida mortal?
Toda la materia de nuestro cuerpo cambia a nivel atómico y celular diariamente.
La respuesta a esta pregunta es relativa y depende de lo que entendamos por “el
mismo cuerpo”.
Si pensamos que “el mismo cuerpo” es la misma materia que compuso nuestro
cuerpo durante la mortalidad, entonces la respuesta es un rotundo no.
Toda la materia de nuestro cuerpo cambia a nivel atómico y celular diariamente, de
modo que prácticamente todas las formas de vida están constantemente perdiendo,
ganando e intercambiando materia entre sí.
Por ejemplo, cuando comemos carne de res, incorporamos a nuestro cuerpo una
multitud de átomos que antes formaban parte del cuerpo de otros seres vivos.
Cuando morimos, volvemos a la tierra, y tarde o temprano, la materia que conformará
nuestro cuerpo pasará a formar parte de otros seres vivos, siguiendo el principio
científico básico de que en el universo nada se pierde ni se gana, todo se transforma.

Un cuerpo resucitado es inmortal y perfecto.


Por otro lado, resucitar con el “mismo cuerpo” también puede tomarse como una
referencia a nuestra apariencia física durante la mortalidad, aun así, no podemos
asegurarnos de que sea algo literal.
¿Por qué no?
Porque aunque algunos pasajes de las Escrituras, como Doctrina y Convenios 88:28,
indican que al menos los seres celestiales resucitarán con “el mismo cuerpo que fue
el cuerpo natural”, otros pasajes, por otro lado, indican que los cuerpos resucitados
sufrirán algunas modificaciones físicas.
Un cuerpo resucitado es inmortal (Alma 11:45), perfecto (Alma 11:43), hermoso,
glorioso y sin ninguna imperfección mortal (Apocalipsis 21:4).
Por lo tanto, la donación de órganos, la cremación o cualquier acción que afecte
nuestros cuerpos carecen de relevancia en el evento de la resurrección.
2. La edad del cuerpo resucitado
Los niños seguirán creciendo hasta alcanzar la plenitud sus espíritus.

La apariencia de un cuerpo resucitado en cuanto a su edad es evidente en diferentes


declaraciones de líderes de la Iglesia. Joseph Fielding Smith habló sobre la apariencia
física de los adultos y declaró:
“Tenemos razones para creer que la apariencia de la vejez desaparecerá y el cuerpo
será restaurado con la plena fuerza de la masculinidad y la feminidad. Los niños
resucitarán como niños, porque no hay crecimiento en la tumba. Los niños seguirán
creciendo hasta alcanzar la plenitud de sus espíritus”.

El élder Dallin H. Oaks, de la Primera Presidencia, reforzó este punto al afirmar:


“¡Qué reconfortante es saber que todos los que hayan tenido alguna desventaja en la
vida debido a defectos de nacimiento, a heridas mortales, a enfermedades o al
deterioro natural debido a la edad, resucitarán en ‘su propia y perfecta forma’”.

3. La expiación proporcionará la resurrección de todas las


formas de vida creadas
Toda criatura en la Tierra será redimida de la muerte.
La expiación de Cristo tiene tanto un efecto “salvador” como “redentor”.
Sin embargo, dado que los animales no tienen conocimiento del bien y del mal, son
incapaces de arrepentirse o cometer pecados y, por lo tanto, no necesitan redención
de la muerte espiritual. Están sujetos a la muerte física, que solo puede ser vencida
mediante el poder de la expiación de Jesucristo.
El presidente Joseph Fielding Smith declaró al respecto:
“Es una noción muy inconsistente, sostenida por algunos, que la resurrección vendrá
solo para las almas humanas, que los animales y las plantas no tienen espíritu y, por
lo tanto, no serán salvados por el sacrificio del Hijo de Dios, y, en consecuencia, no
están destinados a la resurrección”. (Answers to Gospel Questions, 5:7)
Joseph Fielding Smith. Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos
Días
El presidente Smith también enseñó lo siguiente:
Toda criatura en la Tierra, ya sea hombre, animal, pez o ave, u otra criatura que el
Señor haya creado, está redimida de la muerte en los mismos términos en que el
hombre está redimido (…) están destinados a su redención y duración
eternas”. (Doctrina de Salvación 2:392)
Bruce R. McConkie atestiguó este hecho afirmando que “nada es más absolutamente
universal que la resurrección” (Bruce R. McConkie, “Resurrection”) y que “toda
criatura viviente será resucitada” y que así “como en Adán todos mueren, así también
en Cristo todos serán vivificados” (1 Corintios 15: 22).
4. Nuestro cuerpo resucitado reflejará el reino de gloria que
heredaremos
“Vosotros los que seáis vivificados por una porción de la gloria celestial recibiréis
entonces de ella”.
Otro punto curioso relacionado a la resurrección es el hecho de que nuestros cuerpos
resucitados “nos juzgarán”, lo que indica claramente qué grado de gloria heredaremos
en el día del juicio.
Doctrina y Convenios 88: 28-31 evidencia este principio al afirmar:
“Aquellos que son de un espíritu celestial recibirán el mismo cuerpo que fue el cuerpo
natural; sí, vosotros recibiréis vuestros cuerpos, y vuestra gloria será aquella por
medio de la cual vuestro cuerpo sea vivificado
Vosotros los que seáis vivificados por una porción de la gloria celestial, recibiréis
entonces de ella, sí, una plenitud.
Y los que sean vivificados por una porción de la gloria terrestre, recibirán entonces de
ella, sí, una plenitud.
Y también los que sean vivificados por una porción de la gloria telestial, recibirán
entonces de ella, sí, una plenitud”.
5. La resurrección de los Hijos de Perdición
El Señor tiene preparado un lugar especial para los Hijos de perdición.
Las Escrituras y los profetas tanto antiguos como modernos son claros al enseñar que
todos los seres humanos, sin excepción, serán resucitados y comparecerán para ser
juzgados. La diferencia radica en que los Hijos de Perdición resucitarán con
cuerpos no glorificados (Hijos de Perdición).
El destino final de los espíritus y cuerpos resucitados de los Hijos de Perdición, sin
embargo, no está exactamente claro y la Iglesia no tiene una posición oficial sobre el
tema.
En relación con este asunto, al menos dos perspectivas diferentes se han compartido
mediante los líderes de la Iglesia.
Una de ellas expresa que los Hijos de Perdición “reinarán” en las tinieblas de afuera
con un cuerpo resucitado (Manual de Instituto de Doctrina y Convenios), mientras que
la otra enseña que después de ser juzgados, los Hijos de Perdición tendrán un cuerpo
físico y espiritual descompuesto y desorganizado, perdiendo así su identidad como si
nunca hubieran existido ( “Journal of Discourses” 7:57 pág. 58, Brigham Young, 27 de
junio de 1858).
6. La resurrección es una ordenanza que requiere las llaves
pertinentes
La resurrección será para todos los seres vivientes. Imagen: Canva
Otro concepto sorprendente que diversos líderes de la Iglesia han enseñado sobre
este
tema es que la resurrección no es solo un evento, sino una ordenanza del evangelio
que
debe llevarse a cabo con las llaves del sacerdocio que aún no están disponibles
en esta
vida, como el presidente Spencer W. Kimball en “Our great potential”.
Brigham Young proporcionó un contexto más amplio sobre este tema, enseñando que
los seres resucitados serán ordenados por aquellos que poseen las llaves de la
resurrección para resucitar a sus familiares y a otros Santos, un evento que ocurrirá
en una cadena exponencial hasta que todos los seres mortales finalmente hayan
resucitado (“Increase of Saints Since Joseph Smith’s Death”
en “Journal of Discourses”, Brigham Young, 24 de agostos de 1872).

1 Cor. 15:20–22
20 Pero ahora Cristo ha resucitado de entre los muertos; y llegó a ser aprimicias de los
que durmieron.
21 Porque por cuanto la amuerte entró por un hombre, también por un hombre
la bresurrección de los muertos.
22 Porque así como en aAdán todos mueren, así también en bCristo todos
serán cvivificados.
Conclusión

La resurrección de Cristo es uno de los elementos más importantes para los


cristianos.
En resumen, la resurrección de Cristo es uno de los elementos más importantes en
toda la historia del cristianismo y del mundo.
Durante más de dos mil años, los detractores han negado su realidad y, en muchos
casos, han atribuido otros significados a este evento.
Un día, las personas que estén en contra del Salvador de la humanidad sentirán el
profundo pesar de sus pecados, desearán deshacer las malas elecciones del pasado
y sentirán el amargo sabor de perder a las personas que aman. En aquel día,
comprenderán por qué necesitan un Salvador.
Recordemos la resurrección de Jesús por Su sepulcro vacío, el amanecer glorioso y
la esperanza de redención para todos los hijos e hijas de Dios.

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