S13- SISTEMA DE JUSTICIA EN EL NIÑO Y EL ADOLESCENTE

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PROGRAMA

DE ESTUDIOS DE DERECHO
2023 - I
Curso: Derecho de Familia, Niños y
Adolescentes
Docente: Brigitte Antezana Chinquillo
Semestre: 2023 - I
Ciclo: III
DERECHO DE
FAMILIA, NIÑOS Y
ADOLESCENTES
• DOCENTE: BRIGITTE ANTEZANA CHINQUILLO
SEMANA 13
SESIÒN 25 - 26

• LA JUSTICIA RESPECTO AL
NIÑO Y EL ADOLESCENTE
LA CONVENCIÓN DE LOS DERECHOS DEL NIÑO
El 20 de noviembre de 1989, en su 61 sesión
plenaria, la Asamblea General de las Naciones Unidas
aprueba la convención sobre los derechos del niño y
abre a la firma, ratificación y adhesión de los países. No
había transcurrido ni dos meses y medio de su
aprobación, y el 26 de enero de 1990 la convención era
firmada por 61 países. La convención reconoce la
vulnerabilidad de los niños (estado de necesidad natural)
y plantea sus derechos civiles, políticos, económicos,
sociales y culturales como elementos de un conjunto de
disposiciones interdependientes.
Reconoce a los niños como sujetos con necesidades que
evolucionan con la edad y la madurez, dándoles el derecho a
participar en las decisiones que afectan tanto su presente como
su futuro. Esta convención reconoce cuatro grandes derechos de
los niños: Derecho de supervivencia; esto es, niveles de vida
adecuados y acceso a servicios médicos. Derecho al desarrollo;
que incluye educación acceso a la información, al juego y el
tiempo libre, a las actividades culturales y el derecho a la libertad
de pensamiento, de conciencia y de religión. Derecho a la
protección; cubre todas las formas de explotación y crueldad,
separación arbitraria de la familia, y abusos en el sistema de
justicia criminal. Derecho a la participación; libertad de expresar
opiniones y poder manifestarse en cuestiones que afectan la
propia vida.
El 3 de agosto de 1990, con resolución
legislativa 25278 la Convención fue aprobada por
el Congreso de la República y se convierte en el
primer instrumento jurídico en el que se reconoce
el principio trascendente del interés superior del
niño, como norte y guía para cualquier decisión
que afecte a la infancia.
Al ratificarse la Convención sobre los
derechos de los niños, estos derechos pasan a ser
una responsabilidad del Estado y de la sociedad
civil.
CUMBRE MUNDIAL A FAVOR DE LA INFANCIA
El 29 y 30 de setiembre de 1990 se reunieron en
Nueva York, cerca de 60 jefes de Estado y de Gobierno de
todo el mundo y suscribieron una declaración mundial sobre
la supervivencia, la protección y el desarrollo del niño, en la
que se comprometieron solemnemente a atribuir alta
prioridad a los derechos del niño, a su supervivencia, su
protección y su desarrollo. Se comprometieron a aplicar un
programa de 10 puntos con el objeto de proteger los
derechos de los niños y mejorar sus condiciones de vida:
Ratificación y aplicación de la convención sobre los
derechos del niño.
- Mejorar las condiciones de salud de los niños, fomentar la atención prenatal y
reducir la mortalidad de niños menores de 5 años.
- Lograr un crecimiento y un desarrollo óptimo de los niños con medidas para
erradicar el hambre y la desnutrición.
- Fortalecer la función y la condición de la mujer; a fomentar la planificación
responsable del tamaño de la familia.
- Respecto a la contribución de la familia el establecimiento de medidas para el
cuidado de los niños.
- Establecer programas encaminados a reducir el analfabetismo y ofrecer
oportunidades de educación a todos los niños.
- Mejorar la situación de los niños que viven en circunstancias especialmente
difíciles.
- Establecer medidas para la protección del medio ambiente.
- Lucha contra la pobreza; lo que se reflejaría de inmediato en un mayor bienestar
para los niños. Esta cumbre mundial, solicita entre otras colaboraciones, la
de los 18 mismos niños para que participen en esta tarea.
PLAN NACIONAL POR LA INFANCIA DE 1992-1995
El 20 de noviembre de 1992 se expide el Decreto Supremo
090-92 PCM, por el cual se aprueba el plan nacional de acción por
la infancia de corto plazo 1992 y mediano plazo 1992 - 1995; en el
que se establece tres grandes objetivos relacionados con la
supervivencia, la protección y el desarrollo de la infancia peruana:
• Objetivos de supervivencia ;
- Reducir la tasa de mortalidad infantil de 80 a 60 por mil nacidos
vivos en 1995; reducir la mortalidad de menores de 5 años de
119 a 90 por mil nacidos vivos en 1995.
- Reducir la mortalidad materna de 303 a 220 por 100 mil nacidos
vivos en 1995. Ampliar el acceso al agua segura y a la
disposición adecuada de excretas.
• Objetivos de desarrollo:

- Reducir los niveles de desnutrición grave y moderada en


menores de 5 años.
- Universalizar la educación básica y primaria.
- Reducir la tasa de analfabetismo adulto.
• Objetivos de protección:

- Mejorar la protección de los menores en circunstancias


especialmente difíciles.
En la década del 80, casi todas las legislaciones latinoamericanas
referidas a los infantes aún seguían la doctrina de la situación irregular del
menor; y es en el Brasil con el Estatuto del Niño y Adolescente (Estatuto da
crianza e do adolescente) en donde el 13 de julio de 1990 se deja atrás la citada
doctrina, para incorporar nuevos principios que ya habían sido recogidos en la
Convención de los derechos del niño. La doctrina de la situación irregular se
caracteriza por lo siguiente:
- Se considera al menor como un problema por vencer.
- El menor es objeto del derecho; su incapacidad natural, lo convierte en un ser
digno de compasión.
- Indistinción entre abandonados moral o materialmente, infractores de la ley, e
incluso los de deficiencia física o mental.
- Facultad discrecional de la magistratura especializada, para la declaración de
abandono moral o material.
- Legislación represiva.
- Carencia de políticas sociales a favor de los infantes.
En realidad, situación irregular, es una forma o estado de
vida del infante, y que llega a él por deficiencias condenables de
la sociedad. No escudriñar cuales eran las causas, y atacar sólo
los efectos, desembocó en una población infantil, que en gran
número se vio condenada a no gozar de un desarrollo adecuado.
Es pertinente dictar medidas para aquellos menores que
requieren reeducación, pero también lo es el de legislar para
obligar a los adultos para superar aquellas condiciones de vida
que influyen negativamente en el infante.
A decir de Emilio García Méndez «la esencia de esta
doctrina se resume en la creación de un marco jurídico que
legitime una intervención estatal discrecional y omnipotente,
sobre esta suerte de producto residual de la categoría infancia
constituida por el mundo de los menores».
Los objetivos deseados por esta doctrina, como eran la
protección y resocialización, han fracasado, y como muestra de
ello debemos referirnos a los indicadores peruanos, en lo que
atañe a los considerados niños de la calle, trabajadores
infantiles, adolescentes infractores y demás. Esta doctrina
inspiró al Código de Menores de 1962, cuya normatividad estaba
referida principalmente a esta categoría de infantes con
limitadas, mínimas posibilidades de desarrollo, dadas las
circunstancias adversas en que se encontraban. Considerar al
menor como problema, como objeto pasible de programas de
asistencia por su incapacidad natural, condujo a la adopción de
medidas principalmente de institucionalización de estos
menores. Posteriormente se pudo comprobar que estas medidas
fueron inoperantes, ineficaces y, por qué no decirlo, fracasaron.
Ahora bien, transitar de la doctrina de situación
irregular a otra que comprenda su atención integral, supone
incorporar nuevos principios, nuevas directrices, las cuales,
por su misma gravitación podrían ir creando una nueva
doctrina en torno al infante. Estos principios a incorporar
podrían resumirse en los siguientes: niño sujeto, no objeto;
interés superior del infante; considerar situaciones
especiales que dificultan o impiden su desarrollo;
participación de la sociedad civil en el desarrollo del
infante; conversión de las necesidades de los infantes en
derechos y justicia especializada y, por qué no, abandonar
el término menor.
PRINCIPIOS DE LA DOCTRINA DE ATENCIÓN INTEGRAL
DEL INFANTE
• Niño sujeto, no objeto:
Por muchos años se consideró al niño como un ser que, por
su debilidad natural, era vulnerable, y al cual por ese estado de
necesidad que atravesaba debía ser materia de protección,
amparo, socorro. Se le trató como objeto de programas que el
Estado debía llevar a cabo; no se pensó en él como persona que
tiene derechos propios, y que según su desarrollo evolutivo podía
ser considerado como agente de su propio desarrollo. La
incapacidad natural del infante, según la doctrina de la situación
irregular, no le permitía participar como agente con derechos
propios. El niño y adolescente es un ser humano, y como tal con
derechos fundamentales como los tienen los adultos.
El niño evoluciona y en esta fase evolutiva, desarrolla
sus capacidades cognoscitivas, su discernimiento se va
acentuando: puede manifestarse, expresar sus opiniones. El
infante es sujeto de derecho, y como tal hay que tomarlo en
cuenta; esta capacidad de ser sujeto, implica tener derechos
propios, no porque alguien se los haya concedido, sino que
son inherentes a su condición de ser humano, y así la
Convención de los Derechos del Niño y hoy el Código de los
Niños y Adolescentes describe tales derechos que se pueden
resumir en lo siguiente: supervivencia, desarrollo, protección y
participación. En lugar de que el infante sea visto como un
simple receptor o beneficiario de la asistencia social, debe ser
concebido como un sujeto de derecho frente al Estado y la
sociedad.
• Interés superior:
En el pasado, medidas que se referían a los menores,
no fueron consideradas como centro de atención, en un
orden prioritario, sino que, por el contrario, la infancia fue
considerada como uno de los tantos problemas que debía
superar la sociedad. La doctrina de situación irregular del
menor, en la generalidad de los casos, tuvo una sola y casi
exclusiva medida y ella fue la institucionalización (se masificó
al niño, perdió su identidad, fue un anónimo); no hubo
políticas claras para ayudar al infante (no sólo a los
irregulares) a fin de que su etapa evolutiva le fuera favorable
y posibilitar, posteriormente, su incorporación a la sociedad
en condiciones positivas.
La doctrina de atención integral del niño y el adolescente
considera como uno de sus más importantes principios el “interés
superior”, el cual implica que cualquier medida, acción, política que
se dé en torno al niño y adolescente debe considerarse en lugar
prioritario, lo que es más conveniente a él, lo que reporta como
beneficio para su formación, lo que más le ayuda; en otras palabras,
antes de considerar cualquier interés, debe priorizarse, preferirse el
interés del niño y el adolescente; su supervivencia, protección y
desarrollo, debe estar por encima (superior) de todo; esto debe
significar que cualquier política, acción normatividad, debe a la par
ser favorable al niño y adolescente, no debe ser rígido, inflexible,
pues más que las políticas y medidas está el niño y el adolescente, y
que tales políticas, normas y acciones, no son un fin por sí mismos,
sino medios que son útiles, en tanto y en cuanto, vayan en favor del
infante.
Este interés superior que debería tornar las normas
que atañen al infante, como normas de orden público (de
obligatorio cumplimiento), deben ser tenidas muy en
cuenta por los creadores de políticas y normas, así como
por los operadores del derecho y ejecutores de tales
políticas. El principio del interés superior establecido por
la Convención y recogido por el Código de los Niños y
Adolescentes, es una exigencia, una obligación y no una
simple recomendación o llamado; es una orientación
que conlleva un mandato para la actuación de las
autoridades de gobierno y la familia.
• Niños y Adolescentes en circunstancias especialmente
difíciles:
La doctrina de la situación irregular del menor, agrupó
en un solo tipo a una variedad de infantes con circunstancias
adversas para su desarrollo; agrupó a los menores
abandonados, en estado de peligro moral, en estado
peligroso, deficientes sensoriales y mentales, lisiados físicos,
con necesidad temporal, y para todos ellos dio una sola
salida, la institucionalización. Sin embargo, obsérvese que
estamos ante una variedad de situaciones, con sus propias
particularidades y características y que en muchos casos
debió motivar medidas administrativas o judiciales diferentes
para cada caso.
Ahora bien, no se trata de ignorar que existen niños o
adolescentes que se encuentran en riesgo, o como lo
llama la Convención en circunstancias especialmente
difíciles, y que al hablar de circunstancias nos referimos a
algo no natural, no inherente a los niños, a condiciones de
vida que los pone en situación de debilidad o como llama
UNICEF, vulnerabilidad que los impide desarrollarse.
Estos niños y adolescentes que se encuentran en
circunstancias especialmente difíciles, son aquellos que
viven con carencias afectivas, sociales, culturales,
materiales y espirituales o por estar padeciendo de
abusos, maltratos, explotación.
Obsérvese que estas circunstancias adversas
pueden dar lugar a que los niños y adolescentes
lleguen a cometer infracciones contra la ley, a los que
en algún momento se les llamó menores de conducta
antisocial y que incluso el Código de Menores de
1962, habló hasta de menores peligrosos; ahora
bien, como es natural, cada una de estas
circunstancias exige medidas especiales para
modificarla a través de políticas adecuadas y
coherentes para lograr el desarrollo de todos los
infantes.
• Participación de la sociedad civil:
Considerar al menor en situación irregular y verlo como
problema, como carga de la sociedad, implicó que las autoridades
aborden el “problema” por la judicialización, esto es, la intervención
del aparato judicial a fin de dictar medidas de “protección” que no
significó otra cosa que recluir al menor. Además, la legislación se
dirigió mayormente o quizás debemos decir exclusivamente, a
regular la situación de aquellos menores con problemas; pero no se
dijo algo respecto a la población infantil en general; no hubo normas
referidas a la prevención, no se reguló en favor del niño en
“situación regular”; a lo mejor por considerar que los deberes de
atención a favor de ellos deberían circunscribirse exclusivamente al
hogar, y no hacer participar al Estado, ni mucho menos a la
sociedad, pues era un problema ajeno a ellos.
Una doctrina de atención integral, debe referirse a los niños
y adolescentes en general, sin desconocer las diferentes
condiciones en que puedan hallarse éstos; al respecto es
ilustrativo lo que reconoce la Convención: “que aunque un niño
esté adecuadamente nutrido (un derecho social), su derecho a
desarrollarse plenamente no está protegido adecuadamente a
menos que también se lo eduque (un derecho cultural y social) y
proteja de ciertas cosas como la detención arbitraria (un derecho
civil) y la explotación en el trabajo (un derecho socio-económico)”.
Es en este contexto que el Código de los Niños y
Adolescentes llama a participar a la sociedad, en una tarea que le
es propia, y que se constituye como un deber de solidaridad
social, y no como una gracia.
Ahora bien, la forma como participa la sociedad, esto es,
los medios o caminos para integrarse al esfuerzo en el
reconocimiento y ejercicio de los derechos de los niños es
variado; así el Código ha creado el sistema nacional de atención
integral del niño y adolescente, en el que deben participar no
sólo el sector público, sino también los entes privados y la
sociedad en general. Este sistema establece el Ente Rector, que
dirige, planea, ejecuta, supervisa todos los planes y programas a
favor de los niños y adolescentes, y en cuyo directorio, hay tres
representantes de la sociedad civil, sin perjuicio de contar con
los representantes de la Iglesia Católica. La sociedad civil entera
está comprometida con este esfuerzo, pues al hacerlo está
luchando por su sobrevivencia y mejores condiciones de vida, en
tanto que potenciar el desarrollo de la niñez, es labrar un futuro
mejor para la misma sociedad.
• Conversión de necesidades en derechos:
Por muchos años se dijo que los menores tenían una serie
de necesidades y que los adultos debíamos de cubrir tales
necesidades. Ahora bien, necesidad es carencia, ausencia, falta,
privación, las mismas que requieren ser atendidas, pero quienes
deben atender estas necesidades, por obvia razón, en primer lugar,
son los padres que han traído al mundo a estos seres, y cuando ellos
faltan o ellos mismos se encuentran en carencia (que es el caso
peruano), pues estas necesidades deberían ser atendidas por la
sociedad. Sin embargo, ¿se puede exigir legalmente la satisfacción de
estas necesidades?, diríamos que no, pues las necesidades se
ubicarían dentro del plano del deber moral y como el incumplimiento
del deber moral no acarrea sanción que no sea la moral, pues
entonces estas necesidades se quedan como se quedaron
insatisfechas por mucho tiempo.
Estas necesidades deberían trascender del plano moral
(sin dejar lo moral) al plano de los derechos, lo cual se logró al
dejar atrás la doctrina de la situación irregular; ello ha significado
que el deber moral que tenía la sociedad para con su población
infantil, se convierta en deber civil, y por lo tanto en capacidad de
demandarse su cumplimiento. El niño y adolescente dejó de ser
considerado como objeto, y a su condición de sujeto exhibe una
serie de derechos propios e inherentes a su calidad de ser
humano, y en tal mérito, en aptitud de que a sus derechos les
corresponda la acción para demandar su cumplimiento. Todo ello
significa que ya no se suplique o implore para que se satisfagan
las necesidades de los infantes, sino que se demande
coercitivamente se cumplan las obligaciones de atención de los
infantes, esto es reconocer y ejecutar sus derechos.
EL SISTEMA DE PROTECCIÓN INTEGRAL DEL NIÑO Y
DEL ADOLESCENTE
En el marco de los derechos del niño como auténticos
derechos humanos surge la “Doctrina de la Protección integral”,
que tiene como principal sustento el reconocimiento del niño y
del adolescente como sujeto de derechos y no como objetos de
tutela jurisdiccional efectiva por parte del Estado Peruano,
cuando se aprecia una vulneración en sus derechos.
Dicha doctrina de la Protección Integral del niño y
adolescente se constituye en una revolución a nivel institucional
en el tratamiento jurídico, social, político y económico del niño y
adolescente, que supera la vieja doctrina de la situación
irregular, que situaba su atención en sólo dos segmentos de la
población infantil:
- La situación de abandono.
- Los menores infractores a quienes se les denominaba los
“antisociales”.
La doctrina de Protección Integral a diferencia de la vieja
doctrina de situación irregular, tiene un doble enfoque de
aplicación a saber:
- Los destinatarios son todos los niños y adolescentes, sin
distinción alguna del Estado Peruano.
- La protección que se brinda a los niños y adolescentes es
integral por parte de las instituciones y en especial la
DEMUNA.
Los derechos del niño han carecido de
reconocimiento jurídico hasta entrado el siglo XX. Han
surgido declaraciones, convenciones, etc., que de una
forma más o menos directa tienden a proteger los
derechos de los niños. Ello ha sido así, por cuanto se
asumió que la infancia está necesitada de una especial
protección, al carecer la comunidad de prácticas y
normas de respeto a los derechos de sus propios niños.
El Niño comienza a ser considerado como un sujeto
cuyos derechos fundamentales deben ser especialmente
protegidos, al entenderse que los abusos producen
graves daños en el menor.
Bajo este contexto, la Convención considera al niño
como sujeto de derecho requiere protección y asistencia
especiales de parte del Estado de derecho, pero también lo
reconoce como sujeto de derechos civiles y libertades, y con
capacidad para participar en la toma de decisiones en los
asuntos relativos a su persona.
Así la Convención sobre los Derechos del Niño es un
tratado internacional sobre derechos humanos que tiene
carácter vinculante por cuanto ha sido ratificado por el Estado
Peruano y en vigor forma parte del derecho nacional, dada a
la teoría monista de los tratados internacionales sobre
derechos humanos que rige nuestro ordenamiento jurídico.
CONVENCIÓN DE LOS DERECHOS DEL NIÑO Y
ADOLESCENTE
Convención sobre los Derechos del Niño y Adolescente (1989). Dicha
medida fue adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas, el
20 de noviembre de 1989; y ratificada por el Estado Peruano, mediante
Resolución Legislativa Nº 25278, el 3 de agosto de 1990.
Se trata del primer instrumento internacional jurídicamente vinculante
que define los derechos humanos básicos dirigidos a los niños y niñas de
todo el mundo, como son los derechos civiles, culturales, económicos,
políticos, sociales y humanitarios.
La Convención entiende por niños y niñas a todas las personas
menores de 18 años de edad. Todos los derechos que se definen en la
Convención son inherentes a la dignidad humana y al desarrollo armonioso
de todos los niños y niñas, pudiendo agruparlos en:
- Principios rectores: Como la no discriminación; el interés superior
del niño; el derecho a la vida, supervivencia y desarrollo; y el
derecho la participación. Estos principios son la base para que
todos los derechos se conviertan en realidad.
- La no discriminación, es el pilar fundamental sobre el cual se
edifica la filosofía de los Derechos Humanos y se erige como
eje para la universalidad de estos derechos.
- "Los Estados partes respetarán los derechos enunciados en la
presente Convención y asegurarán su aplicación a cada niño sujeto
a su jurisdicción, sin distinción alguna, independientemente de la
raza, el color, el sexo, el idioma, la religión, la opinión política o de
otra índole, el origen nacional, étnico o social, la posición
económica, los impedimentos físicos, el nacimiento o cualquier otra
condición del niño, de sus padres o representantes legales".
- Derechos a la supervivencia y desarrollo: Como los
derechos a recibir una alimentación adecuada, a la
vivienda, a la educación, a la salud y a la recreación.
- Derechos a la protección: Como los derechos a no
sufrir malos tratos, a no sufrir abandono, a no ser
explotado, a una protección especial en tiempos de
guerra y a la protección contra los abusos del sistema
de justicia criminal.
- Derechos a la participación: Como los derechos a la
libertad de expresión, a la libertad de opinión, a la
participación, a la información y a la libertad de
asociación.
Al aceptar las obligaciones de la Convención
(mediante ratificación o adhesión), los gobiernos se
comprometen a proteger y asegurar los derechos de la
infancia, siendo responsables de este compromiso ante
la comunidad internacional.
Los estados se encuentran obligados a enmendar y
promulgar leyes y políticas que pongan plenamente en
práctica la Convención, además deben asegurar que
todas las medidas se tomen y respeten el interés
superior del niño. Esta tarea debe contar con la
participación tanto de los gobiernos como de todos los
miembros de la sociedad.
EL INTERÉS SUPERIOR DEL NIÑO
Según Cillero, en cuanto al Interés superior del niño en el marco de
la convención internacional sobre los derechos del niño; El principio del
interés superior del niño no es nuevo y su aparición en el derecho
internacional es tributaria del extenso uso que de este principio se ha
hecho en los sistemas jurídicos nacionales, tanto de cuño anglosajón
como de derecho codificado. El análisis comparado de la evolución de los
derechos de los niños en diferentes sistemas jurídicos revela una
característica uniforme: el reconocimiento de los derechos de los niños
ha sido un proceso gradual desde una primera etapa en que fueron
personas prácticamente ignoradas por el derecho y solamente se
protegían jurídicamente las facultades, generalmente muy discrecionales,
de los padres. Los intereses de los niños eran un asunto privado, que
quedaba fuera de la regulación de los asuntos públicos.
Posteriormente, se observa un aumento en la
preocupación por los niños y se empieza a reconocer que ellos
pueden tener intereses jurídicamente protegidos diversos de sus
padres. En Gran Bretaña esta evolución se reflejará en la
aplicación del derecho de equidad como alternativa al derecho
consuetudinario que sólo consideraba al niño como un
instrumento para el uso de sus padres. Igual trayectoria se
observa en el derecho francés. Esta segunda fase, tiene como
característica principal que el Estado podía asumir en ciertos
casos la tutela del niño o impartir órdenes para su educación,
como ocurría con el Tribunal de la Cancillería que actuaba en
nombre de la Corona británica o disposiciones como la del
Código Napoleónico que permitía que el Tribunal para un mayor
bienestar de los niños pudiera alterar las reglas de custodia de
los hijos en caso de divorcio.
En consecuencia, se puede decir que los intereses
de los niños (y de algún modo una incipiente semilla de
derechos) pasan a ser parte de los asuntos públicos
En América Latina esta evolución se deja ver
también en el derecho de familia, para presentarse con
mucha claridad a partir de la legislación de protección
dictada a comienzos de este siglo. El principio del interés
superior del niño fue uno de los mecanismos para
avanzar en este proceso de considerar el interés del niño
como un interés que debía ser públicamente, y por
consecuencia, jurídicamente protegido.
Con las leyes de menores, especialmente en América Latina, los
niños no fueron suficientemente protegidos de la arbitrariedad privada y
quedaron expuestos a diversas formas de abuso público, antes
desconocidas, debido a la indiferencia de los órganos del Estado hacia la
infancia. Sólo con el proceso iniciado con la Convención en el que los
intereses de los niños se convierten en genuinos derechos, los niños
podrán oponer sus derechos como límite y orientación tanto de la
actuación de los padres, como del Estado. También, la evolución de los
instrumentos internacionales de los derechos de los niños revela la
permanente presencia de la noción de interés superior del niño, ya sea en
la Declaración de Ginebra de 1924 que establecía el imperativo de darle
a los niños lo mejor, o con frases como los "niños primero", hasta la
formulación expresa del principio en la Declaración de los Derechos del
Niño en 1959, y su posterior incorporación, no solo en la Convención
Internacional sobre los Derechos del Niño, sino también, en la
Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación
contra la Mujer (Arts. 5 y 16).
De este breve análisis podemos rescatar que el principio
del interés superior ha evolucionado conjuntamente con el
reconocimiento progresivo de los derechos del niño y que, ahora
que la construcción jurídica de los derechos del niño ha
alcanzado un importante nivel de desarrollo, corresponde que
este principio sea interpretado según este nuevo contexto.
Cuando los niños eran considerados meros objetos
dependientes de sus padres o de la arbitrariedad de la autoridad
el principio fue importante para resaltar la necesidad de
reconocer al niño su calidad de persona; ahora que, al menos en
el plano normativo, se ha reconocido al niño como un sujeto
portador de derechos, el principio debe ser un mecanismo eficaz
para oponerse a la amenaza y vulneración de los derechos
reconocidos y promover su protección igualitaria. El interés
superior del niño está considerado como “principio garantista".
Estos principios como señala Dworkin, son proposiciones
que describen derechos: igualdad, protección efectiva,
autonomía, libertad de expresión, etc, cuyo cumplimiento es una
exigencia de la justicia. Los principios, en el marco de un sistema
jurídico basado en el reconocimiento de derechos, puede decirse
que son derechos que permiten ejercer otros derechos y resolver
conflictos entre derechos igualmente reconocidos.
Entendiendo de este modo la idea de "principios", la teoría
supone que ellos se imponen a las autoridades, esto es, son
obligatorios especialmente para las autoridades públicas y van
dirigidos precisamente hacia (o contra) ellos. En consecuencia,
nada más lejano al sentido de lo que aquí llamamos principio del
interés superior del niño, creer que el interés superior del niño
debe meramente "inspirar" las decisiones de las autoridades.
No, el principio del interés superior del niño lo que
dispone es una limitación, una obligación, una
prescripción de carácter imperativo hacia las
autoridades. En este punto es posible afirmar que lo que
aquí provisionalmente denominamos "principio",
siguiendo a Dworkin, podemos también denominarlo, en
el caso específico del interés superior del niño en la
Convención, como "garantía", entendida ésta última
"como vínculos normativos idóneos para asegurar
efectividad a los derechos subjetivos" en tal sentido
podríamos decir que el interés superior del niño en el
marco de la Convención es un principio jurídico
garantista.
PRIORIDAD DE LAS POLÍTICAS PÚBLICAS PARA LA INFANCIA
En cuanto Interés del niño e interés colectivo, como se ha señalado
reiteradamente, la formulación del artículo tercero de la Convención proyecta
el interés superior del niño hacia las políticas públicas y la práctica
administrativa y judicial. Esto significa que la satisfacción de los derechos del
niño no puede quedar limitada ni desmedrada por ningún tipo de
consideración utilitarista sobre el interés colectivo. Cuando la Convención
señala que el interés superior del niño será una consideración primordial
para la toma de decisiones que le afecten, sugiere que el interés del niño, es
decir, sus derechos no son asimilables al interés colectivo; por el contrario,
reconoce que los derechos de los niños pueden entrar en conflicto con el
interés social o de una comunidad determinada, y que los derechos de los
niños deben ponderarse de un modo prioritario. Una correcta interpretación
del precepto lleva a entender que en todas las decisiones los derechos de
los niños deben primar por sobre otros intereses de terceros que no tienen el
rango de derechos.
Por ejemplo, el derecho a la educación no puede ser
desmedrado por intereses administrativos relativos a la
organización de la escuela, o a los intereses corporativos
de algún grupo determinado. En el caso de conflicto entre
los derechos del niño y los derechos de otras personas,
como por ejemplo en las infracciones a la ley penal, los
derechos del niño deberán tener una primacía no
excluyente de los derechos de los terceros. Es materia de
resolución de cada Estado el grado de prioridad que otorga
a la infancia en un sistema social donde los diversos
grupos "compiten" por recursos escasos, sin embargo, la
Convención exige considerar con alguna prioridad a la
infancia.
LA DEMUNA
De acuerdo a Quiroz y Siccha (2016), Eficacia de la
Demuna de Trujillo en la protección de los derechos del Niño y
Adolescente durante el año 2015; el desarrollo de países con
recursos limitados y escasos está estrechamente vinculado al
bienestar de los niños, niñas y adolescentes, así como también a
la activa participación de sus padres y de los adultos en el
mismo. Por ello, es de vital importancia reforzar la inversión
social, garantizar la igualdad de oportunidades y promover un
desarrollo humano sostenible y sustentable.
En el año 1989, la Asamblea General de las
Naciones Unidas adoptó la Convención sobre los
Derechos del Niño, considerada actualmente como el
instrumento más importante que en materia de derechos
humanos ha aprobado la comunidad internacional. Luego,
muchos gobiernos han manifestado su compromiso con
los acuerdos asumidos en las diferentes conferencias
internacionales sobre los derechos del niño y así se ha
ido formando un consenso internacional sobre la
imperiosa necesidad de formular e implementar políticas
públicas al interior de cada Estado en favor de la infancia
y la adolescencia.
En el Perú, a partir de la década de los 90´, en la cual se
ratificó la convención sobre los derechos del niño, diferentes
organizaciones y personas interesadas en el tema han venido
sosteniendo la importancia de establecer un sistema nacional
para efectivizar los derechos reconocidos. Otro antecedente
importante para este estudio lo constituye la aprobación del
Código de los niños y adolescentes en 1992, norma jurídica que
entró en vigencia en 1993.
Donde se determina que el Ministerio de la Mujer y
Desarrollo Humano (PROMUDEH) sería el órgano central que
dirija, impulse y asesore el Sistema Nacional de Atención Integral
del Niño y el Adolescente, por medio de la Gerencia de
Promoción de la Niñez y la Adolescencia, específicamente la
Oficina de Defensorías.
La Defensoría fue concebida como un servicio del Sistema Nacional
de Atención Integral. De acuerdo al Texto Único ordenado del Código de
los Niños y los Adolescentes, las defensorías funcionan en las
instituciones que se encuentren más cercanas a la población, tales como
en los gobiernos locales (Municipalidades provinciales y distritales),
instituciones públicas (Centros Educativos), instituciones privadas
(Iglesias, Organizaciones sociales de base). La finalidad de las
defensorías es resguardar los derechos que la legislación reconoce a
los niños y a los adolescentes.
En esa línea, la Defensoría Municipal del Niño y Adolescentes
(DEMUNA) se erige actualmente como un servicio encargado de proteger
y promover los derechos de los niños, niñas y adolescentes. Desde el año
1997 está considerada en la Ley Orgánica de Municipalidades como una
función de los gobiernos locales, cuya finalidad principal es promover,
defender y vigilar los derechos que nuestro ordenamiento jurídico
garantiza a este sector vulnerable de la población.
La Defensoría Municipal del Niño y Adolescentes
es un mecanismo alternativo orientado a solucionar
problemas familiares, sin necesidad de iniciar un
proceso judicial. Mediante este medio participa un
tercero (Conciliador), quien permite que las partes
involucradas lleguen a un acuerdo voluntario, que
satisfaga sus intereses, atendiendo al principio del
interés superior del niño. Los acuerdos a los que se
arriba, se plasman en actas de conciliación los cuales
tiene el carácter de título de ejecución siendo de
obligatorio cumplimiento para las partes.
Finalidad de la DEMUNA:
Conforme con lo previamente señalado, la Demuna tiene por
finalidad promover y proteger los derechos de los niños, niñas y
adolescentes. En ese sentido, éstas asumen una función social de
promoción, vigilancia y defensa de los derechos de los niños, niñas y
adolescentes consagrados en la legislación. Asimismo, el Código del Niño y
Adolescente establece que la Demuna puede funcionar en los gobiernos
locales, instituciones públicas, privadas y organizaciones de la sociedad
civil.
Por su parte, el Reglamento del Servicio de Defensoría del Niño y
Adolescente establece que cualquier institución pública, privada,
eclesiástica, civil o comunal podrá organizar el servicio de Defensoría del
Niño y Adolescente, debiendo para ello cumplir con una serie de requisitos.
Dicha institución es denominada Institución Promotora, la misma que
impulsa la creación del servicio de Demuna y de la cual ésta depende
administrativamente.
Facultades de la DEMUNA:
La Demuna tiene la facultad de desarrollar
funciones generales y específicas establecidas en el
Código de los Niños y Adolescentes, la Convención de
las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño, la
Ley de Protección frente a la violencia familiar y en las
normas que se consideren necesarias para el
cumplimiento de sus fines. Para mayor especificidad, el
Código de los Niños y Adolescentes establece las
siguientes funciones propias de la Demuna:
- Conocer la situación de los niños y adolescentes que se encuentran en
instituciones públicas o privadas;
- Intervenir cuando se encuentren amenazados o vulnerados sus derechos para
hacer prevalecer el principio del interés superior.
- Promover el fortalecimiento de los lazos familiares. Para ello puede efectuar
conciliaciones extrajudiciales entre cónyuges, padres y familiares, sobre alimentos,
tenencia y régimen de visitas, siempre que no existan procesos judiciales sobre
estas materias.
- Conocer de la colocación familiar.
- Fomentar el reconocimiento voluntario de la filiación.
- Coordinar programas de atención en beneficio de los niños y adolescentes que
trabajan.
- Brindar orientación multidisciplinaria a la familia para prevenir situaciones críticas,
siempre que no exista procesos judiciales previos.
- Denunciar ante las autoridades competentes las faltas y delitos cometidos en
agravio de los niños y adolescentes.
Asimismo, la Ley N° 27007 y su reglamento facultan a la
Demuna a realizar conciliaciones extrajudiciales con título de
ejecución en materia de alimentos, tenencia y régimen de visitas.
Para tales efectos, la Institución Promotora deberá seguir un
procedimiento para solicitar ante el MIMP la autorización para emitir
actas de conciliación con título de ejecución. Conforme con ello, la
Demuna son autoridades públicas y administrativas a las cuales se
les delega la prestación del servicio público de acceso a la justicia
debido a la limitada capacidad de los órganos jurisdiccionales para
garantizar la protección de los derechos de la niñez y la
adolescencia. Por ende, sus actos producen efectos jurídicos y
pueden ser valorados o exigidos en instancia judicial. Sin embargo,
es preciso indicar que, en la actualidad, no todas las Demuna están
acreditadas para emitir dichas actas.
Los casos que pueden atenderse en la DEMUNA.
- Situaciones que afectan o ponen en riesgo el desarrollo
integral de los hijos (actuar con negligencia, no preocuparse
por la salud, educación y bienestar de los niños, dejarlos
solos, la falta de vigilancia y exposición a accidentes, etc.).
- Incumplimiento de la obligación de alimentos y cuidarlos.
- Dar a los niños ejemplos inadecuados de vida, así como
órdenes, consejos o ejemplos que los corrompan.
- Permitir la vagancia de los niños o dedicarlos a la mendicidad.
- Abuso del derecho a corregir a los hijos empleando el castigo
físico o el insulto como forma de educación o disciplina.
En estos casos la DEMUNA puede intervenir
para propiciar que los adultos cumplan con sus
deberes, estableciendo normas de conducta,
ofreciendo conserjería y orientación que ayuden a
que los miembros de la familia se relacionen
armónicamente
Estándares de Cumplimiento Adecuado de las
Funciones de la Demuna:
El ordenamiento jurídico peruano establece pautas
básicas que deben ser cumplidas para asegurar el
correcto funcionamiento y una real consecución de los
fines de la DEMUNA.
Un primer texto normativo a considerar es el
Reglamento del Servicio de Defensoría del Niño y el
Adolescente que establece que, para su instalación y
funcionamiento, la Demuna debe cumplir con los
siguientes requisitos:
- Plan de trabajo orientado a cumplir con los fines y funciones
reconocidas en el Código de los Niños y Adolescentes.
- Organigrama que permita visualizar la ubicación del servicio de
Demuna al interior de la institución u organización que la
promueve, así como la organización interna de la Demuna.
- Espacio físico de fácil acceso que permita la adecuada
atención de casos.
- Relación de miembros que integran la Demuna con información
de cada uno de ellos.
- Reglamento interno que norma el funcionamiento del servicio
de Demuna a registrarse.
- Copia del documento que acredite la capacitación de los
miembros que integran la Demuna.
VIDEO

¿CUÁLES SON LAS FUNCIONES DE LA DEMUNA?


• https://www.youtube.com/watch?v=noLIVb8mDXU

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