RAUL ALFONSIN

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Raúl Alfonsin

Raúl Ricardo Alfonsín (Chascomús, provincia de Buenos Aires, 12 de marzo de


1927-Buenos Aires, 31 de marzo de 2009) fue un abogado, político, estadista y promotor de
los derechos humanos argentino. Fue concejal, diputado provincial, diputado nacional,
senador nacional y presidente de la Nación Argentina entre 1983 y 1989.2​Se destacó como
dirigente de la Unión Cívica Radical y de la Unión Cívica Radical del Pueblo. También se
desempeñó como vicepresidente de la Internacional Socialista.3​Muchos sectores lo
reconocen como «el padre de la democracia moderna en Argentina».

En 1983, tras las elecciones presidenciales, asumió el cargo de presidente de la Nación,


con el cual finalizó la dictadura cívico-militar autodenominada Proceso de Reorganización
Nacional. Fue también el fin de los golpes de Estado en Argentina exitosos, ya que no hubo
nuevas interrupciones al orden constitucional desde entonces, aunque hubo que esperar
hasta 1990 para que terminaran los levantamientos militares. La gestión de Alfonsín es
conocida principalmente por la realización del Juicio a las Juntas, así como también por el
Tratado de paz y amistad entre Argentina y Chile y los acuerdos con Brasil que llevaron a la
formación del Mercosur. En 1985 recibió el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación
Internacional «en consideración a las dificultades de la transición política, al hacerse cargo
del gobierno de la República Argentina tras una guerra de dramáticas consecuencias».

Alfonsín inició su gobierno con la consigna «con la democracia se come, se cura y se


educa». Su política económica estuvo marcada por una deuda externa muy alta que entró
en default en 1988, una alta inflación que pasó a hiperinflación el 14 de mayo de 1989​y una
economía estancada que se redujo de un PBI de 103.000 millones de dólares en 1983, a
76.000 millones de dólares en 1989.
En el ámbito laboral, el gobierno de Alfonsín no habilitó la negociación colectiva de los
salarios, estableció los aumentos salariales por decreto y se enemistó tempranamente con
los sindicatos y la Confederación General del Trabajo (CGT) al sostener que existía un
«pacto sindical-militar», mantener vigente la ley sindical de la dictadura -que entre otras
cosas prohibía a la CGT-, e intentar, apenas 7 días después de llegado al poder, la
aprobación de una Ley de Reordenamiento Sindical (llamada Ley Mucci, por el ministro de
Trabajo Antonio Mucci) que, con el objetivo declarado de “democratizar” las entidades
sindicales, establecía la obligación de incluir a las minorías en las comisiones directivas y
limitaciones para las reelecciones. Desde la CGT, partidos de oposición y las agrupaciones
de abogados laboralistas, se reprochaba que esta reforma no había sido consultada con los
sindicatos, tal como exigen las normas de la Organización Internacional del Trabajo, y que
las limitaciones que se le pretendían imponer a los sindicatos no regían para las demás
asociaciones de derecho privado, ni respetaban el principio de autonomía estatutaria. El
proyecto obtuvo media sanción en Diputados en la noche del 10 al 11 de febrero de 1984,
pero el 14 de marzo del mismo año fue tratado en el recinto del Senado y rechazado por un
solo voto, resultando definitorio el voto negativo de Elías Sapag, del Movimiento Popular
Neuquino. Desde ese momento, el gobierno de Alfonsín vivió un fuerte conflicto con los
sindicatos –incluidos 13 paros generales y más de 4.000 huelgas sectoriales- hasta 1988,
cuando el gobierno Alfonsinista aceptó dialogar con el sindicalismo.. ​Mucci renunció a su
cargo y fue designado embajador en Ecuador. Juan Manuel Casella, ministro de Trabajo
luego de la renuncia de Mucci, consideró que se trató de un «error táctico» de Alfonsín «no
sentarse a conversar con los sindicatos antes de mandar el proyecto» ya que «los dirigentes
sindicales pudieron sentirse agredidos sin una conversación previa»..​Entregó el mando al
justicialista Carlos Menem en 1989 en forma anticipada,​en medio de un proceso
hiperinflacionario.

Tras dejar la presidencia realizó el Pacto de Olivos con Menem, que permitió la realización
de la reforma constitucional argentina de 1994. Unos años después participó en la
formación de la Alianza por el Trabajo, la Justicia y la Educación, que llevó al gobierno a
Fernando de la Rúa. Ejerció brevemente como senador por la provincia de Buenos Aires
entre 2001 y 2002, cuando renunció a su banca, no volviendo a ocupar cargos electos.
Falleció el 31 de marzo de 2009 debido a un cáncer de pulmón. Se decretaron tres días de
duelo nacional y miles de personas concurrieron a la ceremonia de entierro, que mantuvo su
féretro en el Congreso y luego lo trasladó al Cementerio de la Recoleta.

Alfonsín abandonó la presidencia con su popularidad en descenso debido a los malos


resultados económicos de su gestión y las leyes de impunidad que impulsó para impedir el
enjuiciamiento de los crímenes de lesa humanidad cometidos en la última dictadura.16​Sin
embargo, su imagen personal se vio en gran medida rehabilitada con los años,16​y muchos
sondeos y estudios posteriores encuentran que la opinión pública argentina en general
califica positivamente su figura entre los distintos presidentes de la historia argentina. Una
encuesta de 2018, que evaluaba el desempeño de las presidencias posteriores a la
restauración de la democracia, ubicó a Alfonsín en primer lugar.​

Infancia y juventud

Casa de Alfonsín desde el año 1957 en Chascomús, donde vivió con su familia. En la
actualidad es un Hotel Museo para visitar.
Alfonsín nació el día sábado 12 de marzo del año 1927 en la ciudad bonaerense de
Chascomús, localidad dedicada a la agricultura y ganadería a 120 km al sur de la ciudad de
Buenos Aires. Fue el mayor de los seis hijos de Raúl Serafín Alfonsín Ochoa (12 de octubre
de 1899-20 de julio de 1964) y Ana María Foulkes Iseas (22 de agosto de 1906 - 14 de julio
de 2003). Su padre era un reconocido comerciante minorista radicado en Chascomús. Era
descendiente de españoles y afromestizos18​por línea paterna —su abuelo paterno, Serafín
Alfonsín Feijóo (1857-1933), era un migrante gallego oriundo de Pontevedra—19​. Por otro
lado, su madre tenía ascendencia galesa y malvinense por sus abuelos paternos Ricardo
Foulkes Logdon (1847-1923) y María Elena Ford McViccar (1856-1937), respectivamente, y
vasca por su abuela materna, Dominga Etchegoyen Galarreborda (1855-1935).20​

Realizó sus estudios primarios en la Escuela Normal Regional de Chascomús y los estudios
secundarios en el Liceo Militar General San Martín, de donde egresó con el grado de
subteniente de reserva. Tuvo como compañeros de clase a Leopoldo Fortunato Galtieri y
Albano Harguindeguy.21​

Estudió Ciencias Jurídicas en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires


recibiéndose de abogado en 1950.

El 4 de febrero de 1949, poco antes de cumplir 22 años, se casó con María Lorenza
Barreneche (1926-2016) con quien tuvo 6 hijos: Raúl Felipe, Ana María, Ricardo Luis,
Marcela, María Inés y Javier Ignacio Alfonsín Barreneche, nacidos en 1949, 1950, 1951,
1953, 1954 y 1956, respectivamente. De todos ellos, Ricardo Luis Alfonsín es el único que
se dedica a la actividad política, habiendo sido candidato a presidente.

Desde el año 1957 vivió con su familia en la casa ubicada en calle Lavalle 227 frente al
Banco Nación de Chascomús. Donde también ejerció su profesión de abogado y periodista.

Inicios
En 1950 comenzó su actuación política en el Movimiento de Intransigencia y Renovación de
la Unión Cívica Radical, en Chascomús, donde participó de la fundación del diario El
Imparcial.

En 1954, a la edad de 27 años, fue elegido concejal en Chascomús, una ciudad donde la
UCR vencía al peronismo, y en 1955 fue encarcelado por la Revolución Libertadora. En
1958 fue elegido diputado provincial en la Provincia de Buenos Aires y diputado nacional
durante el gobierno radical de Arturo Illia entre 1963 y 1966, en el cual fue vicepresidente
del Bloque de Diputados Nacionales de la Unión Cívica Radical del Pueblo (UCRP).
Finalmente, en 1965 fue elegido presidente del Comité Provincia de Buenos Aires de la
UCRP.

El 17 de noviembre de 1966 durante la dictadura militar del general Juan Carlos Onganía
fue detenido por un breve tiempo, por haber reabierto el Comité de la Provincia 22​

Movimiento de Renovación y Cambio

Alfonsín en 1963, en épocas de la campaña para la fórmula Illia-Perette.


A partir de la instalación de la Revolución Argentina, una dictadura militar de tipo
permanente, Alfonsín estrechó sus contactos con los sectores de centro-izquierda, como el
socialismo dirigido por su amigo Guillermo Estévez Boero, y comenzó a desarrollar, desde
la Provincia de Buenos Aires, un pensamiento socialdemócrata dentro del radicalismo que
tendría un considerable impacto en la juventud. En aquel primer núcleo alfonsinista se
encontraban Bernardo Grinspun, Roque Carranza, Germán López, Raúl Borrás, entre otros.

Con la política prohibida y una situación internacional conflictiva, la juventud progresista


argentina se vio frente a la opción concreta de sumarse a la lucha armada. Alfonsín rechazó
expresamente la lucha armada como camino de progreso social, que adoptaron por
entonces algunos grupos católicos, nacionalistas, peronistas y de izquierda, para ofrecer a
un amplio sector de la juventud un canal pacífico de militancia de centro-izquierda. El
alfonsinismo apoyó la consigna “Elecciones libres y sin proscripciones”, como alternativa a
“Ni golpe ni elección: revolución”. La actividad política vedada obligó a Alfonsín a expresar
su oposición a la dictadura y difundir sus argumentos a través de su actividad periodística:
fue columnista de la revista Inédito -que dirigía el radical de Avellaneda y periodista Mario
Monteverde- bajo el seudónimo de Alfonso Carrido Lura.

Los jóvenes radicales de la Junta Coordinadora Nacional (fundada en 1968) y Franja


Morada, que habían mantenido una militancia activa contra la dictadura militar, comienzan a
acercarse a Raúl Alfonsín. Entre aquellos jóvenes radicales se encontraban Luis Cáceres,
Sergio Karakachoff, Federico Storani, Leopoldo Moreau, Marcelo Stubrin, Adolfo Stubrin,
Enrique Nosiglia, Juanjo Cavallari, Facundo Suárez Lastra, Gabriel Martínez, Carlos Muiño,
Jesús Rodríguez, Ricardo Lafferriere, entre otros.24​

De este modo el alfonsinismo comenzó a definirse como línea interna progresista frente al
balbinismo-unionismo que expresaban una actitud conservadora dentro de la Unión Cívica
Radical.

En septiembre de 1972, en Rosario, se creó el Movimiento Renovador Nacional,


reclamando un programa de carácter nacional, popular, democrático y liberador, y
proclamando a Raúl Alfonsín como precandidato presidencial en las internas de la UCR. En
las elecciones internas de la provincia de Buenos Aires, el 7 de mayo de 1972, se impuso el
balbinismo-unionismo con 44.113 votos contra 29.939 del alfonsinismo. El 16 de junio
Balbín es reelegido presidente del Comité Nacional radical. El 26 de noviembre las internas
para elegir fórmula: Balbín-Gamond 160.767 votos contra 121.548 de Alfonsín-Storani.
Diversas fuerzas de izquierda tratan que Alfonsín abandone la UCR y encabeza una fórmula
combativa. Incluso el Partido Revolucionario de los Trabajadores, que dirige la guerrilla
Ejército Revolucionario del Pueblo, propone en reunión secreta de Benito Urteaga con Raúl
Borrás, la fórmula Alfonsín-Agustín Tosco, el secretario general de Luz y Fuerza de
Córdoba, marxista y uno de los líderes de la CGT cordobesa. Alfonsín rehúsa.

En 1973, la Unión Cívica Radical perdió las elecciones ante Juan Domingo Perón. Poco
después, en mayo, Alfonsín amplió la extensión del sector que conducía para crear el
Movimiento de Renovación y Cambio, con una posición sumamente crítica a la estrategia de
unidad nacional del balbinismo, en contra de todo acuerdo con el peronismo, y un programa
de izquierda socialdemócrata que proponía la reforma agraria, una nueva reforma
universitaria, la democratización del sindicalismo y el establecimiento de una democracia
social, en la forma en que este concepto había sido desarrollado, dentro de la doctrina de la
Unión Cívica Radical de los años '60 por Miguel Ángel Zavala Ortiz.

Formación de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos


Artículo principal: Asamblea Permanente por los Derechos Humanos
El 18 de diciembre de 1975, tres meses antes del golpe militar que dio inicio al Proceso de
Reorganización Nacional (1976-1983), Alfonsín fue una de las personalidades que fundaron
la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH). Esta asociación fue la
primera creada en Argentina para hacer frente a las violaciones sistemáticas de los
derechos humanos que en aquella época comenzaron con la actividad de la Alianza
Anticomunista Argentina (AAA o «Triple A»). Su primera reunión se llevó a cabo durante el
mes de diciembre de 1975 en la Casa de Ejercicios Espirituales que dependía de la Iglesia
de la Santa Cruz y fue convocada por Rosa Pantaleón y además del propio Alfonsín
asistieron el obispo de Neuquén don Jaime de Nevares, el rabino Marshall Meyer, el obispo
Carlos Gatinoni, la doctora Alicia Moreau de Justo, Oscar Alende, Susana Pérez Gallart,
Adolfo Pérez Esquivel y Alfredo Bravo. 25​

La APDH desempeñó un importante papel de defensa de los derechos humanos, apoyó el


trabajo de la CONADEP y luchó contra la impunidad de los crímenes de lesa humanidad
cometidos durante el Proceso de Reorganización Nacional. Parte de la responsabilidad del
juzgamiento de dichos crímenes fue del propio Alfonsín, cuando fue presidente, durante la
realización del Juicio a las Juntas.
Durante la dictadura militar, Alfonsín puso gratuitamente su servicio de abogado para
defender opositores y presentar hábeas corpus por los detenidos-desaparecidos, actividad
que por sí misma solía significar la muerte.

Realizó varios viajes a América Latina, los Estados Unidos, Asia, la Unión Soviética y
Europa, donde frecuentó a los dirigentes de la Internacional Socialista (IS), denunciando la
masiva violación de derechos humanos que se estaba produciendo en Argentina.

En 1976 fundó y dirigió la revista Propuesta y Control, una de las escasas revistas políticas
opositoras en aquellos primeros años del gobierno militar.

Guerra de las Malvinas


Artículo principal: Guerra de las Malvinas
En 1982, ante la guerra de las Malvinas, y asesorado por un grupo de intelectuales como
Jorge Roulet, Dante Caputo y Jorge Sabato, Alfonsín y el expresidente Arturo Frondizi
fueron los únicos políticos que se opusieron a la acción militar en las islas Malvinas, siendo
la excepción en el panorama político argentino.26​Alfonsín sostuvo que la finalidad de la
misma era lograr el fortalecimiento de la dictadura. Exigió al gobierno militar que proveyera
información verídica sobre la marcha del conflicto.

Este mismo grupo influyó en la decisión de Alfonsín en promover la caída de la Junta Militar
encabezada por Galtieri, proponiendo que asumiera un gobierno civil de unidad nacional
conducido por el expresidente Arturo Illia con el fin de proceder a la democratización.27​Se
tomaba como modelo la Solución Karamanlis desarrollada en Grecia luego que la dictadura
de los coroneles cayera en el desprestigio tras la guerra con Turquía.

La derrota en la guerra de las Malvinas debilitó políticamente al Proceso. Los dirigentes


militares se acusaban unos a otros, los sectores que los habían apoyado (como parte de la
Iglesia o del empresariado) ya no lo hacían, y el discurso represivo perdió legitimidad. Esto
llevó a su vez a un aumento de la movilización política y a una disminución de la
autocensura en la prensa, que comenzó a revelar acciones polémicas de los uniformados
(principalmente la existencia de desaparecidos), que hasta entonces eran silenciadas. Al
levantarse la veda política los partidos atravesaron un período de afiliación masiva de la
sociedad: se considera que al realizarse las elecciones de 1983 uno de cada tres electores
estaba afiliado a un partido político.28​

Elecciones presidenciales de 1983


Artículo principal: Elecciones presidenciales de Argentina de 1983

Afiche de la campaña presidencial.

Campaña electoral: Ahora el argentinazo con Alfonsín.

Alfonsín y Luder se saludan después de las elecciones de 1983.


Acciones previas
Desde fines de 1982, una vez abierto el proceso de transición a la democracia bajo la
presidencia del general Reynaldo Bignone, Alfonsín se convirtió primero en presidente de la
Unión Cívica Radical al imponerse el Movimiento de Renovación y Cambio en las
elecciones internas partidarias. Poco después fue nominado candidato a presidente de la
Nación, cuando el otro precandidato radical, Fernando de la Rúa, declinó su candidatura
ante el amplio apoyo que estaba recibiendo Alfonsín en todo el país. Como candidato a
vicepresidente fue nominado Víctor H. Martínez, uno de los referentes de la fuerte UCR de
Córdoba. Alfonsín era uno de los dos principales candidatos presidenciales, el otro era el
peronista Ítalo Luder por el Partido Justicialista (PJ). Existía entonces un generalizado
sentimiento de que el peronismo sería un claro ganador, incluso entre los propios dirigentes
radicales.29​Sin embargo, las encuestas mostraron un sostenido crecimiento del voto por
Alfonsín.

La campaña
La campaña electoral de Alfonsín se caracterizó por renovar los canales de la comunicación
política en la Argentina. Ocho meses antes de la elección, Alfonsín designó jefe de
campaña a Raúl Borrás, radical de Pergamino y familiar del expresidente Arturo Illia.
Además contrató al publicista David Ratto. Por entonces los partidos políticos argentinos
solían restar importancia a la publicidad como método para lograr adhesión electoral y solía
ser realizada por los propios dirigentes políticos. El equipo publicitario decidió personalizar
la campaña, centrándola en la imagen del candidato y destacando sus cualidades naturales.
Varios lemas tuvieron impacto masivo, como la frase «Ahora Alfonsín», o la imagen de un
escudo con los colores de la bandera argentina y las iniciales «RA», correspondientes tanto
a Raúl Alfonsín como a República Argentina. También fue importante el «saludo de
Alfonsín», con la forma de un «abrazo a la distancia», que surgió del gesto que el propio
Alfonsín tuvo en un acto en el Luna Park el 7 de diciembre de 1982.30​

Al mismo tiempo hubo una campaña política tradicional, con actos, pintadas, visitas a los
hogares. Se desarrolló con aspereza y fueron muchos los choques entre militantes radicales
y peronistas que pugnaban por poner a sus candidatos en los grandes paredones de
diversas barriadas del conurbano bonaerense.

Un momento clave de la campaña electoral fue la denuncia de un pacto entre la cúpula de


las fuerzas armadas y la dirigencia sindical para no juzgar los crímenes cometidos por
estos, lo que tuvo repercusión en el mundo.

La pericia de los dirigentes de la campaña de la UCR quedará de manifiesto con la


denuncia del denominado "Pacto militar-sindical", un supuesto acuerdo entre representantes
de los sindicatos (léase el centro neurálgico del partido peronista en ese momento) y los
militares en vías de abandonar la casa de gobierno. A través de la denuncia de ese arreglo
político —que de acuerdo a las encuestas fue considerado por el grueso de los electores
como algo real y negativo para el destino del país— Alfonsín logró identificar a su principal
oponente con el pasado inmediato, con el conflictivo periodo 1974-1976, y con la dictadura.
Esa jugada política fue efectuada —según un análisis realizado por Oscar Landi— en un
momento en que los expertos coincidían en que la tasa de los intencionados de voto por la
UCR se había estabilizado en tanto crecía la del peronismo.
Heriberto Muraro31​
La campaña de Alfonsín buscó sobre todo transmitir una imagen de paz, evitando
cuidadosamente todo conflicto, gestos de violencia en los actos, o discursos agresivos.
Cuando sectores de la Juventud Peronista lanzaron la consigna "Somos la Rabia", la
Juventud Radical eligió "Somos la Paz". La idea imperante en el PJ era que la posibilidad de
derrota era muy baja, por contar con el voto obrero asegurado.32​

Para acentuar la importancia de su mensaje democrático eligió para cerrar sus discursos en
los actos, recitar el Preámbulo de la Constitución Nacional. En cambio, el cierre de campaña
del PJ (al día siguiente) se destacó por la quema de un ataúd con las siglas de la UCR.
Aunque a veces se atribuye a dicha acción la derrota del PJ (la primera en elecciones
libres), la mayoría de los analistas políticos y la totalidad de los encuestadores reconocidos
consideran que Alfonsín habría triunfado de todas formas.33​34​

Las elecciones
Las elecciones se realizaron el 30 de octubre de 1983 y Alfonsín triunfó obteniendo el
51,7% de los votos frente al 40,1% del peronismo. La Junta Militar presidida en ese
momento por Reynaldo Bignone pretendía entregar el mando seis meses después, pero
luego de algunos cabildeos Alfonsín asumió en el cargo el 10 de diciembre, fecha en que
tuvo lugar una gran concentración popular en la plaza de Mayo.

En lugar de saludar desde los balcones de la Casa Rosada, como era la costumbre,
Alfonsín habló desde el Cabildo de Buenos Aires.

Presidencia de la Nación
Primavera alfonsinista

Alfonsín recibe del presidente de facto Reynaldo Bignone la banda presidencial en la Casa
Rosada.
28:48
Discurso de asunción de Alfonsín.
El 10 de diciembre de 1983 Raúl Alfonsín asumió la presidencia de la Nación. Su gobierno
enfrentó dos grandes grupos de problemas: la consolidación de la democracia, la difusión
de la misma hacia todos los ámbitos de la sociedad, la relación con las Fuerzas Armadas; y
la obra general de gobierno condicionada por la inflación y la crisis de la deuda.

El gobierno de Alfonsín tenía detrás de sí una fuerza nueva: la civilidad que había votado su
propuesta de construir un Estado de Derecho, al cual los poderes corporativos (FF. AA.,
Iglesia y Sindicatos) deberían someterse y consolidar un sistema político que resolviera los
conflictos de una manera pacífica, ordenada, transparente y equitativa.

La civilidad vivió la euforia y la ilusión de que la democracia por sí sola resolvería los
problemas económicos y sociales, imponiéndose pacíficamente a los poderosos intereses
establecidos que se le oponían. El gobierno en su diagnóstico de la crisis consideró que los
problemas económicos eran menos significativos que los políticos: lo fundamental era
eliminar el autoritarismo y encontrar los modos auténticos de representación de la voluntad
ciudadana: se propendió a la libertad de expresión, a la libertad de opinión, se buscó una
sociedad de participación, el pluralismo y el rechazo de los dogmatismos. Se realizó un
programa de alfabetización masiva, el congreso pedagógico, la eliminación de la censura en
las actividades artísticas. Hubo profundas transformaciones en la universidad y en el
sistema científico. Volvieron los intelectuales del exilio ocupando los medios de
comunicación y se los empleó como asesores o funcionarios técnicos. En el campo de las
relaciones individuales se promovió la ley de divorcio vincular y la patria potestad
compartida.35​

Ese primer periodo de la presidencia de Alfonsín, caracterizado por un gran apoyo de la


población y un clima generalizado de optimismo, se conoce como "primavera alfonsinista"
(también como "primavera democrática") y se extendió hasta el 4 de diciembre de 1986
cuando Alfonsín anunció la Ley de Punto Final, lo que provocaría el 19 de diciembre una
protesta de 50.000 personas, siendo igual promulgada el 24.36​

El justicialismo, sorprendido por su primera derrota desde 1946, objetó la legitimidad de la


victoria de Alfonsín. Mientras intentaba reorganizarse, el sindicalismo actuó como ariete
para desarticular las iniciativas del presidente. El Senado, donde la UCR no tenía mayoría,
bloqueó la ley de Reordenamiento Sindical prometido por Alfonsín en su campaña y luego
se negó a integrar la CONADEP. El justicialismo decidió sacudir su tradición movimentista y
revalorizar al partido político, influenciado por el éxito de Alfonsín. La resistencia de la
cúpula a ese cambio promovió rupturas y nació la Renovación Peronista (nombre semejante
al Movimiento de Renovación y Cambio de Alfonsín). Para los comicios nacionales de 1985
el justicialismo se fracturó y la UCR triunfó en todas las provincias menos dos (La Rioja y
Formosa). Los dos liderazgos peronistas más influyentes se proclaman parte de la
Renovación: Antonio Cafiero y Carlos Menem.

Política de derechos humanos


Artículos principales: Juicio a las Juntas y Carapintadas.

Luego de asumir las autoridades democráticas el 10 de diciembre de 1983, el presidente


Alfonsín en acuerdo con el Senado, controlado por el peronismo, nombró una nueva Corte
Suprema de Justicia. En la foto Carlos Fayt, al asumir como ministro de la Corte.
La política de derechos humanos fue uno de los aspectos más destacados del gobierno de
Alfonsín.37​38​Debió enfrentar el desafío de consolidar la democracia en un país con una
larga tradición de dictaduras cívico-militares que habían llegado al terrorismo de Estado, con
masivos y sistemáticos crímenes de lesa humanidad, entre los que se destacaban miles de
personas desaparecidas, incluyendo niños. La revelación de las atrocidades cometidas y el
eventual enjuiciamiento de sus responsables, era por un lado un reclamo de las
organizaciones de derechos humanos con apoyo masivo de la población, como las Madres
de Plaza de Mayo y las Abuelas de Plaza de Mayo, así como una necesidad de construir
una democracia sólida sobre principios de «verdad y justicia», pero por otro lado tensionaba
peligrosamente la transición, debido a que los militares y los sectores de poder nacional e
internacional que lo apoyaban, continuaban activos y con la capacidad de realizar nuevos
golpes de Estado.39​Al momento de asumir el gobierno democrático, en diciembre de 1983,
aún predominaban en América Latina dictaduras instaladas bajo la Doctrina de la Seguridad
Nacional establecida por Estados Unidos en la Guerra Fría, con fuerte reconocimiento
internacional, en tanto que todos los países fronterizos de Argentina (Bolivia, Brasil, Chile,
Paraguay y Uruguay) estaban gobernados por regímenes dictatoriales.40​

En esas condiciones la política de derechos humanos de Alfonsín obtuvo dos logros de alta
significación en la historia argentina y mundial: 1) el informe Nunca más, que documentó
miles de casos de desapariciones, asesinatos, torturas, violaciones, robos de bebés y
centros clandestinos de tortura y exterminio y fue ampliamente difundido a la población con
enorme impacto; 2) el Juicio a las Juntas, en el que fueron condenados cinco de los jerarcas
militares, dos de ellos a cadena perpetua, en medio de fuertes presiones y amenazas al
orden democrático.37​38​

Sin desconocer el alto impacto de sus logros y las limitaciones impuestas por las presiones
y amenazas de la época, incluidos los levantamientos carapintadas, la política alfonsinista
de derechos humanos ha sido criticada por equiparar los delitos cometidos por las
organizaciones guerrilleras con aquellos cometidos por el Estado dictatorial, en lo que se ha
conocido como «teoría de los dos demonios» y por haber favorecido la impunidad para
miles de casos de delitos de lesa humanidad, mediante las leyes de Punto Final y
Obediencia Debida.41​42​Las leyes alfonsinistas cerraron todos los juicios por crímenes de
lesa humanidad, con excepción del robo de bebés, consagrando la impunidad de más de
3600 criminales.43​

La política de derechos humanos alfonsinista fue resistida por amplios sectores militares y
conservadores, que llegaron a realizar durante su gobierno tres sublevaciones conocidas
con la denominación de «carapintadas» (a la que se sumó una adicional durante la
presidencia de Carlos Menem.

Quienes justifican las decisiones que tomó para detener los juicios contra los militares,
sostienen que en aquel momento las Fuerzas Armadas no obedecían las órdenes del
presidente y que no existía poder para reprimir las insurrecciones, lo que hubiera llevado a
un sangriento golpe de Estado y eventualmente a una devastadora guerra civil.44​

El propio Alfonsín pensaba que él había salvado «a la democracia con la Ley de Punto
Final».44​Dos décadas después reflexionaba en una entrevista sobre las decisiones que
adoptó en ese momento:

Las medidas que nosotros tomamos, que lo hicimos con un criterio de racionalidad, no se
compadecían con lo emocional del pueblo en ese momento. De modo que fue algo que se
vio como una enorme frustración, en general, por todos los argentinos. Acompañado por
todas las organizaciones de derechos humanos y sobre todo por los partidos políticos
opositores. De modo tal que cuando Menem, posteriormente, realiza el indulto se creyó que
era mucho menos grave que lo que yo había hecho. Que por otra parte no era sino cumplir
con lo que había señalado durante la campaña: la responsabilidad principal es de los que
mandan, la segunda de los que se han excedido en el cumplimiento de las órdenes y la
tercera, los que en ese marco de terror que había, creyeron en la legitimidad de la orden
impartida. Entonces, sobre esos yo no quería que recayera la pena.45​
Las normas iniciales
Cinco días después de que el gobierno democrático tomara posesión del poder político, el
15 de diciembre de 1983, el presidente Alfonsín sancionó los decretos 157/83 y 158/83. Por
el primero se ordenaba enjuiciar a los dirigentes de las organizaciones guerrilleras ERP y
Montoneros; por el segundo se ordenaba procesar a nueve de los diez miembros de las
Juntas Militares que dirigieron el país desde el golpe cívico-militar del 24 de marzo de 1976
hasta la Guerra de Malvinas. El mismo día creó la Comisión Nacional sobre la Desaparición
de Personas (CONADEP), integrada por personalidades independientes como Ernesto
Sabato, Magdalena Ruiz Guiñazú, Graciela Fernández Meijide, entre otros, con la misión de
relevar, documentar y registrar casos y pruebas de violaciones de derechos humanos, para
fundar el juicio a las juntas militares.

También el 15 de diciembre Alfonsín envió al Congreso un proyecto de ley declarando nula


la ley de autoamnistía N.º 22 924 dictada por el gobierno militar. Una semana después el
proyecto fue sancionado como Ley N.º 23 040, la primera ley de la nueva etapa
democrática.46​

Un importante debate había sucedido al interior de la UCR sobre la postura a adoptar sobre
los secuestros y asesinatos anteriores al golpe de Estado del 24 de marzo de 1976. Alfonsín
finalmente decidió convalidar la Ley de Amnistía dictada por el Congreso Nacional el 27 de
mayo de 1973, pero perseguir los delitos posteriores al 25 de mayo de 1973 cometidos por
las organizaciones guerrilleras Montoneros y ERP, mandando a enjuiciar a las cúpulas de
dichas organizaciones, aunque simultáneamente decidió no enjuiciar a los responsables de
los crímenes cometidos en el mismo plazo por la Alianza Anticomunista Argentina (Triple A),
responsable de cientos de secuestros y asesinatos.

Conadep y el informe Nunca Más

El escritor Ernesto Sabato entrega al presidente Alfonsín el informe de la CONADEP,


conocido como Nunca más.
El 20 de septiembre de 1984 la CONADEP produjo su conocido informe titulado Nunca más
y concurre a entregarlo al presidente Alfonsín acompañada de una multitud de 70 000
personas.47​El presidente ordenó publicarlo por la Editorial Universitaria de Buenos Aires
(Eudeba) y constituyó un éxito editorial con una tirada inicial de 40.000 ejemplares y diez
reimpresiones en los siguientes seis meses.48​49​

El gobierno alfonsinista también autorizó que la Conadep realizara una presentación


televisiva del Informe, en uno de los canales del Estado. Debido a las presiones, Alfonsín
tuvo la intención de cancelar la transmisión causando que el escritor Ernesto Sábato
amenazara con renunciar a la presidencia de la Conadep si el programa no era emitido.50​
Finalmente el programa se emitió, pero la Conadep debió aceptar a desgano que el ministro
del Interior Antonio Tróccoli abriera y cerrara el programa para «explicar» la postura del
gobierno,50​sosteniendo que las violaciones de derechos humanos registradas en el
informe Nunca más, constituían «solo un aspecto del drama de la violencia en Argentina»,
siendo el otro aspecto «la irrupción de la subversión y el terrorismo alimentado desde
lejanas fronteras», delineando así la llamada «teoría de los dos demonios».51​El programa
alcanzó 20,5 puntos de rating, lo que equivalía en ese momento a aproximadamente a
1.640.000 espectadores.50​

El Informe Nunca más y su amplia difusión produjo efectos políticos, jurídicos y culturales de
primer orden: conformó un amplio cuerpo de pruebas irrefutables que permitieron conocer la
magnitud que alcanzaron las desapariciones y las torturas en la Argentina, a la vez que
legitimó en la cultura nacional la causa de los derechos humanos y la lucha de los
organismos actuantes en Argentina.52​

Juicio a las Juntas


El Juicio a las Juntas fue un proyecto de Alfonsín que comenzó a tomar forma luego de la
Guerra de Malvinas, recomendado por un grupo de expertos entre los que se destacaba
Carlos Nino.53​Alfonsín pretendía enjuiciar solamente a nueve de los diez militares que
integraron tres de las cuatro juntas militares que dirigieron la dictadura, eximiendo de
responsabilidad a los militares que integraron la última.53​Simultáneamente, y para
contener eventuales movimientos golpistas, Alfonsín adoptó un enfoque conocido como
«teoría de los dos demonios»,54​41​ordenando enjuiciar a las cúpulas guerrilleras, por los
actos de violencia cometidos a partir del 25 de mayo de 1973, fecha en la que asumieron el
poder las autoridades democráticas elegidas en los comicios del 11 de marzo de 1973, que
fueron derrocadas el 24 de marzo de 1976.

Asumido el nuevo gobierno democrático en diciembre de 1983, el presidente Alfonsín, con


acuerdo del Senado en manos del peronismo, nombró a todos los integrantes de la Corte
Suprema y de los distintos tribunales que integraban el Poder Judicial de la Nación, entre
ellos la Cámara Federal en lo Criminal y Correccional de la Capital Federal, a la que le
correspondería enjuiciar en definitiva a las juntas militares; dos de sus miembros, los
radicales Ricardo Gil Lavedra y Andrés D'Alessio, habían pertenecido al grupo que Alfonsín
había creado en 1982 para establecer la política de derechos humanos de su eventual
gobierno.53​A su vez, D'Alessio le recomendó al peronista León Arslanián.53​Por otra parte,
debido a que en aquel momento el presidente de la Nación tenía a su cargo el cuerpo de
fiscales federales, Alfonsín nombró como fiscal ante la Cámara Federal de la Capital
Federal a Julio César Strassera y a su adjunto Luis Moreno Ocampo.

El plan original de Alfonsín era que las propias Fuerzas Armadas se depuraran enjuiciando
y condenando a las juntas militares, para que luego la sentencia fuera revisada en segunda
instancia por el Poder Judicial de la Nación. Para ello, Alfonsín envió al Congreso un
proyecto de ley que asignaba al fuero federal del Poder Judicial la función de revisar en
segunda instancia las sentencias de los tribunales administrativos del ámbito militar. En el
Congreso, el proyecto tuvo un agregado propuesto por el senador por Neuquén Elías Sapag
y apoyado por el peronismo, asignando también al Poder Judicial la facultad para sustituir a
los tribunales militares y arrogarse directamente el juicio, cuando hubiere demoras e
inacciones injustificadas.

Rápidamente quedó en evidencia que Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas no


investigaría ni enjuiciaría a los máximos responsables de las violaciones de derechos
humanos durante la dictadura. El 4 de octubre de 1984 la Cámara Federal en lo Criminal y
Correccional de la Capital Federal tomó la decisión de desplazar al tribunal militar que
estaba enjuiciando a las juntas para hacerse cargo directamente del juicio. El fiscal de
Cámara designado por Alfonsín era Julio César Strassera y su adjunto era Luis Gabriel
Moreno Ocampo.

El 22 de abril de 1985 se inició el juicio oral. La situación registraba un nivel de tensión


creciente que llevó a Alfonsín, esa misma noche, a dirigir al país un dramático mensaje en
cadena nacional denunciando la actividad de grupos que estaban organizando un golpe de
Estado:

Se han producido algunos episodios bochornosos en Argentina ( ... ). En nombre de una


responsabilidad insoslayable que hemos asumido con humildad pero con firmeza
inalterable, denuncio al pueblo argentino la actividad disolvente de quienes pronostican el
caos y la anarquía, presagian estallidos sociales, auguran aislamientos internacionales y, en
definitiva, se convierten en pregoneros de la disgregación nacional. Los más insensatos se
han atrevido a tentar a oficiales superiores de las Fuerzas Armadas con diversas
propuestas, que van desde presuntos Gabinetes de coalición hasta la posibilidad de golpe
de Estado. Esta actividad no puede ser atribuida al resentimiento o a la perversidad
exclusivamente; tiene que haber, debe haber, además, extravío mental... Ustedes saben, sin
duda, que existen tensiones originadas o agudizadas por el proceso a las Juntas militares.
Se va a iniciar una etapa nueva de un juicio sin antecedentes en el mundo, de tal
importancia que, de acuerdo con mi opinión, terminará con 50 años de frustración
democrática y decadencia nacional... El juicio se puede llevar a cabo porque hay una
decisión de la civilidad, pero también porque hay una decisión de los hombres de armas. No
todos lo entienden, no todos lo comprenden, hay incluso quienes lo consideran injusto, pero
aun apretando los dientes desean someterse a las normas, a los principios y los métodos
del Estado de derecho. Aquí no ha habido una derrota militar que imponga los criterios del
vencedor, tampoco ha existido una sociedad civil virtuosa frente a una sociedad militar
victimaria. Todos hemos sido culpables de una u otra forma.
Raúl Alfonsín, 22 de abril de 198539​
El 14 de agosto cerró la etapa de prueba y el 9 de diciembre se dictó la sentencia
condenando a Jorge Rafael Videla y Eduardo Massera a reclusión perpetua, a Roberto Viola
a 17 años de prisión, a Armando Lambruschini a 8 años de prisión y a Orlando Ramón
Agosti a 4 años de prisión. Los otros cuatro acusados fueron absueltos.

Para establecer el grado de responsabilidad de las cúpulas militares el tribunal recurrió a la


«Doctrina Roxin», elaborada por el jurista alemán Claus Roxin, que sostiene que en casos
de «autoría mediata» de un crimen existe una responsabilidad penal solidaria entre quien el
ejecutor inmediato y quien da la orden. El fallo también estableció en su punto 30, que
debían ser enjuiciados los oficiales superiores, que ocuparon los comandos de zona y
subzona, y todos aquellos que tuvieron responsabilidad operativa en las acciones criminales
probadas en el juicio. Este punto habilitó cientos de nuevos juicios.55​

Por las características que tuvo, la condena a las juntas militares realizada por un gobierno
democrático constituyó un hecho sin precedentes en el mundo, que contrastó fuertemente
con las transiciones negociadas que tuvieron lugar en aquellos años en Uruguay, Chile,
Brasil, España, Portugal y Sudáfrica.

Ley de Punto Final


Alfonsín sabía que el Juicio a las Juntas podía desencadenar nuevos juicios por crímenes
de lesa humanidad que involucraran a amplios sectores de las Fuerzas Armadas, e incluso
civiles y buscó desde un primer momento impedir ese desborde, en la creencia que de ello
dependía la continuidad misma de la democracia.53​Desde la campaña electoral Alfonsín
sostenía la «teoría de los tres niveles de responsabilidad», para los autores de crímenes de
lesa humanidad: «los que habían dado las órdenes, los que la habían cumplido en un clima
de horror y coerción, los que se habían excedido en el cumplimiento».56​57​

Sin embargo, las pruebas presentadas ante la Conadep y el Juicio a las Juntas,
especialmente la aplicación de la Doctrina Roxin y el punto 30 del fallo,58​dieron por tierra
con la política alfonsinista de limitación de las responsabilidades y habilitaron nuevos juicios
contra los responsables de violaciones de derechos humanos en causas como la ESMA, La
Perla, el Circuito Camps, y otros varios expedientes, muchos de ellos derivados de las
causas en que habían sido condenados los miembros de las Juntas.

Con el fin de limitar el alcance de los nuevos juicios abiertos, la Procuraduría de la Nación,
bajo el mando del presidente Alfonsín, elaboró por iniciativa del ministro de Defensa
Germán López, el 24 de abril de 1986 las llamadas «instrucciones a los fiscales militares»
que ordenaban sostener la postura de que los militares que habían cometido delitos de lesa
humanidad cumpliendo órdenes, debía presumirse que habían actuado bajo «error
insalvable» y por lo tanto había que solicitar su sobreseimiento o declaración de
inocencia.55​Cuando trascendió que las Instrucciones habían sido elaborada por López,
debió renunciar al ministerio.59​

Pero el Poder Judicial rechazó la postura del Poder Ejecutivo. El juez Jorge Torlasco, uno
de los miembros del tribunal que juzgó a las Juntas, renunció a su cargo y toda su carrera
judicial, en cuánto conoció las instrucciones impartidas a los fiscales, en protesta por la
interferencia del Poder Ejecutivo con la justicia.60​61​Casi de inmediato y cumpliendo con el
punto 30 del fallo del Juicio a las Juntas (Causa 13/84) el Poder Judicial avanzó en
dirección a condenar a todos los que participaron inmediata y mediatamente en la comisión
de los crímenes de lesa humanidad.55​

El 19 de mayo de 1986 un miembro de la Policía de la Provincia de Córdoba encontró


cargas de trinitrotolueno (TNT) en una alcantarilla en el interior de la Guarnición de Ejército
Córdoba, donde estaba previsto que pasara el automóvil que transportaba el presidente
Alfonsín.62​63​Al año siguiente la Guarnición dio refugio al entonces mayor Ernesto Barreiro
para evitar su comparecencia ante la justicia, desencadenando el primer levantamiento
carapintada.

El 2 de diciembre de 1986, el Tribunal Federal N°1 de La Plata dictó sentencia en el caso


del Circuito Camps, condenando a Ramón Camps, Ovidio Pablo Riccheri, Miguel
Etchecolatz y otros cuatro represores por los crímenes cometidos en más treintena de
centros clandestinos de detención bajo jurisdicción de la Policía bonaerense.64​De
inmediato Alfonsín intentó frenar la escalada de descontento en las Fuerzas Armadas y
elaboró un proyecto de ley para limitar a 60 días el plazo para imputar judicialmente a los
autores de todos los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la dictadura. En
cuánto el proyecto trascendió a la opinión pública, las Abuelas de Plaza de Mayo enviaron
una carta al ministro Tonelli, denunciando que el proyecto, tal como estaba redactado,
implicaba declarar la «muerte jurídica de los niños desaparecidos», anulando toda
posibilidad de hallazgo y restitución.64​Alfonsín ordenó entonces modificar el proyecto para
excluir del mismo aquellos delitos ajenos «a la alegada acción contra el terrorismo como,
por ejemplo, la supresión del estado civil de menores».64​

El día 5 de diciembre de 1986, Alfonsín habló en cadena nacional, para anunciar el envió al
Congreso del proyecto de Ley de Punto Final:

El 13 de diciembre próximo se cumplen tres años del mensaje que dirigí al pueblo argentino
para anunciar la decisión política del gobierno de investigar judicialmente las violaciones a
los derechos humanos. Existe de manera clara una dificultad creciente, consecuencia del
largo tiempo transcurrido en las investigaciones con el consiguiente retraso en la asignación
de responsabilidades. Las causas de este retraso son variadas, pero lo cierto es que se
está afectando de modo directo tanto a las víctimas de la represión ilegal como a un número
considerable del personal de las Fuerzas Armadas que experimenta dudas acerca de su
eventual situación procesal. Es así que estamos enviando al Congreso de la Nación para su
tratamiento en sesiones extraordinarias, un proyecto de ley que contempla un plazo de
extinción de la acción penal que permita en el menor tiempo razonable liberar de sospechas
a quienes, a más de tras años de iniciadas las investigaciones, no hayan sido considerados
formalmente sospechosos por los jueces, al par de que se procura también, como dije
antes, acelerar esos procesos.
Presidente Raúl Alfonsín, 5 de diciembre de 198664​
Mientras el Congreso Nacional trataba de urgencia el proyecto alfonsinista, las Madres y
Abuelas de la Plaza de Mayo convocaron una marcha al Congreso que contó con el apoyo
del sindicalismo peronista representado por la Confederación General del Trabajo (CGT),
las corrientes de la izquierda peronista encolumnadas en la Juventud Peronista e incluso a
los estudiantes universitarios radicales organizados en Franja Morada.64​La marcha
convocó a más de 60.000 personas sorprendiendo a propios y extraños por la cantidad de
gente movilizada por los derechos humanos.64​

En el debate producido en el Senado, se enfrentaron la postura oficialista expresada por el


senador radical Antonio Berhongaray, con la postura de la oposición defendida por el
senador peronista Alberto Rodríguez Saá. Ambos senadores buscaron sostener sus
respectivas posturas apoyándose en la sentencia del Juicio a las Juntas. Berhongaray
defendió la postura restringida en materia de responsabilidad, distinguiendo los tres niveles
delineados por Alfonsín,57​utilizó como argumento el hecho de que también los Juicios de
Núremberg contra el nazismo habían tenido absoluciones y citó como antecedente la
amnistía peronista de 1973.55​Rodríguez Saá defendió la postura amplia en materia de
responsabilidad, basándose en la aclaración del propio Alfonsín sobre que de ningún modo
los «excesos» podían quedar sin sanción y que por lo tanto debían ser castigados todos
aquellos que hubieran cometido delitos sancionados por el Código Penal, tales como
homicidio, tortura, vejámenes, violaciones, tormentos, lesiones, robos, etcétera.55​

En el Congreso la mayoría del bloque peronista y el senador Sapag del Movimiento Popular
Neuquino, votaron en contra de la Ley de Punto Final, pero el radicalismo contó con el
apoyo de una minoría de congresistas peronistas, así como con el voto de varios partidos
provinciales, y logró aprobar la ley tanto en Senadores como en Diputados, en sólo dos
días, el 23 de diciembre. Solo dos diputados radicales, Manuel Díaz y Federico Storani se
abstuvieron en señal de protesta.64​Fue la primera de una serie de normas conocidas como
«Leyes de impunidad», obtenidas bajo la amenaza de volver a perder el sistema
democrático, que serían anuladas quince años después en 2003; el propio Alfonsín estuvo
de acuerdo con la anulación de esas leyes sancionadas dos décadas antes.

Pero la Ley de Punto Final no tuvo el efecto deseado y multiplicó las denuncias,
acusaciones, citaciones y procesamientos de militares señalados como autores de crímenes
de lesa humanidad, sumando unos 400 acusados más a los ya existentes,55​aumentando el
descontento en los ámbitos militares y conservadores, nacionales e internacionales.

Semana Santa de 1987: primer levantamiento carapintada


Artículo principal: Semana Santa de 1987
El fracaso de la Ley de Punto Final en detener los juicios, llevó a Alfonsín a ordenar la
elaboración de un proyecto que diera fuerza de ley a la teoría de los tres niveles de
responsabilidad. El 23 de marzo dio un discurso en la localidad cordobesa de Las Perdices
anunciando que en breve el gobierno presentaría un proyecto de ley para eximir de
responsabilidad a aquellos autores de delitos de lesa humanidad que «debían cumplir
órdenes en circunstancias tales que prácticamente constituían una coerción».65​

En la Semana Santa de 1987 se produjo una gran rebelión militar compuesta


mayoritariamente por jóvenes oficiales que se denominaron «carapintadas» dirigidos por el
teniente coronel Aldo Rico, que se atrincheraron en Campo de Mayo, la principal guarnición
militar del país, ubicada a 20 km de la Casa Rosada. Los insurrectos se levantaron para
evitar que fuera detenido el entonces mayor Ernesto Barreiro, un militar reconocido como
uno de los torturadores del centro clandestino de detención La Perla y exigían «una solución
política a los juicios militares», que se apartara de lo que establecía el Código Penal.60​

Alfonsín respondió ordenando al Ejército movilizar sus fuerzas para forzar la rendición de
los insurrectos, pero los jefes militares dejaron en evidencia que no estaban dispuestos a
obedecer las órdenes presidenciales. Millones de personas salieron a las calles para
oponerse al alzamiento militar y la CGT, conducida por el sindicalismo peronista, declaró la
huelga general en defensa del gobierno constitucional. Durante varios días el país estuvo al
borde de la guerra civil. Alfonsín, acompañado por el presidente del Partido Justicialista y
los principales líderes políticos, anunció la multitud reunida en la Plaza de Mayo, desde el
balcón de la Casa de Gobierno, el envío de tropas leales para exigir a los rebeldes que
depusieran su actitud.

Poco horas después fue notorio que no había tropas leales al Presidente y a la Constitución.
Ni una sola de las unidades militares convocadas en la Capital Federal, y zonas
adyacentes, respondió a esa orden. Sólo el general de brigada Ernesto Alais se mostró
moderadamente dispuesto a actuar y partió con lentitud con sus tanques desde su
guarnición en la provincia de Corrientes, ubicada a mil kilómetros, en dirección a Buenos
Aires. A pesar de ello, al llegar esas fuerzas a Zárate, en la provincia de Buenos Aires, los
oficiales de rango intermedio detuvieron su marcha e hicieron conocer su decisión de no
avanzar contra sus camaradas de armas.66​

El gobierno debatió si marchar con la multitud desarmada sobre Campo de Mayo, donde se
encontraban los militares insurrectos, pero decidió no hacerlo por el riesgo que corriera
sangre y se desatara la guerra civil.67​

En vez de ello, Alfonsín concurrió el domingo 30 de abril personalmente a Campo de Mayo


a entrevistarse con los insurrectos. Años más tarde, el propio Aldo Rico diría sobre él: “Vino
sin custodia, podíamos haberlo matado, podíamos haber hecho cualquier cosa. Entró a la
Escuela de Infantería solo con un brigadier que iba con él”.Horas después anunció, que los
amotinados habían depuesto su actitud, con un discurso a la multitud reunida en la Plaza de
Mayo, que provocó rechazo en muchos al definir a los rebeldes como «héroes de
Malvinas»:
¡Compatriotas!… ¡compatriotas!… ¡compatriotas!… ¡Felices Pascuas! Los hombres
amotinados han depuesto su actitud… Como corresponde, serán detenidos y sometidos a la
Justicia. Se trata de un conjunto de hombres, algunos de ellos héroes de la Guerra de las
Malvinas, que tomaron esta posición equivocada y que reiteraron que su intención no era
provocar un golpe de Estado. Pero de todas maneras han llevado al país a esta tensión, a
esta conmoción que todos hemos vivido, de la que ha sido protagonista fundamental el
pueblo argentino en su conjunto. Para evitar derramamiento de sangre he dado
instrucciones a los mandos del Ejército para que no se procediera a la represión, y hoy
podemos todos dar gracias a Dios: la casa está en orden y no hay sangre en la Argentina.
Le pido al pueblo que ha ingresado a Campo de Mayo que se retire. Es necesario que así lo
haga, y les pido a todos ustedes que vuelvan a sus casas a besar a sus hijos, a celebrar las
Pascuas en paz en Argentina. Para evitar derramamiento de sangre di instrucciones, a los
mandos del Ejército, para que no se procediera a la represión. Y hoy podemos todos, dar
gracias a Dios, la casa está en orden, y no hay sangre en la Argentina.68​69​
Algunos consideraron la actitud de Alfonsín frente a los militares rebeldes compo acto de
claudicación y otros, en cambio, lo elogiaron por haber sabido evitar un enfrentamiento en el
que hubiesen podido producirse muertes.[cita requerida]

Alfonsín y Jorge Luis Borges.


Ley de Obediencia Debida
Ante la evidencia de que las autoridades democráticas no tenían poder militar para detener
el golpe de Estado, Alfonsín la garantía de que no habría nuevos juicios contra militares por
violación de derechos humanos. Esas medidas se concretaron en la Ley de Obediencia
Debida (por la cual se declaraba ilegal penar a miembros de las Fuerzas Armadas cuyo
grado estuviera por debajo de Coronel, por haber actuado en virtud de la denominada
“obediencia debida”, es decir, la obediencia de un subordinado a sus superiores) y el
reemplazo del teniente general Héctor Ríos Ereñú, al mando del Ejército Argentino, por el
teniente general José Dante Caridi.

Caridi estaba procesado por delitos de lesa humanidad, había sido jefe de la Agrupación de
Artillería de Defensa Aérea 601 en la ciudad de Mar del Plata donde funcionó un centro
clandestino de detención, reivindicaba lo que él llamaba «la guerra contra la subversión» y
sostenía que era «una página de gloria para el Ejército Argentino»;70​71​72​73​74​defendía la
causa de los militares rebeldes y reclamaba públicamente que «se cierren de una vez y
para siempre» las «cicatrices», advirtiendo que «mientras permanezcan estas causas sin
resolver, sin dar solución a los requerimientos de las fuerzas armadas, seguirán
repitiéndose estos hechos».75​71​72​73​76​De hecho Caridi asumió como portavoz de los
carapintadas en el gobierno y defensor de una amnistía.71​

Apenas dos semanas después del levantamiento de Semana Santa, Alfonsín envió al
Congreso el proyecto de Ley de Obediencia Debida.77​En ese momento usó la cadena
nacional para explicar las razones, sosteniendo que en Semana Santa el país había estado
«al borde de la guerra civil» y admitió que el proyecto dejaría en libertad a los autores
materiales de los crímenes cometidos durante la dictadura, manifestando también que eso
no era de su agrado.77​

El proyecto alfonsinista establecía legalmente, sin posibilidad de prueba en contrario, que


los «jefes, oficiales subalternos, suboficiales y personal de tropa de las fuerzas armadas, de
las fuerzas de seguridad, policiales y penitenciarias» que habían sido autores de delitos
durante la dictadura, habían realizado esos actos por «obediencia debida» y que por lo
tanto debían ser exculpados.77​

En la Cámara de Diputados, fue el presidente de la Cámara, el diputado Juan Carlos


Pugliese quien defendió la postura oficialista, aceptando desde un inicio que se trataba de
una ley que consagraba la impunidad y que no era lo que deseaba la UCR:

Si pudiéramos hablar no sobre lo que es sino sobre lo que deseamos, diría que lo que
deseamos no es este proyecto de ley. Hubiéramos deseado que en 1983 las Fuerzas
Armadas se hubieran juzgado a sí mismas y reconocido ante el país, en una franca
autocrítica, que habían obrado mal y de una manera que todo el país rechazaba. [...] El
tema pasó a la justicia civil. Hubiéramos querido que, en el menor tiempo posible,
disponiendo de las pruebas necesarias y actuando con la responsabilidad y prudencia que
corresponden a una justicia independiente, ésta se hubiera expedido respecto de todos los
casos sometidos a su foro. Esto es lo que hubiéramos querido, pero no lo que pasó. [Ahora]
tenemos este proyecto que como dijo el señor presidente de la Nación no nos gusta; es
decir, no nos gusta porque por esta iniciativa seguramente pueden quedar como no punibles
muchos que tendrían que ser condenados.
Diputado Juan Carlos Pugliese55​
Varios partidos de la oposición cuestionaron el proyecto alfonsinista. El Partido Demócrata
Cristiano destacó que un perdón, como el que consagraba el proyecto, debía ser
acompañada del reconocimiento de los crímenes. El Partido Justicialista, por boca del
diputado Antonio Cafiero, cuestionó el proyecto sosteniendo que, por tratarse de una
amnistía, implicaba «borrar y olvidar» los delitos, sosteniendo que debía aplicar la justicia y
si eso no fuera considerado suficiente, por razones de Estado, debía recurrirse a la facultad
presidencial de los «indultos selectivos» que, por tratarse de un perdón estudiado caso por
caso, permitía tener en cuenta diversos atenuantes, incluyendo casos reales de obediencia
debida.55​

La Ley de Obediencia Debida y los levantamientos carapintadas impactaron en la pérdida


de popularidad de Alfonsín que se reflejaría en la derrota de la Unión Cívica Radical en las
elecciones para gobernadores y parlamentarias de 1987.

Los levantamientos "carapintadas" de 1988


La Ley de Obediencia Debida cerró las investigaciones y juicios por delitos del lesa
humanidad y exculpó a los criminales condenados que habían «obedecido» órdenes, pero
no detuvo los levantamientos carapintadas, ni las presiones militares y de los grupos
conservadores que iban en ascenso. Dos nuevos levantamientos "carapintadas" se
producirían en 1988.

En enero, el teniente coronel Aldo Rico comandaría el Levantamiento de Monte Caseros, en


la localidad correntina del mismo nombre.

En diciembre se produjo el Levantamiento de Villa Martelli a cargo del coronel Mohamed Alí
Seineldín, que buscaba la amnistía general e irrestricta para los miembros de las
organizaciones político-militares de la década de 1970.78​79​80​

Copamiento del cuartel de La Tablada


El 23 y 24 de enero de 1989 se produjo un sangriento intento de copamiento del Regimiento
de Infantería Mecanizado 3 ubicado en La Tablada, en el Gran Buenos Aires, por parte del
grupo guerrillero de izquierda Todos por la Patria. El Ejército y la policía sufrieron 11 bajas y
54 heridos, mientras que Todos por la Patria tuvo 32 muertos y cuatro desaparecidos.

El presidente Alfonsín sostuvo que fue él quien ordenó la represión,81​algo que también
compartió la Comisión Interamericana de Derechos Humanos al investigar los hechos.82​
pero el investigador Felipe Celesia sostiene que durante el primer día, las operaciones
represivas dentro del cuartel estuvieron bajo el mando autónomo del poder militar y que el
presidente Alfonsín recién pudo asumir el control de las mismas a partir del día siguiente.83​

La represión llevada a cabo por el Ejército se caracterizó por un alto grado de violencia con
múltiples violaciones de derechos humanos, incluyendo torturas y desapariciones, que
contrastaron con el tratamiento dado en 1987 y 1988 a las tres insurrecciones militares
carapintadas.84​En 1997 la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) tuvo por
probado que el Estado argentino fusiló, torturó y vejó a varias de las personas que fueron
detenidas, evitó investigar los delitos de lesa humanidad cometidos por los militares y otros
funcionarios, además de no respetar el derecho al debido proceso.85​

Los hechos de La Tablada fortalecieron aún más a los sectores militares y conservadores
que buscaban revertir el impacto del Nunca más, el Juicio a las Juntas y el Juicios por
delitos en la guerra de las Malvinas, así como el fortalecimiento y legitimación social de las
organizaciones de derechos humanos y la sujeción de las Fuerzas Armadas al poder
político. La situación del gobierno democrático se debilitaría aún más con el proceso
hiperinflacionario que se desató en febrero de 1989. En las elecciones presidenciales de 14
de mayo, el radicalismo perdió el gobierno a manos del peronismo. Alfonsín no pudo
terminar su mandato y «resignó» el cargo a manos del presidente electo Carlos Menem,
quién asumió en condiciones muy precarias. Sobre fin del año 1989, la Caída del Muro de
Berlín marcó el inicio de la disolución de la Unión Soviética y el fin de la Guerra Fría. El
Consenso de Washington alcanzado en ese mismo año, terminó por conformar un nuevo
orden internacional, con fuertes efectos en los gobiernos de Argentina y América Latina de
ese momento.

Políticas pioneras en relación a las mujeres


Durante sus primeros años de gobierno, estableció una estrecha relación entre la política y
los derechos de las mujeres y lo convirtió en uno de los temas centrales de su agenda
política, implementando muchas iniciativas para abordar la cuestión de la mujer. En 1984,
estableció la Dirección Nacional de Derechos Humanos y de la Mujer, la cual operaba
dentro del Ministerio de Salud y Acción Social. Luego creó el Programa Mujer Salud y
Desarrollo, dependiente de la Secretaría de Salud y el Programa de Promoción de la Mujer
y la Familia, dependiente de la Secretaría de Desarrollo Humano y Familia. Dentro de este
último programa, en 1985 se formó el "Consejo Asesor" mediante una resolución ministerial.
Dicho consejo estaba compuesto por mujeres provenientes de diversos sectores, como la
política, el sindicato, el ámbito académico, así como representantes de organizaciones
feministas y comunitarias.86​87​

En 1985, logró que el Congreso Nacional aprobara la ley 23.179 de la Convención sobre
Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer.88​
Durante su gobierno se logró la sanción de leyes protectoras de los derechos de las
mujeres y los niños, como la ley de igualdad de los hijos nacidos dentro y fuera del
matrimonio, ley 23.264. Esta ley, que generó mucha polémica, significó igualar
completamente ante la ley hijos "legítimos" con hijos "ilegítimos" nacidos fuera del
matrimonio de madre soltera con todos los mismos derechos, incluyendo la herencia del
padre.89​90​91​También el derecho a pensión al cónyuge en matrimonio de hecho.92​88​En
1985 se sancionó la ley de patria potestad compartida entre el padre y la madre, ley que en
1974 había sido vetada por la presidenta durante el gobierno peronista de María Estela
Martínez de Perón.92​91​Esta ley le otorgó a la mujer el derecho de poder tomar también
decisiones sobre sus hijos, decisiones que antes dependían exclusivamente del padre,
quien tenía todo el poder sobre los niños.91​93​En 1986 se sancionó la ley de igualdad de
oportunidades para trabajadores y trabajadoras con responsabilidades familiares.92​94​En
1986, Alfonsín promulgó el Decreto 2274/1986 que establecía el derecho de las mujeres a
decidir sobre su propia reproducción.95​

96​

En 1987 creó la Subsecretaría de la Mujer, suplantada en 1990 por la Secretaría de la Mujer


y finalmente en 1991 por el Consejo Nacional de la Mujer.92​97​En Argentina, en ese
momento, había tres millones de personas separadas que no podían volver a casarse
legalmente, muchas de ellas con hijos "ilegítimos". El 19 de agosto de 1986, la Cámara de
Diputados aprobó el proyecto de ley del divorcio vincular, apoyada por Alfonsín y el Senado
la aprobó el 3 de junio de 1987,con la debida promulgación en el Boletín Oficial el 12 de
junio de 1987. Se sancionó esta ley a pesar de la fuerte oposición de la Iglesia católica
argentina que organizó marchas y protestas multitudinarias.92​98​99​91​A Alfonsín se le debe
la primera ley que le quita a las mujeres la obligación de establecer su domicilio en el de su
esposo y la de llevar la preposición “de” y el apellido del esposo.100​En 1988 promulga la ley
23.592 de penalización de actos discriminatorios, que entre otros actos señala la
discriminación “por motivo de sexo”.100​

Todas estas leyes beneficiaron la situación social de las mujeres en Argentina en ese
momento.92​88​

Política económica
Año101​ Crecimiento
del PIB

1984 Crecimiento 2,2 %


1985 Decrecimiento -7,6 %
1986 Crecimiento 7,9 %
1987 Crecimiento 2,9 %
1988 Decrecimiento -2,6 %
1989 Decrecimiento -7,5 %
La situación económica y social en la que Alfonsín asumió el gobierno era realmente
desfavorable, interna y externamente. En 1982 estallaba la crisis de la deuda
latinoamericana, ante la moratoria de México y la negativa de los acreedores a refinanciar
préstamos, así como la exigencia de que la deuda se cancelara con los activos de los
Estados deudores. Internamente, la deuda externa argentina había pasado de 7875
millones de dólares al finalizar 1975, a 45 087 millones de dólares al finalizar 1983.102​Así
mismo, la tasa de inflación venía en alza: 87,6% en 1980, 131,3% en 1981 y 209,7% en
1982.103​Por otro lado, el retraso salarial y la pobreza, que había aumentado del 5 % en
1975 al 21 % en 1982,104​anticipaban grandes presiones sociales una vez reconquistada la
democracia.

La situación argentina no constituía una excepcionalidad. Para América Latina, la década de


los años ochenta fue conocida como la década perdida105​debido a los problemas fiscales,
la alta inflación y la imposibilidad de pagar la deuda externa que atravesaron la mayoría de
los países de la región. A esto se suma la caída de los precios de las materias primas
durante la década de 1980 que significó un marcado deterioro del comercio internacional
para los países exportadores de materias primas.106​

Primera etapa
En una primera etapa Alfonsín recurrió al esquema económico que el radicalismo había
utilizado con considerable éxito durante la presidencia de Arturo Illia 20 años antes. Su
primer ministro de Economía, Bernardo Grinspun, y gran parte de sus colaboradores habían
sido parte de aquel equipo. En ese primer momento Alfonsín y la mayor parte de la Unión
Cívica Radical básicamente consideraban que la vigencia de las instituciones democráticas
garantizaba que la economía diera respuesta a las necesidades de la población. De esa
primera etapa proviene una frase recordada que repitió durante toda la campaña electoral:
“Con la democracia se come, se educa y se cura”.107​

La política económica de Grinspun, de corte heteredoxo, buscó mejorar el poder adquisitivo


del salario e impulsar el mercado interno para generar empleo industrial.108​Para intentar
controlar la inflación se implementó un fuerte control de las tarifas de los servicios públicos.
En 1984 el PBI se incrementó en un 2,6%,109​pero los desquilibrios macroeconómicos eran
graves. El déficit estuvo cerca del 12,5% del PBI y la inflación alcanzó un 625% anual,
mientras que el salario real se había incrementado solo un 35%.110​

Plan Austral
Artículo principal: Plan Austral
En febrero de 1985 Alfonsín reemplazó a Grinspun por Juan Vital Sourrouille con el fin de
implementar una política económica que atacara frontalmente la inflación. El 14 de junio,
Alfonsín y Sourrouille anunciaron por televisión la puesta en marcha del Plan Austral, por el
que se creaba una nueva moneda, el Austral, se congelaban todos los precios de la
economía, y se establecía un mecanismo de "desagio" para desindexar los contratos. El
Plan Austral fue un plan no monetarista, que se basaba en la idea de que, en una economía
de alta inflación durante varias décadas, como la argentina, el único modo de lograr la
estabilidad era frenando lo que llamaban “inflación inercial”, es decir la anticipación de la
inflación por parte de los agentes económicos. Sólo después podrían atacarse las causas
estructurales.

El Plan Austral funcionó bien al principio, pero su efecto fue efímero.111​En octubre, la tasa
de inflación mensual fue del 2%, una tasa inusualmente baja para la economía argentina del
último medio siglo. La estabilidad económica jugó un importante papel en el amplio triunfo
electoral del radicalismo en las elecciones parlamentarias de noviembre de 1985.
Sin embargo, para 1986, la inflación volvió a mostrar una tendencia ascendente y los
precios relativos de cada sector comenzaron a verse afectados, situación que se vio
agravada por la gran caída de los precios de los productos argentinos de exportación (40%
en el período).112​El gobierno anunció entonces una flexibilización de las estrictas normas
de congelamiento de precios establecidas un año atrás que no dio gran resultado.

Declive económico y político


Para 1987 comenzaba a hacerse evidente que era necesaria una reforma económica
estructural que resolviera la brecha entre recursos con que contaba el Estado, y las
funciones que desarrollaba. El desfinanciamiento crónico del Estado ya no podía ser
resuelto ni recurriendo a los fondos de pensiones, ni por el endeudamiento interior y
exterior, ni por la emisión monetaria.

Indicadores económicos113​114​
Año Inflación Salario real
(base 1970=100)

Desempleo Trabajo no
registrado

1983 433,7 100 3,9 -


1984 688,0 113 4,4 -
1985 385,4 97 5,9 25,9
1986 81,9 96 5,2 27
1987 174,8 91 5,7 29,2
1988 387,7 81 6,1 31,2
1989 3079,5 64 7,1 32,5
En julio de 1987 los ministros de Economía, Sourrouille y de Obras y Servicios Públicos,
Terragno anunciaron conjuntamente un paquete de medidas para la reforma del sector
público. En esa oportunidad decía Sourruille:
Las múltiples funciones del Estado, funciones que fueron surgiendo en el último medio siglo,
no por un capricho ideológico, sino al calor de un consenso social más o menos
espontáneo, hoy ya no pueden ser abarcadas con la debida eficiencia ni solventadas sin
afectar la estabilidad… para avanzar hacia este crecimiento diferente es preciso actuar
sobre una pieza clave en el engranaje de la vida nacional: el Estado. El Gobierno Nacional
ha iniciado ya un proceso de reformas en el Estado, que hoy nos proponemos profundizar.
La crisis del viejo modelo no se resuelve en la falsa antinomia de más o menos Estado, sino
en la construcción de un Estado de nuevo tipo.
Gerchunoff115​

Evolución de la pobreza durante el gobierno de Alfonsín en el Gran Buenos Aires


El gobierno de Alfonsín no pudo avanzar mucho en este plan de reforma del Estado, en
parte por la oposición del peronismo en el Congreso, y en parte porque los partidos políticos
populares de entonces, incluida la Unión Cívica Radical, se encontraban sumamente
comprometidos con las ideas estatistas y nacionalistas que habían dominado la mayor parte
del siglo xx. Finalmente, estas reformas serán realizadas drásticamente durante el gobierno
de Carlos Menem, utilizando según sus propias palabras, un método de “cirugía mayor sin
anestesia”.nota 1​El déficit fiscal continuaba, y empezó a financiarse mediante emisión de
moneda, lo cual llevó a un recrudecimiento de la inflación, a pesar del nuevo signo
monetario.

Deuda externa
Artículo principal: Historia de la deuda externa argentina
En diciembre de 1983 regresa la democracia al país con la asunción de Raúl Alfonsín. La
deuda externa había aumentado un 364% durante el gobierno militar hasta llegar a los
45.000 millones de dólares, por lo que su pago demandaba el 50% de las divisas generadas
por las exportaciones del país.116​Alfonsín declaró:

"Es imprescindible que se comprenda que el pago de la deuda tiene que estar vinculado a
nuestras exportaciones y, por otro lado, estamos convencidos que se necesita una
refinanciación a largo plazo y con los años de gracia que corresponda. La Argentina quiere
pagar, está dispuesta a pagar, quiere cumplir con sus obligaciones pero también todos
debieran advertir de que aquí hay alguna suerte de culpa concurrente."
Raúl Alfonsín117​
En 1984 el gobierno declaró una moratoria unilateral de la deuda por 180 días mientras
intentaba iniciar una renegociación. En mayo de ese año, Alfonsín junto a los presidentes
Joao Figueiredo (Brasil), Belisario Betancourt (Colombia) y Miguel de la Madrid (México),
hicieron una declaración sobre la imposibilidad de cumplir con los pagos de la deuda
externa debido al alza de la tasa de interés internacional y el proteccionismo de los países
centrales.118​En agosto se anunció que se había llegado a un acuerdo con el FMI,119​que
fue finalmente firmado en diciembre de ese año.120​

En febrero de 1986, el gobierno anunció la suspensión de pagos a los acreedores del Club
de París. En ese momento la deuda con estos países ascendía a 6 mil millones de
dólares.121​En febrero de 1987, la Argentina logró un acuerdo stand by con el FMI.120​A
los dos acuerdos de este tipo celebrados con el Fondo se le suman otros dos acuerdos
compensatorios por caí­da de exportaciones (1987 y 1988).120​En abril de 1988, Argentina
entró en moratoria del pago de su deuda externa.122​

Durante el gobierno de Alfonsín la deuda llegó a los 58 700 millones de dólares, subiendo
un 44 %.123​
Hiperinflación
Artículo principal: Hiperinflación argentina de 1989 y 1990
En agosto de 1988 la inflación alcanzaba el 27,6% mensual. En octubre, el gobierno de
Alfonsín puso en práctica un plan de salvataje, el Plan Primavera, cuyo objetivo primordial
era llegar a las elecciones con la economía bajo un mínimo de control. Básicamente
consistía en un acuerdo de moderación del aumento de precios con la Unión Industrial
Argentina y la Cámara Argentina de Comercio y un nuevo régimen cambiario, en el que el
Estado intermediaba en la compra y venta de divisas.

Pero el alto endeudamiento externo e interno, estancamiento, escasa inversión en bienes


de capital e infraestructura y un grave desequilibrio fiscal hicieron que el Plan Primavera
durara poco. Los operadores cambiarios lo rechazaron, no generó confianza y
adicionalmente a comienzos de 1989, el Banco Mundial suspendió su ayuda a la Argentina.
El 5 de febrero, el ministro Juan Vital Sourrouille, el presidente del Banco Central, José Luis
Machinea, y el secretario de Hacienda del Ministerio de Economía de la Nación, Mario
Brodersohn, resolvieron aplicar cambios en la política económica. Para ello dispusieron
decretar un feriado bancario por 48 horas. Durante mayo de 1989, el tipo de cambio ―que
oficialmente se encontraba fijo― se elevó de 80 a 200 australes por cada dólar
estadounidense ―equivalente a una abrupta devaluación mensual de un 150 %― lo que
naturalmente tendió a acrecentar en gran medida las ya de por sí fuertes presiones
inflacionarias. La inflación, que en enero de 1989 era del 387%, creció a 460% en abril.124​
Ese año la cotización del dólar subió el 2038 % y al terminar el año, la inflación fue del 3079
%.125​La hiperinflación de 1989 provocó un aumento en el porcentaje de personas viviendo
en la pobreza del 25 % a comienzos de 1989, al récord histórico de 47.3 % en octubre del
mismo año.126​127​

Ante esto el ministro Juan Vital Sourrouille, el presidente del Banco Central, José Luis
Machinea, y el secretario de Hacienda del Ministerio de Economía de la Nación, Mario
Brodersohn, resolvieron aplicar cambios en la política económica. Tras decretar un feriado
bancario de dos días,128​se resolvió que ante la creciente demanda de dólares se
priorizaría preservar el stock de reservas y el Banco Central no iba a licitar más dólares,
permitiendo una libre flotación de las divisas. A su vez también una "pauta devaluatoria"
para el mercado comercial del 6% para ese mes. Otra de las medidas fue la implantación de
un tercer tipo de cambio.129​

Durante mayo de 1989, el tipo de cambio ―que oficialmente se encontraba fijo― se elevó
de 80 a 200 australes por cada dólar estadounidense ―equivalente a una abrupta
devaluación mensual de un 150 %― lo que naturalmente tendió a acrecentar en gran
medida las ya de por sí fuertes presiones inflacionarias. La inflación, que en enero de 1989
era del 387%, creció a 460% en abril.124​Ese año la cotización del dólar subió el 2038 % y
al terminar el año, la inflación fue del 3079 %.130​La hiperinflación de 1989 provocó un
aumento en el porcentaje de personas viviendo en la pobreza del 25 % a comienzos de
1989, al récord histórico de 47.3 % en octubre del mismo año.126​127​Muchas de las
transacciones comenzaron a realizarse mediante trueque o utilizando al dólar
estadounidense como referencia.

Política de obras y servicios públicos


Al momento de asumir, Alfonsín nombra a Roque Carranza como Ministro de Obras y
Servicios Públicos. En 1987 es reemplazado por Rodolfo Terragno.

Obras públicas
En 1983, el gobierno se hace cargo de la empresa Subterráneos de Buenos Aires (Sbase).
Entre 1983 y 1989 se reconstruyen 150 coches y se amplían las líneas E (cuatro nuevas
estaciones) y D (una estación). Además se pone en marcha un tranvía que lleva el nombre
de premetro. En 1987 se sanciona la ley 23.514 que asigna 50 millones de dólares anuales
para la ampliación de los subterráneos.131​

Servicios públicos
Durante el período 1983-1989 se produjo un fuerte proceso de deterioro de los servicios
públicos debido a las bajas inversiones. El sector eléctrico argentino experimentó una seria
crisis en el año 1988. La escasez de electricidad había comenzado en abril de 1988 por lo
que se realizaron cortes del servicio eléctrico. En ese mes, se hicieron cortes rotativos de 5
horas por turno. Con la llegada del verano, y el esperable aumento de la demanda, los
problemas se agravaron y para peor, se sumaron varios incidentes: salió de servicio la
central nuclear de Atucha I, fallaron dos bombas de la central hidroeléctrica de embalse del
Río Tercero y un incendio en La Pampa afectó líneas de transporte desde la central de El
Chocón. La falta de energía eléctrica afectó también el abastecimiento del agua. Fue así
como Obras Sanitarias de la Nación tuvo que distribuirla en tanques a las zonas del Gran
Buenos Aires.

El gobierno respondió profundizando las medidas de ahorro. Además de los cortes de luz
programados en forma rotativa, se redujeron el alumbrado público, los horarios de
transmisión televisiva -que llegó a transmitir sólo 4 horas diarias- y el tiempo de atención en
los bancos; se prohibieron los espectáculos deportivos nocturnos, e incluso se fijó un orden
de apagones de vidrieras y marquesinas.132​Además, el 1 de diciembre de 1988 se retomó
la aplicación del horario de verano. Se atribuyó la crisis a la «falta de inversiones en materia
de generación, expresando que en el período 1984-87 las inversiones en generación
alcanzaron a u$s 28 millones cuando en realidad deberían haber sido alrededor de u$s 250
millones.133​En general, el período comprendido entre 1980 y 1990, fue considerado la
“década de la desinversión”.134​El Estado debió utilizar la importación de combustibles para
la generación eléctrica y abastecer la red de gas.

En el sector de las telecomunicaciones se lanzó un plan de modernización llamado Megatel,


sin embargo, para 1989 el plan había fracasado.

En tanto en agua y saneamiento, la inversión de OSN en 1985 fue del 67.8 por ciento de lo
que se necesitaba para mantener suministro, y solo el 19.5 por ciento en 1989.

Privatización de empresas públicas


Las empresas públicas eran responsables del 80% del déficit fiscal,135​que el gobierno
consideraba imprescindible en el marco del Plan Austral. Tras la derrota electoral de 1987 y
el nombramiento de Terragno, el gobierno decide avanzar más decidicamente con las
privatizaciones. Sin embargo, se encuentran con la oposición del Partido Justicialista, por lo
que solo pudieron concretar dos de ellas.136​Una década después, Terragno recordó esta
época de la siguiente manera:

La opción no era privatizar o no privatizar, sino hacerlo como nos proponíamos o dejar que
otro viniera a privatizar de cualquier manera. Las empresas públicas se habían convertido
en un hojaldre de corrupción, ineficiencia, exceso de gasto. No había forma de corregir eso.
Rodolfo Terragno (1998)137​
En 1987 se dispuso la privatización de la aerolínea Austral que pasó a pertenecer al grupo
liderado por el empresario metalúrgico Enrique Pescarmona (IMPSA), mediante la empresa
Cielos del Sur S.A.138​Mientras que la telefonía móvil quedó en manos de Movicom.135​La
privatización de la empresa telefónica ENTel no llegó a buen puerto por desacuerdos
internos dentro del gobierno.139​

Política social y laboral


Programa Alimentario Nacional
Esta sección es un extracto de Programa Alimentario Nacional.[editar]
Cajas del Programa Alimentario Nacional, exhibidas en el Museo de Arte Latinoamericano
de Buenos Aires con motivo de una exposición sobre diseño gráfico argentino en el 2023.
El «Programa Alimentario Nacional» (PAN) de Argentina fue una política de emergencia
para afrontar el hambre y la pobreza implementada durante la presidencia de Raúl Alfonsín.
Consistía en el reparto mensual de cajas de alimentos a familias de escasos recursos (las
cajas PAN)140​a través de los municipios. Se entragaban 1,2 millones de cajas
mensuales.141​

El proyecto de ley fue enviado al congreso en diciembre de 1983 y aprobado en marzo de


1984 (ley n.º 23 056).142​La ley estipulaba que el plan duraría dos años pero finalmente se
mantuvo vigente hasta el fin del mandato de Alfonsín. Los primeros envíos se realizaron en
abril de 1984 al Gran Buenos Aires, Santiago del Estero y Misiones. El plan estaba bajo la
órbita del Ministerio de Salud y Acción Social de Aldo Neri y estaba dirigido por Enrique
«Coti» Nosiglia y Fernando Alfonsín.143​

El PAN inspiró posteriormente otros planes similares implementados en otros países


latinoamericanos. Autores críticos delinean que no se trataba de un programa dirigido a
reducir la pobreza estructural sino de una medida que seguía la tradición asistencialista del
Estado argentino y de corto plazo.144​145​
Política laboral
Uno de los pilares del discurso de Alfonsín que lo llevó a la victoria en 1983 fue la denuncia
de un supuesto "pacto sindical-militar".146​La denuncia estaba orientada a identificar al
peronismo con el autoritarismo y a subsumir al sindicalismo en el peronismo.

Siete días después de asumir el gobierno Alfonsín lanzó su proyecto gremial. Esto abrió la
confrontación con los sindicatos, enviando al Congreso un proyecto de reforma sindical
conocido como "ley Mucci", con el objetivo de incluir a las minorías en los organismos de
dirección de los sindicatos.147​El proyecto fue aprobado por la Cámara de Diputados, pero
rechazado por la Cámara de Senadores, dominada por la oposición peronista que
controlaba la CGT.148​Unos pocos sectores gremiales acompañaron la idea, pero los
partidos de izquierda -que hubieran tenido alguna chance de ingresar a las conducciones-
decidieron no apoyar el cambio.

Pero el proyecto tuvo el efecto de unir rápidamente a todos los sectores sindicales, y
establecer una lógica de confrontación entre el gobierno radical y los sindicatos, que se
expresará en 13 huelgas generales organizadas por la CGT. Estas huelgas fueron
calificadas[¿quién?] como políticas, ya que, al estar la CGT controlada por el peronismo, la
huelga general era un instrumento que utilizaba el Partido Justicialista para entorpecer la
acción del gobierno radical.

Por su parte el gobierno radical se opuso frontalmente a restablecer los mecanismos de


negociación colectiva, con el fin de preservar en manos del Estado el poder de fijar los
salarios.149​Sin embargo, las negociaciones con los gremios fueron permanentes.

En los seis años del gobierno radical se realizaron casi 4.000 huelgas sectoriales y de
empresa (67 % en el sector público) y 13 huelgas generales.149​
En 1987 Alfonsín cambia su táctica de confrontación con el movimiento obrero y ofrece el
Ministerio de Trabajo a José Rodríguez, líder de SMATA y uno de los principales dirigentes
sindicales del país. Rodríguez no aceptó pero los grandes gremios propusieron a Carlos
Alderete, secretario general de Luz y Fuerza. Como resultado de este acuerdo, el gobierno
de Alfonsín elaboró una nueva Ley Sindical que fue aprobada en 1988 (ley 23.551), con el
apoyo unánime de todos los sindicatos y parlamentarios de todos los partidos políticos. En
cambio, fue cuestionada ante la OIT por la Unión Industrial Argentina (UIA), la principal
organización empresarial de la Argentina. Esta queja sería continuada en los años 1990 por
la CTA.150​

Política de justicia, defensa y seguridad


Cúpulas militares
Durante el mandato de Raúl Ricardo Alfonsín, se sucedieron constantes modificaciones en
la cúpula de las tres Fuerzas Armadas, especialmente en el Ejército Argentino.151​

Como titular del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas designó al teniente
general Julio Fernández Torres el día 16 de diciembre de 1983.152​Tras realizar
apreciaciones personales respecto a hechos ocurridos durante el último régimen militar se
sucedió una crisis militar interna. El presidente Alfonsín ordenó al ministro de Defensa Raúl
Borrás relevarlo, lo que se materializó el 4 de marzo de 1985.153​Fue sucedido por el
brigadier general Teodoro Waldner, quien asumió el 8 de marzo de ese año y cumplió
funciones hasta el 11 de julio de 1989.154​

La Armada de la República Argentina fue la más estable de todas, ya que el almirante


Ramón Antonio Arosa, designado titular de la fuerza el 16 de diciembre de 1983, se
mantuvo al frente de la marina hasta la finalización del mandato de Alfonsín el 8 de julio de
1989.151​

En la Fuerza Aérea Argentina se sucedieron dos comandantes. El 14 de diciembre de 1983


fue puesto al frente de la aeronáutica el brigadier general Teodoro Guillermo Waldner, quien
luego pasó a ser jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas el 5 de marzo de
1985, quedando el cargo de titular de la Fuerza Aérea en manos del brigadier general
Ernesto Horacio Crespo, quien acompañó a Alfonsín hasta el final de su gestión.151​

La fuerza más inestable fue Ejército Argentino, ya que se sucedieron cinco titulares durante
el gobierno de Raúl Alfonsín, ellos fueron los generales de división Jorge Hugo Arguindegui
(1983-1984), Ricardo Gustavo Pianta (1984-1985) y los tenientes generales Héctor Luis
Ríos Ereñú (1985-1987), José Segundo Dante Caridi (1987-1988) y Francisco Eduardo
Gassino (1988-1989).151​

Robo de pruebas ordenado por el Ejército


El 8 de octubre de 1984 el Ejército argentino ordenó y organizó el robo de pruebas en poder
de la justicia sobre violaciones de derechos humanos cometidas durante la dictadura. La
investigación judicial determinó que el operativo fue conducido por el comandante del
Segundo Cuerpo de Ejército, el exgeneral Víctor Pino Cano, y ejecutado por el
Destacamento de Inteligencia 121, comandado por Héctor Fructuoso Funes. Los militares
ingresaron al Juzgado a cargo del juez Francisco Martínez Fermoselle y sustrajeron la casi
totalidad del material secuestrado en los distintos allanamientos relacionados con las
denuncias radicadas por la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas
(Conadep). En 2023 fue condenado por los delitos cometidos el último sobreviviente. En el
expediente judicial consta un reclamo elevado por uno de los militares involucrados, Luis
Américo Muñoz, al entonces presidente Alfonsín, en la que hace referencia a una operación
militar, que según la sentencia del caso «se podía inferir que la operación a la que se refiere
es aquella que se llevó adelante en los Tribunales Provinciales de la ciudad de Rosario, el
día 8 de octubre de 1984». La investigación judicial se orientó a las responsabilidades por
un eventual ocultamiento de información, cuando Munoz fue ascendido a teniente
coronel.155​

Copamiento del cuartel de La Tablada


Esta sección es un extracto de Copamiento del cuartel de La Tablada.[editar]
El copamiento del cuartel de La Tablada, o combate de la Tablada o la batalla de la
Tablada,156​157​158​159​fue un intento de ocupación de la guarnición del Ejército Argentino
ubicada en La Tablada,nota 2​en la provincia de Buenos Aires, el 23 y 24 de enero de 1989,
por un comando del Movimiento Todos por la Patria (MTP), durante la presidencia
constitucional de Raúl Alfonsín. El ataque fue rechazado luego de varias horas de combate,
resultando muertos 32 guerrilleros, nueve militares y dos policías.161​162​Cuatro guerrilleros
fueron detenidos desaparecidos por las fuerzas gubernamentales, cuya suerte nunca fue
revelada por el Estado argentino.163​

Según el MTP el ataque fue para detener un golpe de Estado carapintada, en tanto que la
conclusión de la investigadora Claudia Hilb, es que la cúpula del MTP pretendía provocar
—mediante un fingido ataque carapintada al cuartel— una insurrección popular
manipulando los sentimientos antigolpistas. El investigador Felipe Celesia coincide en que
no había tal intento de golpe carapintada y sostiene que el MTP perseguía hacer la
revolución según el modelo sandinista, mediante una insurrección popular que generara
cambios políticos de fondo.164​

El presidente Alfonsín sostuvo que fue él quien ordenó la represión,165​algo que también
compartió la Comisión Interamericana de Derechos Humanos al investigar los hechos.166​
Celesia sostiene que durante el primer día, las operaciones represivas dentro del cuartel
estuvieron bajo el mando autónomo del poder militar y que el presidente Alfonsín recién
pudo asumir el control de las mismas a partir del día siguiente.164​La represión llevada a
cabo por el Ejército se caracterizó por un alto grado de violencia; en 1987 y 1988 Alfonsín
había enfrentado sin recurrir a la violencia y negociando con los sublevados, tres
insurrecciones militares carapintadas.167​

El juicio contra los atacantes se realizó en forma sumaria ese año sin respetar el derecho al
debido proceso, con condenas «ejemplificadoras», completadas en 1997 con las condenas
de Gorriarán Merlo y Ana María Sívori.168​En 1997 la Corte Interamericana de Derechos
Humanos (CIDH) tuvo por probado que el Estado argentino fusiló, torturó y vejó a varias de
las personas que fueron detenidas, evitó investigar los delitos de lesa humanidad cometidos
por los militares y otros funcionarios, además de no respetar el derecho al debido
proceso.169​

Doce años después de los hechos, luego de una huelga de hambre de los presos de La
Tablada y presionado por los cuestionamientos de la CIDH, la comunidad internacional y las
organizaciones de derechos humanos, el presidente Fernando de la Rúa, conmutó las
penas de los condenados.170​En 2003 el presidente Eduardo Duhalde indultó a los
condenados.171​

La investigación sobre delitos de lesa humanidad cometidos por las fuerzas del gobierno se
ha visto obstaculizada. En diciembre de 2016, el Poder Judicial reabrió la investigación
luego de que la Corte Suprema lo ordenara el año anterior.172​173​En abril de 2019
comenzó el primer juicio por solo uno de los cuatro desaparecidos, aunque incluye las
torturas y el posterior ocultamiento, en el que se vio involucrado Alberto Nisman. En el
mismo resultó condenado a cadena perpetua el único acusado por el asesinato y
desaparición de José Alejandro Díaz,174​el exgeneral Alfredo Arrillaga, quien ya se
encontraba cumpliendo condena por crímenes de lesa humanidad en la Base Naval de Mar
del Plata cometidos durante la última dictadura cívico-militar.175​176​177​178​
Política de derechos sociales
Dentro de sus políticas sociales se destacan la ley de divorcio vincular y la patria potestad
compartida35​y la defensa de los derechos humanos.179​Se manifestó a favor de la
despenalización del aborto, sin embargo, no presentó ningún proyecto para evitar un cruce
con la Iglesia.180​

Patria potestad compartida


En Argentina, la patria potestad compartida había sido establecida en 1949, mediante la
reforma constitucional realizada ese año. La derogación de dichas reformas por proclama
militar en 1956, y la ratificación de dicha derogación por la Convención Constituyente de
1957, restableció la desigualdad de la mujer frente al hombre por varias décadas más. En
1974 el Congreso volvió a establecer la patria potestad compartida, pero la presidenta María
Estela Martínez de Perón vetó la ley. Básicamente los influyentes sectores conservadores
en Argentina argumentaban que la unidad de la familia exige que uno de los cónyuges
tenga "la última palabra", y que por razones culturales y tradicionales, resultaba razonable
que esa facultad fuera atribuida por la ley al varón.

En 1985, durante el gobierno de Alfonsín se restableció la patria potestad compartida,


mediante la Ley 23.264, un derecho largamente reclamado por las mujeres.

Ley de divorcio
Artículo principal: Ley de divorcio vincular
La sanción definitiva del divorcio vincular sucedería durante el gobierno de Raúl Alfonsín. El
19 de agosto de 1986 se aprobó el proyecto de ley en la Cámara de Diputados y fue girado
al Senado que lo aprobó el 3 de junio de 1987. Fue promulgada el 12 de junio en el Boletín
Oficial.181​

La Iglesia católica, que mantuvo siempre una tirante relación con el presidente Alfonsín, se
mostró dividida frente a la ley de divorcio. El sector más conservador, encabezado por el
entonces obispo de Mercedes (Buenos Aires), Emilio Ogñénovich, organizó una procesión a
Plaza de Mayo encabezada por la Virgen de Luján. Ante la escasa cantidad de asistentes,
Ogñenovich acusó a los obispos ausentes de haber traicionado el compromiso.182​La
Conferencia Episcopal Argentina discutió entonces la posibilidad de excomulgar a los
legisladores que votaran la ley, pero la idea no prevaleció. Sin embargo, el obispo de Lomas
de Zamora, monseñor Desiderio Collino, excomulgó a los diputados de su diócesis.183​Una
vez aprobada la ley, la Iglesia presionó al presidente Alfonsín para que la vetara, pero ello
no sucedió.

Por otra parte, los sectores más abiertos de la Iglesia, mantuvieron una posición crítica sin
ser intolerante, como el caso del obispo Justo Oscar Laguna que manifestó: "El divorcio es
un mal, pero es un mal para los católicos, y no podemos imponer en una sociedad plural
una ley que toca a los católicos. Son los católicos los que tienen que cumplirla y no el
resto".184​
Creación del Banco Nacional de Datos Genéticos
Artículos principales: Ley 23.511 y Banco Nacional de Datos Genéticos.
La Ley 23.511 es la norma que crea el Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG) en
Argentina. Se trata de un proyecto formulado por Abuelas de Plaza de Mayo que fue
aprobado por el Congreso de la Nación en forma unánime en mayo de 1987.

Esta ley permitió dar validez legal a los análisis genéticos realizados y guardados en el
Hospital Durand, con el objetivo de resolver los conflictos por temas filiatorios, sobre todo en
el caso de los niños desaparecidos durante la dictadura cívico-militar argentina.

Por medio de la ley se estableció que los tribunales debían realizar estudios genéticos a
aquellos niños de dudosa filiación y, en el caso de negación a este requerimiento, podía
considerarse como señal de complicidad en los secuestros de los niños.185​
Creación del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas
Artículo principal: Instituto Nacional de Asuntos Indígenas
La ley nacional n.º 23302 sobre Política Indígena y apoyo a las Comunidades Aborígenes
fue promulgada el 8 de noviembre de 1985 y creó para su aplicación el Instituto Nacional de
Asuntos Indígenas como entidad descentralizada con participación indígena en el ámbito
del Poder Ejecutivo Nacional. Al momento de su creación, el instituto dependía del entonces
Ministerio de Salud y Acción Social.186​
Reforma institucional
Artículo principal: Plan para una Segunda República Argentina
El Plan para una Segunda República Argentina fue un conjunto de reformas políticas,
sociales e institucionales elaboradas en el año 1986 por el presidente Raúl Ricardo
Alfonsín. Este plan fue anunciado por cadena nacional la noche del 15 de abril de 1986,
ante los miembros del Consejo para la Consolidación de la Democracia. Estuvo integrado
por varios proyectos ambiciosos enviados al Congreso de la Nación que habrían significado,
dada su trascendencia, una refundación institucional del país, viniendo de allí el nombre.

Los proyectos principales contemplaban el traslado de la capital federal a la Patagonia


(Proyecto Patagonia), la creación de la Provincia del Río de la Plata que unificaría el Gran
Buenos Aires con la Ciudad de Buenos Aires, la reforma de la Constitución Nacional para
abandonar el sistema presidencial y adoptar el semiparlamentarismo como forma de
gobierno, la provincialización del Territorio Nacional de Tierra del Fuego, reformar el Poder
Judicial y realizar una reforma administrativa del Estado.
En 1985 se crea el Consejo para la Consolidación de la Democracia que trabajó en
diferentes proyectos de reformas como la reforma constitucional, el traslado de la capital de
la Nación, una nueva ley de radiodifusión y la creación del Mercosur.

Propuesta de traslado de la capital


Mapa del área federalizada por la ley 23.512 de 1987.
El 16 de abril de 1986, Raúl Alfonsín dio desde los balcones del ministerio de economía de
la provincia de Río Negro un efusivo discurso donde invitaba a los argentinos a "avanzar
hacia el sur, hacia el mar y hacia el frío" y donde anunciaba el traslado de la Capital Federal
al área patagónica integrada por las ciudades de Carmen de Patagones (en la Provincia de
Buenos Aires), Viedma y Guardia Mitre (ambas en la provincia de Río Negro). Se trataba de
un ambicioso proyecto, el cual es conocido como Proyecto Patagonia, cuyo fin era
descentralizar el poder político y económico del país, excesivamente concentrado en el
Gran Buenos Aires, promoviendo también el poblamiento de la Patagonia.187​

Para concretar el proyecto el Congreso de la Nación sancionó la Ley N.º 23.512 y se creó el
Ente para la Construcción de la Nueva Capital Empresa del Estado (ENTECAP), que debía
diseñar y planificar la construcción de los edificios donde funcionarían los organismos
administrativos del Gobierno y las diferentes obras de infraestructura necesarias para el
asentamiento de población y evitar el impacto demográfico negativo en los habitantes de las
ciudades y pueblos ya existentes en el área federalizada.

El proyecto tuvo enorme rechazo de los sectores ligados a los intereses políticos y
económicos de la ciudad de Buenos Aires y de los medios de comunicación porteños, los
cuales lo tildaban de "costoso", "faraónico" e "innecesario". Este frente político anti-traslado
que se armó estaba integrado fundamentalmente por los sectores neo-conservadores, que
tenía entre sus principales líderes y referentes al ingeniero Álvaro Alsogaray, quien desde
un primer momento se opuso al traslado. Estos sectores hicieron todo lo que estaba a su
alcance para tirarlo abajo. También se abrió un gran debate sobre la eventualidad de que la
Ciudad de Buenos Aires retornara a la jurisdicción de la provincia de Buenos Aires, lo que
se resolvió con el artículo 6.º de la ley 23.512, el cual establecía la provincialización de la
Ciudad una vez que las autoridades federales estuvieran radicadas en la nueva capital y
que se debería convocar a una Convención Constituyente para organizar sus instituciones.
Esta ley fue el antecedente inmediato de la autonomía porteña actual. Cuando Carlos Saúl
Menem asumió la presidencia intentó continuar con el proyecto de traslado de la Capital,
pero posteriormente, presionado por los sectores conservadores con quienes se alió
políticamente, decidió anularlo disolviendo el ENTECAP, liquidando sus bienes y
propiedades. La ley de traslado fue derogada por el Congreso mediante la sanción del
Digesto Jurídico Argentino.

Quienes apoyaron el proyecto le han criticado a Alfonsín su falta de decisión política para
llevarlo adelante y no haber ejecutado actos que hicieran irreversible el traslado, "mediante
acciones de gobierno en Viedma, como firmas de decreto".nota 3​El propio Alfonsín se
arrepientió de no haberlo hecho, cuando le respondió a un periodista: "No haberme ido,
aunque sea con una carpa, a Viedma como Capital. Ese fue un error grosero".188​También
se critica a los funcionarios por él nombrados al frente del ENTECAP de dilatar los tiempos
haciendo estudios y maquetas y de diseñar un proyecto demasiado costoso, el cual les
daba argumento a los opositores de este. Este organismo además fue muy cuestionado por
funcionar más en Buenos Aires que en Viedma, donde debía tener su sede.

A pesar de haber sido anulado por el gobierno menemista, en muchas oportunidades Raúl
Alfonsín manifestó su anhelo de que algún gobierno retome el proyecto de Traslado de la
Capital. En 1990 se incluyó el tema en el punto III, que se refiere al Federalismo, de las
Bases de Acción Políticas de la Unión Cívica Radical, el cual dice: «Propiciar el
reordenamiento territorial y la desconcentración de la población. Implementar
oportunamente el traslado de la Capital Federal».

La Convención Constituyente de 1994, que surgió de la firma del Pacto de Olivos, introdujo
en el nuevo texto constitucional la posibilidad de trasladar la Capital Federal fuera de la
Ciudad de Buenos Aires y la provincialización de esta última, a través de los artículos 45.º y
129.º. El primero de éstos sostiene que «La Cámara de Diputados se compondrá de
representantes elegidos directamente por el pueblo de las provincias, de la ciudad de
Buenos Aires, y de la Capital en caso de traslado…»; y el segundo dice que «La ciudad de
Buenos Aires tendrá un régimen de gobierno autónomo, con facultades propias de
legislación y jurisdicción…», pero que «…Una ley garantizará los intereses del Estado
Nacional, mientras la ciudad de Buenos Aires sea capital de la Nación…».

Política de educación, ciencia y tecnología


En 1984, el presidente Raúl Alfonsín creó la Comisión Nacional de Alfabetización Funcional
y Educación Permanente (CONAFEP).189​Se instrumentó el Plan Nacional de
Alfabetización (PNA) diseñado por la profesora Nélida Baigorria. Al asumir el gobierno los
datos del censo de 1980 indicaban un analfabetismo de 6,1 %. En el censo de 1991 el
analfabetismo se había reducido a 3,7 %, porcentaje similar al que registran España y
Canadá.190​En 1988, el PNA de Argentina recibió el premio otorgado por la Asociación
Internacional de Lectura de la Unesco.

En la Universidad, reorganizó las universidades nacionales bajo los principios de la Reforma


Universitaria, básicamente garantizando la autonomía universitaria plena, el cogobierno
entre docentes, estudiantes y graduados y la gratuidad de los estudios de grado.

Congreso Pedagógico Nacional de 1984-1988


En 1984, por la ley N.º 23.114, el gobierno radical de Raúl Alfonsín convocó a un Congreso
Pedagógico Nacional supuestamente para atender las deficiencias del sistema educativo,
pero con el fin de definir si la Educación Pública debía ser Estatal o no Estatal, de lo que
dependería si los colegios privados seguirían recibiendo apoyo económico del Estado y si
los padres de ingresos medios y bajos podrían elegir el tipo de educación para sus hijos en
escuelas de gestión privada.191​Cabe tener en cuenta que en la Argentina viene de lejos la
antinomia educación pública-educación privada. Y durante aquel Congreso pedagógico se
enfrentaron dos enfoques respecto de esta.

Alfonsín confió la organización del congreso a su equipo educativo, encabezado en 1984


por el ministro Carlos Alconada Aramburú, y el diputado Adolfo Stubrin, ambos con
enfoques estatistas. El enfoque estatista era impulsado por radicales y comunistas; y el
enfoque no estatista, que finalmente fue el que triunfó, fue defendido por la Conferencia
Episcopal Argentina, el Partido Demócrata Cristiano, el Partido Justicialista, la Unión del
Centro Democrático, el Movimiento de Integración y Desarrollo y una enorme movilización
de padres de familia que tenían a sus hijos en colegios privados. En aquella convocatoria
llegaron a participar 400.000 personas.93​
La asamblea nacional se realizó en Embalse de Río Tercero (Provincia de Córdoba), en
marzo de 1988 y luego del triunfo del enfoque no estatista el gobierno de Alfonsín entró en
crisis y a los pocos días una huelga docente dejó sin clases durante dos meses a millones
de alumnos de escuelas estatales.192​

Ciencia y tecnología
Esta sección es un extracto de Historia de la ciencia y la tecnología en Argentina § Primer
gobierno democrático.[editar]
La llegada de la democracia en 1983 eliminaría la persecución ideológica, pero las políticas
puestas en práctica por los distintos gobiernos siguieron siendo de involución, y no se contó
con un amplio proyecto de desarrollo integral. El vacío económico, político y cultural hizo
imposible una política científica realista. Terminó la fuga de cerebros por motivos políticos
pero recrudeció la debida a motivos económicos, debido a los continuos ajustes y falta de
oportunidades de trabajo.

La Asociación Civil Ciencia Hoy, entidad civil sin fines de lucro que divulga el estado actual y
los avances logrados en la producción científica y tecnológica de la Argentina y el Uruguay,
realizaba en la editorial de su revista, en 1998, el siguiente comentario:193​

Si bien las políticas generales y científico-tecnológicas aplicadas en el período 1930 – 1983


tuvieron variados grados de éxito (hecho que también puede decirse del lapso 1880 –
1930), hay bastante acuerdo en que, para la década de los ochenta, daban signos
elocuentes de crisis, entre otros, el patético desempeño de la última dictadura militar (con
sus violaciones de los derechos humanos y su delirio bélico en las Malvinas), seguido por el
escaso éxito del gobierno constitucional en establecer sobre bases firmes la actividad
científico-tecnológica. Cuarenta años de alta inflación desembocaron en dolorosos
episodios de hiperinflación, al tiempo que acontecía la cuasi disolución de la capacidad
operativa del estado y la virtual quiebra de empresas públicas. Como parte de esa crisis, se
produjo una importante – y seguramente irreversible – emigración de científicos, motivada
por la intolerancia ideológica, la violación de las libertades cívicas (incluyendo la académica)
y por falta de oportunidades económicas, de participación política y de reconocimiento
profesional y social, factores estos últimos que no desaparecieron con el restablecimiento
del régimen democrático
En 1984 Manuel Sadosky, como secretario de Ciencia y Tecnología, promovió la creación
de una comisión nacional de informática, para establecer las bases de un plan nacional de
informática y tecnología. En este marco nacieron la Escuela Superior Latinoamericana de
Informática (ESLAI) y la Escuela Argentino-Brasileña de Informática (EABI). Ambas
iniciativas apuntaron a formar personas con dominio de la informática y capaces de
desempeñarse como docentes e investigadores, para estar en condiciones de satisfacer las
necesidades del desarrollo y de los futuros estudios de postgrado en América latina.
Sadosky realiza una memoria de su gestión donde afirma: "Los dirigentes de nuestra
sociedad no tienen en general conciencia de la importancia de los recursos humanos con
calificación científica para el desarrollo nacional(…). Nuestros dirigentes no entienden por
qué es importante que el país disponga del mayor número posible de científicos y
tecnólogos. Esto es consecuencia de lo que se ha llamado visión alienada del
desarrollo".194​
En lo que respecta a CONICET en esta gobierno se cambia el mecanismo de subsidios, que
pasa de depender de los directores de instituto a realizarse mediante convocatorias
públicas. Además se crea dentro de CONICET el área de Transferencia Tecnológica para
mejorar la vinculación con el sector productivo.

Se destaca la creación de una única universidad, la Universidad Nacional de Formosa


(1988). Además se crea el Sistema de Apoyo para Investigadores Universitarios (SAPIU)
que entrega un incentivo a aquellos docentes universitarios que realizan investigación.

El INTI continuó con su declive, al que le sumó una gran inestabilidad institucional con
cuatro presidentes en menos de cinco años. Se destacó la gestión de Enrique Martínez,
quien abrió el INTI hacia la comunidad, buscó generar recursos propios y creó un régimen
de incentivos. Sin embargo, el instituto se vio inmerso en un lógica donde se encontraba
cada vez más alejado de la industria y sus necesidades. Por su parte el INTA comienza en
esta etapa a ampliar su campo de acción más allá de los cultivos propiamente dichos para
incluir a otros eslabones de la cadena agroindustrial.
Política exterior

Alfonsín junto al presidente Reagan en la Casa Blanca.


Alfonsín sostuvo una activa política internacional implementada por su ministro de
Relaciones Exteriores, Dante Caputo, el único que se mantuvo durante casi todo su
mandato. Las prioridades fueron fortalecer el sistema democrático en Argentina, evitar que
la Guerra Fría no regenerara la concepción de la seguridad nacional, impulsar el proceso de
democratización regional, resolver las cuestiones limítrofes, generar mayor capacidad
negociadora regional frente a las grandes potencias y promover la integración subregional.
Caputo fue elegido presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1989.

Alfonsín es cofundador del Grupo de los Seis para promover la distensión y el desarme.
Junto con Olof Palme (Suecia), Julius Nyerere (Tanzania), Indira Gandhi (India), Andreas
Papandreu (Grecia) y Miguel de la Madrid (México).

Durante su gobierno realizó una serie de viajes internacionales, entre ellos a los Estados
Unidos, la Unión Soviética, China, España y Cuba. Mantuvo estrechas relaciones con el
gobierno democrático de Uruguay, encabezado por Julio María Sanguinetti, que asumió en
1985.

Alfonsín buscaba el apoyo de gobiernos amigos de Europa, como España, Francia, Italia.
Era recibido con honores, pero no hubo apoyo financiero: "el prestigio de Alfonsín era
enorme -cuenta Federico Storani, entonces presidente de la Comisión de Relaciones
Exteriores de la Cámara de Diputados- Nos aplaudían en todos lados. Mucha palmada,
mucha parola. Y poca guita".

Creación del Mercosur


Alfonsín asumió rodeado de dictaduras y estaba convencido de que sólo un proceso de
democratización permitiría estabilizar la democracia en la Argentina. Desarrolló una política
de apoyo explícito y sostenimiento a los partidos opositores. En Chile impulsó la coalición
del centro y la izquierda para resistir a Pinochet, en Paraguay presionó sobre Alfredo
Stroessner y en apoyo a los partidos enfrentados al Colorado oficialista. Dio tratamiento de
jefe de Estado al líder del partido Blanco uruguayo, Wilson Ferreyra Aldunate, proscripto por
el régimen militar.

Al respaldar la paz con Chile y la integración con el Brasil, la Argentina eliminó las dos
hipótesis de guerra más antiguas. En cambio, no reanudó relaciones con Gran Bretaña y
mantuvo el desarrollo misilístico, con el propósito de presionar a Gran Bretaña con el
Cóndor II, cuyo alcance incluía las Islas Malvinas. El propósito: retomar las negociaciones
para la recuperación del archipiélago por vía pacífica.

También imaginó el Grupo de Apoyo a Contadora, para impulsar junto con Brasil y otras
naciones sudamericanas un proceso de acercamiento en la crisis centroamericana y evitar
una intervención de Estados Unidos, que apoyaba a la contra nicaragüense. A
preocupación del gobierno de Alfonsín por promover mecanismos multilaterales y de
integración supranacional, lo llevó también a promover la integración comercial entre
Argentina y Brasil, uno de los casos de enfrentamiento internacional más persistentes del
mundo.195​

Desde fines de 1982 y la elección de Franco Montoro como gobernador de São Paulo,
Alfonsín percibía el renacimiento de un proceso democrático en Brasil. Para su asunción,
Alfonsín invitó a Montoro, Ulisses Guimarães, Helio Jaguaribe, Fernando Henrique Cardoso,
y Fernando Gasparián. A mediados de la década, Alfonsín ordena a su canciller, Dante
Caputo, de iniciar el proceso de integración subregional. Así, a principios de 1985 Alfonsín
propuso al presidente electo del Brasil, Tancredo Neves, iniciar un proceso de integración
económica entre Argentina y Brasil “para fortalecer la democracia, afrontar la deuda externa
y posibilitar la modernización productiva”196​que fue recibida con agrado por el mandatario
brasileño. Poco después Tancredo Neves falleció, pero su sucesor José Sarney adoptó con
entusiasmo el proyecto de integración, y autorizó al embajador Francisco Thompson Flores
una importante compra de trigo argentino en condiciones desventajosas, por razones
puramente políticas.197​A partir de allí el proyecto de integración se desarrolló
vertiginosamente:

El 28 de julio de 1985, en una decisión sin antecedentes para su política exterior, Brasil
aceptó la propuesta argentina y se incorporó al Grupo de Apoyo a Contadora, junto a Perú y
Uruguay.
El 30 de noviembre de 1985 Alfonsín y Sarney suscribieron la Declaración de Foz de
Iguazú, piedra basal del Mercosur. En 2004, Argentina y Brasil resolvieron conjuntamente
que el 30 de noviembre se celebrara el Día de la Amistad Argentino-Brasileña.198​
El 29 de julio de 1986 se firmó el Acta para la Integración Argentino-Brasileña. Mediante
este instrumento se estableció el programa de Integración y Cooperación entre Argentina y
Brasil (PICAB) fundado en los principios de gradualidad, flexibilidad, simetría, equilibrio,
tratamiento preferencial frente a terceros mercados, armonización progresiva de políticas y
participación del sector empresario. El núcleo del PICAB fueron los protocolos sectoriales
en sectores claves.
El 6 de abril de 1988 se firmó el Acta de Alvorada, mediante el cual Uruguay se sumó al
proceso de integración regional.
El 29 de noviembre de 1988 se celebró el Tratado de Integración, Cooperación y Desarrollo
entre Argentina y Brasil. El Tratado fijó un plazo de 10 años para la remoción gradual de las
asimetrías.
Complementariamente, durante el gobierno de Alfonsín, Argentina y Brasil dieron forma a
varios protocolos de integración, para sectores específicos, implementados por su
secretario de Industria y Comercio Exterior, Roberto Lavagna, posterior ministro de
Economía de los presidentes Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner.

El proceso se completaría el 26 de marzo de 1991, ya durante las presidencias de Fernando


Collor de Mello y Carlos Menem, con la firma del Tratado de Asunción en el que se
constituye el Mercosur.

Algunos analistas consideran que el proceso de integración de Argentina con Brasil,


Uruguay y Paraguay, que puso en marcha Alfonsín es uno de los puntos más altos y
trascendentes de su obra de gobierno.199​

Tratado de Paz y Amistad con Chile


Para Alfonsín garantizar la paz con Chile fue una cuestión prioritaria desde el momento de
asumir:

Ni bien comenzó el gobierno radical, el 10 de diciembre de 1983, di precisas instrucciones


para que se avanzara en la búsqueda de una solución para el diferendo austral.
Raúl Alfonsín200​
En 1978 la reina británica dio a conocer el Laudo Arbitral de 1977, que le había sido
entregado para su conocimiento y publicación por una Corte Arbitral de cinco jueces
nombrados en 1971 de común acuerdo entre los presidentes Allende y Lanusse. La
sentencia, (ver texto depositado en las Naciones Unidas Beagle Channel Arbitration
between the Republic of Argentina and the Republic of Chile, Report and decision of the
Court of Arbitration), determinó que las islas en disputa pertenecían a Chile. El gobierno
militar argentino declaró la nulidad del laudo y posteriormente dio partida a la Operación
Soberanía para ocupar las islas. A partir de entonces la Santa Sede se mantuvo como
mediadora intentando llevar a las partes a un acuerdo que no contradijera el laudo de la
Corona británica.

En 1984 la mediación estaba prácticamente agotada y Chile aún se encontraba gobernado


por una dictadura militar. La persistencia del conflicto era un factor de fortalecimiento del
militarismo en ambos países, y por lo tanto una amenaza inmediata a la democracia
argentina.

En 1983, el papa presentó una segunda propuesta de solución (la primera había sido
rechazada por Argentina). Alfonsín estimó necesario entonces cerrar el conflicto aceptando
la propuesta de la Santa Sede. Como primera medida, Alfonsín firmó en la Ciudad del
Vaticano el 23 de enero de 1984 una Declaración Conjunta de Paz y Amistad en la que los
dos países se comprometían a alcanzar una solución “justa y honorable” para el conflicto,
“siempre y exclusivamente por medios pacíficos”.

Pero el gobierno alfonsinista evaluó que el momento más crítico iba a presentarse cuando la
propuesta de la Santa Sede fuera conocida, y los sectores nacionalistas comenzaran a
cuestionarla subrayando las pérdidas de soberanía frente a su reclamo máximo. El propio
Alfonsín realizó años después esta conclusión sobre las consecuencias de aquel Tratado:
Debemos mirar con orgullo y esperanza lo mucho que han progresado las relaciones entre
la Argentina y Chile a lo largo de los últimos 21 años, alcanzando niveles insospechados de
confianza mutua y cooperación. Desde aquellos difíciles primeros años, el camino
transcurrido ha sido muy grande y la relación con Santiago constituye ahora uno de los
pilares centrales e indispensables de la política exterior de nuestro país. Además, Chile
participa como país asociado al Mercosur y en forma plena en la Comunidad Sudamericana,
proyectos de integración que buscan unirnos en un destino común. La inmensa cordillera se
ha transformado en un nudo de unión, desde donde podemos mirar ilusionados al horizonte,
que nos anuncia un futuro mejor.
Raúl Alfonsín201​
Consulta popular sobre la propuesta de la Santa Sede
Ello llevó a Alfonsín a tratar de crear un fuerte consenso interno que le permitiera aprobar la
propuesta de la Santa Sede y al mismo tiempo evitar el fortalecimiento de los militares
golpistas en ambos países. Existía el peligro cierto de que la mayoría peronista en el
Senado, presionada por la exigencia de defender la soberanía, rechazara la propuesta del
papa Juan Pablo II.

Alfonsín entonces, primero incluyó en el Acta de Coincidencias entre los partidos políticos
que se firmó el 7 de junio de 1984, un punto estableciendo que debía aceptarse la
propuesta que hiciera la Santa Sede. El Acta fue firmada por 16 partidos políticos, incluido
el peronismo, siendo rechazada por 4.nota 4​

Pero fundamentalmente Alfonsín buscó generar un sólido consenso interno mediante una
consulta popular no vinculante, pero que presionara a los senadores. Si bien los principales
líderes del peronismo (Lúder, Cafiero, Carlos Menem, Lorenzo Miguel, Isabel Perón)
estaban a favor de aceptar la propuesta papal, la oposición a la misma había crecido y
sumaba a varios senadores peronistas como José Humberto Martiarena, Oraldo Britos,
Francisco Villada, Vicente Leónidas Saadi, Olijuela del Valle Rivas, Libardo Sánchez;
radicales como Ramón Vázquez; nacionalistas como Marcelo Sánchez Sorondo, Alfredo
Rizzo Romano, Alberto Asseff; socialistas como Alicia Moreau de Justo y Jorge Abelardo
Ramos, entre otros.

En esas condiciones se produjo el famoso debate televisivo entre Dante Caputo y Vicente
Saadi que tuvo un impacto decisivo para el triunfo del "SI" a la propuesta papal. El 25 de
noviembre de 1984 se realizó el plebiscito y triunfó el "SI" con un apoyo del 81,32%.202​
Cuatro días después, el 29 de noviembre de 1984 se firmó el Tratado de Paz y Amistad con
Chile.

Luego apareció un nuevo problema. El Partido Comunista de Chile ha lanzado su aparato


militar para formar el Frente Patriótico Manuel Rodríguez que toma las armas contra la
dictadura de Augusto Pinochet. Y espera conseguir una retaguardia segura en el lado
argentino de la cordillera, con el respaldo del PC argentino. El riesgo de verse envuelto en
un conflicto lleva a Alfonsín a plantear la cuestión al Partido Comunista de la Unión
Soviética en su viaje a Moscú de 1986. Los soviéticos negaron su participación. Alfonsín se
lo plantea a Fidel Castro en La Habana, ese mismo 1986. Un año después, el PC de Chile
abandona la línea militar.

El Grupo de Cartagena
Cartagena (Colombia).
El gobierno de Alfonsín intentó crear mecanismos multilaterales, para tratar la cuestión de la
deuda externa, que permitieran a los países latinoamericanos actuar conjuntamente. La
heterogeneidad de los países latinoamericanos, y principalmente la decisión final de México
y Brasil de negociar bilateralmente, limitó considerablemente las posibilidades que abría una
acción conjunta. Sin embargo, los intentos de formar un “club de deudores” impulsados por
el gobierno de Alfonsín, anticiparían los procesos de integración subregional y regional que
se producirían en la década de 1990, y coaliciones multilaterales Sur-Sur, como el
Mercosur, la Comunidad Sudamericana de Naciones y sobre todo el Grupo de los 20.

El llamado Grupo de Cartagena comenzó a tomar forma en enero de 1984, en la


Conferencia Económica Latinoamericana (CELA) realizada en la ciudad de Quito, a
iniciativa del presidente de Ecuador Osvaldo Hurtado. En esa ocasión el ministro de
Relaciones Exteriores de Alfonsín, Dante Caputo, expuso la propuesta argentina:

La democracia argentina no acepta la trampa en la que el sistema financiero internacional y


las minorías a él asociadas la han colocado al generar esta agobiante deuda externa. Los
estados nacionales han sido usados para apañar a estos grupos especuladores. El destino
del continente está en salir fuera de esta trampa. (…) La crisis que sufrimos quizás tenga
como contrapartida la creación de una oportunidad invalorable para convertir finalmente en
realidad la integración de América Latina y del Caribe.
Dante Caputo, ministro de Relaciones Exteriores203​
Los días 21 y 22 de junio de 1984 los cancilleres y ministros de Economía de Argentina,
Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, México, Perú, República Dominicana, Uruguay y
Venezuela se reunieron en la ciudad colombiana de Cartagena para formar el Grupo de
Cartagena en la que no prosperó la posición máxima impulsada por Argentina de crear un
mecanismo práctico del más alto nivel para la actuación conjunta en las negociaciones de la
deuda externa,204​pero que emitió un documento denominado Consenso de Cartagena que
creó un mecanismo de consulta y seguimiento regional. En 1985, el Grupo de Cartagena
consideró insuficiente el "Plan Baker".

El Grupo Contadora y el Grupo de los Ocho


Con un espíritu similar al que inspiraba el Grupo de Cartagena, el gobierno de Alfonsín
impulsó una acción multilateral conjunta de las democracias latinoamericanas para
garantizar la paz y la democracia en la región.

Con ese objetivo el gobierno argentino impulsó el apoyo al Grupo Contadora, una iniciativa
de acción conjunta para promover la paz en Centroamérica que habían establecido
Colombia, México, Panamá y Venezuela en enero de 1983.

Con ese fin, el 29 de julio de 1985, en Lima, aprovechando el encuentro de presidentes para
asistir a la asunción del presidente Alan García, Argentina, Brasil, Perú y Uruguay
anunciaron juntos la creación del Grupo de Apoyo a Contadora (o Grupo de Lima). Ambos
grupos de países juntos fueron conocidos como el Grupo de los Ocho, y desempeñó un
papel muy importante en la pacificación de América Central. Particularmente importante fue
su actuación cuando los países centroamericanos adhirieron a las propuestas del Grupo de
los Ocho, el 14 de enero de 1986 mediante la Declaración de Guatemala.
Más adelante del Grupo de los Ocho amplió sus preocupaciones a otros problemas de
interés regional, abordando la situación de las islas Malvinas (exhortando a la negociación
entre Argentina y Gran Bretaña), la deuda externa y el proteccionismo de los países
desarrollados.

A partir de 1990 el Grupo Contadora adoptó el nombre de Grupo de Río.

Adelantamiento de las elecciones


Presionado por la recesión económica, el creciente rechazo de los líderes sindicales, la falta
de apoyo de líderes empresariales y el temor a una nueva intentona de grupos militares,
Alfonsín anunció el 21 de abril de 198913​14​el adelanto de las elecciones presidenciales
para el siguiente 14 de mayo (siendo que debían ser realizadas en octubre) con la idea de
que tranquilizarían al país. Sobre esta jugada en particular, años más tarde Alfonsín declaró
que al principio la consideró un grave error, pero con el tiempo entendió que estaba en una
situación extremadamente compleja.205​

En las elecciones presidenciales del 14 de mayo, el candidato de la Unión Cívica Radical,


Eduardo Angeloz, fue derrotado por el del Partido Justicialista, Carlos Menem. Sin embargo,
contra lo que había supuesto Alfonsín, la situación en el país no se calmó: al conocerse los
resultados de las elecciones, Argentina pasó de la fase de recesión a la de hiperinflación, la
cual llevó la pobreza de 25% a comienzos de 1989, al récord histórico de 47,3% en octubre
del mismo año,206​207​y la inflación trepó bruscamente del 460% en abril al 764% en
mayo.9​

Disturbios en el interior
La precaria situación económica, la carestía de comida, y el alineamiento de muchos grupos
(en Rosario por ejemplo) con el gobernador opositor Víctor Reviglio y/o el vicegobernador
Antonio Vanrell, ambos del PJ fueron el caldo de cultivo perfecto para los disturbios de
Argentina de 1989. Sin confirmarse que estén relacionadas con la oposición del PJ o no, el
hecho es que las manifestaciones y saqueos de supermercados continuaron entre los
meses de mayo y junio, durante el último tramo de la administración radical, provocando
que el 29 Alfonsín ordenara el Estado de sitio para pacificar la situación; calmándose tan
pronto como habían comenzado luego del traspaso de mando, aún con hiperinflación
presente.

Los primeros disturbios comenzaron en Rosario -la tercera ciudad más grande de Argentina
tras el Gran Buenos Aires y el Gran Córdoba- cuando varias personas comenzaron a
demandar que algunos supermercados repartiesen comida gratuitamente. Rápidamente se
extendieron hacia otras ciudades, incluyendo el propio GBA. La propia reacción policial fue
más bien pasiva durante los dos primeros días, lo que contribuyó a la generalización de los
disturbios. Aún está abierto a discusión si es que dicha pasividad fue a propósito o si, por el
contrario, la policía fue tomada desprevenida y pronto se vio superada por la masiva
dimensión que alcanzaron los tumultos. Viendo lo difícil que sería atravesar los meses que
quedaban hasta la entrega del mando presidencial el 10 de diciembre en medio de este
contexto (y el creciente rechazo de sindicatos, empresarios y militares), Alfonsín anunció el
12 de junio de 198915​que también se adelantaba el traspaso de mando para el 30 de ese
mes, siendo que originalmente estaba previsto para el 10 de diciembre. El anuncio agarró
desprevenido hasta al propio Menem, que no quería tomar el poder tan pronto, así que tras
negociaciones se acordó que el traspaso de mando sería el 8 de julio. Así pues, el 8 de julio
de 1989 Alfonsín entregó la presidencia a Menem y se dio el primer traspaso desde el
retorno de la democracia de dos presidentes elegidos democráticamente (si bien no se
cumplió completamente el mandato del saliente). No obstante, la hiperinflación continuó tras
la asunción de Menem, y recién se llegaría a niveles de inflación anteriores a mayo del '89
en febrero de 1991 (582%).9​

Entre las transformaciones económicas estructurales diseñadas por el gobierno de Alfonsín,


merece destacarse la iniciación de un proceso de integración económica con Brasil,
Uruguay y Paraguay que dio origen al Mercosur. Esta iniciativa ha sido considerada como
“el legado más perdurable de toda la política económica del gobierno de Alfonsín”.208​

Fin del mandato

Alfonsín y el presidente electo Carlos Menem el 31 de mayo de 1989 en la Quinta de Olivos.


Alfonsín debía terminar su mandato el 10 de diciembre de 1989. Sin embargo, la recesión
económica, el creciente rechazo de los líderes sindicales, la falta de apoyo de los líderes
empresariales, y el temor a una nueva intentona de grupos militares, influyeron para que el
21 de abril de 198913​14​Alfonsín anunciara que adelantaba considerablemente la fecha de
las elecciones, estableciéndolas el 14 de mayo, casi siete meses antes de la entrega del
mando. Con esta medida buscaba apaciguar la situación apremiante del país. Alfonsín, en
el futuro, calificaría como "un error tremendo" de su parte, haber adelantado las elecciones
de esa manera, aunque por otro lado también reflexionó que el contexto hacía muy difícil
cualquier vía.nota 5​

Los dos candidatos con posibilidades de resultar elegidos eran el radical Eduardo Angeloz,
por la Unión Cívica Radical, y el peronista Carlos Menem, por el Partido Justicialista.

De acuerdo con encuestas de la época, hasta enero de 1989 la posibilidad de que la Unión
Cívica Radical volviera a ganar las elecciones tenía un serio fundamento. Sin embargo, con
el correr de los meses el empeoramiento de la recesión disminuyó la posibilidad de triunfo.

Alfonsín pasa el mando a Menem.


El 14 de mayo Carlos Menem triunfó con el 47 % de los votos, frente al 37 % del candidato
radical. Contra lo que Alfonsín había supuesto, la situación en el país no se calmó:
Argentina pasó de la fase de recesión a la de hiperinflación, en mayo la inflación alcanzó el
78 % mensual y la pobreza comenzó a crecer de modo exponencial: en mayo era del 25 %
y en octubre del 47 %. Comenzaron a producirse saqueos y a extenderse una ola de
violencia, que provocó que el 30 de mayo Alfonsín decretara el estado de sitio.

Con una situación día tras día peor, las presiones de sindicatos, empresarios y militares, y la
convicción de que debía que sacrificar su mandato para que la democracia se mantuviera
en Argentina, el 12 de junio de 1989 Alfonsín anunció que también la entrega de poder sería
en forma anticipada, el 30 de ese mes, en vez del 10 de diciembre como estaba
dispuesto.15​Este anuncio sorprendió al mismo Menem, que no tenía en sus planes acceder
al poder tan pronto, así que se comenzaron negociaciones entre ambos. Finalmente, el 8 de
julio de 1989 se dio el traspaso de mando de Alfonsín a Menem, y se cumplió la primera
sucesión entre dos mandatarios constitucionales civiles de distintos partidos desde 1916.

A fines de ese año, el diario Ámbito Financiero de Buenos Aires publicó una nota de análisis
de las elecciones, titulada "Golpe de Mercado", donde golpeó a Alfonsín:

Esta Argentina democrática no quiere más golpes de Estado militares pero ha adoptado una
estrategia para defenderse de la demagogia de los políticos.
209​
Con respecto a la hiperinflación, probaría ser difícil de apalear completamente, y continuaría
tras la asunción de Menem.

La ciudad de Santa Fe, sede de la Convención Constituyente de 1994.


Artículos principales: Pacto de Olivos y Constitución Argentina de 1994.
Luego de la derrota electoral de 1989 Alfonsín permaneció como presidente de la Unión
Cívica Radical. Por entonces, en el mundo estaban sucediendo transformaciones de fondo
que poco a poco se irían denominando con la palabra "globalización". El gobierno de
Menem fue ajustando sus políticas a la dinámica de la globalización, pero en los primeros
años de la década de 1990 existía una gran confusión sobre la verdadera naturaleza del
proceso.

En las elecciones parlamentarias de 1991 el desempeño electoral de la Unión Cívica


Radical obteniendo el 29% fue aún peor que la de 1989.210​Ello llevó a Alfonsín a renunciar
a la presidencia del Comité Nacional, aunque quedó al mando Mario Losada, hombre de
confianza del expresidente.

Alfonsín creó entonces la Fundación Argentina para la Libertad de Información (FUALI)


desde donde comenzó a reorganizarse y publicar varios libros de defensa de su gestión.

En agosto de 1992, dirigentes cercanos a Raul Alfonsín, y con su explícito apoyo,


constituyen el Movimiento para la Democracia Social (MODESO) con un fuerte discurso
socialdemócrata y reformista y en defensa del Estado de Bienestar. El concepto de
"Democracia Social" como una especie de estatismo y hasta de proteccionismo moderado,
alejado tanto de los colectivismos como del liberalismo clásico, había sido propugnado,
desde la Unión Cívica Radical del Pueblo de los años '60, por Miguel Ángel Zavala Ortiz.
Zavala Ortiz había fallecido un año antes de las elecciones de 1983, pero su pensamiento
en materia de economía y de relaciones exteriores tuvo una gran influencia en el de
Alfonsín, tanto en forma directa como a través de dos de sus más estrechos colaboradores,
Conrado Storani y Dante Caputo. Con este acto se extinguió el Movimiento de Renovación y
Cambio, dando origen a una nueva línea interna del radicalismo el MODESO.

El desempeño electoral del radicalismo en las elecciones parlamentarias del 3 de octubre


de 1993, en donde el partido obtuvo el 30% del voto popular a nivel nacional, llevó a
Alfonsín a comprender que era necesario un enfoque nuevo de todo el proceso y en
especial del ya entonces denominado "menemismo", que se veía cada vez más fortalecido,
con un apoyo social generalizado y decidido a reformar la Constitución para permitir su
reelección en 1995, aún forzando las normas constitucionales vigentes.
Alfonsín sostuvo entonces que era necesario dialogar y llegar a un acuerdo con el
presidente Carlos Menem. A pesar de la oposición de los principales líderes radicales
(Angeloz, de la Rúa, Storani e incluso Losada), Alfonsín volvió a ser elegido presidente del
Comité Nacional de la UCR en 1993. Inmediatamente después se reunió en secreto con
Menem en la casa de su excanciller, Dante Caputo, quien se encontraba en Haití, cercana a
la residencia presidencial, y terminó llegando a un acuerdo conocido como el Pacto de
Olivos.211​

El Pacto de Olivos fue un acuerdo para reformar la Constitución Nacional pero


estableciendo pautas básicas sobre las condiciones de la reelección del presidente y los
contenidos de la reforma constitucional. Allí se acordó no realizar un plebiscito, y aceptar la
reelección por una sola vez del presidente en funciones, pero acortando el primer mandato,
al mismo tiempo que se acortaron los mandatos de los senadores, se incorporó un tercer
senador por la minoría, se estableció la figura del Jefe de Gabinete y el Consejo de la
Magistratura para atenuar el presidencialismo, a la vez que se sometían los decretos-leyes
a reglas precisas, se incluían varios derechos de tercera y cuarta generación y se daba
prioridad a los tratados internacionales sobre las leyes.211​

Pocos días después, al asumir como presidente Alfonsín presentó el Pacto al Comité
Nacional de la UCR. Si bien generó una importante discusión y la dura oposición de algunos
dirigentes importantes, como Fernando de la Rúa, el Comité Nacional aprobó el Pacto de
Olivos por un 75% de sus miembros.211​

La Convención Constituyente sesionó en la Ciudad de Santa Fe entre mayo y agosto de


1994 y produjo la importante Reforma Constitucional de 1994 en la que resultaron
modificados 43 artículos. El propio Alfonsín fue convencional constituyente allí.

El Pacto de Olivos tuvo un impacto muy negativo sobre la UCR que en las elecciones de
convencionales constituyentes obtuvo el menor porcentaje de su historia hasta entonces
(19,9 %), y en las elecciones presidenciales de 1995 cayó aún más al 17,1 %, constituyendo
por primera vez en la historia la tercera fuerza (segunda fue el FREPASO). El desastre
electoral le costó a Alfonsín la presidencia de la UCR aunque permaneció en el Comité
Nacional como Secretario de Relaciones Internacionales. En esta función, gestionó en 1996
la incorporación de la Unión Cívica Radical a la Internacional Socialista.

Fue miembro del Club de Madrid.nota 6​

Atentado en San Nicolás


Para fines de febrero de 1991, el expresidente había iniciado una gira proselitista por
núcleos radicales de la provincia de Buenos Aires, en un intento por sostener un partido que
se descoyuntaba después del final anticipado de su mandato.

El 23 de febrero, le tocaba hablar en San Nicolás de los Arroyos, en la puerta del comité
nicoleño de la UCR, en la calle Mitre, y allí se juntaron unos cinco mil correligionarios para
escucharlo. Ese día, recibieron amenazas de bomba el hotel y el comité, algo de rutina para
el expresidente. A las 22.20, Alfonsín inicia su discurso. Inexpresivo, un joven parado a un
costado del palco, a un puñado de metros del exmandatario, saca un revólver calibre 32
largo, apunta y dispara, pero gracias a un fallo en el tambor del arma no logró su cometido.
El histórico custodio de Alfonsín, Daniel Tardivo, se abalanzó sobre el expresidente, lo tiró al
piso y lo cubrió con su cuerpo. El expresidente, sin saber bien lo ocurrido, retomó el
micrófono y concluyó su discurso.212​

El agresor de San Nicolás fue Ismael Edgardo Darío Abdalá y tenía 29 años. Había
trabajado en SOMISA y había tenido un breve paso por Gendarmería Nacional. En 1984
había dejado todo para incursionar en la iglesia mormona y predicar el evangelio en Buenos
Aires. "Delirio sistemático" fue la concisa descripción que la psiquiatra que trataba a Abdalá
le dio al juez de la causa, que se diluyó en esa insania mental y Abdalá fue internado. Dos
años después, se quitó la vida.212​

Previo a este ataque, había sufrido otros dos intentos de asesinato. El primero fue durante
una visita protocolar en mayo de 1986, al Tercer Cuerpo del Ejército, en Córdoba. Fue
encontrada una bomba que detonaría cuando el presidente arribe al lugar. El atentado fue
descubierto e imposible de concretar.

Raúl Alfonsín había sufrido un gran número de amenazas de bomba durante su mandato,
pero ninguna se había concretado. El segundo intento de atentado contra su vida fue en
octubre de 1989, cuando ya había dejado la Presidencia. Fue un atentado sin previo aviso o
amenaza. En la casa del Alfonsín, localización asidua de reuniones políticas, se sintió un
fuerte estruendo que derribó varias paredes de la vivienda. Milagrosamente el presidente no
se encontraba en su hogar al momento de explotar la bomba. El hogar estaba vacío.213​

Comité Nacional de la UCR 1995


Cuando Rodolfo Terragno fue elegido presidente del Comité Nacional del radicalismo,
Alfonsín fue elegido para estar a cargo de las relaciones exteriores del partido.214​

La Alianza
Artículo principal: Alianza para el Trabajo, la Justicia y la Educación
La caída electoral de la UCR y la evidencia de que Menem buscaba un tercer mandato,
incluso forzando la letra de la nueva Constitución llevó a Alfonsín a acercarse al FREPASO.
El 3 de agosto de 1997, se concretó Alianza para el Trabajo, la Justicia y la Educación entre
el FREPASO y la UCR, en una reunión celebrada en la casa de Federico Polak, vocero y
portavoz de Raúl Alfonsín. Para dirigirla se constituyó una mesa de cinco miembros, El
Grupo de los Cinco (Raúl Alfonsín, Carlos «Chacho» Álvarez, Fernando de la Rúa, Graciela
Fernández Meijide y Rodolfo Terragno). La Alianza obtuvo un notable triunfo en las
elecciones parlamentarias de 1997, alcanzando el 45 % de los votos en todo el país y
ganando incluso en la Provincia de Buenos Aires, cuya lista de diputados nacionales
encabezó Graciela Fernández Meijide, figura ascendente en la política nacional desde el
FREPASO.

Alfonsín asumió entonces la dirección del Instituto Programático de La Alianza (IPA). Bajo la
dirección de Alfonsín, el IPA se organizó como un espacio abierto en el que cientos de
intelectuales, especialistas y activistas, de todas las tendencias y ámbitos de actuación,
participaron en la elaboración del programa de gobierno de la Alianza y un esquema de
nuevos paradigmas teóricos y políticos, guías para la acción, que sostuvieran una nueva
«cultura aliancista» de características socialdemócratas. La tarea de síntesis quedó a cargo
de Dante Caputo.215​Sin embargo, finalmente, los candidatos de la Alianza, rechazaron las
propuestas programáticas del IPA y presentaron un programa alternativo más moderado. De
hecho la Alianza se presentó a las elecciones con dos programas, el que fuera elaborado
por el IPA bajo la dirección de Alfonsín, y el que fuera confeccionado por los candidatos
personalmente. Este desacuerdo llevó a Alfonsín a renunciar en febrero de 1999 a la
dirección del IPA, a la Comisión de Acción Política de la UCR y a la posibilidad de luchar por
la presidencia del Comité Nacional de la UCR.216​

En 1998, el presidente Carlos Menem inició una confusa campaña para que se permitiera
su tercer mandato, que incluía la posibilidad de un plebiscito o una autorización especial de
la Corte Suprema. Ante ello Alfonsín reaccionó advirtiendo de que en ese caso la Alianza
llamaría a la desobediencia civil, porque implicaría un golpe institucional. Decía entonces:

El tema es de una importancia extraordinaria, porque significa terminar con las instituciones
de la Nación, transformar un gobierno democrático en un gobierno de facto… con el pacto
(de Olivos) el Presidente dio su palabra. No es un asunto personal, pero es evidente que yo
fui protagonista. Por eso me siento traicionado.217​
Finalmente, el 10 de marzo de 1999, la Cámara de Diputados declaró que Menem no podía
ser reelecto nuevamente.218​

El 17 de junio Alfonsín sufrió un grave accidente automovilístico, en el que se temió por su


vida, pero del que se recuperó más rápido de lo esperado.nota 7​

En las elecciones presidenciales del 24 de octubre de 1999 triunfó el candidato presidencial


de la Alianza, Fernando de la Rúa.

En noviembre Alfonsín fue designado vicepresidente de la Internacional Socialista y en


diciembre elegido por unanimidad presidente del Comité Nacional de la UCR a propuesta de
Fernando de la Rúa.

Durante el gobierno de la Rúa, Alfonsín mantuvo un rol de intermediario entre las diversas y
heterogéneas fuerzas que componían la Alianza, con el fin de preservar su unidad. Sin
embargo, a medida que el presidente De la Rúa acentuaba su alianza con los sectores más
conservadores, Alfonsín fue tomando distancia del gobierno.

En las elecciones parlamentarias de octubre de 2001 resultó elegido senador por la minoría
de la provincia de Buenos Aires.

2002-2008

1.º de octubre de 2008: la entonces presidenta Cristina Kirchner y su esposo, el


expresidente Néstor Kirchner, recibiendo a Alfonsín en ocasión de inaugurar su busto en la
Sala de Presidentes de la Casa Rosada.

Alfonsín en 2003.
El 20 de diciembre de 2001, en medio de una crisis económica y de agitación social —que
incluyó el llamado «cacerolazo»—, el presidente De la Rúa presentó su renuncia. Alfonsín,
como senador, apoyó la elección como presidente provisional de Eduardo Duhalde, para
luego renunciar a su banca en julio de 2002. Roberto Lavagna, Ministro de Economía de
Duhalde y Kirchner (hasta 2005), había sido en su momento secretario de Comercio
Exterior de Alfonsín por un breve período. Durante su período como senador, Alfonsín
colaboró activamente con el gobierno provisional, y fue él quien le aconsejó a Duhalde que
pusiera a Lavagna como Ministro de Economía.

El 24 de marzo de 2006, al cumplirse 30 años del golpe militar de 1976, Alfonsín encabezó
un acto frente a la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), en el que reivindicó el rol de
su gobierno en el juicio a las juntas y su política de derechos humanos, y cuestionó al
gobierno de Néstor Kirchner, por la modificación no consensuada de la ley del Consejo de la
Magistratura.219​

En 2008, Alfonsín, aquejado de una grave dolencia, fue sometido a tratamiento en los
Estados Unidos. El 2 de julio del mismo año, la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires
lo nombró ciudadano ilustre, reconociéndolo por «su aporte permanente a la democracia y
los derechos humanos».220​Esa misma noche, se realizó el acto de homenaje en el Teatro
Argentino de La Plata, en donde más de 4000 personas le agradecieron por su inagotable
defensa de los derechos humanos y la democracia.

Ese mismo año, el 1 de octubre en un homenaje dirigido por la presidenta Cristina Kirchner
al cual asistieron más de 400 personas se inauguró un busto en su honor en el Salón de los
Bustos de la Casa Rosada.221​

Masonería
Alfonsín perteneció también a la masonería. Este dato había sido revelado en 2021 por uno
de los principales divulgadores de la masonería en la Argentina, el profesor Antonio Las
Heras, y en 2022 fue confirmado por Pablo Lázaro, Gran Maestre de la Gran Logia de la
Argentina de Libres y Aceptados Masones.222​223​El 31 de marzo de 2022, al cumplirse un
nuevo aniversario de su muerte, el mismo Lázaro, desde la página oficial de la Gran Logia,
publicó la siguiente declaración: "El aniversario de su paso al O:.E:. es una gran oportunidad
para compartir con todos la pertenencia del ex Presidente de la Nación a la Logia
Independencia, en la que compartió los trabajos con otros HH:. identificados con la causa
de los Derechos Humanos, la libertad, la Democracia y la Justicia como Simón Lázara, cuya
labor es valorada y recordada permanentemente. La Masonería argentina rinde homenaje a
un hombre, un presidente y un Hermano que engrandece nuestra Orden".224​Ese mismo
año, al cumplirse otro aniversario de su asunción presidencial, el 10 de diciembre, la Gran
Logia organizó un homenaje a Alfonsín en el cementerio de la Recoleta. En el mismo tomó
la palabra Eduardo Lázara, en su cargo de Gran Segundo Vigilante, y pronunció un discurso
sobre la obra de gobierno 1983-1989 y la importancia que tuvieron en ella masones como
Alfonsín y Dante Caputo. Según expresó, "Alfonsín compartía trabajos masónicos en la
Logia Independencia, la cual también estaba compuesta por otras personalidades que
tenían alto compromiso con la defensa de los derechos humanos, la vida democrática, y la
construcción de la República".225​

Fallecimiento
Artículo principal: Funeral de Raúl Alfonsín
Cartel colocado en homenaje a Alfonsín en la casa de la Unión Cívica Radical en la ciudad
de Córdoba.

Granaderos en el funeral de Alfonsín en la Ciudad de Buenos Aires.


Falleció a los 82 años, el 31 de marzo de 2009, debido a un cáncer de pulmón y luego que
su salud se viera agravada, en sus últimos días, por una neumonía broncoaspirativa.

El Gobierno de la Argentina decretó tres días de duelo nacional por el fallecimiento y sus
restos fueron velados desde primeras horas del 1 de abril de 2009 en el Salón Azul del
Congreso Nacional al que concurrieron además de autoridades y políticos de distintos
partidos un número aproximado de 80 000 personas que debió esperar en fila entre cinco y
seis horas. Entre las autoridades políticas que participaron del acto se encontraban los
expresidentes Carlos Menem, Fernando De la Rúa, Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner; la
presidenta Cristina Fernández no pudo estar presente por encontrarse en la Cumbre del
G-20 de Londres. Al día siguiente fueron llevados en una cureña militar escoltada por el
Regimiento de Granaderos a Caballo al Cementerio de la Recoleta, en Buenos Aires.226​
Los restos del expresidente descansaron provisoriamente en la bóveda de los caídos en la
Revolución del Parque hasta que el 16 de mayo fueron trasladados a un monumento
individual en el mismo cementerio en un lugar construido sobre mármol gris y beige, donde
hay una cruz en lo alto y un luminoso vitraux por el que entra una luz tenue. La frase del
preámbulo de la Constitución Nacional que él solía repetir durante la campaña presidencial
está grabado sobre un mármol, como reseña de sus intenciones y legado: «… Con el objeto
de constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer la
defensa común, promover el bienestar general y asegurar los beneficios de la libertad para
nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que quieran habitar
el suelo argentino…». 227​

La muerte de Alfonsín motivó también reacciones internacionales. Perú y Paraguay


decretaron uno y tres días de duelo nacional respectivamente, mientras que los presidentes
de Brasil, Bolivia, Colombia, Nicaragua y Chile enviaron fuertes mensajes de condolencias
con el fallecimiento. El presidente uruguayo Tabaré Vázquez pasó por el Congreso, así
como también los expresidentes extranjeros Julio María Sanguinetti (de Uruguay), Fernando
Henrique Cardoso y José Sarney (de Brasil). También llegaron condolencias desde España
por parte del presidente José Luis Rodríguez Zapatero y del líder del Partido Popular,
Mariano Rajoy, así como también de la OEA y de los Estados Unidos. El presidente
estadounidense Barack Obama envió a Cristina Fernández una carta en donde escribía «El
Presidente Alfonsín fue una figura fundacional en la consolidación de la democracia en
América latina. Nos unimos a los que a lo largo de América expresan su respeto y estima
por su integridad y su compromiso con los principios democráticos y los derechos
humanos».228​Finalmente, se celebró una misa en su memoria en la Ciudad del Vaticano.

Homenajes

Banda y bastón de Raúl Alfonsín.


El 20 de junio de 2009 se inauguró la plaza "Presidente Dr. Raúl Ricardo Alfonsín" en la
localidad de Villa Zagala, partido de General San Martín, en la Provincia de Buenos
Aires.229​
En diciembre de 2012, el Concejo Deliberante de Ramallo, Provincia de Buenos Aires, a
instancias de la Juventud Radical de Ramallo, declaró y reconoció, mediante resolución, al
expresidente de la Nación Dr. Raúl Alfonsín, «Padre de la democracia argentina», en
carácter de título honorífico post mortem; e invitó a los Concejos Deliberantes de la
Provincia,a la Cámara de Diputados de la Provincia y a la Cámara de Diputados de la
Nación a que se expidan en igual sentido. Del mismo modo, el 10 de diciembre de 2012 se
inauguró el Monumento a Raúl Alfonsín en la localidad de Villa Ramallo.

En abril de 2018, la Fundación Konex otorgó el premio «Konex de Honor» a Raúl Alfonsín
por considerarlo una personalidad de relieve sobresaliente fallecida en la última década.230​

En los años posteriores a su muerte, creció la valoración positiva de Raúl Alfonsín y recibió
múltiples homenajes en todo el país. En distintas ciudades se inauguraron estatuas y bustos
en su honor: La Plata, Vicente López, Mar del Plata, Chascomús, Dolores, San Juan,
Córdoba, Chubut, entre otras localidades.

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