0% encontró este documento útil (0 votos)
1 vistas16 páginas

Kohut_367_381

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1/ 16

Fernández de Oviedo: historiografía e ideología

Al final de su Historia general y natural de las Indias, y ter-


minado el recuento ele los acontecimientos históricos, Gonzalo
Fernández de Oviedo reúne, en el quinquagésimo y último libro,
historias de " infortunios e naufragios [ ... ) porque los hombres
sepan con cuántos peligros andan acompañados los que nave-
gan" 1. Extraña conclusión ésta de su vasto panorama de la na-
turaleza y ele la historia humana del Nuevo Mundo, más extraña
aún si nos fijamos en la ambigua y hasta contradictoria formula-
ción de sus intenciones, que nos hace dudar de si el autor quiso
prevenir a sus lectores ele los peligros de los viajes por alta mar,
o si, por el contrario, quiso enaltecer, una última vez, el valor y
el coraje de los hombres que habían corrido aquellos riesgos. Lo
único cierto desde el principio es que este libro corresponde a un
designio estructural explícito, Jo que se deduce del hecho de que
ya ocupaba el mismo lugar privilegiado en la primera edición de
la Historia en 20 libros.
En curiosa contraposición al autor, los estudiosos de su obra
obviamente no clan mucha importancia a este Libro de los nau-
fragi os, como lo llama (371), ya que son muy pocos los que lo
han comentado. Hasta ahora son las anotaciones de Antonello
Gerbi las que constituyen, a pesar ele su brevedad, el aporte más

1 Historia, V, 305. En lo que sigue, me limito a señalar la página en


las citas del Libro de los !la1t/ragios. En las citas de los otros libros de
la Historia, indico volumen y página/ libro y capítulo.
368 BOLETÍN DE LA R1·:1\L ACADEMIA ESPAÑOLA

valioso a la comprensión del libro. El punto decisivo, para él, es


la ya mencionada voluntad de composición : la Histo?-ia se abriría
con el feliz v iaje de Colón y terminaría con los naufrag ios (Ger-
bi, 347), a lo que propone tres explicaciones que comprende como
complementarias, siendo las dos primeras el que Fernánclez etc
Oviedo habría querido hacer sentir a sus lectores la peligrosa le-
j anía del N uevo Mundo 2 y resaltar así la ayuda milagrosa de la
Vi rgen y de los santos. La tercera explicación relaciona el libro
con las utopías ele esta época que suelen empezar con un nau-
fragio :

Il naufragio e la catastrofe che clistrugge la struttura cco-


nomica e tecnica vigente, senza d istrugger la vita del su-
perstite (per ipotesi). N e annulla el condizionamento storico
e giuriclico, e ne fa un semplice essere d i natura. E quindi
il passaggio piü facile dalla realta all'utopia, dalla Societa
alla Natura, dal Passato al F uturo. Il realismo d'Oviedo si
riprova con la sua collocazione clei naufragi alla fine del
suo scritto, al limite ultimo clella credibilita, e no a spunto
clell'immaginazione (347).

Esta última explicación interpreta la posición del libro en el con-


texto de la obra como un esfuerzo ele realismo que sería opuesto
al proyecto de los autores ele utopías ele la época.
En una segunda línea ele interpretación, Gerbi relaciona el
Libro de los na.ufragios con la moda ele libros sobre este tópico,
empezando con el archifamoso libro ele Alvar N úñez Cabeza ele
Vaca, consider ado como paradigma del género, seguido más tar-
de por Antonio de León Pinelo, Jerónimo ele Corte Real y Ber-
nardo Gómez de Brito (348).
Hay poco que añadir a las propuestas de Gerbi. En un artícu-
lo reciente, A lvaro Félix Bolaños señala " el carácter utópico del
relato sobre el licenciado Zuazo al presentar una solución imagi-
naria de la contradicción que el cronista encuentra entre el estado
indeseable ele su sociedad y el deseable de una nación regida por
la justicia" (112). La oposición a la interpretación ele Gerbi, que

2
El argumento se ve corroborado por el hecho de que Fernández de
Oviedo remite al lector al Libro de los na~tf¡yagios escribiendo que encon-
trará allí tan asombrosos acontecimientos que "se os quite el desseo de na-
vegar" (Q1ti1Jq1tagenas, 9, citado por Gerbi, 347).
FERNÁNDEZ DE OVIEDO: HISTORIOGRAFÍA E IDEOLOGÍA 369

explícitamente había negado el carácter utópico de este libro, es


tan sólo aparente, puesto que Bolaños no se ocupa del Libro de
los na1tjragios en su totalidad, sino tan sólo de un episodio que
corresponde precisamente a la estructura utópica señalada por
Gerbi, es decir, el naufragio como causa de la vuelta a un estado
natural y por ende utópico.
F inalmente, hay que mencionar el artículo de José Juan
Arrom, quien interpreta este libro como expresión de la ambi-
ción narrativa del autor, misma que había expresado ya antes en
su libro ele caballerías y. en los muchos episodios intercalados en
su Historia, y que evidenciarían en su totalidad "su persistente
designio de alcanzar un lugar perdurable en la narrativa hispá-
nica" (123).
E l carácter fragmentario o parcial ele estos apu ntes críticos,
nos surgiere la necesidad de re-examinar el Libro de los naufra-
gios, cuyo punlo de arranque es inevitablemente la vol untad de
composición por parte del autor, tal como lo había hecho antes
Gerbi. Sin embargo, la contraposición de los naufragios al feliz
viaje inicial de Colón convence tan sólo parcialmente, puesto que
aquéllos no son una respuesta final a la empresa del descubri-
miento y de la conquista, sino más bien una consecuencia colate-
ral inevitable que de ninguna manera ha impedido la gran em-
presa. En este sentido, me parece más indicado señalar la oposi-
ción entre el elogio hímnico ele la naturaleza americana en el pró-
logo a Carlos V., y las reflexiones clesilusionaclas de los últimos
años de la redacción ele la Historia 3 .
Más importante es, sin embargo, el hecho de que el libro ofre-
ce, a primera vista, muy poco que pueda justificar la importancia
explícita que Fernández ele Ovieclo le confiere, puesto que se pre-
senta más bien como ensamblaje de curiosidades heterogéneas es-
cogidas porque "son cosas para oír e notarse" (305), con lo que
se asemeja mucho al famoso libro VI , donde el autor reunió,

3 Compárense, de modo especial, pasajes como "¿Cuál ingenio mortal

sabrá comprchencler tanta cliversiclacl ele lenguas, ele hábitos, ele costumbres
en los hombres clestas ínclias? ¿ Tanta variedad ele animales, así domésticos
como salvajes y fieros?", cte., etc. (1, 8 ; P), y reflexiones como "Agora
peor está esta tierra que el arca ele Noé, sin comparación" (III, 355/
XX IX, 34). Cf. mi artículo ele 1992, 103 y sig.
370 BOLETÍN DE LA R EAL ACADEMIA ESPAÑOLA

"como en depósito común" un gran número de historias y acon-


tecimientos sin más relación entre ellos que el interés para el lec-
tor, "porque -como explica- cuanto más raras y peregrinas
fueren, y no de compararse las unas a las otras, tanto más será
cada cual dellas más digna ele ser sabida y no puesta en olvido"
(VI, P / I, 141). E s cierto que las historias de este libro, a dife-
rencia de las del libro VI, están reunidas bajo un denominador
común, lo que indujo a Arrom, al igual que a Gerbi , a destacar
la unidad interior del libro:

Los treinta ejemplos son variantes ele un mismo modelo


catastrófico. Hay en ellos huracanes, carabelas batidas por
olas inmensas, naos que se destrozan entre arrecifes, incen-
dios a bordo que se extinguen cuando mayor es el peligro
en intervenciones ele seres divinos que realizan espectacu-
lares salvamentos 4 .

Pero este resumen es válido tan sólo parcialmente, puesto que


hace excepción precisamente ele dos capítulos que son, con creces,
los más largos y, por lo menos uno ele ellos, también los más im-
portantes del libro. El capítulo diez narra la historia del licencia-
do Alonso Zuazo, que si bien entra en el esquema de los naufra-
gios en la primera parte, se aleja de él en la segunda, que cuenta
su destino en los disturbios en México durante la ausencia de
Cortés, quien había salido para combatir la rebelión de Cristóbal
de Olid en Guatemala. El descubrimiento del río Amazonas (o
Marañón, en el texto) por Francisco de Orellana, y su viaje río
abajo hasta su desembocadura en el Atlántico, y de allí a la Isla
de las Perlas o Cubagua, finalmente, son materia del libro X XIV.
Si no todo es naufragio en este libro, llama la atención, por
otra parte, el hecho de que hacen falta otros naufragios espec-
taculares que Fernández ele Oviedo inserta en otras partes de su
Historia, siendo el caso más obvio la historia de Alvar Núñez
Cabeza de Vaca, a la que dedica todo el libro XXXV 5 .

4
Arrom, 122; cf. Gerbi, 347. En este contexto hay que mencionar a
Martínez, 1983, quien se sirve de este libro para ilustrar las vicisitudes de
los viajes marítimos de la época.
5 Fernández de Oviedo basa su relato en una carta que Alvar Nllñcz,

Andrés Dorantes y Alonso del Castillo enviaron en 1539 a la Real Audien-


FERNÁNDEZ DE OVIEDO: HISTORIOGRAFÍA E IDEOLOGÍA 371

¿Sería, pues, El libro de los naufragios un ejemplo más de


esta incoherencia que tantas veces se ha criticado en la obra ove-
diana? Pero las apariencias engañan. Quiero defender, en lo que
sigue, la tesis de que este libro es más coherente de lo que pueda
parecer a primera vista; pero que no es tanto la materia - i. e.
los naufragios- la que le confiere coherencia, sino el modo de
su exposición que obra en tres niveles de significación: en el
primer nivel, como narrativa realista; en el segundo, como re-
presentación de un mundo mágico y, finalmente, en el tercero,
como nar rativa alegórica. En su conjunto, los tres niveles serían
la expresión de la ideología del autor que se encuentra en opo-
sición d ialéctica a su oficio de historiador.
En el primer nivel, el libro es una serie de historias inconexas.
Explícitamente, este libro no es de historia, sino de historias. A
pesar de ello, Fernández de Oviedo les da el mismo peso histo-
riográfico acentuando la verdad histórica de lo narrado. Con muy
pocas excepciones, nota escrupulosamente, en cada una de las his-
torias, la fecha, enumera a los protagonistas, destaca su rango so-
cial y la entereza de su carácter, nombra al testigo que le relató
lo ocurrido - en la mayoría ele los casos idéntico al protagonista
(o uno de los protagonistas) y menciona finalmente la fecha y el
lugar donde los ha escuchado. Así al final del capítulo 26:
Viendo yo entrar el navío e pasar a par de esta fortaleza
de esta cibdad de Sancto Domingo, que por Sus Majesta-
des tengo, donde después el mesmo piloto Amador Gon-
zálvez me informó del naufragio ya dicho, como hombre
bien hablado e ele buena fama e crédito que tiene, y le ha-
cen digno ele ser creído (e porque así lo cuentan todos los
otros que con él se hallaron, que a~ presente están en esta
cibdad), tomé yo esta relación cinco días después que aquí
vino esta gente (406).
Es muy probable que Fernánclez de Ovieclo haya j uzgado nece-
sarias estas repetidas afi rmaciones en vista de los hechos sobre-

cía de Santo Domingo, y en una edición de los Nattfragios de Alvar Nú-


ñez anterior a 1547 (XXXV, 6-7/IV, 314 y sig.). En cuanto a ésta, Gerbi
(348) menciona una edición de Zamora de 1542, mientras que Ferrando en
el prólogo a su edición de los Nmtfragios (37) considera la supuesta pri-
mera edición como desconocida, siendo la edición de Valladolid de 1555
considerada generalmente como princeps.
372 BOLETÍN DE LA REAL ACADEM I A ESPAÑOLA

naturales que aparecen en la mayoría de las historias, de los que


me ocuparé al analizar el segundo nivel ele significación.
Las historias de este libro son, de modo general, cuentos de
aventuras, narrados en un estilo sobrio, hasta seco, y notable por
su realismo. Este resalta sobre todo en las descripciones de la na-
turaleza, de las aves y los pescados, de las tortugas y los lobos
marinos, pero también en el relato del comportamiento de los
hombres, de sus pecados y de su fe, de su egoísmo y su genero-
sidad, de su coraje e ingeniosidad en situaciones desesperadas.
En este nivel, las historias muestran, aparte de la aventura, los
peligros de las rutas marítimas y, en menor grado, los de tierra
firme. Fernández de Oviedo las utiliza para aconsejar a futuros
pasajeros sobre los puntos decisivos en los que deben fijarse para
minimizar los riesgos del viaje :
Primeramente, en saber qué tal es la nao o carabela en que
se mete. I tem, qué expiriencia tiene el piloto que la ha ele
gobernar. Lo tercero, qué copia o cantidad de marineros
lleva. Lo cuarto, cómo va proveida de bastimentas e de
agua. Lo quinto, qué escalas ha de hacer hasta donde el
pasajero quiere ir. Item, si el navío es de edad o mal ve-
lero, e cómo gobierna e sostiene las velas, porque con tales
inconvinientes sería mal acuerdo entrar en tal navío (369).

En otro lugar añade que es preferible que el barco vaya acom-


pañado de otros barcos, porque así es más grande la probabilidad
de ayuda en el caso ele un naufragio (412).
A este nivel reali sta se superpone otro que podría mejor ser
caracterizado como mágico. Para evitar malentendidos, parece
oportuno definir la concepción de magia (en oposición a religión)
ele la que me sirvo antes de proceder a la interpretación de los
pasajes pertinentes. En la teología católica, la magia se defi ne
como una concepción religiosa según la cual ciertos actos o ritos
obtienen forzosamente los resultados deseados, de modo que se
puede hablar de un automatismo entre aquéllos y éstos. En este
sentido, la magia constituye un peligro constante para la fe, pues-
to que cosifica la espiritualidad de los sacramentos y hace lo di-
vino directamente disponible al hombre 6 . Esta definición con-

6 "Bestimmte Handlungen sollen unmittelbar, durch ihre eigene Mach-

tigkeit, bestimmte Resultate erzwingen 'ocler, richtiger gesagt: sie clirekt


FERNÁNDEZ DE OVIEDO: HISTORIOGRAFÍA E IDEOLOGÍA 373

cuerda con los resultados de las investigaciones por parte de la


antropología 7•
En las historias narradas por Fernández de Oviedo, los hom-
bres luchan contra la naturaleza, y lo hacen con sus fuerzas físi -
cas y su ingenio. Pero el autor considera esta lucha tan sólo la
superficie ele la lucha real entre las fuerzas del mal y las del bien,
entre el diablo y Dios. Es como si aquél -reflexiona el autor-
no se contentara con perseguir a los hombres en tierra firme,
sino que "también navega e va a molestar las naos e navegan-
tes" (320).
Como paradigma ele este esquema, interpretaré, en lo que si-
gue, el capítulo nueve. E n el año ele 1519 partió una carabela de
Santa María del Antigua, en Darién, para Santo Domingo. Du-
rante la travesía, el barco se vio en una tormenta tan grande que
su perdición pareció inminente. Fernández ele Oviedo describe
esta situación desesperada desde la perspectiva de dos mujeres,
llamadas las T aviras, que estaban en el barco. Cito el pasaje in
extenso;
E vieron diablos muy fieros y espantables puestos a la proa
e popa ele la nao, e oyeron en el aire que decía uno de ellos:
"Tuerce la vía" ; como que debiera otro tal estar sobre el
timón e gobernalle, dando estorbo a la salvación de aquella
gente para que se anegasen. El cual respondió: "No pue-
do." E dese a poco oyeron otra voz que decía: "Echa la a
fondo; anégala." Respondió otra voz, diciendo: "No pue-
do, no puedo. " E tornó a replicar el que parescía que man-

zeitigen ... damit erweisen sich die betreffenclen Handlungen einfach als in
Praxis umgesetzte dynamistische Weltauffassung'" (Herde.rs theologisches
Tascheule:rikon, artículo "Magie"; la cita en la cita proviene de A. Ber-
tholet). En lo que sigue, el artículo habla de la "Automatik cler Kraftwir-
kung" que caracterizaría la magia, para terminar con las palabras:
"Zugleich aber wird das Kategoriale, vom Begriff bis zum Kult, immer
wieder - in 'Kleinglauben' - magisch verdinglicht und verfügbar gemacht
(rationalistisch wie irrational). So ist die stets neue Aufgabe von Glaube
und Religion die 'Unterscheidung cler Geister', die standige, so behutsame
('gedulclige') wie unerbittliche Selbstkritk in der Selbsreinigung von
Magie".
7
Cf. Lévi-Strauss, 1973-1974, 11, 183-266 (" Magie et religion "); Mali-
nowski, 1973, 71-74 ("Magie und Religion"); Malinowski, 1978, II, 213-
250 (" An Ethnographic Thcory of the Magical Word "); Dur kheim, 1981,
69-75.
374 BOLETÍN DE L A R EAL ACADEMIA ESPAÑOLA

daba: "¿Por qué no puedes ?" E aquella maldita voz dijo:


"No puedo, que va aquí la de Guadalupe." Estonces fué
tan grande el a larido e lágrimas ele todos aquellos pecadores
cristianos, llamando a Nuestra Señora de Guadalupe y en-
comendándose a ella, que paresció que abrían el aire e lle-
gaban al cielo sus clamores. E así fue ello : porque en aquel
paso iba el navío ya muy cerca de tierra, o junto a ella,
pensando todos que se había de hacer mili pedazos en aque-
lla costa brava, e vino una ola muy sin comparación alta e
mayor que las otras, e por encima de los roquedos de la
costa brava levantó la carabela e la echó en tierra más de
cient pasos fuera del agua, sin que persona de todos los que
en el navío estaban, peligrase ni muriese. E así, miraglosa-
mente, los libró Dios, a intercesión de su gloriosa Madre,
del peligro de la mar e del diablo (321).

Podemos aislar, en esta relación, cuatro pasos decisivos :


1.0 Los peligros son obra del diablo (o de los diablos) que apa-
recen físicamente ;
2.0 los hombres no se dejan intimidar por los diablos, sino que
reaccionan con oraciones y votos, sobre todo a la Virgen
María;
3.0 la Virgen María intercede en persona ;
0
4. la salvación milagrosa.

La presencia corporal del diablo o de los diablos se repite en


otras historias. Con cierta preferencia, Fernández de Oviedo los
identifica con grandes pescados que rodean a los barcos. Cuando
A lonso Zuazo se ve en una tormenta, el barco está rodeado de
enormes pescados: "En el cual tiempo e trabajo vieron muchas
toñinas grandes o pescados de aquella manera como puercos ce-
bones que parescía que volaban por el aire alrededor del navío,
con otras señales horribles y espantosas" (324), y, al final del
mismo capítulo, cuando Zuazo se ha salvado, por la gracia de
Dios, de todas las tribulaciones, Fernánclez de O viedo comenta :

E dije que le li bró Dios de sus enemigos espirituales, por-


que para mí yo pienso, e aun así lo piensa él e los que lo
vieron, que aquellos delfines e toñinas que vieron en los
Alacranes volar sobre los másteles y entenas de la carabela,
en que allí se perdieron, no eran sino diablos, e no pesca-
FERNÁNDEZ DE OVIEDO: H ISTOHIOGHAFÍA E IDEOLOGÍA 375

dos: de los cuales le libró D ios, segund habéis oído (356


y sig.).

La fe en la realidad de los demonios es otro rasgo que vincula


las historias de este libro a una concepción mágica del mundo
(cf. Durkheim, 69), muy presente en la r eligiosidad de estos si-
glos. Me limito a señalar dos testimonios contemporáneos para
ilustrar la demonología de la época. En el Libro de la verdad
(1568, 135 vta), el maestro Pedro de Medina explica el fenómeno
de la visibilidad de los demonios, escribiendo que " los demonios
para poder ser vistos cielos hombres, forman cuerpos apparentes
hechos de ayre". Más explícito es el humanista Juan L uis Vives
en su g ran obra póstuma De veritate fidei christian(l!, aparecida en
1543, pocos años después ele la primera edición de la Historia. A
pesar de q ue se enfrenta enérgicamente a toda clase de supersti-
ciones, acepta como hecho dado la realidad de los demonios, a
cuyos (falsos) milagros dedica todo un capítulo 8• Pero lo que más
interesa en este contexto es que V ives se r efiere en este capítulo
de manera especial al recién descubierto continente, describiendo
los "fingidos y di abólicos" milagros,

como son los que por sí mismo obra Satanás cuando, sin
ser visto, habla o hace algo, como cuando aflige a alguno
con una enfermedad y le sana, cuando llueve sangre, car-
ne; cuando en el aire hace combatir ejércitos contrarios, o
cuando, luego de tomar un cuerpo aereo, se hace visible a
los hombres, con1,o muy a menudo en ese Nuevo Mundo
recién descubierto y antes en la Canaria y en las célebres
islas Afortunadas 9 .

Estos pasajes parecen un eco inmediato de las descripciones de


F ernández de Oviedo. La demonología ovediana no es una ex-
cepción, sino que se inserta en la religiosidad de su tiempo.
El poder del diablo se basa en los pecados de los hombres,
cuya salvación depende de su arrepentimiento y ele su fe. Pero
también este artículo ele fe, perfectamente ortodoxo, tiene una di-

8 Opera qmnia, VIII, 197-200: 197 ; Obras completas, II, 1479-1481.


9 Obras completas. II, 1479; cf. 1416; Opera omnia, VIII, 117 y 198.
Cf. Gomis, 1949.
376 BOLETÍN DE LA REAL ACAl>EMi i\ ESPAÑOL A

menswn mágica, como resalta en la historia del naufragio del


licenciado Alonso Zuazo, ya mencionado en otro contexto. Des-
pués del naufragio, Zuazo y los suyos logran salvarse en una is-
leta, pero descubren asombrados muy pronto que no hay agua. La
sa ngre de unas grandes tortugas que encuentran apaga la sed
más urgente, y, agradecidos, comparan esta sangre con la sangre
vertida por Cristo en la cruz, esto es, equiparan su acto al sacra-
mento del corpus:

N unca brebaje fué más dulce a gente alguna que a ésta


aquella sangre que es dicha. E así como cada uno se levan-
taba de beber, untado, de la manera que he dicho, antes que
se alimpiase, alzaba las manos con los ojos al cielo a dar
gracias a Dios por su socorro e merced que les había hecho
a todos en darles a beber sangre en memoria ele su sacra-
tísima pasión, a cuyas llagas el licenciado había ofresciclo
estas tortugas, como se elijo primero (327).

Pero el efecto ele la sangre de las tortugas dura poco, la sed torna
a torturar a los náufragos, volv iéndose cada vez más intolerable.
Durante doce largos días, todos rezan muchas horas, sin que Dios
atienda su s plegarias. Finalmente, Santa Ana se aparece a una
niña antes de que ésta muera y le revela que encontrarán agua
en otra isla cercana. Los hombres navegan en un batel a esta otra
isla en la que encuentran realmente una fuente. Per o otra vez la
esperanza en la salvación se convierte en desesperación, puesto
que el agu a es salada y por e nde imbebible. Sólo Zuazo no pierde
la esperanza y convence a su gente que es por su s pecados y su
poca fe que no encuentran agua dulce. Por ello les ordena que se
confiesen los unos a los otros, y que voten castidad por un año,
lo que hacen todos con la excepción de tres que votan castidad
perpetua. Es entonces que empieza la parte propiamente mágica:

Y hecho aquesto, hicieron una procesión, en la cual este


licenciado [i. e. Zuazo) era el preste, e llevaba una cruz en
las manos hecha de un palo, que acaso allí se halló; e con
mucha devoción e lágrimas fueron todos en torno de la
isleta, circu ndándola, cantando la letanía con hartas dife-
rencias ele voces e tonos muy enrosquescidos e flacos. E
dada una vuelta al rededor de la isla, que será toda ella
como la plaza de Sanct Francisco de Sevilla o menos, atra-
FERNÁNDEZ DE OVIEDO: HISTORIOGRAFÍA E IDEOLOGÍA 377

vesaron la isla por medio de parte a parte. E díjoles el


licenciado que todos fuesen haciendo señal o rastro con los
pies en la arena, e tornaron otra vez con la mesma proce-
sión, del un cabo al otro de la isleta, para la atravesar asi-
mesmo por medio, en cruz, con las mesmas señales de los
pies, como si se tomase un pan redondo e le partiesen en
cuatro partes iguales, quedando por las partiduras o divi-
sores cuatro cuarterones con una cruz en medio. E así que-
dó hecha en la mitad de la isleta (331).

El licenciado continúa el rito penitenciario con un largo sermón


basado en los diferentes pasaj es del Antiguo y N uevo Testamen-
to relacionados con el agua, después del cual manda a sus hom-
bres cavar precisamente en el centro de la cruz que habían mar-
cado en la tierra. Efectivamente, encuent ran agua dulce a poca
profundidad. Otra vez, como antes con la sangre de las tortugas,
el ag ua se equipara al sacramento del Corpus:

A sí que, hallada esta agua, tomó el licenciado un cobo o


caracol, que cabría bien media azumbre de agua, e dijo a
toda la compañía que no bebiesen, porque ante todas cosas
era razón que toviesen agradescimiento de la merced que
Jesucristo e su bendita abuela les había hecho, e que le de-
bían ofrescer ·a quel agua primeramente, como hizo David
con la de la cisterna. Y echada el agua por el aire a manera
de cruz, ofreciéndola a Dios N uestro Señor, e a la Señora
Sancta Ana, de lo que quedó, dió a todos sendos tragos, en
manera de comunión e licencia para que todos bebiesen, he-
cho esto, y se hartasen (332) .

El agua de la fuente milagrosa confiere a los náufragos la fuerza


necesaria para construir embarcaciones que les permite buscar la
tierra firme. La historia termina, como se debe, con un último
milagro. Cuando los náufragos son finalmente salvados por gen-
te venida desde tierra firme, Jos recién llegados encuentran el
agua de la fuente milagrosa salada, y así lo comprueban los mis-
mos náufragos. Fernández de Oviedo interpreta este hecho como
doble milag ro : Dios había convertido el agua salada en dulce
para que sobrevivieran los hombres, y la había reconvertido en
salada "para que los fieles e aun los infieles aprendan e conozcan
e vean por estos miraglos cuán incomprehensibles son las obras
de Dios, e cómo es en todo poderoso" (342).
378 BOLETÍ N DE LA REAL ACADEMI A ESPAÑOLA

La dimensión mágica de esta larga y accidentada relación re-


side en el hecho de que no se considera suficiente la oración es-
piritual, sino que ésta debe materializarse en gestos concretos,
que llevan de modo directo, a manera de causa y efecto, al resul-
tado deseado.
Esta dimensión mágica a veces se tiñe de colores fetichistas,
lo que resalta en la escena famosa de la segunda parte de la mis-
ma historia, en la que el licenciado Zuazo convierte a un grupo
de indios a la fe católica, escena comparada por José Luis Mar-
tínez (454) con el mucho más famoso debate teológico, en el año
1524, entre los 12 franciscanos y los sacerdotes indígenas, reco-
gido por fray Bernardino de Sahagún en su obra Coloquios y
doctrina cristiana, de 1564.
Tras su salvación del naufragio, Zuazo ha ascendido a lugar-
teniente de Cortés durante la expedición de éste contra Cristóbal
ele Olid. E n un momento dado, le llega la noticia de que los in-
dios preparan una rebelión, que logra suprimir con medidas bár-
baras (y aprobadas tácitamente por el cronista) antes de que es-
talle. Para completar la sumisión de los indígenas, manda destruir
sus ídolos . Entonces los indios eligen una delegación de cuatro
hombres principales y sabios que preguntan a Zuazo
que qué era la razón por que les destruía sus dioses, que
les daban de comer e de beber, e les daban victoria en la
guerra contra sus enemigos, e les multiplicaban sus hij os y
generasción, y el agua, cuando les faltaba, e la salud en sus
enfermedades; e que ellos vían que los cr istianos asimesmo
tenían sus ídolos e imágines, a quien adoraban e servían e
acataban. E cuando esto decían, estaba una imagen de Sanct
Sebastián a la cabecera de la cama del licenciado, pintada
en papel; e diciendo lo que es dicho, aquel que proponía,
señaló con el dedo poniendo aquella imagen por ejemplo,
que el licenciado tenía aquélla en veneración, e que así ellos
decían que ellos tenían en estima a sus imágenes e ídolos
(347).

Después de un día de reflexión, Zuazo responde a los sabios que


los cristianos no veneran las imágenes, sino que éstas son tan sólo
representaciones de Dios y de los santos, y para prueba de ello
hace pedazos la imagen de San Sebastián que los sabios habían
visto. Pero éstos contestan sonriendo que no son tan necios, que
FERNÁNDEZ DE OVIEDO: HISTORIOGRAFÍA E IDEOLOGÍA 379

ellos también saben que sus estatuas e imágenes están hechas por
hombres y tan sólo representan a sus dioses. Zuazo se ve desam-
parado ante esta argumentación, y sólo después de una oración
interior encuentra la respuesta adecuada y decisiva: los cristia-
nos adoran a Dios y son conscientes de que los santos han sido
creados por él; los indios, por el contrario, no saben que sus
dioses son creados por Dios y, lo que es más, adoran a criaturas
que se habían rebelado contra Dios y se habían convertido en
diablos y demonios, lo que se manifiesta en el hecho de que exi-
gen sacrificios humanos, mientras que el Dios cristiano les pide
a los hombres nada más que adoración y amor. Este argumento
convence a los sabios, quienes prometen al licenciado Zuazo con-
vertirse a la fe católica con toda su gente. Para terminar, le pi-
den que les dé

la imagen de Nuestra Señora la virgen Sancta María, por-


que a Dios e a su imagen no lo comprehendían bien. E así
. el licenciado les hizo dar una imagen de N uestra Señora, e
con ella e con ellos se fué a la iglesia, e se baptizaron, e
llemáronse como él, aunque el apellido de Zuazo no lo po-
dían bien expresar. E súpose cómo luego colocaron la ima-
gen de N uestra Señora en el más alto cu (que así se dicen
los templos de toda su tierra); e así se destruyeron todos
sus ídolos que tenían en ella (349).

Los sabios intuyen acertadamente dos puntos importantes de la


práctica religiosa de los españoles, siendo el primero el papel cen-
tral de la Virgen María, y el segundo la adoración de imágenes
y esculturas de ella, de Cristo y de los santos. La adoración ele
María les parece a los sabios indígenas la parte más accesible ele
la fe católica. Con esto se asemejan a los náufragos, puesto que
es a la Virgen que ellos dirigen sus oraciones y plegarias, y a ella
atribuyen su salvación. En algunos casos, la Virgen intercede en
persona y se aparece a los náufragos, como ocurre en el capítu-
lo siete. Pero no es la Virgen tal cual, sino una Virgen en una
encarnación concreta: en la mayoría de los casos, es la Virgen ele
Guadal u pe; en algunos otros, la Virgen del Antigua de la iglesia
mayor de Sevilla. En un solo caso (mencionado ya), es Santa Ana
la que se aparece e intercede. Es esta identificación de la Virgen
con una imagen o estatua material lo que recuerda peligrosamen-
380 BOLETÍN DE LA HEAL ACADEMIA ESPAÑOLA

te el (etichismo. A pesar de la argumentación aparentemente con -


tundente de Zuazo, el fetichismo constituía (y constituye) un pe-
ligro permanente en la práctica religiosa popular, lo que habían
intuido los sabios indígenas en el caso de la imagen de San Se-
bastián.
Me he extendido tanto en el segundo nivel ele las historias
ovedianas porque éste constituye, según mi opinión, la capa más
importante. Mucho más breve será la interpretación ele su nivel
alegórico. Repetidas veces, Fernández de Oviedo señala que los
peligros que aguardan al hombre en la mar, las tribulaciones que
debe sufrir, son imágenes de la vida humana:

¿Qué vida ni pluma ni lengua puede bastar para recitar o


escrebir los peligros de esta peregrinación e humana habi-
tación, en que tan obligados están los que viven en este
valle de lágrimas? (402).

Así, convierte la historia del licenciado Zuazo, en imagen de


"esta peregrinación" :

Y por todo lo que tengo dicho de este naufragio, habréis


entendido cuán trabajada e de poca fi rmeza es aquesta vida
de los hombres, y en este ejemplo podréis entender que lo
que pasó por el licenciado Zuazo es un trofeo memorable
para aprender los cuerdos e prudentes a comportar los de-
sastres e casos de fo rtuna, en que andan obligados los que
viven en la tierra, e los que navegan en la mar; porque en
ninguna parte faltan a los hombres angustias en esta vida
mortal, hasta que dejándola, en virtud de la pasión e san-
gre de Cristo, Nuestro Reclemptor, pasan a la gloria per-
durable (357).

De estos pasajes se desprende que la interpretación alegórica no


es un esquema exterior aplicado a posteriori por el que analiza
esas historias, sino una dimensión explícitamente intencionada
por parte del autor. P unto decisivo, puesto que la alegorización
convierte las historias, de historiografía en literatura. N o obstan-
te la insistencia en la veracidad ele sus historias mencionada al
principio, Fernánclez de Ovieclo las construye según ciertos mo-
delos literarios. La salvación de los náufragos casi siempre es mi-
lagrosa e inexplicable en el orden humano, y casi siempre se debe
FERN1\NDF.Z DE OVIEDO: IIISTOHJOGRAFÍA E IDEOLOGÍA 381

a la Virgen Ma ría . .En una de esas historias, Fernández de Ovie-


do habla ele "los misterios e particulares e muy señalados mira-
g los de N uestra Señora de Guadalupe" (321), con lo que da la
clave para la compr ensión de las historias de este libro : se trata
de contrafacturas de los Milagros de N1testra Señom, cuya for-
ma paradigmática en la literatura española es la obra de Gonzalo
de Berceo que se inserta, a su vez, en la larga tradición medieval
de las leyendas de santos.
Hay otros modelos más. En la historia del licenciado Zuazo,
son modelos bí blicos los que determinan la narración: en la his-
toria del naufragio, Zuazo es el profeta del Antiguo Testamento
que conduce a su pueblo hacia la tierra prometida; en la discu -
sión con los sabios indios, es el misionero que convence a los pa-
ganos, y en las tribulaciones que siguen a los eventos ocurridos
en la ciudad ele México en ausencia de Cortés, es Job que sopor-
ta humildemente todas las persecuciones, sin que se quebrante
nunca su fe en Dios y en su gloriosa madre.
Con esta reflexión concluimos la nueva lectura del Libro de
los naufragios que nos ha llevado, partiendo del primer nivel ele
hi storias de aventuras y naufragios, a un mundo extrañamente
mágico y, finalmente, a la alegoría cristiana. Es cierto que magia
y alegoría aparecen también en otros lugares de la obra, pero es
tan sólo en el último libro que se convierten en factores deter-
minantes. El historiador da paso al literato, quien utiliza el ma-
terial histórico para construir un universo literario más allá de
la realidad y más real que ella, universo que es, al mismo tiempo,
una imagen de la ideología del autor. S i este libro le pareció tan
importante como para ponerlo en este lugar privilegiado, pode-
mos deducir que constituía, para él, la quintaesencia de su labor
de hi storiógrafo. Fernández de Oviedo se revela, en este último
libro, como historiador que sueña con ser literato, puesto que sólo
como literato podía insistir en lo que a él le pareció la verdad
profunda de la historia, proyectando el universo espiritual más
allá de los hechos históricos, lo que le era vedado en su oficio de
cronista.

KART. KOH UT.


382 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA

BI ULIOGRAFÍA.

Fernández de Oviedo, Gonzalo. 1959. Historia geueml y natural de las In-


dias. Ed. Juan Pérez de Tudela Bueso. Madrid: lmpr. de la Real Aca-
demia de la Historia, S vols. (Biblioteca de Autores Españoles, 117-121).
Arrom, José Juan. 1983. "Gonzalo Fernández de Oviedo, relator de episo-
dios y narrador de naufragios". En: Casa de las Américas, n.0 141,
114-123.
Bolaiíos, Alvaro Félix. 1992. "El subtexto utópico en un relato de nau-
fragio del cronista Fernández de Oviedo". En: Beatriz González Ste-
phan, Lúcia Helena Costigan (coordinadoras): Crítica y descoloniza-
ción : el sujeto colonial en la wlt1era latinoamericana. Caracas: Acade-
mia Nacional de la Historia, 109-126.
Durkbeim, Emite. 1981. Die elemcu taren Ponnen des 1·eligiosen Lebeus.
Frankfurt a. M. : Subrkamp.
Gerbi, Antonello. 1975. La na.tm·a del/e lndie 11ove. Milano-Napoli:
Ricciardi.
Gomis, Juan Bta., O. F. M. 1949. "El nuevo mundo en Luis Vives". En:
Verdad y vida, 1 : 332-369.
H erders Theologisches Taschenle:~ikon, in acht Banden bg. von Karl
Rabner. 1972-1973. Freiburg: Herder, 8 vols.
Kohut, Karl. 1992. "Femándcz de Oviedo, historiador y literato. Huma-
nismo, cristianismo e hidalguía". En: Historia 3' Ficción: cró11icas de
América. Y sla Campbell, coordinadora. (Colección Conmemorativa
Quinto Centenario del Encuentro de Dos Mundos, 11.) Ciudad Juárez:
Universidad Autónoma, 1992, 43-104.
Lévi-Strauss, Claude. 1973-1974. A11thropolog·ie strrrct1trale. París: Plon,
2 vols.
Malinowski, Bronislaw. 1973. Magie, Wissmschaft m1d Religion. Und
andere Schriftm. Frankfurt: S. F ischer.
- --. 1978 [1935). Co.ral Gardens Clllcl their Magic. New York: Dover
Publications, 2 vols.
Martínez, José Luis. 1983. Pasajems de Indias. Viajes transatlánticos rn
el siglo XVI. Madrid: Alianza.
- - -. 1990. He1·nán Cortés. México: Universidad Nacional Autónoma;
Fondo de Cultura Económica.
Medina, Pedro de. 1568. Libro de la verdad. A lcalá de Henares: Juan de
Villanueva.
Núiíez Cabeza de Vaca, Alvaro. [1555]/ 1984. Naafragios y Comentarios.
Ed. de Roberto Ferrando. Madrid : Historia 16 (Crónicas de Améri-
ca, 3).
Todorov, Tzvetan. 1987. La COII(jldsta de A·mérica. El problema del otro.
México : Siglo Veintiuno.
Vives, Juan Lui s. [1543]/1782-1790. "De veritate fidei christanre". En:
Opera onmia. Ed. Gregorio Mayans. Valencia, vol. VIII. Reprint Lon-
don. 1964.

También podría gustarte