TEMA 3 CSF
TEMA 3 CSF
TEMA 3 CSF
T E M A 3º.
LA DINÁMICA DE LA CONSTITUCIÓN.
Sumario
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3.1.- EL PODER CONSTITUYENTE Y LOS PODERES CONSTITUÍDOS.
Es posible su traducción al español como los Acuerdos de la Gente o los acuerdos de las
Personas. En realidad, son varios documentos sucesivos que proclaman la libertad religiosa, la
elección de los representantes del Parlamento por los hombres libres, la necesidad de
consentimiento del Parlamento para establecer tributos, el respeto a la propiedad privada, etc
En ese modelo que se desarrolla durante el siglo XVII en Gran Bretaña (primero con el
”Agreement of the people” -1.649-, y más tarde con la Gloriosa Revolución -1668, influyen las
ideas de Locke (su obra “Dos tratados sobre el gobierno civil” fue publicada en 1690). Como
vimos en el tema anterior Locke entiende que el poder político deriva del consentimiento inicial y sigue
dependiendo de las generaciones siguientes, de forma tal que cuando el poder actúa de forma contraria a su
misión el pueblo es libre para instituir otro nuevo. Por tanto, el poder está vinculado para el fin para el que fue
instituido: la salvaguarda de los derechos naturales (fundamentalmente, la vida, la libertad, y la propiedad).
Este autor defiende la existencia de un poder constituyente distinto a los tres poderes
clásicos del Estado de los que hablaba Montesquieu (legislativo, ejecutivo y judicial), que
serían los poderes constituidos.
El poder constituyente es un poder que radica en la Nación en virtud del cual se dota de una
Constitución, mientras que los demás poderes están regulados por ésta.
Su titular es la Nación, que lo ejerce por medio de representantes elegidos para ese fin,
debiendo abstenerse de ejercer otros poderes distintos. Es decir, propone una limitación
funcional de las Asambleas Constituyentes, que se deberán dedicar tan sólo a elaborar la
Constitución.
Para Sieyês es un poder originario, es decir, no creado por una norma jurídica anterior, sino
expresión de la voluntad nacional y libre en su actuación, lo que significa que no queda
condicionado ni limitado por norma jurídica alguna.
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Surge como negación del ordenamiento jurídico anterior para crear uno nuevo.
Crea el Derecho, pero no deriva del Derecho, pues la Nación es soberana y puede dotarse de
una Constitución sin límite alguno.
Esas ideas de soberanía nacional y su radical e ilimitado poder constituyente han sido la base
del constitucionalismo durante dos siglos.
Por su parte, la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, proclama
la soberanía nacional.
El problema es que resultaría muy difícil en la práctica cumplir esa limitación funcional de la
que hablaba Sieyês, de modo que en ocasiones el poder constituyente funciona como poder
constituido. Eso fue, precisamente, lo que ocurrió en España durante la Transición Política, tras
la muerte de Franco, en el que las Cortes constituyentes funcionaron, además, como poder
constituido).
El liberalismo doctrinario elaboró, a lo largo del Siglo XIX, la teoría del poder
constituyente como fruto de un pacto entre el Rey y la Nación. Es decir la Constitución iba a ser
un pacto entre el Rey y el Parlamento, en el que existía una representación oligárquica y
estamental).
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La idea democrática del poder constituyente se extiende por Europa tras la Primera Guerra
Mundial, con lo que el poder constituyente pasa a ser la voluntad política del pueblo que decide
su propia existencia democrática.
Esa idea de poder constituyente unido a soberanía popular aparece en el artículo 2.1 de la
Constitución Española cuando advierte que “La soberanía nacional reside en el pueblo
español, del que emanan todos los poderes del Estado”.
Torres del Moral dice que cuanto mayor y más directa es la intervención popular en su
ejercicio, tanto mayor frescura democrática alcanza a la Constitución y el régimen que instaura.
Conforme a esta idea sería mas democrática una Constitución aprobada por el Parlamento y
ratificada en referéndum por el pueblo, que una Constitución que solo exija la aprobación del
Parlamento.
Son los que derivan de la Constitución. Los establecidos y creados por la Constitución,
cuya legitimidad deriva de ésta y están sometidos a sus mandatos.
A esta idea se refiere el artículo 9.1 de la Constitución cuando dice que “(.. ) los poderes
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públicos están sujetos a la Constitución y al resto del ordenamiento jurídico”.
Por tanto, es la Constitución la que diseña los poderes públicos que van a ejercer la soberanía,
y determina sus funciones.
EL régimen se basaba en la asunción general de poderes por el Jefe del Estado (al que se
identificaba como Generalísimo).
Desde una perspectiva formal, el origen del régimen fue el nombramiento que los Jefes
Militares sublevados contra la República (agrupados en la llamada Junta de Defensa Nacional)
efectuaron en favor del General de División Francisco Franco Bahamonde como "Jefe de
Gobierno del Estado Español".
En el Decreto de nombramiento se decía que el General Franco asumía todos los poderes del
nuevo Estado.
Esta asunción de poderes se confirmó de forma inalterada hasta el final del régimen, mediante
dos leyes dictadas en los años 1938 y 1939, que le atribuían "la suprema potestad de dictar
normas jurídicas de carácter general", fueran leyes o decretos, sin necesidad siquiera de
previa deliberación del Consejo de Ministros (eran las llamadas leyes de prerrogativa).
Estas normas (verdadera columna vertebral del régimen) se mantuvieron en vigor hasta el
mismo momento de la muerte del General Franco, que no dudó en utilizar esta posibilidad de
leyes de prerrogativa.
Sin perjuicio de esta reserva de poder personal, a lo largo del régimen se fueron aprobando una
serie de "Leyes Fundamentales" (Fuero del Trabajo, Ley Constitutiva de las Cortes, Fuero de los Españoles,
Ley de Referéndum Nacional, Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado, Ley de Principios del Movimiento
que establecían un aparato institucional, ejecutivo y legislativo y
Nacional, Ley Orgánica del Estado),
que, sin mermar el poder último del General Franco, hacían posible el funcionamiento del
Estado sin intervención directa de aquel.
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Uno de estos aspectos organizativos era el relativo a la cuestión sucesoria, a la que se refería
una de las leyes Fundamentales (la ley de Sucesión de 1947).
En cumplimiento de dicha Ley de 1947, por otra Ley Fundamental de 22 de Junio de 1969 fue
designado sucesor en la Jefatura del Estado, a título de Rey, D. Juan Carlos de Borbón para el
supuesto de muerte, renuncia o incapacidad del General Franco.
La transición política va a abarcar desde la muerte del General Franco hasta la aprobación de
la Constitución de 1978.
a) La pretransición, que se sitúa dentro del propio régimen franquista, en especial, en los
últimos años, donde van apareciendo pautas económicas y sociales y posiciones de personas
relevantes de la vida pública a favor del cambio.
b) La transición propiamente dicha, cuando se inicia el período de cambio, tras la muerte del
General Franco en noviembre de 1975, hasta la aprobación de la Constitución de 1978.
Poco a poco se fueron dando las primeras muestras del cambio que se avecinaba, entre ellas,
una amnistía parcial por el Real Decreto-Ley 10/1976, de 30 de julio, sobre amnistía. La
amnistía fue ampliada mediante la Ley 46/1977, de 15 de octubre, de amnistía.
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la ruptura democrática (actuación de un poder constituyente originario al margen de la
legalidad franquista).
Se optó por realizar el cambio político desde la primera vía, esto es, respetando la legalidad
vigente en ese momento
Algunos autores señalan que ello obedeció a la moderación ciudadana que obligó a las élites a
optar por esta vía de cambio desde la legalidad.
El nuevo Gobierno envió a las Cortes un proyecto de Ley para la reforma política, con
rango de Ley Fundamental, que fue aprobado por las Cortes y sometido a referéndum. Esto
es, se cumplían los requisitos exigidos por las Leyes Fundamentales para la aprobación de una
Ley Fundamental, pero esta nueva ley venía a suponer una notable alteración de las anteriores.
Sin introducir aún el sistema democrático-constitucional, hacía posible su creación.
La Ley 1/1977, de 4 de enero, para la Reforma Política, era muy breve (cinco artículos,
tres Disposiciones Transitorias y una Disposición Final) y venía a regular, básicamente, dos
cuestiones esenciales para el tránsito hacia un régimen constitucional:
La Ley para la reforma política tenía rango de Ley Fundamental (Disposición Final). En su
artículo 1, establecía que “La democracia, en el Estado Español, se basa en la supremacía de la
ley, expresión de la voluntad soberana del pueblo”, y que “Los derechos fundamentales de la
persona son inviolables y vinculan a todos los órganos del Estado”.
Asimismo, contemplaba un sistema electoral inspirado en principios democráticos y de
representación proporcional.
Una vez aprobada la Ley para la Reforma Política se dictaron diversas normas que hicieron
posible el ejercicio de las libertades de reunión, asociación, sindicación y huelga, entre otras: y
el Real Decreto Ley 20/1977 reguló el procedimiento para elección de las Cortes, que tuvo lugar
el 15 de junio de 1977.
Una de las tareas prioritarias de las Cortes surgidas del proceso electoral fue la elaboración
de una Constitución.
A continuación pasó a la Comisión constitucional del Senado, de donde pasó al Pleno, que
lo aprobó.
La discrepancia entre el texto aprobado por el Congreso y el aprobado por el Senado, hizo
necesaria la intervención de una Comisión Mixta Congreso-Senado que elaboró el texto
definitivo.
Fue votado y aprobado por las dos Cámaras: Congreso de los Diputados y Senado.
El texto de la Constitución de 1978 aparece como fuente primaria y esencial del Derecho
Constitucional español.
Define las Instituciones esenciales de la estructura estatal, reconoce los derechos de los
ciudadanos y establece importantes mecanismos de garantía de los mismos, y resalta su carácter
normativo, como fuente suprema del ordenamiento jurídico del Estado, con un sistema de
especial rigidez para su reforma y la creación de un órgano especifico encargado de su defensa
que es el Tribunal Constitucional.
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constitucional, cabe destacar dos aspectos:
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A) Por un lado, la amplitud de materias objeto de regulación constitucional.
Como advierte López Guerra, la Constitución de 1978 surge como resultado de un proceso de
evolución o reforma política que permitió pasar de un régimen autoritario a otro constitucional
de forma pacífica, sin que se produjera una ruptura o solución de continuidad en la validez del
ordenamiento.
Algunos han dicho que pertenece a la segunda oleada de Estados que pasaron de un régimen de
poder personal a otro democrático (una primera lista sería: Italia, Alemania, Francia y Japón tras
la Segunda Guerra Mundial, un segundo grupo sería el formado por España, Grecia y Portugal,
y un último grupo los países del llamado bloque comunista tras la caída del muro de Berlín).
* Sigue la estructura clásica con una parte orgánica y otra dogmática (principios, valores y
derechos fundamentales), sin denominarlas así pues se estructura en Títulos, Capítulos,
Secciones y artículos.
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Derogatoria, apdo. 3º, y en la Disposición Final.
EN EL PLANO ORGÁNICO:
Regula de forma independiente el Poder Judicial y crea el Consejo General del Poder
Judicial como órgano de gobierno de dicho Poder Judicial.
Establece las bases del ordenamiento jurídico del Estado, con diferenciación entre Leyes
estatales y leyes de las Comunidades Autónomas, y dentro de las primeras entre Leyes
Orgánicas y ordinarias, distinguiendo unas de otras, no por su jerarquía, sino por su
competencia, y encomendando al Tribunal Constitucional el control de la constitucionalidad en
ese reparto competencial.
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En el artículo 93, fija también las bases para la apertura del Estado a organizaciones
internacionales que supongan cesión de soberanía, en previsión de una futura adhesión de
España a las Comunidades Europeas, lo que, más adelante, permitió la entrada de España en
las Comunidades Europeas, con el importante efecto producido en el sistema de fuentes interno.
EN EL PLANO DOGMÁTICO:
Incluye una extensa lista de derechos e instrumentos de protección (artículo 53.1 y 53.2) y
proclama los principios y valores del ordenamiento.
Dentro de los derechos es posible distinguir aquellos que considera derechos fundamentales
y libertades públicas (los que se recogen en la Sección 1ª, Capítulo 2º, del Título I) que son
objeto de una protección privilegiada (artículo 53.2) y del resto de derechos constitucionales.
Es posible deducir esta concepción del artículo 10.1 de la CE cuando advierte que “La
dignidad de la persona, los derechos inviolables que le son inherentes, el libre desarrollo de la
personalidad, el respeto a la ley y a los derechos de los demás son fundamento del orden
político y de la paz social”.
Vemos, pues, cómo se alude a derechos inviolables inherentes a la persona, es decir, derechos
que la Constitución reconoce pero son anteriores e inherentes al ser humano.
El concepto de fuente pertenece a la teoría general del Derecho. El término puede utilizarse en
un doble sentido:
-- Como fuente de producción, en referencia a las instituciones de las que emanan las normas.
Conforme a esta concepción, la fuente de producción de la ley será el Parlamento, el Gobierno
será la fuente de producción de un reglamento, etc.
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3.3.2 LAS FUENTES DEL DERECHO CONSTITUCIONAL. EL PODER
CONSTITUYENTE Y LA CONSTITUCIÓN.
Cuando hablamos de fuentes del Derecho Constitucional nos referimos a las fuentes de la
Constitución.
Así la fuente de producción del Derecho Constitucional será el poder constituyente (el
pueblo que en ejercicio de la soberanía popular decide dotarse de una Constitución).
Las normas integrantes del Derecho Constitucional, en cuanto definidoras de los valores y
principios esenciales del ordenamiento estatal y de la organización y distribución de los poderes
del Estado, se han manifestado a través de la Constitución.
Nos referimos, por tanto, a los preceptos de la Constitución como primera fuente de
manifestación del Derecho Constitucional.-
Ahora bien, algunos autores se preguntan si, además, de la Constitución es posible encontrar
otras fuentes del Derecho constitucional, a cuyo fin se incluyen las siguientes:
Hay otro tipo de normas que contienen mandatos que, por su importancia para la organización
de la comunidad política y por su carácter formalmente superior, se incluyen (y analizan) por el
Derecho Constitucional.
En España (al igual que en Italia o Francia), además de los preceptos constitucionales, la
propia Constitución se remite a otras normas para establecer elementos fundamentales del
sistema, por dos motivos:
-- De una parte, el carácter reducido del texto constitucional impide la inclusión de regulaciones
de importancia decisiva.
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leyes orgánicas en Francia o España).
Como dijimos, la Constitución Española identifica a esas leyes como leyes orgánicas en el
artículo 81, que dice lo siguiente:
“1. Son leyes orgánicas las relativas al desarrollo de los derechos fundamentales y de las
libertades públicas, las que aprueban los Estatutos de Autonomía y el régimen electoral
general, y las demás previstas en la Constitución.
2. La aprobación, modificación o derogación de las leyes orgánicas exigirá mayoría absoluta
del Congreso en una votación final sobre el conjunto del proyecto”.
Vemos, por tanto, cómo se refiere la Constitución a un grupo de leyes que por su materia
precisan de una mayoría absoluta del Congreso de los Diputados para su aprobación.
Para un sector importante de la doctrina, forman parte del Derecho Constitucional y ello
por cuanto es la propia Constitución la que remite la regulación de aspectos de relevancia
fundamental a estas normas de carácter legal.
No obstante, otros autores sostienen que Ley y Constitución son normas formalmente
distintas (por su origen, categoría, etc.), y que la fuente de manifestación del Derecho
Constitucional es sólo la Constitución, pues el legislador ha de actuar dentro de los límites
constitucionales y la ley no es fuente del Derecho Constitucional.
Las normas constitucionales, al igual que el resto de las normas del ordenamiento jurídico,
deben ser interpretadas, esto es, debe ser fijado su alcance.
En los modelos europeos esa labor se encomienda al Tribunal Constitucional, que se convierte
así en el supremo intérprete de la Constitución.
A ello se refiere el artículo 1.1 de la Ley Orgánica 2/1979, de 3 de octubre del Tribunal
Constitucional cuando dice que “El Tribunal Constitucional, como intérprete supremo de la
Constitución, es independiente de los demás órganos constitucionales y está sometido sólo a la
Constitución y a la presente Ley Orgánica”.
Por tanto, la jurisprudencia del Tribunal Constitucional en cierto modo es también fuente del
Derecho constitucional, en cuanto determina y fija el sentido y alcance de los preceptos
constitucionales.
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Pero los órganos judiciales también deben aplicar la Constitución por lo que les corresponde
esa labor de aclaración y fijación de su contenido, si bien quedan vinculados por la
interpretación que haya hecho el Tribunal Constitucional.
A ello se refiere el artículo 5.1. de la Ley Orgánica 6/1985, de 1 de julio, del Poder
Judicial cuando dice que “La Constitución es la norma suprema del ordenamiento jurídico, y
vincula a todos los Jueces y Tribunales, quienes interpretarán y aplicarán las leyes y los
reglamentos según los preceptos y principios constitucionales, conforme a la interpretación de
los mismos que resulte de las resoluciones dictadas por el Tribunal Constitucional en todo tipo
de procesos”.
3º) La costumbre.
Sin embargo, es muy difícil sostener que la costumbre pueda ser fuente del Derecho
constitucional, es decir, pueda ser una norma jurídica, pues su incumplimiento sería
jurídicamente inocuo en el plano jurídico.
Sí que puede tener cierta relevancia para colmar lagunas legales, adaptar preceptos a nuevas
situaciones y decantar la eficacia de un precepto en una u otra circunstancia, pero sin esa fuerza
obligatoria que caracteriza a las normas jurídicas.
4º) Convenciones.
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Son prácticas arraigadas entre los órganos del poder con el fin de su control político mutuo.
Se definen como acuerdos expresos o tácitos que buscan el ejercicio de sus respectivas
facultades y relaciones mutuas en aquellas facetas no prevista en la norma escrita o que esta
ordena de manera abierta.
Su obligatoriedad deriva de que es aceptada por los órganos a los que se refiere el acuerdo.
En España: los debates sobre el estado de la Nación en el Congreso o sobre el estado de las
Autonomías en el Senado, o la reducción de líderes consultados por el Rey para proponer
candidato a Presidente de Gobierno a los grupos del Congreso de los Diputados.
En cualquier caso, son Acuerdos y, por tanto, carecen de posibilidad de obligar al órgano
salvo que voluntariamente decida mantener el Acuerdo por lo que la mayoría considera que
tampoco son fuente del derecho constitucional pues carecen de consecuencias jurídicas en caso
de incumplimiento.
Algunos autores las definen como normas prejurídicas o como normas de corrección
constitucional.
CONCEPTO:
Interpretar una norma es determinar su sentido y alcance (lo que quiso decir el legislador).
Para ello, se debe realizar un conjunto de procesos lógicos a través de los cuales se llega a
determinar el significado de una norma o se describe el sentido de sus enunciados.
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CLASES Y CARACTERES:
Sus notas características, según Torres del Moral, son las siguientes:
a) Es siempre necesaria en el mundo del Derecho, por sencilla que pueda parecer.
c) Es proceso unitario, aunque son diversas las fases o momentos de un único proceso
interpretativo.
d) Es una forma de actividad creadora, de razonamiento práctico, que entre los varios
significados de una norma valora y opta por el más acorde con el ordenamiento jurídico
como unidad.
MÉTODOS:
A estos métodos de interpretación se refiere el artículo 3.1 del Código Civil cuando dice que
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"Las normas se interpretarán en el sentido propio de sus palabras, en relación con el contexto,
los antecedentes históricos y legislativos y la realidad social del tiempo en que han de ser
aplicadas, atendiendo fundamentalmente al espíritu y finalidad de aquéllas".
Ha de tenerse en cuenta que el artículo 3.1 del Código Civil añade un método o criterio
más de interpretación, el sociológico, que consiste en la interpretación de las normas atendiendo
a la realidad social de la época en que se apliquen.
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Con la entrada en vigor de la Constitución de 1978 el primer criterio va a ser el de la
interpretación de las normas del resto del ordenamiento jurídico conforme a la Constitución.
B) Interpretación del resto del ordenamiento jurídico conforme a la Constitución, pues si esta es
la norma suprema del ordenamiento jurídico es lógico que el resto de las normas deben ser
interpretadas conforme a los principios y valores de la Constitución.
Y el tercer intérprete de la Constitución son los Jueces y Tribunales integrantes del Poder
Judicial, cuya interpretación de la Constitución está más limitada pues están siempre obligados a
seguir la pauta marcada por el Tribunal Constitucional. Así lo establece el artículo 5.1 de la Ley
Orgánica del Poder Judicial cuando advierte que “La Constitución es la norma suprema del
ordenamiento jurídico, y vincula a todos los Jueces y Tribunales, quienes interpretarán y
aplicarán las leyes y los reglamentos según los preceptos y principios constitucionales,
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conforme a la interpretación de los mismos que resulte de las resoluciones dictadas por el
Tribunal Constitucional en todo tipo de procesos”.
Hay que tener en cuenta que la Constitución española no establece en su texto ninguna regla
general sobre los criterios a seguir para la interpretación de sus preceptos, de ahí que el
Tribunal Constitucional haya acudido a los métodos clásicos del Código Civil (gramatical,
lógico, histórico, sistemático y sociológico).
Es más bien una norma de conexión entre nuestro propio sistema de derechos fundamentales y
los Tratados y Acuerdos Internacionales y supone, por ejemplo, que a efectos de determinar el
alcance de un derecho fundamental (ejs.: el derecho a la inviolabilidad del domicilio) hay que
estar no sólo a que dice la Constitución sino también los Tratados internacionales ratificados por
España que reconocen el derecho y las sentencias de los Tribunales internacionales sobre su
contenido (en particular, las sentencias del Tribunal Europeo de Derechos Humanos).
ORIENTACION BIBLIOGRÁFICA:
Además de la bibliografía recomendada en el programa, especialmente las obras de A. Torres
del Moral: Estado de Derecho y democracia de partidos; y R. Sánchez Férriz: Introducción al
Estado Constitucional; L. López Guerra: Introducción al Derecho Constitucional; J. Pérez
Royo: Curso de Derecho Constitucional; resultan interesantes para el estudio de este tema las
siguientes:
1
J. A. González Casanova: Teoría del Estado y Derecho Constitucional.
F. Rubio Llorente: La forma del poder.