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Asignatura: Constitución y Sistema de Fuentes

ADVERTENCIA PREVIA: El material didáctico entregado no es más que un ejemplo sobre


cómo elaborar un tema en base a las explicaciones de clase y la bibliografía recomendada con el
fin de orientar al estudiante de primer curso.

T E M A 3º.
LA DINÁMICA DE LA CONSTITUCIÓN.

Sumario

3.1. EL PODER CONSTITUYENTE Y LOS PODERES CONSTITUÍDOS.


3.1.1. Antecedentes del poder constituyente.
3.1.2. Construcción teórica: Sieyês.
3.1.3. Entrada en la historia y evolución.
3.1.4. Caracteres del poder constituyente.
3.1.5. Los poderes constituidos.

3.2. EL PROCESO CONSTITUYENTE Y LA TRANSICIÓN POLÍTICA EN ESPAÑA.


3.2.1. El franquismo como régimen político de poder personal ajeno al constitucionalismo.
3.2.2. La transición política.
3.2.3. Los primeros pasos hacia un régimen constitucional: La Ley para la Reforma Política.
3.2.4. El proceso constituyente.
3.2.5. La Constitución española de 1978. Características.

3.3. LAS FUENTES DEL DERECHO CONSTITUCIONAL.


3.3.1. Los conceptos de fuentes del Derecho.
3.3.2. Las fuentes del Derecho constitucional: el poder constituyente y la Constitución.
3.3.3. Otras fuentes de manifestación del derecho constitucional.

3.4. LA INTERPRETACIÓN DE LA CONSTITUCIÓN.


3.4.1. Concepto, clases, caracteres y métodos de interpretación.
3.4.2. La interpretación de la Constitución.
3.4.3. La interpretación del resto del ordenamiento jurídico conforme a la Constitución.

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3.1.- EL PODER CONSTITUYENTE Y LOS PODERES CONSTITUÍDOS.

3.1.1. ANTECEDENTES DEL PODER CONSTITUYENTE.

Es el poder de decisión sobre la Constitución. Es el poder que crea o modifica la


constitución.

Para muchos, el antecedente del concepto de poder constituyente se encuentra en el


“Agreement of the people” en 1649, que es un conjunto de documentos en plena guerra civil
inglesa, que fue considerado como un pacto que, en razón a sus sujetos, era superior al propio
Parlamento.

Es posible su traducción al español como los Acuerdos de la Gente o los acuerdos de las
Personas. En realidad, son varios documentos sucesivos que proclaman la libertad religiosa, la
elección de los representantes del Parlamento por los hombres libres, la necesidad de
consentimiento del Parlamento para establecer tributos, el respeto a la propiedad privada, etc

En ese modelo que se desarrolla durante el siglo XVII en Gran Bretaña (primero con el
”Agreement of the people” -1.649-, y más tarde con la Gloriosa Revolución -1668, influyen las
ideas de Locke (su obra “Dos tratados sobre el gobierno civil” fue publicada en 1690). Como
vimos en el tema anterior Locke entiende que el poder político deriva del consentimiento inicial y sigue
dependiendo de las generaciones siguientes, de forma tal que cuando el poder actúa de forma contraria a su
misión el pueblo es libre para instituir otro nuevo. Por tanto, el poder está vinculado para el fin para el que fue
instituido: la salvaguarda de los derechos naturales (fundamentalmente, la vida, la libertad, y la propiedad).

3.1.2. CONSTRUCCIÓN TEÓRICA: SIEYÈS.

Este autor defiende la existencia de un poder constituyente distinto a los tres poderes
clásicos del Estado de los que hablaba Montesquieu (legislativo, ejecutivo y judicial), que
serían los poderes constituidos.

El poder constituyente es un poder que radica en la Nación en virtud del cual se dota de una
Constitución, mientras que los demás poderes están regulados por ésta.

Su titular es la Nación, que lo ejerce por medio de representantes elegidos para ese fin,
debiendo abstenerse de ejercer otros poderes distintos. Es decir, propone una limitación
funcional de las Asambleas Constituyentes, que se deberán dedicar tan sólo a elaborar la
Constitución.

Para Sieyês es un poder originario, es decir, no creado por una norma jurídica anterior, sino
expresión de la voluntad nacional y libre en su actuación, lo que significa que no queda
condicionado ni limitado por norma jurídica alguna.

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Surge como negación del ordenamiento jurídico anterior para crear uno nuevo.

Crea el Derecho, pero no deriva del Derecho, pues la Nación es soberana y puede dotarse de
una Constitución sin límite alguno.

Esas ideas de soberanía nacional y su radical e ilimitado poder constituyente han sido la base
del constitucionalismo durante dos siglos.

3.1.3 ENTRADA EN LA HISTORIA Y EVOLUCIÓN.

La Constitución americana de 1787 es la prueba de que el pueblo podía celebrar un pacto


constituyente. Comienza con la solemne afirmación " Nosotros el pueblo de los Estados Unidos
de América...." , lo que supone trasladar a un documento jurídico una concepción pactista del
poder constituyente.

Por su parte, la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, proclama
la soberanía nacional.

En España, la Constitución de Cádiz proclama la soberanía nacional y el ejercicio del poder


constituyente por las Cortes como representación de la Nación, si bien realizaron también,
simultáneamente, una función legislativa.

El problema es que resultaría muy difícil en la práctica cumplir esa limitación funcional de la
que hablaba Sieyês, de modo que en ocasiones el poder constituyente funciona como poder
constituido. Eso fue, precisamente, lo que ocurrió en España durante la Transición Política, tras
la muerte de Franco, en el que las Cortes constituyentes funcionaron, además, como poder
constituido).

El liberalismo doctrinario elaboró, a lo largo del Siglo XIX, la teoría del poder
constituyente como fruto de un pacto entre el Rey y la Nación. Es decir la Constitución iba a ser
un pacto entre el Rey y el Parlamento, en el que existía una representación oligárquica y
estamental).

Según esta concepción, soberanía nacional es soberanía de la razón, y se entiende como


razonable la limitación del sufragio a determinados ciudadanos. Alcalá Galiano, Donoso Cortes,
Marques de Pidal, Cánovas fueron firmes defensores de esta doctrina, que se refleja en las
Constituciones españolas de 1837, 1845 y 1876.

Pero la idea moderna de poder constituyente va unida a la de soberanía popular. Según


esta concepción, su titular es el pueblo que lo ejerce directamente (referéndum), o a través de
sus representantes, con lo que se identifica Nación y pueblo (soberanía nacional y soberanía
popular).

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La idea democrática del poder constituyente se extiende por Europa tras la Primera Guerra
Mundial, con lo que el poder constituyente pasa a ser la voluntad política del pueblo que decide
su propia existencia democrática.

Esa idea de poder constituyente unido a soberanía popular aparece en el artículo 2.1 de la
Constitución Española cuando advierte que “La soberanía nacional reside en el pueblo
español, del que emanan todos los poderes del Estado”.

Torres del Moral dice que cuanto mayor y más directa es la intervención popular en su
ejercicio, tanto mayor frescura democrática alcanza a la Constitución y el régimen que instaura.
Conforme a esta idea sería mas democrática una Constitución aprobada por el Parlamento y
ratificada en referéndum por el pueblo, que una Constitución que solo exija la aprobación del
Parlamento.

3.1.4. CARACTERES DEL PODER CONSTITUYENTE.

Es un poder originario, tiene su raíz en el pueblo, sin instancias intermedias, si bien,


actualmente, se considera que puede existir un poder constituyente derivado, basado en la
propia Constitución que prevé su reforma o revisión. Así, conforme a esta distinción, la reforma
de la Constitución Española de 1978 por los procedimientos en ella previstos (arts. 166 y ss.)
supondría el ejercicio de un poder constituyente derivado.

Es extraordinario, pues actúa solo en momentos fundacionales o de cambio de cierta


entidad.

Es permanente, aunque de ejercicio discontinuo.

Es unitario e indivisible, como lo es su titular (el pueblo como tal).

Es inalienable, como lo es la soberanía.

Su ejercicio no tiene más condición que la democracia (forma de articular la participación


del pueblo).

3.1.5. LOS PODERES CONSTITUIDOS.

Son los que derivan de la Constitución. Los establecidos y creados por la Constitución,
cuya legitimidad deriva de ésta y están sometidos a sus mandatos.

Su ejercicio será correcto en tanto en cuanto se acomode a los parámetros constitucionales,


esto es, los poderes constituidos han de actuar de acuerdo con la Constitución.

A esta idea se refiere el artículo 9.1 de la Constitución cuando dice que “(.. ) los poderes

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públicos están sujetos a la Constitución y al resto del ordenamiento jurídico”.

Por tanto, es la Constitución la que diseña los poderes públicos que van a ejercer la soberanía,
y determina sus funciones.

3.2. EL PROCESO CONSTITUYENTE Y LA TRANSICIÓN POLÍTICA EN ESPAÑA.

3.2.1 EL FRANQUISMO COMO RÉGIMEN POLÍTICO DE PODER PERSONAL


AJENO AL CONSTITUCIONALISMO.

La Guerra Civil española (1936-1939), a los pocos años de la proclamación de la II República


(1931-1936), dio paso al llamado régimen franquista, que fue un régimen de poder personal, no
constitucional, que se prolongó desde 1939 hasta 1975.

EL régimen se basaba en la asunción general de poderes por el Jefe del Estado (al que se
identificaba como Generalísimo).

Desde una perspectiva formal, el origen del régimen fue el nombramiento que los Jefes
Militares sublevados contra la República (agrupados en la llamada Junta de Defensa Nacional)
efectuaron en favor del General de División Francisco Franco Bahamonde como "Jefe de
Gobierno del Estado Español".

En el Decreto de nombramiento se decía que el General Franco asumía todos los poderes del
nuevo Estado.

Esta asunción de poderes se confirmó de forma inalterada hasta el final del régimen, mediante
dos leyes dictadas en los años 1938 y 1939, que le atribuían "la suprema potestad de dictar
normas jurídicas de carácter general", fueran leyes o decretos, sin necesidad siquiera de
previa deliberación del Consejo de Ministros (eran las llamadas leyes de prerrogativa).

Estas normas (verdadera columna vertebral del régimen) se mantuvieron en vigor hasta el
mismo momento de la muerte del General Franco, que no dudó en utilizar esta posibilidad de
leyes de prerrogativa.

Sin perjuicio de esta reserva de poder personal, a lo largo del régimen se fueron aprobando una
serie de "Leyes Fundamentales" (Fuero del Trabajo, Ley Constitutiva de las Cortes, Fuero de los Españoles,
Ley de Referéndum Nacional, Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado, Ley de Principios del Movimiento
que establecían un aparato institucional, ejecutivo y legislativo y
Nacional, Ley Orgánica del Estado),
que, sin mermar el poder último del General Franco, hacían posible el funcionamiento del
Estado sin intervención directa de aquel.

Se trataba de normas de tipo eminentemente organizativo que excluían la participación


democrática en la vida política.

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Uno de estos aspectos organizativos era el relativo a la cuestión sucesoria, a la que se refería
una de las leyes Fundamentales (la ley de Sucesión de 1947).

En cumplimiento de dicha Ley de 1947, por otra Ley Fundamental de 22 de Junio de 1969 fue
designado sucesor en la Jefatura del Estado, a título de Rey, D. Juan Carlos de Borbón para el
supuesto de muerte, renuncia o incapacidad del General Franco.

3.2.2. LA TRANSICIÓN POLÍTICA

La transición política va a abarcar desde la muerte del General Franco hasta la aprobación de
la Constitución de 1978.

Llamamos así a la etapa de cambio de un régimen autoritario a otro democrático.

Algunos autores distinguen tres fases en el cambio de régimen:

a) La pretransición, que se sitúa dentro del propio régimen franquista, en especial, en los
últimos años, donde van apareciendo pautas económicas y sociales y posiciones de personas
relevantes de la vida pública a favor del cambio.

b) La transición propiamente dicha, cuando se inicia el período de cambio, tras la muerte del
General Franco en noviembre de 1975, hasta la aprobación de la Constitución de 1978.

c) La consolidación, cuando se comienza a desarrollar el aparato institucional diseñado por la


Constitución.

3.2.3. LOS PRIMEROS PASOS HACIA UN RÉGIMEN CONSTITUCIONAL: LA LEY


DE LA REFORMA POLITICA.

A la muerte del General Franco (el 20 de noviembre de 1975) se produce la proclamación


del Rey como sucesor, bajo el nombre de D. Juan Carlos I, y poco después la formación de un
Gobierno presidido por D. Adolfo Suárez, designado según la legislación vigente en ese
momento.

Poco a poco se fueron dando las primeras muestras del cambio que se avecinaba, entre ellas,
una amnistía parcial por el Real Decreto-Ley 10/1976, de 30 de julio, sobre amnistía. La
amnistía fue ampliada mediante la Ley 46/1977, de 15 de octubre, de amnistía.

En la sociedad existían dos posiciones enfrentadas sobre como abordar el proceso de


cambio: los que propugnaban que se hiciese desde la legalidad vigente, y los que propugnaban

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la ruptura democrática (actuación de un poder constituyente originario al margen de la
legalidad franquista).

Se optó por realizar el cambio político desde la primera vía, esto es, respetando la legalidad
vigente en ese momento

Algunos autores señalan que ello obedeció a la moderación ciudadana que obligó a las élites a
optar por esta vía de cambio desde la legalidad.

El nuevo Gobierno envió a las Cortes un proyecto de Ley para la reforma política, con
rango de Ley Fundamental, que fue aprobado por las Cortes y sometido a referéndum. Esto
es, se cumplían los requisitos exigidos por las Leyes Fundamentales para la aprobación de una
Ley Fundamental, pero esta nueva ley venía a suponer una notable alteración de las anteriores.
Sin introducir aún el sistema democrático-constitucional, hacía posible su creación.

La Ley 1/1977, de 4 de enero, para la Reforma Política, era muy breve (cinco artículos,
tres Disposiciones Transitorias y una Disposición Final) y venía a regular, básicamente, dos
cuestiones esenciales para el tránsito hacia un régimen constitucional:

- Por un lado, reformaba el sistema institucional, creando unas Cortes bicamerales


(compuestas por el Congreso de los Diputados y el Senado), elegidas por sufragio universal,
directo y secreto, a las que confía el poder legislativo, encomendando al Rey la Potestad de
sancionar y promulgar las leyes.
- Regulaba un procedimiento de reforma constitucional, atribuyendo al Gobierno y al
Congreso de los Diputados la competencia para iniciar la reforma constitucional, que tenía que
ser aprobada por las Cortes y sometida por el Rey a Referéndum de la Nación.

La Ley para la reforma política tenía rango de Ley Fundamental (Disposición Final). En su
artículo 1, establecía que “La democracia, en el Estado Español, se basa en la supremacía de la
ley, expresión de la voluntad soberana del pueblo”, y que “Los derechos fundamentales de la
persona son inviolables y vinculan a todos los órganos del Estado”.
Asimismo, contemplaba un sistema electoral inspirado en principios democráticos y de
representación proporcional.

Una vez aprobada la Ley para la Reforma Política se dictaron diversas normas que hicieron
posible el ejercicio de las libertades de reunión, asociación, sindicación y huelga, entre otras: y
el Real Decreto Ley 20/1977 reguló el procedimiento para elección de las Cortes, que tuvo lugar
el 15 de junio de 1977.

3.2.4. EL PROCESO CONSTITUYENTE.

El 15 de junio de 1977 se celebraron las elecciones generales, con proliferación de partidos y


agrupaciones de electores.
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El Partido Unión de Centro Democrático (UCD), liderado por Adolfo Suárez, ganó las
elecciones (logró 165 de los 350 escaños del Congreso de los Diputados) y formó Gobierno.

Una de las tareas prioritarias de las Cortes surgidas del proceso electoral fue la elaboración
de una Constitución.

La Ley para la Reforma Política ofrecía la posibilidad de que la iniciativa de reforma


constitucional partiese del Gobierno o del Congreso de los Diputados, y esta segunda opción
fue la elegida.

La Comisión de Asuntos Constitucionales y Libertades Públicas del Congreso de los


Diputados nombró una ponencia de siete diputados, que elaboró un anteproyecto de
Constitución (estos siete diputados llegaron a ser conocidos como los “padres de la
Constitución”).

El texto redactado por la Ponencia fue discutida en la Comisión de Asuntos Constitucionales,


y después por el Pleno del Congreso, que lo aprobó.

A continuación pasó a la Comisión constitucional del Senado, de donde pasó al Pleno, que
lo aprobó.

La discrepancia entre el texto aprobado por el Congreso y el aprobado por el Senado, hizo
necesaria la intervención de una Comisión Mixta Congreso-Senado que elaboró el texto
definitivo.

Fue votado y aprobado por las dos Cámaras: Congreso de los Diputados y Senado.

Sometido a referéndum, fue ratificado el 6 de diciembre de 1978, y, a continuación,


sancionado por el Rey el 27 del mismo mes, y publicado en el Boletín Oficial del Estado el 29
de diciembre, entrando en vigor el mismo día, tal y como establecía la Disposición Final del
texto constitucional.

El texto de la Constitución de 1978 aparece como fuente primaria y esencial del Derecho
Constitucional español.

Define las Instituciones esenciales de la estructura estatal, reconoce los derechos de los
ciudadanos y establece importantes mecanismos de garantía de los mismos, y resalta su carácter
normativo, como fuente suprema del ordenamiento jurídico del Estado, con un sistema de
especial rigidez para su reforma y la creación de un órgano especifico encargado de su defensa
que es el Tribunal Constitucional.

Como consecuencia de ser una Constitución de consenso, en relación con el contenido

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constitucional, cabe destacar dos aspectos:
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A) Por un lado, la amplitud de materias objeto de regulación constitucional.

B) De otro, la diversa precisión e intensidad de la regulación constitucional de las diferentes


materias, en función del mayor o menor acuerdo de las fuerzas políticas. Así sobre aquellas
materias en las que existía mayor acuerdo la regulación fue más detallada, mientras que aquellas
en las que existían más discrepancias se produjeron regulaciones más genéricas, de aspectos
básicos, con constantes remisiones al legislador ordinario.

Como advierte López Guerra, la Constitución de 1978 surge como resultado de un proceso de
evolución o reforma política que permitió pasar de un régimen autoritario a otro constitucional
de forma pacífica, sin que se produjera una ruptura o solución de continuidad en la validez del
ordenamiento.

3.2.5 CARACTERÍSTICAS DE LA CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA DE 1978.

Pertenece al grupo del constitucionalismo racionalizado, democrático y social de la postguerra


mundial.

Algunos han dicho que pertenece a la segunda oleada de Estados que pasaron de un régimen de
poder personal a otro democrático (una primera lista sería: Italia, Alemania, Francia y Japón tras
la Segunda Guerra Mundial, un segundo grupo sería el formado por España, Grecia y Portugal,
y un último grupo los países del llamado bloque comunista tras la caída del muro de Berlín).

Sus influencias fundamentales se encuentran en las Constituciones alemana e italiana.

Sus caracteres, a grandes rasgos, son los siguientes:

* Es relativamente extensa (169 arts) Distribuida en 1 Preámbulo, 1 Título Preliminar y otros


10 Títulos. En total 169 artículos ma4Disposiciones Adicionales, 9 Disposiciones Transitorias, 1
Disposición Derogatoria y1 Disposición Final..
Como señala López Guerra, pocos aspectos de la vida social quedan sin regulación.

* Es rígida, en cuanto a los procedimientos para su reforma (Título X)

* Sigue la estructura clásica con una parte orgánica y otra dogmática (principios, valores y
derechos fundamentales), sin denominarlas así pues se estructura en Títulos, Capítulos,
Secciones y artículos.

* No es una Constitución meramente programática, sino plenamente normativa y


jurisdiccionalizada, que afirma claramente su carácter normativo en el art 9.1, en la Disposición

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Derogatoria, apdo. 3º, y en la Disposición Final.

* Es una Constitución que se inserta en la tradición del constitucionalismo más avanzado,


definiendo el Estado como social y democrático de Derecho (art. 1.1)

* Es parcialmente originaria, pues introduce como novedades importantes, en particular, el


modelo territorial de Estado autonómico (art. 2 y Título VIII)

* Es intensamente garantista en materia de Derechos Fundamentales y en lo que respecta a su


superioridad normativa. (art. 53.2, artículo 9.1 y Título X)

* Es democrática, en cuanto proclama el principio de soberanía nacional equivalente a


soberanía popular y establece las bases del sistema electoral (art. 1.2)

EN EL PLANO ORGÁNICO:

Establece como forma política la monarquía parlamentaria. Esto es la forma monárquica


como de Jefatura del Estado, y el modelo parlamentario de relación entre el ejecutivo y el
legislativo, con un sistema de relaciones menos intenso que en los modelos presidencialistas.

Encomienda al Tribunal Constitucional el control de la constitucionalidad de las normas con


rango de ley a través del llamado recurso de inconstitucionalidad, si bien restringe la posibilidad
de interponerlo y, por otra parte, amplía la competencia de dicho Tribunal a otras funciones.

Regula de forma independiente el Poder Judicial y crea el Consejo General del Poder
Judicial como órgano de gobierno de dicho Poder Judicial.

Crea instituciones como el Tribunal de Cuentas y el Defensor del Pueblo.

Establece las bases del ordenamiento jurídico del Estado, con diferenciación entre Leyes
estatales y leyes de las Comunidades Autónomas, y dentro de las primeras entre Leyes
Orgánicas y ordinarias, distinguiendo unas de otras, no por su jerarquía, sino por su
competencia, y encomendando al Tribunal Constitucional el control de la constitucionalidad en
ese reparto competencial.

En todo caso, atribuye la potestad legislativa al Parlamento y la potestad reglamentaria al


Gobierno.

Frente a la descentralización política de las Comunidades Autónomas consagra la


descentralización meramente administrativa de Provincias y Municipios con especial
referencia a las peculiaridades de la Administración insular, y también de las Comunidades
Autónomas.

1
En el artículo 93, fija también las bases para la apertura del Estado a organizaciones
internacionales que supongan cesión de soberanía, en previsión de una futura adhesión de
España a las Comunidades Europeas, lo que, más adelante, permitió la entrada de España en
las Comunidades Europeas, con el importante efecto producido en el sistema de fuentes interno.

EN EL PLANO DOGMÁTICO:

Incluye una extensa lista de derechos e instrumentos de protección (artículo 53.1 y 53.2) y
proclama los principios y valores del ordenamiento.

Dentro de los derechos es posible distinguir aquellos que considera derechos fundamentales
y libertades públicas (los que se recogen en la Sección 1ª, Capítulo 2º, del Título I) que son
objeto de una protección privilegiada (artículo 53.2) y del resto de derechos constitucionales.

Además, parte la Constitución de una concepción iusnaturalista de los derechos


fundamentales, es decir, siguiendo las pautas del constitucionalismo los considera como
consustanciales a la persona humana limitándose la Constitución a reconocerlos.

Es posible deducir esta concepción del artículo 10.1 de la CE cuando advierte que “La
dignidad de la persona, los derechos inviolables que le son inherentes, el libre desarrollo de la
personalidad, el respeto a la ley y a los derechos de los demás son fundamento del orden
político y de la paz social”.

Vemos, pues, cómo se alude a derechos inviolables inherentes a la persona, es decir, derechos
que la Constitución reconoce pero son anteriores e inherentes al ser humano.

3.3.- LAS FUENTES DEL DERECHO CONSTITUCIONAL.


3.3.1. CONCEPTO DE FUENTES DEL DERECHO.

El concepto de fuente pertenece a la teoría general del Derecho. El término puede utilizarse en
un doble sentido:

-- Como fuente de producción, en referencia a las instituciones de las que emanan las normas.
Conforme a esta concepción, la fuente de producción de la ley será el Parlamento, el Gobierno
será la fuente de producción de un reglamento, etc.

-- Como fuente de expresión o manifestación/ exteriorización, es decir en relación a los


distintos tipos de normas que crean las instituciones (la ley, los reglamentos, directivas
comunitarias, etc.).

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3.3.2 LAS FUENTES DEL DERECHO CONSTITUCIONAL. EL PODER
CONSTITUYENTE Y LA CONSTITUCIÓN.

Cuando hablamos de fuentes del Derecho Constitucional nos referimos a las fuentes de la
Constitución.

Así la fuente de producción del Derecho Constitucional será el poder constituyente (el
pueblo que en ejercicio de la soberanía popular decide dotarse de una Constitución).

Y la fuente de expresión del Derecho Constitucional será la Constitución, es decir la norma


que emana del ejercicio del poder constituyente.

Las normas integrantes del Derecho Constitucional, en cuanto definidoras de los valores y
principios esenciales del ordenamiento estatal y de la organización y distribución de los poderes
del Estado, se han manifestado a través de la Constitución.

Nos referimos, por tanto, a los preceptos de la Constitución como primera fuente de
manifestación del Derecho Constitucional.-

3.3.3. OTRAS FUENTES DE MANIFESTACIÓN DEL DERECHO


CONSTITUCIONAL.

Ahora bien, algunos autores se preguntan si, además, de la Constitución es posible encontrar
otras fuentes del Derecho constitucional, a cuyo fin se incluyen las siguientes:

1º) Determinadas leyes.

Hay otro tipo de normas que contienen mandatos que, por su importancia para la organización
de la comunidad política y por su carácter formalmente superior, se incluyen (y analizan) por el
Derecho Constitucional.

En España (al igual que en Italia o Francia), además de los preceptos constitucionales, la
propia Constitución se remite a otras normas para establecer elementos fundamentales del
sistema, por dos motivos:

-- De una parte, el carácter reducido del texto constitucional impide la inclusión de regulaciones
de importancia decisiva.

-- De otra, pueden ser necesarios cambios de importancia decisiva en la organización política,


sin que se estime conveniente realizarlos a través de la reforma constitucional.

Se habla de Leyes formalmente reforzadas (denominadas leyes constitucionales en Italia, y

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leyes orgánicas en Francia o España).

Otra característica de estas normas es la mayor rigidez en su aprobación o modificación


(mayorías cualificadas) con una finalidad: la mayor estabilidad posible por la índole de la
materia.

Como dijimos, la Constitución Española identifica a esas leyes como leyes orgánicas en el
artículo 81, que dice lo siguiente:

“1. Son leyes orgánicas las relativas al desarrollo de los derechos fundamentales y de las
libertades públicas, las que aprueban los Estatutos de Autonomía y el régimen electoral
general, y las demás previstas en la Constitución.
2. La aprobación, modificación o derogación de las leyes orgánicas exigirá mayoría absoluta
del Congreso en una votación final sobre el conjunto del proyecto”.

Vemos, por tanto, cómo se refiere la Constitución a un grupo de leyes que por su materia
precisan de una mayoría absoluta del Congreso de los Diputados para su aprobación.

Para un sector importante de la doctrina, forman parte del Derecho Constitucional y ello
por cuanto es la propia Constitución la que remite la regulación de aspectos de relevancia
fundamental a estas normas de carácter legal.

No obstante, otros autores sostienen que Ley y Constitución son normas formalmente
distintas (por su origen, categoría, etc.), y que la fuente de manifestación del Derecho
Constitucional es sólo la Constitución, pues el legislador ha de actuar dentro de los límites
constitucionales y la ley no es fuente del Derecho Constitucional.

2º) La Jurisprudencia Constitucional o doctrina del Tribunal Constitucional:

Las normas constitucionales, al igual que el resto de las normas del ordenamiento jurídico,
deben ser interpretadas, esto es, debe ser fijado su alcance.

En los modelos europeos esa labor se encomienda al Tribunal Constitucional, que se convierte
así en el supremo intérprete de la Constitución.

A ello se refiere el artículo 1.1 de la Ley Orgánica 2/1979, de 3 de octubre del Tribunal
Constitucional cuando dice que “El Tribunal Constitucional, como intérprete supremo de la
Constitución, es independiente de los demás órganos constitucionales y está sometido sólo a la
Constitución y a la presente Ley Orgánica”.

Por tanto, la jurisprudencia del Tribunal Constitucional en cierto modo es también fuente del
Derecho constitucional, en cuanto determina y fija el sentido y alcance de los preceptos
constitucionales.

1
Pero los órganos judiciales también deben aplicar la Constitución por lo que les corresponde
esa labor de aclaración y fijación de su contenido, si bien quedan vinculados por la
interpretación que haya hecho el Tribunal Constitucional.

A ello se refiere el artículo 5.1. de la Ley Orgánica 6/1985, de 1 de julio, del Poder
Judicial cuando dice que “La Constitución es la norma suprema del ordenamiento jurídico, y
vincula a todos los Jueces y Tribunales, quienes interpretarán y aplicarán las leyes y los
reglamentos según los preceptos y principios constitucionales, conforme a la interpretación de
los mismos que resulte de las resoluciones dictadas por el Tribunal Constitucional en todo tipo
de procesos”.

3º) La costumbre.

En el caso de Gran Bretaña una parte de su Derecho Constitucional es de origen


consuetudinario.

Sin embargo, en el resto de Europa, y también en América, el constitucionalismo es


escrito.

Como consecuencia de ello, desde una perspectiva constitucional la costumbre pasa a


segundo plano en el Derecho continental europeo, siendo impensable que pueda plantearse la
existencia de una costumbre contraria a la Constitución o a la ley pues ello vulneraría el
principio de legalidad.

No obstante, algunos autores apuntan la posibilidad de costumbres que completen el texto


constitucional, o que aborden aspectos no regulados por el texto constitucional, por lo que,
desde esta perspectiva, sería fuente del Derecho constitucional (siempre subordinada).

Nos referimos aquí a costumbres orgánicas, como prácticas de órganos constitucionales


continuadas en el tiempo, y se ponen como ejemplos en España la de apertura de la legislatura
por el Rey o la de disolución simultánea de Congreso de los Diputados y Senado cuando se
convocan elecciones.

Sin embargo, es muy difícil sostener que la costumbre pueda ser fuente del Derecho
constitucional, es decir, pueda ser una norma jurídica, pues su incumplimiento sería
jurídicamente inocuo en el plano jurídico.

Sí que puede tener cierta relevancia para colmar lagunas legales, adaptar preceptos a nuevas
situaciones y decantar la eficacia de un precepto en una u otra circunstancia, pero sin esa fuerza
obligatoria que caracteriza a las normas jurídicas.

4º) Convenciones.

1
Son prácticas arraigadas entre los órganos del poder con el fin de su control político mutuo.

Se definen como acuerdos expresos o tácitos que buscan el ejercicio de sus respectivas
facultades y relaciones mutuas en aquellas facetas no prevista en la norma escrita o que esta
ordena de manera abierta.

Su obligatoriedad deriva de que es aceptada por los órganos a los que se refiere el acuerdo.

Se suelen poner variados ejemplos de convenciones o acuerdos.

En el Reino Unido: la responsabilidad gubernamental ante la Cámara de los Comunes, o la


disolución de la Cámara de los Comunes a propuesta del Primer Ministro.

En Estados Unidos: la no presentación del Presidente a un tercer mandato (hoy norma


constitucional).

En Italia: la presunción de “quórum” de las Cámaras mientras no se solicita su comprobación,


la proposición de nombramiento de los Ministros por los Partidos coaligados; la abstención de
críticas al Gobierno por el Presidente de la República.

En España: los debates sobre el estado de la Nación en el Congreso o sobre el estado de las
Autonomías en el Senado, o la reducción de líderes consultados por el Rey para proponer
candidato a Presidente de Gobierno a los grupos del Congreso de los Diputados.

En cualquier caso, son Acuerdos y, por tanto, carecen de posibilidad de obligar al órgano
salvo que voluntariamente decida mantener el Acuerdo por lo que la mayoría considera que
tampoco son fuente del derecho constitucional pues carecen de consecuencias jurídicas en caso
de incumplimiento.

Algunos autores las definen como normas prejurídicas o como normas de corrección
constitucional.

3.4.-LA INTERPRETACIÓN DE LA CONSTITUCIÓN.

3.4.1. CONCEPTO, CLASES, CARACTERES Y MÉTODOS DE INTERPRETACIÓN.

CONCEPTO:

Interpretar una norma es determinar su sentido y alcance (lo que quiso decir el legislador).
Para ello, se debe realizar un conjunto de procesos lógicos a través de los cuales se llega a
determinar el significado de una norma o se describe el sentido de sus enunciados.

1
CLASES Y CARACTERES:

Cabe hablar de varias clases de interpretación por el sujeto que la realiza:

- Legal (auténtica), es la que realiza la propia norma.


- Judicial, es la que efectúan los Jueces y Tribunales en la aplicación de la ley al caso concreto.-
- Doctrinal, es la que proponen los autores de la doctrina científica.

Sus notas características, según Torres del Moral, son las siguientes:

a) Es siempre necesaria en el mundo del Derecho, por sencilla que pueda parecer.

b) Es una operación contextualizada: tiene lugar en unas condiciones social e


históricamente determinadas.

c) Es proceso unitario, aunque son diversas las fases o momentos de un único proceso
interpretativo.

d) Es una forma de actividad creadora, de razonamiento práctico, que entre los varios
significados de una norma valora y opta por el más acorde con el ordenamiento jurídico
como unidad.

MÉTODOS:

En cuanto a los métodos a utilizar para la interpretación de la norma, Savigny hablaba de


interpretación gramatical, sistemática, teleológica (finalista), e histórica.

-- Gramatical, supone estar al tenor literal de lo escrito.


-- Sistemática, supone conectar la norma a interpretar con el ordenamiento jurídico donde se
inserta.
-- Teleológica o finalista, atiende a la finalidad perseguida por la norma.
-- Histórica, toma en consideración el origen de la norma; es decir, el proceso a través del cual
ha sido producida.

En realidad son momentos de un único proceso integral, cuyo resultado es conocer el


significado y alcance del precepto. Es decir, la interpretación es un proceso intelectual de
determinar lo que quiso decir el legislador (el sentido y alcance de la norma) a efectos de
determinar si es aplicable a un supuesto concreto y para ello hay que utilizar los distintos
métodos, pero no de forma separada sino conjunta.

A estos métodos de interpretación se refiere el artículo 3.1 del Código Civil cuando dice que

1
"Las normas se interpretarán en el sentido propio de sus palabras, en relación con el contexto,
los antecedentes históricos y legislativos y la realidad social del tiempo en que han de ser
aplicadas, atendiendo fundamentalmente al espíritu y finalidad de aquéllas".

Ha de tenerse en cuenta que el artículo 3.1 del Código Civil añade un método o criterio
más de interpretación, el sociológico, que consiste en la interpretación de las normas atendiendo
a la realidad social de la época en que se apliquen.
.
Con la entrada en vigor de la Constitución de 1978 el primer criterio va a ser el de la
interpretación de las normas del resto del ordenamiento jurídico conforme a la Constitución.

En cualquier caso hay que distinguir:

A) Interpretación de la Constitución, respecto a la cual, como ya vimos, el Tribunal


Constitucional es el supremo intérprete en el caso español.

B) Interpretación del resto del ordenamiento jurídico conforme a la Constitución, pues si esta es
la norma suprema del ordenamiento jurídico es lógico que el resto de las normas deben ser
interpretadas conforme a los principios y valores de la Constitución.

3.4.2. LA INTERPRETACIÓN DE LA CONSTITUCIÓN.

El primer interprete de la Constitución es el legislador que, antes de aprobar la ley, debe


llevar a cabo un juicio de valor sobre su acomodación a la Constitución y abstenerse de aprobar
aquellas leyes, o normas con rango de ley, que sean contrarias al texto constitucional, y, por otra
parte, está obligado a que las leyes que aprueba cumplan los principios y valores que establece
la Constitución.

Se ha dicho, al respecto, que el Parlamento es un intérprete privilegiado de la Constitución y


que lo hace en clave política. Es el que representa la voluntad popular si bien se encuentra
vinculado, al igual que el resto de los poderes públicos, por la Constitución.

El segundo intérprete de la Constitución es el Tribunal Constitucional, a quien corresponde


expulsar del ordenamiento aquellas leyes inconstitucionales, y fijar el contenido y alcance de los
preceptos constitucionales. Se trata de una interpretación jurídica del sentido y alcance de los
preceptos constitucionales.

Y el tercer intérprete de la Constitución son los Jueces y Tribunales integrantes del Poder
Judicial, cuya interpretación de la Constitución está más limitada pues están siempre obligados a
seguir la pauta marcada por el Tribunal Constitucional. Así lo establece el artículo 5.1 de la Ley
Orgánica del Poder Judicial cuando advierte que “La Constitución es la norma suprema del
ordenamiento jurídico, y vincula a todos los Jueces y Tribunales, quienes interpretarán y
aplicarán las leyes y los reglamentos según los preceptos y principios constitucionales,

1
conforme a la interpretación de los mismos que resulte de las resoluciones dictadas por el
Tribunal Constitucional en todo tipo de procesos”.

Hay que tener en cuenta que la Constitución española no establece en su texto ninguna regla
general sobre los criterios a seguir para la interpretación de sus preceptos, de ahí que el
Tribunal Constitucional haya acudido a los métodos clásicos del Código Civil (gramatical,
lógico, histórico, sistemático y sociológico).

Ahora bien, sí aparece una regla especial en la Constitución en relación a la interpretación de


las normas relativas a derechos fundamentales y libertades públicas, que es el artículo 10.2
cuando dice que “Las normas relativas a los derechos fundamentales y libertades públicas que
la Constitución reconoce se interpretarán de conformidad con la Declaración Universal de
Derechos Humanos y los tratados y acuerdos internacionales sobre las mismas materias
ratificados por España”.

Es más bien una norma de conexión entre nuestro propio sistema de derechos fundamentales y
los Tratados y Acuerdos Internacionales y supone, por ejemplo, que a efectos de determinar el
alcance de un derecho fundamental (ejs.: el derecho a la inviolabilidad del domicilio) hay que
estar no sólo a que dice la Constitución sino también los Tratados internacionales ratificados por
España que reconocen el derecho y las sentencias de los Tribunales internacionales sobre su
contenido (en particular, las sentencias del Tribunal Europeo de Derechos Humanos).

3.4.3. INTERPRETACIÓN DEL RESTO DEL ORDENAMIENTO JURÍDICO


CONFORME A LA CONSTITUCIÓN.
La Constitución es la norma superior, suprema y fundamental del ordenamiento jurídico.
Como consecuencia de ello, sus principios y valores han de informar todo el ordenamiento
jurídico.
Como dice Torres del Moral, todo el ordenamiento jurídico queda impregnado, empapado de
sentido constitucional, pues recibe de la Constitución su fundamento y legitimidad.

La unidad del ordenamiento la proporciona la Constitución. Es lo que se llama


interpretación constitucional del ordenamiento jurídico.

En palabras del Tribunal Constitucional cuando sean posibles dos interpretaciones de un


precepto legal: una ajustada a la Constitución y otra no conforme a ella, debe admitirse la
primera. Es el llamado principio “pro constitutione”.

ORIENTACION BIBLIOGRÁFICA:
Además de la bibliografía recomendada en el programa, especialmente las obras de A. Torres
del Moral: Estado de Derecho y democracia de partidos; y R. Sánchez Férriz: Introducción al
Estado Constitucional; L. López Guerra: Introducción al Derecho Constitucional; J. Pérez
Royo: Curso de Derecho Constitucional; resultan interesantes para el estudio de este tema las
siguientes:

1
J. A. González Casanova: Teoría del Estado y Derecho Constitucional.
F. Rubio Llorente: La forma del poder.

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