Grassi E

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Revista Margen

https://www.margen.org/suscri/margen09/grassi.html
Edición N° 9 - agosto 1995
(invierno para el hemisferio sur)

La implicancia de la investigación social en la práctica del


Trabajo Social
Por:
Estela Grassi * (Datos sobre la autora)

INTRODUCCION

El presente artículo reconoce mútiples motivaciones: en primer lugar es la


expresión organizada y sistemática de mi reiterada preocupación por la
contradictoria relación del trabajo social con las ciencias sociales (que son su
base de sustención teórica) (Grassi, 1983; 1988; 1989).
Relación contradictoria que dio lugar a las más disparatadas propuestas en la
historia reciente de la profesión: desde querer "probar" que el trabajo social era
"una ciencia", a pretender su condición de "arte".

Más recientemente, las necesarias reflexiones a que obliga el trabajo docente en


un seminano de investigación -1-; y, finalmente, la circunstancia fortuita de haber
sido requerida a exponer sobre el tema de la "investigación y el trabajo social"
en distintas oportunidades -2-, me obligaron, también, a sistematizar mis
reflexiones respecto de tales problemas.

Pero hay dos cuestiones de fondo que en realidad dan sentido a mi preocupación
por el desarrollo del campo del trabajo social. Una es de carácter ético y tiene
que ver con la participación como docente en la formación de trabajadores
sociales: los "problemas de formación" que se expresan como reclamos de
manera reiterada, necesariamente me interpelan como tal. -3-

La otra cuestión de fondo es de carácter ideológico: los trabajadores sociales


ocupan espacios institucionales estratégicos; en tanto intelectual con pretensión
de ser "crítica" no me parece políticamente táctico desestimar la posibilidad de
contribuir a construir una práctica profesional también crítica. No adhiero a una
pretendida distinción radical entre intelectual crítico / técnico neutro. Uno y otro
son, de hecho (y no sólo por opción) un intelectual orgánico.

Sobre este transfondo (donde lo expuesto por último es, en realidad, lo


primordial), hay que leer las reflexiones siguientes acerca de la producción de
conocimientos y la práctica profesional de los trabajadores sociales. La tesis que
voy a desarrollar es la siguiente: en lo concerniente al campo del trabajo social -
4-, la investigación (en tanto producción de conocimiento) está implicada en la
constitución misma de una práctica profesional relativamente autónoma.

Su fundamentación requiere primero explicitar algunos supuestos básicos


respecto de la "construcción del conocimiento en ciencias sociales, pues las
históricas oposiciones planteadas entre los trabajadores sociales
(teoría/realidad; conocimiento/sentimientos; objetividad/subjetividad, etc.) están
lejos de ser originales de este campo, aunque hayan sido potenciadas en su
interior. (Danani, 1993)
Se verá en lo que sigue que estas reflexiones quedan fuera de los enfoques
positivistas (y neo-positvistas en boga), que presuponen una relación de
externalidad sujeto-objeto de conocimiento, tanto como de aquellos de carácter
subjetivista, que reiteran una histórica complicidad inconciente con el
positivismo, al reemplazar el "dato duro" por lo "sensible" como prueba, pues
aceptan acríticamente el postulado empirista de una realidad inmediata, en este
caso accesible por lo "vivencia"; en el otro, por el dato como lo dado.
Asimismo, se apartan de la crítica que relativiza al extremo el discurso teórico, la
que hace estéril todo esfuerzo investigativo al reducir éste a la mera transcripción
de las voces de los actores.

Ni la teoría social refleja un objeto preconstituido, con independencia del sujeto;


ni la subjetividad es esencialidad ahistónca, ni lo real es mera virtualidad. Pero
en el propio proceso de conocimiento (de construcción de interpretaciones
válidas acerca de "la realidad") se transforma el objeto, por cuanto elementos de
las teorías se integran a los esquemas de interpretación (de "la realidad")
vigentes en una sociedad.
Parto, entonces, de reconocer al objeto de Ias ciencias sociales como de una
naturaleza propia, lo que obliga a formular metodologías de abordaje adecuadas;
pero simultáneamente entiendo que las sociedades humanas y los diversos
acontecimientos, procesos y problemas sociales, pueden ser comprendidos y
explicados y que estas dos alternativas no son imcompatibles, aunque se deriven
de tradiciones epistemológicas desarrolladas en oposición.
Es más, creo que en ciencias sociales se puede explicar si se comprende y como
señala Paula Montero parafraseando a E. Wolf -"la fuerza de un pensamiento
está en su intención de explicar alguna cosa" (Montero, 1991). Sobre estos
supuestos básicos, el artículo desarrolla una hipótesis posible para comprender
cómo se construyó la "conflictiva relación del trabajo social con la
producción de conocimientos" (Danani,1993).

Y, finalmente, a partir de esclarecer la relación entre teoría, conocimiento


cotidiano y experiencia, busco resolver el planteo dualista fuerte en trabajo
social, que dicotomiza conocimiento teórico y práctica y que obstruye la
consolidación de un campo profesional relativamente autónomo.

Precisar el problema en su generalidad (Ia relación teoría- realidad; o sujeto-


objeto de conocimiento, en las ciencias sociales) y en su particularidad (el
conocimiento en la práctica del trabajo social), permite plantear la cuestión de la
"investigación y el trabajo social" en unos términos que van más allá de una moda
circunstancial o de otra riesgosa pretensión de suplantación del rol, como
periódicamente ocurre, fruto de una constitución inacabada del campo, más que
de las "crisis" de la profesión.

EL LUGAR DEL CONOCIMIENTO EN LA CONSTITUCION DEL CAMPO


PROFESIONAL
Una revisión rápida
El desarrollo del tema obliga a plantearse una pregunta inicial, respecto de la
afirmación que compartimos con Danani (la "relación conflictiva del trabajo
social con la producción de conocimientos").
La pregunta es por qué, tratándose de un campo profesional cuyo objeto son las
diversas manifestaciones del conflicto y la contradicción de relaciones sociales,
expresadas (o conceptualizadas) como "problemas sociales", hay, sin embargo,
tan poco (o nada) de aporte por parte de los trabajadores sociales, en el
conocimiento de su propio objeto. Pero además por qué dentro del campo del
trabajo social "se potencian (y al mismo tiernpo se resuelven por la vía de la
simplificación) las dicotomías características de la confrontación entre
paradigmas en las ciencias sociales" (Danani, 1994).

La confrontación entre la "interpretación de la realidad" (la teoría) y lo que se


entiende como los datos empíricos", se remonta al momento en que comienzan
a cuestionarse los sistemas metafísicos autosuficientes dominantes haset el
siglo XVII (a partir de los cuales la Verdad se revelaba o se deducía) y a
plantearse la crítica a las instituciones, basada en una concepción que -inspirada
en los avances de las ciencias físico-naturales- Ilevaba a los filósofos iluministas
a sostener que la Razón y la observación, constituían el medio de descubrimiento
de la verdad, y por lo tanto, de "subordinar las institucioncs a las
necesidades humanas" (Zeitlin, 1986), haciéndolas "racionales" (es decir,
adecuando su funcionamiento a las leyes del movimiento universal).

La observación de la realidad y la razón (instrumento para el conocimiento),


constituyeron -entonces- los pilares del método (como en las ciencias fíisico-
naturales) para descubrír las leyes del mundo social. Los filósofos iluministas se
propusieron la tarea de conocer verdaderamente este mundo, por medio de un
método objetivo. El contexto de crítica y ruptura con el pensamiento de los siglos
precedentes y los avances de las ciencias de la naturaleza, explican el modelo y
la fe puesta en la empiria (la observación). (Zeitlin, 1986).

Este proceso de ruptura con el pensamiento religioso, no es ajeno para


comprender la historia de las formas de acción social: la evolución de la
filantropía desde el siglo XVIII se articula a este proceso, en tanto su práctica
rompe con la modalidad típica de Ia caridad cristiana (basada en el mandato de
la Fe) y se propone como una acción dirigida a orientar comportamientos
"racionales", en base a "diagnósticos" sobre la sociedad, las instituciones, la vida
familiar, etc.
En la acción de los filántropos se advierte una constante búsqueda de eficiencia
y de economía de recursos y permanentes reelaboraciones de las estrategias
políticas, sobre la base de la evaluación de las propias acciones. Las
instituciones asilares devinieron, en este marco, en verdaderos "laboratorios de
observación" de las conductas. (Donzelot, 1979).

Se trató -entonces- de una acción "coherente" con lo que se iba definiendo como
posibilidad del conocimiento de la sociedad, en pugna con aquellos sistemas
metafísicos; no había activismo ciego, sino propuestas de intervención fundadas
en "el estado del conocimien to y del método" por entonces.
Pero si las ciencias sociales se fueron definiendo como tales a partir de esta
ruptura y evolucionando en el sentido de una complejización de su cuerpo teórico
y metodológico (en cuyo interior la "tensión teoría / empiria" se manifestaba en
la confontación entre paradigmas), en lo que se constituye como el campo de la
"asistencia social" (hacia finales del siglo XIX), la cuestión no está presente como
confrontación interna, en la medida en que ésta no se desarrolla articulada a Ias
ciencias sociales, sino en estrecha vinculación con la medicina, la psiquiatría y
el derecho.
A partir de allí, la asistitencia social define su intervención como la puesta en
''práctica" de los pnncipios y normas derivadas de aquellas disciplinas y dirigidas
a ajustar los comportamientos (individuales y familiares) a una normalidad
predefinida desde estos campos.

Mujeres munidas de estos principios tuvieron a su cargo lo difícil tarea de


normatización, normalización, control y policiamiento de individuos y familias,
sostenida en una visión naturalizada y acrítica de las relaciones e instituciones
sociales. (Donzelot, 1979).

De más está recordar que el proceso de constitución del campo de la asistencia


y el trabajo social ha tenido particularidades en los diversos países y, en buena
medida, el trabajo social norteamericano se alejó de este paradigma, al mantener
una vinculación más estrecha con las ciencias sociales y humanas (el
psicoanálisis y las teorías funcionalistas), dando lugar a una profesión de mayor
autonomía, de lo que es un buen ejemplo el clásico "Social Diagnosis" de Mary
Richmond. -5-

a. En el caso de la Argentina, el campo de la asistencia social


profesionalizada se estructuró de la mano de los médicos filántropos
(Alayón, 1992; Grassi, 1989) y con una fuerte división del trabajo en su
interior: aquéllos (varones del campo de la medicina higienista) eran los
portadores del saber "científico", de donde derivaban los modos de acción
correcta;` las visitadoras y asistentes sociales, instrumentadas por éstos,
debían Ilevar a la práctica las tareas pre-establecidas. -6- -7-

De alguna manera, aquella tensión clásica teoría / empiria (expresada en


el trabajo social como la dicotomía "pensada" teoría / práctica) se
materializó en esta "división del trabajo" en el interior del campo
profesional.

Materialización que se impuso -también- cuando la profesión inició su


despegue de los campos médico y jurídico y se acercó a las ciencias
sociales, como consecuencia de nuevas demandas planteadas por el
modelo político económico desarrollista, ya en los años 60, que derivó en
la creación de un Insituto de Servicio Social que contó con el
asesoramiento técnico de Naciones Unidas, fuera de las Carreras
existentes en la Universidad.

La ''división del trabajo" volvió a reiterarse, ahora con otros "productores


de conocimiento" (los técnicos de las agencias internacionales) y nuevas
funciones a ser ejecutadas (las propias de un "agente de cambio"). Esto
se reiteró simultaneamente a la significativa incorporación de varones a la
profesión (vía dicho Instituto), como consecuencia de una política explícita
de sus inspiradores y de la definición de un perfil profesional que se
alejaba de la imagen de mujer entregada a la caridad y al amor, para hacer
pié en un técnico con protagonismo a nivel de los procesos de cambio en
las comunidades.

No obstante, estas nuevas condiciones dieron lugar al Movimiento de


ReconceptuaIización local, desde el cual se produjeron los primeras
manifestaciones en dirección a redefinir el objeto del trabajo social, desde
dentro mismo del campo profesional.

b. A aquel origen fuertemente marcado por esta división del trabajo, hay que
sumar la marginación de la formación de los/as asistentes y trabajadores
sociales de los centros académicos de las ciencias sociales -8-, como otra
manifestación (y reforzamiento) de esta separación; a su vez la
proliferación (que aún se mantiene) de institutos terciarios de formación y
titulación, alejados de ámbitos de producción de conocimiento, también
condicionan la estrategia de reproducción del campo, en dirección del
activismo.
Aunque en diferentes momentos de la historia de la profesión se fueron
dando distintos niveles de acercamientos con las ciencias sociales, éste
estuvo "marcado" por este rasgo básico de la dicotomización de la
práctica -9- de los trabajadores sociales.

Tanto en el período '"desarrollista" de la profesión (cuando se produce una


primera gran ruptura con el modelo "tradicional" de la asistencia social) como
durante el auge del movimiento de reconceptualización, puede afirmarse que por
lo menos un sector de los profesionales -que definieron líneas internas
claramente identificables- apuntaron a contextuar su quehacer en el marco de
procesos históricos de los que dan cuenta las ciencias sociales. No obstante,
aún en condiciones potencialmente más productivas, la concepción dicotómica
de la realidad (a nivel del pensamiento) y la "división del trabajo", como
manifestación, condicionaron este acercamiento, a pesar de que en ambos
casos, la crítica social y la crítica del rol fueran rasgos definitorios.

Ya hice referencia al rol de agentes de cambio a nivel de la comunidad


demandado al trabajador social en el marco de la política desarrollista. Entonces
eran comunes los "manuales para trabajadores sociales", de "texto sencillo", con
el objetivo de instrumentar a éstos en su acción.

Con el Movimiento de Reconceptualización los trabajadores sociales de esta


corriente asumieron para sí -de la manera más activa a lo largo de su historia- la
tarea de conceptualizar tanto el objeto de su intervención como su práctica.

El marco general de la reconceptualización estuvo dado por:

a. una fuerte politización de la sociedad en general;


b. el desarrollo de corrientes críticas en las ciencias sociales,
fundamentalmente de inspiración marxista o de lo que se denominó en
nuestro país el "pensamiento nacional" (en el que se hicieron confluir
categorías marxistas con el ideario peronista); y
c. el establecimiento de una relación más estrecha de estas corrientes con
la práctica política.

Paradójicamente, estas circunstancias -de hecho movilizadoras de los cambios


en el interior de la profesión- al combinarse con aquella tradición de activismo,
no dieron lugar a la consolidación de una corriente crítica teóricamcnte sólida
dentro de la profesión.
Tales tendencias se expresaron, por el contrario, en la subsunción de la práctica
profesional "reconceptualizada'' con el compromiso militante; la débil (por joven)
formación teórica de los trabajadores sociales reconceptuaiizados los Ilevó a
asumir como bandera el postulado de que la "vivencia sensible'' es fuente y
corroboración de todo conocimiento y manifestación de lo real sin mediaciones;
y a confundir la noción de "praxis" con las acciones comunitarias propuestas
como modelo de práctica profesional. El resultado fue que no se logró
problematizar el viejo conflicto teoría / acción en la práctica de los trabajadores
sociales, sino que la combinación de estas condiciones favoreció nuevamente la
dicotomización.

En este marco, la "investigación-acción" y la "investigación participante" -


entendidas cumo modelo del compromiso vivencial y como medio de recuperar
una verdad esencial contenida en el saber del "pueblo"- fueron asumidas por los
trabajadores sociales como metodologías propias de su práctica y como
"vanguardia metodológica".
De ahí, éstos devinieron en "vanguardistas" de la investigación por esta vía, que
se pretendió enfrentada al "teoricismo" de los "investigadores tradicionales",
suponiéndose a la teoría como mera formaización sin sustento empírico y a la
investigación social en general (de cualquier orientación teórico- epistemológica)
como "tradicional".
Complicidad no deseada con el empirismo positivista, al que simultáneamente
se acusaba de todas las desviaciones de la teoría social.

El advenimiento de la dictadura militar en el país (en 1976) bloqueó finalmente


un eventual desarrollo crítico del movimiento de reconceptualización y diluyó su
potencialidad; y el reinicio del debate (ya en democracia) se dio a partir de ésta
y otras tantas dicotomías. (Danani, 1993 y 1994; Grassi, 1988)

Creo que sólo a condición de empezar seriamente a poner en cuestión las


confusiones y simplificaciones que estructuran el campo profesional de los
trabajadores sociales, respecto de la producción de conocimiento, se podrá
realmente repensar la práctica del trabajo social como práctica profesionat y no
como pura actividad. Hasta ahora, como analiza con propiedad Danani: "... se
optó por los `fenómenos', renunciando a conocer sus fundamentos, con lo
cual la práctica devino `actividad' y la intervención, pragmatismo. "... la
práctica fue concebida, en el ejercicio profesional, como puro 'hacer' y el
mandato de la intervención se tornó en una 'alianza' con la realidad
inmediata, frente a la cual no hay duda 'auténtica', sino convocatoria a la
modificación, con independencia de su sentido". (Danani, 1994)
Estas son cuestiones que todavía deben debatirse en el trabajo social, más
cuando, como advierte Teresa Matus, parece haber un "...uso acentuado de
una oposición del concepto de razón con 'lo otro' que sería la emoción. De
allí que exista una amplia literatura, talleres, asignaturas, formas de
supervisión y seminarios destinados a conocer cómo es que cada
trabajador social `siente'." (Matus, 1992).

Y antes, también, de hacer de la investigación social otra moda pasajera, vía de


escape (no de comprensión y explicación) de los procesos históricos que son el
marco de análisis de su intervención.

EL PROBLEMA DE LA CONSTRUCCION DEL OBJETO

Hay otra particularidad de la relación entre trabajo social e investigación, que


tiene que ver con "el objeto". Lo que define al trabajo social es que su objeto es,
primero (en términos Iógicos, no temporales) objeto de íntervención, en tanto
que su práctica está explícitamente dirigida a producir alguna modificación en la
situación problemática puntual en relación a la cual es Ilamado a actuar. -10-

Y su objeto de intervención inmediato o empírico son aquellas situaciones


puntuales en las que están involucrados actores diversos y que se enmarcan en
lo que -en un plano más abstracto- una sociedad (o un sector de ella con
capacidad de hacer hegemónico su criterio) define como problemas sociales.
Esta es su especificidad, a partir de la cual se define su profesionalidad y recorta
su campo.
Poner en claro esta especificidad, es ineludible para plantear la cuestión de la
investigación en el trabajo social, evitando transformar el tema en una moda
pasajera, en la búsqueda de un "nuevo rol" socialmente valorado (como remedio
al "malestar" que acompaña a buena parte del ejercicio profesional) y -entonces-
querer transformar a los trabajadores sociales en investigadores.

Entiendo que el problema se plantea a la inversa: la investigación


necesariamente debe estar implicada en el campo del trabajo social, como
constitutiva de su práctica (y esto no quiere decir que cada trabajador social haga
investigación en su trabajo cotidiano o que los trabajadores sociales devengan
todos investigadores); pero ese trabajo cotidiano debe ser la manifestación y el
ejercicio de una práctica profesional, colectivamente constituida como tal.
Y esto tiene como requisito previo la posibilidad de construcción autónoma de
aquello en relación a lo cual se interviene, es decir, del objeto. Construcción
autónoma no quiere decir con independencia o al margen de los procesos
sociales por los cuales se definen aquellos problemas, sino su problematización,
como forma de hacer de la intervención una práctica profesional orientada por
Ias categorías -11- con las que un tal campo profesional define activamente los
problemas en relación a los cuales su profesionalidad misma se define y legitima.
Una práctica profesional no puede reclamar antonomía si su intervención está
guiada por los "supuestos implícitos" -12- contenidos en la definición ya dada. -
13-

Podemos poner en paralelo este problema, con la preocupación de Bourdieu por


el oficio del sociólogo: "la primera urgencia [...] será tomar por objeto el
trabajo colectivo de construcción del objeto preconstruido" (Bourdieu,
1989)

Desde este punto de vista, la investigación deviene en un elemento inescindible,


en un requisito de constitución de una práctica profesíonal, entendiendo
entonces por tal, el dominio, la apropiación y la aprehensión del propio quehacer.
Citando nuevamente a Danani, se trata del desarrollo de "la capacidad de
dominio sobre nuestras condiciones de trabajo (como) parte del tránsito
de la heteronomía a la autonomía". (Danani, 1994)

Ahora bien, los problemas sociales (de vivienda, de alimentación, de salud, de


violencia, de marginalidad, etc....) no son, a-priori, "problemas de investigación",
como no son por sí "problemas sociales", sino a partir de haber sido constituidos
como tales y de ello depende el reconocimiento y la constitución de situaciones
puntuales (que son, mayormente, el objeto inmediato de intervención de los
trabajadores sociales) como situaciones problemáticas que demandan acciones
acordes con la definición adoptada del problema que las enmarca -14-.

El objeto del trabajo sociai es, entonces, un objeto histórico y disputado en su


definición. -15-

De ahí que la práctica profesional (en el sentido de "dominio del propio


quehacer") implica en primer lugar, la desnaturalización del objeto (el o los
problemas puntuales) y su reconstrucción como objeto de la práctica. Y parte del
proceso de esta reconstrucción crítica (reconocimiento de su historicidad y de
los sentidos que conlleva su definición), es constituirlo como un objeto de
conocimiento.
Y esto no es un "segundo paso" en un supuesto proceso lineal de complejización:
está necesariamente implícito en la construcción del objeto de la práctica
profesional, porque no hay tal objeto de la práctica profesional, si no se
constituye simultáneamente como objeto de conocimiento.
Sin esta desnaturalización (problematización) no hay "dominio del propio
quehacer", sino un hacer aquello, dónde, cuándo y cómo se define enteramente
desde fuera del campo.

Problematizar el "problema" que viene dado al trabajo social (para constituirlo en


el objeto de la práctica profesional), quiere decir formularse preguntas, buscar
las múltiples definiciones y reconocer los sujetos de éstas y los argumentos que
sostienen (explícitos o implícitos), buscar relaciones entre fenómenos, etc. a
partir de los cuales un acontecimiento o conjunto de acontecirnientos deviene
"problema" que demanda algún tipo de intervención (o solución). E implica
redefinirlo -16-

Sólo en esta dirección puede constituirse la relativa autonomía de un campo


profesional -17-.

De ahí que la investigación (producción de conocimiento) para el trabajo social


no es sólo una herramienta en el proceso de intervención, sino que se inscribe
en la posibilidad misma de constituir la práctica profesional. Por eso, la
problematización de situaciones que no conducen de manera inmediata a un
diagnóstico para la acción, no sólo no están vedadas a los trabajadores sociales,
sino que constituyen una apuesta estratégica en dirección a sustentar una
práctica crítica. En el mismo sentido,el propio proceso de intervención puede
devenir en objeto de investigación.
Cada uno de estos tipos de investigación corresponden a niveles diferentes, con
objetivos e intereses distintos, pero igualmente legítimos.

"El arte, en ciencias sociales, está sin duda en ser capaz de poner en juego
"cuestiones teóricas" muy importantes, respecto a objetos "empíricos"
muy precisos, frecuentemente menores en apariencia [...]
Lo que cuenta, en realidad, es la construcción del objeto, y la eficacia de
un método de pensar nunca se manifiesta tan bien, como en su capacidad
de constituir objetos socialmente insignificantes en objetos científicos o
reconstruir I...] objetos socialmente importantes, aprehendidos desde un
ángulo imprevisto..." (Bourdieu, 1989)

Experiencia o práctica profesional

Ahora bien, acordé antes con Danani que el trabajo social ha tenido una reacción
conflictiva con el conocimiento, del cual la teoría es la expresión sistemática.
Esta conflictividad se expresa, entre otras cuestiones, en que se ha Ilevado al
extremo una forma dicotómica de pensar la actualidad, que separa radicalmente,
realidad / teoría; discurso / acción; etc. Pretendo cuestionar primero esta
dualización, para poder avanzar en la idea de la implicancia de la investigación
(producción de conocimientos) en la práctica profesional.

Es posible hacer una primera afirmación: la teoría es una interpretación


(fundada) de la realidad. Es decir, un cuerpo coherente de supuestos y
conceptos fundamentales que inspiran observaciones e hipótesis pertinentes de
los fenómenos.
Simultáneamente, se puede afirmar que lo que definimos como realidad, es
siempre una exprexión mediatizada de la misma, por esquemas de percepción
e interpretación históricamente construidos. Dicho de otro modo: lo que
afirmamos que es la realidad, es necesariamente aquello que pensamos que es
la realidad, porque no hay realidad accesible para el sujeto humano, sino por
medio de sus propias construcciones mentales.
Y esto vale también para el mundo físico-natural, por lo que las ciencias
correspondientes son igualmence apriorística· los modelos teóricos, las
hipótesis, las clasificaciones y conceptos, son aprendidas por los especialistas,
socializados en un campo determinado, que desde ahí pueden hacer avanzar la
investigación, cuestionar un paradigma, etc. (Alexander, 1991).

Si la teoría es (también) interpretación de ésta, hasta aquí -tal como otras


interpretaciones posibles: las ideologías, el conocimiento corriente- "la teoría
social no es una cosa extraña y externa a los sujetos" (Castañeda, 1987),
sino también, mediación de la realidad.

¿Cuál es, entonces, la particularidad de la teoría (o del conocimiento construido


en el marco de Ia ciencia)? La teoría pretende ser una interpretación válida de
los fenómenos y de los procesos sociales que éstos expresan; es decir, de
aquello que trasciende lo inmediato, lo evidente, lo concreto sensible, para
ubicarlos en estructuras históricas. Es decir, en aquel entramado de relaciones
sociales y de prácticas de los actores.
De ahí que la teoría es una interpretación reflexiva, una "acción del
pensamiento que se organiza a sí mismo en relación con la realidad"
(Prada, 1987); es decir, "del fundamento de los fenómenos", no sólo de sus
formas, inmediatamente perceptibles (Danani, 1994).

Por eso la teoría está obligada a explicitar y validar sus supuestos y sus
proposiciones sobre la realidad. Esto nos coloca en el plano epistemológico, en
el cual hay que discutir acerca de los criterios de validación del conocimiento en
ciencias sociales.

No pretendo entrar en este plano, sino sólo para aludir -por necesidad de la
argumentación- a lo que NO puede ser un criterio de validación de la teoría
social.
Sólo como referencia general, conviene recordar que, desde una perspectiva
positivista la validación se da por contrastación con observaciones empíricas o
experimentales.
En cambio, desde lo que algunos autores definen como pospositivismo
(Alexander, 1991), la distinción teoría / dato empírico es analítica, no ontológica;
tales datos se construyen analíticamente y se sustentan en aquellos cuerpos
teóricos que consideramos que poseen mayor certeza por "su coherencia
lógica, amplitud de visión, perspicacia interpretativa, relevancia valorativa,
fuerza retórica y consistencia argumentativa" (Alexander, 1991).

La validación depende, entonces, del consenso intersubjetivo acerca de "cómo


debe Ilegarse a la verdad y en qué consiste ésta" (Alexander, 1991) y la
puesta en cuestión de una teoría implica el debate acerca de sus presupuestos
fundamentales.
La validación es dependiente, entonces, de "los efectos de la crítica mutua
entre los miembros de la comunidad" científica y del debate acerca "de las
pruebas y de la estructura lógica de los argumentos" (Giddens, 1993).

Afirmamos antes que el acceso del sujeto a su mundo (la realidad) es siempre
un acceso mediado por esquemas de percepción e ínterpretación y que éstos, a
su vez, son históricamente construidos.
Esto es, tales interpretaciones no son pura subjetividad, no expresan una
esencialidad del sujeto (particular o colectivo), sino que son la expresión
subjetivada de estructuras históricas de percepción y ordenamiento de la
realidad, simultáneamente construidas por la propia acción de representación y
ordenamiento (categorizaciación) del mundo por parte de sujetos
diferencialmente ubicados (y también categorizados) en esas estructuras; y
capaces de construir categorías y ordenamientos alternativos, como quedó visto
al hacer referencia a los problemas sociales.

Estos esquemas (constitutivos de toda acción humana), conforman a su vez


nuestro conocimiento cotidiano de aquellas porciones de la realidad que nos
involucran, que forman parte de nuestra experiencia (realidad experimentada),
que se constituye en aquel ordenamiento que (reitero, aún a riesgo de ser
redundante) también construimos en el curso de esa experiencia.

Tal experiencia es el modo en que vivimos la realidad, (una parte de ella)


mediatizada socialmente; y esos esquemas interpretativos con que nos
manejamos en la experiencia de nuestra vida cotidiana, conforman un
conocimiento inmediato no teórico (aunque en él integremos cada vez lmás
elementos de teorías de diferentes campos científicos), cuya veracidad se deriva
de su eficacia en la resolución de problemas cotidianos, no de la puesta en
cuestión de sus supuestos teóricos o filosóficos ni de los caminos seguidos para
alcanzarlo. -18-

Como dice A. Heller (1977), "en nuestra vida cotidiana verdadero y correcto
[...] coinciden. ]...] si mis cogniciones sobre un instrumento bastan para
manejarlo correctamente [...] son verdaderas; si mis cogniciones sobre la
sociedad bastan para moverme adecuadamente, también son verdaderas".
-19-

A partir de esta distinción entre conocimiento cotidiano / conocimiento teórico y


experiencia, puede resolverse el planteo dualista en el trabajo social y, al mismo
tiempo, puede repensarse el lugar desde dónde constituir una práctica
profesional.
Lo que estoy insinuando es que la práctica profesional de los trabajadores
sociales, permaneció en el nivel de la experiencia -20-: es decir, de la acción
sostenida en el conocimiento inmediato, cuyo criterio de validez parafraseando
a Heller (1977), es el "éxito de la acción" en la resolución de un problema
inmediato.
Al mismo tiempo, los esquemas de percepción e interpretación (intrínsecos a
toda acción humana y, consecuentemente, intrínsecos también en la experiencia
de los trabajadores sociales) se asimilaron (acríticamente) a teoría y ésta a
realidad (por asimilación, también acrítica, de aquellos postulados positivistas) y
las acciones respectivas, a práctica profesional.

Al mismo tiempo, ese conocimiento inmediato, cotidiano y práctico de los


trabajadores sociales (que, efectivamente, ha integrado elementos de las teorías
contenidas en las currículas de su formación), y su experiencia de intervención
cotidiana, han devenido en criterio de validación del conocimiento teórico -21-

Esta reaccion de externalidad teoría / realidad, llevó también a que se tenga la


expectativa de que toda conceptualización teórica tenga que coincidir "bis a bis"
con las manifestaciones de los más variados fenómenos y con las
interpretaciones cotidianas de los mismos o con el conocimiento cotidiano y
práctico de los sujetos con los que interactúan los trabajadores sociales, en la
presunción de que éstos son la manifestación de la realidad.
Presunción que bloquea la constitución de esas expresiones en objeto de
conocimiento.
Es decir, que bloquea la posibilidad de autonomizar la propia práctica de aquello
que se impone, enconces, como lo ya constituido.
Es esta misma relación de externalidad la que está en la base de las "crisis" de
alumnos o profesionales, cuando se plantea que la "formación recibida es muy
teórica": lo que está implícito en esta afirmación, es que esa teoría (o teorías,
que no se entienden como marcos interpretativos posibles y por lo tanto
sometidos a crítica acerca de su validez, sino asimiladas a-priori a lo real) es
inválida, porque no cubre el requisito de "reflejar" los problemas cotidianos o no
aporta los conocimientos a los cuáles "echar mano" de manera inmediata para
"aplicarlos" a la solución de un problema dado. Obviamente, está implícito
también, la "ilusión de la transparencia", de que es posible "ir a las cosas
mismas" (Bourdieu, 1989). No se ponen en cuestión ni los supuestos de las
teorías, ni Ios supuestos a partir de los cuales se define un problema y se actúa
en consecuencia -22-.

Es que, finalmente, los elementos de teorías se asimilan en la forma de


conocimiento cotidiano y -por lo tanto- se invalidan en la acción, cuando no
culminan en el éxito inmediato.

En síntesis, sostengo que buena parte de la problemática de las crisis y


frustraciones -cIásicas ya en el trabajo social- tienen que ver con un proceso
inacabado que requiere pasar de la experiencia de intervención, a la constitución
de una práctica profesional, la que por definición está necesitada de
problematizar sus propios supuestos, sus proposiciones, su instrumental y que -
por definición también- construye (y transforma) su objeto en relación a la
realidad. De esta capacidad de construir / transformar el objeto depende su
autonomía como campo profesional.
Sin esa capacidad, se acepta como dado un objeto preconstituido (en ese
trabajoso esfuerzo colectivo, al que refiere Bourdieu: no hay entonces autonomía
de la profesión.

Esto implica superar el planteo bien-intencionado pero ineficaz (por tautológico),


de la "búsqueda de articulación teoría / práctica". Este se mantiene en un marco
dualista de interpretación, porque presupone ámbitos que deben hacerse
coincidir, como en un calco, a partir de lo cual "la intervención en la realidad"
sería más eficiente porque se tendría "más a mano lo que corresponde hacer
ante cada fenómeno que se presenta".
Es posible lograr mayor eficiencia en las acciones, sin por ello constituir una
práctica profesional: esto es, una práctica autónoma. Porque la "eficiencia" es,
también, un concepco construído que supone un conjunto de presupuestos
implícitos que merecen problematizarse.

Es desde esta preocupación que la cuestión de la investigación (que es el medio


de producción de conocimiento) cobra verdaderamente sentido. No como
excepcionalidad, no como una actividad complementaria, como "hobby" de
algunos o como medio de lograr un status diferente, sino como proceso implícito
de la práctica profesional.

Y esto no significa -insisto- que cada trabajador social deba ser un investigador,
sino un profesional que opera a partir de un instrumental producido
colectivamente y socializado en el marco de un campo autónomamente
constituido.
Porque, como dice Bourdieu, se trata, ante todo, de un "método de pensar".

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NOTAS
-1- Me refiero al Seminario-Taller para la Elaboración del Proyecto de
Investigación, que desarrollamos en la Carrera de Trabajo Social de la
Universidad de Buenos Aires. El mismo está a cargo del Equipo de
Cátedra de 1a Matcria Antropología Social II de la Carrera de Trabajo
Social de la que soy su Titular, y que integran además, las profcsoras Ana
Domínguez Mon y Silvana Campanini y la Ayudante Alumna María
Carman. Del equipo del Seminario aludido forma parte también la alumna
de la carrera y (como Carman) becaria de tnvestigación de la UBA, Stella
Cabral. Su objetivo práctico es facilitar la elaboración de proyectos de
investigación que purdan ser presentados a los llamados anuales a
concurso de becas de investigación de la UBA. El objetivo estratégico es,
obviamente, incentivar la formación de investigadores en el campo del
trabajo social. COmo se desprende, la rica participación de este equipo
en el trabajo de Seminario interno y con los alumnos, alimenta las ideas
aquí contenidas.

-2- Me refiero al Panel sobre "La investigación en el Trabajo Social",


organizado por la Secretaría de Investigación de la Facultad de
Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de La
Matanza en julio de 1994, la conferencia a mi cargo estuvo referida al
tema de este artículo

-3- Suelo escuchar, con cierta desazón, que se reiteran reelamos que
hace más de 20 años hacíamos quienes entonces éramos alumnos y
advertíamos que no es la formalidad del título profesional lo que acredita
al desempeño profesional. Entonces recibíamos por respuesta un
reproche: "quieren recetas", con lo que la crítica quedaba neutralizada.
Hoy existe la posibilidad del debate, pero exige el compromiso de todos
con una dedicación seria al estudio.

-4- En Bourdieu, el campo es "un espacio social de relaciones objetivas


[...] entre las posiciones ocupadas por los agentes que determinan la
forma de tales interacciones". ..."Siempre que se instituye uno de estos
universos relativamente autónomos -el campo artístico, el campo
científico o esta o aquella de sus especificaciones- el proceso histórico ahí
instaurado desempeña el mismo papel abstractor de la quinta-esencia [del
campo]. De ahí que el análisis de la historia del campo es, en sí misma,
la única forma legítima de análisis de esa esencia".

[Nota del autor en este punto]: "Así, el análisis de la actitud estética


pura, que derecho, de la historia historia social de la ciencia".
.."La teoría general de la economía de los campos permite describir y
definir la forma específica de que se revisten, en cada campo, los
mecanismos y los conceptos más generales (capital, poder) evitando así
todas las esepecies de reduccionismos..." [de una nota del autor en este
punto]: ..."las estrategias de las operaciones [de los agentes del campo]
dependen de su posición en el campo de producción, quiere decir, de la
estructura de distribución del capital específico..." (Bourdieu, 1989)

-5- Resulta acertada la observación de Danani acerca de que el


protestantismo predominante en ese país puede constituir un marco de
referencia respecto de la particularidad en la constitución del campo del
trabajo social en Estados Unidos.

-6- "En 1924 se implementó el primer curso de Visitadoras de Higiene


Social en la Carrera de Ciencias Médicas de la Universidad de Buenos
AIres. Este estaba dirigido a mujeres, para desempeñarse como
'auxiliares médicos' ocupándose de 'las minucias para las cuales el
médico no tiene tiempo', difundiendo las normas de higiene y prevención
de enfermedades transmisibles; pero además, debiendo enseñar el orden
y la economía doméstica". [Entre otros, un objetivo explícito era evitar] 'la
improvisación y la falta de orientación científica (que) pueden esterilizar
los más generosos impulsos'. "...en 1939 se fundó la Escuela de Servicio
Social del Museo Social Argentino [...] En versión de uno de sus
fundadores, [debía formar] 'un profesional capaz de comprender la
diversidad de factores que actúan sobre la vida humana para llevarla por
senda equivocada'". (Grassi, 1989).

-7- Lo que constituyó la línea de la asistencia social para-jurídica, se


expresó en la Escuela de Asistentes de Menores y Asistentes Penales,
creada en 1941 en el Patronato de Recluidas y Liberadas. Esta Escuela
pasó a depender de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos
Aires en 1946, como Escuela de Asistentes Sociales. (Alayón, 1992)

-8- Esta situación no ha sido idéntica en elr esto del país: en las
Universidades más jóvenes, la Carrera se integró a las Facultades de
Humanidades y Ciencias Sociales (como es el caso de la Universidad
Nacional de Misiones) o de Ciencias Políticas (Universidad Nacional de
Rosario), por citar sólo algunos ejemplos. Sin embargo, han proliferado
también escuelas e institutos de nivel terciario, sin articulación con centros
académicos.
En el caso de la Escuela de Asistentes Sociales de la Universidad
Nacional de Buenos Aires, permaneció en la órbita de la Facultad de
Derecho hasta 1985, año en que por presión del movimiento estudiantil,
en el marco del reciente reingreso a la vida democrática, pasó a depender
directamente del Rectorado de la Universidad para, finalmente, pasar a
formar parte de la actual Facultad de Ciencias Sociales como Carrera de
Trabajo Social.

-9- Como se verá, no uso el término práctica con el sentido de cuasi


"actividad material" y al mismo tiempo "pura", que tiene para los
trabajadores sociales; la que podría separarse, así, de los significados y
categorías teóricas o ideológicas, que se entienden ubicadas en otro
plano. Concepción que fue llevada al paroxismo en aquella idea del
"método sin método", inspirada en los escritos del antropólogo mexicano
Manuel Zabala, cuyas propuestas para el trabajo social publicaba en
Buenos Aires la editorial ECRO, en los años 70; y en la proposición del
"acercamiento sensible a la realidad" como etapa fija de una serie de
pasos sucesivos y rígidos de la metodología, que Lima y Rodríguez (1983)
criticaron luego con propiedad. Entiendo el término práctica, en principio,
como todo hacer humano, en cualquier ámbito constituido como espacio
social de acción (como "campo de producción", para especificarlo en los
términos de Bourdieu, ya citados).
Toda práctica humana es, simultáneamente, material y simbólica. Sus
particularidades refieren, a la vez, a las especifidades del campo. De ahí
que pueda hablarse de: la práctica política, práctica investigativa, la
práctica sindical, la práctica médica, etc. Y cada una de éstas lo es como
unidad (compleja y heterogénea) que resulta de las interacciones de los
agentes que ocupan posiciones diversas (de hegemonía, de poder, de
subordinación, etc en la estructura de relaciones del campo). Respecto de
la práctica de los trabajadores sociales, desarrollo en lo que sigue cuál es
-según entiendo- su particularidad y cuáles son las limitaciones en la
constitución de una práctica profesional autónoma.

-10- Conviene enfatizar, entonces, que la noción de "intervención" no tiene


de antemano un sentido policíaco.

-11- Danani (1994-b) hizo un original análisis acerca de la burocratización


y la rutinización de la tarea, en su presentación en el Panel sobre la
investigación en Trabajo Social, en el Encuentro sobre Presente y Futuro
de la Investigación Social, realizado en la Facultad de Humanidades y
Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de La Matanza, en julio de
1994.

-12- Al respecto, ver el desarrollo más detallado que hace Parisi (1993).
-13- Aunque las comparaciones suelen ser odiosas, a vaces pueden
resultar ilustrativas, si no se pretende asimilar un caso al otro: el ejercicio
de la medicina es un ejercicio profesional; eso no conduce a que todos y
cada uno de los miembros de este campo (los médicos) sean
investigadores ellos mismos o que en su práctica cotidiana (en el
consultorio, en el hospital o en la sala) hagan investigación. Pero la
práctica médica es una práctica profesional y la de cada médico en
particular, es expresión de aquélla, colectivamente constituida y
reconocida como práctica científica; esto es, sustentada en la
investigación en áreas diversas que atañen al campo: biología,
farmacología, teconología médica, etc)

-14- Dichoo en términos prácticos: sólo si la vivienda (por tomar un


ejemplo cualquiera) es socialmente reconocida como un derecho, no
únicamente como una necesidad, el Estado (instituciones ad hoc) podrá
ser interpelado como garante del mismo y entonces, el desalojo de la
familia Fernándezrequerirá atención pública y dará lugar a acciones
legales, asistenciales, que serán encaradas por aquellos a quienes
legítimamente se les reconoce incumbencia en el caso (entre ellos, los
trabajadores sociales).

-15- Por eso digo antes que se trata de problemas que una soiedad define
como tal, a partir de la capcidad de un sector o grupo de hacer
hegemónico sus criterios y argumentos. La constitución de determinadas
situaciones como "problemas sociales". o a la inversa, la
desproblematización" de otras, implica confrontaciones y luchas
ideológicas por significar los mismos. La violencia doméstica, es por
ejemplo, una cuestión recientemente instituida como tal (como violencia,
y por tanto como problema que interpela a instituciones públicas). Y esto
es el resultado de las luchas feministas por los derechos iguales de las
mujeres. Hasta no hace mucho tiempo -y aún hoy para buena parte de la
sociedad- esto era una "cuestión privada" y parte del derecho del marido
sobre su esposa. Cuestión similar ocurre con los niños: el castigo físico
puede ser un "correctivo" o un "abuso", depende del criterio que se
imponga, de donde -a su vez- se definirá o no una problemática social.
Que la vivienda, la salud, la educación, etc., sean definidas como
derechos o mercancías, tiene que ver también con la problematización o
desproblematización del acceso a los mismos.

-16- Obviamente, la cuestión de "problematizar el problema que viene


dado", pensada aquí en relación al trabajo social, es también -cada vez
más- estratégica para la construcción de una ciencia social crítica, en la
medida en que viene haciéndose hegemónico un discurso "pragmático"
según el cual la investigación que no tiene esta finalidad inmediata es
"ineficiente": el mismo Ministro Cavallo, en su pretensión de descalificar a
los investigadores del CONICET (que por otra parte, en su mayoría
también pertenecen a la Universidad pública) se puso él mismo como
ejemplo del técnico eficiente: dijo que no perdió tiempo en Harvard
investigando cuestiones de teoría económica, sino en cómo resolver
cuestiones puntuales. Obviamente, el Ministro esconde su compromiso
apriori con los supuestos a partir de los cuáles se construyen y resuelven
esos problemas puntuales, detrás de un modelo imperialista de ciencia.

-17- No me resisto a la cita de Bourdieu (1989). "Construir el objeto


supone también que se tiene, frente a los hechos, una postura activa y
sistemática para romper con la pasividad empirista, que no hace sino
ratificar las preconstrucciones del sentido común, no se trata de proponer
grandes construcciones teóricas vacías [...] se trata de interrogar
sistemáticamente el caso particular..."
..."Muchos de los objetos reconocidos por la ciencia social no son otra
cosa que problemas sociales que entraron de contrabando en la
sociología: pobreza, delincuencia, juventud, educación, ocio, deporte, etc
[y] las mismas variarían junto a las fluctuaciones de la conciencia social
del momento".
..."Uno de los instrumentos más poderosos de la ruptura (con el problema
como dado), es la historia social de los problemas, de los objetos y de los
instrumentos de pensamiento, es decir, la historia del trabajo de
construcción de instrumentos de construcción de la realidad social..."

-18- "...en la actitud natural de la vida cotidiana, los juicios no son


verdaderos o falsos -como los de la ciencia- sino válidos o inválidos,
correctos o incorrectos, eficaces o ineficaces [...] el caudal de
conocimientos del sentido común (es) un magma de tipificaciones,
recetas, reglas, definiciones, máximas, etc. y las prácticas de
razonamiento de sentido común [son aquéllas] a través de las cuales esos
conocimientos son concretamente aplicados. Son estas prácticas las que
articulan a situaciones específicas los elementos de aquel caudal que
consideramos apropiados..." (Nun, 1994)

-19- Podríamos citar ejemplos al infinito, que también dan cuenta de la


imbricación de elementos de teorías en nuestra interpretación cotidiana
del mundo: ¿Acaso no nos basta referirnos al "Edipo de Fulano que no
puede separarse de su madre", sin tener que preguntarnos cómo
construyó Freud su teoría del Edipo y mucho menos sobre qué supuestos
y referentes empíricos. ¿No nos basta reconocer que una vacuna es
eficaz para evitar una enfermedad, para dársela a nuestros hijos?, etc

-20- O, si queremos, en el de las "prácticas de razonamiento de sentido


común", como las define Nun.

-21- Corresponde dejar claramente sentado, que al mismo tiempo que


postulo que experiencia y conocimiento cotidiano no son criterios de
validación del conocimiento teórico, sostengo que la teoría no invalida por
sí aquéllos (como vimos, aquel integra elementos de teorías de campos
diversos). Por lo tanto, no estoy haciendo un planteo inverso al que quiero
criticar. Lo que digo es que un conocimiento aplicado a reseolver los
infinitos problemas de nuestro desenvolvimiento cotidiano en el mundo,
no es criterio de validación para un conocimiento que se propone dar
cuenta de los procesos sociales implicados en la ocurrencia de los
fenómenos (de cómo y por qué suceden, como señala Giddens); el que a
su vez, no puede dar respuesta inmediata a aquellos infinitos problemas,
que sí resolvemos en nuestra experiencia. De ahí que tampoco
constituyen universos contrapuestos, cada uno heterogéneo.

-22- "Para no ser el objeto de los problemas que se toman por objeto es
necesario hacer la histori de la emergencia de esos problemas, de su
constitución progresiva, es decir del trabajo colectivo cumplido en la
competencia y la lucha que ha sido necesaria para hacer conocer y
reconocer esos problemas como problemas legítimos, confesables,
publicables, públicos y oficiales. Se puede pensar en los problemas de la
familia, el divorcio, de la delincuencia, de la droga, del trabajo femenino,
etc. En todos los casos se descubrirá que el problema que el positivismo
ordinario (que es el primer movimiento de todo investigador) acepta como
de suyo, ha sido socialmente producido en y por un trabajo colectivo de
construcción de la realidad social...." (Bourdieu, 1989)

* Datos sobre la autora:


* Estela Grassi
Titular de la Materia Antropología Social II de la Carrera de Trabajo Social
(U.B.A.)

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