Un largo dia desde por la mañana defiitivo 30 sep

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Un largo día desde por la mañana.

María José Quintana V.

©-2021 María José Quintana

San Juan de los Morros, Guárico, Venezuela

mariajoseqv@gmail.com / (+58) 414-0480172


El personaje:

Andrea Manuela. 40 años. Robusta, sencilla, cabello descuidado con un moño alto, nada de
maquillaje. Viste ropa cómoda para estar en casa, calza sandalias. Lleva en ambas muñecas
varias pulseras de colores, un rosario de collar y un azabache en el pie izquierdo. Mujer
nerviosa, muy poco se concentra e inquieta.

El espacio:

San José de Tiznados, estado Guárico, Venezuela. La escena se desarrolla entre la sala de
su casa, la ventana y el porche o pórtico, a través de los cuales siempre va a mirar
insistentemente. Un fregadero, o algún elemento que figure como el espacio donde se friegan
los trastes, puede haber una escoba, un trapeador, una olla grande, una mesa, un celular
inteligente o una tablet, una computadora de mesa o una laptop, o una “canaimita”. Una
alacena donde coloca remedios y ollas.
(Oscuro se escucha el coro de la canción “Pégale con el martillo de Caramelos de
Cianuro” la escena se ilumina con efecto estroboscópico en rojo, termina la música, silencio
y queda oscuro. Entra progresivamente la luz, se ilumina la sala comedor)

(Voz en off) ¿Qué trae la gata? ¡Asco! ¡Un ratón! ¿Está vivo? ¡Ay, si! lo trajo vivo para
dentro de la casa… ¡Ay que preciosura! ¡Cuidado y se te escapa Minina! (Pausa) Luis, ven
dile algo lindo a la Minina, que cuando uno le dice cosas bonitas a los gatos, se vuelven más
cazadores ¡Uy! le arrancó la cabeza. Lo mató en seco ¡Mala!… (Se escuchan voces y gritos
de un tumulto. Voz de un hombre que pide que lo suelten. Andrea Manuela entra y corre a la
puerta a ver qué pasa) Mira, Luis, lo que pasó ayer. Hice una convocatoria en el grupo de la
comunidad para pedir que nos arreglen la cruz de mayo que se está cayendo a pedazos y
nadie habló ni para decir esta boca es mía ¡Silencio total! Todas unas tumbas. Pero mira lo
que está pasando allá afuera ¡Ah! Mira como tienen al Cigarrón. Mira, Luis, lo tienen
amarrado en el poste ¡Caramba! para eso si hay quórum de la comunidad, para el chisme.
Anda a ver qué hizo ahora para que traten así. Qué broma contigo vale, nunca quieres hacer
nada. Deja quieto yo misma voy (Sale a otro espacio fuera de la puerta) ¿Qué pasa Carolina?
¿Por qué lo azotan tan feo? ¿Ah? Este no se cansa de hacer rubieras ¡No le peguen tan
fuerte! ¡Lo van a matar! (Se oyen gritos de dolor) Es que a nadie le conmueven los chillidos
del muchacho. Está suplicando que no lo golpeen ¿Qué es eso tan grande que hizo para que lo
golpeen así? (Aparte) Fue que Cigarrón ya venía dando problemas en el vecindario. Lo
último que se le ocurrió hacer fue entrar a la casa de Julián, amordazar la familia, robar y esta
vez, de ñapa, violarle a la muchacha (Transición) ¡No me empujen! (Se paraliza. Baja la luz
general y otra luz la baña y se torna roja. Está asustada. Sonidos de respiración agitada)
¡Mira, mijo, lo que lograste! Ésta gente quiere que te pegue y si no te pego me van a
reprochar por siempre y siempre seré “La cobarde” ¿Tú crees que no te mereces esto? (Gritos
de Cigarrón. Andrea retrocede) ¡No! ¡No puedo pegarle! Ése muchacho grita muy feo.
Señor Felipe, dígales que me dejen ir. Yo solo salí a ver. Es que no puedo pegarle a ese
muchacho. Siento que me convierto en lo mismo que es él. Con permiso, disculpen… (Voz
en off: ¡Cobarde!) ¡Epa! Respete, mija. No soy cobarde. Ahora pasarán los siglos y me
reprocharán, me recordarán cada vez que puedan. Ahí va “La cobarde”… Ni modo. ¿Qué es
una raya más para un tigre? (Huye, todo se vuelve a iluminar y entra a la cocina de nuevo)
Bueno, ya pasó todo. Ya deja lo que pasó allá afuera. A ver ya compacto la masa de las
arepas, listo, mis prácticas para rendir la comida. Es hora de hacer el desayuno. Y la vida
continúa. Aún tengo tiempo para agarrar el Encava que viene a la una. Ya herví el agua, ya
saqué al perro… Ese ruido, con esas voces, los ladridos y los gritos de Cigarrón no me dejan
pensar. Me trae malos recuerdos (Se tapa los oídos para calmarse mientras sigue hablando)
Creo que me da tiempo de hablar con la doña que vende los huevos ¿Me alcanzará para
comprar los aliños? Déjame ver el saldo… (Teclea para buscar el saldo en la computadora
y vuelve a taparse los oidos) No. La cuenta está en échale. Que cosas a los bancos si les
encanta estrujarle a uno lo pobre, antes en el librito ahora en la pantalla. Si compro aliños
descompleto para la verdura y si compro verduras no me alcanza para carapacho de pollo
(Deja de taparse los oídos) ¿Qué dices tú, Luis? ¿Busco leña para la sopa o la hago en la
cocina eléctrica? Es para ahorrar el gas. Busco la leña, de solo pensarlo me siento cansada
(Tantea sus brazos y piernas, el cuello, masajea un poco, respira) Esto y esto es lo que me
duele, siento tantos dolores. A veces creo que mi cuerpo es un alfiletero o un muñeco vudú, al
que algún desgraciado le clava montones de agujas por todos lados. Como haciéndome pagar
por algo que no sé. Me cansa tanto estar cansada (Brinca para desperezarse) ¡Apúrate mujer
que a la una pasa el Encava que va para San Juan! Luego voy al banco, saco la tarjeta, el
efectivo. Andrea Manuela, recuerda no tienes nada en la cuenta (Se da golpecitos en la
cabeza) Ya hice todo en mi cabeza; pero nada que hago las arepas y la sopa. Y este perolero
de anoche no se va a fregar solo (Se escuchan de nuevo gritos de dolor de Cigarrón, ella
brinca del susto y trata de no hacer caso) El cerebro no me da para más nada. No me sale de
la cabeza como me paralicé frente a Cigarrón. La miradas y las caras de todos esperando el
primer palazo, como con mi primera piñata (Baja la luz y una luz la baña y se torna roja,
sonidos de una fiesta y niños gritando dale) ¡Dale! ¡Dale! y yo solo quería mirar lo lindo que
se veía el papel de seda y los colores. Olía tan bien. Mi madrina me puso el palo en la mano,
como esta gente me lo puso para pegarle al muchacho. Mi padrino templaba la cuerda para
que la piñata subiera y bajara ¡Dale, dale! Y le di el primer palazo (Vuelve a iluminarse todo)
Con todo el dolor de mi alma la golpeé, y fue fantástico romperla y sacarle todo lo de
adentro. Así debe ser lo que se siente golpear una gente en un rebullicio como ése (Pausa)
Debí pegarle a Cigarrón, lo tiene merecido. Demostrarle que la justicia duele cuando la gente
se harta de sus malas acciones. Sentir en mis manos apretadas al palo el poder de
encarrilarle hacia los buenos pasos. Pero como no lo hice, ahora no me van a hablar las
mujeres de al lado, las únicas que aún me hablan. Ya tengo un sustico en el estómago (Se
asoma a la ventana) Ahí va el viejo Oscar. Como lo odio. Todos sabemos las palizas que le
da a los hijos (Toma un cucharón de los que debería fregar y amaga a lanzárselo) Como
quisiera pegárselo por la cabeza y darle lo que se merece. Yo se lo dije a la mujer: -Mira
Gisela, tu marido le pega muy feo a tus hijos. Uno no debe dejar que le maltraten así los
muchachos- Y la muy estúpida, solo me miro y me dijo: -¿Y qué quiere que yo haga?- Le
dije: -Denunciarlo, mija- Me respondió: -No puedo. Será para que me mate. Cuando yo
estaba embarazada del menorcito él me dio una paliza muy grande y por eso el niño me salió
así, enfermito- A ésta no le da el entendimiento por el miedo que le tiene al marido. Creo que
esa mujer ha llegado a disfrutar el dolor de los golpes ¡Ajá! Y sí es así... porque así pasa a
veces… No sé... quizás eso la excita… lo que no entiendo es cómo deja que ese desgraciado
maltrate a sus hijos inocentes… La odio, la odio más a ella. Los odio a los dos. Pero la odio
más a ella. Ahí estaban metidos haciendo fila para pegarle a Cigarrón (Alarma del celular, se
sobresalta) La pastilla de las diez que no se me olvide, si no me invaden esos temblores y las
taquicardias. Las medicinas están muy caras ahorita para que me esté enfermando de nuevo
con ataques de pánico… Luís ¿Los muchachos ya comieron? No recuerdo si esos muchachos
ya comieron. No recuerdo siquiera si desayunaron. Tengo que montar la sopa, ir al banco, la
leña… no, no el banco no, no tengo nada que hacer ahí. Y los muchachos no se han bañado,
que le echen agua al champú para que rinda (Saca de una caja una pastilla y la deja en la
mano, por un buen rato. Debe notarse la pastilla en la mano. En algún momento la
abandona en un lugar) esa es otra técnica eficaz de uno el pobre. Es que me las sé todas (Se
va quedando perdida entre sus planes) Si no hago la sopa, ni recojo leña, ni busco los huevos
o los aliños, si no traigo agua, no llegaré a tiempo y se irá. Yo creo que hoy tampoco iré a San
Juan, que va, yo no llego a la una a agarrar el Encava (Transición) ¿Cómo se metió ese gato
para la casa? (Se da una lucha fuerte contra la presencia del gato invasor que gana la
batalla cuando monta a la fuerza a la Minina. Esto se une al ruido externo y a los gritos de
Cigarrón, ladridos y llantos. Andrea queda claramente afectada por el daño que sufre la
gata) ¡Te hizo mucho daño! Deja que te toque… Ven, mami, ven… Estás sangrando ¡Te voy
a matar gato desgraciado! (Colapsa y grita al tumulto de afuera) ¡Cállense! ¡No me dejan
pensar! ¡Mi gata está sangrando por su culito! (La gata escapa. Pausa, se sienta en el suelo y
cambia totalmente de tono) Si a mi hijo le hicieran lo que le están haciendo a Cigarrón, me
aferraría a él como una gata con todo mi cuerpo. Qué me peguen a mí. Qué me maten a
golpes a mí (Pausa) La hija de Julián se suicidó. Que dolor ¿Cómo se sentirá Julián? Dios,
Perdóname por sentirme tan afortunada de no estar en su lugar, ni en el lugar de la mamá de
Cigarrón (Cambio violento, vuelve a la agitación anterior y busca frenéticamente) ¡El tres
pasito! ¡El veneno! ¿Dónde lo puse? Con sardina le va a encantar (Encuentra el veneno y
busca una lata de sardina, la destapa y vacía el veneno en ella. Mezcla con afán y la deja en
el piso con rabia) Aquí tienes maldito gato. Que bien me voy a sentir cuando te mueras lento
y ahogado en tu propia sangre, para que sufras, sufras fuera de todo límite de aguante.
Minina, ven deja que te cure. (Pausa recoge la sardina envenenada y la bota) Yo no puedo
matar al gato por ser gato, por seguir sus instintos. Así es la manera natural de los gatos
cogerse a las gatas. Me estoy volviendo como la gente de allá afuera. Eso me asusta. Estoy
tan asustada siempre. Día y noche, no puedo dormir a oscuras y la luz me molesta para
dormir. Después de grande me di cuenta que el coco no era mentira, que existe y que puede
estar en cualquier lado de mi cuarto o de la casa. Entrar por cualquier rendija. Como Cigarrón
se metió en la casa de Julián… Tengo acidez ¿Será por la impresión? Es una acidez de esas
raras, como cuando tenía la barriga de Juan. Ese día se lo dije a mi mamá y ella me miró bien
feo: ¿Tú como que estás preñada? Después, la acidez pasó a náuseas, de náuseas pasó a ganas
de vomitar, y de allí a pegar la carrera al baño y llegué de vainita. Ese sábado a las 8:00 pm
les dije lo que él me hacía. Para ellos la sinvergüenza había Sido yo y me dieron la paliza
respectiva. Tú le abriste las piernas, me gritaban y ahora “para ellos” yo tenía un marido. Lo
irónico es que un día viendo un programa en la televisión supe que Jacinto no era mi marido,
sino mi agresor sexual. Jacinto tenía 25 años y yo sólo 13 primaveritas, ni las teticas me
habían salido. Pues sí, me casaron y así le delegaron las tundas a Jacinto. Pensar que todavía
eso se hace, nada más que para calmar el qué dirán de los demás, y otras veces para salvar a
los hombres y no vayan presos por preñar a una menor. Que tristeza, los padres casan a sus
hijas con sus violadores y la ley lo permite. Qué bonito. De Jacinto solo recuerdo: Si no le
gustaba cómo preparaba el huevo… ¡Palo! Si la arepa quedó cruda… ¡Palo! Si el vecino me
miró… ¡Palo! Luego, por las noches, quería que me metiera debajo de él. Aún me da miedo
saber que ese hombre ronda por allí… Y es que yo entiendo que los animales se maten entre
sí, que Minina le arranque la cabeza a un ratón, que juegue y se coma a la presa. Entiendo que
el gato monte malamente a la gata; porque es la ley animal, pues. Pero, por un Dios que está
en el cielo. No entiendo que la gente se haga daño. Gente no es comida de gente ¿Para esto
fue que evolucionamos? Hablando de evolucionar, necesito sacarme la cara de Cigarrón de la
cabeza, así no voy a resolver nada aquí (Respira profundo. Vuelve a la ventana y sin quitar
la mirada de esta, busca el yesquero en la cocina) Como que Doña Felicia también le está
dando garrotazos a Cigarrón. Mírala, entre todos los que dicen que ella se come los perros y
los gatos. Ahora le tengo más idea a la vieja (No encuentra el yesquero) Luis ¿Dónde está el
yesquero? Dentro de poco cae la tarde. Después, no quiero que cuando se vaya la luz a la
noche ande perdida buscando las velas y monte en cólera ¡Me molesta tanto cuando lo quitan
de su lugar! ¡No ven que me desajustan todo! (Hace gestos de relajación) Cálmate, Andrea
Manuela. Deja que la luz violeta entre en ti… Cálmate… Respira (Suelta el estado de
relajación que traía y entra rápidamente en una actitud mandona) Luis, también, antes que
baje el Sol, me pasas el bombillo del cuarto de los corotos para la cocina que se quemó (Mira
por la ventana de forma compulsiva) Felicia y Gustavo juntos apaleando al muchacho. Él fue
quien me dijo lo de la señora. Y yo pensando en mis adentros: ¿Qué va a decir él? Sí yo lo vi
atrapar un rabipelado para comérselo. Y junto con los borrachitos de la plaza, cazando las
palomas para hacer una sopa. Si seguimos así, la próxima pandemia saldrá de aquí de San
José de Tiznados. Hablando de salir: El corazón se me va a salir por la boca ¡El Encava ya se
fue! La sangre me sube a la cabeza ¡Me está dando una vaina! ¿Me habré tomado la pastilla?
Esos gritos me dan miedo ¡Sssh! Así como cuando mi abuela me gritaba y me ponía a
trabajar como una bestia para que yo no pensara. Me gritaba: “¡Muchacha, avíspate!” Y mi
mamá hacía lo mismo. Me decía: “Vete pal cuarto y lo arreglas, después friegas y me tiendes
la ropa” o lo que se les ocurriera… Todo el día lo pasaba trabajando, en las noches mi
pequeño cuerpo no daba para más, por eso me duele tanto siempre. Pero, aunque me
mantuvieran esclavizada, muerta de cansancio yo no paraba de pensar. Pueden reprimir el
cuerpo, no la mente. Y sí me encontraba perdida en mis pensamientos me daban unas palizas
tan grandes. Eso me daba mucha rabia, yo me la guardaba y me la guardaba, más me dolía el
cuerpo. Siempre callada, siempre haciendo caso. Je, je, je… Hacer caso sin pensar, no sé
cómo se hace eso. Así, siempre acumulando rabia e imaginándome que vivía en un mundo
mejor (Pausa) Pero esa rabia y miedo salen de vez en cuando y suceden cosas buenas. Como
cuando le agarré la correa en el aire y le dije: -¡Ya crecí, soy más grande y más fuerte que
usted! ¡No me vuelva a pegar!- O como cuando agarré a mi muchacho (Actúa evocando el
recuerdo, como si llevara un bebé en brazos) y salí corriendo de la casa con Jacinto detrás de
mí gritando: “¡Párate ahí!” Y yo “¿Párate ahí?” Las piernas y los brazos se me pusieron más
fuertes, corrí más y más duro y me fui. Y no lo vi más. Y así saqué a mi pequeño Juan de su
lado para que no lo alcanzara tanta violencia (Mira sus manos como si viera al bebé y cae en
cuenta de algo) ¿Ya vino Juan de la bodega con el yesquero? ¿Yo lo mandé a buscar
yesquero? Sobrevivir me tiene la mente seca. No lo recuerdo. Lo que sí recuerdo es que ese
muchacho lleva mucho rato en la calle. No lo he visto entrar. Y la gente anda loca con el
bochinche que tienen montado (Encuentra la pastilla que había abandonado sin darse
cuenta) ¡Ay mira! Yo como que no me tomé la pastilla… ¿O será la de ayer? ¿Y si me la
tomo dos veces? No me acuerdo. La doctora me va a tener que recetar una para la memoria,
esta no me hace nada, porque cuando algo me descuadra el día, todo se me olvida (Sigue
hablando con la pastilla en la mano, nunca se la toma y en algún momento la abandona de
nuevo) ¡Ah, pues! nadie se va a mover a hacer nada. No se bañan, ni comen, nadie hace nada.
Pero entonces uno monta en cólera y uno es mala y loca (Los imita) -Mi mamá está loca, me
pegó- -Mi mujer es un fastidio, no está tranquila si no me ve trabajando- Ah, no… ¿Y
entonces qué? Qué se caiga la casa, qué huelan todos a pacuso, que nadie coma, porque nadie
se mueve, solo yo. Así mismo como se mueve el mundo, si unos no hacen no hacen los
demás (Entra en una especie de paroxismo, se pasa las manos por el cabello, se toca la
ropa, recoge objetos sin sentido) ¿Ya llegó Juan de la calle? Aunque si cuidamos mucho a los
muchachos los podemos mariquear. Es que yo me muero si ese muchacho se marisquea
(Pausa) O si me sale como Cigarrón ¿Qué será peor? ¿Que salgan maricos o salgan
malandros? (Vuelve a la ventana) Hablando de mariquear muchacho. Ahí está la Inés muerta
de risas viendo de lejos la paliza. Desde que el hijo le manda remesas se cree la reina de
Inglaterra. Esa es otra a la que yo le dije un día: - Inés ¿Tú no te has dado cuenta que
Osvaldito está muy amanerado? Esté pendiente, mija, no le vaya a salir pato- Y ella me
respondió: –Prefiero que sea pato que malandro- Yo caí como Condorito… ¡Plop! Y siguió
diciéndome: -Es más ¿Sabes qué? lo voy a mandar para San Juan a hacer el curso de estilista
y que se gane la plata honradamente- Desde entonces solo me habla para contarme que su
hijo ganó el concurso de Miss Gay Guárico. Que se fue a Perú y le manda plata y con eso
terminó la platabanda de la casa. Y yo digo ¡Gran cosota! pero sigue siendo rolo de marico.
Ah, pero a ese no lo linchan... ¿Eh?... Y la hija de Marianela no pretende meterse en esa
rebatiña de palo con ese barrigón. Pensar que yo le dije: -Marianela, Marianela… Mire
mande a ligar a la muchacha, ya van 4 bendiciones- Pero ella me dijo molesta: ¡Andrea!
Déjala quieta que ella sabrá lo que hace. Tú no les compras ni los pañales, ni la comida a los
muchachitos, no te metas. A lo que respondí: Es que la gente cree que parir muchacho es
como tener mascoticas en la casa. Mira el lorito que parí, o el perrito que me nació. Tener un
hijo es como criar un león, mija. Si no lo crías bien te arranca la cabeza de un zarpazo y
después queda suelto por ahí comiendo gente. Me miró con los ojos pelados y se le aguaron.
Se dio la vuelta, se fue dando pasos largos y ahora no me habla (Se encoge de hombros) Ahí
va pasando el muchacho de los aliños. Párenlo para comprarle, si es verdad que aquí todo soy
yo (Grita) ¡Mira muchacho en cuánto el combo de aliños! Pero ven acá ¿Ah? ¿Ya no andas
vendiendo? Ah, caray. Se metió a darle palos al Cigarrón ¡Yo no he hecho el almuerzo! No
sé qué hacer para el almuerzo ¿Aún es hora de almuerzo? ¿Qué me pasa? ¡Dios! Es la hora
de la cena. Perdóname, Dios mío, por no poner comida en la mesa el día de hoy. Esta
pensadera me tiene seca. Esos gritos me han tenido todo el día paralizada. Estoy harta, de ser
a la que nadie le habla y de las malas miradas que me lanzan. Veo a todos tomar malas
decisiones que yo no voy a tomar, así que he decidido no tomar más decisiones (Pausa) ¿Y sí
salgo y le pego a Cigarrón? Quizás todos volverían a hablarme. Igual lo tendría bien
merecido. Así como el malparido gato ese. Luis, vamos a salir a darle unos palazos a
Cigarrón, que todo el mundo está allá afuera haciendo lo mismo. Y si todos lo hacen, debe ser
que está bien... ¡Carajo! para eso sí sale rapidito. Pásame un palo a mí también (Sale gritando
con el resto de la gente. Vuelve el coro de la canción “Pégale con el martillo” al terminar
apagón final)

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