Unidad 5. Disolución Del Matrimonio
Unidad 5. Disolución Del Matrimonio
Unidad 5. Disolución Del Matrimonio
La disolución del matrimonio opera cuando el vínculo se extingue por causas que sobrevienen
a la celebración. Esto significa que el acto matrimonial existió y produjo todos los
efectos jurídicos, pero en un momento, y por las causas taxativamente enumeradas en la
ley, el matrimonio se disuelve y dejan de existir los efectos que tenía.
La disolución debe diferenciarse de la nulidad, porque en tal caso no existió un matrimonio
válido que se extingue, sino que se constata que jamás hubo vínculo jurídico. Es decir,
el matrimonio no nació porque tenía un vicio sustancial. En la nulidad, y como existe un
vicio desde el origen, los efectos son ex tunc —se retrotraen a la fecha de celebración—;
al contrario de lo que ocurre en la disolución del matrimonio, cuyos efectos son ex nunc —para el futuro—,
aunque obviamente la nulidad del matrimonio también hace recuperar a los cónyuges la aptitud nupcial.
La disolución del matrimonio importa la extinción del contenido de la relación jurídica
matrimonial.
2- EL DIVORCIO
Antecedentes
Cuando se sancionó el Código Civil en 1871, la muerte era la única causa de extinción del vínculo
matrimonial. Con la ley 14.394, de 1954, se incluyeron dos causales más: el matrimonio del cónyuge del
declarado ausente con presunción de fallecimiento y el divorcio vincular (por conversión de la sentencia de
separación personal). El divorcio regulado por esta ley tuvo muy corta vigencia, ya que fue suspendido en
el año 1956. La ley 23.515 introdujo el divorcio vincular en el país, por lo que se incluyó esta causal de
disolución de la sociedad conyugal.
Las razones de los profundos cambios en materia de divorcio se encuentran claramente expresadas en los
”Fundamentos del Anteproyecto...”: “… El avance de la autonomía de la voluntad en el derecho de familia no es
ajeno al ámbito del derecho matrimonial.
Precisamente, ha sido en este campo en el cual la jurisprudencia y doctrina nacional y comparada muestra
un desarrollo exponencial del principio previsto en el art. 19 de la CN.
Por eso, se introducen modificaciones de diversa índole a los fines de lograr un mejor y mayor equilibrio en
la clásica tensión entre autonomía de la voluntad y orden público, especialmente, al momento de la
ruptura, de modo que la conclusión pueda realizarse en términos pacíficos, mediante la ayuda de la
interdisciplina, la mediación, la especialidad, entre otras, que han colaborado a que las personas entiendan
que un buen divorcio contribuye a la paz familiar y social”.
El eje central de la reforma es el cambio cultural, que se produjo sobre la base de la consagración de los
derechos humanos y la incorporación de los instrumentos del derecho internacional que tienen su
destinatario principal en la persona. El interés familiar se va desdibujando hacia el interés de los miembros
que componen la familia atento a que la misma ha pasado de ser una ”institución” a una entidad
libremente elegida por sus miembros, cuya base es el afecto. La perdurabilidad de esta realidad afectiva es
la que legitima la relación, por lo que es preferible eliminar las trabas para terminar con el matrimonio
cuando el mismo ya no se sostiene en base a ese sentimiento.
En virtud del avance de la autonomía de la voluntad en las relaciones de familia, y tomando en cuenta el
desarrollo de la doctrina y jurisprudencia respecto del principio del art. 19 CN, se consagra un sistema de
divorcio que respeta la libertad e intimidad de los esposos, donde la injerencia estatal tiene límites
precisos.
Las modificaciones tienen por fin lograr un mejor y mayor equilibrio en esta tensión entre autonomía de la
voluntad y orden público, específicamente al momento de la ruptura del matrimonio, para que pueda
realizarse de modo pacífico y menos traumático.
4- PROCESO DE DIVORCIO
LEGITIMACIÓN
Puede ser pedido por uno o por ambos cónyuges. En este aspecto, se ha receptado el principio de
autonomía de la voluntad en su forma más amplia, entendiendo que si uno de los esposos no desea
continuar con el matrimonio, puede unilateralmente pedir el divorcio.
El pedido de divorcio no queda sujeto a ningún condicionamiento, puede pedirse en cualquier momento
y en forma conjunta o unilateral, con el único requisito de presentar el convenio o propuesta de
convenio regulador de los efectos del divorcio.
REQUISITOS Y PROCEDIMIENTO
ARTÍCULO 438.- Requisitos y procedimiento del divorcio. Toda petición de divorcio debe ser
acompañada de una propuesta que regule los efectos derivados de éste; la omisión de la propuesta
impide dar trámite a la petición.
Si el divorcio es peticionado por uno solo de los cónyuges, el otro puede ofrecer una propuesta
reguladora distinta. Al momento de formular las propuestas, las partes deben acompañar los
elementos en que se fundan; el juez puede ordenar, de oficio o a petición de las partes, que se
incorporen otros que se estiman pertinentes. Las propuestas deben ser evaluadas por el juez, debiendo
convocar a los cónyuges a una audiencia.
En ningún caso el desacuerdo en el convenio suspende el dictado de la sentencia de divorcio. Si existe
desacuerdo sobre los efectos del divorcio, o si el convenio regulador perjudica de modo manifiesto los
intereses de los integrantes del grupo familiar, las cuestiones pendientes deben ser resueltas por el juez
de conformidad con el procedimiento previsto en la ley local.
Se establece un procedimiento de divorcio muy sencillo, a pedido de uno o de ambos cónyuges, con el
único requisito de la presentación de un convenio regulador de los efectos del divorcio o de una
propuesta de convenio cuando el pedido es unilateral.
Se parte de la idea de que la familia continúa a pesar del divorcio y por eso se obliga a las partes a
acompañar, junto a la solicitud del divorcio, una propuesta que regule los efectos derivados del mismo.
La omisión de la propuesta impide dar trámite a la petición. Se pone énfasis en las nuevas funciones que
van a cumplir los excónyuges luego del divorcio.
Se procurará, en principio, que sean las mismas partes las que lleguen a acuerdos sobre todos los temas,
pero si esto no ocurriera, un cónyuge deberá hacer una propuesta y el otro podrá ofrecer una propuesta
reguladora distinta. Las partes deben acompañar los elementos en que se fundan y el juez puede
ordenar, de oficio o a petición de las partes, que se incorporen otros que se estiman pertinentes. Ambas
propuestas van a ser evaluadas por el juez, quien convocará a los cónyuges a una audiencia.
En definitiva, la negociación jurídica frente a la crisis matrimonial incluirá, además del divorcio, todas las
cuestiones vinculadas, tales como el cuidado personal de los hijos por los progenitores, el régimen de
comunicación con el progenitor no conviviente, la atribución del hogar conyugal, los alimentos, la
compensación económica, la distribución de los bienes gananciales.
LAS PROPUESTAS
La oportunidad procesal de acompañar la propuesta de convenio o el convenio regulador es al
momento de iniciación del trámite de divorcio, de manera que la presentación de la misma configura un
requisito de admisibilidad del pedido de divorcio, ya sea el efectuado de común acuerdo o el pedido
unilateralmente.
Podría darse el caso de que los cónyuges se encuentren separados de hecho y hayan solicitado la
homologación de un acuerdo respecto de los efectos de esa separación en forma previa a la demanda de
divorcio. En tal caso, junto con el pedido de divorcio, podrán ratificar las condiciones del acuerdo suscripto
con anterioridad —si es que no ha existido una alteración de las circunstancias y quieren mantener
enteramente su contenido—, o bien pueden modificar las cláusulas que consideren convenientes. También
en este último caso, y a falta de acuerdo entre los esposos, podrá uno de ellos presentar una propuesta de
modificación del acuerdo, la que deberá ponerse en conocimiento del otro cónyuge. En estos casos, debe
tenerse por cumplido el requisito de admisibilidad del pedido de divorcio.
El art. 438 CCyC establece que ”las propuestas deben ser evaluadas por el juez, debiendo convocar a los
cónyuges a una audiencia”. Seguidamente, dispone en forma expresa que ”en ningún caso el desacuerdo
en el convenio suspende el dictado de la sentencia de divorcio”.
Es decir que la audiencia se convoca con el fin de evaluar el contenido de la o las propuestas, no
tratándose de una audiencia de divorcio (como la que se convocaba en virtud del antiguo art. 236 CC), ya
que en cualquier caso se va a dictar la sentencia que disuelve el vínculo matrimonial.
Supuesto de pedido unilateral de divorcio:
En el caso que el divorcio sea solicitado por uno de los cónyuges, el mismo deberá presentar la propuesta
de acuerdo regulador, teniendo la otra parte la posibilidad de presentar una propuesta distinta. El
peticionante debe acompañar los elementos en los que se funda.
Supuesto de pedido conjunto de divorcio:
En el caso de que ambas partes realicen el pedido de divorcio, podrán acordar todos los temas y presentar
conjuntamente el convenio regulador. Esta es la situación deseable: aquella en la que el rol del juez sea
únicamente verificar en la audiencia que no se perjudica el interés familiar en ninguna de las cláusulas del
convenio.
A- COMPENSACIÓN ECONÓMICA:
ARTÍCULO 441.- Compensación económica. El cónyuge a quien el divorcio produce un desequilibrio
manifiesto que signifique un empeoramiento de su situación y que tiene por causa adecuada el vínculo
matrimonial y su ruptura, tiene derecho a una compensación. Esta puede consistir en una prestación única,
en una renta por tiempo determinado o, excepcionalmente, por plazo indeterminado. Puede pagarse con
dinero, con el usufructo de determinados bienes o de cualquier otro modo que acuerden las partes o
decida el juez.
NATURALEZA JCA: Definir la naturaleza jurídica de la compensación económica es relevante ya que de allí
se podrán interpretar los requisitos de su procedencia; determinar en qué consiste el menoscabo
económico; analizar la caducidad del derecho, el grado de participación de la autonomía de la voluntad, la
posibilidad de renunciar y las facultades del juez en la aprobación de los convenios reguladores sobre la
misma.
En los ”Fundamentos...” se dice: “Esta figura presenta alguna semejanza con otras instituciones del
derecho civil, como los alimentos, la indemnización por daños y perjuicios, o el enriquecimiento sin causa,
pero su especificidad exige diferenciarla de ellas. Aunque comparte algunos elementos del esquema
alimentario (se fija según las necesidades del beneficiario y los recursos del otro), su finalidad y la forma de
cumplimiento es diferente.
Se aleja de todo contenido asistencial y de la noción de culpa/inocencia como elemento determinante de
su asignación”.
Si bien se asemeja a una prestación alimentaria, sobre todo cuando se pacta el pago mediante
una renta, la principal diferencia es que los alimentos están destinados a cubrir una necesidad, en cambio
la compensación está destinada a evitar un desequilibrio. Además, los alimentos se caracterizan por su
mutabilidad.
También se diferencia de la indemnización de daños y perjuicios, ya que en este caso se requiere culpa,
siendo la finalidad de la indemnización la reparación integral del daño.
En cambio, en la compensación, el fin es la corrección del desequilibrio y no requiere culpa. Se ha
sostenido que se trata de un enriquecimiento sin causa, pero en ese caso debe existir el enriquecimiento
de una de las partes y el correlativo empobrecimiento de la otra sin causa que lo justifique —o, de existir
causa, ser injusta o ilegítima— y, por último, que no debe existir una acción específica que proteja esta
situación. Estos requisitos pueden no existir en el caso de la compensación.
Otros han entendido que la compensación no tiene ninguna naturaleza jurídica porque se trata de una
institución nueva, que se rige exclusivamente por las normas que la regulan. También se ha dicho que la
naturaleza es mixta, o sui generis.
En definitiva, se trata de una figura que se recepta en el derecho argentino con el fin de favorecer la
igualdad real de condiciones y oportunidades una vez finalizado el proyecto de vida en común; una figura
que, no obstante presenta ciertas similitudes con otras instituciones jurídicas (alimentos, indemnización de
daños y perjuicios, restitución por enriquecimiento sin causa), no puede ser asimilada a ninguna en forma
total.
Esta herramienta ofrece la posibilidad de facilitar un proyecto de vida autónomo de quienes, hasta el
divorcio, mantenían un proyecto común cuyo quiebre generó un desequilibrio patrimonial y de
oportunidades para uno de ellos.
Se trata de un valioso mecanismo con perspectiva de género para superar el “estigma” de “ser
alimentado”, habitualmente asociado a un sistema de distribución de roles rígido, y muchas veces
discriminatorio, que impacta mayormente en las mujeres.
Esta figura no resulta una consecuencia necesaria del divorcio, sino que procede solo ante la comprobación
de tales presupuestos que pueden derivar de varias y diversas circunstancias, como la colaboración en la
actividad lucrativa del otro, la situación patrimonial, la edad, el estado de salud, la labor de educación y
crianza de los hijos menores, las posibilidades de acceso al mercado de trabajo, la cualificación profesional,
entre otras.
Sin embargo, nada obsta a que ambos cónyuges la acuerden al tramitar el divorcio, ya que esta figura
jurídica admite la fuente convencional, consagrando la autonomía de la voluntad de quienes deciden poner
fin a su matrimonio y espontáneamente reconocen la conveniencia de continuar brindando apoyo
económico a aquel que se encuentre en peores condiciones.
Estas compensaciones pueden ser abonadas de diferentes modos: prestación dineraria única; renta por un
tiempo determinado o, de manera excepcional, por plazo indeterminado. Por ejemplo, si al momento de
contraer nupcias se optó por llevar adelante una familia en la cual uno solo de los cónyuges era el
proveedor económico y el otro cumplía sus funciones en el seno del hogar y en apoyo a la profesión del
otro, no sería justo que al quiebre de esa elección se deje desamparado a aquél de los cónyuges que
invirtió su tiempo en tareas que no se traducen en réditos económicos; en este caso, se le fijará una
compensación económica que puede asumir distintas modalidades de pago: pensión, cuotas, etc.
Nada impide que los cónyuges convengan su monto y forma de pago, pero, como se trata de un caso de
protección legal con fundamento en la solidaridad familiar, ante la falta de acuerdo el juez puede
determinar su procedencia y fijar su monto si correspondiere.
Al tratarse de una herramienta destinada a lograr un equilibrio patrimonial, es necesario realizar un análisis
comparativo de la situación patrimonial de cada uno de los cónyuges al inicio del matrimonio y al
momento de producirse el divorcio, esto es, obtener una ’fotografía’ del estado patrimonial de cada uno
de ellos, y, ante un eventual desequilibrio, proceder a su recomposición”.
Esta “fotografía” del estado patrimonial de cada uno de los cónyuges no se limita a aquellos bienes que
integraron sus patrimonios al inicio y los que lo integran al final, ya que no se trata solo de un análisis
cuantitativo. Lo importante es cómo incidió el matrimonio y
el posterior divorcio en la potencialidad de cada uno de los cónyuges para su desarrollo económico. Por
ejemplo, si durante el matrimonio solo uno de los cónyuges fue quien se capacitó profesionalmente, y el
otro fue el encargado de la atención de los hijos y del hogar, posibilitando con esta función el desarrollo
económico del otro, podrá solicitar una compensación económica en su favor, ya que el rol desempeñado
durante el matrimonio y el posterior divorcio implicaron un desequilibrio económico en su perjuicio.
Este desequilibrio pudo haberse mantenido oculto o compensado durante el matrimonio, pero aflora con
el divorcio y no se soluciona con la liquidación de los bienes, independientemente del régimen patrimonial
matrimonial que hayan elegido. La comprobación de las circunstancias fácticas será la base tanto para
determinar si procede la compensación como para establecer el monto.
MODALIDAD DE PAGO: La compensación económica puede consistir en una prestación única, en una renta
por tiempo determinado o, excepcionalmente, por plazo indeterminado. Se puede abonar con dinero, con
el usufructo de determinados bienes, o de cualquier otro modo que acuerden las partes o decida el juez.
Aplicando los principios de libertad y autonomía, nada impide que los cónyuges acuerden el monto y forma
de pago. Es excepcional la fijación de una renta por tiempo indeterminado, ya que el límite temporal
tiende a evitar situaciones de injusticia.
CADUCIDAD: La acción para reclamar la compensación económica caduca a los seis meses de haberse
dictado la sentencia de divorcio.
El plazo corto de caducidad tiene su fundamento en que se procura que los cónyuges resuelvan todas las
cuestiones patrimoniales que se derivan de la ruptura matrimonial de manera simultánea al divorcio.
Además, como el objeto de esta figura es compensar el desequilibrio económico que se produce a causa y
como consecuencia del divorcio, es en ese momento en que debe fijarse, y no sirve a estos fines que
transcurra un tiempo prolongado desde que se dicte sentencia.
La atribución de la vivienda supone conceder a uno solo de los cónyuges el derecho de usar del inmueble
en el cual se desarrolló la vida familiar durante el matrimonio.
A los efectos de decidir cuál de ellos se encuentra en mejores condiciones para la atribución, la norma
establece que el juez deberá tomar en cuenta pautas objetivas, relacionadas con la situación de
vulnerabilidad o mayor necesidad, dejando de lado toda consideración respecto de la culpa en el divorcio o
el género de los esposos, conforme el principio de igualdad.
Como se trata de un derecho de uso —que no alterará la propiedad del inmueble, aunque configura una
clara restricción al dominio—, la norma incluye tanto un bien propio como ganancial.
MODALIDADES: La atribución de la vivienda puede realizarse por acuerdo de cónyuges o, a falta del mismo,
puede ser impuesta por el juez.
1- Convencional:
Con base en la autonomía de la voluntad, y conforme lo establece el art. 439 CCyC, los cónyuges podrán
acordar, en el convenio regulador, a cuál de ellos se le atribuirá el uso de la vivienda familiar.
En principio, serán los propios cónyuges quienes se encuentran en mejores condiciones para acordar el uso
de la vivienda, ya que conocen la realidad íntima de su familia. En consecuencia, y salvo que el interés
familiar se encuentre seriamente comprometido, el juez deberá homologar el acuerdo que realicen en ese
sentido. El convenio podrá incluir el plazo de duración, los efectos de la atribución, el pago de una renta a
favor del cónyuge a quien no se le atribuye el inmueble y cualquier otra cuestión relacionada al uso de la
vivienda.
2- Judicial:
Si los cónyuges no acuerdan, cualquiera podrá pedir que se le atribuya el hogar conyugal.
A tal fin el juez deberá evaluar las pautas establecidas en la norma para determinar la procedencia, plazo y
efectos. Se trata de un derecho temporal porque implica una restricción al dominio del cónyuge, a quien
no se atribuyó el uso. La justificación es la solidaridad que debe existir entre los miembros de la familia,
pero este derecho no es vitalicio, sino que el juez deberá evaluar las circunstancias de cada caso para
determinar
el plazo de duración.
El artículo realiza una enumeración ejemplificativa de las pautas que deberá tener en
cuenta al juez, a las que se podrá sumar otras dependiendo de las particularidades de la
familia.
ARTÍCULO 445.- Cese. El derecho de atribución del uso de la vivienda familiar cesa:
a. por cumplimiento del plazo fijado por el juez;
b. por cambio de las circunstancias que se tuvieron en cuenta para su fijación;
c. por las mismas causas de indignidad previstas en materia sucesoria.